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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA DEFENSA

UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL DE LA FUERZA


ARMADA

UNEFA – NÚCLEO GUÁRICO

ING DE GAS D-01 / SEXTO SEMESTRE

Facilitador: Bachiller:

Pérez, Liodanys Cordero, Andrimar. C.I: 25.864.616

Marzo, 2018
INDICE

Introducción.

Desarrollo:

 Bolívar en Perú
 Batallas de Junín y Ayacucho.
 El Congreso de Panamá.
 La Federación de los Andes.
 Otros hechos resaltantes.
 Retiro de Simón Bolívar.
 Acciones Diplomáticas de Sucre en Bolivia.
 La Creación de Bolivia.
 Acciones de Gobierno de Bolívar.
 Atentado a Sucre.
 Congreso Anfictiónico de Panamá.
 La Anarquía.
 Conspiración de Páez y Santander.
 La Cosiata.
 Ultimo viaje de bolívar a Venezuela.
 Dictadura de Bolívar.
 La convención de Ocaña.
 El congreso Admirable.
 Renuncia a la presidencia.
 Viaje a Cartagena.
 Muerte de Sucre.
 Viaje a Santa Marta.
 Última proclama del Libertador.
 Testamento.
 Muerte del Libertador.
 Comisión Venezolana en Nueva Granada.
 Traslado de los restos.
 El buque.
 Honores.
 Llegada de los restos.
 Catedral (entierro) y panteón nacional.

Conclusión.

Referencias Bibliográficas.
INTRODUCCIÓN.

Generalmente Simón Bolívar, es conocido como uno de los principales líderes de los
movimientos independentistas a lo largo de toda América Latina; quien luchó para
conseguir la independencia de Venezuela, Colombia, Ecuador, Panamá, y Bolivia, pero
para los Venezolanos Simón Bolívar es una figura de carácter mitológico, que representa la
máxima gloria, la independencia de Venezuela.

En el siguiente trabajo de investigación, más allá de conocer su vida, se pretende realizar un


recorrido, a través de todos sus ideales, de manera tal de poder situar sus ideas en relación
con el contexto del cual surgieron y sobre el que actuaron, profundizando en la influencia
de éstas en la realidad actual y su repercusión durante la historia del país.
Bolívar en Perú.

El Libertador Simón Bolívar llegó a Lima el 1 de setiembre de 1823, pero el Congreso


peruano le otorgó poderes de Dictador recién el 10 de febrero de 1824.

Bolívar nombró Secretario General a José Faustino Sánchez Carrión y juntos se trasladaron
a Trujillo para organizar el Ejército Unido Libertador.

Batallas de Junín y Ayacucho.

A mediados de 1824, Bolívar inició la campaña final por la Independencia del Perú y
Sudamérica. Dirigió sus tropas rumbo a la sierra central, región que aún era controlada por
los españoles. El 6 de agosto la caballería patriota al mando de Mariano Necochea, derrotó
a la caballería realista de José de Canterac. Esto permitió a los patriotas avanzar hasta
Andahuaylas. Aquí, Bolívar cedió el mando al joven general Antonio José de Sucre y
regresó a Lima.

El 9 de diciembre se produjo el choque final en la batalla de Ayacucho donde Sucre venció


y capturó a José de La Serna, el último virrey del Perú. Casi de inmediato el general
español Canterac firmó ante Sucre la Capitulación de Ayacucho, documento donde acepta
la Independencia del Perú.

El Congreso de Panamá.

Fue convocado por Simón Bolívar y su ministro José Faustino Sánchez Carrión desde
Lima, el 7 de diciembre de 1824. Su objetivo era coordinar la defensa continental ante la
posible amenaza de la Santa Alianza europea, y sentar las bases de la unión o federación de
los países recién liberados de España.

La reunión se realizó en Ciudad de Panamá en junio y julio de 1826. Contó con


representantes de Gran Colombia, Perú, México, y las Provincias Unidas del Centro de
América. Argentina, Chile y Bolivia no estuvieron presentes. El Perú fue representado por
Manuel Pérez de Tudela y Manuel Lorenzo de Vidaurre.

Los principales acuerdos del Congreso de Panamá fueron: la creación de una liga de
repúblicas americanas, un pacto de mutua defensa y una Asamblea Parlamentaria
Supranacional. Sin embargo, estos acuerdos solo fueron ratificados por la Gran Colombia,
república que se desintegró en 1830.

La Federación de los Andes.

El Libertador soñaba con unificar los países que había ayudado a independizar y donde
tenía una notoria influencia: Perú, Bolivia y la Gran Colombia (Ecuador, Venezuela,
Colombia y Panamá). Su objetivo era contrarrestar las influencias de Estados Unidos,
Brasil y las potencias europeas. El jefe supremo del proyecto sería Simón Bolívar con el
título de Presidente Vitalicio.

Para poner en funcionamiento la “Confederación de los Andes”, era requisito indispensable


que Perú, Bolivia y la Gran Colombia, aprobaran y aplicaran la Constitución. Pero los
sectores nacionalistas de cada país se encargaron de evitarlo.

Otros hechos resaltantes.

- Fundó la Universidad de Trujillo en 1824.

-Apoyó la Independencia de Bolivia. El general Sucre llegó al Alto Perú en 1825 y reunió
al Congreso de Chuquisaca, donde se decidió el nacimiento de la República de Bolivia.

- Restableció el tributo indígena, con el nombre de contribución.

- Abolió los cacicazgos (nobleza indígena) y ordenó la disolución de las comunidades


indígenas.

- Se logró la capitulación del general español Ramón Rodil, quien entregó la Fortaleza del
Real Felipe y se marchó a su país en enero de 1826.

Retiro de Simón Bolívar.

En 1826, el prestigio político de Bolívar había decaído en el Perú. Un sector de los criollos
y mestizos liberales y nacionalistas criticaban su autoritarismo y ansias de perpetuarse en el
poder. Esto no desanimaba al Libertador, quien pretendía continuar con sus proyectos. Sin
embargo, sorpresivamente, el 2 de setiembre de 1826 se embarcó con rumbo a la Gran
Colombia para poner orden en este país que era amenazado por la anarquía.

Antes de partir, Bolívar encargó el mando a un Consejo de Gobierno encabezado por su


amigo Andrés de Santa Cruz.

Bolívar en Bolivia.

Acciones Diplomáticas de Sucre en Bolivia.

Después de Ayacucho, Sucre siguió hacia el sur; cruzó con sus tropas el río. Desaguadero y
ocupó el territorio del Alto Perú cuyas provincias habían dependido del Virreinato de Río
de la Plata. Según el uti possidetis, las provincias del Alto Perú debían formar parte del
gobierno de Buenos Aires. Sin embargo, este punto de vista no era compartido por todos
los sectores políticos del Alto Perú, entre los cuales había partidarios también de formar
con sus provincias una nueva república.

La aspiración de constituirse en república independiente tomó impulso a raíz de la victoria


de Ayacucho; y fue estimulada además, por la distancia y debilidad de los vínculos de estas
provincias con el gobierno de Buenos Aires. Ante esta situación política, Sucre convocó
por decreto del 9 de febrero de1825, a las provincias del Alto Perú para que enviaran sus
diputados a una asamblea nacional que decidiera la suerte del país. Por su parte, el gobierno
de Buenos Aires, resolvió dejar en libertad a las provincias para que adoptaran el régimen
político que fuera de la voluntad popular. El Congreso del Alto Perú se instaló en
Chuquisaca, el 10 de julio de 1825, con diputados de las provincias de La Paz, Chuquisaca,
Cochabamha, Oruro y Santa Cruz, declaró la independencia de las provincias, y formó con
ellas una nueva nación que recibió el nombre de "República de Bolívar". Por último, el
Congreso pidió a El Libertador redactara el proyecto de constitución para el nuevo Estado

La Creación de Bolivia.

