You are on page 1of 15

Antropología colaborativa y movimientos

sociales: construyendo ensamblajes


virtuosos entre sujetos en proceso
Alberto Arribas Lozano
Laboratorio de Estudios Interculturales. Universidad de Granada
aarribas@ugr.es

Palabras clave: etnografía colaborativa, reflexividad dialógica, movimientos sociales, com-


pañeros epistémicos, Oficinas de Derechos Sociales.
Resumen: En este artículo reflexiono sobre las relaciones entre antropología y activismo
a partir de mi experiencia de trabajo de campo etnográfico con redes de movimientos
sociales en el periodo 2008-2012. Señalo las características y las ventajas de las prácticas
colaborativas de investigación, subrayando cómo los proyectos articulados en torno a pre-
guntas compartidas permiten, junto con los movimientos sociales, desplegar una antropo-
logía que: 1) enriquece y complejiza nuestra comprensión de la acción colectiva; 2) resulta
útil a los sujetos con quienes trabajamos, al conectarse con sus intereses y necesidades;
y 3) engarza con debates centrales en la disciplina, al situar las cuestiones epistemológicas
y metodológicas en el centro de nuestros trabajos: para qué, para quién y cómo hacemos
investigación.

Asistimos en los últimos años a un creciente protagonismo de las lógicas colaborativas de


investigación en Antropología. La colaboración siempre ha estado presente, con diferentes
grados de intensidad, en nuestros trabajos, pero parecería que ahora está pasando a ser una
precondición que atraviesa y da forma a nuestros proyectos, convirtiéndose en el nuevo tropo
desde el que reformular epistémica y metodológicamente la práctica etnográfica. No obstan-
te, a pesar de esta creciente importancia hay una ausencia notable de trabajos que expliciten
cómo se están desarrollando este tipo de propuestas. La colaboración tiende a presentarse como
un marco normativo o un programa ideal de trabajo, pero carecemos de narraciones que den
cuenta de manera detallada de qué significa colaborar en situaciones concretas, cómo se está
materializando y qué implica, en la práctica, trabajar desde relaciones colaborativas de inves-
tigación; y se echa de menos también un mayor esfuerzo de reflexión teórica y epistemológica
que tome la colaboración como objeto de indagación: pensar sobre la colaboración desde la

Ankulegi 19, 2015, 59-73


Fecha de recepción: 09-04-2015 / Fecha de aceptación: 18-11-2015
ISSN: 1138-347-X © Ankulegi, 2015

59
Arribas, A.,“Antropología colaborativa y movimientos sociales…”. Ankulegi 19, 2015, 59-73

colaboración. ¿Cómo se toman las decisio- implica situar deliberada y explícitamente la


nes, y de qué maneras se negocian y refor- colaboración como la columna vertebral que
mulan los objetivos compartidos a lo largo oriente las distintas fases de la investigación:
del proceso?, ¿qué habilidades y saberes son la formulación y el diseño del proyecto, las
necesarios para desplegar y sostener este tipo decisiones metodológicas, el desarrollo del
de propuestas, y cómo podemos aprender trabajo de campo, el análisis de los datos, la
—y enseñar— a colaborar en investigación?, escritura y las resoluciones en torno a la pro-
¿cómo medir el impacto de los proyectos piedad y difusión de los resultados produci-
colaborativos, y quién debería hacerlo: tan dos. (Lassiter, 2005: 132).
solo la comunidad académica o también los Desde este enfoque, lograr que nuestros
sujetos con quienes trabajamos?, ¿de quién proyectos sean relevantes pasa por operar un
es la autoría de los materiales producidos en desplazamiento fundamental: pensar “junto y
colaboración, y quién determina los modos con” los sujetos de la investigación, en lugar
en que son empleados? Estas preguntas, y de “sobre” ellos1. Se parte de la reflexividad y
otras que podríamos hacernos en el mismo de la condición de productores de conocimien-
sentido, son el eje desde el que articular una to de los sujetos con quienes trabajamos, y se
discusión menos programática y más funda- busca que nuestras investigaciones se conec-
mentada sobre la investigación colaborativa. ten con sus propias preocupaciones y pregun-
Partiendo de dichas coordenadas, este tas. Pensar y producir conocimiento “junto y
artículo presenta la dimensión metodológi- con” demanda construir espacios de diálogo, y
ca de un trabajo en el que la colaboración situar como eje de la investigación los temas
fue más un punto de llegada —que modi- —las problemáticas comunes— que emerjan
ficó el devenir posterior del proyecto— que a partir del mismo. Así, las lógicas colabora-
un punto de partida. Pero antes de explicar tivas tensionan los modelos tradicionales de
ese proceso señalaré de manera sintética las
características de estas lógicas y prácticas de
investigación.
1
Aunque ahora ocupe un lugar más central, esta
En primer lugar, las lógicas colabora- idea está presente desde hace décadas en diversas
tradiciones de pensamiento e investigación en cien-
tivas sitúan las preguntas epistemológicas cias sociales: la investigación-acción participativa;
—¿para qué y para quién?— en el centro de la investigación feminista; el enfoque decolonial; la
nuestros proyectos. La noción común es que etnografía activista o militante; la sociopraxis; las
nuestros trabajos no deben responder única- metodologías indígenas; o las diversas experiencias
mente a problemas teóricos o disciplinares, de la antropología colaborativa. Estas tradiciones re-
miten a genealogías particulares, están orientadas a
sino que han de resultar también útiles y trabajar con grupos o problemáticas específicas, pre-
relevantes para los sujetos con quienes tra- sentan grados variables de institucionalización y han
bajamos, que pasan aquí de ser “objeto” de desarrollado sus propios corpus teóricos. Sin embargo
estudio a ser co-protagonistas del proceso de comparten su cuestionamiento de las formas hegemó-
investigación, un gesto que supone articular nicas de producción de conocimiento, su exigencia
de articular relaciones y prácticas más igualitarias y
procesos abiertos y continuos de diálogo y
negociadas, y su búsqueda en torno a las operacio-
negociación de una agenda compartida y de nes metodológicas: ¿cómo construir conocimiento y
los objetivos —no siempre coincidentes— cómo intervenir en la realidad junto y con los sujetos
entre los diferentes actores. Esta propuesta con quienes trabajamos?

