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PRESENTACION

El presente trabajo intitulado “derecho de acrecer, albacea y sustitución de herederos”, es


resultado de nuestra labor de investigación acuciosa y responsable, que fue otorgado con
especial cariño y afecto por parte de nuestro querido docente de la asignatura de
DERECHO DE SUCESIONES, para nuestro mejor aprendizaje, este material esta
dividido por capítulos: capítulo I: derecho de acrecer, capitulo II: albacea y capitulo III:
sustitución de herederos.

El presente trabajo contiene, doctrina y jurisprudencia de los temas antes mencionados


líneas arriba, con ello contribuirá a nuestros compañeros para un mejor aprendizaje del
tema en mención y mejorar los conocimientos de esta asignatura.

Atentamente;

Las alumnas
INTRODUCCION

El estudio del derecho sucesorio le permitirá al alumno comprender la estructura sólida


relativa a las formas de heredar. Esta figura tiene su origen en la antigüedad, fue el
legislador romano quien otorgó un sistema jurídico donde el testador tuviera la facultad
de disponer de sus bienes. Sin embargo el De cujus podía morir sin realizar esta
repartición y aun así se efectuaba la herencia legítima.

En Roma la sucesión fue una figura importante, pues el heredero recibía no sólo los bienes
del De cujus sino también el cargo del trono como Pater familias, convirtiéndolo en el
jefe del núcleo familiar, dueño del patrimonio y del culto de esa familia.

Mediante la sucesión la persona o personas (el testador o De cujus) traspasa el total o


parte de sus bienes y derechos a otra u otras personas, quienes podrán disponer de éstos
hasta la muerte del testador.

Finalmente, es importante señalar que existen dos tipos de sucesión, las cuales se
clasifican en: testamentaria e intestamentaria. En la sucesión testamentaria el De cujus
manifiesta su voluntad de disponer de sus bienes y derechos después de su muerte,
mediante un acto personalísimo, unilateral, libre y solemne, que se denomina testamento.

En la sucesión intestamentaria no existe una disposición expresa del testador para


disponer de sus bienes después de su muerte, por lo que la repartición de los mismos se
realizará de acuerdo a las reglas que la ley de la materia especifique.
CAPITULO I: DERECHO DE ACRECER

I. EL DERECHO DE ACRECER
El acrecimiento es, un aumento de la propia cuota, que se incrementa con lo que hubiera
correspondido a otro del mismo grado (LOPEZ y LOPEZ, p. 84) salvo el derecho de
representación que hubiese sido llamado conjunta o simultáneamente en lo mismo, y cuya
vocación haya quedado vacante.

En la sucesión testada este aumento se produce porque el ordenamiento legal presume


(ROBBE, p. 165) que fue la voluntad del testador llamar a cada uno potencialmente al
todo (TRABUCCH 1, p. 441) y, por supuesto, para evitar, si se trata de heredero y no de
legatario, que haya que hacer llamamiento ab intestata.

En la sucesión intestada el acrecimiento se justifica para que la herencia quede en manos


de los de parentesco más próximo que ya sean herederos, siguiendo el principio de que
los más próximos excluyen a los más remotos (salvo la excepción de la representación).

En ese sentido, puede definirse el acrecimiento como aquella expansión de la propia


titularidad de eventual llamamiento al todo (o a una parte del todo, si hay indicación
testada de acrecimiento singular dentro de un grupo) y por lo tanto, en verdad, no es que
quede vacante una cuota que alguien recibió y luego deja, sino que por efecto de la
retroactividad de la sucesión (aceptación o renuncia, o no eficacia, por cualquier razón:
indignidad, falta de realización de la condición, etc.) al momento de la muerte, el
acreciente ya recibe en su vocación aquello que, en principio, estaba potencialmente
asignado a otro que nunca llegó a suceder. El acrecimiento, pues, no puede confundirse
con adquisición o transferencia de cuotas, sino como una suerte de absorción
(FORNIELES, p. 156) de lo destinado a otro.

El derecho de acrecer reposa en una vocación solidaria, que presupone "un llamamiento
conjunto a una pluralidad de sucesores del mismo grado, en forma tal que todos resulten
llamados potencialmente al todo" (LOPEZ y LOPEZ, p. 84). Así, la parte que hubiera
tocado a uno y que nunca llega a hacerse efectiva, se distribuye entre todos los demás,
porque el llamamiento es único y conjuntiva. Lo cual es lógico, pues como expresa
Ossorio cuando se llama a varios herederos en forma conjunta a una misma masa de
bienes, se supone que se ha querido "que pasen exclusivamente a ellos" (OSSORIO, p.
323), Y no a otros, porque no se han designado sustitutos.

Entonces, si al pasar exclusivamente a ellos falta uno de los llamados, el todo se distribuye
entre los sujetos que queden (que, dicho sea de paso, no necesariamente serán menos,
porque por representación la cuota de uno puede haberse distribuido entre muchos
sucesores), presumiendo que esa ha sido la voluntad del testador (SANTOS BRIZ, p.
413).

LA SISTEMÁTICA Y REGULACIÓN DEL DERECHO DE ACRECER

En cuanto a este punto, puede ser criticable que el acrecimiento se haya regulado en sede
de sucesión testada, como si no fuera de aplicación también a la intestada. Quiero decir,
como si no hubiera derecho de acrecer (o, si así se prefiere llamarlo, incremento de cuota)
entre los herederos que son designados a falta de testamento.

En el Perú Lanatta sostiene que el acrecimiento es privativo de la sucesión testada. Sin


embargo los argumentos que resumidamente apunta son igualmente aplicables a la
sucesión intestada (en REVOREDO, p. 98). Lo mismo piensa Castañeda (pp. 240, 242 Y
245).

En España, por ejemplo, mientras que Albaladejo (p. 298) Y Santos Briz (p. 413) declaran
que se aplica a ambas formas de suceder, Lacruz y Sancho RebuIlida estiman que en la
intestada no hay, en propiedad, vocación solidaria. Entre los autores argentinos también
hay discrepancias, así, a favor de que procede para ambas modalidades opinan Fassv(p.
302) y Pérasala (p. 301); mientras que en contra se manifiestan Fornieles (p. 222), De
Gásperi (p. 171), entre otros.