El 6 de agosto de 1825, una asamblea reunida en Chuquisaca, determina que el Alto Perú
sea independiente y que se cree una República con el nombre de Bolivia, en homenaje al
Libertador. Sucre fue el gran artífice de esta creación basándose en el principio de la
autodeterminación de los pueblos. Bolívar escribió su Constitución y la llamó su hija
predilecta. El Alto Perú es un territorio que pertenece a dos naciones: una parte a la
Argentina y la otra al Perú. Sucre propone que se realice una Asamblea en Chuquisaca a fin
de que los pueblos decidan su propia suerte. A Bolívar no le gustó la idea y se la criticó al
Gran Mariscal. Pero, al final de cuentas, la Asamblea se realizó sin problemas porque ni
Lima ni Buenos Aires tenían objeciones quehacer. La Asamblea de Chuquisaca determinó
que el Alto Perú fuera independiente y que de ese territorio se formara una nueva Nación
con e lnombre de Bolívar, en su honor. ¡Sí que era un honor, y muy grande!.

Que una Nación entera llevara su nombre, superaba todas las ambiciones de Bolívar. Y
Sucre, su mejor amigo, era nombrado Presidente de Bolivia para toda la vida; pero su
carácter y su manera de pensar no le permitían aceptar sino por el espacio de dos años. En
Arequipa Bolívar da una serie de leyes en beneficio de los pobres indígenas, así como en
Chuquisaca se preocuparía por el establecimiento de escuelas públicas, colegios y, en fin,
de la instrucción en general. A la llegada al Cuzco, la humilde gente riega de Flores las
calles por donde pasa el caballo de Bolívar; "la emoción era tan gran que ya me parecía
estar otra vez en el delirio". "Yo veía premiados con creces los esfuerzos por libertar a los
pueblos".

Aquí le ofrecieron una corona de oro, diamantes y perlas, la cual obsequió a sucre; y las
joyas que había recibido las regaló a sus edecanes. Lo que más le emocionó a Bolívar fue lo
más sencillo. Nunca había oído Palabras tan bellas y espontáneas como las que dijera en el
pequeño pueblo indígena de Pucará uno de sus moradores, José Domingo Choquehuanca.
Cuando entró a este pueblito, el 2 de agosto de 1825, el orador le recibió así: "Quiso Dios
de salvajes hacer un Imperio, y creó a Manco Capac; pecó su raza y mandó a Pizarro.
Después de tres siglos de expiación ha tenido piedad de la América, y os ha enviado a vos.
Sois, pues, hombre de un designio Providencial. Nada de lo hecho antes que vos se parece a
lo que habéis hecho; y para que alguno pueda imitaros, será preciso que haya un mundo por
libertar. Habéis fundado varias Repúblicas que, en el inmenso desarrollo a que están
llamadas, elevarán vuestra grandeza a donde ninguno ha llegado. Vuestra fama crecerá, así
como aumenta el tiempo con el transcurso de los siglos, y así como crece la sombra cuando
el sol declina". Palabras tan hermosas no podían brotar sino del corazón de un hombre
noble, sencillo. Dijo el Libertador Simón Bolívar.

Acciones de Gobierno de Bolívar.

En el proyecto de constitución presentado al Congreso de Bolivia, El Libertador propone la


adopción de principios e instituciones de gobierno ya expuestos por él en su discurso de
Angostura. En algunos casos modifica la estructura organizativa del poder público y le
atribuye funciones diferentes del esquema tradicional. Pero mantiene sus puntos de vista de
que el régimen que se establezca sea sencillo y fuerte y garantice la estabilidad de las
instituciones. El Libertador insiste, además en la abolición de la esclavitud y el
establecimiento de la libertad de cultos.

Atentado a Sucre.

El 4 de junio de 1830 fue asesinado en Berruecos, Nariño, Colombia, el Gran Mariscal de


Ayacucho, Antonio José de Sucre y Alcalá. Este vil atentado fue uno de los dolores más
tremendo que sufrió el libertador Simón Bolívar. Durante2010 se conmemoró el 290
aniversario de aquel terrible suceso que ha pasado a la historia de América como una de sus
páginas más indignas.

El 1 de setiembre de 1823 desembarca Simón Bolívar en el puerto del Callao. La gente lo


recibe apasionadamente. A los diez días, el Congreso le otorga los máximos poderes tanto
en el campo militar como en el político. La dictadura es respaldada por todos ante la crisis y
el caos por la lucha contra los españoles. El Congreso decide conservar como presidente a
Torre Tagle. El Libertador envía una carta a Riva Agüero donde le exige que renuncie a
todos sus poderes. Riva Agüero es apresado en Trujillo por el coronel Gutiérrez de la
Fuente y se le acusa de traición. Más tarde, Bolívar haría lo mismo con el otro presidente
Torre Tagle. Ante tanto descontrol, los realistas vuelven a ocupar la capital.

El general venezolano traslada su cuartel general a Pativilca. Pero no hay dinero para
continuar la guerra y para peor de males cae víctima de una enfermedad por dolencia
pulmonar. Se le ve flaco y demacrado. Sobrepasa las dificultades y consigue armar un
pequeño ejército. El 1 de agosto de 1824 ya se encuentra en la comunidad de Rancas, cerca
de Cerro de Pasco, y cuenta con 9mil hombres y generales de la talla de Sucre, La Mar,
Necochea, entre otros.

El 6 de agosto de 1824 se da la Batalla de Junín. La intuición del mayor Andrés Rázuri nos
daría aquella vez la victoria. La independencia peruana y americana quedaría sellada el 9 de
diciembre de ese año, al vencer en la Batalla de Ayacucho a las fuerzas del virrey La Serna.
Culminada la Guerra de Independencia, el Parlamento vuelve a reunirse el 10 de febrero de
1825. Ha pasado un año desde que se le entregó todo el poder a Bolívar. Éste
sorpresivamente afirma que desea renunciar. Los diputados envían delegados para rogarle
que se quede.

El Libertador firma un decreto convocando a elecciones para un nuevo Congreso que


deberá reunirse el 10 de febrero de 1826. El número de los diputados titulares es de 96; el
de los suplentes, de 56. Ayacucho cuenta con la mayor cantidad de representantes: 12
escaños, seguido por Arequipa 12, Cusco19, Huánuco 15, Lima 12, La Libertad 12 y Puno
12. Contra el deseo de Bolívar salen elegido varios liberales: Javier de Luna Pizarro,
Francisco de Paula González Vigil, entre otros, que exigen que las sesiones del Congreso
sean públicas, que dos comisiones revisen las actas de los Colegios Electorales y que el
Parlamento sea constituyente y no constitucional .En su finca de Magdalena, Bolívar planea
y redacta una Constitución Vitalicia, en la que habrá un presidente vitalicio, quien podrá
nombrar su sucesor. Los liberales no la aceptan. Finalmente es aprobada por los Colegios
Electorales y la ceremonia se realiza el 9 de diciembre de 1826, aunque al acto no acudiría
Bolívar por haber viajado sorpresivamente a Colombia. El Libertador parte la noche del 4
de setiembre de 1826 y se retira de la escena peruana. El general Santa Cruz es su sucesor.
Un cabildo popular declara abolida la Constitución Vitalicia y restaura la Constitución de
1823. Las últimas tropas colombianas que combatieron por la Independencia regresan a su
país y el Perú es finalmente libre y soberano. Santa Cruz llama a elecciones para un nuevo
Congreso. El país sale al encuentro de su propio destino

Congreso Anfictiónico de Panamá.

Entre el 22 de junio y el 15 de julio de 1826, se reunió en Panamá el Congreso


Anfictiónico, el cual tenía el gran objetivo de crear una confederación de los pueblos
iberoamericanos, desde México hasta Chile y Argentina. Era el momento cumbre de las
revoluciones independentistas hispanoamericanas. Simón Bolívar y el mariscal Antonio
José de Sucre, acababan de liberar el Alto Perú (Bolivia), último bastión del realismo
español en el continente. Salvo Cuba y Puerto Rico, toda la América hispana era finalmente
libre, luego de décadas de sangrientas guerras contra el poder colonial.

El Congreso Anfictiónico de Panamá fue, a la vez, la culminación del máximo sueño de


Bolívar y el comienzo de su fracaso. Esta magna asamblea debía fundamentar una gran
nación que, por extensión, población y riquezas naturales jugaría un papel de primer orden
el mundo, puso al descubierto todas nuestras debilidades. Frente a la gran capacidad
visionaria del Libertador, sin duda el hispanoamericano más preclaro de su tiempo, se
opuso la cortedad de miras de oligarquías regionales de latifundistas y comerciantes
supeditados a los capitalistas extranjeros.

