Professional Documents
Culture Documents
APUNTES DE CLASE
TEOLOGIA II
UCSP - AREQUIPA 2016
SEGUNDA UNIDAD:
DIOS CREADOR-------------------------
La creación es, pues, un misterio de fe y, a la vez, una verdad accesible a la razón natural
(CEC, 286). Esta peculiar posición entre fe y razón, hace de la creación un buen punto de
partida en la tarea de evangelización y de diálogo que los cristianos están siempre –
particularmente en nuestros días [1] – llamados a realizar, como ya hiciera San Pablo en el
Areópago de Atenas ( Hch 17,16-34).
Se suele distinguir entre el acto creador de Dios (la creación active sumpta ), y la realidad
creada, que es efecto de tal acción divina (la creación passive sumpta ) [2] . Siguiendo este
esquema se exponen a continuación los principales aspectos dogmáticos de la creación.
CARLOS ANTONIO VALDIVIA LAURA
APUNTES DE CLASE
TEOLOGIA II
UCSP - AREQUIPA 2016
1.4 ERRORES A CERCA DE LA CREACION
1) La razón prueba la creación de los seres, porque de otra suerte hay que admitir:
a) O que los seres vienen de la nada, lo que es absurdo.
b) O que vienen unos seres de otros en serie infinita, lo que no explica nada.
c) O bien que el mundo es, como Dios, eterno e increado; lo que tampoco admite la ciencia.
La Escritura nos enseña la creación en muchos lugares. Basta citar las palabras con que
inicia el Génesis. "En el principio creó Dios el cielo y la tierra" (Gn 1,1).
Dios creó al mundo libremente y con un simple acto de su voluntad. "Habló y todo fue
hecho: dijo y todo fue creado".
Materialismo
Dualismo
Panteísmo.
C) El panteísmo enseña que todos los seres se confunden con Dios porque son una
emanación de la sustancia divina
Pero no sabemos cuándo fue creado. Los científicos calculan muchos millones de
años; y la fe no necesita decirnos nada en este sentido.
Respecto al estado en que fue creado, la fe nos enseña que Dios creó al mundo, pero
no que lo creara como existe hoy. Para la ciencia, su organización actual es obra de
miles de siglos.
Siendo así que no se propuso un fin científico, no hay para que exigir un acuerdo
rígido entre la ciencia y la descripción del Génesis. Basta que no haya contradicción
entre ellas.
a) El mundo no es eterno.
b) El mundo fue formado sucesivamente.
c) Aparecieron primero los seres inferiores y después los superiores; primero la
materia, luego las plantas, los animales y por fin el hombre.
A la objeción: ¿Cómo pudo Dios crear la luz el primer día cuando el sol no
apareció sino hasta el cuarto?, se puede contestar: antes de la luz del sol existió la
luz producida por la materia confusa del mundo en ignición. Los diversos astros no
vinieron a formarse sino mucho más tarde.
Para explicar los seis días de la creación en griego "yom", se han presentado tres
hipótesis:
EL FIN DE LA CREACION
Acto libre por el que Dios comunica su misterio a la humanidad invitándola a compartirlo.
La revelación constituye el fundamento de la fe y su referencia constante; la teología, que
nace de la revelación. Intenta comprender su misterio a la luz de la inteligencia.
El término "revelación» debe su origen al griego apokalyptein, que significa quitar el velo,
hacer manifiesto; sin embargo, el uso que hace de este término la Escritura no puede
reducirse a la terminología. En el Antiguo Testamento la revelación se expresa
preferentemente por la expresión «palabra de Yahvé»; en efecto, según la concepción judía
es imposible ver a Dios y sólo puede escucharse su voz. El Nuevo Testamento utiliza al
menos 15 términos diferentes para hablar de la revelación, pero su referencia es siempre
Jesús de Nazaret y su actividad; por tanto, la revelación es principalmente la descripción de
su persona, de su actividad y de su enseñanza.
Dios se ha revelado como Ser personal, a través de una historia de salvación, creando y
educando a un pueblo para que fuese custodio de su Palabra y para preparar en él la
Encarnación de Jesucristo.
