Professional Documents
Culture Documents
CASERO
Hacer compostaje es como abrir un pequeño laboratorio de naturaleza en nuestra casa. La materia orgánica, como los
restos que se producen en la cocina, el jardín o la terraza, se someten a un proceso de transformación natural que nos
proporciona, al cabo de un tiempo, un abono de muy buena calidad, al mismo tiempo que nos permite reducir el volumen
de los residuos domésticos.
Actividad simple y relajante, complementaria al bricolaje y a la jardinería, el compostaje es también un elemento clave en
la gestión correcta de los residuos y una de las aportaciones individuales más importantes para preservar el medio
ambiente.
Esta guía quiere ser una ayuda concreta, teórica y práctica, para iniciarse sin prejuicios en los secretos de esta
actividad, y nos enseña cómo se puede hacer compost en la ciudad con un mínimo de espacio y equipamiento.
A finales de verano se cierra el ciclo anual de producción de materia vegetal y con ello el proceso de crecimiento. En
otoño, los colores del bosque anuncian la caída de las hojas. La vida se retira de la copa de los árboles hacia el suelo
para invernar. La hojarasca, que cubre el suelo del bosque formando una espesa capa, constituye junto con restos de
corteza, ramitas, excrementos animales y hierbas marchitas, la base alimentaria para millones de seres vivos que habitan
en el suelo.
En un puñado de suelo hay más seres vivos que personas en todo el planteta. Multitud de especies de bacterias del
suelo, algas, hongos, así como lombrices de tierra, cochinillas, ciempiés, multitud de insectos y sus larvas representan
una especie de organismo digestor de los restos vegetales muertos. Estos seres vivos actúan de manera especializada
en diversos niveles de descomposición y recomposición de la “basura” orgánica y la transforman en suelo (en latín:
humus).
Mediante la mezcla de sustancias orgánicas con partículas minerales y arcilla del suelo, se forman materiales húmicos y
estructuras de suelo estables. El humus es la base de la fertilidad continuada del suelo.
Si a finales de primavera apartamos con cuidado la capa superior de la hojarasca, debajo de ésta encontraremos una
tierra de color marrón oscuro, rica en humus, de textura esponjosa y con un olor suave característico. Los nutrientes que
se habían acumulado en los componentes vegetales muertos han sido extraídos por los organismos del suelo,
redistribuidos de nuevo en el humus y se hallan nuevamente a disposición de las plantas. De esta manera se ha cerrado
el ciclo de la materia y se asegura la continuidad del suelo del bosque.
¿Qué es compostar?
Compostar significa someter la materia orgánica (en nuestro caso, restos orgánicos de la cocina y del jardín) a un
proceso de transformación natural hasta obtener un producto, el compost, de gran calidad como abono orgánico, ya que
además de su función como fertilizante, mejora la estructura del suelo aportando materiales húmicos que pueden
compensar las pérdidas debidas a actividades antropogénicas.
El proceso es prácticamente el mismo que tiene lugar en los suelos naturales de los bosques caducifolios con una
aportación importante de materia orgánica y, como en éstos, el resultado es la formación de “compost-humus”. Sin
embargo, en nuestro caso, el del compostaje, la cantidad de organismos que participan en el proceso de transformación
de los restos orgánicos es significativamente superior a la de los suelos naturales, razón por la cual podemos transformar
en poco tiempo una gran cantidad de materia orgánica.
El vermicompostaje se realiza en recipientes cerrados y sólo necesita un volumen inicial de masa “infectada” con
lombrices. A partir de ahí, y debido a su gran capacidad reproductiva, la población de lombrices crece y se estabiliza en
relación con la aportación de materia orgánica.
Mientras que el compostaje común necesita unas mínimas condiciones de espacio y suelo natural, el vermicompostaje
nos permite generalizar esta actividad y posibilita el compostaje de gran parte de la basura orgánica domiciliaria en la
misma vivienda.
Modelos de compostaje.
Según la estructura urbana, el tipo de construcción o vivienda y la existencia o no de jardines o espacios verdes se
pueden seguir distintas vías:
1. Compostaje individual: en el propio jardín, terraza, balcón, incluso en el interior de la vivienda. Se desarrolla como
una actividad lúdica, estrechamente ligada al bricolaje y la jardinería. Representa una experiencia personal de
cerrar el ciclo de la materia en el propio jardín o vivienda. En el caso de viviendas con jardín o terraza permite la
reutilización en origen.
