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Cuando se estudia un concepto tan “intangible” como el de Alma, se hace necesario, para
hacerlo accesible a la comprensión practica, contraponerlo con la naturaleza mas “tangible”
del ser humano: la personalidad.
Las experiencias objetivas (“buenas y malas”) de la personalidad son las herramientas que
tenemos para ahondar, a través de la observación-reflexión, en el trasfondo subjetivo de lo
experimentado.
En todas las relaciones entre “lo nuevo y lo viejo” se producen fricciones, crisis, que son la
señal de que esta relación demanda un reconocimiento en la conciencia y su consecuente
reajuste vital
No hemos de pensar que la crisis sea algo sagrado o necesario, sino que ella es el resultado
natural de una relación dual y, que es en el campo de las experiencias que dicha crisis
propone, donde la conciencia puede reconocer que, es la perspectiva del Alma y no la
perpectiva personal la que puede unificar dicha dualidad.
“El período de crisis presenta un problema importante a los aspirantes avanzados de hoy,
que evoca en consecuencia el interés de los siquíatras y sicólogos. En vez de tratar la
dificultad como síntoma de progreso, como indicación de una etapa relativamente elevada
en la escala evolutiva, y una razón para sentirse alentado, se la considera como una
enfermedad de la mente y de la personalidad. En lugar de considerarla como una condición
que merece ser explicada y comprendida, aunque no implique verdadera preocupación, se
intenta obviar la dificultad eliminándola en vez de solucionarla, con lo cual, aunque la
personalidad puede aliviarse temporariamente, el trabajo del alma queda paralizado y
demorado durante ese ciclo particular de vida” *
La crisis es una condición que obliga a la personalidad a una acto de humildad a través de
la “humillación”. Un acto (actitud) que conlleva la correcta comprensión que, rechaza al
ego-cristalizado y re-descubre la alegría (no condicionada) del Corazón.
Esta Alegría sin condiciones, no es una alegría ingenua, porque tras de si está la
comprensión que genera el dolor de una derrota aceptada. Esta Alegría es la demostración
de que la personalidad está siendo receptiva a la energía del Alma. Dicho de otra forma, la
Alegría que expresa la personalidad, es el reflejo externo de la responsabilidad que ella (la
personalidad) esta ejerciendo hacia el llamado del Alma.
El Alma Una brilla en la parte alta de este esquema con luz propia, pero lo primordial es
focalizar la atención en la parte central del esquema, porque es en la Conciencia donde
reside la parte del Alma Una que ya hemos incorporado a nuestro saber, en este punto los
conceptos mi Conciencia y mi Alma son sinónimos.
El rol de la conciencia
Olvidar para volver a empezar, para la psicología del Alma, es repetirse, una compulsión
que se justifica en una ingenuidad o inocencia falsa, es una actitud egoísta que se impone.
Otro tema es el nivel de inconsciencia de quien lo practica. El nuevo punto de vista del que
hablamos aquí, debe ser capaz de destilar el pasado transformándolo en una herramienta
de comprensión que conlleve una nueva actitud.
No dualidad
Inofensividad
Servicio
El servicio es el “instinto” del Alma, todo instinto es algo natural, y la conciencia de Alma
tiene como lógica principal ser incluyente, y esta lógica, cuando la personalidad es
receptiva al Alma, es expresada a través de la responsabilidad. Responsabilidad y lógica
incluyente en esta caso son sinónimos.
La personalidad, cuando se vuelve receptiva a la sabiduría del Alma y a Su silencio acogedor,
es inspirada para que muestre sus talentos, de forma alegre libre altruista y “con Corazón”,
allí donde su responsabilidad (lógica incluyente) detecta que debe hacerlo.
Subir un escalón es dar la mano a aquel que nos invita a subir, y el corazón agradecido
responde ofreciendo la otra mano a aquel que le sigue.