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ORIENTE
Grupos aislados de turcos de Asia Central habían venido siendo reclutados en los ejércitos
de diversas dinastías de la zona desde el siglo IX. El grueso de estos pueblos continuaba
habitando en los territorios exteriores al islam, manteniendo sus modos de vida nómadas
y sus estructuras tribales. Se les denominaban como turcomanos. En los años cercanos al
año mil, tanto turcos del interior ‘’(asimilados)’’ como los denominados turcomanos se
convirtieron en los principales protagonistas de los sucesos en estas regiones.
En los territorios de Transoxiana y Jurasan, venían gobernando desde comienzos del siglo
X la familia de los Samaníes. Éstos se vieron obligados a reclutar a elementos turcos en sus
ejércitos, los cuales fueron copando los principales puestos de la administración militar y
civil. Una familia de origen turco, elevada al gobierno de Jurasan, minó las bases
territoriales de los Samaníes, quitándoles dicha provincia y acabando con la propia
dinastía en torno al año 1000. El principal representante de esta familia turca, Mahmud
(998-1030), fue quien terminó con el gobierno de los Samaníes ocupando Bujara, Nisapur
y Sarmanqanda, así como todos los dominios que se extendían hasta el río Oxus. Mahmud
hizo de la ciudad de Gazna la sede de dinastía que fundó, conocida como Gaznavíes (975-
1187). Mahmud mantuvo intacto el aparato de la administración Samaní.
Por misma época en que Mahmud ocupaba los dominios de los Samaníes, los pueblos
turcomanos entraban en escena. Aprovechando la debilidad de los Samaníes en sus
últimos años, y coincidiendo con los ataques que por la misma época les asestaba
Mahmud de Gazna, un grupo de turcomanos, los llamados Qarajníes, aprovecharon la
ocasión para ocupar Transoxiana. Impotente para acabar con ellos, Mahmud se vio
forzado a establecer con ellos un pacto que fijaba en el río Oxus las fronteras de sus
dominios. El establecimiento de los Qarajníes en Transoxiana abrió el camino para la
penetración de nuevos grupos de turcomanos, entre los que destaca la tribu de los Guzz,
dirigida por un linaje tribal instaurado por Salyuq. Esta tribu paso a Jurasan en 1025 a
instancias del propio Mahmud. La muerte de Mahmud en 1030 y el desencadenamiento
de la crisis dinástica entre los Gaznavíes permitió a los Selyuquíes la oportunidad de
ocupar Jurasan. Comandados por Tugrul Beg y Chagri Beg, los turcomanos se apoderaron
de los principales centros urbanos de la región sin apenas resistencia, lo que significó la
perdida de estos territorios por parte de los Gaznavíes.
Tugrul Beg y Chagri pasaron a convertirse en señores de amplios dominios y solicitaron al
califa abbasí el reconocimiento de su autoridad. El poder de ambos hermanos continuaba
siendo tribal. Tugrul Beg decidió continuar las conquistas hacia el oeste. Las ciudades de la
meseta iraní fueron cayendo en sus manos hasta que en 1055 Tugrul se plantó a las
puertas de Bagdad, donde fue acogido por un califa que veía en Tugrul el mejor protector
para su languideciente dinastía. Tugrul se hizo conferir por el califa el título de sultán que
en la práctica le confería el poder efectivo, mientras que relegaba a los abbasíes a meros
portadores de una autoridad de fundamento religioso. A la muerte de Tugrul en 1063 el
título de sultán recayó en su sobrino Alp Arslan. Penetraron en Asia donde las invasiones
chocaron con el Imperio Bizantino. En la batalla de Manzikert (1071), el emperador
Diógenes fue vencido y hecho prisionero, lo que supuso el fin de la dominación bizantina
sobre Armenia y Capadocia, y el comienzo de la penetración turca en Anatolia. Damasco
fue conquistada en 1079, Antioquía y Alepo en 1085. Pero la división interna de esta
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región potenció la atomización del poder entre los diversos caudillos tribales, lo que tuvo
su reflejo en la aparición de rivalidades internas en el seno de la familia selyuquí. Después
de un período de largas luchas, un miembro de la familia selyuquí llamado Tutus se
apoderó de Damasco en 1079, sin que su hermano, el sultán Malik Shah, quién había
sucedido a su padre Alp-Arslan en Bagdad, pudiera hacer nada. El factor de desintegración
traído por los turcos a tierras del islam no haría más que agravarse en los años siguientes a
causa de la aparición de un nuevo elemento en escena, los ejércitos cruzados.