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Los crímenes sin castigo, son las causas que provocan que el fenómeno del
feminicidio continúe en nuestra ciudad y en el resto de los Estados de la República
Mexicana. Las heridas producto de la violencia de género no cicatrizan. Las familias
de las víctimas han sido lastimadas por la ausencia de la verdad y la incompetencia
en las investigaciones criminales y esto contribuye a impedir la reconciliación social.
Las causas que facilitan la violencia de género siguen vigentes, como son la
ausencia de guarderías y de seguridad social, programas preventivos, servicios de
salud y educativos, vivienda digna, una juventud sin esperanza que se dedica a la
droga, problemas provocados por las políticas económicas impuestas por el Fondo
Monetario, sin dejar de lago la falta de voluntad política de las autoridades y la
impunidad que corroe las instituciones encargadas de investigar y castigar los
crímenes.
Feminicidio o femicidio es un crimen de odio, que consiste en el asesinato de una
mujer por el hecho de ser mujer. El concepto define un acto de máxima gravedad,
en un contexto cultural e institucional de discriminación y violencia de género[cita
requerida], que suele ser acompañado por un conjunto de acciones de extrema
violencia y contenido deshumanizante, como torturas, mutilaciones, quemaduras,
ensañamiento y violencia sexual, contra las mujeres y niñas víctimas del mismo.
Diana Russell, promotora inicial del concepto, lo definió como «el asesinato de
mujeres por hombres motivado por el odio, desprecio, placer o sentido de posesión
hacia las mujeres.
Varios países lo han incluido como delito en sus legislaciones penales, con
variaciones en el tipo penal. El feminicidio, representa el extremo de un continuum
de terror anti-femenino que incluye una amplia variedad de abusos verbales como
físicos,tales como violación, tortura, esclavitud sexual (particularmente por
prostitución) abuso sexual infantil incestuoso o extra-familiar, golpizas físicas y
emocionales.
Homicidio:
El sujeto pasivo no requiere una calidad específica del sujeto activo o pasivo.
En los casos específicos como homicidio calificado se tiene que hacer un análisis
de las calificativas, por lo general, alevosía, premeditación y ventaja, las cuales
contienen elementos subjetivos que quedan a la interpretación del operador jurídico
que las interpretará.
En el caso del homicidio se parte de la premisa de que éste puede ser doloso o
culposo, es decir, se parte de la voluntad del sujeto activo para acreditar la conducta.
Feminicidio:
Existen diversos bienes jurídicos tutelados: la vida, la dignidad, la integridad, entre
otros.
El delito se configura una vez que se priva de la vida a una mujer y se actualiza una
de las hipótesis que se puede generar antes o después de la privación de la vida de
una mujer.
Es un delito que en sí mismo es doloso, esto es por las conductas realizadas y por
los bienes jurídicos tutelados diversos.
Tipos de feminicidio
Entre los tipos de feminicidio, se distingue el feminicidio íntimo, que es cometido por
una persona con la cual la víctima tenía o había tenido una relación sentimental
(esposo, exesposos, novios, amantes, etc.), del feminicidio no intimo, que es
cometido por una persona o un grupo de personas que no ha tenido ninguna
relación sentimental con la víctima, ni se encuentran unido a la misma por un vínculo
de parentesco.
Feminicidio en mexico
FEMINICIDIO
Sinaloa en ocho meses cuenta con 59 feminicidios, según cifras oficiales hasta
agosto. El conteo de esta casa editorial es de 62, ya que suma las tres bajas de
mujeres registradas hasta el día 18 de septiembre.
La mayoría de los delitos son cometidos con armas de fuego, seguido por arma
blanca, y en tercer lugar contusiones. Además, las menores de edad ultimadas van
en aumento, ya que de tener tres el año pasado, este año se han registrado diez
asesinatos a menores de edad. Los asesinatos a mujeres han tenido lugar en su
mayoría en la ciudad de Culiacán, a la que le sigue el puerto de Mazatlán (Fiscalía
General del Estado de Sinaloa).
