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Desmontando el amor

romántico
Coral Herrera Gómez

1. El amor (no) es para siempre: dura lo que dura. Algunos amores duran veinte
años, otros dos meses, otros dos días… por eso hay que saborear el presente, y no
trasladar tu mente al futuro incierto: la plenitud está en el momento que estamos
viviendo, amar es estar presente, parar los relojes, disfrutar del aquí y del ahora.

2. El amor (no) lo puede todo: no puede con la violencia y los malos tratos, no puede
con la desigualdad y el machismo, no puede con el egoísmo ni con las relaciones que
no funcionan. El amor no transforma a las personas violentas en personas pacíficas, ni
a los promiscuos en monógamos, ni cura a la gente celosa, ni resiste vivo si ha de
soportar demasiado dolor durante demasiado tiempo. El amor no puede ser
incondicional: si no hay respeto y buen trato, por ejemplo, no hay condiciones para el
amor.

3. Las mujeres (no) nacimos para esperar: aunque las heroínas de nuestros cuentos
infantiles son chicas que esperan a que un tipo apuesto les solucione sus problemas o
les rescate de las catástrofes, nosotras no tenemos toda la vida para esperar. No
tenemos la paciencia de Penélope, que estuvo 50 años esperando a que Ulises volviera
de sus batallas: nosotras vivimos el amor aquí y ahora. No nos vemos ya como el
descanso del guerrero, sino como protagonistas del cuento. No hay otra posibilidad
que vivir el amor en el puro presente: el futuro está demasiado lejano.

4. “Los que más se pelean, (no) son los que más se desean”: hay gente que disfruta
mucho peleando y sumergiéndose en la violencia pasional, pero es un desperdicio
estar mal años de tu vida, con lo corta que es, entre llantos, conflictos, gritos, escenas
de celos, insultos, palabras que hieren… . Tenemos que dejar atrás las guerras
románticas, apostar por la alegría y el disfrute en el amor, y cambiar la perspectiva. Por
ejemplo: los que comparten orgasmos y risas son los que más se desean. No rima, pero
suena infinitamente mejor.

5. (No) estamos condenadas a sufrir por amor: podemos tomar decisiones,


tomarnos descansos emocionales, distanciarnos cuando nos duele. Podemos
desenamorarnos de quien no nos conviene, olvidarnos de las personas que no nos
corresponden o no nos aman, elegir buenos y buenas compañeras para compartir la
vida. Podemos cerrar puertas y convertir el presente en pasado, podemos abrir otras y
convertir el futuro en presente. El amor no nos ata, ni nos limita, ni nos obliga a
tropezar mil veces con la misma piedra: somos nosotras las que tenemos que hacernos
responsables de nuestras emociones, y trabajarnos los obstáculos externos e internos
que nos impiden disfrutar del amor.

6. Del amor al odio (no) hay un paso: el amor y el odio no son lo mismo. No me creo
que alguien pueda amar loca y devotamente a una persona, y un buen día pasar a
despreciarlo, a desear que le pasen las peores catástrofes, o ponerse a maquinar para
que sucedan. Si quieres a alguien, lo lógico es que desees su felicidad y bienestar: junto
a ti, a solas, o con otras personas. Creo que, entonces, el odio no es consecuencia del
amor: es falta de amor, es ansia de destrucción, es un monstruo grande que siembra
dolor en nosotras y en la gente que tenemos alrededor.

7. Sin pareja (no) estás sola: no es cierto, hay mucha gente a tu alrededor que te
quiere, que te aprecia, que te adora, o que se preocupa por ti. Hay mucha gente
estupenda, también, por conocer: júntate con tu vecindario para celebrar, aprender,
protestar, construir, cultivar, bailar. El mundo está lleno de buenas personas con ganas
de compartir: no te quedes llorando en casa, sal a las calles, toma las plazas y disfruta
de la gente.

8. Si tienes éxito, tendrás amor: la admiración de la gente no te va a hacer más feliz,


y el deseo y la envidia de los demás no te va a traer necesariamente amor… Lo que te
hace mejor persona no es tu aspecto físico o tu cuenta bancaria, sino tu capacidad para
relacionarte con el mundo, y para ser generosa, empática, solidaria, sincera, creativa, o
buena persona. Si somos gente estupenda, lo vamos a seguir siendo aunque nadie se
empareje con nosotras: nuestra valía personal no tiene nada que ver con tener o no
pareja, con que se enamoren o no de nosotras.

