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Violencia social y suicidio en el sureste de México

Book · October 2014

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Moisés Frutos Cortés Guadalupe Calderón


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DIRECTORIO

LIC. FERNANDO E. ORTEGA BERNES


GOBERNADOR CONSTITUCIONAL DEL ESTADO DE CAMPECHE

DR. ALFONSO COBOS TOLEDO


SECRETARIO DE SALUD DEL ESTADO DE CAMPECHE

DR. JOSÉ ANTONIO RUZ HERNÁNDEZ


RECTOR DE LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DEL CARMEN

M.C. MOISÉS FRUTOS CORTÉS


PRESIDENTE DEL GIIVISS A.C.

DRA. DIANA EDITH ARCEO SÁNCHEZ


DIRECTORA DE SERVICIOS DE SALUD

DRA. ROSAURA DEL C. GONZÁLEZ CASTILLO


RESPONSABLE ESTATAL DEL PROGRAMA DE SALUD MENTAL
Violencia social y suicidio en el Sureste de México
Violencia social y suicidio en el sureste de México.

Memoria de un encuentro regional.


Primera edición: octubre de 2014

ISBN: 978-607-8071-85-2

Secretaría de Salud del Estado de Campeche


Universidad Autónoma del Carmen
Violencia social y suicidio
en el sureste de México

Moisés Frutos Cortés


(Coordinador)
CONTENIDO Págs.

Presentación 5

Introducción 6

CAPÍTULO 1: El suicidio en el sureste mexicano: diferentes perspectivas


regionales

El suicidio en la Cultura Maya: una aproximación psicoantropológica 12


Gaspar Baquedano López

Incursos y Excursos: Migración y suicidio entre población Maya de Felipe Carrillo 38


Puerto, Quintana Roo
Eliana Cárdenas Méndez y Karen Medina Canul

La construcción de significados sobre el suicidio: la experiencia de los profesionales 63


de la salud mental en Tabasco
Ángela Beatriz Martínez González

El “discurso” del suicida, de parientes, amigos y reporteros como generador de un 82


eslabón más de la cadena de violencia en una comunidad de Yucatán, México
Laura Hernández Ruiz

Contextualización de la ideación suicida en jóvenes en el estado de Campeche 106


Javier Rivera Domínguez y Reina del Carmen Tello Briceño

CAPÍTULO 2: Las prácticas suicidas: estrategias para su análisis y prevención

Prevención y atención del suicidio: estrategias a escala humana con impacto social 117
Lery Bentancurt Pérez

Dispositivo psicoanalítico en instituciones: una invitación a tomar la palabra para 132


quienes decidieron no hablar más y fallaron
María de los Milagros Morales Vázquez; Julieta Ábrego Lerma y Tania Barbudo
Segura

Medios de comunicación y suicidio: una reflexión periodística de la nota roja en la 148


prensa escrita del estado de Campeche
Guadalupe Calderón Gómez y Cynthia Sánchez Calderón

Las autopsias psicológicas 161


Rosaura González Castillo; Perla Guadalupe Martínez Jiménez y Ángel Gabriel de la
Cruz Yanes Mejía

Despedidas sin adiós: conversaciones sobre la muerte y la vida 168


Alejandra Aranda Vargas
El significado de los intentos suicidas en los jóvenes de Campeche: una mirada 203
desde la perspectiva cualitativa
Moisés Frutos Cortés; Guadalupe Calderón Gómez y Esther Solano Palacios

Necesidad de la intervención familiar para la disminución del riesgo suicida en los 216
adolescentes
Aracely del Rosario Rosado Moo; Javier Alvarado García y Sonia Reyes de León

La cartografía del suicidio en Ciudad del Carmen, Campeche, 2000-2010: el uso del 232
SIG para una política pública de prevención
Esther Solano Palacios; Moisés Frutos Cortés; Roger O. Formoso Zavala y Luis E.
Pech Jiménez

CAPÍTULO 3: Las otras violencias

Disminución del maltrato entre compañeros: Un estudio de caso en una secundaria 250
del sur de Mérida, México
Carmen Castillo Rocha

Frecuencia y factores asociados a la depresión posparto en el sur de Yucatán 266


Juan Manuel Canto González; Sandy M. Tzuc Salazar y Yeni E. Mena Loeza

La felicidad en las mujeres de Campeche: consumo de analgésicos y elementos de 287


satisfacción o frustración entre las mujeres
Argentina Casanova

Delitos en materia de secuestro en el estado de Yucatán 303


José Paulino Dzib Aguilar; Erika Guadalupe Herrera Basto y Yeni Rocío Cruz
Manrique

Autolesiones físicas en adolescentes yucatecos y su intervención 319


Esther C. Sánchez Ramírez y José Paulino Dzib Aguilar

Observatorio de seguridad y gobernanza urbana: fortalezas y retos 330


Angélica Ramírez Dávila y José Paulino Dzib Aguilar

Los autores 342


Presentación

Hoy día, hablar de salud mental es hablar de una amplia gama de actividades que directa o
indirectamente se relacionan con el componente de bienestar mental, incluido en el concepto
de salud que da la Organización Mundial de la Salud (OMS), definida como un completo
estado de bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o
enfermedades, relacionadas a su vez con la promoción del bienestar, la prevención de
trastornos mentales, tratamiento y rehabilitación de las personas afectadas por dichos
trastornos.
Ahora bien, una de las principales problemáticas que afronta nuestra sociedad es el
suicidio, que en los últimos 45 años ha aumentado en un 60% a nivel mundial sus tasas de
ocurrencia. El suicidio se ha convertido en una de las tres primeras causas de defunción entre
las personas de 15 y 44 años de edad y la segunda causa en el grupo de 10 a 24 años. Sin
embargo, estas cifras no incluyen las tentativas de suicidio que son hasta veinte veces más
frecuentes que los casos de suicidio consumado.
Actualmente, gracias a las investigaciones que se han realizado en la materia podemos
entender el suicidio no sólo como una acción simple, sino como una secuencia de
comportamientos que incluye etapas que van desde la ideación suicida pasiva, la planeación y
la preparación, hasta llegar al suicidio consumado.
Se estima que a nivel mundial el suicidio supuso el 1.8% de la carga global de
morbilidad en 1998 y que en el 2020 representará el 2.4%; aunque tradicionalmente las
mayores tasas de suicidio se han registrado entre los varones de edad avanzada, las tasas entre
los jóvenes ha ido en aumento, hasta el punto de que ahora estos son el grupo de mayor riesgo
en un tercio de los países, evidenciando que la problemática del suicidio depende de diversos
factores detonantes los cuales no distinguen sexo, edad, raza, ni estatus social y, por supuesto,
las características propias de cada ser humano, los cuales al combinarse aumentan el factor de
riesgo, convirtiendo al suicidio en un problema de salud pública que hay que abordar de
manera inmediata.
Mientras que en el plano internacional México no figura como país con altas tasas de
suicidio, a nivel regional la Península de Yucatán y Tabasco desde hace más de quince años
han mantenido cifras muy elevadas con respecto a la media nacional, superando en las tasas de
frecuencia a las entidades del centro y norte del país.
En lo que respecta a nuestra tierra, el Estado de Campeche, se ha ubicado entre los
primeros lugares de suicidio desde hace casi una década, por lo que el Primer Encuentro
Regional sobre la Violencia Social y el Suicidio en el Sureste de México, celebrado en mayo
de 2013, representó un espacio de reflexión sobre la problemática mencionada e intercambio
de experiencias exitosas para la prevención del suicidio y el beneficio de nuestra sociedad
Campechana.

Dr. Alfonso Cobos Toledo


Secretario de Salud del Estado de Campeche

5
Introducción
El agresivo proceso de urbanización y modernización del sureste mexicano está llegando a un
punto de crisis por la agudización de los problemas sociales, económicos y ambientales en la
región. El importante crecimiento económico de los últimos años en estas ciudades llamadas
“petroleras”, o “turísticas” ha mostrado nuevas formas de pobreza y precariedad que se
extienden como parte sustancial de un proceso de modernización violenta. Por tanto, esas altas
tasas de crecimiento, producto de la industria petrolera y el turismo, se han obtenido a cambio
de un alto costo social.
Este auge desarrollista ha generado una desequilibrada demanda de servicios básicos y
públicos (vivienda, agua potable, educación, transporte, salud, entre otros) que con creces
rebasó la capacidad de la infraestructura instalada en la zona. Demanda que si la observamos
en un contexto más amplio dentro del territorio mexicano, no es exclusiva de esta región, sino
que sigue una lógica que también se ha presentado en el pasado reciente en otras ciudades del
centro y del norte del país, donde sus habitantes han enfrentado problemas serios en lo social,
lo económico y en materia ambiental.
El sureste mexicano, integrado para fines de este trabajo por las entidades federativas
de Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo, es una región de profundos contrastes, de
grandes rezagos sociales, económicos y políticos, así como de enormes atrasos educativos,
servicios médicos ineficientes, además, una de las principales puertas del narcotráfico y de
innumerables conflictos ambientales. Al mismo tiempo, esta región posee una de las mayores
riquezas en biodiversidad y patrimonio cultural del país. Esa misma abundancia en recursos
naturales ha sido el motor del cambio que la ha conducido a experimentar grandes
transformaciones intrarregionales desde los años setenta y ochenta. De manera específica
podemos hablar de los más importantes yacimientos de petróleo y gas del país en las tierras y
costas del trópico mexicano, así como el constante impulso de la actividad turística, desde los
pantanos de Tabasco hasta las ruinas arqueológicas de Quintana Roo.
Esta dinámica no se puede explicar sin la concurrencia de factores vinculados a la
globalización que se vive a escala mundial. Tampoco se explica sin la referencia a las
condiciones históricas que le dan un toque especial al proceso de cambio social, económico y
político en la macrorregión.

6
Así pues, las regiones productoras de energéticos y aquellas que dependen del turismo,
han sido fundamentales para la economía mexicana, en el transcurrir de los años generaron
diversos cambios que no necesariamente se tradujeron en posibilidades de un desarrollo
regional sostenido. Lo que emergió realmente fue un conjunto de problemas sociales y
económicos tales como la monetarización de las relaciones sociales, el desplazamiento de
sectores productivos tradicionales, la inflación de los bienes y satisfactores urbanos, el
crecimiento demográfico acelerado, la rápida y anárquica urbanización, la insuficiente
dotación de servicios públicos esenciales, el incremento en los niveles de subempleo y
desempleo, la ampliación de las desigualdades en la distribución del ingreso y el alza en el
costo de la vida, entre otros (Frutos, 2011).
Los asentamientos humanos irregulares, el hacinamiento, la desintegración familiar, la
drogadicción, la prostitución y el alcoholismo desmedidos, la delincuencia, así como un
incremento de la violencia social en sus diferentes ámbitos (familiar, laboral y en las calles),
pueden ser considerados como los comportamientos marginales que muestran la
descomposición social en las áreas urbanas y localidades rurales de la región, muy a pesar de
tratarse de polos de desarrollo con un alto índice de desarrollo socioeconómico (Delgadillo,
2006: 330).
En este marco, durante las últimas décadas la frecuencia del suicidio en México, y en
particular en las entidades comprendidas en este estudio, aumentó casi cuatro veces,
convirtiéndose en un verdadero problema de salud pública que crece de manera incontrolable.
Durante este lapso pasó de una tasa de dos por cada 100 mil habitantes a 7.6. Sólo en 2011, 5
mil 718 personas se quitaron la vida en el país (INEGI, 2012).
Según la Asociación Psiquiátrica Mexicana, la mayoría de los suicidios fue a
consecuencia de un trastorno mental no atendido, ya que 80 por ciento de los individuos que
se suicidaron tuvieron el antecedente de haber consultado con algún médico. Son frecuentes
también los casos de personas jóvenes que, de alguna manera, avisaron de sus intenciones y no
se les hizo caso; o sea, pidieron ayuda pero no la recibieron o no fue la adecuada (La Jornada,
3 de abril de 2013).
Como veremos en los subsiguientes apartados de este libro, en los tiempos recientes el
fenómeno del suicidio se ha abordado desde múltiples disciplinas, tratando de descifrar los
factores, las causales o los determinantes que convergen en la muerte voluntaria. Desde la

7
psiquiatría, la psicología, y más reciente, la neuropsicología, se ha puesto énfasis en la parte
conductual del individuo. Se alude con firmeza que las emociones y sentimientos, así como las
cogniciones, surgen del cerebro, y que en definitiva éste determina la conducta. La sociedad y
el medio si bien interactúan con estos elementos, sólo influyen en la medida de la necesaria
retroalimentación.
El argumento anterior puede ser aceptado y convencernos, sin embargo, al observar el
incremento de los casos de suicidio en el sureste de la República Mexicana no podemos negar
que las motivaciones de los individuos que optan por la muerte voluntaria deben ser
explicadas o entendidas en el contexto de lo colectivo. Así, lo inextricablemente privado e
individual, tiene lugar en un estado psicosocial que altera la conducta de los niños, de los
jóvenes, de las mujeres, de los ancianos y de sectores de la población que en algún momento
han decidido que “la vida no vale la pena vivirla”.
Tenemos entonces un proceso de modernización del trópico y Caribe mexicano que
generó una serie de cambios que nos muestra la heterogeneidad y complejización de las
condiciones sociales y económicas, mismas que trastocaron las relaciones interpersonales y
descompusieron las estructuras tradicionales (Uribe, 1998). Por ello, es factible aventurar la
hipótesis de que la manera en que los habitantes de esta región dan significado y reproducen la
violencia no es solamente el resultado de una combinación de aspectos sociales y aspectos
culturales, sino que también está influida por elementos que provienen de otros niveles de la
realidad, como la situación económica, el perfil psicológico del individuo y las relaciones
desiguales de género predominantes.
El hecho de que los procesos modernizantes irrumpan en las sociedades del sureste
mexicano, y en particular en las sociedades locales de la entidad, contrasta con las prácticas
socioculturales que tradicionalmente persisten en las localidades con acento rural y
semiurbanos, carentes de alternativas económicas más tecnificadas como lo requieren las
actividades industriales y de servicios. No obstante, las expectativas de vida se acortan en las
poblaciones a partir de dinámicas territoriales influidas por modelos de desarrollo globales
excluyentes, por estilos de vida marcados por los mercados internacionales en las que el
individuo no encuentra el modo de insertarse en ellos. Nos queda entonces por hacer un
análisis multidisciplinario e interdisciplinario más profundo sobre los factores asociados a la

8
exclusión social, la violencia y la salud mental de los habitantes de estas localidades del
sureste mexicano.

Lo que contiene el libro


El propósito de este trabajo colectivo, multidisciplinario, heterogéneo, es mostrar la diversidad
de abordajes analíticos sobre una temática compleja, quizás añeja, pero que exige su
tratamiento precisamente así, desde lo diferente que es cada individuo, cada región, cada
localidad, en un mismo país.
De acuerdo a las capacidades de cada autor de esta antología, pretendemos identificar
los significados que los sujetos le asignan a las prácticas violentas y al suicidio. Asimismo, a
través de diferentes estrategias metodológicas se muestran diferentes aspectos de esa violencia
que no ha sido ajena a los procesos de cotidianidad y transformación social en el sureste de
México. Esa violencia se expresa en conflictos sociales y económicos, su campo de acción son
las zonas rurales y las ciudades, y si bien no del todo, sí con mayor frecuencia en las zonas
pobres, segregadas y excluidas del proceso modernizador vinculado a la cultura del petróleo y
del turismo internacional.
A lo largo de los 19 artículos de este libro, los autores ilustran de manera contundente
como el auge económico de las últimas décadas en la península de Yucatán, auspiciado por el
sector turístico y la extracción del petróleo en la sonda de Campeche, y su repentina
decadencia, modificaron la estructura socioproductiva en la región y con ello la estructura
familiar. Del mismo modo, se muestra la ausencia de políticas públicas eficientes que hagan
frente al deterioro social en cada una de las entidades estudiadas.
Contrariamente, el papel decisivo de los grupos civiles organizados y de los
académicos en la región, permite suponer una mayor participación e involucramiento en el
tratamiento de estos problemas sociales, más allá de lo concerniente al ámbito escolar. Así lo
dejan ver los trabajos que desde la experiencia en el tratamiento y la intervención proponen un
compromiso más ético y profesional al momento de abordar estos fenómenos sociales.
El libro consta de tres capítulos construidos a partir de una selección de ensayos que
reflejan la diversidad de temáticas y de perspectivas que se presentaron en el Primer Encuentro
Regional sobre violencia Social y Suicidio en el Sureste de México en mayo de 2013,
auspiciado por la Universidad Autónoma del Carmen y la Secretaría de Salud del Estado de

9
Campeche, con el apoyo de la Universidad Autónoma de Campeche. Son diecinueve trabajos
disímbolos, distantes en capacidades argumentativas y en el manejo de los datos, pero valiosos
por formar parte de un referente bibliográfico que enriquece el debate y genera propuestas
viables para la atención de las problemáticas tratadas.

Moisés Frutos Cortés

Ciudad del Carmen, Campeche, agosto de 2013

Referencias
Delgadillo Macías, J. (2006). “El cálculo de un índice de desarrollo socioeconómico para la
región del sur-sureste de México”. En Torres Torres y Gasca Zamora (coords.) Los
espacios de reserva en la expansión global del capital. Plaza y Valdés/UNAM: 327-
350.
Frutos Cortés, M. (2011), “La violencia social en el sureste mexicano. Un acercamiento al
estudio de la descomposición social en una ciudad petrolera: Ciudad del Carmen,
Campeche” en Revista de la Universidad Cristóbal Colón, Núm. 26: 58-92.
Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) (2012). Estadística de suicidios de los
Estados Unidos Mexicanos 2010. México.
Uribe Iniesta, R. (1998), “Modernización, modernidad y economía moral en el conflicto
tabasqueño”, Revista de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, vol. 8, núm. 42,
enero-abril: 64-71.
La Jornada, 3 de abril de 2013.

10
CAPÍTULO 1

El suicidio en el sureste mexicano: diferentes perspectivas


regionales

11
El suicidio en la Cultura Maya: una aproximación psicoantropológica

Gaspar Baquedano López

Introducción
El suicidio afecta a un creciente número de personas en el mundo. Sin ser privativo de
ningún grupo humano se observan tasas elevadas en sociedades culturalmente vinculadas, sin
que hasta el momento sepamos con certeza las razones de esas predominancias (Bertolote,
2001). Aunque en apariencia es un acto individual las conductas autodestructivas se dan en
contextos más amplios, por lo que la comprensión de este proceso puede enriquecerse
mediante el análisis de su dimensión psicológica y sociocultural (Vijayakumar, 2001;
Wasserman, 2001).
A pesar de que Emil Durkheim, uno de los pioneros del estudio del suicidio partió de la
sociología (Durkheim, l994), por mucho tiempo la literatura científica sobre este tema ha sido
preponderantemente psicológica y psiquiátrica. Sin embargo, el suicidio va más allá de ser un asunto
médico o psicológico, es un complejo proceso multifactorial que puede ser estudiado a partir de
disciplinas diversas, que años atrás no se relacionaban con este problema (De Leo, 2004; Silverman,
2004; Soubrier, 2004; Wasserman, 2004). Es un proceso multifactorial ubicado en un contexto
económico, social y cultural.
El presente trabajo parte de una perspectiva psicoantropológica enfocándose en la cultura Maya,
teniendo como temática central el suicidio. Se propone una aproximación no occidental que permita:
1) comprender la cosmogonía maya precolonial, 2)identificar el impacto de la conquista española y la
imposición del cristianismo en la construcción de la imagen de la muerte en la cultura maya, 3)
analizar los aspectos religiosos mayas relacionadas con el suicidio, 4) interpretar el sentido del
suicidio precolonial y contemporáneo, 6) reflexionar críticamente sobre el papel del Estado y la
religión católica en este proceso, 7) señalar la importancia que juegan los factores
psicoantropológicos en la prevención del suicidio.
De entrada es necesario advertir que no se pretende un entretenido paseo por el llamado
“Mundo Maya", sino más bien, se trata de una critica a las estructuras de poder que sujetan
esta cultura. Más que una promoción de “lo Maya” al estilo turístico, se propone el análisis
de los componentes suicidas observables en este grupo social. Para una mejor exposición del

12
tema es conveniente dibujar una imagen general de la cultura maya, particularmente de su
religión y de algunas tradiciones y creencias con respecto a la muerte, para posteriormente
enfocarse al suicidio. La muerte es un proceso con múltiples facetas siendo una de las más
dramáticas el suicidio; para investigar el suicidio se requiere de una perspectiva lo más
amplia posible de la imagen de la vida y la muerte construida por determinado grupo social.
Por esta razón, en el presente trabajo, las imágenes que de la muerte tiene la cultura maya,
representadas en tradiciones y creencias tienen un papel preponderante.

El Suicidio
Para los fines del capítulo, interesan de manera especial la religión y tradiciones mayas en su
estrecha relación con la concepción del suicidio, por lo que se enfatizará en estos aspectos
(Fernández, 2003; Lopez, 1997; Piña, 1972; Ruz, 1991). La cultura maya posee
características propias, por ejemplo, rebasa de manera significativa los límites del actual
territorio mexicano. En México comprende los estados de Yucatán, Quintana Roo, Chiapas
y parte de Tabasco. Fuera de la República Mexicana incluye Guatemala, Belice, Honduras,
Salvador, Nicaragua y una porción de Costa Rica. En total esta área abarca una extensión de
unos 325,000 kilómetros cuadrados. Pero su importancia no radica únicamente en la
dimensión territorial, ya que tiene características intrínsecas principalmente en cuanto a
religión y tradiciones..
Como hecho llamativo de esta cultura, el suicidio ocupó un lugar relevante en sus
prácticas al grado de ser la única cultura prehispánica (y probablemente también única en el
mundo) con una deidad para el suicidio. Un importante hecho relacionado con lo anterior, es
que de acuerdo con el Instituto Nacional de Geografía y Estadística, es precisamente la zona
maya mexicana situada en el Sureste del país (Tabasco, Campeche, Quinta Roo y norte de la
península de Yucatán), la que tiene las tasas más altas de suicidio en comparación con otras
regiones de la nación ((INEGI), 2002). Este problema es también preocupante en otras áreas
mayas fuera de México, por ejemplo Guatemala.
¿Hasta dónde persiste en la actualidad la influencia de las creencias prehispánicas mayas
en torno al suicidio? Esta es una de las preguntas que surgen cuando se investiga el suicidio
desde una perspectiva amplia, en este caso, psicoantropológica y es una cuestión central en
este trabajo.

13
Cosmogonía
La existencia de deidades benéficas y malévolas, opuestas unas a otras caracterizaba el
dualismo de la religión maya prehispánica (Román, J y Rodríguez, M., 1997). Se precisaba
ayudar a los dioses buenos para que salieran victoriosos, y al mismo tiempo, aplacar a los
malignos. Según los mayas prehispánicos el universo estaba conformado por tres grandes
ámbitos en sentido vertical, de arriba abajo. El supramundo dividido en trece estratos
correspondería en términos contemporáneos al cielo maya. La tierra como nivel intermedio e
imaginado de manera cuadrangular, era el centro del universo y ahí vivía el ser humano. El
inframundo conformado por nueve niveles equivaldría a la concepción cristiana del infierno
(Abilio, 1997; Manzanilla, 1997).
Los dioses residían en los trece niveles superiores a donde Ixtab, la deidad del suicidio,
llevaba aquellos que se ahorcaban. El suicidio, relacionado de esta manera al nivel superior
l3, no fue únicamente permitido sino que también se asociaba al placer ya que el paraíso
maya era un atractivo lugar para descansar con abundante comida y bebidas.
Sorprendentemente, los números nueve y trece correspondientes al supramundo y al
inframundo de la cosmogonía maya se encuentran en numerosas creencias actuales acerca de
la salud, la enfermedad, la vida y la muerte.
Un enorme árbol que comunicaba el supra mundo con el infra mundo se alzaba
exactamente en el centro de la tierra. Era la Ceiba, (Ceiba Pentandra Gaertin), el árbol
sagrado de los mayas Freidel, D., Shele, A. & Parker, L. (1993). Por sus raíces subían al
mundo los ancestros mayas, mientras que por su tronco y ramas llegaban hasta el cielo más
alto. Este árbol sagrado, que es frecuente encontrarlo actualmente en el área maya,
significaba el alivio del dolor terrenal al alcanzar los placeres de los cielos superiores.
Actualmente la Ceiba se encuentra rodeada de un halo de misterio, miedo, muerte y
sensualidad. Es importante señalar que es precisamente el ahorcamiento en un árbol es el
método suicida generalmente utilizado en Yucatán en las zonas rurales en lugar de otras
formas, por ejemplo, armas de fuego o envenenamiento. Cabe señalar que tanto las armas de
fuego como los venenos, son fácilmente adquiribles en esas áreas. El suicidio por
ahorcamiento podría ser uno de los puntos de enlace entre los suicidios actuales y las
reminiscencias paganas simbolizadas en el árbol de la Ceiba, imágenes que se proyectan en
una leyenda contemporánea que será expuesta más adelante.

14
La Conquista
El español Francisco Hernández de Córdoba descubrió Yucatán en l517 y unos años más
tarde, su compatriota Francisco de Montejo llegó a la isla de Cozumel, situada en el Mar
Caribe en lo que hoy conocemos como el estado de Quintana Roo en México. Para entonces,
los mayas yucatecos se encontraban dispersos y debilitados, resultado de graves
enfrentamientos internos. El primer contacto entre la cultura europea y la maya fue amistoso
por parte de los mayas, cosa que animó a los españoles a avanzar hacia tierra firme y
comenzar la conquista. Sin embargo, el inicio de las hostilidades no se hizo esperar. La
conquista de Yucatán rebasó los cálculos españoles pues tardó l9 años, comenzó en l527 y
concluyó en l546. La invasión española, con la imposición de modelos conceptuales ajenos
fue un suceso impactante que tocó la profundidad de la civilización maya. Su antigua
religión fue prohibida obligándoseles a profesar el cristianismo, siendo constantemente
vigilados para no volver al “paganismo” (Bretos, 1983; Reed, 1964). En muchas ocasiones
preferirían ahorcarse antes de ser conquistados y bautizados.
El choque de las culturas en la forma en que se realizó hirió la susceptibilidad nativa
auténtica en forma sumamente profunda; esa autoridad y justicia nuevas representaron temor,
miedo, inseguridad y caos (Feher, 1976; Márquez, 1996). El impacto de ese genocidio, la
desintegración social, la anomia de acuerdo con Durkheim, ha dejado profundas
repercusiones en la cultura maya, mismas que podrían palparse en las actitudes actuales
hacia la muerte, específicamente hacia el suicidio (Alvira y Blanco, l998; Overrington,
1998; Ramos, 1998).

La Religión Maya y el Suicidio


En la religión se refleja de manera importante la ideología de un grupo social (Fromm, l980).
El estudio de la religión de una cultura permite explorarla en su profundidad, entre otros
motivos, porque ofrece respuestas sobre el sentido de la vida y la muerte. De entre las
culturas mesoamericanas, la maya es rica en creencias y tradiciones religiosas palpables en la
actualidad. Las principales fuentes de información sobre la religión de los mayas antiguos
podrían dividirse en pre y post hispánicas.
Las primeras son monumentos arqueológicos y libros jeroglíficos, conocidos actualmente
como los códices Dresde, Madrid y París (López y Serrano, 1997; Mathews, l9969; Sharer,

15
l998). Entre las post hispánicas están las crónicas españolas escritas durante la conquista de
Yucatán, en particular las de Fray Diego de Landa, así como documentos mayas escritos en
español por los mayas durante y después de la conquista, los llamados Los libros del Chilam
Balam y el Pol Vuh. (Barrera, 1989; Canto, l99l; Zapata, l994).
La religión actual de los mayas yucatecos es una amalgama del antiguo paganismo con las
manifestaciones exteriores del cristianismo, porque el maya ha adoptado un inconsciente
eclecticismo en esto. Ha tomado a pecho los santos de la Iglesia católica romana pero se
interesa poco en el fundador del cristianismo. Al mismo tiempo, varias de las más
importantes divinidades del antiguo panteón maya han desaparecido o se han transformado.
(Thompson, l982). En general, podría decirse que a la cultura maya se le despojó de sus
antiguos ídolos, pero desarrolló una verdadera idolatría hacia las imágenes y santos católicos,
cosa evidente en cultos y festividades contemporáneas.
Principales Dioses Prehispánicos de la Vida
Itzamná era considerado el Gran Señor, dios del Sol, de la luz, el que da calor, cuyo poder
hace germinar la tierra. Se le rendía culto no solamente por su calidad de astro, sino por su
función como proveedor de vida. Ixchel, era la deidad luna, pareja de Itzamná, protectora de
la fertilidad y preñez, a ella se invocaba en los cuidados de la mujer durante el embarazo y
parto. Esta pareja divina que vivía en el supramundo es figura central entre las deidades
mayas.
Principales Dioses Prehispánicos de la muerte
Ah Puch representaba la deidad de la muerte, generalmente aparece con la cara, costillas y
columna vertebral descarnadas, como un esqueleto. Esta divinidad reinaba en la última capa
del inframundo, el infierno maya. Ixtab, diosa del suicidio, quien debido al tema que nos
ocupa requiere de una mayor atención. Esta deidad aparece con una cuerda atada al cuello,
por lo que se le reconoce como la diosa de los ahorcados. Se concebía que los suicidas, los
hombres que morían en la guerra y las mujeres que morían de parto, iban directamente al
paraíso, con Ixtab, razón por lo que era reconocida como una diosa benévola.
Con relación a esta diosa Fray Diego de Landa (1938) escribió: "Decían también y tenían
por muy cierto, iban a la gloria los que se ahorcaban, y así había algunos que con pequeñas
ocasiones de tristeza, trabajos o enfermedades, se ahorcaban para salir de ellos, e ir a
descansar a su gloria donde los recibía la diosa de la Horca que llamaban Ixtab”. Esta

16
importante deidad maya prehispánica, así como su presencia transformada en una conocida
leyenda contemporánea, La Xtabay, que será objeto de un análisis más detenido. En
términos generales, la religión actual de los mayas yucatecos combina elementos de su
antigua religión con la nueva, fenómeno psicosocial observado en culturas que han sido
dominadas (Fromm, 1980).

Actitudes Contemporáneas hacia el Suicidio en la Cultura Maya Mexicana


Las actitudes actuales hacia la muerte y el suicidio en las zonas mayas de Yucatán tienen
como telón de fondo innumerables creencias religiosas. La muerte es un excelente
observatorio que permite profundizar en las actitudes de una cultura. La muerte es mucho
más que el cese de las funciones biológicas, hay muchas formas de morir a la vez que hay
diferentes maneras de vivir trascendiendo el plano puramente físico. De esta manera puede
hablarse de muertes emocionales, familiares psicológicas y sociales que rebasan el estrecho
espacio biológico. Las expresiones psicológicas y sociales de estas maneras de morir son
reguladas por el poder, específicamente por el Estado y la religión, quienes norman las
costumbres y las tradiciones.
Desde esta perspectiva que va más allá de la biología, entre las formas de morir destaca el
suicidio debido a que contiene una intensa carga emocional y sociocultural. En este mismo
sentido, quien se suicida culmina biológicamente una muerte que se había dado mucho antes.
Su muerte física, por ejemplo colgado de un árbol, culmina un proceso autodestructivo
gestado con anterioridad.
Como parte del presente capítulo desarrollado con una visión psicoantropológica, se
describen actitudes recolectadas por el autor mediante el trabajo de campo con habitantes de
las zonas rurales que tienen un significativo trasfondo cultural maya. Estas actitudes podrían
de alguna manera, reflejar la concepción actual religiosa maya cristiana hacia la muerte y el
suicidio.
Las actitudes en estos grupos se relacionan con la manera de imaginar la vida como una
línea recta que comienza en el nacimiento, siendo la muerte el final de esta trayectoria. Ambos
momentos son decididos por Cristo quien, además, determina la forma de sufrir y morir. No es
permitido interferir en estos designios y si alguien lo hace actúa bajo algún influjo maligno.
De esta manera, el cristianismo tiene un papel preponderante en la concepción maya del

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proceso vida muerte en la que se enfatiza el sufrimiento y se minimiza el disfrute. La
concepción prehispánica de la muerte era cualitativamente distinta.
En la actualidad la muerte física natural es percibida como descanso, alivio del dolor
cotidiano y en última instancia como el cumplimiento de la voluntad divina. Quien muere de
forma natural provoca sufrimiento en los familiares y amigos, pero también infunde esperanza
por la posibilidad de una vida mejor distinta a la terrenal. Quien muere de manera natural
acepta su sufrimiento, cumplió con sus deberes y ahora puede descansar.
Por el contrario, el suicida se encuentra en una situación distinta ya que cede a los embates
de la vida y no acepta los sufrimientos que dios le envía. El suicida desafía la voluntad divina
y traiciona al grupo al que pertenece, ya que escapa al sufrimiento y evade sus compromisos
terrenales. Es por eso que las actitudes hacia la muerte natural y el suicidio generan actitudes
distintas en estas comunidades. Mientras que en la muerte natural se habla de descansar en
paz, en el suicidio se habla de escape, pecado, castigo y de algo demoníaco. El suicida burla la
prohibición pero tal vez por eso despierta también cierto atractivo.
Las actitudes contemporáneas hacia el suicidio en personas entrevistadas que viven en
zonas rurales son esencialmente ambivalentes, ya que por un lado se le censura, pero por el
otro, insensiblemente se deja entrever que es una opción, una alternativa frente al sufrimiento,
la pobreza y el cansancio de vivir.
Podría decirse que en el ámbito consciente se le rechaza, pero que inconscientemente hay
una puerta entreabierta que conduce a la autodestrucción. Es decir, no hay una oposición
tajante hacia el suicidio quedando implícitamente reservado para ciertas situaciones. Esta
actitud ambivalente hacia el suicidio podría ser resultado del entrecruzamiento de la
permisividad hacia el suicidio de la antigua religión maya con la prohibición cristiana
impuesta en la conquista española. Esta manera ambigua de percibir el suicidio complica su
prevención.
Los familiares de los suicidas son objeto de marginación y estigma ya que de alguna
manera se les responsabiliza de lo sucedido. La casa en donde ha habido un suicidio es vista
con temor y rechazo y en la comunidad esa familia es identificada como los familiares “del
ahorcado”. Un dato interesante que habla de este estigma es el destino de la ropa del suicida,
ya que nadie la acepta por temor a recibir alguna influencia demoníaca y habitualmente tiene

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que ser quemada por los familiares. Si el suicidio fue por ahorcamiento, el árbol también debe
ser quemado, pues se cree que fue obra del demonio.
Los velorios y entierros de los suicidas tienen un componente de clandestinidad, temor y
ambigüedad, mientras que los funerales de las personas que mueren naturalmente son
socialmente abiertos. En estos velorios habitualmente se ensalzan las virtudes del difunto, pero
en el de los suicidas se entremezcla la vergüenza y la culpa. En los funerales de los suicidas,
los familiares y amigos se preguntan unos a otros en voz baja el porqué, se habla de
compasión pero al mismo tiempo hay reproche. Sin embargo, contradictoriamente hay
también cierta curiosidad y admiración.
Algunos sacerdotes católicos se niegan a oficiar misa y en los cementerios, se permite el
entierro del suicida pero procurando que la tumba pase desapercibida. En contraste, en el altar
maya del “Día de Muertos que se prepara anualmente y que es una importante reminiscencia
“pagana”, hay lugar para ellos. Dicho de otra forma, a pesar de la intromisión cristiana en las
ceremonias mayas de origen pagano hay espacio para los suicidas, pero este espacio se acorta
en la medida en que aumenta la censura.
En términos amplios en las actuales comunidades mayas rurales no hay preocupación por
prevenir futuros suicidios, dejando esa posibilidad abierta para los “cansados”, término que se
aplicaba a los suicidas y que fue registrado por los cronistas españoles del siglo XVI durante la
conquista. Por cierto, el término "cansancio " persiste en la actualidad cuando se pregunta
sobre las razones del suicidio. El suicidio es visto como una maldición a la que cualquiera está
expuesto, no es un asunto que pueda evitarse por medio de acciones racionales, se le vincula
con el mundo de lo sobrenatural. Tal vez esto último pueda ayudar a comprender ciertas
actitudes permisivas que se observan actualmente bajo la forma de pasividad e incluso
indiferencia hacia acciones preventivas.
Pero la influencia de la cultura maya no se limita a personas que habitan en las zonas
rurales, es más marcada en estas áreas pero no desaparece del todo en la zona urbana. Este
predominio es observable también en la vida urbana mediante infinidad de expresiones
lingüísticas, tradiciones, comida, música, etcétera. ¿Existen diferencias cualitativas en las
actitudes hacia el suicidio en las zonas rural y urbana? Para explorar esta pregunta el autor
sostuvo entrevistas con estudiantes universitarios y con personas de diferentes grupos sociales

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que viven en la ciudad capital, encontrando en ellas también ambivalencia, rechazo, temor y
pasividad hacia la idea de prevenir el suicidio, dejándolo veladamente como una alternativa.
En otras palabras, aunque con coloraciones distintas, esencialmente se trata de actitudes
similares en el campo y en la ciudad. A pesar de las racionalizaciones particularmente
observables en estudiantes de psicología, en el fondo se aprecia también cierta justificación
hacia el suicidio. Hallazgos similares se encontraron en diferentes puntos de la capital
mediante la investigación de actitudes realizadas por estudiantes de antropología y medicina
en la realización de sus tesis asesoradas por el autor. Es pertinente comentar que debido a su
importancia en términos preventivos, las actitudes hacia el suicidio en poblaciones
universitarias son objeto de interesantes estudios en Europa, particularmente en Estocolmo,
Suecia, (Sorjonen, 2003).
Por otro lado, en las áreas rurales la enfermedad mental que es una forma de
muerte psicológica y social, es considerada también de origen maligno. Es la manifestación
del demonio bajo la forma de desórdenes médicos y que si bien es tratada con medicinas, al
final de cuentas pertenece al terreno sobrenatural. El enfermo mental, a la vez que temido es
descalificado socialmente haciendo su pronóstico sombrío en cuanto a rehabilitación. Vive
un irremediable destino de sufrimiento y hasta cierto punto, se cree que hay muy poco por
hacer. Muerte, suicidio y enfermedad mental, generadores de una profunda angustia, parecen
compartir importantes elementos culturales observables en actitudes religiosas cargadas de
temor, rechazo, tabú, superstición, estigma y ambivalencia. Cuando un enfermo mental se
suicida, la cantidad y la intensidad de imágenes es intensa especialmente en comunidades
pequeñas. En general, pero específicamente de enfermos mentales el suicidio es imaginado
como algo exógenos; esto es, “viene de afuera”, “entra en la persona”. No se le mira como
un proceso de construcción y creación individual y social. Por lo tanto hay victimización.

Tradiciones y Creencias relacionadas con el Suicidio


El miedo a la muerte es probablemente la angustia fundamental del ser humano y la
exploración de este temor puede ser una forma de profundizar en las manifestaciones
culturales (Abadi, 1973). Los mayas creían en la inmortalidad y cuando alguien moría se le
amortajaba intentando satisfacer sus necesidades en la otra vida, por ejemplo la comida (De la
Garza, 1997). Por esta razón se le llenaba la boca con maíz molido en forma de masa

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(Malvido, 1997). Posiblemente estas ideas entorno a la inmortalidad y a la satisfacción de
necesidades propias de los vivos han dado lugar a la tradición del Día de Muertos en el
Yucatán actual (Cuesta, 2001).
Para ilustrar las tradiciones y leyendas de los mayas actuales así como su relación con el
suicidio, se ofrecen algunos relatos recogidos en el trabajo de campo en Chumayel, Yucatán,
una pequeña comunidad rural del sur de Yucatán, que conserva una marcada influencia
maya observable en su vida cotidiana (Baquedano, 2004).

El Día de Muertos
La siguiente descripción corresponde a fragmentos de una entrevista con una rezadora acerca
de esta importante tradición que se celebra en noviembre de cada año.
“En las mañanas se pone una jícara de agua, porque cuando lleguen los espíritus de los
difuntos las van a tomar. Si hay fruta se les pone también. Se les pone caliente la comida
porque dicen que el vapor que saca la comida es lo que aprovechan ellos (los muertos) y las
tortillas se les ponen recién hechas calientitas. Se les ponen las velas: las de colores para los
niños y para los adultos de color café. A los niños les gustan los colores. Dentro de ocho días
vamos a poner las velas que quedan sobre las albarradas, para que les señalen el camino a los
muertos. Es importante dejar siempre una veladora encendida sobre el altar. Algo que nunca
puede faltar es la cruz, ponemos cruces de todos tamaños”.

Actitudes hacia el Suicidio el día de Muertos


En esta importante celebración maya cristiana descrita arriba, las almas de los suicidas son
tratadas casi igual que las demás. El tipo de alimentos y bebidas, las diferentes ofrendas, el
color de las velas, etcétera son las mismas para todas las almas. No hay diferencias en cuanto
a género o edad del suicida. Por decirlo en sentido figurado, las almas de los suicidas se
sientan a disfrutar en la misma mesa en compañía de otros difuntos ya sean familiares o
amigos. En apariencia no hay discriminación.
Pero existe una importante restricción consistente en no mencionar el nombre “del
ahorcado” en los rezos que son católicos. Nótese que se refieren al suicida como “el
ahorcado”, lo que es una costumbre muy difundida en la zona maya. Esto es interesante ya que
los cronistas españoles (específicamente el Obispo Landa), escribieron que los mayas antiguos
veneraban a la que llamaban “Diosa de los Ahorcados”. En la actualidad, es común que

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actualmente en estas comunidades muchas personas utilizan ahorcado y suicida como
sinónimos.

¿Por qué esta ambigüedad en el altar del día de muertos, ya que por un lado se admite a los
suicidas pero por el otro se les censura?

Esta pregunta podría comenzar a explorarse si comprendemos que en esta celebración


dedicada a los muertos se manifiesta de manera explicita la fusión de la antigua religión maya
y el catolicismo. Como parte de las estrategias de colonización del siglo XVI se persiguieron
las creencias religiosas mayas con el fin de lograr su completa erradicación, encontrando en
sus creencias un poderoso detonante para la reinstalación de sus deidades.
Se requería entonces de un cambio de estrategia para el control social, permitiendo un
cristianismo cercano a lo pagano, pero que finalmente venerara al dios vencedor, es decir, al
cristiano. De esta manera el cristianismo que fue asimilado y transformado por los mayas es
muy diferente al romano. La "mayanización" de las ceremonias cristianas para los muertos se
hace particularmente evidente en esta celebración. El cristianismo observado en los altares del
día de muertos como en las ofrendas de las milpas, raya en el paganismo. Se trata, valga la
expresión, de un “cristianismo pagano” cuyos márgenes se encuentran claramente trazados por
la Iglesia católica a través de ideas como la obediencia al Dios único y a sus ministros
religiosos.
Volviendo al tratamiento ambivalente que se le da a los suicidas el Día de Muertos, por el
lado Maya “pagano se les acepta, pero por el católico se ejerce la censura que prohíbe
mencionarlos en los rezos. La presencia de la cruz cristiana es indispensable en el altar de
muertos, ya que cristianiza una tradición de origen pagano. Por esto, en esta celebración no se
puede incluir a un suicida en la lista de personas por las que se pide perdón y clemencia ante el
dios vencedor, al cristiano.

Actitudes hacia el Suicidio en una Comunidad de la Zona Maya


Se presentan a continuación fragmentos de entrevistas realizadas a dos personajes que podrían
tener un grado de representatividad en cuanto a valores y actitudes en la comunidad ya
mencionada. Estas personas son el enterrador y el curandero quienes se expresan con respecto
al suicidio.

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El enterrador. Don Santos, enterrador de la comunidad habla a propósito de un suicidio
cometido en esta población: “Bueno, yo creo que se suicidó porque ya estaba viejito, ya no
veía bien y no podía trabajar ni hacer nada, estaba muy pobre. Así es mejor que esté muerto,
ya para qué sirve. Se llamaba Venancio, estaba obsesionado con morirse, porque ya no podía
hacer nada. Los suicidas no pueden ir a la Gloria, ¡que se los coman los gusanos! Tampoco
deben estar en el cementerio. Se van (los suicidas) pero meten en problemas a los que se
quedan en esta vida. Los más perjudicados son los que se quedan, el que muere pues se da la
buena vida. Los ancianos llegan al tope y ya no pueden dar más. Los hombres se matan más
porque se joden más que las mujeres”.

El curandero. Don Hermenegildo, el curandero de la comunidad expresa lo siguiente:


“Pues la persona que hace esas maldades (suicidio) no la recibe Dios, está sirviendo al ángel
malo. El mal está detrás de quien se ahorca. El mal se lleva el alma de quien se suicida, se
convierte en su esclavo. Para poder llegar con Dios lo tienen que meter en fuego, en agua
hervida, y después hay que secarlo. Ya que esté limpio va junto a Dios”.

Comentarios sobre los relatos anteriores


Como la mayoría de los informantes de esta comunidad, don Santos el enterrador ve en el
suicidio a la vez que un descanso para el sufrimiento de quien lo realiza, una complicación
para los familiares. De esta manera, el suicidio es percibido como una actitud ventajista puesto
que todos sufren, pero algunos deciden salir de su dolor y ocasionan problemas a los demás.
En este sentido, el suicidio es imaginado como una agresión hacia los otros, como un
problema para los vivos.
En el relato del enterrador puede percibirse un sentimiento de hostilidad hacia los suicidas
de los que dice no tienen derecho a la Gloria ni tampoco deberían estar en el cementerio. Pero
también, el suicidio es imaginado como algo hasta cierto punto comprensible pues Don
Venancio, “no podía trabajar y así es mejor estar muerto”. De acuerdo con otros informantes
de esta comunidad estudiada, el suicidio es percibido como resultado de la improductividad y
de la pérdida del rol social. Es también imaginado como una cuestión de género, pues según el
entrevistado, lo realizan más los hombres por ser ellos quienes “se joden”, reflejando la carga
económica y social sobre los varones de estas áreas rurales (Canneto, l998).
Es interesante la dimensión del daño social percibida en el relato, con lo que se rebasa la
noción individualista del suicidio. Esto se ilustra en esta frase de don Santos: “los más
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perjudicados son los que se quedan vivos, el que muere pues se da la buena vida”. También
hay que hacer notar que cuando dice que el suicida se da la “buena vida”, podría pensarse que
el suicidio es imaginado más que como muerte, como una forma distinta de existir más
placentera que la actual. Esto sugiere que quien se suicida en última instancia no busca la
muerte, sino una forma de vida mejor que la presente, coincidiendo con la antigua concepción
maya del suicidio. Tal vez esto refleje una actitud permisiva hacia el suicidio en estas áreas
de pobreza y marginación social.
Las actitudes hacia el suicidio expresadas por don Santos son hasta cierto punto de
aceptación del suicidio especialmente cuando se trata de ancianos que “llegan hasta el tope y
no pueden dar más”. Sin embargo, esta actitud condescendiente contrasta con sus propios
comentarios de tono punitivo que reflejan la influencia religiosa cristiana presente en esta
población. En el mismo relato se advierte que los suicidas no pueden entrar a la Gloria, tienen
que ser juzgados y serán comidos por los gusanos. No pueden ser enterrados en el cementerio
y de esta manera, culmina el proceso de marginación social que tuvieron en vida al negárseles
un lugar en la ciudad de los muertos.
En contraste, en el relato del curandero se aprecia un abierto rechazo e incluso amenazas de
condenación eterna hacia los suicidas. ¿Cómo podrían explicarse estas actitudes opuestas, una
que justifica y otra que prohíbe, representadas en estos informantes clave de la comunidad?
Una forma podría ser reflexionando sobre el rol social de cada uno de ellos.
El enterrador enfrenta de manera descarnada la muerte y el dolor de los familiares, eso es
parte importante de su rol social. Pertenece a una comunidad con importantes carencias
económicas y tal vez de manera inconsciente se plantea que ante la vejez, la enfermedad y la
pobreza, el suicidio puede ser una opción. Es decir, su contacto directo con la muerte física,
emocional, social y económica lo acerca a la justificación del suicidio. En su relato personal
de alguna manera expresa también la percepción de otros integrantes de su comunidad.
Por el otro lado el rol social del curandero es la salud, siente que lucha contra la muerte,
por lo que la justificación del suicidio sería incomprensible. De ahí que el suicida sea un
esclavo del demonio y cuya alma debe ser purificada. Hay un elemento que no puede pasarse
por alto, ya que el curandero tiene estrechas alianzas con el sacerdote católico de la comunidad
de quien recibe ayuda y consejo para desempeñar mejor su trabajo. El curandero dice que del
sacerdote católico ha aprendido rezos en latín (cuyo significado admite desconocer), cosa que

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según sus propias palabras le dan poder y estatus en comparación con otros curanderos. En sus
curaciones entremezcla maya, español y latín, dando por resultado una imagen que se asemeja
a una ceremonia maya dentro de una iglesia católica. Se trata de una estrategia de la iglesia
católica que en lugar de oponerse tajantemente a estas prácticas casi paganas, se mezcla con
ellas y las monopoliza. En esta fusión de intereses " maya cristianos " no puede haber actitudes
ambivalentes hacia el suicidio y por eso es condenado.
En la esencia de los relatos anteriores podrían destacarse dos actitudes principales hacia el
suicidio. En la del enterrador puede observarse ambigüedad, pero al final se aprecia cierta
justificación cuando se trata de personas ancianas, enfermas, imposibilitadas para trabajar y
con problemas económicos. En la del curandero hay prohibición, amenazas y castigos. Ambas
actitudes pueden complicar los programas para prevenir el suicidio en comunidades con estas
características culturales. En esta comunidad rural puede observarse una actitud ambivalente
hacia el suicidio dentro de un complejo marco social, económico y religioso

Una leyenda contemporánea: La Xtabay


Los cuentos y leyendas forman parte medular de las expresiones de una cultura, son una
manera privilegiada de asomarse al interior de un grupo humano (Baqueiro, 1981). De la
amplia gama de leyendas se ha escogido la de la Xtabay, por ser uno de los más populares
dentro de la tradición oral y escrita de Yucatán México, que habla de una hermosa mujer de
características mayas que se aparece cerca de la Ceiba, el árbol sagrado de la religión maya
(Mass, 2000; Mediz, 1974) . En esta leyenda se proyectan interesantes valores relacionados
con la sexualidad, el pecado, la muerte y el suicidio (Rosado, G y Rosado, C., 2000). La
Xtabay encuentra su origen en la diosa maya Ixtab que también se aparecía cerca de la Ceiba
para conducir a los suicidas al paraíso.
Para ubicar en el tiempo a ambas figuras femeninas, Ixtab pertenece al período
prehispánico y la Xtabay al colonial y contemporáneo. La diosa Ixtab era patrona de los
suicidas por ahorcamiento, los que se suponía gozarían de un paraíso especial; su recuerdo
subsiste en Xtabay de las leyendas coloniales y actuales, la mujer hermosa que de noche vaga
por los campos (Ruz, 1991). Es importante subrayar la similitud fonética y lingüística entre
ambos nombres.
“La Xtabay” seduce a sus víctimas masculinas que ven a una bella y sensual mujer maya
peinándose bajo una Ceiba, cuando intentan abrazarla, se transforma en un horrible ser y los

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incautos mueren destrozados por sus garras y entre espinos de cactus (Godelier, M. 1981;
Sosa, R. 2000). Si sobreviven pierden la razón, que en un sentido psicosocial es también una
forma de muerte. De esta manera, la benévola diosa Ixtab se transforma en la maléfica Xtabay
que ya no lleva a los hombres al cielo maya guiados por una soga al cuello, sino que los
hunde en el infierno cristiano.
Uno podría preguntarse, ¿Por qué la Xtabay seduce únicamente a los hombres, por qué no
hay una versión masculina de este personaje en donde las víctimas sean mujeres? Una forma
de explorar esta pregunta es señalando que en el medio rural maya los suicidios masculinos
superan en mucho a los femeninos. Hay algunos indicadores tomados de las crónicas de la
conquista que sugieren que también en esa época el suicidio masculino era más frecuente. En
la actualidad, los varones utilizan predominantemente el ahorcamiento en un árbol y un alto
porcentaje de ellos se encuentra alcoholizado. Este grupo es considerado históricamente como
proclive al suicidio.
La Xtabay surge como una versión aterradora que intenta alejar a los hombres del árbol del
pecado, en donde la diosa de la Ceiba, Ixtab, ofrecía el paraíso mediante el suicidio. Esta
leyenda podría mirarse como una adaptación de la imagen bíblica de la serpiente y Adán
(árbol, hombre, mujer, deseo, placer, prohibición, castigo), en un intento por condenar uno de
los pecados más graves, el suicidio. En esta nueva versión de Ixtab, puede verse el tono
evangelizador del cristianismo invasor intentando alejar al ser humano de las tentaciones
contenidas en su trasfondo cultural pagano.

El suicidio en la actualidad
Como ya se ha señalado, la región sureste mexicana, Yucatán, Campeche, Tabasco y Quinta
Roo, que corresponde a la zona maya tiene las cifras más elevadas de suicidio en el país. La
frecuencia suicida en la zona sureste maya es casi el triple que la media nacional que es de 4.2
por l00, 000 habitantes. Hablando específicamente del Estado de Yucatán, es mayor en las
áreas rurales, situación que prevalece hasta el momento, siendo precisamente estas zonas en
donde viven personas con marcada ascendencia maya. En este mismo Estado que cuenta con
un millón y medio de habitantes, se tiene un promedio mensual de 12 suicidios, lo que
representa tres muertes por suicidio a la semana, es decir, uno cada segundo día,
predominantemente varones por ahorcamiento y bajo los efectos del alcohol u otras drogas.

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A pesar de la contundencia de estas cifras, no existe ningún programa nacional que se
ocupe de prevenir el suicidio. Existe una marcada indiferencia gubernamental por investigar y
prevenir el suicidio, e incluso oposición o celos hacia las acciones comunitarias, así como
ocultamiento de estadísticas. Es común el oportunismo político teniendo la prevención del
suicidio como tema de campañas, o bien, en la inauguración de algún foro. Pero hasta ahí
quedan las cosas.
Recientemente se ha despertado el interés por investigar el suicidio por parte de algunos
estudiantes universitarios, principalmente de ciencias sociales, psicología y medicina. El autor
trabaja directamente tanto con voluntarios de la comunidad como con estudiantes
universitarios interesados en la investigación del suicidio y ha podido palpar su preocupación.
Esto lleva a muchos de ellos a la elaboración de ensayos o tesis sobre el tema. Como puede
verse, frente la apatía gubernamental, la comunidad (grupos de voluntarios y la universidad)
han sido hasta ahora las únicas respuestas ante estas elevadas cifras de suicidio.

Discusión y comentarios finales


En la actualidad existen en Yucatán tan sólo vestigios de lo que fue la civilización maya.
Haciendo a un lado los monumentos arqueológicos que son como mudos testigos de una
salvaje destrucción, únicamente quedan de aquella cultura un lenguaje destrozado,
marginación económica y social, proliferación de alcohol, drogas, desempleo, falta de
adecuados servicios de salud y la imposición de políticas gubernamentales para integrarlos a
la “modernidad”.
Esta imagen de deprivación económica y social representa en su conjunto un elevado factor
de riesgo suicida (Botega, N y de Souza, L. 2004; Kendall, R. 1983; Lester, D. 1995; Skog,
O. 1991; Stack, S; Wasserman, D. 1989; Wasserman, D & Varnik, A. 2001, Platt, S. 1984;
Yang & Lester, 1994).
En medio de esta complejidad las actitudes hacia la vida y la muerte de sus habitantes,
especialmente los de las áreas marginadas se han transformado. Como parte de la caótica
situación a la que se enfrentan a diario los habitantes de las zonas mayas, la búsqueda de la
muerte surge como una opción desesperada para un creciente número de personas. Hoy como
ayer, la anomia propuesta por Durkheim es una útil herramienta para acercarse a la
comprensión del suicidio en contextos caóticos (Besnard, 1998).

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En el Siglo XVI el Obispo e Inquisidor Quijada relataba que los mayas preferían colgarse
de un árbol antes de ser bautizados. Hoy, los mayas viven de nueva cuenta el proceso de
control social ejercido por el Estado y la Iglesia Católica y de nuevo la muerte surge como una
opción. En el esquema globalizador que determina la actual economía neoliberal del país no
hay espacios ni alternativas para ellos. En otras palabras, los mayas actuales cuyos
antepasados fueron conquistados por los españoles, viven hoy otra forma de exterminio: la
imposición de modelos económicos diseñados en universidades extranjeras, de esquemas de
“primer mundo” que muy poco o nada tiene que ofrecer a las minorías étnicas. Por citar un
ejemplo reciente, los servicios de salud van rumbo a la privatización lo que constituiría un
golpe mortal para la supervivencia maya.
Las actuales circunstancias del país que son la resultante de políticas gubernamentales y
económicas destinadas a engordar a la élite, son el tiro de gracia para una de las culturas que
desde hace más de cinco siglos vive a diario un proceso de muerte. La religión católica es hoy
la mejor alianza para el Estado y, como resultado de esta fusión, se imponen modos de pensar,
de sentir y de actuar. Una vez más en nombre de Cristo se impone y justifica el ejercicio del
poder sobre el pueblo maya. Bajo la idea de fomentar “el amor a los pobres indios” se
encubren actitudes racistas y discriminatorias.
Lo maya es despreciado en Yucatán y los propios habitantes con este origen étnico han
desarrollado estrategias para ser aceptados en su propia tierra y sobrevivir. Es por eso que
muchos de ellos cambian su nombre maya por uno español de similar significado, por
ejemplo, Ek es cambiado a “Estrella”, o Dzul a “Caballero”. Lo maya es parte de toda esta
mercadotecnia que vende al mundo la imagen de sus majestuosos monumentos
arqueológicos, por ejemplo Chichén Itzá que pretende ser considerado una de las “Siete
Maravillas del Mundo”. En estas ruinas la charlatanería substituye al hecho histórico y se
deforman los hechos para dar paso a los más fantásticos relatos para impresionar al turista.
Ahí se escuchan atractivas invenciones algunas de ellas francamente ridículas, para
impresionar al visitante cándido y que sustituyen a la tragedia de la región. De lo que se trata
es de vender la “la imagen de un Mundo Maya”, con nombre de hoteles en maya, con
restaurantes y bares que ofrecen exóticos guisos y bebidas. Un ejemplo es Cancún y la
llamada Riviera Maya, que son la máxima expresión de un mundo ficticio que los
inversionistas extranjeros han atinado en llamar "maya ".Todo eso es parte de una gran

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mentira porque ni es un mundo ni es de los mayas. En este punto cabe preguntarse: ¿en dónde
están los mayas? Las personas con este origen tal vez tengan acceso a alguna de estas
instalaciones y playas maravillosas, pero en calidad de albañiles explotados que construyen
magnificentes hoteles, humildes meseros o pescadores que viven de la propina del turismo.
En medio de esta anomia emerge la imagen de Ixtab, quien antes que llegaran los españoles
ofrecía el paraíso maya. Ahora, es un Cristo sufriente que dio su vida por los otros el que
ofrece el paraíso cristiano (Kopfler, 1969). Estas dos importantes piezas son necesarias para
completar el rompecabezas que conduce a la comprensión de las actuales conductas suicidas
en la cultura Maya. Itzamná e Ixchel, la pareja divina del antiguo Panteón Maya ha sido
reemplazada por Cristo y la Virgen de Guadalupe, ambos impuestos por el catolicismo
invasor.
Hay muchos indicadores de que la actual cultura del sureste de México vive un conflicto
con relación al suicidio. Los datos epidemiológicos que apoyan esta afirmación son tan solo la
parte visible del iceberg, ¿cuáles podrían ser los factores que subyacen en la parte no visible?
Hay por supuesto muchas formas de explorar esta pregunta y una de ellas puede ser la
perspectiva psicoantropológica. Desde este enfoque hay que considerar los aspectos históricos,
sociales y culturales que pueden ofrecer una visión longitudinal y transversal del problema.
Por ejemplo, reflexionar sobre el impacto devastador de la conquista española sobre la
civilización maya al imponer una ideología y una religión que confrontó violentamente las
antiguas creencias mayas. Una cultura violada y humillada inevitablemente experimentará
graves consecuencias psicosociales.
Parte esencial de este conflicto con relación al suicidio es que la religión maya permitía el
suicidio y que el cristianismo impuesto en el siglo XVI lo prohibió. ¿Es suficiente la
prohibición para abolir una conducta? Tanto en la antropología como en el psicoanálisis
podemos encontrar muchos ejemplos que muestran las reacciones que origina la censura. Por
ejemplo, las culturas recurren a estrategias de supervivencia para perpetuar una costumbre
vetada recurriendo frecuentemente a la violencia o a la clandestinidad. De manera similar, en
el plano psicológico el sujeto reafirma sus síntomas ante situaciones de rigidez, represión y
violencia, recurriendo inconscientemente a los mecanismos de defensa. En otras palabras, ante
la imposición y la prohibición, el individuo y los grupos tienden a perpetuar la conducta
censurada o bien, la transforman.

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En el caso que nos ocupa, resultaría ingenuo esperar que la prohibición cristiana hacia el
suicidio aboliera esta práctica. Al igual que otras costumbres observables en el presente, la
permisividad mayaprehispánica hacia el suicidio podría permanecer de manera inconsciente
en la actualidad, particularmente en zonas en donde la influencia de la cultura maya es mayor.
Esto es, en aquellos grupos en los que se conserva la lengua maya como primer idioma y en
donde las tradiciones y creencias antiguas son parte de su vida cotidiana.
Son precisamente estos grupos los que en la actualidad viven en condiciones infrahumanas
en las áreas rurales, con abuso de alcohol y de otras drogas, con graves problemas
económicos, resintiendo a diario los efectos de la marginación social, así como la
manipulación política del poder representado en la alianza Estado-Iglesia (Menéndez, 1995).
Estos son justamente los grupos de alto riesgo suicida en Yucatán México en donde la
prevención se ve complicada por el conflicto entre la permisividad subconsciente y la
prohibición consciente. La prevención del suicidio en la zona maya, así como en sociedades en
las que hay más que una cultura involucradas, es más complicada y por lo mismo requiere que
estas acciones que en otros factores, se propongan hacer consciente lo inconsciente.
En el caso de la cultura maya, la prevención requiere hacer consciente que subyace un
violento mensaje cultural que considera el suicidio como una opción ante el sufrimiento y la
frustración, mensaje que bloquea al individuo a pugnar por una mejor calidad de vida. La
conciencia de la influencia de contenidos culturales antagónicos, así como la ambigüedad en el
manejo de la agresión debe ser un objetivo prioritario en los programas preventivos de
comunidades en las que superponen creencias y tradiciones provenientes de dos o más culturas
diferentes, especialmente cuando una de ellas se impuso violentamente sobre la otra.
El concepto de la vida y de la muerte maya ha sufrido diversas transformaciones a lo largo
del tiempo, pero no es exagerado decir que en los últimos 500 años las creencias se
transformaron bajo el dominio del poderoso. Como siglos atrás, a esta cultura se le han
negado los derechos más elementales, siendo manipulada por políticos oportunistas, por
supuestos líderes con ascendencia Maya que dicen luchar por preservar la identidad cultural
(Castillo, J y Castañeda, Q. 2004).
En la actualidad, a la imagen de Ixtab se ha superpuesto la de un Cristo triste utilizado por
el autoritarismo religioso para el eficaz control social. Esta imagen cristiana impuesta por el
catolicismo tiene un mórbido mensaje de sufrimiento y auto sacrificio. Este Cristo que dio su

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vida para salvar a la humanidad (suicida altruista en las categorías de Durkheim), ha sido
tomado con profundo fervor por una cultura agredida que ha incorporado esta imagen católica
de dolor y resignación que, se insiste, tiene peso en la construcción de las actitudes
contemporáneas hacia la vida, la muerte y específicamente el suicidio. Estas creencias,
simultáneamente paganas y cristianas, son la medula de un Mayacristianismo, de un
sincretismo religioso que observamos actualmente en las fiestas religiosas y tradiciones de las
zonas rurales de Yucatán (Estrada, l978; Fernández, F. 1995).
En cierta forma la influencia de Ixtab está presente en la cultura maya actual, pues el
ahorcamiento es el método suicida más frecuente, representando alrededor del 90% de los
casos en esta zona. Esta situación es aún más sugerente si consideramos que en las áreas
rurales es habitual tener armas de fuego que se utilizan para la caza o el cuidado de las
propiedades ¿Por qué en lugar de dispararse prefieren el ahorcamiento? Esto señala la
importancia de considerar la complejidad del contexto cultural cuando se estudian los
posibles métodos para prevenir el suicidio (Leenar, 2001).

Hoy en día es muy difícil que en las zonas mayas yucatecas alguien mencione a la diosa
Ixtab, pero su lugar ha sido ocupado por la leyenda de la Xtabay ya descrita en este trabajo y
que es extraordinariamente conocida tanto en las zonas rurales como en las urbanas. El
nombre “Xtabay” o “Ceiba” se encuentra lo mismo en centros nocturnos, restaurantes, en
clínicas del IMSS o en fraccionamientos. En los años cincuenta a los carros patrullas de la
policía yucateca se les llamaban “la Xtabay” y cuando una persona era detenida, se decía que
se la había llevado la Xtabay. Abundando en lo anterior, en Yucatán existe una bebida
alcohólica llamada Xtabentún que es la delicia de los visitantes y que es anunciada como un
producto “típicamente maya”. Esta bebida alcohólica se encuentra estrechamente ligada a la
leyenda de la Xtabay, pero por razones de espacio no es posible ahondar en ello.

Baste decir por ahora, que la influencia maya es evidente en el Yucatán actual. Son
innumerables los elementos que sostienen esta afirmación. Entre ellos, el español que se habla
en esta zona tiene un marcado e inconfundible acento maya que cotidianamente, en el campo y
la ciudad, se combina con palabras de esa lengua, presentes incluso en la prensa local. Por
ejemplo, un titular de un periódico anunció la cancelación de un encuentro deportivo debido a
la lluvia: “El dios Chaac arruinó el partido de béisbol”. Por otro lado, la comida, expresiones

31
y tradiciones, apuntan a su origen nativo, marcando una notable diferencia con el resto de
México, al grado que no poca gente visitante comenta que se sienten en otro país.
La presencia de este capítulo resultaría en cierto modo gratuito si no se plantea esta
pregunta que es, en definitiva, la esencia del trabajo: ¿Cuál podría ser la influencia actual de
las creencias religiosas y tradiciones prehispánicas Mayas relacionadas con el suicidio?
Hay por supuesto varias maneras de intentar trabajar esta pregunta que se ha mantenido
latente a lo largo del capítulo, pero que al final de cuentas desembocarían en dos propuestas.
La primera, la simplista, afirmaría una correlación forzada de los suicidios contemporáneos
con la diosa maya de los ahorcados. Es evidente la fragilidad de esta propuesta unilateral que
navega en la superficialidad, en lo simple, en la imagen del fenómeno y no en la esencia del
mismo.
La otra forma es más complicada pues supone una ruptura epistemológica ( Bachelar,
1948) que dejando lo aparente dé paso al concepto, a lo abstracto, mirando al suicidio de
manera profunda, más allá de las imágenes que se muestran en la superficie, considerándolo
como un aspecto crítico del proceso vida muerte. Esta ruptura epistemológica formula otra
pregunta: Si a pesar del genocidio del siglo XVI existe una marcada influencia maya sobre el
estilo de vida actual del sureste mexicano, ¿por qué no lo habría también en las actitudes hacia
la muerte, específicamente el suicidio? La vida y la muerte son aspectos indisolubles de un
mismo proceso y el suicidio se construye en sus contradicciones. Al hablar de una
implícitamente se hace referencia a la otra, esto es, el suicidio en Yucatán emana del
significado de la vida y la muerte que ha construido esta cultura.
La investigación del suicidio y las estrategias preventivas no pueden dejar de lado las
consideraciones de tipo social, antropológico y psicológico. Sin embargo, hay una fuerte
tendencia en México y también en otros países a considerar unilateralmente este complejo
problema. A menudo la psiquiatría actual, fuertemente influenciada por la farmacología
circunscribe el problema a la depresión, a las bases genéticas y bioquímicas de la conducta. De
esta manera el suicidio es cosa de enfermos mentales y por lo mismo, debe tratarse como un
desorden psiquiátrico. Esta simplificación de la problemática suicida complica las estrategias
para su prevención, que no pueden quedar en acciones ingenuas, románticas o idealistas, sin
tocar el fondo de esta grave problemática económica, social y cultural.

32
El enfoque psicoantropologico hacia el suicidio expuesto con relación a la cultura maya de
México, podría también considerarse en aquellos lugares que cuenten con minorías étnicas y
con una historia de dominación e imposición ideológica. Este enfoque puede ser una
alternativa en términos preventivos cuando se integra a otras perspectivas para investigar el
suicidio, por ejemplo, la psicología, el psicoanálisis, las ciencias sociales y la psiquiatría
(Mishara, 1996; Philips, 2004; Preti y Miotto, 1997).
El suicidio es un fenómeno multifactorial que en el caso que hoy nos ocupa, los mayas del
sureste mexicano, contiene un importante trasfondo cultural, religioso y económico. Las
aproximaciones fragmentadas dificultan la percepción de la totalidad del proceso suicida,
obstaculizan el trabajo científico interdisciplinario y complican su prevención.

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37
Incursos y Excursos: migración y suicidio entre población Maya de Felipe
Carrillo Puerto, Quintana Roo1

Eliana Cárdenas Méndez


Karen Medina Canul 2

El suicidio, se prepara en el silencio del


corazón, lo mismo que una gran obra
(Camus, 1981)

Introducción
Cada cultura es una apología, un ensalzamiento vital, de manera que un acercamiento a cada
una de ellas, en cualquiera de sus resquicios, revela la forma en que se decreta y se instituye la
vida. En efecto, en la medida en que cada cultura, en su nominación funcionalista es una
realidad instrumental que responde a funciones básicas biológicas y psicológicas, esto es,
como afirma Luque (1985) siguiendo a Malinowski, “la respuesta humana a los imperativos
3
naturales que son universales, permanentes y homogéneos” (comer, dormir, excreción,
reproducción, salud, seguridad, recreación) tiene como propósito garantizar el desarrollo de
los individuos, de suerte que cada institución es una respuesta a esas necesidades
psicobiológicas. La cultura, en el sentido de la perspectiva semiótica de Geertz, como
urdimbre y tramas de significación; como documento activo y público y, a la vez la conducta
humana como acción simbólica, nos deja entrever que no existe un análisis de la primera al
margen de la segunda. 4 El análisis de la cultura en esta perspectiva indaga también y a la
postre por el sentido y el valor de la vida; por eso el tema del suicidio es un gran enigma. La
muerte por voluntad propia, nos coloca en una encrucijada que nos hace preguntarnos por las
razones de los individuos para la autoinmolación o sobre las fallas del sistema sociocultural en
su determinación por el sentido vital que se concreta en el acto suicida.

1
Este trabajo en su primer apartado es evolución de investigaciones sobre la conceptualización del suicidio en las
sociedades modernas y específicamente como resultantes del desarrollo de proceso de modernización en
sociedades tradicionales.
2
El segundo apartado de este trabajo presenta una aproximación al estudio del suicidio en Felipe Carrillo Puerto,
a través de la Investigación Acción Participativa con enfoque de Marco Lógico, siguiendo las consideraciones y
enfoques para el análisis del suicidio propuestas por Eliana Cárdenas Méndez.
3
Luque, E. (1985). Del conocimiento antropológico. Madrid: Siglo XXI, p.106.
4
Esto puede parecer una perogrullada, pero, el mismo Geertz nos alertó de las múltiples formas de enrarecer esa
obviedad, concebir la cultura como un sistema de signos interpretables en sus propios términos.

38
El Suicidio o los límites del poder y del control social
En nuestras consideraciones sobre el tema del suicidio en Quintana Roo, siguiendo a
5 6
Durkheim, se entiende por suicidio “todo caso de muerte que resulte directa o
indirectamente de un acto positivo o negativo realizado por la víctima misma, sabiendo ella
que debía producir este resultado” en su significado más corriente también se reconoce como
una especie de “sacrificio”, la propia vida ofrecida en ofrenda por el suicida. 7 Ambas
definiciones “víctima” y “sacrificio” reconocen dos términos sustantivos que vamos a tratar
de perfilar en los límites de este ensayo, ¿Qué es lo que se pone en escena en el acto suicida?
que no sea la obvia manifestación real de la muerte, dado que la muerte en el suicidio es un
componente fundamental y definitorio cuyo cumplimiento simboliza otra cosa. Este es un
hecho tan evidente que no tiene sentido advertir que el suicidio es una puesta en escena de la
muerte. En todo caso, si hemos de reconocer que en el suicidio los términos víctima y
sacrificio están unidos tendríamos que preguntarnos en principio y en el marco de las
sociedades actuales ¿Qué tipo de víctima es la del suicidio? ¿Qué sacrificio opera en el
suicidio? ¿Y qué diferencias reconoce este binomio respecto a las sociedades religiosas?
La teoría del sacrificio en la antigüedad clásica y en las sociedades religiosas en
general, es una vía de acceso para este propósito, pues en ella el sacrificio se encuentra

5
De su estudio comparativo en varias sociedades europeas, Emily Durkheim (1997) en su libro El suicidio
presenta tres categorías de suicidios: 1) Suicidio egoísta: es aquel que resulta de la alienación del individuo
respecto de su medio social. Este tipo es común allí donde factores culturales, como en el protestantismo lo
señala el sociólogo, subrayan el individualismo y el esfuerzo concentrado en el yo, factor determinante en esta
modalidad de autosacrificio. Este tipo de suicidio se reduce notablemente en tiempo de crisis, sea política,
económica o de estado de guerra. 2) Suicidio altruista: es el que se encuentra en sociedades rígidamente
estructuradas que ponen por encima del individuo un código de deberes de sentido grupal y hacen del sacrificio
por el grupo una exigencia moral. El comportamiento suicida de los kamikazes en la Segunda Guerra Mundial, o
las inmolaciones musulmanas, tendría que ser catalogado en este tipo. Es el suicidio que se comete animado por
una fuerte ideología, o por una extrema vergüenza cuando alguien ha quebrantado las normas de su grupo. 3)
Suicidio anómico: es el que se da cuando existe una falla o dislocación de los vínculos sociales, que lleva a una
desorientación individual y a un sentimiento de falta de significación de la vida. Eso puede resultar de
perturbaciones temporales como la guerra o las crisis económicas; de factores personales como la rápida
movilidad social, como lo relacionado con la industrialización de los países subdesarrollados, que socavan la
autoridad tradicional y los valores establecidos.
6
El acto suicida abarca, la ideación –pensar y desear-, el parasuicidio –conducta sin resultado de muerte-, y el
suicidio consumado.
7
Este trabajo plantea su distanciamiento de investigaciones como la de Víctor Payá en torno a la insistencia en la
designación del suicida como víctima y el acto suicida, como sacrificio, homologables a aquéllas que son
propias de las sociedades religiosas; o del suicida y su acto comparable al de los sacrificios heroicos de los relatos
míticos o de aquéllos sacrificios heroicos presentes en los entramados ideológico-político modernos. Véase Payá,
V. (Coordinador) (2012) El don y la palabra: un estudio socioantropológica de los mensajes póstumos del
suicida. México, UNAM-Juan Pablos editorial.
Propone en oposición que todos ellos en su diversidad son variantes de la víctima sacrificial o de recambio
originarias de los sistemas religiosos y no tienen semejanza con el suicidio en las sociedades seculares.

39
íntimamente vinculado a una víctima, en una situación paradojal: es criminal matar a la
víctima porque es sagrada, pero la víctima no sería sagrada sino se le matara (Girard, 1995: 9)
este acercamiento permite colocar en su justa dimensión el tema de la cultura al servicio de la
vida. La consideración de la cultura con su alegoría vital, no desconoce ni la muerte ni la
violencia como los extremos que fundan la antinomia eros y tánatos; en esa defensa las
culturas han ofrendado la vida para mantener la vida; dan muerte, para garantizar la vida; y
aquí descansa la gran teoría del sacrificio que descubre como afirma Girard (1995:9) la
violencia como el corazón mismo de lo sagrado. El sacrificio es una institución esencialmente
simbólica que presenta un vínculo inequívoco con la violencia; ésta, latente y amenazante
producto de luchas intestinas, tensiones, celos, resentimientos etc. se nutre de razones que
puede desbordarse en un mortal despliegue afectivo que trae aparejada la muerte; las víctimas
sacrificiales o de recambio -que pueden ser animales o seres humanos-tienen la función de
desviar la violencia amenazante, de aquéllas personas o grupos a los cuales quiere proteger a
cualquier precio.
La interpretación del sacrificio como violencia de recambio deja entrever una auténtica
operación de transfer colectivo que se efectúa a expensas de la víctima y que actúa sobre las
tensiones internas, los rencores y las rivalidades y todas las veleidades recíprocas en el seno de
la comunidad. Aquí el sacrificio tiene una función real y el problema de la sustitución se
plantea al nivel de toda la colectividad. La víctima no sustituye a tal o cual individuo
especialmente amenazado, no es ofrecida a tal o cual individuo especialmente sanguinario,
sustituye y se ofrece al mismo tiempo a todos los miembros de la sociedad por todos los
miembros de la sociedad (Ibíd.: 15). Es pues la comunidad entera la que protege a todos sus
miembros de su propia violencia, es la comunidad entera la que es desviada hacia unas
víctimas que le son exteriores, por lo tanto el sacrificio polariza unos gérmenes de disidencia
esparcidos por doquier y los disipa proponiéndoles una víctima de recambio para una
satisfacción parcial y transitoria.
En este sentido cobra vigor la definición de sacrificio entendida como ofrenda a la
divinidad o acto de abnegación, que abre las puertas a la pregunta por la teología del
sacrificio; la divinidad en la teoría del sacrificio es una entelequia, pero no en el sentido que
ha llevado a Lévi-Strauss a proponer que el sacrificio no responde a nada real y por lo tanto no
hay que vacilar en calificarlo como falso. El sacrificio responde a una función real, pero es

40
preciso que aparezca disimulada y exigida por una entidad supraindividual, que a la postre es
la sociedad misma en tanto proyección e ideal de sí misma.
Por eso es preciso que la víctima sea asesinada, en el marco de un contexto ritual por
un sacerdote, un actor social intermedio, que aparece como mediador entre los hombres y la
divinidad; en el marco ritual no es un hombre común, está investido de cierta pureza, al
margen de las bajezas humanas, esta condición es necesaria para mantener el artilugio que se
esconde en el sacrificio, la violencia latente entre los hombres. Su condición de emisario entre
los hombres y los dioses, evita que la víctima ofrecida, sea obra de un asesinato o un
homicidio y su ofrecimiento a la divinidad, el mecanismo ante el cual la víctima se convierte
en sagrada, es de esta manera como su muerte, la de la víctima, genera cohesión y lazo
social. De esta manera la víctima, que es elegida entre todos como muy semejante a los seres a
quienes protege, en sus semejanzas positivas, tiene, sin embargo, una particularidad esencial:
no serían vengables: “Todos los seres sacrificables, trátese de categorías humanas o animales
se diferencian de las no sacrificables por una cualidad esencial prevaleciente en todas las
comunidades sin excepción, que no exponga a las víctimas a represalias o allegados que
sientan el deber de vengarlos, nadie que en un determinado momento quisiera vengar su
causa” (Girard, 1995).
En suma en la teoría del sacrificio hay una triada indisoluble pero diferenciable:
víctima, divinidad y sociedad; el sacerdote es un embajador operante entre estas instancias. El
objetivo es claro, evitar la propagación y proliferación de la violencia que se alimenta del
dinamismo polarizante, que está en la base de toda interacción social, a través del mecanismo
de la víctima sacrificial o víctima de recambio; consumado el crimen, realizado en el marco de
un contexto ritual, con la participación de todos los miembros de la sociedad, la víctima se
hace sagrada y la sociedad sella sus vínculos y esquemas axiológicos a través del imperativo
de, no matarás.
Para el análisis del suicidio algunos autores presentan el tema del sacrificio como
propio de todas las sociedades como mecanismo para apaciguar la ira de los dioses, lo cual es
cierto y de eso dan testimonios los relatos bíblicos, y los mitos; sin embargo, es improcedente
homologar esos sacrificios que tienen el mismo estatuto de los descritos hasta aquí, con el
suicidio. El sacrificio de Abraham, un caso muy socorrido para homologar los términos de
víctima del sacrificio con los del suicidio, se olvida que Abraham no se suicida, ofrece a su

41
hijo en prenda, sacrificado por su propia mano; el hijo reviste las condiciones de la víctima
sacrificial en el sentido de que es vulnerable y al ser ultimado por el propio padre, se elimina,
en esa sociedad patriarcal, el único que en todo caso querría vengarlo; y por supuesto lo hace
en nombre de la divinidad, que exenta a Abraham del crimen; sin embargo en el último
momento Dios le dice: “No extiendas tu mano sobre el muchacho ni le hagas nada; porque ya
conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu único hijo”. 8 Ninguna víctima
sacrificial en los sistemas religiosos se suicida para apaciguar la ira de los dioses; esto es un
sin sentido, precisamente se teme a la ira de la divinidad por temor a la muerte, y es la razón
por la cual se le ofrece una víctima de recambio. En suma, el suicidio, con sus componentes
de víctima y sacrificio no pueden explicarse apelando a los términos o los ejemplos de las
sociedades religiosas.
Apelar a los mitos fundacionales, como el parricidio, que tienen en su origen el
sacrificio, para explicar el suicidio, pasa por alto que, como diría Freud, que el origen de la
cultura reconoce al crimen como fundante de los principios de la exogamia y el intercambio
recíproco; pero ese crimen reúne todas las características pues de la víctima sacrificial. Esta
perspectiva se revela insuficiente para responder con claridad, acerca de las preguntas que nos
convocan en este trabajo.
Por último es incorrecto a nuestro juicio, homologar el suicidio con la muerte de los
héroes que ofrendan su vida por diversas causas. La presencia de héroes que ofrendan su vida
es una impronta ineludible en los relatos míticos y los entramados ideológicos modernos; han
sacrificado su vida por las generaciones venideras, por eso se está en deuda con ellos y los
vivos se inscriben a su linaje como procediendo de ellos. La muerte heroica, a diferencia del
suicidio, no persigue la muerte como fin, la arriesga, la ofrenda o la pone en juego por una
causa; el héroe sabe y asume que perder la vida es el costo de la confrontación, en una guerra a
muerte, con demonios en el primer caso o enemigos políticos en el segundo; pero el objetivo
final es la vida, en aras de la cual ofrenda la suya. En otros términos, se reitera la tesis de la
víctima sacrificial en la medida en que con su muerte se reafirma y se confirma la continuidad
de la vida en el grupo que es la causa y fin de todo sacrificio.
Por último, pensar el suicidio desde la perspectiva de los intercambios, es otro
desacierto pues desconoce que allí opera un intercambio asimétrico, de ahí el carácter

8
Consultado en el Antiguo Testamento de la Biblia (Génesis 22:12).

42
antisocial del suicidio porque atenta contra el principio de reciprocidad, no se puede devolver
al “don” de la vida con muerte; la muerte en tanto ausencia, fin, vacío, cancela cualquier
posibilidad de reactivación de los circuitos del juego de los intercambios que está en la base y
es regla condicionante de toda sociabilidad humana. Este excurso nos ha permitido reconocer
que las víctimas rituales, las heroicas de los relatos míticos y de los entramados ideológico
políticos son variantes en su diversidad de la víctima sacrificial o de recambio originarias de
los sistemas religiosos y no tienen semejanza con el suicidio en las sociedades seculares.
Habiendo establecido estos linderos hemos de reconocer el suicidio como un sacrificio
en su sentido más básico, dolor o sufrimiento, deslindado del sentido de ofrenda a la divinidad
o como altruismo. Liberada de la dimensión religiosa, el estatuto de la víctima en el suicidio,
es legítima en el marco de sociedades seculares ¿Qué tipo de víctima y de quién es víctima el
suicida? Afirmamos desde ahora que el suicidio hay una víctima cuyo sacrificio opera en
oposición a la víctima sacrificial de los esquemas religiosos, pues su acto no hace vínculo
social alguno, por el contrario, tiene un efecto contaminante y a diferencia de la víctima
sacrificial está revestida de un carácter impuro, profano, por ser individual y no estar
sustentada colectivamente. En su condición de acto profano, antisocial e impuro es el reverso
y opuesta a la víctima sacrificial de las sociedades religiosas; la muerte suicida pone de
manifiesto la falla del sistema sociocultural en sus esfuerzos totalizantes e instituyentes de la
vida; por tanto el suicidio es la expresión más contundente de crítica social.
En la violencia suicida, el acto sujeta y conforma una unidad indisoluble: la víctima y
el victimario, por tanto en la normatividad social que sanciona la violencia, y detenta el
monopolio de la misma, esa violencia escapa a su control y regulación: no hay victimario que
perseguir, ni víctima a la cual vengar; por eso es fácil advertir que el suicidio descubre los
límites del poder y las demarcaciones del control social. Así las cosas, los únicos caminos que
tenemos para la comprensión del fenómeno es o la individualización del problema -y aquí nos
adentramos en el discurso clínico psiquiátrico o el psicologicismo- o la otra opción -y es la que
hemos elegido- pensarlo desde una perspectiva socioantropológica. Esta línea nos permite
comprender el suicidio en sus determinantes sociales a través del mecanismo de la
individualización institucionalizada como la impronta de las sociedades modernas cuyo
aumento de riesgos construidos socialmente, que dan origen a nuevas formas de
autoculpabilización y biografías del peligro.