PERMISIBILIDAD
Domínguez Márquez considera que en México se vive con un sistema que favorece
la impunidad, el cual envía un mensaje de permisibilidad o de tolerancia a los delitos
y pone en mayor riesgo a las mujeres.
Esta exposición tiene como objetivo principal sensibilizar, a través de distintas salas
e instalaciones, y generar mayor conciencia pública sobre la violencia contra las
mujeres y las niñas, con el fin de prevenir y combatir la impunidad, protegiendo
mejor a las víctimas e incrementando la responsabilidad en respuesta a esta
pandemia mundial.
Con esta muestra, el Museo Memoria y Tolerancia, hace un homenaje a las víctimas
pero también genera una fuente de prevención para jóvenes de ambos sexos; ya
que ahonda en los altos grados de violencia e impunidad que involucran los
feminicidios en México y hace reflexionar sobre la misoginia y el machismo que
sustentan estos delitos.
Usando nuestra propia estimación, calculamos que al menos 8 mil 913 mujeres en
México han sido asesinadas simplemente por ser mujeres entre 2004 y 2016; un
promedio de 686 mujeres al año, 57 al mes, casi dos al día.
La violencia que experimentan los hombres y las mujeres en México es muy distinta.
Si bien es cierto que la inmensa ola de violencia que ha inundado al país desde
2006 ha dejado en su mayoría víctimas hombres, hay una violencia constante y
persistente en contra de las mujeres que la precede y sobrevive. Esta violencia no
sube ni baja, siempre está ahí. Es la violencia feminicida. Para poder entenderla,
hay que explorar las diferencias sistemáticas entre los hombres asesinados y las
mujeres asesinadas.Para empezar, un mayor porcentaje de las mujeres asesinadas
mueren en el hogar.
La edad a la que son asesinados los hombres y las mujeres en México también es
sistemáticamente distinta: un mayor porcentaje de niñas y de adultas mayores son
asesinadas. Mientras que las niñas de 0 a 11 años representan el 4.4% de todas
las víctimas mujeres de homicidio, los niños de 0 a 11 años son apenas el .7%. En
el caso de las adultas mayores, éstas son las víctimas del 7.5% de los homicidios
de mujeres entre el año 2004 y 2016, mientras que los hombres de ese mismo grupo
de edad solo representan el 4% del total de víctimas.
Las víctimas hombres y mujeres se distinguen entre sí también por su estado civil.
Una mayor proporción de las víctimas mujeres que hombres estaba divorciada, 5%
versus 1.6% respectivamente. Por otro lado, un mayor porcentaje de las mujeres
estaba soltera, 37%, respecto a hombres, 34%.
En aquellos casos para los cuales contamos con información, podemos ver que una
proporción mucho más grande de asesinatos de mujeres que de hombres tuvieron
un componente de violencia intrafamiliar. Mientras que sólo en el .8% de los
homicidios de hombres se reportó este tipo de violencia, en el 5.2% de los de
mujeres se registró su existencia.
Dadas estas diferencias en los perfiles de las víctimas hombres y mujeres, poca
extrañeza genera que la causa de muerte específica en los homicidios sea
sistemáticamente diferente según el sexo de la víctima.
Entre 2004 y 2016 han sido asesinadas 26 mil 266 mujeres y asesinados 211 mil
436 hombres. Las víctimas y los perpetradores de la violencia en México son
hombres, sin embargo, comparar magnitudes no solo es inútil, sino que sirve para
ofuscar la diferencia entre las violencias que sufren las mujeres y los hombres.
IV.- Haya existido entre el activo y la víctima una relación sentimental, afectiva o de
confianza;
V.- Existan datos que establezcan que hubo amenazas, relacionadas con el hecho
delictuoso, acoso o lesiones del sujeto activo en contra de la víctima;
VI.- La víctima haya sido incomunicada, cualquiera que sea el tiempo previo a la
privación de la vida;
¿Qué sí podemos saber? Donde murió la víctima, quién era y cómo fue asesinada;
además, tenemos la variable de violencia familiar que, como vimos, no contiene
información en 90% de los casos. Con estas herramientas, construimos entonces
nuestra propia categorización de “feminicidio”.
