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AMBGDS MUNDOS

Las islas
del lujo
Marcello Productos exóticos,
Carmagnani nuevos consumos
y cultura económica
europea, 1650-1800
Marcello Carmagnani ha sido profesor de Am bos M undos
Historia de América Latina en la Universidad
de Turín, y en la actualidad es profesor en
el Colegio de México. Entre sus principales
libros publicados figuran: Storia dell'America
latina (1976), La grande illusione delle
oligarchie, Stato e società in America Latina
(1981) y L'Altro Occidente. L'America Latina
dall'invasione europea al nuovo millennio
(2003), y ha editado, con Ruggiero Romano
y Alicia Hernández Chávez, una historia de
América Latina.

Ambos Mundos es una colección de estudios


históricos sobre las relaciones entre dos
hemisferios geográficos y conceptuales. Más
cerca de las nuevas miradas atlánticas o
globales que del antiguo americanismo, esta
serie quiere recoger también las relaciones
entre orden natural y orden social, así como
las que se establecen entre las ciencias y las
letras, los dos hemisferios del conocimiento
humano. Lejos de pretender ocuparlos, Ambos
Mundos se contenta con explorar estos
espacios fronterizos, tan híbridos y proble­
máticos como nuestro mundo actual.
M ARCIAL PONS HISTORIA L A S ISL A S D EL L U JO
CONSEJO EDITORIAL Productos, exóticos, nuevos consum os
y cultura económ ica europea,
A ntonio M. Bernal 1 6 5 0 -1 8 0 0
P ablo Fernández A lbaladejo
Eloy Fernández d e m e n ta
Ju an Pablo F usi
Jo sé Luis G arcía D elgado
Santos Ju liá
Ram ón P arada
C arlos P ascual del Pino
M anuel Pérez Ledesm a
Ju an Pim entel
Borja de R iquer
P edro Ruiz Torres
Ramón V illares
MARCELLO CARMAGNANI

LAS ISLAS DEL LUJO


Productos exóticos, nuevos consumos
y cultura económica europea,
1650-1800

Traducción de
V ito Ciao
Y
E sther L lórente Isidro

El Colegio de M éxico
M arcial Pons H istoria
2012
Titulo originai: Le isole del lusso. Prodotti esotici, nuovi consumi e cultura economica europea,
1650-1800, Turin, UTET, 2010.

Para Alicia,
que no actúa contra e l tiempo,
sino a fa v o r de un tiem po venturo.
Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del «Copy­
right», bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra
por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento infor­
mático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo públicos.

© Marcello Carmagnani
© De la traducción: Vito Ciao y Esther Llórente Isidro
D. R. © COLMEX
Camino al Ajusco 20, Pedregal de Santa Teresa - 10740 México D. F.
www.colmex.mx
© Marcial Pons, Ediciones de Historia, S. A.
San Sotero, 6 - 28037 Madrid
3 91 304 33 03
edicioneshistoria@marcialpons.es
ISBN: 978-84-92820-69-6
Depósito legal: M. 21.511-2012
Diseño de la cubierta: Manuel Estrada. Diseño Gráfico.
Maquetación: Francisco Javier Rodríguez Albite
Impresión: Efca, S. A.
Madrid, 2012
ÍN D ICE

Pág-
IN TRODUCCIÓN........................................................................................... 11
)
CAPÍTULO I. ESCENARIO DEL CONSUM O MODERNO: LA
CRISIS DEL MERCANTILISMO Y L A REVOLUCIÓN C O ­
M ERCIAL................................................................................................... 19

El lujo y la balanza comercial................................................................... 20


La despenalización del lu jo ....................................................................... 26
La revolución comercial............................................................................ 34

CAPÍTULO II. DEL LUJO AL CO N SU M O .......................................... 51

El «dulce com ercio».................................................................................. 52


La contribución de la fisiocracia y la economía política sensista........ 61
Hume y E uropa.......................................................................................... 67

CAPÍTULO III. LA TEORÍA DEL CONSUM O DE LA SOCIEDAD


CO M E RCIAL............................................................................................ 81

Hacia una teoría de la economía p olítica............................................... 82


La naturaleza humana de la actividad económica................................. 88
Los fundamentos del consumo................................................................ 92
Consumo inmediato, consumo duradero y balance entre el producto
y del consumo....................................................................................... 99

CAPÍTULO IV. «ISLAS DE UN NUEVO L U JO »................................. 105

Virtudes médicas y virtudes comerciales................................................ 105


La despenalización del consumo europeo............................................. 110
Adam Smith y los productos extraeuropeos......................................... 115
10 Indice

Pág-
CAPÍTULO V. LOS PRODUCTOS DESENCADENANTES: EL A L ­
GOD Ó N INDIANO Y EL TABACO AMERICANO........................ 121

Los tejid os................................................................................................... 122


El tabaco: entre necesidad y deseo.......................................................... 138 IN TR O D U C C IÓ N

CAPÍTULO VI. DE A SIA Y LAS AMÉRICAS: AZÚCAR, TE Y CAFÉ. 151

El nuevo edulcorante: el azúcar............................................................... 152


El oro verde: el t é ....................................................................................... 166
El oro negro: el c afé ................................................................................... 175

CAPÍTULO VIL NIVEL DE V ID A Y CONSUM O DE LOS NUE­


VO S PR O D U CT O S.................................................................................. 199
Los libros de historia tienen algo en común con las novelas: am­
Etacia una sociedad urbana....................................................................... 202
Renta y consum o........................................................................................ 207
bos transforman la historia pasada en historia presente y nacen por
El motor de la difusión de los bienes extraeuropeos: los precios y el una determinada percepción de la realidad, por los hechos que nos
consum o................................................................................................ 2 20 impresionan, por los acontecimientos de nuestra vida.
El origen de este libro se encuentra en el aroma del café que des­
prendía el tostadero cerca de casa, en la curiosidad con la que obser­
CONCLUSIONES. CONSUM O Y CONSUMIDORES....................... 237
vaba a los clientes saborear el café y en el recuerdo de la primera ta­
N O TAS................................................................................................................ 247 cita que tomé a los trece años en esa misma cafetería, que marcó el
B IB LIO G R A FÍA .............................................................................................. 277 comienzo de una serie interminable de cafés que luego he degustado
ÍNDICE DE N O M BR ES................................................................................ 3 01 en distintos países.
Cuando era estudiante universitario y frecuentador asiduo de ca­
feterías, tuve la curiosidad de estudiar la historia del café y de com­
prender la importancia y el significado de su difusión en el mundo.
Años después, este interés me llevó a proponer, sin éxito, a una co­
nocidísima marca de café difundida por todo el mundo un libro que
relatara la importancia económica, social y cultural de la bebida. A
distancia de una decena de años de la propuesta de ese estudio, sin
haber menguado mi pasión por el café y habiendo sumado otro de­
leite, el gusto por el té verde descubierto durante una estancia en
China, consideré que estaba preparado para escribir este libro.
La decisión de dedicarme al estudio de las dos bebidas la tomé
a partir de tres consideraciones. En primer lugar, mi renovado inte­
rés por la historia mundial me llevó a pensar que el té y el café serían
ejemplos significativos de las nuevas relaciones intercontinentales. En
segundo lugar, los estudios acerca de la revolución del consumo me
parecían incompletos y discrepo con su interpretación. En cambio,
12 Marcello Carmagnani Introducción 13

me sumo a lo propuesto por Joseph Schumpeter en el sentido de que de los precios de los productos americanos y asiáticos que llegaban a
las cosas, los hechos, los significados y su articulación son fundamen­ los principales puertos de Europa y examinar además la evolución de
tales para la reconstrucción histórica de los fenómenos económicos. los salarios reales y de la renta familiar para comprender la probabi­
Por último, estaba interesado en profundizar el conocimiento rela­ lidad de que se incorporaran los nuevos bienes en la cesta de la com­
tivo a la transición de los patrones de consumo de las Cortes y las cla­ pra de los hogares, así como la posible sustitución de unos productos
ses aristocráticas a aquellos burgueses y populares. por otros en la misma.
Al principio sólo pensaba abordar las razones que llevaban a que Según procedía, con cierta fatiga, a la recolección de la informa­
la producción, el comercio y el consumo del café y el té ocuparan un ción, pensaba acerca de posibles corpus documentales que me permi­
capítulo importante en la historia mundial. Sin embargo, intuí que tieran entrever los motivos subyacentes a las decisiones de las familias
el consumo de estos productos pudo haber favorecido la reorienta­ o los individuos que llevan a que sus deseos se transformen en nece­
ción en la forma imperante del consumo a finales de la Edad Media. sidades efectivas. En otras palabras, cómo optan los consumidores
Pronto me di cuenta de que el estudio del nacimiento del consumo por los nuevos consumos y por qué éstos reemplazan a los bienes tra­
moderno me permitía precisar y ampliar mi investigación para com­ dicionales, pese a las limitaciones debido a los ingresos para sustituir
prender la participación del mundo no europeo en la transformación los bienes de subsistencia por tejidos o bebidas nuevos. Por tanto, me
de los patrones de consumo en Europa. Esta problemática parecía preguntaba cuáles eran los factores que podían impulsar el deseo de
más interesante en la medida en que podía contribuir a la crítica de nuevos bienes y servicios, y cuáles podían frenar tales alternativas no
una idea recurrente, constantemente reiterada en los publicistas ter- sólo entre las clases populares, sino también entre los agentes econó­
cermundistas, según la cual todas la regiones fuera de Europa eran micos que generan riqueza, prestigio y honor.
meramente pasivas en la historia mundial, objeto absoluto de explo­ Para comenzar a comprender las interacciones entre los deseos
tación, primero por parte de las potencias coloniales y después por el y las necesidades de los consumidores, tuve que examinar el pro­
imperialismo contemporáneo. blema del ocaso del contexto mercantilista, es decir, cómo se diluye
La transición de la idea inicial a una más ambiciosa no fue tarea la subordinación de la economía y los operadores económicos a las
sencilla. De hecho, ¿de qué manera era posible relacionar el café y el políticas de los Estados monárquicos. Además de esa ruptura, de­
té, que son bienes materiales, con la difusión de su consumo que re­ bía explicar cómo se despenalizan los bienes considerados suntua­
quiere una comprensión del comportamiento colectivo que no puede rios, lo cual permitía que las clases no privilegiadas pudieran con­
separarse de las preferencias personales, los gustos, los hábitos y las sumir dichos productos gracias a la abolición de la norma que los
modas? Los estudios sobre la revolución del consumo en el siglo xviii reservaba a los nobles.
atribuyen una enorme importancia a los aspectos inmateriales del Los panfletos ingleses sobre los tejidos de algodón de la India fue­
mismo y esta transformación se interpreta principalmente como un ron de gran ayuda para determinar una línea analítica que resultó ser
fenómeno cultural. He considerado oportuno, en cambio, otorgar muy fructífera. Me refiero a la polémica acerca del lujo sobre la cual
una importancia similar tanto a la dimensión material como a la in­ existe una amplia bibliografía, polémica que estalló entre quienes con­
material según lo sugerido por los estudios antropológicos, econó­ sideraban que el lujo corrompía las virtudes tradicionales y quienes
micos y sociales sobre el consumo contemporáneo. En resumen, he lo alababan como fuente de riqueza para una nación. Este debate me
tomado la decisión de no facilitarme la investigación mediante el ais­ permitió entender que la controversia encerraba temáticas importan­
lamiento de las diferentes dimensiones en juego. tes para el estudio de la economía y las nuevas formas de consumo.
El primer paso fue reconstruir las variables que definen la canti­ Al revisar los escritos en torno a la despenalización del lujo com­
dad de bienes que llegan a Europa provenientes de otras regiones a prendí que, de haber limitado mi investigación al té y el café, no ha­
partir de la segunda mitad del siglo xvn cuando los nuevos produc­ bría entendido plenamente la importancia de los nuevos bienes de
tos no europeos comienzan a llegar a los puertos del Adántico. De consumo de origen no europeo en la transformación material, social
ese modo, me di cuenta de que debía abordar también la evolución y cultural del mundo moderno. Pronto entendí que la difusión del al­
14 Marcello Carmagnani Introducción 15

godón de la India como nuevo consumo tiene lugar contemporánea­ novesi, Quesnay, Turgot y Verri, conduce a Adam Smith, al que tam­
mente a la difusión del tabaco y el azúcar, lo cual me obligó a hacerme bién se le atribuye la idea de que el objetivo final de la producción es
una pregunta más general: ¿la difusión de los nuevos bienes de con­ el consumo. En cambio, este recorrido muestra cómo la nueva cien­
sumo seguía un esquema común? Había un elemento que los identi­ cia económica no habría sido posible sin un desarrollo teórico previo
ficaba y era el hecho de que ninguno era un producto básico para la al consumo. Así llegué a pensar que el denominador común de la in­
subsistencia y la reproducción humanas; en cambio, todos satisfacían vención de la economía política y del consumo moderno debía indi­
necesidades no económicas. viduarse en la elaboración colectiva europea tomando en considera­
Esta constatación me obligó a revisar el plan de la obra para am­ ción la evolución de la competencia en todas las regiones del mundo
pliar la investigación a fin de incluir la familia completa de bienes no en la esfera tanto de la producción como de la distribución.
europeos. Además, los nuevos interrogantes me llevaron a reflexionar El arduo camino de mis investigaciones y reflexiones tal vez per­
sobre un aspecto poco conocido de la revolución comercial, esto es, mita al lector comprender mejor el plan de la obra. El libro se abre
el escenario en el cual se insertan los nuevos bienes de consumo. En con una presentación de los factores que permitieron el nacimiento de
mi libro titulado El otro O ccidente, A mérica Latina desde la invasión la economía política y el consumo moderno, identificados en la etapa
europea hasta la globalización, llegué a la conclusión de que la revo­ inicial de la libertad económica que registra la superación de los va­
lución comercial no sólo era el fundamento de la libertad comercial, lores tradicionales de la moralidad pública y el desarrollo de la revo­
sino también el de la libertad económica y política. Estaba conven­ lución comercial que reorganiza los flujos mercantiles y concede una
cido de que las transformaciones materiales del consumo se presen­ creciente importancia económica a los productos extraeuropeos.
taban siempre en relación con la libertad económica; además, a partir Fijadas las condiciones iniciales, en el segundo capítulo recons­
de estos nuevos interrogantes me pareció probable que la polémica truyo el extraordinario paso que transforma la polémica sobre el lujo
sobre el lujo anticipara la demanda de libertad de consumo, más allá en una reflexión a nivel europeo sobre el significado del consumo.
de que la invención de la economía política pudiera representar un En mi análisis presento a los economistas como parte activa de un
elemento significativo para comprender la importancia de la dimen­ proceso cultural comprometido con la reflexión sobre la importan­
sión inmaterial del consumo. cia de las nuevas condiciones materiales para resaltar las repercusio­
A este punto tuve que individuar cómo se vinculaba la polémica so­ nes que tienen en la mejora de la teoría económica y, más en general,
bre el lujo con el nacimiento de la economía política como expresión de la nueva cultura económica que tanto influyó en la formación de
de los nuevos deseos y necesidades de los consumidores. Me pareció la opinión pública.
que las obras de Bernard de Mandeville y Voltaire eran el nexo con A lo largo de este extenuante trabajo intelectual, que duró casi dos
los escritos económicos de Jean-Francois Melón y la escuela comercial generaciones, A. R. J. Turgot, Pietro Verri y Adam Smith elaboraron
francesa. A partir de estos autores, de hecho, el consumo deja de ser una primera formulación del consumo como parte integrante de la
un argumento moral relacionado con la virtud privada o pública para economía política. En el tercer capítulo, de hecho, muestro cómo es­
encarnar, junto con el comercio, la nueva virtud económica. tos economistas coinciden en rechazar el orden providencial para re­
Los escritos económicos, incluidos aquellos previos a las obras conocer la labor del hombre como fuente principal en la producción
de Melón, permiten establecer una relación entre la revolución co­ y, por tanto, en la ampliación del consumo, así como en la competen­
mercial y el nacimiento de la economía política, ya que todos los cia entre los distintos ámbitos económicos, indispensable para mejo­
economistas europeos tienen un óptimo conocimiento de las con­ rar el nivel de vida de la población.
diciones económicas y de la evolución del comercio y las finanzas, Con el fin de explicitar la importancia de los productos no eu­
como constatan las numerosas referencias explícitas e implícitas en ropeos en la percepción del mundo moderno, en el cuarto capítulo
sus obras a este respecto. expongo su penetración y distribución al despenalizarse su consumo
Así fue cómo me convencí de la necesidad de recorrer el largo ca­ por haber sido considerados bienes de lujo. Las deliberaciones sobre
mino que, partiendo de Melón, Gournay, Forbonnais, Uztariz, Ge- este elemento enriquecieron, sin duda, el debate económico.
16 Marcello Carmagnani Introducción 17

En los dos capítulos siguientes reconstruyo las sinergias entre los Quisiera manifestar mi agradecimiento al personal de la biblioteca y,
productos no europeos y sus repercusiones en la esfera económica y sobre todo, a Amalia de Luigi e Rosaría Raineri. Agradezco también
el nivel de vida europeo. al Centro de Estudios Históricos y a la biblioteca de El Colegio de
En el quinto capítulo me ocupo en particular del algodón in­ México su apoyo, y a mis estudiantes de doctorado en historia su in­
diano y el tabaco americano, productos que abren el camino a la re­ terés en mis seminarios sobre la historia mundial y los problemas his­
novación de la familia de los bienes procedentes de América y Asia tóricos del consumo.
en el consumo europeo. Mi objetivo es mostrar por qué en Europa Numerosos son los amigos y colegas que me han proporcionado
la aceptación del algodón de la India socavó la antigua manufactura información y opiniones valiosas sobre los aspectos materiales y cultu­
textil y obligó a introducir las innovaciones tecnológicas que condu­ rales del consumo. Quisiera dar las gracias a Antonio Annino, Mauro
jeron a la revolución industrial. El tabaco presenta una contribución Ambrosoli, Vera Costantini, Alberto Gallo, Frédéric leva, José Her­
similar dado que, además de impulsar una transformación en las fi­ nández Palomo, Herbert S. Klein, Giovanni Levi, Vanessa Maher,
nanzas de los Estados, fomentó la producción europea en competen­ Carlos Marichal, Manuel Mino, Zacarías Mountoukias, Eduardo
cia con la americana. Tortarolo y Guillermo Zermeño. Obviamente ninguno de ellos es res­
A continuación examino, en el capítulo sexto, la segunda ola de ponsable de mis eventuales desaciertos. Un agradecimiento especial
entrada de las mercancías americanas y asiáticas, representada por el a Giovanni Casetta, que me ayudó a identificar aspectos fundamenta­
azúcar, el té y el café que inauguran, junto con el tabaco, una nueva les de la dimensión doctrinal del consumo y a preparar la edición de
etapa en el consumo europeo: el consumo social. Se trata, de hecho, este libro. Le agradezco mucho a mi esposa Alicia su contribución a
de un consumo que fortalece la convivialidad familiar y social, lo cual la preparación de la edición en castellano.
contribuye a la formación del espacio público con un marcado acento Mis hijas, Paola y Elena me han ayudado en la redacción y en el
urbano. En este capítulo muestro cómo la difusión de estos bienes re­ diseño gráfico, y mis nietos, Sofía Manera, Samuel y Anita Tordjman,
sulta de la transferencia de su producción de sus lugares de origen a me han alegrado la existencia mientras escribía este libro.
otras zonas del mundo y cómo estos se afirman sobre todo gracias a Por último, me han ofrecido una inestimable contribución Karina
su producción en América y Asia. Al llegar al espacio del consumidor Busto en las bibliotecas californianas y Yovana Celaya, Jaime Ramírez
europeo, los productos asiáticos y americanos compiten entre sí a fin y Laura Villanueva en el diseño gráfico.
de reducir sus costos de producción e intermediación; así, una vez
que llegan a los puertos europeos tienen importantes efectos induci­
dos en cuanto a la manufactura y el comercio se refiere.
La presentación de los diferentes productos extraeuropeos no es
todavía suficiente. He considerado, por consiguiente, necesaria la in­
vestigación que expongo en el séptimo y último capítulo, para acla­
rar la función que desempeñan en la transición del consumo del Anti­
guo Régimen al consumo moderno. Logro este objetivo al reflexionar
acerca de cómo los nuevos productos modificaron la interacción en­
tre la dimensión económica, social, institucional y cultural. Asimismo,
trato de comprender cómo se manifestaron las diversas capacidades
de los consumidores para adecuar sus ingresos a las nuevas preferen­
cias de consumo impulsadas por la moda y el estilo de vida urbano.
La redacción de este libro ha sido posible gracias al apoyo de la
Fundación Luigi Einaudi de Turín, cuya biblioteca alberga las colec­
ciones de los clásicos de la economía política y la historia mundial.
C apítulo I
E SCE N ARIO D EL C O N SU M O M O D ERN O :
L A CRISIS D EL M E R C AN T ILISM O
Y L A R E V O L U C IÓ N C O M E R C IA L

La polémica en torno al consumo de los bienes de lujo y su signifi­


cado en el comercio exterior es el detonante de la sociedad comercial
que, como afirma Adam Smith en La riqueza d e las naciones, se carac­
teriza por la estrecha relación entre la producción y el consumo. Ello
significa que el consumo tanto de bienes considerados preciados o de
lujo —como el algodón de la India, el azúcar y el tabaco— como de
bienes de primera necesidad tiene un contenido no sólo económico,
sino también cultural. La constitución de la sociedad comercial es
fruto de la aceleración de las fuerzas económicas y la capacidad de la
inteligencia humana de ordenar, describir y organizar las diversas ac­
ciones humanas relativas a la vida material.
Los detonantes de las transformaciones acaecidas en la sociedad
europea entre finales del siglo xvn y a lo largo del siglo siguiente pue­
den individuarse en la relación entre la expansión del comercio, en
que los productos no europeos adquieren un mayor peso, y la crisis
de la cultura mercantilista que ocurrió en los albores de la Edad Mo­
derna. Por crisis del mercantilismo me refiero no tanto a la supera­
ción de las políticas económicas de los Estados, cuanto a la aparición
de nuevos valores —compartidos por todos los actores sociales—
que identifican la tierra, el comercio y el crédito con los nuevos pila­
res de la riqueza1. Los nuevos valores liquidan la subordinación de la
economía, en general, y del consumo, en particular, a la moral pública
y el poder del Estado2.
Considero que el segundo fundamento de la nueva economía po­
lítica es la aparición de la libertad económica entendida como liber­
tad de comercio y consumo, un tema que abordaré en la segunda
Marcello Carmagnani Escenario d el consum o m oderno: la crisis d el mercantilismo... 21
20

parte de este capítulo al examinar la importancia de Bernard de Man- las costumbres y pueden provocar la decadencia política de los Es­
deville. Por tanto, no es casualidad que para Adam Smith el funda­ tados. Un buen ejemplo a este respecto son los argumentos de W i­
mento de la sociedad comercial se encuentre en la capacidad de cada lliam Petty sobre la necesidad de controlar el consumo de los bienes
uno de «perseguir su propio interés a su manera en un plano liberal de lujo, sin aumentar por ello los impuestos con el fin de evitar la di­
de equidad, libertad y justicia»3. Sin una reorientación de la acción fusión del contrabando6.
humana no se puede comprender el nuevo vínculo que se establece Algunos publicistas ingleses, que se oponen a las leyes suntuarias
desde finales del siglo xvn entre los valores maquiavélicos de la virtud dirigidas a frenar las importaciones de bienes de lujo para defender el
política y aquellos de la nueva virtud económica. equilibrio de la balanza comercial, emprenden, a finales del siglo x v ii ,
La renovación de la cultura política y económica, que destruye los una reflexión sobre las importaciones en general, el consumo de los
valores «góticos» de la sociedad agrícola, vuelve a poner en cuestión bienes coloniales y las políticas públicas comerciales, contribuyendo
tanto los fundamentos biológicos del consumo y de la autarquía como de ese modo a socavar los principios del mercantilismo. Charles Da-
venant, Nicholas Barbón, Josiah Child, Henry Martin y Andrew Flet­
los sociales que reservan determinados bienes únicamente a las Cor­
cher de Saltoun están de acuerdo sobre la existencia de un estrecho
tes reales y principescas. Es en este ambiente en el que la distribución
vínculo entre la expansión del comercio, que comporta necesaria­
de los bienes asiáticos y americanos, algunos de los cuales se caracte­
mente la difusión del lujo y, por consiguiente, de los vicios y la deca­
rizan como «nuevas drogas», desempeña una función importante en
dencia probable de la virtud cívica y las instituciones políticas.
la libertad comercial y la decisión del consumidor, ya que promueve,
Charles Davenant llega a argumentar que la divergencia entre la
a partir del último tercio del siglo xvii, la interacción espontánea en­
virtud política y la económica puede frenar la creación de la riqueza
tre las dimensiones económicas de la producción y el consumo.
misma y favorecer la conquista del país por parte de una potencia ex­
tranjera. En los mismos años, Flechter, si bien insiste en mayor me­
El lujo y la balanza comercial dida en la relación entre el comercio, que comporta prosperidad para
los países, y el interés nacional, que puede impedir el intercambio en­
La reconstrucción de la polémica sobre el lujo permite observar tre los países, atribuye al nuevo negocio de artículos de lujo la posibili­
la correlación que existe entre los bienes producidos y consumidos. dad de determinar un cambio en la forma de gobierno y, por tanto, de
Para lograr este objetivo es preciso tener en cuenta que el concepto acabar con la constitución aristocrática de los países europeos7. Flet­
de lujo, tal como surge en el transcurso del debate público, es ver­ cher considera que los productos procedentes de Asia y las Américas
daderamente fluido, ya que integra en sí mismo elementos de índole incrementan los bienes de lujo producidos en Europa, sumiendo al
moral, religiosa, económica, social y política. continente en un «abismo de placeres», perceptible en la difusión de
Los argumentos presentes en la controversia sobre la naturaleza la moda, los nuevos artículos del hogar y las carrozas, los cuales alte­
del lujo son esencialmente tres: la demanda de productos de lujo se ran completamente las costumbres con efectos muy negativos para los
considera un vicio fundamental y genérico que crea otras necesidades gobiernos. Ante la imposibilidad de evitar la difusión de los bienes de
de bienes de lujo; mientras que la naturaleza viciosa del lujo se con­ lujo en un mundo caracterizado por la competencia comercial, se in­
sidera inmutable, sus formas son prácticamente infinitas; el lujo es si­ voca una nueva virtud cívica que pueda evitar la corrupción y garanti­
nónimo de corrupción y de decadencia4. En resumen, el concepto de zar la cohesión de la comunidad política sin obstaculizar el comercio
lujo engloba una serie de símbolos, como cualquier otro conjunto de exterior. En resumen, se requieren nuevas instituciones que puedan
ideas que sustentan un determinado código de conducta social capaz disciplinar tanto la política como la economía8.
de resistir y de oponerse a otro código social5. Davenant es el que encuentra una posible salida a la tensión entre
La red simbólica subyacente a los diversos bienes de lujo con­ la política y el comercio que ocasiona la expansión del consumo de
siste en considerarlos como innecesarios y, por consiguiente, suscep­ los nuevos y los viejos productos de lujo. Asimismo, respalda la nece­
tibles de prohibición o gravámenes porque se estima que corrompen sidad de que el gobierno desarrolle una virtud pública fundada en la
22 Marcello Carmagnani Escenario del consumo moderno: la crisis del mercantilismo... 23

parsimonia con el fin de controlar y ordenar los excesos del lujo pri­ Henry Martin, al reflexionar sobre las importaciones textiles de la
vado. La importación de los tejidos de la India, por ejemplo, debe India, argumenta que la exportación de oro para obtener tejidos im­
controlarse evitando al mismo tiempo las leyes suntuarias, ya que és­ plica un intercambio de un valor menor, el oro, por uno muy superior,
tas no resuelven la corrupción que se difunde con el lujo de los parti­ los productos textiles, dado que, por medio de este negocio, los co­
culares9. Davenant no niega que los hombres tengan una inclinación merciantes ingleses no sólo obtienen un beneficio para sí mismos, sino
natural por el lujo, y que esta tendencia pueda conducir a la corrup­ l ambién para toda Inglaterra, puesto que el comercio de tejidos de la
ción de la virtud cívica republicana. Para superar el antagonismo en­ India estimula la producción de bienes de lujo en este país, una parte
tre civismo y lujo es pertinente establecer una nueva relación entre las de los cuales incrementa el valor de las exportaciones inglesas12.
necesidades de los sectores público y privado a fin de permitir el enri­ Martin se pregunta cómo la expansión del comercio, fomentada
quecimiento de la nación y la defensa de la soberanía que son las ba­ por los bienes de lujo, puede alterar el equilibrio de la balanza co­
rreras concretas frente a las amenazas externas10. mercial. Tal fenómeno concita gran preocupación a partir de 1663,
La idea de la renovación de la virtud pública también se encuen­ año en el que se autoriza la exportación monetaria para permitir a la
tra en el discurso de Barbón que trata de combinar los deseos y las Compañía de las Indias Orientales la importación sin limitaciones de
necesidades de los hombres con el valor de los bienes. Barbón ar­ algodón de la India13. La compra de esos tejidos, que tienen un pre­
gumenta que la reconciliación entre las necesidades humanas y los cio inferior a los tejidos ingleses similares, genera un ahorro para las
bienes económicos puede realizarse si se reconoce que todos los clases bajas que les permite destinar una parte de sus ingresos al con­
bienes tienen un valor y no sólo aquellos relativos a la reproduc­ sumo de bienes más preciados producidos en Inglaterra14. El resul­
ción, es decir, los alimentos, el vestuario y la vivienda. Barbón legi­ tado es que la competencia entre la India e Inglaterra acaba favore­
tima la idea de que todos los bienes objeto de consumo tienen un ciendo a la economía inglesa en su conjunto con arreglo al supuesto
valor en cuanto satisfacen las necesidades materiales e inmateriales de que un país debe ser capaz de producir bienes que en sus merca­
de los hombres, y gfiade que el comercio permite a todos los bie­ dos internos sean más baratos con respecto al extranjero. El desequi­
nes, incluidos los de lujo, circular libremente: en consecuencia, no librio de la balanza comercial no puede, por tanto, corregirse por
es conveniente penalizar el consumo de los bienes procedentes del medio de la prohibición de la exportación de metales preciosos; más
mercado exterior11. bien deben introducirse innovaciones técnicas y organizativas que
Los autores ingleses de finales del siglo xvn empiezan a diferen­ puedan reducir los costos de producción y aumentar, por tanto, la ca­
ciar entre la dimensión moral del lujo, que es siempre condenable, y pacidad de Inglaterra para competir en el plano internacional15.
su dimensión social, que facilita el comercio que genera empleo, in­ Se ha mencionado anteriormente la importancia de la reflexión de
crementa la renta y amplía la capacidad de acción de los gobiernos, Davenant sobre la tensión entre el comercio y la política, tensión que
beneficiando así a toda la población, que logra satisfacer sus necesi­ se puede resolver a condición de no subordinar lo primero a lo se­
dades básicas, lo cual significa que los súbditos estarán mejor alimen­ gundo. Davenant basa su argumento en la observación de que ningún
tados, vivirán en casas más adecuadas y vestirán mejor. país puede ser lo suficientemente rico si exporta sus productos natu­
Todos estos autores coinciden en la necesidad de encomendar rales que, en el caso de Inglaterra, son esencialmente tejidos de lana,
a los gobiernos la responsabilidad de adoptar políticas que puedan estaño, plomo, cuero y una pequeña cantidad de trigo. Con la expor­
conciliar el consumo de los bienes de lujo con el comercio, los recur­ tación de estos productos se cubre como máximo una cuarta parte de
sos financieros necesarios para defenderse contra las amenazas exter­ las importaciones y, por tanto, si en las exportaciones inglesas no se
nas y las necesidades sociales de la población, brindando a esta última incluyeran los productos de las colonias americanas y aquellos pro­
la posibilidad de disfrutar no sólo de los artículos de primera necesi­ cedentes del comercio con la India, no sería posible equilibrar la ba­
dad, sino también de todos los productos, con el fin de que el país no lanza comercial. Dicho de otra manera, el comercio exterior de In­
sufra la amenaza de la corrupción de las costumbres que provoca la glaterra sería muy limitado si no comprendiera el tabaco, el algodón,
decadencia de las naciones. el enebro, el azúcar y el índigo procedentes de América. Estos bie­
24 Marcello Carmagnani Escenario del consumo moderno: la crisis del mercantilismo... 25

nes no sólo satisfacen el consumo interno, sino que también se reex­ ¿Cómo lograr la máxima libertad comercial con el sistema de go­
portan a Francia, Flandes, Hamburgo, Europa oriental y España. Lo bierno? Davenant considera que los gobiernos deben facilitar el co­
mismo vale para los tejidos de algodón, la seda, el salitre, la lana fina y mercio mediante el fomento del consumo de determinados productos
otros productos asiáticos destinados al consumo en Inglaterra y a ser v la prohibición de otros. Expone, asimismo, sus ideas argumentando
exportados a Francia, Alemania, Holanda, España, Italia y otros paí­ que se debería intercambiar la mayor cantidad posible de productos
ses europeos. El resultado es que Inglaterra, «para disfrutar de una manufacturados en Inglaterra por tabaco, algodón, jengibre, azúcar e
buena salud, ser rica, poderosa y floreciente, debe tener un tráfico índigo producidos en las Indias Occidentales; estas mercancías sólo
más amplio de lo que permiten nuestros productos naturales»16. Las se consumirían en parte en Inglaterra, mientras que el resto se reex­
observaciones de Davenant le llevan a la conclusión de que Inglate­ portaría a fin de generar un superávit que pudiera equilibrar el co­
rra es esencialmente una «nación comercial» y, por consiguiente, «la mercio procedente de las Indias Orientales y de Asia, en especial el
orientación de todas las leyes debería consistir en intentar fomentar el de los productos textiles22.
comercio», el cual debería convertirse, a diferencia de lo que sucede Se puede argüir que Davenant, en última instancia, pone en tela
en la realidad, en un «asunto de Estado»17. de juicio la idea mercantilista misma de la balanza comercial, ya que
A tenor de estas observaciones sobre el comercio y las políticas insinúa que ésta no es un instrumento adecuado y que el comercio
públicas, Davenant señala reiteradamente que «todos los intercam­ en cambio debe calcularse a partir de los distintos flujos de mercan­
bios comerciales tienen una dependencia mutua: uno depende de cías que lo componen. De hecho, si no se toma en consideración la
otro, el primero genera el segundo y la pérdida de uno con frecuencia importancia de los flujos de reexportación, el comercio inglés arro­
causa la pérdida del resto»18. En efecto, las mercancías procedentes jaría un saldo pasivo, sin serlo en realidad. Por tanto, para calcular
de la India generan un excedente que beneficia a Inglaterra, tanto en los beneficios del comercio exterior, sostiene que es necesario tener
mercancías extranjeras como en metales preciosos, dado que en Ho­ en cuenta los beneficios procedentes no sólo de la expedición de
landa la seda y el algodón se intercambian por especias. Con el algo­ mercancías a las colonias americanas y del envío de plata a Asia, sino
dón de la India se pueden comprar tejidos de lino en Silesia, Sajonia también aquellos obtenidos por la reexportación de bienes de origen
y Bohemia, obteniendo un beneficio comercial; lo mismo ocurre con americano y asiático a otros países europeos. En función del cálculo
los productos asiáticos que se intercambian por bienes de lujo france­ de los beneficios mercantiles del comercio exterior, el inglés resulta
ses. En consecuencia, puesto que el «comercio es libre, por su propia ser de 2 millones de libras esterlinas, de las cuales 1,5 millones pro­
naturaleza, encuentra sus propios canales»; por tanto, las leyes que ceden del comercio de reexportación y únicamente medio millón
obligan a la utilización de algunos bienes y prohíben el consumo de del comercio de exportación de productos naturales. En otras pala­
otros son artificiales, superfluas o negativas19. bras, Davenant señala que la razón fundamental de los beneficios de
Al oponerse al proyecto de inhibir la importación de los produc­ la comercialización deriva del lujo y que, por tanto, ha de conside­
tos indianos y persas, Davenant argumenta que la política prohibi­ rarse socialmente útil puesto que genera riqueza en Inglaterra, una
cionista crea un comercio artificial, de carácter administrativo, que riqueza que no se contempla en el razonamiento mercantilista del
es perjudicial no sólo para el comercio real, sino también para la pro­ equilibrio comercial.
ducción nacional, especialmente para la de tejidos de lana que se La relativización de la idea sobre el lujo permite a los publicis­
quiere incentivar. «El lujo está tan arraigado en esta nación que si esa tas ingleses desarticular el principio mercantilista de la balanza co­
prohibición fuera aprobada nos llevaría a comprar productos de lujo mercial a través de la revalorización de las reexportaciones y el argu­
en los mercados europeos, por lo que se pagaría un 50 por 100 más y mento de que el libre comercio no puede verse afectado por políticas
se perdería también el negocio con las Indias Orientales»20. La prohi­ prohibicionistas dirigidas al consumo de bienes. Estos son los fun­
bición de la importación de bienes de la India, por tanto, debe elimi­ damentos de la ideología de la modernidad comercial que se cons­
narse dado que las leyes suntuarias no resuelven la corrupción gene­ truye con arreglo a la idea de la importancia de la iniciativa indivi­
rada por el lujo de los particulares21. dual que, utilizando los recursos materiales (capital) e inmateriales
26 Marcello Carmagnani Escenario del consumo moderno: la crisis del mercantilismo... 27

(iniciativa e industria) en su poder, tiene el incentivo para buscar el 1729 con la adición de una segunda parte y de otros seis diálogos, que
máximo beneficio. influirán en todo el debate europeo del siglo xvm25.
En la sociedad inglesa, como había ocurrido anteriormente en Habida cuenta de las aportaciones del debate público inglés,
la holandesa, y como sucederá en Francia y en Europa continental Mandeville reelabora las contribuciones holandesas y francesas rela­
a lo largo del siglo xvm, se asiste a la diferenciación entre los intere­ cionadas con el problema del lujo y propone algunas ideas realmente
ses aristocráticos, relacionados con la tierra y la renta, y los intereses innovadoras sobre el consumo y la propensión a consumir, así como
económicos, asociados con la monetarización de la economía y el be­ sus implicaciones respecto a la libertad natural de los hombres. Por
neficio comercial y financiero23. Pocock nos recuerda que la transi­ tanto, se trata de una contribución original que, teniendo en cuenta
ción de la política clásica a la comercial de la propiedad comporta la el pensamiento jansenista y la moral de La Rochefoucauld, La Fon-
redefinición del actor social, que se muestra ahora capaz de adquirir taine y Pierre Bayle, le permite disociar las virtudes cristianas del
y ser competitivo y que, por tanto, requiere la intervención regula­ mundo del poder y la riqueza26. No hay que olvidar que otro referente
dora por parte de un poder político influyente e independiente que del pensamiento de Mandeville es la concepción republicana holan­
pueda defender los intereses no mercantiles. El mismo autor nos re­ desa, la cual atribuye al Estado y a sus gobernantes la capacidad de
cuerda, por último, que según Swift y Bolingbroke estaba surgiendo garantizar a los ciudadanos la protección de sus intereses privados a
una nueva forma de propiedad desconocida hasta entonces: una so­ condición de que no contravengan los intereses de la colectividad27.
ciedad basada en el comercio, el intercambio de formas de propie­ Mandeville, en oposición al racionalismo cartesiano, acepta y elabora
dad de bienes muebles y modelos éticos pensados para un mundo de nuevamente las ideas del filósofo libertino Gassendi, argumentando
objetos intercambiables24. que las pasiones humanas, como las animales, no son necesariamente
controlables y, por tanto, deben encontrar una salida que no tenga un
efecto negativo para la colectividad28.
La despenalización del lujo Mandeville considera que la pasión humana se diferencia del ins­
tinto animal, movido por el miedo y la ira, porque tiende a regularse
En el párrafo anterior se ha descrito cómo la ofensiva de los inte­ sobre la base del amor hacia uno mismo (self-love ), esencialmente
reses mercantiles y financieros consiguió quebrar el orden basado en egoísta e individualista por naturaleza, y el amor propio {self-liking },
los intereses agrícolas y aristocráticos. Con esta ofensiva se cuestiona­ elemento de transición a la sociabilidad. Mientras las pasiones más
ron de nuevo dos puntos firmes del antiguo orden. En primer lugar, simples —el hambre, la sed o el sexo— pertenecen al amor hacia uno
que el lujo, aun siendo pecaminoso, tenía, no obstante todo, una fina­ mismo, aquellas más complejas —el miedo, la ira, la piedad, el orgu­
lidad social, porque el consumo de cualquier bien promueve el em­ llo o la esperanza— son predominantes en el amor proprio29. El amor
pleo, fomenta el comercio y enriquece no sólo a los sujetos privados, propio proyecta nuestras convicciones sobre la capacidad que tene­
sino también las arcas del Estado. Por otra parte, incluso sin distin­ mos para relacionarnos con los miembros de la colectividad, en busca
guir todavía la esfera pública de la privada, se empieza a otorgar im­ de que estos últimos confirmen nuestro ser como consecuencia de la
portancia a la acción individual que favorece la autonomía de los ac­ estima que nos muestran los demás. Por consiguiente, el amor propio
tores sociales y los empresarios que hasta ahora dependían en gran se encuentra en la base de la necesidad de los individuos de reunirse
medida del poder público y estaban condicionados por la moral im­ en grupos sociales y esta proyección social tiene un importante con­
perante. Es en este período, de hecho, cuando los conceptos de vir­ tenido utilitarista pero también voluntarista.
tud y corrupción empiezan a diferenciarse de las ideas de devoción y El contenido utilitarista y voluntarista del amor propio nos ayuda
pecado propias del cristianismo. a comprender que «la satisfacción que obtenemos de nuestras accio­
Sin tener en cuenta estos detonantes no es posible comprender la nes guarda relación con la pasión en virtud de la cual nos considera­
discontinuidad que representa la obra de Bernard de Mandeville y mos superiores y deseamos elevarnos en perjuicio de los demás»30. En
en especial ha fábula d e las abejas, publicada en 1714, y reeditada en efecto, dado que el amor propio es la base de la acción social, su esta­
28 Marcello Carmagnani Escenario del consumo moderno: la crisis del mercantilismo... 29

bilidad dependerá de la capacidad de los individuos para competir y la idea de que sólo las acciones relativas a la política y a la religión
confrontarse con los demás. eran consideradas nobles.
La importancia que Mandeville otorga a las pasiones humanas, es­ Habida cuenta de que todas las acciones humanas son relevantes
pecialmente a aquellas relacionadas con el amor propio, le lleva a su­ y no siguen un orden jerárquico, hay que pensar, como señala Man­
perar la idea de un pacto social, fruto de la propensión natural a aso­ deville, que «el hombre es un conjunto de pasiones diversas, cada
ciarse de los hombres, y a considerar, en cambio, que esta propensión una de las cuales, si se estimulan, se convierten en dominantes y le
deriva de una acción espontánea y racional que convierte a los hom­ gobiernan de forma alternativa»36. Precisamente porque los hom­
bres en seres sociables por el simple hecho de que compiten los unos bres actúan movidos por pasiones, sus decisiones tienen un marcado
con los otros y se confrontan socialmente31. Mandeville considera que carácter de tensión dicotòmica, es decir, son impulsadas por el con­
la sociabilidad, respaldada por la cultura cívica y el orden constitucio­ flicto constante entre la virtud y el vicio, el honor y el deshonor, la
nal, ha permitido a los salvajes evolucionar hacia la civilización, es de­ avaricia y la prodigalidad, la temperancia y la intemperancia, la pie­
cir, hacia la división del trabajo, el intercambio comercial y la difusión dad y la malicia.
del lujo que han potenciado las artes y la ciencia. Por consiguiente, la Si se considera una acción económica como «el consumo de las
civilización no es más que una habilidad, un arte desarrollado por las cosas», cabe observar «que los más perezosos e inactivos, los más di­
minorías con el fin de disciplinar a toda la colectividad32. solutos y peligrosos, se ven obligados a hacer algo por el bien común
Las acciones virtuosas de los legisladores celebradas por los mi­ I...] el trabajo de millones de personas pronto acabaría si no hubiera
tos nacionales se rememoran explícitamente con objeto de proponer otros tantos millones [...] que se dedicaran a consumir sus produc­
de nuevo la idea de que la civilización es fruto de la interacción hu­ tos»37. Las acciones económicas, como todas las demás acciones hu­
mana, que se manifiesta en la pluralidad de intercambios materiales manas, no se regulan a partir de principios morales, sino de la ten­
e inmateriales. Mandeville sostiene firmemente que los intercambios sión entre la templanza y la embriaguez, la sobriedad y la glotonería,
no guardan ninguna relación con las normas morales de la virtud y la avaricia y la prodigalidad, dando vida a un proceso en el cual «las
el vicio, sino que son acciones instrumentales destinadas a satisfacer partes directamente opuestas se ayudan recíprocamente» con el re­
«el orgullo a través de la afirmación del propio rango»33. El intercam­ sultado de que todos están haciendo algo por el bien común38.
bio es, por tanto, el mecanismo que expresa el amor propio, y ello da En la teoría de Mandeville, la sociedad termina por autorregularse
lugar al orden social basado en la voluntad de las personas que es­ en función de la tensión entre pasiones humanas opuestas. Por tanto,
tán motivadas tanto por sus fantasías privadas como por los estímu­ aunque el peor elemento de la humanidad haga algo para la comu­
los de enriquecimiento y ascenso social34. Gracias a estos estímulos nidad, los vicios no hacen a la sociedad «culpable o cómplice de los
que comprometen a todos los actores, la sociedad es capaz de acoger mismos», puesto que el vínculo entre los individuos y la sociedad se
«cambios y novedades», y de esa forma puede disolver las jerarquías establece «a través del comercio» o el intercambio que anula las con­
organizadas a partir de la primacía de la aristocracia35. notaciones morales de las acciones humanas39.
Si prescindimos del juicio sobre el tono polémico y los constan­ No obstante, la sociedad regulada a partir de las acciones hu­
tes desafíos al moralismo de los biempensantes, los escritos de Man­ manas no es independiente de la política, que sigue teniendo com­
deville, en especial La fábula d e las abejas, nos permiten vislumbrar petencia en una serie de tareas y controles que hacen grandes a las
las nuevas dinámicas sociales que se activan por las decisiones indi­ naciones. Además, las relaciones exteriores deben mantenerse con
viduales, de las que se derivan los intercambios entre los sujetos eco­ prudencia y los distintos ministros de cada nación han de saber lo que
nómicos y la voluntad de ascenso y movilidad de los actores sociales. está sucediendo en el extranjero. Mandeville hace hincapié, por con­
Las acciones humanas presentan, por tanto, una nueva característica: siguiente, en la importancia de la acción del gobierno y el orden ins­
ninguna acción puede ser considerada secundaria o inferior porque titucional en el control de las pasiones y los intereses particulares40.
todas son importantes y significativas. La crítica de Mandeville se di­ Cabe constatar, asimismo, una estrecha relación entre el pensamiento
rige especialmente contra el orden aristocrático, firme partidario de de Mandeville y el w hig de finales del siglo xvn, puesto que ambos
30 Marcello Carmagnani Escenario del consumo moderno: la crisis del mercantilismo... 31

consideran que la constitución ideal es la mixta, es decir, una forma tcr lo Dton, de 1737, señala que el lujo es todo lo que no es necesa­
de poder dividido entre la Corona y el Parlamento41. rio para la existencia del hombre como ser vivo pero que contribuye
La interacción entre el beneficio público y los intereses privados .i que la vida sea más agradable47.
hace posible una nueva articulación entre política y economía que en­ La superación del concepto de parsimonia le permite compren­
cuentra en el comercio el nexo de unión o, más concretamente, como der que todos los actores sociales tienen una fuerte propensión a
ha señalado Mandeville, en el vínculo que se establece entre los di­ consumir, una pulsión irresistible, porque «si bien las necesidades
ferentes países, dado que «comprar significa intercambiar, y ninguna <le los hombres son innumerables, la satisfacción de las mismas no
nación puede adquirir los bienes de las demás si no dispone de otros i ¡ene límites»48. De ello se infiere que «una vez que dejamos de lla­
tantos con los que pagarlos». A diferencia de España y Portugal, que mar lujo a todo lo que no es absolutamente necesario para mantener
se abastecen de oro y plata de sus colonias, «no podríamos seguir vivo al hombre ya nada es un lujo»49. La propensión a consumir per-
comprando los bienes de otras naciones si éstas no aceptaran como lenece a la esfera de las acciones económicas y por consiguiente no
pago nuestros productos elaborados: ¿por qué debemos pensar de tiene nada que ver con el ámbito de las acciones morales. Se puede
otra manera respecto a otras naciones?»42. comprender, por tanto, que Mandeville subraye la necesidad de su­
No se puede comprender la defensa de Mandeville de la recipro­ perar «la idea común de que el lujo es nefasto para la riqueza de la
cidad en el comercio internacional si no se vincula con su concep­ clase política en su conjunto [...] y que la parsimonia nacional en­
ción de las pasiones que fomentan las acciones económicas e impul­ grandezca a un país»50.
san también el deseo de los hombres de bienes procedentes de otros El consumo de los bienes de subsistencia y de lujo se articula en el
países y de otro clima y, por supuesto, de aquellos producidos en sus proceso económico y se relaciona tanto con la producción como con
propios países43. Tengo la impresión de que la importancia atribuida los intercambios. Mandeville nos presenta este vínculo a partir de la
por Mandeville al comercio internacional depende de si se vincula el acción que el individuo realiza en la esfera económica. Si «el lector
crecimiento de la producción y el aumento del empleo con su forma considerara el consumo de las cosas, observaría que los más perezo­
original de considerar el consumo. Por tanto, sostiene que, siempre sos e inactivos, los más disolutos y peligrosos, todos se ven obligados
que el Estado disponga de una administración sabia, «un país rico a hacer algo por el bien común» y mientras
puede vivir con todas las comodidades y abundancia imaginables»44
si no frena la propensión hacia el comercio y el consumo de sus ciu­ «sus bocas no estén cerradas y sigan consum iendo o destruyendo lo
dadanos. No se ha puesto suficientemente de relieve el rechazo de que los hom bres trabajadores prod u cen , tran sp ortan u ofrecen cada
Mandeville a la hora de dar una definición de consumo, aunque día, se ven obligados contra su volu n tad a c o n trib u ir al sustento de
describa indirectamente esta categoría a partir del lujo. Este autor los pobres y los gastos públicos. El trabajo de m illones de personas
aduce que los deseos humanos son infinitos y que los nuevos anhe­ p ro n to acabaría, si n o hubiera otros tantos m illones, com o se ha se­
los, las nuevas necesidades, surgen de forma natural y constante, in­ ñalado en la fábula, que se dedicaran a consum ir los p rod u ctos que
han elab o rad o»51.
dependientemente del hecho de que existan o no normas sociales
que regulen la relación entre la renta y el consumo45. Sin embargo,
Mandeville introduce un elemento de discontinuidad respecto a las El único obstáculo para la expansión del consumo es, como se ha
ideas preexistentes sobre el concepto de consumo. La novedad ha de mencionado anteriormente, el comercio exterior, ya que «ninguna
buscarse en la superación de la idea según la cual la frugalidad es una nación puede adquirir los bienes de las demás si no dispone de otros
virtud únicamente porque permite limitar el consumo sólo a los bie­ tantos con los que pagarlos» y, por tanto, «ninguna nación puede em­
nes de primera necesidad, excluyendo de este modo otros considera­ pobrecerse por el lujo exterior»52. El comercio no es simplemente un
dos innecesarios o de lujo46. Mandeville estima que para poder defi­ sector económico, sino el contexto que favorece el desarrollo, puesto
nir el lujo de forma rigurosa no es necesario contemplar cada uno de que el consumo tiene importantes repercusiones sociales y cultura­
los artículos de lujo, sino buscar la esencia de esta categoría. En Let- les53. La interacción económica, social y cultural del comercio deriva
32 Marcello Carmagnam Escenario del consumo moderno: la crisis del mercantilismo... 33

de «la emulación y a este esfuerzo de superación recíproca se debe el Gracias al incremento de la producción de bienes de lujo, los más
hecho de que, después de tantos cambios de moda en los que se han pobres viven «mejor que los ricos en el pasado»61. Todo lo que «ha
creado o se han vuelto a imponer tendencias tanto nuevas como anti­ contribuido a que la vida sea más cómoda ha sido el resultado del
guas, siempre hay un plus ultra para los más ingeniosos», con el con­ pensamiento, la experiencia y un cierto esfuerzo, por lo que merece
siguiente resultado de «dar empleo a los pobres, impulsar la industria más o menos el nombre de lujo»62.
y alentar a los artesanos más capaces a que busquen nuevas fórmu­ La libertad de consumo y sus vectores, el lujo y el comercio, no
las»54. La emulación y el deseo de superación recíprocos desencade­ representan, por consiguiente, ningún obstáculo a la riqueza de las
nan el orgullo de los hombres y este último se traduce en la expansión naciones; al contrario, son valores añadidos que, sin obstaculizar las
acciones de los gobiernos, amplían también las virtudes que rigen la
de los intercambios comerciales55.
sociedad en su conjunto. El comercio y el consumo de productos de
La libertad de consumir se enfrenta a un segundo límite en el fin
lujo exaltan las acciones de los hombres y aumentan la riqueza de los
ético que ha de alcanzarse, en cuanto «se debe conocer plenamente
individuos que, a su vez, incrementa el poder del Estado en el con­
el interés del país y buscarse de forma incesante»56. Los gobiernos de­
cierto de las naciones.
ben «prestar una atención especial a la balanza comercial en su con­
En resumen, la gran contribución de Mandeville consiste en ha­
junto» a fin de evitar que «el total de las mercancías extranjeras im­
ber demostrado cómo el consumo no es una variable independiente
portadas en un año supere el valor integral de los bienes y productos
respecto de las decisiones que toman los individuos de forma colee -
elaborados exportados durante el mismo período»57. Para lograr este i iva y en haber determinado la relación directa e indirecta entre el
objetivo, los gobiernos pueden fijar «impuestos elevados sobre cier­ consumo, por un lado, y la producción y el comercio, por otro. La
tos bienes, o prohibirlos por completo, y disminuir las tasas sobre caída del consumo no afecta únicamente al ámbito económico, sino
otros; de esa forma pueden fomentar o desviar como quieran el curso también a la vida cultural y social. Este último ámbito se fortalece de­
del comercio»58. Concluye, asimismo, afirmando que «el comercio es bido a la competencia y la emulación que fomentan la creatividad de
la condición más importante» aunque no «la única de la grandeza de los actores sociales.
una nación». Si los derechos relativos a la propiedad o, mejor dicho, Por consiguiente, el consumo de bienes, tanto de primera necesi­
«el m eum y el tuum están garantizados, los delitos sancionados y to­ dad como de productos intermedios o de lujo, debe ser reconocido
das las demás leyes que conciernen a la administración de la justicia como un factor dinámico de crecimiento económico, riqueza y po­
sabiamente ordenadas y aplicadas de forma estricta», si las políticas der de las naciones. De esta manera, el pensamiento de Mandeville
sobre los asuntos exteriores son «llevadas a cabo con prudencia» y si fomenta la nueva concepción, consolidada posteriormente en el si­
se realiza un control social adecuado sin que «la conciencia de nadie glo xvm, que otorgará a la esfera de la economía, hasta ese momento
se sienta forzada», «cualquier poder soberano que haga buen uso de considerada como una actividad con propensión a la autonomía res­
ello y tenga una nación importante que gobernar [...] se esforzará por pecto a la sociedad civil y subordinada a los gobiernos, la función de
lograr que sea próspera», puesto que «ni el lujo ni ningún otro vicio una de las múltiples manifestaciones de la actividad humana que pue­
podrán menoscabar jamás la Constitución»59. den condicionar a la sociedad. La libertad de consumo es la ganzúa
La libertad del consumo no se opone, por tanto, a los intereses ge­ elaborada por Mandeville para desestabilizar a la sociedad aristocrá­
nerales de las naciones, puesto que los reglamentos gubernamentales tica jerárquica y allanar el camino hacia una sociedad basada en la li­
impiden únicamente los excesos, pero no el aumento de la produc­ bertad de comercio entre los actores sociales, esa sociedad que Adam
ción, incluida la de los bienes suntuarios. Por ello: Smith denomina «sociedad comercial».

«E l lujo al más alto nivel n o se presenta más que en las naciones


más pobladas, y tam bién en la parte superior, y cuanto más grande es
esa parte, más amplia aún debe ser en p roporción la parte inferior, la
base que sostiene todo, la m ultitud de pobres que trabajan»60.
34 Marcello Carmagnani Escenario del consumo moderno: la crisis del mercantilismo... 35

La revolución comercial se debe a la nueva relación entre los co­


La revolución comercial merciantes y los gobiernos, posible gracias a la creación de depósitos
comerciales de propiedad estatal que pueden albergar los productos
Ha transcurrido medio siglo desde el momento en que Ralph Da- importados sin el pago de impuestos; ahí se almacenan las mercan­
vis escribiera que, a partir de la Revolución Gloriosa, en Inglaterra se cías a la espera de que se destinen al consumo interno, tras el pago
perfila una transformación notable del comercio, que denominó re­ del arancel, o se exporten de nuevo exentas de gravámenes. Esta no­
volución comercial. En realidad, el primer país que protagoniza la vedad en la organización fomentó la división del trabajo mercantil,
revolución comercial es Holanda, donde, como Davis señaló para al diferenciar a los comerciantes genéricos de los mayoristas espe­
Inglaterra, será posible gracias a la importancia que asumieron sus cializados y los comerciantes-banqueros. La estrecha relación entre
importaciones procedentes de zonas no europeas, con mercancías no los diferentes mercados europeos, como entre el centro financiero
sólo destinadas al consumo interno, sino también a la reexportación de Amsterdam y el de Marsella, puede percibirse en el incremento
hacia diversas zonas de Europa63. del descuento de las letras de cambio que aumentan la liquidez de
La transformación comercial que a lo largo del siglo xvm acaece los comerciantes y la posibilidad de reforzar sus vínculos con las em­
presas mercantiles que operan en el comercio internacional64. El au­
tanto en Europa como en Asia y las Américas no consiste exclusiva­
mento de la intensidad de los vínculos no sólo es comercial, ni es úni­
mente en una ampliación de las relaciones comerciales y un cambio
camente europeo, ya que de los 163 agentes de Escocia presentes en
de mercancías significativo, sino que también representa una modi­
el comercio con América del Norte entre 1740 y 1790, más de la mi­
ficación sustancial con respecto a la forma de circulación de los pro­ tad, es decir, 85 comerciantes, son también propietarios de empresas
ductos europeos y no europeos que tiene lugar en el siglo xvi. Esta manufactureras y mineras63. Se puede percibir, asimismo, el aumento
transformación es la que favorece la crisis del mercantilismo y la afir­ de la especialización mercantil a través de la observación de las re­
mación de una nueva concepción de la libertad de consumo. des internacionales que están vinculadas a Amsterdam. Hacia fina­
A partir de los últimos decenios del siglo xvn se asiste a una nueva les del siglo xvii, Amsterdam ha desarrollado una infraestructura ca­
relación entre la economía real y la economía financiera determinada paz de mantener vínculos e información comercial y financiera con
por el rápido crecimiento comercial de las nuevas mercancías y las in­ las principales plazas del Mediterráneo, Inglaterra, zonas de Amé­
novaciones que tienen lugar en la organización mercantil. Estas úl­ rica, el norte de Europa, Alemania, Europa oriental y Asia. A lo largo
timas derivan del crecimiento de la monetarización, la creación y la del siglo xvm, las diversas redes regionales e internacionales de todos
difusión de líneas de crédito comerciales, que se benefician de las los continentes comunican con el gran centro comercial y financiero
nuevas instituciones bancadas y de la proliferación de las redes mer­ de Amsterdam, lo cual facilita una relación entre la bolsa, los comer­
cantiles y financieras. Esta transformación económica, que los econo­ ciantes-banqueros, las contrapartes extranjeras y las compañías pri­
mistas del siglo xviii definieron como «crédito público», no sólo tiene vilegiadas de las Indias Orientales y Occidentales. Por consiguiente,
como objetivo proporcionar recursos financieros a los gobiernos para Amsterdam está, a la sazón, vinculada no sólo con Europa, sino tam­
renovar y ampliar el gasto público, sino también aumentar los medios bién con las otras tres zonas del mundo66.
de pago en las transacciones comerciales. La revolución comercial fomentó una mayor articulación entre la
La revolución comercial es, por tanto, el contexto que permite producción, el comercio y la circulación de metales preciosos y de
comprender la reestructuración que se produce en el comercio inter­ nuevos instrumentos de crédito. En la primera mitad del siglo xvii,
nacional con la aparición de nuevas especias. A diferencia de las an­ la ruta del Cabo de Buena Esperanza todavía representa un porcen­
tiguas especias, como la pimienta, la nuez moscada y el clavo de cla­ taje reducido del flujo de metales preciosos procedentes de Europa
vero, las nuevas, el azúcar, el té, el café y el cacao, junto con el algodón y destinados a Asia, apenas un 6 por 100, mientras que las impor­
procedente de la India, comienzan a difundirse por toda Europa a taciones europeas de bienes americanos representan únicamente el
partir de la segunda mitad del siglo xvii. 4 por 100 de la producción de América. En este período, el flujo co­
36 Marcello Carmagnani Escenario del consumo moderno: la crisis del mercantilismo... 37

mercial predominante se dirige hacia el Cercano Oriente y el norte G ráfico 1.1


de Europa. La necesidad de plata de Asia se satisface principalmente Flujos com erciales interregionales en torno a 1750
gracias al comercio intraasiático y por la plata americana procedente
de Filipinas. El flujo de metales preciosos entre las zonas meridiona­
les y orientales de Asia es cuatro veces superior al procedente de Eu­
ropa, mientras que el de origen americano es más del doble con res­
pecto a Europa67.
El carácter multicéntrico de la organización mercantil que subsiste
en la primera mitad del siglo xvii sufrió una transformación notable
durante la revolución comercial. En el período comprendido entre
1725 y 1750, el eje euroamericano duplica su importancia en térmi­
nos mercantiles y cuantitativos de metales preciosos. La cantidad de
metales preciosos americanos que llegan a Europa se duplica, más de
un tercio de los cuales terminará posteriormente en Asia. Durante la
primera mitad del siglo xviii, las cantidades de metales preciosos que
se dirigen hacia Asia son mucho más abundantes con respecto a los
que toman la ruta del norte de Europa, el Báltico y Levante. En cam­
bio, se estancan los metales preciosos que salen de América en direc­
ción a Asia y disminuye notablemente el flujo intraasiático68.
El gráfico muestra los nuevos vínculos que se establecieron entre
las diferentes zonas del mundo durante la revolución comercial. Tam­
bién refleja la transformación de las mercancías que se produjo de­
bido al aumento del comercio de los productos mediterráneos (vino Fuente: H. C. J ohansen, «H ow to pay for Baltic products?», en W. F ischer et
y frutas), los productos americanos (tabaco, azúcar, café, coloran­ al., The em ergen ce o fa w orld econ om y 1500-1914, Wiesbaden, Franz Steiner Verlag,
tes), los productos asiáticos (tejidos, azúcar, té, café, colorantes) y del 1986, pp. 123 a 142.
incremento de los productos tradicionales europeos y del Cercano
Oriente (trigo, madera y materias primas). La transformación de las pañía holandesa de las Indias Orientales la tasa de beneficio bruto fluc­
mercancías nos permite comprender el notable aumento del volumen túa entre el 57 y el 61 por 100 en el período de 1640-1649 a 1660-1679,
del comercio de bienes en las diferentes zonas de Europa y en espe­ y entre el 52,7 y el 63,4 por 100 en el período de 1730 a 1750. La Com­
cial de los artículos que van desde la Europa adántica hacia el Me­ pañía francesa de las Indias Orientales registra un beneficio bruto en­
diterráneo, Asia y las Américas. La revolución comercial constituye, tre el 45 y el 49 por 100 en la primera mitad del siglo xviii. En cambio,
por tanto, el escenario en el que nace la economía política y la deno­ la Compañía inglesa de las Indias Orientales sufrió la caída del benefi­
minada «primera revolución industrial». cio neto del 16,8 al7,5 por 100 entre 1710-1714 y 1740-1744, y del 6,5
La expansión de la economía financiera y su interrelación con la al 4,4 por 100 entre 1760-1765 y 1790-179469.
economía real depende del aumento del comercio a larga distancia Es probable que también los beneficios mercantiles del comer­
que genera más beneficios comerciales y favorece no sólo las innova­ cio internacional no privilegiado favorecieran la expansión de la de­
ciones financieras y de seguros, sino también las tecnológicas. El in­ manda. A lo largo del siglo xviii, se brindarán nuevas oportunidades
cremento de los beneficios mercantiles puede percibirse en la gran di­ para el comercio de los pequeños y medianos empresarios ingleses
ferencia que se constata entre el precio de compra y de reventa de los con las colonias americanas. A partir de finales del siglo xvn, se desa­
bienes asiáticos por parte de las compañías privilegiadas. Para la Com- rrolló la práctica de la asociación de comerciantes para el fletamento
38 Marcello Carmagnani Escenario del consumo moderno: la crisis del mercantilismo... 39
I
de navios y el envío de mercancías que habrían de intercambiarse múltiples endosos. Así son cada vez más negociables, ya que cada en­
para la adquisición del tabaco producido en Virginia. Esta novedad doso requiere la asunción de responsabilidad en caso de insolvencia
condujo a la creación de una nueva institución: la sociedad mercan­ por parte del librador. El comercio de las letras de cambio hizo po-
til. Paralelamente, los productores americanos de tabaco defendie­ ■.ible una mayor especialización del comerciante-banquero obligán­
ron sus intereses con el comercio por encargo, esto es, la concesión dole, entre otras cuestiones, a recabar la información necesaria sobre
a un determinado comerciante o compañía comercial de la venta de la solvencia del deudor extranjero72.
tabaco y la compra de bienes ingleses y europeos, asumiendo los co­ La transformación del crédito comercial convirtió Amsterdam, y
misionistas los riesgos mercantiles. En el siglo xvu ya existe la prác­ más tarde Londres y París, en los principales centros financieros de
tica según la cual el comisionista puede importar bienes de un co­ buropa. Al recurrir a las nuevas formas de crédito, tanto la Compa­
merciante extranjero con el compromiso de encontrar un comprador ma holandesa de las Indias Orientales como la inglesa fueron capa­
para la totalidad o una parte de las mercancías recibiendo un porcen­ ces de reducir al mínimo la utilización material de la plata en sus ac-
taje del valor de los bienes vendidos. El sistema se desarrolla a lo largo i ividades comerciales y en los pagos de sus empleados en Asia. En el
del siglo xvm, cuando el comisionista anticipa al productor o comer­ período comprendido entre 1680-1690 y 1730-1739, los pagos por
ciante extranjero las tres cuartas partes del precio de los bienes que se medio de letras de cambio de la compañía privilegiada holandesa au­
propone vender, obteniendo a cambio un anticipo monetario con el mentan muy lentamente, de 8 a 16 millones de florines, y se aceleran
compromiso de pagar el importe en el momento de la venta real de las entre 1740-1749 y 1780-1789, pasando de 16 a 40 millones de flo­
mercancías. Tanto en la primera como en la segunda forma de tran­ rines. Durante la segunda mitad del siglo xvm, las remesas de plata
sacción, el pago de los anticipos y el importe se efectúan con letras de procedentes de Holanda hacia Asia disminuyen un 1,4 por 100 al
cambio que se pueden descontar en Londres o Amsterdam70. ano, mientras que el movimiento de las letras de cambio aumenta un
El comercio no privilegiado del tabaco y el azúcar muestra que la 1.5 por 100 al año. El incremento de los pagos efectuados por me­
libertad comercial promueve tanto la expansión del volumen del co­ dio de letras de cambio se explica debido a que, a pesar de la reduc­
mercio como la concentración progresiva del mismo en pocas ma­ ción de las remesas de plata, en la segunda mitad del siglo xviii, la
nos. En el período comprendido entre 1676 y 1719, el número de so­ importación de productos asiáticos sigue creciendo. Es preciso ha­
ciedades mercantiles con sede en Londres se reduce de 481 a 111 y ce r hincapié en el hecho de que la expansión de las letras de cambio
continuará disminuyendo puesto que en 1775 las sociedades que co­ depende también de la reducción de la tasa de interés sobre los prés-
mercian con el tabaco procedente de Virginia pasan a 56. El mismo lamos pagados por la compañía holandesa, que se redujo del 3,5 al
fenómeno ocurre con el comercio angloamericano del azúcar, que re­ 2.5 por 100 al año entre 1685 y 172373.
gistra una disminución en el número de importadores de 406 a 316 La articulación que se observa entre el comercio y el crédito per­
entre 1672 y 1702, y de 316 a 106 entre 1702 y 178971. mite afirmar que el sistema de pago que se desarrolló durante la re­
La concentración comercial depende en gran medida de la com­ volución comercial se organiza a partir de tres centros: Amsterdam,
penetración creciente que se establece entre el comercio y el crédito. 1.ondres y París, los cuales pueden regular el descuento de las letras de
No es casualidad que los comerciantes amplíen constantemente la cambio procedentes de los centros mercantiles de Europa oriental, el
duración del crédito a los proveedores extraeuropeos. La ampliación Báltico, la Europa mediterránea, Levante y los puertos de las Améri-
del crédito es posible gracias a la multiplicación de las filiales gestio­ cas y Asia. Asimismo, es preciso señalar que el nuevo sistema de pago
nadas en el extranjero principalmente por los hijos y familiares de los ya está plenamente operativo desde el primer tercio del siglo xvm74.
titulares de la matriz. La ampliación temporal del crédito en el co­ No es casualidad que la Compañía holandesa de las Indias Orien-
mercio internacional de larga distancia, si bien ha reducido la liqui­ l ales, con un capital de 6,5 millones de florines, empiece a financiar
dez de las sociedades mercantiles, ha permitido la creación de nuevos una multitud de actividades comerciales con préstamos a corto plazo
medios de pago que brindan la posibilidad de negociar las letras de que llevan, a lo largo del siglo xvm, su volumen de negocios a 20 mi­
cambio emitidas en el exterior. Las letras de cambio empiezan a tener llones de florines75. Lo mismo sucede con la compañía privilegiada
40 Marcello Carmagnani Escenario del consumo moderno: la crisis del mercantilismo... 41

inglesa, que dispone de un capital de 3,1 millones de libras esterlinas que únicamente reexporta otra mitad. Esta innovación, si bien se fo­
entre 1710 y 1745, si bien fue capaz de duplicar su volumen de nego­ mentó ampliamente por las compañías privilegiadas, también está
cios por la emisión de obligaciones y un préstamo de la Corona. En la respaldada por los gobiernos con el fin de contener el consumo in­
segunda mitad del siglo xviii, gracias sobre todo a las letras de cambio terno de los productos no europeos. De hecho, son los gobiernos los
emitidas en la India, el volumen de negocios de esta compañía se am­ que crean en los puertos zonas equipadas en las que se colocan las
plía aún más: consigue reducir al mínimo las transacciones en plata, mercancías importadas a la espera de ser reexportadas. En el puerto
pero no fue capaz de contener su endeudamiento. Los intereses pa­ franco los almacenes tienen una doble llave, una en manos de un
gados en Asia se triplican, pasando de 530.395 a 1.623.348 de libras funcionario real y otra en manos de los comerciantes. Además, los
esterlinas, entre 1760 y 179076. productos importados tienen un tratamiento fiscal que incentiva su
El desarrollo del crédito no es un fenómeno separado de la nueva almacenamiento, puesto que los impuestos de importación se reem­
característica que presenta el movimiento de las mercancías a partir bolsan en el momento de su reexportación79.
de la segunda mitad del siglo xvii: la importancia de las reexportacio­ Gracias a los almacenes francos, los gobiernos inglés y francés
nes de la Europa atlántica, principalmente de Holanda, Inglaterra y pudieron contener el consumo interno y desalentar, sin conseguirlo
Francia. Un precedente de la nueva forma de comercio es el monopo­ completamente, el proceso de transformación manufacturera de las
lio que la compañía holandesa tiene sobre la pimienta y las especias, mercancías importadas. En cambio, en Holanda el sistema de alma­
que anteriormente ostentaban los portugueses, a raíz de una drástica cenes se basa en una imposición de gravámenes limitada, fletes relati­
reducción del precio de venta y la introducción de una nueva forma vamente reducidos y tipos de interés bajos o, dicho de otra forma, en
de distribución en Europa entre 1626 y 164877. las circunstancias que incentivan la transformación manufacturera de
La transformación del crédito y la organización mercantil se ve, en los bienes extranjeros importados que se consumirán en Holanda o
realidad, notablemente influenciada, sobre todo en Inglaterra, por la se reexportarán también a Europa del norte y el Mediterráneo80.
nueva política dirigida a la creación de un estado fiscal y militar que El puerto franco de Ámsterdam es claramente el primero en te­
requiere una estrecha colaboración entre las nuevas técnicas finan­ ner un régimen fiscal que no sólo favorece la reexportación, con su
cieras y las instituciones. Así es cómo se consolidó el vínculo entre la desgravación, sino que también facilita la transformación de las mer­
monarquía constitucional y el gobierno parlamentario con la nueva cancías importadas gravadas con impuestos extremamente reduci­
regulación del comercio a larga distancia llevado a cabo por las com­ dos. En Inglaterra, el sistema se impuso después del primer decenio
pañías privilegiadas, con accionistas capaces de limitar los intereses del siglo xviii, aunque los primeros mecanismos se ponen en marcha
nobiliarios y corporativos, favoreciendo de esa forma la liberalización en 1651 y 1661 con el propósito de facilitar la entrada de las mercan­
del comercio interior78. cías destinadas a la reexportación, pero también para desalentar las
Tanto en Holanda como en Inglaterra, y más tarde también en manufacturas que pueden transformar los productos importados81. El
Francia, el nuevo comercio internacional se basa en la reexporta­ puerto franco francés se inicia con las políticas de Colbert, que con­
ción, una forma mercantil que asigna a algunas ciudades portuarias cede este estatuto como un privilegio a los puertos de Marsella, Bur­
la función esencial de la organización de los flujos de productos ha­ deos, Nantes, Bayona y Dunkerque en 1669. Todos los comerciantes
cia los puertos de Europa septentrional y oriental, el Báltico y las zo­ franceses y extranjeros residentes en estos puertos pueden beneficiarse
nas mediterráneas. A su vez, estas ciudades tienen la capacidad de de esta franquicia a condición de que puedan cargar, descargar y al­
articular eficientemente sus puertos marítimos con las zonas del in­ macenar las mercancías, alojarse y colocar y sacar los productos libre­
terior tanto cercanas como lejanas. Sin lugar a dudas, los lugares cen­ mente sin la obligación de pagar impuestos de entrada y salida82.
trales de reexportación llegarán a ser tan importantes por su capaci­ La capacidad de los ingleses de convertirse, después de Amster-
dad de expandir el consumo interno, como sucede con Ámsterdam, dam, en un gran centro de reexportación no sólo depende de su ubi­
que, ya en la segunda mitad del siglo xvn, destina al consumo ho­ cación estratégica y de la centralidad en la red portuaria, sino también
landés más de la mitad de las importaciones no europeas, mientras de la política comercial del gobierno inglés que, desde el decenio de
42 Marcello Carmagnani Escenario del consumo moderno: la crisis del mercantilismo... 43

m erce colonial d e la France à la fin d e l’Ancien Régime, vol. 2, Paris, PUF, 1972, pp. 749-752; R. R omano , «Documenti e prime conside­

