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La verdad sobre un manipulador

Acerquémonos a la verdadera psicoanatomía (permítaseme el


neologismo) de un manipulador:
- Las personas que necesitan manipular para lograr sus objetivos usualmente presentan una baja
autoestima, creen que no son lo suficientemente importantes o capaces como para conseguir lo que
desean por las vías convencionales, sustentándose en argumentos lógicos y a partir del diálogo
constructivo. De esta manera asumen la manipulación como una estrategia para lograr sus
propósitos a partir del chantaje emocional (técnica preferida). - Gran inseguridad personal. Muchas
de estas personas son "adictas" a manipular solo por el hecho de vivenciar la experiencia de poder
una vez que han logrado su objetivo. Como son personas que no confían en sus capacidades,
continuamente necesitan reafirmarse y la forma que encuentran es "someter" a las otras personas a
su chantaje. Controlar el medio les brinda una falsa sensación de seguridad.
- Desconocimiento sobre el cómo lograr sus objetivos prefiriendo que se esfuercen los otros en vez
de tomar ellos mismos la responsabilidad. La persona manipuladora tiene metas relativamente
claras pero no sabe cómo llegar a ellas a través de estrategias diversas porque no asume
responsabilidades ni está interesado en asumirlas. Le resulta más sencillo poner la responsabilidad y
la eventual culpa del posible desastre en los otros.
Probablemente el manipulador por excelencia sea el histérico víctima. Cuando se hace referencia al
trastorno de personalidad histriónico siempre se piensa en el prototipo de mujer excesivamente
maquillada, vestida para feria de carnaval y que desea llamar la atención de forma aparatosa pero...
existe otro extremo, radicalmente opuesto. Son personas que demandan una atención constante,
desean ser el centro del espectáculo pero asumen técnicas manipuladoras muy sutiles, normalmente
asumiendo el rol de enfermos o de personas sufridas. Desde estas actitudes aparentemente
desinteresadas y lastimosas el manipulador va creando su tela de araña donde caen todas las
personas de "buen corazón"; de hecho, habría que tener muy "malos sentimientos" para no sucumbir
ante los reclamos (que nunca son reclamos en toda regla sino encubiertos), de una "pobre señora
enferma que ha tenido tan mala suerte en su vida".
Así, en muchas ocasiones el manipulador tiene su gran dosis de malsana responsabilidad pero cada
vez que uno de nosotros lo secunda, estamos asumiendo el correspondiente porcentaje de
responsabilidad por ceder ante las manipulaciones. La mayoría de los comportamientos se muestran
porque existen personas que los aceptan o toleran. Así, muchas veces nos convertimos en cómplices
de la manipulación porque no sabemos cómo enfrentar a un manipulador; si bien, en algún que otro
momento, también asumimos ese rol.

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