Para incluir los casos en los que la víctima y el perpetrador tenían una relación de
confianza, sentimental o afectiva, contamos como feminicidio todos aquellos casos
en los que el homicidio haya tenido lugar en el hogar, sin importar la causa
específica de muerte. Esta manera de medir “relación” es sin duda imprecisa, pero
es la mejor aproximación que podemos hacer dada la información que tenemos.
Además de homicidios en la vivienda, contamos como “feminicidio” todos aquellos
casos en los que la causa de muerte fue “agresión sexual”, sin importar el lugar en
el que hayan ocurrido. Para terminar, se cuenta como feminicidio siempre que se
haya registrado que sí hubo violencia familiar relacionada al homicidio.
Esta categorización no niega que las mujeres asesinadas en la calle pudieran ser
víctimas de feminicidio como resultado de una violencia sistemática más allá de
relaciones familiares; lo que reconoce en todo caso es que es imposible saberlo, a
menos que se haya documentado abuso sexual o violencia familiar.
Según esta nueva categorización, de las 26 mil 266 mujeres asesinadas entre 2004
y 2016 en México el 34%, 8 mil 913, fue víctima de feminicidio.
Estas diferencias nos dejan entrever, por un lado, que nuestra tipología de
feminicidio está capturando un fenómeno de violencia particular, constante e
invariable, que agrede a las mujeres, independientemente de lo que esté ocurriendo
en el país. Por otro lado, que hay mujeres asesinadas que fueron víctimas de la
misma violencia que la mayoría de los hombres asesinados desde 2006.
En 2016, Tamaulipas fue el estado del país con la tasa de feminicidios más alta, con
3.5 por cada 100 mil mujeres, seguido de Guerrero, Colima y Morelos. Mientras que
Yucatán y Aguascalientes son las entidades con las tasas de feminicidios más
pequeñas.
En general, los estados tienden a tener más homicidios de mujeres que no son
feminicidios que feminicidios, sin embargo, hay seis entidades que son la excepción:
en Tamaulipas, Baja California Sur, Campeche, Tlaxcala, Querétaro y Durango la
tasa de feminicidio es más alta que la de homicidio que no califica como feminicidio.
Desde 2011 el INEGI publica el Censo Nacional de Procuración de Justicia Estatal,
con el cual podemos saber cuántas averiguaciones previas o carpetas de
investigación se iniciaron en los estados por cada delito, al igual que el total de
víctimas. Desde 2014 se incluye el delito “feminicidio” en lo que reporta el Censo.
En 2014, si categorizamos los datos de SINAIS según nuestra propia definición,
hubo 802 feminicidios en el país; en los estados se abrieron 276 investigaciones por
los feminicidios de 322 mujeres.
Al restar el total de víctimas de feminicidio que reportan los estados en el censo con
el total de víctimas de feminicidio según nuestra estimación usando los datos del
SINAIS, vemos que el Estado de México es el que tienen la mayor disparidad.
Mientras que, según nuestra metodología, hubo 127 víctimas de feminicidio ahí ese
año, en el censo reporta solo 48, es decir una diferencia de 79 mujeres asesinadas.
Sin duda nuestra aproximación a medir feminicidios está lejos de ser precisa. Esto
es una consecuencia inevitable de que los datos de homicidios en México, tanto los
de investigaciones que pueden consultarse en el Censo como los de certificados de
defunción que recopila SINAIS y publica INEGI, no incluyen toda la información que
el Protocolo de Bogotá estipula deberían incorporar.
Era enero de 1993 cuando Alma Chavira Farel con tan sólo trece años de edad fue
asesinada en Ciudad Juárez, Chihuahua; desde ese momento el término feminicidio
y la alarma se encendían, pero no lo suficiente para atender la ola de asesinatos,
porque no fue hasta el 10 de diciembre de 2009 que la Corte Interamericana de
Derechos Humanos imponía la conocida sentencia: Campo Algodonero, la cual
condenaba al Estado mexicano por no garantizar los derechos humanos, en tres
casos de mujeres desaparecidas, torturadas y asesinadas en dicha entidad.