Editoriale Cisalpino, 1957, pp. 1205-1299, y K. H. R ourke, L. P rados de la E scosura y G. D audin , Trade and empire, 1700-1870, Ins-
razioni intorno alla “Balance du commerce” della Francia dal 1716 al 1780», en Studi in on ore di Armando Sapori, vol. II, Milán, Istituto
1760, diseña una estrategia para garantizar a sus comerciantes la ex­

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2 4 ,2
clusiva en las reexportaciones de las mercancías de Asia, África y las v P
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Américas83. Entre 1690 y 1704, la estructura arancelaria se asocia con
el sistema d ’entrepôts (almacenes) con objeto de competir con Ho­

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landa y Francia. De ese modo no sólo se elimina la tasación de los pro­ c i <h - i C M IO O C N
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ductos importados para la reexportación, sino que se facilita también 03 1 1 1 1 s O s o IO
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la actividad de los mayoristas con sede en Londres. Por tanto, ya a a 1
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principios del siglo xvm en Inglaterra se abandona el mercantilismo y
el comercio se abre a la competencia internacional. Los comerciantes s¿
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ingleses se convierten en proveedores de productos elaborados para 0 i h S O O S o s O S
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Europa y la América anglosajona y de bienes asiáticos y americanos
para los mercados europeos y americanos, así como en los principales

R eexportaciones y com ercio exterior, 1660-1789


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proveedores de servicios de transporte marítimo y comercial84. s ?
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Uno de los efectos de la transformación comercial inglesa en la
primera mitad del siglo xvm es la expansión de las reexportaciones de « -o
bienes europeos y no europeos hacia Holanda. Alrededor de un ter­ o -o
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cio de las reexportaciones inglesas acaban en Holanda, desde donde n
1 1 1 0 00

titute for International Integration Studies (IIIS), Documento de debate 249.


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se reexportan posteriormente en parte hacia Europa del norte y el £ S 'il K
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Báltico. La mayoría de las reexportaciones atañe al algodón de la In­
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dia, el tabaco, el azúcar, el café y el té85. 0
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portación de las mercancías de Londres a Holanda o a puertos fran­ >4!
cos franceses, con el resultado de que el comercio deja de ser exclusi­
vamente bilateral para adquirir una primera dimensión multilateral, & S O O l » O O IO 0
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o más bien, trilatéral. Como se ha señalado anteriormente, es evi­ $
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dente que el cambio puesto en marcha por el proceso de transforma­ ! P-H . -,


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ción del crédito y por la presencia de agentes de las sociedades mer­ ‘x: •TO
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tatal hasta entontes existente86. G §
La tabla muestra la importancia creciente del comercio multilateral
que puede percibirse en el incremento de las reexportaciones. Cabe s* c O
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taciones, seguida por Gran Bretaña desde comienzos del siglo xvm, g i
mientras que Francia alcanzará a Holanda e Inglaterra solamente en § lx
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la segunda mitad del siglo. En el decenio de 1770, hay en circulación O
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total del comercio holandés, inglés y francés para facilitar el comercio, <L> s O

lo cual constituye el principal motor de la revolución comercial.


44 Marcello Carmagnani Escenario del consumo moderno: la crisis del mercantilismo... 45
C
El estancamiento de la participación holandesa en el comercio comercio mundial llega a ser aproximadamente equivalente a un ter­
multilateral puede observarse a partir de la segunda mitad del si­ cio del valor total. Cabe aducir, por tanto, que la contribución de las
glo xviii, lo cual favorece las actividades inglesas y francesas de regiones no europeas ha sido esencial en la transformación comercial
reexportación, que desde ese momento se incrementan conside­ v el consumo que tiene lugar a partir de 1650. De hecho, entre 1640 y
rablemente. El declive del comercio holandés se atribuye a las innu­ 1750, el consumo per cápita de bienes coloniales pasa de 0,08 a 0,40
merables prácticas informales restrictivas que socavan la eficacia de libras esterlinas, es decir, se multiplica por cinco. La expansión de los
los escasos derechos de aduana, puesto que la reducción de los gravá­ productos no europeos se incrementa a lo largo de la segunda mitad
menes se ve en gran medida anulada por el aumento de los impuestos del siglo xviii. En el período comprendido entre 1750 y 1780, las im-
sobre el consumo y la renta. La mayor tasación supone un obstáculo I>ortaciones procedentes de Asia y las Américas aumentan un 67 por
para la reexportación, pero favorece la transformación de los pro­ 100, esto es, una tasa anual de 2,2 por 100, gracias a la cual el con­
ductos importados a Elolanda, especialmente del algodón y el lino, el sumo per cápita de los bienes extraeuropeos asciende a 0,57 libras es-
azúcar, el tabaco y el cacao. Por consiguiente, a diferencia de lo que lerlinas, con un incremento anual del 1,4 por 100.
sucede en Inglaterra, el grado de monopolización de las mercancías Por último, cabe señalar que en un siglo y medio se producen tam­
importadas, especialmente de las extraeuropeas, es elevadísimo87. bién algunos cambios significativos entre las zonas no europeas de­
En cuanto a Francia, el comercio multilateral se activa y se sostiene bido a que, en la competencia entre Asia y las Américas, son estas
por la reexportación de los productos asiáticos y americanos. De he­ ultimas las que ofrecen a los consumidores europeos productos a pre­
cho, en el período comprendido entre 1730 y 1740 la participación de cios más competitivos. Entre 1640 y 1750, las mercancías americanas
comercializadas se multiplican por 7,3 veces, mientras que las asiáti­
las zonas no europeas en el comercio total se amplía, pasando de 24,4
a 33,9 por 100, con un incremento del valor del 119,8 por 100, mien­ cas lo hacen únicamente por 3,4. Incluso en la segunda mitad del si­
glo xviii, mientras que el valor de las mercancías americanas se du­
tras que el comercio total aumenta más de la mitad (38 por 100)88.
plica, las de Asia aumentan sólo 1,2 veces, aproximadamente la mitad
Es preciso abordar un último aspecto de la revolución comercial,
en concreto, la contribución de los bienes extraeuropeos a la tenden­ de la oferta americana.
El análisis del comercio holandés permite observar la función im­
cia al comercio multilateral.
pulsora de los intercambios comerciales extraeuropeos (tabla 1.3).
Lntre 1660 y 1690, la tasa anual de crecimiento del comercio extraeu­
T a b l a 1 .2
ropeo, calculada con arreglo a las transacciones de las Compañías ho­
Valor d e las im portaciones d el com ercio extraeuropeo landesas de las Indias Orientales y Occidentales, es similar al total:
(en m illones d e libras esterlinas) 1,2 por 100 para la extraeuropea y 1,4 por 100 para el total. Es du­
rante el siglo xviii, concretamente entre 1690 y 1753, cuando el co­
Años Asia Las Américas Total
mercio no europeo adquiere importancia con una tasa anual de cre­
1640 3,2 3,2 6,4
cimiento del 1,3 por 100, mientras que la cuota del comercio total se
1750 14,0 23,8 37,8
estanca en el 0,1 por 100 al año.
1780 17,0 46,2 63,2
Para Holanda la función del comercio no europeo es esencial,
Fuente:}, de V ries, The Industrious R evolution. C onsum er b e­ puesto que más de la mitad del tráfico con el extranjero proviene de
haviour and the hou sehold econom y, 1650 to present, Nueva York, zonas ubicadas fuera de Europa y la otra mitad está relacionada con
Cambridge University Press, 2008, p. 159. la circulación de mercancías, incluidas las extraeuropeas que desde
I Iolanda se. dirigen hacia otras zonas europeas89. Además, debe te­
Entre la segunda mitad del siglo XVII y la primera mitad del siglo nerse en cuenta que, entre 1680 y 1779, el comercio extraeuropeo
siguiente, las importaciones de mercancías no europeas se multipli­ crece de forma regular y constante un 1,5 por 100 al año. Es precisa­
can por seis, por lo que la participación de las Américas y Asia en el mente gracias a los bienes coloniales que Holanda puede dirigir su
Marcello Carmagnani Escenario d el consum o m oderno: la crisis d el mercantilismo... Al
46

T a b l a 1 .4
T a b l a 1.3
Participación d el com ercio holandés extraeuropeo C om ercio inglés. Tasa d e crecim ien to y participación
(prom edio anual) d e las zonas no europeas

Valor C om ercio extraeur./ Comercio C om ercio no


Años Años Comercio total europeo europeo
(en miles de £est.) com ercio total
1700-1715 0,2 0,5 23,2
1680-1689 3.243
1715-1730 1,9 3,7 27,7
1690-1699 -

1730-1750 1,3 1,2 28,8


1700-1709 4.864
5.675 1750-1770 1,4 4,1 37,0
1710-1719
1720-1729 6.486 1770-1790 1,9 3,2 43,9
1730-1739 5.945 F uente: S perling, «The international payment mechanism»,
1740-1749 7.027 42,8 op. tit., y B. R. M itchell, British historical statistics, Cambridge,
1750-1759 8.378 Cambridge University Press, 1988, pp. 449 y 492-494.
1760-1769 10.540
1770-1779 11.459 54,6 T a b l a 1 .5
Participación d el com ercio
Fuente: J. de V ries, «The Dutch Atlantic economies», en P. A. Co- no europeo en e l com ercio francés
clanis (dir.), The A tlantic econ om y during the 17th and 18'h centuries, Co­
(en porcentaje)
lumbia, South Carolina Press, 2005, pp. 1-29.

1730 24,4
comercio a diferentes zonas de Europa mediante la reexportación.
Los registros de Sound Toll aportan datos sobre la cantidad de mer­ 1740 33,9
cancías que entran y salen del Báltico y muestran que gracias a aque­ 1754 34,4
llas no europeas el comercio holandés conserva su preeminencia. De 1765 31,2
hecho, entre 1650 y 1750 el volumen de bienes extraeuropeos regis­ 1776 50,3
trados en Sound Toll pasa de 1,2 a 3,6 millones de toneladas90.
Incluso en Inglaterra, la participación de productos extraeu­ F uente: B utel , «France, the
ropeos en su comercio total desempeña una función destacada. En el Antilles, and Europe», op. cit.
período de 1698 a 1719, mientras el comercio no europeo aumenta
un 1,8 por 100 al año, el comercio total apenas se incrementa un 0,4 extraeuropeo es determinante, especialmente para el crecimiento
por 100 al año. La información más detallada refleja que, mientras del comercio total en la segunda mitad del siglo xvill, cuando la par­
el saldo de la balanza comercial respecto a Europa arroja siempre ticipación de las mercancías no europeas en el comercio en general
un saldo activo, la balanza comercial respecto a zonas extraeuropeas alcanza el 43,9 por 100.
arroja, en cambio, un saldo pasivo, lo cual obliga al comercio inglés a El rápido crecimiento del comercio exterior francés se ve favo­
reexportar cuotas crecientes de importaciones no europeas91. recido, como se ha señalado anteriormente, por el aumento de las
La importancia del comercio no europeo en el incremento de los reexportaciones de productos americanos y asiáticos. El comercio
intercambios comerciales ingleses es totalmente perceptible puesto colonial, incluso en este caso, es, por tanto, determinante para la re­
que este último sostiene el crecimiento del comercio total. Ade­ volución comercial del siglo xvm. El movimiento ascendente del co­
más, es preciso tomar en consideración que la función del comercio mercio exterior francés se desarrolla sobre todo a partir de 1730
48 Marcello Carmagnani Escenario del consumo moderno: la crisis del mercantilismo... 49

gracias a la estabilidad monetaria, a las nuevas políticas a favor del co­ organizada de otras potencias. Gracias a la lucha contra las conduc­
mercio y a la mayor presencia de comerciantes extranjeros que incen­ ías y las normas moralistas y jurídicas que condenan el lujo se inicia
tivan la reexportación de bienes asiáticos y americanos hacia Europa la construcción de un nuevo orden nacional e internacional que se­
del norte, el Báltico y la cuenca mediterránea92. para la economía de la política y que determina las posibles interac-
En la edición de 1714 de La fábula d e las abejas, Mandeville an­ i iones entre los dos órdenes.
ticipa muy claramente lo que se ha tratado de demostrar en este ca­
pítulo: la relación entre el poder de la nación y la prosperidad de la
economía basada en de la difusión del lujo. Al igual que otros auto­
res, Mandeville defiende el nuevo orden económico y político creado
por la Revolución Gloriosa: lo considera eficaz al desarrollar la ener­
gía capaz de romper las normas que impiden a Inglaterra convertirse
en un reino feliz y reformado93.
La amplia difusión europea de las ideas de Mandeville permite
comprender la importancia del cambio que tiene lugar también
fuera de Inglaterra en el comercio internacional. Entre finales del si­
glo xvn y los primeros decenios del siglo siguiente se establece una
nueva relación entre la doctrina económica y la prosperidad de la na­
ción que socava la idea mercantilista del poder del Estado y la aris­
tocracia terrateniente.
Las nuevas fórmulas políticas se basan en un contenido concreto
dado por la renovación de la internacionalización de los flujos co­
merciales, siendo Holanda el primer ejemplo a este respecto en el si­
glo xvii. La interacción que se ha mencionado entre el crecimiento
económico y el poder de la nación presupone que cada esfera sea
autónoma, es decir, que exprese realidades diferentes y no depen­
dientes del poder del Estado, a diferencia de lo que sucedía antes.
La autonomía de la política y la economía no se puede concebir an­
tes de la consolidación de la competencia entre países para obtener
el máximo beneficio del comercio a larga distancia y especialmente
en las zonas extraeuropeas.
Se impone de este modo el principio de la competencia econó­
mica, esto es, de la forma de mercado que se caracteriza por la pre­
sencia de numerosos agentes, ninguno de los cuales se encuentra en
una posición de ejercer influencia con sus decisiones sobre el movi­
miento de los contratos comerciales, que se rigen por las leyes; una
forma de mercado que para su plena expresión requiere la presencia
de un escenario internacional de paz. La competencia se convierte
en el pilar económico del orden internacional surgido a raíz de los
tratados de paz de Westfalia y que se basa en el principio de evitar la
hegemonía de una sola potencia, lo cual se compensa por la alianza
C apítulo II
D EL L U JO A L C O N SU M O

La crisis de la concepción mercantilista y la despenalización del


lujo suscitan una amplísima reflexión sobre el comercio, la compe-
lencía y la rivalidad económica entre las naciones. Los efectos del de­
bate europeo chocarán con todo el sistema de intercambios y harán
que irrumpa el consumo de todas las mercancías, incluidas las que
están prohibidas moralmente que hacen más agradable la vida coti­
diana y favorecen las relaciones sociales y culturales de los individuos
que pertenecen a la misma clase, pero también entre personas de cla­
ses diferentes. Se llega así a considerar que el comercio y el consumo
ile los bienes de lujo son compatibles con la virtud y no constituyen
factores destructivos de los usos y las costumbres1.
En 1738, Voltaire escribe que el comercio ha dejado de ser «un
arte oculto, una especie de química en manos de tres o cuatro perso­
nas que se enriquecen y encubren sus secretos»2. En unos decenios, la
previsión de Voltaire se convertirá en una realidad: los principios del
comercio y del consumo se dan a conocer, están presentes en el de­
bate público y dan lugar al nacimiento de la economía política.
En este capítulo se tratará de mostrar cómo la polémica sobre el
lujo se convierte en un debate sobre el consumo de alcance continen­
tal y de qué forma permite que arraigue la idea de la riqueza de las
naciones según la cual los deseos y las necesidades de los consumido­
res tienen un papel preponderante. La idea de la riqueza de las nacio­
nes radica en una premisa de Jean François Melon, quien, a partir del
concepto de utilidad, llegará a afirmar que el comercio es útil porque
excluye la «voluntad de conquista» de la vida de las naciones, al per­
mitir que «el espíritu de paz ilumine nuestra Europa»3.
Marcello Carmagnani Del lujo al consumo 53
52

lo es para nosotros no lo será para nuestros nietos»10. Según Melón,


El «dulce comercio» reviste aún una mayor importancia el hecho de que el lujo cree un
círculo virtuoso: el agricultor imita al burgués de su pueblo, el bur­
El motor de la riqueza de las naciones es, según Melón, el comer­ gués emula a quien vive en la ciudad vecina, que a su vez se considera
cio. Esto es lo que permite «el intercambio de lo superfluo por lo ne­ inferior a quien vive en la capital, y todavía más inferior de los que
cesario», intercambio que satisface en primer lugar las necesidades Irecuentan la Corte del rey11. Melón alienta a Voltaire, que se mueve
primarias, y luego las «necesidades secundarias», como el vino y los en su propio círculo, a escribir el ensayo anteriormente mencionado
tejidos, para culminar en la satisfacción de las «necesidades de lujo», que se considera «una sabia apología del lujo» en el que se refuerza
como la seda, el azúcar, el café y el tabaco, productos que se conside­ la idea que Melón retoma de Mandeville según la cual el lujo «es una
ran como «nuevas necesidades»4. El incremento de los intercambios palabra sin una noción precisa»12.
hace que el stock monetario disponible no sea suficiente en un mo­ Las ideas de Melón están influenciadas, asimismo, por Pierre Bayle,
mento dado y, por tanto, favorece el desarrollo de nuevos instrumen­ un partidario de la tesis de que el consumo de bienes de lujo tiene el
tos monetarios y crediticios que conducen al nacimiento del sistema mismo origen que los demás, es decir, las pasiones humanas. Son las
bancario y a la economía financiera5. pasiones las que determinan el consumo, haciendo una distinción en­
En resumen, el comercio es el instrumento principal para satisfa­ tre los bienes «imprescindibles», como el pan; los secundarios, como
cer las necesidades de la población, un conjunto de necesidades que los tejidos de lana, y finalmente los «de lujo», como el pan blanco y los
nunca se agotan y permiten la expansión continua de la producción tejidos finos13. Este orden de consumo es fruto de la evolución econó­
manufacturera, precisamente porque las necesidades «aumentan mica y más concretamente de la división del trabajo, puesto que «los
constantemente» y «surge siempre la demanda de nuevos productos trabajadores no serán empleados en el sector del lujo hasta que haya
que fomentan otras industrias»6. Si desaparecen los obstáculos al co­ suficientes bienes secundarios y, del mismo modo, no serán contrata­
mercio «no se requiere más que libertad y seguridad» y «ante la alter­ dos en el sector del lujo hasta que no esté satisfecha la demanda de
nativa entre la libertad y la protección, será menos nocivo prescindir productos básicos, es decir, los de primera necesidad»14. La jerarquía
de la protección que de la libertad»; por consiguiente, se desarrollará de consumo depende además de la renta porque, aunque haya veinte
aún más la circulación de los bienes de lujo porque son «la continua­ millones de compradores de pan, son muchos menos los que adquie­
ción necesaria del poder de un Estado»7. ren telas de calidad inferior y menos aún los que compran telas precia­
La estrecha correlación que se establece entre las necesidades y das. Sin embargo, el consumo de bienes de lujo tiene el mérito de po­
la producción, en la que el comercio no es más que el intermediario, ner en circulación el dinero «guardado en el baúl», de permitir que el
constituye el verdadero fundamento del poder y la riqueza de un Es­ trabajo se reproduzca y de que se convierta «de alguna manera en una
tado. De hecho, habida cuenta de que todos los hombres se mueven fuerza destructora de la holgazanería y la ociosidad»13.
por pasiones que les llevan a ser valientes si son militares, o a trabajar La originalidad de Melón consiste en retomar, a nivel económico,
«por codicia» si son comerciantes, su objetivo final consiste en lograr las ideas de la filosofía moral de Bayle y Mandeville, y de integrar los
la mayor satisfacción con el resultado de que «el lujo constituye una artículos de lujo en el consumo general de bienes. De esta forma se
nueva razón para trabajar»8. supera la oposición preexistente entre la virtud cívica y la virtud eco­
Aunque sin mencionarlos en ningún momento, Melón ha leído los nómica, y se legitima la complementariedad entre política y econo­
escritos de Montesquieu y Mandeville y meditado sobre ellos9. Por mía. Es interesante señalar que la novedad del discurso de Melón se
ello, no es de extrañar que, para él, el lujo no sea otra cosa que «una observa también en su capacidad de vincular el consumo con el tra­
suntuosidad extraordinaria, un nombre vacío, que ha de prohibirse bajo humano porque es el primer autor que establece el nexo que
en todas las actividades políticas y comerciales» porque, además de media entre renta y consumo, consumo y riqueza, así como entre
promover la seguridad de los gobiernos, «se desarrolla con gran velo­ consumo y poder de una nación. Por último, tampoco hay que olvi­
cidad». Lo que era «lujo para nuestros padres, hoy no lo es, y lo que dar, como señala Hont, que sus ideas sobre el comercio diseñan una
54 Marcello Carmagnani Del lujo al consumo 55

nueva política económica: sostiene, en efecto, que los países han de También para Montesquieu el consumo se relaciona con la liber-
garantizar la autosuficiencia no sólo respecto a las necesidades bási­ lad política y económica de los individuos. En la obra De l’esprit des
cas, los productos alimenticios, sino también los bienes de lujo, sin Inis sostiene que los intereses individuales de carácter pasional se
impedir por ello la competencia en el plano internacional16. convierten en virtuosos gracias a la razón. Ello explica por qué la con­
Charles Dutot retoma y reelabora las ideas de Melón; Dudot está vergencia involuntaria de los intereses privados en el interés público
muy interesado en la formación de la riqueza general de las nacio­ da lugar a la sociedad civil que concilia los diversos intereses21. La so­
nes y en la determinación de los beneficios para el comercio exterior ciedad civil, reforzada por la presencia de la libertad, protege las ac­
que se derivan de la relación entre la moneda de cuenta y la moneda ciones y promueve, por tanto, la sociabilidad, que se difunde tanto en
metálica17. Dutot escribe lo siguiente: «el cultivo de la tierra y la in­ la esfera política como en la económica22. La convergencia involun-
dustria son, por tanto, la causa y el principio de todas las riquezas i aria de los intereses se manifiesta en el plano económico en la mul-
de las que gozan los hombres» y, por consiguiente, la agricultura y la liplicidad de relaciones y vínculos en la dimensión comercial, con el
industria «son las dos fuentes del comercio». En efecto, «la solidez resultado de que los intercambios también modifican las formas y los
del comercio consiste en la diversidad de los bienes que produce un hábitos y, por tanto, refinan el gusto23.
país fértil: su progreso respecto a la ampliación de la actividad in­ En una sociedad renovada por el espíritu del «dulce comercio»
dustrial», es decir el trabajo de los hombres18. El comercio permite la y la «educación de los modales», los hombres son valorados por sus
circulación de los bienes que se distribuyen de manera desigual en­ cualidades concretas, la riqueza y el mérito personal, cualidades que
tre los países y «la circulación es por tanto la esencia del comercio, el se encuentran al origen de «un lujo sólido» basado en «necesidades
consumo es su fin». Por consiguiente, la finalidad del comercio con­ reales» y no «en el afinamiento de la vanidad»24. Ello ayuda a com­
siste en poner al alcance de la población el consumo de alimentos y prender por qué «las leyes del comercio mejoran las costumbres» en
productos no alimenticios, permitiendo que los «bienes superfluos cuanto «refinan y educan los hábitos bárbaros»25. De ello se deduce
a los que se tiene acceso» puedan ser intercambiados «por aquellos que el fin último del comercio es la paz, puesto que las naciones se
que se necesitan en el momento»19. vuelven dependientes entre sí en cuanto a que sus relaciones se fun­
Dutot libera el comercio del estricto cumplimiento de la balanza damentan «en necesidades recíprocas» que favorecen la justicia y eli­
comercial con el argumento de que «el comercio en general, en rela­ minan el bandidaje26.
ción con el bienestar del Estado, sólo tiene dos vías: la primera con­ El comercio guarda una estrecha relación con la constitución y la
siste en que el Estado desgrave los bienes superfluos que produce y organización política del Estado, puesto que los gobiernos despóti­
que los habitantes fabriquen más de lo necesario para su consumo, y cos tienen como objetivo promover el orgullo, los placeres y las fan­
en conseguir aquello de lo que no se dispone en el exterior, y que es tasías del déspota, mientras que en los gobiernos monárquicos el co­
absolutamente necesario; la segunda consiste en enriquecer al Estado mercio «se basa en la política de ganar poco, e incluso ganar menos
y, al mismo tiempo, al sector privado». Este segundo objetivo se logra que en otras naciones, y encontrar una compensación en ganar conti­
cuando el Estado tiene un excedente comercial que podría ser utili­ nuamente»27. Es este último comercio, nacido en el siglo xvm, el que
zado para «recurrir a la utilización de bienes innecesarios y super­ Montesquieu define como «económico» y el que da lugar a una nueva
fluos, que no sirven más que a la sensualidad y al lujo»20. sociedad que se caracteriza por atribuir una mayor importancia a la
Tanto para Melón como para Dutot el lujo no es ilimitado, y riqueza en vez de a la virtud, por la presencia de los bancos y por «los
puede ser contenido, pero no prohibido. El principio general para nuevos signos de valor», aunque la riqueza suele distribuirse de ma­
ambos autores es que todos los bienes que exceden las necesidades nera desigual, tanto entre los ciudadanos del mismo Estado como en­
de un país deben trasladarse a países en los que éstos escasean, inde­ tre los diversos Estados28.
pendientemente de si son de primera necesidad o de lujo. Las prohi­ Los tres autores, Melón, Dutot y Montesquieu, se muestran de
biciones para estos últimos ya no obedecen a razones morales, sino acuerdo sobre la relación que se establece entre el libre comercio y la
que son únicamente de orden económico, de políticas económicas. libertad de consumo. La libertad económica fomenta la interdepen-
56 Marcello Carmagnani Del lujo al consumo 57
f
dencia entre los hombres y los Estados porque surge de la necesidad <ia comercial que hace que los consumos de los distintos países sean
de crear una comunicación permanente entre las naciones en térmi­ <omplementarios está presente en la distinción propuesta por Jeró­
nos económicos y políticos que promueva la paz. nimo de Ustáriz entre comercio útil y comercio perjudicial, cuya tra-
El principal exponente del nuevo comercio, Vicent de Gournay, ( lucción al francés fue comisionada por Gournay. El comercio útil es
en cuyo círculo participan Véron de Forbonnais y Turgot, aduce que, el que equilibra la balanza comercial, evitando el prohibicionismo y
aunque la agricultura es «la rueda motriz que mueve toda la maquina­ lavoreciendo el desarrollo de los servicios comerciales, es decir, de la
ria del comercio», la riqueza de las naciones tiene unos «fundamentos marina mercante, el transporte y el sector financiero35.
eternos» en la agricultura y la pesca, pero también en la industria, que François Véron de Forbonnais, que, como se ha mencionado ante­
«no es otra cosa que la continuación y la consecuencia proporcional riormente, pertenece al círculo de Gournay y está influenciado en gran
al aumento de las materias primas»29. medida por él, retoma las ideas de la diferenciación entre el comercio
Gournay explica cómo el orden económico se organiza a partir de y la moral, y la correlación existente entre el comercio y el poder de
los recursos naturales, tanto internos como externos, que se convier­ I''rancia36. Forbonnais hace hincapié en la necesidad de intensificar la
ten en cierta medida en el pilar de la actividad industrial. Para que relación que debe existir entre la agricultura y la industria, argumen-
esto ocurra, los gobiernos no deben impedir el libre comercio, sino lando que «si una prevalece sobre la otra, llegará a destruirse por sí
destinar nuevas tierras al cultivo, reducir los tipos de interés, apoyar y misma. Sin la industria, los frutos de la tierra no tienen ningún valor; si
alentar la navegación, además de promover el comercio interior y ex­ se descuida la agricultura, las fuerzas del comercio se agotan»37. La so­
terior de cereales. Por tanto, corresponde a la política intervenir a fin lidaridad que se manifiesta entre las diferentes producciones proviene
de que aumenten «las fuerzas fecundas de las riquezas y el poder»30. del hecho de que todas son posibles debido a la existencia de «una
Sin embargo, estas últimas podrán operar de forma plena siempre economía del trabajo de los hombres», trabajo que se fortalece gracias
que los agentes económicos participen libremente en la producción y a la maquinaria y a la presencia de la tracción animal38.
la circulación de mercancías31. Gracias a la competencia, los precios El comercio no es más que la «comunicación recíproca» entre los
de los bienes disminuirán y, por tanto, ésta se convertirá en «el arma individuos y los productos de la agricultura y la industria, y se basa en
más poderosa para combatir las acciones de nuestros rivales», con el las necesidades de los hombres, tanto las «reales» como las «de opi­
resultado de que «el consumidor no se resiste a su encanto» ya que nión»39. Las primeras, las necesidades reales, están relacionadas con
«un precio reducido fomenta y determina el consumo»; por ello, «es la alimentación y el vestuario, dado que todas las demás pueden in­
preciso dejar actuar al consumo»32. cluirse en la categoría de «comodidades», aun siendo también ésas ne­
El vínculo que Gournay establece entre producción, comercio y cesidades reales. A esas necesidades pertenecen, asimismo, los artícu­
consumo explica la medida en que, según este autor, la libertad eco­ los de lujo, si bien son únicamente «comodidades superfluas»40.
nómica es válida para todas las actividades, incluyendo el sector ma­ A partir de la distinción entre necesidades reales e intelectuales,
nufacturero. De hecho, la libertad de comercio no afecta a los pro­ Forbonnais elabora una teoría de las fases económicas que tiene su
ductos elaborados, como demuestran los tratados entre Holanda y origen en el nacimiento de la propiedad, considerada como el instru­
Francia, donde los holandeses se han atenido «al principio funda­ mento capaz de garantizar las diversas necesidades materiales e in­
mental de todo comercio que quiera alcanzar la prosperidad: la liber­ materiales de los hombres41. Sólo cuando la sociedad supera el «in ­
tad y la protección»33. tercambio natural» se pueden difundir los bienes de comodidad y
Con Gournay se puede percibir la transición a una nueva forma de lujo entre «los hombres poderosos». Sin embargo, estos bienes se
de concebir la bailanza comercial, que comienza a caracterizarse como convierten también en «objeto de la ambición de los inferiores por­
«el fruto de los numerosos ramos mecánicos del comercio», y a no de­ que a todo el mundo le gusta destacar» entre los demás, con el resul­
pender exclusivamente de la acción de los gobiernos, sino más bien tado de que en la emulación se fomenta la industria42.
del conjunto de fuerzas económicas que incrementan el volumen co­ A partir de las necesidades y su evolución histórica, Forbonnais
mercial y el número de trabajadores34. La nueva idea de la competen- vuelve a reflexionar y crítica las cuatro definiciones acerca de la no­
Marcello Carmagnani Del lujo al consumo 59
58

ción de lujo: el lujo asiático, el «refinamiento» exclusivo de los place­ Forbonnais construye un círculo virtuoso por el que cada inter­
res; el refinamiento que favorece el consumo de los pobres, haciendo cambio genera trabajo, mantiene a la población activa y aumenta la
implícitamente referencia a Mandeville; el lujo como exceso de con­ producción. En consecuencia, «todos son ricos por la reciprocidad
sumo; y el lujo como exceso de gastos superfluos43. En su segundo (le las necesidades y la utilidad mutua de los intercambios»49. Añade
libro, Principes et observations économ iques, Forbonnais reconoce que, con el intercambio monetario, es posible ahorrar una parte de
que todos los bienes que puedan ser intercambiados y consumidos los ingresos excedentes y, por tanto, «el que no quiere consumir
son «útiles, cómodos y agradables». Añade que su consumo depen­ puede conservar el dinero»50.
derá de la renta disponible, siempre que se base en «una propiedad El razonamiento de Forbonnais diseña, por tanto, una economía
que pueda proporcionar nuevos valores cada año para el comercio capaz de vincular la producción con el consumo, y de activar una renta
y la circulación». Únicamente las propiedades que pueden garanti­ monetaria susceptible de ser utilizada tanto para la compra inmediata
zar unos ingresos regulares «merecen el nombre de riqueza» o «cual­ ele bienes de subsistencia como para la compra diferida de bienes ins-
quier capital que produce una renta a su titular»44. i rumentales, es decir, bienes que amplían las producciones existentes
El vínculo entre renta y consumo permite a Forbonnais criticar la o generan otras nuevas. Este razonamiento es comprensible sólo si «se
idea fisiocrática que define la producción industrial como un gasto hace una abstracción de la moral»51. A mediados del siglo xvm se pre­
improductivo45. Sostiene en cambio que la riqueza proviene de los cisa, por consiguiente, una manera de ver la realidad y de pensar en
distintos tipos de producción, y que éstos interactúan entre sí, por­ términos económicos que no estén ya anclados en la moral; por lo que
que todos ellos garantizan «las necesidades básicas a las que los hom­ se superan definitivamente no sólo el prejuicio frente al lujo, sino tam­
bres se someten para su conservación». Las necesidades básicas es­ bién la contraposición entre virtud política y económica.
tán cubiertas por la «riqueza primitiva o natural»; mientras que «las En la misma línea de defensa de la nueva sociedad comercial se
necesidades secundarias» y las superfluas añaden, sin embargo, un mueve también el abad Galiani, que observa en ella la capacidad de
nuevo valor a las materias obtenidas de la tierra. De estas materias, reformar la economía y la sociedad napolitana. En 1751, influen­
que a falta de las «necesidades secundarias» no serían consumidas ni ciado por Melón, Galiani escribe que la sociedad comercial permite
tampoco producidas, nacen precisamente las «riquezas secundarias o el progreso de la naturaleza humana, puesto que fomenta el instru­
artificiales». Por último, hay una tercera clase de riqueza, la «riqueza mento monetario que incentiva los intercambios y multiplica los co­
convencional», representada por el «dinero [que] al no poder añadir mercios. Y el lujo «no puede ser más que la introducción de los ofi­
un valor nuevo a la circulación y al no poder generar más beneficios cios y la venta de las mercancías que son para el disfrute y no una
sino uno ficticio» da lugar, sin embargo, a la economía financiera46. necesidad absoluta para la vida. Por tanto, no puede aparecer el lujo
Las riquezas tienen en común la capacidad de proporcionar un sino cuando las artes necesarias estén ya suficientemente provistas
flujo de ingresos que permitirá al agente económico satisfacer una de trabajadores»52.
parte o la totalidad de sus necesidades. Por tanto, se puede argüir que Galiani, a diferencia de Melón, observa un vínculo entre el pro­
todas las necesidades de los hombres son la causa inmediata tanto del ceso productivo y la producción de mercancías superiores, idea reto­
trabajo y la producción como del consumo, que Forbonnais considera mada también por el español Jerónimo de Ustáriz que la extiende a
«como la recompensa de la labor del que produce»47. Su precisión toda circulación de bienes53. Ustáriz considera el comercio como cual­
permite comprender por qué la proporción de la renta no utilizada quier compra, venta o permuta de un bien tanto dentro como fuera
en el consumo de artículos de primera necesidad puede utilizarse, de un país, pero atribuye al gobierno la tarea de formular una política
por consiguiente, para la compra de bienes de segunda necesidad y comercial favorable. Esta política debe conducir a un superávit en la
de lujo, que generarán nuevas producciones. Gracias al intercambio, balanza comercial. Además, mediante el desarrollo de la marina mer­
«todo hombre que consume hace que otros consuman a cambio de lo cante, los seguros y las comisiones comerciales en manos de los comer­
que reciben; el hombre que tiene un bien superfluo encuentra fácil­ ciantes nacionales, debe redundar en un equilibrio del pasivo de la ba­
mente un consumidor concreto» al que entregar su excedente48. lanza comercial y arrojar un superávit en la balanza de pagos54.
60 Marcello Carmagnani Del lujo al consumo 61

El razonamiento sobre la relación entre la producción y la de­ La reconstrucción del proceso económico propuesta por la es­
manda de bienes de primera necesidad y de lujo introduce también cuela comercial, como nos recuerda Larrére, no olvida la función que
el concepto de la propensión al consumo. De hecho, se empieza a re­ desempeñan o deberían desempeñar los gobiernos políticos. Corres­
conocer la existencia del «gusto del consumidor» que «se basa en e l« ponde a las políticas económicas diversificar el comercio exterior res­
precio asequible y la moda: el buen precio, cuyo fundamento es el in­ pecto al interior, considerando que este último es el que respeta sobre
terés privado, lo domina todo, y la moda ejerce una influencia abso­ todo el principio ideal de la libertad de intercambio59.
luta sobre todas las personas en condiciones de seguirla, y al mismo
tiempo sobre los que desean imitarlas a cualquier precio»55.
La contribución de la fisiocracia y la economía política sensista
Con Richard Cantillon se precisa la idea de que el precio o el va­
lor intrínseco de un bien deriva de la «m edida en que se destinan La fisiocracia y la escuela comercial tienen numerosos puntos en
tierras y mano de obra a su producción, teniendo en cuenta la fer­ común, no sólo en cuanto a la relación existente entre producción y
tilidad o el producto de la tierra y el volumen de trabajo», y la ri­ consumo y entre renta y consumo, sino también en su concepción de
queza de las naciones tiene su origen en la combinación eficiente
la propensión al consumo, que presenta contenidos económicos y so­
de los factores de producción, que es posible gracias a la existen­
ciales pero también culturales.
cia de los intercambios en los mercados que unen los pueblos y las
La fisiocracia atribuye gran importancia al interés mostrado por
ciudades56. La tierra, añade Cantillon, es la fuente o la materia de
los actores sociales para la libertad de comercio y consumo pero, a
la que se obtiene la riqueza; el trabajo del hombre es la forma en
diferencia del «dulce comercio», argumenta que la libertad econó­
que se produce y, por tanto, la riqueza «no es más que el alimento,
mica conducirá a la felicidad de todas las clases sociales a condición
las comodidades y el bienestar de la vida»; de ello se derivan tres ti­
de que no altere el orden natural, un orden que se basa en la agri­
pos de consumo: el de primera necesidad, el de comodidad y el de
cultura como única actividad generadora de producto neto (produit
lujo57. Por el vínculo que se establece entre la producción y el con­
n et ), mientras que otras actividades, como la industria, no crean una
sumo, todos los empleados, tanto en los trabajos productivos como
riqueza real60. Además, a diferencia de la escuela comercial, que re­
en aquellos menos productivos, «se convierten en consumidores y
conoce la utilidad de todos los agentes económicos, los fisiócratas
clientes los unos de los otros», y así se enriquecen gracias a la plura­
lidad del consumo, incluido el de los bienes que sirven «únicamente otorgan una mayor importancia a los productores agrícolas, los cam­
pesinos, en cuanto a que son los únicos que ostentan derechos de
como adorno o placer»58.
propiedad y, por tanto, son miembros de la comunidad política61.
En resumen, con la difusión generalizada de las ideas sobre el
Mirabeau, uno de los padres fundadores de la fisiocracia, sostiene,
«dulce comercio», tanto en Francia como en toda Europa, se impone
el principio según el cual el fundamento de cualquier actividad eco­ en Idami des hom m es (1751), que la verdadera riqueza proviene del
nómica no es más que las necesidades de los actores sociales que, en sector de la población cuyo medio de vida es la agricultura, mientras
última instancia, son el motor de todo el proceso económico porque que otras actividades, a saber, el comercio, la ciencia y las artes, no
vinculan la producción y el consumo que se entrelazan gracias al in­ son superfluas, sino que deben tener como objeto fomentar la agricul­
tercambio o el comercio. tura62. Habida cuenta de que muchas actividades no agrícolas com­
El fomento gradual de la relación entre necesidades y consumo es portan formas negativas de consumo, Mirabeau considera que la co­
perceptible en el fortalecimiento de la distinción entre los bienes sus­ rrupción en Francia se deriva de la presencia de formas distorsionadas
ceptibles de permitir la reproducción humana (bienes de primera ne­ de consumo profundamente arraigadas en la sociedad. Sostiene, por
cesidad), los bienes que promueven el bienestar (bienes de comodidad otra parte, en alusión a Cantillon, que los terratenientes despilfarran
y de lujo) y los bienes que sirven para producir otros artículos (bienes sus ingresos en bienes de lujo que, además de ser un consumo exce­
instrumentales). Con esta distinción del consumo, se determina la sivo, son también inmorales porque destruyen las posibilidades de
existencia de una relación entre la renta y el nivel de consumo. realizar nuevas inversiones productivas. El consumo suntuario de la
62 Marcello Carmagnani Del lujo al consumo 63

clase de los propietarios tiene un efecto inducido perverso puesto que i Icntro de la colectiva, y a descubrir la cadena causal entre la activi­
influye negativamente en otras clases, que, a su vez, desarrollan una dad económica más esencial que se basa en el mero intercambio de
propensión al consumo que va más allá de sus ingresos63. bienes elementales y las actividades más complejas como la bancaria,
Para Mirabeau, el consumismo no es otra cosa que el resultado la crediticia y la gubernamental. Deseos y necesidades se saldan en
de las políticas públicas y especialmente las que restringen la libertad esa cadena económica puesto que se basan en el trabajo, que Condi­
de circulación de los productos agrícolas, que exceden en fiscalidad llac define como «una serie de acciones cuyo objeto consiste en ob-
y que exacerban la rivalidad económica, obstáculos que pueden re­ lener un beneficio», por lo que «trabajar es actuar para conseguir lo
ducirse si se promueve una mayor libertad del comercio interior y ex­ que se necesita»67.
terior. Con la libre circulación de mercancías se fomenta la sociabili­ Examinaré en primer lugar el ensayo de Condillac, puesto que,
dad, la eliminación de los monopolios, junto con una mejor división aun siendo posterior a las obras de Turgot, que era su amigo, sus
en el mercado entre bienes de primera necesidad, intermedios y de ¡deas filosóficas y su método analítico (como los de Graslin, Condor-
lujo. La libertad económica es la fuerza que permite corregir las dis­ cet y Bandeau) influyeron no sólo en los franceses, sino también en
torsiones presentes en la forma de consumir64. otros autores europeos. Se ha mencionado anteriormente que su aná­
Ideas muy similares fueron anticipadas por Diderot, quien, en su lisis económico parte del trabajo, al ser la principal actividad humana
L ettre sur le com m erce d e la librairie (1753), opone el consumo que que puede satisfacer las necesidades. De ese modo, el análisis eco­
define aparente, es decir, de los bienes de prestigio, al consumo que nómico de Condillac retoma la idea clave de su Traité des sensations,
considera productivo. Esta última forma de consumo es la que pro­ donde afirma que todo conocimiento de la actividad humana se cons-
mueve la libertad comercial, que también comprende la libre cir­ l ruye a partir del «yo» como sujeto de necesidades que le proporcio­
culación de las ideas. Influenciado por Galiani, Diderot retoma su nan placer o dolor y sensaciones agradables o desagradables. El «yo»
distinción entre consumo positivo y negativo y arguye que es respon­ es doble, ya que existe el «yo» de los hábitos, que prevalece sobre las
sabilidad de los gobiernos aplicar las políticas pertinentes a fin de facultades animales, es decir, todo lo que es instintivo, y el «yo» re­
apoyar el «buen lujo»65. flexivo, que es el motor del progreso y el multiplicador de los deseos
La incorporación de los derechos naturales en el debate econó­ que van más allá de las necesidades básicas o fundamentales.
mico permitirá, incluso con la ayuda de la filosofía sensista de Etienne En su ensayo sobre el comercio y el gobierno, el doble «yo» se ma-
Bonnot de Condillac, notablemente influenciado por Locke, estable­ terializa en dos formas de necesidad, la relativa a la nutrición y la na­
cer una estrecha relación entre la libertad comercial y la libertad de tural, que es «una continuación de la conformación racional»68. Las
consumo. Todas las esferas, y no sólo la económica, se basan en la li­ necesidades naturales se manifiestan en el consumo de bienes de pri­
bertad, la seguridad y la propiedad, principios que se manifiestan en mera y segunda necesidad; pero todos los bienes tienen su utilidad
la actuación humana en el plano epistemológico, lingüístico, psicoló­ y, consecuentemente, un valor que refleja tanto la necesidad como el
gico, cultural y económico. La economía, de hecho, tiene una teoría trabajo dedicado a los bienes69. El valor de los bienes se expresa en el
del valor que refleja la del conocimiento, no sólo en su subjetividad precio, que «guarda relación con la valoración que se tiene de un bien
general, sino más concretamente en la idea de que un objeto o un pro­ en comparación con otro»70. Es precisamente el valor relativo de un
ducto tiene valor porque puede utilizarse para satisfacer una necesi­ bien respecto a otro el que fomenta el comercio, una acción que per­
dad, la cual tiene un marcado carácter psicológico, como lo tienen, mite a los participantes intercambiar un producto de menor valor re­
por otra parte, todas las necesidades. A través del sensismo, el inter­ lativo con otro de mayor valor relativo.
cambio de bienes adquiere un valor material pero también psicoló­ Los precios son los reguladores de los intercambios que, además
gico, ya que se supone que todos los intercambios estimulan el deseo de indicar la abundancia excesiva o la escasez de mercancías, apor­
que está estrechamente relacionado con la necesidad66. tan dinamismo al mercado, que pasa a ser la institución capaz de
El empirismo crítico de Condillac puso en entredicho el primer convertir en riqueza los bienes intercambiados71. Los intercambios
pensamiento fisiócrata, obligando a considerar la acción individual facilitan la configuración de dos clases de trabajo: el que «genera las
64 Marcello Carmagnani Del lujo al consumo 65

producciones» y el que da «a las materias primas las formas que las cuya salvaguardia es responsabilidad del Estado78. Las ideas de Mer­
hacen adecuadas a los diferentes usos y que, por esta razón, tienen cier de la Rivière influyeron en los magistrados de Grenoble, que en
un valor»72. En consecuencia, todas las nuevas producciones, inclui­ 1769 dictaminaron que «todo hombre tiene el derecho natural a dis­
das las de lujo, generan una forma de trabajo que puede dar lugar a « poner soberanamente de todo lo que le pertenece, así como lo que
una nueva riqueza, incluso a través del comercio que facilita la circu­ posee en propiedad que, una vez reconocida por la sociedad, no tiene
lación de las mismas73. El comercio multiplica el consumo, que se ex­ ningún otro límite que lo que pertenece a los demás»79.
pande impulsado por los «nuevos gustos y por aquellos que renacen, Mercier de la Rivière considera el derecho a la propiedad, deter­
que multiplican las producciones»74. El lujo es también un concepto minado por la «posesión exclusiva de las personas y los bienes adqui­
relativo ya que toda nueva comodidad podría considerarse como no ridos gracias a la búsqueda de beneficios y al trabajo», como parte in­
esencial, como sucedió, a la sazón, con la lencería, la seda e incluso legrante del derecho natural a la libertad y, por tanto, se asocia con la
con las patatas75. libertad económica de comerciar y consumir. El consumo, de hecho,
Condillac observa también que el afincamiento urbano de los «es la medida de la reproducción» ya que «las producciones no con­
terratenientes hará que se conviertan en dependientes de los co­ sumidas no tienen valor ni utilidad»80.
merciantes, al igual que todos los ciudadanos, y esta situación in­ En el mismo año de la publicación del libro de Mercier de la Ri­
tensificará el proceso por el que «los hombres son igualmente depen­ vière, Jean-Joseph Louis Graslin publica un ensayo en el que destaca
dientes, pero todos, en los hechos, son independientes», lo cual dará la relación entre el sistema fiscal y el Estado. Sus críticas a Quesnay
lugar a un nuevo orden social construido a partir «del interés respe­ y a Mirabeau hacen hincapié en el hecho de que por riqueza se en-
tuoso y concertado de todos los ciudadanos»76. liende «todas las cosas destinadas a satisfacer nuestras necesidades,
La asunción de criterios empíricos y críticos en la caracterización independientemente de su naturaleza y de la fuente de la que pro­
de los deseos y las necesidades influyeron no sólo en los fisiócratas cedan». Las necesidades están vinculadas con «la privación, la uti­
más radicales, como Mercier de la Rivière, sino también en los crí­ lidad, el gusto y la satisfacción, cualidades que determinan también
ticos de la fisiocracia, como Turgot. Los fisiócratas y sus críticos tie­ sus diferentes grados de necesidades, cuya escasez es siempre rela-
nen en común la importancia que otorgan a los derechos naturales liva al número de consumidores». Corrobora, asimismo, la impor­
en la esfera económica. Este interés se debe al valor atribuido a los tancia de las necesidades con el argumento de que «únicamente la
bienes públicos tales como la educación y la salud, considerados in­ necesidad da valor a las cosas», y éste determina la cualidad de ri­
dicativos para reducir las externalidades negativas. Ello les llevará a queza de las mismas. El valor de los diferentes bienes, sin embargo,
cuestionar la relación existente entre el gasto público y el sistema im­ es relativo, ya que cada necesidad está en función de las demás; de
positivo y, por tanto, la función de la autoridad política en la preser­ ello se deriva la «dificultad, más o menos importante, de satisfacer­
vación y protección de los derechos de los agentes sociales. En pocas las con arreglo a la escasez o abundancia de los bienes que son ob­
palabras, Condillac brinda a los economistas la posibilidad de re­ jeto de cada necesidad»81.
flexionar sobre los obstáculos que se interponen a la consolidación La riqueza es, por tanto, la suma de las necesidades de las diferen­
de la nueva sociedad comercial77. tes comunidades humanas. Por consiguiente, la riqueza de una na­
Los escritos de Mercier de la Rivière permiten comprender la ori­ ción aumenta en la medida en que se expanden continuamente las
ginalidad y la contribución del sensismo a la caracterización del con­ necesidades que se satisfacen en proporción a la renta personal dis­
sumo. Mercier de la Rivière reelabora las críticas formuladas con res­ ponible. La aparición de nuevas necesidades reduce aquellas preexis­
pecto a las teorías de Quesnay haciendo hincapié en la importancia tentes, es decir, las necesidades antiguas o maduras, para dar cabida
de los derechos naturales de la propiedad en el proceso económico. a otras nuevas. Con estas ideas, Graslin elabora un modelo estaciona­
De hecho, sostiene que «los hombres, reunidos en sociedad, no tie­ rio de la renta, según el cual, incluso en ausencia de un crecimiento
nen otro propósito más que establecer entre ellos los derechos de de la renta individual o familiar, la aparición continua de nuevas ne­
propiedad comunes y privados» con el fin de alcanzar el bienestar, cesidades modifica la estructura del consumo. El modelo de consumo
Marcello Carmagnani Del lujo al consumo 67
66

de Graslin supone una renta personal que habrá de distribuirse entre La distinción entre lujo moderado y lujo excesivo se encuentra
cuatro necesidades, incluyendo una nueva o incipiente que recibirá en Butini. En su tratado niega que la naturaleza «haya condenado al
una parte de la renta destinada al consumo mediante la reducción hombre a lo absolutamente necesario». En cambio, sostiene que «el
de los tres consumos preexistentes. La disminución de los consumo^ lujo es lo que se deriva de la desigualdad de la riqueza», es decir, lo
preexistentes da paso al consumo de «objetos de comodidad y bie­ que diferencia el consumo de los ricos del de los pobres. Finaliza su
nestar», pero sin alterar el consumo total82. Graslin es, por tanto, el argumentación afirmando que habrá un lujo moderado cuando exista
primer autor que, a partir de las necesidades de los actores sociales, un buen gobierno en el que los jefes de Estado protejan el trabajo e
elabora una interpretación que puede explicar cómo los consumido­ induzcan a la población a desearlo y a respetar las tradiciones, mien-
res están en condiciones de adquirir los nuevos bienes en una situa­ i ras que el lujo excesivo, favorecido por la distribución desigual de la
ción de ingresos estables. riqueza, produce únicamente gobiernos corruptos87.
En el mismo año en que Graslin publicó su ensayo, Nicolas Bau- El punto culminante de la reflexión sobre el consumo se resume
deau establece una distinción entre dos tipos de consumo: uno in­ en un opúsculo que fue reproducido en dos ocasiones como mínimo
mediato, total y momentáneo y otro lento, parcial y sucesivo. En en el período comprendido entre 1762 y 1771. Su autor, Isaac de
consonancia con Condillac, escribe que el primer tipo de consumo Pinto, sostiene que no se puede definir lujo como «todo aquello que
hace referencia a los bienes de subsistencia, mientras que el segundo vaya más allá de las necesidades físicas», sino que se debe prohibir el
guarda relación con las materias primas necesarias para la reproduc­ lujo excesivo como «los bienes superfluos» que absorben una parte
ción del proceso productivo. Ambos consumos, sin embargo, tienen excesiva de la renta88.
la característica común de contribuir a la reproducción económica83. A los fisiócratas y sus críticos se debe el mérito de haber realizado
Las decisiones sobre el consumo guardan relación, en última instan­ una gran aportación respecto a la comprensión de la interdependen­
cia, con el consumidor, ya que la intervención de los gobiernos com­ cia entre producción, circulación y consumo, y de haber presentado
porta una violación de los derechos naturales, lo que socava «mi li­ la actividad económica como una manifestación de la actividad hu­
bertad, mi propiedad, impidiendo o restringiendo la satisfacción de mana estimulada por las necesidades y los deseos. Con ellos se su­
mis necesidades». Ello explica por qué «el mal moral, el delito, la peró definitivamente la idea de la economía como una realidad autó­
usurpación» y «todo tipo de vejaciones» relativos al consumo son noma pero subordinada al poder político estatal. Con estos autores se
precisamente «lo que las autoridades deben impedir»84. comenzó también a perfilar la lógica global del proceso económico,
La libertad de acción de los consumidores no puede ser toda­ desde el vínculo entre producción y consumo por medio de la cir­
vía total puesto que encuentra un límite «en el efecto del gasto de la culación. Los fisiócratas comenzaron, por tanto, a comprender que
renta nacional sobre la reproducción de esa misma renta». El con­ lodo el proceso se puede reproducir en el juego de equilibrios en-
sumo no incide en la renta total, sino «en el producto neto o en la i re las inversiones y el consumo, y puede ser impulsado por políticas
renta disponible», es decir, lo que queda después de retirar la parte públicas que garanticen los derechos de propiedad y la seguridad, y
de la renta necesaria para la reproducción del proceso productivo85. ofrezcan nuevos servicios a la población, a partir de la educación.
Por otra parte, en caso de que se reduzcan los gastos de reproducción
para aumentar los no productivos, el país comenzará a entrar en una
fase de decadencia, que puede ser contrarrestada mediante el control Hume y Europa
del «volumen de los gastos no productivos». Baudeau se opone a la
idea de que el consumo de bienes de lujo sea la causa del empobreci­ En los años en que tuvo lugar el nacimiento de la escuela co­
miento de una nación. De hecho, la compra de mercancías extranje­ mercial, se desarrolla en Escocia una reflexión sobre la naturaleza
ras no es necesariamente un lujo, siempre que el consumo de bienes humana con el fin de introducir el método experimental de razo­
de lujo no disminuya la renta destinada a la inversión y la reproduc­ namiento en los argumentos morales para superar los límites de la fi­
ción del proceso productivo86. losofía especulativa que prescindía de la experiencia. David Hume,
Marcello Carmagnani Del lujo al consumo 69
68

en su Tratado d e la naturaleza humana, publicado entre 1739 y 1740, v ser partícipes de los sentimientos de los demás, así como aprobar o
señala el ámbito específico de la observación para las ciencias huma- desaprobar las acciones de las personas; por tanto, gracias a la empa-
ñas que identifica con las ideas, puesto que son percepciones de l a . i ía, las acciones individuales pueden también adquirir un valor colec-
mente y de las operaciones del intelecto. En el bagaje de Hume se en­ livo93. Ello comporta una continuidad entre las acciones individuales
cuentran las indicaciones metodológicas de Newton, si bien rechaza y las colectivas, ya que ambas tienden a buscar virtudes específicas ta­
de este autor la búsqueda de las causas finales en la explicación de la les como la justicia, el coraje, la persistencia y la misericordia. La con­
naturaleza humana, así como las ideas del filósofo moral Francis Hut­ ducta humana, por consiguiente, sigue reglas que permiten lograr ob­
cheson desarrolladas entre 1720 y 173 O89. jetivos utilitarios, moralmente aprobados, que relacionan la voluntad
El punto de partida de Hume es el concepto de pasión que en individual con la sociedad de pertenencia94.
el Tratado d e la naturaleza humana se considera como irreductible y La actividad humana se presenta notablemente diversificada y
no sujeto a los ajustes dictados por la razón; aduce en cambio que la con múltiples niveles de intensidad. Es en el trabajo y en los nego­
razón está al servicio de las pasiones. Éstas motivan las acciones de cios donde la intensidad alcanza su máximo nivel, mientras que es
los hombres hasta el punto de llegar a ser la causa tanto del trabajo menor cuando la actividad se orienta al descanso. El amor por la ga­
como de los deseos de sobresalir en la sociedad, la política o la eco­ nancia forma parte de las actividades que comportan una alta inten­
nomía. Las pasiones tienen diferentes grados de intensidad: las de sidad, puesto que está asociado con otro principio básico de la activi­
índole violenta inciden en el carácter de los hombres, mientras que dad humana, el placer o las comodidades de la vida, que se alcanzan
las de índole virtuosa mejoran el comportamiento y promueven la mediante el aumento de la renta personal con la que se pueden obte­
acción de control de la razón. Ambas formas de pasión acaban en­ ner los bienes que satisfacen a uno95.
contrándose en el plano de la economía y hacen posible el comercio Al atribuir al trabajo y a los negocios la espontaneidad y la inten­
y el amor por la ganancia90. sidad máxima de la actividad humana, Hume supera las caracteriza­
Los hombres, impulsados por la pasión de sobresalir en las accio­ ciones estáticas anteriores de las acciones individuales y colectivas,
nes y decisiones que adoptan de forma colectiva, fomentan la distin­ sin la intervención del derecho natural en el que se fundamenta el
ción progresiva entre la sociedad natural —en la que la legislación en pensamiento fisiocrático96. Cualquier forma de trabajo basada en la
materia civil no tiene poder coactivo— y la sociedad civil —donde el pasión constituye, por tanto, el verdadero pilar de todas las acciones
derecho positivo y sus sanciones favorecen la colaboración entre los económicas, y éstas expresan la tensión entre la voluntad expansiva
actores sociales—. Es la distinción entre sociedad natural y sociedad tle los hombres (avaricia, industria, arte o lujo) y el obstáculo que su­
civil lo que diferencia a Hume y Adam Smith de los fisiócratas. Esta pone la restricción de los recursos que ofrece la naturaleza. Gracias
distinción coadyuvará a que arraigue la concienciación de la seculari­ al trabajo, los hombres pueden superar con su voluntad expansiva
zación de las decisiones humanas y el convencimiento de que no pro­ las limitaciones impuestas por la naturaleza y, de hecho, «todas las
vienen de una fuente externa a los hombres91. cosas se adquieren con el trabajo y nuestras pasiones son las únicas
Las acciones de los hombres, incluidos los estados de placer e in­ causas del mismo»97.
dolencia, dependen de la educación, los hábitos y el ejemplo que se El trabajo permite a los hombres superar el estado de la natura­
recibe. Según Hume, lo que favorece las acciones virtuosas es la pro­ leza y dar vida a la civilización; ésta, a su vez, ayuda a superar el atraso
pensión psicológica a la búsqueda de lo bello y la voluntad de relacio­ acostumbrando a los seres humanos a la virtud cotidiana y a superar
nase con nuestros semejantes92. La búsqueda de la interacción, escribe los prejuicios, incluidos los relacionados con los sentimientos nacio­
Hume en su Tratado d e la naturaleza humana, no puede explicarse a nales, religiosos u otras creencias98. Es la civilización la que permite
partir de la hipótesis de que las personas se mueven únicamente a te­ la diferenciación progresiva de las actividades económicas, sociales y
nor de su propio interés, puesto que actúan principalmente con arre­ políticas. Fomenta así la división del trabajo, que comienza con la di­
glo a la simpatía, que es sinónimo de benevolencia, compasión o pie­ ferenciación entre agricultura e industria, y se refuerza con la apari­
dad. La simpatía no es más que la empatia que permite comprender ción de los funcionarios del Estado99.
70 Marcello Carmagnani Del lujo al consumo 71