60
Arribas, A.,“Antropología colaborativa y movimientos sociales…”. Ankulegi 19, 2015, 59-73

producción y validación del conocimiento, al ma en torno al que estemos trabajando vaya


desestabilizar la asimetría (la subordinación) construyendo nuevas reflexividades y posibi-
implícita en la relación sujeto-objeto de in- lidades de acción. En este contexto, el inves-
vestigación, y dar paso a un encuentro entre tigador o investigadora pasan a convertirse
sujetos en proceso, problematizando también en transductores que dinamizan o facilitan
las dicotomías entre objetividad-subjetivi- la elaboración de dichas reflexividades, pero
dad, teoría-práctica, etc. Este desplazamiento sin pretender imponer sistematizaciones ce-
no debería hacernos pensar en imágenes de rradas, ya que lo importante no son solo las
horizontalidad más o menos ingenua; no tie- decisiones alcanzadas sino también las pre-
ne sentido plantear que la colaboración anu- guntas que quedan abiertas, para que a partir
la o supera las complejidades que atraviesan de ahí “sean los propios grupos como ‘suje-
toda relación social. De lo que se trata es, en tos en proceso’ los que vayan creando y cons-
un registro diferente, de subrayar que en este truyendo nuevas situaciones y aportaciones”
tipo de procesos no estamos ya ante la cate- (Villasante, 2006: 316) desde las que seguir
goría clásica del informante, aquella persona avanzando.
que provee de información al experto que pos- El proceso de investigación es, por lo
teriormente realizará el análisis, sino ante un tanto, más abierto que en otros enfoques y
diálogo de reflexividades entre “compañeros/ presenta una clara vocación experimental:
as epistémicos/as” (Holmes y Marcus, 2008: integrar las preguntas, análisis e intereses de
84) que producen conocimiento colaborando los sujetos con quienes trabajamos, creando
en torno a problemas e intereses compartidos. así espacios de codecisión a lo largo de todo
Dicho diálogo de reflexividades modifi- el proceso, supone que el investigador o in-
ca profundamente el estatuto del trabajo de vestigadora tendrán que delegar una parte
campo, que pasa de ser un espacio-tiempo significativa de su propio control sobre el
de producción de datos, anterior y separado proyecto (Hale, 2008: 15). La autoridad es
del momento del análisis, a ser un espacio- compartida, y nuestra tarea en esa dinámica
tiempo en el que se despliegan dinámicas de reflexividad dialógica es aprender acom-
de co-análisis, co-conceptualización y co- pañando y siendo acompañados/as, una situa-
teorización (Rappaport, 2008) que pueden ción que no puede estar exenta de tensiones
extenderse hasta incluir la escritura de los entre los actores implicados pero que es jus-
resultados de investigación. No estamos ya tamente la mayor riqueza de estas propuestas
“recogiendo datos”, sino reflexionando junto colaborativas. Cuanto más sientan los suje-
y con los sujetos cuando ellos y ellas reflexio- tos con quienes trabajamos que el proyecto
nan colectivamente sobre sus propias catego- les resulta útil y relevante, y cuanto más se
rías de sentido para redefinirlas y resignifi- apropien del mismo, más rico puede llegar a
carlas, y por eso no tiene sentido hablar de ser el análisis compartido y mayores nuestras
una fase posterior de devolución del análisis opciones de producir un conocimiento más
elaborado por el investigador-experto. Aquí complejo. Las lógicas de co-análisis multi-
nos situamos en otro plano, en una lógica de plican los matices de los mapas que estamos
investigación donde lo importante es abrir construyendo, y nos permiten acceder a pla-
espirales de “acción-reflexión-acción” en las nos de acción a los que resultaría difícil lle-
que la reflexión colectiva sobre el proble- gar desde otras aproximaciones. Así, al forzar

61
Arribas, A.,“Antropología colaborativa y movimientos sociales…”. Ankulegi 19, 2015, 59-73

la negociación entre perspectivas, saberes e En este sentido, las prácticas colabora-


intereses diferentes, este enfoque nos abre la tivas abren expectativas en dos planos dife-
posibilidad de explorar formas novedosas de rentes; si, por un lado, nos comprometemos
pensamiento y de creación de conocimiento. explícitamente con los grupos con quienes
No obstante, no deberíamos pensar la trabajamos, operando en clave de responsa-
colaboración como la “nueva manera correc- bilidad y reciprocidad en relación a nuestros
ta” de hacer investigación. Para Rappaport “compañeros epistémicos”, por otro mante-
(2008) las condiciones de posibilidad de la nemos la aspiración a producir conocimiento
investigación colaborativa son: el compro- académico riguroso y de calidad, así como a
miso de sostener un diálogo a largo plazo, innovar teórica y metodológicamente. Pero
algo que no siempre es posible en los tiem- estas expectativas también deben ser pro-
pos acelerados de la academia neoliberal; un blematizadas. Dedicamos tiempo, saberes
grado alto de confianza entre las partes, que y esfuerzo a construir redes, herramientas
generalmente es resultado de estar inserto y “lugares seguros” —tan seguros como sea
—enraizado— en una red de relaciones con posible al interior de la universidad neoli-
los sujetos de la investigación; y la presencia beral— que nos permitan intervenir en las
de un grupo de interlocutores que puedan luchas epistémicas que se dan en la acade-
asumir y liderar el proceso de co-análisis y mia. Buscamos con la misma determinación
co-teorización, que tengan motivación e in- desarrollar investigaciones relevantes para
terés en hacerlo, y que hayan desarrollado nuestros colaboradores y colaboradoras que
cierto nivel de reflexividad y de producción tengan utilidad para los procesos de acción
conceptual sobre sus propias prácticas y ex- colectiva en los que se encuentran implica-
periencias. También es importante recordar dos. Necesitamos creer que nuestro trabajo
que no hay una única forma de hacer “co- tiene algún impacto positivo sobre esos pro-
laboración”: hay prácticas colaborativas en cesos; y esta es siempre una tensión abier-
plural. Se trata de una metodología artesana, ta para quienes optan por estos enfoques y
alejada de los automatismos, centrada en el maneras de entender las prácticas académicas
proceso y que responde a las particularida- y de investigación. Sin embargo, debemos
des que cada situación de investigación nos reconocer que hay límites muy marcados en
reclama, con sus propias potencias, límites relación al efecto real que pueden tener nues-
y tensiones que habrá que manejar de ma- tros trabajos. Es una cuestión de equilibrio;
nera creativa. Lo fundamental es mantener hay múltiples maneras en las que la investi-
en el centro de nuestras investigaciones el gación puede apoyar y fortalecer las prácticas
cuestionamiento sobre los modos de pro- de los movimientos (también hay múltiples
ducción y validación del conocimiento: para modos en los que puede dañar dichos pro-
qué y para quién se produce, cómo se pro- cesos), pero debemos evitar plantear expec-
duce, cuáles son los criterios para conside- tativas poco realistas que acaben generando
rar un determinado saber como legítimo (o frustración en los diferentes actores implica-
como ilegítimo, no importante, desechable) dos. Y ahí los planteamientos normativos y
y desplegar las estrategias que nos permitan descontextualizados son parte fundamental
abrir otros horizontes para y desde nuestros del problema. Sin dejar de reconocer las po-
proyectos. tencialidades de la colaboración, no debemos

