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BIOGRAFIA
DE
HISTORIA Y LEYENDA.
Historia y leyenda.
_Por esos pequeños detalles que sucedían con mucha frecuencia en ese
alto, muy frio, pero que varias veces se ponía muy caliente; como
cuando se calienta el tiesto; en esa tienda de muchos romances, muy
calientes y quemantes como los tiestos, unos muy duraderos y otros que
se rompían como los tiestos, fue que los fundadores de Montejo y de ese
camino le pusieron el nombre de “El Alto de los Tiestos” que de todo eso
solo quedó el reguero de tiestos; de los tiestos de los montejanos.
También dicen que cada tiesto busca su arepa y que los tiestos se
parecen a su dueño, y que el rompe paga y se lleva sus tiestos.
LA MOLIENDA.
Aquí ellos dicen de un caso real, que Joaquín había hecho un pacto con
el diablo; es decir que están dando a entender que les consta; puesto
que dicen que había hecho un pacto con el diablo, no dicen que habría,
o que hubiese hecho un pacto con el diablo. Sea como sea, eso está muy
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Es de resaltar que solo hay una carretera tipo trocha y que durante
nuestro recorrido ningún otro vehículo nos alcanzó, ni mucho menos
nos sobrepasó. Además, una persona de buen físico, a pie ese recorrido
lo hace entre dos horas y media a tres horas tomando los caminos y
atajos más cortos posibles.
Del medio de trasporte que usó Joaquín para llegar más rápido a
Montejo ese día, he sabido la siguiente versión, según dicen contada
por el mimo Joaquín: Teniendo que irse para Montejo y que ya era muy
tarde y no había carro, tenía que irse a pie. Iniciaba la salida, cuando
llegó un señor desconocido con una moto que hacía mucho ruido y le
dijo: yo voy para Montejo, si quiere súbase y lo llevo. Como esa era una
muy buena oportunidad, Joaquín no lo dudó y se subió a la moto y que
el señor desconocido le dijo: téngase duro porque voy algo ligero. Se
inició el viaje. Esa moto parecía que volaba; que de la velocidad
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LA REFORESTACIÓN DE LA LOMALTA.
José Gabriel Acevedo Aponte, cuenta que una vez vino a Montejo a
visitar a los papás, Hermenegildo Rincón Pabón, que era suboficial del
Ejército. Para regresarse tuvo que hacerlo a pie. Venía solo y por el
camino, (carretera) lo alcanzó Joaquín Sarmiento. Después de un rato
de camino, Joaquín le ofreció el servicio de ayudarle a traer una
mediana maleta que traía Hermenegildo. Joaquín traía la maleta y
empezaba a oscurecer cuando venían del Alto de Cupavita hacía
Chinavita en el sitio donde hay dos curva seguidas, llegando a donde
hay una matica de monte al lado de abajo de la carretera; no venían
hombro a hombro, sino que Joaquín venía un paso atrás, cuando de
pronto Hermenegildo oyó que algo cayó al suelo con ruido muy
parecido a su maleta, volvió de inmediato a mirar y tuvo su gran
sorpresa; efectivamente lo que había sonado contra el suelo era su
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Así las cosas, yo resolví que debía ir algún día a hablar algo con
Joaquín Sarmiento, quien en la mayoría de las veces vivía con un
hermano llamado Valentín Sarmiento y la esposa de éste llamada
Magdalena Rivera Morales, en una casa, ubicada entre Chinavita y el
Alto de Cupavita, al lado de abajo de la carretera, donde hay un
ramalito para llegar a la casa. No me acuerdo ni en qué año fue eso;
pero sí me acuerdo que fui con un señor que se llamaba Marco Emilio
Morales Villamil (Q.P.D.) que era de Pachavita, pero vivía en
Chinavita; sabía de varios oficios, hacía escopetas y era fotógrafo; él
admiraba mucho a Joaquín, le tomó varias fotos. A mí me vendió una
Fotografía; que ahora mucho tiempo después, pienso que tiene mucho
valor. Eso es así, las casas valen por lo viejas. Esa es la foto que he usado
para la portada de esta pequeña obra; hecha con mucho trabajo, pero
con mucho interés por nuestra tierra. ¡por Chinavita!
Este es uno de los hechos que son un misterio comprobado, puesto que el
cuento corrió, yo les pregunté a Mario Pulido y después a Víctor Aponte
y ambos me dijeron que eso era lo que ellos habían visto y que en caso
de que fuera una declaración, eso era lo que les costaba.