2. Compostaje colectivo: en espacios libres o ajardinados comunitarios de conjuntos de viviendas, en espacios
públicos, escuelas y similares. Requiere un mínimo de organización. Tiene un componente social de cohesión,
mediante una actividad colectiva de preservación del medio ambiente. En principio permite la reutilización en origen
en el espacio ajardinado comunitario.
3. Compostaje descentralizado específico: de residuos de poda de jardines públicos, en cementerios, hospitales,
centros cívicos, etc… Representa una actividad laboral como cualquier otra a cargo del personal de cada institución
en concreto. En principio permite la reutilización en origen en el espacio libre.
4. Compostaje centralizado: de materia orgánica proveniente de la recogida selectiva domiciliaria. Requiere la
infraestructura municipal de recogida y la construcción de plantas de compostaje municipales como instalaciones
centrales de gestión de residuos.
Evitar o minimizar.
Reducir.
Reciclar.
Los residuos. Una condición previa importante para la correcta revaloración de materiales viejos es la separación
adecuada en origen. El objetivo es limitar al máximo la cantidad de residuos que no son posibles revalorizar.
La producción de residuos por persona en Barcelona es aproximadamente de 1,2 Kg por habitante y día (unos 438 Kg
por persona y año). Cerca del 30% es materia orgánica que puede separarse en origen y ser compostada. El compostaje
es, así, no solo el sistema más eficiente para la producción de humus, sino un elemento clave en la gestión correcta de
los residuos y una activa aportación a la protección del medio ambiente.
Los diferentes modelos y sistemas descritos en esta guía no son excluyentes. En ciudades donde se impulsa de manera
decidida y consecuente el compostaje encontramos, cada vez más, un desarrollo paralelo y una combinación de todos
ellos.
El compost mejora la estructura del suelo y contiene todos los nutrientes necesarios para un crecimiento saludable
de las plantas;
Los nutrientes se liberan lentamente, de lo que resulta una aportación continua de éstos;
El compost substituye al fertilizante o abono artificial, reduciendo así el consumo de estos productos y los efectos
contaminantes asociados a su producción y uso;
El compost se puede emplear como substitutivo de la turba, con lo que se contribuye a la preservación de las
marismas y turberas;
Una correcta aplicación del compost evita el crecimiento de malas hierbas y por lo tanto mejora las condiciones para
hacer jardinería;
El compostaje en origen representa la manera más importante de reducir el volumen de la bolsa de basura, con la
consecuente reducción de las necesidades de recogida y tratamiento y las emisiones asociadas.
Tanto desde el punto de vista económico como ecológico (ausencia de transporte y necesidad tecnológica y, por lo tanto,
consumo muy bajo de energía) hay que dar preferencia al compostaje en origen, individual o colectivo, y fomentar en las
instituciones adecuadas el compostaje descentralizado.
El compostaje en origen representa, por lo tanto, la aportación posiblemente más importante que a nivel individual cada
uno de nosotros puede hacer para preservar el medio ambiente.
Equipo.
El material básico es el mismo, pero depende del modelo de compostaje de que se trate: mientras que para el
vermicompostaje no es necesario casi nada, el compostaje colectivo requiere un mínimo de infraestructura.
Material básico.
1. Un pequeño recipiente de recogida para la cocina (3-6 litros). Para el vermicompostaje lo más adecuado es un
colador grande colgado de un cacharro de cocina o con un plato debajo y sin tapar. Es necesario vaciarlo como
mínimo dos veces por semana. Para el compostaje común se puede utilizar también un cubo normal. Si se envuelve
en papel de periódicos, el recipiente permanecerá limpio.
2. El compostero (a escoger según situación y modelo). Se puede comprar o bien, con un poco de imaginación, se lo
puede hacer uno mismo con aquello que se tenga a disposición. Se venden con y sin tapadera, de madera, plástico
y metálicos. También se puede compostar sin compostero disponiendo el material en montones y cubriéndolo. Si se
dispone de poco espacio y se quiere mantener ordenado es aconsejable utilizar un recipiente compostador (cuanto
más cerrado, más rápidamente se desarrolla el proceso, lo que significa más capacidad y menos necesidad de
espacio).
3. Útiles y accesorios.
Para compostar.
Un tamiz para separar el material fino del grueso (elaboración propia con malla de alambre). El material más grueso
(huesos de fruta, etc.) se vuelve a poner en el compostero como material estructural.
