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Módulo 3:
LA PEDAGOGÍA Y LA DIDÁCTICA DE LA
LENGUA, LA LECTURA Y LA ESCRITURA.
Diseñado por:
Gloria Rincón B.
Doctora en Ciencias de la Educación
Magíster en Lingüística y Español.
Profesora Escuela de Ciencias del Lenguaje
1.-INTRODUCCIÓN 4
2.- OBJETIVOS 4
3.- CONTENIDOS: 5
5. LECTURAS SUPLEMENTARIAS 5
6.- BIBLIOGRAFÍA 6
LECTURAS SUPLEMENTARIAS: 49
2.- OBJETIVOS
- Analizar las vinculaciones entre la Pedagogía por proyectos y una
Didáctica de la lengua orientada desde una perspectiva socio-
constructiva.
- Reflexionar sobre la Didáctica de la lengua: su objeto, sus conceptos,
sus desarrollos y los problemas que enfrenta.
- Aportar algunas de las herramientas provenientes del campo de
investigación didáctica.
1
Así lo demostró la revisión de los Programas de Licenciatura en Lengua Castellana que, junto
a Mauricio Pérez, hicimos para la referenciación nacional para la Construcción de los ECAES.
Publicada en el libro “Marco de fundamentación conceptual y especificaciones del examen,
Univalle ICFES, (2004)
3.- CONTENIDOS:
5. LECTURAS SUPLEMENTARIAS
1.- Los proyectos de lengua (Adriana de la Rosa).
2.- Leer y escribir para entender el mundo (Carlos Lomas)
3.- La construcción del sistema de escritura en los niños: implicaciones pedagógicas
(Diapositivas elaboradas por Gloria Rincón B).
4.- Conferencia de Josette Jolibert sobre Pedagogía por proyectos (versión DVD).
6.- BIBLIOGRAFÍA
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¡MANOS A LA OBRA!
TEMÁTICA 1: LA ENSEÑANZA DE LA LECTURA Y LA ESCRITURA A TRAVÉS DE
LOS PROYECTOS DE AULA.
¡INICIEMOS PUES!
DIARIO: ¿PROYECTOS? MIS PREGUNTAS SON:
Sabemos que ésta no es la primera vez que ha oído o leído sobre proyectos.
Por esto, primero, escriba los enunciados en los que frecuentemente aparece
la palabra Proyectos (por ejemplo, proyectos institucionales…). Luego, escriba
las preguntas que usted tiene en este momento sobre esta propuesta
pedagógica. Esperamos que escribirlas le ayude a tener objetivos personales
en el abordaje de esta temática.
Empecemos a leer:
Dice Luis Not en su excelente libro “La enseñanza dialogante (1992:71). Estas
sabias palabras generalmente no tienen un correlato en las aulas porque debido a la
dominancia de las tradiciones escolares, nos hemos formado en un imaginario de
escuela según el cual quien decide lo que se enseña es un “programa”, un manual
escolar o nosotros como docentes, no esperamos (ni los maestros ni los estudiantes)
que se justifique porqué hay que enseñar lo que se va a enseñar, además, asumimos
que quien debe decidir cómo va a enseñar un tema es el profesor, bien en solitario o
bien con el grupo de colegas de cursos paralelos. En fin, así digamos lo contrario, en
la escuela sigue primando la idea de “transmitir conocimientos” a “construir
conocimientos”.
Bien, la pregunta de la que quiero ocuparme en esta ponencia es ¿cómo, siendo
parte de una tradición lejana al aprendizaje significativo y cooperativo, los maestros
logran comprender y aceptar la pedagogía por proyectos como una propuesta de
cambio profundo e introducirla en su práctica pedagógica? No tengo todo el
rompecabezas armado, sin embargo, voy a atreverme a plantear algunas reflexiones
surgidas de mi experiencia como coordinadora de un Programa de Mejoramiento
docente en Lengua Materna: desarrollo de la lectura y la escritura y de los procesos
investigativos en aulas de educación básica que he venido realizando en los últimos
años.
Lo primero que encontramos, es que hablar de proyectos en la escuela no
suena raro, no es novedoso. En ésta, hoy casi todo se llama “proyecto”: desde los
conjuntos de actividades que se planean para llevar a cabo en el año escolar por
parte de maestros y directivas, hasta los planes impuestos por las autoridades
escolares. Que una propuesta didáctica sea malentendida, que se dejen de lado sus
características fundamentales y se enfatice en algunas menos relevantes, es en parte
un síntoma, una manifestación de las resistencias que la cultura escolar expresa
porque si bien se siente “retada” por los desarrollos teóricos siente en esta
propuesta la exigencia de cambios profundos y no sólo “formales” que la amenazan,
la desestabilizan y por eso, al desgastar el concepto, lo neutraliza.
En fin, salta a la vista que más que introducir el término, una de las tareas de
un proceso formativo es aclarar de qué hablamos cuando hablamos de Pedagogía por
proyectos. Josette Jolibert (1994) define esta alternativa pedagógica así: “es una de
las estrategias para la formación de personas que apunta a la eficiencia y eficacia
de los aprendizajes y a la vivencia de valores democráticos, a través de un trabajo
cooperativo, de co-elaboración del plan, de co-realización, de co-teorización que
debe involucrar a todos los actores: maestros-alumnos”.
Si nos atenemos a esta definición, tanto la concepción constructivista de la
enseñanza y el aprendizaje, como la integración curricular y el lenguaje, se
constituyen en pilares fundamentales.
La primera, porque permite superar el imaginario del aprendiz como “tabla
rasa” y por tanto, la enseñanza como transmisión. Si se comprende el proceso
educativo como construcción, como encuentro de sujetos sociales portadores de
saberes y de creencias, se trata por tanto, de poner en relación, de intercambiar
significados, de modificarlos.
En cuanto al segundo, la integración curricular se hace presente en los
proyectos porque más que acumular datos, con éstos se busca “favorecer la creación
de estrategias de organización de los conocimientos en relación con; 1) el
tratamiento de la información y 2) la relación entre los diferentes contenidos en
torno a problemas o hipótesis que faciliten al alumnado la construcción de sus
conocimientos, la transformación de la información precedente de los diferentes
saberes disciplinares en conocimiento propio”(Hernández: 1998, 57).
Construir un currículo integrado no es entonces un asunto de encontrar
asociaciones en una lista de objetivos y contenidos escolares (eso es correlacionar) y,
como dice Hernández (1989) "es una concepción de la globalización básicamente
externalista, ya que el nexo común (el tema que se trabaja) conecta las disciplinas a
modo de anécdota circunstancial". Para este mismo autor, constituye el primer
"estadio evolutivo" en el propósito de lograr altos niveles de globalización en el
aprendizaje. Para (Vasco, 1983), la correlación es el grado cero de la integración.
Por el contrario, con la Pedagogía por proyectos se trata de cuestionar y revisar
el conocimiento escolar para tener en cuenta al sujeto y su relación con las
diferentes realidades sociales. Por ejemplo, debido a la idea de que se aprende a
leer y escribir si se repiten palabras que, en un orden determinado van presentando
las letras y sus combinaciones, se piensa que en primer grado no es posible aprender
a leer y escribir al mismo tiempo que se hacen proyectos en los que, debido a la
integración de los conocimientos, también se está aprendiendo sobre otros
contenidos, tal como me decía una maestra "Si yo me pongo a hacer proyectos,
¿cuándo enseño a escribir o a leer?"
Como afirman Sancho y Hernández, (2001) el currículo integrado propone el
aprendizaje de “los procedimientos, en cuanto maneras de hacer y de pensar, no
siempre finalistas en si mismas, que les permitan seguir aprendiendo a lo largo de la
vida. Pero, sobre todo, para que el conocimiento escolar sea actualizado y responda
a la necesidad de que la escuela ofrezca un “andamiaje” básico para explorar las
diferentes parcelas de la realidad y de la experiencia de los propios alumnos (como
individuos que forman parte de una colectividad que se debate entre lo singular y lo
global)”.