Hoy, a 23 años de aquel incipiente 93, las estadísticas dicen que los feminicidios en
México pasaron de cuatro a siete mujeres asesinadas cada día y esto tiene relación
con lo que indica María José Reyes-Retana, investigadora del Observatorio de la
Ciudad de México al considerar que el fenómeno se ha naturalizado debido a
relaciones de poder relativas al género que contribuyen a la desigualdad entre
mujeres y hombres.
Como si fuera una carrera olímpica, otras entidades que van en incremento de
ataques mortales a mujeres son: Guerrero, Michoacán, entidad que en la que en
este año se declaró la Alerta de Género en 14 municipios, seguidos por Chihuahua,
Jalisco y Oaxaca.
Parte del ‘rostro oculto’ que no dicen las estadísticas tiene relación directa con las
fuentes que lo presentan y es que, si por un lado alguna organización civil registra
cierto número de feminicidios, por otro las fuentes gubernamentales registran un
número diferente, tal es el caso del INEGI cuando reportó que hace tres años 2 mil
647 mujeres fueron asesinadas, y en contraste el Observatorio Ciudadano Nacional
del Feminicidio (OCNF) indicó que hasta 2013 eran más de 2.500 por año.
Otro aspecto del rostro oculto de los feminicidios y, sin duda, el más importante son
las causas que los provocan y las cuales reflejan la salud de una sociedad, ya que
cuando esta identifica que las autoridades no evitan, resuelven ni castigan a los
agresores, los homicidios se reproducen, de acuerdo con Sergio González
Rodríguez, médico y profesor de la Facultad de Medicina de la UNAM.
Además del patrón cultural de la imposición del masculino sobre la mujer a través
de la violencia, existen otras razones que, de acuerdo con fuentes oficiales y
organismos no gubernamentales, subrayan como causas de feminicidio tales como
las redes de trata y represalias entre el crimen organizado.
Las formas de arrancarles la vida a las mujeres que ahora se han convertido en
número, fueron desde dañarlas con objetos punzocortantes y golpearlas, hasta el
ahorcamiento, la asfixia, quemarlas y, en el menor de los casos, balazos.
Según datos del INEGI, en 2015, casi dos tercios del total de violaciones
denunciadas se refirieron a actos u omisiones que atentaron contra el Derecho a la
seguridad jurídica y libertad personal (56 mil 364 – 36% –), Derecho a la integridad
y seguridad personales (24 mil 348 – 15% –) y Derecho a la protección de la salud
(16 mil 185 – 10% –).
Violencia contra las mujeres, la violación a los derechos humanos más sistemática
e invisibilizada en el mundo
La violencia contra las mujeres se da en todos los ámbitos, desde el privado, ya sea
en la familia, o las relaciones de pareja, como en el ámbito laboral y docente, que
se manifiesta a través de la descalificación del trabajo realizado, amenazas,
intimidación, humillaciones, explotación y todo tipo de discriminación por condición
de género. Otras modalidades de violencia incluyen también la violencia dentro de
la comunidad, la cual se da mediante actos individuales o colectivos que
transgreden derechos fundamentales de las mujeres y propician su denigración,
discriminación, marginación o exclusión en el ámbito público.
Más allá de la labor de las instituciones, el acceso a los servicios públicos e incluso
la aplicación de las leyes, la impartición de justicia y la lucha contra la impunidad,
en este Día de los Derechos Humanos es importante recordar que una gran parte
de la lucha a favor de los Derechos Humanos de las personas, y en especial de las
mujeres, está fuertemente ligada a una transformación cultural y educativa.
Las mujeres que mueren violentamente en el país son víctimas de quien les priva
directamente de la vida y de un sistema omiso, cómplice, que justifica y garantiza
impunidad a quienes los cometen. Existe un entramado jurídico-legal que no se
utiliza, que no se pone en práctica para garantizar la vida y la libertad de las mujeres.