De todas maneras, aprovechando la nueva regulación ampliatoria lo que era necesario,


aunque no se ha logrado del todo de la escueta normativa del Código de 1936, en el de
1984 pudo y debió haberse consignado un artículo indicando que las mismas reglas son
de aplicación, en cuanto corresponda, a la sucesión intestada.

En lo que se refiere a la normativa propiamente dicha, es pertinente mencionar que, en el


fondo, de los cuatro artículos que el Código dedica al acrecimiento, uno sobra por
completo, que es el 776, referido a los legados ineficaces que se "reintegran" a la masa;
otro, el 777, es un puro enunciado de lo que el testador puede disponer y, por tanto, no
reviste mayor complicación exegética. Solo son interesantes, si así puede decirse, el
primero (774), referido al acrecimiento entre herederos, y el segundo, el 775, referido al
acrecimiento entre legatarios. Desde luego, se trata de una disciplina bastante parca,
comparada con la que le dedican otros Códigos.

1.1. ANTECEDENTES HISTORICOS


El acrecimiento se fundó originalmente en dos principios del Derecho Romano:

a) Continuidad de la personalidad del causante;

b) Nadie puede morir en parte testado y parte intestado.

Estos principios sustentan la necesidad y obligatoriedad del acrecimiento. Este derecho


en la sucesión testamentaria nace del hecho de interpretar la voluntad presunta del
testador del modo siguiente: si alguno de los instituidos no pudiera recibir su cuota y no
deja descendientes que le puedan representar, aquél habría querido que esa cuota
favoreciera a los demás coherederos que instituyó. El derecho de acrecer era y es
subsidiario del derecho de representación.

Como observamos, estos dos principios ahora han sido superados porque la sucesión no
es en la persona del causante, sino más bien en sus bienes y derechos salvo los inherentes
a su persona pues éstos se extinguen con su muerte, ejemplo: el comodato, usufructo, uso,
renta vitalicia, alimentos, etc. Además, el sucesor con la muerte del causante adquiere
derechos que no provienen de aquél, como el ejercicio de las acciones sucesorias que
tienen como fuente la ley; el derecho a reclamar judicialmente las donaciones inoficiosas
que el causante hizo a terceros ( art. 1629), etc.

Es menester destacar que, respecto al segundo principio, en la actualidad no hay óbice


legal alguno en La legislación comparada para admitir los casos de sucesión mixta, tal
como nuestro Código Civil establece en el artículo 815 incisos 2 y 5.

La aplicación de este derecho no tenía lugar cuando se presentaba algún obstáculo que
destruyera esta presunción: primero, impedimento derivado de la ley: la representación
sucesoria; o derivado de la voluntad del propio testador: la sustitución efectuada por el
testamento.

En el Derecho Romano el derecho de acrecer funcionaba tanto en la sucesión


testamentaria como en la intestada:
Sucesión Intestada: El acrecimiento tenía lugar en todo momento debido al llamado
Universal que tenían todos los herederos respecto a la totalidad de la herencia.

Sucesión Testamentaria: En esta clase de sucesión se presentaban tres supuestos, los


cuales dependían de la voluntad y la asignación que el testador hacia respecto a su
patrimonio hereditario:

a) Cuando el testador disponía solo de una porción de su herencia: Al respecto el profesor


Pérez Lassala1 señala que el heredero pro parte adquiría el todo en virtud de la regla
«Nemo pro parte hubiese una persona que ostentara el título de heredero testamentario,
no podía existir un llamamiento a los sucesores abintestato respecto de la porción de la
masa hereditaria que el testador no dispuso.

En la actualidad, en la mayoría de las legislaciones la sucesión testamentaria y la intestada


se encuentran en una relación perfecta de complementariedad, porque es reconocida la
sucesión mixta como los casos previstos en los incisos 2 y 5 del artículo 815 de nuestro
Código Civil.

b) Cuando el testador instituía a la totalidad de herederos en la integridad de la herencia:


En este caso cuando alguno de los herederos instituidos no podía recibir su cuota
hereditaria o renunciaba a ella, su porción vacante era distribuida entre los demás, dando
lugar así a un acrecimiento general. La institución de heredero era a título universal y con
vocación a la totalidad de la herencia, y como consecuencia de ello, se presentaba el
«concursu partes fiunt», es decir, sólo cuando concurrían varios de los llamados se dividía
la herencia.

e) Cuando el testador formaba un conjunto de herederos: El testador podía agrupar a un


grupo de herederos formando un «coniunctio», donde el derecho de acrecer funcionaba
de manera especial sólo entre los así llamados, cuando algunos de ellos perdía su vocación
sucesoria. El jurisconsulto romano Paulo2 (D.50, 16, 142) indicaba que estos
llamamientos o «coniunctim> podían ser de tres tipos:

1- Re Et Verbis: Era el llamamiento conjunto de varios herederos a una misma cuota y en


una misma fase. Por ejemplo: «Sean mis herederos Ticio y Mevio en la mitad de la
herencia: Sempronio en la otra mitad». En esta institución Sempronio quedaba excluido

1
Pérez l.assala. Curso de Derecho de Sucesiones. De Palma, p.l09-110
2
Ídem
de acrecimiento respecto a la otra mitad de la herencia, puesto que el llamamiento sobre
ésta se daba sólo entre Ticio y Mevio.

2- Re Tantum: Cuando el testador llamaba en la porción hereditaria a varios herederos,


testatus, pro parte intestatus decedere potest», pues recordemos que en el régimen
sucesorio romano eran incompatibles la sucesión testamentaria y la intestada, por tanto,
mientras pero en frases distintas. Por ejemplo: «Sea mi heredero Ticio en la mitad y
Sempronio en la otra mitad» y en otra frase: «Instituyo también heredero a MeFio en la
primera mitcul>!. La solución a este caso es la misma que en el supuesto anterior.

3- Verbis Tantum: Era la institución de herederos en la misma frase, pero sin indicación
de cuota hereditaria. Por ejemplo: «Sean mis herederos Ticio y Mevio. También instituyo
a Sempronio. En este caso el acrecimiento beneficiaba a todos los instituidos.

En strictu sensu, el acrecimiento especial se daba sólo en los primeros coniunctio, en la


Re Et Verbis y en la Re Tantum.