La división del trabajo permite la organización, la coordinación argumento, retomado más tarde por Adam Smith, según el cual los
y la colaboración entre las personas con la creación de un orden so­ icrratenientes, a falta de manufacturas, no sentían la necesidad de
cial estable que garantiza el desarrollo de la industria, el comercio que sus tierras fueran productivas ya que no tenían nada que com­
y las artes, y aumenta tanto el poder del rey como la felicidad de los prar, por lo que destinaban la producción excedentaria a mantener y
súbditos100. El desequilibrio de las acciones humanas se manifiesta ampliar sus cortes106.
en el plano económico en la precaria situación entre los recursos Entre el bienestar y la prosperidad de los individuos, por una
disponibles y las necesidades crecientes; este desequilibrio aleja la parte, y la grandeza y el progreso del gobierno, por otra, se crea un
producción del consumo. Por consiguiente, la división del trabajo círculo en que las personas apoyan al gobierno porque ello favorece
es una construcción social que tiende a reducir al mínimo los dese­ la producción y el consumo de todos los bienes que sirven para «enri­
quilibrios y las divergencias, sin impedir la constante ampliación de quecer y gratificar la vida». Los bienes suntuarios y de comodidad son
las necesidades que se satisfarán con un aumento del empleo y la «igualmente beneficiosos para la sociedad», ya que constituyen «una
renta. De esta forma, el razonamiento experimental de Hume per­ especie de reserva de trabajo» que, según las necesidades del Estado,
mite determinar claramente la figura del consumidor como actor so­ se pueden utilizar también para servir a la colectividad107.
cial y económico101. La producción y el consumo de bienes de lujo no sólo crean em­
El trabajo es también el fundamento de la riqueza porque con su pleo, reducen la ociosidad, satisfacen nuestros deseos y fomentan la
producto se pueden comprar e intercambiar bienes. El comercio, la virtud, sino que aumentan y difunden las artes y las ciencias, e incre­
industria y la agricultura no son más que el producto del trabajo, es mentan los recursos del Estado. Todos estos avances se traducen en
decir, lo que permite la satisfacción de las necesidades de las personas una mayor libertad para los ciudadanos y promueven la permanencia
y la utilidad pública102. Por tanto, a nadie debe negársele la posibili­ de los gobiernos108. La propensión al consumo de estos productos, a
dad de disfrutar de los «frutos de su trabajo»103. Sin embargo, aunque diferencia de los de primera necesidad, está condicionada por el pro­
el trabajo sea la base de las actividades humanas, el instrumento que greso tanto de la agricultura como de las manufacturas y las artes me­
promueve la convivencia civil y la sociabilidad es el comercio. Con el cánicas. La propensión a consumir bienes de comodidad y de lujo de­
comercio se reducen al mínimo las tensiones políticas y disminuyen pende, por tanto, del trabajo excedente, es decir, la parte de la renta
los conflictos no sólo entre naciones, sino también entre religiones, del trabajo disponible una vez satisfechas las necesidades básicas, o
puesto que se crea «un espacio donde las personas se dedican a co­ después de haber reservado una parte para la reproducción agrícola
merciar de forma pacífica y civilizada»104. o manufacturera. Sin embargo, si el consumo de productos de lujo
Si los hombres están «siempre ocupados», la industria se desarro- ¡ reduce la renta destinada a la reproducción de las necesidades coti­
liará y florecerán también las artes liberales que promueven el refi-1 dianas o la producción, éste «deja de ser inocente, y beneficioso» y se
namiento del gusto y la pasión; de ese modo se establece un vínculo: convierte en vicioso en cuanto socava la solidaridad y la colaboración
entre «la industria, el conocimiento y la humanidad» en una «ca­ logradas gracias a la empatia con otros agentes económicos109.
dena indisoluble» caracterizada generalmente como «la época del El consumo de bienes, especialmente los que se obtienen utili­
gran lujo»105. En consecuencia, por «lujo» se entienden los bienes, zando nuevas materias primas, tiene unas repercusiones positivas en
especialmente los productos elaborados, que pueden agradar a los la demanda interna. De ello se deduce que tanto el comercio de im­
sentidos, ayudar a superar la indolencia que prevalece cuando los portación como el de exportación pueden estimular la producción
hombres no se dedican exclusivamente a satisfacer los placeres y industrial. Permiten también a la población gozar del bienestar que
las comodidades de la vida. Hume recuerda que las tierras perma­ ofrecen los bienes de lujo, ya que fomentan la aparición de nuevas
necían sin cultivar antes de la introducción de los nuevos bienes de producciones industriales en los países hasta el punto de que las cla­
consumo, mientras que la multiplicidad de estos nuevos productos ses populares pueden disfrutar de ellos. Los efectos positivos no sólo
ofrece ahora a los terratenientes un incentivo para que sus tierras sean afectan a la economía interior, sino que también se expanden al co­
cada vez más productivas. En su obra H istory ofE n glan d expone el mercio internacional, lo cual facilita la interacción entre los distin-
D el lu jo a l consu m o 73
72 Marcello Carmagnani

tos países cuya «semejanza es proporcional a la intensidad de sus in­ crementar la productividad sin encontrar la oposición de los traba-
ladores. La falta de resistencia de los trabajadores frente a la mayor
tercambios»110.
Los beneficios del comercio se observan en la relación que se es­ intensidad de trabajo a corto plazo depende del estancamiento de
los precios que permite a los trabajadores consumir más, y ello, na-
tablece entre el perfeccionamiento de las manufacturas y el creci­
i oralmente, tendrá consecuencias positivas en la producción agrí­
miento del comercio exterior: ambos multiplican tanto el aumento
de los productos de lujo y de comodidad como la difusión de las ma­ cola e industrial116.
El análisis de Hume de las formas de intercambio se sitúa frente
terias primas necesarias para las nuevas manufacturas111. La libertad
a la relación existente entre el intercambio y el consumo. Sin con­
de comercio permitirá, por tanto, a los hombres «gozar de los frutos
sumo, la industria no podría desarrollarse; al contrario, se aislaría del
del trabajo al tener plenamente satisfechas todas las necesidades de la
contexto internacional y perdería la oportunidad de beneficiarse de
vida y otras convenientes para el bienestar»112.
La propensión a consumir, en todas sus dimensiones, tendrá un los avances que tienen lugar en otros países117. Por tanto, no subsiste
efecto positivo en cuanto a la monetarización de la economía y la ex­ contradicción alguna entre el desarrollo industrial y el crecimiento
pansión del mercado se refiere. Habida cuenta de que los hombres y del comercio exterior. Si crecen y se perfeccionan las manufacturas,
sus producciones son «la verdadera fuerza de cada comunidad», el incluidas las que están orientadas al mercado interior, los productos
«estilo de vida sencillo» va, por tanto, «en detrimento de la nación». excedentes del consumo doméstico pueden competir a nivel interna­
La sencillez de una nación hace circular el dinero «en un número re­ cional118. La emulación entre las naciones rivales en la esfera del co­
ducido de manos y evita su difusión y circulación por doquier». En mercio contribuye a fomentar la mejora de la producción industrial
cambio, «la industria y la difusión de objetos refinados hacen que el en cada una de ellas y, por consiguiente, la competencia entre países
dinero, incluso si se reduce su cantidad», pueda circular por todas las favorece la difusión de las innovaciones técnicas119.
venas del cuerpo de un Estado, penetrar en todas las transacciones y En el discurso de Hume hay más de una novedad sobre el lujo y
contratos, lo cual favorece la expansión del mercado113. Hume afirma la libertad de comercio y de consumo, pero también sobre el vínculo
que la moneda es el medio y la medida de los intercambios; añade que existe entre la producción total, en general, y la industria, en
también que el dinero, la propiedad y el mercado son los elementos particular, y la reproducción económica, y sobre la relación entre la
inversión y el consumo. Es pertinente hacer hincapié, una vez más,
constitutivos de la sociedad comercial114.
Hume diseña de tal forma una nueva economía que acaba con el en la importancia que Hume atribuye a la autonomía respecto a la
prohibicionismo y el mercantilismo, y va más allá de los economistas loma de decisiones por parte de los agentes económicos, precisa­
de su época. Aduce, en efecto, que cuanto mayor es la exportación de mente porque ésta permite establecer la relación entre la producción
bienes, mayor serán no sólo las importaciones, sino también el con­ y el consumo que tiene lugar a través del intercambio. La importan­
sumo de productos nacionales y extranjeros. Hume comprende per­ cia de las decisiones de los agentes económicos surge como único y
fectamente que el equilibrio de la balanza comercial es un falso pro­ verdadero elemento desencadenante de la dinámica económica, ya
blema, a menos que no se tengan en cuenta la masa monetaria en que estas decisiones activan la división incesante del trabajo que es
circulación y la relación existente entre la masa monetaria y las tran­ el motor de las fuerzas del mercado. Sin el mercado no es posible
sacciones, así como el nexo entre el costo del trabajo y la velocidad de aumentar la renta individual y familiar que determina la expansión
la circulación del dinero. A su vez, el costo del trabajo afecta al volu­ de la demanda; sólo el incremento de la demanda puede alentar la
men de transacciones115. aparición en el mercado de nuevos bienes o productos nacionales o
El trabajo es el fundamento de la esfera económica y, como tal, extranjeros, que pueden destinarse al consumo inmediato o al con­
tiene un costo. De hecho, Hume arguye que el salario, al igual que sumo diferido con fines productivos.
cualquier otro precio, se regula por la oferta y la demanda. Por con­ Hume tiene una gran acogida en Europa. En relación con la difu­
siguiente, puede ocurrir, como escribió a Turgot, que si la demanda sión de su pensamiento no es baladí señalar los conocimientos que te­
de trabajo se expande aumentando los salarios, ésta contribuya a in­ nía de las obras de Montesquieu y de los economistas Melón y Dutot,
74 Marcello Carmagnani Del lujo al consumo 75

que descubrió durante su estancia en Francia, sobre todo, al frecuen­ necesaria una reforma de estos derechos tradicionales, junto con la
tar la biblioteca del abad Noël-Antoine Pluch. Gournay, un funcio­ antigua constitución, a fin de promover «una distribución más equi-
nario influyente con el cargo de intendente de comercio y fundador iativa de la tierra» dado que «no se cultiva donde no hay tierra; y na­
de las ciencias empresariales, favorecerá la difusión de sus ensayos y die quiere cultivar si no se ostenta el derecho a la propiedad»123.
fomentará las traducciones al francés, incluyendo su propia presen­ Refiriéndose a las ideas de Melón, Genovesi aduce que el inter­
tación de las obras. El mérito de estas presentaciones es acercar el cambio de bienes superfluos por los necesarios es una actitud de la
pensamiento de Hume al de Melon y Forbonnais en el marco de un naturaleza humana con arreglo al orden natural que pone en primer
proyecto con el propósito de vincular el «dulce comercio» con ideas lugar el intercambio de bienes de primera necesidad y luego aquellos
análogas que se estaban afirmando en otros países europeos, y que en derivados del «amor por las comodidades» que, a su vez, estimula el
Francia comenzaron a conocerse con la traducción de los textos de intercambio de los artículos de lujo124.
Cary, Child, Decker y Ustáriz120. Puesto que todos los bienes han de circular libremente, el con­
Las ediciones en francés de Hume también son decisivas porque sumo tanto de productos «absolutamente necesarios», como de
alientan la traducción al italiano, publicada en 1767, que dará a cono­ aquellos «m uy cómodos y útiles» o «placenteros» debe ser también
cer al filósofo escocés en el resto de Europa, donde será acogido favo­ libre125. Para que la libertad de comercio y de consumo pueda favore­
rablemente. La difusión del pensamiento de Hume se produce para­ cer el incremento de la población, los gobiernos deben «mejorar los
lelamente a la de los fisiócratas y los sensistas, corrientes con las que medios de los hogares» y elaborar normas adicionales que permitan
se cruza, pero también con la de la escuela comercial. que la libertad económica «redunde en beneficio de todos y no única­
Además, en las obras de Antonio Genovesi, que se tradujeron mente de la clase de comerciantes» para que ésta contribuya «a la feli­
pronto al alemán y al español, se observa la influencia de los france­ cidad pública, que es el fundamento de todo ius público»126.
ses, especialmente de Montesquieu, Melon y Forbonnais, del español Al igual que otros economistas de su tiempo, también para Geno­
Ustáriz y del inglés Cary, así como de Hume y la nueva agronomía. El vesi la libertad de comercio y de consumo fomenta las actividades de
magnífico análisis de Franco Venturi del reformador napolitano per­ los particulares y su convergencia con el interés público en el que ha­
mite comprender la manera en que Genovesi supera los prejuicios bía hecho hincapié Montesquieu. Esta convergencia es posible gracias
sobre el refinamiento, el lujo y, en general, la prosperidad considera­ a la utilidad del intercambio y el consumo de bienes. La distinción he­
dos responsables de la corrupción de la sociedad. Todo el esfuerzo de cha por Genovesi entre el comercio activo y el pasivo se combina con
Genovesi se dirige a mostrar que la prosperidad económica permite la convergencia entre el interés público y el privado, lo cual le permite
la transición de la economía de subsistencia a la economía monetaria revisar la problemática del consumo de los productos de lujo. Mien-
y comercial, un fenómeno que puede reducir las diferencias entre la l ras que el comercio pasivo es el que empobrece «al aportar cosas in­
ciudad y el campo121. necesarias», el consumo que perjudica realmente es el excesivo, ya que
Al igual que Hume, también para Genovesi el punto de partida «comporta gastos que van más allá de la renta y las ganancias»127. Por
del análisis reside en la importancia del trabajo. Si se centra la aten­ tanto, el comercio exterior pasivo y el consumo excesivo deben con­
ción en el trabajo, se puede establecer un nuevo vínculo entre la eco­ denarse no sólo porque no favorecen la riqueza nacional, sino tam­
nomía y la moral a partir de la idea según la cual todos los hombres bién porque son contrarios a los principios éticos y, por consiguiente,
tienen derecho a trabajar; habida cuenta de que el trabajo es un es­ fomentan la ociosidad128. En cambio, hay que apoyar el comercio ex­
fuerzo, le corresponde una retribución. Es el trabajo el que ejerce un terior activo y el consumo productivo, que no destruyen la renta y las
control sobre «los excesos de nuestras pasiones» y permite «de al­ ganancias ya que hacen que las acciones de los hombres sean virtuosas
guna manera acabar con el aburrimiento que conllevan nuestras fan­ e incentiven la competencia y la competitividad129.
tasías irracionales»122. El trabajo promueve la búsqueda de beneficios El consumo, sin embargo, no puede generalizarse excesivamente,
que en la sociedad napolitana observada por Genovesi se ve obsta­ al abarcar en su ámbito diversos tipos que dependen de las clases so­
culizada por la persistencia del ius feudal. Genovesi considera que es ciales existentes. Determinados consumos, como los de lujo que sir­
Marcello Carmagnani Del lujo al consumo 77
76

ven a las personas para «destacar dentro de su clase social o también; a-ses como en Genovesi. A su vez, Genovesi influye en Juan Sempere
igualar a la clase superior», proceden de «la propensión natural a so­ v Guarinos, autor catalán prolífico de obras históricas, jurídicas y bi-
bresalir», que es, por tanto, uno de los principios fundamentales del Ibiográficas, que publica una historia del lujo en la que se revela la in­
consumo130. La propensión al consumo deriva de la voluntad de las cidencia de Hume y del mismo Genovesi135. Su obra titulada Historia
personas que disponen de ingresos procedentes de un trabajo y una del lujo es una dura crítica a las leyes suntuarias que todavía existen
sociedad o una renta agraria; éstas no pueden verse limitadas en su cu España a finales del siglo xvm, así como una exhortación a todos a
propensión a consumir porque han de cubrir necesidades básicas y estimular los consumos que, a su vez, incentivan las artes, la industria
satisfacer posteriormente la necesidad no sólo de vivir cómodamente, v el comercio, lo que permite el aumento del empleo y la reducción
sino también con una cierta ostentación. El único límite al consumo (le la mendicidad y la ociosidad136.
es que la renta que se destina a ello no supere el total de ingresos con Sempere precisa que el gobierno puede, a lo sumo, tratar de desa­
el fin de reservar una parte de los mismos al ahorro. lentar el consumo de bienes de lujo importados y fomentar en cambio
La ausencia de juicios moralistas sobre el consumo permite com­ el consumo de artículos de lujo producidos en el interior del país137.
prender la importancia que revisten los autores franceses, ingleses y Añade también que los esfuerzos para contener cualquier tipo de
escoceses en el pensamiento de Genovesi, pero también el alcance de consumo son inútiles y están condenados al fracaso ya que la propen­
su gran originalidad al reelaborar y subrayar, a partir de las necesida­ sión a consumir bienes de lujo es inherente a la distribución desigual
des y, en particular, aquellas humanas, el dinamismo que caracteriza a ( le la renta138. Partiendo también de Melon, Hume y Condorcet, Sem­
la sociedad comercial. Por ello, Genovesi subraya el vínculo entre pro­ pere retoma la distinción propuesta por Genovesi de las diversas for­
ducción y consumo ya que no excluye los «ámbitos del lujo» y diferen­ mas de consumo de artículos de lujo, es decir, entre el lujo de la co­
cia las manufacturas productoras de bienes destinados al consumidor modidad y el lujo de la vanidad, añadiendo la diferenciación entre el
final de otras industrias que producen bienes que permiten única­ consumo que estimula el amor por las cosas y el que fomenta el amor
mente «vivir con voluptuosidad»131. La diferenciación de los produc­ por las personas.
tos de lujo está vinculada con la idea según la cual si los consumidores La conclusión de Sempere no es muy diferente a la de otros auto­
eligen bienes producidos en el interior del país, habrá una expansión res de este período. También para él, el consumo, en general, y el de
de la agricultura y las manufacturas y éstas, a su vez, aumentarán la cir­ artículos de lujo, en particular, estimula la industria; además, la mul­
culación del dinero y el empleo de las clases populares132. La impor­ lí plicación del consumo «acelera la circulación monetaria y gracias al
tancia atribuida a las repercusiones productivas del consumo, le per­ crecimiento de las compras y las ventas aumentan los derechos y las
mite argüir que serán mayores para las producciones más avanzadas rentas de la Corona»139.
técnicamente, que se consolidarán con el consumo de bienes importa­ El ensayo de Jean-François Saint-Lambert, publicado en E ncyclo­
dos que «despierta el espíritu de emulación». El vínculo entre la pro­ pédie, marca el final del debate sobre el lujo en Francia y Gran Bre-
ducción y el comercio de importación favorecerá la aparición de nue­ l aña, o la consolidación de la idea de que el lujo es un aspecto del con­
vos productos aptos para competir con los extranjeros dentro y fuera sumo en general y, por tanto, un elemento vinculado de forma natu­
del país133. Los beneficios procedentes del consumo de bienes de lujo ral a la producción y el intercambio140.
no son únicamente económicos: estos consumos promueven también Saint-Lambert critica a Hume, pero después retoma de este autor
la mejora generalizada de la sociedad. En consecuencia, el consumo las ideas principales. Su ensayo comienza con la definición del lujo
tiene como objetivo final estimular la colaboración entre los actores que «es el uso que se hace de la riqueza y la industria para alcanzar
sociales porque los hombres serán «más ágiles y astutos al pensar y es­ una “vida agradable”, y encuentra su origen, como argumenta tam­
tarán menos dispuestos a trabajar manualmente»134. bién Hume, en el deseo de adquirir los bienes que nos gustan»141.
Se ha mencionado anteriormente la difusión en España del pensa­ Para llegar a esta definición, el autor recorre nuevamente todo el de­
miento de los economistas franceses e ingleses y de la relación entre bate, y concluye que tanto los que critican el lujo moralmente como
Galiani y Ustáriz, y de cómo este último ha influido tanto en los fran- los que lo alaban no han valorado los efectos positivos y negativos del
Marcello Carmagnani Del lujo al consumo 79
78

lujo en la riqueza. Este autor propone que es preciso buscar un equi­ Se ha tratado de presentar el camino que introduce el concepto de
librio entre el consumo de lujo producido en el interior del país y el consumo en las teorías del proceso económico desde el momento en
de importación, ya que «la multiplicidad de los placeres debe ser pro­ que se abandonan los criterios morales y mercantilistas que condena­
porcional a los medios que se poseen»142. ban como lujo todo consumo de bienes innecesarios y procedentes
El lujo, de hecho, estimula la industria e incrementa el empleo del extranjero. Se ha explicado, asimismo, cómo en el transcurso de
y la renta, con consecuencias positivas no sólo para el crecimiento cuatro decenios los economistas se alejan progresivamente de los cri­
de la población, sino también para los intercambios, el comercio y terios de la filosofía moral y de la metafísica para llegar a identificar al
la agricultura143. Sin embargo, los efectos positivos del nuevo con­ consumidor con un individuo de carne y hueso movido por pasiones.
sumo pueden verse obstaculizados por las políticas gubernamenta­ Y son precisamente estas pasiones las que le inducen a aprovechar to­
les que podrían incrementar la desigualdad de la riqueza, o frenar cias sus facultades para obtener no sólo los bienes necesarios para su
la libertad de acción de los empresarios, e incluso lim itar la libertad reproducción biológica, sino también todos aquellos que el individuo
del consumo gravándolo con impuestos excesivos144. La condena considera útiles para el bienestar y la felicidad personal y familiar.
de Saint-Lambert de las políticas en contra de la libertad econó­ Ahora se pueden determinar los momentos del proceso que con­
mica emplea no sólo los argumentos de los fisiócratas, incluyendo virtió el lujo en la categoría más general del consumo. El momento
la importancia de los derechos de propiedad, sino también del pen­ desencadenante es la escuela comercial, denominada «dulce comer­
samiento de la escuela comercial. Termina su ensayo señalando que cio», que vuelve a elaborar en clave colectiva el egoísmo subjetivo
los gobiernos, si se dotan de constituciones y una legislación en ma­ diseñado por Mandeville, y lo explica con la necesidad material de
teria de derecho civil que puedan fomentar y garantizar la propie­ intercambiar la producción excedente con bienes no inmediatamente
dad, consiguen que «todos los que trabajan para enriquecerse» sean disponibles a través de la libertad de comercio. Es importante señalar
hombres útiles para el Estado, a condición, sin embargo, de que que la defensa de la libertad de comercio está directamente relacio­
cada uno «a l ser rico sea un hombre razonable» porque el lujo y las nada con la libertad de consumo. Cabe aducir, por tanto, que con la
pasiones subyacentes «deben estar subordinados al espíritu y a los escuela comercial, que condena el prohibicionismo existente y cual­
bienes de la com unidad»145. quier prohibicionismo, nació la primera formulación de la libertad
La libertad de consumo es, por consiguiente, un hecho recono­ económica, idea que comporta no sólo el derecho a la libertad de co­
cido desde el decenio de 1760. Cuando Georges-Marie Butel Du- mercio y consumo, sino también las garantías jurídicas que deben re­
mont, discípulo de Forbonnais y crítico de la fisiocracia, publicó su gir la libertad económica. En resumen, el primer paso teorético de la
teoría sobre el lujo, trató de reforzar la idea según la cual los bienes incorporación del consumo en la esfera económica se da con el naci­
producidos por las artes útiles y superfluas garantizan el disfrute a los miento de la libertad económica.
hombres y se basan en el deseo, mientras que la emulación promueve Una vez incorporado el consumo en la dimensión material de la
la renovación constante de los artículos de lujo146. Todos los hombres economía, en un momento sucesivo los economistas tratan de deter­
actúan, de hecho, motivados por el deseo de una vida más cómoda, minar en el plano teórico la utilidad económica del consumo y su re­
que es «el aliciente que ha constituido la sociedad»; en consecuen­ presentación cultural. Ambas tienen un efecto significativo tanto en la
cia, el «principio más sagrado de un buen gobierno debe consistir en economía real como en la teórica, especialmente en la determinación
alentar todo lo que puede aumentar los placeres de sus súbditos»147. de la función de la producción y la circulación monetaria y de bienes,
A partir de estas consideraciones, Butel Dumont critica la distinción bn este segundo momento se distingue entre el consumo improduc­
hecha por los fisiócratas entre gastos productivos e improductivos, tivo y el productivo, partiendo de la distinción de los fisiócratas entre
argumentando que los Estados tienen la obligación de promover el la renta productiva, que se atribuye exclusivamente a la agricultura, y
consumo del lujo dando «una mayor libertad a la industria y a la ima­ la improductiva, que se atribuye a otros sectores económicos.
ginación del consumidor» porque «los bienes de lujo fomentan la in­ La distinción entre el consumo productivo e improductivo concita
dustria y multiplican el número de producciones»148. un intenso debate económico y filosófico que profundizará en el sig-
80 Marcello Carmagnani

niñeado del consumo en relación con las necesidades y las exigencias


de los agentes económicos y sociales y, por tanto, con su capacidad de
elegir el destino de sus ingresos. En este debate, marcado por las nu­
merosas influencias ideológicas, se profundizó en el conocimiento del
proceso económico, se creó una metodología analítica y, después de C apítulo III
que arraigaran los conceptos del derecho natural, se comenzó a entre­
ver que la autonomía en la toma de decisiones de los agentes económi­ L A TE O R ÍA D EL C O N SU M O
cos no necesitaba mediaciones teológicas ni metafísicas. D E L A SO C IE D A D C O M E R C IA L
El intenso trabajo de los economistas clásicos produce resulta­
dos muy significativos entre 1750 y 1770. Se refuerza la idea de que
todo el consumo es parte integrante de la riqueza de una nación,
por lo que debe otorgársele la máxima prioridad en cualquier de­
bate sobre los resultados de la producción y la reproducción del
proceso económico, abandonando, por tanto, la idea de Quesnay En el curso del decenio de 1770 hay tres novedades que permiten
sobre la existencia de artículos improductivos. También se profun­ comprender la formulación de la teoría del consumo de la sociedad
dizó en la relación entre la renta y el consumo, lo cual le permite comercial que figura en La riqueza d e las naciones de Adam Smith.
establecer la distinción entre consumo productivo e improductivo. La primera novedad consiste en la definición de la economía polí-
Por último, se analiza y se perfecciona la reflexión sobre la cuota de lica; la segunda se refiere al concepto de anticipo necesario para la
la renta que hay que reservar al ahorro, que puede convertirse en un reproducción de la actividad económica, y, por último, la tercera, la
consumo productivo innovador. representación de la división del trabajo. A partir de estas novedades
En esta fase se reconsideran, asimismo, las ideas de la escuela co­ se puede reconstruir la creciente importancia que adquirió el con­
mercial sobre el vínculo entre el consumo y la balanza comercial; se sumo en la teoría económica clásica, en particular con Adam Smith,
hacen, asimismo, las primeras referencias a la importancia de este que llegará a determinar la primera sistematización del consumo en
nexo para explicar la composición de la balanza de pagos. Tampoco la teoría económica.
se debe olvidar que en este período, en que los problemas señalados En este capítulo se examinarán en primer lugar los economistas
suscitan la reflexión de la mayoría de los intelectuales europeos, se que le preceden, en concreto, Turgot y Verri, teniendo en cuenta que
hace hincapié a su vez en la importancia que reviste el consumo para estos dos autores comparten una herencia común con Smith, que se
el Estado en cuanto a ingresos fiscales y gasto público, puesto que la deriva del conocimiento de Locke, Melón, Cantillon, Hume, Ques­
carga impositiva contribuye a impulsar nuevas demandas de servi­ nay y de gran parte de los escritores analizados en el capítulo anterior.
cios y bienes públicos. Iodos están de acuerdo en rechazar el orden providencial y observan
El recorrido analizado en este capítulo ayuda a comprender la en la actividad de los hombres la única energía capaz de mejorar su
progresiva autoconcienciación de la nueva sociedad comercial a lo condición de vida. Después se examinarán los distintos aspectos de
largo del siglo xvm. Ésta ha descubierto a la sazón la plena capaci­ la teoría de Adam Smith relativa a la función del consumo en el pro­
dad de los hombres para reclamar sus derechos y para formular tam­ ceso económico y la creación de riqueza, y cómo las decisiones de los
bién nuevas estrategias complejas que puedan promover el bienestar consumidores responden a las motivaciones que alientan a los hom­
y la creación de nuevos modos de vida con el propósito de acercarse bres a la acción económica.
no a la felicidad eterna sino a la terrenal, y se prepara para recono­
cer dicha capacidad.
82 Marcello Carmagnani La teoría del consumo de la sociedad comercial 83

Las palabras de Verri tienen el mismo significado: «en cada nación


Hacia una teoría de la economía política se reproduce anualmente» lo «que sirve como alimento, vestimenta,
mobiliario, etc.; el valor total de estos bienes que cada año se renuevan
La primera edición de R eflexiones sobre la form ación y la distribu­ lo denomino reproducción anual»9. La importancia de la reproduc­
ción d e las riquezas de Anne-Robert-Jacques Turgot es de 1766, mien­ ción es tal que le lleva a escribir que es la tarea principal y específica de
tras que la primera edición de M editaciones sobre la econom ía política la economía política, la cual guarda relación tanto con la agricultura
de Pietro Verri es de 17711. Ambos trabajos parten de una reflexión como con la industria porque ambas comportan una «modificación de
sobre el comercio. Para Turgot, el comercio proviene de la desigual­ la materia», es decir, de todos los factores productivos10. Señala, asi­
dad en la división de la tierra, cuya consecuencia es la separación de la mismo, queja reproducción de la manufactura incluye el valor de las
sociedad entre productores (agricultores) y asalariados (artesanos) y la materias primas, los salarios pagados y los beneficios del empresario, y
subdivisión del producto en dos partes: por un lado, «la subsistencia y que el crecimiento de la reproducción anual permite la expansión de
los rendimientos de los cultivos» y, por otro, lo que va a parar a manos la riqueza, pero también de la población y su cultura11.
del propietario2. Del mismo modo, Verri considera que el principio Turgot y Verri consideran que la riqueza requiere el adelanto de
de la actividad económica debe buscarse en el intercambio, «en el au­ recursos expresados en cantidad de materias primas, bienes instru­
mento de los vendedores o, más bien, en la reducción de los compra­ mentales nuevos o existentes, capital en circulación, a saber, oro y
dores», un intercambio que refleja la existencia de «necesidad y abun­ plata, o en forma de créditos a la producción. También coinciden en
dancia: necesidad de la mercancía que se busca y abundancia de la que es con el intercambio de mercancías por medio del dinero que
mercancía que se cede», ya que «la necesidad a veces lleva al hombre se crean nuevos valores. De hecho, Turgot denomina «valor a todas
al latrocinio y otras al comercio»3; esto se señala para reforzar la idea las cosas susceptibles de intercambio y valoración» y «riqueza a to­
de que son las necesidades las que motivan la actuación humana4. rios los bienes objeto de comercio, a todos los objetos que tienen un
Las condiciones materiales (la división de la propiedad) y las con­ valor»12. Asimismo, para Verri la idea de valor está relacionada con
diciones inmateriales (las necesidades) son, por consiguiente, los mo­ el intercambio pero también con las necesidades; por ello afirma que
tores de la actividad humana en el ámbito de la economía. Estas con­ «el valor es un término que indica, poniéndolo de relieve, la estima­
diciones, según Verri, hacen que la economía sea la ciencia de «la ción que los hombres tienen de un objeto», y que se mide por grados,
riqueza y la prosperidad del Estado con el aumento de la reproduc­ puesto que «al tener los hombres opiniones y necesidades distintas
ción anual», siempre y cuando se pueda «elaborar el método y orga­ I...] la idea de valor es muy variable»13. Ni Turgot ni Verri establecen
nizar los teoremas que le conforman»5. el vínculo entre valor y trabajo; proporcionan, por tanto, una repre­
Según Turgot y Verri, el comienzo del proceso económico con­ sentación subjetiva del valor económico. Pero Venturi nos recuerda
siste, por tanto, en la reproducción, que Turgot denomina «les avan­ que Verri tiene incluso ciertas dudas sobre la subjetividad del valor
ces», los anticipos, es decir «todo tipo de trabajo relacionado con el económico hasta el punto de hacer hincapié en la necesidad de «m e­
cultivo, la industria y el comercio», algunos de los cuales se conver­ jorar aún más la teoría general de la economía política» con «la ayuda
tirán en «riqueza mobiliaria»6; ésta «se genera por el ahorro de los de la geometría y el análisis»14.
ingresos y los productos anuales que componen el capital, tanto en La idea firme de Turgot y Verri se explica porque estos dos au­
efectivo como en otros tipos de bienes con un valor comercial»7. En tores están viviendo en un momento en que la circulación mercantil
su crítica a los fisiócratas, que consideran que los productores de ma­ y los intercambios monetarios se han convertido en dominantes en
nufacturas son una clase improductiva, Turgot hizo hincapié en que la esfera económica. Turgot señala que el incremento de la circula­
la economía es un proceso que articula toda la producción, y no úni­ ción monetaria ha reducido en Europa el tipo de interés al interpre­
camente parte de ella, así como todos los intercambios, interiores y tar este cambio como un movimiento que hace prevalecer la lógica
exteriores, presentes y futuros, basados en la cooperación entre las económica de la reproducción respecto al consumo improductivo de
diferentes clases sociales8. artículos de lujo15. Verri, en cambio, muestra la existencia de una reía-
84 Marcello Carmagnani La teoría del consumo de la sociedad comercial 85

ción entre la producción anual y el crecimiento económico dado que Es preciso atribuir a Turgot el mérito de haber desarrollado el
la balanza comercial puede afectar positiva o negativamente a la tasa análisis sobre los obstáculos a los que se enfrentan la sociedad comer­
de acumulación16. cial en general y la francesa en particular. En su É loge d e Vincent d e
Turgot se esfuerza concretamente en explicar cómo el intercam­ ( ¡oumay, afirma haber aprendido de su maestro que las dificultades
bio y la circulación mercantil conllevan un cambio constante en la re­ i|ue encuentran las políticas de liberalización obligan a actuar con ex-
lación entre la economía y la sociedad, como se ha señalado anterior­ i rema prudencia24.
mente, a partir de la desigualdad determinada por la división de la Las políticas de liberalización deben elaborarse, según Turgot, te­
tierra. El intercambio limita la producción individual presente en la niendo en cuenta tres condiciones. La primera consiste en garantizar
sociedad natural igualitaria y da lugar a una división organizada del a los comerciantes la libertad y la seguridad para que puedan llevar
trabajo; ésta, en concomitancia con el comercio exterior, refuerza y a cabo, como capitalistas, sus negocios sin temor, que las mercancías
aumenta las ventajas de la especialización y la división del trabajo en Iruedan circular sin problemas y que su movimiento favorezca la crea­
el proceso de producción17. ción de un mercado nacional que reduzca al mínimo las crisis alimen­
A partir de la primera división de la sociedad en productores-cul­ tarias recurrentes. La segunda condición es que la libertad de comer­
tivadores y asalariados-artesanos, se produce una progresiva distin­ cio se extienda a todas las mercancías y que se eliminen todas las tasas
ción entre agricultores y terratenientes. Por consiguiente, los pro­ y gabelas que impiden la libre circulación a fin de promover la com­
pietarios son la única clase que no tendrá a la sazón necesidad de petencia y reducir los precios de los productos básicos, especialmente
vincular el trabajo con sus necesidades de subsistencia; también los cereales y la carne. La tercera condición se refiere a la necesidad
puede llegar a ser una «clase improductiva», pero sigue siendo una de una reorganización de la administración del Estado, lo que implica
«clase disponible» o dirigente para «las necesidades generales de la una reforma política de la monarquía, comenzando por los munici­
sociedad y el Estado»18. La clase improductiva «comprende a todos pios, por la que se atribuya a los propietarios una función de primer
los demás miembros asalariados de la sociedad», a saber, artesanos, orden, y que promueva la creación de un consejo de instrucción pú­
empresarios, comerciantes y capitalistas. Estos últimos pueden llegar blica capaz de iniciar un sistema nacional de formación popular25.
a ser arrendatarios de tierras pagando altos cánones a los propietarios El beneficio de las reformas será el nuevo equilibrio entre los sala­
o empresarios que asumen la tarea de anticipar el dinero proveniente rios nominales y el precio de los cereales, sobre todo en las provincias
de los beneficios para reiniciar el ciclo de producción19. Los agricul­ más pobres, que también se incentivarán con un programa de obras
tores se subdividirán con el tiempo en arrendatarios, asalariados y públicas. Se señala de esta manera la relación que para Turgot debe
jornaleros20. Los adelantos en efectivo son el mecanismo que permite existir entre los ingresos individuales y familiares y el consumo. Tur­
los beneficios, ya que redundan en la «circulación del dinero», lo cual got plantea este problema cuando escribe que únicamente las perso­
es útil y fructífero para «todos los trabajadores de la sociedad» y hace nas negligentes e imprevisoras son las que destinan toda su renta ex­
posible «el movimiento y la vida en los órganos políticos»21. cedente (la que queda una vez satisfechas las necesidades básicas) al
Otro punto de contacto fundamental entre los autores coetáneos consumo de bienes superfluos26.
de Adam Smith es el destino del producto neto. Si se tiene en cuenta Verri articula mucho más el análisis sobre la relación entre consumo
que también este aspecto está relacionado con la satisfacción de las y producción, hasta el punto de que se podría reconocer que existe una
necesidades humanas, Turgot señala la tensión entre los productores gran semejanza entre este autor y las ideas de Adam Smith en relación
de bienes y de materias primas y los que, a su vez, los transforman en con la balanza de la producción y el consumo, si bien Smith, a diferen­
artículos destinados al consumo22. El fuerte interés de Turgot por la cia de Verri, no hace referencia explícita a la balanza comercial27.
reproducción le lleva a preferir las inversiones y a sostener que el lujo En Verri la relación entre producción y consumo, determinada
tiende a la destrucción de la acumulación del capital dado que dis­ por la balanza comercial, tiene su punto de partida en las necesida­
minuye la cantidad de capital destinado a préstamos y amplía la de­ des humanas. El comercio y, por consiguiente, el intercambio depen­
manda de los mismos23. den de «la necesidad y la abundancia: necesidad de la mercancía que
86 Marcello Carmagnani ha teoría del consumo de la sociedad comercial 87

se busca, abundancia de la mercancía que se vende a cambio», con el El aumento del dinero permitirá «a todo ciudadano ampliar el
resultado de que el intercambio aumenta y multiplica toda la produc­ ámbito de sus necesidades», que comenzará «a pensar en nuevas co­
ción anual y el consumo de la misma que, a su vez, se incrementa por modidades en la medida en que aumente la posibilidad de satisfacer­
el consumo de los productos extranjeros28. las»32. La demanda del consumidor se expandirá en la proporción en
Pietro Verri subraya que, para comprender el crecimiento de la i|ue se incrementen «los vendedores y los responsables de la repro­
riqueza de un Estado, se ha de prestar especial atención a «la repro­ ducción», ya que cuanto más aumenten los consumidores más se am­
ducción y el consumo anuales». Añade que, si el valor total de la re- pliará el beneficio de los vendedores y se multiplicará el número de
producción es equivalente al valor anual del consumo, habrá un es­ industrias en condiciones de ofrecer otros productos alentados tam­
tancamiento del producto; si, por el contrario, el consumo supera la bién por las nuevas artes mecánicas33. Gracias a la relación virtuosa
reproducción, el producto disminuirá; mientras que habrá un cre­ entre producción y consumo bajarán los precios relativos de los pro­
cimiento económico cuando «la reproducción anual supere el con­ ductos y aumentarán las exportaciones34.
sumo»29. Verri especifica que el consumo anual es la suma de los ali­ El motor del crecimiento económico es el aumento constante de
mentos y el vestuario, pero también del mobiliario y de «lo que se los vendedores, que se obtendrá cuando «las fortunas se distribuyan
utiliza para el servicio de los hombres»; por tanto, el consumo es el más equitativamente y entre un número mayor de personas». A dife­
resultado de lo que se reproduce anualmente en la agricultura y la in­ rencia de Turgot, Verri considera que la distribución desigual de la ri­
dustria. Al igual que Turgot, critica a los fisiócratas que definen a los queza genera una reproducción anual restringida «a lo estrictamente
empresarios como una clase improductiva, argumentando que el va­ necesario y la industria desaparece puesto que la población cae en el
lor de la producción de las manufacturas es mucho mayor que el va­ letargo»35. Por consiguiente, debe encontrársela manera de «dividir el
lor de la materia incorporada en los bienes y el valor de los alimentos patrimonio» y de distribuirlo «entre un mayor número de hombres»
consumidos por la mano de obfa empleada para su producción30. manteniendo, no obstante, los derechos de propiedad, «la base de la
Después de definir la balanza de la producción y el consumo, Ve­ justicia en cualquier sociedad civilizada». Sin embargo, puede lograrse
rri analiza los diferentes saldos y lo hace de una manera similar a una distribución más equitativa de la riqueza con una división parita­
Smith. Afirma, en efecto, que cuando la reproducción es igual al con­ ria de la herencia entre los hijos, «sin distinción del sexo», evitando de
sumo, la nación se encuentra en un «estado de perseverancia», es de­ ese modo que ningún bien, incluida la tierra, «permanezca constante­
cir, en un equilibrio precario y, por tanto, puede desaparecer, convir­ mente segregado de la circulación de los contratos» y gravando fiscal­
tiéndose en presa fácil de «algún país vecino». Cuando el consumo mente «los artículos de lujo puramente de ostentación»36.
es superior a la reproducción, la nación declina y cada año registra la Verri elabora, asimismo, una división por clases de la sociedad
disminución de su capital, viéndose obligada a utilizar una parte de pero, a diferencia de Turgot, la suya es notablemente menos mecá­
lo que había acumulado previamente. En esta condición, el equilibrio nica ya que divide a la población en tres grupos, a saber, los respon­
podrá restablecerse sólo con la emigración de los consumidores; por sables de la reproducción, los mediadores y los consumidores, que
consiguiente, con una disminución de la población la nación se en­ son las clases de las que se ocupa «la esfera de los objetos que exa­
contrará de nuevo en el «estado de perseverancia». mina la economía política». Las tres clases se diferencian, al igual que
En la nación donde la reproducción anual es superior al consumo, para Turgot, de la «clase separada» de la vida económica, la de fun­
se dará en cambio un aumento de la «mercancía universal», el dinero, cionarios públicos, magistrados, soldados y ministros de la religión.
que durante un breve período redunda, sin embargo, en un incremento Los responsables de la reproducción son todos aquellos que «al mo­
de los precios y, por consiguiente, en una disminución de las exporta­ dificar los productos que genera la naturaleza» crean «un nuevo va­
ciones. No obstante, el aumento del circulante monetario permitirá lor, cuya suma se denomina reproducción anual». Los mediadores se
satisfacer no sólo las necesidades existentes, sino también los deseos interponen entre los productores y los consumidores y hacen circular
insatisfechos que incrementarán el consumo y, por tanto, «la reproduc­ los bienes objeto de consumo y aquellos necesarios para la produc­
ción» que permite recuperar el equilibrio de la balanza comercial31 ción: son, por tanto, los comerciantes «que compran para vender» y,
88 Marcello Carmagnani La teoría del consumo de la sociedad comercial 89

en general, «todos los que establecen un vínculo entre el responsable Esta consideración ayuda a comprender por qué para Smith «el
de la reproducción y el consumidor, facilitando la circulación de los consumo es el único objetivo y propósito de toda la producción» y su
mismos». Por último, el consumidor tiene como carácter distintivo corolario de que «se deberían atender los intereses del productor úni­
que no depende de ninguna industria a pesar de pertenecer «al con­ camente en la medida en que sea necesario para promover los del con­
junto de la sociedad»37. sumidor»41. Precisamente por esta razón su reflexión reviste una gran
Por consiguiente, Pietro Verri es el primer economista que de­ importancia con respecto al hecho de que, en el sistema comercial eu­
fine el término «consum idor» y su grado de autonomía en la es­ ropeo, «el interés del consumidor suele sacrificarse frente al del pro-
fera económica. La condición principal de la existencia del con­ (luctor», ya que el productor «parece considerar la producción y no el
sumidor es ser titular de una renta «con una necesidad constante consumo como fin y objetivo último de cada industria y comercio»42.
de disponer de dinero» y contribuir indirectamente con su actua­ La atención que Adam Smith presta a la relación entre producción
ción a la reproducción individuando los «métodos para incremen­ Vconsumo, y entre productores y consumidores, me llevó a recons-
tar la reproducción anual de los fondos» y alentar constantemente i ruir su teoría del consumo teniendo en cuenta la importancia de la
a los productores a satisfacer los deseos más variados38. Además, el reproducción y las razones económicas subjetivas —las necesidades y
consumidor no es una entidad genérica. Existen diferentes tipos de los deseos de los individuos— por su relevancia en las preferencias del
consumidores, entre los que cabe citar a los titulares de rentas supe­ agente económico en general y del consumidor en particular43.
riores a la mera subsistencia que contribuyen «al servicio público»; Todos los estudios existentes sobre Adam Smith, en especial los
otros que, no teniendo ingresos, «viven mendigando», y otros to­ más recientes, hacen hincapié en la continuidad entre la Teoría d e los
davía, «los que poseen tierras», que son los que están más interesa­
sentim ientos morales, las L ecciones sobre jurisprudencia y La riqueza
dos en el «mantenimiento del Estado» y, por tanto, «contribuyen a
de las naciones; y con la ayuda de estos textos se examinará a conti­
la reproducción anual»39. nuación la importancia que atribuye a las decisiones de los hombres
en el plano individual, familiar y estatal. La capacidad de tomar de­
El análisis de Verri es, por consiguiente, un modelo muy original
cisiones es inherente al «sistema obvio y simple de la libertad natu­
que, a partir de la interdependencia entre las clases económicas, de­
ral»44. De hecho, «todo hombre, con tal de que no viole las leyes de
termina los vectores de la economía que caracterizan la reproduc­
la justicia, debe quedar en perfecta libertad para perseguir su propio
ción, el intercambio y el consumo. De esta manera ofrece la primera
interés como le plazca, dirigiendo su actividad e invirtiendo sus ca­
definición de consumidor que surge con la nueva sociedad comercial,
pitales en concurrencia con cualquier otro individuo o categoría de
así como de su función en calidad de actor fundamental y autónomo
personas»45.
en el proceso que vincula la producción y el consumo.
A partir de la libertad natural de la que gozan los agentes econó­
micos, se puede establecer la relación existente entre los principios
La naturaleza humana de la actividad económica de la naturaleza humana y los principios morales a fin de comprender
las motivaciones de sus acciones humanas. Las motivaciones son las
En L ecciones sob re jurisprudencia de Adam Smith, en concreto en pasiones que impulsan a actuar para alcanzar un placer o causar un
la que dedica a la regulación del gobierno, se afirma que sus funcio­ dolor, una insatisfacción. Las situaciones que desencadenan las pasio­
nes son esencialmente tres: el mantenimiento de las carreteras y las nes dan lugar a manifestaciones de simpatía entre los individuos, esto
calles, la seguridad y la conveniencia y la abundancia. Esta última re­ es, a compartir las pasiones, a sentir lo que siente el otro46. El meca­
gulación tiene por objeto determinar los medios que garantizan la nismo de la simpatía facilita la organización de un sistema de valores,
abundancia, o lo que es capaz de producir opulencia, que se dará preferencias e intenciones; éstas favorecen a su vez acciones sociales
examinando las necesidades y las demandas de los seres humanos, que llevan a la felicidad individual47.
puesto que el hombre tiene la capacidad de progresar para encontrar El hecho de compartir las pasiones es superior cuando se trata de
el sustento necesario y el bienestar en su vida40. pasiones sociales, esto es, aquellas que se comparten con otros, mien­
90 Marcello Carmagnani La teoría del consumo de la sociedad comercial 91

tras que disminuye cuando se trata de pasiones egoístas, es decir, las aun estando siempre impulsada por el interés individual, se funda­
que están motivadas por el interés personal. En última instancia, sin menta la colaboración social, y el intercambio atribuye un contenido
embargo, es el individuo el que toma decisiones tanto respecto a la racional a la actitud pasional del interés particular. Las acciones eco­
orientación de sus acciones como a la valoración de las acciones de nómicas están también guiadas por la prudencia, una virtud de fácil
los otros. Por tanto, todas las decisiones siguen un mecanismo com­ acceso ya que no requiere el sacrificio del interés particular, sino sólo
plejo, que tiene en cuenta las pasiones y la autorregulación de la in­ elegir el momento oportuno para actuar, sin renunciar al objetivo
tensidad de la pasión, denominada por Smith «el punto de con­ esencial, que consiste en mejorar nuestra condición, un deseo que re­
veniencia», un mecanismo que remite siempre y en todo caso a la quiere calma y control de las pasiones53.
simpatía o a la empatia48. Una codificación del universo de Smith que tenga en cuenta la
Las decisiones humanas impulsadas por las pasiones y reguladas simpatía y el interés personal permite distinguir tres sistemas: sintác-
por la conveniencia son virtuosas, ya que están guiadas por el auto­ lico, semántico y de las acciones. Los dos primeros están en la Teoría
control, la prudencia y la justicia. Gracias al autocontrol, que hace re­ ¡le los sentim ientos m orales y muestran que la simpatía crea el código
ferencia a la conciencia individual, se manifiestan las otras virtudes. de los valores económicos relativos a los bienes y a los objetos y de
La prudencia orienta las acciones humanas hacia la mejora general las reacciones emotivas (estima, desprecio o indiferencia), mientras
de nuestra condición y, por tanto, está más influenciada por el interés que el interés individual, que se encuentra en La riqueza de las nacio­
personal. La justicia, en cambio, orienta las acciones del hombre para nes, crea el código de las acciones económicas de la compra, la venta,
que no menoscaben la existencia, la propiedad y los contratos de los la inversión y el consumo54. De ello se deduce que no existe ninguna
demás. Esta última virtud se presenta asociada a la benevolencia, que contradicción entre el interés personal y la sociabilidad, dado que la
significa perseguir también el bien de los demás49. relación entre la simpatía y el interés personal da lugar a la organiza­
La orientación moral guía todas las decisiones humanas. Incluso ción que hoy se denomina «sociedad de mercado».
las decisiones en materia económica no son diferentes de las adop­ La cooperación entre los agentes económicos promueve la apari­
tadas en el ámbito político o social. La naturaleza específica de las ción de grupos de intereses que compiten entre ellos, cuyas acciones
decisiones económicas consiste en fomentar la superación del inte­ pueden ser negativas y contrarias a los de la comunidad. Las activi­
rés individual y permitir la colaboración entre los actores sociales50. dades económicas no pueden desarrollarse de forma autónoma res­
De hecho, incluso la persona más egoísta requiere la aprobación de pecto a la sociedad: deben ser reguladas y limitadas por la justicia,
los demás y, en numerosas ocasiones, como señala Smith, muestra un la legislación y las medidas adoptadas por la policía. Los gobiernos
fuerte deseo de contar con su consentimiento51. deben imponerse la obligación de paliar de alguna manera la falta
La existencia de una estrecha relación entre ética y economía es ile virtud de la acción individual para impedir que en el ejercicio de
visible en todas las acciones humanas individuales y sociales. La pa­ su libertad natural los agentes económicos causen perjuicios a la so­
sión más importante de entre las que motivan económicamente a los ciedad en su conjunto55. La libertad natural y la propiedad privada,
hombres es el interés personal —self-in terest —, una pasión que está a en cuanto elementos básicos de la libertad económica, pueden exis-
medio camino entre la antisocial y la benevolente. El interés personal t ir siempre que se establezcan los límites impuestos por la justicia
nos impulsa a actuar para adquirir los medios o los bienes para satis­ y los gobiernos56.
facer nuestras necesidades, y esto, en última instancia, es la única ra­ Las actividades económicas dan dinamismo al proceso económico
zón capaz de impulsar al hombre a realizar un esfuerzo, el trabajo, y siempre y cuando las personas persiguen sus propios intereses «en un
«a comerciar, canjear e intercambiar una cosa por otra»52. El interés plano liberal de equidad, libertad y justicia», por medio del trabajo
personal, sin embargo, no es suficiente para que los hombres tomen y el capital del que disponen pero «en competencia con aquellos de
decisiones racionales, dado que, para satisfacer sus necesidades de­ cualquier otro hombre o grupo de personas»57. En L ecciones sobre ju ­
ben contar con la inclinación natural de todos hacia el intercambio. risprudencia, Smith escribe que el individuo en la sociedad termina
Es en esta inclinación natural y general hacia el intercambio en que, actuando al mismo tiempo como hombre, como miembro de una fa­
92 Marcello Carmagnani La teoría del consumo de la sociedad comercial 93

milia y como miembro de un Estado. Como hombre actúa gracias a producto per cápita66. De hecho, en caso de que sea imposible «inter­
la libertad que le es inherente, así al formar una familia decide libre­ cambiar todos los excedentes del trabajo con respecto al consumo a
mente con quién casarse, y con la misma libertad decide como miem­ cambio de una parte del trabajo de los demás» no se tendría ni la di­
bro de un Estado haciendo uso de su libertad de comercio e inter­ visión del trabajo ni el aumento de la productividad del mismo.
cambio58. Gracias al intercambio el hombre satisface sus necesidades; El intercambio de bienes y servicios no es un hecho exclusiva­
una vez satisfechas las necesidades naturales (alimentos y cobijo) tra­ mente individual, ya que requiere la capacidad del individuo de en­
tará de satisfacer las necesidades más refinadas (las facilidades, la di­ contrar en la sociedad la cooperación y la contribución de otros, que
versión, el interés por las artes y las ciencias), las cuales, a diferencia colaborarán para obtener su propia ventaja. Cualquier intercambio o
de las necesidades naturales, no tienen «límites o confines definidos», i ransacción prevé que la compra del bien o servicio que se necesita se
al contrario, «parecen absolutamente ilimitadas»59. liaga a cambio de algo que otros precisan67.
La división del trabajo y el intercambio se materializan en el mer­
cado en el que convergen todos los agentes económicos en un orden
Los fundamentos del consumo que no se deriva de ningún proyecto y, por consiguiente, va más allá
cíe la ventaja que puede obtener el agente económico individual68. El
Todas las necesidades, ya sean naturales o refinadas, se satisfacen intercambio de información entre las personas y la propensión de los
por medio de la actividad humana más importante, el trabajo. De ello individuos a mejorar su condición de vida crean un orden que, sin ser
se deduce que todo hombre es capaz de satisfacer sus deseos gracias conscientes de ello, refuerza los lazos interpersonales y aumenta la ri­
al trabajo que posee o puede adquirir (com m anded labour o com m and elueza de la comunidad69.
oflabour)\ el trabajo «es, por tanto, la medida real del valor de cam­ El mercado es un orden económico «conducido por una mano in­
bio de todos los bienes»60. Teniendo en cuenta que las necesidades y visible a promover un fin que no entra en sus intenciones» y de esa
los deseos crecen con el tiempo, la acción humana tratará de satisfa­ lorma «promueve con frecuencia el de la sociedad»70. Las acciones
cerlos con una cantidad menor de trabajo, aumentando así la produc­ de los hombres tienen consecuencias involuntarias que entran en un
tividad de la mano de obra61. orden que da coherencia a los acontecimientos; éstas son positivas y
Los principios que promueven el crecimiento de la productividad visibles en el desarrollo de la sociedad71. La espontaneidad que ca­
del trabajo son la división del trabajo, es decir, la creciente especializa- racteriza el mercado, como se ha señalado anteriormente, requiere la
ción y el intercambio de bienes. La división del trabajo también sienta regulación de la justicia y de las políticas gubernamentales; ambas de­
sus bases en la monetarización62 y, por tanto, se rige por el valor de ben favorecer la acción continua, constante y creciente de los agen-
cambio que se materializa en «lo que la moneda compra» en cuanto íes económicos, permitiendo que el mercado sea cada vez más com­
«instrumento reconocido y utilizado por el comercio»63; se rige igual­ plejo72. El mercado como motor de la sociedad comercial goza, por
mente por la acumulación de capital «que, por supuesto, es anterior a consiguiente, del apoyo de un capital moral, una ética que, aun asu­
la división del trabajo», pero la división del trabajo progresa «sólo en miendo el interés principal de los individuos para adquirir riqueza,
proporción a la acumulación preventiva y gradual del capital»64. El re­ honores y privilegios, requiere que el egoísmo de las personas no en-
sultado es que el trabajo estará «cada vez más subdividido»65. l re en conflicto con los intereses de la sociedad73.
En la sociedad comercial, el intercambio por medio del dinero y Es el mercado el que conforma el consumo a través del intercam­
la acumulación de capital son, por consiguiente, las fuerzas dinámi­ bio de bienes y servicios excedentes, cuyo crecimiento se ve favore­
cas que fomentan la división del trabajo. Estos vectores tienen sus li­ cido por la expansión incesante de la división del trabajo y la mer-
mitaciones sólo en la extensión del mercado, o en la propensión y cantilización. En un mercado reducido, los bienes que se ofrecen a
la capacidad de los actores sociales a intercambiar, canjear o vender los consumidores serían cuantitativamente limitados e igualmente
su producción; además, la extensión del mercado está condicionada sería limitada su diversificación cualitativa, mientras que cuando la
por el grado de especialización y, por tanto, por la productividad o el «división del trabajo se ha consolidado de manera generalizada sólo
94 Marcello Carmagnani La teoría del consumo de la sociedad comercial 95

una parte muy reducida de las necesidades individuales puede satis-s ile estas últimas es su apertura al mercado, en el estadio comercial, ya
facerse con el producto del propio trabajo» y todas las demás se del que el trabajo en las colonias es valorado y se difunde el salario mo­
ben cubrir, como se ha señalado, gracias al trabajo excedente. Sólq netario que favorece el aumento del consumo. El salario monetario,
cuando la división del trabajo y la extensión del mercado se comí la compensación del trabajo remunerado en dinero, es el vector que
binan, esto es, cuando «cada uno vive intercambiando, es decir, se i anto en Europa como en las colonias estimula el consumo. Habida
convierte en cierta medida en comerciante», entonces sucede quéj cuenta de que los salarios monetarios no son uniformes, sino que se
«la sociedad misma se transforma en lo que esencialmente es unáj iliferencian según la ocupación y la región, el consumo acaba siendo
sociedad comercial»74. j influenciado por la urbanización: cuanto mayor es el centro urbano,
Durante su afianzamiento, el consumo se convierte en un propul-j mayor es la propensión al consumo de sus habitantes.
sor de la extensión del mercado, ya que pone en movimiento el au­ «El gran comercio de toda sociedad civilizada es el que se desa­
mento del capital fijo y el capital circulante, cuyo «único fin y pro-j rrolla entre los habitantes de las ciudades y los del campo», escribe
pósito es mantener y aumentar el capital que puede destinarse aí Smith. Eso se concretiza en el intercambio de materias primas por
consumo inmediato»75. La expansión del consumo aumenta la renta, productos elaborados, utilizando el trueque, el dinero o un sustituto
los beneficios y los salarios, los tres rubros que promueven la acumu-i en papel de la moneda. Con el intercambio «el campo ofrece a la ciu­
lación de capital y, por tanto, la riqueza76. dad los medios de subsistencia y las materias primas de las manufac-
A diferencia de lo que sucede en la sociedad comercial, en la so­ i uras» que la ciudad paga reenviando a los habitantes del campo una
ciedad primitiva, en la que no existe la división del trabajo, el inter­ parte de los productos elaborados82. El predominio de la ciudad no
cambio se practica ocasionalmente y cada individuo debe procurarse se deriva de la relación asimétrica con el campo, sino de la centrali-
solo todos los bienes que necesita77. En la sociedad primitiva de ca­ dad que adquiere al conseguir una parte de los medios de subsisten­
zadores y pastores, pero también en la sucesiva, la sociedad agrícola, cia «de países muy lejanos» a través del comercio exterior, que inte­
la división del trabajo no se difunde todavía, ya que encuentra un resa sin embargo sólo de manera secundaria al campo83.
obstáculo en «el escaso comercio exterior» y no se puede disponer de La ciudad se convierte en el motor del consumo dado que, no
«otras manufacturas distintas de las rudimentarias y domésticas que sólo «ofrece un amplio mercado inmediato al producto procedente
casi todos los hogares preparan para uso particular»78. Sin embargo, del campo», sino que es el vector que puede difundir en el país «el
ya en la fase de la sociedad pastoril «se difunde la desigualdad de la orden y el buen gobierno, y con ellos la libertad y la seguridad indi­
riqueza, lo cual proporciona a los hombres un cierto grado de auto­ viduales»84. La ciudad rompe la autarquía de las sociedades agrícolas
ridad y subordinación», es decir, «un cierto grado de aquel gobierno y pastoriles, en las que «un gran propietario, no teniendo nada con
civil que es necesario para su propia conservación»79. La desigualdad que intercambiar la mayoría de los productos excedentes de sus tie­
de la renta es la premisa necesaria tanto para Adam Smith como para rras para el mantenimiento de los agricultores, lo consume todo en la
Turgot de la aparición del consumo. De hecho, antes de la sociedad hospitalidad campestre de su casa»85. El razonamiento que subyace
comercial incluso el rico no «puede gastar sus ingresos de ninguna a esta idea es que el producto excedente sirve únicamente para man­
otra forma que no sea manteniendo a tantas personas como sea posi­ tener la corte del gran propietario, que compensará su generosidad
ble», las cuales son su clientela o su corte80. obedeciéndole «por la misma razón con la que los soldados obede­
Con la división del trabajo y la extensión del mercado se determina cen al soberano que les paga»86. En el período anterior a la sociedad
la desigualdad de la renta que permite la aparición del consumo. Gra­ comercial, los señores utilizaban una parte del producto excedente
cias al desarrollo urbano y comercial, el consumo se acelera y se con­ para ofrecer hospitalidad, para el trueque o dones, es decir, un com­
vierte en el objetivo final de la producción. Adam Smith es muy cons­ portamiento que antes del intercambio monetario servía para conso­
ciente de que la transición del estadio agrícola al comercial adopta lidar «el poder de los antiguos barones»87.
diferentes formas, en concreto, la europea del medioevo81, que se des­ La ciudad es, por tanto, el principal motor del consumo, ya que,
cribe en el Libro III, y la de las colonias americanas. La característica a pesar de que la riqueza producida por el campo precede histó­
96 Marcello Carmagnani La teoría del consumo de la sociedad comercial 97

ricamente a la expansión de la ciudad, en el momento en que a la Los principales obstáculos que penalizan el consumo de todos y
oferta de bienes manufacturados producidos en la ciudad se añade que pueden subordinarlo a la producción son: las restricciones im­
la importancia derivada del comercio exterior, se subvierte profun-i puestas a los productos importados para evitar la competencia con
damente el antiguo orden natural según el cual el desarrollo de la los productos nacionales; las subvenciones a la exportación que, en
agricultura precede a la industria y el comercio exterior88. Este or­ última instancia, se mantienen con los impuestos de los consumido­
den natural, que remite al estado de la naturaleza89, se invierte por el res; los acuerdos comerciales que favorecen las importaciones proce­
efecto del crecimiento del comercio exterior que «ha introducido las dentes de determinados países en detrimento de los consumidores; y,
manufacturas más refinadas, en otra palabras, las que eran aptas para por último, el sistema colonial que ha dado lugar a «un gran imperio
venderse en lugares lejanos»90. con el único propósito de crear una nación de consumidores que de­
El nuevo orden natural de la sociedad comercial, incluso tradu­ bería estar obligada a comprar en las tiendas de nuestros productores
ciéndose en las «mejoras agrícolas más importantes», tiene efectos rodos los bienes que éstos puedan proporcionarle»95. La conclusión
significativos en el orden político, ya que altera los usos y las costum­ de Smith es que los obstáculos a la libertad del consumo han condu­
bres del «gobierno originario». La relación entre el comercio y las! cido a que el interés de los consumidores se «ignore completamente»,
manufacturas ofrece «a los grandes terratenientes la posibilidad de porque los comerciantes y los empresarios «han sido con creces los
intercambiar los excedentes de sus tierras, que podían consumir so­ artífices principales» de los obstáculos a la libertad del consumo96.
los sin compartirlos con los arrendatarios y los miembros de su sé­ El consumo no puede ser considerado de forma independiente ni
quito»91. La nueva forma de consumo de los propietarios reduce del trabajo ni de la producción. A pesar de que todos los trabajado­
progresivamente su corte y se echa a muchos arrendatarios. Los pro­ res son «mantenidos por el producto anual de la tierra y el trabajo del
pietarios, a fin de ampliar su consumo personal, tuvieron que aumen­ país», una parte del producto anual se utiliza en el consumo produc­
tar las rentas y por ello concedieron a los arrendatarios restantes con­ tivo, es decir, el que está presente en el producto que se invierte de
tratos por un período más prolongado de tiempo para que pudieran nuevo en la renovación del proceso de producción. La cuota del con­
también recuperar con una ganancia los pagos realizados en las me­ sumo destinada al adelanto de la producción es sin duda importante,
joras introducidas. Por consiguiente, no sólo los grandes propietarios como asimismo es determinante la que se resta de las ganancias de los
se orientan hacia el consumo privado, sino también los arrendatarios propietarios del capital, o de los ingresos obtenidos del trabajo im­
que, seguros de la nueva independencia económica, lograron la liber­ productivo, el que realizan los que se ocupan del servicio y «la pro­
tad de consumir92. Smith aclara que el nuevo consumo personal y fa­ tección, la seguridad y la defensa de los bienes públicos»97. Por tanto,
miliar se difunde en principio gracias a las clases con mayores rentas, la importancia del consumo se deriva de la contribución de la renta
para llegar también posteriormente, emulando el consumo de los ri­ tanto del trabajo productivo como del trabajo improductivo, por lo
cos, a las otras clases sociales, tanto urbanas como rurales. que la contribución del consumo a la producción total es mucho ma­
El consumo en la sociedad comercial implicó, como se ha seña­ yor que el capital que se reinvierte en la producción. Ello explica que
lado anteriormente, una alteración del orden existente en su con­ Smith subraye la importancia de las clases sociales privilegiadas y los
junto, tanto en el plano económico y social como político, y reforzó la funcionarios públicos que, aun sin producir ningún valor determi­
libertad económica que dio lugar a la sociedad comercial. Esta alte­ nado y concreto de un bien permanente o vendible, sin embargo, tie­
ración se observa en la redefinición del concepto de consumo que es nen una función destacada en el proceso económico en general y pro­
similar al orden de la sociedad comercial, puesto que el nuevo orden ductivo en particular98.
del consumo, aun siguiendo la «naturaleza de las cosas», es decir, que La importancia que Smith atribuye al consumo le permite mate­
«la subsistencia precede a las comodidades y el lujo»93, tiene por ob­ rializar la idea que se ha señalado anteriormente al abordar el interés
jeto establecer que el fin último de la producción y el comercio es sa­ personal. De hecho, en el consumo confluyen todos los ingresos ob­
tisfacer las necesidades del consumidor, siempre que el interés de éste tenidos tanto del trabajo productivo como del denominado «impro­
no menoscabe los intereses del productor94. ductivo», porque con el consumo de una parte de los ingresos, cada
98 Marcello Carmagnani La teoría del consumo de la sociedad comercial 99