Una pala para repartir el compost.
Un rastrillo para la aplicación superficial.
Un recipiente grande para la recogida colectiva en el patio (para 10 viviendas es necesaria una capacidad de 120
litros). Es necesario vaciar el contenido del recipiente una vez por semana en el montón, extendiéndolo en capas.
Puede ser útil una carretilla para transportar el compost maduro.
Cuando hay espacios ajardinados importantes, el troceado con una trituradora eléctrica nos aligera el trabajo de
desmenuzar con el hacha o las tijeras de jardinería. Por otro lado es posible que ya se disponga de material
apropiado del que se dedica habitualmente al mantenimiento del jardín.
Un poco de teoría.
El montón de compost es un sistema natural en sí mismo, formado por multitud de organismos relacionados entre sí, es
una especie de red trófica: los organismos se alimentan de los restos que depositamos así como los unos de los otros. La
materia orgánica empieza a ser descompuesta por bacterias y hongos, que a su vez sirven de alimento a protozoos y
ascáridos a la actividad de los cuales se suman desde las cochinillas, ciempiés, multitud de insectos y sus larvas hasta
diversas variedades de lombrices de tierra.
Si les garantizamos unas buenas condiciones de vida, los organismos compostadores descompondrán y transformarán
de manera continua la materia orgánica que añadamos. Esto depende básicamente de tres factores:
Para poder transformar todos los restos orgánicos en compost, los organimos compostadores necesitan materiales de los
dos grupos, pero en una proporción equilibrada: la denominada relación carbono/nitrógeno o cociente C/N. En la mezcla
final de restos orgánicos la relación ha de mantenerse en un cociente 20-40:1 (aprox 30:1).
Por lo tanto, con una mezcla de 3 a 1 obtenemos aproximadamente la relación ideal de 30:1
La norma general: cuanto más variada sea la mezcla de restos orgánicos, mejor.
El oxígeno es imprescindible para la actividad de los organismos compostadores. Por este motivo es necesario que el
material se deposite de manera que quede esponjoso (no comprimido) añadiendo además material estructural (ramitas
troceadas) que mantenga esta estructura esponjosa.
De la misma manera es importante en el momento de colocar el montón o disponer el compostero, hacerlo de manera
que se permita una circulación de aire que atraviese el montón de abajo hacia arriba. La misma actividad
descomponedora genera calor, que actúa como motor provocando una corriente ascendente de aire dentro del montón.
El volteo (cada 6-12 semanas) del montón también es una buena medida para garantizar las buenas condiciones del
proceso. De hecho, si medimos la temperatura interior después del volteo, se observa un nuevo incremento de la
temperatura debido a que, al reintroducir oxígeno, los organismos descomponedores reactivan su capacidad metabólica.
El montón de material o el contenido del compostero tiene que ofrecer unas condiciones de humedad adecuadas para los
organismos que participan en el proceso: entre un 40 y 60% de contenido en agua.
Con una mezcla adecuada de restos de cocina y jardín (3:1) se consiguen habitualmente también las condiciones de
humedad necesarias. En cualquier caso hay que vigilar en períodos especialmente cálidos o en momentos de lluvias
intensas.
Test de humedad: se coge un puñado de material en compostaje y se exprime con fuerza con la mano:
El miedo a los malos olores es injustificado si el compostaje se realiza correctamente y en lugar adecuado. Como ya se
ha dicho, es posible realizarlo incluso en la propia vivienda. Un lugar apropiado y el cuidado debido evitan la producción
de malos olores.
No es antihigiénico.
En el vermicompostaje no se da este incremento de temperatura, pero la higienización tiene lugar en el propio tubo
digestivo de las miles de lombrices que digieren la materia orgánica en descomposición. Éstas se constituyen, por decirlo
de alguna manera, en un “digestor natural”.
A menudo en períodos cálidos los restos frescos de fruta y verdura atraen a pequeñas moscas (moscas de la fruta). En
cualquier caso, éstas se mantienen en el mismo compostero, que es donde encuentran aquello que las atrae, y no
representan ninguna molestia, más bien al contrario, ya que contribuyen al proceso de transformación.
No tendremos visitantes inesperados.
Si mantenemos el montón o el compostero tapado (con una pequeña apertura suficiente para garantizar el aireamiento
interior) y no añadimos alimentos cocidos ni restos de carne o pescado, no hay ningún motivo para esperar la presencia
de animales que lo remuevan.
