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Piqueras Arenas):
Cacicato en la Restauración Española.
Comparación con el Clientelismo Latinoamericano.
El rol de la Religión y sus condicionamientos en el caciquismo.
INTRODUCCION:
El papel que la religión juega en la formación de las actitudes sociales caciquiles, se halla originariamente
presente en los estudios de Baumgarten, historiador especializado en España, tío y maestro de Max Weber.
A partir de la lectura de la novela de Vicente Blasco Ibáñez, “Entre naranjos”, y de la capacidad de observación
de la realidad que revela este autor, se examina el caciquismo rural en la España de la Restauración como el
elemento más característico del sistema social y político de ese entonces.
La pregunta que intenta responder este ensayo, es cual es la vinculación que existe entre catolicismo y
caciquismo, examinados a la luz de estos dos autores, y de sus obras.
La hipótesis requiere descender a aspectos filosóficos y psicoanalíticos, para entender porque en ciertos países
católicos se dio el caciquismo en mayor medida, con rasgos propios y con mayor persistencia que en otros
países de religiones distintas.
En el trasfondo, la pregunta Weberiana también es, si el Sistema de Gobierno (Monarquía, Dictadura,
Aristocracia, Democracia) y sus formas Parlamentarias o Presidencialistas, son sensibles a la religión practicada
por los habitantes de un país, cristalizada en su ética secularizada.
1
La Revolución Española y el liberalismo Alemán del siglo XIX”: Hermann Baumgarten y la historia
de España, Francisco Sánchez-Blanco, pp269-275
Las consecuencias de la aplicación de esa lógica a las estructuras del Estado son la supresión de señoríos y de
las jurisdicciones exentas (católicas y nobiliarias) provenientes de la época feudal, simplificación y unificación de
los impuestos y finalmente, abolición de aduanas provinciales y locales. Baumgarten piensa que la revolución
liberal, no es tal ya que los reformadores que no estaban imbuidos del materialismo francés no fueron oídos a
tiempo en los países católicos.
España es un ejemplo claro de que habría sido posible anticiparse a la revolución, si la Ilustración hubiera tenido
más fuerza entre las clases dirigentes.
Vemos aquí dos líneas de pensamiento que se clarifican en Baumgarten, por un lado citamos a Platón. Pareciera
que comparten la misma escala de bondad respecto a las formas de gobierno.
En función de lo dicho lo largo de la República, Platón realiza un análisis de las formas de gobierno, que irá
graduando desde la mejor hasta la peor. En primer lugar sitúa la aristocracia, es decir, el gobierno de los
mejores, que vendría representado por el gobierno de la República ideal; en ella los mejores son los que
conocen las Ideas, los filósofos, y su gobierno estaría dominado por la sabiduría. La segunda mejor forma de
gobierno la representaría la timocracia, el gobierno de la clase los guardianes, que no estaría ya dirigida por la
sabiduría, sino por la virtud propia de la parte irascible del alma, que es la propia de dicha clase, abriendo las
puertas al desarrollo de la ambición, que predominaría en la siguiente forma de gobierno; la oligarquía, el
gobierno de los ricos, y cuyo único deseo se cifra en la acumulación de riquezas. Posteriormente encontramos la
democracia, cuyo lema sería la libertad e igualdad entre todos los individuos y cuyo resultado, según Platón, es
la pérdida total del sentido de los valores y de la estabilidad social. Por último, en el lugar más bajo de la escala,
se encuentra la tiranía, que representaría el gobierno del despotismo y de la ignorancia, dominado el tirano por
las pasiones de la parte más baja del alma, dando lugar al dominio de la crueldad y de la brutalidad.
Por otro lado tenemos afinidad con el concepto de Democracia de Aristóteles que, en cambio, nos propone una
teoría de las formas de gobierno basada en una clasificación que toma como referencia si el gobierno procura el
interés común o busca su propio interés. Cada una de estas clases se divide a su vez en tres formas de
gobierno, o tres tipos de constitución: las buenas constituciones y las malas o desviadas. Las consideradas
buenas formas de gobierno son la Monarquía, la Aristocracia y la Democracia (Politeia); las consideradas malas,
y que representan la degeneración de aquellas son la Tiranía, la Oligarquía y la Democracia extrema o
Demagogia. Dentro de las buenas, la Democracia moderada o "Politeia" es considerada por Aristóteles la mejor
forma de gobierno, que le hace rechazar, o considerar inferiores, las otras formas buenas de gobierno es su
inadecuación al tipo de sociedad que imagina, considerándolas adecuadas para sociedades o menos complejas
y más rurales o tradicionales; pero también el peligro de su degeneración en Tiranía u Oligarquía, lo que
representaría un grave daño para los intereses comunes de los ciudadanos.