agente económico realizará una contribución al crecimiento de la eco­ A diferencia del consumo de los bienes de primera necesidad,
nomía. La renta personal «se puede gastar en artículos destinados al que se reducen en número, los de comodidad tienden a expandirse,
consumo inmediato» o «en bienes más duraderos acumulables»99. puesto que ahora se incluye en esta categoría el consumo de muchos
En el consumo todos los intereses concretos de los comerciantes, productos que antes se consideraban de lujo. Es el caso del té, el café
propietarios, elaboradores, funcionarios públicos, eclesiásticos y mi­ o el azúcar. Este dinamismo del consumo proviene de la «compensa­
litares acaban convergiendo en el interés público. El efecto expan­ ción real del trabajo», el salario que mide «la cantidad efectiva de los
sivo del consumo se expresa por su capacidad para fomentar la con­ medios de vida y de comodidad que puede ofrecer al trabajador», así
vergencia del interés individual en el interés general, ya que todas las como de los avances tecnológicos de la producción que favorecen el
clases, incluidas las populares, aspiran a imitar el consumo de los más aumento o la disminución de los precios de los bienes106. Se constata,
ricos reivindicando, a continuación, su libertad de consumir. Aun una vez más, la bidimensionalidad del consumo debido a la mejora de
distinguiendo el hombre sobrio del pródigo, Smith considera que la las condiciones materiales (salario e innovaciones tecnológicas) pero
libertad natural es inherente a todas las personas, en función de la también de las inmateriales, «el deseo de las comodidades y la deco­
cual toman decisiones sobre qué parte de los ingresos se debe guar­ ración de la casa, las carrozas y el mobiliario parece no tener un fin o
dar y cuál, en cambio, utilizar100. límite determinado»107.
La relación entre producto, trabajo y consumo le permite a Adam
Smith redefinir el consumo y sus diversas formas. La superación de­
finitiva de la idea negativa que en el pasado se tenía del consumo se Consumo inmediato, consumo duradero y balance entre el producto
observa en su distinción de los bienes consumidos que «son géneros y el consumo
de necesidad o de lujo». Por bienes necesarios entiende «no sólo los
productos imprescindibles para la vida», sino también «todo aquello Adam Smith tiene otro gran mérito: el haber diferenciado el con­
de lo que, según la costumbre del país, las personas respetables no sumo inmediato del duradero y luego haber comparado los dos tipos
pueden prescindir, incluidas las clases más bajas»101. En efecto, «des­ de consumo frente a la producción total. De ese modo se asesta el golpe
pués de la alimentación, el vestuario y el alojamiento son las dos gran­ final a la idea de lujo que desde Smith en adelante se ha convertido en
des necesidades de la humanidad»102. Los artículos de lujo son «todos sinónimo de ostentación, opulencia, elegancia y suntuosidad.
los demás bienes, lo cual no significa emitir el menor juicio respecto El punto de partida de Smith es, de nuevo, la preferencia de las
a su uso moderado»103. personas respecto a la elección del porcentaje de ingresos que ha­
La distinción de los bienes destinados al consumo demuestra el brían de destinarse al consumo, o lo que «puede gastarse en produc­
amplio consenso que se está logrando sobre la despenalización de tos para consumo inmediato» o «en bienes más duraderos y acumu­
los productos considerados no virtuosos no sólo para los individuos, lables»108. La renta de un hombre rico puede destinarse a «una mesa
sino también para la economía y la sociedad en su conjunto. La supe­ lujosa y suntuosa y al mantenimiento de un gran número de sirvien­
ración de la idea de que determinados bienes pueden causar daños tes y una multitud de perros y caballos», o puede ser más frugal y gas­
morales permite también su reconsideración en el orden natural del tar «la mayoría en su casa, en comprar libros, estatuas, cuadros o jo­
consumo, según el cual los productos de subsistencia, a saber, los ali­ yas e incluso en hacer lo que es más improductivo de todo», comprar
mentos, el vestuario y el alojamiento, «priman frente a la comodidad vestidos refinados109. Debería darse preferencia a los bienes durade­
y el lujo»; la actividad que proporciona los medios de vida «debe pre­ ros, no sólo porque expresan un consumo ético, sino también porque
ceder necesariamente a la que ofrece estas últimas», esto es, la como­ su producción «mantiene normalmente a un mayor número de per­
didad y el lujo104. Entre los bienes de subsistencia hay que distinguir sonas» y, por tanto, tiene una mayor repercusión social frente a los
los géneros de primera necesidad —sal, cuero, jabón, velas, harina, bienes no duraderos110. El consumo inmediato, como los banquetes,
etc.— y los géneros de comodidad —carne, licores, azúcar, tabaco, implica «siempre una cantidad de derroche y abuso», mientras que
especias, té, café, tejidos—105. al «dar trabajo a albañiles, carpinteros, tapiceros, mecánicos, etc., se
100 Marcello Carmagnani La teoría del consumo de la sociedad comercial 101

distribuiría una cantidad de provisiones de igual valor entre un nú­ provoque una disminución del consumo de las clases más acomoda­
mero de personas todavía mayor»111. De ello se deduce que, mientras das, favorece el ahorro generalizado de la colectividad y, por tanto,
que el consumo de bienes duraderos mantiene a «personas produc­ «el aumento de capital» que permite la expansión de la capacidad de
tivas», el consumo de bienes no duraderos mantiene a «personas im­ producción y la productividad del trabajo: de hecho, con «una menor
productivas» y, por consiguiente, sólo los primeros, los bienes dura­ cantidad de trabajo se obtendrá una mayor cantidad de producto»119.
deros, «aumentan el valor de cambio del producto anual de la tierra El resultado será que el aumento de la productividad laboral estimu­
y del trabajo del país»112. lará la demanda de los bienes de subsistencia y comodidad y, en con­
La distinción entre el consumo inmediato y el duradero permite secuencia, su consumo.
comprender el vínculo que establece Smith entre el consumo y la acu­ La sociedad mercantil tiene la capacidad de promover el creci­
mulación de capital, que, a su vez, influye en la riqueza de las nacio­ miento del producto total puesto que tiene en sí mismo un meca­
nes113. Esta interacción se basa en la distribución de la renta del ca­ nismo fundamental capaz de superar el ciclo estacionario y de deca­
pital que se divide en dos partes, el capital en sentido estricto, «la dencia. En el ciclo progresivo, el ahorro permite acumular un capital
parte de la que se espera un ingreso», y el consumo, es decir, la parte que se pondrá a disposición de los interesados para impulsar el pro­
del capital destinado al consumo inmediato y al duradero114. La re­ ceso económico a través del aumento de la productividad del trabajo
lación entre capital y consumo dependerá de la fase progresiva, esta­ y las innovaciones tecnológicas. La expansión de la demanda de bie­
cionaria o decadente en que se encuentre la sociedad comercial. La nes duraderos y no duraderos se traducirá en un aumento del con­
etapa inicial de la sociedad comercial es aquella progresiva en la que sumo que incrementará de nuevo el capital que habría de destinarse
«la sociedad se mueve hacia nuevas adquisiciones» y «la gran mayo­ a la reproducción.
ría de la población parece estar mucho más feliz y gozar de comodi­ El consumo presenta un grado de autonomía con respecto a la
dad» porque se vive un momento de «felicidad y abundancia en los producción y al intercambio que tiene efectos inducidos tanto para
diferentes órdenes». A la fase progresiva sigue el estado estacionario, la economía como para los recursos del Estado. Entre estos recur­
en el cual las clases viven en condiciones difíciles y la sociedad es te­ sos, los impuestos al consumo gravan por igual todas las fuentes de
diosa, «poco dinámica». Al estado estacionario sigue la decadencia, ingresos privados —la renta, el beneficio o el salario— . Esto sucede
una fase en la que la sociedad es «miserable» y la economía «melan­ porque, en la imposibilidad de gravar directa y proporcionalmente la
cólica o estancada»115. renta, el Estado «intenta gravarla indirectamente con impuestos so­
Cada una de las tres etapas tiene una relación diferente entre con­ bre el gasto, que en numerosas ocasiones se considera bastante pro­
sumo y producción que afecta a la acumulación de capital. Si el obje­ porcional a la renta»120. Es el impuesto sobre el consumo el que in­
tivo del capital fijo y el circulante es «mantener el capital que puede cide en la regulación de la renta salarial; el salario se regula tanto por
reservarse para el consumo inmediato» que permite «alimentar, vestir la demanda de trabajo como por el precio medio de los artículos de
y alojar a la población», las etapas progresiva, estacionaria y decadente subsistencia. Por tanto, cualquier circunstancia que aumenta el pre­
dependerán fundamentalmente «de la abundancia y la escasez» con la cio de los bienes de subsistencia conduce a un incremento del sala­
que el capital fijo y el circulante «se destinan a la parte de capital para rio121. Los bienes de subsistencia consumidos por el trabajador son
consumo inmediato»116. La relación entre el capital y el consumo se inelásticos, por lo que el aumento de los impuestos sobre ellos deter­
manifiesta sólo en la sociedad comercial, dado que requiere que el país minará un aumento igual o superior de los salarios. El impuesto sobre
haya acumulado previamente un stock de capital que pueda facilitar la los bienes de primera necesidad redunda en un aumento de los pre­
inversión en la agricultura, la industria y el comercio117. cios que será «ligeramente superior al incremento del impuesto de­
La relación entre capital y consumo también se ve influenciada bido a que el comerciante que lo prevé tiene que recuperarlo nueva­
por la evolución de los salarios, los cuales están determinados por mente con beneficios»122.
«dos circunstancias: la demanda de trabajo y los precios de los géne­ El argumento de Smith de que el impuesto sobre el consumo de
ros de subsistencia y de comodidad»118. El aumento salarial, aunque los bienes de lujo no influye en el salario no es, en cambio, igualmente
102 Marcello Carmagnani La teoría del consumo de la sociedad comercial 103

comprensible. El impuesto sobre los bienes de lujo, «incluso sobre El consumo no es únicamente un vector dinámico importante de
aquellos de los pobres, no se traduce necesariamente en un aumento la sociedad comercial, sino también un elemento esencial de la ri­
de los salarios en el trabajo»123. Para comprender esta conclusión hay queza de las naciones, como señala Smith en su crítica al mercanti­
que tener en cuenta el presupuesto familiar y la función de los precios lismo y la balanza comercial129. De hecho, sostiene que la restricción
relativos de los bienes en relación con las preferencias de los hogares. de las importaciones para fomentar la afluencia de metales preciosos
Estos últimos se reducen de forma continua para los bienes de con­ es un obstáculo al crecimiento económico y no sirve para nada limi­
sumo básicos (productos agrícolas, tejidos, mobiliario) y, por tanto, tar las importaciones procedentes de países con los que la balanza co­
el aumento de los impuestos sobre el consumo repercutirá sobre todo mercial arroja un saldo pasivo, ya que el interés real de las naciones
en los precios de los bienes de comodidad (jabón, velas, cuero y lico­ no es empobrecer a los vecinos, al contrario, consiste en fomentar los
res)124. Sin embargo, si se razona a partir de la idea de Smith según la intercambios que crean «vínculos de unión y amistad» entre las mis­
cual en la sociedad comercial los bienes de subsistencia consumidos mas. Gracias al comercio, que es «siempre una ventaja, aunque no
por los trabajadores aumentan en género, a raíz de los nuevos bienes siempre de la misma manera», se puede «corregir la baja rapacidad y
como el azúcar, el té, el café y el tabaco, es posible pensar, en conse­ el espíritu de monopolio de los comerciantes y el sector manufactu­
cuencia, que el impuesto repercutirá en la totalidad del consumo y no rero» y promover «el interés de la mayoría de las personas» para que
sólo en los bienes de subsistencia. Siguen revistiendo importancia, en el consumidor adquiera «todo lo que quiera a un precio inferior»130.
cambio, las dos ideas fundamentales de Smith, a saber: el aumento de La prosperidad de una nación no se mide a partir de la balanza
los precios relativos favorece la productividad del trabajo y la inno­ comercial, sino por el «valor de cambio del producto anual de la tie­
vación tecnológica; y la propensión a consumir de los agentes econó­ rra y el trabajo del país», lo cual se manifiesta en el «aumento de la
micos no sólo se verá influenciada por los ingresos —salario, renta y renta anual de sus habitantes»131. Si el «producto anual es superior al
beneficio—, sino también por las pasiones que determinan un com­ consumo anual, el capital de la sociedad debe crecer en proporción
portamiento diferenciado frente al consumo, de hecho, «el pródigo al excedente», ya que la sociedad del país «vive de sus rentas y ahorra
contribuye más y el parsimonioso menos»125. anualmente de sus ingresos» y gracias a ese ahorro se consigue «au­
Smith explica la sustituibilidad de los bienes de consumo con el mentar el producto anual»132. Cuando «el valor de intercambio del
argumento de que los consumidores tienen la capacidad de orien­ producto anual es inferior al consumo anual, el capital de la sociedad
tarse hacia categorías concretas de productos. El gobierno, a través disminuye anualmente en proporción a esa deficiencia. En ese caso,
de los impuestos, puede orientar el consumo con la penalización de el gasto de la sociedad supera su renta y repercute inevitablemente en
bienes de prestigio y la promoción de bienes de subsistencia y de co­ su capital. Su capital debe disminuir necesariamente y con él el valor
modidad, sin disminuir por ello el consumo de artículos de presti­ de intercambio de su industria»133.
gio126. Hollander arguye que Adam Smith explica la elasticidad de la Smith aduce que el sistema de la fisiocracia, «a pesar de sus defi­
demanda en términos de sustituibilidad del consumo y que la con­ ciencias», es «tal vez la aproximación más cercana a la verdad que ja­
ducta en relación con el consumo depende de la clase social del con­ más se haya publicado en relación con la economía política», en par­
sumidor127. La elasticidad del consumo debe tener en cuenta, por ticular cuando esta escuela considera que «la riqueza de las naciones
tanto, la distinción entre bienes primarios y de subsistencia (no elás­ no se basa en la acumulación de dinero que no se puede gastar, sino
ticos) y bienes de comodidad y de lujo (elásticos). La preferencia de en los bienes de consumo reproducidos anualmente por el trabajo de
Smith por los bienes duraderos es el resultado de la multiplicación de la sociedad». La innovación de la fisiocracia reside en el concepto de
los nuevos bienes que tiene lugar durante el siglo xvm, la cual pro­ producto interno monetario que Smith denominó «producto anual».
voca un cambio respecto al gasto del consumo de servicios persona­ El producto interno monetario es el valor, expresado en términos
les hacia los bienes duraderos, junto con el fortalecimiento del deseo monetarios, de toda la producción que representa el valor de cam­
de obtener los nuevos bienes presentes en el mercado tales como mo­ bio del producto anual de la tierra y el trabajo, excluyendo así la pro­
biliario, adornos, vestimenta, cerámicas, etc.128 ducción autoconsumida, que en el siglo xvm aún es una parte sig­
104 Marcello Carmagnani

nificativa del Producto Interno Bruto (PIB). A partir del producto


interno monetario, Adam Smith elabora el concepto de producto in­
terno monetario neto, que obtuvo al restar a éste el valor de los bie­
nes de consumo inmediato que satisfacen las necesidades y los deseos
de todos los productores de la riqueza. Por tanto, el producto interno
C apítulo IV
monetario neto es el ahorro nacional que, cuando es superior al con­
sumo, puede invertirse y por ello aumentar el stock de capital acumu­ «ISL A S D E UN N U E VO L U JO »
lado. En resumen, cabe afirmar que Smith elabora las premisas de la
contabilidad nacional134.
Cuando Smith afirma, como se ha recordado anteriormente, que
«el consumo es el único objetivo y propósito de toda la producción»,
quiere decir que la relación entre la producción y el consumo, en
su renovación anual, es la que determina el crecimiento, el estanca­
miento o la disminución del producto interno, hasta el punto de que
el consumo se convierte en el motor esencial de la sociedad comer­ El tímido aparecer inicial, que se intensificará después de 1710,
cial. De esa manera, Smith supera definitivamente el bullionismo co­ del consumo de nuevos bienes de origen asiático y americano se de­
mercial y la polémica sobre el lujo, lo cual le llevará a asumir una posi­ sarrolla en paralelo con la primera expansión de las importaciones de
ción de liderazgo en la fundación de la economía política, una ciencia los tejidos de la India. De la misma forma en la que contribuyeron a
que atribuye al consumo y al consumidor una función dinámica en la crisis del mercantilismo, los nuevos productos volvieron a cuestio­
la esfera económica, al fijar definitivamente la idea de que son la de­ nar la idea de que los artículos de lujo, especialmente los importados,
manda de bienes y los deseos de felicidad de los consumidores los estuvieran reservados únicamente a la nobleza. La rápida expansión
que definen la producción y la acumulación de capital. del consumo de té, café y cacao, que se añadió al de azúcar y tabaco,
Sin el consumo y sin la libertad de elección del consumidor, la so­ acentuó la profunda transformación del concepto de lujo. Los nuevos
ciedad comercial, que surge en oposición al mercantilismo que en el bienes no europeos, a diferencia de las especias reservadas a la aristo­
siglo xvm se consideraba ya una deformación de la libertad natural, cracia, empezaron a difundirse incluso entre las clases populares.
no hubiera podido consolidarse135. Precisamente porque la nueva eco­ En este capítulo se mostrará cómo el consumo de los nuevos bie­
nomía política se basa en la libertad de los agentes económicos, ésta nes concita un debate que comienza siendo de naturaleza médica
atribuye al consumo y a los consumidores una función decisiva en la para introducirse a continuación en la polémica sobre el lujo y tras­
conformación del mercado y, a la elección del consumidor, un papel ladarse, finalmente, al debate de la nueva economía política. Más en
esencial en la definición de las decisiones económicas colectivas. general, la nueva gama de productos extraeuropeos no tuvo única­
mente una función importante en la revolución comercial europea
del siglo xvm, sino que favoreció el cambio del mero debate sobre el
lujo al nacimiento de la teoría del consumo.

Virtudes médicas y virtudes comerciales

En el trascurso del siglo xvi y la primera mitad del siglo sucesivo


ya se encuentran menciones a productos asiáticos y americanos. Sin
embargo, no es casualidad que sólo durante la segunda mitad del si­
glo xvn se comience a deliberar sobre los beneficios y los inconve-
«Islas de un nuevo lujo» 107
106 Marcello Carmagnani
rosas ocasiones. Blegny argumenta por primera vez que el té, el café
nientes del consumo de los bienes no europeos, sobre todo en Ingla­ y el chocolate son tres productos que tienen las mismas cualidades y
terra y Francia, pero también en Italia y Alemania1. Hay numerosos- los mismos efectos beneficiosos para la salud humana13. Este enfoque
libros y opúsculos que versan sobre el café, el tabaco, el té y el choco* vuelve a adoptarse en Italia, donde se evalúa positivamente el con­
late. Entre 1657 y 1690, las publicaciones sobre las «nuevas drogas», sumo de café hasta el punto de subrayar con argumentos médicos su
como se denominan las nuevas bebidas de procedencia extranjera,' naturaleza saludable14.
anticipan de la misma manera los escritos comerciales en defensa de En las obras que se publican a la sazón en contra de las nuevas
las importaciones de los productos textiles y el cambio del concepto bebidas se encuentran los elementos que permiten comprender que
de lujo. En 1669, cuando se asiste a la difusión del consumo y la pro­ la controversia sobre la salud es parte integrante de la polémica más
ducción del tabaco en la Europa mediterránea, aparecen las primeras amplia sobre el lujo y la definición de la balanza comercial. En el de­
obras que elogian las virtudes saludables del tabaco americano e ilus­ cenio de 1670, la asociación de médicos, encabezada por la Facultad
tran la historia y las diferentes formas de consumo2. de Medicina de París y el colegio médico de Marsella, alertada por las
En Inglaterra, el volumen de Rumsey3 y la traducción del libro de propiedades excitantes del café, lo elimina de sus prácticas terapéu­
Antaki4, ambos muy favorables al consumo del café, suscitan un in­ ticas15. A finales del siglo xvn, Aignan publica un opúsculo en el que
terés más general que conduce a la búsqueda de los antecedentes del arguye que el café de Arabia puede sustituirse por el café de cebada y
café en los estudios de historia natural5. Incluso la Royal Society se centeno, y el té chino, por hojas de melisa, lo cual reporta beneficios.
interesó por el nuevo consumo y solicitó a los socios que residían en Aignan afirma que «cada clima produce los alimentos y las medicinas
Alepo y a Levant Company información sobre los efectos positivos y apropiados para las personas que habitan en él, sin que sea necesario
negativos de su consumo entre los turcos6. En esos años, el botánico buscar la ayuda de países extranjeros». Aduce, por último, que la di­
alemán Simón Pauli sostenía la tesis de que el consumo de café, té, fusión de los bienes no europeos es producto de «la vanidad, la polí­
tabaco y chocolate causaba daños a la virilidad, con efectos negativos tica y la necesidad del comercio»16.
sobre la reproducción humana por la presencia de partículas de azu­ Aignan no está, por tanto, de acuerdo con Spon, especialmente
fre en esos productos7. Cosmio hace hincapié también en las cualida­ con la crítica de este último a los que sostenían que «cada país tiene
des nocivas de los nuevos productos, reconociendo al mismo tiempo que conformarse únicamente con los medicamentos que produce,
algunos efectos positivos derivados del consumo de café8. sin buscar los que puedan ofrecer las poblaciones extranjeras». Esta
El primer volumen publicado en Italia en el que se elogia el café forma de razonamiento, precisaba de hecho Spon, no toma en con­
fue impreso en 1671 en latín y en italiano por el cristiano maronita sideración que la providencia divina haya ofrecido plantas y sustan­
Naironi9. Unos años después se publicó una recopilación de infor­ cias a determinados países, negándolas a otros, permitiendo de esa
mación que muestra «las cualidades saludables y la utilidad singular manera «el comercio mutuo entre las naciones y el fortalecimiento
del café»10. Este volumen contiene una serie de información sobre el de la sociedad civil»17.
consumo del café y, entre otros autores, se menciona al farmacéutico La contraposición entre los partidarios del consumo de bienes
Antonio de Scobi, quien ya en 1667 había publicado un libro en de­ extraeuropeos y los que se oponen a él no incluye sólo la participa­
fensa de la bebida11. ción de los observadores franceses. Se encuentra también en Inglate­
Es muy probable que el médico hugonote Jacob Spon haya to­ rra, donde la medicina de Paracelso se utiliza en defensa de la balanza
mado datos del volumen de Pauli, mientras que Cosmio haya que­ comercial amenazada, como se ha señalado, por los intereses mercan­
rido contraponerse a Spon y Pauli. Spon es el autor del primer texto tiles de la Compañía inglesa de las Indias Orientales, que fue acusada
en francés en defensa de las nuevas bebidas no europeas, tesis que de difundir los nuevos bienes portadores de «sexualidad licenciosa»
confirma en un segundo tratado que se dio a conocer tres lustros más e «intoxicación desordenada»18.
tarde que el primero, en 168512. Los textos de Spon fueron reelabora­ En el debate sobre el consumo de las bebidas no europeas figu­
dos por Nicolás de Blegny, quien, gracias a su posición como médico ran los mismos argumentos que se hallan en la polémica sobre el
del rey, publicará un volumen que será editado con éxito en nume­
108 Marcello Carmagnani «Islas de un nuevo lujo» 109

lu j° en general. Ambas controversias ponen de relieve la contrapo­ Royal Society siguió ocupándose de las nuevas bebidas, y teniendo
sición entre los intereses de los propietarios rurales y los nuevos in­ en cuenta la información científica y mercantil de que disponía, hizo
tereses comerciales y monetarios. De hecho, si el consumo de bie­ analizar el café: los resultados mostraron que estaba compuesto de
nes importados puede sustituirse por el de bienes producidos por el «una sal dulce fija, el café propiamente dicho, y una substancia olea­
país, se preserva el principio de la autarquía y la moderación del con­ ginosa y sulfúrea»26.
sumo que constituye el fundamento de la virtud cívica republicana. El consumo de café en lugares públicos debe haber sido conside­
Aignan sostiene, con gran convicción, que la vanidad hace posible rable, ya que diversas tiendas, imitando los lugares de venta de tabaco
el lujo a través del consumo de productos innecesarios, que son en y las tabernas, empezaron a acuñar fichas con un valor variable de
cambio alentados por la combinación de los intereses mercantiles y medio penique a tres para vincular a los clientes al establecimiento27.
de los funcionarios reales. Por tanto, se trata de un argumento muy A finales del siglo xvn se comenzó a escribir sobre la importancia de
similar al que se defiende en Inglaterra por la publicística contraria la nueva bebida para el comercio inglés demostrando, quizá por pri­
a la sociedad comercial. mera vez, los beneficios del nuevo comercio de reexportación y el
¿En qué medida influye esta primera ola de publicaciones en el efecto inducido sobre el consumo de otros bienes, en particular de
consumo de los nuevos bienes? Los partidarios de las nuevas bebidas, tabaco, azúcar, té y chocolate, así como sus repercusiones positivas
además de respaldar sus cualidades benéficas para la salud, hacen hin­ para la producción de platos, vasos y pipas28.
capié en las demás virtudes. Spon afirma que el consumo del café es El consumo de los nuevos bienes refuerza la publicística que res­
una «necesidad natural de las personas que estudian»19, mientras que paldaba las virtudes del comercio y la difusión geográfica de los nue­
para Roger North el café, que antes se estimaba «superfluo», ahora vos productos. Un ejemplo a este respecto es el diario de navegación
se considera «necesario para el bienestar general y un recurso impor­ de Jean La Roque, capitán del buque de la compañía comercial de
tante para las crecientes necesidades financieras del Estado inglés»20. Saint-Malo, que narra la expedición que realizó durante tres años con
Lo mismo cabe afirmar también para el tabaco, considerado por un la finalidad de abrir una nueva ruta que pudiera unir el Yemen, la re­
autor italiano «la droga de los poetas, el elixir de los literatos»21. gión productora de café, con Francia para eludir la intermediación
El efecto inducido de la publicística es visible en la difusión de árabe y librar a Francia de la dependencia del comercio inglés y ho­
nuevos espacios públicos, cafeterías y chocolaterías a lo largo del úl­ landés del producto29. Además de la relación de viaje, La Roque pro­
timo tercio del siglo xvn. Los cafés de París, frecuentados por jóve­ porciona una nueva información sobre la forma de consumir el café
nes de la alta sociedad, estudiosos y personas que ocupan cargos im­ y sobre sus beneficios para la salud; presenta, asimismo, los primeros
portantes, se convierten en nuevos centros de encuentro social que intentos holandeses de la aclimatación del café en Java. Además, La
sustituyen a las tabernas tradicionales frecuentadas exclusivamente Roque describe el origen y el progreso del consumo de café en Asia
por hombres22. En Inglaterra, como en París, además de ser lugares y Europa, para detenerse después en su difusión en Francia30. La Ro­
de intenso debate, los cafés ofrecen oportunidades de lectura de pe­ que explica que el consumo en Francia se difunde desde Marsella en
riódicos y manuscritos, de conversación y diálogo, lo que los con­ el decenio de 1660, y que había una docena de cafeterías en París en
vierte, como en todos los países europeos, en los nuevos clubes y lu­ 1679, todas gestionadas por levantinos, y serán más de trescientas en
gares de tertulias burgueses23. los primeros años del siglo xviii, momento en que hay también nume­
Las cafeterías, a su vez, pasan a ser centros de difusión de la publi­ rosos cafés públicos en Lyon, Toulouse, Burdeos, Rennes, Rouen, Di-
cística porque distribuyen entre los clientes opúsculos y folletos que jon y en la parte francesa de Flandes. Termina señalando que el con­
alaban las virtudes de las nuevas bebidas no europeas. El Rainbow sumo de café ha pasado a ser importante en las campañas, el ejército
Coffee-House en Fleet Street, en Londres, proclama las numerosas y la marina del rey de Francia31.
virtudes del cafe , mientras que la hoja informativa de otra cafetería Algunos años más tarde, el médico inglés James Douglas escribe la
londinense afirma que esta bebida no convierte a los hombres en im­ primera historia natural de la planta del café, donde ilustra su difusión
potentes, e incluso enumera las enfermedades que puede curar25. La en Europa; señala también que las primeras importaciones de granos
«Islas de un nuevo lujo» 111
110 Marcello Carmagnani
La difusión de las nuevas bebidas y su efecto indirecto sobre
de café comienzan en 1638 gracias a la labor de los venecianos, que
Otros productos no europeos (el azúcar y el tabaco) es lo que hace
luego los reexportaban a Inglaterra. Douglas describe así la difusión
posible la inclusión del consumo de los nuevos bienes en el discurso
del café en Francia, Inglaterra, Dinamarca y Rusia, y sostiene que ha
de la incipiente economía política. Entre los primeros autores artí­
dado lugar a nuevas formas de sociabilidad. A diferencia de La Roque,
fices de este supuesto se encuentra el padre del «dulce comercio»,
Douglas subraya, por otra parte, como lo había hecho ya Houghton en
Jean-François Melon. En su hipótesis de las tres islas que producen
1699, la importancia mercantil del producto y describe su ruta comer­ los mismos bienes, la que aporta una innovación tecnológica, como
cial que desde Yemen llega a El Cairo y Alejandría en Egipto, donde la rueda o el molino, verá aumentar sus intercambios, los cuales fa­
se determina el precio de venta a los europeos en función de su abun­ vorecerán, a su vez, la expansión de las manufacturas. En su dis­
dancia o escasez. Precisa además que una segunda ruta, dominada por curso, Melon introduce la idea de las «islas de un nuevo lujo», es de­
los ingleses, holandeses y franceses, lleva directamente el café desde cir, las que producen seda, tabaco y azúcar, que «se han convertido
Moka (el puerto de exportación del Yemen) hasta Europa, lo cual per­ en nuevas necesidades». Los bienes extraeuropeos, cuyo comercio
mite la venta del producto a un precio inferior. Por último, este autor es considerable, se añaden a la producción industrial ya existente
informa sobre las formas de transacción comercial en Arabia, y afirma con el resultado de incrementar los intercambios y, por consiguiente,
que el comercio del café en Inglaterra ascendió a 117.600 fibras dando «el progreso de una nación»36. La función positiva en el comercio de
empleo a más de 6.000 personas32. las islas del lujo no se agota en el incremento de los intercambios y
En Italia se observa un interés similar por el nuevo producto. Ci- el efecto inducido sobre la producción en general y las manufactu­
vicini afirma que la planta del café procedente del Yemen se ha acli­ ras en particular, sino que se extiende a los beneficios que reciben los
matado en el jardín botánico de Ámsterdam y luego en los de París y consumidores. La mayor demanda de azúcar y de otros productos
Pisa en 1725. Fue durante esos años en que el consumo de café pierde no europeos permite el incremento constante de la producción co­
su connotación negativa cuando Civicini escribe: «tómese por tanto lonial y, por tanto, la reducción del precio que incentiva su consumo
café sin temor o pánico a posibles daños para la salud»33. entre las clases populares37.
La difusión del café y el azúcar se produce en paralelo a la del té. Lacombe de Pierrel, siguiendo la pauta de Melon, sostiene que el
Un comerciante escribe en 1733 que el consumo del té «se ha conver­ consumo de productos de comodidad y de lujo favorece también los
tido en una epidemia, e incluso los pueblos del norte, acostumbrados intercambios porque vincula el comercio interior con el exterior. Pre­
a tomar brandy, comienzan a beber té». Añade también que en Ro­ cisa, además, que «si se quiere aumentar el número de consumidores,
terdam todas las clases consumen incluso regularmente «café por la entonces hay que permitir la entrada en el Estado de una parte de los
mañana y té por la tarde»; al preguntarse sobre el futuro de los nue­ bienes que se producen fuera», e imitando el gusto de los consumi­
vos consumos, afirma que «sólo Dios habría podido saberlo, sin em­ dores de otros países se pueden ofrecer a los consumidores naciona­
bargo, es imposible no consumirlos»34. les unos bienes que sean «de su agrado», como sucede con numero­
sas exportaciones holandesas38. El espíritu comercial creará nuevas
colonias; éstas, a diferencia de las colonias de la antigüedad y como
La despenalización del consumo europeo sucede en las zonas americanas, «son de otra especie y tienen como
objeto tanto el comercio como la agricultura», ya que su finalidad
A partir de Mandeville, la publicística sobre el consumo de bienes
es facilitar «el consumo de los bienes de la metrópolis», proporcio­
extraeuropeos deja de oponerse a ellos con arreglo a argumentos ba­
nando la salida comercial de su producción de azúcar, tabaco y café
sados en conocimientos médicos. Este enfoque puede observarse ya
hacia la metrópolis y Europa39.
en los primeros treinta años del siglo xvm, cuando las disertaciones,
como la de Le Fevre, comienzan a hacer hincapié en el uso no nece­ La relación entre las regiones productoras de América y Asia y
sariamente médico de las nuevas bebidas y a apoyar, sin embargo, la aquellas consumidoras de Europa favorecen un proceso de adapta­
ción y ajuste que puede satisfacer el gusto del consumidor europeo.
necesidad de un consumo responsable y no excesivo33.
112 Marcello Carmagmni «Islas de un nuevo lujo» 113

Esta interacción puede apreciarse en el azúcar, considerado por De negativos. El único producto realmente perjudicial para la salud hu­
Pierrel como «uno de los dones más ricos que América ha hecho a Eu­ mana es el tabaco, aunque es un producto muy difundido46.
ropa», si bien en el viejo continente esta materia prima se transforma Un prolífico autor francés, médico del hermano del rey, publica
en un nuevo producto «muy agradable, ligero, muy blanco y dulce, entre 1771 y 1788 hasta cinco volúmenes dedicados a elogiar las vir­
duro, sonante y brillante como la nieve»40. El café debe considerarse tudes del consumo de los nuevos bienes extraeuropeos47. Del tabaco
también como «una nueva riqueza que hemos adquirido con el des­ escribe incluso que «es el tesoro más valioso que ha llegado desde el
cubrimiento de América», aunque el café americano no tenga «el olor país del oro»48. Como Lemery, Buc’hoz elogia también las caracte­
tan agradable y el sabor tan dulce como el de Arabia, mejor conocido rísticas positivas del consumo de los bienes americanos y asiáticos y,
por el nombre de “Café de Moca”»41. Sin embargo, a diferencia de es­ para explicar que son beneficiosos para la salud, describe en detalle
tos dos productos americanos, que no se pueden sustituir por otros cómo se producen y cómo se colocan en el mercado, añadiendo no­
bienes europeos, el tabaco de América, cuyo consumo se ha extendido ticias sobre la manera más adecuada de consumirlos. La ausencia to­
considerablemente, puede reemplazarse y producirse en el viejo conti­ tal de juicios morales sobre el consumo permite comprender que los
nente, como «un bien que ha llegado a ser muy necesario»42. nuevos bienes no europeos se han incorporado definitivamente en la
El volumen de Lacombe De Pierrel no presenta ningún juicio ne­ dieta cotidiana y, por tanto, ya no se consideran bienes de lujo, sino
gativo sobre los productos extraeuropeos. Esta falta de juicios morales productos de comodidad o de segunda necesidad.
se explica por el hecho de que en Francia, como en otras zonas de Eu­ La orientación favorable hacia las nuevas bebidas se encuentra,
ropa, se observa la evolución del concepto de lujo que comienza a con­ asimismo, en otras zonas de Europa. En Italia, la disertación de Della
vertirse en sinónimo de ostentación43. La reorientación del concepto Bona describe en qué medida el café y el chocolate se consumen con
de lujo muestra el proceso de desestabilización del orden jerárquico, regularidad y, al igual que los autores franceses, recuerda que a estos
puesto que la libertad de consumo hace que todos los bienes, incluidos bienes es aplicable el mismo principio de los demás, esto es, que el
los de origen no europeo, estén al alcance de todas las clases44. Consumo excesivo causa daños para la salud del consumidor49.
Los nuevos tratados sobre la alimentación reflejan esta apertura Una vez superado el prejuicio que consideraba nocivo el consumo
del consumo a todos los individuos y familias. Durante la segunda mi­ de los bienes producidos en climas tropicales, las bebidas extraeu-
tad del siglo xviii, cuando se está agotando el debate médico sobre los ÍOpeas acabaron por convertirse en un argumento esencialmente eco­
nuevos productos no europeos, Lemery, médico, decano de la Facul­ nómico, como lo había anticipado Melón al final del primer tercio del
tad de Medicina de París y miembro de la Académie Royale des Scien­ ligio xviii. Butini retoma la idea de que el lujo excesivo proviene de
ces, escribe que el cuerpo humano está compuesto de numerosas par­ l l «desigualdad de la riqueza», ya que sólo «el rico recibe en su pala­
tes que, «gracias a la ayuda mutua que se prestan entre sí, concurren cio el tributo de los dos mundos para multiplicar sus placeres». Argu­
juntas en el desempeño de sus funciones y dan vida a esta máquina menta que así sucedió no sólo con la producción de las Antillas, sino
admirable». Lo que permite el funcionamiento del cuerpo humano también con los diamantes extraídos en el Brasil y otros bienes no eu­
son los alimentos, si bien «transmiten también la mayoría de las enfer­ ropeos que, además de haber «triplicado el comercio de las compa-
medades». En consecuencia, la base de una buena salud y una larga fiías de las Indias», hicieron posible incluso que se trasplantaran «a
vida «consiste fundamentalmente en saber hacerse con los alimentos nuestros climas las industrias orientales, el papel y la porcelana de
que convengan mejor a cada temperamento», por lo que todos deben China, las m ousselines y las telas de algodón». Ello se traduce en que
conocer las diferentes cualidades de los alimentos43. A partir de es­ también las familias con ingresos modestos consumen bienes que a
tos principios, el tratado de Lemery analiza todos los bienes extraeu­ principios de siglo eran considerados de lujo50.
ropeos presentes en el mercado. A este respecto, muestra sus cualida­ En el período comprendido entre finales del siglo xviii y principios
des alimenticias para el bienestar humano y recomienda, al igual que del siglo siguiente son numerosos los tratados y las disertaciones relati­
para todos los otros alimentos, el consumo moderado de chocolate, vas a los bienes extraeuropeos que, además de describir las formas de
café y azúcar; considera en cambio que el té tiene efectos secundarios Cultivo y consumo, recorren la historia de su distribución en los diver­
Marcello Carmagnani «Islas de un nuevo lujo» 115
114

sos países de Europa. Los ingleses son los primeros en inaugurar este las costumbres» que han transformado el comercio en «un objeto pú­
movimiento que difundirá entre el público una imagen positiva del blico», y han exigido a la razón «que ilumine estos objetos, de los cua­
consumo de los nuevos bienes, una tendencia que se impondrá tam­ les se conocen generalmente la importancia y la influencia que tienen
bién en otros países, entre ellos, Italia51. Ettore, por ejemplo, muestra para la felicidad del género humano», y que genere «una clase de co­
al público italiano la difusión del café desde Asia hasta las Américas, nocimientos que se denomina “economía política”» 60.
recorre la historia de su comercio y consumo en los últimos dos siglos,
describiendo las diferentes rutas europeas, y termina su ensayo con Adam Smith y los productos extraeuropeos
una breve presentación de las virtudes admirables de la bebida52.
En estos mismos años, la difusión del nuevo consumo en España Adam Smith reelabora muchísimos elementos presentes en la pu-
se aborda en dos libros. Moya da a conocer la difusión tardía de las blicística y en el imaginario colectivo para afirmar la importancia de
cafeterías, en concreto señala que en 1750 en Madrid hay únicamente la difusión de los bienes no europeos en la esfera económica, social
cinco locales de este tipo53. El segundo autor, Lavedán, alaba en cam­ y cultural europea. Sin embargo, a diferencia de la publicística de su
bio las cualidades y las virtudes tanto del tabaco como del café, el té y tiempo, la novedad de Adam Smith consiste en prestar atención a los
el chocolate, y concluye que prefiere el chocolate porque es «una be­ cambios económicos determinados por la difusión del consumo de
bida divina, celestial, sudor de las estrellas, semilla vital, néctar divino, los nuevos productos de origen americano y asiático. De hecho, de­
bebida de los Dioses, panacea y medicina universal»54. Más sobria­ dica un capítulo muy largo de ha riqueza de las naciones a describir la
mente se expresa el inglés Moseley al trazar la historia de la difusión diferencia entre las colonias americanas, escasamente pobladas, y las
del café desde la apertura de la primera cafetería en Londres en 1652 zonas asiáticas, sometidas al dominio de las compañías privilegiadas,
hasta los primeros cultivos en Jamaica en 1728, para terminar con los y a mostrar los importantes beneficios obtenidos por Europa como
beneficios de la bebida incluso para los pobres y los ingresos que ob­
Consecuencia del descubrimiento de América y la apertura de la ruta
tienen los gobiernos a través del impuesto sobre su consumo55.
marítima del Cabo de Buena Esperanza61.
También en Francia se difunde el consumo de nuevos productos,
Su condena del colonialismo contiene una idea muy importante
pero más lentamente que en Inglaterra y Holanda. Las diversas publi­
Según la cual, gracias a las colonias, los comerciantes y los empresa­
caciones reflejan una visión positiva del consumo, especialmente del
rios gozan de «una especie de monopolio», dado que las colonias se
café, y describen el nacimiento de las cafeterías a partir de 1644 y su
convierten en «un mercado más extenso y más ventajoso al mismo
rápida difusión a lo largo del siglo xvm56. En particular, dos autores
tiempo para sus mercancías: más extenso ya que, estando los produc­
coinciden en señalar que la difusión de la bebida es el resultado de la
tos de otros países excluidos o sujetos a gravámenes más elevados, ab­
aclimatación del café en las Antillas y que su consumo, siempre que
sorbe una cantidad mayor de sus mercancías; más ventajoso ya que
no sea excesivo, es muy beneficioso para la salud57. La idea predomi­
los comerciantes del país más favorecido, al gozar de una especie de
nante en estas dos disertaciones es que «el café se ha convertido tanto
monopolio, venden a menudo sus productos a un precio más asequi­
en una necesidad como en un placer»58. Por consiguiente, el azúcar y
el café son «para la mayoría de los ciudadanos [...] una verdadera ne­ ble que si estuvieran expuestos a la libre competencia de todas las de­
cesidad» y obligan a las naciones a establecer «relaciones con los ex­ más naciones»62. Europa, de hecho, obtiene un doble beneficio de
tranjeros con el fin de que lleguen, junto con las especias, con el me­ América y las Indias Orientales: «la mejora de su nivel de vida» y «el
aumento de su industria». Estas ventajas indudables del nuevo con-
nor daño posible para nosotros»59.
Pietro Verri es el primero en argumentar que el comercio inter­ lumo serían mucho mayores si el comercio no fuera un monopolio de
continental de los productos extraeuropeos ha creado «nuevas nece­ las compañías privilegiadas y sin la presencia de otras formas de con­
sidades y esperanzas» que han «alimentado la codicia, despertado la trol que son «siempre y necesariamente perjudiciales»63.
industria y puesto en marcha el lado desconocido de la actividad de Los beneficios que obtienen los consumidores europeos se deri­
los hombres». Ello da lugar a cambios significativos «en las mentes y van de la importación a Europa de los excedentes de América y Asia
Marcello Carmagnani «Islas de un nuevo lujo» 117
116

que proporcionan a los países de Europa «una variedad de productos «una mayor cantidad de oro y plata en relación con el costo inicial de
todas las importaciones»68.
que de otro modo no habrían tenido»; mercancías que, aun siendo de
En resumen, los bienes extraeuropeos «han dado lugar a una nueva
subsistencia en las zonas extraeuropeas, en el viejo continente son de
división del trabajo y a un progreso ulterior de las artes» y, por tanto, a
comodidad y de lujo y, «por consiguiente, aumentan la satisfacción de
una ampliación considerable del mercado. Los resultados de este pro­
los europeos»64. La conquista de América ha permitido el aumento ceso son perceptibles en el incremento de la producción y la produc­
de la industria «de todos los países que comercian directamente con tividad del trabajo tanto en las zonas europeas como extraeuropeas,
ella», pero también «de todos aquellos que, sin comerciar directa­ «junto con la renta y la riqueza real de los habitantes». Las mercancías
mente con ella [...] le envían una gran cantidad de telas y otras mer­ europeas eran totalmente nuevas para las zonas americanas como los
cancías». La expansión comercial de los países europeos ha hecho productos de América eran nuevos para Europa; por ello se generó
posible «un mercado más extenso para los excedentes de su produc­ una nueva forma de intercambio con efectos beneficiosos para ambos
ción y, por consiguiente, deben haber sido inducidos a aumentar su continentes. Estos efectos habrían sido mucho mayores si «la injusti­
cantidad»65. Estas ventajas no sólo benefician a las naciones que po­ cia feroz de los europeos» no hubiera causado «la ruina y la destruc­
seen colonias, sino que se extienden a todos los países europeos, in­ ción de varios de los países desafortunados»69. Las Indias Orientales
cluso a aquellos que no poseen colonias dado que a través del con­ obtuvieron menores beneficios de los nuevos intercambios con Eu­
sumo de productos alimenticios no europeos se estimula «la industria ropa como consecuencia de los «privilegios exclusivos de las compa­
de países como Hungría y Polonia, que quizá nunca hayan enviado ñías de las Indias Orientales, sus numerosas riquezas, la gran ventaja y
ni un solo bien de producción propia a América». Ello puede ocurrir protección que éstas habían obtenido de sus respectivos gobiernos»70.
porque el azúcar, el chocolate y el tabaco «deben intercambiarse por Smith añade que estos menores beneficios no se derivan, como se ha
los productos excedentes de estos países» fomentando «un mercado sostenido, de la exportación del oro y sobre todo de la plata, sino que
nuevo y más extenso de ese producto excedente». Hungría y Polonia, ge deben a que el intercambio con Asia tiende especialmente «a au­
al igual que otros países europeos no coloniales, para poder consumir mentar la producción anual de bienes europeos y, por consiguiente, la
bienes no europeos, se verán obligadas a aumentar su producción a riqueza real y la renta de Europa»71.
fin de sostener el nuevo consumo de azúcar, té, café y chocolate. In­ El consumo de productos americanos y asiáticos es, por tanto, un
cluso los países que no reciben o exportan bienes a las Américas con­ elemento muy significativo en la dinámica interactiva entre la produc­
siguen mejorar «el nivel de vida y aumentar la industria. Es posible ción y el consumo, ya que refuerza la división del trabajo, expande el
también que estos países hayan recibido una mayor cantidad de otras mercado, potencia la economía monetaria e incrementa la renta, ha­
mercancías procedentes de otros países cuyos excedentes han au­ ciendo posible la prosperidad económica. La nueva sociedad comer­
mentado a raíz del comercio americano»66. cial se impone gracias a la capacidad de los productos americanos y
El consumo de productos no europeos guarda relación, por asiáticos de satisfacer los deseos de los consumidores europeos. Al
tanto, con el incremento del valor de intercambio y consecuente­ hacer referencia a las fases económicas, Adam Smith observó que en
mente con la balanza del producto y el consumo anuales, que se ana­ las formas económicas anteriores a la sociedad comercial el número
lizó en el capítulo anterior. Smith aduce que el aumento del valor de de productos susceptibles de consumo era muy reducido ya que pre­
intercambio no existe únicamente en Europa, sino también en las dominaba principalmente el consumo de los bienes de subsistencia.
zonas de América y Asia ya que ahí se favorece el incremento de su Es sólo en la sociedad comercial que se desarrolla plenamente el con­
producción y, por consiguiente, «el aumento de la renta anual de los sumo tanto de los bienes de subsistencia como de los de comodidad
habitantes»67de cada país. De ello se deduce que el consumo de azú­ y de lujo, de modo que sólo en ella se pueden intercambiar los bie­
car, café y tabaco, pero también de los tejidos indianos, la porcelana, nes de subsistencia excedentes «para agradar a esa otra especie. Lo
la seda y el té chino, experimenta una importante expansión, por lo que excede de lo necesario para aplacar un deseo limitado se da para
que los países que reexportan estos productos consiguen obtener Complacer aquellos deseos que nunca podrán satisfacerse ya que pa­
118 Marcello Carmagnani «Islas de un nuevo lujo» 119

recen absolutamente ilimitados»72. Después del «vestuario y el aloja­ Su idea del colonialismo confirma que Adam Smith ha marcado
miento, dos grandes necesidades de la humanidad», cuya satisfacción una tendencia. Las colonias son consideradas como un medio para
se obtiene una vez garantizada la alimentación, se desencadena una expandir la producción y el comercio de la metrópolis, y como pro­
creciente demanda, un verdadero impulso, para disponer de nuevos ductoras de bienes que promueven el incremento de las reexporta­
productos susceptibles de consumo73. No es casualidad, por tanto, ciones desde las metrópolis. Similar a la de Smith es su caracteriza­
que, como se ha recordado en las páginas anteriores, en el momento ción del «lujo destructor», esto es, el que no crea trabajo ni nuevas
en que «la sociedad realiza nuevas adquisiciones» se llega a «un es­ industrias y, por tanto, no genera riqueza79.
tado de júbilo y abundancia para todos sus diferentes órdenes», lo En este capítulo se ha subrayado la importancia que los diferentes
cual se manifiesta en un incremento considerable del consumo. En autores atribuyen a los productos de América y Asia en relación con
cambio, esto no sucede cuando la sociedad comercial entra en el «es­ la transformación del consumo de los europeos, y las repercusiones
tado estacionario» que se caracteriza por su «falta de dinamismo», o de los nuevos bienes en el afianzamiento de la sociedad comercial. En
en el «estado de decadencia», descrito de manera muy similar a la de­ los distintos razonamientos económicos examinados se hace hincapié
finición de Verri, como «melancólica»74. en la importancia atribuida al comercio de larga distancia en relación
Muchas de las ideas sobre la importancia de los bienes extraeu­ con el aumento del volumen y el valor de los intercambios interconti­
ropeos en el desarrollo de la sociedad comercial y la posibilidad ilim i­ nentales, así como las consecuencias del mismo en los beneficios y la
tada de difusión del consumo son retomadas por Senac de Meilhau. acumulación de capital, pero también en la ampliación de las redes
El razonamiento de este autor parte de la idea de que la multiplica­ comerciales, el crédito, los fletes y los seguros marítimos. Sin explici-
ción de los placeres es el resultado de la difusión de los principios tarlo necesariamente, la mayor parte de las obras de los escritores del
económicos que favorecen la riqueza y el lujo que acaban sustitu­ siglo xvm evocan la expansión de la participación de Europa y las zo­
yendo a los principios caballerescos precedentes. Haciendo suyas la nas extraeuropeas en la economía internacional. Habida cuenta de la
mayor parte de las ideas de Adam Smith, sostiene que el progreso tec­ concienciación acerca de esa participación se desarrollará la crítica a
nológico y las «máquinas ingeniosas» han perfeccionado la industria las tendencias monopolísticas del capital mercantil en nombre de la li­
permitiendo que bienes antes privativos de las clases privilegiadas lle­ bertad económica, junto con la convicción de que esa libertad no per­
garan también a las clases menos acomodadas75. tenece sólo a los productores y comerciantes, sino también a todos los
Senac de Meilhau arguye que «la adquisición de los tesoros del Consumidores, y que ellos tienen también que obtener una parte de
nuevo mundo» ha influido y determinado el progreso del lujo, ya que los beneficios derivados de la competencia entre los países producto­
«las colonias de hoy tienen como objetivo el aumento de los cultivos res extraeuropeos y los países consumidores de Europa.
y la industria de la metrópolis, así como el incremento de su comer­ Al examinar los escritos de los autores analizados en las pági­
cio a través de los cultivos de las colonias»76. De las zonas no europeas nas anteriores, me preguntaba a menudo qué fuentes podrían haber
llegan productos que, aun no siendo básicos, han creado igualmente consultado sobre las relaciones económicas entre Europa y el resto
«necesidades casi tan imperiosas como las naturales», dado que se del mundo. Por supuesto, no se debe olvidar que todos estos auto­
han incentivado por parte de los gobiernos que recaudan nuevos re­ res pertenecen a una clase muy culta y que todos ellos tienen un am­
cursos gracias a los gravámenes y los impuestos sobre el consumo de plio conocimiento del mundo de los negocios y de la política. Pero
estos bienes77. La consideración final es la siguiente: es igualmente cierto que todos obtuvieron también un beneficio con-
liderable, así como un estímulo para sus reflexiones, de la multipli­
«¿Q u ién hubiera dicho, hace sesenta años, que dos plantas (el ta­ cación de los conocimientos que se tenían en geografía y cartografía
baco y el café) se convertirían en objeto de un inm enso m ercado y
lobre todo en el siglo xvm. Estos conocimientos se basan en las nu­
fuente de riqueza; que una necesidad creada sería más productiva que
la conquista de dos grandes provincias? El consumo de estas plantas y
merosas relaciones de viajes y se amplían gracias a ellas, las cuales son
del té es com o el consum o de betel para los orientales»78. icogidas plenamente y se difunden por toda Europa80.
120 Marcello Carmagnani

A la información geográfica y cartográfica hay que añadir el co­


nocimiento de los diferentes productos que tiene su origen en el de­
bate médico que comenzó ya en el siglo xvn, como se ha explicado
en el primer párrafo, y llegará al público en general a través de li­
bros y opúsculos sobre los beneficios o efectos nocivos de determi­ C apítulo V
nados productos alimenticios. En general, se trata de textos en los
que se compendia la información sobre la medicina, la botánica y L O S PR O D U C T O S D E SE N CAD E N AN TE S:
las formas de consumo; además, en ellos se describen las caracterís­ EL A L G O D Ó N IN D IAN O Y EL T A B A C O
ticas comerciales y las propiedades organolépticas de los distintos A M E R IC A N O
productos. Esta multiplicidad de fuentes contribuye a explicar las
características que tendrá la nueva ciencia (la economía política) y,
por tanto, también su sistematización académica originaria entre las
ciencias que se denominan «morales».
Son cinco los productos extraeuropeos que desempeñan una fun­
ción importante en el proceso de la revolución comercial. Dos son de
Asia: los tejidos de algodón producidos en la India y el té, en China.
Otros dos se producen tanto en Asia como en América: el azúcar y el
café. El quinto, el tabaco, se cultiva en América tanto septentrional
Como meridional.
Las importaciones de estos productos extraeuropeos son con fre­
cuencia objeto de debate en los escritos económicos del siglo xvm,
hasta el punto de llevarme a pensar que entre los hombres que rea­
lizaron la revolución comercial se insinuó la idea de la existencia de
Una especie de solidaridad entre los bienes no europeos. Es probable
que para sus padres estos nuevos productos hayan sido un conjunto
desbordante, una profusión de bienes inimaginables. Esta profusión
me recuerda la descripción de Baudrillard de los grandes almacenes,
es decir, un lugar de concatenación entre los bienes alimenticios y el
vestuario, una concatenación que se configura como un paisaje pri­
mario y el lugar central de la abundancia.
Los nuevos bienes del siglo xvm, al igual que los de la segunda mi­
tad del siglo pasado, son «la negación mágica y definitiva de la sin­
gularidad, la presunción materna y lujosa del país de jauja»1. Sin em­
bargo, estos nuevos bienes, en el siglo xvm, no se presentan de forma
individual y aislada; al contrario, dan vida a una familia original de
productos visibles en las nuevas tiendas denominadas «coloniales».
Pero la definición de las nuevas tiendas, con la pluralidad de bie­
nes que exponen y venden, no debe hacernos olvidar que también
|US mercancías son producto de una actividad humana impulsada y
122 Marcello Carmagmni Los productos desencadenantes: el algodón indiano y el tabaco americano 123

guiada por el valor de intercambio. Es este valor el común denomi­ comercio intraasiático como del que se desarrolla entre Asia y Eu­
nador de la difusión de los productos tanto extraeuropeos como eu­ ropa. Las compañías privilegiadas comprendieron la importancia del
ropeos del siglo xvm. nuevo consumo de tejidos asiáticos en Europa y en otros continentes,
A fin de poder determinar el comportamiento del nuevo con­ y se percataron de la necesidad de recabar la participación en esta ac­
sumo, los cinco productos se analizarán por separado; a pesar de que tividad no sólo de la clase mercantil, sino también de gran parte de
se les puede atribuir una orientación similar, tienen características la clase política.
especiales que permiten comprender, o por lo menos percibir, la in­ La crisis del siglo xvn, que comienza en el segundo decenio, pro­
teracción que existe entre su producción y su consumo y, por consi­ vocó la caída de la producción textil en casi todas las ciudades eu­
guiente, explicar su importancia a varios niveles: la utilidad, la acep­ ropeas, sobre todo en Venecia, Milán, Florencia, Augusta, Langue-
tación, el mercado y la condición social del consumidor. doc, Beauvais y Segovia3. En Florencia, la producción se reduce a
la mitad, mientras que Venecia se ve obligada a reorientar la activi­
dad hacia los tejidos de gran lujo, como sedas, damascos y brocados,
Los tejidos muy demandados en Alemania, Holanda y el Imperio otomano4. Lo
mismo sucede en Francia con la caída de la producción y la expor­
La seda china, pero sobre todo el algodón indiano, son los ante­ tación de lana del Languedoc que favorecerá la entrada de los teji­
cedentes del consumo de los demás bienes asiáticos y americanos en dos indianos5.
Europa. Ello se debe al simple hecho de que su volumen material y La respuesta holandesa e inglesa a la depresión de la industria tex­
su valor monetario representan casi la mitad del consumo total de los til tradicional fue la creación de nuevos tejidos que tuvieran un pre­
productos no europeos. No es casualidad que Holanda, Inglaterra y cio competitivo con respecto a los indianos. Estos tejidos mezclan la
Francia sean los principales países importadores y reexportadores de lana y el algodón proveniente de Levante y crean una tela ligera, ade­
tejidos asiáticos a Europa, Africa y las Américas. A mediados del si­ cuada para el clima mediterráneo; éstos gozan de una gran aceptación
glo xviii, las tres economías del Adántico importan cuatro millones en Italia, España y Oriente Medio6. En el período comprendido en­
de fibras esterlinas en bienes extraeuropeos, de los cuales más de la tre 1663 y 1669, los nuevos tejidos constituyen dos tercios de las ex­
mitad, es decir, 2,3 millones de fibras esterlinas (58,2 por 100), son te­ portaciones inglesas (1,5 millones de fibras esterlinas)7, mientras que
jidos procedentes de Asia, principalmente algodón de la India. en Holanda la nueva producción de telas ligeras se expande hasta au­
La importancia de los tejidos asiáticos va más allá de Europa y mentar de 60.000 a 2,6 millones de florines, relanzando las telas de
Asia, trasciende el comercio euroasiático y comporta también el co­ mejor calidad de Leiden, denominadas lak eri 3.
mercio marítimo y terrestre que circula dentro de Asia, el que llega La nueva producción de lana transformó los flujos comerciales.
de Asia a Oriente Medio e indirectamente a África y las Américas. Sin Holanda asiste a una verdadera explosión de sus rutas comerciales ha­
embargo, las transformaciones de las rutas comerciales entre Asia y cia el norte de Europa y a un importante aumento del tonelaje de sus
Europa tienen fuertes repercusiones para otras zonas del mundo. De buques en dirección hacia el Mediterráneo y Levante. El incremento
hecho, no se debe olvidar que en los últimos decenios del siglo xvn, del comercio holandés de los nuevos tejidos de lana favoreció, a su
los fiduciarios de las compañías privilegiadas holandesa e inglesa lo­ vez, el aumento de las importaciones de materias primas y productos
gran controlar el mercado de los tejidos de la India en Persia y el elaborados de Italia, España, Portugal y Levante. Entre 1620 y 1640,
Imperio otomano, mientras que los comerciantes indianos, que an­ el volumen anual de estos productos pasó de 15.121 a 22.142 tonela­
teriormente controlaban estos mercados, son apartados de los mis­ das, con un incremento del 46,4 por 1009. Lo mismo sucede con el co­
mos aunque siguen revistiendo importancia en la mediación entre las mercio inglés, que registra un incremento en las exportaciones de los
compañías privilegiadas y los consumidores persas y otomanos2. Es nuevos productos de lana y fino hacia el Mediterráneo, mientras que
preciso tener en cuenta que son las compañías privilegiadas, comen­ lfts exportaciones de la lana tradicional tanto hacia el norte de Europa
zando por la holandesa, las que descubren la importancia tanto del Como el Mediterráneo están en fase de estancamiento. Entre 1640
Los p rod u ctos desencaden an tes: e l algodón indiano y e l tabaco am ericano 125
124 Marcello Carmagnani
ingleses e indianos del sector textil muestra que el costo del trabajo en
y 1669, las exportaciones inglesas de tejidos de lana aumentaron de jLancashire es 400 por 100 superior al de la India en el decenio de 1680
0,5 millones de libras esterlinas (el 74,6 por 100 de las exportaciones y 600 por 100 superior en el decenio de 1770. Esta enorme diferencia
totales) a 1,5 millones de libras esterlinas (el 74,2 por 100 de las expor­ ¡en el costo del trabajo depende de la inexistencia de un sistema sala­
taciones totales), para llegar a tres millones de libras esterlinas entre rial en la India: entre 1680 y 1770, la renta semanal en este país sigue
1699 y 1701 (el 83,3 por 100 de las exportaciones totales)10. siendo la misma, 1,6 chelines, mientras que en Lancashire aumenta de
El nuevo sistema comercial se desarrolla a partir de una ampliación jéis a nueve chelines. Los cálculos salariales comparativos angloindia-
del comercio de productos textiles hacia las zonas extraeuropeas11. Si jios de la productividad del trabajo y el costo unitario de las piezas de
se tienen en cuenta los escritos económicos de finales del siglo xvn y Rigodón presentan notables diferencias. En comparación con la India,
principios del xvm, se puede observar que la reorganización del co­ los salarios ingleses, expresados en plata, son seis veces más elevados;
mercio depende de la necesidad de reducir el precio de la tela a fin de la productividad del trabajo es 2,5 veces mayor; y el costo del trabajo,
superar el principal obstáculo al que se enfrentan las manufacturas por cada pieza de tejido es 2,4 veces superior15.
textiles europeas: la imposibilidad de reducir los costos fijos de pro­ Las enormes diferencias entre la producción de algodón en la In­
ducción derivados del estancamiento tecnológico, el escaso capital in­ dia y en Inglaterra sólo explican parcialmente la participación del al­
vertido y los elevados costos del transporte. En otras palabras, para godón indiano en el consumo europeo. De hecho, no debemos ol­
poder continuar expandiendo las exportaciones textiles era necesario vidar que el algodón indiano era de altísima calidad, producido por
sustituir los tejidos tradicionales por otros a precios inferiores. De ese artesanos extremadamente competentes en el uso de los colorantes,
modo, cuando el algodón de la India compite con los nuevos tejidos el tejido y el diseño de las piezas de tela. Los productores de la India
de Europa, brinda a Ámsterdam y Londres, como también a Nantes y tienen también un buen conocimiento tanto de las transacciones co­
otros centros franceses del Atlántico, la oportunidad de expandir sus merciales internas como de aquellas con los comerciantes de Europa,
negocios reexportando el algodón indiano que era de calidad superior y pueden disponer de artesanos locales competentes, capaces de ex-
frente a los nuevos tejidos ingleses y holandeses12. »erimentar y producir tejidos de algodón aptos para satisfacer los di-
Gracias a las importaciones de tejidos indianos y sedas chinas,
Ámsterdam, Londres y Nantes superan la crisis de la industria tex­
{ erentes gustos europeos. Los tejidos de la India también ofrecen un
diseño de altísima calidad, tanto estampado como pintado, coloracio­
til e inician un proceso de transformación que les llevará a aumentar nes inimitables, una textura de notable calidad, una selección atenta
la renta mercantil y la ocupación urbana por medio del comercio de de materias primas y acabados perfectos, todo unido, como se ha se­
reexportación. En un segundo momento se tratará de contrarrestar la ñalado, a un costo reducido de la pieza de algodón16.
invasión de los productos textiles de Asia con la producción de teji­ La competitividad del algodón de la India también se ve facilitada
dos de algodón, utilizando los conocimientos técnicos adquiridos en por la buena comunicación entre productores y comerciantes india­
relación con los nuevos tejidos de lana y, más concretamente, adap­ nos y los exportadores europeos. Los agentes de las compañías privi­
tando las telas de la India al gusto local europeo. Se asiste así a una ex­ legiadas conceden anticipos en efectivo a los comerciantes de la India
pansión de las piezas de algodón de la India y a su transformación en para que puedan adquirir el algodón necesario para los productores
telas estampadas en Inglaterra, Holanda y Francia, pero también en de tejidos. Durante la segunda mitad del siglo xvm se asiste también
otros países europeos. Las piezas de algodón estampadas en las fábri­ • la progresiva diferenciación entre las zonas productoras de algodón
cas inglesas se expanden entre 1700 y 1759, pasando del 17,1 al 22,8 y los centros manufactureros17.
por 100 de las exportaciones textiles inglesas13. Además de los mecanismos de naturaleza cultural y económica, que
La reorientación de las preferencias de los consumidores hacia los lllbyacen a la reorientación de las preferencias de los consumidores, no
tejidos indianos supuso una intervención sobre el sentido estético lo­ le debe olvidar que la expansión del consumo exige también vectores
cal, pero, como se ha señalado anteriormente, fue sobre todo su bajo Capaces de garantizar el dinamismo. Estos vectores, durante la revolu­
precio en comparación con el nuevo tejido de lana el que influyó a este ción comercial, se encuentran en las reexportaciones y la organización
respecto14. El análisis comparativo de los ingresos de los trabajadores
126 Marcello Carmagnani Los productos desencadenantes: el algodón indiano y el tabaco americano 127

