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El yo y su confrontación

En el análisis motivacional del Yo surgen tres problemas cruciales:

1. Definir o crear al Yo: Se da en torno a las preguntas por quién se es, cómo se
es visto por los demás, cuán similar o diferente se es de los demás, si se puede
llegar a ser la persona que se desea ser. Definir y crear el yo muestra el
desarrollo del autoconcepto y orienta la conducta. Ciertos aspectos de
autodefinición se dan por sentado, por ejemplo el género, otros deben ganarse,
deben lograrse y escogerse, por ejemplo el círculo social, los valores que se
asumirán, la profesión, por esta razón el esfuerzo por definir el yo se convierte en
una confrontación motivacional.
2. Relacionar al yo con la sociedad: Se analiza cuando alguien desea
relacionarse con los demás, qué lugar desea ocupar en el mundo social y qué
roles está dispuesto a asumir. Indica la manera en que la identidad energiza y
orienta la conducta. La sociedad puede llegar a ser rígida con los roles
disponibles para asumir, pero puede ser flexible en cuanto permite que el
individuo escoja y construya relaciones personales con los demás. La elección e
internalización de responsabilidad hace que la relación del yo con la sociedad
sea una confrontación motivacional.
3. Descubrir y desarrollar el potencial personal: Se exploran los intereses, se
busca crear sentido y descubrir los talentos y habilidades. El esfuerzo
motivacional que representa se denomina agencia, que significa que el agente
(el yo) tiene poder para actuar, por lo que se posee un impulso a la acción
4. originado desde el interior de la persona. El yo posee una fuerza motivacional
natural para desarrollarse desde el interior, para encontrar sentido y
complejizarse.

Generalmente se cree que para aumentar la motivación de otra persona se debe


incrementar su autoestima, es decir, haciéndole sentir bien respecto a quién es y
observando cómo se orienta para obtener mejores resultados. Aumentar la autoestima
es relevante, sin embargo no existen pruebas de que la autoestima, por sí sola,
provoque algo en absoluto. En lugar de ello, la autoestima es el resultado de todo un
conjunto de éxitos y de fracasos. Lo que se necesita es mejorar las habilidades con las
cuales nos enfrentamos a los retos y desafíos. La autoestima resultaría de la
acumulación de éxitos y fracasos relacionados con el logro. El aumento de la
autoestima no causa un incremento correspondiente en el logro o productividad, en
lugar de ello, el crecimiento del logro ocasiona un incremento en la autoestima.

Es importante anotar algunas cosas finales sobre la autoestima:

1. Las personas con poca autoestima tienden a sufrir elevados niveles de ansiedad.
2. Exagerar la autoestima genera cierta propensión a la agresión cuando su
autopercepción se ve amenazada.
3. La autoestima es el resultado final del funcionamiento adaptativo y productivo del
yo.
4. La autoestima es una consecuencia de estar a la altura de las aspiraciones
personales y de las normas culturales exigidas.

Autoconcepto

Son representaciones mentales que los individuos tienen de sí mismos. Para construir
el autoconcepto las personas ponen atención a la retroalimentación que reciben en sus
asuntos cotidianos, que revelan sus atributos, características y preferencias personales.

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La mayor parte de la información que el individuo utiliza para construir y definir al yo
proviene de experiencias específicas de la vida, como las siguientes:

• En un análisis grupal: sentirse incómodo y autoconsciente.


• En el almuerzo: evitar sentarse y hablar con los demás.

Los individuos traducen múltiples experiencias en una representación general del yo,
por ejemplo, alguien se define como una persona tímida. La conclusión general de ser
tímida es la suma de experiencias subsumidas en conclusiones generales que las
personas usan para construir su autoconcepto.

Los autoesquemas son generalizaciones cognitivas sobre el yo, que son dominios
específicos y se aprenden a partir de experiencias pasadas. La generalización
temprana de ser tímido es un ejemplo de lo que es un autoesquema. Un estudiante
puede tener autoesquemas diferentes en escenarios distintos: por ejemplo, generalizará
un yo que es incompetente en los deportes (por fallos repetidos en este escenario),
pero competente en matemáticas (por logros repetidos en esta área).

El autoconcepto es, pues, una colección de autoesquemas de dominio específico. En el


ciclo vital se desarrollan ciertos dominios relevantes en torno a los cuales se generan
los autoesquemas.

Los autoesquemas generan motivación de dos maneras:

1. Una vez constituidos, los autoesquemas provocan que un individuo se comporte


en formas que posibilitan la retroalimentación social consistente con los
autoesquemas establecidos. Si tu autoesquema dice que eres tímido, te
comportarás como tímido y los demás pensarán que efectivamente eres tímido
Si la retroalimentación no es consistente se genera una tensión motivacional,
por ejemplo, decirle a una persona que es inútil cuando su autoesquema le
indica que es muy buena en lo que hace. La tensión motiva que el yo recupere
consistencia. Las personas se comportan en formas consistentes con sus
autoesquemas para evitar sentir la tensión motivacional aversiva.