En Baumgarten por tanto conviven el riesgo Aristotélico detectado ante la degeneración de la democracia en
oligarquía, y el mejor gobierno Platónico posible, el de la Aristocracia iluminada. Es a partir de este esquema
ideal, donde él comienza el proceso de crítica, comprensión y explicación, utilizando como herramienta a la
religión.
La historia del siglo XIX es la de la superación definitiva del Antiguo Régimen. La España antigua del despotismo
pertenece definitivamente al pasado a pesar de la resistencia que oponen los carlistas y los más reaccionarios
dentro del campo liberal. De alguna manera se afirma el principio de la representatividad y de la soberanía
popular; en la economía, gracias a la desamortización; el mercado nacional se uniformiza a consecuencia de la
supresión de aduanas y de la unificación de impuestos; el bienestar general de la población crece con el
desarrollo de la industria y del comercio. Todo esto se hace realidad, independientemente de si los
acontecimientos particulares fueron o no producto de la falta de visión o de las pasiones de algunos individuos.
Lo que Baumgarten echa de menos en el proceso revolucionario español es la influencia moderadora de la moral
burguesa, es decir, del amor por el conocimiento positivo, de la laboriosidad, de la honradez, del valor de la
familia, etc.
Señala que el catolicismo no favoreció una ética familiar, lo mismo que tampoco dispuso de un concepto positivo
del trabajo en el contexto económico, ni fomentó el sentimiento de unidad del Estado nacional como lo hizo el
protestantismo en Holanda y en Inglaterra (interesante visión luego retomada por su sobrino en La ética
protestante y el espíritu del capitalismo). Mientras España no incorpore, pues, a su espíritu nacional elementos
de la moral protestante no cristalizará el nuevo Estado, esta es pues la tesis que Baumgarten sostiene en un
artículo dedicado especialmente a la cuestión religiosa en España.
El catolicismo, tanto en la ciencia como en la política, se opone a toda novedad. El enfrentamiento entre las
confesiones católicas y protestante no tiene lugar en el campo de la teología, sino en el de la política, y esto
dentro de la discusión de si un liberalismo consecuente, como lo exigen los protestantes, puede servir de dique
al movimiento revolucionario y al enfrentamiento de clases que se avecina.
La mirada de Baumgarten ve a una España dominada desde sus orígenes como Estado, por la Iglesia y por una
monarquía aliada, instrumental. De tal manera que el único camino para lograr su incorporación a la civilización
europea consiste en el abandono de lo que llama la tradición de la monarquía católica, liberándose de un
embrutecido clero y de unos gobernantes absolutos, creando así las circunstancias adecuadas para el desarrollo
del individuo ético burgués.
Este gobierno absoluto de la Edad de Oro, tiene su continuador en las prácticas caciquiles a mi entender, signo
de la modernización tardía a la que hacía alusión Baumgarten.
El impedimento del liberalismo consiste en que la tradición de la monarquía católica se había encarnado hasta
tal punto en el natural de los españoles (modos de actuar, de hacer, ética, ascesis), alentando sus inclinaciones
mas insanas, que los ha hecho en principio incapaces de juicio ético, sentido del deber, razón y tolerancia,
apelando en los momentos de radicalismo y reacción política a todo un arsenal de violencia, fanatismo,
inconstancia y superstición.
La instauración de una monarquía constitucional para Baumgarten (Aristocracia Platónica) es la mejor de las
existentes, pero necesita contar con un pueblo con existencia de fundamento ético-cultural y con una dinastía
dedicada y capaz. España carece de lo primero y no tanto de lo segundo para Baumgarten, asumiendo una
polémica que hizo furor tras 1870, la de la inferioridad de los pueblos latinos, afirmando en última instancia que
en el fondo, la cuestión del futuro español es también el futuro de toda la familia latina, un futuro que depende de
la medida en que el catolicismo sea capaz de conciliarse con el mundo moderno. Por ello el sostiene que lo
sucedido en España en el siglo XIX afectará no solo a Europa, sino también a América.2
14
Hegel. Fenomenología del Espiritu. FCE, 1966. Capítulo IV, "La verdad de la certeza de sí mismo".
