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Samuel era el nombre del anciano, tenia cien años y estaba pronto a morirse.

Allí yacía el
todo moribundo en su vieja cama de bronce que todavía se mantenía con el mismo brillo que
lució hace muchos años atrás.
El hombre vivía solo en una vieja casa donde paso cincuenta años, no le quedaba nadie
amado en este mundo, muchas veces (entre llanto y murmuro) afirmaba que a pesar de haber
tenido mucha gente a su lado nunca logro terminar de comprender a las personas, ciertas
actitudes que resultan ilógicas, como aquella gente que sabe que algo lo lastima y aun así lo
buscan, es como poner las manos en el fuego luego de quemarse una y otra vez «no tiene
sentido» afirmó. Durante su juventud fue un estudioso de la filosofía y amante de la literatura,
escribió varios ensayos, cuentos, novelas y poesías los cuales nunca mostró a nadie pero que le
hubiera gustado dar a conocer.
Nunca se casó, siempre dijo que era un hombre demasiado complicado y no habría mujer
que aguante mas de tres días con el; lo más cercano al contacto humano que tuvo cuando no era
tan viejo y vivía en un departamento en el centro de la ciudad fueron sus dos hermanos, ambos
casi siempre estaban ocupados por cuestiones laborales o por cuidar de sus familias. Por ende
Samuel pasaba gran parte de sus días encerrado en su habitación con su atormentada mente,
unos gordos libros que leía desde el amanecer hasta el anochecer, y una maquina de escribir
sobre su escritorio.
El inevitable fin estaba llegando, sus ojos se estaban cerrando para no volver a abrirse,
todo lo que podía ver en ese instante en que todo se volvía oscuro era un túnel con una luz
cegadora al final; mientras al lado de el se encontraba una linda joven de veintidós años, muy
amable, hija de una vecina, ella lo acompaño en todo momento de necesidad, aun con sus
manías de viejo, por lo que las pocas pertenencias del viejo según su disposición, quedarían para
la joven.
Samuel uso su último aliento para rezarle a Dios, sin embargo no le pidió por el perdón de
los pecados, ni mucho menos que lo guíe al cielo, rogó por una segunda oportunidad para lograr
lo que no logro, y experimentar lo que deseó pero no pudo cumplir. Su vida entera comenzó a
pasar por sus ojos mientras iba hacia la luz, desde ese momento hasta los más remotos días de
su infancia; una enorme tristeza invadió su corazón y se largo a llorar por terminar de esa
manera…
Abrió los ojos muy confundido, « ¿Dónde estoy? ¿Es el cielo o el infierno?» era lo único
en que podía pensar en un momento así, lo primero que llego a ver fue a una hermosa mujer que
lo sostenía en sus brazos, « ¡¿mama?!» exclamo sorprendido en su mente, ya que no le salían las
palabras de su tierna boca, el cuerpo de Samuel estaba libre de arrugas y su cuerpo nuevamente
era diminuto; volvió a nacer. Otra vez lloro pero ahora no era un llanto triste, sino de alegría, el
vio morir a su madre hace muchísimo tiempo y ahora ella lo tenia entre sus manos nuevamente.
Inmediatamente la dulce señora apoyo la cabeza del bebe contra su pecho e intento consolarlo.
Tal y como lo esperaba, Samuel creció y comenzó a ir a la escuela (en la cual destacó por
conservar las experiencias de su primera vida) maestros y alumnos de todo curso quedaban
impresionados al ver la buena ortografía, destreza para las matemáticas y otras materias. Aun así
Samuel no era feliz con ello, todavía había un vacío que no logro llenar nunca ¿Qué sería? Su
niñez continuó adelante, las riñas con algunos niños que no pudo resolver la primera vez, logro
afrontarlas gracias a los años que entreno boxeo en un club en el que se asoció cuando cumplió
los dieciséis años hace mucho; esta vez no ganó por ser mas fuerte, sus manos eran pequeñas y
suaves, pero en su interior había un viejo lobo dispuesto aun a saltar sobre su presa. Claro esta,
después de dejar a sus compañeritos tirados en el suelo con la nariz sangrando se le dio un serio
llamado de atención y tuvo que venir su padre para que la directora le dijera lo problemático que
era su hijo, pero como dice el refrán “de tal palo, tal astilla”, este señor era también medio mal
arriado, por eso defendió a su niño con tal vehemencia argumentando que su hijo actuó en
defensa propia y levantando la voz en el momento en que llamaron a Samuel “un mal niño” por
ello todo acabó en la nada.
Así que además de resultar el niño mas inteligente y respetado de toda la escuela, también
era el mas maduro lo que impresionaba a todo el mundo, jamás lloró por un capricho, ni tuvo
que recibir una orden de sus padres para hacer las cosas, tampoco estorbó en el camino de sus
hermanos, a pesar de ser un pequeño actuó con muchísima responsabilidad e independencia.
Llegada su adolescencia seguía siendo el mismo gran hombre en cuerpo pequeño (a diferencia
de muchos conocidos, quienes continuaban en la edad del pavo) sin embargo al igual que en su
primera existencia, le seguía costando integrarse a un grupo y hacer amigos lo que no quitaba
que se esforzara por hacerlo
Finalmente Samuel se volvió adulto y quienes lo conocían lo consideraban un genio,
recibió una beca para estudiar lo que mas le apasionaba en esta o en cualquier vida, tuvo el
privilegio de asistir a la mejor facultad de filosofía del país. Esto en parte lo hacia feliz, pero
seguía sintiendo un profundo vacío causado por ese sentimiento de soledad que lo agobiaba, si
bien era querido por muchos, eran pocas las personas a las que el quería y aun así nadie lograba
comprender como se sentía ni mucho menos llenar su vacío, sentía frío y no había piel humana
que pudiera sentir que lo calentara, como si llevara una gruesa armadura de hierro y no pudiera
ver nadie pudiera ver a través de su yelmo, ni percibir la temperatura que transmiten las demás
almas.