Es por esto que los proyectos permiten articular la teoría y la práctica, superar
en la vida escolar la insularidad y agregación de contenidos que hay que desarrollar
porque “toca”, para cumplir con obligaciones externas, para “verlos” para abordar
en la enseñanza lo que interesa, lo que es objeto de pregunta, que se quiere
investigar porque es un problema sentido, no sólo en el entorno sino también en los
asuntos disciplinares. Además, al mismo tiempo que se desarrollan procesos
educativos y significativos, se propicia una forma de aprender a aprender y se perfila
un ciudadano autónomo en una sociedad democrática.
Justamente por estos propósitos, los temas aparecen en toda su complejidad y
por tanto, en su abordaje integran diversas perspectivas, intenciones y finalidades
que no hacen siempre posible la presencia equilibrada de todas las áreas y las
disciplinas curriculares.
Por otro lado, si se reconoce la actividad del sujeto en la construcción del saber
y de la interacción en el proceso de construcción y desarrollo humano, el lenguaje se
constituye en una herramienta fundamental, porque es a través de él y gracias a él,
que nos se representamos el mundo, que podemos construir conocimientos,
comunicarlos e intercambiarlos, re-creando la realidad y generando otros mundos
posibles. A través del lenguaje en uso, del discurso se negocian los significados.
Específicamente el discurso que circula en las clases, en la relación maestro
estudiantes, además de ser un sistema de valores ontológicos, sociales y culturales que
influye en la mediación de la experiencia con el mundo social y natural (externa) y en la
construcción misma del sujeto social (interna), es el medio para adquirir formas de
utilización del lenguaje (cómo preguntar, cómo responder, cómo plantear un
problema), géneros discursivos y lenguajes sociales (el lenguaje de los textos
literarios, de la ciencia, de la historia, de la cafetería, etc.). Estos conocimientos son
objetos de aprendizaje pero muy pocas veces de enseñanza en la institución escolar,
a pesar de que en últimas aprender ciertos géneros, –sobre todo los vinculados al
lenguaje escrito-, así como sus usos, es en últimas apropiarse de los conocimientos
en cualquiera de las áreas del currículo escolar.
El papel del lenguaje en un proyecto es entonces el de ser mediador del
proceso de aprendizaje y también objeto de conocimiento, por ello, es importante
especificar los procesos y las actividades del lenguaje que se implican y las que
pueden ser objeto de reflexión en cada uno de los momentos del proyecto.
Si estamos de acuerdo con lo anterior, un proyecto no es “un conjunto de
actividades” o una “nueva” metodología que busca hacer más agradable lo que se
hace sin ponerlo en cuestión, o en fin, un nombre nuevo para denominar una
rutinaria actitud profesional ante las relaciones de enseñanza y aprendizaje. Cuando
los proyectos se comprenden así, se tiende a caer en un activismo que no favorece el
desarrollo ni el aprendizaje.
Si la ejecución de proyectos se vive como una pedagogía, como una filosofía,
son fundamentales no sólo los procedimientos sino también los qué se aprenden, los
cuando, para qué y por qué, que ponen en cuestión todos los contenidos escolares,
que exigen su reconceptualización y recontextualización. Y en este sentido, si bien
son importantes las fases, las etapas, no es sólo seguir unos pasos sin importar cómo
ellos se realicen, ni cuándo o quién lo haga. Esto es una instrumentalización de la
propuesta dejando de lado el aprendizaje cooperativo, la integración de los
conocimientos, la resolución de los problemas sentidos para cumplir “lo que dicen
que hay que hacer”. Así se tiende a la acumulación de contenidos y actividades.
FASE I
PLANIFICACIÓN PLANIFICACIÓN
DEL PROYECTO CONJUNTA
CONTRATO
FASE II
REALIZACIÓN DE LAS
TAREAS NECESARIAS
EJECUCIÓN
COMPARTIDA
FASE III
CULMINACIÓN DEL
FORMAS DE SOCIABILIZACIÓN
PROYECTO
FASE IV
HERRAMIENTAS
FASE V
EVALUACIÓN
DE LOS APRENDIZAJES
Y SISTEMATIZACIÓN
HERRAMIENTAS
Definir los procedimientos, los modos de llevar a cabo los aprendizajes, permite
desde el inicio el diálogo sobre el aprender a aprender, la activación de los esquemas
necesarios para hacer posible una participación más intencional y conciente y
generar un mayor control compartido en el grupo.
2
Tomado de Josette Jolibert “Interrogar y producir textos auténticos en el aula”- Edit.
Dolmen, Santiago de Chile, 1998
La planificación conjunta marca una de las diferencias evidenciables entre el
trabajo por proyectos y las tradiciones educativas porque es un ejemplo de concebir
a los estudiantes como interlocutores válidos para definir con ellos asuntos tan
importantes como los contenidos y procesos metodológicos. Al permitir que los
alumnos propongan temas y modos de trabajarlos, además de hacer posible que se
comprometan en su abordaje, de posibilitar un espacio para aprender cómo se hace
una planeación, de hacer explícitas las relaciones entre temas, así como los
itinerarios que hay que seguir en los aprendizajes; también se está logrando una
aproximación a sus saberes e intereses y una problematización de los mismos.
Permite además vivenciar tres funciones primordiales de la escritura: apoyar la
construcción de acuerdos, registrarlos para volver sobre ellos y prefigurar las
acciones que se van a realizar. Finalmente es la posibilidad de romper “el círculo de
la repetición” metáfora para explicar porqué es tan difícil el cambio escolar: cuando
pensamos en enseñar algo, lo primero que viene a nuestra mente son las experiencias
que vivimos cuando fuimos alumnos.
DIARIO: AUTOEVALUACIÓN
Vuelva a las preguntas que escribió en su diario al iniciar esta temática. Algunas de ellas
ya tienen respuesta? ¿Cuáles aún no? Y ¿Ahora, tiene nuevas preguntas?
TEMÁTICA 2: APRENDER Y ENSEÑAR LA LECTURA Y LA ESCRITURA EN LOS
GRADOS INICIALES DE LA ESCOLARIDAD.
Para trabajar esta temática vamos a tomar como referente el artículo Del
Fantasma de los Prerrequisitos a la Construcción Colectiva de la Lengua
Escrita en el Aula de Mauricio Pérez Abril. Como es un poco largo, lo
hemos dividido en tres partes. Las actividades se irán presentando antes y
después de cada parte.
Recuerde que para ir teniendo más presente lo que lee, aplique algunas
estrategias de lectura y escriba las preguntas que se le generan a medida
que va leyendo. También puede marcar con signos de interrogación los
enunciados que no comprende o que le causan dudas. Finalmente,
identifique las palabras que le parece que es conveniente que se definan
en el glosario porque la precisión de su significado ayudaría a comprender
mejor el texto.
Este taller busca que ustedes trabajen alrededor de varias preguntas que se
deben ir respondiendo antes de leer cada una de las tres partes en que se ha
dividido el texto de Mauricio Pérez. Por esto, no envíe el taller a su tutor
hasta que no termine toda la lectura.
1.- ¿Qué se necesita para que, un niño que va a iniciar el primer grado,
avance sin muchas dificultades en su proceso de aprender a escribir?
A los escolares no se les enseña el lenguaje escrito, sino a trazar las palabras y
por ello su aprendizaje no hasobrepasado los límites de la tradicional ortografía y
caligrafía. Esto se explica porque la pedagogía práctica, pese a la existencia de
numerosos métodos de enseñanza de la lectura y la escritura, no ha diseñado todavía
un sistema de enseñanza del lenguaje escrito suficientemente racional, fundamentado
científica y prácticamente. Por ello, la problemática de esta enseñanza sigue
sin resolverse hasta el día de hoy…
Lev Vygotski (1934)
1. Dos “prerrequisitos”
1.1. La escritura, ¿un problema de Aprestamiento?
Uno de los prerrequisitos más dominantes en los primeros grados de la
educación básica, especialmente en el preescolar y el primero, consiste en la idea de
aprestamiento motriz. Se suele creer que si el niño no domina el lápiz y el trazo
adecuado, no está aún en condiciones de escribir. Si el niño no sabe trazar las letras
no puede escribir. Tal como se lee en el epígrafe de este texto, Vygostky (1934)
afirmaba que a los niños no se les enseña la escritura sino a dibujar palabras, de ahí
el énfasis en el trazo.