La idea de la confederación no implicaba para Bolívar el desconocimiento de las


particularidades regionales, las dificultades geográficas y las diferencias económicas. En la
Carta de Jamaica, éste reconoce la posibilidad que, de la independencia lleguen a surgir
hasta 15 ó 17 estados “independientes entre sí”. Bolívar visualiza la consolidación de seis
repúblicas principales: México, Centroamérica (incluyendo al Istmo de Panamá), la Gran
Colombia (de la unidad de la Nueva Granada y Venezuela), Perú (incluyendo lo que sería
luego Bolivia), Buenos Aires y Chile.

Estas repúblicas habrían de conformarse siguiendo la tradición del “uti possidetis iuris”, es
decir, manteniendo la conformación política que le dio la administración colonial española
a sus enormes posesiones en América. Sus gobiernos deberían ser centralistas, a criterio de
Bolívar, ya que para él, el federalismo a ultranza fue la causa de la división y fracaso de las
primeras repúblicas proclamadas hacia 1810, período que se ha dado en llamar en
Colombia de la ‘patria boba’.

Eso sí, el Libertador rechaza tajantemente la idea de sujetarlas bajo un régimen


monárquico. Principio que sostuvo hasta el final de sus días, pese a que reiteradamente le
fue propuesto proclamarse emperador, como Napoleón. Siempre se mantuvo ferozmente
republicano, aunque fuera bajo un régimen con libertades recortadas, por temor a la
anarquía.

Cuando, en la Carta de Jamaica, el Libertador especula con la idea de crear una sola nación
continental adquiere un tono más bien escéptico, veamos:

‘Es una idea grandiosa pretender formar de todo el Mundo Nuevo una sola nación con un
solo vínculo que ligue sus partes entre sí y con el todo. Ya que tiene un origen, una lengua,
unas costumbres y una religión, debería, por consiguiente, tener un solo gobierno que
confederase los diferentes estados que hayan de formarse; mas no es posible, porque climas
remotos, situaciones diversas, intereses opuestos, caracteres desemejantes, dividen a la
América’.

Por eso, cuando a partir de 1824, frente a una América casi completamente liberada,
Bolívar retoma la idea para concretarla, no está pensando en crear un solo estado nacional
bajo un gobierno presidido por él, como falsamente adujeron oligarcas extranjerizantes,
como Rivadavia para justificar el boicot al Congreso Anfictiónico. Más bien tenía en mente
una Liga o Alianza que fuera política, económica y militar, sin que ello significara la
disolución de los gobiernos y repúblicas que le conformaran.

El 7 de diciembre de 1824, dos días antes de la batalla de Ayacucho, como jefe de Estado
de Perú, Simón Bolívar dirige una convocatoria a los gobiernos de Colombia la Grande,
México, el Río La Plata, Chile y Guatemala (América Central), para instalar una Asamblea
de Plenipotenciarios en Panamá, para “obtener el sistema de garantías que, en paz y guerra,
sea el escudo de nuestro nuevo destino…”.

Sobre los objetivos de esta asamblea, dice: ‘Entablar aquel sistema y consolidar el poder de
este gran cuerpo político, pertenece al ejercicio de una autoridad sublime que dirija la
política de nuestros gobiernos, cuyo influjo mantenga la uniformidad de sus principios, y
cuyo nombre sólo calme nuestras tempestades. Tan respetable autoridad no puede existir
sino en una asamblea de plenipotenciarios, nombrados por cada una de nuestras repúblicas
y reunidos bajo los auspicios de la victoria obtenida por nuestras armas contra el poder
español’.

Sobre la elección del sitio, lo sustenta en los siguientes términos: ‘Parece que si el mundo
hubiese de elegir su capital, el Istmo de Panamá sería señalado para este augusto destino,
colocado, como está, en el centro del globo, viendo por una parte el Asia, y por la otra el
África y la Europa. El Istmo de Panamá ha sido ofrecido por el gobierno de Colombia, para
este fin, en los tratados existentes. El Istmo está a igual distancia de las extremidades; y,
por esta causa podría ser el lugar provisorio de la primera asamblea de confederados’.

A inicios de 1826, en unas notas tituladas ‘Un pensamiento sobre el Congreso de Panamá’,
Bolívar visualizaba: Este Congreso parece destinado a formar la liga más vasta, o más
extraordinaria o más fuerte que ha aparecido hasta el día sobre la tierra. La Santa Alianza
será inferior en poder a esta confederación (…)

La Anarquía.

El republicanismo de Bolívar estaba asociado con el ideal de orden. Para él, mantener el
orden y evitar la anarquía era la mayor función a cumplir por el gobierno. En muchos
documentos, Bolívar abogó fuertemente en contra de la anarquía, a la cual consideraba el
peor mal social y político, pues esto, en su opinión, generaba el despotismo liquidador de la
libertad. La idea bolivariana de una república muy estable, basada en una peculiar forma de
libertad, fue la antítesis del gobierno jacobino y anárquico.

Conspiración de Páez y Santander.

La Conspiración Septembrina fue un atentado contra el Libertador y Presidente de la Gran


Colombia Simón Bolívar ocurrido en Bogotá el 25 de septiembre de 1828, por opositores
del gobierno. La oposición a Bolívar había crecido entre los liberales neogranadinos
especialmente tras haber declarado éste la dictadura el 27 de agosto de 1828, quienes se
habían reunido en sociedades secretas que llamaron «Sociedades de Salud Pública» como
las de la Revolución francesa.

De una de esas reuniones a principios de septiembre de ese año salió la idea de matar a
Bolívar. Para ello buscaron conseguir adeptos en las Fuerzas Armadas, reclutando
veteranos, reservistas y sargentos pero también expulsados o a punto de serlo por su mala
conducta. La medianoche del 25 de septiembre unos doce civiles y veinticinco soldados
comandados por Pedro Carujo forzaron la puerta del Palacio Presidencial y asesinaron a los
guardias, tras lo cual buscaron el cuarto de Bolívar. Manuela Sáenz quien se encontraba esa
noche con Bolívar lo despertó. Al enterarse de lo que sucedía, Bolívar cogió su pistola y su
sable y trató de abrir la puerta pero Manuela lo convenció de que escapara por la ventana.
Bolívar mandó a averiguar la situación en los cuarteles mientras él estuvo toda la noche
bajo un puente lo que empeoró su tuberculosis. Durante los días que siguieron fueron
arrestados los supuestos culpables y se les siguió "juicio" a muchos de ellos así como a
militares de alto rango sobre los que se tuviera sospecha alguna de participación en el
atentado, sea planificando, colaborando con sus ejecutores o simplemente callando.

Fue acusado Santander, y el almirante Padilla a quien doce artilleros y un oficial intentaron
liberarlo de prisión en el cuartel de milicias de caballería para que tomara partido, pero que
"se rehusó, manifestándoles se hallaba preso y no debía mezclarse en tal negocio; que
consiguieron hacerlo bajar hasta la puerta del cuartel, de donde a favor del bullicio militar
pudo escapárseles y volvió a subir a su alojamiento, en donde encontró al sargento y un
soldado de la guardia que le custodiaban y se habían refugiado en aquella pieza en unión de
su asistente; que luego que se retiró la tropa que había entrado a aquel cuartel, reunió las
armas de la guardia e hizo a su asistente cerrase la puerta del cuartel con llave, receloso
intentasen volver a entrar a obligarle a tomar las armas, como lo habían intentado al
principio, o matarle si a ello no accedía; que así permaneció hasta que advirtió había cesado
la bulla, en cuyo acto mandó a su asistente a que diese aviso al general Urdaneta u otro
jefe...", fue condenado por el consejo, fusilado y rematado.

Vicente Azuero y otros opositores no participaron, pero existieron participantes directos de


la conspiración como Luis Vargas Tejada, Florentino González y hasta Pedro Carujo, el
enconado enemigo de Bolívar, que fueron juzgados por el Consejo de Ministros y hallados
culpables pero aunque algunos fueron indultados como Carujo, fue inaugurada una nueva
época de terror. Luego de un juicio que violó el debido proceso, Santander fue hallado
culpable y fue degradado, expulsado deshonrosamente y condenado a morir fusilado por la
espalda, pero su pena fue cambiada luego a exilio. Los acontecimientos de la Conspiración
Septembrina y los posteriores juicios por el Consejo de Ministros (en gran parte
constituidos por militares venezolanos) contribuyeron a avivar el odio entre sectarios
venezolanos y neogranadinos, que abrió el camino para la disolución de la Gran Colombia.