En lo esencial -como señala Valencia Zea3- el derecho de acrecer se da cuando son


llamadas varias personas a recibir una misma herencia o un mismo legado, y una de ellos
no puede o no quiere recibir su parte, entonces se agrega la cuota que pudo corresponderle
a sus coherederos o colegatarios.

1.2. TEORIAS DEL DERECHO DE ACRECER


El derecho de acrecer aparece establecido y regulado en el Derecho Romano pero no se
preocuparon de su fundamentación. Fueron los glosadores quienes sobre la base de
interpretación de los textos romanos, han establecido dos teorías:

Teoría Subjetiva o Voluntaria: Su fundamentación radicaría en la voluntad presunta del


testador al considerar que si bien, éste asigna toda la herencia a varios herederos, su
voluntad implícita es la de beneficiar con toda la herencia a cada uno de los instituidos;
como consecuencia de ello resulta que si alguno de los designados no quiere o no puede
recibirla, su cuota incrementará la de los restantes herederos.

La voluntad presuntiva del testador descansa en dos supuestos:

3
Valencia Zea. Derecho Ci\'ÍI. Bogota. Themis. 1997. p.200-220
a) Institución plural de herederos en la totalidad de bienes, o sea la existencia de una
vocación solidaria, y

b) Que las asignaciones se hagan sin determinación de partes o en partes iguales.

Cabe añadir que tratándose de la legítima, que corresponde a los herederos forzosos en
cuotas iguales por norma legal imperativa, no podría el testador repartirla en cuotas
desiguales. Es por eso que el derecho de acrecer respecto a éstos no podría ser modificado,
resultando por eso inaplicable para este supuesto, los alcances del Art. 777.

El Art. 777 del Código acotado dispone que el derecho de acrecer no tiene lugar cuando
del testamento resulta una voluntad diversa del testador. En este caso, la voluntad puede
ser expresa o tácita, y sólo puede incidir este derecho respecto de los herederos
voluntarios y legatarios porque sus derechos patrimoniales provienen exclusivamente de
la parte de libre disposición de la herencia, es decir, de un acto de liberalidad, pero no
sobre la legítima por no ser de libre disposición, pues es intangible por norma de orden
público (arts. 723 y 733 del C.C), lo que implica- como ya hemos apuntado - que la
autonomía de la voluntad en el testamento no es absoluta sino relativa, pues está limitada
por normas legales que protegen a los llamados herederos forzosos (Cfr. Arts. 723, 724,
725, 726, 727, 735,736,737 y 740 del Código Civil).

Estas breves consideraciones nos llevan a afirmar que en nuestro ordenamiento legal la
voluntad del causante no es ley suprema del testamento sino que está restringida por
determinadas normas imperativas, que amparan la legítima, por lo que el derecho de
acrecer funcionará necesariamente sin excepción alguna a favor de los herederos forzosos
respecto de la legítima y siempre que el heredero forzoso no quiera o no pueda recibir su
cuota y no pueda ser representado por sus descendientes en los casos establecidos por la
ley. Esto significa que el fundamento último del derecho de acrecer deriva en parte de la
ley y se funda en que el heredero es instituido siempre a título universal mientras que el
legatario lo es a título particular (Cfr. Arts. 735 y 756 del Código Civil). La característica
diferenciadora entre ambos títulos es que el primero es expansivo mientras que el otro no.
Ese poder expansivo que nace de la universalidad del título se llama derecho de acrecer.
Pero también deriva en parte de la voluntad del causante cuando por testamento y a falta
de herederos forzosos instituye herederos voluntarios (Art. 777 del Código Civil). Por eso
este precepto legal señala:
“El derecho de acrecer no tiene lugar cuando del testamento resulta una voluntad diversa
del testador”.

Será pues diversa la voluntad cuando se refiere a los herederos voluntarios y


eventualmente el caso de los legatarios de un mismo bien, porgue ambos son instituidos
por su exclusiva voluntad, es decir por un acto de liberalidad. En cambio no podría negar
el derecho de acrecencia respecto de la legítima de los herederos forzosos, cuya naturaleza
es de orden público y el derecho a ella es intangible, exclusivo y excluyente.

Nuestro ordenamiento legal, Art. 775 del Código Civil, admite por excepción un único
caso de acrecimiento en caso de legados cuando un mismo bien es legado a varias
personas, sin determinación de partes y alguna de ellas no quiere o no puede recibir la
que le corresponde, esta acrecerá las partes de los demás. Esta regla está contemplada en
el Art. 2158 del Código Civil de Alemania, y Arts. 3812 y 3813 del Código Civil
Argentino. El acrecimiento de los legatarios favorecidos con este derecho implica, en el
presente caso, una vocación solidaria.

En definitiva, la teoría subjetiva o voluntaria tiene en nuestra opinión el inconveniente de


limitar el acrecimiento sólo a la sucesión testamentaria porque la única fuente es la
voluntad del causante. Pero creemos, como señalan los profesores Domínguez, que por
la fuerza de las cosas se presenta también en la sucesión intestada, aunque su
reglamentación en nuestro Código Civil Peruano está referida sólo a la sucesión
testamentaria. El fundamento del derecho de acrecer en la sucesión intestada descansa en
el mismo orden a heredar establecido por la ley, artículo 816 que es nom1a de orden
público. Esta tesis también la sustenta el Código Civil de U m guay, artículo 1044: «En
las sucesiones intestadas la parte del que no puede o no quiere aceptar acrece a los
coherederos, salvo derecho de representación.»

B- Teoría Objetiva: La voluntad del testador no crea el derecho de acrecer, el cual no


aparece por el hecho del llamamiento solidario sino porque aquél llamado acumulativo
confiere a los herederos instituidos el derecho inicial sobre todo la herencia. El
acrecimiento no integra la voluntad del causante, sino que proviene de la ley. Es decir que
el derecho a acrecer lo establece la ley y las condiciones para que funcione la ley las
establece el causante.
Albadalejo sostiene que en realidad la voluntad del causante únicamente sirve para
configurar la institución como solidaria, porque es la ley la que otorga el derecho de
acrecer.