62
Arribas, A.,“Antropología colaborativa y movimientos sociales…”. Ankulegi 19, 2015, 59-73

pasar por alto que, en la práctica, está siem- Comunidades activistas de


pre tensionada por una multiplicidad de de- largo recorrido: entre la doble
mandas heterogéneas que llegan tanto desde insatisfacción y la reinvención de las
el campo académico como desde los sujetos prácticas
de la investigación, demandas que no siem-
pre son compatibles entre sí y que tienen que La red de ODS se creó en el interior de co-
ser continuamente renegociadas. Es necesa- munidades activistas de larga duración, que
rio, por lo tanto, dejar de lado las narrativas se habían ido construyendo desde la segunda
idealizadas-idealizadoras sobre la investi- mitad de la década de 1990 a través de un
gación colaborativa y complejizar nuestros circuito amplio de encuentros, reflexiones,
debates a partir de la exploración crítica de prácticas y afectos compartidos. A lo largo de
prácticas y experiencias reales y concretas. su trayectoria dichas comunidades se habían
Partiendo de esa idea, este artículo pre- visto atravesadas por una doble insatisfacción:
senta las decisiones metodológicas tomadas proponían un cuestionamiento radical de la
en una investigación —mi tesis doctoral— “vieja política” (partidos, sindicatos mayorita-
en torno a las lógicas y prácticas emergentes rios, lógicas de representación), pero también,
de acción colectiva, cuyo trabajo de campo se con la misma intensidad, habían venido plan-
desarrolló entre 2008 y 2012. En ese perio- teando una autocrítica profunda de los circui-
do llevé a cabo una aproximación etnográfi- tos y las dinámicas autoreferenciales de los
ca a la red de Oficinas de Derechos Sociales propios movimientos sociales. El resultado de
(ODS), un espacio creado en el interior de este doble malestar era un impulso colectivo
comunidades activistas en el estado español de búsqueda y ensayo de otras formas de hacer
durante la primera década del 2000. La pri- política, priorizando un estilo de trabajo más
mera ODS se formó en Sevilla entre 2004 y abierto y que apostaba por salir fuera de los
2005, y durante el trabajo de campo de la in- circuitos activistas tradicionales (lo que deno-
vestigación la red estaba compuesta por diez minaban “el gueto militante”). Se imponía así
nodos situados en: Madrid, Zaragoza, Mála- una lógica de experimentación donde, como
ga, Barcelona, Terrassa, Sevilla y Pamplona. insistían los y las integrantes de las ODS, lo
Las ODS emergieron como herramientas importante no eran solo los proyectos o dispo-
desde las que lanzar y acompañar procesos de sitivos que se despliegan, ya que estos se en-
autoorganización contra la precariedad en el tendían como herramientas que han surgido
ámbito laboral, de extranjería y de acceso a la en un contexto y que si dejan de servir —si
vivienda, y desde las que tejer alianzas entre dejan de tener incidencia— hay que redefi-
sujetos precarios autóctonos y migrantes. Sin nirlas o inventar otras nuevas; lo importante
entrar aquí a detallar el trabajo concreto des- es, sobre todo, el tipo de política que se inten-
plegado por los distintos dispositivos, la de- taba construir. Así, como enunciaba Pantxo,
cisión para centrar mi investigación en dicha de la ODS Exit, de Barcelona, para esta red
red se basaba principalmente en dos de sus “lo programático está ligado a las prácticas de
características, que explicaré a continuación. reinvención de la organización y a la transfor-
mación de las formas de hacer”.
Ese era el marco donde se centraba mi
investigación; no analizaba un episodio de

