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EL PROCESO DE MADURACION EN EL NIÑO

D. W. Winicott.

Capítulo 12

Los casos de enfermedad mental (1963).

Los psiquiatras han trabajado para substituir por métodos más humanos los procedimientos que
antes se empleaban para cuidar y tratar a los enfermos mentales.

Dentro de la clasificación de los trastornos mentales encontramos; los nacidos de las


anormalidades físicas del cerebro, este aparato puede ser defectuoso de diversas maneras,
hereditariamente, congénitamente, debido a una enfermedad infecciosa, a causa de un tumor,
o por culpa de algún proceso degenerativo.

Las enfermedades somáticas tienen efectos sobre los estados mentales, así como la amenaza
de una posible enfermedad somática afecta la mentalidad de una persona.

Se clasifican en tres categorías:

1. Enfermedades del cerebro con los consiguientes trastornos mentales.


2. Enfermedades somáticas que afecten las actitudes mentales.
3. Los trastornos mentales propiamente dichos, es decir, los trastornos que no dependen
de ninguna enfermedad cerebral o física.

El trastorno mental, lo dividimos en: psiconeurosis y psicosis.

John Rickman, realizo a definición de la palabra “enfermas”, definió que la enfermedad mental
consiste en no ser capaz de encontrar a nadie que pueda soportarnos. Dicho de otro modo, la
sociedad efectúa su propia aportación al significado de la palabra “enfermas”.

La salud es la madurez emocional de la persona individual. La psiconeurosis se refiere al estado


de la persona a la edad en que se dan los primeros pasos; a la provisión familiar, positiva o
negativa; a la forma en que el periodo de latencia alivio o acentuó las tensiones que obraban en
el individuo; y a la reagrupación, durante las diversas fases de la adolescencia, de los cambios
de los impulsos instintivos, así como la organización de nuevas defensas contra la angustia.

Psiconeurosis, es el termino para designar la enfermedad contraída en la fase del complejo de


Edipo, la fase en que se experimentan relaciones entre tres personas completas. Los conflictos
provocados por tales relaciones llevan a unas medidas defensivas que, de quedar organizadas
en un estado relativamente rígido se hacen merecedoras de la denominación de
“psiconeurosis”.

La forma en que se desarrolla y fijan depende en gran medida, de la historia del individuo con
anterioridad a su llegada a la fase de relaciones triangulares entre personas completas.

La psiconeurosis entraña represión, así como el Icc reprimido. Por regla general el Icc representa
el almacén de las zonas más ricas del ser de una persona, el Icc reprimido es la carbonera donde
se encierra lo que resulta intolerable y que escapa a la capacidad individual de asimilación.

El Icc propiamente dicho se hace accesible en los sueños. Por el contrario, el Icc reprimido no
puede utilizarse libremente y solamente se manifiesta en forma de amenaza o como fuente de
la formación reactiva.
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Todo esto constituye la materia prima de la psicología dinámica. La represión es propia de la


psiconeurosis del mismo modo que la escisión de la personalidad es propia de la psicosis.

La enfermedad psiconeurotica puede revestir gravedad. Este tipo de enfermedad es la


desesperación del asistente social, dado que el Icc reprimido incumbe al psicoanalista. Las
enfermedades denominadas psicosis, brindan mayor oportunidad de acción para el asistente
social, debido a que ofrecen menor campo de acción para el psicoanalista.

En la psiconeurosis una de las defensas tiene que ver con la regresión. Podemos comprobar
como la persona enferma se ha retirado de la sexualidad genital y de las relaciones triangulares
entre personas completas, adoptando ciertas posiciones que corresponden a una etapa de su
vida que antecede a la fase de las posiciones heterosexuales y homosexuales en las cuestione
interpersonales.

Los puntos de fijación que se utilizan en estas defensas regresivas dependen de las experiencias
buenas y malas vividas en anteriores fases del desarrollo del individuo y, también de los
correspondientes factores ambientales, buenos y malos, existentes en dichas fases.

La psiconeurosis es propia de las defensas organizadas en torno a las angustias y conflictos de


personas relativamente normales, es decir, de personas que en todo caso han llegado a la fase
del complejo de Edipo. En un tratamiento psicoanalista, el analista hace lo posible la disminución
cuantitativa de la represión, y al finalizar el tratamiento las relaciones interpersonales adquieren
una expresión y experiencia más plenas, disminuyendo el componente pre genital de la
sexualidad.

