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TERCIARIO

Los continentes y océanos adquieren básicamente, sus características actuales y, a


partir del Terciario Tardío, desarrolló la circulación oceánica ahora dominante. Se
produjeron frecuentes encuentros entre placas que motivaron la elevación definitiva de los
principales cordones montañosos ahora existentes (Andes, Alpes, Himalayas), lo que fue
acompañado por un intenso plutonismo y volcanismo, con extrusión de enormes masas de
andesitas y basaltos, además de importantes mineralizaciones.
El campo magnético terrestre fue muy variable y el clima mostró gran inestabilidad,
debido a la formación de áreas glaciadas en las regiones polares.
El Terciario también se caracterizó por los cambios eustáticos del nivel del mar,
habiéndose reconocido unos 7 superciclos y 22 ciclos. En cada uno de ellos se produjo una
elevación general lenta del nivel del mar seguida por una rápida caída del mismo.
En diversos momentos del Terciario ocurrieron intercambios faunísticos de
relevancia entre distintas regiones continentales, aunque hubieron otras, como América del
Sur y Australia que experimentaron un prolongado aislamiento, por lo que sus respectivas
faunas adquirieron características típicamente autóctonas.
Los mamíferos y las angiospermas dominaron los ambientes continentales donde, a
partir del Mioceno, ciertos grupos de Primates modificaron sus adaptaciones y originaron
nuevas líneas evolutivas, una de las cuales condujo al género Homo.
Las biotas marinas fueron numerosas y variables. En el plancton abundaron los
foraminíferos, radiolarios, diatomeas y cocolitos, mientras que las asociaciones bentónicas
se caracterizaron principalmente, por sus bivalvos y gastrópodos. En las regiones de aguas
frías fueron frecuentes los cetáceos y pingüinos.
E los ambientes continentales dominan bivalvos, gastrópodos, artrópodos e insectos
El provincialismo biológico se incrementó debido a las derivas continentales y la
mayor diferenciación climática.
La acumulación de materia orgánica en ciertas cuencas motivó la formación de
carbón e hidrocarburos.

DIVISIÓN :
El Sistema Terciario comprende a los Subsistemas Paleógeno y Neógeno (Fig. 1),
los que también suelen considerarse con el rango de Sistema, en reemplazo de Terciario. En
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el hemisferio norte, el Paleógeno es conocido como Nummulítico debido al desarrollo
experimentado, en esos tiempos, por los Nummulites, en la región del Tethys.
Por lo general, el límite Cretácico-Terciario está indicado por una discordancia.
Paleontológicamente, el mismo coincide con la desaparición de un gran numero de grupos
de invertebrados que habían sido frecuentes durante el Cretácico, como los amonites,
belemnites, Rudistas (Hipurítidos), inocerámidos, la gran mayoría de las trigonias, muchos
gastrópodos (en especial los acteonéllidos y nerineidos), braquiópodos, briozoarios,
equinodermos, foraminíferos (Globotruncana, Rugoglobigerina, etc.) además de grandes
reptiles, las Bennettitales y casi todas las Cycadales y Caytoniales.
La iniciación del Terciario, en el ambiente marino, está señalada por la aparición de
los foraminíferos planctónicos de los géneros Globigerina, Globoconusa y Globorotalia, y
por ciertas especies del nanoplancton calcáreo. Los cocolitos sufrieron un cambio profundo
pues desaparecieron la casi la totalidad de las formas cretácicas, apareciendo Discoaster.
En las secuencias continentales, este inicio está marcado por la casi constante presencia de
abundantes restos de mamíferos y angiospermas.
En muchas localidades, la base del Terciario suele mostrar una elevada
concentración de Ir, Os, Co, Cr, Ni, As, Sb, Se, además de esférulas de sanidina, lo que se
relaciona con la caída de un gran cuerpo celeste sobre la superficie terrestre.
El límite Terciario-Cuaternario (Plioceno-Pleistoceno) coincidió con una brusca
disminución de la temperatura, que se tradujo en un importante reemplazo entre las faunas de
foraminíferos y radiolarios, ocurriendo algo similar con las floras. Sin embargo, este límite
está menos definido que el Cretácico-Terciario y algunos estratígrafos opinan que el
Terciario debería ser extendido hasta nuestros días.
El Sistema Terciario se divide en 5 series (Fig. 1), cada una incluyendo pisos
marinos y continentales cuyo número y denominación depende de la región considerada y el
criterio del especialista.
El notable desarrollo alcanzado en el Terciario por los foraminíferos planctónicos,
radiolarios, cocolitofóridos y otros integrantes del zoo- y fitoplancton, constituye una
excelente base para la biozonación del sistema.
Los foraminíferos bentónicos, ostrácodos y equinodermos, entre otros organismos,
también son empleados en las biozonaciones aunque en áreas restringidas.

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En los ambientes continentales, las mejores biozonaciones se basan en las
palinofloras, mientras que la evolución de las faunas de mamíferos sirve para diferenciar
las “edades-mamífero”.
La inestabilidad del campo magnético terrestre durante el Terciario, junto con las
biozonaciones y los aporte de la geocronología isotópica permiten efectuar una división del
Cenozoico, en general, con gran precisión.

DIASTROFISMO :
El Terciario se caracterizó por los importantes movimientos orogénicos vinculados
con encuentros entre placas y la intensificación de los procesos de subducción. Todo ello
motivó gran actividad magmática y volcánica.
La colisión Iberia-Europa creó los Pirineos y más al sur, el movimiento de África
contra Europa cerró el Tethys Occidental, produciéndose el plegamiento de los Alpides en
varias fases (Fig. 2).
El choque de la placa Indica con el sur asiático plegó a los Himalayas, a partir del
Eoceno (Fig. 3).
En el Eoceno-Oligoceno se elevaron, en el norte africano, los Montes Atlas y las
regiones de Argelia y Tunisia (Fig. 2).
En el oriente africano se constituyeron los “Rifts Valleys” y el Mar Rojo,
produciéndose gran volcanismo y las fosas fueron ocupadas por lagos (Fig. 4).
En las Américas, la subducción pacífica provocó la elevación de grandes cordones
montañosos (Andes, Montes Rocosos). En el borde pacífico norteamericano, la Orogenia
Cordillerana terminó con la Fase Larámica (que continuó hasta el Eoceno), originando a los
Montes Rocosos, los que volvieron a ser elevados en el Terciario Tardío por la Orogenia
Cascadiana.
En el Mioceno Tardío se inició el plegamiento de la Cordillera de la Costa, que aún
continúa, y durante todo el Terciario la región occidental norteamericana soportó un gran
volcanismo basáltico y se constituyó la Falla de San Andrés (Fig. 5).
En el norte sudamericano, durante el Terciario se elevó toda la región cordillerana
de Colombia y Venezuela, y los fallamientos eocenos y miocenos originaron estructuras
petrolíferas (Fig. 6).
En Ecuador y Perú, durante el Terciario se produjo el emplazamiento de grandes
batolitos, asociados a elevaciones y mineralizaciones. En las depresiones intermontanas se

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acumularon miles de metros de espesor de sedimentos continentales que, al final del
Terciario fueron plegados y elevados.
En el norte de Argentina y Chile, el Neógeno se caracterizó por el gran volcanismo y
magmatismo en la Cordillera Oriental y Puna, mientras que en el Plioceno se originaron
volcanes aún activos (Copiapó, Socompa, etc.).
A partir del Eoceno Tardío, la Orogenia Andina se intensificó en los Andes
argentino- chilenos, con producción de gran magmatismo y se diferenciaron 4 ciclos o
movimientos orogénicos (Fig. 7):
Ø FaseLarámica o Mapúchica (RAGA 34, 2: 122, límite K-T o fines del Paleoceno.
Ø Primer Movimiento (Incaico), más intenso al final del Eoceno, generó las principales
estructuras andinas.
Ø Segundo Movimiento (Pehuénchico), del Mioceno. Asociado a grandes intrusiones
(Volcán Domuyo) y extensa capas basálticas. Produjo gran magmatismo e importantes
mineralizaciones (Farallón Negro, Capillitas, La Mejicana).
Ø Tercer Movimiento (Quechúico), del Plioceno. Se intensificaron los procesos
magmáticos y los plegamientos.
Ø Cuarto Movimiento (Diaguítico), del Plioceno Tardío-Pleistoceno; originó grandes
desplazamientos verticales y se constituyó la actual orografía, por la que también se la
conoce como Fase Orográfica o Geográfica.

En los Andes Patagónicos se reconocen :

Tardía (Mioceno Tardío)


Orogenia Magallánica Intermedia (Eoceno Tardío)
Temprana (límite Cretácico-Terciario)

Las dos últimas coincidieron con episodios magmáticos (batolitos de los Cerros Fitz
Roy y Catedral).
Un arco de islas asociados en el Eoceno-Oligoceno, originó gran acumulación de
lavas (Serie Andesítica) y cenizas (Formación Sarmiento).
En la Patagonia extraandina, grandes efusiones basálticas iniciadas al final del
Cretácico, se intensificaron en el Terciario, formándose mesetas basálticas, como la Meseta
de Somuncurá.

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En la Antártida se elevaron los Montes Transantárticos y en el límite Mioceno-
Plioceno se emplazó el Batolito Antártico, continuación del Patagónico.
En la región antártica hubo gran volcanismo durante el Terciario y parte del mismo
aun persiste. En la zona del mar de Ross hace unos 19 m.a. comenzó un volcanismo
concentrado alrededor de los volcanes Erebus y Melbourne, el primero de los cuales
continúa activo desde 1972.
En la Tierra de Mary Byrd existe una alineación de volcanes que incluye a 14 de los
18 volcanes mayores antárticos.
La apertura del Estrecho de Bransfield, ocurrida hace unos 2 m.a., habría estado
asociada con la existencia de una serie de estrato-volcanes submarinos, algunos de ellos
emergidos (isla Decepción, Penguin y Bridgeman). El “Orca Seamount”, en las afueras de la
costa sur de la isla Rey Jorge, es el volcán submarino más grande del área.

PALEOGEOGRAFÍA :
Durante el Terciario tuvieron lugar importantes modificaciones paleogeográficas y
al final de estos tiempos, prácticamente la superficie terrestre mostraba rasgos geográficos
muy similares a los actuales.
Entre las principales modificaciones paleogeográficas se hallaron :
• La interrupción de la conexión Groenlandia-Eurasia, a partir del Eoceno más alto,
formándose la Cuenca del Mar de Groenlandia y la Cuenca Eurasiana del Mar Ártico.
Así, la Cuenca Ártica se agrandó y se estableció el Atlántico Norte (Figs. 9, 10, 11). La
apertura del Estrecho de Bering habría sido en el Plioceno temprano pero pudo ser antes
(Mioceno) aunque debe ser confirmado.
• Se produjo la evolución y desarrollo de la región caribeana que culminó en la elevación
del Istmo de Panamá y la unión de América del Norte y Sur.
• La Península Antártica comenzó a distanciarse de la extremidad sudamericana,
formándose el Mar del Scotia, el Pasaje Drake (desde el Oligoceno) y hace unos 5 m.a.
se formó el arco de las Islas Sandwich del Sur (Fig. 13).
• En el Eoceno comenzó la separación definitiva de Antártida de Australia (iniciada en el
Cretácico Tardío), la que junto con la formación del Pasaje de Drake (por separación de
la Península Antártica de América del Sur), contribuyó a la formación de la Corriente
Circumpolar Antártica (hace unos 40 m.a.) y al aislamiento térmico de la Antártida (Fig.
14).

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• Las principales características del Océano Indico datan del Terciario; en el límite
Cretácico-Terciario se generaron los Deccan Trapps y a partir del Eoceno, la India se
fusionó con el sur asiático.
• En Europa, el mar terciario invadió el norte desde Inglaterra hasta Holanda, Dinamarca y
Alemania, culminando la transgresión en el Oligoceno, para luego retraerse. Las
secuencias marinas más importantes se hallan en las Cuencas de París, Aquitania y
Londres (Figs. 15 y 16).
• El acercamiento de las Placas Africana-Arabe e Indica contra Eurasia, aislaron parte de
la región europea al norte del Tethys, formándose el Paratethys, salobre, a partir del
Oligoceno y hasta el Pleistoceno (relictos del Paratethys son los mares Negro y Caspio)
(Figs. 17 y 18).
• En el Mioceno Tardío (Piso Messiniano) el Tethys se secó casi totalmente.
• África, India y Australia, durante el Terciario fueron transgredidas periféricamente.
• La formación del Mar Rojo motivó la separación de la Península Árabe de África y su
unión con Asia.
• En América del Norte, el contacto de la Placa del Pacífico Oriental con el borde del
continente norteamericano hace unos 28 m.a. (Oligoceno), determinó la formación del
Sistema de Fallas de San Andrés y la separación de la Península de la Baja California
(Fig. 5).
• En la región occidental norteamericana, al final del Cretácico y principios del Terciario
comenzó la elevación de los Montes Rocosos, produciéndose gran volcanismo (Mesetas
de Columbia y Colorado), principalmente durante el Neógeno. Entre el Mioceno y el
Cuaternario la erosión labró grandes cañones, como el del río Colorado, en las
depresiones se acumularon potentes secuencias sedimentarias y como expresión última
del intenso volcanismo quedan los geysers, fumarolas y surgentes del Parque Nacional
Yellowstone.
• En el oriente norteamericano se formaron grandes arrecifes coralinos y se depositaron
carbonatos en Florida y Bahamas, actualmente petrolíferos. Algo similar sucedió en el
Golfo de México.
• Antártida Occidental durante la mayor parte del Terciario habría sido un archipiélago y
los afloramientos terciarios más importantes se halla en las islas Marambio (Seymour),
Cockburn y Rey Jorge. En la Isla Marambio se tiene :

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Grupo Volcánico James Ross, Mioceno Tardío-Plioceno
------------------------disc----------------------------------------
Fm. La Meseta (700m) areniscas y conglomerados eocenos,
muy fosilíferos, con invertebrados, peces, reptiles, pingüinos,
cetáceos y didélfidos muy afines a los Nueva Zelanda y
Grupo Marambio Patagonia.
------------------------disc-----------------------------------------
Fm. Cross Valley (105 m) areniscas y vidrio volcánico con
dinoflagelados y moluscos paleocenos.
-------------------------disc-------------------------------------------
Cretácico Superior

En las Islas James Ross y Rey Jorge, sobre el Grupo Volcánico James Ross se halla
el “Conglomerado con Pecten” (20m) del Plioceno, con Chlamys anderssoni.

