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3 1822 03655 2883

La defensa social
Historia de la campaña de la División del Norte
José Juan Tablada

Introducción y edición crítica de


Rubén Lozano Herrera

\ \ o l) \ l) lº lº \ \l \ \ \
El Pasado del Presente
Con esta colección se

pretende ofrecer al lector


distintas representaciones,
elaboradas desde nuestro
presente, de estados y
acontecimientos pasados.
Estas representaciones irán
desde estudios económicos

hasta investigaciones
culturales, incluyendo todas
las demás formas actuales
de investigación histórica.

Títulos recientes
Goldsmit, Shulamit y Natalia Gurvich
(coords). Sobre el judaísmo mexicano.
Diversas expresiones de activismo
comunitario, México,
Uia-Departamento de Historia, 2008.
Alarcón Menchaca, Laura. José María
Mayorena. Una biografía política,
México, El Colegio de Jalisco El
Colegio de Sonora/Uia-Departamento
de Historia, 2008.

Gurión, David Ben. Visión y legado.


Discursos, artículos y correspondencia
1948-1964, ed. de Tuvia Friling, Paula
Kabalo y Ariel Kleiman, tr de Joseph
Hodara, México, Uia-Departamento
de Historia-Programa de Cultura
udaica Asociación Mexicana de
Amigos de la Universidad Ben
Gurión en el Neguev, A. C., 2008
1822 03655

GESEL LIBRARY
UNIVERSTY CFC ALFCRNA SANDEGO
LA JCLLA, CALF CF . A
La defensa social
Historia de la campaña de la División del Norte
José Juan Tablada

La defensa social
Historia de la campaña de la División del Norte
(1913)

Introducción y edición crítica de


Rubén Lozano Herrera

Notas de
Andrés Calderón, Genevieve Galán y Rubén Lozano Herrera

—==—

UNIVERSIDAD
BEROAMERICANA
CIUDAD DE MÉXICO (8)
D.R. (C) (1913), de la obra La defensa social. Historia de la campaña de la División del Norte de José
Juan Tablada. México: Imprenta del Gobierno Federal.
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTóNoMA DE México
Ciudad Universitaria, Delegación Coyoacán, C.P. 04510, México, D.F.
INSTITUTO DE INVESTIGACIONES FILoLóGICAs
Circuito Mario de la Cueva, s.n.
Ciudad Universitaria, Delegación Coyoacán, C.P. 04510, México, D.F.
uruu filologicas.unam.mx
iifigservidor unam.mx
UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA
BIBLIOTECA FRANCISCO XAVIER CLAVIGERO

Tablada, José Juan, 1871-1945.


La defensa social: historia de la campaña de la División del Norte / Introducción y edición
crítica de Rubén Lozano Herrera; notas de Andrés Calderón, Genevieve Galán y Rubén Lozano
Herrera.

1. Tablada, José Juan, 1871-1945 — Crítica e interpretación. 2. Huerta, Victoriano, 1854


1916. 3. México — Historia — Revolución, 1910-1920 — Campañas. I. Lozano Herrera,
Rubén. II. Calderón, Andrés. III. Galán, Genevieve. IV. T: Historia de la Campaña de la
División del Norte. V. Universidad Iberoamericana. Departamento de Historia. VI.T.
F 1234 T32 2010

Imagen de portada: C) (6o99) coNACULTA.INAH.sINAFo.FN.México “Victoriano Huerta, el teniente


coronel Guillermo Rubio Navarrete, el general Antonio Rábago, Felipe Núñez y otros oficiales
antes de salir a Torreón", 1o de abril de 1912.

Primera edición crítica: 2oio

D.R. (C) Rubén Lozano Herrera (edición crítica)


D.R. (C) Universidad Iberoamericana, A.C.
Prol. Paseo de la Reforma 88o
Colonia Lomas de Santa Fe
C.P o 12.19 México, D.F.
publica (quia.mx
IsBN 978-968-859-719-4

Impreso y hecho en México


Printed and made in Mexico

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parte, ni registrada en, o transmitida por un sistema de recuperación de información, en
ninguna forma ni por ningún medio, conocido o por conocerse, sin el permiso previo por
escrito de la editorial. publica guia.mx
Librería virtual:
uruu uia.mx/publicaciones
Índice general

Agradecimientos.....................................................................IX
Advertencia editorial........................................................... .XI
Introducción............................................................ .XVII
Fuentes consultadas...................................................................... CVI

La defensa social.
Historia de la campaña de la División del Norte,
de José Juan Tablada

A manera de prólogo. La leyenda de oro. El señor general


Victoriano Huerta....................................................................3
El hombre de México..................................................................... 11
Combate de Cuatro Ciénegas......................................................... 16
Combate del Tlahualilo..................................................................25
Batalla de Conejos......................................................................... 30
Combate de Pedriceña.................................................................... 41
Batalla de Rellano...........................................................................46
Combate de La Cruz..................................................................... 60
Batalla de Bachimba.......................................................................64
Combate de Balleza........................................................................ 78
Apéndice
La leyenda del "Niño"............................................................. 83
¿Quién es el señor general Victoriano Huerta?......................... 89
El ejército reorganizado por el general Huerta.......................... 96
La División del Norte juzgada por un militar joven................. 105
Lista de honor.................................................. 110
A los héroes sin nombre... (A manera de epílogo)................... 116

Índice onomástico. 123


Índice geográfico... .................................................... 130
Agradecimientos

La culminación de este trabajo se logró con el apoyo y el auxilio de varias


personas. De todas ellas, comenzaré por destacar la de varios alumnos de
mi clase de Técnicas de Investigación, de la Universidad Iberoamericana,
quienes, como parte de algunas prácticas de investigación buscaron ar
tículos hemerográficos y datos para las notas. He dado crédito a dos de
ellos porque fueron quienes realizaron una tarea más amplia, sistemática
y específica a la hora de elaborar las notas. Ante el riesgo de pasar por
alto a alguno, va mi agradecimiento a todos.
Por otra parte, en el Instituto de Investigaciones Literarias de la
Universidad Nacional Autónoma de México, el doctor Fernando Curiel,
a la sazón director, me invitó a tomar un curso de edición crítica de
textos, impartido por la doctora Ana Elena Díaz Alejo, que me sirvió
para adentrarme en esta fascinante tarea, complementaria de mi activi
dad de editor; la doctora Belem Clark de Lara me proporcionó valiosas
orientaciones para emprender esta mi primera experiencia.
El personal del Archivo Histórico de la Secretaría de la Defensa
Nacional me ofreció facilidades para la consulta de materiales fundamen
tales para la anotación del libro de Tablada. Asimismo, el personal del
Fondo Reservado de la Hemeroteca Nacional, bajo la dirección entonces
de la maestra Guadalupe Curiel Defossé, fue diligente y amable para
facilitarme documentos e informaciones.
Diferentes personas me proporcionaron datos útiles para la elabora
ción del trabajo. Fueron ellas: María Cristina Barrón, Yasushi Ishi, Sonia
Quiroz y Hiroyuki Tagawa.
La doctora Perla Chinchilla Pawling, ex directora del Departamen
to de Historia de la Universidad Iberoamericana, me apoyó para dis
poner de tiempo dedicado a la investigación; la señora María de la Luz
Guadarrama me ayudó en la transcripción de las diferentes versiones y
en otros pasos del proceso editorial.
Por último, pero no en último lugar, agradezco a la Dra. Mercedes
de la Garza Camino, directora del Instituto e Investigaciones Filológi
cas de la UNAM, las facilidades que brindó para la realización del trabajo.
De igual manera lo hago con el Comité Editorial del propio Instituto,
que amablemente cedió los derechos de La defensa social. Historia de la
campaña de la División del Norte a la Universidad Iberoamericana.
Advertencia editorial

La defensa social. Historia de la campaña de la División del Norte se pu


blicó en 1913, en México, por la Imprenta del Gobierno Federal; constó
de 1 17 páginas; el texto está fechado, por el autor, el 29 de septiembre
del mismo año, en Coyoacán. Salió de la imprenta, a más tardar, en
noviembre. Desde entonces no había vuelto a publicarse.
Dos de los capítulos aparecieron originalmente en la prensa; a saber:
• “A manera de prólogo”, que se intituló “La leyenda de oro. El señor
general Victoriano Huerta”, columna “De domingo a domingo”,
en El Diario, 27-10-1912, pp. 3-4.
• “Combate de Cuatro Ciénegas”, publicado con el mismo título,
en El Mundo Ilustrado, 23-4-1913, s. ff.

En 1987, Gastón García Cantú incluyó “La leyenda de oro” y “El


hombre de México” en Elpensamiento de la reacción mexicana, t. II, pp.
229-235.

Publicaciones dentro de la serie Obras de José Juan Tablada


El Centro de Estudios Literarios, del Instituto de Investigaciones Filo
lógicas de la UNAM, como depositario del archivo de José Juan Tablada,
se ha propuesto publicar las obras del autor que permitan conocerlo y
justipreciarlo. A la fecha se han editado:
. Obras I-Poesía, recop., ed., pról. y notas de Héctor Valdés,
México, UNAM-Centro de Estudios Literarios, 1971 (Nueva Bi
blioteca Mexicana, 25). Contiene: Poemas dispersos, El Florilegio,
La epopeya nacional. Porfirio Díaz, Al sol y bajo la luna, Un día, El
jarro de flores, Li-Po y otros poemas, La feria, Los mejores poemas de
José Juan Tablada e Intersecciones).
. Obras II-Sátira política, pról. de Jorge Ruedas de la Serna;
recop., ed. y notas de J. R. de la S. y Esperanza Lara Velázquez,
XI
México, UNAM-Instituto de Investigaciones Filológicas, Centro de
Estudios Literarios, 1981 (Nueva Biblioteca Mexicana, 79). Contie
ne Tiros al blanco. (Actualidades políticas) y Madero-Chantecler)).
. Obras III-Los días y las noches de París. Crónicas parisienses,
pról., recop., ed. y notas de Esperanza Lara Velázquez, México,
UNAM-Instituto de Investigaciones Filológicas, Centro de Estudios
Literarios, 1988 (Nueva Biblioteca Mexicana, 99).
. Obras IV-Diario (1900-1944), ed. de Guillermo Sheridan,
México, UNAM-Instituto de Investigaciones Filológicas, Centro de
Estudios Literarios, 1992 (Nueva Biblioteca Mexicana, 1 17).
. Obras completas V-Crítica literaria, ed., selec. y pról. de Adria
na Sandoval, recop. de Esperanza Lara Velázquez, A. S. y Esther
Hernández Palacios, México, UNAM-Instituto de Investigaciones
Filológicas, Centro de Estudios Literarios, 1994 (Nueva Biblioteca
Mexicana, 122).
. Obras completas VI-Artey artistas, ed. y pról. de Adriana Sando
val, recop. de Esperanza Lara Velázquez, A. S. y Esther Hernández
Palacios, México, UNAM-Instituto de Investigaciones Filológicas,
2000 (Nueva Biblioteca Mexicana, 144).
. Obras completas VII-La resurrección de los ídolos. Novela americana
inédita, pról. y notas de José Eduardo Serrato Córdova, México,
UNAM-Instituto de Investigaciones Filológicas, Centro de Estudios
Literarios, 2003 (Nueva Biblioteca Mexicana, 152).
. Obras VIII-En el país del sol, ed. crítica, pról. y notas de Jorge
Ruedas de la Serna, presentación de José Pascual Buxó, México,
UNAM-Coordinación de Humanidades, 2006 (Nueva Biblioteca
Mexicana, 162).

Además se han publicado los siguientes discos compactos:


. La Babilonia de Hierro. Crónicas neoyorquinas (1920-1936),
vol. 1 de Crónica general de José Juan Tablada, est. preliminar de
Esther Hernández Palacios, México, cd-rom editado por la UNAM
Instituto de Investigaciones Filológicas/Universidad de Colima
Cenedic, 1997.
. México de día y de noche. Crónicas mexicanas 1928-1944, est.
Preliminar de Pilar Mandujano Jacobo, México, UNAM-Instituto
de Investigaciones Filológicas/Universidad de Colima-Cenedic,
1998, cd-rom.
. José Juan Tablada: letra e imagen (poesía, prosa, obra gráfica
y varia documental), ed., coord. del proyecto y est. preliminar de
Rodolfo Mata, México, UNAM-Instituto de Investigaciones Filoló
gicas, 2003, cd-rom.

Dentro de la red electrónica se encuentra la siguiente página:


José Juan Tablada: letra e imagen: «http://www.tablada.unam.mx»
La anotación
Debido a la falta de otras versiones del texto, pocas son las notas que
indican variantes; sin embargo, como el autor reprodujo parcial o total
mente palabras de otras personas, en lo posible se señalan las versiones y
se anotan las diferencias. En consecuencia, la mayoría de las notas al pie
de página se refieren a datos biográficos. No se da información geográfica,
salvo de lugares cuya localización, se consideró, no es fácil identificar o
de los cuales no se ha reconocido su importancia histórica.
Con respecto a las fuentes de consulta para identificar a los persona
jes citados por Tablada, se agotaron las búsquedas de datos biográficos.
Para el caso de los militares, el Archivo Histórico de la Secretaría de la
Defensa Nacional (AHDN) fue la principal fuente de pesquisa, y, si no
aparece expediente personal ahí, no hubo manera de hallar información.
Otra precisión en este tenor es que una de las razones que dificultó el
hallazgo de nombres de militares, es que en ocasiones Tablada sólo
escribe el apellido, y también llega a escribir dos o más variantes (por
ejemplo, Pasuargo y Pasuengo); en estos casos se optó por la que pudo
documentarse.
Llega a suceder que los datos proporcionados en las notas acerca de
los militares (en especial los grados dentro del Ejército) no coinciden
con los indicados por Tablada. La razón principal de esto es que las
fuentes de información consultada no datan necesariamente de la fecha en
que el poeta recabó los datos. Por otra parte, es de resaltar que de la hoja
de servicios de varios de los militares se infiere cómo fueron premiados
con ascensos, y a veces con algún otro beneficio, por Huerta, cuando
éste ocupó la presidencia de la República.
XIII
En los casos de personajes que aparecen mencionados varias veces
en el texto, se da su información biográfica sólo la primera vez; por lo
que en las ocasiones sucesivas ya no se pone ninguna llamada.
Para indicar la procedencia de la información proporcianada en
las notas, a continuación de éstas se escribe, entre paréntesis, la sigla
establecida en la sección “Bibliografía de las notas” dentro de las fuen
tes consultadas. En los casos de que la información acerca de militares
provenga del AHDN, no se anota fuente alguna.

La actualización ortográfica y técnica


Se actualizó la ortografía de los textos: acentos en desuso, simplificación
de los grupos consonánticos bs y ns, cursivas en expresiones latinas y,
en general, extranjeras. Se dejó el empleo, aparentemente inconsis
tente, de los signos de admiración e interrogación, por considerar que
cumple una función en el estilo del autor. También se modernizaron
las mayúsculas (salvo las que Tablada, a tono con su época, usó para
resaltar virtudes; cuando usó mayúsculas compactas en algunas palabras
o frases, se pusieron versalitas en su lugar; además, como el empleo
de las mayestáticas, por parte del poeta, es inconsistente, se optó por
bajarlas). Se prescindió de las comillas que el autor anota para designar
agrupaciones, nombres de batallas, etcétera; se dejan sólo cuando se
sirvió de ellas para referirse a frases como “balas de carne”. Los puntos
suspensivos, que en el original son variables en cuanto a número (incluso
llegan a aparecer alternados con unas rayas), se dejaron en tres, salvo
en los casos que en el original ocupan toda una línea, como indicación
de supresión de texto. Se desataron las abreviaturas, menos en las de
origen extranjero (como St Chamond), y en las indicaciones de horas
y medidas. Se unieron palabras yuxtapuestas que Tablada escribió se
paradas (“lanzabombas”, en lugar de “lanza bombas”). La puntuación
se corrigió sólo en el caso de evidentes erratas. Se dejó “Korán”, para
indicar cómo lo usaba el autor. En el original hay anarquía para separar
secciones sin subtítulo dentro de los capítulos; la mayoría de las veces
hay tres asteriscos, en otros casos, una interlínea; se optó por esta últi
ma señal. Se pusieron a bando todas las citas mayores de cinco líneas
que el autor reproduce entrecomilladas. En cuanto a la escritura de los
números, las cifras del uno al diez se escribieron con letra, excepto en
horas y fechas. Se corrigieron las erratas; por ejemplo: “reconocimiento”,
en lugar de “reconociendo”.
En el capítulo “Lista de honor” se dejó el uso particular de las cursivas
que aparece en el original. Como se trata de una relación, en la que, a
continuación del grado militar se anota el nombre de la persona, todos
los nombres propios se leerán tal como en el original, excepto las erratas
tipográficas, que sí se corrigieron.
OOIXJW’NH’OHVNIS’HVNI VITINOVNOO (Z619) ©

“Victoriano Huerta, Emilio Madero y Francisco Villa”.


Introducción

La vida y la obra de José Juan Tablada son ricas y variadas; por lo mismo,
contrastantes, irregulares, polémicas. Se mueven entre los opuestos. Si
bien, como es el caso de toda producción completa, cada una de las
piezas que la constituyen no tienen por qué ser merecedoras de encomio,
sí es importante conocer la mayor parte de éstas, valorarlas e interpre
tarlas, con el fin de situar mejor al autor y tener bases más amplias para
la crítica. Se ha afirmado sobre Tablada que, con todo y ser un poeta
notable, un gran cronista y un testigo importante de su época, se ganó
un lugar secundario en el panteón de las letras nacionales a causa de su
actitud política: conservadora, cuando no de plano reaccionaria; por
otra parte, sus acciones vitales van de la liberalidad al conservadurismo.
En la tarea de comprender al autor y sus trabajos es necesario acercarse a
su obra en diferentes momentos, con la acumulación de estudios a car
go de los investigadores dedicados a ello y de los propios conocimientos
del lector.
Como parte de la edición crítica de La defensa social. Historia de la
campaña de la División del Norte, en el presente estudio introductorio
me propongo: 1) mostrar cómo y por qué Tablada escribió esta obra
(que, en esencia, es una defensa de Victoriano Huerta por sus dotes
militares al derrotar a Pascual Orozco cuando éste se levantó en contra de
Francisco I. Madero en 1912); 2) referirme a la composición retórica
de la misma; 3) situarla entre los elogios y las condenaciones coetáneas y
posteriores al presidente usurpador por excelencia en la historia nacional;

"Es necesario precisar que suele identificarse a la División del Norte con el ejército que comandó
Pancho Villa para combatir a Victoriano Huerta una vez que éste se apoderó de la silla presiden
cial. No obstante, la denominación de esa fuerza militar es anterior, como queda claro en la obra
aquí anotada y en las referencias militares y periodísticas que irán apareciendo en las páginas de la
introducción y de la edición anotada.

XVII
y 4) interpretar en qué consistía la defensa social para Tablada. Con esto
pretendo aportar algunos elementos más para continuar perfilando la
figura del escritor, además de contribuir a la historiografía de un episodio
por demás polémico de la Revolución mexicana.
El hecho de haber emprendido la edición crítica de una obra elo
giosa de Huerta, escrita por uno de los autores más criticados por su
posición política en la historia de la cultura nacional, habrá de suscitar
reparos, cuando no rechazo entre el público. Aspiro a que las objeciones
se conviertan en crítica —en debate enriquecedor— y no en la desca
lificación, o incluso en la atribución de que, al proponer el estudio de
la presente obra, estoy planteando la exoneración política de su autor o
incluso la reivindicación de Huerta. Uno, como estudioso de un escritor,
no le limpia su historial, sino que contribuye a su conocimiento; para
ello trata de hacer evidente al enunciador y su lugar de enunciación, así
como uno mismo revela el lugar desde el que habla.
En consecuencia, empiezo por hacer explícito que de ninguna
manera comparto la posición política de Tablada de apoyar a Huerta,
ni la de ser un conservador en los asuntos públicos. Me he acercado a
él y a su obra porque lo considero uno de los autores fundamentales
de la literatura nacional, un personaje clave en la cultura del país, y en
consecuencia me he propuesto estudiar algunas de las porciones menos
conocidas o valoradas de su producción. Comencé en 1995 con su
tragicomedia político-zoológica en una pieza, Madero-Chanteclerº y
proseguí en 2000 con sus crónicas neoyorquinas.”
En Las veras y las burlas de JoséJuan Tablada presento, en su primera
parte, una contextualización amplia de lo que considero una sátira bien
hecha; impecable, la califico ahora, al mismo tiempo que me refiero al
satirizado, el llamado Apóstol de la Democracia, para mostrar que las
acciones del propio Madero fueron determinantes en su martirio; sin
pasar por alto que éste lo propiciaron quienes de inmediato lucharon por
el poderº pero su deceso no requirió de la autoría intelectual de artistas
º Rubén Lozano Herrera, Las veras y las burlas de José Juan Tablada.
º Rubén Lozano Herrera, José Juan Tablada en Nueva York: búsqueda y hallazgos en la crónica,
1920-1936.
* Esto es, el propio Huerta y Félix Díaz, con el apoyo de lugartenientes como Manuel Mon
dragón.

XVIII
y críticos, quienes sólo contribuyeron con la campaña de desprestigio. La
segunda parte del trabajo es un análisis retórico de la sátira, para plantear
que, en efecto, Madero-Chantecler, como “tragicomedia zoológico políti
ca”—según la clasificó el propio autor— posee los atributos necesarios
para ser considerada un ejemplo bien hecho de la sátira, en la línea de
una tradición centenaria en el mundo. La reivindicación de la burla
como parte de un género literario, y en particular de dicho libro, ofrece
un punto de vista diferente del que por tradición se había establecido
alrededor de él. Los resquemores, cuando no el pleno rechazo a Tablada,
tienen su origen, más que en otra obra, en esta sátira. Me propuse, en
consecuencia, paliar las condenaciones tajantes y proponer una lectura
desprejuiciada de la tragicomedia en cuestión.
Con respecto a JoséJuan Tablada en Nueva York: búsqueda y hallazgos
en la crónica, mi propuesta es la de profundizar en el conocimiento del
autor y una de las épocas menos conocidas de su vida, porque ocurrió
en el exilio. En esas páginas considero que su salida del país se debió a
las consecuencias de haber escrito la sátira contra Madero (tanto es el
peso de las atribuciones de reaccionario que se le hacen por haber escrito
dicha tragicomedia), y por eso vi como un paso consecuente su vida y
obra en la llamada Urbe de Hierro. Al dedicarme a trabajar la crónica
como género de la modernidad y adentrarme en los escritos tabladianos
en Nueva York, sitúo al autor como un personaje de la tradición ilustra
da en el país, con lo que trato de precisar su lugar de enunciación y termi
no por confirmar que su crítica a Madero es del todo congruente con su
manera de pensar, con una posición que, por otra parte, no es exclusiva
de él, sino que se sitúa en la corriente intelectual del momento. Con toda
su singularidad, Tablada no es un personaje excéntrico dentro del ámbito
de las letras nacionales a finales del siglo XIX y principios del XX.
Hubo algo a lo que no di el peso apropiado en su momento: en
realidad la causa de su exilio fue el apoyo a Huerta, explícito, si bien no
exclusivo, en la obra que hoy edito y presento. Claro que el respaldo al
usurpador no nació de la nada, sino que es consecuencia natural de las
convicciones que llevaron a Tablada a mofarse del Apóstol de la Democra
cia. Varios hechos se conjuntaron para que Madero-Chantecler no tuviera
la repercusión que años después se le atribuyó, pero de cualquier manera
el poeta ya estaba identificado como antirrevolucionario desde 1910,
cuando la escribió; sin embargo, cuando Venustiano Carranza depuso
al también llamado “Chacal”, como Tablada ya lo había respaldado con
acciones y obras, sobre el poeta se giró una orden de aprehensión que
incluyó a otros personajes de la cultura y de la política, y en consecuencia
se vio obligado a abandonar el país.
Digo que la sátira contra Madero no tuvo tanto alcance, porque
al publicarse como libelo, con seudónimo y no haber sido puesta en
escena, su difusión se vio limitada. Si su repercusión fue pequeña y no
constituyó la única muestra de burla, es un exceso considerar que fue
determinante de la caída de Madero y que su autor fue el propiciador del
asesinato de los entonces presidente y vicepresidente de la República. En
cambio, es claro y contundente el apoyo que le dio a Huerta por medio
del texto que hoy presento (y de otras palabras y situaciones de las que
daré cuenta en su momento). Con esto se concreta, pues, la importan
cia de considerar a La defensa social como un trabajo significativo dentro
de la producción de Tablada, y en general dentro de la historiografía de
la Revolución Mexicana. Por más que repelan e indignen la figura y las
acciones del usurpador —sentimientos que comparto, desde ahora lo
expreso—, tales reacciones no justifican pasar por alto la participación
de un autor que necesita ser conocido con mayor amplitud.
En la línea propuesta por Niklas Luhmann, de que el estudio de
los sistemas sociales —entiéndase en este caso, de la cultura— se da
por medio de la observación de observaciones, en las páginas siguientes
ofrezco mis observaciones tanto de la obra de Tablada en cuestión como
de las que él mismo hizo acerca de Victoriano Huerta, más algunas que
historiadores y periodistas han efectuado acerca del propio autor y del
llamado usurpador. Con ello hago explícito lo siguiente: no pretendo
hacer hablar a Tablada ni a Huerta, y mucho menos recrear los aconte
cimientos; ofrezco mi interpretación tanto de lo que se propuso el autor
como de la figura construida en La defensa social.”

* No pretendo mostrarme como un conocedor de la teoría luhmanniana. Lo que sé y aplico a


continuación nace de lo que un colega ha compartido en un curso con los miembros del Depar
tamento de Historia de la Universidad Iberoamericana: Alfonso Mendiola, quien muestra cómo
aplicó dicha teoría en el estudio del pasado. Véase Retórica, comunicación y realidad. La construcción
retórica de las batallas en las crónicas de la conquista.

XX
La lectura que he hecho del libro de Tablada parte de algunos
presupuestos. El primero, que La defensa social es un trabajo de comu
nicación y que en toda comunicación está implícita la regulación de la
sociedadº patente ya sea por el establecimiento de preceptivas retóricas
o normas sociales, o bien por convencionalismos; además, para que se dé
la comunicación es indispensable el uso del lenguaje, por lo que dedicaré
atención particular a la manera en que lo empleó Tablada. El segundo
presupuesto es que si bien a lo largo del tiempo el uso del lenguaje no
siempre se ha regido por la retórica, y que ésta ya se encontraba en
desuso, mas no eliminada del todo, a principios del siglo XX, debido a
la estirpe ilustrada de Tablada éste siguió ateniéndose a disposiciones
de la preceptiva, más que aplicar una metodología científica, entendida
ésta no sólo dentro de la corriente positivista de su época, sino del rigor
para ofrecer un trabajo historiográfico ajustado a los planteamientos que
ya exigía la historia decimonónica. Por ello, además de presentar en su
libro una relación de hechos apegados a un recuento narrativo, el pro
pósito central de exaltar a Victoriano Huerta se atiene a la propuesta de
construcción del héroe (de tradición centenaria) y ofrece una versión
de la historia como maestra de vida. La recurrencia en considerar que el
estudio del pasado es ejemplar poseía (¿posee?) tanta fuerza que, según se
verá más adelante, los contemporáneos de Tablada y él mismo mantenían
el principio de que sus trabajos históricos tendían a establecer la verdad,
estaban sustentados en la imparcialidad y buscaban sentar ejemplos." El
tercero y último, pero no menos importante de los presupuestos, es el ya
señalado de la teoría de la observación.
Para precisar esto último me apoyo en Mendiola, quien explica el
fundamento de la teoría de la observación a partir del problema que
él estudia: el de las crónicas de la conquista de México en el siglo XVI. Si

ºA partir de la idea luhmanniana de que la sociedad se reproduce por medio de comunicaciones,


sean éstas orales, escritas o electrónicas, Mendiola explica que la comunicación "trasciende el ámbito
de la privacidad y de la representación propios de la conciencia"; es pública y externa. Además, cuando
alguien cuenta algo lo hace de acuerdo con una tradición narrativa. Véase ibidem, pp. 34 ss.
7 Perla Chinchilla hace una reflexión minuciosa acerca del tema de la historia como maestra de
vida en “¿Aprender de la historia o aprender historia?", en Historia y Grafia. Su texto está regido
por el siguiente epígrafe, tomado de Cicerón: “La historia, en verdad, testigo de los tiempos, luz
de la verdad, vida de la memoria, maestra de la vida, mensajera de lo vetusto, ¿por cuál otra voz,
sino por la del orador, es encomendada la inmortalidad?”, p. 119.
recurro a él es porque la teoría en cuestión se aplica a todo acercamiento
al estudio de la realidad en la sociedad. Mendiola señala: “La cuestión
no consiste en observar la realidad que el cronista observa, cosa por
demás imposible, sino cómo él la observaba. Observar lo observado
por él presupondría que la realidad existe independientemente de la
operación de observar, y los textos de los cronistas no son la realidad,
sino la observación que ellos hicieron de ella”.° En otras palabras, no
se tiene contacto con la realidad de los “acontecimientos”, sino con la
realidad que produjo un autor o, en todo caso, con la que produce uno
al estudiar el pasado; al hacer esto último uno se situará en el espacio
de tensión entre los documentos —las evidencias— y el lugar que
ocupa quien los escribió. De esta manera, el estudio del pasado hará un
movimiento pendular entre lo real y la construcción efectuada por el
autor del documento, así como entre los documentos y los modelos de
producción de los objetos culturales.
Mendiola precisa que la observación se debe entender como una
"operación” que ejecuta el observador, y que “lo real” se hace presente
sólo al haber efectuado la observación. Ahora bien, la realidad, enten
dida como el resultado de la operación de observar, obliga a manejar
un concepto abstracto de “observación”, más allá de la distinción entre
actuar y observar (lo que implicaba una diferenciación entre lo activo y lo
pasivo), para entender que actuar también es una forma de observar. Para
que la observación se realice, debe establecerse una distinción; además,
“el que observa no puede observarse a sí mismo y a lo que observa en el
mismo instante en que lo hace, por lo que distinción permanece latente
al observador”. Quien observa al observador efectúa una observación de
observaciones o de segundo orden, se pregunta por qué el primer obser
vador, al usar la distinción que eligió, ve al mundo de tal manera y no
de otra, y el observador de segundo orden descubre la contingencia.”

º Mendiola, Retórica, comunicación y realidad..., op. cit, p. 44. Para revisar en extenso su expli
cación de la teoría de la observación de observaciones, véase ibidem, pp. 43-59. Las glosas y citas
que presento en el párrafo están tomadas de dichas páginas, passim.
” Mendiola transcribe una explicación del propio Luhmann: “Tenemos así la especificidad
de un mundo en el que toda observación puede realizarse de manera contingente, dependiendo de
las distinciones que pueda emplearse. Todo lo que se pueda observar es o artificial, o relativo, o
histórico, o plural. El mundo se puede construir, entonces, bajo la modalidad de la contingencia

XXII
Se llega, así, al punto de partida de que, al leer y estudiar La defensa
social, no me pongo en el lugar de Tablada, sino que trato de observar
cómo observaba su realidad, y para ello me es indispensable considerar
al propio protagonista de su libro —Huerta, puesto que es un personaje
de carne y hueso, que expresó ideas— y a otras personas que han obser
vado al propio escritor y al protagonista. Me propongo en estas páginas,
pues, preguntarme por qué Tablada escribió el panegírico en honor de
Victoriano Huerta. A fin de cuentas aspiro a mostrar la contingencia
del libro tabladiano.
En este sentido, es importante comenzar por considerar la parti
cularidad de que Tablada haya escrito, en el caso de La defensa social,
una historia. No se olvide que para la retórica, aún en el siglo XIX, la
historia formaba parte de la literatura, y en este sentido casi cualquier
literato se arrogaba la capacidad de considerarse estudioso del pasado.
De alguna manera nuestro poeta no debió haberse sentido forzado o
fuera de lugar al proponerse escribir una historia; no importaba que ya
estuviera viviendo en el siglo XX. Así como otros autores, no sentía rubor
al hacerse llamar historiador porque aún tenía preponderancia la idea
de que la historia consistía en contar los acontecimientos del pasado tal
como ocurrieron, y para el efecto bastaba con recurrir como fuente a
las autoridades competentes que lo iluminaran con su testimonio o sus
investigaciones. Por eso la importancia de resaltar la autoridad de los
documentos en que se basaba quien se decidía a escribir una historia.
Con todo, no se trató tan sólo de un asunto de géneros literarios.
Al precisar que su obra es un trabajo historiográfico, Tablada mismo se
confiere autoridad: la de quien es capaz de presentar hechos, no ficciones.
No obstante su pertenencia a la literatura, la historia vivía investida de
seriedad, de formalidad. Había que aderezar las páginas con un estilo
agradable y correcto, sí, pero además y ante todo, con la historia había
que enseñar, y las enseñanzas debían partir de verdades, de aseveraciones
comprobables en los documentos que se esgrimían como prueba. Por lo
mismo, para Tablada era fundamental llamar historia a su ditirambo" en

y de otras posibilidades de ser observado”. Apud Mendiola, Retórica, comunicación y realidad...,


op. cit., p. 49.
"Si bien “ditirambo” es una forma poética libre dedicada a Baco en la que se imitan “el delirio y

XXIII
honor a Huerta; de no haberlo hecho así, y en cambio optar quizá por la
denominación de crónica, le habría restado seriedad e incluso profundi
dad a lo que tanto le interesaba: construir la figura de un héroe.

I. “La defensa social” defensa personal de Huerta

José Juan Tablada publicó La defensa social. Historia de la campaña de


la División del Norte en noviembre de 1913 como un elogio abierto,
declarado, explícito y desmedido al presidente de la República en turno,
Victoriano Huerta, si bien parte de la misma apareció como colabora
ciones en la prensa cuando el entonces mandatario aún no ocupaba la
silla presidencial. En este momento debe señalarse que, según palabras
del autor, escribió el libro por encargo y con el patrocinio de Aureliano
Urrutia; no obstante este dato, confirmatorio de la condición de autor
a sueldo que Tablada llegó a ser en cuestiones políticas, considero que lo
hizo con gusto, convencido de la magnificación de la figura del que
pasaría a la historia como usurpador de la presidencia de la República.
Afirmo lo anterior porque —según lo desarrollaré más abajo— su con
vicción gobiernista y en favor del orden lo llevó a ver a dicho personaje
como el salvador de la patria.
De manera concreta, el detalle de que respaldaba a Huerta desde
antes de que éste se sentara en la silla presidencial es el argumento
principal del autor para mostrarse como un fiel, no oportunista, cele
brador del protagonista del libro. Así lo plantea en nota al pie de página
en el apartado “El ejército reorganizado por el general Huerta” (dentro
del Apéndice), en el que reproduce parte de un artículo escrito por
Miguel Ordorica:
Este artículo es un justo y ardiente panegírico del señor general Huerta.
Cuando yo a raíz de los triunfos del Divisionario en el Norte, publiqué

el desorden de la embriaguez, saltando caprichosamente de un objeto a otro y empleando metáforas


exageradas y términos retumbantes”, según lo define José Coll y Vehi citado por Helena Beristáin,
Diccionario de retórica y poética, p. 160, esta investigadora precisa de inmediato: “Por metonimia
generalizadora, es composición poética que expresa arrebatado entusiasmo mediante alabanzas y
elogios exagerados”. Por ello, emplearé como sinónimos “ditirambo” y “panegírico”, si bien situaré
la obra motivo de estas líneas en el discurso panegírico. Véase infra, n. 17.

XXIV
el artículo laudatorio que sirve de prólogo a este libro, el señor Ordorica,
director de El Ahuizote, me gratificó con una caricatura en que se me
representaba esculpiendo la estatua del general Huerta, y en cuya leyenda
se me llamaba cortesano. Nadie hubiera dicho entonces, sin embargo, que
el vencedor del norte sería Presidente... Lo fue mucho más tarde; lo era ya
cuando el señor Ordorica publicó su razonado y justo panegírico... De lo
cual nada deduzco, sino que los poetas solemos ser clarividentes y adelantar
juicios que luego se adoptan, aunque al principio se discutan... (96n)."

La nota es impecable en su composición, al apelar a su oportunidad


para respaldar a Huerta y al atribuirse autoridad como poeta. De esta
manera confirma su lugar dentro de la tradición ilustrada de la inte
lectualidad mexicana decimonónica.º Con el argumento de poseer la
autoridad centenaria del vate y de ser huertista por convicción, no por
oportunismo, el escritor se sentía respaldado, incluso ufano, para deam
bular por las antesalas de los recintos políticos y por las calles de la Ciudad
de México en 1913 y la primera mitad de 1914. Si durante la campaña
proselitista y el gobierno de Madero había manifestado su oposición a
éste, y se le reconocía por su abierto antimaderismo, su actitud no fue
singular entre el caudal de artículos y dibujos serios o satíricos en contra
del Apóstol de la Democracia º En cambio, sí debe reconocérsele parti
cularidad y oportunidad para referirse con elogios desmedidos a Huerta
en octubre de 1912. El general había adquirido notoriedad luego de la
campaña al frente de la División del Norte, pero no es fácil encontrar
panegíricos como el que escribió Tablada, llamativos desde su propio
título: “La leyenda de oro”, que pasaría a formar parte, como prólogo,
del libro motivo de esta edición. Por lo mismo, el autor tiene razón al
ufanarse de su apego temprano al militar en cuestión.
"Cuando reproduzca citas tomadas de La defensa social, a continuación de ellas anotaré, entre
paréntesis, el número de página en esta edición. Procederé de igual manera cuando, de un texto,
haga citas repetidas y continuas.
º Para un planteamiento más amplio de Tablada como individuo ilustrado, véase mi trabajo
José Juan Tablada..., op. cit., pp. 107-1 15, 120-126 y 152-172.
º Los periódicos antimaderistas son la fuente más clara de la oposición a don Francisco, y
cualquiera de los varios trabajos acerca del personaje y de la época hacen referencia a la notoria
oposición que despertó (y que dejó expresar el propio Madero, hay que reconocerlo) tanto en su
campaña como durante su gobierno. Está por demás remitir a una fuente en particular.
La defensa social consta de un prólogo (que el autor califica de “A
manera de”, intitulado “La leyenda de oro. El señor general Victoriano
Huerta” y nueve capítulos no numerados, más un apéndice con cuatro
artículos de otros autores que Tablada reproduce total o parcialmente,
un epílogo (también considerado por el autor como “A manera de”) y
una lista de honor con la relación de los militares que, a juicio Tablada,
y a partir de los partes militares, merecen mayor reconocimiento. Los
primeros nueve capítulos son el intitulado “El hombre de México”,
luego uno para cada uno de los combates y batallas más notorios en la
campaña contra Orozco, a saber: Cuatro Ciénegas, Tlahualilo, Conejos,
Pedriceña, Rellano, La Cruz, Bachimba y Balleza.
El prólogo, como acabo de señalar, es un elogio a Huerta por sus
dotes castrenses, manifestadas al frente de la División del Norte; fue
escrito antes de que el personaje celebrado ocupara la silla presidencial.
El primer capítulo, intitulado “El hombre de México”, es la autovindi
cación inicial de Tablada por su oportunidad en reconocer las cualidades
de dicho militar. En esas páginas hace una condenación tácita al régi
men de Madero, tanto por no haber reconocido el apoyo que le dio
Huerta al vencer a uno de sus opositores, como por la situación lamen
table (a juicio del poeta) en que tenía sumido al país. El final de este
capítulo es por demás explícito en la afirmación del enunciador y en la
defensa del elogiado:

El que cuando el señor general Huerta estaba lejos del poder expresó tan
claramente sus convicciones y sus esperanzas, tiene el derecho ahora, de
hacer constar cómo esas esperanzas y esas convicciones se han confirmado,
y el deber de descubrir los méritos singulares que integran la alta perso
nalidad del heroico vencedor de Rellano, hoy jefe supremo de la nación.
Esa obra es de justicia y de alto civismo, siquiera porque hoy, a despecho
de nuestro patriotismo, la prensa amarilla americana osa discutir a nues
tro primer magistrado como si se tratara de un cou-boy, sheriffen algún
condado de negros... (15).

Los siguientes ocho capítulos, como también lo mencioné, corres


ponden a cada uno de los enfrentamientos más notables en la lucha
contra el orozquismo. Para escribirlos, Tablada se apoya en documentos
militares y en algunos casos en el recuento de Salvador F. Resendiº con
el fin de respaldar sus efusiones líricas que exaltan las virtudes castrenses
de Huerta. Como el poeta no fue testigo presencial de la campaña en
el norte, y no le era posible aducir el argumento de autoridad del “lo vi
con mis propios ojos", º le fue indispensable respaldarse en fuentes que
él consideraba fidedignas; pero de manera implícita vuelve a destacar su
valor como poeta, como figura intelectual en el medio: la simple trans
cripción de partes militares por cuenta de personajes sin relieve intelectual
no gozaría del mismo peso, como sí lo habrá tenido en manos de un es
critor notable en la época. Tablada sabía que su solo nombre ya lo situaba
como personaje con autoridad. En este sentido, como muestra de que se
le consideraba importante es la nota con que el 5 de octubre de 1913 la
redacción de El Mundo Ilustrado presentó el artículo “Cuatro Ciénegas”
que, con el mismo título, pasaría a formar parte de La defensa social º No
obstante, debo precisar que el poeta encontró respuestas y opiniones no
sólo favorables; más adelante me refiero a algunas de estas últimas.
Tablada es consciente, con todo (y en esto sigue la tradición retóri
ca del recurso a las autoridades), de que todo buen discurso debe estar
apoyado en palabras textuales de otras personalidades, no sólo las de los
militares que escribieron los partes de batalla. Por ello, en el apéndice
reproduce, en un caso un texto completo de Víctor Manuel Corral,
también militar y ya para 1913 secretario particular de Huerta, y en tres
más, grandes fragmentos de otros documentos de la pluma de gente que
también gozaba de reconocimiento: dos periodistas —Francisco Pascual
García y Miguel Ordorica— más de nueva cuenta Corral. En el epílogo
vuelve a recurrir a Resendi como apoyo de su remate autoponderador
de la oportunidad con que escribió su libro y de la justicia que hace al

º Salvador F. Resendi formó parte de las huestes de Orozco y después se incorporó al ejército
federal. En su libro, Tablada emplea fragmentos del texto que Resendi escribió cuando ya había
dejado el orozquismo, para analizar las razones y las acciones del entonces ejército rebelde: La
revolución actual. Sus causas y tendencias, sus triunfos y fracasos, publicado en 1912.
º François Hartog se ha referido a este asunto en “El ojo y el oído”, en Historia y Grafia, pp.
13-25. Empleé su propuesta en José Juan Tablada..., op. cit., pp. 71-73, al referirme a que en sus
crónicas neoyorquinas uno de los argumentos tabladianos para persuadir es el de la autoridad que
le confiere ser testigo de los acontecimientos que narra.
º El Mundo Ilustrado, 6-5-12, s. fol., pero corresponde a la p. 23. Reproduzco la nota en el
capítulo “Cuatro Ciénegas” de esta edición; vid infra, p. 16 n. 1.

XXVII
haber celebrado no sólo al jefe del ejército y a los militares más distin
guidos, sino también a los soldados anónimos, conocidos como “juanes”.
Concluye con modestia encubierta de fines patrióticos:
Que cumpla este libro pues, su única misión exaltando la gloria de un
Ejército, que al defender gloriosamente a una sociedad, salvó a la Patria y
a su sagrado paladión contra la proterva saña del beocio
Que todo lo que en estas páginas sea brillo, fuerza, prestigio o fragancia
se añada al triunfo del Ejército federal y todo lo que sea desmayo o deficien
cia, se disculpe en pro del fin de solidaridad social, de la intención patriótica
e invocando lo que dijo el poeta inmenso: “No es dable a ningún narrador,
por concienzudo que sea, fijar absolutamente la forma de esa nube terrible
que se llama una batalla!!” (sic el doble signo de exclamación) (122).

Se reconoce, pues, una estructura ajustada a los cánones del pane


gírico." En cuanto al lenguaje, el texto está plagado de calificativos y
de metáforas ramplones. Para muestra, el primer párrafo del texto:
En estos momentos en que la gratitud de un pueblo habla incesantemente
de lealtad, de honor, de abnegación, de todas las supremas virtudes mili

" El discurso panegírico es uno de los tres géneros de discurso oratorio que formaban parte de
la retórica antigua: el forense o judicial; el deliberativo o político; y el demostrativo o panegírico.
Éste “describe (con alabanza y elogio o censura y vituperio) personas o cosas” y en él "se desarrolla
la figura de pensamiento llamada evidencia”. En concreto, el “discurso demostrativo constituye
el elogio exaltante de las cualidades y la figura de un hombre público, o bien el vituperio que
minimiza el mérito y aumenta los defectos de un enemigo. Se pronuncia en honras fúnebres,
efemérides, consolaciones, peticiones, sermones moralizantes. Se dirige a un público espectador.
Su razonamiento suele ser inductivo y se desarrolla a base de comparaciones amplificatorias (los
mismos exempla del género deliberativo). El exordio en este género es muy libre, la confirmación
suele casi desaparecer, pero la narración suele jugar un papel central". Beristáin, Diccionario de
retórica..., op. cit., pp 426-427.
Es verdad que la explicación de Beristáin se refiere a la oratoria, mas no perdamos de vista que,
como tipo de discurso, los principios se extiende a los textos escritos. Ahora bien, no me detendré
a explicar cada uno de los términos involucrados en la definición, excepto las “comparaciones
amplificatorias", dada la importancia que tiene y la frecuencia con que se encuentra en la obra de
Tablada. La amplificación “consiste en realzar un tema desarrollándolo mediante la presentación
reiterada de los conceptos bajo diferentes aspectos, desde distintos puntos de vista y recurriendo a
diversos procedimientos como la repetición, la acumulación, la digresión; o bien a través del empleo
de otras figuras como la paráfrasis, la metáfora, la enumeración, la perífrasis, la comparación, etc.”.
Ibidem, p. 33.

XXVIII
tares que rodean como ciudadela de inexpugnables muros a los sagrados
intereses de la Patria, hay que fijarse, para sacarla de la modestia en que
voluntariamente se esconde, en la venerabley gloriosa figura del señor general
Victoriano Huerta (3).

En la cita se puede leer, en seis líneas, seis adjetivos y dos adverbios


calificativos (señalados con cursivas puestas por mí) que muestran sin
embozo por dónde irá el discurso de Tablada. El sentido de los voca
blos en cuestión resalta la nobleza y el patriotismo de un personaje al
que la historiografía de la Revolución dista mucho de concederle tales
atributos. Los defensores —como se verá más adelante— destacarán en
todo caso la mano dura para imponer orden, los conocimientos de la
ciencia militar, pero no abundan expresiones semejantes a las del poeta,
salvo las de los exaltadores de Huerta como Resendi y Manuel Doblado
(según lo mostraré más adelante). Esto viene a ser una prueba de que el
autor optó por recurrir a un discurso retórico, de una argumentación
epidíctica sin concesiones; las pruebas para convencer de los atributos
que concede a Huerta son sensibleras, tratan de impresionar el oído y el
corazón con palabras que no llevan a razonar; para ir un poco más lejos,
como ya lo apunté, arma el esquema general con el apoyo de pruebas
más “científicas”, como lo son las autoridades y plumas ajenas; cuando
se sabe impedido para explicar cuestiones técnicas, se limitará a aducir
lo incuestionable de los hechos. Por ejemplo:

La batalla de Rellano ofrece al crítico militar vasto campo para un pro


vechoso análisis del que sin duda se desprenderían enseñanzas fecundas
para el arte de la guerra. Pero no siendo nuestro ánimo, ni teniendo la
capacidad para intentar un estudio técnico de la memorable función de
armas, llenaremos nuestro propósito reseñándola en sus robustos aspectos
esenciales (48).

Al leer la prosa de La defensa social uno se pregunta qué ha ocurri


do con el notable poeta del modernismo, uno de los renovadores de la
lengua española, con el ágil y acucioso cronista, con el puntilloso crítico
notable en la sátira política. Las metáforas cabales, como “el cilicio de las
penas” en “Misa negra”; los adjetivos originales, como “sensual impura”
XXIX
en “Ónix”; los sustantivos precisos de casi toda su poesía y lo mejor de
su crónica, no aparecen en la obra elogiosa de Huerta. Lo que se lee es
una mezcolanza de parrafadas que llamaré líricas, con algunas de un
supuesto cariz técnico (las transcripciones o glosas de partes militares),
todo aderezado con frecuentes comparaciones con personajes y hechos
de renombre. Tan sólo por tomar ejemplos del prólogo, se despliega ahí
la ornamentada pero frágil prosa: “las supremas virtudes militares que
rodean como ciudadela de inexpugnables muros a los sagrados intereses
de la Patria” (3), donde los calificativos son, con propiedad, pedestres;
o bien aparecen metáforas lamentables: “como los rayos de un sol de
oro que rompe la noche” (5). Con la verborrea como recurso básico, los
primeros ocho párrafos del prólogo presentan como abnegado, modesto
y estoico a quien gran parte de los estudiosos de Huerta señalaría como
taimado y aleve.
Por supuesto, la prosa de Tablada será pésima y deleznable, pero
no ingenua; servía a un propósito: el de construir la figura de un héroe.
Había que convertir en personaje excepcional por cualidades más allá
de las indudables de corte militar, a quien no se distinguía por atributos
adicionales. Por eso el poeta, en apego a la retórica, adoptó propuestas
de escritores consagrados, que mostraran las grandezas de individuos
singulares. Desde las Vidas paralelas de Plutarco existen modelos de
seres notables, pero, a tono con su época, me parece que se basó de ma
nera particular en Thomas Carlyle para ajustar la vida de Huerta a la
de héroes consagrados, según lo hace el autor inglés en el capítulo “El
héroe rey: Cromwell, Napoleón. Revolucionismo moderno”. Al parecer,
Tablada atendió las ideas de Carlyle que abren todo su libro, cuando
justifica el tratamiento de los héroes: “Porque, a mi entender, la His
toria Universal, la historia de lo que los hombres han realizado en este
mundo es, en lo esencial, la Historia de los Grandes Hombres que han
actuado en él”, hasta el grado de considerar que todo lo duradero es
resultado “de los Pensamientos que residieron en los Grandes Hombres
enviados al mundo”, y dado que los considera la luz que ilumina, de
riva de ellos una suprema virtud: la de que “podremos obtener algunas
vislumbres en la médula misma de la historia del mundo”.º

ºThomas Carlyle, Los héroes, pp. 31 y 32.


Se reafirma aquí la vigencia de la historia como maestra de vida,
propuesta que se avino con el plan del poeta para exaltar a su objeto
de devoción. Apegado a la línea de pensamiento del inglés, Tablada se
ve impelido a cubrir de atributos a Huerta; por eso la desmesura para
calificarlo y cubrirlo de elogios. No se olvide que el poeta —al igual
que gran parte de la opinión pública— rechazaba a Madero como
gobernante y buscaba “un hombre capaz". Es notable cómo la pluma
de Tablada se ajusta a los planteamientos de Carlyle, quien veía así
la causa de todas las rebeliones y revoluciones: “Porque habréis puesto
a un hombre demasiado Incapaz a la cabeza de los asuntos"; de manera
por demás emotiva, pinta la imagen de “las cosas humanas” a la deriva,
“sin administrar, fermentando en inmesuradas masas de malogro, de
indigente miseria”.º En el prólogo a La defensa social, con vehemencia
Tablada atribuye a Madero el desorden nacional, y de manera tácita va
elevando al general a la condición del personaje que hace falta en el país
para regir su camino, y esto sin necesidad de ser elegido en un proceso
electoral, de manera semejante a como Carlyle justificaba el predominio
del héroe:

Hallad en un país cualquiera el hombre capaz que pueda existir allí; elevadle
a la dignidad suprema, y lealmente reverenciadle: ya tenéis un gobierno
perfecto para ese país: Ni urnas electorales, ni elocuencias parlamentarias,
ni votaciones, ni constituciones, ni otros mecanismos por el estilo lo
mejorarán en un ápice. Se hallará en estado perfecto: será un país ideal.
El hombre más capaz; que significa también el de más sincero corazón, el
más justo, el Hombre más Noble: lo que él nos mande que hagamos habrá
de ser precisamente lo más sabio, más conveniente, que cuanto podríamos
aprender dondequiera o de quienquiera;—será lo que en todos sentidos nos
conviene hacer, con verdadero y leal agradecimiento y sin vacilación º

Carlyle fue un autor muy conocido en el siglo XIX; por lo mismo,


Tablada debió haberlo leído, y si no, al menos tomó del medio sus ideas
acerca de la superioridad de los poetas y los literatos; uno se convence

º Ibidem, p. 248.
º Ibidem, p. 247.
de que siguió las ideas del pensador inglés por su empeño en propagar
la figura de quien él consideraba el héroe del momento: Huerta. Según
Carlyle: “o nosotros aprendemos a conocer al Héroe, al verdadero Gober
nante y Capitán, a conocerlo mejor cuando lo vemos, o nos exponemos
a ser para siempre gobernados por lo Antiheroico —aunque tengamos
urnas electorales repiqueteando en cada esquina, no habrá manera de
remediarlo”.º" Es claro que nuestro poeta, en consonancia con su pen
samiento conservador, y en consecuencia enemigo de Madero, en 1912
reafirmaba su tarea iniciada en 1910 para disminuir al que para aquella
fecha ocupaba la silla presidencial por haberla conquistado en las ur
nas. En el momento de escribir el artículo que después sería el prólogo
de La defensa social, situaba al general en el podio de los héroes, como
militar, pero con la clarividencia de que se convertiría en el conductor
de la nación:

Hay que apartar los ojos de los sombríos dramas callejeros, de la venganza
innoble y del bajo rencor y levantarlos a lo alto donde brillen glorias como
la que he intentado consagrar en estas líneas, genios que como el de todos
nuestros héroes, como el genio militar del general don Victoriano Huerta,
brillan sobre la tierra convulsa, lucen con rayos de oro en el zodiaco de
la patria y hoy la iluminan y mañana la guiarán como los astros del cielo
guían a las naves sin rumbo en medio de la noche oscura y del océano
proceloso! (Io).

No obstante, las dotes de Casandra en Tablada no le permitieron


percibir que el gobierno de Huerta sería un ejercicio transitorio y, sobre
todo, que la conducción se daría sólo por la connotación derivada de
haber sido responsable del poder presidencial, puesto que el año y medio
en que el llamado usurpador se encargaría de éste, no sería lo que pueda
reconocerse como luminoso.
El recurso de Tablada para elevar a Huerta a la categoría de héroe
conllevaba la disminución de Madero, como expresé líneas arriba. En
la demanda de orden que plantea desde el prólogo al libro demerita al
presidente reconocido como demócrata, en atención a lo establecido

º Ibidem, p. 270.

XXXII
por Carlyle. Ya ufano porque Madero había sucumbido, en el primer
capítulo de su texto escribió:

Desengañado el pueblo por su ídolo que tan insólita y frenéticamente había


encumbrado, convencido de su total ineficacia para contener la relajación
de todo deber, la veneración y el atropello de toda ley, la anarquía, en fin,
que se propagaba por doquiera; desengañado y angustiado con el pánico
de la catástrofe presentida, y el supremo anhelo de la salvación anhelada, el
pueblo comenzaba a ver en torno suyo, “buscando a un hombre” (12-3).

El asunto de la construcción del héroe tiene raíces profundas, paten


tes en las mitologías de los pueblos antiguos. No es el caso trazar la línea
que a lo largo de la historia han marcado los hitos en la tarea de señalar
modelos o características de personalidades imbuidas de heroísmo; pero sí
es pertinente recordar que Baltasar Gracián dedicó un opúsculo a señalar
con afán normativo lo singular y deseable en un héroe. Considera, por
ejemplo: “No ha habido héroe sin eminencia en algo, porque es carácter
de la grandeza y, cuanto más calificado el empleo, más gloriosa la plau
sibilidad. Es la eminencia en aventajada prenda parte de soberanía, pues
llega a pretender su modo de veneración” º La preceptiva gracianesca
habrá llegado, si no de manera directa, sí por algún meandro, al caudal
de paradigmas que guiaron a los constructores de héroes en los años
posteriores al ingenioso conceptista. Puede reconocerse así el afán de
Tablada y otros panegiristas de Huerta por destacar su talento científico
y militar, que, en efecto, permanece como la única prenda perenne del
usurpador. Para nuestro poeta, lo más notable de Huerta son sus virtudes
castrenses. Después de expresar el planteamiento de que en México se
buscaba un hombre que remediara “las promesas sin cumplimiento (...)
las digresiones desesperantemente locuaces al borde del abismo que se
abría, estaba la sociedad desengañada, ofendida, cansada, asqueada”,
manifiesta que lo más apropiado era un “hombre de acción”, y qué mejor
que un militar (13).
Tablada se adecua a otra de las normas señaladas por Gracián, quien
luego de resaltar la importancia de que el héroe ejerza un “empleo plau

º Baltasar Gracián, El héroe, p. 62.

XXXIII
sible”, señala que los ocupantes de los catálogos de la fama son los gue
rreros: “A ellos se les debe en propiedad el renombre de magnos. Llenan
el mundo de aplauso, los siglos de fama, los libros de proezas, porque lo
belicoso tiene más de plausible que lo pacífico”.º De aquí se desprende la
idea manifiesta en Tablada y otros conservadores porfiristas y posteriores
al dictador, de que, para conseguir la paz y vivir en orden, es necesaria
la mano dura, el rigor que saben aplicar los militares.
Uno se pregunta si Huerta habrá pretendido convertirse en héroe.
Me parece que más allá de sus aspiraciones a afianzarse en el poder a
toda costa, y de propiciar su reconocimiento entre sus allegados (como el
hacerse otorgar el grado de “general de ejército”), fueron sus partidarios,
y en particular los panegiristas, quienes se empeñaron en convertirlo
en héroe, más que en sólo justificar su mandato y darle cierto lustre,
cuando gozaban de prestigio como escritores o pensadores. Por esa razón
inventaron un Huerta que respondía a modelos previos, sobre todo en
cuanto al genio militar, pero también lo dotaron de virtudes humanitarias
que no se encuentran en las biografías y estudios de investigadores sin
afán de reivindicación del militar. El caso es que, a diferencia de otros
personajes históricos que sí son vistos aun hoy día como héroes, por obra
y gracia de hechos reales e inventados, Huerta se desmoronó del pedestal
en que habían tratado de encaramarlo sus partidarios; no ha llegado a
ser siquiera una figura controvertida, es absolutamente mayoritaria la
condenación de que sigue siendo objeto con el paso de los años.” A fin
de cuentas fueron vanos los intentos de los autores de ditirambos como
Tablada.
Un aspecto parece quedar claro: Tablada es tan gran escritor, que al
“rebajarse” a escribir panegíricos, al proponerse exaltar lo que no tiene
manera de adquirir relieve, no puede hacerlo con la calidad que escribió
otro tipo de textos. Se dirá que el dueño de una pluma notable vencerá
cualquier frontera, pero la conclusión es que si el propósito de su escri
tura es innoble, en el sentido de que tiende a presentar como excelso a
un personaje sin atributos morales; ante la falta de argumentos sólidos,

º Ibidem, pp. 71-72. Las cursivas son mías.


* Para el asunto de la construcción de la figura del héroe, véase Federico Navarrete y Guilhem
Olivier (coords.), El héroe entre el mito y la historia.

XXXIV
pues, al escritor no le queda más camino que la sensiblería, y por eso
su discurso es romo, deslucido, y todas las florituras con que lo arropó
no son sino galas opacas. Es verdad que Tablada se apegó a los cánones
del panegírico, pero así como tuvo el talento para innovar en la poesía
y la crónica, bien pudo hacerlo en este género. Si no lo hizo fue, pues,
porque la calidad del objetivo de sus alabanzas lo contaminó y el gran
escritor de otros momentos se quedó en declamador convencional.
He aquí un ejemplo de sus efusiones líricas, cuando comienza a
referir la primera batalla que reseña, la de Cuatro Ciénegas: “El año de
1912, en el florido y cálido mes de mayo, se abre el ciclo épico de la
División del Norte, y este mes propicio a la Patria que sobre sus lumi
nosos días llenos de flores eleva el orgulloso monumento de las victorias
de 1862 contra el invasor extranjero, es también favorable al cuerpo
expedicionario que acaudilla el general Huerta” (16).
Para terminar esta entrada, considero interesante referir anotaciones
que el autor dejó en su diario con respecto a su libro en defensa de Huerta.
El 22 de agosto de 1913 menciona que lleva dos meses de escribirlo, a
ratos, y que ya ha referido los combates de Cuatro Ciénegas, Pedrice
ña, La Cruz, Tlahualilo y las batallas de Conejos y Rellano.” El 12 de
septiembre, con el pertinaz tono quejumbroso de su diario cuando los
asuntos financieros no le eran del todo favorables, señaló que Aureliano
Urrutia había dejado de ser ministro en el gabinete presidencial: “Yo que
perdí mi posición en El Imparcial por defender los intereses políticos
del Doctor, me encuentro ahora comprometido y sin haber recibido
de mi amigo ministro más que un parsimonioso subsidio para escribir
mi libro sobre la División del Norte”, y agrega que terminó la batalla
de Bachimba, así como que avanza la impresión del texto.ºº El 28 del
mismo mes precisa que en casa redactó el epílogo del libro; dos días
después anota que El Imparcial publicó una nota (que exhibe en recorte
de prensa) para avisar la inminente aparición de La defensa social.”
Es de resaltar, por otra parte, que en general, hasta septiembre de
ese año, el tono de las entradas del diario es de satisfacción por su cerca

”José Juan Tablada, Obras IV-Diario, p. 117.


º Ibidem, p. 118.
” Ibidem, p. 119.
nía con el arte; sin embargo, al mes siguiente, por las fechas cuando se
publicó el libro, ya anticipa una época difícil para él y para el país. Así,
el 8 de octubre anota que, urgido de dinero, debe vender un cuadro del
impresionista español M. Gimeno; además, precisa: “He aquí un alar
mante síntoma de la terrible situación en que el país comienza a entrar:
el director de Correos me dice que teme un motín de un momento a
otro pues ya no hay en su oficina dinero para pagar los giros postales";
en el párrafo siguiente señala expresamente estar desmoralizado, y por
ello, en el párrafo posterior: “Que salgan mis pequeños negocios y al
punto me iré a trabajar al campo, porque solo así, estoy seguro, podré
recobrar la salud del cuerpo y la paz del espíritu”º El 14 del mismo mes
refiere su depresión como resultado de la lectura de una nota acerca de
la disposición estadounidense a iniciar la guerra contra el país: “Y me
desespera el pensar que mi suerte estará unida por una injusta e imbécil
solidaridad que se llama patriotismo con la suerte de la canalla militar
que mata y roba, con la... el diario está mutiladol".”

II. La etapa congruente de una pluma

No cabe duda de que hasta 1914 (aunque en el año anterior comenza


ron a aflorar las muestras de desencanto, según lo acabo de mencionar),
cuando Tablada tuvo que dejar el país, su visión política fue congruente
con la línea de pensamiento ilustrado y a tono con la época de afirmación
aristocrática en lo económico y en lo moral, si bien sus actitudes ante la
vida tendieron siempre a oscilar entre los extremos (por eso lo he definido
como ejemplo de “las dualidades funestas”, lo cual se refleja en su obra,
tal como empecé por presentarlo en estas páginas)."No obstante, ya se
reconoce, luego de que Huerta se apoderó de la silla presidencial, que el
aprecio deTablada por las personas dependía de la coincidencia que éstas
tuvieran con sus intereses. Es el caso de su valoración de Orozco.

º Ibidem, pp. 120-121; las citas, en esta última.


º Ibidem, p. 122.
º Para abundar en la formación y en la línea políticas de Tablada, véanse mis dos textos antes
citados. En Las veras y las burlas... planteo más su formación; en José Juan Tablada en Nueva York...
desarrollo sus cambios y acomodos políticos, que precisamente se dan en el exilio.

XXXVI
A continuación referiré ejemplos para proponer que el apoyo de Ta
blada a Huerta obedeció en primera instancia a su rechazo a la barbarie y
lo revolucionario, a su anhelo de paz y orden; en su afán de alcanzar esto
último fue porfirista, enemigo de Madero (si bien él llegó a calificarse
de maderista, según lo mostraré abajo) y huertista decidido, y las tareas
que emprendió en estas líneas lo llevaron a establecer componendas, a
acomodarse con los poderosos. Son jugueteos (puede calificárseles así),
pero congruentes con su pensamiento y sus afanes. A continuación,
pues, presentaré algunas muestras de sus vacilaciones para afianzarse
con su línea de pensamiento, y cerraré la sección ilustrando el cambio
de apreciación acerca de Orozco y sus huestes. Lo hago para sustentar
la idea de que, ante todo, se forjó la intención de ver una patria inmersa
en la paz y el orden. Que para conseguir eso haya exhibido conductas
aviesas o de plano turbias, es lamentable a la distancia del observador,
pero a él le funcionó mientras no cayera el personaje al que apoyaba.
Durante el maderismo se muestra en contra de la guerra —que en
algunos casos equipara con acciones revolucionarias— y en consecuencia
a favor del orden entre los mexicanos. Así, en mayo de 1912 escribió:
“La guerra, la última ratio de los países verdaderamente civilizados, es
la primera actividad y la razón suprema de los pueblos bárbaros. Pelear,
comer, dormir, es el triángulo que encierra toda la vida animal desde el
antropoide hasta el insecto”.º"
Para reconocer la continuidad en esta línea, ya en el huertismo, en
una de sus crónicas anuncia que va a referirse a dos sucesos, pero antes
hace esta digresión:

No hay que hacerse ilusiones. La Revolución de 1910 no fue en el fondo


más que desenfrenado deseo de robo, al por mayor y al menudeo, que
acarreó desde las reservas del tesoro, hasta los tendejones y gallineros,
que no respetó ni el alcázar de Chapultepec (...)
Aquel carnaval político, como ciertos días de los antiguos carnavales,
hizo posibles todos los desenfrenos, todos los atentados, todas las afrentas
a la civilización, a la humanidad y al orden. º

"JoséJuan Tablada, “Sangre a chorros. Huitzilopochtli y Shilock", en El Diario,5-5-1912, p. 3.


*José Juan Tablada, “Si así fueran todos...", en La Semana Ilustrada, 3-3-1914, p. 1.