comercial de las mercancías extraeuropeas a través de las compañías ron el cargamento de regreso de Asia con pequeñas cantidades de te­
privilegiadas. De hecho, son estas últimas las que favorecen la susti­ jidos. El envío del algodón de la India a Inglaterra fue inicialmente
tución de los tejidos preexistentes por los de origen indiano, y los di­ una ampliación de los intercambios preexistentes entre Coromandel
funden tanto en Europa como en las zonas de América y África. Entre y las Molucas, dado que las zonas costeras de la India son las prin­
1751 y 1760, las piezas de algodón de la India exportadas a África au­ cipales proveedoras de telas de algodón para las zonas productoras
mentaron de 54.978 a 71.449, para después alcanzar la cifra de 147.513 de pimienta y especias. A partir de 1613, con la venta por parte de la
en 1775. Si al algodón de la India se añade el producido en Inglaterra Compañía inglesa de las Indias Orientales de 5.000 piezas, comienza
se observa que el valor total de las exportaciones se duplica, pasando de el comercio del algodón, que alcanza las 123.000 unidades en 1623,
214.640 a 469.034 libras esterlinas entre 1751 y 1765, para duplicarse para registrar una caída en los dos decenios sucesivos.
nuevamente entre 1765 y 1775, llegando a 846.525 libras esterlinas18.
El comercio triangular de esclavos hizo posible la reexportación G ráfico 5.1
de algodón de la India de Europa a Africa, y el envío de esclavos a
Im portaciones d e tejidos d e algodón de las com pañías inglesa
las Américas se costeó con el azúcar, el tabaco, el oro y la plata pro­ y holandesa d e las Indias Orientales, 1660-1800
venientes de América hacia Europa. Estos productos fomentan las
exportaciones holandesas, inglesas y francesas de bienes asiáticos y Núm. de piezas como promedio al año

americanos hacia Europa septentrional y mediterránea, los países


bálticos y Rusia. Se terminó por establecer una interacción entre el
monopolio —las compañías privilegiadas— y el monopsonio, que se
manifiesta en los comerciantes encargados de la distribución de las
mercancías dentro y fuera de Europa.
La incorporación en el consumo europeo del algodón de la India
es posible gracias a la capacidad de las compañías privilegiadas de
difundir el producto indiano entre los consumidores, haciendo que
sea atractivo y competitivo respecto a los nuevos tejidos ligeros de
lana. A finales del siglo xvn, los tipos de algodón más solicitados eran
aquellos blancos y de color como los chintz y las muselinas, utilizados
también por los ricos. En paralelo a la expansión del consumo del al­
godón indiano, nacen en Inglaterra, Holanda y Francia unas manu­
facturas que pueden transformar el algodón de la India en tejidos es­
tampados y de colores, así como el algodón en rama en tejidos que
imitan los indianos19. Un buen indicador del proceso de sustitución
del algodón, impulsado por el cierre del mercado inglés entre 1665
y 1721 y el mercado francés entre 1686 y 1726, es la disminución de
las ventas de las compañías privilegiadas y el incremento del contra­ fu en tes: para Gran Bretaña, K. N. C h a u d h u r i , The trading W orld o f Asia and
bando del algodón indiano especialmente en Francia20. Entre 1751 y the English East India Company, 1660-1760, Cambridge, Cambridge University
1763, las exportaciones de algodón estampado inglés aumentaron de Press, 1978, pp. 540 a 545, y H. B o w e n , East India Company: Trade and d om estic
1.865 a 67.240 libras esterlinas21. financial statistics, 1755-1838, UK Data Archive, SN 5690, 2007, Colchester, Uni­
La entrada de los tejidos indianos es el resultado de las importa­ versity of Essex, 2007. Para Holanda: M . M , «The Indian challenge: Seven­
o r in e a u

teenth to eighteenth centuries», en S. C haudh uriy M . M o r i n e a u (dirs.), M erchant


ciones de pimienta y especias por parte de las compañías de las Indias tym panies and trade. Europe and Asia in th e early era, Cambridge, Cambridge Uni­
Orientales. Los holandeses, pero también los portugueses, completa­ versity Press, 1999.
Los productos desencadenantes: el algodón indiano y e l tabaco americano 129
128 Marcello Carmagnani
•dio siglo de 1700 a 1759 se asiste a la difusión del consumo del algodón
La presencia del algodón de la India en el sistema de consumo in­
de la India en Europa, gracias a la reducción de la fluctuación del pre­
glés puede observarse en su uso como lino doméstico con fines tanto
cio por pieza. Esta segunda tendencia se manifiesta con un incremento
decorativos como para confeccionar trajes. No hay que subestimar,
del volumen importado del 0,8 por 100 al año que no se observa en
sin embargo, su reexportación al norte de África y Oriente Medio,
cambio en las importaciones holandesas, que aumentan apenas un 0,4
donde se envían grandes cantidades de piezas de algodón blanco y de
por 100 al año, es decir, la mitad con respecto a las inglesas.
color, pero también de algodón estampado. Estas se reelaboran en las
manufacturas de Londres y representan del 20 al 22 por 100 del total Para la tercera tendencia a largo plazo, que comienza en el período
de algodón importado22. de 1760-1769, y termina en el primer decenio del siglo siguiente, se
El gráfico 5.1 permite observar que en la evolución de las impor­ dispone de una información sólida únicamente para las importacio­
taciones se registran tres tendencias a largo plazo, casi idénticas tanto nes inglesas, que crecen un 0,6 por 100 al año. Este aumento indica
para las inglesas como para las holandesas, en concreto: 1660-1699, que el algodón de la India ya se ha convertido en un género de con­
1700-1759 y 1760-1809. Lamentablemente no se dispone de informa­ sumo generalizado no sólo en Inglaterra, sino también en Europa. Es
ción para el último ciclo del siglo xvm respecto a Holanda. probable además que las importaciones holandesas, antes de la Re­
En la primera etapa de expansión, en el período comprendido en­ volución francesa, tengan una tasa de crecimiento similar, ya que en­
tre 1660 y 1699, se registró un incremento muy rápido de las importa­ tre 1738-1740 y 1778-1780 el valor de las importaciones de todos los
ciones inglesas y más moderado de las holandesas, que culminó en el productos textiles asiáticos, entre ellos la seda, de la compañía privi­
decenio de 1680; en ese momento las importaciones inglesas y holan­ legiada holandesa pasa de 2,1 a 2,8 millones de libras esterlinas, con
desas disminuyeron hasta alcanzar un nuevo mínimo en el período de un incremento anual del 0,8 por 10023.
1690-1699. La tasa de crecimiento para el período de 1661-1680 fue El tercer centro de importación del algodón indiano es Francia, a
del 1,6 por 100 al año para Inglaterra y el 1 por 100 al año para Ho­ través de la compañía francesa de las Indias, que tiene el monopolio
landa. Se trata, en resumen, de una fase de inestabilidad importante total hasta finales del decenio de 1760, mientras que a partir de 1771
porque, entre 1661 y 1685, las importaciones inglesas se multiplican el comercio se abre a los particulares.
por 3,5, para luego alcanzar un valor similar al de 1661 en el último
decenio del siglo xvn. Lo mismo sucede con las importaciones holan­ T abla 5.1
desas, que casi se triplican para luego disminuir a 245.422 unidades I m p o rta cio n es fr a n c e s a s d e la In d ia y China, 1725-1769
en 1696-1700, lo cual supone una duplicación de las importaciones (lib ra s esterlin a s)
en comparación con 1660-1669.
La tendencia a largo plazo del período de 1700-1759 regístrala con­ Años India China Total
solidación de las importaciones de los tejidos de algodón en los gran­ 1725-1729 74.116 148.457 222.573
des centros de Ámsterdam y Londres. A diferencia del ciclo anterior, 1730-1739 122.448 250.871 373.319
en Inglaterra las importaciones entre los dos momentos de mínimos 1740-1749 58.354 233.419 291.770
(1700-1709 y 1750-1759) son 1,8 veces mayores que las del primer de­ 1750-1759 289.760 93.015 382.775
cenio del siglo xvm respecto al volumen de productos textiles, mientras 1760-1769 161.858 51.958 213.816
que son 2,3 veces superiores respecto al valor importado. Una evolu­ T a sa ( p o r c e n t a je a n u a l) L4 -0,1 0,7
ción similar se puede observar para las importaciones holandesas entre
F uente: H. W e b e r , La compagnie française des Indes (1606-1875), Paris,
los dos momentos de mínimos, a saber, 1700-1709 y 1750-1759, cuando Arthur Rousseau Editeur, 1904, pp. 4 92,495 y 498-500.
el volumen del algodón importado se multiplica por 1,25, mientras que
su valor se multiplica por 1,8. Esta diferencia entre las importaciones
El comercio francoasiático prefiere China durante la primera mi­
inglesas y holandesas pone de relieve el mayor dinamismo de la compa­
ñía privilegiada inglesa con respecto a la holandesa. A lo largo del me-
tad del siglo xvm debido a que la seda, la porcelana y el té represen-
130 Marcello Carmagnani Los productos desencadenantes: el algodón indiano y el tabaco americano 131

tan entre el 76 y el 80 por 100 de las importaciones, con una tasa de 1750 y 1790. En otras palabras, durante la revolución comercial las
crecimiento del 3,3 por 100 al año. Sin embargo, en la segunda mitad importaciones de tejidos de la India a Europa se multiplican por 18.
del siglo se asiste a una regresión con respecto al comercio con China, La información inglesa permite valorar la importancia del algo­
ya que el valor de los bienes adquiridos disminuye un 70 por 100 en­ dón de la India en el consumo interno, el comercio exterior y el pro­
tre 1740-1749 y 1750-1769. En cambio, el comercio con la India se ceso de sustitución por el algodón nacional.
caracteriza por momentos de rápida expansión y otros de rápida con­ Es interesante observar en la tabla 5.2 que la participación de los
tracción. En consecuencia, la tasa de crecimiento de las importacio­ tejidos de algodón en las importaciones totales se expande de manera
nes de tejidos de la India fue probablemente inferior a la de las com­ constante durante un siglo, a pesar del proceso de sustitución por
pañías privilegiadas que competían entre ellas. La tasa de crecimiento el algodón nacional, producido principalmente en Lancashire, que
del comercio francoasiático entre 1725 y 1769, que equivale al 0,7 por tiene lugar a un ritmo lento durante la segunda mitad del siglo x v iii ,
100 anual, es sin duda menor que la de Holanda e Inglaterra. El valor y de forma mucho más rápida a partir de 180024.
de las importaciones francesas, en comparación con las inglesas y ho­ La primacía a este respecto corresponde a las exportaciones de
landesas, es un 12,7 por 100 inferior en 1725-1729, un 11,4 por 100 algodón de la India, que representan casi la mitad del total. Éstas se
en 1750-1759 y un 22,7 por 100 en 1775-1779. Cabría aducir, sin em­ duplican en el curso de setenta años, entre 1699 y 1772, pasando de
bargo, que el valor de los tejidos de algodón importados de la India 672.000 a 1,5 millones de libras esterlinas y se añaden a las del lino
en los distintos puertos franceses es similar al de los tejidos importa­ importado del norte de Europa, por lo que la cantidad de reexpor­
dos de Amsterdam. taciones textiles asciende aproximadamente a un 70 por 100 de las
reexportaciones en general. A lo largo del siglo x v iii , Inglaterra se
T abla 5.2 Convierte en el principal redistribuidor mundial de los productos tex­
A lgodón y lino en las im portaciones y reexportaciones inglesas tiles europeos y asiáticos.
(porcentaje d e im portaciones y reexportaciones),
1663-1774 (libras esterlinas) T abla 5.3
Algodón/ Reexp. algodón/ Reexp. lino/ R eexportaciones inglesas d e algodón de la India, 1790-1803
Años imp.tot. reexp.tot. reexp.tot. (porcentaje d e piezas)
1663-1669 18,6 — —
1 7 9 0 -1 7 9 2 1 8 0 1 -1 8 0 3
1699-1701 24,8 50,2 27,1
Europa del norte 61,0 76,6
1722-1724 26,0 45,2 21,7 Mediterráneo y Oriente Medio 2,0 2,9
1752-1754 23,6 44,9 29,8 Africa 32,8 15,7
1772-1774 34,6 46,0 21,7 Antillas inglesas 5,6 3,4
Estados Unidos 1,8 0,4
P uente: D avis, «English foreign trade, 1660-1700», E conom ic History Canadá inglés 0,8 1,0
Review, 2, 1954, pp. 150-166, e Id ., «English foreign trade, 1700-1774», T o t a l d e p ie z a s 788.000 1.755.000
E conom ic H istory Review, 2 ,19 6 2 , pp. 285-303.
P uente: J. C u e n c a E s t e b a n , «India’s contribution to British ba­
En resumen, se puede realizar una estimación de las importacio­ lance of payments, 1757-1812», Explorations in E conom ic History, 1,
2007, pp. 154-176.
nes de algodón de la India en las tres economías del Atlántico seña­
lando que éstas pasaron de 108.162 a 362.632 libras esterlinas en­
tre 1660 y 1700, de 362.632 a 1.161.880 libras esterlinas entre 1700 La tabla 5.3 muestra que, a pesar de los progresos de las manu­
y 1750, y de 1.161.880 a casi dos millones de libras esterlinas entre facturas inglesas, las reexportaciones de productos textiles de la In-
Marcello Carmagnani Los productos desencadenantes: el algodón indiano y el tabaco americano 133
132

dia siguen siendo, a principios del siglo xix, fundamentales en el co­ El declive del comercio holandés no sólo depende de la capacidad
mercio exterior británico. De hecho, aún a finales del siglo x v iii , la de competir de Inglaterra, sino también de la reactivación del comer­
cio exterior francés. A principios del siglo xvm, el comercio exterior
exportación de algodón producido en Inglaterra reviste una impor­
francés era sólo de 1,7 millones de libras esterlinas, para pasar poste­
tancia menor. En 1780 los tejidos de algodón británico representan
riormente a 10,9 millones en 1720, 18,6 millones en 1750 y 25,9 mi­
únicamente el 26,2 por 100 de las exportaciones de productos texti­
llones en 1770. A diferencia del comercio exterior inglés y holandés,
les (329.000 metros cuadrados), mientras que el algodón indiano re­ los principales mercados de Francia son Europa el norte y el Medite­
presenta el 73,2 por 100 (1,3 millones de metros cuadrados). Es sólo rráneo, que representan casi dos tercios del total, mientras que el ter­
a partir de 1780-1790 cuando la difusión de las hiladoras mecánicas cio restante pertenece al mercado colonial americano y a los asenta­
intermitentes modificará la relación entre el algodón británico e in­ mientos en Levante, África y Asia30.
diano, en beneficio del primero25. Se dispone de escasa información sobre las reexportaciones fran­
La cuota de algodón de la India es, asimismo, considerable en el cesas. Los únicos datos disponibles reflejan que representan el 15,6
comercio exterior de Holanda. Este artículo se introduce en el mo­ por 100 de las exportaciones en 1716, el 22 por 100 en 1756 y el 33
mento de estancamiento de la importación de especias y pimienta de por 100 en 1787. Habida cuenta de los escasos datos de que se dis­
Asia durante el siglo xvn, y ya en el período de 1648-1650 la cuota pone parece que en 1789 alrededor de la mitad del total de las reex­
del algodón de la India representa el 14,2 por 100 del comercio ho­ portaciones se compone de productos no europeos31.
landés con Asia. En 1668-1670 llega a 36,5 por 100 y continúa cre­ Sin embargo, en cuanto a Francia se refiere, se dispone de algu­
ciendo hasta representar el 54,7 por 100 en 1698-1700, el 41,1 por nos datos interesantes sobre el proceso de sustitución de la importa­
100 en 1738-1740 y el 32,7 por 100 en 1777-178026. Es muy probable ción del algodón de la India que, como se ha señalado anteriormente,
que el éxito del producto textil indiano en Europa comience en Ho­ tiene un volumen similar al importado por la compañía privilegiada
landa debido a que la compañía privilegiada holandesa inicialmente holandesa en la segunda mitad del siglo xvm. En la zona de Marsella
había conseguido bloquear el acceso a la India a los ingleses. Sin em­ tiene lugar la sustitución gradual de los tejidos de la India por los hi­
bargo, ya en 1668-1670 la cuota del algodón de la India en el comer­ lados locales que utilizan el algodón en rama procedente de Levante
cio angloindiano es de 56,6 por 100; en 1699-1700 de 73,9 por 100; y Oriente Medio y, a partir de 1720-1730, también el de las colonias
en 1731-1740 de 69,6 por 100, y en 1758-1760 de 53,5 por 10027. La americanas. En 1700-1702, el algodón en rama representa el 20,3 por
Compañía inglesa de la Indias Orientales logró acabar con los privi­ 100 de las importaciones de Marsella (4.319 quintales anuales), me­
legios de monopsonio y monopolio que habían conseguido los holan­ dio siglo más tarde, en 1750-1754, el 79,1 por 100 (52.550 quinta­
deses en la India, siguiendo el modelo desarrollado en las islas de las les anuales) y en 1786-1789, el 89,9 por 100 (95.979 quintales anua­
especias y el archipiélago indonesio28. les)32. Obviamente, estas nuevas importaciones masivas de algodón
A diferencia de Inglaterra, Holanda no logra, sin embargo, man­ en rama se destinan no sólo a desarrollar las manufacturas de algodón
tener la primacía que ostentaba en el siglo anterior en la redistribu­ en Marsella, sino también las de otras regiones de Francia. En 1785,
ción de los tejidos de la India. Por tanto, no es casualidad que en el las principales zonas de producción de telas de algodón, así como de
último tercio del siglo x viii Holanda haya perdido también la capa­ lino, son Mulhouse (300.000 piezas de 13,7 metros cada una), París
cidad manufacturera de estampar las piezas de algodón indiano. La (150.000 piezas), Rúan (140.000 piezas), Nantes (120.000 piezas) y
caída del comercio holandés puede percibirse en la reducción tanto Marsella (50.000 piezas)33.
de las exportaciones como de las reexportaciones. De hecho, en 1650 Es preciso tener presente que en los decenios de 1750 y 1760 se
Holanda exporta bienes por 5,5 millones de libras esterlinas, que se registra un notable aumento de las manufacturas que adquieren el tí­
reducen a 3,8 millones en 1720 y a 2,8 millones en 1770, represen­ tulo de «fábricas reales», y que obtienen privilegios considerables si
tando las reexportaciones el 81,8 por 100 en 1650, el 63,2 por 100 en ponen también en marcha la nueva producción de telas en los lugares
1720 y el 92,6 por 100 en 177029. manufactureros existentes. La liberalización total del estampado de
134 Marcello Carmagnani Los productos desencadenantes: el algodón indiano y el tabaco americano 135

tejidos decretada en 1759 facilita este cambio de la producción ma­ M apa 5.1
nufacturera. En 1789, cuando el algodón indiano entra en crisis, el M anufacturas d e algodón en Francia (1786-1789)
número de manufacturas asciende a 170,136 de las cuales comenza­
ron a funcionar antes de 1780. Estas nuevas manufacturas tenían un
capital fijo modesto dado que utilizaban el sistema de estampado por
medio de cilindros mecánicos, empleados por primera vez en Mul-
house, y un capital circulante considerable, ya que el 80 por 100 del
gasto total era necesario para comprar y almacenar algodón en rama
y tintes y para pagar los salarios de los trabajadores34.
El mapa de las fábricas de algodón resume la difusión de las manu­
facturas que surgen a raíz del proceso de sustitución del algodón de la
India. El mapa geográfico permite observar que las fábricas de algodón
se desarrollan en las zonas marítimas del norte y el sur de Francia, pero
también a lo largo del Loira y el Sena y los canales navegables construi­
dos en los siglos xvn y xviii que unen las regiones del interior con los
puertos principales. Ello permite afirmar que la producción francesa
de algodón no tiene como único objetivo el consumo interno, sino que
también está orientada a la exportación tanto a Europa del norte, el
Báltico y el Mediterráneo como a África y las colonias americanas.
El proceso de sustitución del algodón indiano y el desarrollo de
las nuevas manufacturas textiles tiene lugar también en Alemania,
Austria, Bélgica y España. En el período de 1790-1800, hay nueve fá­
bricas en Augusta, 21 en Hamburgo, 56 en Sajonia, 37 en Alsacia y
Lorena y 16 en Prusia. Además, hay 51 fábricas en Suiza, 18 en Aus­
tria, 14 en Bélgica y 80 en Barcelona35.
La repercusión del algodón de la India es especialmente visible
en Inglaterra, hasta el punto de constituir uno de los detonantes de la
Revolución industrial, y tiene la característica de concentrarse princi­
palmente en Lancashire.
En Inglaterra, durante los primeros setenta años del siglo xvm,
el consumo de manufacturas de algodón en rama se duplicó apenas
con una tasa de crecimiento del 1,4 por 100 al año, mientras que en­ T abla 5.4
tre 1770 y 1799 se multiplica por nueve, con una tasa de crecimiento Consumo y exportación in gleses d e algodón, 1700-1809
anual del 29 por 100, es decir, es veinte veces mayor que en el período
de 1700-1799. La evolución observada en la tabla 5.4 permite deter­ A ños
C on sum o in tern o E xportación d e tejidos
minar el salto cualitativo de la producción textil inglesa a partir de (m illo n es d e £ a l a ñ o) (m iles d e £ a l p re cio d e 1697)
1770, lo cual hará que sea muy diferente a la francesa. Esta última, in­ 1700-1709 i,i 13
cluso después de 1770 seguirá siendo una manufactura de tipo pro- 1710-1719 1,3 8
toindustrial y predominantemente rural, aunque su producción esté 1720-1729 1,5 16
orientada hacia el mercado nacional e internacional36. 1730-1739 1,7 14
136 Marcello Carmagnani Los productos desencadenantes: el algodón indiano y el tabaco americano 137

C onsum o in tern o E xportación d e tejid o s 3e hilar mecánica intermitente jen n y y la hiladora hidráulica redujeron
A ños
(m illon es d e £ a l año) (m iles d e £ a l p re cio d e 1697) los costos de producción de 35 a 27,94 d/libra entre 1760 y 1784 y a
1740-1749 2,1 ii 18,22 d/libra en 1836, es decir, el 35,6 por 10040.
1750-1759 2,8 86 El obstáculo principal para la producción inglesa de tejidos es el
1760-1769 3,5 227 elevado costo del trabajo en relación con el de la India. Ello explica
1770-1779 4,8 249 el salto tecnológico con la mecanización de la producción y las nue­
1780-1789 15,5 756 vas máquinas; por ello, no es casualidad que surjan en la segunda mi­
1790-1799 28,6 2.626 tad del siglo xvm en la zona de producción de tejidos tradicionales
1800-1809 56,9 8.352 ( de algodón. Estas primeras máquinas, entre ellas la patentada por
James Taylor en 1755, se basan en un principio mecánico que per­
F uente: B r o a d b e k r y y G u p t a , Cotton textiles and the great diver­ mite producir en una sola operación las bobinas desarrolladoras de
gence: Lancashire, India and th e shifting com petitive advantage, 1600-1856, hilo de algodón41.
op. cit., p. 35.
En Inglaterra, gracias a la industria textil en general y el algodón
en particular, a partir de 1755 se inician unos cambios tecnológicos
El salto cualitativo hacia la fábrica de algodón industrial fue impul­ que tendrán repercusiones mundiales. La intensidad de las activida­
sado por las políticas proteccionistas adoptadas con el fin de facilitar des innovadoras en el período de 1740-1770 se traduce en nuevas tec­
la sustitución de las importaciones de la India y fomentar las exporta­ nologías capaces de generar ahorros en la productividad del trabajo
ciones. El mayor consumo interno de algodón en rama, que pasó de y en las materias primas utilizadas; además de crear nuevos produc­
8.100 a 13.900 toneladas anuales entre 1781 y 1800 y el salto, al mismo tos textiles en función de la renta, el gusto y la moda de los consu­
tiempo, de las exportaciones de tejidos ingleses permiten sostener midores. Estas innovaciones tecnológicas alentaron el incremento de
que hay una relación estrecha entre el algodón de la India y la Revo­ la productividad total de los factores de producción, repercutiendo
lución industrial inglesa37. Esta hipótesis es parcialmente confirmada sobre el uso de las materias primas, el trabajo y el capital invertido,
por el estudio comparativo entre Gran Bretaña y la India del factor lo cual redundó en el aumento de la demanda de los productos eu­
total de insumos (FTI), que mide el promedio ponderado de los sa­ ropeos y extraeuropeos42.
larios, el costo del algodón en rama y los beneficios del capital inver­ Los efectos directos e inducidos del consumo de los tejidos de la In­
tido. El FTI inglés registra un crecimiento sólo del 0,3 por 100 al año dia explican en qué medida los consumidores participan activamente
antes de 1770, para luego aumentar al 1,5 por 100 anual en el período en las transformaciones productivas. Éstos inciden directamente en la
de 1770-1820, es decir, durante la Revolución industrial38. producción, imponiendo sus deseos y sus gustos, como demuestra la
No obstante, como se ha señalado anteriormente, la importación de aparición de los nuevos tejidos de algodón, hasta el punto de fomentar
algodón de la India no decae e incluso goza de un rápido crecimiento la capacidad innovadora que sienta las bases de la enorme transforma­
entre 1770 y 1800. Las nuevas fábricas de algodón, sin embargo, ha­ ción tecnológica. En última instancia, fueron los consumidores los que
cen posible una transformación de la red comercial, ya que, a partir del hicieron posible el crecimiento de la productividad total de los facto­
decenio de 1750, la oferta de tejidos es superior a la demanda interna. res, que a partir de los productos textiles se extendió sucesivamente a
Además, las fábricas de algodón se ven obligadas a transformar el pro­ Otros sectores industríales y, a continuación, a toda la economía. Con­
ducto final mezclando el algodón de las Indias Occidentales con el fino viene añadir que el consumo de productos textiles en general y del al­
de Irlanda y Escocia con el fin de hacer frente al aumento del precio del godón en particular favoreció también una reorientación significativa
algodón en rama procedente de Levante y las colonias inglesas y fran­ en la distribución de la renta familiar e individual, como se tendrá oca­
cesas del Caribe, que además se veían favorecidas por la eliminación sión de precisar en el séptimo capítulo.
de los gravámenes a la importación de algodón a partir de la Guerra El análisis de los efectos del algodón indiano en los intereses eco­
de los Siete Años (1756-1763)39. La introducción de la nueva máquina nómicos holandeses, ingleses y franceses permite señalar cómo en el
Los productos desencadenantes: e l algodón indiano y e l tabaco am ericano 139
138 Marcello Carmagnani
tabaco, como se lee en un tratado de principios del siglo xvn, equivale
período de 1650-1800 se registró una fuerte competencia entre las tres
I «tomar una gran cantidad de niebla», cuyo placer supera todas las
economías del Adántico a fin de ampliar su reexportación a Europa
viejas y nuevas pasiones relacionadas con la bebida, ya que, junto con
y a otros continentes. La competencia holandesa, muy fuerte en el si­
el café, aumenta la capacidad cerebral y fortalece los nervios44.
glo xvn, se debilita en el curso del siglo siguiente cuando se satura el
Como pionero del nuevo consumo de bienes de lujo en Europa, el
mercado interno sin que se hubiera desarrollado un proceso de susti­
tabaco sigue una trayectoria similar a la que se describe en los capítu­
tución de los productos textiles indianos por una producción nacio­
los anteriores al abordar otros productos extraeuropeos: la transición
nal. Inglaterra y Francia pueden reforzar en cambio su competitivi-
de su condena a su plena aceptación. La especificidad del tabaco con­
dad gracias a la reexportación del algodón de la India y a que inician
liste, por tanto, en abrir el camino al azúcar, el café y el té, cuya trayec­
la producción de sus fábricas de algodón dirigido al consumo interno,
toria será más rápida. Su suerte comienza con la entrada de América
sus colonias americanas y el comercio con África. Evidentemente, la
competitividad inglesa y francesa se ve reforzada por la importancia
en la historia mundial; pero es en Europa donde se ha replanteado y
adaptado su consumo a las diferentes exigencias sociales.
de sus asentamientos extraeuropeos, grandes consumidores de pro­
En las civilizaciones amerindias, donde aparecen las primeras for­
ductos textiles, así como por la mano de obra y el comercio de escla­ mas de producción y consumo, el tabaco muestra un doble conte­
vos. La mayor competitividad inglesa frente a la francesa se deriva en
gran medida de la necesidad de Gran Bretaña de desarrollar las nue­
nido vinculante: el religioso y el medicinal. En el mundo amerindio,
todas las plantas tienen un espíritu, y es menester de los chamanes
vas tecnologías de las manufacturas mecánicas para que puedan pro­ hacer que manifiesten sus propiedades medicinales y adivinatorias.
ducir tejidos de algodón a precios similares a los de la India, y redu­ El tabaco, cultivado incluso por los indios nómadas, tiene también
cir así las repercusiones de los mayores costos del trabajo, las materias isa doble propiedad: aleja a los malos espíritus y cura la indigestión,
primas y el capital necesario para la mecanización con las hiladoras. el asma, el catarro y, después de la conquista, incluso la sífilis; puede,
asimismo, llevar al éxtasis. El humo del tabaco también está ligado a
El tabaco: entre necesidad y deseo todos los ritos propiciatorios de la siembra y la cosecha en la agricul­
tura; además, sobre todo en el mundo centroamericano, se considera
El tabaco, un producto de origen americano, es la otra mercancía la encarnación de una divinidad agrícola45.
clave para pasar al consumo moderno. Al igual que los tejidos, forma Los primeros colonos europeos se apropiaron del uso medicinal del
parte de la familia de bienes no esenciales para la reproducción bio­ tabaco, disociándolo de la religión. Los europeos en América, al igual
lógica humana, pero tampoco es un producto de segunda necesidad, que los indios, fumaban y mascaban tabaco, pero también obtenían un
como lo son, en cambio, los tejidos de algodón. Sin embargo, el ta­ Ungüento contra el asma, la tos e incluso la sífilis. La forma más común
baco logra difundir e introducir a los consumidores en el nuevo lujo, de consumo difundida por los colonos europeos era quemarlo en pipa
además de alentar que otros bienes extraeuropeos formen parte de 0 fumarlo en hojas enrolladas, en un principio con el fin de aliviar el do­
los deseos y las necesidades de los consumidores europeos. lor físico y más tarde también como modo de relajación.
El tabaco, aunque no es un producto alternativo o sustitutivo del El reconocimiento farmacológico del tabaco en Europa se debe a
consumo de los bienes existentes, puede desempeñar, no obstante, una serie de médicos influyentes, como Jean Nicot y Nicolás de Monar-
una función complementaria y asociarse con la gama de artículos des. Su aceptación es el resultado de la introducción de la planta ame­
preexistentes, considerados innecesarios e incluso pecaminosos, ta­ ricana en la teoría médica de los humores. Según esta teoría, los ele­
les como el vino, la cerveza y el aguardiente, puesto que se considera mentos esenciales presentes en el cuerpo humano son cuatro: el aire,
que puede moderar el efecto embriagador del alcohol y así promover ti fuego, la tierra y el agua. Estos cuatro elementos están en equilibrio
la convivencia social. No es casualidad que en Gran Bretaña, desde en el cuerpo humano, garantizando de ese modo su salud. La enferme­
el primer tercio del siglo xvn, el tabaco se venda en las farmacias, así dad, en cambio, se produce cuando los humores están descompensa-
como en las tabernas y tiendas de alimentación43. En Holanda, fumar dos debido a un escaso equilibrio entre los humores, o al exceso de uno
Marcello Carmagnani Los productos desencadenantes: el algodón indiano y el tabaco americano 141
140

de ellos, o más de uno. Los cuidados para restablecer el equilibrio de ese período comenzó a expandirse ampliamente en los sectores pú­
los humores y, por tanto, la recuperación de la salud, dependen del ca­ blico y privado50.
rácter, el temperamento y la constitución física del paciente. La difusión del tabaco se acelera durante la segunda mitad del si­
Según la teoría hipocrática de los humores, en un principio el con­ glo xvn al descubrir los gobiernos que pueden incrementar los recur­
sumo de tabaco tiene como finalidad restablecer el equilibrio humo­ sos estatales gravando su consumo. De ese modo, se puede explicar
ral en los enfermos ya que se argumenta que el humo del tabaco favo­ por qué el tabaco es el único bien de lujo cuyo consumo no conoce
rece la contracción cerebral que, a su vez, elimina el agua superflua y, prohibiciones, a pesar de la presencia de numerosas leyes suntuarias.
por tanto, purifica el cuerpo de cualquier exceso humoral. Las rela­ Es en ese momento en que los Estados de la zona mediterránea, co­
ciones de viaje sobre las zonas indias donde el tabaco se utilizaba so­ menzando por Portugal, introducen el monopolio real del tabaco,
bre todo con fines curativos terminaron reforzando las ideas sobre las que se difundirá luego a todos los países europeos51.
que se basaba la medicina hipocrática europea. En Gran Bretaña y Holanda, el consumo de tabaco fue penalizado
Este primer argumento médico en relación con el tabaco empieza con un impuesto específico; éste se calculaba en Gran Bretaña me­
a la sazón a abandonarse durante la primera mitad del siglo xvn, diante la duplicación de su precio en el momento de la importación.
cuando se difunde la idea según la cual el tabaco es un excelente Todos los demás países prefirieron nacionalizar su comercio con el
desinfectante y fumándolo o mascándolo se crea una barrera de pro­ fin de obtener el máximo beneficio para las arcas del Estado. El mo­
tección contra la peste. Durante la peste de Londres de 1614, de he­ nopolio del tabaco, que duró hasta el siglo pasado, es el medio adop­
cho, esta idea comienza a imponerse hasta convertirse en una creen­ tado por todos los países europeos para recabar el máximo beneficio
cia aceptada universalmente en el curso de la gran peste de 1665: se público del vicio privado de fumar.
aduce que el humo del tabaco limpia el aire, aleja la epidemia e im­ España es el segundo país europeo en establecer un monopolio
pide el contagio. En el decenio de 1650, el consumo de tabaco se pro­ en 1636, mientras que Francia lo crea en 1661. Entre 1670 y 1702,
pone también para aliviar las migrañas, la tensión y el dolor de dien­ los ingresos netos del monopolio español aumentaron de 27.000 a
tes. Asimismo, es en este momento en que se difunde la creencia 66.000 libras esterlinas, lo que representa una triplicación de su con­
popular según la cual el consumo de tabaco ponía a salvo del conta­ sumo. Durante el siglo xviii, entre 1702 y 1797, las ganancias netas
gio de las enfermedades venéreas46. del monopolio se multiplican por 16 (de 66.000 a un millón de libras
La difusión médica del tabaco se vio favorecida por la Guerra de esterlinas) hasta el punto de duplicar su participación en los ingre­
los Treinta Años que se libró entre 1618 y 1648, gracias a las racio­ sos totales de España52.
nes distribuidas a los soldados que luego difundirán su consumo en También en Francia, la contribución del monopolio del tabaco
la ciudad y el campo. Fue durante esos años en que se desarrolla en es importante para las finanzas de la monarquía, ya que entre 1730 y
Europa el sector artesanal de la pipa que, a su vez, promueve el au­ 1789 éste representa el 15 por 100 de los ingresos procedentes de los
mento del consumo de tabaco47. Precisamente debido al consumo de impuestos indirectos53. En Gran Bretaña, el tabaco aporta el 10 por
tabaco casi exclusivamente con fines curativos antes de 1630, las can­ 100 de los impuestos sobre el consumo y el 4 por 100 del total de in­
tidades importadas son reducidas: 150.000 kilogramos para Inglate­ gresos de la monarquía54. En Portugal, el monopolio proporciona a la
rra y 30.000 kilogramos para España48. En 1670, el consumo es ya de corona 92.000 cruzados al año entre 1676 y 1700, y 16,6 millones de
500 gramos per cápita en Holanda e Inglaterra, y de 300 gramos en cruzados anuales entre 1701 y 180355.
Francia, Portugal y las regiones del centro y el norte de Italia49. El monopolio y los impuestos sobre el consumo del tabaco mues­
A pesar de la prevalencia del consumo médico del tabaco en la tran la medida en que la fuerza de su capacidad atractiva acaba con
primera mitad del siglo xvn, su cultivo no sólo se difunde en Virgi­ los prohibicionismos gubernamentales y marca el comienzo del aban­
nia y las Indias Occidentales, sino también en Europa, especialmente dono de las leyes suntuarias, establecidas en concreto para desalentar
en el sudoeste de Francia, Alsacia, los Países Bajos e Inglaterra. Esta el consumo de bienes de lujo. Las políticas fiscales sobre el tabaco fo­
producción europea de tabaco me lleva a pensar que su consumo en mentaron notablemente el contrabando, así como el cultivo ilícito del
142 Marcello Carmagnani Los productos desencadenantes: el algodón indiano y el tabaco americano 143

producto que, como sucede en el momento presente con el hachís y G ráfico 5.2
la marihuana, nunca pudo ser controlado totalmente por los gobier­ Im p o rta ció n d e tabaco, 1650-1800 (ton ela d a s m ed ia s a n u a les)
nos56. Por consiguiente, el tabaco fue un factor decisivo en la crisis del Promedio de toneladas anuales
mercantilismo y la liberalización del comercio y el consumo, ya que
favoreció la transición de la imposición sobre el comercio exterior a
aquella sobre el consumo interior.
El gráfico 5.2 muestra la evolución de las importaciones europeas
y puede considerarse como un indicador de la expansión del consumo
del tabaco, si bien no tiene en cuenta las cantidades producidas en las
diversas regiones europeas. En principio, se observa un constante as­
censo muy rápido del tabaco procedente de Virginia desde hace más
de un siglo, con una aceleración a partir del período de 1720-1730. En
Europa se registra un aumento de las importaciones de las zonas ame­
ricanas de 7 a 50.000 toneladas al año en el período comprendido en­
tre 1661 y 1775. Durante el último tercio del siglo se observa una re­
ducción considerable, especialmente entre 1776 y 1780 (-27,9 por 100
al año) y durante el decenio de 1791-1800 (-8,4 por 100 al año). La
disminución a finales del siglo de la importación a Europa del ta­
x v iii

baco americano depende de las revoluciones adánticas que se produ­


Años
jeron en Europa y en la América hispana y anglosajona, que alimen­
taron sin lugar a dudas el proceso preexistente de sustitución de las Gran Bretaña —•— Portugal —» — España —c-— Total

importaciones por la producción local europea de tabaco. Fuentes: J. M. P r i c e , France and the Chesapeake. A history o f the French to-
Los consumidores prefieren claramente el tabaco de Virginia, gra­ ;W o monopoly, 1674-1791, vol. II, Ann Arbor, University of Michigan Press, 1973,
cias también al hecho de que es el primero que llega a Europa. Tras p. 843-844; J. B. N a r d i , Le tabac brésilien et ses fon ction s dans l ’a n d en systém e co ­
el estancamiento del tabaco procedente de la América hispana, es la Í rnial portugais, 1570-1830, Marsella, Universitéde Provence, 1990, p. 1327; L. G a r -
nueva producción de tabaco brasileño la que relanza el flujo prove­ IClA F u e n t e s , C om ercio español con América (1650-1700), Sevilla, Escuela de Es­
tudios Hispanoamericanos, 1980, pp. 527-528; A. G a r c í a B a q u e r o , Cádiz y el
niente de Sudamérica que, sin embargo, no logrará nunca redimensio- Atlántico (1717-1778), vol. II, Sevilla, Escuela de Estudios Hispanoamericanos, 1976,
nar la supremacía del tabaco importado de la Bahía de Chesapeake. PP. 238-247, y J. F i s h e r , Commercial relations b etw een Spain and the Spanish America in
A principios del siglo xvm, la participación de las importaciones eu­ the era o ffr e e trade, 1778-1796, Liverpool, University of Liverpool, 1985, pp. 67-68.
ropeas de tabaco brasileño representa el 5,8 por 100 y en el momento
de máxima expansión de las importaciones europeas, en 1771-1775, Es preciso evaluar con cautela las cantidades importadas a Eu­
el tabaco brasileño representa sólo el 2,8 por 100. ropa desde las zonas americanas, ya que una parte considerable del
La mayor participación del tabaco rubio de Virginia en el con­ tabaco producido en las regiones españolas de América llega a Eu­
sumo europeo depende de los gustos de los consumidores que lo pre­ ropa a través del contrabando. A este respecto, Inglaterra propor­
fieren al negro, producido principalmente en el Brasil y muy apre­ ciona la información más fidedigna sobre la importación ilícita de ta­
ciado especialmente por los marineros. A pesar del interés de la baco. Gracias a esos datos se sabe que los flujos procedentes de las
Corona portuguesa para promover su consumo, el tabaco negro del Islas del Canal, Ostende y Dunkerque aumentan de 148 a 403 tone­
Brasil sólo se expande con una tasa del 4,1 por 100 al año, mientras ladas al año entre 1698 y 1732, y luego se expanden aún más hasta al­
que el de Virginia se difunde con una tasa del 6,7 por 100 al año. canzar 1.283 toneladas anuales en 175257. Los ingleses también son
144 Marcello Carmagnani Los productos desencadenantes: el algodón indiano y el tabaco americano 145

reexportadores importantes de tabaco, ya que entre 1693 y 1752 en­ G ráfico 5.3
vían a Europa y África más de la mitad de sus importaciones de ta­ D istrib u ción d e l ta b a co d e Virginia en E uropa, 1696-1775 (p o rcen ta je)
baco de Virginia y de Hispanoamérica. De hecho, reexportan 900 to­
neladas de tabaco procedente de Hispanoamérica en el período de
1699 a 1700 y 500 toneladas al año entre 1714-1718 y 1769-177558.
Con la difusión de la libertad de comercio entre España y sus colo­
nias americanas se observa una reducción del contrabando, con el re­
sultado de que las cantidades registradas en los puertos españoles son
20,9 toneladas al año en el período de 1786 a 1790 y 15,5 toneladas al
año en el lustro de 1796 a 1800.
Las reexportaciones inglesas de tabaco constituyen más de la mi­
tad de las que llegan a Inglaterra y Escocia. A finales del siglo xvu re­
presentan el 44,8 por 100 de las cantidades importadas, y aumentan
de manera constante hasta alcanzar el 67 por 100 de las importaciones
en la segunda mitad del siglo x v i i i . Las reexportaciones inglesas de ta­
baco ascienden al 21,2 por 100 del valor total en 1699-1701; a 17,8 por
100 en 1722-1724; a 27,3 por 100 en 1754-1756, y a 15,5 por 100 en
1772-1774. Por tanto, la importancia del tabaco es mucho mayor res­
pecto a las reexportaciones de tejidos de la India, azúcar, café y té, hasta
representar el 5,8 por 100 de las exportaciones totales inglesas59.
El gráfico 5.3 muestra que el principal receptor del tabaco de Vir­
ginia es Holanda, que absorbe alrededor del 40 por 100 de las reex­
portaciones. Entre 1697 y 1725, las cantidades reexportadas hacia
Ámsterdam fluctúan entre 7.000 y 8.000 toneladas al año, con una
tasa de crecimiento que es, no obstante, negativa (-0,5 al año). En el
período de 1725 a 1775, la cantidad de tabaco procedente de Virginia
comenzó a crecer llegando a 16.916 toneladas al año en 1755-1760 y Fuente: P r i c e , France and the Chesapeake, op. tit., vol. II, pp. 846-848.
31.099 toneladas anuales en 1771-1775. En ese medio siglo, la tasa de
crecimiento de las reexportaciones inglesas hacia Holanda es del 2,9
por 100 al año entre 1726-1730 y 1756-1760 y del 5,5 por 100 al año La función de redistribución de Ámsterdam está relacionada con
entre 1761-1765 y 1771-1775. el tabaco americano procedente de Inglaterra, Portugal y España que
Es preciso tener en cuenta que una buena parte del tabaco que luego se envía a Europa central y oriental bloqueando el acceso di­
llega a Holanda se reexporta, a su vez, al norte de Europa. Los re­ recto inglés en el Báltico y Rusia. Lo mismo ocurre en las regiones ale­
gistros de Sound, que contabilizan las entradas y las salidas en el Bál­ manas por el control ejercido por los holandeses en el comercio del ta­
tico, muestran que en el siglo x v i i i los bienes que aumentan principal­ baco en Hamburgo, Bremen y a lo largo del Rin hasta Colonia61.
mente son los que proceden de las zonas extraeuropeas. Entre 1700 y Francia ocupa el segundo lugar en las reexportaciones ingle-
1790, la cantidad de mercancías no europeas se multiplica por cinco las de tabaco. Las cantidades de tabaco enviado a Francia a princi­
(de 1.400 a 7.004 toneladas). En el último decenio del siglo x v i i i , e l pios del siglo x v i i i son inferiores a las enviadas a Holanda, en con­
tabaco registrado representa el 11,2 por 100 del movimiento de bie­ creto: 1.997 toneladas anuales en el quinquenio de 1711 a 1715, es
nes coloniales en el Báltico60. decir, sólo el 28,5 por 100 de las reexportaciones hacia Holanda. És­
146 Marcello Carmagnani Los productos desencadenantes: el algodón indiano y el tabaco americano 147

tas aumentan entre 11.997 y 10.220 toneladas al año en el período de G ráfico 5.4
1711-1715 y 1736-1740; se incrementan, por tanto, un 6,8 por 100 al Rutas com erciales d el tabaco brasileño, 1676-1805
año. Como sucede también en Holanda, en los cuarenta años siguien­
tes, es decir, entre 1736 y 1775, las reexportaciones inglesas a Francia,
adquiridas por el monopolio de la Corona, se expanden moderada­
mente, pasando de 10.200 a 25.863 toneladas al año, es decir, crecen
a una tasa anual del 2,9 por 100.
Más de un tercio de las reexportaciones inglesas de tabaco termi­
nan en Europa septentrional y oriental y en la zona del Mediterráneo.
El envío de tabaco desde Inglaterra hacia estas tres zonas también
se incrementa lentamente entre 1697-1700 y 1731-1735, pasando de
7.278 a 8.785 toneladas al año, con una tasa de crecimiento de apenas
el 0,2 por 100 anual. Sin embargo, en los cuarenta años entre 1735 y
1775, estas reexportaciones inglesas aumentan rápidamente, con una
tasa de crecimiento anual del 8,3 por 100, superior a la tasa de las ex­
portaciones a Holanda y Francia, pasando de 10.408 a 25.863 tone­
ladas al año. Los principales compradores de tabaco reexportado de
Inglaterra son los países del norte de Europa que entre 1699 y 1701
adquieren cantidades por un valor de 232.000 libras esterlinas, igual
al 55,1 por 100 de las reexportaciones, y en 1752-1754, por un va­ fu e n te : N ardi, Le tabac brésilien, op. cit., p. 13 28.
lor de 813.000 libras esterlinas, equivalente al 85,3 por 100 de las
reexportaciones de tabaco en su conjunto. Las cantidades reexporta­
das hacia la Europa mediterránea se reducen a lo largo del siglo xvm, jde América del Sur termina directamente en África sin pasar por Eu-
puesto que representan sólo el 1,7 por 100 del tabaco reexportado jfopa. Entre 1676 y 1710, la cuota enviada a África es inferior al 10
inglés en 1752-1754 y el 3,6 por 100 en 1772-1774. Cabe aducir, por ¡por 100 de las exportaciones totales; pero entre 1710 y 1800 aumenta
tanto, que la Europa mediterránea logra claramente asegurar la ex­ {Constantemente, pasando de 149 toneladas a 1.546 toneladas al año,
pansión del consumo de tabaco con la producción local, y compra 10 que supone alrededor de un tercio de las exportaciones totales.
sólo pequeñas cantidades de Iberoamérica y la América anglosajona. (Desde el último tercio del siglo xvm, la participación africana se es­
El Brasil es el segundo proveedor de tabaco americano. Su parti­ tanca en términos cuantitativos, mientras que las exportaciones hacia
cipación es limitada, ya que a finales del siglo xvn llegan a Portugal Portugal reanudan su tendencia al alza y vuelven a representar más
1.755 toneladas del producto al año, es decir, sólo el 11, 2 por 100 del 70 por 100 del total al final del siglo.
del total de las importaciones europeas de tabaco. A diferencia del Por tanto, en África convergen el tabaco del Brasil y el de Virginia,
tabaco de Virginia, el brasileño, que se redistribuye principalmente dentados por el mismo interés: la trata de esclavos. Sin embargo, la
en Europa desde Ámsterdam e Inglaterra, es de hoja negra y sabor exportación de tabaco inglés es inferior a la del Brasil porque, a pesar
fuerte; su tasa de crecimiento es bastante modesta (apenas un 1,3 por del rápido crecimiento del tabaco inglés, que pasó de 27 a 265 tonela­
100 al año), mientras que su competidor, el de Virginia, registra un das al año entre 1699 y 1773, el del Brasil es cinco veces superior62.
mayor crecimiento entre 1701 y 1800 (5,3 por 100 al año). Probablemente con el final de la unión de la Corona de Portugal
Las rutas comerciales del tabaco brasileño permiten volver a ob­ COn España en 1640, los comerciantes brasileños de Bahía (la prin­
servar su importancia en relación incluso con el comercio mundial de cipal región de producción de tabaco) imitan a los holandeses e mi­
esclavos africanos, ya que una proporción cada vez mayor del tabaco dan el comercio de esclavos. Entre 1681 y 1710,368 buques del Bra­
148 Marcello Carmagnani Los productos desencadenantes: el algodón indiano y el tabaco americano 149

sil viajan a Guinea para intercambiar tabaco y pequeñas cantidades 12.000 toneladas al año, que aumenta a 5.500 toneladas a comien-
de azúcar por esclavos63. Por consiguiente, el tabaco del Brasil ayuda ís del siglo xvm. A esta producción hay que añadir las 7.000 tonela­
a comprender el incremento considerable de esclavos que llegan al das de tabaco procedente de Inglaterra: de esa forma Holanda puede
Brasil, pasando de 5.500-6.000 a 17.800 individuos al año en el pe­ pisponer en total de 12.500 toneladas anuales que se destinan al con-
ríodo comprendido entre 1701-1710 y 1791-180064. 10 interno y a la exportación67.
La expansión del consumo del tabaco en el espacio europeo a par­ La difusión de la producción de tabaco en Gran Bretaña no fue tan
tir del segundo tercio del siglo xvni, además de reforzar las reexpor­ próspera porque en 1660 el gobierno prohibió su cultivo. Lo mismo su-
taciones y promover la expansión del comercio internacional, contri­ ede en Francia a partir de 1712, con la excepción de los cultivos de la
buyó a cambiar toda la organización del comercio, influyendo sobre egión de Toulouse, Alsacia, Lorena y el noreste, que por otra parte tie-
las preferencias del consumidor. Si a comienzos del siglo xvn la difu­ Jíen la obligación de vender su producto al monopolio real. El tabaco
sión del uso de la pipa, junto con la artesanía de la pipa de yeso y de [le difunde también en las regiones alemanas, austríacas y de Bohemia,
brezo, fomentó un mayor consumo de tabaco, en el siglo siguiente es ■ indo a ser una producción rentable para los pequeños y medianos
la difusión del rapé (el tabaco en polvo), la que incentiva la artesanía '•Cultivadores en las zonas con una elevada densidad de población,
de las petacas, muchas de las cuales son de altísima calidad y elevado li El proceso de transformación de las hojas de tabaco, a saber, la cu­
valor comercial65. El tabaco en polvo pasa a formar parte del hombre ración, la fermentación, la picadura y la pulverización, propicia el na­
del rococó y de la cultura de los símbolos de la época; ello explica la cimiento de las manufacturas en toda Europa. Aquellas ubicadas en
aceleración de su consumo en Francia66. Ámsterdam a principios del siglo xvm emplean a 3.000 trabajadores y
La transformación del consumo de tabaco depende, por consi­ I otros 4.000 en la fabricación de pipas. Estos 7.000 trabajadores re­
guiente, del cambio de los gustos de los consumidores. Por supuesto, presentan el 6,9 por 100 del empleo holandés en las manufacturas68.
el tabaco de hoja clara, conocido comúnmente como «tabaco de Vir­ En la fábrica de tabaco en Sevilla, a finales del siglo xvn, 120 emplea­
ginia», es el más valorado en la Europa atlántica. Sin embargo, el bra­ dos trabajan de forma permanente; en la primera mitad del siglo xvm,
sileño de hoja oscura con un aroma muy fuerte, gusta a los consu­ Ja manufactura francesa emplea entre 400 y 600 trabajadores69,
midores del Mediterráneo y África ya que puede ser utilizado como t La producción y las manufacturas de tabaco en Europa son induda­
tabaco de pipa. Las mezclas y la picadura del tabaco permiten adap­ blemente la respuesta al crecimiento del consumo que, como se ha se-
tar el producto a los gustos de las diferentes zonas de Europa. La flalado anteriormente, a partir de 1730 adquiere una notable importan­
transformación de la hoja de tabaco da lugar a muchas manufactu­ cia. La estimación del consumo del tabaco en Inglaterra, teniendo en
ras que elaboran mezclas, picaduras y polvo para el tabaco de aspirar , Consideración el importado que se retiene en esta nación, parece dismi­
combinando el tabaco americano con el local. nuir de 1,1 a 0,6 kilogramos per cápita entre 1698 y 1752; estas cantida­
Desde el siglo xvn, el tabaco americano convive y compite con el des pueden duplicarse si se incluyen las importaciones ilícitas70. En el
que se produce en Europa, ya que se puede cultivar en todas las re­ decenio de 1780, se estima que el consumo europeo asciende a 0,5 ki­
giones de clima templado; éste encuentra su mercado a pesar de las logramos per cápita, 0,7 para Gran Bretaña, entre 2 y 3 para Holanda,
políticas restrictivas de los gobiernos en defensa de los monopo­ 0,4 para el resto de Europa y 0,16 para las zonas del Báltico71.
lios nacionales. Una vez más, los holandeses fueron pioneros en este En las páginas anteriores se ha mencionado la relación que se es­
nuevo cultivo, que se difundió después de 1650 en las zonas de pro­ tablece entre el consumo y la especialización de la actividad comer­
ducción de trigo afectadas por la reducción de su precio tras la intro­ cial. Este cambio organizativo puede apreciarse claramente en el co­
ducción masiva de este cereal de Polonia. La producción holandesa mercio del tabaco. De hecho, a finales del siglo xvn el sistema de venta
de tabaco se adapta a las prácticas hortícolas existentes que requie­ por encargo del tabaco de producción norteamericana empieza a sus­
ren un uso intensivo de mano de obra y el adelanto de bienes y di­ tituirse por un sistema de compra directa por parte de los comercian­
nero para los pequeños productores por parte de los comerciantes. tes de Londres. El cambio se produce a partir de la unión entre las Co­
En 1670, en Holanda, se estima que la producción de tabaco asciende tonas inglesa y escocesa en 1707, lo cual permitirá a Escocia participar
150 Marcello Carmagnani

en el comercio con las colonias. Sin embargo, a diferencia de los co­


merciantes de Londres, los escoceses compran tabaco directamente al
productor americano, adelantando bienes europeos y del Caribe inglés
a través de sus representantes en Virginia72. La nueva forma mercantil
concedió la primacía a los escoceses tanto en la importación como en la C apítulo VI
reexportación del tabaco de Virginia. De hecho, en 1738 su participa­
DE A S IA Y L A S A M É R IC A S: A Z Ú C A R , TÉ Y CAFÉ
ción en este comercio es del 10 por 100, y alcanza el 30 por 100 en 1758
y el 51,8 por 100 en 1769. Glasgow se convirtió en el principal puerto
de importación y reexportación del tabaco norteamericano ya que te­
nía una serie de ventajas con respecto a los puertos ingleses del sur.
Los comerciantes de Escocia, de hecho, pueden contar con una infra­
estructura portuaria más adecuada, con menores costos con respecto
a los puertos ingleses, y un sistema financiero más eficaz. Estas venta­
jas de Escocia atraen a los funcionarios del monopolio real del tabaco Los tres productos objeto de este capítulo refuerzan la cadena de
francés, que compran casi la totalidad de sus necesidades de tabaco en consumo y constituyen la culminación del proceso de difusión de los
este país, logrando descuentos significativos de los mayoristas73. nuevos productos de comodidad o para el bienestar. Por tanto, son
El consumo generalizado de tabaco en Europa, junto con los teji­ componentes fundamentales de la revolución comercial, pero tam­
dos asiáticos, anticipa la nueva estructura comercial y financiera que bién la expresión del nuevo consumo concebido como la negación de
se necesitará para manejar estas cantidades de productos todavía ini­ la escasez y el comienzo de la abundancia para todos, y no sólo para
maginables a mediados del siglo xvn. Para comprender la impor­ las clases privilegiadas.
tancia que tuvo el consumo generalizado del tabaco en la economía El azúcar, el café y el té fomentan el consumo social o, mejor, el
mundial, basta comparar el volumen del comercio de la pimienta, la Consumo individual en el sistema colectivo que está relacionado con
nuez moscada y el clavo de clavero con las miles de toneladas puestas la ampliación de la sociabilidad urbana. De hecho, fortalecen el sec­
en circulación por el tabaco entre el mundo americano y el europeo, tor de la moda, que se difunde por los tejidos indianos y sus imitacio­
y su importante producción en Europa. nes europeas; éstos se asocian a la forma convival del consumo de ta­
baco y la refuerzan.
A pesar de las sinergias que se crean, los tres productos extraeu­
ropeos tienen diferentes consecuencias o repercusiones inducidas en
el plano de la producción, la distribución y la intensidad del consumo
en las diversas zonas de Europa. El análisis de estos productos brinda
la ocasión de determinar, asimismo, los distintos modos en que las zo­
nas americana y asiática contribuyen a su difusión en Europa, la com­
petencia recíproca entre estas regiones respecto a su producción y
comercialización, y la capacidad que muestran los principales países
—Holanda, Gran Bretaña y Francia— para difundirlos en la Europa
del Atlántico, el Báltico y el Mediterráneo.
Marcello Carmagnani He Asia y las Américas: azúcar, té y café 153
152
proveniente de Burdeos, Nantes, Rúan y Le Havre en el Atlántico y Marsella; la serie
de los puertos del Atlántico es relativamente completa a partir de 1726 mientras que
El nuevo edulcorante: el azúcar la de Marsella empieza sólo en 1746-1750; se ha asignado a Marsella una importa­
ción de 10 millones de kilogramos al año para el período de 1726-1745 y 1766-1775,
Son dos los momentos que contribuyen a que el azúcar sea indis­ teniendo en cuenta la importación total tomada de Tarrade en 1763-1783; C. H uetz
pensable y sea deseado por los consumidores. El primero es su en­ De L emps, Géographie du com m erce d e Bordeaux à la fin du règne d e Louis XIV, Pa­
ris, Mouton, 1975; T. M alvezin, H istoire du com m erce d e Bordeaux depuis les origi­
trada en Europa en la Edad Media, con la producción de las Azores y nes ju sq u ’à nos jours, vol. III, Burdeos, Bellier et Cie, 1892, pp. 303-306; P. J eulin,
posteriormente de Sicilia. El segundo momento de fuerte expansión L évolution du port de Nantes, Paris, PUF, 1929, pp. 238-239; P. D ardel, Navires
de su consumo, que se analizará a continuación, tiene lugar durante e t marchandises dans les ports d e R ouen et du Havre au x vn f siècle, Paris, Service
la revolución comercial, cuando la producción de azúcar se desarro­ d’Édition et de Vente des Publications de l ’Éducation Nationale (SEVPEN), 1963,
pp. 222-223; G. R ambert, H istoire du com m erce d e Marseille, vol. VI, Paris, Plon,
lla en las zonas extraeuropeas y su consumo se difunde también en­ 19 59, pp. 386, 389 y 391; J . T arrade , Le com m erce colonial d e la Trance à la fin de
tre las clases populares. l’Ancien R égim e: l ’évolution du régim e de l’Exclusif d e 1763 à 1789, tesis de docto­
rado, Université de Paris, 1972, vol. I, p. 747, y A. M oreau de J onnes, Le com m erce
G r á f ic o 6 .1 au dix-neuvièm e siècle, Paris, Imprimerie de Migueret, 1825. Para Gran Bretaña:
E. B. S chumpeter, English overseas trade statistics, 1697-1808, Oxford, Clarendon
Im portaciones europeas d e azúcar, 1651-1800 Press, 1960, fig. 18. Para Holanda: (sobre Java) D. B ulbeck et a l, South-east Asian
(prom edio de toneladas anuales) exports sin ce the I4,h century: cloves, pepper, coffee, and sugar, Leiden, Royal Netherlands
Promedio de toneladas anuales Institute of Southeast Asian and Caribbean Studies (KITLV) Press, 1998, pp. 114-116,
y (sobre Surinam) J. P ostma , «Surinam and its Atlantic connection, 1667-1795», en
J. P ostma y V. E nthoven (dirs.), R iches fro m A tlantic com m erce: Dutch trasatlantic
trade and shipping, 1585-1817, Leiden, Brill, 2003, pp. 286-459.