Nosotros consideramos que es la ley la que establece el derecho de acrecimiento por regla
general, pero tratándose de la sucesión testamentaria participa la voluntad del causante
cuando configura la institución como solidaria.

Importante también resulta destacar como lo hacen los maestros Domínguez6 que el
acrecimiento no se produce propiamente en la cuota vacante que no llega a existir sino
más acertadamente en el título que tenía el asignatario bien de la sola disposición de la
ley o del testamento del difunto para legitimar más adelante la aceptación. Las cuotas
vienen a resultar con posterioridad a la aceptación. Sin título no será posible la aceptación
ni el derecho a la cuota de la cual derivan.

Esta afirmación en nuestra opinión resulta correcta porque cuando el heredero instituido
no puede o no quiere serlo, es considerado como si nunca lo hubiera sido y por tanto no
tiene cuota. Lo que primero pierde entonces es el título de heredero. Por tanto, el
acrecimiento tiene lugar no en la cuota vacante sino en el título que tenía el heredero
instituido. La vacancia no se produce en la cuota sino más bien en la causa que legitima
al designado para adquirirla, es decir, en el título o vocación para suceder.

1.3. CONCEPTO
El concepto que da ROCA SASTRE del derecho de acrecer viene a darnos una idea global
del mismo. En este sentido señaló el autor citado que se trata “del derecho que tiene el
heredero que llega a serlo de hacer suyo el incremento que experimenta su porción
hereditaria a causa de no llegar a ser heredero el coheredero llamado conjuntamente”.

El derecho a acrecer es la facultad legal de los herederos a acrecentar su herencia,


mediante el reparto de lo que correspondería a otro heredero que previamente renunció a
tomar su parte.

Cuando se ejercer el derecho de acrecer, el porcentaje de la herencia que no ha sido


aceptado deberá repartirse entre el resto de herederos.

Acrecer constituye el derecho permanente que existe entre los sucesores a aumentar su
participación, agregando aquella de quienes no están en condiciones de recibir la suya.
Se produce con mayor frecuencia entre los coherederos que han sido instituidos en la
totalidad de los bienes sin determinación de partes o en partes iguales y algunos de ellos
no recoge la parte que le corresponde, ésta acrece las de los demás, salvo cuando ocurra
la representación sucesoria.

1.4. REQUISITOS
 PARA COHEREDEROS
 Que el coheredero renuncie a la herencia o sea declarado indigno desheredado
o premuera al causante
 Que el renunciante indigno desheredado o premuerto no tenga a su vez hijos
o descendientes
 Que existan otros coherederos llamados a la herencia
 Que los herederos sean instituidos en la universalidad de los bienes y sin
determinación de las partes o partes iguales
 ENTRE COLEGATARIOS
 Que el testador no haya dispuesto otra cosa con relación al destino de sus
bienes comprometidos en el legado, para después su muerte
 Que el legatario renuncie al legado o se produzca su fallecimiento antes de
abrirse la sucesión
 Que el legatario este comprometido en alguna de las causales de prohibición
legal para recibir el legado.

1.5. VOLUNTARIEDAD DEL DERECHO


Entienden autores como Roca y Castán que el derecho de representación por el que tiene
lugar el derecho de acrecimiento es voluntario. Mientras que para Díez Picazo, Gullón o
Albadalejo, no lo es porque no se produce una nueva delación sino un efecto expansivo
de la primera.

La cruz por su parte mantiene una postura intermedia y considera que es forzoso si los
gravámenes de la porción originaria y la adquirida por derecho de representación son
homogéneos y en caso contrario tal derecho es voluntario, sosteniendo al respecto Vallet
que de no existir tal homogeneidad en realidad lo que acontece es una especial
designación de partes.
1.6. EFECTOS
Los efectos o consecuencias del acrecimiento pueden reducirse, básicamente, a
tres:

a) En primer lugar, que con efectividad a la fecha de apertura de la sucesión, el


acrecimiento es automático (DE LA CAMARA, p. 46), Y se produce ope legis
como consecuencia lógica del llamamiento solidario (CICU, p. 294), tengan o
no conocimiento los beneficiarios y sin requerirse su declaración de voluntad
(ROBBE, p. 167).

b) En segundo lugar, estrechamente entroncado con lo anterior, no cabe


renunciar a lo propio y tomar lo acrecido, ni viceversa. Aunque el tema se presta
a discusión, a tal punto que por ejemplo Somarriva (p. 242) llega a afirmar que
el derecho de acrecer es accesorio, renunciable y transmisible, soy del parecer
que en el genuino acrecimiento no existen dos delaciones o llamamientos
separados, susceptibles de ser aceptados o renunciados con autonomía entre sí,
sino uno solo con virtualidad expansiva al todo, debido a que no existe
institución en cuota fija. Reproduzco, por su claridad y autoridad en esta
materia, las palabras de Beltrán: "la adquisición de las vacantes por efecto del
acrecimiento tiene lugar ipso jure, sin necesidad de aceptación cuando se
produzca la vacante (cualquiera que sea la causa productora de ésta); cada
coheredero, al aceptar, no acepta una cuota sino toda la herencia, y con ello el
acrecimiento sobre todas las vacantes que se produzcan" Y puntualiza que "no
puede, pues, decirse que prescriba el derecho de aceptar la vacante por
acrecimiento, porque tal derecho [de aceptación separada] no existe. Se acepta
toda la herencia y en ese momento se adquiere ipso jure el derecho de
acrecimiento cuando se produzca una vacante" (BELTRAN, p. 167). En resumen:
al haber vocación solidaria se acepta o rechaza todo, no una parte, como señala
bien el artículo 677.

c) En tercer lugar, que producida la aceptación de lo propio (y, por corolario,


lo acrecido) el que acrezca sucede en todos los derechos, limitaciones y
obligaciones que tenía el que no pudo o no quiso recibir. Por ejemplo, que el
que no quiere o no puede suceder hubiese sido gravado con un legado.
Obviamente se excluyen aquellas cargas personalísimas, que solo podría cumplir
el que deja vacante la porción acrecible (RIVAS MARTINEZ, p. 717; AZZARITI,
p. 619).

La porción hereditaria del sucesor (heredero o legatario) que no pueda o no


quiera recibir su cuota hereditaria es trasmitida a sus coherederos o colegatarios
según sea el caso.