AMÉRICA DEL SUR :


Paleoceno (Fig. 19): El norte del continente fue transgredido desde Venezuela, Guyana y el
litoral brasileño desde la desembocadura del río Amazonas hasta Espíritu Santo. Gran parte
del norte venezolano estuvo ocupado por un ambiente geosinclinal donde se hallan los
mayores espesores sedimentarios del Terciario que, en Trinidad, alcanzan los 12000 m. La
fauna marina es idéntica a la de la región del Golfo. El Paleoceno venezolano es
carbonífero.
Por el litoral pacífico, la transgresión ocupó desde Colombia hasta el norte del Perú,
donde hay importantes secuencias paleocenas y fosilíferas, similares a las del Caribe.
Ecuador habría estado emergido y en Chile Central (Arauco), el Paleoceno es carbonífero y
las facies marinas (Fm. Boca Lebu) son fosilíferas.
En la Cuenca Austral o Magallánica (Provincias de Santa Cruz y Tierra del Fuego)
el Paleoceno está identificado en Río Turbio en subsuelo por los foraminíferos,
reconociéndose en Chile varios pisos.
A lo largo de la costa patagónica, el Paleoceno aflora en las Cuencas de San Jorge,
Colorado y Salado (Fm.s. Roca, Salamanca y Pedro Luro). La regresión marina en el Golfo
San Jorge originó ambientes fluvio-lacustres (Fm. Río Chico) que duraron hasta el final del

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Paleoceno. Todas estas formaciones contienen abundantes fósiles marinos y continentales
cálidos.

Eoceno (Fig. 20): En Venezuela, el Eoceno es muy fosilífero (foraminíferos, moluscos, etc.)
y petrolífero; en Guyana y Brasil los sedimentos marinos eocenos están restringidos a la
plataforma continental.
Sobre el borde pacífico, el Eoceno marino se extiende desde Ecuador (donde es
petrolífero) hacia el sur. En el NO peruano tiene unos 4000 m de espesor y es muy
fosilífero.
En Chile, la transgresión cubrió una angosta faja desde Valparaíso hacia el sur y en
Arauco (Chile Central) tiene más de 2500 m de espesor. Los fósiles, principalmente
moluscos, son muy abundantes.
Al sur de Arauco se formó un arco de islas volcánicas activas desde el Paleoceno,
que originó grandes espesores de lavas y cenizas (tobas) más al oriente (Argentina)
conocidos como “Serie Andesítica”, que tiene intercalaciones marinas y fosilíferas.
En la región comprendida entre Río Turbio y el Lago Buenos Aires (e incluso
Bariloche), el mar eoceno habría penetrado desde el Pacífico y llegó hasta el borde
occidental de la “Protopatagonia”.Dicho mar se habría extendido por Tierra del Fuego,
conectándose con el Eoceno marino antártico. Sus faunas contienen braquiópodos, escasos
corales y briozoos, pero abundantes bivalvos, gastrópodos, equinodermos y cangrejos; en
Río Turbio son carboníferos (igual que en Punta Arenas, Chile).
A diferencia de lo que ocurre en la región oriental patagónica, los estratos eocenos
marinos de la parte occidental presentan inclinaciones variadas y los fósiles están
precariamente conservados.
En la Cuenca Austral, el Eoceno está reconocido tanto en superficie como subsuelo.
Sobre la costa atlántica patagónica, el Eoceno marino aflora desde la Provincia de
Santa Cruz hasta la provincia de La Pampa. En Santa Cruz constituye la Fm. San Julián, con
nautiloideos y otros fósiles ; desde Comodoro Rivadavia hacia el norte, se extienden los
“Estratos con Monophoraster y Venericor”; este último género es una forma típica eocena
en todo el mundo, que llegó a la Patagonia migrando a lo largo de la costa pacífica desde el
Caribe.

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Oligoceno (Fig. 21):Al final del Eoceno, el continente fue elevado en su mayor parte, por lo
que los depósitos marinos oligocenos están menos desarrollados que los paleoceno-
eocenos. No obstante, la sedimentación continuó en el norte del continente durante todo el
período, desde Colombia y Venezuela hasta la desembocadura del Amazonas, y en la
plataforma submarina está reconocido desde el Amazonas hasta el sur del Brasil.
Sobre el borde pacífico sudamericano, en Ecuador y Perú, tiene abundantes
microfaunas y moluscos, pero más al sur se conoce Oligoceno con certeza en la Cuenca
Austral, el Plateau de Malvinas y sobre la costa atlántica patagónica. En esta última región,
la FM. Monte León aflora en la Provincia de Santa Cruz hasta el sur del Golfo San Jorge y
es abundantemente fosilífera. Se dispone sobre la Fm. San Julián (Eoceno) y el pórfido
jurásico, en discordancia, tiene una abundante fauna de moluscos de aguas más frías que la
de la Fm. San Julián, además de microfaunas e incluye cetáceos y pingüinos. Su edad se
hallaría mayormente en el Oligoceno Tardío y podría entraren el Mioceno Temprano.
Las evidencias micropaleontológicas indican que el Oligoceno marino también está
presente en la plataforma submarina, incluyendo el subsuelo de la Península Valdés y las
Cuencas del Colorado y Salado.
Durante el Eoceno-Oligoceno, en la región central patagónica, donde los mares no la
cubrieron, se depositaron los sedimentos tobáceos de las “Tobas con Mamíferos” o Fm.
Sarmiento, famosos mundialmente por sus faunas de mamíferos fósiles.

Mioceno (Fig. 22): En el norte del continente ocurre una nueva transgresión y en Maracaibo
(Venezuela) los depósitos marinos miocenos tienen micro y megafaunas y son importantes
reservorios petrolíferos y carboníferos. Esta transgresión llegó hasta la boca del río
Amazonas y la plataforma submarina, y aún más al sur. Sus faunas son afines a las
caribeanas.
Sobre el borde pacífico, el Mioceno tiene facies profundas con radiolarios y
foraminíferos, pero al final del Mioceno hay facies continentales.
En Ecuador y Perú, el Mioceno es muy fosilífero, igual que en Chile Central, donde
en Navidad hay fósiles que se comparan con los de la Patagonia oriental.
En la Cuenca Austral o Magallánica, el Mioceno fue regresivo y su sector chileno
contiene facies lignitíferas.
Sobre la costa atlántica patagónica, los depósitos de la Fm. Monte León,
principalmente oligocena, podrían entrar en el Mioceno Temprano; en la boca del río Santa

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Cruz están cubiertos aparentemente en transición, por los depósitos continentales de la Fm.
Santa Cruz, ampliamente distribuida en Patagonia y con abundantes mamíferos fósiles.
El Mioceno marino y fosilífero vuelve a estar bien desarrollado en la Península
Valdés y sus moluscos tienen influencias caribeanas. Sus depósitos fueron originados por el
“Mar Entrerriense” del Mioceno Medio o Superior, de aguas cálidas y someras. Este mar se
habría extendido hacia el norte cubriendo una ancha faja central de nuestro país (entre las
Sierras Pampeanas y la región Mesopotámica), conectándose con la región marina terciaria
del continente y tuvo gran importancia en la evolución y distribución de las floras y faunas
sudamericanas modernas.
Así, al retirarse este mar interior, en el Mioceno superior, los perezosos pudieron
llegar hasta América del Norte, mientras que otras formas (ahora extinguidas) colonizaban
América del Sur.
También esta situación explica la extraordinaria riqueza y diversidad en formas
endémicas existentes en el río Amazonas, derivadas de otras marinas, mucho mayor que la
observada en otros grandes ríos, como el río Congo; y la rica flora terrestre amazónica se
debería a la presencia de 3 áreas terrestres, que quedaron aisladas entre sí cuando se
produjo la máxima inundación, las que se convirtieron en centros de experimentación
evolutiva (Science 269: 361 y siguientes y 386).
Otros depósitos marinos miocenos se conocen en el litoral uruguayo y sur brasileño,
con faunas similares a las del “Entrerriense”.
En la plataforma continental argentina, el Mioceno marino también estaría bien
desarrollado.
El diastrofismo mioceno fue muy importante en todo el continente, originando
cuencas aisladas del océano, las que fueron rellenadas con miles de metros de sedimentos
continentales con abundantes vertebrados fósiles, floras y diatomitas. Cuencas continentales
importantes se conocen en el norte argentino (Puna, Valles Calchaquíes, Valle de Santa
María, Huayquerías de Mendoza, etc.). En Patagonia, la secuencia continental más
importante es la Fm. Santa Cruz ya mencionada, con abundantes restos de mamíferos fósiles.

Plioceno (Fig. 23): Las facies marinas solo cubren una angosta faja costera formando
niveles aterrazados. La fauna que contienen es muy similar a la que actualmente habita en las
adyacencias.

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En la región estuárica rioplatense, las aguas penetraron profundamente y llegaron
hasta la provincia de Entre Ríos.
Los depósitos continentales se extendieron ampliamente, adquiriendo gran potencia y
con grandes aportes volcánicos. En el norte argentino se formaron importantes cuencas
pliocenas en la Puna, Sierras Pampeanas, Mendoza y La Rioja.
En la Provincia de Buenos Aires, la Fm. Puelche, del subsuelo, contiene acuíferos
explotables y mamíferos que llegan hasta el Pleistoceno. También la Fm. Chapadmalal y el
llamado Mesopotamiense de Corrientes y Entre Ríos contienen gran cantidad de
vertebrados. Durante la depositación del Mesopotamiense habría ocurrido la ingresión
marina que llegó hasta Entre Ríos.
La parte más alta de la Meseta Patagónica contiene una espesa cubierta de rodados,
denominada Rodados Patagónicos, Rodados Tehuelches o Fm. Tehuelche, que habría
comenzado a formarse al final del Mioceno, aunque su mayor parte sería pliocena hasta
Cuaternaria. Su origen es muy discutido, pero es probable que se encuentren muy
relacionados con la glaciación plio- pleistocena que afectó la región.
Durante el Plioceno, el intenso volcanismo originó mesetas basálticas en gran parte de la
Patagonia.

PALEOCLIMATOLOGÍA DEL TERCIARIO


La paleoclimatología cenozoica se caracterizó por una sostenida tendencia a la
disminución de la temperatura de la superficie terrestre, que alcanzó su clímax durante el
Terciario Tardío-Pleistoceno, cuando desarrolló una extensa glaciación. Dicha disminución
no fue uniforme sino que ocurrió a través de numerosas oscilaciones en las cuales momentos
de máximo enfriamiento alternan con otros momentos de ascenso de la temperatura. Los
gradientes térmicos se hicieron más bruscos y las zonas climáticas se fueron diferenciando
más unas de otras, que durante el Mesozoico.
La temperatura media de la superficie terrestre descendió unos 12ºC durante los
últimos 150m.a. (Emiliani, 1966) lo que se ha atribuido a una menor emisión solar pero, lo
más probable es que se haya debido a las derivas continentales, los cambios de
paleolatitudes de las masas continentales, las variaciones de las relaciones áreas de
oceánicas-áreas continentales y también, a procesos orogénicos.
Según Hays y Pitmann III (1973) durante gran parte del Mesozoico, debido a la
disgregación de la Pangea, las derivas continentales y la formación de extensas dorsales

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medias oceánicas, ocurrieron transgresiones marinas que motivaron el cubrimiento de
amplias áreas continentales por masas de aguas de centenares de metros de espesor. Esto
ocasionó los climas uniformes y benignos que en general, caracterizan a la casi totalidad del
Mesozoico.
Sin embargo, esta situación se invirtió en el Cretácico Tardío cuando las mares
comienzan a retirarse de los continentes y se incrementó la continentalidad. Entonces la
transferencia de calor desde las bajas hacia las altas latitudes se hizo cada vez dificultosa y
en las altas latitudes se inició un enfriamiento progresivo con contrastes estacionales, que
continuaron durante el Terciario y Cuaternario, culminando en una gran glaciación.
Los datos paleomagnéticos muestran que en el Cretácico Tardío, tanto el océano
Ártico como la Antártida, ya ocupaban una posición polar bastante cercana a la actual.
Antártida mantuvo esta posición en el Paleoceno inclusive, aunque no se produjo glaciación
sobre el continente sino localmente en las mayores elevaciones. Los troncos petrificados
hallados en depósitos del Cretácico Superior señalan el predominio de un clima con
veranos cálidos e inviernos fríos, siendo la vegetación característica de zonas
semidesérticas.
En el límite Cretácico-Terciario tuvo lugar un enfriamiento y la temperatura de las
aguas del fondo oceánico descendió unos 3ºC pero, al comenzar el Paleoceno las
condiciones se invirtieron, imperando climas cálidos y húmedos, con lluvias más intensa
que en la actualidad, en casi todo el globo. Entonces, las aguas superficiales antárticas
tenían 18ºC y las profundas (a unos 1000m), 16ºC, por lo que la circulación vertical habría
sido escasa.
También los gradientes de temperatura fueron pequeños desde las bajas a las altas
latitudes y, en la zona ecuatorial, las aguas tenían unos 25ºC.
En la mayor parte del mundo, la tendencia cálida del Paleoceno continuó en el
Eoceno, excepto en la región austral donde, a partir del Eoceno Temprano (52-49 m.a.)
comenzó un enfriamiento climático que fue incrementándose progresivamente durante el
resto del Terciario.
La existencia de climas cálidos y húmedos, en latitudes altas de ambos hemisferios,
durante el Paleoceno-Eoceno, está documentada por la distribución de plantas y animales,
así como de rocas climáticamente sensibles (carbón, lateritas, etc.). Floras tropicales a
subtropicales se hallan en estratos eocenos de Inglaterra, Alaska, Japón, Nueva Zelanda y
Antártida; también los arrecifes coralinos se extendieron desde Irlanda hasta Australia.