La extraordinaria difusión del azúcar comienza a partir de la se­


gunda mitad del siglo xvn, como resultado de la sinergia con la ca­
dena del consumo que vincula el azúcar con el tabaco, y ambos con
el té, el café y el chocolate. Esta nueva cadena de productos, no esen­
ciales para la reproducción biológica, pero importantes en la trans­
formación de la sociedad estamental, permite superar la concepción
tradicional que se basa en la convivencia alimentaria de la familia,
considerada como una manifestación de la comunión entre los hom­
bres y la divinidad. De hecho, el azúcar se reconoce como edulco­
rante únicamente a finales del siglo xvii; antes, a partir del siglo xi,
cuando llega a Europa desde Extremo Oriente, se consideraba una
especia similar a la pimienta, la nuez moscada o el jengibre, y se utili­
zaba para dar sabor a los alimentos y facilitar la digestión pesada1.
Al igual que con los nuevos bienes de consumo, el vector portador
España Portugal Francia • Gran Bretaña
Java Holandesa Guayana Holandesa Total del azúcar no es el placer ni la capacidad de estimular el deseo, sino
la convicción de que tiene propiedades terapéuticas. En los tratados
Puentes-, para España: P hilip, «Trade in the Iberian empires», op. dt., fig. 2.2; médicos de finales del siglo xvi al xviii, el azúcar, siguiendo los prin­
G arcía B aquero , Cádiz y e l Atlántico, op. cit., vol. II, pp. 238-247, y F ischer, Com­ cipios de la medicina hipocrática, se considera un fármaco capaz de
m ercial relations, op. cit., pp. 67-68. Para Portugal: P hilip, «Trade in the Iberian em­ reequilibrar los humores. El azúcar, al igual que los otros productos
pires», op. cit., fig. 2.2, y R. C. S imonsen, Historia econom ica d o Brasil, vol. II, San
Paulo, 1944, pp. 172-173. Para Francia: la serie se ha elaborado añadiendo el azúcar no europeos objeto de análisis, a pesar de sus supuestas virtudes tera­
De Asia y las Américas: azúcar, té y café 155
154 Marcello Carmagnani

péuticas, se ve con desconfianza, ya que es cultivado y elaborado por Vende 966 toneladas en Asia, y en Europa únicamente 241 toneladas
esclavos, o se considera un alimento inadecuado para las poblaciones de las 688 que llegan a Ámsterdam7.
El estancamiento de las exportaciones del Brasil, la desaparición
que viven en las zonas de clima templado2.
de Europa del azúcar de Java como consecuencia de la expansión del
Los obstáculos a los que se enfrenta su difusión, incluso en el si­
comercio intraasiático y el rápido incremento del azúcar holandés
glo xvi, dependen de los siguientes factores: la escasa cantidad produ­
de Surinam hacen pensar que, a lo largo de la segunda mitad del si­
cida en Madeira, las Islas Canarias, Creta y Sicilia, que es la principal glo x v i i , las zonas de América central se convierten en las principales
productora; la limitada red de distribución del producto, gestionada proveedoras de Europa. La información sobre la producción de azú­
por Venecia; y la lenta difusión de su consumo en la Europa atlán­ car de las colonias francesas e inglesas está demasiado fragmentada
tica3. A partir de 1550, gracias a la primera producción procedente para determinar una tendencia clara. La producción en las colonias
de Iberoamérica, aparece con cautela en la mesa de los nobles y los francesas comienza en el decenio de 1660 en Martinica y Santo Do­
grandes comerciantes, y comienza a difundirse paulatinamente con el mingo: en 1670 la producción total es de 9.000 a 10.000 toneladas al
incremento de las cantidades importadas (3,4 toneladas al año entre año, de modo que en 1714 se desembarcan en Nantes 7.500 tonela­
1580 y 1600) y la reducción a la mitad de su precio4. A partir de la se­ das de azúcar8. También en las Antillas inglesas comienza la produc­
gunda mitad del siglo xvi, el azúcar comienza a utilizarse para endul­ ción a partir de 1640, puesto que se realizan las primeras importa­
zar los alimentos y el vino5. ciones procedentes de Barbados en 1650, las Islas de Sotavento en
La verdadera difusión del azúcar comienza únicamente a partir de 1660-1664 y Jamaica en 1665-16699.
1650 por el efecto combinado de una serie de causas: la difusión de Es muy probable que las importaciones europeas de azúcar en
su utilización como edulcorante para los nuevos productos exóticos total hayan pasado de 4.000-5.000 a 25.000 toneladas al año en el
(el café, el té y el chocolate); la disminución gradual del prejuicio mo­ período comprendido entre 1650 y 1710. En la primera mitad del
ral relativo a su consumo; la aparición de nuevos espacios públicos siglo x v i i i , las importaciones europeas se multiplican por cuatro, pa­
(las cafeterías); y la rápida difusión, especialmente en Inglaterra, de sando de 25.000 a 110.562 toneladas al año con una tasa de creci­
su consumo entre las clases que no pertenecen a la nobleza6. miento anual del 1,7 por 100. En esta fase de expansión, las tasas de
La evolución de las importaciones de azúcar registra una discon­ crecimiento más elevadas son la inglesa (3,9 por 100 al año) y la fran­
tinuidad a partir de los primeros decenios del siglo x v i i i . Entre 1650 cesa (2,8 por 100 al año). El azúcar de Surinam y de las colonias his­
y 1700 comienzan a decaer los importadores tradicionales de azúcar, panoamericanas tienen una tasa de crecimiento inferior, la mitad de
es decir, Portugal, con la producción del Brasil, y Holanda, con la la inglesa y la francesa, mientras que el azúcar de Java y el Brasil se es­
producción de Java. Las importaciones de Portugal pasan de 3.000 a tanca, con una tasa de crecimiento de apenas 0,2 por 100 al año. La
2.103 toneladas anuales entre 1666-1670 y 1716-1720. Las holande­ expansión de la primera mitad del siglo muestra que en ese período
sas procedentes de Java (que en el período de 1651-1655 ascendían a hay una competencia muy fuerte entre la producción de azúcar del
1.539 toneladas al año) prácticamente desaparecen para ser reempla­ sudeste asiático y la americana, un fenómeno prácticamente descono­
zadas por la producción americana de Surinam que, entre 1681-1685 cido para el tabaco cuyo mercado está dominado por la producción
y 1701-1705, aumentan de 2.160 a 5.179 toneladas al año, con un tasa de Virginia Es muy probable que la competencia entre las diversas
de crecimiento anual del 4,3 por 100. Es preciso señalar, no obstante, producciones de azúcar dependa de la imposibilidad de sustituirse
que cuando los holandeses llegan a Java a principios del siglo xvn, el por la producción europea; este cambio tendrá lugar únicamente con
azúcar ya se producía y se comercializaba en dirección a China. Des­ la difusión de la remolacha azucarera en el siglo xix.
pués de la derrota de la resistencia de Java frente a la colonización ho­ Entre 1750 y 1790, las importaciones de azúcar en Europa siguen
landesa, la producción se expande y, por consiguiente, también el co­ creciendo y se duplican: pasan de 111.000 a 205.000 toneladas al año
mercio hacia las regiones del Océano índico —Surat y Moka— y el con una tasa de crecimiento del 1,3 por 100 anual, sólo ligeramente
sudeste asiático. A principios del siglo x v i i i , la Compañía holandesa inferior al período precedente. En este último período, el azúcar his­
156 Marcello Carmagnani De Asia y las Américas: azúcar, té y café 157

panoamericano asciende con una tasa de crecimiento anual del 2,5 Gráfico 6.2
por 100, sobre todo después de 1776, como consecuencia del libre R eexportaciones y consum o de azúcar en Gran Bretaña en tre 1700 y 1800
comercio de las colonias con España y Portugal. Tanto Gran Bretaña
como Francia amplían sus importaciones: Gran Bretaña registra una
tasa de crecimiento del 1,9 por 100 anual y Francia del 1,1 por 100 al
año. El azúcar del Brasil importado por Portugal tiene una tasa me­
nor de crecimiento (0,8 por 100 anual) y el azúcar importado por Ho­
landa, incluso un crecimiento negativo.
Si se reflexiona sobre los cambios en el comercio del azúcar a lo
largo de un siglo y medio, se puede aducir que en la primera fase, la del
siglo , surge la demanda de un mayor consumo de este bien, proba­
x v ii

blemente por su asociación con las bebidas estimulantes, esto es, el té,
el café y el chocolate. Sin embargo, sólo en la segunda fase, en la pri­
mera mitad del siglo xvm, tiene lugar la generalización de su consumo
por la difusión de las bebidas estimulantes y la mayor utilización de
azúcar en los dulces caseros y comerciales. Es probable que, justo en
esa última fase, las cafeterías registren un incremento en las ventas de
productos de pastelería y en las panaderías aparezcan los panes dulces.
En la última mitad del siglo xvm, esta sustancia se difunde claramente y
seguirá expandiéndose siempre y cuando se produzcan cambios tanto
en la producción como en la elaboración de la caña de azúcar.
Al igual que otros productos no europeos, el aumento de las im­
portaciones estimula el establecimiento de nuevas zonas de produc­
ción fuera de Europa; además, en todos los países de la Europa at­ — •— Reexportaciones Consumo
lántica y mediterránea aparecen las manufacturas para la elaboración
de la melaza de azúcar en productos refinados destinados al con­ Fuente: Sch um peter, English overseas trade statistics, op. cit., fig . 1 8 .

sumo interno y a la exportación. A raíz de la redistribución del azú­


car en los diversos países europeos se comprende la importancia de En el período de 1701-1730, cuando las importaciones aumen­
sus reexportaciones en el siglo xvm, no sólo para la difusión del con­ tan de 19.273 a 44.033 toneladas al año, el consumo interno es el fac­
sumo, sino también, y más en general, para definir las características tor más importante, puesto que crece un 3,3 por 100 al año; ello su­
mismas de la revolución comercial. pone una cuota del 81,5 por 100 de las importaciones. En cambio,
La serie inglesa muestra la importancia del azúcar tanto para con­ en el período de 1730-1760, cuando las importaciones aumentan de
sumo interno como para el suministro a otras regiones europeas. A lo
44.033 a 67.584 toneladas al año, las reexportaciones muestran un
largo del siglo, la proporción de las importaciones destinadas al con­
mayor dinamismo puesto que pasan de 8.366 a 13.787 toneladas al
sumo interno es del 85,5 por 100 pero la cuota de las reexportaciones
año con una tasa de crecimiento anual del 8 por 100. En los dos dece­
es significativa (14,5 por 100). Si se considera que entre 1700 y 1800
las importaciones de azúcar aumentan de 19.273 a 137.617 toneladas nios comprendidos entre 1761 y 1780, el consumo vuelve a ser un fac­
al año con una tasa de crecimiento del 2,9 por 100 anual, se puede tor dinámico: las reexportaciones disminuyen un 1,6 por 100 al año,
comprender la influencia a lo largo del siglo de los dos factores diná­ mientras que el consumo interno crece un 0,7 por 100 al año. En los
micos, a saber, el consumo y las reexportaciones. Últimos veinte años de finales de siglo (1781-1800), las reexportacio-
De Asia y las Américas: azúcar, té y café 159
158 Marcello Carmagnani
del siglo éstas se reducen (un 10 por 100 de las reexportaciones en­
nes se triplican (de 13.787 a 39.220 toneladas al año), alcanzando la tre 1780 y 1783); las reexportaciones inglesas consiguen mantener la
mayor tasa de crecimiento del siglo (un 7 por 100 anual).
participación de principios de siglo (el 22 por 100 de las reexporta­
La alternancia entre el consumo interno y la reexportación mues­
ciones), mientras que las francesas registran un notable aumento ya
tra, como se ha señalado en el capítulo anterior para el algodón de
que representan el 34,3 por 100 entre 1750 y 1783. El comercio fran­
la India y el tabaco, la importancia no sólo cuantitativa sino también
cés domina paulatinamente el mercado del azúcar del Báltico puesto
cualitativa de la producción extraeuropea en la transformación del
que en 1787 reexporta este producto por un valor de 973.000 libras
comercio internacional en el siglo xvm, y sobre todo del comercio ex­
esterlinas (el 27 por 100 del total de las reexportaciones); en cambio,
terior de Gran Bretaña.
los holandeses consiguen reexportar mercancías tan sólo por un valor
Tabla 6.1 de 54.000 libras esterlinas y los ingleses aún menos10.
Valor añadido de las reexportaciones d e azúcar, 1700-1790
Gráfico 6.3
Reexp. (miles Azücar/Exp. Azúcar/Reexp. Im portaciones y reexportaciones d e azúcar francés, 1730-1790
Años de £esterlinas) tot. por 100 tot. por 100
(en m iles d e toneladas)
1700 138 2,1 6,4
1730 274 3,2 85
1760 367 2,5 9,9
1790 809 4,2 16,8

P uente: S c h u m p e t e r , English overseas, op. cit., fig s . I y III, y M it c h e l l ,

British historical statistics, op. cit., pp. 462-465.

La cuota de las reexportaciones de azúcar en las exportaciones to­


tales es escasa, pero reviste una importancia creciente respecto a las
reexportaciones de los bienes del extranjero y de las colonias británi­
cas. En un siglo, la cuota del azúcar se multiplica por 2,6, hasta llegar
al 16,8 por 100 del total de las reexportaciones en 1790. Si se tuviera
en cuenta también la relación existente entre el azúcar y la mano de
obra esclava para su producción en Jamaica, se podría argüir que el
azúcar consumido y reexportado a Europa contribuyó también a po­
tenciar el comercio triangular con África y las Antillas y, por tanto,
a ampliar considerablemente el volumen de negocios total de los co­
merciantes ingleses.
Los datos sobre las reexportaciones coloniales procedentes prin­
cipalmente de Gran Bretaña, Francia y Holanda en dirección a las zo­
nas danesa, sueca, rusa y alemana del Báltico reflejan que durante el
siglo xviii se multiplican por 10 entre 1700 y 1783 (pasando de 1.400
a 15.311 toneladas al año). Si bien en la primera mitad del siglo Ho­
landa es el principal proveedor de azúcar en la zona del Báltico, con Fuente-. S t e in , The French sugar business, op. cit.
un 56,2 por 100 de las exportaciones totales, en la segunda mitad
Marcello Carmagnani De Asia y las Américas: azúcar, té y café 161
160

Las importaciones y las reexportaciones de azúcar procedentes tos: el gravamen se cobrará únicamente cuando las mercancías salgan
de las colonias americanas de Francia registran una rápida expan­ de las zonas francas14.
sión entre 1730 y 1790, y crecen a una tasa anual del 3,3 por 100. Las El rápido incremento de las reexportaciones en la segunda mitad
reexportaciones comienzan, sin embargo, mucho antes en el primer del siglo se refiere tanto a los puertos del Atlántico como al puerto
decenio del siglo. En 1714, gran parte del azúcar que se desembarca del Mediterráneo de Marsella. Entre 1717 y 1720, Burdeos reex­
en Nantes se reexporta hacia Holanda, Inglaterra, Suecia, Dina­ porta el 95,7 por 100 del valor de las importaciones de azúcar, que
marca, Hamburgo y el Mar Báltico11. Las reexportaciones se expan­ ascienden a 1.928 toneladas anuales. La mayoría de las exportacio­
den entre 1730 y 1760, período en que las importaciones se triplican nes van de Burdeos a Holanda (el 72,9 por 100), mientras que el 20,8
(de 21.000 a 60.000 toneladas anuales), y las reexportaciones se du­ por 100 termina en el norte de Europa (Alemania y los países bál­
plican (de 13.000 a 25.000 toneladas anuales): por tanto, el consumo ticos)15. También crecen las reexportaciones de azúcar de Nantes:
interno debería haber alcanzado las 35.000 toneladas (el 58,3 por 14,5 por 100 en 1714 y 70,5 por 100 en 173016. Lo mismo sucede en
100 de las importaciones). En la segunda mitad del siglo, las impor­ Marsella entre 1726 y 1729, cuando las reexportaciones (que se diri­
taciones crecen más lentamente, llegando a 90.000 toneladas anuales, gen principalmente a las zonas del Mediterráneo) representan el 15
mientras que las reexportaciones se expanden rápidamente llegando por 100 del valor de las importaciones procedentes de las Antillas
a 60.000 toneladas anuales (el equivalente al 66 por 100 de las impor­ (833.000 libras esterlinas)17.
taciones). El consumo interno se reduce a 30.000 toneladas anuales, A diferencia de Marsella, que no tenía competidores en el mercado
esto es, el 33,3 por 100 de las importaciones. del Mediterráneo; Burdeos, Nantes, Le Havre y La Rochelle tratan de
La aceleración de las reexportaciones francesas en la segunda mi­ adquirir la supremacía de las reexportaciones hacia el norte de Eu­
tad del siglo xviii depende de las importaciones de Marsella, que en­ ropa. Entre 1717-1719 y 1753-1755 Burdeos multiplica por siete sus
tre 1748 y 1775 reexportan el 86 por 100, dominando el mercado del exportaciones hacia el norte (de 83.000 a 625.000 libras esterlinas),
Mediterráneo, que absorbe casi la totalidad del producto. En 1770, mientras que las exportaciones hacia Holanda se estancan18. También
los principales consumidores de azúcar procedente de Marsella son los puertos de Rúan y Le Havre aumentan sus reexportaciones de azú­
los Estados italianos (4.959 toneladas, es decir, un 65 por 100), los car: de 168 a 4.139 toneladas entre 1730 y 1750, llegando a 5.995 tone­
países ibéricos (3.011 toneladas, un 36,8 por 100) y las regiones de ladas en 177119. Nantes, asimismo, reexporta más del 50 por 100 del
Levante (1.368 toneladas, un 16,7 por 100). A la melaza de azúcar se azúcar y Marsella, en el mismo período, más del 80 por 100. En Mar­
debe añadir el refinado, estimado en 343 toneladas, convirtiendo al sella, el azúcar destinado al consumo de la ciudad y el interior del país
puerto de Marsella en la capital del azúcar francés12. es d e 587 toneladas, es decir, el 63,1 por 100 del azúcar refinado, pero
Si el azúcar francés se introduce muy rápidamente en el comer­ sólo el 6,8 por 100 del total se comercializa a través de este puerto.
cio con el norte de Europa, ello depende en gran medida de la par­ Una fuente de información fidedigna refleja que el porcentaje de azú­
ticipación anterior en el comercio francés del vino y el aguardiente, car reexportado frente al total importado sigue creciendo: un 46 por
que había creado numerosas redes de distribución13. La inclusión del 100 en 1728-1731 y un 73 por 100 en 1772-177520.
azúcar en la reexportación de los bienes no europeos, inaugurada En la competencia por el mercado del Atlántico, entre 1741-1743
por Holanda y retomada por Inglaterra, tiene su punto de partida en y 1788, Burdeos registra un aumento de más de seis veces su partici­
la política comercial de Colbert. En 1664, los derechos de aduana se pación en el mercado holandés (de 2.718 a 19.026 toneladas) y más
reorganizan, y en 1667 se solicitan proyectos a las cámaras de comer­ del doble en el norte de Europa (de 6.342 a 14.496 toneladas). En el
cio para incentivar las exportaciones que dan lugar a la creación del período de 1741-1743 y 1774-1776, Nantes registra un estancamiento
puerto franco en 1669. El modelo francés no es muy diferente del ho­ de la exportación de azúcar a Holanda, que no supera las 5.000 to­
landés y el inglés dado que se rige por el mismo principio, es decir, neladas, mientras que sus reexportaciones hacia el norte de Europa
los comerciantes nacionales y extranjeros pueden descargar y colocar casi se triplican (de 1.359 a 3.600 toneladas)21. Marsella invade las zo­
en los almacenes reales las mercancías importadas sin pagar impues­ nas del Mediterráneo y los Estados italianos son los principales re­
162 Marcello Carmagnani De Asia y las Amérícas: azúcar, té y café 163

ceptores de sus reexportaciones de azúcar (6.000 toneladas en 1766), 53,5 por 100 se dirigen a los Estados italianos y el 15,1 por 100 a las
mientras que los países de Levante compran en el mismo año apenas ciudades hanseáticas28.
906 toneladas de azúcar22. Además de influir en la revolución comercial y la transformación
La cuota de azúcar en las reexportaciones totales de Francia ha­ del consumo, la difusión del azúcar tuvo efectos significativos sobre
cia finales de siglo se puede resumir de la siguiente manera: en 1776, la producción para satisfacer la demanda de los consumidores. Con
1785 y 1788 representa, respectivamente, el 68,4, el 64,2 y el 63,1 la presencia de los holandeses en Java aumenta el número de molinos
por 100 de las cantidades reexportadas, y el 59,8, el 46,9 y el 40,7 por de azúcar, aunque la producción siguió estando en manos de los pro­
100 del valor reexportado23. A finales de siglo, entre 1786 y 1790, los ductores chinos. Éstos la expanden con el arrendamiento de tierras de
principales destinos del azúcar son los países del Atlántico, las ciu­ personalidades destacadas del lugar o con la obtención de concesio­
dades hanseáticas, Alemania y los países bálticos (55 por 100) y Ho­ nes de parcelas de la Compañía de las Indias Orientales, y aumentan la
landa (19,4 por 100), mientras que el Mediterráneo tiene un peso mano de obra china controlada por los habitantes de Java29.
menor (15,2 por 100)24. A diferencia de lo que ocurre en Java, en América, a partir de la
La notable expansión de las reexportaciones francesas de azúcar ocupación holandesa en el nordeste del Brasil entre 1630 y 1654,
contrasta con la reducción del crecimiento del consumo en el mer­ se observan innovaciones significativas en la producción de azúcar.
cado nacional: de hecho, el consumo interior per cápita asciende úni­ Los holandeses modifican las plantaciones pertenecientes a los por­
camente a 0,9 kilogramos entre 1788 y 1790, mientras que el inglés es tugueses y brasileños, propiciando la incorporación de esclavos de
a la sazón de 10,4 kilogramos entre 1770 y 1779. La cantidad de azú­ África e introduciendo nuevas mejoras en la molienda de la caña de
car que se consume en Francia entre 1730 y 1750 aumenta de 8.000 azúcar, probablemente con métodos que ya se utilizaban en Java30.
a 18.000 toneladas al año con una tasa de crecimiento similar a la in­ La organización de la plantación del Brasil fue modificada posterior­
glesa (3,5 por 100 anual), mientras que, en la segunda mitad del siglo, mente por los ingleses y franceses en el Caribe, donde se crea una
el consumo tiende a disminuir, puesto que es de 21.000 toneladas en unidad de producción que aprovecha los abundantes recursos natu­
1790 con una tasa de crecimiento del 2,8 por 100 anual25. rales gracias al trabajo de los esclavos, rígidamente encuadrados por
Debido a su importancia en el comercio con Europa septentrio­ los capataces, que logran producir un volumen sustancial de bienes
nal y del Mediterráneo, el azúcar desempeña una función decisiva en para satisfacer las necesidades de mano de obra (tanto esclava como
la transformación de todo el comercio del norte de Europa. A pesar de otro tipo), para la reproducción de la tracción animal y la obten­
de la mayor presencia del comercio francés y la notable cuota holan­ ción de la madera requerida31.
desa e inglesa, los comerciantes de las ciudades hanseáticas desempe­ En el Caribe se introducen innovaciones en el aprovechamiento
ñan una nueva función al dar vida a un centro de menor importancia de los recursos naturales, la adopción de nuevas especies de caña de
para el comercio marítimo y terrestre de los productos no europeos26. azúcar y también en las técnicas de molienda de la caña. Estas inno­
Hamburgo se convierte en el puerto alemán más importante, y en vaciones se difunden rápidamente en las colonias inglesas, francesas
1774 compra en los puertos franceses del Atlántico 981.000 libras es­ y holandesas, así como en las zonas españolas y portuguesas, aunque
terlinas de bienes de ese país, de los cuales el 83,6 por 100 proceden con cierto retraso. En todas las regiones de América productoras de
de las Antillas. A estos bienes coloniales hay que añadir los productos azúcar se observa un factor constante: las innovaciones cuentan con
reexportados de Holanda e Inglaterra a las ciudades hanseáticas27. el apoyo de las autoridades metropolitanas y son aplicadas por los
El mecanismo de las reexportaciones no es sólo un privilegio de productores americanos que disponen de una información adecuada
las sociedades atlánticas más desarrolladas desde el punto de vista y tienen capacidades empresariales y, por tanto, una propensión con­
mercantil. Una fuente parcial, aunque significativa, del comercio siderable a ampliar sus ingresos.
de azúcar refleja las reexportaciones del azúcar del Brasil en direc­ En la segunda mitad del siglo xvn y en el siguiente se introducen
ción a los países europeos. Entre 1783 y 1800 el valor anual de estas nuevas plantas de azúcar de rendimientos más elevados y un bagazo
reexportaciones es de 1,7 millones de libras esterlinas, de las cuales el de mayor combustión, una innovación que coadyuvó a reducir la de-
De Asia y las Américas: azúcar, té y café 165
164 Marcello Carmagnani
En Francia, los principales centros de refinado están conectados
forestación. También se introducen mejoras en el cultivo de la caña con los puertos de importación de Nantes, Burdeos, Rúan, Le Havre
de azúcar, la utilización de abonos y la preparación de la tierra, el y Marsella. De Nantes a Loira se crea un eje que permite el desarro­
riego, la medición de la humedad de las parcelas cultivadas, los mo­ llo de las refinerías de Orleans, Angers, Tours y Saumur. De Le Havre
linos de viento como fuerza motriz y los carros para el transporte. A se crea, asimismo, un eje esencial puesto que el Sena une ese puerto
raíz de estas innovaciones, a pesar del aumento del costo de produc­ con Rúan y París, el principal mercado de consumo francés35. Las re­
ción, el beneficio neto de la venta del azúcar en Inglaterra fue del 52,9 finerías de azúcar procedente de Guyana se encuentran en el puerto
por 100 entre 1792 y 179832. La rentabilidad del azúcar de las Antillas de Burdeos y no en Nantes, con un importante desarrollo en los si­
inglesas y francesas depende no sólo de las nuevas técnicas y de una glos x v i i y xvm. El azúcar refinado de Burdeos llega al sur de Fran­
mayor inversión, sino también de la reducción de los fletes y las pri­ cia a través del Garona que lo lleva a Toulouse y, a lo largo del canal
mas de seguros marítimos. de Séte de 238 kilómetros de longitud, llega a la feria de Beaucaire y
La interacción entre la oferta y la demanda de azúcar alentó la Marsella36. Por último, no se pueden olvidar las refinerías de Dieppe
caída de la producción en Europa, lo cual forma parte de la Revo­ y La Rochelle, que abastecen de azúcar a las regiones de Poitou, Pé-
lución industrial del siglo xvm. A partir de la segunda mitad del si­ rigord, Maine, Touraine y Anjou37.
glo xvii se asiste a la proliferación de las refinerías de azúcar, fe­ Conviene tener presente que el desarrollo de las principales refi­
nómeno que coincide con el final de su uso medicinal. De hecho, nerías tiene lugar en Nantes y Burdeos de 1660 a 1670. En Nantes,
comienza su difusión como edulcorante neutro, cuya característica hay diez refinerías en 1690, las cuales se reducen a ocho en 171038. En
es mejorar el sabor de los alimentos y las bebidas, pero sin modifi­ Burdeos, hay tres refinerías en 1683, 22 en 1729, 26 en 1777, 23 en
carlo, ya que la refinación eliminaba los restos de residuos oscuros. 1780 y de nuevo 26 en 1790: la producción se multiplica por 4,6 en­
El proceso de refinación de la caña de azúcar registra una progresiva tre 1683 y 1790, pasando de 733 a 3.423 toneladas anuales39. En Mar­
transformación técnica para reducir la cantidad de materia prima ne­ sella aparecen también las primeras refinerías en 1670; en 1788 siete
cesaria por unidad de producto. Por ello, el mejor azúcar refinado de ellas producen alrededor de 3.000 toneladas de azúcar, parte del
presente en el mercado francés tiene un precio superior al 50 por 100 cual se comercializa en Levante40.
con respecto al de segunda clase que, a su vez, era más caro que el Se dispone de dos estimaciones del valor de la producción de azú­
azúcar refinado ordinario, de color más oscuro33. car refinado a finales del siglo xvm. La primera, de 1789, refleja que
Los ingleses, holandeses, alemanes y franceses son los principales su valor es de 3 0 millones de libras tornesas (1,2 millones de libras es­
consumidores de azúcar refinado, pero existen refinerías en casi to­ terlinas); la segunda, de 1791, muestra que el valor producido es de
dos los países europeos. Lamentablemente, la información disponible 4,3 millones de libras tornesas (178.000 libras esterlinas). La estima­
sobre estas industrias no es abundante. Sin embargo, se tiene conoci­ ción de 1791 representa el 11,1 por 100 de la producción manufac­
miento de que en Holanda, a finales del siglo x v i i , las refinerías de azú­ turera total; cabe aducir, por tanto, que esta actividad reviste incluso
car emplean a 1.500 personas, es decir, el 1,5 por 100 de los trabajado­ más importancia que las manufacturas de tabaco, cuyo volumen de
res en el sector manufacturero, y que en Ámsterdam hay 60 refinerías negocios es cuatro veces menor41.
en 1722 y 110 en 1785. En Gran Bretaña, entre 1660 y 1695, los esta­ Una estimación de 1731 refleja que las refinerías de azúcar de
blecimientos aumentan de 8 a 30, lo cual es posible gracias a la impor­ Nantes adquieren 1.000 libras (486 kilogramos) de caña de azúcar a
tación creciente de azúcar moreno de las colonias. Entre 1667 y 1704, un precio que oscila entre 246 y 286 libras tornesas; esta cantidad re­
los comerciantes abren cuatro refinerías en Escocia, que expanden rá­ finada se vende en París a un precio entre 580 y 650 libras tornesas
pidamente su producción gracias a los privilegios concedidos a estas (incluido el costo del transporte). Si se tiene en cuenta que el costo de
industrias, en especial mediante la reducción de los impuestos. En el si­ producción es del 45 por 100 del precio final y la amortización del ca­
glo xvm se registra una mayor expansión de las refinerías en Inglaterra pital es del 20 por 100, los beneficios totales son de 120 a 130 libras
y Escocia, que ascienden a 120 en 1775, de las cuales 8 se encuentran tornesas. Si se comparan estos parámetros con el valor de la produc­
en Londres y 20 en Bristol; éstas dan empleo a 1.800 personas34.
166 Marcello Carmagmni De Asia y las Américas: azúcar, té y café 167

ción total, de casi 4,3 millones de libras tornesas, se puede estimar yendo desde 1640 a las bebidas calientes. A partir de la segunda mi­
que el beneficio de los productores es del 19,5 al 20,2 por 100, simi­ tad del siglo xvn comienza a consumirse en las cafeterías públicas, en
lar a las ganancias obtenidas por el importador de caña de azúcar de gran parte gracias a la difusión del tratado del médico holandés Niko-
Santo Domingo42. las Turp (publicado en 1641), que recomienda el uso del producto
para lograr un envejecimiento saludable porque tenía la propiedad
de eliminar los cristales que se forman en las vías urinarias45. Única­
El oro verde: el té
mente en los últimos decenios del siglo xvn se afirma que el té es un
En China el consumo de té se remonta al año 2000 a.C., pero su excelente sucedáneo de las bebidas alcohólicas46.
difusión tiene lugar a partir del año 500 a.C. gracias al budismo, que En Holanda, el té comenzó a utilizarse hacia 1610, a pesar del alto
le atribuyó la capacidad de preparar la mente para la iluminación: precio del producto. Sin embargo, se habla de ello por primera vez
era, a la sazón, una bebida que se consideraba fundamental para la sólo en 1637, cuando la Compañía de las Indias Orientales comenzó
vida humana. En el tratado médico de Hua Lung del año 200 a.C. se a importar pequeñas cantidades de Java procedentes de China y el
afirma que su consumo favorece la atención y la concentración, cua­ Japón. La difusión de su consumo en Holanda, como en Inglaterra
lidades que le atribuyen los tratados chinos y japoneses, (en el Japón, y Francia, es posible porque el té se considera una bebida extrema­
su consumo se difunde a partir del siglo ix)43. mente eficaz contra las migrañas, la acidez de estómago y los proble­
El cultivo del té comenzó en el siglo n a.C. pero se difunde a par­ mas digestivos47.
tir de los primeros siglos de nuestra era, sobre todo durante la dinas­ A finales del siglo xvn, cuando el consumo europeo de té se estima
tía imperial Sui (610 d.C.). En ese período, con la construcción del que asciende a 45 toneladas anuales, tiene lugar el encuentro con el
Gran Canal, se une la China septentrional con la meridional, permi­ azúcar; este encuentro fomenta el consumo familiar de ambos pro­
tiendo el transporte del té al valle del río Amarillo en dirección a la ductos y difunde rápidamente su utilización en los nuevos espacios
capital imperial Xian. El gobierno incentiva el consumo de té para públicos: las cafeterías48.
desalentar el hábito de tomar bebidas alcohólicas a base de arroz; éste La información cuantitativa de que se dispone permite compren­
se difunde a partir del siglo vm, cuando su flujo comercial es regular der que el vector de difusión del té en Europa es la Compañía in­
y se abren las primeras tiendas para la venta del producto. En el si­ glesa de las Indias Orientales. Mientras que la Compañía holandesa
glo xiii se cultiva en un tercio de las prefecturas chinas, y en el siglo se mantiene anclada en la compra del producto en la colonia portu­
siguiente se empieza a difundir en Mongolia. En el siglo ix comienza guesa de Macao y en los juncos chinos que lo transportan a Java, la
el cultivo regular de té en el Japón, donde los monjes budistas intro­ compañía inglesa comercia directamente con Cantón a partir de fi­
dujeron su consumo. En el Japón, a diferencia de China, el consumo nales del siglo xvn49. La primera cantidad registrada por los ingleses,
de té se reserva en principio a los nobles y mercaderes ricos; su di­ 1.272 toneladas anuales entre 1661 y 1665, y su duplicación poste­
fusión entre las demás clases sociales se produce sobre todo a partir rior, pasando a 2.073 toneladas anuales entre 1676 y 1680, apuntan a
de 1214, cuando se reconoció como una bebida capaz de moderar el que los principales difusores, tanto en Inglaterra como en el resto de
consumo del sake44. Europa, son precisamente los ingleses. No es baladí suponer que el
En Europa, el té se conoce desde el siglo xvi, gracias a las obras de monopolio ejercido por los holandeses sobre las especias tradiciona­
Giambattista Ramusio y Pedro Texeira. Al igual que el tabaco, el azú­ les haya llevado a la Compañía inglesa a buscar otras nuevas, identi­
car y el café, el té es una bebida que se consume por influencia china, ficándolas con el té y el café. Gracias a la intermediación de los mer­
por sus propiedades medicinales, pero reinterpretadas a la luz de los caderes indios de Madrás, los ingleses logran penetrar en los distintos
modelos humorales de la medicina hipocrática; el té es elogiado, al puertos de China, parcialmente cerrados al comercio exterior hasta
igual que el café, como una alternativa al alcohol. En Inglaterra su la conquista china de la isla de Formosa en 1684, y comprar té pagán­
difusión comienza en paralelo a la importancia que se viene atribu­ dolo con moneda de plata50.
168 Marcello Carmagnani De Asia y las Américas: azúcar, té y café 169

G r á f ic o 6.4 holandesas guarde relación con las dificultades de adquisición del


h a im p o rta ció n eu ro p ea d e té, 1660-1800 producto en Asia, ya que casi todo el té que llega a Ámsterdam sigue
(to n ela d a s a n u a les) adquiriéndose en Java.
Promedio de toneladas anuales
La crisis del té del decenio de 1690 no es un fenómeno pasajero.
100.0001
Las importaciones inglesas vuelven a alcanzar el nivel del decenio de
1690 tan sólo en el lustro de 1716-1720; posteriormente, comienzan
una nueva fase de crecimiento a partir de 1740. La misma tenden­
cia se observa en las importaciones holandesas, que superan sólo las
100 toneladas anuales, y en las francesas, que llegan a 100 toneladas
anuales únicamente en 1730.
Parece que en el primer tercio del siglo las compañías privi­
x v iii

legiadas danesas y suecas se manejan mejor en el negocio del té. De


hecho, aprovechan la apertura del comercio chino a los extranjeros,
la reorganización y la centralización de las aduanas en Cantón, y la
creación del gremio mercantil de Co-hong que asigna a pocas com­
pañías chinas el privilegio de la intermediación con los comerciantes
europeos, la recaudación de impuestos, los suministros y la seguridad
de las embarcaciones extranjeras52. De ese modo, el comercio del té
se convierte en un monopolio bilateral entre los mercaderes chinos y
europeos, fomentando, no obstante, la competencia entre las compa­
Años ñías europeas, ya que depende de su capacidad para llegar a Cantón
Gran Bretaña —<*— Francia - o - Holanda Dinamarca/Suecia Total en el momento más adecuado para adquirir té, así como de las habi­
lidades de sus agentes para diseñar estrategias con el objetivo de ejer­
Puentes: para Gran Bretaña: C haudhuri, The trading w orld o f Asia, op. cit.,
pp. 529-530; H. B owen , East India Company: trade and dom estic financial statistics, cer influencia sobre el precio de compra53.
1755-1838, Colchecher UK Data Archive, 2007, SN:5690, y Muí, The m anagem ent La competencia entre las compañías privilegiadas se manifiesta
o f m onopoly, op. cit. Para Holanda: G laman , Dutch-Asiatic trade, op. cit., p. 225, y Liu, también en Europa, donde aprovechan la posibilidad de poner en
The Dutch East India Company, op. cit., pp. 212-226. Para Alemania, Dinamarca y circulación de forma ilícita el té en Inglaterra, el principal mercado
Suecia: D ermigny, La Chine et TOccident, op. cit., vol. II, p. 538.
de consumo europeo. La ventaja de las compañías privilegiadas no
inglesas con respecto a las inglesas consiste en pagar menos impues­
El gráfico 6.4 muestra que en la primera fase de crecimiento, un tos, utilizar embarcaciones de mayor tonelaje, reducir el costo del
período de treinta años de 1661 a 1690, la importación de té no con­ transporte y obtener tipos de té en China de mejor calidad. Una vez
sigue consolidarse. Probablemente ello depende del aumento de la más, se observa la mayor capacidad danesa y sueca a este respecto en
imposición sobre el té líquido, que pasó de ocho peniques a dos che­ comparación no sólo con Holanda, sino también con la misma Ingla­
lines por galón; pero también, de la disminución de la demanda in­ terra54. Además de estos obstáculos, es preciso mencionar la enorme
glesa y europea, que tiene lugar a pesar de la reducción de la dife­ cantidad de productos objeto de contrabando por parte de los mis­
rencia entre el precio del té chino de importación y el de venta al por mos ingleses, alentado por los elevados impuestos. En 1726-1730, la
mayor en Inglaterra51. Entre 1686 y 1695, las importaciones inglesas tasa impositiva es del 84 por 100 del costo neto de una libra de té; en
se reducen a dos tercios, pasando de 1.073 a 310 toneladas anuales; el lustro siguiente llega a alcanzar el 110 por 10055.
además, en el mismo período disminuyen considerablemente las ho­ En Europa, a partir de 1730-1740, se asiste a una convergencia
landesas. Es muy probable que esta reducción de las importaciones entre los principales países importadores de té. Entre 1736-1740 y
170 Marcello Carmagnani De Asia y las Américas: azúcar, té y café 171

1796-1800, las importaciones inglesas se multiplican por diez (con El fortalecimiento del comercio entre la India y China obligó al
una tasa anual del 4,3 por 100); las holandesas por cuatro (con una gremio de comerciantes chinos (Co-hong) a reorganizarse. A partir
tasa anual del 2,8 por 100), y las francesas, danesas y suecas se multi­ de 1760 se convierte en una compañía en la que los grandes mercade­
plican casi por tres (con una tasa anual del 0,8 por 100). El volumen res están obligados a poner en común sus capitales. Sin embargo, la
total de las importaciones entre 1716-1720 y 1796-1800 aumenta de nueva compañía no consiguió consolidarse y se abolió en 1771. Con
1.838 a 11.343 toneladas anuales, esto es, se multiplican por seis a una su desaparición se dio una fuerte competencia entre los comerciantes
tasa de crecimiento anual del 2,7 por 100. chinos, lo cual se tradujo en una reducción del precio del té, que be­
Con respecto al período analizado, cabe subrayar un hecho de­ nefició principalmente a la compañía inglesa58.
cisivo: a partir de 1760 Inglaterra encabeza las importaciones de té. Los cambios que tienen lugar en el mundo asiático permiten com­
En cuatro decenios consigue cuadruplicarlas, con una tasa de creci­ prender una de las principales características del comercio angloasiá-
miento anual del 6,3 por 100, y aumentar por tanto su cuota en el co­ tico en general y del té en particular. Entre 1750 y 1760, las exporta­
mercio europeo del 35,1 al 84,8 por 100. La supremacía de Inglaterra ciones de plata de la compañía privilegiada inglesa a Asia disminuyen,
se debe a una combinación de factores internos y externos. pasando de un millón a 143.000 libras esterlinas, reduciendo su cuota
Entre las razones internas esenciales, cabe citar las siguientes: la en las exportaciones totales del 73,9 al 27,8 por 10059. Esta tenden­
reducción de la tasa de consumo, que disminuye un 87 por 100 en­ cia se refuerza en el último tercio del siglo, ya que entre 1770 y 1785
tre 1773 y 1784; el crecimiento de la demanda interna debido al in­ las monedas de plata enviadas a Cantón ascienden a 2,4 millones de
cremento de su consumo popular, en detrimento del consumo de la libras esterlinas, es decir, 164.000 al año, mientras que el importe del
bebida alternativa, el café; por último, la reestructuración de la Com­ té adquirido es de cinco millones de libras esterlinas (338.367 al año),
pañía privilegiada en 1784 en virtud de la cual se separan los asuntos el doble del valor de la plata enviada a Cantón60. La principal ventaja
políticos de los comerciales, garantizándole en cambio el monopolio del comercio intraasiático consiste, por tanto, en reducir el pago de
de las importaciones. La renovación del privilegio a la Compañía de los bienes chinos en monedas de plata, por lo que el valor del té co­
las Indias Orientales fue supeditada a la condición de garantizar un mienza a igualarse al valor del opio enviado de la India a China61.
suministro adecuado de té en el mercado interior, con una estrategia Gracias al opio, el crecimiento de las importaciones inglesas de té
acertada de adquisición en China y una reorganización de la venta del es espectacular: entre 1761-1765 y 1796-1800 se multiplica por cua­
producto en Londres, con el compromiso de mantener en sus depó­ tro (con una tasa media de crecimiento anual del 6,3 por 100). De
sitos una provisión del producto para equilibrar la posible diferencia ese modo, la compañía privilegiada inglesa evita que otros países eu­
entre el precio de Cantón y el de Londres56. ropeos aumenten sus compras en China. De ello se deduce que en la
Las razones externas, que se unen a las internas y permiten la su­ segunda mitad del siglo x v i i i Inglaterra se convierte en potencia he-
premacía inglesa en el comercio europeo del té están relacionadas gemónica en el comercio internacional del té, y su cuota en el comer­
con el desarrollo del comercio intraasiático y, en concreto, entre Can­ cio total se amplía del 35,1 al 84,8 por 100.
tón y la India, que crece durante la segunda la mitad del siglo x v i i i Se sabe que los productos como el té y el tabaco se reexportan
gracias a una nueva relación entre los comerciantes de Europa y los tanto lícita como ilícitamente y son objeto también de contrabando.
de China y la India. El nuevo eje mercantil Bombay-Calcuta-Madrás- Existen numerosas formas de circuitos ilícitos debido a la imposición
Cantón, influenciado seguramente por la desaceleración de las ex­ excesiva sobre el consumo, como señala Adam Smith, que en el caso
portaciones de los tejidos de la India hacia Europa y de los productos de Inglaterra, en el lustro de 1736-1740, asciende al 110 por 100 del
indianos hacia Persia, se manifiesta por una expansión impresionante costo neto del té. No conviene olvidar, sin embargo, que el comercio
del número de embarcaciones que llegan anualmente a Cantón (31 en ilícito es también una forma de competencia, ya que, al igual que con
el período de 1746-1755 y 217 en 1784-1793) y un incremento signi­ el té, todas las compañías privilegiadas del continente orientan una
ficativo en el tonelaje de la flota angloindiana, que pasa de 25.080 a parte de sus importaciones hacia el mercado europeo principal de
75.407 toneladas entre 1773 y 179157. consumo, Inglaterra62. Es difícil saber las razones por las que Inglate­
Be Asia y las Américas: azúcar, té y café 173
172 Marcello Carmagnani
La comparación entre las ventas en Londres de la Compañía de
rra se convierte en el consumidor principal de té en el siglo xvm. De­ las Indias Orientales y las reexportaciones muestra que estas últi­
jando de lado los argumentos morales y climáticos, cabe aducir en ge­ mas representan el 25,8 por 100 entre 1726-1745, el 9,4 por 100 en­
neral que los consumidores prefieren una bebida caliente agradable, tre 1746-1762, el 19 por 100 entre 1763-1782 y el 13,6 por 100 entre
fácil de preparar y que puede tomarse a lo largo del día63. 1787-1801. El porcentaje de las exportaciones de las cantidades des­
Si se observa el mapa se puede comprender cómo el espacio ma­ tinadas al consumo interno sujetas a impuestos son similares, salvo
rítimo que se extiende desde Bretaña hasta Bergen y de las islas Shet­ en el período de 1726-1745, durante el cual la cantidad reexportada
land a las Feroe, con la pluralidad de puertos principales y secunda­ es un 41,9 por 100 de la cantidad consumida66. Por consiguiente,
rios que poseen, constituye la premisa para la entrada ilícita del té en cabe aducir que es básicamente en la primera mitad del siglo cuando
Inglaterra, que se lleva a cabo con la participación del comercio es­ las reexportaciones ficticias son predominantes, mientras que el pe­
cocés e irlandés en estrecha relación con el inglés, especialmente en ríodo de 1746-1782 es el momento en que predomina el contra­
Londres. Por último, no hay que olvidar que la red de comercio ilí­ bando. A partir de 1784, el flujo de contrabando disminuye por la
cito, aunque existía ya antes del siglo xvm, se refuerza aún más du­ desaparición de los grandes competidores de las importaciones in­
rante la revolución comercial, fomentando el libre comercio. glesas y la drástica reducción de los impuestos sobre el consumo.
La evolución coyuntural del comercio ilícito constituye el punto Habida cuenta de que no es posible estimar la cantidad exportada
de partida para la comprensión de los circuitos continentales del té, ya realmente, todavía cabe afirmar que, durante la primera mitad del si­
que el contrabando y otras formas ilícitas no son constantes y depen­ glo, ésta llega por una doble vía. La primera consiste en la llegada a
den de la presión fiscal y de la competencia entre las compañías privi­ Inglaterra de una cantidad considerable de forma ilícita; la segunda,
legiadas. La coyuntura de las actividades ilícitas se observa en la dis­ en la reexportación hacia la Europa atlántica, sobre la que se dis­
paridad en el precio del té en Londres y Hamburgo: en 1741-1748, el pone de escasa información.
precio del té más consumido en Londres, el bobea, fue un 44 por 100 Los datos respecto a las reexportaciones de té que salen de Ho­
superior al de Amsterdam y un 18,5 por 100 al de Hamburgo. La di­ landa también son muy escasos. Se sabe que el té de Holanda se envía
ferencia disminuye constantemente a lo largo del siglo, pasando a un en dirección a Brabante, Flandes y Hainaut en el sur de Holanda; se
13,3 por 100 con respecto a Amsterdam y asciende nuevamente al 18 transporta, asimismo, a las zonas fluviales a lo largo del río Mosa y el
por 100 con respecto a Hamburgo entre 1799 y 1806, después de ha­ Rin, y hacia Prusia y Rusia, que se suministra también por la ruta te­
ber alcanzado una diferencia del 31,5 por 100 entre 1770 y 177764. rrestre que enlaza con el norte de China. Se tiene conocimiento tam­
Conviene prestar atención a la función que desempeña Inglaterra
bién de que las cantidades reexportadas al continente europeo son
en el comercio europeo del té porque éste es el único país del que se limitadas y que se dirigen principalmente a Inglaterra, que absorbe al­
dispone de información estadística fidedigna. La diacronía cualitativa rededor del 80 por 100 de las reexportaciones del té holandés. Esta
de las actividades ilícitas —contrabando y ganancias encubiertas— orientación hacia Inglaterra depende de la presencia de comerciantes
demuestra que las ganancias subrepticias son un componente signifi­ holandeses especializados y el contrabando a través de las costas orien­
cativo de las reexportaciones antes y después de 1745. Incluso en los tal y occidental de Escocia e Irlanda, desde el decenio de 164067.
períodos en que se autoriza la devolución de los impuestos pagados Los puertos franceses desde donde se ramifican las rutas de reex­
en el momento de la reexportación, las cantidades exportadas son portación del té de la compañía privilegiada son Lorient y Nantes, si
considerables, aunque disminuyen después del final de la Guerra de bien ya en 1760 Roscoff es uno de los principales puertos del contra­
los Siete Años. A partir del decenio de 1760 y sobre todo en el dece­ bando debido a su proximidad a las costas oriental, meridional y occi­
nio de 1770, las importaciones inglesas ilícitas procedentes de China dental de Inglaterra. Habida cuenta de las ventas de la compañía pri­
se expanden rápidamente gracias al comercio angloasiático descrito
vilegiada a Lorient en el período de 1760-1775, cabe aducir que el té
anteriormente. Se estima que la diferencia en 1779 entre el precio lí­ representa el 15,8 por 100 del total de las ventas anuales (equivalen­
cito e ilícito del té oscila entre el 70 y el 95 por 100, variando en fun­ tes a 81.867 libras esterlinas). Los comerciantes de Nantes compran
ción de la calidad del producto65.
174 Marcello Carmagnani De Asia y las Américas: azúcar, té y café 175

más de la mitad del producto, el 59,2 por 100; los de Lorient, el 12,3 se trata de un oligopolio en el que cada vendedor se encuentra en
por 100; los de París, el 9,4 por 100, y los de Ginebra, el 5,3 por 100. competencia directa sólo con otros pocos vendedores y puede ejercer
En el mejor de los casos, el 77,5 por 100 se reexporta desde Nantes y influencia sobre el precio de mercado sabiendo que las decisiones de
Lorient, mientras que el 22,5 por 100 restante se vende de nuevo en su empresa se reflejan inmediatamente en los competidores.
Francia, sobre todo en París, que consume una cantidad por valor de El comercio de té y la trata de esclavos tienen numerosos puntos de
7.731 libras esterlinas, es decir, el 9,4 por 100 del té vendido68. contacto, ya que ambos adquieren la forma de oligopolio. Los princi­
Si se toman en consideración sólo los principales compradores pales centros de trata de esclavos africanos son Liverpool, Londres y
de té, se observa que los comerciantes de Nantes desempeñan una Bristol. En Liverpool hay 173 sociedades de esclavos, pero sólo 14 con­
función primordial al comprar entre 50.000 y 100.000 libras torne- trolan más del 50 por 100 del tonelaje de las embarcaciones que trans­
sas (esto es, de 2.000 a 4.000 libras esterlinas). Esta información re­ portan esclavos, entre ellas, 11 invierten entre 156.699 y 360.921 libras
viste interés al mostrar que el comercio total de té está controlado esterlinas en el período de 1789-1791, con el control del 68 por 100 de
por un monopsonio mercantil de treinta comerciantes, de los cua­ las inversiones en este negocio. La concentración es aún mayor en Lon­
les doce son ingleses, holandeses, alemanes y suizos. Pone de relieve, dres y Bristol, donde las principales sociedades (19 en Londres y 9 en
asimismo, que los comerciantes de París, entre ellos tres extranjeros, Bristol), controlan más del 90 por 100 de la trata de esclavos72.
controlan el centro principal del consumo francés69. La alta concentración no significa que las ganancias de la trata de
Por lo que se puede saber, la forma de oligopolio que asume la esclavos, así como las del té, sean muy altas. Precisamente porque el
reexportación de este producto y de otros bienes transoceánicos re­ comercio interoceánico conlleva numerosos riesgos que se traducen
fleja la existencia de una comunidad mercantil internacional cuya di­ en el aumento de las tarifas de los fletes en tiempos de guerra y el in­
versificación y especialización se ve favorecida por los nuevos pro­ cremento de los costos de los seguros de intermediación con los co­
ductos70. La expansión y diferenciación de la comunidad mercantil merciantes locales; ello impide la libre competencia que brinda la
internacional no es por tanto un fenómeno únicamente inglés y ho­ posibilidad de entrada a comerciantes con un capital reducido. Es
landés, sino que también se encuentra en Francia y en todas las zonas muy probable que la oposición a los oligopolios sea el detonante de
de Europa. En Copenhague, el comercio de té se concentra en manos la lucha contra las compañías privilegiadas. Ello explicaría por qué la
de unos pocos compradores que son los principales reexportadores. oposición al oligopolio se centra en los free-riders, los contrabandis­
En el período de 1734-1770, las reexportaciones de Dinamarca de tas y todos los comerciantes que quieren hacer dinero con los nuevos
productos chinos, sobre todo de té, representan el 80 por 100 de las productos de consumo. Sin embargo, se debe al oligopolio el éxito de
importaciones totales y se dirigen a Hamburgo, Lübeck, Szczecin y la transformación acaecida respecto al consumo del té; inicialmente
Gdansk, Ámsterdam y Dunkerque. Cabe afirmar lo mismo en el caso reservado a unos pocos, se generaliza más tarde entre las clases po­
de Suecia, que reexporta alrededor del 80 por 100 de sus importacio­ pulares, hasta al punto de que en Inglaterra se llega a consumir como
nes de té principalmente hacia Holanda. Entre 1736 y 1770, este país promedio una pinta diaria por persona.
absorbe más del 50 por 100 del comercio de Suecia, a pesar del au­
mento de las reexportaciones de Suecia hacia Francia alcanzando a El oro negro: el café
partir de 1770 el 34 por 100 hacia finales de siglo. También debe te­
nerse en cuenta que, tanto en Dinamarca como en Suecia, los comer­ Existe un fuerte paralelismo entre el consumo de té y de café ya
ciantes principales son ingleses, holandeses y franceses71. que ambos pueden endulzarse y son, incluso, bebidas casi sucedá­
La tendencia general del comercio de té, así como de todos los neas. Gran Bretaña es un buen ejemplo de la coexistencia entre el
productos transoceánicos en general, es, por tanto, la concentración consumo de ambos productos, ya que hasta 1830 no se observa una
de las sociedades mercantiles, junto con la mayor utilización del cré­ sustitución del café por el té: el consumo per cápita de ambas bebidas
dito, ya que se considera una actividad que no es fácil, comporta altos crece en el siglo xvm, aunque los impuestos afectan en mayor medida
riesgos y, por consiguiente, mayores costos de transacción. Por tanto, al precio al por menor del café75.
176 Marcello Carmagnani De Asia y las Américas: azúcar, té y café 177

A diferencia del té, antes de comenzar a consumirse en Europa, A pesar de las prohibiciones y polémicas, en Gran Bretaña el café
el café sigue un largo recorrido desde el Yemen hasta La Meca, El se difunde en los lugares públicos a partir del decenio de 1660, y no
Cairo, Alepo, Damasco y Constantinopla, pero también Mozambi­ sólo en Londres, sino también en Bristol, Dublín, Oxford, Nueva
que, Persia, Surat, Calcuta y Goa. Se adapta, por tanto, a las diferen­ York y Yarmouth. Son también ingleses los propietarios de las cafe­
tes culturas de estos países, a pesar de que en el mundo musulmán en­ terías que se abren en Hamburgo. En esos años el consumo de café
tre en conflicto con las prohibiciones de la ley islámica. comienza a difundirse asimismo en Holanda, más en las ciudades
Originario de la meseta de Etiopía, el café llega al Yemen pro­ que en el campo, y aparecen las primeras cafeterías tanto en Ámster-
bablemente en el siglo xiv, donde se difunde gracias al sufismo, una dam como en Francia y en Italia en los decenios de 1670 y 1680 (el
corriente del misticismo islámico practicado por laicos que, en la Café Florian de Venecia existe desde 1683). Las cafeterías son insti­
búsqueda del contacto con la divinidad, toman café para su concen­ tuciones híbridas donde se puede consumir no sólo café, sino tam­
tración y para velar durante sus prácticas religiosas. El consumo de bién chocolate y té, y su difusión se produce a partir de la necesidad
la bebida provoca una reacción negativa por parte de los religiosos de la burguesía de crear nuevos espacios públicos de encuentro y so­
islámicos tradicionalistas. Sin embargo, la prohibición no impide, cialización, relegando a las clases populares a las tabernas77. Todos
como siempre sucede, su rápida difusión en La Meca y El Cairo, los cafés están llenos de adornos, mesas de mármol, espejos y cande­
donde llega a finales del siglo xv y principios del siguiente. A media­ labros de cristal. Allí, los burgueses se reúnen por el placer de con­
dos del siglo xvi, el consumo de café llega a Bagdad y Persia, y tam­ sumir bebidas calientes, pero también para conversar y deliberar so­
bién al norte de África, Oriente Medio, Alepo, Damasco y Constan­ bre las noticias del día78.
tinopla, y se difunde especialmente en lugares públicos, como ya Al igual que el azúcar, el café es también un producto asiático que
había ocurrido en La Meca y Oriente Medio, a menudo asociado con tendrá éxito gracias a la difusión de su cultivo en América. A finales
el juego de cartas74. del siglo xvm, el 94,8 por 100 del café que se consume en Europa pro­
En los países musulmanes, la rápida difusión del café concitó una cede, de hecho, del Caribe y Surinam.
controversia que es bueno recordar porque explica que el consumo El mapa infra muestra el proceso de transferencia del cultivo
de los nuevos productos puede enfrentarse a dificultades y obstácu­ desde el punto de origen (la meseta de Etiopía) a su primer centro
los por motivos ideológicos o religiosos, como ocurrirá más tarde en de producción y consumo en el Yemen. En 1690 se envían algunas
Europa. De hecho, en los países musulmanes, donde fue incluso per­ plantas desde el extremo sur de la Península Arábiga a Java, donde
seguido, el café se considera una bebida inaceptable al ser tóxica y se adaptan muy bien al ambiente, y ya a principios del siglo xvm este
perjudicial para el cuerpo humano, violando, por tanto, los princi­ café empieza a exportarse a Ámsterdam. Los ingleses lo introdu­
pios de la ley islámica. Además, su consumo en los lugares públicos cen también a partir de 1700 en la producción de la isla de Ceilán
pone en marcha una actividad política que alarma a los gobiernos y (Sri Lanka). Durante el mismo período, y concretamente en 1706, la
ofende la moral75. planta de Java se cultiva en el jardín botánico de Ámsterdam y luego
Desde su primera aparición en Europa, el café suscita un debate se dona a otros jardines botánicos europeos.
médico y moral sobre las virtudes y los daños tanto físicos como econó­ Desde el jardín botánico de Ámsterdam comienza la historia del
micos que su consumo puede causar. En general, este debate europeo café arábigo producido en América porque el alcalde de la ciudad
tiene puntos en común con aquel suscitado en las zonas islámicas y se holandesa ofrece algunos ejemplares de la nueva planta al Rey Sol,
refleja en la polémica que generan todos los bienes procedentes de las Luis XIV, el cual hace construir una zona especial en los invernade­
zonas extraeuropeas. La superación de los prejuicios contra el café se ros reales para su conservación. Desde París, el café llega a Guyana
logra a la luz de los principios de la medicina hipocrática: se considera en el mismo año (1714) en que los holandeses lo transportan de Ams-
eficaz para restablecer el equilibrio de los humores, para ayudar a la terdam a Surinam. También desde París, a través de vicisitudes ro-
digestión y la cura del catarro y los resfriados, para mantenerse activo cambolescas, en 1722, Gabriel Mathieu de Clieu lo lleva a la isla de
y reducir el consumo de las bebidas alcohólicas76. Martinica, y unos años después a Guadalupe y Santo Domingo. En
178 Marcello Carmagnani De Asia y las Américas: azúcar, té y café 179

M apa 6.1 nes del Océano índico. Esta ruta está controlada por los comercian­
La d ifu sió n d e l cu ltiv o d e c a fé tes egipcios, muchos de los cuales procedían de Anatolia; Jedda es el
punto de encuentro entre los comerciantes del Yemen y la India80.
El Cairo y su comunidad mercantil son un importante centro de
comercio del Imperio otomano. A lo largo del siglo xvn, esta ciudad
egipcia se convierte en el centro del comercio de café, colorantes y
tejidos indianos, bienes muy consumidos en todo el Imperio, con un
volumen de negocio muy superior al que se realiza con Europa. En el
siglo xvn, mientras declina la venta de la pimienta, se amplía la fun­
ción de El Cairo como centro de comercio de café, un producto cuyo
consumo está muy solicitado en todo el Imperio otomano. A fina­
les del siglo, el Yemen produce 9.000 toneladas de café, de las cuales
7.000 llegan a El Cairo, y desde allí se envían entre 2.500 y 3.500 to­
neladas hacia Estambul y a otras partes del Imperio, mientras que la
otra mitad se dirige a Europa81.
En El Cairo, como en Turquía, Siria y el Líbano, después del de­
clive de los comerciantes venecianos, las comunidades mercantiles
francesas e inglesas son las más importantes de Europa. Respecto al
1728 llega a las colonias británicas, inicialmente a Montserrat y luego comercio del café, sin embargo, son los franceses, especialmente de
a Jamaica. A continuación llega de Martinica a Venezuela, Cuba y Marsella, los principales reexportadores de café de Moka a Europa
México, mientras que en Guyana las plantas seleccionadas por el go­ a lo largo del siglo xvn, con el apoyo de la cámara de comercio local
bernador francés Francisco Malo Polheta se cosechan por primera y gracias a la reducción del costo del transporte debido a la política
vez en Pará y posteriormente en el resto del Brasil79. de Colbert82.
La diacronía de la difusión del café en Asia y América permite ob­ Los holandeses e ingleses perciben muy rápidamente la importan­
servar los dos momentos clave en el consumo europeo: la era asiática cia que reviste el café en el consumo asiático; éstos consiguen entrar
acaba entre 1730 y 1740, mientras que la hegemonía americana se en su ruta sin que ello afecte inicialmente al monopolio de El Cairo
afirma en la segunda mitad del siglo xvm. y, por tanto, a la redistribución hacia Oriente Medio y Europa. La
La era del café asiático comienza con la producción en el Yemen, oportunidad de participar en este comercio tiene lugar en 1620 con
y más concretamente, en las regiones meridional y septentrional de el colapso del control otomano del Yemen y la protección otorgada
Sana, Dhuran Haraz y Raymah, y se comercializa desde Bayt al-Faida a los comerciantes europeos por el imán de Moka. Los holandeses e
y Moka, lugar de encuentro de comerciantes indianos y árabes de ingleses encuentran en Moka, un puerto de 20.000 habitantes cerca
Egipto, Siria y el Yemen. Hay que tener en cuenta que el Yemen es de la zona de producción donde ejercían su actividad numerosos co­
parte del Imperio otomano, y que está gobernado por un bajá con merciantes de Constantinopla, Fez, Marruecos, Persia y la India. En­
sede en Jedda; además, desempeña una función estratégica, ya que tre 1640 y 1650, el comercio holandés del café oscila entre 70 y 80 to­
regula la entrada en el Mar Rojo y es la región de intercambio de bie­ neladas anuales aproximadamente, pero los holandeses sólo pueden
nes procedentes tanto de Egipto como de Asia. Más de la mitad de obtener granos de menor valor con respecto a los que logran los co­
las importaciones del Yemen son bienes europeos y la otra mitad son merciantes islámicos83.
productos alimenticios egipcios. Estas mercancías de Alejandría, a El comercio del café de los holandeses es, en principio, intraasiá-
través de El Cairo, pasando por la Península de Suez, se embarcan en tico; sólo después de 1680 comienzan a enviar cantidades del pro­
Jedda, en dirección al Yemen, o se envían a La Meca o a otras regio­ ducto a Ámsterdam y Londres. En 1698, los holandeses abren un al-
180 Marcello Carmagnani De Asia y las Américas: azúcar, té y café 181

macén en Moka, que contará con un residente permanente a partir ternacional del café. Ámsterdam controla dos tercios (73 por 100) de
de 1707; lo mismo harán los franceses en 1709 y los ingleses en 1720. la oferta de café en Europa en el lustro de 1726-1730 y logra dominar
La penetración europea en el comercio del café se puede observar en el mercado europeo mediante la disminución de su precio, cuando
el decenio de 1720 cuando, según fuentes holandesas, las exportacio­ puede obtener un precio de compra más bajo en Java, que entre 1724
nes totales ascienden a 3.800 toneladas anuales, de las cuales el 45,8 y 1725 se reduce de 0,50 a 0,13 florines por libra holandesa (486 gra­
por 100 termina en Europa, mientras que la cantidad restante (el 54,2 mos). Sin lugar a dudas, el recorte de precio favoreció la expansión
por 100) se envía a Persia, la India y, sobre todo, a Egipto y Oriente del consumo del «licor que vence el sueño»88.
Medio84. De las 760 toneladas de café que recibe Marsella en 1692
de Egipto, el 26,7 por 100 (203 toneladas) se consume en Francia, Gráfico 6.5
mientras que el 72,4 por 100 se destina al consumo de Ámsterdam y I m p o rta cio n es eu ro p ea s d e café, 1701-1800
Hamburgo (408 toneladas), los Estados italianos y Suiza (88 tonela­ (p ro m ed io d e to n ela d a s a n u a les)
das). No hay que olvidar que más de la mitad del café de Moka pro­ 100.000
veniente de Egipto se vende en Europa y está controlado por los co­
merciantes de Marsella85.
La creciente demanda europea que se observa en el gráfico 6.5 10.000
alienta a las compañías privilegiadas holandesa e inglesa a buscar una
alternativa a la producción del Yemen. La alternativa de mayor éxito
es la holandesa, con la creación de una nueva plantación de café en 1000
Java, en la meseta de Priangan y Pekalongan, en la región central de
la isla. La aclimatación de las plantas se produce entre 1707 y 1709;
en 1710 se estima que la producción asciende a cinco toneladas. A lo 100
largo del período de 1720-1725, en el mercado de Ámsterdam se re­
gistra la sustitución del café de Moka por el de Java. En 1721, el 90
por 100 del café importado proviene directamente de Moka; en 1725,

1721-11725

1731 1735

1745

751-11755

761-11765

771-11775

781-11785

791-11795
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el café de Java representa casi la totalidad y el que procede de Moka <N
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El enorme éxito de la sustitución holandesa del café de Moka se


Años
debe en gran medida a las características de producción y comerciali­
Gran Bretaña • Holanda • Francia —» - Total
zación. La compañía privilegiada proporciona los brotes que se asig­
nan a los campesinos; éstos los cultivan en las tierras comunales y en
Fuentes. para Inglaterra: C h a u d h u r i , The trading world, op. cit., pp. 521-522;
las que pertenecen a los jefes de los poblados pero que están bajo el Sch um peter, English overseas trade statistics , op. cit., pp. 60-61, y S m i t h , «Accoun­
control de los inspectores de la Compañía de las Indias Orientales, ting for taste», op. cit. Para Holanda: V. E n t h o v e n , «An assessment of Dutch transat­
la cual determina el precio de compra y adquiere toda la cosecha a lantic commerce», en P o s t m a y E n t h o v e n , R iches fro m A tlantic com m erce, op. cit.,
fin de evitar una producción excesiva y, especialmente, para iniciar p p . 453-456; B u l b e c k et a l, Southeast Asian exports, op. cit., pp. 144-146, y G l a -
M AN N , Dutch-Asiatic trade, op. cit., p . 201. Para Francia: B u t i , «Marseille entre
un mercado coactivo que obligue a los agricultores de Java a aceptar
Moka et café des îles», op. cit., pp. 240-241; C a r r i è r e , N égociants marseillais, op. cit.,
como pago principalmente tejidos, a un precio mayor respecto a su vol. I, pp. 365-366; D a r d e l , Com m erce, industrie et navigation à Rouen, op. cit.,
valor, con el fin de limitar los desembolsos en efectivo87. p p . 222-223; Etats des m archandises venant des pays étrangers 1727-1780, Archive de
Con la integración de las importaciones holandesas del sudeste la Chambre de Commerce de Marseille, Série I, pp. 29 y 31; État des cafés venus des
de Asia entre 1725 y 1735, la oferta europea consigue casi duplicarse, ties en France pendant les ann ées 1772-1773 et 1774, Archive Départemental Loire
asegurando a Ámsterdam la función de liderazgo en el comercio in­ Atlantique, C728; J e u l i n , ldévolution du port d e Nantes, op. cit., pp. 238-239; M a l -
De Asia y las Américas: azúcar, té y café 183
182 Marcello Carmagnani

