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Desarrollo
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I. M. Lotman, (1996). La semiosfera, Madrid: Frónesis Cátedra, Universitat de Valencia, pág. 143
que lo define. Entonces, la separación del símbolo en relación al contexto en que
nació no contraviene a la existencia del mismo, puesto que el símbolo puede
transitar de un entorno textual a otro sin perder su independencia de sentido y
estructural.
En cuanto texto, elemento que posee un significado cerrado y único en sí
mismo, el símbolo fortalece su carácter móvil; la memoria textual no simbólica
puede morir, el símbolo, que lleva consigo una vasta memoria simbólica, no. A
esto, el autor añade que todo texto de cultura es en esencia heterogéneo. Los
símbolos, si no propagan la cultura, sí la prolongan al ser elementos que
representan el continuum relativo a la cultura. Aquí se clarifica lo fundamental del
símbolo: infunde vida a una estructura lingüística históricamente dada; y, hace que
los ecos se dejen oír en el futuro, es decir, atraviesen el tiempo.
El símbolo transporta textos. Viaja diacrónicamente con la cultura que lleva
en su seno a otros sistemas de la cultura y, por lo tanto, se realiza. En el interior
de otros sistemas culturales el símbolo se realiza. En este caso el símbolo trasluce
su carácter y esencia y, en apariencia, reflejará heterogeneidad con el nuevo
contexto. Decimos en apariencia porque, por otra parte, “el símbolo se
correlaciona activamente con el contexto cultural, se transforma bajo su influencia
y, a su vez, lo transforma.”2 Por ello decimos que el símbolo se realiza en
cualquier contexto.
Mantenerse con cierta invariabilidad, en primera instancia, es uno de los
caracteres que definen a todo elemento simbólico. Debido a que el símbolo es
afectado aun esencialmente. El elemento simbólico tiende a transformarse, es
mutable, por la influencia de otro contexto o sistema de cultura. Respecto a esto,
Lotman añade que los símbolos que a través de la historia han demostrado ser
más activos se caracterizan por cierto “carácter indefinido en la relación entre el
texto-expresión y el texto-contenido”3, esto es, lo que expresan y lo que contienen.
Un sistema semiótico presenta factores que permiten no sólo alterar la
esencia del símbolo, sino asimismo deformar el entorno textual. Los símbolos
2
Ibid., pág.146
3
Ibidem.
2
elementales por lo que expresan son capaces de llevar en sí un mayor volumen de
sentido cultural, a comparación de los complejos. ¿Cuáles son los símbolos
simples? Aquellos que constituyen el centro simbólico de la cultura y, en virtud de
cuya presencia puede inferirse la orientación de la cultura en relación a la
simbolización y la des-simbolización.
La orientación simbolizante o desimbolizante de una cultura se encuentra
estrechamente relacionada a la lectura simbolizante, que tiende a convertir en
símbolo un texto o un determinado fragmento de texto, es decir, simbolizar los
objetos textuales que se presentan; o, desimbolizante de los textos, que, contrario
a la lectura simbolizante de textos, hace que los símbolos sean leídos como
simples mensajes. Existe en ambas lecturas una conciencia de por medio que
mueve a percibir como símbolo, si es simbolizante, o como síntoma, lo que es el
simple mensaje, si es desimbolizante.
Conclusión
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visual sincrética,4 al proyectarse y transformarse, en momento distintos, en el
espacio de diferentes textos.
La expresión y el contenido del símbolo permiten que éste presente cierta
convencionalidad. El símbolo, por tanto, funge como mediador entre la sincronía
del texto y la memoria de la cultura. Condensa los sentidos latentes de un pasado
encerrado en la memoria de la cultura para reflejarlos en un contexto posterior.
El símbolo, pleno de significado, no es un signo en un contexto. Cual factor
vivo nace en un momento histórico dado y desde ahí vela por la memoria cultural
en que se encuentra inmerso, para prolongar el recuerdo de la misma en otro
tiempo en cuanto elemento que trasciende al tiempo de su contexto.
Análisis de caso
4
Ibid., pág. 154.
5
Ibid., pág. 143.
4
(Libro de las mil y una noches¸ Noche 463, “Historia de Hasán, el joyero de Bazra”,
págs. 740-741.)
6
Ibid., pág. 144.
7
Ibid., pág. 145.
5
(Libro de las mil y unas noches, Noche 494, “Historia de Uardusan, hijo del rey
Cheliaad”, págs. 884-885.)
Se debe tener en cuenta que el símbolo puede ser expresado en una forma
verbal-visual sincrética, que, por un parte, se proyecta en el plano de diferentes
textos, y, por otra, se transforma bajo la influencia inversa de los textos.10
“-Éranse dos reyes, uno justo y otro injusto, y la tierra de ese último
abundaba en árboles y frutos y plantas de todas clases, a pesar de lo cual ese rey
tiránico despojaba de todos sus caudales y géneros al mercader que pisaba su
reino, lo que ellos llevaban con paciencia, en atención a lo próvida y feraz que era
su tierra.”
8
Ibid., pág. 146.
9
Ibid., pág. 147.
10
Ibid., pág. 154.
6
(Libro de las mil y unas noches, Noche 498, “Historia de los dos reyes”, pág. 912.)
11
Ibid., pág. 155.
12
Ibid., pág. 156.