XXXVII
Los sucesos que anunció son dos medidas que tomaron pobladores
de la provincia para acabar con los bandoleros que asolaban los sitios.
Por la cita del párrafo anterior se colige que los bandoleros son revolu
cionarios.
Por supuesto, y si reconoce valores en Huerta, apreciará el belicismo
cuando tiene propósitos curativos. En un artículo para celebrar la victoria
en Rellano comienza diciendo que, con el triunfo, se probó la cientifi
cidad de la guerra; en consecuencia, “la parte sana de la nación, la que
considera que el orden es el único ritmo de la marcha hacia el progreso,
vuelve a esperanzarse y a ver no muy lejano el término de estos aciagos
días, en que todas las energías sociales se gastan lamentablemente, en
resistir y contrarrestar los agudos fenómenos de desorganización que en
venenan y dilaceran a la Patria”. Considera que del triunfo se desprende
una influencia moral fecunda: “La victoria del Ejército es también una
victoria de la lógica, pues lo que consternaba, lo que desmoraliaba (sic)
y confundía las ideas era el solo temor, hoy desvanecido, de que una
horda de guerrilleros improvisados pudiera desafiar impunemente la
Ciencia militar, el arte estratégico (...)”. A Orozco lo llama “el Marte de
blusa roja y de sombrero tejano que duerme mientras sus soldados caen
deshechos por la metralla y almuerza en carro Pullman en tanto que sus
adeptos enloquecen de hambre y sed sobre las arenas del desierto”.º
En otro momento emplea su estilo incisivo y juguetón para referirse
a Orozco (muestra, así, que no había perdido su capacidad creativa):
en tiempos de los romanos, hubiese sido generalísimos de los ejércitos
Parthos, “no precisamente por ese “Parto'... de los montes que resultó
ser su fortificación de Bachimba, sino porque como los Parthos de Asia
sólo combate cuando ha vuelto la espalda... Su combatividad es eminen
temente oratoria; sus amenazas parecen brotar en cláusulas vengadoras
de la boca amarga y crispada de la Némesis antigua”. Unos párrafos más
adelante agrega que incluso Emiliano Zapata ha criticado a Orozco, y
asesta otra frase demoledora al norteño:

como rayo de la guerra, está perfectamente embotado. Precisa considerarlo


así, a la ligera, y ya el público todo comienza a ver reducido a muy men

º José Juan Tablada, “La batalla de Rellano. La leyenda de Orozco. Un drama vulgar”, en El
Diario, 26-5-1912, p. 3.

XXXVIII
guadas proporciones al guerrillero ambicioso y zafio que un día pareció
abnegado y generoso y que sólo una real hazaña cuenta en su activo: la
muy triste de haber hecho todo lo posible por arruinar a la patria e impedir
lo que todo el pueblo verdaderamente honrado desea anhelosamente: el
definitivo advenimiento del orden y de la paz.”

En el mismo texto se da tiempo para elogiar a Huerta y ofrece un


adelanto de lo que sería la prosa de La defensa social, si bien todavía atem
perada. Lo que viene es el párrafo siguiente al que acabo de transcribir,
y ofrece una oposición con el norteño:

el general) y sus brillantes jefes y oficiales que han demostrado no sólo un


valor que aislado sería estéril, sino una inteligencia, una prudencia y una
ciencia dignos de los más ilustres militares modernos.
En todas las bocas hay en estos instantes entusiastas elogios para
ellos. Ojalá y llegado el momento, la gratitud de la nación tenga para esos
heroicos defensores del orden, todos los honores y todas las recompensas,
desde las coronas obsidionales y los lauros gloriosos, hasta los premios que
aseguren el bienestar de quienes tan noblemente han sufrido por lograr el
de la Nación enteralº”

Meses después secunda la implantación del servicio militar obligato


rio como recurso para imponer orden, “ante el movimiento de anarquía
y disgregación que amenaza al país”. Afirma que “El Cuartel vendría a
ser, pues, la escuela de primeras letras para los analfabetos del deber”.
Concluye el artículo diciendo que, luego de haber estado en íntimo
contacto con la bandera, se “realizará algo más glorioso que todas las
epopeyas: la unión de los mexicanos por el supremo vínculo del Deber
reconocido, acatado al fin cumplido!"ºº
En la línea de reconocerle simpatía por el ejército como garante del
orden, tal vez valga la pena recordar que, aunque por un tiempo corto,

* José Juan Tablada, “De domingo a domingo”. “Las inundaciones del Bajío. El triunfo de
Bachimba", en El Diario, 7-7-1912, pp. 3-4; las citas, en la p. 4.
*º Idem.
*º José Juan Tablada, “El servicio militar obligatorio”, en El Diario, 20-10-1912, p. 3.

XXXIX
Tablada estuvo en el Colegio Militar. Esto pudo haber sido la causa de
la siguiente defensa de las fuerzas armadas, cuando ya comenzaba a ha
blarse de la posibilidad de un golpe de Estado contra Madero en enero
de 1913. Refiere un hecho heroico del subteniente Crispín Anzaldo,
quien en noviembre de 1912 impidió el robo violento a un tren cargado
con armas y municiones." Después del relato pormenorizado, escribe:

Así responde el glorioso Ejército de la República al rumor protervo de un


mar lóbrego, de un mar de estuario que con su marea de cenagoso despecho
azota hoy el pedestal del bronce de la lealtad militar.
A las cobardes insinuaciones, a los solapados reproches, al tartamudear
de la perfidia (...) el Ejército responde irguiendo su figura más humilde (...)
Los calumniadores despechados, los políticos frustrados, todos los
que se están convirtiendo, no en simples facciosos, sino en reos de lesa
Patria (...) deben escuchar como única respuesta a sus ahogadas perfidias,
el fragor de una voz que al mismo tiempo que un anatema para los malos
mexicanos, es un himno para la grandeza de la Patria:
“El Ejército es el sostén de las instituciones y el centinela avanzado de
la integridad del territorio”.ºº

La oración que entrecomilla Tablada son palabras del general bri


gadier Joaquín Beltrán, jefe de la columna militar en Veracruz, quien
en carta dirigida al propio diario —El Imparcial— (publicada el 16
y el 18 del mismo mes de enero), señalaba que Félix Díaz le propuso
la defección.” Puede uno ver que sí, todo encuadra en una línea de
pensamiento del poeta, pero también es posible aventurar que él estaba
enterado, e incluso comprometido por completo, en la conjura contra
el poder establecido. Ese afán por limpiar de toda suspicacia al ejército
puede sonar, a su vez, sospechoso. Si uno se aviniera a atribuir maldad
plena a Huerta, sería plausible suponer que de varias maneras éste ya
cimentaba el desprestigio en que iría sumiendo a Félix Díaz cuando se
” Como se puede ver en diferentes citas de las crónicas tabladianas, el autor ofrece una versión
útil para apreciar el pulso de los acontecimientos antes y después del asesinato de Madero.
*José Juan Tablada, “La semana. El último héroe. Cómo contesta el ejército", en El Imparcial,
19-1-1913, p. 5.
º La oración indicada apareció en Joaquín Beltrán, carta a El Imparcial, 16-1-1913, p. 2.

XL
apoderó de la silla presidencial, y queTablada fue un vocero determinante
en el plan.
Para continuar con la hipótesis de que el poeta estuvo involucrado
en la conspiración, es sobremanera irónico que, al iniciarse la Decena
Trágica, su colaboración en el periódico señalara como muy positivo el
hecho de hacer coincidir la fiesta del árbol y la conmemoración de la
Promulgación de la Carta Magna. Afirmó que, en los países “cultos”,
junto con la voz de los poetas se da la apertura de obras públicas, y acto
seguido anotó: “México, por esta vez, ha estado de acuerdo con esas
fecundas y bienhechoras prácticas de la civilización, haciendo coincidir
la celebración del glorioso aniversario político con la de la “Fiesta del
Arbol”, cuya redentora y magnífica influencia nunca será encomiada
lo bastante”." Es cierto que no indica expresamente el nombre de
Maclero, pero al escribir “México” está incluyendo al mandatario. Con
estc» es probable que el poeta quiera aparecer como imparcial, capaz de
Fecc>rnocer algunos méritos al maderismo, a pesar de que era notoria su
anirrmadversión al régimen. El grado de reconocimiento es nimio, si se
ººrnsidera el peso de otras palabras antimaderistas, pero no deja de ser
ºº srnificativo, por la vinculación que hace con un término tan noble, en
ºse rmomento, como lo era “civilización”.º

*º José Juan Tablada, “La semana. La Constitución y la fiesta del árbol. Palabras de un poeta”,
ºº éE2 /mparcial, 9-2-1913, p. 3.
”"En vida de Madero no es fácil encontrar referencias elogiosas por parte de Tablada. Sí lo hizo,
*ºsa º se no con abundancia, posteriormente. Este asunto ofrece un ejemplo palmario de cómo el
ºººº a aliñó sus memorias en un intento de limpiar su nombre de las asociaciones con Huerta, y
º.º Yiciencia en su Diario y memorias. A pesar de que, con ingenuidad, se podría esperar apuntes
ºdecaignos en su Diario, lo cierto es que éste se conserva mutilado o alterado; en cuanto a sus me
"º" ºas, el autor adelanta que éstas (escritas en la segunda mitad de los años veinte) son puntuales y
fiab>les, porque se basan en su diario. En particular acerca de los meses previos a la Decena Trágica
Yºra misma, para infundir confianza en los lectores afirma que hará una transcripción “al pie de
la letra”. José Juan Tablada, Las sombras largas, p. 325. No obstante, no fue verdad el ofrecimiento.

Se
º va bien desde
ºesvanece. el 27 delanoviembre
Por ejemplo, entrada deldeDiario
1912, para
pero elal 23
llegar al 20 desólo
de febrero febrero
dice:de“Lleno
1913 ladeexactitud
estupor,
al ir a cdesayunar leo en El Imparcial la noticia del asesinato de Madero y Pino Suárez anoche, en la
ººirmidad de la Penitenciaría (...)".Tablada, Diario..., op. cit., p. 102. Mientras que en las memo
º escribe: “Lleno de estupor, de indignación y de vergüenza al ir a desayunar leo en El Imparcial
“ºº”inable, la increible noticia del asesinato de Madero y Pino Suárez, consumado anoche en
Pºxirmidad de la Penitenciaría" y unas líneas abajo elogia sin embozo al presidente asesinado.
Tablada. Las sombras largas, op. cit., p. 397. Las cursivas son mías.
Cuando Huerta ya estaba a cargo del Ejecutivo, y dado que no tuvo
una relación tersa con el extranjero, sobre todo con los Estados Uni
dos, una de las preocupaciones de Tablada para respaldar al general fue
la de resaltar las acciones de éste en vías de superar su falta de reconoci
miento en el exterior. En un texto habla de que el entonces mandatario
acaba de dirigirse a los corresponsales extranjeros:

Con su palabra de viejo soldado, ruda, pero clara, y persuasiva; desnuda


de inútil retórica, pero llena de hechos reales, el Señor General Huerta,
estableció la verdadera situación de la sociedad y del Gobierno, frente a la
obra infamante y vergonzosa de la anarquía y del bandidaje.
Para la tranquilidad social, para confianza de los buenos mexicanos a
quienes preocupan los destinos de la Patria, quedó demostrada la obra del
Gobierno, lenta pero sólida, llena de seguridad y de previsión, que al fin
y al cabo, asegurarán el triunfo anhelado y definitivo.
En esto se reconoce la sagacidad y la cautela, que unidas a la energía de
una férrea voluntad, han caracterizado siempre los actos del señor General
Huerta.
Recuérdense los principios de la inolvidable campaña de la División
del Norte, cuando a la cabeza de sus legiones, salió de México el Jefe de la
División, contando sólo con el informe núcleo que le sirvió para integrar
el Cuerpo del Ejército, la opinión comenzó a reclamar mayor actividad,
“¿Qué hace esa División del Norte?” preguntaba el público ansioso, “¿Qué
hace que no combate?”...
Y concluye así el artículo) Es indudable que los señores periodistas
extranjeros sabrán estimar en lo que valen y significan las palabras del señor
Presidente y con su obra personal de información verídica y exacta, ayudarán
a reparar una de las más grandes injusticias, como es la de desconocer la
obra de nuestro Gobierno, orientada hacia grandes fines de patriotismo,
de orden, de humanidad y de civilización º

Lo largo del fragmento permite resaltar varias cuestiones. Por un


lado, que el tono de los elogios, con todo y lo abrumador, carece del

*José Juan Tablada, “El señor Presidente y los periodistas extranjeros”, en La Semana Ilustrada,
10-3- 1914, p. 1.

XLII
lirismo que tan mal suena en La defensa social. Otro aspecto es el afán
de Tablada para convertir en positivo lo que en su momento e incluso
después se resaltó como negativo. Por ejemplo, revestir de humanitaria y
civilizada una labor que, según la historiografía, distó mucho de ser tersa
y respetuosa de los derechos humanos (el propio Tablada, años después,
se referiría de manera negativa al huertismo);º además, una de las acu
saciones a Huerta es que para sacar ventaja personal de las situaciones,
se demoró en actuar cuando combatió a Zapata en su reducto, a Orozco
en el norte y a Félix Díaz y Mondragón en la Ciudadela. Por ello el poeta
destaca como atributo la cautela, para revestirla de sabiduría con el fin
de afirmar el triunfo, y es que los dos párrafos siguientes le permiten a
Tablada retomar la campaña en el norte. De aquí también desprendo
que empleó el artículo en cuestión para promover su propio libro, pues
si bien no lo menciona, el hecho de referirse a acciones que, se sabía, él
narraba en su texto, pudo funcionar como un recurso publicitario.
Para concluir con el análisis del fragmento citado, llama la atención
que critique la “inútil retórica”. Este detalle confirma que, en efecto,
la retórica ya no gozaba de prestigio para fundamentar los discursos,
Por considerarla anacrónica; sin embargo, una cosa eran las palabras y
otra los hechos, dado que los autores —según he tratado de mostrarlo
con el propio Tablada— no dejaban de sustraerse a ella, conscientes de
que les ofrecía recursos para engalanar sus textos con frases vibrantes y
con vocablos de fácil interpretación, entre algo más. A fin de cuentas se
continuaba disfrutando de modelos antiguos, quizá por considerarlos
de autoridad, en función de su linaje.
Con respecto al tema de la consideración en que se tenía a la retórica
en ese momento, hago un paréntesis en esta sección para destacar cómo,
dentro del entusiasmo de que Tablada se impregnó para respaldar a
Huerta, llegó a propugnar la adopción del sentido práctico ante la vida,
y de ahí invocar, una vez más, el relegamiento de la retórica. Al hacer
ºferencia al mensaje que Huerta dirigió al Congreso el 1 de abril (poco
después de haberse hecho del poder), en el cual demandó que la vida

43 º

Tan sólo un ejemplo: en sus memorias califica de “aciaga” a esa época, y al referir algunos
¿ento: ocurridos entonces los llama “execrables y oscuros dramas de aquel periodo”. Véase
ººlada, Las sombras largas, op. cit., pp. 424 y 425, respectivamente.
nacional se rigiera por el espíritu práctico, ofrece una sarta de adjetivos
fáciles y en plan de conclusión escribe:

No hay que dudar: estamos enfermos de teorías, de retóricas, de bizantinis


mo moroso y solitario. Nuestras fuerzas se pierden en una enorme polución
literaria (...)
Tales hechos se observan por doquiera; pero, sobre todo, en las asam
bleas. Apenas un mexicano encuentra quien lo escuche, se cree en el deber
preciso de convertirse en orador, y no en orador liso y llano, sino en un
tribuno, lleno de patéticas declamaciones, de remilgos retóricos, con los ojos
en blanco, la mano sobre el corazón y la Patria en los labios (...)
(...)
Pero no hay que multiplicar los ejemplos, pues bien tristes y recientes
los tenemos, de ese culto fanático por la digresión literaria; por el despotrique
teatral, por el devaneo tribunicio y la elocuencia oratoria a todo trance...
...44

El asunto merece un poco más de atención, en vista de lo alambicado,


verborreico —retórico en sentidos peyorativo y meliorativo, pues— que
es su Defensa social, según he tratado de mostrarlo, y del empeño que Ta
blada manifiesta por situar a la literatura como una causante de lo vano,
de lo carente de solidez. Es oportuno, por ello, traer a colación que en
los principios del siglo el poeta comenzó a manifestar un cansancio con
respecto a la creación poética, al grado de que incluso se convirtió en
vendedor de vinos y promotor de boxeo, convencido de que la vida lite
raria no le daría para comer y de que además llevaba implícitas algunas
degradaciones morales. Con ello se tiene un ejemplo más de los altibajos
que experimentó en su vida.”
Las muestras de congruencia, con todo, no dejan de mostrar equívo
cos de Tablada. Está el caso de que en La defensa social, como argumento
fundamental de la exaltación a Huerta, reconoce el supuesto —y espe

“José Juan Tablada, “La Semana. Del espíritu práctico”, en El Imparcial, 7-4-1913, p. 3. Las
cursivas son mías.

º El asunto de su alejamiento de la poesía lo he tratado en José Juan Tablada en Nueva York...,


op. cit., pp. 152-158.
rado— orden que impuso. Uno de los abrumadores párrafos elogiosos
dice así:

Los ecos de los cañones de Rellano habían provocado una reacción de


optimismo en todos los espíritus. Especialmente el Ejército refrendaba su
prestigio, y la sociedad comprendía que en esas cohortes estaban su salvación
y su defensa contra las hordas vandálicas que en nombre de la Libertad,
abrían las cárceles, saqueaban los poblados, ultrajaban y escarnecían, como
en Torreón y Covadonga, los más sagrados fueros de la civilización y de
la humanidad (I2).

Aquí da por hecho la conquista de la paz, y como una de las cons


tantes en el libro es comparar a Huerta con los grandes militares de la
historia, trata de imbuir en los lectores que el generalote era, en efecto,
el salvador de la patria y que la conducía por la ruta de la tranquilidad.
En el último tercio de 1913 todavía lo pensaba así, pero, conforme avan
zó el año siguiente, terminaría por reconocer que la pacificación estaba
aún lejos de conseguirse. La Semana Santa, y en particular el Sábado de
Gloria, le sirven para expresar un renovado deseo de paz:

Y este año, así como la Virgen enlutada de los altares recuerda a la Patria
dolorosa, los grotescos “Judas”, refrendan su simbolismo de infamia (...)
quizás quienes los ven despedazarse entre estruendos y chisporroteos,
piensan en quienes hoy, para arruinar a la Patria, tienden la mano y en
pago de su traición reciben del extranjero las treinta monedas del tráfico
infame y monstruoso!
Ojalá y la Pascua que acaba de inaugurar sus alegrías, haga desaparecer
tanta desgracia bajo su alud de flores, y vengan con la triunfante Primavera,
los días anhelados del orden y de la pazº

Ya para terminar el mismo mes de abril publicó un largo “poema”,


“A todos los caudillos y jefes de la rebelión”," por medio del cual exal

*º José Juan Tablada, “Las flores de la Pascua”, en La Semana Ilustrada, 14-4-1914, p. 1.


"José Juan Tablada, “A todos los caudillos y jefes de la rebelión”, en La Semana Ilustrada, 28-4-
1914, p. 1. El poema está recogido en José Juan Tablada, Obras I-Poesía, pp. 160-164.
ta al ejército, y sobre todo llama a la unión y a la reconciliación a los
opositores de Huerta.
En su afán de continuar con la exaltación de Huerta, magnifica
todo lo que le es posible, con tal de presentar una imagen notable del
régimen, más allá de las fronteras. Luego de la invasión estadounidense
a Veracruz y la consecuente defensa del puerto, que de hecho terminaría
por considerarse como una acción heroica, Tablada aprovecha para con
vertir a México en bastión de la latinidad en el continente. En esencia
expresa que:

Hubiéramos legado a nuestras hermanas latinas del Continente, la misión


de avalorar nuestro sacrificio y de recogerlo entre los escombros de nuestra
patria, para colgarlo como un magnífico ex-voto en el templo de la raza,
como ejemplo, como advertencia, como escudo y como lábaro...
Porque de haber sucumbido, nuestro sacrificio no hubiera sido sólo
por la Patria, sino también por la raza ...).8

El tema de la latinidad no es gratuito. No sólo se vincula con uno


de los motivos de debate desde que se inició la revolución maderista
—la injerencia del extranjero, y en particular de Washington en asuntos
nacionales—; es uno de los más caros del poeta, complementado con
ideas que confirmó en sus viajes a Francia, expresas en sus crónicas Los
días y las noches de París: a tono con el contenido de Ariel de José Enrique
Rodó, Tablada consideraba a la cultura anglosajona, y muy en particular
a los Estados Unidos, como una amenaza para el Espíritu, para los valores
más caros de la humanidadº
Entre las crónicas que Tablada escribió durante el huertismo hay
una que si bien es muestra de ese nacionalismo ya notorio en La defensa
*º José Juan Tablada, “Un albor entre las sombras”, en La Semana Ilustrada, 5-5-1914, p. 1.
*º Son muchas las páginas tabladianas en donde se toca el tema del apego a la latinidad y, sobre
todo, de la nación mexicana considerada como adalid de la misma; también es patente la devoción
que el autor mostraba por los autores franceses, junto con el rechazo a lo anglosajón. Para un trata
miento más amplio del tema remito a mi JoséJuan Tablada..., op. cit., pp. 207-217, donde además
refiero el cambio de paradigma en el tratamiento de dichos temas, cuando comenzó a reconocer
virtudes, sobre todo prácticas, en la cultura anglosajona, incluso para recomendar la adopción de
algunas de las medidas que se tomaban allende el río Bravo. Claro que en esta concepción hay más
de fondo, y es gran parte de lo que revelan sus crónicas neoyorquinas.

XLVI
social, manifiesta su posición al respecto cuando se vive en el extranjero,
sobre todo por razones de exilio. De alguna manera es un texto profé
tico y al mismo tiempo revelador de uno de los grandes problemas del
poeta: afirmar de manera rotunda algo que terminaría por desdecir o
de revertirse en su contra. Recrimina a los exiliados porque no luchan
en México por el mejoramiento de la patria:

(...) huir furtiva y cobardemente a una tierra extranjera, para lanzar a la


publicidad, aumentadas por el despecho, las calamidades que a nuestro
país, como a todo país en crisis de transformación, abruman, esa lucha es
una lucha de vergüenza y de infamia:
—Yo opino —dijo cierta vez el filósofo Antístenes, saliendo de una
reunión, en la que se trataba de reprimir a los que abominaban de Ate
nas— que no se debe condenar a presidio a los insultadores de la Patria,
sino a destierro.
Primeramente, esto sería más lógico, puesto que los que la desconocen,
no podrían quejarse de que se les privara de lo que odian.
Además, la cárcel los haría mártires, sin corregirlos, convirtiéndolos en
mayores enemigos del Estado, al que tacharían de cruel. Por el contrario,
en el destierro aprenderían a amar y a respetar a la Patria.ºº

La cita es importante, en efecto, porque además de anticipar la huida


de Tablada cuatro meses después, marca la actitud que desde entonces
tomaría en el extranjero cuando, de manera decidida e imperiosa, se
convertiría en defensor de México y lo mexicano, en propagador de las
virtudes artísticas y espirituales de la patria y sus representantes excelsos.
Quizá, en efecto, ya traspuestas las fronteras, el poeta aprendió a amar y
respetar su tierra, por más que, sin lugar a dudas, algunas de sus acciones
nacionalistas persiguieran, asimismo, fines personales de congratularse
con los regímenes revolucionarios.”
En cuanto a su cambio en la percepción acerca de Orozco, es evidente
que se debió a la actitud de éste. Mientras fue una amenaza para la paz,
º José Juan Tablada, “El amor de la patria”, en La Semana Ilustrada, 1-3-1914, p. 1. Es de
mencionar que este mismo texto lo publicó el 14-4-1914 en El Mundo Ilustrado, con el título
de “La Semana. Los malos mexicanos. Lejos de la patria...", p. 3.
º Abundo en el tema en José Juan Tablada..., op. cit., pp. 162-189.

XLVI
independientemente de que lo hubiera hecho por atacar a Madero, quien
(lo repito sólo por destacarlo) no gozaba de la simpatía de Tablada, el
poeta lo consideró la representación de la barbarie, al igual que a Zapata;
pero en cuanto el guerrillero del norte rindió las armas ante Huerta y
se dispuso a tomarlas para defenderlo, el poeta lo exaltó. Para ello no
esperó siquiera un mes después de la usurpación huertista:

Incorporados a la santa obra de paz y de reorganización de la Patria, los


bravos guerrilleros de Norte, hoy generales de las milicias nacionales,
resultan en extremo gratos e interesantes. Esas figuras rudas y viriles han
llegado desde las abruptas sierras y las dilatadas llanuras, trayendo al vértigo
de la vida metropolitana, un ejemplo de esas energías indomables que, para
bien de la Patria, alientan en los remotos campos septentrionales. En esos
zahareños luchadores, seleccionados por el duro clima, por la montaña
abrupta, por una vida de esfuerzo y de labor incesante, está visible el sello
de virilidad atávica que les legaron los obscuros héroes de esa admirable
epopeya que tuvo por teatro los campos de Chihuahua, Sonora y Durango;
de la cruenta, heroica y obstinada campaña del audaz minero, del laborioso
colono contra el apache sin misericordia.º

En el artículo donde escribió esto, después de transcribir un frag


mento largo del libro Tierras mexicanas, de Luis Lejeune, prosigue las
alabanzas a los guerrilleros. Lo hace para referir que los jefes orozquistas
están en la Ciudad de México, y redunda en las mismas impresiones que
expresó en lo transcrito. Sería excesivo ofrecer muestras de su insisten
cia, pero no está de más exhibir algunos ejemplos de los calificativos y
lirismos que emplea. Dice, para no ir más lejos, que dichos personajes
descienden de los primeros habitantes del norte, a quienes considera
“Admirables figuras que aguardan la consagración del arte y la estrofa
del poeta; singulares héroes agrícolas, que sembraron el trigo y murieron
ignorando que habían, al mismo tiempo, sembrado líricos laureles!”
Como en el artículo reseña un banquete que se les ofreció, cuenta que él
estaba sentado enfrente de Orozco y que en un momento dado recordó
algo que escribió “al principio de la revolución”:
º José Juan Tablada, “La semana. Pascual Orozco, Cheché Campos, Caraveo. El pasado y el
porvenir", en El Imparcial, 24-3-1913, p. 3.

XLVIII
Emerson, el filósofo que analizó los destinos de la República y los carac
teres de la Democracia, señalaría con su índice a Pascual Orozco, hijo del
pueblo, que con el religioso ardor de un boero, empuñó su carabina, con
una sola palabra en los labios: Libertad
Su misma simplicidad, la simplicidad de su gesto, la simplicidad de su
evocación, la simplicidad de su pecho ofrecido sin cesar al peligro, hicieron
pronto un héroe del rudo montañés.º

El artículo concluye con exaltaciones de Cheché Campos y Marcelo


Caraveo, escritas en la misma línea. No es casualidad que Tablada volviera
a adoptar el estilo ramplón al referirse a personajes que modificaron su
conducta para pasar a apoyar a Huerta. Se fortalece la hipótesis de que
el generalote contaminaba todo lo que se diera alrededor de su figura.
Es difícil hallar otra explicación a los descensos estilísticos tan abruptos
del escritor en las páginas vinculadas con el usurpador. Como lo he
afirmado, no toda la obra tabladiana es uniforme, pero la ínfima es la
dedicada al generalote.
Con los ejemplos anteriores he tratado de dejar esa imagen del autor
preocupado por que reinaran la paz y el orden (lo hacía pensando en
la tranquilidad ideal para escribir y vivir una vida sosegada); por ello
respaldaba a los gobernantes en turno, si le ofrecían esa posibilidad.
Aunque no lo cumplió del todo, así lo expresó con respecto a Francisco
I. Madero. En un artículo de la prensa se refiere a los ataques de que fue
objeto por parte de algunos villistas a causa de haber escrito en contra del
llamado Centauro del Norte, y presenta su réplica. Luego de rebatir las
críticas; afirma que lo distingue el valor de sus convicciones, y dispara:

(...) Por eso declaro que soy gobiernista y maderista, y que seré gobiernista
y maderista, siempre que, como hasta ahora, el Gobierno y el maderismo sean
la integración del orden y de la paz, la legión de la ley, el baluarte que guarda
los fueros de la sociedad honrada, siempre que el Gobierno honre al Ejército y

º Hasta el momento no he encontrado la fuente donde escribió esto, si es que lo hizo. Ese
mismo día, 24 de marzo, en la primera página del propio diario El Imparcial, se leyó, como noticia
Principal: “Un alegre festín fue nuevo eslabón que unió a federales y ex-revolucionarios”, convivio
que se reseña, pero no se hace mención de que Tablada hubiese asistido.
que castigue a los insubordinados que vulneran su disciplina y amenazan su
cohesión, siempre que ser gobiernista y maderista signifique la integración en
la vida civilizada (...”

Puesto que el artículo data de julio de 1912, en plena campaña contra


Orozco al mando de Huerta, comienza a perfilarse por qué llamaría “La
defensa social” a su libro en honor de éste, asunto al que me referiré
en un apartado de páginas abajo. Lo importante en este momento es
destacar cómo Tablada afirma lo que he venido sosteniendo; sólo que la
lectura no debe quedarse en el primer nivel. Es verdad que, al apoyar al
ejército federal en contra de los sublevados en el norte puede ostentarse
como maderista, dado que Orozco y sus seguidores atacaban al entonces
presidente. Mas eso no basta para respaldar la aseveración tabladiana de
que por ello ya podía definirse como gobiernista y maderista. Por un lado
están los antecedentes de ataques que enderezó en contra del entonces
presidente cuando era candidato, y por el otro una conducta que si bien
no era del todo abierta en contra de Madero (la disimula con el apoyo
a las armas federales), pues más bien estaba respaldando a Huerta. Con
ello se confirma algo usual en Tablada: avenirse a personajes y situaciones
contradictorias y hasta opuestas, en función de sus intereses. Por ello es
verdad: sí apoyó a Madero en tanto éste procurara la paz y ello significara
tranquilidad para el escritor.

III. Las acciones de Orozco y Huerta en la historia

La defensa social. Historia de la campaña de la División del Norte, es un


panegírico a Huerta, según lo he señalado y se puede confirmar en los
ejemplos transcritos; con todo, involucra de manera indirecta, pero
importante, a Pascual Orozco y en menor medida a Madero. En este
apartado haré referencia a los hechos históricos registrados en la prensa
del momento, así como en estudios historiográficos posteriores, con el
fin de afianzar diversas observaciones acerca de los acontecimientos. No

*José Juan Tablada, ““Los capitanes de Villa. Escritores y chimpancés”, en El Diario, 15-6-
1912, p. 3. Las cursivas son mías.
pretendo ofrecer una versión exhaustiva; antes bien, situar los plantea
mientos del poeta en función de lo que está registrado, además de derivar
de ahí algunas propuestas de mi interpretación.”
Orozco había ganado fama de revolucionario decidido durante
la campaña de Madero contra Díaz. Creció tanto su prestigio que, ya
durante el gobierno del llamado Apóstol de la Democracia, algunos por
firistas y ex maderistas desafectos con el régimen se aliaron para apoyar
la candidatura de Orozco a la gubernatura de Chihuahua, en contra de
Abraham González, el candidato del Presidente.”º Por su gran populari
dad, ya en mayo de 1911 se lo llamaba “el alma de la Revolución”;” en
diferentes partes del país se puso su nombre a algunos organismos; Zapata
lo reconoció como “ilustre”. Knight señala que superó en popularidad
a Madero. A finales del año se le llegó a proponer como compañero
de fórmula de Francisco Vázquez Gómez en un intento de derrocar al
entonces ocupante de la silla presidencial con la salida legaloide de pro
poner candidatos a una supuesta nueva elección presidencial; Orozco,
sin embargo, continuaba fiel al mandatario; su oposición se daría más
tarde, por considerar que éste no había cumplido con el Plan de San
Luis y además se excedía en sus acciones.
Pascual Orozco fue la carta de Madero para combatir la insurrección
de Bernardo Reyes en el norte hacia finales de 1911, pues el Presidente

” Los textos en los que me he basado para obtener la información acerca de los acontecimien
tos, son: Michael C. Meyer, Huerta: a Political Portrait, Alan Knight, Porfirians, Liberals, Luis M.
Garfias, La Revolución mexicana. Compendio histórico político militar. Por supuesto, no son los
únicos que tratan el tema. Prácticamente en toda la historiografía de la Revolución se refieren el
levantamiento de Orozco contra Madero, la campaña de Huerta, las jugarretas de éste para llegar
al poder y sus acciones mientras ocupó la silla presidencial, si bien el huertismo, particularmente
en algunos textos nacionales, no ha merecido mucha atención.
º El recuento y análisis de cómo Orozco fue tentado por los antimaderistas para llegar a la
gubernatura del estado, así como de su oposición al Presidente y de su campaña militar aparece
en Knight, Porfirians, Liberals, op. cit., pp. 281-309. En este párrafo sigo de cerca a este autor. El
historiador inglés parece mesurado en la presentación de los hechos; en cambio Luis M. Garfias,
antiguo maderista, muestra una imagen diferente de Orozco: “Pero mientras tanto finales de
1911), otra sublevación más grave se gestaba en el norte del país. Pascual Orozco, antiguo arriero
convertido en general, se encontraba profundamente resentido contra Madero. No había podido
ser gobernador de Chihuahua, como era su deseo, y se había dejado dominar por las insinua
ciones de la clase rica de Chihuahua" (63).
” El Diario del Hogar, 23-5-1911, cit. en Knight, Porfirians, Liberal, op. cit., p. 290.
ya desconfiaba de Huerta y en consecuencia optó por encargar la cam
paña a un general revolucionario que no fuera militar de carrera; Orozco
llegó a Chihuahua aproximadamente el 1 de diciembre. Como Reyes no
encontró respaldo, el 25 del mismo mes se rindió y se entregó al general
Gerónimo Treviño, comandante de la tercera zona militar; en conse
cuencia, fue enviado a la prisión militar de Santiago Tlatelolco.º José
Inés Salazar y Braulio Hernández encabezaron revueltas en Chihuahua
a principios de 1912 en contra del Presidente. El 2 de marzo, Abraham
González, ya para entonces gobernador, fue obligado a huir del estado.
Tres días después, Salazar, Emilio Campa y Hernández llegaron con 2000
hombres y aclamaron a Orozco como comandante jefe. Éste aceptó.
Para Knight, Orozco fue más allá del programa original de Madero.
Su plan, publicado el 25 de marzo, conocido como “de la Empacadora”,
planteaba la destitución del Presidente y del Vicepresidente y la puesta
en práctica de reformas políticas; además demandaba mejores salarios
y condiciones laborales, la supresión de las tiendas de raya y la nacio
nalización de los ferrocarriles; señalaba como el problema que requería
mayor atención, el agrario. En cuanto a la rebelión de Orozco, Knight
afirma: “Fue el mayor, mejor organizado y más abiertamente político
de los movimientos antimaderistas y tuvo consecuencias decisivas en la
historia del régimen de Madero”.”
Antiguos jefes revolucionarios maderistas, como Salazar, Campa,
Benjamín Argumedo, Cheché Campos y otros firmaron el plan de la
Empacadora, mediante el cual “Se proclamó a Orozco Generalísimo del
Ejército Revolucionario”. Acerca de los efectivos castrenses de Orozco,
en marzo de 1912 eran 600 hombres bajo sus órdenes directas, y 150 en
Casas Grandes.º
Con el fin de combatir a Orozco, Madero ordenó el envío de una
fuerza militar que se convertiría en la División del Norte, con 2150
hombres, aproximadamente, en tres brigadas: una de infantería (al
mando de José González Salas, quien era ministro de Defensa pero pidió
licencia del cargo para dirigir personalmente la campaña), la primera de

º Meyer, Huerta..., op. cit., pp. 30-31.


” Knight, Porfirians, Liberal, op. cit., p. 289. La traducción es mía.
º Garfias, La Revolución Mexicana..., op. cit., pp. 65-66.

LII
caballería (con el general brigadier Fernando Trucy Aubert) y la segunda
de caballería (bajo las órdenes del general brigadier Joaquín Téllez); el
jefe de Estado mayor era Nicolás Martínez. El contingente salió de la
Ciudad de México el 8 de marzo.º Pronto se iniciaron los combates de
federales contra orozquistas, con victorias parciales de éstos. Después
de algunos enfrentamientos, González Salas fue derrotado en Rellano,
el 23 de marzo, y como se sintió responsable del fracaso, se suicidó.
Ante esto, y consciente de que debía enfrentar con mayor rigor a los
rebeldes del norte, Madero decidió nombrar a Huerta como nuevo jefe
de la campaña, y éste salió a principios de abril. Periódicos desafectos a
Madero, como El Diario, ya expresaban su simpatía por Huerta: “Con el
ánimo muy levantado salió para el norte la brillante columna del general
Victoriano Huerta. El viejo y valiente soldado lleva en la punta de su
espada la tranquilidad de la República”.º Expresiones como ésta son las
que le sirvieron a Tablada para manifestar que ante la rebelión de Orozco
se anhelaba la participación de un hombre fuerte. Es significativo que,
dos días después de la información anterior, el mismo cotidiano anun
ciara la incorporación del poeta en la redacción: “el distinguido escritor
que por su galano estilo y la belleza que a sus artículos imprime, se ha
conquistado un prominente lugar entre nuestros literatos"; precisaba
que, además de la sección literaria, participaría en las ediciones diarias
con “artículos de oportunidad, sobre temas o materias diversos”.º
Una vez designado comandante de la División del Norte, Huerta
comenzó los preparativos para la campaña, pero como no la inició con
prontitud, se le llegó a acusar de mora intencional, como muestra del
desafecto al Presidente. Si se toma en cuenta que se le nombró el 1 de
abril y que el primer enfrentamiento victorioso contra Orozco fue el 6
de mayo en Cuatro Ciénegas, hay lugar para la duda, no obstante que
el general afirmó haberse tomado su tiempo para organizar mejor al
ejército. Desde mayo hasta agosto se dieron los enfrentamientos que
narra Tablada y que, es cierto, constituyen el núcleo de la victoria federal

º Ibidem, pp. 66-67.


º El Diario, 11-4-1912, p. 1.
º Ibidem, 13-4-1912, p. 3. No se olvide que en este periódico aparecería, en octubre del mismo
año, “La leyenda de oro”, incorporado más tarde como prólogo de La defensa social.

LIII
contra los rebeldes. Hablo de núcleo porque, no obstante la supremacía
de la División del Norte, Orozco no se rindió y continuó provocando
escozor intenso en el Ejecutivo hasta octubre, por lo menosº
A principios de septiembre, el ejército orozquista parecía andar en
desbandada º sin embargo, las informaciones de la prensa dejan la im
presión de que los acontecimientos en el norte no eran muy diferentes
de los que ocurrían en Morelos, donde era tenaz la rebeldía de los zapa
tistas. Por los conocimientos de estrategia militar de Huerta, éste se dio
cuenta de que el Ejército mexicano no estaba preparado para enfrentar
una guerra de guerrillas; en consecuencia, se presentó la paradoja de que
el jefe militar invocara una solución política, mientras que el Presidente
quisiera una victoria militarº A Madero le llegaron rumores de que
Huerta pensaba defeccionar para pasarse a las filas de Orozco y por ello
le ordenó que volviera a la capital; el comandante de la División lo hizo
a mediados de octubre y anunció que se sometería a una operación de
cataratas. Madero anunció en diciembre que, por petición del propio
Huerta, se le liberaba del mando de la División. En realidad, la rebelión
orozquista quedó derrotada a principios de 1913.º
Garfias hace un breve repaso de la campaña de Huerta en el nor
te, y al concluirlo dice que, con esas acciones, el gobierno de Madero
quedó a salvo, Huerta llegó a México convertido en una figura popular
y, de nuevo, Madero cometió “un grave error”: no haberlo ascendido a
divisionario, por lo que en Huerta nacieron el rencor y el odio.º

Iv. La sociedad que buscó defenderse

Tal como lo señalé al inicio de estas páginas, una de las preguntas fun
damentales de la introducción es: ¿qué es la defensa social para Tablada?
º Orozco, de hecho, nunca se rindió a Madero; lo hizo, eso sí, a Huerta. La razón de que se
mencione octubre como el final de su insurrección es porque es la última fecha en que se registran
acciones beligerantes suyas de cierta relevancia; en los meses siguientes se habla de él y su guerri
lla en el norte sólo de manera esporádica. Véase El Diario, El País y El Imparcial de octubre de
1912 en adelante.

º Knight, Porfirians, Liberals, op. cit., p. 42.


º Ibidem, pp. 42-43.
º Ibidem, p. 43.
º Garfias, La Revolución mexicana..., op. cit., pp. 70-72.

LIV
Con el fin de encontrar la respuesta es preciso recurrir a la historia, donde
se aclara que el enunciado “defensa social” se expresó en los años de la
Revolución y sirvió para alentar en la sociedad el deseo de preservar las
instituciones y lograr la paz. Al menos es lo que comienza por despren
derse de las informaciones hemerográficas. Se reconoce en una asociación,
autodesignada “Liga”, que adoptó dicho enunciado en marzo de 1912;
esto es, en plena insurrección de Orozco y Zapata, con el supuesto afán
de conseguir la paz y con fines de minar a Madero, según se verá por las
mismas notas periodísticas a continuación.
Llama la atención que fuera un periódico maderista el primero que,
según mis pesquisas, informara acerca de la constitución de la Liga de
la Defensa Social, y precisara, desde el encabezado de la nota, que sus
integrantes eran opositores al gobierno. Señaló como los partidos inte
grantes: el Católico Nacional, el Popular Evolucionista y el Antirreelec
cionista, más personas que, sin militar en algún partido, ya mostraban
su oposición a Madero.º
El conocimiento más claro de los propósitos de la Liga se tuvo
unos días más tarde, cuando otro periódico informó que Alberto García
Granados presidió la reunión del grupo, a la cual asistieron miembros
de los partidos Antirreeleccionista, Católico, Evolucionista y Liberal, y
donde se determinó lanzar un manifiesto a la nación. Éste señalaba, como
causas de la situación revolucionaria en el país: la escisión de Madero en
el Partido Antirreeleccionista (ruptura con Francisco Vázquez Gómez),
la designación de personas incompetentes en el gobierno, el nepotismo

º Según la nota periodística, en la sesión constitutiva Jorge Vera Estañol expuso los fines de
la convocatoria. También hablaron Carlos Pereyra y José Castelló Jr. La directiva quedó formada
por las siguientes personas: Manuel de la Hoz, Eduardo Tamariz, F. Galindo Pimentel, Germán
Landgrave, Francisco Barrera Lavalle, Jorge Vera Estañol, Rafael Pardó, José Castelló Jr., Luis
Martínez de Castro, Alberto Olivier, Samuel Eguiluz, Francisco T. Mascareñas, Toribio Esquivel
Obregón, Arturo Alvaradejo, José A. Rivera G., Alberto García Granados, Carlos G. de Cosío,
Abel Fernández, Luis Traconiz Alcalá, Antonio Herrejón López y Aquiles Elorduy “Una “Liga de
Defensa Social". Quedó formada con elementos de distintos partidos oposicionistas”, en Nueva
Era, 18-3-1912, pp. 1-2. Salvador F. Resendi escribe lo siguiente acerca de la Liga: “Cumpliendo
fines enteramente nobles y altruistas y sin perseguir medro ninguno personal, una Comisión de paz
de la "Liga de la Defensa Social", integrada por los señores licenciados Aquiles Elorduy y Francisco
T. Mascareñas y doctor Enrique González Martínez, fue recibida en esos días por el caudillo de la
Revolución". Resendi, La revolución actual..., op. cit., p. 245.

LV
dentro de éste, así como la disolución del Ejército, que impedía contar
con fuerzas suficientes para combatir a los insurrectos; el incumplimiento
de las promesas de libertad de imprenta, del reparto de tierras y el sufra
gio libre, además de la imposición de Pino Suárez en la vicepresidencia.
Las propuestas de la Liga eran: 1) la renuncia de éste; 2) la formación
de un nuevo gabinete; 3) el aumento de efectivos en el ejército; 4) el
fraccionamiento de tierras, pero sin llegar al despojo; 5) el respeto a la
soberanía de los estados; 6) que se disolviera el Partido Constitucional
Progresista y se suprimiera su prensa; 7) apelar al patriotismo de Made
ro y de los revolucionarios “para que hagan un estudio sereno de todo
esto y devuelvan de algún modo la tranquilidad a la patria”; además se
pedía a los diputados independientes que ayudaran a esta labor."
Es de notar que un diario opositor al Presidente criticara en su edito
rial del 6 de abril de 1912 la falta de claridad en las propuestas de la Liga,
si bien le hizo un aparente reconocimiento, eso sí, sin dejar de resaltar
sus fines políticos." Las actividades del grupo habrán sido cotidianas,
pero los periódicos no suelen dar detalle diario de ellas. Pasaron unas
jornadas antes de informar que una comisión de la misma había salido
al norte con el objeto de “acercarse al cabecilla revolucionario Pascual
Orozco y conseguir de él que deponga su actitud hostil”.” Por supuesto,
Nueva Era estaría al pendiente de las actividades de este grupo opositor,
para tratar de reducir su importancia como contrario a Madero.” El
Diario no simpatizaba con el Presidente, mas por lo visto la Liga tam
poco gozaba por completo de su aprecio, a menos de que sus críticas al
grupo fueran una manera de aparentar objetividad. En otro editorial, el

º “La “Liga de la Defensa Social” va a lanzar un manifiesto a la nación”, en El Diario, 25-3-


1912, pp. 1, 4.
"Concluye así el texto: “Resumen: “La Liga de la Defensa Social es una almáciga de hombres
de pensamiento y de virtud. Su programa es, pues, un dechado de buenas intenciones, acaso con
su si Es No es de trastienda política". Editorial “Siguen las firmas de la Liga”, en El Diario, 6-4-
1912, p. 3.
º La comisión estaba compuesta por cuatro miembros de la Liga: los diputados Rafael Rodrí
guez Talavera, Arturo Alvaradejo, Francisco N. García y Luis Traconiz Alcalá. Se dice que, desde
su fundación, la Liga se propuso un programa completamente neutral. “Hoy sale la comisión
pacificadora de la defensa social”, en El Diario, 1-5-1912, p. 4.
”º “Otro fracaso de la “Liga de la Defensa () Social'. La Cámara de Diputados no aprobará la
supresión de la vicepresidencia de la República”, en Nueva Era, 14-5-1912, p. 1.

LVI
periódico puso en duda la eficacia, e incluso la honorabilidad, de dicha
asociación y la acusó de obstruccionismo."
Hasta lo último que he glosado, las referencias a la defensa social
se hacían con respecto a Orozco, pero en agosto, cuando Huerta ya le
había asestado al guerrillero los reveses más fuertes, otro de los periódicos
antimaderistas invoca la frase, y consecuentemente las medidas, para
combatir a Zapata. En su editorial del 28 de agosto pidió acciones contra
el llamado Caudillo del Sur; hizo referencia a las diversas posiciones con
respecto al conflicto, y, dirigiéndose “a los que favorecen el zapatismo
no sólo por enemistad con el actual Gobierno”, les dijo: “ha llegado
el momento de obrar, de proceder con energía contra los enemigos
de la sociedad y el orden. ¿O acaso porque el gobierno (supóngase así)
es la causa de la causa vamos a permitir que la anarquía se apodere de la
República para caer en el más negro de los abismos?”
Se llega, así, a la respuesta a la pregunta que abre este apartado: José
Juan Tablada escogió “la defensa social” como título de su trabajo porque
se hacía eco de un planteamiento político antimaderista a todas luces."º
No hay referencias de que él mismo haya participado o coadyuvado de
manera expresa con la agrupación cuyo nombre tomó para intitular su
libro, pero con esto se confirma que, al adoptarlo, resaltó la congruen
cia de su pensamiento político y de su actitud ante la vida plácida, alejada
de los avatares y las confrontaciones sociales. Otro aspecto diferente,
aunque vinculado, es su adhesión a Huerta.
Con todo, la connotación antimaderista de la “defensa social” se
diluyó a la muerte de don Francisco, pues la frase continuó expresán
dose, ya en apoyo de Huerta. A un mes de que éste tuviera que salir
huyendo del país, en La Semana Ilustrada, entre las páginas fotográficas
que incluía esta publicación, aparecieron, bajo el título de “La Defensa
Social en Puebla”, cinco fotos con un pie referente a que en aquella
ciudad se organizó el cuerpo de Defensa Social, “listo para defender la
plaza contra todo ataque exterior”."
”º “Editorial”, en El Diario, 29-5-1912, p. 3.
”“Editorial. Por la defensa social”, en El País, 21-8-1912, p. 3.
º Alfonso Taracena considera a la Liga de la Defensa Social como “aristócrata y clerical". Vid,
Alfonso Taracena, La verdadera Revolución mexicana. Primera etapa (1901 a 1914), p. 261.
" La Semana Ilustrada, 2-6-1914, s. p.

LVII
Este carácter nacional de la defensa social permeó de manera local;
al menos en el estado de Durango. En varias fuentes he encontrado
referencias precisas sobre el tema. No me extenderé en el asunto; sólo
traigo a colación la singularidad del caso. Pero es de resaltar la semejanza
con el carácter de la liga nacional, sin que los durangueños o estudiosos
del estado hagan referencia a ésta: se constituyó en 1912 y la formaron
miembros de la clase acomodada. Llama la atención que incluso su deno
minación aparezca en un diccionario acerca de dicha entidad federativa:
“Organización de carácter militar que formaron en Durango las clases
capitalistas para la defensa de sus intereses atacados por las Revoluciones
Maderista y Constitucionalista, dándole como finalidad aparente, la de
un cuerpo civil para la protección de los hogares y las familias, únicamen
te”.”º Queda clara, pues, la asociación entre el término “defensa social”
y una actitud antirrevolucionaria; esta última afín a Tablada, por lo que
no debe extrañar la proclividad del poeta a exaltarla.

v. Tablada visto por sus contemporáneos y por generaciones posteriores

Con el ánimo de contrastar las valoraciones intelectuales y personales


que se han manifestado con respecto al autor del panegírico a Huerta, a
continuación referiré algunas opiniones que se expresaron acerca de él
en su época, y después algunas menciones que ha suscitado en el trans
curso de los años. No se trata de un inventario, ni siquiera aproximado
a la totalidad —tarea por demás innecesaria para los fines del presente
trabajo—, sino tan sólo de señalar lo polémico que es, en gran parte
por sus inclinaciones políticas, además de mostrar, en algunos casos
incidentalmente, cómo se recibió su pretendida historia de la campaña
de la División del Norte.”

º Pastor Rouaix, Diccionario geográfico, histórico y biográfico del estado de Durango, p. 123. Vid.,
además: Matías Pazuengo, “Historia de la Revolución en Durango: de junio de 1910 a octubre de
1914" y Atanasio G. Saravia, ¡Viva Madero Cabe destacar que este último título es una novela.
” De alguna manera, al estudiar a Tablada, varios de los que le hemos dedicado páginas hemos
referido o expresado opiniones acerca de su aprecio en el medio cultural. En mis dos trabajos ya
citados: Las veras y las burlas y JoséJuan Tablada en Nueva York he señalado algunas de las valoraciones
de que ha sido objeto, tanto desde el punto de vista literario como político en diferentes momentos.

LVIII
El Ahuizote, filoso por naturaleza, criticó la línea editorial de El Diario
con una caricatura en la que presenta sobre una montura, vestido de
caballero, y con un escudo donde se lee “$0,000.00”, a Ernesto Elorduy
(director de dicho periódico); lo siguen a pie, como frailes, Carlos Díaz
Dufoo y Manuel M. Flores; cierra el cortejo, vestido de bufón, Tabla
da. En el pie de la ilustración se lee: “Detrás del Caballero de los Cero
Pesos Cero Centavos, caminan los servidores Flores, Díaz Dufoo y José
Juan, autor de “Madero-Chanteclerº”.ºº Es de notar que esto apareció
un mes antes de que Tablada publicara el artículo que después presenta
ría como prólogo de La defensa social, por lo que aún no se le identificaba
como huertista declarado; además, en la época es de las pocas atribu
ciones directas de que el poeta fue el autor de la sátira contra Madero."
Atento a lo que se escribía y decía, El Ahuizote precisa, unos cuantos
días después de publicado el panegírico a Huerta, cómo consideraba al
autor de éste: en una caricaturaTablada esculpe la figura de un héroe que
está en actitud de disparar su arco; en el peto dice “Huerta”. Lo que en
el momento Tablada está labrando en el faldón son unas aves en medio
de un pastizal. El pie: “Huerta, al través del temperamento cortesano de
JJT. (Casco de Cuahtemoc (sic), escudo de guerrero germana (sic) y
kimono de samurai. No le rebaja usted nada?)”.º

Lo que presento aquí no lo había referido. Para no repetir ideas remito a dichos libros.
º “El verdadero aspecto de El Diario”, caricatura sin firma, en El Ahuizote, 28-9-1912, año II,
núm. 67, p. 3. Tablada se refiere a esta caricatura en nota al pie de “El ejército reorganizado por
el general Huerta”, infra.
º"Me parece significativo, en cuanto al conocimiento en aquel entonces de que Tablada fue el
autor de la sátira contra Madero, que en un texto de El Ahuizote se satirizara la convención del
Partido Constitucional Progresista con referencias a Chantecler de Edmond Rostand, sin hacer
alusión alguna a la tragicomedia zoológico política del poeta: “En la obra de Rostand, las lechuzas
fraguan un complot contra el gallo. En esta base-cour (sic por basse-cour, corral), quienes maquinan
son Chantecler y socios. La comedia está bien tramada. Pino Suárez triunfa por escotillón, como
Corral. Ojalá que la comedia no se transforme en drama sangriento dentro de poco”. “Chantecle
rizando. La convención en solfa", en El Ahuizote, 9-9-1911, año II, núm. 16, pp. 7 y 11 (la cita
reproducida, en la 1 1). En las pp. 8-9 se incluye una caricatura sin firma con la escena de la pelea
entre Chantecler (Madero) y otro gallo de pelea, atestiguada por varios animales.
ºCaricatura sin firma y sin título, en El Ahuizote, 2-11-1912, año II, núm. 72, p. 11. Ésta es la
caricatura que Tablada menciona en nota del capítulo “El ejército reorganizado por el Gral. Huerta”
de La defensa social y que a él le sirvió para aducir su apego al futuro usurpador antes de que éste
se apoderara de las riendas del país; véase infra, p. 96n.
Después de expresar reconocimientos sobre todo a la obra poética
y a la personalidad de Tablada, Francisco Gándara afirmó que el poeta
se daba tiempo para escribir de los problemas generales del país. En
cuanto a sus cualidades como escritor: “posee el secreto de esta elegancia
intelectual y sencilla, pronta, que es mesura y originalidad y que ninguno
puede adquirir si no es preparado por dotes de nacimiento y de raza”.
Dio cuenta de sus publicaciones por venir, y en particular: “En estos
momentos aparece un relato interesantísimo": La Historia de la campaña
de la División del Norte. Ya para terminar, señaló: “Cuando el cañón cese
de tronar y se acalle el salvaje aullido zapatista, el público tendrá oca
sión de apreciar las admirables obras del gran artista y hondo poeta”.º
Además, cuenta que conoció a José Juan en Chihuahua, cuando regresaba
de su viaje a Japón, y precisa que, como también ya había ido a París,
en ese entonces el poeta vestía como un bohemio del Quartier Latin. En
cambio, “Hoy su persona, esmerada y aliñada, siempre refleja mejor sus
hábitos y su ingenio. La pulcritud unida a su indumentaria de elegante
estilo inglés, le dan un aspecto de distinción y dignidad; cierto aire de
expresión seria y a la vez aguda, que cuadran a sus propósitos y a su ca
rácter” º Se reconoce aquí otra de las manifestaciones contrastantes de
Tablada. He dicho que en la línea política fue congruente hasta 1914,
así como también he mencionado que una de sus caracterizaciones es la
de las dualidades funestas. Con lo expresado por Gándara, el vestuario,
en particular, y la presentación personal en general, dan cuenta de las
alternancias en la vida del autor.
La inserción de Tablada en el huertismo se reconoce con esta nota:
“Desde el presente número se encarga de escribir la crónica literaria

º Francisco Gándara, “Tablada”, en El Mundo Ilustrado, núm. 14, 5-10-1913, p. 11. Ésta es una
referencia importante para identificar la fecha de publicación del libro de Tablada.
º Idem. Como el artículo apareció para dar cuenta de la puesta en circulación de La defensa
social, llama la atención que Gándara vertiera conceptos como los siguientes acerca del autor:
“Más que poeta del sentimiento, paréceme Tablada el poeta de la estética, sin que le falte nada de
lo ideal. Las ráfagas libres de las ideas nuevas rozan su frente y canta porque necesita cantar, y si
acaso vierte lágrimas, estas son pocas y las vierte a escondidas: Privilegiado el que las descubre!"
Son significativas esas consideraciones porque, si bien referidas a la poesía, distan mucho de aludir
al estilo empleado en el panegírico a Huerta. Sin proponérselo, con esto Gándara hace evidente el
contraste entre lo sublime y rico del verso y la prosa de Tablada en otros escritos, comparado con
lo convencional, chato, sin brillo, del texto sobre la División del Norte huertista.
de El Mundo Ilustrado el celebrado escritor, y notable poeta mexicano,
cuyas producciones son celebradas con general aplauso, señor José Juan
Tablada, que a pesar del cargo de director del Diario Oficial con el que
ha sido agraciado por el gobierno, dedica alguna parte de su tiempo a las
bellas letras”.ºº
La congruencia que encuentro en Tablada no la veían algunos de
sus contemporáneos. Esto se desprende de una nota de El País. Se da
cuenta —y se presenta un facsímil— del periódico que circula en fran
cés con el nombre de La Révolution au Mexique. Se afirma, en el diario
nacional, que la finalidad de éste es denigrar a México y, principalmente,
“dificultar el empréstito, diciendo en títulos llamativos que era un robo
a la épargne française' (ahorro francés)”. Al precisar que Vicente Castro
Herrera fue director de El Imparcial, se dice que, cuando tuvo que salir
de México, dejó a Díaz Dufoo, Tablada y Manuel de la Torre como,
respectivamente, director, jefe y secretario de redacción, y agrega: “(Ya se
sabe que estos señores, cuando El Imparcial pasó a poder del gobierno,
se volvieron gobiernistas, siguiendo la costumbre que desde hace años
les es propia)”.ºº Lo que no precisa El País es que, precisamente el hecho
de que Tablada se convirtiera en gobiernista, es señal de que mantenía su
línea de oponerse a la Revolución y de haber sido contrario a Madero.
Hace poco más de cuarenta años que Alfonso Taracena puso en
la picota a Tablada; el historiador no se tocó el corazón para aplicarle
calificativos contundentes. Primero, con respecto a la aparición de Ma
dero-Chantecler, lo llama “abyecto escritor” y ofrece información clara
de la sátira, entre otros datos, identificación de los personajes de la vida
real a los que toca en la obra. Concluye así Taracena: “Lo peor es que
nadie se da por aludido, y llevan trazas de no darse por aludidos nunca,
pues el autor es maestro en el arte de la adulación más vil”.”
A pocos días del golpe de Huerta para hacerse del poder, escribió
Taracena: “Sigue José Juan Tablada empuercándose con elogios a los

º Nota de la Redacción, en El Mundo Ilustrado, núm. 17,26-10-1913, pp. 11. Las cursivas
son mías.

º “En Europa se establecen sucursales del periódico porrista Nueva Era. El director de esta
publicación es Vicente Castro Herrera, concuño de don Ernesto Madero y antiguo patrón de don
Carlos Díaz Dufoo, José J. Tablada y Manuel de la Torre”, en El País, 22-7-1913, pp. 1 y 8.
º Alfonso Taracena, La verdadera Revolución mexicana. Primera etapa (1901 a 1913), pp.98-99.

LXI
orozquistas sometidos a la traición y el crimen huertianos. Hoy se publica
un artículo suyo en este sentido” º Más adelante, ya en el mes de junio,
dice que nuestro poeta “sigue revolcándose en la ignominia” al condenar
la toma de Durango por los revolucionarios.”
La referencia quizá más importante para estas páginas es la que
Taracena hace el 4 de octubre de 1913; en la cita omito la mayoría de
los calificativos que el poeta adjudicó al usurpador, porque ya los he
referido y aparecerán en el texto editado, páginas adelante:

Otro que pasa a la Historia y que no será extraño que también lo llame a
colaborar don Venustiano Carranza en caso de que éste llegue al Poder, es
José Juan Tablada, autor de un nuevo libro que comienza a circular, titulado
Historia de la campaña de la División del Norte. En este libro Tablada llama
a Huerta (...) verdadero estratega (en vez de estratego, aunque no debe
exigirse mucho a Tablada, que posee una ortografía de cocinera) (...lº

Como se habrá advertido, el historiador tuvo dotes de Casandra (en


caso de que en realidad la anotación la haya hecho en verdad en 1913),
al predecir que Carranza echaría mano de Tablada; por otra parte, se
habrá advertido que Taracena emplea el estilo burlón a que el poeta era
afecto para poner en evidencia a sus enemigos políticos.
Otra referencia más data del 23 de diciembre del mismo 1913, en
la que Taracena da cuenta de que el poeta pronunció unos versos en ho
nor de Huerta, por sus 62 años de vida, durante un banquete servido
en el Palacio Nacional.ºº La última mención que el historiador hace de
Tablada es el 22 de agosto de 1914 cuando, al dar cuenta de que las
revistas políticas desaparecen de los teatros, añade: “José F. Elizondo, con
otros muchos huertistas y periodistas que besaron los pies del usurpador,
han huído a La Habana, inclusive el procaz José Juan Tablada, el autor

º Alfonso Taracena, La verdadera Revolución mexicana. Segunda etapa (1913 a 1914), pp. 16-17.
El artículo al que se refiere Taracena es “La semana. Pascual Orozco, Cheché Campos, Caraveo. El
pasado y el porvenir", véase supra, n. 52.
ºTaracena, ibidem, p. 56. El artículo al que se refiere es “Notas de sangre y luto. Los cines. El
arte de Merignac", en El Imparcial, 30-6-1913, p. 3.
ºTaracena, ibidem, p. 102.
º Ibidem, p. 130. No he encontrado el texto de los versos.

LXII
del inmundo Madero Chanteclair. El reportero Carlos Toro, de lo más
venenoso, ha muerto a tiempo”.”
De las opiniones contrarias a Tablada en los días que corren, refiero
la de Antonio Saborit, quien considera que

No es difícil sospechar que los vínculos amistosos deTablada con Aureliano


Urrutia lo llevaran a escribir aquel artículo (publicado en noviembre de
1912 se refiere al que constituiría el prólogo de La defensa social) (...) Pero
cuesta más trabajo leer los encomios firmados por Tablada y dedicados a
Victoriano Huerta, cuando el mismo Federico Gamboa (...) consignó en
su Diario toda la desconfianza que le podía inspirar un militar de la talla
de Huerta al frente del gobierno.ºº

Esta opinión sirve para mostrar que, a mediano plazo, el mismo


Tablada se erigió, sin proponérselo, en revelador de sus propios desvaríos.
Pero hay que ir por partes. Más allá de que Gamboa haya consignado
eso en su diario, no se puede pasar por alto que el autor de Santa fue
ministro de Relaciones Exteriores en el gobierno del usurpador, de junio
a septiembre de 1913, por lo que la anotación habrá de tomarse con
pinzas, así como también debe hacerse con la que años después haría
Tablada, una muestra más de la incongruencia política que llegaría a tener
después de 1914: en sus memorias, al detenerse en los días inmediatos
siguientes a la Decena Trágica, los presenta como terroríficos, con la ciu
dad a expensas de agentes secretos y “esbirros militarizados”. Escribe: “El
jefe de éstos y cabeza de los agentes secretos, era un tal Huerta, pariente
del usurpador”.” En la misma entrega de sus memorias (la cual lleva
por título “Espejismos de paz. La maffia en escena. El Indio Zepeda”)
refiere que este último intentó presentarlo con el General ya instalado
en la silla presidencial, “para que me diera el nombramiento de uno de
los diversos y heterogéneos puestos que enumeraba acaloradamente”.”

º Alfonso Taracena, La verdadera Revolución mexicana. Tercera etapa (1914 a 1915), pp. 5-6.
º Antonio Saborit, “La Decena Trágica en los diarios de José Juan Tablada”, p. 13.
"Tablada, Las sombras largas, op. cit., pp. 403-404; la cita, en la p. 404. Las cursivas son mías.
Estas afirmaciones complementan lo que mostré arriba, al referir cómo Tablada pretendió blanquear
su proceder antirrevolucionario.
” Ibidem, p. 405.

LXIII
pero que él se negó. Tenemos aquí un ejemplo de cómo la escritura de
memorias se ajusta a la conveniencia del autor en el momento de tomar
la pluma. Sólo que llega a repugnar el aderezo con que se cubre el pasado.
En este caso, Tablada pretende tomar el pelo a los lectores (así como
procedió Gamboa en sus memorias): es innegable que aceptó colaborar
con el huertismo (tal como asimismo lo hizo Gamboa), sobre todo en
la prensa, para secundarlo y con el afán de legitimarlo.

VI. Victoriano Huerta, acercamientos a una figura endeble


Como se verá en este apartado, es negativo el saldo de las versiones histo
riográficas sobre el personaje que elogia Tablada, el general que, después
de la muerte de Madero y Pino Suárez, se las arregló para tomar el poder
ejecutivo. En algunos casos se dirá sin ningún embozo y otras veces se
inferirá que Huerta era veleidoso y astuto; para sus pocos partidarios,
eso será muestra de inteligencia. La opinión negativa, por otra parte, se
desprende del propio expediente personal del militar que se encuentra
en el archivo histórico de la Secretaría de la Defensa Nacional. En la
nota 4 del prólogo de La defensa social detallo parte de la información
que ahí se recoge, y el resultado es que se trata de un individuo que supo
colocarse en primera línea dentro de los militares en la época turbulenta
de los meses previos al inicio de la Revolución y hasta el momento en
que se apoderó de la silla presidencial. Además, ya en ésta, se hizo objeto
de reconocimientos oficiales desmedidos, al grado de que manipuló al
Congreso para crear el grado de general de ejército, con el único fin de
que se le concediera éste. Se trata de una distinción única, que ya no
volvió a otorgarse. Además, también durante su mandato, se mostró
munificente para gratificar a sus incondicionales. Lo dicho se desprende
de los ascensos y premios (como viajes y condecoraciones) que otorgó a
militares de su predilección, según se puede confirmar en la información
referente a algunos de los soldados en las notas que he puesto a la infor
mación de personajes. Por ejemplo, con respecto a Miguel Barrios se dice
que algunos empleos los consiguió de acuerdo con la ley, “pero los de
teniente coronel y coronel, los adquirió durante el gobierno del general
Victoriano Huerta cuyos actos desconoció la Revolución”. Esto deja claro,
también, que dentro del Ejército el usurpador no es bien visto.