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En el Paleoceno-Eoceno hay evidencias de faunas y floras tropicales hasta el Golfo
San Jorge (Argentina) por lo menos, y los carbones de Río Turbio y otras regiones chilenas,
intercalados con niveles marinos fosilíferos, igualmente señalan climas cálidos y lluviosos,
casi hasta los 60º L.S.
Posiblemente hasta el Eoceno los cinturones húmedos se extendían mucho más que
ahora en las latitudes altas, debido a que las aguas superficiales cálidas podían transportar
más fácilmente el calor desde el Ecuador a las altas latitudes.
En la zona antártica, la temperatura de las aguas superficiales bajaron a 10ºC en el
Eoceno Medio, si bien alrededor del continente aún existían temperaturas suficientemente
elevadas como para permitir una vegetación templado-frío, dominada por Nothofagus. Este
enfriamiento austral continuó en el Eoceno Tardío, cuando las aguas superficiales tenían
11ºC y las del fondo llegaron a 8ºC. Posiblemente, en estos momentos se formó la
Convergencia Antártica, cuando los profundos gradientes térmicos establecidos alrededor
de la Antártida dieron lugar al “ upwelling” o surgencia del agua profunda. Igualmente, en el
Eoceno Tardío se habría constituido la “psicrosfera” o zona profunda que alberga a las
aguas más frías del globo.
Al final del Eoceno en la región antártica aparecen los cetáceos y pingüinos.
El avance hacia el norte del agua profunda antártica originó una disminución
progresiva de las temperaturas en las latitudes menores, originando la extinción de muchos
organismos marinos que hasta entonces habían habitado las aguas cálidas patagónicas.
En la primera mitad del Oligoceno, las condiciones paleoclimáticas habrían sido
bastante parecidas a las actuales. El transporte del calor desde las bajas a las altas latitudes
continuó restringiéndose, las aguas se fueron enfriando más, la evaporación fue menor y las
precipitaciones y la temperatura del aire disminuyeron. Como consecuencia, los cinturones
húmedos de las altas latitudes se restringieron a latitudes menores de 60º.
En el Oligoceno Tardío, hace unos 29 m.a. se rompió la unión entre la extremidad
sudamericana y la Península Antártica, formándose el Pasaje Drake y el Arco del Scotia.
Sin embargo, en dicho Pasaje las profundidades oceánicas se alcanzaron recién a partir del
Mioceno Temprano (25-222m.a.). Esta circunstancia junto con la separación de Australia-
Tasmania con respecto de Antártida, determinaron la formación de la Corriente Circumpolar
de Antártida y el aislamiento térmico de la Antártida, la que comenzó a enfriarse hasta
acumularse hielo sobre su superficie.

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La primera glaciación antártica comenzó en los Montes Ellsworth y los Montes
Transantárticos (Mercer, 1973) y/o en la Antártida Oriental (Denton et al., 1971) durante el
Mioceno Medio, en el lapso 14-10 m.a. (Shackleton y Kennett, 1975).
El crecimiento del campo de hielo de la Antártida Occidental se habría iniciado mucho
después que el de la Antártida Oriental, ya que gran parte de Antártida Occidental estaba
bajo el mar (Mercer, 1970). En la Antártida Oriental ya habría habido glaciación durante el
Oligoceno más temprano y quizá, ya en el Eoceno medio o Tardío. Así en la isla Rey Jorge
se han diferenciado las siguientes glaciaciones:
Glaciación Melville – Mioceno temprano
Interglacial Wawal, Límite Mioceno-Oligoceno, con flora de Nothofagus
Glaciación Legrú – Oligoceno Tardío (antes considerada del límite Plio–Pleistoceno
Interglacial Wesile
Glaciación Polonez – Oligoceno (antes considerada Plioceno)
Glaciación Krakow – Eoceno medio (local y poco importante
En los mares australes, el comienzo del Oligoceno estaría indicado por un descenso
de la temperatura de 3ºC. Un breve lapso de calentamiento ocurrió en el límite Oligoceno-
Mioceno.
La glaciación de la Antártida Occidental se habría iniciado en el Mioceno Tardío o
quizá algo antes y este acontecimiento tuvo un efecto decisivo sobre el clima y la
oceanografía mundiales. Con anterioridad, las aguas abisales que ahora se forman en el Mar
de Weddell y en el Mar de Noruega, se originaban por enfriamiento y hundimiento de las
aguas salinas superficiales adyacentes a una Antártida fría pero en gran parte, no glaciada.
La velocidad de circulación de estas aguas abisales aumentó gradualmente desde el final del
Eoceno hasta el Mioceno Tardío debido al incremento del gradiente térmico por la
refrigeración creciente de la Antártida (Kennett, 1977) y la primera producción de la
verdadera “Agua de Fondo Antártico” fue en el Mioceno Tardío lo que causó un cambio
permanente en la circulación abisal mundial.
Al final del Mioceno, el volumen del hielo antártico debió ser 50% mayor que el
actual (suponiendo la ausencia de campos helados en el hemisferio norte). Esto sucedió
hace 5.6 m.a., y el nivel del mar debió descender 40m (Shaskleton y Kennett, 1975),
produciéndose el aislamiento del Mediterráneo (Adams et al., 1977), mientras en la
Argentina, las glaciaciones patagónicas se extendieron más allá de los Andes, entre los 7 y
5.2 m.a. (Mercer, 1979).

14
En el hemisferio norte, el enfriamiento e iniciación de la glaciación ocurrió recién en
el Plioceno, hace unos 3.2-3 m.a., y alcanzó se culminación hace unos 3-2.5 m.a. Desde
entonces, la Tierra soporta una glaciación bipolar.
Durante el Plioceno y Cuaternario fueron frecuentes las oscilaciones climáticas y en
ese lapso se produjeron 8 avances hacia el norte del Frente Polar Antártico, el primero de
ellos a los 3.9-4 m.a. (Plioceno Tardío), coincidentemente con una glaciación mayor en la
Patagonia austral a los 3.59 m.a. (Mercer, 1974 ; Mercer et al., 1975 ; Wecker, 1973).

CARACTERÍSTICAS BIOLÓGICAS

Invertebrados. El comienzo del Terciario se destacó por la aparición de nuevos elementos


faunísticos y la creciente importancia que tomaron otros presentes con anterioridad. No
obstante, las asociaciones del Terciario antiguo aún conservan integrantes que, en sus
características principales, recuerdan fuertemente a sus antecesoras mesozoicas.
Los protozoarios más abundantes y variados del Terciario fueron los foraminíferos,
tanto béntonicos como planctónicos. Entre los primeros se destacaron los foraminíferos
grandes y de estructura interna por lo general, compleja. Los Nummulites aparecen en el
Paleoceno y resultan buenos fósiles guías en la región del Tethys, hasta el final del Eoceno,
cuando se extinguieron. Igual que los restantes foraminíferos grandes, eran característicos de
aguas cálidas, en las que llegaron a ser tan abundantes que sus acumulaciones dieron lugar a
las compactas rocas calcáreas utilizadas por los faraones egipcios para construir sus
pirámides.
Otros foraminíferos igualmente importantes fueron los assilinas, operculinas,
ortofragminas, alveolinas y orbitolítidos cuya evolución, durante el Terciario, proporciona
gran ayuda en las correlaciones bioestratigráficas.
Las faunas de foraminíferos planctónicos contaron con numerosos géneros y especies
de amplia distribución en todos los mares terciarios, si bien estuvieron limitados por la
temperatura de las aguas, las corrientes oceánicas, la salinidad y la distancia a la costa.
Desde el punto de vista de la correlación estratigráfica, estos foraminíferos sustituyeron a
los amonites mesozoicos en cuanto a su empleo como fósiles guías, siendo además
importantes indicadores paleoecológicos.
Los radiolarios, a diferencia de los foraminíferos, son protozoarios de esqueleto
silíceo (la mayoría de ellos) o de sulfato de estroncio (radiolarios acantarios); planctónicos

15
(en raras excepciones) llegan a constituir hasta el 75% o más de los barros de las
profundidades oceánicas. Las formas pequeñas son características de las aguas superficiales
cálidas, mientras que las mayores abundan en las aguas profundas y frías. Presentes en todos
los mares, la evolución de muchos de sus géneros y especies está siendo utilizada en los
últimos años para la biozonación de secuencias sedimentarias marinas terciarias.
Los ambientes arrecifales se hallan muy difundidos en los mares cálidos del
Terciario, principalmente durante el Paleógeno pero, a partir del Mioceno, se restringieron
a la región ecuatorial. Los corales hexacorállidos y los briozoarios queilostomátidos
alcanzaron un neto predominio sobre los demás órdenes.
En los comienzos del Terciario tuvo lugar un débil resurgimiento de los
braquiópodos articulados, los que no sólo tendieron a aumentar el número de individuos,
sino que también contaron con nuevos géneros, aunque de poca duración.
Las regiones litorales marinas albergaron gran cantidad de moluscos cuya
distribución estuvo controlada, principalmente, por los factores físicos (temperatura y
profundidad de las aguas). Algunos géneros de moluscos de amplia distribución en el
Mesozoico y que no llegaron a extinguirse al final de dicha era, persistieron durante todo el
Terciario y aún habitan, en calidad de relictos, nuestros mares. Tal es el caso de Aporrhais,
Neotrigonia y Nautilus.Los cefalópodos terciarios, con excepción de ciertos géneros de
nautiloideos que fueron relativamente frecuentes en el Paleoceno, pertenecieron a formas
con conchilla interna (sepias, calamares) o ausente (pulpos), tal como ocurre en la
actualidad.
Los bivalvos y gastrópodos fueron los moluscos dominantes en el Terciario. Entre
los primeros, algunos géneros como Ostrea llegaron a desarrollar individuos con conchilla
de extraordinario tamaño y grosor (en Patagonia los hay de hasta 0.50 m de largo y varios
centímetros de espesor valvar), siendo llamativo el pequeño espacio interior que queda
libre entre las valvas y que alojaba los órganos del animal. Los neogastrópodos también
alcanzaron notables dimensiones y esbeltez, desarrollando algunos una gran ornamentación.
Los ambientes continentales (terrestres, límmicos, fluviales) contienen faunas de
bivalvos y gastrópodos muy similares a los actualmente vivientes y en Europa, la región del
Paratethys incluyó cuencas aisladas o semiaisladas propicias para la rápida evolución de
nuevos géneros y especies. Entre los géneros allí surgidos se halló el gastrópodo
Valenciennesia a partir de Dymaea.

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En los ambientes continentales y marinos del Terciario también fueron frecuentes los
artrópodos, principalmente los ostrácodos, los que se adaptaron a las más diferentes
condiciones de salinidad. Los balánidos fueron abundantes al igual que los cangrejos.
La abundancia de crinoideos y equinoideos regulares e irregulares revela la
importancia que adquirieron estos equinodermos en los mares terciarios.
El predominio de las angiospermas en la flora terciaria motivó la creciente
importancia de los insectos los que ya se habrían desarrollado hábitos sociales como los
actuales. Los bosques resinosos de las áreas templado-cálidas facilitaron la conservación
de muchos de estos artrópodos (como también de otros organismos) como inclusiones en
ámbar. Un yacimiento famosos se halla en las costas del Mar Báltico, pero generalmente se
conocen otros, incluso en América del Sur.