Dios quiso manifestar su gloria y darse a conocer al hombre. Para ello creo un mundo
perfecto, modelo de grandeza, esplendor y belleza, armónicamente ordenado. Lo invisible
de dios se hace de este modo manifiesto al hombre.
Sin embargo esta revelación de Dios al hombre por la creación no se dirige primariamente
al entendimiento discursivo, sino al hombre entero en su dimensión espiritual. Un cielo
estrellado evoca en el hombre una sensación de algo más grande, la profundidad de un
paisaje le sugiere la idea de lo infinito. En el destino de su vida, de su pueblo descubre el
hombre la presencia de una mano providente que es a la vez justa y vengadora. Todo esto
constituye una interpelación para el hombre y le descubre el carácter personal de la
revelación.
(CEC, 292)
Así como no hay contradicción entre la unicidad de Dios y su ser tres personas, de modo
análogo no se contrapone la unicidad del principio creador con la diversidad de los modos
de obrar de cada una de las Personas.
«“En el principio, Dios creó el cielo y la tierra”: tres cosas se afirman en estas primeras
palabras de la Escritura: el Dios eterno ha dado principio a todo lo que existe fuera de él. Él
solo es creador (el verbo “crear” –en hebreo bara – tiene siempre por sujeto a Dios). La
totalidad de lo que existe (expresada por la fórmula “el cielo y la tierra”) depende de aquel
que le da el ser» ( Catecismo , 290).
Sólo Dios puede crear en sentido propio [4] , lo cual implica originar las cosas de la nada
( ex nihilo ) y no a partir de algo preexistente; para ello se requiere una potencia activa
infinita, que sólo a Dios corresponde (cfr. Catecismo , 296-298). Es congruente, por tanto,
apropiar la omnipotencia creadora al Padre, ya que él es en la Trinidad –según una clásica
expresión– fons et origo , es decir, la Persona de quien proceden las otras dos, principio sin
principio.
Hay, pues, una razón creadora en el origen del cosmos (cfr. Catecismo , 284) [5] . El
cristianismo tiene desde el comienzo una confianza grande en la capacidad de la razón
humana de conocer; y una enorme seguridad en que jamás la razón (científica, filosófica,
etc.) podrá llegar a conclusiones contrarias a la fe, pues ambas provienen de un mismo
origen.
No es infrecuente encontrarse con algunos que plantean falsas disyuntivas, como por
ejemplo, entre creación y evolución. En realidad, una adecuada epistemología no sólo
distingue los ámbitos propios de las ciencias naturales y de la fe, sino que además reconoce
en la filosofía un necesario elemento de mediación, pues las ciencias, con su método y
objeto propios, no cubren todo el ámbito de la razón humana; y la fe, que se refiere al
mismo mundo del que hablan las ciencias, necesita para formularse y entrar en diálogo con
la racionalidad humana de categorías filosóficas [6] .
Es lógico, pues, que la Iglesia desde el inicio buscara el diálogo con la razón: una razón
consciente de su carácter creado, pues no se ha dado a sí misma la existencia, ni dispone
completamente de su futuro; una razón abierta a lo que la trasciende, en definitiva, a la
Razón originaria. Paradójicamente, una razón cerrada sobre sí, que cree poder hallar dentro
de sí la respuesta a sus interrogantes más profundos, acaba por afirmar el sinsentido de la
existencia, y por no reconocer la inteligibilidad de lo real (nihilismo, irracionalismo, etc.).
«Creemos que [el mundo] procede de la voluntad libre de Dios que ha querido hacer
participar a las criaturas de su ser, de su sabiduría y de su bondad: “Porque tú has creado
todas las cosas; por tu voluntad lo que no existía fue creado” ( Ap 4,11). [...] “Bueno es el
Señor para con todos, y sus ternuras sobre todas sus obras” ( Sal 145,9)» (Catecismo , 295).