15
T.W.Adorno, The Culture Industry: Selected Esssays on Mass Culture, Routledge, 1991, pág.89.
16
Max Weber, The Protestant Ethic and the Spirit of Capitalism (London & New York: Routledge,
1992), pp. 181-183.
17
Weber, The Protestant Ethic..., p. 182
18
La Cosa y la Cruz, Leon Rozitchner, Losada, bsas
El propone una tesis, una pregunta, de porque las experiencias revolucionaras llamadas socialistas, antagónicas
a las determinaciones antropológicas, económicas y sociales que se producen bajo el sistema capitalista, han
terminado fracasando en su intento de construir un nuevo hombre, una nueva sociedad, nuevas formas de
relaciones sociales, donde no hay clases, explotados ni explotadores; y lo argumenta porque esa acción política,
no alcanzaba el núcleo duro donde reside el lugar mas tenaz de sometimiento.
Según León, para que haya un sistema donde paulatinamente todas las cualidades humanas, hasta las más
personalizadas, adquieran un precio-valor cuantitativo como “mercancía”, forma generalizada en la valorización
de todo lo existente, fue necesario previamente producir hombres adecuados al sistema en un nivel diferente al
de la mera economía.
La tecnología cristiana, organizadora de la mente y del alma humana, antecede a la tecnología capitalista de los
medios de producción y la prepara.
La ley cristiana disciplina en el cuerpo la sustancia sensible, el goce, imponiendo la sustracción del plus gozar,
habilitando así la extracción de plus valor.
Este sistema religioso con su culto al hombre abstracto, posibilita el surgimiento del trabajo indiferenciado, motor
de la producción de mercancías, sacrificando obedientemente el cuerpo a la plusvalía, al modo de acumulación
y sometimiento capitalista, para obtener la gracia divina de la vida eterna del espíritu, en el pandemónium
sicótico del reino de los cielos, mediante el cotidiano aniquilamiento radical del goce sensible de la vida,
operación que permite inocular el terror cuantitativo en los cuerpos, meros restos, basura desechable del
espíritu, verdadera alma mater de la escena, volviéndolos así, aptos para la explotación y sometimiento.
Rozitchner le va a atribuir a la cosmogonía cristiana, a esta Santa Trinidad sin la más mínima objetivación de
carne, la innovación psíquica en la construcción histórica de la subjetividad, habilitando el aniquilamiento radical
del goce sensible de la vida.
Esto se basa en una especie de determinismo patriarcal freudiano, donde el proceso de identificación que aspira
a conformar el propio yo análogamente al otro, tomado como modelo, ya está atado de antemano con el ideal
del padre. El niño quiere ser como su padre, siempre, quiso ser como su padre, nunca como la madre, a la cual
solo quiere para gozar sexualmente, como mero valor de uso. El niño enfrenta al padre, que le cierra el camino,
porque él también quiere ser la Ley, la única por cierto. La identificación, antes amigable, ahora hostil, estuvo
desde siempre, como una especie de leyenda mitológica que nadie recuerda su origen pero que seguimos
transmitiendo de generación en generación.
El niño no quiere ser esclavo, quiere ser amo, como bien va aprendiendo de su cultura patriarcal, por eso se
bate a duelo con su propio padre, que lo mata de forma canibalesca, porque en la fase oral el sujeto se
incorporaba al objeto ansiado y estimado, comiéndoselo, y al hacerlo así lo destruye.
Pero el amor que por otro lado también se le tiene al Padre hace que el niño le dé vida dentro suyo naciendo de
este modo una nueva conciencia determinada por el súper-yo paterno, La Ley, y lo que aparece allí de algún
modo es una nueva conciencia moral imponiendo un modo de ser con el otro y una forma de pensamiento,
relegando la conciencia anterior, enlazada con la madre, unidad vivida y sentida.
Esta es la intrincada lectura que extrae Rozitchner sobre la identificación en Freud, y como consecuencia de
esto, cuando el niño le da muerte al padre y para luego volver a darle vida dentro suyo por culpa, éste retendrá
la sumisión al padre y no podrá liberarse, ya mas de él.