La Cosiata.
Fue un movimiento separatista ocurrido en 1826, cuyo centro estuvo en la municipalidad de
la ciudad de Valencia. Se decía que por esa época había venido al país un comediante que
usaba en sus presentaciones teatrales esa palabra, La Cosiata, de manera que estando de
moda esa palabra así fue bautizado ese posible acontecer político que según la gente se
presentaría muy pronto, aunque nadie sabía decir que era y cuál era su finalidad, sin
embargo, eso sucedió cuando el presidente encargado de la Gran Colombia, el colombiano
Francisco de Paula Santander exigió que Venezuela enviara a Bogotá un contingente de
50.000 hombres por temerse una invasión del imperio Español.

Esa orden se impartió en el mes de Mayo de 1.824 pero el general José Antonio Páez,
presidente del Departamento de Venezuela, la había archivado y solo fue el 6 de Enero de
1.825 que Páez llama a alistarse y ordena una recluta. La forma desconsiderada de hacer
aquella actividad provoca que la municipalidad de Caracas denuncie a Páez ante el
Congreso gran colombiano, entonces Santander ordena su destitución, por abuso de
autoridad, y que se traslade de inmediato a Bogotá.

En este movimiento se colocan alrededor de la figura de José Antonio Páez dos grupos. Por
una parte el de los antisanderistas valencianos, comandados por el doctor Miguel Peña y,
por otra, el de los antibogotanos, reformistas dirigidos por la oligarquía caraqueña, este
último grupo se le une como aliado en la búsqueda de sus fines políticos. Tanto el paecismo
en Venezuela, como el santanderismo en la Nueva Granada y el grupo de catedráticos de
legislación y economía política que mueven la masa estudiantil, se encargan de fomentar el
descontento contra el Libertador. Lo presentan como una figura proclive a la tiranía y
critican todos los actos de su gobierno.

Ultimo viaje de bolívar a Venezuela.

El 2 de junio de 1827, en su último viaje a Venezuela, le escribe otra vez a su hermana


María Antonia y le señala: "... Del dinero que queda en tu poder procedente de la letra,
tendrás la bondad de dar a Hipólita cuarenta pesos. Yo te la recomiendo". Ya en Venezuela,
indultó a los comprometidos en la Cosiata y el 1 de enero de 1827 sostuvo en el cargo de
jefe superior civil y militar a Páez. Reformó los estatutos de la Universidad de Caracas
(actual Universidad Simón Bolívar) y se dirigió a Santafé de Bogotá el 5 de julio siguiente.
Bolívar no regresó nunca a Venezuela

Codazzi acompaña al Libertador en su último viaje a Venezuela (1827); trabando durante


este tiempo amistad con José Antonio Páez, quien le destina a Maracaibo, con el grado de
primer comandante de artillería y el encargo de fortificar la entrada al lago, ante la amenaza
de un inminente ataque de la marina española, con base en Puerto Rico (1828). En estas
funciones se encontraba, cuando surgen los acontecimientos que llevan a la desintegración
de la Gran Colombia (1829-1830).

El 8 de mayo de 1830, Bolívar partió de Bogotá acompañado de un grupo de amigos y


políticos con solo 17 mil pesos producto de la venta de su vajilla de plata, sus alhajas y sus
caballos. El vicepresidente de Colombia Domingo Caicedo le envía a Bolívar su pasaporte,
pues éste tenía la intención de volver a Europa. En junio llega a Cartagena donde los
lugareños le animan a seguir luchando, mientras que en Bogotá continúa la campaña en su
contra. El 1 de julio el general Mariano Montilla le informa al Libertador del asesinato del
Gran Mariscal de Ayacucho, noticia que desilusiona tremendamente a Bolívar. A fines del
mes vio publicada en la prensa la resolución del Congreso venezolano de romper relaciones
con Colombia mientras el Libertador permanezca en suelo colombiano. El agravio devoró
la salud de Bolívar y sus seguidores le convencen a no partir de Colombia.

Bolívar llegó a Santa Marta en estado de postración el 1 de diciembre de 1830 tras una
penosa travesía por el río Magdalena desde Bogotá y a pesar del buen clima y las
atenciones recibidas, su salud empeoró a los pocos días, teniendo algunos momentos de
lucidez que le permitieron dictar su testamento y su ultima proclama, donde un Bolívar
gravemente enfermo clamó porque su muerte por lo menos permitiera la consolidación de
la unión y la desaparición de los partidos.

Finalmente El Libertador Simón Bolívar fallece el 17 de diciembre de 1830, a los 47 años


de edad. A la una y tres minutos de la tarde.

Dictadura de Bolívar.

Cuando la noticia del fracaso de la convención llegó a Bogotá, fue convocada una asamblea
de notables para decidir los destinos de la nación. En junio de 1828 la asamblea, controlada
por los bolivarianos, concedió poderes dictatoriales a Bolívar.

Una vez asumido el poder, Páez recibió amplios poderes en Venezuela por su promesa de
respaldo incondicional a Bolívar, la Vicepresidencia fu suprimida de un plumazo, y
empezaron a aparecer los decretos que garantizarían la resolución de los más urgentes
problemas nacionales. Se permitió la reapertura de los monasterios suprimidos, se elevaron
los aranceles de las importaciones, se otorgaron privilegios especiales al ejército y se
reimplantó el tributo indígena. Ya antes de asumir la dictadura, el Congreso por
recomendación de Bolívar, había restituido el impuesto colonial de la alcabala. Sin
embargo, una de las reformas que el dictador se negó a derogar fue la ley de manumisión de
1821, aún bajo la presión de numerosos propietarios de minas y plantaciones. En su
reacción contra las medidas de los años inmediatamente posteriores a la Independencia,
podemos ver la tendencia generalizada de los gobernantes latinoamericanos del momento,
que pretendían moderar las ambiciones de cambio, en su intento por rebajar las tensiones
políticas.
A pesar de la escasa represión, los partidarios santanderistas empezaron a conspirar para
derrocar la dictadura y un grupo de jóvenes exaltados intentó asesinar a Bolívar el 25 de
septiembre de 1828. La dictadura se endureció después del atentado. Catorce supuestos
conspiradores fueron ejecutados, y Santander y muchos amigos fueron deportados como
medida preventiva. Aún así, la avalancha represiva no logró terminar con la oposición a la
dictadura. En octubre estalló una revuelta en el Cauca, encabezada por José María Obando
y José Hilario López, que no logró ni siquiera a amenazar al gobierno, pero obtuvo el
control de la otrora región realista de Pasto. Otro levantamiento que fue fácilmente
controlado se presentó en Antioquia en septiembre de 1929. Poco tiempo después tuvo
lugar un golpe mucho más fuerte, esta vez, a finales del año, Páez se convirtió en cabeza de
un movimiento separatista.

Animados por las noticias procedentes de Venezuela, los seguidores de Santander volvieron
a movilizarse, pero su verdadero retorno a la vida política ocurrió cuando en marzo de
1830, Bolívar desgastado por sus luchas y enfermo se alejó de la presidencia rumbo a su
exilio voluntario en Europa. Infortunadamente, no alcanzó a realizarlo, pues murió en Santa
Marta el 17 de diciembre.

La convención de Ocaña.

El 9 de abril de 1828 se instala en la ciudad de Ocaña (Colombia) la Convención convocada


por el Congreso el año anterior. Asistieron a la instalación 67 de los 107 diputados electos.

Desde el principio se distinguieron claramente dos partidos: el de santanderistas, por la


federación y el de bolivarianos, por el centralismo. La Convención de Ocaña fue
prácticamente nula, y se disolvió sin resultados. Bolívar siguió las incidencias de esta
reunión desde Bucaramanga.

