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La disminución del control personal o autocontrol se refiere a la

incapacidad de la persona para decidir acciones inmediatas y modificar


las circunstancias futuras a través de su propio accionar.
La ansiedad se manifiesta por una sensación de inquietud psíquica,
nerviosismo y desasosiego con preocupación excesiva sobre
circunstancias reales o imaginadas del presente o del futuro inmediato,
que al paciente le resultan de difícil control, y que va a implicar un
conjunto de respuestas fisiológicas, comportamentales y cognitivas.
La tristeza es un estado afectivo normal, que se produce en la
interacción del sujeto con su medio y que psicológicamente está
asociado con la pérdida. Se suele acompañar de sentimientos de baja
autoestima, desánimo, aflicción, abatimiento y en ocasiones de culpa e
indignidad, afectando a la psicomotricidad y produciendo aislamiento,
falta de comunicación, intolerancia y pasividad.
La depresión es uno de los trastornos del estado de ánimo más
frecuentes pero existen razones que dificultan su diagnóstico: la falta de
tiempo en la consulta, la interpretación de que sus síntomas son
“reacciones normales” o que se atribuyen al linfoma (astenia, anorexia);
también el que estos pacientes son evaluados por médicos, cirujanos,
etc. que focalizan su atención hacia problemas médicos.
Existe también un mayor riesgo de suicidio que en la población general,
la mayoría de las veces asociado a depresión, desesperanza, bajo apoyo
social, mala condición física y baja espiritualidad.
Los miedos. El miedo a la recidiva es quizás el más prevalente.
Los trastornos de la atención y la memoria pueden aparecer,
sobretodo en aquellos que han recibido tratamiento con quimioterapia y/o
radioterapia sobre el sistema nervioso.
Negar la enfermedad, no querer saber o quererlo saber todo pueden
ser reacciones de defensa que pueden llegar a producir un elevado
grado de distrés.
Las reacciones de hostilidad tanto dirigidas contra la familia, el personal
que les atiende e incluso contra él mismo o contra Dios, no son
infrecuentes en especial en algunos momentos del diagnóstico o del final
de la vida.
La dependencia de los demás también puede asomar ya que con
frecuencia se hace difícil romper las cadenas, y dejar de depender de
quienes te han cuidado, para así recuperar tu propia identidad.
El duelo y las pérdidas son parte natural de la existencia y también
están presentes en algunos momentos de la supervivencia al cáncer
(durante el tratamiento, en la recuperación, o meses o años después de
la finalización del mismo.
La disfunción sexual. Más de la mitad de los pacientes
oncohematológicos expresan problemas en las fases de deseo y
excitación así como en la consecución de orgasmo, motivados tanto por
fallo hormonal, medicamentos como por cambios de rol e imagen
corporal, sequedad vaginal, miedo a producir daño e incluso miedo al
contagio.
Los cambios en la apariencia y la imagen corporal, tanto transitorios
como permanentes, provocan en muchos pacientes un enorme
sufrimiento al desafiar su autoestima o hacerles sentir inseguridad o
vergüenza porque la imagen corporal se refiere a cómo se sienten con su
cuerpo y no la forma en que realmente son vistos; muchos huyen de la
nuevas amistades, de la intimidad o el sexo y no se aceptan a sí mismos.
Muchas de las actividades de ocio y tiempo libre habituales dejan de
poder practicarse durante los tratamientos e incluso al finalizar éstos lo
que va a condicionar muchos aspectos de las relaciones sociales previas
a la enfermedad.
En lo concerniente a las relaciones y vida social, algunas personas
tienen mayor dificultad para establecer nuevas relaciones o continuar con
las antiguas debido a problemas de imagen corporal, incertidumbre sobre
el futuro o por los cambios laborales que se han producido en sus vidas.
Intentar salir con alguien y compartir pensamientos y sentimientos puede
ser difícil. Se pueden producir así sentimientos de aislamiento y
soledad.
La actividad laboral es un aspecto psicosocial que ha recibido poca
atención hasta el momento actual a pesar de considerarse una
dimensión de calidad de vida de las personas. El cese de ésta durante la
enfermedad supone una pérdida económica que repercute sobre el estilo
de vida personal y familiar, no solo durante el tratamiento sino que a
partir de ese momento se percibe dificultad para la contratación y
concesión de préstamos bancarios, discriminación en puestos de
responsabilidad y ralentización de la trayectoria profesional.
Durante el afrontamiento y la adaptación al cáncer cobran especial
importancia la espiritualidad y la religión. Hay pacientes para los que
éstas ocupan un lugar crítico en la comprensión y el manejo de su
enfermedad. Actualmente no están cubiertas las necesidades espirituales
de los pacientes con cáncer ni por las comunidades religiosas ni por el
sistema de salud.
El paciente con cáncer padece de incertidumbre y se siente inseguro y
vulnerable, aún cuando ya han pasado muchos años desde el
diagnóstico.
Los pacientes desesperan por mantener viva la esperanza. Es la
esperanza la que les permite mantenerse en la creencia de que les
aguarda un resultado positivo, porque la esperanza está hecha de futuro.

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