Otros decían y admiraban que esa loma era como encantada para el
amor, tal vez por el frio, la soledad, y la fuerza invisible de la
abundante naturaleza, ese paisaje tan amplio, sus caminitos de suave
arena, el viento a veces suave y otras veces fuerte que besa la frente,
hacían que los algo enamorados resultaran muy enamorados y
cambiaran de camino, los que debían ir por el camino de arriba se
iban por el de abajo o viceversa, lo que los exponía a momentos muy
lindos y divinos al disfrute del verdadero amor libre, sin bendiciones
ni maldiciones ; pero después era para dolores de cabeza y de estómago;
entonces le echaban la culpa al diablo. Que en la Lomalta había
muchos diablos que los obligaba a hacer diabluras y que era imposible
evitarlas; porque ese diablo del amor a escondidas tiene mucha fuerza.
EL MORRACO.
Cuenta Aureliano Vallejo Acevedo que decían que una vez, un día por
la tarde, iba Marcos Fernández Casteblanco, de Chinavita para su casa
en Quinchos, sector de abajo. Cuando iba en la hondonada antes de
llegar a la Lomalta, hoyó que a lado de arriba del camino entre el
chiramal lloraba un niño, era tan sentido el llanto que Marcos resolvió
ir a darse bien de cuenta qué era eso tan extraño, ¿sería que alguien,
alguna jijuna, o algunos jijunas cochambres, habían abandonado a
alguna criatura? Se fue a paso firme y encontró a un niño
abandonado, estaba solo, miró para todo lado y no vio a nadie, estaba
sobre unos trapos viejos, todo era muy extraño; pero lo más extraño era
que al niño le empezaban a salir los dientes y que con las manitas con
uñas muy largas cogía cogollos de helecho churito para mantenerse, y
comía helecho tierno.
Marcos estaba muy admirado de eso tan raro, volvió a mirar muy bien
para todos los lados, y no vio a nadie. Sumido en amor, lástima y
ternura resolvió que no había más que hacer, sino que llevar ese pobre
niño abandonado para su casa. Marcos ya se había casado dos veces y
tenía varias hijas y nueve hijos varones todos bien fortachos y con este
que se acababa de encontrar se completaban diez, todo un grupo de
grandes trabajadores. Alzó el niño, le arregló los chanchiros y lo
envolvió en la ruana y cogió su camino. Marcos Fernández iba a paso
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LA VIRGEN DE LA LOMALTA.
Con tantos cuentos, tanto embeleco, tantas visiones y ruidos raros, todo
un conjunto de supuestos hechos que producían mucho miedo, que oían
música y cánticos en otro idioma, todos, grandes y chicos a decir el
cuento más reforzado, para causar más miedo, tanto que había que
procurar pasar de día por la loma, porque por la noche se le podía
aparecer el patas, con todo eso tan misterioso, unos señores muy
católicos y desde luego conservadores, pero no godos, rezanderos a dos
camándulas, se inventaron que para contrarrestar tantas tentaciones
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tan lindas que los hacían cambiar de camino, con mucho gusto y con
mucho susto al disgusto; había que colocar una imagen de la Virgen
en la loma en la parte donde apartaban los caminos, para que ella
atajara a cada cual por su camino y, no buscaran el camino de los
enamorados, amplio, lindo, cubierto de flores. Dicen que esos señores
fueron: Florentino Vega Rivera, Benjamín Vega Acevedo (padre e hijo),
ambos de Quinchos y Calixto Torres Acevedo de Montejo. Se entiende que
debió haber muchos más, lo que pasa es que ya en este año 2.017, ya es
muy difícil encontrar quien cuente el cuento. Dicen que para conseguir
la imagen fue comisionado Calixto Torres Acevedo, quien se defendía
muy bien en Bogotá y sabía dónde era la fábrica de las vírgenes;
compró una y la trajo.
Al fin de tantos cuentos, la verdad fue que no hubo los tres días de
tinieblas, que a lo último lo habían rebajado a un solo día que también
lo fijaron para esas fechas numéricas que las califican como malas, era
el 13 de octubre de 1.960; algunos se alistaron para lo final, los de mi
casa no se alistaron porque poco creían y el que menos creía en esos
cuentos era yo, pero me tocaba estar callado por sí, o por no ; el miedo
que nos habían metido era muy grande, yo cuando eso no tenía la
suficiente capacidad de conocimientos para contradecir semejantes
brutalidades.