Los efectos del derecho de acrecer son Ipso Jure (operan de pleno derecho), no
es necesaria una declaración de aceptación por parte de los sucesores
beneficiados, debido a que la cuota que reciben por acrecimiento no es una
herencia diferente, sino la misma que ya aceptaron previamente, la cual es
incrementada debido al llamamiento solidario con que fueron instituidos
testamentariamente o por disposición de la ley.

El derecho de acrecer se verifica «Cum Onere)), es decir, trasmite todas las


obligaciones o cargos que tuviese el sucesor que no pudo o no quiso recibir su
cuota de la hereditaria. El ordenamiento civil argentino recoge esta regla en el
artículo 3821 el cual si bien sólo hace referencia al acrecimiento entre legatarios,
no obsta para que la doctrina y la jurisprudencia consideren su aplicación por
analogía en el caso de los herederos.

1.7. LA RENUNCIA Y EL DERECHO DE ACRECER


Cuando un heredero renuncia a la herencia, premuere al causante o es declarado indigno
de suceder o es desheredado y no hay representación sucesoria, su parte acrece a los
demás herederos. En la sucesión intestada, los herederos legales acrecen de acuerdo a su
derecho. En la sucesión testamentaria corresponde a los herederos forzosos, y si no los
hay, a los voluntarios.

1.8. NATURALEZA JURIDICA


Tiene una naturaleza dual:
Roca Sastre (que se acogen a la teoría objetiva) a la regla clásica “portio portionis
accrescit, non personan”, cuyo significado encierra el principio de vocación universal
única de carácter solidario a la herencia, la cual es potencial respecto a la cuota de los
coherederos que no lleguen a suceder.
La teoría subjetivista, sostiene que el derecho de acrecer es verdaderamente un derecho
subjetivo otorgado por ley, donde se efectúa una adquisición nueva y separada (como una
sustitución en la cuota de vacante) con efectos jurídicos y patrimoniales. Es una
pretensión a un plus que nace en el momento de la no adquisición de la cuota hereditaria
de un llamado. Esta postura es defendida por autores como Alguer, Albaladejo, Somarriva
y Messineo, entre otros, quienes concuerdan en señalar que si bien es el llamamiento
solidario el que brinda vocación cierta a la herencia totalidad de la herencia, es la ley
quien en último momento otorga el derecho e interpreta la institución del causante, por
esta razón el acrecimiento es en sí un derecho.

1.9. FORMAS DE ACRECER


Derecho de acrecer entre coherederos: Si varios herederos son instituidos en la totalidad
de los bienes sin determinación de partes o en partes iguales y alguno de ellos no quiere
o no puede recibir la suya, esta acrece las de los demás, salvo el derecho de
representación.

Derecho de acrecer entre colegatarios: Cuando un mismo bien es legado a varias personas,
sin determinación de partes y alguna de ellas no quiera o no pueda recibir la que le
corresponde, esta acrecerá las partes de los demás.

Reintegro del legado a la masa hereditaria: El legado se reintegra a la masa hereditaria


cuando no tiene efecto por cualquier causa, o cuando el legatario no puede o no quiere
recibirlo4.

1.10. EN NUESTRO CODIGO CIVIL


Art. 774.- Si varios herederos son instituidos en la totalidad de los bienes sin
determinación de parte o en partes iguales y alguno de ellos no quiere o no puede
recibir la suya, ésta acrece los de los demás, salvo el derecho de representación.

Art. 775.- Cuando un mismo bien es legado a varias personas, sin determinación de
partes y alguna de ellas no quiera o no pueda recibir lo que le corresponde, ésta
acrecerá las partes de los demás.

Art. 776.- El legado se reintegra a la masa hereditaria cuando no tiene efecto por
cualquier causa, o cuando el legatario no puede o no quiere recibirlo.

4
http://www.monografias.com/trabajos93/sucesiones-peru/sucesiones-peru2.shtml#ixzz4rfKqLriP
Art. 777.- El derecho de acrecer no tiene lugar cuando el testamento resulta una
voluntad diversa del restador.

Art. 741.-Los herederos voluntarios y legatarios sustitutos quedan sujetos a las


mismas condiciones y cargos que el instituido, a menos que el testador disponga otra
cosa, o que las condiciones y cargos impuestos sean por su naturaleza inherentes a
la persona del instituido.

1.10.1. ACRECIMIENTO ENTRE HEREDEROS


ACRECIMIENTO ENTRE HEREDEROS REGULADO EN EL ARTÍCULO 774

Pese a la aparente sencillez del precepto, un análisis acucioso evidencia que está preñado
de preguntas.

a) ¿A qué herederos se refiere?

La norma no distingue de manera explícita. Por lo tanto deberíamos entender que incluye
tanto a los lIarFIados forzosos, como a los voluntarios. Sin embargo, creo que, en rigor,
no es correcto hablar de acrecimiento dentro de (en) la legítima, aunque sin duda en ella
los legitimarios acrecienten sus cuotas entre sí cuando falta alguno de ellos. Pero ocurre
que este aumento de participación no se produce por acrecimiento en la herencia, sino
porque simplemente la legítima solo puede repartirse entre los legitimarios (vid.
CASTAÑEDA, pp. 241 Y 242).

Por lo demás, creo ya haber demostrado que en nuestro sistema sucesorio el legitimario
no necesita suceder, porque puede recibir su legítima totalmente antes de la muerte del
causante a título de donación, lo que le faculta para renunciar a la sucesión y conservar lo
que ya recibió.

En suma, la legítima discurre por una vía diferente y aunque en ella pueda producirse, en
el aspecto práctico o económico, un efecto igual al normal del acrecimiento, no es
auténtico derecho de acrecer como figura autónoma, sino simple funcionamiento de las
reglas propias de la legítima. Dicho de otro modo: en la legítima y en el acrecimiento hay,
eventualmente, el mismo incremento, pero por razones diferentes.