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2. Los autoesquemas generan una motivación para transformar al yo presente


hacia un futuro yo deseado. La búsqueda de posibles yo es un proceso de
establecimiento de metas, que invita a cambiar el autoconcepto, en tanto que la
búsqueda de una autopercepción consistente es un proceso de verificación que
preserva la estabilidad del autoconcepto.

Cuando el individuo establece un autoesquema bien articulado en un dominio particular,


por lo general actúa para preservar dicha autopercepción. Cuando están establecidos
los autoesquemas se vuelven cada vez más resistentes a la información contradictoria,
de tal manera que se ignora la información que contradice su autopercepción. La
inconformidad y la contradicción generan una incomodidad emocional indicadora de
que la consistencia necesita restaurarse. Este estado afectivo negativo propicia la
motivación para buscar la información y la retroalimentación confirmadoras, así como
evitar aquellas que no lo confirman.

Para que las personas vean al individuo como este se ve, se adoptan signos y símbolos
de autopresentación. Mediante apariencias externas, se anuncia la percepción
(autoesquemas) a los demás: por ejemplo, cierta forma de vestir, cirugías, posesiones
como carros o relojes. Para preservar el autoesquema se elige de manera intencional la
forma de interactuar con los demás que tratan al individuo en formas que son
consistentes con su autopercepción y se evade a otros que la tratan de forma
inconsistente con la propia percepción. Se eligen a los amigos que confirman la propia
autopercepción y se mantiene la distancia de aquellos que la contradicen.

Cuando se recibe una retroalimentación que va en contra del autoesquema, se busca


distorsionar dicha información hasta que pierde su estatus de información contradictoria.
También se busca establecer si la retroalimentación resulta válida y si la persona que la
emite es una fuente confiable. Las personas contrarrestan la retroalimentación
disonante mediante una autoinflación compensadora y una autoafirmación
compensadora. La efectividad de estos mecanismos de defensa dependen de que los
contraejemplos convincentes sean accesibles con facilidad para reforzar las

 
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autopercepciones preexistentes. Todos estos medios para mantener la consistencia del
autoconcepto tienen en común poner en orden los contraejemplos y
contraexplicaciones que en esencia desacreditan la retroalimentación autodiscrepante.

La confianza de un individuo de que su autoesquema resulta válido y verdadero


constituye la “certidumbre del autoconcepto” y su función es anclar autoesquemas
estables. Cuando la certidumbre del autoconcepto es elevada, la retroalimentación
discrepante rara vez cambia un autoesquema, solo provoca una ligera disminución de
la certidumbre de este. Cuando la certidumbre del autoconcepto es baja, la
retroalimentación discrepante instiga un cambio del autoesquema. El conflicto entre un
autoesquema incierto y la retroalimentación discrepante causa una “crisis de
autoverificación”. Las personas resuelven estas crisis buscando retroalimentación
adicional relevante para el dominio.

En ocasiones los autoesquemas cambian como respuesta a la retroalimentación social,


pero también varían por un esfuerzo deliberado del yo que busca avanzar hacia un
futuro yo deseado, que representan las ideas de los individuos acerca de lo que les
gustaría llegar a ser, aquello en lo que podrían transformarse. Estos posibles yo son
sociales en su origen, en la medida en que el individuo observa a los otros y hace una
inferencia para llegar a ser un yo deseado con base en el éxito de un otro similar. Una
persona puede ver a un deportista y desear prepararse para lograr algo semejante. El
papel motivacional de un posible yo funciona como el de una meta, un posible yo
proporciona al individuo un objetivo por la cual luchar, genera un impulso para la acción,
energiza el esfuerzo y la persistencia al dirigir la atención y la planeación estratégica

Los posibles yo son representaciones mentales de atributos, características y


habilidades que el yo todavía no posee. La ausencia de evidencia para confirmar el
posible yo evidente propicia que el yo rechace y abandone ese posible yo. El papel
motivacional del posible yo consiste en vincular al yo presente para que se transforme
en el posible yo. El individuo que busca un posible yo se basa en menor grado en el

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autoesquema presente y, en mayor medida, en el yo esperado, para ello puede hacerse
preguntas como:

• ¿Cómo debería actuar?


• ¿Qué actividades debería realizar?
• ¿Qué educación debería tomar?

La noción de posibles yo revela al yo como una entidad dinámica con pasado, con
presente y con futuro. Un individuo que vislumbra un posible yo en el dominio engendra
sentimientos de competencia y actúa para lograr la visión futura del yo.

Identidad

Es el medio por el cual el yo se relaciona con la sociedad y adopta la esencia de quién


es dentro de un contexto cultural. Dentro de ese contexto desempeña roles que
proporcionan una base para la identidad social tales como: relaciones, vocaciones,
afiliaciones políticas, grupos étnicos. El individuo desempeña roles dentro de estos
parámetros y se encuentra a sí mismo asumiendo otros roles: miembro de una familia,
profesional, etc.