Vertebrados. Los peces teleósteos alcanzaron notable diversificación en los diferentes


ambientes acuáticos del Terciario. En los mares también fueron comunes los tiburones y las
rayas. En África, Australia y América del Sur, los sedimentos límmicos terciarios contienen
restos de peces coanados similares a los que ahora habitan esos mismos continentes.
La mayor parte de los anfibios terciarios conocidos corresponden a los anuros y, en
menor proporción a las salamandras. Entre los reptiles, los fósiles más comunes pertenecen
a las tortugas, cocodrilos, lagartos y serpientes que como los anfibios, poseían
características modernas.
La gran mayoría de las aves terciarias difiere escasamente de los vivientes.En el
Paleógeno aparecieron formas gigantes, como Gastormis (Eoceno de Europa), Diatryma
(Eoceno de América del Norte) y Phorurhacus (Paleoceno Superior-Mioceno de la
Patagonia y Pleistoceno del hemisferio norte). Desde el Eoceno, en las regiones australes
habitaron los primeros pingüinos.
No obstante, el Terciario se destaca fundamentalmente, por sus mamíferos que, en el
Paleoceno, todavía eran de pequeño tamaño y faltan representantes de las familias actuales.
Se los conoce en América del Norte, América del Sur, Europa y Asia, mostrando muchas
vinculaciones.
Entre los grupos no placentados, los multituberculados y marsupiales ya se hallaban
en el Cretácico. Los placentados mostraron gran variedad y consistieron en insectívoros,
primates, creodontes, roedores y ungulados primitivos (condilartros, uintaterios,

17
pantodontes) y proboscídeos en Marruecos, además de otros mamíferos menos
representativos, algunos de relaciones filogenéticas poco esclarecidas.
Los insectívoros más antiguos son los del Cretácico de Mongolia. En el Paleoceno,
estos mamíferos incluyeron a formas generalizadas y otras que presagiaban a los carnívoros,
ungulados y primates.
Los primates aparecen en el Paleoceno Medio de Montana (E.U.A.).
Su tronco lo constituye los lemuroideos, actualmente habitantes de Madagascar y la
India, donde son arborícolas y nocturnos ; su origen se hallaría en algún insectívoro del
Cretácico Superior o Paleoceno, semejante a los Tupalidae modernos.
En el Eoceno se produjo la segunda gran radiación de los euterios, apareciendo
órdenes que aún viven. Entre los grupos arcaicos, de origen paleoceno o anterior, los
multituberculados disminuyeron mucho y los marsupiales fueron raros, excepto en América
del Sur; los creodontes (carnívoros) fueron dominantes en el Eoceno, los Taeniodonta
(herbívoros) desaparecen al final de este período; los Condilarthra fueron muy abundantes
en el Eoceno Temprano norteamericano y habrían originado a los perisodáctilos,
artiodáctilos, proboscídeos, sirénidos, hiracoideos y a la mayoría de los ungulados
sudamericanos ; los pantodontes y unitatarios fueron los grandes herbívoros eocenos.
El Eoceno marcó la aparición de los adentados, cetáceos, sirénidos, artiodáctilos
(ungulados con dedos pares, como cerdo, ganado, ciervo, oveja, camello), perisodáctilos
(ungulados con dedos impares, como caballo, tapir, rinoceronte), carnívoros y murciélagos.
Al final del Eoceno Temprano, los perisodáctilos ya estaban bien diferenciados en
équidos, tapires, calicóteros, titanóteros y rinocerontes. En el Eoceno norteamericano se
halla Hyracotherium (= Eohippus), caballo primitivo de unos 0.30 m de altura, patas cortas
con 4 dedos en las delanteras y 3 en las traseras y molares trituberculados. Habitaba
ambientes de sabanas o bosques y se alimentaban del follaje. A partir de Hyracotherium
evolucionaron los restantes linajes de caballos y desde el Eoceno mismo, se distribuyeron
por Europa.
En el Eoceno Medio y Tardío aparecieron nuevos grupos de artiodáctilos,
incluyendo a los antracóteros, y rumiantes (actualmente representados por los camellos,
cuervos, jirafas y ganado). Los proboscídeos estuvieron representados por Moeritherium.
El Eoceno Tardío norteamericano habría dado la cuna de los caméllidos y desde allí
emigraron al Asia en el Plioceno, arribando a Europa en el Pleistoceno, cuando también se
distribuyeron por América Central y América del Sur.

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La totalidad de los carnívoros verdaderos presentes desde el Paleoceno al Eoceno
Medio se ubican en los Miacidae, formas pequeñas y generalmente arbóreas; cuya radiación
tuvo lugar algo después.
El Eoceno Inferior de Pakistán contiene Pakisetus, la ballena dentada más primitiva
conocida. Otra forma de arqueocétidos se hallan en el Eoceno Medio-Superior de Egipto y
el clímax evolutivo de este grupo se alcanzó con Zeuglodon, común en los mares del
Eoceno Tardío, incluyendo a los australes.
Otros órdenes de mamíferos presentes en el Eoceno son los insectívoros,
dermópteros y pholidota (pangolinos u osos hormigueros escamosos), que aún tiene escasos
representantes.
Al final del Paleoceno norteamericano aparecen los roedores que, a partir del
Eoceno Temprano se distribuyeron por el resto del mundo.
En el Eoceno continuarían los primates lemuroideos y aparecieron los Tarsioideos.
El origen de los monos platirrinos sudamericanos, más primitivos que los catarrinos de Asia
y África, no está aclarado.
Los monos platirrinos se caracterizan por sus aberturas nasales y separadas entre sí
y dirigidas hacia los costados, cola larga y dentición con tres premolares.
Los monos catarrinos tienen las aberturas nasales próximas entre sí y abiertas hacia
adelante y abajo, cola corta o ausente, dos premolares.
En el Eoceno de Burma se halla Amphipithecus, considerado un lemuroideo o
antropoideo que posiblemente halla estado en la línea evolutiva que llevó a los monos
sudamericanos.
Los yacimientos de mamíferos eocenos son más numerosos que los paleocenos y
también se hallan en Antártida, donde se conoce Antarctodolops dailyi un polidolópido
(marsupial cenoléstido primitivo del Paleoceno Tardío-Eoceno Temprano) de la Fm.. La
Meseta (Isla Vicecomodoro Marambio o Seymour).
El límite Eoceno-Oligoceno coincide con un hiato importante en la secuencia
faunística de los grandes mamíferos herbívoros terrestres y roedores. En Europa Occidental
el mismo está evidenciado por la extinción de formas eocenas adaptadas a condiciones
locales y su reemplazo, a partir del Oligoceno, por inmigrantes asiáticos. Este fenómeno del
“Grand Corpure”, como se lo suele llamar en el hemisferio norte, generalmente es asignado
a la fuerte inmigración asiática, pero otros opinan que sería consecuencia de la geografía y
el ambiente reinante al final del Eoceno, cuando se produjo un enfriamiento climático a

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escala global, conocido como “ Terminal Eocene Event” (denominación adoptada en el
simposio de 1985). En América del Norte también se observa algo similar asi como en Asia
(Nature 394 (1999): 321).
Las faunas oligocenas de mamíferos están bien documentadas en todos los
continentes, excepto Antártida. En Australia los restos de este edad son escasos y
corresponden a grupos que todavía habitan esa región.
Los perisodáctilos ya cuentan con rinocerontes y tapires típicos. Los équidos
aumentaron de estatura, haciéndose tridáctilos. Entre los artiodactilos aparecieron los
cerdos y pecaríes.
En el Oligoceno de América del Norte se conoce un notoungulado, orden de
mamífero característico de América del Sur.
La mayoría de las familias de felinos actuales ya existían en el Oligoceno y los
arctoideos se vieron incrementados por la aparición de los mustélidos (zorrino, comadreja,
tejón, nutria, etc.) y prociónidos (oso panda y afines).
En el Oligoceno Inferior de Fayúm (Egipto) hay representantes de los Hyracoidea
(subungulados herbívoros), proboscídeos, mastodontes, monos catarrinos y Pongidae. En los
niveles más superiores de Fayúm está Aegyptopithecus, el mayor de los primates de Fayúm,
que sería intermedio entre los primates primitivos Eocenos y los simiiformes miocenos de
África Oriental, conservando ciertos caracteres que recuerdan a los actuales ceboideos
sudamericanos.
Aegyptopithecus zeuxis era de pequeña talla, cuadrúpedo y arboricolo,
alimentándose de frutas. Hace como 20 m.a. habría originado a Dryopithecus.
Posiblemente, ciertos dientes del Eoceno Superior de Burma, ya serían de Pongidae,
pero la evidencia más cierta de la existencia de este grupo es el Propliopithecus del
Oligoceno Inferior de Fayúm.
Los Pongidae actuales incluyen al orangután (Simia o Pongo) chimpancé (Pan) y gorila
(Gorilla). El gibón (Hylobates) a veces se incluye en los Pongidae pero a veces se los
separa (Hylobatidae). Todas estas formas tienen las extremidades anteriores más largas que
las posteriores, por lo que llevan el cuerpo inclinado. El gibón habita la Malasia y tiene 90
cm3 de capacidad craneana ; el orang-után es de Burma y Sumatra, con 550 cm3 de
capacidad craneana; el chimpancé y el gorila viven en África tropical, siendo formas menos
arborícolas que las anteriores, pasan gran parte de su existencia en el suelo, aunque

20
manteniendo una posición cuadrúpeda. La capacidad craneana del gorila es de unos 600 cm3
y la del chimpancé, aproximadamente 500 cm3.
En el Mioceno se incrementó la modernización de las faunas de mamíferos y un alto
porcentaje de las familias de entonces aún tienen representantes vivientes.
En el Mioceno Temprano aún existían cetáceos primitivos (arqueocétidos) pero al
final ya estaban presentes todas las familias de ballenas actuales.
También aparecen los leones marinos y focas.
Los cánidos muestran gran diferenciación y aparecen los osos verdaderos.
Los primeros roedores miomorfos (ratas y ratones) también son del Plioceno.
Los équidos adquirieron dientes de crecimiento continuo (hipsodontia) y su alimento
principal ya no fue el follaje sino las gramineas de las praderas.
En el Mioceno Temprano, los proboscideos (Dinotherium, Gomphotherium,
Mastodon), llegaron a Europa, mientras que a la América del Norte lo hicieron en el
Mioceno Tardío, cuando en Eurasia ya existía un elefante primitivo (Stegomastodon).
Los Dryopithecidae vivieron entre el Oligoceno-Plioceno desde España y Alemania
hasta Italia y sur de China, y desde Egipto hasta Sudáfrica. Muchas especies provinieron del
Mioceno Medio y Plioceno de los Siwalicks (Norte de India), como Driopithecus
chinjiensis (Mioceno Medio).
En el Mioceno Medio de África Oriental, Turquía, China y Pakistán vivieron los
Sivapithecidae (Sivapithecus, Gigantopithecus) con esmalte dental grueso, grandes molares
y fuertes mandíbulas. Algunos piensan que pudieron originar a los Homínidos.
Proconsul africanus del Mioceno Inferior de Kenya posiblemente sea el Homínido
más primitivo conocido. Habría originado a Kenyapithecus que habitó África cuando el
clima estaba progresivamente más seco, y el ambiente más abierto. Así Kenyapithecus pudo
ser el antecesor de los linajes que condujeron a los grandes simios (gorilas, chimpancé) y
también al género Homo, a través de Australopithecus.
Nuevos restos hallados en Kenya (Science 285: 1382-6 y 1335) muestran que
Kenyapithecus wickeri Leakey (14 m.a.) y K. africanus Leakey (15,5 m.a.) son dos géneros
diferentes, que ahora se llaman: Equatorius africanus y E. wickeri.
Equatorius habría sido el simio más primitivo en dejar los árboles y adaptarse al
suelo firme hace 15 m.a., cuando la selva lluviosa africana se estaba convirtiendo en un
bosque más abierto.

21
Algunos creen que Equatorius estuvo más relacionado que Kenyapithecus con la
rama eurasiana, a juzgar por Griphopithecus (aun no descripto), de 16 m.a., hallado en
Alemania.
En el Plioceno disminuyeron apreciablemente las similitudes, que hasta entonces
habrían existido entre las faunas de América del Norte y Eurasia. No obstante, algunos
grupos de carnívoros (Machairodus por ejemplo), équidos (Hypohippus, Hipparion),
mastodontes y rinocerontes siguieron siendo comunes a ambas regiones.
Las asociaciones mamalianas norteamericanas se caracterizaron también por la
presencia de los Antilocápridos, un grupo de bóvidos restringido a dicho continente.
Antilocapra vivió hasta el momento en que llegaron los primeros europeos al oeste
norteamericano. Otros habitantes pliocenos de esa misma región fueron los caméllidos,
pecaries y caballos. Estos últimos redujeron al mínimo el número de sus dedos, como los
actuales, excepto Hipparion, que retuvo tres.
La fauna eurasiana de mamíferos mantuvo su uniformidad desde España hasta China
componiéndose de especies muy similares a las vivientes. Las hienas se restringieron a
Eurasia y en el Plioceno Inferior del este asiático, Stegodon ya presagia a los verdaderos
elefantes del Pleistoceno.
Los félidos adquirieron gran diversidad, apareciendo el género Felis, mientras que
otros carnívoros desarrollaron caninos superiores muy grandes, en forma de hoja de sable,
como Machairodus que, en el Plioceno Temprano habitó América del Norte, Europa, Asia y
África.
Los prociónidos, inicialmente confinados a la América del Norte, a partir del
Plioceno Tardío invadieron América del Sur, donde todavía habitan el coatí y formas afines.
Otra rama emigró al Asia, donde ahora viven los osos panda.
Al final del Plioceno los bóvidos pasaron de Eurasia, su probable lugar de origen, al
África. El bisonte migró a la América del Norte donde se mantuvo exitosamente hasta el
arribo de los primeros hombres blancos que casi lo extinguieron.
En el Plioceno surgieron los Australopitécidos, con caracteres simios y humanos.
Comprenden a los géneros Australopithecus, Plesianthropus y Paranthropus del África
Oriental, cuya capacidad craneana oscila entre 450 cm3 y 650 cm3, y el Meganthropus de
Java, conocido por una mandíbula de grandes dimensiones. Los australopitécidos
conservaron una cresta sagital bien desarrollada pero su dentición era humanoide y