63
Arribas, A.,“Antropología colaborativa y movimientos sociales…”. Ankulegi 19, 2015, 59-73

movilización o protesta, ni siquiera una or- definan los sentidos de sus prácticas, y pro-
ganización en particular, sino que pretendía pongan, desplieguen y ordenen sus propios
“seguir” y cartografiar esos procesos de re- conceptos, análisis y mapas de relaciones.
flexión colectiva, experimentación y redefi-
nición de la acción política. Una propuesta
que reclama, a nivel metodológico, ponerse Comunidades reflexivas: sobre
en movimiento con el movimiento, una ta- la producción colectiva de
rea para la que la etnografía aparece como conocimiento
un enfoque-herramienta privilegiado. La in-
serción en el tiempo y el espacio de lo co- La segunda característica a destacar de la red
tidiano que acompaña al trabajo de campo de ODS es que se trata de una experiencia en
permite observar estas prácticas emergentes la que la producción y sistematización colec-
de acción colectiva según se producen y se tiva de saberes —situados, encarnados, sur-
despliegan. La atención privilegiada al pro- gidos en y desde las propias prácticas— no
ceso y a lo relacional, a lo micropolítico, a los se pensaba como un complemento o un mo-
relatos de larga duración, a la (re)producción mento separado de la acción política: pensa-
y transformación de los vínculos y los senti- miento colectivo, experimentación política y
dos compartidos que propone la etnografía producción de movimiento eran entendidos
es clave porque nos invita a mirar y escuchar y vividos como hilos de un mismo tejido. La
prestando mayor atención a la contingencia, investigación militante era un elemento cen-
al dinamismo y a la complejidad de los facto- tral en esta red, y la mayoría de los y las in-
res que se (re)combinan de maneras inespera- tegrantes de las ODS con quienes trabajé en
das en cada situación. este proyecto formaban parte de algunas de
Además, al trabajar en torno a este tipo las iniciativas de autoformación e investiga-
de dinámicas emergentes y experimentales, ción más sólidas e innovadoras desplegadas
necesariamente difusas —lo que está nacien- desde los movimientos sociales en la última
do, lo que aún estamos aprendiendo a nom- década: Precarias a la Deriva, la Universidad
brar— la tarea del investigador o investiga- Nómada, el Observatorio Metropolitano, el
dora no es imponer a priori algún tipo de or- Grupo de Estudios Metropolitanos A_Zofra,
den, limitando su forma, tamaño o carácter, o el proyecto Nociones Comunes.
sino “seguir a los propios actores” (Latour, Estas comunidades epistémicas, atravesa-
2005: 12), es decir, que sean los propios su- das por prácticas de investigación y produc-
jetos, los y las integrantes de los movimien- ción de conocimiento, operan como labora-
tos sociales en este caso, quienes tracen la torios en los que se imaginan y se ensayan
particular geografía variable de su campo. otras formas de hacer política. Se trata de
Y aquí, de nuevo, la etnografía se muestra sujetos altamente reflexivos sobre su propio
como una herramienta clave, ya que —por hacer, y que cotidianamente ponen en juego
su carácter de “disciplina indisciplinada” prácticas (entrevistas, cartografías, talleres de
(Comaroff, 2010)— no pretende sobreco- discusión y análisis colectivo, publicaciones,
dificar los discursos de los sujetos desde las derivas, grupos de lectura, etc.) similares a
categorías disciplinares, sino abrir el espacio las desplegadas desde la propia antropología.
necesario para que sean esos sujetos quienes Estamos así ante situaciones que recuerdan

64
Arribas, A.,“Antropología colaborativa y movimientos sociales…”. Ankulegi 19, 2015, 59-73

lo que Holmes y Marcus denominan como como ocasiones en las que investigaciones
“para-etnografía” (2008: 86), y que tienen colaborativas recurren a modelos más clási-
una incidencia directa en el desarrollo de cos” (CRESC, 2013: 24). Siempre tuve claro
nuestras investigaciones. Trabajar con este que quería investigar y pensar junto y con
tipo de actores permite construir un esce- la red de ODS, no sobre la red de ODS. Sin
nario de reflexividad dialógica en el que ar- saber bien cómo activar ese desplazamien-
ticular investigaciones que, además de para to, pensé que esa agenda compartida entre
la academia, sean útiles para los sujetos con mis intereses y necesidades y los suyos era
quienes desplegamos nuestros proyectos, en algo que podía ir definiéndose a lo largo del
este caso la red de ODS. Hacer posible esta proceso; confiaba en que en algún momento
relevancia, darle cuerpo, pasa necesariamente sería posible dar un giro colaborativo a una
por intentar que nuestras investigaciones se investigación que había nacido desde otras
conecten de modo creativo y productivo con coordenadas.
las inquietudes, conversaciones y preguntas Había preparado mi propuesta de trabajo
que preocupan e interpelan a esas comuni- sin consultarlo previamente con la gente que
dades activistas. No se trataría, por lo tanto, forma las ODS; armé rápido el proyecto pen-
de “enseñar” nada al movimiento desde una sando que “en realidad nadie se va a moles-
supuesta posición de experto, sino de abrir tar por esto, hay confianza, somos amigos”.
trayectos que se puedan recorrer de mane- Nunca había participado directamente en
ra conjunta; así, como afirmaba Juris (2007: una ODS, pero sí había sido parte de esa co-
165), “el conocimiento etnográfico produ- munidad amplia de activistas, compartiendo
cido de manera colaborativa busca facilitar algunos de los trayectos de esa red de afectos
procesos de (auto)reflexión activista que ya y prácticas políticas, y eso me posibilitó una
están en marcha en relación a los objetivos, entrada muy fácil en el campo: hablé con una
las tácticas, las estrategias o las formas orga- persona de la ODS de Málaga, ella escribió
nizativas de un movimiento”. ¿Cómo se pro- un mensaje a la lista de correo de la red con-
dujo esta conexión-ensamblaje en el trabajo tando que yo tenía la intención de hacer esta
que presento en este artículo? investigación, me incorporaron a dicha lis-
ta, y desde ese momento me pusieron todas
la facilidades para realizar este proyecto. El
La primera fase de trabajo de campo: trabajo de campo se extendió —de manera
mayo 2008-febrero 2011 intermitente— a lo largo de cuatro años, y
puede dividirse en dos fases.
Ya he comentado que para mí la colabora- La primera abarcó desde el II Encuentro de
ción fue más un punto de llegada que un la Red de Oficinas de Derechos Sociales, ce-
punto de partida; en ese sentido, no presento lebrado en mayo de 2008 en el Centro Social
este trabajo como si fuera un caso ideal, sino Patio Maravillas, en Madrid, hasta febrero de
justamente para enfatizar la multiplicidad 2011; e incluyó episodios de observación par-
de prácticas que pueden pensarse y desarro- ticipante en asambleas, encuentros estatales,
llarse en esta clave, subrayando que “puede jornadas de autoformación, etc., así como la
haber momentos colaborativos en procesos realización, entre diciembre de 2009 y octu-
de investigación más convencionales, así bre de 2010, de un total de treinta y una en-