Si bien puede suceder que encontremos alguna lombriz fuera del compost, los animales y en general los organismos que
participan en el proceso de transformación se mantienen allí donde disponen de las mejores condiciones, es decir, en el
propio montón, y no se dispersan fuera de éste. En cualquier caso se trata de seres que se encuentran ya en el suelo y
por lo tanto no son en ningún caso nocivos para nuestro jardín.
Cada vivienda composta in situ los propios restos orgánicos. Podemos encontrar varias situaciones:
La vivienda con jardín: puede compostar los restos de cocina y jardín conjuntamente y, por lo tanto, hacer siempre
una mezcla óptima. Dispone de espacio y suelo natural para instalar cualquier tipo de compostero.
La vivienda con terraza: dispone de pocos restos orgánicos de jardín. A pesar de la falta de suelo, con un poco de
imaginación se puede compostar como en el caso anterior. Si no, es necesario optar por el compostaje con
lombrices, aunque el compostero se lo puede construir uno mismo con madera.
La vivienda sin terraza: no dispone de restos orgánicos de jardín y por lo tanto solo composta restos de cocina. Es
necesario optar por el vermicompostaje o poner en marcha una iniciativa de compostaje colectivo.
Sistemas adecuados:
Cajón o cercado a base de listones de madera. Dimensiones: 70x70x70 cm. Se lo puede fabricar uno mismo.
Compostero de plástico (los hay desde muy sencillos hasta bastante sofisticados con aislamiento térmico).
Dimensiones aprox. 80 cm de Ø de base x 100 cm de altura, según modelo.
Cajón de vermicompostaje. Dimensiones 50 x 40 x 100 cm. De propia fabricación. Es necesario adquirir el ‘kit’ de
inicio (lombrices).
Vermicompostero. Dimensiones: 51 cm de Ø de base x 74 cm de altura.
Ideal en los casos de conjuntos residenciales de bloques de viviendas, es la otra opción para viviendas sin terraza ni
jardín, pero con un espacio exterior común.
En este caso es necesario que los participantes recolecten separadamente en su domicilio la basura orgánica mientras
que en la zona exterior comunitaria se destina un espacio para instalar una pequeña unidad de compostaje (10-20 m2)
donde se pueden transformar los restos orgánicos de 10 a 100 viviendas.
Sistemas adecuados:
En un lugar sombreado, en contacto con la tierra (suelo natural), a cubierto (si no con tapadera o tela) y accesible.
A su alrededor es necesario espacio para guardar material estructural, para posicionar el compostero y para poder
voltear el compost (si se opta por el sistema del montón).
Es necesario una distancia prudencial del patio o jardín vecino.
El compostaje funciona igual de bien en montón abierto como en compostero.
Es necesario proteger el compost de la lluvia y la insolación directa.
Es necesario el contacto directo con el suelo para permitir el acceso al compost de lombrices y otros seres vivos de
la flora y fauna del suelo.
Se puede instalar el vermicompostadero directamente en la cocina ya que apenas ocupa algo más de espacio que un
cubo.
Sin problemas:
En poca cantidad:
La cantidad final depende de la “capacidad de absorción” que tengamos en el montón o el compostero, que estará en
función de las cantidades de material que añadimos y de nuestra dedicación (si añadimos el material troceado, si lo
volteamos y mantenemos adecuadamente, si añadimos compost maduro o si utilizamos aditivos).
A pesar de que estos restos también se descomponen, atraen insectos y animales indeseados (ratones, gatos). Su
descomposición conlleva, además, la ligera generación de olores desagradables por la tendencia a fermentar.
Materiales no biodegradables:
Residuos especiales:
Aceites fritos.
Productos químicos de cualquier tipo.
Medicamentos.
Pinturas, esmaltes, aceites sintéticos.
Pilas.
Otros:
¿Cómo se composta?
Material pobre en estructura (material verde): pieles de patata y cáscaras de huevo, té y poso de café, restos
(crudos) de fruta y verdura, hojarasca y césped, etc…
Material estructural (material marrón): ramas, leña pequeña, poda de zarzales, paja, etc…
Si les garantizamos unas buenas “condiciones de trabajo” (buenas materias primas, suficiente aire y humedad
adecuada), encontraremos en los organismos compostdores unos “colaboradores” muy aplicados y diligentes.
Reglas.
Para obtener las condiciones idóneas podemos seguir la siguiente regla básica.