El resto de las enfermedades mentales, pertenecen a la evolución de la personalidad en la


primera infancia y en la infancia, junto con la provisión ambiental que fracasa o triunfa en su
función de posibilitar los procesos de maduración del individuo. La enfermedad mental que no
sea psiconeurosis reviste importancia para el asistente social, dado que concierne menos a las
defensas organizadas del individuo que al fracaso del mismo en la búsqueda de la fuerza del ego,
o la integración de la personalidad, que permita la formación de las defensas.

La locura está relacionada con la vida cotidiana, en vez de represión encontramos a la inversa,
los procesos de instauración de la personalidad y de diferenciación del ser.

Los fallos en el proceso de maduración se ven frecuentemente relacionados con factores


hereditarios y patológicos, tales fallos tienen mucha relación con fallos del medio ambiente
posibilitador. Es aquí donde le corresponde intervenir al asistente social, ya que el factor
ambiental está dotado de una significación especial en la etiología de la locura.

La salud mental del individuo es oprimida en el campo de los cuidados de a primera infancia y
de la infancia.

Entre las psiconeurosis y la esquizofrenia se extiende todo el campo que se haya amparado por
la palabra “depresión”, en la etiología de estos trastornos, los puntos de origen de la depresión
se hallan ubicados entre los puntos de origen de la psiconeurosis y los de la esquizofrenia.

Las depresiones constituyen un concepto muy amplio del trastorno mental. La psicología ha
establecido la relación que hay entre la depresión y lo que en esencia es algo saludable: la
capacidad para sentir aflicción y la capacidad para sentir inquietud. Por consiguiente, la gama
de las depresiones abarca desde lo que es casi normal hasta lo que es casi psicótico. En el
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extremo normal de las depresiones se encuentran las enfermedades depresivas que implican
madurez en el individuo, así como el grado de integración del ser.

La depresión tiende a disiparse. Sin recurrir a la psicoterapia, el asistente social puede hacer
mucho bien, dejando simplemente que la depresión siga su curso normal. Lo que en este caso
es necesario es constatar que el historial del individuo ponga en evidencia el hecho de que la
integración de su personalidad sea capaz de soportar la tensión de la enfermedad depresiva.

En la depresión existe un mayor grado de represión y los procesos tienen lugar a un nivel que es
más Icc que en la aflicción.

Desde el punto de vista del psicoanalista, la psicoterapia de esta clase de depresión no deja de
parecerse a la de la psiconeurosis, con la salvedad de que en la transferencia la dinámica más
potente de halla en la relación bipersonal basada en lo que en principio fue la relación madre-
hijo. La parte importante en la terapia analítica destinada al tratamiento de la depresión reside
en la supervivencia del analista durante un periodo que se halla dominado por las ideas
destructivas.

En el otro extremo de esta agrupación, se halla la depresión psicótica en la que se existen unos
rasgos asociados que engarzan la enfermedad con esquizofrenia. Puede haber cierto grado de
despersonalización o de sentimientos de irrealidad. La depresión en este caso va también
asociada con la pérdida, pero esta es de tipo más confuso y deriva de una fecha más precoz del
desarrollo del individuo. La pérdida, podría ser por ejemplo la de ciertos aspectos de la boca
que desaparecen, desde el punto de vista del niño, junto con la madre y el seno, cuando se
produce una separación en un momento en el que el pequeño no ha alcanzado la etapa del
desarrollo emocional que le facilite combatir tal perdida.

Es necesario categorizar dos formas de depresión: depresión reactiva y depresión esquizoide.

Las enfermedades mentales no son dolencias, sino que constituyen patrones de compromiso
entre el éxito y el fracaso en el estado del desarrollo emocional del individuo. Así, la salud es
madurez emocional de acuerdo con la edad; mientras que la mala salud mental siempre lleva
detrás un estancamiento del desarrollo emocional. La tendencia hacia la maduración persiste y
es la encargada de promover el impulso hacia la curación o hacia la autocuracion si no se dispone
de ayuda. Este es el trasfondo del proceso cuya aparición es enteramente previsible cuando se
provee un medio ambiente posibilitador que esté ajustado a las necesidades inmediatas de la
fase de maduración en que se halle la persona.

La enfermedad mental del paciente varía según la actitud ambiental incluso cuando la
enfermedad del paciente permanezca inalterable.

