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Preguntas y Respuestas

Pregunta:

¿Como fue Bolívar?...


¿Cual fue figura física del Libertador Simón Bolívar?...

Días atrás visité el Museo Bolivariano de Caracas, en la segunda


planta está expuesto un uniforme de gala del Padre de la Patria;
frente la vitrina (junto a varios, turistas, visitantes y mi señora quien
me acompañaba) discutimos un poco de tallas, llegando a la siguiente
conclusión: dentro de la vitrina estaba una casaca talla "Small", un
pantalón talla 10 o 12 y unas botas tamaño 36 o 37. Por más que los
años pudiesen haber influido en la reducción de las prendas es
impresionante verlas... dentro del grupo de turistas estaba un niño de
escasos 14 o 15 años quien difícilmente hubiese entrado en tales
prendas... Uno de los turistas le decía a su acompañante, en inglés,
algo se podría traducir como: << ¡Mira!... era un hombre
extremadamente pequeño >>... a lo que le respondí de mal talante y
en mi pésimo inglés: << de estatura señor, de estatura... pero tan
grande como la independencia de América >>

Pero luego, en silencio, y viendo todavía el minúsculo traje, pensé


para mis adentros que esa cortedad de estatura, y esa fragilidad que
se desprendía del traje que observaba, lo que servía era para
enaltecer el hombre quien lo usó.

Y rebuscando entre mis libracos te encuentro esto:

Estatura: Entre 5 pies, 4 pulgadas y 5 pies, 6 pulgadas (1,62 y 1,68


Mts)
Cuerpo: Delgado (flaco) pecho angosto, unos dicen que sin mucha
musculatura
Cabeza: Pequeña y larga (ancha arriba, afilada abajo)
Cabello: Negro (Unos dicen que fino y crespo, otros que rizado y
ensortijado)
Cejas: Espesas, prominentes, arqueadas.
Rostro: Entre Alargado y ovalado,
Frente: Alta, ancha, ceñuda (unos dicen que con arrugas)
Tez: Morena, tostada al sol
Ojos: Negros, grandes, vivos y penetrantes
Nariz: Aguileña, bien formada (otro dicen que larga)
Boca: Algo fea, labios algo gruesos y saliente el inferior.
Pómulos: Salientes pronunciados.
Mejillas: Hundidas
Barbilla: Afilada, puntiaguda, larga.
Orejas: Grandes, pero bien puestas
Voz: Aguda y penetrante, algo ruda

En una especie de media de muchas descripciones del libertador, en


realidad corresponden a diferentes épocas de su vida y descripciones
tanto de amigos como de enemigos.

Simón
Bolívar
en
imágenes
Texto de: Carlos
Vidales
Tomado de: La Rana
Dorada

Introducción

Los retratos del Libertador abundan. Su figura


se repite en innumerables variantes en libros,
revistas, documentos oficiales y enciclopedias.
Se podría pensar que el esfuerzo de publicar
una serie de retratos de Bolívar es superfluo e
innecesario. Sin embargo, hay razones de peso que
justifican esta tarea.

Desde que se apagó el odio contra el Libertador y


se inició la fabricación del culto oficial a su
memoria (1842), los habitantes de los países
bolivarianos nos hemos ido acostumbrando a una
imagen fabricada a posteriori por artistas y
dibujantes que no conocieron personalmente a su modelo y que, a lo largo
de sucesivos retoques acentuados por siglo y medio de maquillaje histórico,
han suavizado las facciones y amansado la actitud. El Genio de la Guerra,
el Hombre de las Dificultades, como él mismo se llamó, se nos presenta
sentado en su despacho de estadista, con la actitud de quien medita,
apagados los ojos, en los arduos problemas de la administración. El
resultado es una novedad histórica y una incongruencia sicóloga: el propio
Bolívar confesaba que los despachos y oficinas eran para él una tortura
insoportable. Sus ojos, además, fueron siempre dos brasas vivísimas,
ardientes e inquietas, como unánimemente lo han testimoniado quienes le
conocieron.

