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¿Realmente somos libres?

E
s una grave pregunta que casi todos nos hemos hecho, pues teniendo en
cuenta que nuestros deseos pueden ir en contra de una sociedad que nos
reprime ¿cómo nos podríamos considerar libres en esta?, nos da límites y
nos convierte en lo que se considera “cotidiano.” Somos oprimidos por la sociedad
que nos destruye nuestros deseos, los de nuestros cuerpos y almas, ¿qué será de
nuestro futuro como sociedad si cada cosa que hagamos tiene un límite?

Ya se sabe cómo es el ciclo del aprendizaje y de lo que se convierte en luego la


personalidad de una persona, desde la infancia. Y la mayoría podríamos decir que
desde nuestra infancia, fuimos educados con cierta moral y ética que proviene
desde nuestra familia. Tal como decía Carlos Castañeda en Las Enseñanzas de
Don Juan, “Desde pequeños tenemos una perspectiva única de la realidad no
ordinaria, pero también desde pequeños se nos enseñó a ver la “realidad”.”

Antes que nada hay que aclarar ciertos términos, la diferencia entre libertad y
libertinaje. Libertad es el buen uso de las acciones a partir de la ética que se
tenga, obviamente, sin hacer ningún daño a nadie. Y el libertinaje es …
literalmente “hacer lo que se le venga en gana”, sin importar a quién afecte.

Teniendo en cuenta que existe una moral a seguir para tener libertad, esto
provoca varios fallos. Debería ser inmoral algo que afecte a alguien a pesar de
uno mismo (pues si se afecta a uno mismo por acción propia, es netamente
voluntario). Mas existen leyes tales como “Prohibido el expendio de drogas”, las
cuales la mayoría no causan daño a las demás personas a demás del consumidor.
Esto quita la libertad a seguir, pues se tacha de “inmoral” algo que no cumple con
los requisitos. Y si fuese inmoral el daño a uno mismo, entonces que ilegalicen
comer carne (Por los cancerígenos que puede tener), estar pegados a una
pantalla por más de treinta minutos (por el daño cognitivo y social para el sujeto) o
el siquiera besar (por la cantidad de bacterias transmitidas en el acto).

Ahora, teniendo en cuenta que la libertad obviamente puede ser obtenida sin la
moral mal catalogada, aquí viene otro tema. Desde Platón, estamos en una
caverna. Un sistema nos oprime con esta moral mal catalogada, que nos da un
orden a seguir la vida. No el orden biológico de nacer, reproducirse y morir. Sino
de conseguir un empleo, ganar dinero, una familia, un techo y comprar cosas para
satisfacer las necesidades. La caverna de la libertad, se podría decir. Vemos las
sombras de la “libertad” que nos impone el sistema. Y el que salga de la caverna
tiene la capacidad de ver la libertad en su máxima expresión, pero los que siguen
en la caverna lo llamarán loco.

El sistema nos ha impuesto como si existiese un monstruo que los esperase a la


salida de la caverna, para desmembrarlos al no seguir el orden social. Pero tal vez
no existe tal monstruo y podemos escapar de la caverna con total libertad, con
alas para volar.

Hay varias cuestiones que se interponen. La salida y regreso a la caverna. En el


proceso de salida, pues habrán cosas que se dejarán atrás, pues las
responsabilidades y los apegos emocionales hacia algo exterior hacen parte de lo
que nos mantiene unidos a la caverna. Por lo tanto, se dejará el trabajo, las
deudas, los lujos materiales y hasta la propia familia. Pero eso lo vale la felicidad,
¿no?, Camus decía que era absurdo no hacer lo que nos hace felices mientras no
le hacemos daño a alguien. Y no hay que pensar mucho para darse cuenta que el
sistema es el único afectado al salir de la caverna. Y a la vez, es el que nos
mantiene ahí.

Puesto que hay muchos valores emocionales en las cosas que se dejan en la
caverna, existe la posibilidad de volver a ser atrapado por esta. Ahora la gente te
mirará como un loco. ¿Qué es un vagabundo nómada que las únicas pertenencias
son un bastón y su ropa?, “un loco.”

Las conclusiones son muy sencillas. Podemos ser libres, tenemos la oportunidad
de serlo. Pero el miedo a un monstruo, el abandono a nuestra vida y la salida del
sistema (con la seguida mal catalogada “locura”), son las cosas que nos
mantienen acá. Tal pájaro que escapa de su jaula y el dueño le dispara para que
no escape. Pero tal vez no existe dueño, tal vez somos nosotros mismos.

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