Convocada por el Congreso Nacional de Colombia, la Convención se reunió en la ciudad


de Ocaña, con el propósito de reformar la constitución de Cúcuta. Las labores de la
Convención estuvieron caracterizadas por el enfrentamiento político entre centralistas y
federalistas. Ambos grupos querían la reforma de la constitución; pero de acuerdo con sus
particulares intereses políticos. Los centralistas, bajo la orientación de Bolívar, proponían
mayor centralización del poder, mayor autoridad y fuerza del gobierno. Los federalistas,
bajo la dirección de Santander, planteaban establecer el sistema federal como medio de
alcanzar la autonomía de los departamentos y disminuir la autoridad de El Libertador, a
quien acusaban de usurpación y tiranía. Los puntos de vista de los santanderistas coincidían
con los propósitos de los separatistas venezolanos, por lo cual sus defensores se unieron y
formaron mayoría.
El enfrentamiento de estas tendencias inconciliables determinó el fracaso de la Convención.
Los bolivarianos, sabiéndose en minoría, abandonaron la asamblea y proclamaron la
dictadura de El Libertador. No existiendo constitución ni congreso, Bolívar asumió el
mando supremo el 24 de junio de 1828 y gobernó por decretos hasta el mes de marzo de
1830.

El congreso Admirable.

El 20 de enero de 1830 se instala en Bogotá el último Congreso de la Gran Colombia, bajo


la presidencia de Antonio José de Sucre. El Libertador consideró que en él se reunía «la
sabiduría nacional, la esperanza legítima de los pueblos y el último punto de reunión de los
patriotas...»; por esta razón, por la calidad de los diputados que concurrieron, se llamó
Congreso Admirable.

Debía asistir 67 diputados electos, pero sólo se presentaron 48. Por Venezuela fueron
elegidos 18 congregantes, pero faltaron 10. Entre los asistentes figuraron Briceño Méndez,
José Laurencio Silva, Sucre (fue el Presidente del Congreso), etc.

Ante este Congreso bogotano, que sesionó hasta el 11 de mayo, Bolívar renunció
definitivamente a la primera magistratura de Colombia. El 4 de mayo fue elegido el nuevo
Presidente de la República, Joaquín Mosquera, con Domingo Caicedo como
Vicepresidente.

Renuncia a la presidencia.

Simón Bolívar, planteó su renuncia definitiva a la Presidencia de la República, durante el


Congreso Admirable que él mismo había convocado entre el 20 de enero y el 11 de mayo
de 1830, en un fallido intento por evitar la disolución de la Gran Colombia.

Ante el mencionado Congreso, instalado en la ciudad de Bogotá, el Libertador expresó


fervorosamente lo siguiente:

“¡Colombianos! hoy he dejado de mandaros. Veinte años ha que os sirvo en calidad de


soldado y magistrado. En este largo período hemos conquistado la patria, libertado tres
repúblicas, conjurado muchas guerras civiles, y cuatro veces he devuelto al pueblo su
omnipotencia, reuniendo espontáneamente cuatro Congresos Constituyentes. A vuestras
virtudes, valor y patriotismo se deben estos servicios; a mí la gloria de haberlos dirigido.
(…) Temiendo que se me considere como un obstáculo para asentar la República sobre la
verdadera base de su felicidad, yo mismo me he precipitado de la alta magistratura a que
vuestra bondad me había elevado.”

Convencido Bolívar de que su distanciamiento de la patria ayudaría a la unidad de la


República, o por lo menos a la paz y concordia entre los colombianos, también señaló:
“Debéis estar ciertos de que el bien de la patria exige de mí el sacrificio de separarme para
siempre del país que me dio la vida, para que mi permanencia en Colombia no sea un
impedimento a la felicidad de mis conciudadanos.”

Ante esta decisión del Libertador, el 4 de mayo de 1830 fueron electos como Presidente de
la República, Joaquín Mosquera, y Domingo Salcedo como Vicepresidente, quienes
asumirían la responsabilidad de continuar dirigiendo la patria bolivariana. Fue esta una de
las últimas acciones públicas de Simón Bolívar, quien falleciera a tan sólo siete meses de su
renuncia el 17 de diciembre de 1830.

Viaje a Cartagena.

Simón Bolívar llegó a Bogotá el 15 de enero de 1830 para instalar el Congreso Admirable.
Ese día fue objeto de un gran recibimiento; a pesar de tan grandioso homenaje, se le notaba
la tristeza. El Libertador estaba disminuido físicamente, la enfermedad era evidente. En la
instalación del Congreso hubo una misa solemne en la Basílica, las tropas le rindieron
honores militares. Después se dirigió a ocupar la silla presidencial; terminada la ceremonia
el Libertador se retiró del recinto.

El secretario del Congreso dio lectura a la proclama que anunciaba su dimisión con un
mensaje del siguiente tenor: “¡Conciudadanos… hoy he dejado de mandaros. Al terminar
mi carrera política a nombre de Colombia os pido, os ruego que permanezcáis unido para
que no seáis los asesinos de la patria!”. Días después se trasladó a Fucha, población en la
que recibía a los diputados, personas notables y amigos. El 8 de mayo de 1830 se despidió
de Manuela Sáenz y partió con destino a Cartagena; se detuvo en Guaduas, escribió algunas
cartas; después prosiguió hacia Honda por un camino difícil, sobre todo para alguien que
estaba muy enfermo. En este trayecto recibió la ayuda del edecán coronel Belford Wilson.
El 16 de mayo salió de Honda embarcado en un champan. Por el río Magdalena, se
dirigieron a Mompox, Zambrano y Barranca.

Muerte de Sucre.
Cuatro disparos de fuego cruzado en el sitio La Jacoba, en la montaña de Berruecos, 80 km
al norte de Pasto, terminaron con la vida de Antonio José de Sucre, héroe de Pichincha. El
magnicidio que conmovió a la América hispana se ejecutó la mañana del 4 de junio de
1830. Desde la espesura de la selva una voz gritó: “¡General Sucre!” y enseguida se
desencadenó la andanada; la víctima apenas alcanzó a exclamar: “¡Ay, balazo!” y cayó
exánime de su montura.Según la pericia posterior, dos balas de cortados de plomo,
especialmente letales, habían perforado su sombrero de ala ancha, rozando la cabeza e
hiriéndolo en nariz y oreja; otra perforó la tetilla derecha destrozándole el corazón y
matándolo de contado. El fatídico viaje inició en Bogotá el 13 de mayo, día en que se
proclamó en Quito la independencia del Departamento del Sur que tomaría el nombre de
Ecuador. El Congreso “Admirable”, cuyo objetivo había sido preservar la unión de la Gran
Colombia, había fracasado por la secesión de Venezuela. Sucre, que lo había presidido,
retornaba apesadumbrado por el colapso del ideal bolivariano; su propio mentor, Bolívar,
había abandonado el poder consumido por la decepción y la tisis que no tardaría en llevarlo
a la tumba.

Viaje a Santa Marta.

La llegada de Simón Bolívar a Santa Marta obedece a un desvío no programado en su


itinerario de viaje en el cual debió llegar a Cartagena de Indias, pero debido a un
agravamiento de su estado de salud su séquito se vio obligado a realizar una pausa en Santa
Marta para no empeorar el ya delicado estado del Libertador.

A su llegada en horas de la noche el general fue recibido de manera cordial por la población
local, actitud que generó grata impresión en su séquito, dado que había rumores de que los
lugareños tenían aversión al Libertador. Allí, luego de ser presentados por el general
colombiano Mariano Montilla, el Libertador tuvo la oportunidad de conocer a quien sería
su médico de cabecera, el cirujano de guerra colombiano nacido
en Normandía, Francia, Alejandro Próspero Révérend. Luego de mantener una
conversación en francés con el galeno, el Libertador le transmitió las buenas referencias
que tenía de él, y que pese a ser bastante reticente a la medicina confiaba en que sería su
nuevo médico, quien era trece años menor, el encargado de propiciar una pronta mejoría
mediante el uso de todo el conocimiento y tratamientos médicos disponibles en la zona y la
época.

En primera instancia el pronóstico médico realizado por el doctor no fue nada alentador,
dado que tras interrogar al general sobre su padecimiento éste le puso al tanto sobre el poco
cuidado y desinterés que había tenido respecto al tratamiento de su enfermedad, por lo qué
tras reunirse con el doctor Mac Night, cirujano del barco de guerra
norteamericano Grampus, el cual escoltó al general en la última parte de su viaje por el río
Magdalena, con el fin de obtener una segunda opinión médica, se llegó a un común acuerdo
sobre qué tratamiento seguir respecto a la enfermedad diagnosticada al Libertador.