Otra de las representaciones oficiales en boga nos muestra un Jefe de


Estado más preocupado por cruzar la capa oscura sobre el pecho que por
mirar de frente al pintor. El cuadro es sin duda llamativo y brillante, pero
por desgracia no nos sirve como documento
histórico. Su utilidad, puramente política,
consiste en erigirse como símbolo eficaz en el
proceso de las identificaciones con los gustos y
etiquetas del poder establecido. Ese Bolívar es
más apto para adornar los salones de las
academias oficiales donde se cumplen los ritos
solemnes del culto patriótico y se renuevan
periódicamente sus dogmas.

El pueblo raso, por su parte, tiene su propio


culto patriótico. En las chozas humildes, en los
tugurios donde ya no queda casi más esperanza que
la fe, o simplemente en los muros de algún barrio miserable, se pueden ver
hoy retratos ingenuos con la figura de un Bolívar oscuro, casi mulato,
enfundado en un uniforme de colores brillantes y compartiendo con José
Gregorio Hernández y la Virgen María el lugar donde se viene a pedir
milagros, a llorar desgracias y a buscar consuelo. Sobre este culto me
propongo, en un futuro cercano, escribir un ensayo especial.
Pero desde ya debe decirse que esta forma de
adoración, al menos, subraya implícitamente el
hecho, ya constatado por Martí, de que Bolívar tiene
todavía mucho que hacer en Nuestra América.

El culto popular a Bolívar es, sin duda, conmovedor.


En sus pinturas, dibujos y piezas de cerámica, la
gente sencilla expresa su íntimo deseo de que el
Padre Libertador sea idéntico a sus hijos irredentos, los pardos y mestizos
y mulatos y pobres de todos los colores. Mientras el culto oficial acentúa
las diferencias de clase y de casta, el culto popular las reduce, las borra,
las elimina. El Padre ya no es un padre simbólico: se convierte en un padre
carnal. Los hijos se reconocen en él, porque al representarlo le han
otorgado sus propios atributos. Dicho de otra manera, los hijos han
transferido sus propios rasgos de identidad al Héroe para poder
identificarse en él, para hacer posible y verosímil el mito de su paternidad.

Lo que me interesa en este ensayo, sin embargo, es el rescate de la figura


física de Bolívar como documento histórico. La vida de este hombre
extraordinario está documentada con abundancia de detalles. Hoy es
posible reconstruir, paso a paso, el proceso de su existencia en el contexto
social y político en que tuvo ocurrencia. Los sucesivos retratos que se
hicieron de él a lo largo de su vida, constituyen un auxiliar documental
poderoso para aproximarse al conocimiento de sus preocupaciones, sus
estados de ánimo, sus actitudes en tiempos de crisis o en momentos de
triunfo y también, naturalmente, las vicisitudes de su salud y el desarrollo
de la enfermedad que lo llevó a la tumba. El rostro de Bolívar, dibujado
durante la dramática estadía en Haití en 1816, nos dice más acerca de lo
que pasaba por su ánimo que muchos testimonios escritos. Lo mismo puede
decirse del retrato que se le hizo en
Bucaramanga mientras se realizaba la
Convención de Ocaña, que marcó el
comienzo del fin del poder bolivariano
(1828), o del dibujo a carboncillo que José
María Espinosa hizo en 1830, pocos meses
antes de la muerte del Libertador, cuando
éste se hallaba en una depresión profunda y
la tuberculosis hacía los estragos finales en
su cuerpo.

Es precisamente con el propósito de


documentar con imágenes producidas en el
momento y en el lugar de los hechos, que
me he impuesto el trabajo de reunir aquí
algunos de los retratos más significativos de
Simón Bolívar. Espero que esta iniciativa
estimule a otros a fin de ir produciendo, con el
aporte de muchos, un acopio documental útil
para la mejor comprensión de nuestra historia.

Algunas imágenes han sido convertidas a


blanco y negro para realzar o dramatizar
ciertos rasgos fisonómicos. Cuando ha sido
posible, se ha incluido la reproducción en
colores también. He ordenado el material
cronológicamente, añadiendo comentarios e
información para la mejor comprensión de las circunstancias que se vivían
cuando se realizó cada retrato. Naturalmente, resulta imposible publicar
todo el material en una sola entrega. El lector debe ver este trabajo más
bien como una colección que va creciendo, se va corrigiendo y va
aumentando en sucesivas entregas.