LXIV
Ante la desmesura de las acciones huertistas que registra la historia,
más el hecho incontrovertible de que fue perdedor, no es de extrañar la
orden de aprehensión que, de acuerdo con el artículo tercero de la Ley del
25 de enero de 1862, puesta en vigor por el “C. Primer Jefe del Ejército
Constitucionalista”, se dictó contra Victoriano Huerta, sus principales
colaboradores y varios de los intelectuales adictos a él, entre ellos, por
supuesto, Tablada. Destaco aquí, entre estos últimos, a Manuel Puga y
Acal, José María Facha, Antonio y Jesús Rábago, Francisco Olaguíbel,
Federico Gamboa, José López Portillo y Rojas, Jesús M. Luján, Salvador
Díaz Mirón, Carlos Pereyra y Francisco Bulnes.ºº

VI. 1 Textos coetáneos a Huerta


Conozco dos libros coetáneos al de Tablada que se refieren a la campaña
de la División del Norte contra Pascual Orozco: Salvador F. Resendi, La
revolución actual. Sus causas y tendencias, sus triunfos y fracasos (citado en
varias ocasiones por el poeta) y José Fernández Rojas, De Porfirio Díaz
a Victoriano Huerta, 1910-1913. Obra histórica escrita en presencia de
datos fidedignos, sobre los sucesos políticos más importantes desarrollados
en México desde el triunfo de la Revolución de 1910 hasta la caída del
gobierno de don Francisco I. Madero; además de algunos textos que ya
en esos años hacían mención del usurpador. En este apartado trabajaré
con unos y otros. El acercamiento y confrontación de los dos primeros
documentos con el de Tablada, más la referencia a los demás trabajos
puede ofrecer luces para situar con mayor claridad al poeta con respecto a
su objeto de atención y a sus fuentes de información, así como reconocer
la tendencia historiográfica del momento. Una consideración particular
merecen los partes de batalla que, dentro de la argumentación del poeta,
son una de sus fuentes más confiables. Por desgracia, en el archivo de
la Secretaría de la Defensa Nacional no aparecen todos los que señala
Tablada, y no he podido localizarlos en otros documentos. Tanto Resendi
como Fernández Rojas reproducen algunos, y eso me llevó a pensar por
un momento que el poeta había tomado de ellos los fragmentos que
emplea, pero como utiliza algunos que no aparecen en ninguno de los
dos, es seguro que, para escribir La defensa social, tuvo acceso directo
*AHDN, Oficio núm. 7760 de la comandancia militar de México, 12-11-1914, t. III, ff. 656-660.
a documentos militares. De aquí colijo que, por haber producido una
obra totalmente por encargo, se le abrieron las puertas de los archivos
huertistas, para afianzar su trabajo.

VI.1.1 La revolución actual. Sus causas y tendencias, sus triunfos y fracasos


Salvador F. Resendi inicia su libro con un breve prefacio en el que,
como cabía esperar en la época, promete imparcialidad a toda prueba,
hasta el grado de que “Podrán estas páginas sinceras, molestar a tirios y
troyanos”.” Esta aseveración se debe a que al momento de escribir su
texto formaba parte de las fuerzas federales, después de haber estado en
las huestes orozquistas durante parte del conflicto, por lo que su trabajo
está avalado por su intervención directa, como testigo de primer orden.”
Por si fuera poco el aval de haber participado en acciones que reseña,
también afirma poseer documentos que afianzan su dicho” con lo que
se muestra como una fuente digna de crédito, capaz de respaldar sus
aseveraciones con escritos. Argumentos de esta naturaleza eran convin
centes para los lectores, pues consideraban que leían a autores fidedignos
—no cabe duda de que el poeta estaba convencido de ello— y Resendi
es una de sus fuentes principales. El apoyo en éste se comprueba ya sea
porque lo mencione de manera expresa, ya sea por algunas descripcio
nes que utiliza de él. Por ejemplo, con respecto a la batalla de Conejos,
Tablada afirma:

De la serie de grandes batallas que forman la trilogía épica de la División


del Norte: Conejos, Rellano, Bachimba, fue la primera de las mencionadas
la que lanzó el augural destello del genio militar del organizador y jefe

” Resendi, La revolución actual..., op. cit., p. 5. Además, Resendi es preciso en señalar el lugar
desde donde escribe y su función: “Yo no hago historia; pero, como testigo presencial de la mayor
parte de los hechos, proporciono datos honrados y fidedignos a la Historia. Transcribo, pues,
honradamente, las declaraciones textuales de los señores delegados”. Ibidem, p. 245.
ºÉl mismo indica su adscripción en las filas orozquistas. Al referir el plan de campaña de los
rebeldes, cuando habla del regimiento 14, anota que éste “marcharía por Pedriceña y Velardeña a
sitiar la plaza de Torreón, no sin antes tomar Nazas y Durango, que se encontraban débilmente
guarnecidas. Mi humilde persona fungía como jefe de Estado Mayor de esta columna”. Ibidem, p. 181.
Las cursivas son mías.
”Al hablar de Orozco y su estrategia, anota: “en uno de los telegramas dirigidos a Canales, cuyo
original conservo en mi poder”. Ibidem, p. 197.

LXVI
supremo de ese Ejército, cuya obra esforzada surgiendo en medio del más
espantoso caos de anarquía y desorganización, encumbró sobre las astas
de sus banderas no sólo los lauros del triunfo sino los fulgores cada vez
más culminantes y ardientes que señalaron a un pueblo náufrago, a una
sociedad agonizante, los rumbos remotos, pero certeros, del puerto salvador
y de la tierra de promisión (3o).

Mientras que Resendi lo dice así: “La batalla de Conejos fue el más
serio de los desastres sufridos hasta entonces por los revolucionarios.
Este combate fue un golpe terrible para ellos, no sólo por las pérdidas
materiales y de vidas, sino por el tremendo efecto moral que produjo
entre sus filas”." Es de notar que el autor ya habla de los orozquistas
en tercera persona; a pesar de que él participó en varios de los aconteci
mientos que reseña. Esto muestra que, al confirmar su distanciamiento
con los rebeldes, también está afirmando su pretendida imparcialidad.
Pero también hay diferencias entre estos dos autores. Por ejemplo,
las loas de Tablada a Huerta y en general a militares federales son des
medidas; también con respecto a Conejos, no escatima elogios a Rubio
Navarrete, mientras que, acerca de la misma batalla, Resendi concede
crédito importante del éxito a una acción que José Inés Salazar (esto
es, un enemigo del ejército) efectuó “intencional o equivocadamente":
tomó por fuerzas enemigas a los hombres de Murillo y Cheché Campos
y los cubrió de metralla." De esta manera se manifiesta sin embozo la
actitud encomiástica deTablada con respecto a las fuerzas federales, con
lo que hace aún más desmedido su panegírico. Hay otras discrepancias
que no deben pasarse por alto. Asimismo con relación a Conejos, el
poeta atribuye al parte de batalla el siguiente fragmento, que no aparece
en los documentos militares que Resendi y Fernández Rojas reproducen
cuando reseñan el enfrentamiento en cuestión:º

El empleo en su mayor extensión de la artillería, disminuyó eficazmente


el excesivo derramamiento de sangre nuestra, pues dadas las magníficas

19º Idem.
º Ibidem, p. 201.
º Resendi lo hace en ibidem, pp. 209 ss.; José Fernández Rojas, De Porfirio Díaz..., pp. 174 ss.

LXVII
posiciones de los rebeldes, tomarlas por asalto hubiera traído consigo mo
vimientos que además del cansancio, habrían ocasionado pérdidas mayores,
debilitando la consistencia casi homogénea con que se habían efectuado
los primeros combates parciales que precedieron a la concentración de la
División y que estimé decisivos para esta batalla, que como lo enumeré
antes, puede calificarse de prevista (38).

vI.1.2 De Porfirio Díaz a Victoriano Huerta, 1910-1913. Obra histórica


escrita en presencia de datos fidedignos, sobre los sucesos políticos más im
portantes desarrollados en México desde el triunfo de la Revolución de 1910
hasta la caída del gobierno de don Francisco I. Madero
En cuanto a José Fernández Rojas, también afirma que todo lo referido en
este libro es “analizado y comentado, y de todo sacando saludables ense
ñanzas para quienes busquen orientarse bien y tomar ejemplo para el
porvenir, escudriñando los hechos del pasado”.ºº Por lo que deja ver
en el prólogo, es antimaderista, y a lo largo del texto no oculta sus sim
patías por Huerta; la fecha misma de conclusión del libro es una señal:
julio de 1913, lo que, por otro lado, confirma que el usurpador requería
de textos justificadores y que no faltaban los personajes que estuvieran
interesados en mostrar sus simpatías. De las batallas y combates escribe
lo siguiente, que servirá para comparar con Tablada:
Cuatro Ciénegas: “cuando trataron los orozquistas) de caer sobre
Monclova, que estaba defendida perfectamente, Salazar que era el jefe
de los atacantes, fue rechazado y derrotado completamente, dejando
en el campo 120 muertos y heridos, 80 caballos ensillados, parque y
armamento. Con este descalabro, los federales recuperaron Cuatro Cié
negas, mientras Salazar huyó, perseguido de cerca, por 600 hombres de
caballería, al mando de Guarjardo (sic)”." Mientras que Tablada no es
detallista en este caso, y sólo escribe: “En tales momentos la infantería
se lanzó al asalto con ímpetu tal, que el enemigo huyó sin aguardarlo,
abandonando el campo en absoluta dispersión y siendo en su desordenada
fuga cañoneado por la artillería” (23).

º Fernández Rojas, De Porfirio Díaz..., op. cit., p. 2.


º" Ibidem, pp. 168-169.

LXVIII
Por otra parte, también es importante destacar que Fernández
tiende más al análisis; no es sólo descriptivo como el poeta, si bien, al
recuperar acontecimientos, aprovecha para enaltecer la figura de Huerta.
Con respecto a las divergencias de éste con Madero, ofrece una versión
interesante. Dice que, vencidos los orozquistas, Abraham González volvió
a Chihuahua y exageró sus medidas para castigar a los rebeldes:

El general Huerta, deseoso de lograr la pacificación, sin intransigencias ni


medidas violentas, interpuso su influencia, pero el gobernador, firme en
sus principios de mal comprendida energía, provocó serias desavenencias
con el jefe de la División del Norte.
El señor Madero, afecto al señor González, se dejó llevar por su im
pulsivismo y ordenó al general Huerta su regreso a la capital, sin atender
que la campaña del Norte quedaría inconclusa, nulificando por completo
la obra de pacificación empezada tan gloriosamente en Conejos.
Más tarde, el ex-presidente Madero, que no cesaba en su animosidad
con quienes le eran poco gratos, trató de mandar al general Huerta con
una comisión a Europa, cosa que el digno divisionario rechazó cortésmente
sic. 105

En esencia, a pesar de alguna discrepancia en datos, es de notar que


la relación de batallas y combates que hace Fernández coincide con la de
Tablada; esto lleva a ratificar que apenas Huerta llegó al poder, se publi
caron textos apresurados para fortalecerlo, cuyos autores contaron con
apoyos en metálico y facilidades para la consulta de fuentes documentales.
En cuanto al tono de los elogios a Huerta, es evidente la preocupación
de Fernández por mostrar las bondades del general, pero al comparar
con el estilo particularmente desmedido deTablada, encuentro que, más
allá de las simpatías de éste por el militar, su formación literaria más el
excesivo afán de resaltar virtudes en quien no las tenía en abundancia, lo
llevaron a la exageración. Por otra parte, en Fernández sí parece haberse
logrado la limitación en el empleo de recursos retóricos.

º Ibidem, p. 186.
vI.1.3 El presidente Huerta y su gobiernoº
Sin entrar en detalles de la campaña de la División del Norte en 1912, El
presidente Huerta ysu gobierno, de Manuel Doblado, constituye un docu
mento coetáneo a Huerta que exhibe otra manera de exaltar al usurpador.
Fue escrito y publicado en 1913. El autor es un huertista convencido
y entusiasta que no escatima elogios para colocar al destinatario en el
nivel de los grandes héroes nacionales; lo presenta como “hombre pro
videncial"º" y le concede la categoría de “alma” de la “reivindicación de
su de México) independencia comercial e industrial, que es la fuente vital
de los pueblos del siglo vigésimo”. En sus propias palabras, su documen
to es una crónica y una semblanza que, pretende, sirvan a los “futuros
historiadores” como fuente documental, y por ello ofrece presentar
verdades.ºº Con su invocación a la fidelidad del recuento histórico, se
puede entender que se trata de una obra plenamente positivista.
Es de notar que, no obstante no llamarla historia, al calificarla de
crónica Doblado se encuentra en la línea de quienes pensaban que no
se puede hacer historia de los acontecimientos presentes, y que la cró
nica, por ser obra de un testigo, deja constancia para que en el futuro
la utilicen los profesionales de la disciplina que estudia el pasado. En el
plano de establecer comparaciones con Tablada, aquí salta una: los dos se
refieren a hechos contemporáneos, pero mientras Doblado no considera
historia a su trabajo, el poeta sí lo hace. ¿Cuál será la razón que lo mueve
a ello? Me parece que siendo Tablada un cronista de pura cepa, sabía
que su panegírico no alcanzaba los niveles de sus mejores textos en ese
género literario en el que imbuyó creatividad, juegos de palabras y, en
fin, supo reunir información y comunicación. En consecuencia, prefirió
llamarlo historia, con la pretensión de hacerlo pasar como un trabajo más
serio, incluso como algo acabado. Si lo hubiera llamado crónica, como
Doblado, habría aceptado de antemano que su texto sería fuente para
el futuro, y él se propuso mostrarla como algo definitivo, autosuficiente
por los testimonios de que se valió.

º Manuel Doblado. El presidente Huerta y su gobierno.


º" Ibidem, p. 3.
108 Idem.
Doblado inicia su libro con una prueba de adhesión a Francisco
Bulnes, en particular por su libro El porvenir de las naciones hispano
americanas, debido a su importancia para reivindicar la esencia —y
afirmarla— de los países de la región. Procura desmentir con particular
interés la supuesta inferioridad de la raza alimentada con maíz. Esto lo
llevará a exaltar las virtudes del indio mexicano, con el propósito de
elevar a Huerta a un sitial singular. También afirma su antimaderismo
en varios momentos. He aquí un ejemplo: “las utopías del Plan de San
Luis nos inspiraron el desprecio de los imperfectos pero reales bienes de
que disfrutábamos en la era de paz”.º
Con el afán de sustentar su texto en la seriedad y profundidad de
un estudio, ofrece una disquisición acerca de la verdad y la ficción en
la historia nacional. Entre algo más: “Que la historia patria está por
escribirse, verdad es que va abriéndose paso, no obstante las resistencias
que le oponen la pasión política y el sentimental y romántico carácter
de la raza, siempre inclinado a preferir lo legendario y lo pintoresco a
la cruda realidad, desnuda de poesía”.º Considera que en los libros se
“han venido formando tradiciones y romances, crónicas y memorias;
sinceras narraciones de cosas vistas, y seductoras novelas compuestas
por imaginativos; mucho falso, y no poco legítimo; tanto apócrifo,
que resulta difícil distinguir de ello lo auténtico” (señala a Lucas Ala
mán y Niceto de Zamacois como parte de esta tendencia); º mientras
que Lorenzo de Zavala, José María Vigil y Justo Sierra iluminan a los
episodios y personajes “con el foco esplendoroso del amor a la verdad,
en cuya investigación emplearon el potente instrumento del método
científico, aplicado con amplísimo y sólido criterio”.º En vista de la
crisis por la que atraviesa el país, invoca el estudio de la historia como
maestra de vida.º
Doblado se sitúa, así, entre los escritores que abren un tajo entre, por
un lado, la literatura —según él pura invención y fantasía— y, por otro,
la historia—también a su modo de ver, apego a la verdad y sustento de la

º Ibidem, p. 53.
º Ibidem, p. 55.
lº Idem.
º Ibidem, pp. 55-56.
º Ibidem, p. 57.
nacionalidad—. Al plantear que en México se está en proceso de aprender
a escribir la historia justifica las condiciones de atraso en el país, pues al
carecerse de la visión cierta del pasado, a cambio de contar con leyendas,
se pisa en el vacío, no se dispone de elementos ciertos para conocerse y
forjar el futuro. El autor se ufana, en consecuencia, de ayudar a forjar
una nación que sepa discernir entre lo ficticio y lo verídico. Imbuido de
la guía retórica que pide al autor exhibirse modesto, Doblado se hace
pasar como auxiliar de los historiadores, cuando en realidad alienta que
su texto sea un documento definitivo, en la tarea de ayudar a sustentar
la figura heroica de su objeto de exaltación.
A continuación de sus disquisiciones teóricas, Doblado pasa a dete
nerse en los elogios a los indios y afirma ser el primero en exponer “esta
tesis de filosofía de la historia patria”, de que el genio indígena ha sido
fundamental en la historia: señala como precursor de la Independencia a
un tal indio Mariano, y considera próceres de la historia patria a los indios
José María Morelos (“indio mestizado”), Benito Juárez y Porfirio Díaz, más
Huerta, “coétaneo David que no ha vacilado en afrontar, por amor de su
patria, la cólera y el poderío del formidable Goliath del septentrión”.º
Como puede percibirse, el libro expele el incienso que Doblado quemó
en honor a Huerta, con base en los méritos derivados de su condición de
indio y de sus conocimientos técnicos y atributos épicos en el arte de la
guerra. Son tantas las expresiones laudatorias que ni siquiera las referiré,
pero sí dejaré constancia del afán de Doblado por exaltar al general. Por
eso llama la atención que critique a los panegiristas de Huerta con el
argumento de que, en el afán de celebrarlo, mencionan hechos, pero sin
demostrar los motivos de su actuación y ello “suele equivaler a presentar a
ese hombre como un vesánico, si no como un monstruo de maldad”.º
En cuanto al orozquismo, lo califica de “movimiento honrado y
patriótico adverso a Madero”, º si bien se contradice páginas adelante
cuando se hace eco de los indicios de que Orozco recibía apoyo estado

"* Ibidem, pp. 58-68, passim.


" Ibidem, p. 105. Con respecto a elogios desmedidos a Huerta sólo agrego que, a lo largo del
libro, Doblado inserta fotos del general, su esposa y prominentes huertistas. Los pies de foto son
elocuentes. El del dictador dice que es “campeón del honor y de la dignidad nacionales y mantenedor
de la doctrina “México para los mexicanos”. Ibidem, entre las pp. 16 y 17.
º Ibidem, pp. 107-108.

LXXII
unidense." Como se puede ver, aquí hay un desvanecimiento de los
juicios imparciales y científicos que quiere esgrimir Doblado, pues su
razonamiento, basado en la calidad racial de Huerta, deriva en los excesos
de la verborrea y en la acumulación de culpas ajenas —en las de Madero
como representante del mal, como instrumento yanqui, hasta el grado
de que el libro es tanto huertista como antimaderista—, además de que
no debe olvidarse la contradicción apuntada con respecto de Orozco.
Por otra parte, una singularidad de este documento es que hace
referencias explícitas a Tablada, pero sin mencionarlo por su nombre.
Por la importancia que tiene para esta introducción, ofrezco una cita in
exte.7150:

Con dificultad vencemos la tentación de reseñar la campaña del Norte, la


leyenda de oro, según la llama con notoria irreflexión, cierto poeta metido
a historiógrafo.
Leyenda de oro del general Huerta, sí; pero leyenda de oro de la nación:
“Ni es cielo, ni es azul”...
Desde luego, no son leyenda los combates de Cuatro Ciénegas,
Tlahualilo y Pedriceña; menos aún lo son las batallas de Conejos y del
segundo Rellano; tampoco fueron vanos fantasmas de niebla y luz—ojalá
lo hubieran sido— los millares de mexicanos de hermanos, muertos por
culpa de los caprichos y de las debilidades de un alienado a quien impulsaba
al crimen una banda de politicastros ambiciosos y de especuladores sin
conciencia. Historia muy dolorosa y muy sombría es el relato de aquella
nefanda campaña.
La cual tampoco nos parece que emita fulgores áureos, sino múrices,
como teñida que está con la sangre inocente de Abel de aquella tragedia,
que fue el pueblo, el verdadero pueblo mexicano, igualmente representado
por Huerta y por Orozco, por los federales y por los rebeldes. El Caín era
otro y blandía la quijada asesina a mansalva y desde muy lejos, desde el
Castillo de Chapultepec.º

Llaman la atención la verborrea y los argumentos que emplea para


demeritar a Tablada. Una vez más, la condena a Madero y la exoneración

" Ibidem, p. 110.


º Ibidem, pp. 112-113.

LXXIII
a Orozco le permiten ofrecer una imagen cruenta y terrorífica para justi
ficar la necesidad del gobierno huertista. En esencia emplea las mismas
razones que esgrime el poeta (si bien “el perdón” de éste al guerrillero
no aparece en el libro), pero su afán tiende a desprestigiar a Tablada por
la elección de sus recursos literarios. Un poco más adelante insiste en
contra del poeta:

En cuanto a repetir de ésta la campaña en el norte) lo que otros acaban


de decir, con gran copia de detalles y no menor abundancia de elogios,
además de redundante, parécenos inoportuno; y no creemos engañarnos
al suponer que el señor general Huerta siente lo mismo en lo íntimo de
su alma, porque estamos seguros de la elevación y de la sinceridad de su
mexicanismo.º

El libro está firmado en noviembre de 1913, lo cual muestra la cer


canía con el de Tablada. De este hecho se colige que entre los mismos
panegiristas de Huerta se estableció una lucha abierta, nada sorda, por
situarse en mejor posición ante el general. Para obtener ésta, Doblado
ataca al poeta con saña, golpeándolo en la parte más vulnerable: en su
condición de poeta. Doblado precisa y da realce al pecado original de
Tablada en esta obra: escribir mal. Por eso la ironía del atacante al recordar
que su enemigo es poeta, pues así lo deja desvalido, alejado de su oficio
prestigiado y sin alcanzar a ser historiador. Más allá de que El presidente
Huerta y su gobierno adolezcan de defectos parecidos a los de La defensa
social, el hecho de que sea obra de alguien que no portaba las insignias
de escritor, le confiere, al menos, la categoría de un trabajo “normal”,
no descentrado, como sí lo fue el de Tablada.

vI.1.4. De cómo vino Huerta y cómo se fue... Apuntes para la historia


de un régimen militarº
Es de resaltar que en 1914, unos meses después de que el usurpador y sus
seguidores tuvieron que salir huyendo del país, haya aparecido un libro,
sin autor expreso, De cómo vino Huerta y cómo se fue, una recopilación

º Ibidem, p. 114.
º Jan Leander de Bekker), De cómo vino Huerta y cómo se fue... Apuntes para la historia de un
régimen militar.

LXXIV
documental sobre el caso. Sin duda alguna es obra de algún antihuer
tista, con el fin de mostrar la constancia de los excesos del personaje en
cuestión.
Entre los diferentes documentos que reproduce está el llamado
“Pacto de la Ciudadela”; un manifiesto al pueblo mexicano firmado por
Huerta y Félix Díaz el 18 de febrero de 1913; otro manifiesto, ahora sólo
signado por Huerta ya como presidente interino, el día 22 del mismo
mes y año; y el programa de gobierno de éste, leído por Francisco León
de la Barra también del mismo día 22.
En el último de los documentos referidos, su autor hizo un llama
miento “al patriotismo de todos los buenos mexicanos, a fin de que
vengan a coadyuvar con el nuevo gobierno al restablecimiento de la
paz pública”. Después de expresar su buena voluntad para dar cabida a
todos los compatriotas, suelta esta advertencia: “pero si por desgracia se
empeñasen malos ciudadanos, ofuscados por las pasiones, en continuar
la contienda o en poner obstáculos al gobierno por medios violentos, no
vacilaré un instante en dictar las medidas de rigor que fuesen necesarias
para el rápido restablecimiento de la paz pública. La salud de la Patria así
lo exige”.º" Es evidente aquí la intención del recopilador al resaltar uno
de los lados siniestros del usurpador: lo implacable de su mano dura.
También aparece el famoso discurso ahora conocido como “Cueste
lo que cueste”, que Huerta pronunció al abrirse el periodo de sesiones
del Congreso de la Unión. Entre algo más, expresó un llamado a la
amistad internacional, aseguró que su gobierno era respetuoso de la ley
y garante de la justicia; propuso un giro en la línea educativa y planteó
el interés primordial por impulsar la educación indígena, en virtud
de que “el elemento indígena (...) es la raza gloriosa (...) es la que ha de
sostener nuestra nacionalidad”, y continuó refiriéndose a otras carteras
del gobierno. Al concluir el informe propiamente dicho, pidió permiso
para dirigir unas palabras fuera del protocolo. Éstas son las que consti
tuyen lo conocido como “Cueste lo que cueste”. Por principio, afirmó
hablar en presencia de la República, de la humanidad y de Dios; se
refirió a México como un pueblo glorioso, y lo apostrofó al exhortarlo
a despojarse de intereses temporales para trabajar en conjunto, incluso

º Ibidem, pp. 220-223.


hasta el sacrificio, con tal de hacer avanzar a la nación. En ese momen
to, se indica en la transcripción: “Voces: muy bien bravos, aplausos
nutridísimos. Voces: viva el general Huerta! qué dicen los porristas?” y
concluyó con este párrafo:

En la actualidad, señores, en el momento histórico en que nos hallamos, hay


muchas consejas, hay muchas versiones, hay muchos motivos de confianza
y de desconfianza, hay predicciones hasta inverosímiles; pero yo garantizo
a la Representación Nacional, yo garantizo a la República con mi vida,
que el Ejecutivo de la Unión, secundado por los Poderes que constituyen
el Gobierno Nacional, sabrá, cueste lo que cueste, hacer la paz a pesar de la
propia vida del que está hablando. Aplausos nutridísimos. Voces: viva el
general Huerta! bien bravo!º

Es afortunada la inclusión de este discurso porque ofrece la imagen


del gobierno huertista: abundante en promesas, inmerso en los rumores
y turbiedades, con el anuncio de lo que se daría: represión feroz a los
opositores.
Por el interés para estas páginas, señalo que aparecen, asimismo,
las condiciones que Orozco impuso a Huerta para reconocerlo como
presidente, a saber:

Primera.- Inmediata solución del problema agrario, para que el pueblo


tenga terrenos donde laborar pacíficamente y ganarse la vida.
Segunda.- Que los jefes revolucionarios sean colocados en las fuerzas
auxiliares de la federación.
Tercera.- Que los soldados revolucionarios sean pagados en lo que se
les resta de haber. Los haberes indicados suman cincuenta mil pesos.
Cuarta.- Que sea reembolsado a los particulares el dinero que han
adelantado a los jefes revolucionarios, mediante los recibos o testimonios
que constituyan pruebas suficientes.
Quinta.- Que sean pensionadas las viudas y los huérfanos de los que
hayan muerto en las batallas.º

º Ibidem, p. 235.
º Ibidem, p. 237.

LXXVI
Salvo la primera de las condiciones, que mantiene una de las deman
das causantes de los principales levantamientos contra Madero en el norte
y el sur del territorio nacional (por lo que no se trata de una demanda
de responsabilidad contra Huerta), no hay nada relevante, de fondo,
que en verdad exigiera una conducta rigurosa en el nuevo presidente.
En cuanto a la segunda, tuvo un cumplimiento inmediato, como una
manera de premiar el respaldo de Orozco. El resto de las condiciones,
por su carácter económico, dejaban abierta la posibilidad de que nunca
se atendieran, y quizá eso ocurrió.

vI.2 Huerta visto por sí mismo


Circulan, desde 1915, unas “memorias” de Victoriano Huerta."º" Es un
documento tan singular, en el que el autor se desenmascara con tanta
desvergüenza, que nace la sospecha de considerarlas apócrifas.” Es justa
la inquietud si, a la luz de lo revelado por los testimonios y los trabajos
historiográficos en que se estudia al general, aparece éste con aspecto tan
taimado, tan receloso, que el lector de las memorias llega a preguntarse
por qué decidió escribir con desparpajo y quitarse máscaras. Así, pues,
con las reservas de que tal vez el autor no sea el personaje presentado en
esas páginas, pero con la certeza de que lo ahí dicho es importante como
referencia de lo expresado acerca de Huerta, es conveniente detenerse
en algunas de sus páginas. El libro está fechado en Barcelona, España,
año de 1915.126
El inicio del libro es de antología:

º Memorias del general Victoriano Huerta, 4º ed., México, impreso por la Librería de Quiroga,
1995.
º Se ha llegado a suponer que las memorias en realidad son autoría de Joaquín Piña. Es in
teresante destacar, no obstante, que éste aparece mencionado en el propio documento cuando el
autor refiere que el general Rubio Navarrete se presentó indignado ante Huerta para comunicarle
que, yendo acompañado de Piña, capturó a un policía que supuestamente andaba vigilándolo por
orden de la Secretaría de Guerra. Ibidem, p. 74.
º Debido a la naturaleza del contenido, que podría sonar a escandaloso, pero que es útil para
estas páginas, comenzaré por referir, con apoyo de citas del mismo texto, la inmensa mayoría de
las ideas —“revelaciones"— ahí expresadas. La cantidad de transcripciones configura una selección
que trata de aproximar al lector la imagen detestable de quien se propuso confesarse; o, en caso
de que sean memorias apócrifas, del personaje a quien se procuró mostrar como despreciable.

LXXVII
Hermanos míos:
Es necesario que yo escriba estas líneas para que los mexicanos y el
mundo entero me conozcan íntimamente, tal cual fui durante mi go
bierno.
Yo sé que nunca me comprendieron los que me rodeaban; la diver
gencia de opiniones sobre mi personalidad ha sido tan grande desde el año
de 1910 hasta la fecha, que no creo que haya dos hombres que tengan la
misma opinión de mí (3).

Según él, los calificativos más comunes que recibió fueron: hombre
extraordinario, bandido inteligente, genio, borracho. Dice no cono
cerse a sí mismo; pero sí se considera “un hombre fuera del nivel que
alcanzaban los más grandes en mi época. Y a que los superara, si acaso
los superé, pues yo sólo puedo asegurar que los dominé, se debieron
las circunstancias en que se desarrolló mi carácter” (3-4). Se considera
indio de raza pura, con “las virtudes de los de mi estirpe y muy pocos
de sus defectos”: constante, enérgico, valiente, audaz (4). Sus defectos
como hombre fueron sus cualidades como gobernante: el egoísmo y
la desconfianza en especial: “Fui desconfiado como una rata, porque
había necesitado matar y traicionar para mi prosperidad. Por esto temía
infidencias y traiciones de cada uno de los hombres que me rodeaban”
(4). En un caso llega a la jeremiada: “Todas mis simulaciones, todas mis
emociones fingidas no han sido de lágrimas, porque tal vez mis pupilas
no están hechas para llorar... como mi corazón” (29).
Es consciente de que su relato provocará reacciones encontradas,
pero lo hace “para que se laven culpas y se me juzgue ante la historia”
(5). También sabe de su capacidad persuasiva: “yo no soy orador; soy un
hombre que habla lo que no siente: eso es todo; pero pongo tal calor en
mis palabras, que convenzo a mis auditorios” (59). Por otra parte, como
afirma que la selección de sus ministros se basó en diferentes razones,
pero ninguna de calidad, y en algunos casos para provocar miedo en
algunos de sus colaboradores, hace este apóstrofe: “¿A ti, lector, no te
tocó en mi Gobierno una Secretaría de Estado?...” (57).º"

º Con esto se da una innovación retórica para hacer participar de manera estrecha al lector; el
recurso de la segunda voz da fuerza al relato, a la vez que sirve para forjarse una imagen del autor;

LXXVIII
Se confiesa reyista e interesado en que cayera Díaz “para que los
postergados prosperáramos” (6). No le parecieron los métodos de la
revolución maderista, porque él hubiera preferido el golpe de Estado
(6). Sin embargo, su condición de militar también lo inclinaba a Porfi
rio, y se refiere a él con admiración cuando cuenta que lo escoltó hacia
Veracruz al dejar la presidencia (6-7).º El viaje, por otra parte, fue
una especie de revelación en cuanto a sus propósitos de vida: “Cuando
volví de Veracruz, durante el camino, solo en el tren, medité en este
pensamiento que nunca se me había presentado tan claro aunque me
obsesionó mucho tiempo: Yo SERÉ PRESIDENTE DE MÉXICo” (7).
A lo largo de las páginas destila su afición a la bebida. Por ejemplo,
cuando teje sueños que imaginan el afianzamiento de De la Barra en
la presidencia y a él en el ministerio de Guerra: “Cuando pensé esto,
también me tomé una botella de cognac” (8-9). Afirma que le temía
a la prensa; por ello había que comprar o matar al periodista (9). Retardó
la campaña contra el Caudillo del Sur, al que pudo haber vencido pronto,
“Pero pensé que si mataba a Zapata, crecía mi prestigio de militar, pero
terminaba mi encumbramiento, que se iniciaba tan bien, pues Madero
no me perdonaría (...)” (9). Asegura ser el autor de la idea de mezclar a
los militares en la política: “Yo fui quien no reprimió las manifestaciones
políticas de los soldados contra el Primer Magistrado de la Nación. Soy
el autor —con ello— de la resurrección de los cuartelazos en México”
(13). Llega al descaro: “Yo no creo en la opinión pública ni en el presti
gio de los hombres. Para mí es igual utilizar a mi sobrino Joaquín Maas
que al general Rábago”, así como a reírse de sí: “Una vez le dije a mi
compadre Urrutia: Si yo tengo armas y hombres, yo triunfo y hasta lo
feo se me quita” (15).
Cuando se iniciaron los preparativos para el cuartelazo de febrero de
1913, él se mantuvo al margen, a pesar de las proposiciones que recibió
para acabar con Madero. Lo hizo porque, no obstante su odio hacia éste,

pero como el emisor muestra tanto descaro, uno encuentra un elemento más para preguntarse si
las memorias serán auténticas.
º Las opiniones favorables a Díaz no son permanentes: “No, el Gral. Porfirio Díaz no era patriota
ni era grande. Era el peor de los gobernantes que le pueden haber tocado en suerte a un pueblo”
(57). Más adelante, al hablar de Carranza: “Su sistema de Gobierno sería el de don Porfirio: una
dictadura deprimente para todos los mexicanos” (92).

LXXIX
“yo quería ser Presidente”. Con respecto a la Decena Trágica refiere sus
jugarretas para acercarse al ahora llamado Apóstol de la Democracia
y luego para tramar la caída de éste (18-25). Con el fin de esperar el
momento oportuno de asestar el zarpazo dejó que murieran miles de
personas, sin que él se conmoviera:

Con frecuencia me he preguntado a qué se debe mi indiferencia por la


vida humana. Yo no siento nunca que la piedad conmueva mi corazón: ¿es
éste de piedra? ¿el alcohol, que en tanta abundancia he ingerido, atacó mi
entraña y aniquiló en ella la sensación? Yo no siento lo que he oído llamar
“la voluptuosidad de matar”, no. La muerte de un ser humano produce en
mi ser el mismo sentimiento que la caída de la hoja de un árbol (25).

Además refiere las aprehensiones de Madero y los maderistas, y


cómo de inmediato comenzó a aclamársele a él como el salvador: “La
Ciudad de México me acogía como el único Jefe, olvidaba a Madero y
a Félix Díaz, sólo veía a mi persona: el vencedor de Rellano el Jefe de
la División del Norte” (29-30). Esta cita es de particular utilidad para
las presentes páginas, pues exhibe la conciencia del autor (o la que se
atribuye al militar) sobre lo que significó haber encabezado la campaña
contra Orozco en 1912.º
Se confiesa rencoroso con Madero y afirma que quiso gozar antes
de matarlo: “ver al vencido y recordarle su ingratitud para mí, que
era el hombre que lo había salvado de ser vencido por una revolución
formidable”. Con el recurso de los apóstrofes le dijo, entre algo más,
incluyendo a Pino Suárez: “A mí me juzgará la Historia, señor, pero a
ustedes los voy a juzgar yo” (31).
Lo siguiente es ilustrativo en cuanto a su método de gobernar: “Para
salvar a México, yo nunca he creído que se pueda emplear otro medio

º Acerca de este episodio también es significativa su afirmación de que, a pesar de no creer en


las revoluciones, él propició la de 1913, y, como era su única salvación por el momento, por qué se
apoyó en ella. Sin embargo, se lee: “Yo podía destruir a la revolución. Con una sola orden reunir a
mi gloriosa División del Norte, y lanzarla sobre los focos de la sublevación, acabar a los rebeldes,
exterminarlos y hacer la paz (...) ¿Quién podrá negarme que con aquellos seis mil hombres de la
División del Norte, yo no me podía pasear por el último rincón de la República, sin que nadie se
atreviera a dispararnos un tiro de fusil?” (44-45).
que el brutal de represión que yo puse en práctica. Sólo con las bayo
netas, sólo con la Ordenanza (que es detestable como Código Militar),
sólo con el machete, se puede gobernar a México...” (36). No se detiene
en recursos nimios: “Yo procuré siempre, por sistema, inspirar terror.
Y esto lo lograba mintiendo y matando. Las dos cosas las hacía con
exceso, según la opinión pública” (43). Llega a la autosuficiencia: “El
desorden en mis costumbres, llamó la atención de todo el pueblo; pero
no me atrajo antipatías, pues siempre era mejor un Presidente así que
un hombre de bronce, que decía sólo dos palabras, como Don Porfirio,
o como los señores Madero y de la Barra, que hacían muchas promesas
a sus visitantes y que no cumplían ni una sola...” (43-4).
Manifiesta una opinión negativa de Manuel Mondragón, sobre todo
por su ineptitud para consumar la muerte de Gustavo A. Madero, a quien
permitió que se le linchara (39). También lo considera ambicioso, y en
busca del prestigio, “porque nunca lo había logrado tener, ni a pesar
de sus inventos, y quería dinero, porque es hombre insaciable..." (47).
Asimismo muestra desprecio por Félix Díaz, a quien siempre lo llama
“discípulo”: “lo atormentaba hasta con mi presencia; lo llamaba a las
altas horas de la noche, o a las altas horas de la noche lo visitaba, y hasta
le decía señor Presidente’” (47).
Sus sentimientos al llegar a la presidencia lo muestran con una carga
de orgullo por haber sido capaz de ascender peldaños en la sociedad: “Lo
que sentí al ocupar la Presidencia de México, fue algo que no pude ni podré
explicar. Me creía el amo de México, el dominador de todo aquel pueblo
del que yo había formado parte como uno de los más humildes, desde
hacía tantos años” (41). De sus estrategias para controlar a la gente:

Yo daba honores y dinero. Los hombres, todos los hombres, fundan en esto
la prosperidad, el triunfo, el éxito. Sus afanes, no son sino para obtener
una de estas dos cosas, o las dos.
(...) ¡Ah, si yo hubiera permanecido en el Poder, mis amigos se hubie
ran enriquecido y la Nación se habría salvado. El número de amigos del
Gobierno hubiera sido igual al de habitantes de la República (50).

El rosario de las confesiones llega


8 hasta a exponer
p que era ateo
q.
que su fe en la Iglesia católica “sólo se fundaba en la atracción hacia el
LXXXI
Partido que en nombre de esa creencia tenía más adeptos” (59). No es
complaciente con la naturaleza de la gente que estuvo a su lado:
Políticos fracasados del foro mexicano; filibusteros de la peor especie: ladro
nes conocidos; “bravis” de profesión; “enterradores” profesionales; poetas
de prestigio universal; declamadores; tribunos; eminencias en las artes y en
las letras; mediocres, condenados a fracasar; soldados abnegados y valientes;
verdugos de profesión; periodistas; obispos; todo lo que sobresalía en la
espuma o en la basura de la sociedad mexicana estuvo a mi servicio!
Diréis que todos los gobiernos disponen de malos elementos; sí, pero
ningún Gobierno los tuvo tan cerca como el mío (53-54).

Desesperado de las imbecilidades que cometía mi Secretario Particular el


general Víctor Manuel Corral, lo envié a la campaña. No pudo objetar
nada, como lo hiciera Guasque, quien con lágrimas en los ojos me había
declarado su falta de valor para ir a combatir. Corral sí fue, todo asustado,
a la campaña.
(...)
Por la impericia de Corral solamente, murieron allí muchos en San
Luis Potosí oficiales técnicos, ingenieros y artilleros que el general Corral
mandaba a la campaña con diez y quince hombres, como si fueran sargentos
o cabos (63).ºº

El texto es deshilvanado y contradictorio, incluso llega a la incohe


rencia. Por ejemplo, habla del distanciamiento que desde un principio
se originó con Madero ya en la silla presidencial, y de cómo se contuvo
de responder a los ataques del maderismo en Nueva Era; sin embargo,
unas cuantas líneas abajo escribe: “Seguí siendo ardiente partidario de
don Gustavo y de don Francisco Madero” (10).
Otra muestra se da con respecto a su interés por ocupar la primera
magistratura. Concede mérito, eso sí, como el oficial merecedor de re
conocimiento por la campaña, a Rubio Navarrete; pero no experimenta
envidia, porque el triunfo político era de él: en la prensa se le parangonaba
con Madero y se le señalaba como su salvador: “progresaba en mi camino

º Como podrá advertirse, el texto es implacable con un personaje que Tablada ensalza como
notable. Véase infra el apartado “Los dragones del 7", en “Batalla de Bachimba”, pp. 76-7.

LXXXII
hacia la Presidencia” (12). No obstante, párrafos atrás había referido sus
pretensiones de sólo convertirse en ministro.
No es menos incoherente el discurso acerca de su política militarista:
“La militarización de México la hice con el fin de obtener un gran con
tingente de fuerza para el caso de tener que emprender una campaña y
también con este objeto: someter a todos los que quisieran oponerse a mi
política, por medio de la disciplina militar” (51). También reconoce que,
con tal de premiar a los participantes en el cuartelazo de la Ciudadela,
se prostituyó la concesión de la Cruz al Mérito:

a todos los que quiso el general Mondragón que yo premiara por el Cuar
telazo que rompía con la lealtad del Ejército, los condecoré con la Cruz
del Mérito Militar
Desde aquel momento la oficialidad no tenía ideales en el Ejército
Federal (...) Tal como yo lo implanté, es el verdadero gobierno militar
(53).

Con ambas acciones coadyuvó a acabar con el ejército federal. El


hecho de que diga esto —y cómo lo dice— es otra de las razones para
pensar que las memorias son apócrifas. Otro ejemplo de ideas contradic
torias aparece con respecto a su apreciación del sentir de los mexicanos
por Madero. Comienza por afirmar que se sabe odiado por el pueblo
de México y es consciente de las múltiples ejecuciones de quienes eran
considerados sus enemigos:

Yo estaba satisfecho. Es decir estaba satisfecho del procedimiento, pero no


del número de víctimas: necesitaba que cayeran más cabezas, necesitaba
que el número de mis enemigos fuera igual al número de muertos...
Quería vengarme, para decirlo de una vez, vengarme de México que era
todavía maderista, revolucionario, enemigo del orden y de la paz (71).

Pues bien, con respecto a la campaña de los revolucionarios para


desprestigiar a Huerta ante el embajador yanqui Henry Lane Wilson,
había escrito: “en las conferencias) que se señalaba a Madero como
una víctima llorada por la República; cuando a nadie le había causado
la menor emoción!...” (68).

LXXXIII
Concluye su texto con una nueva muestra de contradicción. Prime
ro manifiesta que está cansado, que “quisiera haber muerto frente a las
fuerzas que ocuparon Veracruz”, y luego expresa su voluntad de esperar
el momento oportuno para volver a México, pues lo agobia el destierro
en Barcelona:

(...) tener energía para resistir los embates de la adversidad, no impacientar


se, sufrir estoico todos los golpes de la fortuna hasta que llegue el momento
oportuno, he allí la única regla para triunfar.
Así, pues, yo volveré.
Dios bendiga a ustedes, señores, y a mí también (96).

A diferencia de los autores que se apoyan en fuentes y papeles con


fiables, Huerta prescinde de unas y otros. Por dos razones —precisa él
mismo— no incluye documentos oficiales en sus memorias:

primero, porque los documentos sólo los leen los historiadores que luego
obligan a los niños a aprendérselos; y segunda (sic), porque para mí nunca
tuvieron ninguna significación.
...)
Los hombres de acción debemos despreciar todo lo escrito. Los his
toriadores y los que escriben, sólo sirven para aniquilar a los hombres de
acción que se dejan seducir por doctrinas a cual más absurda. Siempre he
creído que yo sé más de mi persona y de los medios que debo emplear para
el triunfo que persigo, que lo que me enseñara toda la filosofía... (30).

Esta declaración es parte de una contradicción flagrante e interesa


para estas páginas. En su texto Huerta comenzó por invocar el juicio
de la historia, con lo que se insertaba en su época como un personaje
consciente de que su vida y obra sólo podrían valorarse con el paso del
tiempo y con el estudio serio, mientras que tan sólo unas 30 páginas
adelante aparece como un individuo desconfiado de la manera en que
se escribe la historia. Su desdén por los documentos como fuente de
investigación histórica pudo haber sido indicio de una cierta capacidad
para discernir, incluso para hacer crítica de fuentes, si no fuera porque,
con tantos ires y venires en su discurso retorcido, el lector terminará por
dudar de los cabales del militar.
Con respecto a su disposición para dejarse elogiar, sibien revela cuán
to le fueron útiles los sahumerios, concluye por referirse con desprecio
a sus panegiristas: “También se relataban en letras de molde, anécdotas
sobre mi vida de soldado, y hurgando de modo servil los que me adula
ban, encontraron en mi pasado hazañas gloriosas y trabajos que me harían
inmortal entre los hombres de ciencia...” (5). El desdén por quienes
lo honraban lo lleva a expresar una sutil ironía, por la mofa del estilo,
cuando intenta recurrir a una autoridad para sustentar sus palabras:

Necesitaba oír hablar bien; y necesitaba que se me satisfaciera (sic) en la


más grande de mis debilidades: mi amor propio.
Señores, sin que alguien me llame grande; sin que se alfombre mi paso
con las rosas del elogio;—como dice no sé quién— y sin que se canten mis
hazañas de la División del Norte; yo no hubiera sido feliz. La Presidencia
era “eso” para mí, en lo que se refiere a la parte meramente ideológica.
...l
La oratoria de la intelectualidad mexicana también proclamó mis
triunfos. Donde quiera que un hombre inteligente hablaba, se decía de
mi valor, de mi serenidad ante el peligro, de mis campañas (58-59).

Es significativo que, de sus aduladores, sólo mencione a José María


Lozano. ¿Será que no escuchó a Tablada, o que éste cayó de su gracia?
Claro que, según se ha visto, el poeta no fue el único entusiasta del
huertismo, por lo que esta acotación no debe ser tan singular: otros
panegiristas quedaron en el olvido del general. Como sea, para Tablada
no debe haber sido agradable saber que, después de su esfuerzo por
exaltar a Huerta, éste lo considerara servil. A menos de que, como el
poeta estaba en el exilio, y por tanto padecía las consecuencias de haber
apoyado al usurpador, sus anteriores alabanzas ya se habrían trocado en
maldiciones.
Ahora bien, asimismo es revelador que Huerta muestre conciencia
acerca de cómo las alabanzas de que fue objeto no tuvieron recepción y
de cómo ello lo motivó a dejar la presidencia:

(...) Así me lo decían todos los hombres, así lo pregonaban los sacerdotes
en los templos! ¡El General Huerta es el salvador de México. Es el hombre

LXXXV
providencial Es el Redentor de México!º “Dios ayude al General Huerta
en su obra redentora”.
¿Por qué el pueblo no lo comprendía así?
Fue entonces cuando decidí abandonarlo todo (...) (71).

En resumen, las memorias de Huerta, ya sean auténticas o no, mues


tran al personaje que ha pasado a la historia: oportunista, cruel, taimado.
Las confesiones podrían interpretarse como conciencia del autor o como
desvergüenza, pero en ningún momento sugieren remordimiento o pesar.
No obstante, fidedignas o apócrifas, se reconoce la preocupación por
construir un personaje singular con anhelos de grandeza, no obstante
que afloren los defectos y vicios: embriaguez, egoísmo, desconfianza,
engaño, falsía, terror, interés, manipulación, ambición, muerte, men
tira, corrupción, hipocresía, ignorancia, desprecio por la inteligencia y
el honor. Los pocos defensores que pueda tener encontrarán en estas
páginas sólo motivos de desconcierto; no las considerarán apócrifas por
lo incoherentes, sino por no dejar abierto un solo resquicio para aducir
algo favorable. En caso de ser auténticas, revelan lo deplorable del estado
mental de su autor.

vI.3 Huerta observado por la prensa de su época


y por otras plumas años después
Al paso del tiempo, diferentes personas que han retomado la figura de
Huerta dejan un saldo evidente de condena al personaje que con tanto
entusiasmo alabaron Tablada y otros individuos coetáneos. Durante
la campaña contra Orozco y en el tiempo de la usurpación, lo que
menudearon fueron los elogios. Las muestras de libros parecidos al de
Tablada ya indican el tono de los ditirambos mientras tuvo las riendas
del gobierno. Veamos algunos casos de las consideraciones que la prensa
tuvo con él cuando comandó la División del Norte.
“Con el ánimo muy levantado salió para el norte la brillante colum
na del general Victoriano Huerta. El viejo y valiente soldado lleva en la

"En el original, el texto que aparece en cursivas está en negritas; lo cambié aquí para no romper
con el estilo tipográfico de mis páginas.

LXXXVI
punta de su espada la tranquilidad de la República”.º Incluso periódicos
maderistas expresaron esperanzas en Huerta cuando salió a combatir a
Orozco, según reza un encabezado: “La vanguardia de la División del
general Victoriano Huerta. Cariñosa despedida en la estación de Bue
navista. Embarque de tropa, caballada y artillería”.º Ya con algunas
victorias a cuestas, había más motivos para la celebración: “El ven
cedor de Bachimba se halla en esta capital. Se le tributaron manifestacio
nes de simpatía durante el trayecto. El viejo militar, de rostro broncíneo
y modales del tipo clásico del soldado valiente, llegó a la metrópoli
el día de ayer”.º"En octubre había más razones para festejarlo, pues
Orozco ya se encontraba en desbandada. Se informó que, en la ciudad
de Parral, Huerta fue saludado por “las autoridades civiles, militares y
numerosas personas más de la buena sociedad de este lugar, enmedio
de los entusiastas vivas que tributaba la multitud”; se le organizaría una
serenata y banquete.º” En contra de la opinión de Tablada, de que la
prensa oficial ignoró a Huerta, Nueva Era abrió una suscripción nacional
para ofrecerle un regalo al general.ºº
Años después, ya sin esperanzas en su fortaleza y sin afán de congra
ciarse con él o de temer su ira, se inició la revisión crítica de su persona
y obra.
Según Oswaldo Sánchez, º Huerta fue “cuartelacista (sic) por tempe
ramento”.ºº El articulista hace expreso lo que sin duda movía a todos los
que, por haber vivido de cerca los acontecimientos, o por algún interés,
procuran que la figura del general se siga “proyectando sombríamente a

º El Diario, 11-4-1912, p. 1.
º Nueva Era, 7-4-1912, p. 1.
* El País, 29-7-1912, p. 1.
º El País, 4-10-1912, pp. 1 y 3.
º Estos elogios son elocuentes: “La pericia, el denuedo, la lealtad del señor general de brigada
don Victoriano Huerta, cuyos talentos militares y patriotismo de conducta, los ha puesto ante la faz
de la República y para galardón de la Historia, al servicio de la legalidad del Gobierno constituido y
como sostén de la vida de la sociedad y de la autonomía de la Nación, claman de la gratitud nacional
un homenaje que en su representación se hará al Ejército todo". La colecta servirá para comprar la
banda y la espada que corresponden al grado de general de división, y que se le darán a Huerta "en
caso de que (...) sea distinguido con el ascenso". Nueva Era, 25-5-1912, p. 1.
º" Oswaldo Sánchez, “Para los depositarios de la verdad histórica”, pp. 3 y 11.
º Ibidem, p. 3.
través de la historia desapasionada que todo depura y aquilata para que
la verdad ocupe su verdadero lugar”." La invocación a la capacidad
esclarecedora de la historia se muestra, pues, convencida de la factibi
lidad de encontrar la verdad. Para ello, Sánchez aporta informaciones
que confirman aseveraciones del propio Huerta en sus memorias: que
tuvo inclinaciones al golpe de Estado desde la época de Porfirio Díaz,
y en particular retoma que intentó convencer a Bernardo Reyes de que
procediera contra el Presidente. Entre lo que proporciona para justificar
sus aseveraciones está la supuesta reacción del llamado Héroe del 2
de Abril en el exilio, cuando, al recibir el cablegrama que le informaba de
la sublevación de Félix en Veracruz, dijo: “mi sobrino no sirve para eso;
no hay más que uno, Victoriano Huerta, capaz de acometer una acción
descabellada de ese género; Victoriano es partidario de las infidencias; a
mí me iba a dar un cuartelazo, pero no pudo”."
Miguel Alessio Roblesº refiere un episodio relacionado con la
prepotencia y el carácter irónico y autoritario de Huerta. Ya sentado
en la silla presidencial éste, los felicistas fueron a verlo, preocupados
porque no cumplía con el Pacto de la Embajada, firmado en la sede de
la cancillería de los Estados Unidos el 18 de febrero de 1913. Cuando
Gumersindo Enríquez —el vocero elegido, quien pidió la renuncia a
Madero el mismo día de la firma del documento citado— le solicitó
que reconsiderara y se apegara a los acuerdos que había convenido con
Félix Díaz ante el embajador yanqui, Huerta lo interrumpió para recla
marle a Díaz por no haberle presentado antes a Enríquez, pues, según
lo expresó, hombres como él hacían falta para la patria. Todos se dieron
cuenta de que, por sus palabras y sus reacciones, habían recibido una
amenaza implícita. Robles dice que desde ese momento se afianzó la
figura de Urrutia, al que de manera tácita considera perro de presa del
usurpador y quien por gozar de todas las confianzas de Huerta acababa
de ser nombrado ministro de Gobernación.º

13º Idem.
º Ibidem, p. 11.
º Miguel Alessio Robles, “El general Huerta y el doctor Urrutia”, pp. 3 y 5.
º Ibidem, p. 3. El nombramiento ocurrió en junio de 1913, para sustituir a Alberto García
Granados, quien fue el primero en ocupar el cargo. Urrutia estuvo sólo hasta septiembre del
mismo año.
A su vez, Sandalio Mejía Castelán º no es complaciente. Como
cualidad, le reconoce a Huerta que nunca fue vacilante, pues logró lo
que siempre anheló: llegar a la Presidencia. Para ello, eliminó todos los
obstáculos, y lo hizo “progresiva y fríamente, calmando sus emociones
con un solo reactivo: el cogñac”." Agrega que, después de muchos
años de fracasos en sus planes, entrevió la oportunidad al término de la
campaña contra Orozco, acontecimiento que, asegura el autor, alargó
para enriquecerse. El articulista en realidad se basa en las memorias de
Huerta, cuando señala que éste calificaba a los jefes militares que estu
vieron a sus órdenes en dos rangos: ineptos y ambiciosos. A los primeros
los aceptó con agrado porque no podían restarle gloria; de los segundos
hablaba lisonjeramente porque, recuerda el autor, en opinión de Huerta
el mundo debe cuidarse de los hombres que no apetecen el dinero, pues
no sirven para ayudar a un gobierno." Acerca de la Decena Trágica
recuerda que entonces se mostró “su odio concentrado” y su indiferencia
por las vidas humanas; nada le conmovía, pues su pensamiento era el
del aniquilamiento total y, en consecuencia, jamás vertió una lágrima
por un muerto, ya que “sus ojos no fueron hechos para llorar”, según lo
había escrito el general.º
Por su parte, Rubén Salido Orcillo" es de los contados defensores
de Huerta. En uno de sus artículos periodísticos exculpa a Rodolfo Reyes
como autor intelectual de las muertes de febrero de 1913; sobre todo
condena a Félix Díaz, a quien presenta como el culpable de asesinatos
y como una persona interesada en maniatar al que ahora se llama usur
pador. Según el articulista, en el régimen de Victoriano participaron
hombres eminentes, por lo cual “hay que hacer constar que salvo en los
días de la Reforma, no se encuentra en la Historia de México un gabinete
formado por varones tan capaces como el que constituyó Huerta cuando
fue designado por el Congreso Presidente de la República”. Se percibe
aquí el recurso de un admirador de Huerta quien, después de 35 años
de que éste cometió sus excesos, y ante la falta de pruebas y argumentos

º Sandalio Mejía Castelán, “El verdadero Huerta”, pp. 6 y 12.


º Ibidem, p. 6
º Ibidem, p. 12.
46 Idem.
º Rubén Salido Orcillo, “El primer gabinete de Huerta”, p. 6.
de buen desempeño como gobernante, no encuentra otro apoyo que los
nombres de quienes lo respaldaron como ministros.
La descripción que hace Héctor R. Olea es apabullante en contra
del militar elogiado por Tablada. º Considera a Huerta “la figura más
nefasta de la historia nacional” y lo describe así: “era físicamente un
hombre corpulento, concorvado, calvo, ceño fruncido, cetrina la color y
además todos sus apologistas coinciden en que era un hombre de pocos
escrúpulos, empedernido dipsómano, ladino y taimado, para quien la
vida humana tenían un valor absolutamente insignificante”.º
Acerca del asunto de si fue usurpador, refuta a los juristas que han
tratado de mostrar la legalidad en su ascenso al poder y, en consecuen
cia, de limpiarlo de la condición de traidor. Arguye que es innegable
su conducta de traidor; que las renuncias de Madero y Pino Suárez no
fueron espontáneas y voluntarias, sino que les fueron exigidas por la
violencia. El gobierno de Huerta fue de usurpación, porque el Presidente
y el Vicepresidente obraron impulsados por el miedo, con el temor de
ser objeto de una acción maligna y por la necesidad de salvar sus propias
personas, conductas que, considera, son excluyentes de responsabilidad
en derecho penal. Como en sus renuncias se reconoce la falta de con
sentimiento pleno para plantearlas, éstas “no pudieron producir efecto
legal alguno”.ºº
Stanley R. Rossº se basa en lo expresado por Aureliano Urrutia,
a quien el historiador considera “una de las figuras más discutidas de
la historia de la Revolución Mexicana” y como el “símbolo visible” del
huertismo a la muerte del dictador, º para presentar una imagen te
rrible del usurpador. El mismo Urrutia, en la glosa de Ross, a pesar de
manifestar que Huerta fue “verdadero presidente”; y que “hizo sentir su
presencia con respeto y admiración de todos", º se da tiempo para hablar
mal de su compadre. Cuenta que, el 13 de febrero de 1913, estuvo en
una reunión de los senadores Sebastián Camacho y Emilio Rabasa con

º Héctor R. Olea, “Ecos de la Decena Trágica. El indio Victoriano”, p. 1 1.


lº Idem.
lº Idem.
"Stanley R. Ross, “Victoriano Huerta visto por su compadre", pp. 296-321.
º Ibidem, p. 296.
º Ibidem, p. 312.

XC
quien se preparaba para usurpar el gobierno de la República. Aquéllos
le ofrecieron sus servicios con el fin de que pacificara el país; éste les
contestó: “Tengan ustedes la seguridad de que antes de 3 días todo habrá
terminado para el bien de la patria”." Agrega Urrutia que, al salir de la
reunión, ya solo él, se preguntó: “¿Será posible que un hombre que lleva
en el alma el eco de todas las amarguras del mundo, a quien el destino
le ha escatimado los triunfos ahogándolos con los extertores (sic) de la
agonía —será posible, repito, que este hombre tenga en sus manos los
destinos de la nación?”.ºº
Es evidente que Ross está interesado, más allá de mostrar la actitud
taimada del general, en exhibir las veleidades humanas, en este caso de
un personaje tan cercano a Huerta como lo fue Urrutia quien, según ya
se vio, durante la usurpación fue un servidor diligente de su jefe y com
padre. Con la disquisición de Urrutia, en caso de que hubiese ocurrido,
se revela también cómo la corte de que se rodeó el usurpador no osaba
levantar la voz para manifestar inconformidad o divergencias con los
dictados de éste.
AlfonsoTaracena, historiador ya referido que no oculta sus simpatías
por el maderismo, escribe su “historia verdadera” con base en apuntes
que tomó en aquellos años como testigo adolescente. Al hacerlo así,
deja la impresión de ser un cronista acucioso que fue tomando nota de
los principales acontecimientos, y por ello se siente con la autoridad
de afirmar que su historia es “verdadera”. Dada su filiación, es de esperarse
una condenación clara y contundente de Huerta. Abundan las referencias
y las menciones del militar como un personaje nefasto, que actuó con
premeditación para quitarse de enfrente al entonces Presidente y luego
hacerse del poder. Primero lo presenta como taimado para manipular la
campaña en Morelos contra Zapata; después ofrece detalles que lo ponen
en evidencia, o bien dan cuenta de acciones y opiniones negativas, como
las reuniones que tuvo con diferentes personas nacionales y extranjeras
para preparar la deposición de la pareja de presidente y vicepresidente.
Por la manera en que está compuesto su libro, Taracena pretende con
vencernos de que ha hecho un registro fiel y minucioso de los acaeceres,

º Ibidem, p. 311.
º Ibidem, pp. 311-312.

XCI
y por ello, a pesar de que abundan las condenaciones y las referencias
negativas a Huerta, reproduce opiniones favorables, si bien acotadas con
calificativos de él. Por ejemplo: el 3 de noviembre de 1913 da cuenta de
una comida campestre en honor del general, en la que José María Lozano
le dice: “Sois, con vuestras milicias, el Mesías que llevará a la Patria hacia
hermosos y lejanos porvenires”.ºº Las referencias y los calificativos acerca
de Huerta son los usuales en la mayoría de los textos.
Aunque ya he mencionado a Michael C. Meyer con respecto a sus
investigaciones acerca de la campaña de Huerta contra Orozco, lo retomo
para destacar lo que piensa del que sería presidente a costa del asesinato de
Madero.”Entre los episodios y acontecimientos que dan pie al análisis,
Meyer considera que la campaña en el estado de Morelos para combatir
en 1911 a Zapata es el origen de la enemistad entre Huerta y Madero.º
Pero el distanciamiento mayor ocurrió después de que la División del
Norte hubo vencido, en apariencia, al guerrillero del norte.
Según lo refiere Meyer, Orozco no estaba derrotado. Marchó hacia el
norte, y una de sus tácticas fue la de minar las vías férreas y los puentes,
además de destruir medios de comunicación, para evitar que se le diera
alcance, tal como Huerta lo comunicó a Madero. Éste lo interpretó como
excusas del general, por lo cual exigió la victoria definitiva, comenzó
a inmiscuirse más directamente en la campaña y dio muestras de su
desconfianza al no atender las sugerencias para promover a Huerta y no
incrementar los salarios de las fuerzas regulares de éste, pero sí los de los
rurales. Otras acciones que distanciaron a ambos personajes se dieron
cuando los hermanos Madero impidieron el fusilamiento de Pancho
Villa, según lo ordenó Huerta, y cuando éste destruyó los distintivos
con la efigie del Presidente que alguien le envió para que los portaran
las tropas.” A mediados de junio, el general se sentía paralizado por
la injerencia presidencial. Por correo, Madero expuso sus razones para
anhelar la victoria definitiva y para manifestar reconocimiento al militar,
pero... “The conflict was a classic example of the civilian and military at

ºTaracena, La verdadera Revolución mexicana. Segunda etapa..., op. cit, p. 112.


º” Meyer, Huerta. A political..., op. cit.
º Ibidem, p. 28.
º Ibidem, pp. 38-39.

XCII
odds with one another. The personal enmity generated on this occasion,
much more obvious in the federal commander than in the president,
would never abate”.ºº
Para Meyer, algunas acciones y características de Huerta, tales como
la farsa electoral, la disolución del Congreso, los cambios constantes en
el gabinete y su alcoholismo, no permiten reconocerlo como estadista;
además, no inspira admiración como figura histórica. Desde su punto
de vista, todos estos factores son menores, comparados con los asesinatos
políticos que se cometieron bajo su mandato. Sin embargo, alerta contra
las consideraciones morales al hacer la historia y señala que, más allá de
cantidades, otros regímenes mexicanos también se mancharon las manos.
Se pregunta, entonces, por qué sólo Huerta lleva el baldón de criminal.
Apunta la hipótesis de que se debe al carácter contrarrevolucionario
de su posición, y señala que es de llamar la atención el que no se haya
estudiado con profundidad el proceder de Huerta con respecto a los
asuntos sociales.º
Alberto Morales Jiménez, º quien por cierto menciona entre sus
fuentes los libros de Doblado y de Tablada, es demoledor con el general:

Huerta, el frustrado, odiaba sin motivo alguno a Madero, el victorioso.


Dicho con exactitud —he aquí un tema sugestivo para los psiquiatras—
Huerta odiaba a Madero precisamente por victorioso. Huerta odió a Díaz
por eso. Huerta no se entendió con Bernardo Reyes por eso. Huerta no
triunfó por carecer de la grandeza moral para admirar sinceramente a los
triunfadores. Y para él y para muchas otras personas de corazón enano, el
pecado capital de Madero era ser eso: un victorioso, no más, no menos;
exactamente le acomoda el calificativo: un triunfador.º

Llama la atención que el ataque a Huerta se vaya por una ruta nue
va: exaltar a Madero como victorioso. La reivindicación de éste alcanza
niveles inéditos porque, dejando atrás los defectos que cimentaron los

º Ibidem, p. 40.
º Ibidem, pp. 154-155.
º Alberto Morales Jiménez, 20 encuentros históricos “Huerta y Madero”.
º Ibidem, p. 41.

XCIII
ataques en su contra, la imagen de triunfador dista de permanecer en los
documentos. Es verdad que su conquista en las urnas fue apabullante,
pero la devoción de que fue objeto cuando se le reconoció como el único
capaz de acabar con el porfirismo, se trocó muy pronto en desengaño.
A Madero se le exalta como mártir impulsado por buenas intenciones,
pero no como ganador. Por eso el argumento de Morales toma tintes de
partidarismo desembozado. -

El autor emplea una prosa llena de adjetivos condenatorios o exalta


dores, según sea el caso. Con respecto al primer encuentro entre Madero
y Huerta, en Cuernavaca, en ruta a Cuautla para visitar a Zapata, exhibe
al militar como rastrero y taimado, y reproduce un supuesto diálogo
entre Eduardo Hay y Madero, donde el primero manifiesta que Huerta
le despierta desconfianza; mientras que el segundo lo considera “un buen
hombre, simpático y sincero”. Morales también afirma que en esa oca
sión Huerta ya pretendía tenderle una celada a Madero y matarlo, pero
Hay la descubrió y puso a salvo a don Francisco. Dicho autor también
refiere otro diálogo, éste entre Hay y Huerta, en que el segundo expresa
su norma de conducta: “Yo nunca siento lo que digo, ni nunca digo lo
que siento”, º frase que se lee en las memorias de Huerta sin referencia
a dicho diálogo.
Morales es pródigo para calificar a Huerta. Lo muestra estudioso
por obligación (dado que su aspecto físico no le permitía lucirse ante
la sociedad, no le quedó más remedio que permanecer frente a los li
bros): “Todo interesa y conmueve a esta ráfaga, que después será nube
y tormenta, posteriormente huracán, destrucción y legítima vergüenza
nacional”;º también: “Los domingos desaira las invitaciones. No se
pasea en Plateros. Se queda en la Escuela con su vieja amiga: la soledad,
fiel novia, que, con los meses, lo hace grande y portentoso”.º
Como salta a la vista, Morales no pierde ocasión para reducir aún
más la figura del usurpador. Con el estilo ameno de presentar encuentros
de Huerta con otros personajes y los supuestos diálogos que se dieron en
esas ocasiones, ofrece una historia anecdótica, sabrosa sí, pero incierta.

º Ibidem, p. 44.
º Ibidem, p. 55.
º Idem.