43
Sobre individualización social y estandarización de modelos biográficos
La migración ha sido reconocida como un fenómeno con múltiples aristas donde es posible
identificar, entre otras cosas, procesos de desvertebramiento comunitario: por un lado
transformaciones de los espacios debido al vaciamiento de las comunidades emisoras y el
crecimiento explosivo de las ciudades, y por el otro lado el germen de procesos de desarraigo
e individualización. Por la temática que aquí nos ocupa -caracterizar la forma como se han
transformado las comunidades de la zona maya en Quintana Roo y de qué manera se han
creado nuevos modelos biográficos por efecto de las transformaciones del capital turístico en
la Riviera Maya que son, a nuestro juicio condicionantes del aumento de suicidios en Quintana
Roo en general; en esta perspectiva- son ineludibles algunas precisiones sobre el concepto de
individualización –siguiendo fundamentalmente a Ulrich Beck (2006)– para identificar cómo
se establece el vínculo en esa vieja antinomia entre individuo y sociedad.
La individualización es un término cargado de significaciones complejas, básicamente
porque esa noción ha sido encarada desde la perspectiva de la subjetividad, identidad única y
libertad; con esta premisa Beck hace un excurso analítico con el ánimo de hacer operacional el
término en el marco de una de sus preocupaciones principales: comprender cómo se ha
transformado la relación individuo-sociedad; este ejercicio de precisión conceptual está
esbozado en dos fases: un modelo de individualización general, analítico y a su vez histórico,
que puede reconstruirse en un eje que va de Karl Marx a G. Simmel, pasando por M. Weber y
E. Durkheim; un modelo que ha sido una fuente inagotable de equívocos porque el individuo
es definido desde el aspecto de la conciencia. El segundo enfoque es el teorema de la
individualización que se concreta en la siguiente tesis: se trata de un nuevo encuadre resultante
de las transformaciones del sistema capitalista en las postrimerías del siglo XX en Europa y su
impacto en las nuevas relaciones laborales que inciden en todos los resquicios de la vida
social. Desde esta perspectiva, advierte: “Ya no cabe concebirlo como un cambio de
conciencia y situación de los hombres a partir de una noción inmanente a las abstracciones
actuales, sino que se ha de pensar como el inicio de un nuevo modelo de sociabilización”. Este
señalamiento no conduce más que a advertir del riesgo de seguir pensando al individuo como
un cambio de conciencia y situación de los hombres desde una noción inmanente a las
abstracciones actuales, sino que se ha de pensar en un nuevo modelo de socialización que

44
trastoca la relación entre individuo y sociedad, pensado hasta el momento como conceptos
polarizados.
La individualización en el sentido de formas y estilos de vida ha existido en diferentes
momentos de la historia, y debe entenderse como determinados aspectos subjetivo-biográficos
del proceso de civilización. Para Beck, el modelo ahistórico de la individualización remite al
proceso de modernización que trae aparejada la formación de un poder estatal centralizado,
concentraciones de capital y a una fina división social del trabajo y de las relaciones del
mercado. El modelo implica una triple individualización: a) disolución de las precedentes
formas sociales tradicionales que involucran relaciones de dependencia en la subsistencia y
dominios ancestrales; en este sentido se puede decir que el primer momento lleva implícita
una dimensión de liberación, b) el segundo momento está relacionado con el primero, pues los
mecanismos tradicionales de control social son coercitivos pero proporcionan seguridad; así,
lo que se alcanza en independencia se pierde en la seguridad que proporcionan las creencias, el
saber hacer y el conjunto de normas orientativas que rigen en la vida comunitaria; de suerte
que el segundo momento es de desencanto e inseguridad c) el tercer momento alude a un
nuevo tipo de cohesión social o reintegración, de manera que el significado de individuo sufre
una afectación y se convierte en su contrario.
Beck amplía este modelo añadiendo diferencialmente dos aspectos: definir la
individualización por las condiciones de vida objetivas y por la conciencia subjetiva, identidad
personalización y esto básicamente porque “se debe distinguir muy bien entre lo que les ocurre
a los hombres y lo que tiene que ver con su comportamiento y conciencia” (Beck, 2006: 211).
Sin embargo el asunto se hace más complejo en la medida en que nos preguntamos por el tipo
de biografías que se construyen en el marco de una economía de mercado desarrollada como
el capitalismo.
En ese sentido, puede entenderse que las investigaciones sobre individualización se han
inclinado hacia las condiciones objetivas en las que el individuo aparece como un precipitado
de historia y de cuestiones estructurales, y esto es correcto, empero lo que produce el proceso
de la mundialización económica es que el individuo se convierte en la unidad de la
reproducción vital de lo social; las personas liberadas o emancipadas de los vínculos de clase
culturales y sociales basados en estatus tiene implicaciones en el ámbito de la reproducción,
pero implica a su vez cambios en el ámbito de la producción; en el primer caso es posible

45
identificar cambios de estructuras familiares, condiciones de vivienda, distribuciones
espaciales, relaciones de vecindad y comportamiento en el ocio, entre otros; en el caso de la
producción hay una elevación del nivel cultural y una regulación jurídica de las relaciones
laborales. La transformación de las nuevas formas de inserción laboral provocó
fundamentalmente un certero golpe a la integración familiar, considerada hasta este momento
la institución que lograba articular generaciones y de alguna manera un dique contra la
adversidad, donde además se recreaban esquemas axiológicos y se determinaba de manera
colectiva sobre el derrotero de los miembros de la familia en función de la educación o la
profesión. Con las nuevas condiciones del mercado laboral las personas quedan en absoluta
dependencia de los mercados de trabajo y artífices de su propia vida: “Los sujetos tanto dentro
como fuera de la familia se convierten en sujetos de subsistencia mediados por el mercado y
de su organización y planificación biográfica” (Beck, 2006).
En este sentido, el proceso de individualización se produce en sus consecuencias, en la
medida en que no se reproduce una integración social en el ámbito de la reproducción. Por
decirlo muy esquemáticamente, las clases sociales ya no cumplen la función de grupos de
estatus, ni el marco estable de integración de la familia marca los vínculos sociales de clase
sino que el propio individuo se convierte en la unidad de reproducción vital de lo social.
Participan en la producción, en procesos educativos y formativos para acceder al campo
laboral, que son actividades colectivas pero como se remuneran individualmente, en el caso
del empleo, y se evalúa individualmente, en el caso de la educación, también la participación
en el consumo es individual.
Por otro lado, por paradójico que resulte, las mismas cuestiones que provocan procesos
de individualización son las determinantes para su estandarización. Esto es, dado que se trata
de condiciones individuales precipitadas por circunstancias estructurales, dependientes del
mercado laboral, estas mismas condiciones son las que a la vez provocan al mismo tiempo los
mecanismos de estandarización. La dependencia de las personas de un trabajo remunerado
proporciona una certidumbre relativa que al perderse y caer en el desempleo quedan afectados
todos los hilos de la seguridad; en la medida en que se obtiene y conserva el empleo, las
personas perciben un salario y ese ingreso les permite acceder a un tipo de consumo
proporcional a su monto salarial; el empleo asalariado tiene, pues, una dimensión incluyente
que permite el acceso al consumo y por lo tanto a un estatus social, en tanto que el desempleo

46
tiene efectos contrarios y es excluyente en todos los círculos respectivos. El salario distingue,
individualiza, pero al mismo tiempo estandariza; esto rige no sólo para el consumo de masas
dependientes del dinero sino también para la separación y reintegración a la sociedad de
mercado mediante la formación, la jurisdicción y la profesionalización.
Los individuos emancipados de los controles sociales tradicionales devienen
dependientes del mercado de trabajo y así se hacen también dependientes en educación, en
consumo, y otras regulaciones normativas y las previsiones, que van desde las reglas de
tráfico, las ofertas de consumo de las modas, hasta los campos médicos, psicológicos y
pedagógicos. Todo ello remite a una estructura de control dependiente de las instituciones
sobre las condiciones individuales. La individualización se convierte en la forma más
avanzada de socialización dependiente del mercado, de las leyes de la educación, y la
profesionalización entre otras, lo que equivale a afirmar que la socialización se produce,
paradójicamente, con la institucionalización de la individualización.

Institucionalización de los modelos biográficos


Individualización, institucionalización y estandarización de las condiciones de vida y de los
modelos biográficos se titula el capítulo cinco del libro, la sociedad del riesgo, hacia una
nueva modernidad de Beck permite comprender los procesos de transformación cultural de la
zona maya del Estado de Quintana Roo, responden a múltiples determinantes, ocasionado,
principalmente con las dinámicas del capital que mueven la maquinaria turística y las
modalidades de apropiación de la fuerza de trabajo. La gradual desarticulación comunitaria
debido a la inserción laboral, el salario, y acceso al consumo ha generado nuevos patrones
biográficos en permanente incertidumbre, mediados por el mercado y dependientes de
empleos inestables; la liberación de las formas coercitivas comunitarias ha derivado en perdida
de seguridad y forjado sujetos de subsistencia, así mismo ha creado modalidades de exclusión
y nuevas formas de autoculpabilización.
En este apartado haremos un excurso por la obra del filósofo alemán comprender, en
sus propios términos, la progresiva individualización, el espejismo de la autonomía y toma de
decisiones en el contexto de una sociedad abierta, global que revela en la actualidad en los
términos de Bauman “la experiencia (…) de una población heterómana, desventurada y
vulnerable abrumada por y quizá supeditada a fuerzas que ni controla ni entiende del todo”
(Bauman, 2008:16).

47
En la modernidad avanzada la individualización se realiza o se produce bajo las
condiciones de un proceso de socialización que precisamente impide gradualmente la
autonomía individual. El individuo ciertamente rompe los lazos tradicionales y las relaciones
de protección, pero los intercambia por las constricciones del mercado de trabajo y del
consumo, así como por las estandarizaciones y controles implícitos en estas constricciones. De
esta manera, en lugar de los lazos tradicionales y de las formas sociales comunitarias aparecen
instituciones secundarias que configuran el curso de la vida de un individuo; la planificación
del futuro desafía nuestros hábitos y costumbres, es decir, el repertorio de respuestas con que
se ha aprendido a superar los escollos es inoperante en las nuevas circunstancias, de suerte que
el individuo tiene la impresión general de que hay muchas vías en diferentes direcciones y que
está obligado a elegir entre un sin número de caminos que están definidos con antelación, pero
que no sabe cuál es el que debe seguir. Sin embargo, como la decisión es un riesgo asumido
individualmente entre un acervo de circunstancias en las cuales poco o nada puede hacer para
transformarlas porque no dependen de él, el individuo termina convertido en una pelota
movida por las modas y el consumo. De esta forma, la existencia privada individualizada
depende de manera más condicionable y clara de las situaciones y circunstancias que escapan
totalmente a su intervención. El efecto de este complejo entramado, donde el individuo se ha
reconocido como de jure, lo obliga a actuar de facto pero despojado de los instrumentos que
permitirían el ejercicio en libertad o como ser único, adjetivos éstos con los que se asocia y
hasta definen al individuo. En estas circunstancias se generan situaciones de conflicto, de
riesgo frente a problemas o amenazas que debido a su origen impiden toda solución
individual; estos problemas abarcan concretamente todo cuanto es objeto de discusión social y
política, “desde las llamadas mallas de la red social, pasando por la negociación salarial y de
condiciones de trabajo, hasta la defensa frente a los abusos burocráticos, la clase de ofertas
educativas, la regulación de los problemas de tráfico, la protección frente a los problemas del
medio ambiente, entre otros. La individualización, debido a las condiciones del marco social,
se ve afectada de modo que la existencia autónoma e independiente casi resulta imposible”
(Beck, 2006: 215).
En esta perspectiva, es posible reconocer una configuración institucional que
condiciona el rango de acción, la conformación política de la vida y por lo tanto las
condiciones de vida en los niveles más microscópicos, pues las biografías se construyen en

48
razón de estar dentro o fuera de procesos institucionales, tener empleo, ingreso o salida del
sistema educativo; de tal suerte que las identidades, y al mismo tiempo las seguridades
proporcionadas por estatus, la cultura de las clases sociales o familiares quedan marginadas,
en la medida en que son provisionales e interminentes: la individualización significa
dependencia del mercado en todos los aspectos de la vida y esa adaptación pasa en su mayor
parte inadvertida como efecto secundario latente, pero descrito en un circuito que construye un
andamiaje donde todas las rutas están conectadas y es prácticamente imposible escapar de ella,
en la perspectiva de una iniciativa individual, en el sentido de la libertad que tendría un
individuo de crear su vida con independencia. La clave de la seguridad en la vida reside en el
mercado de trabajo, por lo que es conducente afirmar que el eje de la biografía normal está
articulado a un trabajo. Pero la incorporación al mercado de trabajo obliga a formarse,
educarse, profesionalizarse como una condicionante ineludible, pues si alguien se encuentra
superado profesionalmente por cualquier otro se encuentra socialmente ante la nada material.
La obtención o conservación de una matrícula en una institución es cardinal y define en gran
medida las posibilidades de ascenso o descenso en la sociedad. No obstante, las credenciales
educativas no garantizan por sí mismas la movilidad o el ascenso social, pues las personas se
enfrentan a oscilaciones económicas coyunturales o demográficas de suerte que generaciones
enteras pueden ser arrasadas a la marginación.
En la medida en que los hombres quedan cada vez más separados de los lazos sociales
por la progresiva individualización y privatización se da un doble proceso: 1) Las formas de
percepción son privadas. El horizonte temporal de la percepción de la vida se reduce cada vez
más hasta encogerse finalmente en el caso límite de la historia del eterno presente y todo gira
en torno al propio yo de la propia vida. 2) Disminuyen los ámbitos que afectan la propia vida
en la cooperación y aumentan las restricciones que obligan a configurar la propia vida
precisamente en los aspectos en que ésta no es nada más que el producto de las circunstancias.
En este sentido, la individualización significa que la biografía personal queda al
margen de pautas previas y queda abierta a situaciones en que cada cual se ve constreñido a
tener que elegir cómo actuar, de suerte que el individuo se convierte en una especie de artífice
de su propia existencia, biografías autoproducidas sin que haya tenido opciones en realidad.
Individualización de las condiciones de vida significa, pues, que las biografías se
autoconstruyen y se hacen autorreflejas; lo que está dado socialmente se transforma en

49
biografía producida por uno mismo y que continuará produciéndola. Incluso cuando se habla
de opciones es una palabra grandilocuente porque no se dan ni conciencia ni alternativa, queda
el individuo impregnado de las consecuencias de las decisiones que a la postre no ha tomado;
decisiones y acciones que no han hecho otra cosa que afirmar y reproducir el sistema. Esto
representa que mediante procesos institucionales y normativos se origina lo que funda las
posibilidades de combinación biográfica: “Beck advierte que la sociedad individualizada
genera una transformación y un conflicto entre las biografías, otrora construidas en vínculo
con la familia y la comunidad en general, a una biografía autoconstruida donde el individuo
aparece como es inventor de su propia realidad y ha de cargar personalmente con las
consecuencias de sus decisiones: “En la sociedad individualizada cada cual ha de aprender los
inconvenientes a partir del fracaso y ha de concebirse a sí mismo centro de acción, como
oficina de planificación, en relación a su propia vida, sus capacidades, orientaciones,
compañías etc.” (Beck, 2006:221).
El problema me parece es que se concibe al individuo como artífice creador y esto
conduce habitualmente a creer que es dueño de las circunstancias o que puede crearlas y
transformarlas. Somos individuos de jure, en el sentido de derecho, pero la decisión que toma
un individuo se da entre un cúmulo de circunstancias no creadas por él; la independencia es
ficticia porque es incapaz de ejercer sus poderes legítimos debido a que la normatividad
fáctica usurpa esos poderes.

El suicidio en el paraíso quintanarroense


El Estado de Quintana Roo es el principal polo de atracción turística de México y la entidad
federativa con el mayor número de suicidios en todo el país, donde la perspectiva de la
construcción social del riesgo puede asumirse y dar una explicación de este fenómeno social.
Todo el desarrollo turístico de Quintana Roo ha requerido no sólo de grandes
inversiones, sino también de gran capital humano, que ha sido remitido de diversas partes de
la República Mexicana, y de la zona central del estado. En Quintana Roo no sólo se
encuentran importantes vestigios arqueológicos mayas tales como Chacchobén, Cobá,
Dzibanché, Kohunlich, Muyil, Oxtankah, Xcaret, Xel-há, Tulum, sino lugar de asentamiento
de importantes comunidades mayas, que representan el 36% de la población del estado y está
alojada principalmente en los municipios de Felipe Carrillo Puerto, José María Morelos,

50
Lázaro Cárdenas y en la parte no costera de Solidaridad. Para efectos de este trabajo es muy
aleccionador el proceso de cambio ocasionado con motivo del desarrollo turístico, en las
comunidades de la Región de los Chunes (Chunyaxché, Chumpón, Chun-on y Chunyah)
poblaciones indígenas del estado de Quintana Roo, pertenecientes al municipio de Felipe
Carrillo Puerto, parte del llamado corazón de la zona maya, a raíz de su interrelación con la
Riviera Maya.
La región de los Chunes es una zona donde es posible identificar la urdimbre de
significados y los entramados de la cultura maya. Chumpón es uno de los centros
ceremoniales mayas más importantes, donde a pesar de las adversidades económicas y en un
ecosistema deteriorado, por la explotación intensiva, sus pobladores están dedicados a las
labores agrícolas. Debido al cultivo de la milpa y al uso de la lengua maya ha sido posible la
recreación y dinamización del sistema de creencias y valores que orienta la vida social del
grupo9. Sin embargo, carecen de un flujo económico constante, y pocos o nulos sistemas de
transporte y de comunicación; todo este contexto, como veremos más adelante, es crucial para
comprender el éxito del sistema de transporte diario (STD) (Cárdenas, 2012).
Es preciso advertir que la región de los Chunes, por su cercanía geográfica y situación
socioeconómica, ha estado vinculado a la Riviera Maya debido a que resulta un cómodo banco
de mano de obra: Chumpón tiene 601 habitantes, Chunyaxché tiene 154, Chunón 251 y
Chunyah 699. En total, la región tiene 1,705 habitantes (INEGI, 2005). Se trata de población
con una formación académica primaria y secundaria, y de manera más reciente con títulos de
bachilleratos con orientación técnica en turismo. Para la gran mayoría de los autores la falta de
estudios o de cualificación laboral, instala a los mayas en el nivel más bajo de la jerarquía
laboral y, se consigue en condiciones poco favorables, con largas jornadas laborales, empleos
con sueldo precario; sin embargo, advierten que el componente racista es un ingrediente de
desventaja para ocupar cargos de dirección (Sierra, 2007). La inserción laboral de los mayas
de la zona de los Chunes está vinculada al rubro de servicios en los hoteles y restaurantes y
centros de actividad turística recreativas en la Riviera Maya: trabajo en la cocina (cocineros,

9
El censo realizado por INEGI en 2005 afirma que en Quintana Roo, 19 de cada cien personas de 5 años y más
hablan lengua indígena y 1 de ellas no habla español. Entre las personas mayores y los adultos jóvenes se registra
la mayor cantidad de hablantes del maya, en tanto que entre los adolescentes y niños se advierte un número
reducido, lo cual puede ser un indicador de que esta lengua ha empezado a perder vigor como vector de
comunicación en la comunidad. “En el 2005 registramos en México 41,291 menos hablantes de maya que en el
año 2000”. Moure, M. (2008).

51
jefes de cocina o ayudantes de cocina), comedor y barra (steward, barman o mesero), trabajos
de limpieza (camareros, personal de lavandería y limpieza en general de hoteles y
restaurantes), mantenimiento (jardinería, personal de electricidad, albañilería, plomería), guías
de turismo (guías, animadores, informadores, recepcionistas) y puestos de seguridad (guardias
o vigilantes) (Moure, 2008: 65).
El desarrollo del turismo en la Riviera Maya, con demandas en el rubro de los servicios
y de la construcción, ha propiciado diversas dinámicas de población; sin embargo, debido a las
implicaciones de las migraciones, en este caso de población remitida de zonas rurales a las
inmediaciones urbanísticas, desde 2003 los complejos turísticos hoteleros han creado una
innovadora estrategia que evita los nuevos asentamientos urbanos irregulares en la medida en
que han creado un sistema de transporte diario entre los hoteles y las comunidades de la región
de los Chunes, lo cual permite al capital apropiarse de la mano de obra, garantizando la
permanencia de los trabajadores con raquíticos compromisos laborales con ellos, en tanto que
los empleados están al servicio de la empresa ocho horas diarias, pero anclados y dependientes
de ella (en la medida en que ellos controlan el transporte y por lo tanto el desplazamiento de
las personas) un tiempo de doce a catorce horas diarias, seis o siete días de la semana. Esta
modalidad del sistema de apropiación de la fuerza de trabajo ha dejado un saldo de
consecuencias y riesgos que impacta al sistema comunitario y lanza a la sobrevivencia a las
personas que independizadas de las condiciones, responsabilidades y lazos de sus
comunidades, viven las vicisitudes del trabajo asalariado, la explotación como un destino
personal; en estas circunstancias es posible entrever mecanismos o procesos de
individualización que no sólo impulsan la disolución de sistemas tradicionales como el de los
mayas sino que promueven desigualdades sociales, ascensos sociales basados en el estatus o
ingresos; biografías dependientes de un mercado laboral inestable que transforma en personal
un entramado social anclado en la individualidad.

Capital del mundo maya: Felipe Carrillo Puerto


El municipio de Felipe Carrillo Puerto se crea en el año de 1975, antes Balam Naj (casa del
jaguar) tiene sus orígenes que datan a mediados del siglo XIX, en el periodo conocido como la
Colonia, que para los mayas “constituyó una larga pesadilla; arrojados a una vida de dolor,

52
hambre, desprecio y vilipendio, lucharon siempre contra sus opresores, sin más recurso que su
coraje y su desesperación, siempre fieles a su historia (González, 1978:35).

Felipe Carrillo Puerto es un antiguo pueblo fundado en el siglo XIX que fue el enclave
de los mayas rebeldes durante la Guerra de Castas. Tiempo después toma el nombre de FCP
en honor al ex gobernante socialista quien ayudó a los mayas de esta zona a defender los
derechos indígenas.

El municipio se localiza en la zona central del estado de Quintana Roo, tiene como
coordenadas geográficas al norte 20° 22‟, al sur 19° 03‟ de latitud norte; al este 87° 26‟ y al
oeste 88° 43‟. Sus colindancias son al norte con el estado de Yucatán y con el municipio de
Solidaridad, al este con el Mar Caribe, al sur con el municipio de Othón P. Blanco, y al oeste
con el municipio de José María Morelos. El límite sur del municipio dista aproximadamente
70 km de Chetumal, capital del Estado. Desde el año 2007 fue declarada “Capital de la cultura
maya de Quintana Roo”. Este municipio está compuesto por 88 localidades, y está divido en
dos alcaldías: Tihosuco, Chunhuhub, y cinco delegaciones: Señor, Tepich, NohBec, X-Hacil
Sur y X-Pichil.

53
El municipio cuenta con todos los niveles educativos, desde primaria hasta educación
superior.
En las localidades urbanas predomina el tipo de vivienda unifamiliar, con paredes de
piedra, techo de loza o de huano, y con una sola planta, mientras que en las localidades rurales
el principal tipo de vivienda es construido con materiales perecederos de la región y techo de
huano. De acuerdo al ll Conteo de Población y Vivienda de 2005, el municipio tiene una
población de habla indígena de 40,996 personas de 5 años en adelante, que representa el
62.7% del total del población del municipio. De esta población indígena el 99.2% pertenece a
la etnia maya, los cuales en su gran mayoría son bilingües (83.9%) y el resto sólo habla maya
(16.1%) (http://www.campocarrillo.qroo.gob.mx/).
Los habitantes de origen maya se dedican fundamentalmente al trabajo en el campo
(maíz de grano, sorgo grano, frijol) venta ambulante de productos y /o actividades terciarias.
Se estima que el otro 20% de la población es migrante de otros estados, los cuales se insertan
en la economía privada, en ciertas empresas y/o trabajos institucionales.
Según el conteo y de acuerdo a los resultados del censo de población por parte del
INEGI en el año 2010, el estado de Quintana Roo cuenta con 1,325,578 habitantes, de los
cuales 75,026 pertenecen al municipio de Felipe Carrillo Puerto, concretamente 25,744 son
pobladores de la ciudad que lleva el mismo nombre, de los cuales 12,572 son hombres y
13,172 mujeres.
Gráfica 1

75.026

25.744
12.572 13.172

Municipio FCP Ciudad FCP Hombres Mujeres

El mayor porcentaje de Defunciones en Quintana Roo, es a causa de la Diabetes


Mellitus, seguido por las enfermedades del corazón y los tumores malignos. El suicido ocupa

54
el octavo lugar hasta el 2010 con 150 defunciones. Sin embargo, la OMS pronostica que las
enfermedades mentales continuarán creciendo, y desde luego señalan tendrá un impacto en el
suicidio.

Tabla 1: Defunciones por principales causas 10

Diabetes Mellitus
488 11.9%
Enfermedades del corazón
470 11.5%
Tumores malignos
448 10.9%

Accidentes 417 10.2%

Enfermedades del hígado 325 7.9%

Cerebrovasculares 199 4.9%


Ciertas afecciones originadas
en el periodo perinatal 187 4.6%

Lesiones autoinflingidas
intencionalmente 150 3.7%

Agresiones 137 3.3%

VIH 105 2.6%


Las demás causas 1, 169 28.5%

Fuente:http://www.inegi.gob.mx/est/contenidos/espanol/sistemas/perspectivas/perspectiva-
qr.pdf

Este municipio está en el corazón de la zona maya, por lo que gran parte de su
población pertenece a sociedades tradicionales, vinculadas a la agricultura, con rituales que
definen y mantienen al grupo cohesionado. Si bien la migración ha contribuido a amortiguar
las carencias económicas de las familias empero ha propiciado y es factor desencadenante de
la ruptura del débil tejido social comunitario. En otras palabras la migración hacia los polos
turísticos plantea la disolución comunitaria en varios sentidos, a) Liberación, el migrante
experimenta la sensación de haberse liberado de la dependencia que impone la comunidad en

10
Fuente http://www.inegi.gob.mx/est/contenidos/espanol/sistemas/perspectivas/perspectiva-qr.pdf

55
relación a la subsistencia b) Inseguridad y desencanto: perdida de la seguridad tradicional que
dan las creencias y normas orientativas c) las paradojas de inscribirse en una nueva cohesión
social basada en el individualismo (Cárdenas, 2010).
Debido a la creciente problemática en el municipio de Felipe Carrillo Puerto, y en
concreto con el suicidio consumado de dos adolescentes en el 2009, la Red de Vida, comienza
a gestarse como una medida de la jurisdicción sanitaria; dicha propuesta fue encabezada por la
responsable de la UNEME “Centro Nueva Vida”, la psicóloga Verónica Martínez,
inicialmente se articuló un cuerpo interdisciplinario, sin embargo, con el paso de los meses,
algunos abandonaron la Red, por lo que fue necesario buscar quien coordine el trabajo, por lo
tanto invitaron a colaborar a la trabajadora social Marta Peña, quien se integró a finales del
2009.
Inicialmente se impartieron talleres para la prevención, mediante valores y acciones, a
través de un programa de la Fundación México,pero fue hasta el 2010 que la Red comenzó a
consolidarse, y tener acciones más concretas, se establecieron alianzas con el 066 para
atención en crisis suicida, con la Cruz Roja y la jurisdicción sanitaria No. 3, por lo que son
notificados por las autoridades policiacas, para que en ese momento acudan al lugar de los
hechos, y tienen acceso al hospital, para acompañar al parasuicida. En el 2011 se capacitó a
los integrantes de la red con un diplomado que imparte el Instituto Hispanoamericano de
Suicidología.
La actual coordinadora Marta Peña señala que la estructura organizativa es deficiente,
ya que si bien se cuenta con una plantilla de psicólogos, no hay quien realice el trabajo desde
el ámbito social, no se cuenta con tejedores de redes, se necesita más voluntarios que quieran
aprender técnicas para abordar a las personas, establecer y conseguir la empatía con las
familias. La intervención se tiene que hacer en conjunto: los psicólogos, el psiquiatra, y la red
familiar o social. (por lo tanto es indispensable el trabajo de sociólogos, antropólogos y
trabajadores sociales). Porque al fortalecer estos tres ámbitos la persona no tenga recaídas.
Lo integrantes de la red, han tomado talleres en: riesgo suicida, intervención en crisis y
detección, la coordinación además cursó un diplomado en Tanatología.
Del 2011 al 2012, la tasa de suicidios tuvo un ascenso, en el municipio de Felipe
Carrillo Puerto se encuentra en cuarto lugar con 7 suicidios hasta el 2012, y 9 tentativas.

56
Tabla 2
Suicidios Tentativas
Municipio
2011 2012 2011 2012
Bénito Juárez 47 53 156 137
Othón P. Blanco 21 25 165 172
Solidaridad 14 10 48 39
Cozumel 3 7 43 38
FELIPE CARRILLO 4 7 7 9
PUERTO
Bacalar 2 2 3 5
Tulum 1 1 3 3
Isla Mujeres 0 3 5 3
Lázaro Cárdenas 0 0 0 0
José María Morelos 1 0 2 0
92 101 434 404
Fuente: Los datos de las gráficas fueron proporcionados por el Centro de Control, Comando,
Comunicaciones y Cómputo (C-4).

Tanto a nivel nacional, como en Quintana Roo en particular, los hombres, son quienes
más se suicidan. Pero no se trata de que las mujeres sean menos propensas, sino que los
hombres utilizan métodos resolutivos, que no dan margen para quedar en el intento, sin
embargo el índice de tentativas señala que las mujeres son quienes lo intentan más.

Gráfica 2

Año 2011 Año 2012


0% 0% 0% 0%

Mujer Mujer
19% 23%

Hombre Hombre
81% 77%

La edad mínima registrada en el suicidio es de 10 años y la máxima de 81, de igual


manera la frecuencia en edad está entre los 22 y 30 años.
57
La mayoría de los jóvenes que se suicidan han expresado previamente su deseo de
morir o amenazado con suicidarse por la ansiedad, la depresión muchas veces por el consumo
de drogas, dijo Edgar Landeros Galicia, médico psiquiatra infantil y de la adolescencia del
estado.
Durante 2010, se detectó que en el 46% de los casos las personas al cometer el acto
suicida, se encontraban bajo el influjo del alcohol y/o drogas, mientras que en el 2011, la cifra
fue de 40% (C-4).

Modalidad Hombre Mujer

2011 2012 2011 2012

Ahorcamiento 68 73 15 19

Ingestión de químicos 4 2 2 2

Impacto de arma de fuego 6 1 1

Uso de arma blanca 1

Muerte caída 1 1 1 1

Combinación de 2 métodos 1

Ingesta de medicamentos 1

Ingesta de objeto 1

Total general 81 77 19 23

Fuente: Los datos de las gráficas fueron proporcionados por el Centro de Control, Comando,
Comunicaciones y Cómputo (C-4).

El suicidio ya no es tan sólo una categoría de análisis que le interese a la comunidad


científica, en realidad ya es parte del cotidiano quintanarroense. Desde luego que con los
años, e insertos en la modernidad, tenemos mayor acceso a la información en torno a los
suicidios que se dan en el estado, lo que reconfigura la concepción y significado en relación a
este fenómeno, que si bien no es viejo, actualmente a través de los medios informativos, nos
hace caer en cuenta que hay problemas estructurales, en donde el suicidio se manifiesta como
un síntoma del malestar social.

58
Abordaje socioantropológico
Ahora bien, al trabajar con el lente de la Antropología Aplicada, es necesario trabajar desde la
Investigación Acción Participativa IAP, concretamente a través del enfoque del Marco Lógico.
El suicidio es individual, pero está articulado a la colectividad, hay una muerte, pero
queda una red en la que ese muerto reposiciona la cotidianidad, concretamente en el contexto
familiar, se vuelve un acto disruptivo que convocaba a los integrantes, a cuestionarse los
motivos; dejando un vacío y mil preguntas, en donde esta brecha genera estados de ansiedad.
Esta fractura permite dar un vistazo al trasfondo, a esa red de significaciones en la cual se está
inserto.
El propósito de esta investigación es develar el significado que los interlocutores tiene
en torno al suicidio: que información tiene acerca de este fenómeno, como simbolizan el
hecho, la construcción que hacen por imágenes vistas ya sea en televisión, o con familiares y/o
amigos que se han suicidado, así como las creencias que manejan al respecto y lo más
importante, los sentimientos generados antes, durante y después de haber consumado el acto;
porque los significados sin duda se modificaran, desde luego dependiendo de la cercanía, de lo
que el suicida les signifique.
En este sentido el estudio de la vida cotidiana en la ciudad de Felipe Carrillo Puerto,
nos proporciona las bases para entender la plataforma de circunstancias y significados que
rodean el acto suicida, cual es la arquitectura del problema, y que estrategia implementar para
su disminución.
Ahora bien el método documental interpretativo es el mecanismo que permite analizar
la evidencia, esa cotidianidad, ¿Cómo lo perciben? ¿Qué les significa? para poder encontrar
los patrones de conducta, los indicios que nos lleven a entender el suicidio como un hecho
social, y como ha ido cambiando, ¿Qué significado tiene? ¿Cuál ha adquirido en los últimos
años? ¿Qué resonancia ha tenido? De esta manera poder hacer legibles las acciones, a través
de la descripción detallada de interpretaciones, del eco de múltiples voces.
Donde a través de la investigación acción participativa, mediante un trabajo horizontal
y directo con la comunidad se puedan ir detectando las causas, las raíces profundas del
problema, claro que para llegar a esto es necesario, convocar a la población, generar la
inquietud y el interés por participar, ya no sólo ver los habitantes como meros proveedores de

59
información, sino como interlocutores, como agentes activos, en donde nuestro rol no sea el de
administrador, si bien al principio será necesario organizar y gestionar, nuestro desempeño se
centrará en fortalecer a los participantes, mediante un proceso educativo; de esta manera ser
catalizadores, o recursos técnicos, ya que nuestro trabajo no será una labor altruista, sino
orientar a los habitantes y dar esas herramientas, desde el cuerpo teórico metodológico que
estamos aprendiendo, para movilizar, ir en busca de sociedades con una ciudadanía activa,
autónoma, responsable y ante toda participativa, dejando el lastre paternalista, la noción de
ayuda, ir más allá.

Esta investigación no busca soluciones desde la teoría, desde nuestra interpretación del
problema, sino mirar el espacio social donde está el individuo, empoderar a la población, y
con el conocimiento científico y el conocimiento local, elaborar un plan de acción, para
realizar la intervención en búsqueda de una transformación social.
Quizá, decirlo, podrá parecer fácil, sin embargo estamos ante un reto, porque ya no
iniciaremos trabajando de manera individual, este trabajo está en proceso, y nuestro
compromiso, es la multiparcialidad, a través del marco lógico la planificación,
implementación, monitoreo y evaluación del proyecto, son más claras, y me permiten
organizar los datos, el Marco lógico tiene tres fases: 1) Aprestamiento, 2) Diagnóstico y ·3)
Plan de acción, en este momento estamos en la segunda fase.
En líneas generales, el método del marco lógico me ayuda a tener una mejor
planificación del proyecto orientada a objetivos alcanzables, con el compromiso de las partes
involucradas, para que el interlocutor mantenga un rol activo en todo el proceso, que los
dueños del problema a través del proceso educativo aprendan como encarar un problema, que
estrategias implementar, como investigar, organizarse, para que no sea necesaria la
intervención de un agente externo en la gestión y negociación de sus derechos, que recuperen
la voz, la facultad de tomar decisiones. El marco lógico, a través de la construcción del árbol
de problemas, ubicando sus causas y efectos permitirá detectar por donde se desborda este
problema, como prevenirlo y disminuirlo.

Conclusiones
El suicido está asociado a los procesos de individualización institucionalizada, por la ruptura
de los lazos sociales y las paradojas de una colectividad de recíproca individualización, que es

60
reacia a la solidaridad a la hora de hacer frente a la adversidad generada por las condiciones
sociales, como en el caso la pobreza extrema. En los contextos sociales del suicidio el riesgo
está relacionado con la incertidumbre y la falta de garantías, así como con los imaginarios del
semejante como un peligro. El suicidio es una salida individual que busca poner fin a lo
indeterminado perpetuo, a una sensación de riesgo generalizada frente a una amenaza que no
es temporal sino permanente. Quizá en esa percepción de la indeterminación, de impotencia
para revertir los efectos acumulativos y en aumento, de la adversidad en todos los resquicios
de la vida social, descansen los móviles principales para la comprensión del aumento de
suicidios en las zonas turísticas de Quintana Roo.
Es necesario restablecer el tejido social, e involucrar a los diversos actores, ya no sólo
a los adscritos a una institución gubernamental, sino a la población que encarna esta
problemática, por lo tanto desde la Antropología Aplicada, y la metodología Investigación
Acción Participativa, con enfoque de Marco Lógico, posibilita fases aprestamiento, de
diagnóstico social, para trazar propuestas de prevención y su disminución del suicidio se
elaboren con la participación activa de la población meta, es decir del grupo que pertenece al
acto suicida, interlocutores con ideación, parasuicidio y familias sobrevivientes. Para trazar un
plan acción que logre articular las partes involucradas. El suicidio, como la gran obra que se
ingenia en el corazón del suicida, es el acto individual que revela las contradicciones y las
fallas del sistema en su incapacidad garante del don de la vida.

Referencias bibliográficas
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61
Estadísticas generales de suicidios, y tentativas y apoyos psicológicos, comparativo 2010-
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Sierra, L. (2007) Mayas migrantes en Cancún, Quintana Roo. México, Plaza y Valdés.

62
La construcción de significados sobre el suicidio:
la experiencia de los profesionales de la salud mental en Tabasco

Ángela Beatriz Martínez González

Introducción
Aunque el término de suicidio como se le conoce en la actualidad surge en el siglo XVII, a lo
largo de la historia, se encuentran pasajes con referencias al acto que conlleva a la muerte en
forma voluntaria. La historiografía de lo que en algunos momentos se llamó “muerte
voluntaria”, “morir por mano propia” hasta alcanzar la acuñación del vocablo suicidio, refleja
las actitudes y pensamientos propios a cada época. La concepción del suicidio ha estado
condicionada históricamente, adquiere definiciones y características determinadas según el
paradigma dominante.
En este trabajo, se quiere transitar por las dos visiones que hoy existen en la salud, la
pública y la colectiva, en medio del modelo actual de globalización, - proceso fundado en el
pensamiento neoliberal que está incidiendo en la salud – salud mental de los individuos y de
los colectivos.
La OMS define "el acto suicida" como toda acción por la que un individuo se causa a sí
mismo un daño, con independencia del grado de intención letal y de que se conozca o no los
verdaderos motivos. Hay una serie de factores que parece que incrementan el riesgo de
suicidio: La presencia de enfermedad psiquiátrica sobre todo depresión mayor, abuso de
sustancias (alcoholismo o toxicomanías), esquizofrenia, trastorno límite de personalidad. Más
del 90% de los pacientes que se han suicidado tenían un diagnóstico psiquiátrico en el
momento de la muerte, sobre todo depresión, alcoholismo. Síntomas psiquiátricos
inespecíficos como desesperanza, ansiedad, agitación. Los sentimientos de desesperanza son
un factor prospectivo independiente de riesgo de suicidio.
La evolución del concepto de suicidio, asociado hoy como patología mental, obliga a
cuestionar esa concepción dominante que se limita entender la manifestación suicida como

63
alteración mental o como una conducta anormal, asociada a trastornos psiquiátricos, con el
síntoma de buscar abandonar la vida.
En el campo de la Salud Mental el sujeto que ha buscado morir por mano propia,
ingresa en el proceso de la medicalización. A su vez ésta se fomenta a partir de la hegemonía
que ha adquirido el resurgimiento de un modelo biomédico, que resulta dominante entre los
profesionales de la salud mental, y en consecuencia su tratamiento se basa en la
administración de psicofármacos. La medicalización está asociada con los nuevos valores y
significados de la sociedad de consumo.

Metodología

Estas líneas buscan mostrar otra mirada a las ya existentes para la comprensión y análisis del
suicidio, mediante la inclusión de dimensiones subjetivas, el contexto social. Todo ello con el
objetivo de conocer la construcción de los profesionales de la salud mental desde su conjunto
de saberes científicos, sobre la noción de enfermedad y salud mental.
Para dar cuenta de ello se ha elegido al estado de Tabasco, en el sureste mexicano
porque es un espacio local inmerso en un entramado de fuerzas económicas, políticas y
sociales.
Se realiza un acercamiento cualitativo porque permite abordar la subjetividad tanto de
los sujetos investigados, como la del investigador como objetos de análisis, bajo esta mirada se
recupera la voz de los otros, se captura el punto de vista de los sujetos, el otro y la otredad;
además coloca el contexto en un lugar especial, en tanto significa el espacio donde acontecen
las actuaciones e interacciones individuales y colectivas; la perspectiva de la investigación
cualitativa se contrapone con la visión biomédica. Para Taylor y Bogdan (1988), lo que define
la metodología cualitativa es la manera cómo se enfocan los problemas como la forma en que
se buscan las respuestas a los mismos. En tanto Francisco Mercado (2007) retomando a
Bourdieu, señala que la investigación cualitativa podría ser comprendida como “el campo o
arena donde convergen una variedad de saberes, prácticas, agentes sociales, grupos,
estructuras y discursos de las más variada índole.”
En la actualidad ocurre cada vez con mayor frecuencia que muchos de los estudios del
campo de la salud utilicen la investigación cualitativa y junto con el enfoque socio-cultural de
la antropología y la sociología, han tenido un significativo avance en la producción de

64
conocimiento científico sobre la salud, existe un considerable bagaje teórico metodológico
para el quehacer cualitativo en salud, inspirado en la variedad de tradiciones analíticas que
provienen sobre todo de las ciencias sociales, lo cual abre un espacio multidisciplinario no
bastantemente explorado debido a las cuantiosas interrogantes acerca de su cientificidad
(Amezcua y Gálvez, 2002).
Se parte de un acercamiento de la salud colectiva, como espacio multidisciplinario para
la comprensión del proceso salud- enfermedad y atención, con énfasis en su determinación
social e histórica, “se redefinen, las nociones, de hombre, salud y enfermedad e igualmente,
las estrategias de operación” (Mercado, 2004). Visto en el marco de una realidad compleja, los
aportes de un grupo de disciplinas y enfoques permiten un abordaje con una riqueza en la
producción de conocimientos.
Se intenta privilegiar la indagación cualitativa como “vía de acceso a los aspectos de la
subjetividad humana” (Tarrés, 2001). La técnica cualitativa utilizada como la más adecuada
para alcanzar los objetivos de esta investigación fue la entrevista abierta, como herramienta
primordial.
La entrevista es una conversación sistematizada que tiene por objeto obtener, recuperar
y registrar las experiencias de vida guardadas en la memoria de la gente, el objeto es la vida,
experiencia, ideas, valores del entrevistado aquí y ahora. Cada investigador “realiza una
entrevista diferente según su cultura, sensibilidad y conocimiento acerca del tema, y sobre
todo, según sea el contexto espacio-temporal en el que se desarrolla la misma” (Alonso, 1998).
Se plantea que la estructura con que la persona entrevistada expresa su relato, es portadora de
ciertos significados que no deben descomponerse. Se entiende la técnica de la entrevista como
“reiterados encuentros cara a cara entre el investigador y los informantes, encuentros dirigidos
hacia la comprensión de las perspectivas que tienen los informantes respecto de sus vidas,
experiencias y situaciones, tal como lo expresan en sus propias palabras” (ibíd. p. 3).
El entramado metodológico se ha formulado a través del “muestreo intencionado”
siguiendo un proceso de acumulación de entrevistas a los profesionales de la salud mental del
Hospital Juan Graham Casassus y Hospital de Salud Mental de Villahermosa, Tabasco,
México. Se llevaron a cabo seis entrevistas, con psicólogos y psiquiatras de dichas
instituciones.

65
No se trata de estudiar el intento de suicidio, la salud y enfermedad mental, a partir de
la asociación de ciertas variables y determinar una causalidad, sino de explorar los
significados de los jóvenes que pretendieron en un momento determinado suicidarse, de cómo
significan los profesionales de la salud mental, las experiencias de esos jóvenes. Lo que
preocupa aquí es la comprensión del mundo de estas personas más que elaborar, corroborar o
no lo que las teorías sobre el suicidio han dicho. Se trata de trascender en las explicaciones
fundadas en lo biológico y en lo individual, ello no busca negar la biología más bien mirar los
fenómenos biológicos al interior de sus contextos sociales y revisar las continuas relaciones
entre lo social y lo biológico en múltiples niveles (Diez, 2004). “La vida de un individuo no
se explica totalmente por el funcionamiento de sus mecanismos biológicos ni por la
información genética de su especie, ni aun por aquella información genética que ha
incorporado lo social (teoría del genoma socializado) sino que desde su origen múltiples
determinaciones, biológicas, sociales, culturales, subjetivas estarán operando para constituirlo
en un ser humano” (Galende, 2004). La estrategia para acercarse a esa parcela de la realidad,
parte de ciertas suposiciones que miran la articulación sujeto -contexto, al modo de estar del
individuo en la sociedad, no existe fuera de la sociedad y de que los significados están
socialmente construidos. Para Blumer, (Ritzer, 1998) los significados son productos sociales
que surgen durante la interacción, este proceso tiene lugar en el contexto social. Las personas
están constantemente interpretando y definiendo a medida que pasan por situaciones
diferentes, este proceso tiene lugar en el contexto social.
Este encuadre teórico involucra una mirada de la sociedad, de la posición que los
sujetos ocupan en ella y las formas que asume el entramado del todo y las partes, no puede
perderse de vista, que “toda cultura debe ser interpretada y evaluada en sus propios términos,
debido a que los fenómenos humanos son únicos e irrepetibles, por ello no pueden ser
sometidos a leyes universales” (Giménez, 1992).

Resultados
Los significados de los profesionales de la salud mental: la experiencia en Tabasco
Cada joven tabasqueño ha tenido diferentes experiencias y aprendió diferentes significados
sociales, la manera como una persona interpreta algo dependerá de los significados de que se
disponga, de cómo se aprecie una situación. De aquí que el sujeto experimente un intento de

66
suicidio acorde a sus circunstancias y a sus medios, tanto individuales como sociales. El
intento de suicidio como fenómeno que viven sujetos determinados, emerge en espacios
sociales en que la práctica del mismo expresa subjetividades asociadas con ese espacio social;
sujeto y contexto parecen más relacionados, enfatiza en este sentido la dimensión individual y
colectiva del suicidio. En esa idea, para Galende (2008) “la situación de la salud mental hoy en
el mundo no puede ser entendida sino se aborda en un contexto más amplio, que es el de las
profundas transformaciones y cambios que se han producido en los últimos años. Si uno
quiere comprender cualquier fenómeno en su intimidad hay que pensarlo siempre en función
del contexto del cual forma parte”.
Algunos especialistas con una formación en salud mental entienden el suicidio de la
siguiente manera:
[….] lo biológico es el sustento básico…. Hay una carga fenotípica del suicidio,
conjunto de características demostradas y después está… falta lo social que se va
sumar a la parte del fenotipo [….] La población suicida tiene ciertas características por
la carga genética […] 11

[……]” el problema del suicidio en Tabasco es porque nos falta litio […]”

[…..] Todo del suicida está escrito no vas a descubrir nada nuevo, casi todos los
padecimientos ya sabemos los psiquiatras […..] No hay nuevas cosas más agregar. El
verdadero suicida no avisa, para que nadie se dé cuenta.

Para otros profesionales el intento suicida deviene de una conducta impulsiva, estableciendo
cierta correlación:
[ …] en un estudio en Tabasco, la mayoría de los intentos de suicidio no habían sido
planificados y no estaban relacionados […] con la desesperanza, sino más bien habían
sido lesiones producidas en un momento de frustración, de ira, en la que no se controló
el impulso [….. ]. La impulsividad no permite afrontar los problemas de una manera
racional o estructurada, eso lleva a un acto agresivo [...].

El trastorno mental desde la teórica biológica es entendido como un suceso ajeno al


individuo, esta carga de lo biológico prevalece también en la concepción del sujeto mismo, al
ser concebido como:

11
Se guardarán los nombres de los sujetos entrevistados. Se usan pseudónimos. Especialista
Mariano.

67
“[…] el adolescente es impulsivo por naturaleza… la personalidad tiene una carga
genética, es heredada…. El temperamento también depende de la educación […] el
sufrimiento es innato, parte de su ser[…]

Comprender el suicidio desde la salud colectiva, conlleva a trascender ese paradigma


dominante fundado en explicaciones biológicas e individuales, no se trata de negar o
desaparecer lo biológico de cada sujeto, se pretende integrarlo en el contexto social en el que
se desenvuelve, “la vida de un individuo no se explica totalmente por el funcionamiento de sus
mecanismos biológicos ni por la información genética de su especie, ni aun por aquellas
información genética que ha incorporado lo social (teoría del genoma socializado) sino que
desde su origen múltiples determinaciones, biológicas, sociales, culturales, subjetivas, estarán
operando para constituirlo en un ser humano”(Galende, 2008). En la comprensión del suicidio,
no puede desligarse la condición socio cultural, tampoco la subjetividad de un sujeto, es la
expresión de su cultura y la cultura es subjetividad singularizada, se expresa en las
interacciones, en las conductas. Bajo ese planteamiento, se puede decir, “los trastornos
psíquicos expresan en sus síntomas las condiciones sociales de vida, dentro de los parámetros
simbólicos de la cultura “[…] la locura, marginalidad, exclusión social, pobreza, desamparo,
son aspectos que siempre se aúnan para generar el destino del sufrimiento mental” (Ibídem).
Se quiere destacar aquí un acercamiento que busca interrogar, qué tipo de subjetividad
se está configurando en los actuales procesos de globalización, donde las sociedades enfrentan
problemas de creciente complejidad, definidos por un sinnúmero de relaciones. En la
actualidad el sujeto social construye y elabora ideas, valores y creencias provenientes de su
grupo de pertenencia transmitidas dentro de la sociedad. Una segunda interrogante sería, ¿ese
contexto prevaleciente está contribuyendo a un tipo de pensamiento que conduce a visualizar
la muerte como “opción”, ante el sufrimiento? Quizá en esta dirección valdría recordar a
Durkheim: Cada sociedad muestra una tendencia al suicidio.
Se asiste a un vertiginoso proceso de cambio de valores que surge y se extiende, ello
está asociado a los nuevos contextos, entre ellos se puede encontrar el predominio del
individualismo como elemento dominante, crisis de identidad, cambios en la familia:
“[…] el sujeto que busca suicidarse, tiene una dependencia a la persona, no quiere
sentirse solo…..mujeres mayormente y los jóvenes son reflejo de la familia, ellos
actualmente se sienten solos, abandonados, algunos están encerrados en su mundo, no
perciben el sentido de la vida, sienten que sus padres les imponen cosas que no quieren

68
hacer […..] Cuando se les pregunta ¿quién eres? se quedan callados, no saben que
decir […]

“[…] ha cambiado la forma como la familia está educando a los hijos, hay un cambio
del papel de la familia, la familia era una fuente de apoyo hoy es de exigencia…. En
Tabasco se está viviendo los estragos de la modernidad.

Frente a la emergencia de nuevos valores socioculturales, impuestos por el proceso de


globalización, donde el consumo, el mercado son los ejes centrales, subsisten otros rasgos de
la cultura tradicional de Tabasco, los mitos, los prejuicios:
“[… ] Culturalmente el psicólogo se está dando a conocer, no es tan fácil aceptar que
se necesite hablar con un psicólogo, el psicólogo es para locos, todavía se piensa así
[….]”

Esta nueva trama que se vive entre la imposición de nuevos valores sociales, culturales
y económicos, impactan en la vida local, en los modos de vida, por lo que el sujeto se enfrenta
entre los valores de la globalización y de su sociedad tradicional, esa contradicción contribuye
a producir diferentes formas de sufrimientos, angustia, depresión, dolor, ansiedad. El sujeto
entra en un estado de incomprensión ante lo que vive, debe enfrentar estrategias de
asimilación, adaptación e integración o conflicto psíquico, como lo denominan los
psicoanalistas.
Este nuevo clima de época se caracteriza por la incertidumbre, donde los sujetos viven
presa de sus propios miedos, conformándose un modo de vida inestable, dichas condiciones
son promovidas por los tiempos actuales, conllevan a medicalizar esas nuevas conductas que
el individuo expresa.
“[ …] Margarita es una chica adoptada, su caso fue diagnosticado como trastorno de la
personalidad, llegó a la consulta porque tenía severos problemas con su madre […) en
ese tiempo vino por ese problema, posteriormente tuvo un intento de suicido, tomo
muchas pastillas […] ella es muy inestable en sus visitas de salud mental, no viene a
su sesión con el psicólogo y el psiquiatra, la madre la presiona para que venga […] las
pastillas que les dio la psiquiatra no las toma y no le están haciendo efecto […].

Actualmente esos padecimientos que a veces están ligados al dolor y sufrimiento


humano, resultado del choque con la realidad, se interpretan como un malestar necesario de
intervenir médicamente, se busca “medicalizar la vida”, Para Galende (2008),” la nueva
civilización médica aparta el dolor de todo contexto subjetivo o intersubjetivo con el fin de
neutralizarlo mediante una solución […] en demanda de atención sanitaria […] esos

69
sentimientos ya no son experimentados como naturales y adaptativos, sino recodificados como
patológicos.
Dentro de la “sociedad posmoderna al acentuar el individualismo, al modificar su
carácter por la lógica narcisista, se ha multiplicado las tendencias a la autodestrucción aunque
sólo fuera transformando su intensidad, la era narcisista es más suicidógena aún que la era
autoritaria (Lipovetsky, 2002).
En el marco del proceso de globalización se ha construido una sociedad donde el
miedo, la ansiedad, la inseguridad, la preocupación y la incertidumbre se convierten en la
manifestación constante de los sujetos, es un sello de la época. Así entonces, bajo esas
condiciones, el sujeto se vuelve neurótico, reacciona con una agresión introyectada hacia el yo
propio ante la imposibilidad de tolerar tales frustraciones e imposiciones de la sociedad.
(Freud, 1981).

Discusión
El suicidio en Tabasco
En la búsqueda por ofrecer respuestas a las elevadas tasas de suicidio, estudiosos como Hijar,
M. Martha, Rascón (1996), partiendo de variables de análisis sociodemográficas, edad, sexo,
lugar geográfico, causa y año, emprendieron el rumbo bajo un enfoque poblacional, para dar
cuenta de las tendencias de la mortalidad por suicidio en el periodo de 1973- 1979 en México,
entre sus resultados vale la pena reproducir los datos del estado de Tabasco: “es la entidad con
el mayor riesgo relativo en envenenamientos por sustancias sólidas y líquidas, RR 6.5. En
dicha entidad esta causa ocupa el primer sitio y la población que se ubica en actividades
dedicadas a la agricultura y ganadería es la más afectada, también en ahorcamiento este estado
presenta el mayor riesgo relativo (Hijar y Rascón, 1996, p.14-21).
En otra destacada investigación realizada en el año de 1994, dirigida por Guilherme
Borges (1996), también sobresale el sureste de México, entidades tales como Campeche y
Tabasco representativas de las tasas más elevadas; se revela también la importancia del
suicidio dentro del ámbito de la salud, debido a la significativa línea en ascenso. “En 1970
hubo 554 defunciones por suicidio en toda la República Mexicana, para ambos sexos, y 2063
en 1994. Durante este periodo la tasa de suicidios en ambos sexos paso de 1.13 por 100 000
habitantes en 1970, a 2.89 por 100 mil habitantes en 1994, un aumento de 156%” (Borges, p.

70
197-205). Diez años después del trabajo citado, surge una nueva publicación, encabezada
nuevamente por Borges (2006), denominada “Epidemiología de la conducta suicida en
México”. En lo que se refiere a la distribución geográfica, el sureste seguía encabezando los
primeros lugares, Campeche para los hombre (154 por 100 000 habitantes) y Tabasco para
las mujeres (131 por 100 000 habitantes) (Secretaría de Salud, 2006, p. 205-236).
Es necesario remontarse al año de 1990, en esa época, Esperanza García y Aurora
Tapia, en consonancia con el modelo metodológico nacional, emprenden un análisis de tipo
epidemiológico sobre el suicidio en Tabasco, “Epidemiología del suicidio en el Estado de
Tabasco en el periodo de 1979-1988”, tratando de revisar, acerca de las tendencias
sucidógenas en Tabasco, en ese periodo se suscitó el índice más elevado de casos de suicidio,
por arriba de la media nacional, fue en 1980 con una tasa de 11.7% (García y Tapia, 1990, p.
29-34).
En concordancia con los resultados de anteriores investigaciones, el ahorcamiento ha
sido el método más empleado en los hombres, mientras las mujeres solteras observan mayor
índice de suicidio por envenenamiento. Un dato relevante se refiere a las cifras de intentos de
suicidio, por cada suicidio consumado sobrevienen entre 20 y 220 intentos de suicidio.
En Tabasco el suicidio se ha convertido en un problema de salud colectiva debido a
que los índices estatales están por arriba de los índices nacionales desde finales de los años
setenta. En los últimos años ha tenido una tasa de incidencia de actos consumados por suicidio
entre 7.6 y 9.7 por cien mil habitantes, tasa superior a la registrada a nivel nacional = 3.4 por
100,000 habitantes12. En el estado de Tabasco, el suicidio como causa de muerte ha pasado a
ocupar el noveno lugar dentro de las 10 primeras causas de muerte en la población en general,
13
a diferencia de 1995 cuando ocupaba el doceavo lugar.
Con relación a los intentos de suicidio, de acuerdo con datos de la Dirección de salud
psicosocial de la Secretaría de salud del estado de Tabasco, se encontraron 3,566 casos
registrados en lo que se refiere al periodo de 2004 a 2007: es decir, en el año 2004 se

12
Documento de mortalidad de 1993-1999, Secretaría de Salud de Tabasco.
13
SISPA, 2002. Secretaría de Salud de Tabasco.

71
registraron 859 casos, en 2005 un total de 1043 intentos, en el año 2006 un número de 855, y
finalmente, en el 2007 se sumaron 809.14

Cuadro 1. Número de suicidios en Tabasco 2000-2010

Año Número de casos

2000 184

2001 218

2002 235

2003 214

2004 217

2005 194

2006 220

2007 231

2008 223

2009 189

2010 181

2011 193

Fuente: Secretaría de Salud de Tabasco (2012).

En ese panorama, se trata de no ver el suicidio como fenómeno aislado e


independiente, porque no se desarrolla por sí mismo, sino ligado, unido con otros fenómenos y
objetos, así cada uno de ellos influye en otros fenómenos y objetos experimentando las
influencias recíprocas de los mismos para llegar a la esencia, al fondo mismo de las cosas. Es
necesario situarlo con elementos de la vida socioeconómica, cultural y política para alcanzar
una mayor interpretación de esa parcela de la realidad. Es de suma importancia pensar y

14
El 1° de agosto de 1999 se pone en operación el sistema de atención telefónica llamado “Vidatel”, derivado de
las altas tasas de mortalidad por suicidio en la entidad. De igual forma se ha implementado un programa de
prevención del suicidio en Tabasco.

72
vislumbrar el horizonte y las condiciones sociales y económicas en el que se desenvuelve el
sujeto.
El concepto, idea o creencia que se tenga del suicidio varía según el momento histórico
en el que se produce, su concepción se ha transformado en función de los principios
filosóficos o religiosos de cada momento socio histórico y cultural, el pensamiento dominante
construye su concepción. Sin embargo, el pensamiento médico dominante (hegemónico) a
través de la psiquiatría, se ha impuesto como corriente dominante que mira al suicida como
“enfermo mental.” En este sentido, la explicación del suicidio se ha venido cobijando en los
supuestos de la medicina y en particular bajo los argumentos del discurso psiquiátrico de la
locura.
La globalización está alterando profundamente la forma de trabajar la vida cotidiana,
estructuras sociales, familiares y relaciones interpersonales. Se imponen patrones de
conducta, consumo, (hedonismo) valores y normas sociales que deben ser aceptadas por las
sociedades en tanto representan los marcos de “normalidad” que deben ser aceptados
socialmente. De tal forma que el modelo social de global busca que los sujetos se adapten al
momento presente, “toda sociedad necesita construir el modelo de hombre necesario para su
mantenimiento y reproducción y el neoliberalismo no es la excepción” (Guinsberg, 1996). Por
lo que entonces la salud mental, que el pensamiento médico dominante sostiene, es establecer
como “normal” a una persona en razón de su buena adaptación a ese modelo social. En
palabras de Norbert Elías, (1987)“en la sociedad civilizada ningún ser humano viene
civilizado al mundo y el proceso civilizatorio individual que se le impone es una función del
proceso civilizatorio social general”.

Dimensión actual de la salud y enfermedad mental: la visión hegemónica


La versión vigente de la psiquiatría y la psicología clínica tradicionales, integradas en un
conjunto de prácticas y saberes encargados de atender el espacio de la salud mental, ha
alcanzado un peso concreto, un lugar estratégico, privilegiado, constituyéndose en una
corriente hegemónica, trazando los lineamientos y directrices de lo que debe o no ser
entendido como salud mental. Al respecto, para Galende (2008). “la situación de la salud
mental hoy en el mundo no puede ser entendida sino se abordad en un contexto más amplio,
que es el de las profundas transformaciones y cambios que se han producido en los últimos

73
años. Si uno quiere comprender cualquier fenómeno en su intimidad hay que pensarlo siempre
en función del contexto del cual forma parte.
El modelo médico hegemónico es un concepto propuesto por Eduardo L. Menéndez,
que hace referencia al sistema asistencial instaurado por la medicina profesional o biomedicina
y que encierra los modelos de la práctica privada (individual o corporativa) y al de la práctica
pública.
Toda práctica y discurso producen en sí una ordenación de la sociedad, ciencia y ser
humano establecida. Es conveniente entonces examinar algunas de las premisas medulares
correspondientes a dicha corriente hegemónica. Para dar cuenta de ello Matraj identifica
cuatro postulados esenciales; “se trata de una tendencia casi biológica, identifica psiquismo
con sistema nervioso central, se asocia con un intento de construir un lenguaje propio que
constituye y funda, para lo cual se esquivan los procesos patológicos, substituyéndolos por
síntomas y conjuntos de síntomas (síndromes), reitera una psicología sujetada especialmente a
los procesos conscientes, además se basa en una clasificación de instrumentos y técnicas de
investigación, evaluación y terapia en función de lo que está regulado y estandarizado por las
instituciones de poder”( Matrajt, 1995).
En general, se trata de una concepción mecanicista del ser humano, que lleva a las
continuas fragmentaciones entre las partes de un todo, entre la mente y el cuerpo, y entre el
individuo, la sociedad y el universo; a la búsqueda de axiomas y de verdades absolutas; a la
creencia en la causalidad lineal como único signo de relación.
En un primer intento por comprender la enfermedad mental, la psiquiatría se
caracterizaría como organicista de origen positivista, la cual enmarcaría la enfermedad mental
como un origen físico–cerebral, asume una definición basada en algún daño biológico. Los
juicios principales para el diagnóstico son la existencia de sintomatología, el comportamiento
social desajustado y la duración prolongada de los síntomas. Se extrapoló la idea de
enfermedad al sufrimiento mental, al pretender objetivar la enfermedad mental, intentar buscar
una entidad orgánica, una lesión neurológica, un desequilibrio químico a las denominadas
enfermedades mentales; con ello se han sentado las bases para centrar el estudio del sistema
nervioso central, se apela a teorías fundadas de la neuropsicología, o de las funciones
psíquicas convencionales (memoria, inteligencia, destreza etc.), las cuales pueden ser
diagnosticadas, medicadas, tratadas como la diabetes.

74
Hay varias cuestiones destacables, la enfermedad mental como tal no existe, lo que hay
son conductas consideradas anormales. La enfermedad mental es una cuestión de valores, de
lo normal y anormal, de lo correcto y lo equivocado, de lo apropiado y lo inapropiado,
conviene observar cómo cambian los valores de una cultura a otra, cómo se transforman con
cada época.
Una reflexión más acerca de la noción de enfermedad mental se encuentra en Thomas
Szasz, (2001) quien intenta mostrar la enfermedad mental como un mito, como una metáfora
en tanto se ha llegado a considerar un hecho real, es la auténtica heredera de los mitos
religiosos y de la creencia en las brujas, sirve para ocultar el hecho diario de que la vida es una
lucha continua.
Sociólogos como Goffman (1996) llegan a definir la “enfermedad mental no como un
conjunto de síntomas claramente delimitables sino como una "incorrección situacional". Estas
incorrecciones situacionales reflejarían una ruptura en las reglas sociales que definen la
interacción comunicativa”. Se puede afirmar que los conceptos de salud y de enfermedad
mental son la expresión de realidades simbólicas, construidas cultural e históricamente en la
propia interacción social. Mientras tanto Thomas Szasz establece una analogía; así como Dios
y el demonio eran los símbolos de la ideología de la teología medieval, la salud y la
enfermedad mental son los símbolos principales de la actual ideología psiquiátrica, la
dicotomía del bien y el mal ha sido ahora reemplazada por la de la salud y de la enfermedad
mental (Szasz, 2001).
Las concepciones de la salud y de la enfermedad varían según los enfoques teóricos y
criterios de diagnóstico utilizados, las concepciones filosóficas, morales y psicológicas
vigentes y los modelos médicos predominantes. Además, ambos conceptos tienen una carga
valorativa que explica porqué las definiciones de lo que es normal y lo que es patológico
varían de una sociedad a otra y de un grupo social a otro. Lo anterior revela la concepción de
la misma enfermedad, la cual es entendida como anormalidad o desviación, como inferioridad
respecto al promedio de la población (Berlinguer, 2001), el pensamiento médico hegemónico,
concibe la enfermedad como debilidad del cuerpo, parte de asumir que es un cuerpo dolido,
afectado. El énfasis puesto en este aspecto remite a Szasz, cuando en su texto, "El mito de la
enfermedad mental”, cuestiona la concepción de la enfermedad común al interior del
paradigma médico, al respeto apunta: “se refiere a una anormalidad corporal, biológica,

75
médica (….) la presencia o ausencia de una condición biológica anormal en el sufriente y su
disposición o a falta de ella para ser paciente” (Szasz, 2004 p. 87-88).
En el imaginario social, se construye la idea, las personas van al médico porque están
enfermas, y las personas que van al médico están enfermas. La búsqueda de causalidades a las
que se refiere el discurso dominante convierte la realidad en un proceso de reducción en un
sólo plano. “En el caso de la enfermedad la secuencia de la reducción se da del siguiente
modo, primero lo real se reduce al plano empírico luego los procesos se reducen al estrato
natural y finalmente le enfermedad se reduce a lo individual biológico” (Breilh, 2003).
La distinción entre lo normal y lo patológico tiene una significación asociada a cada
época y entre diferentes culturas. Determinar los criterios a considerar una enfermedad
corresponde a cada sociedad, se define la enfermedad ante estrictos síntomas o signos la
presencia de ciertos factores de riesgo, por el sufrimiento que provocan algunos alejamientos
de la normalidad o del ideal.
Las concepciones de la normalidad en salud mental que parten de criterios estadísticos,
es normal aquello que está presente en la mayor parte de una población, suponen de hecho
que sus normas, costumbres, formas de vida y por tanto su estructura social son lo correcto y
válido. Por tanto, la persona considerada normal en función de su buena adaptación, de su
eficiencia social es a menudo menos sana que la neurótica, finalmente está bien adaptada tan
sólo porque se ha despojado de su “yo” con el fin de transformarse en mayor o menor grado en
el tipo de persona que cree se espera socialmente deba ser (Szasz, 2001).
Los trastornos mentales se catalogan en función de ciertos síntomas ya que aún no se
hallan signos biológicos o análisis de laboratorio para ellos. Un diagnóstico debe probar la raíz
del trastorno mental, pero las etiologías de la totalidad de los trastornos mentales son
desconocidas, los usuales métodos de diagnóstico no logran mostrarlo. No existe un
procedimiento objetivo para conocer los descubrimientos clínicos sin apelar a la interpretación
subjetiva. El diagnóstico y tratamiento en salud mental descansa en el encuentro intersubjetivo
entre paciente y terapeuta. El profesional con su discurso técnico, su historia de vida, sus
circunstancias laborales, en el momento de encontrarse con un paciente y de emitir un
diagnóstico, la subjetividad y prejuicios son categóricos, es lo que determina prescribir un
diagnóstico dirigido hacia la enfermedad o la normalidad. Frente a estas razones Ortiz Lobo
apunta: “la interpretación de los síntomas en salud mental nos aleja más que a cualquier otro

76
profesional del sueño de la medicina de objetivar la dolencia de nuestros pacientes” (Ortiz,
2004).
Las líneas precedentes invitan a pensar la enfermedad mental como construcción
social, no es una experiencia independiente del aquejado y del proceso de objetivación del
profesional. Las denominadas enfermedades mentales son diagnosticadas luego de un juicio
de valor formulado por un profesional sobre las conductas, pensamientos y emociones
observadas. Si bien este juicio se emite en el marco de una nosografía operativa, de un
instrumento de medición, está mediado por la subjetividad del profesional. Desde la
perspectiva de la psiquiatría, el trastorno mental preexiste allí en el cerebro, sólo habría que
descubrirlo, se tiende a perder de vista los significados, valores, regulados por cada época,
están en función de los momentos de la historia, del contexto social, de la cultura propia. Las
razones que rigen el funcionamiento mental y las normas que normalizan las forma de pensar
y el comportamiento humano dependen de un tiempo y un espacio social; es con base en
ciertos parámetros como el hombre se relaciona con las reglas de su sociedad, cada época y
cada cultura ha construido un sentido de la conducta, del pensamiento normal y sus
desviaciones (Galende, 2008).
Los criterios para el diagnóstico de los trastornos mentales, si bien varían, tienen, en la
actualidad un punto de referencia básico en los criterios de diagnóstico del "Manual estadístico
y de diagnóstico de los desórdenes mentales" DSM-IV o ICD-10, herencia de los postulados
de Kraepelin, (por sus siglas en inglés). Los juicios principales para el diagnóstico son la
existencia de sintomatología, el comportamiento social desajustado y la duración prolongada
de los síntomas. Cuando el pensamiento médico hegemónico en salud mental habla de
trastornos mentales, a lo que se está refiriendo es a aquellos problemas personales e
interpersonales tales como la angustia, la ambición, las dificultades o desviaciones sexuales,
las desavenencias familiares, las fobias y otros conflictos del sufrimiento humano; la conducta
es un síntoma médico se trate de una enfermedad orgánica o funcional. De esta forma, el
sufrimiento humano es en algunas circunstancias entendido como trastorno psiquiátrico y se
transforma en una enfermedad necesaria de medicalizarla. Se puede decir entonces que es
necesario distinguir los problemas y sufrimientos de la vida como aquellos que tienen un
origen social y no entenderlos como patologías

77
Así, el pensamiento hegemónico pone el acento en la búsqueda de la enfermedad,
restando preocupación al paciente en tanto sujeto social, en tanto producto y productor de la
sociedad y la historia. Para el pensamiento médico hegemónico, el individuo es objeto de
saber y de la práctica médica, es observado, vigilado, conocido y curado (Foucault, 1996). El
ser humano se ha transformado en un mosaico de fragmentos agregados unos a otros que
conceptualmente pueden separarse y estudiarse autónomamente hasta nivel micro. La
medicina se ha especializado cada día en atender específicamente cada parte del cuerpo,
limitándose a “curar” la parte orgánica de un cuerpo que es visto sin identidad, sin historia,
pero esa idea de especialización también se ha reducido a la parte del cuerpo “enfermo” en
forma aislada, tampoco asume la totalidad orgánica corporal; lejos de atender el proceso de
salud enfermedad, la medicina se ha especializado en tantas ramas que parecen conocimientos
independientes.
En esa medida, se tiende a perder de vista lo que es la salud, se ha centrado la atención
en la noción de la enfermedad, de allí que autores como Granda (2000) se refieren a la
“enfermología.”

Algunas consideraciones finales


La decisión de abandonar la propia vida es un reflejo de los conflictos profundos en los
sujetos, cuyas peculiaridades se entretejen con su contexto. El suicidio como fenómeno
emerge en espacios sociales en que la práctica del mismo expresa subjetividades articuladas
con ese espacio. Los cambios de la cultura actual han creado un nuevo contexto, en donde los
individuos han tenido que enfrentarse a nuevas maneras de vincularse en lo social, con los
otros. La salud y la enfermedad reflejan un tipo de sociedad, están ligadas a los modos de
vida, a la distribución desigual de los recursos económicos. El sujeto actual está
experimentando la dificultad de remediar en el terreno de su vida personal conflictos y
contradicciones producidos en la sociedad globalizada. La salud mental en los tiempos
actuales tiene una fuerte marca de la psiquiatría biológica, en el discurso dominante, en las
nuevas condiciones de la vida. El sujeto suicida es visto como un objeto enfermo, producto de
un problema individual, por lo que se busca remediar ese síntoma medicalizando los
problemas de la vida, ese modelo biomédico está fuertemente presente en los profesionales de
la salud mental.

78
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80
Fuentes Orales

- Especialista Mariano
- Entrevista a Ricardo
- Entrevista a Saúl
- Entrevista a especialista Carlos
- Entrevista a especialista Francisco
- Entrevista a especialista María

81
El “discurso” del suicida, de parientes, amigos y reporteros como generador
de un eslabón más de la cadena de violencia en una comunidad de Yucatán,
México

Laura Hernández Ruiz

Introducción
En este artículo se presentan situaciones que constituyen diferentes eslabones de una larga
cadena de violencia sufrida por buena parte de la población de Chichí Suárez. Los objetivos
del trabajo son identificar el discurso relacionado con la violencia y el suicidio en diferentes
actores sociales de la comunidad, incluyendo el que la gente de la población reconoce como el
“último discurso” del suicida, aun cuando no le asignan este nombre. Y después analizarlos a
partir de los actos ilocutivos, ya que éstos revelan que el discurso oral puede llegar a ser un
detonante de diversas formas de violencia física, a terceras personas o autoinfligida.
Este estudio forma parte de una investigación más amplia, entre cuyos resultados se
encontró que el discurso oral llega a ser un detonante más en los casos de violencia
autoinfligida. Así, la información provista en este trabajo se obtuvo a través de dos
instrumentos diferentes. Una encuesta de medición mixta aplicada a 108 personas de la
subcomisaría. Esta consta de seis preguntas abiertas y cincuenta y seis cerradas con
codificación a priori, y proporcionó, además de la información cuantitativa y cualitativa de un
sector amplio de la población del lugar, una pequeña parte del contexto donde se desenvuelven
las familias que han experimentado varias formas de violencia, entre ellas el suicidio. A partir
de los hallazgos del primer instrumento se seleccionaron 14 oriundos y residentes de Chichí
Suárez para las entrevistas semi-estructuradas. Éstas brindaron información sobre la
percepción de cada individuo respecto del suicidio, el suicida, su última comunicación y los
usos y costumbres de la población tras la autoeliminación. Vale decir que seis de los ocho
casos desarrollados en “El último discurso del suicida” pertenecen a la subcomisaría, en los
años que abarca el estudio.
La selección de la población estudiada obedece principalmente a los índices de
autoeliminación e intentos de suicidio registrados durante los años 2004 a 2006. En Chichí

82
Suárez se registraron tres suicidios por ahorcamiento en el 2005, lo cual representa el 2.8% del
total de suicidios reportados en el estado en ese año, además de un intento. En el 2006 fueron
dos, 1.4% de la cifra final, más otro intento, según datos contrastados entre los globales que
proporciona el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) y los
suministrados por la Procuraduría General de Justicia de Yucatán (PGJY). Los porcentajes son
altos si se considera que, según información del Departamento de Comisarías, del
Ayuntamiento de Mérida, la población de Chichí Suárez en el 2005 era de 1,050. Dicho
número contrastado con el universo de 734,153 ciudadanos del Municipio de Mérida, equivale
al .14% del total de los habitantes. Además del número de suicidios registrados, la
subcomisaría brinda la oportunidad de retratar un pueblo en las márgenes de la ciudad cuya
dinámica urbana trastoca la vida de sus pobladores, aunque no necesariamente sus costumbres.
Una vez explicado el motivo de la selección del lugar, conviene ubicar la subcomisaría
para más adelante contextualizar el problema. Chichí Suárez toma su nombre por la palabra
maya chiich que significa abuelo/a y Suárez por el apellido de uno de los primeros dueños de
la hacienda que se encuentra en esta localidad, el Sr. Víctor Suárez. La subcomisaría,
geográficamente muy cercana a la ciudad, nueve kilómetros al noreste del Centro de la Ciudad
de Mérida, Yucatán, ha tenido que abandonar de manera abrupta su pasado campesino y
ajustarse –o sufrir- su nueva identidad como zona conurbada, con las escasas herramientas que
le ofrece una urbanización parcial. Estos cambios repentinos, cada vez más distantes de sus
raíces, costumbres, tradiciones y condiciones socio-económicas, les ocasionan desajustes de
los que no siempre salen bien librados los pobladores, pues les generan insatisfacción y
frustración, sentimientos que pueden gestar varios tipos de violencia, entre otros el suicidio.

Fuerza, intimidación, ira, frustración, terror . . . desgracia . . . muerte


Ya que el artículo reza sobre el discurso como generador de violencia vale la pena establecer
lo que se entiende por esta última. Frutos (2011: 66) la define como un proceso en el que se
usa (o se amenaza con el uso de) la fuerza física o psicológica, con intención de hacer daño de
manera recurrente y como una forma de resolver los conflictos. Por su parte, Crettiez (2009:
13-21) opina que definir la violencia como un acto de coerción, cuya finalidad es “actuar sobre
alguien o hacerlo actuar contra su voluntad, empleando la fuerza o la intimidación” resulta
incompleto, pues deja de lado otras de sus facetas. Como la contingente o pulsional, cuyo

83
único objetivo es su expresión, para satisfacer la frustración, ira, odio o algún otro sentimiento
negativo que trata de manifestarse; la inherente o instrumental, cuyo propósito consiste en
hacer retornar a alguien “al buen camino” y la identitaria, como medio para afirmar la
identidad colectiva de quienes la practican o para negar la de quienes la sufren. A su vez,
Héritier (1996: 17) aclara que la violencia es susceptible de atraer el terror, el desplazamiento,
la desgracia o la muerte de un ser animado. Mientras, Uribe (2004: 168) afirma que se trata de
un fenómeno social en el que todos los ciudadanos participan, como víctimas o victimarios y
cultural, pues se produce socialmente y se recrea culturalmente en las relaciones sociales,
sobre todo en la cotidianidad.
En otro orden de ideas, Foucault (1975: 14-16) puntualiza que del castigo sádico
impuesto por el verdugo en la plaza pública se pasa al establecimiento de los mecanismos de
vigilancia y control basados en la ausencia de dolores visibles, rechazo del espectáculo y el
discurso científico que los legitima. La violencia simbólica se abre paso. Bourdieu (1996: 18,
25, 44 y 58) señala que esta se ejecuta por todas las instancias del poder que no sólo imponen
significaciones, sino que las establecen como legítimas, a través de un control arbitrario,
disimulando las relaciones de fuerza en las que se basa. Esta se logra cuando la víctima no
logra identificar la intención real del victimario, controlar su consciencia y deseos, ya que se
oculta en el esquema de lo habitual.
Hoy en día, el recurso de los métodos liberales y las relaciones de fuerza optan por las
maneras suaves, acciones pedagógicas sin sanciones, en contraposición a las formas duras,
que pueden ser el único modo eficaz de ejercer el poder. La violencia simbólica se vale de los
métodos no directivos, el diálogo, la participación, diminutivos o calificativos blandos (incluso
eufemismos), estimulando la comprensión afectiva. Aunque en realidad se trata de dotarse de
un instrumento de represión más sutil pero no menos arbitrario que los castigos corporales o la
reprimenda pública.
Luego entonces, en este trabajo la violencia se considera como un fenómeno social en
el que hay por lo menos dos actores con intereses divergentes y recursos disímiles. “El
victimario o verdugo” que usa o amenaza con el uso de la fuerza física o psicológica, con
intención de dañar a la “figura víctima” (“el otro”, “el diferente”, “el extraño”), como un
mecanismo para lograr sus objetivos. Se puede desempeñar cualquiera de estos papeles en
momentos distintos. En cuanto a la violencia, esta es polifacética, sufre transformaciones en el

84
espacio y en el tiempo y su interpretación e intensidad dependen de quien la percibe. Puede
existir de manera abierta o encubierta y, en el último caso, si además incluye la imposición de
significaciones, basadas en algún discurso (político, científico, religioso) que la legitime, se
trata de violencia simbólica.