He utilizado las siguientes fuentes:

Boulton, Alfredo: El rostro de Bolívar, Caracas, 1962. Contiene excelentes


reproducciones de los retratos más conocidos del Libertador, con
abundantes notas aclaratorias. No se trata de una iconografía completa,
pero cumple con las exigencias más rigurosas del historiador: el
ordenamiento cronológico está hecho según la fecha en que se pintó la
imagen, no según la fecha del episodio que representa.

Uribe White, Enrique: Iconografía del Libertador, 2a. ed., Ediciones


Lerner, Bogotá, 1983. Sin duda la obra más completa sobre el tema. La
calidad de las reproducciones dista de ser excelente. El ordenamiento de
las pinturas no es estrictamente cronológico por su factura. Incluye
imágenes hechas largo tiempo después de la muerte de Bolívar. El aparato
crítico es excelente. Las notas e indagaciones sobre el origen o la
autenticidad de algunos retratos hacen de este libro un instrumento
imprescindible para el historiador. (He consultado el ejemplar existente en
la biblioteca de la embajada de Colombia en Suecia).

O'Leary, Daniel Florencio: Memorias del general O'Leary, 34 vols.,


edición facsimilar, Ministerio de Defensa de Venezuela, Caracas, 1981.
Cada volumen incluye una reproducción en colores.
Simón Bolívar en imágenes:

1799-1810

Pocos son los retratos de este período. El primero, cronológicamente,


corresponde a algún momento entre los años 1799 y 1802. Es el que se ve
en el encabezamiento de esta sección y que se reproduce en mayor tamaño
más abajo. Se trata en realidad de una bella miniatura sobre marfil, hecha
en Madrid por un artista anónimo con ocasión del noviazgo y matrimonio
del joven Bolívar con María Teresa Rodríguez del Toro. Se sabe que la
esposa de Bolívar conservó este retrato hasta su muerte, ocurrida
tempranamente (22-01-1803) y que éste llevó a su suegro don Bernardo
"las reliquias que había conservado de ella".
La miniatura pasó así a manos de la familia
Rodríguez del Toro, cuyos descendientes la
tuvieron hasta comienzos de este siglo, cuando
don Luis Alfredo López Méndez la localizó en
Madrid y la adquirió para su traslado y
conservación en Venezuela.

Bolívar tenía 16 años cuando se embarcó en la


Guaira (19-01-1799) para su primer viaje a
Europa en el navío San Ildefonso. Después de
una breve estadía en México y una escala de
dos días en La Habana, continuó en la misma
embarcación hacia la península. Desembarcó
en Santoña, cerca de San Sebastián, el 31 de
mayo y ya a mediados de junio se encontraba instalado en Madrid en
compañía de su amigo Esteban Escobar. El 1° de agosto tomó en arriendo
una casa en la Calle de los Jardines, donde se alojó con sus tíos Esteban y
Pedro Palacios. Trece meses más tarde, en septiembre de 1800, estaba ya
resuelto a casarse y así lo anunciaba a sus parientes. Tenía 17 años
cumplidos. El matrimonio tuvo lugar en Madrid el 26 de mayo de 1802,
cuando faltaban dos meses para que el novio cumpliera los 19 años.

Durante este mismo período (1799-1802) ocurrieron otros hechos de


importancia en la vida de Bolívar. A comienzos de marzo de 1801 se
produjo el incidente de la Puerta de
Toledo: la policía intentó arrestar al
joven venezolano al no reconocer su
uniforme. Éste reaccionó de manera
airada y arrogante y la discusión estuvo
a punto de convertirse en un duelo
sangriento. Bolívar fue sancionado con
la prohibición de visitar la corte, castigo
que duró algo más de un año. Esta
circunstancia dio ocasión a que el
joven mantuano se ausentara,
visitando primero Bilbao, donde se
hallaba su novia, y más tarde
Bayona y París en un breve viaje
que habría de darle amigos y
amigas para toda la vida.