65
Arribas, A.,“Antropología colaborativa y movimientos sociales…”. Ankulegi 19, 2015, 59-73

trevistas con activistas de los diez nodos de la a las ODS?, ¿qué pregunta ha faltado?”. La
red. Para estas entrevistas tracé una guía con segunda, que comentaré en detalle a conti-
los ejes que consideraba que podían ser im- nuación, era: “¿de qué manera(s) crees que
portantes, usando para ello las notas tomadas os podríais apropiar de esta investigación?,
en los encuentros a los que había asistido, la ¿cómo os podría servir esto para vuestro pro-
información que las propias ODS presentaban ceso/proyecto?”.
en sus páginas web, y los correos que llegaban La investigación podría haber terminado
a la lista de la red. De manera muy sintética, en este punto. Tenía material en cantidad
los ejes eran los siguientes: y calidad suficientes para armar un trabajo
sólido. Pero seguía empeñado en la idea de
• Las ODS como propuesta, como idea y la relevancia y de la investigación “junto y
deseo: ¿cómo definen una ODS?, ¿cuáles con” que he venido desglosando, y traté de
son para ellos y ellas las características de acercarme a ese objetivo —de un modo más
este dispositivo-herramienta?, y ¿de qué o menos ingenuo, pero que acabó funcionan-
intenta escaparse una ODS y hacia dónde do— a partir de las respuestas que habían
quiere caminar? dado a esa última pregunta.
• Las ODS puestas a trabajar: origen, tra-
yectoria, características y funcionamiento
de cada nodo de la red; ¿qué ha ido fun- La pregunta sobre la relevancia
cionando y qué no?, ¿qué ha ido cambian-
do a lo largo del tiempo?, ¿cuáles son los Las respuestas que dieron los y las integran-
puntos de tensión más relevantes que han tes de la red de ODS a esta pregunta pueden
ido apareciendo en el proceso?, etc. dividirse entre aquellas que planteaban utili-
• La red de ODS: ¿qué es lo común y qué dades en base al producto final de la investi-
es lo diferente entre los nodos?, ¿por qué gación, y aquellas que proponían utilidades
creen que crece la red?, ¿qué aporta el vinculadas al propio proceso de la investiga-
trabajo en red?, ¿qué cambiarían?, ¿cómo ción. En el primer caso se hacía referencia al
se podría mejorar su funcionamiento?, y posible alcance de la investigación una vez
¿cómo imaginan el futuro de las ODS? finalizada y publicada, y al impacto que po-
• Trayectorias de formación, laboral y de dría tener su difusión fuera de la propia red
militancia de cada entrevistado/entrevis- de ODS. Se hablaba aquí de una especie de
tada; además, una pregunta abierta sobre memoria de la trayectoria de estas comuni-
cómo piensa cada uno/una su militancia, dades activistas, y de la importancia de dejar
qué significa la militancia en su vida. constancia y visibilizar las prácticas llevadas
a cabo. Se insistía en esta idea ya que, por un
A estos cuatro bloques, cuyo contenido lado, iba a posibilitar que otra gente hiciera
se fue redefiniendo en cada encuentro, se su- suyas las propuestas de la red y las replicaran
maban dos preguntas que cerraban todas las —con los ajustes necesarios— en sus propios
entrevistas. La primera, que resultó muy útil territorios; pero también, a la vez, porque
para introducir nuevos elementos de discu- suponía poner en valor el trabajo realizado a
sión era: “¿hay algo de lo que no hayas habla- lo largo de los años. Estas ideas estaban ade-
do y que para ti sea importante en relación más atravesadas por una preocupación com-

66
Arribas, A.,“Antropología colaborativa y movimientos sociales…”. Ankulegi 19, 2015, 59-73

partida, que Xavi, de la ODS de Terrassa, que analizarse y ver dudas, preguntas o ideas
expresaba de esta manera: comunes y no comunes. En tercer lugar, me
propusieron que pusiera los archivos de los
“Uno de los problemas graves, gravísimos, no materiales en bruto a disposición de la red,
sólo de las ODS sino de todo el movimiento para que en cada nodo pudieran usarse de
así que estamos haciendo cosas, es que tene- la manera que consideraran conveniente. Y
mos una dificultad para escribir salvaje. Yo en último lugar, se explicitó la demanda de
creo que hacemos cosas súper interesantes,
abrir un proceso de discusión colectiva a par-
muy potentes, pero que, luego, o se las ex-
plicas a la gente de viva voz, o no hay ni dios tir de las entrevistas, algún espacio de en-
que se haya dignado en, ya no en escribir teo- cuentro que sirviera a la red para seguir pen-
ría, sino en escribir lo que estamos haciendo, sándose a sí misma2 y que ayudara a superar
¿no?, y cómo eso ha evolucionado, y qué te ese déficit que mencioné antes.
has ido planteando, y qué reflexiones ha habi- ¿Qué hice con estas propuestas?, ¿cómo
do en torno a crear eso o no crearlo” (entrevis- continuamos trabajando a partir de aquí?
ta realizada el 23 de octubre de 2010).

En cuanto a las utilidades derivadas de la La segunda fase de trabajo de campo:


investigación como proceso, las respuestas el momento colaborativo, febrero
podían agruparse en cuatro ejes. En primer 2011-mayo 2012
lugar, en muchos casos se subrayó el valor
inmediato de la entrevista como situación La investigación continuó a partir de las
de comunicación: un momento de reflexión dos últimas propuestas que habían plantea-
pausada y de toma de perspectiva frente a do los y las integrantes de la red. A finales
las urgencias cotidianas de la militancia. En de enero de 2011 envié a cada persona a la
segundo lugar, se planteó la opción de de- que entrevisté un correo electrónico con la
volver y circular dentro de la red algún tipo transcripción de la misma, para que cada
de informe que yo pudiera elaborar a partir cual decidiera qué hacer con ese material, y
de las entrevistas; esta propuesta —que era me consta que en algunos nodos las utiliza-
el modelo que me parecía menos interesan- ron para dinamizar sus propias reuniones y
te— se planteaba desde una variedad muy discusiones internas, del mismo modo que
amplia de objetivos, aunque prácticamente sé que —en al menos un caso— algunas de
todos coincidían en subrayar un déficit de estas entrevistas se emplearon como material
espacios y momentos de reflexión comparti- de trabajo dentro de otra tesis doctoral. Por
da entre los diferentes nodos. Así, se afirma- otro lado, en ese mismo correo lanzaba la si-
ba que dicho informe podía ayudar a saber guiente propuesta:
mejor qué están pensando y haciendo en los
otros puntos de la red; podía facilitar futu-
ros debates y acuerdos colectivos; iba a servir 2
Si pudiera hacer de nuevo la investigación, abriría
para sistematizar muchos de los saberes que desde el comienzo algún tipo de plataforma online que
facilitara que las discusiones pudieran ir construyén-
se iban generando en la práctica cotidiana dose entre muchas voces con mayor agilidad. Esta op-
y que ahora estaban dispersos; y podía fun- ción habría incrementado el carácter colaborativo del
cionar como un espejo para la red, desde el proyecto, sobre todo en relación a la escritura.