Más allá de la depresión esquizoide, se encuentra la esquizofrenia propiamente dicha. En este


caso el acento recae sobre ciertos fallos de la construcción de la personalidad. Es necesario
examinar los procesos de maduración conforme llevan a niño en las fases precoces del
desarrollo emocional. En tales momentos, las dos tendencias pueden denominarse con los
términos: maduración y dependencia.

El medio ambiente es esencial, carácter que paulatinamente va perdiendo, de tal manera que
cabría hablar de una dependencia que se transforma en dependencia sencilla.

El medio ambiente no hace que el niño crezca, ni determina la dirección del crecimiento, éste,
cuando es lo bastante “bueno”, posibilita el procesos de maduración, para ello la provisión
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ambiental se adapta de forma sutil a las necesidades cambiantes que van surgiendo de la
maduración.

Semejante adaptación sutil a las necesidades solo puede proporcionarla una persona; una
persona que, no tenga otra preocupación y que este “identificada con el pequeño” en tal
medida, que las necesidades de éste sean presentidas y satisfechas como si fuese mediante un
proceso natural.

Dentro del medio ambiente posibilitador, el pequeño forcejea en pos de varias metas, tres de
las cuales son las siguientes:

 Integración
 Personalización
 Relaciones objetales

La integración no tarda en adquirir complejidad, el proceso contrario es el de la desintegración,


siendo esta la palabra utilizada para denominar un tipo de enfermedad mental: la
desintegración de la personalidad. En un grado más leve, o contrario de la integración es la
escisión, siendo este rasgo lo que caracteriza a la esquizofrenia.

Personalización, es una palabra que puede emplearse para dar nombre a la consecución de una
relación íntima entre la psique y el cuerpo. La consecución, en cada individuo, del nexo entre la
psique y el soma. A veces la enfermedad psicosomática es poco más que el fortalecimiento de
este nexo psicosomático ante el peligro de que el mismo se quiebre. La rotura de este nexo
produce diversos estados clínicos que reciben el nombre de despersonalización.

El niño adquiere capacidad para relacionarse con un objeto y para unir la idea del objeto con la
percepción de la persona global de la madre.

Esta capacidad para la relación objetal se desarrolla exclusivamente a resultas de una adaptación
materna que sea lo bastante buena. La cual es imprescindible y debe durar a lo largo de un
periodo lo suficientemente prolongado.

El éxito en esta faceta del desarrollo se halla ligado a la capacidad persona para sentirse real.
Esto hay que coordinarlo con la idea de sentirse real en el mundo y de sentirse que el mundo es
real, hay que reconocer que la persona real no puede lograr una sensación de realidad en el
mundo que sea comparable con la que se da en el mundo absolutamente privado de la relación
del esquizofrénico con objetos subjetivos.

Lo contrario de la tendencia madurativa hacia la relación objetal es la descomprensión y pérdida


de contacto con la realidad.

A todo esto se suma una categoría completa formada por la enfermedad, la paranoia y los
elementos persecutorios susceptibles de la personalidad, suscitan el estado de hipocondría.

La paranoia no constituye una enfermedad por sí misma, sino que se trata de una complicación
bien de la depresión o de la esquizofrenia. El origen de los elementos persecutorios que
complican la enfermedad depresiva lleva al paciente y al analista al sadismo oral no aceptado
por el individuo. Puede que exista un origen más profundo de la paranoia, que es susceptible de
ir asociada a la integración y a la instauración de un ser unitario: Yo soy.
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Aquí se podría dar cabida al concepto del ser verdadero y del ser falso, es esencial incluir tal
concepto en el intento de comprensión del cuadro clínico engañoso que presenta la mayor parte
de los casos de enfermedad tipo esquizofrenia.

Lo que se nos presenta es un ser falso, adaptado a lo que se espera de los diversos estratos del
medio ambiente del individuo. En realidad el ser sumiso o falso es una versión patológica de lo
que, en la salud llamamos “el aspecto cortes y socialmente adaptado de la personalidad sana”.

En la versión patológica de esto, el individuo termina por destruir el ser falso, tratando de
reafirmar su ser verdadero. A menudo el colapso mental es un indicio de “salud”, por cuanto
implica que el individuo goza de capacidad para aprovechar el medio ambiente puesto a su
alcance, con el fin de reinstaurar una existencia sobre una base que da la sensación de ser real.

