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Las actuales fuentes de energía tienen fecha de vencimiento

Esta nota aborda un tema de capital importancia para la vida en el planeta y para la
continuidad de gran parte de la humanidad. Los combustibles fósiles, fuente primaria de
energía en más del 85%, se van agotando. No se visualizan alternativas si continúa el
actual modo de producción, de consumo y de vida. ¿Estamos a tiempo para reaccionar?

Por Rocío Ramonda *

Desde tiempos pasados hasta hoy, el ser humano ha dependido cada vez más de los
recursos energéticos. Hoy no es posible pensar la vida sin calefacción, aire
acondicionado, automóviles, o luz eléctrica. Sin embargo, esta dependencia se ha
transformado en un exceso, específicamente para con el tipo de energía que proviene de
combustibles fósiles y, como bien sabemos, éstos son un recurso natural no renovable. Es
decir, estamos yendo a contramano de la naturaleza misma y vamos directo a una crisis
energética mundial. En este punto debemos preguntarnos: ¿La solución a una posible
crisis energética alcanza sólo con producir más y más energía a cualquier costo? ¿O es
necesario replantear el modelo de desarrollo actual de la sociedad?

La problemática de la energía siempre fue simplificada a cuestiones de tarifas, mercados,


inversiones y desarrollo tecnológico. Sin alejarnos demasiado, durante el primer semestre
del corriente año el término “crisis energética” en el país era puesto sólo en referencia al
aumento de tarifas, a la quita de subsidios por parte del gobierno nacional, o a la
necesidad de importar la energía desde otros países para cubrir las necesidades que la
producción local no alcanza a cubrir o no conviene que lo haga. Esta manera de ver la
problemática, siempre en términos de números y conveniencia, concuerda con el modelo
económico capitalista. Pero lamentablemente, nuestros recursos tienen otro reloj que no
comulga con este modelo económico que se sustenta en un crecimiento ilimitado. Los
recursos naturales sí tienen un límite y es su existencia misma.

Según el libro Cambiar las gafas para mirar el mundo. Una nueva cultura de la
sostenibilidad cuyos autores son Yayo Herrero, Fernando Cembranos y Marta Pascual,
miembros de la confederación Ecologistas en Acción; con el actual desarrollo social e
industrial basado en los combustibles fósiles se tuvo acceso a una gigantesca reserva de
energía que el mundo tardó cientos de millones de años en crear, bajo la forma de carbón,
petróleo y gas. Por este motivo, según los autores lo que se está haciendo ahora en
términos de energía a nivel mundial es un “saqueo de carácter temporal”, es decir,
estamos destruyendo a rápida velocidad una gran cantidad de capital energético del que
ya no volveremos a disponer nunca más. Puesto en números reales, los autores afirman:
“El petróleo tardó hasta 300 millones de años en formarse y la civilización industrial lo
va a consumir en unos 150 años, comparativamente apenas un suspiro. Sería como si la
vida de una persona de 70 años se terminara en solamente 18 minutos.”
Según una investigación realizada por María de los Ángeles Isgro en el Colegio
Universitario Patagónico Comodoro Rivadavia, titulada Crisis energética mundial “La
producción mundial de petróleo creció un 0.8% en 2005, frente a 2004, pero la demanda
aumentó un 3% y los precios no lograron extraer más petróleo, ni aumentar los
descubrimientos. Expertos de la industria petrolera, estiman que las reservas actuales
sólo servirán para cubrir las necesidades de los próximos cuarenta años”.

Si bien la explotación de los denominados hidrocarburos no convencionales ha


contribuido transitoriamente a mantener un alto nivel de producción, se trata de una
ilusión pasajera que sólo prolonga la agonía y mantiene oculta la gravedad inédita de la
situación actual y de las perspectivas futuras.

A su vez la preocupación no sólo debe ser en torno al agotamiento de estos combustibles


fósiles, sino también a la gran contaminación que producen en el medio ambiente. La
utilización de estos recursos energéticos produce un incremento de las emisiones de gas a
la atmósfera (se puede ver fácilmente en el funcionamiento de los automóviles), lo que
produce un efecto invernadero, la principal causa de calentamiento global.

Por todo lo dicho, no es difícil afirmar que estamos corriendo hacia un precipicio, una
caída inminente. No sólo estamos agotando a una velocidad incalculable las reservas
naturales que el mundo tardó millones de años en hacer, sino que también estamos
destruyendo el planeta que, a diferencia de las fuentes energéticas, este es el único que
tenemos para habitar.

Sin embargo, en lo que respecta a los recursos energéticos, aún existen soluciones
posibles que parten principalmente, de replantear el modelo de desarrollo
socioeconómico capitalista. Este modelo se caracteriza por cuatro tendencias
estructurales, que son expuestas en el texto de Enrique Palazuelos Las economías
capitalistas durante el período de expansión 1945 – 1970. Según el autor, las cuatro
tendencias estructurales son: La internacionalización del capital que parte de la necesidad
de ampliar los mercados y extender la base de extracción del excedente económico; el
crecimiento polarizado y desigual; el movimiento cíclico que tiene que ver con una gran
expansión en ciertos períodos que se ve interrumpida por grandes crisis en otros; y por
último la concentración capitalista, la cual se entiende como el proceso mediante el cual
los empresarios capitalistas aumentan la suma de capital invertida en sus instalaciones
productivas.