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adoptaban una posición erecta. Sus restos más antiguos se encuentran desde Etiopía hasta
Sud África.
La Formación Hadar, en Etiopía (depresión de Afar), proporcionó al
Australopithecus afarensis (“Lucy”), de 3.6 m.a. de antiguedad, que habría medido entre
1.10-1.20 m de altura. Fueron bípedos y erectos, con las manos liberadas para la
exploración y manipulación del ambiente, aunque no habrían llegado a elaborar instrumentos
como los hallados en estos mismos sedimentos de unos 2.5 m.a.
Otros homínidos en edades entre 4 m.a. y 1 m.a. se hallan en el valle del río Omo,
que desagua en el lago Turkana (ex lago Rodolfo), en Kenya. Allí, la Formación Koobi
Fora, lacustre, fluvial y deltaica, incluye artefactos de unos 2.6 m.a. y restos de
Australopithecus robustus y Australopithecus boisei que en realidad, corresponderían a
ejemplares machos y hembras respectivamente, de una misma especie. En niveles de 1.9
m.a. se halló el cráneo ER-1470, asignado a Homo habilis, de 775 cm3 aproximadamente.
Otros restos similares a los del lago Turkana se hallaron en Olduvay, un desfiladero
próximo a dicho lago, donde estratos de 1.8-1.6 m.a. proporcionaron restos parecidos a
Australopithecus africanus.
La Formación Laetoli (3.8-3.6 m.a.) aflora en el norte de Tanzania, unos 50Km al sur
de Olduvay. Sus sedimentos tobáceos están cubiertos discordantemente por lavas de 2.4
m.a. En la parte superior eólica, hay homínidos similares al género Homo de África oriental
y también al Homo erectus africano y asiático. Una de las capas tobáceas conserva pisadas
humanas que corresponderían a un individuo de 1.40-1.20 m de altura. Algunos relacionan
al Hombre de Laetoli con el Australopithecus, mientras otros opinan que tanto los rastros de
Afar como los de Laetoli corresponderían a un mismo linaje de Homo, debiéndose sus
diferencias al dimorfismo sexual.
En Sud África, Makapanagat, estratos de algo de más de 3 m.a. proporcionaron
Australopithecus africanus posible antecesor del A. boisei y A. robustus.
Los depósitos sudafricanos de Swartkrans (1.9 m.a.) y Sterkfontain (probablemente
1.7 m.a.) llevan homínidos que serían similares a los más antiguos de Sud África, pero de
capacidad craneal algo superior.
Las relaciones filogenéticas entre los homínidos antes mencionados, constituye un
tema muy debatido, existiendo por lo menos tres teorías:

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1) Para D.C.Johonson y T.D. White, del Australopithecus afarensis derivaron por un lado,
los restantes miembros del género a través de Australopithecus africanus, y por el otro, lo
hizo el género Homo.
2) M.V. Tobías opina que los ejemplares africanos mencionados (incluyendo al A.
afarensis) son subespecies del A. africanus, antecesor común de todos los homínidos
posteriores.
3) R.E.F. Leakey sostiene que Australopithecus pertenece a una rama extinguida que nada
tiene que ver con el origen del género Homo. El origen de éste último habría tenido lugar
hace unos 5-6 m.a., y desde entonces evolucionó independientemente, aunque fue
contemporáneo del Australopithecus.
En los últimos años se han hallado restos más antiguos que el Australopithecus
afarensis (“Lucy”), datado en 3.4-3.8 m.a.. Se trata del Australopithecus ramidus o
Ardipithecus ramidus, cuya edad se hallaría en casi 4.5 m.a., si bien otros le asignan 3.89-
3.45 m.a.. Por lo tanto, se hallaría muy cerca de la divergencia entre los linajes que
condujeron a los simios africanos y a los humanos modernos, calculada entre 5-6 m. a. Sus
restos provienen de la región de Hadar, en Etiopía.
Los rasgos del A. ramidus son más primitivos que los del A. afarensis y se
aproximan a los del chimpancé, particularmente en la posición del foramen magnum y la
morfología de un diente de leche, molar, hallado en una forma juvenil, que es muy similar al
de los chimpancé, pues su capa de esmalte es delgada, como el de éste, en vez de gruesa
como en las formas más jóvenes y en el género Homo. Los caracteres de la rodilla
indicarían que estaba bien adaptado para caminar y habría habitado zonas boscosas.
A partir del A. afarensis, hace unos 3-4 m.a. los homínidos se habrían dispersados
en dos direcciones: hacia el sur africano, donde se encuentran restos de 3-3.5 m. a. en
Sterkfontein (Sudáfrica) y hacia el occidente, donde se hallaron restos (llamados Abel), en
estratos de 2.5-3 m. a.
En el norte de Kenya, en Kanopoi y Bahía Allie, estratos de 3.9-3.5 m. a.,
proporcionaron restos del Australopithecus anamensis que ya tenía una posición erecta.
Hasta entonces la evidencia más antigua con ésta característica se hallaba en las pisadas del
Laetoli (3.6-3.7 m.a.), posiblemente originadas por el A. afarensis.
Hace unos 2.5 m.a., desde África estos seres primitivos emigraron hacia el Asia
continental, donde se conocen restos de 1.9 m.a que son más similares al Homo ergaster

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que al Homo erectus. Así éste último pudo haberse originado en Asia y desde allí emigrado
a Europa y África.
En 1999, en el desierto de Afar, se acaba de hallar el Australopithecus garthi (2.5
m.a.) que sería el antecesor del Homo habilis.

EL TERCIARIO SUDAMERICANO Y SUS FAUNAS DE VERTEBRADOS FÓSILES


(Fig. 26)
El Terciario sudamericano ha proporcionado una rica fauna de tetrápodos (anfibios,
reptiles, mamíferos), existiendo yacimientos en todos los países, aunque los más
importantes, correspondientes a los mamíferos, se encuentran en la Argentina.
El Paleoceno y Eoceno de Argentina y Brasil (Itaboraí) contiene anuros hílidos y
bufónidos, los que vivieron junto con tortugas, cocodrilos y grandes boas bajo un clima más
cálido que el de la región donde ahora habitan.
Los estratos continentales paleocenos de Patagonia contienen pípidos y
leptodáctilos. Los primeros son acuáticos e incluyen a Xenopus y habrían tenido su origen
en el Cretácico gondwánico. Durante el Terciario Inferior se extendieron hasta Chubut (42º
Lat. S), mientras que ahora sólo llegan hasta Brasil (20º Lat. S).
Los leptodáctilos, en sentido estricto, actualmente viven desde el extremo austral
sudamericano hasta el sur de los Estados Unidos de América, a donde habrían llegado a
partir del Plioceno. En Perú y Brasil aparecen en el Cretácico.
Los reptiles terciarios sudamericanos estuvieron representados por tortugas, boas,
cocodrilos y serpientes.
En el Eoceno inferior (Casamayorense) del Chubut se hallan las tortugas
Caudiverbera casamayorensis, tortugas anfiquélidas (Meiolamidae) del género
Crassochelys y pleurodiras.
En las anfiquélidas la retracción del cuello es escasa o nula y se las conoce ya en el
Cretácico de Australia y Patagonia.
Las pleurodiras (Pelomedusidae y Chelydae) son de agua dulce y están limitadas al
hemisferio sur. Las pelomedúsidas fueron cosmopolitas durante el Cretácico y Terciario y
sus formas más primitivas habrían sido marinas.
Los chélidos más antiguos son del Eoceno Inferior del Chubut y están representados
por Hydromedusa, que ahora habita en los 35º Lat. S.

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Las Cryptodyra retraen el cuello y aparecen en América del Sur a partir del
Mioceno.
El Paleoceno y Eoceno patagónico fue habitado por grandes boas, como Matsoia,
conocida también en el Cretácico de Madagascar.
Los cocodrilos sebécidos (Sebecus, Eocaiman) se conocen en el Eoceno Inferior
(Casamayorense) de Patagonia; eran terrestres y depredadores y habitantes de las forestas
tropicales. El cocodrilo sudamericano más antiguo es Necrosuchus conensis del Paleoceno
inferior patagónico, donde desarrollaron formas longirrostras.
En el Eoceno inferior del Golfo San Jorge hay Alligatoridae (Notocaiman) y recién
a partir del Mioceno se halla Caiman con especies actuales.
En el Terciario patagónico las serpientes habrían sido frecuentes pero se hallan muy
poco conocidas.
Las faunas de mamíferos Terciarios más numerosas y mejor conservadas de la
Argentina se hallan en la Patagonia e inicialmente, fueron estudiadas por Florentino
Ameghino, con quien colaboró muy eficazmente su hermano Carlos Ameghino.
En los años más recientes los especialistas han tendido a estudiar las asociaciones
de mamíferos, reconociendo una secuencia jerárquica de unidades, constituida por: Fauna
Local-Unidad Mamífero-Edad Mamífero. No es posible establecer la equivalencia entre
éstas unidades y las bioestrátigráficas corrientes.
La Fauna Local es la totalidad de las especies colectadas en un yacimiento acotado
espacio-temporalmente.
La Unidad Mamífero, comprende a más de una Fauna Local que no difiere
temporalmente, en forma significativa. Se definen por la asociación característica de
especie comunes a todas las Faunas Locales.
La Edad Mamífero es la asociación característica de géneros comunes a todas las
Unidades Mamíferos involucradas. Es de carácter continental. Sin embargo, debido a la
dificultad en establecer el control estratigráfico de muchos de los especímenes involucrados
en las Edades Mamíferos, la excesiva amplitud geográfica de las mismas y su rigidez
cronológica, recientemente se ha propuesto abandonar el uso de ésta unidad, utilizando en su
reemplazo las unidades cronoestratigráficas Piso/Edad.
Una característica de la mayoría de las faunas de mamíferos terciarios
sudamericano, es su endemismo, lo que se atribuye al aislamiento que experimentó el
continente en éstos tiempos.

26
Las Edades Mamíferos hasta ahora reconocidas en el Terciario Sudamericano son,
desde la más antigua hasta la más moderna, las siguientes:
v Edad Mamífero Tiupampense (Paleoceno Inferior)
Basada en la fauna de la Formación Santa Lucía, de Tiupampa (Bolivia).
Originalmente fue considerada del final del Cretácico. Contiene marsupiales y didélfidos de
las Subfamilia Caroloameghinidae (Roberthoffteteria national geographica) y placentados
como: un notungulado Henricosbonidae, un miembro del orden Proteutheria y formas afines
a los pantodontes (restringidos al Terciario basal de Laurasia) y condilartros.
v Edad Mamífero Peligrense (Paleoceno Inferior alto)
Es la edad mamífero más antigua hasta ahora reconocida en Patagonia. Está
caracterizada por la asociación de vertebrados continentales provenientes del sector basal
del “Banco Negro Inferior“ de Punta Peligro, localidad ubicada sobre la costa Chubutense,
en el golfo San Jorge. Dicho “Banco Negro Inferior“ se halla sobre los calcáreos de la
Formación Salamanca (marina), con foraminíferos del Daniano, y debajo de la Formación
Río Chico, continental, del Paleoceno Superior, con mamíferos de la Edad Mamífero
Riochiquense. Es discutible pues, si dicho Banco Negro constituye el techo del
Salamanquense o el piso del Riochiquense.
Contiene restos de tortugas, anuros gigantes (Leptodactylidae), cocodrilos y
mamíferos. Entre éstos últimos se halla el Multituberculata Sudamerica ameghinoi, el
?Condylarthra Peligrotherium tropicalis, el monotrema Monotrematum sudamericanum
(indicador de vinculaciones con Australia a través de la Antártida) y condilartros de la
Familia Mioclaenidae correspondientes a los géneros Raulvaccia y Esenibania (en
Tiumpampa existirían otros géneros afines).
La fauna de Punta Peligro se compone de elementos gondwánicos y centro-
norteamericano (laurásicos). Los primeros están representados por los anuros y quelónidos
(chelydae) ya conocidos en el Cretácico gondwánico, el multituberculado gondwanathérido
Sudamerica (muy vinculado con el Gondwanatherium patagonicum del Campaniano
patagónico) y el monothrema Monothrematum (vinculado con formas australianas).
Entre las formas de estirpe laurásica estarían los cocodrilos y los terios placentarios
Mioclaenidae, bien conocido en el Paleoceno Inferior y Medio norteamericano. En
Tiupampa se conocen 4 géneros (Molinodus, Andinodus, Tiuclaenus, y Pucanodus) también
con afinidades norteamericanas.