Atendiendo a la dependencia, existen dos tipos extremos y una zona intermedia. En un extremo,
donde la dependencia es satisfecha adecuadamente, el niño logra establecer relaciones
interpersonales entre personas completa y, además es lo bastante sano o maduro como para
sufrir y tratar los conflictos que son personales y propios de la realidad psíquica del individuo.
Aquí la enfermedad se denomina “psiconeurosis” y se mide por el grado de rigidez de las
defensas personales organizadas para contender con la angustia presente en el sueño personal.

En el otro extremo se halla la enfermedad mental hospitalizable: la psicosis. Etiológicamente


esta enfermedad está ligada con el fallo ambiental, con el fallo del medio ambiente en su misión
de posibilitar los procesos de maduración en la fase de doble dependencia. La provisión
ambiental escapo por completo a la percepción y comprensión del niño. En este contexto al
fallo en cuestión se le denomina “privación”.

En la zona intermedia se encuentra el fallo o fracaso encima del éxito, fallo que, en el momento
de producirse, fue percibido como tal por el niño. El niño conto con una provisión ambiental
satisfactoria que luego ceso. La continuidad existencial propia del hecho de saber que existía tal
provisión ambiental se vio substituida por una reacción ante el fallo del medio ambiente, y esta
reacción trunco el sentimiento de continuidad existencial. El nombre que se da a semejante
estado de cosas es el de perdida.

Este es el punto de origen de la tendencia antisocial. Tales fallos leves de ajuste son corregidos
por los padres cuando el niño vive en familia. Los ejemplos más graves de decepción dan al niño
una tendencia antisocial y llevan al trastorno de carácter y a la delincuencia. Cuando las defensas
se han visto afectados de esta manera va en camino de convertirse en psicópata, especializado
en la violencia o en el robo. Haber recurrido a un tratamiento en una fase precoz, hubiese sido
posible hallar en las manifestaciones de la tendencia antisocial.

Hay casos que escapan a todo intento de auxilio del exterior, ninguna ayuda es posible. Los
psiquiatras y psicoanalistas están remitiendo casos al cuidado del asistente social psiquiátrico
sin otro motivo que su propia incapacidad para actuar en ellos.

Su función puede contemplare atendiendo a la faceta de los cuidados de la infancia, atendiendo


al medio ambiente posibilitador, a la posibilitación de los procesos de maduración. La
integración reviste una importancia vital en este aspecto, y la labor que ustedes llevan a cabo
sirve en gran parte para contrarrestar la fuerzas desintegradoras que actúan sobre los
individuos. Considero que todo asistente social es un terapeuta cuya función es la terapia del
tipo que constantemente practican los padres al corregir los fallos relativos de la provisión
ambiental.
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El cuidado de la infancia puede describirse en términos de “sostenimiento”, que empieza por


ser algo sencillo y que luego se va haciendo más complejo. La asistencia social se apoya en la
provisión ambiental que hace posible el proceso de maduración del individuo.

Su finalidad reside en hacer posibles las tendencias que funcionan dentro del individuo y que se
llevan a una evolución natural en base al crecimiento. Se trata de un crecimiento emocional que
ha sido demorado y tal vez deformado, y, en condiciones apropiadas, las fuerzas que hubiesen
conducido hasta él llevan ahora a desenmarañar el nudo.

En el desempeño de su trabajo llevaran a cabo una serie de cosas que pueden describirse de la
siguiente manera:

 Se aplicaran a su misión
 Llegaran a conocer que se siente al ser su paciente
 Se hacen dignos de su confianza en lo que respecta a la reducida esfera de su
responsabilidad profesional.
 Se comportaran profesionalmente
 Se ocuparan del problema de su paciente,
 Aceptaran el papel de objeto subjetivo en la vida del paciente, al mismo tiempo que se
mantienen los pies sobre la tierra.
 Aceptaran el amor, e incluso el estado de enamoramiento sin arredrarse y sin
interpretar su reacción.
 Aceptaran el odio y responderán al mismo con firmeza.
 Tolerara al paciente la falta de lógica.
 No se asustaran ni dejaran dominar por sentimientos de culpabilidad cuando su
paciente se vuelva loco, se desintegre.

Los sentimientos están profundamente involucrados en el caso que se les haya sido confiado,
pero que al mismo tiempo se mantiene distancia por cuanto no se les puede achacar la
responsabilidad por la enfermedad del paciente.

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