Las dos investigaciones adelantadas en Bogotá, referenciadas, muestran que
en las aulas se gasta demasiado tiempo en el desarrollo de ese tipo de actividades
(rasgado, plegado, llenado, contornos, trazos -de una variedad sorprendente-,
control del espacio de la hoja….), tal vez mayor que aquel destinado a participar en
prácticas sociales de escritura vinculadas a los intereses y expectativas de los niños.
Este prerrequisito carece de fundamento por lo siguiente. En primer lugar
porque se parte del supuesto que la escritura consiste en el dominio de la técnica
para escribir con lápiz y papel (tecnologías del trazo), y que hay una anterioridad del
dominio de esa técnica frente al dominio del sistema escrito. La investigación de
Como vemos, este supuesto prerrequisito conduce a una confusión que guía el
trabajo didáctico en los niveles iniciales: considerar que por la vía de la
identificación de fonemas y sílabas, y a través del recorte sonoro de la lengua se
llega a la escritura. Los estudios muestran que los niños pueden identificar las sílabas
en el nivel oral de la lengua pero no encuentran la correspondencia con el nivel
escrito, pues las reglas que rigen el orden de lo oral no se corresponden con aquellas
del orden de lo escrito.
DESPUES DE LEER
Las prácticas que Mauricio Pérez cuestiona ¿se parecen a las que le ponían a hacer a
usted cuando era pequeño? ¿Se parecen a las que usted tuvo en cuenta al responder la
primera pregunta? ¿Por qué cree que pase esto? ¿Cómo le parece la interpretación que
hace el autor de este texto sobre este tipo de prácticas?
CONTINUACIÓN DEL TALLER: ¿QUÉ ENTENDEMOS POR DIDÁCTICA
DE LA LENGUA?
Desde este enfoque sobre la didáctica, la función del docente consiste en vincular
efectivamente a los niños en prácticas socio-discursivas en las cuales participen
efectivamente. Esas prácticas deben ser complejas y retadoras para los estudiantes y
estar vinculadas con sus emociones, sus intereses temáticos sus expectativas
existenciales. A la vez, esas prácticas deben convertirse en los escenarios ideales
para explorar el sistema escrito, las funciones sociales de los textos, en fin, las
características del mundo letrado. Esa exploración no es azarosa, se realiza de
manera sistemática con la guía del docente, para lo cual se debe contar con una
mínima claridad teórica. Si no se cuenta con un sistema de categorías que explican
cómo ocurre el ingreso de los niños al mundo letrado, fácilmente se puede caer en la
vía instrumental o en el diseño de secuencias de contenidos que se dosifican en
atención a la estructura de la disciplina, llámese sicolingüística, lingüística o
sicología. Como puede notarse, las categorías desde las cuales se organiza la
enseñanza provienen de diferentes campos disciplinares, pero la pregunta central
que las articula es el proceso de enseñanza, de cara al aprendizaje, es decir, se trata
de una pregunta formulada desde la didáctica”.
3.- Antes de leer la última parte, supongan que van a preparar un plan para
iniciar la enseñanza de la escritura en un primer grado de primaria.
4. Los niños toman la lengua y los textos como objetos de reflexión: un concepto
clave para orientar el trabajo didáctico sobre lectura y escritura
Desde mucho antes de ingresar a la escuela, los niños toman la lengua, los
textos y en general el mundo letrado como sus objetos de reflexión (Ferreiro 1979).
Del mismo modo que desbaratan el juguete para comprender su funcionamiento,
quieren entender cómo funciona ese objeto abstracto llamado escritura. Quieren
entender cómo hacen los adultos para transmitirse ideas a través de signos. Quieren
saber cómo hace el adulto para narrar una historia, pasando sus ojos sobre garabatos
abstractos. Para un niño resulta sorprendente, incluso mágico, que unos garabatos
puestos en un papel produzcan risa, llanto o ira en alguien. Quieren saber como
8
Es la institución estatal encargada de la evaluación de la calidad educativa en Colombia.
funciona ese sistema simbólico extraño. Quieren comprenderlo y usarlo para ingresar
al mundo letrado
A muy temprana edad, Vygotsky (1934) decía que alrededor de los tres años,
los niños comienzan a usar signos para representar sus ideas. Por ejemplo manchones
de color, o trazos abstractos diferentes a los dibujos. Esto significa que son
concientes de la existencia de la función simbólica de los signos. Luego van
explorando el sistema escrito, en tanto sistema simbólico, y avanzan en la
comprensión de su funcionamiento. Emilia Ferreiro (1979) dice que toman la lengua
escrita como un objeto de reflexión para avanzar en su comprensión, para lo cual se
plantean hipótesis que van cotejando en las prácticas letradas a las que tienen
acceso. Esas hipótesis se refieren a diferentes aspectos como las distinciones entre
las funciones y características formales del dibujo respecto de las grafías
convencionales, luego exploran principios de cantidad y variedad de las grafías en
relación con ciertas características del objeto nombrado, y finalmente se preguntan
por las relaciones entre los sonidos y las grafías (fonetización). En un momento
distinto se preguntan por elementos como los espacios en blanco, la función de los
signos que no tienen valor sonoro (puntuación, interrogación, admiración, guiones,
comillas…). Simultáneamente a estas exploraciones, se preguntan sobre los usos y
funciones sociales de los textos. Es decir, los niños piensan y construyen
explicaciones para comprender el mundo letrado. Al llegar a la escuela ya han
construido muchas hipótesis, las han validado, invalidado o ajustado en sus
intervenciones en el mundo letrado.
Es en ese complejo proceso de reflexión que van comprendiendo las
regularidades y las reglas que rigen el mundo escrito. Nótese que estamos hablando
de reflexión, de pensar sobre, de construir explicaciones, teorías, formular hipótesis.
Y esto no supone saber hacer trazos, dibujar las letras, ni identificar fonemas,
supone más bien contar con espacios para que esas reflexiones e hipótesis se puedan
poner en común, se puedan contrastar. Así las cosas, el aula tendría que ser el
espacio privilegiado para que esas reflexiones se verbalicen, avancen, se ajusten.
Esta es, a mi juicio, la idea pedagógicamente más relevante derivada de las
investigaciones de Emilia Ferreiro y su equipo, pues posibilita una vía de solución
para que el camino del aprendizaje que el niño va recorriendo y la secuencia de
enseñanza que el docente propone tengan algún punto feliz de encuentro, pues he
aquí un gran problema de la didáctica: en muchas ocasiones lo que enseñamos no
corresponde con los momentos, tiempos e intereses de los sujetos del aprendizaje y
muchas veces tenemos la ilusión de que los niños aprenden por el hecho de haber
cumplido con el “plan” o secuencia predefinida. Veamos una forma posible que
pueden tomar esta idea en el terreno didáctico. Esta alternativa la estamos
explorando a nivel de investigación, y en aulas concretas, como soporte de proyectos
didácticos en los primeros grados9.