En este sentido, es fácil pensar lo que ocurre con la energía y las crisis energéticas si las
pensamos en términos de las cuatro tendencias estructurales capitalistas: la importación
de fuentes energéticas o la extranjerización de recursos energéticos estatales como parte
de la internacionalización del capital; la escasa cantidad de recursos que tienen algunos
países comparados a otros que se constituyen como potencias energéticas, como parte del
crecimiento polarizado y desigual que hace que las economías se vuelvan dependientes
de aquellas más desarrolladas; la sobreproducción energética seguida por grandes crisis
que no dan abasto con la producción, como parte del movimiento cíclico; y el
enriquecimiento de grandes industrias petroleras extranjeras, dueñas de los medios de
producción y de grandes extensiones de territorio de donde se extrae el petróleo, como
parte de la concentración capitalista.

Ante esta situación, es necesario tener alguna vía de escape y esto lo constituyen, en
parte, las energías renovables. Alguna de ellas son:

ENERGÍA EÓLICA: Es la energía obtenida con las corrientes de aire terrestre.


ENERGÍA SOLAR: Son sistemas que aprovechan la radiación solar incidente sobre la
tierra para generar energía eléctrica.
ENERGÍA GEOTÉRMICA: Energía que se obtiene del calor interior de la tierra.
ENERGÍA HIDRÁULICA: Es obtenida del aprovechamiento de la energía potencial
gravitatoria del agua.
ENERGÍA DE LAS OLAS: Energía obtenida del movimiento del agua en la superficie
de los océanos y mares.
ENERGÍA DEL BIOGÁS: Gas que se genera por la descomposición de materia
orgánica.
BIOCOMBUSTIBLES: Se obtienen a partir de la transformación de materias primas en
aceites vegetales, utilizados para el abastecimiento de combustible.

Sin embargo, éstas por sí solas no constituyen la solución al problema, ya que no se trata
de cambiar las fuentes de energías no renovables por las renovables y continuar con un
consumo energético insostenible para el planeta. En palabras de Herrero, Cembranos y
Pascual: “El pequeño porcentaje que representan las energías renovables en el consumo
energético está sirviendo más para sostener el crecimiento del consumo durante unos
pocos años que para reducir los impactos ecológicos. (…) En definitiva, la posibilidad de
que determinados flujos de energía sean renovables no quiere decir que en la práctica
real lleguen a serlo si los sistemas de captación y procesamiento no lo son”.

Es por este motivo que al comienzo del artículo planteamos los siguientes interrogantes:
¿La solución a una posible crisis energética alcanza sólo con producir más y más energía
a cualquier costo? ¿O es necesario replantear el modelo de desarrollo actual de la
sociedad?

El consumo desenfrenado e irracional de energía tiene una íntima relación con el


hiperconsumismo que impulsa (y requiere) el sistema capitalista para sostener el
crecimiento indefinido, pero también con las modalidades que se han impuesto en la
economía mundial, de producción-destrucción impulsadas por las grandes corporaciones,
donde las plantas industriales energívoras, las actividades de las megamineras o el
modelo de la agricultura industrial (los agronegocios) requieren una utilización intensiva
de los hidrocarburos, un consumo gigantesco que es imposible de sostener.

Cambiar las prácticas cotidianas que sirven para alimentar un sistema de desarrollo
totalmente desigual y sin límite alguno, es el comienzo de una transformación radical que
asegure nuestro futuro como sociedad. Y en este sentido ya existen pequeñas
comunidades en Argentina que comenzaron a ponerlo en práctica, como la Permacultura,
que fue implementada en Argentina por Gustavo Navarro fundador de la Ecovilla Gaia,
ubicada a cien kilómetros de Buenos Aires. Allí utilizan cocinas solares, colectores
solares para calentar agua, energía eólica para la electricidad, entre otras energías
alternativas.

Otro ejemplo lo constituye el Ecobarrio construido en la localidad de Salsipuedes,


Córdoba. Allí las casas se construyen con materiales y diseños ecológicos, cuentan con
energías alternativas, bio-construcción, plantas fito-depuradoras y huertas orgánicas.
Pero en simultáneo, se requiere un cambio del modelo de los agronegocios hacia la
soberanía alimentaria de base agroecológica, con producción diversificada, de
proximidad y en pequeña escala, que implican un consumo ínfimo de las fuentes de
energía hidrocarburífera, para evitar o atemperar el impacto de los futuros colapsos que
se han de producir por la imposibilidad de continuar en una depredación cada vez mayor.

Tal vez parezca muy difícil romper con las prácticas cotidianas. Con la comodidad de
movernos en auto cuando llueve, con la ventaja de calefaccionarnos en invierno o
refrescarnos en verano. Sin embargo la lógica es sencilla: ¿Qué mundo queremos para
nuestros hijos, nietos y bisnietos? ¿Estamos dispuestos a cambiar por la prosperidad y
continuidad de la sociedad? Como ya lo hicieron estas pequeñas comunidades, estamos
a tiempo de imitarlas. Las fuentes de energías que estamos utilizando no son renovables
y están destruyendo el medio ambiente, de eso no hay retroceso.

* Estudiante de Comunicación Social (UNER)

N. de la R.: La Junta Abya yala –JAPL- publicó un cuadernillo que aborda este tema en
el siguiente dirección

http://www.juntaamericana.com.ar/2015/05/ensayo-n%c2%ba10-la-energia-un-repaso-
desde-el-litoral/

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