XCIV
Claro que se ha basado en fuentes, que ha espigado por aquí y por allá
para presentar sus episodios, pero uno se siente inclinado a concederle
la categoría de imaginaciones a sus recuentos. Por supuesto, el recurso
le es útil: es más agradable leer sus páginas que otras sosas o farragosas.
Hace una veintena de años se dio a conocer una singular obra
dramática con el tema de la vida del general, de la pluma de Gerardo
Velásquez, con prólogo de Eugenia Meyerº La prologuista se refiere a
la importancia y a la dificultad de la biografía de personajes históricos,
que tiene sus complicaciones cuando se trata de individuos juzgados con
maniqueísmo. Con respecto al usurpador, anota:

El “tribunal de nuestra historia”, por unanimidad condena sin chistar a


Victoriano Huerta: Huerta el traidor, Huerta el asesino; Huerta el chacal;
Huerta el militar sangriento; Huerta el alcohólico irredimible... Y así recoge
para la visión popular a un hombre—todo defectos, ninguna virtud— que
a partir de engaños, chicanas e intrigas impone finalmente, luego de asesinar
al presidente Madero, una ominosa dictadura en nuestro país, arriesgando
la soberanía nacional y precipitando una guerra fratricida, para terminar,
como le correspondía, con una muy merecida y muy horrible muerte.º

A continuación, Meyer trata de la otra historia que, “si bien no jus


tifica o salva al personaje, ayuda a comprenderlo a través del momento
histórico”.º Entre algo más, considera que “su ascenso al poder fue
legal y, por lo menos en la forma, llenó todos los trámites establecidos
por la ley";" además, que es un “excelente personaje dramático, casi
shakespeariano, cargado de soledad y culpas, que vaga por el mundo
en un destierro que no resiste. Huerta, cuya muerte, entre el misterio y
las sombras, resulta manjar de escritores”." Lo siguiente manifiesta la
esencia de historiadora de Meyer: “Es posible que el personaje no tenga
salvación. Sin embargo, conocer y entender al hombre y su circunstancia
sirve para comprender una etapa fundamental de nuestra historia”."º

º Gerardo Velásquez, Aunque vengas en figura distinta, Victoriano Huerta.


º Ibidem, p. 10.
º Idem.
17º Idem.
" Ibidem, pp. 10-11.
º Ibidem, p. 11.

XCV
La propuesta de la historiadora es sensata y no cabe duda de que,
con posterioridad a cuando la expresó, se ha acrecentado el intento
de reconsiderar la ubicación que la historia nacional ha asignado a los
protagonistas de los acontecimientos decisivos en México. Sin embar
go, Huerta carece de alcances para solicitar una reconsideración de su
papel. No se ha dado un estudio serio en la línea de ver sin prejuicios
a Victoriano, ni se ha aceptado la sugerencia de Meyer dirigida a sacar
provecho de los rasgos dramáticos que ella le reconoce. La razón es que,
no obstante el proceso de reexaminar a los personajes históricos, es
muy difícil encontrar en Huerta virtudes o atenuantes para verlo con
otros ojos. Incluso aceptando que hubiera cumplido con los requisitos
legales para justificar la toma del poder, el hecho de atender a la forma
no basta para limpiar una trayectoria tortuosa, basada en el terror y la
fuerza. Huerta no alcanza la condición tragicómica de Antonio López
de Santa Anna, quien, sin ser despojado de calificativos como traidor y
vendepatrias, su imagen exhibe levedad (comparada con el personaje exal
tado por Tablada y unos cuantos más), y posee tal desparpajo, que atrae
como figura histórica y como protagonista de creaciones literarias.
En cuanto a la obra dramática que prologa Meyer —breve y cons
truida con cuadros rápidos—, presenta los momentos más conocidos de
la vida de Huerta, pero mostrados con afán crítico; si no esclarecedor,
al menos permite verlos con otros ojos. Con respecto al episodio de la
campaña en el norte, en diálogo del protagonista con Aureliano Blanquet,
ante las quejas de aquél por la desconfianza que le muestra el Presidente
y el contraste con el prestigio de que goza ante la opinión popular, Blan
quet le hace ver la inconsecuencia de que, por menos méritos, Madero
haya ascendido a Villa a brigadier. Huerta se queja, poco más adelante:
“Acepté la jefatura de la División del Norte si y sólo si yo era el único
responsable de las acciones de guerra. Y no hay día que no se entremeta
Madero”. Casi de inmediato, Blanquet le insinúa que se unan a Pascual
Orozco; Huerta responde: “Sería un obstáculo más a vencer”."º
Acerca del 9 de febrero de 1913, hablan Francisco y Gustavo Madero.
Éste previene al primero que debe cuidarse de Huerta y le recuerda las
artimañas que hizo en Morelos, razón por la cual Francisco le quitó el

7º Ibidem, p. 39.

XCVI
mando de las tropas; además, “Lo mismo aconteció en Chihuahua: lo
removiste de la Jefatura de la División del Norte porque estaba a punto
de defeccionar”. Francisco le responde: “Bastante influiste en esa decisión.
Salvo el general Jacinto Treviño, hasta hoy, Huerta es el militar con más
prestigio que aún no defecciona”; la respuesta: “Está por hacerlo"."
De alguna manera el dramaturgo ha procurado presentar una visión
despojada de tintes maniqueos, pero con todo y lo expresado por la
prologuista, la imagen que sobresale de Huerta es la de un personaje
retorcido en lo moral, taimado, que provoca animadversión. Un rechazo
que es distintivo y del que no se podrá librar, a falta de méritos.
Luis M. Garfias, también ya referido, presenta en su trabajo en cues
tión a Huerta descrito por sus contemporáneos. Reproduce la descripción
de quien él llama un testigo de aquella época (justifico lo extenso de la
cita en lo jugosa que es para confirmar el sitial en que se ha colocado al
general):

era un hombre de estatura poco menos que mediana, de anchísimas espal


das, cargado de hombros y estrecho de cintura, largo de brazos y corto de
piernas. Era huichol de pura raza y sus rasgos fisonómicos lo proclamaban,
traía el pelo a rape. Causaba el general Huerta en quienes lo veían una
impresión indefinible. Desde luego era una personalidad, sentíase uno ante
alguien, pero también sentía uno que a ese hombre algo le faltaba para ser
completo, algo que ya no tenía o que jamás había tenido. Era impenetrable
como todos los indios, locuaz como pocos de ellos y sus ojos enigmáticos
se ocultaban siempre tras gruesas gafas, a veces de color azulado o amarillo.
Una extraña inquietud agitaba de continuo aquel poderoso organismo;
súbitos giros de cabeza, movimientos bruscos de manos y piernas. Sus
palabras se contenían en ciertas ocasiones y se precipitaban otras, su ento
nación era monótona. Sus profesores y condiscípulos hablaban de su claro
talento y de sus buenos estudios; sus amigos, de su alegría y sus trampas, y
los hombres cultos que lo trataban, de una increíble ignorancia que parecía
indicar total olvido de lo estudiado. Pero todos convenían en su viveza, en
su desconfianza, en su suspicacia."

7* Ibidem, p. 64.
º Garfias, La Revolución mexicana..., op. cit., p. 69.

XCVII
Garfias reproduce, asimismo, lo que Manuel Márquez Sterling decía
de Huerta: “inteligente, ambicioso, reposado, astuto, frío, un tanto escép
tico, bebedor sempiterno, era el prototipo del soldado hispanoamericano
de mediados del siglo XIX”."º
En cuanto a las reacciones cuando Huerta ocupó la silla presidencial,
Garfias destaca a Carranza como el único gobernador que se opuso a la
toma del poder del general, aduciendo que, “como el Senado no tiene
facultades para designar al primer magistrado de la Nación, no pudo
legalmente autorizar al general Victoriano Huerta para asumir el Poder
Ejecutivo, y en consecuencia, el expresado general no tiene legítima in
vestidura de presidente de la República”." Como puede verse, la toma
del poder por parte de Huerta no es nítida en cuanto al cumplimiento
de las formas.
Significativa, como opinión que data de 15 años atrás, de allende las
fronteras, es la de Michael A. Foreman.º Según él, a pesar de que Huer
ta era alcohólico, se le reconocía sagacidad. Los extranjeros y la elite lo
apoyaban por duro;º el mismo presidente Woodrow Wilson, a pesar de
hacerlo de mala gana, sentía algo de respeto por el general; en agosto
de 1913 le escribió a un amigo: “Huerta is a diverting brute!... a mix
ture of weak and strong, ofridiculous and respectable! One moment
you long for his blood... and the next you find yourself entertaining
a sneaking admiration for his nerve... He is seldom sober and always
impossible, and yet what an indomitable fighter for his own land”.ºº
También según Foreman, Wilson no declaró las hostilidades contra un
país, sino contra un individuo." Estas afirmaciones van en la línea
de confirmar ese aspecto de la personalidad del usurpador que hasta
el momento nadie ha negado: el respeto que imponía. Sin duda, la
autoridad emanada de él se debía al terror que se emanaba de su figura
hierática, implacable, y una mirada que, oculta por los lentes oscuros,
no se dejaba analizar sino sólo taladraba el ánimo de los interlocutores,

176 Idem.
77 Ibidem, p. 95.
º Michel A. Foreman, “A storm in Veracruz”, s. ff.
17º Idem.
lºº Idem.
lº Idem.

XCVIII
o incluso de quienes veían su imagen únicamente en reproducciones
gráficas, como Wilson.
Según Alan Knight, para Huerta era fundamental el uso de la fuerza
y la omisión de la política; consideraba que la represión aseguraría la
paz, pues, según su experiencia en Morelos (1912-1913), la política sólo
obstruiría la operación militarº Otra información importante que pro
porciona Knight es que, una vez sentado Huerta en la silla presidencial,
lo apoyaron gobernadores de la mayoría de los estados, además de varios
ex maderistas, por ejemplo Toribio Esquivel Obregón y Jesús Flores Ma
gón, por ver al general como garante del orden. El Congreso, que en ese
momento era maderista en su mayoría, se mantuvo dócil, con el argumen
to de que serviría mejor desde una oposición legal y política, que aleján
doseº (una excepción notable en esta línea, es la conducta del diputado
Serapio Rendón, quien por oponerse a Huerta pagó con su vida).
Ahora bien, este historiador inglés considera que Huerta no cayó
sólo por falta de dinero, sino por el desencanto de sus seguidores, al
grado de que algunos incluso llegaron a ver preferible la conducta de los
revolucionarios. A finales de 1913, las esperanzas que el llamado usurpa
dor había despertado se convirtieron en escepticismo. La desilusión con
Huerta y el rechazo a la Revolución dio lugar a la búsqueda de un tercer
camino: la intervención estadounidense, que podía ir desde la presión
diplomática hasta la invasión militar. Se llegó a preguntar, al encargado
de la embajada de los Estados Unidos, si su gobierno aceptaría como
sucesor de Huerta a Emilio Rabasa; y a principios de 1914 el encargado
de la embajada mexicana en Washington sondeaba a los principales repre
sentantes europeos para que presionaran a favor del retiro de Huerta; lo
hizo como una alternativa a la dureza que los Estados Unidos mostraban
con el país.º
El creciente disgusto con Huerta (según Knight) avanzó parale
lamente con el respeto a los revolucionarios, que no eran tan malos
como los pintaba la prensa oficialista. Esto acrecentó la búsqueda de
una negociación. El propio secretario de Relaciones aseguró el pronto

º Alan Knight, The Mexican Revolution, p. 8.


º Ibidem, pp. 10-11.
º Ibidem, pp. 136-138.

XCIX
retiro de Huerta si los Estados Unidos suspendían el abastecimiento de
armas a los rebeldes. Aureliano Urrutia afirmaba que la salvación para
el país se daría cuando renunciaran Huerta y quienes lo acompañaban
en el poderº” A finales de junio de 1914, el propio gabinete de Huerta
pedía la renuncia de su jefe. Una semana después, Carden, el embajador
británico, también recomendaba la renuncia y proponía el nombramiento
de un sucesor neutral.ºº Para cumplir con las formas constitucionales
(tal como se hizo en su momento para dar legalidad a la usurpación de
Huerta), Francisco Carbajal, presidente de la Suprema Corte, fue nom
brado secretario de Relaciones Exteriores el 9 de julio. Seis días después,
cuando renunció Huerta, ocupó la presidencia."

VII. Consolidación de las observaciones

Para concluir la presente introducción, y ya que me propuse presentar las


observaciones que el autor de La defensa social. Historia de la campaña de
la División del Norte compartió acerca de Huerta, así como mis propias
observaciones, más algunas que historiadores y periodistas han efectuado
acerca del propio escritor y del propio militar, me detengo a destacar lo
que me parece más relevante.
En primer lugar, el intento del autor de ofrecer una historia se diluyó
en su momento por dos razones fundamentales: 1) por pretender escribir
una historia del tiempo presente, asunto por demás espinoso hace una
centuria, cuando se exigía el paso de los años para que maduraran las
reflexiones y las interpretaciones del pasado; y 2) por haberse desvane
cido el objeto de estudio —de elogio, sería mejor decir—. Aun cuando
el autor haya mantenido congruencia con su pensamiento político para
apoyar y colaborar con Huerta, como artista careció de perspicacia: lo
obnubiló la mano dura del que sería llamado usurpador, al grado de
que su pretendida historia terminó por ser un amasijo de alabanzas
dulzonas, informe técnico y recopilación de páginas escritas por otros,
que se desintegró en cuanto el destinatario del panegírico tuvo que salir

º Ibidem, pp. 164-165.


º Ibidem, p. 170.
º Ibidem, p. 170.
huyendo del país. Legar la “historia” de un derrotado —y no un derro
tado cualquiera, sino de quien se hizo del poder de la manera cruenta
en que lo llevó a cabo— fue una grave equivocación. Sólo al paso del
tiempo adquiere importancia reconsiderar el texto, dentro del conjunto
de la obra del autor.
Tal como era su costumbre, Tablada anunciaba publicaciones que
no se concretaban. Cuando apareció en la prensa “La leyenda de oro” (lo
que se convertiría en el prólogo de su pretendida “historia”) indicó que,
con esa entrega, “en estas páginas queda abierto el registro de la lealtad
y el heroísmo”. Salvo el capítulo sobre el combate de Cuatro Ciénegas,
que vio la luz en El Mundo Ilustrado el 23 de octubre de 1913, no volvió
a presentar en los diarios entregas ulteriores que formaran su libro. Junto
con la implicación a su estrategia de anunciar textos que no saldrían de las
prensas, esto se vincula con el hecho de la constitución de su “historia”.
Dado que las variantes entre los textos publicados en la prensa y el del
libro son formales y muy pequeñas, y puesto que aquéllas se incluyeron
dentro de su columna de crónicas, se encuentra aquí una razón adicional
para adelgazar la categoría de historia en su obra. Es obvio que se trata
más de una crónica y, en este sentido, tal como se ha llegado a considerar
a ésta, como materiales para la historia, y no esta misma.
Por otra parte, y para hacer referencia a algunos aspectos del libro
que presento, es importante resaltar que, congruente con su posición
antimaderista, y a tono con los enemigos de Madero, Tablada no cesó
de atribuir al Apóstol de la Democracia los defectos con que de con
suno se le atacaba. En el capítulo “El hombre de México” señala que
el pueblo de México estaba desengañado “por su ídolo que tan insólita
y frenéticamente había encumbrado”, y en consecuencia buscaba un
“hombre sin palabras, porque (...) de las digresiones desesperantemente
locuaces al borde del abismo que se abría, estaba la sociedad desenga
ñada, ofendida, cansada, asqueada”; por ello, agrega que se anhelaba
la participación de “un militar de puño de hierro” que salvara el ideal
común, “los intereses de todos, la vida misma de la Patria, condensada
no en los aludes de discursos, ni en la incansable locuacidad fonográfica
de un apóstol teorizante, ni en los torrentes de vocablos sin significación,
ni aplicación, sino en una sola y breve palabra, en sólo tres letras: PAz!"
(13). Téngase en cuenta que esto debió haberlo escrito a mediados del
CI
1913, cuando Madero ya había sido asesinado, con lo que el poeta no
muestra sino una reafirmación de su rechazo a quien luchó por abrir el
camino democrático para el país en el siglo XX, y más que nada, en vista
de la circunstancia de que ya no vivía el implicado, lo hizo para exaltar
más el sentido de la obra huertista.
En otro orden de ideas, y con el propósito de señalar algunas de las
incongruencias y defectos que se encuentran en el libro, debe mencionar
se que no es totalmente cierto, como lo afirma Tablada en el capítulo “El
hombre de México”, que la “prensa oficial o semioficial habló pasajera y
parsimoniosamente de Huerta”. A lo largo de la campaña contra Orozco
en 1912, diarios oficialista como Nueva Era manifestaron confianza en el
general para pacificar el norte del país, y reseñó con alborozo su triunfo.
Otro ejemplo, si bien de diferente naturaleza, es que, en su afán por exal
tar toda la campaña huertista en el norte, llega a presentar como victoria
la huida de una parte de la División del Norte, al mando de José Gómez,
en Pedriceña. Es justo, sin embargo, señalar que el propio protagonista
de la fuga informó que “las armas nacionales en lugar de haber sufrido
una derrota se cubrieron de gloria”,º con lo que se ve la dependencia
que el poeta tuvo en los partes militares para armar su texto. De esta
manera se confirma la hipótesis de que se le facilitó la documentación de
la campaña para sustentar sus loas. Independientemente de ello, también
está documentada otra retirada cerca de Pedriceña, un día antes de la
fecha en que ocurrió este combate. En este caso el protagonista fue el
coronel Ricardo Peña.
Con respecto al estilo, la sintaxis de gran parte del libro es sinuosa
y equívoca. Dígalo si no el siguiente párrafo:

Serían las 5 de la tarde cuando el mayor Gómez, que recorría las posicio
nes, notó la falta absoluta de cartuchos y vio que por esa misma carencia
de parque y por hacerse de él, el batallón Victoria y los voluntarios de
Velardeña se incorporaban replegándose de sus posiciones que el enemigo
aprovechándose de esa circunstancia fortuita, ocupaba con la masa des
bordante de sus hombres, no habiéndolo podido hacer antes pues lo tuvo
constantemente a raya el certero fuego federal (43).

º AHDN, scM, minuta, 15-8-1912, f91.

CII
También son notables los excesos retóricos, como cuando compara
a Huerta con Cadmo:

Como el héroe púnico, el generalísimo de la División del Norte debía


de matar al dragón de Beocia, las montaraces y vandálicas hordas de la
rebelión, y sembrando en tierra los colmillos de la bestia, los muertos
rebeldes caídos en los combates divisionarios, apresurar la unificación de
los elementos sanos y construir la fuerte y amurallada Cadmea y luego la
ilustre Tebas en cuyo recinto propicio nació el alfabeto, se explotaron las
minas y se fundieron los metales (46-7).

Se puede ver que, en general, el estilo es apresurado y grandilocuente;


en consecuencia, abundan los descuidos y disparates. Más allá de que los
panegíricos deban establecer comparaciones con personajes notables y
ejemplares, el texto que acabo de insertar es desaforado y sin apego a la
realidad. Por supuesto, esto tenía sin cuidado al autor, y era fundamental
para afirmar el ego del destinatario y para justificar a éste frente a los
posibles lectores. Por lo mismo, también abunda el maniqueísmo. Ya
se vislumbra éste en la comparación con Cadmo, y se reafirma, entre
muchos párrafos más, en lo siguiente, dentro del capítulo dedicado a
Bachimba:

Las actividades de la División durante esas jornadas son verdaderos capítulos


de una Guerra Santa, en contraposición con todo lo que la acción de los
rebeldes tuvo de odiosa barbarie, de brutal vandalismo, de destrucción
salvaje y cobarde de las obras santas y venerables con que la civilización y
la industria nacionales habían vivificado los desiertos septentrionales del
país (66).

Como parte de sus recursos para exaltar a Huerta, no podía faltar


la referencia al conocimiento militar de éste, que lo lleva a considerarlo
científico. Esto, con todo y sonar excesivo por la reiteración con que lo
hace el poeta, es de lo poco que tiene fundamento. Al menos así lo avalan
prácticamente todos quienes se han ocupado del general usurpador; es
quizá lo único que se le reconoce como positivo. Porque si bien es cierto
que de la misma manera nadie niega su condición de indio, el sentido

CIII
predominante en las referencias es de sorna por su origen. En cambio,
Tablada (y al parecer sólo Manuel Doblado además) le confiere una carga
meliorativa, hasta atribuirle al poseedor, por ese hecho, un hálito de
misticismo, y filiarlo en la línea racial de Cuauhtémoc y Xicoténcatl.
La construcción de los tres primeros párrafos de “A los héroes sin
nombre (a manera de epílogo)” me parece el único acierto retórico de
Tablada en las páginas de La defensa social(que no basta para contrarres
tar, ni de prescindir aquí de, los vicios estilísticos señalados). Las propo
siciones gramaticales en cuestión son sendas cláusulas interrogativas:

Ha enmudecido la polifonía de la victoria, clangores de trompeta y ronco


redoblar de tambores, repiques a vuelo en los excelsos campanarios y
largo clamor jubiloso de las multitudes al paso del héroe y al desfilar de
las legiones...?
Desde la brecha abierta en la muralla para el triunfo obsidional, hasta
las escalinatas marmóreas del encumbrado Capitolio; bajo los arcos de
triunfo coronados por númenes ardientes, airosos y raudos como la Niké
de Samotracia, bellamente frenéticos como la Marsellesa de Rudé, a lo
largo de la vía triunfal se ha hecho polvo el fragante tapiz de flores desho
jadas al paso de las cohortes vencedoras...?
Se han apagado las fogatas de júbilo en las cumbres de Pireo y entre
las almenas de la ciudadela...? (116).

A primera vista desconcierta la lectura, porque los signos de pregunta


imponen al texto un sentido de escepticismo que no se aviene con el
panegírico exaltado que es todo lo anterior, pues las interrogaciones son
un recurso para sembrar duda ante las muestras de oposición sin tapujos
a Huerta en el segundo semestre de 1913. Esta ironía le sirve a Tablada
para reafirmar la oportunidad de su panegírico, al recordar las “glorias”
del propio Huerta. Esto es, aquí el autor exhibió, por única vez en el
texto, una de sus mejores armas: la capacidad de expresar con palabras
de otro sentido lo que en realidad deseaba manifestar.
Hay una paradoja que se haría evidente años después, y por ello es
justo destacarla: con respecto a la batalla de Bachimba, Tablada califica
de chacales a los orozquistas. Como se sabe, una de las designaciones
con que sería conocido Huerta es precisamente la de chacal.

CIV
También es de resaltar que, como parte de su argumentación, el
poeta conceda gran importancia a los testigos presenciales y a las fuentes
documentales. Con ello —y como no atestiguó los acontecimientos que
reseña—, consigue una autoridad que, él supone, no se le reconocería si
dejara sin apoyo sus afirmaciones. Por eso, a más de señalar con frecuencia
que tal o cual acontecimiento lo refirió equis persona que tomó parte en
el mismo, también se respalda en partes militares o documentos que, sin
mencionarlos de manera expresa, da a entender que son obra de partici
pantes o testigos; además, por eso reproduce artículos o fragmentos de
textos de otras personas. Éste es un recurso que no abandonaría al paso
del tiempo. Lo haría con respecto a las crónicas neoyorquinas y lo he
tratado en otra parte º El apoyo en otros autores le sirve también para
remediar cuestiones que no consideró, como es el caso de la información
acerca de actividades previas de Huerta. Para subsanarlo, reproduce gran
parte de un artículo de Francisco Pascual García (“¿Quién es el señor
general Victoriano Huerta?”), donde se ofrecen los antecedentes bio
gráficos del generalote.
Ya de salida, reafirmo que, como trabajo de comunicación, La de
fensa social. Historia de la campaña de la División del Norte es un texto
que permite llevar a cabo observaciones ajustadas a la teoría de sistemas
de Luhmann. De todas ellas destaco que Tablada, al hacer una obra por
encargo, exaltó a Huerta a la altura de los grandes héroes de la historia,
a tono con los preceptos del paradigma histórico vigente en su época: el
de la historia maestra de vida, que inspiró aun a quienes no podrían ser
incluidos en el gremio de los discípulos de Clío, pero que se sintieron
capaces de escribir acerca del pasado.

ºVéase Lozano Herrera, José Juan Tablada..., op. cit., pp. 38-42.

CV
FUENTES CONSULTADAs

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El Diario
El Imparcial
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d) Artículos de periódicos posteriores a 1912


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Mejía Castelán, Sandalio. “El verdadero Huerta”, Excélsior, 30-8-1951, pp.
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4 a 8.4 º 2 V
7 E / L. E.
De. Para A + 4 º4 4. A lº e
7 º 2 º 4 Mw d

“Victoriano Huerta, Rábago y Téllez después de la batalla de Rellano”,


24 de mayo de 1912.
La defensa social
Historia de la campaña de la División del Norte

Or

José Juan Tablada

Cuatro Ciénegas — El Tlahualilo — Conejos — Pedriceña


Rellano — La Cruz— Bachimba y Balleza
(Artículo publicado en El Diario
el 10 de noviembre de 1912)."

A manera de ¿gº
La leyenda de oro
El señor general Victoriano Huerta

En estos momentos en que la gratitud de un pueblo habla incesantemente


de lealtad, de honor, de abnegación, de todas las supremas virtudes mili
tares que rodean como ciudadela de inexpugnables muros a los sagrados
intereses de la Patria, hay que fijarse, º para sacarla de la modestia en que
voluntariamente se esconde, en la venerableº y gloriosa figura del señor
general“Victoriano Huerta.”

"En realidad se publicó el 27 de octubre de 1912, en las páginas 3 y 4 de dicho diario, como
entrega de la columna “De domingo a domingo". El artículo que apareció el 10 de noviembre se
intituló “Derrota del zapatismo. En honor de Justo Sierra. El ciclón de Acapulco”.
º El Diario: fijar la vista
º García Cantú: la venerable
* El Diario: general don
*Victoriano Huerta (Ocotlán, Jal. 1845-El Paso, Tejas 1916). En la sección de campañas y accio
nes de guerra de su hoja de servicios se asienta que el 1 de abril de 1912 quedó “al mando del Cuerpo
de Tropas y Operaciones con sus servicios respectivos que posteriormente tomó la denominación de
Columna de Operaciones en el Norte", que marchó sobre Chihuahua a combatir al orozquismo;
en este documento se citan únicamente los combates de Rellano, Conejos y Bachimba; además se
afirma que no existen datos sobre la fecha de terminación de este movimiento. El 19 de octubre de
1912 se indica que, por instrucciones del Presidente de la República, se le dieron facultades para
organizar una División de las Tres Armas, que posteriormente tomó la denominación de División
de Operaciones en el Norte, de la cual quedó al frente hasta el 23 de diciembre del mismo año, y
se agrega que no existen datos acerca de los combates en que participó en este lapso
En su expediente militar se carece de información entre el 11 de septiembre de 1909 y el 25
de abril de 1911.
En octubre de 1911 solicitó licencia absoluta; adujo tener “por decoro necesidad urgente de
separarse para siempre del servicio" (carta al secretario de Guerra y Marina, 28-10-11, f. 578). Por
órdenes del Presidente se declaró insubsistente la orden del 4 de noviembre de 1911 para concederle
licencia absoluta; se indicó, además, que debía continuar como vocal de la Junta Superior de Guerra
(minuta de la Secretaría de Guerra y Marina, 10-11-11, f. 581). El 31 de marzo de 1912 se dispuso
nombrarlo al mando del cuerpo de tropas de operaciones que marcharon sobre Chihuahua; como
su segundo en jefe se nombró al general brigadier Antonio Rábago (f. 582).
En el expediente no hay documentación de la campaña en el norte; sólo se asienta que, por
acuerdo del Presidente, se le nombró general de división, continuando como jefe de operaciones
en el norte (Secretaría de Guerra y Marina, en adelante scM, 30-7-12, f. 589). También por dis
posición presidencial, se le dio de baja, como vocal, de la Junta Superior de Guerra, el 1 de agosto
de 1912 (f. 606). En respuesta a una petición del mismo Huerta, se le facultó para organizar una
división de las tres armas, “según instrucciones recibidas del Presidente de la República” (minuta
sqM, 19-10-12, f. 612).
Cesó en el mando de la división de Operaciones del Norte, y se le nombró presidente de la
Junta Superior de Guerra, para que continuara con la redacción de la historia de la campaña que
se le encomendó el 30 de marzo y para que formulara el parte circunstanciado de la campaña en
el norte, “a fin de que se le asignen sus recompensas" (acuerdo núm. 64999, 23-12-12, f 617).
Huerta contestó este acuerdo. Agradeció la confianza que se depositó en él; pero dejó en claro que,
desde finales de octubre, ya no era indispensable que continuara al mando de la División; “creo
que la Secretaría de su muy digno cargo, se ha servido al fin, estar de acuerdo conmigo, en bien
del público”. Además expresó su disposición para volver a servir en el futuro. Sin embargo, pidió
que se le retirara de la comisión que se le asignó en la Junta Superior de Guerra, para atender su
curación (no dice de qué). Al margen del documento aparece la conformidad del Secretario, con
la salvedad de que Huerta quedará en disponibilidad “tan pronto termine la historia y el parte que
se le pidieron” (Carta al secretario de GM, 24-12-12, f. 624).
Salvo el nombramiento de comandante interino de la plaza, por encontrarse herido el general
Lauro del Villar (9-2-13, f. 634) y un acuerdo para que se le suministraran 200 pesos por asigna
ción de mando (16-2-13), no hay documentación de la Decena Trágica y días posteriores, hasta
el 3 de marzo de 1913.
El 14 de abril de 1914, Manuel Mondragón le remitió una carta a Huerta, dirigida “Al Ciudadano
Presidente”, en la que le reconoce sus méritos militares; entre ellos: “No hay para qué hablar de la
espléndida campaña en Chihuahua, pues ella está fresca en la memoria de todos los mexicanos, y
los nombres de Rellano, Conejos y Bachimba, perdurarán en la historia como dos de (sic) gloriosas
victorias del bravo ejército Nacional./“Por último, el derrocamiento del gobierno del señor Francisco
I. Madero, al que tan poderosamente contribuyó Ud. salvando a la patria de inminente peligro de
un conflicto extranjero, es una acción distinguida y que por sí sola merecería la recompensa que
nuestra ley militar señala para esos casos”. En consecuencia, le pide aceptar la Cruz del Mérito
Militar de primera clase (f. 643 r. y v.). El 7 de abril de 1914, Aureliano Blanquet había hecho del
conocimiento el decreto del Congreso de los Estados Unidos Mexicanos, para nombrar a Huerta
general de ejército (grado creado por decreto del 4 de marzo de 1914), “En compensación a los
servicios eminentes prestados a la Patria" (f. 647).
Por otra parte, de acuerdo con el artículo tercero de la Ley del 25 de enero de 1862, puesta en
vigor por el “C. Primer Jefe del Ejército Constitucionalista", se dictó orden de proceder en contra
de Victoriano Huerta, Manuel Mondragón, Aureliano Blanquet, Félix Díaz, Henry Lane Wilson
y muchas otras personas más, civiles y militares, entre ellas los Braniff (Alberto, Tomás y Óscar),
Joaquín D. Casasús, Manuel Puga y Acal, José M. Facha, Antonio y Jesús Rábago, Francisco
Olaguíbel, Aureliano Urrutia, Porfirio Díaz, José Ives Limantour, Federico Gamboa, José López
Portillo y Rojas, Jesús M. Luján, Salvador Díaz Mirón, Carlos Pereyra, José Juan Tablada, Francisco
Bulnes y José Ferrel. Se giró la orden de aprehensión por los prófugos (oficio núm. 7760 de la
comandancia militar de México, 12-11-14, t. III, ff. 656-660).
Porque deº esas virtudes militares a las que la gratitud pública paga
en estos instantes tan justo y ferviente homenaje, es el señor general
Huerta prestigioso depositario; lo es a tal grado; condensa esas virtudes
de manera tan cabal y enérgica que usando de las palabras del filósofo
Emersonº puede llamársele un hombre representativo.
Es un arquetipo de lealtad, un sacerdote del honor, un héroe de la
abnegación y en su marcial figura culminante se concentran los esplen
dores de esos prestigios, como los rayos de un sol de oro que rompe la
noche, se fijan en los basaltos de una cumbre enhiesta.
Hoy que tras de su admirable campaña ha regresado el bravo divi
sionario a esta metrópoli, ceñido de laureles y aclamado por la gratitud
patria, en su rostro austero y viril, queº recuerda con sus enérgicas líneas
el deº Bartolomeo Colleone" cincelado en bronce por el maestro de
Miguel Ángel, º no se refleja vanidad ni vanagloria, refléjaseº sólo la
noble satisfacción del deber enérgicamente cumplido...
Ya en el exilio, después de haber estado en Barcelona, viajó a los Estados Unidos, desde donde
estuvo conspirando con la esperanza de volver a México. El gobierno de aquel país había acumulado
un expediente de sus actividades subversivas dentro de su territorio, y lo había citado para comparecer
ante el Gran Jurado a finales de enero de 1916, pero Huerta murió el día 13 de ese mes.
º García Cantú: Porque
7 García Cantú: es el del
º Ralph Waldo Emerson (Boston 1803 - Concord 1882). Ensayista y poeta estadounidense. A
los 18 años se graduó de Harvard; profesor en la Universidad de Boston, su primer libro fue Nature
(1836). Escribió para The Dial, el periódico del trascendentalismo de Nueva Inglaterra. (EH). Ta
blada hace alusión al libro de Emerson, Representative Men (1850), que tiene carácter oratorio por
haberse originado en conferencias. Los personajes a los que se refiere son: “Platón, o el filósofo”,
“Swedenborg, o el místico”, “Montaigne, o el escéptico”, “Shakespeare, o el artista”, “Napoleón, o
el hombre de mundo” y “Goethe, o el escritor"; se tradujo al español en 1896, Madrid, con el título
de Hombres y símbolos. Como se podrá deducir, aquíTablada cae una vez más en la exageración, al
pretender equiparar a Huerta con estos personajes.
º El Diario: se recuerda
º García Cantú: el del
º Bartolomeo Colleoni. Condottieri italiano; en diferentes tiempos estuvo al servicio de Milán
y Venecia, y desde 1454 fue general de la república de Venecia hasta su muerte; se le reconoce por
sus tácticas de artillería. La obra de Verrochio hecha en bronce que representa a este general, es
calificada como una de las estatuas ecuestres más importantes del Renacimiento italiano. A Colleoni
se le tomó como un patrón artístico, por sus toscas pero refinadas facciones. (EB)
º Miguel Ángel (Caprese 1475-1564). Arquitecto, escultor, pintor y poeta. Junto con Leonardo
da Vinci, la figura más destacada del Renacimiento italiano. Pasó gran parte de su madurez en Roma,
trabajando en encargos de los papas. Su cuerpo descansa en la iglesia de la Santa Croce. (EH)
º García Cantú: reflejese
Ese rostro impasible y sereno, reflejo de la magnanimidad interior,
muéstrase hoy en los días de gloria idéntico al de ayer en los días aciagos.
En su austera y digna serenidad, el general don Victoriano Huerta es
el mismo de adversos días ya lejanos, cuando yo lo conocí en la casa de
otro hombre eminente, el doctor Aureliano Urrutia," cuando los méritos
insignes del preclaro militar, fueron injustamente desdeñados, cuando
la enfermedad y el dolor lo herían sin agobiarlo, cuando el meritísimo
guerrero, después de una carrera irreprochable, veía pasar la vida sobre sí
mismo y sobre su hogar de patriarca sin una sonrisa, ni un aliento, ni un
halago, y llena en cambio de injusticia, de hostilidad y de amargura...
En esos días de prueba que indudablemente dieron a su espíritu el
acerado temple que hoy lo fortalece, de los estoicosº labios del guerrero
no surgía una queja ni un reproche; ni siquiera revelaron la amarga volup
tuosidad de los mártires, como hoy en los días de triunfo y de apoteosis
no se abren al paso del orgullo y de la vanagloria ni tampocoº reflejan
la voluptuosidad extrahumana del héroe victorioso.
Es que el general Huerta es un hombre de bronce. No en vano he
hablado a ese propósito de la broncínea figura del ilustre condottieri que
el Verrochio" esculpió. También vienen a mi memoria las figuras de los
héroes japoneses que han asombrado al mundo y cuyos rostros también
sellan con estoicismo impenetrable las almas magníficas que no se sabe
si se exaltan hacia la luz sideral de empresas de titanes o se desploman
entre las sombrasº de las catástrofes sin remedio.
El general Huerta es semejante en su estoicismo impávido a los
japoneses y a los guerreros del viejo Anáhuac. El pueblo cariñosamente,
º Aureliano Urrutia (Xochimilco 1872 -? 1975). Médico y político. En 1896 prestó servicios
como médico militar en Quintana Roo; después impartió clases en la Escuela Nacional de Medicina;
fue ministro de Gobernación en el segundo gabinete de Victoriano Huerta; posteriormente fue
director del Hospital General. (DP)
º García Cantú: estóicos
º García Cantú: támpoco
"Verrochio (Florencia 1436 -? 1488). Escultor y pintor. Su verdadero nombre era Andrea di
Michele di Francesco di Cioni. Junto con Donatello, fue uno de los principales escultores italianos
del primer Renacimiento. Dirigió una academia en Florencia; entre sus alumnos se encontraba
Leonardo da Vinci. En 1464 proyectó, en el templo de San Lorenzo, el sepulcro subterráneo de
Cosme el Viejo, quien gobernó Florencia en varias ocasiones entre 1435 y 1445; también realizó
el monumento funerario de Pedro y Juan en Médicis en la misma iglesia de San Lorenzo, que se
considera una las grandes realizaciones del arte ornamental. (EH)
º El Diario: la sombra
con evidente orgullo nacionalista le llama “el indio Huerta”.ºTiene en
efecto las virtudes, las virtudes insólitas de la raza en sus días heroicos.
Es de bronce, ya lo he dicho, del mismo bronce de Cuauhtémoc, que
no pudo fundir la infame hoguera.
Son las virtudes militares que tan prestigiosamente condensa el ge
neral Huerta, las líricas y deslumbrantes virtudes del guerrero de todos
los tiempos.
Son ésas, sí, las que Píndaroº cantó, las que los cinceles ilustres
de Grecia y Roma glorificaronº en el antiguo mármol inmortal; pero
además son otras.
Al valor personal, al ímpetu, al arrojo, al espíritu de sacrificio que el
guerrero de hoy como el de antaño debe llevar siempre a flor de corazón
como sus condecoraciones gloriosas, precisa en la complicación del arte
de la guerra moderno, º la posesión de complejas virtudes menos brillan
tes, pero más eficaces. Exige prudencia, cautela, y al entusiasmo bélico
que contagia, inflama y devora a las legiones por una ley incontrastable
de la psicología de las multitudes, el moderno jefe delº Ejército debe
sustituir su serena calma y su reflexiva frialdad. Así el invierno con su
hielo, dijo un poeta, convierte el encrespado río que es un obstáculo, en
un terso y resistente camino. Ese camino fue el que el general Huerta,
con su serena previsión y con su fría prudencia, tendió ante el ejército
del norte, que por él guiado” llegó de victoria en victoria hasta los
bastiones del norte remoto, donde al fin dejó clavada en la almena más
culminante, la bandera del orden y de la ley.

"Existen referencias hemerográficas de que, en efecto, a Huerta se le conocía así. En una nota
que da cuenta de un viaje a la capital, después del triunfo en Bachimba, se lee: “Ahí también se
entrevistó al general Guillermo Rubio Navarrete”; al concluir la entrevista, el reportero afirmó que
al hablar éste, “pudimos notar en el acento que imprimía a sus conceptos, y el profundo (sic) respeto
y la veneración que tiene por el general Huerta, el “Indio Huerta, como lo llaman sus colegas de
armas”. El País, 29-7-12, p. 8.
º Píndaro (Cinocéfalos, cerca de Tebas 518 -? 438 a. C.). Poeta. Nació en el seno de una
familia aristócrata conocida como los ageidas. Pasó dos años en Sicilia, invitado por Hierón I, rey
de Siracusa. Compuso epinicios (cantos de alabanza). (EH).
º El Diario: inmortalizaron
º García Cantú: moderna,
º El Diario: de
º García Cantú: guiada
Y qué ejército º Aquí la obra del general Huerta fue la de un ver
dadero creador. Fue un ejército improvisado, formado por unidades
heterogéneas y elementos bisoños, que para agruparse en torno del
luminoso lábaro, surgió hasta de la sombra de las prisiones. Quéº mila
gro portentoso de organización y de energía tuvo el general Huerta que
operar para convertir esa masa informe, desigual, caótica en una legión
que se movió armoniosamente de la descubierta a la retaguardia, con la
ajustada precisión de una máquina perfecta, a la sugestión imperiosa de
su voz de mando?...
Quién sabelº Pero el prodigio se operó y aquella masa áspera,
informe y ligada con los más bajos metales, adquirió bajo el yunque de
hierro de la voluntad del general Huerta, una fuerza, una unidad, un
temple, un brillo que sólo pueden compararse al temple supremo, a la
fuerza incontrastable, º al brillo diamantino de la propia espada, que el
general Huerta blandió en su noble diestra y que como la columna de
fuego, guio a sus legiones a través del desierto, a la tierra de promisión,
al triunfo, a la gloria!
Jamás aquellas legiones, al rendir sus jornadas, a través de sierras
y desiertos, dejaron de encontrar el fuego para calentarse, el pan para
nutrirse y el agua para desalterarse” y con todo eso el austero ejemplo de
su jefe supremo que mostraba a todo instante su rostro de bronce ante
las rojizas fogatas del vivac, como una estatua que simboliza el Deber,
reanimando las fatigas, reanimando la fe e inculcando la serena confianza
en el triunfo próximo.
Esa movilización, esa marcha precisa, esa organización en que todo
estaba previsto, en que la impedimenta, y el matalotaje y las ambulancias
y los servicios todos, llenaban sus funciones y estaban incesantemente
en su sitio, revelaron al general Huerta, bajo un nuevo aspecto. Antes,
todo el mundo le concedía las cualidades de un viejo militar, valor a
toda prueba, lealtad y pundonor, astucia y malicia afirmadísimas. “No
lo sorprenderá el enemigo, se decían a raíz de la catástrofe del primer
º El Diario: Ejército. García Cantú: ¡Y qué ejército!
º García Cantú: ¡Qué
º García Cantú: ¿Quién sabe
º García Cantú: incostrastable,
º El Diario: desalentarse
Rellano; Huerta es chucha cuerera”.ºº Esta frase significa en el caló
militar una astucia que todo prevé, una previsión siempre alerta que ni
emboscadas, ni alarmas” pueden sorprender.
Ybien, el general Huerta, º no sólo confirmó esas predicciones, sino
que se reveló un organizador militar a la manera alemana y japonesa, un
verdadero “estratega”, no en la simple manera antigua, sino en la difícil
y complicadísima acepción moderna.
Cierto que el general Huerta fue admirablemente secundado, que
contó en su concurso con los méritos grandísimos de Rábago,º Blan
quet,ºº Téllez,ºº O'Horán,ººTrucy;” que tuvo un jefe de Estado Mayor
como Carlos García Hidalgoº y un jefe de artillería como Guillermo
Rubio Navarrete;ºº pero así como en los días dudosos, adversos y difíci

º Esta frase, de acuerdo con Francisco J. Santamaría, significa “ser ladino, listo, astuto, maño
so”; además, este autor remite a Alcedo, quien en su Diccionario de América (1786) precisa que
la susodicha frase no se refiere a la hembra del perro, sino a la zorra mochilera, cuya piel era muy
estimada. (DM). La acepción que Tablada atribuye al ámbito militar no es exclusiva de éste.
º El Diario: alertas
º El Diario: el general Huerta no
º Antonio Rábago (Celaya, Gto. 1861 -? 1915). Jefe de la zona militar en Chihuahua; en 1913
sirvió al régimen de Victoriano Huerta. Fue gobernador y comandante militar en Tamaulipas. (DP).
*Aureliano Blanquet (él firmaba como Aurelio, pero en todas las referencias se le llama Aureliano,
por lo que lo dejaré así) (Morelia, Mich. 1849 - Veracruz 1919). Durante la Decena Trágica fue
quien detuvo al presidente Madero. Ministro de Guerra y Marina en 1914, con Victoriano Huerta,
a la caída de éste fue desterrado a Cuba; regresó en 1918 para sumarse a las filas de Félix Díaz, pero
apenas llegado a Veracruz se despeñó por una barranca al ser perseguido por las fuerzas del general
Guadalupe Sánchez. Fue decapitado, y su cabeza se exhibió varios días en aquella ciudad. (DP).
º° Joaquín Téllez (Ciudad de México 1866 -? 1929). Tomó parte en la campaña del Yaqui;
peleó contra los maderistas en Chihuahua en 1910-11, y en 1912 contra los orozquistas. Fue jefe
de la División de Norte en Chihuahua de octubre a noviembre de 1912. En marzo de 1914 fue
nombrado gobernador provisional de Sonora; tuvo que concentrarse en Guaymas, asediada por los
revolucionarios; evacuó esta ciudad y se refugió con buques y pertrechos de guerra en la república
de El Salvador. (DP).
º El Diario: no aparece mencionado este militar. Miguel O'Horan (? - 19-9-12).
º" Fernando Trucy Aubert (Puebla 1862 - Ciudad de México 4-5-1927). Fue condecorado con
la Cruz de Honor de tercera clase; en agosto de 1914 se le licenció del ejército federal.
º Carlos García Hidalgo (1868 - ?). En 1912 se le nombró perito traductor de los documentos
en inglés en el juicio contra Bernardo Reyes. Llegó a ser jefe del Estado Mayor de la División del
Norte al mando de Huerta, en cuyo régimen fue gobernador de Aguascalientes. En 1914 emigró
a Cuba. (DP).
º Guillermo Rubio Navarrete (Querétaro, Qro. 1877 - ?). Hizo estudios de artillería en la Es
cuela de Aplicación en Fontainebleau. En 1912 combatió a Emiliano Zapata; en febrero de 1913,
les del general Huerta se esperaba todo y a él se le exigían las supremas
responsabilidades y él hubiera cargado sobre sus hombros el desastre
de que su genio militar salvó a la Patria, así hoy el general Huerta, el
ilustreº jefe de la División del Norte, debe, a semejanza de los grandes
generales de la Roma antigua, ser el primero en entrar a la ciudad que
lo aclama por la brecha abierta en la muralla y el primero en ceñir sobre
su frente los supremos laureles del triunfo obsidional.
De los jefes que militaron a sus órdenes en las épicas jornadas del
norte, seguiremos hablando, porque desde hoy en estas páginas queda
abierto el registro de la lealtad y del heroísmo y éste es el primer capítulo
de la Leyenda de Oro del Ejército Nacional.
Hay que ser generoso en discernir los honores dignamente ganados,
hoy que el exuberanteº extravío de los espíritus peregrina por las ave
nidas con apasionados clamores que no deben turbar la serenidad de la
Justicia entregada a graves y supremas meditaciones.
Y ahora que se pide sangre y muerte de hermanos, que nadie puede
reclamar sino la Justicia, una diosa que impera muy por encima de las
bajas pasiones de los hombres, ahora que hay tal exuberancia en los
sentimientos protervos, hay que ser exuberante también en los senti
mientos nobles y pedir no muerte para los hermanos; sino vida, la vida
de la gloria para los héroes de la Patria.
Hay que apartar los ojos de los sombríos dramas callejeros, de la
venganza innoble y del bajo rencor y levantarlos a lo alto donde brillen
glorias como la que he intentado consagrar en estas líneas, genios que
como el de todos nuestros héroes, como el genio militar del general don
Victoriano Huerta, brillan sobre la tierra convulsa, lucen con rayos de
oro en el zodiaco de la patria y hoy la iluminan y mañana la guiarán
como los astros del cielo guían a las naves sin rumbo en medio de la
noche oscura y del océano proceloso!
José Juan Tablada

por su participación en la Decena Trágica, se le hizo general brigadier; al año siguiente, general de
división. En 1914 viajó comisionado a Francia, a su regreso combatió a los constitucionalistas; en
agosto de ese mismo año se retiró del ejército y se trasladó a Cuba. (DHBRM).
º El Diario: Ilustre
"García Cantú exhuberante. En la edición original de La defensa está esrito así; yo la corregí
COnnO errata.

IO
El hombre de México

Cuando el general Victoriano Huerta regresó triunfante de su admirable


campaña en el norte de la República, por más que en la conciencia pú
blica estuviese la persuasión clarísima de la enorme significación moral y
material de esa campaña, no le fueron otorgados los justos honores que
en toda patria se tributan a quienes la salvan, por sus hechos magnánimos
o por sus actos heroicos. Alrededor de la esforzada epopeya se exten
dió pesadamente una vasta conspiración de silencio. La prensa oficial
o semioficial habló pasajera y parsimoniosamente de aquellos triunfos,
confundiéndolos de mala fe con las escaramuzasº de que a diario eran
protagonistas aquellos capitanes irrisorios del Ejército libertador, que
sobre sus cráneos bravíos y a falta de otro lírico penacho, no tuvieron
escrúpulo en colocar el abominable sombrero tejano. Por deliberado
propósito, a la vez que por miopía y por ignorancia de lo que la campaña
del norte significaba social y militarmente, se habló de ella sólo en lo que
al gobierno aprovechaba, y, sistemáticamente, se restaron y escatimaron
las justas alabanzas a quien concibió con alta inteligencia, realizó con
prodigiosa organización y llevó a su fin, inexorable y victoriosamente,
esa magna obra, capital orgullo de nuestra historia militar moderna.
Mientras en este caso la prensa callaba, comentando en cambio, con
toda la resonancia de sus ecosº los empachosos discursos de los leaders
demagógicos, el señor general Huerta, que había recibido la breve y rígida
expresión de la gratitud oficial, colaboraba con su modestia característica
a esa maquinación de sombra y de silencio en derredor de su propia
obra. Él, que“hubiera podido provocar las ovaciones presentándose en

"García Cantú: heróicos. También aparece así en la edición original.


º García Cantú: la escaramuza
º García Cantú ecos,
* García Cantú: El que

II
asambleas y sitios públicos, desapareció apenas llegado a la metrópoli,
recluyéndose en su hogar y evadiendo aun las congratulaciones de sus
más íntimos amigos. Él, que legítimamente hubiera podido rodearse de
la pompa y el cortejo de un alto jefe del Ejército, y revestir su cuerpo con
los entorchados, las insignias y las condecoraciones, doradas a fuego por
el sol de las batallas, disimulaba su personalidad con el más modesto traje
civil; y, en una palabra, lejos de reivindicar méritos, parecía esforzarse en
disimularlos, quizá con la convicción íntima de los hombres magnánimos
para quienes los actos de que son autores resultan pequeños comparados
con la excelsa magnitud del ideal en que sueñan. Tal es sin duda en el
general Huerta y en todos los hombres ilustres, el proceso psicológico
de la modestia que sella sus actos, y que para el vulgo tiene apariencias
menos significativas.
Pero a pesar de esa obra empeñada en relegar la magnífica campaña
del norte al acervo de los sucesos comunes y triviales; a pesar de esa sobria
modestia con que el héroe de sus batallas desvanecía y disimulaba su
personalidad y su vida, la conciencia nacional sentía ya presentimientos
y vislumbres.
Los ecos de los cañones de Rellano” habían provocado una reacción
de optimismo en todos los espíritus. Especialmente el Ejército refrendaba
su prestigio, y la sociedad comprendía que en esas cohortes estaban su
salvación y su defensa contra las hordas vandálicas que en nombre de
la Libertad, abrían las cárceles, saqueaban los poblados, ultrajaban y
escarnecían, como en Torreón y Covadonga,º los más sagrados fueros
de la civilización y de la humanidad.
Otro hecho de igual trascendencia tonificaba el espíritu público y
hacía renacer sus más nobles y legítimas” esperanzas. Desengañado el
pueblo por su ídolo que tan insólita y frenéticamente había encumbrado,
* Se refiere al combate que tuvo lugar en la población de ese nombre, en el estado de Chihuahua,
entre el Ejército federal, al mando de José González Salas, y de las fuerzas orozquistas, el 24 de
marzo de 1912. A causa de la derrota federal, González Salas, quien había pedido licencia a su
cargo de ministro de Defensa, se quitó la vida. Para sustituirlo se nombró a Huerta. Véase infra,
n. 5 de “Batalla de Rellano”.
º En marzo de 1912, las fuerzas orozquistas asolaban estas poblaciones. En particular acerca de
Torreón, según lo refiere Alfonso Taracena, El Heraldo Mexicano y The Mexican Herald llegaron a afir
mar que a la capital de la República llegaban cien carros de ferrocarril con heridos de Torreón.
” García Cantú: lejítimas

I2.
convencido de su total ineficacia para contener la relajación de todo
deber, la veneración y el atropello de toda ley, la anarquía, en fin, que se
propagaba por doquiera; desengañado y angustiado con el pánico de la
catástrofe presentida, y el supremo anhelo de la salvación anhelada, el
pueblo comenzaba a ver en torno suyo, “buscando a un hombre”.
Con ansia, con anhelo, con desesperación, un pueblo buscaba a un
hombre: al hombre que, en las grandes crisisº nacionales, surge inevita
blemente ante los ojos de la Patria, pero que en esos largos momentos
de angustia y desesperación tardaba demasiado en llegar...
Un hombre de simple clarividencia y de energía simple, pero pro
porcional a la magnitud del desbordamiento anárquico. Un hombre
sin palabras, porque de las palabras, de los discursos” declamatorios
e interminables, de las promesas sin cumplimiento, de las digresiones
desesperantemente locuaces al bordeº del abismo que se abría, estaba
la sociedad desengañada, ofendida, cansada, asqueada. Un hombre sin
palabras; pero un hombre de acción, era lo que el pueblo anhelaba y en
aquellos instantes presentía. Los conservadores radicales anhelaban la pa
sada dictadura; los evolucionistas moderados confiaban su salvación a un
hombre del temple de un dictador capaz de respetar las reivindicaciones a
medio conquistar por el último movimiento. Y el anhelo general sufragaba
por un militar de puño de hierro, que ante la anarquía y la revuelta no
tuviera" contemplaciones, y al aniquilarlas redimiera y salvara el ideal
común, los intereses de todos, la vida misma de la Patria, condensada no
en los aludes de discursos, ni en la incansable locuacidad fonográfica de
un apóstol teorizante, ni en los torrentes de vocablos sin significación, ni
aplicación, sino en una sola y breve palabra, en sólo tres letras: PAzº

º García Cantú: crísis. También aparece así en la edición original.


º García Cantú de discursos
º García Cantú: de las promesas al borde
"García Cantú: tuviera,
º El grito de paz era, en efecto, una demanda generalizada. Por ello se pusieron las esperanzas en
Huerta. Incluso periódicos maderistas, como Nueva Era, depositaron sus esperanzas en el general.
Así rezaba el encabezado del 11 de abril: “El general Huerta con mil hombres salió para el norte.
Lleva artillería y material de reparación”, y se decía en la nota: “La salida del señor general Huerta
deja una gran esperanza en el alma de todos los buenos mexicanos, amantes de la paz y prosperidad
de la patria, pues se espera que el ameritado general dé un golpe decisivo a los rebeldes de Orozco".
Nueva Era, 1 1-4-1912, p. 1.

I3
Y por todo eso, cuando el pueblo mexicano, poseído por ese anhelo,
pero abatido y postrado por la desesperación, levantó la frente al tronar
de los cañones de la División del Norte, y hacia el norte tendió la vista,
recortando su marcial y austera silueta sobre el cielo auroral de la victoria,
entre el épico rumor de las dianas triunfantes, de pie sobre los gigantes
basaltos de Bachimba, º el pueblo distinguió a su hombre.
Ese hombre era el viejo militar, el héroe flamante, el GENERAL DoN
VicToRIANo HUERTA."
Porque por su propio y admirable esfuerzo, el héroe ascendió hasta
aquellos excelsos basaltos, pedestal de su prestigio por él mismo labrado
a cañonazos; porque con él y en su propia diestra victoriosa, flameaba
muy alto al viento del triunfo la bandera de la Patria, toda la nación
pudo verlo.
Algunos, en la épica figura del triunfante divisionario, vislumbra
ron vagamente al hombre presentido y esperado, con más instinto que
comprensión. Otros comprendieron lo que en aquella altura y después
de aquella obra significaba aquella aparición, y temieron que los rayos de
aquel prestigio que ascendía y culminaba, nublaran el mortecino fulgor
de otros espíritus que, en un crepúsculo de impopularidad, descendían
hacia la sombra, y así se explica que un prudente silencio haya ahogado
todas las resonancias y todos los fulgores de una obra admirable y de un
hombre magnánimo y heroico.
Y en medio de ese silencio y de esa oscuridad, entre el mutismo de
la prensa que calló en esos días, no encontrando prudente prodigar ho
nores y elogios a quien tan justamente los merecía, cuando loar al señor
general Huerta no acarreaba provechos sino peligrosos” desagrados, cupo
al que esto escribe, movido por el imperioso entusiasmo que provocan
las grandes acciones, escribir y firmar el artículo que sirve de prólogo y
de compendio a este libro; artículo panegírico que termina así:

º En la pluma de otros autores, la augusta figura de Huerta en Bachimba que pinta el poeta, es
muy distinta. Se dice que, cuando Huerta aprehendió al presidente Madero, éste le dijo: “Desde
Bachimba ya era usted traidor", en referencia a que desde entonces Huerta planeaba sublevarse, en
alianza con Orozco. Véase DP, t. 1, p. 31 1.
"García Cantú: el General Don Victoriano Huerta.
º García Cantú: peligros

I4
Hay que apartar los ojos de laº venganza innoble y del bajo rencor y
levantarse" a lo alto, adonde brillanº glorias como la que he intentado
consagrar en estas líneas; genios que,” como losº de todos nuestros héroes,
como el genio militar del general don Victoriano Huerta, brillan sobre la
tierra convulsa, lucen con rayos de oro en zodiaco" de la patria y hoy la
iluminan y mañana la guiarán como los astros del cielo guían a las naves
sin rumbo en medio de la noche oscura y del océano proceloso!

El que cuando el señor general Huerta estaba lejos del poder ex


presó tan claramente sus convicciones y sus esperanzas, tiene el derecho
ahora, de hacer constar cómo esas esperanzas y esas convicciones se han
confirmado, y el deber de descubrir los méritos singulares que integran
la alta personalidad del heroico vencedor de Rellano, hoy jefe supremo
de la nación. Esa obra es de justicia y de alto civismo, siquiera porque
hoy, a despecho de nuestro patriotismo, la prensa amarilla americana osa
discutir a nuestro primer magistrado como si se tratara de un cou-boy,
sheriffen algún condado de negros...

º En el prólogo de esta obra (en adelante “Prólogo”): de los sombríos dramas callejeros, de la
7“Prólogo”: levantarlos
º “Prólogo”: alto donde brillen
º “Prólogo”: genios que como
º “Prólogo": el
º “Prólogo": en el

I5
Combate de Cuatro Ciénegas
(6 de mayo de 1912)"

El año de 1912, en el florido y cálido mes de mayo, se abre el ciclo


épico de la División del Norte, y este mes propicio a la Patria que sobre
sus luminosos días llenos de flores eleva el orgulloso monumento de las
victorias de 1862 contra el invasor extranjero, es también favorable al
cuerpo expedicionario que acaudilla el general Huerta.
En este solo mes libra la División tres combates y dos batallas y
mientras avanza hacia la región septentrional, dirigida obstinadamente
hacia el norte “con un simbolismo de brújula”, según la justa imagen
de un jefe de esas legiones" va dejando sobre los campos que mayo en
flora un insólito y dilatado surco de laureles. En cada huella del caballo
de Atilaº cayó la simiente de un lauro que abonado por las cenizas del
incendio vandálico y por la sangre de los malos hijos de la Patria, medró,
prosperó y con la sombra de susº bravos y agudos follajes ofreció a la
sociedad los primeros oasis en medio del asolado desierto de barbarie...
Esos triunfos primeros del mes de mayo, las jornadas de Cuatro Ciénegas
y el Tlahualilo, preludio de las fuertes batallas posteriores, arrancaron a
la sociedad los crespones del luto que guardara desde el primer Rellano,

Publicado originalmente, con el mismo título, en El Mundo Ilustrado, el 5 de octubrre de


1913, no están foliadas las páginas, pero correspondería a las pp. 23 y 24. La redacción de la revista
presentó el texto con la siguiente nota: “Honramos esta página ofreciendo a nuestros lectores las
primicias de uno de los más interesantes capítulos del libro en preparación de José Juan Tablada,
titulado “Historia de la División de Norte", que verá la luz próximamente y es) que, aun antes
de su aparición, ha despertado ya gran interés en el público lector, por ser de sobra conocida la
competencia de José Juan como narrador exquisito y cronista imparcial y verídico".
* El hoy coronel don Víctor M. Corral. N. del E. Esta nota es original de Tablada, y apareció
con el número 1; aquí la señalo con asterisco, para indicar con números arábigos las anotaciones
de la presente edición. Procederé de igual manera en casos posteriores).
º Atila. Véase José Juan Tablada, La Babilonia de Hierro, 2-8-1921, n. 5.
º El Mundo: tus

I6
cuando con la confianza en sus destinos, la Patria parecía haber perdido
todo, hasta la fe en el Ejército, como una deidad armipotente y venerable
que a la postre, inerme y despojada de todo, al levantar el brazo en un
supremo ademán para librarse de las últimas infamias, sintiera junto a
su rostro, no el broquel adamantino, sino la viscosa y gesticulante cabeza
de la Medusaº
Si el estampido de los primeros cañonazos de la División del Norte
debieran compararse con algo bienhechor al resonar en la conciencia
pública, habría que asemejarlos al retumbar tempestuoso, presagio de
próximas lluvias fecundas sobre una comarca maldita cuyos habitantes
murieranº silenciosamente de hambre y de sed.
Así, con un impulso de resurrección, con un vislumbre de lejana pero
cierta palingenesia, se incorporó el espíritu público, cuando el viento
septentrional, primerº rapsoda de la brava epopeya, trajo del norte entre
sus fuertes alas el tronar de la artillería y sobre tan formidable música,
compases de dianas victoriosas y vagos murmullos, como jirones de estro
fas que decían el heroísmo resurrecto de los bravos soldados federales"

Pobres soldados, de cuyo estoicismo congénito, de cuya bravura indes


tructible y legendaria se llegó a dudar amargamente, cuando la Patria
en el síncope mortal que puso en su rostro máscaras de agonía, pareció
muerta entre el sacrílego y profanador tumulto de las ambiciones y de
las ineptitudes!...
Pobres soldados, que no sólo eran soldados sino en el caso eran
también “balas de carne”, “proyectiles humanos” como esos héroes que
convirtieron su vida rápida y deslumbrante en la parábola de un pro
yectil; del deber a la muerte, del heroísmo a la gloria, rayando el cielo

* El Mundo: Mesdusa Medusa. Conocida como la Gorgona, por ser la más célebre de sus her
manas las gorgonas. Poseía una cabeza monstruosa rodeada de serpientes y de mirada fiera, capaz
de convertir en piedra a todo ser vivo. Las serpientes le aparecieron por castigo de Atenea a causa de
haberla encontrado con Poseidón en uno de sus templos. Su cabeza se utilizó en templos y se
pulcros; servía para defenderse de los malos espíritus. De la garganta de Medusa salió el caballo
alado Pegaso. (DD).
* El Mundo: murieron
º El Mundo: septentrional, rapsoda
7 El Mundo: federales

17
de la epopeya con trayectorias de oro, con flameantes curvas de falárica
y que así alumbraron el cielo negro y opresor de la marcial tragedia!
Como esos héroes que a la admiración y a la veneración del mundo
presentó el héroe de Puerto Arturo”, el subtenienteTadayoshi Sakuraiº en
su obra portentosa Ni-Ku Dan, así fueron desde que se inició la campaña
de la División del Norte, los soldados mexicanos, quienes no en vano
parecen físicamente los hermanos gemelos de los invencibles nipones.
Y llegó a dudarse de ellos... y se dijo que los generales no tenían
soldados, cuando precisamente sucedía lo contrario, y era justamente a
los soldados a quienes les faltaba un general...

Ese general surgía por fin y elevándose sobre los estribos de su caballo
de batalla, después de organizar sus fuertes legiones, a la cabeza de ellas,
hacía visibles los gestos mudos de serena confianza y de repentino arrojo
que, según Napoleón, º subyugan y convencen a las tropas, más que las
palabras altisonantes de las acostumbradas arengas...

º Puerto Arturo. También llamado en chino Liu-shun kow. Estación naval de China, en la
Manchuria. En 1894 se apoderaron de él los japoneses, y los chinos acabaron por cedérselo; pero
se opuso Rusia, apoyada por Alemania y Francia, y obligó a Japón a evacuarlo. Rusia lo obtuvo en
arriendo por veinticinco años; pero en 1904, durante la guerra contra Japón, fue escenario central
de ésta, y volvió a poder de los japoneses. (Aw).
º Tadayoshi Sakurai (1879 -1965). Militar del ejército japonés, donde estuvo encargado de la
sección de prensa desde 1924; en 1930 recibió el grado de general de división. Autor de numerosas
novelas (sus obras completas constan de más de 3800 páginas), entre las que se cuentan (presento
aquí el nombre equivalente en español, porque no he encontrado alguna que se haya traducido a
nuestra lengua) Una bala humana (1906, es a la que se refiere Tablada a continuación y se refiere
a su experiencia en la guerra contra Rusia), Mochila militar (1914), Ladrillo negro (1925), Que no
se ha acabado la batalla todavía (1931), El general Shirakaura (1933), El general Nogui (1938) y
continuó publicando hasta 1945. Fue uno de los escritores más populares del periodo entre guerras;
su tema constante en las novelas es precisamente su experiencia en éstas, y en particular destaca su
reflexión ante lo inútil de las contiendas militares, en virtud de las vidas que cobran.
ºNapoleón I (Ajaccio, Córcega 15 de agosto de 1769 - isla de Santa Elena 5 de mayo de 1821).
Emperador de los franceses. Después de participaren varias acciones militares, el Directorio lo mandó
en una expedición a Egipto. A su regreso, el Consejo de los Ancianos lo nombró comandante del
ejército de París. Con él dio el golpe de Estado del 18 Brumario, en Saint Cloud, lo cual determinó
su nombramiento como primer cónsul por espacio de diez años. Emprendió una campaña contra
Austria, que ocupaba el norte de Italia, y consiguió la victoria en Marengo con la paz de Luneville,
a la que siguió el tratado de Amiens con el Reino Unido. Se dedicó a la organización interna de
Francia y consiguió la paz religiosa con el concordato de 1801. Creó la Legión de Honor, instituyó

I8
Desde Cuatro Ciénegas (6 de mayo) hasta Balleza (4 y 5 de agosto
del mismo año de 1912) se extiende el ciclo guerrero de la División del
Norte, a través del Tlahualilo: Conejos, Pedriceña, Rellano, La Cruz y
Bachimba.º
Cuatro Ciénegas fue el combate inicial, el capítulo primero de la
leyenda de oro.º
El día 5 de mayo, precisamente cuando los jefes y oficiales conme
moraban en su improvisado mess de campaña el triunfo obtenido en

la nobleza del mérito y consolidó la obra de la Revolución. Cónsul vitalicio en 1802, en 1804 se le
nombró emperador y fue consagrado por Pío viII en Notre Dame. Asumió el título de rey de Italia
en 1805, y pretendió la formación de un sistema unificado continental con la hegemonía francesa,
con exclusión de la Gran Bretaña. Esto, y su imagen simbólica del triunfo de la Revolución, causó el
origen de la coalición del resto de los soberanos europeos. Son numerosas las campañas que dirigió
en diferentes partes de Europa. Invadida Francia en 1814, abdicó en Fontainebleau y se retiró a la
isla Elba. En febrero de 1815 volvió para los llamados Cien Días, que terminaron con la derrota de
Waterloo el 18 de junio del mismo año. Abdicó en su hijo y, apresado por los ingleses, fue confinado
en la isla de Santa Elena, donde murió. Sus restos fueron trasladados a París en 1840. (EUI).
"Tablada usa negritas en los nombres de las tres poblaciones que aquí aparecen en cursivas.
Lo hizo para señalar que ahí ocurrieron batallas, mientras que en las otras poblaciones fueron
combates los que tuvieron lugar.
º Entre las informaciones que hay acerca de este combate en el AHDN, ramo Revolución Mexicana,
1910-1920, xI/481.5/29, Coahuila, 1912, se lee: “Estado que manifiestan las fuerzas de las distintas
corporaciones que tomaron parte en el combate del “Puerto del Carmen” y “Vallecito Sacramen
to: Corporaciones: cuartel general, 23 batallón, ametralladoras, sección de montaña, 56 cuerpo
rural, 2 cuerpo auxiliar de San Luis Potosí, cuerpo auxiliar de Monclova, batallón Libres de Bravos,
batallón auxiliar federal. Participaron un general, 7 jefes, 62 oficiales y 1333 de tropa” (6-5-12, f.
57). En función del documento apenas citado, llama la atención que Tablada conceda relevancia
a Cuatro Ciénegas. Esto es aún más significativo porque Resendi no destacó el enfrentamiento
que hubo ahí el 6 de mayo; lo menciona sólo de pasada. Véase Salvador F. Resendi, La revolución
actual. Sus causas y tendencias. Sus triunfos y fracasos, pp. 185-186.
G. Treviño notifica en telegrama al Secretario de Guerra haber recibido telegrama de Trucy
Aubert (desde Monclova) en que le informa que se derrotó al enemigo en Carmen, entre Polka y
Rancho Nuevo, y que se le desalojó de Apache y Sacramento (7-5-12, ff.70-1).
En el parte rendido por Trucy Aubert acerca de este combate el 6 de mayo de 1912, dice que
salió de Bermejillo el 4; llegó a Torreón a las 5 de la tarde. El día siguiente salió a las 3 de la mañana
rumbo a Monclova, a donde llegó a las 7 de la mañana del día 6. El enemigo estaba comandado
por Inés Salazar, Alanís y otros. A Trucy se le unieron fuerzas a las órdenes del coronel Alberto
Guajardo y cien voluntarios de Nuevo León al mando del capitán Garza Cantú. El día 8 se persiguió
al enemigo, “que casi sin detenerse en Cuatro Ciénegas se había disuelto en pequeñas partidas".
Después de eso, Trucy recibió órdenes de Huerta para que, en compañía de sus fuerzas, lo alcanzara
en Bermejillo (10-5-12, ff.74-5, incluye croquis).