Un rol se compone de expectativas culturales. El rol que alguien tiene en un momento


dado depende de la situación en que se encuentra y de las personas con quienes
interactúa. Una persona tiene un rol en su empresa, un método particular de
comportarse y de relacionarse, muy diferente de su rol en la familia o de en un viernes
de fiesta. Al desempeñar un rol en lugar de otro, las personas cambian sus
dimensiones: formas de actuar, tema de conversación, apariencia, vocabulario que
emplea, etc. Es más preciso afirmar que tenemos un conjunto de identidades, más que
una sola identidad, alternamos unas y otras dependiendo de la situación y del contexto.

La teoría del control del afecto:

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De acuerdo a esta teoría las personas actúan de modo diferente en cada situación,
pues en ellos conviven diferentes identidades. Las personas se comportan de forma
que minimizan la desviación afectiva, es decir, crea nuevas situaciones, en términos de
conductas, con el fin de mantener viejos significados (identidad). Para minimizar la
desviación afectiva, el individuo actúa de forma que mantiene sus identidades y las
restaura cuando surge la desviación. Los siguientes cinco constructos fundamentan la
teoría del control del afecto:

1. Sentimientos fundamentales: La sociedad define los sentimientos


fundamentales asociados con cada una de sus identidades (un ejecutivo puede
verse como alguien exitoso, pero quizá un poco frío y calculador).
2. Impresiones transitorias: Las interacciones sociales crean impresiones
transitorias sobre quién es la persona (en una fiesta alguien puede parecer
divertido y generar la opinión de que es extrovertido).
3. Desviaciones: Se generan por las discrepancias entre los sentimientos
fundamentales y las impresiones transitorias (un ejecutivo percibido como frío
puede ser divertido en un contexto de fiesta). Una desviación es una interrupción
en el significado de la identidad de alguien.
4. Conductas confirmadoras de la identidad: Las personas se comportan de
manera en que la cultura espera, cuando las identifican en un rol.
5. Conductas restauradoras de identidad: Siempre que la interacción social crea
una discrepancia, la persona usa una variedad de medios para eliminar la
desviación y restaurar su identidad.

En la teoría del control del afecto, la motivación y la emoción causan conductas


reafirmadoras (que afirman los sentimientos fundamentales) y restauradoras de la
identidad.

Conductas reafirmadoras de la identidad: Los seres humanos poseen una amplia


gama de comportamientos potenciales, pero solo un subconjunto resulta apropiado y
esperado en un escenario particular. Las conductas y emociones que son más

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apropiadas se determinan mediante la identidad que alberga la persona. Para un amigo,
se consideran como conductas apropiadas la ayuda, la colaboración, la escucha, la
diversión. Cuando el significado cultural de la identidad encaja con el significado cultural
de la conducta de una persona, se da la confirmación de la identidad, de tal manera que
la persona experimenta poca desviación afectiva. Las identidades agradables propician
que la persona se comporte de forma amable; las identidades poderosas provocan que
las personas se comporten en formas poderosas.

Comportamientos restauradores de identidad: Cuando las situaciones causan una


desviación de la identidad personal, el individuo inicia acciones restauradoras para
hacer que los acontecimientos afectivamente distractores vuelvan a concordar con su
identidad establecida. Existen dos maneras en la que las personas restauran la
identidad desviada: mediante muestras estratégicas de emoción y a través de
interacción asertiva. Un ejecutivo que se porta desinhibido en una fiesta puede
restaurar su imagen de seriedad y frialdad en la oficina, mostrando ciertas emociones
propias a esta imagen, para crear impresiones transitorias.

El uso de muestras de emoción postconductual para realizar inferencias acerca de la


identidad o el carácter de la gente es común en el contexto de los abogados. Los cuales
deben inferir el carácter subyacente de un extraño quien está acusado con cargos,
debiendo decidir si es inocente o culpable, las evidencias están expresadas en la
emoción que expresan de manera pública las personas, de hecho los inocentes
deberían actuar de cierta forma, diferente a las personas culpables. El cálculo mental
consiste en usar la conducta y la emoción para adivinar cuál es el carácter subyacente
del acusado.

También puede tenerse en cuenta la forma en que un individuo recupera su identidad al


elegir de manera selectiva con quién sí y con quién no interactúa, con el fin de
encontrar personas que verifiquen o confirmen su identidad y evitar a las personas que
no la validen. Como regla, las personas buscan compañeros de interacción que
confirmen su identidad sin importar si dicha identidad es valorada o no culturalmente.

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La teoría de la autoverificación supone que la clave para las relaciones interpersonales
tranquilas está en la habilidad de la persona para reconocer cómo otra persona y la
sociedad en general, perciben al yo. El yo, a su vez, advierte la forma en que otros
responden a él e interioriza tales respuestas sociales y culturales en un autoconcepto y
un cierto sentido de identidad. Los autoconceptos e identidades estables desempeñan
un papel central en la negociación de la realidad social del yo, pues el yo prefiere la
retroalimentación social que confirma sus autoesquemas e identidades. Las personas
con autopercepciones positivas prefieren relacionarse con amigos que aumenten la
retroalimentación positiva y aminoren la negativa, caso contrario al de las personas con
autopercepciones negativas.

Agencia:

Dentro del yo se despliega una motivación intrínseca que le brinda una cualidad de
agencia. El yo actúa y se desarrolla desde el interior, como procesos y motivaciones
innatas.

