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Análisis general de El caballero de la carreta

El tiempo de la obra podría suceder dentro de la misma época, a final de siglo, en que

escribe el autor debido al comentario que el mismo Lanzarote hace de sí mismo mientras

está preso en la torre: “cuando abandone el siglo”, ya que no existiría una razón para no

haber elegido cualquier otro momento de tiempo para morir; aun cuando pudiese ser una

metábola poética, el lenguaje del texto insertado por Godefroy no lo sostiene, así pues, me

decanto por mi primera suposición.

El tiempo al principio puede ser fácilmente medido pasando lista de noche en noche

a partir de la celebración de la ascensión, que es donde comienza el relato.

Una noche en la cama prohibida a una noche con la doncella que lo condiciona con

acostarse con ella; posteriormente a la noche en que un caballero le hospeda en su casa y a

noche en que la ciudad se pelea por darle hospedaje a Lanzarote; de una noche más, en la

mansión de un caballero fuera del bosque, donde caballero orgulloso lo injuria por la

carreta a otra en que llega al puente de la espada y pernocta en el castillo del rey

Baudemagus. Si consideramos que la celebración al principio fue de día, hasta aquí habrían

pasado seis días.

Las acciones comienzan a sucederse sin marca de tiempo alguno a partir de la

derrota de Melegante, pues, aunque tras combate se han destruido los obstáculos para el

salvo regreso y “junto con la vigilia y el ayuno” de la reina son muchos eventos para haber

sucedido en una sola jornada; sin embargo, haciendo caso al tiempo explícito del relato,

encontramos que “Dos días se mantuvo la reina en este duelo” tras enterarse, el mismo día

del torneo, de la muerte de Lancelot. Sumados esos dos días a la noche de los amantes en el

vergel, hay tres días más que sumar a la cuenta anterior.

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Del “ha de levantarse de junto a su amiga. Mientras amanece” al “el amanecer [que]

les sorprende preparando la marcha” para buscar a Lanzarote, el “No descansa la reina a lo

largo de una semana”; la “noche previa al torneo” y “el día siguiente, el torneo”; suman una

semana y tres días más.

Finalmente, de “En menos de cincuenta y siete días fue construida” y “ha pasado un

mes largo” de la hermana de Meleagante, llegamos a un gran total de todas las marcas de

tiempo relatadas con un mes, una semana, 69 días (o bien, menos literal, tres meses, dos

semanas y dos días) relatados.

No obstante, más valdría recordar que tras la noche en el lecho de la infidelidad,

Melegante obtiene de Lanzarote la promesa de volver a combatir en un año; lo que deja

más práctico medir el tiempo desde los primeros nueve días, sumar el amanecer del

combate y el año que pasa para que Meleagante, al final del relato, regrese a cobrar la

promesa. Y obtenemos así un resultado de un año y diez días del tiempo en que transcurre

la obra.

Es notable, a su vez, el esfuerzo por lograr la coherencia narrativa en ejemplos como

son los del tiempo, pero también en actos más sencillos como destruir los lugares que

impedirían el paso para el regreso de la reina y Lanzarote o aclarar las acciones de

personajes que podrían prestarse a confusión de contradicción.

Entre los personajes de acervo se encuentran los sirvientes con hacha del supuesto

violador en el castillo, cuatro lacayos; la esposa y cinco hijos del vavasor; la dama de

Pomelegoi y la dama de Noauz; los tres caballeros y dos sargentos del rey Baudemagus; y

desde luego los colectivos de las ciudades de Logres y Gorres.

Los incidentales son el monje del cementerio para revelar la profecía, el caballero

del vado y su doncella, la doncella de la cama prohibida, la doncella del castillo de Logres,
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el pretendiente de la doncella de Logres y su padre canoso, el caballero orgulloso que

recrimina al héroe el suceso de la carreta, la doncella de la torre donde está prisionera la

reina, la dama del senescal que libera a Lanzarote, la doncella mensajera de Ginebra en el

torneo (con función de alcahueta), el heraldo en tipo escudero; y desde luego, ambos

enanos en la historia, estereotipos de “asqueroso engendro”.

De los personajes secundarios quiero resaltar a Ginebra, como un personaje del tipo

“manipulador” que a modo de juego atrae o aleja a su amante mandándole perder o ganar a

gusto y diversión de la reina; también se le encuentra una actitud infantil “sonríe para sí

burlonamente”, “[creí] que todo era un juego”; y por demás, adúltera y mentirosa “en

cuanto a mí, yo no hago de mi cuerpo una mercancía, ni me entrego a quien me desea. Y a

propósito de los amantes, el juntar a los personajes ya existentes de Ginebra —Vida de

Gildas de Caradoc de Llancarfan— y Lancelot —La dama del lago de William Yeats—

representa una de las mayores contribuciones del texto (no así el amorío de la reina, el cuál

Geoffrey de Monmouth ya había descrito con Mordret, sobrino del rey Arturo), y de la que

derivará mucha más literatura.

Sin contar a los múltiples tipos de caballeros, entre los personajes estereotipo están

los enanos tramposos y el monje viejo.

El mejor ejemplo de personaje prototipo es para el caballo, o sus variantes, El

“caballo le lleva rápido, sin desviarse por mal camino… por la senda mejor y más derecha”.

A éste se le entrega en sacrificio para la justas y es responsable de los viajes del héroe; así,

es también “el palafrén para la doncella”, “como el caballo al caballero” y el rocín para el

escudero. Cada quién es lo que según monte.

En cuanto al personaje arquetipo, resalto al dios Eros como Amor, “Amor le presta

valiosa ayuda”, que no debe confundirse con una manera propia de tratar al sentimiento
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humano, pues el siguiente extracto los nombra a ambos en sentido y escritura diferente:

“De Amor procede tan cálido recibimiento. Si ella siente por él un gran amor”.

