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Teorías

de la
ficción literaria
L. Doleiel, B. Harshaw, W. [ser,
F. Martínez Bon ati,J. M . Pozuelo,
M.-L. Ryan, S.J. Schmidt

COMPILACI Ó DE T EXTOS, INTRO DUCCIÓN Y BIBLIOGRAFÍA


Antonio Garrido Domíngucz
Í?\'DICE GENERAL

Gracias rt los embtHIP.I de la firrión la vida 1


allmmln, 1111 hombre 1:'.\ murhm, lwmhre~. t'l roúm~ INTRODlJCCIÓ:\
de es valimte. el ~Pdentario nómada y prostituta In .\\.T0'\10 G .-\RRmo 00\ll"<·l FZ: 7i•orírll dP la firrión litPran·a:
11irgen. Crncias a la firrión descubrimos¡,, r¡ur' /o.1 fmi!Jdi¡!;ma., ................................................... j1ág. 11
wmos, lo que :,omo~ y lo qu1' 110.1 [!:llslmin sn /_as
J/il'lllira.l dr la firáón t?nriquecm 11111'.\lrm T'idtn, 11
añndiéndo/r.slo que nunm lendrán.Jmn. rlesjnds. fl':\Dr\:O.lE:\TOS .-\NTRO POLÓG!COS DE U\ F I C:CIÓ~
roto su hnhi::.o, las de1'uPIPen a su orfandad. hru- \-\'o! F<. \:\<. hl· R: 1.11 Jirrionnli:flrión: di mmsirí11 a lllrojJnlógtm dP
tnlmenll' ronsrint lt~s dt' lo i~tfianqumM' que e.1 la rft\- lw. ficcwne~ litcmn'a; .... ...................................................... 43
lan!'ia en/re la realidad)' r>/ ~W'Jio. A r¡uim no v ll l
resigna y. jJP.\1' a lodo, quiere lanzarse al preripu·io. LOS ~ l l ' :\DOS FI CCIO:'\ALES DEL-\ LI TER.\TLIRA
la Jicf'ión lo espera, ron 1111 mano.\ rrngada.1 t/1' t'I/H'- J.l f'.(J~IIR 001 FhL: .\lÍ/111'\ÍI y 1//lllldO\ /JINhfe; ......................... 69
ji.,nws Prigido.\ m11 la lt'IJrulum rlr Jl!U'S/ru varío:
I.L Hu~IIR Douli·L: !'erdad v autmticidad l'll la nw·rati¡1a ....... ~)5
Pasa. n1/ra, ven n jugar a h11 1111'11/iral. ··
Bt ".1 \W'\ 11 \R~II \\\': Firrwnol11lad y mm pos r!P 11'/t'rl'llria ........ 12:)
~l.\' \R(, \'-, LL ()'-, \. F1 1 1X i\1 \RII\.~L B0\.\11: U arto dt' t•~rri!JirfirrioiiP\ ................ 159
Katltie r d ltijJajJólamo fii0\1 \S P.>.\11: l .asfrolllna., dt• la jirrirín ............................... 171
i\ 1. \RI~.-L\l' IU RY.\1\: ,\Jundo.\ po~ible; _)' relatiuue~ dP lt(l'l'5i!Jili-
dad: una tij}()/n¡..ría ;!'lllálltira dP la fircirín ......................... .. IHI
Sn·t.HUI:D .J. Se H~lllH: La authtltm rm/idad ,., lflll' la 1Nt!idad rxil-
tr• . .\ lude/o mlllflllrlivisla dt• la rm/idr/f/. la firrÜÍII )'la li/1'1((-
lttrfl ~()7

1\'
FICCIÓ:\ Y GÉ~EROS LlTER.\RlOS: L\ L ÍRICA
JmE. ~l.\RJ \ Pw. v~~LO: Lirica )' jicció11 ..................................... 2•11

\'
13 1BI .IOGRAFÍ.\
SI·IH uól\ Bmuo(,R.-\.FIC.-\ ...................................................... 27 1
I
INTRODUCCION
TEORÍAS DE LA FICCIÓN LITERARIA:
LOS PARADIGMAS
ANTONIO GARRJUO DOMÍ.\IGUEZ
Ut~ivnsulad (:Omplutnl'ir

l. Duran te los últimos decenios se ha asistido a un vigo-


roso resurgimiento de u n a de las cues úones más inquie-
tan tes y seductoras para el pensamiento científico en gene-
ral , la reflexión filosófica y, más específicamente, la teo ría
literaria. Se u·ata de la vi<:~ja y revitalizada noción de ficc ión ,
cuyo inter(·s teórico corre parejo a la creciente importancia
de la ficción (en us variadas manifestaciones) en e l mundo
actual. En realidad, la irrefrenable tendencia humana a ela-
borar o dar forma a los productos d e la imaginación -ta les
son las acepciones que se e conden tra<; la etimología del tér-
m ino «ficción » (C. Segre:1985: 247; K. 1lamburger·,
1957:47)- viene a abonar su fuerte enraizam iento antro-
pológico (véase al respecto el artículo de W. lser incluido en
este selecció n ).
Tradicionalmen 1e e l estudio de la ficción ha corrido a
cargo d e los protagonistas de la re nexión rilosófica y, tras
ellos, de los estud iosos del fenómeno literario. En este se n-
tido me rece destacarse la trascendenta l aportación de
Aristóteles, cuya figura no ha hecho má~ que agrandarse
con e l paso d el tiempo no sólo a causa de u rigor exposi-
tivo sino también de la «modernidad » de sus planteamien-
tos. El Estagirita no sólo aparece como patrocinador de una
larga tradición que trata de explicar la esencia d e la {jcción
a partir del concepto de mímesis -esto es, en términos de
u mayor o menor ajuste a la realidad de la que la literatu-
ra crea duplicados- sino que avala incluso las posturas má

* Nota riel compilarlor (NC): en las citas el mio correspo nde al ele la publi-
cación y la(s) jJágina(J) a la u-aducción española. si existe (para comprobarlo
habrá de comuharsc la selección bibliogr.úica que figura al final clel libro) .

• • •
12 .\ '\" 1 O'\ rO<, \RRIIH l ))0\lr'\l.l F/ HORr \'>m: I.A Hl liÓ:-. Ull RARIA: 1.0'> 1'\~\llf(,\1 \." 13

rupturi'>ta-. de los úlLimo-; decenios: \a-; de In" deft>n..,orcs xión COJ~j unta como puede apreciarse en publicaciones perió-
de la po..,ibilidad de una literatm.t anumimi·llca (\l-an"e· dicas dedicadas íntegramente a analizar la noción de ficción
por <jentplo. los dm u ab<~os de L. Dolciel incluido" en -Pa' e l-Woods: 1979; Ihwe-Rieser: 1979- ven las reuniones
e~la antología). celebradas con este propó~ito (Allén: 1989). En d campo de
ln efecto, t>n el famoso parangón cntn· /HH'\Ífl 111/ttu;tim e la tcor ía lile raria merece destacarse la contribución d e K.
hi.\loria (Po<.'· ti ca, 1451 b ) queda clara la concept ión del qut>- Hamburger, P. Ricoeur, L. Dol <:Zcl, Th. Pavcl , F. \1arline1
hacer <U tÍ'>tin> como repre~entación \l'fO\Ímil de la realidad r.
Bonati, S. .J. Sch111idt, ~1.-L. Ryan, etc. e ntre nosotros, los
(en concreto, de las accione'> que comtiurven el objeto ll' prc- reci(• nte'> trabajQs....dc conjunto de T. Albalad<"jo. D. Villanue\·a
o;cn tado) . .Sin cm bargo, l.t coletilla de que lo i mj)l)sibl~· vm1símd y J.M" Po;uclo. En e l á mbito filosófico el debate se centra
t'S Jmfrrib/P a lo jJo.~ibll' jJPro no couvmrnzlf (Poitira. 11()0a) ha sobre el tipo d e énfoqu e más adecuado para dar cuent.a de
sido esgrimida en los últimos tiempos para dcft·nde1. romo la realidad d e la ficción -ontológico, semántico o pragmáti-
'e verá. un acercamiento no neccsariament<· mimi·tico a la lite- co-, la noción de «mundo posible», el valor de verdad e n el
ratura (enfoque ratificado por la propia creaciénJ literaria universo d e la lileratura, la cuestión de la referen cia, las rela-
desde texto., como los de Kafka, Cortázar, Rullo ... ). ciones enu·e mundo ficcional y mundo ac tual , ele.
La ref1e:-.ión romántica representa otro de los hitm unpor-
tantes en esa aproximación a la naturale;a de la ficuón a 2. El mfoquf rmtológiro h a centrado su reflexión obre la
u-a,és de su insistencia en el decish·o papel de las facultade'i nawralc;a de los entes ele ficción -penom~cs u ol~jctos-'
irracionall's cid 'ier humano -muy especialmente. la imagi- 'us tipos, entre otras consideraciones. T. Parsons, Critenden,
nación- en la creación anísLica. El rico discurrir de pensa- 1L\1. Castañeda ligur-an, en trc otros, como ' esponsables de
dores como Kant, llegel, Schelling, los Schlcg<'l . etc. jmtifi- propuestas no !.icmpre converge ntes, pero de gran atracti-
<:a -,obraclamcntc el \ueko experimentado pm la creación vo para la., di!->CU'>iones prot.agoni;adas por los e-;tudiosos
a rtísúca a partrr del Romanúcismo } d mten·., dt· lo-. estu- de la licción literaria (en sentido estricto) . N1ora bien, el di~
dioso<, tanto pm el papd ck la subjl·ti,idad en la ac.ti\idad cu n ir sobre lo !'~ entes ficcionales es imc para hlc del que
poético-lic.cional como por el intenso arraigo antmpológico atarlt' a la naturaleza d e l h ábitat qu e los acoge (y, en d e li-
de su-; rn an ifc'>taciones sirnbóli co-ima¡.{inarias. Con todo, nitiva,justilica su propia realidad). Para desig narlo se han
has ta e l sig lo XX no se produce un acercamiento integral y propuesto diversas denominaciones, aunque la que parece
verdaderamente inlerdis<:iplinar al ptublema de la licc.:ión. haber alca r11.ado mayor éxilo es la de mundo jJosibll•.
Ent.re los pmtagoni~Las de la reflexión ha~ que mencionar c11 La noción d e mundo posible -definido por Planlinga
primer tl'J mino a ilustres repn.'scnt,ullcs de la Filosofía ( 1974: J.1 ) como «a lgo que no es actual pero existe••- es
Analítita como Frege, Qume, Meinung, Straw~on , Parson,, recuperada en e l marco d e la lógica modal por S. Kripke
Criteudeu, Russdl, \\'oods ... \, de manua cspcual, a aque- en 1959. Atribuida en solitario a Leibni7, para la noción de
llos estudimos CU\O'> plameamientos !.e imcribcn t·n ('( ámbi- mundo posible pueden e ncontrarse antecedentes tan leja-
to de la Ieoría de los \no., del Iahla: ,\ustin \ Scar k. füu- nos como lo<. de Aristóteles (al refetirse a los conce ptos de
damcntalnwnte. A ellos corresponde el mérito de habe1 posibilidad y necesidad), aunque serán los cultivadores de
dado el prime• emptüón a una reflexión que posterior mente la lógica modal los que contribuirán dcci!.ivamente a su
han hecho !->U) a - bien es cierto que de-;de supuestos total o dc!-tarrollo (U.Volli,l 978: 127ss). Rccicn tcnH'Il lC L Dold.cl
parcialmcnt<· diferentes- los teóricos de la literatura. (1990: 5~ss) ha destacado la importancia de la contribu-
Es import.ullc n ·scriar que lo~ filó!-.ofos > estudiosos de la ción d e varios autores s uizo~ del sig lo \:\ tll. Entre ellos cabe
literatura no sólo han mantenido un fluido intercambio de serialar el establecimie nto de una relación explíc ita enu·e la
idea~ :-.ino que han p1 otagonizado oca.sionalmcntc tillar e lle- noción de mundo posible y la creación literaria por parte d e
14 Al'\TONIO GAR.RJOO OOMINCCEi'.
II!.ORÍAS DE LA FICCIÓN UTERAR.LA: LOS PARADIGMA.'> 15

Breitinger. egún el autor, el mundo reaJ e encueno-a rodea- te justificar adecuadamente la presencia de contradicciones
do de infinito mundos posibles que son frulO de la activi- en e l ámbito ficcionaJ y, e n segu ndo lugar, que los mundos
dad poético-imag inativa. No obstante su h eterogeneidad ficcionales no son mutuame nte reduc tibles (Th. Pave l,
lógica y o nto lógica, la coexistencia entre ambos tipos de 1986:66-68, 173). Estas razones, e ntre o tras, han llevado a los
mundo e posible sie mpre que los e lementos de la realidad teóricos de la ficción literaria a matizar -cuando no a pro-
fáctica incorporados se plieguen a las exigencias de los mun- poner alternativas- la noció n de mundo posible aun consi-
dos imag inario . d erándola ple namente válida para dar cue nta de los mundos
Respecto de los seres que pueblan los mundos posibles creados por la li teratura. Entre ellos cabe citar a Th. Pavel,
la propuesta más sobresaliente es la de Meinong (a quien L. Do lei.el, B. H.arshaw, P. Ricoeur o U. Eco. Para este autor
siguen Pa rso ns, Critenden, Castañeda, etc.). Su distinción la noción de mundo posible resul ta aceptable siempre que
entre ser y existente vend rá a autenlifi car e l carác ter cu asi- se la d esvincule de todo contexto lógico-ontológico. Tanto
actual de las enlidades ficcionales (opinión no com parti- e n é l como en Dolezel es palpable e l impacto de las críticas
da, e ntre otros, por B. Russell y G. Frege) . Un personaje formuladas por U. Volli contra el uso de la noción de mundo
co mo don Quijote o .un lugar como Macondo no lienen posible fuera del ámbito de la lógi c~como algo impropio
COnSiSten cia en el mundo actual , p erO goLal1 de Un CStalU- por su ambigüedad e indeterminación. Se trata, según. el
tO ontológico particu la r: son seres 'pleno iure'e n el uni- autor, de un «Concepto vacío» incluso en e l campo de la hte-
verso ficcional que los acoge. La diversa procedencia de ratllla, una metáfora en suma (Volli,l978: 127ss,l39ss).Tanto
dichos seres permite a Parsons (1980:22-26, 179-180) pro- T h . Pave l (1975,1986) como L. Dolei.el (1980, 1988) -y sus
pone r una tipología que los cataloga como autóctonos (crea- tesis son compartidas en gran medida por Eco- se declaran
dos por e l aulO r ), inmigrantes (provienen del exterior: abiertamente partidarios de una semántira rsfJecificarn.entr lite-
mundo real, o tros textos, etc.) y sustitutos (alu den a una raria en cuyo seno se dilucidaría la cuestión de la fi cciona-
e ntidad real cuyas propiedades han sido modificadas). Pam lidad y otras como la que se refiere al vaJor ele verdad d e los
Parsons (1982:316ss) los objetos ficcionaJes constituye n una asertos que aparecen en un texto, etc. Precisamente la noció n
subcategoria ele lo que dentro de la clasificación de Mcinong de mundo posible (o mundo ficcional) faci li taría la des-
se conoce como 'objeto no existente pero concreto', esto es, cripción d e los conte nidos o universos textuales como una
dotado de propiedades espacio-te m poralcs. realidad a ulónoma, no necesariamente vi nc ulada al mundo
actual e incluso contradictoria respecto de sus normas y posi-
2.1. La noción de mundo posible ha encontrado u 11 nota- bilidades de existencia . Dicha semántica habría de compl e-
ble eco e nu·e los teóricos de la ficción Literaria - para C. Segre mentarse con una teoría de los textos lite rarios cuyo com e-
( 1985: 2S3) cada obra literaria instaura un mundo posible-, tido consiste e n dar cuenta de la naturaJeza e ·e n cialme nte
aunque es ometida a un análisis minucioso. En general, se tex tua l de los mundos ficcionales y tendría que especificar
previene contra un trasvase directo del concepto del ámbi- ad e m ás por qué cami nos se lleva a cabo la construcción d e
to de la emántica modal al universo li terario (incluso enu·e tales mundos. Ambos a utores aluden a los mundo posibles
los propios lógicos). Así R. H owell (1979: 137- 140) advierte textuales como mundos alternativos -posibles o imposibles-
sobre los peligros d e traslad ar al campo de la licción li tera- al mundo actual, muy numerosos y e n cien o caso accesibles
ria e l mo d e lo ele mundos posibles: supondría li sa y llana- d esde éste (Pavcl, 1986:69).
mente aceptar que su existencia es independiente y ante- Dolei.el ( 1988) desarrolla toda una teoría de los mundos
rior a l acto de creación y que la tarea del escritor se limita a posible - una sem ántica constructivista- en el marco de un
descri birlos. Pero pueden apun tarse tambié n o u·as razones: modelo de múltiples mundos. Dic ho mode lo supo n e d e
la primera es que el con cepto de mundo posible no perm i- h echo e l rechazo frontal d e las tradicion es mimética y pseu-
16 At\'T0:-110 (;ARRIDO llOMI!>:GU~:7. ITORIA~ ni:. l~\ FIGCIOI\ 1 ITER.\.RL\: LOS PARADI(,~IA~ 17

domimética. FrcnLe a los represelllantes de la semántica identificarse con ningún individuo pertenecieme al mundo
mimética. la nueva versión niega la existencia de un único fáctico. La segunda consideración alude a la homogenei-
mttndo ya que en este caso habría que aceptar que el resto dad onwlógica de los diversos seres que imegran los mun-
de los mundos es inevitablemente una copia suya. En cam- dos posibles 1iccionales, independientemente de su carác-
bio, en cuan LO se acepta la existencia de múltiples mw1dos, ter más o menos realista (tan ficticio es e l Madrid de Galdós
ninguno de ellos ha de verse necesariamente como repre- como Macondo, el Bolívar de El {(fnPral m su labninto como
sen tación de los demás; se trata1·ía de mundos paralelos, sin don Quijote). Por otra parte, no es posible la interacció n
una relación de jerarquía entre sí. De este modo se rompen entre person~jes ficcionales y actuales, porque lo impiden
las ataduras -ciertamente milenarias- que hacen del mundo las fronteras que separan (vaporosa e incuestionablcmcme)
actual el fundamento y el punto de referencia inevitable ele ambos mundos.
cualquier construcción arústica. Los mundos ficcionales se U. Eco insiste, por su parte, en que los mundos posibles
han emancipado -como puede comprobarse fácilmente a literarios han de ve rse más como estructuras rulturales que
través de la narrativa contt·mporánca- de la tutela (harto como 'estados posibles ele cosas'; se trata, por lo demás, de
fastidiosa, a veces) del mundo fáctico o, lo que es más impor- mundos pequeños, amueblados en el curso de la narr-ación
lante, pueden renunciar a ella cuando convenga. e ilimitados en número (Eco, 1990: 233-34).

2.2. Del modelo ele mundos posibles se derivan , según 2.2.1. El segundo postulado d e Dolezel se refiere a la
Doldel, tres postulados básicos de la semántica (iccional. El permeabilidad de fronteras entre el mundo ficcional y el
primero -los mundos jirrionales son rtmjuntos rif' estados posi- actual. aunque del asunto st' ocupan otros autores como
b!Rs de rosas- sigue muy de cerca la p ropuesta de Kaplan Pavcl , M.-L. Ryan, K. Walton, N. Goodman, Routley, etc. Al
( 1974.: 449), que también aceptan Pavel (1986:68-72) y Eco co njunto ele mundos ficcionalcs, que son, según este pos-
( 1990:217-2 18). Dentro de este postulado Doleiel ofrece tulado , ilimitados en númno y [(Oznn rfp la máxima variedad
dos consideraciones de gran trascendencia en las que el puede acrnlerse, de acuerdo con el tercero, desde el mundo
autor se hace eco de la postura defendida por F. Martine7 actual no fisicarru'nte sino a través de c.anales snniótiros. El mundo
Bonati. La primera alude a la naturaleza de los seres- obje- actual penetra en los mundos ficcionales aportando mode-
tos y moradores- que pueblan los mundos posibles de la los para su organización interna (por ejemplo, a través de las
ficción. La t.esis ele Doleiel representa un verdadero giro ex periencias del autor) y, en suma. suministrando materia-
kopcruicano respecto de la tradición mimética: frente a la les (previamenre transformados) para la construcción de
necesaria dependencia del mundo actual defendida por tales mundos. En este sentido puede muy bien afirmarse
ésta, Doldel -y también Marúnez Bonati (1981: 24) aun- que el mundo actual participa muy activamente en la géne-
que su po~t.ura habrá de matizarse posteriormente- sostie- sis de los mundos posibles de la literatura. Pero el acceso se
ne que los Jmrticulares o individuos ficciona!Rs no rrpresentan produce también a través de la lectura e interpretación de los
individuos o univn-sa.lf's artuales; los seres ficticios son posibles textos literarios gracias a la mediación semiótica, esto es, a
no realizados y. por consiguíen te, se diferencian de los entes través de la actualización de los cliJere ntes códigos y signos
rea les. La veOL~ja de interpretar los mundos (y seres) de subyacentes a los textos ficcionales. La mediación semiótica
ficción como mundos posibles redime a la litcrat.ura de la (convenciones histórico-culturales, géneros, e tc.) reviste una
servidumbre respecto del mundo real. importancia trascendental ya que, gracias a ella, no sólo se
Así, la Regenta no sería un tipo en cl.que confluyen las man tiene la situación privilegiada del texto en el ámbito de
propiedades de un sinnúmero de individuos del mundo la ücción -el texto como gran signo o policódigo-, sino que
actual , sino un ser individual que e n modo alguno elche garantiza el establecimiento ele un puente permanente entre
18 H _ORi\S m. I.A ~ILUO'- IJ rERARIA: 1 Ol> Pi\R,\DIG~L\5 19

los lectores rea les y el unive rso d e la fi cc ió n . E n su ma, e l los mundos posibl es d e la ficció n basada en los ele m e ntos
texto litera rio se erige e n el gra n tra mpo lín panl el acce!>o a compartidos o compatibles e n tre el mundo actua l y lo m un-
los mundo posisibles de la fi cció n. B. Harshaw ( 1984: 230ss) d os ficcionales: inde n tid ad d e la:. propied ad es d e lo s o bje-
alude e n este sen tido a los d os procedimie n tos básicos para tos comun es (nove la realista), coinciden cia en c ua nto al
pone r e n contacto e l mundo d e la ficció n o «campo d e refe- in ve n ta ri o d e los o bj etos qu e p ueb lan a mbos mundos
rencia interno, y el mundo objetivo o «campo de r efere ncia (rccuérdense las minuciosas descripcio nes de J.a celosía, de
externo» y. tambié n, para e l trasvase de mate ria l semá nti co A. Ro bbe-Grillc t, o Las Geórgicas, d e C. Simo n ), un ifo rmidad
d e uno a o tro: modelización y npresmlarión. El prime ro hace e ntre las leyes d el mu nd o natu ral/ ac tua l y e l d e la ficción,
refe ren cia al hecho de que los mundos fi cciona lcs se confi- compa tibilidad lógica, a na lítica o lingú ística.
g uran a imagen y se m~janza d el mundo d e la experie ncia. El El tipo y e l grad o ele accesibl1iclad al mundo posible del
segu ndo, e n cambio, insiste e n que tod o mundo ticcio n al texto d esd e el mu nd o aCLual va ría según los d ive rsos gé ne-
represent<t.in excusabl e mente la realidad . ro s li te rarios. Obviam ente la compatibil idad absoluta es la
Pave l ~·1983 y 1986:107ss) sei1ala que las fronteras e ntre p:opia ele géneros co mo la historia, la biografía y'e l perio-
e l mundo ac tual y los mundo fi ccio n ales son imprecisas, dismo en general. Los textos ficc ion ales pued e n re producir
histó rica y cultura lme nte variables v, sobre todo, muy per- co n la máxim a p recisió n la realidad pero, para evitar su
meables; la violación de los límite. opera e n los dw, sentido'). confusió n , han de apartarse de e lla a l m e n os en un rasgo:
De te rminados elementos d el mu ndo actua l -como Jos müos su naturaleL.a ficcional. En una escala de menos a más - y. por
o lo') poema-; é picos- q ue terminan ficcio nalitá ndosc, y vice- tan to, de me no r a mayor dificultad en la accesibilidad de un
ve rsa: entidades conte nidas e n lo'> mundos de ficció n -com o mundo a o tro- se e ncuentran la llamada <<ficción de lo real»
pa rá bo las, pro fecías, n ove las d e tesis, e tc.- -;ob repasa n (A sa11gre fría, d e T. Capote), «ficción histórica y realista»
a mpliame nte los lím ites d e Jo ficcio nal y acaban influyendo (n ove la hi ~ tóri ca), <<fabulació n hi stórica » (con mo d ifica-
sobre e l mundo real. «Las fro n teras de la ficción -conclu>e cio nes d e l fú ndo h istó ri co), <<fi cción rea lista en tie r ra d e
Pavcl ( 19R6: 104 )- la separan d e un lad o d e l mi to, d el o tro nadie>> ( in localizació n geografica precisa). «re la LOs de anti-
d e la realidad. A estas fro n tera hay que ai1adi r las que aís- ci pació n», «Ciencia ficción », «cue ntos de hadas>>, «leyenda
lan e l espacio de la fi cción de sus lectores y espectado res. La fantástica», «realism o fa ntástico» (Metamo1[osis, de Kalka),
fi cció n está p ues rodead a por las fronte ras d e lo sagrado, d e ~~ poc.~ ~ts sin sen tid o, Qab berwockism ), poesía fó nica (tipo
la rea lid ad y d e la re presentació n.» .JII anpJ o ra). Al e le nco d e relacio nes d e idc n tidacl o com-
Para K Walto n ( 1978 y 1979) el cr uce de fron tera en tre patibilidad anteriormente expuestas po d rían a i)aclirse o tras
a mbos mun dos es posible pero sólo desde un a pe rspectiva como la <<coherencia histórica », «cred ibilidad p~i co l ógica »
p ·icológica; sentimos m ied o, pe na, a legría, o dio o ci erra- v «com patibi lidad l:>ocioeconómica» entre a m bo~ mu ndo!:>.
ma m o lágri mas, pero e l lector ma ntie ne siem pre cla ra la En suma. para la au to ra la accesibilidad a los mundos fic-
con c iencia d e su d ife re n cia. Así e expl ica qu e, c ua nd o ciona les vie ne garan tizada por la prox imid ad del mu ndo
vemos que ,·a n a m ata r a alguie n , ex peri me ntamos sen sa- actual, ya q ue e l lector p royecta sobt·e los mundos de fi c-
cione muv diversas, pe ro a nadie se le ocu rre salir d el cinc ció n su expe riencia y conocimiento del mun do ac tual (M .-L.
o el tea tro para pedir au xilio a la po licía. En esLO co nsiste Rya n, 1991:5 1 i>). O bvia m en te, la accesibilidad es m ayor
precisa men te el juego de la ficción: más q ue «SUp e nsió n de c ua ndo «e l campo de re fe re ncia inte rno » in corpora e le-
la inc redulidad » (com o se ñala Cole ridge) imp lica «fi ngir» mentos (alu io nes histó ricas o geográ ficas, creencias, e tc.)
(po te nciar) la cree ncia o a utosuge tión . del <<ca mpo de referencia ex terno >>o realidad cxtc l-io r. En
A lo la rgo de un minucioso trabaj o M.-L. Rya n ( 1 99 1: ~ 1- cualquie r caso. e l mundo actual siempre está prese nte e n Jos
47) establece tod a una tipología d e las fo rmas d e acce o a mundos co nstru idos a través d e los textos lite rarios (aun-
20 ·" 101\10 (, \RRIDO 1)0~11:'\(,ll 1 .. IH)Rl-\.'> IH l \ II!C ¡():-.¡ IITFIURL\: LOS 1'\R.\Ill!,\l\'i 21

· que súlo sea como punto de referencia para justificar su literaria(), e"pecílicamente, del proceso de lectura): el jue,t.,1'tl •
distanciamiento de la realidad (B. ll ar~ha\,,1984: 23!>ss y de la firnón requiere impcriosamen te la aceptación corno
248-250). verdaderas de las proposiciones narrativas. Ante ellas no
A modo de conclusión cabe ser1alar la advertencia de cabe la duda o la sospecha: hav que aceptar que el mundo
Pavcl ( 19H6: 11 2-1 13) respecto de M.-L. Ryan (y K. WallOn): ficticio es tal como lo presenta el narrador, aunque enue en
la proyección -.obre la ticción de nuesu·o conocimiento del contradicnón con determinadas norma~ del mundo anual
mundo supone tomar en serio la licción (como algo real) \, o formas de narra1 consagradas p01 la tradición. Las re-.er-
sobre todo, una reducCión al mínimo tanto de la distancia vas, en cambio, son po~ible-. (v, l on frecuenlia, «rccollll'JJ-
nHno de la diferencia entre aquélla Y la n:alirlad efectiva. dables,,) ante las afirmaciones de los persom~jes (que pue-
den ser, al igu,tl que las de lo'> seres humanos, verdaderas o
2.2.2. Las tesis sobre la accesibilidad a los mundos fic- falsas ). Por otra parte, la conexión ficción-realidad se esta-
cionales plantean. de un modo u otro, la espinosa cucstiún blece fundamentalmente a través de la vivencia de los mun-
de las relaciones emre ficción y realidad Y. en definitiva, (•1 dos proyectado~ en los texlOs, viH·ncia que en c uanto. expe-
problema de la verdad,. la referencia literarias. Frente a riencia psíquica es inapelablementc real ( ~1 artínc; Bonati ,
una larguísima tradición mimética -mucho más exigente. 199:3: 173-17'1). Ideas ITIU) similarc:-. -,e encuentran en L..
tomo suele ocurri1 con las exégesis, que 'll fu en te adsto- Eco ( 1979: J 85s-.). Para este autor el juego de la ficción exige
télica \ tan bien ilu-;trada por E. Aucrbach, 1942)- tanto del Lector-Modelo que no'><" plalllt'C duda'> sob1 e la verdad
Pavcl ( 1986: f>Y-GH) como L. Dokiel ( 1980: 107; 1985:82; o falsedad de lo que el narrado1 le cuenta; en caso contra
IYHH: 59-68) reivindican cxplícitamcute la posibilidad ck rio, e l mecanismo de la inte1·prctación se bloquea y la viven-
que los textos literarios com engan mundo!. imposibles, mull- cia de la ficción no llega a producirse.
dos que conu·adiccn abiertamen te determinadas leyes lógi- La cuc'>tión de la verdad en literatura es algo que la
cas o naturales; allcrtOJ le basta con que tales mundo st·aH Filosofía Analítica -con excepcione;, como la de G. Gabriel
imcrnamente cohe1 ente<> (opinión comparüda, e ntre otros. ( 1982:542.5l7-5 18) que ~í reconoce el ,·alor cognitivo de las
porJ. Ihwc vJ. Rieser, 1979: 80-81; M. MacDonald, 1989:2~~- produccione'> literarias y se declara a favor rle la existencia
233, y, en gran m edi da, por Ricoeur, 1983: 59-70). La vali- de una verdad estética diferente de la verdad científica- no
dación del universo ficcional no depende tanto de su ma}or llega a p lantl'arsc seriamente a causa de la crcc::ncia comÍtn
o menor acuerdo con el mundo actual sino que se deriva en que la literatura es indil"érentc.· al cri terio lógico de ver-
e<;encialmeme de una convención de tra~ccndcntal impor- dad/ fal!.l'dad \ ,en definitiva. a la comicción de que no tiene
tancia para la institución literaria. Para que la ficción cobre <>entido hablar de referencia en este ámbito. Es la postura
vida en la mente dcllect01 se requiere impcrat.i\·amentc no que defienden au[()res como Russcll, Austin. ¡. rege,
sólo la «voluntaria !>uspensión de la incredulidad•• sino una Castañeda ... , esto e~. algunos de los representant<>s de lo
positiva actitud d e conceder un «crédito in·estrictO» a las que Pan~! denomina «teoría!> segrega< ionistas». Lo-, teóri-
palabras del narrador (Marúne7 Bonati, 1960: 68-69, 128, cos de la literawra sí n-een que la cuc.,tión de la verdad lite-
e tc. y 19'{8: ~37). Aceptar como verdadero lo dicho por e l raria es plcnamen te pertinente. En u·e ellos cab.e destacar
narrador se conviene en 'conditio sin<' qua non ' de la expe- las posturas de.• Dolc.lel y W. Mignolo, cuvos puntos de vista
riencia estética. coinciden en gran medida (aunque.· 1m matice" ~on también
Para Martínet Bonati (1973:34-41 ss) las frases narrati- n1tn llamativos, c.,pccialmente c.·u el caso del primero) ton
vas son nece~ariamente ve-rdadems en cuanto rcspon'>ables de la!. de Martíno Bonati. El planteamiento de Dolezel
la generación y existehcia del objeto ficticio. Pero lo son, ( 1980:9ss) concuerda plenamente' con su clden<;a de una
sobre todo, en virtud de una norma básica de la insülllción literatura no necesariamente mim(·tica y, por tanto, refe-
22 ANTONIO <;ARRJDO DO:I>IÍNGUEZ TEORÍAS DE LA FICCIÓN I.ITFRARJA: LOS PARADIGMA'> 23

ren cial (en el sen ti do coven cio nal del té rm ino). El con cep- este modo se gara ntiza, d e una parte, la autonomía del
to d e verd ad ficcional se hmdame n ta e n el de existencia fi c- mundo ficcional -como lugar donde se acomodan los ser es
c io n al y ésta a su vez en la llamada funáón aulenlificadom ficticios como Don Quijote o Emma Bovary- pero a l mism o
propia de los actos de h a bla del narrador (función de la tiempo se ce rtifica su conexión con el mundo real, lugar
que, como quedó apuntado, carecen los aclüs de habla de los donde se y<{produce su gestación imaginaria. Con el esta-
personajes). Doldel afirma taxativamente que una frase blecimiento de este doble plano se solventan no pocas de las
narrativa resulta verdadera si refleja una situación existente dificultades p lanteadas a la hora de hablar de la relación
e n e l m1mdo fi ccional; es fa lsa, en cambio, si tal situació n e ntre m undo ac tual y mundo ficcional.
no se da en el mundo del texto. A dife rencia de Martínez Para Nelson Goodman (1978:40-43) existen tantos mun-
.Bonati ( 1976:59) n o cree Doleiel que pueda atribuise valor dos o real idades como modos de describirlos. Desde esta
de verdad a las afirmaciones d el narrador por e l h echo d e perspectiva los mundos de la literatura son tan reales como
que se refieran a un mundo -en este caso la ve rdad d e lo los descritos por la física o la biología. Se trata, e n defin iti-
d ic ho se d erivaría de su acu e rdo con la naturaleza d e ese va, d e puntos d e vista diferentes, altern ativos, sobre la rea-
mundo, como supone Martínez Bonati- sino q u e éste es lidad y tan «válidos>>unos como otros. Así, pues, la «realidad >>
construido precisamente por ellas. Los mundos fi ccionales se construye gracias a los diversos sistemas de descripción y
ha de verse co mo resultado de la actividad textua l. a su capacid ad simbo li zadora. Desd e o tra perspectiva la
En suma, para D o ldel el concepto de ve rdad li teraria o rientación constructivista es compartida y ratificada, como
viene a iden tificarse con e l de coh e rencia interna d el texto se verá más adelante , por S. J. Schmid t ( 1984 y 1989) .
narrativo y depende, por tanto, de su acuerdo con los hech os
reflejados en él. Así, pues, la c redibilidad del narrador - bási- 2.2.3. Un plan teamiento tan extremo tenía que ch ocar
cam ente, e l narrador impersonal -queda a expensas de la por fuerza con una tradición teórico-crítica tan arraigarla
correspond en cia o no e n o-e sus afirmaciones y los aconte- como la que arranca de la noción aristo té lica de mímesis.
cimientos narrados. Se trata de una verdad interna al m undo Vale la pen a examinar los esfuerzos por recu perar d icho
del texto, avalada fundamentalm ente por él, que pu ede por concepto -o lo que implica- y adaptarlo a las exigencias d e
tanto e n trar en contradicció n con e l mundo actual. Es pre- los nuevos e nfoques sobre la ficción. Destacan e n este sen-
cisam ente este h echo el que justifi ca la existencia de l uni- tido los trabajos de H a mburger, P. Ricpeur, B. Harsh aw y S.
corn io (por seguir el famoso ejemplo de Russell) u o tros Reisz de Ri varola .
seres como las ninfas, etc. Dolezel reclama, p ues, para los
mundos ficcionales la posibilidad de u na autonomia com- 2.2.3.1. Ham burger resalta la capacidad de la mímesis-
pleta respecto del mundo actual. ficc ión para hacer vivi r los mundos literarios romo algo ver-
Un precedente d e estas afirmaciones se encuentra en daderamente real (no como simple apariencia de realidad).
A. Baumgarten (1735: & L-LIX) -cuando alude a que los Dicha capacidad parece derivarse del peculiar uso que la
objetos de las representac iones poé ticas <<so n posibles o li teratu ra hace de l lenguaje y, más específicamen te, del fun-
imposibles en el mundo real»- e ideas similares aparecen en cionamiento de los mecanismos d e la en unciación. Para la
N. Goodman y S. J. Schmidt y en W. Mig nolo (1982) , el cual a utora es p i-ccisa me nte este aspecto el que permite aislar
adopta una fórmula de compromiso entre las posturas de como ficticios e l rela to en tercera persona y el drama del
Dole:Zel y Martínez Bon ati. Según Mignolo, la «c reación » poema lírico y las diversas modalidades de narración auto-
de los o~jetos fic ticios se lleva a cabo e n e l mundo actual de l b iográfica (y, por supu esto, de la comun icación faclica). En
autor y sus lectores, pe ro «existen>> únicamente en el mundo ésta se establece una d istin ció n clara entre e l sujeto y el
actu al d e l n ar rador, que es q uie n legitima su existen cia. De o bj eto d e la enun ciació n: el primero elabora verbalmente
1 H >RIA~ m 1 ~ I·H ( .J(l~ 1.1 11 R.\RI \: LO" P"\R.\IlJ(,\1 \'> 25
24 \XT0!\10 r. \RRIDO J)O\IIM:t :rt

un objeto P' eexistente (ideas, experiencias, acontecinuen- ga1 ante de -.u dnnrlación al mundo (en más de un senti-
tm); de ahí la '>eparación clara entre el tiempo de la enun- do) Primero, porque el o~jeto proyectado en el texto -la
ciación \ e l del enunciado. Lo mi~mo ocurre en el n·lalO ~listo_ria o acci~n- responde al modelo humano y a lo que
autobiogrático: en (·1 d cnunciador-narmdor se enfrenta a 1mphca cualqUier acción (agentes, circunstancia~ e'>pacio-
su propio pasado. En cambio, en el relato en tercera persona temporaks, ohjetiYos ... ). En segundo lugm. porque el texto
no se da auténtica enunciación sino «función narrativa: en presupone (> ha~ta exige, pochia afirmarse) la presencia de
este caso el objeto del enunciado no preexiste al momento un kClor corno destinatario natural. En suma, la autonomía
de la enunciación sino que es producido en el \urso de o inmanencia del texto puede defenderse únicamente en
ésta. Por eso no cabe establecer una separación entre los el plano de los ~ignos o com·encionl'~ que regulan su cons-
t icmpos de la emmcia\iún y del enunciado. Es más: en el
titución (dimensión semiótica), pero en modo alguno en
relato en tercera persona no se da otro tiempo que el pre- cuanto a su scnlido (dimensión semántica). El ~cutido -o,
sente (el no tiempo) y, por tanto, la simultaneidad entre el mejor, lo~ presupuestos para la inteligibilidad del texto- pro-
acto de contar y el del objeto de la narración. Esta afirma- ceden siempre del exterior y se fundamentan en ese saber
ción se ve refortada por el hecho de que lo~ deícticos ad\'er- sobre el mundo} las convenciones literarias compartidos
biales uo aluden al tiempo del yo-origen de la enunciación por el autor y el lector. ¿ Quiere decir esto que la literatura
sino al de los personajes y, además, su papel es más plástico e~ inevit~blemcnte mi!né~ca ?~y no: todo depende de
(«poner ante los ojos») que estrictameme crónico. como se mterprete el termmo nurücsis. Si por tal o;c entien-
Todo ello lleva a Hamburger a pensar que la licción lite- de una 1eprcscntación directa de la realidad, la respuesta
raria -ahora restring-irl.a, como se dijo al género na1 ralÍ\O es ncccsadamcnte negativa. Ricoeu1 in'>ISt<· <·n que el mundo
heterodigt-tico y al drama- se rige por una lógica realmen- del texto no l'S un dato empítico sino que, c11 t uanto pn>-
te peculiar, de la que son e:-..poncntcs tres knónwno~ (en lo~ duc lo de la imaginación. se inscribe en el ámbito de lo flo.\i-
que resulta palpable el carácter atemporal del relato antes blt•; se trata de un mundo regido por la lógica del como H.
mencionado) : la presencia de verbo~ qw: (h:~ignan proct'- Para llegar a esta conclusión el auto r correlaci"ona los
sos interiores referidos a otros, el estilo indirecto libre y el conceptos aristotélicos de póZP.\1.\, mimesis y mvlhus, correlación
caso de construcciones como Elt1·en \alió marirma o Ayn..uia- en la CJII<' s<' encierra su concepción de la Cicciún literaria.
¡arrís a i\lléxiCo. Se trata de construcciones posibles única- La actividad creadora -fuíie~i.\- consiste en una imitación
mente gracias a la dcstcmporali.~:ación efectiva de la ficción d_c: acciones -mimesi.s- que es insepat ah k ele su organiza-
narrativa o, como diría F. Schiller, a la capacidad de pre- ~ ton en el mano dl" la trama ( fll) tlw1). Di<'ha opcracion se
1

'>encialitaném característica de la literatura (K. IJam bu r- mterpreta como un activísimo proceso a traH's del cual se
get.1957: 2:3-~4. 32,77, 95-96, 123, 275-287; P. Ricoeur,19R3: llt·va a (<tbo la construcción de la trama -operacion que
117-120; .J. M. Polllelo, 1993:99-1 O 1; A. Gar1 ido Donun- a~ena tanto al ensamblaje de los m.lleJ·ialc., romo (y prin-
gue/, 1992: 14-17). ctpalnwnte) a -;u sentido-. En efecto, ese , tomar en con-
junto» característico de la u·ama ~e 1 eg-ula l'll la práctica de
2.~.3.~. La noción aristotélica de mímes1s se vuelve vcr·-
acuerdo con dos grandes criterios: verosunilitud \ necesi-
daderamcnte fecunda a u·a,és de la reilexión de P. Ricoeur dad. ~1 pnmero funciona como línea di\ isoria en Lrc los dis-
v, más especílicamente, en e l marco de su teoría de,, las tres cursos poético e hi~tórico v conduce a una ddinición de lo
llllme-;i~». Dicha Leoi·ía le permite concebit e l texto \Omo
literario como un universo de ficción. fruto de la acti\idad
mediador entre el mundo v el lector. Este carácter de inter- imaginaria. El segundo. en cambio, se pr(•senta como un
mediario re\Ístc una importancia extraordinaria para RicoeLÍl pr_incipio r~g~~lador de lo ficcional de pucnas adentro y ter-
porque, sin negar los inalienables der(·chos dd texto, e-; mma comirllcndosc en un importante soport e de la vero-
26 AN"l 0:-110 CARRillO DOMI-.:(,l' FZ 1 EORIA!-> DF LA FI CCI Ó~ UTERARJA: LO:, PARAUI(;.\IA.'> 27

similit.ud e n aquellos casos en que e l mundo repre~entado natura leza imagi n aria, esto es, e n que e ncierran mundos
parece a lejarse en exceso de lo creíble (cu a ndo n o lo con- construidos }'• por consiguiente, mundos autor re fere ncia-
traviene abiertamente). En este caso -avalado expresamente les o pseudorreferen ciaJes. De ahí, y no de la realidad fác-
p o1 la famosa afirmación aristotéli ca de que lo imposible vero- tica, proceden las claves que facilitan su inte rpretació n.
'>Ímil f'S prifniblt' a lo posibiR pero no rmwinrmle- la trama resul-
ta finalme nte creíble porque es inte rname nte cohere nte: 2.3.3. Como se ha visto, tanto Eco como Pavel o Do le:lel
instau ra mundos con su propia lógica y e1-.to los hace con- pone n eríos re paros a un in corpo ración «en crudo» de la
vincentes. Se trata d e mundos posibles que pasan por ver- noc ión lógico-modal de «mundo posible»; de a hí la prefe-
d aderos gracias al arte d e la ficción, que es an te todo el a rte rencia por una denominació n m e nos «Compronwtida» como
de la ilu sión (P. Ri coeur,l983a:l 20-18 1; 1984 :32; ]. M. la de mundo ficcionaJ. Otros auto res, como B. l Jarshaw o T.
Powclo,1993: 128- 130 ; A. Garrido Domíngu cz, 1996). Albaladejo, optan por alternativas te rminológico-cou cep-
Difere nte -pero en gran medida convergente- es el plan- tuales d ifere ntes. lla rshaw ( 1984 :2:-$0ss) propon e las nocio-
teamiento d e S. Re ist. ele Rivarola (1989: 144-190). La auto- nes de tamjJO de refermcia interno -el mundo de l tex to- y
ra se mu estra de acuerdo con J. Landwehr ( 1975)en la camjJo de refermcia externo porque son m ás adec uadas y de
defensa de u11 e nfoque pragmá tico de la fi cción, pero se mar or ca pacidad explica tiva que la d e «111Undo posible »
adhiere al parecer de H. G linz ( 1973: lll -ll 3)en lo que a la para dar cuenta de la naturaleza d e la ti cció n literaria v
noción de realidad ~e refiere: aprovecha especialmente la dis- aportan .soluciones a cu estio ne tan espinosas como la d e la~
ti n ción establecida por el au tor en trc Jartirülad )' rPalldad. relaciones e ntre ficción }' realidad, etc. Lo específico de la
Lo fáni co hace referencia a lo realmente acon tecido e n un literaLUra es la constitución de un campo de referencia inter-
tiempo y lugar precisos, mientras lo real-el concepto e nvol- n o (CRl ) -un mundo imagin ario- integrado (en e l caso
vente- alude tanLo a lo sucedido como a lo que e!> posible del rela to) por diferentes marcos interrelacionados entre sí:
o creíble que ocurra. De este modo la fi cción puede for- aco n tecimientos, personajes, idea):,, espacio, tiempo ... Ahora
mar parte del noción global d e realidad. bien , los campos de referencia inte rnos pueden incorpo-
A la luz de estas ideas la amara procede a reexaminar rar ele mentos procede ntes de un cam po de referen cia exter-
la distinció n ari ·totélica entre los discursos histó rico -ámbi- no (CRE ) -personajes históricos, referencias geográfi cas,
to de lo fáctico- y poético ( terreno de lo no ráctico e ins- etc.- dando lugar a l sola pa ':" ,e 11LO esporádico de ambos
taurador d e mundos posibles). La noció n de realidad evo- campos y a la aparició n en el texto d e «enunciados de doble
cada a través del concepto de verosimilitud ha d e en te nderse din.:cci 6u >> , esLO es, con refe ren cia simultá n ea en a m bos
no como algo lijo sino como una manera de «contemplar» mundos. Así. la mención de Madrid e n las novelas de Caldós
el mundo que depende de fuctoreo; de naturale;;a muy diver- o Martín Santos apunta simultáneamente hacia el CRl (del
o;a : entre otros. la idea del universo d efendida por científi- que recibe su sentido básico), pero también hacia el CRE (de
cos) pensadores y las propias convenciones lite rarias (espe- donde procede). Ficción y realidad se dan inevitablemente
cí fi cam en t e, los gé n eros). Sólo a s u hu e ncuen tra n la mano en la propu esta de Harshaw ya que entre e ll as
explicación las variadas modalidades d e existencia (real, media una relación fu ertem e nte «institucionalizada», apo-
(actica, posible, posible según lo necesario, posible según lo yada e n d os procedimi enros: mode lit.ación y representa-
verosímil , posibl e según lo re la ti va me nte \'t'losímil, no üíc- ción. Los mundos literarios (CRJ ) se configuran de acu el"-
tica, impo~ible o irreal) y las múltiples transformacion es a do con el modelo de la realidad (CRE) }' la actividad literaria
que son some tidas e n e l á mbito d e la fi cció n . Lo específi co consiste precisamente en la repre entació n de ésta .
de los textos ficcion ale -y lo que constituye e l cdterio para T. AlbaJadejo ( 1986:58-83; 1992:52-58) pre!iC're, por su
establecer las fro nteras con los no fi ccionales- reside en su parte, hablar de «modelo d e mundo», e ntendiendo por tal
28 A'íl o:-..10( C \RRIUO 00\li'IGLFZ 1 FORJ A~ m 1 \ fHTJON UTER\RL\: LO.\ I'ARAUJ(,\JAS

la imagen del mundo que el texto Lransrnite \,<;obre todo, é:-.tos los que entran en relación a través del texto) (J. M .
el conjunto de reglas o instrucciones que han de guiar la Po,uelo,l993:143-l44; D. Villanueva, 1992: 105-106).
con<;tilllcion del universo textual y su recepción. Existen
trc-. modelos de mundo: tipo 1 o modelo de mundo dr lo ver- 2.3. Además de los postulados ya examinados, Dole/cl
dadero, real J ef'ertivo, lifJo 2 o modelo dP mundo dP lo firtional señala una serie de rasgos característicm ele los mundos fic-
vermhm1 y lifJo 3 o morMo de mundo de lo ficnonalno vn-o~ímil. cionaks que facilitan su identificación. El primero alude a su
El primer tipo alude a lo mundos comrruidos de acuerdo caráctet incompleto, el segundo pone de manifie<;to que no
con las normas del mundo actual como -;on los contenidos pocos mundos Iiccionales son sem ánticamente he terogéneos
en los textos históricos, cienúftco~ y periodísticos. El segun- y. finalmente, el tercero insiste en que tales mundos son resul-
do tipo se refiere a los mundos instaurados de acuerdo con tado de la actividad textual (L. Dolel.cl, 1988:486-"19 1).
normas dil'erentes a las del mundo actua l, pero no contra-
d ictorias cou las de éste(es lo habitual en las producciones 2.3.1. El carácter incompleto entronca con uno ele los
de naturaleta realista). El último tipo apunta directamente principios básicos de la producción litcrat-ia (y, en general,
a agucllos 11\UJHios cuya constitución escapa a las normas anísüca) como es el fJrincipio dr selección: el ane opera selec-
propias del mundo actual; se trata, pues, de uni\crsos iic- tivamente, prefiriendo o potenciando unos aspGcto.., en
cionales que ni siquiera se parecen al mundo actual (caso detrimento de otros. A este fenómeno aluden ilustre~ repre-
de la literatura fantástica). sentantes de la Filosofía Analítica como Parso11s ( 1982:319),
El autor sci1ala que tanto el tipo 2 como d 3 no o;on exclu- Lcwis ( 1978:42), Howt.'ll ( 1979: 131ss), Crirenclen (1982).
sivos ele la lireratura sino que aparecen incluso en el ámbito Routley ( 1979:8-9), Castañeda ( 1979:43) v, por supue'ito.
d<' la comunicacion práctica (hipótesis cient ílicas, etc.). Los teóricos de la literatura como Pavel, Doldel, Eco, Ronen
divero;os moclclm de mundo dan lugar, pues, a la instaura- y. desde presupuestos mu) específicos, Tngarden \ la btética
ciún de los mundos posibles (e imposible<; en térmi11os Iógi- de la Recepciún.
co-ontológiros) del texto, que son tantos <.omo personajes v Los 1ilósolos reconocen que el carácre1 incompleto cons-
tantos corno los submundos por los qu<.' V"d pasando cada per- tituye un rasgo d istintivo de los mundos ftccionales de la
sonaje en su deambular novelesco: mundos deseados o temi- li teratura frente a los mundos posibles y al mundo actual
dos, soi1aclos, conocidos o desconocidos, etc. La «ley de máxi- (que son más o menos comple tos). Los teóricos de la lite-
mos sem~mticos•• señala que en el caso -muy habitual. po1 ratura tratan, por su parte, d e descubrir los priu cipios regn-
cierto- de que convivan diferentes modelos de mundos en el hu·lores de las carencias informativas sobre los mundos del
-.eno de una obra literaria, la jerarquía se establece general- texto. Así. tanto Dolel.el (l98R: ,IH6-·lH7) como Pavel
mente a partir cid «modelo de mundo» de ni\'cl más alto. (19Hn: 13:) -13i) sei1alan que el grado de sawracióu o insu-
La propue<;ta de Albaladejo ha sido objeto de críticas que ficiencias informal ivas de un texto se ven condicionados
la calJlican de atentatoria contra la autonomía de los mun- por principios estéticos -géneros, estilo del e-.critor. etc.-
dos ficcionaks por su dependencia de una realidad externa v por los '>istema~ de \'aJores de una época, movimiento o
) preexistente (como son los diferentes tipos de modelo de escuela (piénsese en el caso del Realismo de( imonónico o
mundo), su supuesta homogeneidad ontológiCa (cuando el las \'a nguardias). Parece claro que la literatura del siglo \. \.
modelo de mundo de la realidad efectiYa en modo alguno se ha vuelto más elíptica. en término generales, como resul-
es equiparable a los otros dos) y, linalnw111e, este enfoque tado, entre otras ra1.o nes. del in ten Lo de reflejar la propi,t
resulta inadecuado por centrarse en el análisis ele Jos mun- indetermi nación eleluniverso. ~.-L. Ryan ( t984) sei1ala en
dos de loo; personajes y no percatarse de que los real m en te es1c sentido cúmo e l aparente respeto hacia la realidad obje-
importantes son los mundos del a utor v de los lectores (son tiva y la impresión de mundo cerrado y completo que pro-
1 H >Rl \S DE L. \ FlC( ¡(>;-., U lt RARI-\: 101> 1'..\Rt\lll(,\1 \~ 31
30

duce la novela realista co nstituyen un espejismo a través 138) presentan endas tipologías fundamentadas en el ntsgo
del cual pretenden cam uflar sus lagunas. En e l mismo en- t:xaminado.
tido se expresa Eco ( 1990:227-228).
9 3 ..
--- 3 fl .
~ tercero .
de los rasgos rn encronados al ude a l
Sin embargo, no todos los estudioso1. consideran que la
incompleción sea un rasgo de la ficción y. si lo e ·, necesita hecho de que los mundos ficcionales son fruto de la acti-
er matizado. Así, Critenden (1982:336s) rechaza. desde vidad textual. La actitud de Dolei.cl ( 1988:488-490; 1985:80-
~{:1) concuerda en este punto plenamente con su defensa
una perspectiva antimeinongiana, la att-ibución de este ra~go
a los seres ficcionales. egún é l, é tos on lógicamente com- de una ~iteratura antimiméúca. En la línea de S. Kripke
pletos (aunque puedan no serlo ontológicamentc) desde la (: ;n2:~67~ ~1 autor se aparta resueltamente de la concep-
perspectiva interna de la historia narrada: el contexto y el lec- non lerbnwana de los mundos posibles corno realidades
tor suplen con creces las posibles carencias informativas. De qur> se desrubren (y, por tanto, preexistentes) para seña lar
la mi ·ma opinión es R. Ronen (1988:497, 500-50 1,512-513), que son ronstruidos gracias al dinamismo de la imaginación
para quien e l carácter in completo de los seres ficcionales poéti~a. El texto ~it_erario funciona como lugar de proyección
salta a la vista únicamente cuando se lleva a cabo su com- de la rnten ·a acuv1dad de la imaginación creadora, esto es,
paración con lo seres del mundo actual. Internamente los como artilugio semiótico no sólo para poner en pie los mun-
mundos ficcionales :,e regulan por e l «principio de l.uli- dos ficcionales sino también para su almacenamiento y
ciencia informativa». De ahí que puedan ser lógica pero no transmisi~n (lo que facilitará su actualit.ación por recepto-
semánticamente incompletos, ya que e l «campo interno de re!> muy drver os en cualquier momento). En suma, la exis-
referencia >> suple sobradamente la falta de información. ~~?cia fircional e1. inseparable de los texto· en cuanto expre-
swn de ese acto de habla a u·avés del cual lo no existente
2.3.2. El segundo rasgo de los mundos ficcionales insiste cobra existencia y ad<]uiere credibilidad gr.tcias, como quedó
en la heterogeneidad semántica de no pocos de ellos .tpuntado anteriormente, al poder legitimador del discurso
(Doldel.l988:487-488; 1985:84ss) . Es un rasgo que apunta del narrador (en el caso del relato).
directamente a la comtitución interna de los mundos fic- A la estrecha correlación entre Lexto y mundo se refieren
cionales en cuanto rmmdos compuestos a su vet. por lo sub- también Pavel (1986:68-92) y Ricoeur, entre otros. Según
mundos o dominios de cada person~je. Ontológicamente Eco (1990:218-2 19) los mundos posible~ narrativos existen
todos los mundos liccionales participan de la homogenei- g.rac.~~s ~ los te~tos, los cua.les funcionan como una Pstrategia
dad que les confiere su naturale~a ficcional, pero constittrti- lmgwst1ca destmada fl .m.mtar una iulprpretarión por jJarte del
\'<lmente aJgunoc; de estos mundo presentan una mezcla muv l.ertor ¡\!Jode/o. En cambio, tanto Ricoeur ( 1983: 134-143)
llamativa de dominios que, en palabras de Martíne7 Bonati comb A. García Berrio ( 1989:330) insisten en el papel de
(19H3:25-l26) , «Contienen ... más de un sistema de realidad » ~?porte del tcxLo: bien de su capacidades imaginario-sen-
(es el ca o , entre otros, del Quijote, el Pr>rsi!Rsy Jos mitos en timentales, bien de la operación de configuración del
general). A pesar de estar separados por fronteras muy níti- mundo proyectado en él y de la función de medjación entre
das, cabe la posibilidad de contacto entre los diver os domi- la realidad que le precéde y la evocada a través del acto de
nios a u-,.wés de sus límites y, lo que puede resultar más impor- le-ctura. Ideas similares pueden enconu·arse en T. Albaladejo
tante, la relación entre los dominos o regiones no es de o S. J. Schmidt (1984:261ss) .
igualdad sino de jerarquía (hecho que repercute no ólo en . El pensamiento de Schmidt sobre e l concepto de lic-
la con titución interna ino obre todo en el sentido del cJonalJdad no ha ce ado de evolucionar desde 1976, pasan-
mundo ficcional) (Pa,·e l, l 980: 105- 107ss; 1986:81-84: do de una orientación pragmática hacia planteamiento.
Eco,l990:227). Dolezel (1985) y Marúnet Bonati ( 1993: 129- mucho más radicales (muy en consonancia, es preciso seña-
,>.,\I TO'>IO e; \RRIDO 110\11\IC:l 1/ 1~ORJA)) m LA HCUÓ\1 LITERARIA: LO~ f'ARADIGMA.'> 33

!arlo. con su cerrada defensa de un enfoque t>mpí•ico de los mátiro h a te rminado por abrirse paso en el análisis de casi
estudios literarios). Hay que destacar en este sentido el pro- todas las cuestiones concemientes al fenóme n o literario.
gresivo inOLúo de las teorías biológicas del conocimiento Si n embargo, no todos los planteamientos for mulad os desde
de H . Maturana ( 1978, 1982) -el constructivismo congni- esta per pecúva son igualmente respetuosos con las pecu-
tivo-. a las que habría que añadir la. de P. Fin k e ( 1982) , liaridades d e un ámbito tan singular.
en mm cadas en un constructivismo f'uncionalista, entre otros. En efecto, los represe n tantes de la Pragmática filosófi-
Las conclusiones que Schmidt ( 1984:262ss; 1m-l9:320..:\23) ca-en cspecia i,Austin (1962: 63, 136,148), earle ( 1975) y
extrae del enfoque biológico-construclivista <>e n•duccn fun- Gabriel ( 1979: 246-249)- concluyen que en literatura no se
danH'ntalmcme a una: la noción de rr>alidrul es una constmc- dan las circun stancias habituales de un acto de habla no r-
ción mental-una e laboración del cerebro a parü1 de la infor- mal, bien porque sus afirmaciones se muestran indiferentes
mación qne le suministran los diferentes ~cntidos a través a l criterio lógico de verdad/ falsedad (al quedar su spendidas
del sistema nervioso-y en modo alguno un «dato ol~j<'livo». las reglas que regulan la referencia, argumentació n , since-
Este supuesto implica la homologación de todm los sistemas ridad, consecuencia, denotación y aserción) , bien porque en
(científico. penodístico, ülosófico o literario, t'tC.) de rcpre- los acto~ d<' habla literarios e l emisor (autor) finge ser e l
scntaciún dd mundo en cuan LO que todos rrran en realidad person~je que está en el uso ele la palabra (relatos en pri-
su o~jelO. En o u-os términos: si el vocablo ' ficción · se entien- mera persona) o simplemente realizar actos de habla con
1 de como 'consu·ucción de mundos'. todo el rliscurrir del ser auténtica fuerza ilocutiva (relatos en tercera pcr-;ona). De
humano sobre la realidad está impregnado de iiccionalidad. ahí su calificación del discurso literario como un wo j)(lm-
Desde una perspectiva muv diferente. la tesis de Sc·hmidt se .\ilario, no serio y, sobre todo, no plnw y los actos d e habla en
aproxima notablemente a la rle K Goodman ( 197H) a pm- que aparece como cuasi-actos (J. Domíngue1 Caparrós, 1981:
pc)sito de la estrecha vinculación e ntre las imágenes o nocio- 90ss).
nes de la realidad v los sistemas de representación. La posmra de Ausún y Searle ha sido objeto, por supues-
Fnel ca-;o de la literatura-insiste Sthmidt(l984:163ss)- to, ele adhesiones apasionadas y de críticas igualme nte con-
las con st1 uccio11cs se ven reguladas por convenciones y eva- tundentes. Así, R. Ohmann (1971:11-34; 1972: 35-57) y S.
luadas de acuerdo co n las normas poéticas dominantes. Levin ( 1976: 59-82) aceptan en términos generales e l plan-
Enue e llas, la corwenrión artislica exime a los procesos cons- tcmnie n to deSearle, mientras Martínez Bonati , S. Reisz de
tructivos de la literatura de cualquier dependencia respec- Rivaro la y Pave l, e nt re otros, lo rechazan . G. Ge n e ttc
to del mundo primero ( punto en el que reside la cliferen- ( 1991:35-52) reconoce, en cambio, el valor d e la propues-
cia co n otras formas de representación de la rea lidad) . ta de Austin y Searle, pero disiente en algunos puutos: aun-
Finalmente. la decisión respecto ck lo qu<' <'S o no lirera- que es correcto afirmar -señala- que en los actos de habla
tura ol)eden· también a criterios conventionales (de carác- literarios se suspenden las condiciones normaJe de í:1Í1 acto
tel -.otial en este caso). Así, pues, es la 1.11 f.Rt\ll RA en t uan- comunicativo -y. por tanto, pueden calificarse de actos fin-
to sistema o institución social la que cataloga como literario gidos- resulta innegable a l mismo tiempo que e l novelista
o ficticio un tcxto -y no éste o sus rasgos intríns<•cos está t:iecutanclo un acto de habla au téntico y que, a través
(Schmid t. 1 981:~n:~ : 1980: 542-545) . de él, ~e está llevando a cabo la producción de un uni\'erso
ele ficción. Lo caracterísüco de los actos de habla licciona-
3. La mayoría de las propuestas examinadas h;p;ta el les es, pues, la in!>tauración de un mundo de ficción -un
momento proclaman la necesidad de complementar e l enfo- o~j eto imaginario- a partir de la doble acütud que puede
que semántico con una dimensión pragmáüca. Th. Pavd, U. adoptar e l emisor: invitando al lector a reali.tar con él un
Eco, F. Martíne1 Bonati , W_ Mignolo. etc. El f'11{oqur> prar;- recorrido por los territorios ele la imaginación o instándofR
34 ,\.,IT0:--110 CARRIOO !l0MÍ:'-JCUt7 ti· ORlAS DE LA FICCIÓN LITERARIA: !.OS PARADIGMAS, 35

a prestar la máxim a credibilidad a ese mundo en base a la serios y comprometidos del leng uaj e y los usos lúdicos o,
autorid ad q u e le confiere la institució n literaria (qu e es en palabras de Pavel, usos averiados. No obstante lo dicho,
quie n lo avala). Pavel piensa que la consideración pragmática ha de acom-
Martínez Bona ti -y, tras él, Rc isz de Rivarola ( 1986:1 35- pañar a las d e índole semántica y estilística en un enfoque
139)- discrepa tanto d eSearle como de Genette. Para verdaderamente integra l de la [Jcción. La dimt:nsión semán-
Martínez Bonati (1992:129-138, 155-165) el discurso narra- tica se ocuparía, como ya se ha visto, de las distancias y fron-
tivo constituye un acto de h abla p leno y auté ntico aunque teras de los mundos ficcionales res pt:cto de l mundo actual,
de una fuente ficticia: la misión del autor consiste en pro- ad emás de interesarse por su estructura y naturaleza in trín-
ducir los signos que posteriormente aparecerán en boca secas. La dimensión pragmática aborda, por su parle, el
d e l nar rador(e l respon sable directo e inmediato del dis- examen de la ficción en cuanto institución e n el seno de
curso). una cu ltu ra; finalm ente, la conside ración estilística analiza
En sen tido sim ilar se expresa Th. Pavel ( 1986:30ss), no las restricciones que se derivan de los géneros y demás con-
obstante reconocer que los actos de habla li terarios son venciones li terarias.
actos de habla «StÜ generis». Para e l a uto r uno de los gran- La postura de Pavcl es compartida de forma más o menos
des fallos de la Teoría de los Actos de H abla reside e n no explícita por a utores como P. Ricoeur, U. Eco, T. Albaladejo
tomar en consideración las jJeculiaridades ele la literatura en (1992:75ss) o H. Friecke; ou·os, como Schmidt o D. Villa-
cuanto fenómeno comunicativo. De ahí su poca sensibili- nueva, resaltan la importancia de la orientación pragmáti-
dad hacia la figura del emisor -ausente por convención del ca. En efecto, tanto Ricoeur ( l983:15 l ss) como Eco (1972:
ámbito tex tual- el cual se manitiesta en e l discurso literario 7.2; 1992:233-235) señalan que el proceso de ficción no se
a través de la figura delegad a de l narrador (con sus más- d etiene e n el texto y no se comple ta, por tan to, hasta que
caras). Este hablar por persona interpuesta constituye uno un «lector modelo», un lector que presta toda la colabora-
de los fundamentos de la tlccionalización del discurso lite- ción posible -activando al máximo su competencia sobre
rario -como reconocen también Martínez Bonati y W. e l mu ndo y la específicamente literaria- lo recibe desde su
Mignolo (1986: 163-211 )-y, por eso, carece asimismo de peculiar situación individual y sociocultural. Tal recepció n
senrido exigir sinceridad y verdad en un mundo que, por es enten dida por otros como un rellenar casillas vacías (W.
definición, juega permanentemente con estos conceptos. lser, 1987: 222-2~3), un co ncretar las amplias posibilidades
Por si fuera poco. aii.ade Pave l, tampoco en la lengua de de sen tido del texto ( R. Ingarden,l931:281-300) y, por
uso los hablan~es se mueven siempre e n e l terren o de la su pue sto , como vivencia de la ficción (K. Hamburge r,
verdad o certeza absoluta. La comunicación funciona gene- 1957:49).
ralmente con verdades a medias o no comprobadas y los Para Schmidt ( 1976:17l ss; 1980:534-540) la fi ccionali-
hablantes desarrollan su actividad apoyados en convicciones dad es definible ún icarnentt: a partir de consideraciones
fundamentadas en e l sistema de c reencias de la comuni- de índole pragmática, esto es, de convenciones institucio-
dad a la que pertenecen. na lizadas que regu lan el comportamiento de l lector an te
Finalmente, para Pavel no tiene mucho sentido hablar de el tipo de d iscurso propio d e la comunicació n literaria. Se
actos de habla auté nticos y fingjdos en un ámbito en e l q ue trata, pues, de convenciones social e históricamente con-
resulta muy difícil con mucha frecuencia separar lo que ha dicionadas q ue determinan tanto la lógica in terna de los
de imputarse al autor de lo que corresponde esu·ictamen- mundos ficcionales como la p ropia noción de realidad. En
te al uni verso representado. En urna, el e nfoque pragmá- un trabajo posterior, Schmidt ( 1989:325ss) afirma que no es
tico -buen exponen te sin duda de las «teod a. scgregacio- la ficción lo q ue define e l carácte r literario de un texto,
nistas»- conduce a una separación tajante en tre los usos sino la pauta de cond uela ll amada LITERATURA. Ideas hasta
36 \l\Hl~IO <,J\RRII)O I>0\1l~(.l El 1FORÍAS DF LA FICCIÓ!\ 1 11 FRARIA: I.OS 1':\R.\IliC.M,\S 37

cieno punto similares pueden encontrarse c 11 Wildckarnp por lo simbólico/ imaginario del texto vendría a equilibrar,
e t a lii ( 1980:55Jss) y R. Warning (1979:44), mientras para según Durand (1979:85ss) y Burgo (1982:56-57), una situa-
H. Friecke la ficcionalidad del relato ) del drama se fun- ción d e los e tudio literarios cla rame nte decantada hasta el
damenta respectivamente en la violación de las convencio- momento por el análisis de la estructuras lingüísticas. El
nes semánticas y pragmáticas de la lengua de uso. Lo que estudio del despli egu e imaginario del texto se justifica ple-
ambos géneros tienen en común - la lírica queda una vez namente en un trab~jo sobre la ficción en cuanto que lo
más al margen- es la simularión de situaciones (o, visto desde ficcional implica como rasgo básico la construcción imagi-
otra perspectiva, la disimulación ele personas: del autor, lec- naria de mundos, sea en el ámbito de lo dramático-narrativo
tor, actor y espectador). o en el de lo lírico -ahora incorporado a l sistema de los
géneros ficcionalcs aunq ue, como señalan A. García Berrio
4 . Como enfoque en gran medida complementario ( 1989:340-34 1) y J. M. Pomelo ( 199 1), existen claros pre-
(sobre wdo, de las propuestas que tratan de aislar lo espe- cedentes históricos de esta consideración tanto en Dante
cífico de la ficcionalidad a partir de un análisis de los co n- como en Cascales y, sobre todo, en Ch. Batteux. Del análi-
tenidos de los textos literarios y, en definitiva, de los mun- sis del amplio acervo de ·ímbolos que pueblan e imprimen
dos instaurados por ellos) ha venido desarrollándose consistencia a los texto lite rarios se ocupa la milocrilim, ya
durante las ú ltimas décadas una corriente con hondas raí- que el mito funciona, según Dura nd , corno punto de arti-
ces t·ománticas y en las teorías del psicoanálisis que bien cu lación de los ímbolos. Para su construcción existen tres
podría denominarse acercamiento anlropoló¡~wrimaginario. vías fundamentales: la expre ivo-f~mtástica. el imaginario
Dicho enfoque engloba una erie de propuestas y sistema- c ultural y el universal antropológico. En el primer ca o e l
tizaciones de la creación artístico-mitológica a través de los protagon ismo corresponde a la fantasía, cuyos productos
Liempos, aunque de lo que se trata en última instancia es, pri- se presentan racionalmente mediatizados (la imaginación ,
mero, de constatar en qué formas concretas o símbolos se e n cambio, aparece asociada a estratos de la personalidad
ha ido plasmando la imaginación creadora con \~Stas a deter- y a impulsos menos conscientes). Con e l «imaginario cu l-
minar seguidamente cuál es su ar raigo antropológico. Las tura), se alude a las formas de expresión mito- imbólica
bases de esta orientación se e ncuentran en la teoríajun- consagradas por la rradición (por ejemplo, la recuperación
giana de los «arqu e ti pos» -entend idos como expresión de del mundo clásico por la cultura del Renacimiento). Con e l
los grandes anh e los e inquietudes d e l subconsciente colec- universal a ntropo lógico se p lasman en e l texto las zo n as
tivo-, las propue-;tas cic C. Bachclard y !>U escuela (espe- más profundas e insondables de la psique que tienen en el
cialme nte, Ch. Mauron). el modelo diseñado por N. Frye '· espacio y e n e l tiempo sus puntos de suste ntación imagi-
de manera muv destacada, Las estructuras anlrofJowgims dr lo naria. En ellos se apoya Durand a la hora de fo1mular su
imaginario, de C. Durand. y en la aplicación literaria llevada conocida tipología: milo.\ y símbolos df'l rt>gimm dwmo, milos y
a cabo por J. Burgos (1982). A estos nombres habría c¡ue 1ímbolo.1 del rt>gimm norlurno y milos y símbolo.\ dl' la artividad
ai1adir los análisis realiLados y la excelente sistcmali7ación lle- mf!diadora del eros (G. Durand. l 979:59-306: A. García Berrio,
vada a cabo por A. García Berrio ( 1985. 1989: ~27-438). 1989: 36 1-389).
A-;í, pues, se parte del upue!>to de que en el texto alln- En la aplicación literaria de esta propuesta J. Burgos
ran una serie de impulsos más o meno~ con'lcientes que (1982:83ss) considera preferible (frente a Ba chelard) la
son U<lnsformados a u·avés de la capacidad simbolizadora de orientación seguida por Ch. Ma uron {1966), esto es, con-
la imaginación. lista conexión del tex to con los estra tos más cebir los ímbolos como partes integrantes de una estructura
profundos de la psique constituye la garantía más sólida de c uya suma daría lugar al símbolo total del tex to y. en defini-
su enrai~:amiento antropológico. Por otra parte, e l imerés tiva, al diseño del milo pnsonal rfp autor. Así, p ues, la llama-
38 A:-ITO~IO GARRIDO OOMÍ:-IGl'FZ 1 FORÍAS DE L<\ FICCIÓN 1.11 ERARIA: 1.0!> I'ARA DIGMA'> 39

da poética de lo imaginario facilita y reafirma el entronque 5. El r ecuenlO de las teorías sobre la ficción quedaría
del texto artístico con la subjetividad del creador y el enrai- sin duda incompleto sin una referencia a las que a lo largo
zamiento antropológico de la ficción a través de la capaci- ele la historia han tomado en consid eración otra de las
dad simbolizadora dela imaginación y la fantasía (A. Carda dimensiones fundamentales de la fi cc ionalidad (al lado de
Berrio, 1989:327-438). la semántica y pragmática): la estilístiro-textual (Th. Pavel,
1986:93). o se trata de h acer aquí una exposición d eta-
4.1. Pero la dimensión antropológica de la ficción es llada de las múltiples y variadas aportaciones ya que del
defendida también desde otras perspectivas más generales. análisis d e la ficción desde la pe rspectiva de las conve ncio-
Así, tanto P. Ricoeur (1983-1985) como W. lser (1990) o M. nes genéricas o códigos semiótico-li terarios y c ulturales
Vargas Llosa ( 1990: 5-20) coinciden en sei'i.alar que la fic- tomados en consideración a la hora de elaborar un texto
c ió n permite al hombre prof·undizar en e l conocim iento ficcional así como de la forma discursiva que le es propia se
d e sí mismo, a lcanzar sus anhelos, evadirse d e las circuns- han ocupado la práctica totalidad d e las corrientes teóri-
tanc·ias que condicionan su vida cotidiana y tener acceso a co-literarias del sig lo xx-desde el formalismo ruso a la lin-
experiencias d e l todo imposibles por otros conductos. En güística del texto o la escuela d e Tanu- y, por supuesto,
este sentido puede muy bien afirmarse que la fi cción com- toda una larguísima tradición que se re monta a Plató n y,
pleta y compensa las carencias o frustraciones de la exis- de manera muy especial, a Aristóteles. El examen de la natu-
tencia humana. Pero la ficción revela, sobre todo, la radical raleza y singulatidades de los mundos fi ccionales -la semán-
imposibilidad de acceder a nosotros mismos de un modo tica de la ficció n- y la definición del medio que los acoge en
directo. Sólo la ficción nos permüe mirarnos en e l espejo de té rminos pragmático-comunicativos se ven ahora comple-
nue tras posibilidades y e n contrarnos con nosotros mismos mentados con un análisis del soporte o lugar donde se pro-
a través de un camino lleno de rodeos (lser, 1990:949-953). yectan dichos mundos, esto es, el texto. Es algo a lo que no
Y precisamente en este punlo se atisba otra d e las raíces puede renunciar un enfoque presuntamente globalizad o r
antropológicas de la ficción: la estnutura del doble siptifimdo del fenóme no de la ficción. ¿Cuáles son los procedimientos
en cuanto fórmula básica de la ficcion alidad. e n que se apoyan las virtualid ades del tex to no sólo para
Dicha fórmula -a la que aluden tanto Iser (1990: 943- llevar a cabo la in stauración de los mundos forjados por la
946) como Ricoeur ( 1965:17,45)- se manifiesta de un modo imaginación sino para 'despertar' en e l lector la vivencia de
verdaderamente paradójico puesto que reúne y tiende a la fi cción? Es una pregunta a la que, obviamente, ha de dar
conciliar en un tocio dos mundos, dos realidades mutua- cumplida respuesta una Poé tica d e la ficción mínimame n-
mente excluyentes y, lo que quizá re ulte aún más lla mati- te rigurosa y comprehensiva.
vo, evoca la estructura d e lo sue1io . A la ecuación entre
ambos tipos de e tructura se refiere Ricoeur para poner de ***
relieve que la fi cción juega simultán eamente con la orulla-
áón y la revelación o, dicho en otros té rmi nos, que la ficción Dos palabras, antes de terminar, parajustilicar la pre-
se vale de l e ngaño y la simulación para pon er al d escubieno sente selección. Quiero señalar, en primer lugar, que lo que
verdades ocultas. La fi cción dice, pues, una cosa y sign ifica ha guiado la tarea (no siempre fácil, cie rtamente) de esco-
otra, esto es, sugiere algo que siempre va más a llá d e su ger d e te rminados trabajos en d etrime nto d e otros ha sido
referente. Se trata, por tanto, de un decir indirecto , un e l deseo d e que estén representada las líneas de investiga-
decir m ediatizado por los signos y símbolo de l tex to. E ·, ción más importantes respecto de la con trovertida cuestión
por otra parte, e l procedimiento habitua l para plasmar la d e la ficción lit eraria. Algunas ausencias llamativas -como ,
«pasión» ficcionalizante del ser humano . por ejemplo, la de B. H . Smilh, Searle o Ricoeur- e d ebell ,
40 A.Y fONIO GARRIDO OOMINCUEZ

bien a que sus artículos ya habían sido traducido al español


o bie n , como e n e l caso del último auLOr, a que e l conten i-
do de «Mimesis and Represen tation » aparece d esarro llado
y excelente m e nte argumentado en su mo nume ntal trab~o 11
sobre el tie mpo narrativo (Ricoeur, l 983-1985). En o tras FUNDNWENTOSN~TROPOLÓGICOS
omisiones han con tado decisivame nte, como es obvio, las DE LA FICCION
o bligadas limitaciones de espacio. Las dos incorporaciones
del ámbi to hispánico, F. Marúnez Bonati yJ. Ma Pozuelo, res-
ponden a l hecho d e que sus contribuciones aparecieron
originalme nte en lengua extra~jera y, sobre todo, a la incues-
Liou aule calidad de las mismas; por supuesLO, su inclusió n
ti e n e tambi é n un cierto carácter re ivindicativo del nivel
alcanLaclo po r la reilexión en le ng ua espai1ola durante las
últimas décadas.
No quiero cerrar esta introducción sin mosu·ar mi más
si ncero agradecimie nto al profesor J. A. Mayoral Ramírez,
coordinador d e esta colección. por la confiat1La depositada
e n mí al proponerme la preparación de esta antología; a
los diferentes a utores que, con gran gene rosidad, han acce-
d ido a autoriLar la traducción y publicación de sus traba-
jos; a los traductores que han d e arrollad o su tarea con
rigor y bue n tin o; finalmente , a la editorial Arco/ Libros
por aco mete r una tarea tan importante co mo es la de faci-
litar la versión a l españo l ele las aportacion es de ilu stres
representante d e la teoría lite rar ia contemporán ea. Por
diferentes motivos Francisco Chico Rico, Francisco Vicente
Gómez y Angel García GaJiano son acreedores d e mi agra-
decimiento.
LA FlCCJONALIZACIÓN: DIMENSIÓN ANTROPO-
LÓGICA DE LAS FICCIONES LITERARIAS*