67
Arribas, A.,“Antropología colaborativa y movimientos sociales…”. Ankulegi 19, 2015, 59-73

“En las entrevistas os preguntaba cómo pen- nodos. Ahí decidieron realizar el siguiente
sabais que esta investigación os podía ser útil, encuentro de la red a finales de octubre de
y la respuesta que más se repetía es que faltan ese mismo año, tomando como eje principal
espacios de reflexión colectiva sobre algunos del mismo la reflexión en torno a la propia
temas a nivel de la red, y tal vez poner en
común lo que ha dicho la gente en los dife- red de ODS, ya que en ese periodo había una
rentes nodos permitiría avanzar en ese sen- sensación compartida de cierto bloqueo en
tido. Retomando esta idea, os propongo que los dispositivos que exigía volver a pensar las
armemos una especie de encuentros o talleres prácticas en un contexto que empeoraba con
de discusión en cada nodo a partir de algunos gran rapidez debido al impacto de la crisis.
de los ejes que aparecen en las entrevistas: las Se planteó además utilizar mi propuesta de
nociones que son comunes y las que no lo son, los talleres para llegar a esa cita habiendo
las líneas de tensión, las diversas concepcio- realizado en cada ciudad un trabajo previo
nes de lo que es una ODS, las ideas sobre cuál
debería ser la función de la red o las imágenes
de debate y análisis colectivo, y ese fue el
de futuro. Para mí esto es también un expe- modo en el que mi investigación finalmente
rimento, así que os pido que lo toméis como se integraba en la dinámica interna de la red,
una primera propuesta a la que ir dando for- al introducir los materiales de las entrevistas
ma entre todos y todas”. en los procesos de reflexión que se estaban
llevando a cabo. Se activaba así la conexión
También me comprometía a enviarles a —el ensamblaje— entre mi proyecto y sus
lo largo de la primavera de 2011 un mapa intereses y necesidades, y se abría la posibi-
breve que mostrara los ejes que conforma- lidad de acercarse al “giro colaborativo” que
ban las respuestas dadas en las diferentes en- había venido buscando.
trevistas, algo muy descriptivo que sirviera A partir de ese momento dio comienzo
como documento base desde el que pensar la segunda fase de trabajo de campo, articu-
estos talleres si finalmente decidían ponerlos lada en torno a una serie de talleres donde
en marcha. Añadía que, una vez que definié- los materiales producidos en las entrevistas
ramos cómo trabajar, yo podría desplazarme fueron discutidos, analizados e interpreta-
a los diferentes nodos, y que podía ser intere- dos junto y con los y las integrantes de las
sante juntar en ese proceso a gente de nodos ODS. Esta propuesta ofrecía a cada nodo la
diferentes allí donde eso fuera posible por opción de incluir en sus discusiones las visio-
cercanía geográfica. Pero lo más importan- nes, inquietudes y preguntas que el resto de
te, la idea clave que quería plantear, era que nodos habían planteado sobre esas mismas
cada nodo que quisiera participar decidiría cuestiones. Simultáneamente, me ofrecía a
autónomamente tanto los contenidos como mí la posibilidad de multiplicar la riqueza y
la metodología de los talleres, de tal manera la complejidad en torno a mis preguntas de
que —ahora sí— la utilidad de los mismos investigación, ya que en los talleres la discu-
quedara asegurada. sión se abría a un número mucho mayor de
Pocas semanas más tarde, a mediados de activistas: ya no serían únicamente quienes
febrero de 2011, tuvo lugar en Madrid una quisieron o pudieron participar en las entre-
pequeña asamblea de la red de ODS, apro- vistas, sino —potencialmente— cada ODS
vechando unas jornadas a las que habían al completo, con la diversificación de voces
asistido integrantes de la mayoría de los y perspectivas que eso implicaba. Y, sobre

68
Arribas, A.,“Antropología colaborativa y movimientos sociales…”. Ankulegi 19, 2015, 59-73

todo, me daba también la posibilidad de sesiones que se celebrarían el 11 de junio y


sentir que esta investigación (tomada como el 9 de julio siguientes. Empecé a trabajar
proceso, en su desplegarse) podía servir para en la preparación de los materiales que ha-
algo más que para mi propia trayectoria aca- bían seleccionado para el primer taller, a la
démica, y que realmente era posible investi- vez que continuaba los contactos con el resto
gar y pensar “junto y con” los movimientos de nodos, pero menos de una semana después
sociales, y no solo “sobre” ellos. Al mes si- de esa conversación telefónica irrumpiría el
guiente envié un nuevo correo a la lista de las acontecimiento-movimiento 15M, desbor-
ODS en el que presentaba los ejes de las en- dando la situación y desorganizando cual-
trevistas, que era el material que serviría de quier plan previo.
punto de partida para la discusión. La idea A finales de mayo hubo un intercambio de
era que cada nodo dijera qué ejes querían tra- correos entre las personas encargadas de coor-
bajar (y con qué entrevistas: las de una ciu- dinar los encuentros en Madrid, planteando
dad determinada, todas o una selección), y que lo que estaba ocurriendo en las calles y
yo me encargaría de armar para cada caso un plazas hacía que “nadie tuviera mucho en la
documento que incluyera los fragmentos en cabeza” el taller que se había propuesto, y que
los que se hablara sobre los temas decididos. aunque podía ser interesante mantener las fe-
Hasta aquí la secuencia fue la misma para chas era fundamental incluir la reflexión sobre
todos los puntos de la red, y es a partir de lo que estaba pasando y sobre cómo se cruzaba
este momento cuando cada caso se haría sin- (o no) con lo que se venía haciendo desde los
gular. En función de lo que demandaran des- diferentes nodos. Añadían que las entrevistas
de los nodos, cada taller podía ser diferente seguían siendo útiles, pero que había que in-
del resto, y ese era exactamente el objetivo: corporar también otros materiales sobre Sol,
que se ajustaran lo más posible a las necesi- y que eso sería “lo que habría que poner en el
dades de los y las activistas. Esta pérdida de centro, sobre todo cuando Sol rompe esa cier-
control sobre el proceso no solo no me pare- ta parálisis que veníamos constatando en las
cía problemática, sino que la entendía como prácticas”. Marta, una de las coordinadoras,
la condición de posibilidad del giro colabo- nos preguntaba qué nos parecía esa posibili-
rativo que antes señalaba: caminando juntos dad, y en mi caso concreto, si tenía disponi-
y juntas yo me ponía, por así decirlo, a su bilidad para este giro o si desbarataba mucho
disposición; y como subrayé antes, cuanto mis planes de trabajo. Todos y todas respon-
más “suyos” fueran los talleres, cuanto más dimos expresando nuestro acuerdo con lo que
se apropiaran de esta fase del proyecto, mejor había planteado Marta; por mi parte señalaba
también para mí, ya que eso aportaría una además que este cambio inesperado me pare-
mayor riqueza en el análisis compartido. cía una gran oportunidad: una investigación
Comencé a finales de marzo a conversar sobre las formas emergentes de acción co-
con las distintas ciudades buscando las fe- lectiva que estaba siendo desbordada por las
chas concretas para cada encuentro, y el pri- formas emergentes de acción colectiva. ¿Qué
mero que conseguimos cerrar —en conversa- más podía pedir?
ción telefónica el 9 de mayo de 2011— fue Decidimos mantener el taller del 11 de
el de Madrid, donde se decidió que se iba a junio, dividiendo el encuentro en dos mo-
juntar a todos los nodos de la capital en dos mentos diferenciados. Comenzamos traba-