I9
Puebla, medio siglo antes, por el inmortal Zaragozaº sobre el invasor
francés, llegaron a Monclova las exasperantes noticias de que los fora
jidos al mando de Inés Salazar,"Lázaro Alanísº y otros de su laya se
encontraban en el valle del Sacramento después de haber desalojado a las
tropas auxiliares leales de las posiciones de puerto del Carmen y puerto
del Apache. Hasta el grupo de oficiales que vigorizaban su espíritu con
las reminiscencias de la alta gloria militar aquel día conmemorada, las
noticias llegaron provocando sorda indignación transformada en entu
siasmo bélico, cuando se supo que del cuartel general llegaban órdenes
para marchar inmediatamente sobre el audaz enemigo.
La brigada Trucy Aubert destinada a entrar en combate se había
organizado en Torreón con fuerzas del 23° batallón, 56” cuerpo rural,
cuerpo auxiliar de San Luis Potosí, una sección de artillería de monta
ña, una batería de ametralladorasº y una sección sanitaria, reuniendo
el total de seis jefes, 30 oficiales, 991 hombres de tropa, ocho caballos
y 77 acémilas, a los que se unieron cien voluntarios de Nuevo León y

º Ignacio Zaragoza (Bahía del Espíritu Santo, Texas, 1829 - Puebla, 8 de septiembre de 1862).
En 1853 se dio de alta en la Guardia Nacional de Nuevo León, donde ascendió hasta el puesto
de capitán. Se sumó a la revolución de Ayutla y participó en la toma de Saltillo el 23 de junio de
1855. Con el golpe de Estado de Ignacio Comonfort en diciembre de 1857 ocupó Monterrey para
defender la Constitución. Del 13 de abril al 22 de diciembre de 1861 fue ministro de Guerra y
Marina del presidente Benito Juárez. Tomó el mando de una división e intervino en la batalla de
Acultzingo (28 de abril de 1862) y Juárez lo nombró comandante en jefe del Ejército de Oriente,
en sustitución de José López Uraga. Con este cargo defendió a la ciudad de Puebla y obtuvo la
victoria del 5 de mayo contra los franceses. (EM).
º José Inés Salazar (Casas Grandes, Chih. 1875 - Nogales, Chih. 1919). Se levantó contra Díaz
en 1910 a las órdenes de Práxedis G. Guerrero. En 1912 se rebeló en su ciudad natal contra Madero,
sosteniendo el lema “Tierra y Libertad", al frente de un grupo de rebeldes rurales. Tomó Ciudad
Juárez y se unió a Pascual Orozco. Vencido éste, luchó como guerrillero hasta el golpe de Estado
de Victoriano Huerta, a cuyo gobierno reconoció. Dirigió la batalla de Tierra Blanca contra Villa,
por quien fue derrotado. Después de algunos otros fracasos se exilió en los Estados Unidos, donde
estuvo prisionero. En 1916 volvió a Chihuahua para combatir la expedición punitiva; apresado
poco después, Villa lo puso en libertad. Murió asesinado. (DP).
º Lázaro Alanís (Zacatecas, Zac.? - Ixmiquilpan, Hgo. 1924). En 1906 se afilió al magonis
mo; en 1910 pretendió unirse a Madero, pero éste lo rechazó; dos años después se incorporó al
orozquismo. Cuando Huerta usurpó la presidencia de la República, se unió a Carranza; en 1923
secundó la revolución delahuertista; fue fusilado por las fuerzas gobiernistas.
º La sección de artillería de montaña y la batería de ametralladoras no aparecen mencionadas
en el parte militar de batalla.

2.O
otros tantos infantes al mando respectivo del capitán Garza Cantú" y
del coronel Alberto Guajardo.º
La mañana del día 6, dos trenes militares partieron conduciendo las
fuerzas de la brigada al sitio del combate, saliendo el primero a las 8.30
a.m. a las órdenes del teniente coronel Serafín González;º y el segundo,
veinticinco minutos después al mando personal del general Trucy. La
moral de las tropas perfectamente armadas, vestidas y municionadas, era
excelente, y constituía un resultado de la organización impecable y previ
sora con que el jefe de la División supo fortalecer material y moralmente
a sus legiones. El espíritu de la oficialidad, templado con las inflexibles
convicciones del deber social y del honor militar, se había comunicado a
las tropas, y lo que era austera convicción en el pensamiento de los jefes,
surgía en forma de entusiastas canciones por la boca de los “juanes”, y
se desbordaba en sonoro torrente por las ventanillas y plataformas de
los trenes que iban raudos sobre los rieles inexorables y rectos, como el
símbolo mismo del deber militar.
Antes del puerto del Carmen, que como el puerto del Apache es
una de las dos entradasº orientales del valle del Sacramento, teatro
de la inmediata lucha, desembarcaron las tropas tomando al punto el
dispositivo de combate, iniciando la pugna con el ataque simultáneo de
los dos puertos mencionados.
Las ametralladoras prepararon dichos ataques, se emplazó la artillería
que bañó con sus fuegos las posiciones enemigas, mientras la infantería
avanzaba, sin que llegara a consumarse el asalto, puesº ante el fuego de
cañones y ametralladoras, el enemigo, desorganizado por el pánico, aban
donó sus posiciones ocupadas al punto por la infantería leal, sostenida
por las ametralladoras encumbradas a brazo hasta las alturas conquis
tadas. En esta faz del combate cayó herido el teniente coronel Serafín

"Matías Garza Cantú (? - ?). Se le concedió baja del ejército en febrero de 1913; en el docu
mento de concesión de ésta se asentó que no era militar. Al año siguiente (en mayo), no obstante,
se ordenó un salvoconducto para que pudiera pasar armas y municiones, junto con el capitán
Emeterio Garza Cantú y el teniente Jacobo Garza Hinojosa, con el fin de vigilar los intereses de la
testamentaría de Juan de Dios Garza Benítez.
º Alberto Guajardo. No existen datos en el AHDN.
º Serafín González. No existen datos en el AHDN.
º El Mundo: las entradas
º El Mundo: pues,

2. I
Hernández, º quien marchó casi en la línea de fuego de sus tiradores,
y el enemigo tomó posesión del mencionado valle del Sacramento, que
con las entradas orientales conquistadas y la única salida al poniente del
puerto del Salado, formaba una especie de circo gladiatorio ofrecido por
la naturaleza misma como teatro del combate que reseñamos.
Dentro de eseº circo y en las vertientes de las montañas septentrio
nales, tuvo lugar la segunda faz de la acción de guerra.
Debe advertirse que atraviesan el valle, de oriente a poniente, como
dos líneas paralelas, tanto la vía férrea de Monclova a Cuatro Ciénegas,
como el camino carretero.
Las tropas federales, al iniciar la segunda faz del combate, entraron
al valle dejando bien guarnecido el puerto del Apache que acababan de
conquistar. Formaban el ala izquierda de los leales, tropas del 23° bata
llón, que avanzando en tiradores, se posesionaron con sus sostenes, de un
pequeño cerro, a la vez que el enemigo ocupaba otra eminencia dentro
del valle y presentaba parte de sus tropas tendidas perpendicularmente
a la vía férrea.
En tal situación se reanudó el combate atacando vigorosamente
al enemigo en sus nuevas posiciones por la acción simultánea de las
ametralladoras que detuvieron y frustraron su impulso de avance hacia
el puerto del Apache y por el movimiento envolvente de la línea de
tiradores al flanco derecho de los rebeldes.
Previo reconocimiento, por treinta dragones del coronel Guajardo,
de las posiciones enemigas, que según se vio luego eran atrincheramien
tos de cercas de piedra, y una vez fijadas, se emplazó la artillería en una
plazoleta, junto al tanque del ferrocarril, llamado la Polca. La infantería,
bajo el nutrido fuego enemigo, avanzó aprovechando los accidentes del
terreno, y la artillería federal efectuó al punto un fuego de ráfaga que
obligó a los rebeldes a desalojar sus posiciones ante la inminencia de ser
aniquilados.

º Serafín R. Hernández (Juchitán, Oax. 1862 - ?). Coronel de infantería. En su expediente


se asienta que, en atención a sus méritos y servicios, Huerta dispuso su nombramiento con tal
grado.
º El Mundo: este

22.
En tales momentos la infantería se lanzó al asalto con ímpetu
tal, que el enemigo huyó sin aguardarlo, abandonando el campo en
absoluta dispersión y siendo en su desordenada fuga cañoneado por la
artillería...º

El combate se decidió pues, en favor de las armas federales. Si el general


en jefe hubiera dispuesto de caballería, lanzándola al puerto del Salado,
la única salida occidental del valle del Sacramento, habría conseguido
encerrar dentro de él al enemigo en fuga, convirtiendo su absoluta de
rrota en total aniquilamiento... Pero en sus condiciones la persecución
se continuó sólo hasta la salida del referido puerto del Salado. Luego
con el inebrianteº orgullo del triunfo se principió a levantar el campo,
operación que hubo de reanudarse al día siguiente, pues el marcial epi
sodio que hemos reseñado llenó todas las horas del día no terminando
sino con el crepúsculo... En las ansias de su angustiosa fuga, el enemigo
desbandado corría hacia el poniente, y en la trágica sangre del cielo oc
cidental y en la flava lumbre del astro que se derrumbaba en la sombra,
debe haber visto el símbolo de sus trágicas derrotas y el horóscopo de
sus lamentables destinos
En cambio, cuando en el valle del Sacramento acamparon las tropas
leales entregándose al descanso tras del esfuerzo de la épica jornada, lucían
los astros de la clara noche de mayo con el brillo magnífico que asumen
a los ojos del soldado las condecoraciones heroicas, y una estrella errante
cruzó el cielo sobre el campamento silencioso, como una refulgente
rama de laurel desprendida para aquellos bravos desde los altos jardines
siderales

El parte militar de este combate, rendido a la superioridad por el general


en jefe, menciona con encomio la conducta del coronel del 23° batallón
Serafín Hernández y del subteniente del mismoºº Vicente Macías,”
cuyo arrojo no amenguó ni en fuerza de las heridas que los desangra
º El Mundo: Artillería...
º El adjetivo"inebriante” no está recogido en los principales diccionarios de la lengua española,
pero sí aparece el verbo “inebriar”, que significa “embriagar”.
*º El Mundo: mismo,
º" No existen datos en el AHDN.

23
ranº sobre el mismo campo de batalla; al mayor médico Jesús Alemán
Pérez,º modelo de solicitud hacia los heridos y de honor profesional;
al sargento Aniceto Trejo, º que desempeñó durante todo el combate el
difícil papel de oficial de órdenes; y por fin, pero de manera especial, al
jefe del Estado Mayor coronel Carlos García Hidalgo, quien con atin
gencia digna de todo encomio desarrolló con brillante eficacia todo el
plan de combate y logró por sus sabias disposiciones afianzar en ciertos
instantes la victoria insegura.

º El Mundo: desangran
º Jesús Alemán Pérez (Moroleón, Gto, 1883 -?).
º Aniceto Trejo (Buenavista, Gto. 1863 - ?). Teniente irregular de caballería. Obtuvo su nom
bramiento en enero de 1914.

24
Combate del Tlahualilo
(9 de mayo de 1912)

Casi al mismo tiempo que la brigada Trucy Aubert inauguraba en Cuatro


Ciénegas las victorias de la División del Norte, la brigada Rábago añadía
a sus fastos un segundo capítulo de triunfo, alcanzando en Tlahualilo
una nueva victoria sobre los enemigos de la sociedad.
El vandalismo, la barbarie ciega y destructora habían llegado al
colmo de sus siniestras actividades en aquella región privilegiada y pro
digiosamente rica para el hombre civilizado que sabe cultivarla, donde
la naturaleza ha estado acumulando durante años y siglos los depósitos
orgánicos que hacen de aquella zona una de las más fecundas de la
tierra.

Porque el río Nazas renueva entre nosotros el milagro del río Nilo
que fecundando al viejo Egipto fue el asombro de la antigüedad y ad
miró a Grecia cautivada por las revelaciones de Herodoto y atrajo a los
reyes pastores que desdeñaron el paraíso terrenal de la Mesopotamia” y

"Herodoto (Halicarnaso, Asia menor ca.484 a. C. - ca.430-420 a. C., probablemente en Turios).


Considerado por Cicerón como padre de la historia. Autor de la primera gran descripción del mundo
antiguo, contribuyó en el conocimiento de la civilización griega clásica. Salió exiliado a Samos, de
donde retornó para unirse a la insurrección que derrocó a Ligdamis. Se fue a vivir a Atenas en 445
a. C., aproximadamente, donde conoció a Sófocles y tomó parte en la fundación de Turios, al sur
de Italia, donde instauró su residencia. Recorrió Asia, Egipto, Libia, Grecia continental, las islas
del Egeo y Sicilia. Su obra se divide en nueve libros, cada uno con el nombre de una musa; el eje
central de su obra son las guerras médicas. (EH).
*Mesopotamia. Cuna de los primeros grandes imperios, primeras ciudades y algunas aportaciones
como la escritura y la legislación. Se halla entre los ríos Tigris y Éufrates, que se extienden desde el
Asia menor hasta su desembocadura en el golfo Pérsico. Actualmente pertenece casi en su totalidad
al territorio de Irak. Entre los principales imperios que ahí se desarrollaron están el sumerio, el
babilónico y el asirio. Este último cayó bajo el imperio persa en el siglo vI a.C. (EH).

25
llevó hasta aquellas regiones solares, cálido imperio del propio Osiris,º
la media luna acerada y sangrienta del kalifa Omarº
El soberbio don del viejo Nilo, bienhechor de la humanidad, es casi un
prodigio de los tiempos prehistóricos, pero el milagro del Nazas en nues
tra paradójica tierra mexicana, opulenta y miserable, es un hecho visible.
El Nazas que arranca desde las hostiles escarpaduras de la sierra Ma
dre Occidental los despojos orgánicos, el humus fecundante y milagroso,
que es la condición de nuestra existencia, puesto que es la esencia de la
vida orgánica; ese río que se despeña de sur a norte y atravesando cañadas
y selvas y rocas, llega como un verdadero don divino hasta las vegas que
llevan su nombre, puesto que son su obra y allí abona, fecunda, fertiliza,
es un verdadero cuerno de Amaltea,” una prodigiosa cornucopia que
vuelca con sus limos y sus acarreos, increíbles y magníficos tesoros.
El Egipto es un don del Nilo, dijo Herodoto, y la región más exúbera
de nuestra Patria, el Tlahualilo y La Laguna son un don del Nazas, puede
decirse parodiando al historiador de los Siete libros.
Y en aquella región de la Edad de Oro, en esa divina comarca agrícola
y pastoral donde la voz inefable de un Virgilioº debía rimar los apacibles
º Osiris. Una de las figuras más complejas y elaboradas de Egipto. En sus orígenes fue uno de
tantos dioses de la fertilidad, y hacia 2400 a.C. su culto se extendió por todo el país con la doble
fama de dios de fecundidad y rey de los muertos, por lo que se encargaba de juzgar a los fallecidos.
El faraón era identificado como Horus, y al morir se convertía en Osiris. Su hijo, el nuevo faraón,
encarnaba entonces la figura de Horus. Osiris simbolizaba el poder creativo de la naturaleza desde
el renacer de la vegetación a las subidas anuales del Nilo. Las representaciones antiguas de Osiris
solían mostrarlo bajo la forma de sus encarnaciones, como el pájaro Beno o el buey sagrado Apis.
Con el imperio nuevo se le representaba como una momia coronada. Sus cultos sobrevivieron
hasta más allá de la llegada de los griegos y romanos, asociados con los del dios Dionisio de la
cultura helénica. (EH).
* Kalifa Omar (la Meca ca. 581 - 3-644). Segundo de los kalifas musulmanes que sucedieron
a Mahoma, y primo de éste Al principio luchó contra el Islam naciente, hasta que su hermano le
entrego el Corán y lo leyó; se convirtió en ferviente seguidor del islamismo. Acompañó a Mahoma
en su destierro a Medina. Con la muerte de éste, fue elegido su sucesor por los musulmanes, bajo
el título de Omar I. Conquistó rápidamente Damasco, Hama, Laodicea y Emesa. Después de su
viaje a Jerusalén, sometió a Persia y Egipto. Murió asesinado por un artesano al cual no le había
rebajado sus impuestos en Medina. Fue enterrado junto a Mahoma y Abú Bekr (EUI).
º Amaltea. Cabra de la mitología griega. Uno de sus cuernos floreció con la ambrosía y el otro
con néctar. Fue criada por Pan y amamantó a Zeus cuando era niño. Después de su muerte su piel
se usó en el Aegis, el escudo sagrado de Zeus. (ww).
º Virgilio (70 a. C. - 19 d. C.). Es llamado el más grande de los poetas latinos y uno de los
mayores de toda la latinidad; se le ha llegado a designar el Padre de Occidente. Después de muerto,

26
y serenos episodios del trabajo humano, era precisamente donde el ban
didaje demagógico asolaba los campos, saqueaba los graneros y profanaba
los hogares. Allí era precisamente donde el anárquico bandolerismo pre
ponderaba y allí donde el general Rábago a la cabeza de una brigada de
la benemérita División del Norte, pugnó victoriosamente por los fueros
ultrajados de la sociedad, de la civilización y de la humanidad.
El día 8 del mes de mayo, pródigo en victorias, una columna de la
brigada Rábago integrada por tres jefes, 30 oficiales, 746 hombres de
tropa y 82 caballos y acémilas había salido a bordo de un tren militar
rumbo a Zaragoza para batir a las mesnadas de bandoleros que se habían
apoderado de dicho punto.
En su transcurso la columna había restaurado el servicio de las líneas
telegráficas destruidas por los bandidos, cumpliendo con esa esencial
misión del ejército que laboriosamente reconstruye lo que los forajidos
anonadan en el estéril paroxismo de sus iras alcohólicas y sanguinarias.
Tras de haber cumplido con esa benéfica misión, a las 8 de la mañana
del día 9 llegó la columna a la estación de Jalapa del ramal de Gómez
Palacio, donde el general Rábago recibió aviso de que dos puentes sobre
la vía férrea habían sido quemados.
Y hubo de efectuarse forzosamente el desembarque de las fuerzas del
33° batallón que con 130 hombres y dos ametralladoras a las órdenes
del coronel Jesús Mancilla” procedieron a reconstruir los puentes des
truidos y a resguardar el convoy, en tanto que el resto de las fuerzas del
batallón citado, cuatro piezas de artillería de montaña, dos ametralladoras
y 49 hombres del 56” cuerpo rural emprendieron la marcha a Zaragoza
a las órdenes del general Rábago.
No habían caminado cuatro kilómetros cuando tuvieron que acelerar
su marcha al saber que, desde las 5 a. m. de ese mismo día, 150 hombres
del 7° Regimiento y 200 de un Cuerpo irregular se encontraban en trance
apurado, batiendo al enemigo en la zona del Tlahualilo.

su fama aumentó y llegó a considerársele como un mago dotado de poderes sobrenaturales. Entre
sus obras se cuentan: Eneida, Bucólicas y Geórgicas. (DHU).
* Jesús Mancilla. General brigadier. De marzo a julio de 1914 fue miembro de la plana mayor
del Ejército; en junio del mismo año se le concedió la condecoración de primera clase por haber
combatido la Intervención francesa y el Imperio.

27
Con tanta eficacia avanzó la columna de Rábago que a las 10:20 de
la mañana emplazaba su artillería y rompía el fuego sobre los bandoleros
que en número extraordinario se encontraban perfectamente cubiertos
y parapetados en los sólidos edificios y en los canales de la Compañía
Agrícola delTlahualilo,º obras de civilización y de progreso cuyo destino
era otro muy distinto que el servir de refugio a los bandoleros que tras
de ellos se parapetaban...
Aunque perfectamente armados, municionados y atrincherados y
muy superiores en número a las fuerzas federales, los rebeldes no pudieron
resistir ni el formidable embate de la artillería y las ametralladoras del
Ejército, ni el desconcertante asalto de la infantería que como al arrasante
impulso del grito de ataque, del zuzumé” japonés que rindió a Puerto
Arturo, desalojó al enemigo, lo desbandó y lo puso en fuga tumultuosa
y frenética hacia el norte.
Seis horas duró el combate del Tlahualilo que iniciado a las 10 de la
mañana terminó a las cuatro de la tarde, cuando en medio del pánico de
sus secuaces, los oscuros cabecillas pudieron apenas salvar sus protervas
vidas, robar dos automóviles a la negociación del Tlahualilo y encontrar
en su deletérea gasolina la salvación que no supieron encontrar en la
inútil pólvora de sus armas vencidas por el arrojo federal, por el ímpetu
de la santa causa social que defendía el general Rábago, perfectamente
identificado con el organizador de la División, el generalísimo Victoriano
Huerta.

Tras de levantar el campo se vio que más de un centenar de rebeldes ya


cían sobre él y se recogió un gran botín de guerra, consistente en armas,
municiones, víveres y objetos robados por los vándalos...

º Compañía Agrícola del Tlahualilo. Existen referencias de la Compañía Agrícola Industrial y


Colonizadora del Tlahualilo. Creada en 1887 por Carlos Pacheco, el secretario de Fomento del
gobierno de Porfirio Díaz, se le otorgó una concesión para explotar el río Nazas. El dueño era José
Teresa y Miranda; pero como a los tres años quebró, pasó a manos de prestamistas ingleses. La
propiedad tuvo una extensión de 95 mil hectáreas, divididas en varias haciendas. Subsistió, aunque
en decadencia, hasta 1936, cuando fue fraccionada en ejidos. (DEM).
” zuzume. Grito de ataque empleado por los primeros samurai; significa “Al ataquel” “Ade
lante!"

28
La columna Rábago lamentó la muerte de un oficial y varios soldados
de línea e irregulares y que hubieran sido hecho prisioneros los oficiales,
teniente Leopoldo Huerta, º subtenientes Ezequiel Cervantes" y Heladio
Garcíaº y 14 individuos de tropa pertenecientes todos al7° regimiento,
quienes al tratar de cortar la retirada al enemigo fueron envueltos en el
tropel que el pánico guiaba en el instante de la derrota, pues no hay que
olvidar la enorme superioridad numérica que en este combate tuvieron
los rebeldes sobre los federales...

º Leopoldo Huerta. Capitán segundo; por disposición del entonces presidente de la República
—esto es, su padre— obtuvo su nombramiento en junio de 1914.
"Ezequiel Cervantes (Villa Alta, Oax. 1894 - ?). Capitán segundo de caballería; obtuvo su
nombramiento en abril de 1914.
º No existen datos en el AHDN.

29
Batalla de Conejos
(12 de mayo de 1912)

De la serie de grandes batallas que forman la trilogía épica de la División


del Norte: Conejos, Rellano, Bachimba, fue la primera de las menciona
das la que lanzó el augural destello del genio militar del organizador y
jefe supremo de ese Ejército, cuya obra esforzada surgiendo en medio del
más espantoso caos de anarquía y desorganización, encumbró sobre las
astas de sus banderas no sólo los lauros del triunfo sino los fulgores cada
vez más culminantes y ardientes que señalaron a un pueblo náufrago, a
una sociedad agonizante, los rumbos remotos, pero certeros, del puerto
salvador y de la tierra de promisión. Los combates que hemos reseñado,
Cuatro Ciénegas y el Tlahualilo, fueron acciones aisladas; pero que en la
concepción armoniosa del sistema de operaciones ideado por el general
Huerta, tuvieron con la batalla de Conejos, que vamos a reseñar ahora,
una relación íntima y directa de causa a efecto."
El gran pensamiento del jefe de la División del Norte, después de
consumar la gran obra creadora de la organización de sus legiones, fue
sacar de esa obra que era toda suya, el mayor partido posible. En aquella
élite de jefes y oficiales, flores del jardín épico de Chapultepec, suprema
aristocracia del honor militar y de la ciencia de la guerra penosamente
adquirida, que el general Huerta había sabido reunir en torno suyo,
avalorando con seguro golpe de vista, no sólo las cualidades intelectuales,
sino las excelencias morales y las aptitudes físicas; en aquel cuadro dejefes
y oficiales, estaba involucrado todo el pensamiento del general Huerta,
una idea de gigante patriotismo llena de audacia serena y de ferviente
confianza. En Rábago, en Blanquet, en Téllez, Rubio Navarrete y García
Hidalgo, el general Huerta había depositado un fragmento de su gigante
"Salvador Resendi también se refiere de manera celebratoria a esta batalla. Resendi, La revolución
actual..., op. cit., p. 197.

3O
idea, una sagrada porción de la hostia que su propia fe en los destinos
patrios iba a elevar en el sacrificio místico a la vez que sangriento del
porvenir de la nacionalidad.
Entre el jefe de la División y sus jefes y oficiales existía una solidaridad
absoluta. Conocer a sus soldados y a sus jefes es el primer deber de un
gran general. Pues sólo así puede producirse ese magnífico y milagroso
resultado que desde las pugnas bíblicas y las conquistas grecorromanas
y las batallas napoleónicas y las epopeyas japonesas, es alma del triunfo,
alma mística que las Escrituras enunciaron al hablar de los ejércitos
obrando “como un solo hombre”, Egressus est Israel tamquam vir unusº
Y así (según el “Águila de Mans)”, triunfaron todos los grandes capita
nes desde Escipión” y Alejandro, hasta Turena” y Condé º Así Oyama”
triunfa en Puerto Arturo...

º “Salió de Israel como un solo hombre”. Este enunciado aparece con ligeras variantes cuatro
veces por lo menos en el Antiguo Testamento: Jc 20,1; Jc20,8; Jc20,11 y 1 Sm 11,7. (Información
proporcionada por Lemuel Reyes).
º Escipión. Apellido de una ilustre familia romana del siglo Iv a. C., hacia fines de la Repú
blica. El primero de ellos, Cornelio Escipión, general romano que fue a España enviado por su
hermano Publio. Destacan en la familia: Lucio Cornelio, cónsul en 259 a. C. y vencedor de los
cartagineses en Cerdeña; Publio Cornelio, llamado el Africano, fue nombrado pretor de España,
tomó Cartago, obligó a Aníbal a salir de Italia y lo derrotó en Zama, concluyendo la guerra en el
202 a. C. Destruyó Numancia y arrasó Cartago. Adherido a la causa de los patricios, se alejó de
Roma; regresó después de la revolución de Graco y se le encontró muerto el mismo día que iban
a conferirle la dictadura. (DHU).
* Alejandro Magno. Hijo del monarca Filipo II de Macedonia y de Olimpia (356 - 326 a. C.).
Fue discípulo de Aristóteles por petición de su padre, y rey de Macedonia cuando cumplió 19
años. Inició una serie de conquistas desde Asia hasta Persépolis y el río Indo. En Egipto construyó
Alejandría. Su imperio fue el más grande de la época, hizo del griego la lengua de cultura de Oriente.
No se conoce con exactitud la causa de su muerte, pero se cree que fue de malaria, a los 33 años,
estando en Babilonia. (DHU).
* Henri de la Tour, vizconde D'Auvergne (1611 - 1675). Mariscal francés, fue uno de los grandes
capitanes de su tiempo. (DHU).
º Luis II de Borbón, Príncipe de Condé (1621 - 1686). General francés conocido como Gran
Condé, hijo de Luis I de Borbón, nieto de Enrique II de Borbón. Derrotó a los españoles en Rocroi,
Friburgo y Lens. En las luchas internas de su país estuvo primero con la regencia y luego se unió a
la Fronda. Sirvió a España hasta 1659, cuando, al firmarse el acuerdo de los Pirineos, recuperó su
cargo en Francia. Prosiguió en ella su carrera militar, una de las más brillantes de ese siglo, hasta
1675, cuando fue comandante del ejército del Rin. (DHU).
"Iwo Oyama (Kagoshima 1842 - Aoyama 1916). Militar japonés. Como jefe del Estado Mayor,
dirigió la conquista de Puerto Arturo en 1894. Nombrado mariscal, se destacó en la guerra ruso
japonesa; dirigió la campaña de Manchuria y logró la victoria de Mukden en 1905. (DEG).

3I
Y así triunfó también Huerta en el norte, conociendo a sus jefes, ava
lorando la pléyade de sus brillantes oficiales, los de Estado Mayor y de
ingenieros, los facultativos de artillería, los simplemente tácticos, todos,
porque en todos supuso patriotismo y valor, dos virtudes que en la hora
suprema de las batallas juntan en un solo impulso desde el general hasta
el recluta, desde el culto oficial de EMEº hasta el oscuro “juan”; virtudes
supremas y amalgamadoras que hacen la unidad de nuestro Ejército y
que hoy en la tierra mexicana realizan el viejo proverbio bíblico: Tam
quam vir unus.
Que a los diversos combates, accidentes forzosos de la reconcentra
ción debía seguir una gran batalla, objetivo de esas maniobras, era cosa
no sólo prevista sino enérgicamente procurada por el jefe de la División.
Ése era su principal objetivo, y así contaba con aprovechar de una vez
los valiosos elementos de sus fuerzas y por medio del noble arte militar
científicamente ejercitado, dar el golpe de gracia a los rebeldes, obligán
dolos a presentar de una vez la gran batalla campal que siempre habían
esquivado, prefiriendo practicar la exasperante guerra de guerrillas con
el supremo recurso de la eterna evasión en el momento crítico.
Por lo demás, el mismo general en jefe, en el parte respectivo de la
batalla que nos ocupa, manifiesta sus previsiones que después el triunfo
justificó:

Debo comenzar, dice, por hacer presente el antecedente que decidió sobre
la resolución de la batalla y que fue la concentración de todas las fuerzas que
estaban operando en diversas columnas que de antemano habían sostenido
combates parciales y de los cuales ya di cuenta a esa superioridad. Esta con
centración, que se efectuó en las mejores condiciones posibles, fue prevista y
obedeció a la necesidad de obligar a las fuerzas contrarias a presentar batalla,
y cuyo acontecimiento da origen a juzgar ésta como prevista...

Se ve pues, al general en jefe, ideando un plan tan claro como


simple y llevándolo a la práctica con esa enérgica precisión que admira
en los grandes estrategas. Atraer sagazmente al enemigo a los puntos
escogidos de la región donde se operaba y al par que los iba venciendo
º Estado Mayor del Ejército

32
en los combates parciales, irlos compeliendo a presentar la gran batalla
requerida para la más eficaz acción del Ejército que acaudillaba... Así las
fuerzas deTrucy Aubert y Rábago en los respectivos combates de Cuatro
Ciénegas y el Tlahualilo, no sólo cumplían con una función aislada, de
rrotando al enemigo, sino que al propio tiempo lograban dos fines más,
concentrarse y atraer al enemigo a la gran batalla campal. Como se ve,
nada se confió al acaso, y todo estuvo previsto en el armonioso plan que
movía a la División del Norte, y si se piensa que el general Huerta fue
quien creó esa División, quien concibió el admirable plan estratégico
y quien lo llevó a cabo, nada hiperbólico parecerá calificarlo como un
verdadero genio militar.
La batalla de Conejos, lo prueba además, con la fuerza abrumadora
de los hechos.

El teatro del combate

El núcleo más potente y numeroso de las fuerzas rebeldes que durante


largo tiempo asolaron la región septentrional del país, apoderándose de
aduanas, cortando toda especie de comunicaciones, destruyendo toda
obra de utilidad pública, arruinando la riqueza privada y teniendo en
jaque al gobierno de la República, se había hecho fuerte en la sierra de
Banderas,” lugar que se reputaba como una ciudadela inexpugnable
formada por la naturaleza misma con enormes bastiones de basalto y
graníticos antemurales.
He aquí cómo describe el teatro del combate uno de los jefes divi
sionarios:º

”Como una muestra de las erratas tipográficas y de las diferentes valoraciones de zonas geo
gráficas, al referirse a esta batalla, Resendi, La revolución actual..., op. cit escribe, con respecto al
lugar, “Sierra de Balderas” (p. 198) y más adelante, al reproducir el parte de batalla, se lee: “cerro
de Banderas” (p. 215).
º Se refiere al teniente coronel Guillermo Rubio Navarrete. Los dos párrafos siguientes son
fragmento del parte de batalla que éste rindió a la superioridad y aparecen en Resendi, La revolución
actual.., op. cit., pp. 209-15; así como en José Fernández Rojas, De Porfirio Díaz a Victoriano Huerta,
pp. 170-74. Es probable que Tablada no haya consultado directamente el documento militar, sino
que lo tomó de Resendi o de Fernández Rojas. Más adelante, en este mismo capítulo, aparecen
otros fragmentos de dicho parte de batalla.

33
La posición enemiga era, naturalmente, fuerte y estaba organizada para
resistir un combate defensivo, por medio de algunas trincheras y cercos de
piedra; pero su verdadera importancia consistía en varias vertientes perpen
diculares a la dirección de nuestra marcha y que formaban varias crestas
que ocultaban al enemigo a las vistas y al fuego; por lo demás el terreno
fue descubierto, pues la vegetación en el cerro es raquítica y no ocultaba
los movimientos del enemigo fuera de las crestas, muy numerosas, de las
que he hecho mención.
La llanura tiene una vegetación más abundante, la cual oculta las
vistas, presentando, además, para la artillería, el" inconveniente de tener
muchos abrojos y hoyancos de tuza, que dificultaban los movimientos;
toda la llanura estaba dominada por la posición enemiga, al grado de no
poder hacerse ningún movimiento sin que fuera descubierta desde luego
dicha posición.

Allí, envalentonados por su triunfo del primer Rellano, confiados


en sus magníficos elementos y disponiendo aún de las vías ferrocarri
leras, el bravo guerrillero Pascual Orozco, º J. I. Salazar en persona y
sus principales cabecillas, habían concentrado un poderoso ejército
de diez mil hombres, gran parte de los cuales, por su conocimiento de

"Parte de batalla: la artillería el


º Según Resendi, Orozco no participó en la batalla (vid Resendi, La revolución actual..., op. cit.:
197). Pascual Orozco (Guerrero, Chih. 1882 - El Paso, Texas 1915). En principio fue maderista.
Al tomar Huerta el poder Ejecutivo, Orozco lo reconoció. Como premio, en marzo de 1913 se le
nombró general brigadier irregular auxiliar de infantería; en agosto del mismo año, general bri
gadier de caballería permanente. Se le concedió, en diciembre de 1913, mención honorífica “por
la conducta y abnegación observada por el personal de la Columna expedicionaria al mando del
general Pascual Orozco (Jr.), durante la marcha que efectuó de Torreón a Chihuahua, así como por
la habilidad que desplegó tomando toda clase de precauciones y buen dispositivo de combate en
Santa Rosalía". Cuando se le nombró general brigadier de caballería, se hizo lo mismo con Marcelo
Caraveo, Benjamín Argumedo, José I. Salazar, Emilio G. Campa, José de J. Campos, David de la
Fuente; a Pascual Orozco padre se le nombró coronel.
En febrero de 1914 se acordó dividir al estado de Chihuahua en tres distritos militares: norte,
centro y sur, "a cargo, respectivamente, de los generales José I. Salazar, Pascual Orozco y Benjamín
Argumedo". El 28 de julio de 1914 se ordenó la baja en el Ejército de Pascual Orozco, Antonio
Rojas, Francisco Cárdenas y José Pérez Castro. El presidente de la República, Álvaro Obregón,
dispuso, en septiembre de 1921, que a la señora Refugio Frías, viuda de Orozco, se le concedieran
tres mil pesos oro nacional “como ayuda y reconocimiento por los servicios prestados” por su
esposo en 1910.

34
la región, su magnífico armamento y la veteranización alcanzada en
numerosos combates, podían considerarse tan temibles como los más
aptos soldados de línea.
Pascual Orozco en la montaña con diez mil hombres y el general
Huerta en la llanura con dos mil quinientos, esos en síntesis, son los
datos del marcial problema que vamos a ver resolverse, inesperadamente
aclarado por los poderosos destellos del arte de la guerra científica y del
genio militar...
Hay que advertir, antes de continuar, que a la magnífica fortificación
natural formada por las escarpaduras y estribaciones de la sierra, los re
beldes habían añadido la de trincheras y cercas de piedra que reforzaban
aún la formidable inexpugnabilidad de aquella fortaleza ciclópea.
La víspera del combate, es decir, la tarde del día 1 1, el comandante
general de artillería de la División, teniente coronel Guillermo Rubio
Navarrete, había operado un magnífico reconocimiento, obligando al
enemigo a desenmascarar sus bocas de fuego que mantenía perfectamente
a cubierto. No sólo se logró por medio de esta eficaz operación descubrir
la artillería enemiga y aun fijar la colocación de algunas de sus piezas,
sino que se logró también hacer comprender al general en jefe, que el
enemigo se resolvía a presentar batalla en aquel lugar donde se juzgaba
invencible...

La batalla

A las 8 a. m. del día 12 comenzó el combate con el siguiente dispositivo.


La brigada Téllez, formada por el 7° regimiento y batallones 6” y 33”,
con la batería de ametralladoras Perdomo, º recibió la misión de atacar
de frente al enemigo, siendo apoyado por la artillería divisionaria que
escogió las primeras posiciones, y por orden del cuartel general, ejecutó
una amplia exploración de las posiciones enemigas que contestaron con
sus baterías, las que poco después fueron acalladas sufriendo en seguida
las posiciones rebeldes un nutrido y poderoso bombardeo. La artillería
divisionaria consiguió asimismo durante esta faz del combate, que fue
º Alfonso Martínez Perdomo. No existen datos en el AHDN.

35
exclusivamente suyo, rechazar varios ataques de frente intentados en
vano por los rebeldes.
Mientras los enemigos duramente rechazados se refugiaban en sus
posiciones y el fuego cesaba en parte de la línea, la artillería se aprovechó
para efectuar un cambio de posición avanzando 1 500 metros por baterías
escalonadas.
Al mismo tiempo se ordenó el avance del centro y de la izquierda
federales, constituidas de la manera siguiente: a la derecha de la vía férrea
tres baterías montadas, de las cuales dos tenían la misión de batir a la
infantería enemiga, la restante en función de contrabatería y las tres sos
tenidas por el 6° batallón y el cuerpo de ferrocarrileros. A la izquierda de
la misma vía férrea se encontraban la batería Rodríguez" y la de ametra
lladoras Gorostieta, º sostenidas por el 15° batallón y con la encomienda
de vigilar al enemigo impidiendo su muy marcada concentración hacia
Conejos. La extrema izquierda federal que a la vez formaba la reserva de
la División, estaba integrada por el batallón 33”, regimiento Mariano
Escobedoº y brigada Madero." La derecha federal estaba constituida

"No existen datos en el AHDN.


º Enrique Gorostieta (Monterrey, N.L. 2-10-1890 - Atotonilco el Alto, Jal. 1929). General
de brigada. En marzo de 1913 se le dio de alta en el Estado Mayor de Huerta; recibió la Cruz del
Mérito Militar en mayo del mismo año; en marzo de 1914 fue ascendido a general brigadier; en
1926 se incorporó a las fuerzas cristeras, a las que llegó a encabezar. (DP)
º La participación de fuerzas irregulares, también conocidas como cuerpos de voluntarios, fue
frecuente en la campaña contra Orozco. Taracena dice que estas fuerzas fueron numerosas y anota
como ejemplos: cuerpo de voluntarios Mariano Escobedo, cuerpo de voluntarios de Xico, cuerpo
de ferrocarrileros a las órdenes de Eugenio Aguirre Benavides y otros al mando de Francisco Villa,
Tomás Urbina, Emilio y Raúl Madero, etc. Vid., Alfonso Taracena, La verdadera Revolución mexi
cana. Primera etapa 1910 a 1913), p. 260.
7 Emilio Madero (Parras de la Fuente, Coah. 1880 - Ciudad de México 1962). Hermano de
Francisco I. Madero, participó activamente en su campaña política. Se hizo cargo de la ocupación
de los maderistas en Torreón, 1911. Llegó a coronel del ejército y en 1912 dirigió una de las bri
gadas irregulares de la División del Norte. Después del asesinato de su hermano, se exilió en San
Antonio, Texas, donde fue llamado por Francisco Villa para integrarse nuevamente a la División
del Norte, que éste encabezaba. Tomó parte en muchos combates, pero después desapareció y ra
dicó varios años en los Estados Unidos. Más tarde volvió a México, para ocuparse de los negocios
agrícolas de su familia. El presidente Manuel Ávila Camacho lo ascendió por antigüedad al rango
de general de brigada. En 1940 fue uno de los dirigentes de la campaña presidencial a favor del
general Juan Andreu Almazán. En 1956, el PAN quiso postularlo para gobernador de Coahuila,
pero se abstuvo de intervenir en la política cuando su hermano, Raúl Madero, fue propuesto para
ese mismo cargo por el PRI. (DP).

36
por la brigada Trucy Aubert, que seis días antes hemos visto triunfar en
Cuatro Ciénegas, en el trayecto de su reconcentración.
Comprendiendo el general en jefe que el ataque de frente sería peli
groso y sangriento, pues daría al enemigo toda la ventaja de sus magníficas
posiciones, ordenó que la brigada Trucy y las fuerzas irregulares de Villa
voltearan el flanco izquierdo del enemigo. La maniobra se ejecutó, pero
como aun cuando siendo protegida por la artillería divisionaria encontra
ra tenaz resistencia de parte de los rebeldes, fue necesario apoyarla con la
batería de montaña Santibáñezº y con la caballería de Villa" que en un
instante crítico fue obligada a moverse, amenazando el flanco izquierdo
enemigo, por el esforzado jefe de Estado Mayor teniente coronel García
Hidalgo.
Esta maniobra decisiva dio la victoria a las armas federales. El enemigo,
al intentar volver a sus posiciones, se sintió flanqueado y al abandonarlas,
se sintió perseguido y acribillado por los certeros fuegos de la artillería
que llevó a cabo su obra hasta las distancias máximas del alcance de sus
proyectiles. Fue tan precisa, tan rápida y tan ágil, por decirlo así esta fun
ción de los cañones federales, que cuando el enemigo en la locura de la
derrota, se dio cuenta del magnífico botín que dejaba en sus posiciones,
quiso volver a ellas para rescatarlo con un esfuerzo lleno de impetuosa des
esperación, bañados por los inexorables fuegos de la artillería divisionaria
que los envolvía adonde quiera que fueran como una atmósfera mortal,
no pudieron ni siquiera iniciar su avance, y en completa desbandada
emprendieron su retirada final hacia la estación de Conejos.
El botín que inspiró a los rebeldes el desesperado ímpetu de regreso
a sus posiciones abandonadas, era en efecto valioso y digno del sacrificio
que en vano intentaron para rescatarlo.
Consistía principalmente en cinco frenos de sus cañones de montaña
de los tomados en Rellano, veinte cofres de parque del mismo material,
granadas de balas, bombas de dinamita y otros pertrechos de importan
cia, que juntos con el campo y la más completa victoria tuvieron que

º Manuel García Santibáñez (Oaxaca, Oax. 1880 - ?). Teniente coronel de artillería. Participó
en las siguientes batallas: primer Rellano, Tlahualilo, Conejos, segundo Rellano y Bachimba.
º Francisco Villa (San Juan del Río, Dgo. 1878 - Parral, Chih. 1923), el legendario personaje
de la Revolución, también conocido como el Centauro del Norte.

37
abandonar a las triunfantes armas federales. Además de lo enumerado, el
enemigo abandonó en su fuga diez tubos lanzabombas, varios estandartes
y 546 caballos.*º
Sobre el campo de su derrota los rebeldes dejaron más de 500
hombres entre muertos y heridos; las pérdidas federales fueron escasas
en relación a la magnitud del combate, circunstancia que explica clara
mente la siguiente observación contenida en el parte oficial de la batalla
rendido por el general en jefe:
El empleo en su mayor extensión de la artillería, disminuyó eficazmente
el excesivo derramamiento de sangre nuestra, pues dadas las magníficas
posiciones de los rebeldes, tomarlas por asalto hubiera traído consigo mo
vimientos que además del cansancio, habrían ocasionado pérdidas mayores,
debilitando la consistencia casi homogénea con que se habían efectuado
los primeros combates parciales que precedieron a la concentración de la
División y que estimé decisivos para esta batalla, que como lo enumeré
antes, puede calificarse de prevista.º

La formidable acción de la artillería federal


La batalla de Conejos fue una evidente demostración del formidable
poder de la artillería moderna hábilmente dirigida. Desde ese especial
punto de vista, resulta sumamente interesante el parte rendido por el
comandante de la artillería divisionaria, teniente coronel Rubio Nava
rrete, quien en estilo sobrio y claro relata la preponderante y decisiva
acción del arma bajo su mando.
He aquí un extracto de ese documento:º
La acción se inició a las 7 a. m. por la batería del capitán 1° Lauro F. Ceju
do,º dirigida contra la infantería enemiga, que avanzaba en la llanura: las

º Resendi, La revolución actual..., op. cit., pp. 201-202


º"No aparece en el texto que reproduce Resendi, pero sí en Fernández Rojas, De Porfirio Díaz...,
op. cit., p. 172.
º Esto sí aparece tanto en Resendi como en Fernández Rojas, autores que incluyen los párrafos
finales del parte de batalla.
º Fernández Rojas: Cedujo . Lauro F. Cejudo. Hay expediente en el AHDN, pero no datos bio

38
ráfagas de esta batería y las de la batería al mando del capitán 1° Miguel
Barrios,” ejecutadas a 3 500 metros, por sí solas y sin necesidad de la
entrada en acción de la infantería, contuvieron dicho ataque, obligando
al enemigo a replegarse a sus posiciones, que estaban fuera del alcance de
nuestra infantería; en este momento la artillería enemiga se descubrió,
haciendo fuego sin ningún resultado contra las citadas baterías; una ráfaga
de la batería Caloca” apagó inmediatamente el fuego de la artillería ene
miga, la cual, por los cascos y espoletas recogidos, se componía de material
S. Schneider Canetºº y de 70 mm S. Mondragón;º dichas piezas eran un
cañón Canet perdido en el combate de Rellano, dos piezas de montaña
que sufrieron igual suerte en villa López, siendo el resto de las piezas de
fierro colado, inofensivas para nuestra artillería; pero de acción eficaz para
la infantería.
Los movimientos del enemigo cesaron, así como el fuego de su artille
ría, permaneciendo nuestras baterías en vigilancia sobre sus mismos obje
tivos; y como tenía la seguridad de poder batir todo el frente del enemigo,
destaqué la batería de montaña al mando del capitán primero Manuel
García Santibáñez a incorporarse con la brigada del general Trucy Aubert,
que marchaba por nuestra derecha con el fin de atacar al enemigo.
El combate cesó en este momento, reanudándose al poco tiempo
por la brigada Trucy Aubert, que inició su ataque, sobreº la izquierda del
enemigo; como se recibiera aviso del citado general de que la posición
que tenía a su frente era muy fuerte y necesitaba para su ataque el apoyo
de la artillería, dirigí el fuego de dos baterías contra la zona de acción de

gráficos; se indica que fue jefe de la octava zona militar, con sede en Oaxaca, Oax.
º Miguel Barrios (Fernando de Presas, Tam., 1886 - ?) Coronel. En su expediente se anota
que “Los empleos hasta el de mayor de artillería, táctico, en la milicia permanente, los obtuvo
legalmente, pero los de teniente coronel y coronel, los adquirió durante el gobierno del general
Victoriano Huerta cuyos actos desconoció la Revolución").
º No existen datos en el AHDN.
º Fernández Rojas: Schnaider
º S. Mondragón, tipo de escopeta o rifle. Manuel Mondragón (Ixtlahuaca, Edo. de México
1859 - San Sebastián, España 1922) adquirió prestigio por el diseño y construcción de un fusil y
un cañón que llevaron su nombre. Fue jefe del Departamento de Artillería en el Colegio Militar;
a instancias suyas se artillaron los puertos de Salina Cruz y México. En unión de Bernardo Reyes
y Félix Díaz inició el cuartelazo contra Madero. En el gobierno huertista ocupó la subsecretaría
de Guerra y Marina. (DP).
º Fernández Rojas: ataque sobre

39
esta brigada, la cual pudo seguir su marcha tomando posición a la altura
de nuestra derecha.
Durante ese tiempo, la artillería enemiga volvió a abrir el fuego sobre
nuestras baterías; la batería Caloca, cambiando de objetivo rápidamente,
volvió a acallarla; en estos momentos ordené un asalto por baterías de
toda nuestra artillería, lo que se verificó de derecha a izquierda de nuestra
línea, ganándose al frente l 500º metros. En esta nueva posición, los
movimientos del enemigo fueron más visibles; repartiose la zona de acción
a las baterías con orden de hacer fuego, el cual volvió a ejecutarse con toda
precisión, siendo tan eficazº que el enemigo emprendió la retirada rumbo
a Conejos; verificose en estos momentos un fuego a 400 metros, el cual lo
desorganizó completamente, siendo perseguido hasta las distancias límites
de la artillería, superiores a 5 500 metros, con tan buenos resultados, que
el enemigo quedó completamente desalojado de su posición, a la cual
pretendió volver poco después, probablemente con el objeto de recoger
cinco frenos del material de montaña, que tenía en su poder, así como
veinte cofres del mismo material, con varias granadas, entre las que había
varias fabricadas por ellos, bombas de dinamita y otros pertrechos; como
su vuelta fuera denunciada por grandes polvaredas, la artillería” con fuego
de ráfaga, lo” contuvo, haciéndole dar media vuelta y logrando con esto
dejar abandonados los frenos y demás efectos a que antes me he referido.

2º Fernández Rojas: 1900


ºº Fernández Rojas: eficaz,
º" Fernández Rojas: artillería,
*º Fernández Rojas: la

4O
Combate de Pedriceña
(Mayo 14 de 1912)

Promulga el aforismo militar que una buena retirada equivale a una vic
toria y tal demostraron en Pedriceña el 14 de mayo de 1912 las fuerzas
irregulares que perteneciendo a la División del Norte, estaban al mando
del mayor José Gómez.º
Obedeciendo órdenes del gobernador de Durango para ir a reforzar
la plaza de Pedriceña que se encontraba amagada por fuerzas de los ca
becillas rebeldes Campos,º Argumedo" y Canales, º el mayor José Gómez

"Dentro del parte del ataque de la plaza Pedriceña (firmado por el mayor José Gómez) se lee:
“Tengo el honor mi (en blanco) de manifestar a usted que las armas nacionales en lugar de haber
sufrido una derrota se cubrieron de gloria causando al enemigo en diez horas de reñidísimo combate
(...)", AHDN, ramo Revolución Mexicana, 29-5-12, ff. 36-9.
Hay un parte del combate contra Emilio Campa y Benjamín Argumedo, en Huarichi, Dgo., el
17 de mayo, firmado por Ricardo Peña (AHDN, ramo Revolución Mexicana, 19-5-12, ff.47-9).
El 17 de junio, Enrique Torroella firmó un acuerdo para investigar si el coronel de caballería Ricardo
Peña se retiró indebidamente de Loma a Picardías el 13 de mayo de 1912. El atenuante que puede
haber es que el coronel se retiró del combate con sus tropas, a causa de falta de agua. AHDN, ramo
Revolución Mexicana, 1910-1920, x1/481.5/106, Durango, 1912.
*José Gómez (Linares, N.L. 1869 - ?). Coronel de caballería. En marzo de 1913 se le impuso
una condecoración, junto a los tenientes coroneles Serafín Hernández y Aurelio C. García.
*José de J. Campos “Cheché" (La Laguna, Coah. 1884 -Torreón, Coah. 1914). Se unió a las filas
de Pascual Orozco durante la revolución maderista. Cuando Orozco se rebeló contra el gobierno de
Madero, lo secundó y llegó a alcanzar el grado de general. Tenía un numeroso grupo de soldados,
llamados los “lagureños”, que se distinguían por las tropelías que cometieron. En 1913 reconoció
el régimen de Victoriano Huerta. Combatiendo contra las fuerzas revolucionarias de Villa, cayó
prisionero y fue fusilado. (DP).
* Benjamín Argumedo (Matamoros, Coah. ? - 1916). Se afiló al maderismo en 1910, pero des
pués se rebeló contra don Francisco, en apoyo de los orozquistas. Cuando cayó Orozco reconoció a
Victoriano Huerta. Famoso por sus cargas de caballería, alcanzó el grado de general de brigada. Su
intrepidez le valió el apodo de “El León de La Laguna”, ya que en esa región ocurrieron sus mayores
hazañas. Fue de las principales figuras al defender Torreón, de los villistas. En 1916 derrotó repetidas
veces a los carrancistas. Se le aprehendió en la sierra de Reyes y fue pasado por las armas. (DP).
º César Elpidio Canales (Lampazos de Naranjo, N.L. 1885 -? 1912). Fue miembro del Partido

4I
llegó a la mencionada plaza el día 14 de mayo al frente de la columna
de refuerzo que sumaba un total de 524 hombres y estaba formada de
la siguiente manera:º
200 hombres pie a tierra del 4° cuerpo de carabineros de Nuevo
León; 80 dragones” al mando del mayor Matías Pasuergo:º 34 del 22°
cuerpo rural;º 120 del batallón Victoria al mando del capitán Luis F. de
Castro;º 50 de caballería a las órdenes del capitán Rodrigo Argüelles"
y 40 voluntarios del vecino mineral de Velardeña.
El enemigo, en cambio, había conseguido reconcentrar en aque
llos parajes más de dos millares de hombres perfectamente armados y
municionados, con magníficos caballos, entre los que se contaban los
hombres de “Cheché" Campos que habían asolado aquellas regiones
con un sistemático y productivo saqueo, adueñándose de los grandes
elementos de la región llena de ricos centros industriales agrícolas y
mineros. Basta recordar para tener una idea del frenético vandalismo a
que aquellas hordas se entregaron, que “Cheché"Campos momentos
antes de morir a manos de los rebeldes, poco más de un año después del
combate que reseñamos, confesó haber incendiado 144 haciendas!... Y
de seguro que sus émulos Argumedo y Canales podían envanecerse de
protervas hazañas semejantes...

Liberal encabezado por los hermanos Flores Magón. Periodista de oposición, fue aprehendido y
encarcelado en San Juan de Ulúa. Ya libre, formó parte de las filas maderistas, pero inconforme
después con la política del presidente Madero, se unió a las fuerzas de Pascual Orozco. (DP). Con
el grado de coronel, murió en acción en este combate de Pedriceña. Resendi se expresa así de él:
“Pobre Canales, el más noble, valiente y bondadoso de los jefes revolucionarios...” (p. 224).
º El siguiente párrafo, más algunas otras líneas del capítulo fueron tomados del parte de batalla.
7 Parte de batalla: de caballería
º Parte de batalla: Pasuengo; . Matías Pazuengo (en el expediente militar a veces se escribe
Pasuengo) (Pueblo Nuevo, Dgo. -? 1916). Fue muerto por los zapatistas; el 9-10-1917 su viuda
solicitó pensión. De filiación maderista cuando formó parte de la División de Norte, a la muerte
del llamado Apóstol de la Democracia se unió al carrancismo, luego al villismo y después al zapa
tismo. El Caudillo del Sur desconfió de él a causa de sus cambios en la preferencia de bandos y por
ello ordenó su muerte. Ésta debió ocurrir en el estado de Morelos, según se colige de que fechó en
Cuernavaca su texto “Historia de la Revolución en Durango: de junio de 1910 a octubre de 1914”,
citado en la introducción de la presente edición
º Parte de batalla: al mando del teniente Orestes Pereyra;
º Luis F. Castro (México, D. F. 1861 - ?).
"No existen datos en el AHDN.

42
Apenas el convoy de refuerzo hizo alto en Pedriceña, cuando su jefe el
mayor Gómez, informado de la abrumadora superioridad del adversa
rio y sintiendo su comprometedora debilidad, decidió permanecer a la
defensiva guardando su línea que tenía que cubrir una extensión de más
de kilómetro y medio.
Con los carabineros de Nuevo León, unidos a los hombres del mayor
Pasuergo y del 32” cuerpo rural, ocupó las mejores posiciones que le fue
dable; colocó al resto de la caballería en su ala izquierda y los 120 hombres
del batallón Victoria en su ala derecha apoyada en el cerro de La Cruz,
con el fin de impedir el paso del enemigo al mineral de Velardeña.
No bien se hubo tomado este rápido pero bien meditado dispositivo
de combate, cuando se tuvo conocimiento de que el enemigo avanzaba
por el poniente, haciéndose visible a las tropas leales después de un nu
trido tiroteo con las avanzadas. Pronto, en toda su fuerza, aparecieron las
hordas rebeldes, dividiéndose al avanzar en dos alas que fueron recibidas
y diezmadas por el nutrido fuego de todas las posiciones de las fuerzas
del gobierno.
Sin embargo, las hordas rebeldes cubrían al punto los huecos de sus
filas engrosadas a cada instante y continuaban avanzando con el designio
claro aunque continuamente frustrado, de envolver a las fuerzas federa
les. La defensa de éstas fue tan efectiva, que después de un reñidísimo
combate que se prolongó hasta la 1 de la tarde, los rebeldes tuvieron que
retirarse hacia las lomas próximas, no pudiendo mantenerse en la zona
que hacía mortífera el preciso y bien dirigido fuego federal.
En aquellas eminencias lograron los castigados rebeldes organizarse
y rehacerse, formando una nueva columna que con fuerza de las tres
armas y rompiendo el fuego de su artillería continuó el combate hasta
las 4:30 p.m., hora en que recibiendo un refuerzo de rebeldes de cerca
de mil hombres hicieron un último y desesperado ataque.
Serían las 5 de la tarde cuando el mayor Gómez, que recorría las
posiciones, notó la falta absoluta de cartuchos y vio que por esa misma
carencia de parque y por hacerse de él, el batallón Victoria y los volun
tarios de Velardeña se incorporaban replegándose de sus posiciones que
el enemigo, aprovechándose de esa circunstancia fortuita, ocupaba con
la masa desbordante de sus hombres, no habiéndolo podido hacer antes
pues lo tuvo constantemente a raya el certero fuego federal.

43
En tales circunstancias la retirada se imponía y el comandante en
jefe se vio precisado a ordenarla, pues de no obrar así, por su inferioridad
numérica y por la falta de municiones, el sacrificio de sus tropas hubiera
sido tan inminente como inútil.
La retirada se efectuó en perfecto orden y el enemigo que no pudo
envolver a las fuerzas leales, se contentó con amagarlo sin cesar, librándose
éstas de males mayores por la admirable disciplina observada en toda su
marcha hacia el mineral de Velardeña, por las sombras nocturnas que les
fueron favorables y porque cerca de las 11 de la noche encontraron en
su trayecto a fuerzas irregulares que llegando de refresco, les ayudaron
eficazmente a cubrir su retirada.
A las 12 p. m. llegaban las fuerzas leales a Velardeña donde acampa
ron para reunir a los dispersos y reorganizarse para proseguir su marcha
a Cuencamé.

Hemos dicho que el combate de Pedriceña, no obstante haber terminado


por una retirada de las fuerzas leales significó para éstas una victoria.
Fue en efecto un triunfo, pues mientras las fuerzas del mayor Gó
mez, experimentaron tan sólo la pérdida de veinte hombres muertos,
quince heridos y algunos dispersos, las hordas de Campos y Argumedo
tuvieron en diez horas de combate la enorme cantidad de 240 muertos
yº ochenta heridos. Entre los muertos rebeldes quedaron en el campo los
jefes Canales y Amayaº y más de veinte cabecillas notorios. Las fuerzas
leales sufrieron la dolorosa pérdida" del capitán primero Lorenzo Agui

º Parte de batalla: más o menos


º Juan Gualberto Amaya (Santa María del Oro, Dgo. 1888 - ?). Se incorporó al movimiento
revolucionario a los 18 años con las fuerzas de Orozco cuando éste era antirreeleccionista y después
cuando se alzó contra Madero. En 1913, con el cuartelazo de Huerta, aceptó combatir en el mando
federal. Más tarde estuvo a las órdenes de Carranza y Obregón hasta 1920, cuando se unió al mo
vimiento aguaprietista. Miembro distinguido de la Legión de Honor y de la Unificación Nacional
de Veteranos de la Revolución. En 1928 ocupó la gubernatura de Durango, habiendo fungido con
anterioridad como jefe de operaciones militares en Puebla, Saltillo y el istmo de Tehuantepec. En
1929 secundó la insurrección escobarista. (DP). Resendi también se expresa elogiosamente de él:
“El valiente Amaya..." (p. 224).
º Parte de batalla: de 20 muertos, 15 heridos y 60 dispersos; entre ellos: Hay anfibología en los
datos del parte, porque a continuación de los nombres dice: “que se han venido incorporando la
mayor parte de ellos a sus distintas corporaciones".

44
lar,º subteniente Enrico Treviñoº y Teodoro Yáñez Rogers," y por fin
el heroico capitán primero Rodrigo Argüelles, º que con sus cincuenta
hombres hizo proezas de valor y defendiéndose hasta quemar el último
cartucho, quedó muerto en el campo de batalla.

Se ha visto la significación que tuvo el bizarro y esforzado combate de


Pedriceña y cuán efectivamente los defensores de la sociedad castigaron
a los vándalos enemigos del orden.
Si las fuerzas leales al mando del mayor José Gómez no hubieran
combatido con tanto denuedo, ni se hubieran puesto a salvo gracias a
la oportuna y admirable retirada que supieron llevar a cabo, la derrota
para las armas federales hubiera sido completa y desastrosa.
Pero con su admirable gesto, haciendo frente a un enemigo en abru
madora superioridad, teniéndolo a raya, causándole tremendas bajas y
esquivándolo por fin con todos los recursos del arte militar serenamente
aplicado, supo la columna Gómez reflejar en Pedriceña el alto espíritu
de valor disciplinado, de marcial coraje y de honor militar que en todo
el curso de la benemérita campaña animó e hizo triunfar a la División
del Norte.

º Lorenzo D. Aguilar (Monterrey, N.L. 1889 - ? 1912). Para combatir a Orozco se alistó en el
cuarto cuerpo de carabineros de su estado natal. Acerca de su actuación en Pedriceña, Resendi dice
que primero fue hecho prisionero y después se le mató (p. 231); además señala que era pariente
de Madero (p. 232).
º No existen datos en el AHDN.
" No existen datos en el AHDN.
"Resendi dice que, al ser fusilado, mostró el acto de valor de lanzar “vivas al Supremo Gobierno"
(p. 227). En el epílogo de La defensa social, Tablada transcribe el párrafo en que Resendida cuenta
de algunas acciones valerosas de los soldados en este combate.

45
Batalla de Rellano
(22 y 23 de mayo de 1912)

Cuando el señor general Huerta movilizó su División hacia los aciagos


campos de Rellano, debe haberse sentido abrumado por la magnitud de
la doble misión que le estaba encomendada.
No sólo seguía siendo el caudillo de la defensa social, como lo fuera
desde que en su alma llena de fe y en su voluntad exuberante de energía,
nacieran simultáneamente la idea luminosa y la resolución inquebranta
ble de crear la División del Norte. No sólo era el paladín a cuyo fuerte
brazo la causa de la civilización y de la humanidad confía todos sus fueros
escarnecidos, todos sus tesoros saqueados, todas sus nobles esperanzas
defraudadas y que transportado a las épocas modernas es semejante por su
doble aspecto guerrero y civilizador al Cadmus" de la Grecia heroica...
Como el héroe púnico, el generalísimo de la División del Norte debía
de matar al dragón de Beocia, º las montaraces y vandálicas hordas de la

"Cadmus. También conocido como Cadmo; hijo de Agenor, rey de Tiro. Cuando Zeus raptó
a Europa, Agenor ordenó a sus hijos Cadmo, Fénix, Clix y Taso que partieran en busca de su her
mana y no regresaran sin ella. Cada hermano marchó en una dirección diferente. Cadmo partió
con su madre, Telefasa, también llamada Argíope; llegó a Rodas, donde construyó un templo en
honor a Poseidón y creó un sacerdocio hereditario; desembarcó luego en Tera y después en el país
de los tracios; allí murió Telefasa. Cadmo y sus compañeros siguieron hasta Delfos. El oráculo les
anunció que abandonaran la búsqueda de Europa, siguieran a una vaca y construyeran una ciudad
donde ésta se acostase. El animal, marcado con una luna llena en la quijada, llegó hasta Beocia.
Encontraron ahí una serpiente o dragón que acabó con muchos de los compañeros de Cadmo.
Éste logró matarla con una piedra. Tuvo, sin embargo, que servir a Ares como esclavo durante ocho
años, condenado por un tribunal divino por haber dado muerte a la serpiente descendiente del dios.
Tras su liberación construyó la acrópolis de Tebas, llamada Cadmea. Se casó con Harmonía y a su
boda asistieron todos los dioses del Olimpo. Tuvo dos hijos y cuatro hijas. A Cadmo se le atribuía
en Grecia la propagación del alfabeto y el arte de fundir metales. (DMc).
*Dragón de Beocia. Serpiente gigante conocida como dragón, habitante de los bosques cerca de
Céfiso y Pánape, en la región de Beocia. Esta bestia era hija de Ares, el dios del inframundo. Atacó
a los hombres de la expedición de Cadmo, ordenada por el oráculo de Delfos, y les dio muerte;

46
rebelión, y sembrando en tierra los colmillos de la bestia, los muertos
rebeldes caídos en los combates divisionarios, apresurar la unificación de
los elementos sanos y construir la fuerte y amurallada Cadmea” y luego
la ilustre Tebas" en cuyo recinto propicio nació el alfabeto, se explotaron
las minas y se fundieron los metales.
No, no tan sólo incumbía al general Huerta esa ya magna tarea de
guerra civilizadora, destruyendo al monstruo y fundando la nacionali
dad; pues no bien rindió la jornada Escalón-Asúnsolo y desde su tienda
de campaña vislumbró la comarca de Rellano, el esforzado jefe debe
haber sentido la investidura de la nueva misión que caía sobre su diestra
guerrera. Desde ese instante el divisionario no era sólo el caudillo de la
defensa social, ya en los umbrales de Rellano que su corcel de guerra
golpeaba impaciente con el duro casco, el general Huerta era también el
vengador del Ejército Federal que allí en esos mismos campos dos meses
antes, el 24 de marzo, había sido embestido y diezmado por las hordas
vandálicas.