En consecuencia, «salida de la bondad divina, la creación participa en esa bondad (“Y vio
Dios que era bueno [...] muy bueno”: Gn 1,4.10.12.18.21.31). Porque la creación es querida
por Dios como un don» ( Catecismo , 299).
CARLOS ANTONIO VALDIVIA LAURA
APUNTES DE CLASE
TEOLOGIA II
UCSP - AREQUIPA 2016
Este carácter de bondad y de don libre permite descubrir en la creación la actuación del
Espíritu –que «aleteaba sobre las aguas» ( Gn 1,2)–, la Persona Don en la Trinidad, Amor
subsistente entre el Padre y el Hijo. La Iglesia confiesa su fe en la obra creadora del
Espíritu Santo, dador de vida y fuente de todo bien .
295 Creemos que Dios creó el mundo según su sabiduría (cf. Sb 9,9). Este no es producto
de una necesidad cualquiera, de un destino ciego o del azar. Creemos que procede de la
voluntad libre de Dios que ha querido hacer participar a las criaturas de su ser, de su
sabiduría y de su bondad: "Porque tú has creado todas las cosas; por tu voluntad lo que no
existía fue creado" (Ap 4,11). "¡Cuán numerosas son tus obras, Señor! Todas las has hecho
con sabiduría" (Sal 104,24). "Bueno es el Señor para con todos, y sus ternuras sobre todas
sus obras" (Sal 145,9).
296 Creemos que Dios no necesita nada preexistente ni ninguna ayuda para crear
(cf. Concilio Vaticano I: DS 3022). La creación tampoco es una emanación
necesaria de la substancia divina (cf. ibíd., 3023-3024). Dios crea libremente "de
la nada" (Concilio de Letrán IV: DS 800; Concilio Vaticano I: ibíd., 3025):
298 Puesto que Dios puede crear de la nada, puede por el Espíritu Santo dar la
vida del alma a los pecadores creando en ellos un corazón puro (cf. Sal 51,12), y
la vida del cuerpo a los difuntos mediante la Resurrección. Él "da la vida a los
muertos y llama a las cosas que no son para que sean" (Rm 4,17). Y puesto que,
por su Palabra, pudo hacer resplandecer la luz en las tinieblas (cf. Gn 1,3), puede
también dar la luz de la fe a los que lo ignoran (cf. 2 Co4,6).
299 Porque Dios crea con sabiduría, la creación está ordenada: "Tú todo lo
dispusiste con medida, número y peso" (Sb 11,20). Creada en y por el Verbo
eterno, "imagen del Dios invisible" (Col 1,15), la creación está destinada, dirigida
al hombre, imagen de Dios (cf. Gn1,26), llamado a una relación personal con
Dios. Nuestra inteligencia, participando en la luz del Entendimiento divino,
puede entender lo que Dios nos dice por su creación (cf. Sal 19,2-5), ciertamente
no sin gran esfuerzo y en un espíritu de humildad y de respeto ante el Creador y
su obra (cf. Jb 42,3). Salida de la bondad divina, la creación participa en esa
bondad ("Y vio Dios que era bueno [...] muy bueno": Gn 1,4.10.12.18.21.31).
Porque la creación es querida por Dios como un don dirigido al hombre, como
una herencia que le es destinada y confiada. La Iglesia ha debido, en repetidas
ocasiones, defender la bondad de la creación, comprendida la del mundo material
(cf. San León Magno, c. Quam laudabiliter, DS, 286; Concilio de Braga I: ibíd.,
455-463; Concilio de Letrán IV: ibíd., 800; Concilio de Florencia:ibíd.,1333;
Concilio Vaticano I: ibíd., 3002).
300 Dios es infinitamente más grande que todas sus obras (cf. Si 43,28): "Su
majestad es más alta que los cielos" (Sal 8,2), "su grandeza no tiene medida"
(Sal 145,3). Pero porque es el Creador soberano y libre, causa primera de todo lo
que existe, está presente en lo más íntimo de sus criaturas: "En él vivimos, nos
movemos y existimos" (Hch 17,28). Según las palabras de san Agustín, Dios
es superior summo meo et interior intimo meo ("Dios está por encima de lo más
alto que hay en mí y está en lo más hondo de mi intimidad") (Confessiones,
3,6,11).
