Professional Documents
Culture Documents
Palabras clave: Publicidad infantil; estrategia comunicativa; marcas y/o productos; mensaje
publicitario.
1. INTRODUCCIÓN:
“Si hay un mercado donde los cambios se producen sin cesar, el consumidor evoluciona
trepidantemente y las necesidades o deseos están mutando de forma vírica, éste es, sin lugar a
duda, el de los niños” (Tur y Ramos, 2008, p.11).
Por ello hemos escogido esta temática ya que nos parece fundamental advertir sobre lo
propensos que son los niños por consumir un alimento o producto debido a lo atractivo de su
exposición publicitaria y el impacto que como comunicadores tenemos creando este tipo de
contenido.
Desde pequeños estamos expuestos a publicidad que atrae nuestra atención y a lo largo de
nuestra vida, nos envuelve siendo propensos a caer en ella, por la facilidad de convencer a
niños y niñas inocentes que realmente no son conscientes de lo llamativo del producto hasta
que no adquieren esa destreza para saber distinguir entre lo realmente necesario. “En una
investigación llevada a cabo sobre la publicidad infantil emitida por las cadenas de televisión
alemanas durante el periodo 2007- 2008 exponen como el 17% de la muestra analizada era de
publicidad de alimentos. De ese porcentaje el 73% pertenece a comida poco saludable; el
21% a alimentos aconsejados en la dieta del niño, mientras que un 6% no fue clasificado.”
(González Díaz, 2013, p.177)
El consumo infantil es cada vez más desmedido, y ejercer control sobre el más difícil, ya que
los medios sobre los que se transmiten estas influencias son más amplios y la seguridad que
se impone sobre ellos más abstracta y flexible. No solo por la responsabilidad de controlar
este consumo debemos de estar alerta o tener cuidado, sino que, al inculcarse desde la
infancia, favorecemos desde una edad muy temprana la creación pequeños consumidores de
un modelo capitalista que acuña esta característica, como lo mencionan Menéndez y Franco
(2009):
“Los niños son el grupo social más sensible a los estragos de la publicidad, llegando
en muchos casos a convertirse en dependientes del mercado del consumo; de ahí que
en los últimos años haya ido incrementándose la preocupación y el interés sobre la
relación entre publicidad-edad infantil, así como la responsabilidad que se puede
derivar de la influencia que en ellos ejerce. La publicidad intenta crear y consolidar
en el menor nuevos hábitos de consumo, puesto que son la mejor garantía de tener
consumidores en el futuro; explotando las formas de comportamiento social de los
niños y la tendencia infantil a imitar los modelos de conducta.” (P.319)
Por tanto, abordaremos nuestro estudio también desde un punto jurídico basándonos en las
medidas legislativas. Las conclusiones que hemos sacado es que deben ser más fuertes y
eficaces a la hora de su aplicación, pues los niños aún no tienen una educación lo
suficientemente formada para saber que consumir y en parte la obligación de controlar y
supervisar debe venir de padres o tutores escolares, por una parte, pero no debemos olvidar la
parte social donde todos debemos contribuir a la abolición de forma activa de mensajes
publicitarios no apropiado a ciertos sectores.
“En cuanto a las técnicas comunicativas concernientes al marketing, los autores señalan cómo
los niños sólo hacen caso de las mismas si previamente conocen el producto a través de la
televisión, si no, las mismas pueden pasar inadvertidas incluso cuando poseen estrategias
comerciales como el concurso o el regalo” (González, 2008, p.484). Igualmente, el artículo
de Alejandro Ladrón (2014) nos permite entender desde autores como David Walsh,
fundador del Instituto Nacional de los Medios de Comunicación y la Familia, o Fernán Casas,
Catedrático de Psicología Social de la Universidad de Psicología de Girona lo siguiente:
Los niños son el grupo social más sensible a los estragos de la publicidad, llegando en
muchos casos a convertirse en dependientes del mercado del consumo; de ahí que en los
últimos años haya ido incrementándose la preocupación y el interés sobre la relación entre
publicidad-edad infantil, así como la responsabilidad que se puede derivar de la influencia
que en ellos ejerce. La publicidad intenta crear y consolidar en el menor nuevos hábitos de
consumo, puesto que son la mejor garantía de tener consumidores en el futuro; explotando las
formas de comportamiento social de los niños y la tendencia infantil a imitar los modelos de
conducta. (Menéndez y Franco 2009, p.319). La publicidad debe apoyar y potenciar la venta
de unos determinados productos sirviéndose para ello de un ordenamiento creativo de signos
visuales y códigos lingüísticos, pero no debe en ningún caso utilizar estas técnicas para
manipular la intención de compra o el deseo de un objeto o bien. El sujeto debe poder elegir
libremente sin que ningún complejo mecanismo altere su voluntad o condicione su decisión
final. (Becerra, 2005, p.181)
La mejor plataforma para hacer llegar a los niños el mensaje publicitario es la televisión,
dado que la mayoría de los niños ve la televisión a diario, ocupando una gran parte del tiempo
destinado a la diversión. Por otra parte, este medio de comunicación es de baja participación,
es decir, el niño recibe el mensaje y lo admite sin apenas reflexión, siendo procesada la
información por el hemisferio derecho del cerebro, fomentando la pasividad. Otro hecho
destacable y demostrado es que los niños tienden a difuminar y disminuir las diferencias entre
la publicidad y los programas normales (Menéndez y Franco, 2009, p.319).