La motivación intrínseca está coordinada de manera inseparable con la naturaleza


activa del yo que está en desarrollo. La fuente de la motivación subyacente es la
agencia, pues energiza en forma espontánea a las personas para alcanzar sus
intereses, buscar desafíos ambientales, ejercitar sus habilidades y desarrollar talentos.

Diferenciación e integración: Son dos procesos inherentes a la agencia que guían el


desarrollo. La diferenciación expande e incluye al yo en una complejidad creciente, se
da conforme un individuo ejercita sus intereses, preferencias y capacidades, de tal
forma que llega a especializarse en varios dominios de la vida. Se da gracias a la
motivación intrínseca, los intereses y las preferencias que actúan como motivadores. La
integración sintetiza dicha complejidad en un todo coherente y, de ese modo, preserva
un sentido de un yo cohesionado.

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Interiorización: Lo que se denomina interiorización es el proceso mediante el cual un
individuo toma, acepta como propias formas de pensar, sentir o actuar prescritas de
una manera externa y las transforma, las interioriza. La interiorización tiene un valor
adaptativo interpersonal para el yo, en la medida en que lo vincula con la sociedad.

La disonancia cognitiva: Cuando las creencias acerca de quién se es y lo que hace el


yo resultan inconsistentes, creyendo una cosa aunque se comporte otra, se genera un
estado psicológico de incomodidad denominado “disonancia cognitiva”. Dos creencias
son consonantes cuando una se deriva de la otra, por ejemplo, ser una persona moral y
evitar la mentira. Dos creencias son disonantes cuando lo opuesto de una creencia se
deriva de la otra (ser una persona moral pero mentir frecuentemente). Cuando la
disonancia es muy fuerte la persona busca formas para reducirla y, si es posible,
eliminarla. Al ser la disonancia una experiencia psicológicamente aversiva hace que la
persona busque reducir la incomodidad con alguna de las siguientes estrategias:

• Eliminar la creencia disonante.


• Reducir la importancia de la creencia disonante.
• Agregar una creencia consonante.
• Aumentar la creencia consonante.

Los seres humanos con frecuencia encuentran información que es disonante con sus
creencias y valores o asumen comportamientos disonantes con los mismos. Hay cuatro
situaciones y formas que ilustran circunstancias que elicitan la disonancia:

1. Elección: Ciertas elecciones son difíciles cuando ambas alternativas ofrecen


ventajas y desventajas, por lo tanto es difícil apreciar la elección correcta. Las
personas reducen la disonancia realizando una elección y rechazando las demás
alternativas.
2. Justificación insuficiente: Se remite a la forma en que las personas explican
sus acciones, las cuales tienen poco o ningún estímulo externo. Por ejemplo, por
qué alguien se detiene a donar dinero a un mendigo, o por qué se detiene para
levantar basura, o por qué dije una mentira sin necesidad.

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3. Justificación del esfuerzo: El atractivo de una tarea aumenta en relación
directa a la magnitud del esfuerzo empleado para completarla.
4. Nueva información: Conocer una nueva información puede reafirmar una
creencia o ponerla en debate creando disonancia.

Referencias:

Garrido Gutiérrez, I. (1996). Psicología de la Motivación. Madrid: Síntesis.

Palmero, F., Fernández-Abascal, E.G., Martínez, F. y Chóliz, M. (Coords.). (2002).


Psicología de la Motivación y la Emoción. Madrid: McGraw-Hill.

Reeve, J. (2003). Motivación y emoción (3ª ed.). México: McGraw Hill Interamericana.

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Expectativas

Nuestras expectativas de lo que ocurrirá y de cuán bien podemos enfrentar lo que


ocurre tienen importantes implicaciones motivacionales.

Motivación para ejercer control personal: En cierta medida, los ambientes son
predecibles, y en determinado grado la gente es capaz de deducir la forma de ejercer
control sobre los aspectos del ambiente. Al saber con anticipación lo que ocurrirá y
tratar de influir en lo que ocurre, el individuo intenta hacer que los resultados deseables
sean más probables y que los indeseables tengan menor probabilidad. Al ejercer control
personal de esta forma, la gente intenta mejorar sus vidas y las de otros.

El deseo de ejercer control personal se manifiesta por la creencia de que una persona
tiene el poder para producir resultados. Cuando la persona cree que “tiene lo necesario”
para influir en el ambiente y que los ambientes en los que se encuentra responderán a
sus intentos de influencia, en verdad, tratará de hacer que las cosas ocurran del mejor
modo (es decir, procurará ejercer control personal). La intensidad con la cual la persona
intenta ejercer control se remonta a las intensidades de sus expectativas.

Dos clases de expectativas: Existen dos tipos de expectativas: de eficacia y de


resultado. Si bien son conceptos diferentes, la conducta en acción (debido a
expectativas de eficacia) es, causalmente, anterior. Las grandes expectativas de
eficacia afectan las expectativas de resultado. Ambos tipos de expectativas deben ser
enunciadas antes de que la conducta inicie y se dirija.