El emisor y sus intenciones en la interacción


El discurso se puede considerar como el fluir del conocimiento, que además de ser una
expresión de la práctica social, contribuye a determinados fines, como ejercer el poder, según
Jäger (1993: 63 y 1999: 99). Para Cortés y Camacho (2003: 70-71) se trata de la realización de
la lengua y se plasma en una modalidad (oral o escrita), en un género (entrevista, reportaje,
debate, sermón, nota, chiste, entre otros), en un registro (familiar, coloquial, formal/medio,
técnico-próximo, técnico-distante, solemne, por citar algunos), en un modelo textual
(narrativo, argumentativo, expositivo, persuasivo, instructivo o descriptivo) o en un sociolecto,
variedad lingüística usada por una clase social (como la juvenil).
Aproximadamente, en los últimos sesenta años el análisis gramatical ha tenido que
compartir su protagonismo con el del discurso, colocando al lenguaje como objeto de estudio.
Según Alcaraz (1997) el término „análisis del discurso‟ lo utiliza por primera vez en 1952
Zellig Harris para separar la forma de análisis de una oración y la de una concatenación de
oraciones con la intención de extenderlos a fragmentos mayores, para observar el orden de
aparición y el tipo de segmentos que lo hacen en el mismo contexto verbal. Dicha
aproximación constituye un esbozo formalista de lo que se empieza a llamar discurso.
Más tarde, en 1966 aparece la aportación inicial de la teoría de la enunciación de
Benveniste (1978: 34), cuya contribución al análisis surge de la consideración del discurso
como totalidad significante y centro convergente de la enunciación, oración, uso y contexto. El
lingüista piensa que la oración sólo existe en el momento en que es dicha y no se puede
separar del contexto, ni de la intención. Luego, el analista del discurso debe detectar las
estrategias discursivas que le indican la presencia del hablante y sus intenciones en la
interacción y ser capaz de revelar las implicaciones sociales de dicho proceso.
Para determinar los efectos de la comunicación verbal, en relación con la violencia en
Chichí Suárez, se utilizan algunos fundamentos de la pragmática. El propósito del ejercicio es
determinar el empleo de los enunciados en la situación comunicativa que se originan, tratar de

85
reconstruir la intención del emisor e identificar la respuesta del interlocutor. Esta revisión
parcial se hace a través del análisis de los actos de habla ilocutivos y sus condiciones de
adecuación.

Los actos de habla y la clasificación de los ilocutivos


El filósofo del lenguaje Austin (1962: 99), al reflexionar sobre el lenguaje ordinario propone
la teoría de los actos de habla, según la cual “el acto de expresar la oración es realizar una
acción, o parte de ella”. De acuerdo con esta teoría hablar implica una tricotomía, en la que se
distinguen tres actos en cada enunciado: locutivo, se refiere a lo que las palabras dicen, la
emisión física de ciertas palabras, en una cierta construcción y con un cierto sentido y
referencia. Ilocutivo, lo que las palabras hacen, la fuerza y manera en que se usa un enunciado
(si es una orden, una pregunta, una amenaza . . .), afirmar, jurar, pedir, ordenar, saludar,
agradecer, prevenir, aconsejar, advertir, entre otros. Y perlocutivo, se refiere a los efectos y
consecuencias que se producen en la audiencia por la emisión del enunciado (sentimientos,
pensamientos o acciones), como convencer, sorprender, asustar, amedrentar, complacer,
intimidar, entre otros.
Más adelante, Searle (1994: 30) profundiza en las bases teóricas y postula que el acto
de habla es la unidad mínima de comunicación, en la que se unen la fuerza ilocutiva y la forma
lingüística. Él considera que el mensaje está implícito en lo que se dice y la forma como se
dice. En este trabajo se revisan los actos de habla ilocutivos; asertivos, directivos,
compromisivos, expresivos y declarativos, aunque de manera general se mencionan también
los perlocutivos.
Los asertivos dicen cómo son las cosas; el hablante niega, asevera o corrige algo. Los
directivos reflejan el intento del hablante por conseguir que el interlocutor haga algo: solicitar,
ordenar. Los compromisivos obligan al hablante a seguir un determinado curso de acción,
asumir un compromiso, una obligación o un propósito, como prometer, amenazar u ofrecer.
Con los expresivos el hablante manifiesta su estado anímico (sentimientos, puntos de vista y
actitudes) como agradecer, disculparse, felicitar, dar la bienvenida o un pésame. Y, con los
declarativos el hablante pretende cambiar el estado en que se encuentra alguna situación,
como excomulgar, bautizar, nombrar, designar, declarar la guerra, despedir a alguien del
trabajo, entre otros, Searle (op. cit: 75).

86
Dichos actos deben someterse a ciertas condiciones de adecuación. Esto es, el
contenido de la proposición debe estar en consonancia con su fuerza ilocutiva. Si las
condiciones se violentan el resultado es una emisión inadecuada. Para ello propone cuatro: las
de contenido proposicional, las preparatorias, de sinceridad y las esenciales.
Las de contenido proposicional se refieren a ciertas características de la proposición
empleada para llevar a cabo el acto de habla. Por ejemplo, una promesa, una advertencia o una
amenaza deben basarse en un contenido proposicional que describa un acontecimiento futuro y
un agradecimiento o felicitación se refieren a un hecho pasado. Así, los vecinos de Chichí
Suárez dieron el pésame a Igor después de morir sus hijos, no antes.
Después, las preparatorias son todas las condiciones previas que deben darse para que
la realización de un acto de habla tenga sentido. Para amenazar a alguien, es necesario que el
hablante tenga cierto poder sobre el oyente y que el oyente tema la acción que el hablante
anuncia. Para ilustrarlo se alude al caso de uno de los entrevistados, Valeriano, quien amenaza
a su progenitor con ahorcarse: “Ya me encabronaste. Si no te chingo a ti, me chingo yo, no me
dejas en paz, me voy a ahorcar”, la disputa tiene lugar en el patio de la vivienda, bajo los
influjos del alcohol y el thínner y cerca de la soga que está pendiendo de “la mata de
tamarindo”, afortunadamente no lo hizo. El poder que tiene el joven radica en el amor que
sabe le tiene el padre y el antecedente de que dos de sus hermanos se suicidaron por este
medio, acción que el padre teme se repita.
Las de sinceridad se refieren al estado mental del hablante, y describen o expresan lo
que el hablante siente, o debe sentir, al realizar el acto ilocutivo. Al dar un pésame debe
mostrarse tristeza, en un reclamo o amenaza coraje y en una felicitación alegría, por ejemplo.
Así, en el caso anterior, el enojo de Valeriano se nota no sólo por el tono y volumen de voz,
sino también por el uso de palabras altisonantes que además van acompañadas del discurso no
verbal, gestos, ademanes, por citar algunos.
Por último, las esenciales, son aquellas que caracterizan el acto de habla en términos
de rasgos necesarios y suficientes para su realización, es decir, las que lo definen como tal. El
objetivo del emisor es obtener información, una respuesta o un comportamiento determinado
del receptor. Rossana comenta que un domingo ella “había comprado chicharra (chicharrón
de cerdo) para almorzar” el hijo llega a la casa y le pide a su progenitor que le dé un poco, el
padre le avienta la bolsa y el muchacho iracundo lo amenaza diciéndole (cambia el tono de

87
voz, como remedando el de su hijo): “Hoy se te va a acabar, porque tú le das mala vida a mi
madre, toda la vida a mi madre estoy viendo cómo le pegas, cómo le botas sus cosas (le
avientas), cómo no le das dinero, puro tomar haces, igual que yo, pues ahora tú vas a morir o
me matas a mí” (sic).
Desafortunadamente el chantaje no tuvo la respuesta prevista por el emisor, un cambio
de conducta del padre; no obstante se presentó algo inesperado, la madre defiende al padre, el
hijo le reclama a ella su incomprensión, el muchacho “sale del cuarto y se cuelga de una mata”
(estas últimas palabras las dice Rossana incorporándose de su hamaca, con voz entrecortada,
lágrimas en los ojos y siguiendo con el dedo índice de la mano derecha el recorrido de su
vástago, desde el cuarto hasta donde se encontraba la mata en la que se colgó).
Entre las contribuciones de Searle (1975: 59-82) también se incluye la interpretación
de los actos de habla indirectos, pues no siempre hay una relación sistemática entre la forma
lingüística y el acto de habla. Ya que no todas las oraciones interrogativas se usan para
preguntar, tampoco todas las imperativas corresponden a mandatos, ni todas las declarativas
tienen la fuerza de una aserción. Como cuando Rossana al ver que uno de sus hijos intenta
matar a su padre, ella le pregunta a su vástago: “¿Qué te está pasando? ¿Qué? ¿Estás quedando
loco?”, es claro que ella no esperaba que el hijo contestara las preguntas, sino que recapacitara
sobre lo que estaba a punto de hacer.

Diferentes caras de la violencia


La ciudad de Mérida está creciendo a gran velocidad, lo cual ha hecho que la mancha
conurbada se extienda abrazando comisarías y subcomisarías. Chichí Suárez es un ejemplo de
este fenómeno, donde lo rural no termina por urbanizarse y su estatus territorial no se define
aún, ya que lo mismo aparece como subcomisaría que como colonia de Mérida. No obstante,
la importancia de la definición del estatus territorial pasa a un segundo término cuando se trata
de la distribución de los servicios públicos.
La subcomisaría es un sitio de sorprendentes contrastes, en cuya cotidianidad conviven
realidades muy diversas. En el poblado se observa la violencia que pervive, asentamientos
humanos irregulares y hacinamiento de varias familias, circunstancias que en ocasiones van
acompañadas de alcoholismo, drogadicción, prostitución y delincuencia (aunque no

88
organizada aún), tal vez ocasionadas por la escasez de ofertas educativas a su alcance y
empleos muy mal remunerados.
La comunidad cuenta con una iglesia católica “La Purísima Concepción”, que abre sus
puertas sólo para celebrar la misa los domingos y ofrecer servicios religiosos en ocasiones
especiales; un parque recreativo y área infantil con un quiosco de cemento, áreas verdes y 4
bancas. Hay un local público de la subcomisaría municipal, el cual se habilita los martes y
jueves por la tarde para dar asesoría a los adultos que desean aprender a leer y escribir. Un
asesor del Instituto Nacional de Educación para Adultos de Yucatán (INEAY) se encarga de
esta actividad, aunque explica que el número de pupilos va de 0 a 4. También hay un módulo
médico del Ayuntamiento de Mérida con un letrero que dice: “Subdirección de Salud, Módulo
Chichí Suárez”, “Servicio Médico Dental” e incluye los horarios de atención, lunes a viernes
de 8:00 a.m. a 2:00 p.m.; los que se enfermen o accidenten fuera del horario de atención tienen
que desplazarse a Mérida.
Según información obtenida en la página electrónica del gobierno municipal de
Mérida, a los servicios con los que cuenta la población se suman el 50% de las calles
pavimentadas, 20% de las cuales cuentan con banquetas. Vale decir que al trasladarse a pie de
un extremo al otro del poblado, para realizar cualquier diligencia, las plantas endémicas,
iguanas y otros animales se encargan de hacer mucho más evidente el 50% no pavimentado y
el 80% sin banquetas, especialmente en la época de lluvias. Por otro lado el 80% de la
población cuenta con electrificación, alumbrado público y agua potable, el otro veinte tiene
que alumbrarse con linternas y velas en casa y acarrear el agua en cubetas u otro tipo de
contenedores, los más afortunados de este porcentaje, lo hacen con ayuda de un triciclo. Hay
servicio de volqueteros (camiones recolectores de basura) y transporte público, para los que se
acerquen a las rutas de acceso. También hay un cementerio, éste sí es para todos, aunque en
ocasiones varios vecinos han hecho lo posible por evitar que se entierre ahí a los suicidas.
Antes de analizar diferentes formas de violencia o situaciones que la generan se precisa
resaltar que las 108 encuestas aplicadas proporcionan información de 209 adultos (106
hombres y 103 mujeres), equivalente al 19.9% de la población total del lugar. Las edades de
los adultos fluctúan entre los 18 y los 90 años, aunque se observa que el grueso de la
población se encuentra entre los 20 y los 59, mostrando su cúspide entre los 30 a 39. Este
último representa casi un 30% de los adultos que participaron en el estudio.

89
Ahora bien, para ilustrar algunos de los eslabones de violencia se presentan datos sobre
la escolaridad, oportunidad laboral, economía, oferta educativa y acceso a los servicios
públicos elementales, entre otros. En cuanto a la educación formal Chichí Suárez cuenta con
dos planteles, el de educación inicial, jardín de niños “Agustín Yáñez”, y elemental, escuela
primaria “Francisco I. Madero”. Como apoyo educativo adicional está la biblioteca pública
municipal Taalo’n xooc waye (Aquí venimos a aprender). Amén de un pequeño salón, junto a
la subcomisaría, en el que se ofrecen talleres y cursos para las jóvenes y amas de casa, ahora
se imparte el de corte y confección, antes se daba uno de manualidades.
Por lo que se refiere al nivel de escolaridad, casi el 57% sólo estudió la primaria,
algunos no la terminaron, cubriendo sólo el primero o segundo grado. Poco más o menos del
22% terminó la secundaria, un 4% pudo optar por una carrera universitaria y un 9% no tuvo
oportunidad de ir a la escuela, como muestra la siguiente tabla. Este porcentaje de adultos
analfabetas tiene que sufrir el siguiente “eslabón de la cadena” de violencia, ya que sin
educación formal sólo pueden aspirar a empleos que requieren escasa o nula calificación u
optar por el sector informal.

Tabla no. 1: Escolaridad de los adultos encuestados


Escolaridad Hombres Mujeres Total Porcentaje
Nada 9 10 19 9.1
Primaria 51 67 118 56.7
Secundaria 30 15 45 21.6
Preparatoria o bachillerato 7 8 15 7.2
Universidad 5 4 9 4.3
205* 98.9
* Cuatro de los encuestados no supieron qué contestar. Elaboración propia con base en los datos
obtenidos en las encuestas.

Así, al ver la escolaridad de los adultos, el número de miembros en cada familia y


reflexionar sobre sus requerimientos básicos, la interrogante inmediata es cómo se sostienen
estas familias. Las necesidades y condiciones -en términos de geografía económica, tomando
en consideración que en la ciudad se han creado empleos para trabajadores de escasa o nula
calificación-15 los han obligado a desplazarse durante la semana, de su lugar de residencia a la

15
Muchos de los trabajadores de Chichí Suárez que forman parte del sector informal de la Ciudad de Mérida son
de origen maya, esto no ha afectado directamente su situación económico-laboral, sino su nivel de estudios, ya

90
capital para buscar el sustento. En el caso de los varones, 23% de los encuestados se dedica a
la albañilería y casi un tres por ciento más trabaja como ayudante de albañil, alrededor del
10% está empleado como obrero, también hay jardineros, choferes, veladores, pintores de
brocha gorda, mecánicos y mozos, además hay un pepenador, un dinamitero y un fosero (que
limpia las fosas sépticas), entre otros.
Por su parte, la gran mayoría de la población femenina incluida en el estudio no tiene
un empleo remunerado. Según la información arrojada 71% son amas de casa, casi el 14%
trabaja como apoyo doméstico en casas particulares de la ciudad de Mérida, dos o hasta tres
veces por semana en un horario de 9:00 a 13:00 horas, y cerca del dos por ciento cubre
jornadas matutinas en los diferentes molinos del lugar. Sin embargo, es importante aclarar que
algunas de estas mujeres „acondicionan‟ la entrada de sus casas como merenderos, aunque sea
sólo los fines de semana, para vender platillos típicos como panuchos, salbutes, coladitos
(tamales), entre otros y con ello asegurar el sustento familiar.
El presupuesto de estas familias varía de acuerdo al número de miembros que trabajan
y apoyan al sustento, por ejemplo, 46 dependen del salario de uno solo de sus miembros, 34
del de dos, 12 de ellas del trabajo de tres y el resto, más afortunado, del esfuerzo de cuatro o
cinco de sus integrantes. Los ingresos fluctúan entre $1,200.00 y $20,000.00 mensuales.
Preciso resaltar que casi el 40% de estas familias sobrevive con menos de dos salarios
mínimos16 al día, es decir, una cantidad menor a los 100 pesos diarios, mientras que otro 33%
se sostiene con un poco más de tres.
Si estas familias quisieran enviar a sus hijos a estudiar la secundaria, preparatoria o
carrera universitaria en la ciudad de Mérida, calculando un promedio de tres hijos por familia,
de acuerdo a la información arrojada en los instrumentos, gastarían 30 pesos diarios sólo en
pasajes. El costo del transporte era de $5.00 cuando se realizó el estudio, para el 2010 ya era
de $6.00. A esto tendrían que agregar el costo de útiles escolares, ropa, calzado, almuerzo e
imprevistos.

que como algunos de ellos explican no pueden trabajar en las macrotiendas, que acaban de crear al otro lado del
Periférico, por no contar con un certificado de secundaria, documento que les solicitan para unirse a la planta
laboral, ya sea como cajeros o vendedores, entre otros.
16
El monto del salario mínimo mensual (SMN) en el país está calculado en tres regiones (A, B y C), de acuerdo
al tipo de inflación local; Yucatán está ubicado en la región C, la zona más barata, con un salario menor al resto
del país. En el año 2000 el SMN de la región era el equivalente a 3 dólares (USD) diarios, es decir, 90 mensuales.
(CONAPO, 2000). El 27 de diciembre de 2007 la Crónica de Hoy publicó que el salario mínimo diario para
Yucatán sería de $49.50 en el 2008 (equivalente a 4.1 USD).

91
Ahora bien, cuando de la vivienda se trata no vale aquello de “Todo cabe en un jarrito,
sabiéndolo acomodar” pues hay ciertas necesidades que requieren espacio y privacidad. En el
caso de la subcomisaría, 89 de las familias encuestadas poseen un lugar propio donde vivir, 11
están con los padres y ocho más lo hacen en un lugar prestado. De las 108 familias, 15 viven
en un lugar con una sola habitación que puede hacer las veces de dormitorio, recibidor,
comedor, cocina, cuarto de televisión y hasta de aseo. Otras 48 se las arreglan con dos
habitaciones “multiusos”, 28 con tres, 11 con cuatro, tres con cinco y los más afortunados con
seis. De entre ellas 21 no cuentan con cuarto de baño, de modo que las excretas quedan al aire
libre, en la parte de atrás de la propiedad, lo que llaman “el monte”. La higiene personal se
hace a jicarazos, con ayuda de cubetas, palanganas o tinas de lámina galvanizada, dentro de
una habitación a la que se le da cierta privacidad acondicionando mantas, a modo de cortinas.
Sobre los servicios públicos mencionados, dos de estas familias no cuentan con energía
eléctrica y tres no reciben agua entubada. 16 no tienen refrigerador, al preguntar cómo
conservaban los residuos de comida, considerando que con frecuencia se rebasan los 40º C de
temperatura en la región, señalaron: “no sobra nada”. Aunque cuando hay sobrantes los tiran
fuera de las casas para que los consuman perros y gatos, aunque también ratones, cucarachas,
moscas y otros. 15 familias aún cocinan con leña en el solar de la propiedad, pues no cuentan
con una estufa. Sin embargo, el esparcimiento familiar es muy importante en la comunidad,
pues 106 de las familias cuentan con televisión; lo mismo que mantenerse comunicados con
los suyos, por ello, pese al costo del servicio, 68 familias cuentan con uno o más teléfonos
celulares, aun cuando 12 de éstas no tienen cuarto de baño en su domicilio.
Una de las actividades más importantes en la comunidad se lleva a cabo el domingo,
día en que se instala el tianguis. La gente aprovecha para adquirir los víveres y vestido
necesarios para la familia. Para ello hay que levantarse temprano, ya que la venta empieza
desde las 7:00 o 7:30 de la mañana y termina cerca de las 11:30 horas.
Para integrarse al sector de los comerciantes de esta actividad no hay que hacer
trámites administrativos, tampoco hay que pagar por el uso del espacio, de modo que gente de
clase media de la ciudad de Mérida van a la comunidad a vender lo que ya no usan. Se instalan
sobre la calle principal, parte del jardín y del quiosco, en el piso de la acera o estacionan su
automóvil nuevo o seminuevo y la cajuela o zona de carga hacen las veces de exhibidores.
Algunos de los pobladores del lugar, compradores frecuentes, señalan que prefieren la

92
mercancía que traen en los carros, pues dicen que es de mejor calidad. Aunque deben
adelantarse a los revendedores que vienen de la ciudad y suelen comprar todo el paquete para
después comercializarlo. Por ello, mientras hacen sus compras están continuamente
„acechando‟ a los automóviles que se estacionan, para correr y ser los primeros en escoger.
Se instalan alrededor de 46 puestos (entre los de piso y autos), es difícil precisar el
número ya que mientras unos levantan para irse, otros llegan a instalarse, incluso la cantidad
varía de domingo a domingo. Los artículos que tienen mayor demanda son la ropa, zapatos y
juguetes de segunda mano (peluches y muñecas que en ocasiones han perdido no sólo el
glamour, sino hasta la ropa). Los costos varían, aunque algunos no parecen tan accesibles,
especialmente considerando el estado de los productos que se venden (faldita para niña de
entre cinco y seis años $60.00 y playerita del mismo tamaño $40.00). Entre las ofertas, una
atrae a un gran número de clientes, la que ofrece música en discos compactos y películas en
DVD, todo en versión „pirata‟, el costo es de $20.00 y vienen „caladas‟. También ofrecen
hamacas nuevas, restos de un sandwichón, 17 unas pocas rebanadas de pastel y algunos conos
de pasta de hojaldre rellenos de verduras con crema, seguramente residuos de un convivio del
día anterior, tamales y flanes. Para el mediodía ya no hay rastros de esta actividad y la mayoría
de la población se refugia en su casa.
En cuanto al esparcimiento, mientras unos disfrutan un momento de alegría, con
diferencia de espacios y niveles, otros aprovechan para ganar un poco más de dinero, para el
sustento de la familia. La Hacienda de Chichí Suárez es la construcción más grande y antigua
del lugar. Esta se renta con frecuencia a particulares para la celebración de bodas, XV años,
bautizos, posadas, sesiones fotográficas y video clips, o a diferentes organizaciones para
festejos empresariales, discos y bailes. También se ofrecen conciertos en los que se han
presentado artistas de fama internacional y se graban programas de televisión.
Algunos pobladores del lugar, especialmente los vecinos de la Hacienda se ven
favorecidos por este tipo de actividades. Por un lado, aunque el sitio ofrece el servicio de
estacionamiento en sus instalaciones, hay asistentes que prefieren dejar el carro fuera o sobre
la avenida. Entonces varios vecinos hacen el papel de „franeleros‟ (cuidadores de carros) por

17
Platillo recurrente en las fiestas, se prepara con varias capas de pan de caja desorillado, mojado en un poco de
leche con queso molido, entre las capas se agregan diferentes ingredientes –al gusto de los comensales- puede
incluir pollo, jamón, chícharo, mayonesa y en la capa superior mermelada; se puede hornear para servir o
presentarse en frío.

93
la noche-madrugada y, según dicen, “se ganan muy buen dinero. En una ocasión un muchacho
se ganó trescientos pesos”. Por otro lado, también señalan que cuando hay algún concierto en
la Hacienda, como la mayoría de los pobladores no pueden pagar su boleto de entrada,
entonces reservan un lugar en la azotea de algún vecino, en la que pueden estar por $10.00
durante toda la presentación, por supuesto la visibilidad es mínima, pero la emoción de
sentirse en el lugar y el sonido son muy buenos.
Así, entre las mortificaciones y carencias elementales diarias, que contribuyen a
precarizar el paisaje y la cuestión socio-económica de algunos de los habitantes, transcurre su
realidad. En donde la estratificación del acceso a los servicios básicos, más que un olvido o
falta de presupuesto, puede verse como parte de un proceso de exclusión social y espacial, uno
más de los múltiples gestos de violencia encubierta, por parte del gobierno. No es de
sorprender que cuando las autoridades de la ciudad de Mérida realizan una obra pública -por
pequeña que parezca- procuran que todos se enteren. Como cuando petrolizan algunos tramos
de las calles de la subcomisaría, antes de que seque el pavimento, instalan un letrero metálico,
a la vista de todos los pobladores y visitantes de la comunidad, anunciando la cantidad de
metros asfaltados y el costo de la inversión, después de eso ¿Quién se atreve a decir que no se
hace obra pública en el lugar? Mas en dicho anuncio olvidan mencionar que eso tan sólo
equivale al 50% de las calles y que de ese porcentaje apenas a un 20% le han puesto
banquetas. Al final, que la gente del lugar camine por la carretera no importa, tampoco
interesa el 20% de la población que no cuenta con agua potable, electrificación o baño o el
casi 10% de adultos analfabetas que han aprendido a sobrevivir con las escasas herramientas
que tienen ¡¿Quién les manda ser tan pobres?!

¿Cuáles son sus intenciones?


Las entrevistas revelan que además de la violencia simbólica de la cual son víctimas, varios de
los habitantes sufren a diario la violencia verbal y física. La mayoría de las veces por parte de
sus familiares más cercanos, aunque en ocasiones también ejercida por vecinos y conocidos.
Conviene resaltar que la violencia verbal no sólo se refiere a la más evidente, por la inclusión
de palabras altisonantes en el discurso, cambio en la curva de entonación o el énfasis
prosódico, entre otros. Como el caso en el que el hijo le dice al padre “Me chingas tú o te
chingo yo”, el otro hijo que reclama “Me cagotean” (expresión que connota insulto y

94
humillación), de Zacil quien se queja por ser criticada en la comunidad por todo lo que hace
“Puras pendejadas así. Es que la gente te juzga de todo” o en la situación de Nicté-Ha que
consternada y molesta le dice a su madre “Muy chingona ¿Por qué no se lo das tú?”, después
de escucharla sugiriéndole a la hija menor “Que le dé al chiquito lo que él quiere”, en vez de
rechazar los encuentros sexuales con su hermano.
En ocasiones las condiciones de los actos ilocutivos se violentan y dan como resultado
emisiones inadecuadas, cierto tipo de infortunios, cuyas consecuencias varían de acuerdo con
la(s) regla(s) infringida(s). Aun cuando muchos de los reportes muestran que los interlocutores
reconocen las intenciones reales de los comentarios de los distintos emisores, no se quejan de
manera abierta, ni se presentan como víctimas. Si bien, el sufrimiento es evidente en sus
actitudes subsecuentes, pues aunque en muchos de los casos prefieren no dar una respuesta
verbal, toman determinaciones contundentes, como huir de la situación o el medio que les
agrede. Como muestra retomamos la situación en la que la madre pide, con toda naturalidad, a
su hija de 15 años que complazca sexualmente al hermano de 17 “Pues que la chiquita le dé al
chiquito lo que él quiere”, mientras la hermana mayor, de 20, muy enojada le responde “Muy
chingona, ¿Por qué no se lo das tú?”. Primero, el acto ilocutivo “¿Por qué no se lo das tú?”
está íntimamente ligado a la forma lingüística interrogativa y viene acompañado de la
expresión “Muy chingona”, de connotación negativa. Aunado a lo anterior, los indicadores de
fuerza ilocutiva dejan entrever que no se trata de una simple pregunta, pues la curva de
entonación y el énfasis prosódico indican el estado anímico del hablante, enojo. Luego, la
suma de estos factores sugiere que no hay una relación sistemática entre la forma lingüística y
el acto proferido.
Así, dicho acto de habla no equivale a un acto directivo (una solicitud), aunque cumple
las condiciones de contenido proposicional, el hablante intenta que el interlocutor siga un
determinado curso de acción. Este se refiere a la posible ocurrencia de una actividad en el
futuro, con antecedente en el pasado, el hermano ha acosado sexualmente a la hermana en
diversas ocasiones y hay posibilidad de que lo vuelva a intentar. Y las preparatorias, la hija
tiene cierta autoridad sobre la madre que los abandonó cuando eran pequeños. Cabe resaltar
que el acto ilocutivo no cumple con las condiciones de sinceridad, la hija se siente impotente,
su estado mental es de enojo, sorpresa y confusión. Tampoco cumple con las esenciales, la

95
muchacha realmente no espera una respuesta a su pregunta y probablemente tampoco desea
que la madre le dé al joven lo que quiere.
Luego entonces los rasgos necesarios que caracterizan un acto directivo no se cumplen.
Esto sugiere que se trata de un acto de habla indirecto, en este caso compromisivo (reprochar o
acusar), en el que se cumple a cabalidad con las condiciones de adecuación de los actos
ilocutivos, de acuerdo con Searle. A saber, de contenido proposicional, el reproche hace
referencia a un acto sucedido en el pasado. La hermana podría estarse refiriendo al abandono
de la madre, por un lado y al acoso del hermano debido a su falta de orientación y cariño en
las etapas infantil y juvenil, por el otro. Si bien, se debe considerar la posibilidad de que dicho
acontecimiento se repita en el futuro, ya que el hermano sigue viviendo con ellos, drogándose
e ingiriendo bebidas embriagantes. Las preparatorias, la hija tiene cierto poder sobre la
madre, ya que de alguna manera tomó su lugar, se hizo cargo de sus hermanos cuando eran
pequeños, ante eso, su progenitora toma una actitud sumisa. Con este acto, la hija revela su
creencia de que el sentimiento de culpabilidad no es evidente para la madre. De sinceridad, el
estado mental de la hija es de enojo, sorpresa, confusión, se siente impotente y cree que la
madre debe tener sentimientos de culpa por lo que sucede con sus hijos. Por último, las
esenciales, para que el acto compromisivo se defina como tal debe cumplir con un rasgo
necesario para su realización. En este caso el emisor intenta que el oyente sienta culpabilidad,
aceptando parte de la responsabilidad. La evidencia de que el objetivo del acto ilocutivo
compromisivo se logró se refleja en la conducta y comunicación no verbal de la madre, al
optar por no responder a la hija y retirarse del lugar.
Ahora bien, la violencia verbal también se refiere a la más sutil como los chantajes y
los comentarios encubiertos cuya intencionalidad clara es dañar. Como el caso de Candy que,
junto a su madre y hermana, camino al panteón para sepultar a su padre, escuchan a los
vecinos que las acompañan, presionando a la autoridad para impedir que lo entierren en el
cementerio, por haber cometido suicidio. O cuando Gema -a la hora de sepultar a su hijo- tiene
que sacar fuerzas, dejar el llanto a un lado para defender su postura –ante los vecinos- y
enterrarlo boca arriba para que le pueda “ver la cara Diosito”. También está la situación de
Orlando que acepta con naturalidad que trata mal a su esposa, “en ocasiones hasta le digo
groserías”. Otro caso es el de Ausencia, cuando muere su hijo ahorcado, con el que no vive
desde niño, exhibiendo a la nuera como responsable del suicidio va directo a preguntarle “¿Por

96
qué lo mataste a tu marido? ¿Por qué lo traicionaste?” No hay respuesta verbal de la esposa,
sin embargo ella toma a sus hijos y se los lleva de la comunidad, incluso los saca de la escuela.
Y la familia cuyas hijas han sido rebautizadas por los vecinos del pueblo como “las
floreadas”, que no floristas, para agregar una carga connotativa negativa al término, aludiendo
a la sexualidad de las jóvenes, presumiendo, como única intención, la designación de su
ocupación. Al tiempo que llaman a los demás miembros de la familia paracaidistas (a pesar de
haber comprado la propiedad) sólo por ser de otra religión. El caso del suegro que le grita a la
nuera, frente a los asistentes al sepelio: “Ahora sí lloras”. Comentarios aparentemente
ingenuos como los anteriores se profieren a diario y en ocasiones sus efectos llegan a ser
alarmantes, tal es el caso de los niños que se quedan sin padre, sin hogar, sin escuela y sin
abuela prácticamente al mismo tiempo.
Del mismo modo, los registros muestran violencia verbal por parte de los medios
informativos impresos, como en los titulares que presentan el detonador de algún suicidio
como si fuera la causa, en ocasiones sugiriendo –de manera indirecta- responsables: “Discutió
con su esposa y se ahorcó” o “Niño no soportó regañada y se ahorcó”. Se suman los casos en
los que los reporteros dan derecho de voz a algunos de los personajes involucrados, quizá sólo
para atraer la atención de los lectores y vender más ejemplares del periódico, obviando la
desventaja pública en la que dejan a los demás, como cuando el padre declara: “Pienso que la
novia tiene que ver con la muerte de mi hijo, por lo que pido que se le realice una
investigación”.
Aunados a los anteriores, se incluyen los casos en los que la violencia verbal invade los
terrenos de la identitaria, como en los titulares de las primeras planas que rezan:
“Toxicómano”, “Exótica” o “Señora que vivía en unión libre”, acompañando las fotos de los
suicidas. Y ahí, en las primeras planas, sin nombres ni apellidos, esperan las miradas curiosas,
aterradas, complacidas, críticas, moralistas, morbosas o hasta misericordiosas, al tiempo que
promueven la venta del rotativo. Así, aún muertos están insertos en una cadena de violencia en
la que nuevamente les toca jugar el papel de víctimas, esta vez por la dimensión identitaria-
selectiva, ya que con este tratamiento se les niega la identidad que merecen, reduciéndolos a
simples objetos que pueden ser utilizados a placer por el victimario, en este caso el fotógrafo o
reportero. Contrario a lo anterior, un personaje distinguido en vida conserva su estatus e
identidad intocables hasta la muerte. Este merece un lugar especial en el diario y se procura su

97
foto con la mejor pose, como si el propio sujeto anunciara su nuevo estado desde el “Más
Allá”.

¿La intencionalidad del suicida en su “último discurso”?


Como si no fuera suficiente también se dan brotes de violencia a partir del “último discurso”
del suicida. Los pobladores de la subcomisaría de Chichí Suárez, Yucatán interpretan hechos
físicos azarosos o los sucesos fisiológicos involuntarios del suicida como su última
comunicación o manifestación de sentimientos. Ya sea sangre, llanto, lagrimeo, no rigidez
cadavérica o huellas dactilares de otros sobre su cuerpo, se identifican como el “último
discurso” del suicida, aun cuando la gente no le asigna este nombre. Este discurso es
transmitido por los parientes o amigos a la concurrencia y es reconocido por todos como si
fuera una comunicación verbal del propio sujeto.
Los llantos y sollozos “de los ahorcados” atemorizan a la población. Rossana platica
que uno de sus vecinos se colgó en el monte, en un sendero por el que ocasionalmente
transitaba la gente de la comunidad y tras el ahorcamiento del oriundo de la subcomisaría, la
gente deja de pasar por ahí, pues en la noche se escucha su llanto por todo el monte (terreno no
barbechado) “está ii, ii, ii [utiliza un tono más alto y agudo], está llorando”. Su esposo le
explica que el alma del difunto está arrepentida y aunque el arrepentimiento puede ser bien
visto por la gente, sigue causando temor.
Con el fin de calmar el llanto llaman al cura, “Ese padre Benito bendició la casa, el
solar, hizo la misa donde se ahorcó, se paró, hizo la misa, bendició la casa y todo, [concluye
con satisfacción] hasta la luz del día no oímos más el llanto”. Antes de la bendición y los rezos
en el lugar, además del llanto, se veía la silueta del ahorcado con los relámpagos. Ahora ya no,
pues “ya está curadito el lugar”, gracias a que “de veras el padre tiene poder”, concluye muy
convencida.
Vale la pena decir que los sollozos pueden provenir no sólo del ahorcado, sino también
de una mosca verde (hass) que se le pega al cadáver, “pica su cuerpo, toma su sangre y
entonces grita”. Gema, al acostarse en su hamaca después del velorio de su hijo, advierte
moscas en el techo de su habitación. El miedo se apodera de ella y comenta con cierto temor
“no vaya a ser que vaya a gritar una, agarré un poco de agua bendita y las saqué”.

98
Según Lemnius (2002: 98 y 186) los insectos nacidos por generación espontánea, como
las moscas, se vinculan con el mundo satánico. Ruz (2003b: 619) reporta que entre los
yucatecos de Dzidzantún se acostumbra limpiar la sangre de las víctimas de un accidente o
una agresión, de otro modo las taahas (grandes moscas negras de ojos muy brillantes) la
lamen, llevándose parte del alma del difunto. En cuyo caso, “vendrán luego a espantar a los
vivos, profiriendo ayes espantosamente lastimeros”.
En otros casos señalan no un llanto sonoro sino lagrimeo que puede ser no
arrepentimiento, como el caso anterior, sino el medio por el cual comunicar algo a sus
familiares. En la situación que reporta Romina, parienta de la suicida, apunta: “Y después no
dejaba de llorar [se refiere al cadáver de una joven]” las lágrimas indicaban que estaba “en
estado” y el feto no había muerto, “por eso no dejaba de lagrimar”. Resulta de especial interés
que, a diferencia del reporte anterior, la comunicación no sugiera como intencionalidad los
sentimientos, sino la simple transmisión de la noticia; en el discurso no se hace referencia a un
arrepentimiento o demostración de afecto.
El “último discurso” del difunto puede darse durante el velorio, cuando está postrado
en la tabla, mesa o ataúd, este último en caso de los más afortunados. Así, en el velorio del
vástago de Rossana, vecina de la hacienda, el joven ahorcado estaba tendido sobre la mesa,
cuando llegó la novia con su sobrina a verlo. Esto causó gran expectación entre los asistentes,
pues antes de suicidarse el muchacho había discutido con su mamá, por un lado, y con la
novia, por el otro. Al acercarse y quitarle el pañuelo que tenía sobre la cara, brotó sangre de la
boca del suicida y entonces “[gritó la entrevistada] ¡ay, pero se le fue la sangre lejos, sobre de
ellas casi!, [bajó el tono] sólo porque se lo pusieron rápidamente”. Con esto, según la
informante, el muchacho señaló a la responsable de su muerte, porque “la sangre es la que
habla”. Desde luego Rossana, como la pariente más cercana, hizo partícipe del mensaje del
suicida a los presentes.
Esta facultad atribuida a la sangre no es nueva, ya que de acuerdo con Muchembled
(2002: 94) una vieja práctica de los jueces medievales en Europa consistía en observar el
cadáver de una persona asesinada, el cual sangraba en presencia de su agresor. Todavía en el
S. XVII Sánchez (1953: 75) reportaba algunos de los poderes atribuidos a la sangre, como en
el suceso del distrito de Valladolid, Yucatán, en 1607 el cual presagiaba ruina y castigo:

99
Demás desto el año pasado de 1607 llovió en muchos pueblos del distrito de la villa
Valladolid sangre por el mes de Diziembre, como fue público, y me certifico averlo
visto Fernando de Recalde, Sacerdote, y los Indios del pueblo de Tixcacal lo
certificaron a los Alcaldes de la dicha villa: presagios, y documentos manifiestos de la
ruina y castigo que se puede temer contra estos idólatras; pues en los libros de los
Mancebos18 lib. 2. cap. 5. leemos aver parecido en las nubes exércitos, y esquadrones
sobre la tierra Santa.

Amén de los fluidos corporales hay otros rasgos físicos que la gente percibe como la
última comunicación del suicida. Tal es la situación comentada por Romina sobre la jovencita
que se ahorcó “Fue mucha historia lo de esa niña, dicen que hasta la embarazaron, porque esa
niña hasta cuando amaneció no estaba dura. No estaba dura, estaba suavecita [se refiere al
cadáver de la joven suicida]”. En ese caso la no rigidez cadavérica, percibida por la gente de la
comunidad, fue interpretada como la noticia de su embarazo.
Candy explica otro motivo de pesadumbre, cuando encontraron a su papá colgado en el
monte; su tono refleja una mezcla de angustia, temor, respeto y sobre todo un gran dolor:
“Cuando llegaron ya no lo pudieron bajar, llegó mi suegra, pero... ¡Ya estuvo, acaba de morir!
porque lo… dicen que se veía caliente, como no lo pueden agarrar, ni nada, pero se ve que
acaba de morir, no lo pueden agarrar. Se veía caliente”. De esta forma explica el motivo por el
cual no lo pueden agarrar:
Porque no, porque si lo llegan a agarrar te pueden echar la culpa que tú lo mataste, por
la huella, al bajarlo te pueden echar que tú lo mataste. [Baja un poco su tono de voz] Mi
papá, mi hermano lo quería agarrar, un muchacho le dijo [sube un poco la voz]: “No lo
vayas a agarrar porque te van a echar la culpa que tú lo mataste, tus huellas se van a
quedar allá, no van a creer que él solo lo hizo, porque cuando empiezan a hacer la
autopsia, que dicen que te cortan, van a ver tus huellas, si te checan tus huellas pueden
decir que tú lo mataste, aunque no así pasó.

También hay casos en los que los suicidas se han comunicado aun después de haber
sido sepultados. Dos de ellos llaman la atención por su similitud. Uno es el de la mamá de
Candy quien tras la muerte de su esposo, le llora mucho, hasta sentir que un día “le tiran una
piedra blanca”. Y dice “esa piedra no hay casi acá, como sascab [caliza, por lo general se

18
Con seguridad Sánchez se refería al libro segundo de los Macabeos, capítulo 5, versículo 2 de La Biblia
(Antiguo Testamento) en la donde se señala: “Sucedió que durante cerca de cuarenta días aparecieron en toda la
ciudad, corriendo por los aires, jinetes vestidos de oro, tropas armadas distribuidas en cohortes”.

100
utiliza en Yucatán en lugar de arena]”. De acuerdo con la familia la piedrita la aventó el papá,
como una llamada de atención. Pues Candy aclara convencida “creo que no le gusta que diario
lloraba”.
El otro caso es el de Gema a quien recién ahorcado su hijo, le cae una piedrita junto.
Según ella es su espíritu que le quiere comunicar su presencia. Ese hecho, percibido como una
demostración de afecto por parte de su hijo fallecido, le devuelve la calma y la oportunidad de
enfrentar la vida de otro modo.
Hay otro tipo de manifestaciones, como la experimentada por Abel tras su accidente
“Me pasé a morir . . . sentí que me iba a morir”. Según él se murió unos segundos y regresó
rápido, pues aparecieron sus dos hermanos que murieron ahorcados, le dieron el brazo, lo
ayudaron a levantarse y le dijeron en tono de regaño: “Tú, no es tu espacio para morir”. Aun
cuando lo refiere como un regaño, subyace la intencionalidad de ayudarlo y señalarle el
camino.

Consideraciones finales
Los registros presentan eslabones de violencia entre cónyuges, donde el esposo golpea a la
esposa. De padres a hijos, quienes abusan sexualmente de las hijas o golpean a los hijos
pequeños. De hijos adultos que se aprovechan de los padres, como la hija que por ampliar su
propiedad deja a su madre anciana sin recámara y baño o quienes golpean a sus progenitores.
Entre jóvenes, el hermano que trata de estrangular a la hermana, por no ceder a sus
pretensiones sexuales y el cuñado que golpea al muchacho por defender a la joven. También
hay evidencia de violencia autoinfligida, sobre todo entre jóvenes que se alcoholizan y drogan.
El análisis del discurso realizado a las entrevistas sirvió para identificar los diferentes
tipos de violencia manifiestos en la comunicación oral, aunado a la observación de la conducta
no verbal de los entrevistados. Dicho análisis ayudó a la identificación del empleo de los
enunciados en las diversas situaciones comunicativas, así como su interpretación y, en algunos
casos, en la reconstrucción de la intención del emisor, privilegiando los aspectos sociológico-
interactivos.

Por lo que respecta al “último discurso” del suicida se subraya que se trata de una
comunicación no verbal, a la que la gente le atribuye la intencionalidad del fallecido. Hay toda
una elaboración de comportamientos y comunicación entre los individuos de la comunidad a

101
partir de este último discurso. Primero, los informantes perciben hechos físicos azarosos o
varios tipos de sucesos fisiológicos involuntarios provenientes del cuerpo del suicida: como
los visuales, sangre brotando de la boca del suicida o lagrimas escurriendo de sus ojos;
auditivos, llantos y sollozos cerca de la mata donde se ahorcaron y táctiles, flacidez o rigidez
cadavérica. A partir de éstos construyen significados, de manera colectiva, de acuerdo con su
experiencia y conocimientos previos, determinando la interacción social de los presentes. Los
pobladores saben que se trata de un cuerpo que ha iniciado su trayecto del más acá al Más
Allá, por lo que se encuentra en plena transformación. Y, aunque no lo dicen con esas
palabras, explican que el cuerpo ha perdido ciertas habilidades, como la de comunicarse como
lo hacía en vida, a través del habla, por ello se vale de otras que aún están a su alcance, para
transmitir sus sentimientos, deseo de pertenencia y aceptación de la comunidad.
Lo que la gente identifica como el “último discurso” del suicida, pese a que sirve para
mantener el equilibrio socio-cognitivo y la estabilidad emocional del círculo cercano de
parientes y amigos, además orienta el comportamiento de la gente, sin embargo no siempre es
en beneficio de todos. El muerto no muere por completo mientras mantenga comunicación con
los vivos, de este modo sus seres queridos toman en cuenta sus necesidades y preocupaciones
y se mantienen ocupados atendiendo cada una de ellas.
Los habitantes perciben al suicida como una persona que ha permitido la entrada del
Demonio a la comunidad, convirtiéndolo en el victimario de la población. Mientras los
familiares lo ven como una víctima del Diablo. Las necesidades y valores de los parientes
presentan al suicida como un ser desvalido cuya voluntad ha sido arrebatada por el Mal, con
esto lo deslindan de responsabilidad moral y religiosa. Y, al no cometer pecado el suicida,
asegura su espacio en el panteón, como una sucursal terrenal del cielo; así como la aceptación
de la familia en la población. Luego, la gente acompaña al difunto, a sus familiares y amigos,
en los rezos, redoblando esfuerzos para asegurar el rescate de la víctima y sobre todo “la
limpieza” del lugar, reiterando su identidad y pertenencia a la subcomisaría, la estabilidad
emocional del grupo y recuperar la homeostasis.
En otro orden de ideas, el pariente o amigo más allegado al fallecido o el que tiene
mayor poder, según las circunstancias, se adjudica el derecho de identificar, interpretar y
transmitir el “último discurso” del suicida a la concurrencia. Con esto cumple varios objetivos,
por un lado, socializa su percepción y la legítima, como si fuera la del suicida y por el otro,

102
influye en la de los presentes. Es importante señalar que a través de ese discurso –de alguien
que está en el “Más Allá”- se logran objetivos en el “más acá”. Así, el contenido de dicho
discurso está permeado por la intencionalidad del intérprete-emisor, verbigracia, liberarse de
una responsabilidad, buscar culpables, develar secretos o tan solo encontrar explicaciones a lo
desconocido. De ahí que en ocasiones la actitud sólo es favorable para el intérprete y
desfavorable para parte de la concurrencia, donde sobra decir surgen nuevamente los papeles
de víctima y victimario.
Cabe resaltar que las interpretaciones del “último discurso” del suicida parecen estar
estrechamente ligadas al sexo del fallecido. De los ocho casos revisados en la subcomisaría
seis eran hombres y dos mujeres y de acuerdo con los reportes, seis de los suicidas varones se
presentan como víctimas, la intencionalidad de cuatro de ellos es demostrar arrepentimiento y
afecto o como en los otros dos casos, señalar culpables. Mientras que el de las mujeres se
limita a comunicar como noticia lo que en vida era un secreto. Es importante señalar que en
siete de los casos las intérpretes son mujeres mayores, familiares cercanas de los suicidas y en
el otro se trata de un hombre de mediana edad, familiar del fallecido.
El dolor, temor, propio convencimiento o conveniencia evita que los presentes
cuestionen –por lo menos de forma abierta- la autenticidad del discurso, el portavoz
seleccionado o su intencionalidad. Lo cierto es que este “último discurso” del suicida en
ocasiones se ha convertido en un eslabón más de la cadena de violencia que han
experimentado algunos pobladores de Chichí Suárez.

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105
Contextualización de la ideación suicida en jóvenes en el estado de
Campeche

Javier Rivera Domínguez


Reina del Carmen Tello Briceño

Introducción
Mundialmente, el suicidio ocupa una de las primeras causas de muerte, según datos
aportados por la Organización Mundial de la Salud. En los últimos quince años se
cuadriplicaron los suicidios entre jóvenes: en el mundo hay una muerte por suicidio cada 40
segundos y un intento cada tres. Las estimaciones realizadas por la Organización
Panamericana de Salud (OPS) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) indican que en el
año 2020 la cifra podría crecer a 1.5 millones de suicidios, lo que representa un incremento del
50%, convirtiéndose así en la decimotercera causa principal de muerte en el mundo.
En México, los estados con mayor incidencia de suicidio en los jóvenes, en un orden
progresivo, son: Tabasco, Campeche, Guanajuato, Coahuila, Distrito Federal y Chihuahua
(INEGI, 2005). Este malestar social ha detonado una alarma logrando la atención de grupos de
la sociedad civil, este es el caso de la Asociación Mexicana de Suicidología (AMS), creada en
septiembre del 2006 y con sede en la ciudad de León, Guanajuato, la cual ha venido realizado
congresos bienales, inicialmente a nivel nacional, en el 2013 dicho evento adquirió
dimensiones internacionales, bajo el nombre de V Congreso Internacional de Prevención del
Suicidio, el cual se realizará en el estado de Campeche. Otra muestra de que la dimensión cada
día adquiere mayor relevancia es la diversidad de bibliografía existente, como lo muestra el
Análisis bibliométrico y de redes de coautorías en suicidología en México, presentado en el
anterior congreso de las AMS por Páramo Castillo (2011).
El estado de Campeche registró en el 2006 una tasa del 8.6% de suicidio, por encima
de la media nacional. Igualmente en el municipio de Carmen, el más importante de los once
que conforman esta entidad del sureste mexicano, se advierte un alto incremento en los
últimos años e incluso, los intentos de suicidio, que ocurren con una frecuencia 70 veces
mayor que los consumados. La población de mayor vulnerabilidad ante el riesgo suicida está
comprendida entre los 12 y 22 años, misma que en calidad de población cautiva se concentra

106
dentro del sector educativo, en los diferentes niveles académicos, estando la mayor
concentración en niveles medio superior y superior, siendo la escuela y el hogar los escenarios
donde pasa la mayor parte de su tiempo. Por lo cual, es condición preponderante que las
instituciones educativas asuman la corresponsabilidad social al realizar estudios de
caracterización del perfil psicológico de los alumnos para identificar, entre otros rasgos,
aquellos que manifiesten estar en riesgo suicida, con la finalidad de ofrecer alternativas,
espacios y estrategias de acción preventivas, tanto para los jóvenes que presentan factores de
riesgo, como la orientación y el apoyo especializado a jóvenes que llevan uno o más intentos
de suicidios fallidos.
Martina Casullo (1998), psicóloga argentina y pionera del estudio del suicidio en
Latinoamérica, dedicó la mayor parte de su vida a profundizar en el comportamiento suicida
en adolescentes, y por ello afirma que tener ocasionalmente “pensamientos suicidas” no es
anormal, sino que son parte de un proceso consciente de desarrollo en la infancia y
adolescencia, al tratar de dilucidar los problemas existenciales cuando se trata de comprender
el sentido de la vida y la muerte. Pero estos pensamientos se vuelven anormales en los niños y
adolescentes, cuando la realización de éstos parece ser la única salida de sus dificultades. Es
entonces que existe un serio riesgo de “intento de suicidio o acto suicida”. Si bien todos
tenemos pensamientos suicidas, ¿Qué sucede entonces con los jóvenes que pasan del
pensamiento al acto?, ¿Se debe a mecanismos psíquicos internos?, ¿Cuáles son los
mecanismos que no funcionan para llegar al acto suicida?, ¿Se debe a factores externos? Estas
y otras interrogantes han sido el punto de partida para el desarrollo de esta investigación.
En Contribuciones al Simposio sobre el Suicidio (1910), Sigmund Freud se
preguntaba: ¿Cómo era posible que llegue a ser superada la poderosísima pulsión de vida?
Intentando averiguar si era posible por el efecto de una libido defraudada, o una renuncia del
yo a la de su conversión, aunque termina asociándolos a los procesos afectivos en la
melancolía y en su comparación con el efecto del duelo. Según nuestra lectura freudiana, este
autor ve al suicidio desde ambos aspectos, por mecanismos internos (yo débil incapaz de
encarar una situación externa muy fuerte o un conflicto con el padre que en vez de poner fin a
la castración trae el poner fin a su vida) y las cuestiones externas, por ejemplo cuando dice:
…la escuela media tiene que conseguir algo más que no empujar a sus alumnos al
suicidio; debe instilarles el goce de vivir y proporcionarles apoyo, en una edad en que

107
por las condiciones de su desarrollo se ven precisados aflojar sus lazos con la casa
paterna y la familia (Freud, 1910: 231-232).
Todos los casos clínicos presentados por Freud, con excepción del caso del pequeño
Hans (1909), comprometen una referencia al suicidio: consumado por la hermana en el
Hombre de los lobos (1918-1914); intento de ahogarse en el baño por parte de Schreber
(1911-1910), como impulsos obsesivos en el Hombre de las ratas (1909), en la identificación
parcial de Dora (1905 -1901) con su padre; como intento fallido de Ana O (1983). Luego de
la muerte de su padre, y por último, como pasaje al acto por parte de la joven homosexual
(1915).
Desde el psicoanálisis y la sociología, se aborda el fenómeno del suicidio y el
comportamiento suicida en los jóvenes del estado de Campeche para analizar la situación
interna del sujeto con su entorno; es decir, de la articulación del inconsciente con los
escenarios sociales, que muestren los actos o comportamientos alrededor del suicidio en un
territorio o región del sureste de México. Además, indagar sobre los intentos de suicidio de un
mismo sujeto, como un acto repetitivo en su vida.
Vincent de Gaulejac (1988), sociólogo francés y uno de los autores de la sociología
clínica, manifiesta que las relaciones entre la sociología y el psicoanálisis son complejas; sin
embargo, la sociología de las historias de vida no puede eludir una confrontación con el
psicoanálisis, sabiendo que estas dos aproximaciones son a la vez complementarias y
contradictorias, a través del relato que un sujeto elabora sobre su propia vida, de comprender
la dialéctica entre lo singular y lo universal en el estudio concreto de una vida, y que en
nuestro caso es el que intenta suicidarse.
Específicamente, los pocos estudios regionales realizados sobre la problemática del
suicidio en el sureste de México sólo brindan resultados dentro de una realidad del estado de
Yucatán o Quintana Roo; y si bien hay ciertas coincidencias culturales entre los tres estados,
hay también factores aislados o de nuevos alcances para la contextualización del riesgo
suicida, ya que no se puede dejar a un lado lo más valioso: el entorno y la realidad del sujeto
mismo.
Se empleó el Inventario de Riesgo Suicida para Adolescentes (IRIS), como
instrumento de campo para obtener de él la caracterización de tres momentos significativos del
riesgo suicida: la ideación, la planeación e intentos previos; lo que nos permitió la

108
construcción de una propuesta técnica de un bosquejo del perfil del estudiante en riesgo
suicida dentro de la región sur-sureste de México. El análisis de los resultados permite
observar un comportamiento de la población estudiantil dentro de los niveles del riesgo
suicida, a través de las sub-escalas y los reactivos críticos del IRIS (Hernández-Lucio, 2007),
propiciando con ello tres momentos de intervención: la prevención, la canalización y la
atención oportuna.

Material y Métodos
El proyecto "Análisis multifactorial del significado actual del suicidio en Campeche, México"
(FOMIX-CONACyT, 2009), que coordina el Grupo Interdisciplinario de Investigación sobre
las Violencias en el Sureste (GIIVISS), de la Universidad Autónoma del Carmen, se conformó
de tres etapas; la primera fue un estudio tipo exploratorio descriptivo, del cual se desprende el
inicio de este trabajo, que recolecta datos de cuatro municipios del estado de Campeche:
Champotón, Escárcega, Carmen y San Francisco de Campeche. El grupo de investigación
elaboró el protocolo de intervención de campo que permitió el acercamiento con estudiantes
de tres niveles académicos (Medio Superior, Técnico Superior y Superior), a través de un
instrumento el cual fue aplicado en forma de encuesta colectiva en su institución educativa
durante la jornada escolar. Para realizar este estudio, el primer paso fue inscribir el proyecto
en el Sistema de Fondos, del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, convocatoria 2009
del Estado de Campeche. Segundo paso, una vez aceptado y registrado el proyecto (FOMIX-
CONACyT, CAMP-2009-C01-124505) se procedió adquirir los derechos del instrumento
Inventario de Riesgo Suicida para Adolescentes “IRIS” Manual versión 1.0.2 (2007), a través
de los autores Hernández Cervantes Quetzalcóatl & Lucio Gómez-Maqueo Emilia. Tercer
paso, se convocó a instituciones de los niveles académicos de interés para la investigación, se
realizó una presentación para dar a conocer el proyecto y sus alcances, se establecieron
acuerdos y se conformó una red con instituciones educativas a través de los responsables de
los departamentos psicopedagógicos para el levantamiento de datos. Finalmente, el
instrumento “IRIS” Manual versión 1.0.2 (2007), fue aplicado directamente por el grupo de
investigadores y los asistentes de investigación en grupos que oscilaban entre 35 y 45
estudiantes.

109
Metodología
1. Población
Para este proyecto se consideró como población objeto de estudio a los estudiantes de nuevo ingreso a
nivel superior generación 2011 y a estudiantes de nivel medio superior de la generación 2010, de
instituciones públicas de diferentes municipios dentro del estado de Campeche.
2. Muestreo
Se determinó una muestra no probabilística, conformada por estudiantes de instituciones
educativas del sector público que expresaron su interés en participar en el estudio,
conformándose por estudiantes de diez instituciones: a) Universidad Autónoma del Carmen
(Unacar), la población de nivel medio superior Campus II y Campus Sabancuy, de nivel
superior Campus José Ortiz Ávila y Campus III; de nivel superior primer semestre de la
generación 2011, de nivel medio superior estudiantes de segundo y tercer semestres 2010; b)
Universidad Autónoma de Campeche (UAC) estudiantes en el nivel medio superior de la
escuela Emilio Sandoval Campos y Nazario Montejo Godoy, de nivel superior Campus
Campeche y Campus Escárcega; c) Instituto Tecnológico de Champotón estudiantes de nivel
superior; d) el CONALEP de Carmen; y e) el CETIs # 20, estudiantes de nivel medio
superior respectivamente. Dando en total seis escuelas de nivel medio superior y cuatro de
nivel superior en cuatro municipios del estado de Campeche: Champotón, Escárcega, Carmen
y San Francisco de Campeche.
3. Participantes
Se realizó la aplicación del instrumento a un total de 2104 estudiantes de ambos sexos;
posteriormente se hizo una revisión minuciosa de las hojas de respuestas depurando aquellas
que mostraron inconsistencias de información, obteniendo como volumen total 1779 hojas de
respuestas adecuadamente respondidas, las cuales conforman la muestra definitiva de estudio -
830 de género masculino (46.66%), y 949 de género femenino (53.34%). Para el periodo del
levantamiento de datos se consideró el segundo periodo del ciclo escolar 2010-2012 y el
primer periodo del ciclo escolar 2011.2012, estando los estudiantes dentro los primeros tres
semestres. La población sujeto de estudio comprendió el rango de edad de 25 años, siendo los
límites inferior 14 años y superior 39 años, la media de edad 17.49 años, la mediana 17 años, y
la moda 16 años.

110
El grosor de la población de 1779 estudiantes (96.1%), se concentró en el rango de 15 a
21 años.

Tabla 1.-Concentrado de casos/no casos


SUBESCALAS DEL IRIS
1: Ideación e 2: Depresión y 3: Ausencia de Índice de malestar
intencionalidad desesperanza circunstancias psicológico
suicidas protectoras asociado al riesgo
Municipio No casos Casos No casos Casos No casos Casos No casos Casos Total
Medio Campeche 368 48 2.7 355 61 3.429 372 44 2.47 357 59 416
Superior Carmen 379 86 4.8 368 97 5.453 371 94 5.28 362 103 465
Subtotal 747 134 723 158 743 138 719 162 881
Superior Campeche 309 34 1.9 304 39 2.192 316 27 1.52 289 54 343
Carmen 406 43 2.4 413 36 2.024 379 70 3.93 415 34 449
Escarcega 20 2 0.1 18 4 0.225 19 3 0.17 19 3 22
Técnico
Profesional Champoton 69 15 0.8 68 16 0.899 74 10 0.56 76 8 84
Subtotal 804 94 803 95 788 110 799 99 898
Total 1551 228 1526 0 253 1531 248 1518 261 1779

4. El instrumento
El Inventario de Riesgo Suicida para Adolescentes “IRIS”, tiene dos versiones, la versión
extendida, estructura escala de frecuencia con 50 reactivos, y la versión compacta con 24
reactivos, en este estudio se aplicó la versión extendida. Este instrumento establece tres
subescalas y un índice: Subescala 1: Ideación e intencionalidad suicidas, Subescala 2:
Depresión y desesperanza, Subescala 3: Ausencia de circunstancias protectoras, y el Índice
de malestar psicológico asociado al riesgo suicida (Ver tabla 1). Asimismo, establece como
indicadores tres reactivos críticos o significativos: a. Ideación suicida, b. Plan (es) suicida (s),
y c. Intento (s) suicida (s) previo (s). La aplicación puede ser individual y grupal.

Resultados
Se comprueba que los segmentos de población en los niveles académicos medio superior y
superior tienen una diferencia de .2%, razón por la cual los resultados del perfil del estudiante
en riesgo de suicidio manifiestan una tendencia de similitud independientemente al nivel de
estudios (Ver tabla 2). Los resultados descriptivos de la investigación muestran el análisis de
las manifestaciones del riesgo suicida detectadas en los jóvenes estudiantes a través del
instrumento: Reactivo 25: He pensado en suicidarme, Ideación suicida, con un porcentaje del

111
6.97%, y 124 casos, identificados de la siguiente manera, el 4.05% población femenina, cuyas
edades de mayor vulnerabilidad son 16, 18 y 15 años; y el 2.92% población masculina, cuyas
edades críticas son 16 y 17 años. Distribuidos por el nivel escolar se tiene 4.22% del
bachillerato y el 2.75% en nivel licenciatura. Reactivo 49: He planeado mi propia muerte,
Plan (es) suicida (s), con un índice del 4.78%, y 85 casos, identificados de la siguiente manera,
el 2.81% población femenina, cuyas edades de mayor vulnerabilidad son 16, 18 y 15 años; y el
1.97% población masculina, cuyas edades críticas son 16 y 17 años. Distribuidos el 3.26% a
nivel bachillerato y el 1.52% en nivel licenciatura. Reactivo 50: He intentado quitarme la
vida, Intento (s) suicida (s) previo (s), con un índice del 8.38%, con 149 casos, identificados
de la siguiente manera, el 5.62% población femenina, cuyas edades de mayor vulnerabilidad
son 16, 18, 15 y 17 años; y el 2.75% población masculina, cuyas edades críticas son 16 y 17
años. Distribuidos el 5.00% a nivel bachillerato y el 3.37% en nivel licenciatura (Ver tabla 3).

Consideraciones finales
El análisis preliminar de las entrevistas levantadas en las diversas escuelas del estado, nos
permite afirmar que las relaciones interpersonales dentro de la estructura familiar nuclear o
reconstituida en la actualidad no favorecen el proceso de la construcción yoíca, por el
contrario, la desarticulan. Sin embargo, se identificó otras alternativas de convivencia como:
Vivir con los abuelos, con tutores, padres adoptivos, con otras personas (amigos, compañeros
de escuela) o solo, lo cual puede dar estabilidad al sujeto.
Del mismo modo, podemos hacer las siguientes consideraciones:
• Este estudio arroja información descriptiva referente a las características
sociodemográficas y psicosociales permitiendo con ello diseñar una propuesta
normalizada del perfil del riesgo suicida del estudiante de la región sur sureste del
territorio Mexicano.

• La población de mayor estado de vulnerabilidad ante el riesgo suicida está


comprendida entre los 16 y 18 años, misma que en calidad de población cautiva se
concentra dentro del sector educativo.

• La familia nuclear puede ser un índice de malestar psicológico asociado al riesgo


suicida.

• Es necesario establecer políticas públicas y un programa de prevención e intervención


en el estado de Campeche ante el inminente riesgo suicida que presentan los jóvenes.

112
Tabla 2.-Ideación suicida en el estado de Campeche

113
Tabla 3.- Tabla de contingencia de casos idetificados de acuerdo a los tres reactivos criticos del IRIS
Casos de ideación Casos de planeación Casos de intento
r25 He pensado en suicidarme r49 He planeado mi propia muerte r50 He intentado quitarme la vida
Escolaridad Edad Sexo Sexo Sexo
Masculino Femenino Total Masculino Femenino Total Masculino Femenino Total
n % n % n % n % n % n % n % n % n %
Bachillerato 15 6 0.34 12 0.67 18 1.01 6 0.34 10 0.56 16 0.90 7 0.39 14 0.79 21 1.18
16 17 0.96 21 1.18 38 2.14 14 0.79 16 0.90 30 1.69 14 0.79 32 1.80 46 2.59
17 13 0.73 3 0.17 16 0.90 9 0.51 1 0.06 10 0.56 14 0.79 5 0.28 19 1.07
18 1 0.06 2 0.11 3 0.17 0 0.00 2 0.11 2 0.11 1 0.06 2 0.11 3 0.17
19 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00
20 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00
21 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00
Subtotal 37 2.08 38 2.14 75 4.22 29 1.63 29 1.63 58 3.26 36 2.02 53 2.98 89 5.00

Universidad 15 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00
16 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00
17 2 0.11 5 0.28 7 0.39 0 0.00 3 0.17 3 0.17 2 0.11 8 0.45 10 0.56
18 3 0.17 17 0.96 20 1.12 2 0.11 11 0.62 13 0.73 1 0.06 25 1.41 26 1.46
19 8 0.45 8 0.45 16 0.90 3 0.17 3 0.17 6 0.34 9 0.51 10 0.56 19 1.07
20 1 0.06 4 0.22 5 0.28 1 0.06 4 0.22 5 0.28 1 0.06 4 0.22 5 0.28
21 1 0.06 0 0.00 1 0.06 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00
Subtotal 15 0.84 34 1.91 49 2.75 6 0.34 21 1.18 27 1.52 13 0.73 47 2.64 60 3.37
Total 15 6 0.34 12 0.67 18 1.01 6 0.34 10 0.56 16 0.90 7 0.39 14 0.79 21 1.18
16 17 0.96 21 1.18 38 2.14 14 0.79 16 0.90 30 1.69 14 0.79 32 1.80 46 2.59
17 15 0.84 8 0.45 23 1.29 9 0.51 4 0.22 13 0.73 16 0.90 13 0.73 29 1.63
18 4 0.22 19 1.07 23 1.29 2 0.11 13 0.73 15 0.84 2 0.11 27 1.52 29 1.63
19 8 0.45 8 0.45 16 0.90 3 0.17 3 0.17 6 0.34 9 0.51 10 0.56 19 1.07
20 1 0.06 4 0.22 5 0.28 1 0.06 4 0.22 5 0.28 1 0.06 4 0.22 5 0.28
21 1 0.06 0 0.00 1 0.06 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00
Subtotal 52 2.92 72 4.05 124 6.97 35 1.97 50 2.81 85 4.78 49 2.75 100 5.62 149 8.38

114
Referencias bibliográficas

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Quintanar, Fernando (2007). Comportamiento Suicida. Perfil Psicológico y posibilidades de
tratamiento. México, Editorial Pax.

115
CAPÍTULO 2

Las prácticas suicidas:


Estrategias para su análisis y prevención

116
Prevención y atención del suicidio: estrategias a escala humana con impacto
social

Lery M. Bentancurt Pérez

Que el suicidio es un problema multifactorial, es un tema en el que todos los investigadores


están de acuerdo. El problema surge cuando nos damos cuenta que debemos atenderlo de igual
manera (multifactorialmente), porque deberíamos poder atender todas las áreas que originan la
conducta. La pregunta es: ¿a qué escala? ¿A escala social, familiar, institucional, personal?
¿Es posible atenderlas todas? ¿Cómo?
Estamos acostumbrados a encontrar en la literatura una descripción de factores de
riesgo que, en el mejor de los casos, los subdivide en personales, familiares y sociales. No
obstante, los factores personales son los que aparecen más visibles para las disciplinas de la
salud mental, o las llamadas disciplinas “psi”. Sin embargo, esto no es más que atender la
punta del iceberg, dejando de lado el gran témpano de hielo que se esconde bajo el nivel
visible del agua.
No se trata de negar que la conducta suicida sea también una conducta de carácter
personal, individual, digamos. De lo que se trata es de combatir un modelo de sistema
hegemónico de salud en el que la responsabilidad es adjudicada únicamente al sujeto, como
una manera de deslindarnos socialmente de la corresponsabilidad que le atañe al sistema social
en el que vivimos.
Se propone entonces un modelo integrador en el cual no existen jerarquías y en donde
se integra el sistema institucional, como una dimensión separada del macro-social y del
micro-familiar. Sin embargo, se hace tal vez mayor hincapié en el sistema familiar como
principal por ser dentro de sus fronteras en que, primeramente, el sujeto se forma y desarrolla.

117
Familia

Persona

Instit.
sociales Sociedad

Ilustración 1: modelo integrador

En este sentido, Último Recurso (ONG dedicada a la Prevención y la Atención del


Suicidio en Uruguay) cuenta con una teorización que resulta aún mejor para explicar cómo
cada aspecto es parte de un mismo todo, y le denomina epistemología del poliedro (Peláez,
2009). Cada una de las caras de este poliedro sería un aspecto a considerar en la conducta
suicida, el cual resulta inseparable de todos los demás, ya que forman un mismo todo.

Ilustración 2: poliedro de la conducta suicida

Por un lado, tenemos a la familia, que es la que recibe al sujeto, brinda lo necesario
para vivir y crecer; es la primera educadora, enseña valores y tradiciones. También filia, es
decir que trasmite historia y cultura familiar, e inserta al individuo en la sociedad y la cultura
de un pueblo.

118
Por otro lado está la persona, la cual resulta difícil separar de un sistema formado por
la genética y la biología, la psiquis y la espiritualidad, así como por sus vínculos
interpersonales, sociales y culturales. De esta manera, explicar el suicidio por un descenso en
la serotonina es tan parcial como querer explicarlo por una discusión o problema vincular. A su
vez, no tomar en cuenta lo espiritual o lo cultural, sería realizar un reductivo análisis de la
realidad de la conducta y de la complejidad existencial del ser humano.
Por su parte, las instituciones sociales (las cuales hay que recordar que son producidas
y reproducidas por esa cosa amorfa y sin rostro aparente que llamamos sociedad), le permiten
al sujeto el acceso a la cultura, al crecimiento y al desarrollo como sujeto parte de un todo o
supraestructura como le llama Althusser (2003 [1969]). Por otro lado, nos garantiza (o debería
garantizar) la dignificación de nuestra persona y nuestros derechos: razón por la cual, algunas
de estas instituciones fueron creadas. Entre ellas podemos encontrar las instituciones
educativas y las de salud, pero también todas las instituciones dependientes de la gran
institución llamada gobierno: otro ente sin rostro al que la sociedad le pide, como a un santo,
los milagros. Por cierto, la iglesia también constituye otra institución de la sociedad, la cual
regula la moral y el comportamiento humanos, en competencia a veces o en concordancia,
otras, con la escuela. Así, el ser humano aparece atravesado por mensajes a veces superpuestos
y otras veces contradictorios, o tal vez sea mejor representarlo como el Hombre de Vitrubio de
Leonardo Da Vinci: un hombre (y mujer) que se descompone en varios planos.
Por último, tenemos el plano de lo social: un plano efímero e inatrapable, pero que se
hace concreto y real para dictaminar la Ley. Por ejemplo, tenemos la sociedad y todos sus
sistemas de inclusión o de exclusión, marginación o, incluso, aniquilación de sujetos. También
tenemos una sociedad que, a través de sus instituciones garantiza o aplasta el estado de
derecho que todos buscábamos en la firma del Contrato Social (Hobbes en 1651 y Rouseau en
1762). En primera instancia, el Contrato Social sería un acuerdo colectivo para el cuidado de
las garantías individuales y sociales. El fin último era el cuidado de las primeras, pero para
esto habría que poner por encima las segundas. Con el paso de los siglos, y de los cambios en
el concepto del derecho (anglosajón, romano, por ejemplo, en la cultura occidental), las
garantías individuales pudieron incluso ponerse por encima de las sociales, con la consecuente
ruptura del lazo social que nos contenía a todos en este gran macroconcepto llamado sociedad,
pero también en otro concepto más pequeño denominado comunidad. Poco a poco, el avance

119
industrial, primero, y el tecnológico, después, han ido desapareciendo el concepto de sentido
de comunidad (Montero, 2003). Identidad, pertenencia, símbolos compartidos, inversión
afectiva, etc. (todos ellos componentes del sentido de comunidad) son elementos que han ido
desapareciendo tras la violencia estructural que impone un sistema productivo aplastante,
inhumano y deshumanizador.
Como una forma de ilustrar aún más nuestro Nuevo Contrato Social (Anónimo, 2009),
trascribo a continuación algunas de las cláusulas más relacionadas con el presente ensayo:
3. Acepto la exclusión social de los marginados, de los inadaptados y de los débiles,
porque considero que la carga que puede asumir la sociedad tiene sus límites y ellos
deben quedar excluidos.
6. Acepto que sea ilegal poner fin a mi propia vida, rápidamente, en cambio tolero que
se me mate lentamente, inhalando o ingiriendo substancias tóxicas autorizadas por los
gobiernos. El Sistema dice que mi vida no es mía; dice que es de ellos y que sólo ellos
deciden qué debo hacer con mi vida.
10. Acepto que se condene el asesinato de otro ser humano, salvo que los gobiernos
decreten que ese ser humano es un enemigo y que me alienten a matarlo. Por ello,
acepto gustoso la muerte de todos mis enemigos.
14. Acepto que la idea de “la felicidad” se reduzca a la comodidad; acepto que “el
amor” se reduzca al sexo; y acepto que “la libertad” se reduzca a la satisfacción de
todos los deseos, porque esto es lo que me repite la publicidad cada día. Es simple:
cuanto más infeliz soy, más consumo. Y así cumplo mi papel contribuyendo siempre al
sano y buen funcionamiento de nuestra economía.
15. Acepto que el valor de una persona sea siempre proporcional a su cuenta bancaria;
que se aprecie su utilidad en función de su productividad y no de sus cualidades; y que
sea excluido del sistema si no produce lo suficiente.
17. Acepto que se destierre de la sociedad a las personas mayores cuya experiencia y
sabiduría podría sernos útil, pues, como somos la civilización más evolucionada del
planeta (y sin duda del universo) no necesitamos ni de esa experiencia ni de esa
sabiduría. Por ello, todos los ancianos sobran.
18. Acepto que se me muestren las noticias más negativas y aterradoras del mundo
todos los días, para que así yo pueda apreciar hasta qué punto nuestra situación es

120
normal y cuánta suerte tengo de vivir en Occidente. Sé que mantener el miedo en
nuestros espíritus es realmente beneficioso para todos nosotros.
23. Acepto que las multinacionales se abstengan de aplicar los progresos sociales de
Occidente en los países desfavorecidos, pues que ya es una suerte para ellos que los
hagamos trabajar. Prefiero que se utilicen las leyes vigentes en esos países pobres para
hacer trabajar a los niños en condiciones inhumanas, miserables y precarias. En
nombre de los derechos humanos y los del ciudadano, no debemos ejercer injerencia en
los asuntos privados de esos países pobres.
34. Acepto ser tratado, a diario, en todas mis actividades, como ganado porque todos
los demás lo aceptan y porque definitivamente pienso que las mayorías deciden y lo
hacen con enorme sabiduría y razón.
35. Acepto el sistema sin plantear ninguna objeción. Acepto además, cerrar los ojos
ante todo esto y no formular ninguna oposición verdadera, porque estoy demasiado
ocupado con mi subsistencia y con el resto de mis preocupaciones. Incluso acepto
defender a muerte este Nuevo Contrato Social si cualquier persona me lo pide o si
alguien lo ataca.
De esta manera, los “inadaptados” sociales, los que no pueden entrar en la sociedad de
consumo, ni son objetos de consumo (Bauman, 2005), pasan a la máquina de la anomia social
(Durkheim, 2004): máquina trituradora del lazo social. No obstante, la constante paradoja de
nuestra sociedad postmoderna, sumun de la contradicción social, le niega el derecho al
suicidio a todos aquellos que considera escoria: al fin de cuentas, todo grupo social necesita de
un chivo expiatorio.
Por su parte, la Corte Internacional de los Derechos Humanos considera el derecho a la
vida como el primero en la lista, pero es el primer derecho que solemos violentar, gobierno y
sociedad en conjunto, por lo que la naturalización de la violencia se ha vuelto materia a ser
enseñada en el currículum oculto de las escuelas, junto a su contracara visible de Civismo y
Ética. La doble moral, la ética “de escritorio”, van dejando en nuestros niños y jóvenes una
paradoja existencial de la que pocos pueden escapar airosos, y la que muchos denuncian con
su intento de suicidio, el vacío existencial que nos está dejando como humanidad. Hoy más
que nunca es vigente el libro de Fromm ¿Tener o Ser? (Fromm, 1982) y que Bauman actualiza
(2007): quien no esté jugando el juego de descartar y excluir no formará parte de esta

121
sociedad, sino de una infra-clase y éstos son “fallidos consumidores” o “inútiles”; los
excluidos del mundo consumista generan así, sensaciones de miedo, peligro y, por tanto,
desconfianza, como si se tratara de humanos des-conocidos.
Así, van quedando fuera los viejos dependientes, los enfermos caros, los niños
estorbosos, los jóvenes rebeldes, los gordos asquerosos, los feos que atentan contra la estética
del régimen, en fin, los diferentes. La pregunta debería ser ¿por qué los diferentes? ¿Diferentes
de qué, de quiénes? Los “diferentes” no encajan en el mercado de consumo, que requiere ser
lo más homogéneo posible, para reducir aparentes costos. Se dice que homogenizar es más
barato, pero en términos de salud mental, no es más barato, pero sí más simple. Darle el
mismo antidepresivo a todos los suicidas puede no ser más barato, pero sí mucho más
simplista. Estudiar psiquiatría para convertirse en una máquina de expedir recetas, es lo que
conviene a un sistema que procura atender un mínimo de cuatro pacientes por hora. La clínica,
la seria práctica clínica, se ha reducido al homogéneo esquema mercantilista de la línea de
producción. La individualidad no importa, es más, estorba. Lo complejo no encaja en los
simplistas procesos de certificación de calidad ni en las inalcanzables metas de los programas
estatales.
A favor de todo esto tenemos los medios de comunicación que se han encargado de
familiarizarnos tanto con la violencia y la sangre, que ha pasado a ser el pan de cada día, en
nuestra mesa o en la comodidad de nuestra cama. Ya nadie se asombra ni se estremece ante la
nueva masacre ocurrida. Podemos comer y leer el periódico sin que nos den nauseas, porque
ya nada nos importa, en verdad. El otro no existe, como tal, de carne y hueso, con sentimientos
iguales a los nuestros. El otro nos es muy lejano. El otro es un Otro desdibujado, casi invisible,
que se procura mantener lo más lejos posible para que no nos moleste. No nos metemos en
“sus cosas”; no defendemos sus derechos, ni damos la cara por él/ella. El respeto a la
individualidad se ha vuelto nuestro principal valor a defender. Es decir, defenderemos el
individualismo hasta con nuestra vida, para que nadie se meta en ella, pero lloraremos
amargamente el día que necesitemos de alguien y nos demos cuenta que estamos solos/as. Tan
solos/as como hemos dejado a todos esos “otros” todos estos años de nuestra existencia,
creyendo que vivimos en un mundo que nos pertenece y que no necesitamos de nadie más. El
ser humano posmoderno, se ha erigido como un monstro inmaduro que confunde
individuación con individualismo, libertad con irresponsabilidad, hogar con bunker, soberanía

122
con autoritarismo y derecho con aniquilación.
Además, la inmadurez del ser humano actual, lo ha llevado a claudicar su deseo en pos
de la oferta y se ha vuelto un eterno aburrido dependiente de que el mercado lo entretenga y le
ponga límites, porque no sabe cómo autorregular sus necesidades más básicas. A cambio de
que “le resuelvan” la vida, siempre piensa que puede ser comprar la solución a sus problemas
en algún escaparate y, el día que no la encuentra, entonces le invade el horrible miedo del
sinsentido de la vida. Sin lugar a dudas, la frustración o la postergación de la satisfacción es lo
que principalmente evita el ser humano postmoderno, porque es lo que mueve al mercado.

¿Qué tenemos y de qué carecemos?


En prevención, tenemos muy pocos recursos diseñados y estandarizados para nuestra
población, en donde esté científicamente probada su eficacia. Uno de los graves problemas
que tenemos en México es que las estrategias de prevención y atención a la problemática del
suicidio (y otras) no suelen ser evaluadas y, por tanto, no conocemos su eficacia ni su
eficiencia para atacar el problema. Contamos con algunas estrategias de prevención dirigidas a
jóvenes, docentes o padres, fielmente evaluadas, pero son poco difundidas y, en muchos casos,
no exclusivas para atender el fenómeno del suicidio.
Por otro lado, a nivel nacional tenemos varios programas estatales o municipales de
prevención, pero que no trabajan vinculadamente, no teniendo en cuenta una relación inter ni
trans-institucional. De esta manera, se malgastan los recursos en pequeñas estrategias
desvinculadas, que en el mejor de los casos, se superponen, pero que en algunos casos, incluso
se estorban mutuamente. Asimismo, se ignoran o ni si quiera se conocen las recomendaciones
que se realizan desde la academia. La investigación nacional se encuentra generalmente
desvinculada de las políticas estatales de prevención, por lo que, en el mejor de los casos, estas
políticas suelen estar fundadas en “buenas intenciones”, pero no en un conocimiento
científico.
En otra arista del poliedro del problema tenemos poca o nula capacitación brindada a
los medios de comunicación, los cuales son en demasiados casos, los principales responsables
del llamado contagio (o efecto Werther) del suicidio. No obstante, aun cuando exista dicha
capacitación, los medios de comunicación suelen responder a otros intereses del sistema en los
que la formación y el cuidado de la ciudadanía no se encuentran entre sus prioridades. Ni

123
siquiera, se tienen en cuenta las recomendaciones generadas por la Organización Mundial de
la Salud (OMS, 2000) para tal fin.
Si nos ocupamos ahora del asunto de la atención a la conducta suicida, nos
encontramos con muy pocos o nulos recursos para la atención en crisis y de emergencia. Hay
que mencionar que no todos los estados cuentan con líneas de atención a crisis psicológicas y
ninguno cuenta con una línea exclusiva para la atención del suicidio, como sucede en otros
países de Latinoamérica, tan solo. Asimismo, hay que recordar que el presupuesto de salud
mental suele corresponder a el 1 o 2% del ya magro presupuesto para la salud.
En cuanto a la atención personal, nos encontramos con modelos y horarios desfasados
e insuficientes para la atención oportuna. Si tuviéramos en cuenta las investigaciones que nos
dicen que el suicidio se presenta principalmente en horarios nocturnos y de fines de semana,
no podemos comprender cómo es que los servicios de atención (que están siempre saturados,
además), sólo se brinden de lunes a viernes en un horario de 8 am. a 4 pm. Asimismo, estos
centros de atención suelen contar con poco personal y muy pocos recursos para intervenir. En
la mayoría de los casos, se brinda una atención casi exclusivamente farmacológica, porque los
psicólogos suelen ser pocos y no alcanzan a cubrir la demanda. Por otro lado, las
problemáticas de la población suelen ser excesivamente complejas desde el punto de vista de
riesgos psicosociales, y el departamento de Trabajo Social (si es que existe) suele contar
únicamente con una persona que, de manera entendible, no alcanza a cubrir ni un mínimo
indispensable del diagnóstico y atención necesaria para la familia. En demasiados casos, todo
queda en manos de la “buena voluntad” del profesional, pasante de servicio social o voluntario
que se encuentre trabajando.
Por si fuera poco, para los casos en los que es estrictamente necesaria la internación, no
se cuenta en todo México con una sola clínica u hospital dedicado a la atención exclusiva del
paciente suicida. Los hospitales psiquiátricos suelen ser el lugar donde se canalizan un
sinnúmero de pacientes enfermos mentales, que en nada se parecen entre sí, pero que es en
donde los suicidas deben permanecer hacinados. Por otro lado, dichos hospitales psiquiátricos
suelen encontrarse sólo en las capitales o ciudades más grandes del estado (y, en el mejor de
los casos, hay uno solo por estado). Para el caso de los menores de edad, la situación es aún
peor, porque a nivel nacional sólo existe un hospital psiquiátrico infantil, que se encuentra en
la Ciudad de México y al que es prácticamente imposible acceder.