Lo dicho no quita, desde luego, la posibilidad de acrecimiento del legitimario con


herederos voluntarios o con un designado en la parte de libre disposición. Véase con un
ejemplo: el causante fallece con un patrimonio neto de 300 y había hecho donaciones a
su hijo por 600, de modo que el acervo total para cuantificar la legítima es de 900, cuyos
dos tercios (o sea, 600) son legítima. No obstante al estar ya íntegramente pagada la
legítima a título de donación, el padre que obviamente tiene la total disponibilidad de los
300instituye tres herederos en estos 300. Uno de los herederos es su hijo y los otros son
dos sobrinos. Pues bien, si uno de los sobrinos instituidos, como heredero voluntario no
pudiera o no quisiera recibir la herencia, su porción acrece al hijo del causante y el otro
sobrino, recibiendo 150 cada uno.

b) El tipo de institución

Prescribe el precepto como requisito que varios herederos sean designados en la totalidad
de los bienes, sea sin determinación de partes, sea en partes iguales.

Lo de herederos instituidos en la totalidad de los bienes es un error. A los herederos no


solamente les corresponden bienes, sino también pasivos. Por lo tanto, hubiera bastado y
hubiera sido más exacto si se hubiera dicho, simplemente, herederos llamados a la
totalidad; o si se quería ser más precisos, llamados a la totalidad de la herencia. Pero no
solamente a los bienes.

Aparte del anterior comentario, se nota que el artículo parte de una premisa: ha de haber
una pluralidad de herederos llamados a la totalidad (se sobrentiende que llamados,
concurrentemente). Sin negar que esta sea la premisa normal, no quiere decir que sea la
única. Me explico: el derecho de acrecer es subsidiario de la voluntad del testador como
puntualiza Albaladejo (p. 311), tiene un fundamento voluntarista que obliga a interpretar
lo que quiso el testador (vid. REBORA, p. 266; SUAREZ FRANCO, p. 299). Por lo tanto,
no hay inconveniente para que varios herederos sean llamados en grupo, con especial
acrecimiento entre ellos. Es como si el testador dijera: "instituyo como herederos a Juan
y a Pedro en el 60%, ya Luis y Antonio en el 40%". De este modo, aunque no se haya
establecido expresamente derecho de acrecimiento en cada grupo, si Pedro llegara a
renunciar su 30% iría a Juan, pero no a Luis ni a Antonio.

Recapitulo indicando que, a mi juicio, solo no habrá acrecimiento cuando se concluya


que existe independencia entre los llamamientos.

En nuestro ordenamiento nada obliga, desde luego, a que la designación tengan que ser
en el mismo testamento, como sí exige el artículo 674 del Código italiano; y ni siquiera
en la misma cláusula, como sí reclama el artículo 1044 del Código francés al aludir a "une
seule et méme dispositíon". Por su parte Castañeda (p. 243) es enfáticamente de diferente
opinión al sostener que "deben ser llamados por una misma y sola disposición de un solo
testamento, a fin de poder recibir el aumento. Trátase no solo del mismo testamento, sino
que se exige más: una sola disposición; una sola frase; una sola cláusula".

La idea nuclear, en suma, es que, pese a hacerse en distintos testamentos, exista


institución conjunta (es decir, solidaria) a la misma herencia o a una porción de la misma.
Este es el primer requisito.

El segundo requisito sobre el modo de institución es que sea "sin determinación de partes
o en partes iguales". Son dos supuestos diferentes. El tema requiere una mínima
explicación, pues adviértese que hay una locución alternativa: "o".

Que no haya determinación de partes significa tanto porciones numéricamente señaladas


(DE LA CAMARA, p. 46) (es decir, alícuotas), como que no haya institución en cosa
cierta separada. Como siempre, habrá que interpretar la voluntad declarada, pues lo que
a la postre interesa para saber si hay acrecimiento es determinar si, en definitiva, sean
cuales hayan sido las expresiones del testador, las cuotas no han sido queridas sino como
consecuencia necesaria del concurso de varios derechos de la misma fuerza sobre la
misma herencia (CICU, p. 294)

Por eso es que no toda partición ante lada necesariamente constituye muestra de la
voluntad del testador excluyente del derecho de acrecer. De ahí que serían dos cosas
distintas las siguientes: 1) "instituyo como mis herederos universales a Augusto y a
Claudio, y deseo que a Augusto se le adjudique la casa A y a Claudio la casa B"; y 2)
"instituyo como mi heredero a Marco en la casa A y a Lucio como mi heredero de la casa
B". En el primer caso existe derecho de acrecer por haber vocación conjunta, de manera
que ambos son llamados al todo, aunque para la partición el testador haya dispuesto que
las porciones alícuotas se concreten de la manera que indica. En el segundo caso, en
cambio, no hay vocación colectiva sino concreta, separada, por lo que si decae la
institución de uno, el bien adjudicado a él quedará sin titular y habrá que llamar a sucesión
intestada.

Recapitulando: la circunstancia de que haya fijación de alícuotas no excluye el derecho


de acrecer, aunque se llame en partes desiguales (LOPEZ y LOPEZ, p. 87).
El segundo supuesto señalado por la ley, alternativo al anterior, es que sean iguales las
partes (fracciones) en que se ha producido la institución. Que en tal caso hay derecho de
acrecer no cabe duda. A la inversa, que si la institución es desigual no hay posibilidad de
acrecimiento, según reza la norma. O sea, cuando del propio testamento se advierte la
desigualdad que puede constituir indicio poderoso de la voluntad del testador de limitar
la atribución sucesoria a dicha fracción. Así cuando se diga: "nombro como herederos a
Máximo con el 30% y a Paulo con el 70%".

Con todo, la decisión legal de impedir acrecimiento si no hay igualdad es, hasta cierto
punto, discutible, porque el hecho de que las partes alícuotas sean desiguales no
necesariamente significa decisión del testador de excluir el acrecimiento; es decir, de
excluir vocación potencial al todo si alguno de los llamados falla. Si el testador ha
designado porciones desiguales pudo haberlo hecho, acaso, porque preveía que todos le
sucederían, pero que no pensó en que alguno no había de hacer o. Y el que uno no le
suceda porque no quiere o no puede, es circunstancia n prevista que no excluye la
potencial voluntad del testador para que los otros acrezcan.