En un inicio el general fue hospedado en la Casa de Aduanas, antigua sede del consulado
español ubicada en el centro de la ciudad, pero a instancias de su médico de cabecera y de
un antiguo amigo, fiel a la causa independentista, el español nacido en Cádiz, Andalucía,
Joaquin de Mier, el general necesitaba un traslado a un sitio más tranquilo, por lo que este
último cedió su hacienda ubicada en San Pedro Alejandrino a las afueras de la ciudad, a la
vez que puso a su disposición todas sus instalaciones y servidumbre.
La llegada a la Quinta de San Pedro Alejandrino se realizó el 6 de diciembre, en una berlina
tirada a caballo en un viaje que tardó más de lo habitual ya que el estado de salud del
General no permitía viajes con mucho movimiento.

Última proclama del Libertador.

El 10 de diciembre de 1830, desde su lecho de moribundo, el Libertador dictó su última


proclama. Firmó su testamento y recibió los Santos Sacramentos de manos del humilde
cura de la aldea de Mamatoco, quien llegó en la noche con sus acólitos y varios
indígenas.Luego, rodeado de sus más íntimos amigos, como José Laurencio Silva, Mariano
Montilla, Joaquín de Mier y Fernando Bolívar, el notario Catalino Noguera empezó a leer
el histórico documento, pero apenas llegó a la mitad, porque la emoción y el dolor le
ahogaron la voz. Continuó la lectura Manuel Recuero. La última Proclama dice así:

Simón Bolívar,

Libertador de Colombia, etc.

A los pueblos de Colombia

Colombianos:

Habéis presenciado mis esfuerzos para plantear la libertad donde reinaba antes la tiranía.
He trabajado con desinterés, abandonando mi fortuna y aun mi tranquilidad. Me separé
del mando cuando me persuadí que desconfiábais de mi desprendimiento. Mis enemigos
abusaron de vuestra credulidad y hollaron lo que me es más sagrado, mi reputación y mi
amor a la libertad. He sido víctima de mis perseguidores, que me han conducido a las
puertas del sepulcro. Yo los perdono.

Al desaparecer de en medio de vosotros, mi cariño me dice que debo hacer la


manifestación de mis últimos deseos. No aspiro a otra gloria que a la consolidación de
Colombia. Todos debéis trabajar por el bien inestimable de la Unión: los pueblos
obedeciendo al actual gobierno para libertarse de la anarquía; los ministros del santuario
dirigiendo sus oraciones al cielo; y los militares empleando su espada en defender las
garantías sociales.

¡Colombianos! Mis últimos votos son por la felicidad de la patria. Si mi muerte contribuye
para que cesen los partidos y se consolide la Unión, yo bajaré tranquilo al sepulcro.

Hacienda de San Pedro, en Santa Marta, a 10 de diciembre de 1830.

Testamento.

Santa Marta, 10 de diciembre de 1830


En nombre de Dios todo Poderoso. Amén. Yo, Simón Bolívar, Libertador de la República
de Colombia, natural de la ciudad de Caracas en el Departamento de Venezuela, hijo
legitimo de los señores Juan Vicente Bolívar y María Concepción Palacios, difuntos,
vecinos que fueron de dicha ciudad, hallándome gravemente enfermo, pero en mi entero y
cabal juicio, memoria y entendimiento natural, creyendo y confesando como firmemente
creo y confieso el alto y soberano misterio de la Beatísima y Santísima Trinidad, Padre Hijo
y Espíritu Santo tres personas distintas y un solo Dios verdadero, y en todos los demás
misterios que cree, predica y enseña nuestra Santa Madre Iglesia Católica Apostólica
Romana, bajo cuya fe y creencia he vivido y protesto vivir hasta la muerte, como Católico
fiel Cristiano, para estar prevenido cuando la mía me llegue con disposición textamental,
bajo la invocación divina, hago, otorgo y ordeno mi Textamento en la forma siguiente:

1. Primeramente encomiendo mi Alma a Dios nuestro Señor que de la nada la


crió, y el cuerpo a la tierra de que fue formado, dejando a disposición de mis
Albaseas el funeral y entierro, y el pago de las mandas que sean necesarias para
obras pías, y estén prevenidas por el gobierno.

2. Declaro: fui casado legalmente con la Sra. Teresa Toro, difunta, en cuyo
matrimonio no tuvimos hijo alguno.

3. Declaro: que cuando contraximos matrimonio, mi referida esposa, no introdujo


a el ninguna dote, ni otros bienes, y yo introduje todo cuanto heredé de mis
padres.

4. Declaro: que no poseo otros bienes mas que las tierras y minas de Aroa,
situadas en la Provincia de Carabobo, y unas alhajas que constan en el inventario
que debe hallarse entre mis papeles, las cuales existen en poder del Sr. Juan de
Francisco Martín vecino de Cartagena.

5. Declaro: que solamente soy deudor de cantidad de pesos a los señores Juan de
Francisco Martín y Poules y Compañía, y prevengo a mis Albaseas que estén y
pasen por las cuentas que dichos Señores presenten y las satisfagan de mis
bienes.

6. Es mi voluntad: que la medalla que me presentó el Congreso de Bolívia a


nombre de aquel pueblo, se le devuelva como se lo ofrecí, en prueba del
verdadero afecto, que aún en mis últimos momentos conservo a aquella
República.

7. Es mi voluntad: que las dos obras que me regalo mi amigo el Sr. Gral. Wilson,
y que pertenecieron antes a la biblioteca de Napoleón tituladas "El Contrato
Social" de Ruseau y "El Arte Militar" de Montecuculi, se entreguen a la
Universidad de Caracas.

8. Es mi voluntad: que de mis bienes se le den a mi fiel mayordomo José Palacios


la cantidad de ocho mil pesos, en remuneración a sus constantes servicios.

9. Ordeno: que los papeles que se hallan en poder del Sr. Pavageau, se quemen.

10. Es mi voluntad: que después de mi fallecimiento, mis restos sean depositados


en la ciudad de Caracas, mi país natal.

11. Mando a mis Albaceas que la espada que me regaló el Gran Mariscal de
Ayacucho, se devuelva a su viuda para que la conserve, como una prueba del
amor que siempre he profesado al espresado Gran Mariscal.

12. Mando a mis Albaceas se den las gracias al Sr. Gral. Roberto Wilson por el
buen comportamiento de su hijo el Coronel Belford Wilson, que tan fielmente me
ha acompañado hasta los últimos momentos de mi vida.

13. Para cumplir y pagar este mi textamento y lo en el contenido, nombro por mis
Albaceas textamentarios, fidei comisarios, tenedores de bienes a los Sres. Gral.
Pedro Briceño Méndes, Juan de Francisco Martín, Dr. José Vargas, y el Gral.
Laurencio Silva, para que de mancomún et insolidum entre en ellos, los
beneficien y vendan en almoneda o fuera de ella, aunque sea pasado el año fatal
de Albaceasgo pues yo les prorrogo el demás tiempo que necesiten, con libre
franca, y general administración.

14. Y cumplido y pagado este mi textamento y lo en el contenido instituyo y


nombro por mis únicos y universales herederos en el remanente de todos mis
bienes, deudas, derechos y acciones, futuras sucesiones en el que haya sucedido y
suceder pudiere, a mis hermanas María Antonia y Juana Bolívar y a los hijos de
mi finado hermano Juan Vicente Bolívar, a saber, Juan, Felicia y Fernando
Bolívar, con prevención de que mis bienes deberán dividirse en tres partes, las
dos para mis dichas hermanas, y la otra parte para los referidos hijos de mi
indicado hermano Juan Vicente, para que lo hayan, y disfruten con la bendición
de Dios.

Y revoco, anulo, y doy por de ningún valor ni efecto otros testamentos, codicilos, poderes y
memorias que antes de este haya otorgado por escrito, de palabra o en otra forma para que
no prueben ni hagan fe en juicio, ni fuera de él, salvo el que presente que ahora otorgo
como mi última y deliberada voluntad, o en aquella vía y forma que mas allá lugar en
derecho. En cuyo testimonio así lo otorgo en esta hacienda San Pedro Alejandrino de la
comprensión de la ciudad de Santa Marta a diez de diciembre de 1830.

Muerte del Libertador.