WOI.FCANG I SER
Univemdad de ümslfm:w

Muchos d e nosotros asociamos probablemente el té r-


mino ficción con la rama de la lite ratura que estud ia los rela-
tos, pero el contrapunto lo viene a poner e l Dr. J ohnson al
definir di cho término como <<falsedad; mentira» 1• El equí-
voco de la pala b ra resulta muy revelador, ya que cada uno
d e los significados arroja lu z sobre el o tro. Ambos entra-
ii.an procesos similares, en ambos <<se sobre pasa» algo, que
pod emos concretar como sigue: la m e ntira sobrepasa la ver-
dad y la obra literaria sobrepasa el mundo real que incor-
pora. No es d e extrañar, pues, que a las ficciones literarias
se les haya atribuido la etiqueta d e m entiras, ya que ha blan
de lo que no existe, aunque presentan la no-realidad como
si t-ealrnente existiera.
La prime ra vez que e ncontramos una oposición contun-
dente a la q ueja expresada por Platón de que los poetas mien-
te n es e n el Renacimiento , cuando Sir Philip Sidney replica
diciendo que «the Poet ... nothing affirmeth . and the refore
never li eth » [el poeta nada afirma y, p or tanto , nunca mien-
te], ya q ue no habla de lo que existe, sino d e lo que debiera
existir2 , y esta forma de sobrepasar la realidad es algo muy dis-
tinto a la m entira. La ficció n y el ficcionalizar e ntraüan una
dualidad, y la naturaleza de esta duplicidad de pe nde rá de l

• Título origi n al: <• fictionalizing: the An thropolog ical dinocnsion of


literary fict ions", publicado en NnAJ l .ilf'r(lly 1l is! m)'• 1990, 21: 939·955.
r rad ucció n de Paloma Tejada Caller. Texto traducido y repf'Oducido con
a u torizació n del autor.
1
Samuc l J o hnson , A Dictionary of tite English Language, Lo ndon . ] 983.
~ Sir Philip Sid ney. TltP Defma of PnesiP, en '/'he Prose Worhs, ed . Albert
Feu ill erat (Cambridge, 1962), Tll , 29. T rad. esp. • Defe n sa de la poesía",
en Camp del'arpa, l O (1974), págs. 21 -28.
44 WOLFG.<\;\1\. !SER 1 \ ~ J(.C.JO!': \l JIN 10:-.: 45

contexto: la mentiras y la literatura on distinto productos hacerse remo ntar a «ningún final inmutable» (6, 96). r\o hay
finales ckl proceso de duplicación, y cada una -;obrepasa los un mundo único, subvaccnte, sino que creamos nuevos mun-
lími tes de la realidad contextua! a su modo. E.n tanto que dos a partir de otros viejos, y lodos coexisten al ¡jempo en un
esta duplicidad anteced e a su formas de realit.ación, este proceso que (',oodman describe como << hecho extraído de la
traspasar los límites puede ser ,fQ!lSiderado como el sello d e ficción» (102-7). Por tanlo, las ficciones no on el lado irreal
garamía d e la ficcionalización. El mentiroso debe esconder de la realidad ni, desde luego, algo opuesto a la realidad, como
la verdad, pero po r e llo la verdad está po te ncialmente pre- todavía las considera nuestro <<Conocimiento tácito»; son más
sente en la m;íscara que la disfraza. En las ficciones lit eraria bien condiciones que hacen posible la producción ele mun-
los mundos que existen se ven sobrepasados y, a unque toda- dos, ele cuya realidad, a su ve7, no puede dudarsc.
vía son individua lmente n.:conociblcs, su di sposiciú11 con - El primero que articuló estas ideas fue Sir Francis Bacon.
tex tual les hace pe rder el aire de familiaridad . De a hí que al sostener qtle las ficcion es «give some shadow or satisfac-
tanto la me ntira como la literatura siempre contengan dos tio n to the rnind ... in those poinls wh ercin thc n ature of
mundos: la men¡jra incorpora la verdad y el propósilO por el things doth deny it,'' [proyectan sobre la mente un cieno
que la verdad debe quedar oculta; las ficciones literarias incor- aire de sa¡j<;facción ... en aquellos puntos en los q ue la natu-
poran una realidad ide ntificable, y la someten a un a remo- raleza nos lo n iega]. Esto no coincide exactamente con los
delación imprevisible. Y así cuando describimos la iicciona- modos ele crear mundos de Goodman, pero muestra cómo
lit.ación como un acto de tra nsgresión 3 , d ebemos tener e n podemos tener acce<>o a lo inaccesible inventando posibili-
cuenta que la realidad que e ha vi to sobrepasada no se deja dad es. Es una \Ísión q ue ha sobrevivido a través del tiempo,
a trás; permanece presente, y con e llo dota a la ficción de v cuatrociemos aiios m<'lS tarde Marshall McLuhan describió
una dualidad que pued e ser explotada con propósitos dis- e l <<arl<.' de la ficci ó n•• como extensión ele la htunanidadh.
tintos. E.n las líneas que siguen, pre tendemoo; centrarnos en Con todo, es una visió n que se opone a la crítica que se
la ficcion alización como medio de realizar lo posible, para ha d irig irlo a los relatos de ficción clesdc que apareció la
poder clespués abordar la pregunta de por qué los seres huma- epistemología moderna. Locke denunciaba las ficciones por
nos, aun consciente de que la literatura es pura simulació n , ser <<ideas rant.ásúcas•• 7, ya que no se correspondían con nin-
parecen estar ncce ·itados de ficcion es. g un a realid ad , y sólo diez años después David 1Iume hab ló
de <<ficciones de la mente>>x, que condicio nan la fo rma en que

Las r.ccione litenuias actuales, aunque ya no se las acu sa de ' V. Sit Francis Bacon, Th1• AdllanrnnnJ/ nj {,rnming and YI'T.t' 1\tlonti.,.
mentir, sig uen padeciendo hasta cierto pu11Lo el desprestigio ('d. i\nhur.Johmton (Oxlord . 1974 ). p. SO
'' \'. Mat shall 1\lcl.uhan. L'rulerslandmg Medw: /he J~xiP?I\/llll\ nf /1/rw (0kw
de er irreales. inde pe ndie nte mente de que de empe11en un
\'01·J... 1\JG·l ), piig,. 42. 66. 107, 2~5. 237 ~ 242; frad. esp. / .11 wm¡mmuin df'
papel esencial C JI nuestra vida cotidiana. En su libro Manrms /m mnlull mmo /(JI PXjJrPiinnel del /¡om/JrP, '.l éxico. Diaua . 1969. Ig ualmente
de har.er mundos 1, ~clson Goodman pone de manilie to que no 'iusan Somag,. fhe B<t~ic l "nit o fCo ntemporan An is nm the Idea. hui the
vivimo'> en una n:alidad , sino e n muchas, }" que cada un a de \nalr~i< ol and E'lt"ll'>ion of Sen~ation., ~·n H r Lulum: Jlot flml Cold. t>rl.

esta realidade es resultado d e un proceso que no puede (;erald ~. manud Steat n ( ·ew York. 19ñ7). p . 2:i5: • 1he new \ensihilitl
unders1ancb an a~ the extension of lifen.
7
V . .fohn Locke, .In l~s.wv Concmmzg !fuman l 'udt'rllnnding (1 ondon,
1
V. mi <lnículo ·FC'igning in Fiel ion" en f dntf11\' of thP 1 iti'Tn1)' 'l i>xt, ed . 1971 ) . 1. ~ 1!'}- 17. 127 v 335. Trad. e~p- EmawJ 1o&re el entendimimtn hu marzo,
Mario ). Va1di·<> v Owen Miller (Toron to 1985), pág~. 204-28 ~ l arh id . F.d. lacional , 1980. 2 vols.
1
V. Ndson Goodman. Wa)•S of Worldmaltmg ( 1 l a~sock s 1978) , esp. pág;,. " V. David llurnc, A Trea/He nf Hu man Nalun•, ed., L.A . Sl'lb1·-Bigge
6-l 0 : a p<~n i r de ahont se ci ta e n el texLO. Trad. e~p . Mwurr11 de Jwri'T mun- (Oxford. 19GH), págs. 216, 220 y ss .. 254, 259 v 493. Trad. esp. "lmtodo d!'/~1
do;. Madrid , Visor, 1990. p;ígs. 17 s . 111/lwa/ezn humana. Madrid. Calp<'. 192 ~.
46 1 \ F1("( 10:-.AI.I/J\( IÓ'J 47

organit-amos nue tras experiencias. Pero lo que llume ver- encontró su expresió n m ás e labo rada e n la nove la pastoril
daderamente pretendía era exponer las premisas cognitivas del Renacimiento. Ya en la Arcadia de Virg ilio aparecía un
q ue plameaba la episte mo logía, v fue Ka nt quien dio un mu ndo inventado por la poesía que se hacía corre ponder
g iro casi total a la argumentación , al concebir la categorías con un mundo político 10. En la novela pa toril se proyectan
de la cognición como ficciones he urísticas que deben inter- dos mundos radicalme nte distintos: e l artificial v e l socio-
pre tarse romo si se correspondieran con algo. Este romo si político. H asta qué punto la novela pastoril re al~ estas dos
era. según Kant. una necesidad imprescindible de la cogni- realidades d ivergentes puede apreciarse en el hecho de que
ció n. Las necesidades sin alternativas, con todo, deben ser ver- ex iste un a clara línea divisoria e nu·e ellas, y si los protago-
d aceras·.
1 mc1uso aunque tengamos que a nadir
1) • - que tal ver- nistas desean cruzar este límite, deben duplicarse a sí mis-
dad es antropológica más que epistemológica. mos -deben di. frazarse d e pastare para actuar, y tie ne n
Si las fi cciones tie ne n una base principa lmente antro- que utilizar este disfraz para esconde r quiénes son y lo que
pológica, parece dificil postular que su inevitabilidad epis- son. Esta división de los pro tagonistas e n personaje y clis-
temológica tenga fundame nto ontológico. Pu ede que ésta frat- muestra la importancia d e l límite que separa los dos
sea una de las razones por las que no pode mos hablar de fi c- mundos. De nue\'o e l cruzar los límites vie ne a la palestra
ció n como tal, porque ésta sólo puede desn ibi rse en vir- como epítome de la ficcio naliació n , por la cua l dos m11ndos
tud de sus funciones, es decir, de las manifestaciones de . u diverge ntes e yuxtaponen para hacer paten tes us dife-
uso v lo~ productos q ue resultan d e e llo. Esto es evidente re ncias.
inclu o a pri me ra vista: en epistemo logía en contramo lic- A partir de la ob ervación anterior podemos derivar la
ciones a modo de presuposicio nes; e n la cie ncia son hipó- fó rmula básica de la ficciona lidad: provoca la sim ulta nei-
tesis; las ficcio ne pro porcionan la base d e las imáge nes del dad de lo que es mutuamente excluyente. Como esto tam-
mundo y los supuestos por los que guiamos nuestras acci<r bién se aplica a la mentira, las ficciones literarias cumplen
nes o n tambié n ficc iones. En todos estos caso!>, la licción otra condición que las separa de la mentira: descubren su
d esempei1a una tarea distinta: desde posturas e pistemo ló- ficcio na lidad, algo que la memira. por su parte, 110 puede
gicas es una premisa; en la hipótesis, es una prueba; en las permitirse. Por tanto, las ficciones literaria contienen toda
imáge nes del mundo, es un dogma cuya n at uralet.a fi ccio- una serie d e seña les convencionalizadas que indican al lec-
na l de be queda r ocu lta, si se quiere evitar que la base se to r que la lcn9ua utilizad a no es discurso, ino «d i curso
vea a fect:1da; y en nuestras acciones dia rias, es uo a antici- representado» 1• Se da a e nte nder así que lo que cst.á di cho
pació n. Dado q ue las ficciones tie nen tanLas y tan variadas o e cri to debe tomarse únicamente (Onto si se refiriera a
ap li caciones, podemos p lantearnos tómo se manifiestan , a lgo, mientras que en realidad w das las referenci as están
qué consiguen , y qué revelan en literatura, y para e.ste pro- entre paréntesis) sin·en tan sólo de guías para lo que debe
pósito co n\'ie ne introduci r un ejemplo del que podamos ser imaginado. Los pastores del género pa:.toril, por t;jem-
despué extrapolar otras ideas. plo, y realmente todos los géneros literarios en sí, son mera!>

lJ 1" \ '. Bruno Sndl, • The Disco,·cr¡ of a Spiritual l.and~capc*, en ~u '111e


f)l.írtnll'l) o( tiiJ' ,\/uul: tlu> (;rcrk Origm1 oj l~umpNm 77wughl. 1r. 1.< •. Rm<'nlll<')t"r
Existe un tipo especial de literatura en e l que la liccio- (Oxlürd. 19:'):1). pág~. 2H~h 291 [ i.tlljuPniP\ riPlpn1WIIIlll'lllnmmpm, Madrid:
nalidad queda descdta gráficamente, la poesía pas toril, c1ue Ratón v Fe. 19651: igualmente Thomas C. Ro~enmewt, rlu (.rcm CahmPt:
Tltnmilul and lheJ•:uw¡mm Pastoral L1nc ( Berl..de1. 197:1). pág. 211 .
11 V. Rainer Warning, ~Der inszcnicne Di~kurs. Bcmetl..ungen 111r pnlg-
Y V. Di<'let ltcnrich . ~versuc h über Fil..úo n und Wadwit·•. t•n Punltlwnm
tiP5 1-'iktmm, Poc1il-. und llermcncu1ik, X. ed. Oictcr l lcmkh and Wolfgang matischen R<:lation d er Fiktion», e n Funktimun tfpr /.-iklhlf'll, p.ígs. 183-206.
lser (Munich . 1 98~). pág. 5 1fi. l lay lradi i<Tión ing lesa (ver Bibliografía) .
18 49

sciialcs rq~idas por convenciones. Los pastores no repre- cicio de su ,.¡rtud»t 1• Aunque e n tal empeiio habían salvado
sentan la vida rústica del campo, sino que constituyen úni- reino tra-; 1eino, habíall reestablecido el orden social y habí-
camente la \'estidura necesaria para represcnLar algo cuya an resuelto conflictm personales, todas sus hanñas g lodo-
referen cia ya. no se da y que. por t.anto, debe se1· imaginado. 'ias resu ltaban intrascendentes, porque el ejercicio del valor
La literatura es siempre una forma de representación, }' la y la virtud en ~í mismos no cambia nada. Cuadra, por tanto,
novela pastoril es un caso que destaca en este punto, ya que que la secuencia de sus aventuras heroicas termine e n fra-
en su rase más elaborada temati.la la propia ficcionalit.a- caso.
ción. Si la ~jcmplaridad de Uli:-es )'Eneas deja paso a metas
Touchstone. en una obra que adapta de la novela pas- individuales ( •< ir privadamente»), si la aven tura. la queste
toril, propone que <da poesía más auténtica es la que más épica se ve sustiwida por un <<orden desconocido>> (A 275),
finge» 1 ~. afir mación que Audrey no alcanza a comprender. como afirman explícitamente los príncipes, y las normas
Só lo e l loco ha captado que la verdadera poesía es una épicas de fortuna y necesidad son reempltvadas por la deci-
forma elevada de ficcionalit.ación, porque sólo é-1se encuen- sión personal , en tonces todas las aventuras heroicas asu-
tra cómodo en dos mundos al mismo ticmpo 1 ~l. Si la dupli- men una ••función menor>>, al invocar los ickales épicos
cación e-. algo constitutivo de la ficcionali1atiún v resulta o;ólo para llamar la atención sobre su ausencia. En lugar de
ope1·ativo en la continua transgresión de fronteras, enton- volver a reintegrar el mundo en la unidad o;ocial, los prín-
ces '>urge la pregunta de qué es lo qu<· pueck revelar seme- cipes lo d~jan en un estado de incontrolable inestabilidad ,
jante actividad. La Arcadia ele Sir Philip idne' nos aporta caracterinda por la desarticulación de todos los esquema
una pista importante para alcanLar l<l rcspue-;ta. épicosn.
Los protagonistas de Sidney, procedentes dd mundo Los protagonistas, sin embargo, narran sus aventuras a
socio-político de Grecia y Asia Me nor, tienen que enmas- las prin ce as de las que están enamorados porque tienen
cararse cuando se introducen en Arcadia v deben cambiarse que duplicarse a sí m ismos, con el fin de crt11ar la frontera
de disfra7 para cruzar otra frontera que establece los lími- } entrar en el territorio prohibido. Cuando les cue ntan a
tes de un ámbito esu·ictamente prohibido dentro de la pro- las hUas de Basilio us hazañas, la quesle épica queda re La u-
pia Arcadia. Ellos e mprenden estas acciones de cruzar fron- rada de manera in esperada, ya que ahora, a trav(•s de sus
teras porque quieren estar próximos a las hijas clcl rey de las disfraces, los príncipes tie nen que u tilizar sus relatos para
que se han enamorado. B<~jo sus disfraces - l)rrocles de ama- insinuar c;u verdadera naturale~:a a las p rincesas, sin tener
lona y Musidoro de pastor- entretie nen a la-; prince-;as rela- que quitarse las máscaras. El fin de su ques/t' no es repro-
tándoles las heroicas aventuras que han vi,~clo en el mund<> ducir lo que han conseguido en el mundo, sino dotar a su:,
socio-político. Confiesan haber actuado con el propósito
de demostrar su valor y su virtud -sin embargo. no en la 11
Sit l'hilip Sidne1, 1Y1e Ccmnle.,, of J>rmbmlu•\ , \rmdia, t·cl. \law in· batas
forma en que Jos héroes épicos de antaiio, como Ulisc~ o (l larmond s"onh. 1977): de ahora en adelante ~e citará t·n el texto como
Eneas, concebían estos trabajos. Por e l contrario, se veía n l. Toda~ la< rita' t'\tán tomadas de la ed ición de Compldr \ rmdta, ba<.'lda
guiado' por el deseo de «ir privadamente a buscar el cjc1- <·n la ('dirión de 1621 de Sir \\'illiam t\kxandct·. v que combina la rc,·isa-
da a unque h·agnacnlatta .Vew .lrradw con p<trlc' de la 0/d I Hadw que ap.t-
ll'Ció pot \t'/ pnnwnttomo edición completa en 1912. El pmpto ~1r \\'illiam
1
~ \\"illiam Shakc~pcarc. \.1 l'ou Ltkt /t. cd. \ gnes L;u harn (1 ondon, .\te:>.andt•t nnihaú dte'w de unión cntJt· una~- otr<t.
1
1975). p. HO. lr,ad. esp. Como gustéiS. Madrid. Cátcd aa, 1990. " En /)u• Stmkttu litrmmthrr Te-.:le (Ir. alcm,lna de Roli-DH'Ittdl Kctl.
1
~ \ .el attírulo • Dramati7alion ofDouble ;\ lcaning in Shake.,pean•';, /11 ~t unich, 1972. pí1gs. 1 l.J. S.'> . 207 } 267). .Jut ULounan ha dt''< l'i10 cM a l(•r-
vou L1ke !/» d e l libro qut> publiqué en 19!!9 l~tHpt•rlmg: h'nm N,•rulrr RrsJHillSt nica o miLida , pero esperada como •fun ción menor•. e~ decir. minu~ pn-
lo f. tlrwrv A ltllnopolo!!J (Baltimun·). págs. 98- 1:~O. jom (hay trc~durcic)n t•spañola: ,·er Bibliogra!Ta).
50 WOLFGANG ISER LA F!CCIONALI7.ACIÓN 51

aventuras de un significado que no les es inh e re nte. Este y e l doble significado son fenómenos imercambiables. En un
signifi cado no co nsiste e n demostrar la virtud o el valor, mo mento crítico del d esarrollo d el re lato, nos enteramos ele
rescatar al o primido, d esu·onar al tirano, o castigar la e nvi- que [ «Po r lo que e refiere a Pame la, g uardó su acostum-
dia y el carácter vengativo; es más bie n el d eseo de impre- brada majestad, a usentándose d e d onde esta ba y estando
ionar a las princesas hacié ndoles ver que la Amazona y el donde no estaba. Entonces, terminada la cena, tras ambiguos
pastor so n realmente los hé roes de tales aventuras. discursos que, por miedo al eq uívoco, podíat1 tomarse de dos
Por tanto, e l significad o manifiesto de la aventuras heroi- maneras o que se situaban , si no , completamente fu e ra de
cas debe entenderse simultáneamente corno un sig nifica- la mente del ha blante (al hablar como en los sue ños, n o
do distinto , para que la máscara p ue da hacerse transpa- como pe nsaban , sino como los d e más pe nsat-ían que pen-
rente, sin que h aya necesidad d e retirarla. Dado que los saban] , (A 624-25). El doble ignificado y la estructura oní-
protagonistas quieren decir algo distinto de lo que dicen, los rica quedan equiparados ex plícitamente.
relatos d e hazaúas heroicas se convi erte n en portadores de U na vez que el significado manifiesto se libe ra de lo que
un significado latente, sin que nunca dejen d e querer d ecir d esigna, queda disponible para otros usos. Si ahora lo vamos
lo que decían e n primera in stancia, ya que las princesas tie- a tomar corno me tá fora d e a lgo que saca a la luz una reali-
ne n que quedar impresionadas por lo que los pro tagonistas dad oculta, se nos abre claramente un espacio de j u ego
hicieron. Po r ello, este uso e pecial que se da a los relato s entre el significado manifiesto y e l latente. Este espacio d e
comienza a ficcionalizarlos; se ven conve rtidos en signos juego es lo que convierte a la ficcio naliclad lite raria e n una
con los que explicar una real idad oculta, ya que únicamente matriz generad ora de significado. Desde este momento, lo
e l signifi cado ficcionalizado del relato pu ede sacar a la luz que se dice y lo que se quiere decir puede combinarse de dis-
lo que debe quedar poco defin ido. Sin embargo, si el primer ti nras mane ras y, dependie ndo de cómo se vincu le, irán su r-
significado (el ele las hazat1as he roicas) sirve ele señal a otro g iendo de un mo do imparable nuevos sign ificad os, tanto a
significado (el del deseo ele que le tome n por lo que son los partir d el sig nificad o manifi esto como del latente.
p rotagon istas) , no se está planteando una cuestión ele d es- Como la estructura d e d oble sign ifi cad o ma nti e ne un
plazamie nto mutuo, y po r tanto, esta inseparable dualidad fu erte <<parecido físico» (Wittgenstein ) con el sueúo, pode-
~ se presenta como estrucLUra de doble significado. Esto últi- mos cu estionarnos hasta qHé punto la ficcionalidad lit e ra-
(' mo implica que siempre hay un significado man ifiesto que ria modifica un pau·ón idéntico que parece suyace r a ambos.
• bosqueja o tro laten te, que, a su vez, obtiene su relevancia de El doble sign ifi cad o en litera tura no es ni una repetición
lo que el manifiesto dice. de la dualidad de los sueños ni una re presentación de éstos
Esta e tructLU·a de doble sen ti do recue rda a la d e los sue- ú ltimos, a pesar ele que las descripciones contemporá neas
t1os. Pau l Ricoeu r seña la: «Dejando a un lado e l tema de de la novela pastoril insistan constantemente e n la analogía
las distinta escuelas, los sueños atestiguan q ue sie mpre que- de éstas con el sueti o 17 . Las diferencias se observarán con cla-
remos d ecir algo d istinto de lo que d ecim os; e n los suet1os ridad si volve m os a conside rar los disfraces d e la A rcrulia de
el significado manifiesto se refiere de un modo inacabable Sidney.
a los sig nificados ocultos; ~:!Sto es lo que hace de todo soña- Los disfraces hace n d estacar algo que tambié n e ncue n-
d o r un poeta >• 16 . Ante este parale lismo, re ulta aun má tra su lugar en los su eños, pero qu e su ele cicjarsc al mar-
revelador que e n la propia ihcadia se considere que e l sueño
17
F.sta clescripción se puede nplicat desde San nanro hasta Cervame~.
16
Paul Ricoeur, F!ntd rmrl Philosophy: An F.s.,oy mt lntet/m•ratwu. tr. Dcnis v. lacopo Sanmv.aro, O¡wrP. ed. En rico Carrara (Torino. 1952). págs. 193
Savage ( ew 1-l.aven . 1977), pág. 15. Trad. esp. Frl'lul: una interpretación de y ss. y Mig uel de Ce1vantes Saavedra. 0/nns completas, cd. Ángel VaJbuena
/.<1 cultura. Méx.ico, Siglo XXl , 1970, pitg. 17. Pt·a1 (Madrid, 1967), pág. 1001.
52 L.,\ ncc 10-.: \1.1/. Kló<" 53

gen en la teoría sobre los mi mos. Más conc•·etamente, las Esto va no · proporciona una prime1<1 visión momentánea
formas que adopla el disfra? que e nvuelve lo pensamienLOs de lo que se puede conseguir si en la GccionaliLación man-
del sueño. La escisión que propone Sidney de los protago- tenemos o perativa la estructura de doble sigui u cado, )' tam-
nistas en persom~e y máscara sigue pareciéndose a lo sue- bién de lo que la aparta de la del sueiio. Estar presente con
i1os en tanto que el disfraz sirve para esconder lo que los repecto a uno mismo y al tiempo verse uno como si fuera
príncipes son, para que así puedan tener acceso a un mundo otro, es una condición de «éxtasis» en la que. de manera
prohibidol El engaño es necesario e n uno y o lro caso para abso lutamen te literal, uno está al lado de sí mismo. Uno
poder traspasa•· los límites. ,Pero un a ve¿ que los príncipes sale del recinto de uno mismo, y así se le permite tenerse a
han e ntrado e n e l ámbiw prohibido, también desean que sí mismo. A este respecto, la uccionalidadliteraria supera la
se les perciba corno lo que son (por<lue quieren ganarse e l analogía del sueño cuya estrucmra com pane. Paul Ricoeur
amor ele las princesas). Esto les conduce inevitablemente que aún intenta enmarcar juntos suei'lo y poe ·ía, reclama
a jugar con su propia mascarada, y este juego libre con la especial atención para este velada revelación: <<Superar lo
propia duplicidad empieza a apartar a ésta de la del !>11e1io. que permanece abstracto en la oposición que mantienen
En e l sueño la ocultación es primordial, ya que debe regresión y progresión [es decir, en el suelio] requeriría e l
mantenerse para facilitar la reaparición disfra1ada de lo estudio de estas relaciones concretas, cambio<; de énfasis e
reprimido. Los príncipes, sin embargo, quit:ren hacer esla- inversión de papeles entre las funciones del disfra7 y la
,11 llar ~Ul> propios disfraces para exhibir su condición de tales. manifestación'1 M.
' Por eso tienen que ocultarse y manifestarse allernaLiva- Quilá nos conYenga detenerno~ en cslc punlO )' recapi-
mente. La manifestación, sin embargo. no puede implicar tular la argumentación hec ha hasta ahora. La iiccionalidad
la e liminación de las máscaras, ya que lm p•mcipes toda- literaria tiene una estructura de doble significado, que no
\'Ía tienen que !>Ortear lo prohibido v traspasar unos lími- es en sí misma significado, sino una matrit generadora de
tes celosamente guardados. Si quieren comeguir su ol~jeti­ -;igniflcado. El doble significado se prcscma como ocultación
vo tienen que practicar la ocultación v la revelación al mismo )' revelación simultáneas, diciendo ~icmpre algo distinlO de
tiempo. Y esta simultaneidad de lo mutuamente excluyen- lo que quiere decir para haccr surgir algo que sobrepasa
te es representativa de IOdo el proceso de la ficcionaliza- aquello a lo que se refiere. De esta dualidad surge la con-
cióu, que u ti liLa el enga•1o para descubrir realidades escon- dición de «éxtasis», que Sidney ejemplificó a 1ravés de unos
didas. protagonistas que están al mismo tiempo consigo mismos y
Aquí. pues, en esta velada revelación es donde encon- fuera de sí mismos. Por tanto, la acción de fi ccional i.lar l'jJi-
tramos un a h.:jamiento básico de lo que es la estructura d el lomizn una cond ición que resultaría absolu tamente inal-
sueño. El person~je debe reprc:.enlar~e a sí mismo a través canzable a través de las vías por las que discurre la vicia nor-
de un disfra1 con el lin de hacer surgir algo que no existe mal.
todavía. La persona de la má "cara no queda, por tanto, ¿Cómo funciona esta estrucutra de doble significado, y
atrás, sino que está presente como algo que uno no puede hasta qué punto señala disposiciones pre<;cntcs en nuestra
se• mientras uno siga siendo uno mismo. A clif<.· •·encia de l configuración antropológica? De nue\O podemos tomar
su ei1o, en el que el dormido es prisionero d e -;w. propias como punto de partida la velada revelación . En la , \rmdw de
imágenes. lal> imágcn e~ del elisfnu hacen desplegaJse al per- SidnC}' el clisfra¿ ele los protagonisws signifi ca que su con-
somüe en un desordenado abanico ele posibilidades. Si e n dición de príncipes está a usente, a unqu e permanece pre-
el curso ele la p ropia escenificación uno sale de.· fuera !>Í sente en la medida en que dirige las operaciones del dis-
mi!>mo, tiene que seguir estando presente, porque l>i no es
imposible que tenga lugar ninguna reprc~entación. 1
" Ricoeur. up. cit .. pág. 457 (''er nota lfi).
54 WOLFGA.\IC ISER l..'\ FICCI01 tU.IZAClON 55

fraz . .Xiencn que dominar situaciones con las q ue no están tante ... La estructura d el doppelgéingn-. .. hace posible el enten-
fami liarizados, y por eso lo que son pued e co nstitui r con dimie nto ele uno mi smo, pero e n ningún caso d e be mos
frecuencia u n obstácu lo a la hora. de satisfacer las exigencias oponer una mitad a la otra, e n el sentido d e que «por n atu-
. 19
d e las siLUaciones e n cuestión. Muchas de las actitud es y raleza» h aya una meJOr ·.
capacidades, normas y valo res q ue hasta entonces se habí- En la observación ele Plessner hay un rasgo ele vital impor-
an considerado obligatorias ya no son aplicables y, por tanto. tancia, y es que rechaza cualqu ier estructura d e base onto-
úene n q ue quedar, al m e nos te m poralmente, e n suspenso. lógica d el ser que pudiera oponer -por usar una termino-
En consec uencia, a cada paso surgen interconexiones varia- logía idealista- e l horno noumenon a l homo jJhenornrnon,
bles entre su condición d e prín cipes y su di sfraz, lo cual o posición que ha n mantenido con igual virulencia el mar-
revela la naturaleza generativa d e l doble significado como xismo y el psicoanálisis. La a uto-alie nación marxista presu-
medio de realizar lo posible. N i las máscaras, ni la condi- pone la existencia e n las personas de una base d e inspiración
ción ele príncipes pued en estar pu ra y exclusivamen te pre- idealista, a través d e la cua l e l ve rdadero ser se puede d ife-
sen tes, y el con stan te intercam bio entre ausencia y presen- re nciar ele las manifestaciones de su degradación. El psi-
cia indica que el personaj e siempre supera sus límites. Este coanál isis habla ele un ser nuc lear qu e puede verse a sí
<<éxtasis», sin embargo, no se persigue ¡;er se. De ahí que nos mismo reflejado en el ser-esp ejo. Pero como -doppelgiinge-r
planteemos qué es lo qu e en realidad implica estar sim ul- ele sí mismos, los seres humanos son cu a ndo menos muda-
táneamente d e ntro y fuera de un o mismo. Si e l disfraz nos bles, y van d esp lazándose por e ntre sus pap e les los cu ales,
permite salirnos d e los límites ele lo que somos, ficcio nali- a su vez, se suplantan y modifican unos a otros. Los papeles
zar tambié n puede permitirnos llegar a ser lo que q uere- no son disfraces con los que realizar fines prag m áticos; son
mos. Por tanto, estar <<aliado de uno mismo» viene a ser la recursos que permite n al ser re presentar un pape l d istinto
cond ición m ínima necesaria para crear nuestro propio ser d el suyo propio.
y e l mismo m u nd o en el que nos hallamos.
Evid ente mente el pape l individua l ele cad a uno estará
III determinado por la situación socia l, pe ro a pesar ele que
ésta condiciona la forma, no cond iciona el estatus huma-
La fi ccionalización lite raria ap u nta hacia o tro patrón
no ele dopjJPlgiinger. Imprime su sello en la disociació n , pero
antropológico in tegrante ele los seres h umanos: la estructura
ni la constriñe, ni la elimina, provocando con e llo el des-
del dofJfJelgiinger. Para valorar tal disposición resulta perti-
p liegue de la dualidad humana e n una mul tiplicidad d e
nente recoger la observación hecha por el profesor de antro-
papeles. Esta misma dualid ad surge d e la posició n margi-
pología social, Helmuth Plcssner: << La compr ensión racio-
nal del ser humano: nuestra existe n cia es indiscu tible, y al
nal que te n e mos d e nosotros mismos puede concretarse
tiempo nos resul ta inaccesible. Ludwig Fellerbach seii.ala
formalme nte e n la idea de que e l ser humano es un ser
que «En la ignoran cia d e no otros mismos nos sentimos
generalmente inseparable de un papel social, pero no defi-
có modos, 20 , a lo que podemos atiaclir el co me ntario d e l
nido por un papel concreto. El que representa un papel o
filósofo francés Cornelius Castoriadis: <<La persona só lo
mantie ne una figura social no puede ser identificado con la
pue de existir si se define a sí rnisma ... pero siempre supera
figura, aunqu e tampoco p ueda ser co nce b ido ind e pe n-
d ientemente d e e lla, sin riesgo d e perder su co ndición
l !l Helmuth Plcssnc1, •Sot iale Ro ll e und men sc hliche Na tur ", en
h u mana ... Ún icamente a través del otro de nuestro propio
GPsmmnPlie Srhriftm, cd. Gün1er Dux eL al . (Frankfu rt/ M. 1985). X. 235.
ser te nemos un ser propio. Con esta estructu ra del dop- Traducción al inglés del autor.
fJelgiinger que vi'nc ula al q ue represe nta u na fig u ra con la 20
Ludwig Fc uerbach , Siimtlirhl' Werke, ed. W. Bo lin y F. J odl (Stuugan.
figura represen tada creemos haber e ncontrado u na cons- 191 1) X. ~ 1O; [raducción al inglés del amor.
L. \ FI(.C IO:O.:A IIZ. \<.10:-o 5i
56 \\'OIJ·(. \:-JL 1',~ R

sintáctica de imágenes mnémicas, ni desde luego a la repro-


esta definiciones, \' si las supera es porque brotan ele ella ,
ducción de lo que h a ido desplazado; es un ac to creaLi\'o,
pm·que las in \'enta ... y en consecue ncia porque las hace,
según e l cua l va a originarse un mundo nuevo en cada una
haciendo las cosas)' haciéndo e a sí misma. y porque no
de las ocasiones21 . Por conu·aste, el mundo real e n el que
hav definición histórica , naLUral o racional que nos permi-
vivimos iempre está ahí, y a Jo sumo tenemos que inter-
ta establecer dic has definiciones de una vet por todas. «l .a
pretarlo en térm inos de lo que nos afecte. Aunque en e l
per ona es eso que no es lo que es y que e lo que no es»,
suei'lo e produce una continua creación de mundos alter-
como ya dijo H ege l ,~ 1 . Esta deficiencia resulta ser e l re or-
nativos, cuya extra1ia naturaleza está condicionada por la
Le de la ficcionali1.ación , y la ficcionalidad, a su vez, cualifi-
interrupción del input Sl' nsorial que se produtca durante el
ca lo que aquélla ha puesto en marcha: el proceso creativo
suciio, los soi'laclores no pueden transportarse a -;í mismos
y e l cómo y el porqué de lo que representa.
hasta los aledaiios de estos mundos para ver lo que e l sueño
IV ha producido. Ni siquiera el <<sueño lúcido »21 puede pe r-
mitir más que la mera consciencia de que se eJ iri sol'iando.
Como hemos visto, la estrunura de doble sig nificado La fircionalinción , sin embargo, pone de reli eve un
une la ficcionalidad literaria a los ue ños, aunque la pri- modo distinto, por e l cual puede manifestarse una dispo!>i-
mera no es en ning ún caso una representación ni, desde ción básicamt·nte humana. Si el yo íntimo de la persona es
luego, una repetición de los segundos. lncluso si el soi'ia- el punto de e nc uenu·o d e sus múltiple papeles, las ficcio-
dor fuera con ciente de estar soñando, seguiría e'ltando nes literarias muesu·an a los seres humanos com o ese algo
dentro d(' los límite del sueño, mientra~ que la fi ccionali- que ellos se hacen ser y como que e llos ~ ntienc!en .que son.
zación lite raria hace surgir una condición de «éxtasis» que Para es te pro pósito uno tie ne que sahr de s1 m1smo. de
nos permite simultáneamente estar con nosotros mismos y manera que pueda exceder su s propi as limita c iones.
a nucsu·o lado. TIans-Georg Gadamer co nsidera que éste Podemos, por tan to, describir la ficcionalidad literaria com?
es uno de los mayores logros de la humanidad ¡ ello le hace
toma r una postura crítica frent e a Platón: ·<lnclu o Platón ,
la modificación eYidente de la conciencia que hace acn·s1-
ble lo que sólo o curre en los sue1ios. El soi1 adOJ está inex.-
ll
en e l Fedro, comete e l error de juzgar d (·xtasis de estar tricablementc amarrado al mundo que crea. pero la fic-
fuera de uno mismo desde e l punto d e vis ta de lo racio- cio nalizació n literaria permite precisamente una relajación
nalmente razonable, y de verlo como la mera negación de de tales a taduras. Ecluard Dreh er dice que <.'1 soi'lador está
estar con uno mismo, es decir, como un tipo de locura. De dividido enu·e «el que vive el suei'io » y <<el que escenifica el
hecho , estar fuera de un o mismo e s la posibilidad feha- suei1o>>~\ que siempre tiene que padecer Jos mundos que se
, 2''
cien te de estar en Leramen te con algo mas» -. ha creado; las fi ccioneo; literarias que se manifics1 an <'11 un
Las implicaciones que esto acarrea pueden volver a cali- «Como !>i », se n ' \ clan como aparie ncia, y no como e.,encia.
bra rse a travé~ de la analogía con el sueño, aunque desde un Muestran que la capacidad que te nemo de transmutarnos
ángulo que no con , tituyó foco de aten ció n para Frcud y
us seguidores. De ac uerdo con los trabajos lle\·ado a cabo ~:• V. (,orclon Clobus. Drmm l.ife, HakP l.ijP: /he lhmum Cond1tionthmu~1
po r Gordon Globu ·, el sueño no se re!>u·inge a la disposición Drerw11 (,\Jbanv. 19X7). p<íg. 51.
\ '. Stephen L. tberge. Lucul /)reammg ( 1 o> \ngelc,, 1 9~5), )Mg. fi.
11

n Ed u<trd Ore he •, Dn Trmnn a/.1 t.rú•lmo ( Munich, 1 9~ 1), p;igs. 6~-!13 :


~ 1 Corncliu~ ( a~to,~iacli~. Thr fmtlf!IIIII T)' hi!IIIIIIÍOI! nj Srmel\ , u . Kitthken
El q m · \in' el o,uc-ñ o dl'<cub1 e. I.t, po,ihllid<~des ¡ ~oi<'.IHÜII's dl' .un \~J
Blaml'\ (Cam bridge:. lY87) . pág. 135. liberado <kl au i<H.onu~o J , (68): •el que juega .ti sU<·no IU' IW a su d"po'>t-
n ll ans C:corg <.:adame1. Tntth nnd Mrthod. IL ( :an·t·i l,a,·clcn v .J ohn ció n una famasía c1eativa que por regla gem·t-dl \a m á' .tllá de la liunasnt
Cununing (New Yo rk. 1975) . pág. 111. r rad. esp. Vl!rdnrl .Y mflodo. S,,Jaman ca,
cupiti,•a d e l soñador• (H ~).
Sígueme. 1(l92, 2 vok
58 \I'OLH,A.W: ISER LA FICCIOI'\AI.l7.ACIÓ:-.I 59

en d istintas formas no puede ser reificada. A1 Liempo. esta Podríamos considerar un frag m ento de la novela de
apariencia hace posible que la h umanidad pueda constan- Milan Kundera L a ins(ijxrrlable lroPdarl del sn~
temente volverse a inventar a sí misma . Y finalmente mues-
tra tambié n que no existe un marco de referencia último Mirar con impo tencia el patio y no saber qué hacer: oír e l
para lo q ue hagamos de nosou-os a través de la ficción, inclu- terco sonido de las propias tripas en el mo men 10 de la emoción
so aun q ue la ficcionalidad fun cione como extensión d el amorosa: traicio nar y no ser capa~ d e detenerse en el hem10so
ser h umano y dé la impresión de que en sí misma constituye camino de la traición ; levantar el pwi o entre e l gentío de la
ese marco de refere ncia. Gran Marcha; hacer exhibición d e ingenio ante los micrófonos
Pode mos considerar, por tanto, que la íiccionalidad lite- secrews de la policía; todas esas si tuacioues las he conocido y las
raria es una indicación d e que los seres humanos no pueden he vivido yo mismo, sin embargo de ninguna de ellas surgió un
personaje como d que soy yo, con mi cuniculum vitae. Los per-
hacerse presentes a sí mismos, condición q ue nos hace crea-
son<ücs de mi novela son mis propias posibi lidades que no se
tivos (incluso en sueños), pero que no nos permite nunca rcalinron. Por eso l e~ quiero por igual a todos y LOdos me pro-
ide ntificarnos con los produ ctos de nuestra creatividad. ducen el mismo pánico: carla uno de e llos ha a tr<ll'esado una
Esta acción constante de auto-modclación no encuentra fmntcra por cuyas proximidade~ no hice má~ que pasar. Es pre-
restricción alguna, aunque e l precio que haya que pagar cisamente e~a fronte ra (la fronter<l tras la cual termina mi yo),
por esta extensión sin límites sea que las form as adoptadas la que me a1rae. [s m á~ allá de ella donde ernpie1a el secreto por
no te ngan carácte r defin itivo. Si la ficcionalizac ió n pro- el que: se inten·oga la novela. Una novela no es una contCsión del
porciona a la humanidad posibi lidades de a uto-exte nsión, alllor, sino u na im estigación sobre lo que es la \ida humana ,
2fi
también p on e d e manifiesto las limitaciones inherentes al dentro de la trampa en que se ha com'ertido elmun c1o .
er h umano: la propia inaccesibi lidad fundam ental a noso-
tros mismos. Las posibilidades de que habla Kundera van más allá de
lo que hay, incluso aunque n o puedan existir sin lo que hay.
V
Esta dualidad pasa a ser e l cen tro d e a tenció n a través de la
La ficcionalización es la repre entación forma l de la crea- escritura que, a su vez, e ·tá motivada por el deseo de sobre-
tividad humana, y como no hay límite para lo que se pued e pasar la realidad que rodea al novelista. Por tanto el novelista
escenificar, e l propio proceso creativo lleva la ficciona lidad no escribe sobre lo que hay, y la tra.nsgresión que realiza está
inscrita, la estructura d e doble sentido. A este respecto, nos re lacionada con una dimensión que retiene su g rado ele
ofrece la oportunidad paradójica y (quizá por ello) de ca- equívoco, ya que d epende de lo que h ay, pero no pu ede
b le d e estar tanto metidos de lleno en la vida y al tiempo derivarse de lo que hay. Por una parte, la realidad del escri-
fuera d e ella. Esta ci rcunstancia de estar simultáneamente tor se di luye e n una gama de posibilidades propias, y por
implicad os en la vida y apartados de e lla, promovida por otra est..-•s posibilidades sobrepasan lo que hay y, por tanto,
una ficción que representa la implicación y con e llo pro- lo invalidan . Pero esta pcnttmbra de posibilidades no podría
voca e l apartamiento, o frece un tipo de universalidad intra- haber salido a la luz si el mundo, d e l que constituye e l hori-
mundana que de o tra forma resultaría imposible en la vida zonte, hubie ra quedado a u-ás. Por el con trario, comienzan
cotidiana. Pot· eso. la ficcionalitación represen la formal- a desvelar lo que hasta e ntonces había permanecido oculto
mente nuestro estar e n medio de las cosas, aJ convenir esta en el mismo mundo que a hora refracta el espejo ele posibi-
implicación e n esp <:i<> de sí mi!>ma. Pero ¿qué esperamos lidades, y que, por tanto , lo revela como trampa.
obtener de esta a partada implicación a travé de la cual la
ficcion alidad nos da la impresión de que sabe mos lo que 20Milan Kundera. J.n imoportable lrotdnd del ~er. Barcelona: Tu quets,
es estar e n el centro de la vida? 1985. Tr. d<" F<"rnando el<" Valen1uda (22fr7).
60 \\'0 1 FC, \ SC, ISER 1.-\ Fl« IO:-..\III.AClú' 61

En la novela, pues, coexiste n lo real y lo posible, porque impen e tra ble, nos vemos conducidos m ás allá de no sotro.,.
lo ú~1i co qu <.· pued e crear una matrit. d e lo p osib le es la Y com o nun ca podem os ser al tiem po n osotros m ismos }
se le cció n qu e hace el auto r d el mundo real y su re p rese n- ad opta r esa posició n trasce n de nte con respecto a nosotros
tació n tex tual. El carácter efímero de dic ha ma triL pe r m a- q ue resul ta necesaria para afirmar lo que sign ifica ser, rl'cu-
necería info rrne, si no fue ra la u·ansfo rmació n d e algo que n·imos a la fi ccionaliclad. Becke n p uso vol a lo que Plessner
ya existe. Pero q ued a ria ta mbié n carente d e sig nificad o, ~i había pla nteado como problema: es decir, la auto-modelación
n o sirviera para h acer surgir las áreas escondidas ele una rea- • es la respuesta a la in accesibil id ad q u e tene mos fren te a
liciades dad as. Disfrutar ta nto d e lo real como d e lo posi- nosotros mismos. La ficcionalizació n empieza donde el cono-
ble y poder ma nten er al tie mpo la dife re ncia e ntre una cosa cimiento termina, y esta línea divisoria resulta ser el manan-
y o tra es algo CJUC se nos n iega e n la vid a real ; sólo pued e ser tia l de l que surge la f-i cció n, por medio d e la que nos ex te n-
representad o e n la fo rma d e l «Co mo si». En el caso con- d e mos más allá d e n osou·os mism os.
tr·ario. to d o d q ue estu vie ra a tra pad o e n la rea lidad n o La sig ni ficació n a ntro po lógica d e la ficciona liLación
po dría expe rim e ntar la posibilidad y viceversa. resulta inconfundible e n relació n con las much as realidad es
Con tod o. ¿en qué sentido se dice que nuestro mundo impenetrables que impregnan la vid a h u m an a. E l origen y
es una << tra mpa», y qué es lo qu e n os impulsa a sobrepasar los el fi n quilá ean las realidad es más absolu tas q ue oste n tan
límites? Todoo; los a uto res d e ficción lo hacen , y tam b ié n los esta naturaleta. Esto quiere decir nada menos que lo~ p u n-
lecto re'i d e este gén e ro, q ue sig ue n leyendo. a un cuando to~ cardina l e~ de nuestra ~x i stencia desafían la penetración
can conscie ntes d e la ficcio n alidad d e l texto. Parece qu e cogn itiva e incluso experie ncia!. Se cree que el médico grie-
17f'rt!5il amo5 e te estado «extático» de o;ituarn oc; aliado, fuera go ,\Jcmeón e ganó la aprobación de Ari'>tÓte le'i al d ecir
y más allá de n osotros mismos. a tra pado'> e n nuestra p ro pia que los seres h umanos deben morir porque no son capa-
realidad val ti e m po a partad os d e e lla. y <''He hech o se d eri- ce:. de fu ndir el origen y el ftn 29 . Si la muerte"" realmente
va de la incapacidad que ten e mos para h ace rn os prescm es el resultado de esta imposibilidad, no sorprende demasiado
a nosotros mismos. El ftmdam e nto a partir del cual somos nos q ue haga surgir ideas que pueda n cond u cir a su abolición .
sigu e resulta ndo inso ndabl e e in aseq uible. Ma lo n e, ele Estas ideas c ntrailarían la creac ión de posibi lidades qu e
Samue l Becke u , dice: «Vive e inve n ta•• 27 po rque no sabemos pe rmitie ra n ter minar con aquello q u e se resiste a l con oci-
lo que es vhri r, y por eso ten e mos que inventar lo que esca- m iento, u nie n do así comi e n zos y fin alés ine luc ta b les pa ra
pa a l con ocim iento. H ay una má.xima simila r <: igu almente crear con e llo un m arco en el q ue pod amos apre nder lo
mcciular, de 11. Pl es~ m:r, qu e corrobora lo q ue dice Bccke tt que sign ifica estar atrapad o e n la vida. La p ro lil'eracióu
desd e u n ángulo algo d istinto, e l de la a nt ropo logía social: in te n ni nable d e tales posibilidades apunta al hecho de q ue
" "ro soy, pero no me tengo .. -•>¡{ . <•Tengo» significa saber lo que no hay med io de au tentificar los vínculos propuestos. Por el
es ser. lo cual requeriría esta r en una posición trasce nde nte con trario, la moddación de lo impeneu-able q uedarán deter-
q ue perm itiera captar la cer te7a a u to-eviden te d e n ue tra minada en gran medida por las nece-;idadc-; históricas impe-
existencia con todas sus im plicacio nes. re lc\ancia v d e ·d e rantes. Si la ficcionaliLación transgr<.'de tale' límites, más
luego, '> ign itlcado. Si desca moc; tener lo qu e sigu~'siendo allá de lo' cuale'i existen realidades irreconocibles. en ton-
ce-;, las propias posibilidade q u e se han urdido para sub-
sanar esta deficiencia, atrapad as entre n ue'u o pri nci pi o y
!; <,,annwl ~d.t•tf. Alalrmt IJtt~ (;\;cw \(HJ..., IK>Ii), pag. IH. lt,td. t:~p.
nue'ltro fin impenetr-ables, pasan a ser índic<'s de cómo con-
\lnlom• 111111'>1', \ladttd. ,\ lianta, IY73.
2
~ ll dmu1h -Pinsnt'l, «Die amhropologische DtnH.:I1~10n de t
(;t•,ch ichtltchJ...t'it• t'l1 Soualn Wandd l;imliwlirm unr/ l •nrtlrlm/1 rds KniPgrmnl :1'> \n~lótl'ft>,, Pmhlmw/a. ('11 vol. \ '11 de Horks, cd. t .S. For~ter (Oxfo1<l.
dn lrrz.wlof...rt\Cht'1! l'ht•tme, ed. 1l<ms Pe ter Da ciuel (Netm il'cl, 1!l72). p•íg. 160 192í). p:1g. 91 6a.
62 WOLFGANC I ~ER 1 \ H<CIOKAJJZ. \C"IÓ. 63

cebimos lo que nos está negado, lo que es inaccesible e ele una necesidad d e compensación, la necesidad e n sí qued a
impenetrable. En este sentido, la ficcionalización resulta b<ísicamente insatisfec ha en las fi cc ion es literarias. Éstas
ser una vara de medir la mutabilidad histó ricame 11te con- siempre van acompañadas d e signo regidos por conve n-
dicionada d e deseos humanos guardados e n lo más pro- < iones qu e señalan la naLUraleza «Como si» de todas las posi-
fundo. bilidad es que insinúa n . En consecuencia, esta compensa-
Si las fronte ras del conocimienlO activan la ficc ionaliz.a- ción represe ntada d e lo que sentimos que falta e n la realidad
ción, quizá pueda observarse la interven ció n de un prin ci- nunca esconde el hec ho de que e n el a ná lisis final no es
pio d e economía: no es necesario inventar lo que se puede más que una forma de simulación y, por tanto, en último tér-
conocer, y por eso las fi cciones siempre contribuyen a salvar mino, todas las posibilidades que se ha n abierto resultan
lo impene tra ble. 1Tay realid ades d e la vida humana que carentes d e autenticidad. Lo que me rece la pena señalar,
experimentamos, pe ro que, a p esar d e todo, no podemos sin embargo, es el hec ho de que e l ser conscientes de seme-
co nocer. El amor quit.á sea el ejemp lo más llamativo. De jante falta de a ute nticidad no nos impide seguir ficcionali-
nuevo parece que no somos capaces d e conte ntarnos con lo tando.
que existe; que remos también «tenerlo», utilizando el tér- ¿Por qué se produce esto y por qué seguimos fascinados
mino de Plessne r. obrepasamos la realidad d e l amor con por la ficcio na liclad, cuya auto-ma nifestació n r eve la que
el fin d e impone rle una forma que lo haga accesible. Lo toda compensació n esperad a es pura apariencia? Lo que
mismo ocurre con el deseo expresado por Kundcra d e sobre- explica la fue r.la de la apariencia es lo siguiente:
pasarse a sí mismo, a fin de te nerse a través d e sus propias
l . N ingtma de lac; posiblidades fabricadas puede ser repre-
posibilidades. Sabemos que hay cosas que existen, pero tam-
sentativa, ya que cada una no es más que una refracción cale i-
bién sabemos que no podemos conocerlas, y éste es el punto
doscópica d e lo que refleja co mo un espejo y es, po r tanto,
ante el que d espierta nuesu·a curiosi d ad, y por e o empe-
infinitame nte variable en potencia. Así la apariencia permi-
zamos a inventar.
te una modelación ilimitada de las realidades que llevan el
Éste es también e l punto e n el que la ficciones lite ra-
<>ello de la impenetrabilidad cognitiva.
rias se alejan de las fi ccio ne del mundo o rdinario. Las últi-
2. Las posibilidades fabricad as nun ca ocu ltan ni redu-
mas son suposicione , hipótesis, presupuestos; la mayoría
cen la fisura que las separa de las realida~les incomensurables.
de las veces, la ba ·e d e las visiones d e l mundo , y pue de
Por tanto la apariencia invalida cualqu ier forma d e recon-
d ecirse que comple mentan la realidad. Fran Kermode las
. fj " el 30 . 1 ci liació n .
d enom1na << 1Cc1ones concor antes•> , porque Cierran a go
3. Po r último, la propia fisura pu ede ponerse de mani-
que por propia naturaleza es abierto. La liccionalizació n
fie sto de infinitas maneras posibles. Po r tanto la aparie n cia
literaria, in e mbargo, parece que tiene un objetivo distin-
cancela c ualquier restricción que pueda afectar al modo en
to. Só lo se puede transgredir realidades que, si no, resu l-
que puede utilinrse el espacio de juego.
tan inaccesibles (origen, fin y estar en el ccnu·o d e la vida)
ponie ndo en esce na lo que está oculto. Esta representació n Este estado ele cosas arroja una luz bastan te inesperada
está movida por el in stinto de querer ir más allá de uno sobre la condición humana. El deseo, Jirmemente arraiga-
mismo, no con un deseo de trascendencia, con todo, sino do e n nuestro interio r, no sólo de te nernos a nosotros mis-
para hacerse accesible a uno mismo . i tal movimiento surge mo , sino incluso d e conocer lo que es ser, hace que la lic-
ciona lizació n se oriente e n dos d irecciones distintas. Las
'10 V. Frank Kermodc, 7/¡e Smse of an6uli11g: Studze.1 m tlu- 'llti'OI) o[fi rtwn
ficciones resultan tc1:> p ueden describir la atisfacción de es1e
(, ew Y01·k. 1967), pág~. 4 y 62-{i-l. Trad. e•p. 1:.1 ;mtido de un final. Barcelona, deseo, pero también pueden proporcionar una experiencia
Gcdisa, 1983. de lo que sig nifi ca no poder hacernos pre en tes a nosotros
64 \ \ O U (;A.'<· l ~t R 1, \ H< < 10 ' \Lil- \CIÓ :-o 65

mi ·mos. Po r lo qu e se,refiere a la sa tisfacció n de l d e se o . <'11 nwdio de lo que he mos producido. Para d esplegarn os e n
d e be m o a pumar que pasa rá rá pida me nt'c a ser algo histó- pmihi lidad cs d e no-;otros mismos y -en \ et. ele consumirlas
rico , mie ntras que e l efecto pued e ser muc h o más duradc- IH" a satisface r las exige n c ias pragm á ti cas ele la vida coti-
ro c ua ndo - e n vcL. d e un a sati sfa ci ó n compe nsa to ria- e tli .tna- a l exhibirlas po r lo qu e so 11 <'11 u11 me di o cread o
pon e e n escen a e l carác te r huidizo e ilusorio d e tal d eseo. para tal fin , las liccio n es li terar ias revela n un a disposi ción
En es te caso, la re pre se ntació n no co nstituye una vía d e hondame n te a rra igad a e n nuestra co nfig uració n . ¿Qu é
escap e, sino q u e reve la que n in guna d e las posibilidades po dría ser? Las siguie nte respuestas a la nece idad q u e hav
urd id as podría nun ca llegar a s<'r una a uté ntica compe n- <k liccionali t.ar surgen po r sí solas: únicam e n te podemo,
sació n d e lo que se esca pa a l con oci mie nto. Y si ésta es la nta r p rese ntes para nosotros mismos e n e l cspl:jo de nues-
fo rm a d e re presentac ió n que sig u e siendo e fecti va, d e be- tra-; p rop ias p osibilida d es; estam os d e te rmina dos com o
mos infe rir que la satisfacción d e nuestro deseo de pe n e- món ad as al llevar to d as las posibilidad es im agina bles d c n-
trar lo inescru table no pued e ser la raít. a uu·opulógica de las tm ele n osotros m ism os; únicam e n te pod c mo h acer rrc n-
ficcion es lite raria~. tt• a l carácte r a b ic·rto d el mundo a través tk las posibilida-
H ay má · d ato que vie n e n a corroborar la evide n cia de d e s q u e d e rivamos ele nosotros mismos y que proyectamm
e¡,ta situació n un ta nto sorpre nde n te, com o e l h ech o d e 'ohre e l m u ndo; o . a l p oner e n esce na n uestras p ropias
que las po"ibilida des que surgen en e l proce ·o d e sobre- posibilidad es, estamos luc hand o in cesantem e n te para retra-
pasar límites no se pued a de du cir de las realidad es que han ' a r nuestr o p ropio fin a l.
sido sobrepasadas. E to es lo que distingu e a las ficciones liw- Pero e n e l análil>is fin al la ficcio na li nciú n n o d e be ser
•-arias ele todo tipo de fa ntasías utó picas. En estas úl ti mas, la~ t·q uiparada con ning un a d e estas manifes taciones a lte rna-
posibilida d es sie mpre son extrapolaciones de lo que ex isll:. tivas. Más b ie n resa lt a C!>C estad o inte rm edio c uyos rastros
Po r eso, co mo h a defe ndido Ha ns j o nas «cualq uier especi- lllclc le bles marra n la estr uctura d e d oble sign ificad o , la del
fi cació n d e term inada d e la cond ición Utópica e~ n atu ral- dojJjJFIKiinger, a í como la d e las in fin itas opcio n es de a u to-
mente e ·casa en la literatu ra. porque la utopía p re tende nlo de lación. Pod ría mos considerar, p ues, q ue la ficcionali-
·er m uy d isúnta d e lo que con ocemos; y esta lim itació n e:, ta<:ió n ab re u n e:,pacio de juego entre toda~ las a lternati-
p a rti cular mc nLe aplicable a la p regun ta d e cómo será la vas e n u me rad as, y d a pie a l lib re juego que m ili ta con tra
huma nida d que viva e n condicio tles U tó pi cas. o incluso Lod o ti po d e d ete rminació n , Lo mada (·sLa como restricció n
cóm o será e l vivir colidiano, a unque e l pod er liberad o r d e insoste nible. En este sentido, la fi ccionali nKió n ofrece res-
la Uto pía preten d a dar rie nda suelta a la a bundan cia toda- p uesta a l pro ble m a q ue Alc meón con sid e raba insolub le:
vía oculta de la n aturaleza hu ma n a » 11. Las posibilidades unir pri nc ipio y li n para crear una ú ltima posi bilid ad a Lra-
que no p ue d an derivarse de lo q u e existe sólo pue d en ser \'és de la c ua l e l fi na l. incluso aunque no p ue d a ser sobre-
narrada~. pero la n arrativa ú n icamente resa ltará e l m od o pasado. a l me nos pueda ser postpuesto de mane ra ilusoria.
de u existencia, ) n o nos dirá nad a d e su proced encia. 1fcnn Ja m es d ijo en c ierta ocasión q ue «El éxi to de u n a
En lo sucilos constante me nte construimos nuevo mun- obra de a rte ... pue cle medi rse por e l grad o en q ue prod uce
d os. Como ex po ne Gordo n G lo bus -sig uie ndo a Le ibni t.- , u na cie r ta ilusió n : esa ilusió n hace qu e po r un instan te cre-
podría decirse que somos las posibilidad es d e n osotr os mis- <trnos ha be r vivido o tra vid a; ha be r te nid o un a m ilagrosa
mo!). Pero puesto que somos los qu e orig ina mos estas posi- am pliació n de la experien cia»32 . f
b ilidades, no po de mos real mente 1rtlas: nos dejan colgado-;

Hamjonas. f>a s Prí nz1p Vn-anlwO!lun~ (Fiitnl..fu tt M. , 19H9). pág'


31
llcnr: .Jame~. Tlwory oj h rtwn. ed. Jamt·~ !-... i\!illcr, Jr. (l.incoln ,
1
~ \'.
:l•t:1 \ ~S. '\t'bt.. 1972), pág. 9:t
111
LOS MUNDOS FICCIONALES
DE LA LITERATURA
MÍMESIS Y MUNDOS POSIBLES•
L UBOMIR DOLFZFL
l 'mvrnulotl di' 1 oronto

l. SEMÁNTICA MI MÉTICA

Desde sus orígenes, es decir, desde los escritos de Platón


y Aristó teles, el pensam iento estético occid ental ha sido
dominado por la idea de la mímesis: las ficc iones (los obje-
tos ficcionales ) se derivan de la realidad , son im itacio-
nes/ representaciones de entidades realmente existe nte .
Durante su largo reinado, la idea se ha interpretado de muy
d iversa maneras y, consiguientemente, el térm ino «míme-
-;is» ha ido acumulando varios signifi cados distinto 1• Sin
duda, estas ambigüedades sólo pueden resolverse median-
le un cuidadoso análisis teórico y semántico del concepto 2.
Mi trabajo pretende contribuir a ese análisis, construyen-
do o reconstruyendo la teoría de la mímesis que subyace a
la praxis de la crítica mimét..ica moderna. Este enfoque se
revelará útil para mi propósisto específico y restringi d o:

* Títu lo ol"ig inal «Mim esis and Possiblc Worlcls», fJUblicado l'Tl Poelin
'f'odaJ. 9:3 ( 1988), págs. 475-496. T raducido po r Mariano 13a~c l ga. Texw lra-
rluciclo v reproducido con autorización del autor} d e Duke University
Pn~ss.
1
Las reflexiones má.' sustanciosas acerca de la ..mimesis» pueden encon-
u·arse en co mentario ~ sobre lo~ texw~ fundacionales (cf. El~e 1957: 12-39,
125-35; Dupont-Roc )' Lallot 1980: 144-63: Zimbrich 19R4). Ricocur cles-
cubdó en la Por/lea de Aristóteles tres significados ele ~ mimesis .. (en e l sen-
tido ampl io de ~ activ id ad mimética •) ( Ricoeur 1984: 45 y ss.; 54-87) .
'>pariosu ha seguido el concepto hasta sus orígenes pre-~ocrittkos' concluye
que existe una •di~tinci ó n funcional entre mímesis n<rimitativa o pre-pla-
tónica e imitativa o p latónica• (Spariosu 1984: i) . En este trabajo , cae ré
l'll el pecado común de los tiempos modernos y d~jaré rle l.tclo e l signifi-
carlo ptt·-platónico.
~ Tal an{tlisis no se ve favorecido sino más bien cntorpcdrlo por cam-
biar e l enfoque de la reflexión de «mímesis .. a «rcali>mo .. , ttna táctir:J eva-
'> iva que adoptan muchos c ríticos.
70 1 UBOMI R DOU: ~ !Ol.
\IÍMESIS Y M UNDOS POSJULES 71

ofrecer una crí tica d e la fraseología mimética popular y Los críticos apli can el mismo mé tod o que los historia-
proponer una alterna tiva prometedora a las teorías mimé- dores cuando interpretan los objetos fi ccio nales en tanto
ticas d e la ficcionalidad. que representaciones de e n tidad es del mundo real. El pre-
supuesto teórico que subyace a este método p uede expre-
Histo riad ores d e toda índole se han ve nido ocupando sarse como una fu nció n que llamaremos función mimética:
d e buscar los corre latos reales d e las personas, aconteci-
mientos y luga res fi cci o nal e~ Per mítase m e ci ta r las refe- El particular flcrional P / I/ rrprfsenta al partic,ular real P / r/ . 1
rencias acerca d e tres descubrim ien tos recientes:
a) El historiado r británico Geoffrey Ashe (asociado con La crítica mimética sigue csla [unción haciendo cor res-
Debrett's Peerage) publicó un libro titulado!:.'/ descubrimiento ponder un personaje legendario con un individ uo históri-
del Rry Arturo (1985), e n el que afirma haber ide n tificado el co, un retrato con un hombre real, un acontecimie nto fic-
«Arturo original» en la persona de Riothamus, un Gran Rey cional con uno real, u na escena ficcional con un estado
de los Britones del siglo quinto. natu ral. Recalquemos que la función mimética es e l núcleo
b) En Robin H ood: una invPstigación histórica ( 1985), el h is- de una teoría semántica, una teoría ele la referencia ficcional.
wriador del Derecho .Jo hn G. Be llamy p rosigue los esfuerzos Desclf' el punto de vista estético, la función mimética es ne u-
realizados dura nte sig los para atrapar al famoso foraj ido. tral; no dice si el conoci mie nto del prototi po m ejora o
Encuen tra ao·activa w1a hipótesis del siglo diecinueve, según empeora nuestra apreciación estética de una obra d e ar te.
la c ual el prototipo de Robín H ood sería un lacayo de . La semán tica mimética «funciona» si un prototipo par-
Eduardo II llamado Robert Hode. Los prototipos históricos ticu lar de la entidad fi cccional puede encontrarse e n e l
de otros personajes de las baladas también son iden tjfica- mundo real (El apoleón de Tolstoy-Napoleón histórico,
dos. un re lato ficccional -un acontecimiento real). La verdade-
ra prueba de fuego para esta semántica se produce cuando
e) En enero de 1985, Albert Boime. profesor de historia
no sólo no s~bemos cuál es el prototipo real, sino que, y
del arte de la U.C.L.A., presentó una ponencia en el encuen-
esto es m ás importante, ni siquiera sabemos dó nde bus-
tro anual de la Sociedad Astronómica Americana3 . En ella
carlo. ¿Dón~e están los individuos reales represen tados por
afir m aba que e l cielo nocturno del famoso cuad ro de Va n
Hamlel, Juhen Sorel, Raskolnikov? Obviamente, sería a bsur-
Gogh «Noche estre ll ada» se corresponde con la situación
do afirma r que, pongamos por caso, el Raskolnikov ficci o-
astronóm ica del 19 rl.e junio de 1889, cuando el óleo fue rea-
na1 es una representación ele un joven auténtico que vivía
lizado (a las 4 de la maj1ana hora local, para ser exactos) . La
e_n S~~ Pe t~rs_b~rgo a mediados del siglo XIX. inguna inves--
prominente estela de la pi~tura fue identificada por el profesor
Ltgaoon htsto n ca, por meticu losa que fuese, daría co n tal
Boime como un cometa. Esa es la única licencia que se tomó
individuo. La imposibilidad de d escubrir un par ticular real
Van Gogh sobre el o ~je to de su mímcsis: no había ningún
detrás de cada represe ntación ficticia ha forzado a la críti-
cometa en e l cielo d e la Provenza la noche e n c uestión.
ca mimética a dar un rodeo interpretativo: se dice que los
Ahondando e n el asu nto, Boime concluyó que la estela deri-
particulares ficcionales representan universales rea les (tipos
vaba de unas láminas de cometas publicadas en una edición
d e 1881 de H mper's Weekly, una revista que Van Gogh leía
. 1 El concep10 de ~ panicular• fue especificado por Su·awson. Un par-
regularmente en aq uellos tiempos. El remolino de Van Gogh ucular es una enudad que puede identificarse por • hechos individualila-
queda ac¡Í explicado como representación mimética en segun- dores» (o •descripciones lúgicameme individualiLadores•:) . e.d .. hechos
d o grado, como imitación de la imagen de un cometa. (o descripciones) verdaderos para una y una o la emidad. El hed1o indi-
'-idualindor básico de los cue1·pos materiales es la localización espacio-
3 lcmporal (Strawson, 1959, esp, 9-30).
Resumo los halla¿gos de Boime a panir d e un informe periodístico.
72 ll' IIOM IR OO I.f.ZFL \11\1 ~ '>1!> \' \1L'N OO<; POSIIII.FS 73

psico lógicos, grupos sociales, condicio ne existe nciales o un ive rsalista, las funciones lite rarias se transtorman en ejem-
histól-ica ) . La función mimética se ve aJterada 1-adicalme ntc plo~ categorizados de la historia real. La crí1 ica auerba-
para convertir e en una versió n universali ta: chiana es una interpretación universalista de la historia
basada e n las ficciones 5 . El dudoso fundamc n iO epistemo-
m¡mrliruLa: ficcional P/ f/ rejiTfSI!Jtl(t altwiuPr\0/ rn!l U/r/. lógico d e.:: esla prác tica interpre tati va se hace particular-
mente evidente si o b ervamos que un crítico aucrbachia-
Esta fun ció n int e rpretativa ca racteriza la línea funda- no realiza una operación doble . Primero, se lecciona un
mental de la crítica mimética d esd e Aristó teles hasta -.istcm a inte rpre tati vo (ideológico, psicológ ico, sociológi-
Auerbach. La práctica crítica d e la obra d e Eric Aucrbach , co, etc.) y u-anscri be la realidad en sus categorías abstractas.
Mirnl'sÜ. La rppresmlación. de la realidad en la litnatum occi- Segundo, hace corresponde r los particula res fi Gc ionales
dPnlal (oiig inal en a le m á n , 1946, trad. inglesa, 1957), un con las categorías inte rpretativas postuladas. Dado que una
libro q ue recuperó mejor que cualquie r otro e l status de la v una sola person a realiza tanto la categorizació n de la rea-
crítica m imé tica d espués del ataque del modernismo , es lidacl y la búsqueda d e las correspondencia · con los indivi-
una rica muestra d e ejemplos de la interpretación univer- duos ficcio na le no d ebería sorprend ernos e l a llo grado d e
s;.tlista de los particu lares ficcio nales: «éxilO» de las in tcrpretacione un ive r ali tas.
En la críti ca a ue rbachiana, los particula res ficcionalcs,
o sólo Sancho, sino también Don Qu!joll' .tparecen como reduc idos a un iversales reales, de apa recen de las inter-
personas rcpre~ntativas de la España contemporán ea ... Sancho pretaciones semánticas. Así, no nos sorprend.erá que muchos
e~ un ca•J;lpesino de La Mancha y Don Quijote ... un pequeño críticos y teóricos haya n quedado insatisfechos con un a
caballct o rural que h a perdido la nvón. (342 ss.) sem ántica como ésta. Lo que nos llama la atenc ión, lo que
En ~ u aburrimiento [e l aburdmicnto de lo~ hué.,pede~ de amamos u od iam os en representaciones a rtísticas son las
de la Mo le e n Rojo y negro de Stendhalj, chocamo' <on un fenó-
personas fi ccionalcs concretas e n escena rios espacia les y
meno político e ideológico del petiodo de la Restauración. (45())
tem pora les e ·pecíficos, ligados por relaciones peculiare e
La novela [MadamR Bovmy] es la representación de toda
una existencia humana que no tiene se mido. ( 488)
im plicados en deba tes, búsquedas, victorias y frustraciones
ll ay a lg un os pas~j es en e lla [ Cn-minal de Zola) que ... reLra-
ú nicos(;. Sin negar la importancia de las in terpretaciones
tan, con claridad y simplicidad ~je mpl ares, la si w ación y e l un iversalistas para cienos propósiws e n estudios literarios
de,pert.ar de la prensa*. (5 12) ge nera les y comparativos, tenemos que afirmar c nfá li ca-
me nte que una sem ántica de la iiccionalidad incapa1. d e
Si los partic ulares (iccionales se toman como rep resen-
tacio nes de universales reales, la crítica mimé tica se con- '• 1k aquí un pasaje característico de Alíme.ü.~ qtu' m<'l< ),¡ de man~· 1 a
llagranle las caLegoría~ lictici<L' e hisLóricas: · Si nos ptcgulllamm qwt lut·
,·ienc e n un «lenguaje sin particulares» {Strawso n , 1959:
lo que desaló los podetosos mm·imicnto~ populares intt·rno., en l.b obr.ts
214-25). En cua nLO a su lógica, e<; e quivale nte a lo con sa- rusa!> del ~iglu diecinue,e. la respuesta debe 'er la 'iguienu·: t•n primer
bidos !)istemas de hermené utica universalista, como la agus- lugar. la infihración de la., formas de \ida" pen!kun ienw modernas cutO-
tina (con e l inte rpretan tc d e la «historia divina••) o la hege- peas, y e\pcrialmeme alemanas y li-ancesas .... El proceso de negociación [die
li ana (e l «tipo •• como interpretante). El interpreta n te \u,einanckrsevungl fue dramático y conlu>o.. \J obsen;tr cúmo e refle-
específico de la semántica unive rsalista de Auerbach es la his- j.t [spll'gdtl t•n Tobtm y D<>SIO' l'\Ski. apreciamo> claramente l'lt·arát:tcr -.al-
' aje. tetnpt•,tut¡so e intransigente de la aceptación o rech;vo qu<' lo' ru'o'
toria :,ecular, sobre todo las formas cambiantes de la •Nida u:nían de la cultura europea {¡sic!) [Wesen 1• ( 165' ,,.;52:~)' ,s.).
cotidiana ». Mediante la aplicació n de la fun ció n mimé tica n Según Mat tínez-Bonati, .. un mundo de individuo'" l'' ..)a btíúula fun-
damental d<' la narrativa•. •Aunque el significado si mbólico o 1:.~ verdad
* En t•l original, «Lhc lourth esLaLe» (d cua1L0 poder). (N. det1:) general de lo rcprcscnwdo pu<'d<t algunas veces 1rasrende1 a esta hr(úula
,
74 I.LIBOMJR DOLE:Í.EL ~ llMES !S Y MUNDOS POSIBLES 75

acomodar el concepto de particular ficcional es seriamen- L ajúente 1·eal F/r/ rejJresenla (e. d., proporciona la rejJ1·esenta-
te defectuosa. rión) al particular firciona.l P/f/.