27
No obstante, Pascual y colaboradores sostienen que la biota del Cretacico-
Paleoceno Inferior de la Patagonia evolucionó en un parcial aislamiento con respecto a otras
biotas sudamericanas de más al norte, debido a que el terreno Patagonia constituyó en sus
tiempos una región biogeográfica separada.
v Edad Mamífero Itaboraiense (Paleoceno Inferior- Paleoceno Superior bajo)
La localidad Itaboraí se halla cerca de Río de Janeiro, en Brasil. Los fósiles se
conservan en canales y sedimentos carbonáticos fragmentarios. La fauna de vertebrados es
muy variada y también hay invertebrados. De las 34 especies de mamíferos conocidas, 21
son marsupiales (Sparossodonta, Polydolopimorphia, Didelphimorphia, Microbiotheria,
Paucituberculata), pero los ungulados son más abundantes que los marsupiales.
Entre los marsupiales, los didélfidos serían más primitivos que los de Patagonia y
más similares a otros del Cretácico Superior norteamericano y australiano. Según Marshall
(1987) en América del Sur ocurrió la primera cladogénesis de los marsupiales y a partir de
capas sudamericanas se dispersan hacia otras regiones.
Las faunas de Tiupampa e Itaboraí tienen estrechas similitudes pero los placentados
de Tiupampa son más afines a los paleocenos norteamericanos.
Los Cingulata brasileños son diferentes de los paleocenos argentinos.
Otros órdenes de mamíferos de Itaboraí son los: Litopterna (es el más diversificado
y mejor conocido, Notoungulata (incluye a la mayoría de los ejemplares colectados),
Condylarthra (son distintos de los de Patagonia), Xenungulata y Astrapotheria.
En Patagonia, podría pertenecer a ésta Edad Mamífero el horizonte con
Kibenikhoria y Carodnia, que se halla sobre el “Banco Negro Inferior “ y en la base de la
Formación Río Chico.
v Edad Mamífero Riochiquense (Paleoceno Medio y Superior)
La fauna que da origen a esta denominación proviene de la Formación Río Chico
(Cuenca del Golfo de San Jorge), integrada por areniscas y conglomerados que
superiormente gradan a tobas bentoníticas blanquecinas de la Formación Sarmiento.
Contiene anfibios, reptiles y mamíferos. Los anfibios cuentan con algunos anuros, como el
leptodáctilo Caudiverbera amazonensis, el bufónido Xenopus pascuali, género también
presente en el Cretácico y Mioceno africanos.
Entre los reptiles abundan los caimanes, las tortugas y ofidios afines a grupos
cretácicos norteamericanos. La tortuga miolánida Crassochelys corniger corresponde a una
familia registrada en el Cretácico y Eoceno de la Argentina y Pleistoceno de Australia. La

28
boa Madsoia, que habría superado los 12m de longitud, igualmente se halla en el Cretácico
Superior de Madagascar. En Chubut contiene restos de aves Rhaiformes, las que también
existen en Brasil.
La fauna mamaliana riochiquense se compone de marsupiales edentados (desípodos
o armadillos), condilartros, notoungulados, piroterios, trigonostilópidos y litopternos.
La fauna riochiquense también se halla presente en las Provincias de Tucumán (Fm.
Río Loro) y Salta (Subgrupo Santa Bárbara del Grupo Salta). La Fm. Río Loro proporcionó
restos de Trigonostylopidae y Astrapotheria (Eostrapostylops riolorense), además de un
Notoungulado primitivo (Satshatemnus bonapartei).
El Terciario del norte argentino es fundamentalmente continental y se inicia en la
parte más alta del Grupo Salta (Barremiano-Eoceno), integrado por el Subgrupo Santa
Bárbara en cuya parte inferior contiene pelitas rojas con intercalaciones de yeso y calizas
estromatolíticas correspondientes a la Fm. Mealla, con peces teleósteos, tortugas y
notoungulados. Inmediatamente arriba, la Fm. Maíz Gordo tiene intercalaciones de calizas y
areniscas, color verde amarillento o azulado ; antiguamente se la llamaba “Margas Verdes“.
Lleva una variada fauna de insectos dominada por curculiónidos, mientras que entre sus
vertebrados se cuentan:peces teleósteos, tortugas, cocodrilos y probables notoungulados.
En Chubut, su parte media tiene al Rhaiforme más antiguo conocido de la Argentina.
Igual edad tiene en Brasil.
v Edada Mamífero Casamayorense (Eoceno Inferior)
La fauna es similar a la riochiquense, con el agregado de los astrapoterios y como
aquella, está integrada por formas pequeñas primitivas. Sus yacimientos se hallan en la
Patagonia y el norte argentino.
Entre los marsupiales casamayorense, Caroloameghinia tenía el aspecto de una
comadreja y probablemente, era frugívoro. Los borhyénidos fueron la rama carnívora de los
marsupiales.
Los edentados contaron con armadillos primitivos y entre los ungulados, Notostylops
tenía el tamaño de una vizcacha.
La comunidad de mamíferos casamayorense habría estado integrada por dos
asociaciones diferentes:una primitiva (fauna del Cañadón Vaca) y otra más evolucionada
(fauna de la Gran Barranca).
En el Casamayorense también hay reptiles y aves (varios órdenes).

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En el norte argentino, la asociación casamayorense se halla en la Fm.. Lumbrera
(Subgrupo Santa Bárbara), compuesta por pelitas rojas y verdes con algunas areniscas. Su
fauna contiene insectos, peces teleósteos y dipnoos (Lepidosiren), cocodrilos sebécidos,
tortugas, el lacertilio Lumbrerasaurus scagliai, aves forusracoideas y mamíferos
(marsupiales, edentados, astrapotéridos, litoptermos, notoungulados) y el borhyénido
Patene simpsoni. El ambiente dominante habría sido el de una llanura aluvial, con
vegetación tropical a subtropical y clima húmedo-templado.
v Edad mamífero Mustersense (Eoceno Medio)
Su fauna difiere marcadamente de la casamayorense, pues registra a los primeros
gliptodóntidos, de reducido tamaño, magaloníchidos, notohípidos y hegetotéridos, así como
a los últimos notostilópidos, notopitecinos y trigonostilópidos. Los ungulados rápidamente
desarrollaron la hipsodontía y la hiselodontía (dientes sin raíces), en particular los
notohípidos, de notable convergencia con los caballos. Los notoungulados fueron
abundantes y diversificados, pero sus representantes más primitivos (Notoprogonia) se
extinguieron.
Los astrapoterios incluyeron al Astraponotus, forma primitiva considerada típica de
estos estratos.
En la Puna argentina, el Grupo Pastos Grandes tiene restos de marsupiales
considerados mustersenses.
v El hiato mustersense-deseadense
Un hiato faunístico de gran importancia se observa entre los mamíferos mustersense
y los de la Edad Mamífero Deseadense, si bien en Mendoza se conocen depósitos
denominados Divisadero o Divisaderense con Groeberidae (marsupiales especializados),
litoptermos y notoungulados que se suelen considerar intermedios.
Recientemente, en Tinguiririca, Chile Central, en estratos de la Fm.. Abanico, que
tendrían una edad entre 31,5 m.a. (Oligoceno Temprano) y aproximadamente 37,5 m.a.
(Eoceno Tardío), se hallaron restos de roedores y “ungulados” endémicos sólo conocidos
en ele Deseadense y depósitos más jóvenes. Otros taxones se conocen sólo del Mustersense
y horizontes más antiguos.
Los roedores hasta ahora eran conocidos a partir del Deseadense pero ya los tiene la
fauna de Tinguiririca y los mismos indican un origen africano. También contiene
marsupiales groebéridos.

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La fauna de Tinguiririca representa la primera comunidad sudamericana dominada
por herbívoros de corona dental elevada (hipsodontía), cuya aparición se relacionaría con
cambios climáticos, como el establecimiento de hábitats estacionalmente más secos y más
abiertos y dietas más abrasivas.
(Leer Nature Vol 365: 434-437)
v Edad Mamífero Deseadensa (Oligoceno Inferior, 34-24 ó 21 m.a.)
Con esta asociación se inició la radiación adaptativa de mamíferos que dominarían
durante el resto del Terciario. Algunos taxones (marsupiales, edentados, etc.) adquirieron
gran tamaño. Se registran los últimos representantes de distintas familias y órdenes, como
los Pyrotheria, entre los que Pyrotherium, considerado típico de estos estratos, tenía cabeza
alargada, estrecha y chata, con una pequeña proboscis, cuello grueso y muy corto, escasos
dientes con incisivos en forma de colmillos reducidos soportando a una banda longitudinal
de esmalte.
En el Deseadense aparecen los primeros tipoterios y toxodontes (notoungulados),
homalodotéridos y milodóntidos (edentados), primates (en Bolivia) y roedores (estos
últimos ya lo hacen en Tinguiririca).
Ejemplos de toxodontes fueron Leontinia, con un pequeño cuerno en las fosas
nasales, y Scarrittia, del que se halló un esqueleto casi completo.
Los roedores fueron caviomorfos o histricomorfos, exclusivamente sudamericanos
(con la única excepción del puercoespín Erethrizon) actualmente representados en el
continente por:coandúes, ratas espinosas, chinchillas, vizcachas, tuco-tucos, chanchitos de
la India, cuises, pacas, ayutíes, liebre patagónica o mara y carpinchos o capíbares. Su origen
se hallaría en África.
En el Deseadense de Salla (Bolivia), a 80-100 Km de La Paz, hay marsupiales
polidolópidos, Pyrotherium, un condilartro y el mono platirrino Braniselia boliviana.
Las aves deseadenses incluyen a las primeras pelecaniformes y ardeiformes,
observándose un incremento en la diversificación de los Ralliformes (ya presentes en el
Casamayorense). Los Ralliformes forusracoideos fueron aves corredoras y carnívoras de
hasta 3 m de altura, cuerpo corto, patas largas y con garras afiladas, cabeza
desproporcionadamente voluminosa con relación al cuerpo, del tamaño de la de un caballo,
terminada en un pico muy corto y lateralmente comprimido. Su origen es desconocido.
La fauna deseadense de Fray Bentos (Uruguay) tiene especies similares a las
patagónicas.

31
v Edad Mamífero Colhuehuapiense (Oligoceno)
Muchos mamíferos aumentaron considerablemente de tamaño y Colpodon, un
notoungulado, fue el género más característico.
La presencia de monos platirrinos en Patagonia indica un clima cálido y húmedo,
con vegetación arbórea bien desarrollada. En el Colhuehuapiense inferior del Río Chubut, el
mono Dolichocefalus gaimanensis tiene una dentición próxima a la del hipotético ancestro
de los platirrinos africanos; en el Colhuehuapiense superior se halla Tremacebus
harringtoni.
v Edad Mamífero Santacrucense (Mioceno Inferior)
Los vertebrados habrían habitado un ambiente patagónico de sabanas arboladas
intertropicales:los reptiles contaron con iguánidos y lacértidos y en Brasil habitó un caimán
gigante (Dinosuchus terror).
Las aves forusracoideas alcanzaron el clímax de su desarrollo y aparecieron otros
órdenes (Rheiformes, Anseriformes, Aecipitriformes y Galliformes).
Existieron marsupiales herbívoros y depredadores, edentados perezosos
(Hapalops), gliptodontes, osos hormigueros y roedores.
El único insectívoro fue Necrolestes y los ungulados contaron con notoungulados
(Toxodontes, tipoterios, enteloniquios), astrapoterios y litopternos. Nesodon imbricatus,
toxodontes del tamaño de un tapir, fue una de las formas más características.
El único astrapotérido fue Astrapotherium, con grandes caninos en forma de
colmillos y proboscis.
Los litoptermos proterotéridos mostraron gran abundancia y variedad y contaron con
formas mono- y tridáctilas.
Los macrauquénidos contaron con Theosodon de aspecto similar al guanaco.
Los monos platirrinos santacruenses estuvieron representados por Homunculus
patagonicus pero luego desaparecieron de Patagonia y se restringieron a los ambientes
subtropicales de más al norte.
v Edad Mamífero Friasense (Mioceno Medio a Tardío) (16-12 m.a.)
En el Mioceno Medio se produjeron grandes transformaciones ambientales al
elevarse la cordillera andina (Fase Quechua) e interseptarse los vientos húmedos del oeste.
El clima patagónico se hizo cada vez más seco y árido y la temperatura descendió debido a
la glaciación antártica. Los bosques se retiraron hacia la cordillera ; desarrollándose un
ambiente llano y estepario, aún dominante allí. Fue el ambiente de las grandes llanuras,

32
extendidas por la Patagonia y norte y centro del país, alcanzando su máximo desarrollo al
producirse la regresión del mar entrerrianse.
Muchos mamíferos santacrucianos se extinguieron, los monos se desplazaron hacia
el norte y surgió la “Fauna Araucariana” que se inició con la Edad Friasense, alcanzó su
clímax en la Chasicoense (Mioceno Medio) y Huayquerianse (Plioceno Medio) y continuó
hasta la Montehermosense (Plioceno Temprano a Medio), inclusive, cuando el diastrofismo
plioceno elevó y fracturó a los principales regiones ocupadas por la llanura y éstas
desaparecieron, excepto la Chacopampeana.
La comunidad friasense fue de transición y constituye el Ciclo Arqueopampaeno o
Pan-Americano, del que surgieron otros mamíferos con características propias de la actual
fauna Neotropical.
Con esta edad finaliza la secuencia mamaliana terciaria de la Patagonia desde que
las siguientes se distribuyen al, norte de los 42º Lat. S.
La fauna friasense fue muy similar a la Santacrucense, con típicos megatéridos y los
últimos astrapotéridos, además del anuro leptodáctido Gigantobatrachus.
En Colombia, las faunas de Villa Vieja-La Venta y Carmen de Apicalá (Grupo
Honda) son equivalentes a la friasense.
v Edad Mamífero Chasicoense (Mioceno Medio)
La fauna incluye elementos del sudeste de la provincia de Buenos Aires, más
evolucionados que los friasenses pero aún con algunos relictos, como Nesodon, y
Theosodon que desaparecerán en el Huayqueriense.
v Edad Mamífero Huayqueriense (Mioceno Superior)
Sus depósitos se distribuyeron por Argentina, Bolivia, sur de Perú y región
occidental amazónica. En estos tiempos llegan los primeros inmigrantes holárticos que
inician “ el gran intercambio faunístico americano “, documentado en el norte argentino por
la presencia de Cyonasua, un carnívoro prociónido hallado en estratos de 7.5 m.a.. Al
mismo tiempo, otros elementos (Megalonychidae, Mylodontidae) se desplazan hacia
América del Norte.
En el Huayquerianse alcanzaron su clímax los gliptodóntidos y existieron aves
voladoras gigantes, como Argentavis magnificus de la Provincia de La Pampa, de 80Kg y
7m entre las puntas de sus alas. En Buenos Aires se halló Onactormis depressus, ave
corredora y carroñera, de unos 2 m de altura y cráneo del tamaño del de un caballo.
v Edad Mamífero Montehermosense (Plioceno Temprano a Medio)

33
Se incrementa la presencia de formas holárticas, apareciendo grandes marsupiales
depredadores, como Thylacosmilus atrox, con grandes colmillos encajados en una cavidad
mandibular.
v Edad Mamífero Chapadmalalense (Plioceno Tardío)
Aparecen muchos mamíferos que dominarán en el Plesitoceno. La constitución del
istmo de Panamá facilitó el arribo de nuevos inmigrantes.
Algunos consideran que las Edades Montehermosense y Chapadmalalense son
indiferenciables.
v Edad Mamífero Uquiense (Plioceno Tardío) Edad magnética Gauss
Conviven formas típicas patagónicas con nuevos inmigrantes (perros, osos, felinos,
gomfoterios, caballos, camélidos, tapires, ciervos). El arribo de los inmigrantes provocó un
rápido desequilibrio ecológico y muchas formas autóctonas se extinguieron en el
Pleistoceno.