VEZIN, H istoire du co m m erce d e Bordeaux, op. cit., vol. II, pp. 3 0 2 -3 0 5 ; M oreau de
zan importaciones directas desde Moka. En el período de 1721-1740,
J onnes, Le co m m erce au d ix -n eu vièm e siècle, op. cit., pp. 2 6 0 -2 6 1 , y T arrade, Le co m ­ el dinamismo del café americano es mucho mayor que el del café asiá­
m erce co lo n ia l d e la France, op. cit., p. 74 7. tico: la tasa de crecimiento del primero es del 5,7 por 100 al año y la
del segundo, del 2,9 por 100 al año.
Gráfico 6.6 En el período comprendido entre 1736-1740 y 1751-1755, en die­
Im portaciones europeas d e ca fé asiático y am ericano cinueve años, las importaciones de café procedentes de Surinam si­
guen expandiéndose, pasando de 6.360 a 8.636 toneladas al año,
Promedio de toneladas anuales
(equivalente a una tasa de crecimiento anual del 2,4 por 100), mien­
100. 000 -,
tras que las de Java no superan las 2.300 toneladas al año. En el lustro
de 1751-1755, la cuota de café de Surinam en las importaciones to­
tales holandesas es del 56,5 por 100 (la premisa de su aceleración en­
tre 1751-1755 y 1776-1780, período en el que las importaciones au­
mentan de 8.665 a 38.107 toneladas al año a una tasa de crecimiento
anual del 3,1 por 100), mientras que las importaciones procedentes
de Java alternan momentos de expansión con otros de contracción,
registrando una tasa de crecimiento negativo del 2 por 100 al año. La
cuota de café de Surinam en las importaciones totales de Holanda es
del 76,7 por 100 en el período de 1776-1780, mientras que la de Java
se reduce a sólo un 23,3 por 100, una pérdida de 20 puntos porcen­
tuales con respecto al período de 1751-1755.
En Gran Bretaña, como en Holanda, se inicia un proceso de susti­
tución de las importaciones de café procedentes tanto de Moka como
de aquellas que llegan a través del Mediterráneo. En 1697-1720, el 65
por 100 del café inglés se importa de Moka, a través de la compañía pri­
Años
vilegiada; el 22 por 100 de los puertos italianos de Livorno y Génova, y
Asiático Americano —o— Total
el 12 por 100 de El Cairo y otros puertos de Oriente Medio89.
Como Holanda había hecho en sus posesiones americanas, tam­
El traslado de la producción de café de Moka a Java dio lugar a bién Gran Bretaña dirige la transferencia de las plantas de café a las
Indias Occidentales, una región dominada por la producción de azú­
iniciativas similares en el Nuevo Mundo, emprendidas primero por
car y ron. Esta transferencia no parece haber tenido el mismo éxito en
los holandeses y después por los franceses e ingleses, que acaban
desplazando la oferta de café de Asia a América. Las plantas de café Martinica, Guadalupe, Santo Domingo y Surinam. De hecho, en las
Indias Occidentales inglesas fue necesario esperar un lustro para po­
llegan a Surinam casi en el mismo período que a Java y, como ocurre
der exportar 127 toneladas al año entre 1736 y 1740, las cuales se re­
en el sudeste asiático, también en América la aclimatación fue extre­
ducen a 28 toneladas anuales únicamente en el lustro siguiente. Sólo
mamente rápida. En el lustro de 1721-1725, el café que proviene de
en el lustro de 1756-1760 las importaciones inglesas de las Indias Oc­
Surinam es de nueve toneladas anuales y en los veinte años siguien­
cidentales se ven impulsadas, período en el que llegan a los puertos
tes se importan casi las mismas cantidades con respecto a las proce­
ingleses 1.234 toneladas del producto al año. Al contrario de lo que
dentes deJava. Sucede con el café de Surinam, el de las Indias Occidentales ingle­
En el lustro de 1736-1740, el café de Java representa el 53 por 100 sas, aunque puede sustituir el café que se compra y transporta direc­
de las importaciones (1.725 toneladas anuales), mientras que el de tamente de Moka y por el Mediterráneo, no registra todavía un ere-
Surinam es del 47 por 100 (1.528 toneladas anuales) y ya no se reali­
184 Marcello Carmagnani De Asia y las Américas: azúcar, té y café 185

cimiento tan espectacular como el del café procedente de Surinam. a las conexiones comerciales de que disponía en Levante, comienza a
Entre 1756-1760 y 1771-1775, las importaciones aumentan de 1.234 invadir el mercado del Imperio otomano.
a 2.993 toneladas al año, esto es, se multiplican por 2,4 con una tasa En el momento en que Francia se convierte en el mayor importa­
de crecimiento anual del 1,5 por 100. dor de café a Europa (de 1751 a 1765), la Guerra de los Siete Años
El aumento del café del Caribe inglés, aunque limitado debido (1756-1763), el gran conflicto mundial del siglo xvm en el que Fran­
probablemente a la brusca disminución de la importancia de la pro­ cia desafió a Gran Bretaña en la India, las Américas, el Mediterráneo
ducción de azúcar, es en gran medida el resultado de la adquisición y los océanos, redundó en una disminución a la mitad de la importa­
de algunas islas menores de las Antillas (Dominica, San Vicente, Gra­ ción francesa aproximadamente de 6.756 a 3.906 toneladas anuales.
nada y Tobago), pertenecientes antes de la Guerra de los Siete Años La guerra terminó con la derrota no sólo de Francia sino también de
a Francia, donde el café había sustituido a la producción de cacao. El España, su aliada. El resultado, como se ha señalado, fue la cesión a
mérito de la expansión del café exportado hacia Inglaterra, sin em­ Inglaterra de cuatro islas de las Antillas menores, donde los cultiva­
bargo, depende de la extensión de su cultivo en Jamaica90. dores ingleses expanden las tierras destinadas a la producción de azú­
El éxito más rotundo es la rapidez con la que Francia se convierte, car e incrementan también las plantaciones de café, lo cual permitió a
por así decir, en la principal potencia productora de café. Este resul­ Inglaterra intensificar las importaciones de los preciados granos.
tado se debe en gran medida a la experiencia adquirida a finales del A pesar de la derrota, en el período de 1766-1770, las impor­
siglo xvn y el primer tercio del siguiente por el comercio de Marsella taciones del café francés superan las alcanzadas antes de la guerra
con El Cairo y Oriente Medio, y por la plantación que los comercian­ e incluso se duplican en el decenio siguiente (15.937 toneladas al
tes de Saint-Malo crearon en Moka. Hasta 1730, las importaciones año), volviendo a convertirse de esa forma en el principal país im ­
francesas de café vienen directa o indirectamente de Moka, aunque portador de café americano. En ese período (de 1766 a 1790), Fran­
el café del Yemen sea de mejor calidad, y también el más caro, con un cia importa casi dos tercios del total a Europa, mientras que las im­
precio tres veces superior al de Java y las Antillas francesas. Sin em­ portaciones holandesas se reducen y las inglesas se estancan. Es
bargo, Marsella continúa con su comercio prácticamente hasta la Re­ también el momento en que Francia se convierte en el mayor pro­
volución, aunque su cuota en las importaciones totales en el decenio veedor de café al Imperio otomano: entre 1783 y 1787 se envían a
de 1770 es tan sólo del 0,9 por 100 (186 toneladas al año)91. las zonas de Levante 1.717 toneladas al año (el 9,4 por 100 de las
El auge de las importaciones francesas comienza en el lustro de importaciones totales), de las cuales más de la mitad salen desde el
1736-1740, esto es, diez años más tarde que la expansión holandesa, puerto de M arsella92.
período en que las importaciones se multiplican casi por ocho (de El conflicto internacional provocado por la Revolución francesa
342 a 2.686 toneladas al año), con una tasa de crecimiento anual del y la conmoción de Santo Domingo en 1791 vuelven a desorganizar la
2,5 por 100. La producción americana en este período representa el geografía de las importaciones europeas de café. En la revolución de
97 por 100 de las importaciones, relegando así el café de Moka a una Santo Domingo, en la que participan más de 100.000 esclavos, falle­
posición marginal. El crecimiento de las importaciones cambia com­ cen unos 2.000 cultivadores y se destruyen 900 plantaciones de café.
pletamente la geografía del café francés: Marsella y el Mediterráneo Los propietarios franceses de las Antillas, amenazados por la revolu­
pierden su supremacía anterior, que fue adquirida por los puertos del ción de Haití y en la madre patria, buscan la protección británica: de
Atlántico de Burdeos, Nantes, Le Havre, Saint-Malo, La Rochelle y ese modo, Martinica, Guadalupe y Santa Lucía pasan temporalmente
Dunkerque, los cuales absorben a mitad de siglo casi el 66,4 por 100 (hasta 1814) a manos inglesas. En el gráfico 6.5 se puede observar
(4.487 toneladas anuales) del café importado. A pesar del rápido as­ que las dificultades francesas redundan en beneficio de los ingleses,
censo de la costa atlántica de Francia en las importaciones de tabaco, quienes logran controlar el café de las Antillas: entre 1786 y 1800, las
azúcar, té y café, Marsella consigue recuperar su posición, porque en­ importaciones inglesas aumentan de 1.700 a 20.571 toneladas al año;
tre 1751 y 1755 su cuota de café americano adquiere una mayor im­ Gran Bretaña se convierte en 1800 en el principal importador de café
portancia, siendo del 33,5 por 100 (2.269 toneladas al año) y, gracias de Europa con una cuota del 53,9 por 100.
186 Marcello Carmagnani De Asia y las Américas: azúcar, té y café 187

El éxito del café arábigo de América tiene una historia paralela por un real decreto en virtud del cual se establecían las normas de
a la del azúcar producido en el Nuevo Mundo. El éxito del café de­ funcionamiento del puerto franco, la libertad de tránsito hacia Suiza
pende, como se ha señalado, de la difusión del sistema de producción y la reducción del impuesto sobre el café destinado al consumo in­
de la plantación. A diferencia del café de Moka y Java, que es produ­ terno96. Así se armonizan las políticas en materia de reexportación,
cido por pequeños propietarios o agricultores en las tierras comuna­ que constituyen el mecanismo principal desencadenante de la revo­
les bajo la supervisión del jefe del poblado, la plantación americana lución comercial y la difusión del consumo de los nuevos productos
se caracteriza por la creciente apropiación de los recursos naturales extraeuropeos en Europa.
no utilizados (tierras, aguas y bosques), o infrautilizados, la explota­ A pesar de la escasa información de que se dispone sobre las
ción de los esclavos y la organización del trabajo dirigido por los ca­ reexportaciones holandesas en el momento culminante de la revolu­
pataces, así como la obtención dentro de la plantación de los produc­ ción comercial, se estima que la importación de bienes no europeos
tos alimenticios y madereros y la tracción animal necesarios para el asciende a 13,5 millones de libras esterlinas, de los cuales el 60 por
cultivo y la producción del café. El éxito de la plantación americana 100 proviene de las regiones de América y el 40 por 100 restante de
se explica por la combinación de la mano de obra esclava y la capaci­ las zonas asiáticas. Una vez deducida la parte de las importaciones
dad de autoproducción, dentro de la plantación, de los bienes nece­ holandesas destinadas al consumo interno (que asciende a 3,2 millo­
sarios para el cultivo comercial del café. De acuerdo con los paráme­ nes de libras esterlinas) los restantes 10,3 millones de libras esterli­
tros de la economía del A nden R égim e, la plantación americana es, nas (el 76,4 por 100 de las importaciones) se reexportan a otras re­
por tanto, una organización productiva eficiente93. giones europeas. La mayor parte de estas reexportaciones son bienes
Holanda, Gran Bretaña y Francia, como sucede también con los te­ provenientes de América, principalmente tabaco, azúcar y café, que
jidos de la India, el azúcar, el tabaco y el té, son los países que asumen representan el 65,4 por 100 (6,7 millones de libras esterlinas). El alto
la función de promover el consumo del café en todas las zonas de Eu­ porcentaje de las reexportaciones holandesas se debe no sólo a sus im­
ropa a través de sus conexiones mercantiles y con el apoyo de las polí­ portaciones extraeuropeas, sino también a su capacidad para volver
ticas comerciales de sus gobiernos que fomentan los puertos francos y a exportar los productos no europeos importados de Gran Bretaña
garantizan el reembolso de los impuestos de los productos reexporta­ y Francia. De hecho, se tiene conocimiento de que las importaciones
dos. No es de extrañar, por tanto, que cuando en Francia se entrevén holandesas de azúcar y café desde Francia se expanden rápidamente:
las posibilidades del café americano, los comerciantes de Marsella se entre 1741-1743 y 1774-1776 el azúcar pasa de 3.325 a 13.692 tonela­
opongan al monopolio del café concedido a la Compañía de las Indias das anuales y el café, de 440 a 8.997 toneladas anuales97.
Orientales en 1723. Los comerciantes sostienen que bastaría con crear La evolución de los flujos de importación y reexportación permite
un puerto franco y, por tanto, suprimir la recaudación del impuesto del determinar las rutas comerciales del café inglés.
20 por 100 sobre el café que llega a Marsella y los puertos del Atlántico
para estimular la economía local y regional; de esa forma se beneficia­ Tabla 6.2
rían del aumento del consumo interno y la posibilidad de reexportar Im portaáones y reex portadones d el ca fé inglés, 1699-1774
con ganancias el producto a Suiza, Alemania, Italia y Levante94. (porcentaje)
El controlador general de las finanzas apoya la idea del puerto 1 6 9 9 -1 7 0 1 1 7 2 2 -1 7 2 4 1 7 4 9 -1 7 5 1 1 7 7 2 -1 7 7 4
franco y la exención fiscal a la reexportación del café desde Marse­ Importaciones
lla argumentando que esta medida impulsará las ventas en Italia y Le­ Levante 61,7 3,1 0,1 0,1
vante, reducirá el precio de venta e incrementará los ingresos estata­ Indias Orientales 37,8 96,9 97,3 5,0
les. De hecho, unos años después, la declaración de 1732 autoriza los
Indias Occidentales 0,0 0,0 2,6 94,9
puertos francos y la exención de impuestos sobre las reexportacio­
Otros 0,5 0,0 0,0 0,0
nes de Marsella, Burdeos, Bayona, La Rochelle, Nantes, Le Havre,
T otal (t) 1.038 4.485 2.518 15.583
Dunkerque y Saint-Malo93. La nueva política fue confirmada en 1736
188 Marcello Carmagnani De Asia y las Americas: azúcar, té y café 189

T a b l a 6 .3
1699A701 1722-1724 1749-1751 1772-1774
R eex p ortaciones Participación d el café, e l té, e l azúcar y e l tabaco
en e l com ercio inglés, 1699-1806
Alemania 9,7 100,0 65,5 62,5
(porcentaje)
Holanda 84,2 0,0 5,9 21,1
Mediterráneo 0,0 0,0 10,2 6,2 1699-1701 1722-1724 1752-1754 1772-1774 1804-1806
Irlanda 5,8 0,0 5,1 5,7 Im p orta cion es
Otros 0,3 0,0 13,3 4,5 4 prod./total 15,60 21,20 28,80 31,90 24,40
Total (t) 38 504 1.298 16.842 Café/total 0,50 1,90 2,00 2,70 4,30
Café/4 prod. 3,00 3,00 7,10 8,40 17,70
Fuentes: Cowan, The social life o f coffee, op. cit., p. 7 4 , y S mith , «A ccou n tin g fo r
R eex portaciones
taste», op. cit.
4 prod./total 16,10 37,40 39,10 43,00 43,60
Café/total 0,04 5,60 2,40 15,00 27,50
La tabla 6.2 resume muy acertadamente lo que se ha señalado so­
Café/4 prod. 0,30 14,90 6,20 34,90 63,10
bre la primera transformación del comercio de café, con la presencia
de los ingleses en Moka y la importancia del envío directo del Yemen, Fuentes: D avis, «English foreign trade, 1700-1774», op. cit., y Mitchell, British
en detrimento de la intermediación de El Cairo y Alejandría. También historical statistics, op. cit., pp. 451-472.
se observa que el punto de inflexión entre el café de Moka y el ame­
ricano comienza a mediados del siglo xvm. El café producido en las A lo largo del siglo xvm, el peso de las importaciones extraeu­
Indias Occidentales se convierte claramente en predominante en los ropeas en general y del café en particular aumenta considerable­
dos decenios siguientes: en 1772-1774, el café americano representa mente. En las importaciones de los cuatro productos (a saber, el ta­
casi la totalidad de las importaciones inglesas (el 94,9 por 100). baco, el azúcar, el té y el café) se observa que las del café aumentan
Estos flujos muestran que, en el período comprendido entre en la segunda mitad del siglo xvm, período durante el cual este pro­
1699-1701 y 1722-1724, las reexportaciones se dirigen principalmente ducto adquiere mayor importancia, hasta el punto de que a comien­
hacia las ciudades hanseáticas y del Báltico frente a Holanda. El he­
zos del siglo xix representa el 4,3 por 100 de las importaciones totales
cho de que Holanda deje de ser el comprador principal de café de
y el 17,7 por 100 de las importaciones coloniales.
Moka depende, como se ha explicado anteriormente, del traslado de
El peso de los bienes extraeuropeos en la economía británica
la producción a Java, la cual fue muy satisfactoria. De ello depende,
es incluso más visible en la reexportación de estos productos, y es­
asimismo, que el destino principal del café holandés siga siendo hasta
pecialmente del café. Cabe observar que en el período compren­
1750 la Europa hanseática y el Báltico, aunque en ese período comien­
dido entre finales del siglo xvn y los primeros decenios del siglo
zan también las reexportaciones hacia las regiones del Mediterráneo,
donde siguen predominando las reexportaciones francesas. En cam­ siguiente, la reexportación de los cuatro productos se consolida
bio, la reaparición de Holanda como destino de las reexportaciones del como una actividad mercantil que reporta grandes beneficios: su
café inglés es muy probable que obedezca a la sólida red que los comer­ cuota en el comercio total se duplica, pasando del 16,1 al 37,4 por
ciantes holandeses consiguen mantener en Europa del norte, a pesar de 100. No obstante la desaceleración de la participación de los bienes
la disminución del comercio en la segunda mitad del siglo. no europeos en el comercio de reexportación que tiene lugar en la
La tabla 6.3 confirma esencialmente las rutas comerciales de las segunda mitad del siglo xvm, su cuota sigue siendo importante. En
reexportaciones inglesas de los bienes extraeuropeos transportados. el último tercio del siglo xvm, el 43 por 100 del valor reexportado
Sin embargo, es posible observar la notable participación del café y depende de los bienes de ultramar, aunque el consumo interno siga
otros productos no europeos en el comercio de importación y reex­ teniendo un peso creciente como destino de casi todos los produc­
portación inglés. tos extraeuropeos.
Mentii

190 Marcello Carmagnatii De Asia y las Américas: azúcar, té y café 191

La mayor participación del café en el comercio inglés se registra anterior, la información se refiere a los puertos de Burdeos, Nantes
en la segunda mitad del siglo xv iii , lo cual se debe en gran medida a y Le Havre, que probablemente representan las dos terceras partes
la difusión del café producido en las plantaciones de las Indias Occi­ de las reexportaciones hacia Europa. En 1777-1778, se estima que el
dentales, así como a la disminución y la desaparición del café comer­ consumo francés es de 5.868 toneladas anuales (el 23,5 por 100 de
cializado por la compañía privilegiada a partir del puerto de Moka. las importaciones totales de café); por consiguiente, se habrían reex­
Sin duda, es la alta calidad del café de Jamaica la que determina el portado 25.000 toneladas, es decir, una cuota que confirma la supre­
éxito del café reexportado por los ingleses, muy apreciado no sólo en macía de Francia respecto a las reexportaciones a Europa100. En el
Londres y Amsterdam, sino también en Hamburgo. Hay que añadir momento en que estalló la Revolución, Francia reexporta 24.989 to­
que su difusión está más ligada a la reexportación hacia Europa del neladas de café, de las cuales el 81 por 100 a través de los puertos de
norte y en menor medida a las zonas del Mediterráneo, en lugar del Burdeos, Nantes y Le Havre, mientras que 4.721 toneladas (el 19 por
crecimiento de su consumo en Gran Bretaña, ya que es precisamente 100) se reexportan desde Marsella101. La mayor parte de las reexpor­
en ese momento, en la segunda mitad del siglo x v iii , en que el té co­ taciones proceden de Burdeos, que en 1746-1750, con 2.676 tonela­
mienza a dominar el consumo inglés. Por tanto, no es casualidad que, das anuales, representan el 92 por 100 del total. Francia ostenta to­
si bien hasta 1750 más de la mitad del café importado se consume en davía la supremacía en 1771-1775, puesto que con 24.780 toneladas
Gran Bretaña, a partir de la segunda mitad del siglo, la cantidad de anuales desvía el 89 por 100 del total, y de nuevo en 1789, momento
café destinado al consumo interno registra una caída del 17,3 por 100 en que representa el 72,9 por 100 de las reexportaciones de café del
en 1771-1775 y del 10,8 por 100 en 1801-1805. Sin embargo, este des­ Atlántico y el 52,9 por 100 del total102.
censo en el consumo interno confirma la importancia del café en el
total de las reexportaciones y su mayor peso en las reexportaciones 6.4
T abla
inglesas de bienes extraeuropeos98.
Francia, como se ha señalado anteriormente, es un gran importa­
Rutas comerciales del café de Burdeos, 1741-1776
(porcentaje)
dor, un reexportador muy importante y un consumidor moderado de
café. La difusión del café francés se debe al éxito de la aclimatación Ruta 1 7 4 1 -1 7 4 3 1 7 5 1 -1 7 5 3 1 7 6 4 -1 7 6 6 1 7 7 4 -1 7 7 6
de las plantas y a la expansión de las plantaciones en las colonias de Holanda 32,7 18,2 24,7 12,1
las Antillas. Las reexportaciones de café comienzan en el período de Alemania 65,4 77,4 72,6 51,7
1736-1740, es decir, en el momento en que se difunde la presencia del N o rte * 1,9 4,4 2,7 36,2
café americano en los puertos atlánticos de Burdeos, Nantes, Le Ha­ T otal (t) 1.345 2.147 3.369 17.790
vre, La Rochelle y Saint-Malo, y en el puerto mediterráneo de Marse­
lla. En cuanto al desarrollo de las reexportaciones francesas, es preciso * Dinamarca, Suecia y Rusia
tener en cuenta la existencia de un vínculo entre las regiones atlántica Puente: B u t e l , Les négoáants bordelais, op. cit., p p . 6 4 -7 2 .

y mediterránea, ya que, además de la libertad de circulación del café


en todo el territorio francés, también existe un eje fluvial esencial en­ Las reexportaciones francesas muestran una clara diferenciación
tre Burdeos y Marsella, el Canal du M idi (de 238 kilómetros de longi­ entre los puertos del Atlántico, desde donde se envían hacia Europa
tud, 19,5 metros de ancho y 2 metros de profundidad) que se terminó del norte, el Báltico y Europa del este, y Marsella que comercia con
de construir en 1676, lo cual hace posible la comunicación entre los Levante, Italia y los países ibéricos. De hecho, la evolución de las
dos puertos, a través de Agde y Séte. Tampoco se debe olvidar que la reexportaciones de café procedente de Burdeos es un buen indicador
vía fluvial que une Marsella y Lyon pasa por Beaucaire; en ese lugar se de sus vínculos en el Atlántico.
celebra una feria importante de productos coloniales99. El café americano reexportado desde Burdeos (que en 1774-1776
Las estimaciones de las reexportaciones francesas de café son fi­ representa el 76 por 100 del total de las reexportaciones francesas)
dedignas para el último tercio del siglo. En relación con el período tiene como principales compradores las ciudades hanseáticas, es-
192 Marcello Carmagnani De Asia y las Américas: azúcar, té y café 193

pecialmente Hamburgo y Bremen. Estas ciudades se convierten en mientras que Londres y Liverpool reexportan sólo 462 toneladas al
los destinos principales de la exportación de Guyenne que, por otro año, a pesar de la menor presencia de buques franceses en el Báltico
lado, desde el siglo xvn, envía cantidades considerables de vino a Ale­ frente a los ingleses104.
mania; posteriormente se convierten en las plazas principales de des­ Burdeos, al igual que los otros puertos importadores del café de
tino de los productos coloniales franceses. Las reexportaciones hacia las Antillas, gracias a la franquicia arancelaria, puede enviar el pro­
la región alemana también brindan la posibilidad de ampliar el envío ducto a Marsella, desde donde se reexportan cantidades significativas
del café de las Antillas hacia Dinamarca, Suecia y Rusia que, a partir principalmente hacia las regiones del Mediterráneo: en 1783, Marse­
de 1770, se convierten en el segundo destino principal de café reex­ lla recibe de Burdeos a través del canal de Languedoc alrededor de
portado desde Burdeos. 500 toneladas de café105. También para Marsella, el café procedente
Holanda es el tercer destino principal de las reexportaciones de de las Antillas supone un notable incremento en el comercio de en­
Burdeos, todavía con una participación decreciente entre 1741-1743 trada y salida de mercancías. Las reexportaciones del café americano
y 1772-1774, a pesar de que las cantidades se multiplican por cinco, comienzan en 1739 con 70 toneladas y, entre 1740 y 1746, se expor­
pasando de 440 a 2.152 toneladas al año. Si se tiene en cuenta que tan 718 toneladas al año, de las cuales el 71,8 por 100 hacia Levante y
Holanda es un gran importador de café asiático y americano, ade­ el 25,3 por 100 hacia los Estados italianos106.
más de ser el segundo socio de las reexportaciones inglesas y fran­ El café americano fomenta el cambio total del flujo comercial del
cesas, y que consume sólo la mitad de las cantidades importadas, se puerto de Marsella: que de mero importador del café de Moka se
puede deducir que este país no sólo reexporta el café que viene de convierte en el centro principal de exportación para Levante. Evi­
Java y Surinam, sino también una parte del adquirido por Gran Bre­ dentemente, la reorientación de este flujo depende del elevado pre­
taña y Francia. cio del café de Moka, que es tres veces superior al de las plantaciones
En general, las reexportaciones de Burdeos, cuya tasa de creci­ americanas. También el incremento de las cantidades reexportadas
miento asciende tan sólo al 0,4 por 100 anual entre 1741 y 1753, para de Marsella a Saboya, Piamonte y los puertos de Livorno, Venecia y
llegar al 6,7 por 100 anual entre 1764 y 1776, siguen la trayectoria de Trieste depende de la reducción del precio del café que se logra con la
las reexportaciones de Gran Bretaña, que se dirigen principalmente llegada del producto de las Antillas. La importancia del mercado de
a la zona alemana y únicamente en segundo lugar hacia Holanda. Las Levante sigue aumentando durante la segunda mitad del siglo: entre
rutas comerciales de Burdeos son a su vez similares a las que siguen 1783 y 1787 se reexportan 1.394 toneladas al año, el triple de la can­
las reexportaciones de Francia, puesto que, en 1774-1776, el 79,1 por tidad enviada hacia Levante entre 1739 y 1746107.
100 (14.789 toneladas al año) se dirige hacia las ciudades hanseáticas, La capacidad de reexportación de Marsella se incrementa al
Dinamarca, Suecia y Rusia, y el 20,9 por 100 restante (3.920 tonela­ máximo gracias a su proximidad a la feria de Beaucaire que regis­
das al año) se envía a Holanda103. tra un notable desarrollo en el período de 1725 a 1730. Beaucaire
Los bienes coloniales reexportados desde Holanda y Gran Bre­ está situada en el Ródano, entre Nîmes y Arles, a poca distancia del
taña hacia Alemania y Gdansk, Dinamarca, Suecia y Rusia crecen mar y cerca de Marsella. Este mercado importante, que existía desde
anualmente un 6,4 por 100 entre 1700 y 1740, y aumentan durante la Edad Media, se consolida a lo largo del siglo xvm ya que puede
la segunda mitad del siglo xvm, llegando al 8 por 100 anual. Este ele­ beneficiarse de notables ventajas fiscales. La feria de Beaucaire es
vado crecimiento se debe en gran medida a la expansión de las reex­ una de las 26 existentes a finales del siglo xvm; habida cuenta del
portaciones coloniales del Atlántico francés hacia los mercados del monto de sus transacciones en el decenio de 1770-1779 (16,1 millo­
norte. De hecho, la participación francesa, que en 1740-1749 es lige­ nes de libras tornesas) es la feria principal de Francia, seguida por
ramente superior al 10 por 100 del comercio en dirección al Báltico, las de Caen y Guibray, con transacciones por un valor de 14,8 millo­
asciende al 33,8 por 100 en 1780-1789. Entre 1784 y 1795, Burdeos, nes de libras tornesas108.
Nantes y Le Havre exportan 1.915 toneladas de café hacia Dina­ En la feria de Beaucaire, que se celebra durante siete u ocho días a
marca, Alemania (Szczecin, Gdansk y Königsberg), Suecia y Rusia, partir del 29 de julio, los comerciantes de España, Italia, Levante, Mar-
194 Marcello Carmagnani De Asia y las Américas: azúcar, té y café 195

sella, Lyon, Ginebra, Alemania y Holanda venden tanto tejidos france­ (fian las actividades armadora, bancada y de seguros, y tienen relaciones
ses y europeos como productos extraeuropeos: por tanto, es en la plaza ton sociedades similares en París, Londres, Ámsterdam, Hamburgo,
donde se fijan los precios del azúcar y el café de Moka y las Antillas. En Roterdam, Monaco, Marsella, Martinica y Santo Domingo112.
1728, el volumen de ventas asciende a 8,5 millones de libras tornesas | La reconstrucción de la trayectoria del azúcar, el café y el té pone
(354.166 libras esterlinas) y crece rápidamente durante la segunda mi­ de relieve los numerosos puntos de contacto que presentan su circu­
tad del siglo; en 1755, 15,4 millones de libras tornesas (641.000 libras lación y consumo en las diferentes zonas de Europa, y los cambios
esterlinas) ; en 1777,24,3 millones de libras tornesas ( 1.012.000libras es­ que tienen lugar en las zonas de producción fuera de Europa debido
terlinas); en 1789, 41,9 millones de libras tornesas (1.745.000 libras a la difusión de estos productos.
esterlinas). La complementariedad entre Beaucaire y Marsella hace po­ La multiplicación del consumo europeo de los tres productos no
sible que tanto el azúcar, el café y el índigo (procedentes de la Amé­ es comprensible si no se otorga la debida importancia a la capacidad
rica francesa) como la pimienta y las especias de la India holandesa, los probada de la clase propietaria y mercantil americana y asiática para
tintes y el algodón de Levante lleguen a los puertos de Italia, España, satisfacer la creciente demanda de la Europa atlántica y mediterrá­
Oriente Medio y África del norte, así como a Chambéry, Turin, Gine­ nea. Esta capacidad se expresa en la competencia entre las zonas ex­
bra, Lausanne, Vevey, Berna, Basilea y Zurich109. traeuropeas para ofrecer a Europa una mayor cantidad de productos
Los flujos de bienes extraeuropeos de la zona de Marsella se unen a precios más bajos. Las zonas de América, ricas en recursos naturales
con los que se organizan a partir de las ventas de bienes no europeos pero con escasa mano de obra, refuerzan las plantaciones, una forma
en Lorient, el puerto atlántico que se mencionó en relación con el de producción que, si bien requiere una gran inversión en la com­
té. El café que mueve Lorient entre 1760 y 1775 es de 754 toneladas pra de esclavos, como se ha mencionado anteriormente, podía con­
anuales; esta cifra representa el 5,6 por 100 del valor de las transac­ tener y reducir los costos de producción gracias a la autoproducción
ciones totales, 12,4 millones de libras tornesas (516.666 libras ester­ de la mayor parte de los insumos necesarios para el mantenimiento de
linas). Los comerciantes de Nantes, Lorient y Saint-Malo compran el la mano de obra, y el cultivo y la elaboración del azúcar y el café.
77,9 por 100 de ese café, que probablemente reexportan a la Europa A diferencia del azúcar y el café de las plantaciones del Caribe, el
atlántica; los parisinos compran el 11,9 por 100, cuota que se destina café y el té procedentes de las regiones del sudeste asiático y China
principalmente al consumo de la capital; los comerciantes de Marse­ son producidos por agricultores y comunidades que no tienen el nivel
lla, Lyon, Ginebra, Neuchâtel y Landau compran el 4,3 por 100110. de organización necesario para comercializar el producto de forma
Los comerciantes de Burdeos, Nantes y Marsella presentan carac­ independiente. Para exportar café y té de estas zonas de Asia, los agri­
terísticas muy similares: comercian conjuntamente el café, el azúcar cultores tienen que recurrir a la mediación y la participación de los
y el índigo. La sociedad Schyler y Dittmer de Burdeos comercia vino agentes de las compañías privilegiadas europeas, la organización mer­
y productos coloniales que se envían sobre todo a Hamburgo y tam­ cantil asiática y los funcionarios imperiales chinos. La mayor rigidez
bién a Bremen y Lübeck. La sociedad Breton Frères de Nantes envía organizativa asiática ayuda a comprender su menor capacidad para
el café a Frankfurt, Núremberg y Monaco de Baviera. Los hermanos competir frente a las regiones americanas.
Roux de Marsella venden café en Levante e Italia, y declaran una ga­ Ahora bien, si se reflexiona sobre la clase mercantil de los países
nancia del 44 por 100 entre la compra del café en América y su venta que ostentan el liderazgo y que participan más directamente en el co­
en Marsella, superior con respecto a Nantes, donde se estima un be­ mercio de ultramar, cabe aducir que la capacidad de acción de Gran
neficio del 33 por 100111. Bretaña, Holanda y Francia es mucho mayor con respecto a las otras
La concentración mercantil y la tendencia al oligopolio de estos dos naciones que poseen colonias, es decir, España y Portugal. Estos
empresarios se resume acertadamente con la distinción entre com m er­ dos últimos países carecían de la capacidad para adoptar los princi­
çants o négociants, titulares de sociedades mercantiles al por mayor, y pios de la libertad económica: sólo se abren parcialmente al libre co­
banqueros, que se encuentran en Burdeos a finales del siglo xvm. En mercio y obstaculizan la libertad de consumo por la persistencia de
ese puerto, de las 524 sociedades mercantiles existentes, sólo 14 aso- las leyes suntuarias, incluso después de mediados del siglo xvm.
De Asia y las Américas: azúcar, té y café 197
196 Marcello Carmagnani
buir de forma decisiva a aumentar la productividad, tienen que vin­
Los tres productos analizados muestran hasta qué punto favore­ cularse desde el punto de vista organizativo con un aspecto especí­
cen e incluso incrementan la competencia entre Holanda, Gran Bre­ fico de la división del trabajo: la complejidad y el fortalecimiento de
taña y Francia. Estas naciones trataron de obtener el máximo benefi­ la organización del comercio a larga distancia. El desarrollo de este
cio de su presencia colonial en el Caribe, así como de la preeminencia tipo de comercio conllevó nuevos avances en los equipos de los arma­
de sus compañías privilegiadas en el comercio a larga distancia con dores y en las técnicas de navegación; en particular, hace posible una
Europa y el comercio intraasiático, en el que se insertan a través de la nueva medición de la longitud, que proporcionó mayor seguridad a
fuerte presencia de la clase mercantil árabe, india y china. Las relacio­ la navegación, con la consiguiente reducción de los costos correspon­
nes comerciales euroasiáticas y euroamericanas muestran que la pe­ dientes a los fletes y las primas de seguros. Las innovaciones también
netración del comercio europeo no habría sido posible sin la articu­ alientan ese proceso de especialización que, con la difusión del cré­
lación que vincula las clases mercantiles de las tres zonas del mundo dito, diferencian la actividad estrictamente comercial de la que reali­
y sin la capacidad de los mercaderes atlánticos para difundir al resto zan los hombres de negocios, capaces de combinar el comercio de los
de Europa la producción de bienes extraeuropeos. productos extraeuropeos destinados a la venta al por mayor con las
La competencia entre los principales centros de importación del actividades bancadas y de seguros.
Atlántico tiene un doble objetivo: permitir que las reexportaciones Si se presta la debida atención a la interacción entre las prefe­
hacia otros países de Europa y Levante puedan llegar fácilmente a rencias de los consumidores y la división del trabajo resultante del
los consumidores, y ampliar constantemente su número en Europa aumento del consumo de los productos de comodidad o de lujo, se
del norte, el Mediterráneo y Oriente Medio. Naturalmente se com­ puede comprender, como ya habían subrayado de hecho los eco­
prometen también a evitar que el resto de Europa pueda llegar direc­ nomistas clásicos, la importancia que reviste el consumo en la de­
tamente a las regiones exportadoras extraeuropeas. En este sentido, terminación de los efectos inducidos en los mercados interiores: el
Gran Bretaña, primero gracias a la Guerra de los Siete Años y poste­ desarrollo de las redes comerciales y el surgimiento de nuevas in­
riormente a la Revolución francesa, logró quitar a Francia la supre­ dustrias para la fabricación y la transformación manufacturera de
macía en el comercio de azúcar y café en Europa, posición que esta los nuevos bienes, esto es, los tejidos, el azúcar, el café, el té, el ta­
nación había adquirido cuando consigue reducir la presencia holan­ baco y el cacao.
desa en el comercio europeo.
La expansión de la demanda de estos bienes extraeuropeos, así
como de otros, que tiene lugar en todos los países de Europa, hace
pensar que la competencia comercial es un factor dinámico del cre­
cimiento de la productividad tanto fuera como dentro de Europa. El
aumento del consumo de bienes no europeos contribuyó a la expan­
sión de la productividad, que no se dio únicamente en zonas o regio­
nes limitadas, sino que suscitó el interés de todos los mercados eu­
ropeos. Ello significa que el consumo de los artículos de lujo o, más
bien, el incremento de su demanda, en paralelo con los cambios en
los gustos y las preferencias de los individuos y las familias, es un fac­
tor clave en el nacimiento del consumo moderno.
No obstante, la promoción de los nuevos gustos y preferencias
de los consumidores para la expansión de la demanda de los bienes
extraeuropeos no es el único factor que puede explicar el aumento de
la productividad que se logró durante la revolución comercial. Para
que los deseos y las preferencias de los consumidores puedan contri­
C apítulo V II
N IVEL DE V ID A Y C O N SU M O
D E L O S N U E V O S PR O D U C T O S

En los capítulos anteriores se ha tratado de presentar el contexto


internacional que hizo posible la reformulación de la economía, su re­
lación tanto con la política como con el orden estatal, y la disolución
gradual de los vínculos de dependencia entre los actores sociales y la
organización de la sociedad estamental. A lo largo del siglo xvm, se
afianzó la libertad de adoptar decisiones relativas al destino del con­
sumo de la renta individual y familiar, sobre todo del consumo que
no tiene por objeto la reproducción biológica del hombre, pero que
puede mejorar las relaciones de los individuos con los miembros de
su familia y otros actores de la sociedad en general.
La atenta observación de la circulación y el consumo europeos
de los productos de ultramar permite constatar la existencia de re­
laciones sinérgicas que se refuerzan recíprocamente entre el algo­
dón indiano, el tabaco, el azúcar, el té y el café, favoreciendo su uni­
versalización. De esa manera, tuvo lugar la transición de una forma
de consumo de tipo jerárquico y estamental a la actual, es decir, un
consumo abierto a la satisfacción de los deseos, las preferencias y los
gustos de las personas y los hogares en función de la renta disponible
presente y futura. Esta orientación del consumo facilitó la expansión
de la demanda de los bienes extraeuropeos que llegó a transformar
cualitativa y cuantitativamente la oferta de los bienes producidos en
las Américas y en Asia.
En los dos capítulos anteriores se ha prestado especial atención
a la capacidad de América y Asia para expandir o generar nuevas
producciones a través de una mayor eficiencia organizativa, la apli­
cación cada vez mayor de las nuevas técnicas de producción y la
Marcello Carmagnani Nivel de vida y consumo de los nuevos productos 201
200

mejora de la navegación para el transporte desde ultramar de esos crédito. Por tanto, se trata de un cambio que no se puede atribuir a
productos. Se ha puesto de relieve, asimismo, cómo la competencia factores externos; a su vez, no se puede negar que el «consumo» sea
entre las zonas extraeuropeas productoras de esos mismos bienes fa­ un conjunto de comportamientos derivados de la utilización de uno
voreció más a las regiones americanas, especialmente aquellas bajo Omás productos2. Tampoco se puede hacer referencia al «consumo»
control británico, holandés y francés, mientras que aquellas bajo la en plural, ya que esto llevaría inmediatamente a la concepción cul-
hegemonía ibérica empezarán tarde, pero a pesar de ello superarán a turalista que borra la dimensión material y la convierte en un factor
exógeno. Considero, por tanto, que es más conveniente seguir el ar­
estas tres regiones en el siglo xix.
La transición del consumo del Antiguo Régimen al moderno im­ gumento de Baudrillard, cuando afirma que la característica esencial
puso a los actores tanto europeos como no europeos que compitie­ de la lógica del consumo es ser productiva y, al mismo tiempo, una
ran con el mismo espíritu favorable a la libertad de consumo, con el manipulación de los significados sociales: por consiguiente, todos
consiguiente interés recíproco en la convergencia de sus decisiones los productos acaban asociándose con las relaciones sociales, con­
económicas. Este encuentro entre las tres regiones del mundo, mu­ virtiéndose de esa manera en objetos culturizados3. Ello explica por
cho menos drástico que el del siglo xvi, permite comprender que qué durante el proceso de consumo intervienen elementos relativos
la aceleración de la división del trabajo en Gran Bretaña y Europa, al estatus social y el prestigio, que se difunden desde arriba hacia
analizada por Adam Smith, tuvo lugar, asimismo, fuera del antiguo abajo, de la élite a otras categorías sociales, favoreciendo, por consi­
continente. Obviamente, la forma que adquiere la división del tra­ guiente, la reestructuración del sistema económico en su conjunto.
bajo en Europa y en las zonas de ultramar no es una mera transpo­ En esta perspectiva, tiene sentido la distinción que se encuentra en
sición de la primera sobre las otras. Mientras que en Europa se dio la economía política clásica entre consumo de artículos de primera
un proceso de producción en el que los recursos naturales —tierras, necesidad y bienes duraderos y no duraderos.
aguas y bosques— fueron durante muchos siglos sometidos progre­ Estas consideraciones permiten afirmar que las decisiones so­
sivamente al control humano, en las zonas extraeuropeas, y sobre bre el consumo deben tomarlas los actores individuales y los hoga­
todo en el mundo americano, los hombres tuvieron que aprovechar res, y que son sus preferencias las que vinculan la dimensión econó­
al máximo los recursos naturales a corto plazo y organizados de tal mica con la social y la cultural. Ello significa que cuando se habla de
manera que se evitaran grandes inversiones de capital fijo. Tanto en libertad de consumo se alude específicamente al hecho de que los
Europa como fuera de este continente, los actores sociales fueron vínculos que determinan las decisiones del consumidor, teniendo en
capaces de enfrentarse a los nuevos desafíos del momento. A este cuenta la renta, reflejan una pluralidad de intenciones no sujetas a
respecto, un ejemplo tangible es la aparición de las plantaciones en diferenciación.
América y su difusión posterior, así como la expansión de las zonas La trayectoria analítica de este último capítulo se ha preparado
de producción de té en China y, más tarde en la isla de Ceilán, y de con el fin de comprender cómo el nuevo consumo tiene en cuenta las
azúcar y café en las regiones holandesas de Asia. transformaciones que acaecen en la relación entre el campo y la ciu­
No es posible pensar que el cambio que se produjo en el consumo dad, una relación que afecta a la reformulación de la división del tra­
europeo, bautizado después, como sucede a menudo en la historio­ bajo y la construcción de una nueva sociabilidad que pueda incen­
grafía, como «revolución del consumo», tenga su origen en un único tivar la libertad de los consumidores. A continuación se detallará la
país europeo, ya sea Gran Bretaña u Holanda, por una combinación evolución de la renta, para comprender en qué medida puede per­
de circunstancias favorables que no se especifican1. El debate sobre judicar o beneficiar la propensión del consumidor hacia la reduc­
el consumo estuvo realmente presente en todos los países dentro y ción del consumo de artículos de primera necesidad en beneficio del
fuera de Europa. Si se presta la debida atención a la nueva estruc­ consumo de otros bienes y, especialmente, de los productos extraeu­
tura del consumo, cabe observar que ésta sienta en todas las regio­ ropeos. Por último, se tratará de explicar cómo la evolución de los
nes del mundo sus bases materiales en la transformación de la co­ precios contribuye a alentar, o a contener, la propensión al consumo
mercialización y en la nueva relación que vincula el comercio con el de los productos extraeuropeos.
202 Marcello Carmagmni Nivel de vida y consumo de los nuevos productos 203

G r á f ic o 7 .2

Hacia una sociedad urbana R elación en tre la dim ensión d e las ciudades y la tasa d e urbanización

En la imposibilidad de obtener información directa para aclarar


cómo la monetarización puede influir en la demanda de los consumi­
dores, se puede recurrir a un indicador indirecto representado por
la evolución de la urbanización europea. En esencia, la urbanización
permite observar los cambios que tienen lugar en las relaciones socia­
les, cuya función es de suma importancia en la difusión del consumo
de los bienes no europeos. El crecimiento urbano permite compren­
der la expansión de la división del trabajo y sus consecuencias en el
plano cultural para la conformación del consumo moderno4.
Las dos figuras muestran el desarrollo urbano entre 1500 y 1800
(gráfico 7.1) y, de forma igualmente sintética, la relación entre el ta­
maño de las ciudades y la tasa de urbanización (gráfico 7.2). En el grá­
fico 7.1 se observa que el mayor crecimiento de las ciudades con más
de 5.000 habitantes se registra en dos siglos, el xvi y el xviii. En el si­
glo xvi, 8,4 millones de personas viven en la ciudad (el 8 por 100 de la

G r áf ic o 7 .1
D esarrollo urbano europeo en e l p eríod o com prendido en tre 1500 y 18 0 0

población total), mientras que en 1800 son 20,5 millones (es decir, el
14 por 100 de la población total). En resumen, cabe aducir que, de­
bido al crecimiento de la población urbana en centros con un tamaño
tan grande que requieren intercambios pecuniarios, la economía mo­
netaria se expande 2,5 veces más en el siglo xviii en comparación con
el siglo xvi. El gráfico 7.2, que guarda relación con el tamaño de las
ciudades, muestra que el crecimiento es mayor respecto a las ciuda­
des con más de 10.000 habitantes y, a continuación, las que superan
los 40.000. Tanto en las ciudades con más de 10.000 habitantes como
en aquellas con más de 40.000, la economía monetaria se difunde, lo
cual comportará no sólo la subordinación del campo a la ciudad, sino
también la consolidación, en el siglo xviii, de una centralidad y com­
1500 1600 1700 1750 1800 plejidad urbana desconocidas en el siglo xvi.
Marcello Carmagnani Nivel de vida y consumo de los nuevos productos 205
204

Lamentablemente estas dos figuras no permiten analizar el pro­ al 19 por 100, mientras que en las segundas se registra un aumento
greso gradual de urbanización, que todavía en el siglo xvn sigue del 10 al 16 por 100.
la trayectoria romana, es decir, se concentra principalmente en la Por tanto, es probable que la renta per cápita haya crecido más rá­
cuenca del Mediterráneo, así como el sur del Rin y el Danubio. Las pidamente en las zonas urbanas atlánticas y menos en las continen­
crisis demográficas del siglo xvn dan lugar a una nueva fase de ex­ tales, aunque las estimaciones del PIB sean muy inciertas9. El dina­
pansión de las ciudades, con el crecimiento de los centros urbanos de mismo de las ciudades portuarias es un dato complementario muy
10.000 o más habitantes en las regiones situadas en el norte del Rin interesante porque de las 207 ciudades más pobladas en el período de
y el Danubio, pero también en las zonas del Atlántico. Entre 1700 y 1500 a 1700, las 61 ciudades portuarias doblan su población, e incluso
1800, las ciudades del Mediterráneo con más de 10.000 habitantes 16 de ellas la triplican, mientras que sólo 13 de las 48 ciudades con
pasan de 78 a 113, con un crecimiento del 44,8 por 100; las del At­ funciones estatales y administrativas logran duplicar el número de sus
lántico y el norte de Europa se duplican pasando de 53 a 105, con un habitantes10. La dinámica diferente de la población urbana de las zo­
incremento del 98,1 por 100; las de Europa central aumentan de 88 a nas europeas se puede observar, asimismo, en el número de viajes por
135, con un crecimiento del 53 por 100, justo por encima de las ciu­ mar. Mientras aquellos cuyo punto de partida y llegada es el Medite­
dades mediterráneas5. rráneo se estancan entre 1650 y 1800, los que salen desde el Atlántico
Cabe argüir, por tanto, que la división del trabajo y el crecimiento aumentan de 50 a 110 al año entre 1600 y 1700, para luego incremen­
de la economía monetaria han sido mucho más rápidos en la Europa tarse en la primera mitad del siglo xvm, de 110 a 500 viajes al año, y
atlántica que en la cuenca del Mediterráneo y en la Europa central. crecer de nuevo entre 1750 y 1800 hasta los 800 viajes al año11.
De hecho, en la Europa adántica, donde se consolida el nuevo comer­ La expansión del comercio internacional, con sus efectos positi­
cio multilateral, el número de ciudades con más de 40.000 habitan­ vos sobre el empleo, la renta y el consumo urbano, constituye uno de
tes aumenta de 8 a 21, con un crecimiento del 26,2 por 100, mientras los principales factores del rápido crecimiento urbano de las zonas
que en la Europa mediterránea aumenta de 15 a 23, es decir, un 15,3 del Atlántico. Un segundo factor es la interacción entre los centros
por 1006. A este contraste entre los datos de la Europa atlántica y la urbanos y el campo que incrementa la división del trabajo y se mani­
mediterránea es oportuno añadir que entre 1600 y 1750 las ciudades fiesta en los cambios en la agricultura12. De hecho, el incremento de
que duplican su población en la región atlántica son 27, mientras que la productividad agrícola es la base del crecimiento de la población
en el Mediterráneo son sólo 7, entre ellas, dos ciudades francesas. En de las ciudades y la renta urbana, pero también de la reducción de la
la zona atlántica, la población urbana aumenta dos millones de per­ población de las zonas rurales que en Holanda e Inglaterra cayó del
sonas en el período de 1600-1750 y otro millón en apenas medio si­ 75 al 34-40 por 10013.
glo, entre 1750 y 18007. En la imposibilidad de determinar la relación entre la productivi­
El crecimiento urbano más rápido de las zonas del Atlántico fa­ dad agrícola y la población, y entre el consumo per cápita de bienes y
vorece la reducción de la distancia entre los diferentes asentamien­ la evolución de la renta, se utilizarán dos indicadores, a saber, la pro­
tos con mejores conexiones entre las ciudades portuarias y continen­ ducción agrícola per cápita y la productividad del trabajo agrícola en
tales, con la consiguiente disminución de los costos de transporte. la zona atlántica. Entre 1600 y 1750, los rendimientos más elevados
En el período comprendido entre 1700 y 1800, las ciudades de los se obtienen en dos zonas del Atlántico (Inglaterra y Holanda) que re­
países ribereños del Atlántico, Gran Bretaña, Irlanda, Francia, los gistran un aumento de la producción agrícola per cápita (calculada
Países Bajos, Bélgica y Alemania, registran una mayor integración. dividiendo la producción entre el total de la población), del 31,4 y
En la cuenca del Mediterráneo, en Italia y en España, la integración el 14,3 por 100, respectivamente, y la productividad por trabajador
fue mucho más lenta, mientras que en la Europa oriental tuvo un (calculada al dividir la producción agrícola entre la población rural),
ritmo superior8. La diferencia entre las regiones del Atlántico y las del 102,6 y el 39,6 por 100, respectivamente. En la zona mediterránea
zonas continentales se refuerza a lo largo del siglo xvm, dado que en la producción agrícola per cápita y la productividad por trabajador se
las primeras la tasa de urbanización de la población aumenta del 11 estancan en España, y retroceden en Italia un 20 por 100 respecto a la
206 Marcello Carmagnani Nivel de vida y consumo de los nuevos productos 207

producción per cápita y un 15,7 por 100 en cuanto a la productividad 4750-1800 aumenta apenas a 880.000 unidades, con una tasa de cre­
por trabajador agrícola14. Por tanto, cabe aducir que mientras que, cimiento anual del 0,5 por 100.
en el siglo xvi, la cuenca del Mediterráneo registra un aumento de la
producción per cápita de la agricultura y la productividad por traba­ Renta y consumo
jador agrícola, durante la revolución comercial la supremacía corres­
ponde a la zona atlántica, y sobre todo a Inglaterra y Holanda. Si se consideran las tasas de crecimiento urbano como indicado­
Estos dos indicadores permiten comprender la relación entre el res que miden la cuota de renta destinada a mejorar el nivel de vida,
crecimiento urbano y la expansión del consumo. Adam Smith sos­ en 1700 se obtienen las siguientes tasas de crecimiento: 0,4 por 100
tiene que si la elasticidad de los precios agrícolas en la demanda de
anual en la Europa atlántica y 0,1 por 100 al año en la Europa medite­
los bienes de subsistencia o de primera necesidad es inferior a la uni­
rránea. En este sentido, Adam Smith puede sostener que la ciudad es
dad, el incremento de la renta tendrá un efecto positivo en la de­
el detonante del consumo, porque cuando a la oferta de los produc­
manda de bienes de segunda necesidad tales como los tejidos o el
tos agrícolas se añade la de los productos importados, se subvierte el
azúcar y en los bienes de consumo duraderos, como el mobiliario15.
orden natural de la economía y se acaba dando prioridad a la inver­
sión en los sectores del comercio y la manufactura16. Esta idea se re­
T abla 7.1
fleja en la información disponible para Inglaterra entre 1695 y 1800.
Población total y población urbana, 1600-1800 El valor total de los alimentos y las bebidas consumidos aumentan de
(m iles d e habitantes)
21 a 144,7 millones delibras esterlinas, mientras que la oferta de bie­
Pobl. Pobl. Pobl. Pobl. nes agrícolas producidos en Inglaterra pasa de 16,6 a 101,1 millones
Pobl. Pobl.
total urbana
atlántica atlántica medit. medit. de libras esterlinas, y entonces la relación entre el consumo total y la
total urbana total urbana oferta de bienes agrícolas es de 1,26 en 1695 y de 1,43 en 1800. El in­
1 6 0 0 -1 7 5 0 16 .2 0 0 3 .0 0 0 12 .0 0 0 2 .9 2 0 4 .2 0 0 80 cremento de la relación entre el consumo y la oferta depende tanto
1 7 5 0 -1 8 0 0 2 8 .5 0 0 3 .2 9 0 2 3 .8 0 0 2 .4 1 0 4 .7 0 0 880 de las innovaciones en el transporte y los servicios comerciales como
Incr. % 1 6 0 0 -1 7 5 0 2 0 ,8 5 0 ,6 2 1 ,5 10 1,3 0 ,1 2 2 ,6 de la aparición de nuevos productos de consumo como el azúcar, el
Incr. % 1 7 5 0 -1 8 0 0 30,3 3 6 ,8 35 ,2 4 1 ,6 0,33 2 8 ,0 té y el café. De ello se deduce que la creciente división del trabajo y la
P u en te: V ries, E uropean urbanization, 1500-1800, op. cit., pp. 32 -34. expansión del mercado se refuerzan mutuamente y fomentan el con­
sumo de los nuevos productos17.
El caso inglés demuestra la interdependencia entre la producti­
El cuadro supra muestra que en los ciento cinuenta años entre
vidad agrícola, el comercio internacional y el consumo, pero lamen­
1600 y 1750 la población urbana aumenta un 50,6 por 100, sumando
a la población tres nuevos millones de posibles consumidores en las tablemente no se dispone de estudios precisos sobre el nivel de vida
ciudades con más de 10.000 habitantes. El crecimiento se acelerará basados en los salarios reales. Las estimaciones del bienestar de los
en los cincuenta años de 1750 a 1800, durante los cuales se suman artesanos y los obreros muestran que los salarios reales crecen entre
3,29 millones de nuevos habitantes urbanos, duplicando el creci­ 1650 y 1800 en Londres, pero se estancan en Amberes y Ámsterdam,
miento anual del 0,3 al 0,7 por 100 al año. El mayor aumento se ob­ y disminuyen en Milán, Nápoles, Valencia, Estrasburgo, Monaco,
serva en la Europa atlántica, con un crecimiento de 2,9 millones de Viena y Cracovia. Sólo en las capitales como París, Madrid y Varso-
nuevos habitantes, es decir, un incremento del 0,6 por 100 anual en­ via, en un siglo y medio, aumentan los salarios reales, aunque tímida­
tre 1600 y 1750, y un crecimiento de 2,4 millones de nuevos habitan­ mente. Se observan, sin embargo, diferencias significativas debido a
tes, esto es, un incremento del 0,8 por 100 anual entre 1750 y 1800. que entre 1727 y 1802, mientras que los salarios reales de los trabaja­
En cambio, la Europa mediterránea se estanca, ya que entre 1600 y dores cualificados ingleses e italianos se estancan, los de los trabaja­
1750 su población urbana no crece, mientras que en el período de dores agrícolas disminuyen18.
Marcello Carmagnani Nivel de vida y consumo de los nuevos productos 209
208

En un estudio sobre la materia se señala, asimismo, que los sala­ entre 1650 y 1750 y se estancan en la segunda mitad del siglo xvin.
rios reales europeos de los obreros, expresados en gramos de plata, La diferencia entre los salarios rurales y urbanos ayuda a compren­
siguen una tendencia similar entre 1500 y 1800, aunque Europa cen­ der la propensión de los agricultores al afincamiento urbano; no obs­
tral —Alemania y Polonia— sea una zona con un nivel salarial más tante, en la agricultura inglesa a lo largo del siglo xvm, la producción
bajo frente a Holanda, el sur de Inglaterra, Londres y París. El autor ¡aumenta con una tasa ligeramente superior (0,65 por 100 al año) a la
de ese estudio añade que existe una correlación positiva entre los sa­ de la población (0,55 por 100 anual)23. También en Francia, las esti­
larios y la urbanización (+0,659); existe, asimismo, una correlación maciones disponibles reflejan que la producción agrícola total crece
positiva entre los precios del trigo y los salarios, dado que un au­ a una tasa igual o ligeramente superior a la población. De hecho, la
mento del 10 por 100 del precio del trigo se traduce en un aumento tasa de crecimiento de la oferta de productos agrícolas en la cuenca
del 5,6 por 100 del salario expresado en gramos de plata19. de París, entre 1750 y 1789, se expande del 0,46 al 0,53 por 100 anual,
Tomando siempre el salario real como indicador del nivel de vida, con una tasa incluso superior al crecimiento de la población urbana
en otro estudio reciente sobre Inglaterra se afirma que los niveles sa­ que es del 0,39 por 100 al año. La oferta de productos alimenticios
lariales del Medioevo sólo se superan con el incremento de la pro­ aumenta también en otras regiones de Francia, más allá de la de Pa­
ductividad total que se produjo entre 1650 y 1800. La reconstrucción rís, Normandía, Lorena y el sudeste, donde la tasa de crecimiento de
del índice del nivel de vida, obtenido con arreglo al índice geomé­ la productividad total fue, sin embargo, inferior a la registrada en la
trico de los precios y la cesta de la compra de los trabajadores, per­ región de París durante la segunda mitad siglo xvm24.
mite observar que entre 1650-1659 y 1770-1779 el costo de la vida En Holanda, el índice de precios de bienes de consumo disminuye
no aumenta significativamente, mientras que el salario real del traba­ entre 1650 y 1750, y luego crece hasta 1800, mientras que los salarios
jador especializado aumenta un 6,4 por 100 y el del jornalero un 3,2 reales se estancan hasta 1750, para después descender en el medio si­
por 100. Entre 1710-1719 y 1790-1799, el costo de vida aumenta un glo siguiente. Ello explica por qué los trabajadores holandeses trata­
26,7 por 100, mientras que el salario real del trabajador cualificado se ron de adaptarse a los cambios de los precios relativos mediante la di­
incrementa únicamente un 1,7 por 100 y el del jornalero incluso dis­ versificación de la demanda de bienes, es decir, consumiendo menos
minuye un 3,2 por 10020. Aún se dispone, siempre para Inglaterra, de pan, carne y mantequilla y más productos textiles, té y café25. Esta
información que pone de relieve otro historiador, según la cual en­ tendencia, especialmente clara en la zona occidental de Holanda, se
tre 1770-1772 y 1798-1802 el costo de la vida se estanca hasta el pe­ confirma también en Flandes. Aquí los salarios de los trabajadores
ríodo de 1788-1792, para luego aumentar entre 1792 y 1802. Aunque agrícolas, expresados en cantidades de centeno, aumentan entre 1650
los salarios nominales entre 1780 y 1815 sigan primero una tenden­ y 1700, para luego estancarse en la segunda mitad del siglo xvm, pe­
cia alcista y luego se estanquen paralelamente al nivel del costo de la ríodo durante el cual también aumentan los días de trabajo de los te­
vida, éstos reflejan, a diferencia de lo que se muestra en el estudio an­ jedores necesarios para mantener a sus familias26. En Alemania la ten­
terior, que a partir de 1780 no se registra ningún incremento en el sa­ dencia de los salarios reales es inversa a la de Holanda, pero similar a
lario real21. En cambio, en un estudio muy reciente sobre el costo de la de Inglaterra y Francia, donde éstos disminuyen entre 1650 y 1750
la vida y los salarios reales se aduce que, entre 1770 y 1790, éstos cre­ y en cambio aumentan en la segunda mitad del siglo27.
cen menos con respecto a la productividad del trabajo. Durante el úl­ En un estudio reciente y exhaustivo que ayuda a comprender la re­
timo tercio del siglo, sin embargo, se producen cambios significativos lación entre la renta y el consumo se aduce que la renta de subsisten­
en los precios relativos que mejoran las condiciones de vida y el con­ cia es el mínimo necesario para la reproducción y se identifica con un
sumo de las clases populares gracias a la reducción de los precios de régimen alimenticio casi vegetariano, basado principalmente en los
los tejidos y los bienes importados de Asia y las Américas22. cereales menos costosos y preparados con miras a reducir al mínimo
Los salarios agrícolas ingleses replican los urbanos, pero su nivel la pérdida del valor nutricional. Obviamente, el régimen alimenticio
sigue siendo inferior a éstos. La tendencia, sin embargo, es similar de subsistencia no incluye pan, carne, bebidas alcohólicas ni produc­
dado que también en la agricultura los salarios aumentan ligeramente tos lácteos, pero contempla un número reducido de tejidos, leña para
210 Marcello Carmagnani Nivel de vida y consumo de los nuevos productos 211

la calefacción y algunas velas para el alumbrado. El mismo autor re­ ¡difusión de la idea según la cual la vida urbana podía brindar oportu­
construye la cesta media de la compra de un trabajador con un nivel nidades negadas en el campo, y que el ambiente de las ciudades podía
de vida superior, que incluye alimentos como pan, legumbres, carne, fiacer libres a los hombres. De ahí la importancia que se ha mencio­
huevos, productos lácteos y cerveza (82,7 por 100 del gasto) y produc­ nado del movimiento migratorio en el crecimiento de las ciudades.
tos no alimenticios tales como prendas de vestir, jabón, velas, aceite El predominio de la ciudad, ya alentado por el crecimiento de la
para lámparas y leña para la calefacción (17,3 por 100 del gasto). Esta productividad agrícola, logró imponer la limitación del aumento de
reconstrucción permite observar la tendencia en la relación entre la Jos precios agrícolas y un significativo incremento de la oferta de pro­
renta y el consumo en el período comprendido entre 1630 y 1800, se­ ductos manufacturados hacia el campo. De esa forma se modificó,
gún la cual disminuye tanto para la mera subsistencia como para los gracias también a la reducción de los costos de transporte, toda la or­
niveles de vida superior en Florencia y Viena, en cambio, se estanca en ganización de los intercambios, promoviendo el desarrollo de los ser­
Amsterdam, mientras que aumenta en Londres28. vicios públicos y privados que contribuyeron a aumentar las rentas
Es extremamente difícil comprender cómo, a pesar de todo, el medias y superiores30.
azúcar, el té y el café pueden concurrir a los gastos de las familias po­ Las dimensiones económicas mencionadas se entrelazan con las
bres inglesas con el 5,2 por 100 en 1688 y el 5 por 100 entre 1787 y demográficas, pero la fecundidad, la mortalidad y los matrimonios
1796, mientras que en las familias obreras con mayor poder adquisi­ no aumentan con la misma rapidez que la economía y, por último, fa­
tivo, estos bienes representan el 16,9 por 100 de la cesta de la compra vorecen el incremento de la renta real. Por consiguiente, también el
en el lustro de 1788-1792. En Francia, en 1700, las bebidas y el azú­ proceso de socialización logra modificar las decisiones de los indi­
car representan el 27,9 por 100 del gasto del artesano urbano y el 20,8 viduos y las familias de forma colectiva y, por tanto, transformar el
por 100 del obrero urbano en Estrasburgo, mientras que el trabaja­ comportamiento de los actores sociales. Las costumbres se modifi­
dor no cualificado a finales del siglo xvin gasta en azúcar y bebidas can, en especial con el consumo de los bienes extraeuropeos que tie­
el 5 por 100 de su presupuesto familiar. Si se comparan las variacio­ nen un fuerte componente de sociabilidad. En resumen, el nuevo
nes en los precios de los productos alimenticios con las oscilaciones consumidor está llamado a establecer la relación que debe existir en­
de los costos del trabajo y los bienes de segunda necesidad en las dis­ tre el uso de la renta de que dispone, en cuanto al consumo y la inver­
tintas ciudades europeas, se observa que entre 1750 y 1800 dismi­ sión, y sus preferencias de naturaleza social y cultural.
nuyen los costos del trabajo (-4,3 por 100), la leña y el carbón (-2,05 Las interacciones presentes en el consumo permiten proponer un
por 100), la cerveza (-9,53 por 100), el vino (-9,92 por 100), el azúcar esquema a título ilustrativo de los vínculos existentes entre la revo­
(-4,42 por 100), los textiles (-7,19 por 100) y el chocolate (-39,46 por lución comercial y el nacimiento del consumo moderno. Se han tra­
100)29. Por tanto, cabe argüir que, dada la desigualdad de las rentas, tado de aclarar las posibles interdependencias entre la dimensión
están excluidos del consumo de los nuevos productos, básicamente, material —es decir, los vectores económicos del mercado, los nuevos
los niveles más pobres de la población, mientras que el nuevo con­ productos, los cambios en la agricultura, las innovaciones tecnológi­
sumo de tejidos y bebidas alcohólicas y no alcohólicas se difunde en­ cas, la renta y los cambios demográficos— y la dimensión inmaterial
tre los que poseen rentas intermedias y altas. que se manifiesta en la reformulación de las decisiones individuales
La difusión del consumo no es un fenómeno exclusivamente eco­ de forma colectiva, y la aparición de nuevas formas de organización y
nómico, sino también una configuración social y cultural. A partir de movilidad social que son el reflejo de los nuevos modelos de consumo
las familias con rentas intermedias y altas, el consumo de estos pro­ condicionados por el nivel de renta.
ductos difunde entre las clases populares una imagen diferente de la Los obstáculos a la afirmación de los nuevos modelos de con­
vida urbana, especialmente distinta de la élite rural tradicional, o la sumo, desalentados no sólo por el límite de la renta familiar, sino
nobleza. El efecto de emulación de estas novedades, en Amsterdam también por las costumbres y los estilos de vida anteriormente exis­
y Londres, pero también en Burdeos, Marsella, Hamburgo y más en tentes, suelen ocultar las innovaciones que también se consolidan en
general en todas las ciudades con más de 10.000 habitantes, alentó la el siglo xvm. En Flandes, por ejemplo, a partir de 1730-1740 el nú-
Nivel de vida y consumo de los nuevos productos 213
212 Marcello Carmagnani
interior como en el internacional; un ejemplo a este respecto es la difu­
mero de días de trabajo necesarios para mantener a una familia se sión de las cerámicas chinas que favorecen la aparición de nuevas ma­
reduce debido a la difusión de la patata, que en Francia comenzó en nufacturas de cerámica holandesas, francesas, inglesas e italianas.
cambio a difundirse únicamente en la segunda mitad del siglo xvm31. Las prendas confeccionadas con tejidos de algodón se difunden
En el norte de Italia, la difusión del consumo del maíz reduce los más que los producidos con lana y lino; la utilización del algodón fa­
costos de alimentación de la familia, aunque cause efectos negati­ vorece la creación de tejidos mixtos de algodón y lana, así como de
vos para la salud humana tales como la avitaminosis y en particular algodón y lino. La sustitución de los tejidos antiguos por los nuevos
la pelagra32. En otras palabras, sobre todo a lo largo del siglo xviii se ve facilitada también por el comportamiento comercial de los nue­
los consumidores fomentan un proceso de sustitución de los bienes vos productos de consumo como el tabaco, el azúcar, el té y el café,
de primera y segunda necesidad por productos menos costosos o cuando el incremento de su producción fuera de Europa y la compe­
inexistentes anteriormente. tencia entre las producciones americana y asiática, y entre las impor­
El proceso de sustitución del consumo de algunos productos re­ taciones holandesas, francesas e inglesas, hacen que se estanquen sus
fleja que se asiste a una nueva forma de distribución de los recursos precios, e incluso disminuyan para algunos productos.
de las personas y los hogares que puede modificar el consumo de am­ El gráfico 7.4 muestra cambios significativos en la distribución del
bos. El mejor indicador de esta transformación es el debate sobre la gasto en productos alimenticios, ya que se difunde progresivamente
despenalización de los bienes de lujo, que facilita su entrada en el el consumo de patatas, que llega a representar el 5 por 100 del gasto
consumo diario gracias a la difusión de los productos no europeos y en alimentos, de carne, leche y productos lácteos, mientras que dis­
una selección distinta entre bienes de consumo duraderos y no du­ minuye el consumo de centeno. Además, se observa que el consumo
raderos. Los efectos de este cambio se observan tanto en el mercado de azúcar y melaza son importantes (7 por 100 del gasto en alimen­
tos) y también lo es el consumo de té y café (3 por 100 del gasto en
Gráfico 7.3 alimentos). Si se suma el consumo de los nuevos productos en su con­
junto, se llega a un porcentaje considerable respecto al consumo to­
La relación en tre la revolución com ercial y el nacim iento
d el consum o m oderno
tal del 13 por 100.