¿Le resu lta posible a la crítica mimé lica evitar la tra-


ducció n de particu la res ficciona les a universales reales? Gracias a un in sidioso movimiento semántico d e l pre-
Tenemos la respu esta, en forma de sorprendente pirueta, en dicado, la fun ció n m imética es sustituida por un a función
otro «best sellen> de la crítica mimé tica, El auge rle la novela, wudomimética.
de Ian Watt (1957). Sin duda Watt, que se d eclara en deuda Hablo de seudomímesis porque las afirmaciones d e un
con Aue rbac h , practica la semántica universalista (véase, crítico wattiano parecen expresar la relació n mimética, atm-
por ejemplo, su interpretación de Robinson Crusoe como que en realidad no sea así. No derivan los particulares fic-
cruce de homo economirus y puritano). El núcleo de su méto- cionales d e lo s prototipos reales. En lugar de ello, presu-
do interp1:etativo ~ueda sin embargo revelado e n formula-· ponen que los particulares ficcionales de a lgún m odo son
ciones de este 6po : preexistentes al acto de representación. Ahí están (en algu-
na parte) las rel acio n es p e rso n a les d e Mol! Fland e rs,
De!"oe ... retra ta las relacion es personales de Mo ll Flandcrs. G randi son Hall, la me nte d e Blifil , la conciencia d e Tom, y
( 11 1) Defoe, Ri chardson y Fie lding, co n acceso privilegiado a
[Rich ardson ) nos proporciona una d escripción d etalladí- todo ello, nos informan sobre e ll os, los describen , restri n-
sima de Grandison Hall. (26) gen la información acerca <:le e llos o comparten sus cono-
Fie lding nos hace en trar e n la mente de Bliíil. (263) cimientos con el lector/U n escritor de ficció n descr ibe,
[ Fielding] no nos acerca lo suJicientc a la mente ele Tom . estudia o presenta los pe rsonajes ficcionales como un his-
(274) toriador lo haría con pe rsona lidades hi stóricas. Según la
persp ectiva wattiana, el escri1or de ficción es un h istoria-
¡1 Evidentemente , estas interpretaciones respe tan los par- do r d e los d omini os ficticios.
' ti c ulares fic cionales (las relacion es perso nales de Moll Las interpretaciones seudomimét.icas parecen dominar
Flanders, Grandison Hall, la mente de Blifil , la concien cia la p ráctica de la crítica mimética contemporán ea. En la ver-
de Tom) , pe ro no buscan sus correspondencias con las enti- sión más popular d e esta crítica, un término teórico-textual
dades reales (particul ares o universales). Las afirmaciones sustituye e l n o mbre del autor e n la posición d e l argum e n-
de la crítica d e Watt no son ejemplos de la f unción mimé- to F/ r/ ]Esta clase d e se udo mímesis es característica de la
tica. Antes bien , identifican la fuente d e representació n , práclica in terp retativa d el conocido libro de Dorrit Cohn
concretamente el au tor. Se nos dice quié n es e l que re u-a- Conciencias transparentes (1978). Cohn estudia la mímesis
ta, e l que nos da una descripción, nos introduce o nos niega como proceso textual, como un fenómeno que se da entre
e l acceso a la mente de un particular ficcional. Se desprende los textos literarios y la e n tidades fi ccio nales. La fuente de
una nueva función interpre tativa: re prese ntación viene especificada en tanto q ue gén eros o
modos narra tivos, tipos de discursos na rra tivos, dispositi-
e n cuanLo al sig nificado final, no debemos permiLir que e ll o oscurezca vos estilísticos:
este fenó meno básico ... El Don QuUoLe de Cerv<~nles no es básicamente un
tipo o símbo lo , sino un individuo. ( Marún ez-BonaL.i 1981: 24). La conciencia d e Aue rbach (Muerte en Venecia] se ma n i-
7
Me concentro en la semán tica ficciona l de Wau, dejando de lado el fiesta en gr an medida m ediante psico-narración (26).
Lema dom ina n te de su libro, esto es, la historia mimética de las licciones
Esta historia [· Die Vollend ung dcr Liebe» de Musil] reo-a-
lite rarias. De be decirse, sin embargo, que los principios de su historia
mimética no son más que una proyección ele los principios de la semánti- ta la me n te de un a muje r ... (41 ).
ca mimé tica sobre el ej e temporal. El monólogo narrado es un m e di o excelente para revelar
76 I.UBOM IR DOU.:;:EL \11\H'>I ~ Y M I... \IDOS POSIBLES 77

una m en te ficticia suspend ida e n un presente insta ntá n eo. ,1propiado d e la teoría mimé tica dado por la fun ció n mimé-
( 126) . tKa origi nal. Estas estrategias interpretativas, o alteran sus-
El monólogo cronológico ... cita directamente pensamientos tancialmente (en e l caso de la función univer ali ta). o bie n
pa,ado~' recue rdos (253) H. ,·acía n d e conte nido (en el caso de la función scudomimé-
tica) la idea d e la representación mimé tica. Para trascen-
Al ce ntra r ·e e n la re lació n e ntre e l texto li terario)' e l der las limitacio n es ele la teoría mim é tica, debemos buscar
mundo ficúcio, Cohn adelanta la semántica contemporán ea una semá ntica d e la ficcionalidad radicalme nte diferente.
de la licción. Al mismo t.iempo, su libro nos recuerda que una
narratología ba ada en la teoría textuaJ no supone auwmáti-
11. SEMANTI CA DI:: LOS r-.t LNDOS POSIBLES
cam e nte susu-aerse ele la eudomímesis. o hay ninguna dife-
re ncia entre asignar la «deso·ipción", «retrato,, <<exploración» Mi búsqu eda de una semánlica no-mim é tica d e la lic-
de las e núdades ficcionaAes a un a utor, a un dispositivo tex- cionalidad ha sido guiada po r la observ<Lción de que las difi-
tual o a un narrador. En todas sus va ria ntes, la scudomímesis c ultades d e la teoría mimé tica surgen de vincula r las !ic-
·e basa e n la presuposición de que los dominios d e la ficción <·io nes exc lusiva mente a l mund o real. Toda ficción ,
en general y las me nte · ficcionales en particular existen incle- incluyendo las más fantásticas, es inte rpre tad a en tanto que
pendicntememe del acto d e representación, a la espera de <;e refiere a un «univcr o de discurso>• }'sólo uno, el mundo
e r descubiertos y descriLO ·9 . La seudo mímcsis impide la for- real. La fun ción mi mé Lica es una fórmula para integrar las
mulación y estudio d e la cuestió n funda me ntal de la semán- ficciones en el mundo real. La semántica mimética se enmar-
tica de la fi cción : ¿cómo nacen los mundo ficcio nales? ca en un mo delo de mundo único . U n a a lte rnativa radical
ucstro an álisis de la práctica interpretatin de tre e mi- a la mí me is e ria una semántica d e la fi cció n definida e n un
nente~ c ríti co no · lleva a co nc luir que la mímesis como marco de mundos múltiple . La semán tica mimé tica será
teoría de la ficcionalidad está completame nte bloqueada. i recmpla1.ada por la semántica de la jirrionalidad de 105 mundos
e e mpeña e n ex plicar todo obje to ficti cio como represen- ¡w~ibles 10 •
tación d e en tida d es reales, e tá obligada a ce tiirsc a un E.l desarrollo de una semántica d e la ficción basada en el
marco de referencia unive rsa lista: los partic ulares fi ccio- marco d e los mundos múltiples viene estimulado por una
nales se interpre tan semánticam e nte mediante su e limina- te ndencia vita l en la semá ntica lógica y filosó fi ca co nt e m-
ción. Si los particulares ficcio nalcs se conservan , no se expli- poránea. Desde que K.ripke (1 963) sug irie ra e l co nce pto
can como re presentaciones de entidades reales; son to mados leibnit.ia n o «Clásico » com o interpretanle de un mo d e lo
como preexisten tes y se da por e ntado que una fuente el e axio má tico teórico de las modalidades lógicas, el o;istema
represe n tación lo ha recuperado. ' i la semánúca univer-
alio;ta, ni la eudomíme ·is consiguen trasce nde r al á mbito Dejo a un lado la consabida semántica ck Russt'll. que ll<lla las exprc-
1<1
o,ione~ 1clereme> a las C'ntidade~ fiCLicias como «ti•rmino> \"ados• ( Ru,sell
" El cli~pos iti\"O narrati\C> como fuente ck repn:scnLadón e~ su~ tilltido 1905: 1919) . !.a teoría de la r-eferencia liccional ele Ru~sc ll 'e e nmarca en
a menudo pot el «narrador• antropomórfico: ·· l:.tt lo; confines de la ficción d moclt·lo de mundo único)". por tan lo. e~tá expLu~~to a hL' mi,mas difl-
en tercera pcr'tona... e l poder mágico d e un n<1n <1do1 le permite enu·;u lult.ades que la ~emá mi ca mimé tica. Tampoco es necc,dl"io debatir aquí
e n mcn t t>~ dot midas con casi la misma facilidad que e n las dcspicnas• la \ISión según la cu al los textos licticios son ~ auto-referenci,l ks», ni las
(52). · El narrador d e J l am~un [en fiambre] deja intacw ~u 'extraño\' lan- cll\ero;.~ cxpli cac ione~ de la ficcionalidacl en tanto que com·t·nci6n de acws
l<hti<o l''tado de án im o'.' sim plemente lo regi~u a con ... p1ccisió n ~i smo­ ele habla. Aunque csLa.S propuestas han adquiddo populaddacl t•n la St'mán-
g~á li ra • ( 1:16). uca literaria y lilosófica contemporánea, debemos c~ta 1 de acuerdo, en
' A <'~l.l' 1c'tpecw, ~e puede decir que la seudomímesis le sigue la pi~ta
1
principio, con la crítica que hacen d e est.as aproxi macione> Kerbral-
a 1;~ metafísica lcibniz iana (vn más adelante e n t•ste 111 ismo artículo). Orecchioni ( 1!182) y Coh cn ( 1980: 162 y ss.), respect ivanu: nl.<'.
78 Lll f\0:\I IR llOLE~EL \iÍ;\f~ I S Y ML':-JDOS PO.;IFILI'- '> 79

de la lógica formal no ha dejado de ser reimerprctado sobre Permítaseme primero formular tres tesis funda menta-
la base de qu e «nuestro mundo real está rodeado por una les de la semántica ficcional que pueden derivarse d el mode-
iníin idad d e o tros mundos p osibles» (Brad ley y Swart7 lo de los mundos posibles:
1979:2) 11 . En los años 70 se produjeron los inte ntos inicia-
l . Los mundos flrlicios son conjuntos de estados df' cosas posi-
les de formular aproximaciones de mundo posibles a las fi c-
bles. El rasgo más importante del modelo de los mundos posi-
cion es li tera r ias (van Dijk 1974/ 75 ; Pavcl 1975/ 76; Eco
bles es su legitimación de posibles no realizados (individuos,
1979: Doleze l1 979; cf. también Kanyó 1984) 12.
atributos, eventos, estados de cosas, e tc.) (cf. Bradlcy y Swartz
El mo de lo de los mundos posibles ofrece un nuevo fun-
1974 : 7 y ss.) . Una semántica de la fi cc ió n derivada de este
dame nto para la semá ntica ficcional, al proporcio nar una
modelo ace ptará el concepto de particular ficcional si n difi-
interpretació n del concepto de mundo fi ccional. Hay qu e
cultad . Aunque Hamlet no sea un h o mbre real, es un indivi-
recalcar, sin e mbargo, que una teoría englo badora de las
duo p osible que habita e l mundo ftccional de la obra de
ficcion es literarias no surge de una apropiación mecánica
Shakespearc. Antes que ser borrados en el proceso de inter-
del siste ma co nceptual de la semántica de los mundos posi-
pretación semántica, los particulares ficciona]es pueden des-
bles. Los mundos ficcionales de la li teraLUra tiene n un carác-
cribirse y especificarse con sus diver~ propiedades y aspeclos.
ter esp ecílico po r estar incorporados en textos literarios y
... por func io nar como artefactos culturales. Una teoría englo-
badora de las fi ccio nes literarias surge d e la fusión de la
Si Jos panicula res íiccionales son interpretados como
posible· no realizados, la diferencia entre personas, eventos,
lugares, etc. ficcionales y reales resulta obvia. Todo el mundo
semántica de los mundos posibles con la teoría de l texto.
estaría de acuerdo en que los personajes fictiCios no pueden
Quiero pre parar e l terreno p a ra tal fusión Lomando la
encontrarse, in teraccionar, comunicar se con gen te rea l (cf.
semán tica de los mundos posibles como fundam emo teórico
Walto n , 1978-79: 17). En la semántica fi ccional d el modelo
de la semántica de la ficcionalidad y como trasfondo teóri-
de mundo único, po r el contrario, esta distin ción queda a
co sobre el cual la propied ades específicas de las ficcio nes
menudo emurhiada por culpa de los nombres propios com-
literarias puede n ser com prendidas.
partidos. La semántica de los mundos posibles es correcta
11 a l insistir e n que los individuos ftccionales no pued en ser
Debemos señalar que, como modelo formal. el marco d(" los mundos
posiblt's no requiere ningún comprombo ontológico. Reliri(·ndu,e espe- identificados con individuos reales d e mismo nombre (cf.
cíficamemc a las propuestas de Hintikka y Kripke, un lógico soviético n·cal· lshiguro 198 1: 75) . El apoleón de Tolstoy o e l Londres
có qu<' d chedan LUmarse «como simples modelos matemá1icos d e los c:-í l- de Di cke n s no son idé nti cos a l Napo león histórico o a l
r ul os lógi cos correspondientes, sin ninguna interpre tació n lilosófica" Londres geográfico. La existe ncia de los individuos ficcio-
(Slinin, 1967: 1:17). Fuera de la lógica fonnal. si n embargo, el modelo no
nales no depende de los prototipos rea] e~. Es irrelevante
pued(" mamt·ner la inocencia onwlógica. La esd,ión o mológica ha sido
reconocida p01 .\ dams, que disl.inguió las ,.ersiones •realista• } "posibilis- para el Ro bín Hood Iiccional si un Robín 1:-lood histórico ha
ta• de la st>mántica de lo, mundos posibles. El posibilismo trata todo~ los existido o no. Sin eluda debe postularse una relación entre
mundos po<ibles como ontológicamente unilom1es; en d realismo (una wr- el apoleón histó ri co y todos Jos posibl es apoleo ncs fi c-
~i ón d el realismo o n tológico), el mundo real conserva un privilf'gio de cionale'i. Sin embargo, esta relació n va más allá d e las lindes
f'X iSH' ncia <'mpírica mientras q ue los o tro~ mundos son sus a lternati\"as e ntre mundos y requiere una idmtificación inler-mundos 13 •
posibles (Adams 1974). Parece que la postura realista ~e inscribe en la
estructu ra del modC'lo origin!il de Kripke. en el que un conjunto (G) es
1
extraído de l conjumo de conjuntos K (Kripke 1963: 804) . ~ La ,.función de individualinción » de Hi nrikka <'~ u na hcrramknt.l
1
~ Resulta sinwmático que. durante la domin ación del modelo d e lonnal de imer-idenLificación . Ésta «escoge d e entre v-,¡rio~ mundos posible.,
mundo único. una semánLica leibniziana d e la liccionalidad . perfilada e n un miem bro ele sus dommio~ q ue ~a la 'encarn ación ' de ese individuo en
el sigln d ieciocho por Baumganen. Breitinge r y Bodmer (cf. Abrams 1953: este mundo posible o quizá más bien el pape l que ese individuo desempe-
2 78 v ss.; Do lc7.e l, en pre nsa). fuera prácticamente o l v idad:~. ña e n una determinad a secuencia de acontecimientOS•> (llin Likka 1!:175: 30).
80 1 UBOMIR OOU.?.lL \11\!Ei:.IS \ Ml >-DOS POSIBLES 81

La ide ntidad ele los individuos ficciona les está proteg ida Es bien sabido que Leibniz impu o un a restricc ión so bre
p o r la frontera e ntre los mundos rea l y posible. los mundos posibles, pero ésta es puramente lógica: los
Al igual que los posibles no rea lizado·, toda e n tidad fic- mundos posibles deben estar d esprovistos d e contradiccio-
c ional es on to lógicamen te homogé n ea. El apolcón de nes (Leibniz 1875: llf, 574; Loemker 1956: 11 , 883). Los
Tolsto n o es m e n os flccional que su Pic rrc Bezuc hov y e l mundos que implican contradicciones son impo ·ible ·.
Lon clre de Di c ke n s no es m ás r e al qu e e l ' Paí!> d e las impen ·ablcs, «vacíos» . ¿De be mos aceptar esta restricción
Mar avi llas' de Lewis. El principio de ho mogeneidad o nto- en semántica ficciona l? Trataré esta cuesLión en el ú ltimo
lógica es una condició n necesaria para la coexiste n cia y com- apa r tado d e este arúculo. Po r el momento, sola m e n le seña-
patibilidad d e los particulares fi ccio na les; explica por qu é laré que, aun c u a ndo e l mode lo d e los mundos posibles
los individuos fic ticios pued en interaccio nar y comu n icar- (]Uede restringido al u niverso leibniziano, proporciona un
se unos con otros. U na visión inge nua que presente los indi- espacio muc ho m ás amplio P.ara las iiccion es li terarias que
'~ duo liccio nales como un caj ó n d e sastre e n e l que se m ez- el modelo de mundo único 1<>.
clan gente «real» y person a~e «pura m e nt e flccionales»« es Aun impo nie ndo una restricción lógica sobre los mundos
explícitam e nte r ech a.t.ada 1' . La homogeneidad ontológica posibles, Leibniz dejó abierta la variedad para sus c!iseí)os.
e e l epítome de la soberanía de los mundos fi ccionalcs. Estipuló di versas •<leyes» («Orden general») p~ra diversos
2. El cm~¡un to dP mundos flcrionales es ilimitado y variado al mundos posibles. Las leye naturales ó lo son un caso espe-
máximo. Si los mundo· liccio na les se interpretan como mun- cífico d e órdenes posibles, válidas en el mundo real y en los
dos posible!>, la literatura 110 queda restringida a la imi ta- ·dlsica mente posibles>> (cf. Bradley y ''aru 1979: 6) 1¡ . Cn
cion es del mundo real. <<Lo posible es más amplio que lo orde n general determina un mundo posible al funcionar
real » (Russcl l l937 [ 1900): 66; cf. Pla ntinga 1977: 245). Sin como constricción sobre la ad misibilidad: sólo se adm ite n
eluda, la ·c m á ntica de los mundos posible::. no excl uye.: de e ntidades posibles en e l mundo tales que e ajusten a u
su á mbi to lo-; mundos ficcionales similares o a n á logos a l orden general. A~í. pues, e l conjunto d e todos los posi bles se
mundo real; a l mism o tiempo, no tie ne pro b lema e n in clu ir subdivide e n <•muchas combinacione di tinta de compo-
los m u ndos más fantásticos, muy apartad os de o conu·adi c- nibles» (Le ibni z 1875: fH , 572-76: Loemkcr 1956: ll , 1075 y
torios con «la realid ad ». Todo el abanico d e fi ccio nes posi- ss.) . En esta perspectiva, un mundo iiccional e presenta
b les e ·tá c ubierto por una ún ica semánti ca No existe justi- com o u n conjunto d e particulares fi cciona les componibles,
fi cación a lguna para uua doble sem ántica d e la fi ccionalidad, caracle ,·izac!os por su propia orga ni zació n g lobal y macro-
una para la!> fi ccio nes de tipo «realista» y otra para las fic- estructu ra l. La eslruc wra y la especificida d son aspectos
cio nes <<fantásticas». Los mundos de la lite ratura realista no com p le m e n tarios d e la ind ividua lizació n d e l mundo.
son m e n os fi ccionalcs que los mundos de los c u en tos d e La con cep ción macroeslructural de los mundos fic ticios
h adas o la cien cia ficción 15 .
1" De hecho, podría parecer que el modelo de m1mdth po~ible' t·, t.an
111¿'1 conce¡x ió n •atión de sasu-e» reqtüere una scm{ullica clohle para lo~ ,unplio que ca1ecc d e inLerés para M I cswdio em p uico. Dcberíarno~ ret.or-
textm de ficCió n. una para las frases sobre Píen-e Bctuchm. ou<l ¡><tra Jru. fmscs dar, no oh~t.an 1 c. q ue par.t la mayoría <.le los problemas sen1<Íntit:o' pueue
~>b1e Napoleón (cf. Pollard 1973: 61; Pele 1977: 266). Allel'l lo~ texto' de fic- dt·ter mindlW un conjunto re;u-ingido de mundos po;ible' rele\~\lllc~ (el.
ción: '>t' ~u pone que· dcbemm cambiar de un modo de intcrprelación al ou·o. llintikla 1975: H3).
17 «Lo; mundos pueden diferir del mundo real no 'ólo t.•n cuan to a
h ~e ha oh,elTado quo.> L'l m bmo pl"in cipio es válido desde el punlo de
vista dcllt'cwr: • Al lector no le resulta más fácil cn•ar y creer e n el bkn docu- número} ca midad (de su' elememosJ , sino en cu<tliclad. Otrm mun d o~
me ntado mundo de Zola que imagina1· hobbi1s o elfo~. El ,alto imaginati- JJOcirían Lene1 oU<L~ leves de mol'imienw ... Toda le\ cau,al. dt• hechl) ( <~tlll ­
vo hacia d mundo espacio-te mporal de la novela debt• darSl' en am bos quc no la Ca w.alid<td en ;í misma) podría hahe1 sido dis1in 1a » ( Ru,~dl
caso, ( ll u tch eon 1980: 78). · 19371 1900]: fi8).
82 l l 1\0MIR DOLE~FI \11MF~I~ Y M U;-;DO!) PO~IBL~ 83

se hamo trado de lo más fructífera para la semántica lite- íiccionales propo rcionando los modelos de su estructura
raria (cf. Doldel 1985). En e l pre en te trabajo no puedo (incluyendo la experie ncia de l autor) ,• anclando e l relato
e ntrar en la identificación de la diver. as constricciones glo- liccional en un acontecimiento histórico (Wo lterstorff 1980:
bale · que pueden imponerse sobre los mundos ficcionales, 189), transmitiendo << hechos e n brutO» o «rcalemas>> cul-
n i e n la de cripció n d e la variedad resultante de las estruc- turales (Even-Zohar 1980), e tc. En estas transferencias de
lttras de loo; mundos. Sólo pondré un ejemplo ilustrativo. informació n . e l «materia l» del mundo real pe n e tra e n la
Se ha indicado que las modalidades (sistemas mod ales) pue- e tructuración d e lo mundos ficcionales. Los estudio o
d en fun c io nar co mo macro-gener ado ras de mundos fic- de la litera tura han investigado intensamente la participa-
cionales (Greimas 1966; Doldel 1976). Si irnaginamos las ción de la «realidad» en la génesi de las ficcion es. La semán-
modalidacle alé ticas (e l sistema ele posibilidad , imposibili- tica de los mundos posihles nos hace conscientes de que el
dad y necesidad) que desempeñan este p apel, podemos mate rial real debe sufrir una transfo rmación sustancia l en
generar no ó lo los co nsabidos mundos natumly sobrmatu- su contac to con la frontera d el mundo: tien e que ser co n-
ml, sino el mundo híbrido, que ha pasado d esapercibido vertido e n posibles no reales, con todas la consecue ncias
ha ·ta a h ora ts. Este eje mplo indi ca hasta qué punto el o ntológicas, lógicas y semánticas. Ya hem os ser1alado esta
«mundo fi cticio», de finido como macro-estructura d e par- conversión en el caso especíl:J.co de los individuos ficccio:
ticulares fi ccionales componibles, ·e convierte en un con- nalc ; a las pcr onas del mundo real ( históricas) se les per-
cepto operati,·o del análisis lite rario. mite e l acceso a un mundo ficcional sólo si a umcn e l sta-
tu· de alternati,·as posibles.
3. Los 1/Wndo:. firciona!Ps son acce.siblP:. desde el mundo real. La
En la recepción de los mundos po ibles, e l acceso e da
semán tica de los mundos posibles legitima la soberanía de
a través de textos literar-ios que o n leídos e interpretados por
los mundos ficcionales fre nte al mundo real. Si n embargo,
lectores reales. La leCLura y la interpretación imp lica muchos
al mismo tiempo su noción de accesibilidad ofrece una expli-
procesos diferente·)" d e pende de muchas variahlcs, por ~j.
cación de nuestros contacto con los mundo ficticios. Para
el tipo de lector, su estilo de lectura, el propó ito de su lec-
ese acceso es necesario atravesar las fronteras del mundo,
tura, eLe. Los det.alles de los procedimientos de acceso sólo
transit ar del reino d e los existe ntes reales al de los posibles
serán revelados estudiando las actividades de lectura e inter-
~icciona l es. B~jo esta condición , e l acce o fisico es imposible.
pretación reales. En este punto, sólo apuntaremos que, gra-
Los mundo ficcionales sólo son accesibles desde el mundo
cias a la mediación se mió tica, un leclor real puede «obser-
real a través de rana!Ps SPmiótiros, med iante e l proceso de
var » los mundos ficcionales y hacer de e llos un a fuente de
información .
su experiencia, al ig ua l que observa y se apropia del mundo
El mundo real participa en la formación de los mundo!) real a travé de su experiencia 19.
1
~ Se ha propuesto (Do leicl 198 4) que t' l mundo de al~unas de las fic-
ciones de Kafka (p. ej. · La metamorlosb· o ·Un méd ico rural • ) es un 19 L ti litando el ejemplo ele la actuación dramá1ica, Woher~10rfT afim1a:
mundo híbrido. F.s intere. ante ~e ñalar en relación con es1o la opinión de «C.on~id(·rar CJUl' 'lOmo; nowtros los que miramos a las dt<Ulr<tU,. per;onae es silll·
Aus1in r en>gida por Berlin. /1. la pregunta de si d e hería cle(ir,e CJUl' el plememc conhLo,ión ... 1'\o es el caso que vo \ierd a lledda pegarse un úro.
hénx: de • La met.arn orfo~i~" es •un hombre con c:nerpo de cucaracha o una pues10 que en ese mundo [del d rama] yo ni siquiera exis1o, v por tanto no
cucaracha con los recue1 dos) conciencia de un hombre• Am1in contestó: puedo ver a lleclda... Lo que sí veo es a alguie n interpretando el papel de
• Ninguna de las dos cosao, ... En tal e~ casos, no deberiamos Mber qué decir. ll eclcla., (Wolter~torlrl\:180: 111 'ss.). \\'olter!.torflle niega al c>¡>c<:L.rdor real
Aquí es donde ~o lemos decir· ' rne fa ltan la.' palabras'. sit•ndo eso lo que el acceso a l o~ mundo~ fi cticios precisamente porque no reconoce a los acto-
nos pasa literalmente. Deberhunos nece«itar u na palabra nue,·a. La amigua r·es como mediadores semióticos. Walton. que también ignora la mediación
sencillamente no nos sin'e" ( Berlin 1973: ll }. Austin no se dio cuenta ele semió tica, se ve obligado a dar por sen tado. de manera nada plausible, que
CJIIC l<t vi<:ja pahrbra híbrido encaja en este ca'o de identidad p roblemática. cllcctoJ/ espcctador es a la ve1. real y ficcionaJcs (Walton 197R/ 79: 2 1 y ss.).
84 \ll\1 F~I ~ \ ~ l l!NDOS I'OSIBLE.'i 85

La necesidad de la m ediación semió tica en e l acceso a los i11compleció n es una manifestación del carácter e pecifico de
mundos ficcionales explica por qué la semántica ficcional las 1icciones literarias, ya que los mundos posibles del mode-
debe resistirse a todo intento d e «desce ntrar>•, «alie nar» y lo-marco (incluyendo el mu ndo real) se supon en esu·ucturas
,,circunvalar»* el texto literario. Una teoría d e la lectura lógicas completas ( «Carnapianas») . La propiedad de la incom-
que.-aniquilo el texto literario dinamita el puente más impor- plcció n implica que much as de las conclusiones concebibles
tante e nu·e los lectores reales y el universo d e las ficcion es. acerca d e los mundos ticcionales literarios son irresolubles.
El lector, relegado en esa teoría a l aislamiemo d e su auto- AJ util izar el famoso problema d el número de hijos de Lady
proceso narcisista, está co ndenad o a llevar e l modo más Macbeth como ejemplo. Wolterstorff justificó sucintam ente
primitivo d e existencia , una existencia sin alternativas ima- este principio interpretativo: << unca sabre mos cuántos hijos
ginarias posibles. tenia Lad y Macbeth e n los mundos ele Macbeth . Esto no se
Cuando habla mos d e me diació n sem iótica textua l, ya debe a que saberlo requeriría un conocimiento más allá de la
estamos invocando un rasgo específico de las ficcio nes lite- capacidad de lo seres humanos. Se debe a que no hay nada de
ra rias que nos saca de la semántica de los mundos posibles. t:so que saber» (Wolterstorff1980: 133; cf. Heintz 1979: 94) 20.
No d iré que he agotado el potencial teórico de este mode- Si bien la incompleción es una <<d efi ciencia» lógica de los
lo, pe ro sí parece que, en este punto, hemos llegado al lími- m undos ficcionales, tambié n es un factor importante de su
te d e sn utilidad . eficacia esté tica. Los dominios vacíos son constituyentes de
la esu·uctura del mundo fi ccional, ni m á · ni me nos que los
do minios <<lle nos». La di stribución de los dom in ios lle nos y
[Il. RAsGOS ESPECÍFICOS DE LOS MU 1DOS F!CCIO~ALES vacíos se rige por principios esté ticos, e.d., por e l esLilo d e l
DE !.A I.ITERATU RA autor, po r convenciones d el género o de l período histórico,
e tc. Varios estudios recien tes de semántica lite ra ria han
Más arriba sugería que el modelo de los mundos posibles puesto de ma nifiesto la re levancia esté tica d e la in comple-
es ad ecuado para proporcionar los fundamentos de la teo- ción. Así por ejemplo, he indicado (Do lezel 1980a) cómo la
ría de las ficciones li terarias, pero que no podía sustituir a incompleció n de los pe rsonajes fi ccionales retkja los prin-
esta teoría. Si no quere mos convertir el modelo de los m un- cipios estilísticos d e la narraúva romántica; concre tam e n-
dos posibles en una colección de m et.:iforas teóricamente te, centrar la atenció n sobre un d etalle físico rodeado de
inútiles, debemos ser conscie ntes ele los lími tes de su poder vacío fomenta la lectura simbólica de ese detalle. Pavel ha
exp licati vo en cua nto a los artefac tos culturales. Los rasgos obser vado que «los auto res y las cultu ras tienen la opción de
específi cos de los mundos ficc ional es d e la literatura no min imizar o maximizar>> la «incompleción inevitable» ele
pueden derivar se d e l mo de lo d e los mundos posibles d e la los mundos ficcionalcs; ha sugerido qu e las c ulturas y los
sem ámica formal. Sin e mbargo, sólo po d emos identificar- períod os co n una «visión estable del mundo» tenderán a
los proyectándolos sobre el trasfondo d e este marco. Me mi nimizar la incomplcción , mie ntras que los períodos de
limitaré a indicar tres de estos rasgos: «tran sición y conflicto» tienden a maximizarla (Pavel 1983:
5 1 y ss.). Ryan (1984) ofrece un a tipo logía triádica de l~s
l. 1-os mundosficcionales de la lileralnra son incomfJÜ!tos. Esta mundos J-iccionales con e l mismo runclamento; su propuesta
propiedad d e los mundos ficcionales ha sido am plia mente es par ticularmente estimula nte, al de mostrar cómo los tipos
reconocida (Lewis 1978: 42; Heint7 1979: 90 y ss.; H owe ll 1979:
134 y ss.; Par o ns 1980: 182-85; Wo ltersto rff 1980: 131-34). La 20
Según Lewis, las respuestas a preguntas tan «estúpidas» como «cuál
es e l grupo ~anguíneo del insp ector LcstT<~de ~ c111raríaJ1 sin duda e n la
* t:n e l origina l. • by-passing». (N. del T.) catcgotia rle l01s a!im1aciones ni vcnl<1dera' ni falsas (Lcwis 1978: 43 ).
86 LUBOMJR DOLE'-EL \H~lE!>I'> Y Mli\IOOS POSIBLES 87
pueden ser generados, siendo g radualmen te vaciados de Ya he mencionado que las modalidades re presen tan una
los dominios del «modelo» del mundo completo. El mundo macro-constricción formativa importante e n lo mundos
más completo de Ryan , el mu ndo de la ficción realista, ha narra tivos. La estructuración modal gen era una varied ad
sido un rompecabezas para la semántka ficcional. Ahora de mundos narrativos, tanto homogéneos como no-homo-
estamos empezando a darnos cue nta de que su compleción géneos. Así, por ejemplo, el mundo de la ficci ón realista es
seudo-real no es más una ilusión «destinada precisamente un mundo alé ticame nte homogén eo, e.d., natural (física-
a camunar [sus] huecos» (Da.llenbach 1984:201). Los mun- me nte posible) ; en el polo opuesto, un mundo sobrenatu-
dos ficciona les realistas no d ifi e ren de otros mundos fic- ral a léticamcnte homogéneo (físicamente imposible, como
cionales en c uanto a su tipo, sino solame nte e n c uanto a el mundo de las deidades, demonios, etc.) puede conce-
su grado de saturación s~mánti ca 2 1 . birse. Un mundo mitológico, sin embargo, es una estruc-
2. Muthos mundos ficcionales de la literatura no son semán- tura semánticamente no-homogénea, constituida por la coe-
tiw mPn le homogéneos. Hemos alirmado que los mundos fi c- xisten c ia d e dominios naturales y sobrenaturales. Los
cionales se forma n mediante constricciones macro-estru c- dominios están separados por rígidas fronte ras pe ro , al
tuntles qu e d e te rminan el conjunto de sus constituyentes mismo tiempo, están unidos por la posibilidad de contactos
componibles. Sin embargo, al mism o tiempo pod emos des- ínte r-fronterizos.
cubrir fáci lm e nte que muchos d e los mundos fi ccionales El caso de l mundo mitológico demueso-a que la no-homo-
ma nifiestan una estructuración c mántica interna comple- geneidad semántica es un rasgo primordia l d e la formación
ja. Eso · mundos son conjuntos de dominios semánticamente de mundos narrativos. En narrativa, un mundo Iiccional tie ne
dive rsificad os, integrado en un to d o e truc tural por las que ser un conjunto complejo d e dominios dive r ificados
macro-consu·iccio nes formativas. La falta de ho mogeneidad para poder acomodar los más diversos individuos posibles,
sem á nti ca es especialm e nte notable en los mundos ficcio- así como estados de cosas, eventos, accio nes, etc. Esta com-
nale de la literatura narrati va. plejidad emántica hace que algunos críticos vean los mun-
Un ejemplo fundamental d e la panició n semántica de los dos iiccio nales de la nan-ativa como modelos en minialUra del
mundos na rrativos lo proporciona n los dominios actancia- mundo real. Esta visión, si n embargo, es engañosa. La com-
lcs. Todo agente Iiccional forma su propio dominio, cons- plejidad semántica es una manifestación e n grado sumo de
tilllido por su conjunto de propied ades, su red de relacio- la autosuficiencia estructural de los mundos ficcionales.
nes, su conjunto de creencias, su ám bito de acció n, etc. (cf.
3. Los mu ndos ficcionales de la literatura son ronslrurtos de
Pavcl 1980). Si hay un solo agente en e l mundo - como en artividad tt•xlual. AJ caracterizar los mundos..[jccionales como
el relato de H e mingway <<Big Two-Heartcd River>>-, e l d o mi- co njtllllOS d e posibles no realizados, he mos ide ntifi cado su
nio d e este agente es equivale nte al mundo fi ccional. En el base o n tológica gene ral. H e mos dejado sin especificar las
caso má común de los mundos multi-actancialcs el mut tdo características que diferencian a las entidades ficcio nales de
fi ccio nal es un conjunto d e dominios actan ciales,unidos o tros posibles no r ealizados. Hamle t e· un tipo ele indivi-
e ntre í po r las condiciones macro-estructurales de la com- duo posible diferenLe del r~y d e Fran cia 22 . Te n em os que
ponibiliclad ele los agentes. '
2
21 Si el • llenado d e hueco'" · poslUiado por· las lctwías fenom enológicas ~ La diferencia no~ la re1ela el • test• de Linski: · Aunque podamo~
p1-cg untar si el Scri or Pickwick estaba ca~ado o no, uo.wtro• n o poclcmo~
de la tecru ra (e f. lser 1978). se aplica a l o~ dominios 1·acío ~. el procedi- pr·cgu n tar sens;namcnte ~i el actual rey d e Francia es calvo o no>• (Limki
mie nto es r(•duccic>nista. Las estruCLuras d e los mundos fi cticios. ricas v 1962: 2~1; cf. Woocls 1974: 14). Po r supuesto. nad a podrín evitar que e l
diversas en su incompleción , son reducidas a un;¡ cstnrcwra uniforme de l acwal rey de Fran cia se convirtiera en un indil1duo ficci o nal ~i fu ese trans-
mundo complt:-10 (Camapiano) . ferido d e los eje mplos lógicos a los textos ficricios.
88 LUBO:-.II R DOLEZf.L MIM lcSIS Y MU{';DO~ I'O~I BU-'> 89

presupon e r que u na operació n especial es necesaria pa ra sc n tacio nes d e l mu ndo real, de un mundo p reexiste nte a
transmu tar lo. posibles no reales en en ti dades ficciona les, c ualquie r actividad textual. Por el contrario, los textos cons-
para asig nar un a existencia ficcional a lo s mundos posibles. u·uctivistas preexiste n a sus mundos; los mundos fi ccio nales
La prime ra, versión le ibn izian a de la semán tica de los depe nden d e y son d e te rmi nad os por los textos constr uc-
mundos posibles de la ficciona lidad , ha sugerido una solu- tivistas. Al igual q ue los constructos textualme nte d e termi-
ción a este p roblema. Según este enfoque. los mundos posi- nad os, lo s m u ndos fi ccio nales no pued e n ser alte rados o
bles adq uie re n su e xiste ncia li ccional al ser descubiertos (cf. cancelados, m ie n tras que las ve rsio nes del m undo real dadas
Do le:lel, e n prensa) . Esta expli.cación está basada e n la p re- por los textos d e. criptivo s están Slúetas a consta ntes modi-
suposició n d e Leibniz d e q ue to d os los mu nd os posibles l.icaciones y refu tacio nes23 •
tien e n u na existen cia U"ascendental (en la men te divina ) H emos insistido sobre el pa pe l crucial d e la imaginación
(cf. Stalnake r 1976: 65) . Gracias al p od e r d e su imagina- del poe ta e n la construcció n d e los mundos ficcio na les lite-
ción , e l poe ta adquier e un accesp privilegiad o a esos mun- rarios. A la semá ntica lite raria, sin embargo, le interesa en
d os, com o el cientifico que, gracias a su m icro scopio, tiene primer lugar el medi ad o r semió tico d e la con strucción del
acceso al m icromundo invisible . Al existir com o posibles mundo, e l texto lite rario. Los textos constru ctivistas pue-
no realizados e n la oscuridad trasce nden tal, los mundo fi c- de n Llamarse textos ficcion ales e n e l sentido fun cio nal: . o n
cio nales se exhibe n pública mente e n las descrlpcio nes d e l textos reales que po te n cialme nte pued en construir mun-
poeta. dos ficcion a les. Pero el papel de l texto fi cciona l no te rmi-
El pe nsamie nto conte mporán eo acerca de los orígenes de na co n servir d e mediarlo r e n la activid ad con str uctiva d el
los mundos posibles no se lim ita a las presuposiciones m e ta- poeta. Ta mbié n es e l m edio se miótico para el a lm acen a-
físicas ~e la fil osofía d e Leibn iz Los mundos posibles no se m ie n to y trasmisió n el e los mundos fi cc i o 1~a l es. Ya hem os
d esc ubren e n d e pósitos lejanos, lflvisibles o trasccnde m es, me ncionado que los mundos fi cionales están dispo nibles
sino que son construidos po r me ntes y ma nos h umanas. Esta p úb lica y p e rma n en teme nte e n Jos textos fi ccio n a les.
explicació n nos la d a explícita meme Kripke: «Los m~ndos Mie ntras el texto exista, su mundo puede ser recon struid o
posibles se estipula n . no se d escubre n con po te ntes micros- e n cu alquie r mom e n to por las actividad es lecto ra e inter-
copios» (Kripke 1972: 267; cf. Bradley y Swartz 1979: 63 y pretativa d e po te nciales recepto res. Desd e el punto d e vista
ss.). La constrllcció n d e mu n dos po sibles ficciona les o c u- d e l lector, el texto d e ficció n pued e carac te rizarse como
rre, primariame nte, e n di versas activid arles culturales - com- una serie de instrucciones m edia nte las cua les e l mundo
posición poé tica y musical, mitología y cu enta-cu e n tos, pi n- fi ccio nal ha d e st>r recuperad o y reconstruido.
tura y escultura, ac tu acio nes d e teatro y da nza, cine, e tc. Así, el vínculo crucial entre la semántica ficcio naJ y la teo-
um e rosos sistem as semióticos - le ngu aje, ges tos, m o vi- ría d el texto queda aclarado. La génesis, conservación )' recep-
mi e ntos, co lo res, fo rma , to nos, e tc.- sirve n de med iado res ció n ele los mundos ficcio nales d epende n ele las capacidad es
e n la construcció n de mundos ficcion ale ,L as fi cciones lite- sem ió ticas específi cas de los textos ficcio nales. Para una leo-
rarias se construye n en el acto creativo d e la im aginació n ría d e las ricciones literarias, es especialme nte impo rtante
poé tica, la actividad de la fJoiesis. El texto literario es el media- d e terminar con precisión la capacidad textual con la que se
do r e n esa actividad . Con los pote nciales semióticos del texto
lite rario, e l poeta lleva a la existencia fi ccio na l un m u ndo 23 El con su-tJCtivismo rad ical o blitera la distin ción em rc..d.:scripció n y
posible qué no existía antes d e su acto po ié tjco. construcció n del mundo, al proclamar q ue todos los textos son construc-
Con esta explicació n de los orígen es d e los mundos fi c- tores d e mun do> y que todos los m u11dos depe n den de los textos (cf.
cionales, los textos constructivistas se difere ncian netam e nte Coodman 1978; Sch m id t 1984). Pa ra u na cr ítica de este «idealismo semió-
de los textos d escrip tivos. Los textos d escriptivos son re pre- tico• . ver Savan ( 1983).
90 LL' BO~IIR DOLJ'ZH. \ll\11' '>1'> Y ~I U;-..'DO!> PO!>IBLES 91

puede con tar para generar mundos iiccionales. H e propyesto es el narrador autorizado, •<omnisciente», ,<fiable», en ter-
más arriba (Do leiel 1980b) que esta capacidad para cons- cera persona. Cualqui er cosa emitida desde esta fuen te se
u·uir mundos puede ser identificada si los textos literarios se convierte automáticamente en un existente fi ccional. Otros
interpretan a la luz de la teoría austiniana de los actos de tipos de narradores, co mo el <<no-fiable >>, «subjetivo», e n
habla peiformalivo/'1. 1• Austin ha estipulado que los actos de primera persona, on fuentes con un grado menor de auto-
habla performativos son portadores de una particular fuer- 'idad autentificadora. Puesto que la existe rcia ficcio n a l
La ilocuti,¡a_; debido a esta fuerza. la e misión de un acto de depende d el acto d e autentificación, u carácte r es dete r-
habla performativo bajo las apropiadas condiciones de ade- minado, en última instancia, por el grado de autoridad de
cuación (dadas por convenciones exualingüísticas) produ- la fuente autentificadora. La teoría de la autentificación
ce un cambio en e l mundo (Au tin 1962; 197L cf. Searle nos lleva a reconocer dife rentes modos de ex iste ncia fic-
1979: 16 y ss.; Urm ·on 1979). La génesis de mundos ficcio- ciona l e n correlación con los diferentes grados de fue rza
nales puede cbnsiderarse un caso extremo d e cambio del au ten tificadora del tex to. Así, la existencia liccion al está no
mundo, un cambio de la no exi tencia a la existe ncia (fic- <;Ó io deter minada sino manipulada por e l acto narrativo
ciona1). La particular fuerza ilocutiva de los actos de habla lite- <llltcn t ificador.
rarios que produce este cambio se llama fuerza de au tentifi-
cación. Un estado de co as posible y no realizado e convierte ."
e n un existe nte fi ccional aJ ser autentificado por un acto de IV. TEXTOS AUTO-A:-IULAr\TES Y MUr\DOS
habla litera,·io oportunamente enutido 25 . Existir en la ficción FJCCIONALES IMPOSIBLES
significa existir como posible textualmente autentificado.
La teoría de la aute ntificac ió n da po r sentado que la La fuerza ilocutiva ele un acto de habla pcrformativo e
fu erza de la autentificación e ejerce de mane 1-a diferente ac tiva sólo si ·e cumple n ·us condiciones particulares de
en diferentes tipos de textos literarios (géneros) . En el ca o adecuación. i se trasgrede cualquiera de esta condicio-
panicular del tipo tex tual narrativo (véase Dolezel 1980b ), nes, al acto es «nulo y vacío»; no se produce ningún cambio
la fuerza de la au ten tificación es asignada a lo acto de en e l mundo. Otro tipo diferente d e fracaso del acto per-
habla originados por el que llamamos narrador. La autori- formativo es la a uto-an ulación . e dice que una expresió n
dad del na rrador para producir actos de habla a utentifica- pcrformativa es auto-anulan te cuando e~ traicio nada*, por
dores le e · conferida por las convenciones del género llarra- ejemplo, cu ando se dice sin sinceridad (Austin 197 1: 14 y
tivo26. La mejor muestra de l mecanismo de autentifi cación ss.). Al igual que la ruptura de ]as condiciones de adecua-
ción , la au to-anulación priva al acto de habla de su fuer7a
• En el original. prtjmmaltvt. también llamado~ rmliz.ativos. (X. drl f'.J
24
El vínculo enlrt' la literatura y los períomlali'o' va lo había percibi-
performativa.
do Banhes: · E~cribrr [en el sentido de écrilurr] ya no puede designar una Consid ero que el concepto de auto-anu lación es de la
operación dt' regi~rro, noración, represen ración , 'descripción ' (como dirí- máxima importancia para la teoría ele la narrativa de fic-
an los clásicos) . Más bien designa exactamenre lo que los lingüista!>, refi- ció n. Ofrece una explicació n de diversas narrativas no están-
riéndose a la filosofía de Oxford, llaman un pcrfomlativo» (Banhes. 1977: dar de la literatura moderna que surgen , d e h echo, de cul-
145) . Banhes no fue más allá de esta rápida observación.
~·· Si queremos cxpre~a r e l acto ilocutho <rlllentificante con una fór-
mula performariva <·xplícita, podriamos sugerir el prefúo Sea qtu. En teor·ía narrati,a, ~e .uele aceptar el principio de que el narrador no
to Es cieno que la frwnte real de todo acto de habla en la narrativa es puede >er identificado <:On el autor. Por esta r;vón. la llamada pragmári<.a
el autOr. En el texto narrali\O en sí. sin embargo. no hay dio;cm-so del amor. de la liccionalidad que ~e ba~a en la autoridad cit'l .uno r (\\'oods 1974: 2 1
Por convención gent:rica. Jos discursos del texto n;unuivo son asignados a v ss.) está mal encaminada.
dh·ersas fuentes ficcionale~ (el narrador, los personajes actante ). · • En e l original, «ahu<oed»; e~ decir, cuando 'e abu'oa de ella. (N. drl T )
92 Ll'Bm11R DO U: Í't l. \11\lf'>l' \' \f l' '\ 1) 0~ PO~Ifll F!)

ti\"ar el fallo perfo rmativo. El acto autentificador de la narra- <lutc nticidad d e l mundo fi ccio nal se d e be a un trasto rno
tiva ele fi cció n es trai cionado de muy diversas man e ras por fJUe afecta al ac to a ute ntiiicado r. Las raíces del trastorno
e l hecho d e no ser realizado «con se riedad ». Aquí presen- '>011 p ragm áticas, aunque su presencia es pa1 e nte en los ras-

to d os c::ie mplos d e esa traición: gos semá nticos d e l texto)in embargo , se pued e conseguir
a) En narrativa skaz., el ac to a u te n tificad or e tra iciona- u na disrupción d e la aute nticidad de l mundo fi ccio nal co n
do po r <;er tratad o con iro nía. El narrador skcv. se me te e n un u na es trategia pura m ente sem ántica. Los mundos fi ccio-
j uego desenlazado d e cue nta-cue ntos, cambianclo libremente nalcs imposibles, c.d., mundos que contie ne n cont radiccio nes
ck tercera a primera pe rson a, d e un estilo engolad o a un o in te rnas, que implican estados d e cosas contradictorios, son
colo quial, de la postura «o mniscie nte» a la de «COnocimie nto un caso a te ne r e n c ue nta. El rela to d e O . Hc nry «Roads
lirnilaclo». El Skat ha sido extre madam e nte popular e n la o f Destiny», es un t;jcmplo de esa estructura d e l mundo.
fi cció n rusa, especialme nte d esd e que la inició Gogol (cf. Su protagonista muere tres veces d e tres man eras di stintas.
~j ch e nbaum 1919).
Puesto que todas las versiones e n confli cto d e su fall eci-
mie nt<;), son consu·uidas por el narrador autori1.ado, todas
b) En la narratit1a aul()-n!Vel adom ( «rne taficció n»), el ac to
so n completa mente auté nticas. Ex iste n e n e l mundo fi c-
aute ntificad or es traicio nado al c r «d esnudad o». Todos los
cio nal yu xtapuestas, irreconciliables,sin e xplicació n . En últi-
p rocedimie ntos ela bo rad o res d e la fi cció n , e n partic ul ar e l
ma instancia, es imposible d e termina r cuá l d e las ve rsio n es
proce~o de a u te n Lificac ió n, e llevan a cabo a bie rtamente
del evento e~ con tituyente legítimo del mundo ficcional. Lo~
como conve ncio nes literarias. La narra tiva a u10-revelado ra
mundos imposibles no a busan me no d e la e la boració n fic-
ha adq uirido g ran popula ridad e n la lite ratu ra mode rna (el
cional que las narra tivas a uto-anulaiues. En c~te caso , sin
«no u,·eau ro ma n», j o hn Barth ,J ohn Fowles)) ha resul tado
embargo , la aute nticidad d e la existe ncia ficcional es nega-
mu) a trac ti va p a ra los críticos (cf. Hutc he on 19RO ;
da po r la estructura lógico-sem ántica d e l mundo mi m o.
C h ri tensen 198 1). Ge ne ra¡· efec tos estéti co~ m edi ante la
La Literatura o frece los medios para comtruir mundos impo-
revelació n d e los funda me ntos oc ul tos de la lite ratura es
sibles. pero a costa d e frustrar la e mpresa e n su co 1~junto:
una ma nifestación radical d e su pod e r.
la existe ncia ficcio nal d e los mundos i mpo~ihl es no puede
Ta nto la narra ti va skcu como la au to-reveladora son a uto- a utenLificarsc. La restricció n leibniziana es ig norada pe ro no
anul an les; e n a mbas, e l acto aute ntificad o r pierde su fue r- ca nce lada.
La pc rforma tiva. Lo mundos fi ccio nalcs construido por El estrecho vín cul o e ntre la fa lta d e aute nti cidad y la
nar ra tivas au to-a nulan tes care ce n d e a ute nticidad. Ti e nen imposibilidad de los mundos fi cc io nalcs se confirma ~o n
in troducció n )' pre e ntació n , pero su ex iste ncia fi cc io n al las na rrati vas e n que se da n los trastor nos tan to pragm áti-
no f)Ucda e-;t.ablecida d efi n itivam e nte. Los relatos a uto-antl- co com o semántico. Un a doble manio bra como esta socava
lante son juegos co n existe ncia ficcio nal. Por un lado, pa re- la existe ncia ficcio nal en la novela de Robbc-Grillet, La mai-
ce que las en tidad es po ibles son llevadas a la existencia fic- wn df' rmdn.-vou s ( La msa del enruenlro).
cional, ya que los procedimientos de aute ntificació n e t.ánda r El tex to de Rob be-Grillet sin duda constr uye un m undo
~e a pli can . Po r o tro lad o, e l statu d e esta existencia resul- imposible . un ma r d e contrad iccio nes d e diversas clal.es: a)
ta d udoso porque el fundamento mis mo d e l m ecani m o '\C intro duce un mi mo evento e n varias ve rsio nes e n co n-
a ute ntificad o r se revela como m era conve nció n . E n última trad as: b) un mismo lugar (Ho ng-Kong) e y no es e l esce-
insta ncia, es imposible d ete rmin a r lo que existe)' lo que nario d e la novela; e) los eventos e t.án orde nados e n secuen-
no e n los mundo· Iiccio nales construidos po r las narra ti- cias te mpo ra les contradic torias (A preced e a B, B preced e
vas a uto-anula n tes. a A); el ) una misma e ntidad ficcional reaparece e n vari os
En e l caso d e las narrativas auto-anu lantes, la fa lta de m od os exist('nciales (como «realidad » fi ccio nal , o re pre-
94 LlJnOM IR OOLF: hL

')7
c ntac10n teatral, o escultura, o pintura, etc.)- . Al ig ual
que <<Road s of Destiny» de O. Henr y, La maison de rendez-
vous construye varias tramas, o fragm entos de tramas alte r-
n a ti vas incompa tibl es (c f. Ricardou J 973: L02 y ss.). Sin VERDAD YAUTENTICfDAD EN l A NARRATIVA*
embargo, e n e l caso ele Robbe-Grille t la estructura lógico- L usm11R Dm. E~El.
sem á nticameme imposible del mundo se une a una burla de l l 'llwi'Tndad IÚ Toro111o
ac to nar ra tivo a uten tificador. El acto de co nstrucció n d e l
mundo es te ntatiYo, inaca bado, se derrumba e n una serie de
inte ntos frustrados. Como resultado d e el lo, el tex to d e la El estudio del sig nifi cad o de los textos litera rios - la
novela es una secue ncia d e borradores, con re petidos cortes, ~c mántica literaria- es una disciplina con una tradic ión
reinicies, correcciones, supresiones, a1iadidos, etc. La rnai- V!'!lerable. Recientemente, se han podido o bse rvar algunos
son d e 1·endez.-vous es un relato auto-revelador del tipo más uHentos de e nriquecer la semántica lite raria con ideas y
radical , una clara muestra de elaborac ión d e fi cción a base 1 dlexiones d esarrolladas e n el marco de la semántica Iilo-
d e probar y fallar 2~. 'olica v lógica. Este d esarrollo que. e n mi opin ió n , está lla-
La novela d e Robbe-Gri llet vu e lve a confi r mar la impo- mado a con venir e e n la tende ncia esencial ele la teoría
sibilidad , en última in tancia, de construir un mundo impo- literaria, sin duda d ebe su inspiración a las sugerentes pers-
sible ficcionalmente auténtico. Esta em p resa nos lleva nece- ¡wctivas a biertas po r e l ace rcamiento entre la semántica lin-
sari a m e nte a la ruin a del mecan ismo mi mo de la güística y la textua l, por un lado. y entre lógica y filosofía del
construcción fi ccio na l. Pe ro la literatura convie rte este pro- lengu aje por otro. Aunque simp osios ta les co mo el de
ceso de tructivo en un nuevo logro. Se hace paten te lo que Srmántica del Lenguaje Natural (publicad o en 1972) ya lle-
siempre h a si ~l o laten te: elaborar fi cciones es un juego ele ~an con nosotros a lgún tiempo, los primeros simposios ele
existencia posible. lilé>sofos, lógicos v teóricos literarios sobre semá ntica for-
mal y litera tura no han aparecido hasta hace muy poco ( VS
1978, n 9 19/ 20; PoPLirs, Vo l. 8, nº 1/ 2, abri l 1979). Estas
r olcccio n es de artícu los revelan claramente e l estado d e l
intercambio, su estimulació n teórica y sus p osibles peligros:
l. La semá ntica lil osófica (lógica) do mi11a el diálogo.
Por esta razó n , e l problem a de la fi ccionalidad se p resen ta
< omo e l primero de la semán tica li teraria. Para filósofos y
lógicos, la distinción entre realidad y ficción, e ntre verdad
v falsedad. e ntre refe re ncia y caren cia de e lla, es un pro-
27
blema teóri co fundamental. Cualquie r siste ma fil osófi co y
La «meLcla" de clift' l en tes modos d e exi~tencia parece un rasgo uni-
versal riel arte mode rno; s11 m:mifestación explíri1a es e l co llage c u b i~ta
que incorpora objeLos realc• a las pin wra.~ (cf. Tlintikka 1975: 246).
* Titu lo original: •.-rru th and Amhem icit)' in Narralivc». p ublicad o en
l'oelill Today, 1.3, 1980, pág~ . 7-25. Traducción de Mariano Ba ·elga. Texto
~~ Esta técnica la vishuu bró Su uTock en la primera novela d e Robbt·-
traducido y reproducido con auto.-iLación d el autor ~ de Ouke Uni,ersity
(..rillet, Le> C,omme~~ l<1 nmcl<1 drarnatila «la<. condiciones bajo las que nace
l're~s. Trabajo pr-esentado en SJnopsis 2: •Narrative Tlwo!J and Poetics of
una no,·ela, o má.' h it<n trata de nacer» (Stunock 1969: 172). Morri s~ctte
Fkuon -. ~imposio internacional celebrado en el InsoLUto Poner par<1 la poé-
ha rescatado una trama coherente subvacentt" a J,a mannn di' rnulez.-1'01L\
uca y la semió tica. Universidad de Tel A\iv v la Fundación Van Leer d e
(~1orrissene , 1975: 260 ' ss.). 1-lav que señalar, sin embargo, que esta trama
Jerusalé n, d el 16 al 22 de jun io de 1979.
coherente no tiene ninguna au tenticidad privilegiada.
96 LUBOM l R OOLE;í,EL \'1- RI>All \ ALTE~TlClDc\D E:>. LA , .\RR.-\1 1\'.\ 97

lógico-semá n tico tiene que ofrecer una solución a este pro- el status específico ontológico y fenomenológico de los sig-
blema. Por supuesw, el problema no le es desconocido a la nos y los sistemas ele signos no es tenido en cuenta. La in ca-
teoría literaria. Los críticos lite rarios no han dudado en uti- pacidad para distinguir entre el sistema y sus usos particu-
lizar los conceptos de ficcionalidad, de la verdad en/ele la lite- lares, la ignorancia de las relaciones sistemáticas entre forma
ratura, fide lidad a la vida, e tc., pero el nivel de calidad del (expresión) y significado, la ceguera general a la organiza-
d iscurso crítico es más bien bajo en este aspecto 1• Conscien tes dóu estructural de los sistemas ele signos> los <<mensajes»,
de su debil idad teórica, los estudiosos de la literatura se han la concentración en palabras aisladas o como mucho en fra-
avenido a aceptar las formulacion es y soluciones posibles al ses, antes que en la estructura del discurso2 -éstas son algu-
problema de la ficcionalidad y la verdad en la literatura que nas de las desavenencias comunes y persistentes en muchas
han ofrecido los filósofos o los lógicos. de las contribuciones filos..óficas y lógicas. Podemos decir
que la semántica filosófica (lógica) no ha llegado a la fase
2. Existe una diferencia fundamental y sin resolver entre
-;emiótico-estructural característica del pensamiento moder-
la sem~ntica lógica (fi losófica) y la li teraria: la semántica
HO en teoría literaria. Si la teoría literaria abandonase su
lógica es una ciencia formal y, como tal, ofrece sistemas
posición b~jo la presión ele la semántica formal, sólo sería en
forma lmente satisfactori os para la interpretación semán-
perjuicio suyo.
tica ele las exp resiones lógicas. La semántica literaria, por
contra, es una teoría empírica y, como tal, debe desarrollár Con estos supuestos preliminares en la mente, me gus-
sistemas teóricos (metalet:tguajes) que pueden transfor- taría proponer algunas ,-ef1exi9nes sobre una posible for-
marse en procedimientos analíticos y descriptivos. Para ser mulación del concepto de ficcionalidad y verdad en la lite-
una teoría operativa, la semántica literaria debe producir ratura, en el marco ele la teoría literaria estructural )'
representaciones de las estrucwras semánticas de los tex- semiótica. Puede descubrirse fácilmente que ambos con-
tos li terarios tomados ind ividualmente y de las clases de ceptos -ficcioualidad y verdad- no compancn el mismo
textos. desüno en las recientes discusiones teóricas. Aunque no se
3. El intercambio en u·e la semántica lógica y literaria ha ha puesto seriamente en duda que la ficcionalidad repre-
sido una comunicación en sentido único. Filósofos y lógi- senta una categoría fundamental ele la teoría literaria (cf. por
cos no muestran interés alguno por las tradiciones y los ade- ej. Wellek & Warren, 19fíG: 14 y ss.), el concepto de verdad
lantos recientes en los estud ios li terarios. Esto es particu- en la literatura se ha topado con mucho escepticismo. Dos
larmente cierto para las concepc iones estructura les y variedades de este escepticismo parecen gozar ele mucha
semióticas modernas d e la literatura, que son, en principio, popularidad: l. La posición Fregeana da por sentado que las
preferibles al accrccuniento atomístico, pre-estrnctural y pre- frases literarias no son «ni verdadera~ ni falsas>>. Hoy en día,
semióúco, típico en la fi losofia del lenguaje y la semántica esta posición se formula normalrnente de manera que una
lógica. Es especialmente sorp rendente comprobar que, a lógica ele tres valores (<<verdadero», <<Üllso» y <<ni verdadero
ni falso») se postule para las frases literarias:¡. 2. La postura
pesar del reciente desarrollo ele los fundame ntos tilosóficos
de la semiótica, e l concepto de lengua)' li teratura en tanto estructuralista no le encuenu·a utilidad alguna al concepto
que sistemas complejos de signos es aj eno a la semántica de verdad en teoría literaria. Mukarovsky ha afirmado muy
lógica. En mi opinión, los problemas de la semántica li te-
raria (y desd e luego de la semántica general) no pueden ~ <<La mayoda de los lógicos no parecen halwr dP~tubieno ni ~iquirra
la nociém de discuN) » (lhwe & Ricser, 1979: 83).
formularse adecuadamente, y mucho menos resolverse, si 3
De hecho, tal int<'rpretación contradice la posición oliginal de ~rege.
Frege insiste en que «el ''lllor de verdad dt• una frase ... es verdadero o falso.
1
Para un compendio de visiones clásicas, ver Kayser, 1959. '-:o hav más valores de verdad » (Frege. 1892: 12~).
98 l .l 11\0l\.HR DOLFh l
1)()

rotu!ldamclllc: :da cucst ión de la verdad no tiene ningún Así,pues, podemos dar una definición del concepto de
senud? .e_n poc~Ja» (~ lukarovsky, 1948: 82) 1. En principio, wt dad y especificar los criterios de la verdad para las fra-
la pos1c1on cstructuralista concuerda con la formulación '>1.') ersalz. como sigue: una frase er!>rtlz ficcional es venla-
original de Frege >'• e n particular, con la filosofla del le n- dera si expresa (describe) un es1ado ele cosas exjstentc en
gm~je de Austin. Austin a1irma que existen categorías o cla- e l mundo ficcional del texto; es ralsa si tal estado d e cosas
ses de frases que no pueden decirse ,·erdadcras o falsas; la 110 existe en el mundo ficúcio del texto. Puede apreciarse
asignación ele un valor ele verdad a estas frases carece de que al proponer esta definición hemos -admitido la posi-
sentido puesto 9ue no son descriptivas y, por tamo, no rcpre- bilidad d e va lorar afirmaciones acerca dP textos fic ciona-
s~ntan afirmanones. Las fórmulas de un cálculo, las expre- k~ y sus mundos. Sin embargo, no hemos proporcionado
SIOnes performaúvas*, los juicios valoraLivos la-. definiciones definición alguna de otros dos conceptos fundamentale~
así como las «partes de una obra de ficció1~ », son ejemplo~ 'obre los que se basa el valor de verdad de las frases ersatz.:
de esas categorías de frases (Austin , 1961: 99). a) el concepto de existencia ficcional; b) e l problema del
. ~~e parece que, después ele oír esas opiniones, resulta va lor de verdad de las frases de la textura, esto es, las fra-
dJIJCJI encomrar un lugar para el concepto de verdad en la ,~,.., de la fuente textual. En la exposición wórica que voy
tco1ia literaria. Sin embargo, los filósofos v los estudiosos lite- a bosquejar estos dos problemas están mu} íntimamente
rarios siempre l~an. sido conscientes de'l hecho de que de ligados.
alg·una manrrn SI as1gnamos valores de verdad a las frases El problema de la existencia licc·icmal debe formularse,
ficcionales. Woocl hace una formulación e leganLe de este en mi opinión, en el marco ele la semántica de los mundo
hecho en su «sensibilidad a la apu<:'sta••: alguien que afir- po:.ibles, emparejada con una ontología .. realista». Esta
rnase que Sherlock Holmcs vivía e11 Baker Strect, ganaría versión de la semántica de los mundos posibles se ha dado
la apuesta contra otro que afirmase que vivía en Berczy t·n llamar a(lttalzsrno (Adams, 1974)*. El acwalismo supo-
Strcet (\\'oods, 1974: 13). Esta posibilidad de valoración de ne que exi te un mundo empílicamente olrervable, lla-
las frases fi ccionales ha sido remodelada según la semámi- mado mundo real, mientras que lal> alternativas posibles al
ca de los mundos posibles por Pavcl (1976), Chateaux mundo real son constructos de la mente humana. Con
( 1976), H e int1. ( 1979) y otros. Según Chateaux, la frase respecto a las afirmaciones sobre el mundo real, el con-
<< E.n~m_a Bovarr finit par <;C suicider» ( << Emma Bovary acaba ce pto clásico de verdad (el concepto de la teoría ele las
SlllCJclandose») debe caracterizar'le como verdadera en el correspondencia 5 ) es aplicable. Una afirmación com o la
m un do de Hmma Bovary. mi en tras que la frase «Charles niroe es blanca se verifica o falsifica observando e l estado de
B?vary est unijambiste» («Charles Bovary tiene una sola cosas existente en e l mundo real. Si nos d esplazamos del
pterna») debe designarse como falsa en ese mundo. Pavcl mundo real a sus allernativas posibles, e l concepto de exis-
P.la~1-lea una c~1csti?n mu, importante al afirmar que la val<>- tencia se \'uelve fundamentalmente diferentt·. Este hecho
1ac1~n se aphca solo a lal> llamadas frases l"rsrtlz., e.d., afir- ha sido fuertemente enfatizado por Russell: «Decir que
maciones que son paráfrasis de las frases literarias origina- los unicornios gozan de existen cia en la h e ráldica, en la
les. El .valor de veracidad de las frases enatz. puede
determmarsc con respecto a su <<fuente», e.d., remitiéndo- * Actualism en t'l original, que signific,1 'n•alismo'. rraduzco liH'ral-
nos al texto literario original. 111('llle por trat,u se de una teoría que no guarda relación con lo$ m o\ i-
mientos estéticos del realismo o del 'crismo, únicas alternativas posiblt~ a
esta traducción. (N. ciRI T.)
~htk¡ITO\'Sk\ utilita elténnino 'poesía' en d ..enúdo amplio. equi\alcn-
1
" Para disquisiciones recientes sobre la tt•oría de la, correspondt·ncias.
te a! tcnmno ~l~man ' Oichwng'. que':. reficn· ,, toda literatura imaginmh<l. inclmcndo la l'valuación de ~u relación con la •teoría semán1ica• ck· la
l:.n el ongm,tlfJ!'r{lmnalwe. tamb1en llamada~ 'realizativa<,'. (l\'. rifl f.) H'rdad según Tar..l..i. ,·er O 'Connor, 1975.
lOO 1.1 RO\IIR 1101 F/H . \ HU>.\Il \ \\ 1 ~'JI< 10.\D l:.:'o. l \ , ,\KK.\ 11\'. \ 101

literatura o en la imaginación t''> una evasión ck lo má~ dimiento., e-.pecíficos ele las imágcne-;, son distintos de los
lamentable) mi~crable. Lo que existe en la heráldica no criterio~ de «existencia en una novela», e.d., en un mundo
es un animal. ele carne y hueso. que se mueve y respira posible construido mediante procedim icn tos específica-
por propia i11iciativa. Lo que cxi.,te es una imagen o una mente nmelísticos".
descripción con palabras. E., como sostener qut· Ilamlel. A la 'i~ta de lo que se ha dicho. es C\'Ídentc que el pro-
por ejemplo, ('XÍ'>lC en su propio mundo, concn:t.mwnte blema de la existencia ficcional. e.d .. de la existencia en un
en los mundo., de la imaginación -,hakespcadana, con la mundo ficcional. requier<.' la especificación ele los pmce-
misma verdad que (pongamo.,) Napoleón exi.,tiú <.'11 el dimientos aplicados -t•n din•rsm sistema-; semioticos- para
mundo normal. Esto sería decir algo deliberadamente la construcción de mundos ficcionales. Al concentrarnos
confuso, al menos en un grado que resulta difícilmente en los procedimientos de construcción de mundos que ope-
creíble>> ( Russdl. 1919: 169). Pm mucho que e~temo~ de ran en el sistema semiótico específico llamado 'texto narra-
acuerdo con Rus.,dl en cuanto que el problema de la exi~­ ti\'o'. pretendemos ofrecct un acercamiento que podría
tencia de lm objt•tos imaginm im o de los estado., ck tosa., resullat de utilidad para el debate sobre la cxi'>tencia fic-
debe formular'ie de manera dikn·nt<• al prohkma ck la cional en otros sistemas -,emióticos Y para el problema de la
existencia <.~n el mundo teal, no tenemos por qut· aceptar ficcion,tlidad en general.
¡,u conclusion radical: «Só lo hav un mundo, t•l mundo Damos por sentado qu<' los mundos narrativos (ficcio-
'rea l'>> ( 1919: 1()9). Los mundos posibles. alt<.'J nativos al nales) se construyen a panir de unos conjuntos de unida-
mundo real v, mm a menudo, contradictorio.., con el (mun- des nat rativa<> elementales: los motivos'. En todo texto
do'> contra-fa< tuak<>). los con~trme constantt•nJ<•nte el narratin>. se introduce (s<· expresa) un conjumo de moti-
pt' n,:tmien10 humano , la imaginación . la acti\1dacl H'l'hal vo'> -llamémoslo Y1 1• Sin embargo, el conjunto Y1 1 no S<'
> ...emiólica de \'<11 io'> tipo..,. La fut'J'/a acti,·a de la '><·mimis introduce (se expresa) dt• maneJ-a uniforme. debido a que
reo;ide precisamt·nte en <,u capacidad para con'>ll u ir mun- clte'<l<> narrativo es resultado del flmcionamiento cot~junto
dos posibles relacionados con el mundo real de tlHI} diver- de diversos actos de habla. Desde el punto de vista estruc-
sa'> maneral>. Una ele las tareas bá-;icas de la teoría ck lo.'> ~is­ wral, es un error relacionar el acto de habla \' la textura
tema¡, ~emióticos es la de propon ionar una <·xpl1cación narratint resultante con una «fuente >> uniforme (hablan-
ele los procedimientos que «llam.tn a existir» a indi\ iduos te). como el autor11 • Aunque el autor sea, por supuesto, la
posibles. estado-. de cosas posihk'>. e\·cntos pmihi<''>, ... en fuen te • H'al " del texto narrativo. la textura, ..,us rasgos for-
poca<> palahra.,, mundos posibles. Puesto que lo., mun<lo., males . .,(.;'mánticos e ilocutin>'i están determinados por la:-.
semióticos posible¡, son el rc-;uhaclo de procedimienlO<; de fuente'> «ficcionaks».
construcción ck mundos, la eSllllCtura semántica de estos
mundos. i ncluvcndo los criterios ck existencia. <•.,t.í. deter- t. El poMular critcdos dt• t•xÍ\Il'nda en lo~ m1111do~ 't•miúlico,, clik-
1cnt~·,, t''Jll't·íficoo. al \l~tem,l, ¿ara'o ... ignific:a <¡Ul' el <ontcpto mbnlll ck
minada ex< lusivamente por esto'> procedimiento.,. No hm
t'XIstt•ncLI \t'llliótica no e' un1t.1110~ '\o nece,al'iamcmt La sitmtcHm t''
ninguna otra manera de decidi1 lo que existe \ lo que no mm ,jmil.~r .tla que car.Kit'IÜa d t'l)lln'pto de \t:rcl.\CI Que hava much.t'
en un mundo -.cmiótico má-. qut• in.,peccionanclo aímo el forma' clt• wrificación (e.d . mucho' ni ter; o~ <k wr dad - 1 D.) no impli·
mundo ha sido construido. Ya qm· '>011 vario~ Jw, ..,istema~ ca CJIII' h,l\il mucho'> conn·ptn' de H'rdad• (O'Con nor. 1975: 19).
1 L n ddininón , dasilit aut'm dt: los motivo' t'll tanw que unidadt·~
-.cmiólicos que construyen su-. mundos mediante diversos
scmanll<:l\ el<·mentalcs la t•nconttamos en Oolc/d. tll76 v Dolei.t"l, crl
proccdimieutos constructivos, los niterios de existencia
prTnM; tnn...ultar tambi(·u (;elwt, t977.
en los mundo-. semiót.icos son <'specíficos de su sistema. • 11 corH't'plO prc-c,lnllllll .11 del ano de habla na11,11 Í\o sulwacc a la
.\sí, por ~jcmplo, los criterio'> de.· ~e xistencia en un,\ ima- J>'CIIdn-\C.'nliÍntica de )¡1\ ft,l\t'\ J1n ionales dt• \\'ond\ (\('f \\'oOd\. 1971
gen», en un mundo poo,ible con.,truido mediante proc<.·- ¡><UUCulat llll'ntC :~:1. 13:\).
102 LL'BO:.fiR 001 rif~l \1 Rll\1) \' -\liF>rnOD.\ll ~' 1 \ '\RR.\11\ \ 103