Se trata fundamentalmente de pensar el aula como un escenario que
posibilita que las hipótesis de los niños tengan un lugar en la construcción social de la
escritura. Esto implica abrir espacios para que los niños las pongan en escena, frente
a sus pares y frente al docente, las verbalicen y las cotejen contra las de sus
compañeros, pero esto no puede ocurrir más que en el marco de una práctica social
de escritura o de lectura, una práctica, en la que está presente la emoción, el
interés temático y la expectativa de los implicados. Cuando hablamos de prácticas
sociales de escritura nos referimos a situaciones de interacción en las que la
escritura y los textos cumplen funciones concretas, se escribe para algo, para
alguien, para que pase algo. Se escriben tarjetas de invitación para organizar la
fiesta de cumpleaños, se hace la carta de solicitud de permiso para realizar un
paseo, se escribe la carta de presentación personal para conseguir nuevos amigos, se
9
Me refiero al Colegio público Antonia Santos de la localidad 14 y a la Red colombiana para la
Transformación de la Formación Docente (nodo Tolima).
hace el guión de la entrevista de un personaje de interés común, se hacen reclamos,
solicitudes, se hacen listas de elementos requeridos para X actividad.
Al interior de esas prácticas, que son comunicativas, que son discursivas, es
necesario diseñar situaciones didácticas para abordar aspectos concretos que
garanticen el avance en el acceso al mundo letrado, pues no basta con que se
generen las prácticas comunicativas, incluso si éstas logran vincular los intereses de
los niños. Esa es precisamente la crítica que se ha realizado a enfoques como el
lenguaje integral (Smith 1994 y Goodman (1990) y al constructivismo que Berta
Braslavsky (2004) llama “naturalista” y que otros nombran como “ingenuo”, que
consideran que los niños construyen la escritura si están en prácticas comunicativas
de su interés, sin una guía sistemática por parte de la escuela. Este análisis es
desarrollado de manera muy clara, a mi juicio, por Sofía Vernon (2004).
Dado lo anterior, cuando hablamos de situaciones didácticas, no hablamos de
espacios naturales, desde el punto de vista social y de la interacción, pues es muy
probable que a los niños no se les ocurra, en sus interacciones naturales, discutir a
cerca de los criterios que cada quien emplea para segmentar las palabras o sobre la
pertinencia de usar x o y género discursivo con el propósito de cumplir con una
intención comunicativa. Entonces, hablamos de situaciones que se generan para que
ocurran avances, y esas situaciones tienen un carácter sistemático e intencional. Es
decir no se trata de involucrar a los niños en situaciones sociales de escritura y
sentarse a esperar a que “maduren”, como si fuesen manzanas.
En este punto es necesario retomar la idea Vygotskyana de desarrollo cultural,
que se contrapone con la visión naturalista de madurez y desarrollo. En la
investigación Vygotskiana, y tal vez es uno de sus grandes aportes en el terreno de la
pedagogía, el desarrollo no está determinado exclusivamente por la madurez
orgánica (biológica) del sujeto: el tipo de relación e interacción con el entorno
cultural, mediato e inmediato, es determinante para el desarrollo cultural.
Dicho en otras palabras, el desarrollo intelectual del niño no es un efecto de
la maduración biológica sino una resultante de la tensión entre dos líneas de
desarrollo: por un lado la orgánica y por otro la cultural10.
“El arraigo de un niño normal en la civilización suele estar estrechamente fusionado
con los procesos de su maduración orgánica. Ambos planos de desarrollo –el natural
y el cultural- se amalgaman el uno con el otro. Los cambios que tienen lugar en
ambos planos se intercomunican y constituyen en realidad un proceso único de
formación biológico-social de la personalidad del niño. En la medida en que el
desarrollo orgánico se produce en un medio cultural, pasa a ser un proceso biológico
históricamente condicionado”11
De modo más concreto, diríamos que los avances en la construcción de la
escritura y el acceso al mundo letrado, son un efecto de la calidad de las
interacciones que el niño pueda establecer con el entorno letrado. Por esa razón una
de las preocupaciones centrales de la didáctica de la lengua consiste en vincular a los
niños en prácticas comunicativas complejas, al interior de las cuales es posible
diseñar situaciones didácticas que permitan abordar aspectos claves para la
construcción de la lengua escrita. Así, es esperable que se diseñen situaciones en las
cuales se propongan problemas y reflexiones que permitan avanzar en la elaboración
de respuestas cada vez más complejas y pertinentes por parte de los niños. Se trata
pues de situaciones que retan los saberes e hipótesis de los niños y los invitan a
10
Para el concepto de desarrollo cultural ver Vygotski, Lev, El desarrollo de las Funciones
Psíquicas Superiores. Publicado en Vygotski, Lev, Obras Escogidas, Tomo III, Madrid, Visor,
1995.
11
Para el concepto de desarrollo cultural se puede consultar: Vygotski, Lev, Obras Escogidas,
Tomo III, Madrid, Visor, 1995. pp36.
ajustarlas. Así, cada día debería existir un nuevo reto, si hay retos nuevos,
desequilibrios permanentes, los avances se notarán pronto.
Nótese que esta posición toma distancia de la tarea canónica de enseñar a
todos lo mismo, por la vía de la instrucción monopolizada por el docente. Se trata
más bien de una opción por la construcción colectiva del aprendizaje, pero que
supone la guía cualificada (soportada teóricamente) del docente. A su vez, este
enfoque parte de la existencia de diversos niveles de conceptualización (hipótesis)
por parte de los niños, respecto de la escritura y la lectura, y esa diversidad, por
supuesto, es vista como positiva en la medida que posibilita interacciones y
deliberaciones grupales para contrastar dichas hipótesis. En este marco, el aula es
fundamentalmente un espacio de trabajo cooperativo, colaborativo, un lugar para el
diálogo, la deliberación y la puesta en escena de hipótesis, con el propósito de
avanzar en la construcción de la escritura y la lectura. Pero, insisto, esto sólo es
posible en el marco de situaciones comunicativas que vinculan los intereses,
expectativas y emociones de los niños. Dado lo anterior, la función central del
docente es el diseño de situaciones comunicativas, discursivas, que logren retar e
interesar suficientemente a los niños.
En este enfoque, una vez se vincule a los niños a prácticas comunicativas y
discursivas de su interés, corresponde generar situaciones reguladas en el nivel
didáctico. Pero esto no debe confundirse con un control o administración del
contenido o de las secuencias fonológicas. Dicho de otro modo, se trata más bien de
situaciones en las cuales se permite a los estudiantes aprender, explorar los textos y
la lengua escrita, cotejar sus teorías, pero para que esto se de, es necesario
reconocer los niveles de exploración de la lengua en que e los niños se encuentran,
para desde allí hacer las preguntas, organizar las acciones, proponer los retos
configurar las interacciones. Saber quién se debe juntar con quién para que pase
algo, a quién se le puede formular una pregunta de X características y a quién aún
no, porque todavía no está preguntándose por esa problemática.
Un ejemplo concreto de este planteamiento, que ilustraremos con un
fragmento de video, lo constituye la escritura colectiva, en el tablero, de un texto
de interés de todo el curso. Esta situación posibilita suficiente interacción entre
niños, permite que de las deliberaciones colectivas aprendan los demás y abre
espacios para la diversidad de niveles de conceptualización. Es necesario aclarar que
los avances que se alcanzan en la escritura colectiva deben necesariamente
concretarse en el nivel individual. Luego de discutir aspectos en el tablero entre
niños y docente, y llegar a acuerdos sobre regularidades del sistema escrito o sobre
funciones de los textos, esos avances deben aplicarse, en la medida que sea posible,
a la escritura del texto individual. Es decir, estaríamos hablando de una didáctica de
socio-construcción (Jolibert 1998) que pone en relación la sicogénesis con la
construcción social de la escritura, en la medida que cada niño participa en la
discusión y en la escritura del texto colectivo desde su hipótesis, desde el nivel de
elaboración de la explicación con que cuenta, pero lo hace de cara a aportar en una
tarea colectiva. Al poner en común su hipótesis, tendrá la posibilidad de afirmarla,
rebatirla o ajustarla, en el diálogo con los pares, con el docente y con otros adultos.
Este planteamiento puede tomar formas más concretas que no podemos describir en
este texto.
Veamos, a modo de cierre, algunos ejemplos que concretan los
planteamientos presentados.
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VYGOTSKI, Lev. La Prehistoria del Desarrollo del Lenguaje Escrito. Obras escogidas Tomo III.