124
Por último, si tomamos en cuenta la atención en postvención, podemos decir que
prácticamente es nula. Algunos estados la incluyen como parte de su servicio de atención a la
población, pero sólo cuando la familia lo solicita y, en general, no es un derecho conocido por
la población, lo cual dificulta aún más el alcance.
En el terreno de la investigación nos encontramos con que está centralizada (en la
Ciudad de México y el área metropolitana), descoordinada e insuficiente a nivel nacional, así
como desvinculada de los programas de salud, en la mayoría de los casos, como ya se había
mencionado. No obstante, tenemos algunos instrumentos de detección de riesgo, pero con
poca difusión.
La investigación suele ser aislada y es prácticamente nula la investigación conjunta con
otros países de América Latina o con realidades similares a la nuestra. Por si fuera poco, el
presupuesto para realizar investigación es muy poco y, en algunos casos, mal distribuido. Por
último, también tenemos cifras poco confiables, maquilladas o manipuladas por diferentes
intereses políticos o particulares. Por ejemplo, desde hace algunos años, a nivel nacional el
Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) ya no reporta las cifras del suicidio
infantil (menores de 10 años).
En cuanto a la capacitación, el panorama no es mucho más alentador. Es cierto que
contamos con diplomados, cursos, congresos y foros donde los profesionales pueden
capacitarse, siempre que sus ingresos se lo permitan o tengan la oportunidad de acceder a
becas. La realidad es que contamos con poco personal capacitado fehacientemente para la
atención del fenómeno a nivel privado. En cuanto al sector público tenemos instituciones
sociales y de salud con personal poco o nulamente capacitado para detectar y atender los
pacientes en riesgo. Asimismo, el personal es muy mal pagado y esta paga no les alcanza para
inscribirse en cursos de capacitación (mucho menos para la supervisión). En contraparte,
tenemos demasiadas instituciones educativas de nivel superior que egresan profesionales de la
salud (principalmente psicólogos) muy mal capacitados para la atención clínica de pacientes.
Todo lo anterior linda con la ética profesional si pensamos que es obligación del
psicólogo estar en constante capacitación y supervisión de su práctica (al menos en los
primeros años de la clínica). También es obligación de las instituciones de salud brindar los
recursos mínimos indispensables para que los profesionales puedan operar en aras de brindar
una atención con un mínimo de calidad humana. No obstante, sabemos muy bien que esto no

125
se da en la gran mayoría de todas nuestras instituciones de salud púbica, y en todos los niveles.
Por el contrario, las violaciones a la ley y la falta de ética pública y/o profesional, son el pan
de cada día, donde la salud es otro derecho humano mercantilizado.
En conclusión y pasando ahora al plano de las políticas públicas de salud, podemos
decir que si bien tenemos un grave problema de salud pública (afortunadamente asumido
como tal), al no tener un presupuesto acorde al tamaño del problema, no se pueden operar los
programas existentes de manera adecuada. Y, cuando existe el presupuesto, se piensa que con
hacer una única campaña de prevención o atender bien un trienio, el problema estará resuelto,
pero la verdad es que una problemática psicosocial necesita del seguimiento continuo de
muchos años de duro esfuerzo ininterrumpido como lo han sido las campañas de prevención
del SIDA o el cólera.
Este sistema se produce y reproduce gracias a que los profesionales que laboran se
encuentran muy poco capacitados como para conocer qué deberían estar haciendo en verdad y,
sobre todo, el cómo. Asimismo, existe muy poco trabajo en red intra e intersectorial (privado-
público). Hay que mencionar que, aunque algunos estados cuentan con una llamada Red
Interinstitucional de prevención de Suicidio, no suelen ser organizaciones que funcionen como
deberían de funcionar porque las conforman personal enviado por sus superiores, pero que no
tiene el compromiso ni la capacitación para hacerse cargo de la seriedad que requiere el
fenómeno.
También hay que mencionar que existe una excesiva mercantilización de la salud
mental, donde el medicamento psiquiátrico (de costo excesivamente elevado) se pretender
presentar como el único (o el mejor) tratamiento posible, cuando en verdad estamos ante un
problema que no es exclusivo de la salud, sino fundamentalmente social. Así como la gente no
entra en crisis de lunes a viernes y de 8 a 4, los medicamentos no solucionan los problemas
familiares por falta de recursos económicos, los problemas educativos que reproducen la
ignorancia, los problemas de inseguridad por la falta de Ley, etc. Pensar que con dar un
medicamento estamos dando “tratamiento” a un problema psicosocial es demasiado ingenuo y
reduccionista. En el mejor de los casos, los medicamentos funcionan como tantos otros
programas de intervención que suelen ser “apaga-incendios” cuando la situación se pone muy
grave a nivel político. Es decir, no se ataca nunca el origen del problema. El suicidio pasa a ser
la “papa caliente” que nadie quiere atender realmente. El suicidio es el tema incómodo, cuya

126
mala atención se solapa en que prácticamente no existe legislación sobre los procesos de
atención, ni sobre la profesión del psicólogo.

Conclusiones y propuestas

En conclusión podemos resumir que no tenemos una instancia con verdadero impacto a nivel
nacional encargada de dar seguimiento, vigilancia y coordinación (observatorio) a las
propuestas y proyectos o acciones concretas que atiendan directamente a la población en
riesgo.
Tampoco contamos con una política de salud pública permanente y con un mínimo de
presupuesto para operar, ni proyectos con medición de impacto.
No tenemos una descripción del problema a nivel regional ni unos servicios de salud
más ad hoc a nuestras necesidades sociales.
Es por eso que necesitamos una estrategia de proyección de vida y salud a escala
personal, familiar, institucional y social; donde participe toda la comunidad y todos los niveles
de gobierno, pensando desde cambios mínimos a máximos, a corto, mediano y largo plazo;
integrando datos científicos y empíricos.
Es decir, necesitamos co-responsabilizarnos y hacer cumplir la Ley y los derechos.
Necesitamos investigar e intervenir, prevenir y atender, pero también capacitar. Es
decir necesitamos lanzar una INVESTIGACIÓN-ACCIÓN-PARTICIPATIVA permanente en
cada uno de nuestros estados.
Porque debemos dejar de ver el suicidio como una problemática únicamente individual
o intra-psíquica, y debemos crear instancias competentes y dotarlas de mecanismos efectivos,
recursos económicos y humanos competentes, que permitan llevar a cabo investigación,
capacitación, y acciones de: promoción de la salud, prevención, atención y postvención,
aunada la capacitación y la investigación antes mencionada.
En promoción de salud se necesitan abrir un mayor número de espacios de salud
(Goldstein, 1998), porque la salud es un bien que puede producirse en ciertos espacios, así
como hay espacios que producen distinto tipo de enfermedades. Espacios de juego, de diálogo,
de estudio, de compartir tradiciones, etc. Espacios donde la interacción humana conduzca al
desarrollo del potencial de cada persona; donde se potencie la salud y donde compartir,
escucharnos y vernos, sea la norma. Este tipo de espacios pueden ser creados en cada colonia,

127
sin demasiado presupuesto y sin demasiados profesionales porque es algo que puede ser
guiado por los mismos líderes comunitarios previamente capacitados.
Por otro lado, necesitamos educar en estilos de afrontamiento más saludables, tanto
padres como maestros. Porque la educación de los niños y los jóvenes es algo que no le
compete únicamente a la escuela sino a los padres. En realidad, nos compete a todos como
sociedad, pero lo hemos depositado únicamente a la escuela. Los padres, que el sistema obliga
a trabajan todo el día, depositan la formación de sus hijos en la escuela, las niñeras, las
guarderías o, en el mejor de los casos, en la familia extensa. Educar a los niños y adolescentes
para tolerar la frustración y ser creativos; educar para encontrar soluciones sanas a los
obstáculos y problemas que la vida nos va poniendo; enseñar con el ejemplo (la mejor forma
de educar) que los fracasos son oportunidades para mejorar nuestros recursos y estrategias y
no callejones sin salida; enseñar que las pérdidas son la contracara de que sí hemos tenido algo
o alguien a quien amar. En este sentido, los maestros y maestras de todos los niveles
educativas, tienen mucho trabajo que aportar, a partir del afrontamiento de problemas
educativos, a partir de la estimulación de la reflexión y el pensamiento.
Asimismo, a través del sistema educativo, pero también a través de los padres y la
sociedad en general, se hace imperiosamente necesaria lanzar una campaña de alfabetización
emocional, como parte de las estrategias de promoción de la salud. El enorme
empobrecimiento del lenguaje y el léxico, a partir del mal uso de la tecnología, ha provocado
(entre otras cosas), un gran analfabetismo emocional. Los jóvenes (peor aún los niños) no
saben nombrar lo que sienten. No se trata sólo de un problema de alexitimia (incapacidad para
distinguir lo que se siente), sino de una incapacidad para “nombrar” lo que se siente. El dolor,
el miedo, la tristeza, el enojo, el amor, la alegría, en fin, las emociones básicas en su mayoría,
no se nombran como tal y, por tanto, no pasan por la palabra. La palabra que simboliza y
media la acción. La palabra que vincula y comunica. La palabra que conceptualiza e incluye
en la cultura y produce lazo social.
Por otro lado, también dentro de la promoción de la salud, es posible evitar el suicidio
infantil, ayudando a desarrollar en los niños el concepto de muerte. En muchos casos, el
suicidio infantil se debe a un concepto de muerte en proceso de desarrollo, donde el niño no es
consciente de que la muerte es irreversible. Es posible ayudar al desarrollo de este concepto de
muerte, cada año en la escuela, con la elaboración de los altares de muertes. Es un momento

128
privilegiado que los mexicanos tienen y que, sin embargo, pasa desapercibido como momento
ideal para esta enseñanza de la vida. Asimismo, la familia puede trabajar este concepto con la
muerte de una mascota o de cualquier ser vivo. La vida está rodeada de muerte y, ejemplos
para trabajar, son lo que sobra. El asunto es aprovecharlos.
Desde el punto de vista de la prevención, tenemos que tomar en cuenta que existen
tres niveles: primaria, secundaria y terciaria, o desde otra clasificación, universal, selectiva e
indicada. Este tipo de estrategias deberían liderarse principalmente a través del Plan Nacional
de Salud, en donde cada uno de los estados y municipios realicen las acciones indicadas, pero
más pertinentes a su realidad. Así, por ejemplo, brindando Capacitación, estaríamos
trabajando en prevención primaria (o universal) o secundaria (dependiendo de a quién va
dirigida la capacitación). Por otro lado, cuando se brinda la atención necesaria a una persona
que ha tenido un intento de suicidio, estamos trabajando en prevención secundaria, porque lo
que se estará buscando es evitar que el suicidio se concrete. ES decir, el problema ya está
presente (la ideación suicida, por ejemplo) y lo que estaríamos previniendo es el suicidio
consumado.
En cuanto a la intervención, hay que tener en cuenta que no puede ser únicamente
individual. La sociedad tiene muchos niveles y el suicido es un fenómeno social también, no
nada más un asunto individual. La intervención individual, es sólo una pequeña parte del
problema, aunque no por eso, menos importante. La intervención social tiene otros niveles
como son la pareja, la familia, el grupo de amigos o colonos, el nivel institucional, el
organizacional (no son lo mismo), el comunitario y el social (Gómez del Campo Estrada,
1999). Al igual que con las adicciones o la violencia, es importante intervenir en la familia,
porque si la dinámica familiar sigue siendo la misma, las probabilidades de recaída son muy
altas. Lo mismo, con el entorno social inmediato (grupo, comunidad, escuela, etc.). Y lo
mismo a nivel social (el más difícil de todos los subsistemas): porque una sociedad sin Ley
está condenada a la autoaniquilación, a través de las diferentes formas de violencia, donde el
suicidio es tan sólo una de ellas.
Por último, tenemos la postvención, la cual no es otra cosa que una prevención
terciaria con intervención a nivel familiar, grupal o institucional. Prevención terciaria, porque
se trata de evitar el suicidio de otro miembro de la familia, grupo o institución, una vez que ya
se ha producido uno. Si sabemos que, una vez que se produce un suicidio, tenemos un mínimo

129
de seis personas directamente afectadas, pero que este número podría ser mucho mayor
dependiendo de los lazos del sujeto fallecido y de su inserción social, ¿Por qué no se brinda
esta atención con mayor frecuencia para evitar los “contagios”? En muchos casos, no se brinda
por ignorancia o por miedo (fundado en mitos, en demasiados casos), en otras por falta de
presupuesto y, en otras, por falta de interés político. Porque la prevención, generalmente, no
arroja datos inmediatos con réditos políticos que se pueda capitalizar para la siguiente
campaña partidaria.

Promoción de la
Prevención Atención Postvención
salud

Crear
espacios de Primaria Individual Familiar
salud para
todas las
edades
Institucional/o
Pareja y
Secundaria rganizacional
familia
Educación en
estilos de
afrontamiento
saludables Comunitaria
Terciaria Grupal

Alfabetización
emocional
Institucional/o Atendidos por
rganizacional
profesionales
Trabajar Escuela capacitados/a
concepto de Trabajo s
muerte Comunidad Comunitaria

Debemos tener en cuenta que si “la salud es el completo bienestar bio-psico-social”,


entonces, la salud mental no puede ser un lujo y debe estar incluida en nuestros servicios de
salud, en igual proporción que la salud física. Porque la Salud es un derecho y, exigirla, una
obligación.

130
Antes de finalizar es necesario rescatar que, en aunque sean casos aislados, sí tenemos
profesionales trabajando en todos los sectores, con muy buenos resultados a diferentes escalas;
voluntarios/as comprometidos/as y deseosos/as de apoyar y trabajar; personalidades aisladas
de gobierno comprometidas con la realidad social; y una Asociación Mexicana de
Suicidología A.C. con capacidad para brindar capacitación, investigación y difusión, y con
interés de trabajar en conjunto con las instancias de gobierno y la sociedad civil que sean
pertinentes.
Trabajemos juntos, entonces, y así unamos fuerzas.

Fuentes bibliográficas

Althusser, L. (2003 [1969]). Ideología y aparatos ideológicos del estado. Buenos Aires:
Nueva Visión.
Anónimo (marzo de 2009). Esquina Montevideo. Recuperado el 20 de octubre de 2013,
de El Nuevo Contrato Social del Siglo XXI:
www.slideshare.net/esquinamontevideo/nuevo-contrato-social-siglo-xxi-1151322
Bauman, Z. (2007). Vida de consumo. México: Fondo de Cultura Económica.
Bauman, Z. (2005). Vidas desperdiciadas. La modernidad y sus parias. Buenos Aires:
Paidos.
Durkheim, E. (2004). El Suicidio. Mexico: Gruipo Editorial Tomo.
Fromm, E. (1982). ¿Tener o Ser? México: Fondo de Cultura Económica.
Goldstein, S. (1998). La Salud Comunitaria, un lugar para la Psicología. En L. Giménez,
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de Comunicación. Ginebra: Organización Mundial de la Salud.
Peláez, S. (2009). La Prevención del Suicidio en Uruguay. XXV Congreso Mundial de
Prevención de Suicidio. Montevideo: IASP.

131
Dispositivo psicoanalítico en instituciones: una invitación a tomar la palabra
para quienes decidieron no hablar más y fallaron

María de los Milagros Morales Vázquez


Julieta Ábrego Lerma
Tania Barbudo Segura

Introducción
El suicidio: el concepto y su origen en el lugar de la civilización
Este trabajo se plantea como una propuesta de intervención clínica destinada a atender, desde
un enfoque psicoanalítico, la dimensión singular de actos vinculados con la agresión en
nuestro contexto, tal es el caso del suicidio y las autolesiones, manifestaciones que colocan en
riesgo al sujeto que los realiza, aproximando su cercanía a la muerte. Se trata de expresiones
que han ganado terreno en la actualidad y cuya incidencia se ha incrementado de manera
preocupante, situación por demás compleja y problemática que impele ser investigada y
atendida en sus diversas implicaciones.
El término suicidio proviene del latín sui (de sí) y cidium, del verbo caedere (abatir,
cortar, matar) (Real Academia Española, 2001; Larousse, 2012). En la mayoría de las lenguas
occidentales (romances y anglosajonas), el término apareció entre los siglos XVII y XVIII
sustituyendo la formulación “muerte voluntaria” que conllevaba la idea de crimen contra sí.
Mientras que en las sociedades antiguas y primitivas el suicidio denotaba cierto carácter
heroico, en las sociedades occidentales, impregnadas por la religiosidad católica, prevaleció
durante largo tiempo la referencia a un acto moralmente condenable (Roudinesco y Plon,
2006). No fue sino hasta la segunda mitad del siglo XIX que el término “suicidio” comenzó a
reflejar el carácter patológico del acto por el cual alguien se retira la vida al tiempo que se
retira de la vida. Este cambio de significación no ocurrió sin la intervención de un saber que
hiciera del suicidio el objeto de estudio de una ciencia empírica. En 1897 Émile Durkheim
(2002) fundaba la sociología moderna al hacer del hecho social un objeto de la ciencia
sociológica naciente, y del suicidio una de sus expresiones.

132
En franca ruptura con la teoría de la degeneración hereditaria, Durkheim demostró que
la raza, la psicología, la herencia, la insalubridad y la degeneración moral, no son los factores
determinantes del acto suicida. Ubicando en el espacio social los atributos inherentemente
humanos, Durkheim (2002) hará recaer el peso del suicidio sobre la sociedad, en un eje
trasversal y multifactorial, y desarrollará una nueva categoría causal que ubicará en la
intersección entre el individuo, miembro de un grupo, y su sociedad: la anomia. Esta forma de
leer los fenómenos humanos, a partir de categorías que ubican los rasgos inherentemente
humanos en el ámbito de las colectividades, constituye la base epistemológica del paradigma
de la sociología, que en el mismo movimiento por el que se fundó, inspiró a las demás
disciplinas sociales. 19
No es anodino traer a cuento las elaboraciones de Durkheim a propósito del suicidio en
nuestra época que está más marcada por los efectos del olvido que por los de la memoria. La
hipótesis durkheimiana establece una correlación entre el suicidio y la solidez del lazo social;
entre más fuerte sea el lazo social, menos suicidios anómicos habrá en una sociedad. El
suicidio es el acto de un individuo, pero es correlativo de su sociedad en la medida en la que
devela la disfunción de los vínculos que ésta, la sociedad, ofrece a sus miembros para
mantenerlos en comunidad: “Llegamos pues a esta conclusión general: El suicidio varía en
función inversa del grado de integración de los grupos sociales de los cuales el individuo
forma parte” (Durkheim, 2002: 78). Con la categoría anomia, Durkheim remite a la soledad
del individuo, aislado respecto de su grupo, no como percepción subjetiva, sino como
correlato del aflojamiento, multifactorial o multivariable, del lazo social.
El planteamiento resulta relevante en nuestra época del amanecer del siglo XXI por
varias razones. La primera, y de mayor peso, es el alarmante aumento en el número y la
frecuencia de suicidios que a nivel mundial y local se registra oficialmente desde las
instituciones de salud pública y de seguridad social. Bajo el rubro de “local” o “regional” cabe
ubicar, dentro del subcontinente americano, a México, y dentro del país, tanto a la Península
de Yucatán, como al estado de Campeche y más específicamente a Ciudad del Carmen.

19 Otra categoría que tuvo menor éxito, pero que ilustra muy bien la localización de la causalidad en el terreno de
la sociedad es la de “consciencia colectiva” (Durkheim, 1998). La psicología social parte de una noción
equivalente, formulada y desarrollada por W. Wundt, quien fuera maestro de Durkheim: el “alma de los
pueblos” (Wundt, 1990).

133
El fuera de lugar del organicismo causal y el fuera de tiempo de las evaluaciones
psicológicas: el sujeto excluido
El planteamiento durheimiano resulta relevante también por otras razones: como lo habíamos
señalado, descarta como factor causal tanto un determinismo biológico que sería hereditario,
como aquellas cualidades monosintomáticas inherentemente psicológicas. ¿Qué significa esto?
Por un lado, que no hay nada escrito en el organismo del sujeto humano que lo destine al
20
suicidio, o a la depresión que supuestamente lo antecedería. Por otro lado, significa que no
hay manera de establecer un correlato entre un estado emocional y un acto. Quizás sea por
esto último que los psicólogos que buscan la causa universal del suicidio no hayan encontrado
aún el perfil del suicida. Lo sorprendente es que en vez de renunciar a dicha búsqueda, fallida
desde los términos mismos, hayan optado por recurrir a la genética o a la evaluación de la
personalidad post-mortem.
Más de un siglo después de Durkheim, se busca en la biología la causa del suicidio: el
gen SLC6A15 sería el responsable de los suicidios y de la gran epidemia de depresión que
ensombrece nuestro mundo (Binder, 2011). Tal como ha sido en lo que respecta al estudio
genético de los estados afectivos convertidos en “trastornos”, el gusto por tal hallazgo no duró
mucho tiempo, puesto que tiempo después se descubrió que además de este gen en el
21
cromosoma 12, hay por lo menos otros 56 involucrados en la depresión. Tales resultados
muestran la gran dificultad en la que se encuentran los científicos que a toda costa quieren
ubicar en algún lugar del cuerpo la causa del sujeto. Tal afán ha conducido a una
sobreproducción de artículos científicos que muchas veces - 99% según el epidemiólogo
estadounidense John Ioannidis - no cumplen con los criterios de verificación necesarios para el
22
establecimiento de una correlación estadística fiable (O‟Connell, 2012). ¿Cuál sería
entonces la prisa por publicar resultados que no se han verificado? Quizás la promesa del
rendimiento económico que dejaría la venta del producto farmacéutico que pondría fin al
malestar del sujeto sin tomar en cuenta ni al sujeto sufriente ni a su peculiar modo de

20 No todos los suicidios son movilizados por la tristeza del sujeto, muchas veces encontramos pasajes al acto en
episodios más bien maníacos, e incluso festivos.
21 Según la revista Molecular Psychiatry de mayo de 2011, había en ese entonces 78 publicaciones científicas
que, en total, describían 57 genes asociados a la depresión (Barthélemy, 2013).
22 “… teníamos 10 000 publicaciones por año que hablaban de uno o muchos genes que alguien encontraba
importantes en el caso de enfermedades genéticas. Los investigadores pretendían que habían encontrado el gen de
la esquizofrenia o del alcoholismo o de no sé qué, pero insistían muy poco en la reproducción de sus
descubrimientos” (Ioannidis, en O'Connell, 2012).

134
implicarse frente a su síntoma. Habrá que encontrar un nuevo sustituto del Prozac ©, que
ahora sí, pueda sostener la promesa de felicidad sin necesidad de que el sujeto hable para
desplegar algo del sufrimiento que lo habita, sin que tenga que implicarse en aquello que le
ocurre.
El procedimiento de la autopsia (o necropsia) psicológica, no es menos
desconcertante: consiste en establecer los rasgos de personalidad del sujeto suicidado a partir
de las respuestas que sus familiares y conocidos dan a varios cuestionarios de opción múltiple.
Este procedimiento es empleado en Canadá, Finlandia, quizás en otros países bajo otros
horizontes, y en ¡Ciudad del Carmen!
A mediados de la primera década del siglo XXI, el Estado Francés impulsaba el
tratamiento del sufrimiento psíquico mediante las Terapias Cognitivo-Conductuales, al mismo
tiempo que promocionaba la autopsia psicológica. Se asistía entonces a la duplicación de un
mismo movimiento, de una misma lógica. Las Terapias Cognitivo-Conductuales excluyen la
dimensión del psiquismo: son terapias, no psicoterapias, y se enorgullecen por no recurrir ni al
psiquismo, ni al inconsciente, ni a la transferencia. Se guían por el comportamiento y el
conocimiento; un comportamiento que se observa y un conocimiento que se declara
transparente a sí mismo en la práctica de los cuestionarios (Alberti, Mahjoub y Miller, 2006).
Estas terapias se caracterizan por ser complementarias al tratamiento farmacológico y por ser
de duración “breve”. Por otra parte, la autopsia psicológica es presentada como un “útil de
investigación en prevención”, destinada a reconstituir el trayecto psicológico, social y médico
de una persona suicidada con el fin de agrupar los datos generalizables a una población
definida. Según los autores del peritaje sobre suicidio realizado en Francia en 2005, con el
mismo se buscaba “indagar si la autopsia psicológica permitía identificar factores de riesgo del
suicida así como su interacción con los factores biológicos y genéticos susceptibles de ser
asociados a las conductas suicidas” (INSERM, 2005: XI).
Inicialmente, este procedimiento era usado con fines médico-legales frente a los casos
de muerte sospechosa donde el suicidio era una de las causas posibles. Recordamos a este
respecto, el peritaje de la muerte de la abogada y activista social mexicana Digna Ochoa. El
perito responsable dictaminó a favor del suicidio a partir de una impresión diagnóstica de
“desequilibrio emocional” que elaboró en función de los libros que la abogada tenía en su

135
23
despacho y de las amenazas de muerte que recibió durante los días anteriores a la misma.
Los defensores de la autopsia psicológica sostienen que el instrumento prueba que el 90% de
los suicidados sufrirían trastornos mentales, e incluso, que muchos de ellos habrían estado
deprimidos. Lo que vale la pena señalar es que tales diagnósticos se realizan una vez que el
sujeto ya no tiene más nada qué decir, porque está ausente. En palabras del psicoanalista
francés Jean-Claude Maleval:
…gracias a la autopsia psicológica y al tratamiento estadístico que posibilita, las causas
del suicidio pronto serán reveladas con total limpidez porque los suicidados ya no
vendrían a alterar los estudios. De hecho, el suicida ya no es digno de ser un sujeto de
estudio: para la autopsia psicológica, mientras no haya tenido éxito en su suicidio,
sigue siendo un obstáculo epistemológico (Maleval, 2006: 21).
Ambos procedimientos parten de una condición: no hace falta la presencia del sujeto;
puede estar sólo su cuerpo (vivo o muerto), o ya muerto, el lugar que antes ocupaba su
silencio, puede ser despojado por la palabra de aquellos que lo conocieron.

La alarmante prevalencia y el rápido crecimiento del suicidio. Algunos datos reveladores


y una interrogante
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2012 se registraron poco menos de 3
000 suicidios diarios en el mundo. Además, se calcula que por cada suicidio culminado habría
por lo menos 20 intentos truncados (OMS, 2012). Por lo menos desde 2010 esta cifra se
mantiene más o menos constante: 1 000 000 de suicidios por año; 80 000 al mes; 20 000 por
semana; 3 000 al día; 120 por hora; y 2 por minuto. En los últimos 45 años la tasa de suicidio

23 El caso de Digna Ochoa es mundialmente reconocido, mientras aún vivía fue llevado a la Corte
Interamericana de Derechos Humanos. El proceso de esclarecimiento de las condiciones de su muerte estuvo
plagado de irregularidades jurídicas y periciales que condujeron al dictamen de muerte por suicidio. Digna Ochoa
era abogada y defensora de derechos humanos, trabajaba en el Centro de Derechos Humanos Agustín Pro Juárez
(fundado por la Compañía de Jesús). Desde 1995, que tomó los casos de supuestos miembros del Ejército
Zapatista de Liberación Nacional, comenzó a recibir amenazas. En octubre de 1999, tras el asesinato de un
miembro del Frente Zapatista de Liberación Nacional, en una cárcel de Tijuana, la abogada comenzó a ser
hostigada: fue secuestrada durante varias horas y amenazada de muerte. Ese mismo año, partió en exilio temporal
a Estados Unidos, tras haber sido agredida en su domicilio. Volvió al país en 2001 y fue asesinada el 19 de
octubre del mismo año en su despacho. Llevaba los casos de los hermanos Cerezo Contreras (acusados de
pertenecer a las Fuerzas Armadas Revolucionarias del Pueblo) y a los indígenas ecologistas de Guerrero
(Teodoro Cabrera y Rodolfo Montiel, miembros fundadores de la Organización de Ecologistas de la Sierra de
Petatlán y de Coyuca de Catalán -OCEP-) encarcelados tras haber sido torturados por el ejército. El caso de
Digna, fue llevado por la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal - PGJDF-. El perito, experto en
“salud mental”, determinó que Digna se suicidó. Elaboró una impresión diagnóstica post-mortem a partir de los
objetos que se encontraban en su despacho, específicamente una antología de poemas sobre la muerte. (Ábrego,
2008).

136
ha aumentado en 60% a nivel mundial. Siguiendo este cálculo, se estima que en 2020 haya un
millón y medio de suicidios.
En México, el suicidio es la segunda causa de muerte en la población de 10 a 24 años y
la tercera entre los adolescentes de 15 a 19 años de edad (INEGI, 2012). Mientras que en 1926
se contaron 52 casos de suicidio en todo el país (ibíd.), en 2010 se registraron 5 012. Entre
1970 y 1991, la tasa de suicidios se incrementó de 1.13, a 2.55 por cada 100 000 habitantes, es
decir, un 125 % (ibíd.). Y durante las dos últimas décadas (de 1990 a 2010), ese crecimiento
se ha mantenido más o menos estable (95%, al pasar de 2.3 a 4.5 por cada 100 000 habitantes)
(Chávez, 2012).
Tan sólo durante la semana ante-pasada, tuvimos en Cd. del Carmen la desafortunada
noticia del suicidio de dos sujetos. Y, precisamente, un día antes de la redacción de estas
líneas, el 27 de abril de 2013, el Periódico “El Sur” hacía figurar en su página principal
dedicada a Carmen, el siguiente titular: “Campeche en primeros lugares de suicidios a nivel
nacional”, tal como lo indica el Procurador General de Justicia en el estado de Campeche.
(Redacción, 2013). Según la misma fuente, Campeche, Tabasco y Yucatán son los tres estados
con el mayor número de suicidios en el país. Ciudad del Carmen sería la primera o la segunda
entidad a nivel nacional.
Por supuesto, se habla de “motivos multifactoriales”, pero lejos de aludir a una variable
que desde el tejido social tuviera alguna incidencia en tales eventos (lo cual permitiría plantear
alguna posibilidad de intervención), más bien se deja entrever la impotencia para desplegar
algún saber que pudiera dar cuenta de aquello que hace fracasar a la sociedad misma.
Vale la pena tener presente que las instituciones son las estructuras básicas de la
sociedad (Durkheim, 1998). Pareciera entonces que al entremezclar todo tipo de causalidad:
“lo social, económico, cultural y sentimental...” (Redacción, 2013), las instituciones,
silenciadas, fueran incapaces de desplegar algún saber sobre el acto suicida de un sujeto a
partir de su propio testimonio, así como tampoco les ha sido posible interrogarse sobre las
formas del intercambio social que inciden en la configuración de este acto. Frente a esta
lectura que generaliza y universaliza el acto, no hay cabida para pensar en alguna intervención
que tuviera en cuenta al sujeto. Cabe entonces plantear con Durkheim y contra él, una
pregunta: ¿podemos entender que el suicidio es el acto de un sujeto singular que evidencia una
falsa salida a un conflicto verdadero (Real), no alojado por el sujeto mismo, y que al mismo

137
tiempo devela el disfuncionamiento de las relaciones que serían el soporte del material
(Simbólico) para la pregunta que el sujeto no pudo formular?

El dispositivo psicoanalítico. Una propuesta para acoger la falla y hacer de ella el


síntoma que encause al sujeto en su palabra
Si bien podemos inscribir el suicidio en las problemáticas colectivas, es necesario contemplar
que se trata de manifestaciones singulares y que en tanto son emitidas, de forma única, por
sujetos, cada uno le imprime su sello distintivo, por lo que, aunque se trate de expresiones que
comparten similitudes, cada una de éstas tendrá un sentido propio en función de su autor, del
sujeto del acto, de sus anudamientos y desnudamientos.
Dado lo anterior, se torna importante pensar que se trata de expresiones sintomáticas
que dan cuenta que algo ocurre en el orden de lo psíquico que posibilita que sean llevadas a
cabo, aun a costa de poner en riesgo la propia vida. Estas consideraciones llevan a reflexionar
sobre lo fundamental de atenderlas en su singularidad, distantes de todo dispositivo universal,
bajo algún mecanismo que posibilite escuchar y atender los entramados únicos para cada uno
de los implicados, dilucidar sus anudamientos en vías de inaugurar la posibilidad de que el
sujeto se construya mayor claridad sobre sus actos y aquello que los posibilita y así, a través
de pensarse, pueda hacer algo con ello, con esa propia alteridad que se ha vuelto contra el
sujeto, mortificándolo.
El mecanismo de intervención es el Dispositivo psicoanalítico, bajo la propuesta
conceptualizada por Rojas (2008) a partir de una experiencia de trabajo clínico psicoanalítico
en el medio hospitalario en México. Esta autora define el Dispositivo psicoanalítico como el
mecanismo del que el clínico dispone para trabajar con un sujeto en un contexto institucional
bajo el marco psicoanalítico. Se trata de los elementos y prácticas que el clínico puede poner
en marcha bajo un contexto transferencial con el propósito de “dar lugar a la convocación de
la palabra del paciente en lo específico de su singularidad… en el plano del discurso y en la
estructura del deseo… quedando la palabra como un elemento privilegiado de este
dispositivo.” (Rojas y Vega, 2008). Premisa que establece la posibilidad de atender, caso por
caso, los entramados psíquicos de las manifestaciones de un sujeto que en algunos casos se
tornan funestas para él mismo.
Este dispositivo está constituido por elementos de distinto orden en tanto cada espacio
institucional, por sus particularidades y necesidades, trazará, en alguna medida, los elementos

138
a contemplar para conformarlo, de ahí que la autora precise que el dispositivo no es una
construcción que implique procedimientos sistematizados y menos aún que se establezca a
priori, sino que éste se configura a partir del contexto único de cada institución. Ahora bien,
esta propuesta de intervención clínica posee connotaciones de carácter epistemológico que
necesitan ser desglosadas para sustentar la metodología del trabajo. Para ello, retomaremos los
planteamientos que Michel Foucault (1991) formuló sobre el dispositivo:
Lo que trato de situar bajo este nombre es, en primer lugar, un conjunto decididamente
heterogéneo, que comprende discursos, instituciones, instalaciones arquitectónicas,
decisiones reglamentarias, leyes, medidas administrativas, enunciados científicos,
proposiciones filosóficas, morales, filantrópicas; en resumen, los elementos del
dispositivo pertenecen tanto a lo dicho como a lo no dicho. El dispositivo es la red que
puede establecerse entre estos elementos. (Foucault, 1991: 128).

Foucault (1991) señala que el dispositivo posee una connotación estratégica y


metodológica en tanto se estructura a partir de objetivos preestablecidos, en escenarios
específicos con la finalidad de lograr ciertos propósitos; constituye un mecanismo que
posibilita el acceso a un nuevo campo de racionalidad que atenderá aquello que no ha sido
atendido, o bien, que ha sido atendido bajo ópticas distintas, por lo que el dispositivo es, en
alguna medida, un productor de ideas, una vía de aproximación a escenarios o campos del
saber, ya sea para conocerlos, atenderlos, investigarlos, estudiarlos, e incluso pensarlo.
Por su parte, Deleuze (1999) precisó, tomando como referencia lo formulado por
Foucault, que se trata de un mecanismo que alude a un conjunto multilineal conformado por
líneas de naturaleza distinta que no abarcan la totalidad de los sistemas a los que se dirigen (el
objeto, el sujeto, el lenguaje), lo cual sería imposible, más sí pueden entrecruzarse entre ellas.
Se trata de líneas que están sometidas a variaciones de dirección y que por ello se prestan al
advenimiento de lo nuevo: “…una filosofía de los dispositivos es un cambio de orientación
que se aparta de lo eterno para aprehender lo nuevo…” (Deleuze, 1999: 159), lo nuevo no en
cuanto originalidad sino en su sentido de creatividad variable. Para este autor, todo dispositivo
se define por una connotación de novedad y creatividad compuesto por líneas de fisura y de
fractura que posibilitarán que el dispositivo se transforme, se renueve dando lugar a
dispositivos futuros.

139
Es necesario precisar que si bien no es posible delimitar fenomenológicamente la
conformación a priori del dispositivo psicoanalítico, sí es posible considerar algunos de los
elementos princeps que lo conforman, entre ellos: la entrevista clínica, la demanda, la
transferencia, la palabra, la escucha y la interpretación.

La entrevista clínica
Constituye el artilugio que posibilita emprender una primera aproximación clínica a algunos
de los entramados psíquicos de un sujeto. De acuerdo con Mannoni (1973), la entrevista
consiste en: “… un encuentro consigo mismo… con un sí mismo que intenta salir de la
falsedad… y la tarea del clínico es permitir que la palabra sea.” (Mannoni, 1973: 139).
Mediante la entrevista el clínico privilegia dar lugar al despliegue de la palabra del
entrevistado en lo específico de su singularidad.
Así, la entrevista es el medio inicial que permite explorar la dimensión psíquica dando
lugar a la producción de un discurso singular con el que el sujeto historiza su propia vida. Ante
la ausencia de una demanda inicial, la entrevista constituye el mecanismo para convocar el
despliegue de la singularidad del sujeto y develar sus contenidos y mecanismos psíquicos. La
entrevista posibilita crear un espacio inicial en el cual el sujeto, tomado como ser parlante,
atravesado por el lenguaje, puede comenzar a hablar de sí a partir de su relato de vida, con la
posibilidad de generar interrogantes que le producen enigmas y lo lleven a formular una
demanda de atención clínica.

La demanda
Alude a la petición de análisis formulada por un sujeto una vez que ha transitado por las
entrevistas; la demanda de análisis será movilizada por el deseo del sujeto para dotar de
sentido eso que le ocurre y que lo hace sufrir, apareciendo como algo incomprensible,
angustiante y fuera del sentido.
Ahora bien, no todos los que asisten al espacio institucional formularán una demanda
de análisis, ésta sólo tendrá lugar a partir del deseo singular de cada sujeto y será el analista
quien introduzca la posibilidad de que ese sujeto pueda interrogarse sobre lo que le ocurre,
más allá del ánimo de comprender, en vías de otorgarle un significado; así lo cita Chamorro

140
(2011): “Recuerden, la posición de deseo del analista es no significar nosotros sino que
signifique el sujeto…” (Chamorro, 2011: 59).
Por tanto, no todo sujeto entrará en análisis y tampoco se le forzará a hacerlo, lo
emprende el que desee hacerlo, por ello el dispositivo psicoanalítico se formula como una
invitación de análisis, una apuesta por el sujeto del inconsciente estructurado como un
lenguaje.

La transferencia
Desde que Freud advirtió la transferencia, la definió como el mecanismo a través del cual el
sujeto en escucha analítica coloca algo de lo propio en ese que lo escucha. Le supone afectos,
ideas, representaciones, a partir de los propios contenidos psíquicos que no corresponden a la
persona del clínico, sino a la función que cumple. Freud (1976) reconoció que la transferencia
constituye el principal motor de la cura, pero también su principal obstáculo.
Lacan señala que la transferencia se despliega a partir del lugar Otro que ocupa el
analista y funge como artificio para servir de soporte al despliegue de la palabra del sujeto.
Justamente es bajo esta condición que, de acuerdo con Lacan (2006), el sujeto fabrica algo
para ser escuchado en aquello de lo cual, hasta entonces no se ha anoticiado. Así, Lacan (ibíd)
señala el carácter ficticio que posee la transferencia, generando que el sujeto coloque al clínico
en el lugar del supuesto saber. Es decir que, a partir de la demanda y del deseo que conlleva, el
sujeto supone en el analista un saber sobre su síntoma. No obstante, el clínico, anoticiado de
esas falsas e imaginarias suposiciones, advertido del carácter ficticio de la transferencia, no
está autorizado a valerse del poder que ésta le otorga y sí, más bien, a intervenir desde el lugar
en que se ha colocado, no el de supuesto saber, sino desde una condición de ignorancia
respecto a lo que le ocurre al paciente. El clínico debe: “… ocupar el lugar que le corresponde,
definido como aquel que le debe ofrecer, vacante, al deseo del paciente para que se realice
como deseo del Otro” (Lacan, 2006: 125).
En suma, colocado en ese lugar, advertido de que se le supone un saber a través del
cual se le incita satisfacer la demanda del sujeto, está obligado a no responder a dicha
demanda, y sí más bien a colocarse en el lugar que posibilite dar paso al despliegue de la
palabra desde el lugar del Otro, lugar desde el cual emergerá su deseo, condición fundamental

141
para dilucidar los entramados singulares que sostienen el funcionamiento psíquico del sujeto y
su forma de circular ante sí y los demás.

La palabra
La palabra constituye otro de los elementos princeps del dispositivo psicoanalítico, Lacan
precisa que proviene del lugar del Otro, se trata de "... una presencia hecha de ausencia, la
ausencia misma viene a nombrarse en un momento original..." (Lacan 1992: 265), y pone un
juego al significante que atraviesa al sujeto, a pesar de sí mismo: el sujeto: “… siempre dice
más de lo que quiere decir, siempre dice más de lo que sabe que dice” (Lacan, 1992: 387). Así,
la palabra es portadora del deseo del sujeto, le preexiste, escapa a su dominio y se hace
reconocer a través de distintos medios: el cuerpo, las ideas recurrentes e inevitables, los
síntomas, sueños, lapsus, olvidos, actos fallidos y demás formaciones del inconsciente,
manifestaciones de la psicopatología de la vida cotidiana. En este sentido, Lacan (1992)
reconoce en la palabra el estatuto de verdad del sujeto, verdad a medias, agujereada: “… la
palabra cava el surco de la verdad…” (Lacan, 1992: 333).

La escucha
La escucha alude, en su sentido más llano, a aguzar el oído para escuchar, no para oír, fina
distinción con grandes discrepancias pues mientras que oír remite a percibir el sonido,
escuchar implica más que ello, supone prestar atención, atender lo que se oye, prestar oídos
para ello, prestar incluso el cuerpo. La escucha es una puesta en acto que acoge y sanciona la
palabra por la que el sujeto dice su verdad y articula su singular manera de ser hablado por el
lenguaje. Se trata de una escucha que por sus implicaciones, funge como la condición de la
palabra, cuya emergencia develará lo irreductible, lo que encausa al sujeto del deseo hacia la
vida a partir de la falta y del vacío del que emergen las expresiones de su singularidad:
síntoma, lapsus, sueños e incluso el silencio, y demás actos atravesados por el significante que
convoca al sujeto.
La escucha de la que aquí se discurre no sólo supone convocar el despliegue de la
palabra para que emerja un secreto, o un sentido, esta escucha, más allá de ello, pretende que
emerja un sujeto que pueda escucharse a sí mismo y alcance a confrontarse con su propia
palabra, con su deseo y con su acto. En este sentido, y desde otro horizonte pero en la misma

142
vena, el filósofo Jean-Luc Nancy (2007) refiere que la escucha remite a un acceso a sí mismo,
a lo íntimo, y precisa que la escucha abre un tiempo sonoro, así lo dice: “Es un presente como
ola en una marea, y no como punto sobre una línea; es un tiempo que se abre, se ahonda y se
ensancha o se ramifica, que envuelve y separa, que pone o se pone en bucle, que se estira o
que se contrae...” (Nancy, 2007: 32).

La interpretación
A través del dispositivo psicoanalítico, quien ocupa el lugar de analista ya no tiene otro deseo
ahí que analizar, y en vías de ello, posibilita el análisis al ofrecer una escucha atenta a aquellas
manifestaciones discursivas del paciente, pero más que a ello, a las manifestaciones de su
singularidad, a las fragmentaciones de su discurso, a sus deslices, lapsus y demás irrupciones
del inconsciente que dotan de confusión o equívoco a aquello que el paciente venía
desplegando en la sesión.
A través de la interpretación, el analista introduce una palabra que quebranta, que
rompe el sentido de las representaciones imaginarias, que fractura la lógica y la hilaridad del
pensamiento para dar paso al sinsentido de la subjetividad, de lo más propio y a la vez lo más
ajeno del sujeto, que por ello mismo le resulta familiar, pero que desconoce. Se trata de que, a
través de la interpretación, el sujeto asocie con libertad y se remita a sus propios entramados
psíquicos, aproximándose a la complejidad de su deseo en vías de dilucidar, qué de él lo lleva
a colocarse de la forma como lo hace ante sí y ante los otros.
A través de la interpretación, el analista intenta formular un descifrado de las
formaciones del inconsciente, de los atisbos de deseo del paciente que no cesan de
manifestarse y dotan de singularidad al sujeto: sus actos, síntomas y demás manifestaciones,
entre las cuales cabe incluir, por supuesto, los intentos de suicidio.

Conclusión: ¿Por qué no una propuesta con el dispositivo psicoanalítico para atender el
suicidio?
Es un hecho que hay múltiples investigaciones sobre el incremento de los índices de suicidio
en México que evidencian lo preocupante del fenómeno y que subrayan la importancia de
seguir interrogando sus causas. Por otro lado, desde diversos horizontes se han planteado
diferentes propuestas para atenderlo.

143
La atención del suicidio es en sí misma problemática dado que el suicidio, en su más
profunda acepción, alude a la muerte. Para quienes lo atestiguan resulta por demás aberrante
en tanto queda por fuera de los límites de la razón, de la comprensión y de la lógica. Ello
vuelve imposible atender a aquel que ya murió, más en ese camino, o apuntando hacia allá, se
encuentran todos aquellos que mediante actos de diferente estatuto se aproximan a la muerte,
sin lograrla. No es lo mismo la puesta en escena que es un llamado al Otro, llamado
inconsciente y sin sentido cuyo significado el sujeto ignora, que el precipitarse del sujeto que
se desprende del Otro en caída libre desde el mundo del cual salió disparado.
¿Es posible hacer algo con ellos?, ¿Qué hacer con esos sujetos que fueron borrados tras
su acto? Primero, desinscribirlos de las lecturas que apuntan a señalar anomalías
anatomopatológicas: ni los intentos de suicidio, ni el suicidio mismo es resultado de alguna
enfermedad, y quienes lo cometen no son sujetos enfermos, ¿por qué no pensar que se trata de
manifestaciones que dan cuenta de la movilización del pathos, de la pulsión puesta en marcha,
pero sin algún destino en el horizonte, desencausada, separada de su causa, de su razón de ser?
Esa causa, desconocida o perdida es siempre singular. Se trata de ese pathos que en su sentido
más amplio alude a las pasiones humanas, al malestar, al sufrimiento y a las distintas formas,
siempre singulares, de estar en la vida para los seres parlantes.
¿Por qué no pensar que los intentos de suicidio constituyen expresiones de una verdad
sofocada por el acto mismo? Aunque el sujeto no haya podido dar cuenta de ella, podrá ser
puesta en palabras, siempre y cuando haya alguien que pueda escucharla, comenzando por el
sujeto mismo, aquel que es llamado a advenir.
La apuesta sería reconocer el estatuto de verdad del acto, sea cual sea, y entonces
asumir que el sujeto del acto se fue con su acto suicida, aunque haya fallado. Y, a partir de
nuevas coordenadas, inaugurar la posibilidad de acoger la emergencia de un nuevo sujeto,
sujeto del lenguaje, que entonces sí, consienta en transitar por la vía de la palabra para dar
cuenta de su verdad.
Justamente porque el intento de suicidio constituye un acto incomprensible, un acto
fuera de lugar, habrá que darle un lugar y ofrecerle atención. Acogerlo, escucharlo y prestarse
como soporte para la emergencia de otra cosa que sea menos mortificante para el sujeto.
Es en este punto que el Dispositivo psicoanalítico se ofrece como propuesta de
atención clínica que posibilita la escucha de la insoportable alteridad que vino a turbar el

144
recorrido de un sujeto que quedó sin cause. Se trata de permitir la escucha de aquél que ha
osado acercarse a la muerte y ha fallado, ¿por qué se ha fallado? Sin duda, mucho tendrá qué
decir el sujeto de la falta, atravesado por el lenguaje, mucho tendrá que escuchar de sí mismo,
y esto es lo fundamental del Dispositivo psicoanalítico: la apuesta por la palabra en aras de
poder construir una forma distinta de transitar por el mundo.

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147
Medios de comunicación y suicidio: una reflexión periodística de la nota
roja en la prensa escrita del estado de Campeche

Guadalupe Calderón Gómez


Cynthia Sánchez Calderón

Introducción

El suicidio es un hecho de interés para los medios de comunicación porque su información


es manejada en forma sensacionalista y garantiza la venta de noticias (Prieto Castillo, 1994).
Los relatos de suicidio plantean la tragedia de personas concretas en lugares específicos. La
individualización del suceso induce el interés hacia la desdicha de la persona, pero no hacia la
problemática que vive la sociedad (Tuchman, 1983).
Los suicidios que más atraen a los medios de comunicación son los que se apartan de
los patrones usuales. Ejemplo: Los suicidios en público, los suicidios después de cometer una
masacre, cuando un padre mata a sus hijos y después se suicida, cuando una pareja se
suicida, etc. Sus características extraordinarias aumentan el sensacionalismo, no importando
el daño que causan a la sociedad (Philips, 1982).
La muerte humana es un suceso particular y como tal, debe ser cobijado en el medio
familiar. Sin embargo, se convierte en el dominio público por la intervención de cámaras
mediáticas que no diferencian historias, por plumas que enjuician las posibles causas del
suceso, induciendo en el imaginario colectivo una visión sesgada de la realidad. Es la
cotidianidad con la que se maneja la información de suicidios en los medios de
comunicación, con notas que esconden sus múltiples causas, quedando la verdadera historia
detrás de la noticia (Laris, 2000).
La “nota roja” en México es un explosivo que publica hechos criminales, así como
sucesos que afectan a la sociedad. Su abordaje remite a tiempos, cuando la justicia se
relacionaba con las leyes penales y la voluntad de dios. El delito se veía como pecado mortal,
condenando al infractor a quemarse en los infiernos (matar a la madre, hijos o personas
mayor, etc) o disfrutar de las bondades del cielo (cuando la persona mataba o se moría
defendiendo una causa justa). En la actualidad los contenidos de la nota roja han cambiado

148
muy poco. Porque siguen impregnadas de misterios y fantasías, afectando el imaginario
colectivo de la sociedad (Lara y Barata, 2009).
Al situarse los fenómenos sociales en el espacio de la emoción, el periodismo deja
sesgada la explicación racional que lleva a reflexionar sobre las causas de los sucesos. No
obstante, la narrativa en el ámbito de lo irracional, niega el saber y no exige razones claras,
manejando solamente sentimientos de tristeza o alegría (Prieto, 1994). El primero por llorar a
los muertos y el segundo por celebrar la detención o muerte de victimarios. Lo que provoca
diferentes emociones en el lector, entre estas, el morbo por conocer más sobre el asunto.
La nueva cultura periodística y el aumento de la cobertura mediática exigen un nuevo
giro a la nota roja. Se necesita un género periodístico ético, con información confiable,
objetiva y responsable. Al margen del entretenimiento y de atracción de consumidores. En la
actualidad la cobertura de la nota roja es mayor, obligando a los periodistas a estar más en
contacto con las personas que sufren, por ser objeto de su interés los siguientes sucesos:
Todo aquello que transgreda las leyes de la sociedad, su persecución y su castigo, es
decir crímenes sangrientos, accidentes, premeditados, delitos de cuello blanco,
pasionales y todos los imaginables, detenciones, investigaciones, procesos judiciales y
legislaciones penales, sistemas carcelarios y otras penas y sanciones. Además de
catástrofes naturales, atentados a la salud, incluyendo suicidios y seguridad pública. En
resumen, todo un catálogo de tragedias que afectan a las personas (García y Solís,
1999).

Lo anterior, conduce a la necesidad de acuñar nuevos conceptos y enfoques


periodísticos que desechen la perspectiva tradicional de la nota roja. Porque argumentos
suficientes han demostrado que su limitado vocabulario no explica con claridad los hechos de
sangre de su campo de interés, así como los relacionados con la seguridad humana (Lara y
Barata, 2009: 47).

Enfoque teórico
Una de las primeras asociaciones entre el suicido y los medios de comunicación surgieron de
la novela de Goethe “Leiden des Jungen Wether” (Las penas del joven Werther) publicada en
1774. En esta obra, el protagonista se disparó un balazo luego de experimentar un amor
desafortunado. Poco después de su publicación se presentó una oleada de suicidios bajo las

149
mismas características, provocando la prohibición del libro en varios lugares de Europa
(Schmidtke y Schaller, 1998). De ahí se derivó el efecto “Werther” para designar la imitación
de los suicidios.
Existen evidencias que las coberturas periodísticas y televisivas del suicidio fomentan
su reproducción (Barthes, 1999). Porque describen a detalle las características de la persona
suicida, método que utilizó, causas y el escenario donde se llevó a cabo el suceso (Díaz,
2000). Lo que provoca que personas en circunstancias parecidas opten también por quitarse
la vida.
Las conductas sociales en su mayoría se adquieren a partir de observar cómo otros las
ejecutan. Según Albert Bandura “el aprendizaje no consiste en la formación de una asociación
“Estimulo-Respuesta”, sino en la adquisición de representaciones cognitivas de la conducta
del modelo. El estímulo (conducta del modelo), no provoca la ejecución de la imitación, sino
su aprendizaje en el plano cognitivo (Aquilino, et al., 2003).
Bandura le da relevancia a los medios en las representaciones sociales, observando que
la violencia en ellos, no sólo aumenta la conducta agresiva, sino incluso, que la personalidad
violenta del medio aparezca como modelo de referencia. Expertos afirman (Varela, 1990,
Pozo, 1996) que esta condición se acentúa en etapas cognitivas intensas; como la infancia y
la juventud.
Uno de los estudios relevantes de Bandura es el Muñeco Bobo, que representó a
partir de una película. Experimento donde una joven le pegaba a un muñeco (muñeco bobo) y
le gritaba ¡“estúpidooooo”!. Además, la joven se sentaba encima del muñeco, tomaba un
martillo y lo seguía golpeando, gritando frases agresivas.
Bandura le proyectó esta película a un grupo de niños de guardería, que saltaron de
alegría al verla. Posteriormente se les dejó jugar con un muñeco parecido al de la película.
Cerca de los niños estaban observadores, que veían con atención como los niños tomaban el
martillo, se sentaban sobre el muñeco, lo golpeaban fuertemente y le gritaban “estúpido”. Era
evidente que imitaban a la joven de la película. Este muñeco también fue presentado a niños
que no vieron la película. Estos niños nunca golpearon al muñeco, ellos jugaron con él muy a
gusto, sin ninguna agresividad.
Con el enfoque del determinismo reciproco se desarrollaron más de 50 investigaciones,
reforzando la hipótesis del suicidio por contagio o imitación. Sucesos posteriores siguieron

150
comprobando la hipótesis de la imitación. Como el caso de la noticia del suicidio de Marilyn
Monroe (1962), que provocó el 12% de aumento de suicidios en Estados Unidos en esta
época.
Los suicidios que se registraron en el metro de la ciudad de Viena entre 1984 y 1987.
De cuyas investigaciones los expertos publicaron los condicionantes del incremento de
suicidios: a) Cuando aumenta el número de historias que aparecen en los medios, b) Se
informa un suicidio en particular con mucho detalle o en muchas historias, c) La noticia de un
suicidio aparece en la portada del diario o en la apertura del programa de radio o televisión y
cuando d) Los titulares sobre un suicidio son sensacionalistas (Prieto, 1989). Observaciones
que fueron ejes estratégicos de una campaña que ayudó a mejorar el manejo de la información
de los suicidios en 1987. Lo que favoreció para que después de seis meses de iniciada la
campaña, disminuyeran los intentos y suicidios consumados en el metro de Viena,
descendiendo hasta en un 80 por ciento.
En la actualidad el aumento de la cobertura mediática hace que los profesionistas de la
comunicación estén más en contacto con las personas que sufren, generando la oportunidad
de colaborar en la recuperación de las personas afectadas y de prevenir el aumento de los
crímenes en la sociedad. En el marco de un periodismo progresista la OMS (1999) involucra
en el Program Suicide Prevention (SUPRE) a profesionales de diferentes disciplinas. Entre éstos a
periodistas y comunicólogos para que se sumen a la red de prevención del suicidio en todos
los países del mundo, emitiendo los siguientes lineamientos para el manejo preventivo de la
información de suicidio:
 El cubrimiento sensacionalista de suicidios deberá evitarse de manera diligente,
particularmente cuando involucra a una celebridad. Este cubrimiento deberá
minimizarse hasta donde sea posible. Cualquier problema mental que la celebridad
pueda haber tenido deberá reconocerse igualmente. Deberá hacerse el mayor
esfuerzo por evitar exageraciones. Las fotografías de la víctima, del método
empleado y de la escena del suicidio deben evitarse. Los titulares en primera página
nunca son la ubicación ideal para informar sobre un suicidio.

 Deberán evitarse las descripciones detalladas del método usado y cómo lo obtuvo
la víctima. Las investigaciones han demostrado que el cubrimiento por parte de los
medios de comunicación tiene mayor impacto sobre el método de suicidio
adoptado, que la misma frecuencia con que ocurren los suicidios. Ciertos
escenarios – puentes, acantilados, edificios altos, vías férreas, etc. – están

151
tradicionalmente asociados con el suicidio y la publicidad extra aumenta el riesgo
que más personas los usen.

 No deberá informarse acerca del suicidio como algo inexplicable o simplista. El


suicidio nunca es el resultado de un solo factor o hecho. Usualmente lo causa una
compleja interacción de muchos factores tales como enfermedad mental y física,
abuso de sustancias, conflictos familiares e interpersonales y acontecimientos
estresantes. Es útil reconocer que una variedad de factores contribuyen al suicidio.

 El suicidio no deberá describirse como un método para enfrentar problemas


personales tales como bancarrota, incapacidad de aprobar un examen, o abuso
sexual.

 Los informes deberán tener en cuenta el impacto sobre las familias y otros
sobrevivientes en términos del estigma y el sufrimiento psicológico.

 Glorificar a las víctimas de suicidio como mártires y objetos de adulación pública,


puede sugerir a las personas vulnerables que la sociedad honra el comportamiento
suicida. En vez de eso, deberá hacerse énfasis en lamentar la muerte de la persona.

 Describir las consecuencias físicas de intentos de suicidio (daño cerebral, parálisis,


etc.) puede actuar como elemento de disuasión.

Ante el compromiso periodístico de participar en la red mundial de prevención del


suicidio, el presente trabajo analiza la aplicación de los lineamientos emitidos por la OMS
por los reporteros y editores de la prensa escrita del estado de Campeche cuya finalidad se
dirige al manejo preventivo del suicidio desde el inicio del siglo XXI.

Metodología de estudio
Este estudio muestra los resultados del análisis de contenido realizado a las notas rojas de dos
periódicos de cobertura estatal: Tribuna y Carmen Hoy. El cual permitió evaluar los
resultados del curso taller: “Manejo preventivo de la información de suicidio”, dirigido a
profesionales de los medios de comunicación. El cual fue promovido por el Departamento de
Salud Mental de la Secretaría de Salud del Gobierno del Estado de Campeche. Estos cursos
fueron impartidos en San Francisco de Campeche y Ciudad del Carmen, en diciembre del
2012. Como parte de las estrategias para disminuir las altas tasas de suicidio en la entidad

152
campechana. Debido a que en las citadas ciudades se registran los mayores casos de suicidios
a nivel estatal (PGJ, 2012).
Los talleres impartidos tuvieron el propósito de brindar las herramientas teórico-
prácticas para el manejo responsable de la información de suicidios para su publicación en
los medios masivos de comunicación de la entidad (OMS, 1999). Recomendaciones emitidas
por la OMS desde el siglo XX (cuadro no. 1).

Cuadro. No. 1. Lineamientos del SUPRE (1999)

Cómo informar sobre el suicidio en Cómo informar sobre un suicidio


general específico
Las estadísticas de suicidios deberán No publicar fotografías o notas suicidas.
interpretarse cuidadosa y correctamente
Deberán usarse fuentes auténticas y confiables No informar detalles específicos del método
usado
Los comentarios espontáneos deberán No dar razones simplistas
manejarse con cuidado en vista de las
presiones por tiempo
Las generalizaciones basadas en cifras No glorificar ni sensacionalizar el suicidio.
pequeñas requieren particular atención y las
expresiones tales como “epidemia de
suicidios” y “ el lugar con mayor tasas de
suicidio en el mundo” deberán evitarse
Se debe oponer resistencia a informar el No usar estereotipos religiosos o culturales.
comportamiento suicida como una respuesta
entendible a los cambios o la degradación
social o cultural.
No aportar culpas.
Fuente: Tomada de las recomendaciones del SUPRE WHO/MNH/MBD/00.2

Para llevar a cabo la investigación se tomó como objeto de estudio la nota roja de
suicidios publicada en los periódicos Tribuna y Carmen Hoy. Las notas se seleccionaron a
partir de los siguientes criterios de inclusión: a) que los periódicos publicaran información
sobre el suicidio, y b) que sus reporteros de nota policiaca hubieran tomado el taller “Manejo
de información de suicidios para medios de comunicación”.
Para medir el efecto del taller se conformó una muestra con los periódicos ya
mencionados que publicaron notas de suicidio cuatro meses antes de impartido el taller
(septiembre/diciembre de 2012), así como con los que publicaron cuatro meses después del
taller (enero-abril de 2013).

153
Para la revisión la nota roja se utilizó el método de análisis de contenido, tomando
como parámetros de comparación las recomendaciones emitidas por la OMS a los reporteros
y periodistas del mundo (cuadro 1). Este ejercicio permitió identificar la diferencia en los
contenidos de las notas rojas publicadas antes y las que se publicaron después del taller.

Resultados de la revisión de contenido: fotografías o notas suicidas


En las notas rojas de los periódicos revisados y publicadas antes del taller, se observa que
todas tienen fotos del suicidio consumado. De igual forma, la nota informativa de ambos
periódicos está acompañada de la foto de la persona ultimada en diferentes momentos; cuando
está tapado con una sábana, dentro de una bolsa, cuando lo sacan de su vivienda, etc. En el
caso de Carmen Hoy el 75% de estas notas se encuentra en la contraportada, el 25% presenta
la foto del hecho consumado. Mientras que Tribuna sólo maneja las fotos como destacada en
la sección.

Detalles específicos del suicidio

Ambos periódicos ofrecen descripción detallada del suicidio. Con frecuencia sus reporteros o
editores inducen las causas del suicidio; “se mató porque lo engañó su mujer”, “se colgó por
disgustos familiares”, “cansado de consumir alcohol se mató”, “sexagenario enfermo de
cáncer se ahorcó”, etc. Asimismo, las narrativas presentan una gama de expresiones
sensacionalistas que fomentan el morbo por la tragedia de una persona conocida; “Se colgó la
Zulma”, “Se suicidó la Tortillera”, “Se colgó en un árbol de mango”, “Carmen Suicida”, “Se

154
cansó de vivir”. La publicación de estos casos pone al descubierto una historia personal que
aumenta el dolor y las “etiquetas” a la familia del ultimado. Lo que provoca que en casos
patéticos, los deudos abandonen su vivienda y hasta la localidad.

Contenidos de las notas rojas después del taller: fotografías o notas suicidas
En las notas rojas publicadas después del taller (enero–abril de 2013) se observa un cambio en
las representaciones gráficas. Aunque las notas siguen acompañadas de fotos. En el periódico
Carmen Hoy disminuyen las gráficas en portada en un 10%, mientras en Tribuna
aumentan las fotos del suicida en un 54% en las notas informativas y 100% en las notas de
contraportada.
Cabe mencionar que durante el primer semestre del 2013 hubo un aumento de casos de
suicidios, provocando publicaciones frecuentes en la prensa estatal. Sin embargo, en los
periódicos de estudio se observaron cambios en la publicación de fotos de la nota,
empezando a disminuir las gráficas con suicidio consumado. Para ser reemplazadas por fotos
de la persona en vida, de su familia o de la fachada de su vivienda. Aunque todavía se
observa resistencia por publicar fotos del hecho consumado, situación que registra el 12% de
notas informativas de Tribuna y un 25% en Carmen Hoy.

155
No obstante, persisten las publicaciones con fotos del suicidio consumado en primera
plana, así como reportajes que magnifican el suicidio en el estado de Campeche y que
además etiquetan a Ciudad del Carmen como “pueblo suicida”.

Detalles específicos del suicidio


En los diarios locales se siguen ofreciendo detalles específicos del suicidio, sus contenidos de
nota roja no presentan cambios en el manejo de la información, siguen induciendo el
sensacionalismo en los titulares de noticias “joven se ahorcó después de discutir con su
progenitor”, “se ahorca chinameco”, “suicidio 13”, especificando culpas, detalle del método
y descripciones del contexto; Ejemplos: Se ahorca en cuarto que rentaba en la 35”,
“sexagenario se ahorca en el barrio de Guadalupe”, “militar se pegó un balazo en el pecho”.
“se ahorca porque no tenía trabajo y lo hayan en el closet de su habitación”.
En síntesis, los contenidos de las notas de suicidio siguen enmarcadas en una ideología
tradicional; de publicar la vida privada de las personas que por diferentes motivos deciden
privarse de la vida.

156
A manera de conclusión
Los medios de comunicación juegan un papel protagónico en la sociedad de la información.
Por ello, la OMS les confiere un papel relevante dentro del Programa Preventivo de Suicidio
(SUPRE) a nivel mundial. Dada su influencia en las actitudes, creencias, economía, política y
práctica social. Por esto, es vital la ayuda del poder mediático en la prevención del suicidio.
De lo anterior se deduce la necesidad de los profesionales de la comunicación para
apreciar los riesgos de la cobertura mediática y de ofrecer orientación preventiva para
disminuir los índices de muertes y de intentos de suicidios en la población vulnerable. El
informe responsable de los casos de suicidio, implica el manejo respetuoso de los titulares de
noticias. Porque la muerte humana, independientemente de sus causas, representa una pérdida
dolorosa para familiares y amigos de la persona ultimada.
El análisis de contenido de la nota roja de los periódicos Tribuna y Carmen Hoy
identifica un doble flagelo en sus publicaciones. Porque no sólo promocionan el fenómeno de
suicidio en la población campechana, sino que aumentan el dolor de las familias que han
perdido a sus seres queridos, al describir con detalles los lugares donde vivían, el método que
emplearon, el escenario y las causas. Discurso que es reforzado con la foto del suicidio
consumado en portada o contraportada.

157
Sin embargo, en la segunda muestra (enero-abril/2013) se observa una leve
disminución en el sensacionalismo al cambiar la foto de la persona ultimada por otras menos
violentas. Aunque persiste la exhibición de la víctima en la nota informativa, pero ahora se
hace con fotos de la persona en vida, de su vivienda y en algunos casos hasta de su familia.
Situación que no cambia la exposición pública de la vida del suicida y con este el peligro del
suicidio por contagio.
Asimismo, el análisis de la nota roja de ambos periódicos identifica mayor agresividad
en los contenidos de las notas informativas del periódico Carmen Hoy, así como de su
sección de policiaca, caracterizada por hechos de sangre; resultado de una línea editorial
violenta. En cuyos contenidos se utiliza un lenguaje peyorativo, irónico e inhumano que
reduce a su mínima expresión el suicidio en la entidad. Por lo anterior, se sugiere el uso de
un lenguaje menos agresivo y respetuoso que lejos de fomentar el morbo, generé una
conciencia responsable y solidaria.
Es también recomendable que los reporteros y editores no perpetúen las falsas ideas de
“que las personas que dicen suicidarse no lo hacen nunca”, “el que decide suicidarse lo hará
tarde o temprano”, “el suicidio se realiza sin previo aviso”, “una vez que la persona adopte la
conducta suicida la tendrá hasta su fin”, “el suicidio es más frecuente entre los pobres”, “el
suicidio es un problema de salud mental”. Porque las actitudes con respecto al suicidio
cambian de acuerdo a la cultura y los tiempos. Por ello, los profesionales de los medios no
deben encasillar los hechos en la idiosincrasia popular. Asimismo, deben colaborar para que la
sociedad no ignore las señales de alarma y se canalicen a tiempo las personas con conducta
suicida a los lugares de atención.
La revisión periodística realizada identifica la falta de editoriales que analicen la
multicausalidad del suicidio, evitando encasillar el problema en el campo de la salud mental.
De igual forma los medios televisivos deben organizar debates desde un enfoque
multidisciplinario que permita una mayor comprensión de los factores de riesgo y de su
atención.
Aunque no fue objeto de este estudio, si se considera conveniente que en posteriores
investigaciones se realice un análisis del discurso en las notas informativas que identifique el
significado y valor que los periódicos Tribuna y Carmen Hoy le dan al suicidio en la

158
entidad, sobre todo por su influencia en las construcciones sociales de la población
campechana.
Finalmente, los resultados de este estudio consideran relevante la generación de
políticas públicas que regulen a los medios de comunicación en la publicación de la violencia
(hechos de sangre) en el estado de Campeche. Asimismo, la necesidad de pugnar por una Ley
de Medios de Comunicación que en primera instancia obligue a nivel nacional a
profesionalizar el ejercicio periodístico y en segunda, sancionar a las empresas (radios,
televisoras, prensa escrita y virtual) que fomentan la violencia, la inequidad, la discriminación,
el autoritarismo y la calumnia.

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160
Las autopsias psicológicas; un acercamiento a las circunstancias del suicidio
en Campeche

Rosaura González Castillo


Perla Guadalupe Martínez Jiménez
Ángel Gabriel de la Cruz Yanes Mejía.

Introducción
A pesar de que el comportamiento suicida ha estado siempre presente, es hasta hace poco que
empezó a ser objeto de interés de investigadores pertenecientes a distintos campos del saber.
Uno de los primeros en hablar del tema del suicidio como una conducta que involucra a todos
los seres humanos fue Emile Durkheim, francés del siglo XIX, quién aporto una de las
primeras definiciones sobre el tema: “el suicidio es todo caso de muerte que resulte directa o
indirectamente, de un acto positivo o negativo, realizado por la víctima misma, sabiendo ella
que debía producir este resultado”.
Actualmente, gracias a las investigaciones realizadas se entiende el suicidio no sólo
como una acción simple, sino como una secuencia de comportamientos no necesariamente
secuenciales o indispensables. También se sabe que el comportamiento suicida es un
fenómeno multicausal, complejo y multidimensional, es decir que en él pueden intervenir
factores de tipo biológico, económico, político, psiquiátrico, psicológico y genético, motivo
por cual su estudio requiere sea desde la multi o interdisciplina.
El comportamiento suicida se ha incrementado en todo el mundo en los últimos años, por
lo que a partir de 2001 la Organización Mundial de la Salud (OMS) consideró el suicidio
como un problema de salud pública con base en tres elementos:
1. Es una de las principales causas de muerte entre la población joven, más entre los
varones. Por cada adolescentes suicida hay aproximadamente 400 a 500 reportes de
jóvenes que intentaron suicidio, mayoritariamente mujeres (Cutler et al., 2001).

2. Afecta a todo el mundo y existen grandes variaciones en la tasa de suicidio mundial, lo


que señala una compleja interacción de múltiples factores biológicos, psicológicos y
socioculturales.

161
3. Año con año aumentan los suicidios de personas cada vez más jóvenes así como los de
mujeres que son las que más lo intentan, convirtiéndose en un problema social
mundial. La OMS estima que para el 2020 el aumento de suicidio será del 50%.

Aunque nuestro país no figura con altas tasas de suicidio, este fenómeno ha afectado en
otros estados de la zona norte y del bajío con altos índices, y desde hace más de una década
estas cifras han ido en aumento en la península de Yucatán (Campeche y Quintana Roo) y
Tabasco, siendo estos cuatro estados quienes se disputan los primeros lugares en tasas de
suicidio anualmente junto con Baja California Sur.

Metodología
En el estado de Campeche el Programa de Salud Mental ha utilizado desde el 2011 como
instrumento de investigación y análisis sobre los suicidios, la Autopsia Psicológica, que es un
estudio retrospectivo e indirecto de recolección y análisis de información respecto al
comportamiento de una persona que ha fallecido, teniendo como objetivo acercarse a la
comprensión de las circunstancias de su muerte. Se sabe que el origen de la autopsia
psicológica se remonta en los Ángeles California a finales de los años 50, como respuesta a la
necesidad administrativa de definir la etiología médica legal de muertes dudosas en las que no
había suficientes elementos para afirmar si se trataba de un suicidio o un accidente. Fue el
Médico Forense Theodore J. Curpley quién dio origen a este instrumento.
Se utiliza como método de investigación con el objetivo de prevenir suicidios,
sabiendo que como principio básico, la autopsia nos dice que la víctima deja evidencia
psicológica en la escena de la muerte, en los espacios que habitó y en sus obras. Por medio de
esta técnica se busca describir y comprender el perfil probable de personalidad de un fallecido,
detectar factores de riesgo suicida o descartarlos, evaluar el estado mental al momento de la
muerte, establecer áreas de conflicto y de crisis, establecer el modelo vincular, así como
estudiar su entorno social.
La autopsia psicológica persigue cuatro objetivos: determinar el modo de muerte,
prevenir suicidios, establecer el periodo psicológico y comportamental del tiempo de muerte y
ofrecer apoyo terapéutico para los familiares del occiso.

La autopsia psicológica se divide en 8 variables cualitativas descriptivas:

162
 Datos sociodemográficos que nos da información de escolaridad, residencia, ocupación
y religión.

 Datos de la vivienda: tipo de construcción, mobiliario en la vivienda, servicios


públicos, habitantes.

 Datos económicos: ingreso salarial, apoyos, dependencia de otras personas

 Historia del suicidio: entorno familiar, cambios en la conducta, lugar, causas, horario,
método utilizado, antecedentes, percepción del futuro, intentos previos.

 Datos familiares: antecedentes familiares, lugar que ocupaba en la familia,


enfermedades.

 Datos laborales: tipo de trabajo, entorno y desempeño laboral.

 Relaciones sociales: familia, social; amigos, escuela.

 Datos de salud mental: cambios en la conducta, antecedentes de hospitalizaciones


previas y de alcoholismo, consumo de drogas y en caso de ser activo que tipo de
tratamiento y donde lo llevaba.

Al adquirir esta información, se procede a la captura y análisis de los resultados mixtos de las
circunstancias y factores de riesgo que rodearon cada suicidio para un estudio más profundo
de las narraciones obtenidas, apoyándose de programas como el SPSS.

Resultados
En el año 2011 ocurrieron 81 suicidios en el estado de Campeche, entre los municipios con
alto índice de estos sucesos están Campeche con un 32%, Municipio de Carmen con el 19%,
Candelaria con el 12%, Champotón con el 11%, Escárcega con el 6% y Calkiní con el 6%, de
los cuales se rescataron 49 autopsias psicológicas. Del análisis de éstas se obtuvieron los
siguientes resultados:
Datos socioeconómicos: el 86% fueron hombres y 14% mujeres, considerando que los
hombres son quienes se quitan la vida utilizando métodos más agresivos para consumar el acto
y las mujeres intentan suicidarse con métodos menos violentos por lo que son las que más lo
intentan pero las que menos lo logran. El rango de edad más afectado en la población de
Campeche es la más productiva siendo esta en primer lugar de 25 a 44 años, seguido del
grupo de 15 a 24 años y de igual manera los personas mayores de 65 años. De los suicidios

163
ocurridos el 43 % eran casados, 35% solteros, 19 % unión libre y 3% separados, este dato lo
podemos correlacionar con la violencia intrafamiliar y disfunción familiar, siendo este factor
de riesgo el más presente en los últimos años de su vida, lo que nos conduce a la necesidad de
trabajar sobre valores, unión y comunicación en la familia como factores protectores.

De los 49 casos analizados, 78 % se tenían una ocupación laboral con salario mínimo,
el 14% eran estudiantes, el 3% estudiaba y trabajaba y el 5% se dedicaba a las labores del
hogar, lo cual nos indica que en la prevención del suicidio se debe abordar también el área
laboral y escolar.

Ingreso salarial: el 33% no contaba con un salario fijo, el 30% con salario mínimo, el 21 %
obtenía un poco más del salario mínimo y el 16% un salario menos del mínimo; por lo general
se desempeñaban en el campo, dejando claro la necesidad de generar la oportunidad de
trabajos mejor remunerados, y que la falta de oportunidades para una mejor calidad de vida
quizás fue el factor de riesgo más contundente.

La religión es un factor importante que ha llamado la atención: el 67% eran católicos, el 22%
no profesaba ninguna religión, el 8% protestante, y el 3% no registró datos.

En la información obtenida en la historia del suicidio el 49% notó que los cambios de
conducta y acciones del suicida no eran normales, sin embargo no hicieron caso de las señales
de alerta; el 40 % no se percató de estos cambios por desconocimiento de las señales de alerta,
el 11% no sabe si presentó cambios en su conducta.

Intentos previos: el 70% había tenido intentos previos, el 30% no los registró.

El 62% amenazaba que quería matarse y lo tomaron como chantaje, el 27% había
sufrido ya pérdida por suicidio de familiares, por lo que se analiza que esta conducta tiende a
ser aprendida o imitativa como resolución a sus problemas y por desconocimiento no se les
canalizó a una atención especializada de los servicios que ofrece el sector salud, y el 11% no
sabe de intentos previos.
El 81% de los suicidios ocurrieron dentro del hogar, el 5% en Centro de Rehabilitación
Social, el 14% en otros lugares. Cabe mencionar que en 12 de los 49 casos analizados los

164
sobrevivientes se cambiaron de domicilio por un gran impacto emocional ante la pérdida, con
sentimientos de coraje, miedo, culpa y dolor.
Causas aparentes que llevaron a estas personas a quitarse la vida: 16% problemas
familiares, 16% problemas de pareja (rupturas amorosas, abandono de pareja, infidelidad,
violencia, entre otros), el 11% fue por enfermedades mentales (depresión mayor,
esquizofrenia), 8% alcoholismo y abuso de drogas, problemas económicos el 5%,
enfermedades crónicas graves e incurables el 3%, el 14% otras causas y 27% refirieron los
interrogados desconocerlas.
Métodos utilizados; 81% por ahorcamiento, por envenenamiento 8%, por
incendiarse3%, otros métodos 3%, no saben 3% y con arma blanca 2%.

Alcoholismo y consumo de otras drogas: el 67 % de estas personas suicidas consumía


alcohol, 22% no consumía, 8% consumía otro tipo de droga y el 3% no sabe.

El 32% consumía 4 a 5 veces alcohol por las mañanas como algo habitual, 22%
consumía todos los días, 11% en fiestas y ocasiones especiales, 5% menos de 4 veces a la
semana, el 3% no saben si consumía alcohol y en el 27% de los casos no hay este dato. No
obstante, el 38% no descuido su ámbito laboral por la bebida, al 21% si le ocasionó problemas
familiares y laborales el consumir alcohol y el 11% de los familiares interrogados no saben si
su consumo de alcohol le trajo consecuencias. El 30% no proporcionó el dato.
Asimismo, el 49% no fue tratado en ningún centro de rehabilitación por el problema
de alcoholismo, el 11% sí fue tratado pero abandonó el tratamiento y el 8% de los familiares
no saben si en alguna ocasión llevo tratamiento.

Conclusiones

El suicidio en Campeche es una problemática psicosocial ligada mayormente a las condiciones


adversas de integración social de ciertos sectores de la población con poco margen de
movilidad y ascenso.
La distribución espacial de esta problemática en el período de estudio tiende a
concentrarse en áreas de asentamientos urbanos que inicialmente pasaron de irregulares a
regulares producto de la urbanización acelerada, importante número de suicidios se localizaron

165
en áreas rurales, sobre todo de los municipios del sur del estado donde han tenido lugar
distintos procesos migratorios.
Lo que pretendemos mostrar es que la dimensión del suicidio en el estado de
Campeche, como quizá muchos de los actos violentos que suceden ahí, no están alejados del
entorno social y del sujeto mismo que vive en esa sociedad. Por lo que el análisis de los datos
de registros de los suicidios, a través de las autopsias psicológicas, brinda la posibilidad de
voltear a mirar la situación actual del suicidio a partir de dos vertientes importantes: 1) de lo
individual a lo social y, 2) de lo social a lo individual (Tello, et al, 2012).
Por otro lado, es importante el papel de los medios de comunicación en la alta
incidencia del suicidio de acuerdo a investigaciones recientes, por lo que la Secretaría de
Salud del estado trabaja con ellos en las recomendaciones que la OMS sugiere, orientándolos a
seguir sus lineamientos para un manejo adecuado en los reportajes sobre suicidio, para que
eliminen aspectos sensacionalistas, descripciones detalladas, formas simplistas, glorificar a las
víctimas, manejar el suicidio como un misterio, entre otras. Esperando crear conciencia en los
redactores de las notas policíacas de medios locales.
A manera de conclusión, consideramos que es importante prevenir el suicidio desde el
reforzamiento de redes familiares y actitudes resilientes, fomentando la convivencia y la
comunicación familiar como la primera y las más fundamental herramienta de prevención;
convirtiéndose entonces en una labor que requiere integrar Instituciones Gubernamentales y
sociedad en general, con programas de Salud, Educativos y Sociales en los tres niveles de
gobierno, revisar el marco jurídico que corresponda a esta problemática, integrar a la
comunidad en general haciéndola participe de la corresponsabilidad que como familia les
corresponde en esta problemática; con programas de Promoción y Prevención de la Salud
Mental, con educación sobre la misma y contando con una red de servicios de primer nivel de
atención en todo el estado. Asimismo, se deben acercar los servicios de especialidad a los
municipios alejados de la capital del estado de Campeche y lograr un programa integral. Es
también imperante formar investigadores, terapeutas y personal especializado en salud
mental.

166
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167
Despedidas sin adiós: conversaciones sobre la muerte y la vida

Alejandra Aranda Vargas

Introducción
Cuando un individuo ha expresado una ideación suicida o realiza un intento de suicidio es
común que la sociedad, a través de las instituciones le brinde servicios tanto médicos como
psicológicos. De esta manera el suicidio es “medicalizado” o “psicologizado”, por lo que se
trata de intervenciones centradas en el individuo, dejando de lado la multifactorialidad del
proceso.
Debido a esta fragmentación, se pierde la perspectiva de los contextos culturales,
generados a su vez en la dinámica social y económica de una comunidad. De esta manera,
cuando el suicidio se consuma, estas intervenciones se ven interrumpidas sin tomar en cuenta
el impacto emocional, social y económico, así como los posibles daños psicológicos que esta
situación ha podido dejar en los seres queridos de quien se ha suicidado. Se ignoran también
los posibles alcances del evento en la comunidad, por ejemplo, mediante la imitación. De
modo que la problemática de las personas cercanas emocionalmente al suicida es parcialmente
comprendida y a menudo minimizada o negada.
El término “sobreviviente de suicidio” es utilizado en la suicidología, para referirse a
aquellas personas muy vinculadas afectivamente a una persona que fallece por suicidio, entre
los que se incluyen familiares, amigos, compañeros e incluso el médico, psiquiatra u otro
terapeuta que la asistía (Pérez, 2010).
La característica repentina y dramática del suicidio puede llevar a los sobrevivientes a
una crisis psicológica grave. No habiendo previsto la pérdida, se enfrentan a la tarea de
imaginar su vida futura sin sus seres queridos, al mismo tiempo que están viviendo sin ellos;
se trata de una muerte sin despedida. Los aspectos difíciles del duelo en estas circunstancias
plantean algunos de los más grandes retos a las personas que han sufrido de ésta pérdida, y los
exponen a un posible incremento de resultados complicados, mórbidos y dolorosos. Si la
muerte es por suicidio, la posibilidad de los resultados patológicos aumenta (Rando, 1993).