Et. \tODELO BI:\ARJO pmcedinüemo de autentificación puede repre entarse como


una función binaria* que asigna a los elementos de M 1 e l
Consideremos primero el modelo más simple de texto 'alor de 'auténtico ' o bien de 'no-auténtico'. Esta fun ción
narrativo, en el que la textura es resultado de la articula- ~e llamaráfunrión de aulmlijirarión. Su aplicación con ll eva
ción de dos tipos d e actos de habla: el acto de habla del la división del conjunto M 1 (el conjunto de todos Jos moti-
narrador anónimo e n 33 persona y los actos de habla d e los vos introducidos en un texto narrativo) en dos subconjun-
agen tes narrativos personalitados (personajes). Otros tra- tos complementarios, M,, (conjunto de motivos autén ti cos)
bajos (Doleiel , 1973) han demostrado que la tcx111ra de \M ..• (coqjunto de los motivos no-auténticos).
este modelo se caracterita por una serie de rasgos distinti- El concepto de fun ción amentificadora es necesario,
,·os binarios. En tanto que mecanismos de introducción de quitá fundamental, para la teoría d e la existencia fi ccional
motivos, los d os tipos de acto de habla n ar rativos se pre- t•n lo mundos narr.túvos. Lo que existe en un mundo narm-
<;en tan igualmente en opo-;ición binaria: el acto de habla tÍ\o e~ll:Í determinado por la función de autentificación. Los
del narrador anónimo en 3• persona es portador dt· la flulo- motivo~ aménticos }'sólo e llo~ representan hechos narrativos,
ridad autenlificadora, mientras que los actos de habla de los t•lemcntos constituyentes de lo mundos narrativos. El tér-
agentes narrativos carecen d<' esa autoridad. La auten tifi- mino ' hecho' es muy apropiado aqu í, si lo tomamos -como
cación es una fuerza il ocutiva especial, análoga a la fucr;;a propone Warnock- como designan te de una entidad «cuasi-
de los actos de habla performativos descritos por Austin lingüística». Según Warnock, " no hay forma de identificar
(Austin, 1962). La analogía está basada en el hecho de que un hecho excepto corno aque llo que una afirm ación ver-
la fuerza ilocutiva performativa la llevan sólo los actos de dadera afirma, como aquello que cierta persona afirma a l
habla t: lllitiuo~ por Jo., hablante~ que tienen la autoridad hacer una afirmación verd:1dcra.., (Warnock, 1963: 13). Si
necesaria. En otras palabras, la autoridad pcrformatinl t•s d concepto de ' hecho' es interpretado como entidad «CuaJ,i-
una condición n ecesaria de adecuación del acro de habla linbrüística», tenemos a nuestra cli'>posición un término apro-
pcrformativo. Tomando uno de los ejemplos de Austin, un piado para los constin.t}'entes elementales de los mundos
barco puede recibir el nombre sólo de «la persona debi- .,emióticos. H ablamos de o~je tos, cosas, estados de cosas en
damente autorizada para ponerle nombre» (1962: 1'1 ). En tanto que constituyentes del mundo real , pero debemos
el ámb ito de los actos de habla narrativos. el «hablante» hablar de hechos «cuasi-lingüísticos» en tanto que consti-
debidamcutc autorizado para autentificar los motivos es el tuyentes de mundos sem ió ticos, porque los mundos semió-
narrador anónimo en 3i' persona. Obsérvese que en ambos ticos se construyen con actos significantes específicos.
C<tsos la autoridad de la « ru<'lltC» viene dada por conven- Los mundos narralivos como categoría especia l de los
ción: en el caso de los actos de habla performativos, por la-. mundos semióticos son conjuntos (colecciones) de hechos
com enciones sociales, en el caso de los acto de habla narra- narrati,·os. Afirmar un hecho na1 ratiYo quiere decir auten-
tivo~. por las conYencioncs del género. tificar e l moti,·o correspondiente. Un moti\'o es aut<'ntifi-
La regla básica de autentificación en e l modelo narrati- caclo si es introducido e n el acto de habla del narrador
vo bimuio puede formularse corno sigue: Los motivo intro- anón imo en ga persona, una fu e nte con autoridad autcn -
ducidos en e l acto de habla de l narrador anónimo en 3'' tificadora. Esto se hace de tal manera que la frase que
persona son aménticos t•o ijJso, mientras que los que son expresa el motivo correspondiente se dé en e l contex to
introducidos en los actos de habla de los age ntes narrati- del mensaje emitido por e l narrador, en la parte del texto
vos son no-auténticos. Los actos de habla narrativos fun - narrativo que se interpre ta como originada por la fuente
cionan como un filu·o que divide todos los motivos intro-
ducidos en auténticos y no-auténticos. Formalmente, e l • En t'l original. fu'<J-valul'Junrtion (función de dos valores). (.V. d1•l 1:¡
LL'BO:'>HR 1)01 EiH
\ 1 IUl.\J) V Al l E:O..IlCII).\0 F;:\ l.\ :0. .\RRXII\ \ IO?i
autorin1da. Como pa1te del nH•ns~e emitido por el narra-
lo que en ellos parecen bnvos ~on las ,t,pa~. qu<', \Oltt'ada'
dor, la frase que expresa el motivo améntico. está stúcta a del viento, hacen anda•· la picdnt del mohno
las re~tricc ion c., fo1 malc~. ('stilísticas, semántiCas. etc. que
determinan la textura de c.,e mensaje. Así llegamos a la
conclusión ele que los motivos auténticos tienen ra~gos Claramcme. el texto nos fuerta a hacc1 la pregunta: ~qué
texturales c'>pecífico-. que los identifican}' hacen pos1ble cx.iste en el mundo narrativo de Don Qui¡ott•, lo~ molinos o
disunguirlos de lo-; motivos no-auténticos. Al final, los l<h gigantes? ~uestra respuesta es la misma que la de
hechos mu rati,•os '· por consiguiente. los mundos na.r;a- \laníncz-Bonati: los molinos. l'\uestra ratón para tomar
ti\os, están determinados por las formas de su expres~on, esta decisión es también idéntica a la 1atón d.tda por
por la textura de los moti,os auténticos. E ta deter_mJ~1a­ \tanínez-Bonati: sabemos que hay molinos en el campo
por~ue el narrador nos lo ha dicho (~lanínct-Bonati, 1973:
ción tiene fundamental importancia para la scmanuca 1
narratiYa y \Olvct cmo~ 'iObt·e ella en la conclusión de nues- IH6) . T'\o obstante, Martíne7-Bonati formula su respuc'>ta de
1ro 1raba jo.
acuerdo con la semántica narrativa mimflim v, por tanto,
asigna valores de verdad a las afirmaciones del narrador.
Llegó el rnonwtHo de mostrar el funcion~miemo de la
Por el contrario, mi enfoque se basa en que no se pueden
función de auwntificación en un texto narrauvo que repre-
a-;ignar valores de verdad las afirmaciones del m1rrador.
senla al modelo binario. No es difícil encontrar t:iemplos
porque no se refiere;n a un mundo, sino que más bien con.~­
de este tipo de narrativa. Si tomo prestado un ).i~mp~o ~uc
ll'll)'erl. un mundo. Esta es la diferen cia fundamental entre
ha sido usado recit'ntementc para un propos1t0 Similar
(Martínt't-Bon ati, 197:~), lo hago por dos razones; ~rimero,
un~ semántica mimética y una de mundos posibles, aplica-
das a la ficción narrativa. Las con~ecuencias de esta dife-
el ejemplo e~ m u\ instructi\'o porque plantea exphotament(·
la cuestión de la existencia ficcional. En segundo lugar, me rencia fundamental no son menos serias, pero no nos exten-
deremos sobre este tema aquí. Simplcnwntc apuntar que,
brinda la opm tunidad de seilalar las similitu~es) d.iferen-
cia-; entre mi posición v la ck Martínez-Bonau. El <:Jemplo
en ellengu~je de nuestra teoría, la t•xistencia fkcional ck los
molinos de viento se explica por el hecho de que la expre-
es un e"tracto de /)rm Qui)OLP, de Cervantes, que relata el
conocido encuentro con los molinos: \IÚn del motivo correspondiente s<.' <.'ncue1Hra en el con-
texto del discurso del narrador. La expresión 1ecae en el
l·.n t'\l<l, dt•s(ubrieron treinta o cuarenta molinos de' ten- ,\mbito de la autoridad autentificadora del narrador. Si el
lO qut• hm t•n aquel campo. ~ a\Í como don Quijott· lo~ \IÚ. molÍ\'O se hubie e expresado sólo en el parlamento ele Don
dijo .t \U c.·s< u ele• o: Quijote )/O Sancho Pan7a, su valo1 de autenticidad cam-
- 1..1 H'lltlll.l \,1 ~uianclo nuestras lOsas mejor de lo qut· biaría. En ese caso, el motivo sería no-auténtico ' la exis-
ac.c.·tláramos .t clnear; porque n·s allí. amigo Sancho Panta. lt·ncia de los molinos no se establecería como hecho fic-
clúnclc.- M' cks< uh~t•n trl'Ínta. o poco más. clcsaforadm gigan- cional.
t<'s, con quit•n pit•mo ha< c.·• batalla v quitarles a todos la~ \idas,
Quedémonos un momento más con (') ejemplo Cle
con cuvm cli:spojos ronwntaremos a enriquecer. que ~st~ es
buena gu<'n a.,. l's g-ran scn"icio de Dios quitar tan mala s•m•c.·n-
\1artíne7-Bonati y su debate, porque nos ll c\'a un paso más
w de sohre la lú de la tierra. ,tll;t en d desarrollo de la idea ele lo11 mundos narrativos.
-¿Qué gigames? -dijo Sancho Pan;¡;a. Oon Quijote y Sancho Panza expresan opinione!l comra-
- Aquellos que allí ve~ -n:spondió su am<r de los bra7os lar-
gos. que los suekn u·nc.·• algunos de casi dos leguas. * Don Quijoll' de l .a Almulw. Ed. d(' J. M. Casi ro Cal\'o, 1!Hi2. Bat celotM:
- Mire , uesll a mc.·•u·d -• cspondió Sancho- que aquellos Vngara. 99.
que allí sc.• pan·n·n no son gigantes, sino molinos de viento, Y '' \lmili1ar el concepto de n<ttTador en su «~c udo-sc•m;inlira •, \lartíncL·
Bnnati t'\ila la debilidad de la fo1 mula< ión de Wood ...
106 Lli\0\IIR DOUJ'EI \ ~ RD \ll \ AL 1E:-.TICID.ill 1-.:-.. 1_.\ '\RR.\TI\'.\ 107

puestas sobre los objetos que hay en el campo y, por tanto, están Sl!j<.'las necesariam ente al segu ndo procedimiento d e
debemos preguntarnos naturalmente quién ticnC' razón y valoración 10•
qLúén no. La respuesta es bastante ob,~a: Sancho tiene razón Una semántica narrativa que distingue dos (ormas de
y Don Quijote no. Al justificar su respuesta, Martinet.-Bonati \aloración tiene, e n mi opinión, claras vetH<vas sobre la·
formula una regla general: «las afirmaciones ele los perso- teorías de la «verdad » fi cciona l. Primero, porque se en ri-
najes novelescos que concuerden con las del narrador son quece con e l con cepto de autentificación que explica lo!>
necesariamente verdaderas, mientras que si divcrgen, on procedimientos d e con!ltrucció n de mundos, ofrece un cri-
necesaliameutc falsas» ( 1975: 186). Convengo con Martinez- terio d e ex istencia ficcional y ele ese modo expli c ita e l
Bonati en que se pueden asignar valores d e verdad a las hecho d e la autonomía d e los mundos sem ióticos ficcio-
afirmaciones conten idas en las frases ele los agentes narra- nalcs con respecto al mundo real. Segundo, porque n o
tivos. Sin embargo, la semántica de los mundos po ibles requiere e l abandono o mod ificación del concepto clási-
nos da la oportunidad de formular con mayor prcci!,ión los co de verdad según la teoría de las correspondencias. Si
criterios de asignación de valore-; de verdad a estas frases: la somos capace de defender e l concepto de mundo narra-
base de la valoración no es la concordancia con la~ afirma- tivo como conjunto (colección) de hechos ficcionales,
ciones del narrador, sino más bien la correspo ndencia con enton ces somos capaces de utili7.ar e l concepto clásico ele
los hechos narrativos. Una afirmación contenida en la frase verdad en la definición la segun da fo rma d e valoración.
de un agente narrativo es verdadera si concuerda con los Subrayemos que e l concepto d e verdad y e l criterio d e ver-
hechos narrativos}' es falsa si los contradice. Esta formula- dad en las narraú,·as de ficción están subordin adas al con-
ción hace posible el uso del concepto de verdad .!.egún la teo- cepto de autentificación. La verdad ficcional e estricta-
ría de las corn:spuutleucias e n la ,·alu1aLión de lo:. mensa- mente «Vct·dadcra-- en/ para el mundo narrativo construido
jes emitidos por los agen tes narrativos, mientras que la > su criterio es la concordancia o discordancia con los
interpretación de Martínez-Bonati presupone, en mi opi- hecho.!. narrativos aulentifimdos 11 •
ttión , el concepto d<' verdad segím la teoría de la coheren- Al principio de mi trabajo formu laba un requisito bási-
cia. co para una teoría de la semáu tica narrativa: la teoría d ebe-
Este debate nos lleva a conclu ir que necesitamos dos ría funcionar en el sentido de que sus conceptos nos avuden
procedimiento'> de valoración para las frases narrativas: a) a descubrir la estructuración semántica de los textos ~arra­
las frases narratinls se ,·aJoran de acuerdo con los valores tivos o de los tipos de textos. Quisiera demostrar breve-
de autenticidad. La asignación cid valor de autenticidad mente que los conceptos de autentificación y de mundo
determina la fun ción de la frase en la construcciótl del narrativo tienen esta capacidad, bosqu~janclo los p1incipios
mundo narrativo. Sólo las frases a las que se asigna el valor
de 'autén Lico' se tornan como expresiones de hechos narra- IU Ex Í'>ll' un solo y espinoso pt obkma que ncccsitat Í<t di' un debate en
profundidad: una vez que el mundo narrau,·o está nm,Jtuido, al meno~ en
tivos, c.d., como participantes en la formación del mundo
panc. ~;1(,1'-(l "''frases dd narradot no e~tiin tamhién 'IIJl'L"'' a la ,-aJoraciún
narrati,·o. Toda~ l a~ frases del texto narrativo esuín stvetas de \erdacl? '\o necc..ariamentc. ~il'tnprc que la corHÍ\tt'ncra lógica se esta-
a la valoración de autenticidad. l lav que destacar, .,in embar- blece como )JI·e-requisito nt'<t''•" io t•n la autoridad auu•ntificadon• del
go, que en este punto de la valoración, las frase!> narnuivas na1Tador. 1~~~ contradiccionP> 1'11 lth hecho~ munllti'O~ ,l' explican en tanto
están fuera del ámbito de los valores de verdad. b) l .as fra- que son 1'1 1ott·~ del aulor. f.l c:aso <k la térnica na1Tativ.1 que tolera, o inclu-
~o requ~t·rc·. 1.•~ contraclicciollt's, ('scapa al modelo binat io )' ~ení conside-
ses narraLivas son valoradas según los va lores de verd ad. La
rado mas .td<·lartte.
asignación d e éstos depende de la concordancia o discor- 11
E•u· <oncepto v cri1e1 io de 1e1 dad ~e aplica igu.rlmem~· a las frases
dancia de las frases con los hechos narrativos (los hechos del matr. al final. su~ "alor·es de verdad dcp('nden del valor de .tutenticidad d<'
mundo narrativo). Todas las fra es d e los agen tes narrativos las fra~C\ «01 igin,IICS» COtTe,pondientes del texto na1 1 ,I!Í\().
108 l.LBO\IIR 1>01 tl'fl H Rll \1> ' \l 11 '\ 11< 11>\1> f ' 1 \ ' \RR \11\ \ 109

de macro-estructuración en los te,tos narrativo!> controla- Lt fun< ión binaria ele autentificación sólo puede asig-
dos por elmod(:lo binario. 1 ~<U dos valores contrapm•sto~ de autenticidad. La función
El núcleo ele la macro-estruclllra semántica vit,>IW dado ~mduaJ de autentificación 'ie dcline como fur1ción que asig-
por el mundo nanati,·o, t:.d., po1 el conjunto de hechos na di'>tilltm grados de autclllicidad a los motivos narrati-
narrati\·os e!'>tablecidos a tra,·és de los motivos narrativos \m. Teóricamente, -;e podrí.t hablar ele una función conti-
auténticos. Los conjuntos de moti\(>S no-auténtico-. con- uu,t. pt>IO lc-.ultaría mm dificil conseguir que (•<,te\ fuese
forman los mundos de crcenlias de lo'> agentes narratin>s opcrati\'a en '>t·mántica mu n\li\a. En lugar dt• ello, conce-
particulares. Mediante la segunda forma de valoración, lo'> lur emo~ la func.ión gradual de autentificación en tanto que
mundos ele cn:encia~ se vinculan con el mundo narrativo; rntervalos disn ctos situados t•nu e los valores extremos de
estos vínculos oscilan desde la conformidad total hasta la ,nllt'lllicidad v de no-autenlicidad 1:1. Quiero explorar los
total disconformidad. En una reprcscmación teórica de los ~rados dt· autenticidad\' los ra ... gos consiguieutes de semán-
conjuntos. los \'Ínculos enu·e el mundo narrativo\ los mun- tica narrati\·a para dos estructuras narrati\as no binadas,
dos de crccnrias tendrán :m cxprc'>ión en las inter-;eccio- la forma de :~· persona sul~jeti\ itada y la forma en t• pcr-
ncs de los conjunto~ de motin>'> auténticos y no-auténticos 'ona.
c¡ue son verdaderos en/para el mundo narrati\o. Si esta a) foorma dl' J<' pemma \llb]rlivizada. Esta forma se puede
i1Hersección está vacía, podemos hablar de un mundo de cre- caracteritar. a graneles rasgos, torno un modo narrativo que
l'ncias satélite, un mundo de cn•t•ncias que está en total prc-.cnta Jos rasgo., formaks de la narración en :~·· persona,
contradicción con el mundo nat rativo 12. pero con Jo., rasgo<; !>emántico'> del discurso d<· lo., persona-
jes. (Para má-. detalle'>, ver Dokicl, 1973). Debido a '>U -.cmán-
viODELOS \;O Bl'\ \RIOS tica.ta-. fnl'>es de la forma en:~· pcr'>ona subjeti\itada inu·o-
duccn lo'i motivo-. na1 ratho'> e m parejadw. con t\Cli tucle~.
!lasta aquí, lwmos tratado el problema de la auwntifi- creencia~. presuposicionel>, ele. de los agentes narrativos.
cación y la verdad en el modelo narrativo más simple, el \!mismo tit•mpo, al st:r incorporadas por nwdio de sus ras-
binario. caracteritado por una oposición clara y delinida gos formales al discurso del nar raclor en 3~ per!>ona, las fra-
entre el discur-;o del narrador' el de los personajes. S<.· pos- -.c:. reciben t icrto grado de autenticidad, otorgada por la
tuló una función binaria de autentificación como reprc- autoridad autcntificaclora del narrador. Consigurcmemente,
'>Clllación del procedimiento de formación ele mundo-. que puede dt•c it '>e que estas h .tscs presentan hechos narrativos
s<.· aplica en C'>lt' modelo. Sin embargo, sabemos empírica- r el a ti\ os a der to agente. lo' mundos formado-. por esto~
mente que existen muchos textos narraúvos que no siguen hechos no ~on los mundos absolutamente aut(·nticos del
el modelo binario. Si queremos explicar los procedirniemo:. narrador ;utúninw en 3·' pt•rsomt, ya que t''>tán impregna-
de formación ele mundos en las estructuras no binarias. dos p01 la-. <tcutude:. de los agente'>. Tampoco son los mun-
tenemos que estar di~puesto-, a p1 acticar una lll(_?dificaciún <los de crecncia-. de los agente~. puesto que e-.tárl autentifi-
fundamental de la teoría de la autentificación. Esta consis- l ados pOI d discurso de la rm m a en :~~ persona. Representan
te en sustituir la función binaria de autentificación po1 una una .toua de u <Ulsición entJ e el mundo absolutanwrnc autén-
función gmd1wl. Se observará que el cambio formal de la tico de los hcc hos narrath o~\ los mundos de u ecncias ele
1unción de autentificación conlleva u nos cambios 'iliStan- los agentes, ahsolutamcnlc rlo-aut(·nticos.
ciales en todo el si~lema de la semántica narraliYa.
1' En e:-1 uwddomá.~ ahMr.:KW dt illllt'll!Íiicacion. podt 1.1mo' wmat la
11 ¡.:,ws mundo\ .,,ndnc'> ,uckn H'ni1 mull\ado, por t·n~a•iu.,, aluci- lunnon gradual de .IUJenlificat 1011 tomo d marn• gt'IH't.ll en que la lun-
nationc'> o mcntu,l\ ' tún hin.tt 1,1 dt· autemificacion '>Hpont• 1111 ¡-a~o e'pcn.tl.
110 LUBO~ II R DOLE.ZEL
\ l Kl)A() Y AUTEN11ClDA1) EN lA NARRATIVA 111

C. Flaubert fue el maestro de la forma en 3ª persona con los motivos absolutamente no-auténticos inu·oducidos
t ' ll el discurso de un agente (Rodolfo):
subjetivizada 11 y voy a utilizar el ejemplo de Madame BovaTy
para bosquejar la macro-estructuración semántica de un
texto narraLivo en que opera este tipo d e función autenti- Oui! tant de choscs m'om manqué! Tot~ours seul! Ah! si
j 'avais e u un but dans la vi e, si j'cussc rcncontré une affection,
ficadora. El núcleo de la macro-estructura de Madauu Bova:ry
sij'avais Lrouvé quclqu' un ... Oh! commej'aurais dépensé wutc
está representada por el mundo narralivo formado por los
l'énergie dontje suis capablc,j'aurais surmonté tout, bdsé
motivos introducidos y absolutamente autentificado por el lOUt! ( 171).
narrador anónimo en 3ª persona. «Quand on partit de
( •¡Me han faltado tantas cosas! ¡Siempre solo! ¡Ay, si hubie-
Tostes, au mois de mars, Mme Bovary était enceinte>• (90) se tenido una meta en la \~da, si me hubiese enamorado, encon-
(«Cuando salieron de Tostes, en el mes de marzo, M adame trado a alguien ... ! ¡Cómo habría desplegado toda mi energía,
Bovary estaba embarazada») es una frase que expresa u n cómo lo habría supet·ado todo, cualquier obstáculo! ")
motivo abso lutamente auténtico, un hecho narrativo en e l
sentido de l modelo binario. o obstante, si leemos, por Éste es claramente el mundo de las creencias de Rodolfo,
ejemplo, el retrato de Charles Bovary (parte l, cap. VII), c¡ue carece ele autenticidad y cuya concordancia o discor-
percibimos claramente algunos rasgos de la semántica sub- dancia con los hechos narrativos tendría que ser juzgada
jetiva de Emma: por separado.
b) Forma en ¡e persona. Varios tipos del modo narrativo en
La conversalion de Charles était plate commc un u·otwir
1~ persona presen tan unos problemas de autentificación
de rue. eL les idécs de wut le monde y défilaient, daos le cos-
tumc ordinaire, sans exciu::r d 'émuLion, de rin: uu tk n?vc1ic que, en m i opinión , dehen ser m"n~"j"rlos 11 tili-zando el con-
... ll ne st~vai t ni nager. ni fairc des armes, ni tircr le pistolct, et cepto de la función gradual de autentificación. A primera
il nc put, unjour, lui expliquer un terme d'équitation qu'cllc vista, este discurso parece ser formal y semánticamente equi-
avait re ncomré daos un roman (59) valente al del un agente narrativo (el discurso de un agen-
(«La conversación de Charles e ra plana como un pavi- te que narra). Si usáramos el modelo binario, tendríamos
menw, con las ideas de todo el mundo pasando por ella. en que concluir que el narrador de la forma en lª persona no
ropa de diario, sin suscitar emociones. risas o sueños ... No tiene autoridad autentificadora. Sin embargo, somos cons-
sabía nadar, ni batirse a espada. ni usar una pistola, y. en cier- cientes de que el narrador en 1ª persona tiene w1a posición
ta ocasión, ni siquiera supo explicarle a Emma una palabra de privilegiada dentro de l conjunto d e los personajes actantes.
equitación que e lla había encontrado en una novela .. » )* Esta posición privilegiada \riene dada por el hecho de que.
en ausencia del narrador anónimo en 3~ persona, el narra-
Éste es Charles para Emma, Charles, usando una me tá- dor en l ~ persona asume el papel de construir el mundo
fora común, visto con los ojos de Emma. Al mismo tiempo , narrativo. lo obstante, la teoría de la autentificación debe-
sin embargo, este Charles posee un grado de autenticidad ría asignar un grado menor de autoridad autentiflcadora al
por ser descrito en frases que se incorporan en el discurso narrador en Ill persona que a la autoridad absoluta del narra-
de la forma en 3ª persona. El grado de autenticidad de este dor en 3ª persona. El mundo construido por el narrador en
conjunto de motivos puede juzgarse mejor comparándolo 1~ persona es relalivammle auténtica. No es el mundo de los
hechos narrativos absolutos, sino más bien, usando nuestro
11
M. l~al tiene en memela misma técnica cuando habla de •doble térm ino tentativo, un mundo de creencias auténtico del
focalización" en Madame Bolla,;· (Bal, 1977: 95 v ss.). narrador en l " persona.
* Madmne Boumy, trad. esp. ·Barcelona, Orbi.s-Fabri, 1990, págs. 49-50 )'
163, respectivamente. (t\1. drl T.)
H emos establecido que en ausencia de una autoridad
1 1:l ll RO\IIR llOI 1 Í'll \ IIW \1> \ \l 1~ :>; llCJD.\.1) E:'\ 1 \ :>; \Rit \ 11\',\ 11 :~

autentiiicadora absoluta cualquiera la construccion ckl ""'' .1dor demuestra su escrupulosidad en cuanto a clcflniJ
mundo narrati,·o dcb<· ser encomendada a la auto1·idad reJa- lo, límites de su conocimiento>· por consiguieme. el alean-
ti\ ct del narrador en 1• persona. Pero esto es sólo una jus- <<' de -,u autoridad aulCnúficadora.
tificación negativa de la autoridad autcntificadora dc:lnarra- l.a mayoría de los motivos introducidos por el narrador
dor en 1a persona. Las just ificacioncs positivas pucdt·n t'll J·' persona que aparecen en ttdolfo son motivos de ex pe-
descubrirse sei'i.alando los dispositivos de la narrativa en t• 'iencia directa: «je rne rendis, en quittant Gottinguc, dans
p<:rsona diseñados para cstable\cr y mantener la autoridad l.t petite ville de O***•> ( 18) (" fras dejar Gótlingen, fui a la
del narrador. Podemos decir, un poco metafóricalllentc, JH'<¡ucña ciudad de D ... ») . Cuando esta fuente directa de
que el narrador en 1• persona tiene que ganarse su <Htlori- tuotivos no está disponible, la~ fuentes que uúliLa elmu r a-
dacl autentiflcadora, mientras que para el narrador anóni- dOJ se c'>pecifican meticulosamente. lJn problema b;ísico
mo en 3~ persona esta autoridad 'iene dada por \OilH'n- .11 que ..,e enfrenta el narrador en 1• persona es la inaccesi-
tiún. bilidad de los estados mcnt;.\Jcs de los demás agentes narra-
La base de la autoridad autcntilicadora del narrado1 en 11\'0S. Eu este caso, Constant emplea frecuentemente el con-
1' persona es su conocimiento privilegiado. Dos tipos de ,,tbido método de «descifrar» d estado mental a pani1 del
dispositivos son esenciales para establecer y mamener esta < omponamiento físicamente apreciable, expresiótt (a( ial,

cualidad del narrador: a) los dispositivos que limitan d tono de voz, etc. del agentt' natrativo: ·~Je démclai dan), leo;
alcance del conocimiento del narrador; b) los di~positivos trait.., cLEIIénorc une impres<;ion el<' m(•contentement et de
que idcnlifican las fuentes de su conocimiento. trist<·sse» (34) («Discerní en los rasgos de Ellénore una
Los límites del conocimiento del narrador en 1" pcr-;o- •m presión de disgusto y de tristeta».). Cuando el motivo
na puedt·n disponerse ele manera negati\'a, rechatando no c-;t:t di~ponible porque el narrador estuviera au~enw dt·
explícitamente la introduccion de motjyos que queden fuera l.t e..,cena. los informes ck lo~ testigos-agentes pueden uti-
dd alcance de su conocimiento. l 'n ejemplo del , \do!Jo* dc htar-.c como fuente. Los C\entos de la noche en que Ell(·nore
...1 Constant debería constituí! prucbct -,uticiente de eo.;te dis- t·nfeJ ma tras recibir las fatales nulas (cap. X) son introdu-
pmiti\o: cidos en los informes ele '""criados. Todos estos método'>
-experiencia directa. «descif'ramientos», informes media-
Jai toujours ignor(• rommcnt s'était formé<· liiH- liaison dos de los testigos- permiten introducir motivos en el con-
qui, lorsquc j'ai 'u pow la pr t·micn· fois Ellénorc, t'·t;dt, el(·, texto del discurso del narrador en 1a persona y de <'Sta
lon~-:temps, éwblir el pour ain~i dire consanée (2:\). mauera asignar un relativo valor de autenticidad a e-;tos
• "\lunca \upt• cómo había \urgido esta relación qm· t ll<lll· motiYos.
do ,.i por· primcr;r \t'/ a Ell(·norc, había existido dc,<k lit·m· Fn el tipo de forma en 1' pcr.,ona repre~entado por
po atrás v po•· a~r decirlo. t·,taha con,agrJ.da. ) \dolfo. d narrador controla la introducción de moli\oS ha.,ta
t.tl punto que la posibilidad de desarrollar mundos de cre-
La frase se refiere al inicio de la relación entre Elléno1 e encias de otros agentes (~ especialmente mundos sat(•lite'>)
\ el conde, un eYento qu<'. dacl<t o.;u situación en eltic:rnpo. es más bien limitada. La única fuente de motiYos no-autén-
'e encuentra fuera del ámbito ck la experiencia del narra- ticos ;;o11 las li'ases de los agentes narrativos expresadas en
dor. Por supuesto, clnarrado1 podía g-uardar silencio ~obre las conversaciones con el n<u radot. Los monólogos inte-
este evento, como lo hace con otros eventos que le son des- riores de los agentes que no sean el propio narrador son
conocidos. Al expresar explícit ~nnente su ignorancia, el imposibl<'s en esta estructura narrativa. La macro-estructu-
ra narrativa de Adolfo está dominada por el mundo de cre-
• ,\doljJhr. trad. esp.. .\dolfo. Barn·lon<~. Planeta, 1985. pag. :?9. (\ dl'll ¡ encias relativamente auténtico del narrador, una cstrunu-
114 \ 1 Kll\1> \ \l "ft.:>.TICIDAD F~ L\ 'iARR.\11\'.\ 11 5

ra egocéntrica que su prime (en parte mediante su incor- 1.11 brcvemenle un tipo que parece encontrarse en el po lo
poración ) los mundo1. de creencias de otros age11les. opuesto del espectro d e tipos posibles de form as e n 1
1

na de las cualidades fund ame ntales de la semántica de pnsona. Es una forma que rechaza el modelo de la ac llla-
la forma en 1ª persona representada por Adolfo es la incom- ' 1011 narrativa «real» y en su lugar acepta como mode lo
pleción necesaria de su mundo narrativo 15. Puesto que e l l.t lorma del narrador anónimo en ga persona. Por consi-
mundo está construido sobre la base de un conocimiento g ui e nte, todos los rasgos esencia les del modo motivado
limitado, se revelan necesariame nte serias lagunas. En algu- MHI marginados, parti cularme nte e l ámbito limitado del
no~ casos, e l narrador inten ta rellenar esas lag unas con 1 onocimie nto del narrador y la identificación de las fu e n-

hipótesis, una categoría de motiyos que está específicam ente tes de conocimie nto. l ecesariamentc, el narrado r en l "
designada como no-auté ntica 11'. Pero e n la mayoría ck los pl·r-;o na de este tipo no está en si tuación de justific~u· su
caso estas lagunas e dejan sin 11e nar. La amplitud de esas .111toridad autentificadora. En lugar de ello, se aprop1a de
lagunas es un impot·tantc rasgo macro-estructura l de est01> la autoridad autentificado ra convencional asociada al narra-
mundos narrativos, puesto que determina su carácter más dor a nónimo e n 3ª perso na. Al producir un texto que
o me nos fragmentario. o;iguc las reglas de la narrativa en 3" persona, el narrador
l Ternos insistido en que la autoridad autentificadora del usurpa la conve nción ele autentificación que es inherente
na rrador tipo J'l persona representado por Adoijl) debe ser a este texto.
justificada constantemente. En general, se justifica po r e l Se me ocurren dos (jemplos d e la forma en 1~ persona
hecho de que e l texto narrativo se basa en el moclclo de la no-motivada. El primero es la sección «Un amor d e Swan»,
ac tu ac ión narrativa <<real» de un narrador pe rsonal cog- de Por el camino d e Swan, de Proust. El narrador en 1d per-
noscible. La autoridad ck t':.tc 11at rauor es la auwridad de sona (:\1arcel ) hace sentir su presencia mediame frases suel-
un experimentador, un testigo, un mediador de inf(>rma- tas, como «mon grandpcre», «Et il n'avait pas, commcj'cus
..
1 ció n adquirida por otras fu e n tes. Debido a la clara cone-
xión e ntre la narrativa literaria y la actuació n narra ti va
a Co mbrav dans mon e nfance », etc. (ver Gen e tte, 1972:
250*). i1~ embargo , la introducción de motivos e n este
<<real», este tipo de form a e n 1 ~ persona puede llamarse el texto no queda en absoluto restringido por el posible cono-
modo motivado d e 1ª persona. cimiento de Marcel. Todos los d etalles de las acciones, mo ti-
No hay razón para suponer que e l modo motivado sea vaciones, sentimientos, etc. ele Swann están prese ntes. E.l
e l único tipo de forma en 1'' persona disponible para las discurso narrativo aulori1.aclo se funde con la forma en 1a
narrativas lite rarias. No tengo inte nción de investiga' e n perso na y los principios d e l modo e n l a perso~a quedan
d e ta lle otros tipos posibl es. E.n lugar de ello, deseo seria- así redefinidos. El texto d<.' Proust supone e l u·lllnfo de la
conve nción sobre la imitación. La narrativa en 1• persona
•·· Lo, mundos narral.i\0' \()ll siemp1e incompletos (n:r llcinll. 19i9: se con\'cncionaliza comple tame nte mediante su des\'incu-
17
90' ~q. Este principio deb<·• ia \1'1 tmo de lo~ a.'-.ioma.' fundamcntalt·' dt• lación, de alguna manera, de su fuente discursiva . La exis-
la \emántica 11a1Tatin1. Pt•ro los mu1Hio\ narrativos de la forllla en 14 pcr- te ncia de la forma en l • persona no-moti\'ada ,•iene a\'alada
~ona bajo consideración ~on incomplt·tos en un sentido específico' •t·pis-
por mi segundo ejemplo la popular novela corta checa,
témi<O• . >"'" que se basan l'n d conocimicm o limit:tdo que licne el "cons-
lriiCIOr• del mundo. • C. G<'nt:llc. Figura~ 11!. Barcdona, Lu men, 19S9. (N. dd f'.)
lh lnlroducir hipótesis. conjelllra~. pronósticos, e.cl., mmivos no·;tlllt'n- 17 l.as 1ransgresiones a las res1ricrio ncs de la fonna mOli vada en 1" p<·l
1icos, e~ pri\ilegio de l narrador en 1• persona. no clisponiblt- ¡.w a l'lnarra- son a no se limitan a «L'<m10ur de: S""<mn », sino que también han sido ap1 e·
dor a nó nim o e n g• persona .. awralmcntc, esta parte ele su ac111ac i6n dadas t•n o1ros fragmentos d<·la novela de f'roust (ver Gcncuc. 1972:22
narrati,•a p1<>cede de la Jlnlotwlizflrión del narrador en 1' persona. c.cl.. y~~-). Por esta razón Geneuc se refiere al modo nan·ativo de Prou>t como
combina las funciones del na1Tacl01 \ cid agente narrali,o.
p()/imOlla/.
\ 11(1) \ll \ ,\l'TE:-<TICIIli\D F.:- 1 \ '\ \RRA 11\ A
11 7
116 ll'l\OMIR l>Ol.hÍFI

La <k-,cripcion) explicación de este proceso e<, un prO:


1it'lll'~
1igumsmnentr vigilado\*. En este tcxw, d narrador- hlt·n1a difícil para la teoría literaria. t o poclem_os h~~er aqt~J
protagonista no solamente observa, sino que narra~~~ propia
111a., <Jll<' el bosquejo preli~in~r de una aproxunanon posl-
muerte (84-H5). Desde d punto de vista de la forma en l ij
hk l· ... la se ba-.a en do'> cnteno'l gcneralc'>:
pcr!>ona moti,ada y. -;in duda, dc<;ele el pumo de vi'>L<I de cual-
quier actuación narratiV'a «real». un texto como (·ste es com- 1. La aniquilación de las normas y r~glas liter~ria~ no t:S
pletamente imposible. No obstante, es po-;iblc en tanto que 1111 proceso clc'itructivo, sino constructivo. Al am_q~1~lar las
texto literario, puesto que el acto liLCrario nan<ttivo no est~\ 1101 m.1-. existt•ntc'i, la litt.•ratura abre nueva" po~tb1hdadel>
limitado po1 Jo-; modelos de habla. escritura ,. pens<1miento 114• •wmanticas y amplía su capacidad para producir s~ntido. La
destrucción ck viejas normas produce nuevo senudo. En el
1 a'>o de la autentificación, la dc'>trucción de la autoridad
~ll '-DOS SI'\ \l TE:"\111-1( \CIÓ'- ,\utenti!icaclora abre nue\'as dimensiones de sentido porque
hacc que el concepto mismo de la existencia 1iccional se
1Tcmos estudiado algunos ejemplos ck los diversos modos nHwicna en problemático.
narrati\·os para mo-;trar cómo la autoridad autentificadm a 2. La mmo• ía de las teorías de .,emántica literaria, inclui-
del narrador ficcional se establece y mantiene dentro el<.· das las teorías de la !iccionalidad, se encuentran con seria.-;
las convenciones relativas a Jo., actos de habla, las reglas de clificultades para explicar la-; esu·tKturas sin norma. La expli-
lo., modos narralÍ\'O" y los dic;positivos de la textura. Hemo., cación típica que las teoría.., !iteradas han ciado de "'' estruc-
'eguido el critc:rio de que la autoridad de autentificación es 111ras -;in norma es que eran. d!'\lliacwllt'.\ de las IIOI.·mas o
un f~tctor necesario en la construcción de los mundos narra- reglas clelmoc\(•lo que,, habírc cnn;o;; ¡~· uido para exphc~r la_s
uvos: ésta confiere a los objetos semióticos-motivos y con- c'>tructuras con norma. El punto debll dd concepto de des-
junto., de motivos- la propiedad de la t•>..istencia liccional. 'iacion se ha 'i<'t1alado muchas \Cces: algunas el<.· la., obras
Las con\'enciones de los géneros y la~ 1cglas e~pecíficas de literarias más originales)' repre~cntativas deben explic~rse
los modos narrativos, que rigen las opcracione'i de la aulo- t'n tanto qu<.· desviaciones, c.d., -;ólo ele manera negal1va.
•·idad autentificadora. repre'<'ntan las normas <,cmántica.., Las teorías litera•;as universales c¡u<.' abarcan tanto la.., cstruc-
fu ndamentales de las narrativas de fie< ión. t~11-a-. con norma como las sin norma son ciertamente i~llprc­
Es bien sabido que en el ámbito de la literawra ninguna sionantcs desde d punto de vista formal, por su scncll!cz y
norma está a <;alvo. La evolución litcnu ia e<: 1111 reto cons- consi,tencia. Podría ser, no obstante, que resulta-;en lnsa-
tante a las normas literarias. un pron''>O permanente de usfactodas dc.,clc el punto de \"Ísta empírico. pues no llegan
modificación de la norma, CJ cación )'destrucción. No debe a dar cumplida cuenta de la complejida~l } vari~d.acl de las
sorprendctnos qut' la<> norma<; v regla.., de aut<·ntificación csuucturas liwraria'i. Las teorías literanas empmcamente
ha\an corrido la misma SU<'rtt': han -;ido modificadas\, en sati<ifactorial> no tienen necesidad de proporcional un solo
cac;o., exu<.·mos, aniquiladas. l.a desttut·c ión <k la auto1 i- modelo universal de estructuras literarias. En lug~u ele cll<~,
dad autentificaclora es uno de los desarrollos más fasci - pueden conc<'hirse como COI~lllllOSo-modclo capa_n~s de exph~
nantes en la t'\'olución de la mu raliva de ficción. car t•structura'i literaria., fundam<:ntalmente d1f<:rcntes. S1
e.,as diferencias alcan;an la contradicción, debemos e-;tal
• 1· n el origu•al, Clt~~PI)• lfatrlml fmi111. (N. <M'/.) dispuestos a aceptar modelos c~llltradi_c~orio_s en 11uesua
IK \...no dt• lo' rasgo~ t'M'nciales dd ano mur<llho litl'I <H IO que lo di\· configuración teórica. Tal liberalismo tcm .l~O ~1ent:- _creo yo,
tingm• dt. h>s MIO~ de hahla reak'• e' ~~~ au.:m¡>oralid,cd . .. ohrc la que• plena conco1clancia l.Oil nuesll.l conccpuon mtultl\a de la
imisle <..eneut': 11 ~·agilla d'un acte in,l,mtané, s;m' dimen'loll temp01dlc•• Jitnatura como un sistema abierto que ofrece constante-
(C<'IWIIl' . 1972: 2:H).
\'l'. Rllt\D V ALITEN1JCIDi\D D: 1, \ NARRA"TJV \ 119
II R Llii\OM IR DOJ.E1:EL

rnen te n uc,·as po')i bi 1idade<, de estrunu ración, a m en u do dora conven cional. Pero de repente nos topamol> con un
contradictorias. brusco giro: e l narrador profesa su ignorancia acerca de
los pensamientos de Akakij, ··Es imposible entrar en e l alma
Ya ht·•~<><; propuc'>to do:. modelos de autentificación para de un hombre y descubrir todo lo que el>tá pensando» (pág.
la'> narrau,as de ficción , la función mncntificadora binaria 145). Tal afirmación entra en contradicción con la «práctica»
y la g~adual. .Desde un punto de vista puramente forma l, previa del n arrador y Je,~anta serias dudas sobre su autoridad
no ex1stcn dificultades para subsumir ambos modelos en .wtentificaclora. La ironía de Gogol respecLO de los proce-
uno .solo. más abstracto, el de la función autentificado•·a dimientos convencionales de construcción de mundos en la.'>
contmua, con _dos .valores en sus extremos. Sin embargo, si narrativas de licción resulta particular mente palpable al
nos vamo.s_al ~·~bllo de la narrativa en el que las uormas fina l de «La nariz». Al hacer un comentario sobre el ele-
de autenuiJcaoon C'>tán aniquiladas, nos situamos fuera del men to fantá'>ti co de la hiMoria, el narraelor declara explí-
el>~ectro de cualqu~er función binomial. Me propongo citam ente su in comprensión y sugiere que so n posibles
c~cl~nd cr que necesitamos una nueva explicación teórica varias explicaciones (pág. 70) IH. Las preguntas linaJes del
s~glll endo una función trinomial con los valore<; de 'autén- narrador -quien con<;tn•yó los acontecimiento<; cid relato-
uco', 'no auténtico') 'sin autentificación'. Liencn un significado básico: ¿estos acontecimiento. ocu-
Antes de. ~nu·ar en e llo, vamos a bosqlll:jar el proceso rrieron , podrían h aber ocurrido? La misma autoridad que
el<' d estn•tTJon ele las normas autentificadoras. Todos los ha presentado hecho:. ficticioc; , existencia ficcional , levanta
~rocedimicnto de autentificación giran en torno a la auto- sospechas sobre estos hechos. sobre e-;ta existencia.
ndad autcntificadora del narrador liccional. La autcntili- Estoy convencido ele que el narrador sin autoridad el<.·
cación se aniquila cuando se priva al narrador ele su auto- aut<::JitiCicat.iún es un factor muy importante para muchas
.;dad autemificadora. Esto se puede hacer de varias maneras, narn.lli,·as modernas, inclu}endo la' no\'elac¡ ele Kafka.
que merecen un <.''>tudio mc ticulo!>O. Pe rmítasemc men- Bcckeu y otros. Este presupuco;to inlllitivo requiere, claro
cionar aquí dos de e llas: a) e l narraelor es inconsistente e n está, ser confirmado por una minuciosa investigación en la
sus posicion es o afirmaciones y destruye a."í su •<Credibili- semántica de la novela moderna. 'o obstante, nuc<;tra apnr
dad» y b) el narrador adopta una actitud irónica hacia su ximación teórica a cst.e nuevo fenómeno puede formular-
autoridad ~lllentificadora, de tal modo que convic• te el se sobre la base ele la poca evidencia sacada de la obra d e
acto narrativo en un juego inconexo. Gogol. Si interpretáramos << El abrigo»)' •• La narit » a la lut
Ambos procedimientos pueden cncontraro.;e en el modo de la función binomial de autentificación, deberiamos con-
narrativo popular de la licción ru!><l, conocida como slwz. cluir que todos sul> motivos son no-auténtico<;)', consi-
El skaz es u~1a narrativa donde todas las normas y reglas d el guientemente, que esos textos no han construido mundo
acto narrauvo son objeto de ironía. En los ejemplos clásicos narrati\'O alguno. Tal conclusión. no obl>tante, <Ontradice d
del skaz, los relatos de Gogol «El abrigo» (cf. Ejchenbaum hecho de c¡uc en estos textos se mantiene la distinción bási-
191~) y •• La nariz••. la narrativa cambia libremt•nte de tercera ca entre el narrador)' los agent es narrativos. Considero pre-
<~ pnmera perso•:a·. del esti lo literario al ruso coloquial, de f<...-ihlc, por tanto, interpretar la estructura semántica ele
1.1 postura «ornmsc•ente•• a la de «conocimiento limitado•• .
Este ú~ti.mo rasgo es particularnwnte relevan te para nues- 1" Es intcre:;;mlt' a¡:mntar que en la wr~ión mann~rril3 (k «La narit.• tw.
tro pro~ostto. El narrador ele «El abrigo» sin duda puede acomccimicnto'> fantástico' '>On conwniclo~ en no-auténtico~ p<>t los comt•u·
c~uactentarse corno ••omnisciente•• cuando introduce, por taruh finales dd narrador: lo que ha ocurrido no <'ra más que d sueño dt•
CJemp~o, los mo?vos ~le la ~da mental de Akakij Akakjjevich. 1\.o,aljo,. Esta 'er.,ión original es un n·lato fanta\lico corn nn ,t•gún el "R-
Esto solo es pos•blc s1 partirnos d e la autoridad autenti fi ca- nifkado que Todorov otorga a este t~·t mino Clodorov, t \170).
120 HKP\11 \ \l H'dll IIJ.\0 f ' l \ '\ \RR.\TI\ \ 121

estos textos a la lu/ de una fimción amentiñcadora ltinomial. lt·nc 1<1, los problemas técnit'os de la lógica «<kwiada», etc.
En este marco teórico, es posibk decir que el narrador 1• t p• opósito primordial de este artículo es el de incorpo-
construye un mundo narrativo introduciendo una serie ele 1 ;u t'l pmbkma de la verdad al marco de la semántica litP-

motivos ~1arrati\'OS, ~ero sin llega• a autentificado, porque "mn, c•.d., a una teoría empírica de la prociucción del sig-
.,u amondad autcnuficadora esta socavada. Se nos presen- niiÍcMio {'11 los textos de ficción .•\1 realitar t'">la tarea. he
tan u~~s ~und<?<; !icúcios cuya existencia es ambigua. pro- lh·gado a la conclusión que en emántica nm ralÍ\'a el con-
blemauca, mdefu11da. Estos mundos no son ni auténticos ni ' q>to de \Ciclad debe basal M.' en el de antcntilicación, un
t onccpto que explique la e'istcncia ficcional. Mi tesis bási-
no-auténticos, sino que crean un espacio indeterminado
entre la existencia v la no-existencia ficcional. c.t es que los mundos narrativos en tanto que sistemas ele
No disponemos de un metalenguaje semántico satisfac- hechos liccionales son cOII'itruidos por los actos de habla
to.-io para describir el statu<; de los mundos narrati\'(>~ sin de la fuente auwri¿ada: el narrador <'11 el .,t·ntido más
aute~tificar; nuestro pen amiento vnuestro l engu~c están amplio. La capacidad del nanaclor para llcvat a los indi\'1-
dorrunados por la semántica hinon11al u·adicional.! . La fic- duo.,, obj<.'los, eH!nlOs. t'tL a la cxistetH:ia fin ional \'iene
ción moderna, al construir mundos sin autentificación, d,tda p01 t•sta autoridad autcntificadora. La autot idad auten-
pone de manifiesto la~ limitaciones de esta semántica. l la uti- !lficadOI a del narrados es la norma básica dd genero narra-
lizado su pod<~r de construir mundos posibles a fin de cues- tivo, ckte1minado por las convenciones a• líslicas y/o por
tionar la universalidad y valideL absoluta de nue'itras dico- las reglas de los modos m11 rativos. Los procedimientos de
LOmía-;_básica<;. La ky del término medio excluido prohíbe a u ten tilicación son un componen tt: fundamcn tal de la
cualqt~~e r CO'>a que ~e encuentre en u e existencia, no-exis- ('St!'UCHII a lléliJ'alÍ\'a.
tencia. Sin embargo. ¿acaso no eo; posible consuuir mun- Ellwcho de que la e'istcnc ia d.c los indh·iduo<;, e\'eruos,
do semióticos -.uspcndiclos entre la existencia } l,l no-exis- etc. en el mundo ficcional t•st(• determinada pm la forma en
tencia? Nada mejor que este expc• imento para demostrar que sus motivos correspondientes son introducidos (expre-
claramente la cap<ltidacl de la lileratura para producir nuevo sados) en el texto narrativo coloca clarament<· <:1 concepto
o;cnlido. ele la existencia ficcional en d ámbiro ele la semántica iulm-
\ional. tal \ como la concilw F1 ege. La scmántita in tensio-
nal fregean,t es una explicatión de esos componentes de
'iignificado, cleterminadw., pm I<L., forma.., de <''P• c-.ión ames
que po1 la relación rcfe1 Clldal. \1 ser dctc·• mmada por las
Los teóricos literarios -salvo algunas cxcepci01ws- han formas dt' t•,presión, la estructura del mundo narrati\'o es
tratado el prohl<-ma de la verdad en la ficción con cierta un objeto puramente intcnsional y, como t,tl, puede ser
ligerez~. _Por otro lado, la extema att·nción que el prohkma manipulado libremente pm el tcxto~ll.
ha rec•b•do ('n filmofía }' semántica lógica se ha dirig-ido Dado que la existenna en un mundo na11 .ttiYo es una
preferentemente hacia unos problemas purament<' filo-;ó- propit·cl.td imen-;ional, no put·de ser explicad.t p01 una teo-
ficos) lógico,, como el problema de: la referencia, ele la cla- ría basada t.•n el concepto e'tensional de H'rdad. El acto
sificación de ¡,,.., frases. el probkma ontológico de la exis- de habla narralÍH> de la< onstrucción de mundos no puede
compararse o identificarse con anos de habl,t tales como
. ~" La intcqu et<l< tón '<·mánlict ck h tntioncs 1rinomiale~ pn'M'Ill<t M't ia'
afirmar la verdad o la falsedad, la mentira, imitación o fin-
rltfintltades qut• \on hi<·n conocida~ pata lo~< ducos de la lógica · lihtl'~. El
tnlentode\an l·r.t\~t·n (\an Fras~t·n 191\li) d<·dudirla~r(''oliÍ< <· tone..,dd
hin,u·i..,mo puede nm~idt·r.1r~e e~ennal p.ua futuro~ debate.., ,ohH· Jo,,¡~.
21
l'at.l 111.1\ datos ~obre el nmn:plo de inten.,ionalid,ult•n 'Cimint.i< ,,
lt'llM\ trinomiaJ<•, (el. l.unhit-n l~unlwn. l!lh!l: 106) . n.trr<IIÍ\a, \t 1 l>oleid. 1979.
122 l.l 110M 1R DOU.~H

gimicnto. Todos esos actos de habla presuponen la exis-


tencia independiente de un mundo al que la~ expresiones
correspondientes se refieren o dejan de referirse. Basar la
1
sem¡\ntica literaria en cua lquiera de esos acws de habla FICCJONALJDAD Y CAMPOS DE REFERENCJA•
referenciales supone una completa equivocación acerca del Reflexiones sobre uu marco teórico
caráncr específico del aclO de construcción de mundos.
Muchos de los conceptos inten!)ionales (aunque no se BENJA~IIN J I \RSHAW ( ITRUSHOVSKI)
desig-nen como tales) han sido estudiados en la teoría lite- Unir>l'fltdtrd IÚ' Tr/-Avw

raria (figuras poéticas, mc~foras. construcción de tramas,


formas de caranerización, modos narrativos, etc.). Sin
embargo, una semántica imensional sistemática} una teo- i'RH \CIO
ría sistemática de los objetos intensionales no están más
que en los estadios iniciales de su desarrollo. Estoy con- 1. L'\S obra~ literarias aportan signilicados y complejos de
' 'encido de que se hará cada vez más patente que la sem<.in- '> tgnificado, así como un comcnido retól-ico y estérico; req~tie-
tica intensional es el núcleo de la teoría literaria y, sin duda, 1en del lector algún tipo de «experiencia» o «concretiza-
el núcleo d e cualquier teoría semiótica del significado (cf. < ión » v demandan interpretaciones y aclaraciones. Sin embar-
Eco, 1976: 58 y ss.). go, la experiencia v la interpretación_c_le los textos ~iterarios
El univer o del sentido r los objcws intensionales es el no <<>nsótti\'Cil ímicamcnte una cuc'itJon de lengtlaJe: el l<.>n-
universo más rico elaborado por la mano del hombre. Al g w~je en la literatura sólo puede entenderse i1~cardit~ado
disponerse a descubrir este universo, la semántica inten- l"ll tillOS <.:un su , tctus fictivo::;, sin importar lo parnalcs o 111CS-
sional nos proporcionará un conocimiento de los signi(i- tahlc<; que ést<>s sean. Por otro lado, los constntctos fictivos
cados que solamente hemos intuido. o de lo~ que quizá ni t· 11 Jo-. texto., literarim t:<;t;ul mediatindos sólo por el len-
siquiera éramo:. consciente~. guaje. Ésta es una caractcrí-;tica circular básica e inherente
a las obras d<' arte literario.
~o se trata necesariamente de u11 círculo vicioso, sino
que puede entenderse como una interdepend~~ncia entre los
dos ámbitos: d lenguaje y los comtructos ficll\os. ;--¡? pod~­
mos elaborar o deducit lo uno de lo otro, por deCJrlo as1,
«objcthramente». Toda interpretación implica hacer ~1ipótesis
concretas sobre determinados a:.pcctos de l''>ta mterdc-
pcndencia.
2. Tomemos un (jemplo simpk. La fra!w «Everyt~ ing
changes>• [ ..Todo cambia»] aparen' en el relato «Evehne»,

• Título origin.tl: «FicliOndlit) and Fiehh of Referente. Rcmark~ on a


Thcorctical Framcwork», publkado en Poetin Today. Vu l. 5:~ ( 1981). pág~.
227-~51. Tradm ciém de Eugt·n•o Comrcrlls. Texto traducido~ reproduc•-
dn ron auto• ¡,anón de Dul..t: L nhersit' P.e.,,.
1 ~-scrito en dlnstitutc lo• t\dwnced Study (8crHn).
111 1 111' \UD \l) Y C\MPOS m RFFfRH\( 1\ 12!>

de .Joyce. ¿Qué significa? ¿Podemos entenderla a parúr dt'l 1lc-lwmos con iderar la «realidad" a la que se aplka, d ámhi-
lenguaje l'll c.,í, a pa1tÍI de estas simples palabras? ¿Da a enLC II ro <k las cosas que puede incluir. En efecto, podemo'> apli-
ckr la mi!'>ma <osa que oua idea semejante enw1ciada por un c .ul.t <,uccsivamen Le a diversos ma1 co~ de rd(•J encía, en el
antiguo liló<;o(o g1 it>go? ¿Cuál es el ámbito de la palabra nlli!Hio licLiYo o en el mundo real, como pat te de dift'ren-
«LOdo" \ qué g 1<1do de implicación personal se e-.condt tt·-. l11pótesis de interpretación.
dt>Lrá~ de est<l a!it maciún? ( .uando leemos el rclaw compleLo, rc<;uha, -.in embargo.
Pucdt• 1 dcri1 :,e a cambios permanentes prorlucido~ en IJIIt' lweline no se marcha. Ella, que u-ataba de escapat del
la naturalcta, la de!>trucción ' recomposición de la mate- d(·,tino de su madre. e «com icrtc» e n su madre. En su
ria; a cambio-. en d st·no de la sociedad; o a cambio'> bio- 'ul.t, al menos, nada cambia. En la medida en qut• EH.~Iinc
lógicm acaecidos en la Yida de la gente. puede verse como representativa, como a lgunm. lt.·ctot es
El C<>lltexto inmediato es el siguiente: (.mimados por el propio joyce) tcudían a \c.·rla, el relato
compendia la «parálisis>> de Irlanda. En electo, podemos
'1h.tt w.t~ .1 long timt· ago; :.he and her bro1 hcrs and sistcrs .t~ignar el consLructo interpretativo «nada cambia» a la po!>i-
wct t' all grown up; hcr moth(T was dead. Tiuie Dunn ''as d(•ad, < tún del narrador (o autor implícito). Esto no se.• expresa en
wo, ancl IIH· WaH·r:. had gouc hack LO England. EH·rvthing
kn!{tt~je explíciLo sino que se deriva ele un 1e~umen del
rhang('s. ow sh(• ''"' going LO go away m.c the olhen•. to lcaV('
hcr honw. "' gumento. Dicho resumen, sin embargo, contradice el
[Eso fu<" h.tn· mucho ucmpo; ella y sus hermanos v he1- t'llllnciado «todo cambia>> tal y como se ha entendido antes.
man.t\ er,\n ya adultos; su madn· había muerto. Tiuie Dunn Para resolver la conlradicción, la afirmación «todo cambia»
hahta ntuctlo tamhi{·n.' lo~ Watet· habían regresado a cklw resLringirse al punto de vi.,ta propio ele En·linc) a las
Jnghll('t1 <t. Tocio cambia. Ahora ella se iba a marchar como nrcunstancias, tiempo v lugar en que se exp1 t·•m, esto es,
lm oum, tha a d(')<ll su hogar.} ru,mdo Eveline cree que ella, tamhit:·n, st' marc-ha''. Además,
l'sl,t frase subraya la discrepancia qll(: c.·,dste c.·ntt<.•la mane-
Aquí, la frase "Todo cambia~ puede considerarse como ra que tiene E,·eline de entender su siltlac. ión \ la realidad:
gcncralitaci<">n ele lm hecho'> expresados en las frase!> adva- o entre su «rebeldía» juvenil y su d('l rota. En términos
cemec.,. Pu<.·de luego aplicarc;e de manera general, como estructurales. representa la distancia irónica t'llll e el tiem-
característic.a dt· 1.1 \ida: la gente ~e muda, crece, muere, po /JYf.5P11le dt>l punto de Yista cid personaje. qw: camina al
deja el hoga1; o bit·n, en un ámbiLo más restringido, como pac,o del relato. \' en el cual se mete d lec. l<>l temporal-
n•sumen ck los dt•.,tinoc, de la gente que rodea a E\elinc. mente., el¡1asado de la per<;pecti\,\ dd nan,tdot, que el
Si ampliamth un l.mto el contexto para abarcar otra!> cosa-. knor capta plenamente sólo al final.
descritas .ti inicio del rd.tlo, podemos suponer que «todo E~ta depeudencia que el lenguaje tiene dt• lm • ton~­
cambia·• st· aplica a Dublín va su mundo tradicional: un tlllc-tos de realidad» (que a su \et c~tán clahoradoc, a parúr
hombre proccd<'llH' de Belhtc;t con'ilruye casa~ nuevas, apa- ck elementos del lenguaje), tal} como ~e ha visto t·n un
recen trab~jaclore!> for<L'itcros, etc. Además, la propia casa de enunciado tan simple, es aún más crucial t'n el l<>ngm~e
E\clinc, a punto de st·r abandonada, se ve como deducción ·difícil» v figurativo de la poesía, donde las palabras pueden
de un principio g<.·ncral, ~ el propio relaLo se conYierte en
~jcmplo clt• dio. (En la portada de Dublinen, en edición ele
~ i'\ingún marcado•· lingüístico indica que c~w :.ca 1111 ra'o de «e~t.ilo
P cnguin Modern Classics, se dice: «Los incidentes que indin•c1.o lihrc... es decir. que indique la 1Cpn.'"'n1,tdún dt• la nmrit•nciu
(Joyce] rehua son t•n sí mismo~ pcqudios pero alcant.an un inlt'l im de Evelin~:. Por ~u puesto, la ma\01 p.ut<· cld l(''"n !'ircundantt-
interés universal ... ) ll'pn·sf'nta t•l pumo de vi~ta de E\'(:'line. pero C'~1o no<'~ en .ah,oh•w <nllo-
En LOdo caso, para cnt('nder lo que la frase transmile, mauramc:nt<' \-álido para el texto rompiC'tO cid 1dato.
126 IU>:JA,\11;'\ H.\RSH.·\\1' (HRl'';I-IO\'-.KI) 111 < ION.\UDAO Y CAMPOS DE REfERENCIA 127

p1·estarse claramente a la ambigüedad y deben estar limi- Jo, euunciados «veraces» [snious], de la mi ma mane ra en
tadas por los constructos ficLivos 3 . qm: analiLa la oposición «metafórico» frente a <<literal>>. Según
3. Ésta no es la única característica circular básica, o inter- "l'·llle, <dos enunciados ficLivos SOn 'simulados' ( 1101/Sl'liOtlJ) >> .
dependencia, inhere nte a los textos literarios. Puede encon- P01 ejemplo, si el autor de una novela nos cuenta que está
trarse una característica circular semejante entre cualquier 11m 1endo afuera, no está comprometiendo la 'eraciclacl de
parte del texto }' sus «Principios Reguladores» (véase más ' " palabra en el hecho de que en el momento de e cribirlo
ab~o, Número 11), como la ironía, el punto de vista, el géne- t·,t(· rcalmente IJoviendo afuera. Es en este ·enlido en <::1 que
ro, etc.: consu·uimos estos principios a partir del texto y luego dt·cimos que la ficción es simulada>> (Searle, pág. 60).
leemos el texto tal y co mo resulta formado por ellos. El análisis ele Searle establece una importalllc conexión
Semejante, si bien más difusa, es la muy compleja relación de t·nue ficcionalidad y compromiso con la verdad de una pro-
<<representación » entre las ficciones literarias y el «mundo» posición. A este respecto, se une a una venerable tradición,
exterior cn el cual se inspiran por una parte, y el cuaii·cprc- la cual incluye conceptos tales como <<pscudo-statements>>
sentan como típico, como desviación, como crítico, por otra. [pseudo-afirmaciones], de l. A. Richards, y «Qua:;i-Uneilc,, 4 ,
Dichas interdependencias pueden darse en todos los de Roman Jngarden.
aspectos de las obras literarias. Un metro se construye a En e l sentido en e l que enfoca su análisis, Scarle está en
partir de determinadas distribuciones de sílabas y acentos lo cieno: e l novelista, en efecto, no está comprometiendo
en e l verso y, a su vez, impone una determinada forma de l.1 veracidad de su palabra en que cslé realmente lloviendo
leer los versos, incluso cuando son irregulares. Un argu- .. afuera>> (esté donde esté) «en eliiW'IIU"/110 de PSrribirlO>> (énfa-
mento se construye a partir de ciertos hechos sugeridos en o;is mío, B.H .). El problema, sin embargo, es que el valor ele
el texto y luego , a su vez, impone unas determinadas lec- \'l:'rdacl ele las proposiciones puede únicamente juzg-arse den-
turas, selecciones<:' interpolaciones ele otros hechos. Las I ro ele u nos marcos de referencia específicos con los cuales

hipótesis de interpretación implican hipótesis referentes a están-<> debc1ían estar- relacionadas. Una persona que use
dichas interdependencias y pueden ser refutadas cuando la expresión «está lloviendo afuera » -en una novela o en
uno de los términos se revela como erróneo. una cana- puede referirse a sus alrededores más inmediatos
No ,·oy a entrar aquí en estos otros tipos, sino que tan sólo o a cualquier otro marco de referencia que recuerde o narre
sei'lalaré que el nuesu·o no es un caso aislado. Volviendo a (por ejemplo, la India o la ciudad donde vi\'e su madre).
nuestro punto de partida: el problema de la ficción }' de 5. En d caso de una obra literaria, no nos ocupamos de
los •<mundos,. fictivos no puede aislarse del problema del fra~es o proposiciones aisladas, sino de un C,mnpo de Referencia
lenguaje en la literaLUra. fnlemu (CRI) . toda una red de referentes interrelacionados
de diversos tipos: personajes, acontecimientos, situaciones,
ideas, diálogos, etc.5 El Iengmtie del texto contribu)'e a esta-
¿Qu¡:: ES LA FICCIONALIDAO?