Esta ley Cristiana, ya no es más externa como en el Antiguo Testamento, donde los judíos circuncidan el pene
del niño para insertar allí, un límite a todo el cuerpo que les prohíbe tomar a la madre como objeto sexual tras
amenazando con castrarlo. El cristianismo en cambio hace su aporte innovador en las tecnologías de
dominación: internaliza la Ley mediante la circuncisión del corazón, lo inmoviliza por culpa, lo desmotiva.
Se peca incluso con el mero pensamiento sin siquiera llevar a cabo el acto. Entonces ahora, con la religión
Cristiana, cada sujeto pasa a ser la Ley misma; es más, ya no hay más un “yo”, ahora solo hay Cosa, Cosa
Cristiana que deviene en cosificación capitalista.
Ya no hay más una ley exterior a cual se pueda desafiar y enfrentar para poder conquistar algún tipo de goce de
liberación mediante la infracción subjetiva que se prolonga en el enfrentamiento colectivo y social contra las
leyes opresoras.
Vemos entonces una explicación, aquí en Rozitchner, como en la clasica dialéctica Hegeliana del amo y el
esclavo, del origen de la sumisión, de una dominación que llevada a cabo por el Cacique, el Clero o por el
moderno aparato burocrático-estatal, tiene por resultado la misma aniquilación de la subjetividad, de la
democracia de sujetos.
Rozitchner para entender los mecanismos de sumisión, le agrega algunos ingredientes mas, como desde lo
religioso son la culpa y la resignación, y desde lo psicológico son la identificación con el Señor, la sumisión a
este y la represión de las pulsiones liberadoras.
Todas estas características parecen retratar y explicar las estructuras de dominación y explotación del
caciquismo al pueblo de la España católica del SXIX.
Es importante aclarar por último, respecto a la religión constructora de subjetividad de Rozitchner, que aunque
no sea practicada masivamente o este en un proceso racionalizador de separación de la política, como dice
Weber, persiste fuertemente en la sociedad española del S.XIX secularizada en la ética católica, tan criticada
por Baumgarten.
El individuo Weberiano, enjaulado en el aparato moderno burocrático-estatal que aparecerá en el siglo XX, se
halla pues aislado y sólo; es un nuevo tipo de hombre que “considera que depende enteramente de sí mismo, en
una terrible soledad, carente de todo poder mágico de salvación”.19
Weber estableció una relación causal entre el proceso de racionalización impulsado por la ciencia moderna, al
estilo de la razón instrumental de Adorno y Horkheimer, y el consiguiente proceso de desencantamiento del
mundo. La ciencia, afirma, ha derruido tradiciones y creencias religiosas, morales, y metafísicas, y ha insistido
en la reducción de nuestro universo espiritual a términos racionalmente explicables, desnudando
progresivamente de sentido nuestra existencia. Este mundo sin misterios y con efectos deshumanizantes como
consecuencia de su desencantamiento, era rechazado por Weber ya que violentaba la necesidad (no racional y
psicológicamente angustiante) que sentimos de hallarle un sentido superior a la existencia de un mundo
irracional en la cual estamos inmersos, en formatos de sistemas racionalizados (formal y sustantivamente) de
convicciones y creencias.
Ante esta situación recomendaba practicar la ciencia como vocación para equilibrar la tensión permanente y
agobiante de la burocracia capitalista que promovía la politica profesional como ordenadora del mundo. Esta
solución era recomendada para no caer en “el abandono del intelecto” del irracionalismo como “salida” a esta
situación, sea por medio de la adhesión a los mitos, al misterio, a lo religioso o a los valores morales
“humanistas” que no se pueden sustentar científicamente.
Para Weber la ciencia que ha racionalizado e intelectualizado y, sobre todo, desmitificado al mundo, provoco
que los valores últimos y más sublimes hayan desaparecido de la vida. A pesar de ello esta ciencia no es que no
tenga objeto alguno; sí lo tiene, y es el de enfrentarnos a este mismo destino con la educada capacidad y
vocación para mirar de frente las realidades de la vida, soportarlas y estar a su altura.20
El desarrollo mismo de la racionalización, por tanto, depende de fuerzas que no son ellas mismas racionales; de
ahí la importancia del carisma en el pensamiento de Weber: el carisma es una fuerza no-racional, ajena a toda
regla; es un elemento revolucionario en la Historia.21, el refugio de la creatividad, la semilla de una posible
salvación de lo más valioso en lo humano, y la posibilidad de “preservar un remanente de humanidad ajeno a la
fragmentación del alma producida por el exclusivo dominio de la burocratización de la existencia”.22
Este carisma se aplica tanto al individuo político como al científico, como dice Wolin: “la ciencia es el carisma de
un tiempo sin Dios y sin profetas”23, un carisma desplegado por personas con la necesaria vocación para
soportar el hecho de que el mundo está desencantado, por personas capaces de enfrentarse descarnadamente
a lo que Weber designó como “hechos incómodos” y que no tratan de escapar a la imperiosa necesidad de
elegir.24
Ante la angustia del mundo desencantado, devenido en una creciente burocracia racional asfixiante, la acción
politica no solo proviene de la organización racional sino también de posibles alternativas no-racionales al
encierro, desplazando a lo religioso y mítico por una democracia carismática.