Hasta la tienda del generalísimo el frío viento nocturno llevaba el acre


olor de la noble sangre federal no oreada aún sobre aquellos campos
fatídicos... Tal vez los fuegos fatuos danzando en la tiniebla sobre los
cadáveres de los valientes soldados, sepultos a flor de tierra, sugería el
errar de almas en pena y de víctimas sin venganza...
Cómo no unir al recuerdo de la inesperada hecatombe la memoria
de los sacrificados, de González Salas” que no pudiendo ser héroe qui

Cadmo lo mató para vengarse y sembró en la tierra los dientes de la bestia; de ahí salieron cinco
hombres guerreros que le ayudaron a fundar la ciudad de Cadmea o Tebas. Sin embargo Ares, padre
del dragón, hizo que Cadmo le sirviera por ocho años por haber dado muerte a éste. (DMC).
º Cadmea. Ciudad amurallada, acrópolis de Tebas, fundada por Cadmo tras la liberación, después
de haber servido ocho años a Ares. (DMC). Vid supra n. 1.
"Tebas. Ciudad griega en la provincia de Beocia, considerada como su capital. A la hija de Pro
meteo, Teba, a veces se la considera como la epónima de la ciudad que llegó a gobernar Cadmo.
(DMC).
* José González Salas (Chihuahua 1862 - Corralitos, Chih. 1912). Muy joven ingresó al ejér
cito, en el que fue ascendido hasta alcanzar el grado de general de brigada en julio de 1911. En el
gobierno de Francisco I. Madero fue secretario de Guerra y Marina, cargo al que renunció para
tomar el mando de las fuerzas federales que salieron a combatir la rebelión de Pascual Orozco. Los
orozquistas lo derrotaron en Rellano el 24 de marzo de 1912; como se creyó el único responsable
de la derrota, se suicidó en un vagón de ferrocarril. (DP).

47
so ser mártir; del bravo coronel Ricardo Galván;º del heroico jefe del
Estado Mayor divisionario Nicolás Martínez, muerto en primavera de
juventud, en flor de sapiencia, confundiendo quizá el crepúsculo de su
propia vida con la épica aurora que soñó y el melancólico toque de cesar
el fuego con el compás primero de la diana victoriosa?
Todas aquellas sugestiones noblemente vindicadoras deben haber
envuelto el espíritu del general en jefe la víspera del segundo Rellano,
afirmando más la espada en su diestra y ciñendo nueva coraza de acero
a su obstinada voluntad.
Y así fue que el plan de combate honda y largamente meditado se
llevó a la práctica con escrupulosa exactitud, sólo modificada por esas
circunstancias imprevisibles que el verdadero estratega aprovecha en el
mismo instante de su génesis.
Toda una tarde, toda una noche, toda una mañana, duró la formida
ble batalla del segundo Rellano, que principiando a las 3 p. m. del día 22,
no cesó sino en la tarde del 23, prolongándose durante 22 horas en cuyo
transcurso el incesante y terrible estampido de la artillería combatiente,
desgajó las nubes sobre el campo de batalla, habiendo momentos en que
a semejanza de los choques apocalípticos en los ejércitos bíblicos, cielo
y tierra se estremecían envueltos en una misma tempestad.
Horas inflamadas y resonantes en el transcurso de las cuales sólo el
Ejército federal disparó tres mil cañonazos y un millón de tiros defusil
La batalla de Rellano ofrece al crítico militar vasto campo para un
provechoso análisis del que sin duda se desprenderían enseñanzas fecun
das para el arte de la guerra. Pero no siendo nuestro ánimo, ni teniendo
la capacidad para intentar un estudio técnico de la memorable función
de armas, llenaremos nuestro propósito reseñándola en sus robustos
aspectos esenciales.

º No existen datos en el AHDN.


7 No existen datos en el AHDN.

48
La batalla de Rellano

Un documento militar describe así las posiciones de los rebeldes:º

La posición enemiga la mañana del 22 de mayo estaba formada por los


picachos situados al sur de la vía férrea; la estación de Rellano; la Presa; el
arroyo del Sauz; el rancho del mismo nombre y una loma con cuatro pro
minencias situada al noreste de la estación dicha. Además, formaban parte
de la misma posición enemiga, los lomeríos situados al oeste de la Presa y los
situados al norte del rancho del Sauz, como puntos avanzados y extremos
de la posición; los lomeríos situados al sur de los picachos ocupados por
fuerzas que después supimos eran de Flores Alatorreº y el citado al noreste
del lomerío ocupado por fuerzas al mando de José de J. Campos.

Un escritor que formaba parte de los cuerpos rebeldes dice refirién


dose a la batalla que reseñamos:º

Los revolucionarios en número de 6 000" habían tomado magníficas


posiciones y habían tenido tiempo suficiente para proveerse de cuantos
elementos de guerra eran necesarios. Sus fortificaciones se extendían en un
perímetro de siete kilómetros en las faldas de los montes de Rellano y en
las lomas situadas al oriente de la sierra, teniendo su artillería emplazada
en el mismo lomerío.

º En el AHDN no existe parte militar sobre esta batalla; entre la documentación significativa a este
respecto se encuentra un telegrama por medio del cual Huerta le comunicó al ministro de Guerra
(Ángel García Peña), que desde el día anterior la División a su mando había iniciado el combate
a los rebeldes posesionados en las montañas de Rellano, y llevaban 20 horas de pelea; se muestra
optimista de lograr la victoria total en pocas horas más, y asienta: “Es mentira que la División haya
sido derrotada como lo aseguran según sé algunos telegramas procedentes del Paso. La verdad señor
ministro, que hemos tomado la revancha de Rellano (...)" (ff. 68-9)
º José Flores Alatorre o Alfredo Flores Alatorre (Matamoros, Coah. 15-5-1890 -? 15-8-1942).
Fue de los primeros jefes oposicionistas al régimen porfirista con que contó Madero al iniciar su
movimiento en 1910.
º Se refiere, una vez más a Resendi. El relato aparece en Resendi, La revolución actual.. op.
cit., pp. 251-252.
º Resendi: Los revolucionarios, en número de 6 000,

49
Los seis mil hombres del ejército rebelde eran tropas al mando de
Pascual Orozco (hijo) como jefe, y diferentes fracciones mandadas por
los cabecillas Flores Alatorre, Marcelo Caraveo, º Lorenzo Alaniz, º José
• y»

Inés Salazar, José de J. Campos (“Cheché"), Luis Fernández y Pascual


Orozco (padre)." La artillería rebelde consistía en el cañón número
17 Schneider Canet, dos cañones de montaña S. Mondragón de 70
milímetros, dos morteros del mismo sistema y de calibre 80 milímetros;
cinco cañones construidos por los mismo rebeldes, cuatro ametralladoras
sistema Colts;º dos ametralladoras sistema Hotchkissº y varios tubos
lanzabombas. Además de tal efectivo y armamento y de sus magníficas y
bien fortificadas posiciones, los rebeldes dominaban la línea del ferrocarril
favorable a su retirada.

º Marcelo Caraveo (Guerrero, Chih. 1885 - El Paso, Tex. 1955). En un principio fue mago
nista; reconoció a Madero al triunfo de la Revolución de éste; fue orozquista, después huertista, y
combatió a Carranza; secundó el plan de Agua Prieta en 1920, y llegó a jefe de operaciones y luego
gobernador de Chihuahua; en 1929 secundó el movimiento escobarista. (DP).
º Se refiere a Lázaro Alanís. Véase n. 16 del cap. “Cuatro Ciénegas”.
º Pascual Orozco (padre) (Chihuahua 1840? - Cuautla, Mor, 1913). De joven vivió dedicado
al campo en el estado de Guerrero. Sostuvo correspondencia con los hermanos Flores Magón y les
ayudó en sus actividades revolucionarias. En 1910 se unió a su hijo Pascual Orozco, participó en
la campaña presidencial de Francisco I. Madero y ese mismo año se levantó en armas. En 1912
figuró en el grupo que desconoció a Madero y se alzó en armas con su hijo. A la muerte de Madero
se adhirió a Victoriano Huerta. En 1913 formó parte de una comisión para pedir a Zapata que se
uniera a éste. Murió fusilado. (DP).
º Ametralladora sistema Colt. Adoptada por el ejército estadounidense, se funda en el mismo
principio que la Hotchkiss; un agujero abierto en el cañón, a cierta distancia de la boca, permite el
escape de una parte de los gases de la pólvora que produce el movimiento. Esta ametralladora carece
de refrigerador; para evitar que el cañón se caliente en exceso, se le ha dado un espesor considerable
y el arma tiene además una disposición especial que le permite hacer pasar una corriente de aire
por el ánima cada vez que se abre la recámara. (EUI).
º Ametralladoras sistema Hotchkiss. Esta arma aprovecha de un modo ingenioso la energía de
parte de los gases de la pólvora, producidos al efectuarse un disparo, para llevar a cabo automática
mente todas las operaciones necesarias. Para el servicio de esta arma son necesarios dos hombres:
uno que apunta y dispara, y otro que carga, pero en último extremo bastaría con uno para todo.
La rapidez de fuego que en ella puede alcanzarse es de 600 disparos por minuto. Está constituida
por 3l piezas, no tiene tornillos y únicamente hace uso de cuatro muelles, de los que sólo uno (el
recuperador) es indispensable. (EUI).

5O
Preliminares de la batalla

El preliminar del combate fue un tiroteo sostenido el día 21 por las fuerzas
irregulares de Villa con las avanzadas rebeldes, siendo el resultado de tal
escaramuza la ocupación por las fuerzas leales de la presa de Asúnsolo,
a donde llegó la División a la 1 p. m. del siguiente día 22, rindiendo la
jornada Escalón-Asúnsolo y donde se supo que el enemigo se encontraba
en los lugares y condiciones antedichas.
En virtud de estos datos se inició la lucha por un combate de
vanguardia recibiendo órdenes el teniente coronel Rubio Navarrete,
comandante general de artillería, de hacer un reconocimiento ofensivo y
ocupar los puntos de apoyo convenientes para el despliegue ulterior de
la División.
A la cabeza de un destacamento integrado por gendarmes del ejército,
escuadrón de guías, batallón de ferrocarrileros, carabineros de Nuevo
León, regimiento Escobedo, baterías Rodríguez y de ametralladoras
Gorostieta y fuerzas de Villa, dicho jefe abrió el fuego a las 3 p. m.,
conquistó una ventajosa posición y después logró que el enemigo desalo
jara sus posiciones primitivas, replegándose sobre la presa y los picachos.
Mientras la batería Rodríguez cañoneaba sus objetivos: lomerío, rancho
del Sauz y estación de Rellano, se ordenó el avance general de la Divi
sión cuya artillería restante consumó una magnífica marcha, pues entre
Asúnsolo y la posición adonde avanzó, hizo un admirable recorrido de
siete kilómetros y medio en sólo 43 minutos.
Las baterías Caloca, Cejudo" y Barrios y Rodríguez, tuvieron res
pectivamente como objetivos la estación de Rellano; el lomerío al suroeste
de la presa y los picachos.
Los gendarmes del Ejército ocuparon el rancho del Sauz en unión
de la primera compañía de ferrocarrileros y de la batería Gorostieta, y al

7 Roberto Fernández) Cejudo (Saltillo, Coah. 1890 - ?). Casi siempre aparece como Roberto
F Cejudo, pero también se le menciona como Roberto Cejudo. En 1912 era capitán segundo.
Fue ayudante de Victoriano Huerta, del 1 de febrero de 1912 al 1 de mayo del mismo año; se le
comisionó como ayudante del general Fernando Trucy Aubert, del 2 al 12 de mayo de 1912; fue
comandante del segundo escuadrón del regimiento de carabineros de Nuevo León, del 13 de mayo
de 1912 al 29 de febrero del año siguiente; jefe del Estado mayor del general José Inés Salazar, del
4 de septiembre de 1913 al 31 de mayo de 1914.

5I
punto se mandó operar un reconocimiento hacia la presa de Rellano, por
un piquete de gendarmes al mando del subteniente Ensástiga, º la cual
maniobra descubrió la situación del enemigo y originó que se señalaran
nuevos objetivos a las baterías.
En esos mismos momentos la brigada Rábago que había recibido
orden de atacar los picachos y lo ejecutó con el regimiento Escobedo
únicamente, fue rechazado y en consecuencia la brigada Madero fue
enviada a explorar los mismos picachos volteando la posición como
parecía ser necesario. El 15° batallón se situó en tres fracciones, una en
el arroyo del Sauz, otra en el rancho de igual nombre y la última en la
loma sosteniendo a la batería Santibáñez, º que aquella misma tarde,
reforzada con las fuerzas de Villa, como sostén, resolvió eficazmente
con sus certeros fuegos el desalojamiento de las posiciones rebeldes. La
artillería de éstos, en cambio, durante la misma tarde estuvo disparando
sobre el rancho del Sauz sin causar daño sensible a las tropas federales.
La batería Santibáñez, en efecto, por su colocación sabiamente escogida
flanqueaba completamente el fuerte reducto enemigo.

La artillería federal

Sobre esta faz de la batalla, el mismo escritor orozquista, antes citado,


dice lo siguiente:

La lucha se trabó entonces encarnizada, pues los rebeldes oponían una


desesperada resistencia, aunque sus esfuerzos resultaban nulos para con
trarrestar los efectos de la poderosa artillería federal. Orozco, Salazar y
Caraveo hacían esfuerzos titánicos para detener a sus soldados y hacerles
permanecer en las trincheras, pues los cañones enemigos destrozaban
materialmente a nuestras tropas, no pudiendo éstas defenderse por la gran
distancia a que se hallaban emplazadas las baterías enemigas. Sin embargo,
hubo momentos en que los rebeldes tuvieron a tiro de fusil a las columnas
federales que intentaban flanquearlos y era entonces cuando tomaban la

º Ensástiga. No existen datos en el AHDN.


"Se refiere a Manuel García Santibáñez.

52
revancha, haciendo un espantoso fuego de fusilería y sembrando la muerte
en las filas enemigas. Sin embargo, la superioridad de las armas federales
era palpable por su artillería, y sólo el valor de los revolucionarios podía
soportar aquella lluvia espantosa de metralla.

Y luego refiriéndose al combate nocturno agrega:º

El combate siguió durante la noche, sólo interrumpido en pequeños


intervalos.
Al amanecer los federales quedaron pasmados del arrojo de los revo
lucionarios, viendo que éstos conservaban sus mismas posiciones, a pesar
del terrible cañoneo que habían sufrido el día anterior.
El general Huerta aprovechó inteligentemente las horas de la noche
para hacer efectuar a su ejército un brillante movimiento envolvente,
21
entre tanto, sus cañonesº seguían vomitando fuego sobre las posiciones
de los rebeldes para tener a éstos en pie y rendirlos por la vigilia mientras
descansaban sus batallones de infantería.º
El cañoneo fue tan nutrido, que provocó un copioso aguacero y era un
siniestro espectáculo el de aquellos centenares de granadas que con terrible
estruendo reventaban en el espacio entre las sombras de la noche.

Las maniobras nocturnas

A grandes rasgos las operaciones de la División durante esa noche consis


tieron principalmente en un vigoroso cañoneo que sus baterías operaron
sobre los nuevos objetivos que desde por la tarde se les había señalado,
lo cual aparte de sus ventajas intrínsecas impidió que el enemigo inten
tara algún ataque y permitió a la División ser reforzada por la brigada
O'Horan, que pernoctó a 800 metros de la presa aproximadamente.

º En Resendi hay continuidad en los dos párrafos, el precedente y el siguiente.


º Resendi: entre tanto sus cañones
º Para confirmar la semejanza de los relatos de Fernández y Resendi, aquél escribe así lo contenido
en este párrafo: "el general Huerta, aprovechándose de la noche, logró hacer un movimiento envolvente
brillantísimo, mientras el cañoneo continuaba, para tener en pie a los orozquistas y rendirlos por la vigilia,
poniéndolos en condiciones desventajosas al luchar con su bien descansada infantería” (p. 178).

53
Por su parte el enemigo toda esa noche y la madrugada siguiente
sostuvo un nutrido fuego sobre las fuerzas federales, principalmente
sobre la batería Santibáñez y sobre las tropas situadas en el rancho del
Sauz. Los rebeldes dándose cuenta, aunque tarde, de los estragos que
en sus filas ocasionaba la mencionada batería, intentaron sobre ella un
ataque durante el cual murió el valiente capitán segundo del 15 bata
llón, Fernando Muciño.ºº Pero a pesar de todo, el papel de esta batería,
que como dijimos, flanqueaba por su hábil emplazamiento al enemigo,
había de serle fatal. A las 5:45 de la mañana del día 23 reanudó el fuego
de sus cañones logrando con sus certeros tiros que los rebeldes desaloja
ran sus posiciones de la presa, mientras las demás baterías atacaban sus
objetivos, funcionando la de Caloca como contrabatería y batiendo a la
artillería rebelde con eficaces tiros.
La batería Rodríguez, la de la magnífica marcha efectuada la víspe
ra, protegió la ocupación de los puestos de apoyo y por fin las baterías
Canet al mando del capitán primero José Rebolledo” desempeñando el
servicio de baterías de infantería, debilitaban al enemigo impidiéndole
salir de sus posiciones.
Protegida por la artillería funcionando con el distributivo de fuego
ya mencionado, la brigada O'Horan ejecutó un cambio de posición
y la brigada Téllez se incorporó al grueso, tomando ambos ventajosas
colocaciones.
En estas circunstancias fue cuando sobrevino una de las faces más
críticas y peligrosas para las armas federales.

Los rebeldes intentan flanquear

La misma brigada O'Horan tras de cambiar posición recibió orden de


rechazar un serio movimiento envolvente intentado por el enemigo so
bre la derecha federal, forzándolo a retraerse a sus primitivas posiciones
y rechazarlo entonces mediante el avance del mismo costado derecho
amenazado.

23 No existen datos en el AHDN.


24 No existen datos en el AHDN.

54
Al punto rompió a marchar la brigada sufriendo la enérgica hos
tilización del enemigo que ocupaba los cerros orientales, trabándose
entonces con lentitud pero con intensidad creciente el combate de la
infantería. Simultáneamente, el guardaflanco derecho de la brigada en
acción, ascendía explorándola, una loma que por el sur podía permitir
que el enemigo perfectamente a cubierto, rodeara y atacara la retaguar
dia de la División. No bien en la cima de la referida loma los exploradores
del guardaflanco fueron enérgicamente tiroteados por un gran número de
fuerzas rebeldes que habían conseguido rodear la loma con inminen
te amenaza, no sólo al flanco derecho de la Brigada operadora, sino al de
toda la División... Instantes después, los rebeldes que recibían constantes
refuerzos y que habían logrado concentrar en aquel punto más de mil
hombres, atacaban rudamente al guardaflanco, lo cual originó que la bri
gada fuera reforzada con el resto de los voluntarios de Xico y que la
batería de ametralladoras, efectuando un cambio de posición, sostuviera
a las fuerzas en peligro.
La previsión del comandante de artillería que estando en el cuartel
general se dio cuenta de esta faz de la lucha, crítica para las armas leales
ayudó con toda eficacia a resolverla, pues dicho comandante hizo que
la batería Santibáñez auxiliara a las fuerzas de O'Horan, batiendo con
sus fuegos a los rebeldes que intentaban pasar de las lomas de frente
a la cañada vecina al puesto ocupado por los voluntarios de Xico. Al
fuego rebelde que en esta ocasión alcanzara un maximum de intensidad
respondió el federal con vigor redoblado.
La batería Santibáñez limpió de rebeldes el frente y al fuego con
centrado de los voluntarios de Xico y de una compañía del 33° batallón,
el enemigo huyó en absoluta dispersión siendo perseguido por el fuego
de ráfagas de las ametralladoras. El resto del 33° batallón y la batería de
ametralladoras Perdomo destacados por la brigada Téllez contribuyeron
a última hora a consolidar este triunfo parcial con el que se frustró en
absoluto el enérgico flanqueo intentado por los rebeldes.

55
Sobre el cerro de Rellano...

De este brillante episodio se expresa así el parte militar respectivo:

A las 9:45 a. m. se ordenó al general Rábago tomara el mando de la brigada


de caballería Madero y marchara a desalojar al enemigo del cerro de Rellano.
Avanzó con el 4° y 7° regimientos de línea; el resto menos el 49° cuerpo
rural que permaneció de reserva se dirigió a la derecha frente al enemigo
para apoyar el ataque del cerro y poder perseguirlo una vez desalojada la
posición. Llevado a fondo el ataque y batido el cerro totalmente ocupado
por el enemigo, tanto por la artillería divisionaria que con la confianza de
sus anteriores elementos de tiro hacía un fuego eficacísimo, así como el
cañón de 80 milímetros que montado en una plataforma contribuía con
éxito, los rebeldes fueron desalojados a las 12 y 10 p.m., del frente y flanco
izquierdo del citado cerro de Rellano. El 7° regimiento que fue el primero
en llegar a la posición, dedicó una parte de su efectivo a la persecución
del enemigo que huía en desbandada hacia el norte y poniente logrando
tomarle 18 prisioneros, recogerle un cañón de montaña de 70 milímetros
y tres cofres de municiones; el mencionado cañón se encontraba desmon
tado por los efectos de un proyectil nuestro que despedazó el cubo de la
rueda derecha.

El avance general

El avance general de las fuerzas federales quedó determinado con el ataque


de la caballería y la conversión a la izquierda ejecutado por la brigada
O'Horan. Este decisivo movimiento fue apoyado por las baterías Canet,
sostenidas por el 6° batallón, las que al cargo directo del teniente coronel
Rubio Navarrete, protegían la caballería leal. Al mismo tiempo el avance
de la derecha y centro federales era protegido, desde sus posiciones por
las baterías de montaña y por las de St. Chamond.
El fuego de las baterías Canet resultó tan eficaz, que obligó al
enemigo a desalojar importantes posiciones, circunstancia al punto
aprovechada para lanzar al 6° batallón con la batería de ametralladoras
Gorostieta contra el centro del enemigo. Sobre el Presón ya ocupado por

56
el 15°batallón y ferrocarrileros marchó la brigada O'Horan ocupando el
punto donde el enemigo tenía emplazado un cañón S. Canet que pudo
retirar a tiempo. En esa maniobra diez rebeldes quedaron prisioneros.
Debe mencionarse en honra y prez de los artilleros, la brillante ma
niobra ejecutada cuando cambiaron de posición las baterías Canet. Las
St. Chamond haciendo fuego sobre el enemigo, protegieron su avance
en tales condiciones, que no se notó cuando suspendieron el fuego las
primeras al ejecutar su marcha, pues las St. Chamond encadenaron sus
disparos sin solución de continuidad.
A la 1 p. m. las fuerzas federales habían ocupado totalmente las
formidables posiciones que el enemigo había atrincherado y fortificado
durante varias semanas.
El enemigo se desbandó en impetuosa huida, abandonando además
del cañón de montaña capturado, cofres de municiones, armas y caballos.
Casi durante la acción, los rebeldes lograron quemar varios puentes y
volar parte de la vía férrea, lo cual impidió la eficaz persecución.
Una elocuente prueba de la magnífica organización divisionaria la
suministraron los servicios, sanitario que fue sumamente oportuno y di
ligente y de comunicaciones que con sus rápidas instalaciones telegráficas
y telefónicas ligaron íntimamente al general en jefe con el comandante
general de artillería, la línea de fuego y los trenes militares y permitió
que durante la batalla se transmitieran desde el mismo campo de acción
telegramas sucesivos a la Presidencia de la República.

La División del Norte funcionó en Rellano como un enorme y formi


dable organismo, cuyos miembros fueron las diferentes brigadas, cuya
arma más temible era la artillería con las pupilas sagaces de sus anteojos
telemétricos, cuyo cerebro era el cuartel general en perfecto contacto con
sus diversos órganos por el sistema nervioso de sus telégrafos y teléfonos
y cuyo corazón, por fin, enhiesto y palpitante a vientos de victoria, fue la
bandera tricolor que sobre la fuga de las hordas vandálicas, en las cumbres
y cerca del cielo clavó triunfante el heroísmo federal

57
A un mismo tiempo brillaron para los federales, sobre el convulso campo
de la lucha el sol meridional y el sol del triunfo, cuya lumbre avivan en
la altura las fuertes alas de las Nikés...”
Al capitolio de la Patria entre el fragor de los cañones vencedores
llegaron las dos estrofas de un evangelio de esperanza. El Ejército federal
estaba vindicado. El Ejército federal como una ave Fénixº de alas de
hierro había resurgido triunfante en el mismo paraje, de las cenizas del
primer Rellano, convirtiendo las flamas rojas del holocausto en haces de
laureles de esmeralda. Y con la fuerza recobrada del Ejército invencible,
la sociedad estaba salvada!...
Mientras, sordo al clamor de las dianas de triunfo, el general Huerta
volvía a su tienda de campaña y se ponía a meditar sobre las futuras
jornadas del Excelsior que como lema podía haberse bordado en las
banderas de la División. Ya pensaba en Bachimba el general Huerta.
Era como Aníbal” temiendo a Capuaº o como aquel formidable héroe

º Niké. En la mitología griega es la personificación de la Victoria. Tiene una significación


abstracta; se la representa con dos alas y volando con gran rapidez. (DsM).
º Ave Fénix. Pájaro fabuloso cuya vida era eterna, porque de tiempo en tiempo él mismo se
quemaba en una hoguera, renaciendo de sus propias cenizas. El Ave Fénix es el símbolo mitológi
co de la resurrección y de la eternidad. El primero en hablar de ella fue Herodoto. Se la suponía
originaria de Etiopía y relacionada con el culto al sol de los egipcios. Cuando el ave sentía próximo
su fin, formaba un nido con plantas aromáticas que eran consumidas por los rayos del Sol. De las
cenizas del Fénix nacía un gusano o un huevo de donde salía el nuevo Fénix, el cual transportaba
los despojos de su padre al altar del sol de Heliópolis, en Egipto. (DE).
º Aníbal (247 - 183 a. C.). General cartaginés hijo de Amílcar Barca, sucesor de su hermano
político Asdrúbal en la gobernación de España. Su ataque a Sagunto dio fin a la Segunda Guerra
Púnica. Con una pequeña fuerza, incluyendo elefantes, cruzó los Alpes hacia Italia, donde ganó
la batalla de Cannas (216); por falta de apoyo del senado cartaginés no se atrevió a atacar Roma.
Fracasó en intentos sucesivos de conquistar ésta. Mientras se encontraba fuera de su patria, Carta
go, ésta sufrió una invasión romana conducida por Escipión. Se buscó el auxilio de Aníbal, pero
éste fue derrotado en Zama (202). Gobernó Cartago durante algún tiempo, hasta que, a causa del
asedio romano, se refugió en Bitinia. Los romanos fueron hasta allá en su busca y, antes que caer
en su poder, se envenenó. (Go).
º Capua. Fundada en el año 600 a. C. por los etruscos; llegó a ser capital de la Campania.
Ciudad de gran riqueza y esplendor. En la segunda mitad del siglo v a. C. fue presa de los samni
tas, y en 343 cayó bajo el dominio de Roma. Después de la batalla de Candas abrió las puertas a
Aníbal. De nuevo bajo el poder de Roma en 211, fue teatro de matanzas. En 456 fue devastada
por los vándalos de Genserico. Los longobardos la saquearon varias veces, hasta que los sarracenos
la destruyeron en 840. (EUI).

58
del Renacimiento japonés, el shogun Iyeyasuº que durante la batalla
combatía con un pañuelo de seda ceñido a la frente; pero que una vez
lograda la victoria apretaba más fuertemente que nunca las yugulares
de su casco

”Shogun yeyasu. Jefe militar que reinó Japón al lado de Mikado desde 1186 hasta 1868, o sea
durante el periodo feudal. (EUI).

59
Combate de La Cruz
(Junio 17 de 1912)

Si hubiera que clasificar este combate entre las acciones de guerra ilustres
y notorias no podría asimilársele sin duda ni a las prusianas ni a las japo
nesas, ni a las que Moltke" ganaba “a golpes de álgebra” desde el fondo
de su gabinete, ni a las que Oyama premeditó largamente y puso luego
en práctica fría y calculadamente sobre las estepas de Manchuria...
El combate de La Cruz es más bien equiparable a ciertos episodios
de la batalla napoleónica que si no convencen por su concepción cientí
fica, sí entusiasman y arrebatan por el hermoso gesto lírico, por la bella
impetuosidad y el admirable arrojo.
En esa jornada el héroe de ella, el valiente general Rábago no estuvo
animado por el espíritu frío, reflexivo y ponderado de un jefe nipón, sino
por el alma toda coraje y bravura de un general Margueritteº cargando
en Sedánº a la cabeza de sus cazadores africanos contra los inexorables
y acerados cuadros prusianos.

Moltke (Helmuth Carlos Bernardo, barón; después conde de) (Parchim 26-10-1800 - Berlín
24-4-1891). En 1817 ingresó al ejército danés y en 1822 al prusiano. En 1835 hizo un viaje al
Oriente y fue apresado por el sultán Mahaud; permaneció a su lado dirigiendo las reformas del
ejército de Turquía. A la muerte de Mahaud regresó a Alemania. En 1845 fue nombrado ayudante
del príncipe Enrique de Prusia; tres años después fue presidente de la sección del Estado Mayor.
En todos sus cargos dio pruebas de organizador y de político sagaz. Preparó, y luego dirigió, como
jefe de Estado Mayor del general en jefe del príncipe Federico Guillermo, la campaña contra Di
namarca, llamada guerra de los Ducados. En 1866 llevó a cabo la guerra contra Austria. Su divisa
favorita era “marchar separados, combatir unidos”. (EUI).
*Jean August Margueritte (Manheubles 1823 - Beauraing, Bélgica 1870). Era intérprete árabe a
los once años. Después ingresó al ejército en África hasta ascender a teniente coronel, pasó entonces
a México. Al estallar la guerra franco-prusiana era general de brigada; fue mortalmente herido
mientras hacía un reconocimiento en la inmediaciones de Sedán; fue autor de Chasses de l'Algérie
et notes sur les arabes du Sud (EUI).
º Sedán. Cantón de Francia, en el departamento de los Ardennes, situado junto a la ribera
derecha del río Mosa. Ciudad industrial en la que existían muchos baluartes hoy demolidos. Hay

6o
Fue en efecto en la acción de La Cruz como un escritor nos lo pinta
“magnífico dragón y valiente soldado capaz de cargar al frente de sus
tropas como el general Ney" con un fuete en la mano y de llevarlos a la
victoria con ímpetu irresistible”. Así fue y por fortuna para la División
del Norte en el peligroso combate de La Cruz salvó con su valor heroico
lo que pudo poner en peligro con su impetuosa temeridad.
El combate de La Cruz se convirtió en su pecho en una cruz de valor
admirable, pero hay que confesar que esa cruz pudo también tener un
lamentable simbolismo y haber sido aciaga para las fuerzas federales.
En efecto, lo que en la mente del cuartel general no era en principio
más que una misión exploradora, con el fin de desenmascarar al enemigo
y revelarlo en su fuerza real y en sus posiciones exactas, se convirtió de
pronto en un combate comprometedor que sólo merced al esfuerzo te
rrible y al enorme empuje del general Rábago pudo convertirse en una
victoria que ya se iniciaba cuando los refuerzos enviados desde Santa
Rosalía por el cuartel general, a las órdenes del culto y ameritado mayor
de artillería, Víctor M. Corral,” llegaron al auxilio del general Rábago.

varios monumentos dedicados al mariscal Turena y a los defensores de Sedán. En 1870 se llevó a
cabo ahí la batalla que daría fin a la guerra franco-prusiana; los franceses fueron derrotados en su
totalidad, a pesar de las cargas de la caballería al mando del general Margueritte, quien murió en
la batalla. El imperio se derrumbaría a causa de esta batalla. (EUI).
* Michel Ney (Serrelouis 1769 - París 1815). Mariscal de Francia, duque de Elchingen, príncipe
de la Moscova. Poco antes de los 20 años comenzó su carrera como militar en Metz. Republicano,
vio con disgusto el golpe de Estado de Napoleón, quien hizo todo por atraerlo. Su éxito más notable
fue la toma de Elchingen, por el que recibió el bastón de mariscal del Imperio. Batió a prusianos
y rusos y llamó la atención de todo el Imperio. Lo llamaban “valiente entre los valientes” o “León
rojo”. Detuvo a Wellington en Galicia, pero lo abatió el cansancio y comenzó a perder batallas
en Portugal. Promovió la destitución de Napoleón con otros generales y presentó honores a los
Borbones. Posteriormente contribuyó a la derrota en Waterloo y, al ser desterrado Napoleón, fue
juzgado por los pares y sentenciado a muerte. Se le fusiló en los jardines de Luxemburgo. (EUI).
* Víctor Manuel Corral. No obstante que se trata de un personaje importante en el ejército
federal —no sólo por los calificativos que Tablada usa para referirse a él, sino porque incluso fue
secretario de Huerta durante la presidencia de éste—, no existe expediente en el Archivo Histórico
de la Defensa Nacional, ni está registrado en los diccionarios y otras fuentes a las que recurrí. El
\vecho de que Tablada reproduzca, en el apéndice de este libro, dos textos de Corral induce a pensar
que alcanzó notoriedad durante el huertismo, pero no fue posible encontrar el original de esos y
cualquier otro texto de él. Las únicas referencias que encontré de él en el AHDN corresponden a
diciembre de 1913, cuando era jefe de armas en San Luis Potosí.

6I
En su concisión el parte militar relativo después de mencionar la misión
encomendada a la brigada Rábago para ir a reforzar a la caballería irregular
exploradora que ya el día anterior (16 de julio) había tomado contacto
y sostenido un tiroteo con el enemigo, dice lo siguiente:

Desde luego ordenó el general Rábago que las fuerzas irregulares tomaran
posesión de los cerros que rodean el pueblo de La Cruz y cuyas eminen
cias dominan la población, procurando sostenerse en esas posiciones que
juzgaba de relativa importancia.
Como este movimiento ocasionó que se entablara el combate, dispuso
el citado general Rábago, que dos escuadrones del 4° regimiento se situaran
a la altura del panteón para sostener a la batería de fusiles-ametralladoras
Madsen,º el 49º cuerpo rural a la derecha y el cuerpo de carabineros de
Nuevo León a la izquierda; el regimiento Hidalgo tomó posesión de una
eminencia cubriendo el flanco derecho y el escuadrón de guías el izquierdo;
todas las fuerzas regulares pie a tierra y las irregulares a caballo, dejando de
reserva en el pueblo, dos escuadrones del 7° regimiento.
A las 10.40 a. m. el enemigo, que reforzado con fuerzas que desembarcó
con anterioridad de tres trenes, perseguía a las fuerzas irregulares de Urbina,
tomó posesión del cerro norte que domina la población y abrió un nutrido
fuego de fusilería sobre nuestra línea de defensa, habiendo emplazado tres
piezas de artillería de las que hizo uso desde luego. Las fuerzas irregulares
por haber agotado casi sus municiones, se fueron replegando a la población
a excepción del escuadrón de guías.

º Fusiles ametralladoras Madsen. Es un arma de fuego portátil (reemplazó al arcabuz y al mos


quete), su cañón es de hierro o acero, y mide de ocho a diez decímetros de longitud. Un fusil
ametralladora es automático, y se monta sobre un pequeño trípode para apuntar mejor. Madsen
debió ser la marca, probablemente estadounidense, pues los Estados Unidos se distinguen en el
comercio de armamento. (DHM).
7Tomás Urbina (Congregación de Nieves, dentro de Ocampo, Dgo. 1877 - Nieves, Dgo.
1915). Compañero y compadre de Pancho Villa, al estallar la revolución de 1910 fue uno de los
primeros en integrarse a ella. Operó en Durango y al sur de Chihuahua. En 1911, al triunfar el
movimiento, se le reconoció el rango de coronel. Cuando fue asesinado el presidente Madero, se
levantó nuevamente en armas. Marchó sobre Durango y lo tomó en 1913. Fracasó al asaltarTorreón,
pero al llegar Villa organizó las fuerzas duranguenses y las propias, con lo que formó el núcleo de
la División del Norte. Su campo de acción fue la región petrolera, pero fracasó en los combates
de El Ébano. Al marcharse Villa del Bajío, Urbina sospechó una emboscada y se retiró al puerto de
Nieves. Villa dejó Torreón para sorprenderle y Rodolfo Fierro le dio muerte. (DP).

62
El combate se sostuvo con energía en toda la línea hasta las 5:15 p. m.
en que el enemigo batido se retiró al norte embarcándose en sus trenes, lo
que dificultó se hiciera la persecución.
8
A las 4:30 a. m. del día siguiente, se incorporó la brigada Manzano,
quedando así reforzada la defensa del pueblo, en tanto se incorporaba el
grueso de la División que avanzó desde luego.
Por datos que se recogieron de los prisioneros, el enemigo se encontraba
fuerte en más de 5 000 hombres; tenía artillería y en lo que cabe, asegurada
la línea de retirada, que como dije se efectuó casi bajo las últimas descargas
de nosotros, encontrándose al mando de Pascual Orozco.

"Francisco Manzano (Oaxaca, Oax. 1853 - Ciudad de México 1912).

63
Batalla de Bachimba
(Julio 3 de 1912)

Si las batallas y combates librados por la División del Norte, en la re


gión septentrional de la República, han sido las funciones de armas más
notables por su concepción científica, su organización escrupulosa y su
desarrollo estratégico entre todas las que pueden registrar los fastos del
Ejército Nacional, la batalla de Bachimba es sin duda, en tal sentido,
el hecho de armas típico, el que en ese ciclo guerrero demuestra mejor,
que el espíritu del general en jefe divisionario estuvo sin cesar inspirado
en los principios del arte de la guerra moderna.

Si durante la acción de Bachimba —nos decía un testigo presencial


hubiera sido posible elevarse en un aeroplano sobre el campo de batalla,
éste hubiera parecido un tablero de ajedrez; de tan precisa manera ma
niobraron las fuerzas divisionarias, apoyadas unas en otras, conquistando
progresivamente y con previsión infalible, hasta la victoria final, todas las
posiciones enemigas.

Por la férrea organización, por la exacta disciplina, por el coraje y el


ímpetu con que las fuerzas federales ejecutaron en el campo de batalla los
planes concienzudamente meditados por el general en jefe y transmitidos
a sus jefes de brigadas y oficiales de Estado Mayor, las fuerzas federales
en la gloriosa jornada de Bachimba compelieron al enemigo a ejecutar
incontrastablemente todo y cuanto estaba previsto.
Desde los amplios raids y la magnífica maniobra exploradora ejecu
tada de antemano por la caballería divisionaria, hasta el combate final y
ocupación definitiva de la estación de Bachimba, en que el coronel Ma

"No encontré a quién se refiere, pues ahora Tablada no recurre a Resendi ni a Fernández.

64
nuel Landa” y su jefe de Estado Mayor Víctor Manuel Corral, supieron
mantener entre sus tropas durante el desesperado combate la disciplina
rigurosa de una parada cívica, todos, y uno por uno de los episodios
de la magnífica batalla, se conjugaron armoniosamente, acumulándose
como tersos bloques de fuerte granito para formar una recia y culminante
pirámide en cuyo vértice glorioso posó al fin la victoria el firme vuelo
de sus alas de oro.

Una pirámide de basalto

Así puede sintetizarse en sólido y simple esquema la batalla de Bachimba:


una fuerte y maciza pirámide sin una aspereza, ni una desviación, cuyas
faces consecutivas como bloques de pulido basalto se fueron yuxtapo
niendo, elevándose a cada instante hacia el agudo vértice donde al fin,
como en un Pireo,º como en un faro, como en una montaña al romper
la aurora, hizo brillar el ardiente sol del triunfo su hoguera culminante
y esplendorosa
Y allí, en aquella radiante hoguera, el fuerte arquitecto de aquel so
berbio monumento bélico, el general Huerta, empapó en lumbre al acero
de su espada para escribir sobre el coronamiento de su obra gigantesca,
sobre el horizonte aún sombrío de los destinos patrios, en letras de oro
ardiente, el mote de su empresa, el lema de su escudo de paladín social,
el vocablo talismánico y mágico, que con ser tan breve encierra y ampara
todos los ideales y las aspiraciones de un pueblo, la divina palabra PAz,
que sólo tiene tres letras, como si el Destino quisiera que cada una de
ellas resplandeciera formando el nuevo lema de la Patria futura sobre
cada uno de los colores de nuestra bandera tricolor

* No existen datos en el AHDN.


º Pireo. Puerto griego; Temístocles lo fortificó, creció rápidamente debido a la importación de
mercancías. (EUI).

65
Antes de la batalla...
La División reconstruye

No en vano hemos comparado al general Huerta con Cadmus el héroe


griego. Su obra a la par bélica y civilizadora, a un mismo tiempo de guerra
y de reconstrucción, se afirma soberbiamente en el lapso de tiempo que
separa el combate de La Cruz de la batalla de Bachimba.
Las actividades de la División durante esas jornadas son verdaderos
capítulos de una Guerra Santa, en contraposición con todo lo que la
acción de los rebeldes tuvo de odiosa barbarie, de brutal vandalismo, de
destrucción salvaje y cobarde de las obras santas y venerables con que
la civilización y la industria nacionales habían vivificado los desiertos
septentrionales del país.
Los zafios y montaraces rebeldes, burdos y tardíos en las artes de la
paz, lograron tener ingenio para destruir, diabólico ingenio en las arte
rías bajas y depravadas de la guerra. Si entre ellos difícilmente se en
contraría alguien capaz de edificar la rudimentaria arquitectura de un
horno para “barbacoa", todos en cambio eran capaces de aplicar la carga
de dinamita que en un instante redujera a escombros alguna obra de
utilidad pública difícil y laboriosamente construida en las edades áureas
del trabajo y de la paz.
Así quedaron destruidos los admirables puentes de Ortiz y de Santa
Rosalía obras maestras de ingeniería ferroviaria; así otros muchos puentes
desaparecieron y con la vía destrozada en enormes extensiones, quedaron
anonadadas por la barbarie vandálica, las obras todas de la civilización
que vitalizaban aquellos parajes y sin los cuales la comarca por donde
cruzaba la División del Norte, eran un país trágico y muerto...
Sobre esas soledades en cuyas tinieblas nocturnas acechaban los
espectros del hambre y de la sed, cruzaban las cohortes salvadoras de la
sociedad y de la civilización, con sus banderas en donde el águila crispa
sus garras sobre la serpiente, en eterno símbolo, pues eternamente la
Patria para afirmar su heroica vida, ha tenido un reptil que destrozar
Desfilaban las nobles legiones del orden y del progreso con sus ca
ñones invencibles mudos ahora; pero listos para prorrumpir en fragores
y estallar en tempestad ardiente y envolver con ella cualquier montaña
de la sierra para, ciñéndola de rayos y coronándola de fuego purificador,
66
convertirla en un Sinaíº y elevar sobre su cumbre inviolable las Tablas
de la ultrajada Ley!
Pero no sólo banderas y cañones llevaba la División consigo; teodo
litos y niveles brillaban también al sol de sus jornadas y los ingenieros
y los zapadores dejaban restauradas al paso de las columnas las obras
de la civilización que los vándalos arruinaran en su rabia impotente y
despechada.
El general en jefe a quien no en vano comparamos con Cadmus, el
civilizador guerrero helénico, presidía alternativamente las dos obras en
comendadas a sus legiones, consolidando la admirable organización con
que habrían de combatir en la próxima batalla de Bachimba, inclinado
sobre sus cartas de campaña, pasando por su cálculo sagaz una por una,
todas las probabilidades del futuro combate... O bien el general en jefe,
tomaba la altura de un astro, o adivinaba conformaciones orográficas de
la abrupta sierra, o para la construcción de puentes calculaba resistencias
materiales...

El general Huerta como militar científico

Hablando de estas actividades científicas del general Huerta, aquí viene


a cuento decir que el alto jefe se distinguió singularmente como alumno
en los cursos científicos del Colegio Militar, donde alcanzó premios y
renombre como astrónomo y como topógrafo...
En el curso de su carrera de oficial y jefe de ingenieros acrecentó tal
fama llevando a cabo múltiples y difíciles obras de ingeniería.
Un sabio profesionista, el ingeniero don Leandro Fernández,” poco
inclinado a elogios y parco en sus juicios, solía decir hace años, que entre
los trabajos de todos los ingenieros y jefes de la Comisión Geográfica, los
únicos trabajos y cálculos que no habían necesitado corrección al con

“Sinaí (monte). Situado en la península del Sinaí, entre África y Asia. Lugar donde Dios dio
su ley a Moisés al salir de Egipto, aunque algunos creen que en realidad la montaña bíblica es la
de Jebel-Musa. (EUI).
º Leandro Fernández (Durango 1851 - Ciudad de México 1921). Fue secretario de Fomento
y de Comunicaciones y Obras Públicas con Porfirio Díaz, además de gobernador de su estado
natal. (DP).

67
centrarse y revisarse en las oficinas superiores técnicas, eran los trabajos
y cálculos llevados a cabo por el general Victoriano Huerta...
Esa doble entidad de topógrafo y astrónomo, se nos antoja harto
elocuente y significativa y emblemática, asimismo, en la doble misión
que debió asumir el general Huerta, como guerrero y como conductor
y guía de un pueblo desorientado y náufrago...
Como topógrafo excelente, conoció el divisionario toda la signifi
cación estratégica del terreno en que operaba, y supo aprovecharla para
el más eficaz cumplimiento de sus designios. Su sentido topográfico
largamente educado debió revelarle claramente en virtud de las leyes
que presiden a la formación de los terrenos, lo que ojos profanos no
veían... A tal prominencia del terreno corresponde tal depresión; tras
de tal sierra debe encontrarse tal valle; en aquel paraje abrupto debe
encontrarse tal garganta franqueable al paso de las tropas; tal fuego de
artillería por elevación sobre el horizonte invisible debe alcanzar, más
allá de las montañas tal seguro objetivo...
Así debe haber pensado el general Huerta, auxiliado por ese poderoso
instinto topográfico que en él es genial...
Y sólo así se explica esa marcha triunfante de su División, de sur
a norte, ese avance formidable y arrollador que surgió de la nada, de
la capital desprovista a la sazón de todo, hasta de ideales y de fe y que
creciendo progresivamente como impetuoso alud no se detuvo, sino
hasta la meta definitiva y triunfante, hasta Bachimba, no sin levantar
sobre su oleaje bravío la enseña tricolor y dejarla elevada con firmeza en
la altitud más inviolable y más excelsa.
Así la sierra de Bachimba fue, en nuestra leyenda de oro, como el
monte Araratº bíblico, donde después del diluvio anárquico y salvaje,
quedó a flote el arca salvadora

º Ararat. Nombre antiguo de la meseta situada en Armenia mencionada en el Antiguo Testamento.


Se lo señala como el lugar en que se detuvo el Arca de Noé. Según los armenios, los restos de ésta per
manecen allí y Dios ha prohibido el ascenso a la cumbre para evitar que sean destruidos. (EUI).

68
El alma ancestral de la raza...

Si así creemos distinguir al general Huerta, aplicando sus conocimientos


topográficos a la ciencia de la guerra, conduciendo triunfantemente a
sus legiones sobre el suelo conquistado, también en las largas noches del
vivac creemos distinguirlo, interrogando como astrónomo los misterios
del cielo...
Sólo que a ese examen científico, debe haberse unido por la poesía
inmensa y subyugadora de las noches mexicanas, un hondo sentimiento
místico...
Tal vez en el alma india del general en jefe, a la luz de aquellos astros
que eternamente han alumbrado la tierra mexicana, despertaron con
moviéndose hasta sus raíces más profundas, los dormidos pero latentes
sentimientos atávicos, uniendo así el alma del guerrero de ahora con las
almas de los viejos emperadores, y el oro de los astros prendió los esla
bones de esa cadena que en la armonía patriótica vincula almas y seres,
Cuauhtémoc a Hidalgo, Xicoténcatl7 a Zaragoza, Cuautla de Morelos y
Rellano, y el ronco caracol de guerra del último emperador azteca, que
pávido oyera Bernal Díaz, con los cañones de Bachimba que hicieron
enmudecer el aullar de los chacales en los desiertos del norte...
En ese parpadear de los astros en el augusto silencio de la noche, un
alma ferviente y heroica puede leer graves augurios y solemnes horósco
pos. Puede en tal brillo verse las pupilas de los héroes ancestrales clavadas
ansiosamente sobre la tierra trágica... Pueden distinguirse rumbos y
derroteros salvadores y propicios augurios. Puede..., por fin, agobiarse
el alma bajo la gravitación de un sentimiento enorme: el de la augusta
belleza de una Patria que debe salvarse, porque no puede perecer...
Ante el espíritu alerta del general en jefe, deben haber desfilado
todas esas astrales sugestiones, y por fin, para robustecer su fe y su noble
ambición y su valor sereno, bajo la diamantina luz de aquellos astros

"Xicoténcatl. Con este nombre hay dos generales tlaxcaltecas durante el periodo de la conquista.
Xicoténcatl “el viejo” era uno de los cuatro gobernantes de Tlaxcala a la llegada de Hernán Cortés y
se oponía a recibir a los extranjeros, pero fue destituido de su cargo. Xicoténcatl “el joven" era hijo
del primero y dirigió la defensa de las fronteras tlaxcaltecas en 1519. Se le ordenó pasar al lado de
los españoles para vencer a los mexicas; pero en 1521, cuando comenzaba la batalla, se retiró con sus
tropas. Tras ser capturado por los españoles fue ahorcado por el capitán Ojeda en Texcoco. (EM).

69
debe haber surgido el gigante y épico espectro de Ilhuicamina,º el fiero
emperador, el divino sagitario, que asaeteaba astros como aquellos con
las flechas de su carcaj, hasta que ante sus ojos alucinados, caían des
prendidos del cielo en lluvia de estrellas silenciosas...
Grande es la Patria que en su orgullo altivo y fiero, pudo crear sím
bolos de tal magnitud y hacerlos arder luego al través de los siglos, en
el alma de un general, la víspera de una batalla, como triunfal presagio
del próximo combate!

Maniobras preliminares

Además de los laboriosos trabajos de reparación indispensables para


su avance; además de la minuciosa reorganización con que se fortificó
a las legiones divisionarias en previsión de la gran batalla que estaba
por librarse, tuvieron las columnas que ir frustrando en cada etapa los
designios de los rebeldes para aniquilarlos. La vía se encontraba mate
rialmente sembrada de minas cuya explosión que hubiera sido fatal, se
evitó con verdaderos milagros de desconfianza y de prudencia. Una por
una, en un espacio de centenares de kilómetros, fueron halladas las má
quinas infernales, por la escrupulosa inspección de los ingenieros y por
la sagaz intuición del general en jefe que en muchos casos, tuvo rasgos
de verdadera clarividencia.
Una vez logrados esos tres importantes fines, comenzaron las ma
niobras preliminares de la memorable batalla que había de ser decisiva
para las operaciones de la División.
Aludimos en líneas anteriores a la eficaz exploración ejecutada por
la caballería divisionaria, la que días antes de la función de armas fue
destacada para efectuar raids con amplias zonas de acción y sin perder
el contacto con el grueso de las fuerzas.
La caballería fue lanzada de Ortiz hacia Meoqui con avances muy
marcados, rumbo a Julimes y Guadalupe a la derecha de la vía, mientras
que por el lado izquierdo marchaba a Santa Cruz de Rosales, siempre

º Ilhuicamina. Véase José Juan Tablada, La Babilonia de Hierro. Crónicas neoyorquinas (1920
1936), 27-11-1932, n. 15.

7o
hacia el norte, constituyendo una cortina protectora cuya misión era
barrer al enemigo en esa parte del terreno que por su formación mon
tañosa constituía sin duda las estribaciones de la sierra.
Efectuadas esas maniobras y convencido el cuartel general de que
el enemigo se había hecho fuerte en sus posiciones de Bachimba, previa
la reparación de la vía que aseguraba sus comunicaciones, la División
el día 2 de julio, avanzó a bordo de sus trenes hasta el kilómetro 1 542
del Ferrocarril Central, es decir, a unos cuatro o cinco kilómetros de la
estación de Bachimba. -

La tarde del día citado tenían los rebeldes las siguientes colocaciones:
A la derecha de la División el lomerío que forma el cañón del Ojito
franqueable para las tres armas y en el cual estaba emplazada la artillería
rebelde, formada por dos cañones S. Canet y Mondragón y por diez
cañones de retrocarga americanos.
Al sur de ese lomerío el enemigo ocupaba el arroyo y la hacienda de
Bachimba.
El centro estaba constituido por dos cerros de una elevación aproxi
mada de 1 500 metros que forman el cañón de Bachimba y entre los
cuales pasa la vía férrea.
A la izquierda de la División se alzaba una cadena de montañas de
una elevación invariable de 300 a 400 metros.
La vegetación raquítica por doquiera y sólo exuberante en torno
de la hacienda ceñida por árboles corpulentos, permitió en todo mo
mento observar satisfactoriamente los efectos de la artillería federal.
En condiciones tales, las faces probables de la batalla se habían
previsto claramente y determinado con precisión las misiones de las
brigadas.

Sobre el flanco derecho

La brigada O'Horan debía ejecutar y sostener un ataque sobre el lado


derecho enemigo hasta desalojarlo y apoderarse de sus posiciones.
Tal misión fue cumplida después de un reñidísimo combate que se
prolongó por más de dos horas y durante el cual la artillería facilitó el
éxito y preparó el avance general.

71
Algún retardo tuvo que sufrirse en esta parte de la línea pues la si
tuación enemiga era magnífica; el asalto se efectuó sobre eminencias de
300 a 400 metros de altura que se cubrieron de un enorme número de ti
radores perfectamente parapetados. No obstante esas enormes ventajas de
situación y número y por el oportuno refuerzo llevado al ataque por los
regimientos 4° y 7º, la misión de la brigada se cumplió triunfalmente.

Ataque a la hacienda

Casi simultáneo al anterior movimiento y presentando con él gran ho


mogeneidad fue el que tuvo por objetivo y resultado el asalto y toma de
la hacienda de Bachimba.
Como esta posición se encontrara perfectamente sostenida por la
artillería rebelde situada en el cañón del Ojito, hubo necesidad de acallar
sus fuegos, fin que lograron las baterías federales tras de un certero caño
neo, obligando como consecuencia a los rebeldes a desalojar la hacienda
de Bachimba cuya posesión requería el plan estratégico federal.
En esta faz del combate la brigada Manzano ejecutó una magní
fica marcha para ocupar la mencionada posición logrando hacerlo sin
pérdidas considerables gracias al efectivo auxilio que le prestó la batería
Santibáñez.
He aquí cómo describe este episodio un periodista que a la sazón
militaba en las filas rebeldes:º

La caballería de Rábago y la brigada Manzano marcharon sobre la hacienda


de Bachimba, entablando un nutrido fuego de fusilería. Las fuerzas de
“Cheché" hicieron una resistencia sorprendente y se batieron con denodado
valor durante cerca de dos horas, pero tuvieron al fin que retirarse ante el
número abrumador delº enemigo. Debe advertirse que “Cheché" pidió
refuerzos repetidas veces por ser su punto el más seriamente atacado por los
federales, pero los demás jefes de columna se hicieron sordos y el valiente y

” Se trata, nuevamente, de Salvador F. Resendi. La relación de la batalla de Bachimba aparece


en Resendi, La revolución actual..., op. cit., pp. 317-22.
º Resendi: del del

72
magnánimo jefe lagunero, fue el que recibió, como de costumbre, la peor
parte en el combate. Entre las fuerzas federales vencedoras en Bachimba
debe mencionarse, en primer término, el regimiento Mariano Escobedo,
mandado por el inteligente y atrevido mayor Garfias."
Desalojado “Cheché" de la hacienda de Bachimba trató de hacer un
último esfuerzo y tomando a su paso algunas fuerzas de Rojasº y de Del
14
Toro, º que valerosamente resistían en sus posiciones" atacó el ala izquierda
federal, mandada por los coroneles O'Horan y Landa, quienes para resistir el
encarnizado ataque de los orozquistas, tuvieron que ser reforzados violenta
mente por los voluntarios de Braniffº mientras las baterías federales seguían
vomitando metrallas sobre los valientes laguneros. Entonces se entabló un
terrible combate, a campo abierto, en el cual se batieron los revolucionarios
con notable bizarría, hasta que fueron rechazados definitivamente por el

º Luis G. Garfias. Ingeniero militar; perteneció al Estado Mayor de Madero, quien lo envió a
Coahuila a organizar tropas; fue primer jefe de Estado Mayor de Venustiano Carranza; muy pronto
se retiró del constitucionalismo.
º Antonio Rojas. General de las fuerzas orozquistas. Pasó después al zapatismo; murió en combate
en el estado de Morelos en 1913
º Francisco del Toro. Abrazó la causa constitucionalista en 1913. Perteneció a las fuerzas del cuer
po del Ejército del Noroeste; general irregular, comandó las tropas del 3" regimiento irregular.
"Resendi: posiciones,
º Se refiere a Alberto Braniff Ricard (Ciudad de México 1884 - 1966), hijo de Tomás Braniff.
Según informa Alfonso Taracena, en marzo de 1912 Alberto Braniff ofreció su cooperación para
organizar a empleados de la banca y del comercio, a estudiantes y a otros, para combatir a los
orozquistas. Por su parte, Tablada le dedica a Braniff y sus voluntarios gran parte de la crónica "Dos
figuras de actualidad, Alberto Braniff y Francisco Villa”, en su columna “De domingo a domingo”
de El Diario, 9-2-1912, p. 3. He aquí algunos de los párrafos de esta crónica:
“La figura de Alberto Braniff presenta un enérgico contraste con la que acabamos de perfilar.
Las voces anónimas que gritaron: Muera Villa al entrever al guerrillero y las que clamaron Viva
Braniff al desfilar sus voluntarios, delatan el sentimiento que en el alma clarividente del pueblo se
abre paso y sale a los labios ante esas dos figuras.
“El pueblo discierne claramente que en estos trágicos días los rebeldes son la amenaza de la
sociedad y los paladines del orden, como Braniff, son la salvación de la patria.
“Tratándose de Braniff, alguna vez lo dijimos, su bello gesto de integración social, de solidari
dad, de activísima energía hacia el orden y la paz, debe ser encomiado tan generosamente, como
generoso es su sacrificio, de tiempo, de dinero, de energías y de fáciles placeres en pro de un alto
ideal. Lo dijimos cuando era generalmente creído que Braniff con sus voluntarios permanecería
dentro de los muros de la ciudad, no entrando en acción, sino en caso muy remoto de que la
metrópoli fuera atacada”.
Independientemente de las referencias anteriores, es de resaltar que este personaje fue precursor
de la aviación mexicana y gran amigo de Tablada.

73
enemigo. Las brigadas Landa, Manzano y O'Horan ocuparon entonces las
alturas y el resto del ejército rebelde, tuvo que emprender la retirada.

El funcionamiento de la artillería
Al marcarse por ambas alas el movimiento envolvente antes reseñado, la
brigada del tren de reparaciones había avanzado un kilómetro adelante
del poste 1543, y pudo merced a su colocación perfectamente protegida
en los flancos dirigir un eficaz cañoneo con su pieza S. Mondragón de
80 milímetros que iba en tren blindado.
Este cañón obtuvo resultados magníficos pues su posición a la altura
de la artillería divisionaria, le permitió tirar con alcances más efectivos
al tener ya relacionadas sus alzas. Así se evitó que el enemigo tratara de
atacar el flanco izquierdo federal que por estar algo comprometido tuvo
que ser reforzado con parte del 6° batallón.
Al desalojar sus posiciones la artillería enemiga continuó siendo
cañoneada por la referida pieza S. Mondragón de 80 milímetros que
para el caso ejecutó cambios de alza sumamente oportunos.
La artillería divisionaria, que estaba integrada por cuatro baterías de
campaña, una sección de morteros y una batería de montaña y que fue
sostenida por los voluntarios de Xico, ferrocarrileros y gendarmes del
ejército tenía por capital misión desalojar con sus fuegos al enemigo para
proteger el avance federal y acallar asimismo a la artillería enemiga.
Estas misiones se cumplieron emplazando las baterías a una distancia
aproximada de 4 000 metros de la posición enemiga y lanzando hacia
la estación y hacienda de Bachimba reconocimiento de gendarmes del
ejército con el fin de fijar exactamente las colocaciones de los rebeldes.
Al iniciarse la acción los diversos elementos tenían los siguientes
objetivos: batería Canet, la derecha enemiga; baterías St. Chamond,
centro y artillería contraria.
Las primeras protegían también el avance de la izquierda federal
haciendo fuego segador progresivo, con tan notable y decisivo éxito que
desde el principio las posiciones rebeldes sufrieron un terrible daño y
luego estas baterías definieron el fin de la acción al proteger el avance
de la caballería federal, que tomando la estación de Bachimba provocó
la retirada general del enemigo.

74
Las baterías St. Chamond cumplieron exactamente su doble misión
acallando los cañones enemigos al lograr fijar el centro de acción de
éstos, con su alza a 4 500 metros y persiguiendo después al enemigo en
su retirada, por medio de un eficaz tiro segador progresivo.

La acción de la caballería

Mientras la artillería desempeñaba exactamente sus importantísimas


misiones, la caballería divisionaria jugaba un papel no menos decisivo
para el victorioso fin de la brillante acción de guerra.
La caballería divisionaria estaba organizada en dos brigadas; la pri
mera al mando del general Antonio Rábago y del jefe de la zona rural
Emilio Madero, compuesta del 49º cuerpo rural, carabineros de Nuevo
León y batería de fusiles Madsen, apoyó con inquebrantable energía y
eficacia el movimiento hecho por la brigada Manzano sobre el ala iz
quierda enemiga y en la toma de la hacienda de Bachimba, reforzando el
ataque, prestando el más oportuno auxilio y persiguiendo a los rebeldes
al fin de la batalla, contribuyó poderosamente a la victoria federal.
La segunda brigada a las órdenes del coronel del 7° regimiento Ma
nuel Landa y formada por tropas de este cuerpo, del 4° regimiento y del
cuerpo Benito Juárez, apoyó a la infantería Miguel O'Horan tanto en la
toma de las alturas del ala derecha rebelde como en la de la estación de
Bachimba.
Los importantes movimientos ejecutados por esta brigada fueron
pues el apoyo y custodia del flanco izquierdo de la brigada O'Horan al
iniciar su avance; el reconocimiento para descubrir las posiciones enemi
gas y su descubrimiento por medio del tiroteo entablado por el cuerpo
Benito Juárez y parte del 7° regimiento, en vista de lo cual la artillería
divisionaria desalojó al enemigo de las posiciones en cuestión.

La toma de la estación

Y por fin, y como coronamiento de su magnífica contribución a la


victoria, tuvo la segunda brigada el combate y ocupación de la estación
de Bachimba, a la cual el 7° regimiento llegó con pasmosa rapidez para
arrancar al enemigo esa importantísima llave de su defensa.
75
El combate en este punto fue reñidísimo y brillante. Los rebeldes
dominando las alturas próximas a la estación, eran cinco o seis veces supe
riores en número a los federales y tenían todas las ventajas aparentes, pero
la acción estratégica federal había sido tan precisa y matemática, tan ágil
y múltiple, tan rápida y desconcertarte, que los rebeldes deben haberse
sentido vulnerados y heridos por todas partes, rechazados en sus ímpetus
envolventes, siempre fracasados y arrollados al fin, por el admirable y
formidable avance federal, cuyas fuerzas parecían homogéneas, como una
masa de hierro que avanzaba inexorablemente, allanando su camino al
irradiar la muerte y la destrucción en su zona de vanguardia.
El episodio final de la toma de la estación de Bachimba, fue no sólo
heroico sino elegante y donairoso, como un torneo medioeval o como
una carga de cazadores de África.

Los dragones del 7º

Al frente de los bravos dragones del 7° regimiento, que llegaron a com


batir con fulminadora celeridad, como un raudo y trepidante tropel
de centauros fabulosos, iba el mayor Víctor Manuel Corral; y cuentan
testigos de aquel bello episodio, que en el reñido combate, el espíritu de
este jefe se impuso de tal manera a sus soldados, irradiando autoridad y
disciplina, que a pesar del angustioso jadeo del combate y del polvo de la
tierra escarbada, y del humo de la pólvora prestando su atmósfera a aquel
cuadro, que los tropeles de bravos dragones buscaban entre el huracán
de la muerte el reglamentario “tacto de rodillas”,º con escrúpulos de
disciplina y devaneos de gallardía, como si sobre ellos no llovieran las
balas, sino las flores que deshoja el entusiasmo ciudadano, en días de
patrio regocijo, al paso cadencioso de una parada militar
He aquí cómo juzga un documento militar este episodio, que con
lírico entusiasmo hemos comentado:"

"Se trata de la posición que se adopta para enfrentar mejor al enemigo: una rodilla al suelo,
con lo que se afina la puntería y se gasta menos parque.
"No encontré documento militar alguno que incluya el párrafo siguiente.

76
La toma de la Estación determinó en absoluto la dispersión del enemigo,
quien al darse cuenta desde su principio del sostenido empuje de nuestras
tropas y viendo fracasados sus propósitos de herir nuestro centro, contando,
como contaba, con el apoyo de sus alas, concretó su acción a una defensiva
activa, que pudo haber sido cambiada en movimiento envolvente, como
dije antes, pero determinando su fracaso la última faz de la acción; ya en
este momento emprendieron su retirada con verdadero vértigo de huida,
pues sus trenes, a todo vapor, marcharon más allá de Chihuahua, hasta la
estación del Sauz.

