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1. Fisher, John R.: El virreinato decadente.

Fisher traza un mapeo de la decadencia fiscal del virreinato del Perú en el último tercio del
siglo XVIII. Nos encontramos en plena inserción de la política borbónica en territorio
americano: en 1765 José de Gálvez ha sido enviado a Nueva España para determinar un plan
de reestructuración fiscal ya en vigencia en la corona desde 1749, las intendencias. Su política
tarda en aplicarse, para 1776 sólo se habían instaurado dos: Luisiana y Sonora. Sin embargo,
uno de los subordinados de Gálvez es enviado al reino del Perú como visitador general para
analizar la situación fiscal, Antonio de Areche, en 1777. En estos precisos años el virreinato de
la Plata se había creado -1776, como medida estratégica en la constante guerra con los
portugueses al sudeste- y un año más tarde se implementa una política de libre comercio.
Ambos acontecimientos traen consecuencias severas a la economía virreinal, el primero
reduciendo casi todo el dominio del Perú sobre la mina de Potosí, y el segundo minando la
predominancia comercial que tenía el puerto del Callao. Como –quizás- era de esperarse, la
situación de por sí ya estaba de malas. La corrupción había llegado ya a todas las esferas del
poder, incluyendo a los abusivos corregidores (la duplicación de listas de tributos, la inflación
de precios en los repartimientos legalizados en el 56, endeudar indios para luego tener mano
de obra mitaya asegurada), los participantes de la audiencia de Lima (que beneficiaban al
mejor postor) e inclusive el Virrey. Los cargos estaban ampliamente ocupados por criollos, y se
vendían los puestos de corregidor.

En este contexto se implementan: 1) Una subida del impuesto a la alcabala del 4 al 6% (había
ya aumentado del 2 al 4% en 1772) 2) La creación de aduanas para la regulación de todo
comercio entrante, y su cobro estricto de impuestos. Esta política se llevó conjuntamente con
un empadronamiento a los indios. 3) Destituyen al virrey Manuel Guirior, por su tan
quejosamente mencionada ineptitud al momento de cooperar con Areche, por el virrey
Jáuregui. Como consecuencia a esto, las insurrecciones indígenas, llevadas a cabo en todo el
siglo XVIII, se hacen más fuertes hasta desembocar en la rebelión tupamarense. Jáuregui ve así
entonces necesario abolir los repartimientos en Diciembre de 1780.

Túpac Amaru pedía puntualmente la creación de una Audiencia en Cuzco, la destitución de


corregidores (petición compartida por Areche), y la terminación del sistema de repartimientos
[una de tres al menos]. También buscaba un mejoramiento de las condiciones mineras y
obrajes. Esto por el peso que debían cargar los caciques con la pérdida de hombres en las
mitas. Esta visión de un sistema abusador era compartida por el bando “opuesto”, Fisher
menciona como ejemplo al comandante que sofocó la rebelión, Gabriel de Avilés, como
alguien que también creía en el abuso potencial en el sistema de corregimientos. Este
comandante también creía en la responsabilidad no sólo de los corregidores, sino de los
comerciantes limeños y otros centros urbanos en lo que fue la gran devastación causada por
los levantamientos del 80. Los reclamos de los indios fueron, en cierta forma, atendidos. Se
introduce el sistema de intendencias en 1784 y la audiencia de Cuzco en 1787.

2. Galdos Rodríguez, Guillermo. La rebelión de los pasquines.

La rebelión de los pasquines es un acontecimiento importante, previo a la rebelión