Weber definió el “carisma” como “la cualidad particular de un individuo, en virtud de la cual su persona se coloca
en una posición aparte de los hombres ordinarios, pues se le considera poseedor de características
excepcionales. Con base a estas condiciones, el individuo en cuestión es tratado como un líder”.25
Weber analiza esta característica de la acción política en el SXX, pero es claramente atribuible a las relaciones
de los caciques del SXIX, que sin renegar de la violencia, efectuaban procesos de identificación carismática con
sus sometidos, logrando de estos la obediente correspondencia de considerarlos seres superiores,
indispensables, extraordinarios, excepcionales, tutores; y lo lograban y mantenían gracias al dominio oligárquico.
Weber enfatizó que el factor carismático tiene una naturaleza peculiar y no racional (cuasi afectivo-psicológico),
que no permite su asimilación a los modelos de autoridad, legitimidad y dominación “racional-burocrático” o
“tradicional” que fundamentan practicas de control rutinario y cotidiano de la acción social y se materializan en
formas institucionales relativamente permanentes.
La legitimidad del factor carismático, al contrario, surge de la creatividad personal, de la psicología del
personaje, de su capacidad para dar respuestas, en determinado tiempo y circunstancias, a la cuestión del
sentido de la acción, más allá de lo establecido y rutinario. El carisma irrumpe en la historia como fuerza
19
Marianne Weber, Biografía de Max Weber, p. 336
20
Weber, El Político y el Científico, pp. 175
21
Véase, Giddens, pp. 67-68
22
Arthur Mitzman, The Iron Cage. An Historical Interpretation of Max Weber (New York: Alfred A.
Knopff, 1970) Palabras de Weber. p. 178
23
, Sheldon S. Wolin, “Max Weber. Legitimation, Method, and the Politics of Theory”, Political
Theory, Vol. 9, # 3, 1981, pp. 417
24
Weber, El Político y El Científico, pp. 215, 222
25
Max Weber, On Charisma and Institution Building (Chicago: The University of Chicago Press, 1968), p. 48
creadora, dirigida a recuperar un margen de significado en medio del casi siempre avasallante predominio del
desencanto del mundo.
Sabemos del cacique que dentro de sus funciones, estaba la de dar respuesta a los problemas, a lo novedoso, y
lo hacía mas allá de lo establecido muchas veces por la ley. Esto los estaba transformando en seres
carismáticos que lograban lo que era casi imposible para un ser normal. Ellos se apropiaban del carisma de un
parlamento no visible a los ojos de sus conciudadanos, en una suerte de carisma falseado sin pretensiones de
salvar el resto de humanidad que quedaba en el mundo desencantado, pero carisma al fin.
La identificación proto-carismática pues, con el cacique en el SXIX, con seguridad confluía en la necesidad no-
racional del ciudadano, de salvación de lo más valioso en lo humano, que antes depositaba en la religión y ahora
estaba en proceso de secularizado traspaso a los aparatos político-burocráticos.
A diferencia de Marx donde el motor de la historia es la colectiva lucha de clases frente al conflicto “capital y
trabajo”, para Weber el proceso histórico es concebido como el terreno de lucha entre la “innovación
carismática” y la “racionalización burocrática”.26
La ciencia racional, la relación racional del hombre con la naturaleza y el Estado racional despojan la existencia
individual de valores e ideales superiores y amenazan la civilización occidental con su osificación y parálisis. Si
este dantesco panorama coincide con la visión marxista donde el capitalismo en su inevitable crisis, también
aliena al hombre de la naturaleza, entonces podemos afirmar que como resultante de tal afinidad, el escenario
decadente esta completo: el hombre se disocia de los valores e ideales superiores, del sentido de su existencia,
de la naturaleza y de los demás hombres.