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DIARIO: AUTOEVALUACIÓN
Deténgase en los autores que Mauricio Pérez cita en el apartado 4 del texto.
¿Usted ha leído a alguno de ellos? ¿Cuál y por qué lo leyó?
¿Qué nuevas ideas sobre la enseñanza de la lectura y la escritura en los grados iniciales
de la escolaridad tiene usted ahora? Escríbalas.
TEMÁTICA 3: APRENDER Y ENSEÑAR LA LECTURA Y LA ESCRITURA EN LOS
SIGUIENTES GRADOS DE LA EDUCACIÓN BÁSICA.
A medida que se vaya revisando el texto tomado como referencia para este módulo,
iremos intercalando algunas actividades.
¡Manos a la obra!
13
Claro que para que esto sea posible, los mediadores previamente deben haber trabajado los
textos que ponen a leer o poseer los conocimientos teóricos y prácticos que le permitan
orientar este diálogo con el texto.
TAREA: ANALIZAR TEXTOS
LA DIDÁCTICA DE LA LENGUA:
Cuando se piensa que basta con saber sobre Lingüística para que se pueda
enseñar la lengua, para que se esté en condiciones de tomar decisiones sobre qué y
cómo enseñar, se puede ubicar esta concepción en la denominada “Lingüística
aplicada”. Esta concepción ha dominado la enseñanza de la lengua y por esta razón
los cambios en las políticas que ha ido adoptando el Ministerio de Educación Nacional
(MEN) para la enseñanza de la lengua, han estado marcadas por las tendencias
teóricas y metodológicas imperantes en el ámbito de los estudios lingüísticos. Es así
como, oficialmente, se pasó de la gramática normativa tradicional a la gramática
generativa, luego al enfoque semántico-comunicativo y actualmente a un enfoque
que privilegia la significación.
Pese a estas concepciones presentes en los marcos teóricos impuestos por las
normativas de la educación, las prácticas pedagógicas no han cambiado
sustancialmente. Si bien en el habla de los maestros se nota la influencia de
recientes tendencias educativas, en su hacer sigue predominando el énfasis sobre
aspectos formales e instrumentales del lenguaje, las prácticas de copiar como
actividad de escritura y de descifrar como actividad de lectura, tomando como base
casi exclusiva manuales escolares –textos para aprender o demostrar aprendizajes-;
se siguen ejerciendo así mismo unos usos que tienen sentido básicamente en el
contexto escolar y además son contradictorios con los usos sociales. En cuanto a la
enseñanza de la gramática, si bien se han venido introduciendo algunos conceptos de
las Ciencias del Lenguaje, como plantea Bustamante (1997:18) esto no ha mostrado
efectos positivos, “porque se introdujeron a la manera de reproducción de
definiciones desarraigadas de su andamiaje conceptual”.
La enseñanza de la literatura, por su parte, sigue sustentada en una visión
historiográfica en la que lo importante es conocer los movimientos literarios, sus
épocas y autores antes que leer los textos literarios propiamente dichos. Además, en
muchos casos la presencia de textos literarios en las aulas constituye o, un pretexto
para estudiar las normas gramaticales de la lengua estándar, o un modelo de la
corrección idiomática, o una fuente de inculcación de ciertos códigos morales.
Reiteramos entonces que para proponer alternativas para el trabajo escolar
no basta con compartir unas concepciones sobre el lenguaje. También inciden las
consideraciones que se tengan sobre la Pedagogía y la Didáctica que nos llevan a
tener en cuenta las tradiciones escolares en la enseñanza de la lengua y el
funcionamiento del sistema escolar. Si esto se desconoce, se cree que el cambio
escolar es un asunto de “voluntarismo” (los que no cambian es porque no quieren),
que basta con que se decrete un cambio para que éste se produzca (por muy buenas
intenciones que lo animen). En general, por privilegiar un saber teórico se deja de
lado la esencia de la labor pedagógica: los sujetos que participan en ella, las
condiciones, los contextos institucionales, la historia, etc.
Por el contrario, la Didáctica de la lengua, se plantea como objeto la
reflexión, la comprensión y la proposición de prácticas pedagógicas para la
enseñanza de de la lengua. En este sentido pretende responder preguntas tales
como: ¿Qué se enseña?, ¿Cómo se enseña? y ¿Por qué se enseña como se enseña?
Pensar desde la enseñanza de la lengua desde la didáctica, es comprender
que en las situaciones de enseñanza y de aprendizaje hay una triple relación como la
muestra este esquema: Esta relación reconocida como sistema didáctico, se produce
en unos contextos:
- el primero, una institución escolar en la que, por ejemplo, este sistema entra
también en interacción con los sistemas didácticos de las otras áreas formando así el
sistema de enseñanza (Chevallard 1989:27). En éste se evidencian concepciones
curriculares en acción (sea atendiendo a las normativas oficiales o definidos por la
tradición o la innovación), que pueden influir positiva o negativamente en el sistema
didáctico que se defina en la enseñanza de la lengua, por ejemplo representado en el
esquema por la elipse).
- el segundo, es el contexto social y cultural determinado donde se haya la
institución, que expresa también presiones de acuerdo con sus intereses y
expectativas sobre la escuela y lo que allí se debería enseñar (representado en el
esquema por el rectángulo).
Contenidos
INTERACTIVIDAD
Maestro Estudiantes
Por tanto, como dice Camps (2004:9), “la construcción de los contenidos
escolares de la enseñanza de la lengua no se puede abordar sin contemplar la
complejidad de interacciones entre saberes científicos, prácticas sociales, conceptos
sobre qué es saber lengua y sobre la función de la escuela en este saber, sobre la
función de la lengua en la construcción de los conocimientos, sobre cuáles son las
formas de apropiación de las lenguas y del saber sobre la lengua y sobre las formas
reales de construcción del conocimiento verbal en contextos determinados”.
Como todas las Didácticas, se nutre de distintos campos del saber, es decir, su
naturaleza es interdisciplinar, tal como lo muestra el siguiente esquema.
Pero reconocer esta confluencia de campos científicos no implica confundirla
con alguno de ellos, ni tampoco, verla como la suma, la yuxtaposición de las
aportaciones de estos campos (Camps y Millian, 1990). Que la Didáctica comparta
objetos de interés con otros campos de saber es comprensible, pero hay que tener
claro que al asumir como espacio de problematización la comunicación del saber y no
la producción del saber en si, configura un objeto propio. Igualmente, como dice
Camps (2004:9), refiriéndose a la relación entre las disciplinas que aportan al
desarrollo de la Didáctica de la lengua, ésta “no es unidireccional, sino que las
prácticas escolares y las formas de apropiación del conocimiento verbal a través de
estas prácticas pueden influir tanto en los estudios lingüísticos como en las mismas
prácticas sociales”.
Revise la última concepción que había dado sobre Didáctica de la lengua. Esta parte
del texto que acaba de leer, modifica su concepción? Si es así, escriba lo que cambia.
Si no cambia, escriba por qué.
LAS PROPUESTAS PARA LA ENSEÑANZA DE LA LECTURA Y LA ESCRITURA
Desde el marco de la investigación didáctica se ubican propuestas tales como
la de Delia Lerner (2001), quien al interrogarse sobre cuál debe ser el objeto de
enseñanza cuando el propósito educativo es el de formar a los alumnos como
ciudadanos de la cultura escrita responde: “si éste es el propósito está claro que el
objeto de enseñanza debe definirse tomando como referencia fundamental las
prácticas sociales de lectura y escritura.” (2001: 84). Esto, supone “poner énfasis en
los propósitos de la lectura y la escritura en distintas situaciones –es decir, en las
razones que llevan a la gente a leer y escribir-, en las maneras de leer, en todo lo
que hacen los lectores y los escritores, en las relaciones que lectores y escritores
sostienen entre si respecto a los textos.... Sostener que el objeto de enseñanza se
construye tomando como referencia fundamental la práctica social de la lectura y la
escritura supone, entonces, incluir los textos pero no reducir el objeto de enseñanza
a ellos”.