Expectativas de Eficacia: Es un juicio sobre la capacidad de uno para realizar un acto


particular o un curso de actividad. Estiman la probabilidad de que un individuo se
 

comporte en una forma específica. Tienen que ver con la confianza que el individuo
tiene respecto a su habilidad para ejecutar un acto específico o una secuencia de
acción. Mientras más crea la persona que puede desempeñar adecuadamente una
actividad, más dispuesta se siente a efectuar un mayor esfuerzo y mostrar mayor
persistencia al enfrentar dificultades, cuando las actividades requieren tal acción. Las
expectativas de eficacia tienen causas:

1. Historia del comportamiento personal.


2. Experiencias indirectas: Observar a otros desempeñarse con maestría propicia
una expectativa de eficacia en el observado y permite la comparación social.
Entre mayor sea la similitud entre el modelo y el observador, mayor será el
impacto que la conducta del modelo tendrá sobre la expectativa del observador.
Mientras menos experiencia tenga con la conducta el observador, menor será el
impacto de la experiencia indirecta.
3. Persuasión verbal: Las charlas efectivas para levantar la moral persuaden al
ejecutante a centrarse más en fuerzas personales y potenciales, y menos en
deficiencias y debilidades personales. Desvían la atención de un ejecutor de las
fuentes de ineficacia a las fuentes de eficacia. La persuasión verbal llega hasta
donde la experiencia directa la contradice.
4. Estado fisiológico: La fatiga, el dolor, la tensión muscular, la confusión mental y
las manos temblorosas son señales fisiológicas de que las exigencias de la tarea
exceden, en verdad, la habilidad del ejecutante. Por el contrario, la ausencia de
tensión, miedo y estrés eleva las expectativas de eficacia al proporcionar una
retroalimentación corporal de primera mano. La dirección causal entre eficacia y
excitación fisiológica es bidireccional: la ineficacia intensifica la excitación y esta
intensificada aumenta la ineficacia percibida.

Expectativa de resultado: Es el juicio respecto al cual una actividad dada, una vez
hecha, provocará un resultado específico. Estiman las probabilidades de que ciertas
consecuencias se sigan, una vez la conducta se efectúa. Si se dan la eficacia, los
resultados y los incentivos, es muy probable que se exhiba un mayor esfuerzo y

 
2 [ POLITÉCNICO GRANCOLOMBIANO]
 

perseverancia en los resultados, para los que los individuos creen que existe mayor
probabilidad de logro; esto significa, tienen una expectativa de resultado optimista.
Existen cuatro determinantes:

1. Historia de resultado personal: Valoración de si su compromiso con la tarea


origina en gran parte éxitos o fracasos. Tales valoraciones pueden ser subjetivas
(logro de éxito) y objetivas (ganancia de dinero, trofeos).
2. Información de comparación social: Las personas forman expectativas de
resultado. Al observar las experiencias de resultado de otros, revisamos nuestras
propias expectativas de resultado de acuerdo con los resultados que obtuvieron
ellos. Si un equipo deportivo compite contra otro al que todos han derrotado
antes, aquél espera una victoria.
3. Dificultad de la tarea: Depende de las características específicas de la tarea.
Las características de la tarea difícil ocasionan bajas expectativas de éxito,
mientras que las características de la tarea fácil provocan grandes expectativas
de éxito.
4. Personalidad: El determinante final de una expectativa de resultado es la
personalidad del individuo. La necesidad de logro, por ejemplo, predispone a la
gente a sobreestimar sus oportunidades de éxito antes de participar en la tarea.
Se analizan personalidades optimistas, pesimistas, con alta y baja autoestima.

Autoeficacia: Las expectativas de autoeficacia se centran en preguntas como: ¿puedo


tener un buen rendimiento en esta tarea en particular?, ¿tengo los recursos para
enfrentar dificultades y problemas? Pero las expectativas de eficacia y autoeficacia no
son lo mismo. La autoeficacia es más que un conjunto de expectativas de eficacia
específicas de la conducta, ya que la autoeficacia es una capacidad generadora
mediante la cual el individuo organiza y orquesta sus destrezas para enfrentar las
exigencias y circunstancias de una tarea. Consiste en la capacidad para usar bien los
recursos bajo diversas circunstancias. La autoeficacia se define como el juicio de uno
de cuán bien o mal enfrentará una situación, dadas las destrezas que uno posee y las
circunstancias que enfrenta.

 
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No es lo mismo que “habilidad”. El funcionamiento competente no sólo requiere poseer


destrezas (habilidad) sino también la capacidad de convertir tales destrezas en un
desempeño efectivo, sobre todo bajo circunstancias de intento. La autoeficacia es la
capacidad generadora que posibilita al ejecutante para improvisar en formas que
conviertan mejor las habilidades personales en rendimiento efectivo. Es tan importante
un determinante de rendimiento como la habilidad, pues las situaciones de rendimiento
con frecuencia son estresantes, ambiguas e impredecibles, y las circunstancias siempre
cambian, mientras uno se desempeña. Bandura afirma que la autoeficacia es “una
creencia acerca de lo que se puede lograr bajo diferentes condiciones, con
cualesquiera habilidades que se posean1” La autoeficacia se vuelve importante cuando
surgen circunstancias que ponen a prueba nuestras habilidades. Lo opuesto a la
eficacia es la duda. La medida de autoeficacia (versus la autoduda) determina el grado
en el que un ejecutante enfrenta con éxito una situación, cuando las destrezas y
habilidades están estresadas.