168
Con esta investigación se pretendió abordar un tema en el que participan diversos
factores; esta complejidad va más allá de ser meramente un problema médico, “de salud
pública” o psicológico. El suicidio, provoca casi la mitad de todas las muertes violentas y se
traduce en casi un millón de víctimas al año, además de unos costos económicos cifrados en
miles de millones de dólares, según ha señalado la Organización Mundial de la Salud (2009).
Las estimaciones realizadas indican que en 2020 los suicidios consumados podrían ascender a
1,5 millones.
En México, cifras proporcionadas por el Instituto Nacional de Estadística Geografía e
Informática (INEGI) en 2009, identifican al sureste del país (Yucatán, Campeche, Quintana
Roo y Tabasco) con los índices más elevados de suicidios consumados. En Yucatán la tasa
nacional de suicidios se ha duplicado colocándose como una de las entidades federativas con
mayor número de suicidios consumados, al grado que cada 48 horas se suicida un yucateco
(Baquedano, 2010).
Cuando un individuo se quita la vida, el impacto de su muerte provoca diferentes
reacciones en los seres queridos, el efecto de esta pérdida podría ilustrarse con el símil de las
ondas de agua que produce una piedra arrojada en un estanque. Varias fuentes han estimado
que por cada persona que muere por suicidio, el número de personas severamente afectadas
por la pérdida está entre cinco y diez (Bertolote, 2004). Esto puede representar un número
significativo, a medida que el círculo se amplía para incluir los contactos que las personas y
las familias hacen a lo largo de sus vidas y dentro de sus comunidades. Según la Organización
Mundial de la Salud (2008) más de 50 investigaciones sobre el suicidio demuestran su carácter
imitativo llegando, incluso, a ser considerado un factor de riesgo el hecho de tener
antecedentes familiares de muerte por esta causa. De modo que el desarrollo e implementación
de un programa de apoyo psicoterapéutico para sobrevivientes puede fungir como una
alternativa a esa problemática.

Aspectos metodológicos
El trabajo que se presentará a continuación se encuentra dentro de un paradigma cualitativo de
investigación, y está basado en los preceptos de la metodología fenomenológica. En él se
aborda el tema de la pérdida de un ser querido por suicidio desde la perspectiva de aquellos
que se encuentran pasando por esta situación. El objetivo general de dicho trabajo fue

169
desarrollar un programa de intervención psicológica grupal colaborativa, con la finalidad de
comprender y transformar las perspectivas de un grupo de personas respecto al impacto que el
suicidio de un ser querido ha tenido en sus vidas.
Para este estudio se buscó trabajar con personas que han perdido a un ser querido por
suicidio, que contaran con un mínimo de 18 años de edad, sin psicosis, ni abuso de sustancias
y que estuvieran dispuestos a participar en la terapia de grupo. Posterior a un proceso de pre-
selección y una junta informativa, 5 mujeres decidieron participar voluntariamente en el
proceso y todas ellas llegaron al término del mismo. La intervención se realizó en el Hospital
Psiquiátrico “Yucatán” (H.P.Y) durante 10 semanas, con una sesión de trabajo grupal de 2
horas por semana.
A pesar de que los resultados no pueden ser generalizados en otros contextos, la
descripción de esta experiencia puede ser de utilidad a las personas que se encuentran
involucradas de alguna forma con este fenómeno.

Sobrevivientes de suicidio
Mientras el dolor es un proceso "normal" por el que se debe pasar cuando se enfrenta una
pérdida, la muerte de un ser querido por suicidio por lo general no se experimenta como
"normal", aunque éste es un causante de muerte comúnmente reconocido (Bertolote, 2005).
Sakinofsky (2007), en una revisión de las intervenciones de tratamiento para las
personas afectadas por el suicidio, citó numerosas investigaciones, las cuales encontraron
claras diferencias en la duración y la intensidad del dolor, así como un aumento de las secuelas
de depresión de los sobrevivientes de suicidio, cuando se contrasta con el más típico
desconsolado. Esta literatura sugiere una variedad de reacciones emocionales y de
comportamiento que son únicas al suicidio, como son; esconder la causa de la muerte a otros,
obsesión por conocer la motivación del acto suicida, y considerar el suicidio como un acto de
agresión dirigido hacia ellos.
En concordancia con Sakinofsky, Grad (1996) refiere que los sobrevivientes de
suicidio experimentan un conjunto de emociones que no se encuentra con la misma frecuencia
en los sobrevivientes por otras causas de muerte y menciona que éstos, están más expuestos al
desarrollo de psicopatologías como los trastornos de ansiedad, de estrés post-traumático y
episodios depresivos mayores. Incluso la experiencia de la práctica clínica muestra que los

170
familiares cercanos, al ser depositarios de los comentarios o ideación suicida de la víctima,
entran en crisis al consumarse el acto y se convierten en candidatos a cometer suicidio con la
intensión de “reunirse” con el ser amado (Roy, 1991).
Además podemos encontrar intensos sentimientos de pérdida, acompañados de pena y
tristeza, rabia por hacerse responsable en cierta medida de lo sucedido, sentimientos de
distanciamiento, ansiedad, culpabilidad, estigmatización, etcétera (Clark y Goldney, 1995).
Valente y Saunders (1993) en su aportación a este tema, refieren que durante el primer
año del duelo, el sujeto es más vulnerable a padecer problemas somáticos y emocionales.
Entre los cuales pudiesen estar un conjunto de síntomas físicos tales como taquicardia, artritis,
migraña, alergia, asma, y tics. Entre los síntomas psicopatológicos se pueden observar
sentimientos de soledad, desesperanza y pobre autoestima.
Es imposible presentar un cuadro clínico típico del sobreviviente, puesto que no es
posible predecir con certeza la respuesta de ningún individuo a una pérdida por suicidio, sin
embargo muchos temas distintos parecen caracterizar el duelo de muchas personas en esta
situación. Dunne y Dunee (2009) nos brindan una lista que resume algunas de ellas:

1. Shock y negación
Estos se derivan tanto de la inesperada muerte como del deseo de evadir el estigma apegado al
suicidio. Como los sobrevivientes gradualmente acomodan los hechos de la muerte, muchos se
mueven a través de una fase de aceptación de la muerte, pero no de la causa. Algunos se
rehúsan al principio a etiquetar la muerte como suicidio a pesar de que los hechos son poco
ambiguos. Esta negación puede continuar por días, meses e incluso años y corren el riesgo de
convertirse en parte de la narrativa del sobreviviente acerca de su pérdida familiar.
2. La búsqueda del por qué
Las personas normalmente se preocupan por la ambigüedad que rodea a un suicida y pueden
verse obsesivamente involucrados en la búsqueda del por qué y de explicaciones. Sin
embargo, muchos sobrevivientes experimentan de manera repetida, angustias cuando cada una
de sus recientes explicaciones son deshechas por información subsecuente y nuevas
explicaciones tienen que ser encontradas. Esta búsqueda del “por qué” es única en muertes de
suicidas, y se ha encontrado en individuos hasta 20 años después de su pérdida.
3. Culpando

171
En su búsqueda de explicaciones, los sobrevivientes frecuentemente culpan a otros a quienes
ellos perciben que han fallado al mantener a su ser amado lejos del peligro. Esto es
mayormente dirigido a los que se encargan de cuidar de manera directa la seguridad del
suicida (terapistas, hospitales) pero puede incluir otros miembros de la familia, empleados,
sistemas escolares, o incluso hasta autores de canciones. Una fuente más poderosa de la culpa
son los medios (periódicos, radio y televisión), quienes tratan de fijar la responsabilidad para
así poder dar una explicación más sencilla a eventos más complicados. El sentimiento de culpa
resulta en el aislamiento social por parte de los sobrevivientes, lo que complica más el duelo.
4. La culpabilidad
Es muy difícil para los sobrevivientes de un suicida no examinar su propio comportamiento
antes de la muerte. Frecuentemente, ellos descubren acciones (o inacciones), que creen que
causaron la muerte o que por lo menos contribuyeron al suicidio. Ellos generalmente exageran
su rol en el resultado. Esto lleva a pensamientos obsesivos acerca de cómo ellos se podrían
haber comportado de manera diferente, frecuentemente asociado con pensamientos mágicos
caracterizados por frases tales como “si tan sólo yo hubiera…” o “si ella hubiera…”. Esto
puede prolongar el periodo antes de que la muerte sea completamente aceptada y puede llevar
a la tardía resolución del duelo.
5. Ira
La ira dirigida hacia la persona fallecida es una característica única de las muertes por
suicidio. Los sobrevivientes pueden encontrar complicado su duelo por intensos sentimientos
de abandono o resentimiento por estar en esa situación. De modo que podrían verse a sí
mismos oscilando entre emociones conflictivas y/o ambivalentes, por lo cual pueden necesitar
una gran cantidad de tiempo para eventualmente reconciliarse.
6. Ansiedad
Las personas que pierden a un ser amado por suicidio frecuentemente se encuentran a sí
mismos preocupados por la posibilidad de que alguien más, o incluso ellos mismos, decidan
terminar con su propia vida. La ansiedad entre sobrevivientes puede llevarlos a
comportamientos tales como la sobreprotección y la hipervigilancia de otros miembros de la
familia o excesiva preocupación por su propio control sobre sus impulsos. En instancias más
severas, la ansiedad es generalizada, llevando a un estado de aprehensión crónica acerca de la
posible pérdida.

172
7. Alivio
Las personas que han perdido a un familiar por suicidio no siempre anticipan la muerte pero
pueden sentir alivio cuando saben que ya no se tendrán que preocupar por el deceso
(particularmente si han tenido varios intentos suicidas). Esta sensación de alivio es
desconcertante, de cualquier forma, ya que este sugiere que ellos están agradecidos por la
muerte y es poco usual para ellos justificar esto basándose en el alivio que la víctima puede
conseguir. Este conflicto resulta adicional al peso excesivo de culpa por los propios
sentimientos. Estos patrones de pena vienen de manera imprevista para los sobrevivientes y
son una constante lucha para ellos.
Además de las características anteriormente descritas por los diversos autores, en esta
investigación pudo encontrarse en el sobreviviente la constante recreación de la imagen del
fallecido al momento de encontrarlo, así como una constante obsesión por conocer el proceso
de la muerte y si el método elegido para el acto suicida produjo sufrimiento o no.
Indudablemente, un factor que complica el duelo por suicidio es el estigma asociado a
este tipo de muerte. La muerte por suicidio conlleva mayor estigmatización que cualquier otra,
más sentimientos de culpa, menos deseos de discutir sobre la muerte y mayor cuestionamiento
sobre lo que se podía haber hecho (Pérez, 2010). Además, sentimientos de vergüenza por el
estigma social del suicidio pueden estar presentes en el sobreviviente (Ellenbogen y Gratton,
2001). Por ejemplo, en ciertas religiones, como el catolicismo, el suicidio puede ser percibido
como un pecado, lo cual puede traer consigo sentimientos de deshonra y desolación al
sobreviviente (Stack, 1998). De modo que, sea real o imaginario, reaccionar al estigma dota de
una carga adicional al duelo y se entrelaza con otras reacciones emocionales de dolor,
pudiendo quedar el sobreviviente en riesgo para la depresión, ideas suicidas, ansiedad, y los
valores negativos existenciales (Mitchell, et al 2005; Zisook y Kendler, 2007; Sveen y Walby
2008).
En el caso de Yucatán, las actitudes ante el suicidio giran en torno a ideas de escape,
pecado, castigo y de algo demoniaco; lo cual se encuentra estrechamente relacionado con la
dificultad en el duelo por esta causa. Incluso en muchos de los casos se puede observar que la
casa en donde ha habido un suicidio es vista con temor y rechazo y en la comunidad esa
familia es identificada como los familiares “del ahorcado”. Un dato interesante que habla de

173
este estigma es el destino de la ropa del suicida. Ya que nadie la acepta por temor a recibir
alguna influencia demoniaca y habitualmente sus familiares la queman (Baquedano, 2010).
Debido a todo lo anterior, el “ser sobreviviente” se considera ya un factor de riesgo
para cometer suicidio. Sin embargo, todo factor de riesgo identificado y ponderado se
convierte en un factor protector a desarrollar.

Terapia colaborativa
Este abordaje terapéutico tiene su origen en los años 70 en Galveston, Texas (EUA) con un
equipo interdisciplinario dirigido por el Dr. Harry Goolishian.
Según los preceptos de la terapia colaborativa, la forma en la que se conceptualiza, se
narra y se discute una historia tiene un impacto en las posibilidades de cambio o solución que
la persona puede ver. Anderson, desde una postura socioconstruccionista, dice que “hay tantas
observaciones, descripciones, comprensiones y explicaciones de un problema... como hay
personas comunicándose consigo mismas o con otros al respecto” (Anderson, 1997, p.74).
La terapia colaborativa no tiene una serie de técnicas específicas o ciertos pasos a
seguir. Anderson (1997) enfatiza que se trata más bien de una filosofía o postura respecto a la
gente, a las personas que nos consultan y cómo nos relacionamos con ellos. Plantea que esta
postura filosófica se manifiesta en una actitud que le comunica al otro que vale la pena
escuchar lo que tiene que decir, que lo vemos como un ser humano único y no lo
categorizamos como miembro de cierto grupo o tipo de personas. Si un terapeuta cree esto, se
conectará de forma auténtica con el otro y podrá colaborar y construir con él en un proceso
terapéutico participativo, colaborativo y poco jerárquico.
La postura colaborativa es descrita por Anderson en términos de un conjunto de
conceptos interconectados: las sociedades conversacionales, la investigación
compartida/mutua, el cliente como experto, el “no saber”, el ser público, la incertidumbre y la
terapia como parte de la vida cotidiana (Anderson, 2003).
Al hablar de Terapia Colaborativa es muy difícil dar un ejemplo de una pregunta suelta
o un tipo de interrogatorio, pues como Anderson explica (1997, 2003b) se trata de “preguntas
conversacionales”. Es decir, son preguntas muy parecidas a las que se dan en otras
conversaciones cotidianas, cuyas respuestas requerirán de nuevas preguntas y que invitan a
hablar sobre lo familiar o lo conocido de maneras diferentes y que pueden abrir posibilidades.

174
Para ejemplificar la Terapia Colaborativa haría falta presentar la trascripción de una buena
parte de la sesión, pues lo importante es el proceso del diálogo y cómo a través de éste se van
aclarando ideas, considerando alternativas y creando significados diferentes para todas las
personas involucradas en la conversación.
La terapia en sí, consiste en encontrar nuevas formas de dialogar acerca de las historias
que traen consigo los clientes, creando comprensiones; co-explorando historias familiares y
contando historias aún no contadas (Anderson y Goolishan, 1988b, 1990a; Goolishian y
Anderson 1987a, en Anderson, 1997). Una pieza clave para una terapia colaborativa es tener
la sensación de que todos los participantes se encuentran igualmente valorados, incluyendo al
terapeuta, quién al dar su opinión, plantea sólo su punto de vista personal (London, St. George
y Wulff, 2009).
Finalmente, el reto de la terapia, de acuerdo con Gergen (1996), no va tanto en el
sentido de sustituir narraciones sino de contribuir a que las personas participen en la continua
transformación y creación de nuevos significados.

Resultados
A continuación presentaré una selección de los momentos más ilustrativos de las sesiones. No
sin antes presentar a las participantes y compartir con el lector mi percepción acerca del
contexto en el cual se desarrollaron las conversaciones.
Las personas que hicieron posible este trabajo son:

 Blanca, una mujer de 38 años de edad que el 15 de mayo de 2008 en Mérida Yucatán,
perdió a su hijo “E” de 12 años.
 Geovanna, una mujer de 36 años de edad que el 3 de septiembre de 2011 en México
D. F., perdió a su esposo “J” de 41 años.
 Reyna, una mujer de 56 años de edad que el 18 de junio de 2011 en Mérida, Yucatán,
perdió a su hijo de 24 años.
 Iris, una mujer de 44 años de edad que el 22 de junio de 2010 en Mérida, Yucatán
perdió a su hija “C” de 15 años.
 Raquel, una mujer de 29 años de edad que el 7 de agosto de 2011 en Mérida, Yucatán,
perdió a su esposo “G” de 30 años.

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Como ya se ha mencionado con anterioridad, este proyecto fue desarrollado en las
instalaciones del HPY, debido a que es la institución en la cual -a través del Programa Integral
de Atención al Suicidio (P.I.A.S)- hice los contactos con las participantes y la que me brindó
la oportunidad de utilizar sus espacios para realizarlo. Las 10 sesiones se llevaron a cabo en la
sala “Sigmund Freud”, que tiene una dimensión de aproximadamente 4 x 5 metros y cuenta
con sillas, mesas, luz y aire acondicionado. La cita era todos los martes, a las 6 de la tarde, y
se daba un margen de 30 minutos para que las clientas llegaran e iniciara la sesión, la cual se
daba por terminada a las 8 de la noche.
Tanto el día como la hora fueron acordados de manera colectiva durante nuestra
primera reunión. En la cual también pedí a las clientas que me sugirieran cómo deseaban que
las sesiones se llevaran a cabo. Ellas propusieron que hubiese café y/o refrescos, algún tipo de
bocadillo y que nos sentáramos alrededor de una mesa para conversar y así intercambiar
experiencias y reflexiones. De este modo, las sesiones daban inicio desde mucho antes de la
hora acordada, pues me disponía a hacer las compras pertinentes para la sesión, que variaban
entre galletas, papitas, refrescos, jugos, aguas, frutas, sándwiches, entre otros. Conforme
fueron transcurriendo las semanas, en ocasiones las clientas llegaban a la sesión con algún
bocadillo que deseaban compartir con sus compañeras, generalmente preparado por ellas
mismas. Hubo incluso, en la sesión número 6, la incorporación de un florero con flores
artificiales, que nos acompañaba al centro de la mesa y que fue aportación de una de las
participantes para que como ella misma expresó: “siempre haya alegría en la sesión”.
Me parece importante mencionar que a lo largo del proyecto pude identificar tres
momentos en las reuniones con las clientas: el primero se daba antes del inicio “formal” de las
sesiones, es decir, en el espacio entre las 6:00 y las 6:30 de la tarde. En éste, las participantes
solíamos conversar de temas cotidianos como la pareja, los hijos, el trabajo, etcétera.
Considero que este momento fue desde el inicio de gran importancia, ya que nos permitió
conocernos “más allá del suicidio”, sin fragmentaciones. Además de que favoreció un clima
de confianza y colaboración. A mí como facilitadora, me resultó sumamente rico no solamente
ser partícipe de estos momentos, sino notar las transformaciones que se daban en el mismo. En
el que pude notar diferencias entre las primeras sesiones en las cuales el “clima” era un tanto
nostálgico y que con el paso de las semanas fue tornándose lleno de vida, con bromas, risas y
buenas amistades.

176
Un segundo momento, era aquel que transcurría entre las 6:30 pm y las 8:00 pm, en el
cual nos disponíamos a hablar del “tema” acordado para la sesión, y en el que compartíamos
historias, brindábamos opiniones y reflexionábamos de manera grupal. Éste se desarrolló
siempre en un entorno de respeto y confianza y era en ocasiones serio, en ocasiones
nostálgico, en ocasiones divertido, pero siempre reflexivo y rico.
Y un tercer momento ocurría al final de cada sesión. En éste, solíamos quedarnos unos
minutos a las afueras del HPY a conversar; algunas veces acerca de lo sucedido en la sesión,
otras acerca de cualquier otro tema. Éste momento solía alargarse con dos de las clientas a
quienes llevaba de regreso a sus casas. Es así como las sesiones nunca empezaban cuando
empezaban, ni terminaban cuando terminaban.
En esta sección hablaré específicamente acerca de aquel que identifico como el
segundo momento. Para esto he dividido el contenido en 5 temáticas: La culpa, el miedo, la
violencia, el análisis de las necesidades y mi secreto. Esto con la intención de facilitar su
lectura y comprensión. Cabe mencionar aquí que aún cuando “el por qué” del suicidio es una
de las temáticas que ocupa en gran medida el pensamiento del sobreviviente, se hizo en un
principio la propuesta de no indagar en preguntas sin respuestas. Como es bien sabido, el
suicidio es un acto multifactorial, de modo que la insistente búsqueda de un motivo resultaría
poco o nada útil para nuestro proceso de transformación. Dicha propuesta fue aceptada por las
participantes.
Cabe mencionar aquí que el proceso vida-muerte es indisoluble, al hablar de uno
hablamos del otro necesariamente, de modo que en este caso, la muerte de un ser querido por
suicidio representó una posibilidad para replantearse el sentido de la propia vida y de ahí
poder recrearse con una perspectiva diferente, sobre lo que es vivir y lo que es morir.

La culpa
Me parece importante señalar que fueron las usuarias quienes propusieron (entre otros tópicos)
como tema de análisis “la culpa”, colocando así al cliente en el asiento conductor.
Considerando que siendo él/ella quien se encuentra pasando por la pérdida de un ser querido,
es experto en sus propios predicamentos y dilemas. De esta manera, es el cliente quien asume
un rol activo sobre la historia que quiere contar y cómo quiere contarla.

177
De acuerdo con Blanca: “Si analizamos todo esto, es tan fácil ponerle culpa a todo”.
Mediante esta reflexión, nos mostró cómo la culpa no sólo constituye una de las vivencias más
dolorosas experimentadas al perder a un ser querido por suicidio, sino que forma parte de
nuestras vidas y de nuestro sufrimiento, pues es una palabra con un peso muy grande en
nuestro lenguaje cotidiano y se encuentra profundamente enraizada en nosotros. A partir de
esto surge en el grupo la pregunta: ¿es posible vivir sin culpa? A lo cual algunas de ellas
respondieron: “Es complicado ¿no? Porque yo creo que es parte de cuestionarte todo el
tiempo, es parte de la vida; de preguntarte ¿estoy bien o estoy mal, lo hice bien o lo hice mal?,
vaya es parte del aprendizaje. Entonces yo creo que no es posible”. Otra de ellas comenta: “Yo
creo que sí se puede vivir sin culpa, porque por ejemplo en mi caso, yo ahora me estoy dando
cuenta de muchas cosas. Al principio yo me sentía muy culpable porque decía <por mi culpa
se suicidó mi esposo> pero el tiempo te va dando respuestas. Ahorita me dice mi hermano que
ya había visto a mi esposo en otras ocasiones con otra persona... Entonces yo digo entre mí
<ya no me siento tan mal, porque digo: entonces yo en realidad no tuve toda la culpa, la tuvo
él, porque él hizo que me alejara de él>”.
Una parte importante de la terapia colaborativa implica abrir espacios para la expresión
de las perspectivas e ideas de los participantes en la conversación. Al haberse abierto dicho
espacio, pudimos observar cómo nos referíamos a la culpa como “algo” que existe, que es
parte de la vida y que no podemos cambiar. Pudimos notar incluso que le damos cierto
carácter cuantitativo, de modo que se busca minimizarla pero no pulverizarla, volviéndose
parte importante de la vida. Además, se inicia una minuciosa búsqueda de culpables con los
que podamos repartir la culpabilidad, a fin de sentirnos menos mal y poder sobrevivir. De esta
manera, asumimos que la culpa es algo que es real, que es “algo que está ahí” y la repartimos,
la tomamos y la otorgamos.
Esto nos hizo reflexionar acerca de cuál era entonces nuestro objetivo respecto a este
tema, si disminuir la culpa, dársela a alguien más o pulverizarla. Lo que a su vez permitió ver
la confusión en la que vivimos, en la que queremos deshacernos de la culpa. Sin embargo, no
concebimos nuestra vida sin ella. La puesta en evidencia de esta confusión llevó a
preguntarnos cómo vamos construyendo nuestro “sentimiento de culpa”. Ante esta pregunta
surgieron diferentes opiniones como por ejemplo: “Yo me sentía culpable del suicidio de mi
hijo porque pensaba “si yo no me hubiese ido, eso no habría pasado”, pero otra gente me

178
culpaba por la vida que mi hijo llevaba, que si porque mi hijo estaba muchísimo tiempo solo
que si porque yo trabajaba todo el día… mi familia había cambiado de religión, y yo no quise,
para ellos, el suicidio de “E” fue la prueba de que debía haber cambiado de religión, me decían
“esta es tu gran prueba, mira prácticamente lo que te está costando”. Otra participante
comenta: “El doctor me dijo que “G” había fallecido, cuando me lo dijo yo empecé a gritar y
decía <es por mi culpa, porque yo lo iba a dejar>, mi mama entro y me dijo <te lo dije hija, te
dije que lo ayudaras, te dije que recapacitaras>y con eso me sentí peor”.
El hablar de las propias experiencias desde un contexto de co-investigación, clarifica,
amplía y transforma el proceso conversacional, dando como resultado una reflexión. En este
caso acerca de cómo la cultura que a diario construimos, tiene ideas y normas acerca de lo que
es correcto o incorrecto, lo que debe o no ser, lo moral o inmoral. De este modo, se van
creando un conjunto de normas, comportamientos y derechos definidos social y culturalmente,
esperando que una persona (actor social) ejerza. De modo que cuando las expectativas sociales
no son cubiertas por un individuo o grupo, esta desobediencia será castigada con una fuerte
“dosis” de culpabilidad. Respecto a esto Blanca resume esta idea de un modo muy interesante:
“Y es que también tiene que ver con castigos, si haces algo mal, te castiga la sociedad o te
autocastigas deprimiéndote, porque sientes que ya no tienes derecho a vivir”.
En la misma línea, analizamos también cómo aquellas normas son resultado del
pensamiento acumulado en el tiempo, bajo la forma de memoria, tradición, creencias, ritos y
religiosidad. De modo que quien a partir de lo histórico, de la tradición y de lo religioso señala
cuál es nuestro pasado e indica cómo debemos comportarnos hoy, ejerce control sobre
nosotros, adquiriendo el poder de decidir qué es lo socialmente correcto y qué no. Geovanna
analiza esto haciendo un símil con una situación a nivel micro: “A final de cuentas el poder es
el que controla todos los aspectos, por ejemplo, cuando estás con una persona que es
manipuladora te puede llegar a desquiciar, a dejarte sin respiro, a ser alguien que te come la
vida. Te va a hacer sentir culpable, eso hará que te portes de determinada manera pero eso no
hace que te sientas bien, al contrario, llega el momento en el que te quieres suicidar”.
El comenzar a hablar acerca de lo socialmente “correcto”, nos permitió mantener una
conversación respecto al carácter “incorrecto” o “anormal” que se le da al suicidio. Para lo
cual las participantes comparten sus experiencias. Un ejemplo es el de Reyna: “A mí la gente
me ve como bicho raro, creo que porque piensan que yo tuve la culpa porque no lo reprendí.

179
Cuando se suicida mi hijo hasta mi mamá mandó a decir que por mi culpa se murió mi hijo
que porque yo tenía un gran pecado por haber llevado a mi hermanita a matar (su madre decía
que ella tenía la culpa por haberla llevado al hospital en donde falleció), que era mi castigo”,
Iris comenta: “A mí me decían que el suicidio de mi hija fue una maldición, de hecho no
quería que se supiera la forma en que mi hija se murió, mis suegras y mis cuñadas empezaron
a decirle a mi hija… querían que dijéramos que murió ahogada, querían poner otra versión…
además en cuestión de minutos ya estaban ahí todos, las tías, mis suegros, los vecinos, a veces
haces una fiesta y nadie se acerca a saludar pero ese día todos estaban ahí”. Blanca también
comparte su experiencia: Y sí, me veían como bicho raro pero de varias maneras, o sea, ves un
bicho raro por curiosidad, o con asco, con miedo, y a mí me veían de una forma de “pobre” o
“ella sí tuvo la culpa porque lo dejaba mucho tiempo sólo o porque no tuvo una familia
<normal>” El simple hecho de que la muerte sea por suicidio ya es vergonzoso, porque no es
normal y lo anormal “es malo” y esto nos hace sentir mal y que la gente nos mire como bichos
raros y nos trae culpa y la culpa nos avergüenza.
Con este diálogo, pudimos darnos cuenta de cómo el carácter “anormal” del suicidio,
lleva consigo una carga de culpabilidad, visto socialmente como una desobediencia a la
voluntad divina, manipulada por el poder religioso. Además de que nos vemos inmersos en
una multiplicidad de opiniones respecto a nuestro “buen desempeño” o “mal desempeño” en
aquellos roles que representamos: “a una buena madre no se le suicida un hijo”. Sin embargo
estas actitudes esperadas socialmente son también imposiciones ante las cuales nos mostramos
extraordinariamente sumisos y obedientes bajo la idea de un supuesto "orden moral",
resultando así un efectivo mecanismo de control social. De modo que al ceder ante estas
imposiciones ponemos nuestra libertad en manos que no son las nuestras.
Presentaré a continuación algunos fragmentos para dar una idea de cómo el proceso del
diálogo generó nuevas ideas, que permitiesen considerar alternativas y crear significados
diferentes para las personas involucradas en la conversación. A su vez, permitió que mediante
la interacción diese inicio la transformación de su manera de percibirse a sí mismas y a sus
contextos.
Según Geovanna:
Si tú le das el poder al de enfrente de que te eche a perder tu día, es tener en cuenta que
no nos lo está echando a perder, yo estoy permitiendo que me lo eche a perder… claro

180
que la fuerza o el fundamento para hacer ese cambio de culpas a responsabilidades trae
una cola enorme… creo que tienes que ser muy fuerte para atreverte a ir en contra de lo
que a lo mejor no sea bueno o malo para todos, pero que es bueno o malo para mí. Yo
podría haber tenido a un títere a mi lado toda la vida, porque yo a J lo pude haber
manejado a mi antojo… creo que hay que aprender a que si algo no es bueno para mí,
pero lo es para ti, adelante, hay que romper con eso.
En el fragmento anterior podemos ver como el grupo comienza a hablar de la
importancia de la actitud crítica y cuestionadora, procurando recordar que nuestros prejuicios
se encuentran influidos por nuestros conocimientos tradicionales. Sugiriendo que esta actitud
de mantener el escepticismo invita a mirar lo aprendido en la terapia como una forma de ser y
pensar que si bien se manifiesta en el espacio terapéutico, no necesariamente se limita al
mismo.
Además, transformamos nuestro lenguaje, hablando sobre lo familiar o lo conocido de
maneras diferentes y abriendo diversas posibilidades. Me refiero en este caso específicamente
a la transformación de un lenguaje que inicialmente hablaba de la culpa como “algo” que: “no
puedes cambiar… te puede llevar a una depresión, que te puede llevar en muchas ocasiones a
un suicidio”, a un lenguaje que hace referencia a las responsabilidades, que de acuerdo con
Raquel “Nos moverían, habría acción para solucionar los problemas”. Vigotsky (1986), en
“Pensamiento y lenguaje”, trata este proceso de pensamientos-en-palabras con respecto a la
naturaleza interaccional del pensamiento y el lenguaje:
… la relación entre pensamiento y palabra no es una cosa sino un proceso, un
movimiento continuo de ida y vuelta del pensamiento a la palabra y de la palabra al
pensamiento. En ese proceso, la relación entre pensamiento y palabra atraviesa
cambios que pueden considerarse evolutivos, en el sentido funcional. El pensamiento
no sólo se expresa en palabras; existe en ellas. Cada pensamiento tiende a conectar con
algo más, a establecer una relación entre cosas. Cada pensamiento se mueve, crece y
evoluciona, cumple una función, resuelve un problema (Vigotsky, 1986, p. 218).
En el caso de las clientas, esta percepción de la diferencia cualitativa entre culpa y
responsabilidad, permitió a las usuarias dar un significado distinto a sus ideas y experiencias.
Además, han pasado de mirarse a sí mismas como “víctimas de la sociedad” a percibir su rol
activo en la creación de su propio sufrimiento. Se han percatado de cómo han materializado la

181
culpa al hacer valida la autoridad y el poder de quienes se ostentan el derecho de juzgar, como
nos comparte Blanca en el siguiente fragmento:
Pensando de una manera distinta yo diría “bueno, impulso o no, mi hijo tomó su
decisión, fue su responsabilidad y yo no tengo que pagar por las decisiones que él haya
tomado. Yo no tengo que sentirme culpable por divertirme, él tomó la decisión, él se lo
perdió por que fue su responsabilidad. Y yo no me voy a guardar cien años hasta que a
la gente le parezca bien y me autorice ser feliz y poder disfrutar de lo que yo sí tengo,
que es mi vida.
Otro ejemplo de esto también podemos encontrarlo en el discurso de Geovanna, quien
comenta:
Por ejemplo mis suegros; mi suegra decidió ser una persona depresiva y mi suegro
decidió ser su cuidador y así estuvieron toda su vida, hasta que su cuerpo
funcionalmente se los permitió, yo decidí diferente y la primera llamada que entró a mi
teléfono después de que me avisaron que “J” se suicidó, fue un reproche de mi cuñada
diciéndome que por fin había conseguido lo que quería, no es que fuese lo que yo
quería pero decidí por mí, si al decidir por mí, se afectó él, eso también es parte de las
decisiones que tomó “J”.
Finalmente, me parece importante mencionar que en diferentes momentos de las
sesiones se hizo referencia al tiempo como un “ingrediente” necesario para olvidar, sanar y
dejar de sufrir, es decir, una idea del tiempo como algo establecido y que por lo mismo
requiere de una espera más o menos larga. Pero el analizar, cuestionar y reflexionar respecto al
tiempo cronológico (calendarizado) y el tiempo psicológico (lo vivido) nos llevó a percatarnos
de la confusión creada por nosotras mismas. Se trata de una especie de callejón sin salida,
imaginando que el tiempo (cronológico) por sí mismo nos hará soltar aquello que impide
nuestra libertad interior, desaprovechando la oportunidad de dar inicio al proceso de creación
de nuestra libertad. De acuerdo con la rígida imagen cronológica del tiempo, quien construyó
su culpa durante un lapso determinado, tendrá que esperar el vencimiento de un plazo
imaginario para sentirse liberado de su sufrimiento. Blanca ejemplifica el conflicto que se crea
al imaginar el tiempo de manera cronológica y también propone una solución; el ahora:
“muchas veces vamos a pensar que no es el momento preciso, pero entonces nunca va a ser el

182
momento preciso, nunca vas a saber cuándo es el momento ideal para cambiar, lo que hay que
hacer es cambiar ya”

El miedo
Para hablar acerca del miedo comenzamos a analizar qué fue aquello que nos hizo querer
hablar de este “tema”, a lo cual lris comenta:
Al principio cuando acababa de suceder sentí miedo por la más chica, porque ella vio a
su hermana colgada y lo sintió mucho. Yo empecé a ver que si la regañabas o algo se
encerraba y decía cosas como que al morir iba a ser feliz y que quería estar con su
hermana, a mí me empezó a entrar miedo porque escribía cartas y en una puso una
persona que estaba muerta. Tenía mucho miedo de que ella hiciera lo mismo que su
hermana.
Blanca refiere algo similar: “Yo tengo miedo por mi hija, que tuvo una crisis y está en una
situación de que “ya no busco ni mi esquina y lo mejor es suicidarme, Raquel nos comparte:
“yo tengo miedo hasta ahorita pero por mi hijo porque ya vio que es como una salida”. En
consonancia con esto Reyna dice: “yo tengo miedo de que alguno de mis hijos lo pueda
hacer” y finalmente Geovanna dice: “mi miedo más grande es el que mis hijos pudieran
detonar en algún momento esa crisis porque aún no encuentro si se hereda, si no se hereda. Mi
miedo es descubrir que mis hijos pudiesen “heredar” de alguna forma o haber aprendido ese
comportamiento”.
Procurando tomar en cuenta que existen muchas perspectivas y diferentes significados
posibles para cualquier evento de la vida el grupo consideró importante analizar ¿Qué es el
miedo? Interesándonos más bien por el “conocimiento local”, es decir por lo que el cliente
sabe sobre su experiencia y su situación, más que por una teoría general que la explique. De
acuerdo con esto, las participantes se refieren al miedo como: “incertidumbre, el hecho de no
saber qué va a haber después de cualquier situación”, “es un sentimiento indescriptible”,
“inseguridad de no poder controlar lo que va a suceder”, “es algo que nos lleva al
sufrimiento”, “un sentimiento que nace a raíz de lo que no quiero que me pase; de lo que no
quiero, de lo que no me gusta, de lo que se sale de mi control”, “es no saber”.
Sin embargo un comentario de Blanca nos invitó a reflexionar sobre la naturaleza del
miedo: “Yo pienso que el miedo lo creamos, vaya no es algo <que te viene>, creo que es algo

183
creado, no existe realmente”. Es así como mediante el diálogo encontramos una vía para
transcurrir de lo familiar a lo novedoso. De modo que a partir de esto surgió en el grupo la
pregunta ¿cómo creamos el miedo?, Geovanna nos comparte su opinión: “con nuestros
pensamientos, por ejemplo, cuando me imagino la escena de sufrimiento, de que estoy
acostando a mi hijo y sé que está muerto y yo enloquezco”, Blanca sugiere: “Igual por
ejemplo, si nosotros nos imaginamos a una persona sola, tenemos muchas ideas de que la
soledad es horrible, que es como un castigo, así se crea el miedo” a lo cual Raquel agrega:
“Como en las novelas, que siempre el malo termina solo y suicidándose”.
Estas ideas sumergieron al grupo en una intensa reflexión respecto a lo que es el
miedo, llevándonos a mirarlo desde otras perspectivas. Raquel abre una nueva posibilidad: “O
sea que es una fantasía, porque es algo que no ha sucedido”. Esta idea nos hizo analizar que el
miedo no existe por sí mismo y que está en relación no con “lo desconocido” sino con la
pérdida de lo conocido: personas, cosas, dinero, creencias, poder, posición social, la vida
misma; y con lo cual a su vez, podemos frustrar alguna necesidad: cariño, afecto de la pareja,
del hijo, reconocimiento, poder, dinero, comodidad, trascendencia, fama, éxito y en fin, en
todo aquello en lo que hemos fincado el sentido de nuestra vida. A su vez conversamos acerca
de cómo nuestra mente se encuentra plena de imágenes y gira rápidamente a través de las más
variadas fantasías distrayéndonos de nuestro momento actual. Blanca resume esta idea: “Creo
que nos está pasando como cuando hablamos de la culpa, cuando hablábamos de la culpa
decíamos que vivimos nuestro pasado como si fuese presente. Así es con el miedo; vivimos
como presente algo que es futuro y que a la vez es una fantasía. Entonces dejamos de vivir
nuestro presente por un miedo que ni existe en la realidad”.
El diálogo y la relación resultantes de la acción conjunta facilitan un cuestionamiento
mutuo y compartido acerca del tema (Ayora, Vadillo y Chaveste, 2011), de este modo surge
en el grupo la pregunta: “Entonces, si el miedo lo creamos con imágenes, y las imágenes con
pensamientos, ¿Qué podemos hacer con esos pensamientos?”. Las usuarias brindan algunas
sugerencias que giran en torno la observación atenta y permanente de nosotros mismos y de
los que nos rodea, lo que implica “estar despiertos” y dejar atrás el mundo de temor en el que
nos encontramos inmersos:
Es que es facilísimo caer en esa trampa que tú mismo te pones y llegas a Júpiter y ni
cuenta te diste, entonces hay que estar como alerta de lo que estás creando”,

184
“transformarlos en algo que sea más sano y analizar por qué estamos creando esa
imagen en nuestra cabeza”,” yo creo que siendo conscientes de cómo estamos
fantaseando y sufriendo por esas fantasías y cómo perdemos mucho tiempo en eso.
A partir de este intercambio conversacional surge finalmente en el grupo una pregunta
que permitió transformar el dolor en esperanza: ¿Podemos vivir sin miedo? A lo cual las
diferentes voces contestan lo siguiente:
Yo creo que si podemos vivir sin miedo, creo que entonces lo importante es vivir tu
presente y darte cuenta de que en tu presente hay tranquilidad, “creo que sí, yo estaría
súper feliz, yo creo que si me lo propongo si podría hacerlo”, “yo creo que sí, porque
estamos luchando con algo que ni siquiera existe”. “Yo creo que si porque en realidad
no es real, vaya es una fantasía, nosotros lo imaginamos pero eso no significa que haya
pasado en la realidad. Eso nos podría ayudar sabiendo que lo podemos controlar, no
creándolo (el miedo).
En los diálogos anteriores, podemos observar cómo el proceso de conversaciones
reflexivas es un ejercicio de curiosidad basado en una actitud abierta y de exploración, que
llama a la imaginación, la intuición y la emoción, que facilita el surgimiento de respuestas
creativas (García y Guevara, 2007). El diálogo respetuoso en este proceso hizo posible que las
diferentes voces sean escuchadas y que de esta manera, resurjan historias y tomaran nuevos
significados. Dando como resultado que las usuarias empezaran a relatar desde otro lugar las
dificultades pasadas, añadiendo las experiencias positivas surgidas y pudiendo ver sus propios
recursos.

El análisis de las necesidades


Hablar del “análisis de las necesidades” fue una idea generada a través del grupo al darnos
cuenta de que la palabra “necesidad” era una que se mencionaba constantemente a lo largo de
las sesiones.
Para intentar clarificar aquello a lo que se hacía referencia continuamente, inicié la
sesión con la pregunta ¿Qué es una necesidad? Esto con la intención de no dar por supuesto
que sé o entiendo lo que quieren decir las clientas. De esta manera, traté de aprender los
significados precisos de ellas, de qué están hablando y qué quieren que yo escuche. Las
respuestas de las clientas giraron en torno a: “algo o alguien que si no tienes, no puedes ser

185
feliz”, “algo que creemos que necesitamos para ser felices”, “es cuando careces de algo que,
de no tenerlo, no serás feliz”. También hablaron de sus experiencias y de aquello que ellas
visualizan como necesidades; mencionaron: la necesidad de una pareja “porque si estás sólo
eres así como <el apestado>”, la necesidad de perdón: “la iglesia te genera necesidades de
perdón, de salvación, de estar siempre en el redil, por eso dicen que somos ovejitas” refiere
Geovanna. Blanca nos comparte sus ideas haciendo referencia a la necesidades materiales
(celulares, auto, casas) y a la de tener hijos porque “si no tienes un hijo no eres una mujer
completa, no te realizas como mujer, no tienes por quien vivir”. Raquel nos habla acerca de la
necesidad de aceptación, que vive al sentirse rechazada a raíz del suicidio de su pareja y
también habla acerca de la necesidad del bautismo: “porque si no, se tiene el diablo, porque el
diablo te persigue y te va a llevar, nos tenemos que bautizar para no morir”. Iris por otra parte,
comenta acerca de la necesidad de casarnos por la iglesia: “porque si no vives en pecado, no
está bendito tu matrimonio”.
Las ideas y experiencias compartidas en el grupo nos hicieron detenernos a revisar qué
queremos decir cuando decimos que queremos ser felices. De modo que decidimos indagar en
esto, encontrando que esa idea (“la felicidad”) que le da sentido y rige nuestra vida, es el
producto de creencias que se nos presentan como modelo y a partir de las que se decide quién
es feliz y quién no. Construimos entonces, el sentido de nuestra vida a partir de ideas que se
encuentran saturadas de todo nuestro pasado. Estas ideas rigen nuestra vida y son el resumen
de las creencias que hemos ido acumulando y organizando a lo largo de nuestra existencia;
pero esta construcción –decíamos- no se realiza de manera solitaria ni casual, sino que se da a
través de la relación social. Como refiere Reyna:
Pero es de tipo social ¿no?, desde pequeños nos enseñan y nosotros enseñamos a
nuestros hijos qué debemos hacer para ser felices; tener hijos, estudiar, tener una
religión, tener cosas materiales, estar 90-60-90, casarte, etcétera, y entonces todo eso se
vuelve el sentido de tu vida, tener y hacer todo eso y te frustras si no lo alcanzas
porque piensas que tu vida ya no tiene sentido.
En esta “lluvia de ideas”, Blanca realiza un comentario que traslada la conversación a
otro sitio:
Pero cualquier persona tiene una necesidad, ya sea de religión, ya sea de la política
(…) es esa necesidad de creer que existe un jefe supremo que, no que nos controla,

186
porque no nos controla, sino que nos pone todo; lo bueno y lo malo, nos da el famoso
libre albedrío (…) no te prohíben, solamente te indican qué no es bueno. Si te
controlara; no las harías (lo “malo”), porque él no quiere que tú sufras. Se supone que
el ama tanto su mundo que no quiere que sufras, pero si tu sufres es por algo que
hiciste mal generalmente, o sea que estás sufriendo las consecuencias de tus actos.
Este comentario nos invitó a conversar acerca de cómo hemos asimilado y aceptado
estos “modelos de felicidad”. De modo que creemos que necesitamos que alguien nos guíe por
el camino “correcto”, alguien o algo que explique todo y que al mismo tiempo discipline,
organice nuestra vida y nos garantice nuestro camino a aquello que nos ofrecen como
felicidad. Necesitamos que nuestra vida sea normada y dirigida, manifestándose esto, en
prácticamente todas las cosas que creemos que deseamos. Pedimos un guía que nos “oriente”,
otorgándole así el poder de decisión sobre nosotros, con tal de que alivie nuestro sufrimiento a
través de diversas promesas: poder, éxito, sabiduría, amor, etc.
Este comentario, igualmente nos llevó a reflexionar acerca del uso de la palabra
“amor” dentro de este juego de manipulación. Coincidimos en que eso a lo que cotidianamente
hacemos referencia: “el amor”, no tiene un significado permanente o igual para las distintas
personas, incluso para las diversas culturas. Sin embargo, es utilizada a menudo como un
disfraz con el que se intenta disimular la necesidad de controlar, de manipular o para esconder
el miedo a la soledad. Decíamos entonces que, nuestra lógica nos dice que si este guía nos
ofrece seguridad y felicidad es porque nos ama (sea lo que sea que esto signifique). Y es así
como bajo el disfraz del amor no sólo obedecemos a aquel que hacemos nuestro maestro,
nuestro padre, sino que también con el pretexto del amor, obligamos a nuestros hijos, parejas
a obedecer el camino que de acuerdo con nosotros los conducirá a la felicidad (nuevamente,
sea lo que sea que esto signifique).
Sin embargo –comentábamos- solemos sentir que vivimos en un “clima de libertad”
pues “tenemos el libre albedrío”, aunque si miramos más allá, podremos darnos cuenta de que
todas nuestras acciones las realizamos dentro de un territorio previamente delimitado, a
sabiendas de que si traspasamos los límites impuestos comenzaremos a arriesgar todo aquello
a lo que hemos adjudicado el sentido de nuestra vida. Geovanna lo resume de un modo muy
interesante:

187
Viéndolo así, yo creo que eso del libre albedrío, resulta un tanto tramposo, porque
entonces a mí manera de ver las cosas es que te digo lo que está bien o está mal, pero te
lo impongo, o sea, no te invito a que tu reflexiones y me digas si para ti está bien, sino
que yo te estoy diciendo esto está bien y esto está mal, si no haces lo que está bien,
recibirás un castigo, así surge el control; del miedo, de la culpa.
Es así como los “temas” del miedo y la culpa reaparece en la historia. Trayendo a la
sesión análisis previos acerca de cómo diversas instituciones como la iglesia, la política, las
escuelas y la religión, a partir de lo histórico, de la tradición y de lo religioso señalan cuál es
nuestro pasado e indica cómo debemos comportarnos hoy, ejerciendo así control sobre
nosotros. Vivimos bajo las reglamentaciones, pues en caso contrario la etiqueta será de
“anormales” por estar en contra o al margen de la norma, de lo estipulado como válido para
determinado contexto social. A este respecto, Geovanna menciona: “Yo creo que todo esto va
en torno a un sentido de pertenencia, como que todos queremos sentir que cabemos en algún
lado, hacemos lo que sea por parecer siempre personas “normales”; pensando, haciendo y
diciendo lo mismo que otros, queremos formar parte de algo, no queremos ser diferentes
porque la diferencia siempre es señalada”. Este comentario nos hizo analizar cómo el
discernimiento es considerado como desobediencia, y ésta traerá consigo un “castigo”: culpa,
vergüenza, el infierno, la exclusión. Blanca resume esta idea: “desde que tenemos uso de
razón nos imponen (o imponemos) lo que está bien y lo que está mal y te amenazan (o
amenazamos) diciendo que te vas a ir al infierno o algo así, entonces nuestra mente está como
condicionada”. Es así como surge en el grupo la idea de que las necesidades son creadas e
impuestas socialmente para ejercer control, pero a su vez, son aceptadas, asimiladas y
devueltas en formas de tradiciones y de la “voz de la experiencia”, a través de la cultura que
entre todos construimos a diario.
Estas reflexiones me hicieron recordar el pensamiento de Foucault (2001a), quien
plantea la idea del poder subyugador. Habla de cómo funcionan los dispositivos de poder
social, cómo estamos inmersos en los discursos dominantes y cómo integramos esta
maquinaria en la cual éstos nos subyugan. Habla también de poder conocer estas prédicas
sociales, retarlas, y estructurar posibilidades con historias alternativas. Considero que es así
como a través de la terapia podemos ir desafiando estos discursos, que son los que finalmente

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nos aprisionan. Para así, poder encontrarnos con otras posibilidades, otras historias para vivir
de una mejor manera.
Posteriormente, surgen en el grupo reflexiones acerca de cómo a pesar de esto, a través
de las normas que tiene toda creencia sentimos algún tipo de seguridad, pues de lo contrario
tendríamos que caminar por nuestro propio pie y desde luego, bajo la propia responsabilidad,
las clientas lo refieren así: “yo creo que nos dejamos guiar porque es más fácil dejarle la carga
a una persona que nos diga esto y esto y tú sólo te limitas a hacerlo, es más fácil dejar las
responsabilidades en otro”. En consonancia con esto Blanca comenta:
Creo que creamos una necesidad de guía porque si no iríamos por la vida así como
perdidos, no sabríamos ni para dónde jalar, de hecho, creo que si por ejemplo alguien
nos dijera que Dios no existe, entonces le daríamos la chamba de guiarnos a alguien
más porque es más fácil (…) eso sí, como que nos quitan el trabajo de pensar qué es
bueno y qué es malo para mí, es la comodidad de estar en un lugar, te sientes cómodo
en una situación aunque no te guste. Es la flojera de que ya estoy aquí, ya sé que me
toca hacer, ya sé lo que sigue, y como que salir de ese protocolo es volver a empezar y
te da flojera y no nos ponemos a pensar que ese volver a empezar podría quitarnos todo
lo negativo.
Geovanna coincide y nos brinda una sugerencia: “es un estado de confort, en el que ya
está todo hecho. Y tal vez no se trata de volver a empezar sino de atreverse”.
Constantemente, durante las sesiones surgían preguntas, las cuales guiaban nuestro
interés por conocer y entender. Era un bombardeo de interrogantes e incertidumbre que tal vez
no tenían respuesta, pero nos mantenían continuamente dudando. Ahí está la riqueza del
proceso, al igual que eventualmente creamos que nos aproximamos a ciertos puntos de certeza
(Ayora, Vadillo y Chaveste, 2011). Después de haber analizado a profundidad este tema (que
nos llevó un aproximado de 4 horas de trabajo). Surge en el grupo una pregunta sumamente
interesante y retadora: “Si estamos diciendo que las necesidades son creadas, podemos no
crearlas y así dejaríamos de sufrir ¿no?, entonces: ¿Podemos vivir sin necesidades?” Las
clientas respondieron en este sentido:
Creo que hay necesidades reales, vaya, como el agua, la comida, ir al baño, etcétera,
pero ya depende de nosotros caer en el juego de las necesidades creadas, creo que si se
puede vivir sin ellas. La vida es fácil, nosotros nos la complicamos”, “Yo creo que al

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creer que necesitamos de algo o alguien para ser felices (la clienta señala con las
manos que este concepto es entrecomillado), creamos nuestras propias necesidades y
nuestro propio sufrimiento. Si uno pusiera de su parte si podría salir adelante”, “Y
dejaríamos de sufrir, porque si analizamos cuáles son las necesidades que hemos
creado y porqué las hemos creado, podemos saber por qué estamos sufriendo.
Blanca comenta entre risas: “si la gente supiera de lo que estamos hablando nos diría
“¿y si no tienes necesidades no tienes un motivo para vivir, para qué vives entonces, no
piensas en tu futuro?” Geovanna responde a este comentario diciéndonos:
Tal vez no necesitamos pensar en un futuro, sólo vivir el momento y es como lo
que hemos hablado de la realidad y la fantasía: en la fantasía necesitas de muchas
cosas, personas, etc. para ser feliz, en la realidad no. Vivimos entonces en un mundo de
fantasía y sin embargo la realidad es mucho más simple; en la fantasía necesitamos de
una pareja para ser feliz, en la realidad no, en la fantasía necesitamos de un auto para
ser felices, en la realidad no, en la fantasía necesitamos una carrera para ser felices, en
la realidad no. Si vivimos en ese mundo de fantasías, lleno de necesidades somos
tremendamente vulnerables.
Este diálogo me hizo recordar a Anderson (1999) quien señala que lo que una persona
percibe como un problema puede ser percibido por otra como un problema distinto, o ni
siquiera como un problema. Esto trae a la memoria la idea de White (1997) sobre las
experiencias ralas, como aquellas que fundamentan los discursos sociales e indican a las
personas cómo deben ser o hacer las cosas. Lo que me permitió ver cómo nuestras
conversaciones ayudaron a engrosar las experiencias, permitiendo identificar más matices que
facilitaron ver a las personas y sus relaciones desde muchos más ángulos que los discursos
sociales permiten.
Finalmente, Blanca hace un comentario acerca de cómo conversar de formas
novedosas contribuye a construir alternativas: “Cómo algo tan sencillo entre comillas, te
puede cambiar y te puede dar otra visión de las cosas”. Geovanna agrega: “y es que tal vez
sería útil dejar de hablar de necesidades y hablar de oportunidades, así como cambiamos de
hablar de culpas a hablar de responsabilidades. Sólo hacer ese cambio en el lenguaje te cambia
la percepción”. Gadamer (1975) en Las bastardillas son mías dice que “en el curso de una
conversación real, abierta, es decir, una conversación donde los participantes se dedican

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realmente a comprender el tema y no simplemente a “anotarse puntos” o “defender” una
posición, es posible que emerjan nuevas ideas, metáforas y marcos referenciales que faciliten
nuevas maneras de encarar el tema, o que se forjen nuevos vocabularios conceptuales que
muevan la discusión a un nuevo terreno” (pág. 33).

La violencia
El hablar de violencia surge como una propuesta mía, a partir de conocer algunas situaciones
en las cuáles las clientas se encontraban inmersas. Se propuso hablar de dicho tema, a lo cual
las clientas aceptaron.
Comenzamos conversando acerca de aquellas situaciones de violencia que viven o han
vivido las usuarias; las cuales giraban en torno a violencia física, psicológica, económica y
sexual, por parte de padres y parejas mayormente. Después de narrar las clientas sus
experiencias surge en el grupo la interrogante del porqué permanecen o permanecieron en este
tipo de situaciones. Algunos de los motivos mencionados fueron los siguientes: “En mi caso
fue porque tenía un lugar en dónde estar (…) yo decía <si me salgo, ¿cómo le voy a hacer?>,
por eso lo acepté”, “puede ser por miedo a la soledad, miedo a que no encuentre un trabajo
adecuado para salir adelante con mis hijos”, “por vergüenza a lo que diga la gente”.
A partir de estas experiencias surgió en el grupo un diálogo que hacía referencia
constantemente a las responsabilidades (tema abordado en sesiones anteriores). Conversamos
acerca de cómo en muchas ocasiones preferimos continuar responsabilizando a aquellos que
identificamos como los “causantes de nuestras desgracias”, no haciéndonos conscientes y
responsables de nuestro papel activo en la creación de las mismas. “Nos volvemos cómplices”
dicen Geovanna y Raquel: “cómplices, porque lo permitimos con tal de sentir cierta seguridad
y a pesar de saber las consecuencias”. Nos asusta la idea de transformarnos y de abandonar
todo lo conocido que crea la ficción de seguridad –decíamos- y en esto podemos encontrar
nuestra participación, nuestra complicidad disfrazada de victimización.
Esto último nos llevó a analizar cómo el posicionarnos como “víctimas” puede resultar
un obstáculo para nuestra transformación pues trae consigo cierto tipo de “ganancias”. Blanca
lo resume así: “la gente te dice <ay pobre> y te apapacha, además tú mismo te lo crees (que
eres la víctima) y entonces permaneces en ese sitio, que dentro de lo que cabe, puede resultar

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cómodo”. Geovanna agrega: “A final de cuentas es una etiqueta social, que como todas te
encasilla, vaya, como víctima ya sabes que tu papel es sufrir y ya”.
Estas opiniones brindadas por las clientas, me hicieron recordar el pensamiento de
Shotter (1999a), quien propone que la diferencia entre lo que se considera una situación
problemática o no problemática es una diferencia en la manera de ser. No es una cuestión de
“qué hacer sino de qué ser” (pág. 118); esto es “cómo él o ella intentan <colocarse>,
<posicionarse> o <situarse> en relación con quienes los rodean” (pág. 122). Shotter señala que
a través del lenguaje podemos desplazarnos a nuevas “posiciones” en relación con nuestro
propio contar, y así a nuevas narrativas de nosotros mismos, o biografías (pág. 130).
El habernos sumergido en esta conversación referente las implicaciones de las
etiquetas sociales, igualmente nos invitó a conversar acerca de cómo viven las clientas el
hecho de ser llamadas “sobrevivientes de suicidio.
Como ya se ha mencionado con anterioridad, la suicidología, utiliza el término
“sobreviviente de suicidio” para designar a aquellas personas que han perdido a un ser querido
por esta causa. Sin embargo durante el diálogo conversacional mantenido en el grupo surge
una crítica respecto a este término, el cual las clientas consideran por varias razones,
inadecuado para su situación. Blanca habla acerca de cómo ésta etiqueta social le resulta
victimizante:
Ya de entrada se siente feo que se te muera un familiar, porque como hemos
platicado; somos dependientes muchas veces de esa persona, eso que hablábamos
alguna ocasión sobre los apegos. Pero ya el hecho de que un familiar se suicide; es
como cuando el papá o el padrastro violan a una niña te dicen <ya le fastidió la vida,
ya la desgració para toda su vida>, o sea, si te pones a pensarlo; sí, la violó pero no le
ha desgraciado toda la vida. Eso siento cuando me dicen “sobreviviente de suicidio”,
me siento como la víctima de algo que <ya me desgració la vida para siempre>, no sé
si me explico: da esa impresión de que ya que un ser querido se suicidó, no volverás a
ser feliz jamás, el problema es lo que decíamos hace rato, puedes caer en creértelo y
estar culpe y culpe a tu ser querido de lo <horrible de tu vida>.
En consonancia con esto, Geovanna comenta:
A mí por lo que no me gusta es porque suena así como <pobrecito, ahora tendrá que
sobrevivir al dolor de vivir>. Como que ya te pasaron a fregar”. Vaya no eres

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sobreviviente, ni superviviente (cuando hace referencia al “sobreviviente” señala con
las manos un nivel bajo, un término que minimiza y cuando se refiere al
“superviviente” señala un nivel superior o que maximiza), simplemente eres alguien
que está aprendiendo a manejar de una forma sana y positiva las situaciones que se te
presentan en la vida; ni te hace más ni te hace menos. Y que muchas veces son
situaciones que te detenías a pensar que iba a ser algo imposible de pasar pero cuando
realmente caminaste y lo hiciste fue así como <todo lo que te contaron de todo lo que
te va a pasar y que ya te metieron en tu disco duro te lo crees, pero si lo trabajas luego
te das cuenta de que ni era para tanto, ya lo hice, estamos bien y ahí vamos.
Raquel coincide con sus compañeras diciendo:
Yo cuando escucho la palabra sobreviviente pienso por ejemplo en un accidente
grandísimo donde hubieron muchos muertos y fue el único que sobrevivió, o un
terremoto y hay una persona que sobrevivió a esa catástrofe, es algo que a ti te pasó,
algo en lo que tu estuviste. Entonces, si te dicen sobreviviente de suicidio ya te
metieron en el relajo, vaya, ya lo tomas como algo que te pasó a ti, como que fuiste la
víctima del suicidio de tu ser querido.
Iris también aporta un comentario interesante, haciendo referencia a las limitantes que
esta “etiqueta” trae consigo: “Cuando alguien te dice sobreviviente de suicidio se siente como
una carga que estás llevando y que no puedes quitarte, porque nuestra mente es tan poderosa
que hasta nosotros mismos nos sentimos mal al pensar que eres sobreviviente o que otra
persona es sobreviviente, suena como que es algo que te debe de doler”. Blanca agrega: “y es
que además no para todos es igual, para otros puede ser <el alivio del suicidio>, cada quien lo
va a vivir de acuerdo a como lo sienta, a cómo fue su experiencia”.
Finalmente las clientas también nos dan su opinión acerca de lo confuso que les resulta
este término: “Yo creo que un sobreviviente sería una persona que quiso suicidarse y no lo
logró, como que confunde cuando lo escuchas, yo creo que sería importante cambiar ese
nombre porque si yo ni lo intenté, no me puedo decir a mí misma sobreviviente”, “Sí, como
que todos piensan que es el que no logró matarse”.
En los diálogos anteriores, puede observarse cómo las conversaciones no son lineales,
nos van llevando de un sitio a otro. En este caso, el hablar sobre las situaciones de violencia
vividas por las clientas, nos abrió la posibilidad de reflexionar acerca de cómo se han

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posicionado ante estas circunstancias: como víctimas, victimarios y/o cómplices. Esto a su
vez, nos permitió conversar acerca de cómo el desempeñar el rol de víctima implica acciones e
inacciones socialmente establecidas que pueden resultar poco favorecedoras para quien porte
dicha etiqueta. Es así como surge el análisis respecto al término “sobrevivientes de suicidio”,
visto éste como uno que resulta victimizante de acuerdo a las opiniones de las clientas.
Considero el diálogo mantenido durante esta sesión, les brindó la oportunidad de mirar cómo
el posicionarse como víctimas del suicidio de su ser querido las ha mantenido en un estado de
“sufrimiento obligado”. De modo que el reflexionar acerca de su papel pasivo ante la
imposición de esta etiqueta les permitió mirarse de una manera distinta.

Mi secreto
El “tema” del secreto familiar (como las clientas lo llamaron en un principio), surge a partir de
que las mismas, manifiestan su preocupación acerca de si es pertinente informar a otros acerca
de la causa del fallecimiento de su ser querido.
Comenzamos la sesión indagando en los motivos de esta preocupación, mi propósito
fue aprender de las clientas, a través de sus propias descripciones. A continuación presentaré
algunos de los fragmentos de los diálogos mantenidos y en los cuales nos comparten su sentir.
Geovanna, quien ha decidido no compartir este “secreto” con sus hijos, explica:
En mi caso es más cuestión sentimental, como que siento que va a ser así, como que
duro, triste. No es lo mismo que tú digas “se murió de una enfermedad”, en la que vas
como que asimilando el proceso, y que al final de cuentas te llega la muerte sin que tú
lo provoques. Entonces yo creo que a lo mejor ellos van a sentir como nostalgia o
tristeza porque pues “si nosotros estamos aquí ¿Por qué se quiso ir?, ¿Por qué decidió
dejarnos?, o ¿Por qué no le importamos?
Blanca nos comenta que aunque sus seres queridos conocen la causa del fallecimiento
de su hijo, esto ha sido ocultado a los amigos de “E”, nos comparte: “A raíz de lo de “E”, una
mamá platicó conmigo diciéndome que su hija no sabía el motivo por el cual él había
fallecido, a ella se lo ocultaron y le dijeron que “E” había tenido un accidente, con el temor de
que ella pudiera hacer lo mismo, vaya piensan que hablarlo les abriría una alternativa a sus
hijos”. En la misma línea, Reyna comenta:

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Yo no se lo he dicho a mi hijo, ni se lo pienso decir porque como a él le dan muchas
convulsiones, cuando le da muy seguido creo que se siente muy mal y me dice <yo ya
me voy a morir, voy a agarrar una soga y me voy a colgar>. Si le digo cómo murió su
hermanito va a pensar <pues si ya lo hizo él, yo por qué no, que yo también estoy
sufriendo>, entonces yo tengo miedo de que él lo haga.
El caso de Raquel es un tanto distinto, en cuanto a que la gente cercana a ella conoce la
situación, sin embargo, comenta: “Mi hijo sabe lo que su papá hizo, no le he ocultado nada, lo
que viene es el ¿por qué? Yo no le he platicado bien la situación pero mi hijo es muy
inteligente, entiende y se da cuenta. Siento que no falta mucho en que le tenga que explicar a
mi hijo por qué pasaron las cosas y me da miedo que no me sepa entender y me diga que yo
tuve la culpa”. Iris nos habla de otra situación, en la que el secreto se crea a partir del estigma
asociado con el suicidio: “En el caso de mi hija, mi cuñada y mi suegra no querían que la
gente se enterara de que murió, como hay una piscina de una de sus hijas que es un local,
querían que dijéramos que se ahogó allá, creo que les da vergüenza decir cómo murió mi hija”.
Ya habiendo compartido sus dilemas y preocupaciones, las participantes intentamos
ampliar nuestra comprensión del tema, cuestionándonos acerca de cómo se crea un secreto y
quedando su “estructura” de la siguiente manera: Ocurre algo, en lo que creemos que
participamos mal o no muy bien, posteriormente creamos sentimientos de culpabilidad y
vergüenza y decidimos ocultar aquella que consideramos nuestra acción. Es así como
decidimos cambiar el nombre de la sesión a “mi secreto”, puesto que las participantes
coincidimos en que es un secreto personal (no familiar) y que no compartimos pues en la raíz
del mismo hay culpabilidad y/o vergüenza.
Geovanna nos comparte su pensamiento:
Por ejemplo, la situación es que “J” se suicidó, yo creo que participé indirectamente al
decir <hasta aquí>, vaya lo puse en la situación en que a lo mejor él ya sentía que lo
había perdido todo y lo único que le hacía falta perder era su familia… yo sentía que
estando conmigo de alguna manera yo lo cuidaba y estaba protegido, entonces cuando
lo dejé de cuidar fue que pasó, entonces como que participé en que dejé de participar,
cuando dije <hasta aquí>, siento que lo puse en el ambiente “idóneo”.
Raquel agrega: “En mi caso la situación es que se suicidó mi esposo, yo creo que
participé porque estaba saliendo con otra persona, yo digo que fui la gota que derramó el vaso,

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si él ya tenía ideas así, como que cuando sale eso, hice que tome esa decisión y creo que
cuando le diga a mi hijo cómo pasaron las cosas me puede decir: <si lo pudiste haber ayudado
mamá, te hubieses quedado con él y cuando él ya estuviera mejor, lo dejabas>. Este diálogo
nos invitó a retomar el tema de “la culpa”, desde una perspectiva no considerada con
anterioridad: el narcisismo.
Hablamos acerca del antiguo mito griego sobre el joven Narciso, de especial
hermosura, quien se enamoró insaciablemente de su propia imagen reflejada en el agua. Y lo
relacionamos con el tema que nos interesaba: la culpa ante el suicidio de un ser querido.
Analizamos cómo el ensimismamiento impide ver la multifactorialidad del suicidio. El
sobrevalorar nuestras capacidades y pensar que quienes “atamos la soga al cuello” de nuestro
familiar fuimos nosotros, resulta en una forma de narcisismo. Sin embargo decíamos; la
fijación de Narciso a su reflejo le impidió moverse de sitio y lo llevó hasta la muerte.
Raquel dice: “Ándale, es pensar que <por mí se mató>, no tomar en cuenta que
seguramente hay otros miles de motivos por los cuales esa persona tomó la decisión de
quitarse la vida”, Blanca agrega: “o pensar que tendríamos que haber sido <el motivo> (esto lo
señala entre comillas) para que decidiera no hacerlo… Creo que las que estamos aquí
entonces, somos bastante narcisistas, por eso sentimos culpa y esto nos impide movernos,
tanto que incluso hemos pensado o intentado suicidarnos”.
Ante estas reflexiones surgió una nueva propuesta: que este ocultamiento, es muchas
veces la expresión de nuestros sentimientos de culpa que no hemos podido resolver y/o de
nuestro ego herido en lo más profundo de nuestro ser. En este sentido nos preguntamos:
cuando lloramos por nuestro muerto: ¿Lloramos por él o lloramos por nosotros mismos?
Geovanna comparte una reflexión con el grupo y nos cuestiona: “entonces, si en lo que
consideramos nuestra participación está nuestro narcisismo, si trabajáramos en esto y
quitáramos el narcisismo, sólo quedaría “ocurrió una situación”. En este caso ¿Ustedes por
qué no hablarían del suicidio de su ser querido? Varias comentan: “por miedo a que si
hablamos del suicidio, otras personas puedan pensar en suicidarse”. Es así como esta
conversación abrió la posibilidad de reflexionar acerca de nuestro trabajo en el grupo: ¿Somos
entonces un grupo que semana tras semana alimenta su posibilidad de suicidarse? Blanca
contesta: “definitivamente no, yo creo que el hablar de la muerte nos ha abierto la posibilidad
de hablar acerca de la vida, de cómo estamos viviendo, si a eso se le puede llamar vida, de ver

196
cómo nosotras mismas hemos estado en un proceso de construcción de nuestra destrucción y
entonces a partir de esto poder crearnos de una manera distinta”.
Este comentario nos invitó a mirar el suicidio como una oportunidad para replantearse
el propio sentido de la vida, además de que favoreció a mirarnos de una manera distinta; no
como víctimas, sino como personas que a partir de una crisis, han decidido construirse en vez
de destruirse; como “personas fuertes y capaces de enfrentar cualquier adversidad” puntúa
Raquel.
Finalmente, para concluir la sesión decidimos incluir las voces de aquellos a quienes
hemos decidido ocultar nuestro secreto, preguntándonos qué pensarían si al pasar del tiempo
éstos se enteran de cómo falleció su ser querido. De este modo, podríamos conocer cuál es el
diálogo interior silencioso sobre la conversación exterior. Las clientas responden a esto de la
siguiente manera: “me sentiría engañada y muy molesta y pasaría por una <nueva pérdida>,
vaya, es como volver a sufrir algo que probablemente hubiese podido haber aceptado y
superado años atrás, sería un nuevo sufrimiento”, “completamente engañada, reclamaría que
no me lo hayan dicho antes”, “muy triste, y molesta, pensaría que a pesar de lo difícil que
hubiese resultado tenía derecho a saberlo”, “me sentiría mal y molesta, sentiría que piensan
que no tengo la capacidad para entender y afrontar las cosas”. Esto favoreció a que las
participantes engrosaran su historia y con esto ampliaran sus posibilidades.
Las conversaciones favorecieron y ampliaron la visión de las experiencias vividas. El
objetivo fue abrir posibilidades, más que llegar a la explicación o comprensión última de las
mismas. La conversación permitió dar significados más amplios y ricos a las situaciones
cotidianas, favoreciendo así a engrosar nuestras narrativas. Abriéndonos la posibilidad de de-
construir la realidad y a partir de ésta, relacionarnos de manera diferente. Es de este modo
como el trabajo colaborativo contribuye a la transformación personal y se convierte en una
invitación a permanecer en constante transformación.

A manera de conclusión
La pregunta que motivó el desarrollo de esta investigación fue si la terapia colaborativa podría
ser una herramienta terapéutica útil para redefinir y generar nuevos significados, en
situaciones en las que se ha dado una muerte por suicidio en un contexto afectivo directo; es
decir en familiares, o en personas emocionalmente vinculadas al fallecido.

197
Si bien el suicidio es un acto individual, los significados que se construyen alrededor
del mismo están determinados por la cultura, la historia y el contexto social. Es por ello que
consideré que las acciones terapéuticas dirigidas hacia aquellos afectados por una muerte por
suicidio, deberían contemplar lo social como algo básico. De este modo la terapia
colaborativa, al proponer el análisis de las construcciones sociales nos abrió la posibilidad de
explorar, analizar, deconstruir y transformar la percepción de la realidad social de estas
personas.
El ser querido de aquel que ha decidido quitarse la vida inevitablemente pasa a formar
parte de una categoría social: “el sobreviviente de suicidio”. De esta manera se halla inmerso
en una red de significados que una sociedad determinada o una cultura ha construido respecto
a la vida, la muerte y el suicidio. Es así como la sociedad establece las reacciones y modos de
vida que deben adoptarse en función a un suceso como este. Por ejemplo, suele ser mal visto o
“sospechoso”, que estos individuos se muestren contentos y tranquilos. En cambio, se espera
verlos culposos, avergonzados y tristes. Suele ser incluso justificado socialmente el hecho de
que estas personas comiencen a crear su propia idea de suicidio, pues la cultura que a diario
creamos magnifica el sufrimiento como forma de amar. De modo que en el imaginario social,
un “sobreviviente suicida”, ha realizado con este acto, la mayor muestra de su sufrimiento y
con esto, la prueba más grande de su amor.
Es así como aquellos que viven una pérdida por suicidio dejan de ser personas, para ser
“sobrevivientes”; categoría social que conlleva un sufrimiento obligado y que ubica al
individuo en una posición desventajosa con respecto a aquellas categorías sociales en las que
no ha ocurrido este evento; por ejemplo una muerte por enfermedad, ancianidad o accidente.
De este modo, resulta lógico que el “sobreviviente” sienta, piense y en consecuencia actúe
como si sobrevivir al dolor de vivir fuera lo único que pudiese hacer. Dicho de otro modo; “el
sobreviviente” hace aquellas cosas que se espera debe hacer, y con ello va cancelando otras
que son incompatibles con su nuevo rol. Es por esto que me resultó evidente la necesidad de
trabajar desde una perspectiva más abierta y flexible, sin los prejuicios comunes sobre el tema
del suicidio, que privilegian la cultura médica y psicológica; de modo que parte importante en
este proceso fue visualizar a las participantes como personas, no como etiquetas. Considero
que esto, en la temática del suicidio, que es tan satanizado y estigmatizado incluso por los

198
propios terapeutas, abrió una dimensión totalmente diferente, al tratarnos como iguales en la
categoría de personas; diversas pero unidas en el deseo de la transformación.
La propuesta terapéutica de esta investigación fue conocer y analizar cómo se ha
construido la realidad social de aquel que se encuentra atravesando una pérdida por suicidio.
Es así como este trabajo a pesar de que inicialmente se centraba en la muerte, nos invitó a
hablar sobre aquellos aspectos relacionados con la vida. Después de todo, aquello que
conocemos sobre la muerte y en el caso que nos ocupa, sobre el suicidio, es en gran medida el
resultado de los significados que se construyen a partir de la vida, tanto individual como
social. Desde esta mirada, la intervención dejó de estar del lado de los efectos de una muerte,
para ubicarse en los efectos de nuestra forma de vida.
Para la realización de este trabajo de investigación el diálogo fue nuestro aliado, pues
en él se manifiestan los contenidos de las creencias y tradiciones respecto a la vida, la muerte
y el suicidio. El desencriptar aquellas construcciones sociales que rodean estos sucesos nos
brindó la oportunidad de identificar las llaves para abrir la puerta a una posibilidad de
transformación y creación de la propia vida, sin que esté de por medio alguna situación de
desventaja o estigma.
Es así que la creación de un espacio conversacional fue sin duda la prioridad en esta
experiencia, entendiéndose por ello no únicamente la asistencia formal a las sesiones, sino la
apertura de un espacio desprovisto de censura; un espacio que no implicara la simple
exposición de temas o contenidos intelectualizados, sino uno en el que los integrantes
pudiesen hablar desde sus propias experiencias para así poder comprender su sufrimiento.
Desde esta perspectiva, lo importante no era de qué se hablaba, sino cómo se hablaba y desde
dónde surgía este discurso.
La creación del espacio dialógico requirió de grandes esfuerzos por parte tanto mía
como facilitadora, como de las clientas ya que nos encontrábamos comprometidas y unidas en
la exploración de temas de interés común, y en la creación de conocimiento conjunto. Para
esto cada participante ofrecía sus puntos de vista y eran respetados. De modo que fue
necesario que todos los implicados aprendiéramos a escuchar y conversar, a entender que cada
uno aportaba nuevas ideas a las conversaciones y que en conjunto, enriquecíamos las historias
de las participantes.

199
El diálogo generado por la inclusión de las diferentes voces permitió ampliar el
discurso y relacionarlo con ideas de poder, control social y construcción social, entre otras.
Esto creó un espacio para que las historias de las participantes se fueran ampliando, y así sus
significados se fueran enriqueciendo y empezaran a surgir relatos nuevos. De esta manera,
fueron transformando su manera de percibirse; pasando de una visión de ellas mismas como
“víctimas” del suicidio de su ser querido y/o de la sociedad, a expertas y capaces de decidir
sobre su propia vida, sabiéndose poseedoras de los recursos para participar activamente en su
desarrollo. Sin conformarse con lo que el sistema social espera de ellas.
El trabajo grupal fue una herramienta que considero clave en este proyecto, pues el ser
querido de aquel que fallece por suicidio vive una realidad social distinta de aquellos quienes
no han pasado por un evento de esta naturaleza. De modo que estas personas tienden a sentirse
en una dinámica psicosocial aparte de aquellos quienes no han vivido una pérdida por esta
causa. En estas circunstancias el grupo proveyó a las clientas una sensación de pertenencia a
un grupo, cuando sentían que habían dejado de pertenecer a otro. Esto, resultó inevitablemente
reparador. Además, la convivencia con aquellas que consideraba sus iguales, permitió a las
clientas la expresión de pensamientos y sentimientos en un espacio respetuoso y libre,
pudiendo con ello abrirse a la posibilidad de hablar y reflexionar sobre aquello que las
aquejaba.
Me parece importante mencionar que algo que noté durante las sesiones, es que en la
participación en grupo las usuarias solían hacer comparaciones subjetivas de su situación con
respecto a las demás; siempre había una historia considerada un tanto más difícil que la propia.
Esto dentro de la dinámica grupal se volvió un ir y venir de esperanza, admiración y
motivación, entre otros aspectos. Considero que esto es una de las “magias del grupo”; el
infundir esperanza en donde se cree que ya no puede haberla.
Este trabajo fue una oportunidad de reflexionar acerca de los discursos sociales y su
influencia en nuestras creencias, como personas y profesionales. Aprendí que mi
responsabilidad como terapeuta no radicaba en la creación de “individuos sanos”, pues de este
modo estaría siendo cómplice del sistema. En cambio, comprendí la importancia de ser
creativa y flexible en cada conversación que mantengo. Esta característica particular del
terapeuta colaborativo favoreció a la reflexión y el cuestionamiento lo cual resultó en una
herramienta que nos permitió movernos y avanzar.

200
En definitiva, el suicidio es un evento que sacudió las estructuras de las participantes,
en algunos casos incluso considerando terminar con la propia vida. Pero también esta vivencia
dramática y dolorosa resultó ser un punto de reflexión y restauración. De tal manera que lo
que en realidad ocupó gran parte, no sólo del tiempo cronológico, sino del tiempo emocional
fue la propuesta de crearse de una manera diferente, esto es, una nueva forma de vida, a partir
de un evento de muerte.

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202
El significado de los intentos suicidas en los jóvenes de Campeche: una
mirada desde la perspectiva cualitativa

Moisés Frutos Cortés


Guadalupe Calderón Gómez
Esther Solano Palacios

Y si acaso no brillara el sol,


y quedara yo atrapado aquí,
no vería la razón de seguir viviendo sin tu amor.
(L.A. Spinetta)

Introducción

Según el informe mundial sobre la violencia y la salud (PHO/WHO, 2003), América Latina es
la región que registra los índices más altos de violencia en el mundo, siendo los jóvenes entre
15-19 años, los que presentan las tasas más elevadas de homicidio, 101.7 por 100,000 en
varones y de 11.5 por 100, 000 en mujeres. De igual forma, manifiestan un mayor aumento en
el consumo de drogas, prostitución y pandillerismo, incrementando su peligrosidad al
expandirse al sector infantil (ibíd: 16).
El suicidio es una modalidad de muerte violenta, la cual es considerada por la OMS
(2010) como un problema de salud pública porque afecta el bienestar de la población. Bajo
esta conceptualización ingresan al campo de la epidemiología problemas de salud como la
violencia, los accidentes de tránsito, el tabaquismo, alcoholismos, drogadicción y el suicidio
(OPS, 2003).
En México el suicidio es la tercera causa de muerte y la segunda en los jóvenes de 15 a
19 años. De 1990 al 2012 la cifra de suicidios se incrementó en un 650% a nivel nacional. Tan
sólo en el año 2010 se registraron 5,012 muertes por esta causa (cifra que duplicó a la que se
presentó en 1990), de los cuales el 29.6 % (1,483) fueron cometidos por personas
desempleadas de 12 años o más (INEGI, 2011), siendo más recurrente en las ciudades (77,8%)
que en el área rural (20.5 %). Los estados que presentan mayor índice de suicidios son
Yucatán Quintana Roo, Tabasco, Campeche y Baja California Sur (Ibíd.: 32).

203
Campeche ocupa el cuarto lugar nacional como entidad con mayores casos de
suicidios. Lo que refleja un grave problema de salud pública en la población, demandando
atención inmediata. Sin embargo, la multicausalidad del suicidio exige identificar los
diferentes escenarios socioepidemiológicos donde se produce (factores de riesgo) para
construir las estrategias de atención de acuerdo a la realidad social. Por ello, el presente
trabajo analiza, en primer lugar, el perfil epidemiológico del suicidio en Campeche, durante el
período 2008-20012, destacando el patrón de comportamiento y los factores de riesgo.
Posteriormente, revisaremos las variables correlacionadas con los intentos suicidas de un
grupo de estudiantes del estado de Campeche que fueron entrevistados durante el año de 2012.
Desde una perspectiva social, lo que importa con los relatos de vida construidos a partir de
las entrevistas a profundidad, no es sólo rescatar la forma de ver el mundo y dar cuenta de sus
actos por parte de los sujetos involucrados, sino documentar tres cosas simultáneamente: datos
(fechas, espacios físicos, protagonistas); procesos (entre quiénes van sucediendo qué cosas) y
significados (el sentido que los participantes otorgan, cómo interpreta las situaciones, su punto
de vista). Esta perspectiva tiene su origen en la hipótesis de que las prácticas suicidas en los
jóvenes son frecuentemente el resultado del encadenamiento de una serie de sucesos violentos
y azarosos.
En esta propuesta asumimos el intento de interpretar la incidencia de los suicidios no
consumados (ideación e intentos fallidos) de jóvenes campechanos a partir de la correlación
con categorías como: adversidad, desesperanza, precariedad, trayectoria de violencia, familia
reconstruida, prácticas violentas, entre otras.