En junio de 1802 regresó con su


esposa a Venezuela,
estableciéndose en Caracas. Poco
duró la felicidad, porque en enero
de 1803 murió la joven María Teresa Rodríguez del Toro, víctima de la
fiebre amarilla. La desesperación de Simón Bolívar fue inmensa. Después
de largos meses de depresión, durante los cuales intentó negocios y
ocupaciones en sus haciendas de los Valles de Aragua, decidió su segundo
viaje a Europa. Llegó a Cádiz a fines de diciembre, permaneció en Madrid
de febrero a abril y a comienzos de mayo llegó a París, a tiempo para
presenciar la proclamación de Napoleón como Emperador, en Saint Cloud
(18 de mayo).

Este era el rostro de Bolívar en este momento, según una miniatura de


autor anónimo, realizada por aquellos días. Fue un período de diversiones,
travesuras galantes y amores cortesanos. Conoció a Fanny du Villars, al
sabio barón de Humboldt, al naturalista Bonpland. En carta a un amigo
recordaría Bolívar que en esos días "yo no conocía la tristeza en todo el
tiempo que me hallé en esa deliciosa Capital". Y muchos años después,
Vicente Rocafuerte haría esta reminiscencia en carta al barón de
Humboldt: "El mismo Bolívar que mereció en París la bondadosa amistad
de usted y gozó hasta cierto punto de los consejos de su alta sabiduría y de
su consumada prudencia; este hombre que era entonces tan calavera, tan
ligero, tan inconsistente..."

Bolívar tenía entonces 22 años. Detrás de sus ligerezas e inconsistencias


maduraban ya designios de grandeza.
Así lo habría de recordar su amiga
Fanny du Villars 21 años más tarde,
evocando su despedida de 1805:
"¿Recuerda U. mis lágrimas vertidas,
mis súplicas para impedirle marcharse?
Su voluntad resistió a todos mis ruegos. Ya el amor a la gloria se había
apoderado de todo su ser, y sólo pertenecía U. a sus semejantes..."

Si hemos de creer en el testimonio de la imagen, sin embargo, diremos que


los ojos de Bolívar en aquellos días mostraban más tristeza que ganas de
hacer calaveradas y más dolor por la esposa muerta que proyectos de
gloria. El detalle que aquí vemos es una ampliación de la miniatura de
París. Y sin embargo, la coronación de Napoleón, que él presenció
fascinado por el esplendor de la gloria (Milán, mayo 26 de 1805), y el viaje
por Italia con su maestro Simón Rodríguez, abrirían las compuertas del
poderoso torrente de pasiones en este joven cortesano. El 15 de agosto de
ese mismo año pronuncia su famoso juramento en el Monte Sacro e inicia
con ello la historia de sus enormes empresas políticas y militares.
Origen:

El texto que acompaña este grupo de imágenes del libertador es la reproducción de un artículo del
periodista y poeta Carlos Vidales publicado en la "La Rana Dorada", revista cibernética de profundo
interés latinoamericanista. Algunos de los retratos han sido modificados en cuanto a contraste y colores,
se han agregado otras imágenes que no forman parte de la selección original.

YO LE CONOCÍ,
semblanzas de quienes convivieron con el Libertador

Por: J. W. de Wekker Vegas

Nuestro Libertador, indudablemente, no representó esa figura idealizada de los pintores y escultores. Él fue un hombre normal,
común y corriente, no fue precisamente simpático ni agradable al trato. No fue un Apolo en apariencia, las descripciones de él que
a continuación son de amigos, enemigos y personas neutras, todos coinciden con unos rasgos y una personalidad. La grandeza del
Libertador de América reside en su obra, no en su apariencia.

Al hacer esta investigación me encuentro con una larga diatriba sobre si corría, o no, sangre negra por las venas de Bolívar. A las
entradas del siglo XXI, como compilador considero que este hecho no tiene mayor relevancia, Bolívar fue "Caraqueño y
Americano" como el mismo se auto-denominó; y la mejor descripción, a ese aspecto, es la que sigue:

... "En realidad Bolívar tenía un color de piel frecuentemente hallado entre los meridionales. Blanco, ligeramente dorado y
quemado por la intemperie tropical. Todas sus facciones eran latinas y ya hoy en día es nulo el valor científico de querer señalar
rasgos faciales característicos de una u otra raza. Era innegablemente un producto americano"... (José Rafael Sañudo, 1.949).