Se mezcla:
Es necesario evitar la formación de mohos, por ejemplo, por añadir de una vez grandes cantidades de pan, de
copos de avena u otros cereales, grandes cantidades de piel de naranja, etc..
Cuando tenemos un compostero pequeño o en sistemas sin drenaje (vermicompostero) es necesario evitar el
desencadenamiento de procesos anaeróbicos de fermentación/putrefacción, por ejemplo, por añadir tomates
podridos que generan gran cantidad de “juguillo” ácido que nos puede modificar las condiciones de la mezcla
Igualmente es necesario en estos casos, evitar añadir grandes cantidades de material muy húmedo, como hierba de
césped o hojas de lechuga, etc..Será conveniente dejarlo secar un poco antes de depositarlo en el compostero.
Es necesario evitar introducir materia que afecte a la calidad y por lo tanto el posible uso y aplicación del compost:
La carne, el queso, los restos de platos preparados tienen un alto contenido salino que empeora sustancialmente la
calidad del producto
El papel impreso en color, al igual que los restos recogidos al barrer o pasar la aspiradora, pueden contener
concentraciones muy elevadas de sustancias nocivas (metales pesados)
Si añadimos maleza o “malas hierbas” germinadas y el proceso no alcanza suficiente temperatura, es posible que
las semillas resistan y se encuentren posteriormente en el composta, de manera que al utilizarlo para abonar la
tierra estaremos sembrando plantas no deseadas. Evitaremos este problema arrancando la maleza verde o no
germinada.
En sistemas instalados en el jardín en contacto con la tierra, tanto si se trata de composteros como de montones de
compostaje, es fundamental preparar una buena base, ya que ésta actuará por un lado como drenaje (es necesario evitar
que el compost tenga los “pies mojados”) y por otro lado permitirá la entrada de aire y su circulación a través de la masa
en descomposición y transformación. Al mismo tiempo posibilitará que los organismos descomponedores que hallamos
en el suelo de forma natural, penetren dentro de la masa de materia orgánica y la descompongan adecuadamente.
Cubrir el suelo en la base del compostero con una capa de 10 a 20 cm de ramas troceadas o material estructural.
Mezclar 2/3 de basura tierna y húmeda (poda de césped, flores, restos de cocina) con 1/3 de material seco y grueso
(ramas troceadas, serrín,…).
Disponer la mezcla en el compostero de manera que quede suelta y cubrirla con una fina capa de tierra, compost
semimaduro o picadillo de paja (esta capa fina intercepta los posibles malos olores).
Ir llenando el compostero según este mismo esquema: mezclar basura seca y húmeda y cubrir con una capa fina.
También nos podemos orientar con la “regla de la mano”: un grosor de 4 dedos de restos de cocina y de 1 dedo de
material estructural seco.
Compostaje en pila.
Para el compostaje en montones es necesario seguir el mismo esquema de formación del montón por capas de material.
El montón ha de tener una forma triangular de unas dimensiones de 1,5 m de anchura y 1 m de altura. El montón se
puede hacer tan largo como se desee.
1. Tenemos muchos restos a la vez (porque hemos podado y arreglado el jardín): Haremos un montón depositando el
material en capas, como se ha explicado anteriormente, y lo taparemos con 1-2 cm de tierra. Lo cubriremos con una
esterilla de paja o una lona de material transpirable.
2. Tenemos de forma continuada pequeñas cantidades de restos de cocina y jardín: vamos depositando los restos
encima del montón y, alcanzando un grosor de 15-20 cm, lo cubrimos con tierra o compost semimaduro siguiend
como siempre la estructura en capas. Mantener tapado el montón.
Vermicompostaje.
Es necesario disponer de un equipo inicial con una cantidad mínima de lombrices y sus huevos con el resto de flora
y microfauna básicos.
Se prepara una primera base con turba y picadillo de cáscaras de huevo.
Con el equipo inicial se prepara una primera mezcla con material fresco, primero en pequeñas cantidades, después
más a menudo, de forma que la población de lombrices crezca paralelamente al volumen de material añadido.
Finalmente la población se estabilizará y el proceso se mantendrá siempe activo.
Cuidado y mantenimiento.
Volteo del compost.