Así, los spots publicitarios dirigidos a menores suelen ofrecer junto con la compra otros
productos como pegatinas, todo ello unido a un gran soporte de medios audiovisuales que
inducen a comprar. La fascinación infantil por los colores llamativos, regalos promocionales
o personajes fantásticos que prometen sabores irrepetibles, subyugan al incipiente
consumidor al poder del anuncio y, por consiguiente, al del alimento en cuestión. Tal como
explica Joan Ferrés, la publicidad es el máximo exponente de un juego de engaños. Un gran
porcentaje de estos anuncios ofertados en televisión corresponde a productos alimentarios y
dada la posible influencia de la publicidad en los niños, los hábitos alimentarios infantiles
pueden estar, en parte, condicionados por la publicidad (Menéndez y Franco, 2009, p.319).
La influencia de los medios se puede ver entonces, en la relación que existe entre la agenda
mediática (conjunto de hechos a los que se da cobertura en un contexto y tiempo
determinado) y la agenda social (conjunto de prioridades o preocupaciones percibidas por la
población). Como diría Donald Shaw (1972), referente de esta teoría de la agenda setting:
Además, pudimos evidenciar que la táctica más utilizada por estos publicistas que intentan
captar la atención de los menores es la publicidad subliminal. Consiste en utilizar efectos
externos de los cuáles no somos conscientes y que pueden llegar a afectar a la conducta,
incitando a los clientes a adquirir un bien. Esta práctica es ilegal y su prohibición está
recogida en La Ley General de la Publicidad, Ley 34/1988, en su artículo 7. Nos explica que
este método altera los hábitos de los consumidores sin que muestren o tengan control sobre su
actitud, siendo una práctica poco ética y que coarta la posibilidad de elegir.
El mecanismo para que sus mensajes lleguen al consumidor, según el profesor García Matilla
(1990), es el siguiente:
Podemos relacionar estas actitudes mencionadas anteriormente con la teoría dada en clase,
concretamente recordamos la espiral del silencio de Noelle-Neuman, en la que la información
que se traspasa se convierte en una “verdad absoluta”. Toda la sociedad acaba siendo influido
por los mismos anuncios o campañas publicitarias o en definitiva acaba comprando lo mismo
por miedo a un rechazo social o incluso al aislamiento.
Bourdieu hace un aporte similar en su obra Sobre la televisión, donde dice que en la sociedad
hay estructuras que las personas no son capaces de manipular y tienen una fuerza que influye
para que lleven a cabo diversas acciones que beneficien al sistema, que en este caso es el
sistema publicitario o el producto que se desea vender.