La última semana del Libertador se caracterizó por un constante ir y venir entre un


pronóstico relativamente favorable y el menos favorable, dónde se realizaban desde salidas
al aire libre por la Quinta de San Pedro para permitirle respirar aire fresco e interactuar con
la naturaleza, teniendo al paciente en total lucidez y con una buena capacidad de sus
facultades, hasta noches eternas en las que los diferentes síntomas de lo que su médico
consideraba un catarro pulmonar crónico, desencadenante de una tisis tuberculosa, no
dejaban dormir al Libertador, lo cual sumado a la final reticencia del general para aceptar
los diversos medicamentos y tratamientos propuestos por su médico, terminarían
resquebrajando aún más su delicado estado de salud.

El 16 de diciembre se vio marcado por la máxima y más grave manifestación de los


síntomas de la enfermedad padecida por el Libertador, los cuales empezaron a presentarse a
finales de la mañana teniendo su momento más álgido en horas de la noche

La descripción precisa del estado de salud del Libertador se ve ricamente detallada en los
boletines médicos de Alejandro Próspero Révérend, los cuales aumentan en número desde
la madrugada del 16 de diciembre y la luctuosa mañana del 17 de diciembre de 1830, en
ellos refleja el progresivo debilitamiento del Libertador llegando a la conclusión de muerte
inminente en próximas horas, a los 47 años de edad.

Comisión Venezolana en Nueva Granada.


La comisión venezolana que debía recibir el féretro se componía del señor José Vargas,
Presidente que fue de Venezuela; del general de división José María Carreño, aquel que en
un campo de batalla quedó como muerto, acribillado de heridas de sable y sin el brazo
derecho: del señor Mariano Ustáriz, y del prebendado doctor Manuel Cipriano Sánchez,
gran capellán de la expedición.

Traslado de los restos.

A los pocos meses de su muerte la Gran Colombia recibió sendos golpes internos, los
cuales desencadenaron su disolución oficial en noviembre de 1831, el impacto inicial de la
separación del departamento de Venezuela y del departamento de Quito a mediados de
1830 fueron los principales detonantes para la extinción de la confederación sudamericana,
agravando terriblemente la situación interna la muerte de Simón Bolívar. El
restablecimiento de un mínimo contacto entre los integrantes del extinto país se dio de
manera lenta, siendo uno de los momentos más destacados el que tuvo lugar en 1842
cuando el gobierno venezolano presidido por José Antonio Páez en su segundo mandato,
realizó la reclamación de los restos del Libertador, para de esta manera dar cumplimiento a
su última voluntad.

Realizados los contactos con el gobierno colombiano, se envió al doctor José María
Vargas como líder de la comitiva para realizar el traslado de los restos a la
goleta Constitución, escoltado por el bergantín El Caracas y la fragata francesa Circe.

Una vez exhumado el cuerpo se procedió a la identificación de éste, para lo cual se contó
con un envejecido Alejandro Prospero Révérend, su médico de cabecera, quien identificó
los restos del general gracias a las marcas de sierra y los puntos de sutura hechos por él
mismo en el cráneo del cuerpo al momento de realizar la autopsia, también se contó con la
presencia del dueño de la casa donde murió el Libertador, el señor Joaquín de Mier, el
general colombiano Joaquín Posada Gutiérrez, Manuel Ujeta y el doctor Luis José Serrano.

Una vez realizados los procedimientos para asegurar la conservación y embalaje de los
restos se procedió a embarcarlo en la goleta Constitución, la cual junto a sus dos
embarcaciones escolta dejaron en medio de salvas de cañón la ciudad de Santa Marta el 21
de noviembre de 1842. Como hecho curioso cabe resaltar que a petición de los delegados
de la República de la Nueva Granada, en el lugar del sepulcro sólo quedó el recipiente que
contenía el corazón del Libertador, guardado por el doctor Alejandro Próspero Révérend
luego de realizar la autopsia, actualmente este recipiente se encuentra desaparecido

El buque.

El buque escuela venezolano Simón Bolívar fue construido en los Astilleros y Talleres
Celaya en Erandio, Vizcaya. Fue botado el 21 de noviembre de 1979 y entregado a la
Armada Venezolana el 12 de agosto de 1980, siendo adscrito al Comando de la Escuadra.
Su misión es la de capacitar a los Cadetes, futuros Oficiales de la Armada, y proyectar la
imagen de Venezuela en todos los puertos de visita. Es conocido a nivel mundial como el
“Embajador sin fronteras”, que navega llevando al gentilicio venezolano a los puertos
donde recala.

En su proa lleva el Mascaron de la Libertad, diseñado por el gran artista venezolano


Manuel Felipe Rincón. Por estas y muchas otras cualidades, este buque constituye el más
preciado tesoro de la Armada de Venezuela, que busca la unión y estrechar lazos de
amistad con otras naciones.

Honores.

Tras la muerte del general Simón Bolívar las diferentes muestras de exaltación popular
cobran un papel de especial interés en la historia referente a estos acontecimientos, la
creación de incontables estatuas, obras de arte y literarias, composiciones musicales y
monumentos, el nombramiento de ciudades, calles, plazas e instituciones tanto a nivel
regional como internacional demuestran el especial interés que generó la figura del general
tras su muerte.

Inmediatamente fue conocida la noticia de su deceso se dio inicio a la organización de los


honores protocolarios que exigía la ordenanza y pese a no contar con los suficientes
recursos económicos para su correcta y completa realización, se llevaron a cabo en la
mayor y más justa medida de las posibilidades. En el momento de la exposición de sus
restos mortales en capilla ardiente realizado en la Casa de Aduanas en el centro de Santa
Marta, la afluencia de una cantidad particularmente elevada de personas de los más
variados orígenes fue algo que hasta su mismo médico de cabecera, Alejandro Próspero
Révérend, junto a otros personajes que vivieron los acontecimientos, habrían de registrar en
sus memorias.

Tras el advenimiento de la estabilidad política de las nuevas naciones que pertenecieron a la


Gran Colombia, paradójicamente se estableció como una prioridad el enaltecimiento de la
figura de quien antaño era uno de los principales motivos de confrontaciones internas, pero
qué, más paradójicamente aún, esta prioridad fue un punto en común de elevada
importancia el cual favoreció el restablecimiento de las relaciones entre los nuevos países.

Dentro de los honores regionales destaca el cambio de nombre a la República de Venezuela


por República Bolivariana de Venezuela mediante referéndum en 1999, a la vez que las
referencias hechas al general en el Himno de Colombia, y dentro de los honores
internacionales tienen una especial relevancia las numerosas estatuas del Libertador, así
como plazas y calles nombradas en su honor en países como España, Estados Unidos, Irán,
Bélgica, Egipto, Australia, Francia, Alemania, Italia, Reino Unido, Portugal, Hungría,
Canadá, Rusia, México, Guatemala, El Salvador, Cuba, Costa Rica, Argentina y Chile

Llegada de los restos.

La voluntad de Bolívar, plasmada en su “Testamento”, elaborado el 10 de diciembre de


1830 en San Pedro Alejandrino, pedía que sus restos sean enterrados en Caracas, tuvo que
esperar doce años para que se cumpliera. En 1839 el general Carlos Soublette, encargado de
la presidencia, inició tímidamente un movimiento para la repatriación. El Presidente Páez,
en su segundo mandato, y debido a un clamor popular, solicitó al Congreso repatriar los
restos del Padre de la Patria. Al ser aprobada la solicitud, decretó el 30 de abril de 1842, la
traída de los restos con los honores fúnebres, y la disposición de que sean depositados en la
Catedral de Caracas.

El 12 de mayo, invitó al Poder Ejecutivo Nacional y al de la Nueva Granada y Ecuador a


concurrir a la exhumación de los restos en Santa Marta. Páez designó al eminente Dr. José
María Vargas jefe de la comisión, junto a los generales Francisco Rodríguez del Toro (el
marques), Mariano Ustáriz, José María Carreño y al sacerdote Manuel Cipriano Sánchez
como Gran Capellán y fijó el 17 de diciembre la fecha de regreso a la capital. El general
Daniel Florencio Oleary, fue comisionado para que el conocido escultor italiano Pietro
Tenerani, realizara un monumento en la catedral de Caracas, (ese monumento inaugurado
en 1842, fue trasladado al Panteón Nacional en 1876, cuando ingresaron allí los restos).