El punto, por tanto, es que hay que buscar la imposibilidad de acrecer en el hecho objetivo
de la desigualdad de partes, sino en que tal desigualdad sea medio revelador de que el
testador quiso efectivamente limitar las porciones a las cuantías prefijadas, sin posibilidad
de aumento (SANTOS BRIZ, p. 416). Por eso, insisto, lo crucial no es observar en cuánto
se instituye desigual o no, aunque ello sea indicio, sino cómo se instituye. Y si se instituye
con vocación solidaria, habrá acrecimiento.

c) La vacante

Expresa el artículo 774 que el acrecimiento se produce si "alguno [de los herederos
instituidos en la forma ya explicada] no quiere o no puede recibir la [parte] suya". Es
necesario, entonces, que haya una vacante y que lo mismo deba necesariamente
(AZZARITI, p. 611) repartirse entre menos. Y cuando se dice vacante significa
exactamente lo que dice la norma: que algún heredero no pueda o no quiera recibir la
herencia. Pero, y aquí sí debo precisar, no se trata de que no quiera o no pueda recibir
"su" parte de la herencia, sino en verdad que no llegue a suceder, sea cual sea la razón.

Razones que impiden llegar a heredar son las siguientes: indignidad, renuncia,
premoriencia, conmoriencia, falta de realización de la condición suspensiva; realización
de la condición resolutoria, si es que se admitiera esta modalidad condicionante; no
nacimiento vivo del concebido; si se designa a una persona jurídica que no llega a
perfeccionar su constitución; nulidad o anulabilidad del testamento o disposición
testamentaria en que se instituya a uno de los coherederos (por ejemplo: artículo 688,
sobre disposición en favor del notario, sus parientes y testigos; artículo 546, sobre
disposición en favor de tutores y curadores, aunque esta norma debe ser correctamente
interpretada; los cónyuges divorciados o separados, con las atingencias que ya he hecho;
etc.).

Extrañamente Castañeda (p. 247) solo reconoce el derecho de acrecer en caso de


premoriencia. Y agrega que "el derecho de acrecer no se produce si uno de los
coherederos colegatarios renuncia a la herencia o es incapaz".

d) La distribución

Como regla general, el acrecimiento es recíproco y se produce entre todos los llamados a
la herencia (o a la porción de la misma, si el llamamiento es grupal). El artículo dispone
que, producidos los supuestos, la porción del que no puede o no quiere recibir, acrece las
de los demás.

Dicho con otro vocabulario, el efecto que el artículo enuncia es que la parte que hubiera
pertenecido al vacante se distribuye entre todos los demás.

Ahora bien, esta distribución entre todos los demás no tiene por qué ser necesariamente
en partes iguales. En efecto, nada impide que el testador establezca una reciprocidad "de
ida pero no de vuelta". Me explico, que haya dispuesto que, vacante un heredero
determinado, su porción acrezca a los demás, pero que si falta alguno de ellos la parte de
cualquiera de ellos acrecerá a todos los demás, exceptuando al determinado.

En resumen, aunque de ordinario el acrecimiento sea un derecho recíproco, el testador


puede limitarlo.

e) Representación. Sustitución

Cierra el artículo 774 su redacción precisando que no hay derecho de acrecer cuando
exista derecho de representación. La salvedad es razonable y la precisión encomiable. Por
lo tanto, cuando hay derecho de representación (descendientes, o colaterales en el caso
del artículo 683) al no poder o no querer heredar el llamado, lo hacen sus representantes
ocupando su lugar en la porción que deja, evitando así que dicha porción aumente la de
los otros llamados.
Para concluir, aunque acaso se estime obvio, cabe solo puntualizar que tampoco hay
derecho de acrecer cuando la vacante es ocupada por un sustituto que el testador hubiera
designado. Quiero decir, el acrecimiento está subordinado a que no opera una sustitución.

1.10.2. ACRECIMIENTO ENTRE LEGATARIOS


El dispositivo contempla el caso del legado de un mismo bien. Sin embargo, como ya
sabemos, el legado no solamente puede recaer sobre bienes, sino asimismo sobre
derechos.

Por otra parte, es perfectamente posible que el legado no recaiga sobre un único bien o
derecho, sino sobre varios. Tal sería el caso, por ejemplo, de la siguiente institución: "lego
a Antonio y a Mucio mis dos casas".

A diferencia del artículo 774 que alude a institución de herederos "sin determinación de
partes o en partes iguales", este artículo 775 solamente alude a bien legado "sin
determinación de partes". ¿Significaría esto, acaso, que cuando se lega en partes iguales
no hay derecho de acrecer?

En mi opinión la respuesta debe ser negativa; o sea, que sí cabe acrecimiento. Y pienso
así no porque por el solo hecho de designación igualitaria deba necesariamente haber
acrecimiento, sino porque lo normal es que habiendo partes iguales exista institución
conjunta. Lo fundamental es que la institución conjunta supone que los instituidos lo han
sido con vocación al todo de la atribución patrimonial objeto de la liberalidad.

Obviamente no habrá derecho de acrecer si de la interpretación del testamento del


causante resulta que, aunque los legatarios hayan sido designados en partes iguales, el
testador quería limitar la atribución a tal parte, sea igualo desigual. Por lo mismo, en
materia de legado no es tan importante si hubo o no fijación de porción o cuota, sino
definir si con tal fijación se estaba queriendo excluir cualquier ampliación de la misma.
Y a la inversa, aunque determinación de la fracción, si ello no excluye la posibilidad de
acrecer.

De todos modos, lo natural es que en legados de cuota no exista derecho de acrecer.


Coinciden con este parecer Goyena Copello (p. 224) Y Olavarría (p. 40).

Finalmente, con relación a este artículo, cabe señalar que Hinostroza Minguez (pp. 187
Y 188) parece negar el derecho de acrecer entre legatarios, expresando que "en lo
referente al acrecimiento entre legatarios, éste (sic) no es posible". Explica que en su
opinión no hay que confundir la inexistencia del derecho de acrecer de un legado cuyo
beneficiario era una sola persona, con el legado de un mismo bien a varias personas.

1.10.3. REINTEGRO DE LA MASA HEREDITARIA


ARTÍCULO 776.- El legado se reintegra a la masa hereditaria cuando no tiene efecto por
cualquier causa, o cuando el legatario no puede o no quiere recibirlo.