tupamarense, que se dio desde finales del 79 hasta el 18 de enero, siendo la movida efectiva
entre el 13 al 18 de enero de 1780. Se había creado la Real Aduana en Arequipa, con Juan
Bautista Pando como administrador y Pedro de la Torre como Oficial Mayor Interventor,
siendo corregidor de la zona Baltazar de Sematnat. Básicamente el movimiento comenzó con
el posicionamiento de pasquines –manifiestos en verso puestos en letreros- en lugares
importantes de la ciudad, en su mayoría iglesias, en los cuales “Quinientos setenta y siete”
rebeldes –de los cuales habían 317 no indios- expresaban su descontento con las nuevas
políticas borbónicas y el abuso de los nuevos funcionarios. Invocan elementos religiosos (como
la virgen María), así como hacen fuertes amenazas de muerte al corregidor y a sus “corchetes”.
A pesar de que Sematnat ofrece una recompensa a quien delate a estos impostores, la
rebelión efectiva se da y los indios atacan en la noche del 13 de Enero. Causan desastres en el
pueblo, incluyendo la Aduana y la casa de Sematnat. Declaran en sus pasquines que estos
rebeldes no necesitan de un rey. Son “patriotas”. Sin embargo, el 16 de Enero el corregidor
convoca a las milicias y fuerzas de caballería, con los que asedia a los rebeldes en esa noche.
En la madrugada del 17 efectúan una emboscada hacia las aldeas vecinas, de las cuales
provenían los rebeldes, y el 18 son ahorcados. Fin.

3. Durand Florez, Luis. La formulación Nacional de(en) los bandos de Túpac Amaru.

Durand Florez, bajo la tesis de “la emancipación como proceso” quiere incluir a toda costa la
revolución tupamarense en el camino de la independencia. Dice que en los edictos, bandos,
proclamas, cartas, etc. está la clave para el entendimiento de su sentir “nacionalista”. Y es
cierto, sus edictos proclaman la unión de sus paisanos, agrupándolos bajo un común
denominador de opresión española (peninsular). Pero a la vez afirman que este es un
problema de los funcionarios y no del Rey de España, al cual se entrega con devoción (cosa
normal para la época, Túpac Amaru era ferviente creyente católico). Sin embargo, Durand
interpreta esto como una “estrategia” presente también en los precursores del XIX. También
recalca el papel de Rey Inca que Amaru se autoproclamaba, y exalta su iniciativa de unir a los
pueblos una vez más. También menciona levemente a Diego Cristóbal Túpac Amaru –que finge
la supervivencia de José Gabriel- y a Túpac Catari –participante ya de la etapa aymara de la
rebelión y que sí tenía una posición claramente anticriolla. Sin embargo, no ahonda en estos
personajes más que para seguir resaltando la idea de Túpac Amaru. No lo vean.

4. O’Phelan Godoy, Scarlett. Túpac Amaru entre las reformas borbónicas y la


constitución de Cádiz.

La rebelión de José Gabriel Condorcanqui “Túpac Amaru” no hizo más que retrasar las
reformas borbónicas.

Los vínculos económicos que TA tenía con comerciantes, hacendados, y propietarios mineros
le impedía hacer una verdadera revolución. Nunca pidió anular la mita minera, fueron los
mitayos los que hicieron efectiva esta petición. El tributo era la razón medular de ser de un
cacique, así como también le concedía un derecho patrimonial sobre las tierras de las que
cobraba este tributo. Así también se ve la ausencia por una abolición del presente en las
propuestas tupamarenses, sólo se pide una supresión temporal. La ambigüedad de su discurso
–pedir a los indios unirse a su causa cuando a la vez criollos estaban en su bando- ocasionó una
ruptura discursiva en el avance de la rebelión que llevó a problemas de comunicación –
llegando el líder a proclamarse Inca, en un desesperado intento por conseguir más adeptos-
que terminaron con su ejecución. Lo que Túpac Amaru buscaba era una reforma, lo que sus
seguidores buscaban era, por el lado de los indios, una eliminación del tributo, de la mita, y la
aniquilación de los corregidores, y por el lado de los criollos, la anulación de las reformas que
tanto problema fiscal le estaban causando a sus negocios (fortunas).
5. Leguía, Jorge Guillermo. Lima en el siglo XVIII.

Déjame que te cuente limeño,


Déjame que te diga la gloria
Del ensueño que evoca la memoria
Del viejo puente, del río y la alameda.

Déjame que te cuente limeño,


Ahora que aún perfuma el recuerdo,
Ahora que aún se mece en un sueño,
El viejo puente, el río y la alameda.

Jazmines en el pelo y rosas en la cara,


Airosa caminaba la flor de la canela,
Derramaba lisura y a su paso dejaba
Aromas de mistura que en el pecho llevaba.

