La música es un regalo celestial, podemos asegurar que si hay un lugar donde
resuena la música es en los cielos, donde canciones de alabanza y exaltación son continuamente elevadas a Dios. Como diría aquél a quien se le considera el más grande musico de la historia, Johann Sebastian Bach: “El único propósito y razón final de toda la música debería ser la gloria de Dios y el alivio del espíritu”, y en otra ocasión también dijo: “Donde está la música devocional, Dios con su gracia está siempre presente.” Sin lugar a dadas todo cristiano ha escuchado y de seguro entonado una canción de alabanza al creador que ha fortalecido su espíritu. Es tanto así que la Biblia misma está repleta de canciones. Hay libros enteros allí que son canciones. Quizá el más conocido es el libro se los salmos, que en su gran mayoría son canciones de alabanza a Dios, reconociendo su carácter en todas sus obras. Pero no solo éste es un libro de canciones, el libro de los cantares, de hecho, llamado cantar de los cantares, precisamente se trata de una de las cinco mil canciones que escribió el rey Salomón. El libro de las lamentaciones, escrito por Jeremías, realmente son cinco canciones. Está el canto de liberación de Moisés Éxodo 15:1-18; la canción de victoria de Débora y Barac en Jueces 5:1-31; el canto de alabanza de Ana 1 Samuel 2:1-10; el canto de victoria de David 2 Samuel 22; la Canción de alabanza de María, llamada el “Magnificat” en Lucas 1:46-55; y podríamos mencionar muchísimos lugares donde pasajes completos de la Biblia son literalmente canciones. Pero si existe un lugar en el Nuevo Testamento en donde encontramos canciones de alabanza a Dios es en el libro de Apocalipsis, porque si de algo se alegra el pueblo de Dios es contemplar la victoria del Salvador. Así que podemos estar seguros que si hay un lugar en donde encontrar una buena canción que exalte y glorifique a Dios por su obra de salvación, sin lugar a dudas ese lugar es Apocalipsis. Pero la Palabra de Dios siempre coloca un énfasis y es que las canciones proclamen la grandeza de Dios, su gloria y majestad, sus obras poderosas, su eterna misericordia. Y es precisamente esto lo que una vez más podemos observar. En Apocalipsis 12:10-12 dice: “Luego oí en el cielo un gran clamor: «Han llegado ya la salvación y el poder y el reino de nuestro Dios; ha llegado ya la autoridad de su Cristo. Porque ha sido expulsado el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba día y noche delante de nuestro Dios. Ellos lo han vencido por medio de la sangre del Cordero y por el mensaje del cual dieron testimonio; no valoraron tanto su vida como para evitar la muerte. Por eso, ¡alégrense, cielos, y ustedes que los habitan! Pero ¡ay de la tierra y del mar! El diablo, lleno de furor, ha descendido a ustedes, porque sabe que le queda poco tiempo».” Cada obra poderosa de Dios, en el cielo se convierte en canción. De hecho, Juan dice que “Luego oí en el cielo un gran clamor”, esta canción retumbó en la gloria celestial; y cómo no han de retumbar los mismos cielos cuando la Salvación poderosa de Dios es un hecho. “«Han llegado ya la salvación y el poder y el reino de nuestro Dios; ha llegado ya la autoridad de su Cristo.” aquello que, por cientos y miles de años se esperó con ansias ahora ha sido cumplido. No hay nada más glorioso que ver las promesas de Dios cumplidas, la salvación por medio de Cristo es real, el evangelio es el poder de Dios para salvación mediante el cual se establece su reino eterno, la autoridad de Dios se imparte por la obra concluida de Cristo, no hay obra más gloriosa, no hay victoria más poderosa. El apóstol Pablo tiene declara en Colosenses 2:15 en la Traducción en lenguaje actual “Dios les quitó el poder a los espíritus que tienen autoridad, y por medio de Cristo los humilló delante de todos, al pasearlos como prisioneros en su desfile victorioso.” La obra de Cristo en la cruz es tan grande que nunca acabaríamos de contemplar tanta grandeza, no solo nuestros pecados fueron perdonados por su sangre derramada, sino que allí se libró la más grande batalla entre el bien y mal, Cristo es el vencedor eterno, lleno de gloria, poder y majestad. Sí, todo esto y muchos más se libró en aquella cruz. Por eso también Pablo en Gálatas 6:14 en la Nueva Traducción Viviente, declara: “En cuanto a mí, que nunca me jacte de otra cosa que no sea la cruz de nuestro Señor Jesucristo. Debido a esa cruz, mi interés por este mundo fue crucificado y el interés del mundo por mí también ha muerto.” Por la obra de Cristo el cielo canta: “ha sido expulsado el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba día y noche delante de nuestro Dios.”, y también proclaman: “Ellos lo han vencido por medio de la sangre del Cordero y por el mensaje del cual dieron testimonio; no valoraron tanto su vida como para evitar la muerte.” Sin lugar a dudas es tan grande esta obra que aun el temor a la muerte desaparece cuando la Iglesia comprende el mensaje acerca de la Sangre del Cordero. Y así termina esta increíble canción diciendo: “Por eso, ¡alégrense, cielos, y ustedes que los habitan! Pero ¡ay de la tierra y del mar! El diablo, lleno de furor, ha descendido a ustedes, porque sabe que le queda poco tiempo».” Que se alegre el cielo, que los salvos en la gloria canten; y que la Iglesia que aún está en la tierra proclame que, aunque aún el enemigo tenga poder sobre este mundo impío, sus días están contados. Mientras tanto la Iglesia de Cristo espera el glorioso día que pronto llegará, cuando unan sus voces al coro celestial y con la música del cielo entonen en la gloria un “CANTO DE VICTORIA”.