El suicidio en el Estado de Campeche


Desde la concepción de la Salud Pública la etiología del comportamiento suicida depende de
la exposición a los diversos factores de riesgo (económicos, sociales, culturales, ambientales,
etc.), que detonan el deseo de morir (Molina Tuesca y Lechuga Narro, (2003). Lo que explica
por qué personas que han intentado o consumado el suicidio han tenido experiencias de
consumo de alcohol o de drogas, conflictos económicos, disgustos familiares, fracasos
sentimentales, etcétera. Es así que los factores del entorno inmediato le dan contexto a la
conducta suicida (Lucio et al, 2001).

204
El perfil epidemiológico es la presentación de la situación de salud pública analizada
en un lugar y tiempo determinado. Por ello, no sólo se exponen los datos estadísticos sobre la
morbimortalidad, sino también se caracteriza el contexto en su ámbito social, económico y
cultural.
El estudio se fundamenta, en su primera parte, en la investigación documental, para lo
cual se revisó retrospectivamente (2008-2012) los datos del INEGI, registros de la
Procuraduría de Justicia del Estado (PGJE) de Campeche y estadísticas del Instituto de
Servicios Descentralizado de Salud Pública del estado de Campeche (INDESALUD).
De acuerdo a los datos de PGJE de Campeche (2013) del 2008 al 2012 en el estado de
Campeche se han muerto por causa de suicidio 364 personas, de las cuales el 85% son
hombres y 15 % mujeres. Se observa que las tasas de mortalidad específica fluctúan de un
año a otro, lo que no permite precisar sus causas debido a la complejidad del acto suicida. Sin
embargo, los índices más elevados son las de 2009 y 2011, con tasas de 10.3 y 9.8
respectivamente. En el año 2012 la tasa de suicidio fue de 7.6, mostrando un aparente
descenso. No obstante, el estado de Campeche sigue presente entre las diez entidades de
mayores casos de suicidios en el país (Cuadro 2).
En la población campechana el suicidio consumado es un problema de salud que afecta
en mayor medida a los hombres jóvenes, siendo la población de mayor riesgo la del grupo
etario de 15-24 años. Aunque no puede obviarse el grupo de 25-34 años que también
presentan una frecuencia significativa, asimismo, la población de niños (10-14 años) que
empiezan aumentar el número de casos (3%) (Cuadro 3).
El suicidio generalmente se está presentando en trabajadores del sector primario,
personas que se encontraban desempeñando actividades agropecuarias, artesanales o
desempleadas en el momento de su muerte. Se observa que las personas solas, sin pareja,
tienden en mayor medida a consumar el suicido (38%), aunque en las últimas fechas las
personas casadas están presentando también tendencias altas (31%). Aunque se sabe que las
mujeres son las que más lo intentan, las instituciones responsables (SS, PJGE, INEGI) no
cuentan con registros suficientes para poder afirmarlo.
La desigualdad de oportunidades para el desarrollo personal es también un factor de
riesgo, porque afecta negativamente al desarrollo humano de la sociedad (CEPAL, 2000),
poniendo en desventaja a la población de menor escolaridad, pues los limita para acceder a

205
los empleos formales y mejor remunerados, constituyendo grupos sociales vulnerables. Desde
esta perspectiva, la población con mayor número de suicidios es la que se encuentra con una
educación básica: 35% primaria; 32% secundaria.
Los medios utilizados con mayor frecuencia para cometer el suicidio, según los
certificados de defunción (INEGI, 2011), son el ahorcamiento, el disparo con arma de fuego
y el envenenamiento. Sin embargo, en Campeche el ahorcamiento es el medio más recurrente
(83%), seguida por el envenenamiento (8.7%) y el disparo con arma de fuego (5.4%). Se
observa que la consumación del acto suicida se relaciona con el medio los utilizado, los
hombres son más certeros porque utilizan los mecanismos más violentos (Cuadro 4). No así
las mujeres que optan por medios más sutiles, en los que existe una mayor probabilidad de
fallar y de ser rescatada.
Por otro lado, la vivienda es el principal lugar de ocurrencia del suicidio en Campeche
(88%); que se consuma generalmente en la noche o madrugada. Sin embargo, hay quienes
prefieren suicidarse en lugares públicos, como en la calle, en la carretera o el lugar de trabajo.
Finalmente, es importante mencionar que del total de casos consumados en el año
2011, sólo el 11.4% fue en población estudiantil, por lo que el trabajo de prevención debe ser
llevado fuera de las escuelas para que tenga un mayor impacto a nivel estatal.

Aspectos metodológicos
Una de las mayores fortalezas de la investigación cualitativa es que permite una mejor
comprensión de las dimensiones subjetivas y simbólicas del comportamiento humano, así
como de los procesos sociales. Es una fuente para obtener ricas descripciones y explicaciones
sobre los procesos en contextos locales, narradas en las propias palabras de los participantes.
Con este enfoque lo que se busca es explorar e interpretar la experiencia humana a
partir del significado que los individuos atribuyen a sus comportamientos y creencias y a su
contexto. Se intenta comprender las actitudes y prácticas de los actores en la manera en que
han sido articuladas por ellos mismos (Contreras, 2008:51). En otras palabras, la investigación
cualitativa permite entender fenómenos sociales desde la perspectiva del actor.
Bajo esta lógica, la aproximación al estudio de la violencia social en el estado de
Campeche nos llevó a la aplicación de entrevistas a profundidad a un grupo de jóvenes que
intentaron o idearon, al menos en una ocasión, suicidarse: 16 mujeres y 3 hombres, de 17 a 24

206
años de edad. Esto permitió construir fuentes orales donde la subjetividad nos aporta
elementos para establecer la dialéctica individuo-sociedad.
La estructura diacrónica de los relatos de los jóvenes con ideaciones suicidas operó
como matriz analítica para restablecer la secuencia del antes, el durante y el después de las
experiencias violentas. Todo lo anterior es útil para comprender los aspectos objetivos y
subjetivos relacionados con las condiciones de vida de los jóvenes entrevistados, a partir de su
propia voz, de sus percepciones y de los significados que le asignan a su modo de vida, y a su
intento por “dejar de vivir”.
Con ese primer grupo de jóvenes se inició la exploración de los factores determinantes
de los intentos suicidas. Los diálogos con los informantes, principalmente mujeres, se
realizaron cara a cara en las escuelas donde estudian, en la totalidad de los casos aceptaron dar
su testimonio y signaron una carta de confidencialidad. Las entrevistas fueron abiertas y su
principal objetivo era permitir al sujeto reflexionar y explayarse sobre las circunstancias de su
vida y en específico, en los episodios traumáticos o violentos, así como rememorar el paisaje
mental de esos momentos y los datos biográficos que creyese relacionados.

Para la presentación de resultados se utilizan extractos de las narraciones que


ejemplifican situaciones y contextos particulares. Por motivos de confidencialidad se
cambiaron los nombres originales de los informantes. Asimismo, con su consentimiento
explícito se grabaron todas las entrevistas en archivos digitales para su posterior transcripción
literal. Debido a las limitaciones de espacio hemos seleccionado solamente algunos
fragmentos de los testimonios, aquellos que aportaron elementos interesantes para acercarnos
a nuestro objeto de estudio.

Los datos empíricos


Una vez instalados en el trabajo con los informantes jóvenes, por medio de entrevistas
individuales reunimos vivencias particulares que nos muestran escenas recurrentes. Lo que
observamos es un proceso social complejo, normalizado, y en cierta medida, legitimado, que
tiene que ver con la conformación de un segmento social marginal y con una trayectoria social
plagada de experiencias violentas.

207
En el “recorrido biográfico” de cada joven, observamos no sólo la sucesión de
situaciones objetivas del sujeto, sino también la manera en que él las ha vivido, es decir,
percibido, valorado y actuado sobre el momento (Bertaux, 1997).
De este modo, en las entrevistas recuperamos, a través de las narraciones, las prácticas
que hacen comprensibles los condicionamientos socioculturales presentes en su
comportamiento y en la forma de entender y practicar el acto suicida. La información sobre lo
que piensan y sienten los individuos se fue armando con la revisión, primero individual y,
luego de manera colectiva, de cada uno de los testimonios grabados y transcritos. Estos
forman parte de un sistema de interpretación de la realidad (sentido común); fue la manera en
que intentamos tener acceso a las descripciones sobre el padecer de la violencia, a través del
intento suicida.
A: Cuando estábamos se podía decir que en familia, eh… la relación no era,
desafortunadamente… no sé, no sé cómo describirla… no era agradable… eh… el
simple hecho de estar en casa, era un ambiente tenso, no teníamos comunicación en sí,
somos cuatro, en ese caso yo sólo tengo una hermana, soy la mayor… eh… no
teníamos relación alguna, ni yo con mi hermana ni con mi mamá y ni mucho menos
con mi papá. Con mi papá no, nunca he sido apegada y ni nada, nunca hemos tenido
relación.
G: … Entonces… ¿Tu papá te pegaba?
A: Sí, en repetidas ocasiones lo hizo y ya, yo al intentar defender a mi madre o
intervenir en… en diversos ataques violentos que él repentinamente o el
repetitivamente hacía en contra de mi madre.

La falta de comunicación entre los integrantes del grupo familiar, su recomposición o


desintegración, el alcoholismo del padre y su correlación con el maltrato físico, además del
acoso sexual hacia las niñas, son síntomas de un proceso de descomposición de la figura de
“familia” que potencia el miedo, la impotencia y la desesperanza en los jóvenes campechanos.

A: Mi papá pues desafortunadamente es alcohólico, por decirlo de esa manera... él


trabajaba para él, para su vicio, para seguirse enfermando [ … ] Ahora es pescador, mi
papá en sí es un hombre que, pues de muy niño también lo educaron de esa manera y lo
pusieron a trabajar y se ha podido mantener así, y sin embargo pues… pues todo, no
puede tener beneficios, ya que lo emplea en su alcoholismo.

A: Siempre que platicaba con ella, porque platicaba con mi mamá, le decía, ¿Por qué no
te valoras como mujer?, yo pensaba de esa manera, ¿Por qué le permites a mi papá que
te insulte?, cuando… para mí, mi mamá es una persona muy valiosa, sólo sé que es una
208
forma de vida, sólo sé que… que se desvive por mí, de cierta manera, me da vergüenza
ante mamá… eh… no me gustaba el hecho de cómo mi papá la trataba, eso siempre me
causó una gran impotencia … y el hecho de que mi mamá lo aceptara, toda vez que mi
papá le hiciera las ofensas no me agradaba… en ocasiones era cuando yo contestaba a
ello, mi papá pues con un golpe callaba, nosotros no pudimos tener una… pues tener
vacaciones para nosotros o a veces para mí, tanto para mí hermana, pues ahora como ya
lo hablamos pues la puedo entender que sentía lo mismo que yo, pero el tener
vacaciones, no nos gustaba la idea de que íbamos a estar todo el día en casa, de que no
podíamos salir, de que papá podía llegar, vivir con ese miedo.

P: ¿Qué ha sucedido en tu vida que te haya hecho sentir deprimida o triste?

CG: Pues en mi vida me ha pasado de que siempre mis papás peleaban, mi papá
golpeaba a mi mamá y pues yo no podía hacer nada y a veces me ponía a llorar y a… así
pues, tampoco mis hermanos pues no podían hacer nada tampoco, y siempre veía a mi
mamá golpeada, así, y es lo que me ponía más deprimida porque no podía hacer nada en
ese momento porque le pegaba mi papá a mi mamá.

El sentimiento de soledad y tristeza se agudiza en las mujeres jóvenes que no encuentran


apoyo en su familia, y que además pasan por los problemas “típicos” de su edad. La
incapacidad para socializar, el rompimiento con la pareja y el rechazo o sensación de
abandono por parte del padre es una constante en los relatos de vida.

P. ¿Cuándo empieza a pasarte por la cabeza quitarte la vida?


A: Tal vez en ese momento, en ese momento que ya no tengo el apoyo de él (novio),
de que tengo que enfrentar los problemas que siempre he enfrentado sola… de… de que
no los puedo compartir y me los comienzo a quedar, porque no los hablo con nadie más.
P: Sí ¿y cómo fue que intentaste suicidarte?
APRM: Yo… de cierta manera ya no podía más con los problemas, parece ser que
cuando sucede algo se te viene todo abajo, sucede todo, un día tuve un enfrentamiento
con mi mamá, mi papá le pegó y de cierta manera yo no estuve ahí para apoyarla, sino
para reclamarle que por qué permitía que lo hiciera, discutí con mi mamá, con mi papá,
yo no contaba con esta persona que era mi pareja … mil cosas que pasaron en la escuela,
ya estaban a punto de entregar las calificaciones, … iba a decepcionar aún más a mi
mamá … sentía no tener salida, no tenía salida, siempre me ha gustado estar frente al
mar, a pesar de que no sé nadar, siento mucha tranquilidad, eh… en esa ocasión no lo
hice, salí a la playa y allá estuve pensando las cosas, y creí que la mejor solución era
dejar de vivir todos estos problemas, pensé, según muy a mi manera, o sea enseguida
pensé en mamá pensé que sería un gasto menos, sería más solvencia, pensé muy bien las
cosas a mi manera, sin embargo pues no estaba de Dios, había una persona ahí.

209
APRM: Nmm… luego de… yo tenerlo cerca y poder contar con él, mi papá sólo se
dirige a mí para insultarme y decirme que ni siquiera para eso sirvo, ah, y sin embargo
mi mamá estuvo ahí, mi mamá, mis compañeros, recibí más apoyo de personas extrañas
que de papá, como hasta la fecha.
P: ¿Qué fue lo que pasó en ese momento que te hizo pensar en agredirte?
CG: Bueno en eso, en esa parte pues pensé también en el estudio, en mi familia y en
mí, en ese momento al pensar, pues pensaba yo en mi papá en mi mamá en él, cómo la
golpeaba y a veces pensaba yo también por qué me sentía yo mal, por qué reprobaba
materias y, en ese momento dije yo, es mejor no estar en este mundo al ver que, al ver
sufrir a mi mamá, como yo no le echo ganas al estudio, eso fue lo que pensé yo en ese
momento.
Las condiciones adversas se cruzan en la mayoría de los relatos de estos jóvenes que
asisten a la escuela de manera irregular con grandes esfuerzos económicos por parte de sus
familiares. Esta adversidad en ocasiones es motivo del bajo desempeño escolar y, muy
probablemente, del abandono de los estudios.

D: No pues, con mi hermana me siento bien y todo, pero o sea, a veces me pasa por la
mente o sea, que sería todo diferente si mis padres estuvieran juntos, pero sé que eso no
va a pasar, no va a pasar y pues este me conformo con que esté bien ahí con mi hermana
y continuar con mis estudios.
CG: Mi mamá dice que con mi papá no me puedo quedar, porque mi papá este… apenas
va a cumplir dos años que dejó de tomar, y puede, dicen que puede caer otra vez, recaer,
pero ya para lo que va pues ha mejorado mucho más, ya no toma, ya no es como antes
que ya no veía por mí, sino otra gente veía por mí, y eso me lastimaba… lo teníamos que
ir a ver a lugares donde estaba bien tomado.
CG: El tener que ir a […] de repente nos avisaban, “Oye tu papá está tirado en tal lado”,
y ahí iban mis hermanos a recogerlo.
D: Lo íbamos a buscar, mi hermana con la que vivo, ella lo iba a buscar. Y pues mis
hermanos, o sea porque aparte tengo hermanos, se echaron al… o sea se salieron de la
casa, o sea que se fueron y este… agarraron una mala vida.
P: ¿A qué te refieres con mala vida?
D: Que toman, adicciones, o sea, drogas.

Con el propósito de sintetizar las condiciones en que se dan las ideaciones y los
intentos suicidas en estos jóvenes, elaboramos una matriz de datos con las características más
recurrentes en los testimonios recogidos. Le agregamos una cuantificación porcentual y se

210
resalta en color, solamente para subrayar la frecuencia de esa característica en el total de los
19 casos revisados (Cuadro 1).

Cuadro 1 . Comparación de las características de los jóvenes con ideación e intentos suicidas

Edad (*) 15-17 (31.5%) 18-20 (52.6%) 21-23 (15.7%)

Sexo M (10%) F (90%)

Residencia en Carmen Champotón Sabancuy Campeche


el momento del 31.5% 26.3% 36.8 5%
intento

Situaciones que Maltrato Abuso sexual Abandono (padre/madre) Muerte de algún


preceden el (físico/psicológico) 31.5% familiar
intento suicida

Estado de Sobrio Alcohol Drogas/Alcohol


intoxicación (95%) 5%
durante la
comisión del
intento
Presencia de Física Emocional Económica En 52.6 % de los
violencia casos hubo al menos
intrafamiliar un tipo de violencia
Familia Monoparental Padres Presencia de Vive con otro
recompuesta 10% separados padrastro/madrastra familiar o tutor
60 % 20% 10%
Lugar del Domicilio propio Domicilio de un Lugar público
intento ( 31 %) amigo o familiar
Relaciones Decepción amorosa Enojo con Fracaso escolar Sentimiento de
sociales familiar soledad/tristeza
Método Pastillas Veneno Arma blanca Ahorcamiento
empleado 37% 5% 47 % 5%
Fuente: Elaboración propia con base en las entrevistas realizadas en campo. (*) Del primer intento
suicida.

Consideraciones finales
Se puede entender y explicar el fenómeno de la violencia social y el suicidio en Campeche
como parte de una crisis societal, la cual está enraizada en un proceso de degradación social,
de “individualización desintegradora”, de alejamiento de la sociedad y de los grupos sociales
(incluso religiosos).
Pero esta violencia no ha sido ajena a los procesos de cotidianidad o transformación
social en la entidad. Se expresa en conflictos sociales y económicos, su campo de acción son
211
las zonas rurales y las ciudades, pero sobre todo en las zonas pobres, segregadas y excluidas
del proceso modernizador vinculado a la cultura del petróleo.
El auge económico de las últimas décadas en la península de Yucatán auspiciado por el
sector turístico y el petróleo extraído de la sonda de Campeche, modificaron la estructura
socioproductiva en la región y con ello la estructura familiar. Del mismo modo, el excesivo y
tolerado alcoholismo se asocia de manera contundente con la violencia física que las mujeres
en Campeche padecen de parte de sus congéneres.
En estas condiciones, el vivir en una familia recompuesta, principalmente con la
presencia de un padrastro, se ha vuelto un importante factor de riesgo para las mujeres jóvenes
en la región. La vulnerabilidad de ellas, sea en las zonas urbanas o rurales de los municipios
de Carmen o Champotón, nos permite observar de manera recurrente a los intentos suicidas
como un mecanismo extremo de comunicación. Ante un entorno adverso y en ausencia de
circunstancias protectoras, lo que desean los jóvenes es expresar aquello que les duele, no
están seguros de que el suicidio sea la solución a sus problemas, pero sí de su sanación en esos
momentos de crisis.

Referencias bibliográficas
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Cuadro 2. Frecuencia de suicidios en el estado de


Campeche por género y año de ocurrencia (2008-2012)
Género
Años Total Tasa
Hombre Mujer
2008 65 8 73 9.2
2009 68 15 83 10.3
2010 53 9 62 6.4
2011 71 10 81 9.8
2012 53 12 65 7.6
2013 53* 6.2
Total 310 54 364
85% 15% 100%
%

Fuente: Estadística de INEGI 2011 y PGJE 2012.* Dato registrado hasta el


30 de agosto de ese año.

213
Cuadro 3. Mortalidad por causa de suicidio de acuerdo a grupo de
edad en el estado de Campeche (2008-2012)
Grupo de edad 2008 2009 2010 2011 2012 Total %

10-14 3 4 3 1 11 3.0

15-24 26 27 10 20 26 109 29.4

25-34 15 17 23 24 15 94 25.8

35-44 8 17 13 10 12 60 16,5

45 y más 19 18 16 23 6 82 22.5

No especificado 2 0 0 1 5 8 2.2

Total 73 83 62 81 65 364 100

Fuente: Estadística de INEGI 2011 y PGJE 2012.

Cuadro 4. Casos de suicidios de acuerdo al medio empleado


(2008-2012)
Medio empleado 2008 2009 2010 2011 2012 Total %

Ahorcamiento 61 69 49 63 60 302 83

Disparo de arma de 7 3 4 4 2 20 5.4


fuego

Envenenamiento 4 8 8 11 1 32 8.7

Saltar al vacío 0 0 0 1 0 1 0.5

Otros 1 3 1 2 2 9 2.4

Total 73 83 62 81 65 364 100

Fuente: Estadística de INEGI 2011 y PGJE 2012.

214
Esquema 1: Familia de códigos generados para el análisis de las entrevistas (violencia familiar)

Esquema 2: Códigos generados para el análisis de las entrevistas (intento suicida)

215
Necesidad de la intervención familiar para la disminución del riesgo suicida
en los adolescentes

Aracely del Rosario Rosado Moo


Javier Alvarado García

Introducción

Planteamiento del problema


La familia es la piedra angular de la estructura social y cultural, el lugar donde se construye la
cultura: se afianzan las creencias y los valores cognitivos, normativos y emocionales. Este
núcleo tan importante para la sociedad, se está viendo afectado o minorizado, debido a los
cambios que ha tenido a través de los tiempos, como lo ha sido socialmente la revolución
sexual, la cual modificó los roles tradicionales de la conyugalidad; el matrimonio convivencial
o social minó el monopolio conyugal, la introducción de los métodos anticonceptivos lograron
liberar sexualidad y reproducción; así como la revolución feminista, con todas sus
consecuencias.
Todos los cambios anteriores, influyen directa o indirectamente en los adolescentes,
haciéndolos personas confundidas, conflictuadas, con muchas dudas sobre su personalidad y
su conformación psicológica, falta de identidad, rasgos depresivos, rebeldía, adicciones,
embarazos tempranos, problemas de conducta, problemas nutricionales, entre otros.
Lo mencionado hace recordar el valor y la necesidad el tener y formar parte de una
verdadera familia, entendiendo que ésta proporciona un sistema socializante en donde el
adolescente se enfrenta a un moldeamiento de conductas disciplinarias y determinantes en su
“espacio psicológico personal”.
Por lo consiguiente si el adolescente tiene una base familiar firme y sólida, sus
experiencias personales y emocionales serían más llevaderas, disminuyendo sus niveles de
riesgos suicidas.
Por todo lo dicho, se hablará del tema la necesidad de la intervención familiar para la
disminución del riesgo suicida en los adolescentes.

216
La elección del tema se realizó tomando en cuenta el incremento de suicidios en niños
y adolescentes en el estado de Campeche, así como la gran diversidad de problemas que se
presentan en las familias, que incluye separaciones, abandonos, divorcios, violencia,
adicciones, desintegración familiar, falta de atención e interés en los adolescentes, falta de
afecto y apego familiar, entre otros.
La pregunta importante en este tema es ¿cuál es el grado de relación entre la
intervención familiar y la disminución del riesgo suicida?

Justificación
El tema de este trabajo se eligió porque en la medida en que la familia de un adolescente
cumpla sus principales funciones, como lo son la socialización, la regulación de la actividad
sexual, la reproducción social y la seguridad material y emocional; va a ser el grado de
satisfacción personal, de desarrollo psicológico y afectivo, que lo ayudará en las crisis que en
un momento dado experimente, lo que evitará conductas que vayan en contra de su integridad
física o psicológica.
Cuando la familia cumple favorablemente sus funciones, el adolescente podrá contar
con apoyo, cariño, seguridad, buena autoestima y lo ayudará como la principal y primera
instancia para su formación moral y de su personalidad. Este tema pretende ser de utilidad
para padres de familia, docentes, alumnos y sociedad en general, que tengan contacto o
trabajen con adolescentes.

Definición conceptual
-Intervención familiar: Participación en los asuntos o situaciones familiares.
-Riesgo suicida: Es la posibilidad de que una persona atente deliberadamente contra su vida,
según la OMS.

Revisión de la literatura
Hay muchas definiciones de la palabra familia, dependiendo del punto de donde se vea, a
continuación se manejan algunas:
Definición de familia

217
Desde el punto de vista psicológico, es una reunión de individuos unidos por vínculos de
sangre que viven bajo un mismo techo o en un mismo conjunto de habitaciones en una
comunidad de servicios. Pueden ser vínculos de sangre, los cuales se definen por referencias a
los dos padres, en la familia conyugal y otras veces con respecto al padre, en la familia
patrilineal y otras veces referidos a la madre, en la familia matrilineal definen por sí solos la
calidad de parientes, el parentesco y el conjunto de estos parientes, la parentela.
Otra definición de familia es: una unidad de personalidades interactuantes que forman
un sistema de emociones y necesidades engarzadas entre sí de la más profunda naturaleza.
Desde el punto de vista biológico, la familia lleva acabo la perpetuación de la especie,
regula las obligaciones de la pareja progenitora con los hijos y asegura la supervivencia de
estos.
Desde el punto de vista sociológico, la familia es la formación básica de la sociedad
humana, su origen es biológico, como alguna de sus esenciales funciones, pero es de un factor
cultural, trascendental en la vida del hombre.
Según el sociólogo Shepard, la familia es la institución social fundamental más antigua
del mundo. Aunque existen diferentes formas de familias, éstas siempre han satisfecho la
necesidad fundamental de toda sociedad, es decir la de procrear y socializar a los hijos. El
vocablo “familia” se puede referir tanto a la institución social como al grupo familiar. Por lo
tanto, la familia como institución social es un sistema de normas que guía la interacción entre
las personas que están vinculadas por la sangre o el matrimonio.
Desde el punto de vista antropológico, al igual que la sociedad, la familia es un
organismo en constante cambio y en constante equilibrio, que adopta muy diferentes formas
por su capacidad de adaptación. No existe una familia buena o mala, en cuanto a su estructura,
sino que hay distintas necesidades de la sociedad que lleven a construir a la familia en
diferentes formas, en diferentes momentos.
Otros mencionan que la familia es una institución que, si no existiera, habría que
inventarla, dado que es el factor más importante para el desarrollo social del individuo.
Constituye una sociedad en miniatura, con tradiciones, reglas, costumbres y leyes que se
asemejan mucho a aquella estructura social mucho más amplia, de la cual forma parte; cuanto
mejor aprende un individuo a adaptarse a la situación familiar, tanto más capaz será de
adaptarse al ambiente externo.

218
De acuerdo a Leopoldo Bellack, la familia es un “sistema” ligado a otros sistemas más
amplios, tales como la sociedad…y el mundo entero. Entre sus miembros debe existir un rico
intercambio, una continua comunicación que les permita adaptarse a las variaciones internas y
externas. Cada uno influye en los demás y todos influyen en uno, de tal modo que cuando a un
miembro le sucede algo, ello afecta a todo el sistema familiar. La familia es una institución
que perdurará siempre, porque es una gran conquista de la humanidad; pero aunque sea eterna,
su estructura y esencia debe adecuarse a los tiempos y cambiar en su forma y sus funciones;
debe renunciar a ser una estructura estática y convencional, para asumir otra, dinámica,
funcional, accesible, basada en la comunicación, la comprensión y la solidaridad de todos sus
miembros.

¿Qué es la familia?
“La familia es una institución social que agrupa a los individuos en grupos cooperativos
encargados de tener y cuidar a los niños” (Macionis, 1999: 460).
Constituye el núcleo de la sociedad, representa el tipo de comunidad perfecta, pues en
ella se encuentran unidos todos los aspectos de la sociedad: económicos, jurídicos y
socioculturales.
Es una institución que influye con valores y pautas de conductas que son representados
especialmente por los padres, los cuales van conformando un modelo de vida para sus hijos
enseñando normas y costumbres que contribuyen en la madurez y autonomía de sus hijos e
influyendo en su religión y moral. La familia es la primera variable y la más constante; la
disposición para aprender se les enseña a los hijos con las preguntas y comentarios de los
padres, de su modelo o ejemplo de su vida cotidiana.

Tipos de familia
Existen varias formas de organización familiar entre ellas se distinguen:
1. Familia nuclear o elemental: Es la unidad familiar básica, se compone de esposo-padre,
esposa-madre e hijos. Estos últimos pueden ser la descendencia biológica de la pareja o
miembros adoptados por la familia.

219
2. Familia extensa o consanguínea: Se compone de más de una unidad nuclear, se extiende
más allá de dos generaciones, está basada en los vínculos de sangre de una gran cantidad de
personas, incluyendo a los padres, niños, abuelos, tíos, tías, sobrinos, primos y demás.
3. Familia monoparental: Se constituye por uno de los padres y sus hijos, puede tener diversos
orígenes, de padres divorciados, hijos que se quedan viviendo con uno de los padres,
embarazo precoz donde se configura otro tipo de familia dentro de la mencionada, la familia
de madre soltera, por último da origen a una familia monoparental el fallecimiento de uno de
los cónyuges.
4. Familia de madre soltera: La madre desde un inicio asume la crianza de sus hijos,
generalmente es la mujer quien la mayoría de las veces asume este rol, pues el hombre se
distancia y no reconoce su paternidad por diversos motivos.
5. Familia de padres separados: Los padres se encuentran separados, se niegan a vivir juntos,
no son pareja pero deben seguir cumpliendo su rol de padres ante los hijos. Por el bien de los
hijos se niegan a la relación de pareja, pero no a la paternidad y maternidad.

Las funciones de la familia: el análisis funcionalista


Según el paradigma funcionalista la familia cumple cuatro objetivos básicos (por lo que es la
columna vertebral de la sociedad):
1. Socialización: La familia constituye el lugar más importante para la socialización.
Idealmente, los padres enseñan a sus hijos a ser miembros bien integrados en la sociedad
(Parsons, 1955: 466). Los adultos cambian con el matrimonio y, como saben muchos
progenitores, las madres y los padres aprenden de sus hijos tanto como los niños aprenden de
ellos.
El punto principal del papel que se le exige al adolescente se encuentra en su hogar y
en su familia.
2. Regulación de la actividad sexual: Toda cultura regula la sexualidad a fin de que se
mantenga la organización del parentesco y los derechos de la propiedad. Una regulación
universal es el tabú del incesto, una norma cultural que prohíbe las relaciones sexuales o el
matrimonio entre parientes. En nuestra sociedad bilateral el tabú del incesto se aplica tanto a
los parientes por parte de madre como de padre, pero la prohibición se refiere únicamente a los
parientes más próximos, a los padres, abuelos, hermanos, tías y tíos.

220
3. Reproducción social: Las familias proporcionan al niño una posición social. La identidad
social basada en la raza, la etnicidad, la religión y la clase social se fija en el nacimiento a
través de la familia. Este hecho explica la tradicional preferencia por los nacimientos llamados
legítimos. Sobre todo en el caso de padres de la misma posición social, las familias clarifican
los derechos de la herencia, y permiten la transmisión estable del estatus social de padres e
hijos.
4. Seguridad material y emocional: La gente ha visto desde hace mucho tiempo a la familia
como un paraíso en un mundo cruel, por lo que ha buscado en sus parientes protección física,
apoyo emocional y asistencia económica. En mayor o menor medida casi todas las familias
proporcionan estas ayudas, lo cual no impide que aparezcan conflictos periódicos.

Importancia de la familia para los niños y adolescentes


Según los estudios, las experiencias que tiene un niño en sus relaciones familiares son de gran
importancia durante el desarrollo de su personalidad. Mandelbaum (1969: 120), dice que la
familia proporciona una estructura dentro de la cual el niño puede encontrar raíces,
continuidad y un sentido de pertenencia; igualmente considera que la adolescencia es una
recapitulación de las actitudes de los padres hacia la infancia. Si el niño fue capaz de aprender
a tener confianza, armonía y un sentido de identidad, cabe esperar que la transición de la edad
adulta sea fácil.
McPherson (1970: 83), en un estudio sobre las relaciones entre los adolescentes
desequilibrados y sus familias, observó que hay relaciones consistentes entre diferentes
normas de conducta familiar y el estilo manifiesto de expresión de problemas que muestran los
adolescentes.
En la adolescencia el hogar ya no es la única influencia, pero todavía es el “apoyo
indispensable” para su desarrollo emocional. Mientras esté en contacto con su familia, el
adolescente está influenciado por ésta y se convierte en un factor determinante en su “espacio
psicológico personal”.
Entre los seres humanos, unirse para “coexistir” suele significar alguna suerte de grupo
familiar. La familia es el contexto natural para crecer y para recibir auxilio. Los miembros de
la familia no se suelen vivenciar a sí mismos como parte de ésta estructura familiar. Todo ser
humano se considera una unidad, un todo en interacción con otras unidades. Sabe que influye

221
sobre la conducta de otros individuos, y que estos influyen sobre la suya. Y cuando interactúa
en el seno de su familia, experimenta el mapa que ésta traza del mundo. A veces el individuo
aceptará y a veces cuestionará. Sabe que en ciertos territorios se lee “haz lo quieras”, “avance
con cautela” o “pare”.
Con la adolescencia, el grupo de los pares cobra mucho poder. Es una cultura por sí
misma, con sus propios valores sobre sexo, drogas, alcohol, vestimenta, política, estilo de vida
y perspectivas de futuro. Así la familia empieza a interactuar con un sistema poderoso y a
menudo competidor; por otra parte, la capacidad cada vez mayor del adolescente lo habilita
más y más para demandar reacomodamientos de sus padres.
El periodo de la adolescencia casi siempre es un periodo difícil, por la ambivalencia
del trato familiar: 1. Se registra en los adolescentes sentimientos, tanto de afecto como de
hostilidad. 2. Desea entrar en el mundo de los adultos, pero al mismo tiempo le produce
miedo, ya que ese universo es para él lo desconocido. Existe una diferencia cada vez más clara
entre la madurez física, intelectual, afectiva y axiológica. Es la época en que la genitalidad del
adolescente está en plena efervescencia.

Efectos del apoyo social derivado de distintas relaciones en la felicidad y la salud mental
El apoyo social tiene efectos decisivos sobre la salud mental. Es un concepto que puede
definirse como la “percepción de uno es querido, estimado o que está estrechamente
relacionado con otras personas” (Reis, 1984: 235). También cabe definirlo en términos
objetivos, considerando, por ejemplo, la situación marital y la pertenencia a algún grupo
social. Se ha descubierto que el apoyo social tiene efectos (AS) tiene efectos amortiguadores,
o lo que es lo mismo, que actúa sobre todo en situaciones de estrés, mientras que el AS que
depende de las redes de contactos amistosos cuenta con un efecto directo, es decir, que tiene
consecuencias favorables se esté o no sometido a situaciones estresantes (Cohen, 1985: 235).
Así pues, las diferentes relaciones relativas a la capacidad de beneficiarse del AS; variables
como el género o las habilidades sociales están asociados a dicha capacidad. Junto a sus
efectos positivos en la salud mental, el AS posee otros similares en el bienestar y la felicidad.

Relaciones de amistad

222
Varios estudios han puesto de manifiesto que las redes de amistad y de vecindad producen
efectos directos (no amortiguadores) sobre el bienestar. Los efectos beneficiosos derivados del
apoyo social de amigos y vecinos eran en este caso de la misma magnitud que los
proporcionados por las relaciones maritales y superaban a los efectos adversos del estrés. Los
efectos beneficiosos del apoyo social derivado de las relaciones de amistad proceden de la
mutua compañía, la conversación y el ocio compartido (Argyle, 1985: 236).
Wellman (1985), mediante un análisis de clúster en el que se consideraron diferentes
formas de relación social –de amistad, familiares y de vecindad-, identificó varios tipos de AS,
al detectar los siguientes clústeres:
1. Información: proporcionar contactos laborales.
2. Servicios: ayuda a pequeña escala con el trabajo doméstico.
3. Compañía: comentar problemas cotidianos, compartir tareas.
4. Emocional: apoyo emocional, consejos sobre asuntos de tipo familiar.
5. Económico.
De acuerdo a lo anterior, son tres los procesos básicos por los que los amigos
proporcionan apoyo social:
1. Ayuda instrumental y material: las tensiones pueden reducirse si se recibe ayuda para
solucionar los problemas; ya sea informativa, doméstica o financiera.
2. Apoyo emocional: El deterioro emocional puede aliviarse hablando con un amigo
comprensivo; un confidente tolerante puede ayudar a ganar autoestima y a superar la
depresión y la ansiedad.
3. Integración social: tomar parte en actividades recreativas de carácter compartido y
cooperativo, o ser aceptado en un grupo social, provoca sentimientos de bienestar y fortalece
los vínculos sociales.
La amistad repercute tanto sobre la felicidad como sobre la salud mental, si bien
mediante procesos ligeramente distintos; también facilita el intercambio de señales verbales
positivas; los amigos se interesan el uno por el otro, intentan descubrir lo que tienen en común,
comparten puntos de vista, intercambian cumplidos, desvelan facetas íntimas, utilizan sus
nombres de pila en la conversación, bromean, hablan acerca de acontecimientos agradables.
La explicación del afecto positivo asociado a las relaciones de amistad es que la experiencia

223
de coordinarse y sincronizarse, tanto en los aspectos verbales como en los no verbales, es una
fuente primordial de bienestar e integración social.

Las relaciones maritales y familiares


Las relaciones maritales tienen un efecto importante en la salud mental. Es importante la
calidad de las relaciones entre los cónyuges, el grado de intimidad alcanzado y del hecho de
que proporcionen o no un compañero con quien “puede hablarse de uno mismo y de los
problemas propios”; contar con un confidente de este tipo es un importante amortiguador de
los efectos del estrés sobre la salud mental.
En situaciones muy tensas, contar con el apoyo derivado de unas relaciones íntimas
protege contra la aparición de síntomas depresivos y trastornos mentales. Cuando las personas
se enfrentan con problemas graves, ya sea causados por una enfermedad, o por dificultades
económicas o legales, necesitan un apoyo social estable que sólo los familiares suelen estar
dispuestos a prestar. Una persona con graves problemas emocionales tenderá a recurrir a
parientes cercanos, a los que les une una relación de confianza.
Una explicación alternativa de la importancia de las relaciones de las relaciones
íntimas es que la innata y temprana dependencia de los niños con respecto al amor y a la
protección de sus madres crea una necesidad básica de sentirse querido. En ambos casos, el
apoyo viene dado por una relación estrecha, que en caso de romperse provoca graves
desequilibrios.
Las características distintivas de la vida familiar son la cooperación en los procesos
biológicos básicos de procreación y crianza de los hijos y en las actividades domésticas
íntimas, el apoyo mutuo y el establecimiento de relaciones estrechas. La vida familiar, al
basarse en la cooperación y en al apoyo mutuo, repercute positivamente sobre el
comportamiento relacionado con la salud: dietas más saludables, menor abuso de drogas y
alcohol y una atención más cuidadosa a los regímenes de prescripción médica contribuyen a
mejorar la salud física de las personas que viven en familia en comparación con las que viven
solas.
La cooperación familiar es esencial para conseguir metas a largo plazo, tales como la
continuidad de la especie y la preservación de la salud; también se ve reforzada por otras
recompensas más inmediatas, tales como el sexo y las diversas satisfacciones.

224
Las relaciones familiares constituyen una fuente esencial de apoyo emocional, ya que
proporcionan la oportunidad de compartir los problemas personales. Los vínculos entre
padres e hijos y entre hermanos pueden formarse durante los primeros años de la vida de éstos,
cuando tienen un grado muy alto de intimidad corporal y una gran necesidad de coordinar sus
comportamientos.
La convivencia no siempre resulta fácil, ya que la necesidad de coincidir en opiniones
y coordinar las conductas pueden ser una fuente de conflictos. La solución es atenerse a las
normas de la vida familiar, bastante diferentes de las que rigen las relaciones entre amigos
(Argyle, 1985: 238).

Relaciones laborales
Las relaciones laborales amortiguan los efectos del estrés en la salud mental y constituyen un
factor importante de la satisfacción en el trabajo.

Factores Laborales que influyen dentro del equilibrio emocional de la familia


La naturaleza Productiva y Laboral del Estado de Campeche y de forma particular en el
Municipio de Carmen es generador de múltiples factores que desembocan dentro de un
desequilibrio entre la vida laboral de los trabajadores y el ambiente familiar.
Campeche considerado uno de los estados más productivos en cuanto a la explotación,
producción y distribución de los recursos naturales tales como el petróleo y la pesca, es a su
vez también considerado lamentablemente como uno de los estados donde problemas como:
mecanismos socializadores debilitados; incremento de divorcio y por lo tanto estructuras
familiares monoparentales; estrés laboral; depresión y suicidio que es el tema que más nos
interesa y conforma la naturaleza final de esta investigación han ido en aumento.
Desde la era industrial el trabajo trasciende la estricta esfera de la economía (Blanch,
1996: 65) para extenderse e insertarse en otros ámbitos relevantes en la vida de las personas y
las comunidades, en la experiencia individual y colectiva, llegando en muchos casos a
determinarlos (Jahoda, 1996: 43). Debido a la revolución industrial y a los grandes cambios en
las formas de trabajar, la emergencia de nuevos valores sociales, la modificación de los
mercados de trabajo y los imperativos productivos sobre los trabajadores y sus familias, a
menudo se separó temporal y físicamente las áreas de trabajo y familia, considerándoseles

225
como dos dominios independientes. Una de las probables explicaciones de esta separación, se
encuentra en la diferenciación de roles, adscribiéndosele al hombre tradicionalmente el papel
de sostenedor del hogar y a la mujer las labores domésticas. Esta diferenciación tiende a
diluirse en la época actual lo que, como esbozaremos más adelante, conjuntamente con el
incremento en la igualdad de derechos entre sexos no ocurre sin consecuencias para el
bienestar de la familia.
El trabajo es una actividad a través de la cual el individuo, con su fuerza y su
inteligencia, transforma la realidad y hace posible la sociedad. El trabajo es también uno de los
modos más importantes de relacionarnos y la calidad de nuestras relaciones refleja los modos
de organización del trabajo.
De éstas y otras consideraciones más amplias parten las definiciones actuales sobre el
trabajo decente, por ejemplo, como aquel que se realiza en condiciones de libertad, equidad,
seguridad y dignidad humana. La Organización Internacional del Trabajo también le adiciona
las características de trabajo productivo y seguro, con respeto a los derechos laborales, con
ingresos adecuados, con protección social, con diálogo social, libertad sindical, negociación
colectiva y participación.
Los procedimientos de reclutamiento, promoción y fijación del salario y las
condiciones de trabajo deben estar libres de discriminación, coerción, violencia y engaño. Sin
embargo, hombres y mujeres hemos sido víctimas de políticas discriminatorias, de violencia
laboral, institucional, política y de otros tipos en el lugar de trabajo.
De hecho, las mujeres suelen ser las primeras víctimas de Violencia Laboral en los
centros de trabajo.
¿Qué es la violencia laboral?
Es toda acción que manifieste abuso de poder, ejercida en el ámbito laboral, o en el lugar de
trabajo, por el empleador, personal jerárquico, o en quien sea delegada la función de mando,
un tercero vinculado directa o indirectamente a él, o quien tenga influencias de cualquier tipo
sobre la superioridad.
Esta acción es ejercida sobre el trabajador/a, atentando contra su dignidad, integridad
física, sexual, psicológica o social, mediante amenazas, intimidación, maltrato, persecución,
menosprecio, insultos, bromas sarcásticas reiteradas, discriminación negativa, desvalorización

226
de la tarea realizada, imposición, acoso, acoso sexual, inequidad salarial, traslados
compulsivos, entre otros.

Mobbing laboral
El Mobbing es una forma de violencia que implica una situación laboral repetida y mantenida
en el tiempo que conlleva una serie de agresiones psicológicas que atentan contra la integridad
y la dignidad personal y profesional del trabajador afectado, que supone un riesgo laboral con
importantes consecuencias físicas, psicológicas y sociales para la salud del individuo.
El Mobbing puede identificarse porque el agresor tiene comportamientos y conductas
que afectan profundamente a la persona agredida, tales como:
 Realiza comentarios injuriosos contra la persona.
 Se le ridiculiza o se ríen de ella públicamente.
 Se burlan o magnifican posibles discapacidades.
 Se le hace parecer estúpida.
 Se le aísla de los compañeros.
 No se le dan tareas.
 Se le asignan tareas excesivas o imposibles de cumplir.
 Se le niega la palabra o se le ignora cuando esta presente.
 Se le critica o amenaza no sólo en temas laborales sino personales.
De acuerdo a (Frone, 2003: 89), la concepción de "Equilibrio Trabajo-Familia", tiene
dos significados, por un lado, la falta de conflicto o interferencia entre el trabajo y los papeles
familiares y por otro, el modo como el trabajo enriquece la vida familiar y establece un
equilibrio positivo, centrado en el concepto de "Facilitación Trabajo-Familia". Dentro de la
primera definición, (Greenhaus, 1985: 94) explorando la prevalencia, predictores y resultados
del conflicto trabajo-familia, establecen que en este tipo de conflicto, los dominios familiares
y laborales se influyen mutuamente pudiendo producir incompatibilidades, es decir, el trabajo
puede interferir en la familia (conflicto trabajo-familia) y la familia puede interferir con el
trabajo (conflicto familia-trabajo). Respecto a la facilitación, para (Grzywacz, 2003: 112)
representa la situación donde las experiencias, habilidades y oportunidades desarrolladas por
un dominio (laboral o familiar) logran ser transferidas de una manera positiva y reforzante en
el otro dominio. De esta manera se configura un taxonomía del equilibrio trabajo- familia

227
centrada por una parte, en la dirección de influencia entre papeles laborales y familiares
(trabajo - familia versus familia - trabajo) y dos tipos de efectos (conflicto versus facilitación).
Se ha reconocido que el incremento en la calidad de vida laboral de los empleados
tiene beneficios tangibles e intangibles en las organizaciones en términos de la satisfacción,
motivación y compromiso organizacional (Aryee, 2005: 135). Reportan una relación positiva
al examinar la influencia del equilibrio trabajo-familia sobre la satisfacción laboral y el
compromiso organizacional. La incorporación de políticas organizacionales fomentadoras de
la integración familia-trabajo reduce, significativamente, los niveles de ausentismo y mejoran
el desempeño laboral en general (Lambert, 1990: 84).
Shifley (2003) realizando entrevistas personales y observaciones directas, identifica
como variables organizacionales claves para la calidad de vida de los trabajadores, la
existencia de un contexto de seguridad de ingresos y estabilidad laboral y, fundamentalmente,
políticas que refuercen la autonomía en los trabajadores (ausencia de jerarquía formal). Esta
consideración de factores involucrados en los ambientes organizacionales saludables es
corroborado en otros estudios, (Lowe, 2003), donde se encuentra una relación significativa en
la percepción que los empleados reportan de ambientes de trabajo considerados saludables
sobre variables tales como la satisfacción laboral, los niveles de compromiso, clima
organizacional, los niveles de ausentismo y en el grado de permanencia de éstos en las
organizaciones. Más recientemente Hill (2005: 43), ha encontrado una relación positiva entre
la facilitación trabajo-familia con la satisfacción laboral, la satisfacción familiar y la
satisfacción vital, y negativa con la tensión individual.

Escuela para padres


Muchos son los problemas que las familias enfrentan con sus hijos, principalmente durante la
etapa de la adolescencia; se observa una barrera muy grande entre padres e hijos, que provoca
una situación poco acogedora y fortalecedora como seres humanos, se podrían mencionar,
entre otras, la falta de comunicación, la falta de confianza, la falta de atención y preocupación
por el otro, la poca o nula convivencia familiar, las pocas o nulas muestras de afecto; lo que
desencadena un malestar en las personas, que con el tiempo se agrava, provocando situaciones
de desesperanza, de insatisfacción personal y familiar, que en muchas ocasiones terminan en
suicidio.

228
Después de todo lo anterior, este trabajo quiere implementar la estrategia de que en
las escuelas de nivel primaria, secundaria y medio superior, haya una escuela para padres, la
cual sería un programa formativo-preventivo, el cual tendría como objetivo informar y formar
a los padres para el importante, pero complejo, trabajo de actuar como padres. La función de
los padres es uno de los más importantes, más comprometido y más gratificante, pero al
mismo tiempo más difícil, que pueda haber; pero también que a los padres no se les
proporciona las herramientas necesarias para ello. Como señala Thomas Gordon (1990: 145)
“a los padres se les culpa, pero no se les educa”.
La propuesta de la escuela para padres pretende aportar conocimientos relacionados
con el papel de padres, que les sirva para mejorar su trabajo como tal. Esta estrategia se pensó
por la importancia que tiene la intervención de los padres como un elemento favorecedor, el
desarrollo integral de los adolescentes.
La escuela para padres pretende los siguientes objetivos: 1) El desarrollo personal de
los hijos mediante; a) ofrecer a los padres la información y conocimientos básicos sobre
diferentes temas y que se capaciten para cumplir con su función; b) facilitar más recursos
educativos y formativos para promover en sus hijos actitudes, valores, habilidades personales
y sociales sanas que le permitan afrontar, de manera responsable, la realidad de su vida; y c)
promover el intercambio de experiencias entre los padres asistentes.
La aplicación de la escuela para padres en las instituciones escolares, podría ser una
forma de solucionar tantos problemas que se presentan entre padres e hijos, así como
disminuir la brecha generacional que hay entre ellos, lo cual se vería mejorada y se reflejaría
en la mejora emocional, académica, social y personal de cada integrante de un núcleo familiar,
especialmente los niños y los adolescentes, y por consiguiente aumentaría el porcentaje de
formar buenos ciudadanos para nuestro estado y país.

Consideraciones finales
Como conclusión a esta revisión sobre los factores que influyen dentro de la ideación suicida
en el adolescente, se establece la necesidad de un trabajo en conjunto de todos y cada uno de
los principales sectores de la sociedad. Cada uno reconociendo su propia responsabilidad y

229
generando los cambios o alternativas que tengan como fin último el bienestar psicosocial del
individuo.
Sector familiar
En el ámbito familiar la responsabilidad es compartida por cada uno de los miembros de la
misma. Desde los padres al involucrarse en la vida de sus hijos y todos los aspectos que entran
en relación a ellos pero sin olvidar o sobrepasar la individualidad de los mismos; esta acción
les permitirá reconocer cualquier cambio dentro de su personalidad que se convierta en una
señal de alerta ante una posible ideación suicida en el adolescente. Por otra parte los hijos y
hermanos su responsabilidad se basa en permitir el contacto físico y emocional hacia sus
padres y permitiendo una ayuda temprana ante situaciones o conflictos cotidianos.

Sector laboral
Su responsabilidad se basa en reconocer que el equilibrio emocional y la salud mental de todo
y cada una de las personas que laboran dentro de una empresa impactará de manera
significativa dentro de la productividad de la misma; pero esto se logrará mejorando y creando
un ambiente digno para el trabajador que le permita desarrollarse tanto como profesional y a
su vez como persona dentro y fuera de su lugar de trabajo.

Sector institucional o de gobierno


Generando los recursos necesarios para que las instituciones públicas y de salud brinden un
trato digno a aquellos individuos que por circunstancias personal hayan intentado terminar con
su vida o en su caso la atención y seguimiento a los familiares de los mismos. Es muy
importante hacer conciencia en cada uno de los servidores públicos la necesidad de un trato
justo y solidario ya que puede ser punta de lanza para una mejora dentro del ánimo de la
persona.

Sector educativo
El trabajo continuo con el estudiante adolescente dentro y fuera del aula de clase nos permite
reconocer que en la mayoría de los casos el joven se convierte sólo en el reflejo y la necesidad
del trabajo con los padres de familia. Por otra parte es vital que cada miembro de una
institución educativa reconozca que tiene no sólo como responsabilidad única, la educación a

230
nivel cognitivo, sino que en muchos casos se convierten en esa fuente de confianza donde el
adolescente descarga sus emociones y descansa de sus tribulaciones.

Referencias bibliográficas

Macionis, John (1999). Sociología. Madrid, Prentice Hall.

Torregosa, José (1992). Influencias sociales y psicológicas en la salud mental. España, Siglo
Veintiuno.

231
La cartografía del suicidio en Ciudad del Carmen, Campeche, 2000-2010: El
uso del SIG para una política pública de prevención

Esther Solano Palacios


Moisés Frutos Cortés
Roger Octavio Formoso Zavala
Luis Enrique Pech Jiménez

Introducción
Los Sistemas de Información Geográfica (SIG), son hoy en día una de las herramientas para el
análisis socio-territorial que cumplen con el propósito de hacer una representación más visual
a partir de la generación de mapas que se integran con múltiples datos (indicadores socio-
económicos, demográficos, entre otros), con la intención de proporcionar información acerca
de la dinámica de tendencias y comportamientos de una problemática social en el territorio.
En el caso de los estudios de suicidio en México existen ya algunos esfuerzos ligados a
usar este tipo de herramientas y contribuyen en esa medida a formar parte de la toma de
decisiones en materia de prevención del riesgo suicida, e incluso como parte necesaria de una
política pública, como la creación de observatorios ciudadanos, programas de salud y para la
prevención de las violencias.
En ese marco, el objetivo central de este trabajo es presentar los resultados y la utilidad
que tiene la cartografía en la tendencia y el comportamiento suicida en Ciudad del Carmen en
un período de 10 años (2000-2010) y su representación territorial a través del SIG, que el
Instituto Municipal de Planeación (Implan) elaboró en colaboración con la Universidad
Autónoma del Carmen (UNACAR) y el Grupo Interdisciplinario de Investigación sobre las
Violencias en el Sureste A.C. (GIIVISS), esto en el marco del proyecto de investigación
Análisis multifactorial del significado actual del suicidio en el estado de Campeche financiado
con Fondos Mixtos del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt-Campeche).
Se pretende establecer la utilidad de los SIG en materia de políticas de prevención del
riesgo suicida en una ciudad con una pujante actividad económica como la petrolera y de alta
movilidad demográfica en su territorio insular. Bajo este marco, en febrero de 2013 se firmó el
Convenio de Colaboración entre el IMPLAN y GIIVISS con el objetivo de establecer las bases

232
y líneas de trabajo conjuntas para aprovechar la infraestructura y/o experiencia de ambas
instituciones y colaborar en acciones relativas a la investigación, asesoría y realización de
proyectos específicos en el ámbito regional.

¿Para qué sirven los mapas en el análisis del suicidio?

Los mapas y los SIG forman parte de la tradición cartográfica que desde hace muchos años se
desarrolló con el propósito de representar gráficamente un territorio. Asimismo, los mapas son
una fuente importante de información que debe ser analizada de acuerdo con los propósitos
para los cuales fueron elaborados. En este sentido, debe entenderse que el mapa no es el
territorio, es una imagen en papel o en la pantalla, y esta imagen representa un territorio sólo a
través de símbolos visuales codificados e interpretados culturalmente; sino entendemos estas
convenciones geográficas y esta simbología, de escala y proporcionalidad, el mapa moderno
no nos dice nada sobre el territorio representado (Connolly, 2009: 59).
El mapa y el territorio son dos cosas distintas. Los mapas tienen un carácter simbólico
como representación parcial de la realidad, por tanto, como cualquier representación gráfica
“facilitan la comprensión espacial de las cosas, conceptos, condiciones, procesos o eventos en
el mundo humano”. Para otorgarle utilidad y sentido al uso de la cartografía del suicidio,
debemos entender que el territorio, la ciudad o el espacio, son construcciones sociales que
requieren ser interpretadas (Ibíd.: 60).
Los mapas del proyecto de suicidio en Carmen son planos elaborados para un
propósito específico: ubicar dónde están ocurriendo los suicidios en la isla. Esta localización
es importante para identificar los factores identitarios que sirven de referente al establecer la
pertenencia a un entorno, hecho que muestra a qué se está ligado y, por asimilación, a lo que
no se está sujeto (Quiroz, 2009: 25).
El espacio, como categoría de análisis que nos interesa ubicar en la cartografía, en
principio es el geográfico, pero también nos interesa como espacio socialmente construido por
los habitantes de cada barrio, colonia y zona residencial. Es el espacio existente en tanto tiene
contexto y sujetos que se piensan en él. En términos geográficos, “es un sitio, un territorio que
cuenta con límites, tiene una forma, un núcleo de identidad y elementos que lo vuelven
original; éstos pueden ser físicos e ideológicos, con personajes y prácticas sociales que se
realizan en un territorio” (Ibídem).

233
Ese espacio social, mostrado por los mapas de la ciudad, nos refiere a cierto tipo de
actividades (pesca, petróleo, servicios), características físicas (asentamientos irregulares,
colonias populares), comportamientos (consumo de alcohol, violencia intrafamiliar) y
componentes de identidad (“Isleño”, “Carmelo”, “Tabasqueño”). Sin embargo, al
particularizar cada caso de suicidio se debe tomar en cuenta la temporalidad en que suceden
los casos, la complejidad de la dinámica social que le imprimen sus componentes, sus
problemáticas, rutinas y sus inercias. El espacio, en este sentido, será permanencia y conflicto
(Quiroz, 2009: 25)

Enfoque metodológico
Se elaboró la cartografía del comportamiento suicida en Ciudad del Carmen junto con la
cartografía del entorno urbano de la ciudad, en la cual se señala la relación que estos dos
factores pudieran tener, se describe la metodología utilizada y se presentan los siguientes
resultados:
 Base de datos con indicadores sociodemográficos y económicos del registro de
suicidios en Ciudad del Carmen, del año 2000-2010.
 Planos temáticos, gráficas y estadísticas del comportamiento suicida en Ciudad del
Carmen.
 Comportamiento suicida en Ciudad del Carmen y el entorno urbano.

La base de datos con indicadores sociodemográficos y económicos del registro de


suicidios en Ciudad del Carmen fue elaborada por el GIIVISS mediante la recopilación diaria
de la prensa local. Los medios informativos utilizados fueron el periódico Tribuna y Carmen
Hoy, de los cuales se compiló la gran mayoría de información vertida en la matriz de datos.
Cabe señalar que también se contó con información oficial de la Sub Procuraduría General de
Justicia del Estado de Campeche quien proporcionó registros de los eventos suicidas en los
últimos años del estudio.
La base cuenta con 181 registros de suicidios, principalmente en la zona urbana de Ciudad
del Carmen durante el periodo señalado, estos registros contienen las variables que se
observan en el cuadro 1.

234
Cuadro 1: Variables incluidas en la base de datos de suicidios en Carmen, Camp.

Edad Género Estado civil Escolaridad Lugar de


Ocurrencia

Método Ocupación Domicilio Fecha de Tipo de


empleado (calle, colonia) ocurrencia enervante
(dd/mm/aa) (alcohol o droga
al momento del
suicidio)

Horario Posibles causas Origen o lugar


(mañana, tarde, de procedencia
noche)

Fuente: GIIVISS.

Para la elaboración de dicha cartografía se contó además con la información que el


Instituto Municipal de Planeación (IMPLAN-Carmen) ha adquirido a través del convenio de
colaboración “INEGI a la mano”. También fue utilizada información con la que cuenta el
IMPLAN correspondiente a la delimitación de colonias y fraccionamientos de Ciudad del
Carmen. La información utilizada y procesada para la generación de la cartografía fue la
siguiente:
 Cartografía vectorial de la localidad urbana Ciudad del Carmen.
 Principales resultados por AGEB y manzana urbana del Censo de Población y
Vivienda 2010.
 Delimitación de Colonias y Fraccionamientos en Ciudad del Carmen, Campeche.
 Cuerpos de agua.
 Manglar en zona urbana.
Es preciso señalar que en la cartografía elaborada se utilizaron sólo 143 registros de los
181 registros totales de la base de datos, esto debido a que en la depuración de la base se
detectaron que algunos registros carecían de información necesaria para su ubicación
georeferenciada, tales como dirección y lugar de ocurrencia, dado que no se señalaron en el
registro periodístico o fuente original. Los mapas fueron desarrollados con la aplicación Arc
Map 10, la cual se utiliza en el software ArcGis Desktop para la representación cartográfica,
edición, análisis y administración de datos.

235
Dentro del proyecto Estudio Multifactorial del significado del suicidio en el estado de
Campeche, particularmente para Ciudad del Carmen, se consideró el enfoque cartográfico
como uno de los aspectos necesarios y oportunos para comprender el comportamiento suicida
en el territorio, mediante el uso de las herramientas tecnológicas como son los Sistemas de
Información Geográfica (SIG).
Al mismo tiempo, se consideró oportuno representar gráficamente esta problemática,
desde una perspectiva de la tendencia que esta adquiere en la geografía de la ciudad, con el
propósito de demostrar la necesidad que se tiene de crear un SIG como herramienta para
detectar el comportamiento que sigue este fenómeno social y así tomar medidas de
prevención, no sólo en ciudades como Carmen, sino también para otras localidades del estado
de Campeche.
Al hacer uso y referencia de los SIG, se está haciendo alusión a un proceso de
sistematización de grandes volúmenes de datos que se representan en el espacio geográfico.
Esto dio pie a la pregunta ¿qué relación tiene el espacio geográfico con el comportamiento
suicida? Se plantearon las hipótesis siguientes:
1) El suicidio en Ciudad del Carmen está ligado mayormente a grupos sociales en
condiciones de marginación social y económica, con poco margen de movilidad y ascenso
social, y está en proceso ascendente en el grupo de jóvenes y adultos comprendido en la edad
de 15 a 44 años.
2) La distribución espacial suicida en Ciudad del Carmen, en la década de estudio, tendió a
concentrarse en áreas de asentamientos urbanos que inicialmente pasaron de irregulares a
regulares, producto de las contrastantes actividades productivas que históricamente han
predominado en la ciudad, a saber, la actividad pesquera, petrolera y de servicios comerciales;
mientras que hay pocos casos de suicido en las áreas urbanas fraccionadas que también
crecieron durante el proceso de expansión de la ciudad a partir del auge petrolero. Es decir, la
distribución espacial de esta problemática en la zona de estudio y el período que abarca, tendió
a concentrarse en áreas de asentamientos urbanos que inicialmente fueron “invasiones” de
predios federales y que constituyó la estrategia más recurrente de estos sectores para hacerse
de un predio para autoconstruir su vivienda.

Discusión y Resultados

236
1.1. El contexto socioespacial y la cartografía del suicidio en la ciudad
En el caso de Ciudad del Carmen, el proceso de urbanización acelerado en las últimas tres
décadas por la actividad petrolera, generó nuevos espacios ocupados por el crecimiento de la
población, así como un conjunto de demandas y satisfactores inconclusos en materia de
vivienda, empleos, transporte público, infraestructura y servicios urbanos insuficientes, una
estructura social bastante diversificada por los niveles de ingresos y salarios de la población
empleada en la actividad petrolera, en contraste con la población que de manera colateral no
logra entrar a ese mercado laboral.
La conformación del sistema productivo regional petrolero propició el intenso flujo
migratorio en dos dimensiones: 1) un asentamiento poblacional migratorio de influencia inter
e intra-regional y, 2) un asentamiento urbano de atracción poblacional de distintas regiones del
país y, en menor escala, de otros países como Brasil, Venezuela, Noruega, Estados Unidos y
Japón, entre otros, que demandan servicios y satisfactores no sólo de carácter material
(vivienda, consumo, diversión), sino también inmaterial o de tipo subjetivo (como los
emocionales, identidad, status social).
En estudios hechos por el Instituto Municipal de Planeación del Carmen, plantean el
proceso de petrolización de la ciudad en “un antes y un después” de Petróleos Mexicanos
(PEMEX), dado que identifican dos etapas del crecimiento poblacional de la ciudad; una que
va de 1950 a 1980 correspondiente al auge pesquero y, otra, a partir de la implantación de
PEMEX en la región (IMPLAN, 2010). En la primera etapa el incremento demográfico es
aproximadamente del 26%, mientras que en la segunda alcanza el 30% (Ibídem). Esto no
significa que sea la población migrante asentada en la ciudad la que se suicida, sino más bien,
este es el contexto en el que interactúan los sujetos que habitan la ciudad y a la que están
expuestas las personas suicidas.
A partir de la década de 1990 al 2000 se conformó una nueva estructura territorial con
zonas de asentamientos irregulares, como las colonias Tierra y Libertad, Bibalvo 2, José Ortíz
Ávila, Restitos de las Pilas, 23 de julio, entre otras, con población en condiciones de
marginación socioeconómica carentes de servicios de salud, agua potable, electrificación,
educación, viviendas (Solano, 2012). Para el año 2010, por la intensificación de nuevas áreas
de producción petrolera costa fuera, ligadas a la generación de servicios asociados a esta
actividad, se registró un incremento poblacional en la ciudad, llegando a 169 mil 466

237
habitantes (INEGI; 2010). Con ello se amplió la mancha urbana hacia el oriente de la ciudad y
el grado de marginación fue alto, coincidiendo con el mayor número de eventos suicidas
(mapa 1)

Mapa 1: Grado de marginación y suicidios en Cd. del Carmen 2000-2010

Fuente: Base de datos GIIVISS; cartografía IMPLAN; datos COESPO.

En cuanto a la densidad de población, esta se refiere al número promedio


de habitantes de un área urbana o rural en relación a una unidad de superficie dada. En este
caso se obtuvo al dividir el promedio de la población total en la manzana urbana, entre lo
representado de una hectárea de la misma manzana. En el mapa temático 2, se observa de
color claro las manzanas urbanas con menor densidad de población, estas con valor absoluto
de 0 a 50 habitantes, y así sucesivamente, hasta llegar al color más obscuro que representa
mayor densidad de población, con valores absolutos mayores a 300 habitantes por manzana.
Al realizar el cruce de la información correspondiente a los suicidios en la ciudad, se
observa que los eventos ocurrieron en manzanas con mayor densidad de población.

238
Mapa 2: Densidad de población y suicidios en Cd. del Carmen, 2000-2010

Fuente: Base de datos GIIVISS; cartografía IMPLAN; datos COESPO.

Por otro lado, las zonas de inundación en la ciudad se obtuvieron con el modelo de
elevación realizado en el IMPLAN y con la información de las curvas de nivel de 50 cms,
obtenidas de la ortofoto del año 2000 del Municipio de Carmen. En el mapa 3 se puede
observar que varios de los suicidios registrados en el periodo de estudio ocurrieron en zonas
bajas de la ciudad, condición que se presenta como factor de vulnerabilidad de la vivienda y
de posible detonador de algunas enfermedades, al estar básicamente a orillas de los cuerpos de
agua, como el Arroyo de la Caleta y los manglares, o el Arroyo de los Franceses ubicado en
las colonias ubicadas en la parte sur de la ciudad.

239
Mapa 3: Zonas de inundación y suicidios en Cd. del Carmen Campeche 2000-2010

Fuente: Base de datos GIIVISS; cartografía IMPLAN (2013).

En cuanto a la atención de las condiciones de marginación y pobreza, en 2010 las


Zonas de Atención Prioritaria (ZAPS) de la Secretaria de Desarrollo Social (SEDESOL) eran
polígonos con características de rezago social y económico, sea de infraestructura social
básica o de servicios públicos. La finalidad de identificarlos en esta cartografía es mostrar que
al cruzar la información de los suicidios en Ciudad del Carmen en el periodo de una década, el
80% de los registros ocurrieron en los polígonos denominados ZAPS (mapa 4), los cuales
están considerados como áreas urbanas donde se requiere programas de apoyo para la
reducción de las desigualdades sociales. Las características encontradas en estos polígonos son
viviendas con techos y paredes de lámina de zinc, viviendas con pisos de tierra y sin cobertura
de agua potable, entre otros.

240
Mapa 4: ZAPS y suicidios en Cd. del Carmen, 2000-2010

Fuente: Base de datos GIIVISS; cartografía IMPLAN; datos SEDESOL.

Respecto al promedio de escolaridad, se trabajó la información levantada en el Censo


de Población y Vivienda 2010 del INEGI; es una variable que determina el grado promedio de
escolaridad de los habitantes de un polígono, en este caso una manzana urbana. Los grados
promedio de escolaridad se representaron de la siguiente manera: el color más claro representa
de 0 a 6 años de estudio, los cuales significan la educación primaria; de 6 a 9 años de estudio,
significa la educación secundaria; de 9 a 12 años la educación preparatoria; de 12 a 16 años la
educación superior o universitaria; y de color más obscuro los que registraron más de 16 años
de estudio, es decir, los que representarían algún tipo de estudio de postgrado. En este caso, la
información sobre los suicidios fue ubicada en su mayoría en las manzanas urbanas
representadas con promedios escolares de secundaria y preparatoria (mapa 5).

241
Mapa 5: Promedio de escolaridad y suicidios en Cd. del Carmen, 2000-2010

Fuente: Base de datos GIIVISS; cartografía IMPLAN; datos INEGI

1.2. La cartografía sociodemográfica del suicidio en la ciudad


Con respecto a las características sociodemográficas de la población suicida y su distribución
espacial en la ciudad, se pueden observar las siguientes tendencias: 1) del 2000 al 2010 sólo se
pudo graficar 143 eventos que fueron plasmados en el mapa 6 o mapa base de la mancha
urbana de Ciudad del Carmen, que representa hasta el kilómetro seis de la ciudad con 75
colonias y 52 fraccionamientos, haciendo un total de 127 polígonos. La mancha urbana de la
ciudad se encuentra dividida por el aeropuerto internacional y para mayor facilidad en la
explicación se delimita a la ciudad en dos zonas: Zona Oriente y Zona Poniente.
En el mapa se puede observar mayor cantidad de registros suicidas en la parte sur de la
ciudad, en comparación con la parte norte de la misma; y a su vez, una ligera mayoría de
registros en la zona poniente con respecto a la zona oriente de la ciudad. Las colonias con
mayor número de registros suicidas son: Renovación con 12 casos, Benito Juárez con 9,

242
Manigua con 8, Belisario Domínguez y Guanal con 5, Tacubaya, Tierra y Libertad, y 23 de
Julio con 4 registros cada una.
Mapa 6: Ubicación de suicidios en Ciudad del Carme 2000-2010

Fuente: Base de datos GIIVISS; cartografía IMPLAN.

2) De los 143 suicidios en Ciudad del Carmen en el periodo 2000-2010, sólo 33 de ellos
corresponden al género femenino y 110 al género masculino; por lo que la tendencia suicida se
concentró más en población masculina tanto en la zona oriente como poniente; aunque el
fenómeno se caracterizó por ser más disperso al oriente de la ciudad (mapa 7).
Mapa 7: Suicidios por género en Ciudad del Carmen Campeche 2000-2010

Fuente: Base de datos GIIVISS; cartografía IMPLAN (2013).

243
(3) El estado civil de los 143 registros presentó una distribución espacial dispersa y la
mayorías de los suicidas se identificaron de la siguiente manera: solteros (38), casados (35),
vivían en unión libre (24), separados (9), divorciados (2), Viudos (3) (mapa 8)

Mapa 8: Suicidios según el estado civil en Ciudad del Carmen Campeche 2000-2010

Fuente: Base de datos GIIVISS; cartografía IMPLAN (2013).

4) En ese marco de la referencia poblacional, se hizo el registro de la tendencia suicida entre


una población que varió de menos de 10 años hasta 90 años, de los cuales los grupos de edad
10 a 20, de 21 a 30 y de 31 a 40 años, representaron más del 70 por ciento de la población
muestreada, reduciéndose los casos a partir de los grupos de edad de 50 a 90 años en la ciudad
(mapa 9).
5) El método de mayor uso para quitarse la vida en el periodo revisado fue la estrangulación,
registrando el 86% de los casos, concentrándose espacialmente en el sector occidente y de
forma dispensa en el oriente de la ciudad (mapa 10).

244
Mapa 9: Suicidios según la edad en Ciudad del Carmen Campeche 2000-2010

Fuente: Base de datos GIIVISS; cartografía IMPLAN (2013).

Mapa 10: Suicidios por medio empleado en Ciudad del Carmen, 2000-2010

Fuente: Base de datos GIIVISS, Cartografía IMPLAN (2013).

6) La información del mapa 11 resulta interesante debido a que los registros fueron obtenidos
de la prensa local, este medio informativo en 57 registros no precisó el consumo de alguna

245
sustancia o enervante, por lo tanto se cartografiaron como “No existe información”; sin
embargo, sí se obtuvo lo relacionado con el consumo de alcohol al momento del suicidio y
estos fueron 52 casos; además de 5 registros con consumo de droga. También se pudo registrar
el consumo de las dos sustancias, alcohol y droga, al momento del suicidio, y esta situación se
registró en 22 ocasiones y 2 registros con consumo de algún medicamento. Un dato interesante
y relevante es el que 42 suicidios se suscitaron sin estar bajo la influencia de alguna sustancia
tóxica.

Mapa 11: Suicidios y consumo de drogas en Ciudad del Carmen 2000-2010

Fuente: Base de datos GIIVISS, Cartografía IMPLAN (2013).

Consideraciones finales
Con esta propuesta de cartografía del suicidio en la ciudad, elaborada con el apoyo del Sistema
de Información Geográfica (SIG), se buscó como prioridad identificar la vinculación del
fenómeno social del suicidio y su expresión en la estructura territorial de una ciudad petrolera,
de crecimiento acelerado y con una dinámica sociodemográfica y económica-productiva como
lo es Ciudad del Carmen.

246
Al mismo tiempo, se consideró que la estructura territorial de la ciudad urbanizada,
dividida en dos grandes zonas o sectores geográficos, tiene una composición tanto
sociodemográfica como de características diferenciadas por la heterogeneidad que tiene su
población y la conformación de los asentamientos urbanos de tipo irregular y popular, un
proceso distinto a las otras etapas de la historia social y económica-productiva, que hoy es
impulsada por la petrolización del sureste de México.
Se considera, por lo tanto, necesario e importante que uno de los procesos para el
ordenamiento urbano territorial de la actual y futura ciudad petrolera debe contar con
herramientas como los SIG y el mapeo, no sólo de asuntos territoriales, sino que considere las
diferentes variables de los fenómenos sociales y poblacionales a fin de diseñar políticas
públicas focalizadas para la prevención e intervención de problemáticas como la violencia
social, que permea las estructuras sociales diferenciadas y se manifiesta en el territorio como
prácticas sociales recurrentes.

Referencias bibliográficas

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lo urbano”. En Martínez Carrizales, Leonardo y Teresita Quiroz Ávila (Coordinadores)
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20la%20zona%20urbana%20de%20Ciudad%20del%20Carmen.pdf consultado el 29
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247
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Martínez Carrizales, Leonardo y Teresita Quiroz Ávila (Coordinadores) (2009). El
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Campeche”, en Frutos Cortés, M. (edit.) Marginación, Violencia y salud: algunos
aspectos objetivos y subjetivos. Ciudad del Carmen, Universidad Autónoma del
Carmen, pp. 67-82.

248
CAPÍTULO 3

Las otras violencias

249
Disminución del maltrato entre compañeros: un estudio de caso en una
secundaria del sur de Mérida, México 24

Carmen Castillo Rocha

Introducción
En México, en la última década, ha tomado un creciente interés un fenómeno que
anteriormente pasaba desapercibido. Las relaciones de abuso entre estudiantes de secundaria
son hoy no únicamente motivo de tesis de grado y proyectos de investigación, sino del
ejercicio amarillista de los medios de comunicación, donde, depositando en niños y
adolescentes la causa del problema, es posible para los adultos librarse de cualquier „culpa‟
sobre lo que sucede en la vida cotidiana de las escuelas, alejándose así del origen del mal que
es depositado en la naturaleza y salvajismo de la condición inmadura de nuestros educandos:
situando el problema en el “otro” la conciencia queda confortada. En el campo de la opinión
pública, se crean discursos contradictorios con relación a la violencia: ”creamos programas
para prevenirla, pero a menudo nos fascinamos con ella, justificamos su uso e incluso
exaltamos a sus exponentes” (Morillo, 2011: 57). Ejemplo de ello fue el discurso emitido por
Barak Obama, quien siendo presidente de los Estados Unidos y en aras de la lucha contra el
terrorismo, expresó abiertamente su alegría y la hizo extensiva a su nación por el asesinato
premeditado de Osama Bin Laden. Cuando la violencia es causa de felicidad para la máxima
autoridad de un país, poco trabajo efectivo se puede hacer para caminar hacia una cultura de la
paz entre sus ciudadanos.
Pero, moviéndonos del sensacionalismo mediático al quehacer de docentes e
investigadores, la pesquisa académica en la primera década del siglo XXI ha dado importantes
frutos y ha tenido algún impacto positivo en la cotidianidad de los centros educativos. En la
Universidad Pedagógica Nacional se construyó un Catálogo de Acciones de Gestión de la
Violencia Escolar que da cuenta de las propuestas más visibles que se han llevado a cabo en

24
Esta investigación fue apoyada por el fondo PROMEP/103-5/09/4179. Agradezco también la valiosa
colaboración de los licenciados en comunicación social Carlos Antonio Valle Castillo, Juan Carlos Durán Gómez
y Francisco Cruz Rejón en la construcción de esta investigación.

250
México. Roberto González y José Luis Hernández (2011) comentan que estas acciones
comenzaron como programas contra las adicciones y luego ampliaron su atención a otros
ámbitos de violencia en las escuelas. Los autores identifican ocho grupos de estrategias
relacionadas con la prevención de la violencia en las escuelas que enfatizan la seguridad de las
comunidades educativas, la prevención de accidentes, la prevención de adicciones y la
formación ciudadana, pero interesan al presente trabajo aquellas que conciernen a los
problemas de convivencia y que se describen a continuación.

La Secretaría de Educación Pública y las iniciativas estatales


Haciendo un recuento de programas, González y Hernández (2011) ubican varias iniciativas
en el Distrito Federal que atendían los problemas de la diversidad cultural, la convivencia y la
deserción (el Programa para el fortalecimiento de las escuelas del Distrito Federal, en 1998),
la educación en el respeto y la tolerancia (Contra la violencia eduquemos para la paz, trabajó
temas como el conocimiento de sí mismo, la autoestima, el manejo de sentimientos y
emociones, la empatía, el respeto y la confianza; el aprecio por la diversidad, la toma de
decisiones, la comunicación asertiva, la cooperación, el pensamientos crítico y creativo, y la
resolución de conflictos, entre otros).
Otra iniciativa descrita por estos autores es el proyecto Abriendo Escuelas para la
equidad. Se trata de un ejercicio sabatino al que libremente acuden alumnos, profesores y
padres de familia para convivir en actividades deportivas, artístico-culturales, formativas, de
comunicación y orientación psicológica. Inició en el año 2008 y actualmente incorpora a 500
escuelas en diversos estados de la República.
En el año 2010 la Secretaría de Educación Pública se dio a la tarea de promover
Consejos Escolares de Participación Social, dentro de los cuales se propone un Comité de
Desaliento de las Prácticas que Generen Violencia entre Pares, a fin de detectar factores y
situaciones de riesgo. También se propone implementar actividades para prevenir la violencia
entre pares (Furlán, 2011).
El Programa Nacional Escuela Segura se diseñó para apoyar la formación de
ciudadanos a través de su preparación para afrontar situaciones de riesgo tales como la
violencia, el consumo de sustancias adictivas, embarazos precoces, enfermedades de
transmisión sexual y actos delictivos. El foco fue puesto en un alto índice de pandillerismo,
consumo de alcohol y drogas por parte del alumnado de las escuelas secundarias, para lo cual

251
la estrategia más importante implicaba fortalecer la participación social de la comunidad
escolar e instancias extraescolares (Conde, 2010) de manera que secretarías como la de salud,
seguridad pública, deporte, etcétera, diseñarían estrategias de vinculación y promoción de una
vida saludable aplicadas en las escuelas secundarias. El énfasis del programa está centrado en
la prevención de la delincuencia y cuenta con una página de internet con información diversa;
desde los manuales para directores, padres de familia, maestros y alumnos, hasta videos y
testimonios de experiencias diversas. Este programa que comenzó siendo piloto, se ha ido
extendiendo de manera que según datos de julio de 2011 (Programa Nacional Escuela Segura,
1 de julio de 2011) se adscribían 526 escuelas en diversos municipios de Yucatán y 256 en la
ciudad de Mérida.
A diferencia del programa previo que es una iniciativa federal pensada para prevenir la
delincuencia, en Yucatán existe una estrategia regional propuesta por el Departamento de
Desarrollo Humano de la Secretaría de Educación del Estado de Yucatán (SEEY). Se llama
¡Cuenta conmigo! y lleva a cabo acciones encaminadas a fomentar el desarrollo integral de los
adolescentes. Las estrategias de este programa son de acompañamiento, apoyo psicológico y
actividades extracurriculares. Su propósito es lograr una educación integral basada en el
desarrollo humano promoviendo la cultura de prevención de riesgos, la autogestión, el
crecimiento personal y académico de los adolescentes (Secretaría de Educación del Gobierno
del Estado de Yucatán, 2011). En el ciclo 2011-2012 este programa tuvo una cobertura de 358
escuelas secundarias, en 102 de los 106 municipios (Yucatán Informativo, 23 de septiembre
del 2011).

Las iniciativas no institucionales


En Yucatán, como en el resto de la República, hay también iniciativas propuestas y
desarrolladas por organizaciones de la sociedad civil (OSC) que atienden el desarrollo de los
escolares en diferentes etapas. Un ejemplo es Investigación y Educación Popular Autogestiva
A.C. (2009) que promueve el desarrollo integral de niños, adolescentes y jóvenes, y tiene una
presencia importante en Yucatán desde el año 1990. Mediante acciones muy diversas esta
organización trabaja a favor de los derechos de los niños: colabora con el programa
CONSTRUYE-T, en el proyecto Escuela amiga, en gestiones relativas al fomento de la

252
educación intercultural y en proyectos de prevención de riesgos. Estas acciones redundan, en
alguna medida, en el mejoramiento de los ambientes escolares.
Otra OSC que se ha hecho presente en fechas más recientes es un organismo
internacional llamado Save the Children (2008) que visita las escuelas trabajando de manera
recreativa en la promoción de los derechos humanos y la prevención de la violencia. También
ha colaborado con la Secretaría de Educación en el diseño e implementación del programa
CONSTRUYE-T que permite a los jóvenes de escuelas secundarias planificar sus proyectos de
vida y generar mecanismos de prevención de situaciones de riesgo.
A lo previo hay que añadir que existen también iniciativas puntuales de directivos y
profesorado, que pasan inadvertidas porque no son reportadas ni se hacen visibles en otros
ámbitos, pero los profesores tienen sus propias luchas cotidianas en las que desarrollan
estrategias a veces afortunadas y otras no tanto, para afrontar los conflictos y violencias que
suceden en las escuelas. Estas estrategias que dependen de factores no institucionales y
frecuentemente no organizacionales ni organizados, tocan el ámbito de la comunicación
interpersonal y tienen efectos a veces más importantes en el acontecer cotidiano de las
escuelas que las propuestas institucionales centralizadas.
Lo que aquí se reporta es una experiencia de 18 meses de acompañar a una escuela en
el sur de Mérida, donde el objetivo fue realizar un estudio descriptivo de carácter mixto
(cualitativo y cuantitativo) sobre la incidencia y las forman en las que se manifiesta el bullying
entre los estudiantes yucatecos destacando, para posteriormente desarrollar e implementar un
programa que permitiera favorecer las relaciones positivas entre compañeros y prevenir y
remediar los comportamientos de abuso y maltrato que sufren muchachas y muchachos de
secundaria por parte de sus mismos compañeros.