Por voltear entendemos mezclar nuevamente el material y formar de nuevo el montón. Sirve básicamente para corregir el
desarrollo de procesos no deseables de descomposición biológica anaeróbica. Si se ha preparado una buena mezcla de
materia en cuanto a estructura y composición, y se ha dispuesto bien en el montón, el volteo no es imprescindible. De
todos modos (después de 6-12 semanas) ello conlleva algunas ventajas a considerar:
El material depositado que poco a poco se ha ido compactando se esponja y airea de nuevo.
Las partes externas del montón pasan al interior.
Se aceleran los procesos biológicos de descomposición y recomposición.
En el compostaje en montones:
Se prepara de nuevo la base y con una horca se gira el material, disponiéndolo de nuevo en el montón.
En compostadores silo de plástico:
Incorporan en la mayoría de los casos una puerta de extracción en la parte inferior, de manera que es posible extraer el
compost fresco por abajo y añadirlo de nuevo arriba.
En el cajón de vermicompostaje:
Es necesario remover de vez en cuando si se observa que la parte superior está muy seca y/o la parte inferior muy
húmeda o cuando al remover se percibe un ligero mal olor. Con el vermicompostero de bandejas no hay este problema y
no es necesario remover.
Hasta que los restos orgánicos se convierten en compost maduro, pueden pasar de 9 a 12 meses. En caso de utilizar
composteros cerrados (también denominados ‘rápidos’) o de vermicompostaje, y si se cuida convenientemente, es
posible obtener compost fresco a partir del segundo mes. Durante este tiempo hay que procurar que el proceso se
desarrolle de la mejor manera posible. Cada cual ha de desarrollar la estrategia para garantizar las condiciones idóneas
según:
Es necesario evitar que el compost esté demasiado mojado ya que el agua provoca el desarrollo de procesos
anaeróbicos de fermentación o putrefacción, responsables de malos olores;
Será necesario, por lo tanto, añadir el material algo seco (troceándolo previamente y dejándolo en un colador para
que transpire y pierda humedad;
Será necesario observar el contenido del compostero y removerlo un poco;
En casos de mucho frío incluso puede ser conveniente el uso de termocompostadores o bien situar el compostero
convencional en un lugar soleado.
Es necesario evitar que el compost se seque, ya que sin la humedad necesaria los organismos compostadores no
pueden llevar a cabo su actividad y no puede haber descomposición;
Será necesario mantener bastante cerrado el compostero así como intentar aflojar el contenido sin removerlo
(introducir una pala o una horquilla y levantar evitando que se desmenuce);
Será necesario observar el contenido: si al tomar un puñado se nota seco y se desmenuza entre los dedos conviene
humedecer superficialmente con una regadera.
Los aditivos son sustancias que favorecen el proceso de formación del compost y mejoran su calidad. No se trata de
productos imprescindibles y necesarios para conseguir compostar los restos orgánicos. De hecho, se puede acelerar el
proceso considerablemente con determinadas prácticas: trocear el material previamente, mezclar y airear
adecuadamente, hacen que el proceso sea más rápido.
El aditivo universal es el mismo compost: añadir compost fresco a la mezcla de los restos a compostar es muy
aconsejable, ya que éste sirve para ‘contaminar’ el material y contiene todos los organismos compostadores importantes.
Con un par de puñados hay bastante.
En cualquier caso, y con nombres comerciales diversos, hay diferentes aditivos que se pueden encontrar en centros de
jardinería y bricolaje especializados, entre los que podemos encontrar:
Aceleradores de compost: es una mezcla de bacterias, hongos, enzimas y sustancias nutritivas en forma de
escamas secas que se pueden utilizar para inocular o ‘infectar’ los restos vegetales cuando se empieza a
compostar o bien en momentos en que tenemos mucha materia a añadir al montón o compostero.
Productos específicos, como polvo de hortigas, polvo de algas, harina de queso, harina de carne, sangre
atomizada, cuerno de buey: nutren los organismos compostadores con elementos esenciales actuando como
aceleradores del proceso. Se utilizan para compensar déficits, cuando no se puede realizar la mezcla idónea (3:1),
por lo tanto la elección o necesidad de uno u otro producto depende del material a compostar;
Otros productos, como polvo de piedra o de limo, se pueden utilizar contra los malos olores, y además favorecen el
desarrollo de la estructura particular del humus.
En cualquier caso en este proceso de aprendizaje pueden surgir problemas que será necesario resolver.
Malos olores.
A huevos podridos: el compost está demasiado húmedo e insuficientemente aireado. Hay que voltearlo o removerlo
algunos días seguidos, mezclar picadillo de paja, tierra o bien espolvorear con polvo de piedras y taparlo para
protegerlo de la lluvia hasta que los malos olores desaparezcan.