Del puente a la alameda menudo pie la lleva


Por la vereda que se estremece al ritmo de su cadera.
Recogía la risa de la brisa del río
Y al viento la lanzaba del puente a la alameda

Déjame que te cuente limeño,


Ay, deja que te diga, moreno, mi pensamiento,
A ver si así despiertas del sueño,
Del sueño que entretiene, moreno, tu sentimiento.

Aspira de la lisura que da la flor de la canela,


Adornada con jazmines matizando su hermosura;
Alfombra de nuevo el puente y engalana la alameda
Que el río acompasará su paso por la vereda.

Y recuerda que...

6. Ramón, Gabriel. Urbe y Orden: Evidencias del reformismo Borbónico en el tejido


limeño.

Las reformas principalmente fiscales que el régimen borbónico implementa en América se ven
reflejadas en las políticas de reconstrucción y reordenamiento público que se dan en la Lima
del último tercio del XVIII. Luego del terremoto del 46, y con la constante noticia de
insurrecciones en todo el país, el gobierno ve necesario la implementación de políticas de
control que vayan más allá de la simple represión. Se establece así una redistribución urbana:
4 cuarteles divididos en 10 barrios cada uno, en cada cuartel un alcalde de corte y en cada
barrio un alcalde, que se encargarían de dar seguridad a sus sectores. Los ciudadanos son
registrados según su sexo, oficio, calidad, estado, y nombre. Las calles deben mostrar sus
nombres y ser numeradas, y cada ciudadano debía mostrar dónde se alojaba. También se
debían registrar y regular lugares de concurrencia fuerte, como pulperías, azoguerías y
cafeterías, porque en estos lugares forasteros eran comunes.

En cuanto al mantenimiento de la infraestructura, se implementa una política de higiene


exhaustiva, en la cual se hace mantenimiento de desagües, construcción de un alcantarillado, y
la disposición de animales y objetos pestilentes fuera de la ciudad. También se aplica esta
política a los muertos, otrora enterrados en las iglesias, ahora dispuestos en los cementerios,
para evitar el ambiente tóxico y putrefacto que se podía sentir en las misas.

En el aspecto ilustrado, se promueve una idea de una ciudad reluciente, imagen a seguir del
virreinato, en periódicos como el Mercurio Peruano. Sus dos ejes principales, según Ramón,
son la plebe y los edificios. La plebe, sinónimo de vagos, fue implementada en, o bien trabajos
forzosos, o en hospicios –para los incapacitados físicamente- ; para los edificios se implementó
una política de regulación funcional de la infraestructura: un Teatro, un Paseo de Aguas, un
Coliseo de Gallos, una Alameda de Acho, en fin, la ubicación de las actividades citadinas para
su mejor control.

7. José Agustín de la Puente, La idea del Perú y el descontento social.

Hipólito Unanue hazme un hijo. El Perú representa una heterogeneidad que no es ni incaica ni
española, sino la compleja conjunción de ambos en la nación peruana. Garcilaso veía, por
ejemplo, al Perú como una nación. No sólo por cuestiones sanguíneas sino por cuestiones
culturales, geográficas, económicas, el Perú es ahora un nuevo mundo. La población conocía
los problemas que se daban en el Perú. Los hechos importantes se relacionan entre sí, los
peruanos son conscientes de los problemas que existen. Unanue es el precursor de nuestra
soberanía por el camino social del conocimiento. Hispanofobia. El Mercurio peruano
promueve un progreso del Perú. Unanue tiene una esperanza de ilustración en la sociedad
peruana.

“El mercurio quiere hacer obra útil para una mayor felicidad del país.” Esta afirmación se basa
en el afán intelectual ilustrado de medir todo, encontrar en los números del país –industria
minera, exportaciones e importaciones, censos, etc- que para de la Puente significa un
conocimiento significativo para la valoración del vasto país en el que se encontraban los
lectores de este bisemanario.

8. Clément, Jean-Pierre. La Sociedad Académica de Amantes del País de Lima, editotra


del Mercurio Peruano.
- José Rossi y Rubí Hesperiófilo
- José María Egaña Hermágoras
- José Hipólito Unanue Aristio
- José Baquíjano y Carrilo Cefalio
- Fray Diego Cisneros Arquídamo
9. Leguía, Jorge Guillermo. Simientes para un ensayo sobre la guerra de la
independencia hispano - americana.

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