Un día que estaba yendo camino a la facultad se cruzo a muchacha joven, de cabellos
enrulados y castaños, con sus ojos grandes y oscuros leía atentamente un libro como si estuviera
metida en ese mundo y ocasionalmente daba un sorbo a una taza de capuchino sentada en la
cafetería de enfrente. Samuel tuvo una sensación de que ella era especial, deseaba
fervientemente conocerla; en su otra vida se habría hecho para atrás como perro con la cola
entre las patas, pero esta vez era un hombre nuevo y decidido, se le dio una segunda
oportunidad y no pensaba desperdiciarla. Cruzo la calle con las piernas temblorosas, sus manos
frías y el corazón latiéndole a mil por segundo sin embargo no planeaba volverse, «es ahora o
nunca» gritó para adentro.
Estando ya con la mujer, Samuel le preguntó si podía sentarse con ella, a lo que la dama
contesto afirmativamente con la cabeza
— Veo que le gusta mucho leer—añadió Samuel, mientras ella parecía hacerse la
sorda— ¿que libro es?
— El Puente Roto…—contesto sin quitar sus ojos del libro
— ¡Genial! ¡Amo ese libro!—contestó emocionado, pero luego avergonzado de haber
levantado el tono volvió a agregar con un tono mas parco— es llamativo los
problemas de comunicación que hay entre las personas y que esa novela quiere
reflejar, siento un gran respeto por el autor, fue un hombre muy sufrido
— Néstor Domínguez, lo se, es un genio y me siento muy identificada con los
personajes de su novela
— Sin embargo en uno de sus últimos libros puede verse que es un hombre diferente,
afirmando que la humanidad no esta perdida, todavía hay esperanza
— ¿enserio? ¿Como se llama ese libro?
— La Fortaleza, te lo recomiendo es excelente, por cierto no te dije mi nombre, soy
Samuel
— Fátima; encantada…
Luego de ese encuentro acordaron verse de nuevo; efectivamente ambos congeniaron de
inmediato y se hicieron muy amigos. Compartían todos sus pensamientos mas profundos,
ninguno sentía vergüenza al contarle algo al otro (lo cual en Samuel era algo extraño ya que no
se daba con nadie). Incluso ante la mayor preocupación que agobiaba a Fátima (la perdida de un
ser amado), Samuel siempre sabia que decirle y lograba animarla a lo que ella le respondía «Es
como si supieras donde está».
Pasó el tiempo, Samuel llego a su adultez y alcanzo saberes que no logro antes, se volvió
un pensador y escritor aun mas grande de lo que habría podido llegar a imaginar; dio clases en
la misma universidad en la que se recibió por un tiempo, incluso sus libros captaron el interés de
una amplia población lectora volviéndose una persona muy popular y exitoso. Respecto a
Fátima, quedo con ella como su más importante amigo, lo cual lo dejó muy cómodo por haber
encontrado un humano a quien pudiera ver mas allá de una mascara o tomarle la mano y captar
ese calor que tanto anhelaba sentir lo que dejaría pensando a muchos ¿Por qué no llevaron su
relación a otro nivel? La verdad es que decidieron dejarlo como algo casual, ser algo más
habría conllevado compromisos que no deseaban contraer.
Compro una casa muy bonita en la playa, desde su balcón podía verse la arena blanca
iluminada por la puesta de sol, y sentir el olor del mar. Este escenario ponía muy melancólico a
Samuel; luego de toda su aventura logro mas de lo que esperaba, pero estaba disconforme aún,
como consecuencia acabo entregándose al vicio, salía por las noches a embriagarse rodeado de
prostitutas. Nuevamente le agarró la depresión, esta vez no sabia que le faltaba lo que lo
frustraba más y volvía destrozado a su casa a las 7:00 AM. Y claro nadie podía decirle nada de
su “vida loca” no había nadie con autoridad sobre el excepto ella…
Fátima al ser tan intima allegada de Samuel trato en vano de hablar con él sin lograr
resultado, ni siquiera logro que confesara porque se dañaba de esa manera, entonces resolvió
llevarlo a un hospital psiquiátrico donde pudiera recibir ayuda profesional. El tratamiento que
recibió duró muchos años y el progreso fue lento, aun así su incondicional amiga iba todos los
días a acompañarlo en ese difícil momento; hasta que finalmente un día le dieron el alta
creyendo que ya estaba listo para reinsertarse en la sociedad.
Samuel apareció muerto al otro día en su cama de bronce, a un lado suyo reposaba un vaso
de whisky mezclado con cianuro y debajo de este una nota que decía:
«Fátima, para cuando leas esto yo ya estaré muerto, quiero pedirte disculpas por despedirme
de este modo, pero así deben ser las cosas. Mi tormento es demasiado fuerte, aun teniendo todo
me siento como una cáscara vacía y ya no puedo aguantar más; en esta carta voy a revelarte la
verdad que nunca le conté a nadie, esta no fue mi primera vida pero si la ultima de eso estoy
seguro… nací por segunda vez por un milagro que pedí al Absoluto sin embargo ahora me doy
cuenta que no fue una bendición lo que se me dio, sino una maldición que no le desearía a
nadie. Para cerrar quiero rogarte que no llores por mí, después de todo viví mas de lo que
debería… solamente recuerda que siempre te amare.»
Fátima fue informada de la tragedia ese mismo día por la policía. Al leer estas palabras
quedó de rodillas llorando sobre la nota, sufriendo nuevamente la inevitable fatalidad de
saber que todo lo que ama acaba pereciendo.

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