El diabólico vandalismo rebelde

De esa obra nefasta son prueba elocuente las siguientes líneas de un


escritor que militó en las filas rebeldes:º

Los rebeldes en su retirada incendiaron todos los puentes y destruyeron


más de 40 kilómetrosº del ferrocarril, que unidos a los 180 que habían
sido destruidos por el sur hasta Conejos, sumaban más de 200 kilómetros
de vía, casi enteramente reconstruida por las fuerzas del gobierno. A esto
hay que agregar los centenares de kilómetros destruidos después, desdeº
Chihuahua a Ciudad Juárez, y se tendrá una idea completa del enorme
trabajo llevado a cabo por la división Huerta y de las inmensas pérdidas
sufridas por la Compañía de Ferrocarrilesº Nacionales.º

º Vuelve a citar a Resendi. Aquí es importante notar cómo, por usar el artículo indefinido
en "un escritor que militó...", podría pensarse que se trata de otro personaje. Con este recurso,
Tablada parece querer dar a entender que consultó muchas fuentes. Según se vio arriba, se refirió
a Resendi como “periodista”.
º Resendi: 40 kilómetros de la vía
º Resendi: después desde
º Resendi: Compañía de los Ferrocarriles
º Compañía de Ferrocarriles Nacionales. Creada en 1908 por Porfirio Díaz, por consejo de José
Ives Limantour. Éste aseguraba que la posesión de las líneas por extranjeros originaba una fuerte
presión política. La compañía nació al fusionarse el Ferrocarril Central Mexicana (México-Ciudad
Juárez), el Nacional (México-Laredo) y el Internacional (Piedras Negras-Durango). (DEM).

77
Combate de Balleza
(4 y 5 de agosto de 1912)

El combate de Balleza fue la acción de guerra que clausuró el victorioso


ciclo de la División del Norte; el postrer golpe de la espada federal sobre
el cuerpo convulso y agonizante de la hidra revolucionaria.
Fuera del gran plan estratégico, que tuvo en Bachimba su esplén
dido coronamiento, demuestra, sin embargo, el combate de Balleza
algo que incidentalmente afirmamos en anterior capítulo: que la obra
de organización militar, de transfusión de espíritu y de coraje, lograda
por el general Huerta en las fuerzas de su mando, fue absoluta y com
prendió a los tropeles irregulares, cambiando su anterior carácter de
hordas indisciplinadas y montaraces en una condición de homogeneidad
disciplinada, digna de figurar junto al austero heroísmo de las tropas de
línea, comandadas por los más brillantes oficiales de Chapultepec.
Y de tal manera vivificó y exaltó ese noble espíritu militar a esas tropas
irregulares, que no sólo las vemos en varios combates y batallas cumplir
a conciencia las misiones que el cuartel general les encomendara, sino
que las miramos como en Balleza, combatir casi por propia iniciativa,
y sacar después de la esforzada pugna, brillante e incólume, el honor de
la División.
Balleza es el victorioso combate de 200 hombres irregulares con
tra mil rebeldes, en un duelo obstinado que se prolongó durante dos
días...
He aquí cómo da cuenta de ese episodio el parte militar correspon
diente:

"En el AHDN no se encontró el parte sobre este combate; sólo hay uno que rindió el teniente
coronel T. Jiménez Riveroll acerca de una expedición que hizo a Balleza el 7 de agosto de 1912;
pero no hay ahí ninguna referencia al combate. Lo que hace Jiménez Riveroll es un recuento de
la expedición: Manuel Chao estaba sitiado y a punto de evacuar Balleza, por lo que le mandó a

78
El comandante Manuel Chao, º jefe de las fuerzas de voluntarios del Parral,
tuvo conocimiento la víspera (el 3 de agosto) que un número, que según
informes que recibió de los pueblos convecinos, ascendía a cerca de mil
rebeldes, asediaba la plaza de Balleza, y aun decían se posesionó de ella,
aniquilando al pequeño destacamento hasta el extremo de que no queda
ban más que unos cuantos que en la plaza de toros de dicha población, se
sostenían aún valientemente. Inmediatamente que llegó con su fuerza el
comandante Chao, el día 4, ordenó el ataque de Balleza, haciéndolo por
el este con 40 hombres a las órdenes del tenienteJesús M. Villalobos; por el
norte, el capitán Reginaldo Chavira, con 60 hombres, y el resto de su gente
a las órdenes de dicho comandante Chao, lo hizo por el oeste; comenzó el
asalto a la plaza a las ocho de la mañana, estando posesionados los rebel
des de las mejores posiciones de la plaza, las cuales fueron abandonadas a
medida de que iban avanzando los nuestros, habiendo terminado el asalto
después de las 11 a. m. en que desalojaron la plaza, no sin que después que
se rehízo intentara posesionarse de nuevo de ella, comenzando entonces para
nuestras tropas un combate defensivo, pues como dije antes, el enemigo
era muy superior en número; fue de lo más reñido, durando en esto hasta
después de las 11 de la noche en que cada cual conservó sus posiciones, y
reanudándose el ataque al día siguiente, aunque con menor intensidad, pues
ya se encontraban agotados por ambas partes; por fin el enemigo se retiró a
las 11 del citado día, en que seguramente tuvo conocimiento de la llegada
de la fuerza federal al mando del teniente coronel Jiménez Riverol.
Las pérdidas por parte de nosotros, fueron: dos muertos de las fuerzas
auxiliares y dos heridos, y el enemigo, treinta muertos y muchos heridos,

él un telegrama para pedirle auxilio. Éste llegó a apoyarlo el 7 de agosto. Por razones confusas, el
enemigo probablemente se enteró de la llegada de Jiménez y abandonó la plaza; se le persiguió, y
el día 9 se le dio alcance, pero redobló la huida y se puso fuera del alcance de los federales, porque
los caballos de éstos se encontraban agotados. El día 14, Jiménez salió hacia Cerro Prieto, a donde
llegó el 17, y el enemigo continuó dispersándose: de 1500 que eran en Balleza, quedaron sólo
700, y después de exhortar a éstos a que depusieran sus armas, sólo quedaron cien, a las órdenes
de Argumedo (31-8-12, ff. 217-8). AHDN, ramo Revolución Mexicana, 1910-1920, x1/481.5/68,
Chihuahua, 1912
* Manuel Chao (Tuxpan, Ver., 1883 - Jiménez, Chih. 26-6-1924). Estaba de profesor en Chihua
hua cuando se sumó a la revolución maderista. También fue constitucionalista, luego desconoció
al Primer Jefe. Fue gobernador villista de Chihuahua, gobernador del Distrito Federal durante la
Convención. Como delahuertista, fue fusilado. (DP).

79
eso aproximadamente, pues no se pudo levantar debidamente el campo y
pudieron llevarse sus heridos.
Se consumieron veinte mil cartuchos.
(...)
Todos los oficiales y tropa se portaron con valor admirable, y a esto se
pudo rechazar con 200 hombres, todos irregulares, cerca de mil rebeldes
que no se retiraron, sino debido a que se les agotaron las municiones,
quedando casi sin elementos de guerra.

8o
APÉNDICE
La leyenda del “niño”
(A mi querido amigo e inolvidable jefe,
el general Rafael Eguía Lis)"

Cuando hace dos meses, a raíz del segundo Rellano, le escribía yo pa


rodiando la frase del Bearnés:º “hórquese usted mi general; la artillería
ha vencido sin usted”, me pareció mi frase un clamoreo de gloria, no
por la batalla que nada decía en lo que respecta a la acción general que
tuvieron los acontecimientos, sino porque a guisa de heraldo, anunciaba
con hechos sucedidos la consecución de otros, que vendrían a fijar el
lustre, a aquilatar la valía del arma aquí en México, donde el marasmo
de una paz nefasta por sus desconfianzas, en usar del cañón, lo habían
dejado enervado en su inutilidad o viviendo como héroe de la tragedia
griega: adormido a la sombra de su lanza —y que diría yo—, parapetado
en su saña contra el progreso.
Hubo necesidad de que otro, que como usted sintiera el culto nuevo
de la actual artillería —el teniente coronel Rubio— tomara el mando,
para que bajo su férula, en un haz de reflejos de fe, que transmitió a las
masas, esparciera en don bélico, todo el ánimo de su entusiasmo, toda la
intensidad de su acción heroica, que se tradujo en eficacia, en habilidad,

* El presente artículo, es el mejor complemento de cuanto puede decirse en honra y prez de la


artillería moderna mexicana, y en tal concepto, no hemos vacilado, contando con la venia de su
distinguido autor, en incluirlo en este libro.
(N. del Ed. Esta nota es del original y aparece con llamada numérica; dado que es la única en
el capítulo, aquí la cambié por asterisco, con el fin de mantener la unidad de llamadas numéricas
para la anotación. Procedo de la misma manera en el capítulo “El Ejército reorganizado por el
general Huerta", infra; por otra parte, no encontré el original de uno y otro, cuya autoría es de
Víctor Marnuel Corral, tal como están firmados al final).
"Rafael Eguía Lis (Cd. de México 1850 - Xamboan, Oax. 191 5). Ingeniero militar. Combatió a
los maderistas en Casas Grandes, Chih., en 1911. Disuelto el ejército federal, se incorporó a las filas
zapatistas. Durante el constitucionalismo sirvió a las órdenes del general Jesús Carranza. (DP).
"El Barnes, Enrique IV de Francia y Navarra (Pau 13-12-1553 - París 14-5-1610).

83
en triunfos. Y como todo éxito amalgama a su historia algo de cuento,
surgió la leyenda del “Niño”, que hoy corre de boca en boca y que a
la curiosidad de la pregunta, cuando yo supe de ello, me contestó con
hecho un gráfico y admirable: una plataforma, un cañón allí emplazado,
un cobertizo detrás de él, el que guarece en parte a los sirvientes contra
las inclemencias del tiempo.
Pero la novela corría, y yo le di oídos; le llamaban al cañón el “Niño”,
quizá por lo pequeño; pues a la fantasía popular, soldados, buhoneros y
mujeres les parecía pequeño; el St. Chamond, junto al enorme convoy
de reparaciones y tal vez puesto en parangón con una gran grúa que
también en una plataforma, destacaba su enorme corpulencia de fierro,
y extendía su brazo como índice anunciador de un más allá: Simbólico
norte a donde nos lleva el destinoº
Por otra parte, eran tan delicados los cuidados que se le impartían
al cañón, siempre aseado, envuelto en su cubierta y con su guardia de
corps a la vera, arrullado su dormitar (porque nunca dormía, siempre
estaba listo) por la charla pintoresca de los “juanes”, los tristes cantos de
sus mujeres y como alegre nota de cuando en cuando, alguna libación
de cerveza con que el oficial que lo manejaba distraía sus ocios. En
las noches, en las alegres noches de campamento, cuando el toque de
silencio no había aún fijado sus notas autoritarias al descanso obliga
torio, la alegría le formaba cerco estrecho y muchos en su vehemente
deseo de avanzar, le colgaron los milagros de puntería que oí repetir
hasta el cansancio, y que después se transportaron a las filas contrarias
"No es común la referencia a este cañón en la historiografía que consulté. Por eso es notable lo
siguiente: “La bien provista División del Norte llevaba suficientes elementos de guerra y verdaderos
peritos. Avanzaba lenta pero segura. Iba reparando la vía y contaba en su impedimenta con numerosas
baterías de cañones, entre los cuales figuraba uno de grueso calibre que era el terror de los orozquistas
y al cual nominaban “El Niño, habiéndose hecho célebre tan poderosa arma de combate”. Rafael
Sánchez Escobar, Narraciones revolucionarias mexicanas, histórico-anecdóticas, p. 119.
Páginas más adelante, al referirse a las vísperas del combate en Bachimba, Sánchez Escobar
describe la expectación que había entre los orozquistas, quienes esperaban al ejército federal: “En
tal estado de ánimos, uno de los inexpertos artilleros orozquistas, quizá por un descuido, dejó
escapar un cañonazo, lo que fue suficiente para que el Niño, tras breves momentos de espectación
(sic) silenciosa, por ser el de mayor alcance, respondiera con otro; y la metralla que lanzó, con una
precisión verdaderamente matemática, iba a explotar a poca distancia de donde salió el primer reto,
lo que probaba una vez más la pericia de la oficialidad al mando del entonces coronel Guillermo
Rubio Navarrete”. Ibidem, p. 122.

84
(los orozquistas), formándole el marco de su leyenda, y sancionando su
quimérico obrar.
He aquí algunas de ellas: en Chihuahua, días después de haberle visto
funcionar en Bachimba, me platicaba don Mariano, un español muy culto
que conocí en la fonda, quien curioso como es natural serlo en época de
guerra y platicando con algunos de los de las huestes de Orozco, escuchó
las hazañas del “Niño”, que ponían los pelos de punta. Contaban que, en
un día de batalla, cabe los árboles de la sierra protegidos por un crestón
que parecía ceja negra en el enorme ojo que a la salida del valle finge el
cañón de Bachimba, almorzaban los “muchachos” (así se llamaban unos
a otros) y entre los platos que decían comer, a horcajadas sobre las peñas,
vieron llover como un maná, nada apetitoso, pero muy oportuno (pues
de comer se trataba) una verdadera granizada de plomo, que añadía don
Mariano, les hizo saltar de la mesa, abandonar el almuerzo y buscar refugio
en la carrera, desconfiados en lo absoluto del nuevo agregado al frugal
menú, por el que en rigor se batían, pues ya sus jefes no les daban más
que comida, y según contaban, no tenían sueldo; éste se los pagarían en
Chihuahua con vales por zapatos de charol, relojes o latas de espárragos.
Otro día (también arranca de la misma fuente de información), y según
el que se los platicaba que era hombre de crédito muy sólido, alguien que
antes de la revolución, le barría su tienda, y ya cuando la plática de que se
trata (de potencia a potencia) era mayor rojista. Todos estos señores co
mienzan por mayores en su horror de haber sido antes menores

Pues decía yo, le platicaba, que desempeñando el rojista, un servicio de


explorador o escucha, advirtiendo por el enorme ruido que hacen los
convoyes federales, que éstos se encontraban cerca del lugar de explora
ción, sin tiempo para retroceder, pues vislumbró el anteojo del “Niño"
que lo acechaba, no tuvo más remedio que esconderse, y la Providencia
o la casualidad —segunda mano de ésta—, le depararon una cueva au
téntica; había en ella una sombra protectora, un hilo de agua que venía
no sé de qué venero o filtración oculta, y con el cansancio de la jornada,
abrumado por un sopor que casi siempre ataca a las almas buenas—aun
en trances tan fieros como éste— se durmió con su gente, arrullado por
el sonoro eco del convoy que repercutía en el valle y bajo la apacible
quietud de la cueva que quizás había cobijado amores bucólicos, cuan

85
do la dulce paz porfiriana envolvía en su manto fecundo las hoy tristes
soledades de Chihuahua.

Todo esto relataba o creyó oír mi interlocutor, pero volviendo al caso,


nuestro hombre se durmió, quizás sin darse cuenta de la gran entereza
que acusaba su acción, y también descuidado al servicio confiado a su
alta pericia, y cuando despertó, pues creía soñar, la cueva se derrumbaba;
sus hombres, impulsados por vértigo de acción dantesca, casi infernal,
corrían de un lado para otro y un estrépito apocalíptico repercutía con
sonoridades fúnebres. Era el “Niño”, el mentado “Niño”, que con su
ojo de telescopio los había descubierto a través de las paredes de la cueva,
entre las fragosidades de la tierra, y que desde el valle en su posición de
índice —que siempre marcaba el norte, también a ellos se los señalaba
con apremio, con el grato interés de un cariño que en ese momento
sintieron por reflejo, pues confesaban que de haberlos querido matar el
“Niño”, le hubiera sido fácil, porque si dentro de la cueva les apuntó,
ya fuera, huyendo con el desorden que engendra la sorpresa a haberlo
querido, repetían, el “Niño" hubiera acabado con ellos tronchando así un
florón de esperanzas de la revuelta, sacrificando quién sabe cuántas vidas
justas, buenas, sin más pecado que amar la intensidad de la lucha y que
aquí, en Chihuahua, por una herencia de sus ancestrales (no sé si serían
los apaches o cualquiera otra tribu aborigen) la despertada regresión que
invariablemente se opera en las especies, los había lanzado a la guerralº
También la historia del “Niño” tenía páginas gratas, figulinas que
encuadrarían en la Guerra de Encajes.”
La víspera de Bachimba, saludó a los contrarios con saludo galante;
tres caravanas al estilo del Rey Solº tres sonoridades de disparo anun
* Dejo los signos de admiración dobles, tal como aparecen en el original, para mostrar el uso
singular que da el autor: una cláusula admirativa de 20 líneas, dentro de la cual abrió otra admi
ración, pero no la cerró.
5 La “Guerra de Encajes" no es una guerra concreta, sino un tipo de guerra, específicamente del
siglo XVIII. Los historiadores franceses la denominaron “Guerre en dentelles” porque se suponía que,
al no ser de larga duración, al predominar en ellas los elementos religiosos, ni estar muy extendidas
en el espacio (excepto la Guerra de sucesión española) y darse por motivos sobre todo dinásticos,
preponderaban en ellas los elementos caballerescos y protocolarios, especialmnente en la oficialidad.
Esa idea, por supuesto, ya no se mantiene en la actualidad. (Información proporcionada por David
García Hernán).
º Rey Sol (Luis XIV) (Saint-Germain 1638 - Versalles 1715). Hijo mayor de Luis XIII y Ana de

86
ciadores (sic) heráldicos del minuet infernal que habrían de bailar al día
siguiente. Les agradecieron el saludo, y el mismo día, como pago de visita
diplomática se los devolvieron, y cuentan que en un trance estuvo el
“Niño” de remedar como en Fontenoyº a los guardias franceses, y decirles
entonces a nuestro Canet perdido en el primer Rellano: tirad primero,
señor hermano, que a la postre, cansado como estás, inválido porque tu
Menagere Lavalle Basóº no te ha sabido cuidar; quizás, sintiendo en
tu heroica armazón de acero el liz infamante de la traición, tus disparos
no harán blanco: los pocos proyectiles con que tratas de épater a los
rústicos que te rodean, sin lograr el tiro concutente” por falta de arreglo
de la espoleta, harán fogata, no logrando como final, más que asustar a
las liebres, que en la mañana de Bachimba corrían en tropel...
Y el nuestro, el “Niño”, seguirá bordando su leyenda zafia, engreído
como muchacho malcriado, en medio de sus mayores: los otros St. Cha
mond, sus parientes los Canet, los morteros y de montaña Mondragón y
toda la peonería artillesca que la forman los Rexersº y las ametrallado
ras, las que también parecen cacarear en tu honor, redoblando su batir
estruendoso que finge en momentos en que el espíritu se regocija con
el triunfo, tamboril hueco con matices de una armonía siniestra...
Ya ve usted, mi general, cuán corta y que fantástica es la leyenda del
“Niño"; para mi sentir de artillero fracasado, no es mucho que se elogie
Austria. Su madre se preocupó por hacerlo un hombre de mundo. Se dedicó al hedonismo y se
creyó que sería incapaz de gobernar. Instaurador de la monarquía absoluta en Francia, era un rey
ostentoso. Creó un ejército poderoso que llevó a Francia a la cima del poder europeo. Su corte se
caracterizó por ser extremadamente afecta al lujo.
"Fontenoy, aldea de Bélgica. Durante la guerra de sucesión austriaca, en 1745 en ese lugar los
franceses vencieron a los aliados austriacos, ingleses y holandeses. (EUI).
º¿? Lavalle Bassó. Participó en la batalla de Bachimba. El apelativo “menagere”, que correctamente
es “menagère", significa “cuidadoso” en masculino; en femenino, “mujer casera”, “sirvienta". En
virtud del contexto en que está usado, al parecer el artillero Lavalle Bassó no gozaba de la simpatía
de Víctor M. Corral.

” Concutente es un arcaísmo culto en nuestros días; no aparece como tal en los diccionarios.
Proviene de “concusión", que en algunos lexicones contemporáneos tiene el único significado de
“exacción arbitraria hecha por un funcionario público en provecho propio"; sólo María Moliner
ofrece, como primera acepción: “sacudimiento; golpe violento, especialmente en la cabeza"; hay un
verbo que sí aparece en los lexicones: “concuasar", que significa “hacer pedazos algo con un golpe".
"Se trata del armamento de la casa Rexer. Como se puede ver, la prosa de Corral es desafortu
nada; a su sintaxis retorcida se suma que dé a entender que sólo hay cañones de dicha casa, cuando
que también hay ametralladoras.

87
al útil y tan poco se diga del que lo maneja. El alma en esta guerra de
artillería que lo ha sido toda, la forma: en primer término, Rubio, que es
el director; quisiera yo que contemplara en funciones su silueta de
iluminado poseído en esos momentos, que por la heroica fiebre de la
lucha, su cara de rasgos fuertes, hoy consumida por eternos desvelos de
pensar y sentir, tiene puntos resaltantes, dos ojos que parecen carbunclos
a la hora del combate, cuando desenmascarados de los otros ojos —sus
anteojos telemétricos—, fija la distancia y da la primera deriva; después,
el armónico rugir del cañón, cuando los proyectiles de sus baterías
trazan en el espacio los arabescos de su fuego de ráfaga, una fruición,
una dulce fruición le alegra el ánimo, y tranquilo, dulce, casi sonriente,
parece dirigir un cotillón de muerte con el acompañamiento obligado
de bombones con que obsequia al contrario: plomo y metralla.
Los demás, las segundas partes, son los nuestros, los que eran de allá
del regimiento de ligera, que vanidosos con el mote de “salud y fibra”
de que alardean, siguen la tradición y sienten con el alma de fortaleza
inexpugnable a las debilidades, el fuego intenso del amor a la artillería
que usted infiltró en su espíritu; conque los contagió con su carácter de
fe en ella, y que el año pasado, en la otra revolución, les señaló usted el
camino con el penacho heroico que marcó Casas Grandes.
A todo señor todo honor; debía terminar así mi carta, pero como
un final sensiblero que mi lirismo me dicta, lo conjuro a que venga
usted por acá; la guerra no ha terminado aún, y usted podría continuar
la ventura de Casas Grandes.
Todo en Chihuahua invita a llevar la vida intensa para que está usted
hecho; debe recordar bien la dureza de su suelo, el alto homenaje de sus
montañas, su terrible calor, hecho como para forjar en fragua las mus
culosas naturalezas de estos fronterizos, y también debe usted recordar
-a fuer de hombre galante—, el encanto de sus mujeres, quienes dulces,
fuertes y bellas, como modeladas en gracia pagana, sienten y ostentan el
heroico gesto de su amor a la libertad...

Mayor Víctor Manuel Corral

88
¿Quién es el señor general Victoriano Huerta?

No obstante que de la admirable campaña de la División del Norte,


que en los anteriores capítulos hemos reseñado, se desprende la rigurosa
conclusión de que quien la concibió y llevó a cabo con estricta sujeción
a los principios de la moderna ciencia de la guerra, es un militar cientí
fico; no obstante que desde Conejos hasta Bachimba el general Huerta
se revela como un estratega clarividente y genial, después de haberse
revelado por la simple formación de sus legiones como un organizador
de primer orden; no obstante que al comentar la batalla de Bachimba,
expresamos lo que el general Huerta significa como eminente topógrafo
y astrónomo, a pesar de todas esas evidencias, reproducimos enseguida
parte de un artículo del talentoso periodista Lic. Francisco Pascual Gar
cía,’ publicado en El País el pasado mes de julio,º y en el que resaltan,
firmemente trazados ciertos rasgos de la interesantísima personalidad
del vencedor de Rellano:

En los momentos actuales la causa de la paz, es decir, de la sociedad, se


vincula de manera muy íntima con la persona del señor general Huerta.º

º Francisco Pascual García (Ixtlán, Oax. 1856 - El Paso, Tex. 1927). Periodista que se inició
desde muy joven: a los 15 años publicó el semanario El Liceo Católico. Fue redactor de El Tiempo, El
Nacional, La Tribuna y El País. En coautoría publicó El Amparo y sus reformas; por sí mismo, Código
de la Reforma; también escribió Las razas del estado de Oaxaca, sus idiomas primitivos y capacidad
para la civilización. Formó parte del Partido Católico; fue diputado huertista. Salió exiliado del
país al caer el usurpador. (DP).
* Francisco Pascual García, “¿Quién es el señor general Victoriano Huerta?”, El País, 20-7-1913, p.
5.Tablada no transcribió completo el artículo, que comienza así: “La noble actitud de Méjico frente a
la República Anglo-Americana en los momentos actuales, ha puesto de relieve, más todavía que en el
interior del país, en el extranjero, la figura del señor general don Victoriano Huerta, a quien la conciencia
pública atribuye justamente el mérito de aquella actitud". De aquí el autor pasa a justificar su artículo,
afirmando su imparcialidad y autodefiniéndose como justiciero. Siguen los párrafos que cita Tablada.
º Dado que, como criterio de la edición (según lo señalé en la “advertencia editorial”), opté por

89
Por eso, queremos, no precisamente salir a su defensa, que para esa no
necesita de nosotros, sino rectificar de una manera general, las falsas
especies que parte de la prensa de los Estados Unidos del norte ha hecho
circular, con el fin de quitar prestigio al gobierno de México" para lo cual
se ha valido, como de medio eficaz, de presentar al señor Presidente de
la República, como un hombre nulo, de escaso o de ningún valer, como
un inculto, casi como un analfabeta; es decir, como un rudo soldado, sin
ilustración y sin cultura.
Pues nada más falso; y algunos breves datos respecto de quién es el
señor general Huerta, bastarán para refutar las despectivas apreciaciones
que se han querido hacer valer contra él.
Un día, en una población del interior, en Colotlán,” estado de Jalis
co, pasaba en una de sus excursiones militares el señor general Donato
Guerra,º que allí” en un momento dado, tuvo necesidad de una persona
que escribiera alguna orden militar. Entre los curiosos que le rodeaban,
había un adolescente, casi un niño que, al oír se necesitaba de persona que
escribiese, dijo, con la ingenuidad propia de sus pocos años, que él podría
hacerlo.
Y lo hizo a satisfacción del general Guerra.
Preguntado por éste, díjole su nombre, y queº había concluido ya su
instrucción primaria.

actualizar el uso de mayúsculas, por consecuencia bajé la mayoría de las altas que usa Tablada, espe
cíficamente las mayestáticas, pues además es inconsistente la manera en que lo hace. Con respecto
a la transcripción de artículos por parte del poeta, habría diferencia entre el uso de mayúsculas y
la acentuación, cuestión que no señalo aquí, por la decisión de actualizar la ortografía de todo el
libro. Cabe mencionar que en el periódico aparecen en bajas todos los grados militares.
* El País: Méjico.
* Colotlán. Cabecera municipal de Colotlán, Jal. Situado en las estribaciones que bajan de las
sierras de Zacatecas, al sur, sobre el margen izquierdo del río Colotlán. Se encuentra al norte de
Guadalajara, prácticamente aislado de las demás poblaciones importantes del estado. Por esta causa
tiene mayores relaciones comerciales con el vecino estado de Zacatecas. (DP).
º Donato Guerra (Teocuitatlán, Jal. 1832 - Ávalos, Chih. 1876). Formó parte del Ejército
Republicano, a las órdenes del general Ramón Corona, tanto en la Intervención francesa como
en el Imperio. En 1867 se incorporó al Ejército de Oriente; cuatro años después se le encomendó
el mando de la caballería en el asalto de la Ciudadela. Juárez lo ascendió a general de brigada. Se
adhirió al Plan de la Noria después de solicitar su baja en el Ejército. En 1876 se afilió al Plan de
Tuxtepec, y al triunfo de éste fue ascendido a divisionario. (DP).
7 El País: que alli,
º El País: su nombre y que

9o
—¿Y qué quieres tú ser? —le preguntó el general.
—Soldado, contestó el adolescente, para llegar a general.
—Pues vente conmigo, repuso el general Guerra y se le trajo a México”
en un convoy militar: “He aquí a un indio joven que quiere ser general”.
Pues que pase al Colegio Militar, dijo el señor Juárez.
Se le hizo observar que los alumnos estaban en vacaciones, yº el señor
Juárez, con el laconismo y la tenacidad propia de su carácter, sólo contestó
a la observación, conº idénticas palabras: que pase al Colegio Militar.
Y el joven Huerta ingresó al Colegio, donde permaneció, sinº salir
para nada durante tres años; pasados los cuales, por primera vez vino a
conocer y a recorrer las calles de la capital de la República.
Durante aquellos años, hasta el de 1876, fue un alumno distinguido en
el Colegio Militar, donde obtuvo los primeros premios, y al cual ingresólº
como me lo refería un amigo suyo, “llevado por la mano de su destino”.
Se distinguió tanto, en el Colegio Militar, durante su carrera, que, en
una de las distribuciones de premios de aquellos años, el señor director,
general don Agustín Díaz," dijo de él, que, “era una de las mayores glorias
del Colegio y que el porvenir le preparaba uno de los puestos de honor en
su patria”.
No vamos a relatar aquí, la hoja de servicios del señor general Huerta.
Solamente diremos” que a la batalla de Tecoac, º que decidió de la suerte
del gobierno del señor Lerdo, asistió como teniente en el ejército lerdista;
que formó parte del cuerpo especial del Estado Mayor, donde ganó, uno
por uno, sus grados militares y llegó hasta coronel; y que también formó

º El País: Méjico
º El País: vacaciones y
"El País: observación con
º El País permaneció sin
º El País: ingresó,
"Agustín Díaz (Ciudad de México 1829 - 1893). Ingeniero topógrafo; catedrático del Colegio
Militar de 1861 a 1864 y de 1869 a 1877. En este último año recibió el encargo de la Secretaría de
Fomento para formar la Carta General de la República; fue fundador, y director hasta su muerte,
de la Comisión Geográfica Exploradora.
º El País: diremos,
º Batalla de Tecoac. Epílogo del Plan de Tuxtepec, ocurrida en esa población de Puebla, el 16
de noviembre de 1876. Porfirio Díaz venció al general Ignacio Alatorre, defensor del gobierno de
Sebastián Lerdo de Tejada.

9I
parte en la expedición militar que batió a Lozada, el famoso tigre de Alica,"
en el hoy territorio de Tepic.
Hacia 1876, yº a los días del triunfo de la revolución de Tuxtepec,”
se refiere una anécdota que no queremos dejar de consignar aquí.
En los días en que había huido el señor Lerdo y se verificaba la ocu
pación del gobierno de la República por el generalº Díaz, en una ocasión
en que, no sabemos por qué motivo, fue al Palacio Nacional un numeroso
grupo de alumnos del Colegio Militar, en un rato de buen humor, se pu
sieron a instalarse de broma como si fueran el gobierno de la República;
y el alumno Huerta fue designado por aclamación de sus compañeros,
como Presidente de la República; y él designó entonces a sus ministros, y se
colocaron en los asientos de uno de los salones de recepción; y cuando así
bromeaban, se presentó el señor general don Agustín Díaz, que de pronto
se sorprendió al encontrar a los alumnos del Colegio Militar en aquella

17Manuel Lozada, “tigre de Alica” (Tepic, entonces estado de Jalisco 1828 - 1873). Adoptó
el apellido Lozada de su tío, con quien vivió desde pequeño. Reunió a un grupo de campesinos
con los que se dedicó a la arriería y el contrabando. Como guerrillero, apoyó a los liberales, desde
1857. Se fue apoderando de gran parte del territorio de Jalisco, al sur de Sinaloa, y todo lo que
actualmente es Nayarit. En 1860 fue derrotado por el liberal Antonio Rojas, y se remontó a la sierra
en 1861, tras ofrecer someterse. En todos los lugares que dominaba, Lozada iba imponiendo una
serie de normas agrarias, procurando defender a los indios frente a los hacendados. En ese mismo
año, 1861, se inició una fuerte campaña para abatirlo. Se reunieron más de 3 000 hombres para
combatirlo, y durante nueve días se libró un fuerte combate en el paso de Alica. Lograron vencerlo
momentáneamente, pero después volvió a tomar Tepic. El gobernador de Jalisco en 1861, Pedro
Ogazón, ofreció una recompensa de diez mil pesos a quien lo capturara. Sin embargo, en 1862
firmó con Lozada los tratados de Pochotitlán, que establecieron la disolución de las fuerzas de
Lozada a cambio de que el gobierno tomara por su cuenta la defensa de los indígenas en cuestiones
de terrenos con las haciendas colindantes. Ninguna de las partes cumpliría el acuerdo, de modo
que en 1863 Lozada retomó las armas. Ayudó a los imperialistas franceses hasta 1866. Se declaró
neutral, pero durante diez años estuvo ejerciendo el cacicazgo en esa zona del país hasta 1873. En
ese año lanzó un plan revolucionario en un periódico que tenía y que divulgaba sus propósitos.
Dio a conocer el plan con el nombre de “Plan libertador de los pueblos de la sierra de Alica”, en el
que daba a conocer sus preocupaciones sociales y denunciaba la explotación de la que eran víctimas
los pueblos indígenas. Intentó en es mismo año tomar Guadalajara, fue herido y sorpresivamente
hecho preso por el general José Cevallos. Fue fusilado. (DP).
º El País: 1876 y
º Plan de Tuxtepec. Se proclamó en la villa de Ojitlán, distrito de Tuxtepec, Oax., el 1 de enero
de 1876. Lo firmó el jefe de la guarnición, H. Sarmiento, y un grupo de militares que se pronun
ciaron contra el presidente Lerdo de Tejada. Entre los 12 artículos que lo integraban se reconocía
como jefe del Ejército Regenerador a Porfirio Díaz. (DP).
º El País: el señor general

92
actitud gubernamental y al percibir que no eranº más que una broma, les
dirigió algunas palabras de aliento para el porvenir.
¿Quién había” de pensar entonces que el joven militar a quien sus
compañeros aclamaban como Presidente, llegaría a serlo algún día, y en
circunstancias tan críticas para la patria?
A la carrera del señor Huerta en el Colegio, ha correspondido después
la historia de sus trabajos como militar ilustrado. Es bien conocido entre
cuantos le tratan, como un notable astrónomo; es muy perito en ingeniería
y esto no es una afirmación gratuita y desprovista de fundamento.
Ahí estánº para demostrar su aptitud como ingeniero geógrafo, sus
trabajos en la formación de la carta geográfica de Sonora, en la de una parte
de la de Chihuahua y en las de Veracruz y Puebla.
Sus trabajos de fraccionamientos de terreno, según nos han referido
personas competentes, son de los más notables en la República.
Hizo el fraccionamiento en los cantones de Papantla y Misantla, en el
estado de Veracruz, debiendo notarse que, después de haber tenido en
sus manos, casi una fortuna, con ocasión de ese fraccionamiento, quedó
después” en las mismas condiciones económicas que guardaba cuando le
inició, pues se manejó siempre con la más indiscutible probidad.
Después de este brevísimo boceto de la carrera del señor general Huerta
en el Colegio Militar, y de sus trabajos como hombre de ciencia y de cultura,
de cierto que no podrá tenérsele como el soldado inculto, analfabeta y rudo
que han querido presentar los adversarios de la paz, para desprestigiar al jefe
del gobierno, que si hubiera de sucumbir, sería para dejar completamente
libre el campo a todos los horrores de la anarquía y a todos los criminales
atentados de la más inicua y más desenfrenada ambición.
No, el señor general Huerta es hombre de ciencia, hombre culto; y
de sus aptitudes políticas va respondiendo hasta hoy el hecho de que ha
logrado irse atrayendo la simpatía y la adhesión de los hombres de orden,
de los amadores de la paz, de los que sienten y saben bien que en estos
momentos la causa de la paz es la causa sagrada de la patria, y más todavía,
la de la sociedad misma.

º El País: era
º El País: habría
º El País: están,
* El País: después,

93
Por fortuna, y después de escrito lo anterior, dentro y fuera de la
República los juicios sobre el señor general Huerta han ido modificán
dose en un sentido de equidad y justicia por completo favorable a los
grandes méritos del ilustre divisionario. Así vemos al notable escritor
hispanoamericano A. Zérega Fombana publicar en Madrid, el elocuente
artículo “La actitud de México”,º del cual desprendemos los siguientes
conceptos:

“A genoux depuis des longues années devant la colosse americain, le Mexi


que sest enfin redressé”.ºº Así comienzan los partes telegráficos que han
hecho saber al mundo que las relaciones diplomáticas entre la República
Mexicana y los Estados Unidos estaban rotas. Y aunque es completamente
falso decir que México, durante muchos años, ha estado de rodillas ante el
sajón de América, y todos los españoles de ambos mundos sabemos no ha
sido así, el criterio universal tiene por cierto que toda la América española
del Caribe es feudo de los yankees, donde éstos mandan con despotismo.
Los hispanoamericanos no podemos, contra ese criterio falso, hacer otra
cosa que, cuando la actitud de Washington se extralimite demasiado en sus
consejos para nuestros gobiernos, con un gesto rudo hacer ante el mundo
acto de que no somos tales colonia yanquee.
(...)
Ahora le ha tocado a México el turno de hacer ante el mundo, protesta
del tutelaje obligatorio que nos ofrece el yankee.
El orden establecido en casi toda la República, reconocido el gobierno
provisional del general Huerta por todas las grandes potencias de Europa,
sólo los Estados Unidos permanecían en una actitud de desconfianza hu
millante para México. La prensayankee, disculpando esa actitud, alega que
los últimos repetidos cambios de gobierno en México daban a Washington
razones para permanecer en una expectativa. Que la cancillería americana
aguardaba los próximos sucesos electorales que han de probar a los nuevos
mandatarios si son o no los verdaderos elegidos de la nación mexicana. Y

”No encontré el texto. Alberto Zérega Fombona, escritor y diplomático venezolano, fue amigo
de Rubén Darío; escribió La poésie espagnole et le symbolisme français (1920).
*“Después de muchos años de rodillas ante el coloso estadounidense, México se pone por fin
de pie". (Tr mía).

94
así otros muchos comentos, en los cuales se expresa que el reconocimiento
del nuevo gobierno de México por los Estados Unidos, es el “premio” que
obtendrán los primeros por la buena conducta que observen. El sentir
yankee causaría risa, si no fuera que en él hay mucho de trágico y doloroso
para los hispanoamericanos.
Y son estos mismos yankees, alejados de las cosas de gobierno, de
las sociedades, de bancos y de las universidades, los que asumen ante el
mundo actitudes de tutelaje y representación de las repúblicas españolas?
Importaría poco la falsa actitud de los hijos de Calibán, º si no fuera que
el mundo en ella cree y nos toma por pupilos amantes del Tío Sam.
Por eso cuando la ocasión se presenta y el gesto viene natural y fuerte,
como lo ha hecho México, aprovecharla es un deber de patriotismo. Que
el mundo aprenda no somos, bajo ninguna faz, rediles que de Washington
comandan. Y que al orden y circunspección gubernativa, ni al progreso de
nuestros países, no han contribuido en nada los Estados Unidos. Loada
sea la actitud de México, que hará al mundo abrir los ojos y contemplar
la América española del Caribe, no más tras la equívoca lente de la prensa
americana.

Ya en el mismo mes de septiembre, un cablegrama de Nueva York,


refleja la opinión mundial en el siguiente inesperado cablegrama:

New York, septiembre 12.- No cabe duda que el presidente Huerta, de


México, es en estos momentos el personaje más interesante del mundo,
al grado de que en Londres, entre la gente sportiva y elegante, se ha hecho
motivo de apuestas, si caerá o no del poder.
Un periódico americano ha dicho que es medio japonés y medio
indio, pero hay quien vea en él un tipo castellano y manchego. Castellano
por ciertos rasgos: poco hablador, buen soldado y mano pesada. El Sun
ha publicado una semblanza suya, en la que repite lo que ya se ha dicho
otras veces, que no es un guerrillero e improvisado general, sino un militar
hecho y derecho, de conocimientos en su arte y cuyos hechos de armas
están muy recientes, para haber sido olvidados: Rellano, Bachimba, etc.

” Por supuesto, se hace referencia a Ariel, de José Enrique Rodó.

95
El ejército reorganizado por el general Huerta

La formidable obra creadora de la División del Norte, fue tan vasta y tan
fecunda que trajo consigo la reorganización del ejército. En un extenso
artículo publicado en El País el 23 de julio, el señor Miguel Ordorica,º
que en su doble condición de periodista, antiguo alumno de Chapultepec
y ex oficial del Ejército, está calificado para tratar asuntos semejantes,
desarrolla el tema enunciado al principio de este capítulo.
A continuación extractamos parte de tan interesante artículo. Co
mienza el citado periodista examinando lo poco que significaba el Ejér
cito al finalizar el gobierno del general Díaz; lo mucho que dañó a esa
institución el criterio antimilitarista del ministro Limantour; el estado del

1 El artículo se intituló “El señor general don Victoriano Huerta y la reorganización del ejército",
por Miguel Ordorica, en El País, 28-7-1913, p. 5. Como puede verse, Tablada equivocó la fecha.
º Miguel Ordorica (Teocaltiche, Jal. 1884 - Ciudad de México 1963). Periodista. Ingresó al
Colegio Militar, donde fue instructor de matemáticas y equitación, hasta 1906, cuando solicitó su
baja, para dedicarse al periodismo. Su maestro fue Rafael Reyes Spíndola, y se inició en El Impar
cial, llegó a ser director de El Heraldo. Al iniciarse la Revolución, fundó en 1911 El Ahuizote, en
1913 fue director de El País. En 1914 se exilió en La Habana, de donde fue desterrado en 1917 y
llegó a Nueva York. Volvió a la capital de Cuba en 1924; regresó a México diez años después y fue
director de La Prensa; fundó el vespertino Ultimas Noticias en 1936; en 1948 llegó a director de la
cadena de periódicos García Valseca. (DP).
• Este artículo es un justo y ardiente panegírico del señor general Huerta. Cuando yo a raíz de
los triunfos del divisionario en el norte, publiqué el artículo laudatorio que sirve de prólogo a este
libro, el señor Ordorica, director de El Ahuizote, me gratificó con una caricatura en que se me
representaba esculpiendo la estatua del general Huerta, y en cuya leyenda se me llamaba cortesano.
Nadie hubiera dicho entonces, sin embargo, que el vencedor del norte sería presidente... Lo fue
mucho más tarde; lo era ya cuando el Sr. Ordorica publicó su razonado y justo panegírico... De lo
cual nada deduzco, sino que los poetas solemos ser clarividentes y adelantar juicios que luego se
adoptan, aunque al principio se discutan...
Por lo demás, celebro que el Sr. Ordorica, ocho meses después de escrito mi artículo, me haya
dado plena razón al escribir el suyo, pensando quizás que ser tachado de cortesanía, nada significa
cuando se proclama una robusta verdad, y ante el vulgo ciego o malévolo o tardío, se glorifica a un
hombre que merece bien de la sociedad y de la Patria.-J. J. T.

96
mismo Ejército después de la revolución maderista, y aun después del
estupendo fracaso del primer Rellano, y luego discurre así:
Cuando Madero se decidió a recurrir a Huerta, la situación era terrible.
Sin embargo, Huerta pudo salvar al gobierno y el honor del Ejército.
Huerta fue no sólo el salvador del gobierno y del Ejército, sino también
de la sociedad. En aquellos días terribles en que la nación se vio en el más
grande desamparo, amenazada por una formidable invasión de orozquistas
y zapatistas;º cuando la capital de la República se sintió amagada por una
arrolladora ola anárquica, que hacía temblar en sus palacios a los poderes
constituidos; cuando los capitalistas temieron por sus tesoros encerrados
en los bancos, Huerta, el soldado del pueblo, el hombre humilde, se puso
a trabajar pacientemente, como él lo acostumbra, y puso los cimientos de
granito a la obra que debía ser la mejor de su vida: la División del Norte.
La tropa con que contaba, lo que llamaremos como es costumbre, la
“carne de cañón”, no era ciertamente veterana ni aguerrida. Estaba constitui
da la División en su mayor parte, por fuerzas irregulares reclutadas entre los
cuerpos de forajidos que mandaban Emilio Madero, Aguirre Benavides" y
Cosío Robelo.” Una mínima fracción la formaban elementos de leva, hecha
a toda prisa, reclutas sin experiencia y que hubo necesidad de enseñarles el
manejo del fusil a cuatro jornadas del enemigo; con estos elementos logró
algo extraordinario, teniendo sólo 2 500 hombres en Conejos, derrotar a
I4 ooo OROZQUISTAS

La División del Norte ha sido la obra más completa del general Huerta
Pero supo escoger a sus oficiales, ésta fue la obra principal y más digna de
mérito que realizó el general Huerta. Vemos figurar al frente de su Estado
Mayor al hoy general Carlos García Hidalgo, tipo del perfecto caballero,

º El País: zapatistas,
“Eugenio Aguirre Benavides (Parras, Coah. 1884-Matamoros, Coah. 1915). Participó en muchas
acciones de armas, en especial al lado de Francisco Villa. Fue uno de sus principales auxiliares en
las primeras campañas. Fue fusilado, con 13 compañeros más. (DP).
º Francisco Cosío Robelo (Ciudad de México 1880 - 1946). Militar. Se afilió al Partido Anti
rreeleccionista para oponerse a Díaz; hizo la campaña maderista, tanto en lo político como en lo
militar. Después luchó contra el gobierno de Huerta; militó en las filas constitucionalistas, y en
1914 se le nombró inspector general de Policía en el Distrito Federal. Se adhirió al Plan de Agua
Prieta. También ejerció el periodismo. (DP).

97
decidido en los momentos álgidos de la acción; obediente a las indicaciones
del general en jefe, eficaz colaborador suyo en las disposiciones generales
de las marchas y combates, y que oculta bajo su finura una energía de
bronce.
Tenía tres jefes de columna: el general Antonio Rábago, magnífico
dragón y valiente soldado, capaz de cargar al frente de sus tropas como el
general Ney con un fuete en la mano, y de llevarlas a la victoria con ímpetu
irresistible. A O'Horan, que si no tiene brillantes cualidades, no desentona
en el conjunto. Al bravo, al heroico coronel Manzano, de grata memoria,
que tiene anotadas en su hoja de servicios todas las funciones de armas
más importantes de su tiempo. Este coronel, enfermo del corazón, decidió
la batalla de Bachimba con una bizarría digna de la epopeya, llevando al
asalto a sus columnas como un veterano de la vieja guardia.
El comandante de la artillería era el teniente coronel Guillermo Rubio
Navarrete, hoy general popularísimo. Este jefe, lleno de juventud y de
energía, que hizo sus estudios en la Escuela Superior de Guerra de Fontaine
bleau,º obteniendo distinciones honrosísimas, era una de las bases del éxito
en la campaña del norte. Jefe de gran prestigio, con inmenso magnetismo
personal, capaz de levantar la emulación entre sus oficiales, llevándolos a
la locura heroica, supo escoger sus elementos con todo cuidado.
Acababa de pasar por Morelos, donde hizo una campaña brillante y
tuvo ocasión de aquilatar los méritos de sus futuros subordinados. Así lo
vemos llevarse consigo a Rebollo,7 a Posada Ortizº a Quiroz,º a Caloca.
Todos jóvenes, bizarros, generosos de su sangre y de su vida. Realizaron la
parte más difícil y más seria en los combates. Lucharon con igual ardimiento
y decidieron a la victoria a inclinarse del lado de los federales.
No puedo dejar de consagrar un recuerdo a Caloca, el magnífico
oficial y grande amigo que murió en Chihuahua. En Rellano se cubrió
de gloria. Era el tipo del valiente, del decidido a todo. Vigoroso, atlético,

º Fontainebleau. Su nombre latino era Fons Bleaudi (fuente azul); está situada en el departa
mento de Leine-et-Marne, a 59 km al sur de París. Ahí se encuentra la Escuela Superior de Guerra.
Dentro de sus límites se asienta el famoso castillo de Fontainebleau, una de las moradas favoritas
de los reyes de Francia. (EUI).
7 No existen datos en el AHDN.
º No existen datos en el AHDN.
º No existen datos en el AHDN.

98
tallado como una estatua en piedra viva, su silueta fina y orgullosa lo hacía
distinguirse entre sus compañeros. Era como casi todos nuestros oficiales,
un gran sentimental.
A veces, en las charlas de guardia en prevención, se sentía antimilita
rista y odiaba los cuarteles, donde sus impulsos ardientes se estrellaban en
la frialdad de los murallones que encerraban nuestros días monótonos de
guarnición.
Cuando la ola “libertadora” nos invadió, se sintió presa de fobia contra
el maderismo. Todos creímos que el día en que fuera enviado a combatir,
lo haría débilmente.º
Sin embargo, en Rellano fue un león. Y cuando algún amigo le
preguntó por qué semejante contradicción entre sus pensamientos y sus
actos, contestó orgulloso, como el propio Cyrano de Bergerac," de quien
heredara la nariz gascona y la grande alma altiva:
—Por el penacho, º camarada!
¿Y qué decir de los oficiales de gendarmes del Ejército, entre los que
13
se contaban Luis Fuentes, º actualmente yerno del general Huerta, y
Ensastegui," que acaba de morir en Durango, que esforzado y lleno de
entereza llevó a cabo un reconocimiento de oficial peligrosísimo y resultó
herido en un muslo, soportando el dolor físico durante toda la batalla y
dando parte “sin novedad" como un espartano?

º El País: debilmente.
"Cyrano de Bergerac. En contra de lo que pudiera pensarse, Cyrano no fue una creación de
Edmond Rostand; realmente existió, aunque el dramaturgo sí añadió muchos elementos a la
historia, como decir que era gascón (Ordorica así la toma). Nació en París en 1619, y su apellido
verdadero era Sabiniano; el Bergerac lo tomó de un feudo de su padre ubicado en Seine-et-Cise.
Cyrano estudió humanidades en el Colegio de Beauvais (1631) y participó en la Guerra de los
Treinta Años, entre 1638 y 1641, donde fue herido varias veces. Después de ese año, su vida es
poco conocida; sólo se sabe que mantuvo sus querellas con literatos franceses de la época y que
llevó una vida estrafalaria, que se moderó cuando se convirtió en secretario particular del duque
de Aspajon en 1653. Murió en 1655. (EUI).
º El País —Por penacho,
º No existen datos en el AHDN. Lo que sí se sabe es que era yerno de Huerta; Alfonso Taracena
lo menciona a menudo; vid., por ejemplo, Taracena, La verdadera Revolución mexicana. Segunda
etapa (1913 a 1914), p. 130.
"El País: Esastegui, En el capítulo de la batalla de Rellano, este personaje aparece como “En
sástiga”; más adelante, en la “Lista de Honor", vuelve a aparecer igual, y un párrafo después, ahí
mismo, como “Eusástiga”, lo que es una errata evidente, por lo que la corregí en esta edición. En
todo caso, no existen datos de él en el AHDN.

99
La División del Norte, repetimos, es la obra más completa del general
Huerta. Fue el embrión del Ejército que ahora tenemos ocasión de admirar
en todo su poderío. Con razón el mismo general, conº ese afán de perdurar
que sienten todos los hombres, ha fabricado sus modestas casas de Tacuba,
bautizándolas: Conejos, Rellano y Bachimba.
Esta división fue el cimiento de la futura reconstrucción del Ejército.

Cómo surgió el pensamiento de la División del Norte...º


La labor apenas se había esbozado. El Ejército, desmenuzado y deshecho
por tres años de guerra, necesitaba de todo el esfuerzo de un reconstructor;
y por eso, apenas llegado el general Huerta a la Presidencia, su primera
preocupación fue el Ejército.
Cuando tuvo en sus manos el poder omnímodo de los decretos, de
los ukases presidenciales, anduvo algunas semanas rumiando un proyecto
gigantesco. Se necesitaban ochenta mil hombres. Se necesitaba armamento,
parque, cañones, caballos, monturas, soldados.
Se necesitaba todo y no había nada. Las arcas del tesoro sólo tenían
ciento y pico de miles de pesos y la Patria agonizaba entre los brazos de un
bandidaje atroz y de una rebelión funesta.
Y una noche, a las siete, el Presidente de la República, fatigado de
oír peticiones en las salas artesonadas de Palacio (era día de audiencia
pública) se retiró a sus habitaciones particulares, y quitándose el saco con
esa simplicidad que constituye el fondo de su carácter, pidió un vaso de
cerveza, como lo hiciera el más austero de los mariscales alemanes y dijo
entre gruñón y sonriente:
—Estoy muy cansado. Me voy a dormir. Que nadie me moleste. Y se
coló en su pequeña alcoba echándose en la cama vestido.
Pasaban las horas y los oficiales de Estado Mayor, que no estaban de ser
vicio, comenzaron a retirarse, previa la venida del jefe, coronel Maas."

º El País general con


º El País: LA PATRIA AGONIZABA DESTROZADA POR UNA REBELIÓN FUNESTA
" El País: Maass. Joaquín Maas (Puebla 1819 - Ciudad de México 1948). En su ciudad natal
intervino en los acontecimientos ocasionados por la aprehensión de Aquiles Serdán. Combatió en
1912 a las órdenes de Huerta, de quien era sobrino. Se le ascendió a divisionario en 1914. Durante
la revolución constitucionalista fue vencido en San Pedro de las Colonias, por Villa. Los elogios
que al final del artículo le escribe Ordorica tal vez se deban no sólo a sus dotes militares, sino a la
relación de parentesco que tenía con Huerta. (DP).

IOO
Algún curioso atisbó por la puerta de la alcoba, dejada entreabierta, y
vio que el viejo veterano, conº la cabeza perdida entre los brazos y hundida
en las almohadas, dormía...
ºSin embargo, no dormía. Pensabaº en su Ejército, en sus divisiones,
en sus regimientos de artillería, en sus airosos escuadrones de caballería y
veía en su imaginación el desfile de una gigantesca columna que contaba
con ochenta mil hombres, yº que más tarde, cuando fuera preciso, formaría
una muralla viviente ante el invasor.
A las tres de la mañana, el jefe de Estado Mayor, que dormitaba en
un sillón, se despertó bruscamente al oír la voz dominadora del Presidente
que gritaba desde su recámara.º
—Que venga un oficial
El coronel Joaquín Maasº se adelantó aun vacilante por el exceso de
sueño, y se aprestó a recibir órdenes:
—Un acuerdo dijo el general.
Entonces, pausadamente, sin nerviosidades ajenas a su temperamento
de acero, comenzó a dictar:
—División del Distrito Federal. General en jefe, Aureliano Blanquet.
Jefe de la 1º brigada, Guillermoº Rubio Navarrete. Jefe de la 2º brigada,
Samuel García Cuéllarº Estará constituida la primera brigada por el 29
batallón, a las órdenes del coronel Javier de Maure,ºº por el batallón de
zapadores a las órdenes del coronel Felipe Alvírez.º"Tendrá tantas bocas
de fuego, tantas ametralladoras, y siguió la enumeración precisa, exac
ta, de todos los elementos que deberían integrarla. Luego pasó a la segunda
brigada.

º El País: veterano con


º El País: antes de este párrafo va el subtítulo EL EjERCITO RECIBA POR FIN EL AGUA BAU
TISMAL
º El País: Pensaba. Pensaba
º El País: hombres y
º El País: recámara:
23 El País: Maass
* El País: Brigada Guillermo
º No existen datos en el AHDN.
º No existen datos en el AHDN.
º”. No existen datos en el AHDN.

IO I
Y enseguida otro acuerdo. División del Centro, y la misma enumera
ción complicada y trabajosa. División del Bravo, del Nazas, del Yaqui, del
Sur en la Península de Occidente...
Ahoras avanzadas de la mañana, el Presidente aún trabajaba con su
jefe de Estado Mayor y el Ejército Nacional, por fin recibía el agua bau
tismal.
Para cristalizar tan vasto y hermoso plan, han sido necesarias una ener
gía inquebrantable y una voluntad que no conozca los desfallecimientos. El
primer obstáculo con que se tropezó para el aumento de los efectivos, fue el
horror de nuestro pueblo para prestar sus servicios en las filas. Nadie quiere
ser soldado, y de nada ha servido el aumento tan considerable realizado
en los haberes de los individuos de tropa, ni la promesa a los que se enro
len en los cuerpos de seguridad de no ser enviados fuera de cierta región.
Nuestros compatriotas prefieren morirse de hambre a ser soldados.
Se recurrió a la leva, que es el único procedimiento de resultados
prácticos conocido en nuestro país para formar regimientos. El modo habrá
chocado a los enamorados de los derechos del hombre, pero la mayoría
de la nación está de acuerdo en que de dos males se escoja el menor. En
momentos de angustia, cuando la salud pública está en peligro, no se puede
ser un puritano.
Somos los primeros en lamentar que la leva, calificada justamente de
odiosa, recaiga especialmente sobre los desamparados, y haga víctimas a los
infelices que tienen encima el odio de los prefectos, de los alcaidesº y de
los presidentes municipales. Estamos convencidos de que en los rebaños
humanos que pasan por las calles, entre” dobles filas de soldados, y que
se llaman “reemplazos”, hay innumerables sacrificados por la injusticia, y
por eso, somos los primeros en pedir que cuanto antes se decrete el servicio
militar obligatorio y se haga recaer el peso del contingente de sangre, sobre
todos, pobres y ricos.
Pero mientras esta ley no exista" o prácticamente no se lleve al terre
no de la realidad, seguiremos aceptando la leva, como un mal necesario.
Se necesitan hombres, hay que tomarlos donde se encuentren. Estamos

º El País: alcaldes
º El País: calles entre
3º El País: exista,

IO2.
seguros de que el general Huerta no vaciló ni un instante para ordenar las
levas. Este hombre es una línea recta y sus procedimientos son siempre
inflexibles como una sucesión de puntos en una misma dirección.
Por eso, sonreímos con cierta lástima cuando vimos a los señores
jueces de distrito, atarearse con buena fe, digna de la mayor consideración,
concediendo amparos tras amparos a los numerosos consignados al Ejér
cito. Claro que a pesar de los esfuerzos, los reemplazos se incorporaban
a las matrices de sus cuerpos mientras los señores jueces hacían presente
su disgusto porque no se les atendía y porque la Ley era burlada por las
autoridades militares.
La leva ha seguido y seguirá hasta que la Patria deje de exigir el sacrificio
de vidas humanas.

Y el escritor podía aun haber citado en su apoyo a Cicerón excla


mando: “Tú defiendes la ley, pero yo salvo a la República!” y la famosa
frase napoleónica: “El que salva a la Patria no viola ninguna ley!”.

El artículo que nos hemos complacido en reproducir agrega aun, para


finalizar, estas entusiastas palabras:º
Somos el baluarte de la América Latina.º
Así fue como resolvió el general Huerta el problema de los efectivos.
Empero, quedaba por resolver el armamento, el del abastecimiento de
municiones y el de los diferentes servicios que exige el adelanto de la guerra
moderna.
Se compraron automóviles o se requisicionaron, esto no lo sabemos.
El hecho es que hubo automóviles para todas las divisiones. Se hicieron
pedidos de cañones a Inglaterra y a Francia. Se compraron fusiles y carabinas
a las fábricas austriacas y a las japonesas.
Europa nos ha enviado millones de cartuchos, millares de granadas,
y sabemos que está por enviarnos la maquinaria necesaria para fabricar
granadas de cañón.

3l - * - • • -

32
El texto es corrido, entre lo último que citó Tablada y lo que continúa.
- - -

El País: este enunciado es subtítulo.

IO3
El problema armado de la República, comprende, en pocas palabras,
un aumento formidable que hará de México” dentro de un año, una
potencia militar, capaz de sostener, si llega el día aciago de una interven
ción, el hermoso papel que el Destino nos asignó por nuestra situación
geográfica, colocándonos como el baluarte de la América latina,” como
el campo atrincherado de la Raza: tendremos doscientos veinte cañones
de diversos calibres, ochocientas ametralladoras y varios centenares de miles de
fusiles y carabinas.”
Podremos poner en pie de guerra medio millón de soldados, medio
millón de mexicanos que sabrán morir cuando la Patria esté en peligro.
Pero, desde luego, ya podemos darnos cuenta de los primeros resulta
dos de esta militarización en grande escala, los hemos sentido de un modo
que no deja dudas. Dos columnas, dos brillantes, dos poderosas columnas,
han sido armadas y equipadas para la gran guerra y son las de Rubio
Navarrete yJoaquín Maas. Ya las hemos visto a la obra. Ya sabemos que son
fuertes y capaces de luchar y de triunfar y de llegar al fin que les indicara
el vasto plan estratégico que se combinó en Palacio, bajo las indicaciones
precisas de nuestro generalísimo.

33 El País: Méjico
* El País: Latina,
º? El País: DOSCIENTOS VEINTE CANONES DE DIVERSOS CALIBRES, OCHOCIENTAS AMETRA
LLADORAS Y VARIOS CENTENARES DE MILES DE FUSILES Y CARABINAS.

IO4
La División del Norte juzgada por un militar joven

A raíz del triunfo, en Chihuahua, el día 10 de agosto de 1911, reunidos en


fraternal ágape los jefes y oficiales que se habían cubierto de gloria en los
combates y batallas, desde Cuatro Ciénegas hasta Bachimba, animados
todos y unidos por esa altiva voluptuosidad de los guerreros victoriosos,
por esa inmensa joie de vivre, después de haber desafiado el peligro y
burlado a la muerte, a pesar de francos ataques y de traidoras asechanzas,
todos aquellos paladines, el general en jefe inclusive, escucharon de labios
de uno de los más jóvenes jefes, el entonces mayor Víctor M. Corral,
las siguientes palabras, que en aquellos instantes debieron resonar como
una prolongación de las dianas que cantan la victoria, como un repique
jubiloso y a la vez solemne, lanzado desde lo alto de las torres de una
ciudad salvada, al paso de las legiones libertadoras...
Hay en esas palabras, con la sincera fragancia de aquellos instantes
únicos, tal alteza de miras, tal noble orgullo, tan justa y elocuente franque
za para juzgar la obra magnífica en que todos colaboraron, tan manifiesta
y halagüeña cultura en el espíritu de la joven milicia nacional, que por
cualquiera de esas cualidades hemos creído que esa oración tenía como
la leyenda de el “Niño”, un lugar indicado en este libro que proclama la
gloria de la División del Norte.
Vean pues los lectores esa vibrante oración del joven militar que,
como un hijo de la fecunda edad antigua, supo embrazar la lira del
rapsoda, después de colgar en el templo de la victoria su escudo de
combate:

Mi General, señores:
En una ocasión, decía el mariscal Coubion-Saint-Cyr: “No es en las
l Coubion-Saint-Cyr (Toul 13-5-1764 - ? 1830). Mariscal de Francia Su verdadero nombre era
Laurent, marqués de Gouvion-Saint-Cyr, Se alistó como voluntario en el batallón de cazadores

Io 5
academias donde he formado buenos oficiales, ni mucho menos en las
campañas fáciles que nos han dado victorias, sino en la guerra de España,
que fue una serie de triunfos desacertados para las armas francesas, en donde
habrían de salir esos heroicos nombres que después llenaron la historia de
Francia, en la campaña de Rusia, en los cien días, en Waterloo” º
Y esta reminiscencia de nombres extranjeros que llamo en mi ayuda,
porque su sonoridad histórica llega hasta los sordos, me trae a la memoria la
cita de uno de los nuestros, cuyo gran nombre también es un monumento
en nuestra incipiente historia militar: el general Rocha, º quien decía con
su rudeza de frase por todos conocida: “Que oficial que no había olido la
pólvora, no era verdadero militar”.
Durante luengos años, muchos de los nuestros vivieron la vida fácil,
pero oxidante de las guarniciones, y algunos estuvieron tan lejos del alma
del soldado, como lo pudieron haber estado del “korán”, y aunque en ver
dad también, hubo un puñado que en las campañas del Yaqui y Yucatán
mantuvieron el fuego sacro, socialmente, y para satisfacción de la lisonja

republicanos en 1792, y sirvió en el ejército del Rin. En 1797 destacó en las campañas de Italia,
que Napoleón comandó personalmente. En 1800 fue enviado como embajador a Madrid, pero
pronto pasó al mando del ejército de Nápoles. En 1809 vio acción en Cataluña; participó en la
campaña de Rusia y tuvo que capitular en Dresde, cuando los ejércitos napoleónicos estaban en
pleno repliegue (finales de 1813). Fue nombrado par de Francia por Luis XVIII y abrazó el partido
de la Restauración; obtuvo entonces el título de marqués. Ocupó la cartera de Guerra entre 1815
y 1819. Retirado, escribió varias obras sobre historia militar que se convirtieron en clásicos en las
academias marciales. (EUI).
ºWaterloo es una población de la provincia de Brabante, Bélgica, ubicada a 15 km al sur de Bru
selas, y ha dado su nombre a la célebre batalla del 18 de junio de 1815, que fue la ruina de Napo
león y el fin del breve episodio conocido como “los Cien Días” (marzo-junio de 1815). Una fuerza
conjunta de ingleses y prusianos, comandados por Wellington y Blücher, respectivamente, muy
superior en número a la de Napoleón, fue la que venció. (EUI).
º Rocha. Corral parece referirse al general Sóstenes Rocha (Marfil, Gto. 1831 - Ciudad de México
1897). Tras combatirla, se adhirió a la Revolución de Ayutla en 1855. Luchó contra los franceses
y desde 1864 hizo la campaña del norte junto con Mariano Escobedo, con quien marchó hasta la
toma de Querétaro. En 1867 llegó a general de brigada. Al triunfo de la República fue defensor de
Juárez. Derrotó asonadas en el propio 1867 y en 1871, cuando se alzó Porfirio Díaz con el Plan
de la Noria, lo que le valió ascender a divisionario. Díaz lo envió a Europa entre 1876 y 1880 a
hacer estudios militares; dirigió el Colegio Militar de 1880 a 1886. Estuvo también al frente del
periódico liberal El Combate. Escribió varias obras sobre la milicia. (DP).

Io6
oficial, el templo de Jano" pudo haber estado cerrado durante los treinta
años de nuestra era octaviana.”
Sin que se me tache de impulsivismo, bien puedo decir que por lo
que respecta a los militares, si nuestra educación técnica ha alcanzado
alto nivel debido a las figuras directoras que lo han encauzado (y no quie
ro citar nombres que nadie ignora); la acción, la verdadera acción que como
en la frase del orador hace el todo, aquí ha faltado, languideciendo tantas
energías, cayendo en embrión muchas esperanzas.
No quiero hacer historia; ni los vuelos de esta apología ni el lugar, son a
propósito. Entro de lleno a la época que nos ocupa, y con el entusiasmo de
los grandes hechos, bajo la intensa impresión que la campaña ha grabado en
nuestros corazones, dejando imperdurable recuerdo para las añoranzas del
mañana; invoco la alta figura de nuestro general, que si ya antes delineaba
con su personalidad una especie muy bien marcada de soLDADo, por sus
condiciones de actividad, aliento, fe y entusiasmo (todos recordamos su
raid de Yucatán) actualmente, hoy por hoy, alcanza altos relieves, que yo
no marco por ser de todos conocidos, pero que militarmente considerados,
paso a matizar, uno de ellos sobre todo, que se relaciona con la frase que
sirvió de prefacio a esta peroración.
Confirmando las palabras del mariscal que dio nombre a una escuela,
robusteciendo la rusticidad del epígrafe del general Rocha, la obra actual de
nuestra estancia en el norte bajo la bandera de la legitimidad, y sirviendo
de blanco a los fuegos de la diatriba, del odio y de las debilidades, que
son también quizá un odio más fecundo: él, señores, ha estado formando
oficiales, y lo que ni la escuela, ni los libros ni la alta y suprema ciencia han
logrado en los fecundos treinta años a que hice mención; en unos cuantos

“Templo de Jano. Las puertas de este santuario debían permanecer abiertas durante todo el
tiempo que Roma mantuviera alguna guerra. Esto se debía a que, según la tradición, cuando
Rómulo y sus compañeros raptaron a las sabinas, los sabinos, gracias a la traición de Farpeya,
consiguieron entrar en la ciudad recién fundada (Roma), y a punto estaban de dar muerte a sus
defensores cuando Jano hizo brotar un torrente de agua caliente que los obligó a retirarse. Por ello
los romanos le dejaban las puertas abiertas en tiempo de guerra, para que en cualquier momento
el dios pudiese acudir en su socorro. (DMC).
* Era Octaviana. Corral compara el gobierno de Díaz con el Imperio de Augusto. El porqué es
evidente: ambos fueron largos periodos de paz y desarrollo material. El elogio implícito al régimen
porfirista podría ser una crítica al maderista, pues a la era de Augusto (Octavio era su nombre
original) siguió el gobierno del cada día menos cuerdo Tiberio.