A amoníaco: hay demasiado material verde (nitrógeno). Es necesario añadir material estructural o marrón y mezclar
correctamente.
Lixiviados.
El compost está demasiado húmedo. Actuar como en el caso anterior y añadir material seco: hojarasca, papel/cartón no
impreso (por lo menos sin impresión a color). Comprobar el buen funcionamiento del drenaje.
Capa blanca.
Si el compost se desgrana al coger un puñado, significa que está demasiado seco. Hay que regarlo ligeramente.
Moscas.
Espolvorear con polvo de piedras o tierra, las mantiene a distancia. También se puede actuar enterrando algo los restos
de fruta al agregarlos al montón.
Ratas.
Llamar al servicio de desratización. En cualquier caso, el compost no ha generado las ratas, sino que posiblemente
problemas en el alcantarillado las ha hecho salir y refugiarse en el montón.
Tipos de compost.
Compost maduro.
El compost maduro tiene un color marrón oscuro (negruzco), huele a tierra de bosque, está ligeramente húmedo, muy
ligero y esponjoso (aprox. 4 litros = 1 kg). Es posible que a simple vista observemos multitud de pequeños seres vivos en
plena actividad.
De forma natural y por el método tradicional (montón) al cabo de 9-12 meses los residuos compostables se han
transformado en un abono húmico, maduro, rico en nutrientes. Pero como ya hemos visto este proceso se puede acelerar
considerablemente de diversas formas:
Mediante el uso de composteros rápidos (silos de plástico).
con una preparación y un tratamiento adecuado del material: troceado y volteado.
Mezclando el material fresco con compost.
Utilizando aditivos aceleradores del compost.
Con el tacto, y a partir de sus características, se puede reconocer cuando el proceso de compostaje y maduración del
compost ha llegado a su fin. De todas maneras para establecer si se ha cerrado el proceso de compostaje nos puede ser
útil realizar de forma doméstica un test de germinación.
Test de germinación.
Se trata de un método sencillo que cualquiera puede realizar por su cuenta con semillas de berros, cebada o judías:
Mezclar una parte de compost con una parte de tierra y tamizar (4 mm).
Llenar una maceta (de alfarería).
Para comparar, preparar otra maceta que solo contiene tierra (sin mezclar con compost).
Sembrar las semillas.
Poner las macetas en un plato con agua.
Poner las macetas cerca de una ventana o lugar soleado y claro.
Si es necesario, regar.
Berros: sembrar de forma regular y cubrir ligeramente con tierra (2-3 mm). Deberá germinar homogéneamente al cabo
de 2-3 días. Al cabo de 10 días las plantas deberán presentar un color verde intenso, estar espigadas (altura aprox. 5-6
cm) y tener unas raíces blancas.
Cebada de verano: introducir unas 20 semillas 1/2 cm bajo tierra. La germinación deberá darse al cabo de 3-4 días. Al
cabo de 3 semanas las plantas han de estar bien derechas y presentar un color verde.
Judías: introducir unas 10 judías en cada maceta 1/2 cm bajo tierra. La germinación deberá darse al cabo de 5-7 días,
los plantones deberán crecer rectos y presentar hojas bien formadas y un buen enraizado.
Resultado negativo del test: el compost no es suficientemente maduro cuando, en comparación con la maceta que sólo
contiene tierra:
Compost fresco.
Hay que tener en cuenta que no siempre es necesario esperar a tener compost maduro para poder hacer uso de él. El
material parcialmente descompuesto se conoce como compost fresco (a veces también denominado compost rápido) y
tiene características que lo hacen apropiado para determinados usos o cultivos. El compost fresco tiene unas
características diferentes, a pesar de haberse descompuesto, permite reconocer las estructura del material original y no
es tan ligero ni esponjoso.
Se puede aplicar maduro o fresco, tamizado o sin pasarlo por el cedazo. Arboles, matorrales y otras plantas tienen
necesidades de compost diferentes y presentan un grado de tolerancia también diferente frente al grado de maduración
del compost.
El compost es al mismo tiempo humus y fertilizante, por lo tanto no hay que, además, abonar la tierra (el abono
excesivo puede contaminar las aguas subterráneas y los ríos).
El compost no hay que enterrarlo, sino hay que dispersarlo. En general, se distribuye superficialmente y excepto en
el caso del césped, se puede pasar el rastrillo ligeramente.