CARLOS ANTONIO VALDIVIA LAURA
APUNTES DE CLASE
TEOLOGIA II
UCSP - AREQUIPA 2016
5. Dios mantiene y conduce la creación
«Amas a todos los seres y nada de lo que hiciste aborreces pues, si algo odiases,
no lo hubieras creado. Y ¿cómo podría subsistir cosa que no hubieses querido?
¿Cómo se conservaría si no la hubieses llamado? Mas tú todo lo perdonas porque
todo es tuyo, Señor que amas la vida» (Sb 11, 24-26).
Una forma especial del dominio del hombre sobre la creación es el hecho de dar
nombres. Se narra en el Génesis: "Y se dijo Yavé, Dios: No es bueno que el hombre
esté solo, voy a hacerle una ayuda semejante a él. Y Yavé, Dios, trajo ante el hombre
todos cuantos animales del campo y cuantas aves del cielo formó de la tierra, para que
viese cómo los llamaría, y fuese el nombre de todos los vivientes el que él les diera. Y
dio el hombre nombre a todos los ganados y a todas las aves del cielo, y a todas las
bestias del campo" (/Gn/02/18-20). En el hecho de poner nombres se expresa la unión
del hombre con la naturaleza y su superioridad sobre ella. Dar nombre significa tanto
como definir el ser. El hombre determina el ser de las cosas. Lo define válidamente. Lo
define con sus palabras humanas, con su medida humana. Introduce su propia medida
CARLOS ANTONIO VALDIVIA LAURA
APUNTES DE CLASE
TEOLOGIA II
UCSP - AREQUIPA 2016
en las cosas y ella tiene validez para ellas. Al poner nombres crea orden entre las cosas.
Al darles nombre determina su rango y su puesto en la eternidad. El mundo es confiado
al hombre para que lo administre (Lc. 16, 1-13). Entre el hombre y el cosmos hay, por
tanto, una estrecha relación. En la unidad total que surge entre él y la creación restante
el hombre es el superior. Desde el punto de vista meramente cuantitativo, el fuego y el
agua y el hierro son ciertamente más poderosos que el hombre. Pueden aniquilarlo. Pero
en el hombre hay una fuerza que lo eleva sobre todas las cosas: el espíritu. Dice
·Pascal-B: "No tengo que buscar mi dignidad en lo espacial, sino en orden de mi
pensamiento; poseer países no me servirá de nada. Por la magnitud espacial el universo
es lo que me rodea y me devora como a un punto. Pero por el pensamiento soy yo quien
lo abarca" (Vol. 2, 127).
Este hecho significa que el hombre está en el centro del cosmos y a la vez es superior a
todo el resto de la creación. La misma situación resulta del hecho de que la creación
está abierta a las preguntas del hombre. El hombre hace a la creación las preguntas que
ascienden de su propio ser. Lleva consigo su medida. Sólo cuando la creación está
ordenada al hombre y lleva de algún modo la imagen del hombre en sí puede ser
alcanzada por las cuestiones humanas y dar respuesta a ellas. En la misma dirección
apunta una observación de la actual teoría del conocimiento. El conocimiento humano
significa trato con el mundo, participación en su ser y en su vida. Los ensayos que la
actual ciencia de la naturaleza ha hecho en los procesos atómicos aclaran esta
importancia del conocimiento. Mientras que, según la concepción aristotélico-
escolástica, el mundo se enfrenta como objeto al sujeto cognoscente, de forma que el
hombre, en el proceso del conocimiento, no añade nada al ser de las cosas conocidas,
mientras que, según Kant, el hombre imprime al ser desconocido de las cosas sus
formas de intuición, según las concepciones de la actual ciencia de la naturaleza, el
CARLOS ANTONIO VALDIVIA LAURA
APUNTES DE CLASE
TEOLOGIA II
UCSP - AREQUIPA 2016
proceso del conocimiento ocurre cuando tanto el objeto como el sujeto contribuyen a la
figura de lo conocido. Según la física atómica actual, los últimos elementos
estructurales de la materia (ondas o partículas) se cambian cuando el hombre se dirige a
ellos con sus aparatos de observación. El hombre sólo puede conocer la materia
cambiada y configurada por el proceso de observación. El es, por tanto, quien da
configuración al mundo material. Por esa actividad configuradora del hombre es
ordenado el mundo. Si las cosas aparecieran a los ojos del hombre en su ser primitivo,
despojadas de la forma que el hombre les da, darían la impresión de una complicación
caótica. El mundo está, por tanto, creado de tal forma para el hombre, que puede recibir
de él forma y orden. En esto se ve que el comportamiento del hombre tiene
significación decisiva para el mundo.