Escenario y construcción de la experiencia


En lo que respecta a la ciudad de Mérida, existen secundarias que se han incorporado a las
estrategias arriba señaladas por diversos motivos; muchas de ellas se ubican en la zona sur que
es la de mayor densidad poblacional y se caracteriza por sus escasos recursos económicos,
deficiente dotación de servicios públicos, receptáculo de población migrante, déficit de
parques y áreas deportivas, foco de contaminación ambiental, limitadas oportunidades
laborales y educativas, entre otros múltiples aspectos (Fuentes, 1993; Reyes 2003). Estas

253
condiciones y el hecho de que estas colonias crecieron alrededor del Centro de Readaptación
Social ha hecho caer sobre sus habitantes discursos expresados en diversos ámbitos (desde los
diarios locales hasta las charlas interpersonales) que tienden a calificar a los habitantes de la
zona como delincuentes (Quiroz, 2002). Dada esta condición, varias escuelas de las zonas se
han incorporado a los programas de apoyo a cargo de la Secretaría de Educación que fueron
mencionados en párrafos anteriores (Escuela Segura y ¡Cuenta Conmigo!) destinados a
prevenir acciones delictivas y apoyar el desarrollo psicosocial de los escolares. Estos
programas generan discursos que compiten o dialogan con los discursos ya existentes en las
escuelas mismas. Ejemplo de ello son las imágenes que a continuación se presentan y que
corresponden a la misma barda de la escuela desde el interior y exterior de la misma.
La imagen arriba expuesta corresponde a la escuela secundaria donde iniciamos con el
proyecto en noviembre de 2009. Entonces la escuela estaba estrenando autoridades. La
directora nos recibió con agrado y nos abrió las puertas para aplicar un instrumento
cuantitativo, entrevistar a su personal y observar la dinámica de la escuela. Nuestro trabajo
comenzó con observación y entrevistas focalizadas a la trabajadora social y los tres prefectos.
Para ese entonces la escuela estaba integrada por 6 grupos de cada uno de los tres niveles con
entre 20 y 30 alumnos por grupo, siendo un total de 754 según cifras proporcionadas por la
directora. Cada grupo contaba con un tutor, un asesor asignado y un prefecto, para cada
grado escolar y un reglamento que fue repartido a todos los estudiantes al inicio del ciclo
escolar.

254
Figura 1 y 2. Imágenes tomadas en el año 2010 en la barda de una escuela secundaria del sur de
Mérida. La primera parte corresponde a un ejercicio de grafiti que se elaboró como parte de las
estrategias del programa “¿Qué onda con tu vida?” y la segunda a los mensajes y grafitis que se
encuentran en la misma barda pero en la parte exterior y posterior de la escuela. La primera
imagen dice “VIVE SIN DROGAS. QUÉ ONDA CON TU VIDA”, la segunda reza “Arriba Las
Drogas wiiii” (fotos: Carmen Castillo Rocha). El mensaje dentro de la escuela fue cubierto con
pintura a inicios del año 2011, pero el de afuera de la escuela permanecía hasta mediados de
2012.

La existencia de un reglamento escolar y su conocimiento por parte de la comunidad


escolar es un elemento indispensable para la gestión de la convivencia en la escuela. Desde
luego que su presencia es más importante si es producto de un ejercicio democrático, pero el
que exista y se conozca ya es un paso importante. Además de estos documentos producidos
por la propia escuela, encontramos en ella otro documento que norma el quehacer cotidiano:
el “Acuerdo 98” que data del 26 de noviembre de 1982 que está firmado por Fernando Solana
y que trata “Sobre la organización y funcionamiento de las Escuelas de Educación
Secundaria” y que en el Cap. VII expone las disposiciones para la “Sociedad de alumnos” en
cuyo artículo 50 estipula como objetivo el ejercitar a sus miembros en la práctica de la vida
democrática; propiciar actividades para contribuir a formar a los educandos en
responsabilidad, obligaciones y derechos; fortalecer vínculos entre alumnos; promover, ante
las autoridades de la escuela iniciativas que tiendan al progreso y mejoramiento de la misma.
La sociedad de alumnos entonces es un organismo muy importante en la gestión de la
convivencia, aunque no necesariamente ha sido reconocido en este sentido.

255
Es difícil observar la presencia activa de la sociedad de alumnos en las escuelas
secundarias de nuestro país más allá de su papel como vínculo informativo entre la dirección
de la escuela y el alumnado, no obstante, tiene un gran potencial para avanzar en la
construcción de una escuela más participativa y autogestiva. Para comenzar, los
representantes de grupo son conocedores de la subcultura de pares que funciona en la escuela
y a la cual los integrantes adultos de la escuela generalmente no tienen acceso. En este sentido
se pensó que era posible apoyarse en su papel como líderes de su grupo para reducir las
conductas de maltrato entre compañeros.
El prefecto que entonces se hacía cargo del primer grado de secundaria no quiso
colaborar con la investigación, comentaba que él no veía ningún problema o maltrato entre
compañeros más allá de lo “normal”, pero los otros dos prefectos y la trabajadora social se
mostraron muy accesibles e interesados en el proyecto.
Nuestro trabajo inició con la observación y la aplicación de un instrumento cuantitativo
en el mes de abril de 2010 a dos salones de cada grupo. Realizamos también entrevistas
focales al personal de la escuela y a los alumnos. En una segunda fase realizamos un ejercicio
de intervención mediante un taller a los representantes de grupo y en mayo del 2011 aplicamos
nuevamente el instrumento para observar si había diferencias en la percepción de los jóvenes
respecto del trato entre compañeros.
Con base en lo observado en esta escuela, en lo dialogado con los profesores y en lo
analizado en investigaciones previas (Castillo y Pacheco, 2007 y 2009; Castillo 2011a) se
pensó como una estrategia posible el apoyarnos en la sociedad de alumnos ubicando a sus
integrantes como elementos claves para modificar la dinámica de las relaciones entre pares, así
que se diseñó un taller de cinco sesiones en las que se trabajó con los representantes de cada
uno de los salones de los tres grados.
Este taller se llevó a cabo en sesiones diarias de 60 minutos entre el 18 y el 22 de
octubre del año 2010. El primer día se dedicó a sensibilizar a los jóvenes respecto del maltrato
y las relaciones de pares, los siguientes días se trabajaron los temas de autoconocimiento,
autoestima, comunicación asertiva y solución de conflictos. Nuestras actividades del semestre
terminaron ahí, y cuando regresamos a la escuela secundaria en enero de 2011 para continuar
nuestro trabajo, nos encontramos con un panorama administrativo muy diferente. Había una
nueva administración y los criterios de la organización interna de la escuela habían cambiado.

256
El director estaba poco interesado en nuestra presencia en la escuela y por alguna u otra razón
no conseguíamos conversar con él, pues o estaba ocupado, o con mayor frecuencia se
encontraba fuera de la escuela. La subdirectora fue muy amable con nosotros y nos permitió
seguir trabajando, pero nunca nos fue posible mostrar a la escuela nuestros resultados: el
director nos dio cita en dos ocasiones para exponer nuestro trabajo a los profesores, y luego
canceló la actividad el mismo día después de habernos tenido esperando 30 minutos. Para
entonces el psicólogo de la escuela ya tampoco fungía como tal sino como prefecto de tercer
grado, y el antiguo prefecto había sido movido a otra escuela. Estos movimientos se debían a
cuestión de “plazas”, según se nos explicó. A continuación se presentan los resultados que no
fue posible mostrar a la escuela.

Presencia del bullying y significados añadidos


El instrumento cuantitativo que se aplicó tenía por objetivo el identificar la presencia y el
significado que tienen para los jóvenes un conjunto de conductas. Esto fue así pues según lo
observado en investigaciones previas (Castillo y Pacheco, 2008 y 2009; Castillo 2011a) los
chicos tienen una idea muy diferente de la que tienen sus profesores y adultos respecto de lo
que éstos y nosotros investigadores, podríamos calificar como conductas de abuso. Resultados
preliminares de una primera aplicación de este instrumento ya han sido reportados
anteriormente (Castillo, 2011b).
El instrumento fue aplicado a dos grupos de cada grado escolar. En el año 2010 esto
implicó la participación de 64 alumnos de primero, 78 de segundo y 58 de tercero, haciendo
un total de 200, de los cuáles 46.5% eran hombres y 53.5% mujeres, entre los 12 y los 18 años.
En el año 2011 bajo el mismo criterio participaron 62 alumnos de primero, 45 de segundo y 43
de tercer grado haciendo un total de 150 instrumentos útiles. Los alumnos tenían entre 12 y 16
años y de ellos 48.3 % eran varones y 51.7% mujeres. Cabe comentar que la disminución en
el número de alumnos respecto del año previo se debe a que la aplicación se hizo en un día
lluvioso y en Yucatán los días lluviosos están asociados al ausentismo. Los datos fueron
capturados y analizados usando herramientas de SPSS y Excel, observándose lo que se
presenta a continuación dividido en dos categorías: agresores y víctimas.

257
Conductas de maltrato según agresores
De acuerdo con el patrón esperado según lo observado en otros estudios, las formas de abuso
más frecuentes son de tipo verbal: insultos, apodos, burlas, chismes; y las conductas menos
frecuentes refieren al abuso psicológico y sexual, esto es visible en la figura 3.
En esta figura también se muestra una comparación de dichos índices en los años 2010
y 2011. Ahí es posible observar como hay cinco indicadores que disminuyen, uno que
permanece igual y ocho tasas que aumentan, en este sentido no se puede observar una
tendencia, así que se realizó un análisis con la prueba Chi cuadrada para observar diferencias
(Figura 4), encontrándose que en la única categoría en la que hubo una diferencia significativa
(0.02) fue la de “robo cosas de mis compañeros” que por cierto, aumentó en frecuencia, es
decir, en el año 2011 había más jóvenes (y eran mujeres) que reportaron robar a sus
compañeros a diferencia del año anterior, por lo demás no se puede decir que hubo cambios
significativos.

0.5
0.45
0.4
0.35 INDICE DE MALTRATO SEGÚN AGRESORES
0.3
0.25
0.2
0.15
0.1
0.05 2010
0
2011

Figura 3. Se compara la tasa de incidencia de conductas de maltrato desde la perspectiva de los agresores
durante los años 2010 (oscuro) y 2011 (claro).

258
Conductas de maltrato reportadas por los Mujeres Mujeres Hombres Hombres
agresores 2010 2011 2010 2011
Insulto a otros (.63) 0.40 0.40 0.56 0.49
Le pongo apodos a otros (.46) 0.33 0.30 0.49 0.44
Me burlo de otros (.69) 0.32 0.28 0.43 0.42
Golpeo a otros (.77) 0.20 0.24 0.35 0.34
Hago bromas pesadas a otros (.30) 0.22 0.19 0.32 0.25
No dejo participar a otros (.95) 0.15 0.18 0.15 0.24
Robo cosas de mis compañeros (.02) 0.05 0.11 0.24 0.22
Le escondo cosas a otros (.46) 0.13 0.10 0.19 0.19
Hago chismes de otros (.23) 0.19 0.10 0.07 0.16
Toco en sus partes privadas a mis compañeros (.42) 0.08 0.08 0.13 0.14
Rompo las pertenencias de otros (.43) 0.05 0.08 0.09 0.13
Amenazo a otros con palos u otros objetos (.91) 0.04 0.06 0.05 0.12
Amenazo con palabras a otros (.50) 0.17 0.01 0.13 0.11
Obligo a otros a hacer cosas que no quieren (.33) 0.05 0.01 0.11 0.10

Figura 4. Comparativo de las tasas de maltrato observadas en los agresores en los años 2010 y 2011 segmentada
por género. Se encuentran sombreados aquellas categorías en las que se observó una diferencia significativa de
los índices de maltrato según género. Se escribe con negritas aquella conducta que tuvo una diferencia
significativa en las puntuaciones globales de los dos años (entre paréntesis se expresa los índices de significancia
obtenidos mediante la prueba x² respecto de la diferencia entre el año 2010 y 2011).

Aunado a lo anterior y más allá de lo reportado por los propios estudiantes, hay otros
elementos a considerar, uno de ellos es la dificultad que tienen los estudiantes para distinguir
entre lo que es juego y lo que es abuso, pero esto ya ha sido objeto de otros trabajos (Castillo
2011a y 2011b).

La disminución de los índices según las víctimas


La figura 5 muestra una gráfica comparativa de los índices de maltrato desde la perspectiva de
las víctimas. Es posible observar el mismo patrón en el que las conductas de abuso verbal son
más frecuentes que las de abuso físico, que a su vez son más frecuentes que las de abuso
psicológico pero, a diferencia del análisis previo, se observa en general una disminución
significativa en lo reportado por los y las adolescentes.

259
0.5
0.45 INDICE DE MALTRATO
0.4 SEGÚN VÍCTIMAS
0.35
0.3
0.25
0.2
0.15
0.1
0.05
0
2010
2011

Figura 5. Se compara la tasa de incidencia de conductas de maltrato desde la perspectiva de las víctimas
durante los años 2010 (oscuro) y 2011 (claro).

En la primera columna de la figura 6 es posible observar entre paréntesis el grado de


significancia que representan cada una de las categorías. Se observa que hay diferencias
significativas en varias de las conductas relativas al maltrato verbal (apodos, burlas, chismes e
incluso podrían ser considerados los insultos en este mismo sentido), así como el hacer bromas
y no dejar participar a los compañeros. Podemos pensar que, en general, las víctimas se
sintieron menos acosadas en el año 2011 que en el 2010. Estas disminuciones significativas
en los índices de victimización se observan en ambos géneros, pero esto no coincide con lo
presentado en el apartado anterior pues desde la perspectiva de los agresores y a excepción del
robo que aumentó en el caso de las mujeres (ver figura 4), los niveles de agresión no
mostraron cambios significativos de una año al otro.
La figura 6 muestra las tasas de maltrato manifestadas por las víctimas segmentadas
por género. En términos generales los datos coinciden con el canon que señala que los
varones son víctimas con mayor frecuencia que las mujeres. Estas diferencias resultaron
estadísticamente significativas para el caso de los golpes, apodos, insultos, amenazas con
objetos, burlas, bromas pesadas, romper y esconder las pertenencias. Son ocho de las catorce
categorías en las que se observa que los varones son sujetos de victimización con mayor
frecuencia.

260
Conductas de maltrato reportadas por Hombres Mujeres
las víctimas
2010 2011 2010 2011
Me insultan (.11) 0.49 0.43 0.38 0.27
Me ponen apodos (.02) 0.55 0.37 0.29 0.21
Se burlan de mí (.09) 0.45 0.35 0.34 0.16
Me golpean (.19) 0.36 0.28 0.13 0.08
Me hacen bromas pesadas (.03) 0.28 0.24 0.24 0.07
No me dejan participar (.03) 0.21 0.07 0.15 0.10
Me roban (.83) 0.11 0.07 0.08 0.10
Me esconden las cosas (.16) 0.17 0.14 0.10 0.03
Hacen chismes de mí (.08) 0.29 0.20 0.33 0.19
Tocan mis partes privadas (.48) 0.10 0.12 0.12 0.08
Rompen mis pertenencias (.91) 0.19 0.13 0.05 0.08
Me amenazan con palos u otros objetos (.17) 0.05 0.15 0.04 0.01
Me amenazan con palabras a otros (.02) 0.24 0.10 0.18 0.13
Me obligan a hacer cosas que no quiero (.28) 0.08 0.16 0.08 0.07

Figura 6. Comparativo de las tasas de maltrato observadas en las víctimas en los años 2010 y 2011 segmentada
por género (entre paréntesis se expresa los índices de significación obtenidos mediante la prueba x² para las
puntuaciones globales de los dos años). Se distingue con una sombra las categoría que consiguieron diferencias
significativas a un nivel p<0.05 en obscuro, y nivel p<0.10 en un tono más claro.

Una propuesta ajena vs. la cultura de pares


Una vez finalizada la aplicación del instrumento cuantitativo y después de haber revisado los
resultados, quienes participamos en el proyecto nos sentimos alentados de algún modo: habían
disminuido significativamente los índices de abuso en varias de las categorías observadas, lo
que en principio no observamos es que esto había tenido algún tipo de consecuencias para
quienes participaron en el taller.
Como arriba se explicó, parte del protocolo de investigación implicó el reunirnos
nuevamente con los representantes de grupo seis meses después de haber impartido el taller

261
para saber qué recordaban del mismo y en qué medida les había sido útil para enfrentar su rol
frente al grupo sirviendo como moderadores de las relaciones de pares, y nos encontramos,
para comenzar, que los chicos reportaban dificultad para recordar el contenido de aquel taller.
Después del ejercicio nemotécnico a partir de las actividades lúdicas del mismo, los chicos
comenzaron a manifestar que no les agradaba desempeñar el papel de mediadores entre sus
tareas como representantes del grupo, pues dicho rol provocaba el rechazo de los propios
compañeros quienes los calificaban de “acusones”, esto ocasionó que rápidamente algunos de
los muchachos abandonaran las pretensiones de fungir como catalizadores positivos del
maltrato entre compañeros y regresaran a su papel de observadores-partícipes. Entre otras
cosas, una de las representantes comentó que cuando se hacía una burla hacia algún
compañero, ella también se reía. Si bien estos adolescentes siguieron fungiendo como
representantes de grupo, algunos de ellos regresaron a los códigos culturales que valoran a la
no-denuncia como ejemplo de lealtad y el rol del observador-partícipe como un elemento
necesario para su vinculación con los compañeros.
Los cambios en las prácticas de interacción no fueron incorporados por varios de los
representantes de grupo, lo cual es entendible dado que el practicar la cultura de pares
garantiza la pertenencia al grupo y la identidad social que diferencia a estos jóvenes de los
adultos, sean tutores, asesores, maestros, prefectos y demás, y los iguala con sus compañeros
de grupo. Algunos de los chicos hicieron un primer esfuerzo y luego declinaron, ¿por qué
entonces se observó la disminución en los índices?

Comentarios finales
Hicimos una evaluación, llevamos a cabo un taller, hicimos una serie de observaciones y
entrevistas, y después de un año las conductas de maltrato reportadas por los agresores
continuaron al mismo nivel, pero las conductas de maltrato reportadas por las víctimas
disminuyeron significativamente. Después de un año los chicos se sentían menos hostilizados
por sus compañeros, pero ¿qué cambió en la escuela?, ¿por qué cambió? En el transcurso de
la investigación cambiaron muchas cosas: cambiaron algunos docentes y los prefectos,
desapareció el puesto de psicólogo, cambió una directora dedicada por un director
frecuentemente ausente. Otras cosas permanecieron igual: algunos docentes, la trabajadora
social, los trabajadores administrativos. Pero queremos pensar que después de nuestra

262
presencia en la escuela también cambió la manera en cómo es percibido el maltrato entre
compañeros, aunque quizá no de la manera ni por el camino en cómo fue planteado.
Sigue habiendo el mismo número de agresores en la escuela, pero hay un menor
número de víctimas. Es posible que algunos de los participantes del taller hayan cambiado su
actitud respecto del maltrato entre compañeros y hayan generado algún cambio entre su
círculo de amigos y de alguna manera hayan desarrollado conductas solidarias y respetuosas
para sus compañeros. También es posible que el cambio de actitud se haya generado a partir
de la aplicación de la sola aplicación del instrumento. Una opción más es que a raíz de nuestra
presencia en la escuela y de las entrevistas hechas a su personal, los adultos adquirieran mayor
conciencia del fenómeno y ahora estén más pendientes de modular las relaciones de pares. Y
también es posible que todo ello en interacción haya generado un mayor bienestar para los
adolescentes de esta escuela. La respuesta precisa no la tenemos, pero nos gusta pensar que si
aplicamos el mismo protocolo en circunstancias semejantes es probable que el efecto se repita.
Respecto del papel que pudiera jugar la sociedad de alumnos en modular las relaciones
de pares, los jóvenes nos mostraron que es una tarea no grata para quienes están más
preocupados por pertenecer a un grupo de iguales, que por aliarse con los profesores y
autoridades escolares a favor de sus compañeros, lo cual no significa que los adultos no
debamos seguir apoyando el liderazgo de estos jóvenes mediante acciones que favorezcan sus
habilidades comunicativas y su capacidad para resolver conflictos de una manera adecuada.

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septiembre de 2012).

265
Frecuencia y factores asociados a la depresión posparto en el sur de
Yucatán

Juan Manuel Canto González


Sandy M. Tzuc Salazar
Yeni E. Mena Loeza

Introducción
La Asociación Psiquiátrica Americana establece que el trastorno depresivo es una enfermedad
que afecta al organismo, estado de ánimo y manera de pensar y concebir la realidad.
Asimismo, altera el ciclo normal de sueño-vigilia y la alimentación, así como el sentido de
autovalía y autoestima (Martínez y Romano, 2009). La depresión afecta a cada persona de una
manera distinta en cuanto a la seguridad, intensidad y duración de la sintomatología.
La depresión (DPP) consiste en el desarrollo de un conjunto de síntomas en la madre
posteriores al nacimiento de su hijo. A veces esta depresión puede tener una fácil explicación,
bien porque el hijo no ha sido deseado o porque es anormal. Estas mujeres experimentan una
de las complicaciones más frecuentes del parto; la DPP es un trastorno que en la actualidad
sufre en silencio un gran número de mujeres. Los trastornos del estado de ánimo que pueden
encontrarse tras el parto se clasifican en: DPP leve o “maternity blues”, síndrome leve y
transitorio que se presenta del 2 al 4 día del parto y desaparece sin secuelas de forma
espontánea en un plazo de no más de 10 días o dos semanas. La depresión mayor posparto se
inicia entre la 2 a 8 semanas tras el parto, y en ocasiones incluso seis meses más tarde con
fuertes sentimientos de culpa, incapacidad para hacerse cargo de su hijo y de ambivalencia
afectiva hacia la misma. Psicosis Posparto, enfermedad aguda y grave, se caracteriza por
depresión, ideas delirantes y pensamientos de dañar al lactante o a ella misma (Alvarez
Escutia, Irigoyen Coria y Ponce Rosas, 2008).

La depresión
La depresión (del latín depressus, que significa "abatido", "derribado") es un trastorno
emocional que se presenta como un estado de abatimiento e infelicidad que puede ser
transitorio o permanente donde predominan los síntomas afectivos (tristeza patológica,
decaimiento, irritabilidad, sensación subjetiva de malestar e impotencia frente a las exigencias

266
de la vida) aunque, en mayor o menor grado, también están presentes síntomas de tipo
cognitivo, volitivo o incluso somático (Lizondo y Llanque, 2008).

La depresión posparto
Fernández Alba en 2009 expresó que durante la primera semana después del nacimiento,
alrededor de 80% de las mujeres experimentan cambios en el ámbito psicológico
caracterizados por irritabilidad, sensibilidad extrema, ansiedad, angustia y depresión. En la
mayor parte de los casos tiende a desaparecer de forma espontánea en el lapso de dos semanas.
Sin embargo, en un porcentaje bajo el cuadro persiste y se profundiza hasta construir el
síndrome de depresión posnatal o posparto, que debe reconocerse con prontitud y abordarse
por psicólogos. Se consideran como factores de predisposición para este síndrome los
siguientes: historia familiar de cuadros depresivos, depresión durante el embarazo, relación
inadecuada con la pareja o falta de la misma, complicaciones o dificultades en la resolución
obstétrica, recién nacido con enfermedad o secuela del nacimiento, nacimiento pretérmino,
falta de contacto con el hijo y/o recién nacido que no llena las expectativas (sexo, peso,
características físicas, etcétera.).
Este mismo autor establece que las intervenciones tempranas mediante detección a
través de escalas tipo encuesta, aplicadas durante el embarazo o en etapas tempranas del
puerperio demuestran que si bien no previenen la aparición de la depresión, si hacen que la
profundidad y duración de la misma sean menores.
El puerperio se limita a los primeros 40 días postparto, de modo que ya no se utiliza el
término “depresión puerperal”, sino el de DPP, para designar a cualquier episodio depresivo
mayor que aflore hasta un año después de dar a luz.
La DPP es un trastorno del estado de ánimo durante el cual se experimentan
sentimientos de tristeza, pérdida, ira o frustración que interfieren con la vida diaria durante un
periodo de dos semanas o más (Carrillo, 2008).
El mismo autor, pero en 2009 refiere que la DPP se reconoce en el DSM-IV en 2005,
como un trastorno depresivo mayor. Es un trastorno del estado de ánimo en el cual los
sentimientos de tristeza, pérdida, ira o frustración interfieren con la vida diaria; se presenta en
el puerperio, iniciando en las primeras cuatro semanas del posparto y dura más de tres
semanas.

267
Este autor expresa que estos síntomas deben de presentarse casi todos los días,
provocar malestar clínicamente significativo, o deterioro social, laboral o de otras áreas; no se
deben al efecto fisiológico del consumo de sustancias o a una enfermedad médica; no cumplen
los criterios para un episodio mixto; no se explican por la presencia de un duelo. Una vez
definidos los criterios que conforman el diagnóstico del estado depresivo mayor, se puede
ahora especificar que la DPP es un estado de depresión mayor que inicia en el periodo después
del parto. El posparto se puede entender como un periodo que abarca hasta los seis meses
después del nacimiento.
Antolín Barrio, Carro García, Hernández Gómez, Ladrón Moreno y Sierra Manzano en
el 2000 mencionan los siguientes síntomas de la DPP: pereza, fatiga, tristeza, alteraciones del
sueño y del apetito, falta de concentración confusión, pérdida de memoria, irritabilidad hacia
el marido o los otros hijos, sentimientos de culpa, perdida de libido, miedo a auto lesionarse o
dañar al niño, sobre protección del niño, intolerancia extrema hacia él bebe (llega a gritarle,
incluso a pegarle) y síntomas ansiosos (angustia intensa, miedo, taquicardia, taquipnea,
temblor, mareo, pánico).
Mendiburu Arjona (2007) estableció que los síntomas de la DPP la cual puede durar
desde semanas hasta un año, pueden ser muy intensos y aterradores llevando la madre a
sentirse emocionalmente incapacitada para atender las necesidades del producto, o en casos
más graves incluso teniendo pensamientos suicidas.

Factores asociados a la depresión posparto


Los trastornos del estado de ánimo en el postparto acontece de una manera frecuente en las
primeras semanas tras el parto y comportan considerables repercusiones tanto para la propia
mujer, que ve mermado su nivel de salud y su capacidad para experimentar el gozo de la
maternidad, como por los posibles efectos negativos en el desarrollo de los hijos y el deterioro
de las relaciones conyugales y familiares, sin olvidar las consecuencias económicas que
conlleva las bajas laborales de las mujeres afectadas (Antolín et al, 2000).

Factores psicosociales
La percepción subjetiva de falta de apoyo que reciben las madres tras el nacimiento de sus
hijos, ya sea en la realización de tareas domésticas, en el cuidado del niño o el apoyo

268
emocional, ya sea por parte de familiares o de su pareja, supone un incremento en el riesgo de
este trastorno (Antolín Barrio et al, 2000).
Bullones Rodríguez, Carmona Monge, Carretero Abellán, Marín Morales, Moreno
Moure y Peñacoba Puente en 2008 expresaron que el apoyo social parece ser un factor
importante, ya que una falta de apoyo social se relaciona con depresión y vivencias de
acontecimientos vitales importantes.
Jiménez Paniagua (2011) plantea que entre los factores de riesgo para desarrollar
posparto, los más destacados y significativos son los factores familiares, puesto que son las
interacciones que ocurren en dicho ámbito las que tendrían mayor repercusión en la
afectividad de la mujer a lo largo de su vida, en especial en periodos de mayor sensibilidad
emocional como lo son el embarazo y el puerperio. Los antecedentes de violencia intrafamiliar
aumenta el riesgo de DPP en un 30%. En esta variable se incluye todo tipo de conductas
percibidas por la puérpera como el maltrato que afectaron su vida o su integridad física o
psíquica, ejercido por quien tenga o haya tenido la calidad de conyugue o una relación de
convivencia, o sea pariente por consanguinidad o por afinidad en toda línea recta o en la
colateral hasta el tercer grado. La disfunción de la relación con la pareja. La mala relación con
los padres durante el puerperio. Familiares que hayan experimentado DPP (antecedentes
heredofamiliares). Los componentes biológicos hereditarios o las interacciones con estas
personas originan un factor de riesgo para sufrir DPP.

Factores psicológicos
El embarazo y el parto precisan la adaptación de la mujer a una serie de cambios que ocurren
no sólo en su cuerpo y en su mente sino con su pareja y con el resto de las relaciones
interpersonales. El modelo de madre ideal, abnegada, sacrificada y entregada a su hijo,
provoca enfrentamientos intrapsíquicos en la mujer. El tener un hijo para reivindicar la
feminidad, abandonar la familia de origen, unir a la pareja, evitar un duelo o satisfacer a un
hermanito, indican problemas psicológicos que pueden manifestarse durante el embarazo y
después de este, al igual que tener un hijo no deseado provoca desde el inicio alteraciones del
vínculo madre-hijo que pueden condicionar secuelas (Antolín et al, 2000).
Jiménez Paniagua en 2011 expresa que se encuentra un aumento en la incidencia de
35% en pacientes con antecedentes positivos de trastornos de la salud mental; como el

269
trastorno disfórico premenstrual, trastornos de ansiedad o alteraciones del estado de ánimo
antes del embarazo, pobre autoestima, antecedentes de disforia posparto y el antecedente de
intentos de suicidio, estos factores aumentan la incidencia para el desarrollo de un trastorno de
DPP. Los siguientes son factores propuestos por el mismo autor:
a) Alto estrés psicosocial, así como situaciones tensionantes durante el embarazo
(perdida de algún ser querido, una enfermedad, falta de empleo).
b) Nivel de sobrecarga experimentado por los cuidados del recién nacido, se
presenta cuando existe un temperamento difícil del recién nacido o presenta
anomalías o alguna enfermedad; como un recién nacido que requiera cuidados
especiales. Lo anterior además de aumentar la incidencia también se asocia a
mayores niveles de sintomatología de DPP como son las alteraciones del sueño.
c) La sensación de disconformidad, respecto al cuerpo posterior al parto es una
importante fuente de ansiedad, generando una disminución de autoestima.
d) Embarazos no deseados o no planeados aumentan el riesgo de DPP en un 35%.

Factores sociodemográficos
La edad temprana o tardía de la madre, estado civil, el nivel de estudios, la situación
económica y la situación laboral de ambos conyugues son otras variables que se han estudiado
en relación a este problema (Antolín et al, 2000).
Jiménez (2011) establece las siguientes variables que se relacionan a este problema,
como el estrato socioeconómico bajo que implica que la llegada de un nuevo hijo origine una
redistribución en el presupuesto familiar, primigesta, multigesta lo cual se asocia a la DPP
porque implica que la madre disponga de los mismos recursos personales para realizar más
labores, tanto con el recién nacido como con los hijos anteriores, madre adolescente, madre de
más de 30 años, madre soltera y bajo nivel educativo de la madre.

Factores de morbilidad
A continuación se describen las propuestas de Antolín Barrio (2000):
La morbilidad interna, que incluye la existencia de problemas de fertilidad en la pareja,
embarazos múltiples, abortos previos, complicaciones durante el embarazo y el parto y
la coexistencia de enfermedades crónicas en la madre.

270
La morbilidad del recién nacido, en la que se ha estudiado como factores asociados la
presencia de anomalías o enfermedades, como problemas respiratorios, infecciosos,
prematuridad, bajo peso, ictericia, problemas traumatológicos, muerte neonatal y otros.

La enfermería y las ciencias del comportamiento señalan la necesidad de considerar a


la madre de alto riesgo como una persona única que debe enfrentarse a un grupo complejo de
problemas psicológicos y fisiológicos. Además de estar sometida al proceso madurativo
normal propio de la maternidad, la madre de alto riesgo debe enfrentarse a una gran carga
emocional y a un ajuste psicológico para una experiencia de maternidad que puede no
culminar con una pareja madre-hijo sana y feliz (Smith y Stepp, 2003).

Puerperio
Fernández y Sanabria en 2011 expresaron que el puerperio es el periodo de ajuste posterior al
parto, durante el cual los cambios anatómicos y funcionales retornan a su estado normal, es
decir, no gestional. Durante esta etapa pueden ocurrir complicaciones que en ocasiones
evolucionan hacia un desenlace fatal y originan consecuencias negativas a la población y al
país. Fernández Alba en 2009 planteó que el puerperio es una etapa de restablecimiento
paulatino, anatómico y funcional, de todas las modificaciones gravídicas; sucede por un
proceso de involución, hasta casi la restitución a su estado pregravídico. Este mismo autor
establece que este término deriva del latín puer, niño y parere, parir; en clínica se define como
el periodo que va desde la terminación del parto hasta la recuperación de las condiciones
anatomofuncionales del aparato genital.
Stefanello, Spanó, Azevedo y Flávia (2008; en Laza Vásquez y Puerto Lozano, (2011)
explican que el puerperio conocido también como dieta, cuarentena o abstinencia más allá de
la definición del sistema médico, significa un mundo de prácticas y creencias que tienen su
origen en las construcciones culturales de cada sociedad particular. Dentro del proceso de la
maternidad, la atención del puerperio es clave para la mujer y su recién nacido. Este periodo
comprende el tiempo posterior al alumbramiento hasta los cuarenta días después del
nacimiento; y se divide en el inmediato (las dos primeras horas posparto), mediato (desde las
primeras dos hasta las cuarenta y ocho horas posparto), y tardío de las cuarenta y ocho horas
hasta los cuarenta días posterior al nacimiento. En las dos primeras etapas del puerperio se
presentan las complicaciones que pueden llevar la muerte a la mujer durante este periodo.

271
Además, el puerperio es un periodo caracterizado por dudas, miedos y desconocimiento de la
evolución habitual en la madre y el desarrollo normal del niño; así como la vulnerabilidad ante
múltiples factores de riesgo que inciden complicaciones que comprenden la salud y la vida.

Metodología
Definición conceptual
Depresión posparto: es un trastorno del estado de ánimo durante el cual se experimenta
sentimientos de tristeza, pérdida, ira o frustración que interfieren con la vida diaria, se presenta
dentro del puerperio (primeras 6 semanas posparto) que dura más de tres semanas y que puede
prolongarse hasta los primeros seis meses (Carrillo, 2008).
Definición Operacional:
Depresión posparto. Es el puntaje obtenido en la Escala de Depresión Postparto de Edimburgo
(EPDS), que van en un rango de 0 a 30 en el que se utilizó el punto de corte de 12 para realizar
la clasificación de la DPP, utilizando así las siguientes categorías, para las mujeres que
puntuaron de 0 a 12 se clasifican en el rango de las que no poseen DPP, de 13 a 18 para la
DPP leve, de 19 a 24 para la DPP moderada y de 25 a 30 para la DPP severa.
Participantes
Los participantes son el conjunto de todos los casos que concuerdan con las especificaciones
(Baptista, Fernández y Hernández, 2006).
La muestra estuvo conformada por 230 mujeres con un rango de edad de quince a
cuarenta y dos años, con diferentes niveles de escolaridad. Estas mujeres se ubicaron en el
rango máximo de seis meses de haber parido.
Instrumentos y/o materiales
Escala de Depresión Post-Parto de Edimburgo (EPDS):
Para la obtención de los datos se administró la EPDS de tipo likert, elaborado por Cox, Holden
y Sagovsky en 1987, consta de un cuestionario de diez ítems con cuatro posibles alternativas
de respuesta de acuerdo a la severidad de los síntomas puntuados de 0, 1, 2 y 3. Los puntos
para las preguntas 3, 5, 6, 7, 8, 9, 10 se anotan en orden inverso (por ejemplo 3, 2, 1, 0). El
rango total va de 0 a 30, se utilizó el punto de corte de 12 para realizar la clasificación de la
DPP, para las mujeres que puntuaron de 0 a 12 se clasifican en el rango de las que no poseen
DPP, de 13 a 18 para la DPP leve, de 19 a 24 para la DPP moderada y de 25 a 30 para la DPP

272
severa. Alvarez, Irigoyen y Ponce (2008), recomiendan utilizar un punto de corte de 9/10 para
estudios de tamizaje dado que se obtiene una sensibilidad aceptable; si se usa para precisar los
casos es preferible usar un corte de 12/13, ya que se logra una especificidad adecuada.
Esta prueba fue validada en México por Alvarado, Martínez, Salas y Sifuentes en 2006,
con una población de mujeres puérperas en el estado de Durango, México. La validación de
esta versión mexicana de la EPDS tiene un impacto epidemiológico, ya que es el primer paso
lógico que deben realizarse justo antes de que el instrumento pueda ser utilizado en estudios
de cribado de la DPP en México. El uso de esta versión validada de México puede contribuir
para determinar la magnitud de la DPP en México.
También se administró un cuestionario de elaboración propia que valora factores
sociales y consta de 26 ítems, para conocer cómo estos se asocian en la manifestación de la
DPP. Las preguntas abordan algunos aspectos básicos del nivel socioeconómico, tipo de
relación de pareja, etc.

Cuadro 1. Clasificación de la depresión posparto

Rango Niveles de Depresión Posparto


0-12 Sin Depresión Posparto
13-18 Depresión Posparto leve
19-24 Depresión Posparto moderado
25-30 Depresión Posparto severo
Fuente: Mena y Tzuc.

Tipo de estudio y diseño


El tipo de investigación es exploratoria ya que no existe un cuerpo teórico abundante que
ilumine el estudio sobre el fenómeno observado y los resultados que se obtengan sean un
aporte al reconocimiento de los elementos que lo integran y descriptiva ya que se señala como
es y cómo se manifiesta un fenómeno o evento, cuando se busca especificar las propiedades
importantes para medir y evaluar aspectos, dimensiones o componentes del fenómeno a
estudiar. El diseño de estudio es de tipo no experimental porque no se manipularon
deliberadamente las variables de la DPP, sino que se observaron los fenómenos tal y como se
dieron en su contexto natural. El diseño de investigación fue de tipo transeccional porque
recolectan datos en un solo momento, en un tiempo único. Su propósito es describir variables,

273
y analizar su incidencia e interrelación en un momento dado (Hernández, Fernández y
Baptista, 2006).

Resultados
El capítulo contiene los resultados obtenidos de la recolecta de datos que consistió en la
administración de un instrumento y un cuestionario a las mujeres que se ubicaron en el rango
máximo de seis meses después de haber parido y que residen en diferentes comunidades del
Sur de Yucatán. Una vez recabados los datos, se procedió a contabilizarlos y a evaluarlos
estadísticamente utilizando el paquete estadístico SPSS. Los resultados se presentan mediante
tablas y figuras.
Niveles de depresión posparto.
En el cuadro 2 se puede observar la distribución de frecuencia y porcentaje de los niveles de
depresión posparto de las 230 mujeres participantes, el cual se dividió en cuatro categorías,
para esto se utilizó un punto de corte de 12 para realizar la clasificación de la DPP, las mujeres
que puntuaron menos de 12 son aquellas que no presentaron DPP y las que puntuaron arriba
de 12 se dividió arbitrariamente en 3 categorías, DPP leve, DPP moderada y DPP severa.
Cuadro 2. Niveles de DPP

Niveles de DPP Frecuencia %


Sin DPP (0-12) 192 83.5
Leve (13-18) 31 13.5
Moderado (19-24) 6 2.6
Severo (25-30) 1 .4
Total 230 100
Fuente: elaboración propia.

Edad
Las 230 mujeres participantes del estudio presentaron un rango de edad de 27 (15-42) años;
este rango se dividió arbitrariamente en siete intervalos con los que se intentó averiguar, a
través de una prueba ANOVA de una vía, si existía alguna relación entre la edad de las
participantes y el nivel de DPP que mostraban. En el cuadro 3 se pueden observar los
estadísticos generales tanto de la edad de las participantes como los de sus hijos (en meses).

274
Cuadro 3. Valores estadísticos de las madres participantes y sus hijos

Edad
Estadísticos Madre Hijo
(años) (meses)
Media 25.86 3.10
Mediana 25.00 3.00
Moda 22 1
D.E. 6.092 1.903
Rango 27 6
Mínimo 15 0
Máximo 42 6
Fuente: Mena Loeza y Tzuc Salazar.

Lugar de procedencia.
En el cuadro 4 se pueden observar la frecuencia y porcentaje de los diferentes lugares de
procedencia de las participantes.

Cuadro 4. Lugar de procedencia

Lugar de procedencia Frecuencia %


Ticul 84 36.5
Maní 41 17.8
Muna 30 13.0
Yotholín 24 10.4
Santa Elena 23 10.0
Chapab 14 6.1
Pustunich 14 6.1
Total 230 100.0
Fuente: Mena y Tzuc.

Lugar de residencia
En el cuadro 5 se puede observar la distribución del nivel de estudios. Al utilizar la prueba
ANOVA reveló diferencias en función del lugar de residencia y el nivel de DPP reportado, sin
embargo se utilizó la prueba POST HOC para determinar si las diferencias fueron
significativas y al encontrar los resultados se observó que estas fueron significativas y se
presenta en el cuadro 6.

275
Cuadro 5. Depresión posparto de acuerdo al lugar de residencia

Depresión posparto
Lugar de residencia
% Puntaje bruto
Propio (112) Media 29.97 8.99
Rentada (3) Media 28.89 8.67
Prestada (115) Media 24.64 7.39
Total (230) Media 27.29 8.19
Fuente: Mena y Tzuc.

Cuadro 6. Significancia de la DPP en relación al lugar de residencia

Lugar de Diferencia de medias Sig.


Propio Prestada
residencia
5.33 .011
Fuente: Mena y Tzuc.

Servicios de vivienda
En el cuadro 7 se puede observar la distribución de la depresión posparto de acuerdo a los
servicios de vivienda. Al utilizar con cada servicio de vivienda la prueba T para muestras
independientes esta reveló diferencias en función de los servicios de línea telefónica e internet
y el nivel de DPP reportado se pueden observar en el cuadro 8.

Cuadro 7. Depresión posparto de acuerdo a los servicios de vivienda

Depresión posparto
Servicios de vivienda
% Puntaje bruto
Con agua potable 27.22 8.17
Sin agua potable 29.17 8.75
Con luz eléctrica 27.35 8.21
Sin luz eléctrica 25.00 7.50
Con drenaje 26.77 8.03
Sin drenaje 29.68 8.90
Con pavimento 27.11 8.13
Sin pavimento 29.30 8.79
Con transporte 26.67 8.00
Sin transporte 28.35 8.51
Con línea telefónica 25.09 7.53
Sin línea telefónica 28.29 8.49
Con internet 22.44 6.73
Sin internet 27.63 8.29
Fuente: Mena y Tzuc.

276
Cuadro 8. Significancia de la DPP en relación a los servicios de vivienda

Diferencia de media Sig.


Servicios de
vivienda Línea telefónica 3.20 .034
Internet 5.18 .033
Fuente: Mena y Tzuc.

Ocupación de las participantes


En el cuadro 9 se puede observar la distribución de los estadísticos de la depresión posparto de
acuerdo a la ocupación de las participantes. Al utilizar la prueba ANOVA esta reveló
diferencias en función de la ocupación de las participantes y el nivel de DPP reportado, sin
embargo se utilizó la prueba POST HOC para averiguar si las diferencias encontradas fueron
significativas, por lo cual al obtener los resultados se encontraron diferencias significativas, las
cuales se pueden observar en el cuadro 10.

Cuadro 9. Depresión posparto de acuerdo a la ocupación de las participantes

Ocupación Depresión posparto


(Madre) % Puntaje bruto
Ama de casa (209) Media 27.19 8.16
Empleadas (8) Media 34.58 10.37
Técnicas (5) Media 12.00 3.60
Profesionistas (3) Media 17.78 5.33
Otros (5) Media 40.67 12.20
Total (230) Media 27.29 8.19
Fuente: Mena y Tzuc.

Cuadro 10. Significancia de la DPP en relación a la ocupación de la madre


Diferencia de medias Sig.
Otros 28.66 .004
Ocupación Técnicas
Empleadas 22.58 .011
Amas de casa 15.19 .032
Fuente: Mena y Tzuc.

277
Ha sido ligada
En la figura 1 se representa la distribución en porcentajes de las mujeres que han sido ligadas.
Al utilizar la prueba T para muestras independientes esta reveló diferencias significativas en
función de las madres que han sido ligadas y el nivel de DPP reportado y se puede observar en
el cuadro 11.
Figura 1. Ha sido ligada

Sí No

28%

72%

Fuente: Mena y Tzuc..

Cuadro 11. Significancia de la DPP en relación con la OTB


Ha sido Diferencia de media Sig.
ligada 3.28 .020
Fuente: Mena y Tzuc.

Ha sufrido algún tipo de violencia


En el cuadro 12 se puede observar la distribución de los estadísticos de la depresión posparto
de acuerdo a los tipos de violencia. Al utilizar la prueba T para muestras independientes con
cada uno de los tipos de violencia esta reveló diferencias significativas en función de la
violencia verbal, así como la psicológica y el nivel de DPP reportado, esta se puede observar
en el cuadro 13.

278
Cuadro 12. Depresión posparto de acuerdo a los tipos de violencia

Tipo de violencia Depresión posparto


% Puntaje bruto
Con violencia física (11) 39.39 11.82
Sin violencia física (219) 26.68 8.00
Con violencia emocional (42) 42.06 12.62
Sin violencia emocional (188) 23.99 7.20
Con violencia verbal (32) 42.60 12.78
Sin violencia verbal (198) 24.81 7.44
Con violencia psicológica (28) 42.26 14.18
Sin violencia psicológica (202) 24.52 7.36
Con violencia sexual (5) 37.33 11.20
Sin violencia sexual (225) 27.07 8.12
Con violencia económica (45) 34.44 10.33
Sin violencia económica (185) 25.55 7.66
Fuente: Mena y Tzuc.

Cuadro 13. Significancia de la DPP en relación a los tipos de violencia


Diferencia de media Sig.
Tipo de Violencia verbal 17. 79 .001
violencia Violencia psicológica 22.74 .028
Fuente: Mena y Tzuc..

Motivos de culpabilidad
En el cuadro 14 se puede observar la distribución de los estadísticos de la depresión posparto
de acuerdo a los motivos de culpabilidad presentados. Al utilizar la prueba ANOVA para
averiguar si existían diferencias en función de los diferentes motivos de culpabilidad y el nivel
de DPP reportado esta reveló la existencia diferencias significativas en relación con los
problemas de pareja, problemas familiares y falta de económicos, estas se pueden observar en
el cuadro 15.
Necesidad de apoyo psicológico
En la figura 2 se pueden observar la distribución en porcentajes de las mujeres que solicitaron
apoyo psicológico. Al utilizar la prueba T para muestras independientes esta reveló diferencias

279
significativas en función de las mujeres que solicitaron apoyo psicológico y el nivel de DPP
reportado, esta se presenta en el cuadro 16.

Cuadro 14. Depresión posparto de acuerdo a los diferentes motivos de culpabilidad


Depresión posparto
Motivo de culpabilidad
% Puntaje bruto
Problemas de pareja (10) Media 47.67 14.30
Problemas familiares (8) Media 45.83 13.75
Falta de recursos económicos (7) Media 27.62 8.29
Enfermedades físicas de la madre (2) Media 50.00 15.00
Otros (21) Media 33.65 10.10
Total (48) Media 38.40 11.52
Fuente: Mena y Tzuc.

Cuadro 15. Significancia de la DPP en relación a los motivos de culpabilidad


Diferencia de
Sig.
medias
Problemas de Falta de recursos
20.04 .006
Motivos de pareja económicos
sentimientos de Otros 14.01 .012
culpabilidad
Falta de recursos
Problemas familiares 18.21 .016
económicos
Otros Problemas familiares 12.18 .042
Fuente: Mena y Tzuc.

Figura 2. Necesidad de apoyo psicológico

Sí No

33%
67%

Fuente: Mena y Tzuc.

280
Cuadro 16. Significancia de la DPP en relación a la necesidad de apoyo psicológico
Necesidad de Deferencia de media Sig.
apoyo psicológico 13.78 .000
Fuente: Mena y Tzuc.

Motivos para el apoyo psicológico


En el cuadro 17 se puede observar la distribución de los estadísticos de la depresión posparto
de los diferentes motivos de necesidad de apoyo psicológico. Al utilizar la prueba ANOVA
para conocer si existían diferencias en función de los motivos que llevaron a las participantes a
solicitar el apoyo psicológico y el nivel de DPP reportado, esta reveló la existencia de
diferencias significativas entre estos, sin embargo se utilizó la prueba POST HOC para
averiguar si las diferencias encontradas fueron significativas, por lo cual al obtener los
resultados esta reveló diferencias significativas, las cuales se pueden observar en el cuadro 18.

Cuadro 17. Depresión posparto de acuerdo al motivo de necesidad de apoyo psicológico


Motivos de necesidad de apoyo Depresión posparto
psicológico % Puntaje bruto
Crianza (13) Media 25.13 7.54
Problemas familiares (3) Media 52.22 15.67
Problemas de pareja (10) Media 39.67 11.90
Necesidades personales (36) Media 41.94 12.58
Problemas de salud familiar (4) Media 35.00 10.50
Otros (8) Media 23.75 7.12
Total (74) Media 36.76 11.03
Fuente: Mena y Tzuc.

Cuadro 18. Significancia de la DPP en relación a los motivos de apoyo psicológico


Diferencia
Sig.
de medias
Motivos para la Problemas familiares 27.08 .013
necesidad de Crianza Problemas de pareja 14.53 .042
apoyo Necesidades personales 16.81 .003
psicológico Problemas familiares 28.47 .014
Otros Problemas de pareja 15.91 .048
Necesidades personales 18.19 .007
Fuente: Mena y Tzuc.

281
Resumen general de los factores sociodemográficos
En el cuadro 19 se puede observar las diferencias significativas generales de los ejes
sociodemográficos en relación con el nivel de DPP y se presentan las áreas específicas donde
se encontró mayor significancia en función de los ejes sociodemográficos.

Cuadro 19. Ejes sociodemográficos generales


Ejes Prevalencia Área específica de
Diferencias
Sociodemográfico mayor significancia
Edad No No aplica No aplica
Lugar de procedencia No No aplica No aplica
Lugar de residencia Sí (.011) Propio-prestado
(.034) Línea telefónica
Servicios de vivienda Sí
(.033) Internet
Ocupación de las participantes Sí (.011) Técnicas-empleadas
Ha sido ligada Sí (.020) Sí-no
Tipo de violencia Sí (.011) Violencia verbal
Problemas de pareja-
Motivos de culpabilidad Sí (.006)
falta de recursos
Necesidad de apoyo psicológico Sí (.000) Sí-no
Motivos de necesidad de apoyo Crianza-necesidades
Sí (.003)
psicológico personales
Fuente: Mena y Tzuc.

Consideraciones finales
La DPP es uno de los trastornos mentales más frecuentes en la patología psiquiátrica a nivel
mundial, además de ser también una de las más importantes causas de incapacidad y de alta
probabilidad de generar el suicidio.
De la muestra total de las mujeres encuestadas, de acuerdo a los niveles de
clasificación de la DPP el 83.5% de las mujeres se ubicaron en la categoría sin DPP, el 13.5%
se ubicó con DPP leve, el 2.6% con DPP moderada y el 0.4 % DPP severa.
En cuanto a los factores que probablemente podrían estar asociados a la DPP se
registró el lugar donde residen las participantes, los servicios de vivienda con los que cuenta,
la ocupación de la madre, la oclusión tubarica bilateral, el tipo de violencia, los motivos de

282
culpabilidad, los motivos para quitarse la vida, la necesidad de apoyo psicológico y los
motivos de la necesidad de apoyo psicológico.
Factores probablemente asociados a la DPP:
De acuerdo al lugar de residencia se encontró una significancia de .011 en relación a
las mujeres que viven en hogares propios y prestados. En cuanto a los servicios de vivienda
con los que cuentan las participantes, se encontró una significancia de 0.033 relacionados con
el internet y 0.034 de significancia en relación a la línea telefónica.
Según el tipo de ocupación de las participantes, se encontró una significancia de 0.011
en relación a las ocupaciones técnicas y empleadas.
De acuerdo a la oclusión tubarica bilateral se encontró una significancia de 0.020.
Según los tipos de violencia que padecen las participantes se encontró una significancia
de .011en relación a la violencia verbal. por su parte, en los motivos de culpabilidad de las
participantes se encontró una significancia de .006 en relación a los problemas de pareja y la
falta de recursos económicos.
De acuerdo a los motivos que llevan a las participantes a pensar en quitarse la vida se
encontró una significancia de 0.006. Al respecto, la relación de la necesidad de apoyo
psicológico de las participantes encontró una significancia de .000
En los motivos por los cuales las participantes expresaron una necesidad de apoyo
psicológico se encontró una significancia de .003 en relación a los motivos de crianza y la
necesidad personal de cada una de ellas.
En conclusión con los datos anteriores, el .006 plantea que las participantes aunque no
presentan depresión sí están presentando necesidades relacionadas con sus parejas. Esto puede
deberse a que en estos recientes días o semanas los hombres han estado laborando de manera
ordinaria y por tal razón pasan poco tiempo con ellas y sus recién nacidos, lo cual estas
expresan una necesidad de compartir estos momentos con su pareja. De igual manera esto se
relaciona con el 0.003 respecto a las necesidades de crianza y las necesidades personales de
ellas. Es decir, después de dar a luz, las madres presentan una serie de necesidades de atención
física, de salud y emocionales que muchas veces no pueden ser satisfechas por la misma
condición socioeconómicas, por lo cual las mujeres se ven en la necesidad de buscar un
trabajo para cubrir sus necesidades económicas, esta necesidad es un factor que se relaciona
con el hecho de que la mayoría de las parejas vivan en casa de los suegros o de algún familiar,

283
por lo cual la presión de los suegros o cuñados influye en la crianza ambivalente de los hijos.
Asimismo, las mujeres que viven en casas propias podrían presentar dificultades por
las múltiples actividades del hogar; el cuidado del recién nacido, de sus otros hijos, la atención
hacia su pareja, elaboración de alimentos, etc. De igual manera el no poder contar con todos
los servicios de vivienda como el internet y la línea telefónica podría ser un factor influyente
en la DPP, debido a que estos servicios podrían ser de gran ayuda en alguna situación urgente,
como cuando el recién nacido está presentando algún problema de salud y la madre necesita el
apoyo de su pareja y por no contar con este servicio se le es imposible comunicarse con él para
informarle de la situación; de igual forma se pudo observar que la mayoría de las participantes
vivían lejos del centro de salud de su comunidad, lo cual podría ser un factor que influye en la
preocupación de la madre por el cuidado de sus hijos.
Esto coincide con el hecho de que en el apartado de la significancia de 0.011 que
plantea que estas mujeres no tienen una buena comunicación con sus parejas ya que reciben
violencia verbal de parte de ellos. Entonces se podría concluir, que además de que presentan
ciertas necesidades de atención y cuidado, reciben insultos y humillaciones de sus parejas, esto
podría incidir en su estado de ánimo, y en los pensamientos de la madre para quitarse la vida,
debido a que no siente el apoyo suficiente de su pareja para sobrellevar todas estas situaciones.
Por otra parte, lo anterior se relaciona con el nivel de significancia de 0.020 en las mujeres que
ha sido ligadas, debido a que la falta de apoyo, de recursos económicos y la violencia verbal
que reciben de parte de sus parejas no permiten la oportunidad de ofrecer una buena crianza a
un mayor número de hijos aunque éstos últimos fueran deseados. Estos factores podrían estar
relacionados a la DPP, por lo cual las participantes solicitan la necesidad de apoyo psicológico
en la crianza de los hijos y las necesidades personales.
Debido a que la DPP en el Sur de Yucatán tiene una gran influencia en la vida de las
madres y sus familias es importante tomar en cuenta cada uno de estos factores y poder
detectarlo en el momento justo, para que de esta manera las mujeres puedan llevar una mejor
calidad de vida.

284
Referencias bibliográficas

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286
La felicidad en las mujeres de Campeche: consumo de analgésicos y
elementos de satisfacción o frustración

Argentina Casanova

Introducción
Como parte de las investigaciones que realiza el Observatorio de Violencia Social y de Género
en Campeche (OVSGC), durante 2011 se aplicó la Encuesta de Violencia de Género en una
muestra determinada por la metodología correspondiente; al aplicarse se consideró incluir
preguntas relacionadas con el consumo de medicamentos y algunos elementos que arrojaran
información acerca de lo que las mujeres consideran como parte de lo que las hace feliz.
Definir la felicidad no es fácil pero su construcción permite a las ciencias sociales
desde investigar cómo las culturas saben qué es y qué no es, hasta los factores sociales que
contribuyen a que cada persona considere cómo lograrla, qué es y qué es aquello que se las
puede dar. En el trabajo diario y práctico con las mujeres que viven violencia se encuentran
distintos matices que conducen a reflexionar acerca de lo que puede influir en la vida de una
mujer para considerarse o no feliz.
En la Metodología de la Encuesta de Violencia de Género en el estado de Campeche
(2011), el Observatorio integró y aplicó una encuesta con el apoyo de un grupo de trabajo
integrado por académicos del Comité Técnico del Observatorio, así como de la Red de
Informantes, para ampliar los alcances de la encuesta y enriquecer así los resultados de la
misma.

Al respecto el documento metodológico expone:

Para el diseño del instrumento se consultó y evaluó al interior del Observatorio


aspectos evaluados por otros Observatorios, así como la propuesta surgida de las
reuniones a las que se convocó en el sentido de ser más específicos y focalizar la
información en sectores vulnerables del estado, generando variables para tres
modalidades de violencia: institucional, violencia y violencia en la comunidad.

287
A partir de esta delimitación se generó información sobre la incidencia en los tipos de
violencia siguientes: Violencia psicoemocional, Violencia Física, Violencia Económica
y Violencia Sexual.

Cuando hablamos de víctimas de violencia de género, suele aparecer alguna


problemática de índole psicológica, que en casos extremos lleva a trastornos como TEP
(Trastorno por stress Post Traumático): “la persona ha experimentado, presenciado o le
han explicado uno (o más) acontecimientos caracterizados por muertes o amenazas
para su integridad física o la de los demás. La persona ha respondido con un temor, una
desesperanza o un horror intensos.”

En el documento se establecen los parámetros de las mujeres que debían ser


encuestadas, de tal forma que “Se levantó la información por medio de un cuestionario general
que contiene las siguientes secciones: I. Datos generales; II. Datos familiares; III. Ámbito
escolar, laboral y social; IV. Hábitos personales; V. Violencia de género; VI. Expectativas de
las mujeres.

Población objetivo: Mujeres y niñas de 15 años y más residentes en el estado de Campeche,


en seis municipios del estado: Calkini, Campeche, Carmen, Champotón, Hecelchakán y
Calakmul.

La muestra quedó de la siguiente forma:

Cuadro 1. Distribución de la muestra por


municipio
Frecuencia Porcentaje
Campeche 128 24,5
Carmen 152 29,1
Hecelchakán 55 10,5
Calakmul 55 10,5
Calkiní 51 9,8
Champotón 81 15,5
Total 522 100,0

La encuesta se aplicó en 6 municipios que poseen las características de todo el estado.

La felicidad y las mujeres

288
Si partimos de que la felicidad es un estado del ánimo que supone una satisfacción y que quien
está feliz se siente a gusto, contento y complacido. El concepto de felicidad
es subjetivo y relativo. No existe un índice de felicidad o una categoría a alcanzar para que
alguien se considere como una persona feliz, pero en el trabajo de la violencia de género,
especialmente en una entidad como Campeche donde los índices de suicidio son elevados, el
número de mujeres que se suicidan se encuentra muy por debajo del de los varones, el tema
cobra gran importancia para comprender y conocer las causas de la diferencia, que es también
espejo de la realidad menos evidente en el resto del país y del mundo, donde las cifras de
suicidios de mujeres suele ser también inferior al de los varones.
Lo que hace más interesante este tema es que son precisamente las feministas las que
ponen el tema sobre la mesa cuando de “infelicidad” se trata en las mujeres. “Las mujeres han
avanzado mucho, pero no son más felices”, asegura Camille Paglia, al hablar de la felicidad de
las mujeres, el tejido más sensible del debate y con ella muchas otras lo abordan.
La felicidad ya es de por sí un tema complejo que implica muchos aspectos para su
comprensión, pero en este texto resultado de la aplicación de una encuesta entre mujeres del
estado cuyo propósito fundamental es generar indicadores acerca de temas específicos
relacionados con la violencia, nos permitió conocer un poco más sobre la apropiación de la
palabra felicidad para las mujeres en el estado de Campeche.
Si el lenguaje nos enuncia a las mujeres, si es la única forma de revelarnos ante el
mundo y construimos, hemos de entender y de construir el significado de felicidad desde esa
construcción de género que influye en cómo vivimos, en cómo entendemos las mujeres la
“felicidad”, pero también de cómo viven las mujeres la depresión o las expectativas de ser
felices.
La noción de felicidad abre así una posibilidad de investigación social para identificar
el efecto de la violencia de género en la vida de las mujeres, y cómo, desde ésta las mujeres
han construido una definición basada en el deber ser femenino de la felicidad desde la noción
patriarcal, y /o si se ha construido o está en proceso el trastrocamiento de esta noción para
empezar a decir una felicidad desde un yo –auténticamente desde el inconsciente femenino-.
Siendo este un tema fundamental para entender el efecto de la violencia y sus
relaciones en las mujeres, durante 2011 el OVSGC incluyó en la Encuesta de Violencia una
serie de preguntas orientadas a obtener información en este sentido, nuestra experiencia

289
empírica y práctica, pero también una dosis de conceptos construidos desde la antropología
feminista hablan de síntomas físicos y emocionales que corresponden a la vida de las mujeres,
ligados a la tolerancia al dolor, a la frustración y cómo se ha desarrollado en una mayor
proporción a la de los varones. Las mujeres se han acostumbrado a vivir sin sentirse plenas.
El patriarcado es ese “monstruo” que ha hecho que las mujeres sientan que viven con
un "dolor físico" que reside en el dolor del alma, razón por la cual acuden con médicos, toman
pastillas, fórmulas milagrosos y cócteles arsénicos para terminar con ese dolor que es la
frustración de ser “falocéntricamente dicho” desde la visión patriarcal "castradas" para no
aceptarse, no mirarse, no tocarse, no amarse, no cuidarse, para sentirse "anómalas" o
"asíntonas" cuando no se homologan con el discurso imperante. Vidas enteras de llanto y
sufrimiento, vidas de dolor con la esperanza de que eso es el amor, vida de buscar una
perfección que no llega y que se "parece" a lo que "el otro nos dice que debemos ser".
La psicología adoptó el Síndrome Bovary como sinónimo de un padecimiento
característico de las mujeres y que se distingue por el estado de insatisfacción crónica de una
persona, producido por el contraste entre sus ilusiones y aspiraciones (a menudo
desproporcionadas respecto a sus propias posibilidades) y la realidad, que suele frustrarlas. Su
origen es el personaje femenino Madame Bovary, de Gustave Flaubert (1856).
¿Y cómo sobrellevan esto las mujeres? ¿Por qué las mujeres tienen menos proclividad
al suicidio? Estudios en España empiezan a trabajar en esto y llegan al punto del consumo de
pastillas para el dolor y las horas que pasan viendo televisión. (En este 2013, con el propósito
de obtener más información al respecto, el Observatorio realiza una encuesta en la que se
investiga la relación entre el consumo de analgésicos y las horas que las mujeres ven
televisión, específicamente con el grupo de mujeres usuarias del Centro de Justicia para las
Mujeres, la razón fundamental por la que acuden a la institución es para solicitar algún tipo de
asesoría jurídica por vivir violencia económica y/o física).
En nuestro país es poco lo que se ha investigado sobre este tema, menos se realiza en
las entidades, por eso son pocas las referencias al respecto; un informe del Observatorio de
Salud de la Mujer del Ministerio de Sanidad y Consumo en España, indica que la población
femenina supera a la masculina en la ingesta de sicofármacos y representan el 75 por ciento de
los consumidores totales de tranquilizantes.

290
Si alguien duda de la relación entre el consumo de los tranquilizantes o los
“analgésicos”, basta con revisar los resultados de esa investigación, arroja que las medicinas
que más consumen las mujeres de 35 a 54 años son analgésicos y antipiréticos (sustancias para
disminuir la fiebre como el paracetamol y el ácido acetilsalicílico); mientras que las de 55 a 74
años consumen medicamentos para la tensión arterial, según se desprende del Informe de
Salud y Género, editado por el Observatorio de Salud de la Mujer del Ministerio de Sanidad y
Consumo.
Dos cosas son evidentes en este informe, por un lado alerta sobre el que a las mujeres
se les receten más sicofármacos que a los varones porque en situaciones inespecíficas se les
suele diagnosticar ansiedad o algún trastorno mental común, de modo que la “tranquilidad
recetada” ha continuado su incremento de forma constante, y por otro lado que al no haber
conciencia de la gravedad que alcanza la violencia de género en la vida de una mujer no hay
atención sobre el efecto que causa en su salud mental y la forma como las mujeres están
somatizando en sus cuerpo las desigualdades de género, traducidas en sobrecarga de trabajo y
estrés, pero también en el “desarrollo de herramientas de tolerancia a la frustración y al dolor
emocional” mediante un adormecimiento de los sentidos.
Las mujeres nos movemos entre exigencias, alabanzas y reprobaciones que son función
de contenidos existenciales modernos y tradicionales. La autoestima femenina derivada
de este sincretismo genérico es muy compleja. Se caracteriza en parte por la
desvalorización, la inseguridad y el temor, la desconfianza en una misma, la timidez, el
autoboicot y la dependencia vital respecto de los otros. Y también por la
sobreexaltación y la sobrevaloración en el cumplimiento de la cosificación enajenante,
de la competencia rival o de la adaptación maleable (Lagarde, 2009).

Las mujeres viven así una escisión que sintetiza las contradicciones externas
producidas en las relaciones, en los ámbitos y las esferas de vida, en las ideologías y en la
política, y esto es precisamente lo que construye una “expectativa” de lo que se espera de
ellas, de lo que ellas esperan de sí mismas y lo que mueve su actuar por encima de su voluntad
o de sus emociones.
En la práctica, es cotidiano escuchar a mujeres que llegan a pedir ayuda o son guiadas
por alguna amiga o familiar para que recibir ayuda ante las condiciones de violencia que

291
viven, con semblantes adormecidos, cabizbajas, voces quedas, cuerpos encorvados, miradas
cansadas como sedadas, y entre las cuales como si se tratara de un síntoma en una misma
enfermedad repiten el argumento que han escuchado antes hasta convencerse de hacerlo suyo:
“él me dice que yo estoy loca”, “él dice que yo no valgo nada”, “él dice que yo estoy enferma,
que yo no estoy bien y no puedo cuidar a mis hijos”, “me llevó al doctor y me dieron pastillas
para dormir”, hasta casos dramáticos en los que las mujeres repiten diagnósticos “es que yo no
estoy bien, soy neurótica, soy bipolar, eso dice mi esposo”. Imaginemos así el nivel de
escisión que afrontan las mujeres que terminan por ajustarse a cumplir hasta esa expectativa.

El panorama
En entrevistas diarias con mujeres que viven violencia, la constante es oírlas hablar con
diagnósticos médicos que alguien más elaboró para ellas, revisar sus bolsos y carteras llenos
de pastillas para el dolor o la ansiedad, un mal de este siglo que una vez más parece tener
rostro de mujer; el consumo de pastillas para adormecer el sentido de la realidad para
sobrellevar el dolor y la frustración. ¿Pastillas de la felicidad? Algunas llegan en la mano con
la receta que les ha sido otorgada por el médico o de algún familiar.
Para generar información específica sobre este tema, en la encuesta realizada por el
OVSGC en 2011, se incluyeron una serie de preguntas que estimamos nos arrojaría
información sobre esta problemática para, en primer instancia tener una aproximación a la
problemática, y por otro lado para generar información e iniciar una investigación al respecto
que podría continuar desde el interés que esta generara en investigadores y en instituciones
que trabajan en la prevención de la violencia, empoderamiento y construcción de la ciudadanía
plena para las mujeres.
El cuestionario incluyó la siguiente pregunta: ¿Toma algún medicamento para dormir?

Cuadro 2
¿Toma algún medicamento para dormir?
Frecuencia Porcentaje Porcentaje
acumulado
n/e 28 5.4 5.4
Sí 24 4.6 10.0
No 470 90.0 100.0
Total 522 100.0

292
Desde el consumo de analgésicos para sobrellevar los dolores menstruales hasta los
dolores causados por las largas jornadas de trabajo en el hogar, o la carga de los hijos y las
tareas dentro y fuera del hogar, en el consumo de qué tipo de medicamentos o analgésicos
están consumiendo, las mujeres responden en el estado de Campeche de la siguiente forma:

Cuadro 3. Principales medicamentos consumidos por mujeres en


Campeche
Medicamento Frecuencia Porcentaje Porcentaje Porcentaje
válido acumulado
No aplica 500 95.8 95.8 95.8
No recuerda el 5 1.0 1.0 96.7
nombre
Tafil 1 0.2 0.2 96.9
Sinoban 1 0.2 0.2 97.1
Clonacepan 2 0.4 0.4 97.5
Dalay 4 0.8 0.8 98.3
Tranxene 1 0.2 0.2 98.5
Estafil 1 0.2 0.2 98.7
Captopril 1 0.2 0.2 98.9
Diacepan 3 0.6 0.6 99.4
Toperamat 1 0.2 0.2 99.6
Coflazepato de 1 0.2 0.2 99.8
etilo
Sertralina 1 0.2 0.2 100.0
Total 522 100.0 100.0

Independientemente del dolor, la clase social y la edad, una mujer tiene más
probabilidad al acudir al médico de que le receten fármacos para el dolor, además de que
socialmente es más aceptado que sean ellas las que expresen que sienten dolor. En nuestro
país es poca la investigación sobre el consumo de medicamentos y drogas lícitas, de hecho
ha recibido recomendaciones en este sentido; en lo que nos corresponde el interés se centra
en la relación que hay entre la violencia de género que viven las mujeres y la forma como
sobrellevan o se manifiesta en su vida diaria. Estudios en España arrojan que esto se
relaciona con la desigualdad socioeconómica entre géneros.
“En España, así como en otros países del mundo, las mujeres padecen con mayor
frecuencia dolor que los hombres, por lo que lógicamente se les prescribe más analgésicos",
explica Elisa Chilet Rosell, autora del estudio en Alicante. Este análisis va un paso más allá

293
y contempla que, independientemente del dolor, la clase social y la edad, ser mujer
aumenta la probabilidad de prescripción de analgesia."También influye vivir en una
comunidad con menor desarrollo de género, tanto si se es mujer como hombre", apunta
Chilet.
"El sesgo de género encontrado puede ser una vía por la cual las desigualdades en el
tratamiento analgésico afecta negativamente a la salud de las mujeres", subraya la
investigadora. "De ese modo, las mujeres reciben con mayor frecuencia que los hombres un
tratamiento para el dolor sintomático, inespecífico y ciego a las causas".
Los autores pudieron comprobar además cómo las mujeres que padecen dolor y viven
en un contexto de menor desarrollo de género tienen menos probabilidades que los
hombres de ser atendidas por especialistas y suelen ser observadas solo en atención
primaria.
En lo que respecta a la encuesta del Observatorio de Violencia en Campeche, las
mujeres que admitieron consumir alguna pastilla en forma cotidiana para poder dormir, la
mayoría corresponde a población femenina que vive en el medio rural, que vive o ha vivido
violencia en su infancia a manos de su padre o madre, y en la actualidad por su esposo o
pareja. En sus respuestas acerca de los sentimientos que acompañan los episodios de
violencia las opciones marcadas por las mujeres van desde sentimientos de tristeza,
depresión, coraje y frustración que experimenta de manera cotidiana. De las mujeres que
responden que consumen un medicamento, solo una manifiesta no vivir violencia en
ningún momento de su vida. La distribución geográfica de este consumo y vida con
violencia se concentra en tres municipios, en Carmen, Champotón y Campeche.

Gráfica 1: Porcentaje de las mujeres violentadas que


consideran que su vida es actualmente como la deseaba

n/e no no lo sé si

26% 18%

22% 34%

294
Para conocer un poco más las expectativas de vida de las mujeres, se realizó la
siguiente pregunta: ¿Si pudiera cambiar algo en su vida, qué sería? Las respuestas fueron
abiertas y fueron en el siguiente sentido.
Al menos 14.2% no sabe, 40.4 nada y el resto da argumentos que van desde
“terminar mis estudios” 12%; a haber estudiado 4.0%, la violencia 3.8%, y con 2% mejor
trabajo, o respuestas drásticas como “no haber conocido a su ex pareja 1.5%.

Gráfica 2: Porcentaje de las cosas que les gustaria cambiar a las mujeres
violentadas en Campeche

Todo

Tener una mejor vida

Tener más comunicación con su esposo

Su enfermedad

Salir adelante

Que mi esposo cambie

Poder vivir sola

No ser la tonta que fue antes con su ex pareja

No haberse casado

No haber abortado

Mi forma de ser(carácter)

Los errores que he cometido en mi vida

La pobreza

Estar con su mamá y que la quiera

El modo de vivir

Cambiar a su esposo

Apoyo a su familia que de establilidad y…

0.00% 5.00% 10.00% 15.00% 20.00% 25.00%

Este cuadro se elaboró con las respuestas que ellas mismas escribieron, es decir, al
dejárseles la opción otra, distinta a la que se les ofreció, y de acuerdo a su incidencia, es

295
como se presentan en la gráfica. Quizá lo más sorprendente es el 15% de mujeres que
eligen no cambiar nada.
Enseguida la encuesta preguntó a las mujeres si se consideraban felices, dándoles las
opciones de sí, no, no lo sé, esta pregunta pretende que, más allá acerca de lo que desde las
disciplinas se entiende como felicidad, fue conocer lo que ellas mismas conceptualizan
como elementos para considerar que tienen una vida de felicidad.
Las respuestas de las mujeres fueron que sólo el 42.9%, es decir, menos de la mitad
dijo que sí, en tanto que 24.3% respondió que no, y el 14.4% dijo que no sabe; un 18.4% no
marco o especificó su respuesta.

Cuadro 4: ¿Usted se considera una mujer feliz?


Frecuencia Porcentaje Porcentaje Porcentaje
válido acumulado
n/e 96 18.4 18.4 18.4
Sí 224 42.9 42.9 61.3
No 127 24.3 24.3 85.6
No lo sé 75 14.4 14.4 100.0
Total 522 100.0 100.0

La pregunta va seguida de otra que pretende identificar qué es lo que las mujeres
consideran que necesitan para considerarse una persona feliz, las opciones que se les dieron
iban en dos sentidos, por un lado a satisfactores vinculados con la comunidad y la familia, y
por otro lado a satisfactores personales.

a) Más tiempo libre, más libertad, un mejor ingreso económico


b) Tener acceso a estudios, una mejor vivienda, más ayuda del gobierno
En la encuesta, esta pregunta responden todas las mujeres, no sólo aquellas que han
dicho que no se consideran felices, alcanzando el más alto porcentaje un mejor ingreso, con
el 34.9% de las encuestadas.

296
Cuadro 5: ¿Qué necesita para considerarse una persona feliz?
Frecuencia Porcentaje Porcentaje Porcentaje
válido acumulado
n/e 112 21.5 21.5 21.5
Un mejor ingreso 182 34.9 34.9 56.3

Tener acceso a 38 7.3 7.3 63.6


estudios
Una mejor vivienda 24 4.6 4.6 68.2

Más libertad 11 2.1 2.1 70.3


Más apoyo del 32 6.1 6.1 76.4
gobierno en la
comunidad
Más tiempo libre 19 3.6 3.6 80.1

Todas las anteriores 70 13.4 13.4 93.5

Otra 34 6.5 6.5 100.0


Total 522 100.0 100.0

En la opción otra, se les pide a las mujeres especificar qué sería esa otra cosa que las
haría más felices, y las respuestas varían desde: Que su pareja fuera mejor o que cambie,
hasta vivir con sus nietos, o Que su familia esté bien y tengan trabajo estable, siendo el
común denominador de lo que construye la “felicidad” de una mujer el bienestar que su
familia pueda disfrutar o los satisfactores que sus hijos puedan tener.
Hay una similitud en las respuestas de aquello que las haría felices como la “otra
opción” y la que consideran como aquello que podrían o quisieran cambiar en sus vidas para
ser más felices.
A continuación presentamos el cuadro que se elabora a partir de las respuestas que
ellas mismas generan como las opciones de lo que para ellas mismas significa la felicidad, o
vivir en condiciones que estiman las puede hacer sentir mejor, vivir felices.
El cuadro reúne todas las respuestas, y se clasifican en grupos de acuerdo con la
frecuencia con la que aparecen para dar el más alto registro, aunque tienen una tendencia
similar y constante.

297
Cuadro 6: ¿Qué sería esa otra cosa que las haría más felices?

Frecuencia Porcentaje Porcentaje


acumulado
No Aplica 386 73.9 73.9
Tener acceso a estudios 26 5.0 78.9
Tener una mejor vivienda 29 5.6 84.5

Más libertad 6 1.1 85.6


Mas apoyo del gobierno en 27 5.2 90.8
la comunidad
Más tiempo libre 15 2.9 93.7

Estar con mi novio 1 0.2 93.9

Ninguna de las anteriores 9 1.7 95.6

Tener un bebé 1 0.2 95.8


Salud 2 0.4 96.2
Que su pareja fuera mejor 1 0.2 96.4

Que su pareja deje de beber 2 0.4 96.7


Que su familia esté bien y 3 0.6 97.3
con un trabajo estable
Así está bien 1 0.2 97.5
Tener un trabajo estable 3 0.6 98.1

No lo sé 2 0.4 98.5
Toda su familia 1 0.2 98.7
Todas las anteriores 2 0.4 99.0
Ya no vivir con su hijo 1 0.2 99.2

Tener tranquilidad 2 0.4 99.6

Que mi mamá estuviera viva 1 0.2 99.8


Vivir con sus nietos 1 0.2 100.0
Total 522 100.0

Esto nos recuerda la forma cómo las mujeres han construido la noción de plenitud,
concepciones que colocan las transformaciones externas a la persona y las metas sociales y
políticas colectivas por encima de las necesidades y la realización personal.
En su ensayo, Autoestima y Género, la antropóloga feminista Marcela Lagarde plantea:

El feminismo de los años 60 y principio de los 70 recogió en muchos países el deseo de


las mujeres que padecen el malestar sin nombre'. En aquel entonces, se refería a mujeres
norteamericanas, clase medieras educadas, que cumplían con todos los anhelos
matrimoniales, familiares, incluso de buen nivel de vida y, no obstante, vivían depresión
298
y malestares sin fin. Se sentían atrapadas y paralizadas. Vivían como viven millones de
mujeres en el mundo, para apoyar el desarrollo y la realización de sus seres queridos, eso
las deprimía.

Lo que ha otorgado la capacidad de resistencia a las mujeres es propiamente los años


de vivir en un mundo androcéntrico y patriarcal que no solo dañó su autoestima sino que las
enseñó a adormecer sus imperativos y anteponer los del deber ser y privilegiar incluso por
encima de sus depresiones el bienestar de la familia y el de sus hijos, sosteniéndose por años
en hogares donde han sido prácticamente nulificadas. Pero por otro lado, tenemos mujeres que
acuden a denunciar violencia cuando se perciben con pensamientos o deseos de “matarse a
ellas mismas, matar a sus hijos o matarlo a él y luego matarse a ellas mismas”.
Estas emociones de frustración que acompañan la vida de muchas mujeres es en gran
medida resultado de ese desacuerdo con esas condiciones, una profunda experiencia
identitaria: la de ser asintónicas al no corresponder con valores, mandatos, tradiciones,
condiciones y modos de vida, y al disentir de creencias colectivas y verdades naturales.

Consideraciones finales
Las respuestas generadas por las mujeres que respondieron la Encuesta, si bien es un apartado,
generan información acerca de cuáles son las prioridades, las preocupaciones, pero también de
cuáles son aquellos temas que más frustración produce a las mujeres. Esta información nos ha
sentado las bases para continuar con una encuesta específica que arrojará sin duda más
información sobre el hábito del consumo de medicamentos, su causa y su regularidad en una
encuesta que se aplica a usuarias de servicios de asesoría jurídica del Observatorio; con el
propósito de conocer otros hábitos y establecer su relación –de existir- con el consumo de
medicamentos entre las mujeres, tales como las horas que miran televisión y los horarios en
los que lo hacen.
La información que se obtuvo en la Encuesta 2011 es contundente con respecto a la
relación que hay entre la violencia y el consumo de medicamentos en las mujeres, esta
información nos arroja suficiente luz sobre las prioridades que influirían en modificar la
percepción de frustración y felicidad, de cómo se ven a sí mismas las mujeres, y esto pone en
condiciones de diseñar políticas públicas que estén orientadas a la prevención del consumo de

299
fármacos siempre que se ofrezca y generen espacios de diálogo y redes de apoyo comunitarias
desde y con la conducción de las instituciones de salud.
Hasta ahora la atención y la prevención de la violencia se ha orientado, dada la
urgencia, a la construcción del marco legal de protección para garantizar acciones punitivas
directas contra aquellos que ejerzan violencia física, sin embargo, el efecto de la violencia
social y de la psicológica que ejercen sus parejas ha generado un efecto lento y a largo plazo
en las mujeres, que difícilmente puede ser diagnosticado y es invisibilizado por la dinámica de
las vidas. Sin embargo ya documentos como la Convención para la Eliminación de todas las
formas de Violencia contra la Mujer (CEDAW) consideran aspectos relevantes en materia de
salud:
El Artículo 1 de la Declaración sobre Eliminación de la Violencia contra la Mujer de
las Naciones Unidas, considera que la violencia contra la mujer es: “todo acto de violencia
basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o
sufrimiento físico, sexual o psicológico para las mujeres, inclusive las amenazas de tales actos,
la coacción o la privación arbitraria de libertad, tanto si se producen en la vida pública o
privada”.
Existen “malos tratos” cuando la violencia que se ejerce contra la mujer se lleva a cabo
en el ámbito familiar o doméstico por personas de su entorno: marido, compañero, padre, hijos
o hermanos, los cuales derivan en estados de depresión y/o “frustración” que se somatiza,
como hemos expuesto, de tal forma que esta problemática se ajusta a una realidad que la carta
de derechos de las mujeres considera atender.
Adicionalmente, el Artículo 12, Los Estados Partes adoptarán todas las medidas
apropiadas para eliminar la discriminación contra la mujer en la esfera de la atención médica a
fin de asegurar, en condiciones de igualdad entre hombres y mujeres, el acceso a servicios de
atención médica, inclusive los que se refieren a la planificación de la familia.
Aun cuando las estadísticas de mujeres que optan por el suicidio es de una cifra baja, la
calidad de vida y el derecho a la felicidad abren responsabilidades a las instituciones para con
las mujeres, que afrontan en lo cotidiano la frustración y la infelicidad con medidas que de
alguna manera afectan su salud y en consecuencia su calidad de vida. Esto es razón suficiente
para emprender una acción específica e investigar de manera más precisa el efecto y la razón
por la que las mujeres consumen más analgésicos, establece por sí misma una razón de política

300
pública desde las instituciones de salud para modificar la permisividad con la que se les receta,
sin considerar atender otro tipo de situaciones de índole emocional y vinculadas también con
el estrés y la sobrecarga de tareas en el hogar, aunada al trabajo que realizan de manera formal
en alguna actividad “considerada” como productiva, en tanto que el trabajo en el hogar se
sigue considerando sin valor económico y el efecto que tiene esta percepción en la forma
como ellas mismas se ven y en consecuencia en su calidad de vida para mirarse como personas
sujetas de derechos.