Y así como la carreta es símbolo de deshonor; otros lugares y objetos representan

mucho más de lo que se relata. Los castillos significan en el viaje del héroe refugio o

prisión; la torre es un punto de observación y celda; el lecho es escenario amatorio; los

cobertores indican posición económica y social; el puente es un obstáculo, así como el río;

el hacha es el arma del bellaco o del salvaje; el sendero es síntoma de desconocimiento o

indecisión; el accesorio anillo es mágico; y los escudos representan las casas familiares.

Fascinante es el suceso de la fuente y el peine de marfil dorado, que recuerda a mitos

antiquísimos sumerios, específicamente uno que refiere a Lílith, de igual manera, con su

peine dorado junto a la fuente.

Finalmente, el ‘no estereotipo’ de los albañiles a quien el antagonista “hizo jurar”

sobre la ubicación de la torre que encierra a Lanzarote, deja ver que en la visión de la

época, los albañiles pueden tener honor.

Todo el éxito de este conjunto parece residir en el secreto de su capacidad para

vincular de manera dosificada la forma y el fondo, donde mito y folklore resaltan los

atributos de la nueva literatura y desarrollar narraciones que no restringen el recurso de los

elementos sobrenaturales, ni las subordina a la descripción de los sentimientos, e incluso a

la llamada denuncia social. Y aunque muchas de sus fuentes de inspiración se encuentra en

la tradición celta y bretona, estos materiales están ya trastocados por una dimensión

cristiana.

Cambio de autor, cambio de obra.

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Sin importar las versiones al respecto, un hecho es que Godefroi de Leigni decide

que el texto de su maestro está incompleto y emprende la tarea de hacerlo en su propio

estilo. Son muchas y diversas las variantes que se perciben en las líneas con respecto a la

obra original.

a) En la vida y preocupaciones del caballero aparece la rueda de la Fortuna,

mientras en el texto de Chrétien todo parece producto, más de un determinismo

o consecuencia de las decisiones del héroe, y no por un azar o abstracción

personificada.

b) “Difícilmente se puede encontrar un amigo; en la necesidad se comprueba quién

es el buen amigo”, los reproches de Lanzarote se notan quejumbrosos y acaso

ajenos al Lanzarote original, más en cuanto se trata de hacer menos la amistad

del caballero o la desconfianza en la hermandad con otros caballeros.

c) La doncella rescatando a Lanzarote, ciertamente no parece ser el tipo de salida

que Chrétien habría llevado a cabo, pese a las promesas de pago acumuladas

durante su travesía, pero sí considerando específicamente la poca o nula

importancia de los personajes femeninos en la parte original.

d) “Dios que nunca es mentiroso”. Estas fórmulas, comunes a la cuentística árabe,

tampoco surgen previamente en la obra de Chrétien; lo que es más, pareciera

que lo que Godefroi pretende es complacer a la iglesia de la que el mismo es

clérigo. Lo mismo sucede con expresiones como “el mejor enseñado de cuantos

recibieron el signo de la cruz”.

e) “Todo el dinero de las apuestas”, no cabe duda que esta parte del torneo, por

más que se pudiese intentar justificar con apego a la verosimilitud de una justa

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de este tipo, lo que en realidad parece es una interpolación d elenguaje y tono,

ajenos al relato original.

f) “Sobre semejante animal montó Galván”. El autor parece haber olvidado por

completo el trato de “mi señor Galván” que prodigaba Chrétien.

g) “Se dirige hacia Lanzarote con los brazos extendidos, le saluda, le abraza, le

besa”. Aunque no existe un argumento literario para sorprenderse por el afecto

físico entre hombres, tampoco es fácil de sostener sin antecedentes que dos

caballeros se besen.

h) “Amigo, hace tiempo que no sentía la alegría que hoy siento al veros entre

nosotros”. Discurso de Arturo, el mismo rey de quien Chrétien ya había

sentenciado la total apatía por nada más que no fuera el regreso de su reina. Aun

cuando pudiese tratarse de una cortesía, el personaje del rey cargaría entonces

con títulos semejantes a los de Ginebra, como el mentir o fingir emociones.

i) “El villano, que no suele mentir, dice verdad: es demasiado tarde para cerrar el

establo cuando ya se han llevado el caballo”. Los refranes populares tampoco

parecen haber interesado originalmente a Chrétien.

j) ¡El rey se mueve! Cuando era una figura meramente simbólica y a resguardo en

su castillo, Godefroi lo mueve.

k) “Sobre la tierra inculta”. Aun siendo cristiano, Chrétien no parece tener interés

en denigrar a los elementos naturales ni antiguos, lo que es más, le sirven en la

construcción de sus mundos caballerescos. Ese comportamiento se nota ya como

propio del estilo de su más cristianizado alumno.

l) “Sus corceles están espantados”. Uno de los prototipos más consistentes en el

relato original, colapsa total e irremediablemente ante tan cortas palabras.


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Mientras los corceles o caballos son retratados de modo tan diferente en el

original.

m) “La hora de la satisfacción y la venganza”. Estos elementos son particularmente

contrastantes con los propósitos y pensamientos originales del héroe, cuyo

relato, va enfocado todo el tiempo al amor cortés y no a la venganza. Es pues

notable el giro temático en la continuación. El amor no retorna al final, y la

historia se vuelve venganza.

n) “Pues había aprendido este arte en su infancia”. Finalmente, esta anotación,

aunque se diferencia grandemente del estilo de Chrétien y su nulo interés por

referir antecedentes biográficos de sus personajes, es una información valiosa al

futuro de la saga.

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