.. '.El término con el que suele <raducirse al ingll's. qumi-jlltlgPinl'lll\, !cuasi-


4. A primera vista, la ficción puede describirse como JlllC tO~ l.
no debe tomarse en un se mido cvalmlliV(>, sin<) como l'<¡uivalen·
aquel lcngu~e que ofrece proposiciones sin pretensión de ll' a «CU<LSi-proposiciones•. Urteil, denu·o de la Ló¡.,rica alemana de ese p<'rio-
valores de verdad en el mundo real. Así, el filósofo J o h n do, significa «proposición» o «aserción ».
,, Lo aquí cxpuesro se basa en mi Leoría de «Semántica lntcgracional•
Searle explica los enu n ciados «fictivos » en contraposición a
(véansc especialmente lirushovski 1982a, 1982b, )' orros artkulos indica-
dos en la bibliografía). Si bien se han discu rido o m{'nrionacto algunos de
3
Para t'l aná li.,is ck 1111 ca~o. el de las me ráforas ampliadas en la poesía los conceptos en arúculos amerion•s, los problemas indicados en e l útulo
l\1odernl\, vra~c llnt~hO\ Ski ( J984a). ~e examinan aquí con más detalle
128 IH:\I-\.\11:\ H-\R~H\11' (IIRI'~II0\''>"1) lit t 10,,\lll>.\ll YCA~ IPOS I)J:: Rfl-ERE:-o CI.\ 129

blecer e-;re Campo Interno y -.e refiere a él a1 mismo ti<'lll 11111c" e n e l tiempo o ser iterativa («solían jugar>>), o tener
po. Por ejemplo, en el pasaje de ••E\'eline>•, citado má-; arri "''·'" 1claciones de realidad indefinidas o inusuales; puede
ba, <;e hace una afi1 mación: ••Tizzie Dunn había muerto». El c·1 una situación típica («otoño») o sumamente indivi-
texto pro_)Prta un nuc"o referente, 110 mencionado antes, la rlu.duada ( •<la loca fiesta del jardín d e mi casa{') 6 de octu-
persona ··Ti11k' Dunn ... \,al mismo tiempo. se refiere a él, afir- 111 <' del aóo pasado») . Puede ser real, hipotético o lictivo; su
mando que ella ha mucnoli. e onclición ontológica no re,·iste importancia para la semán-
Demro de este Campo de Referencia Interno, juzgamos t 1c .1: es cualquier cosa sobre la cual podamos hablar.
los \aJore-, de \erdad de las proposiciones valiéndonos de Los diversos tipos de m1s plantean diferentes problemas
cualquier otra intürmación de la que podamos disponer en p.u.1 la teoría de la comprensión. Así, en un mr fJresenle,
relación al mismo (:ampo. Esto es \'álido tanto para las afir- .llgunos d e talles de la información pueden venir aportados
macionc'i que d lengu~e del propio texto hace como para por la situación no verbal; en un m.r conorido podernos ape-
la., proposiciones que remitan a lecturas e imerpretacioncs l.u al conocimiento o memoria del oyente («Se parece a l
(como en el raso de •• nada cambia» en el ejemplo refel"ido cuadro de la pared de la izquierda de mi despacho», o <<es
m<h arriba, e l cual no es una afirmación comen ida en el <01no si volviéramos otra vez a la época de Vietnam >>); mien-
texto, sino un constructo necesario para su interpretación). tras que en un relato tenemos ~ue coustruir las partes que
No hay ninguna interpretación del «significad o» sin ta les f'altan o dejarlas sin especificar .
constTuctos, emanados directamente, por así decir, dcllcn-
7. Un CamfJo de Referencia ( CR) es un gran universo que
gu<~je de las frases.
ron tiene una multitud de mrs e ntrecrut.ados e iltterrclacio-
6. Pmcedamos a definir nuestros términos. nados de diversos tipos. Podemos aislar8 Campos tales como
Un marto dnifPrentia (mr) es cualquier continuo semán- los Estados Unidos de América, las Guerras Napoleónicas. la
tico de dos o más rt:'fcrentes sobre los cuales podamos Filosofía , el «mundO>> de Guerra y Paz de Tolstoi, el mundo
habla•: puede !>Cl una escena en el tiempo y en el espacio, de hoy, e tc. Cuando leemos un periódico, obtenemos infor-
un personaje, una id<·ología, un estado de ánimo, una situa- mación acerca de un gran núme ro de rms hete rogéneos e
ción generaL una ,1rgumento narrati\'O. una política, una 1ncon exos: indicadores económicos, política, :.indicatos, un
teoría, el psicoanálisb, los montes de Córcega, el ,·ien to que prem io lite rario. la "ida privada d e un pcr')onajc famoso, la
mue\e las hojas de los árbole'l en otoño. etc. descripción d e un accidente, el ti e mpo que hará al día
Podcmo.., cli'itinguir m1s de din~rsos tipos. Cn mr puede 'iiguientc, ClC. ~O los percibimos COlllO O~jetos aislados llo-
estar jnr~rnlt p.lra los intcrlorutorcs o nusente: si está aw.en- tando e n un ,·acío, sino como punto¡, de un nlsto mapa, un
tc. puede se1 ronocido o de\ronorido para el O)eiiLC. Puede Campo de Referencia, el cual muestra un <1mbito} una coh<."-
.,e, •
real , una e..,rcna concreta en e l tiempo ven el C'ipacio, rcn cia hipoté ticos (aunque difusos) .
o ••ideal·•. una leoi ía o un concepto abstracto (v.gr., .. exis- Sabemos que nunca seremos capaces de conectar lOdos
tencia .. o «ti iángulo»). Un mr puede tener una descripción <.~stos m1s en su plena continuidad, de rellenar el mapa completo
de, por ejemplo, los «Estados Unidos de hoy», pero sí cono-
" L'n;l\ línca' <Hile' en el rl.'lato. se mt·nciona el nombre de Dunn p01 cemos algunos m1s y tenemos nociones de alguna¡, relaciones
n'' primera: •lo' Dunn " w <'llfiH-"ntran entrt' «los nii'los ck l;~ avcn icla»
qul' •solían jug;u 1·n ese ca mpo ». El lector puede avcnnu·ar que Ti11i<' 7 Para más d escripcio nes de n11s, vfasc mi aníe'u lo · l'octic Metapho t
D11nn <'' una nilia ck t'Sl' wupo o J,¡ madre de los niños (lo cual es~<~bkceda .tncl Franw~
of Refere nce», e n cspeciallos ca pítulos 1 y !í.
un panudo con la rnuettl' de la madre de Eveline que se menciona cn la ~
Uso este ténnino deliberadamente, pues un Campo o un mat ('O e11 t'SI.t
misma frase). El tl'XIO no apm ta ninguna prucba definitiva a fa,or o l'll conc~::pción 110 son entidades o ntológicas fija~; ~u cklimitadó11 depende
conu·a de tal t'Oll i<'llll a. de estrategias de referencia y co mprensión.
130 BE:\J.\.\IÍ:'\ H.-\R$1-lt\\\' ( HRt:SH0\'$KJ) IILLIONAIJDAD Y C.AMPOS DE REFF.RENCI.A 131

que existen enu·e e llos, y sabemos, en principio, qué hacer Así, en una novela, como e n el mundo real, si durante esa
para enteramos d e otros hechos y conexiones o para suplir la lll1via llega un visitante, éste debe estar mojado, o no esta-
información que nos falta: leer el New Yorll Times o a Updike, ha realmente e n la calle, o d e bemos suponer que e l narra-
estudiar Economía, consultar una e nciclopedia, hablar con dor se había equivocado a l hacer esa afirmación, o que está
expertos, e tc. Hay aquí una red d e re laciones, cuya naturale- mintiendo a sabiendas, o que estamos ante un «narrador
za precisa no la conoce nadie de manera completa y minu- poco fiable».
ciosa, pero la aclaran las diversas aproximaciones, combina- Ni que decir tiene qu e un autor raras veces nos dice
ciones de generalizaciones, teorías, perfiles y ejemplos concretos nada ele forma directa, sino a través d e dive rsos hablantes y
hasta el punto en que creamos que ya sabemos de qué se trata narradores, los cuales están comprometidos con la misma
y cómo enterarnos de más cosas sobre el particular. verdad d entro d el Campo d e Referencia Interno o se expo-
Un Campo d e un tipo distinto es una ciencia, como la nen a aparecer como irónicos, ignorantes o poco fiables.
Física o la Sociología. Aquí, además, tenemos que enfren-
9. A este respecto, el uso d el leng uaj e en un texto lite-
tarnos a enormes conglomerados de una gran variedad d e
rario es básicamente semejante a l ele las situacio nes ele la
teorías, estudios concretos, experime ntos, es decir, puntos
vida real que están fuera de nuestra experiencia directa (mrs
y aproximaciones de un gran mapa que no está rellenado ni
completa ni uniformemente.
ausPnles): no porlemosjuzgar el valor de verdad ele los enun-
ciados concern ien tes a las mismas por medio d e la obser-
8 . Lo interesante de los textos literarios es que constru- vación directa, sino que sólo podemos compararlos con otros
ye n su propio Campo de Referenc-ia Interno ( CRI) al m ismo enunciados -o con datos no verbales- relativos a los mismos
tiempo que se refieren a él; es c:omo si hirieran la barca bajo marcos de referencia, y cornpa,·arlos, oponerlos, o encajar-
sus pro pios pies mientras van remando por e l mar. El «afue- los dentro de otros Jms que sí conocemos. Tenemos a nues-
ra» d el ejemplo de Searle es un referente proyectado en la tra disposición no un mundo <<objetivo», sino taH sólo infor-
novela al mismo tiempo en que se está predicando algo de mación meclializada a través ele diferentes fuentes, hablantes,
é l (que ahí llueve). ideologías y puntos de vista, así como de concepciones adqui-
En otras palabras, una obra literaria construye su pro- ridas o conformadas dentro de nuestra propia experie ncia
pia «realidad» al tiempo que la describe simultáneamente. vital. Las conclusiones, por tanto, pueden ser verdaderas
L1. naturaleza problemática de diversos «existentes» en dicha dentro d e nuestJ"O conjunto de creencias, o bien contradic-
«realidad» está estrechamente relacionada con las fuentes torias, turbias, cambian tes, sesgadas, e tc.
contradictorias ele los «informadores» y de la información En una situación real se supone que, de manera ideal,
relativa a la misma, las indefiniciones y las lagu n as d e la hay procedimientos para encontrar datos y averiguar e l esta-
presentación y el aspecto cambiante d el lenguaje en con- do real ele la cuestión sobre algo (viajando, tras una inves-
textos escurridizos. tigación policial, con estud ios científicos, etc.) dado que
Por consiguiente, cuando el autor d e una nove la nos los referentes realmente «existen» <<ahí afuera». En un texto
cuenta que está lloviendo afuera, debemos entender que literario, en lo concerniente a los referemes que son exclu-
él está, en efecto, <<comprometiendo la veracidad ele su pala- sivos de su CR Interno ( p erson~es específicos, encuent1·os,
bra en el hecho ele que [ ...1 está realmente lloviendo afue- cenas, e tc.) . no hay tales procedimientos h.tera del texto en
ra>>, aunq ue no <<en el mome nto de escribirlo>>, sino en el cuestión porque los referentes no existen fuera d e é l.
marco de referencia desde el cu.al está hablando. (Por otra parte, Sabemos ele e llos, sin embargo, de una manera muy similar
e l novelista no está comprometien do la veracidad d e su a como sabemos de los mrs ausentes en e l mundo real: a tra-
palabra en el hecho de que este rnrexista en el mundo real). vés ele más datos verbales y no verbales re lativos a los mismos,
132 111 C10 :-oAUDAD YCA.\·I POS OE REFERE:-ICI;\ 1:~ :;

enc~jándolos denLro de categorías y modelos conocidos • 1111 trasfondo de un pais seco, infructuosas plegarias pidien-
sopesando la fiabilidad de los informantes. do lluvia, ele. En efecto, el poema desarrolla este mr ( «H az
En consecuencia, es a menudo imposible poner en claro ek tu dolor una imagen del desierto»), e toes, e l poeta está
los diversos dato:. parciales y contradicLOrios y dilucidar qué pknamen te comprome tido con la lluvia en su mr cons-
pasó «realmente» en una novela, o descifrar los detalles de ttuido.
una situación de un poema, aun cuando el poema puede 11. El significado de los enunciados está también influi-
encerrar una reacción frente a dicha situación o una expe-
do por los Principios Reguladores que dominan un texto o
riencia de ella. La ideología del autor, sus puntos de vista (Mrte:. del mismo. El significado de la~ palabras}' de las fra-
·obre un asunto específico dado, o e l <<significado » de la 'll'S está influido por el tono de vo...:, e l punto de ,;sta, las cir-
obra completa a menudo no pueden resumirse en una frase, n mstancias de enunciación, el género, la disposición hacia
sino que deben construirse como un conjunto de diferen- d público, cte. La autoridad latente tras el texto -es decir, e l
tes posturas. opiuione:., observaciones, posibilidades. hablante o posición desde la que se presenta el texto, la acti-
1O. 1:-:n e l proceso de comprensión del lenguaje e n e l tud y la clase del texto elegido- guía nuestra compre nsión,
mundo, los sentidos de las palabras y los significados d e nos dice <<en qué sentido>>hay que tomar el significado de las
las oraciones están relacionados con referentes especíli- palabras.
cos que se encue nt ran dentro cle unos marcos de referen- Combinando esto con lo m en cionado en el punto pre-
cia específicos y que están, a su vez, influidos por e llos. En vio, concluimos que e l sign ilicado de los enunciados es un
el uso del lengu~je no puede mantenerse la se paració n resultado de un constructo de u-es pisos:
entre sentido y referencia. El marco de refert"ncia, con l'l PR
cual un texto o la persona que h aya de en tenderlo rela-
~
1
ciona las palabras, proporciona información tanto para 1
..
r juzgar d valor de verdad de los enunciados como para 1
especificar, pr{"cisar, metaforizar o, por el con trario, modi- sen Lid o
ficar sus significados. 1
i estoy cqui,·o<·ado, o m iento, o exagero. ou·as obser- 1
vaciones del mrpueden revelarlo. Si grito: «Cierra esa verja», 1
} d refcr('ntc ( ' 11 el mr prfw.>nlP no e una verja sino una puer- mr
ta, el oyente reel1lenderá la palabra « ve~ja» como «puerta»
al tiempo que la imerpret.a: "para mí. en este momento, en donde PR significa P rincipios Reguladores; sentido: :.entidos
estas circunstancia~. esa puerta es una ve1ja'"; lo que puede ele las palabras y operaciones sintácticas de signilicado; y
significar: «C:.ta puerta están tan abierta como una ve~ja » , o: mr: marco de referencia.
«está entrando demasiada gente>>. En caso de que esté llo- 12. En las situaciones de la \ida real. cuaudo se enun-
viendo al u era, si el marco de referencia está en los trópi- cian frases aisladas en lugar de textos exte nsos, con fre-
cos, podemos suponer que la lluvia es fuerte; si es durante cuencia sólo se proporcio n a el nivel medio e n el le nguaje.
un periodo el<: sequía, denunciado u·ansmiLirá alivio y espe- Oímos la e ntonación irónica de una hablante, vemos las cir-
ram~a; si sabemos qu<' no está lloviendo, podemos en ten- cun stan cias de su vida (la madre h a muerto, los vecinos se
derlo como una expresión metafórica, etc. Cuando e l poeta han march ado ... ) y entendemos e l en unc iado a la luz de
israelí Amichai comien...:a un poema con las palabras: <<No todo ello. También observamos la situación real o la siluació n
aceptéis estas lluvias que llegan demasiado tarde••, tenemos social a la que se aplican las palabras, el mrviene suministrado
134 BE:-.:JA~IÍi\' HARSHA\\' ( HRL.SHOVSKI) 111.CIO~AI.lDi\1) Y CAMPOS DE REF'ERE.NCJA

por la realidad, el PR por el hablante9 . Esto ha perm itido a <o ns truido este mundo? Y ¿cómo se re laciona con e l
los lingüistas discutir solamente e l nivel medio, e l lenguaje mundo rea l, la HislOria, las creencias y los conocimientos
mismo, por así decir. El lenguaje , sin embargo (corno ya he de f ue ra?
expuesto en otra parte, 1982a, l982b), no es una herra-
mienta independiente para transmitir info1·mación única-
mente mediante los distintos sentidos de las palabras y las EL CAMPO DE REFERE ' ClA INTERJ"'O
estructuras de sus oraciones, sino que es un poderoso meca-
nismo para operar sobre nuestro con ocimiento del <<Mundo•• 13. Una obra li tera,;a puede definirse como un texto ver-
(Red de Información): para recordar, evocar, escoger algo del bal que proyecta al menos un Campo de Referencia Interno
mismo y manipularlo con el fin ele aportar «sign i.ficaclo» (en (CRI) con el cual se relacionan los significados de l texto.
e l más amplio sentido de esta palabra, incluyendo infor- Al menos algunos de los referentes -nombres de personas,
mación. significación , actitudes emotivas, opiniones, etc.) . tiempos, lugares, escenas y episodios- son exclusivos de este
En un texto literario debernos reconstruir los tres nive- texto y n o pretenden un a existencia externa, basada en
les10. En dicha reconstrucción puede haber varias alterna- h echos reales.
tivas, fomentándose así una interpre tación múltiple. Por Ésta no es una definición suficiente, sino necesaria, de la
ejemplo, si un personaje d ice algo, podemos reconstruir su literatura. Desde mi punto de vista, es la única posible. A
propia posición o punto ele vista desde la que se ha hecho la descripción de la literatura, sin embargo, pueden aña-
e l enunciado; y luego, por encima d el personaje, la posi- dirse una serie ele rasgos típicos añadidos, de carácter his-
ción d el narrador que lo introdujo, y quizá, por encima ele tó ricamente más fluctuante (véase abajo, 1 úmero 21).
éste, la posición del autor. De modo sem ~jantc , puede que Es importante señalar que el texto no es idéntico al CRI.
seamos capaces de aplicar la misma expresión (v.gr. , «todo Esto puede verse en dos extremos: en primer lugar, un
cambia•> ) a varios rnrs diferentes que ocasionan distintas rasgo esencia l de los textos lite rarios es que algunos de sus
in terpretaciones, alternativas o compleme ntarias (v.gr., el signifi cados pueden, o pueden al mismo tiempo, estar rela-
crecimiento ele Eveline, la marcha y muerte ele la gente pró- cionados con Campos externos a l CRI y que existen de
xirn_a a e lla, Dublín, el viejo munclo) 11 . manera independiente (véase e l capítulo siguiente); y e n
Este es el instrum e ntal básico que subyace a todo e l segundo lugar, de forma típica, en los textos literarios se
uso del lenguaje y con el que construirnos e l mundo fictivo construyen además red es ele estructuras no semánticas que
e interpretarnos su lenguaje simultáneamente. ¿Cómo está interactúan con las estructuras semánticas organizadas den-
tro del CRI.
9 Sería d ifícil sobrevalorar la importancia del CRI como
Esto no siempre es así. En una crónic."l periodísti ca se nos puede indi-
formador de la naturaleza y la sustancia d e un texto litera-
car el autor y el gén ero pero puede que te ngamos que reconstruir los PRs
iró nicos, así como un mr disra nte. En una teo ría científica, te nemos que rio. Es responsable de la llamada <<unicidad>>ele una obra lite--
consu·uir e l Campo de dicha teoría y sus con ceptos. con o bjeto de enten- raria, basada en la fusión de todos Jos aspectos formales,
de r sus descripciones. convencionales y temáticos en una combinación indivi-
10
Los textos literarios 1ambién pueden refe 1·irse a 1ms conocidos, como dualizada d e estructuras (el «mundo» fictivo del texto). Es
la ciudad de París (véase más ab<1jo) . Pero nunca es la ciudad real, físi ca,
también el portador del modo de representación: e l valor
a la que nos re mitimos, si no tan sólo el mr ausentf • París».
11 Un ej emp lo paralelo es la metáfora de La enfenn ed ad («Un pacie n- expresivo, simbólico o modélico de un texto literario fren-
te narcotizado sobre una mesa») aplicada a múltiples mrs en dive rsas inter- te a l mundo externo y e l autor. Ad emás, cualquier inter-
pretaciones de «Pnúrock», de T.S. Eliot: la tarde, los habitantes de la ciu- pretación del «signifi cado» ele una obra literaria no puede
dad, el «yo », el mundo Moderno. Véase Hrushovski ( l984a) . simplemente valorar los significados de las frases sino que
136 111 < 10'-=AUOAO Y CA.\IPOS m: REfERENCL\ 1:17

debe también considera rl a~ como d erivadas d e los cons- t~·,to -y son u·adicionalmemc imponantes para «narrar una

tructos flctivos o rdacionadas con ellos. historia»- pero e llo no n ecesariamente las convierte en el
,,.,pccto dominante del relato (y además, tambit•n pue d e
14. El CRT tiene varias características añad idas, siendo t·rnplearsc cualquier otra estr ucturación semán tica para la
algunas de ellas nuctuantcs pero típicas. Las más impor- ~ o mposición).
tarnes son: e) Además d e las personas y o t ros refcrerllc · únicos }'
a) El CRJ está configurado de acuerdo con (un a selección licti\OS», los CRIS se sirve n de referentes } / O dt' marcos
de) el mundo humano «real>>, físico y social. Esto incluye ele referencia procedentes de Campos externo:. a ellos, inclu-
objetos, relaciones y jerarquías, así como la aparenteme nte 'endo el mw1do «real » y diversos «Sistemas de modelitación
accidemal o <<alógica» heterogeneidad de elementos vincu- '>ecu ndaria» (como lo llamaban los Semióticos 0\ iético:.):
lados en un episodio concreto. Proyecta al menos algunos creen cias, religión, ideo logías, co n cepcio n es cien tíficas,
episodios con sus detalles concretos y situacionales. Apenas .,ituaciones estereotipadas, modalidades de diálogo, etc., y,
puede turo imaginarse una obra de literatura si n gente o a su vez, revierten sobre e llos.
sin observac io nes del mundo físico y/o de las e xperie ncias el) A pesar d e depender fuenement<: del mundo externo.
mentales d esde e l punto de vista de la gente; o sin e piso- de imitarlo o d e servirse de sus refe re ntes, el tex to literario
dios concre tos o escénicos. Desde luego que la selección de seleccio n a e lem e ntos y reorganiza sus j erarq uías rni erllras
ese mundo pu ede ser en gran medida parcial y sesgada; no va creando su propio Campo au tó no mo.
tiene que ser en absoluto «realista>>, y puede servirse de dife-
rentes «tlaves de realidad». Y puede aparecer en una gra n
15. Esta definición incluye poesía, teatro y prosa, cu tarllo
variedad de fon11as alternativas. q u<' obras escritas, así como obras de litc ratu n l oral y cue t~­
tos que cuentan los niiios. También abarca los modos licu-
A este respecto, el CRI difiere de cualquier C R creado
vos no verbalcs o no puramente verbales, tales como el cine
en una corriente lilosólica o e n una rama de la ciencia.
o la pintura figurativa.
b) Un C RI es un objeto se miótico multidimensional
Un suet1o concreto, también, puede presentar su pro-
a ntes que un mens~e lin eal. En otras palabras, no pre-
pio CRl (algo semejante a una visión poé·tica inconexa o a
se nta un despliegue lin eal de lengu~e o narración o un
una narración en imágenes). El psicoanálisi!>,:.in embargo,
argumento lógico, si no un haz de estructuras heterogé-
proyecta todos los sueños individuales sobre un Cam p o
neas: acontecimientos, personajes, escenarios, ideas, tiem-
externo a ellos, e l subconsciente de la persona.
po y espacio, situaciones sociales y políticas, etc., que inLe-
Al definir u n a obra literaria a travé'i de 'ill Campo de
ractúan entre '>Í) co n otras estr u cturas textuales no Referencia Interno, podernos considerar como una sola
semánticas (de estilo, p<1ralclismo, segmentación, patro-
obra aquélla que tenga varias versiones, o un cuento popu-
nes fónicos, cte.).
lar con un texto ,·ariable, que cambia al narrarlo en dife-
La primacía que la narnnología estructural confería a la rentes ocasiones.
narración en la ficción (y la que otras orientaciones teóricas
con cedían al •<le ng uaje poético» en la poesía) es injustifi- 16. Po r con siguie nte, la fi cc ionalidacl 11 0 es una cues-
cada y e nga ri osa cuando se a plica a la literatura en gen e ral. tión d e inve n ció n. «Fi cció n » no se opone a «hech o>> . Las
o hay «textos n arrativos», sino tan sólo textos que conti e- o bras fi c tivas pu ed e n estar basadas co n g ra n d e talle en
nen estructuras narrativas, junto con estructuras de espacio o bservaciones o expe riencias verídicas; po r otra parte, las
físico, estratifi cació n soc ial, creació n de personajes, des- obras qu e pre tenden d escribir la verdad (autobiografías,
pliegue d e ideas, ambiente, e tc. Algunas de las estructuras repor~jes periodísticos) pueden tene r una grau ca nti~ :1d de
narrativas pueden e mplearse para la composici ó n de un información sesgada. o se trata ta nto d e la proporcron d e
138 IH;\1.-\\ U;-. ~HAll ( IIRL'~JIOISKI) 111 ( 10'\ \1 IDA O Y C.M O>OS DE REFERENCIA 139

veracidad demostrable ino más bien de que las primeras 18. Por otra parte , muchos textos no literarios tienen
establecen su propio C RI mientr~ que las segundas pre- pwpiedades llamadas «l iterarias»: estilo, vívidas metáforas,
tenden describir el mundo «real ». Esta es la diferencia fun- f>.ltl <mes fónicos y paralelismos, interesantes estructuras
damental, por ejemplo, entre una biografía (o autobiogra- 11.11 raúvas y a lgo parecido a una «tensión » argumental, etc.
fía) por un lado v una novela autobiográfica por otro. En DIChas propiedades no son patrimonio de la literatura, si
el egundo caso, no se espera de no otros que aportemos IHcn se exigen típicamente de las obras literarias con dife-
pruebas en con tra o que argumentemos que el escritor ha lt'lltes características formales y de géneros y periodos dis-
distorsionado hechos específicos. tiutos. Hacen que la lectura de los textos no literarios sea
Podemos, por u puesto, u·ansferir descripciones del CRI también atractiva, incrementan su eficacia retórica, incluso
al mundo real, leer e l relato como indicador de hechos verí- -;u indepencia relativa de lo que puede ser «Vedficablemente>>
dicos y argumentar que e l autor de una novela reflejó fiel- cierto. Pero tales textos no se vuelven por ello obras de arte
mente o falseó sus experiencias de la niñez. En este caso, sin literario en un sentido estricto.
embargo, Icemos el texto más como documento que como Así, Roman J akobson analizó un eslogan electoral ame-
obra de ficción autónoma. Dichas transferencias a otros 1 icano, < <1 like Ike», como ejernplo de lo que llamó la fun-
CRs se hacen una y otra vez, pero esto es algo muy dife- ción poética, definida como un <<SPt lowtmls lhe messaf:,TP>> (esto
rente. es, el propio «lenguaje» de una obra de arte). En efecto,
según Jakobson, la función poélica no es en absoluto exclu-
17. Se establece un CR Interno incluso e n las novelas his-
siva de la poesía, a unque es, de a lguna man era, «domi-
tóricas o en novelas que incluyen figuras históricas. A menu-
nante» en las obras de arte verbal. Sin negar e l importante
do hay pcrson~jes históricos o fictivos secundarios que se
cometido que la ubicua «función poética» tiene para las
convierten en protagonistas de una novela histórica (v.gr., en
obras literarias, creo que no constituye un criterio distinti-
Guerra y Paz, de Tolstoi). Incluso cuando aparecen perso-
vo para la definición de las mismas. La literatura no es sim-
nas histól;camentc conocidas en situaciones indi1~duali zadas
plemente arte en el lenguaje sino, primordialmente, arte
(una cena, un di<1logo, cte.), o bien no puede afirmarse que
en la ficcionalidad.
sucedieron realmente, o bien resulta irrelevante pretender
confirmar tal cosa. Por lo general . elliempo de dichas siLUa- J9. Naturalmente, existen caso frontcriLOS en los cuales
ciones está también algo desgajado del tiempo cronológico la evidencia interna que lleva a establecer un texto como
real (« Ootante», \'éase Número 26). Así, en Ragtime, de flcli\'o debe complementarse con indicadores o decisiones
Doctorow, aparece [mma Goldman, una figura histórica; externas. Consideramos rlpuntes del Subsuelo, de Dostoievski,
incluso posee algunas de sus conocidas características his- como relato de ficción porque está incluido entre sus obras
tóricas; sin embargo, no se espera que creamos que su de ficción y tiene un person~c de ficción; su CR básico es
encuentro lésbico con El eanor e biu sucediera en reali- Interno: una persona de ficción se comporta, pi ensa, dis-
dad fuera del CRl. {Aun si tal episodio está basado en hechos cute, habla dentro de un CR Interno. Gran parte de la esen-
reales desvelados por el autor y documentados e n archivos cia semántica del relato, sin embargo, se proyecta sobre un
o canas privadas, está fuera de la esfera de la «imagen» his- Cam po de Refe rencia Externo: la !ilosofía o algunas medi-
tórica de la persona o resulta co ntradictorio con ella). taciones sobre la condición humana.
Ad e más, los acontcncimiemos y personajes históricos se Por otra parte, los diálogos d e Platón, primordialmente
eleccionan ele una man era que resulte funcional para este concebidos como una manera d e presentar argumentos
CRI concreto más q11c para una descripción científica ele la filosófi cos, pueden desligarse del Campo de la Filosofía y
H istoria. de sus valores de verdad y leerse como meros relatos dra-
llt'\l \.\11:\ IL~IL\\1 ( llRl <,11()\ '"11 111 e lll'l; \1 JI) -\U \ CA)!PO<; O~ R~ H R~ '\( 1\ 1•11

m áticos que prcscn tan persom~jc'> ficti\'o:., o licti\'it.ado:-. lltt h,,., crónicas tienen propiedades ·<literarias» (en d '>t'll
que se muestran interesados en ideas. En este ca!>o, el argu ltclo t''\plicado en el Núme1·o L.Ja): narración, caractelila-
mento filosófico en sí se percibe primariamente en térmi c 11111 , presentación escénica, chispa anecdótica, las cuale:-
no~ de caracterización de los interlocuLOres o como un objc c· ~·mplean, sin embargo, para la descripción de un Campo
to de observación «estética» más que como un rcw fre nte eh· Referencia Externo, esto es, co n pretensión de valor de
a posibles conu·aargunwntos, como aceptación del a rg u- \l't dad directa y referencial.
mento en cuestión , etc. De hecho, alicer estos diálogos se Ni que decir tiene que e n la tradición cultural predo-
pueden adoptar estas dos actiLudes de manera in tercarn- mttlante, aun si son leídos por puro entretenimiento, como
biable. oh• a'> de ficción de. criptivas y narrativas, la consideración
Algunos libros de reponaje!>, de viajes o de H istoria de dichos textos bajo la denominación de «literamra» sigue
(como el famoso Decadmria )'Caída del Imperio Romano, d e -.t\'lldo marginal, pues no se ajustan a los géneros literario!>
Gibbon) pueden lecr~c como obras de «literatura>•,} en 11 adicionalmente asentados.
e!>e caso parece que el lector las desgaja de la referencia
direna a los hechos específicos de los CRs Externo-; (tamo
la Roma histórica como el estudio académico de la Historia); SOilRE LJ\ PREGU;-\Tt\ «¿QU~: ES U rEXTO LlTERi\RIO? »
¡ lo · valores de verdad de sus proposiciones específicas fuera
del CRI dejan de tener importancia o quedan en suspenso 20. H oy en día se acepta de manera casi general que
' se kcn primariamente por su estructura v cohere ncia no c·xisten rasgos distimivos que -;eparcn los textos litera-
internas y su capacidad de impresionar como ~odelos narra- • ios dl' los no literarios. El «lenguaje poético», el ritmo, la
tivos. En realidarl. sin Pmha•·go, el asunto es más complica- metáfora. la narración, la {'Structura, etc., son rasgos que
do. pttesto que las obras de ficción mantienen también una pueden observarse en escritos históricos, filosóficos v cicn-
importante relación con el mundo externo (\'éase más tíficm, así como en artículos pet iodísticos, en la política
.' abtDo). Como tales obras de ficción, dichos libro!> :.e leen o en situaciones de la vida cotidiana. Los métodos de aná-
por su valor representativo, como «modelos» de dctcnni- lisis y los estudios de la naturalet.a del lengu.ye, los textos
nadas percepciones del mundo externo. En cieno sentido, y la interpretación. desarrollados en el análisis de la lite-
la visión que Gi bbon muestra de Roma o de la H istoria es ra tura, Sl' hau aplicado con éxit o en e l estudio de esas otras
muy scme:;jante a las imágenes de Europa y ele la Historia {u-cas y se encuentran aún lejos de arrojar resultados ckfi-
que ol'reccn Stendhal o Tolstoi: ofrece una versión o mocl<:'- nitivos.
lo de descripción general, con independencia de los valo- in embargo, intuiti,·amentc parece que una rica varie-
res el<' verdad específicos de las proposiciones individuales. dad ele ohr<L'i literarias son toda' ía diferentes de otro tipo de
En otras palabras, se establece un CRI que tiene una auto- texto'>. La reducción semiótica cid (·studio de los textos lite"
nomía independiente de cualquier estudio histórico, v luego rario:. pasa por alto algo fundamental para la cultura huma-

1 puede_ :omprobarse que tiene una relación de Repre- na, a lo cual acosmmbramos a llamar «literamra». Ante!>
scntanon con el mundo externo. que clisip<u·se en una tcoria general ele los textos, la tarea de
De modo semejante, las crónicas periodísticas describen la poética es formular descripciones que se tDusten a esta
a nwnudo pcrson~jes individuales en escenas concrcLas. intuición.
Podemos disfrutar d e dichos episodios como pasajes lite- Esto puede hacerse de varias maneras.
rarios (·· historias», «imágenes», anécdotas); esLO es:
los lee- a) Tomemos rasgos tales como ••metáfora>>, «narración»,
rnos como m1s, sin entrar a considerar cuestiones referidas «densidad semántica>• y otros que se han considerado esen-
a la verdad objetiva o justa representación de los mismos. ciales pat"a la literawra: si los ob~ervamos no como propie-
142 Bf'J \\11:0. H .-\R'>II \\1 ( IIRL' SI·IO\''>hl) 111 e IO:O.AL!Dt\1) \ CA\IPO~ IH RI:.FEREXC:I.\ llll

dades abstractas sino en las funciones precisas que cumple n \ t' nciones literarias. No obstante, podemos observa1 (' l l
e,_, las obras específicas de literatura, podemos comprobar lo d1c ha historia algunos conjuntos alternativos de rasgos que
chferent~ que es su uso respecto del que es corriente fue ra " ·"' caracterizado grupos específicos de textos literarios.
d_c las m 1smas. Es_to es, lo que cuenta no es su mera presen- En o tras palabras, aunque puede que sea imposib le una
Cia (la cual, en efecto, 110 es privativa de la literatura), sino ddinición intensional, podemos aún describir los agregados
su c~m~tido en la organitación, la integración, Jac; funciones gen é rica e históricamente dependientes de normas) ten-
scmanucas y las percepciones sociales de los textos selec- clt-ncias alternativas que formaron la literdlura (tanto cuan-
ci_ouados. Esto es cierto aun cuando no pueda formu la rse do esta categoría y término eran conocidos como cuando no
111nguna definición para tales funciones (v.gr. de la metáfo- lo eran).
ra en la poesía).
b) Debiéramos renunciar a toda pretensión de definir la 21. Una \C7 dicho todo lo anterior, tod<wía me arriesga-
«es:ncia» de la literatura por obra y gracia de dichas cate- ' ía a aventurar una definición de los textos literarios, si bien
ganas tal y como se han percibido lradicioualmente. De '1(' trata de una definición compleja y abierta a posibles varian-

cada una de tales pr~piedades se pueden encontrar ejem- tes. (Una cuestión diferente es la literatura como fenómeno
plos claramente con\'Jncentes donde la misma está ausente en el seno de la sociedad: es un conglomerado complejo}'
o rcsu~ta marginal. ~i~1 embargo, las categorías de este tipo abierto de géneros, normas, textos, escritores, editoriales,
i (extraHias de la estet1ca, la poética, la retórica, la crítica o periódicos, agencias intermediarias, etc., enclavado en el
los manifiestos literarios) centran nuestra atención en ac;pec- polisistema de una cultura, t.al y como lo describió l. Evcn-
LO~ cruciales de al menos alguna obras de arte. Por consi- Zohar).
gUiente, podemos lr~nsformar estas categorías ele respues- Hay tres requisitos pertenecientes a tres ámbitos distin-
tas eu preguntas: ¿Donde, hasta qué punto, en qué formas tos que resultan esenciales para una obra literaria:
aparecen? En lugcu· de una definición esencialista mal orien- a) El establecimiento de un Campo de Referencia
~da,_ ~ociemos valernos de ellas como programa de inves- Interno y de una serie de propiedades concomitantes con el
ugac,on. Aquellos rasgos que no definen toda la literatura mismo (véase más arriba, Número 14). El C IU es un requi-
pero que, no obstante, son típicos y esenciales de muchos sito absoluto, una propiedad esencial de los textos litera-
textos !ndividuales resultan fundamentales para el estudio rios; mientras que los atributos a1iadidos, aunque necesa-
de la literatura. H ago hincapié en esto porque podemos rios, son sumamente \w driables.
estar en peligro de dejar de lado la investigación de dichos b) La autonomía del textO respecto de cualquier situa-
aspectos por mor de u 11 problema reduccionisla: la inter- ción de habla real y respecto de una referencia directa, su
pretación. carácter relativamente fijo y tnlllsferible. o debe infrava-
e) Ciertamente, ninguua propiedad individual (excep- lorarse la importancia de esta característica para la fo ·-
to po~ lo q~e se ~-efiere al CRI proyectado, tal y como se ha mación interna de los textos literarios. Rec;palda diven..1•.;
descnto mas arn ba), separará todos tos textos literarios de tendencias de «encuadre>> Uraming] (en e l sentido de I.A.
todos los no litera~·ios, o abarcará todos los textos que se Richards) y de cohesión y estructuración internas. Refuerza
han englobado baJo la denominación de <<lite,·atura>> por la unidad}' autonomía del CRl v <;us íntimas relacione~ con
unos u _otros grupos de personas. No se trata siquiera de la estructuración no semántica del texto. Lleva a un pri-
q~1c In lnerawra se~ una_c lase ma l ddinida con márgenes mer p lano las muchas manifestaciones de estructuras de
dtfusos; una clase as1 no d1spondría de un núcleo estable. Un equivalencia (la ,,función poética>>dejakobson), tanto en
rasgo crucial de la histOria literaria ha ido precisamente los modos formales como en los determinados co n tex-
la recurrente reorganización de los tipos, normas y con- tualmente. Toda la estructuración, más que constituir un
111 llt"-l\\11"- H\R.'>H\\1 ( llltl'>IIO\'>KI)

mero recurso ornamental, se convierte en parte de un reco- dose, pero su propia existe n cia en un texto literario es
rrido hacia la unificación del texto (sin importar lo dispa- Indispensable.
ratados y contradic torios que puedan llegar a ser sus sig- La-; dos últimas categorías no son privativas de la litera-
nificados). elevando la densidad textual y haciendo resaltar tura} se manifiestan abundantemente de manera lluctuante
la importancia del <<lenguaje» o textura de una obra de t'll di,ersas culturdS, pero e l que aparezcan es, sin e mbargo.
arte. l'sencial a las obras literarias, :-can éstas buena!. o malas. Por
Si puede decirse que la «función poética» es indispen- tanto, podemos comenzar, con fines heurí!:lticos, con una
sable para lo!> textos literarios («dominante>> es uua expre- teoría normativa de la literatura y tratar luego de describir
sión demasiado fuerte: ¿cómo podemos asegurar lo que es los estrucwras alternativas e mpleadas en aquellos textos en
do mi nante?), esto puede ponerse a prueba: no puede per- los que los primeros requisitos no se cumplan (es decir, cuá-
mitirse ningún cambio en la superficie ele un texto literario, les ~on los sustitutos de la narración en la prosa no narra-
puesto que dichos cambios distorsionarían el «lenguaje» ti\'a o ele la metáfora en la poesía no metafórica).
del texto (el <<H'I towarcls lhe me!>Wgt»> de Jakobson), mien- 22. na complicación ai1adicla con respecto a e<;te pro-
tras que los texto~ lilosóficos o científicos, así como los arú- blema es el aspecto estético, la \'ariedad ele normas y requi-
culos periodísticos, pueden, en principio, parafrascarse. sitos estéticos. Aun reconociendo su carácter cambiante en
Ciertamente, los textos rituales son también f~os e inmu- la historia y en la sociedad, su presencia es igualmente indis-
tables, pero en ellos se ponen de relieve las cualidades mági- pensable para la descripción de la literatura. En la mayoría
cas, institucionali;;adas o sagradas (un aspecto no ~jeno por de las culturas, lo que no es «buena» literatura (o como se
completo a la poesía), y no la importancia de las estructu- le llame) no llega a alcantar la denominación ele literatu-
ras superficialc-; per se o las agitadas tensiones entre cstruc- ra; aunque la separación entre bueno y m<tlo uu t.:s absolu-
wras cotexwales. ta. Intuitivamente parece que hay un continuo cmre las nor-
Podría aducirse que las obras maestras de la lilosofía mas aplicables a los textos literarios y dichas norma.•;; estéticas,
constituyen también textos aislados y canonizados. Aquí, es decir, aunque estéll mal aplicados, los textos literari os
igualmente, la autonomía de un texto tal incrementa la uni- u·atarán ele poner en práctica algu nos de los recursos más
ficación imensiva del Campo presentado. Sin embargo, a valorados. En todo caso, las normas estéticas también se
causa de las diferencias en los demás aspectos, el resultado basan en preferencia<;) selecciones de altcrmlli\'as en la esfe-
es diferente. En la filosoña, es el sistema de ideas, la densa ra de los tres ámbitos que hcmo descJ·ito ('éasc Número
interdependencia de todos sus detalles; en la literatura, es 21). Esto equivale a decir que probablemente se preferirá un
tanto el CRl y ~u «realidad construida» como la red de Campo de Referencia lntemo que sea a la V<'í' nítidamente
estructuras lingüísticas y de equivalencia. cliferenl<.' y alejado de los campos externos, y, al mismo tiem-
e) La utili;;ación de una variedad de convenciones v po, de alguna manera reprcsemativo de los mismos.
tendencias en las áreas dellcngu~je, las estrucwras de lo~
géneros, los temas)' las normas estéticas históricamente 23. Lo'i mitos, las filosofías, las teorías cicntílicas, por su
determinadas, tal y como se d escriben en la historia\' la parle, también crean sus propios Campos de Refere n cia
crítica li terarias. f:~tas inspiran wdos los aspectos d el len- autónomo:- con referentes únicos (término!-., personajes,
gu<!je y de tocio aquello que pueda ser representado a tra- conceptos, entidades reificadas, narraciones, leyes) que
vés delle ngué1ic CIJ un texto. (I ndividualme nte co nside ra- pueden 1\0 remitirse directame nte a rcferent<'S observables
das, cualquiera de ellas pu ed e aparecer también fuera de en e l mundo. Pero son diferentes de la literatura e n el sen-
los textos literarios). Las normas específicas están en cons- tido ele que e n estas áreas un número teóricamente ilimitado
tante proceso de cambio, reorganizándose y recombinán- ele textos ~e referirá al mismo Campo como ~i su existen-
146 BI·SJ \,\ IÍ:-> HARSIL-\\1' (HRL' SIIOVSKI ) 1
. 17
1 11 1 10:-:AUOAD Y CAM I'OS DE REFEREI\Cli\

cia se diera por supuesta fuera del texto singular al cua l 11<1. La teoría no separa la proyección lictiva y la imagina-
muchos textos pueden remitirse 12 . Incluso cuando se intro- < 1Ú11 de los lectores de la naturaleza cle l lcngu~j e que le sirve
duce una nueva teoría, los textos posteriores que se ocu- de intermediario. Ni tampoco abandona a la primera por
pen de la misma se re ferirán al mismo Campo construido (,, '>cguncla.
y su re fere ntes, tal y como hizo el prime r texto, si bien
desarro llándose }' reorganilándose constantemente (v.gr.
en e l caso del Psicoanálisis, e l Existencialismo o la Física ( ' \ \IJ>OS 01:. REFERE!'\CIA EXTER;'>;QS
l':uclear).
Además, la ciencia)' la filosofía carecen d e las propie- 25. Si los te xtos literarios con stituyeran simpl e m e nte
dades con comitantes del CRI literario, estando como está Campos d e Referencia I nternos, se parados del mundo,
configurado d e acue rdo con el mundo «reaJ ,., sus aspectos podríamos llamarlos «ficciones» y limitar nuestro análisis a
<<Concretos» y la mulúdimensionaJidad (en el sentido emplea- ~u estructura interna. Esto, sin embargo. no es toda la his-
do en el úmc ro 14). El mito y la historiografía pueden toria. Las obras literarias no son por lo general «mundos
compartir algunos d e estos rasgos con la literatura, sin que, lictivos» puros y sus textos no están corn puestos de meras
sin embargo, se sometan a la pretensión de un Campo exte- proposiciones «ficlivas» o de un lengu<Ue << fi ctivo» puro. Los
rior a l del texto singular. sig n ificados dentro ele los textos li terarios se re lacio n an no
sólo con e l C R Interno (el cual, en efecto, es privalivo de
24. La vent<0a de acogernos a la teoría del CR Interno los mismos) sino también con CRs Externos. Esta natu rale-
en lugar de emplear términos tales como <<Mtmdo>> ( <<mtmclo l.a bipolar de la referencia literaria es un rasgo esen cial de
fictivo >> o «mund o posible»), con «objetos••, «personajes•• y la literatura.
«hechos» existe ntes en e l mismo, es doble: a) Se crea un Lo s CamjJos de Referencia Externa (CREX) son todos aque-
vínculo directo entre el <<m undo>> proyectado (o «inte ncio- llos CRs exteriores a un texto dado: e l mundo real e n e l
nal>•) y la referencia ling üística, y por consiguiente, entre la tiempo y en el espacio, la H istoria , u n a teoría filosófica,
ontología de la literatura y e l análisis d e l lenguaje. b) 1 o se co ncep ciones ideológicas, los conceptos d e la naturaleza
da por supuesta la existencia concreta de objetos, persona- humana, otros textos. U n texto literario puede o bien refe-
jes, h echos, ideas o actitudes, sino m eramente d e marcos rirse directamente a r·eferentes procedemes d e dichos CRs
ele refere ncia de dichas clases, a las cuales el lenguaje del Externos o bien invocarlos. E~ categoría incluye no sólo
texto se remite o puede re mitirse, por parte ele diversos referentes externos eviden tes, como nombres d e lugares y
hablantes y desde diversos puntos de \;sta. Estos m1S no on calles, h echos y fechas históricos o figuras históricas reales,
necesariamente estables, pueden e t· construidos y rccons- sino también alirmaciones diversas relativas a la naturaleza
u·uiclos, la evide ncia lingüística puede ser complementaria humana, la sociedad, la tecnología, el carácter nacional, la
o con trad ictoria, incompleta o falsa, incierta o inconexa, psicología, la religión, etc.
etc. Por consigui e nte, los d ebates actuales sobre interpre-
tación y deconstrucción no se ven cancelados por esta teo- 26. Puede verse un ejemplo tomado de u11a novela realista
en el inicio de Le cousin Pons, ele Balnc:
Esw curstiún se com p lica cuando los escritores se valen de los mi~­
12

rnos pcrsomljcs o lwchc)S en v<J.-ias obras !iteradas, co mo si los dispusieran Vc rs u·o is heures d e l'aprcs-midi , clans le m o is d'octobre
e n un continuo hiporé 1ic.:o, un «super-Campo» (v.gr. la «Comedia Hunuma,. d e l'année 1844, un hommc agé d'unc soixantttÍIII' d 'annécs,
d e Ballac). Pero aquf no se lrma de un a serie a mpliable de textos, a la mais a qui tout le monde cCn donn é p lus qu e rct áge, a llaitlc
cual alguien pu tdc ;u'iad iJ mús, como puede ocu rrir e n el caso de un a long du bouleV"ard des ltaliens, le ncz. a la piSIC, les levrcs pape-
rama de la cirncia. lardes, comme un negocian! qui vicnt de con chtrt' une excc-
14~ t-IC ('JONt\1 JI)AO Y C.<\.\ 1POS DE REFERENCIA H9

llentc allailt'. ou commc un gar~on content de lui-meme au <.or- El inicio d e un texto debe introducir varios referen-
ti• d ' un boudoir.
tes específicos y concretos, a partir ele los cuales se desa-
C'c~L ú Pari\ la plm grande expression connue de la satilr
1 rollan por extensión los demás referentes del CRJ. Los
fanion pe• ~ondk che.t l'homme.
1 d<.·ren tes iniciales son con frecuencia «nlcnot es», o secun-
[.\ln•dcclot dt· la' m.-~ de la tarde. en el me:. de octubre
cid a ti o 18 11, un hombn: de unos sesenta años, pero que apa-
darios. de ele el punto de \'ista de la jerat quía que el text<>
r<.·tHaba m á' t•dad, iba p~cando por el Boulc\'ard des ltaliem, desarrolla en su globalidad. Esto se debe a la necesidad ele
hu,nwando' murmurando entre dientes. como ,i fuera un esta blecer cuanto ante algunas coordt:nadas para un
comerciante que ac<1bara de cerrar un buen negocio, o como mundo fictivo aceptable en el cual se clesclwuclva e l rela-
un muchat·ho '><Hi'>fecho al salir de un boudoir. to. Para ello, los referentes secundarios son plausibles:
En Parí~. t'Sla es la prueba más palpable de la satisfacción pueden exponerse de manera convincente en un espacio
pnMmal en d hombre.] limitado. Cuando acaban por introducirse referentes más
impor·tan tes, aparecen en el texto n o ele la nada ( «deu.1
Jndudablemen tc, la convención de la ficción no nos per- I' J. machina»), sino como extensiones de m1s ra estableci-
mite sostener en serio que este hombre con creto estuviera dos.
en realidad pas<"ando por París ese día. Sin e mbargo, e l Puede observarse esta tend encia en todos los niveles del
ario, e l mes, el Boulevard eles ltalie ns, París, son todos e llos mundo presentado. Así, los personajes secundarios a
referentes del mundo real así como del espacio ficuvo. Si e l tnt'nudo preceden a la introd u cción de pcrsom~jes más
texto no se refiere directamente a ellos, al menos los roora, centrales, los cua les se presentan enwnccs en e l contex-
los presenta ante la imaginación del lector. to ele personas ya conocidas; o la escena pr<'Cede a la suce-
Pa.-a separar e l texto de la descripción del CR Ext<.Tno siva aparición de los persomües, que sólo t•ntonce¡; se si-
(París), se hace uso de una s61a l típica ele ficcionaliclacl: túan en ella. En Guerra y Paz., de Tolstoi , el texto comien~.:a
aunque se menciona con precisión el mes y la hora, un indi- in medias res con un diálogo concreto a partir del cual los
cador específico, el día, se presenta como flotante. Este recur- persom~es de los dos interlocutores se ''an luego confor-
so indica que d espacio-tiempo fictivo , por muy fiel que sea mando; estos interlocutores son en sí personajes secun-
<;u localitación respecto del mundo real, está de alguna darios. su círculo se ensancha en una fie'ita , donde algu-
manera 'iuspcndido por encima del mismo, tiene sus propias nos el e los personajes principales ( Picrre , Andrei) se
coorclenanclas «notantes». Dicha flotación puede adoptar introducen más tarde: aunque <;e prt'\entan en la fiesta
una variada gama ele formas: << una tarde de julio ele 1805», e n pie de igualdad con los otros, ascienden rápidamente
«en e l ai1o IR3 », <da ciudad de!\:. », «se despenó por la a la <::<,cena principal, para desarrollarse más tarde de
mai1ana», o puede no aparCC('r en abso luto, dependiendo manera independiente; la fiesta misma es un episodio
ck unas convt•ncioncs distintas y cambiantes. secundario en comparación con los episodios más cen-
traks de la novela, tanto por lo que se refiere a la ll istoria
27. El establecimiento del primer conjunto ele referen- como en lo que tiene que ver con las relaciones perso-
tes dentro de una novela -o cualquier otro CRT- puede nales más intensas. Un recurso similar (de manera con-
denominarse Sll.llmlo rejnmcial. A diferencia del término densada) lo encontramos en «Evclinc », dcjoycc: e l o l~je­
tradicional, <<exposición •• , que está limitado a los antece- to rn:1s detallado del mundo f'ísico presentado en los dos
dentes c11 el ti e tnpo del Mundo Reconstruido de la nove- párrafos iniciales son las nuevas <<casas»; en el resto d e l
la, el sustrato referencial se ocupa del inicio del Continuo re lato ya no vuelven a aparecer, pero tan pronto se h a
Textual y permite la utilización de cualquier clase de refe- estab lec ido s u identidad, se introduce e l << hogar» de
rentes. Eveline en oposición a estas «Casas»; y este ho[(ar, del cua l
150 1\~:-;J.\.\Ii;-.- H.\RSIL\\1" (IIRL' '>IIO\'SKI} 11< no:-:AU I)AO Y CAMPOS OE REFERENC IA 15 1

apenas se dan detalles físicos, se convierte en el espac io (en la tragedia griega, los relaws bíblicos, las bylinas
simbólico del relato. rusas);
Un texto puede también iniciar e con una generaliza- - una combinación de lo anterior (en Tlu) ¡,~tsle l..mul de
ción, una descripción general o un ensayo -por lo general, T. S. Eliot).
sobre temas de un CR externo- a partir del cual se deducen
a continuación ejemplos más concretos o individuales En la poesía lírica pueden e tar ancladas en la «imagen»
Internos. Otro inicio típico es una presentación esquemá- del poeta tal y como viene establecida en otros poemas.
tica de los ronlornos de un CRI o un aspecto central del Los referentes fictivos recién establecidos por el autor
mismo (su espacio físico, una tensión básica) que poste- ~e presentan a continuación como exten iones de los refe-

riormente se elabora y completa con detalles a medida que tcntes conocidos fuera de la ficción; en conjunto, consli-
avant.a e l texto. Con frecuencia se presenta un panorama turcn un nuevo Campo dotado de coherencia interna.
relativamente general (v.gr. un paisaje), dentro del cual se 29. Aun cuando se valga de referentes extraídos de cRs
enfoca en un primer plano una escena más detallada. Así, Externos conocidos, e l CR Interno puede inspirarse libre-
el relato breve de .J oyce «Two Gallants>> se inicia con una mente en la información concerni ente a tales CRs. En e l
descripción ele una cálida tarde de domingo con multitud <:jcmplo de Balzac: París, su es tructura social y su condi-
i de gente pllseando por las calles; y en el segundo párrafo se ción urbana; la calle m encionada, su ambiente y extensio-
enfoca un detalle: dos individuos determinados caminando nes; e l periodo y régimen político , cte., elementos todos
por una ca ll e concreta, los cuales se convierten entonces ellos dispuestos para que el lector construya e l CRI. El texto
en los protagonistas del relato. e11 concreto determinará hasta qué punto se sirve de ello
En muchos casos, ambas direcciones, aunque aparente- con vi~tas a un conocimiento específico o bien si se utiliza
,. mente contradictorias, se combinan: por una pane, un ini-
cio con un marco más amplio, en el que se establecen algu-
pard un mero trasfondo o ambiente, aspecto éste que puede
ser susceptible de discusión en la dialéctica ele la interpre-
nos contorno-; gen erales del CRIque se detallarán más tación 13 •
tarde; y por otra, la introducción de referemes relativa- La última frase del ejemplo de Balt.ac (« En París, ésta
mente ccundarios, que se ampliarán a otros más impor- es la prueba más palpable de la satisfacción personal en el
tantes (según la jerarquía del texto final). hombre») es un típico nmnciado de dob!R di1'Prrió11. Se refie-
28. Una técnica ele sustrato referencial muy extendida re tanto al París real del CR Externo como a la selección
es e l anrltl)f de un nuevo CRI consu·uido dentro de algún de elementos de París que se presentan en el CRl. Si lo
marco de referencia externo aceptado, como en el ejemplo aceptamos como verdadero para el CR Externo, extraemos
de Balzac mencionado anteriormente. Esta técnica puede de este París toda un aura y un mito social. Pero aun si no
emplearse al inicio del texto o a lo largo del mismo. lo aceptamos como verdadero, probablemcme no se enlllr-
Las obras de fi cción están ancladas con frecuencia en: biará la coherencia del CR Interno. Además, nos volvemos
un tiempo y lugar históricos (en las novelas y relatos
l .l &·m·lc cita un ejemplo de una novela de Iris Murdoch tilll lada Thl' Retl
breves de Balzac, Stenclhal, Tolstoi); allflthe Grrnt, que comienza:
el tiempo mett:orológico, estación u hora del día (en Tt"n more glorious days without horscs! St~ thought Sccond Lit:utcnaut
las novelas de Turgenev, los relatos breves de Joyce o An drt<w Chasc-Whitc rccently commissioncd in thc distinguislwd rt<ginwnt
of King Edwa•·d's Horse. as he poucred conlentcdl)' in :1 gal(irn on thc
los haiku);
outskins of Oublin on a sunny Sunday aftcrnoon inl\pril nintccen-sixtcen.
una mitología o percepción nacional de la Historia 1¡Otros diez glodosos días más sin caballos! Es to pcmaba el Alfé! et
152 111 '1 \.\11:>. HAR!:II-l\\1 (IIRL !:1110\:-ol,l) 11! t ll JN \1 IDAD \' (~\1I'OS Df. REFF.REN< Ir\

sobre el hablante (o el narrador) v, a partir de tal en un- 'I'J.~Ún algunos se alegró, y según mros soll o;.ó como un
ciado «unívoco», construimos sus actitudes o las actin1des de 11ítio; ltegú n el propio autor:
las liguras así caractcritadas o de la sociedad tal }' como
'icne representada en la novela. Lo entendemos entoncc:-. i\lu1 probablemente amba~ 'er,itmc·~ '>011 cicJt,"· t''> dcci1,
como parte ele la 'isión que BalLac (o algún personaje) que ~e alegró de su liberación 1 qut• limo pm la mujl'l que k
tiene de París. había dado su liberrad, cxactanwnte al mi'>mo LÍt'mpo. En la
mavoría de los caso~. la gemc. ha.,ta los malhcrhon·~. '><>11
30. L'n enunciado sobre el CR Externo puede ser sesga- mucho más ingenuos' sencillos de lo que gent•ntlmcnte crt'-
do o falso; no jutgamo., el \'alor estético de la novela por el emos. Igual, en cf<'no. que nosotro' mi'>IIIO'> ( p.ig. li) .
valor de verdad de dichos enunciados. Pero su valor de ver-
dad externo no can:cc de importancia e n una interpreta- 'o es difícil imaginar lectores que se negarían a ver~e
ción. Sí cst(' valor de ver-dad se desda claramente de alguna t11cluidos en tal generalización. Para e l mundo Interno, sin
concepción nonnal del CR Externo dado pero es coheren- t' mbargo, demuestra la psicología básica de amor-odio que
te con e l CR Interno, puede entonces revelar la concepción t"<plica la conducta de los personajes de Dostoievskí. En
con creta del mundo c¡ue representa. efecto, cuando Tolstoi fue invitado a ver una novela dra-
Así, DosLOíevski* nos cuenta que, cuando e l ancian o matizada d e Dostoievski, re husó arguyendo CJlle los perso-
Fyodor Karama;.ov se en teró de la muerte de su esposa, n;~es d e Dostoíevski se comportan precisamente ele la rmuw-
ra en que no se espera que se comporten. Esto es, para
¡\ndrt'\1 Cha,.;-Whil<: 1 \'d<·nt(·uwntc.' de~tinadu al distinguido regimiento el<' l'olstoi, las afirmaciones que Dostoícvski hace sobre la natu-
King Ecl\\;u-d \ llor~e, mknu as. 'al i~oft"cho, ~e entretenía en un jardín de
raloa humana son falsas en e l CR Externo. Sin embargo ,
la, afuent" d<· Dublín l'n una sokada tarde de domingo del me< de ab.;J del
;uio 19161. esta desviación de la visión aceptada de la mtlut<tlt:ta ltulmt-
St'arle argumenta con r.vún que a la autora • no se le reprocha ,u falta na es una de las razones del impacto de Dostoicvski como
dt· ;inceridad ~i en a·.tlidad dla no se cree ni por un momento que exis- l">eritor. ?\o puede explicarse sin la tensión exí'>tent(' entre
tienl 1al pt'r'>onajt· c¡ue ~e dedic.tra e~e día en Oublín a pensar en caba- las dos direcciones referenciales.
llm•. l.a otra <<tt.J <k la moned.t. >in emba•go. e' qut> el inicio e~lá bien
anclado en el CR l.,lnno, Hlll\lrme realmente la primera imagen de ~u 3J. De modo semejante, la descripción que se hace de
mundo fictilo (,cgun nuc,tra tenninología. el sustrato referencial del C R :\apoleón en la obra Guerra y Paz de TolstOi* es una selc:cción
lmcmo) partit·nclo clt'l conocimiento que Jo, lectore> tienen de dichos
-.umamente sesgada de lo que Tolstoí conocía acerca de
marco~ e'1e 1nm U a1io 11116 (t·n plena Primera Guerr.1 \lundial ), Dublín
' ¡xn- otra pat tt' t' l <·jt•t dto brit<mko p•-e-.ente en la Irlanda anterior a ~u inde- :'\apoleón, realizada por comeniencias ele la e..,tructura
pt•ndenda t'omtituwn todo' dio' materiales indispensables parad tras- (como ha demostrado Shl...lovski), así como de la ideología
fondo dc .. ch· (')que 1,\ autora iniciad l(•lato, Son refen:ntes tanto del CR historiográfica de TolstOi, Sin eluda, <>n muchm pa!t<tie~ de la
Interno tomo del l•.'it't no: ,i hien no ;e formula ninguna proposkión rlm<>la el texto es poco claro, salvo que el lector lo comple-
rt•lalt\a a lm mi.,mm t•n d CR l:.xtl't no. ~on evocados) . por consiguiente,
mente con lo que sepa desde fuera en relación a las figuras
prcst•ntado, ,11\lt· la imagina< ión dl'i lector. Puede que no sepamos si t'xi~
ticí en realidad cl•t•gimit••Ho dt• • King Edwarcl's 1-lorse ~ : si existió, puede v sucesos de la Historia. (Las anotaciones cumplen este come-
~cr un <'ienwnto ;u1adiclo para la carctcterización del r\lfén•t.; si no. puede tido en e l caso del lector moderno). Sin embargo, 110 puede
$l'J' relevante ron viMa' ,, .1\·<·riguar 'i {') nomb•-e >e ha aetu1ado en alu~iót l decidirse por adelantado hasta qué punto debe captar-;e a
a nombn'~ .,imila1 <'S o ~i prett·ndc un di:cw de parodia. llasta el jardín apoleón dentro de los límites presentados y hasta qué
de las afuera~ de Duhlin y la ~oleada tarde domin ical. aun cuando es tá
punto puede, o debe, el lector inspirarse en d conocitnieuto
claro que no remiten a ningún refcreme específico de Dublín, se inspi-
nm l'tl e l CRE'( (compá• <'llS(', por ejemplo, estos detalles l'$ct'nicos en exterior. Lo importante es que se ha iniciado para el lector
Nueva Orihi).
F. DmtOievl'ki, 1-t" Jurmauo~ Kmmnawv, Madrid. O'ttednt, 1996' . (N rft.l T. ) • L. Tolstoi, Guerra y paz, Barcelona, Planela, 1988. (N. tlrl l. )
154 1\E~fA\Ii:-: HARSHA\1' ( HRUSHO\'SKI) I ICCIONALIDAD Y CAMPOS DE REFERENCIA 155

el arsenal del conocimiento histórico. En todo caso, la yltx- ll\o rnento» d e la Histo ri a: en la Rusia del siglo XTX, en la
taposición entre los dos constructos napoleónicos - e l «his- Edad Media, en una ciudad moderna, etc.; las situaciones
tórico» y el de ficción- nos dice mucho sobre el punto d e \ las conductas se asemejan a las d e l mundo real (o d ifie-
vista ruso de Tolstoi o sobre su cuestionamiento del papel de t-en de ellas, o en todo caso se relacionan con la<; mismas).
los dirigentes en la Historia. A1ií, e l CR Interno es proyectado como paralelo a un CR
Externo. Pe ro los planos paralelos nunca se tocan. Un per-
32. Un texto no siempre descansa sobre lo que e l lector
sonaje no puede sali r de una casa de ficción y aparecer en
conozca en relación a los nns externos. En la continuación
una cafetería real 16•
del capítulo de Balzac, leemos:
Sin embargo, éstos son planos parale los <<no eucl idia-
Ce '~eillard, set et maigrc, ponait un spencer couleur noi- nos>•: aunq ue nunca se funden , pueden solaparse en varios
sette sur un habit vcrrliiLre a boutons de metal blanc!... (o muchos)' puntos: muchos referentes individuales e inclu-
[Este anciano, flaco y enjuto, llevaba un speocer de colm so marcos de referencia completos son compartidos tanto
avellana encima de un traje verdoso ¡con botones blancos de por el CR Interno como por el Externo. Dichos m1s com-
metal! ... ] partidos pueden incluir figuras históricas, descripciones de
Balzac encuentra necesario explicar la naturaleza e bis- una ciudad, discusiones ele psicoanálisis, las técnicas publi-
toda de este referente externo: citarias de los Estados Unidos o la desc1ipción del Día D.
En efecto, muchas novelas populares, aunque incluyan per-
Un homme en spencer, en 1844, voyez-vous, cornme si sonajes inventados, se proponen sin .ambages instruir al lec-
Napoléon cut daigné ressusciter par dcux hcures. Le spencer tOr acerca de diversos aspectos del mundo.
fut inventé, commc son nom !' indiqu e, par un Joni sans doutc
vain de sajolie tai lle. 34. Tenemos así dos planos separados, aunque parale-
[Un hombre con un spcncer, en 1844, es, para que Uds. los, que muestran intersecciones en diversos puntos. Cada
comprendan, como si apoleón se dignara a resucitar por uno ele estos p lanos tiene su propia continuación fuera de
espacio de dos horas. El spencer, como su nombre indica, fue los referentes compartidos; por lo que a cada uno de e llos
inventado por un lord sin duda ufano de su esbelta figura.] se refiere, los elementos compartidos cons~e n meros
(y sigue una larga explicación) . puntos dentro de una continuidad coherente-..Ell el caso de
En el siglo xx, incluso los escritores de novelas populares los CRs Externos, tenemos más información fuera del texto
tienden a apoyarse más en e l lector para tal información . dado: París se extiende en un perímetro más amplio que el
de las calles mencionadas; la Fi losofia ele la Historia tiene
(Aunque Balzac evidentemente no se conforma con expli-
car el término, sino que se vale de la digresión con vistas a la más ejemplos y argumentos que los presentados en Guerra
caracterización, la creación de una perspectiva histódca, etc.) y Paz. Por otro lado, el CR Interno incluye los puntos com-
partidos en sus propias proporciones descriptivas y los extien-
33. Podemos ahora regresar al modelo teódco. Un Campo de añadiendo referentes únicos: aun si todas las calles nom-
de Referencia Interno viene construido como un plano para- bradas en una novela son calles reales, la selección de las
lelo al mundo real. En el caso de la ficción realista, los hechos mismas crea un conjunto aislado y habrá escenas interiores
de la misma tienen lugar en la historia y geografia conocidas, privativas del CRI. Aun estando configurado de acuerdo con
unas veces con nombres de lugares especificados con pre-
cisión, otras veces se sirven de diversas señales d e ficciona- 16
En los textos no realistas, el CRI es en \"<tríos aspectos evidenteme::n-
lidad haciendo flotar algunos de los indicadores específi- tedisúnto al CREX. No está, claro es, menos alejado del mismo. pero no
cos, en otras ocasiones dejándolos suspendidos en <<algún podemos aquí discutirlo con detalle.
156 JII·\;J \\11'\. 11 \R'-11 \\\' ( IIRL"::OII O\'SKJ ) fol\ CIO"\A I.IDAD Y CAMPOS m: Rt: FERt: :-<C IA 157

los ejem plos externos, su Campo es único y está dotado de jt·s, móviles y composic ió n. Lo que sea estrictamente rele-
coherencia interna. vante y legítimo e n dichas transferencias d ebe juzgarse espe-
35. Podemos representar la relaci ó n e n el siguie nte d ia- cíficamente por medio d e un a nálisis y comparación argu-
grama: lllt:IHativos de los CRs receptores y ele origen.

Mof)ELO m . RJ-J•ER.ENCtA Dt. «DOBu~ PLA,\~til» J!.N LrreRATUJIJI


37. Tenem os así en un texto un a refe rencia directa a los
CRs Externos y al CR Interno y unos referenles y marcos d e
Texto referencia claramente compartidos. Como muestra el dia-
Autor l. ........................ .... ................... .... .. 1 Lector grama, se d an dos operacio nes añadidas: configuración y 1'fjJre-
.\t' lllaáón . Aunque no son d e naturaleza lingüística -aquí no

~'"''""' ~~bdxJ~ csLamos limitados a e nunciados o pro posicion es directas-


co nstituyen pod erosos recursos para relacionar e l plano
CRJ l ... .. . mrk....... r 111 • • • • • • • • • r., .... . .... .. ............ .......... 1 lnteruo con los planos Externos de diversas clases.

~ t t Por una parteJa construción d e l CR Interno está conji-

~
( representación) f{Urada d e acuerdo con los CRs Externos; necesitamos e l
conocimiento d el mundo para dotar d e sentíelo a una obra

~
~
(modelización J + + de (icción, construir los marcos ele referencia a partir de
material disperso, llenar lagunas, crear las jerarquías nece-
sarias, etc. Por otra parte, existe una relación ele 1'ejJresenta-
CREx ...... nH~. . . . . . r 111 • • • • • • • • r, .. ... ............................. . rión que va del CR1 a los CR.s Exte1·nos: pueden entenderse
1 ( 1s compartidos) determinadas conductas, escenas, o complejos constructos
de significado como <<típicos» (o «atípicos» o, en todo caso,
N: Narrador, H: Hablame, r: refcrcnLc, rnr: marco de referencia, CRJ:
representativos) cua ndo se proyectan sobre la Historia, la
Campo de Referencia Interno, CREx: Campo de Referencia Externo.
Las Oechas que enlazan el nivel de <•Hablantes y Posiciones» ( , H ) naturaleza humana, la socied ad urbana o cualquier o tro
(Cf'. Hrushovski, 1979) con los Campos construidos indican que el CRgeneralizado (en terminología tradicional: e l autor tie ne
arrado r y todos los demás llablames del texto son fuen tes de infor- dotes de «Observación » o b·ansmite un «m e n s~e>>) . La inte-
mación sobre el CRI y los C REK~ y que, al mismo Tiempo. están cons- racción específica entre estructuras relevantes del ClU y los
u·uidos a partir de ellos. construclos del mundo exlerno vuelve a ser una cuestión ele
hipótesis argumenlativa.
36. Este modelo expl ica la doble fidelidad refereucial de
los enunciados así como de lOdo aquel material que pueda 38. Este modelo no está en absoluto limi tad o a las obra
referirse a CRs internos o externos o pueda situarse e n e llos. literarias realistas. Sólo puede determinarse cualquier clase
Los vínculos e ntre los dos planos paralelos crean canales de desviación del realismo mediante la yuxtaposición ele
para la posible transferencia de material semántico adicio- estos dos planos. La estructura de doble plan Lt"l de la refe-
nal de uno hacia el otro y viceversa. Esto es cie rto en e l caso renc ia resulla tan indispensable para e nte nde r a Ka fka ,
de las relaciones de la ficción con el mundo histórico, con la Gogol, el folclore o e l Surreal ismo, como para e n tender la
naturaleza, con las teorías, con las creencias e ideologías, así ficc ión realista. También resulta crucial para entend er la
como con otros textos. La alusión que hace Joyce en el títu- poesía lírica cuyo estudio ha estado demasiado tiempo cen-
lo ele su libro Ulises se vale de la obra d e Homero como un trado e n cuestiones ele lenguaj e poético. NaLUralmen le, estos
enorme arsen al de transferencias polenciales: d e persona- temas exigen una investigación independienle y rigurosa.
EL ACTO DE ESCRiBIR FICCIONES*
FÉLIX MARTÍNEZ B ONATI
Universidtul tlt C.Q/rmww

Cuando estamos gozando la lectura de una novela de


corte tradicional, no nos parece que haya nada básicamente
anómalo en su lenguaje ni que las afirmaciones contenidas
en su texto sean de una naturaleza lógica sui generis; no
nos parece que tengan un ápice menos que plena fuerza
referencia l ni que su poder a pofántico, aseverativo, esté
reducido o anulado. Se habla a llí de diversas cosas, a veces
cte índole corriente, a veces fantásticas, de la misma mane-
ra como se habla de cosas ordinarias o notables en textos his-
toriográficos, periodísticos, o en los relatos de la vida diaria,
a saber: narrándolas y describiéndolas. A lo más, nos llama
la atención y se distingue e l discurso novelístico, no por
defecto, sino por perfección: por su tiqueza, por cierta acre-
ción de percepciones sutiles, por la aparente cabalidad con
que los objetos son presentados.
En ve rdad, hace falta un esfuerzo nada fácil de extra-
r1amiento para percibir la peculiaridad lógica y gnoseológica
del discurso novelístico: hay que u·atar de leerlo, no como
nove la, sino como si fuera un relato de hechos reales.
Efectuado el traspaso a esta clave del contexto real de nues-
tra vida, nos damos cuenta de que no podet~ws leer así e l texto
novelístico; sólo podemos leer, imperfectamente, algunos
trozos de él, y nos vemos forzados a dejar esta empresa. Yes
que, leyéndolo así, como relato de veras, no podemos tomar-
lo en serio, no podemos darle crédito.
Los rasgos de este discurso que lo descalifican como rela-
to de la circunstancia real son varios. Se habla allí larga-
mente ele individuos desconocidos sin que se aporte n datos
suficientes para posibilitar su identificación efectiva. En

• Reproducido con la autorización del autor.


JI)() 1 1 \l 1 o O~ ES<.RWIR 1'1( (.JO:-< E~ 16 1
• HJ IX \L\R liNI'Z BON\f l

nHICh.os casos no ~e. ~a ju<;tifi cació n alguna para que nos 11111guna de las ca racterísticas arriba indicadas h abrá lla-
ocup~mos de sus v1crsnudcs. y no cabe dwla de que se trata lll.t<lo nuestra atención2 • Tales frases nos pa recen natunl-
de M~Jctos o~~uro~, si~1 si_gnificación histórica o pública, v, ""' v kgítimas en 1111 texto novetlstico. El autor no nos pare-
c?n frecucnc1a, srn srqUte ra un notorio valor como cas~s ',. 1111 loco ni un mentiroso, sino un hombre c minernc )"
t;.~empla~es p~ra una rc O<•xión psicológica o moraL Por ~l'' io, dedicado a un oficio de a ha significació n. ¿Cómo con-
d rvcrsos mclrcros, en especia l la ,·aguedad ú lu"ma el • J· "d ' tli,u la seriedad del novelis ta con la ileg itimidad gnosco-
·fi ·· ' e a 1 en-
u rcac1on y e l aire de improbabilichd o ('1 de JJ·'na · · logrta, o ntológica y práctica d e lai; afirmaciones d e su texto?
bT 1 • ' " , rmposr-
1 JC ad que llenen o los acontecimientos narrados 0 la ójJli- ;Como , la «verdad » d e l arte con tan evide nte falta de vera-
;a :o." r¡ut' ~r los mira. se gana la ccnc 1 a d e qtr(' estos ' 1dad?
mdrvrduos no han existido realmente, o que no han ten ido Ante estas paradojas, tan conocidas como poco aclaradas,
verdaderamente lugar estos precisos acomccimientos, 0 al J¡¡ renexió n filosófi ca ha tendido gene ralmente a soste ne r
menos. que no han ocurrido exana men rc tal como se Jos que el texto novelístico constituye un discurso lógiramen/P
pre!lcnta. Nucsu-a incredulidad se hace dcfinith·a al e ncon- .. ui generis y que las frases que lo compon en no corres-
u-arnos con ascv~r:1ciones narr-ativas o dcsniptivas que impli- ponden a un acto ple no de l engw~je. El camino explicativo
c_au una percepc10n exacúsima de lo que lm indh~ duos per- 't'gu ido por algunos au to res, entre e llos Frege e fngarden ,
u~cntes hact' n cuando es tán so los. inclusive cosas que e'> negar el ple n o valo r de afirmacio nes a las fr-ase narrati-
evrde n temcnte, ~1-i e llos mismos pueden h a be r observad<~ vas y descriptivas del texlO nove lístico: no serían proposi-
(~omo la expr~ ron sombr·ía que d escie nde sobre su ros- ciones ilegítimas, p o rque n o serían p ropiame nte afirma-
u_o cuando rmran al vacío en la in timidad de sus habita- <ion es, sino semi-afirmaciones, frases d e un tipo lógico
ClO~Ws, o el destello de locura de sus pupilas durant<· el solí- especial, propio de la ficción, diversas de las aftrmaciones de
tan~ paseo nocturno). :'\i compren d emm có m o pudo los di ·curso no fi ccionalcs. Por eso. e l autor, a l lrau; J 1a:s.
alguH:n llegar a conocer tales hech os, ni se nos ide ntifica a ni me ntiría ni esta ría Joco: no estarían h echas «COn ple na
~stc obs~rvador privileg iado. Para colmo, alg unas de esta~ seriedad», y no serían ni verdad eras ni fal sas. U n a con ccp-
referenCias a_la~ personas del rela to d escribe n su cmocio- ció~l sem_eja •:te a ésta h~ <;i~o. presen~da por J ohn s;arre.(
r~e~! pcn amrcnt_? más íntimosr no sólo sin que medie con- sera aqur o bje to parad1gmatJco d e Ciertas observacwn cs .
fcs'o_n _q ue l?s de a conocer, s ino como s i <"1 narrador Jo
pe~·c1brer~ drrecta e inmediatamente, de un mo do mucho
mas prec~so_que lo que le sería posibk al p ropio sujeto de Los 1 exto~ nmelíslicos nos lu('rJ.an, poa la natutaleLa de l,L\ frase~ qut·
~aJes mo~1m1cntos anímicos. Convendremos en que ·n ingún contienen, a una lect111 t1 t•n la claw conT>pondi(• ntt·. Por csu, no es cosa
ser humano pu(·d~ wner ta les percepciones, ,·ale decir. en ele la imencion del aurot el qut• un textO "<'a para se• leído como novela o
q_u~ estas ascvcrac1ones narrativo-d escriptivas son g noseo- no. h claro que, si suponemo~ que el auwr escribit'l consuemt•mentc )
loglcamen~e ilegítimas. Es ta n p almar esto que . contra Jo con clara nncitin de lo que son lo• gé n em~ literario~. dcb<·mo!> co ncluir
que~~~ imcndón tiene que haber ,ido que (·~te fuese l'l texw ele una noH'·
CJ~te se ~osne r~c a m(·nudo, no se puede tomar al que hace la. En el caso hipotético.t•mpero, dt· un texlO que no \cnga r01ulado ni trai·
estas af1nnacrones
, como mentiroso: nadie en s 11 •s e·<1 ba 1es• ga ~d\al externa algun.t ,acerca de w natm:tleza y gC:·nero. diH•mos que. ;i
P;n_sana .que puede e ngañar con tale~> afirmaciones invero- S(• d¡;ja leer salisfactotiamcnlC co111o nove la, y no, en ca mbio, C"Otnu narm·

\t:n;le!l. :'\? pued~n \Cr tomada en serio; much o menos, ción historiográfica o tdato autobiográfico. ~erá no, da - aunqut: el au10r.
e~ er_das. Solo podna tomársclc por un loco- 0 por un ser tan- enloq uecido. haya quetidu otra cosa·. ·
~ Searle,John: <<The Logical S1<uus ofFic1io nal Discourse•, NntJ Liii'Pary
tastJco.
Histor,', 1975. Fn esta mi,naa re\ista apan."Ció. en 1980. la versión inglesa, lcvt~
Cuando Icemos el texto romo ww novela, e l sen 1ido se mcntc modificada. rlt• este capítulo: · The \ CL of Writing Fiction ".
nos da llan amente, ~in confli ctos lógico-gnoseológicos, y (Traducción c~pañola, ·El est.auato lógico de la ficci(ln ... Ver bibliografía.)
16~ FÉUX MARTINEZ UONA 11 163
i 1 \Cro DE ESCRIBIR FICCION~~'i

La aproximación más frecuente al problema de la nalll , 1110 como parte de un juego institucionalizado, re~ulado
raleza de las frases novelísticas supone, pues. que ellas son por convenciones literarias q_u~ e llccto~ conoce, lu~1?a como
discurso del nove li sta. y, para resolver las paradojas resu l- , 1 estuviese hablando (o escnb1e ndo) , s1n estar hane ndolo
tantes, procede a negarle a este discurso los au·ibutos plenos 1calmen te. Emitiría o escribiría palabras, ejecutaría locu-
de un discurso: las afirmaciones novelí:.ticas no son del todo 1 iones, pero ellas no serían parte ele un hablar efectivo y
afirmaciones, no V'dJ1 en serio, el novelista sólo <<linge•• hacer- pleno, sino ele un mero lingimiento de que se habla o.escn-
las no las hace ele veras, etc. O bicm, corno lo hacen Roman he. ro es posible sostener, piensa Searle, qu~ e l autor d e
Ja~obson) alguno:. crítico estructuralistas, se sostiene que 11 ovelas pueda hacer seriamente las afirmac1ones que su
el «mensaje" literario, a direrencia del corriente, no apun- texto con tiene. Sólo puede fing ir hacerlas. ,
ta referencialmenl<:' a ningún objeto, sino a sí mismo. Todas Que escribir novelas sea fingir estar escri?iendo, no
estas teorías contradicen de plano nuesu·a experiencia d e ,uena b ien al oído lógico. o resulta muy convmcen1e ase-
lectores de novelas, raque, en ella, muy por el contrario, vivi- gurar, creo, que lo que el gran novelista tal cumplí~ ~omo •
mos el discurso narrativo como una referencia superlativa- la tarea de su vida fue fingir, por decenios, que escnb1a. Es
mente adec uada y ceñ ida a un mundo intensamente pre- fácil comprender cuáles son las incongruencias concep-
:.ente. Es decir, e ·tas teorías confunden las dos lecturas, tuales que uno pe rcibe aquí. aunque confusamente, de
radicalmente diversas, de un textO narrativo, que he seña- inmed iato. La lóg ica de << fingir •> lleva naturalmente a la
lado al comenzar este capítu lo. ,_.- cuestión de qué hacía, pues, realmente este homb:e dura~­
Mí planteamiento es básicamente diferente: las frases te su esforzada vida, ya que esc1·ibir era algo que solo fingm
novelísticas tienen todos los atributos de sentido y funció n estar haciendo. Fingir implica do:. actos simu ltán eos e inse-
de las frases no novelísticas; son afirmaciones, tienen obje- parables: uno, aparente, que sól<? se finge: y _otro, el rea_~·
to de referencia, son verdaderas o falsas. Pero: no son fra- que es efectuado de veras por rrudw del fingumento del p1 1-
:.es reales, sino. tan ficticias como los hechos que describen m ero; por ejemplo: engañar, hace_r cree~ afgo_ que no es;
o nar ran, y no son frases d ichas por el novelista, sino por un hacer creer a qui en me observa a c1e rta distanCia que estoy
hablante n1eramentc imaginario. Porque son ficticias)' parte cavando una za:lja, cuando en verdad sólo h~go parte ~el
de un mundo ficticio, pueden tene,-, además de las propie- movimiento pertinente, y eso sin fuerza. Otro ejemplo de fin-
dades comunes a toda frase, propiedades fantásticas. Por gir es e l de un niño que juega: se ntado en_ e l·suelo,. fing~
eso es natural en ellas lo que sería ilegítimo e n el discurso man ejar un auto veloz; en verdad, g~za el JUego de 1mag1-
real (como es legítimo en el persom~e de un cuento ran- nar e a sí mismo en una correspondiente aventura. En un
tástico lo que no sería aceptable en un marco realista ni adu ll<>. fingir, me parece, es engai'lar o_ es <~ ~1gar como un
posible en la experiencia real). Dicho de otra manera, las fra- niño» (o es una fo rma leve o g rave d e msama).
ses ficcionales no difieren de las reales en la natu ra leza y Si se quiere, pues, sosten er que escribir ficciones es fin -
estructura del «speech act» a que pertenecen, n i en su fun- gir que se h abla o escribe, y que esto no es un acto de enga-
ción lógica , sino en su status óntico. ño, de juego más o menos infantil ni de locura, _se q~ed a
.J o hn Searle sostuvo que la actividad de escribir nove las, deudor ele la determinación fundamental del acto, 1mpbcada
en lo que ella tien e de actividad productora de lenguaje por la lógica de fingir: ¿qué logra realizar verdadc~am">ente
(de oracione y. en especial, ele oraciones asertivas, como las e l autor por medio de su fingir que habla o escnbe. Me
del narrar o describir), es una de fingir (<<lo pretend»), por parece que Searle propone la si gui ent~ respues:a: l_o que
parte del autor, el estar efectuando cienos actos de hablar, logra realmente el n ove lista por med10 ele su flllgJr que
en especial el acto de sostener la existencia de ciertos h abla, es crear, para sí mismo y para el lector, un mundo
hechos. Esto es, el autor, sin ánimo ele engaiiar, claro está, ficticio.