69
Arribas, A.,“Antropología colaborativa y movimientos sociales…”. Ankulegi 19, 2015, 59-73

jando sobre las entrevistas, aunque el obje- compartidas. Al operar desde estas lógicas
tivo ya no era utilizar esos materiales para y prácticas colaborativas, el conocimiento
pensar el impasse de los dispositivos de la red, producido puede resultar simultáneamente
sino centrar el análisis en las conexiones en- significativo tanto para los sujetos con quie-
tre la red y el acontecimiento-movimiento nes trabajamos como para la academia. Por
15M: dónde se cruzaban y dónde no, qué se supuesto también para otros públicos, que
reforzaba o se desestabilizaba en relación a pueden emplear nuestros proyectos de múl-
los deseos e hipótesis iniciales, a las formas tiples maneras diferentes, y en ese sentido los
de hacer y las lógicas de experimentación, a efectos o impactos de los trabajos que rea-
las prácticas y a los nudos de discusión más lizamos son difíciles de predecir (catalizar
destacados. En la segunda parte se trataba de debates y discusiones, aportar herramientas,
buscar cuáles de los elementos que se habían construir una memoria de las luchas, etc.).
resaltado en ese primer momento podían ser Pero lo que es importante subrayar es que
útiles como punto de partida para la discu- situar la relevancia como un horizonte cen-
sión en el siguiente taller, que iba a estar tral en nuestros proyectos, intentar que sean
centrado en reflexionar sobre cómo resituar- útiles para la gente con la que estamos tra-
reinventar el trabajo de los nodos en la situa- bajando, y hacer una etnografía de calidad
ción abierta por el 15M. que pueda aportar respuestas y, sobre todo,
Finalmente llevamos a cabo dos talleres preguntas inteligentes, no son tareas incom-
en Madrid, con la participación conjunta patibles.
de todos los nodos de esa ciudad, en junio y Para los sujetos de la investigación, es-
octubre de 2011; dos talleres en Sevilla, en tos proyectos resultarán útiles en la medida
octubre de 2011 y enero de 2012; un taller en que engarcen con sus propias preguntas,
compartido entre los nodos de Zaragoza y necesidades y procesos reflexivos. Es en ese
Pamplona, en julio de 2011; y un encuentro sentido, en cada situación concreta variará lo
en Terrassa en febrero de 2012. No puedo que pueda entenderse como “relevancia”. En
entrar a narrar en detalle lo que sucedió en el último de los encuentros de esta segunda
los diferentes talleres; cada uno de ellos fue fase de trabajo de campo, que tuvo lugar en
diferente, del mismo modo que fue diferente Terrassa, una de las integrantes de la ODS,
mi papel en los mismos, con grados variables Laia, comentó que le parecía fantástico que
de participación en la coordinación, en la di- alguien estuviera recogiendo y escribiendo la
namización y en las discusiones. experiencia de estas redes; y otra de las acti-
Lo que sí quisiera destacar es lo que estos vistas, Alcira, replicó que “de Alberto no nos
diferentes encuentros tuvieron en común. La importa tanto lo que escriba, sino que haya
propuesta de los talleres posibilitó un giro sido la excusa para organizar y reflexionar lo
colaborativo en el que los sujetos hicieron que ha ido saliendo”3. Es ahí donde se habría
parcialmente suya esta investigación, y ese
gesto abrió un escenario donde el campo se 3
Se entendía que yo estaba haciendo mi tesis y que,
convertía en un espacio/tiempo de co-aná-
por ello, extender la colaboración a la escritura no era
lisis, co-teorización y co-conceptualización una opción. La inadecuación de la autoría individual
entre “compañeros epistémicos” que pen- en relación a este tipo de proyectos sería una cuestión
saban juntos y juntas en torno a preguntas a debatir en la academia.

70
Arribas, A.,“Antropología colaborativa y movimientos sociales…”. Ankulegi 19, 2015, 59-73

producido el ensamblaje virtuoso que plan- escuchando, acompañando y aprendiendo,