Para no sobreabonar el suelo y no contaminar el agua subterránea hay que esparcir anualmente no más de una cantidad
de 10 l. de compost por 10 m2 de superficie de jardín, lo que equivale a una capa de unos 2 cm. de grosor. A partir de
aquí, en función del tipo de planta o cultivo que tengamos y con la ayuda de las siguientes tablas podremos afinar más en
el uso del compost. También hemos de diferenciar según el tipo, es decir, el grado de maduración del compost.
Infusión de compost.
El compost también puede emplearse para preparar un abono líquido rico en nutrientes con el que regar las plantas, las
jardineras de flores y los cultivos del huerto.
Para ello sólo hay que llenar una regadera hasta la mitad con compost y el resto con agua, o bien colocar el compost en
una bolsa de ropa y hacer una especie de infusión, con la que regaremos después las plantas.
Al cabo de un periodo de 4-6 meses de descomposición aeróbica (compostaje), el compost se halla en un estado de
semimaduración (con métodos rápidos el periodo se puede acortar hasta los 2 meses). Los componentes orgánicos
iniciales aún se pueden reconocer parcialmente y presentan un color marrón oscuro. El compost fresco tiene una
actividad biológica elevada y por esto activa los procesos de transformación del suelo. El % de nutrientes fácilmente
asimilables por las plantas es más elevado que en el compost maduro y por lo tanto estimula mucho el crecimiento. Por
otro lado también contiene componentes ácidos que pueden afectar negativamente los procesos de germinación y a las
raíces jóvenes. Por ello no se puede emplear para germinar semillas, ni para plantas jóvenes o cultivos muy delicados, ni
en la fase de crecimiento.
Aplicación:
Cultivo Cantidad Período
frutales
capa de 2 cm otoño
frutos silvestres
Compost maduro.
Se obtiene después de 8 meses o más, en que la flora y fauna edáfica, como cochinillas, ciempiés, insectos y sus larvas,
y sobre todo las lombrices de tierra han terminado con su trabajo. Toda la materia orgánica se ha transformado en
humus. El compost tiene un aspecto de tierra negruzca, esponjosa, de grano fino y huele a tierra de bosque. Su
estructura tiene un efecto positivo sobre la estructura del suelo (capacidad de retención de agua, oxigenación y desarrollo
reticular). Representa una reserva de nutrientes disponible, en especial, para los pelillos de la raiz.
Aplicación:
Cultivo Cantidad Período
¿Excedente?
Al describir los modelos de compostaje hemos dicho que en función de las características del espacio en que nos
encontremos y de la cantidad de compost que obtengamos se puede generar un excedente al que debemos dar salida.
Disponemos de diferentes posibilidades:
Almacenamiento: el compost maduro ha cerrado el ciclo de descomposición y por lo tanto lo podemos guardar
manteniéndose durante meses sin temer la generación de malos olores. De esta manera aunque no tengamos una
aplicación inmediata para usar todo el compost lo podemos guardar y utilizarlo cuando lo necesitemos.
Distribución: en el caso de compostaje colectivo es posible que el espacio comunitario no pueda absorber todo el
compost producido. En este caso hay que contar con las plantas de maceta que hay en las viviendas (en éstas
podemos utilizar proporcionalmente más compost que en otros cultivos). Por lo tanto hay que invitar a los vecinos (o
padres en el caso de escuelas) a que recojan una parte de compost para su uso particular.
Traslado: si compostamos en la ciudad y tenemos un espacio fuera de ésta (segunda residencia, masía, huerto,
etc…) o al contrario, podemos transportar el compost de un lugar a otro en función de las necesidades. Como ya
hemos dicho, el compost es un producto acabado no problemático y por lo tanto es más aconsejable compostar
donde se producen los residuos y después transportar el compost que viceversa.
Entrega: el compost se puede aplicar, y de hecho se aplica en el mantenimiento de los espacios públicos. En casos
de compostaje colectivo podéis llegar a negociar su aplicación en espacios públicos cercanos de tamaño reducido
(árboles, parterres, etc…).
Venta: quizás podáis llegar a un acuerdo con el centro de jardinería más próximo para que os compren el producto
final.
Créditos.
Esta guía fue publicada por primera vez por el Ayuntamiento de Barcelona en marzo de 1998.
Contenidos y redacción: Josep Esquerrà i Roig