'
164 FÉUX ;\lAR 11:-;~ l RO:-\A11 11 \( 10 m l!><. RIUIR fi<X'IO:-.L'> 165

Que el novelista logra crear para e l lector un mundo fic- descripcio nes meramente fin!:,ridas, y no efectivamente como
ticio, o , acaso mejor dich o, un rincón ficticio d e nuestro narraciones o clesuipcíones, no les daría sentido, ni podría
mundo rea l, es a lgo en que todos podemos estar de acuer- sacar de eJias la imagen d e los acontecimie ntos ficticios.
do. Pero este rrrar no es una actividad del orden de engañar, Como lectares de novela~, to mamos de h ech o (apelo a la evi-
o de un me ro jugar como un nii'io que traspone imagina- dencia renexíva) la frase «Pedro salió esa mañana muy tern-
riamente sus gestos imitativos (aunque esto último es parte, prano de su casa>> como una referencia y una afirmación
pienso, d e la o peración nove lística) . Mie ntras e l vínculo "ería, y, por Jo tanto, implícitamente, como frase en p rinci-
e ntre el fin g ir y e l e ngañar o e l infantil imaginarse a sí pio verdadera o falsa, verd adera o falsa según haya sido o
mismo en situaciones inexiste m es, es inmediatame nte inte- no e l caso que el de terminado Pedro salió de su casa muy
ligible, no ocurre lo mismo co•• los actos de fin g ir que se temprano esa determinada mat'iana. Pe ro, además, la toma-
habla y crear mundos ficticios. mos, a l disfrutar de la lecwra de la novela, como induda-
Pues ¿qué es crear un mundo imaginario? Imaginarlo, blemen te verdadera. Pues eso prescriben las tácitas reglas
ante todo, )' hacer esta imagin ació n accesible a otros. ¿Es del juego novelístico (reglas que al go;:ar la ficción irrefle-
necesario o apro piado, para imaginar acontecimientos, fin- xivam ente seguimos) cuando se trata de afirmaciones sin-
gir que se habla de e llos, que se los describe o n arra? ¿Por gu lmizantes del narrador fundamenta~ Cuando don QuU~te
qué no simple mente hablar ele ellos, narrarlos o clcscribirlos? d ice a Sancho que hay, frente a ellos, en el campo d e Monttel,
Porque e llo, sostie n e Searle, no e~ posible: n o es posible gigantes, y Sancho le contrad ice sosteniendo que son mo li-
un acto serio de referencia a a lgo que, en la convicció n del nos de viento, sabemos que d on QuUotc cst<l en un error )'
l. que h;lce la referencia, no existe. Pero, inversamente, sos-
tengo, n o es posible imaginar acontecimientos narrados o
que el a erto de Sancho e~ correcto, porque el narrador nos
ha dicho p que h abía allí molinos. Vale d ecir: damos por
descritos, si no se los describe o n arra efectivamente y sólo verdadera, sin reserva alguna, la afirmación del narrador.
se finge narrarlos o describirlos.
..
1 Damos po r supuesto, como lo hacen los autores a que h e
hecho refe rencia, que la creació n d el mundo ficticio tiene
(No se diga que no hay allí gigantes porque esta novela es
«realista»; se la llama realista, precisamente porque son (rela-
tivamente) verosími les los hechos que e l narrador básico
lugar, para el lector, por medio de las frases (fingidas o no, ple- establece con sus afirmaciones narrativo-descri ptivas.)
namente sostenidas o no) del texto novelístico. Para ello, es La significación de «fingir•• implica u n gesto hueco, una
sin duda ncn.·sario que las frases sean entendidas por el lector. ejecución no hecha realmente, una ausencia de logro y resul-
Pero ¿cómo podrían serlo, sí no las toma como referencias, tado, es decir, la falta del efecto propiamente pertinente a la
afirmaciones, narraciones, descdpciones, etc.? ¿Cómo puedo acción fin gida. El acto fingido, por definición, no puede ser
entender «Pedro salió esa mai1ana muy temprano d e su casa>>, efectivo. (El fingimie nto puede serlo, como cngat'io.) Esto es:
si no d ebo entenclerla como una referencia a un cierto Pedro, si sólo finj o d escribir o narrar, no describo ni nado. Y si no
y como la afirmación, narrativa, ele que cierta determinada describo ni narro, no puedo crear ni transmitir imágenes
mal'iana salió m u) temprano de su casa? ¿Es que e l lector de de un mundo narradas o descritas. l'\o se ve, pues, cómo el
novelas puede abstraer d e esta serie de p alabras la unidad fingir hablar (y el leer e l texto como hablar lingido) pueda
oracional y e l sjJeech act que les da senLido? ¿Y qué ganaría dar lugar al crear un mundo imaginario rlf' r¡ue se habla.
co n quedarse con los signos ling üísticos merame nte pro-
nunciados o inscritos? Ellos no tendrían sentido oracional y 1 Para un examen detenido ele la lógica de la narración !iterada. v(:asc,
discursivo, no proyectarían ningún h echo imag inario, no del autor, Ltl tslmctwv de /r¡ obw litl'lmifl (Sanúago de Chile, t960; t~arcclona,
darían lugar a la imaginación del hecho n arrado. En suma, 1972. t98!l), Primera Parte,) d capítulo 2 ele eMt' libro. · La estructura
<;Í e l lector tomase las frases novelíslicas como narraciones o lógica <k la lit<'r<IIW<I•.
11 \L IO DE ESCRJ B!R FICCIONES 167
166 FÉLIX MAR1.ÍNEZ ll0NA1 1

narración efectiva (ficticia, pero no «fingida») de hechos


Las oposiciones categoriales fingir/ hacer de veras, hacer también meramente imaginados. Inscribe o graba o hace
no serio/hacer serio , actos locutivos/actos enlocutivos, no 111scribir realmente e l textO de las frases imaginadas. No
son apropiadas para definir la naturaleza de la ficción lite- linge ni pretende estar haciendo otra cosa.
raria y de la actividad creadora del autor. Hay, por cierto, una La regla fundamenta l de la institución novelística no es
diferencia radical entre escribir ficciones y escribir un men- l'l aceptar una imagen fictic ia del mundo, sino, previo a
saje o un informe reales, entre la frase de ficción y la frase eso, el aceptar un hablar ficticio. Nótese bien: no un hablar ·
de un d iscurso no ficcional. Pero esa diferencia no está en lingido y no pleno del autor, sino un hablar pler¡.o y autén-
aquell as categorías, sino, precisamente, en las de ficció n y lico, pero ficticio, de otro, de una fuente de lenguaje (lo
realidad: la frase de ficción es ficticia, no es real. Las frases que Bühler llamó «origo» de l discurso 6 ) que no es el autor,
de una novela son actos plenos, completos y serios de len- y que, pues es fuente propia de un hablar ficticio, es también
guaje, efectivos y no fingidos, pero son merame nte imagi- licticia o meramcme imaginaria7 .
narios, y, en consecuencia, no son actos del autor de la nove- En algunos escritos de teoría ele la literatura, se ha veni-
la. El autor de una novela, qua talis, ni habla ni finge hablar. do sosteniendo desde hace ya tiempo (presumiblemente,
Tampoco escribe, si entendemos por escribir, comunicar o a partir de los trabajos de Wolfang Kayser sobre el tema8
e fect-uar sus actos de lengu~je por escrito. que e l narrador de la novela es un ente puramente ima-
¿Qué hace, pues, el escritor de ficcion es? Creo qLte pode- g inario, un ente radicalmente diverso del autor, aunque a
mos definir su actividad de la manera siguiente: El autor veces se le parezca; así como el auditor o lector interno
(a) imagina ciertos acontecimientos; algunos de estos acon- de la obra es un ente de ficc ión, radicalmente diverso del
tecimientos imaginados son frases, y algunas de estas fra- lector, a unque e l lector deba ponerse esa máscara para
ses describen a algunos de estos acontecimientos5 . Además efectuar la lectura9 Pero estas d istinciones, o siquie ra su
de esto, el autor (b) registra (directa o indirectamente) por posibilidad, no han pe netrado en las especu laciones fi lo-
1~ 1 escrito el texto de las frases imaginadas que clecicle retener.
"' El autor produce realmente signos lingüísticos («escribe» o 6 Büh ler·, Karl: Spmrhtheorie Uen a, 1934). Trad. esp .. Teoria del lenguaje

(ver bibliografía).
dicta, o lee en voz alta o recita su propia obra), pero ellos 7
Como puede advertirse, estoy usando el concepto de lo ficticio como
no son actos ele hablar, ni parte de un acto de hablar, sino opuesto al de lo real, )' el de lo fingido como opuesto al de lo auténtico. No
signos (icónicos) que representan frases, actos ele hablar, me aparto con ello del uso corriente. Un objetO real puede no ser autén-
imaginarios. No hay, pues, fingimiento de parte del autor en lico, como el oro falso o una acción fingida. y Jos objetos fi cticios ele la
cuanto tal. Hace algo efectiva y realmente: imagina una literatura suelen ser auténticos. La bacía del barbero de la ficción cervan-
tina es auténticamente una bacía (pues lo d ice el narrador), aunque don
Quijote la lleva como fingido yelmo de Mambrino. Más sobre estas distin-
5
Algunos de los acomecimien1os imaginados constituyen la historia o ciones e n el capítulo «Representaciones y ficción».
el mundo presentados; ou·os son las frases narrativas o descriptivas que los 8 Kayser. Wolfang: «Wer erz.áhlt den Roman ?»,en Di" VmtragrrisP (Bem,
presentan. Sólo algunas de las frases ele la novela describen los aconteci- 1958) .
mientos de su historia y los aspectos ele su mundo. pues otras, o no son 9 Por ello, no cabe hacer una distinción radical en tre la novela de forma
narrativo-descriptivas, o son frases de los personajes, esto es, parte d e la autobiográfica (o «de primera persona••) y la novela «d e tercera persona»
historia y no necesariamente referencia a ella y su mundo. Sólo algunos de o «auwrial», enor, a mi ver, en que cayó Kate Hamburge r, en su Die Logik
los acontecimientos imaginados quedan lijados en descripciones. porque der Dichtung (Stuttgan, 1957, 1968. Trad. esp., La lógira de la literatura, ver
(aparte de que el autor puede desechar algunas de sus imágenes)' no dar- bibliografia), y que. de otra manera, repite Searlc en e l trabajo a que he
les descripción ) otros acontecimientos de la historia son frases, reprodu- hecho refere ncia. En su Typisrhe Fonnen des Romans (Cóttingen , 1964).
cidas directamente y no descritas por medio de ou·as frases, y, finalmente, Franz Stanze1 ha mostrado la co ntinuidad lógica y formal de éstas y otras
porque el mundo novelístico, aunque accesible sólo a través dellengu'lie, maneras narrativas.
lo excede.
168 F'ÉLJX MARTÍ:-<EZ 1\0NATI
1 1 \C.TO DI' ESCRIBIR FICCIO:-IES 169
sóficas sobre el tema, ni en gran parte de la teoría de la lite-
ratura. hle de él, alguien que, en la mayoría de los casos, no conoz-
Lo que da fundamento a la posibilidad del discurso fic- co directamente. No lo percibo ñsicamente como hablante
ticio, es la diferencia entre el acto de la producción (o repro- o escritor, pues no está presente en mis circunstancias inme-
ducción) de los signos del hablar, y el acto de hablar. Un diatas; me limito a imaginarlo vagamente en las suyas. El
discurso no será mío simplemente porque yo produzca en discurso, pues, imaginario, que tengo ante mí, es substan-
actualidad los signos lingüísticos, orales o escritos, que lo cialmente mío (es parte de mi vida imaginaria), pero lo sé
componen. Puedo estar recitando un soneto de Góngora, <!jcno y lo comprendo como discw-so sostenido por Lm autor
citando una sentencia de Séneca con la que no estoy de que no soy yo, ni es el impresor, ni el escribano, ni la máqui-
acuerdo, transcribiendo un documento histórico, leyendo na grabadora. Para comprender el discurso, lo au-ibuyo a un
a un amigo una carta de mi h~jo. Para constituir propia- st~e to que, en último término, es su fuente, pero, funda-
mente un hablar, el discurso debe ser asumido como suyo mentalmente, es quien se obliga a las implicaciones insti-
por el que efectivamente lo dice. El sentido de un acto de tucionales de ese acto lingüístico. Si leo una novela, las cir-
hablar sólo se perfecciona cuando se identifica a quien cunstancias d e transcripción pued e n ser iguales, y
corresponde por ese acto, a quien, además de producir los ciertamente me e ncontraré, como en el caso anterior, fren-
signos, los hace suyos como parte de su decir hic et nunc 10 • te a un discurso imaginario que yo proyecto sobre el texto
Habla, en un sentido primario, e l que pronuncia, dándolo físico . Pero esta vez no lo atribuiré al autor como acto lin-
como propio, un determinado discurso. Corrientemente, güístico, sino sólo como imagen creada. Aceptaré este acto
claro, coincide el acto de asumir (o sostener) un discurso lingüístico como originándose en una fuente que puede
con el acto de originarlo, pero la marca decisiva es el gesto ser muy vaga o muy caracterizada, pero que será parte del
objeto creado que es la novela.
de responsabilidad personal, el cual puede extenderse a
Sostengo que estas son reglas institucionales inexplíci-
textos de otigen manifiestamente ~eno, como un proverbio,
tas del leer obras de ficción, y que el autor procede con-
una cita, un conocido principio doctrinal, etc. Según sean
forme a ellas cuando elabora su lexlo (no su discuno) para e l
las circunstancias y el carácter del discurso, este gesto de
lector. No está fingiendo escribir o hablar, sino imaginando,
apropiación de la palabra dicha puede consistir en un puro
entre otras cosas, un discurso ~eno y ficticio, y anotando
rasgo de la entonación o en formas más enfáticas, hasta cul- el texto correspondiente a ese discurso puramente imagi-
minar en ceremonias solemnes o firmas ante nota1io. nario, para que un lector pueda re imaginarlo. El acto d e
Si leo un texto no ficcional, filosófico, histórico, etc., escribir ficciones no es un «speech act>>- ni uno auténtico,
estO)' generalmente ante signos hechos por un impresor, ni uno fingido.
que transcribe de un texto dactilografiado acaso por un Claro está que puede decirse con propiedad idiomática
moderno escribano, que puede haber estado escuchando la que e l discurso ficticio imaginado por el autor es suyo, pues
voz grabada en una cinta magnetofónica. Al leer, empero, lo ha imaginado é l por primera vez, lo ha creado. Pero es
imagino el discurso correspondiente al texto como el acto de suyo como objeto imaginario que es modelo de otros tales,
comunicación lingüística originado en alguien responsa- no como acto de hablar. Para ser suyo como acto de hablar,
.. , 10
e l discurso nove lístico tendría que ser real, tendría que ser
Hablar, soswngo, es una institución esu·ucturalmeme previa a sus sostenido realmente, y eso -aquí concordamos con Searle- .
especificaciones en actos diversos de l hablar. es decir. en las instituciones
no es posible: nadie en su sano juicio puede sostener real-
específicas de los varios tipos de sj>eech acts. Debernos. como se sabe. justa-
mente aj ohn Scarlc admjrablcs conu;buciones sobre estOs tema~, abienos mente tal discurso.
a la reflexión, independientemente, po•-John L. Austin yJosefKonig. El hecho es que podemos imaginar «toda clase d e cosas»,
reales o ficticias. Por lo menos, podemos imaginar una enor-
170 FÉLIX MARTÍ:-IE:Z BONA 11

m e variedad de e ntes, y en tes fiCLi cios d e todas las clases


que conocemos en nuestra experiencia real. Ello implica
que pode mos imagi n ar h ablantes ficti cios que sostie nen
seria mente afirmaciones (tan fi cticias como ellos), verda- lAS FRONTERAS DE LA FICCIÓN
d era o falsas, acerca de o tros entes ficticio . Y como pode-
mos imaginarlos hablante de nuestra lengua, no nos cues- TII 0~1AS PA\ 'El
l mt'<'ffidad dr Pnrtu ton
ta mucho ir escribi e ndo n :almente las palabras de esos
discursos imaginatios. Las palabras d e un discurso son ejem-
plares con creto s («to ken ·,. ) d e c iertos tipos abstractos
El prese nte trabajo versa sobre las frol1lcras que sepa-
( <<typcs»). La palabras del discurso ficticio propiame nte
1<111 la ficción d e la realidad. Pt·imero, haré una cl"Ítica de u·es
tales escapa n a nuestra pluma, pues son ejemplares fi cti-
in tentos filosófi cos que p retendieron trazar lindes diáfanas
cios, pero podemos prod ucir ejemplares reales del mismo
cnu·e el universo real y la ficción. Partiendo d el supuesto de
tipo, y en e l mismo orden. De esta manera es posible regis-
que una postura normativista petjudica la comprensión d e
trar y fijar realme nte el texto d e l discurso fi cticio, y con é l,
la fi cción, pro pugno a continuación que la dife re ncia esta-
el acon lccimie nto fi cticio en su conjunto (el discurso y los
blecida e ntre fi cción y realidad no es sino un caso particu-
h echos no ling üísticos narrados y descritos e n é l) , salvar
lar denu·o d e un mode lo ontológico más general y biparti-
para otros imag inacio nes felices. Esto es lo que hace el escri-
to, utilizado particularme nte po r el pensam ie nto mítico.
tor de fi cciones. Lo hace de veras, muy seriame nte, y no
Finalmente, proponemos qu e la fi cción se d espre nde gra-
finge estar haciendo otra cosa.
dualmente de la verdad siguiendo un proceso histórico, a lo
Una observació n final. Uebeni surgir de la lectura de
largo del cual surgen varios tipos d e territorios y límites de
lo precedente una n atural objeció n: ¿1 o es contradictorio
ticción, cada uno con su propia relación respecto del mundo
decl ara r «plenamente efectivas» a las frases fi ccion a les
real.
( tanto, que determinan nuestra imaginación lectiva del
mundo novelesco). si a la vez se las declara no reales o fi c- l. Para la mayoría de los fil ósofos contemporá neos en
ticias? Pe ro ¿no aceptamos todos que los personajes de nove- matetia d e lógica y le nguaje , los límites entre e l mundo real
la son ficciones, y no seres reales, y, a la vez, les atribuimos y los mundos de la ficción son firmes y diáfanos. Los mun-
el poder d" interesarnos)' conmovernos? Es necesario acep- dos reales se presentan, sin ninguna duda, como tales. com-
tar que lo ficticio tiene e fcclividad, aunque sea válido tam- pletos y consistentes, mientras qut• los mundos ficticios son
bién que d individuo ficticio no es real. Estas paradojas no intrínsecamente incompletos e inconsisten tes. En el mejor
son otras que las tradicionalme nte conocidas e implícitas de los casos, se consideran como construcciones inconse-
en nuestras nociones de realidad y ficció6J Disolve rlas es cuentes d e nuestra mente. Incompletos: ¿cu ántos hUos tenía
una tarea ontológica y d e análisis lingüístico que exige una Lady Macbeth? Es imposible cont estar a cs1a pr('gunta; radi-
teoría ele la represe ntación. ca lme nte imposible, pues ningún progreso ci{'nlífico jamás
podrá aclarar la situació n. Inconsistentes: tanto «Shcrlock
Ho lmes vivía e n Baker Street>> como «Shcrloc k Holmes no
vivía e n Bakc r Street>> son fra ses ve rdad eras . Jrreme-

• Título original: · The Borders o f Firtion», publicado <·n P()('tir1 Today,


4. 1, 1983. págs. 83-88. Trad ucción de Mariano llasclga. Texw trJdu cido y
reproducido con autorización d el au tor y de Oukc U ni vcr~i 1 y Prcss.
172 THOMAS PAVEL lAS FRONTERAS UE lA FICCIÓN 173

diablemente imaginarios: n adie que necesitara a un detec- como reales. Además, algunas aserciones pueden ser ficticias
tive privado buscaría la ayuda de Sh erlock Holmes. Pero o no, según el contexto en que se usen . La primera frase
¿acaso lo incompleto, lo inconsistente, lo irreal de los mun- de la novela de Musil El hombre sin atributos debe leerse como
dos no son sus cualidades menos recomendables? Por ende, ficticia, aunque bie n podría proceder de un informe m e te-
el tilósofo recto y honrado hará todo Jo posible para echar oro lógico y reunir las c u a lid ades de un h ec ho real.
la ficción a un lado y n-azar un cordón sanitruio alrededor del Trabajando con ejemplos de este tipo. J o hn Searle contra-
territorio heterodoxo. pone afirmaciones <<serias» a afirmaciones ficticias, basán-
Se han perge11ado diversos acercamientos para afianzar dose en que las últimas sólo son actos ilocutivos fingidos.
tales fronteras. Una de las más antiguas y conocidas es la El estudio deSearle traza una línea diáfana entre discurso
teoría de las descripciones definidas de Bertrand Russell. serio y ficticio. La distribución es tan particular que, d e
Ésta elimina las entidades ticticias del discurso verdadero acuerdo con Searle, se podría distinguir entre afirmacio-
mediante una técnica de barrido del universo entero para nes serias y ficticias entremezcladas en el mismo texto lite-
buscar los objetos a los que se refieren las expresiones de rario. Así, según Searle, la primera frase d e .tlnna Karenina,
nuestra lengua. Para una ex presión como «el actual «Las fami lias felices son todas fe lices de la misma manera,
Gobernador de Massachussets>>, e l resultado del barrido las fam ilias desgraciadas lo son a su manera propia y sepa-
será un individuo llamado Edward King, mientras que para rada», no es un en unciado ficticio, sino serio, que no per-
una expresión como «el brillante héroe de las novelas de tenece al relato de ficción. Sin embargo, en la mayoría de
Conan Doyle», la búsqueda no nos llevará a ningún objeto los casos, nuestras intuiciones no llegan tan lejos; a menu-
perteneciente a l universo. do tendemos a considerar las obras lite rarias como arte-
Un exo1·cismo más sofisticado de las entidades ficticias es factos culturales unitarios y damos por sentado que los pasa-
el que realiza Saul Kripke en un trabajo sin publicar sobre jes gnómicos pertenecen al texto, ele igual forma que las
la existencia. Kripke observa que las frases sobre Sherlock aserciones ficticias. El propio Searle observa que abokov,
H olmes podrían estar construidas en tanto que afirmacio- al principio de Ada, cita erróneamente a Tolstoy cuando ·
nes sobre mundos posibles; ciertamente, si el barrido del dice: «Todas las familias felices son más o menos distintas;
universo real en busca de Sherlock Holmes es una empre- todas las que son desgraciadas, más o menos parecidas•• . Si
sa abocada al fracaso, podría ser que el brillante detective acaso, la frase de Nabokov resalta el hecho de que las aser-
viviera en un mundo posible, en una de esas infinitamente cion es gnóm icas están ligadas al texto, quizá no menos fic-
numerosas alternativas a nuestro universo que podamos ticias que el resto de la obra.
concebir. Pero esto, según ru·guye Kripkc, es un e rror de
concepto: Sherlock Holmes no tiene las cualidades de un ser 2. El rasgo menos atractivo de estas tentativas de acabru·
posible, dado que, según su autor y todas las convenciones con la ficción es su perspectiva normativista. El menospre-
literarias, está concebido para ser y permanecer ficticio. cio hacia los límites territoriales representa para estos auto-
Como tal, queda relegado fuera de la galaxia de los mundos res una seria transgresión filosófica. Russell y Kripke disei)an
auténticamente posibles; los seres ficticios están, por defi- sus mecanismos lógicos a fin de impedir que los seres ficticios
nición , fuera de esas fronteras. se introduzcan en los dominios de la realidad, o de la reali-
Colocarlos tan lejos, sin embargo, podría parecer d ema- dad y la posibilidad filosóficamente acep table consideradas
siado arriesgado, puesto que, con toda naturalidad, enten- conjuntamente. De forma similar, las observaciones d eSearle
demos las afirmaciones ficticias como unitarias, descripto- trazan una línea excesivamente clara entre las afirmaciones
ras de estados ele cosas coherentes, aun cu ando incluyan pragmáticamente serias y los engaños de la ficción .
oracio n es mixtas que in corporan e ntidades tanto ficticias Sin embargo, por muy útil que pueda parecer la pers-
174 IIIOMA$ PAVEI. 1 .\~ FROl'.'TERAS IW LA FICCIÓI\ 175

pectiva normativisra en aras de la b úsqueda de la verdad insistencia, terminan diciéndole que los h echos se remon-
en los mundos posibles y reales o para la representación tan unos cuarenta ali.os y que la novia todavía vive. Va a visi-
filosólica del contenido pragmático, pod6a impedirnos des- tarla y ella le cu enta su propia versión de la historia: víctima
ctibir adecuadamente la producción y comprensión de la fic- de un accidente banal, su prometido se cayó a un barranco;
ción en tanto que actividades humanas. no murió en el acto, sus gritos pidiendo ayuda llegaron a
in duda, la delimitación estrecha de frontents entre rei- unos vecinos que le transportaron al pueblo, donde murió
nos ficticios y no-ficticios tiene un desarrollo relativamente al poco tiempo. Cuando el folclorista regresa al pueblo con
reciente. Parecería que l~>s dominios de la ficción hubie- la verdadera historia, setialando que no existía tal hada celo-
sen sufrido un largo proceso de estructuración, osificació n -;a de las montañas, le dicen que la vieja debe de haberlo
y delimitación. Es un Jugar común el obsetYdr que la épica olvidado; su dolor sin duda la ha vuelto loca. El mito era
y los artefactos dramáticos más primitivos no tienen esce- fiel a los h ec h os, el relato autén tico se convie n e en una
narios ficti cios, a l m e nos para sus primeros usuarios. Sus m<'nlira. Eliade aJ'i.acle, uo sin ironía: «¿Y acaso el mito no era
per onajes eran dioses y h éroes, seres dotados de tanta rea- más fiel que e l relato, puesto que le confería un tono más
lidad como el mito podía proporcionarles. En efecto, a los profundo y rico, puesto que revelaba un destino trágico?"
ojos de sus usuarios, un mito es e l paradigma mismo de la Sin menoscabo de las cuestiones referentes a la verdad,
verdad. Zeus, J lércules, Palas Atenea, Afrodita, Agamenon, quiero proponer que la estructura ontológica en dos niveles
París, Elena, l figcnia, Edipo no eran ficti cios en ningún es un rasgo general de la cultura humat~a, que nos el~ l~s
sentido del término. No es que nadie tu,~era la sensación de claves tanto de los mito como de las ficctones, y ese u·anst-
que simplemente pertenecían al mismo nivel de realidad to entre los dos niveles ha sido y sigue siendo la regla que rige
que los mortales comunes. Para describir la on tología de las relaciones entre e llos. Generalmente, los dos niveles se
las sociedades que utilizan los mitos, se necesitan al menos diferencian en peso e importancia. Uno de ellos es percibi-
dos niveles ontológicos: la realidad profana, caracterizada do en tanto que dominio de la realidad inmediata, mien-
por la pobrela y precariedad ontológicas, y un nivel mítico, tras que el ou·o nivel, que proporciona las cla,·es de la~ pro-
ontológicam ente autosuficicme, que se desarrolla en un yecciones míticas o fi cLicias, sólo es accesible por med~ación
espacio privilegiado y en un tiempo cíclico. Di oses y héro- cultural: leyendas, tradiciones, texlOs, representaciOnes,
es habitaban en el espacio sagrado, pero ese espacio no se obras de arte, etc. El paso de la realidad a la leyenda o mito,
mirnba como ficticio. Si acaso, era ontológicamente super·ior, descrito en la anécdota anterior podría llamarse mitifimrión.
dotado de más verdad. Es un caso particular de una operación más general, a la
Las lindes entre esos dos reinos, así como e l paso de un C]Ue me referiré como marco convrnrional. Este término está
nivel ontológico a otro por parte de los individuos desta- pensado para abarcar un conjunto de mecanist:nos.' ~anto
can fuertemen te en una anécdota que relata Mircea Eliade. estilísticos como semánticos, que proyectan a los mdl\'lduos
C. Brailoiu, un folclorista rumano que estaba haciendo un y a los aco ntecimie n tos en cierto tipo ele perspectiva, los
trab~üo de campo en Mara muresh , encontró en un pueblo colocan a una distancia cómoda, los elevan a un plano supe--
una balada aún desconocida sobre un joven novio embru- rior, de tal manera que puedan ser contemplados}' enten-
jado por una celosa hada de las montañas que, uno d ías didos con facilidad. En resumen, dada la e-;tructuración en
antes de la boda, lo empuja a un preci picio. n grupo de dos niveles ele nuestra organización cultu ral. el marco con-
pastores encu entra el cad itver y lo llevan al pueblo, donde vencional consiste en u-asladar a individuos y acontecimientos
la novia le canta un precioso lamen lO funerario. A su pre- del nivel real al nivel cu lmralmente mediado.
guma de cuándo ocurrió tal acontecimiento, le dicen aJ fol- ótese q ue la noción de verdad, que parece desempet'iar
clorista que fue hace mucho tiempo: in illo lemporr>. Ante su un papel con siderable en los intentos filosóficos de sepa-
L76 HIO:\V\S I'AVF.I. 1.\.'i FRONTERAS DE I.A FICCIÓN 177

rar radicalmente realidad y ficción, no siempre es el crite- Dentro de estas lindes tlexibles, e l territorio de la fic-
rio principal para distinguir los dos niveles ontológicos. El ción se organiza de varias maneras. En la tragedia griega, la
espacio de los mitos es sin duda distante, incluso inaccesi- ficc ión fue creciendo a medida que los puntos indetermi-
ble, pero al mismo tiempo muy familiarmente verdadero, nados en la textura del mito se llenaban de material nuevo.
eminentemente visible. Los personajes heroicos de las tra- Ello, ligado al declive más general de la creencia en e l mito,
gedias griegas eran en la mayoría de los casos figuras cono- confirió a la tragedia su aura de ficción. Un tipo distinto
cidas: padres de ciudades existentes, famosos reyes y cri- de expansión de la ficción es el que presentan las novelas de
minales, extranjeros notables. ¿Era EdifJo Rey ficticio en e l caballeria. Podemos razonablemente dar por sentado que
sentido moderno? Para sus usuarios originarios, ciertamente e l público del texto En busca del Santo G1ialtomaba a sus
no, si es que por ficción entendemos un reino segregado personajes legendarios como si hubieran existido realmente.
del mundo real sub specie veri.talis. Sin embargo, caben pocas dudas de que la mayoría de las
El que la mayoría de nosotros veamos Edipo Rey como aventuras narradas eran entendidas como ficticias. La eSD"UC-
ficción se d ebe a un proceso histórico, durante el cual dis- tura del texto indica abiertamente su propia ficcionalidad
minuye gradualmente la adhesión de la sociedad a la verdad a base de añadir, después de muchos episodios, una lectu-
de un co t~unto de mitos. Las historias sagradas pierden su ra hermenéutica a propósito. La insistencia sobre el signi-
status de descripciones verdaderas de un territorio privile- ficado espiritual y moral de los sucesos sugiere muy clara-
giado. No es que e l territorio desaparezca del todo, es una mente que éstos han sido manipulados o inventados. De
estructura demasiado compleja, con d emasiado valor ejem- manera menos abierta, la novela histórica decimonónica a
plar asociado a ella para que la cultura o sus descendien- menudo distorsionaba hechos consabidos con la idea de
tes la dejen de lado sin más. Los mitos, o al menos a lgunos ofrecer un planteamiento ideológico. En este tipo de estra-
de ellos, sufren un proceso de fircíonalización. tegia, se afianza primero una base no-ficticia, a partir de la
cual la construcción extraía una especie de legitimidad. Por
3. Las observaciones anteriores sugieren que los domi- tanto. las extensiones de la ficción se construyen sigu ien-
nios de la ficción n o se h an consagrado necesariamente do una línea ideológica, a menudo para d ejar e n la inde-
corno tales desde el principio de su existencia. Es más bien terminación las fronteras entre lo que es real y lo que no lo
la ficcionaJidad de algunos de esos dominios lo que consti- es. Lo único que imp·ona es la circu lació n d e material ide-
tuye una propiedad históricamente variable. La exti n ción ológico. En otros casos, nos encontrarnos con territorios
de la creencia en una mitología es un ejemplo excelente de vagamente delimitados. Fronteras muy poco reconocibles
ficcionalización. La pérdida del vínculo referencial entre separan la ficción del reino de lo sagrado o de la realidad.
los person<ües y los acontecimientos descritos en un texto Sin embargo, los vací~s, puntos indefinidos y superposi-
li terario y sus correlatos reales constituye otro caso frecuente cio n es permanecen . Este parece haber sido el caso de
de ficcionalización. ¿Acaso no es frecuen te que leamos tex- muchas ~agedias isabelinas.
tos como La canción de Rolando La canción de Igor tomando La movi lidad y escasa definición de las fronteras de la
a sus personajes como no-ficticios? ficción es a menudo parte d e un patrón más amplio de int e-
Así, pues, las fronteras de la ficción la separan, por un racción entre los dominios de la licción y el mundo real.
lado, de los m.itos, por el otro, de la historia reaJ. Deberíamos, Los mundos ficticios pueden constru irse, lo que les con-
por supuesto, añadir la frontera que aísla el espacio repre- fiere cierta independen cia, subsistir fuera de los límites de
sentado ele la ficción de ios espectadores o lectores. Según la realidad y a veces influenciamos vigorosamente, de mane-
esto, la ficción está rodeada de fronteras sagradas, que son ra no muy diferente a una colonia asentada en otro país,
tanto d e orden real como de orden representativo. que d esarrolla su estructura propi a y si ngu lar para más
lA<.; FRONTERAS m: LA FICCIÓ:-1 179
178 THOMAS PAYf:L

dad y e l mito. Lejos de ser diáfanas y cerradas, las fronteras


tarde llegar a afectar en dive rsas formas la vida d e la madre
de la ficción se presentan accesibles por va1ios lados, a veces
patria. Tal es el caso de las fi cciones d e la sabiduría: pará-
con facilidad, según los diversos tipos de exigencias que se
bolas, fábulas, visiones pro féticas, rom.ans a these. La ficción
den e n cada contexto. A lo que se apela es a una actitud
regresa, dibujando lo que podríamos llamar el mapa semán-
más fl exible sobre los límites de la fi ccional id ad , que no
tico de su conte nido sobre e l mundo real.
podría ser otra cosa que un mayor refinam iento de nuestra
Sin e mbargo, es un error común en la interpretación
perce pción literaria.
lite raria dar por sentado que toUas las construcciones fi cti-
cias están pensadas para funcionar en ese sentid_i}Es lo q ue
yo llamaría la falacia parabólica. ¿Los escritos de Rabelais
van e n contra d e la Iglesia? ¿Es Flaube rt un escritor inmo-
ral?
Algunas veces estas preguntas fu erzan la discusión: sí,
los escritos de Rabelais iban efectivamente en contra d e las
enseñanzas de la Ig lesia. Pe ro muchas ficciones no son con-
cebidas como lucrativos negocios en el tráfico d e la sabi-
duría. Pensemos en las ficciones abiertamen te lúdicas de
la literatura franc esa d e l siglo diecisiete: las novelas de
Charles Sorel u H onoré D' Urfé, en las que la extravagancia
de los escenarios, personajes y acciones nos sugieren una
sana y feliz indifere ncia hacia la interpretación ideológ ica.
Mucho más tarde, una nueva y juguetona fi ccionalidad hizo
su aparición bajo el signo d e la modernidad. Ad optó varias
formas, d esde los intentos espontáneos, en ocasiones inge-
nuos, de los surrealistas, hasta los elaborados mecanismos
fictic ios d e los re latos d e Borges. Lo que tienen e n común
es la construcción de mundos ficticios a fin d e dejar a l des-
cubierto las propiedades d e la ficción y explo rar sus poten-
cia les. A menudo, los arreglos ficticios pretenden e levar al
máximo la distancia entre realidad y fi cción. Borges llena sus
historias de objetos imposibles o situaciones contradicto-
rias. No es posible el regreso a la madre patria d espués del
Aleph o de la Biblioteca de Babel. El propósito d e establecer
estos espacios fi cticios no es e l d e aumentar el comercio de
sabiduría co nvencional, sino potenciar nuestra percepción
de las posibilidades d e la fi cción.'
4. Concluyendo, esta breve cousideración de los terri-
torios de la fi cción sugiere que deberíamos tratar la fi cció n
e n tanto que fenómeno dinámico y condicionado por la his-
toria y la cultura, que contrasta e inte raccio na con la reali-
MU DOS POSIBLES Y RELACIO NES
DE ACCESIBILIDAD: UNA TIPOLOGÍA
SEMÁ TICA DE LA FICCióN"'
MARIE-l AUIU: R Y.<\N

La uLilizació n del concepw d e mundos posibles para


describir las esferas ele un sistema ficcional ele realidad recla-
ma una investigación acerca ele la naturaleza de la posibili-
dad. Puesto que no hay límites para la imaginación huma-
na (o mejor dicho, puesto que la imaginación humana no
pue d e concebirse a sí misma como limitada), e n un uni-
verso ficcional wdo puede suceder, sea en el cenu·o o en
la periferia. Me siento tentada de concluir que no existe tal
cosa como un mundo imposible. Si este fuera e l caso, ¿qué
sentido tiene invocar el concepto de posibilidad? Para evi-
tar una trivialización d e la terminología d e la lógica modal,
debemos abordar la p regunta de qué hace a un mundo
posibl e mediante la exploración d e los diversos tipos d e
relaciones de accesibi lidad a través de los cuales los MPAS
(Mundos Posibles Allernalivos) pued e n vincularse con e l
mundo real MR. Este capítulo desa rrollará e l concepto d e
relaciones d e accesibilidad por medio de un sistema ele cla-
sificación semántica que debería ofrecer una base para una
teoría del género.

Relaciones de accesibilidad
De acuerdo con Kripke, posibilidad es sinón imo de acce-
sibilidad: un mundo es posible en un sistema d e realidad si
es accesible desde el mundo que ocupa el centro del sistema.

* Título original: «Possible Worlds and Accessibility Rclations: 1\


Semantic Typology of Fiction>>. publicado en Possible Worül~. Artifirial
fntelligtnce, and Nnrrativt 111eory. Traducción de Amon io Ballesteros Com.ález.
Texto u·aducido y reproducido con autorización d e la autora y de Indiana
Uni vcrsity Press.
182 \IARIE· I \L Rt R\'A.'
\11 ~OOS 1>()'>11\1 t-.!>\ REI.ACIO:-.E'> m \( ( F'>IRIUDAD 183

Cuando los filósofos hablan de mundos posibles, suelen minan la diferencia semántica entre e l género de la nove-
interpretar la relación de accesibilidad como lógica. Un la histórica y otros tipos de textos que obedece n a la ley de
mundo es posible si satisface las leyes lógicas de la no-con- no-contradicción , como los cuemos de hadas y la ciencia
u-adicció n y del medio excluido: ficción.
(p o -p y '0 (p y -p) Dado que un texto proyecta un universo completo, no
sólo un planeta aislado, deben distinguirse dos dominios
(Una proposición debe ser verdadera o falsa, y no ambas de las relaciones entre los mundos: (1) el dominio transu-
cosas al mismo tiempo) niversal de las relaciones que unen MR con MRT, y (2) el
De acuerdo con la definición estrictamente lógica de dominio inlrauniversal de las relaciones que unen MRT
posibilidad, un mundo en el que Napoleón muere en Santa con sus propias alternativas (M PTAs). Las re laciones del
Elena y escapa con éxito a ueva Orleáns no es posible, primer domin io determinan el grado de semejanza entre el
puesto que implica que << 'apolcón murió y no murió en sistema texwal y nuestro propio sistema de realidad, mien-
Santa Elena>> . Pero no hay inconsistencia en ninguno de tras que las relaciones del segundo determinan la configu-
estos hechos tomados individualmente, y ambos se verifi- ración interna del universo textual. O para expresarlo de
can en algún mundo lógicamente posible (el segundo en la otra manera: las relaciones de transunivcrso fu n c ionan
pieza teatral del dramaturgo expresionista alemán Georg como la lín ea aérea a través de la cual los participantes e n
Kayscr). Puede argumentarse que, según una interpreta- el juego liccional alcanzan e l mund? en el c~ntro d~ l uni-
ción lógica de posibilidad, las únicas proposiciones nece- verso textual, mientras que las relaoones de mu-.wntverso
sarias son la~ verdades matemáticas (<<dos r dos son cua- hacen posible para los miembros del MRT viajar ment~l­
u-o») y los a ertos analíticos (•<los solteros no están casados»). mentc dentro de su propio sistema de realidad. En la dts-
Es obvio, sin embargo, que la inte1·pretación lógica de cusión qu<' sigue me centraré principalmente en las rela-
la relación ele accesibilidad no es suficiente para una teoría ciones MR/ MRT, pero el repertorio conceptual que describe
de los géneros liccionales. Textos como las rimas absurdas, las re laciun cs transuniversalcs también en cuentra aplica-
los poemas surrealistas, el teatro del absurdo o la nove la ciones en e l dominio intraunivcrsal.
postmoderna pueden liberar su universo del principio de no- En orden decreciente d e rigor. los tipos relevames de
contradicción. Si queremos evilar el de concierto de hablar relaciones de accesibilidad de MR implicados en la cons-
acerca de los mundos posible<; imposibles de ficción , debe- trucción d e MRT incluye n los siguientes:
mos aceptar un rango mayor de relaciones de accesibili- A) identidad de fJrojJiedades (abreviado A/ propicdades):
dad. Algunas de (·stas serán más libres que las leyes lógicas, MRT es accesible desde MR si los objetos co munes para
otras más constrci1idas: en las novelas históricas, por ejem- MRT y MR comparte n las mismas propiedades.
plo, MRT" presenta relaciones más cercanas con MR que B) identidad deinvenlmio (abreviado B/ mismo inventario):
la compatibilidad lógica. Estas relaciones más cercanas deter- MRT es accesible desde MR si MRT }' MR están compu estos
por los mismos objetos.
Oamo< aqlll l.h equh ,tlenci as de la\ .tbrt•,i;uuras que la .tutora utili;a C) Compatibilidad de int~enlario (C/ in\'entario expandi-
t' n ~u
obra,' qut· 'on c·<enciales para cn rt·ndcr d texro: do): MRT es accesible d esde MR si el inventario de MRT
,\ ,M = Artual \Vmld > :.IR = :vlundo lk.tl incluye todos los miembros de MR, junto con ;.~ lgunos mjem-
TAW= 7"fxtual Artual World > MRT Mundo Real Tcxwal
T RW= Textual UPfm•nrP World> MORT Mundo de Referen cia l"cxtwll bros nativos 1•
APW= Alti'T'nativl' Pos.1ible World> MPA Mundo Posible Al ternativo
TAPW= TexttLal Altmrativt Possibll' Worllb MJYrA = Mundo Posible Tcxntal 1 Podría pt•nsarse en una relación in,·e•-sa de compatibilidad, según la
Ahcrnalivo. (.\'. dtl ·¡:} cual el in,<·ntario de M.RT conslituiría una ..ección dd imcm<uio del .\1 R.
~tl':-IDOS POSIBLF$ Y REI.ACIO:'\f.S DE ACCF-'>IBIUDAD 185
184 Mi\RHAJ \l;RE RYAN

C.) Compatibilidad lógica (G/lógica) : MRT es accesible


D) Compatibilidad cronológica (D/cronología): MRT es desde MR si ambos mundos respetan los principios de no-
accesible desde MR si a un miembro de MR no le lleva una contradicción y del medio excluido.
nueva colocación temporal el contemplar la historia ente- H) Compatibilidad analítica (H/anaJítica): MRT es acce-
ra de MRT (esta condición significa que MRT no es más sible desde MR si comparten verdades analiticas, es decir, si
antiguo que MR, es decir, que su presente no es posterior en los objetos designados por las mismas palabras tienen las
tiempo absoluto al presente de MR. Podemos contemplar mismas propiedades esenciales.
hechos del pasado desde el punto de vista del presente, J) Compatibilidad lingüística. (I/Iingüística): MRT es acce-
pero puesto que el futuro no contiene hechos, sólo pro- sible desde MR si el lenguaje en e l que MRT se describe
yecciones, considerar como hechos los eventos localizados puede entenderse e n MR.
en e l futuro conlleva una nueva colocación más a llá del Una combinación de ¡·elaciones A/propiedades y
tiempo de su reali.:ación). B/ rnismo inventario (las cuales contienen entre ellas todas
E) Compatibilidad fisica (E/ leyes naturales): MRT es acce- las otras relaciones) hace al universo textual similar en todo
sible desde MR si comparten las leyes naturales. a nuestro propio sistema de realidad (véase la figura 3 para
F) Compatibilidad taxonómica (F / taxonomía): MRT es un resumen de la siguiente discusión) 2 . La compatibilidad
accesible desde MR si ambos mundos contienen las mismas absoluta con la realidad es desde luego el ideal de textos no
especies, y las especies se caracterizan por las mismas pro- Iiccionales prese ntados con fines informativos, como las
piedades. Dentro de F puede ser útil distinguir una versión obras de historia. el periodismo y la biografía. Si los recep-
más estrecha F' que estipula que MRT debe contener no tores deciden que la intención del emisor es informativa, y
sólo el mismo inventario de especies naturales, sino tam- que las relaciones A y B aportan información, completa-
11
bién los mismos tipos de objetos manufacturados tal y como rán su representación de la realidad en base a la nueva
se encuentran en MR hasta el presente. información que extraen del texto. La invitación para usar
.e o imersccciona.ría con él, pero esLa relación no es producti\'a en la semán-
tica d e la ficción porque contradice el principio de distancia mínima. Si
e l texto de dicha manera es lo que hace a MR el referente
de MRT.
MRT tiene Francia. por una ley de solidaridad geográfica debe tener Parfs, ¿Pueden los principios A/ propiedades y B/ mismo inven-
incluso aunque París no se mencione; si tiene Napoleón, su inventario tario aparecer en la ficción también? Esto implicaría que
comprende implícitamente todos los individuos que vivieron alguna vez el emisor del textO cenu·a nuevamente el sistema de realidad
en MR. Asumir la exclusión de cualquier entidad dada del mundo real de
alrededor de un mundo que es de todo punto similar a MR.
MRT sin directivos textuales específicos equivaldlia a poswlar una salida
gratuita -y por lo tamo menos que mínima- de l MR. Para que la salida no Esto parece no sólo irrelevante, sino también imposible.
sea granrita, la exclusión tendría que hacerse explícita por· parte del tex to. Los tlniversos de ficción siempre difieren al menos en una
¿Cómo puede hacerse esto? Una forma de establecer la ausencia del MRT propiedad de nuestro propio sistema de realidad: incluso si
de una entidad específica seria afinnar directamente el hecho: «La escena el emisor del texto ficcional centra de nuevo e l universo
de la histOria es Francia, pero no hay un I'aJis en esta Francia". Mas csLa aiir- textual alrededor de un mundo MDRT en el que se supone
mación constiruiría un comentario mctaficcional, expresado desde la pers-
pectiva de l MR y rompi e ndo el juego [iccional. Otra manera sería por que LOdo es exactamente tal y como es en MR, MDRT difie-
medio de una paradoja, como que un personaje se1ialara: «Francia sería re de MR en que e l intento y acto de producir una ficción
mucho má~ bonita si París existiera [como lo hace en el MR]». De nuevo es un hecho de MR pero no de MDRT (de igual manera,
aquí el recurso conlleva un ejemplo ambiguo con respecto a MR y MRT.
2
Si dos sistemas tiene idénticos mundos reales, ambos son idénLicos
Para permanecer estr-ictamente dentro de MRT, los personajes podrían
vi<~ar al lugar exacto de un11 ciudad del mundo rea l -tal y como se deter- ~:n
total, puesto que sus MPAs se originan en sucesos mentales reales. Si sus
mina por rasgos geográficos únicos, como la conllucncia de dos ríos famo- MRAs fueran distintos, lo sedan igualmente los actOs mentales, lo mismo
sos- y no ver nada sino bosques y campos. No puedo pensar en un recur- que sus mundos reales.
so análogo pat-a excluir a los individuos del mundo real.
186 tvL\RIE-LAURE RYAN
MUNDOS POSILILF.S Y Rf.l.'\CJO:--:ES DE ACCESIBIUDAD 187

cuando los niños fingen que todo es tal y como es, el mundo
real difiere del mundo fingido a través de la presencia de los FJCL. RA ')

niños que juegan ese mismo juego). Relaciones de género y accesibilidad


Sin embargo, contradiciendo su propia existencia como e o F/ F' e
A B E H,
ficción, un texto ficticio puede ofrecer una reproducción
exacta de la realidad. Los novelistas conocen la posibilidad -Completa
cuando advierten al lector de que todo parecido con los no-ticción + + + + + + + + +
individuos y hechos reales debería considerarse como pura -Verdadera
coincidencia. Pe ro, como indica la creciente popularidad ficción + + + + + + + + +
de lo que se ha venido en denominar «ficción verdadera>>, un -Ficción realista e
universo Gccional puede concebirse y presentarse d elibera- histórica + + + + + + + +
-Fabulación
dame nte como una imagen perfecta de la realidad. La dife-
históJ;ca + + + + + + +
rencia entre la no-ficción y la verdaderaficción es que la -Ficción realista en
primera pretende representar la propia realidad «tiena de
(MDRT=MR) , mientras que la última representa un mundo nadie>> + + + + + +
MDRT distinto de, pero muy parecido a MR. La verdadera -Anticipación + + + + + + +
ficción incluye tales prácticas miméticas como la historia -Ciencia ficción +!* +!- + F+/F'- + + +
dramatizada, las biografías noveladas, y lo que paradój ica- -Cuento de hadas * + + + +
mente se ha dado en llamar «novelas de no-ficción••, es decir, -Leye nda + + + + +
historias acerca de hechos reales que utilizan las técnicas de -Realismo
fantástico +/* ~/- +
la ficción narrativa (el mejor ejemplo de este género es A
sangre fria, de Truman Capote). La ficción verdadera explo- -Rimas absurdas */- -1+ (1 -1+ +/- +
ta los huecos informativos de nuesu·o conocimiento de la
:Jabbenvockismo *- [) )
+ -$
-Poesía sonido * [)
realidad rellenándolos con los hechos creíbles, aunque no
comprobados, de los que el autor no se responsabiliza (como *: no-aplicable a causa de un - a C
seria el caso en la historiografía). El mundo textual es acce- []: no aplicable a causa de un- ó ? a e
sible epistémicamente desde el mundo real, en tanto en -$: incompatibilidad restringida a la mayo1ía de nombres y verbos
cuanto todo lo que conocemos acerca de la realidad puede
integrarse en ella. En una vida novelada, por ejemplo, la A=identidad de propiedades F'=compatibilidad taxonómica
narración respeta toda la información histórica disponible B=identidad de inventario ~ para ambas especies natura-
acerca del héroe, pero completa esta información con diá- les y obje tos manufactu1·ados)
logos sin documentar e informes de pensamientos íntimos C=compatibilidad de inventario e=compatibilidad lógica
D=~rn patibi l idad cronológica H = compatibilidad analítica
que podrían haber ocurrido tal y como se describen. En un
E=corn pati biJ idad fisica l= compatibilidad lingüística
texto no ficcional, estos detalles habrían ele ser representa- F=compaúbilidad taxonómica
dos de manera hipotética, como verdaderos en alguna red (sólo especies naturales)
de mundos posibles a los que podría pertenecer o no e l
mundo real. La razón para presentar el texto como ficción
Mientras q ue los hechos sin documentar de las vidas
es que los hechos sin verificar pueden mantenerse directa-
noveladas, la historia dramatizada, y las novelas de no-ficción
men te para MRT sin mantenerse para MR, y por lo tanto
excluyen una estricta aplicación del p rincipio A/ propie-
sin comprometer la credibilidad del autor.
dad es, hallamos una mayo r adhesión a éste, a expensas d e l
188 \1Ul'OO~ I'OSII:ILES Y Rt:LACIONl-:S OE ¡\CCESIB Jl.IOAD 189

B/ mismo inventario, en la práctica periodística ejemplificada papel tangencial al afirmar e l valor de verdad de las inter-
por los diálogos de Ralph y Wanda d e la revista Time (Ralph pretaciones, puesto que todos los asertos vá lidos acerca del
y Wanda son una pareja imaginaria que informa y discute universo textual d eben ser compatibles con ellas. Cuando se
acerca de las últimas teorías de comportamiento sexual). respetan A/ propiedades y C/ invent.ario expandido, las úni-
Ou·os ejemplos de este género de ficción verdadera: los diá- cas diferencias entre los miembros de MR y sul. contrapuntos
logos de Pl atón, y la Prosopopeya de Fabricius en los e n MRT residen en su interacción con los miembros con-
Discursos sobre las artes y las letras de Rousseau. En estos tex- -.ustanciales a MRT: el Londres de Sh erlock llo lmes posee
tos wdos los hechos se verifican (idealmente), pero el acto la propiedad de tener un residente llamado herlock Holmes;
de habla a través del cual se presentan es imaginario, bien e l Londre real de finales del siglo XIX no. Hablando con
porque los hablante no pertenecen al in\'entario de MR lógica, A y C convierten a MR en una sección de MRT: todas
(Ralph )' Wancla) , bien porque realmente nunca emitieron las proposiciones verdaderas en MR son igualmente verda-
las palabras atribuidas a ellos (Sócrates, Fabricius). Dado deras en MRT, pero las proposiciones que conciernen a los
que e l aclO de habla es imaginario, estos textos no se emi- individuos específicos de MRT son indeterm inadas en MR
ten desde MR, sino que conllevan la recolocación consti- (o falsas, en un sistema de doble valor).
tutiva de la ficciona lidad. En un género que pudie ra denominarse fabu lació n his-
• Si e liminamos A/ propiedades, pero mantenemos tórica, las A/ propiedacles son mucho m;~s abienarn e nLe
B/ mismo inventario, obtenemos historias imaginarias acer- transgred idas que en la clase precedente. Una vez más, el
ca de gente real. Un ejemplo de esta categoría es (por muy inventario de MRT incluye el inven tario de M R, pero las
discutible que sea) la leyenda de Ceorge Washington y el propiedades de los mie mbros comunes difieren rle maneras
cer·czo. En el dominio no fi ccional, esta combinación de no neces;;~riamenie relacionad;:¡" ("nn "11 implicación con los
relaciones de accesibilidad viene ejemplificada por las his- miembros no comunes: 1 apoleón escapa a Nueva Orleáns,
torias que aparecen e n la prensa sensacionalista: «El Hitler gana la guerra, y Ana de Austria da tontamente a su
Presidente Truman inspeccionó la caída de un ov:-.:1 en aman te, el Duque de Buckingham, la<> joyas que recibió
1947». como presentes de su esposo, el rey Luis XIII. En esta situa-
Un caso contrario \'Íene propiciado por las novelas rea- ción , alguna proposición será verdadera en MRT y falsa en
listas e históricas, como Guerra)' paz, las novelas de Sherlock MR, incluso bajo un sistema d e triple \"alor.
l lo lmes, o /,a mujrr del Teniente Francés. las A/ propiedades se Cuando C/ inventario expandido ya no da más de sí.
mantienen hasta el extremo lógicam e nte posible, pero pero todavía sí desde D/ cronológico en todas las otras rela-
B/ mismo inventario e~ reemplazado por C/ inventaJ;o expan- ciones, .MRT se localiza en una tierra de nadie geográfica e
dido. MRT contiene algunos individuos que no tienen con- hiMóricamente. Las leyes de la naturale.t.a están e n vigor, y
tra~mto en MR (Nat.asha, Sherlock Holmes, Sarah Woodnúl) , MRT está poblado por las mismas clases de objetos que MR,
per~ presenta por otra parte el mismo inventario y la misma pero los representantes de las clases son individuos dife-
geografía que t>. IR en el mismo intervalo temporal. Las pro- rentes. Ninguno de los nombres propios que se usan en
piedades de lo~ miembros comunes son iguales para ambos MR tienen referencia en MRT. Esta combinación bastante
mundos: el Londres de Shcrlock Ho lmes es la capital de inusual de relaciones crea la espe luznante a tmósfera del
Inglaterra, y los nombres de sus calles son idénticos a los del mundo taxonómicamente ordinario, y sin embargo abso-
Londres real. ):1 1apoleón ele Guerra y jJaz nació en Córcega / lutamente a lienante, de las novelas de Kafk.a m proceso y El
en 1769, h!jo ele Carlos Bonaparte y Leticia Ramolino, y tuvo cast.illo.
doce herma11os. Acaso estos hechos no sean directamente Al romper la relación D/ crono logía se obtiene como
relevantes para la trama de la novela, pero desempei'tan un resultado bien la novela de anticipación, bien la de ciencia
192 MARJF-LAURP RYAN
193
ca n , de la misma man e ra suele sucederle a C/ inventario Otros tipos d e absurdo son producidos por transgresio-
expandido: los cuentos d e hadas tie nen su propia geografía t~cs de -~/a nalítica. Ngunos textos se basan en una negación
y població n . na excepción a esto es el género leyenda si<>t~~mauca de a lgunas de las propiedades esenciales que
(«Cómo Paul Bunyan creó e l Gran Cañón») : seres sobre- defJnen un concepto. Consideremos el siguiente poema
naturales pululan a través de MRT, y los milagros acontecen francés:
comúnmente, pero los principales personajes o referencias
espaciales tie ne n contrapuntos en MR. Una inclusión simi- n jcune vieillard, assis sur une picn·c en boi'>
lar d e la geografía y la población de MR se encuentra en Lisait son joumal plié dans sa pochc
a lgunos relato fantásúcos como Fmnkenstein, cuyo héroe A la lucur d"un révcrbcn: é tcim.
nació (y fue concebido mentalmente) e n Ginebra.
La emancipación de la re lación G/ lógica abre las puer- (U n joven viejo, sentado en una picclr a de madcr a.
tas al re ino del absurdo. Como Susan Stewart (1978) obser- leía un periódico doblado en ~u hobillo.
va, el absurdo se caracteriza por su rechazo de la ley lógica a la IU7 de un farol apagado).
de la no-contradicción . P y -p pueden ser verdaderos, no
só lo en mundos separados d e l unive rso textual, sino en su Este texto cancela la propiedad «vic;jo» ele vit,illard, la
mundo real tambi é n. Las transgresiones de G acontecen propiedad •• mineral» de pierre, y la propiedad «oscuro» del
no sólo e n formas del fo lklore como los poemas infan til es, rhwrberf iteint. Cada una de estas propiedades ca nceladas
sino igualmente e n la llamada ficción postmoderna (McHa le perte nece a la definición ele la palabra. Pero o tras propie-
1987) . Cuando leemos en Le Libera de Roben Pinge t que dades definitorias quedan sin tocar: por virillord entendemos
un cieno pet·sonaje ha muerto, y treinta páginas más ade- todavía un ser humano, y no una máquina; por pinTe un
lante que está vivo, la contradicción no debe resolverse asíg- ol~jcto sólido r no un fluido. Una Lransgresión completa d e

~~ando el segundo aserto a un punto más temprano e n e l JI/analítica llevaría a borrar 1/ lingüístira: si la entidad deno-
uempo. El personaje está simultáneame nte muerto y vivo minada «caballo» pudiera todas las propiedade), de un o rde-
en MRT. Esta ruptura ntdical con las leyes de la lóg ica debe- nador en MRT, MR y MRT no seguirían las mismas con-
ría d istinguirse d e la práctica textual más común de pt·e- Yenciones lingüísticas, }' MRT permanecería tan inaccesible
sentar a firmaci ones conu-adictorias como posibilidades, sin para cllectot· como el uniYerso de un texto en una kngua
introducir la contr<~dicción denu·o de los límites d e MRT. Un cxu·ar~jcra. La incompatibilidad lingühtica puede resultar
ejemplo de uso que preserva la lógica de la conu·adicción también de una falta de ~olapamiento en el rq>ertorio taxo-
es la siguiente rima: nómico de MR y MRT. Si las especie:. de MRT difieren radi-
calmente de las de MR. sus nombre:. quedar<\n privados de
na botella de pop, una gran banana ton tenido :.emántico, a meno:. que el te>.. lO oft c1ca sus pro-
Somos del ur de Louisiana pias definiciones léxicas. Tomado como una cmiclad auto-
Es memira, es un engario
suficiente, el poema •1abberwocky•• de Lcwis Carroll ilustra
Somos dt' Colorado (citada en Stewart 1978: 72). este tipo de oscuridad:
Aquí los hablantes no son simultáneamente de Colorado
y Lo_u_isiana, sino de Colorado en un m undo posible, y de Twas brillig, and the slithy tovcs
Did gyre and gimble ir1 thc wabe
L6u tstana e n otro. El texto hace im posible decidir entre las
AJI mimsy were the borogroves
dos a lternativas (pues no hay razón para creer que la p ri-
And the mome raths outgrabc (Carroll 1975: 130).
mera afirmación es rea lmente mentira) , y un mundo vacío
queda e n e l centro del universo textual. Reubicado en el contexto m ás amplio d e A travé~ del
194 .\IARI E-l .AU RE RYAN \l UNOOS I'OSIBLES Y REL.ACIONES DE ACCESII\11 ll)J\t) 195

espejo, sin e mba rgo, e l poema se hace accesible lingüísti- «acaso»), o uniéndolas mediante una conj unció n « O » , para
came nte mediante las traduccion es de Humpty Dumpty: dejar en la duda cuáles de e llas prueban ser verdaderas en
«brillig» significa «a las cuatro de la tarde», «Slithy» sig ni- MRT. Amba'l técnicas son características de la obra de Georg
fica <<elástico}' viscoso>•, y «toves•• son «algo parecido a los Trakl, una poesía de lo \'Írtual, si es que alguna vez ésta exis-
lagartos, algo como las comadrejas, y algo como un saca- tió.
corchos» (Carroll 1975: J 87). Mientras que «jabberwocky» B) El cen tro desconocido. El texto borra las distincio-
retiene alg ún so la pamiento taxonómico/ ling üístico co n nes entre MRT y los mundos en la periferia (es decir, los
MR (hay fa uces y garras y espadas en este mundo, y tienen mundos privados de los per onajes) sin dejar claro quién
presumiblemente las mismas propiedad es que lo que lla- habla, o impidiendo que e l lector iderniíique e l mundo d e
mamos fauces y garras }' espadas en MR) , todas las cone- refe re ncia d e las frases. En Dans Le Labyrinlhe, de Robbe-
xiones son escindidas en estajitanjáfo ra de Hugo Ball (cita- Grillet, nunca sabemos con seguridad si el texto describe
d o e n Stewart 1978: 92): una realidad factual o el mundo soñad o o alucinatorio d e
un personaje.
gacljibcd bimba g landrin i lonni cadori C) Carencia absoluta de autoridad. En texto como El
gadjl1ina gramma l)(·riba bimbala glandri galassassa innmn&rable, de Becke tt, el narrador subvi erte su autoridad
lauli ta lo rnini
re tirando afirmaciones previas que se conside ran me ntiras,
~1 gaclji bcri bin g lassa g lassala !aula Ion ni cadorsi
sin dar razones válidas para cree r la negativa más que la
sass<tla bim
afirmació n o riginal. El discurso d e l narrador se considera
Gac.Uama wffm i t.imzalla binban gligia wowolimai bin
bcri ban co mo <<simplemente discurso», como un vagabundeo men-
tal in coheren te qu e expre~::. un munrlo intPrior de pe r-
Con el último víncu lo lingüístico a MR se desvanece la cepciones transitorias.
posibilidad de conocer y decir algo acerca de MRT. Con Entre los extremos de un MRT completa me nte solidifi-
esta posibilidad lo qut: se desvanece es la mismísima noción cado y radicalmente inaccesible surge la posibilidad de un
de uni\'erso textual. centro parcialmente definido. En obras como La ce/()sía de
Robbe-Grillet y Fuego pálido de Nabokov, tenemos poco cono-
cimiento d efinitivo acerca d e las leyes generales por las cua-
Reüuiones irresolub!Rs
les se construye este mundo. Los MRTs d e La celosía y Fuego
La evaluación de las relaciones de accesibilidad de MR pálido son básicamente mundos realistas en lo que respec-
a :VIRT presupone la habilidad del texto -es decir, la volu n- ta a las relaciones O/ cronológica a través de !/ lingüística
tad o a u toridad del hablante implícito- para establecer los para la primera, y C/ inventario expandido a través de I/ lin-
hechos de MRT. Cuando se niega e l acceso epistémico a güística para la última: las hadas y e l viaje por e l tiempo, el
estos hechos, el mundo en el centro d e los sistemas tex- absurdo y las jergas extrañas no son, obviamente , posibles
tuales no consigue solidifi carse -tomando prestada la feli1. e n estos dominios. ¿Cómo obtenemos una intuición d e los
expresión de Fé lix Martínez.-Bonati ( 198 1: 115)-y las rela- princip ios por los c ua les estos mundos es tá n juntos?
ciones de accesibilidad se convierten en irresolubles e nte- Aprehendemos MRT mediante su refl~jo e n la me nte de
ra o parcia lmen te . Variaciones d e esta situación incluyen : los personajes, y aunque no confiamos e n los detalles d e la
A) El centro vacío. El texto limita sus afirmaciones a reilexión, o no podemos identificar a la me nt e que refle-
mundos en la periferia, evitando la representación d e un xiona, asumimos que la imagen menta l respeta la configu-
mundo real. Este efecto puede conseguirse modalizando ración básica de la realidad reflejada. Si el punto de vista sub-
propos ic ion es co n a dve rbios de posibilidad (« quizá>>, jetivo del personaje en lo concerniente a MRT está vinculado
196 MARIF-I..AL:RF RYAN
\ll"i\"DOS I'OSIBLES Y KEIACIO:\F.~ DE \ CCESIUII lllAD 197

a MR a través d e un cierto haz de relaciones, asumimos por divisiones d e MRT como cohe rentes con las divisiones d en-
una ley d e transitividad que las mismas relaciones se man- tro de MR.
tienen objetivamente enu-e MR y MRT. La discrepancia e ntre e l punto d e vista d e l creyente)' e l
del no creyente demuestra la relatividad histórica de la afir-
Reltuúme\ múltiples y ontologjn~ Pscindidas mación d e las relaciones d e accesibilidad, y su dependencia
Un ha.t d e relaciones de accesibilidad no es siempre sufi- de modelos explicativos como las teorías científicas v la reve-
ciente para calCgorit_ar el numdo real de un universo textual. lación religiosa. Un texto pued e ser jt11gado con'forrne a
El texto puede prcscnta1 lo que T homas Pavel (1986) d eno- E/ leyes naturales en aJgún momento histórico, y como rup-
mina una onLOlogía «dual» o «separada»: e l dominio d e lo tura de E e n un punto posterior: e n la Edad Media, un a
real se escinde en dominios diametralmemc disti ntos que histol-ia sobre bn0as podría contarse como rea lidad de MR.
obedecen a leyes diferentes, como lo sagrado y lo profano Por e l contrario, un tex to como VPinlP mi/leguas de viajP sub-
en obras teatrales alegóricas medievales, o el mundo visi- marino de julio Verne rompió 0 / cronología y F'/taxono-
ble (la rea lidad cotidiana) conu·a el mw1do de lo invisible mía (versión más reducida) para e l lector del siglo XIX, pero
(El proceso, e l Castillo) e n las novelas de Kafka (Doldel e l paso de l tiempo y el invento del submarino lo hace ente-
1983) . Fre nte a los mundos privados de las consu· uccioncs ramente compatib le con estas relaciones para el lector
mentales d e los personajes, «lo Sagrado» o «lo Invisible» moderno. Desde una perspectiva contemporánea, el tipo
no son mundos posibles a lternativos emplazados en la peri- semántico del texto se parece más al género d e aventuras
feria del sistema textua l, sin o territorios comple mentarios que al gé nero de ciencia ficción , como en principio se pro-
dentro del mundo cemral. En las novelas de Kafka, e l MRT ponía. Sin embargo, yo no iría tan l ~j os como para d ecir
se escinde entre 1111a esfera realista, que obedece a todas que e l texto ha cambiado d e géne ro: en tanto en cuanto se
las relaciones excepto A/ propicdades, B/ mismo invema- recuerde el origen de Vei11te mil/eguas dr tJiaje submarino. el
rio }' C/ inventario expandido, y una esfera de irresoluble lector lo re lacionará con la ciencia ficción (al igu al que
relación con ~1 R. El caso del mito y e l teatro alegórico 1984 será por siempre una novela de anticipación).
mcdie,•al debe ser C\aluado desde dos puntos de acerca-
miento difácntes: la perspectiva del creyente en lo sagrado Relaciones múltiples)' el centro mulliespacial
que profesa una ontología dual, v la perspectjva d el no cre-
La existencia (real) d e textos con un centro vacío susci-
ycme que ~e adhiere a una ontología unificada, profaná\
ta la cuestión d el caso inverso: un texto que absorbiera todos
Para los no CJ"<')Cntc~, lo sagrado en estos textos se alcanza
lo:. mundos posibles d e nu-o de los límit('S de .\1 RT . En e l
re,ocando las rdaciones E/ leyes naturales y F/ taxonomía,
universo semántico d e este texto, el cen tro estaría en todas
mientras que e l profano respeta estas relaciones. Pero ¿cómo
partes y la circunferencia en ningun a, puesto que el domi-
cat!logan el texto los miembros de la comunidad original?
Scnalar que los que se adhieren al sistema de creencias pro- nio d e lo no-real seria vaciado d e su sustancia. Mientras que
yectado por e l texto consideran MRT compatible rrlobal- dicho texto no ha sido escrilO nunca en MR, «existe» uno
mente con E y F soslayaría e l hecho d e que su propi~ siste- en un sistema de realidad reccntraclo: la nove la d e l a utor
ma conceptual se basa en una ontología dual. Para los CJUe chino Ts' ui Pen, tal y como lo d escribe un académico inglés
creen en lo sagrado, lo «sobrenatural» pertenece a <do posi- en e l relato «El jardín de se nde ros qu e se bifurcan>>, d e
ble en lo real>•, aunqu<' no a <do posible en lo o rdinariO>>. Su Jorge Luis Borges:
sistema con ceptua l disting ue un conjunto de leyes, espe-
En todas las ficci ones, cada vc1 qnc un hombre s<· <'nfren-
cies o individuos profanos de los sagrados, y consideran las ta condiversas ahernativa.~. opt.a por una y elimina las otras: en
198 MARIH .AURf RYAJ'I \1l'NI)OS POStnt.E.<, Y RELACIONI·.S DE ACCI-.Slllli.IDAD 199

la del casi inextricable T'~11i Pen, opta -simultáneamente- por consideran sueños, no se viven como realidad), como del
todas. Crea, así, diversos porvenires. di\·er1>0S úempos, que tam- universo fant.:-lstico de los cuentos de hadas, en el que E/ lcyes
bién proliferan )' se bifurcan (Borgcs 1989: 111 -2; Madrid: naturales y F/ taxonomía se rompen en el mundo central
Alian.ta Editorial). del sistema.
Para captar las características semánticas de un género
Bajo una concepción estrecha de la accesibilidad, los acaso sea necesario evaluar los mundos periféricos del sis-
senderos que se bifurcan de esta ficción posible de ser pen- tema en relación tanto con MR como con MRT. Un caso
sada, pero no de ser escrita, conduce a todos los futuros destacable es e l gé n ero fantástico, tal)' como lo d efine
permitidos por las leyes lógicas y físicas. Todos los mundos Todorov (1975). De acuerdo con TodorO\', e l ambiente fan-
que respeta E/ leyes naturales, F/ taxon omía, y G/ lógica se tástico surge de la vacilación entre una interpretación racio-
combinarán en MRT, pero puesto que estos mundos pueden nal y una interpretación sobrenatural de los hechos. De
ser mutuamente contradictorios, G no se mantendrá para manera prototipica, un person~je se enfrenta con sucesos
MRT como un todo. B<~o la noción diversificada de acce- que no pueden explicarse por e l modelo de «lo posible en
sibilidad propuesta en este capítulo, los jardines que se lo real» del personaje. El personaje por lo tanto intenta expli-
bifurcan pueden llevar a mundos de cualquier tipo semán- carlos mediante su confinamiento en un mundo periférico,
tico, y mcdiame la actualitación simultánea dt> to?os ellos, como el d el suei1o o la alucinación. Cuando se compara con
MRT se ,;ncula a MR a través de todas los subconJuntos de MR, el MRT del texto fantástico rompe las relaciones E/ leyes
relaciones existentes. naturales y posiblemente F/ taxonomía, pero los personajes
conciben MRT como respetuoso con estas relaciones. Lo
Relationes inlm-universale~ que el héroc originalmente cree posible en MRT se corres-
ponde con lo que los que se adhicn'n a una ontología pro-
Como hemos afirmado )'a (Capítulo 1), un universo fana de MR creen po.,ible en MR. Al final del texto, sin
semántico consi te en una pluralidad de mundos, y su des- embargo, el person~je se ve obligado a revisar su modelo
cripción semántica requiere una aplic~ción recursiva del ~i:r ele realidad al adherirse a una ontología dual. En su estado
tema taxonómico dentro de sus proptos confines. En Alma inicial los mundos epi temológicos de los personajes se con-
en f'l País de las Maravillas, por ejemplo, MRT es un mundo forman con MR, pero entran en conflicto con MRT; en su
realista relacionado con MR través de todas las relaciones estado final se alinean en MRT, pero se desvían d e MR.
excepto A / propiedades y B/ mismo in\'cntario (el pa_so. po~ La discrepancia interna que Todorov etiqueta como fan-
este· mundo es demasiado fugaz como para dectdtr s• tástico se al7a en sorprendente contraste con la homoge-
C/ inventario expandido se mantiene o no). Sin embargo, neidad epistémica del cuento de hadas: aquí lo sobrenatural
de:.de el mundo designado originalmente como MRT, el se acepta c<;pontáneamente como parte de MRT, y la repre-
texto viaja al mundo onírico del País de las Maravillas al sentación ele la realictad d e los personajes no se regula por
revocar E/lcyes naturales y F/ taxonomía,)' este mundo oní- las leyes de la naturalet.a. Un tipo ligeramente diferente de
rico se apropia momf"ntáncamentc del lugar de un mundo armonía entre un MR sobrenatural y su retl~jo en la mente
real mediante un gesto imerno de re-centralit.ar (interno del personaje acontece en La nutam01fosis, un texto que
por oposición al recentralit.ar externo por el que Le.wi Todorov excluye -con razón- de lo fantástico. Transformarse
Carroll hace que se realice e l universo textual entero). Este e n un escarabajo es para Gregorio Samsa un suceso total-
recentramiento interno aísla el texto tanto de las novelas mente sin precedentes, un suceso ni previsto ni explicado por
realistas convencionales, en las que los mundos oníricos exis- su peculiar concepción d el mundo, y, por lo tanto, no para
ten sólo en la periferia del universo textual (los sueños se que lo experimente cualquier otro individuo. o obstante,
200 MARII::-IJ\l ' RJ:: RYAN MUNDOS POSIBLES Y RJ::LACIONES DE i\CCI!.Sil3!LIOAD 201

a Samsa no le queda otra opción que afrontar la evidencia rán en el lector. Las etiquetas genéricas como cómico, trá-
(<<esto no era un sueño» es el primer pensamiento que cruza gico o idílico se refieren a varios tipos de filtro estilístico. La
por su mente»), y en su representación de MRT la realidad distinción de la novela pastoril ele La celosía dentro de la
de la metamorfosis nunca se cuestiona. red de MRTs flsicamente posibles con lleva tanto e l foco
temático como el filu·o estilístico: el primero selecciona lo
bucólico como foco temático, y desde lo bucólico se filtra lo
Género y relaciones de accesibilidad
idílico; éste selecciona un paisaje ele la vida colonial, y lo
Como ha sugetido la discusión precedente, las relaciones pinta con colores neutros.
de accesibilidad se implican en la diferenciación de los El énfasis de probabilidad tiene que ver con el hecho de
géneros. Pero las clases taxonómicas producidas por el cóm- que el texto se sitúe en lo cotidiano o marginal demro del
puto de variadas combinaciones de relaciones no se corres- horizonte ele posibilidades determinado por las relaciones
ponde necesariamente con las etiquetas genéricas al uso ele accesibilidad relevantes. Por medio del énfasis de pro-
e n una cultura dada. En algunos casos las etiquetas son más babilidad podemos diferenciar lo que Doreen Maitre (1983)
restrictivas y en otros más amplia. Ana Karenina, de Tolstoi, llama ,,ficción escapista», como las novelas de aventwas o las
y La celosía, d e Robbe-Grille t, contienen un elemento «rea- históricas, de las novelas realistas de Zola of Flaubert, aun-
lista», aunque la primera respeta C/inventario expandido que ambos tipos respetan e l mismo conjunto de relaciones
y la última no: La celosía no hace referencia alguna a indi- de accesibilidad. La ficción escapista describe atractivos esti-
viduos o lugares de MR. Por otra parte, las novelas pastori- los de vida, aventuras excitantes, coincidencias increíbles,
les son Lodo menos realistas, pero su sistema d e realidad dilemas angustiosos, deseo ardiente, pasión eterna -todos
puede alcanzarse a través de las mismas relacionf's ck ::~c:cP­ los c uales son lógica, económica, psicológica y físicamente
sibilidad como el universo de La celosía: en ambos casos el posibles en MR, aunque altamente improbables.
inventario de MRT no contiene al de MR, pero MRT res- Las etiquetas genéricas al uso en una cultura pueden
peta las leyes de la física y la lógica. conllevar varias combinaciones ele los tres tipos ele criterio
Para refinar las categorías aportadas por las variadas semántico (pueden también, desde luego, cubrir rasgos no
combinaciones de relaciones de accesibilidad en una taxo- semánticos, como constricciones formales y requisitos prag-
nomía correspondiente a etiq uetas genéricas aceptadas, máticos). <<Detectivesca» o << histórica», cuando se aplican a
debemos introducir factores adicionales de diversificación novelas, se refieren a un tipo ele foco temático que presu-
semántica. Me gustaría proponer tres de estos factores: foco pone un cierto grupo de relaciones de accesibilidad.
temático, filtro estilístico y énfasis de probabilidad. «Idílico» es un filtro estilístico, <<pastoril>• un foco temáti-
El foco temático es e l principio por el cual el texto selec- co, y la etiqueta •• nove la pastoril>> cubre ambos rasgos.
ciona lugar, personajes y sucesos ele la historia e inventario Algunas etiquetas son ambiguas entre dos tipos ele criterio.
del universo textual para conformar una trama o mensaje. <<Realista» se entiende por parte de algunos como refirié n-
Las etiquetas genéricas novela <<psicológica», <<de detecti- dose a las relaciones de accesibilidad: un texto es realista
ves» o histórica conciernen a todos los tipos de foco temá- si respeta todas las relaciones desde E/ leyes naturales, y si
tico dentro ele los sistemas d e realidad accesibles a través los hechos que describe son económica y psicológicamen-
de relaciones C/ invemario expandido a través ele !/ lin- te posibles en MR. Para otros, los sucesos descriws en e l
güística. texto realista deben también entrar dentro de lo estadísti-
Mientras que el foco temático guía la selección ele lo camente probable. Sin e mbargo, otro uso ele lo realista pone
que se va a mostrar, el.filtro estilístico determina bajo qué el énfasis sobre el foco temático: el texto es realista si se
prisma se presentarán estos objetos, la impresión que crea- concentra en la vida cotidiana entre las regiones ele MRT.
202 MARIE-LAURf: RYAN MUNDOS POSIBLES Y REI.ACIONES [)E ACCESIBILIDAD 203