Si compartimos esta propuesta, más que definir como objetos de enseñanza
los tipos textuales, es decir, hacer clases de la carta, la nota, el afiche, el cuento,
etc., los maestros debemos definir el o los géneros discursivos (periodístico,
publicitario, académico, literario, jurídico-político) en los que vamos a centrar la
enseñanza en un período determinado y con base en éste, abordar los tipos textuales
que son propios de esas prácticas sociales discursivas con sus características
lingüísticas y textuales propias. Como dice Pérez (2005), “en este marco, es viable
organizar el trabajo didáctico para un grado escolar en función de diferentes formas
discursivas: argumentativas, expositivas, narrativas, descriptivas, enmarcadas en
prácticas sociales particulares. Los conceptos lingüísticos aparecerán en función del
género discursivo que se aborde (…) En otras palabras, el criterio de planeación del
trabajo didáctico no será el saber lingüístico y/o discursivo puntual, sino el género
discursivo, de manera global. Desde esta visión, los conceptos serán construidos
cuando se requieran en el trabajo de análisis o producción de un género discursivo.
Así, se rompe con la segmentación frecuente del trabajo didáctico desde la
actividad, el concepto lingüístico, la habilidad o destreza puntual como unidades
aisladas de organización de la enseñanza”.
Justamente Mauricio Pérez, a modo de ejemplo14 ha mostrado la siguiente
Secuencia Didáctica para la Escritura de una Crónica en el Marco de Un concurso 15
“Condiciones Pedagógicas y Didácticas (síntesis)
a. El propósito de la enseñanza y aprendizaje consiste en la inserción crítica (con
criterio) de los sujetos en una práctica socio-cultural específica, en este caso, las
prácticas del periodismo escrito, concretamente, la participación en un concurso
departamental de crónica.
b. El objeto 1 de enseñanza y aprendizaje es la comprensión de, y la inserción
en, la práctica sociocultural del periodismo escrito, en particular lo referente a la
crónica. La práctica es retomada de manera integral para hacer un análisis de
diferentes factores que la determinan.
c. En función de dicha práctica, y concretamente en función de la escritura de la
Crónica, se retoman los saberes y saberes hacer pertinentes a esa forma discursiva
(la noción de discurso, texto, tipo textual, mecanismos de textualización, de puesta
en discurso…), la apropiación de esos saberes será el objeto 2 de enseñanza y
aprendizaje.
14
Los ejemplos a loa que me voy a referir, en ninguna medida pueden ser generalizables; los
muestro porque pueden servir como espejo para mirar desde ellos nuestras propias prácticas y
así servir como parámetro para confrontar las propuestas particulares.
15
La SD la desarrolló la Profesora Yolanda López, miembro de Pido la Palabra, Red de
Reflexión Permanente sobre la Pedagogía y Didáctica en el Campo del Lenguaje, que hace
parte de la Red Colombiana para la Transformación de la Formación Docente. La SD se llevo a
cabo con Estudiantes de grado octavo de un colegio publico de la ciudad de Ibagué.
d. El sistema de acciones se organiza siguiendo secuencias que permitan
asignación de complejidad.
e. Es necesario, por parte del docente, anticipar los saberes y saberes hacer que
se espera construir, como objetos de aprendizaje, en el marco de la SD y preparar los
apoyos y estrategias pertinentes para su reconstrucción (seleccionar documentos
teóricos, organizar corpus de textos, diseñar guías de lectura y análisis, instrumentos
de seguimiento, organizar entrevistas y conversatorios, asignar roles, funciones y
responsabilidades diferenciales…).
f. En la SD es necesario distinguir momentos de uso de la lengua oral y escrita
(actividades verbales), de momentos de reflexión individual y colectiva, de
momentos de verbalización sobre el funcionamiento de la lengua, los textos y los
discursos (actividades metaverbales). Las segundas son la vía para el ajuste de las
primeras y condición de la construcción/reconstrucción de los saberes. Las segundas
son también el mecanismo para monitorear y verificar el aprendizaje logrado. Este
componente es al que le prestamos mayor atención en la SD que se presenta. Esta
condición implica que en las clases, además de los tiempos de la escritura, la lectura
y la oralidad, se abran espacios amplios para la reflexión metaverbal.
g. La escritura, en esta SD, implica la comprensión y análisis de factores claves
referentes a las prácticas del periodismo escrito. Por lo anterior, se consultarán
diversas fuentes primarias y secundarias, se mantendrán conversaciones con actores
de esas prácticas y se realizarán análisis de aspectos centrales de las mismas.
h. La cualificación de la escritura se basará en la producción de una primera
versión y sucesivas reescrituras, intercaladas con momentos amplios de reflexiones
metaverbales. Las elaboraciones que se producen como resultado de la reflexión
metaverbal se formalizan en lengua oral y en texto escrito y constituyen el referente
teórico para la reelaboración de los textos.
i. Se privilegiará la construcción colaborativa del significado como vía de
conceptualización.
j. Habrá momentos de producción y análisis de carácter individual en grupo
pequeño y en grupo clase.
17
Un análisis mucho más amplio de esta experiencia puede leerse en la tesis doctoral de
Rincón (2001).
métodos más cualitativos –por ejemplo, en el análisis de los intercambios
comunicativos efectuados en el colectivo y en un trabajo en grupo-.
18
Para escribir ambos textos los niños utilizan los textos sobre el tema que tienen a mano. Lo
que se observa es que en el primer texto se copia mientras que éste último se busca
información y se reorganiza en un nuevo texto.
19
Por lo menos en el segundo caso, esta actuación de la maestra es contradictoria con la
manifestada por el colectivo docente de esta escuela según la cual en la confrontación con la
variedad de los textos auténticos los niños debían descubrir, por ejemplo, las características
textuales de cada uno de ellos.
20
Justamente estas configuraciones didácticas –que no se entienden como contradictorias
aunque si diferentes- son hoy objeto permanente de discusión en los eventos que se convocan
sobre la enseñanza de la lectura y la escritura.
Estas experiencias hacen evidentes los esfuerzos desde las aulas por mejorar
la enseñanza de la lectura y la producción escrita. Ellas muestran caminos de cambio
en los que aún hay preguntas sin resolver. Por ello, insistimos, es fundamental un
acompañamiento de la investigación didáctica para construir desde las aulas
soluciones que tengan en cuenta la complejidad que allí se hace cotidiana. Dado que
sobre este tema hay poca investigación urge llevarla a cabo, porque como dice Mabel
Pipkin (2002) al hacer investigación en contextos reales hay que considerar variables
que son propias de estos contextos y que no son fáciles de anticipar.
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Buenos Aires.
vAN DIJCK, Teun A.(1993) Texto y contexto Edit. Cátedra, Madrid, cuarta edición.
DIARIO: AUTOEVALUACIÓN
Hemos llegado al final de este módulo. Lo invitamos ahora a responder las
siguientes preguntas:
De lo que se trabajó en este módulo:
¿Qué contenidos no sabía?
¿Qué entendía de modo diferente?
¿Qué entiende mejor ahora?
¿Qué nuevas preguntas tiene?
LECTURAS SUPLEMENTARIAS:
Adriana de la Rosa
En la cita anterior se señala que los proyectos de lengua se formulan como una
producción global, entendida ésta como lo producción de un texto específico (carta,
afiche, cuento, folleto, etc.). Esta producción no surge porque si, porque figura en el
programa, surge porque el profesor crea una situación en la que tiene sentido la
producción textual (una carta para hacer una solicitud, o una invitación para
entrevistar a alguien, etc.). Así se supera la lectura y la escritura porque el profesor
lo exige y en su lugar se privilegia la intención comunicativa, el uso del lenguaje en
el que los estudiantes descubren el poder que se deriva de su dominio. Este punto es
planteado por Camps (1996:4922) del siguiente modo:
“Dentro de estas actividades intencionales adquieren intencionalidad las
acciones que se llevan a cabo: la finalidad de la actividad les da sentido. Por
ejemplo si hay que escribir un afiche, tendrá sentido conocer los elementos que
componen este texto.” Así pues, el uso de la lengua es funcional los elementos
formales y puntuales que hay que llegar a dominar para saber escribir no son
independientes de la globalidad de la producción discursiva”.
