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elpais.com/elpais/2018/01/22/mamas_papas/1516612609_828610.html
Quién le iba a decir a la nutricionista María Merino, autora del blog Comiendo con María,
que un tuit sobre el desayuno de su hijo terminaría haciéndose viral. Bastó con una imagen
del niño bajo la frase "Mi hijo no sabe lo que es una galleta. Él es feliz desayunando
garbanzos” mencionando a SinAzucar.org, para que las cavernas de Twitter salieran al
ataque apelando a lo “triste” de un desayuno sin galletas. A lo triste y a lo insano, porque
para muchos, las legumbres aún son sinónimo de obesidad, de cocido madrileño y fabada
asturiana o de comilonas propias de Obélix, cuando eso nada tiene que ver con la
realidad, como bien llevan años divulgando los expertos en alimentación. Escribía sobre
ello en 2015 el nutricionista Juan Revenga en un artículo titulado Legumbres: injustificadas
parias de las recomendaciones dietéticas, y que puede servir como ejemplo.
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La normalización de productos insanos en el desayuno
Para Casabona el principal problema es que los desayunos de los niños no han
evolucionado, “que siguen igual desde hace 25-40 años, desde que entraron en los
supermercados grandes paquetes de galletas, ofreciéndose envases de tamaño familiar”.
Lotes que el pediatra prefiere llamar “envases obesógenos” en vez de “envases ahorro”
porque en su opinión tener en casa al alcance gran cantidad de un producto que no es
saludable, provoca de manera irremediable que el consumo sea superior que si el envase
fuera pequeño o normal. Añade que la entrada hace décadas de productos procedentes de
Estados Unidos como los “cereales hiperprocesados con gran cantidad de azúcar”
completaron el indigesto menú familiar de las mañanas.
De hecho, tal es esa cotidianidad que una de las mayores quejas entre los profesionales
de la salud es que cuando advierten a las familias que esos productos popularmente
conocidos como “de desayuno” no son saludables para el día a día les suelen responder:
¿Y entonces qué les doy? “Se quedan sin ideas, cuando resulta que hay muchísimas
maneras de desayunar saludablemente sin azúcares añadidos, basta con darles comida
de verdad”, lamenta Casabona.
Entonces, ¿no es mejor que un niño desayune cualquier cosa que le guste, y que se coma
“bien”, antes que no coma nada? “Ni hablar, vale más que no desayune nada a desayunar
de manera insana ya que puede tomar un bocata de pan integral y una fruta en el cole 90
o 120 minutos más tarde. Tenemos un organismo garantizado durante miles de años que
puede esperar ese tiempo sin sufrir ningún trastorno serio”, responde Carlos Casabona,
quien añade que muchas veces pensamos que el niño “no desayuna” cuando en realidad
es que “desayuna en dos tiempos o desayuna de manera diferida, muy poco tiempo
después de levantarse”.
Juan Revenga suele decir que “si tu desayuno no se parece al de la publicidad, entonces
es un buen desayuno”, y anima a los padres a cambiar la percepción que tienen del
concepto “desayuno” porque para él, al igual que para el pediatra Carlos Casabona y para
la nutricionista Silvia Romero, no existe el desayuno ideal sino que hay muchas
posibilidades, que no pasan precisamente por lo “dulce”.
“Si al niño le apetece desayunar en casa, se puede comenzar el día con fruta natural
cortada y bien presentada. También puede tomar, además, un vaso de leche entera o un
yogur. El ofrecer algo de pan integral untado con tomate o aceite de oliva o humus o
aguacate, serían opciones muy sabrosas y saludables.
Tampoco hay que llevarse las manos a la cabeza si al niño le apetece desayunar
espaguetis o garbanzos o lentejas o arroz. De hecho, en otras partes del mundo es lo que
hacen y parece que les va muy bien”, señala Carlos Casabona, quien, además, nos remite
a webs como 24 zanahorias para inspirarnos si nos faltan ideas gastronómicas saludables.
Por su parte, Romero añade que “está más que demostrado que el patrón
lácteo+fruta+cereales no funciona” y que se puede malinterpretar fácilmente (lácteos
azucarados, zumos, cereales de desayuno, galletas y bollería), por lo que su
recomendación es que el desayuno (como las demás comidas del día) “sea comida de
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verdad”, evitando los productos ultraprocesados. “Se puede desayunar una tortilla de
calabacín, una tostada de humus con aguacate, plátano con crema de cacahuete sin
azúcar o unas uvas con queso”, concluye.
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