En este terce r sentido, realista ya no implica la aceptación de los personajes podrían ser aquellas d e los miembros ele
de E/ leyes naturales. Puede decirse que La metamorfosis de MR. Esto signif-Ica que consideramos a los personajes c.omo
Kafka, o Le passe-mumille d e Maree! Aymé, combinan un ele- seres humanos completos a quienes pode mos asociar como
mento fantástico y uno reaJista. La etiqueta «fantástico>• es personas. La re lación d e credibilidad psi co lógica pue d e
otro t:;jemplo de polivalencia semántica potencial. En su romperse de varias formas: po r medio d e la vida interior
uso más amplio e intuitivo «fantástico» es sinónimo de trans- rudim e ntari a de las criaturas marginales que puebla n e l
gresión d e E. Pero, en la d efinición más restringida pro- teatro d el absurdo. Para que la locura rompa la relación,
puesta por Todorov, esta transgresión no se conside ra con- sin embargo, d ebe generalizarse a todos los miembros de
dición suficiente. El texto fantástico debe crear una MRT. Presentado en e l con texto de un ambiente «cuerdo>>,
incertidumbre epistémica haciendo la relación MR/ MRT la locura es sólo un extremo de la escala de la posibilidad psi-
al me nos temporalmente inde terminada con respecto a E. cológica.
Si aceptamos esta definición, e ntonces la etiqueta <<mara- Cnando un texto rompe la relación de credibilidad psi-
villoso» puede sustituirse por fantástico para aquellos textos cológica suele romper alguna otra relación más domina n-
en los que la transgresión de E/ leyes naturales viene asumida te, lo que hace la especificació n de la relación psicológica
a priori, como en las leyendas y los cuentos de hadas. algo superflua para la descripción semántica d el género.
Entre los <': iemplos previamente citados, los cuentos d e hadas
Expandiendo el refJertorio también rompen E/ leycs naturales, la ciencia ft cción rompe
El catálogo precedente d e relaciones de accesíbilidad 0 / cronología, y el teatro del absurdo u·ansgrede C/ lógi-
semánticamente relevantes es todo menos definitivo. La ca. Pero, desde una propiedad redundante, la cuestión de
necesidad d e expansión crecerá, sin duda, a medida que la credibi lidad psicológ ica puede elevarse a rasgo distintivo
se procesen más textos a través del modelo, a medida que por pane ck un texto que presente una combinación inno-
aparezcan nuevos géneros, o a medida que afinemos e l aná- vadora de las relaciones de accesibilidad. Dicho textO podría
lisis de textos individuales para distinguirlos de otros repre- ser un relato l'a ntástico que combine los sucesos sobrena-
sentantes d e l mismo género. La lista de candidatos para LUrales con un retrato plausible de la psicología humana.
sumarse a l mode lo incluye los sigu ientes: 3. ComjJalibilidrul socio-económica: MRT es accesible d esde
l. Coherencia hislmica: MRT es accesible desde MR si MRT MR si ambos mundos companen las leyes económicas y la
no sólo incluye la población de MR, sino que no contiene estructu ra social. Añadiendo esta relación a l catálogo se
anacronismos con respecto a MR. Mediante esta relación se hace posible distinguir e l mundo «realista» d e La relosia de
hace posible distinguir las narraciones históricas estándar, al Robbe-Crillet, donde a l menos algunas personas Lrab~an
igual que lo que he venido denominando fabulación históri- para ganarse la vida, del pai s~e Edénico de la novela pastoril,
ca, de las obras d e fantasía que permiten el encuenu·o de per- donde la disponibilidad de bienes esLá previamente asu-
sonajes, objetos y preocu paciones de diferen tes peliodos: mida.
Jua na d e Arco volviendo al mundo moderno y abanderando La principal razón para incluir las relaciones de credi-

una guerra contra e l sexismo, o el hombre prehistórico vie n- bilidad psicológica y de compatibilidad socio-económica en
do culebrones e n la televisión (cfr. McHale 1987 acerca de l e l catálogo reside en su importancia hermeneútica. Un ··
papel creativo del anacronismo en la ficción postmode rna). lexto que respete la cred ibilidad psicológica hace a las teo-
rías psicoanalíticas li teralmeme ap licables como modelos
2. üedibilidcu:l psicológica: MRT es psicológicamente acce- interpre tativos, mient,·as que un texto que transgrede la
sibl e d esde MR si creemos que las propiedades mentales relación puede sólo justificar una aplicació n fig urad a: los
204 ~IARII'.·IAld{E RYAN \ll '11)0!-. PO~ISI.F.., Y RFI..\CIO:-\F~ 1>~ ·\CCI'.~I811ll).\ll 205

persom~es e n los cuentos de hadas pueden simbolizar el lucstra opinión de las leyes fí<iicas }' ck la<, clases taxonó-
complejo de Eclipo, pero no lo sufren. En la misma línea, un micas son menos unánimes: algunos de nosotro.., creemos en
texto que rc~pctc la compatibilidad ocio-económica hace los lantasmas. los 0\''\tS, lo milagros, cte. Incluso si los lec-
a la doctrina \ la• ll.ista válida como explicación potencial, torce; excluven estas entidades de MI representación pcro;o-
mientra'> que una no,·cla pastoril no. nal de la r~alidad. queda la posibilidad de que el emisor
las considere reales, y así su aparición en un texto no cons-
L ComjHlllhilidad rntPgorial: por medio de esta etiqueta tituve un signo absoluto de ficcionalidad. Al'm mayor es
entiendo el n·spcto por las distinciones entre las categorías nuestro desacuerdo en lo qtH.' respecta al im·entario del
lógicas bá~ica .... ~tcdiantc C!>ta relación es posible explicar la mundo real, ) a las propiedadc~ de sus miembros. E!. con-
diferencia semántica entre MRTs que contienen personajes ~ccucntemente fácil para un texto r(~prcscntar errónea·
aJcgó•·icos como la Mu('rtc y la Belleza, y los MRTs que exclu- mente los hechos o introrlucir individuos 110 t•xistcnlcs,
)'en dichas enLidade!>. En la medida en que una alegoría es mientras que se afirma no obstante que MRT 1 ellc:ja MR.
la encarnación de una idea absU<tcta, u-ansgrede la distinción La distancia entre MR y MRT, tal como se mirle por las
categorial entre.' particulares y universales. Ot.ro ejemplo de relaciones de accesibilidad, aporta así un indicador de íic-
transgresión categorial es la arirn1ación que pone punto cionalidacl bastante íiablc, pero no un criterio absollllo. Lo
final al programa de televisión <<Barrio Sésamo»: «Este pro- que parece un poema surrealista que rompe la ley lógica
grama IC' lo han ofrecido la letra Z y el número 6». de no-cont.radicción podría formar p;H·te de una entrada
del diario ele un paciente csquiwfrénico; lo que parece una
Relacione.~ df' anesibílidad yflccionalidad descripción l~mtásúca de vidas étnte•-iores podría !>er la auto-
biografía ele una actriz famosa; por otro lacio, lo que pare·
La discusión precedente revela una conexión directa
ccn las genuinas cartas de amor de una monja pmtugucsa
entre ficcionalidad y la fuerta de las relaciones entre MR y podrían ser invención de un autor francés del siglo '\\ 11. La
MRT. En los textos no ficcionales, la ruptura ele relaciones cuestión de la ficcionalidad no se decide ni por las propie-
debe ser bien ocultada ( engai'lo), bien inadvertida (error). dades semánúcas del universo textual ni por la-. propiccla-
Para que MRT se aleje de .MR en estos casos, los referentes dcs estilísticas del texto, sino que'\<.~ e-.tablecc a pn01i como
textuale!> deben situars en una zona de desacuerdo acerca parte de nuestras expectativas genérica.... Com.ideramos un
de si la relación los cubre o no: no se pueden contar men- tcll.to como ficción cuando conoc<.·mo., '>U gt•ncro, ' !>abe-
tiras o comet<.·• error<.'~ acerca de hecho. que se reconocen mos que el género está gobernado por las regla-. del juego
unánimemente como ,·erdaderos. La naturaleza de las \'arias riccional. Y entramos en este juego cuando llll<.'<>tra preo-
relacione!> es tal que las últimas citadas concitan mucha cupación por el sistema textual ck la realidad desplan
mayor unanimidad que las más altamente ordenadas. E, F, momentáneamente nuestra preocupación existencial por
G, 11 e 1 cuentan consecuentemente con una probabilidad los asuntos de nuesu·o propio sistema.
mucho menor de que M' rompan sin que lo sepa el emisor
o el receptor que A o B. Todos estamos de acuerdo en prin-
cip io acerca de las leyes del lenguaje y la lógica. Si en la
opinión del lector un texto rompe estas relaciones, él o ella
asumirá que la violaci<')n fue no sólo intencionada, sino que
también se quería que se la reconociera, y que consecuen-
temente RMT puede alcanzarse únicamente por rl)edio de
una redistribución lúdi ca en otro sistema de realidad.
LA AUTÉNTICA FICC lÓN ES QUE LA REALIDAD
EXISTE. MODELO CONSTRUCTIVISTA DE LA
REALIDAD, LA FICCIÓN YLA LITERATURA*

SIEGFRJEO J.
SCI-JM IOT
Um vrrsid(l(/ d' Si~gn•

l. PROSPECTUS

o hay análisis científico que verse sobre ' la estructura


de la realidad en la ficción' que pueda avanzar si no ha
dejado antes del todo claras las nociones de 'realidad' y 'fic-
ción'. Cualquier debate sobre ésta u otras materias rela-
cionadas lleva implícitos necesariamente conceptos y mode-
los teóricos, metacientíficos y ontológicos de amplio alcance
(cf. SJ. Schmidt 1976, 1980-1982, 1980a). En este artículo
me propongo esbozar un marco teórico dentro d e l cual
tales nociones puedan encontrar explicación, evitando con
e llo seguir dando vueltas inútilmente a cuestiones metafó-
ricas o metafísicas.
Dicho marco teórico se basa en el trabajo empírico de
científicos constructivistas (como Humberto R. Maturana,
Francisco Yarela, Ernst von Glaserfcld, Heinz von Foerster,
Ruprecht Riedl, entre otros). Dado que los estudiosos de
la literatura tienden a estar poco familiarizados con la epis-
temología const.ructivisr.a y con sus fundamentos empíricos,
he decidido hacer unas breves digresiones sobre biología
y fisiología, con la esperanza de que contribuyan a aclarar
las diferencias que existen entre las posturas constructivis-
tas y aquellas otras que se han desarrollado sin fundamen-
to empírico (científico) a lo largo de la historia de la filosofia
(como el solipsismo, por ejemplo). Además, puede que con

*
Tí mio odginal: «Thc ficrion is that realüy exi~t.s~, publicado en Poetia
Vol. 5:2 (1984). 253-274. Traducción de Paloma Tejada Caller. Texto
Wr.Úl)'.
traducido y reproducido con au torización del auwr.
208 SJEGFRI ED J. SCIIMII)T lA AliTf..'-'TICA FICCIÓN ES QL1 E. U\ IU.ALIDAD EXJS1E. 209

esta revisión detallada de la epistemología constructivista como unidad fundamental no la neurona, sino el propio
consiga evitar malentendidos en torno a mi propia con- comportamiento. Según la perspectiva constructivista, la
cepción de la literatura, la ficción y la realidad. Con todo, gente y su comportamiento puede describirse y explicarse
quiero destacar desde un principio que la discusión que de manera adecuada clenu·o del modelo que se aplica a los
sigue no presenta reflexiones del todo novedosas. Por ejem- organismos. La estructura ele los organismos, es decir, las
plo, ya ha habido quienes en distimas ocasiones han defen- relaciones que se producen e ntre sus elementos, es autojJo-
dido la idea de que el significado es una cuestión de sub- yética. La organización, o sea, las relaciones que definen un
jetividad y convención. Sin embargo, tales supuestos, por sistema vivo como unidad y determinan sus posibles inte-
regla general, han carecido de base empírica y teórica con- racciones y transformaciones, es homeostática. Los sistemas,
sistente; paralelamente tampoco se ha aclarado qué con- autopoyéticamente estructurados y homeostáticamente orga-
clusiones se pueden (se podrían, se deberían) sacar de ellos. nizados con sistemas nerviosos cerrados son attl~1"eferencia­
Yo voy a intentar solventar estas dos deficiencias. Por les. Los sistemas vivos mantienen su organización homeos-
ello, no defiendo que mi exposición sea nueva u original, tática circular reproduciendo aquellos elementos que
sino coherente y consecuente. resultan disipados por influencias del entorno: «Es la cir-
cularidad ele su organización lo que hace ele un sistema vivo
una unidad ele interacción múltiple, y esta circularidad debe
2. SISTEMAS Y i\·IODELOS, CONSTRUCCIONES Y COl\lVENCIONES mantenerse para que el sistema siga siendo un sistema vivo
y conserve su identidad a través de la interacción diversa.»
2.1. La teoría constructivista de la cognición normal- (Maturana 1970: 9). De acuerdo con esta circularidad, todas
mente puede encuadrarse dentro de un apartado más gene- las operaciones del pominio cognitivo son inferenciales.
ral de teorías sobre sistemas biológicos. Pero al tiempo, la Concretamente:
epistemología constructivista difiere del estructuralismo los sistemas vivos al organizar su experiencia operan
dominante en el ámbito de las teorías de sistemas en tanto ele modo inductivo;
que se orienta primordialmente hacia aspectos pragmáti- los sistemas vivos operan ele manera predictiva , es
cos}' funcionales (lo cual no impide que esta teoría tenga decir, presuponen que lo que ha ocurrido una vez en
también un componente estructural). el dominio experiencia! volverá a pasar;
Dicha orientación queda reflc::jada en la hipótesis gene- los sistemas vivos poseen una organización conserva-
ral que plantea la teoría consu·uctivista ele la cognición: los dora; es decir, repiten únicamente lo que funcionó o
sistemas vivos no se definen primordialmente por las cua- resultó adecuado en el pasado;
lidades de sus componentes, sino por su organización, es
los sistemas vivos son sistemas históticos, es decir, la
decir, a través de relaciones.' En el caso del sistema ner-
relevancia ele todo comportamiento queda definida
vioso, por ejemplo, esto quiere decir que debemos tomar
por el pasado.
1
Exis1c un paralelismo inlCI"Csantc en u-e esta idea y lo que en micro- Los sistemas vivos se caracterizan además por su auton~
física se ha llamado la hipótesis de boot-strap (cf. F. Capra 1075), en la mía, su identidad y su naturalna cerrada.
que se asume que el universo es una lextura dinámica de sucesos co he- Son autónomos en tanto que presentan limites inequí-
ITntes. :--Jo hay ningún elemento, ni cualidad de un elemento qu~: resulte
vocos frente al entorno. El principal objetivo de los siste-
fundamental. Por el con trario, LOdo emerge a panir de las cualidades de
los demás elememos. )' las estrucLUras de la textur-.t están detenninadas mas autónomos es conservar su autopoyesis. Los organis-
por la co nco,-dancia emanada de las relaciones recípwcas. mos mantienen una identidad específica a l intentar
210 SIEGFR!t O J. ~CII\1IDT LA .\L:TI'' 11(. \ fl( CIÓX 1-.S Qn 1 \ R~ \IJOAD EXISTI-. 211

mantener invariable su organización. (El observador inter- acuerdo con una secuencia específica de variaciones, que o
preta tal identidad como individualidad). bien es fija (especificada a través de la evolución) o bien
Debido a la naturaleza cerrada de sus sistemas nervio- puede cambiarse durante el Vl.lelo como resultado del esta-
sos, los organismos poseeu u11a cstrucLUra determinista: su do del mi~mo (aprendit.aje) » (1970: 38).
organización define un ambiente en el que el sistema puede
interactuar; es decir, u nicho. El nicho viene constituido 2.2. Al generar de modo recurrente representaciones
por la realidad cognitiva global del sistema vivo. El sistema de los diversos tipos de interacción en los que intervienen ,
nervioso le permite al organismo int.eracwar con sus propios los sistemas vivos se convierten e n observadores. A partir de
estados internos y le capacita para construir relaciones pura- este estado, tenemos que diferenciar entre el sistema vivo
mente físicas. Este modo de interacción conduce a la auto- romo sislt'ma y el sistema vivo como observador para no con-
observación, que e· la base de la auto-conciencia. En opinión fundir dm dominios radicalmente distintos. Maturana des-
de Maturana, el hecho de que la organ ización anatómica y cv-ibe la diferencia entre una y otra función en los siguien-
funcional del sistema nervioso proporcione una síntesis de tes té rminos: «el nicho queda definido por los tipos de
componamielllo, pero n o, por ejemplo, una representa- interacción en los que puede intervenir un organismo. El
ción de la realidad, constituye un escollo epistemológico entorno queda definido por los tipos de interacción en que
de los análisis biológicos cognitivos. El dominio cognitivo del un observador puede intervenir y que constituyen para é l
sistema vivo eslá en el interior del propio sistema: los orga- el contexto en el que se desenvuelve su interacción con el
nismos interactúan con sus propios estados imcrnos como organismo observado. El observador contempla sim':'ltá-
si tales estados fueran objetos independientes del sistema. neamente organismo y entorno y considera que e l nicho
Este tipo de pensamiento abstracw requiere un sistema ner- del organi'imo viene dado por esa pane del entorno que,
vioso que sea capat de consu·uir diferencias entre activida- según sus obsPrvaciones, yace en el dominio de interacción del
des internas y externas del sistema vivo. mismo. [ ... ] El nicho y el entorno, pues, se entrrcruzan sólo
Para entender e l concepto co nstructivista de I'OmfJorta- en la medida en que e l observador (inclu idos los instru-
miento, es necesario comprender primero que los sistemas mentos) y el organismo tiencn organizaciones comparables
vivos se ven permanentemente innuidos y deformados por [ ... ] » (Maturana 1970:11). El istema como tal, por tanto,
el nicho y por las actividades propias del sistema. Debido a interactúa con su nicho y d entro de él, y éste queda defi-
la naturaleLa cerrada del sistema nervioso, cualquier varia- nido por las posible clases de interacción en las que puede
ción que se produzca en el estado del sistema conducirá intervenir un organismo de acuerdo con la estructura y la
inevitablemente a nuevas variaciones, ya que el sistema ner- organización del sistema. A este dominio, que en e l curso de
vioso siempre intenta mantener una relación constante la evolución se ha convertido en una estructura que opera
entre sus receptores y sus agentes para conservar la identi- razonablemente bien, lo denomina Riedl dominio ralit:rmór-
dad del ·istcma. Según esto, el comportamiento de los sis- jico (J 980). El sistema como observador vive en su entorno
temas ,·ivos puede definir e como un continuo funcional que, a su vez, repre en ta un dominio de descripciones cog-
que establece la unidad del organismo en todas sus inte- nitivas que Riedl denomina el dominio rarional. Como es
racciones y transformaciones. Malllrana compara el com- bien sabido, la capacid ad que tienen los sistemas vivos com-
portamiento de los sistemas vivos con un vuelo con piloto plejos de resolver problemas es bastante débil y vaga a nivel
automático: «el comportamiento es como un vuelo con pilo- racional , mientras que tal capacidad a nivel ratio-mórfico es
to automático en el que los agentes (motores, a lerones, relativamente fuerte y definitiva. La dificultad radica en
etc.) cambian su estado para mantener constante, o para que la~ estrategias utilizadas para la resolución de problemas
h acer variar los datos de los instrumentos de con trol, de no pueden transferirse de un dominio a otro, y como resul-
212 SIECFRI ~~O J. SCJJMIOT LA AUTÉt-.'TICA FICCIÓN ES QL'E LA REALIDAD EXIS1l· 213

tado el dominio racional oo alcanzará nunca la certeza y la so-motrices. Los observadores no pueden hablar del «obje to
eficacia de su homólogo ratiomórfico. en sÍ>> o del «objeto como tal>>; por tanto, lo que un obser-
vador puede únicamente hacer y, de hecho, hace es descri/Ji1'Se
2.3. Las consideraciones biológicas que acabamos d e
un objeto a sí mismo. «Describir es enumerar las interac-
hacer sobre la teoría con strucLivista de la cognición resultan
ciones y las relaciones reales o potenciales que manliene la
indispensables para la argumentación en tanto que, según
entidad descrita. Así, el observador sólo puede describir una
Maturana, la cognición <<es un fenómeno biológico y sólo entidad si hay al menos otra entidad de la que distinguirla
puede entenderse como tal; toda aproximación epistemo- y que le sirva para observar cómo la primera interactúa y se
lógica que queramos hacer sobre e l dominio del conoci- relaciona con e lla. Esta segunda entidad que sirve de refe-
miento exige que entendamos esto» (1970:5). Los proble- rencia para la desc1·ipción puede ser cualquier entidad, pero
mas que plantean la cognición, la realidad, la verdad nos la referencia última de toda descripción es el propio obser-
exigen que respondamos a las sigu ienles pre~untas: ¿Qué vador» (Maturana, l970:6n). El dominio cognitivo del sis-
hay quP saber? y¿ Cómo conocemos? tema vivo es, por tanto, el dominio definido por todas aque-
Volvamos, pues, sobre los procesos de percepción )' cog- llas descripciones que e l sistema es capaz de producir; es
nición. La percepción, como afirma insistentemente decir, e l modo específico de autopoyesis define necesaria-
Maturana, refleja necesariamente la organización anató- mente e l dominio cognitivo del sistema. Es precisamente
mica y funcional que adopta un sistema nervioso en su inte- por la organización circular y la auto-referencialidad de los
racción múltiple, y no las propiedades de una realidad inde- sistemas vivos por lo que el dominio cognitivo constituye un
pendiente. Por tanto, la percepción no es más que un dom inio d e inte racción cerrado que p redetermina toda
proceso de conso·ucción. No refleja una realidad objetiva (y clase de imeracción potencial. En general, la cognición se
no puede hacerlo): ,<Jo que experimentamos es un con- rige por la meta ele la autopoyesis y de las condiciones que
junto de outputs de las funciones pcrccptuales, y no tene- debe mantener como sistema, no por tener que reproducir
mos manera de detectar la verdadera naturaleza del input» e l «mundo real». Esto es lo que significa la afirmación de
(Powers 1976: 6) . Lo único que puede hacer el sistema ner- que la cognición está mlríngida al sujeto y depende dPI sujeto.
vioso es informar al organismo del hecho de que se ha pro- Desde e l punto ele vista constructivista, la cognición no
ducido una señal nerviosa, pero no u·ansmite información puede verse como la percepción o la descripción ele una
alguna sobre el origen o la cualidad de la señal. Los sistemas realidad de existencia independiente, sino como la pro-
vivos sólo pueden percibir sus propias señales sensoriales, ducción activa ele un campo de actuación localizado clenu·o
que después serán interpretadas en el dominio cognitivo del dominio de interacción cerrado que caracteriza al sis-
del sistema. Estos aspectos de la percepción pueden resu- tema. Esta idea lleva implícita también la necesidad de revi-
mirse en la siguiente fórmula: el comportamiento contro- sar las concepciones que habitualmente se tienen del apren-
la la percepción; la percepción es interpretación. O , como dizaje )' la memoria.
dice Ernst von Glasersfelcl: «No existe dicotomía entre per- De acuerdo con Maturana, Pl aprendiwje ya no puede con-
cibir e interpretar. El acto de percibir es el acto d e inter- cebirse como una acumu lación de representaciones de la
pretar. La actividad de percibir consiste en construir una realidad, sino que debe entenderse como transformación
invariante. Aislar, se leccionar y cenu·ar la atención son todas del comportamiento a través de la expet·iencia. Y, en este
ellas partes de este proceso>> (von Glasersfeld and Richards modelo, la memoria ya no se presenta como almacén de repre-
1979:25). [[NB: página mal citada en el original]] sentaciones, puesto que no existe tal función neurofisiológica
Lo que se presenta para el sistema vivo como objeto es de <<almacenéÜe». Parece que la memoria es más bien la capa-
resultado de la coordinación organi7.ada de ciertas seriales sen- cidad que tiene e l sistema de producir en determinadas
214 SIEGFRifn J. '><'11\IIOT L-\ ALTf..'-"riC.-\ FlCCIÓ'\ ES Ql E L\ IU \J 10.\D F.XISTE 215

situaciones un comportamien to que el observador pued a Por ello, no hay contradicción entre la dependencia que
clasificar como recreación de una conducta anterior. el conocim ie n to tiene del stticto y la posibi lidad técnica de
aplicarlo satisfactoriamente; incluso si concurren ambas
2.4. Si empenmos por la percepción, los sistemas vivos cosas, ello no basta para probar un verdadero conocimiento
construyen modelos de realidad (modelos de mundo) e in ter- de la realidad objetiva, ya que la lógica del mundo descrito
pretan dichos modelos como realidad personal, de acuer- es isomór(ica con la del sistema que lo describe, es decir,
do con La función de observador. La construcción de la rea- e l del observador. Esta formulación expresa el aspecto esen-
lidad, de la percepción en adelante, es un espejo de la propia cial de la epistemología constructivista, «esto es, el mundo
onlOgénesis del perceptor: éste va literalmente produciend o construido es un mundo experiencia! q ue consiste en expe-
el mundo en que vive a l ir viviéndolo2 . La construcción d e riencia y no pretende hacer corresponder la «verdad» con
modelos de mundo necesariamente se produce en el interior una realidad ontológica» (von Glasersfeld 1981 :28) - «el
de lol\sistemas vivos. Este proceso está determinado por: mundo que cxperienciamos es y debe ser como es porque
la estructura y la organinción del sistema (su equi- lo hemos hech o nosotroS>• (p. 29). Por lo que se refiere al
pamiento biológico); sistema y al observador, la tesis constructivista de la reali-
dad se formu la del siguiente modo: <<Como observadores
la experiencia del sistema, que está determinada por
podemos tener nuestro mundo real, como organ ismos debe-
los órga11os sensoriales y la capacidad ele selección mos ser conscientes de que se trata de nuesu·a propia cons-
que éstos tienen; trucción» (von Glasersfelcl and Richards 1979: 55).
las inferencias que el sistema extrae de su experiencia; Los modelos de mundo son, pues, mapas de la realidad,
- el estado actual del proceso de sociali7..ación y la géne- no la realidad en sí. Documentan resoluciones de problemas
sis del mismo. que han sido adecuadas a nuestros propósitos. Pero: <<nunca
veremos los límites del mundo que hacen fracasar nuestras
La dependencia que del sujeto 1icnen la cog11ición y la indagaciones. Lo que expcricnciamos y lo que sabemos está
construcción ele la realidad no debe equipararse ni con- necesariamente construido sobre nuestros propios ladri llos
fundirse con la arbitrariedad, pues la construcción de la y sólo puede explicarlo nuestra arquitectura>> (von
realidad opera sobre los resultados de la selección biológi- Glasersfeld 1981:35). I ncluso si una estrucwra cognitiva
ca, lo cual puede ser considerado como una evolución cir- funciona -si la resolución del problema ha sido atisfacto-
runsoita a los mlomos. En esta historia de la evolución -como ria- nunca podemos extraer inferencias de e llo de cara a
destaca Riedl- la vida resulta ser un realista hipoté tico que la constitución de una realidad objetiva; <<esto equivale a
favorece el conocimiento adecuado. Más aún, la construc- decir simplemente que conocemos sólo una manera facti-
ción de la realidad afecta al con trol ejercido socialmente ble de dirigirnos hacia una meta que hemos elegido de
sobre las esu·ategias de resolución de problemas, al corro- acuerdo con ciertas condiciones de nuestro mundo expe-
borar y con(irmar la globalidad de la experiencia social riencia!. [ ... ] El constructivismo radical es radical precisa-
desarrollada históricamente. mente porque viola la convención al desarrollar una epis-
temología en la que el conocimiento ya no versa sobre la
2 Hay un pa•-.•lclismo interesante enlrt• lo que- aeabamos de dt•cir y las realidad ontológica ·objetiva' , sino sólo y exclusivamente
formu laciones dd mago indio Donjuan de C. Castañeda ( 1978: 225): «Te sobre el orden y la organización de la experiencia que se dan
voy a decir lo que nos contamos a nosou·o~ mismos. Nos conmmos nue~~-o en nuesu·o mundo experiencia!. De una vez por todas, el
mundo. De hecho man1cnemos nuestro mundo con nues1ra convc•·saoon constructivista radical ha abjurado del 'realismo metafísi-
interior [... 1 F:l mundo es tal o cual. de ('~la fonna o de otra, sólo porque
co' y está totalmente de acuerdo con la afirmación de Piaget:
nos decimo~ a IHl~Oiros mismos que a'í e·~ como es• (pág. 226) .
216 SIECFRIED f. SCIIMIIH LA ALTE:-JTICA FICCJÓ:-< ~.S Qllt:: LA Rf_\LIDAD t-:XI'> r 1· 217

«La inteligencia organit.a el mundo al tiempo que se orga- en día, mientras los behavioristas pretenden sostener con
niza a sí misma» (pág. 23). más fuerza que nunca que el entorno es el responsable de
Desde una perspectiva teórica, todo sistema vivo en tan to todo, y mientras los sociólogos pasan la pelota a los genes,
que sistema v observador consu·ure su propio modelo de las teorías que sugieren que sólo nos tcucm<>.., a nosou os
mundo idiosincrático como continuo de nicho y entorno, para dar gracias por el mundo en que vivimos no re'\ulta
dejando margen a la conducta permanente. De hecho, estos muy cómoda» (\'On Glasersfeld 1981:17).
modelo. de mundo idiosincráticos están consu·uidos bajo el
poder de los proce-.os de socialización; la cognición indivi-
dual viene a ser una variante de un orto-modelo de mundo 3. U:--.A MIRADA COXSTRCt.'TI\' IS.IA SOURE L\ LE'=CL.,\,
(0~1\1) que determinados grupos o instituciones de socia- ~.L SIG1'\IFICADO Y LA C:O:\Il :-\1< . \UÓ'\

linción imponen sobre los individuos. Uno se ve inducido


a adoptar un OM\1 por socialización y convención y, tal como 3. 1. La teoría constructivista de la cognición tiene con-
demuestran con claridad los análisis, todo 0~1M refk;ja inte- seCLtcncias importantes para cualquier teoría de la lengua,
reses sociales y ('Slructuras de poder. El consenso alcanzado el significado y la comunicación, y. por lélnlo, para cual-
sobre los principios que se utilizan para construir modelos quier teoría de la literatura que abiertamente o de manera
de mundo queda establecido principalmente a través de la encubierta presuponga o aplique tales teorías. Las tesis cons-
lengua, es decir, sobre la base de la intet·acción y la coor- tructivistas que sostienen que los significados dependen del
dinación. stúcto, que la lengua funciona principalmellle de manera
connotativa o que la comunicación no es un medio para
2.5. A la lttt. de la epistemología constructivista. lodo 1ransmitir información resultan lo suficientenwnlc provo-
tipo de ontología realista y de semántica extensional (desde cadoras como para atraer la atención ele los cstudio~os de
la inmición que proporciona el sentido común hasta el rea- la literatura. Para entender las cuestiones rundamentalcs
lismo filosófico), así como todo planteamiento de naturaleza de la teoría constTuctivista del lenguaje deb<•mos considerar
absolutista y LOda pretensión de alcanzar los fundamentos en primer lugar la distinción que establece Mawrana entre
últimos, han resultado poco convincemes. Esto no sólo afec- descripciones de primer) de segundo orden.
ta al conocimienLO o a la verdad, sino también y de mane- Para un observa.dor, el modo en que actúa el 'lií:>tema en
ra especial a los dominio normativos y culturales. su nicho se le presema como descripción dd nicho mismo
La!. cultura~. !.cgúu Maturana. son inconmensurables y (clesc•·ipción de primer orden, ~lalur.:ma 1970: 40). Si un sis-
equi\'alente~. puesto que son siempre modelos de mundo tema vi\'o S 1 enntt en comunicación con otro sistema S~ , S 1
específicos, producido~ socialmente y nunca constituyen produce una descripción de p1;mer orden de su propio nicho
meras variantes de experiencia de una realidad objetiva; es para orientar el comportan1iento ele S2 hacia d tipo de inte-
decir variante<; que puedan clasificarse jerárquicamente de racción pretendida. Para un observador, el comportamiento
acuerdo con el mayor o menor grado con que cada una se de S 1 es una descripción de segundo orden que representa
aproxima a la realidad. El imperialismo culwral es tan ile- aquello que el observador cree que denota. Las ÍHt('racciones
gítimo como el imperialismo político o e l terrorismo epis- de orientación son, por tanlo, descripciones comunicativas.
temológico relativo a la verdad. El observador es un sistema vivo que int eractúa con repre-
Pcrmítasemc m<'ncionar un último aspecto del cons- sentaciones ele sus descripciones com unicativas. La auto-con-
tructivismo radintl, es decir, la opinión de que <<Sólo d ebe- ciencia que tiene un sistema de sí mismo como observador
mos responsabi linu· de su razonamiento, de su conocimiento surge de las orientaciones que ex isten de cara a la auto-des-
y. por tanto, de su acción a la propia persona pensante. Hoy ct'i pción recurrente: «nos hacemos nnt<rcom.cimte~ a través
218 SIEC:FRIFU J. SCI-IMIOI 219

d~ la auto-observació n; al hacer d escripciones de nosotros co nsenso surge únicamente a través d e interacciones d e


rrusmos (re presentaciones) e interactuando con nuestras des- eooperac ión en las que e l comportamie nto resultante de
cripcione!>, podemos describirnos d escribiénd onos, en un cada o rganism o llega a estar supeditado al mantenimiento
proceso recurrente interminable» (Maturana 1970: 17). de ambos» (Maturana 1970:49).
En e l caso d e que e l dominio de interacció n de S se Maturana también d estaca el carácter simbólico d e l len-
parezca al de S~, pueden surgir interacciones dirigida~ al guaje, por e l cual se independiza el tipo d e orientación del
co nse n s~: S 1 onenta a S2 hacía conjuntos d e interacción tipo de interacción de orientación. Enfatiza también la natu-
cooperau,·a que.son relevantes tanto para S 1 como para S,>. raleza cerrada del dominio lingüístico: los sistemas vivo s no
En general, las mteracciones comunicativas entre S }'S pued en superar esta caracte rística a través de medios lin-
exigen que: 1 2 güísticos.
SI se parezca a s2 por lo que se refiere a1 equipamiento 3.2. Si para los sistemas que participan en la interacción
biológico; comunicativa el l engu ~c es co nnota tivo, e l «sign ificado»
SI y s2 compartan un dominio de imeracción común de los recursos lingüísticos tiene que ser d ependie nte d e l
(es decir, el consenso sobre la interacció n es condi- st~eto: L significa a para S 1 e n situaciones comunicativas

ció n necesaria para la comunicación ling üística, pero se]" Más aú n, si la lengua no transfiere info rmació n 1 «Sig-
no al contrari o); nificado», es decir, si la info rmación 1 «significado» se cons-
truye en el seno del dominio cogn itivo del propio sistema
SI y s2 compartan un conjunto limitado de principios comun icativo, es necesario introducir una distinción entre
)' recursos constructivos necesarios para la e labo ra- e l fenómeno fisico utili..:ado para la comunicación ( 1EXT),
ción de modelos de mundo. y la esti· uctura cognitiva (KOMMUN T KAr)~ que se asigna a
En la interacción comunicativa , S y S producen infor- dicho fenómeno en calidad del significado que éste tiene
·- . ifi 1 2 para e l sistema. Entiendo n:xT (cf. Schmidt 198 0, 1982)
maCto n o «srgn cados» reduciendo incertidumbres median-
te i~llera~ciones de orientación que se llevan a cal~ paralela como obj ew fisico que los hablantes de una lengua natural
o s•mull aneamente dentro de sus d ominios cognitivos. En L 11 • socialiLados normalmente, identifican como ejemplo
otras palabras, la leng ua -como he inte ntado d e mostrar e n de L, al aplicar reglas grafcmáticas, acústicas, léxicas)' sin-
otra ocasión (cf. Schmidt 1973/ 21976)- funciona como sis- tácticas adquiridas y correspondientes a L,. Entie ndo KOM-
~ t UNlKAT como estructura cognitiva con carga emocio nal y
t~t~ pam da~·!nslrucriones, y no como sistema para transmi-
tir rn~~rmacwn; para 1 y s2 la lengua es connotativa, como valorad a por el sistema (implícita o explícit<unente) en rela-
tambrcn des~~ca Maturana. A un observador, sin embargo, ción con su relevancia práctica. Esta estructura que se asig-
la lengua utrltzada por s, ys2 le parece d e notativa. << [ ... ] na al TEXT en calidad de «significado» del mismo, se e la-
Cu.ando se reconoce que la lengua es connotativa y no d eno- bora a través d e recursos tales corno:
tativa, Yque su función es la d e orientar al orientado e n su - la consu·ucción perceptiva de TS 1 e n L 11
d~minio cognitivo sin considerar e l dominio cognitivo d e l
on~ntado r, ~: hace patente que no se produce transmisión 11
" La LCmlinología alemam1 ( n .:-..1/ KO~t\ll !'11-.H) no puede traducir·
de mfo rrnacwn a través del lengu~c. f ... ] En sentido estric- o¡cal inglés sin nwnoscabo de la., implicaciones con•.u-uclivistw. qul~ conlleva.
to, pues, no se pro~lu cc transferencia d e pensamiento algu- «Texto superficial• y «texto conwnicativo» ~on traducciones liCcptables
na d el hablante al In terlocutor. El oyen te crea información (v. la traducción que hizo R. d(• Bcaugrandc de Schmidt 1980). pero dado
que tales térmi nos podrían confundirse con la concepción habi1llal del
reduciendo su incertidumbre a través d e la interacción que texto como c~tmctura objetÍ\<1, preferiría mantcne1 la tenmnología ori-
lleva a cabo en e l seno de su propio dominio cogn itivo. El ginal.
218 SIECFRI~ 1) J. '>CIIMIOT l.A Al'T¡;_;,rll(: \ HCCIÓ~ ES Ql' F I.A Rl' \I.IOAD EXJSTE 219

d~ la auto-observación; a l hacer d escripciones d e nosotros consenso surge únicarnc nte a través de inte racciones de
mtsmos (representaciones) e interactuando con nuestras des- cooperació n e n las que e l comportamiento resultante d e
cripcion es, podemos describirnos d escribiéndonos, en un cada organismo llega a estar supeditado al mante nimiento
proceso recurrente interminable» (Maturana 1970:17) . de ambos» (Maturana 1970:49).
En el caso de que e l dominio d e interacció n d e S se Mawra na también d estaca e l caráclt>r simbólico d e l len-
parezca a l d e S 2 , pueden surg ir interacciones dirigida~ al guaj e, por el cual se inde pe ndi.la el tipo d e orientació n del
consenso: S 1 orienta a S 2 hacia conjuntos de interacción tipo de interacción de orientación. Enfatiza también la naru-
cooperativa que .son re l e~antcs tanto para SI como para s2. raleza cerrada del dominio lingüístico: los siste mas vivos no
El~ general, las InteracCiones comunicativas entre SI y s2 pueden superar esta caracte rística a través d e medios lin-
ex1gen que: g üísticos.
SI se parezca a s2 por lo que se refiere al equipamiento 3.2. Si para los sistemas que participan en la interacción
biológico; comuni cativa e l lenguaje es connotativo, e l «significado»
SI y s2compartan un d ominio de interacción común de los recursos lingüísticos tiene que ser d ependiente d e l
(es decir, el consenso sobre la in teracció n es condi- suje to : L significa a para 1 e n situaciones comunicativas
ció n necesaria para la comun icación lingüística, pero se,. Más aún, si la le ngua no transfiere in formación 1 <<Sig-
no al contra rio} ; nificado••, es d ecir, si la info rmación /<<significado» se cons-
truye en cl seno del dominio cognitivo d e l propio sistema
SI y s2com partan un conju n to limitado de principios comunicativo, es necesario introducir una distinción entre
)' recurso'\ con structivos n ecesarios p ara la e labora- el fenómeno físico u ti litado para la comunicación (TEXT),
ció u de u•udclos d e mu ndo. y la estructura cogni u \'a (KOMML':-.1IKAT) 3 que se a igna a
En la interacción co municaliva, S y S producen infor- dicho fenóme n o en calidad del significado que éste tiene
.' . "fi 1 2 para e l sistema. Entiendo TEXT (cf. Schmiclt L980, 1982)
maCion o <<stgnl 1cados» reduciendo incertidumbres median-
te i~tera:ciones d e orientación que se llevan a cab~ paralela como objcl<> físico que los hablantes d e una le ngua natural
o sunultaneamente dentro d e sus dominios cognitivos. En L,., socia li.lados normalme nte, identifican como ejemplo
otras palabras, la le ngua -como he inte ntado d emostrar e n d e L,. a l aplicar reglas g rafemáticas, acústicas, léx icas y sin-
o tra o casió n (cf. chmidt 1973/ 2 1976)- funciona como sis- tácticas adquiridas y correspondientes a Ln. Entiendo KOM-
~1L~IKAT como estructura cognitiva con carga emocional y
L~m_a para da: !mLrucriones. y no como sistema para transmi-
tir m ~?rmac10n; p ara S 1 y S2 la lengua es connotatiua, como valorada por e l sistema (i mplícita o explícitame nte) en rela-
tamb1e n des ~~ca Maturana. A un observador, sin crnbargo, ción con su relevancia práctica. Esta estructura que se asig-
la lengua llllltzada por SI y s2 le parece d e notativa. <<[ ... ) na al TEXT en calidad de <<significado» d e l mismo, se e la-
Cu.ando se reconoce que la lengua es connotativa y no deno- bora a través de recursos tales como:
ta tiva, y que su función es la d e o rie ntar a l orientado en su - la construcción pcrccpliva de TS 1 c u L,.
d~minio cognitivo sin considerar e l dominio cognitivo d el
onentador, se hace patente que no e produce transmisión 11
" l.a terminología alemana ( 1 t :1. r 1 lo.O\I~I t:r\IK.\ 1) no puede traducir-
de información a través d el le nguaje. [ .. . ] En sentido estric- se al inglés sin menoscabo de la~ implicaciones consu·uctivbtas que conlleva.
to, pues, no se pro~Iuce transferencia d e pensami ento alg u- ·Texto supe rlici aJ,. y • texto com uni cativo» son traducciones aceptables
(v. la traducción que hizo R. ck Beaugrande de Schmidt 1980), pero dado
na del hablante al 1n terlocutor. E l oyente crea información
que tales IÍ'Iminos podrían confundirse con la conccpdón habimal del
reduciendo su incertidumbre a través de la imeracción que texto como eSII'1JCtura objetiva, prefedría mamencr la t(••·minología ori-
lleva a cabo e n el seno d e su pro pio dominio cognitivo. El ginal.
1 \ \l n\;ll( \ FtCCtó:-: ES Ql ~l.\ IU. \Ul),\1) "-'<I~TF 221
220 SIECfRifl) J. M .II\IIIH

aplicar reglas de significado, es decir, asignar inten- definida garantiza una cierta continuidad de comportamiento
siones estereoúpadas a elementos de TS 1 tanto en el seno de los istcmas cerrado como enu·e unos
sistemas y otros. Las propiedades de los elementos lingüísti-
relacionar dichas inten siones con e lemen tos de la cos t•stán determinadas por las propiedades que poseen las
)>illlación comunicativa detmís partes como procesos y reciprocidades.
aplicar reglas de inferen cia, es decir, hacer uso de
deducciones "naturales" 3.3. Las implicaciones generales que se derivan de las
teorías constructivistas de la cognición y del lenguaje d e
macro-estructuración, o lo que es lo mismo, imponer \ara a una ciencia de La lilemtum de orientación empírica
una estructura temática general sobre el rEx·¡ podrían csquemaúzarse d e la siguiente forma:
tOpicalización i) el modelo constructivista de la lengua como unidad ck
aplicación de pallones de organiLación global como componamiento proporciona un enfoque no atomi'>ta,
marcos, esquemas, planes' guiones, e decir, in ·ertar hulístico; por el conlt<.u·io, la lengua como sistema de
elemento cognilivos en otras estructuras cognitivas signos resulta ser un constructo teórico derivado ck la
que estén a disposición de S 1 y que sirven de guía para lingüística general basada t.'tl ontologías realista.'>.
la coherencia )' para interpretaciones posteriores. ii) Puesto que el modelo cotlstructivista se basa en Ulla
- aplicar máximas de conversación teoría d e la perccpció11 y de la cognición que intcr-
- aplicar recursos qu(' permiten identificar tipos de preLa tales fenómenos como procesos consu·uctivos,
texto} de discurso es un modelo de la comunicación de orientación
runciona) y pL-agmátÍC'<I l .a C'OI111111iCaciÓII lingÜÍStiCa
inC'orponu cat ga <Lrt:LLÍ\'<1
sólo es posible en base a un consenso establecido
«sentir» o valorar lo relevante que pueda rcsultat la entre istemas para cooperar dentro de un dominio
c'itructura para S 1 (prmt má., detalles,''· Schmidt 1982: de interacción común; es decir, d consenso y la coo-
l:Hys.) 4 peración, igual que los factores simpatéticos .<e~.
Los KO:\IMUNIKAT son esencialmente idiosincráticos y Wegcner 1885), los intereses comunes, la proxum-
dependientes del sujeto. Pero aun así, como en d caso de clad, la amistad y el amor, constituyen las bases y la
la COIIStrucción de modelos de mundo, la construcción sub- co ndición previa para que se produzca satisfacto-
jetiva de K0\1MUNIKA'1 est<1 convencionalizada a través de la riamente la comunicación lingüísúca.
práctica de reglas de construcción que se lleva a cabo a lo iii) Los KOM:\Wt'\lh.\1 1«significados» son st0eto-depen-
largo del proceso de socialitación }'de la imposición de <;au- dicntcs; la naturalc:ta comcncional de las reglas para
ciones sociales a individuos que \Íolan tales reglas. En prin- construir KOM\It:'=ll-.\"1 '>implememe garantita el con-
cipio, los «significados» (1\.0\t\tt :-..IK.\T) son relacion es tcx- senso lingüístico en siwacioncs normales.
waks consu·uidas por sistemas ' 'ivos y dependientes del i' ) .. TFXT•• y •<significado» dejan ele ser materia ontoló-
comportamiento y la experiencia de éstos. gica y pasan a estar interrelacionados con el st0eto)
Desde la perspecú\~c:l constructivista, la lengua es una uni- sus operaciones cognitivas además de con l~s con-
dad di' tmnfJortamienlo y no un thesaurus de signos (los signos venciones sociales impcrames. Las c.onvencione.S' deter-
son siempre consu·uctos ck teorías lingüísticas). La unidad así minan rodo proceso de interacción humana que no

1 •, r.nlten<lo por convención lo "gukme: t'n una sociedad S. l.\'' una


1-.1 li~rado ante.-ior no rq>r<'\('111<1 el desarrollo real del proet'll<> p~í­
<orncnnon para rcaliLar la acción 1\ en una situación <X. ~i ~ ~ólo '' lm
CJIIIro; wdo lo más de~cribl' rit•rto~ ·"P{'<l<>'> relc\'antes del mi~rno.
222 Slt:GFRI~ 1> J. '>CII~IIOT 223

esté biológicamente condicionado. En ellas se cen- dicho enunciado llegue a considPrarseaceptable o inaceptable
tran los intereses sociales, las normas implícitas y las d entro d e l marco impuesto por el tipo de discnrso y en rela-
teorías de la cognición. Desde un pun lO de vista ción con el orto-modelo de mundo del hablante/ oyente.
sociológico, las conven ciones son extensiones q ue Incluso la decisión ele que los TEXT se interpre ten como
las instituciones sociales proyectan sobt·c el indivi- KOMMUi\IKAT literarios o no literarios no d e pende e n pri-
duo. Dete rminan tambié n, e n gran medida, la forma mera in stancia d e mecanismos lingüísti cos, sino d e con-
en que el sistema consu·u)C su identidad, org-.miza su venciones específicas que afectan al sistema d e acción social
experiencia e interpre ta la conducta de otros sistemas LITERA I'U RA y que delimitan este sistema frente a otms (cf.
en términos d e común consentimiento o d e apre- Schmidt 1980-1982; Hintzenbergetal. 1980). El sistema UTE-
ciación d e su propia conducta. RATURA es el único sistema de acción social que permite rela-
jar la obligación que n o rmalmente contraen todas las accio-
nes y afirmaciones con respecto al orto-modelo de mundo,
4. REALIDAD Y FICCIÓ, o que permite incluso ··ompcr con ella. El sistema L.ITERA-
TIJRA es el único en que se pueden comparar, como pro-
Resaltamos e l papel que desempeñan las convenciones puestas potencialmente equivalentes, distintos modelos de
como guías d e la tarea consu·uctiva del sistema, para ilustrar mw1do y el OMM; aquí la cuestjón de la realidad queda subor-
cómo el status de la realidad. la verdad, el significado y la dinada a otras cuestiones relativas a normas, valo res, expec-
identidad dependen d e conve nciones que determinan qué tativas, Nc. estéticas/ poe tológicas. Es característico del sistema
tipo de reglas se d e ben aceptar individual o socialmente LITERAl URA que las reglas de construcción y evaluación d e
para llegar a un consenso que confinn~ la realidad, la ver- ROMM U ,IKA1 estén a disposició n del partic ipante hasta el
dad, el significado y la identidad . punto d e que éste pueda realizar y valorar su~j c livamente sus
Ejemplos ta les como la actillld de los griegos frente al propios KOMMUNIKAT, y que al hacerlo pueda agotar todas
mito, las conu·oversias surgidas sobre la identidad positiva o las realizaciones que permitan los niveles normativos, emo-
negativa, la salud y la enfermedad, sobre la verdad científica
cionales y cognitivos que cncuenu·e a su disposición. Creo
y la artística. etc. muestran que en el curso de la historia se han
que estas peculiaridades con que se actúa e n el sistema LJTE-
desarrollado procedimientos d e confirmación o convencio-
RATüRA pueden explicarse asumiendo dos conve nciones que
nes de aceptabiüdad completamente distintos para estados de
afectan exclusivament.e a este sistema. En Schmidt 1980-
cosas supuestamente idénticos (cf. los arúculos recogidos en
1982, present.o e ilustro estas conve nciones que d e nomino
P. Watzlawick, cd., 1981). El h echo de que determinada afir-
convenrión estrtica y ronvenrián de polivalencia:
mación realizada e n una situación concreta se experimente
como real o fi cticia no depende primordialmente de los pro- Convenrión estética: e n nuestra sociedad se espera que todos
cesos lingüísticos que consisten e n producir o recibir tal los participantes que pretendan realizar K0\1\Il'NIK.\T estéticos
e nunciado, si no de la decisión convencionalit.ada de que a partir de TEXT lingübtico~ estén dispuestm ) sean capaces
de hacer lo siguiente:
miembros de S ~e: atribu\·en unos a o u o~ d conocimiento y la t•xpt·nativa (a) resta•· énfasis a la conven ción factua lf' y ex pandir
de que:
( 1) En S existe t•l prt•ced cnte de haber hecho A, o la dcchión o la cx pec- 6 ComJI'IIriónj(lctual: En nuestra sociedad resulta 1:'\~den t e qu e los obje-
tati\ra compartida (1·! acuc:rdo) de hacl:'r A l'n o.; tos comuni cativos. sobre todo ·¡ FXTS, deberían poder usarse para hacer
(2) según ( 1). 'a~i lOdo miembro dt• S c~pC'ra que ca~i wdo micmb•·o re ferencia al modelo de •-calidad aceptado e n esa sociedad. d e manera
de S haga A en o.: que la gente pueda decidir si las afinnaciones contenidas en el TEXT son vc:r-
(3) según (2). ca~i todo miembro de S hace A e n o.. daderas y qué relevancia práctica tienen.
224 'iiEGFRJEOJ. [)CIIMIOI I.A AlJfh•1'11CA FICCIÓ:\' ES QUE LA RtALI I)AI1 t.XIS I t· 225
t>l potencial de ~us accione~ (o el potencial de acción de 5 . LITERATURA Y FJ CCIÓ
vtt o~ p<uticip.tn tc!>} m;b alhí de los criterios de verdad e-
ro fabo o útil / inútil; por el contrario, los participantes
La re fl exiones que expongo a continuació n se basan
ckbt·n 01 it·n t.u w m:,, hien hacia categoría~ estéticamcn-
en la siguiente concepción d e «lileratura/ poesía». Interpreto
tt• tdl'\.tnte~;
(b) mMC<U 1," acciones comunicaú' as que pretenden ser LITERATURA no como conjunto d ad o d e n :xTS, sino como
litet-at i.t~ ron 'ei'tale\ apropiadas durante el proceso de pro- siste m a social de actividad es cen trad as e n o bje tos (en e l
ducción, o 'cgui• tales señales durante la recepción; ~11 ás am_plio se ntido d e la palabra) que los pa rticipa ntes
(e) <;(')c•ccionar como marco ele referencia para las cxpr<.'- Jera rqu1zan según su valo r como «objetos lite rarios» (es
'iones 1 ekrcnc i.1les que s<.· encuentren en e l texto no sólo el d ecir, TE>.'TS, accio n es, o bjetos, e tc.). Este siswma lien e una
modelo de rt•aliclad socialmente cstablecido, sino otrm marcos estructura inte rna d e terminad a por relacion es causales y
de 1 e k renda. te mporales que se establecen entre las tareas básicas de pro-
duci_r, me?ia r, recib.ir Y. poste riormente procesa r Jos obje-
C:omwnriñn df' ¡wlivall'llcia: En n uestra sociedad, a todos los tos htc ranos. Los cntenos que existe n para d e limitar e l sis--
que panit ipan t·n una inter-acciém de comunicación cstúica les tema LITERATU RA frente a otros vie nen d a dos por las
1 csulta t•vide n te <pt<:: conve n ciones esbozadas más arriba . Podemos decir que la
(a} los q u e prod ucen tex tos no están som e tidos a la con- fun ción del sistema, que ningún o tro rea liza, cottsiste en
,.t•nción <k monovalt:nr i t~ 7 ; a~ t.i va r e inte~rar simultáneame nte proceso s y estados cog-
(b) los rece p tores d d texto otorgan una '"<lloració n ópúma ntuvos, e mocwnales y h cdonista.s d e o rientación subje tiva a
a la tTali1ación de K0\1Mt 'NIKAI estéticos. aunque las bases de
la h o r_a d e a tribuir KOMMUNtKAT lite ra rios a TEXT apropia-
tal valot a('ión pm·ckn varia• según los participantes) las sillla-
d os. St aho t·a acep tamos la hipó tesis d e que el sist e ma LITE·
rioncs;
RJ\Tl 1RJ\ e xiste com o siste m a social y que se difere n cia d e
(el} Jo, mediadores} lm procesadores postctiores de texto
o tros siste mas por las conven cio n es que he recogido a ntes
no dcbc.•n anu;u cli~crecionalmcntc con los aspectos de la con-
\'t·nd6n el<• polhalem:ia recogidos en los apartados (a) a (e).
(cf. la evide n cia empírica que se recoge e n 1Iinl.lenberg e t
a l., 1980), vemos con cla ridad po r qué existe -a l me nos e n
Preci<;amente por la Yalide7 de estas dos con\'enciones, el el sistema burgués d e la LITERATURA- un e[)pectro tan amplio,
'\istema ltt Ht\ tl R\siempre ha consti tuid o u n dom inio d e desd e la llamad a «lüe ra tura» realista hasta la lla mad a «lite-
r~uura,. fa n tástica , es d ecir. t.i pos d e «literatura» que se d is-
acción ~ocia! en e l q ue la naruralen constructiva d e la expe-
tmg uen unos d e otros por ••el amplio a banico q ue com po-
riencia \ el co nocimien to ~e ha \'enido exp resando con ti-
ne n sus lecto res, multiplicados a su ve7 a través d e los
nuamente; dc~d c '/ri\lmm Slumdy y el soliloquio de Mo lly
di~ tintos procesos con que acomete n la lectura d e la reali-
Bloom en el t'l}'.HPHic j o}CC hasta TheA1agusdc]ohn Fowles
dad plural, d esd e los pro fesio nales hasta los más inexpertos.
(que Ernst Yon Clascrsfdd considera parad igma de la no\'c-
De hech o, parece que el si tema d e la I.ITERJ\TIJ RA es el único
la constructivista). lugar e n que la constru cció n de mode los d e mundo como
ta l pasa a ser te ma cen tral , y e n e l que esta circu nsta n cia
7 Corwnrmm dr mtmtmo/n¡rio: en nuestra sociedad resulta !'vid<'nte p ued e recoger todas Las posturas, d esd e el orto-mo d elo ele
que:
m undo hasta los mundos correspo ndie nt es a las fant asías
(a) M' t~pna qut· <·1 productor componga sus rEXT de tal fomHt qu\'
distinm~ ptrso n;" t•n distintos momen tos pued¡m au·ibuirles un KOMMU· más re mot.:u. Es evidente que, por lo que se re fiere al siste ma
NIKA'I estable. d e la LITERATURA, La validez de la convención esté tica pued e
(b) :.e e> peta que lo~ 1 cn:pwres se esfuercen por atribuir un único K0\·1- conducir a que los proceso s involucrados e n la co nstruc-
~tl Klt-.\1' a lo~ 1~" 1. ción d e mo d e los d e mundo se conviertan e n te ma central ,
226 SIEGfRIEO J. SCIIMII) 1 l.J\ AU r h<t lCA FICCIÓN ES QUE LA REAUOAO EXISI E 227

y a que se experimente con ellos abiertamente en el te rre- dos lite rarios puede n aparecer enunciados no fi ctivos. De
no ling1-1Ístico, sin que por e llo se produzca ninguna san- hech o , pued e que los <<textos lite rarios» esté n constituidos
ción social. De esta forma , el sistema LITERATURA ha d esa- únicamente por enunciados no fi ctivos. Teniendo e n cue n-
n·ollado sus propias normas y expectativas estéticas que son, ta precisamente estas posibilidades han surg ido como temas
sin embargo, \'adablcs histódcamente, sociaJmente estrali- de d ebate cuestiones relativas a la literatura realista o d ocu-
ficadas y d e importancia secundaria con respecto a las con- memal, cuestiones d e verdad o d e probabilidad , de míme-
\'enciones demarcatorias a las que me re ferí más arriba. !)is y póyesis lite raria. (En la sección 7 se estudiará una téc-
La posibilidad anterio r d e convertir en tema la n atura- nica litet·aria que refleja estos proble mas d e m an era muy
leza constructiva d en tro del sistema d e la LITERATURA puede clara, con cre tamente la cita) .
afectar tambié n (a través de p rocesos cognitivos de apren- A la ho ra d e considerar la ficcionalidad e n relación con
dizaje) a los principios y a los mecanismos constructivos de e l sistema d e la L.ITERATURA, debe mos advenir que las ope-
que dispone e l participante e n relación a otros dominios raciones de ficcionalidad no están , en principio, esen cial-
de acción social. Por ejemplo, la va riabilidad que se expe- mente sujetas a estímulos textuales; estas operaciones se
rim e nta e n e l siste ma ele la LITERATURA por lo que se refie- inician , m ás bien. a partir del estado específi co del siste ma
re a l proceso de construcció n de modelos de mundo pued e LITERATURA, según lo d efin en las convenciones arriba m en-
lleva rnos a compre nder la variabilidad fund amental que cio nadas.
caracteriza todas las situaciones sociales.
Como ya h e intentado explicar detallada mente en otra
ocasión (d'. Schmidt 1980) , resulta razonable establecer 6. SOBRE LA CONSTRUCCI ÓN DE LA RF. ALIDAD DF. 'T RO
OE LA FICCIÓN
una noción de <<ficcionaliclad » ele orientación discursiva
que implique una ronvmrión d e ficcio n alidad, puesto que
sólo puede d ecidi rse sobre la n aturaleza ficciona l de los Adoptemos por el momento la práclica ang losaj o na d e
enunciad os partiendo del nivel de discurso y únicamente idenlificar lite ratura }' ficción, y así sobre la base de las con-
haciendo referencia a decisiones tomadas sobre la relació n clusiones anteriores po d emos d ecir que: n o hay ruán para
que mantiene e l e nun c iado con respecto a l OMM (e n pen a rque las estrategias lingüísticas o estilísticas que uli-
Sch midt 1980 se ofrecen argumen to y ejemplos concretos lizamos para con struir la realidad dentro ele la «fi cción »
sobre esto). Para lo qu e aquí nos proponemos, sin embar- son distintas d e la estrategias que utiliLamos para construir
la realidad dentro d e la «no-ficción ». En ambos casos se
go, bastani con cart\Cteritar la relación que se produce entre
tra ta de estrategias para construir KOMML' :--.1 11~,\f, es decir,
ficcionalidad }' ttt FRt\1 U RA en los siguientes términos:
estra tegias determinadas bio lógicamente y convcncionali-
i) No e pueden identificar los «discursos ficcionales» tadas socialme nte . (La vigencia de las conve n ciones <.'S algo
con los <<discursos literarios»; se producen con inde- bie n conocido para todo aquél que escriba poesía ex peri-
pendencia unos ele otros. me ntal y que renuncie a las técnicas conve ncionales d e la
ii) El sistem a d e la LJTERA11JRA no sólo contie n e <<obras NARRACI ÓN, a l tratar de desarrollar nuevos recursos pa ra
lite rarias», sino conjuntos de síndromes de acción construir KOMM UNIKAT).
TEX1 UAI .. La historia del sistema LITERATURA en e l s. xx muestra
Desde e l punto de vista histó rico, observamos que d e bi- cómo no hay ningún tipo de texto exLra-litc rario - d esd e e l
do aparentemente a la validez d e la convención estética, parte meteorológico a la tabla de clasificación de los equi-
los participantes d e l sistema LITERATURA han hecho buen pos de fútbol, de las guías te lefónicas a los informes esta-
uso de los discursos fi ccionales. Además, en textos llama- dísticos, las recetas, o los eslóganes publicitarios- que no
2~8 SIECFRII'.DJ. SC.IJMJOf I.A Atrr~XriCi\ FICCIÓN ES Qn J¿ \ RE.\Lil><\l) ~XI\ 1~ 2~9

hayan sido poetiLados en algún momento; es decir, estos 7. l A CrTA EN LA LITER.\Tt:RA: BRE\'E CONSilWR.\CIÓN
tipos de texto y otros han llegado a ser componentes acep- DE U:" CASO PRACTICO
tables d e la comunicación litera,;a. Lo cual tambié n puede
decirse de cualquier elemento li ngüístico, desde las parú- 7.1. Como ya h e indicado más arriba. podemos pensar
culas grafémicas o las secue ncias fónicas, a las letras o las que la aparición de citas en <<obras literaria.,,. conc;titu}e un
palabras aisladas (Le trismo, Poesía Concreta, Poesía Visual m ecanismo e n el que se observan loe; pro blemas de la rea-
v Poesía Conceptual). Parece que el siste ma de la un:RJ\- lidad y su consu·ucción d e manera p<u·adigmálica. Para ilus-
'n .. RA está abie rto en grado máximo a todos los procedi- trar el problema que plantea la cita en la 1.11 ~. R\fl lt\ pode-
mie ntos que puedan interpretarse cognitivamente a través mos tomar e l caso d e D 'Alembf rls Endr de llelmut
de la lengua como construcciones de significado. l lei3cnbüttel. Ejemplo claro de la idea marxio;ta de que los
La rea lidad {tomada en el sentido de modelos de libros están h echos de Libros, esta o bra tamhib1 puede mi-
mundo) sie mpre es un constructO, tanto en la «ficción » lil.arse para demostrar que los mecanismos utili;ados para
como en la «rea lidad ». Ninguno de estos constructos exis- integrar algo e n el sistema de la l.ITtRA'J L RJ\ se originan evi-
te realmente, pero hay algunos que encajan mejor que ou·os; dcnlementc e n otros sistemas. Pase m os a co nsiderar los
los que mejor cnn~an se toman como e lementos estándar tipos de ci1as que se incluyen en D'Aú-mberts l~ndr (1~/fmal de
del OMM. !) ';tlemberl) •:
La «realidad» es sie mpre una construcción; no es nada i) El libro comienza con una partífrasis din.•c1a d e una
más que una valoración ontológica regu lada por las «con- fuente literaria , co n cre tamente del co mi c r1Lo de
venciones d e asignación de índices de realidad » que, e n WahlvPrwandtsrhciften [Las afinidadfs elrrtivas l de J.W. von
nuestra soci<.•dad varían d e un s istema de acción social a Gocthe.
otro. Por lo que se refi ere al sistema d e La UTERATCRA, la con-
vención esté tica deja estas cuestiones a discreción del par- H e issen bü ttel:
ticipante, es decir suje tas a la evaluación estética o poeto-
lógica que éste haga. Incluso en el caso de que tuviéramos ..Eduardo -así llamamos a un • edactor de r.1rlio en la nor
que circunscribir las «o bras liLerarias» a los «discursos fic- de~~~ edad-, Eduardo había pasado en l'l cxpl<''>o !\lun ich-
tivos», tales d iscursos 110 podrían estar desligados de la Hamburgo (llegada estación central 21 . 19) la~ m<.~jor<'\ hora~
«realidad "; dicho de otro modo, del OM:-1 establecido social- de una tarde de julio (25. 7. 1968) \ c\laha ob,<.•n -ando con pla-
m e nte. lás bie n al contrario, los procedimiento conve n- cer el paisaje emrc Lüneburg' Ha1 bmg. ~.n llanno,t·r. \ini<.·n-
cionales d e construcción de realidad intenienen incluso en do desde Kassel. donde había \"ÍMtado la c'po~ición de arte
la producción y recepción d e «poesía fantástica» a través d el de la I\ . Feria · Documenta•, había entrado <·n el tn"n una
colega de la televisión de llamburgo. ,·\llí dla era produnma
sistema de preco ndiciones para la acción comunicativa a
d e reportajes sobre tema-. de arte\ pl¡i\ti<.a'' tambié n iba a
que se somete e l participante: la situación de la acción , el
escribir algo sobre la • Documenta» para la ~cn: ión ck la cual
estado contemporáneo de la sociedad. De manera que los Eduardo era responsable (la ~ección eh- cultura rn la radio de
mecanismos de construcción de significado en los procesos Baviera). Su nombn~ era Ottilie Wildnu•ut h. Ahora estaba
de producción y recepción convenidos socialmente pro- sentada e n fren te de él y ambos conwrsaban.
porcionan un continuo d e acción semántica que , aun Ya que estamos aquí a solas -dijo Eduardo- > tan tra nqui-
cubrie ndo un espcc1ro muy amplio de elementos diversos, los y de buen humor, le nml(:saré que hace algún tiempo llevo
sie mpre está relacionado co n las convenciones socialm en- sobre el corazón algo que debo y quie ro co nlla•le a Vd., sin
te establecidas, incluso e n e l caso límite de la negación
total. • Tr.tducción del texto alemán a cargo de C1 i-.Lina Nau¡n •at. (Jv. rlrl'l : )
230 SIECFRIED J. SCII~UI) 1 I.A \l 1 F'\: nCA FICCIÓ:'-1 ES Ql E LA R~ \111)\0 EXI~TE 231

encontrar el modo de hacerlo. Algo le he notado)<>- res- (Retrato del joven artista como anisL<t adolesceme), aludien-
pondió Ottilie. do a j oyce e n "A Ponrait of the Anist as a Young l\lan •
Y le confesaré también -prosiguió Eduard~ que si no me ["Retrato del a rtista adolescente"]:
aprt:miara este viaje, si no wvie ra que decidirme has ta la lk'- - .. Allma hlichc Verfertigung einer Pe1·sonlichkcit» ( ~ La
gada, quizá aún habría seguido callando. creació n progresiva de la personalidad»), aludie ndo a la o bra
Pero ¿de qué se trata? - preguntó Otúlie con amabilidad. ele Klcist «Über die alilmih liche Verfenigu ng der Ccdankcn
Es cosa referente a nuestro a migo, el conocido crítico de beim Reden>> [ «Sobre la creación progresiva del pensamiento
ane, ci'Aiemben, Leonardo, Lonnie -respondió Eduardo-. a u·avés de la lectu•·a .. ];
\'a conoce Vd. la tris1e situación en que, como t.aJllos otros y no - «Nachmiuag cines Kapatms» (• La siesL<t de un capón »),
por su culpa, se encuen LJ<t." seg{m «L'aprcs-midi d'un faun ·• [La siesta de ttnfnuno], de
Mallanné;
Goethe: Die Wahlverwandlsrhaften - • D'AlembenJ> Traume» ( Los sueños de D'Alernhert),
«Eduardo -así llamamos a un rico barón en la nor de su siguiendo a .. Le re\ e de O"Alembcrt» [El sueño rú D'AIPmiH'rtj .
edad-, Eduardo había pasado en su almáciga la hora más bdla de Oiderot, etc.
de un mediodía de abril, prendiendo injenos recién ob1e nidos
en tallos jóvenes. Ahora ya había dado cima a su un·ca; así que iii ) IIay un tercer proced imiento que podríamos llamar
g uardó sus he rramie ntas en sus rcspccúvas fundas, y contem- cita ele la realidad inmediata. Hcif3cnbütte l utiliza este tipo ele
plando estaba su labor complacido, cuando llegó el jardine-
cita d e diversas mane ras. Po r ejemplo, como resumen de
ro v recreóse en aquclla interesada aplicación del sei1or. [ ... ]
las noticias que recibe e l público alemán un día determi-
- Ya que estamos aquí a solas -dUo Eduard~ y tan tran-
quilos y de buen humor, te confcs<11t: y u..: ha~;..: algún tiempo
nado:
llc\O s<>bre el cora1ón algo que de bo v quiero confiart(', sin
• Una empleada de la limpie1a de 64 años recibió una pali-
e ncontrar el modo de han •rlo.
.t.a del marinero británico .James McC. de vcimicinco años en
-Algo te he nOLado yo -• espondió Carlota.
la Reeperbahn . l n auguraciún d e l Festival de Wagn<.'r en
- Y te confesaré también -p•·o~iguió Eduard~ que si no
me apre miara m ai~<llla temprano el correo y no tuviésemo~ Bayreuth. El ministro de as umos exteriores, Willy Brandt, aco-
que d..:cidirnos hoy, quiz;í aún habría seguido callando muc ho sado por colcccionisLas de a ULógrafos. Biafra espera los pri-
tie mpo. meros envíos de ayuda. Dahrendorf anuncia un progr.tma pre-
-Pero ¿de quí· S<' traw? -prq~untó Carlota, saliendo, af<·r- ciso de su partido. La c ue nca de l Ruhr amenazada po r e l
tuosa, a su encucnu·o. cnvejccimiento de la población. La revolució n c ultural e n
- Es cosa referente a nuestro amigo, el capi1án -respon- China está fragmentada. Eberhard Müllc r: Tener coraje para
dió Eduardo-. Ya conoc<·~ la triste situación en que, como La n- agarrar hierro <trdiendo. Todo esto ocurrió en un solo día o fu<'
tos otros r no por su c ulpa, ~e encuentra». comunicado públicameme este mismo día .. (pág. 11 4 ) :
(Trad. seglln J. \\'.Coe!ht·, Obras compktas, e d . } trad . R.
Cansinos-Asséns, i\guilar. 5' cd . 1991) o, como e numeración d e su cc~os en d e te rminado dominio
d e acción, por ejemplo:
ii) Un segundo procedimie nto re lacionado con la his-
toria del sistema I.n'ERATURA consiste e n utilizar alusiones, • Llegada de barcos a Hamburgo: Du. Neder Lek, 50 B, K.
fácilmente descifrables para e l e nte ndido. Por ejemplo, hay W.- puerto, Pootu. K , mcrrancía mixta.- Ot. Ardea, muelle de
distintos encabezados en D'Alemberts Ende que a lud e n a ganado, ganado.- o . .Jolita, 25, Norw. Schiffs. Agt., papel.-
famosos modelos literarios d e manera más o menos direc- Br. Pando Cape, 69 B. Marc Schiff Ktr. vacío.- Du. l.e ly,
ta: Hansamatex 1, acero, grasa.- Dt. Dreestrom, ObcJ·clbc Po hl
- «Ponrail desjungen Kitn stlers alsjunger Kün st l er ~ u. Co.. Schulte u. Br., papel.- Dt. Warturrn, Ode rhoft, muelle
232 SIEGFRIED J. SCHMIDT LA AliTÉNTICA FICCIÓN ES QUE LA REALIDAD EXISTE 233

inte rn acio nal , lí nea de H a nsa, equipamientos.- lt. Edera, d e l movimiento se e nc ue ntre ta l vez e n e l hecho de que se
H arburg 2, Oltma nn , mena.- DL Westcn Till. orcld. Lloyd, a poye en la espontaneidad incontrolable, de que esté d a ndo
mercancía mi-xta.- 1o. Beau Geste, Shell Katwyk, Gcllatly petró- impulsos sin [ ... ]» (pág. 229).
leo.- Br. Plainsman, 70 A/ B, Sannc, vacío.- Li. Ocean Regi na,
Norderelbe, Ott, copra.- Da. Dragoer Mae1·sk, 34 B, Infruta, v) Por úiLimo, la cita queda reducida a la pura mecáni-
fruta» (p. 11 5).
ca: se enuncia simplememe que un personaje está citando
a algu ien cuyo nombre, para el e ntendido, basta para re pre-
iv) A través de un cuarto tipo de procedimi e nto, sen tar su programa teórico:
H eif3enbüttel hace que sus personajes citen eslóganes, opi- «Andie Wildermuth responde con una cita d e Herben
niones o teorías que en la época e n que se escribió e l libro Marc use.
ce ntraban los d e bates d e la inte le ctualidad alemana. D'Aiembcrt cita a jürge u Habennas.
Empezando por lo que en aquel entonces era una tesis úpi- La Sra. d'Alemben cita a Louis Althusser.
camente marcusiana de la o bscenidad , se dice por ejem- La LOnuga cita a Herbert Marcuse.
plo: Ig ual que la Sra. d'Aiembe rt y los he tmanos Andie y Benolt
Wilde rmuth , ahora también Eduardo se pregunta cómo es
•<Tampoco Eduardo opina, igual que la Sra. d'Aiemberl, posible q ue los estudiantes, que por lo menos desde e l punto
que sea obscena la imagen de una m~jer desnuda con e l ve llo de vista económico no forman una clase social, hayan podido
púbico visible, sino más bien la de un general presentando sus conve rtirse en la vanguardia d e la lucha revoluc io naria.
medallas. Bertolt Wildennuth quiere como la Sra. d'Aiemberl Andie Wilde•·muth ha oído que los estudiantes y los u·a-
volver a través del striplease a la human ida d. bajadores, para que no sólo los trabajadores sino también los
También e l Dr.Johnson ha oído que los estudiantes ... a los estudiantes ... una mejor conciencia pro letaria.
trabajadores para que ... una mejor conciencia proletaria. La He lmuL MaJia Wildcrmuth vuelve a citar a Charles Fourier.
Sra. cl'Alembert recomienda, igual que Andie Wildermuth, El Dr. j ohnson c ita a Kropotkin.
duchas en las partes intermedias para am pliar e l smsmium. La Sra. d'Aiemben cita a Wilhelm Reich.
El Dr.johnson insiste como Helmut Mari:• Wildermuth e n El Dr.j o hnson pregunta de re pe nte, contra dicié ndose en
que el rechazo total es impe nsable sin el irresistible d escubri- su aprobación anterior y d espués de haber renexionado un
miento del pubis que se a firm a por la inocencia d e l d eseo en rato, si los estudia ntes de verdad está n mucho me nos suje tos
la hilar idad creativa>• (pág. 228) . a l c umplimie nto d e unos roles d e te •minados que aquéllos que
«La Sra. d 'Alembert. por su parte, se pregunta si e l per- se han establecido ya en e l trab<-0o y e n la vida, esto es, si ellos
feccionamiento actual de la explo tació n económica direCLa •-ealmeme son accesibles e n cuanw individ uos. si reaccionan
no corresponde al consumismo incondicional que remata la con más espomaneidad que otros gru pos de la población y si
lógica imerna de su sistema hiperdesarrollado gracias a la pasi- están a m es dispuestos a reconocer la necesidad de profundos
vidad de nuestra sociedad. cambios e n e l seno de la sociedad.
El Dr.john.\ion opina que es un concepto esencialmente tra- llelmut María Wildcrmuth c ita a H crbcn Marcuse.
deunionista. El Dr.Johnson insiste una vet. más e n que e l rechaz.o to tal
Como la Sra. d'Alcmben, también H e lmut Ma ría es impensable sin e l irresisLible descubrimiento del pubis que
Wildermuth interpreta e l movi mie nto estudianti l de protesta se a firma por la inocenc ia del deseo en la hilaridad creativa »
como un mo\'imiento igualitario que procu ra. con su reivin- (pág. 237).
dicación. reforzar en las condiciones actuales de reparto de
poder la concienca de desigualdad de la gente, sólo la supe- 7.2. H eiBenbüttel es consciente de que está utilizando
ración p ráctica de todas las forn1as d e igualdad ilusoria. estas técnicas al incorporar sus citas; este hecho queda cla-
Eduardo coincide con Andie Wildermuth e n que la fuerza ramente ilustrado por e l lema que aparece en su libro:
234 SIECFRJEO J. SCHMIOT l.A AlJfÉNTICA FICCIÓ:\ ES QUE LA RI:.ALl i)AO FXISI F 235