9. El amor no se exige, ni se mendiga: si no te aman, acéptalo. Si te amaron y ya no


te aman, asúmelo. No le pidas a nadie que cargue con tu dolor, no obligues a nadie a
permanecer a tu lado o a renunciar a su libertad para no hacerte daño: todxs somos
libres para unirnos y separarnos, para ir y venir, para intentarlo y para dejar de
intentarlo. Y no hay malos ni buenos: lo del desamor nos ha pasado a todas, y a todos:
sólo hay que cuidar mucho a la otra persona, portarse bien, y hacer las cosas con
sensatez y cariño. Es posible, separarse con amor, romper con cariño, y mirar hacia
delante con optimismo: es cuestión de ponerle amor.

10. “Quien bien te quiere, (no) te hará llorar”: no es cierto que cuando alguien te
hace daño es porque te quiere mucho y le importas, no es cierto que quien te trata mal
es por tu bien. Si alguien te quiere y te hace llorar es porque no sabe quererte bien ni
tiene herramientas para disfrutarte sin dominarte. Es hora de romper la unión entre
amor y sufrimiento: es posible (y aconsejable) disfrutar de la vida sin tragedias ni
melodramas.

11. (No) se te escapa el tren si no encuentras pareja, ni se te pasa el arroz: hoy en día
la gente se une a todas las edades posibles, cada vez hay más personas sin pareja, y
cada vez pasan más trenes, te puedes montar en el que te apetezca. Además, ahora el
arroz ya no se pasa, nadie te obliga a casarte a una edad, y encontrar a un hombre no
es obligatorio para ser madre. Lo importante para tu maternidad es la red de gente a tu
alrededor que puede ayudarte a criar hijos/as sin necesidad de ponerse a buscar a toda
prisa al príncipe azul. Necesitamos redes de ayuda muta y crianza en equipo,
compañeros y compañeras de vida, no sementales que nos adoren y nos mantengan
económicamente.

12. “Sin ti no soy nada”, o “Haz conmigo lo que quieras”: el sadismo y el masoquismo
son unas herramientas muy divertidas para el placer en el juego sexual, pero no
deberían ser usadas como armas para la vida real. En el día a día no tenemos
necesidad ninguna de renunciar a nuestro poder para dárselo a otra persona como
prueba de amor infinito. Someterse o dominar a la persona amada supone construir
relaciones desiguales, dependientes, violentas y dolorosas, y resulta muy difícil salir de
los círculos de la violencia (agresión-reconciliación, infierno-luna de miel) porque nos
suelen tocar mucho la autoestima. Además, las relaciones sadomaso te aíslan de tu
gente querida: no es fácil, para la gente que te quiere, verte en una relación destructiva
o funcionando con la lógica del amo y el esclavo.

13. Se está mejor sola que mal acompañada: Hay millones de mujeres con pareja o
casadas, inmersas en infiernos conyugales o en aburrimientos perpetuos que envidian
la libertad y el bienestar de las solteras. El matrimonio no es sinónimo de felicidad,
echa unas ojeadas a los índices de divorcio en todo el mundo y a las altas tasas de
soltería: cada vez son más las personas que no desean “aguantar” infiernos, porque lo
que quieren es disfrutar de la vida, y del amor.

14. El amor es infinito, abierto, diverso y colorido: no se puede reducir el


romanticismo a la pareja heterosexual de dos personas adultas, blancas, sanas, y
ricas, porque hay muchas formas posibles de quererse, de relacionarse sexual y
afectivamente, y muchas maneras de unirse, de estar, y de separarse. No dejes que la
ideología del romanticismo patriarcal te limite a la hora de empezar un romance o de
disfrutar de los amores, porque hay muchas formas de amarse, muchas orientaciones
sexuales, muchas identidades, todas tenemos derecho a explorar otras formas de ser y
de relacionarnos, y a dejar atrás las estructuras de la tradición. Reprimirse está pasado
de moda: atrévete a explorar, sin miedos ni culpas. Atrevámonos todxs a vivir el amor
desde la ternura social, el compañerismo, la libertad, el placer y el disfrute.

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