Efectos de la autoeficacia sobre la conducta: Una vez formadas, las expectativas de


autoeficacia ejercen diversos efectos sobre los aspectos de la motivación conductual.
Las creencias de autoeficacia afectan:

1) La elección de actividades y la selección de ambientes: Las personas buscan y


se aproximan con excitación a las actividades y situaciones en las que se siente capaz
de ajustarse o cree poder manejar, mientras rehúye y evita de manera activa las
actividades y situaciones que considera que pueden sobrepasar sus capacidades para
afrontarlas. Cuando el individuo rehúye de una actividad debido a la duda con respecto
a su competencia personal, participa en el proceso autodestructivo de retardar su
propio desarrollo.

                                                                                                               
1  Wood, R & Bandura, A. (1989). Impact of conceptions of ability on self-regulatory mechanisms and

complex decisión making. Journal of personamilty and social Psychology, 56, p.407.

 
4 [ POLITÉCNICO GRANCOLOMBIANO]
 

2) La extensión del esfuerzo y la perseverancia mostrada durante la ejecución:


Conforme las personas realizan sus actividades, las creencias de autoeficacia influyen
respecto a la cantidad de esfuerzo que despliegan, así como a la cantidad de tiempo en
la que ejercen dicho esfuerzo, frente a la adversidad. Las firmes creencias de
autoeficacia propician esfuerzos de solución persistentes dirigidos a superar los
contratiempos y dificultades, por el contrario, la duda surgida de creencias de
autoeficacia débiles provoca disminución de esfuerzos y facilita las soluciones
mediocres. La autoeficacia origina una rápida recuperación de la seguridad personal
que disminuye tales contratiempos.

3) La calidad del pensamiento y la toma de decisiones durante la ejecución: La


gente que cree con firmeza en su eficacia para resolver problemas sigue siendo muy
eficiente en su pensamiento analítico durante periodos estresantes, mientras que los
que dudan de sus capacidades para resolver problemas piensan de manera errática.
Un inmenso sentido de eficacia permite al ejecutante permanecer centrado en la tarea,
incluso frente al estrés situacional y a callejones sin salida en la solución de problemas.

4) Las reacciones emocionales: Sobre todo, las relacionadas con el estrés y la


ansiedad. Conforme aumenta la autoeficacia, el miedo y la ansiedad se desvanecen.

Potencialidad: Hay dos puntos prácticos de la autoeficacia que deben destacarse.


Primero, las creencias de autoeficacia provienen de la historia conductual personal, las
experiencias indirectas, la persuasión verbal y los estados fisiológicos. Lo que hace
práctico este punto es que las creencias de autoeficacia son adquiridas y cambian.
Segundo, el nivel de autoeficacia predice formas de conducta que se llama
“funcionamiento competente” o “potencialidad personal” (por ejemplo, superar los
temores basados en la evitación, hacer un mayor esfuerzo, persistir ante la adversidad,
pensar con claridad y tener control durante el desempeño). Por ende, una vez
mejoradas, las expectativas de autoeficacia proporcionan el fundamento cognitivo
subyacente en la potencialidad personal. La potencialidad implica poseer el
conocimiento, las destrezas y las creencias que permiten a la gente ejercer el control

 
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sobre sus vidas. Para potenciarse uno mismo, se necesita, más que las destrezas,
saber qué hacer. La gente también necesita creencias de autoeficacia de modo que
pueda: 1) traducir su conocimiento y habilidades en un rendimiento efectivo cuando se
ve amenazada, y 2) ejercer control sobre pensamientos negativos intrusos.

Desamparo aprendido: Así como las expectativas de eficacia subyacen en la


autoeficacia, las expectativas de resultado subyacen en el desamparo aprendido.
Cuando la gente se compromete en una tarea, por lo general, sabe qué resultado cabe
esperar. También tiene una noción de lo controlable o incontrolable del resultado en
cuestión. En los resultados controlables, existe una relación uno a uno entre la
conducta (lo que una persona hace) y los resultados (lo que ocurre a dicha persona).
En los resultados incontrolables, existe una relación aleatoria entre conducta y el
resultado. Cuando el individuo espera resultados deseados o indeseados, que son
independientes de su conducta empieza a desarrollar un “desamparo aprendido”
respecto a la obtención de dichos resultados. El desamparo aprendido es el resultado
psicológico que resulta cuando un individuo espera que los resultados de su vida sean
incontrolables. El siguiente cuadro ilustra los resultados que tuvo un experimento con
tres grupos de perros.