Io7
meses, bajo la impresión de una pseudo derrota que golpeó el alma de la
patria con hachazo que pudo ser destructor, reconstruyó un medio, organizó
un ejército, sistematizó una horda (los irregulares) y armónica, congruente,
de una aglomeración que pudo haber sido multitud a los Xerxesº nació
la División del Norte, que hoy, más que una esperanza, es un símbolo:
fuerte en cariño, animosa por su vida de aliento, gloriosa por su acción y
homogénea, dura y resistente, en una palabra—que es de él— su bautismo
épico: “UN PoDER”...
Suena como una campanada de aleluya este nombre, porque hoy en
que la vida de orden y lealtad son nuestro mote, la Patria ve en él la fecunda
mano que normalizará situaciones difíciles, la dura mano, que aherrojará
ambiciones desenfrenadas, la dúctil mano que calzando guante blanco
pasará entre las mallas políticas donde los reacios sobran y también la vigo
rosa y diestra mano que será providente en fecundas enseñanzas, directora
de energías nuevas, de renuevos de fe y entusiasmo para la juventud de
mañana, para la Patria venidera.
Con esta armadura simbólica de fe tenemos que seguir, y bajo los pen
dones del pundonor militar, de la lealtad al gobierno y del amor a nuestro
semejante, aun en la guerra misma, continuamos nuestra marcha hacia el
norte, en donde el ojo del coloso nos atisba, tratando, no de estudiarnos
—que ya nos conoce— sino queriendo valorizar de cerca las enseñanzas de
una campaña de meses a través del desierto, en pugna con los elementos,
en terrenos hostiles por naturaleza y cargando un sambenito fratricida,
que tanto pesa y que por momentos agota; dejando en el corazón llagas
de dolores y nubes de tristeza y desamparos...
Termino esta dedicatoria con una loa casi personal, de un grupo que
mejor que nadie ha sentido los beneficios de la atingencia y habilidad de
usted, al aprovechar los elementos de que hablé antes; me refiero a los ofi
ciales de artillería, de quienes no exagero, si digo a usted que bajo su férula
han sentido como decía el poeta: la suave caricia del mando; cuando este
mando es útil, efectivo, liberal, amplio, fecundo; cuando el horizonte no

ºXerxes (o Jerjes). Se refiere a los ejércitos persas “de los Xerxes” (principalmente del primero,
protagonista de la segunda guerra médica, pues el segundo no reinó ni un año). Dichas milicias,
aunque eran numerosas, tenían una composición demasiado heterogénea (persas, medos, babilonios,
lidios, egipcios, fenicios), lo que les restaba mucha efectividad. En cambio, Huerta, indudablemente,
supo organizar la División del Norte.

IO8
se estrecha en un medio de vacilaciones que esteriliza el carácter; cuando
encauzado con él, formando hilo en el gran río que hoy da vida a esta
porción de nuestro ejército, vamos con el cantar de Manrique” a un mar
de progreso consciente, de fe en el mañana y con un caudillo por guía,
porque para nosotros lo es usted, que vive y alienta en su noble doctrina
de lealtad, su gran amor al soldado y su alta enseñanza oficial".

Víctor Manuel Corral

"No es afortunada la retórica de Corral, si tomamos en cuenta que en las conocidas “Coplas por
la muerte de su padre" Jorge Manrique dice: “Nuestras vidas son los ríos /que van a dar en la mar
/ que es el morir". Jorge Manrique, Obra completa, dirigida y prologada por Augusto Cortina, 14°
ed., México, Espasa Calpe Mexicana, 1981 (1940), (Austral, 135), p. 116.

Io9
Lista de honor

Enumeración, según los partes militares respectivos, de los jefes, oficiales


y clases de tropa que más se distinguieron en los combates y batallas de
la División del Norte.

Combate de Cuatro Ciénegas


Valeroso comportamiento del teniente coronel del 23° batallón Serafin
Hernández, subteniente del mismo Vicente Macías, quienes, a pesar de
sus heridas, siguieron combatiendo; mayor médico cirujano Jesús Ale
mán Pérez, extraordinaria dedicación en el levantamiento del campo.
Sargento 2” del 13° Aniceto Trejo, empleado como oficial de órdenes,
y por último, al jefe del Estado Mayor, coronel Carlos García Hidalgo,
quien desarrolló, con una atingencia digna de encomio y en momentos
difíciles, todo el plan de combate.
Combate de El Tlahualilo
Todos los jefes y oficiales se portaron con el valor y la disciplina que es
característica en nuestro Ejército.

Batalla de Conejos
Se hace especial mención y se proponen para ser recompensados con un
ascenso, a los jefes y oficiales siguientes: brigada Trucy Aubert, coronel
de Estado Mayor Carlos García Hidalgo, dirigiendo en la línea de fuego,
capitán 2° de zapadores Roberto Cejudo, valeroso. Teniente José R. Reyes, º
del 2° cuerpo auxiliar de San Luis Potosí. El subteniente de caballería

"Aniceto Trejo (Buenavista, Gto. 1863 - ?). Teniente irregular de caballería. Obtuvo su nom
bramiento en enero de 1914.
* José R. Reyes (Cotija de la Paz, Mich. 1885 -?).

IIO
(oficial de órdenes) Octavio Galindo,º llevando órdenes con peligro de
su vida, y capitanes 1° y 2” del 23° batallón Teodoro Hernández" y Joa
quín Castellanos,” quienes fueron los primeros con su tropa de escalar
las alturas.
Con entusiasmo y valor, recomendados por jefes inmediatos: oficiales
de ingenieros capitanes 2º Vicente G. Ahumada, º Joaquín Pacheco” y José
L. Osorio Mondragón." Teniente Federico G. Revilla,” y subteniente de
zapadores Sebastián Barrigueteº Recomendación general de los jefes,
oficiales y tropa.
Pedriceña
Notable comportamiento: carabineros de Nuevo León, el 22° cuerpo
rural, batallón Victoria y voluntarios Velardeña al mando del capitán 1°
Luis F Castro. La caballería al mando del mayor Pasuargo" y del capitán
Argüelles; este último quedó muerto en el campo defendiéndose hasta
quemar el último cartucho.

Rellano
Especial mención para ascenso: coronel de Caballería Miguel O'Horan,
coronel de Estado Mayor Carlos García Hidalgo, mayor médico Jesús
Alemán Pérez, capitanes 1º Hernando Limónº y Víctor Pruneda, º capitán

º No existen datos en el AHDN.


*Teodoro Hernández (Zacatecas, Zac. 1856 - ?).
* Joaquín Castellanos (Mérida, Yuc. 1886 - Coajomulco 30-6-14). Murió en campaña. En su
expediente militar no se menciona que haya combatido al orozquismo en 1912, pero sí que estuvo
en servicio en Chihuahua en 1913 y 1914.
º No existen datos en el AHDN.
"Joaquín Pacheco. Hay expediente en el AHDN, pero sin datos biográficos.
º José L. Osorio Mondragón (Texcoco, Edo. de Méx. 1886 - ?).
º Federico G. Revilla (Pachuca, Hgo. 5-10-1888 - ?). Fue miembro del Estado Mayor de Huerta.
Desertó en julio de 1914.
º Sebastián Barriguete (San Pedro Palominas, Son. 27-4-1890 - Distrito Federal 31-1-64).
"Se trata de Matías Pazuengo (en el expediente militar a veces se escribe Pasuengo).
º Hernando E. Limón (Orizaba, Ver. 1879 - ?). En diciembre de 1912 se le comisionó como
agregado militar en Japón junto con Guillermo Rubio Navarrete.
"Víctor Pruneda. No existen datos en el AHDN.

III
2° Juan Felipe Rico." Subtenientes de Caballería Manuel R. Mendozaº y
Zacarías Chávez, º obligando al enemigo, al rechazarlo, a pasar por zona
en que era barrido por la (artillería) batería Santibáñez.
Coronel de infantería Francisco Manzano, teniente coronel de infan
tería Luis Guevara," mayor de ingenieros Joaquín Maass, capitán 1° de
caballería Jovito M. Orozco, º Mayor médico Manuel A. Domínguez, º
mayor Enrique San Germán,º capitanes 1º Cirilo Ortizº" y Félix Lópezº
capitanes 2º Esteban Solórzanoº y Rutilo Becerra, º tenientes Angel He
redia, º Ricardo Contrerasº y Ricardo Mashain.º"Teniente de ingenieros
Federico Revilla, teniente de artillería Juan Canedo.ºº Subtenientes de
infantería Genaro Maldonado, º Margarito Hernández, º Agustín García
Torres y Francisco Briseño, de caballería capitanes 1º Antonio Delgadillo y
Luis Abrego Aspiroz, capitán 2° Zeferino López, º teniente Juan H. Macías,

"Juan Felipe Rico. No existen datos en el AHDN.


º Manuel R. Mendoza (Guadalajara, Jal. 14-11-1891 -?)
º Zacarías Chávez. Hay dos homónimos para este oficial. Debe tratarse del mismo individuo,
puesto que los dos formaron parte del 4° regimiento de caballería, murieron en el mismo lugar y
fecha, y las viudas de los dos se llamaban Soledad Calderón. Sin embargo, hay diferencias en los
datos de nacimiento. Un Zacarías vio la primera luz en Morelia, Mich., hacia 1890, según el acta
de matrimonio; el otro, en Puruándiro, Mich., entre 1874 y 1876. La fecha de muerte sí coincide:
el 8 de octubre de 1913, en El Derrame, Dgo.
" Luis G. Guevara (Monterrey, N.L. 1893 - ?).
ºJovito M. Orozco (Puebla, Pue. 1870 - ?).
º Manuel A. Domínguez (Pachuca, Hgo., 3-3-1897-?).
º Enrique San Germán. No existen datos en el AHDN.
º Cirilo Ortiz (Ocotlán, Oax., 1863 - 1913).
º Félix López (Puebla, Pue. 1862 - ?).
º Esteban Solórzano. No existen datos en el AHDN.
º Rutilo Becerra (San Cristóbal las Casas, Chis. 1883 - Ciudad Juárez, Chih. 15-11-1913).
Murió fusilado por “los rebeldes", según se asienta en su hoja de servicios.
º Ángel Heredia (Oaxaca, Oax. 1889 - ?). El 24-11-13 se le promovió a capitán primero de
infantería permanente.
* Ricardo Contreras. En el AHDN hay expediente, pero no datos biográficos.
”Se trata de Ricardo Machaen (Guadalajara, Jal. 3-4-1893-?). Fue ascendido a capitán primero
de caballería permanente el 21-7-13.
º Juan Canedo Morales (Ciudad de México 15-5-1891 - ?).
” Genaro Maldonado. En el AHDN hay expediente, pero no datos biográficos.
"No existen datos en el AHDN.
"Zeferino López (Huichipila, Zac. 1870 - ?). En febrero de 1914 se le ascendió a capitán
primero de caballería.

II2.
subtenientes Carlos Maupomé, º Rodrigo Mercado, º Guillermo Sánchezº
y Octaviano Galindo Rincón.”
La Cruz
Por su valor y acertadas disposiciones: general brigadier Antonio Rábago,
jefe de la columna; coronel Manuel Landa y C. Emilio Madero, jefes
de brigada; C. Raúl Madero, º comandante del cuerpo de carabine
ros de Nuevo León; capitán Francisco Correa,” comandante del 49º
cuerpo rural; mayor de caballería Víctor Manuel Corral, capitanes 1º de
artillería Rafael Romero López, º de caballería Jovito M. Orozco y Pedro
Villalobos;º mayor de caballería, Manuel M. Bridatº capitanes 2º de

º No existen datos en el AHDN.


33Rodrigo Mercado (Guadalupe Hidalgo, D. F. 5-7-98 - ?).
* Guillermo Sánchez Faveau (Ciudad de México 1877 - ?).
”No existen datos en el AHDN.
*º Raúl Madero (Parras, Coah. 1888 - Ciudad de México 1982). Hermano menor de Francisco
I. Madero. Se unió a éste en San Antonio, Texas, unos días antes de que se iniciara la Revolución.
En 1912, cuando se levantó Orozco, reclutó y organizó 300 hombres agrupados como “Carabine
ros de Nuevo León", para combatirlo. Se le confirió el grado de teniente coronel y quedó con su
cuerpo como parte de la brigada que mandaba su hermano Emilio. Tras el asesinato de Francisco
se unió a las fuerzas opositoras a Huerta, dentro de la División del Norte de Villa. Cuando éste se
distanció de Carranza, tomó partido por el primero. Gobernó el estado de Coahuila entre 1957 y
1963. Recibió la medalla Belisario Domínguez pocos días antes de su muerte. (EM).
Tablada lista a Raúl como ciudadano y no como teniente coronel; quizá se deba a que no era
militar de carrera, o tal vez a causa de que, por ser hermano de Francisco, el escritor lo menosprecie.
Cabe destacar también el carácter del cuerpo formado por Raúl: un grupo de reclutas "irregulares”,
y como él había varios en la División del Norte de Huerta. Esto confirma, por una parte, lo dicho
antes por Corral de que aquel ejército parecía uno “de los Xerxes", y por otra, el mérito de Huerta
de lograr que funcionara.
” Francisco Correa. Hay expediente, pero no datos biográficos. Huerta lo nombró coronel de
caballería auxiliar el 26-6-14.

º Rafael Romero López (San Juan Bautista, Tab. 7-1 1-84 - ?). El 1-3-13, Huerta y Mondragón
ordenaron su ascenso a mayor táctico de artillería permanente, “por méritos especiales contraídos
en la campaña de Chihuahua y en la Ciudadela”. En junio del mismo año se le envió comisionado
a Francia para recibir material de guerra; el 1 1-10-13 se le ascendió a teniente coronel, y en la
misma fecha se dispuso que saliera a Japón a recibir y embarcar armamento.
º Pedro Villalobos (San Rafael, Ags. 1863 - San Pedro de las Colonias, Coah. 13-4-14). Durante
el huertismo recibió dos promociones: el 27-3-13, a mayor de caballería permanente, “por méritos
en la campaña del Norte”; el 11-8-13, a teniente de caballería permanente. Murió en combate.
"Manuel Bridat (Ciudad de México 1873 - ?).

II 3
caballería Ricardo Cárdenasº y Alfonso Moreno;º teniente de artillería,
Gabriel Saldañaº y Juan Canedo; subteniente de caballería Octavio
Galindo y jefes de detall de cuerpos irregulares José Montes Valles" y
Jesús J. Solís.º

Bachimba
Coronel de Estado Mayor Carlos García Hidalgo, jefe de la brigada de
los trenes de reparación y defensa de los convoyes, la víspera del combate
(2 de julio) con el cañón de 80 milímetros el “Niño”, entorpeció la ac
ción de reconocimiento de nuestras posiciones a distancia que pretendió
hacer el enemigo.
Coroneles de infantería Francisco Castroº y de caballería Manuel
Landa, éste con su jefe de Estado Mayor, mayor de caballería Víctor Ma
nuel Corral, fueron los primeros en llegar, con fuerzas del 7° regimiento,
a la estación de Bachimba.
Por inteligencia y eficacia: mayor del 23° Carlos Orozco," capitanes
1º Pedro Limónº y Arnulfo Ortizº capitanes 2º de Artillería Alfonso
Martínez Perdomo y Gonzalo Ramírez,º teniente de infantería Francisco
*º Ricardo Cárdenas (Guadalajara, Jal. 1881 - ?). Se le ascendió a teniente de caballería auxiliar
el 15-7-14.
º Alfonso Moreno. En el AHDN hay expediente, pero no datos biográficos.
*º Gabriel Saldaña (Puebla, Pue. 1889 - ?). Por “méritos especiales”, Huerta lo nombró teniente
coronel técnico de artillería permanente el 10-6-1914. Además, fue agregado militar al Estado Mayor
de aquél, quien el 14-7-1914 todavía lo nombró coronel táctico. Al día siguiente se ordenó que
acompañara a Guillermo Rubio Navarrete en el viaje de éste a Europa para estudiar la organización
de los ejércitos inglés, francés, alemán e italiano. Seis días después, ya sin Huerta en México, se
dispuso que quedara insubsistente la orden anterior.
“José Montes Valle. En el AHDN hay expediente, pero no datos biográficos.
”Jesús Solís. Existe expediente, pero sin datos biográficos; además, según dictamen de la primera
subcomisión revisora de hojas de servicios (del 25-7-1922), no se le reconoció personalidad militar,
por no “comprobar debidamente su actuación militar” (xI/III/3-1601, 25-7-1922, f 19v.
º Francisco Castro (Ciudad de México 1858 - ?). El 22-4-1913 se le ascendió a general brigadier
de infantería permanente, “por méritos contraídos en la campaña del Norte", además, causó alta
en la plana mayor del Ejército. El 2-12-1922 se le negó la pensión de retiro “en vista de que usted
prestó eficaces servicios al Gobierno de la Usurpación”, AHDN, expediente de Francisco Castro,
caja 38, xI/III/3/3-94, f.727.
* Carlos Orozco (San Luis Potosí, S. L. P. 1876 - ?).
º Pedro Limón. No existen datos en el AHDN.
º Arnulfo Ortiz. Hay expediente, pero no datos biográficos.
º Gonzalo Ramírez. No existen datos en el AHDN.

II4
Gómez Vázquez, º subtenientes de igual arma Raúl Laraº y Eduardo
Terán Viveros;º de caballería capitán 1° Jovito M. Orozco, subtenientes
Manuel R. Mendoza, Zacarías Chávez y Carlos Maapomé.

Balleza
Comandante Manuel Chao, por acierto en las disposiciones que tomó, así
como por su valor personal, estuvo siempre en lugares de mayor peligro
animando a sus tropas con su valiente actitud.
En general se recomienda a todos los oficiales y tropa.

Nota complementaria
A la anterior lista deben agregarse, como una mención necesaria, las
brillantes maniobras de reconocimiento del enemigo llevadas a cabo en
Rellano por los oficiales Luis Fuentes, actual comandante de la gendar
mería montada, teniente Ensdístiga, fusilado últimamente en Durango
por los bandoleros, y teniente Manuel Z. Martínez. 54
Con el reconocimiento casi personal, llevado a cabo por el entonces
teniente Luis Fuentes en Rellano, logró fijarse la situación exacta de El
Presón. Dicho oficial escapó ileso milagrosamente, pues le mataron el
caballo, le atravesaron a balazos el sarakofy le mataron al gendarme que
lo acompañaba. El oficial Ensástiga fue un valiente y murió como un
héroe.

"Francisco Gómez Vázquez. No existen datos en el ADN.


* Raúl Lara. No existen datos en el AHDN.
*Eduardo Terán Viveros (Jalapa, Ver 1989-? 1-12-1912). Como curiosidad del tipo de anota
ciones que a veces aparecen en los expedientes militares, señalo que, con respecto a este individuo,
está registrado que se suicidó después de matar a su amante, que era una prostituta. Además, en
una noticia acerca de su concepto de aptitud, instrucción, adelantos, conducta civil y militar, las
calificaciones son negativas.
“Manuel Z. Martínez. No existen datos en el Arion.
A los héroes sin nombre...
(A manera de epílogo)

Ha enmudecido la polifonía de la victoria, clangores de trompeta y ronco


redoblar de tambores, repiques a vuelo en los excelsos campanarios y
largo clamor jubiloso de las multitudes al paso del héroe y al desfilar de
las legiones...?
Desde la brecha abierta en la muralla para el triunfo obsidional, hasta
las escalinatas marmóreas del encumbrado Capitolio; bajo los arcos de
triunfo coronados por númenes ardientes, airosos y raudos como la Niké
de Samotracia, bellamente frenéticos como la Marsellesa de Rudé,º a
lo largo de la vía triunfal se ha hecho polvo el fragante tapiz de flores
deshojadas al paso de las cohortes vencedoras...?
Se han apagado las fogatas de júbilo en las cumbres de Pireo y entre
las almenas de la ciudadela...?
Contra el tiempo que preñado de adversidades pasa junto a nosotros
rodando nubes cárdenas y fragores pavorosos, soplando un viento que
flagela y desnuda la memoria versátil, contra ese viento impío que barre
dianas de victoria, deshace perfumes de florida ovación y apaga fogatas

"Samotracia. Es una isla griega ubicada al norte del mar Egeo, compuesta por una masa montañosa
de 13 x 10 km. Por haber estado habitada en la Antigüedad, fue explorada por arqueólogos franceses
entre 1863 y 1867, quienes encontraron varias estructuras y obras de arte; la más bella y famosa es
la Niké, la victoria alada, que se exhibe actualmente en el museo de Louvre, en París. (EUI).
º François Rudé (Dijon 1784 - París 1855). Estudió en la Escuela de Bellas Artes de su ciudad
natal. Comisionado dos veces para dirigir los trabajos del Arco del Triunfo (1828-1830) y luego
durante el reinado de Luis Felipe I, fue víctima de numerosas intrigas, por lo que sólo pudo esculpir
el trofeo de la derecha (que mira hacia París), y que es conocido como “La Marsellesa". Éste es
un grupo escultórico enorme, enérgico, pero a la vez con movimiento y gracia, por lo que se le
considera una de las mejores producciones de la moderna escultura francesa. Murió súbitamente
en el momento de plena consagración. “La Marsellesa”, cuyo nombre exacto es “Marcha de los
voluntarios de 1792”, está catalogada como la obra maestra del escultor francés François Rudé.
Popularmente se le llama “La Marsellesa", debido a que fue en la marcha de voluntarios de 1792
cuando un grupo proveniente del sur de Marsella entonó la pieza de Rouget de L'Isle que se habría
de convertir en el himno francés, y que también se conoce como “La Marsellesa”. (EUI).

II6
de júbilo, se alza este libro como una muralla o como un velamen mejor,
que al ser impelido y arrojado a travesía azarosa, lleva en su seno cóncavo
y palpitante y entre sus cuadernas crujientes, un haz de laureles, como
el puño apretado del héroe de Marathon.
Lleva esa carga lírica, ese haz de lauros, ese talismán patriótico: el
mensaje de gloria de la División del Norte hasta el puerto amurallado,
hasta la rada límpida y quieta, a donde si llega el olvido... llega tarde.
Prolonga este libro esa gloria y ese triunfo, dilata como un eco esas
dianas y reviven las guirnaldas en la brecha de la muralla que el vencedor
franqueó, y soplado un hálito lírico sobre las cenizas, reanima flamas de
oro en las ciudadelas jubilosas.
No tiene otro timbre, ni otro fin, ni otra ambición.
Ha seguido por desiertos y montañas el paso de la División del Norte
y ha visto dos huellas, una infame: la que dejaron los vándalos arrastrando
a la Patria exánime y sangrienta por un via crucis protervo...
Pero sobre esa huella vio otra: las rodadas de los cañones de la
División del Norte, un reguero luminoso de oro y de gloria, un surco
fecundo y fragante de brotes de laurel...
Esa gloria vivifica estos capítulos. Es la del jefe supremo, la del general
Huerta que creyó con fervor, creó con genio y ejecutó con heroísmo. Es
la de sus colaboradores, la de Blanquet identificado con el generalísimo
como un brazo con un corazón; la de Téllez siempre dispuesto, siempre
eficaz, siempre alerta; la de Manzano, que se desplomó como un héroe,
cuando apenas el triunfo que surgía doraba su frente con albor de oro... Es
la de Rábago, el dragón impetuoso y bravo como Ney, como Margueritte,
es la de Rubio Navarrete, quien pudo a semejanza del héroe huguiano,
dominar la artillería, cogiéndola toda en su mano como un solo revólver
y ejecutar así hazañas precisas y admirables... es la de García Hidalgo,
ejemplar jefe de Estado Mayor, impecable y fiel intérprete de los planes
del generalísimo, y en ocasiones, como en Bachimba, formidable arti
llero... Es la de Víctor M. Corral, modelo de modernos militares, por su
ciencia y su valor sin afectaciones, por su refinamiento y su cultura... Es
una gloria múltiple reflejada en todas partes, en las estrellas del general,
en las espiguillas de los oficiales y hasta en los soldados que no teniendo
oro en qué reflejar esa gloria, se contentan con hacerla brillar en el único
metal que poseen... el bronce heroico de sus pechos desnudos...

II7
Ellos, los “juanes” abnegados y estoicos, son los héroes anónimos a
quienes está consagrado este capítulo.

Las hazañas de los “juanes” combatientes en la campaña de la División


del Norte, claman por la oda y reclaman el bajorrelieve.
Las estoicas máscaras indias asomaron entrela pólvora de la batalla mo
derna con fieros gestos antiguos de capitanes águilas y de caballeros tigres.
Aquel admirable soldado de Querétaro, que ensangrentado y mal
trecho surgió entre las flamas de la explosión, del caos de escombros
que acababa de hacer una granada, y ciego, pero impertérrito, gritó:
“Cabo cuarto; estoy desarmado!...” ese mismo héroe mandó a sus hijos
a pelear en Rellano, como el “Pípila” envió a sus nietos a combatir en
Bachimba....
¡Qué bellamente respondieron esos oscuros paladines a la gran fe y
a la firme confianza que el general Huerta puso en ellos, agrupándolos
en torno de la bandera de la sociedad traicionada y conduciéndolos para
defenderla hasta los gloriosos campos del norte
Por desgracia para ese monumento, que un día habrá de erigirse a la
bravura anónima y al heroísmo oscuro, apenas si hay unas cuantas piedras
recogidas apresuradamente sobre el teatro del combate, al levantar el
campo y arrojadas para traérnoslas al fondo de la cajuela de un cañón...
Allí han venido, y ahora, al examinarlas, librándolas del polvo del cami
no, he aquí que se ven brillar como los lingotes de oro rutilantes de un
precioso botín; he aquí que en la faz rugosa de esas piedras bárbaras se ve
distintamente el engendro del heroico bajorrelieve y que no bastándoles
el áureo brillo y la expresión plástica, esas piedras de epopeya, como las
que integraron la estatua de Memnónº vibran sonoramente y rompen a
cantar al sentirse heridas por la aurora de la gloria!
º Memnón. Al parecer, Tablada se refiere a una estatua que en tiempo de los romanos había en
Egipto y era de proporciones colosales; representaba a Amen-hetep III (también conocido como
Amenofis III, faraón de la XVIII dinastía, padre de Akenatón; pero se le atribuyó la representación
de Memnón. Éste fue, al parecer, un personaje histórico después mitificado: general en jefe de los
ejércitos de Fentamo, rey de Siria, enviados en auxilio de Príamo, rey de Troya y tributario suyo.
Según Hesíodo, Memnón era el caudillo o rey de los etíopes (para los griegos de entonces, todos
los países colocados en las regiones orientales y meridionales de Asia Menor eran la India y Egipto,
o Etiopía); era hijo de Fitón y de la Aurora; pero en Homero aparece como un hermoso joven que
tomó parte en la guerra de Troya y pereció a manos de Aquiles. (EUI).

II8
La misma crónica revolucionaria" relata esas hazañas y dice cómo en el
combate de La Cruz, por ejemplo, un sargento federal, arrojando a lo
lejos su gorra, arrancándose las insignias y lanzando “vivas!” a Orozco
consiguió llegar hasta el riñón de un núcleo de rebeldes, y una vez allí,
vació sobre ellos los tiros de su último cargador, cayendo al fin entre sus
enemigos abatidos.
En el mismo combate, según la misma crónica, un oficial federal,
agotado el parque de su rifle, empuñó éste como una maza y lanzándose
entre los rebeldes acometió a dos jinetes derribándolos y desplomándose
a su vez acribillado a balazos y vitoreando al gobierno federal. Comen
tando el combate de Nazas, dice el mismo escritor, S. Resendi,” que
formó parte de las fuerzas revolucionarias:

Los rasgos de valor desplegado por los defensores de la plaza fueron muchos
y notables. El capitán Argüelles, al ser fusilado, lanzó “vivas!” al supremo
gobierno y pidió como favor que no se le vendaran los ojos; otro oficial de
voluntarios arrojó su gorra sobre el pelotón de ejecución y un sargento del
22° cuerpo rural, que por un momento había quedado olvidado entre los
que iban a ser ajusticiados, se indignó por la tardanza, y encarándose con
el capitán Barrios Contreras,º le dijo: “Amigo, yo no he sido traído aquí
para perder el tiempo; fusíleme usted". Este rasgo de valor inaudito llenó
de estupefacción a los verdugos y el capitán Contreras ordenó se perdonara
la vida a aquel valiente, poniéndolo en absoluta libertad.”

Dijimos que los rebeldes ineptos para practicar los artes superiores
de la guerra, demostraron ingenio diabólico para urdir bajas arterías.
Oíd sus propias confesiones:º

*Tablada se refiere, y cita una vez más, al libro de Resendi.


* Resendi se refiere a Pedriceña, si bien su capítulo se intitula “Nazas, Pedriceña y Velardeña"
(Resendi, La revolución actual..., op. cit., pp. 219-228; la cita que reproduce Tablada aparece en
la p. 227).
º No existen datos en el AHDN.
* Resendi libertad. Este rasgo heroico del sargento fue el valladar que contuvo las otras ejecuciones
que se proyectaban.
*Tablada vuelve a citar a Resendi, La revolución actual..., op. cit, p. 255.

II9
Los rebeldes” antes del combate de Rellano, habían hecho dos intentonas
para detener el avance de los federales; una de éstas fue establecer, cercaº
de Asúnsolo, una mina con 32 cajas de dinamita, conectada con una
batería eléctrica a cinco kilómetros de distancia; pero la mina fue sacada e
inutilizada por los ingenieros militares federales. El otro intento fue arrojar,
aprovechando la pendiente de la vía, tres furgones cargados con piedra
mineral; pero los federales detuvieron a cañonazos los enormes proyectiles
rodantes lanzados por los revolucionarios.

Hablando de las minas explosivas colocadas antes de la batalla de


Bachimba, el mismo narrador agrega:"

Una de éstas explotó cerca de la estación Consuelo, volando un tanque


de agua y salvándose de morir el general Huerta y algunos otros oficiales
superiores, por una verdadera casualidad. Si la mina hubiera tardado pocos
instantes más en explotar, habría volado todo un tren militar, pues estaba
conectada con otras seis más que se habían escapado al ojo perspicaz de los
ingenieros militares federales y que fueron después sacadas con el mayor
cuidado.

Esta misma mina sólo sirvió para hacer con su explosión soberbio
marco de apoteosis al heroísmo de un soldado federal. El general Huerta
con su genial sagacidad había dado órdenes al jefe de los ferrocarrileros de
la División, don Juan Venegas, º para vigilar el tramo minado y detener
el avance de los trenes militares en previsión de una catástrofe. La explo
sión de la mina de Consuelo estaba pues prevista. Cerca de ella se encon
traba de facción, un soldado federal que no pudo ser retirado a tiempo.
Al producirse la explosión aquel centinela fue lanzado a gran distancia y
cuando los presentes buscaban su cadáver, vieron que el soldado, mila
grosamente ileso, se incorporaba, recogía su máuser y volvía a su puesto
“cuadrándose" con perfecta calma, como si nada hubiera sucedido

º Resendi: Los rebeldes,


º Resendi: establecer cerca
"Resendi, La revolución actual..., op. cit., p. 313.
º Juan Venegas. Hay expediente, pero no datos biográficos.

I2.O
El mismo general Huerta suele referir un episodio que supera a los
que hemos mencionado, como las Victorias alígeras coronan los relieves
de un Arco de Triunfo.
En la batalla del segundo Rellano, se emplazó lejos del grueso de
las fuerzas una batería servida por un grupo de soldados que no eran
veteranos, sino reclutados a última hora. Cuando después del triunfo se
levantó el campo, notándose la falta de esa batería y de sus servidores,
se mandó buscarlos.
El cuadro que pudo verse entonces, en el sitio de emplazamiento
de la batería fue digno de ser expresado por los egregios cinceles y las
ilustres liras. Allí entre los peñascos de la sierra estaban los catorce
artilleros... Pero no pudieron levantarse, ni cuadrarse, porque estaban
muertos
Sin una herida, ni el más leve rasguño, muertos “al pie del cañón”,
de cansancio, de insolación, tal vez de hambre y de sed
De modo que no quedaron allí tendidos por una muerte inevitable
y súbita, sino que vieron venir su muerte, la miraron llegar lentamente,
pudieron huirla, y sin embargo la aceptaron, en una especie de suicidio
heroico en aras del deber, tan glorioso, tan estupendo, tan admirable
como el mismo harakiri japonés

Sabéis quienes eran esos personajes, actores de tan insólito y admirable


heroísmo colectivo?
Pues eran boleros de la Ciudad de México, casi rapaces del arroyo,
gavroches adolescentes, que de su plebeya efebia, con las alas del heroísmo,
llegaron de un solo impulso hasta las alturas de la glorial
“UNA PATRIA QUE ENTRE sUs HIJos MÁS HUMILDES, ENTRE sUs
SIMPLEs “BoLERos", TIENE HÉROES Así, CONCLUYE EL GENERAL HUERTA
CUANDO REFIERE ESTE EPISODIO SUBLIME, ES UNA GRAN PATRIA QUE
NUNCA PUEDE PERECER”
Con esas palabras que pueden ser el epígrafe del monumento futuro,
con esa austera aleluya que no entraña una vana esperanza, sino una
formidable certidumbre, queremos terminar este libro.
Que cumpla este libro pues, su única misión exaltando la gloria de
un Ejército, que al defender gloriosamente a una sociedad, salvó a la
Patria y a su sagrado paladión contra la proterva saña del beocio
12. I
Que todo lo que en estas páginas sea brillo, fuerza, prestigio o
fragancia se añada al triunfo del Ejército federal y todo lo que sea des
mayo o deficiencia, se disculpe en pro del fin de solidaridad social, de la
intención patriótica e invocando lo que dijo el poeta inmenso: “No es
dable a ningún narrador, por concienzudo que sea, fijar absolutamente
la forma de esa nube terrible que se llama una batalla!!”

Coyoacán, septiembre 29 de 1913.

I2.2.
Índice onomástico

A Aníbal, 31,58
Abrego Aspiroz, Luis, l 12 Antístenes, XLVII
Abü Bekr, 26 Anzaldo, Crispín, xL
Agenor, 46 Apis (buey sagrado de los egipcios), 26
Aguilar, Lorenzo,45 Aquiles, 118
Aguirre Benavides, Eugenio, 36,97 Ares, 46, 47
Ahumada, Vicente G., 11 l Argüelles, Rodrigo, 42,45
Akenatón, l 18 Argumedo, Benjamín, LII, 34,41,
Alamán, Lucas, LXXI 42, 44,79
Alanís, Lázaro, 20, 50 Aristóteles, 31
Alaniz, Lorenzo, 50 Asdrúbal, 58
Alatorre, Ignacio,91 Augusto, 107
Alcedo, 9 Ávila Camacho, Manuel, 36
Alejandro (Magno, rey de
Macedonia), 31 B
Alemán Pérez, Jesús, 24, 1 10, l ll Baco, XXIII
Alvaradejo, Arturo, Lv, LVI Barrera Lavalle, Francisco, Lv
Alvírez, Felipe, 101 Barriguete, Sebastián, 111
Amaltea (cabra de la mitología Barrios Contreras, l 19
griega), 26 Barrios, Miguel, LxIv, 39
Amaya, Juan Gualberto, 44 Becerra, Rutilo, l 12
Amen-hetep III (también Amenofis Beltrán, Joaquín, XL
III), 1 18 Beocia (dragón de), CIII, 46
Amenofis III, 1 18 Bergerac, Cyrano de,49
Amílcar Barca, 58 Beristáin, Helena, XXIV, XXVIII, CVI
Ana de Austria, 87 Blanquet, Aureliano, xCVI, 4, 9, 101,
Andreu Almazán, Juan, 36 l 17

I23
Blücher (Gebhard Leberecht), 106 Castro Herrera, Vicente, LxI
Braniff, Alberto, 4,73 Castro, Luis F. de, 42, 11 l
Braniff, Óscar, 4 Cejudo, Lauro F., 38
Braniff, Tomás, 4,73 Cejudo, Roberto, 51, 1 10
Bridat, Manuel M., 1 13 Cervantes, Ezequiel, 29
Bulnes, Francisco, LXV, LXXI, 4 Cevallos, José, 42
Chao, Manuel, 78,79, ll5
Chávez, Zacarías, l 12, l 15
C Chavira, Reginaldo, 79
Cadmo (hijo de Agenor), también Chinchilla, Perla, Ix, XXI, CVI
Cadmus, CIII, 46,47 Cicerón, XXI, 25, 103
Caín (personaje bíblico), LXXIII Clío, Cv
Calderón, Soledad, 112 Clix (hijo de Agenor), 46
Calibán,95 Coll y Vehi, José, xxIv
Caloca (batería), 39, 40, 51,54 Colleoni, Bartolome, 5
Camacho, Sebastián, xC Comonfort, Ignacio, 20
Campa, Emilio G., LII, 4l Condé, príncipe de (Luis II de
Campos, José de J. (“Cheché"), Borbón), 31
XLVIII, XLIX, LII, LXVII, 34,41, Contreras, Ricardo, l 12
42, 49,50 Corral (Ramón), LIX
Canales, César Elpidio, LXVI, 41, Corral, Víctor Manuel, XXVII,
42, 44 LXXXII, 1 6, 6l, 65,76, 83,87,
Canedo Morales, Juan, 112, 114 88, 105, 109
Caraveo, Marcelo, XLVIII, XLIX, LXII, Correa, Francisco, l 13
34, 50, 52 Cortés, Hernán, 69
Carbajal, Francisco, c Cortina, Augusto, 109
Cárdenas, Francisco, 34 Cosío Robelo, Francisco,97
Cárdenas, Ricardo, 41 Cosío, Carlos G. de.., LV
Carlyle, Thomas, XXX, XXXI, XXXII, Cosme el Viejo, 6
XXXIII
Coubion-Saint-Cyr (mariscal
Carranza, Jesús, 83 francés. Laurent, marqués de
Carranza, Venustiano, XX, LxII, Gouvion Saint-Cyr), 105
LxXIX, xCVIII, 20, 44, 50, 73, Cromwell (Oliver), xxx
1 13 Cuauhtémoc, CIv, 7, 69
Casandra, XXXII, LXII
Casasús, Joaquín D., 4 D

Castellanos, Joaquín, l 11 David (personaje bíblico), LxxII


Castelló Jr., José, Lv Delgadillo, Antonio, 112
Castro, Francisco, 1 14 Díaz, Agustín, 91

I24
Díaz, Félix, XVIII, XL, XLIII, LXXX, Fentamo (rey de Siria), 118
LXXXI, LXXXVII, LXXXIX, 4, 9,34 Fernández, Abel, Lv
Díaz del Castillo, Bernal, 69 Fernández, Leandro, 67
Díaz Dufoo, Carlos, LIX, LxI Fernández, Luis, 50
Díaz Mirón, Salvador, Lxv, 4 Fernández Rojas, José, Lxv, LXVII,
Díaz (Mori), Porfirio, Lxv, LxVIII, LXVIII, CVI, 33, 38, 39, 40
LXXIX, XCIII, CVI, 20, 33,9l, Ferrel, José, 4
106, 107 Fierro, Rodolfo, 62
Dionisio (dios griego), 26 Filipo II, 31
Doblado, Manuel, XXIX, LXX, LXXI, Flores Alatorre (José Alfredo), 49,50
LXXII, LXXIII, LXIV, XCIII, CIV, CVI Flores Magón (hermanos), 42,50
Domínguez, Manuel A., l 12 Flores Magón, Jesús, xCIx
Donatello (Donato di Betto Bardi), 6 Flores, Manuel M., LIx
Foreman, Michael A., xCVIII, cvI
E Frías, Refugio, 34
Eguía Lis, Rafael, 83 Fuente, David de la, 34
Eguiluz, Samuel, Lv Fuentes, Luis, 99, 1 15
Elizondo, José F., LxII
Elorduy, Aquiles, lv G
Elorduy, Ernesto, LIX Galindo, Octavio, 11 1, 1 14
Emerson, Ralph Waldo, XLIX, 5 Galindo Pimentel, F., Lv
Enrique de Prusia (príncipe), 60 Galindo Rincón, Octaviano, 1 13
Enrique II de Borbón, 31 Galván, Ricardo, 48
Enríquez, Gumersindo, LXXXVIII Gamboa, Federico, LXIII, LXIV, LXV, 4
Ensástiga (también Ensastegui), 52, Gándara, Francisco, Lx
99, 105, 1 15 García, Aurelio C., 4l
Escipión, 31,58 García Cantú, Gastón, XI, CVI
Escipión, Cornelio, 31 García Cuéllar, Samuel, 101
Escipión, Publio, 31 García, Francisco N., LVI
Escobedo Mariano, 36, 73, 106 García, Francisco Pascual, XVIII, Cv,89
Esquivel Obregón, Toribio, Lv, xCIx García Granados, Alberto, Lv, LXXXVIII
Europa (hija de Agenor), 46 García, Heladio, 29
García Hidalgo, Carlos, 9, 24,97,
F 1 10, 1 ll, 1 14
Facha, José M., Lxv, 4 García Peña, Ángel,49
Farpeya, 107 García Santibáñez, Manuel, 37,52
Federico Guillermo (príncipe), 60 García Torres, Agustín, 112
Fénix (ave), 58 García Valseca (cadena periodística),
Fénix (hijo de Agenor), 46 96

I25
Garfias, Luis M., LI, LII, Liv, xCVII, Horus, 26
XCVIII, CVI Hoz, Manuel de la, Lv
Garza Benítez, Juan de Dios, 21 Huerta, Leopoldo, 29
Garza Cantú, Emeterio, 21 Huerta, Victoriano, XI, XVII, XX,
Garza Cantú, Matías, 19, 21 XXI, XXIII, XXIV, XXVI, XXIX,

Garza Hinojosa, Jacobo, 21 XXXII, LIII, LXIII, LXIV, LXV,


Gimeno, M., XXXVI LXVIII, LXXVII, LXXXVI, LXXXVII,

Goethe (Johann Wolfgang), 5 LXXXVIII, XC, XCV, XCVIII, CV,

Goliath (personaje bíblico), LXXII CVI, CVII, CVIII, CIX, CX, 3, 4, 6,


Gómez, José, CII, 41,45 9, 10, ll, 14, 15, 20, 28, 33,
Gómez Vázquez, Francisco, 1 15 39, 4l, 50, 51, 68, 89,96
González, Abraham, LI, LII, LxIx Huitzilopochtli, xxxVII
González Martínez, Enrique, Lv
González Salas, José, LII, LIII, 12,47 I
González, Serafín, 21 Ilhuicamina, 70
Gorostieta, Enrique, 36 Iyeyasu (shogun), 59
Gracián, Baltasar, XXXIII, CVI
Graco, 31 J
Guajardo, Alberto, 19, 21 Jiménez Riveroll, Teodoro, 78
Guasque, LXXXII Juan (san), 1 13
Guerra, Donato, 90 Juárez, Benito, LxVII, 20,75, 90, 91,
Guerrero, Práxedis G., 20 106
Guevara, Luis, l 12
K
H Knight, Alan, LI, LII, LIV, XCIX CVII
Hahaud (sultán),
Harmonia (esposa de Cadmo o L
Cadmus), 46 Landa, Manuel, 74, 75, 1 13, l 14
Hartog, François, XXVII, CVII Landgrave, Germán, Lv
Hay, Eduardo, xCIv Lara, Raúl, 1 15
Heredia, Ángel, 112 Lavalle Basó, Menagère,87
Hernández, Braulio, LII León de la Barra, Francisco, LxXV
Hernández, Margarito, 1 12 Lerdo de Tejada, Sebastián, 91,92
Hernández, Serafín, 23,41, l 10 Ligdamis, 25
Hernández, Teodoro, 1 ll Limantour (José Ives), 4, 77,96
Herodoto, 25, 26,58 Limón, Hernando, l 11
Herrejón López, Antonio, Lv Limón, Pedro, 1 14
Hesíodo, l 18 López, Félix, 112
Hierón I, 7 López Portillo y Rojas, José, Lxv, 4

I26
López Uraga, José, 20 Margueritte, Jean August, 60, 6l,
López, Zeferino, 1 12 ll7
Lozada, Manuel,92 Mariano (indio), LXXII
Lozano, José María, LXXXV, XCII Márquez Sterling, Manuel, xCVIII
Lucio Cornelio, 31 Marte (deidad romana), XXXVIII
Luhmann, Niklas, XX, XXII, Cv Martínez de Castro, Luis, LV
Luis Felipe I, 1 16 Martínez Perdomo, Alfonso, 35, l 14
Luis I de Borbón, 31 Martínez, Manuel Z., 1 15
Luis XIII,87 Martínez, Nicolás, LIII, 48
Luis XVIII, 106 Mascareñas, Francisco T, LV
Luján, Jesús M., LXV, 4 Mashain, Ricardo, l 12
Maupomé, Carlos, l 13
M Maure, Javier de, 101
Maas, Joaquín, LXXIX, 100, 101, Medusa, 17
104, l 12 Mejía Castelán, Sandalio, LXXXIX, CIX
Macías, Juan H., l 12 Memnón, l 18
Macías, Vicente, 23, 1 10 Mendiola, Alfonso, XX, XXI, XXII,
Madero, Emilio, 36, 75,97, l 13 XXIII, CVII
Madero, Ernesto, LXI Mendoza, Manuel R., l 12, l 15
Madero, Francisco I., XVII, XVIII, Mercado, Rodrigo, 1 13
XIX, XX, XXV, XXVI, XXXI, XXXII, Meyer, Eugenia, xCv
XXXIII, XXXVII, XL, XLI, XLVIII, Meyer, Michael C., LI, xCII
XLIX, L, LI, LII, LIII, LIV, LV, LVI, Miguel Ángel (Michelangelo
LVIII, LIX, LXI, LXIV, LXV, LXVIII, Buonarroti), 5
LXIX, LXXII, LXXIII, LXXVII, Mikado, 59
LXXIX, LXXX, LXXXI, LXXXII, Miranda, José Teresa y, 28
LXXXIII, LXXXVIII, XC, XCII, Moisés (personaje bíblico), 67
XCIII, XCIV, XCV, XCVI, CI, CII, Moliner, María, 87
CVI, CVIII, 4, 9, 14, 20, 36, 39, Moltke (Helmuth Carlos Bernardo),
41, 42, 44, 45, 47,49, 50, 62, 60
73,97, 1 13 Mondragón, Manuel, XVIII, LXXXI,
Madero, Gustavo A., LXXXI 4, 39
Madero, Raúl, 36, l 13 Montaigne (Michel de), 5
Mahoma, 26 Montes Valles, José, 1 14
Mahaud (sultán), 60 Morales Jiménez, Alberto, xCIII,
Maldonado, Genaro, 1 12 XCIV, CVII, CIX

Mancilla, Jesús, 27 Morelos (José María y Pavón), LXXII


Manrique, Jorge, 109 Moreno, Alfonso, 1 14
Manzano, Francisco, 63,98, l 12, 1 17 Muciño, Fernando, 54

127
Murillo (combatiente de las fuerzas P
de Pascual Orozco), LXVII Pacheco, Carlos, 28
Pacheco, Joaquín, 11 l
N Pan (dios de la mitología griega), 26
Napoleón I, 18 Pardo, Rafael, Lv
Navarrete, Federico, XXXIV Pazuengo, Matías (también Pasuengo
Némesis, XXXVIII y Pasuergo), LVIII, CVIII, 42, 1 l
Ney, Michel, 61,98, 117 Pedro (san), 6
Niké, CIV, 58, 1 16 Pegaso, 17
Noé (personaje bíblico), 68 Peña, Ricardo, CII, 41
Nogui (general), 18 Pereyra, Carlos, 4, Lv, Lxv
Pereyra, Orestes, 42
O Pérez Castro, José, 34
Obregón, Álvaro, 34,44 Píndaro, 7
Octaviana (era), 107 Pino Suárez (José María), XLI, LVI
Ogazón, Pedro, 92 LIX, LXIV, LXXX, XC

O'Horan, Miguel, 9,53, 54, 55, 56, Piña, Joaquín, LXXVII, CIx
57, 71, 73, 74, 75,98, 11 1 Pio VIII, 19
Ojeda (capitán de la conquista Platón, 5
española), 69 Plutarco (historiador griego), xxx
Olaguíbel, Francisco, LXV, 4 Posada Ortiz, 98
Olea, Héctor R., xC, CIx Poseidón, 17,46
Olivier, Alberto, Lv Priamo, l 18
Olivier, Guilhem, XXXIV, CVIII Prometeo, 47
Omar (Kalifa), 26 Pruneda, Víctor, 11 l
Ordorica, Miguel, XXIV, XXV, XXVII, Puga y Acal, Manuel, Lxv, 4
96, 99, 100
Orozco, Carlos, l 14 Q.
Orozco, Jovito M., 1 12, 1 13, 1 15 Quiroz,98
Orozco, Pascual, XVII, XLVIII, XLIX, L,
LI, LVI, LXII, LXV, XCVI, CVII, CX, R
20, 34,35 Rábago, Antonio, Lxv, 4, 9,75, 98,
Orozco, Pascual (padre), 34, 50 1 13
Ortiz, Arnulfo, 1 14 Rábago, Jesús, LXV, 4
Ortiz, Cirilo, 1 12 Rabasa, Emilio, xC, XCIX
Csiris, 26 Ramírez, Gonzalo, l 14
Osorio Mondragón, José L., 11 l Rebolledo, José, 54
Oyama, Iwo, 31, 60 Rebollo,98
Rendón, Serapio, xCIx

I28
Resendi, Salvador F., XXVII, XXIX, Lv, Sánchez, Guillermo, l 13
LxV, LXVI, LXVII, CVIII, l9, 30, Sánchez, Oswaldo, LXXXVII
33, 34, 38,42, 44,45, 49,53, Santa Croce, 5
64,72, 73, 77, 1 19, 120 Santamaría, Francisco J., Cx, 9
Revilla, Federico G., 1 ll, l 12 Saravia, Atanasio G., LVIII, CVIII
Rey Sol (Luis XIV, rey de Francia), Sarmiento, H.,92
87 Schneider Canet, 39,50
Reyes Spíndola, Rafael,96 Serdán, Aquiles, 100
Reyes, Bernardo, LI, LXXXVIII, xCIII, Shakespeare, William, 5
9,39 Shirakawa (general), 18
Reyes, José R., 110 Sierra, Justo, LXXI, 3
Rico, Juan Felipe, 1 12 Sófocles, 25
Rivera G, José A., Lv Solís, Jesús J., l 14
Robles, Miguel Alessio, LXXXVIII, cx Solórzano, Esteban, l 12
Rocha, Sóstenes, 106, 107 St. Chamond (batería), 56,57, 74,
Rodó, José Enrique, XLVI,95 75, 84, 87
Rodríguez, 36, 51,54 Swedenborg, 5
Rodríguez Talavera, Rafael, LVI,
Rojas, Antonio, 34, 73,92 T
Romero López, Rafael, 1 13 Tamariz, Eduardo, Lv
Rómulo, 107 Taracena, Alfonso, LVII, LXI, LXII,
Ross, Stanley R., xC, xCI, CVIII LXIII, XCI, XCII, CVIII, 12, 36,
Rostand, Edmond, LIx,99 73,99
Rouaix, Pastor, LVIII, CVIII Taso (hijo de Agenor), 46
Rouget de L'Isle, Claude, 116 Teba (hija de Prometeo), 47
Rubio Navarrete, Guillermo, 7, 9, Telefasa, también llamada Argiope
33, 35,84, 98, 1 ll, l 14 (madre de Cadmo o Cadmus),
Rudé, François, l 16 46
Téllez, Joaquín, LIII, 9
S Temístocles, 65
Sakurai, Tadayoshi, 18 Terán Viveros, Eduardo, l 15
Salazar, José Inés, LII, LXVII, LXVIII, Tiberio, 107
19, 20, 34, 50, 51,52 Toro, Francisco del, 73
Saldaña, Gabriel, 114 Torre, Manuel de la, LxI
Salido Orcillo, Rubén, LXXXIX Traconiz Alcalá, Luis, Lv, LVI
San Germán, Enrique, 112 Trejo, Aniceto, 24, 110
San Lorenzo, 6 Treviño, Enrico, 45
Sánchez Escobar, Rafael, 84 Treviño, Jacinto, xCVII
Sánchez, Guadalupe, 9 Treviño, Gerónimo, LII, 19

I29
Trucy Aubert, Fernando, LIII, 9, 19, Villar, Lauro, 4
20, 21, 25, 33, 37,39, 51, 1 10 Vinci, Leonardo da, 5, 6
Turena (mariscal Henri de la Tour, Virgilio, 26
vizconde D'Auvergne), 31, 61
W
U Wellington, 61, 106
Urbina, Tomás, 36, 62 Wilson, Henry Lane, LXXXIII, 4
Urrutia, Aureliano, XXIV, XXXv, LxIII, Wilson, Woodrow, xCVIII
LXXIX, LXXXVIII, XC, XCI, C, CX,
4, 6 X
Xerxes, 108, 113
V Xicoténcatl, CIv, 69
Vázquez Gómez, Francisco, LI, Lv
Velásquez, Gerardo, xCv Y

Venegas, Juan, 120 Yáñez Rogers, Teodoro, 45


Vera Estañol, Jorge, lv
Verrochio (Andrea di Michele di Z
Francesco di Cioni), 5, 6 Zamacois, Niceto de, LXXI
Vigil, José María, LXXI Zapata, Emiliano, XXXVIII, XLIII,
Villa, Pancho, XVII, L., xCII, xCVI, XLVIII, LI, LV, LVII, LXXIX, XCI,
CVII, 20, 36,37, 41, 51, 52, 62, XCII, XCIV
73,97, 100 Zaragoza, Ignacio, 20, 69
Villalobos, Jesús M.,79 Zavala, Lorenzo de, LXXI
Villalobos, Pedro, l 13 Zérega Fombana, Alberto,94

I3o
Índice geográfico

A CxXXII, 3, 4, 7, 14, 19, 30, 37,


Acultzingo, Ver., 20 58, 64, 65, 66, 68, 69
África, 60, 67,76 Bahía del Espíritu Santo, Tex., 20
Água Prieta, Son., 50,97 Balleza, Chih., XXVI, 19, 78,79, l 15
Aguascalientes, edo., 9 Barcelona, LXXVII, LXXXIV, 5
Ajaccio, 18 Beauraing, Bélgica, 60
Alejandría, 31 Bélgica, 87, 106
Alemania, 18, 60 Beocia, 46,47
Alica, Nay., 17 Berlín, 60
Aoyama, 31 Bermejillo, Coah., 19
Apache, Coah., 19, 20, 21, 22 Bitinia, 58
Ararat, monte, 68 Boston, 5
Armenia, 68 Brabante, 106
Arturo, Puerto (también Liu-shun Bruselas, 106
kow), 18, 28, 30 Buenavista, Gto., 24, 1 10
Asia, XXXVIII, 25, 31, 67, l 18
Aspajon,99 C
Atenas, XLVII, 25 Cadmea, CIII, 46,47
Austria, 18, 60 Campania, 58
Ávalos, Chih., 90 Candas, 58
Ayutla, Pue., 20, 106 Capua, 58
Cartago, 31,58
B Casas Grandes, Chih., LII, 20, 83,88
Babilonia, XII, 16, 31,70 Cataluña, 106
Bachimba, Chih., XXVI, XXXV, Céfiso, 46
XXXVIII, XXXIX, LXXXVII, CXVI, Celaya, Gto., 9
Cerdeña, 31 Elba, isla, 19
Cerro Prieto, Chih.,79 Elchingen, 6l
Chihuahua, edo., XLVIII, L1, xCVII, 3, Emesa, 26
4, 9, 12, 20, 50, 62, 79, 86, 88, España, LXVII, 31, 39,58, 106
93, 105, l 11 Estados Unidos, XLII, XLVI, LXXXVIII,
Chihuahua, Chih., LII, Lx, LXIX, 34, xCIx, C, 5, 20, 36, 62, 90, 94,
47, 77,79, 85,98 95
China, 18 Estados Unidos Mexicanos, 4
Ciudad Juárez, Chih., 20,77, 1 12 Etiopía, 58, 118
Coahuila, 19, 36, 73, l 13 Éufrates, río, 25
Conejos, Dgo., XXVI, XXXV, LXVI, Europa, LXI, LXIX, 19,94, 103, 106,
LxVII, LxIx, LXXIII, 3, 4, 19, 30, l 14
33, 36, 40, 77, 89,97, 100,
110 F

Congregación de Nieves, Dgo., 62 Fernando de Presas, Tam., 39


Córcega, 18 Fontainebleau, 9, 19,98
Corralitos, Chih., 47 Fontenoy, 87
Cotija de la Paz, Mich., 110 Francia, XLVI, 10, 18, 19, 31, 87,98,
Covadonga, Dgo., XIV, 12 103, 106, 1 13
Coyoacán, D. F., XI, 122 Friburgo, 31
Cuatro Ciénegas, Coah., XXVI, XXXV,
LIII, LXVIII, LXXIII, CI, 16, 19, G
22, 25, 30, 33, 37, 105, 1 10 Galicia, 61
Cuautla, Mor., XCIV, 50, 69 Gómez Palacio, Dgo., 27
Cuba, 9, 10,96 Gran Bretaña, 19
Cuernavaca, Mor., 42, 131, XCIV Grecia, 7, 25,46
Guadalajara, Jal., 90, 92, 112, 114
D Guadalupe, Chih., 70
Damasco, 26 Guaymas, Son., 9
Delfos, 46 Guerrero, Chih., 34
Dinamarca, 60
Durango, Dgo., LXII, LXVI, 99, 1 15 H

Durango, edo., XLVIII, LVIII, 41, 42, Halicarnaso, 25


44, 62 Hama, 26
Heliópolis, 58
E Huarichi, Dgo., 41
Egeo, 25, 116 Huichipila, Zac., l 12
Egipto, 18, 25, 26, 31, 58, 67, 117
El Paso, Tex., 3, 49, 50,89

I32
I M
India, l 18 Macedonia, 31
Indo, río, 31 Madrid, 94, 106
Irak, 25 Manchuria, 18, 31, 60
Israel, 31 Manheubles, 60
Ixmiquilpan, Hgo., 20 Marengo, 18
Ixtlán, Oax., 89 Marfil, Gto., 106
Matamoros, Coah., 4l, 49,97
J Medina, 26
Jalapa, Ver., 1 15 Meoqui, Chih., 70
Jalisco, 90,92 Mérida, Yuc., l ll
Japón, Lx, 18,59, 11 1, 1 13 Mesopotamia, 25
Jebel-Musa, montaña, 67 Metz, 6 l
Jerusalén, 26 México, XXI, XXXIII, XLII, XLVI, XLVII,
Jiménez, Chih.,79 LIV, LXX, LXXII, LXXV, LXXIX,

Juchitán, Oax., 22 LXXX, LXXXI, LXXXIII, LXXXV,

Julimes, Chih., 70 xCVI, CI, 36, 60, 83,90, 94, 96,


104, l 14
K México, Ciudad de, XXV, XLVIII, LIII,
Kagoshima, 31 LXXX, 9, 36, 63, 67, 73, 83,91,
96, 97, 100, 106, 1 13, 1 14,
L 121
La Cruz, Chih., XXVI, XXXV, 19,43, Milán, 5
60, 62, 66, 1 19 Monclava, Coah., LXVIII, 19, 20, 22
La Habana, LxII, 96 Monterrey, N.L., 20, 36, 45,112
La Laguna, Coah., 4l Morelia, Mich., 9, l 12
La Meca, 26 Morelos, LIv, xCI, XCII, xCVI, XCIX,
Lampazos de Naranjo, N.L., 41 42, 73,98
Laodicea, 26 Moroleón, Gto., 24
Lens, 3 l Mosa, río, 60
Libia, 25 Moscova, 6l
Linares, N.L., 41 Mukden, 31
Liu-shun kow (también Puerto
Arturo), 18 N
Luneville, 18 Nayarit, 92
Luxemburgo, 61 Nazas, Dgo., LXVI
Nilo, río, 25, 26
Nogales, Chih., 20
Nueva Inglaterra, 5

I33
Nueva York (también Urbe de Q
Hierrro), XIX, 95, 96 Querétaro, edo., 118
(Nuevo) Laredo, Tam.,77 Querétaro, Qro., 19, 106
Nuevo León, 19, 20, 42, 43, 51, 62, Quintana Roo, 6
75, 1 l 1, l 13
Numancia, 31 R
Rancho Nuevo, Coah., 19
O Reino Unido, 18
Ocampo, Dgo., 62 Rellano, XXVI, XXXVIII, XLV, LIII, 4,
Ocotlán, Oax., l 12 12, 15, 19, 30, 34,45-49, 51,
Ojitlán, Oax.,92 52-58, 69, 83,87, 89,95, 98,
Olimpia, 31 1 ll, 1 15, 118, 121
Orizaba, Ver., 111 Rin, río, 106
Ortiz, Chih., 66, 70 Rocroi, 31
Rodas, 46
P Roma, 5, 7, 10, 31, 58, 107
Pachuca, Hgo., 111, 112 Rusia, 18, 106
Pánape, Grecia, 46
Parchim, Alemania, 60 S
París, Lx, 18, 19, 61, 83,98, 99, 116 Sagunto, 58
Parral, Chih., LXXXVII, 37,79 Saint Cloud, 18
Parras, Coah., 36,97, l 13 Saint-Germain, 87
Pedriceña, Dgo., XXVI, XXXV, LxVI, Salina Cruz, puerto, 39
LxXIII, CII, 19,41, 45, l 19 Saltillo, Coah., 20, 44, 51
Persépolis, 31 Samos, 25
Persia, 26 Samotracia, crv, l 16
Pérsico, golfo, 25 San Antonio, Tex., l 13
Piedras Negras, Coah.,77 San Cristóbal las Casas, Chis., 112
Pireo, CIv, 65, 116 San Juan Bautista, Tab. (hoy
Pirineos, 31 Villahermosa), 1 13
Pochotitlán, Jal., 92 San Juan de Ulúa, Ver., 42
Polka, Coah., 19 San Juan del Río, Dgo., 37
Portugal, 6l San Luis Potosí, edo., 19, 20, 61,
Prusia, 60 110
Puebla, edo., 44,93 San Luis Potosí, S. L. P., l 14
Puebla, Pue., 9, 20, 91, 100, 112, l 14 San Pedro de las Colonias, Coah.,
Pueblo Nuevo, Dgo., 42 100, 113
Puerto del Carmen, Coah., 19, 20, 21 San Pedro Palominas, Son., l 11
Puruándiro, Mich., l 12 San Rafael, Ags., 113

I34
Santa Elena, isla, 18, 19 Toul, Francia, 105
Santa María del Oro, Dgo., 44 Turios, Italia, 25
Santa Rosalía, Son., 34 Turquía, 60
Santiago Tlatelolco, D. F., LII Tuxpan, Ver., 79
Sedán, 60, 6l
Seine-et-Cise,99 V
Serrelouis, 61 Vallecito Sacramento, Coah., 19
Sicilia, 7, 25 Velardeña, Dgo., LxVI, CII, 42-44,
Sinaí, 67 1 ll, 1 19
Siracusa, 7 Venecia, 5
Sonora, XLVIII, 9,93 Veracruz, edo., xL,93
Veracruz, Ver., XLVI, LXXIX, LXXXIV,
T LXXXVIII, 9
Tamaulipas, 9 Versalles, 87
Tebas, CIII, 7,46, 47 Villa Alta, Oax., 39
Tecoac, Pue.,91
Tehuantepec, istmo de, 44 W
Teocaltiche, Jal., 96 Washington (DC), XLVI, XCIX, 94, 95
Teocuitatlán, Jal., 90 Waterloo, 19, 61, 106
Tepic, Nay.,92
Tera, 46 X
Texcoco, Edo. de Méx., 69, 11 l Xamboan, Oax., 83
Tigris, río, 25 Xochimilco, D. F., 6
Tiro, 46
Tlahualilo, Dgo., XXVI, XXXV, LXXII, Z
l6, 19, 25-28, 30, 33,37 Zacatecas, edo., 90
Tlaxcala, edo., 69 Zacatecas, Zac., 20, 1 ll
Torreón, Coah., xLv, LxVI, 12, 19, Zama, 31,58
20, 34, 36,41, 62

I35
La defensa social.
Historia de la campaña de la División del Norte,
de José Juan Tablada,
se terminó de imprimir en septiembre de 2o Io
por Oak Editorial, sA de cv.
Tiraje: 1000 ejemplares
más sobrantes para reposición.
José Juan Tablada 1871 - 1945)
La vastedad y variedad de la obra
de Tablada forman un catálogo
amplio, cuyos títulos principales se
están reeditando desde hace algunos
años. Algunos de ellos son: Ords
-Poesía, recop., ed., pról. y notas de
ector Valdés, Obras ll-Sir
política, pról de orge Ruedas de
serna; recop., ed... y notas de J. R. de
a S. y Esperanza Lara Velázquez,
981, La Babilonia de Tierro. Crónicas
coyorquinas (1920-1936), es
preliminar de Esther lernández
Palacios, cd-rom, 1997, Obras V-En
pas del Sol, ed... notas y estudio

introductorio de Jorge Ruedas de la


Serna, 2006.
Rubén Lozano Herrera, quie
ealizó la edición crítica de La defens
social, antecedida de una amplia
ntroducción, es académico de
tiempo el el Departamento
listoria de la Universidad
beroamericana. Uno de sus temas

de investigación es la vida y obra


Tablada, acerca de cual ha publi
cado artículos y dos libros estºs
ltimos son: Las vers y lºs las de
es un ablada y los un la

Nueva York. squeda y lull &os en


rúnicº.
José Juan Tablada es conocido más que nada por haber sido uno
de los escritores modernistas más distinguidos y por ser el autor de
a sátira Madero-Calece en contra de Francisco I. Madero. En

otras palabras, se le identifica como poeta notable y como autor


reaccionario, con lo que a veces está en el Parnaso, y en otras
ocasiones en el Hades. Entre las explicaciones para ello hay dos
básicas: la primera, la de haber sido un polígrafo fértil, lo que no
necesariamente implica que toda su obra sea excelsa; la segunda,
su involucramiento en la política nacional, con lo cual, y por
naber pasado de antirrevolucionario a propagandista posrevolu
cionario en el exilio, en su vida y obra hay mucho por conocer
La defensa social. Historia de la Campaña de la División del Norte
es una de las obras que muestra el cariz político de Tablada. Se
trata de un elogio a Victoriano Huerta. Esta aseveración basta
para despertar recelo, por lo que implica el nombre del usurpa
dor por antonomasia de la historia nacional. Sin embargo, para
los interesados en la obra tabladiana, es asimismo un incentivo
para adentrarse en la escritura y en la personalidad de un autor
undamental de las letras mexicanas.
En este volumen se ofrece la edición crítica de la obra en

cuestión, que no había vuelto a salir de la imprenta después de


su publicación en 1913.

UNIV RSIDA,
º R ). M . ( AN

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