Un Estado que es incapaz de cumplir y hacer cumplir los derechos de las mujeres,
termina siendo un Estado feminicida. Las mujeres que son asesinadas físicamente
también reciben una muerte simbólica, moral, política, cuando se les desfigura el
rostro, se les elimina el nombre, se ocultan las causas, no se investiga ni mucho
menos se sanciona. Carta de impunidad para machistas, misóginos, violentos. El
ataque sistemático y furioso contra el cuerpo de las mujeres, tiene un objetivo
ideológico que debe ser evidenciado claramente, que es el de atacar los derechos
conquistados por las mujeres a través de la lucha feminista que se lograron
mediante la movilización y el combate ideológico, el fortalecimiento político de
mujeres que dan la cara en áreas anteriormente negadas por la sociedad masculina,
como en el mundo del trabajo, en la academia, en la investigación, en la ciencia y
en espacios de poder donde se toman decisiones. El derecho a decidir, en su
cuerpo, en sus vidas y en el ámbito público y privado, hoy es más que nunca
sometido a ataques por parte de quienes se sienten amenazados en sus privilegios
y su autoritarismo.
Luchar por los derechos de las mujeres se transforma en una lucha que tiene una
herramienta poderosa en los instrumentos de derechos humanos y, sobre todo, en
los procesos de organización, resistencia y articulación de grupos feministas, y
sindicales, sociales y políticos, que consideran los derechos humanos de manera
integral, para todas y todos, que no son asimilables por un sistema excluyente y
depredador, explotador y opresivo, discriminador y que encubre la realidad con la
manipulación ideológica y mediática de los dueños del capital y de los mecanismos
ideológicos del poder.
Según las cifras del Ministerio de la Mujer, entre enero y setiembre del 2011 se ha
podido registrar a nivel nacional 61 casos de feminicidio y 54 casos de tentativa de
feminicidio. Estas cifras muestran que cada mes cerca de 13 mujeres sufren
agresiones que buscan causar su muerte y aproximadamente 7 mueren cada mes
como consecuencia de la violencia de género.
Las regiones con mayor número de casos son: Lima (41%), Arequipa (8%), Junín
(8%), Piura (4%), y Puno (4%).
El 45% de agresores señala que cometió el crimen por celos, el 15% ante la
inconformidad por la ruptura de la relación y el 14% por negación de la mujer a
mantener una relación de pareja. Tras estos supuestos motivos se esconde la real
situación de poder que envuelve a estos crímenes; el deseo dominar la vida,
decisiones, cuerpo, sexualidad y subjetividad de las mujeres; quienes continúan
siendo significadas como objetos y no como sujetas de derechos.
De otro lado, esta misma fuente señala que el 21.9% de mujeres en el país, en algún
momento ha experimentado situaciones de violencia verbal a través de expresiones
humillantes por parte de su esposo o compañero; y el 21.1% ha sufrido amenazas
de parte del mismo agresor.
4 591 casos de violación sexual entre enero y julio del 2011, en Lima y Callao.
Trata de mujeres
El diagnóstico del Centro Flora Tristán sobre trata de personas, en 8 ciudades del
Perú, sobre una muestra de 38 casos de víctimas identificadas, casi la totalidad eran
mujeres y el 68% tenía entre 13 y 18 años.
El sistema RETA del Ministerio del Interior ha registrado hasta octubre de 2011, 273
personas víctimas de trata, de las cuales 179 eran mujeres.
Además de que detrás de las solicitudes de AVG hay otras implicaciones y tipos de
violencia que hacen más evidente la violencia sistémica, hablamos de la muerte
materna, la violencia política, la violencia simbólica y por agravios comparados,
entre otras. Frente a este incremento, el Estado mexicano ha dado una respuesta
fragmentada que no alcanza a integrar los esfuerzos, presupuestos y políticas
públicas de atención y prevención a la violencia con el acceso a la justicia para las
mujeres.
Las siete entidades con Alerta de Violencia de Género Declarada son Morelos,
Estado de México, Michoacán, Jalisco, Veracruz y en noviembre de 2016, Chiapas
y Nuevo León, y los otros 14 (Guerrero, Nayarit, Tlaxcala, Oaxaca, Quintana Roo,
Puebla, Tabasco, Guanajuato, Colima, San Luis Potosí, Sinaloa, Sonora, Zacatecas
y recientemente Campeche) se encuentran en distintas etapas de solicitud, desde
la integración de los grupos de trabajo hasta los períodos “de gracia” que
noconsidera la Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, y otros
que están cumpliendo las observaciones hechas en los Informes de los Grupos de
Trabajo para incidir en las causas estructurales de la violencia contra las mujeres.