Esta autora justifica los proyectos de lengua porque que en los proyectos
generales se privilegio el objeto de estudio (ciencias, sociales, geografía, etc.) y el
lenguaje se vuelve medio, se vuelve transparente: “En este contexto de trabajo la
lengua era sólo vehículo para la elaboración de los contenidos de las demás materias,
pero no objeto de aprendizaje en sí misma”. El hecho de que el lenguaje no sea
objeto de estudio en si mismo ha tenido unas consecuencias negativas en el proceso
de aprendizaje, ya que según los nuevos aportes de la investigación el dominio del
lenguaje escrito exige que éste se vuelva objeto de reflexión (reflexión
metalingüística).
21
Tomado del Módulo 2 de la serie “Construir Cultura escrita en la escuela”. Programa de
Mejoramiento Docente en Lengua Materna . Pág.33-36, 2005.
22
Camps, Anna (1996) “Proyectos de lengua: entre la teoría y la práctica”. En revista Cultura
y educación No. 2, P:42-57
4.1 Modelo para el desarrollo de los proyectos de lengua
Al igual que los proyectos en sentido amplio, en los proyectos de lengua también se
dan las etapas de preparación (planeación), realización y evaluación, pasaremos a
presentar cada una de ellas.
4.1.2 La realización
Camps distingue en este momento dos tipos de actividades: a) las de
producción de texto y b) las orientadas a aprender las características formales del
texto que hay que escribir y de sus condiciones de uso.
El proceso de producción textual implica la planificación, textualización y
revisión, estas etapas se complementan con otras tareas y reflexiones que ayuden a
la construcción progresiva del “saber hacer” por parte del estudiante (La descripción
detallada de estas etapas se encuentra en el módulo correspondiente a producción
textual).
4.I.3. La Evaluación
Al igual que se señaló antes en el apartado de evaluación, ésta se vincula al
proceso de aprendizaje, en este sentido se entiende como evaluación formativa. Ésta
se da en el proceso mismo de realización cuando el borrador del documento es
revisado por los compañeros, quienes hacen una primera apreciación y proponen
recomendaciones sobre aspectos que se deben revisar de acuerdo con unos criterios
establecidos previamente. El establecimiento de criterios son denominados por
Camps como “instrumentos que permitan y faciliten la interacción entre profesor y
alumnos y entre compañeros, es decir, que hagan posible que unos y otros hablen de
los textos en curso de elaboración y de los contenidos temáticos, discursivos,
textuales, língüísticos y procedimentales implicados. Con este objetivo se pueden
utilizar instrumentos diversos (pautas, modelos para comparar, rejillas, etc.)” págs.
54.
La evaluación tiene una función muy importante porque permite tomar
conciencia de lo que se ha hecho y contribuye a la recuperación metacognitiva de los
procedimientos que se siguieron, de sus resultados y de los conceptos utilizados. Se
aclaro que “la evaluación no se entiende sólo como un juicio sobre los resultados
logrados individualmente por cada alumno, sino de los que ha conseguido el grupo,
incluyendo por supuesto, al profesor o a la profesora” pág. 54.
2 Leer y escribir para entender el mundo
Carlos Lomas23*
Enseñar a leer y a escribir es hoy, como ayer, uno de los objetivos esenciales
de la educación obligatoria, quizá porque saber leer (y saber escribir) ha constituido
en el pasado, y constituye también en la actualidad, el vehículo por excelencia a
través del cual las personas acceden al conocimiento cultural en nuestras sociedades.
A partir de esta idea, surgió, en el siglo XIX, tanto el afán de alfabetización de toda
la población como la vindicación de una educación obligatoria que actuara como
herramienta de igualdad entre las personas y como instrumento de compensación de
las desigualdades sociales. Desde entonces, el impulso de las campañas de
alfabetización y la extensión de la escolaridad obligatoria constituyen el eje
prioritario de las políticas educativas de gobiernos e instituciones internacionales
como la UNESCO.
Leer y escribir son tareas habituales en las aulas de nuestras escuelas e
institutos. Si observamos esa cultura en miniatura —ese escenario comunicativo— que
es un aula y nos fijamos en las cosas que los alumnos y alumnas hacen en las clases,
comprobaremos cómo la lectura, la comprensión de textos y la escritura constituyen
algunas de las actividades más habituales en todas y en cada una de las áreas de
conocimiento (Lomas, 2002). Sin embargo, conviene no olvidar que, al enseñar a
leer, al enseñar a entender y al enseñar a escribir, la escuela no sólo contribuye al
aprendizaje escolar de los contenidos educativos de las diversas áreas y materias del
currículum. Al aprender a leer, al aprender a entender y al aprender a escribir, los
alumnos y alumnas aprenden también, durante la infancia, la adolescencia y la
juventud, a usar el lenguaje escrito en su calidad (y en su cualidad) de herramienta
de comunicación entre las personas y entre las culturas.
De igual manera, al aprender a leer, a entender y a escribir aprenden a
orientar el pensamiento y a ir construyendo en ese proceso un conocimiento
compartido y comunicable del mundo. Como señala Juan José Millás (2000), “no se
escribe para ser escritor ni se lee para ser lector. Se escribe y se lee para
comprender el mundo. Nadie, pues, debería salir a la vida sin haber adquirido esas
habilidades básicas” (“Leer”, El País, 16 de diciembre de 2000).
Leer, entender lo que se lee y escribir constituyen acciones lingüísticas,
cognitivas y socioculturales cuya utilidad trasciende el ámbito escolar y académico. A
través de la lectura y de la escritura, adolescentes y jóvenes expresan sentimientos,
fantasías e ideas, se sumergen en mundos de ficción, acceden al conocimiento de su
entorno físico y sociocultural y descubren que saber leer, saber entender y saber
escribir es algo enormemente útil en los diversos ámbitos, no sólo de la vida escolar,
sino también de su vida personal y social.
¿Qué es leer?
En los últimos tiempos, diversas disciplinas han venido ocupándose del estudio
de los complejos mecanismos que subyacen a la comprensión y a la producción de los
textos escritos. En sus investigaciones (casi siempre en el ámbito de la lingüística del
texto, de la psicología del lenguaje y de la didáctica de las lenguas) analizan cómo se
producen las acciones del leer y del escribir, cuáles son las estrategias y los
conocimientos implicados en la interpretación del significado en la lectura y de qué
manera es posible contribuir desde las instituciones escolares a la mejora de las
competencias lectoras y escritoras de los alumnos y alumnas. Más allá de las
divergencias y de los énfasis que es posible advertir en las actuales investigaciones
sobre lectura y escritura (véase Camps y Colomer, 1996), en todas ellas encontramos
la idea de que la enseñanza de la lectura y de la escritura tenga en cuenta los usos y
funciones de la lengua escrita en nuestras sociedades, se oriente a favorecer el
dominio expresivo y comprensivo de los diversos tipos de textos escritos y se adecue
a las diferentes situaciones y contextos de comunicación en los que tiene lugar el
intercambio comunicativo entre las personas.
La lectura es la interacción entre un lector, un texto y un contexto. El lector,
al leer, incorpora los conocimientos que posee, es decir, lo que es y lo que ya sabe
sobre el mundo. El texto incluye la intención del autor, el contenido de lo dicho y la
forma en que se estructura el mensaje.
El contexto, en fin, incluye las condiciones de la lectura, tanto las
estrictamente individuales (intención del lector, interés por el texto, efectos de la
lectura del texto en el “horizonte de expectativas” del lector...) como las sociales
(en el caso de la lectura escolar, si la lectura es compartida o no, el tiempo que se le
destina en las aulas, el contraste entre las diversas interpretaciones del texto....). La
dialéctica entre lector, texto y contexto influye de una manera significativa en la
posibilidad de comprensión de un texto y, por tanto, en las actividades escolares
debería velarse por su adecuada vinculación.