Visitando el Museo Bolivariano de Caracas llegué a la segunda planta, en ella está expuesto un uniforme de gala del Padre de la
Patria; frente la vitrina (junto a varios, turistas, visitantes y mi señora) discutimos un poco de tallas, llegando a la siguiente
conclusión: dentro de la vitrina estaba una casaca talla "Small", un pantalón talla 10 o 12 y unas botas tamaño 36 o 37. Por más
que los años pudiesen haber influido en la reducción de las prendas era impresionante verlas... dentro del grupo estaba un niño de
escasos 14 años quien difícilmente hubiese entrado en tales prendas... Uno de los turistas le decía a su acompañante, en inglés, algo
se podría traducir como: << ¡Mira!... era un hombre extremadamente pequeño >>... a lo que le respondí de mal talante y en mi
pésimo inglés: << de estatura señor, de estatura... pero tan grande como la independencia de América >>

Pero luego, en silencio, y viendo todavía el minúsculo traje, pensé para mis adentros que esa cortedad de estatura, y esa
fragilidad que se desprendía del traje que observaba, lo que servía era para enaltecer el hombre quien lo usó.

Presentamos, abajo, un juego de cuadros, que abarcan el período 1.800 a 1.830, (en 1827 o 28 se quita los bigotes que usó hasta
entonces; según algunas descripciones en los años 10 al 12 usó el pelo recogido con una cinta, tipo coleta según la moda francesa).

Los cuadros acá presentados a criterio de quien recopila, representan mejor las semblanzas de quienes más abajo le describen y
cubren la época en que todos parecen confundidos con la apariencia de Simón Bolívar.

Otros cuadros, del Libertador en años posteriores se han agregado al escrito "El bigote del Guerrero" y a "Simón Bolívar en
imágenes"

De todas las descripciones se puede sacar las siguientes conclusiones:

Estatura: Entre 5 pies, 4 pulgadas y 5 pies, 6 pulgadas (1,62 y


1,68 Mts)
Cuerpo: Delgado (flaco) pecho angosto, unos dicen que sin
mucha musculatura
Cabeza: Pequeña y larga (ancha arriba, afilada abajo)
Cabello: Negro (Unos dicen que fino y crespo, otros que rizado
y ensortijado)
Cejas: Espesas, prominentes, arqueadas.
Rostro: Entre Alargado y ovalado.
Frente: Alta, ancha, ceñuda (unos dicen que con arrugas).
Tez: Morena, tostada al sol
Ojos: Negros, grandes, vivos y penetrantes
Nariz: Aguileña, bien formada (otro dicen que larga)
Boca: Algo fea, labios algo gruesos y saliente el inferior.
Pómulos: Salientes pronunciados.
Mejillas: Hundidas
Barbilla: Afilada, puntiaguda, larga.
Orejas: Grandes, pero bien puestas
Voz: Aguda y penetrante, algo ruda
El rostro y el tiempo

1800 (anónimo) 1804 (anónimo)

1812 (anónimo) 1816 (anónimo) Haití


1819 (Pedro J. Figeroa) 1821 (J. Yanez)

1823 (Gil Castro) 1825 (Gil Castro)


1826 (anónimo) 1828 (anónimo)

1828 (Francois R. Roulin) 1828 (José M. Espinosa) 1

1828 (José M. Espinosa) 2 1830 (José M. Espinosa) 1


1830 (José M. Espinosa) 2 1830 (José M. Espinosa) 3

El Bolívar de Páez

... "Bajo de cuerpo; un metro con sesenta y siete centímetros. Hombros angostos, piernas y brazos delgados. Rostro feo, largo y
moreno. Cejas espesas y ojos negros, románticos en la meditación y vivaces en la acción. Pelo negro también, cortado casi al rape,
con crespos menudos. Las patillas y los bigotes se los cortó en 1.825. El labio inferior protuberante y desdeñoso. Larga la nariz que
cuelga de una frente alta y angosta, casi sin formar ángulo. El General es todo menudo y nervioso. Tiene la voz delgada pero
vibrante. Y se mueve de un lado a otro, con la cabeza siempre alzada y alertas las grandes orejas." ... "El General es
decididamente feo y detesta los españoles"... (Descripción atribuida a Páez, "El General" 1.829, Santiago Martínez Delgado)