Para Weber el antídoto contra este peligro y la explicación del cambio social humanizante se halla promovido en
la acción de individuos excepcionales, representantes de la capacidad de iniciativa típica del individualismo
clásico, y comprometidos con una “vocación” creadora27.
Esto precisamente no es lo que sucedió con el caciquismo, y por ello el proceso degradante y decadente esta
asegurado.
Sin embargo es interesante ver como esta necesidad social, fue en ocasiones oportunamente cooptada
falsamente y utilizada en beneficio propio por el cacicato español, aunque en otros casos del s.XX, como en
Argentina, algunos líderes carismáticos bajo la caracterización de Populistas, fueron exitosos en su proceso de
democratización no oligárquica, como en el caso de Juan Domingo Perón.
Llegamos pues a la esfera específicamente política, al problema central de la era moderna para Weber, que es
asegurar el control político sobre la burocracia y garantizar un liderazgo independiente frente a los valores
exclusivamente instrumentales de un Estado rutinizado, así como ante las presiones niveladoras y
espiritualmente esterilizantes de una democracia de masas igualitaria y anti-individualista.
Weber crítica tanto al marxismo como a la religión, desechó la idea de la igualdad de todos los ciudadanos en
una democracia igualitaria a favor de una teoría del liderazgo carismático. También rechazó la idea de la libre
auto-determinación y auto-organización del pueblo soberano.
En la práctica, Weber favoreció el gobierno por parte de una oligarquía calificada por el carisma dentro de un
sistema formalmente constitucional-democrático.28
Al igual que Pareto, Mosca y Michels29, teóricos de la democracia elitista, para Weber lo que realmente
importaba en política eran las élites conductoras; dicho en otras palabras, a su modo de ver la admisión del
principio oligárquico, de la “ley de los pequeños números”, era algo inevitable aún en la democracia.
La participación de las masas en los regímenes democráticos introducía un elemento novedoso en cuanto al
método de selección de los líderes, ya que no se trata de que la masa políticamente pasiva produzca por sí
misma un líder, sino más bien que el líder político recluta a sus seguidores y conquista las masas en virtud de su
atractivo demagógico. Esto funciona así hasta bajo las constituciones más democráticas. 30
Esto es efectivamente lo que fue moneda corriente en las prácticas caciquiles españolas durante la
Restauración, pero en el contexto de un falso sufragio universal, se da el tipo de dominio carismático que se
oculta tras una fachada de legitimidad formalmente derivada de la voluntad de la mayoría, siendo el caso de que
el líder reclute adhirientes, y no hay ocultamiento (atípico) si la masa lo produce y selecciona, como los ejemplos
de liderazgo carismático como los del S.XX, en el caso de personajes como Fidel Castro y el Che Guevara.
Weber nos coloca ante una disyuntiva, que presenta de este modo: “Sólo nos queda elegir entre la democracia
caudillista de liderazgo carismático, o la democracia sin caudillos, es decir, la dominación de políticos
profesionales sin vocación, sin esas cualidades íntimas y carismáticas que hacen al caudillo”.31
26
W. G. Runciman, A Critique of Max Weber’s Philosophy of Social Science
(Cambridge: Cambridge University Press, 1972), p. 5
27
Wolfgang J. Mommsen, The Political and Social Theory of Max Weber (Chicago: The University of Chicago
Press, 1989), pp. 61,62, 112, 150, 156 y 157
28
Mommsen, Max Weber..., p. 406
29
Irving M. Zeitlin, Ideología y Teoría Sociológica (Buenos Aires: Amorrortu Editores), 1982, pp. 181-316
30
David Beetham, Max Weber and the Theory of Modern Politics (London: Polity Press, 1985), pp. 102 y 106
31
Max Weber, El Político y El Científico, p. 150
Esta disyuntiva no tiene solución, la jaula no se abre eligiendo uno u otro camino. El desarrollo mismo de la
racionalización lo impide, solo hay paliativos frente al diagnostico, preservando los remanentes de humanidad
frente al aumento de la organización burocrática del Estado que lleva aparejado el desarrollo del gobierno
democrático, carismático o no.