3. INFLUENCIA NO SALUDABLE
Aunque nuestra investigación se centre en la influencia en sí de la publicidad o como esta
tiene implicaciones en el consumo de un público infantil, no podemos pasar por alto una de
las consecuencias que esta publicidad tiene en la salud de los más pequeños. Para Royo-
Bordonada (2016):
“Los menores reciben 7.500 impactos al año de mensajes que les dicen que coman
un producto que no es saludable, asociados además a emociones positivas, a regalos
y obsequios, y que además aseguran que son más sanos cuando es al contrario”
(Pág. 223)
Es importante destacar que no solo son las grandes corporaciones de medios sino también las
industrias de alimentos que a través de la publicidad han establecido formas predeterminadas
para una alimentación en los niños que busca establecerse como un hábito que persista para
toda la vida y de manera creciente. A través de las estrategias publicitarias utilizadas se
promueven formas de alimentación que n suelen ser las más saludables y esto a su vez está
muy influenciado por aspectos del desarrollo social y económico, y difusión a través de
medios de comunicación para lograr un mayor impacto. La publicidad de alimentos utiliza
estrategias a las que los menores son muy sensibles como músicas alegres, colores vivos,
personajes de animación o la asociación de un alimento con el éxito social. Los anunciantes y
agencias deberían desarrollar estrategias conjuntas para elaborar una publicidad de alimentos
educativa, dirigiendo su influencia hacia una alimentación sana, equilibrada y
complementada con ejercicio físico (Menéndez y Franco, 2009, p.325)
La publicidad alimentaria omite que la salud depende más del modo de vida, es decir, de las
condiciones económicas, sociales y culturales que nos rodean, que de nuestro estilo de vida.
En suma, el lenguaje publicitario de los alimentos explota la dimensión simbólica de los
nutrientes, convierte la salud en un objeto de consumo, está al servicio de la ideología que
exalta el culto al cuerpo y refuerza la idea de que la salud del individuo está determinada por
los estilos de vida, transmitiendo una visión de la salud desde la perspectiva subjetiva del
sujeto, y no desde el punto de vista objetivista y cuantitativo del médico, como corresponde a
un tipo de comunicación dirigida a las pasiones y a la irracionalidad del ciudadano medio.
(Díaz, 2003, p.223).
Se debe considerar que esta publicidad necesita un mayor control pues la obesidad infantil o
los malos hábitos alimenticios de los más pequeños no se resumen únicamente a este ámbito.
Estamos de acuerdo con que es importante una educación alimenticia y un mayor control de
los tutores y familiares en sus conductas, pero es casi incontrolable la influencia publicitaria
que se impone en nuestra mente y nos da lugar a adquirir actitudes impulsivas y de deseo ante
la exposición de un producto.
Tras finalizar la investigación descubrimos la real importancia que tienen los medios de
comunicación en nuestro consumo. Este pensamiento solo es una afirmación de nuestra
hipótesis ya que la mayoría de la población sabe que estamos sometidos diariamente a este
tipo de influencia.
No queremos pasar por alto cómo actúa el sujeto ante tanta información incontrolable que se
sumerge en un rincón de nuestro cerebro. Para ello nos basamos en cómo se pueden organizar
estos medios para que tengan la capacidad de “condicionar” hasta a los más pequeños.
Bernard Cohen nos explica esta táctica con la “Agenda setting”, en ella nos explica que los
medios no nos dicen cómo pensar, pero si nos dicen en qué hay que pensar a través de sus
mensajes directos o indirectos de forma consciente o inconsciente. Consideramos por tanto
fundamental una mayor limitación, control en la publicidad y marketing de productos
alimenticios para público infantil ya que este aún no tiene las capacidades aptas para saber
procesar la información, valorarla y seleccionarla.
Por último, debemos potenciar el trabajo de los controladores publicitarios, son aquellas
personas que actúan como “Gatekeepers”, saben que deben publicar y en qué momento, en
los medios más consumidos, estudian el tipo de personas que están visualizando la
información según horario de emisión o canal, entre otras variables. Sacamos en conclusión
que estos medios tienen más poder del que aparentan ya que no es todo lo que podemos
percibir. En el subconsciente retenemos información sin control, esta va aumentando y se
almacena hasta crear una imagen del producto incontrolable. Si esta imagen es positiva
sentiremos la necesidad de hacernos con él.
5. BIBLIOGRAFÍA
10) McCombs, M., Shaw, D.(1972) The Agenda-Setting Function of Mass Media..
The Public Opinion Quarterly, Vol. 36, No. 2., pp. 176-187
11) Menéndez García, R. A., & Franco Díez, F. J. (2009). Publicidad y alimentación:
influencia de los anuncios gráficos en las pautas alimentarias de infancia y
adolescencia. Recuperado a partir de http://scielo.isciii.es/pdf/nh/v24n3/original6.pdf
12) Royo-Bordonada, M. Á., Bosqued-Estefanía, M. J., Damián, J., López-Jurado, L., &
Moya-Geromini, M. Á. (2016). Nutrition and health claims in products directed at
children via television in Spain in 2012. Gaceta Sanitaria, 30(3), 221-226.
13) Tur, V., Ramos, I. (2008) Marketing y Niños. Madrid. ESIC Editorial.