tea el título del artículo. No obstante, como en esa reflexividad creativa y compartida que
ya mencioné, a pesar de las expectativas que nos va a permitir producir un conocimiento
podamos tener en nuestro deseo honesto por novedoso e imaginar nuevas preguntas desde
imaginar y ensayar otras formas de hacer las que seguir caminando.
investigación, más recíprocas y dialogadas, En segundo lugar, en el interior de la aca-
menos extractivas, es fundamental sostener demia la colaboración también es importan-
una postura humilde: la mayoría de las ve- te porque forma parte del cuestionamiento
ces lo que pueden aportar nuestros proyectos y la problematización en torno a los modos
no es mucho y, en última instancia, sea lo de producción y validación del conocimiento
que sea lo que aportemos, siempre será más en las ciencias sociales en general, y en la an-
lo que recibamos de las personas con quienes tropología en particular, e invita a repensar
trabajamos. Y hay que aprender a situarse en qué tipo de ciencia estamos haciendo y qué
esa tensión sin clausurarla, dejando que nos tipo de ciencia queremos hacer. En ese senti-
empuje más allá de nuestros propios límites do, puede ser útil terminar recordando que,
como investigadores e investigadoras. hace ya más de dos décadas, Arturo Escobar
Para la academia, por su parte, estas lógi- (1992: 419) lamentaba en uno de sus textos
cas colaborativas son útiles en un doble sen- “la invisibilidad de los movimientos sociales
tido. Por un lado, pensar junto y con las per- en la antropología”, afirmando que la inves-
sonas que están dando cuerpo a estas prácti- tigación de algo tan heterogéneo y complejo
cas emergentes de la acción colectiva —inte- como la acción colectiva era un desafío que
grando sus propias preocupaciones y percep- podía ayudar a profundizar la autocrítica de
ciones en el diseño y desarrollo de la investi- la disciplina, teniendo implicaciones im-
gación— es la mejor manera de alcanzar una portantes para el trabajo de campo y para la
comprensión más rica, compleja y afinada de dimensión política de la escritura etnográfi-
estos nuevos protagonismos sociales. En mo- ca, es decir, para quién escribimos y cómo;
vimientos y “comunidades epistémicas expe- y planteando retos epistemológicos y meto-
rimentales” como las que protagonizaban mi dológicos que podían ser muy fructíferos en
proyecto, donde la reflexión conjunta sobre términos de cruces innovadores entre teoría
la propia práctica resulta central para cons- y práctica, conocimiento y acción Es aquí, de
truir sentido y reorientar la acción, el tipo de nuevo, donde toma sentido la idea del en-
talleres de discusión y análisis colectivo que samblaje virtuoso entre antropología y mo-
conformaron la segunda fase de trabajo de vimientos sociales que atravesó y organizó
campo son un contexto —un laboratorio— mi proyecto. En este marco, la colaboración
del máximo interés. Es ahí (no solo, pero sí emerge como una propuesta-herramienta
de manera destacada) donde estas redes reac- privilegiada desde la que ensayar otras for-
tivan los procesos de experimentación en mas de investigar y producir conocimiento,
torno a las formas de hacer política. Y por otras formas de hacer antropología, otras for-
lo tanto es ahí donde tenemos que situarnos mas de estar en el mundo.

71
Arribas, A.,“Antropología colaborativa y movimientos sociales…”. Ankulegi 19, 2015, 59-73

Bibliografía

COMAROFF, John (2010) “The End of Anthropology, Again: On the Future of an In/Discipline”,
American Anthropologist, 112 (4): 524-538.
CRESC Encounters Collaborative (2013) “(Un)doing collaboration: reflections on the practices of col-
laborative research”, Working Paper Series, 127.
ESCOBAR, Arturo (1992) “Culture, Practice and Politics: Anthropology and the study of social
movements”, Critique of Anthropology, 12: 395-432.
HALE, Charles R. (2008) “Introduction”, en Ch. R. HALE (ed.) Engaging contradictions: theory, politics, and
methods of activist scholarship, Berkeley, University of California Press, 1-28.
HOLMES, Douglas R. y MARCUS George E. (2008) “Collaboration Today and the Re-Imagination of
the Classic Scene of Fieldwork Encounter”, Collaborative Anthropologies, 1: 81-101.
JURIS, Jeffrey (2007) “Practicing Militant Ethnography with the Movement for Global Resistance in
Barcelona”, en S. SHUKAITIS y D. GRAEBER (eds.) Constituent Imagination: Militant Investi-
gations, Collective Theorization, Oakland, AK Press, 164-176.
LASSITER, Luke Eric (2005) The Chicago Guide to Collaborative Ethnography, Chicago, The University
of Chicago Press, 132.
LATOUR, Bruno (2005) Reassembling the Social. An Introduction to Actor-Network-Theory, Oxford,
Oxford University Press.
RAPPAPORT, Joanne (2008) “Beyond Participant Observation: Collaborative Ethnography as Theo-
retical Innovation”, Collaborative Anthropologies, 1: 1-31.
VILLASANTE, Tomás R. (2006) Desbordes creativos. Estilos y estrategias para la transformación social,
Madrid, Los Libros de la Catarata.

72
Arribas, A.,“Antropología colaborativa y movimientos sociales…”. Ankulegi 19, 2015, 59-73

Hitz gakoak: lankidetza antropologia, erreflexibitate dialogikoa, mugimendu sozialak, kide


epistemikoak, Eskubide Sozialen Bulegoak.
Laburpena: Artikulu honetan, antropologiaren eta aktibismoaren arteko harremanen ingu-
ruan hausnartu dut, 2008tik 2012ra mugimendu sozialen zenbait sarerekin izandako lekuan
lekuko lanaren esperientzian oinarriturik. Ikerketan, lankidetza praktiken ezaugarriak eta onu-
rak aipatu ditut, azpimarratuz nola galdera berdinen inguruan sortutako proiektuek ahalbide-
ratzen duten antropologia bat zeinak mugimendu sozialekin batera: 1) ekintza kolektiboari
buruz dugun ulerkera aberastu eta konplexuago egingo duen; 2) gurekin batera lan egiten
dutenei baliagarri egiten zaien, haien interes eta beharrekin bat egiterakoan; eta 3) diziplinan
zentralak diren eztabaidekin lotzen den, afera epistemologikoak eta metodologikoak geure
lanen erdigunean kokatzen baitira: zertarako, zeinentzako eta nola ikertzen dugu.

Keywords: collaborative ethnography, dialogic reflexivity, social movements, epistemic


partners, Offices for Social Rights.
Abstract: This article is a reflection on the relationship between anthropology and activism
and draws from my own ethnographic fieldwork with social movement networks (2008-
2012). First I will present the distinctive features of collaborative research, and then I will
detail the methodological decisions taken during my project. My aim is to underline how
collaboration allows us to produce an anthropology ‘with and for’ social movements which:
1) will enrich our understanding of contemporary collective action; 2) will be relevant for our
research subjects by connecting with their own interests, needs and concerns; and, 3) will
engage some of the most salient debates in anthropology, locating epistemic and methodo-
logical questions at the centre of our projects.

73

You might also like