LAS MIGRACIONES DE LOS VERTEBRADOS TERCIARIOS


La disposición de los continentes y océanos tal como existe actualmente,data de la
segunda mitad del Terciario pues durante el Paleógeno, aún existían conexiones que
permitieron, al menos por un tiempo limitado, el intercambio faunístico entre regiones más o
menos distanciadas. A continuación se destacarán algunos de los principales intercambios
que tuvieron lugar durante el Terciario.
§ América del Norte-Europa
En el Terciario más temprano, Europa estuvo separada de Asia por el Mar Uraliano
y el Estrecho de Turgai, y de África por el Tethys. Por lo tanto, su principal intercambio lo
realizó con América del Norte, a través de la conexión Canadá-Ellesmere-Groenlandia-
Svalbard (Spitzberg). Así, al comienzo del Eoceno, la fauna europea se componía de 14
órdenes (Multituberculata, Marsupialia, Insectivora, Chiroptera, Dermoptera, Primates,
Tillodontia, Pantodonta, Rodentia, Creadonta, Carnivora, Condylarthra, Perissodactyla,
Artiodactyla), entre los que 10 eran nuevos y seguramente, arribados desde América del
Norte.
En el Eoceno Tardío, al constituirse el Mar de Groenlandia-Noruega, se interrumpió
este intercambio y, antes de comenzar el Oligoceno, ya se habían extinguido algunos linajes,
mientras que otros lo hicieron más tarde, como los marsupiales, que desaparecieron de

34
Europa en el Mioceno. En el Mioceno aún las diferencias no eran muy grandes, siendo las
más evidentes en los primates y ungulados.
El intercambio faunístico se interrumpió totalmente en el Plioceno y las similitudes
actuales entre dichas faunas se deben exclusivamente a las vinculaciones pre- pliocenas.
§ América del Norte-Asia
Extensas conexiones, aunque periódicas, entre Asia y América del Norte, se
produjeron vía Beringia. La mayoría de los organismos fueron desde Asia a América del
Norte, posiblemente algunos de ellos se originaron en la misma Beringia. Estas conexiones
habrían persistido durante todo el Terciario y siguieron durante el Pleistoceno, cuando los
mamíferos que lo atravesaron eran los más adaptados al frío.
Se decía que la apertura del Estrecho de Bering había ocurrido hace 3-4 m.a. hasta
8-10 m.a., pero ahora se sabe que la primera apertura se habría producido por lo menos,
hace 4,8-5,5 m.a. (Plioceno Temprano) lo que permitió la conexión entre las aguas del
Pacífico y Artico y además, tuvo gran influencia en el clima del hemisferio norte (Nature

397 [1999]: 149-151 y 103-104).


El dato lo proporcionó la aparición del bivalvo Astarte en los sedimentos del
Pacífico Norte, datados por diatomeas, hace 4,8-5,5 m.a., pero pudo ocurrir antes, quizá
hace 7,3-7,4 m.a.; o quizá hasta al final del Mioceno Medio (11-12 m.a.) pero esto necesita
confirmación.
Durante el Plioceno se han postulado importantes migraciones de mamíferos
favorecidas por los bajos niveles de mar globales o entre lapsos separando 3 o más

transgresiones marinas en Beringia (Science 277 [1997]: 1501-1505; 1495-1497) pero el


enfriamiento de la región en esos tiempos harían dudosas dichas migraciones. Las faunas y
floras beringianas de esos tiempos indican que el clima era frío y muy continental, aun las
que se hallan al Este del Estrecho, lo que está ejemplificado por el hallazgo de Hipparion
(caballo de 3 dedos) en la isla Ellesmere del Artico Canadiense. En el Neógeno, estos
caballos fueron muy variados pero nunca se hallaron en Beringia o tan al norte. El de
Ellesmere, del Plioceno Temprano (3-4 m.a.) parece más chino que norteamericano, igual
que los otros fósiles que lo acompañan.
También son evidentes fuertes conexiones eurasianas de mamíferos en el Plioceno
Tardío-Pleistoceno Temprano de Beringia oriental (U. S. Geol. Surv. Bull. 2036, 42A

[1996]).

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Más que una ruta migratoria, Beringia pudo ser un centro evolutivo, donde muchas
especies pleistocenas características evolucionaron y se adaptaron a climas secos y fríos,
con fuertes contrastes estacionales y suelos congelados. Las principales líneas evolutivas
habrían estado ancladas en Asia.
§ Europa-Asia
Al final del Eoceno, Europa quedó prácticamente aislada, debido a la desaparición
del “puente” en América del Norte, la presencia de un amplio corredor marino (Mar de
Opik y Estrecho de Turgai) en el Oeste, y la existencia del Tethys por el sur. A partir del
Oligoceno comenzó el intercambio con Asia, al desaparecer el corredor marino y, al final
del Plioceno, desde España hasta China, existió una fauna casi homogénea, con
participación de mamíferos, como el caballo Hipparion, abundantes bóvidos (ganado,
bisón, búfalo, etc.), frecuentes antílopes, ciervos primitivos, calicópteros y proboscideos;
en Asia habitaban jirafas y elefantes primitivos.
América del Norte, Europa y Asia actualmente integran la Región Holártica y en el
Paleógeno, debido a las migraciones faunísticas, constituyeron tres subprovincias con
importantes órdenes comunes y las diferencias entre ellos, recién eran a nivel familiar.
§ Europa-África
El Tethys y sus mares asociados fueron un obstáculo efectivo a los intercambios
faunísticos entre ambas regiones, aunque no pudieron impedir que esporádicamente, se
produjeran algunos, particularmente durante el Eoceno, Oligoceno Tardío y Mioceno
Tardío.
Comunicaciones entre Europa y Africa pudieron producirse, ya sea por la región
árabe emergida durante el Eoceno Tardío- Oligoceno, o bien por el Macizo Bético
probablemente ascendido al final del Oligoceno. Sin embargo, el principal intercambio tuvo
lugar al cierre del Mioceno Temprano al fusionarse la Península Árabe al continente
asiático. En el Mioceno Tardío (Messisiano) cuando el Mar Mediterráneo casi se secó y
muchas islas quedaron conectadas con el continente, también se facilitaron los intercambios
faunísticos.
Al inicio del Eoceno, Europa recibió lemúridos (adápidos) a la vez que al África
llegaban carnívoros creodontes y artiodáctilos suriformes. En el Eoceno, aún hay
representantes de los cocodrilos mesosúquidos (abundantes en el Mesozoico) que habrían
arribado desde América del Sur a través de África, habiéndose hallado un ejemplar en el
Eoceno Medio de Argelia donde, por otra parte, el Eoceno Inferior proporcionó a un

36
marsupial didélfido, de posible origen europeo. En relación con esto, se debe agregar que el
Paleógeno del hemisferio norte contiene un número importante de tetrápodos (anuros,
serpientes, cocodrilos, didélfidos) y aves no voladoras, de evidente origen sudamericano,
cuya difusión debió efectuarse por África o América del Norte.
§ África-América del Sur
A principios del Terciario, aún debió ser efectiva la unión por la Dorsal Walvis-
Río Grande. Al final del Cretácico-comienzos del Terciario, esta ruta habría sido usada por
ciertos anuros del género Xenopus, originario de África pero con especies en el Paleoceno
sudamericano. Apodops pricei es el único anfibio ápodo fósil documentado y proviene del
Paleoceno Superior brasileño. Su gran similitud con formas actuales africanas indicaría una
migración terciaria por dicha vía a la de Ceará- Sierra Leona. Otro ejemplo sería la boa
Matsoia, fósil en el Cretácico Superior de África y Madagascar, y en el Eoceno de América
del Sur.
Desde África habrían llegado, en el Eoceno, a la América del Sur los primeros
roedores histriocomorfos y posiblemente, también los monos donde, los Parapithecidae
africanos son, anatómica y filogéneticamente, muy próximos a los Ceboidea sudamericanos.
§ América del Sur-América del Norte
Es evidente que, ya desde el Cretácico Tardío, se produjeron intercambios
esporádicos entre ambos continentes, sea a través de “ islas flotantes “ que llevadas por las
corrientes y/o los vientos, surcaban los espacios marinos, sea por conexiones terrestres
posiblemente discontinuas (ramilletes de islas). Dichos intercambios ya habrían existido en
el Cretácico Superior, como lo indicarían los dinosaurios, continuando en el Terciario
Temprano y más intensamente, en el Terciario Tardío, al constituirse el istmo de Panamá.
En el Mioceno, dos familias típicas sudamericanas de edentados, Megalonychidae y
Mylodontidae, estaban instaladas en América Central y el primer participante del “Gran
Intercambio Faunístico Americano” que llegó a la América del Norte (California) hace unos
8 m.a., habría sido el megaloníchido Pliometanastes prostitus.
Al constituirse el istmo de Panamá, en el Plioceno, desde América del Norte
llegaron a la América del Sur, Cricetidae, Mustetidae y Tayassuidae, mientras que hacia el
norte se desplazaron los mamíferos Erethrizon, Glyptotherium, Glossotherium,
Kraglievichia y Dasypus y el ave forusracoidea Titanis. En esos mismos tiempos, los
monos ceboidea sudamericanos se instalaban en Jamaica, Santo Domingo y otras islas.
§ América del Sur-Antártida-Australia

37
En el Cretácico Tardío debió existir una conexión continental continua, como lo
atestigua la presencia de dinosaurios en América del Sur, Australia y Nueva Zelanda. A
principios del Terciario esta ruta continuó siendo efectiva, como lo indica la presencia del
marsupial polidolópido Antarctodolops daily en el Eoceno Superior de la isla Marambio.
Dichos marsupiales son característicos a partir del Paleoceno Tardío sudamericano,
mientras que en la Australia los más antiguos datan del Mioceno Superior. El reciente
hallazgo del monotrema Monotrematum sudamericanum en el Paleoceno patagónico
refuerza la existencia de dicha conexión.

FLORAS
En los ambientes marinos terciarios el fitoplancton volvió a resurgir después de la
profunda crisis del final del Cretácico y paulatinamente, alcanza sus valores actuales. Los
cocolitofóridos, silicoflagelados, dinoflagelados y diatomeas se hallaron entre los
principales grupos representados.
Otras algas, importantes por su función secretora de CO3Ca y formación de
depósitos calcáreos fueron Lithothammion, las algas dasicladáceas, las codiáceas y las
cianoficeas, estas últimas constructoras de rocas traverténicas. En la Cuenca de París por
ejemplo, los travertinos paleocenos conservan una excepcional flora templada, además de
insectos que habitaron la región.
La megaflora terciaria se caracterizó por el predominio de las angiospermas sobre
las gimnospermas, si bien durante el Paleógeno las gimnospermas aún fueron importantes,
debido al clima templado y uniforme y que facilitó que la flora templada de sequoia en el
Eoceno se extendiera hasta Siberia y Groenlandia. En las regiones tropicales abundaron las
palmeras, mientras cerca delas costas crecía Rhizocarpus. Esta flora templada hasta
tropical persistió en el Oligoceno y en la región báltica, la resina de las coníferas atrapó a
numerosos invertebrados, a los que ahora se los puede observar incluidos en trozos de
ámbar disperso en las playas.
En el Mioceno adquirieron preponderancia las gramíneas, apareciendo extensas
praderas, lo que fue muy importante en la evolución de los mamíferos.
Al final del Mioceno y en el Plioceno se produjo un deterioro climático, las zonas
climáticas se retrajeron, y gran parte de las floras templada y tropical fue siendo
reemplazada por otra mejor adaptada a las condiciones de baja temperatura y aridez.