Propuesta:
La propuesta que presenta el Observatorio, a partir de los resultados de esta investigación, está
orientada a documentar el consumo de medicamentos sin receta, específicamente de
antidepresivos, analgésicos y/o ansiolíticos para identificar y conocer la problemática,
especialmente su relación con la violencia de género.
Aunque sutil, el consumo de pastillas para dormir o analgésicos constituye una forma
de “drogodependencia” que pocas veces es considerado y atendido desde las instituciones,
dado en gran medida a esa misma “permisividad” y tolerancia que invisibiliza el problema, sin
embargo, el consumo tiene efectos en la salud de las mujeres, además de constituir por sí
mismo un problema de salud pública.
La visibilización del problema obliga al gobierno a considerar políticas públicas para
su atención, así como acciones específicas dentro de las instituciones que tienen como
responsabilidad establecer y promover el derecho a una vida libre de violencia, fomentar
investigaciones que permitan conocer los problemas que afectan la vida de las mujeres de
manera integral, considerando terapias, actividades recreativas y tomando en cuenta estas
condiciones en los escenarios legales, como antecedente de violencia familiar y en peritajes de
violencia con perspectiva de género.

301
Referencias bibliográficas
Lagarde, Marcela (2001). “Autoestima y género”. En Cuadernos Inacabados 39, Claves
feministas para la autoestima de las mujeres.

Manual diagnóstico y estadístico DSM IV de los Trastornos Mentales (1995). Barcelona,


España

Metodología de la Encuesta de Violencia (2011). OVSGC, Campeche, México.

ONU (1979). Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra
las Mujeres. Disponible en
http://www.un.org/womenwatch/daw/cedaw/text/sconvention.htm

OVSGC (Observatorio de Violencia Social y de Género en Campeche) (2011). “Análisis


Estatal sobre Estadísticas de Violencia de Género”, Campeche, México, publicación
digital, 43 p.

Skittecate, Lucie-Anne (1995). Los silencios de Yocasta, Editorial Siglo XXI, México DF.

302
Delitos en materia de secuestro en el estado de Yucatán

José Paulino Dzib Aguilar


Erika Guadalupe Herrera Basto
Yeni Rocío Cruz Manrique

Introducción
La inseguridad en el país y en los diferentes estados de la República es un tema de gran
importancia en la actualidad debido al impacto social, económico y político del fenómeno en
los últimos años. En particular, el tema de los delitos en materia de secuestro ha cobrado
mayor relevancia dado el aumento de los reportes de casos de secuestros en el país y a la
cantidad de personas afectadas por este delito; tanto afectaciones económicas como cambios
en la dinámica familiar, rutinas y percepción de inseguridad y vulnerabilidad. A pesar de que
se piensa que el secuestro es una nueva modalidad de delito, dicho acto tiene vigencia desde
los tiempos primitivos cuando, según la tradición, hubo casos innumerables de secuestros de
príncipes, princesas, héroes, etcétera (Jiménez, 2002).

Aspectos metodológicos
Muestra: Se revisaron documentos especializados como leyes federales y estatales, bases de
datos, informes de organismos civiles, informes gubernamentales, artículos de revistas
arbitradas y libros.

Procedimiento
Se realizó una revisión de documentación especializada consultándose documentos como
informes, bases de datos, información gubernamental, artículos y libros acerca de los delitos
en materia de secuestro y posteriormente se analizaron los hallazgos obtenidos. Cabe señalar
que en el Estado de Yucatán el delito de secuestro no se encuentra tipificado en el Código
Penal; por lo que los contenidos recabados se ampliaron al ámbito internacional y nacional
debido a la falta de información con respecto al fenómeno en el ámbito local.

303
Desarrollo del tema
En el contexto nacional, en el capítulo dos de la Ley General para Prevenir y Sancionar los
Delitos en Materia de Secuestro (2011), se describen las características relacionadas con este
tipo de delito. En el caso particular del Estado de Yucatán, el delito de secuestro, no se
encuentra tipificado; sin embargo, en el capítulo IV del Código Penal del Estado de Yucatán
(2011) se encuentran el apartado denominado “Privación ilegal de la libertad y de otras
garantías” En los artículos 241 y 242, donde se hace referencia al hecho de que se considera
delito a quien siendo particular, sin orden de autoridad competente fuera de los casos
permitidos por la ley, arreste o detenga a otro en algún sitio; si lo priva de la libertad o se
apodera de él por cualquier medio y con objeto por lo menos de ocho días.
Esta falta de claridad en cuanto a la conceptualización y definición de los delitos en
materia de secuestro ocasiona que exista dificultad en ubicar los diferentes tipos de secuestro
que existen, dependiendo de su motivación o dinámica. Aunado a esto, la legislación en
cuanto a los delitos en materia de secuestro resulta incompatible con la legislación federal,
puesto que en el estado el delito de secuestro no se encuentra tipificado; siendo que la Ley
General para Prevenir y Sancionar los Delitos en Materia de Secuestro (2011) hace referencia
a que la Federación y las Entidades Federativas están obligadas a coordinarse en el
cumplimiento de dicha Ley.

Resultados
Conceptualización de secuestro
La etimología de la palabra secuestro proviene del vocablo latino sequestrare que significa
apoderarse de una persona para exigir rescate o encerrar ilegalmente a una persona. Se
conoció en la antigüedad con la denominación de “plagio”. No solamente con el propósito de
obtener beneficios y recompensas en especie y dinero, sino también para fijar condiciones de
guerra (Jiménez, 2002). La Organización de las Naciones Unidas (2006), define el secuestro
como la detención ilícita a una persona o personas en contra de su voluntad con la finalidad de
exigir por su liberación un provecho ilícito o cualquier utilidad de tipo económico u otro
beneficio de orden material, o a fin de obligar a alguien a que haga o deje de hacer algo.
También se conceptualiza como la acción que consiste en retener de forma indebida a una
persona exigiendo una suma de dinero a cambio de su rescate o de alguna otra condición para

304
su puesta en libertad. La consideración del delito se agrava si el autor del secuestro es una
autoridad o agente público, o ha simulado serlo (por el abuso de autoridad o de aparente
autoridad que ello representa), o si la víctima es menor de edad, sin embargo, si los
perpetradores no son detenidos, todos los supuestos jurídicos no tienen utilidad (México
Unido Contra la Delincuencia, 2009).
Ortega Sánchez (2004) divide el tema del secuestro en cuatro fases de acuerdo a los 32
años en los que ha habido este fenómeno en México. En el primer período de 1973 a 1977 se
encuentran plagios realizados por grupos armados clandestinos. Algunos secuestros cometidos
por delincuentes comunes participan dentro de grupos armados de la guerrilla. En el segundo
período (1978-1992) los secuestros son realizados principalmente por delincuentes comunes,
con una creciente sofisticación, algunos de los plagios son cometidos por grupos armados de
alto impacto. En el tercer período (1993-1999) se identifica un auge en las grandes empresas
criminales, con un alto grado de crueldad y sofisticación, y especialmente de protección de
algunas autoridades que fueron perpetradas por el crimen organizado.
En el cuarto periodo. De 2000 a la actualidad, el fenómeno delincuencial tiene un
cambio y se puede notar en la fragmentación de las grandes empresas criminales, auge del
secuestro exprés, surgimiento de nuevas bandas de gran peligrosidad, migración de
delincuentes del narcotráfico, robo de autos, asalto a transporte, del tráfico de personas y
armas hacia el secuestro. También hay autoridades “protectoras del crimen” incrustadas en
instituciones de seguridad pública que extorsionan y viven del crimen organizado en el
secuestro.
Como se mencionó anteriormente, en el estado de Yucatán no se encuentra tipificado el
delito de secuestro; sin embargo en el caso del delito de privación ilegal de la libertad en el
año de 1997 se registraron 39 casos ante agencias del Ministerio Público, es decir, 2 por cada
100,000 habitantes. De 1998 a 2010 no se ha registrado ningún caso. Del año 2009 al 2011 no
se reportó ninguna denuncia del delito de privación ilegal de la libertad ante agencias del
Ministerio Público del Estado de Yucatán (Fiscalía General del Estado de Yucatán, 2012).
El Instituto Ciudadano de Estudios Sobre la Inseguridad (2010), realizó un estudio que
comprendió 1,238 notas periodísticas del 1 de abril al 15 de diciembre de 2009 para conocer y
evaluar las manifestaciones actuales del secuestro (plagio y secuestro exprés) en México, a
través del análisis cotidiano y sistemático de notas publicadas en periódicos de todas las

305
entidades federativas; en el estado de Yucatán, se registró un total de 4 casos de secuestros de
abril a diciembre de 2009 y 0 .21 % por cada 100 mil habitantes.
De la misma forma el Instituto Ciudadano de Estudios Sobre la Inseguridad (2011),
realizó un estudio en el que solicitó información a las procuradurías del país acerca de la
incidencia delictiva y se comparó con la publicada en la página del Sistema Nacional de
Seguridad Pública. En el caso de Yucatán, se encontró una discrepancia en el año 2008, ya que
de acuerdo a información que la procuraduría le envió al ICESI, se registró una denuncia por
secuestro en este mismo año.
De acuerdo a cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad
Pública (2012), el Estado de Yucatán tiene registrados 39 casos de privación ilegal de la
libertad en 1997; de estos casos 2 sucedieron en enero, 2 en mayo, 7 en junio, 7 en julio, 8 en
agosto, 4 en septiembre, 4 en octubre, 2 en noviembre y 2 en diciembre. A partir de 1998 hasta
el 2011, no se tiene registrado ningún caso de secuestro en el Estado de Yucatán.
El secuestro trae consigo consecuencias en todos los campos de la sociedad. El alto
riesgo de ser secuestrado en América Latina, y en particular en México, es uno de los factores
influyentes en las decisiones de inversión de las multinacionales y esto puede afectar en
diferentes grados la economía, igualmente puede citarse el efecto en la industria del turismo.
El secuestro es generalmente perpetuado con el fin de obtener un rescate monetario, pero
también es llevado a cabo con propósitos políticos u otros. En la década de los setenta el
secuestro se convirtió en la táctica más común de los grupos revolucionarios en Latinoamérica
(Jiménez, 2002).
Un secuestro es más que las cifras de los organismos de seguridad, más que el sistema
de financiación de la guerrilla, el narcotráfico y la delincuencia común. Es el tormento que
padecen la familia y el secuestrado, las amenazas, las negociaciones para la liberación y en
ocasiones, la muerte. El secuestro no es sólo la pérdida del derecho fundamental a la libertad,
produce inmensos daños en el proceso vital de las víctimas que lo padecen, ocasiona una grave
conmoción que genera alteraciones fisiológicas y psicológicas (Navia, 2008).

Tipos de secuestro
Los tipos más comunes de secuestro de acuerdo a la Organización de las Naciones Unidas
(2006) son:

306
 Con fines de extorsión, para exigir una suma de dinero, influir en decisiones
empresariales u obtener una ventaja comercial;
 Con fines políticos o ideológicos, cuyo objetivo puede ser destacar una reivindicación
particular, crear una atmósfera de inseguridad (o reforzarla), obtener publicidad o influir
en decisiones de gobiernos u otras entidades;
 Entre grupos delictivos, o dentro de ellos, con el fin de cobrar deudas u obtener ventajas
en un mercado delictivo particular o con fines de intimidación;
 Vinculado a disputas familiares o domésticas, que en algunas jurisdicciones se conoce
como “rapto”;
 Con fines de explotación sexual, que puede incluir el contrabando posterior de las
mujeres y los niños a través de las fronteras nacionales;
 En el curso de otras actividades delictivas, normalmente para facilitar la adquisición de
determinados productos, generalmente en el curso de un robo;
 Simulado o fraudulento, en que la “víctima” actúa conjuntamente con otros o sola para
obtener algún beneficio material o de otro tipo.
La ONU (2006) refiere que los delincuentes son innovadores y sus métodos están en
constante evolución. A medida que los gobiernos y los organismos encargados de hacer
cumplir la ley desarrollan y mejoran las estrategias de prevención e investigación, los
delincuentes buscan nuevas maneras de superarlos. Recientemente, se ha dado un increment
en los casos de secuestro en la entidad:
 “Expreso”, en que la víctima es secuestrada durante un período corto pero suficiente
para obtener alguna concesión o ganancia financiera,
 “Virtual”, en que inicialmente no hay ningún secuestro pero se exige un pago con el
pretexto de que una persona (a menudo un pariente) ha sido secuestrado y se paga un
rescate; una variante consiste en que, en el momento del pago, la persona que lo efectúa
es secuestrada para asegurar un segundo rescate y
 La venta de la víctima de un secuestro a otro grupo, igualmente motivado, que luego
negocia el pago de un rescate.
En el año 2003 (Naciones Unidas y el Consejo Económico y Social), realizaron
encuestas a representantes de varios países, entre ellos México para determinar cuestiones
relacionadas con el tema del secuestro en sus países. Se concluyó que en sus respectivos

307
ordenamientos jurídicos se estipulaba el delito específico de secuestro o un delito equivalente,
como la privación de la libertad, la restricción de la libertad personal, la detención ilegal o
injusta y/o rapto. Se identificaron cuatro elementos comunes en el delito: a) La aprehensión
ilegal, el rapto o la privación de libertad de un individuo sin su consentimiento; b) el empleo
de la violencia, la amenaza de violencia y/o el fraude y el engaño en la comisión del delito; c)
la retención de la víctima en un lugar que no podía encontrarse y d) el objetivo específico de
obtener beneficios económicos o financieros y/o influencia política o de otro tipo, inclusive
mediante la práctica de la extorsión.
La modalidad delictiva de más reciente incorporación que se constituye en los
secuestros extorsivos, es la virtual. En estos casos no se secuestra a nadie, pero se efectúa
mediante un llamado telefónico a los familiares de la supuesta víctima, en el que se les asegura
que una persona allegada ha sido secuestrada y se solicita el pago de rescate como condición
para su liberación. Cabe señalar que esta metodología sólo es posible de practicar con éxito en
una sociedad abrumada por el miedo, en cuyo contexto los falsos secuestradores confieren
verosimilitud a su amenaza ofreciendo algún dato preciso, ya sea sobre la víctima o sobre el
familiar que recibe la llamada: por ejemplo, tienen el nombre del supuesto secuestrado, dónde
estudia o trabaja, a veces lo que viste en ese momento, o en qué lugar se encuentra. Ante la
duda de lo que pueda ocurrirle a un ser querido, y como las sumas de dinero que se solicitan
suelen ser relativamente bajas, los familiares optan por pagar aunque no tengan total certeza
del hecho. Aunque la práctica de este tipo de secuestro reviste más bien las características de
una extorsión, no por ello resulta menos riesgosa que las otras formas (Procuración General de
la Nación, 2006).
El secuestro virtual, surge como una nueva modalidad de delincuencia “a distancia” y
suele denominársele también bajo el nombre de extorsión, en esta suelen utilizarse las
tecnologías de la información para realizar fraudes en donde la víctima sufre un despojo, no
violento, que se lleva a cabo a través del engaño; sin embargo esto puede llegar a presentarse
también como extorsiones en donde se obtiene la cooperación de la víctima utilizando
violencia verbal y psicológica; lo cual se manifiesta a través de amenazas contra la integridad
física o la vida de una tercera persona relacionada afectivamente con la víctima (Amescua,
2010).

308
Una de las formas de llevar a cabo el secuestro virtual, consiste en exigir un pago
utilizando como excusa que una persona (a menudo un pariente), ha sido secuestrado y por lo
tanto se requiere del pago del rescate; otra modalidad consiste en que, en el momento del
pago, la persona que lo efectúa es secuestrada para asegurar un segundo rescate (ONU, 2006).
La observación de los secuestros en México demuestra que se trata de un fenómeno
eminentemente económico; por ello, para su comisión generalmente se utilizan los más
sofisticados avances tecnológicos: operativos de inteligencia, aparatos de intercomunicación
especializados, telefonía móvil, etcétera. La Procuración General de la Nación (2006) señala
que existen los siguientes tipos de secuestros en México:
 Exprés o rapto con robo, mencionado por algunos como retención, representa la
privación ilegal de la libertad de una persona, aunque sólo sea por unas horas, para conseguir
dinero rápido de la víctima o de sus familiares. Los autores que secuestran en esta modalidad
son personas de estratos socioeconómico bajos, entre los 16 y los 25 años, jóvenes
pertenecientes a la delincuencia común (no organizada) que operan en grupos de dos y tres
personas, donde alguno es el líder en la ejecución del delito. Son robos mediante los cuales los
delincuentes utilizan a sus víctimas para sacar dinero de los cajeros automáticos bancarios, o
bien roban sus vehículos algunas otras pertenencias; se hace uso de la violencia para
amedrentar a la víctima y no requieren de estrategias de inteligencia sofisticada.
 Virtuales: son aquellos que en realidad no existen, pero en los cuales los
delincuentes aprovechan la ausencia de una persona para extorsionar a sus familiares y obtener
algún beneficio económico en un breve lapso de tiempo. Generalmente es realizado por
personas pertenecientes al círculo social de la víctima, que conocen sus movimientos y lugares
que habitualmente frecuenta.
El secuestro posee modalidades y alcances imprevisibles, y se constituye, al mismo
tiempo, en una de las actividades delictivas de mayor “rentabilidad” debido a que demanda
una menor complejidad y su riesgo es sustancialmente inferior, tanto por la alta tasa de
impunidad que reporta, como por la falta de coordinación y de estrategia de las autoridades
para su combate (Procuración General de la Nación, 2006).
El secuestro como un delito, se define al acto donde se priva de la libertad a un
ciudadano y se pide a cambio una condición o una recompensa en dinero o especie. En

309
México por su evolución social, los cuatro estereotipos en los que se presenta el secuestro son
(Ipacitefo, 2012):
 El tradicional: operado por bandas del crimen organizado dedicadas exclusivamente a
ese delito. Actualmente, aprovechando la sinergia de la violencia del narcotráfico, esta
modalidad ha tenido un crecimiento importante porque sus células han sido absorbidas
o desplazadas por el crimen organizado del tráfico de drogas,
 Narco-secuestro: operado por grupos criminales con nexos al crimen organizado del
narcotráfico. Actualmente operan en todo el país. Modalidad realizada por ciertos grupos
del trasiego de drogas. Tendencia a la baja en ciertas zonas con presencia militar. En
2011, el narco-secuestro presentó mayor sevicia y crueldad; a la alta en comunidades
fallidas,
 Express: plagios rápidos y de poco monto, realizados por pequeñas bandas criminales.
Sus campos de acción principalmente es en grandes metrópolis, existiendo una tendencia
actual en crecimiento para 2012
 Virtual: extorsión de un falso secuestro realizada por falsas bandas criminales llevadas a
cabo, principalmente desde centros penitenciarios. Opera en todo el país vía telefónica.
Tendencia criminal a la baja para 2012.
El secuestro virtual, surge como una nueva modalidad de delincuencia “a distancia” y
suele denominársele también bajo el nombre de extorsión, en esta suelen utilizarse las
tecnologías de la información para realizar fraudes en donde la víctima sufre un despojo, no
violento, que se lleva a cabo a través del engaño; sin embargo esto puede llegar a presentarse
también como extorsiones en donde se obtiene la cooperación de la victima utilizando
violencia verbal y psicológica, y lo cual se manifiesta a través de amenazas contra la
integridad física o la vida de una tercera persona relacionada afectivamente con la victima
(Amescua, 2010).
Una de las formas de llevar a cabo el secuestro virtual, consiste en exigir un pago
utilizando como excusa que una persona (a menudo un pariente), ha sido secuestrado y por lo
tanto se requiere del pago del rescate; otra modalidad consiste en que, en el momento del
pago, la persona que lo efectúa es secuestrada para asegurar un segundo rescate (ONU, 2006).

310
El grupo SIESA (s/f) realizó una investigación, en la cual determina los siguientes
tipos de secuestro: secuestro con extorsión, secuestro exprés, secuestro virtual y secuestro
político.

Factores demográficos, sociales y culturales


Existen otros factores vinculados a los delitos en materia de secuestro, Amescua (2010) señala
que entre los principales factores que propician la presencia del secuestro virtual se encuentran
los contextos de violencia, una criminalidad elevada, altos índices de impunidad, así como una
percepción de inseguridad. Otros factores son la pobreza, la desigualdad y la corrupción.
La nueva tendencia del secuestro para los próximos años está orientada a móviles de
grupos de insurgencia y la existencia de los llamados delitos paralelos que surgen como una
consecuencia de la narco-psicosis. Estos delitos se desarrollan muy abiertamente en zonas
donde operan enfrentamientos de grupos armados por los cárteles de la droga o delitos como
el secuestro, la extorsión presencial, los asaltos violentos en robo de vehículos aumentaron
considerablemente en 2011 en estas comunidades; sin embargo, estos delitos no son
perpetrados directamente por los cárteles de la droga, se detectó que son operados por bandas
diferentes y organizadas que atacan a la clase media, profesionistas, comerciantes, agricultores
y transportistas. Los delitos paralelos son menos violentos y extorsiones de poco monto
(Ipacitefo, 2012).
El secuestro está relacionado con toda una serie de factores que impiden se esclarezca.
Uno de ellos es la impunidad, la falta de denuncia, de conocimiento y de información
confiable sobre el tema (Jiménez Ornelas, 2002). Se ha descrito como uno de los negocios
ilícitos de crecimiento más rápido a nivel mundial. Está aumentando en varios países de todo
el mundo y es considerado por los grupos organizados de delincuentes y terroristas como un
medio redituable de capital. Explota en las situaciones de deterioro social, económico y
corrupción, y prospera en ellas. Puede ser particularmente problemático en zonas de conflicto
(ONU, 2006).
Una de las causas inmediatas más evidentes del secuestro es la impunidad, que, para
los delitos en general, se calcula en 95%. Para el secuestro ha fluctuado en los últimos años
entre 53 y 70%, de manera que aproximadamente se castiga solamente uno de cada tres, la
impunidad tiene a su vez como causa la inepcia y la corrupción de los órganos de seguridad

311
pública, de procuración, impartición y ejecución de justicia. Otra causa inmediata evidente es
la alta ganancia que, en general, deparan los secuestros. Es verdad que hay casos en que los
secuestradores se conforman con algunos miles de pesos, pero el núcleo duro sigue siendo el
de los casos en que los secuestradores obtienen cientos de miles o millones de pesos o de
dólares. Entre las causas estructurales del delito en general y del secuestro en particular la más
evidente es la marginación (ICESI, 2011).
Los delincuentes suelen hacer elecciones racionales sobre dónde, cuándo y cómo
cometer el delito; sopesan el riesgo y la recompensa porque quieren que su negocio sea
lucrativo y seguro. Éste es particularmente el caso en lo que se refiere al secuestro con fines de
extorsión, quizás más que el políticamente motivado. La experiencia indica que hay un gran
estímulo para los secuestradores si hay mucha inestabilidad, si el riesgo de detección es bajo y
la oportunidad para la corrupción es alta. De igual forma, cuando hay una falta de
comprensión e información o los organismos son visiblemente renuentes a cooperar, los
riesgos pueden parecer mínimos para los secuestradores (Naciones Unidas, 2006).
Uno de los factores generadores de violencia en México fue en un principio el nivel de
pobreza y desempleo, que se agravó a partir de 1994, lo que indujo a muchas personas a
cometer desde robos hasta asaltos a mano armada o secuestros que implicaron lesiones graves
o inclusive la muerte. Sin duda la brecha económica entre grupos sociales privilegiados y la
mayoría de pobres mexicanos es otro de los principales generadores de violencia (Jiménez,
2002).
No queda duda que los altos índices de desempleo, la pobreza en la que se encuentra
gran parte de la población, la falta de oportunidades, de educación y salud, entre otros, dan
cuenta sólo de una parte del fenómeno. En el otro extremo se encuentra la impunidad con la
que se han manejado los secuestros, la falta de interés e incapacidad de las autoridades y sobre
todo, la falta de información y cifras confiables (Ibídem).
En México frente a los diferentes tipos de delitos del fuero común se logra la
detención, proceso y sentencia condenatoria del 9% de los responsables; 21% en los casos de
homicidio doloso y 19% de los casos de robo con violencia. Sin embargo en el caso del
secuestro la tasa es de más del 40% en promedio. Es decir la impunidad en el secuestro fue en
los años indicados hasta tres veces inferior a la impunidad del delito del fuero común en
general. O dicho en otros términos, y suponiendo que todos los secuestros denunciados son los

312
que en realidad ocurren, quienes cometen un plagio prácticamente se juegan un “volado”, pues
cuando menos tiene tantas probabilidades de salir impunes como de ser capturados (Consejo
Ciudadano de Seguridad Pública y Justicia Penal, et al., 2002).
La causa central por la cual las víctimas no denuncian los secuestros es la presunción
de que denunciar pone en riesgo la integridad física de los plagiados y que correr semejante
riesgo no vale la pena en virtud de la impunidad. Sin embargo el número de ejecuciones,
mutilaciones o bien intimidaciones posteriores al evento del secuestro es prácticamente igual
si se denuncia el plagio como si no se denuncia (Ibídem).
La percepción de que el secuestro presenta alta rentabilidad criminal en comparación
con los riesgos atrae a toda suerte de hampones e incluso a quienes sin serlo aspiran a iniciar
carreras criminales. Sin embargo, el riesgo principal en la “migración” de las organizaciones
delictivas que ya existen y que se han dedicado a otros giros delincuenciales principalmente el
robo de vehículos, el asalto al transporte de carga, los robos con violencia de valores de alto
impacto y el narcotráfico. Las principales causas que llevan a esos grupos criminales a
“migrar” hacia el plagio son: las dificultades que pueden encontrar para realizar los delitos que
habitualmente cometen, el atractivo de rentabilidad criminal que representa el secuestro o la
combinación de las dos anteriores (Ibídem).
Ninguna administración se ha comprometido hasta ahora a reducir en forma progresiva
y sostenida la incidencia de este delito hasta lograr su erradicación. Y la mejor manera de
asumir el compromiso sería el fijarse metas concretas de abatimiento en plazos perentorios y
cumplirlas (Ibídem).
La carencia de una política criminal efectiva y sustentable se podría verificar al
observar que las respuestas gubernamentales a las demandas sociales producto de la
inseguridad creada por el secuestro, han consistido sólo en el incremento sistemático de las
sanciones: las penas promedio se han elevado en 20%, en el último lustro. Sin embargo, la
realidad ha demostrado que si no se intensifica la probabilidad de captura y se reduce la
impunidad, el monto de la sanción no disuade a los posibles delincuentes (Procuración
General de la Nación, 2006).
Como se mencionó anteriormente, en el estado de Yucatán, no se encuentra tipificado
el delito de secuestro; sin embargo en el caso del delito de privación ilegal de la libertad, en el
año de 1997 se registraron 39 casos ante agencias del Ministerio Público, es decir, 2 por cada

313
100,000 habitantes. De 1998 a 2010 no se ha registrado ningún caso. Del año 2009 al 2011 no
se reportó ninguna denuncia del delito de privación ilegal de la libertad ante agencias del
Ministerio Público del Estado de Yucatán (Fiscalía General del Estado de Yucatán, 2012).
En el stado de Yucatán, de acuerdo a cifras de la Fiscalía General del Estado de
Yucatán, en el año 2009 no se registró ninguna denuncia ante el Ministerio Público del delito
de extorsión. En el 2010 se hizo únicamente una denuncia ante el Ministerio Público de este
mismo delito en el mes de diciembre. En el 2011 se interpusieron 25 denuncias ante agencias
del Ministerio Público de casos de extorsión, mostrándose un mayor número de denuncias en
el mes de julio con 9 casos. En el mes de agosto no se registraron denuncias (Fiscalía General
del Estado de Yucatán, 2012).
A continuación se presentan datos referentes al promedio mensual de víctimas del
delito de privación ilegal de la libertad por cada 100,000 habitantes.

Tabla 1: Promedio mensual de víctimas visibles e invisibles en Yucatán


Gobernador Visibles Invisibles Visibles
e
invisibles
Secuestro
Cervera 0.04 0.15 0.20
Patrón 0.00 0.00 0.00
Ortega 0.00 0.00 0.00

Como se puede observar en la tabla 1, el secuestro tuvo su período más alto durante el
gobierno de Víctor Cervera Pacheco y ha permanecido sin casos de secuestro desde entonces.

Tabla 2: Promedio mensual de víctimas


Gobernador Visibles Invisibles Visibles e
invisibles
Secuestro
Cervera 1 2 3
Patrón - - -
Ortega - - -

314
Como se puede observar en la tabla 2 en el período de Cervera Pacheco como
gobernador había un promedio mensual de 3 víctimas visibles e invisibles, este promedio ha
permanecido en cero en los siguientes períodos.
El Instituto Ciudadano de Estudios Sobre la Inseguridad (ICESI), realizó un estudio en
2010 que comprendió 1,238 notas periodísticas del 1 de abril al 15 de diciembre de 2009 para
conocer y evaluar las manifestaciones actuales del secuestro (plagio y secuestro exprés) en
México, a través del análisis cotidiano y sistemático de notas publicadas en periódicos de
todas las entidades federativas. Se obtuvieron los siguientes resultados por estado de la
República:
Tabla 3: Notas periodísticas de manifestaciones de secuestro en México
Entidad Total Tasa por 100
federativa mil habitantes
Chihuahua 117 3.45
Durango 40 2.58
Tabasco 49 2.39
Baja California 13 2.30
Sur
Morelos 29 1.73
Baja California 53 1.67
Aguascalientes 19 1.66
Distrito Federal 137 1.55
Sinaloa 40 1.51
Guanajuato 65 1.29
Coahuila 30 1.14
Campeche 9 1.13
Quintana Roo 14 1.07
Sonora 22 0.88
Hidalgo 21 0.87
Guerrero 27 0.86
Colima 5 0.83
San Luis Potosí 18 0.72
Zacatecas 9 0.65
Nuevo León 29 0.65
Oaxaca 22 0.62
Michoacán 24 0.61
Jalisco 30 0.43
Nayarit 4 0.41
Querétaro 7 0.41

315
Tamaulipas 11 0.34
Tlaxcala 3 0.26
México 32 0.22
Yucatán 4 0.21
Chiapas 9 0.20
Veracruz 14 0.19
Puebla 5 0.09

Como se puede observar en la tabla 3, el estado de Yucatán, presenta un total de 4


casos de secuestros de abril a diciembre de 2009 y 0 .21 % por cada 100 mil habitantes.
El ICESI (2011), realizó otro estudio en el que solicitó información a las procuradurías
del país acerca de la incidencia delictiva y se comparó con la publicada en la página del
Sistema Nacional de Seguridad Pública. En el caso de Yucatán, se encontró una discrepancia
en el año 2008, ya que de acuerdo a información que la procuraduría le envió al ICESI, se
registró una denuncia por secuestro en este mismo año.
De acuerdo a cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad
Pública (2012), el estado de Yucatán tiene registrados 39 casos de privación ilegal de la
libertad en 1997; de estos casos 2 sucedieron en enero, 2 en mayo, 7 en junio, 7 en julio, 8 en
agosto, 4 en septiembre, 4 en octubre, 2 en noviembre y 2 en diciembre. A partir de 1998 hasta
el 2011, no se tiene registrado ningún caso de secuestro en el estado de Yucatán. En cuanto a
Quintana Roo en el 2011 se tienen registrados 21 casos de secuestro, mientras que en el
Estado de Campeche se registraron 3 casos.

Consideraciones finales
En el Estado de Yucatán, se puede observar que la situación de los delitos en materia de
secuestro es de baja incidencia delictiva en particular en el delito de privación ilegal de la
libertad; sin embargo, existe incongruencia en cuanto a lo pautado a nivel federal por la Ley
General para Prevenir y Sancionar los Delitos en Materia de Secuestro (2011) y los criterios
establecidos en el Código Penal del Estado de Yucatán (2011). De la misma forma, se puede
observar que es importante homologar estos criterios en todos los códigos penales del país y
delimitar los diferentes tipos de secuestro que existen; esto con el fin de poder tener una mejor
identificación de las características tanto de víctimas como de victimarios en relación a los

316
delitos en materia de secuestro, así como para establecer aquellos grupos poblacionales
vulnerables para intervenir con estrategias de prevención acorde a las necesidades.
Debido a este fenómeno delictivo, es pertinente sensibilizar a la población acerca de la
relevancia de utilizar estrategias de prevención en su persona y en su hogar, mantener
resguardada la información personal y familiar para que con estas estrategias se contribuya al
fomento de la cultura de la prevención para mantener la seguridad de los ciudadanos del
Estado de Yucatán buscando también disminuir la cantidad de información personal y familiar
que se exhibe en las redes sociales, así como no acceder a relaciones con extraños a través de
las redes sociales y si se estuviese involucrado en una situación de esta índole se debe
compartir la sospecha con familiares, amigos o instituciones de seguridad.
Resulta relevante continuar realizando investigaciones en el estado de Yucatán en
relación a los delitos en materia de secuestro, para enriquecer el conocimiento general acerca
del fenómeno y sobre todo para que esta información pueda llegar a la población con el fin de
fortalecer la cultura de la prevención en la ciudad de Mérida.

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317
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ictiva_Nacional_fuero_comun. Consultado el 15 de julio de 2012.

318
Autolesiones físicas en adolescentes yucatecos y su intervención

Esther C. Sánchez Ramírez


José P. Dzib Aguilar

Introducción
El presente trabajo enfoca el fenómeno de las autolesiones, específicamente en estudiantes de
Bachillerato. Se busca determinar si este fenómeno se presentaba en este grupo de edad y
cómo se manifiesta en estudiantes de Bachillerato técnico de una institución pública en el
Estado de Yucatán. Es un trabajo exploratorio, donde se aplicó un cuestionario cuyo contenido
fue analizado, reportándose consistencia en cuanto a las formas tradicionales en que la
población de estudio ejerce daño contra sí mismo.

Aspectos Metodológicos
El presente estudio se realizó en dos fases complementarias. 1) Realizando un diagnóstico para
conocer de manera exploratoria si se manifiesta la conducta de autolesión; de ser así, cómo es
conceptualizada y cuál es la dinámica que la circunscribe y 2) Aplicación de un programa de
intervención y capacitación de las psicólogas que laboran en los planteles educativos que
participaron, a fin de brindar conocimientos básicos y prácticos para la intervención directa
y/o canalización con alumnos que presentan conductas de autodaño detectadas en la etapa de
diagnóstico.

Fase I (Diagnóstico)
Muestra: Se tuvo la colaboración total de la población (1,623 alumnos de primer ingreso de
nivel bachillerato), distribuidos en el Estado de Yucatán.
Objetivos: 1. Conocer si existen indicadores de autolesión en los estudiantes de primer
ingreso en su primer semestre.
2. Identificar cuáles son las formas más comunes de autolesión física leve que se manifiestan
en los estudiantes de primer ingreso en su primer semestre.

319
3. Conocer cuál es la edad que los estudiantes de primer ingreso en su primer semestre,
reportan como inicio de acciones autolesivas.
Instrumentos y/o materiales: Se crearon dos instrumentos de medición de acuerdo a los
objetivos planteados, puesto que no se cuenta con materiales propios para evaluar las
autolesiones en adolescentes de población yucateca. Dichos elementos se encuentran descritos
a continuación:
1. Un cuestionario de cinco preguntas, con opción de respuesta: dicotómica (1) y abierta (4),
para identificar si se presenta este tipo de comportamientos en los estudiantes participantes;
de ser así especificar las razones para realizarlo.
2. Escala tipo Likert con 48 reactivos, con opción de cinco tipos de respuesta para cada ítem
diseñado. Para la construcción de los enunciados se utilizó la literatura que sustenta las
autolesiones, así como la teoría de los contenidos de la Escala Multidimensional y
Multisituacional de Estilos de Enfrentamiento (Góngora Coronado y Reyes Lagunes, 2000),
siendo que para los fines propios de la investigación únicamente se consideraron dos de los
cinco factores que conforman al citado instrumento (por ser los más afines a los intereses
propios del presente estudio de investigación) y que son definidos a continuación: Emocional-
negativo (Tener sentimientos ó emociones que no llevan directamente a la solución del
problema. Por ejemplo: me molesto, me desespero) y Evasivo (Evitar, escapar ó minimizar el
problema y su solución. Ejemplo de ello son: no le doy importancia, pienso en otra cosa).

Procedimiento: Primeramente se contactó y visitó al Director Estatal del centro educativo,


con la finalidad de manifestarle el objetivo de la investigación y solicitar su autorización para
trabajar con los estudiantes de primer ingreso del ciclo de todos sus planteles, y el personal
que facilitaría las funciones de aplicación procediendo de la siguiente manera:
1. Creación de los instrumentos (Cuestionario y Escala Likert) a aplicar para determinar si
existen conductas autolesivas y de ser así como se manifiestan en los alumnos.
2. Reuniones con el Ingeniero de Sistemas computacionales a nivel estatal, explicándole las
medidas indispensables a considerar en la implementación y aplicación para el óptimo
funcionamiento de los instrumentos en modo electrónico.
3. Contacto con las Psicólogas así como con los Ingenieros en Sistemas de cada plantel, para
sensibilizarlos con el objetivo de la investigación y la importancia de la estandarización en las

320
medidas de cuidado en cuanto a la aplicación de los instrumentos y la resolución de dudas
cuando así se ameritó. De igual forma se monitoreó cada uno de los espacios (aulas de
cómputo) donde los menores responderían los instrumentos, y se supervisó que los equipos y
el sistema estuviera funcionando adecuadamente.
4. Cargar en el sistema de información interna de la página conectada en red a los diferentes
centros educativos, los instrumentos de evaluación para ser piloteados con una muestra
representativa de la población participante y determinar la adecuada funcionalidad y/ó detectar
los errores de aplicación de éste; reestructurando lo necesario para un adecuado desarrollo en
la aplicación, recolección e integración de los datos.
5. En lo que respecta a la intervención directa con los alumnos, durante la visita previa a la
aplicación, se contactó con cada uno de los grupos de los diferentes planteles en sus
respectivos horarios, a la par que se les sensibilizaba e invitaba a participar en la investigación.
Parte del discurso que se manejó es que era una aplicación de pruebas para conocer a los
alumnos de primer ingreso por lo que era importante responder a todos y cada uno de los
reactivos de manera sincera, que se mantendría la confidencialidad de las respuestas y
únicamente esa información se manejaría de manera interna con los responsables (Psicólogas)
para su posterior intervención.
6. Aplicación de los instrumentos de evaluación a la población general de primer grado en su
primer semestre.
1. Análisis estadístico y de contenido para establecer los resultados que permitan:
2. Identificar a estudiantes con conductas autolesivas, así como lo delimitado en los objetivos
planeados en la presente investigación y que hace énfasis a dicho fenómeno.
3. Obtener los datos necesarios para conformar un taller orientado a las Psicólogas, cuyos
contenidos delimiten el conocimiento de las autolesiones y su posible intervención y/o
canalización con los estudiantes identificados.

Fase II (Intervención)
Esta etapa fue diseñada mediante un taller cuyos contenidos estuvieron sustentados en los
resultados obtenidos en la Fase I.
Objetivo: Crear un programa de capacitación desarrollado a través de un taller dirigido a las
Psicólogas que laboran en los centros educativos participantes, a fin de brindar conocimientos

321
básicos y prácticos para la intervención y/o canalización con alumnos que presentan conductas
de autodaño, detectadas en la etapa de diagnóstico.
Conocer la funcionalidad de dicho taller a través de un modelo de pretest-postest.
Muestra: cuatro psicólogas, una por cada plantel educativo.
Tipo de estudio y diseño: El diseño de investigación está sustentado en la tipología establecida
por Hernández Sampieri, et. al (2006) de investigación exploratoria, con diseño de
preprueba-posprueba con un solo grupo (G 01 X 02).
Instrumentos y/o materiales: se creó un cuestionario que permitiera medir el
aprendizaje de los contenidos teóricos referentes a la autolesión, aplicándose como pretest y
postest a un taller de 20 horas, creado como proceso de intervención para abordar las
características manifestadas de los estudiantes que reportaron realizarse conductas autolesivas.
Los contenidos específicos de dicho taller fueron divididos en cuatro temáticas:
conceptualización de la conducta autolesiva, formas y estilos de autolesionarse, la importancia
profesional para abordar la temática y estilos propositivos de afrontamiento. La capacitación
se impartió de manera presencial - virtual, siendo estas últimas orientadas a tareas digitales,
educativas y autodidactas a través de la red.

Procedimiento: Se aplicó un pretest para medir el contenido con el que ingresaban las
psicólogas antes de recibir la capacitación, se prosiguió a desarrollar y modelar cada una de las
temáticas que conformaron al taller, mismas que el personal anteriormente citado replicaría en
su respectivo plantel adaptando los contenidos a las necesidades reportadas por los alumnos en
sus escuelas. De esta forma se lograría una intervención en forma de cascada para abordar la
problemática de manera directa, dado el contacto que las profesionales establecen con el
alumnado al convivir en el mismo contexto académico. Al finalizar el taller se realizó la
aplicación del postest para medir los conocimientos adquiridos. Es importante mencionar

Desarrollo del tema


La violencia como tal es un fenómeno multicausado y desde un modelo ecológico como el que
plantea Bronfenbrenner (1979), presupone que las razones son las complejas interacciones en
factores como: características psicológicas de agresores, víctimas ó sus familias, incluyendo al
grupo de amigos, espacios educativos y nivel cultural constituye de igual manera parte de los

322
modelos existentes entre la interacción personal transmitida por los medios de comunicación,
los padres, maestros y grupos de iguales (Bronfenbrenner 1979, citado por Trianes, 2000).
Ante esto es importante considerar como los diversos factores interactuantes
combinados con las formas de afrontamiento empleadas por los adolescentes, pueden prevenir
y/ó desarrollar diversas estrategias que permitan resolver situaciones estresantes. Cuando no
encuentran formas asertivas para resolver los conflictos, pueden desarrollar conductas dañinas
hacia su persona, percibiendo que obtienen un mejor dominio de la situación. Sin embargo, es
importante considerar como dentro de estos síntomas ó actuaciones se da aquella brecha que
puede determinar la simplicidad de la conducta observada para ser contrastada con la
complejidad de sus orígenes y funciones reales para el individuo que las realiza (Ortega,
1998).
Doctors (2004) hace una revisión de diversos autores, mencionados a continuación,
que permiten conocer cómo el fenómeno de autolesión ha venido estudiándose. Por ejemplo
indica que este comportamiento es conocido por la comunidad psiquiátrica desde casi 90 años
(Emerson, 1914), y que probablemente es universal, existiendo casos tanto en Japón y
Alemania (Uemura 1975; Janus 1972) como en los Estados Unidos y Gran Bretaña. El primer
caso que definió el cortarse las muñecas como un fenómeno extendido entre los adolescentes
en hospitales psiquiátricos fue descrito por Offer y Barglow en 1960. Lo anterior puede
considerarse desde un ámbito de la Victimología en el que el comportamiento de la persona
que se autoagrede crea un halo de impacto en la esfera sociocultural donde se desenvuelve.
La Organización Mundial de la Salud (OMS, 2002) es el principal organismo
encargado de coordinar la labor internacional de salud pública, y la violencia es considerada
un componente ineludible de la condición humana, realidad ante la que se debe reaccionar a
medida preventiva y de intervención. De acuerdo a los parámetros establecidos por dicho
organismo, se considera violencia al:
Uso deliberado de la fuerza física o el poder, ya sea en grado de amenaza o efectivo,
contra uno mismo, otra persona, un grupo ó comunidad, que cause ó tenga muchas
probabilidades de causar lesiones, muerte, daño psicológico, y/o trastorno del
desarrollo ó privaciones.
El ser humano transita por diversos estadíos durante su desarrollo, lo cual le permite
compartir aspectos comunes con sus pares y diferenciarse en muchos otros que lo convierten

323
en un individuo con características físicas, psicológicas, morales, educativas y
socioeconómicas propias, donde los factores individuales de crecimiento y adaptación
influyen en la manera en que cada persona transita por ellos (Boeree, 2001).
Los problemas de comportamiento no se producen en el vacío, sino que tienen lugar en
un contexto y situación característico. Conocer cuál es móvil predominante que motiva a las
personas a desarrollar determinados comportamientos, es una situación de constante
cuestionamiento y estudio cuando se considera que desde un enfoque biológico el ser humano
constituye un organismo perfecto; más sin embargo, para responder a esta interrogante cabría
estudiar la conducta humana desde una constitución a nivel biológico, social, antropológico, y
psicológico (Díaz Guerrero, 1994).
Sin embargo, el mismo proceso evolutivo conlleva a un desarrollo intelectual, como
consecuencia de la maduración cerebral y las oportunidades ambientales; componen una
combinación que prevé del empleo de un razonamiento hipotético-deductivo para resolver
problemas (Papalia, 2001).
La adolescencia es una edad crucial en la existencia del hombre, donde puede definirse
la trayectoria positiva de vida o proyectar elementos de destrucción o decadencia,
etimológicamente la palabra adolescencia se deriva del latín y quiere decir “crecer” o “crecer
hacia la madurez” (Rice, 2000).

Violencia
La violencia siempre ha formado parte de la experiencia humana y su impacto puede
observarse en diferentes manifestaciones en todo el mundo; siendo una de las principales
causas de muerte en la población de 15 a 44 años y en el que cada año, más de 1.6 millones de
personas pierden la vida y muchas más sufren lesiones no mortales pero derivadas de la
violencia autoinfligida, interpersonal ó colectiva (OPS, 2004).
Bajo esta perspectiva la World Health Organization (WHO, 1996) propone que existen
tres categorías generales, de acuerdo con las características cometidas en el acto,
considerándose entonces la violencia: autoinfligida (el individuo se lesiona a sí mismo),
interpersonal (impuesta a un número pequeño de personas) y colectiva (infligida a grupos más
grandes como el Estado, grupos políticos organizados, entre otros). Para los fines de la
presente investigación se abordará únicamente la violencia autoinflingida.

324
Definición y características de la autolesión
Se ha considerado un fenómeno complejo el por qué las personas se autolesionan, sin embargo
Doctors (1999), hace una propuesta para entender dicha situación, a través de los trabajos de
otros autores expertos en el tema; presuponiendo que: la autolesión es un modo de regular un
estado del “self” en una persona que ha aprendido a no esperar una facilitación considerada de
los demás.
Autores como Parra (2006) describen el autodaño como cualquier acto sin un fin
suicida pero que es intencional, accidental o cometido por ignorancia, apatía o enjuiciamiento
pobre y que causa daño psicológico y/o físico a uno mismo. Por lo que al citar las teorías se
encuentra que: existe una creencia de que el cortarse, a menudo es una “imagen” concretizada
y un intento de contrarrestar una experiencia actual o inminente de pérdida del “self” (Doctors,
1979, 1981) y la amenaza concomitante de aniquilación personal (Orange, Atwood &
Stolorow, 1997) cuando el entorno brinda un apoyo insuficiente o cuando se le siente
agresivo. De dicha manera la experiencia interactiva desencadena cambios en las estrategias
de auto-regulación.
Aunque los cortes no son la única manera mediante la cual se manifiesta la autolesión,
es considerada como la más representativa. Ante esto se hace una distinción de aquellos
individuos que se realizan incisiones superficiales, delicadas y cuidadosamente diseñadas del
que hace únicas incisiones, bastas y profundas, cercanas a puntos vitales (Doctors, 1981).
Autores como Miller (1994); Favazza (1986); Connors (1996, 2000); Solomon &
Farrand (1996); Ousch et al., (1999); Suyemoto (1998, en Dodge y Coie, 2000) han
mencionado que existen diferentes motivaciones que generan conductas autolesivas
contradiciendo los aportes de Maxfield y Widom (1996):
a) Escapar del sentimiento de vacío, de irrealidad, de la depresión, acabar con la tensión,
encontrar alivio. Al causarse dolor reducen el nivel emocional y fisiológico, volviéndolo
manejable.
b) Realizarlo como una manera para calmar el odio y por el miedo a manifestarlo, por lo que
se lesionan como forma alternativa para manejar sus emociones.
c) Abandonar el adormecimiento emocional: es decir, aquellos que lo ven como forma para
sentir algo y estar en concordancia con el saberse vivos, requiriendo sentir algo concreto y real
como es el dolor físico de una autolesión.

325
d) Ver la autolesión como elemento de seguridad o sentimiento valía.
e) Como modo para expresar el dolor emocional que se torna insoportable y en el que las
heridas sirven como evidencia de que sus sentimientos son reales.
f) Como medio alternativo el cual ya no pueden soportar y se canaliza como forma para
comunicar a otros la necesidad de ayuda.
g) Desviar la atención (tanto interna como externa) de temas que son muy dolorosos para
abordar o analizar: el dolor físico substituye al dolor real.
h) Ejercer una sensación de control sobre el cuerpo de uno mismo.
Características de las personas que se autolesionan
Los jóvenes que se autolesionan pueden presentar una baja tolerancia a la frustración,
un debilitado control de sus impulsos, dificultad para generar y mantener relaciones estables,
pobres destrezas sociales, temor a los cambios o experiencias nuevas, incapacidad o poca
disposición para cuidarse adecuadamente, una baja autoestima aunada a una necesidad fuerte
de amor y aceptación de otros, pensamiento rígido de todo o nada e incapacidad para tolerar
y expresar emociones. Además, pueden presentar cambios en su comportamiento como
aislamiento social, sensibilidad al rechazo y dificultad para manejar la ira. Reportan que para
ellos cada cicatriz representa un evento importante de su vida (Dodge y Coie ,2000). Sin
embargo, se ha observado que es raro que exhiban un patrón de violencia hacia otros, aunque
algunos podrían llegar a hacerlo (Crawford, et al, 2003). Pareciera que la acumulación de
emociones negativas encuentra un cauce bajo una conducta de autolesión. Por lo que resulta
importante en la prevención e intervención de dichos comportamientos.
De acuerdo con Whitlock (2010), existen tres categorías: psicológicas, sociales y
biológicas. Por las cuales se puede llegar a realizar auto agresiones. Debido a que éstas son
usadas como método de adaptación. Por esto, se supone que existe una correlación negativa
entre oportunidades de ajuste común y autolesión. Es decir, cuantas menos oportunidades de
métodos típicos de adaptación existen (llorar, hablar, hacer ejercicio) incrementa la
probabilidad de emplear la autolesión como forma de adaptación; por lo que es esperable que
ciertos ambientes tengan una frecuencia más alta de autolesionadores que la población
general. Por ejemplo, algunas investigaciones señalan que grupos con: desórdenes
alimenticios, historial de abuso, fármaco dependiente, al igual que adultos y jóvenes que

326
durante su infancia vivieron un ambiente de invalidación, presentarán índices más elevados
de autolesión.
El acompañamiento psicológico es una de las intervenciones más favorables
reportadas por la literatura especializada. Es un enfoque cognitivo conductual donde el sujeto
se hace consciente de la situación que vive y reestructura cogniciones que le permiten
modificar pensamientos y sentimientos que conllevan adoptar comportamientos asertivos
ante situaciones estresantes.
En este proyecto se propone el modelo de intervención, que se elige para dar solución
directa a necesidades latentes y/o específicas de este grupo yucateco. El cual será atendido
por el personal Psicológico que labora en los planteles de estudio, abordando la problemática,
para encausarla a medida de intervención y prevención con el resto de los alumnos.

Resultados
Los comportamientos autolesivos suelen manifestarse en la población de estudio en sus cuatro
centros (uno en Mérida y tres en el interior del Estado); teniendo una mayor representatividad
en el plantel ubicado en Mérida. Aunque la literatura no sustenta diferencias entre alguna zona
geográfica o no, si menciona que suele ser indistinta para cualquier nivel socioeconómico.
Resulta primordial considerar que dicho centro escolar es también el que tiene una mayor
cantidad de alumnado.
La forma clásica en que suele asociarse la autolesión es a través de cortes en la piel, sin
que estas lleguen a poner en riesgo la vida de quien la practica, los datos de la presente
investigación pudieron constatar este aspecto y aunarlo a elementos que son poco asociados
pero de igual forma vinculados por los estudiantes, como son los ejemplos de: desórdenes de
la alimentación, golpes intencionales y las conductas de riesgo en cuanto al consumo de
sustancias adictivas.
En ocasiones el querer determinar con exactitud cómo se desarrolla un fenómeno
asociado a los prejuicios culturales se ve interferido con el manejo no preciso de la
información, aún y se halla cuidado el aspecto de la confiabilidad y seguridad de los datos y el
compromiso adquirido con las instituciones; esto en referencia al no poderse determinar la
frecuencia con que suele realizarse este tipo de conductas en la población estudiada.

327
Aunque el contexto que circunda a las autolesiones las cataloga como acciones
orientadas a solucionar algún tipo de dificultad que la persona vivencia como problemática y
que la forma de canalizarla, controlar y posiblemente disminuir las emociones y sensaciones
experimentadas es a través de una acción de daño que el sujeto mismo puede realizarse en su
cuerpo (situaciones que también se confirma en este estudio), resulta un tanto paradójica en
cuanto que a pesar de ser concebida la idea del autodaño no pueden emitirse afirmaciones que
aseveren y validen el agredirse físicamente. También es primordial la visión que estos
estudiantes tienen en cuanto a contemplar la posibilidad de ponerse en riesgo al poder
enfermarse e incluso lo consideran como un posible halo de no ser justo para la familia.

Consideraciones finales
Las respuestas aportadas permiten identificar y reafirmar lo encontrado en la literatura en
cuanto a que la edad de inicio suele darse durante la adolescencia y posteriormente va
decayendo; sin embargo, aunque el cúmulo de frecuencia se encuentra en mayor cantidad a los
catorce años, resulta ser considerable el amplio rango que los participantes reportaron como
edades de inicio en este tipo de comportamientos. Posiblemente el aspecto considerado de no
ser una conducta abiertamente reportada, dados los estigmas sociales, no permiten precisar con
exactitud e incluso tener respuestas de no recordar el primer momento en que se practican
estas acciones.
La Escala Likert, diseñada para esta investigación, pudo integrar cuatro factores que a
su vez permitieron conceptualizar la conducta autoagresiva. Estos actores (cuatro) permiten
sintetizar las consideraciones que investigaciones previas han reportado; por lo que se cuenta
con: un factor que describe las características propias de la autolesión, la percepción que se
tiene en referencia a ella y los dos estilos de afrontamiento que pueden asociarse al realizarlos
(impusivo- negativo y el evasivo).
Se encontró que a pesar de que las psicólogas conocían de la temática, reportaron
mejor manejo e intervención profesional de la misma después del curso de capacitación.

328
Referencias bibliográficas

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febrero de 2006.
Crawford, T., Geraghty, W., Street, K. y Simonoff, E., (2003). “Staff knowledge and attitudes
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experience and the vulnerability of self-loss”. Psa Rev., vol. 86, pp. 733-744.
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aggression in children‟speer groups”. Journal of Personality and Social Psychology,
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of Pediatrics and Adolescent Medicine, vol. 150, pp. 390–395.
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salud, Washington D.C., Organización Panamericana de la Salud.
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Andalucía.
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World Health Organization (WHO). Global Consultation on Violence and Health, Violence: a
public health priority, Ginebra, Organización Mundial de la Salud, 1996 (documento
WHO/EHA/SPI.POA.2).

329
Observatorio de seguridad y gobernanza urbana: fortalezas y retos

Angélica Ramírez Dávila


José P. Dzib Aguilar

“No se puede medir adecuadamente lo que no se entiende


y no se puede mejorar lo que no se mide”
Peter Newton.

Introducción
La violencia, delincuencia y criminalidad han experimentado un aumento significativo en
las últimas décadas dentro del país, principalmente en sus áreas urbanas. Las causas son
múltiples y complejas, destacando las inequidades sociales y territoriales que caracterizan
al proceso de urbanización, la insuficiencia de políticas públicas en materia de integración
social, prevención de la violencia y la misma naturaleza de la criminalidad. La violencia
urbana golpea a todos los segmentos de la población siendo los más afectados, aquellos que
se caracterizan por la pobreza y los grupos vulnerables, como lo son niños, mujeres y
migrantes (Dzib Aguilar, Godoy Cervera y Briceño Ascencio, 2011).
La violencia es un fenómeno sumamente difuso y complejo cuya definición no
puede tener exactitud científica, ya que es una cuestión de apreciación. La noción de los
comportamientos aceptables e inaceptables, o de lo que constituye un daño, está
influenciada por la cultura y sometida a una continua revisión a medida que los valores y
las normas sociales evolucionan (Organización Panamericana de la Salud [OPS], 2002, pág.
4). El hecho de que la violencia sea difícil de definir y que existan grupos y lugares más
vulnerables que otros a este fenómeno, hace que la seguridad ciudadana sea, actualmente,
un tema prioritario para la opinión y la agenda pública, y se manifiesta en el interés
creciente de los gobiernos locales, que están asumiendo cada vez más responsabilidades y
desarrollando iniciativas en materia de seguridad ciudadana (ONU-Hábitat, 2009).
En América Latina, los Observatorios ciudadanos de seguridad y/o violencia surgen
ante la necesidad de monitorear y responder a preguntas relacionadas con las altas tasas de
violencia y delincuencia que se viven en estos países. Son una herramienta que es, con el

330
paso del tiempo, fundamental para el conocimiento y prevención de la dinámica de la
violencia en diferentes lugares.
Los Observatorios ciudadanos de seguridad y/o violencia son uno de los diferentes
tipos de observatorios que existen (tipología que se verá más adelante). Su función es la
misma que los otros, es decir, el monitorear, medir e investigar sistemáticamente sobre un
fenómeno, donde la información generada sirva a los actores clave para la toma de
decisiones. Las problemáticas sociales estudiadas son variadas y ello hace que se diseñen
metodologías distintas.
El presente artículo tiene como objetivo generar una discusión constructiva acerca
de las implicaciones que existen al instalar un Observatorio de seguridad y gobernanza
urbana. Esta experiencia puede ser catalogada como una de las más innovadoras y recientes
en México, lo que tiene tanto ventajas como desventajas con respecto a países más
avanzados en las tareas de observación ciudadana.
En este documento se pone de manifiesto la experiencia de la instalación de un
Observatorio de este tipo, sus fortalezas, debilidades y las oportunidades que se han
encontrado con el objetivo de generar una cultura de la observación en materia de
seguridad.
Primeramente se abordarán los antecedentes históricos de los Observatorios en
México, se presentaran las características generales de los tipos de Observatorios
relacionados; seguidamente se describirán las acciones emprendidas en la instalación de un
Observatorio en el municipio de Mérida, Yucatán. Después se hará hincapié en las
fortalezas, debilidades y oportunidades de este tipo de proyectos. Al final se discutirán las
lecciones aprendidas y los retos que supone la observación ciudadana en temas de
seguridad y violencia.

Desarrollo del tema


En las ciudades, localidades y municipios se toman decisiones que afectan a miles de
personas. Estas decisiones deben estar fundamentadas y respaldadas en el conocimiento de
la población, sus dinámicas y problemáticas más recurrentes con el fin de procurar el
óptimo desarrollo de dicha población. Este conocimiento contribuye a la generación de
políticas públicas encaminadas al avance de una población en un lugar determinado. Tener

331
información confiable y oportuna sobre la dinámica de diversos fenómenos que inciden en
la ciudad se ha convertido en un asunto de interés público y privado para el seguimiento de
programas gubernamentales y la toma de decisiones (Álvarez, 2012)
Los Observatorios son una herramienta útil para la generación de información que
permita a los actores clave de una cuidad o municipio, la toma de decisiones con respecto a
una problemática social. Hablando de la seguridad y la violencia, este es un tema que los
gobiernos han puesto especial atención y sus esfuerzos se han encaminado a procurar el
bienestar de los ciudadanos mediante la prevención.
El Instituto para la Seguridad y la Democracia A.C. ([Insyde] 2008, en Observatorio
de León A.C., 2012) define un Observatorio como una “fuente de información y análisis a
través de sistemas de información geográfica, investigación, bases de datos, monitoreo,
homologación de indicadores, informes periódicos y recomendaciones. Es una herramienta
de la sociedad civil para la incidencia en políticas públicas”. Asímismo, un observatorio
debe ser autónomo, interdisciplinario y servir como un medio para la transparencia y la
rendición de cuentas (López Portillo-Vargas, s/f)
Los Observatorios enfocados al tema de seguridad y violencia, disponen de
información pública para desarrollar y mantener sistemas electrónicos de información
estratégica que ayuda al diseño y evaluación de políticas y programas públicos, dan soporte
a reformas legislativas y logran intervenciones más eficaces en materia de seguridad
ciudadana y prevención social del delito en el municipio (Dzib Aguilar, Godoy Cervera y
Briceño Ascencio, 2011).
Los Observatorios surgen como una estrategia que buscó contribuir el desarrollo
urbano. En 1996 se publicó la Declaración de Estambul y el Programa Hábitat como
estrategias de la Organización de las Naciones Unidas, con estas publicaciones que hablo
de instalar la sustentabilidad mediante el desarrollo urbano de las ciudades. Uno de los
temas fundamentales de la también llamada Agenda Hábitat explicita como objetivo común
el “Desarrollo Sostenible de los asentamientos humanos en un mundo en proceso de
urbanización” (UN- Hábitat, 1997, en Mendo Gutiérrez, 2008) y para dar cuenta de los
avances registrados internacionalmente en este tema, el Programa de las Naciones Unidades
para los Asentamientos Humanos (conocido como UN-Hábitat) creó en 1997 el
Observatorio Urbano Mundial.

332
Aunque México siempre ha formado parte de las grandes cumbres mundiales
relacionadas con asentamientos humanos, todavía en el año 2004 no se habían planteado
formalmente instrumentos específicos para responder mandatos mundiales, situación que
contrastaba notoriamente el hecho de que para ese año ya existiera observatorios en otros
países latinoamericanos (Mendo Gutiérrez, 2008).
Con la idea de atender éste y otros mandatos internacionales, la administración de
Vicente Fox Quesada impulsó, desde la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), un
esquema nacional sobre la problemática urbano social a partir de la estrategia “Contigo” , y
es así como se concretó el denominado Programa Hábitat. Como parte de este programa
surgió la idea de estructurar una Red de Observatorios Urbanos Locales (OUL) en el año
2005 con base a las 30 plataformas de monitoreo urbano ya creadas.
La red de OUL logró sobrevivir cambios de administración y se convirtió en un
caso razonable de éxito y formó una cultura de los “observatoristas”, a partir del
intercambio de ideas en 9 reuniones nacionales en el 2011 (Álvarez, 2012 ).
A partir de esta experiencia con los observatorios urbanos, la instalación de los
mismos y la medición de indicadores urbanos, surgieron inquietudes para trabajar otras
problemáticas por medio de los Observatorios. Se motivó la ampliación del sistema de
indicadores a otras temáticas urbanas, como el desarrollo sustentable o la violencia social
con perspectiva de género; siguiendo el modelo de UN-Hábitat y los Objetivos del Milenio
(Álvarez, 2012b). Nacieron los Observatorios de Violencia Social y Género (OVSGs)
(Sedesol/Indesol, 2005-06), donde se lanzó una convocatoria para la creación de
Observatorios de Violencia Social y de género que de igual forma querían medir el
fenómeno de las violencias imitando la metodología de los observatorios urbanos.
Posteriormente surgieron los observatorios ciudadanos, los cuales seguían con el
espíritu de la rendición de cuentas, la transparencia, la medición de indicadores pero que
incluyó la participación activa de los ciudadanos, para que ellos alimentaran también el
sistema de información.
A partir de la diversidad de los OVSGs, un grupo de observatoristas propuso
homologar metodologías siguiendo las mejores prácticas de los OULs, y siguiendo el
concepto de Presión Estado Respuesta, al que se le llamó el modelo GMA (Generación-
Manifestación-Atención) (Álvarez, 2012b).

333
Junto con esta iniciativa y sumando los esfuerzos de UN- Hábitat desde 1996 con el
Programa de Ciudades Más Seguras que buscó contener la violencia urbana por medio de
estrategias de prevención. Se retomó implementar compromisos y enfoques UN-Hábitat y
reconocer la responsabilidad de las autoridades locales en la prevención del crimen, así
como también reconocer el derecho a la ciudad, a la gobernanza (participación ciudadana),
y la visión sistémica (integral, holística) de los problemas en la materia.
A nivel nacional (a partir de 2011), se reconoció la importancia de los observatorios
ciudadanos como apoyos técnicos para generar información para instrumentar los
programas del Centro Nacional de Prevención del Delito y Participación Ciudadana con
fondos del Subsidio para la seguridad de los municipios y demarcaciones territoriales para
autoridades locales, a partir de ello se crea en el 2012 la iniciativa de integrar Observatorios
de Seguridad y Gobernanza Urbana.

Tipos de Observatorios
A partir de la revisión teórica, no existe una tipología de observatorios única. Los tipos de
Observatorios dependerán del fenómeno a estudiar, la metodología empleada, los actores
involucrados, los objetivos que persigue, de que institución depende, por mencionar
algunas variables.
Se han podido identificar los siguientes tipos de Observatorios entre los que se
encuentran los orientados a la medición de la violencia en los municipios.
a) Observatorio Urbano (local, nacional o global): Los indicadores que
se miden en este tipo de observatorios van orientados a lo económico, lo social, lo
ambiental y lo metropolitano., se basa en el programa ONU-Hábitat.
b) Observatorio ciudadano: Este tipo de observatorios fomentan la
participación activa de las personas que “viven el problema”, contribuyen a la
generación de información y su meta es la generación de políticas públicas que
incidan en la resolución de sus problemas.
c) Observatorio de Violencia Social y de Género: Su eje central es el
monitoreo de esta temática enfocada a la violencia social y de género. Suelen ser
más militantes, más cualitativos, pero menos estandarizados y operativos.

334
d) Observatorio de Seguridad y Gobernanza Urbana: Mide un sistema
de indicadores para la ejecución de un buen gobierno donde incluye la participación
ciudadana. Genera conocimiento sobre violencia para proveer de insumos en la
toma de decisiones en materia de prevención, seguridad y convivencia. Incluye a
grupos vulnerables (mujeres, jóvenes, indígenas), derechos humanos y perspectiva
de género.
Todos coinciden en la observación, monitoreo y medición de indicadores que
reflejen el “estado actual” de alguna problemática presentada en una comunidad, localidad
y/o municipio con la finalidad de incidir positivamente en el cambio de dicha problemática.
Consideran importante la georeferenciación de los problemas, la contribución a la toma de
decisiones y la generación de políticas públicas.

Objetivos y funciones de los Observatorios


Los datos producidos por un Observatorio son utilizados por aquellos que se encargan de la
toma de decisiones, iniciativas de política públicas en materia de seguridad que involucren
directamente a una sociedad. Las estrategias empleadas para la prevención de la violencia y
el delito deben abordarse desde un enfoque integrador, interinstitucional y
multidisciplinario, de tal forma que todos contribuyan al bienestar social de una población.
En 2009, la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos de la Organización
de los Estados Americanos (OEA) mencionó que debe tomarse siempre en cuenta la
seguridad ciudadana como parte de la seguridad en general, lo que involucra la relación
entre agentes representantes del Estado y la sociedad. La Organización de las Naciones
Unidas (ONU) plantea que la seguridad ciudadana ha sido descuidada por años por parte de
los gobiernos (Organización de los Estados Americanos [OEA], 2012).
En este sentido, la Ley Federal para la Prevención Social de la Violencia y la
Delincuencia, en su artículo 17 menciona que todos aquellos programas que busquen la
prevención de la violencia y el delito deben estar diseñados con bases multidisciplinarias,
así como procurar la participación de las autoridades, organismos públicos y privados
(Congreso de la Unión, 2012).
Los Observatorios se basan también en la participación ciudadana, que es una
acción y un proceso que permite comprender, describir y evaluar un ámbito determinado

335
con base en la intencionalidad. Sirve, a su vez, como medio de difusión y comunicación de
resultados en busca de generación de cambios, logrando construir así un vínculo entre la
ciudadanía y las autoridades de la misma (Dzib Aguilar, Godoy Cervera y Briceño
Ascencio, 2011).
Por otro lado, la gobernanza, una de las metas del Observatorio, es un estilo de
gobierno que busca una mayor integración entre el Estado y los actores clave por medio de
la toma de decisiones en lo referente a las políticas públicas de prevención social de la
violencia y la delincuencia (ABC de la prevención social de la violencia y la delincuencia,
s/f).
Funciones del observatorio de seguridad y gobernanza urbana.
De acuerdo a la Universidad del Caribe, et. al (2007, en Dzib Aguilar, Godoy
Cervera y Briceño Ascencio, 2011) el equipo que conforme un Observatorio habrá de
cumplir con las siguientes acciones:
1. Creación del Sistema.
a) Recopilación de estadísticas y georeferenciación para la construcción y
mantenimiento del Sistema.
b) Desarrollo de procesos de homologación de los sistemas de registro en la
localidad.
c) Georeferenciación del sistema local que permite el acceso de la población a sus
derechos: equipamiento y servicios de educación, salud, cultura, justicia, etc.
d) Registro y análisis de las características y alcances del marco jurídico vigente.
e) Registro y análisis de los planes y programas gubernamentales en la materia.
f) Levantamiento y análisis de encuestas especializadas; de victimización,
percepción de inseguridad, personas en reclusión, etc.
2. Investigación aplicada
a) Promoción, apoyo y realización de estudios e investigaciones.
b) Identificación y difusión de buenas prácticas nacionales e internacionales en la
materia.
c) Elaboración de propuestas de políticas, estrategias y acciones preventivas
operativas en la materia.
3. Presentación de productos

336
a) Participación cotidiana y programada y sistemática en las mesas
interinstitucionales e intersectoriales de seguridad en las que se presentarán los resultados
de las investigaciones y propuestas elaborada por el observatorio, en las que participarán las
dependencias públicas, y se presentarán los insumos para la acción de la Red de
gobernanza, constituida en una red de inteligencia social colectiva.

Fortalezas, Oportunidades, Debilidades, Amenazas y Retos de un Observatorio


instalado en Mérida

El Observatorio de Seguridad y Gobernanza Urbana que se instaló en Mérida es una


iniciativa que se ha ido alimentando poco a poco y que ha ido ganando un lugar como
referente de investigación en el tema de violencia, seguridad y delito en el municipio.
Aunque aún falta mucho por trabajar y sistematizar, este proyecto es una buena experiencia
para sentar las bases de la observación ciudadana en Yucatán. A partir del análisis y el
aprendizaje sobre el trabajo con el Observatorio de Seguridad y Gobernanza Urbana se
obtuvo la siguiente información.
Fortalezas
1. Promoción de la prevención del delito mediante el uso y difusión de investigación
científica
2. Instituciones gubernamentales, no gubernamentales, académicas interesadas en el
proyecto
3. Profesionales en las áreas de investigación, gestión pública, prevención del delito y
la violencia interesados en la información que se genera en el Observatorio
4. El Observatorio tiene carácter público en la difusión de resultados
5. Cuenta con el respaldo de un grupo académico y de investigación que fortalece las
actividades del Observatorio
6. Se cuenta con una ventaja competitiva en temas de prevención del delito,
criminología e investigación con respecto a otros observatorios.
7. La Difusión se ha hecho al público en general a través del sitio web con materiales
audiovisuales.
Oportunidades
1. Proponer nuevos indicadores
2. Proponer nuevas formar de medir los indicadores
337
3. Comparar resultados con otros observatorios
4. Sumar esfuerzos con otros observatorios en la región
5. Formación de recursos humanos en el monitoreo de indicadores
6. Incrementar la visibilidad e incidir en el desarrollo del municipio y en el bienestar
de sus ciudadanos
Debilidades
1. El Tiempo estipulado para el desarrollo del proyecto y conclusión de los objetivos
es relativamente corto
2. Durante esta gestión el proyecto tuvo dificultades en cuanto a los cambios
gubernamentales que se dieron lugar durante este año. Iniciando con la veda de
información por tiempos electorales, posteriormente las elecciones, cambio de
administración y finalizando con la sesión del gobierno federal, estatal y municipal
a manos de sus nuevos dirigentes. Esta situación influyó en los tiempos de las
acciones planeadas en el proyecto en cuanto a gestiones.
3. Proyecto relativamente nuevo en el municipio, específicamente en el empleo de la
metodología y los objetivos que persigue.
4. Falta de interés en la investigación y sistematización de la información de algunas
instituciones y profesionales en la materia.
5. Falta de estructura y figura legal que formalice la interlocución con otros actores
6. Falta de delimitación de alcances del proyecto
Amenazas
1. Inconsistencias en la metodología que guió de la medición de indicadores
2. Limitación a un proveedor sobre los software para la captura de indicadores
3. Poco seguimiento a las fases subsecuentes de este proyecto
4. Falta de personal capacitado para desarrollar y concluir los objetivos posteriores de
este proyecto
5. Rezago en el desarrollo de proyectos debido a lo limitado de sus recursos por su
carácter independiente y académico.
6. Hartazgo de proveedores de información
7. Poca o nula existencia de información que es necesaria para la medición de los
indicadores

338
8. Poca o nula sistematización de la información ya sea estadística o de registros
administrativos lo que cuestionaría la validez de los datos y por lo tanto de los
indicadores.
9. Falta de información en un nivel de desagregación municipal
10. Poco o nulo interés por parte de instituciones y profesionales en la materia.
11. Pérdida de interés de los participantes (generación del conocimiento vs.
mantenimiento de indicadores en el tiempo).
12. Pérdida de credibilidad y prestigio por falta de mantenimiento del sistema de
indicadores o la generación de nuevos proyectos.
Retos
1. Delimitar el área geográfica de estudio
2. Crear mecanismos de decisión cuando los datos encontrados no correspondan al
área geográfica de estudio (debido a que no existen)
3. Proponer una metodología de medición de indicadores acorde a la realidad social
del municipio
4. Crear estrategias propias para la realización de investigación de la violencia
5. Adecuar los resultados del Observatorio para que sean comprendidos por toda la
población
6. Crear estrategias de difusión que permitan la participación activa de la ciudadanía
7. Trabajar en fomentar la voluntad política para el alcance de los objetivos
8. Enfocarse a la creación de propuestas de políticas públicas y acercamiento
institucional para fomentar la participación activa de todos los sectores de la
sociedad en la labor de prevención
9. Fomentar espacios académicos, de debate y discusión que permita la generación de
aprendizajes, se compartan experiencias y el Observatorio sea enriquecido
10. Crear una red de Observatorios de miden la violencia, la seguridad y/o convivencia
con el fin de homologar criterios de investigación y medición de indicadores,
generar propuestas y poder comparar la información obtenida
11. Por último que la información generada por los Observatorios alcance relevancia
social y política en la toma de decisiones en materia de seguridad y convivencia en
el municipio

339
Consideraciones finales
Como resultado de la experiencia de la instalación de un Observatorio que mide el
fenómeno de la violencia ha sido un reto. Primero porque es un proyecto relativamente
nuevo en el Estado; segundo porque el fenómeno de la violencia tiene que ser medido por
expertos en metodología de las ciencias sociales; tercero porque representa un empuje a la
sistematización de la información en las diferentes instituciones encargadas de atender la
violencia en el municipio y ello conlleva esfuerzos que no muchas veces se pueden llevar a
cabo y quinto la falta de cultura de la medición y la investigación de los fenómenos sociales
como una herramienta de intervención y prevención de la violencia.
El retomar las sugerencias y los retos planteados puede llevar a consolidar una red
de Observatorios de este tipo donde se puedan compartir las experiencias y éstas puedan ser
aprendidas y se genere una cultura de la observación ciudadana que involucre a todos los
sectores de la sociedad.
Otro punto a considerar es la competencia de las personas que desarrollen y operen
los Observatorios. Ellos deben de considerar la capacitación tanto en el desarrollo de
Observatorios ciudadanos como el de cuestiones operativas como manejo de bases de
datos, metodología y estadística, investigación en ciencias sociales, elaboración de
encuestas, sistemas de georeferenciación, por mencionar algunos.
A partir de este análisis se sugiere que este tipo de proyectos desarrollen una
estructura organizativa y financiera (para continuar con los proyectos si no existe
financiamiento externo), desarrollar criterios metodológicos y herramientas científicas e
informáticas que permitan el desarrollo y aprovechamiento de la información con el uso de
nuevas tecnologías y por ultimo recurrir al uso de los medios de difusión para hacer llegar a
la población los productos científicos y divulgar las relaciones institucionales.

340
Referencias bibliográficas
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.content/uploads/2012/07/ABC_de_Prevencion_social_de_violencia_la_delincuenci
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indicadores urbanos, Curso “Creación y desarrollo de Observatorios Ciudadanos”,
Toluca, Estado de México,
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desarrollo de Observatorios Ciudadanos”, Toluca, Estado de México.
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Delincuencia, Diario Oficial de la Federación.
Dzib Aguilar, J., Godoy Cervera, V. y Briceño Ascencio J. (2011), IX, Fomentar el
Monitoreo y Seguimiento de las Políticas Públicas de Prevención Social, a través
de Observatorios Ciudadanos/Urbanos Locales que Desarrollen y Mantengan
Sistemas Integrados de Información Útiles para la toma de Decisiones en la
Materia.
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para la Seguridad y la Democracia A.C.
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C. y Álvarez, J. (coord.), Observatorios urbanos en México: lecciones, propuestas y
desafíos, El Colegio Mexiquense A.C. México.
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Seguridad en León 2012: Resultados Principales, León, Guanajuato.
ONU-Hábitat, (2009), Programa ciudades más seguras, En línea, Disponible en
http://www.onuhabitat.org/index.php?option=com_content&view=article&id=67&I
temid=25 . Consultado el 12 de noviembre.
Organización de los Estados Americanos (2012), Informe sobre Seguridad Ciudadana en
las Américas, Observatorio Hemisférico de Seguridad de la OEA.
Organización Panamericana de la Salud para la Organización Mundial de la Salud (2002),
Informe mundial sobre la violencia y la salud: resumen, Autor: Washington.

341
Los autores
Julieta Ábrego Lerma
Psicoanalista. Doctora en Estudios Latinoamericanos. Profesora de la Universidad
Autónoma del Carmen UNACAR. julietaabrego@gmail.com

Javier Alvarado García


Psicólogo del CONALEP de Ciudad del Carmen. Integrante de la red de prevención del
riesgo suicida.

Alejandra Aranda Vargas


Psicóloga por la Universidad Autónoma de Yucatán. Maestría en Psicología Aplicada, en el
área de clínica para adultos por la UADY. alearanda.vargas@gmail.com

Gaspar Baquedano López


Médico Psiquiatra. Maestro en antropología social. Suicidólogo. Campo de interés:
Investigación y prevención del suicidio. Salud Mental Comunitaria desde una perspectiva
psicosocial, cultural y económica. www.drbaquedano.com

Tania Barbudo Segura


Maestra en Investigación educativa. Profesora de la Universidad Autónoma del Carmen
UNACAR.

Lery Bentancurt Pérez


Licenciada en Psicología, maestra en Psicología clínica y psicoanalista. Presidente de la
Asociación Mexicana de Suicidología y vicepresidente de la Asociación de Suicidología de
Latinoamérica y el Caribe. lerybentancurt@hotmail.com

Guadalupe Calderón Gómez


Profesora de la Universidad Autónoma del Carmen, integrantes del Grupo Interdisciplinario
de Investigación sobre las Violencias en el Sureste (GIIVISS).
gcalderon@pampano.unacar.mx

Juan Manuel Canto González


Alternativa Yucateca Integral para el Desarrollo Humano, A.C.
juancantomx@yahoo.com.mx

Eliana Cárdenas Méndez


Profesora-investigadora Universidad de Quintana Roo
elianacárdenas@hotmail.com.

Argentina Casanova
Directora del Observatorio de Violencia Social y de Género de Campeche.
argentina_casanova@hotmail.com

342
Carmen Castillo Rocha
Universidad Autónoma de Yucatán. Facultad de Ciencias Antropológicas, UADY.
Dirección Km. 1 Carretera Mérida-Tizimín, Cholul, CP 97305. Mérida, Yucatán, México,
Tel: 52 (999) 930-0090 ext. 2121: enloha@hotmail.com, ccastillo@uady.mx

Yeni Rocío Cruz Manrique


Instituto Interdisciplinario de Psicología Jurídica SCP. Mérida, Yucatán.

Ángel Gabriel de la Cruz Yanes Mejía


Psicólogo, integrante del Programa de salud mental de la Secretaría de Salud del Estado de
Campeche.

José Paulino Dzib Aguilar


Instituto Interdisciplinario de Psicología Jurídica SCP. Mérida, Yucatán.

Roger Octavio Formoso Zavala


Responsable de Estadística del Instituto Municipal de Planeación de Carmen.
rformoso@implancarmen.org

Moisés Frutos Cortés


Profesor de la Universidad Autónoma del Carmen, integrante del Grupo Interdisciplinario
de Investigación sobre las Violencias en el Sureste (GIIVISS) mfrutosc@gmail.com

Rosaura del Carmen González Castillo


Directora del Programa de salud mental de la Secretaría de Salud del Estado de
Campeche. rosaura.gc@hotmail.com

Erika Guadalupe Herrera Basto


Instituto Interdisciplinario de Psicología Jurídica SCP. Mérida, Yucatán.

Laura Hernández Ruiz


Universidad Nacional Autónoma de México, México (CEPHCIS-UNAM, Mérida,
Yucatán) laheru@hotmail.com

Ángela Beatriz Martínez González


Socióloga. Doctora en Ciencias en Salud Colectiva. Representante de la Red Mundial de
Suicidiólogos. angelabeatrizma@gmail.com

Perla Guadalupe Martínez Jiménez


Psicóloga, integrante del Programa de salud mental de la Secretaría de Salud del Estado de
Campeche.

Karen Medina Canul


Maestrante del Programa de Antropología Aplicada de la Universidad de Quintana Roo
alekmedina@gmail.com

343
Yeni E. Mena Loeza
Alternativa Yucateca Integral para el Desarrollo Humano, A.C.

María de los Milagros Morales Vázquez


Maestra en Psicología clínica. Profesora de la Universidad Autónoma del Carmen
UNACAR jaymil8202@hotmail.com

Luis Enrique Pech Jiménez


Director General del Instituto Municipal de Planeación de Carmen, Campeche.
lpech@implancarmen.org

Angélica Ramírez Dávila


Instituto Interdisciplinario de Psicología Jurídica SCP. Mérida, Yucatán.

Javier Rivera Domínguez


Programa Educativo Psicología Clínica.- Dependencia de Educación Superior de Ciencias
de la Salud.- Universidad Autónoma del Carmen. Miembro del Grupo Interdisciplinario de
Investigación sobre las Violencias en el Sureste (GIIVISS).
jrdominguez@pampano.unacar.mx

Aracely del Rosario Rosado Moo


Psicóloga del CONALEP de Ciudad del Carmen. Integrante de la red de prevención del
riesgo suicida.

Cynthia Sánchez Calderón


Profesora de la Universidad Autónoma del Carmen. Periodista. Integrante del Grupo
Interdisciplinario de Investigación sobre las Violencias en el Sureste (GIIVISS).
cgsc26@gmail.com

Esther Concepción Sánchez Ramírez


Instituto Interdisciplinario de Psicología Jurídica SCP. Mérida, Yucatán.
legnaret@hotmail.com

Esther Solano Palacios


Profesora de la Universidad Autónoma del Carmen, integrante del Grupo Interdisciplinario
de Investigación sobre las Violencias en el Sureste (GIIVISS).
esolano@pampano.unacar.mx

Reina del Carmen Tello Briceño


Maestra por la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ). Psicoterapeuta en niños y
adolescentes. Orientadora en la Universidad Autónoma del Carmen. Miembro del Grupo
Interdisciplinario de Investigación sobre las Violencias en el Sureste (GIIVISS).
rtello@pampano.unacar.mx

Sandy M. Tzuc Salazar


Alternativa Yucateca Integral para el Desarrollo Humano, A.C.

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