Condición Fase 1 Fase 2 Resultados


experimental
Choque Choque recibido, Recibió un choque Fracasó para
inevitable ninguna respuesta evitable escapar del
para hacer frente a choque
la situación podría
suprimir el choque
Choque evitable Choque recibido, Recibió un choque Aprendió
presionando la evitable rápidamente a
nariz contra un escapar del
botón podría choque al saltar

 
6 [ POLITÉCNICO GRANCOLOMBIANO]
 

eliminar el choque sobre la barrera


Control, ningún No recibió Recibió un choque Aprendió
choque choques evitable rápidamente a
escapar del
choque al saltar
sobre la barrera

Siempre que los animales se colocan en una situación en la que perciben que tienen
poco o ningún control, desarrollan la expectativa de que sus acciones futuras tendrán
poco o ningún efecto sobre lo que les ocurra. Los resultados con humanos son
similares a los obtenidos con perros, pues los participantes en el grupo de ruido
inevitable se sentaron pasivamente y no tuvieron voluntad alguna por intentar algún
escape, mientras que los participantes en los grupos evitables y sin ruido aprendieron
con rapidez a escapar del ruido (al operar la palanca). Los humanos también aprenden
el desamparo.

Componentes: La teoría del desamparo aprendido se basa en tres componentes


fundamentales para explicar la dinámica motivacional que ocurre cuando la experiencia
propicia que las personas esperen que los acontecimientos de sus vidas estén más allá
de su control personal.

1. Contingencia: Se refiere a la relación entre la conducta de una persona y los


resultados del ambiente. La contingencia existe sobre un continuo que varía
desde los resultados que ocurren de acuerdo con bases aleatorias no
contingentes (es decir, resultados incontrolables) hasta los resultados que
ocurren en perfecta sincronización con la conducta voluntaria de una persona
(resultados controlables). Por ejemplo en las siguientes situaciones: ganarse una
multa de tráfico, obtener un empleo, ganar un partido de tenis, ganar la lotería
estatal, resfriarse durante el invierno, adquirir cáncer por fumar cigarrillos,
aumentar de peso y graduarse en la universidad: ¿en qué medida el

 
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comportamiento estratégico voluntario de la persona influye en los resultados


que ocurren en estos escenarios? ¿En qué medida influye la conducta voluntaria
para afrontar situaciones (de la gente en general) con el fin de evitar una multa
de tránsito, prevenir el resfriado, etc.?
2. Cognición: Existen tres elementos cognitivos muy importantes: a) Prejuicios,
como la “ilusión de control”; b) Las atribuciones o explicaciones de por qué
pensamos que tenemos o carecemos de control; c) expectativas, que son las
creencias subjetivas de control personal que arrastramos desde las experiencias
pasadas para generalizar como relevantes para nuestras situaciones actuales.
Para comprender el desamparo aprendido, necesitamos poner atención no solo
a las contingencias ambientales objetivas (cuán controlables son en realidad los
resultados), sino también a las creencias subjetivas de control personal (cuán
controlables piensa la persona que son esos resultados).
3. Comportamiento: El comportamiento de enfrentamiento para prevenir o evitar
resultados también existe sobre un continuo. En una situación traumática, la
conducta de enfrentamiento voluntaria de la gente varía de lo pasivo a lo activo.
Las respuestas de enfrentamiento son letárgicas y pasivas, o activas y asertivas.
Letargo, pasividad y rendición tipifican un desmoralizado esfuerzo apático que
caracteriza la conducta de los individuos desamparados. La actitud de alerta, la
actividad y la asertividad, por el contrario, identifican a los que no están
desamparados.

Efectos: El desamparo aprendido ocurre cuando la gente espera que su


comportamiento voluntario cause poco o ningún efecto en los resultados que lucha por
alcanzar o evitar. El desamparo aprendido genera pasividad a través de tres clases de
déficit: motivacional, de aprendizaje y emocional.

1. Déficit motivacional: Consiste en la disminución de la disposición para intentar.


Se da cuando la buena disposición para emitir respuestas de resolución
voluntarias disminuyen o desaparecen. Cuando el individuo se preocupa por un
resultado y cuando el ambiente, en cierta medida, responde suministrando

 
8 [ POLITÉCNICO GRANCOLOMBIANO]
 

dichos resultados, el ser humano actúa de una manera entusiasta y asertiva al


provocar dichos resultados.
2. Déficit de aprendizaje: Consiste en un conjunto pesimista adquirido que
interfiere con la habilidad para aprender nuevas contingencias respuesta-
resultado. Con el tiempo, la exposición a ambientes incontrolables alienta una
expectativa en la que la gente cree que los resultados son, a menudo,
independientes de sus acciones.
3. Déficit emocional: Consiste en interrupciones afectivas en las cuales ocurren
reacciones emocionales letárgicas y depresivas, situaciones donde se requiere
una emoción asertiva activa.
4. Muerte súbita: Una consecuencia afectiva catastrófica del desamparo es la
muerte súbita, que es causada, más por un motivo psicológico que fisiológico. Y
es probable que cuando un animal: 1) percibe una intensa amenaza a su vida; 2)
renuncia a los intentos para escapar y acepta su destino; 3) experimenta un
estado inactivo y de depresión causado por la desesperanza.