Más importante que para el hombre es para el animal esta relación recíproca. Lo mismo
que el hombre recuerda su propio ser por medio del animal, el animal es llevado a su
verdadera forma de ser por el hombre. Al encontrarse con el hombre se realizan las
diversas y opuestas posibilidades del animal. Vamos a aclararlo con algunos ejemplos.
Si un niño sin malicia entra sin miedo en la caseta de un mastín y se echa a dormir,
puede ocurrir que el perro no le haga daño alguno. El niño ha despertado las
posibilidades buenas en el perro. Lo que puede sentir así, está contenido en el primitivo
CARLOS ANTONIO VALDIVIA LAURA
APUNTES DE CLASE
TEOLOGIA II
UCSP - AREQUIPA 2016
saber de ·Laotsé, sabio de la antigüedad china, que enseña: "Quien sabe dirigir bien su
vida camina por el país y no necesita esquivar ni al tigre ni al rinoceronte... El
rinoceronte no tiene en él dónde meter su cuerno; el tigre no tiene dónde hacer presa
con sus garras..." Tal hombre no tiene sitios vulnerables ni mortales. El miedo es
vulnerabilidad. El hombre puede, con su ser, poner al animal en buen orden con él. El
ser del animal está abierto a este orden, no es para él una violencia extraña, es la
plenitud última de la naturaleza animal. La misma comprensión de los animales
encontramos entre los hindúes.
Esto suele ocurrir no raras veces, como si el animal tuviera un oscuro presentimiento de
estas relaciones, como si esperara del hombre su verdadero ser, como si pusiera en él
ciertas indeterminadas esperanzas. Algo parecido parece estar en juego cuando el
animal no sólo mira y observa al hombre, sino que lo examina. De esto se puede
deducir que el animal no sólo ve en el hombre al cuidador que le da comida, sino otra
cosa y mucho más. Así puede ocurrir que un animal cuando tiene que ser operado no
deje acercarse a sí a ningún hombre. Pero cuando está presente su dueño soporta
paciente y sosegadamente cualquier dolor hasta que todo se acaba. Este ejemplo indica
que el animal necesita de lo que el hombre hace.
CARLOS ANTONIO VALDIVIA LAURA
APUNTES DE CLASE
TEOLOGIA II
UCSP - AREQUIPA 2016
1.6 LA PROVIDENCIA
El semblante de Dios en la Biblia es el de un padre que cuida de sus criaturas y les procura
lo que necesitan: “A todos das el alimento a su tiempo” (Sal 145,15s; 104,27s), a los
animales y a los hombres (Sal 36,7; 147,9). Este aspecto es el que evoca la palabra
providencia, voz que no tiene equivalente en hebreo, mientras que el correspondiente
griego pronoia sólo se emplea dos veces para designar la providencia divina (Sab 14,3;
17,2). La solicitud vigilante del Creador se ve, sin embargo, afirmada en la Biblia (Job
10,12); se manifiesta sobre todo en la historia, pero no a la manera de un destino que lleve
al hombre al fatalismo, ni de un mago que asegure al creyente contra los accidentes, y ni
siquiera de un padre sin exigencias; si la Providencia establece al hombre en la esperanza,
le exige también que sea su colaborador.