Es fácil porque ilustra la idea de que el legado "queda" en la masa hereditaria. Pero no es
exacta porque:

a) Si el legado no es eficaz, en rigor no hay reintegro (volver a integrar con lo que no


estaba), porque en verdad el legado no llega a salir del conjunto de la masa. Quiero decir
que no hay salida y retorno, sino que simplemente, por la ineficacia, no hubo salida.

b) No todo caso de ineficacia del legado causa "reintegro" a la masa. Solamente "regresa"
si: no ay derecho de acrecer, y ni el testador designó sustitución (recuérdese que no hay
previsto derecho de representación en legados en nuestro Código).

c) Tampoco hay "reintegro" a la masa general cuando el legado grava: a un heredero en


particular si hay varios coherederos. Habiendo varios coherederos, el gravado con el
cargo queda liberado y a los demás no les afecta ni positiva ni negativamente.
Obviamente, si el gravado es heredero único, al quedar él liberado, queda la masa
liberada; si el gravado con el legado es otro legatario. En este caso, la ineficacia del

sublegado no implica retorno alguno a la masa hereditaria, sino que el legatario gravado
queda exonerado de cumplir el sublegado.

d) Por último, la posibilidad de "reintegro" solamente puede postularse cuando lo legado


sea algo perteneciente al testador. Pero cuando el legado es de cosa ajena, no cabe retorno
alguno, sino simplemente ineficacia.

Lo correcto, por lo tanto, sería decir que cuando el legado es ineficaz, el gravado con él
queda liberado. De esta manera, se prescinde del concepto impreciso de "reintegro" y se
cubren todas las posibilidades.

1.10.4. IMPROCEDENCIA DEL DERECHO A ACRECER


El derecho de acrecer no tiene lugar cuando del testamento resulta una voluntad diversa
del testador. La regla del artículo 777 no reviste singular problema. Solamente es
pertinente precisar sobre ella lo que sigue:
a) La voluntad es la que resulte de interpretar la declaración contenida en el testamento.
Por lo tanto, no se requieren fórmulas sacramentales. La voluntad distinta a que se refiere
el artículo puede haber quedado expresada de diversas maneras.

b) Así como el testador puede disponer que no hay lugar a acrecimiento, puede alterar las
reglas que el ordenamiento legal establece. O sea, puede señalar un acrecimiento de
manera distinta: suprimir la reciprocidad de unos a favor de otros, pero no a la inversa; o
señalar que sí hay derecho de acrecer entre los primeros designados, pero no en caso de
sustitución, etc.

II. ALBACEAS
Son los ejecutores testamentarios, a quienes el testador nombra para que cumpla sus
disposiciones de última voluntad. El testador puede encomendar una o varias personas, a
quienes se denominan albaceas o ejecutores testamentarios, el cumplimiento de su última
voluntad. Puede ser singular o plural.

2.1 CARACTERISTICAS
 Voluntaria: No obliga a la persona sobre la cual recae el nombramiento, porque
se puede aceptar o renunciar. Una vez, aceptada no puede renunciarse sin justa
causa, a juicio del Juez.
 Personalísima: Es indelegable.
 Excepcionalmente se permite representación.
 Remunerado: Constituye un trabajo, salvo que el testador disponga su gratuidad.

2.2 CLASES DE ALBACEAS


Por la forma de nombramiento: testamentarios, legales, dativos –nombrado por el juez.

Por la extensión de sus facultades: universales, particulares

Por el número: singular, plural, simultáneo y sucesivos.

2.3 FIN DEL CARGO DE ALBACEA


Por haber transcurrido dos años desde su aceptación, salvo que el testador señale lo
contrario, o que lo conceda el juez. Por haber concluido funciones. Por renuncia con
aprobación judicial. Por incapacidad legal o física que impida el desempeño de la función.
Por remoción judicial, a petición de parte debidamente fundamentada. Por muerte,
desaparición, o declaración de ausencia.
III. CONCLUSIONES

IV. BIBLIOGRAFIA

 ALBALADEJO GARCIA, Manuel. Comentarios al Código Civil y


Compilaciones, Forales. Tomo IX, Vol. 1 A. Edersa, Madrid;
 BELTRAN DE HEREDIA, P. El derecho de acrecer. Editorial Revista de Derecho
Privado. Madrid, 1956.
 CASTAÑEDA, Jorge Eugenio. Derecho de Sucesión. Editorial e Imprenta
Bautista. Lima, 1975; CICU, A. El testamento. Edersa. Madrid, 1959;
 DE GASPERI, L. Tratado de Derecho Hereditario. Editorial Tipográfica
Argentina. Buenos Aires, 1953;
 DE LA CAMARA, Manuel. Compendio de Derecho Sucesorio. La Ley. Madrid,
1990;
 FORNIELES, S. Tratado de las Sucesiones, tomo l. Ediar. Buenos Aires, 1950;
 LACRUZ BERDEJO, J.L. Y SANCHO REBUDILLA, F. Derecho de Sucesiones.
Editorial Bosch. Barcelona, 1976;
 LANATTA, Rómulo. Exposición de Motivos y Comentarios al Libro de Derecho
de Sucesiones. En Código Civil. Exposición de Motivos y Comentarios, dirigido
por REVOREDO, Delia. Lima, 1985
 LOHMANN LUCA DE TENA, Guillermo. Derecho de Sucesiones, tomo II, vol.
II. Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Lima, 1995.
 LOPEZ y LOPEZ, A. Derecho de Sucesiones. Bajo la dirección de CAPILLA
RONCERO Y otros. Tlrant lo Blanch. Valencia, 1972;
 OSSORIO MORALES, J. Manual de Sucesión Testada. Editorial Instituto de
Estudios Políticos. Madrid, 1957;
 PERE LA SALA, J.L. Derecho de Sucesiones. Editorial Depalma. Buenos Aires,
1978;
 LEON BARANDIARAN, José. Tratado de Derecho Civil, tomo VII Derecho de
Sucesiones. Gaceta Jurídica, Lima, 1995;
 LOHMANN LUCA DE TENA, Guillermo. Derecho de Sucesiones, tomo 11, vol.
11. Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Lima, 1995;
 SUAREZ FRANCO, R. Derecho de Sucesiones. Temis. Bogotá, 1989.

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