Sin embargo, esta condición de los distintos momentos del trámite de la solicitud de
la AVG no es una respuesta a la emergencia que amerita acciones inmediatas
cuando se trata de elevados números de desaparición de mujeres o feminicidios
ligados a la omisión del Estado, para dotar de infraestructura que facilite la
prevención de la violencia.
Es decir, tenemos dos situaciones en las que se amerita una AVG como resultado
de una acumulación de omisiones, acciones y aquiescencia del Estado, incluido el
incumplimiento a la capacitación a investigación con perspectiva de género, la
elaboración de peritajes especializados para visibilizar los contextos sociales de la
violencia de género, y los mecanismos de evaluación a la cadena de justicia para
las mujeres.
Con ello se genera un contexto de violencia sistémica que no solo tolera sino alienta
a la comisión de los delitos contra las mujeres, incluyendo la privación de la libertad
con fines sexuales, la trata-desaparición y el feminicidio, y que están insertos en las
estructuras institucionales y de la sociedad favoreciendo la impunidad en la violencia
contra las mujeres.
Y por otro lado tenemos situaciones en las que lo que se requiere es adoptar
acciones urgentes para iniciar la búsqueda de mujeres que son desaparecidas y
han denunciado violencia de pareja o de un acosador, incluso casos en los que las
mujeres habían solicitado órdenes de protección, y al no darse respuesta inmediata
en plazos de 24 horas por las policías municipales, policías estatales y las propias
Fiscalías para impulsar la búsqueda a través de las unidades especiales de
personas desaparecidas con la emisión de la Alerta Amber, aplicación del Protocolo
Alba y la adopción de investigación con perspectiva de género para establecer la
correlación con los antecedentes de violencia familiar-sexual previamente
denunciados. Incluso de aquellos casos de violencia reiterada en espacios públicos
o rutas y mecanismos de traslado y captación de víctimas de trata claramente
identificados
Mención aparte merecen aquellos casos de feminicidios en los que hay omisión y
negligencia criminal. Son los casos de mujeres que denunciaron y/o solicitaron
órdenes de protección y fueron asesinadas por el sujeto que las amenazaba, y que
con la falta de actuación del Estado -vía servidores públicos- se facilitó la comisión
del delito.
A 2017, este es el escenario que nos habla de una emergencia nacional de una
“guerra contra las mujeres” que evidencia que los millonarios presupuestos
destinados a la “atención y prevención” de la violencia a través de mecanismos de
acceso a la justicia para las mujeres han dado poco resultado por la desarticulación
y falta de claridad en cómo concretar las intervenciones.
Lo más grave es que el Estado Mexicano tuvo información suficiente para saber que
debía implementar acciones emergentes para atender un inminente riesgo ligado a
la militarización y la “guerra contra el narcotráfico”, que no solo afectó y afecta a la
población en general, sino que consolidó una guerra contra las mujeres,
invisibilizada detrás de las violencias sociales, es decir, las mujeres no están
exentas de la violencia social que incluye los efectos del crimen organizado y el
incremento en la inseguridad pública, a estas se suma la violencia de género
recrudecida. Esto es, una doble exposición a dos violencias también recrudecidas.
Y nos queda la duda, ¿esto se pudo prevenir? De primer momento nos viene la idea
de que algo está mal y que han prevalecido acciones desarticuladas. Ya desde
2012, el Informe 7mo y 8vo (CEDAW/C/MEX/CO/7-8) en las observaciones finales
del Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer, en la
recomendación general número 11, señala:
En los estados con alta población indígena se registran más feminicidios contra
mujeres de menos de 20 años (36 % de feminicidios cometidos en Oaxaca entre
2012-2013). En zonas turísticas se presentan un importante número de feminicidios
de mujeres extranjeras.