El 13 de noviembre salió de La Guaira la comisión a bordo de la goleta Constitución


debidamente acondicionada al mando del capitán de Navío Sebastián Boguier, acompañado
del bergantín Caracas y de la fragata francesa Circe. Llegaron a Santa Marta el día 16.

El 20 a las cinco de la tarde exhumaron los restos que se encontraban en el panteón de la


familia Díaz Granados en la Catedral de Santa Marta; reconocidos por los médicos
encargados de tan noble comisión entre ellos, el preclaro Dr. Alejandro Próspero Reverend
(quien atendió a Bolívar desde su llegada a Santa Marta, le realizó la autopsia y lo vistió) y
el ilustre Dr. Vargas. Las calles y casas de Santa Marta estaban enlutadas; la comisión
venezolana agradeció las atenciones de las autoridades neogranadinas. Los restos fueron
embarcados el día 21 en la goleta Constitución, con una gran ceremonia fúnebre. Durante el
viaje 15 cadetes comandados por el teniente Nicomedes Zuloaga, montaron guardia de
honor; el navío encalló en Los Roques. El 13 de diciembre estaban frente a La Guaira,
esperando varias embarcaciones nacionales y extranjeras con sus banderas a media asta,
para agregarse al gran cortejo naval.

El día 15 fue bajado a tierra. El general de brigada Juan Uslar, llegó de VALENCIA con
lágrimas en los ojos, portando el uniforme con el cual combatió al lado de Bolívar, los
restos pernoctaron en la iglesia de ese puerto; el día 16 lo subieron a Caracas en una
extraordinaria procesión, pernoctando en la iglesia de la Santísima Trinidad, hoy Panteón
Nacional; por coincidencia, la Santísima Trinidad es la devoción de la familia Bolívar, de
allí el nombre de Simón José Antonio de la Santísima Trinidad, así se llama el panteón
familiar en la Catedral de Caracas. En Caracas se designaron comisiones para montar
guardias de honor; el 17 de diciembre fecha de su muerte, sus restos fueron trasladados
hacia la iglesia de San Francisco cumpliendo un estricto protocolo. El pueblo de Caracas
acompañó a su eximio hijo detrás del gran carruaje construido en Paris según instrucciones
del coronel Agustín Codazzi; todas las calles, casas y ciudadanos mostraban riguroso luto;
la gran parada militar, la comandó el siempre leal general en jefe Rafael Urdaneta Faria,
con su uniforme de gala y el sable que le regaló Bolívar. El ilustre Concejo Municipal de
VALENCIA comisionó a Bernardo Escorihuela, Felipe Sojo y Jaime Alcázar. José Alberto
Espinosa, Canónigo de la Catedral y Rector de la Universidad de Caracas, leyó a la una su
brillante Oración, recorriendo la vida del más grande de los americanos.

El 23 de diciembre se realizó una ceremonia similar para el traslado de los venerados restos
en hombro de sus edecanes y oficiales que lo acompañaron en la emancipación hasta la
Catedral de Caracas; sus restos estuvieron al lado de sus padres y esposa, hasta que fueron
trasladados al Panteón Nacional el 28 de octubre de 1876, día de San Simón. Así concluyó
la voluntad de nuestro Padre Libertador. Sus cenizas permanecerán a través de los siglos,
acompañadas por el esplendor de su gloria y el calor de los pueblos libres… que así sea.

Catedral (entierro) y panteón nacional.

En horas de la noche del 17 Diciembre de 1830 se realizó el traslado del cuerpo del
Libertador hasta la Casa de Aduanas ubicada en el centro de Santa Marta, allí fue expuesto
en capilla ardiente hasta el día 20 de diciembre, el cual estaba programado para realizar su
entierro. Como parte de las expresiones de duelo destacan las numerosas cartas enviadas a
manera de condolencias tanto por particulares como por entes gubernamentales, a su vez
diversos honores militares se realizaron en lugares cercanos, como lo fue en la Fortaleza del
Morro, dónde por disposición oficial se dispararon salvas de cañón cada media hora y sin
distingo del momento del día, desde la llegada de los restos hasta el momento del entierro
tres días después.

En la parte final del procedimiento de preparación para el funeral destaca la anécdota


relatada por el médico Alejandro Próspero Révérend en sus memorias, en la cual describe
que debido a que no había nadie disponible en la casa para vestir el cuerpo del Libertador,
él mismo, quien lo atendió en toda su estancia en San Pedro Alejandrino, quien entabló una
amistad con él, quien lo vio morir, quien le realizó la autopsia y quien lo embalsamó, ahora
estaba en la obligación de vestirlo sólo, momento que él relata como muy doloroso, pero
más doloroso aún fue el hecho de que entre las prendas que se le proporcionaron para
ataviar el cuerpo de gala militar se encontraba una camisa rota, la cual generó indignación
en el médico y alertó enfadado que si no se realizaba el cambio de ésta, él mismo daría una
de las suyas.

La afluencia de una elevada cantidad de personas provenientes de los más diversos orígenes
y clases sociales fue algo que marcó los funerales del Libertador, al límite que el sitio en el
cual estaba siendo expuesto su cuerpo no daba abasto ni de día ni de noche para acoger a la
pletórica cantidad de público. Dentro de las personas que asistieron cobra especial interés
uno de los amigos más íntimos del Libertador, el general Daniel Florencio O'Leary, quien
no pudo acompañarle en sus últimos días de vida ya que tuvo que separarse de él
en Barranquilla, pese a tener como objetivo acompañarle en la mayor distancia posible
hasta su partida al exilio, motivo por el cual fue informado del estado de gravedad del
general cuando ya era demasiado tarde, no siendo su arribo a Santa Marta sino hasta el día
18 de diciembre, un día después de la muerte del general.
CONCLUSIÓN.

Simón Bolívar es sin duda el personaje histórico más importante que ha producido América
Latina, hasta el punto que casi todos los movimientos políticos y sociales lo han reclamado
como precursor o fundador. Cada época y corriente ideológica han recreado a Bolívar de
acuerdo con sus propios afanes, así que han desfilado por las páginas de historia unos
Bolívares masónicos o beatos, derechistas o izquierdistas, gringófilos o cerradamente
antinorteamericanos... Ninguna visión encierra la verdad entera, pero todas se fundamentan,
por lo menos en parte, en lo que él dijo e hizo.

El Libertador nació el 24 de julio de 1783 en Caracas, de una familia latifundista y


esclavista de la llamada aristocracia "mantuana". Casi no tuvo educación formal, pero con
ayuda de su maestro privado Simón Rodríguez, de su pasión por la lectura y unos viajes
tempranos a Europa y Norteamérica, alcanzó un grado de instrucción general no
necesariamente inferior al que hubiera significado un grado de bachiller o doctor. Se
empapó del pensamiento de la Ilustración, en especial su vertiente francesa (dominaba el
idioma francés casi como el español), y no faltan las descripciones de Bolívar estirado en su
hamaca de campaña, leyendo a Voltaire u otro semejante. Tal predilección por los filósofos
franceses no es realmente un rasgo definitorio de sus ideas, ya que la compartían muchos de
sus eventuales adversarios políticos. Significa simplemente una tendencia de apertura a las
"luces del siglo" y a las innovaciones políticas y sociales, aunque no a todas, ni de una sola
vez.

Asimismo, Bolívar había diagnosticado certeramente los problemas no sólo de Colombia


sino de Latinoamérica, y hacía hincapié en la necesidad de elaborar instituciones acordes
con la índole de las nuevas naciones, en vez de tomarlas prestadas de modelos foráneos, a
pesar de las bondades intrínsecas de éstos. Sus análisis fueron casi siempre geniales. No lo
fueron, desafortunadamente, las soluciones concretas (tipo Constitución boliviana) que él
propuso. Sin embargo, había creado naciones y proclamado ideales de libertad personal y
solidaridad latinoamericana que serían banderas de lucha en lo venidero. Si no logró todo lo
que anhelaba, tampoco lo pudieron los demás libertadores, ninguno de los cuales intentó
tanto como él.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.

Díaz, M. Simón Bolívar Renuncia a la Presidencia de la Gran Colombia. (20 de mayo


2010) URL: https://www.el-carabobeno.com/27-abril-1830-simon-bolivar-renuncia-la-
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