El Dios cristiano no es un relojero o arquitecto que, tras haber realizado su obra, se desentiende de
ella. Estas imágenes son propias de una concepción deísta, según la cual Dios no se inmiscuye en
los asuntos de este mundo. Pero esto supone una distorsión del auténtico Dios creador, pues separan
drásticamente la creación de la conservación y gobierno divino del mundo .
La noción de conservación “hace de puente” entre la acción creadora y el gobierno divino del
mundo (providencia). Dios no sólo crea el mundo y lo mantiene en la existencia, sino que además
«conduce a sus criaturas a la perfección última, a la que Él mismo las ha llamado» ( Compendio ,
55). La Sagrada Escritura presenta la soberanía absoluta de Dios, y testimonia constantemente su
cuidado paterno, tanto en las cosas más pequeñas como en los grandes acontecimientos de la
historia (cfr.Catecismo , 303). En este contexto, Jesús se revela como la providencia “encarnada” de
Dios, que atiende como Buen Pastor las necesidades materiales y espirituales de los hombres
( Jn 10,11.14-15; Mt 14,13-14, etc.) y nos enseña a abandonarnos a su cuidado ( Mt 6,31-33).
CARLOS ANTONIO VALDIVIA LAURA
APUNTES DE CLASE
TEOLOGIA II
UCSP - AREQUIPA 2016
Si Dios crea, sostiene y dirige todo con bondad, ¿de dónde proviene el mal? «A esta pregunta tan
apremiante como inevitable, tan dolorosa como misteriosa no se puede dar una respuesta simple. El
conjunto de la fe cristiana constituye la respuesta a esta pregunta [...]. No hay un rasgo del mensaje
cristiano que no sea en parte una respuesta a la cuestión del mal» ( Catecismo , 309).
La creación no está acabada desde el principio, sino que Dios la hizo in statu viae , es decir, hacia
una meta última todavía por alcanzar. Para la realización de sus designios, Dios se sirve del
concurso de sus criaturas, y concede a los hombres una participación en su providencia, respetando
su libertad aun cuando obran mal (cfr.Catecismo , 302, 307, 311). Lo realmente sorprendente es que
Dios «en su providencia todopoderosa puede sacar un bien de las consecuencias de un mal»
( Catecismo , 312). Es una misteriosa pero grandísima verdad que «todo coopera al bien de los que
aman a Dios» ( Rm 8,28) [10] .
La experiencia del mal parece manifestar una tensión entre la omnipotencia y la bondad divinas en
su actuación en la historia. Aquélla recibe respuesta, ciertamente misteriosa, en el evento de la Cruz
de Cristo, que revela el “modo de ser” de Dios, y es por tanto fuente de sabiduría para el hombre
( sapientia crucis ).
SCHMAUS
TEOLOGIA DOGMATICA VII
LOS NOVISIMOS
RIALP. MADRID 1961 pág. 292-31
CARLOS ANTONIO VALDIVIA LAURA
APUNTES DE CLASE
TEOLOGIA II
UCSP - AREQUIPA 2016
HAGIÓGRAFOS
VocTEO
Del griego aghioi-graphoi (escritores sagrados); en sentido amplio se llaman así todos los autores-
escritores de los libros de la Biblia, va que las obras que escribieron son el fruto de la colaboración
con Dios, autor principal; así pues, están elaboradas por ellos bajo la inspiración de Dios;
constituyen el canon.
San Jerónimo fue el primero que utilizó la expresión «escritos sagrados», hagiographa, para indicar
los libros de la Biblia. Según el judaísmo posterior al destierro, los libros del Antiguo Testamento se
subdividían en tres grupos: Ley, Profetas y Escritos. Esta subdivisión figura claramente en el
prólogo del Sirácida griego. Del grupo de los Escritos (hagiógrafos) forman parte: Salmos,
Proverbios, Job, Cantar de los Cantares, Rut, Lamentaciones, Qohélet, Ester Daniel, Esdras,
Nehemías, 1-2 Crónicas. en el canon cristiano se añadieron el Sirácida y 1-2 Macabeos.
L. Pacomio