De ahí que, en la enseñanza y en el aprendizaje escolar de la lectura, haya
que tener en cuenta algo tan obvio como la claridad y la coherencia de los textos, es
decir, la adecuación suficiente del léxico, de la sintaxis y de la estructura de los
textos a los conocimientos, a las expectativas y a las habilidades lectoras del
alumnado.
Evaluar la lectura
En educación no basta con saber qué es la lectura, qué significa leer y cuáles
son las habilidades, las estrategias y los conocimientos implicados en la comprensión
de los textos. Cuando en el ámbito escolar constatamos, a menudo, el extravío del
lector escolar en los itinerarios del significado, urge identificar con precisión en qué
nivel se sitúa ese extravío con el fin de saber qué tipo de ayuda pedagógica requiere.
De ahí que, teniendo en cuenta la naturaleza interactiva del acto lector a la que
antes aludimos, convenga evaluar la competencia lectora del alumnado en relación,
entre otros, con los siguientes aspectos (Alonso Tapia, 1995):
- Sus ideas y actitudes previas sobre lo que es importante leer.
- Su conocimiento del léxico general y del léxico específico de cada tipo de texto.
- Las estrategias que utiliza para evitar y corregir errores de lectura.
- Sus conocimientos e hipótesis sobre el contenido de la lectura.
- Su actividad inferencial al leer en función de los aspectos sintácticos y semánticos
del texto (referencia textual, temporalidad, conectores, referente temático,
contexto textual y extratextual...).
- Las estrategias que utiliza para identificarla intención del autor del texto.
- Su capacidad para identificar el tipo de texto del que se trata, su estructura interna
y su contexto de emisión y recepción.
- Su habilidad a la hora de distinguir información y opinión, datos e ideas, hechos y
argumentos.
- Y su capacidad para distinguir entre ideas principales e ideas secundarias y para
seleccionar en el texto la información relevante y la información complementaria.
Como he señalado al comienzo de estas líneas, una adecuada comprensión de los
textos escritos favorece el aprendizaje escolar de los contenidos de las distintas
áreas y materias del currículo. Por ello, no deja de resultar paradójico que quienes
enarbolan algunas estadísticas sobre la ausencia de hábitos de lectura y de
competencias lectoras entre adolescentes y jóvenes, y las utilizan como un
argumento “objetivo y científico” al servicio de cambios en profundidad en los
últimos años de la escolaridad obligatoria, hayan elaborado a la vez un vitae del área
de Lengua Castellana y Literatura que, entre otras incoherencias, olvida la enseñanza
de las estrategias de la lectura y opta por el análisis formal de la lengua y por el
estudio de la historia de la literatura, en detrimento de un enfoque comunicativo de
la educación lingüística y literaria orientado a la mejora de las habilidades
comprensivas y expresivas de las alumnas y los alumnos. Como si cierto saber sobre
la lengua (el conocimiento gramatical) garantizara por sí solo un “saber hacer cosas
con las palabras” y como si cierto saber literario (el conocimiento académico, y a
menudo efímero, de algunos hechos y textos de l historia canónica de la literatura)
fuera condición necesaria y suficiente para la adquisición escolar de hábitos lectores
y de actitudes de aprecio ante la expresión literaria (Lomas, 1999). En este contexto,
la selección de textos literarios de lectura obligatoria establecidos por el currículo
oficial de Lengua castellana y Literatura para el alumnado del primer ciclo de la
Educación Secundaria Obligatoria (12-14 años) constituye un perfecto ejemplo de
cómo alejar a los adolescentes del placer de la lectura y de la experiencia de la
comunicación literaria.
El valor de la escritura
Es innegable que uno de los objetivos del aprendizaje de la escritura es el
conocimiento de la ortografía de la palabra y de la frase, pero también lo es que el
dominio de las reglas ortográficas de una lengua no garantiza por sí solo una escritura
coherente, adecuada y creativa. Por ello, enseñar a escribir exige enseñar a
componer textos no sólo correctos, sino también coherentes, en su disposición
semántica, y adecuados a las intenciones del autor y a las características del
destinatario y de la situación de comunicación.
De ahí que en el aprendizaje escolar de la escritura sea esencial no sólo
enseñar un “saber” sobre ortografía, morfología, sintaxis y léxico, sino también una
serie de habilidades y de conocimientos textuales, estratégicos y sociolingüísticos (un
“saber hacer cosas” con la escritura en los distintos ámbitos de la comunicación
escrita) que favorecen la elaboración de textos adecuados y coherentes (Cassany,
1991).
La escritura es una acción lingüística y cultural cuya utilidad trasciende el
ámbito escolar, ya que constituye una forma habitual de comunicación en los
diferentes contextos de la vida de las personas.
Véanse por ejemplo los diversos usos y funciones sociales de la escritura:
desde la escritura de carácter personal (diarios, agendas, listas, anotaciones...)
hasta la escritura de carácter funcional (correspondencia de tipo comercial y
administrativo, resúmenes, contratos, invitaciones, facturas, solicitudes...), desde la
escritura expositiva (ensayos, informes, manuales y textos académicos...) hasta la
escritura informativa (crónica, reportaje, noticia, entrevista...) y persuasiva
(editoriales, anuncios, panfletos, instrucciones de uso, normativa, artículos de
opinión...), sin olvidar la escritura creativa de intención literaria (poemas, relatos,
textos dramáticos, canciones...) y otros tipos de escritura en auge como
consecuencia de la irrupción de las nuevas tecnologías de la información y de la
comunicación (correo electrónico, conversación escrita en un chat, mensajes a través
de la telefonía móvil...).
En consecuencia, la enseñanza escolar de la escritura debería tener en cuenta
los usos y funciones de la lengua escrita en la vida de las personas y de las
sociedades, orientarse hacia el dominio expresivo y comprensivo de los diversos
géneros y tipos de textos escritos, y adecuarse a las diversas situaciones y contextos
de comunicación en las que tiene lugar el intercambio escrito de significados entre
los seres humanos. Enseñar a escribir textos diversos en distintos contextos, con
variadas intenciones y con diferentes destinatarios, es hoy la única forma posible de
contribuir desde el mundo de la educación a la adquisición y al desarrollo de los
conocimientos y de las destrezas que favorecen una escritura apropiada y coherente
en nuestras sociedades.
REFERENCIAS:
Alonso Tapia, Jesús (1995): “La evaluación de la comprensión lectora”. Textos de Didáctica
de la Lengua y la Literatura, 5. Barcelona: Graó, pp. 63-68.
Carvajal, Francisco; Ramos, Joaquín (2003): “Leer, comprender e interpretar en un aula que
investiga”. Textos de Didáctica de la Lengua y la Literatura, 33. Barcelona: Graó.
Cassany, Daniel (1991): Describir el escribir. Cómo se aprende a escribir. Barcelona: Paidós.
Colomer, Teresa; Camps, Anna (1996): Enseñar a leer, enseñar a comprender. Madrid:
Celeste/MEC.
Freire, Paulo (1984): La importancia de leer y el proceso de liberación. México: Siglo XXI.
Lomas, Carlos (1999): Cómo enseñar a hacer cosas con las palabras. Teoría y práctica de la
educación lingüística. 2 volúmenes. Barcelona: Paidós (2.ª edición corregida y ampliada,
2001).
Lomas, Carlos (comp.) (2002): El aprendizaje de la comunicación en las aulas. Barcelona:
Paidós.
Pennac, Daniel (1993): Como una novela
Barcelona: Anagrama.
Para saber más
* Carlos Lomas es catedrático de Lengua Castellana y Literatura en Educación Secundaria y
asesor de formación en el Centro del Profesorado de Gijón. Correo-e:
clomas@almez.pntic.mec.es