Bolívar según Ducoudray-Holstein


(Uno de detractores de nuestro Libertador)

... "El General Bolívar en su aspecto exterior, en su fisonomía, en todo su comportamiento nada tiene de característico o
imponente. Sus maneras, su conversación, su conducta en sociedad, nada tienen de extraordinario, nada que llamara la atención de
quien no lo conociese. Al contrario, su aspecto exterior predispone en su contra." ... "Su estatura es de cinco pies, cuatro pulgadas;
largo rostro, chupadas la mejillas; la tez, de un moreno lívido. Los ojos son de tamaño mediano, muy hundidos. Muy poco cabello
le cubre el cráneo. Todo él es flaco y desmedrado" ...

Bolívar según Daniel Florencio O´Leary


(En Angostura, 1.818)

... "Bolívar tenía la frente alta pero no muy ancha y surcada de arrugas desde temprana edad -indicio del pensador- Pobladas y
bien formadas las cejas; los ojos negros, vivos y penetrantes; la nariz larga y perfecta; tuvo en ella un pequeño lobanillo que le
preocupó mucho, hasta que desapareció en 1.820 dejando una señal casi imperceptible." ... "La distancia entre la nariz a la boca
era notable. Los dientes blancos, uniformes y bellísimos; cuidábamos con esmero; las orejas grandes pero bien puestas; el pelo
negro, fino y crespo; lo llevaba largo en los años de 1.818 a 1.821 en que empezó a encanecer y desde entonces lo usó corto." ... "Su
estatura es de cinco pies, seis pulgadas inglesas." ... "La piel morena y algo áspera." ... "Su aspecto, cuando estaba de buen humor,
era apacible, pero terrible cuando irritado; el cambio era increíble." ... "Bolívar tenía siempre buen apetito, pero sabía sufrir
hambre como nadie." ... "Hacía mucho ejercicio. Nunca he conocido a nadie que soportase como él las fatigas." ...

Bolívar según el Coronel inglés Hippisley


(San Frenando de Apure, 1.818)

... "Pude observar con atención al general americano mientras él hablaba con mi interprete. Si consideraba yo todo cuanto había
oído hablar de él, se me hacía difícil identificarlo con la persona que ahora tenía ante mis ojos. Bolívar es hombre de mezquina
apariencia, a quien le darían cincuenta años de edad y no cuenta más que treinta y ocho. Tiene cinco pies, seis pulgadas de
estatura; es flaco y pálido; el rostro alargado ofrece todos los síntomas de la inquietud, de la ansiedad y hasta podría agregarse del
desaliento y la desesperación." ... "Todo su aspecto apenas si respondía a la idea que yo me había formado del jefe de los
independientes. En medio de la pieza estaba suspendida una hamaca sobre la cual Bolívar tan pronto se sentaba cono se acostaba o
inclinaba mientras yo estaba hablando, porque raramente se mantenía dos minutos en la misma posición."...

Bolívar según José de San Martín


(Guayaquil, 1.822)

... "El General Bolívar demostraba tener mucho orgullo, lo que me parecía en contradicción de no mirar nunca de frente a la
persona que lo hablaba, a menos que fuese muy inferior a él. Pude convencerme de su falta de franqueza en las conferencias que
tuve con él en Guayaquil, porqué no respondió de modo positivo a mis proposiciones sino siempre en términos evasivos" ... "En
cuanto a los hechos militares de ese General, puede decirse que le han merecido, y con razón ser considerado como el hombre más
asombroso que haya producido la América del Sur. Lo que le caracteriza por sobre todo y forma, por así decirlo, su sello especial,
es una constancia a toda prueba, que se endurecía contra las dificultades, si dejarse jamás abatir por ellas, por grandes que fueran
los peligros a que se hubiese arrojado su espíritu ardiente"...