La ciLa como tal dad de valoración estética de la cita y de la operació n que


licnc algo específicamente musical, ésta conlleva como recurso esti lístico. A la luz de las nor-
a pesar de lo mecánico que le es propio, mas poéticas que subyacen a este proceso, pode mos o bser-
pero además e~ realidad var lo siguiente:
que se transforma en ficción. ficción
que absorbe lo real, i) Si en un TEXT que se recibe de acue rdo con las reglas
una rncl.cla d(' esferas, d e una poética llamada realista aparece una cita
a la vet extraJ1a, so•1adora )' llena de atractivo. extraída d e un contexto no lite rario, sí resulta en
Thornas Mann. cierta m edida importante e l que la cita se aj uste
correctamente o n o al OMM. Las violaciones d e este
Dentro del marco que establece la Teoría Empírica d e la tipo de ajuste suelen ser rech azad as por inadecua-
L.LTERATURA(cf. Schmidt l 980-82), cabe aún preguntarse lo ción poé tica, ya que la compatibilidad con O MM y la
siguiente: adecuación a OMM son valores estéticos d e ntro d e la
poética rea lista (cf. Schmidt 1980).
1) ¿Qué ocurre cuando se transfie re aJ sistema de la LITE-
RATURA material textual previame nte formulado en otros ii ) Si en un TIXT que se recibe de acuerdo con las reglas
dominios de acció n social? d e una poética no realista apa rece una cita extraída
de un contexto no lite rario, el hecho d e que la cita
2) ¿Qu é ocurre si d e ntro d el sistema de la UTERATU RA rea- se ajuste correctamente o no a l OMM no reviste
parece en nuevos rEXT material textual previamente for- mucha importancia, ya que son otros los valores esté-
mulado en otros dominios del mismo sistema? ticos que predominan (en la poétka surrealista, por
Las citas, si qu ienes intervie ne n en la comunicación lite- ejemplo).
raria las reconocen, podrían (debe rían ?) ponerse en rela- iii) En ambos casos, sin e mbargo, el receptor d ebe deci-
ción con d os marcos de referencia simultáneamente: con e l dir -en el transcurso d e su lectura o después de ella-
dominio en que apareció por primera vez y con e l d om i- si va a considerar las citas extraídas de contextos no
nio e n que ahora aparece. En consecuencia, hay dos posi- literarios como componentes d e un objeto literario
bilidades: e l domin io in icial puede set- un contexto literal"io perte n eciente a l siste ma d e la I.IH RAI URA, con lo
o no lite rario; el d ominio actual pued e ser un dominio lite- que n ecesariamente somete tales citas a la conven-
rario o no literario. Entre éstas, puede hacerse toda clase d e ción estética, o si co nsidera que comtituyen e ~e­
combinaciones posibles. En cualqLúer caso. el receptor tiene m entos ajenos procedentes de otros si!>tcm as de
que decidir qué fu nción estético-estilística va a asignar a acción y, por tanto, los trata de acuerdo con las con-
dete rminada com binación d e dominios. Pensando en nues- venciones de recepción correspondientes a tales sis-
tros fines, la posibilidad d e citar elementos no literarios e n temas. De acuerdo con la Teoría Empírica de la LffE-
contextos literarios despierta un inte •·és especial, ya que e n RATURA, es única m e n te e l recep tor e n pri m e ra
tal caso te n e mos que investigar no sólo las funcione s, sino instancia quie n procesa una cita extraída de un con-
los mecan ismos veritativos que h a uti lizado el lector. En texto no li terario como ad ecuad o o no a l sistema
líneas generales, podemos asumir que d esd e el momento e n LITERATU RA. Desde un punto de vista tCÓI' ico , no hay
que e l receptor actÍia de acuerdo con la convención esté ti- excepción que refute la validez de la convención
ca, está subord in ando la cuestión semántica (referencial) estética como criterio p ara delimitar el sistema d e la
-re lativa a la verdad o falst:dad d e los enunciados con res- LITERATURA. Dado que su función es la d e do minar
pecto al OMM- a otra cuestión , concretamente a la posibili- (no e liminar) la conve n c ión fact ua l, e l rece pto r
236 SIECFRJED J. SCIIMIJ) I LA At:TÉ:-:TICA FICCIÓN ES Ql' E lA RMUOAD ~:XISll·. 237

puede captar)' experienciar el contexto 01iginal de su monólogo interior, consu·uye e l mundo, Sil biografía y
la cita )' la transformación que ésta sufre a l inser- su identidad combinando una e norme riqueza de impre-
tarse en el sistema de la LJTERATL;RA. siones y experiencias y esu·ucmrando cogn itivamcnte estos
Cuando las citas de contextos no literario son particu- datos para que resulten idcnlificables corno fases d e u bio-
larmente relevantes para la experiencia del receptor, e tas grafía y de su identidad. Sin embargo, dado que e lla igue
citas retendrán su rafJacidad de doble contextualización tam- una «lógica» bastante individual, e l lector se enfrenta al
bién en contexto-. literarios (una especie de pimfln geslñlli- problema d e tener que d etectar eso <<marcos» que le per-
ca). En tale casos es posible apreciar la decisión constructi- mitan obtener la organización más coherente d e los dis-
va que habitualmente q ueda implícita9 : la decisión sobre si tintos elementos y que le faciliten la distribución significa-
suspender o no las normas semánticas de verdadero y falso, tiva de su carga emotiva.
siempre vigen tes excefJlo para el sistema de la LITERATURA. Si Molly Bloo m hubiera sido filósofa, podría haberse
Pero puede que tal decisión haga que el recep tor caiga en inventado igual que yo e l título de este artículo: Vivo mi
la cuenta de la na tu rale;.a constructiva del sistema de ver- propio mundo. Me cuento e l mundo a mí misma. ¡La autén-
dadero-falso, sobre todo cuando está procesando las citas no tica ficció n es que la realidad existe!
literarias; como consecuencia, las reglas de nuestro pmpio
monólogo int c rio,·, e incluso las reglas de nuestra comuni-
8. LA ATURALEZA CONSTRUCTlVA
cación podrían variar. (11. puntuación original)
El so liloquio de Molly Bloom (de unas 40.000 palabras)
Querría recapitular los resultados de mi argumentación
que aparece e n el capítulo final del Ulysses dejames.Joyce
en las siguientes propuestas:
es un ejemplo típi co de tal monólogo interno. Como ya
observó Augustc Bai lly hace mucho tiempo e n e l artícu lo- a) Todo lo que (como observadores) llamamos rmlidrul es un
reseiia que escribió para la revista Candide: «joyce se dio constructo elaborado en el dominio cognitivo desiste-
cuenta ... de que nuestra vida mental consiste en un monó- mas autopoyéticos. Este consu·ucto está determinado por
logo interior incesante>> . in embargo, Bailly no pudo saber el equipan1iento biológico del sistema y por el proceso de
entonces que este monólogo imerio1· es algo más que una sociaJización en el que se inte1iorizan las com•encione y
ince ante slream of consciousness: que constituye más bien el los criterios necesarios para construir }' evaluar la reaJidad.
mecanismo cogni tivo más importante por e l que seguimos b) Lo que (como obser vadores) llamamos .\ignificado es un
construyendo y cambiando nuestros modelos de mundo. consu·ucto elaborado en el dominio cogn itivo de si temas
El Don Juan de Ca~tañcda va mucho más allá: se da cuen- autopoyéticos. Los significados no se transmiten a tra-
ta de que realmente construimos y mantenemos el mundo vés ele la comuni cació n. El significado lo construye e l
a través de ese constante monólogo interior (v. nota 2). A la sujeto en base a la interacción con otros sujetos, y a con-
lu7 del modelo que nos ocupa, el soliloquio de Molly Bloom venciones y estereotipos lingüísticos adquiridos social-
se pcdila como una obra de ane de la literatura construc- me nte.
tivista, más que como mero t.;jercicio de fantasía. Molly, en
e) En el sistema de la UTERATtJRA, los modelos de la realidad
1
' r;¡cmplo significmi"' dt' ello lo enconu-amos en el campo de las Bellas
se resuelven en construcciones ling üíslicas. Los partici-
Artes. concrclalllen IC en los cuadros de la bandera americana de j asper pantes ulilizan todos los recursos lingüísticos, sin impor-
.Johnson. Dichos cuadros exigen insistentemente que se adopte un11 deci· tar dónde se haya desarrollado cacla uno, si en el pro-
sión: ¿Se 1ra1a de un cuadro o de una bt~nd('ra? pio sistema d e la LITERATURA o en otros siste mas de acción
238 SIECFRlEO J. SCHMIDT

social. Las construcciones literarias están reguladas por


convenciones, y se evalúan de acuerdo con e l sistema de
normas poéticas que prevalezca en cada caso. Según la IV
convención estética, los procesos construcLivos del sis-
tema de la UTERr\TURA se ven liberados ele toda obligación
FICCIÓN Y GÉNEROS LITERARIOS:
con respecto al OMM; la naturaleza construcLiva del dise-
LA LIRICA
ño ele la realidad pasa a constituir necesariamente tema
ele análisis, como muestra el caso práctico que hemos
analizado.
el) Lo que al final venga a ser la ficción literaria o la no lite-
raria, o incluso la realiclacl, depende ele criterios con-
vencionalizaclos dentro ele sistemas de acción social, y
no de la realidad como tal, o del arte como tal. Dicho
de otro modo, es el sistema de la LITERATURA como uni-
dad ele comportamiento el que decide sobre la natura-
leza literaria y ficcional de los elementos en contextos
literarios; las obras literarias y sus propiedades están defi-
nidas por el sistema de La LITERATURA, no al conu·ario.
LÍRICA YFICCióN"

JOSÉ MARÍA POZUELO YVANCOS


u,¡,,.,.,¡d{l(/ d~ M~<rcút

O. Este estudio se propone tres o~jetivos: 1) lndagar las


razones históricas de la reconocida especial problematicidad
del género o architexto que Uamamos lírica o poesía lírica;
2) Mostrar cómo parte de esa problematicidad ha o rdena-
do una arbitraria exclusión de la lírica del ámbito de los
géneros ficcionales o miméticos. Tal arbitrariedad será obje-
table, pero expl icable en el seno mismo de la dialéctica
Teoría-Historia, inherente a la consütución de la doctrina
sobre los géneros. H abrá sido la teoría y sus intrínsecas
necesidades la que ha creado las dificultades para la consi-
deración del discurso literario como ficción. Hay pues, como
pretendo revelar, una interdependencia entre la cuestión del
género (y la constitución histórica de la poética de géne-
ros) y la negación para la lírica de un estatuto ficcional; 3)
Contra esta asunción teórica ( que es dependiente de la
historia misma de la propia teoría) pretendo argumentar
que la lírica es un género mimético-ficcional. Tal argu-
mentación tendrá en este estudio dos momentos: a) en pri-
mer lugar mostrar la cuestión según el modo como la desa-
rroUan Cascales y sobre todo Ch. Batteux. Este último logra
una impecable argumcn1ación que fundamenta la defensa
del caracter ticcional del género lírico; b) en segundo lugar
intentar reforzar los argumentos de Batteux allegando algu-
nas de las recientes formulaciones de la teoría de la ficción
literaria que coinciden básicamente con los razonamientos
de Ch. Batteux.
La tesis central de este arúculo será, por tanto, la nece-

* Una primera versión de este estudio se publicó en italiano en la revis-


ta Stmmenti Critíci. a. )(V, n . 1, gennaio 1991 , págs. 63-93. en la versión
espatiola que ahora se publica he introducido leves modificaciones.
242 JOSF MARÍA POZUHO WA.-..:CO!> U lOCA Y flCCtÓ~ 243

sidad d e extender al mundo de la comunicación lírica las la parcelación y atomí1ació n teórica que se disuelve e n
bases o cimientos fi ccionales de toda comunicación litera- meros análisis de poemas y métodos de lectura crítica para
ria. La lírica, siendo w1a modalidad singular de objeto temá- ellos y b) la constante y pertinaz marginación de una teoría
tico, no difiere de otros géneros por el carácter no ficcional del género que supere los estadios retórico-elocutivos y plan-
de su representación, sino por la peculiar vía como explo- tee el género Lírico como especificidad de índole semánti-
ta ese rasgo común ficcional que desde la afirmación aris- ca y1o pragmática.
totélica de la poiesis está en la raíz misma de toda repre- En este estudio voy a relacionar la marginación de la líri-
sentación literaria, aunque la tradición postromántica haya ca del ámbito ficcional (reducido como está a los textos
preferido anular y reducir a una dimensión expresivo-emo- narrativos y dramáticos) y el anqui losamiento de su desa-
tivo-su bjctiva. n·ollo teórico, precisameme por no haberse beneficiado la
lírica para nada de las muy provechosas indagaciones obre
la ficcionalidad que han adelantado la semántica y prag-
J. EL PROBLD1A DE l.\ LÍRI(:_\ rnática textuales. Es sintomático, a modo de ejemplo, que
cuando A. Zgorzelsk.i (1984: 302) propone nada menos que
l. l . Es un hecho reconocido por la poética contempo- cinco géneros de ficción: mimética, paramimética, antimi-
ránea que la lírica continúa siendo e l género de más dificil mética, fantástica y no mimética, ni siquiera para su nega-
definición ( C.Segre,l985: 290).Yaunque este hecho tie ne ció n se fije en la posibilidad de inclui r la líri ca. Todo lo
amplias explicaciones de naturaleza histórica, que afectan reduce- tratándose de investigación sobre lo ficcional, sea
al sistema mismo de la constitución de La poéticá de los mimético o antimimético- a géneros narrativos. No menos
géneros, continúa en la actualidad siendo una asignatura sintomáúco y sorprendente había sido e l clásico estudio de
pendiente para la Poética, que no ha conocido para este J. Searle (1975: 1 10) que únicamente contempla textos
género un grado de desarrollo}' afirmación positivo-teóri- narrativos y dr-amáticos, como S. Reisz de Rivarola ( 1979:
ca emejame a la Narratología o a la Semiótica teatral. Estas 100) pone de relieve, afirmando esta autora, aunque sin
dos últimas ramas de la Poética han cuajado ya un volumen desarrollarla, la necesidad de incluir la lírica en los géneros
importante de realizaciones seguras que figuran entre los fi ccionalcs ( ibidem, págs. 165-167 ). Esta constante de la
mejores logros de la poética originada en e l formalismo. moderna poética, que reduce lo ficcional a la narrativa ,
Se puede d ecir, además, que tat1lO la Narratología como la podría no alcanzar just.ificación desde la Poética del Estagirita,
Semiótica del teatro han sabido integrar e l pensamiento donde, como veremos luego, la ficcionalidad afecta al con-
tradicional de base aristotélica con la moderna Semiología, junio total de la poesía y por tanto no únicamente a las par-
a partir de la actualización que de la tradjción conceptual tes de ese conjunto.
clásica hicieron los formalistas eslavos. Un último ejemplo querría allegar para comentar esta
Con la lírica, en cambio, ha ocurrido un doble fenó- exclusiva polarización en la narrativa de lo ficciona l-mimé-
meno que afecta medularmente a su desarrollo en la Poética tico. Como C. Segre ( 1985: 249-250) muestra, no es sólo
actual: a) por un lado no se ha dado una integración del un estado de la teoría. La vinculación ficción-narraúva ha lle-
pensamiento clásico ( totalmente ignorado desde la asun- gado a popularizarse en el sentir lcxiéográfico común dt·
ción de que la clasicidad no teorit.ó sobre él) y b) por otro modo que el Oxford&glishDirtionm)' vincula, cuando defi-
lado no se ha superado e l viejo esquema de la elocu.tio retó- ne la entrada léxica fiction, ficcionalidad a narración y ll ega
rica como lugar de privilegio para la indagación ele la espe- a identificar ficción con «tipo de literatura que se ocupa
cificidad lírica. En efecto, cualquier volumen dedicado a la de narrar acontecimientos imaginarios y se describir per-
lírica en revistas especia lizadas evidencia dos constantes: a) son~cs imaginarios; composición imaginaria. H oy, ha bi-
244 JOSÉ MARÍA POZUE.LO WANCOS ÚRICA Y HCCIÓN 245

tualmente, novelas y narraciones e n prosa en gen eral; la rías que no h abrían todas ellas respondido a los rasgos (- fic-
composición de obras de este tipo.» (apud. C. Segre, 1985: cionaliclad) y (+subjetivid ad) que la tradición teórica fue
249). En la definición aporatada, que reproduce cabalmente imponiendo. Se creó un género para la casilla vacía ele la tJi-
el tópico teódco que vengo glosando, se ha d eslizado, no por ada pero conjuntamente se uniformó, se dió carácter uni-
error, una acepción que nos va a servir luego como a rgu - tado a lo que para nada respondía a esa unidad, ni en las rea-
mento a favor de su extensión a la lírica: la d e ficción-com- lizaciones históricas de las formas clásicas, ni medievales,
posición imaginaria, es, por lo demás, una posibilidad que ni renacentistas.
C. Segre atribuye a las propias acepciones por la oscilación En segundo lugar y simultánerwzmlP (y -.ubrayo como ele-
de significado en las lenguas románicas parajingenr. «simu- mento clave esa idea de simultaneidad teóri ca) se logró
lación», pero también «invención literaria» (ibídem , pág. cuajar para ese nuevo orden unitario de la lírica una con-
250). tigüidad para lo expresivo-subjetivo que respondiera simi-
tricamente a la dialéctica universal de la propia tríada. De
1.2. El hecho de que ficrión como «invención literaria» las muchas oscilaciones que en la trad ició n teórica ha teni-
o como «composición imaginaria» no se haya desarrollado do la repartición o~j etivo-subjetivo-rn ixto (se pueden seguir
ni influido para nada en la esfera teórica de la lírica tiene en la símesis de P. Hernadi, 1972), la epopeya y la dramá- '
una ampli a explicación en la historia de la teoría de este tica han oscilado según fuera uno u otro e l teórico, pero
género y en los muchos avatares sufridos por el mismo para la lírica h a conservado incólume s tt exc lusividad para la
su inclusión en e l esquema triádico, primitivameme modal parcela de lo subjetivo, afirmada primero como e lemento
pero luego genérico, desde su germen en la República ele modal, reforzada luego con argumentación de <<forma natu-
Platón hasta su posLCrior confirmación -con distorsión del ra l» por Goethe y torl" '" tr"rlición romántica}' finalmente
primitivo sentido modal- en el Romanticismo. C. Guillén con firmada en ese lugar por los esquemas no temáticos sino
(1971), A. García Berrio (1975 y 1988) y luego G. Gcnctte formal-enunciativos del fo r mal ismo. Reproducir aquí tan
( 1979) han ofrecido la historia -documentable paso a paso- sólo los pri ncipales hitos de estas progresivas distorsiones
de la constitución de la triada cuyo origen explicó García ser ía imposible en los limites ele este..· a rtículo v ocioso pues-
Berrio en el contexto del .Minturno (pero no sólo de él), to que la bibliografía sobre la teoría de los géneros ha sei1a-
) que popularitó para la poética posterior el murciano laclo bien las urdimbre de e te peculiar «Sistema triáclico»
Cascales. A los estudios citados y a la peculiar historia de v el no menos peculiar lugar que a lo que llamamos lírica le
esa problemática inclusión de la lírica en el esquema triá- cumplió desempeñar en tal sistema.
clico, remito al lector interesado, puesto que no me es posi- Únicamente me ¡-eferiré, en esta síntesis, al p<'SO enorme
ble glosar siquiera unos pasos, por lo demás muy conoci- -diríamos que excesivo- que el Romamicismo y su pecu-
dos ya. liar estética expresiva tuvo en la afirmación del sistema. Y e llo
Es interesal1lc, empero, establecer la constatación de porque este peso romántico que la poética actual parece
que tal proceso histórico-teórico no sólo crea la distorsión haber h eredado ele forma casi <<natural» es muy importan-
del esquema moda l al invitar a la lírica a ocupar la <<casilla te, diré que clave, para la discusión que aquí nos ocupa. En
vacía» del primitivo esquema platónico-aristotélico de los una palabra, la «esq uematización» teórica que ha expulsa-
modos. Tam bién operan dos nuevas d istorsiones que afec- do a la lírica del d ominio fi ccional ha sido fenómeno ele
tan sobre man era al proble m a que me ocu pa e n este artí- a mplia respon sabilidad en muchos hitos d e la tradi ción
culo: en primer lugar se crea un tipo teórico -la lírica- y pero afecta a la doctrina idealista-rom ántica con particular
con él una consideración unitaria desde la teoría para aco- é nfasis, ele modo que lo que lla m amos lírica h oy no podría
ger múltiples y variaclísimas formulaciones histórico-litera- e nte nderse ni explicarse -ni la misma alirmación n o li c-
246 JOSÉ MARÍA POZUELO WANCOS LÍR1CA 1Y FICCIÓN 247

cional que la teoría parece admitir- sin la decisiva inter- geneidacl ele cada uno ele los componentes de la tríada (C.
vención del idealismo romántico y su posterior proyección Segre, 1985: 279). En efecto, la necesidad de crear la cate-
sobre las escuelas croceana,vossleriana y de la Estilística goría o tipo, o género grande, género-guía corno categorías
europea (F. Martinez Bonati, 1960:135 y ss.). Toda esta universales que luego se han querido (por ejemplo en
corriente idealista popularizó en la propia teoría la rela- Goethe o Staiger) justificar desde prismas universales y
ción expresivo-subjetivo·sentimental del poeta y ha recibido <<naturales>>, ha hecho posible un progresivo alejamiento
confirmaciones posteriores en procesos teóricos ajenos a de la realidad histórica concreta, con miles de formulacio-
la Estilística, como los del Estructuralismo, que con pare- nes distintas desde el punto ele vista de su creación prag-
cidos afanes esquematizadores, impidieron cabalmente a mática o de su funcionamiento semántico y aún ele su moda-
la lírica salir de la casilla en que la tradición la había meti- lidad a las que cada uno de esos graneles tipos o architextos
do, no sin forzar, como diré enseguida la propia historia ha reconocido como propias. A poco que nos acerquemos
del género y no sin marginar, en beneficio del esquema al tipo épico mal se acomodan a él la mayor parte de los
teórico, la casi totalidad ele las ocurrencias históricas que poemas germánicos y aún podrían quedar fuera algunas
en modo alguno cabe entender como expresivo-subjetivo- <<chansons ele geste». Yen lo que a nosotros afecta ahora, la
sentimentales. lí1ica ha tenido ocurrencias incompatibles con tal etiqueta,
tantas que sólo podremos hablar de lírica a condición ele no
1.3. El problema que vengo presentando es un ejemplo ejemplificar demasiado con poemas ele diferentes épocas. Es
cabal del funcionamiento del género como dialéctica teo- más, si queremos ser fieles al gran-género apenas podría-
ría/ realidad. La marginación de la lírica de lo ficcional es mos quedarnos con algunos poemas sentimentales imagi-
y ha sido una necesidad intrínseca de la teoría y ese nece- nados por los graneles poetas románticos alemanes.
sidad sólo se explica si somos capaces de asumir algunos Jean Marie Schaeffer ha teorizado sobre esta cuestión
de los conceptos clave que la metateoría del género ha veni- desde el punto de vista epistemológico y hecho ver cómo
do afirmando. Tal metateoría viene a indicar la enorme toda la teoría del género ha <<reificado>> en términos ele
dificultad que la «Cuestión del género» provoca cuando no ontología sus propios discursos (J. M. Schaeffer, 1983).
se plantea clat-amente y no se acaba de salir de la ambiva- H asta tal punto se ha dado esta reificación que la cuestión del
lencia entre histmia y categorización (C. Se~:,rre, 1985:279). Al género ha llegado a ser un discurso ontológico, conse-
evitarse la opción entre una descripción empírica de los cuencia ele la creación ele la categoría como exterioridad,
géneros según se desarrollo a través del tiempo y una cate- con independencia no sólo ele las realizaciones históricas,
gorización ex novo con criterios coherentes al margen de sino incluso del discurso teórico que la nombra. De ese
su sanción histórica concreta; dicho de otro modo, al mez- modo, la lírica, el gran género o categoría architextual no
clarse en la teoría constantemente géneros (y subgéneros) sólo se ha dotado de una existencia sino que hasta puede
con tipos, modelos y categorizaciones de naturaleza no his- negar la propiedead o identidad con ella de la mayor parte
tórica, no se logra salir de una constante <<esquematización» ele sus formulaciones históricas, de los poemas que se cre-
que la teoría impone a la realidad histórica, seleccionando aron en diferentes literaturas y que tendrían que ser hoy
de ésta sólo algunas de sus ocurrencias (las que convienen expulsados -o ignorados- del recinto en que caben sólo los
a su principio categorizador) y marginando otras U. M. privilegiados ejemplos que conviven al constructo teórico
Pozuelo, 1988 b: 69-80). Tal proceso de simplificación operó imperante tras el Romanticismo.
ya en Aristóteles y es una constante en la teoría de la real En síntesis,jla creación ele una idea ele la lírica al~jada de
existencia empírica ele las clases históricas ele textos. C. su definición ficcional no sólo es un construcw puramen-
Segre comentó este fenómeno y evidenció la escasa horno- te ideal y teórico, sino que su construcción se ha hecho en
248 JOSÉ MARÍA f'OWELO \VANCOS LIIUCA Y FICCIÓ:\ 249

aras d e la necesidad inu·inseca de la propia teoría, al abri- en ese corpus pueden distinguirse. Ni la yámbica o satíri-
go d e la formación del esquema triádico y fuertemente ca, ni la e legíaca, el epigrama, el himno, etc. cabrían en lo
dependiente de la inserción esq ucmaúzadora impuesta por que el Romanticism o tipologizó como lírica, ni había en tal
el Romanticismo. Las u·es dimensiones d el problema: esque- esquema una unidad fuerte, mucho más conseguida en
matización teólica, tríada e ideología d e la creación román- cambio en e l teatro o en la epopeya. El mundo medieval,
tica, son indi\'isibles y han colaborado imerdependiemc- com o destacan P. Zumthor ( 1972: 158- 164) o P. Dronke
mentc e n la expul ·ión de lo que hoy lla mamos lírica del ( 1978) tampoco impuso u n orden en la anarquía práctica-
recinto de lo ftccional mimético. Contemplamos estas tres mente imposible de reducir a prismas unitarios. Hasta el
dimensiones e n la apretada síntesis que sigue. Renacimiento, además, tampoco la lírica tuvo e pecialización
exclusiva en la dimensión expresivo-subjcúv,l del poeta sobre
1.4. C. Cuillén ( 197 1) dedicó su excelente monografía sus sentimientos o su visión del mundo. b) Es en e l momen-
<< Literature as system» a mostrar cómo la poética europea to en que nace la tríada, apoyada en esquemas anteriores de
tiende al sistema y e n deuda con la pedagogía del Trivium clasificación artística y social, como los del discurso o ra to-
y con órdenes varios de las ciencias oratorias etc.,creó un rio, los estilos, los modos, las personas etc, (vid. A. García
<<orden inte lectua l», un espacio ideal triádico en que rein- Berrio, 1988:123), cuando se produce esta convergencia.
terpretar como gé ne ros los primitivos esquemas modales Es e l esquema te rnario el que co mi enza a dar una consi-
de origen platónico-aristOlélico. Lo importante de esta inda- deración unitaria a la lírica. Apelo a las investigacio nes de
gación , seguida por C. Cenette, es que género y sistema se Guillén, Carda Berrio )' C eneue, ya citad as, para docu-
refu e rzan y ha habido durante siglos una notable tendencia mentar este proceso paulatino de unificación de lo diveso,
a establecer un número limitado, un inventario cerrado, que no ha aparecido antes del Renacimiento. Tam poco ha
de mode los genéricos desde los que interpretar la heteró- aparecido antes el tópico d e la formua lación rxfJmiva de la
clita y diversa canLidad de realizaciones literarias que han de lírica, que es tópico que adquiere fuerza con su con cor-
caber o penetrar ya en uno u otro de tales moldes (vid. C. dancia con el lugar modal, de modo que en Cascales encon-
Guillé n, 1971: 377-385). u·aremos una ambigüedad muy significativa e n tre lo temá-
Los críticos leen una obra a través del siste ma crítico de tico y lo mo d al al decir que en la lírica el poeta habla por
forma que la imcligencia crítica asimila y acomoda lo nuevo sí y de sí (Tabla poética 1, texto 14 l>egún la edición de A.
dentro de los esquemas y coord enadas dados por su cono- García Berrio, 1988:60).
cimie nto. Este nuevo fenómeno. inheren te a la constitu- Al ser esto así, ¿puede extenderse la consideración de
ción misma de la Poética como ciencia general, ha sido la lírica posterior el Renacimiento a las formulaciones medie-
especialmente agudo en el caso de la lirica, por varias razo- vales, bajo-latinas, latinas o griega!. precedcnLes?. Así se ha
nes que únicameme enumeraré: a) en primet- lugar es cono- hecho pero con notable restricción de lo gen('rico en bene-
cida la enorme resistencia que la lírica ofreció a ser e ncua- ficio de lo categorial-teórico. El resto ele la historia es muy
drada como género unitario, d e bido en gran parte a que conocida también: Coethe, las << fo rmas naturales», Schiller,
no consumía una unidad en las literaturas griega y latina. De llegel y todo el sistema del idealismo, Staiger, c te., han veni-
hecho, al mismo tiempo que Aristóteles la ig nora, se d a su do no sólo a reforzar la conside ración unitaria, sino que
falta de conside ración unitaria. Tan sólo la enume ración conjuntamente con ella la expresivo-modal, la expresivo-
de la primera aparición histórica ele una consideración cuasi temática y e l orden sentime nt.al d e la propia subjetividad
unitaria d e la lírica (o tné lica), la d e Dionisiso de Trac ia, como lugares d e d efini ción de la lírica. La HstélicCL d e H egel
muestra que lo que hoy conoce mos como lírica en modo puede ser emblemática de esta con sideració n. La conve r-
a lguno podría corresponderse con las variadas especies que gencia en este «orden intelectual>> expresivo-su~j etivo d epen-
250 JOSÉ MA!UA POZL1EL0 WM.:(:OS LJIU\.A Y FICCIÓ~ 251

derá del triple parámetro antes apuntado. No la inventa la definición d el género Lhica. Con e llo se ha creado una evi-
onodoxia aristotélica dt'l clasicismo puesto que Cascales y dente concreción de la cuestión del género que, como veía-
Batteux querían transitar, como veremos, por ou-as vías. No. mos, tiende a ezquematizar, creando un orden intelectual,
Se gesta en la connh·cncia de tres fuer7as: la del esquema un pensamiento sobre la lbi.ra que apenas tiene mucho que
triádico modal, la dial(•ctica del sistema de representación ver con sus realizacione históricas y que ha "er vido para
humana que opone la subjetivo/ objetivo como órdenes un espejismo distorsionador. La poética de la lírica ha caído
suprah i tóricos y de fuerte dimensión universal y, por últi- en la u-ampa de su propia capacidad instaurado ra y ha crea-
mo, la inserción del idealismo romántico v u teoría de la do un «esquema» de pensamiento sobre la lírica que ha ido
expresividad del poeta, precisamente por' buscar los poe- más allá de rellenar una casilla vacía modal, ha ido hasta
tas filósofos un género de vPrdad, de autenticidad que e\'i- crear un tipo ideal que responda al orden dialécLico fun-
tase la censura platónica respecto a la mentira del verbo e n d fl mental de lo o~jetivo/ subjeti\'O. La coherencia d e la pro-
La RP/Júblim. pia teoría se ha salvado en be neficio d e la cración ele un
Es sintomático que fueran poetas filósofos los más empe- orden intelectual netamente romántico expresivo donde
ñados en negar a la poesía su estatuto ficcional. Los filóso- no caben ni Píndaro, ni Horacio, ni Catulo, ni Dante, ni
fos de todas las <'pocas- y muy singu la rmente los románti- Góngora, ni Borges, ni Pessoa. P. llernadi ( 1972:13 y L4)
cos- han luchado por allegar la poesía lírica a la esfera de lamenta que las especu laciones sobre la líri ca de autores
la verdad, a l lugar donde e l individuo expresa directamen- contemporáneos como Spocrri, Petch, Staigcr, etc. apenas
te su a lma y rescata la autenticidad originaria, e l carácter podrían superar ciertas áreas estrechas de la historia lite-
genuino y verdadero del lenguaje. El origen no ficcional raria. Sus conceptos de la poesía lírica abarcan poco más
del género era preciso pat·a fundamentar sobre él la con- que la poesía del Romanticismo o quit.ás no más que los
testación a la objeción platónica de la raíz mentirosa de poemas melodiosos de Goethe. Sería abusivo -arguye
toda producción poética. Dcsficcionalizar la lírica fue un Hernadi- querer trasladar a Horado lo que de la lírica dice
lugar necesario dentro de la cosmovisión que de la literatura la teoría actual. Podríamos añadir nosotros que toda la u-a-
ofrecieron los poetas-filósofo del Romanticismo. dición del petrarquismo o de la poesía cancioneril también
Tampoco hay que o lvidar la fuerza que sobre la tríada quedaría fuera del esquema u horiwtne de posibilidade
han ejercido poderosamente razone en las que se ha que- teóricas desde el que se diseña hoy la teoría de la lírica.
rido ver raíces antropológicas, que permiten ver la tipolo-
gía literaria como lugar cn d onde subyacen tipos dialécticos
universales en necesaria limitación. El inventario cerrado de ll. CASCALES Y BATIEUX
la tríada) su asimilación a fuerzas «naturales» (lo objetivo,
lo subjetivo, lo lírico, l'lC.) dista muc ho de ser arbitrario. 2.1. Pero no siempre la lírica '>C pensó de ese modo. Y
Reproducc, sí, una lim itación y determinación ideológica no siempre estuvo alejada del orden ficcional. Reivindicar hoy
hasta ser reivindicado- y así lo está siendo por interven- e l carácter ficcional de la lírica supone recuperar una vieja
ciones como las de C. Cencttc ( 1979:72-75) y A. Ca reía tradición rota e injustamente valorada. Francisco Cascales
Berrio ( 1988: 124 y 1989:444-470) como la conciencia his- ( 1617) de modo menos sistemático y Ch. Batteux ( 1746) de
tórica de las formas arquitectónicas fundamenta les. forma impecable y coherente han defendido la naturaleza tic-
Sea como fuere, nosotros hemos de acabar esta breve cional del género lírico. Lo han hecho además, ambos, por
síntesis de la cuestión haciendo ver que todas estas fuerzas procedimiento de su caraclerización como imílaf'ión, lo que
han colaborado e n la au·ibución de la expresividad-subje- le ha parecido a G. Genette (1979) una distorsión del con-
Lividad y e n un orden no ficcional como los pivotes para la cepto de mímesis, pero que ambos tratadistas han entendi-
252 JO'>É \1 \RIA POZl' J.-.1 O " \ '\COS
LÍRIC . \ \ fl( .( IÓ:'\ 25~

do en estricta coherencia con el propio sistema aristotélico. El origen de la valoración de Genette respecto a Cascales
Veremos luego cómo la lectura de Genette y su crítica de y Battcux esu1ba en la diferente interpretación)' alcance
las teorías ?e Cascales y singularmente de Batteux ha parti- que aquél y estos últimos hacen del concepto de mímesis en
do de una Interpretación restringida, que estos no hicieron la Poélira de Aristóteles. Toda argumentación de G. Genette
y sí hace Cenette, del concepto t~ristotélico d e mímfsis. A. está basada en la lecrura restrictiva de la mímcsis como «imi-
Carda Berrio (1988:120 y ss. v 407-415) ha documentado tación de acciones humanas», esto, es, como referido al
ampliamente los antecedentes en Minturno. sitúa también seno mismo d e la teoría sobre la tragedia }'epopeya, núcleo
pn:viamente la intervención de Dante cuando asimila la líri- de la poética aristotélica. Genette interpreta a lo largo de su
ca al género que tiene como fábula un pensidero (/)p v ulgmi libro- y explícitamente en página 38- que e l concepto de
P~oquentia, 11:\'1~1. 238) y ~odo el ambiente teórico-poético que imitación no es extensivo a la lírica sin la subrepticia dis-
vmo a preCipitar las afirmaciones primero de Minturno y torsión de convertir «imitación de acciones humanas" en
luego de Cascales sobre una consideración unitaria de la «imitación » sin más. Y e llo porque mimesis o lo mimético es
lírica. Una lecLUra completa de la<; Tabl.as Poitims muestra la entendido siempre por Genette como referido a dos órde-
conocida Tabla X donde palmariamente la define como nes: a) o bien a un orden purameme modal, en la acep-
«imitación de cualquier cosa que se proponga, pero princi- ción de Platón: como modalidad de narración que actúa
palmente alabanzas a Dios y los Santos ... reducidas a un con- representando, esto es, como forma enunciativa y b) bien
c~pto lyrico flo:ido >~ (Cascales, 1617, Tabla X, 1, apud la edi- como ligado a la fábula en su sentido de «imitación de accio-
Clon de A. C.arc1a Berrio , 1988: 408). La relación nes» v~lliclo tanto para la u·agedia como para la epopeya,
lírica=imitación forma parte de todo el sistema aristotelista pero, según él, no vál ido para la lírica sin distorsión del
de las Tablas Poéticas y se define ya en su comicn/O, en la concepto. Sin embargo creo que, como ha sido subrayado
Tabla 1 texto 2 (García Berrio.l988:60) cuando se define la ampliamente por los estudiosos de la obra del Estagirita, el
mimesis. También es fundamental el texto de la Tabla 1 14 concepto d e mímcsis en la Poética permite, junto a esta lec-
~ibídem pag. 119) donde se introduce ya una ambigÜ<.'~lad tura restringida al dominio de la fábula (mímcsis es diége-
Interesante al definir que el lírico «casi siempre habla de su sis, diría Genette en 1972), una interpretación más amplia
perso~1a propi~ » Y el Epico «hace lo uno y lo otro», con lo que que lo ligaría al concepto de poiesis. Todo el sistema teóri-
se ha mtroductdo un criterio temático ( hablar sobre el poeta) co de Cascales y Batteux va a estar quiciado sobre u lecw-
en una ordenación que. como mue~tra la cita de la Epica. es ra de mímesis como concepto general de producción art Í<;-
puramente modal-enunciativa. De todos modos Cascalcs no tica, ligada al poiein.
quiere reducir en principio la Lírica a un terna: defiende Sin eluda alguna en Aristóteles se ofrecen textos que per-
en cambio para dla su posibilidad de tratar muy diversos miten ambas interpretaciones. Hay en la Poélira 1111 inicio, los
asuntos. primeros capítulos, en que la mímesis está siendo concepto
Lo que me parece fundamental-como lo será luego en general que alcanza a diferentes órdenes artísticos, y que
Batteux-: y lo que va a explicar la diferente interpretación llega a incluir hasta el «toque de la flauta v cítara» (Poética
".':"alo:a~10n el~ la ~ue hará G. Gencue (1979) es que la rela- 1447a 15-16) y hay luego una progresiva e pccialinción del
Cion ünca=m l mests o la reivindicación mimética de la líd- término, cuando peneutt )'<' en la teoría ele la uagedia, hacia
ca no es como q uiere Genettc ( 1979:36-38) una distor:~ión su relación con la representación de acciones en la fábula
del pensamicnw aristotéli co, creo más bien que represen- épica o trágica. Pero estél ulterior espcciali tación no nos
ta un lugar plenamente coherente dentro del sistema teó- puede hacer olvidar el horit.onte teórico general en que la
r!co ele la Pohim que CascaJes y Batteux han respetado, no Poitica de Aristóteles ha sido posjble entenderla como texto
sm aportar, sobre Lodo Batteux, poderosas razones. fundamentador de una ciencia ele la literatura y lo ha sido
254 JOS~ MARÍA POZUFI.O W ;\:-:COS URJCA Y HCCIÓX 255

porque va más allá d e la sistematización del orde n d e un 2.2. Si para Cascalcs he mos de d educir estos contenidos
género y se propone como teoría generaL En la Poética sie m- (que son los que permiten su consideración de .'~ lírica cor~o
pre enconLramos esta doble dime nsión. Ocurrirá también imitació n e n el mismo o rden que las oLras acuv1dades arus-
con el concepto de fábula (mythos) que acogerá dos signi- ticas humanas) ocurre que e n Ch. Baucux no tenemos que
fi caciones de alcance diferente e n distintos lugares d e la d educir nada. El mismo deja claro su pensamiento con impe-
Poética: unas veces ( Poética l450a 3-5, 1451 a 3 1-32) será cable argumentación. Claro está que para entend er su ~efe~­
«imitación de acciones>•, pero otras veces (1450a 15, 1450 a sa de la lírica como género mimético y todo lo que ello rmph-
32-33) será «construcción de los hechos>> , lo que ha pe r- ca no basta con leer e l capítulo a ella dedi cado. Es preciso
mitido entenderla tanto en su sent ido d e representación asistir a la construción de todo un sistema proyectado a lo
extensional como d e producción d e signo o d e creación. largo ele su tratado. Cuando así lo hacc_mos vc~os con cla-
Apelo a la amplia investigación d e P. R.icoeur (1983) para ridad que Baneux no sólo expone su tes1s, tamb1en se mues-
calibrar las diferentes capacidades que el concepto de míme- tra con cien te de los puntos problemáticos y posibles objec-
sis abraza y posibilita. ciones. La inclusión ele la lírica en el orden mimético no es
Pero ésta no es só lo una reconstrucción metatcórica. un lugar arbiLrario sino la consecuencia d e todo un razo-
Recordar estos proble mas, ya tradicionales en la inte rpre- namie nto e n torno al fenómeno de la ficcionalidad, porque
tación d e l Estagirita, es atender al contexto teórico mismo una d e los grandes puntales d e su sistema es la ligazón d e
en que se han gestado las teorías de Cascales y Batteux sobre rnímesis y representación fi ccional, eje o mé dula vertebra-
la lírica como imitación y que no pueden descontcxtuali- dora de toda su teoría estético-literaria.
tarse d e su o rigen, que se encuentr<l en la interpretación del En efecto, la defensa de Battc ux de la lírica como géne-
principio de mimesis aristotélico como un principio gene- ro mimético, expuesta e n el capítulo X d t: la pant: tt:tt:t:J a
ral que alcant~ a la dimensión ele toda la Poética y para e l que de su u·atado Les Beaux-Arts rMuits a un mhne prinápe (1746)
110 se precisan distorsiones, porque LOda la tradició n clasi- se comprende cabalmente cuando leemos e l conjunto d e l
cista comenzó sus tratados sentando esa lectura amplia d e l libro y especialmente e l capítulo 11 d e la Primera Parte,
concepto de mímesis. No desconozco que en esa misma tra- donde Batteux explica e l concepto de «imitación» que cla-
dición hubo lecLUras restrictivas queriendo significarla como ramente d e fin e como «ficción » y creación de modelos d e
únicamente «imitación d e acciones humanas». Maggi, realidad verosímiles. H ay en Batteux un si tema coherem e
Vettori, Castelvetro pretend ieron tal reducción (vid. A.
de ideas y cada tesis panic ular, como la defensa de la_ lírica
C arcía Berrio, 1988:58-59), pero Cascales se sitúa e n un
como género mimético, se deduce del resLO del c~nJu_nto .
punto en que extender la mímcsis a «la naturaleta d e las
En é l son claves los siguientes conceptos, en conunwdad
cosas y diversos géneros d e personas>> (ibídem, pág. 57) era
sistemálica: modelo de realidad, 1Jerosimilitucl, ficción y poiein,
una necesidad que pudo predicarse, e n sistemas tan orto-
que van a ser casi sinónimos. Leamos algunos textos d e su
doxos como e l de Cascales, únicamente por e l procedi-
mie nto, nada arbitrario, de conectar mímesis con poiesis. La argumentación:
esencia misma d el pensamiento de Aristóteles ha sido enten- • Lo spidto umano non puó creare che in maniera impro-
d er la actividad fJoiétira como la reproducción de la reali- pria: tulle le suc produ7ioni portano !'impronta di un mode-
dad por medio d e su mode lización a rtística. Imita r no es llo. Gli stcssi mostri che un 'immagina'l.ionc srcgolata si figtu-a
e ntonces sólo r e producir sin o «hacer>>, <<crear». M. Ba l nc i suoi de liri , possono csscre composti sohanto de parLi prcs-
( 1982) ha podido por esa vía plantear una teoría d e l con- sc dalla natura ..... ( Battcux, 1746: 43).
cepto de mímcsis como concepto semiótico, ligado al signo, «La poesia, inlinc, non vive ch e di finzionc ... L'egloga ci
no solamente icono reproductor sino signo productor. oiTrc dei pastod pocúci che non sonoche somiglianze, imma-
256 .JOSÉ MARÍA POZUELO WANCOS LÍ RJCJ\ Y FICCIÓN 257

gini. .. Cosí tutte le arti, in tuno ció che hanno di veramente cebirse así e l siste ma, la poesía lírica puede pe rfectame n te
artificiale, non sono che delle cose immaginarie ...» (ibídem. conectar co n é l, to da vez que explícitamente se niega la
pág. 45) exlusividad d e la rnímesis jJmxeos o imitación d e acciones
«Questa dotu·ina non e per nicnte nuova. b 1 si trova in humanas de la fábula trágica o épica, esto es, de la narración.
ogni parte, presso gli antichi. Aristote le comincia la sua Pol'tica Ha dicho explícitamente que no entiende mimesis como
con qucsto principio: la musica, la danza, la poesía, la pintura modalidad del mccpnlare sino como e quivalente a fingere,
sono ani d'im itazionc. A qucsto si riferiscono tulle la regole
«creare l'azione qui se racconta•• . Parece como si Ch. Batteux
della sua Poetica. Secondo Plawne, per essc1·c poeta non basta
raccontare, bisogna fingere e creare l'azione che si raccon-
hubiera previsto la lectura que le haria G. Genette (1979: 38)
ta ... l termi stessi di cui gli anticlú si sono serviti, parlando di poe- y se adelanta a sus objeccio nes, condenando la lectura res-
sía, provano che essi la considcravano come un 'imitazio ne. 1 trictiva d e lo mimético a la acció n narrada (lectura que pre-
greci diccvano fJoiPin e mimeísth(li. 1 la ti ni traducevano il primo supone mimesis=diegesis) para extend er su sistema fuera
te1·m ine con Jacere, i bu o ni autori dicono .facerr fJOern.(l> cioe for- de la modalidad narrativa y atingeme a cualquier modeli-
giare, fabbricarc, creare; e il sccondo lo hanno rcso sia con zació n m·tijicial, aunque verosímil , d e l mundo (natu ra ),
Jingt>rPsia con imitari, che significa tamo un'imitazionc aró!icialc, incluyendo, explícitamen te, e n este mundo al mundo úna-
come awienc nellc arti, quanto una imitazionc rcalc e mora- ginado. El sistema lo formarían las sig uie ntes o posiciones:
le, cosí come accade nella societá. Ma poiche il significato di
queste parofe C Stato, atLraVCfSO Í tcmpi, CSlCSO, deviatO, ris- Mode lo vs Naturalc;.a
lfCil.O, csso ha dato luogo a equivoci e reso oscuri principi che Poesía vs Realidad
crano chiari per se stessi nei primi autod che ti hanno stabili- Imaginado YS Ocurrido
ti. Perfinzíone ci si é riferiLi alle favo le ch e fanno intervenire il Artilicial VS Real
ministero degli dei e Jj fanno agire in un'azione, per il fatto che Verosímil vs Histórico
questa parte della finzione e la piu nobile. Per imitazione si e
in tesa non una copia artificiale della natura, che consiste pre- Tod as las oposicio nes d e ese sistema se reclaman, son
cisamente nel rappresentarla, nel contmffar·ta. hypokJinein:, ma una y la misma. Pero interesa destacar la inte rdepende n-
ogni sona d'imitazione in generale ... Di tutto ció che a bbiamo
cia, en la argumentación del libro de Batte ux , e ntre tres
detto risulta che la poesía non sussiste che mediante l'imita-
términos: modelo, verosímil y artificial, puesto que los segun-
zionc... nulla e reale nelle loro opere, tullO vi e immaginatto,
finto, copiato, artificiale. Questo e illoro carattere essenziale, dos explican el sen tido cabal del primero. La cua lidad d e lo
in opposizione alla natura» (ibídem. págs. 4547). verosímil no se refiere e n Batte ux únicamente a los hechos
contados o representados, sino que es condición de la mode-
Queda claro, ante r.ales textos, que Ch. Batteux ha cons- lización misma y para ello es importante la matización que
truido un sistema completo d e arg ume ntació n que recorre introduce e l adjetivo <<artificiale ». La verosimilitud no es '
las sigu ientes e quievalencias: modelo d e realidad =verosí- condición de ser <<más real>>sino precisamente el arglimento
mil=mímesis=poiein=ficción.Y curiosamente se muestra de ser propiamente ficcionaL El verosímil en Batteux es
consciente de que la lectura de la mímesis como «imitación garanúa de fi cción y no constricción de la misma a una
de acción humana o divina» , como fabula narrada es sólo plano de realidad natural. Es así como e l sistema pervive
una posibilidad, noble pero no la única y que tal lectura ha en su especificidad esencial y comú n a todas las artes, sean
devenido una restricción reductora d e l pensamie nto d e o no referidas a hechos ocurridos. La ó ptica adoptada por
Aristóteles, que é l taxativamente hace ex te nsivo al d e poie- los intérpretes renacentistas había sido la conu·a,·ia: el vero-
sis como modelización artificial, como creación, como mod.e- símil no e ra la posibilidad de la imaginación , co mo en
llo y, al ser modelo artificial, no real sino ver.osímil. Al con- Batteux, sino por el conu·ario era cercenación y limitación
258 JO!>I:. ~IARÍA I'OZL'Fl O \V,\;-1( 0'> U RICA Y FLU:IÓN
259

a l plano realista. J. Bruck ( 1982) reveló la óptica de liloso- El ejemplo que ai1ade sobre la misantropía en ~lolicre es
fia-c ideología-realista que acompañó el debate de la míme- definitivo y e mblemático. Moliere no hace el retrato de los
'>is. Batteux, a l s ituar el verosímil no en el plano del real- misántropos sino la representación de la misantropía, su
verdadero, sino justamente e n e l otro lugar del sistema, e n estilización o modelización artística.
la otra columna de las oposicio11es, esto es. en el lllismo No ~s posible continuar con todo el detalle de las argu-
plano que «artificial», revela que runciona como la garan- mentaciones de Batteux, aunque son preciosas y ay11dan a
tía de no ser e l arte copia ciega, sino modelo, imaginado, emender la postetior tc01·ía de la ficcionalidad de la lírica. Por
a rtificial, fingido. El verosímil, la ficción , la mímcsis, <:1 <.:jemplo, la expulsión de la oratoria, como arte de lo verda-
poiein se sitúan en el mismo plano y representan el ámbi- dero y por lo mismo del poema histórico y didáctico, preci-
to el<: la creación d e modrlos dP realidad, e l espacio necesa- samente por ser versiones de lo contingente, del reino de la
rio que garantiza la creación artística. poesía (Literatura) (vid. p<'h>-s. 58-60). O cuando en página 101
Más adelan te Baueux '!erá, si ello es posible, más explí- Battcux aclara el término ••ficción " recogiendo sus dife t·en-
cito wdavía al afirmar la definitiva \'inculación ele la míme- ~es. po~i-bles a~e~ciones para acabar ligándolo a .fingnr> como
sis y la <<Creación imaginaria•• cuando dice: muutc ton arulictal y por lo tal1lo a conlra!Jare, a creación.
Es en e l seno de este sistema cuando adviene cohe rente
«In breve, un 'imi t;ll.ionc in cui si veda la natura non come la afirmación de ser la po<'sía lírica otra forma de imitación
1 cssa e in se stcssa. ma qualc potrcbbc csserc, como potreblw y por tanto de creación ficcional. Aunque t·econocc Ba u eux
cl>scrc conccpita mediante lo spirito» (ibídem, pág. 4H) . ( pág .l43) que <<aparentemente» la poesía lírica parece redu-
1' ctrse peor al principio ficcional, todo el capítulo X de la ter-
d Es estonces cuando comprendemos que el ser artificial cera pane de su libro está ckdinuJu a sahar las objeciones que
1 C'> la garanúa de la creación de un mundo posible, por el ptO\OC~ esa dificultad apatcnte. Resume los argumento~
verosímiL con lo que verosímil) mundo posible dcvit·nen co.ntranos e n la afirmación de quienes dicen que los senti-
si nónimos y abren perspectivas inte resantes de investiga- mtento~ ele las poesías lírica\ se presentan como verdaderos
ció n en conexión con los conceptos actualmente man<:jados ~que por tanto parecen no lettcr el carácter de imitación (fic-
en la teoría semántica de la ficcionalidad. El sistema se com- ción). La que C. Geneue ( 1979::38) llamará «pantalla de fic-
p leta, finalmente , con un nuevo funtivo, el d e tolalidatl: c ión » para los st:ntimicnws expresados en la lírica no es en
Batteux un simple golpe a rgumentativo, sino la consccucn-
>< (Zeusi) l>i fot mó ndlc, spit ito un 'idea artificial e che risulto c~a .de lodo ?l .s!stema y su principio medular. Por ese prin-
da tutti quei traui riunitli : t· questa idea fu il prototipo o il Ct_PJO la postbtltdad de set l>Cntimientos fingidos no <'S una
modcllo del suo quadro, rht· fu \erosimilc e poetico nclb smt ptrueta argumentativa ~ino l,t coherente consecuencia ck la
wtalit<l e non fu \CtO e '>lt>t ico cht• ndle sue parti prr~c '>t' p<t- relación ele la lírica con el principio ele poiJ?sis como cons-
t.<ttameme.. (pág 19) trucción imaginaria. El principio ele ser modelo artificial o
consu·ucción arústica convierte la oposición sentimiento:.
De modo que la imitación jircional se completa con esta verda?eros/ sentimienws no verdaderos en inoperante v
llltCYa oposición totalidad vs particularidad, que cierra el reduc tda al solo nivel del ob)Pto imitado, pero no atingente al
sistema: principio de la imitación misma. En ambos casos (senti-
mientos verdaderos/ no verdaderos) opera el (cnó tnt~n o
anificial V\ natural capital del verosímil poétko como modelización. Del mismo
MODELO vs O~JETO modo que en la novela o c n el drama las acciones contadas
totalidad panicular pueden haber ocurrido o no y esta circunstancia no las dota
260 JOSÉ MARÍA POZUELO YVANCOS LÍRICA Y FICCIÓN 261

de mayor pocticidad (ni de menor), con la lírica operará el De la argumentación d e Baueux lo más importante no
mismo principio: el hecho de ser sentimientos verdadera- es la posibilidad de ser fingidos los sentimientos (lo que tam-
mente entidos o imaginado como sentidos-fingidos no poco es argumento desdeñable para siglos enteros d e poe-
afecta a su ser artístico. En ambos casos, argumenta Baueux, sía no romántico-expresiva), sino el argumento que le sigue:
la poesía lírica representa lo general verosímil, el valor exten- el d e que da igual que sean verdaderos o fingidos puesto
sible el conjunto de los hombres, su semejanza para con los que ambos son sólo mate ria objetual con la que el poeta
otros y la representación de lo humano en general, vero ímil Lrabaja para someterla al principio de la imitación verosímil,
y no verdadero, arústico y no real, modelo y no naturalct.a, por el que se generalil:an y alcantan una dimensión poéti-
hablar imaginario y no comunicación histórica. De no ser ca, reducida ya sólo a su capacidad de representar lo huma-
así la oposición verdad poética/ verdad histó1ica no podría no por medio de una adecuada calidad de la expresión poé-
darse en la lírica y el valor del poema estaría reducido a su tica. Por consiguiente, el campo de batalla no es e l de la
virtual adecuación al particular objeto histórico, lo que arro- posibilidad de verdad/ ficción (como lo lec C. Genette,
jaría a la poesía en manos de la dimensión biográfica pani- 1979:42), sino el principio de oposición c nrre lo real par-
cu lar y la lírica saldría del dominio de la literatura para ticular vs lo general arústico; incluso si los sentim ientos son
entrar en e l de la comunicación natural. verdaderos no son por ello más poéticos, ni menos. Batteux
Para Battcux, en cambio, y esta es la esencia d e todo su sitúa su argumentación fuera del campo d e lo objetual (par-
razonamiento, e l ~j c definidor de la lírica no puede ser el ticular histórico) y lo eleva al campo de lo forrrutl, el principio
ele sen timiento verdaderamente sentido/ no verdaderamente de construcción poética artificial verosímil logrado por una
senti do, pucsw que ambos, e l fingido y el verdadero, son expresión de calidad poética.
súlo lllatt:• i<t, ubjt:Lu p<u a la forma artística que será siempre
-Balleux hablará ele «inspiración » (pág.146)- capacidad
para representar lo humano general verosímil, es decir, IJI. lA LÍRICA Y ALGUNOS FUNDA..~tENTOS 0[ IJ\ TEORÍA
capacidad de configurar cualquier objeto poéticamente. DE LA FICCIO!':ALIDAD
A este re~pecto es muy interesante la respuesta ofrecida por
Batteux a una refutación que de su teoría hizo Johann Adolf 3.0. El olvido al que se ha sometido a Batteux, desde la
chlcgcl. Este había refutado la teoría de Batteux haciendo presuposición de ser un ciego clasicista ortodoxo, ha roto
ver que Jos sentimientos poéticos «pueden er verdaderos» v en gran parte la posibilidad de conectar las modernas teo-
que e l poeta canta infinidad ele veces sus sentimientos reales, rías de la ficcionalidad con sus argumentos, siendo así que
antes que sentimientos imitados. Contesta Batteux: estos no sólo prefiguran sino que desa• rollan cabalmente
algunas de estas teorías. Me propongo en lo que resta de
«j t n ·avaÍ!> a y prOU\"Cf que deux eh oses: la premicrc, que
le~ scntimcnts pcuvent hre feints comme les aclions; qu 'étant
mi estudio aportar a lgunos razonamientos de la teoría con-
partie de la nalltl<', ils pcuvcnt ct.rc imités comme le reste.Je temporánea sobre la ficcionalidad que apoyaría lo dicho
crois que M. Schlegcl <onvicndra que cela est vrai. La sccond(•, por Batteux en d efensa de una consideración de la líri ca
que tou¡, le¡, scntimcnts exprimés dans la le l)'ric¡ue, feints ou como ficción.
\Tais, doivcnt é1rc soumis aux regles de l'imitation poétiquc,
3.1. La frecuencia cada vez mayor con que la tc01·ía lite-
e· est-a-oh(' q 11 ' ils doivcm étrc vraisem blables. choisis, sout('·
nu:;, aliSSi parfaits qu'ils pcuvenll'étre en lcur gcnre, ct cnfin raria contemporánea se refiere a la fi ccionaliclad del texto
rendus avcc toutc·s le~ graces ettoute la force de l'exprcssion lírico viene motivado por un progresivo desplazamiento de
poétiquc. C'cst le scns <iu príncipe de l'imitation, c'en cst l'<'S· la teoría de la ficcionalidacl desde ámbitos puramente semán-
prit» (Apud. G. Cencue, 1979:42) tico-exrensionales, de relación texto-referente (y en con-
262 fO'>I \IARIA PO/.L'H O )\A.\;CQ~ IJRI! \ \ 11! ( IÚ'-1

creto e l problema del «realismo» en narrativa) a los ámbi- 3.2. Un segundo momento teórico que apovaría hoy la
tos tanto scmántico-intensionales como pragmáticos, toda ficcionalidad del te\.lO lírico stría el desarrollo que han
\CL que la ficcionalidad no es un problema de referencia obtt'niclo las inn·.,tigaciones sobre la., macroe'>tnlctura~
sino de conslitución misma de la textualidad litt•raria y por como 1cp1 e<;entacione'i complt:ja-; de la conliguración de
tanto afecta a la totalidad de los ámbitos y planos de la muchos mundos imagina ríos, p<u t inllarmentc la !Po ría dt'
comunicación semiótico-literaria.Tal defensa, por tanto, los 1111111tlo .\ jJosibles, que a fecta por igual a la lírica en e l
tiene su pJimera base de apoyo en el propio reconocimiento momento en que l'l texto lírico ol1 cce iguale'> di111cnsiones
de la ficcionalidad como rasgo qut• afecta a la constitución de organitación de mundos,. -;uhmundos c¡uc cualquiera
misma de la textualicfad literaria, además de afectar a la otro texto lit<•nuio. tn p<1labra de C. Segre: ..Cada obra lite-
constitución del referente, íntimamente unido por demás J·aria pone en pie un mundo posible, distinto dd de la expe-
al factor constructivo de esa textualidad e inseparable d e riencia, que es necesario v sufici('ntc que se '>OilH'La a sus
é l, así como en el reconocimiento de la especificidad de la propia'> n•glas de coherencia .. (\ id. C. Se~1 e: 1985:253 v
comunicación literaria como ••hablar imaginario» según tambi{·n l '. \ 'olli, 1978: L. Dole/l'l . 1979' 1988).
feliz acui1ación de F. Martínez Bonati (1960). De hecho el El t:i<' <k c~ta conc<'pción. que af<·cta al texto lírico, e'> la
carácter ficcional del texto lírico es inrerdepcnclieme del evidencia de una interdependencia entre construcción tex-
carácter mismo de la comunicación literaria como hablm tual y constitución de l referente. En efecto. la semántica
representarlo. literaria ha roto co11 la tradi< ion al imagen de una realidad
La comunicación lírica. que tendrá especificidades prag- extratt'\.tu.tl (t.anto t•n el plano <Id mundo H'J" c<>entaclo
mátical. que en otro lugar he recorrido ('id. J. M. como de -.u producción por el cmi ...or) que opone1 al texlo,
Pot.Uelo, 1988: 213-225 yJ.M. Pozuelo 1990) no ck:ja de estar, como~¡ t''>te fuese 1e presentación de un mundo ya exis-
en cuanto comunicación literaria, afectada por la intrínse- tente qw: el texto litnario rrjlljarítr o diría. Cuando Batteux
ca naturaleza ontológica de la comtitución el(') fenómeno relacionaba modelo-\ ero'>imilitud-poicin estaba alirmando
literario que siempre presupone un hablante ficticio •<nece- la ckpcndcncia esll iua del referentt· 1t''>pccto del •· modelo
sario elemen to de toda lite ratura " (Manínct Bonati, de mundo~ o serit· de Ílhtrucioncs que rigen la 1epresen-
1960:149), de modo que la separación de narración, drama tación de un te>.to ... Como indica L. Do lei.cl ( 1988:4R4-
y lírica 11unca puede justificarse por la índole de su subje- 485) los mundos ficcionales posihks 'iólo pueden acceder
tividad o por la apariencia de ser la lírica más directamen- al 111UIIdo clctUal por(.') proceso imtaurado POI el (1/1/(l/ semiá·
te cxprc'>h·a del yo-hablante. La .,ólida crítica que l\1<~rtíne7 tiro. que alecta tanto a ht'> con ... uuaioneo; sintáctica., como
Bonati hace de la concepción vos.,kriana dellengua¡e. que ~emántica-.' pragmatiC<t'>. En una palabra:
ha afectado como concepción idcalisw-romántica muy direc-
tamente a la definición del poema lírico como expresión ,.'('he constnt< lion ol fictional pos\iblc \vorld' occurs, pri-
de la su~jeti\'idad del poeta o hablante real, recorr<' punto m;uth. in diH·J 'l' 1 ultural acti1 illn -poetn and mu .. ic com-
por punto argumentos Henos de agudeza,. sólida funda- pmuion. 111\ 1holo¡.," and 'ton tdling ... L'tC. :\lam 'l'llliOLics S}~­
tt·m, - langtl<t).\l', gt·,wrc~. 1 ouon,, <olours t:l(- \t·nc a~ media
mentación. a los que remito al lector interesado) que por
ol li< tional wo1ld roJhlluction. 1 i ll'l.tr~ fict ion' ,ut· construc-
sí solos bastarían para la cali(icación ficcional de la comu-
t!'d in the CIT<II iH· ;ltl of' poctic imagination, in thl' activity of
nicación lírica como << hablar imaginariO>> c¡uc es (vid. F. ¡mit•\il. Litcran H'XI ¡, the nwdium ol this MIÍ\ÍI\. \\'ith thl'
Martínct Bonali , J960, 140-149} 17'1 y ss.; B. ll. Smith ha ,t·miotic potenlial' of the litera,; ll'Xt, th c pot't hring' into fic-
coincidido en similarc~ argumentos en defensa de la poesía lional C'\.i~u·nn· a po,,iblc world which did not <'XÍ\1 p1;or to hi'
como ficción; ,;d. B. JI. Smith , 1978:14-+0). poielic act (ihid('m, p<ig. 489).
264 JOSF ~IARIA POI.LELO WANCO)) 1.1 RJC'.;\ n1CCJÓ1': 265

No es casual que en el texto de Doldel, que resume bien siblc e n su totalidad al texto lírico. B. Harshaw coincide
una amplia línea de investigación de la teoría literaria actual plenamente con la idea de que el l. R.F. de los textos e
sobre la consu·ucción de mundos ficcionales en literanu-a, no simultáneamente la construcción y lo construido , toda ve7
es ca ·ual, digo que -;e haya desli1.ado el término griego poie- que los literarios construven su propio l. R. F. al mismo tiem-
sjj, rei\'indicado pue~ como quería BatteLLx, es decir, no en po que se refieren a él. El texto lírico con <;lrtlye su propia
su virtualidad mimético-representativa (la que Dolcielllama realidad referencial al tiempo que la de cribe ( B. Harshaw,
«función mimética») sino en su virtualidad mimético-pro- 1984:232).
ducti\'a. La esfcr,t de creación teórico-literaria sobre la vero- Cuando hemos leído a Batteux hemos percibido su cons-
similitud como posibilidad conecta directamente- y ello era ciencia plena de que en e l pensamiento aristotélico se
patente como dijimos en el libro de Batteux- con la semán- encuentra no ya únicamente la base de la teoría de la fic-
tica ele los mundos posibles ficcionales. El vero ímil no es cionalidad (lo que ha sido siempre patemc) sino también
condición para lo real sino gat·anúa para la construcción que la apertura a la lírica que el tratadista francés hace de
modelizadora (no «nawral» sino «artificial» decía Batteux) esta teoría alcanza al núcleo principal de la misma; el desa-
de modelo posible ele realidad , de un mundo imaginado. JTollo de esa conexión, en cuanto al trazado de puentes
La insistencia en que los mundos posibles son constructos necesarios e ntre el pensamiento aristotélico y la teoría de la
de la actividad texlltal garantjza al mismo tiempo la evitación ficción li teraria.
de los tres grandes esquemas que han impedido tradicio-
3.3. La Jiccionalidad del texto lírico ha sido más difícil
nalmente el desarrollo de la semántica literaria, tres esque-
mas que en forma de funriones miméticas reproductivas y no de reconocer en la teoría precisam<.~rHe porque ha sido
productivas recoge el mismo Doleiel ( 1Y88:476 y ss): mayor el grado de necesidad que tal rasgo tenía par·a la au·i-
bución de índices de literariedad de los texto~ en prosa, en
Miuu:1ir function: ficúonal particular P / frcprcscnts actual tanto que el texto lírico hacía reposar sobre otros índices
particular p/ a (lonofonológicos, sintácticos y semántico-intensionalcs) su
Unin·rsali~t 'rr~ion: Fictional particular p/ f rcprc~ent~ literarieclad. Pero esa diferencia de necesidad de la tco1·ía
actual univc!"'ial U/ .1 para explicar el proceso de litera1·iedad (que en e l ca ·o de
P~eudomimcur func1ion: Acmal ;,ource S/ a/ represrnts la narrativa se volcó del lado de su r<.·conocimicnto como
(i. e. prm;dcs the represcmation) of fictional particular P/ f cstatus ficciona1) ha obviado unas evidencias que no podre-
mos seguir soslayando. Quizá convenga insistir en que el
La función fJsrudomimhim ha sido, puede Yerse en el ciLa- concepto clave podría ,·oh·er a S<.'r el de vf!rO.\ Ími/, tal como
do de MarLínct. Bonati , la que más directamente ha perju- aparece en la argumentación de Ballcux. Se ha oh~dado la
dicado el reconocimiento de la lírica como actividad fic- evidencia de la condición igualmente «general » y no par-
cional al referir continuamente la explicación de la lindar del mundo creado en un poema, que permite pre-
textualidad productora de mundo a una fuente originaria cisamente ser representativo de sentimien tos y perspecti-
(el poeta, sus sentimientos o concepciones) que este mundo vas sobre lo humano e n general. Esa capacidad reclama
textual únicamente representaría o reproduciría otorgando allegar el concepto de verosímil, como hiciera Battcux, al
al texto ele ese modo una dimensión de imitación natural e plano de la modelización artificial, y de lo gen era l, no par-
ignorando su ineludible dimensión de <<hablar imaginario». tictdar ni natural. Entonces percibimos que afcCLa al texto
Conc lui ré este punto de la «construcción del referen- líri co, una vez se ha extraído del dominio de la ,·ealidad
te>• con la teoría de B. Harshaw ( 1984) sobre el fnlemalField representada y adviene característica de la representación
of RPJerence teoría sobre la creación de mundo textual ex ten- misma. Resu lta curioso, a este respecto, qu<.' se haya nega-
266 10'>1 \1 \RÍA POZL H O \\ \:\LO'> IIRU \ \ HU IÓ' 267

do carácter ticcional a la construcción textual lírica y al el hablar del st0eto lírico como hablante instaurador del
mismo tiempo baya sido este género literario el que mayo- . m u ndo al que toda rcf<.·rctlCia se sujeta. F. Martínez Bonati
res desafíos en la creación de mundos imaginarios ha sus- ha caracterizado este hablar del sttieto lírico como una reve-
citado. lación del ser diversa d el hablar temático de la épica y de la
De todos es sabido que en la lítica se han albergado u·a- filosofía (Martínez Bonati, 1960:175-176). Seda preciso,
dicionalmente mayores grados de ilusión fantástica e irrea- aunque ahora únicamente puedo apuntarlo, relacionat
lista, pareja con la mayor exigc:ncia de cooperación imagi- comparativamente el clifcr ente fndice dt' constitución de reali-
naria del lector. Los mundos y submundos que el pocmario dad del hablar lírico respecto a los diferentes estratos cid
de cualquier gran poeta incluye son a menudo complejos y hablar narrativo. No estoy persuadido de la idea, apunta-
tan altamente representativos de los esquemas de funcio- da de pasada por C. Guillén (1985:214), de que la ficción líri-
namiento sentimental que su índice de «generalidad>> crece ca S<.' module por vía idéntica al llamado por Stanzel ( 1979):
CUanto maror es i>LI fortuna para la expresión de Ja pecu- «Situación perc;onal>•. Ante:. creo, por el contrario, que con-
liar densidad y espesor de la imaginación humana. viene más al esquema de creación) de con:.titución de
Como vimos, no era éste argumento menor en C. Battcux mundo en la lírica su posible simetría con la narración auto-
y resultó definitivo en su polémi ca con el padre de los rial omnisciente. En la lírica , en efecto, se da la paradoja
Sch legel, cuando argumentó que la liccionalidad lírica no ele ser el ámbito de realización enunciativa de la primera
se defendía por el expediente ele set los sentimientos expre- persona y de ser su lenguaje nn lenguaje «personal>• (de
sados verdaderamente sentidos o Jingidos, sino por 1111 capa- personaje '>tüeto=vo lírico) y sin embargo gozar al mismo
cidad de ser \ero ímiles y ya comentamos la contigüidad tiempo. en cuanto a su autentificanón (Manínez Bonati.
entre verosimilitud)' "generalidad .. en el pensamiento clá- 1960:58-70 y L. Dole/el,l980:12) del e-;talllto de \'erdad
sico y en el propio BattetLx. otorgado a las formas dd llamado narrador no personal d<'
Quizá una de las vías de investigación más necesarias «Er. lorm narrator» en terminología de Dolc:lel. El grado de
para la indagación del estatuto de la licción líri C<l sea la del autoridad y de constitución de verdad en lo dicho por el
modo de articulación de su «rcpresentatividad». Como se hablante lírico, y por tanto ele su fiabilidad, creo que pueda
:.abe, la teoria de los mundos posibles ha articulado la inserción ser equivalente y no menor al que ha estudiado en narrati\'<.t
textual de los mismos sobre el pivote del personaje. La tra- para esas formas de constitución del di~curso del narrador.
dicional polaritación de la teoría de los mundos posibles a po-;eecl()l del máximo c:.,tatmo autentificador que M. Bonati
los textos narrati\·os ha hecho precisa la relación estudió en la estrununt del género narrativo. Con todo e l
mundo=persona; ¿cómo se articularía en el texto lírico esta estudio y confirmación de esta hipótesis llcvat ía este estudio
ficción representativa?. Toda la teoría de los géneros ha a otro lugar y límites de los propuestos.
coincidido en la fundamental relación del texto lírico con
una estrucwra del yo. como yo-lírico (vid. en e~pecial K.
Hamburger, 1957). Excede los límites y propósitos de este
ar ticulo responder a la pregunta que acabo de formular, lo
que dejo para otro momento. Pcnnítaseme, con todo, apun- La., referencias a di\'ersas teorías actuales han querido
tar alguna idea que acaso permita al menos situar la índo- mostrar que la defensa de Cascales y singularmente de
le del problema mismo. Batteux de un carácter tnimético (en el sentido de ficcional)
La idea es que la constitución de mundo del rclercnte para la lírica no son un despropósito y creo gmarían hoy de
textual en d tcxt<> lírico no se subdivide en mundos de amplio respaldo. Sin embargo, esta problemática aún no
acuerdo con las personas sino en <.'stricta dependencia con ha de,cendido a los tratados de género-; literarios. ancla-
268 JOSÉ MARÍA POZUELO WANCOS

dos en su mayor parte en los viejos esquemas heredados de


la tradición romántico-idealista que vinculan todavía el yo-
lírico a expresión no ficcional y subjetividad con represen-
tación verdadera (o «más verdadera»).
V
Cad a una ele las referencias apuntadas podrían haberse BIBLIOGRAFÍA
desarrollado pues hay en la actualidad excelentes pivotes
argumentativos para la idea desarrollada por Batteux . En rea-
lidad, la sola lectura del luminoso libro d e Martínez Bonati
( 1960) sobre e l hablar imaginario proporciona tan sólida
argumentación para el hablar lírico como hablar asimismo
imaginarío (como hablar lite rario que es), que hada ocio-
sas otras referencias. De hecho e l ensayo de B. H . Smith
(1978) lleva el expresivo título, en el capítulo que trata lo
fund amental de esta teoría, de «Poeu·y as Fiction •>, títu lo
que también he querido dar a este artículo .
Las diversas teorías actuales, aquí sólo mencionadas,
muestra n que la d efensa del género que llamamos lírica
como construcción fi ccional es mucho más que la pirue ta
argumentativa de un aJisto telista dotado de ciega ortodoxia.
Quizá su ortod oxia fuese esta vez luminosa coincide ncia
entre el clásico Aristóteles, el neoclásico Batteux y la actual
teoría, sobre e l alcance del verbo poiein, raíz de poesía, y
de poema.
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