El desamparo se origina en las expectativas aprendidas por los individuos, debido a que
sus respuestas son independientes de los resultados deseados. La causa es cognitiva:
una expectativa de independencia entre las respuestas y el resultado. La experiencia
traumática provocaría cambios físicos drásticos, y dichos cambios, a su vez, causarán
un déficit motivacional, de aprendizaje y emocional. Es una expectativa aprendida, no
es el trauma el que provoca el desamparo.

La incontrolabilidad es una condición necesaria pero no suficiente para inducir el déficit


por desamparo aprendido. Para la suficiencia, la incontrolabilidad debe coincidir con la
impredictibilidad.

Relación entre desamparo y depresión: Algunos psicológos clínicos piensan que el


desamparo aprendido es un modelo de depresión unipolar que ocurre de modo natural.
El desamparo aprendido y la depresión son similares debido a que la misma
expectativa propicia ambas: el individuo espera que ocurran las malas situaciones y no

 
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hay nada que pueda hacer para prevenir su ocurrencia. También comparten síntomas
comunes (pasividad, baja autoestima, pérdida de apetito) y estrategias de intervención
terapéutica (tiempo, modificación del comportamiento cognitivo). Sin embargo la
depresión es un concepto más amplio, ya que incluye causas y síntomas bioquímicos,
somáticos, psicodinámicos, emocionales y cognitivos que no necesariamente se
asocian al desamparo aprendido.

En los estudios realizados se encontró que los individuos deprimidos juzgaron con
precisión cuánto control tenían sobre cada situación, como lo hicieron los individuos que
no estaban deprimidos, excepto en una condición, en la situación sin control. Los
individuos no deprimidos percibieron de manera errónea un grado de control que
ejercían: sobreestimaron su control percibido. Un segundo estudio probó la idea de que
la gente no deprimida tiene una “ilusión de control”. Una ilusión de control es evidente,
siempre que los individuos sobreestiman la medida de control que ejercen sobre los
acontecimientos. La gente deprimida es más proclive al déficit por desamparo
aprendido. En lugar de ello, los individuos no deprimidos en ocasiones creen que
ejercen más control personal del que en realidad tienen.

Indolencia aprendida: Cuando se piensa en los sucesos incontrolables, los resultados


que vienen a la mente suelen ser repulsivos: choques eléctricos, fuertes sonidos,
dolores de cabeza, accidentes, etc. El fenómeno de indolencia aprendida pone en duda
que cualquier acontecimiento incontrolable (repulsivo o placentero) cause déficit por
desamparo. Es decir, ¿la gente que recibe recompensas incontrolables también
muestra déficit motivacional, de aprendizaje y emocional? Sí. Por ejemplo, los niños
que reciben demasiada atención y juguetes y les cumplen sus caprichos, tal vez
empiecen a desarrollar indolencia aprendida. Si las recompensas se dan al azar y sin
que tengan correspondencia con el comportamiento de ellos, entonces los niños
adoptan una orientación del tipo “¿por qué intentar?”, para qué esforzarse con sus
tareas y deberes.

 
10 [ POLITÉCNICO GRANCOLOMBIANO]
 

Teoría de la reactancia: ¿Por qué las personas hacen justo lo opuesto a lo que se les
ha pedido? ¿Por qué a veces se resisten al favor bien intencionado de otra persona?
Porqué interfieren en las libertades que las personas esperan tener para hacerse de un
criterio propio. El término reactancia se refiere a los intentos psicológicos y de conducta
para restablecer (“recuperar”) una libertad eliminada o amenazada.

Reactancia y desamparo: Una amenaza a la libertad personal con frecuencia coincide


con la percepción de un resultado incontrolable. La teoría de la reactancia predice que
el individuo experimenta la reactancia solo si se espera tener cierto control sobre lo que
le ocurre y reacciona ante una pérdida de control, volviéndose más activo, incluso hostil
y agresivo.

La diferencia crítica al predecir si un individuo exhibirá reactancia o desamparo radica


en el estatus percibido del resultado incontrolable. Mientras la persona perciba que la
conducta de solución puede afectar los resultados, persistirán las conductas de
reactancia. Solo después de que la persona percibe una independencia entre la
respuesta y el resultado (es decir, la pérdida inequívoca de una libertad conductual) se
sumirá en el desamparo.

La reactancia y el desamparo surgen a partir de expectativas de resultado. La


reactancia está enraizada en el control percibido, mientras que el desamparo está
enraizado en su ausencia. Una respuesta de reactancia precede a una respuesta de
desamparo. La reactancia fortalece el rendimiento, mientras que el desamparo lo
merma.

Referencias:

Holalan, C & Holalan, C. (1987). Self-efficacy, social support, and depression in aging: A
longitudinal analysis. Journal of Educational Psychology, 87, 375-385.

 
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Schunk, D. (1989). Self-efficacy and achievement behaviors. Educational Psychology


Review, 1, 173-208.

Salomon. (1984). The differential investment of mental effort in learning as a function of


perceptions and attributions. Journal of Educational Psychology, 76, 647-658.

Wood, R & Bandura, A. (1989). Impact of conceptions of ability on self-regulatory


mechanisms and complex decisión making. Journal of personamilty and social
Psychology, 56, 407-415

   

 
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