Bolivar según el cura realista José A. de Torres y Peña


(1.816)

... "..................... el otro mozo


con aspecto feroz, amulatado,
de pelo negro y muy castaño el bozo;
inquieto siempre y muy afeminado,
delgado el cuerpo, y de aire fastidioso,
torpe de lengua, el tono muy grosero,
y de mirar turbado y altanero.

Este Bolívar era, según dicen,


los que el infame monstruo conocieron.

Bolívar según el General realista Pablo Morillo

(El General español Pablo Morillo, vino a combatirlo a Venezuela al frente de la mejor y más numerosa expedición de tropas
peninsulares que nunca vino a América, tomado de "Bolívar Hoy" por Arturo Uslar Pietri)

"Alma indomable, a quien le basta un triunfo, el más pequeño, para adueñarse de quinientas leguas de territorio... Bolívar es el
jefe de más recursos y no hallo cómo ponderar su actividad. Mucha fuerza se necesita para vencer a estos rebeldes que no
desmayan con ninguna derrota y que están resueltos a morir antes que someterse... Nada es comparable a la incansable actividad
de este caudillo... Su arrojo y su talento son sus títulos para mantenerse a la cabeza de la revolución y de la guerra".

BOLÍVAR
En el retrato original del señor Alberto Urdaneta

Es de mediana estatura, Cruzados los brazos tiene


El cuerpo enjuto de carnes, Con ademán arrogante;
Los ojos negros y hundidos, Hundido el pecho; las manos
La mirada centelleante. Y los pies esculturales

Alta la frente y surcada Un sencillo uniforme,


Por ondas arrugas grandes; Sin bordados ni almares;
Los pómulos levantados, Y sólo el busto de Washington
La cutis morena y suave. Al cuello pendiente trae.

No usa barba - los cabellos Charreteras españolas


Sobre las sienes se abaten; Desde los hombros le caen;
Eran negros y rizados, Y lleva ceñido al cinto,
Hoy son escasos y caen No una espada sino un sable.

Arqueadas y espesas cejas Altas botas casi ocultan


Velan la luz penetrante Sus rojos calzones de ante;
Que despiden sus pupilas Y finas espuelas de oro
Y que fascina y atrae. De los tacones le salen.

La boca grande - imperfecta; Así has pintado a aquel hombre


De voz desigual - ya grave, De nuestra raza el más grande;
Ya aguda - instrumento débil Y tu nombre haces eterno
A sus tumultuosas frases Unido a su excelsa imagen.

Teodoro Valenzuela - Bogotá, Mayo de 1883

(Cfr. Homenaje de Colombia al Libertador Simón Bolívar en su Primer Centenario. Edición Oficial, 1884 - Bogotá - Imprenta de
Medardo Rivas.)
Textos Tomados de: Web site: Simón Bolívar - El Libertador - JGRR SIRR. Foro Bolivariano.

Bolívar según S. Martínez, A. Badenes,


C. Almeida, C. Fernández, Muycci y Roulin.

La mascarilla mortuoria, muchas dudas existen alrededor de este objeto, supuestamente aparecido en la casa de Don Joaquín Mier
en el año centenario de la muerte del Libertador. El Sr. Alfredo Badenes, oriundo de Barranquilla, se traslada a Santa Marta en
busca de reliquias; obteniéndolas de José María Leyva sucesor de los Mier.

Una de las reliquias, un busto de yeso, supuestamente tenía en su interior la mascarilla. No existen en los apuntes de Revérénd y
mucho menos en los de O´Leary referencia alguna a que al Libertador se le tomara una impresión facial después de muerto; es más
el propio Revérénd dice en posteriores declaraciones que el boticario estaba enfermo por lo días en que muere Bolívar.

Sin embargo quien recopila, considera que tanto ella como los cuatro apuntes que de anexan, darán una idea más exacta de lo que
pudo haber sido el rostro de Simón Bolívar.

Máscara mortuoria atribuida a


Augusto Thomassin boticario
de Santa Marta.

Bolívar muerto, Santiago Martines D.

Apuntes de C. Almeida Crespo


Y otros artistas, ¿Cómo lo vieron?

Según Roulin
Según Tito Salas

Según Tovar y Tovar

Según Carmelo Fernández


Según Arturo Michelena

Miguel Baca Rossi

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