Esta elección por tanto no asegura el fin del dominio de unos hombres sobre otros, porque como afirma
Giddens: “la ampliación de los derechos democráticos exige el desarrollo de la centralización burocrática, pero a
la inversa no ocurre lo mismo”.32
Weber cuando enfatiza que el factor carismático tiene una naturaleza peculiar y no racional, nos retrotrae a la
tendencia religiosa a seguir al Señor, que en el caso de las prácticas caciquiles, si estas se ejecutan
produciendo carisma, permite su asimilación a los modelos de autoridad de legitimidad y dominación “tradicional-
afectivas” aunque pretendiendo ser “racional-burocráticas”.
En este engaño se sustenta el éxito y pervivencia de los cacicatos en el S.XIX, y ciertos casos en el S.XX, ante
la imposibilidad de superar esta concepción, debido al condicionamiento de un pueblo sometido y atrasado ética,
intelectual y económicamente.
CONCLUSION:
En este resumen se destaca el proceso de construcción del cacicato y los medios de que se sirve, políticos,
violentos, religiosos y a los que sirve, conformando una suerte de combinación de factores coactivos y de
consenso, que llevan a la implicación directa de la administración pública, al uso del recurso de la violencia
intimidatoria, a la práctica política corrupta, a la formación de un entramado asociativo de relaciones políticas
oscuras e ilícitas, económicas y personales, en un contexto de falseamiento de los problemas y de la realidad
misma.
Es tan imperante este tema que podemos ver como en la actualidad casos más o menos desagradables, repiten
el patrón del cacicato, más de un siglo después, más allá de las particularidades de cada país, de cada región.
Situación para analizar una vez mas, de los condicionamientos filosóficos y sociológicos que conforman las
condiciones de posibilidad de que tal desintegración de la democracia, siga tan vigente e impune como nunca.
En España el caso más paradigmático de caciquismo hoy en día es el de Carlos Fabra, perteneciente a la
familia con mayor tradición política de Castellón, pues pertenece a la quinta generación de presidentes de la
Diputación, con casi 60 años en el poder desde 1855.
Carlos Fabra está imputado por diversos delitos de tráfico de influencias, cohecho, negociaciones prohibidas,
contra la Administración Pública y fraude fiscal. La Fiscalía Anticorrupción sigue diversos procesos contra él en
la Audiencia Provincial de Castellón. En julio de 2008, el Tribunal Supremo desestimó el recurso de casación
presentado por Fabra, contra la investigación judicial.33
La dudosa parcialidad del sistema Jurídico Español todo, evidenciado en el bochornoso alejamiento del Juez B.
Garzón en el 2010 por parte del Tribunal Supremo, no permitió aun hoy el juicio y encarcelamiento del
personaje, y dista de poder concretarse en el contexto jurídico y político actual del país, bajo la presión
conservadora de la UE en la peor crisis económica de su historia reciente.
Otros casos en otras latitudes, incluyen lo aberrante del crimen absurdo hacia inocentes, como en el caso de
María Soledad Morales en Argentina, un crimen con rasgos crueles y atroces en Catamarca, una pequeña
provincia del empobrecido noroeste argentino, donde fue hallado su cuerpo en una zanja con evidentes signos
de violación y tortura, en una década infame de impunidad, clientelismo político, pobreza (mortalidad de 15.000
niños por año por causas evitables) y salvaje ajuste neoliberal llevado a cabo por los presidentes C. Menem, F.
De la Rúa y el ministro de economía D. Cavallo.
Los catamarqueños inmediatamente acusaron al todopoderoso clan Saadi, no solo de ser los causantes del
crimen como consecuencia de una noche de descontrol extremo en una fiesta, por parte de uno de los hijos del
poder caciquil local para con la víctima, sino por históricas prácticas de clientelismo político, que les permitió
mantenerse en el poder más de 40 años.
Los Saadi han consagrado el nepotismo como forma de gobierno en Catamarca, con más de 78 cargos oficiales
respecto a los 79 adultos de la familia completa de los Saadi, en la época del crimen. El patriarca del clan,
32
Giddens, p. 29
33
El Supremo considera legal investigar las cuentas de Fabra El País, 29-7-2008
Carlos Fabra ingresó seis millones de euros sin justificar entre 1999 y 2004 El País, 26-9-2008
http://www.elpais.com/articulo/espana/Quien/encarga/caso/Fabra/elpepuesp/20080505elpepunac_24/Tes ¿Quién se encarga del
'Caso Fabra'?