38
La flora cenozoica más antigua de América del Sur sería la de Funes, del Daniano
patagónico integrada por especies de dicotiledóneas todas nuevas, aunque los géneros en su
mayoría se hallan ya en el Cretácico Superior norteamericano. Contiene fagáceas, mirtáceas,
lauráceas, ninfáceas, etc. En el Paleoceno Superior (Floras del Hunco o Mirador, Río Chico
y Pichileufú-La Cautiva) aparecen las proteáceas y anacardáceas, más arriba, Fagus y
Nothofagus junto con una especie de Laurelia del Senoniano. En otras localidades, hay
Araucaria.
En unas pocas islas adyacentes a la Península Antártica hay localidades con floras
terciarias. En la isla Livingston hay troncos petrificados y polen paleógenos que indican
clima húmedo y cálido, en la península Fildes hay una flora con helechos, coníferas y
angiospermas que algunos consideran del Mioceno Temprano, pero para otros podría ser
Paleoceno-Eoceno.
El Eoceno de la Isla Marambio (Seymour) contiene restos de una abundante
vegetación de helechos, gimnospermas (Araucaria) y angiospermas (Laurelia, Nothofagus,
etc.).
La flora antártica se vincula, a nivel super específico, con las de Nueva Zelanda,
Australia y el sur patagónico, pero la mayoría de las especies son endémicas.
Palinológicamente, el Paleoceno Inferior patagónico muestra una abundancia de
Classopollis, que falta en las capas más jóvenes. Los datos palinológicos indican que en el
Paleoceno patagónico dominaban las dicotiledóneas sobre las gimnospermas (entre las que
existían Cycadales) y Pteridofitas. El número de endémicos es importante y las relaciones
palinoflorísticas son, primeramente con Nueva Zelanda y Australia y luego, en la zona
tropical sudamericana notándose poca vinculación con la flora patagónica actual.
Palinológicamente, el Eoceno Inferior contiene un mínimo de Nothofagidites (polen
fósil de Nothofagus), ya presente en el Maastrichtiano, y gimnospermas, pero un máximo de
angiospermas, lo que se interpreta como indicativo del momento de la gran expansión hacia
el sur de las floras tropicales y subtropicales, volviendo a imponerse Nothofagidites en el
Eoceno Superior.
En el Paleoceno y Eoceno, la flora de Nothofagus llegaba hasta la costa atlántica
patagónica pero, a partir del Oligoceno Tardío, la elevación de los Andes Patagónicos
interceptó los vientos del Oeste y el clima se hizo cada vez más seco y árido, y el bosque
fue siendo reemplazado por la vegetación que aún persiste.

39
En el Mioceno TARDÍO y Plioceno las condiciones climáticas siguieron
desmejorando, y desde la Puna hasta el norte patagónico, en las áreas lacustres se
acumularon frústulos de diatomeas que originaron depósitos diatomíferos(diatomitas). Pero
en algunas regiones existieron “refugios“, como la zona antártida del Mar de Ross, donde
desarrolló una vegetación de angiospermas, gimnospermas y helechos.
Otros “refugios” pudieron hallarse en el norte del continente sudamericano, como el
escudo Guyano, en donde la actual flora tropical sudamericana se podría haber originado
(T. Van der Hammer, 1958), pero lamentablemente, las floras miocenas a más jóvenes como
las de Trinidad, Colombia y Perú no aportan una información que permita obtener
precisiones al respecto.

PROVINCIALISMO
Invertebrados:El provincialismo se incrementó notablemente entre los invertebrados
marinos debido a las derivas continentales, el aislamiento de los continentes, la
intensificación de las corrientes oceánicas y la mayor delimitación de las zonas climáticas.
Este proceso, que se manifestó desde el Paleoceno, influyó tanto en las microfaunas
planctónicas como en las megafaunas bentónicas.
En el Mioceno Temprano (Burdigaliano), debido a la unión Africa-Asia, el Tethys
quedó dividido en una parte oriental y otra, occidental, diferenciándose las faunas atlántico-
mediterránea e indo-pacífica. El provincialismo se incrementó en el Mioceno Medio,
cuando la Península Ibérica rotó contra el borde africano y se constituyó el umbral de
Gibraltar, aislándose la fauna mediterránea de la atlántica. A esta situación se agregó la
disminución de la temperatura de las aguas en las bajas latitudes, determinada por el
incremento de la glaciación antártica, principalmente en el Mioceno Tardío.
Las principales provincias y subprovincias actuales de foraminíferos, quedaron
bosquejadas al final del Mioceno y en el Plioceno.
En el Terciario, el intercambio faunístico entre el Tethys y el Caribe fue casi nulo
debido a la interposición del Atlántico Central. Los nummulites por ejemplo, prácticamente
estuvieron restringidos al Tethys, la Provincia Caribeana de moluscos se definió en el
Paleoceno, mientras que la de corales lo hizo en el Mioceno, subsistiendo ambas hasta el
presente, aunque sus límites experimentaron ligeras oscilaciones.
El desplazamiento de los continentes australes, iniciado en el Cretácico, aumentó el
aislamiento faunístico y facilitó la formación de nuevos centros de endemismo. En la región

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austral, contribuyeron a este proceso, la separación de Nueva Zelanda y Australia (iniciada
al final del Cretácico) y la formación, en el Oligoceno, del Arco de Scotia. Esto condujo a
la desaparición de la Provincia Weddelliana que, en el Eoceno Tardío, todavía se habría
extendido hasta la Patagonia.
El provincialismo que ahora caracteriza a los foraminíferos del borde atlántico
patagónico data del Mioceno Tardío, si bien entonces las provincias se extendían más al
sur. En el Plioceno, los límites de las mismas se restringieron a las actuales latitudes,
agregándose la Subprovincia Malvinas-Sandwichs, esto fue el resultado de la interacción de
dos corrientes de temperaturas distintas: la Corriente del Brasil, cálida y la Corriente de
Malvinas, fría. En el Mioceno, la primera extendía sus efectos hasta la provincia de Santa
Cruz, por lo menos. Pero la abertura del Pasaje Drake y el enfriamiento climático austral
originaron a la Corriente Circumpolar Antártica y su derivación, la Corriente de Malvinas.
En el Plioceno, el descenso de la temperatura y la intensificación de la Corriente de
Malvinas, “empujaron” a la Corriente del Brasil hacia el norte, produciéndose el reemplazo
de las microfaunas cálidas por otras de aguas frías.
La actual Provincia Argentina de moluscos quedó definida al culminar el Mioceno.
Igualmente, en el Plioceno-Pleistoceno se habrían definido las actuales Provincia
Georgiana? y Kergueleniana, en la región austral.
Vertebrados:La distribución de los mamíferos terrestres a nivel de familia, en el Paleoceno
Tardío, revela la existencia de tres regiones zoogeográficas distintas:América del Norte-
Europa, Asia y América del Sur. De África nada se puede decir para este lapso, pues los
registros disponibles de vertebrados terrestres africanos son posteriores al Eoceno.
En el Paleoceno Tardío, América del Norte-Europa estaban dominadas por los
Condylarthra y Amblypoda (Pantodonta + Uinthateria) más un variado conjunto de primates
prosimios; también se hallan allí los primeros roedores verdaderos, multituberculados e
insectívoros.
Asia se caracterizó por el elevado grado de endemismo a nivel de familia, y pocos
fueron comunes con Europa.
En el Eoceno Tardío desapareció la barrera marina (Mar de Opik-Uraliano) entre
Europa y Asia, tendiendo ambas regiones a uniformar sus faunas. La formación del Estrecho
de Bering, en el Eoceno Tardío-Oligoceno, separó América del Norte de Asia y sus faunas
se diferenciaron. Así, los continentes del hemisferio norte que ahora integran la Región
Holártica, en el Eoceno Tardío estaban diferenciados en tres subprovincias:Europea,

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Asiática y Norteamericana. Elementos importantes comunes a las tres fueron los primates
prosimios (que entonces comenzaron a decaer), Creodonta, Carnivora, Perissodactyla,
Artiodactyla y Rodentia. Las diferencias entre ellas se situaban al nivel de las familias.
Las diferencias faunísticas entre América del Norte y Eurasia todavía eran poco
marcadas en el Mioceno, siendo las mismas más evidenciadas entre los primates y
ungulados. Los Tarsioideos desaparecieron de América del Norte en el Mioceno Temprano,
mientras que desde África llegaban a Europa los driapitécidos y afines. El rinoceronte
Diceratherium dominó en América del Norte y Beluchitherium persistió en Asia. La
evolución de los caballos fue más exitosa en América del Norte que en Asia, y los
artiodáctidos de ambas partes tienen poco en común. Los proboscídeos llegaron a Europa
desde África en el Mioceno Temprano, pasando a la América del Norte en el Mioceno
Tardío; Gomphoterium fue común a dichos continentes.
La desaparición de muchas familias antiguas de mamíferos ocurrida al final del
Mioceno, motivó que la fauna pliocena del hemisferio norte adquiera una fisonomía
moderna. El intercambio faunístico entre América del Norte y Eurasia se interrumpió casi
totalmente y las similitudes que muestran ambas faunas se deben exclusivamente a sus
vinculaciones pre-pliocenas. Al final del Plioceno, desde España hasta China existía una
fauna casi homogénea y curiosamente similar a la actual africana. En la misma participaban
entre otros grupos de mamíferos, el caballo Hipparion, abundantes bóvidos, frecuentes
antílopes, ciervos primitivos, calicóteros y proboscideos (Dinotherium); en Asia también
habitaban jirafas y elefantes primitivos (Stegodon).
Característicos del Plioceno norteamericano fueron sus ungulados, muy diferentes de
los eurasiáticos, pues faltaban los bóvidos y los ciervos verdaderos pero existían
numerosos y variados antilocápridos. Los camellos y pecaríes aún habitaban allí
exitosamente, persistían los rinocerontes y eran comunes los caballos tanto del grupo
Hypparion como otro con tendencia a los monodactilia.
En el Oligoceno Temprano, África constituyó una provincia zoogeográfica diferente
de las restantes, dominada por órdenes locales, particularmente de mamíferos grandes,
como los Embrithopoda y Proboscidea, además de Hyracoidea. En cambio, otros órdenes
muestran un endemismo importante recién al nivel de familias, entre ellos
los:Parapithecidae y Pongidae (Primates), Phiomydae (Rodentia) e Insectivora. Otros
grupos eran inmigrantes muy vinculados a sus lugares de origen.

42
En el Mioceno, África ya incluía a 11 de los 12 órdenes ahora vivientes en el
continente, faltando sólo los Pholidota (pangolinos u osos hormigueros escamosos). Su
fauna se enriqueció con los Tubulidentada, Lagomorpha y Perissodactyla (rinocerontes y
calicóteros). Estos últimos y unos pocos carnívoros fisípedos provinieron de Europa. La
fauna se completaba con otros órdenes existentes en el Oligoceno africano pero que en el
Mioceno incluían a nuevas familias.
El endemismo de las faunas sudamericanas se incrementó en el Eoceno-Oligoceno, a
pesar de esporádicos intercambios con otras regiones, como África, desde donde habrían
llegado los monos y roedores. En el Mioceno, la situación no se modificó mayormente y
recién en el Plioceno comenzó a variar significativamente la composición de la fauna
sudamericana debido al arribo, cada vez más intenso, de formas holárticas.
América del Sur-Antártida-Australia, en el Paleoceno-Eoceno constituían una amplia
región prácticamente aislada de los demás continentes, excepto ciertas conexiones entre
América del Sur y América del Norte.
En el Eoceno o quizás antes, Australia comenzó a separase de Antártida y desde
entonces permaneció en un casi total aislamiento, interrumpido brevemente durante el
Pleistoceno. La fauna australiana terciaria estuvo dominada por los marsupiales, que
desarrollaron múltiples adaptaciones, faltando los mamíferos.
Floras:El provincialismo de las floras terciarias estuvo regido fundamentalmente por las
zonaciones climáticas. En el Paleógeno, la mayor parte de la superficie terrestre formó parte
de una zona de clima cálido y húmedo extendida entre los 40º L.N-L.S, aproximadamente.
La flora tropical se caracterizó por la abundancia de especies arbóreas, como las
palmeras por ejemplo. Bordeando a la mencionada zona tropical, tanto al norte como al sur
de la misma, se extendía otra faja más angosta (40º-38º Lat.) habitada por una flora de
clima templado que, en el hemisferio norte tenía Ulmus, Platanus, Populus, Betula,
junglans, magnolia, junto con Taxodium, Pinus y Metasequoia (aún viviente en el centro de
China). Dicha asociación florística se encuentra fósil en Groenlandia, Spitzberg, el
archipiélago canadiense, Alaska y Siberia, lo que indica que en esas regiones, durante el
Eoceno, existieron temperaturas entre 15ºC y 20ºC superiores a las allí reinantes en estos
momentos.
La flora templada del hemisferio sur, correspondiente al Paleógeno, se ubica
preferentemente en Australia, Península Antártica y Patagonia, estando caracterizada por
Fagus, Nothofagus y Araucaria.

43
En el Mioceno Temprano, las Sequoia y otros árboles de clima templado todavía
persistían en Eurasia y el NW norteamericano pero, con la disminución de la temperatura,
tendieron a desplazarse más al sur, desalojando a las formas cálidas y tropicales, las que
quedaron restringidas a ambos lados del Ecuador. En Patagonia, este proceso seguramente
resultó acelerado con la elevación de los Andes Patagónicos, desapareciendo Fagus y
Nothofagus de la región extraandina, a la vez que pasaba a dominar allí una vegetación
esteparia que aún perdura.
La retracción de las zonas climáticas con sus correspondientes floras culminó en el
Plioceno Tardío-Pleistoceno y, en América del Sur la flora tropical se concentró en la parte
norte del continente.

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