El juez imputa a Carlos Fabra por los presuntos delitos de cohecho y tráfico de influencias
La Policía investiga en varios bancos de Castellón las cuentas de Carlos Fabra, 20minutos, 24 de septiembre de 2008.
El Supremo avala investigar al líder del PP de Castellón por presunta corrupción, EFE, vía 20minutos, 28 de julio de 2008.
Fabra cobró 841.000 euros por asesorar a siete empresas mientras ejercía su cargo de presidente de la Diputación de Castellón,
20minutos, 19 de mayor de 2007.
Tras la senda de Carlos Fabra
Vicente Saadi, luego de morir a los 75 años en 1988, dejo en su cargo de Gobernador a su Hijo Ramón Saadi
que gracias al clientelismo, caciquismo y temor del electorado aseguraron una vez mas, la pervivencia del
saadismo gracias sobre todo a los votos del interior de Catamarca.
Para la hermana Marta Pelloni, Soledad "es el cordero inmolado". La monja directora del colegio católico donde
asistía María Soledad, afirma que el crimen cometido en un exceso de confianza, en un contexto de otros
delitos impunes que se venían realizando desde hace años por el clan, y que por ello se ha convertido el caso,
en "una cuestión política. Es el reclamo de justicia de un pueblo sobre crímenes no esclarecidos, robos,
extorsiones, droga y prostitución", donde las repercusiones políticas del caso Morales acabaron, años después
de las movilizaciones populares, juicios y castigos a los culpables (a pesar de sus maniobras de impunidad), con
las aspiraciones del gobernador Ramón Saadi de representar un papel político en el ámbito nacional.34
Desde un primer momento las investigaciones fueron demoradas y manipuladas; en esas condiciones un
diputado nacional por Catamarca, Ángel Luque, implicado en la causa, había declarado que si su hijo hubiera
sido el asesino, el cadáver no habría aparecido. El escándalo llevó a la intervención del Poder Judicial de la
provincia y luego los poderes ejecutivo y legislativo, destituyendo a Ramón Saadi. Hacia 1996 se inició el juicio
oral por el asesinato de María Soledad. Los imputados fueron Guillermo Luque y Luis Tula (ex novio de la
víctima). Los gestos de los jueces acusados de parcialidad, fueron descubiertos y reiterados por los canales de
televisión y produjeron un nuevo escándalo que llevó a la anulación del juicio. En 1998, se realizó un nuevo
juicio. Las condiciones políticas en el país y en la provincia habían cambiado considerablemente, y el 27 de
septiembre Guillermo Luque fue finalmente condenado a 21 años de prisión por el asesinato y violación de María
Soledad Morales, en tanto que Luis Tula fue condenado a 9 años de prisión como partícipe secundario del delito
de violación.35
El tribunal ordenó investigar el encubrimiento, pero nunca se hizo. El encubrimiento podría alcanzar a la plana
mayor de la Policía catamarqueña, el ex gobernador Saadi, el subcomisario Luis Patti (exrepresor de la
dictadura del 76, hoy enjuiciado y encarcelado por crímenes de Lesa humanidad) y al propio ex presidente
Carlos Menem, aliado político de Saadi y cacique en su propia provincia, La Rioja.36
En resumen, hoy en día, la eliminación del caciquismo como forma de gobierno, solo podría darse idealmente
minimizando la dialéctica del amo y el esclavo, en una sociedad democrática distinta a la retratada en la
República por Platón, cuyo lema sería la libertad e igualdad entre todos los individuos y cuyo resultado implica la
pérdida total del sentido de los valores y de la estabilidad social. Más bien, el desafío es apelar a todo lo
contrario, para que la sociedad sea mas justa e igualitaria, minimizando tanto la cantidad de amos, como de
esclavos, y la única forma es intercediendo y controlando lo que sustenta profundamente tal relación, el capital.
34
José Comas - San Fernando. Macondo en Catamarca. El clan Saadi, de origen árabe y filiación peronista,
sospechoso del crimen de una colegiala. - 12/11/1990. Diario El País. España.
35
Condenaron a 21 años de prisión a Guillermo Luque y a 9 a Luis Tula, Clarín, 28 de febrero de 1998. Arg.
36
Diez años después empiezan a investigar el encubrimiento, Clarín, 27 de febrero de 2000. Arg.