Gráfico 7.4
C om posición d el gasto de las fam ilias obreras, 1788-1792 y 1828-1832
214 Marcello Carmagnani Nivel de vida y consumo de los nuevos productos 215

La reconstrucción del presupuesto familiar del obrero inglés una combinación diferente entre el mercado de bienes y el tiempo li­
muestra cómo la propensión al consumo no es una función cons­ bre. La distinción entre el tiempo para la familia y el tiempo para el
tante e invariable de la renta destinada al mismo; al contrario, deja mercado ayuda a comprender la relación entre el consumo y la oferta
mucha libertad a la capacidad de los consumidores de tomar deci­ de trabajo, y la diferenciación cada vez mayor que, a lo largo del si­
siones que pueden reducir o aumentar el consumo de un determi­ glo xvm, se viene haciendo entre el consumo de subsistencia, el con­
nado producto y dirigir el gasto hacia bienes de primera necesidad o sumo de bienes de segunda necesidad y el consumo de bienes dura­
hacia otros duraderos y no duraderos. Dicho de otro modo, incluso deros y no duraderos35.
en presencia de una renta individual y familiar reducida existe la po­ En la revolución comercial, el consumo deja de ser estático y se
sibilidad de mejorar la calidad y la cantidad de los productos utili­ convierte en dinámico. Es dinámico en la medida en que la unidad
zados. El consumidor es un agente que acepta los nuevos produc­ familiar puede lograr que la organización del trabajo sea flexible,
tos ofrecidos por el mercado y los combina una y otra vez con los ya porque su finalidad es obtener la máxima cantidad de bienes produ­
existentes; por tanto, participa en la transformación de los gustos y cidos y, especialmente en las zonas urbanas, lograr un excedente mo­
contribuye a crear nuevos comportamientos respecto al consumo y netario. Se alcanzan estos objetivos con una mayor explotación de la
a un nuevo estilo de vida. mano de obra familiar, con el resultado de aumentar el número de
El gráfico 7.4 no permite relacionar los salarios reales con la evo­ unidades familiares capaces de reorganizar sus recursos productivos
lución del consumo. Por consiguiente, trataré de otorgar una mayor a fin de ampliar tanto la oferta de bienes destinados al comercio y el
importancia a la unidad familiar, ya que proporciona información di­ ingreso salarial monetario como la demanda de bienes que pueden
ferente para comprender que el comportamiento del consumidor en adquirirse con dinero. La creciente especialización de la unidad fa­
la era de la revolución comercial es flexible y variable; esa actitud es miliar favoreció el aumento de la posibilidad de elección de los bienes
precisamente la característica de la libertad de consumo33. Ello signi­ de consumo en el mercado, y de esa manera, la revolución comercial
fica que, entre 1650 y 1800, el consumo adquiere una nueva connota­ terminó generando la denominada «revolución industriosa»36.
ción, y se ve influenciado por el mayor nivel de instrucción, la trans­ La mayor intensidad de trabajo de la unidad familiar puede docu­
misión de la información facilitada por la socialización de las formas mentarse a través de la observación de la diferenciación de los distin­
productivas y la capacidad para la reformulación de los estados de tos miembros que la integran: el cabeza de familia —casado o no—,
placer34. Durante la revolución comercial esta nueva connotación del los hijos, los parientes, el personal de servicio y otras personas de­
consumo hace que sea el consumidor el que tome la decisión sobre el pendientes del cabeza de familia. En las ciudades de las tres zonas de
tiempo de su trabajo que dedicará a la conservación y a la reproduc­ Europa se observa un mayor número de cabezas de familia no casa­
ción del capital humano, así como sobre la dedicación del tiempo res­ dos frente a las zonas rurales; en esta situación hay un número menor
tante a actividades que puedan producir una renta monetaria que se de hijos, pero un mayor número de familiares y empleados convi­
asignará a la compra de bienes en el mercado, u otras actividades eco­ vientes. Estos últimos son probablemente inquilinos o subarrenda­
nómicas, sociales y culturales dentro de la familia. tarios que, por tanto, aportan una contribución en dinero o en tra­
En concreto, se asignan tareas a las diferentes personas que for­ bajo al cabeza de familia. Dos encuestas inglesas muestran que en las
man parte de la familia, a saber, el cabeza de familia, su esposa, hijos, 481 unidades familiares examinadas en el período de 1650-1749 y las
parientes y convivientes que no son parientes, teniendo en cuenta 1.900 unidades examinadas en el período de 1750-1821, el número
las diferentes capacidades y habilidades de cada uno. La diferencia­ de familiares, personal de servicio, arrendatarios y personas alojadas
ción de las capacidades y habilidades, en última instancia, favore­ efectuando un pago representa el 18,2 por 100 en el primer período
ció la división del trabajo entre los miembros de la unidad familiar y y el 5,1 por 100 en el segundo. Asimismo, en el período compren­
determinó su participación diferenciada en el mercado, como pro­ dido entre 1650-1749 y 1750-1821, si bien disminuye el personal de
ductores de renta o compradores de mercancías y en la producción servicio, aumenta en cambio el número de familiares presentes en las
de bienes y actividades sociales y culturales. Se vuelve a formular así unidades domésticas37.
216 Marcello Carmagnani Nivel de vida y consumo de los nuevos productos 217

Si se toma en consideración a los parientes, el personal de servicio Haya, las familias que poseen pequeños objetos de plata representan
asignado tanto a las tareas domésticas como a la producción de bie­ el 20 por 100 entre 1670 y 1690, y el 16 por 100 en Delft entre 1700 y
nes en el hogar, los inquilinos y los hijos en edad laboral, cabe afir­ 1795. Los inventarios muestran que el 80 por 100 de los hogares po­
mar que el sueldo del cabeza de familia, como ocurre hoy en día en bres poseen muebles, de los cuales un 20 por 100 están barnizados o
numerosas realidades del tercer mundo, es sólo una parte de la renta lacados. Los muebles de roble y nogal, y otros importados de Asia, de­
familiar. El nivel de vida de las clases populares entre 1650 y 1800 lo­ coran los hogares de las clases medias y de los personajes más acomo­
gró aumentar gracias a la expansión de la esfera monetaria, condición dados de Delft, La Haya y Leiden, que también poseen muebles de
primordial para promover la difusión del consumo de los diversos madera de caoba39. La mayor parte de los nuevos bienes es adquirida
bienes que no son de primera necesidad. De hecho, la renta dispo­ por las clases medias, las cuales están especialmente interesadas en la
nible de las unidades familiares de las clases trabajadoras (al menos compra de mesas, objetos de porcelana, azucareros y muchas manu­
de aquellas cuya renta permite mantener el consumo de los bienes ya facturas necesarias para el consumo de las nuevas bebidas. Los 805 in­
existentes y añadir otros nuevos) es la suma de la renta que se obtiene ventarios de Amsterdam del período de 1740-1782 reflejan que más
del salario y los servicios prestados, entre ellos, el servicio doméstico, de la mitad de las casas poseen objetos de porcelana, azucareros y pro­
pero también los ingresos procedentes de los arrendamientos y otras ductos manufacturados para el consumo de té, café y tabaco40.
actividades productivas domésticas, tales como la preparación de ali­ Los inventarios de París, Toulouse, el centro manufacturero de
mentos de larga conservación, o actividades realizadas a domicilio, Aube y de las zonas agrícolas de Bouches-du-Rhône son represen­
como las tareas de costura para las sastrerías. tativos de la evolución del consumo que se produjo en Francia entre
Por último, no se debe olvidar que durante el siglo xvm hubo una 1711 y 1789. A tenor del análisis y teniendo en cuenta la renta, la con­
expansión considerable de las clases medias, especialmente en la Eu­ dición social y las preferencias de los consumidores, se observa que
ropa atlántica y en las distintas capitales. En Gran Bretaña, el crite­ los bienes asociados al símbolo de rango tradicional (armas, objetos
rio adoptado a mediados del siglo xvm muestra que los titulares de de plata y oro, sillas y cuadros) en 1711-1729 representan más de la
rentas anuales que oscilan entre 40 y 50 libras esterlinas, es decir, los mitad de los objetos inventariados que se reducen a apenas un tercio
que pueden ayudar a mantener a los pobres de las parroquias, forman durante el decenio 1771-1779. En cambio los nuevos bienes que se
parte de esa clase media que constituye del 20 al 30 por 100 de la po­ asocian con la nueva condición social (cortinas, espejos, relojes, ob­
blación total. En la segunda mitad del siglo xvm, los titulares de las jetos de porcelana, muebles y accesorios para el té, el café y el cho­
rentas que oscilan entre 50 y 400 libras esterlinas aumentan del 15 al colate) entre 1700 y 1770 pasan de un tercio a más de la mitad de los
25 por 100 de la población total. En resumen, entre un 60 y un 70 por bienes del inventario41.
100 de la población como mínimo puede comprar de alguna forma Como para Holanda y Francia, también para Inglaterra está bien
los nuevos productos y combinarlos una y otra vez con los ya existen­ documentada la presencia de los nuevos productos, cuya difusión
tes, contribuyendo a la formación del gusto y, por tanto, a la creación obviamente favorece el aumento del empleo42. Los inventarios de
de un nuevo estilo de vida y otras formas de sociabilidad38. bienes entre 1675 y 1725 confirman la entrada en los hogares de las
Los inventarios de bienes proporcionan información sobre el con­ clases populares, medias y nobles de los nuevos productos de con­
sumo teniendo en cuenta la posición social. En Holanda, los princi­ sumo, como tenedores y cuchillos, objetos de porcelana, gafas ópti­
pales objetos que poseen los hogares son artículos de plata, muebles, cas, relojes y pinturas. La relación entre el consumo y la condición
pinturas y porcelanas. Los objetos de plata inventariados aumentan social es particularmente apreciable en el consumo de las nuevas be­
muy rápidamente desde 1670; posteriormente se estabilizan a partir bidas no alcohólicas, muy elevado en las zonas urbanas y entre los
de 1750. Asimismo, se observa que la acumulación de objetos de plata pequeños propietarios agrícolas. La difusión de los nuevos produc­
sigue una trayectoria precisa: desde la adquisición de pequeños obje­ tos se debe a la emulación, pero también a la reducción de algunos
tos se pasa, a continuación, a los cubiertos, y después a saleros, teteras precios de muebles, objetos de madera y vestuario realizados en In­
y cafeteras para finalizar con la compra de candelabros de plata. En La glaterra o importados desde el extranjero43.
218 Marcello Carmagnani Nivel de vida y consumo de los nuevos productos 219

La información de Holanda, Francia e Inglaterra sobre la difusión ticos, el algodón indiano, las porcelanas y el té chinos, el tabaco y la
del consumo de los nuevos productos no esboza una trayectoria clara caoba. La moda permitió superar los obstáculos que eran expresión
en cuanto a su evolución. Resulta mucho más nítida la evolución del de los intereses de los fabricantes locales; por tanto, fueron los con­
consumo de los bienes denominados «coloniales», es decir, el azúcar, sumidores los que proclamaron la victoria del algodón de la India, lo
el té, el café, el tabaco, el chocolate y las bebidas alcohólicas como el cual obligó a los productores manufactureros ingleses a introducir in­
ron. Para Inglaterra ya en 1663-1669, las importaciones de estos bie­ novaciones en la producción de textiles para adaptarse al nuevo estilo
nes extraeuropeos representan el 16,6 por 100 de las importaciones y a la nueva demanda46.
totales, y casi se duplican en 1730, alcanzando el 27,2 por 100. Segui­ La difusión del consumo de los nuevos productos, y sobre todo
rán creciendo en 1772 hasta llegar al 35,8 por 100; a continuación, de los bienes no europeos, se debe en especial a la síntesis entre el in­
disminuirán para reanudar el crecimiento a finales del siglo xvm. En cremento de la renta de las clases medias, la mayor intensidad de tra­
el régimen alimenticio de los pobres, que incluye cereales, carne, pes­ bajo de las unidades familiares de las clases trabajadoras y el aumento
cado y leche, aparecen esporádicamente el azúcar y el café entre 1712 del capital humano en las zonas urbanas y rurales. La interacción en­
y 1770, para convertirse en permanentes a partir de 178344. tre las esferas económica y cultural permitió la expansión del consumo
Para Gran Bretaña y Francia está bastante claro que la difusión tanto de productos que pertenecen a la familia de los bienes extraeu­
de los nuevos productos y la prevalencia de la elección del consumi­ ropeos como de los manufacturados asociados con distintos produc­
dor fomentan también la moda y el replanteamiento general sobre tos de consumo social tales como vestuario, objetos de decoración y
la forma de vestir. El vestuario se convierte en el indicador de un es­ otros para preparar, servir y beber las nuevas bebidas. La excelente in­
tilo de vida que puede establecer un vínculo entre la renta y los de­ formación sobre el tabaco, el azúcar y el té en Gran Bretaña muestra
seos, favoreciendo de esa forma no sólo la multiplicación de las com­ cómo entre 1710 y 1806 el consumo crece a un ritmo muy lento para
pras de prendas de vestir, sino también de otros complementos, que el tabaco (0,08 por 100 al año) y mucho más rápido para el azúcar (4,4
luego pasan a formar parte integrante del vestuario, el gusto y el es­ por 100 anual) y el té (3,9 por 100 al año)47. Es muy probable que el
tilo, como los tocados, los botones, los lazos, las medias y los zapa­ lento crecimiento secular en el consumo de tabaco sea el resultado del
tos. La moda tiene la capacidad de integrar y, por tanto, de innovar estancamiento de ese producto a partir de 1750, dado que, en la pri­
una serie de productos y servicios que pueden resaltar el aspecto ex­ mera mitad del siglo, el consumo per cápita aumenta de 263 a 915 gra­
terior de la mujer y el hombre. La nueva familia de prendas de ves­ mos, mientras que en 1790-1799 llega a ser de 1,09 kilogramos per
tir tiene efectos multiplicadores que superan los bienes en sí mismos cápita. Esta tendencia se registra también para el té, cuyo consumo au­
y se convierten en un conjunto articulado de otros bienes y servicios. menta de 20 a 72 gramos per cápita en la primera mitad del siglo xvm
La difusión de la moda depende en gran medida de la intermediación y llega a ser de 96 gramos per cápita en 1790-179948.
de los criados y las criadas, la publicidad en la prensa y la vida social Las estimaciones relativas al consumo de otras zonas de Europa
que nace de los bailes, las cenas y las bodas. Siguiendo la moda se re­ muestran que, aunque en Holanda el uso del azúcar es menor frente
nuevan los locales comerciales en los barrios centrales de las ciuda­ a Inglaterra, este producto aparece en el régimen alimenticio del or­
des, con la aparición de nuevas tiendas especializadas —peluquerías, fanato de Ámsterdam en 1639-1659. En Holanda, el consumo de ta­
joyerías y cafeterías— que pueden permanecer abiertas hasta tarde y baco, té y café es igual o superior al inglés. En cambio, el consumo
que renuevan la vida de la ciudad45. francés es mucho más bajo que el inglés y el holandés, ya que, incluso a
La novedad de la nueva sociedad de consumo no debe, sin em­ finales del siglo xvm, el consumo per cápita de azúcar no alcanza el ki­
bargo, hacer olvidar que creció paralelamente a la circulación inter­ logramo, el del tabaco los 200 gramos, la mitad del inglés y una tercera
nacional de bienes de moda. Los productos ingleses, tales como mi­ parte del holandés, mientras que el consumo de café es la décima parte
croscopios portátiles, vasos de plomo y cristal o relojes, circulan por del holandés. Las estimaciones relativas al consumo europeo en el de­
toda Europa junto con la porcelana de Delft, los vasos venecianos, las cenio de 1780 son las siguientes: dos kilogramos de azúcar per cápita,
porcelanas y las sedas francesas, pero también con los muebles asiá­ 500 gramos de tabaco, 420 gramos de café y 110 gramos de té49.
N w el d e vida y con su m o d e los n u evo s produ ctos 221
220 Marcello Carmagnani
1690-1699, el bajo precio del tejido indiano obliga a los productores
de k ersey a reducir el precio de venta de 32,4 a 25,3 peniques por me­
El motor de la difusión de los bienes extraeuropeos:
tro lineal (-0,5 por 100 anual); esta tendencia a la baja se registra, asi­
los precios y el consumo
mismo, en el algodón indiano al reducirse su precio de 11,5 a 8,4 pe­
A partir del análisis realizado, se observa la dificultad de establecer niques por metro lineal, es decir, un 0,7 por 100 anual. A pesar de la
una correlación precisa entre la renta y el consumo. También mues­ reducción, la diferencia entre el precio del tejido de k ersey y de Ben­
tra que, para hacer frente a la transformación acaecida con respecto gala sigue siendo elevada: 35 por 100 en el decenio de 1660-1669; 33
al consumo durante la revolución comercial, se debería poder sumar por 100 en el decenio de 1690-1699. En consecuencia, gracias a la po­
la renta salarial a aquella procedente de otras actividades productivas sibilidad de reemplazar el antiguo tejido por el nuevo, el consumidor
y de servicios que realizan los miembros de la familia y el personal de­ no sólo reduce su gasto en vestuario, sino que consigue también se­
pendiente que gravita a su alrededor. En esencia, si se tiene en cuenta guir la moda que prefiere los tejidos indianos.
únicamente la renta familiar se pueden comprender las característi­
cas de flexibilidad y variabilidad que son necesarias para integrar en G r áf ic o 7 .5
la nueva forma de consumo los bienes extraeuropeos. P recio de los tejidos d e k e rse y y d e Bengala, 1660-1739
La flexibilidad y la variabilidad de las rentas se ven afectadas por Precio (dlml')
el ciclo demográfico familiar. La renta tiende a disminuir después del
matrimonio con el nacimiento de los hijos y aumenta cuando éstos se
incorporan al mundo laboral; pero también se ve condicionada por la
coyuntura económica, por la que se produce una expansión o contrac­
ción de la demanda de empleo en épocas de crecimiento o de crisis,
determinando, por tanto, el aumento o la reducción del consumo.
A la luz de estas consideraciones, cabe aducir que la renta desti­
nada al consumo de los bienes ya existentes y al de los nuevos pro­
ductos posibles, como los extraeuropeos, se refleja en los constan­
tes cambios en la cesta de la compra de bienes de primera necesidad,
de comodidad y de lujo que consumen los hogares, así como de los
bienes utilizados en sociedad en los cafés, las tabernas y los lugares
públicos. Es preciso tener en cuenta, además, la posibilidad de sus­
tituir el consumo de los bienes antiguos por los nuevos, ya sea para
reducir el gasto como para satisfacer las preferencias del consumi­ 1660-1669 1670-1679 1680-1689 1690-1699 1700-1709 1710-1719 1720-1729 1730-1739

dor por los productos de moda que no necesariamente implican un —•— Kersey ~o~ Bengala
aumento del gasto.
El gráfico 7.5 permite reflexionar sobre el grado de sustitución F uentes: para el kersey, C. S hammas, «The decline of textile prices in England
and British America prior to industrialization», E con om ic H istory R eview , 3, 1994,
de un bien antiguo, el k ersey —un tejido de lana o de lana y algo­ pp. 483-507, y para el algodón de Bengala, C haudhuri, T he tradin g ivorld, op. c i t ,
dón, abrigado y útil como sobretodo— por uno nuevo, un tejido de pp. 542-543.
algodón producido en Bengala e importado a Gran Bretaña por la
Compañía las Indias Orientales en la segunda mitad del siglo xvn. La competencia del algodón de la India fuerza a los producto­
El análisis de la evolución del precio del tejido de kersey y de Ben­ res de kersey a reducir aún más el precio, que entre 1690-1699 y
gala entre 1660 y 1739 muestra la enorme diferencia que existe entre 1710-1719 pasa de 25,3 a 15,6 peniques por metro lineal, sin inci­
dos telas de composición sustancialmente similar. Entre 1660-1669 y
222 Marcello Carmagmni Nivel de vida y consumo de los nuevos productos 223

dir por ello notablemente en el consumo del tejido de la India aun Los datos disponibles sobre el consumo per cápita de los tejidos
cuando su precio aumenta a una tasa media del 1,3 por 100 al año. indianos ponen de relieve que las políticas proteccionistas adoptadas
Esta competencia es indicativa de la expansión de las posibilidades entre 1670 y 1709 disminuyen su consumo en un 46,7 por 100, mien­
del consumidor, debido a que el kersey, que empieza a producirse tras que la reducción es sólo del 3,8 por 100 entre 1710 y 1759, a pe­
como tejido mixto de lana y algodón o de lana y lino, es de ese modo sar del aumento de la competencia de la industria textil inglesa. La
asequible para los nuevos consumidores, que pueden, sin embargo, sustitución y la competencia entre los tejidos importados y los nacio­
reemplazarlo por un tejido más económico. nales dio estabilidad al gasto en vestuario: por tanto, la posible cuota
La capacidad de los consumidores de sustituir los tejidos ingleses de renta ahorrada sobre el vestuario podía utilizarse para la compra
por los indianos puede observarse en el gráfico 7.6. Ello indica, en de otros bienes deseados. Esta hipótesis se confirma parcialmente en
primer lugar, el grado de penetración de los tejidos indianos en Ingla­ el incremento del salario real del artesano, que aumenta un 11,5 por
terra y Europa, y, en segundo lugar, su importancia en el cambio de 100 y el de su aprendiz, un 6,1 por 100, entre 1670 y 175950.
la cesta de la compra: con la reducción de su precio, en relación con La sustitución en el consumo de tejidos puede haber favorecido la
el tejido inglés, se obtiene un ahorro neto en el gasto familiar. El in­ expansión de los productos de comodidad. Probablemente benefició
cremento del ahorro, sin tener en cuenta la variación total de la renta, al azúcar, ya que el consumo per cápita de este producto aumentó de
puede promover y alentar la entrada de nuevos bienes de consumo. una a tres libras entre 1650 y 1690, para luego alcanzar las diez libras
Se debería tener en cuenta que, en la medida en que aumenta el con­ en 1730, proporcionando así a la dieta inglesa un notable enriqueci­
sumo de un nuevo bien y se amplía la oferta, su precio tiende a dismi­ miento energético. No es cierto que el incremento en el consumo de
nuir, por lo que el consumidor podrá utilizar el posible ahorro para azúcar dependa exclusivamente del ahorro logrado mediante la susti­
adquirir los nuevos productos o una mayor cantidad de tejido. tución del textil, sino que también puede estar asociado con la dismi­
nución hasta la mitad de su precio, que pasa de 26 a 11 peniques por
G ráfico 7.6 libra. En preciso, por consiguiente, considerar la posibilidad de que
Consumo p er cápita d e los tejidos d e la India, 1670-1759 la sustitución de los bienes y la difusión del consumo de los nuevos
productos dependa de una vinculación más estrecha entre los pre­
cios, es decir, que se reduzca el precio de los nuevos bienes y se incre­
mente ligeramente el de los productos de subsistencia.

T abla 7.2
Precios d e los productos agrícolas en Inglaterra, Holanda y Francia, 1650-1799
(increm ento anual)

Años Inglaterra Holanda Francia*


1 6 5 0 -1 6 9 9 -3,60 -0,40 -0,30
1 7 0 0 -1 7 4 9 -0,03 0,3 0 0,2 0
1 7 5 0 -1 7 9 9 1 ,1 0 1,0 0 0,2 0

* Sólo los precios del frigo.


F u en tes: para Inglaterra: G. C lark , «The price history of English agricul­
ture, 1 2 0 9 -1 9 1 4 » , R esearch in E con om ic H istory, 1, 2 0 0 4 , pp. 4 1 -1 2 4 . Para Ho-
Metros lineales"] landa: N. W. P osthumus, N ederla n d sch ep rijsgesch ied en is, vol. I, Leiden, Brill, 19 4 3 ,
pp. CVII-CXVIII. Para Francia: H. H auser , R ech erch es e t d o cu m en ts su r l ’h istoire
F uente: Shammas, «The dedine of textile prices», op. cit. d es prix en F rance d e 1500 à 1800, Paris, Presses Modernes, 19 3 6 , pp. 1 0 7 -1 1 8 .
224 Marcello Carmagnani Nivel de vida y consumo de los nuevos productos 225
»

En Inglaterra, después de una disminución entre 1650 y 1699 y un G r á f ic o 7 .7

estancamiento en la primera mitad del siglo x v i i i , los precios agríco­ Precios y consum o d e azúcar, t é y ca fé en Gran Bretaña
las crecen un 1,1 por 100 al año únicamente en la segunda mitad del
siglo. Los precios en Amsterdam siguen una tendencia similar pero
con una disminución muy limitada en la segunda mitad del siglo x v i i ,
un pequeño incremento entre 1700 y 1750 y una tasa de crecimiento
del 1 por 100 anual en la segunda mitad del siglo. En Francia, el pre­
cio del trigo disminuye un 0,3 por 100 anual en la segunda mitad del

Precios M múcar (peaiqaesllibra)


siglo x v i i y registra un crecimiento moderado del 0,2 por 100 anual
en el siglo x v i i i . En resumen, en los tres países los precios agrícolas
que afectan al consumo de bienes de primera necesidad comienzan
a crecer sólo después de la consolidación del consumo de los bienes
extraeuropeos.
En gráfico 7.7 se observa que en Inglaterra la reducción de los
precios es, sin duda, el elemento principal del proceso de incorpora­
ción de los nuevos bienes. El precio del azúcar disminuye un 36,4 por
100 entre 1660 y 1700; el del té un 32,3 por 100 entre 1700 y 1750;
el del café un 57,1 por 100 entre 1700 y 1760. La sustitución y la re­
ducción del precio no tienen, sin embargo, las mismas repercusiones,
como se deduce de la rápida expansión del consumo del azúcar que
precede a la difusión del consumo de té y café. El consumo de azúcar
se generaliza cincuenta años después del inicio de la reducción de su
precio, que comienza en 1650; el consumo de té se difunde también
después de 1750, medio siglo después del comienzo de la reducción
de su precio; como es el caso del café también, cuyo consumo se ge­
neraliza cincuenta años después del inicio de la reducción de su pre­
cio, es decir, después de 1800.

Consumo de azúcar (libras per capila)


Sin la sustitución del consumo, y sin la reducción o el estanca­
miento de los precios de los productos alimenticios entre 1650 y
1750, no hubiera sido posible la reorientación de las preferencias del
consumidor y, por tanto, la reorganización de la cesta de la compra
de los bienes no europeos. En consecuencia, la sola reducción de los
precios de los bienes extraeuropeos no se traduce sistemática e inme­
diatamente en un aumento de su consumo porque, como se ha seña­
lado anteriormente, la generalización del azúcar, el té y el café tiene
lugar medio siglo después de la caída de los precios.
Las posibles explicaciones para esta discrepancia diacrònica son
dos: la primera, de naturaleza esencialmente económica, se refiere
a la lentitud de la sustitución del consumo de los antiguos produc­
tos y la duración del estancamiento de los precios de los alimentos,
226 Marcello Carmagnani Nivel de vida y consumo de los nuevos productos 221

P re d o d e l té (pen iq ues/libra )

Predo del café (peniques/libra)


Consumo del café (libras per càpita)
C o n s u m o d e té (libra p e r cà p ita )

1600 1650 1750 1800 1850 Fuente: J. Hersh y H.-J. V o m , S w eet diversity: colonial goods
and the rise o f European living standards after 1492, SSRN, Docu-
mento de trabajo, 2009.
228 Marcello Carmagnani Nivel de vida y consumo de los nuevos productos 229

25.000
que se traducen en una difusión igualmente lenta del consumo de los
nuevos productos; la segunda, de naturaleza social y cultural, se debe
a las dificultades encontradas por la despenalización y la libertad de 20.000
elección del consumo, cuyas características se han abordado en los
primeros capítulos del libro, para imponerse en la vida social y pú­
blica. No es casualidad, por tanto, que la libertad de consumo se im­ 15.000
ponga en la segunda mitad del siglo x v i i i con el desarrollo de las fuer­
zas de mercado.
¿En qué medida el caso inglés es representativo de otras realidades 10.000
europeas? Se ha tratado de describir la variación de los precios y las
importaciones materiales de los productos en Holanda y en Francia
5000
como indicadores aproximativos de la evolución del consumo.
La información presentada en el gráfico 7.8 muestra que el pre­
cio del azúcar disminuye un 62,1 por 100 en Ámsterdam entre 1650 y
1690, lo cual supone una reducción superior a la inglesa. Gracias a esa

1780-1789
& S £
vd r*«»
reducción, se duplica también el consumo holandés de azúcar que, sin & ¿ I
embargo, se había beneficiado de las cuotas de ahorro resultantes de

G r áf ic o 7 .8
P recios (porcentaje) e im portaciones (toneladas)
d e azúcar, té y ca fé en Holanda

hv O
O'
f". r-s

— Precio del té
— Precio del azúcar
230 Marcello Carmagnani Nivel de vida y consumo de los nuevos productos 231

12.000

10.000

8000
Toneladas

Importaciones de café

F uente: P osthumus , N ederlandsche prijsgeschiedenis, op. cit., pp. 125-127


186-187 y 189-190.

la sustitución de los tejidos. Lamentablemente, no se dispone de la in­


formación necesaria para comparar el precio y las importaciones de té
antes de 1690. Sin embargo, los datos disponibles entre 1720 y 1759
parecen reflejar un fenómeno similar al inglés: el precio disminuye un
Porcentaje

32,3 por 100 en Amsterdam, y en ese período se incrementan conside­


rablemente las importaciones.
En la segunda mitad del siglo xvm, el precio del azúcar en Ámster-
dam tiende a estancarse, y lo mismo ocurre con las importaciones de
ese producto. En Inglaterra, sin embargo, el estancamiento del precio
se produce paralelamente a un rápido incremento del consumo per
cápita, que entre 1750 y 1800 pasa de 11 a 22 libras por persona. El
estancamiento del precio puede interpretarse como la integración y la
estabilización del azúcar en la cesta de la compra. Lo mismo sucede
con el té y el café, que confirman así la concatenación de los produc­
tos no europeos en cuanto a la generalización de su consumo.
Pero hay una diferencia entre Holanda y Gran Bretaña en la evo­
Precio del café
lución del precio y el consumo del café. En Gran Bretaña, la reduc-
Nivel de vida y consum o d e los nuevos productos 233
232 Marcello Carmagnani
90.000

ción del precio del café no redunda en un aumento de su consumo, y


80.000
en Holanda, entre 1700 y 1770, la disminución del precio se presenta
asociada con el crecimiento de las importaciones. Esta divergen­ 70.000
cia parece mostrar que la difusión del consumo de café en Holanda
60.000
es anterior a la inglesa, aunque requiera, como en Gran Bretaña, un
tiempo de preparación que duró medio siglo.

Toneladas
50.000

En el caso de Francia, hasta mediados del siglo xviii el precio del


40.000
azúcar se estanca y las importaciones crecen, mientras que durante la
segunda mitad del siglo el precio aumenta, como se incrementan tam­ 30.000

bién las importaciones del producto. Si se comparan estos datos con


20.000
los ingleses y holandeses del período de 1720-1750, se observa una
clara similitud. La gran diferencia de Francia frente a Gran Bretaña 10.000
y Holanda se evidencia en la segunda mitad del siglo xviii, período
0
en el que, en Holanda y Gran Bretaña, el estancamiento del precio
se produce paralelamente a un incremento del consumo y las impor-

Gráfico 7.9 Importaciones de azúcar

P recio s (p o rcen ta je) e im p o rta cio n es (to n ela d a s)


d e azúcar, t é y c a fé en F rancia
30

25

20 J

Porcentaje

10

780-1789
Precio del té

Precio del azúcar


234 Marcello Carmagnani
Nivel de vida y consumo de los nuevos productos 235
1600
30.000

1400
25.000
1200

1000 20.000
Toneladas

800
-g 15.000

600

10.000
400

200 5000

0 O
crN

1780-1789
-
sO
O
O s
sD

Importaciones de té
Importaciones de café
50
F uente: H au se r , R ech erch es et d ocu m en ts sur l ’histoire des prix, op cit
45 pp. 495-497,503-505 y 508-509.

40
taciones, mientras que en Francia los precios tienden a subir de una
35
manera similar al crecimiento de las importaciones. A diferencia de
30 jo que sucede en Inglaterra y Holanda, el precio del azúcar refinado
Porcentaje

25
¡vendido en París aumenta en la segunda mitad del siglo x v iii 51. Por
tanto, cabría aducir que en Francia la evolución de los precios y de las
20
importaciones muestra una difusión escasa del consumo de azúcar, a
diferencia de lo que sucede en Inglaterra y Holanda.
*

15
La evolución del precio y las importaciones de café en Fran­
10
cia confirman la difusión de su consumo en la segunda mitad del si­
5 glo x v iii , una vez más, cincuenta años después de la fuerte disminu­
0 ción del precio. En cambio, el crecimiento en el consumo de té es más
O
Os rápido en la primera mitad del siglo, a pesar de que la disminución
1780-1789

r-v
ó
o
del precio sea significativamente inferior a la que se registra en Ingla­
h- terra y Holanda.
La participación de los productos no europeos en el nacimiento y
Precio del café la consolidación de la primera forma de consumo moderno es el re­
sultado de una interacción entre las dimensiones económica, social e
236 Marcello Carmagnani

institucional, regulada por la dimensión cultural. Esto significa que


el consumo adquiere una autonomía de cada una de las dimensiones
de referencia, aun existiendo las interacciones que se muestran en el
gráfico 7.3 sobre los vínculos entre la revolución comercial y la apari­
ción del consumo moderno. Conclusiones
El completo desarrollo de la interacción sólo es posible cuando C O N SU M O Y C O N SU M ID O R E S
se pone término a la subordinación del consumo con la caridad pú­
blica y las instituciones eclesiásticas, y también con el progresivo hun­
dimiento de la organización de la sociedad estamental y del modelo
mercantilista y prohibicionista de la actividad económica. La desapa­
rición de todos estos límites permitió a las personas y a las familias
tomar con más libertad decisiones relativas a la reorganización de la
cesta de la compra.
El nacimiento del consumo moderno es posible, sin lugar a du­ Mis últimas consideraciones tienen como objetivo presentar una
das, gracias a la acción de los consumidores que se esfuerzan para pistón estilizada del proceso que hizo posible el despegue del con­
hacer que la renta familiar sea flexible y variable, es decir, tomando sumo en la era moderna; este impulso estimuló la capacidad de los ac­
en consideración la orientación de la demanda de trabajo y el ciclo tores sociales para abrirse camino hacia la libertad de consumo y, en
económico. La flexibilidad y la variabilidad del presupuesto fami­ general, para tomar decisiones y optar por distintas alternativas.
liar permitió su reorganización, a partir de la sustitución de los bie­ | Con este objetivo en mente, he expuesto el recorrido histórico
nes antiguos de precio elevado por otros de calidad similar pero de •que propició el nuevo consumo en la segunda mitad del siglo xvn. A
precio más reducido, aprovechando la nueva oferta de bienes y la ¡continuación, he analizado la transición gradual de dicha forma de
disminución o el estancamiento de los precios de los productos ali­ Consumo a lo largo de la primera mitad del siglo xvni; por último, he
menticios, que, por otra parte, siguen siendo uno de los principales abordado en detalle el período de su difusión a lo largo de la segunda
bienes de consumo. pifiad del siglo xvm. Se trata, por tanto, de una reconstrucción dia­
El consumo moderno no sólo es comprensible a la luz de la eco­ crònica que permite comprender cómo el consumo y los consumido­
nomía, sino que es necesario explicarlo también a la luz de la pers­ res interactúan tanto a la luz de los acontecimientos europeos como
pectiva histórica. Los economistas y los sociólogos se han dedicado )de la relación entre Europa y las realidades extraeuropeas. Esta con-
en especial a determinar las preferencias de los consumidores den­ |ideración fundamental me permite destacar la capacidad inherente
tro de la relación que se viene estableciendo entre los bienes nue­ f l consumo para superar las barreras nacionales y adquirir una di­
vos y antiguos, teniendo en cuenta la información sobre la renta, mensión internacional.
los precios, la aversión al riesgo y la utilidad de los bienes presentes
, La reconstrucción del proceso es incomprensible si se omite el he-
y sustituibles. Los economistas y los sociólogos, sin embargo, han
jcho de que la nueva forma de consumo establece múltiples vínculos
descuidado un elemento de suma importancia para una explica­
tre las zonas europeas y extraeuropeas. Si bien el objetivo final de
ción más amplia: las preferencias del consumidor, como expresión
de sus deseos son de naturaleza inmaterial y, por tanto, se adhieren
a la esfera cualitativa, es decir, a una dimensión que está al alcance
r producción es el consumo, es preciso, no obstante, insistir en que
el vector de la transformación que se produjo entre 1650 y 1800 es de
sólo de la historia. hecho el resultado de la nueva interacción entre Europa, América y
Asia. La importancia de la interdependencia entre Europa y las zonas
íio europeas señalada en primer lugar por Jean-Frangois Melón y de­
sarrollada a continuación por Adam Smith, explica cómo los bienes
238 Marcello Carmagnani Conclusiones. Consumo y consumidores 239

no europeos benefician a los países que los importan directamente Tabla 8.1
—Holanda, Gran Bretaña, Francia y, en menor medida, Portugal y I n cr e m en to d e las im p o rta cio n es d e b ie n e s ex tra eu rop eos, 1661-1800
España—. Además todos estos países, sin comerciar directamente (tasas d e cr ecim ien to )
con las zonas extraeuropeas, obtienen un beneficio al enviar sus bie­
nes al extranjero como pago por los productos textiles de China y la Años Algodón Tabaco Azúcar Té Café
India por tabaco, azúcar, té y café. 1661-1700 2,5 -3,3 -0,7 0,5 _
1701-1750 0,7 7,1 3,4 3,9 4,7
Gráfico 8.1 1751-1800 1,4 -0,8 0,5 2,5 2,8
I m p o rta cio n es eu ro p ea s d e p r o d u c to s a m erica n o s y a siáticos, 1661-1800 1,5 1,0 1,0 2,3 3,8
1651-1800 (to n ela d a s a l a ñ o)
1.000.000 Tabla 8.2
C orrela ción e n tr e lo s b ie n e s ex tra eu rop eos, 1661-1800
100.000

| 10.000 Bienes Azúcar Té Café Tabaco Algodón


Azúcar 1,000
I
i 1000 Té 0,898
0,898 0,897 0,827 0,362
1,000 0,882 0,654 0,362
Ju Café
5 0,897 0,882 1,000 0,534 0,392
100 ■ Tabaco 0,827 0,654 0,534 1,000 0,260
Algodón 0,362 0,362 0,392 0,260 1,000

LO O LO O lo o LO lo o lo o un o lo lo o lo o lo
ui >í) N Is vo n co co La tabla 8.2 muestra una correlación muy positiva para cuatro pro­
vO \D sO sO vO vO v£> •~D

s¿ — \-¿ —f \¿ — \¿ — s¿ - s¿ - N¿
— - i n m v D ' O N N C O c o ductos, a saber: el azúcar, el tabaco, el té y el café. En cambio, la co­
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sil rx IX m i»i rrs ui li s..J ---- ---- i i ii i i i , 'i 'i “i - » —
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rrelación entre el algodón de la India y el azúcar, el té y el café es limi­


Azúcar Té Café Tabaco Algodón | tada. También es reducida incluso entre el tabaco, el té y el café. Si se
observa la correlación a la luz de la evolución histórica cabe aducir, en
primer lugar, que los bienes extraeuropeos siguen una orientación si­
El gráfico 8.1 resume la evolución de los productos importados nèrgica. La incorporación de los productos de ultramar en el consumo
por las tres principales naciones atlánticas, las cuales conservan una europeo es un proceso que dura por lo menos medio siglo: empieza en
parte para su consumo y el resto lo reexportan a las diversas regiones la segunda mitad del siglo xvn, se consolida en la segunda mitad del si­
europeas y de Levante. También permite observar que los cinco pro­ glo siguiente y el momento desencadenante se identifica con la expan­
ductos tienen un desarrollo sintónico: una tendencia cíclica en la se­ sión de las importaciones que aumentan de 3.178 a 48.284 toneladas
gunda mitad del siglo xvn, un crecimiento moderado en la primera anuales entre 1661 y 1701. Esto es, se multiplican por 15 con momen­
mitad del siglo xviii y un período de expansión en la segunda mitad tos de fuerte expansión y otros de contracción.
del mismo siglo. Esta primera fase es, sin embargo, la que favorece un cambio en la
La tabla 8.1 muestra la evolución sintónica del consumo de los percepción de los objetos o bienes materiales físicos por parte de los
productos extraeuropeos a partir de las tasas de crecimiento en los primeros consumidores de productos no europeos. Hasta entonces,
tres períodos señalados. La tabla 8.2, en cambio, mide la solidaridad tanto los objetos y los bienes —mesas, sillas, trigo y azúcar— como
de los productos no europeos mediante el grado de relación lineal en­ las entidades abstractas e intangibles, entre ellas el miedo, la ira y la
tre los cinco bienes. indignación, se percibían a partir de su uso práctico o del sentido co-
240 Marcello Carmagnani Conclusiones. Consumo y consumidores 241

mún derivado de estructuras cognitivas similares. La primera difu­ fuerzas externas a la voluntad humana. La incipiente economía po­
sión de los nuevos bienes fue coetánea a la difusión del conocimiento lítica logró mostrar, por tanto, cómo las prácticas económicas son el
científico de fenómenos naturales, lo cual cambió la percepción ma­ resultado de un proceso de aprendizaje que promueve el desenvolvi­
terial e inmaterial preexistente y fomentó entre los actores sociales miento de comportamientos lógicos.
una apertura mental a las novedades extraeuropeas. No se sabe, y tal vez sea difícil de comprender, cómo se formula
El cambio de percepción de los nuevos bienes se manifestó en el el aprendizaje que lleva a identificar los diferentes órdenes de con­
debate médico sobre la licitud del consumo del tabaco, el té, el café sumo a partir de la consideración de las distintas propiedades de los
y el chocolate que supuso a finales del siglo xvn un debilitamiento bienes y la definición de las preferencias del consumidor que vincu­
substancial de la medicina hipocrática. La repercusión de esa nove­ lan los consumos de los bienes materiales con la satisfacción de los
dad se encuentra también en el debate económico, dado que el con­ deseos y las necesidades. Es probable que sea el momento en que
sumo de los bienes procedentes de otras zonas del mundo contribuyó comienza, como señaló Baudrillard en el siglo pasado, la lógica del
a socavar la idea mercantilista de la balanza comercial. consumo basada en el signo y la diferenciación que puede armonizar
Al tener presente que la reorientación del consumo se basa en un la lógica de las operaciones prácticas, de la que deriva su utilidad;
cambio en la percepción de los bienes en función de sus característi­ la lógica de la equivalencia, de la que deriva la relación entre el con­
cas, así como en el contexto económico que incentiva la circulación sumo y el mercado; la lógica de la diferenciación, de la que deriva la
de los productos puestos a disposición gracias a la revolución comer­ condición social; la lógica de la ambivalencia, de la que deriva la do­
cial, es preciso reconocer que los productos no europeos actuaron nación y el símbolo presentes en el consumo. En otras palabras, en
como detonante del nuevo patrón de consumo. la primera mitad del siglo xvm, se difunde la utilidad del conjunto
Bernard de Mandeville fue el primero en reunir las distintas ins­ de los bienes extraeuropeos, su relación con el mercado y los com­
tancias culturales, económicas y sociales al analizar el consumo. Este ponentes sociales y simbólicos derivados del gusto y la condición so­
autor sostenía que, además de las necesidades de mera subsistencia, cial del consumidor.
había otras destinadas a que la vida fuera más cómoda, es decir, mo­ Los economistas del siglo xvm, y sobre todo los sensistas, argu­
dificó la percepción de los bienes de lujo: la connotación negativa ba­ mentan que el consumo acaba entrelazándose con las dimensiones
sada en el sentido común desaparece al atribuir a estos bienes el va­ del consciente y el inconsciente, y que en el proceso de aprendizaje de
lor de necesidades razonables. Mandeville puso de ese modo fin a la los consumidores lleva a desarrollar un capital social inédito precisa­
validez de la idea mercantilista según la cual la adquisición de bienes mente gracias al estímulo del consumo de los nuevos bienes.
de lujo era fuente de empobrecimiento para sostener que su consumo De hecho, en el gráfico 8.1 se observa que en la primera mitad del
promovía la emulación y el deseo de superación, que despierta entre siglo xvm, el consumo de los nuevos bienes supera la inestabilidad
los hombres el orgullo por alcanzar un nivel de vida mejor. que le caracteriza en la segunda mitad del siglo xvn. La información
Esta reconstrucción expresa el cambio que tiene lugar en la pri­ del gráfico 8.1 hace pensar que el proceso de aprendizaje surge de la
mera mitad del siglo xvm acerca de los bienes no europeos que pasa­ combinación constante, tanto consciente como inconsciente, entre
ron a ser concebidos como productos que proporcionan comodidad .Valores económicos, sociales y simbólicos por parte de los consumi­
y bienestar. Tal pasaje se produce en la primera mitad del siglo xvm dores. Así nace la indisolubilidad axiológica entre estos valores que
y es sin duda significativo porque es la consecuencia de los cambios aún hoy caracterizan el consumo. En el gráfico se observa que, en la
acaecidos en las prácticas sociales y económicas. De hecho, a partir medida en que el consumidor desarrolla la nueva forma de consumo,
de la observación de los gustos y las necesidades, las tendencias y la las importaciones crecen regularmente.
actitud hacia el trabajo, los economistas de la primera mitad del si­ ’ Los economistas previos a AdamSmith, desde Melón hasta Hume,
glo xvm comprendieron que las prácticas económicas están inmer­ sin olvidar a los fisiócratas, muestran que los distintos conjuntos de
sas en el orden social (tal como argumentó mucho después Karl Po- tienes se organizan de forma jerárquica. Ellos fueron capaces de dis­
lanyi) y que no emergen de una racionalidad ni son determinadas por tinguir, a partir de un análisis de las necesidades humanas, entre los
242 Marcello Carmagnani Conclusiones. Consumo y consumidores 243

bienes de subsistencia y los de bienestar, comodidad, lujo y ostenta­ del hombre a la libertad de comercio y consumo. Según Adam Smith,
ción. Cada uno de estos conjuntos de bienes tiene una elasticidad di­ el punto de partida de las decisiones humanas, en general, y del con­
ferente que refleja la relación entre las necesidades y la renta. sumidor, en particular, se basa en el «sistema obvio y sencillo de la li­
La cultura económica de la primera mitad del siglo xviii empieza bertad natural». Esta libertad significa que las pasiones y los objetivos
a comprender que la calidad del consumo evoluciona o puede evolu­ económicos compartidos por otros individuos organizan de forma
cionar en función de la demanda, que a su vez se ve afectada por in­ colectiva un sistema de preferencias que favorece todas las acciones
gresos absolutos mensurables, pero también por la cuota de la renta sociales, incluidas aquellas que guardan relación con el consumo.
derivada de la propensión del consumidor a sustituir bienes antiguos Al definir nuevamente las decisiones del consumidor en la econo­
o ya existentes por otros nuevos, teniendo en cuenta los precios rela­ mía política del último tercio del siglo xvm, se percibe que se recono­
tivos. En el siglo xvm, los precios de los productos de subsistencia se cen las prácticas de consumo activadas a lo largo de la primera mitad
caracterizan por una gran variabilidad y una tendencia a la baja de los del siglo xviii y se reflexiona sobre ellas. Esta fase permite al consu­
bienes de comodidad, con el resultado de que, una vez satisfechas las midor comprender la importancia y las características de los diferen­
dos primeras necesidades, el consumo de bienes de lujo o de ostenta­ tes bienes. El consumidor aprendió a clasificar y a establecer jerar­
ción se cuantifica en función de la relación entre el precio de la oferta quías respecto a las características de los bienes y a elegirlos teniendo
y los ingresos residuales. en cuenta su gusto, según la simpatía, la imitación, la inclinación y el
Un segundo indicador de la difusión de la nueva forma de con­ dictamen de la moda.
sumo es la lógica subyacente al ingreso familiar, que, tal como se ha Al volver a recorrer el camino de la segunda mitad del siglo xvm
señalado en el séptimo capítulo, se caracteriza por la capacidad de que consolidó la acción del consumidor, se tiene la impresión de que
hacer flexible y variable la cesta del consumo. Este argumento llevó las preferencias adquiridas por una generación se transfieren y se per­
a la lógica de la flexibilidad y la diversificación según el ciclo de la feccionan en la siguiente. Se expande, por tanto, el capital social del
vida familiar y la demanda de trabajo. Estas condiciones contribuye­ consumidor, que crece también gracias a las relaciones interpersona­
ron significativamente al desarrollo de la capacidad de la familia para les entretejidas por el consumo social.
substituir el consumo de bienes existentes por otros nuevos. Los economistas muestran que la pluralidad de combinaciones
La consecuencia de la nueva lógica del consumidor se observa en que efectúan los consumidores se realiza conforme a las característi­
la reorganización de la cesta de la compra en la que llega a ordenar cas presentes en los diferentes conjuntos de bienes. Adam Smith re­
las complejas relaciones entre los conjuntos de bienes susceptibles toma las indicaciones proporcionadas por los economistas de la pri­
de ser consumidos y a vincularlos tanto con sus ingresos como con la mera mitad del siglo xvm y establece otra distinción fundamental
necesidad de tomar una decisión respecto al consumo productivo e entre consumo productivo e improductivo, lo cual le permite enten­
improductivo. Cabe aducir que la libertad económica encuentra su der otro nivel de toma de decisiones por parte de los consumidores.
capacidad de expansión en el trabajo cotidiano de alternar los bie­ Gracias a la distinción entre consumo productivo e improductivo se
nes que compra. logra comprender por qué el consumo forma parte integrante de la
La nueva expresión del consumo se manifiesta plenamente en la riqueza de las naciones en cuanto la renta personal y familiar que se
segunda mitad del siglo xvm, en el momento de máximo desarrollo orienta hacia el consumo contribuye, junto con las inversiones de ca­
de la revolución comercial. Es decir, cuando el consumidor ha alcan­ pital, al crecimiento económico.
zado la plena madurez con arreglo a la cultura económica moderna. La forma incipiente de consumo, señalada reiterativamente a lo
En el tercer capítulo se presta especial atención a la innovación largo de este estudio, nace, crece y se fortalece gracias a la nueva in­
que se produce en la cultura económica al abandonarse la idea de los teracción con otras zonas del mundo, especialmente en América y
derechos naturales de origen religioso y la nueva afirmación de que la Asia. De haber existido únicamente la producción tradicional eu­
libertad es inherente al hombre en cuanto tal. Se ha insistido en que ropea de bienes de subsistencia y de lujo, la libertad de consumo no
ese paso confirmó la noción de la libertad económica y la del derecho hubiera podido dar el salto cualitativo que de hecho dio, en cambio,
Conclusiones. Consunto y consum idores 245
244 Marcello Carmagnani
de las importaciones de azúcar, pese a que para llegar al consumidor es­
con la ayuda de los productos de comodidad procedentes de fuera
tos productos desarrollen comportamientos diferentes. La mayor parte
de Europa. La importancia de esta relación internacional es evidente
de la producción de azúcar se transfiere de Asia a América; el café se
en el vínculo que se establece entre la producción extraeuropea y el
produce en Yemen y se lleva a Java y las Antillas francesas, holandesas
consumo europeo, relación que subyace a la elaboración de estrate­ e inglesas; el té cuenta con una organización productiva en manos de
gias económicas, sociales y culturales sin las cuales las tres zonas del las autoridades imperiales y de un tipo particular de comercio adminis­
mundo no hubieran podido interactuar. El vínculo entre la produc­ trado por funcionarios imperiales y comerciantes chinos.
ción no europea y el consumo europeo, regulado por las reexporta­ Los productores y comerciantes americanos y asiáticos tienen una
ciones e importaciones en Europa, no es, por tanto, automático, sino función decisiva en la organización que garantiza el consumo eu­
que refleja la multiplicidad de relaciones existentes durante la revo­ ropeo. Además, su asociación con comerciantes europeos aumenta la
lución comercial. competencia comercial, la cual reduce los precios al consumo y alienta
La importancia del algodón de la India y sus repercusiones en las la difusión de los productos y, por tanto, fomenta la demanda.
manufacturas de textiles en Europa es, sin lugar a dudas, el detonante A partir de la relación entre la producción y el consumo de pro­
del cambio. Su aparición en Holanda y Gran Bretaña, incluso antes
ductos no europeos se logra comprender la importancia de la com­
de 1650, confirma la capacidad de los productores y comerciantes de
petencia empresarial. Se ha argumentado en el sexto capítulo, que
la India, que cuentan con la experiencia adquirida en el comercio de
estamos en presencia de una competencia oligopólica, debido a que
textiles con Asia y Orienté Medio. Es así que ofrecen sus productos
las relaciones entre comerciantes europeos y no europeos hacen que
a los agentes de las compañías privilegiadas, que saben además adap­ la oferta este controlada por un número reducido de grandes comer­
tarlos al gusto europeo. Para llegar a los mercados europeos, el algo­
ciantes capacitados para influir directamente en los precios. Cabe
dón de la India debió mostrar su capacidad para competir con los añadir, sin embargo, que las zonas de producción en América en
tejidos europeos tanto en costos como en calidad. El algodón de la
comparación con las asiáticas tienen una mayor capacidad para adap­
India se reexportó al resto de Europa y a América y fue la vestimenta tarse a la forma de competencia imperfecta del oligopolio.
de los esclavos y, en África, la forma de pago a cambio de los esclavos
La mayor capacidad americana frente a la asiática depende de la
que se llevaban al continente americano. Por tanto, cabe sostener que
función de la producción basada en el uso extensivo de los recursos
la competencia fue en parte fruto de las relaciones entre productores
naturales en presencia de una oferta de mano de obra limitada, lo
y comerciantes de la India, Asia, Europa, América y África.
cual obliga a los productores a introducir innovaciones tecnológicas
La relación entre los productores no europeos y los consumido­
para reducir el costo del trabajo de los esclavos y de la mano de obra
res europeos tuvo un fundamento común: el valor de uso y el valor
servil. En Asia (en Java), los productores tanto de azúcar como de
de cambio. El tabaco marca el comienzo de la era del consumo social café tuvieron que lidiar con otros más interesados en el comercio in-
y se difunde en Europa gracias a la estrecha relación entre los pro­ traasiático que en competir para entrar en el mercado europeo, pro­
ductores y los comerciantes de Virginia, el Brasil y Venezuela con los
bablemente debido a los costos de transacción derivados del control
comerciantes ingleses, portugueses y españoles. El vínculo que se es­ monopólico de las compañías privilegiadas europeas.
tablece mediante el mecanismo de la reexportación entre los comer­
Espero haber ayudado al lector del libro a comprender la impor­
ciantes europeos y africanos es otra característica, ya que el tabaco era
tancia teórica, histórica y social de los nuevos consumos modernos,
la mercancía privilegiada para la compra de esclavos. La competencia
gracias al detonante de la aparición en Europa de los productos de
que se creó en torno al tabaco extraeuropeo no limitó la difusión de
América y Asia. Espero, asimismo, haber presentado una visión clara
la producción europea, sino que reforzó la agricultura comercial en
de la compleja dinámica y articulación de los fenómenos analizados.
las diferentes regiones de Europa. Quisiera cerrar estas páginas con algunas observaciones de Da­
En reiteradas ocasiones se ha señalado que el azúcar, el té y el café
vid Ricardo, epílogo de la economía política clásica, que en un cierto
son bienes con características sinérgicas. De hecho, el incremento en 'Sentido sella mi relato histórico y abre el mundo científico a nuevas
las importaciones de té y café depende un 80 por 100 del crecimiento
246 Marcello Carmagnani

y profundas reflexiones acerca de los fenómenos de la economía y el


consumo. Si en Adam Smith está presente la idea de que el fin de la
producción es el consumo, David Ricardo no hace más que reiterar
tal concepto. Para el autor de los Principios d e econom ía política y tri­
butación, el consumo es la base de todo progreso humano: «los ami­
gos de la humanidad no pueden sino desear que las clases trabajado­ N O TAS
ras de los países tengan gusto por las comodidades y la diversión, y
que se les estimule por todos los medios legales en sus esfuerzos para
procurárselas» (V). Es también el fundamento de la reproducción de
la esfera económica y social, ya que «no puede haber mayor error que
suponer que la falta de consumo aumenta el capital» (VIII).
Todos los grandes economistas posteriores a Ricardo reconocen
que el consumo es el detonante del desarrollo del sistema económico,
pero también saben que puede ser el vector de las crisis del sistema.
Capítulo I
' J. G. A. P ocock, The M achiavellian m om ent. F lorentine political thought
and th e A tlantic republican tradition, Princeton, Princeton University Press, 1975,
pp. 423-461.
2 Algunos elementos en J. A. A ppleby, E conom ie thought and id eology in seven ­
teenth-cen tury England, Princeton, Princeton University Press, 1978, pp. 3-7.
3 A. Smith, An inequity into the nature and causes o f the w ealth o f nations (1776),
traducción italiana de A. y T. Biagiotti, ha ricchezza d elle nazioni, libro IV, cap. 9, Tu­
rin, UTET, 1975, pp. 825 y 851-852. En adelante, RN.
4 J. Sekora, Luxury. The con cep t in Western Thought, Eden to Smollett, Balti­
more, Johns Hopkins University Press, 1977, pp. 47-51.
5 Ibid., p. 51.
6 A ppleby, E conom ic thought, op, cit., p. 96.
7 Ibid., pp. 219-220, y P ocock, The Machiavellian, op. cit., p. 428.
8 I. H ont, jealousy o f trade: international com petition and th e nation-state in his­
torical perspective, Cambridge Mass., Belknap Press, 2005, pp. 264-265.
9 Ib id, pp. 205-215.
10 Ibid., p. 211.
11 C. J. Berry, The idea o f luxury. A conceptual and historical investigation, Cam­
bridge, Cambridge University Press, 1994, pp. 110-125.
12 A. Clément, «Les mercantilistes et la question coloniale au xvP et xvnc siè­
cles», O utre-m ers: revue d ’histoire, 2005, pp. 348-349 y 1-25; ÍD., «English and
French mercantilist thought and the matter of colonies during the 17lh century»,
Scandinavian E conom ic History Review, 3, 2006, pp. 291-323.
13 A ppleby, E conom ic thought, op. cit., pp. 166-167.
14 Ibid., pp. 167-168.
15 T. Hutchinson, B efore Adam Smith. The em ergen ce o f political econom y,
1662-1776, Oxford, Blackwell, 1988, p. 84, y C lément, «Les mercantilistes...»,
op. cit., pp. 128-129.
16 C. D avenant, «That foreign trade is beneficial to England» (1697), en Discourses
on the public revenues and on trade, vol. I, Londres, R. Horsfield, 1771, pp. 348-358.
Notas 249
248 Marcello Carmagnani
44 M andeville, The fa b le o f the bees, op. cit., vol. I, p. 123.
17 Í d ., On th e p rotection and care o f trade, en Discourses, op. cit., voi. I, 45 Horne, The social thought, op. cit., pp. 60-61; Hundert, The enlightenm ent,
pp. 447-459. op. at., pp. 192-205, y G oldsmith, Private vices, op. cit., pp. 144-145.
18 C. D avenant, «On the East India trade», en Discourses, op. cit., voi. Il, 46 S ekora, Luxury. The con cep t in Western thought, op. cit., pp. 114-115; R. G a -
pp. 151 y ss. LLIANI, Rousseau, le luxe et l’idéologie nobiliaire. Étude socio-historique, Oxford, The
19 Ibid. Voltaire Foundation, 1989, pp. 118-139, y D. Castiglione, «Excess, frugality and
20 Ibid. the spirit of capitalism: reading of Mandeville on commercial society», en J. M elling
21 H ont , Jealousy o f trade, op. cit., pp. 2 0 5 -2 1 5 . y j. Berry (dirs.), Culture in history. Production, consum ption and values on historical
21 Ibid., pp. 216-218. Las críticas sobre el monopolio en W. J. B arber, British ¡perspective, Exeter, University o f Exeter Press, 1992, pp. 155-179.
econom ic thought and India, 1600-1858. A study in history o f d evelopm en t econom ics, 47 Carrive, Bernard de M andeville, op. cit., p. 99.
Oxford, Clarendon Press, 1975, passim. 48 M andeville, The fa b le o f the bees, op. cit., vol. I, p. 114.
23 L . K l e i n , «Property and politeness in the early eighteenth-century Whig mo­ 49 Ibid.
ralist. The case of the Spectator», en J. B rewer y S. S taves (dirs.), Early m odern co n ­ 30 Ibid.
ceptions o f property, Londres, Routledge, 1995, pp. 221-233, y H. C. C lark , Compass 31 Ibid. p. 86.
o f society, Lanham, Lexington Books, 2007, pp. 48-58. 52 Ibid. pp. 115 y 358.
24 J. G. A. P ocock , Virtue, com merce, and. history, Cambridge, Cambridge Uni­
33 E. J. Hundert, «Mandeville, Rousseau and the political economy of fantasy»,
versity Press, 1995, pp. 108-109.
en M. Berg y E. Eger (dirs.), Luxury in the eighteenth century, Basingstoke, Palgrave,
25 Utilizo la edición de B. M andeville a cargo de E B. K aye, The fa b le o f the bees 2003, pp. 28-40.
or private vices, pub lic benefits, Oxford, Clarendon Press, 1924. 34 M andeville, The fa b le o f the bees, op. cit., vol. I, p. 130.
26 M. M. G oldsmith , Private vices, pub lic benefits. Bernard M andeville’s social 33 Ibid., p. 133.
and political thought, Cambridge, Cambridge University Press, 1985, pp. 1-18. 36 Ibid., p. 115 .
27 T. A. H orne, The social thought o f Bernard M andeville, Londres, MacMillan
37 Ibid., p. 1 1 7 .
Press, 1978,pp. 19-33, y E. J. H undert, The en lighten m en t fable. Bernard M andeville
38 Ibid., pp. 1 1 6 - 1 1 7 .
and th e discovery o f society, Cambridge, Cambridge University Press, 1994, pp. 24-30.
39 Ibid.
Sobre la formación cultural holandesa de Mandeville, cfr. J. de V ries, «Luxury in the
““ lend., p. ¿49.
Dutch golden age in theory and practice», en M. B erg (dir.), Luxury in eighteen th cen ­
61 Ibid., p. 26.
tury, Chippenham, Paigrave, 2000, pp. 41-56.
28 H undert, The en lightenm ent fable, op. cit., pp. 36-39, y J. R obertson, The 62 Ibid., p. 169. Véase también Berry, The idea o f luxury, op. cit., pp. 129-133.
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29 P. C arrive, Bernard d e M andeville. Passions, vices, vertus, París, J. Vrin, 1980, |r : M C. Carrière, «Image du capitalisme hollandais au xvuT siècle. Le miroir mar­
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30 M. E. S cribano, Natura umana e società com petitiva. Studio su M andeville, Mi­ •Cambridge University Press, 1982, pp. 171-196.
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32 M andeville, The fa b le o f the bees, op. cit., voi. I, pp. 41-47. ‘p a d e in European expansion, 1450-1800, Aldershot, Variorum, 1996, pp. 299-311.
33 H undert, The enlightenm ent, op. cit., pp. 19 -2 3 , y G oldsmith , Private vices, h 66 W. Smith, «The function of commercial centers in the modernization of Eu­
op. cit., pp. 76-77. ropean capitalism: Amsterdam as an information exchange in seventeenth century»,
34 H undert, The enlightenm ent, op. cit., pp. 18 4 -18 5 . 'journal o f E conom ic History, 4 ,19 8 4 , pp. 985-1005.
33 M andeville, «The fifth dialogue between Horatio and Cleomeurs», en M an ­ t 67 J- de V ries, «Connecting Europe and Asia. A Quantitative Analysis of the
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36 M andeville, The fa b le o f th e bees, op. cit., voi. I, p. 39. ¡1monetary history, 1470-1800, Aldershot, Ashgate, 2003, pp. 82-93
37 Ibid., p. 86. I 68 Ibid.
38 Ibid., pp. 24-25. ' 69 F. S. G aastra, «The Dutch East India Company in national and international
39 Ibid., p. 86. ¡perspective», en P. Haudrère (dir.), Les flo ttes des C om pagnies des Indes, 1600-1857,
40 Ibid., pp. 116-117. Vincennes, Service Historique de la Marine, 1996, pp. 299-317; E. M. J acobs, The
41 G oldsmith , Private vices, op. cit., p. 11 5 . trade o f Dutch East India Company during the eighteenth century, Leiden, Centre of
42 M andeville, The fa b le o f th e bees, op. cit., voi. I, p. 115 . 'jNon Western Studies (CNWS) Publications, 2006, pp. 6-8; K. N. Chaudhuri, The
43 Para el análisis de las ideas mercantilistas de Mandeville, cfr. H orne, The so fa d in g w orld o f Asia and th e English East India Company, 1660-1760, Cambridge,
cial thought, op. cit., pp. 64-75; H undert, The enlightenm ent, op. cit., pp. 192-205, y Cambridge University Press, 1978, pp. 436-452; id., The East India Company: trade
S cribano, Natura umana, op. cit., pp. 187-189.
250 Marcello Carmagnani Notas 251

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71 J. M. P rice, Capital and credit in British overseas trade: the view fro m Che­ 89 W. G. Heeres, «Annual values ol Amsterdam’s overseas imports and ex­
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73 I. S choffer y F. S. G aastra , «The import of bullion and coin into Asia by the
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74 J. Sperling, «The international payment mechanism in the seventeenth and cle, Rennes, Presses Universitaires de Ken lies, 2006, pp. 27-56.
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75 J acobs, The trade o f Dutch East India Company, op. cit., pp. 6-8. M. G oldie y R. W olker (dirs.), The <'ambilnge history o f eighteen th century political
76 C haudhuri, The trading w orld o f Asia, op. cit., p. 4 4 0 ; Id ., The East India Com­ thought, Cambridge, Cambridge University Press, 2006, pp. 387-389.
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77 C. H. H. W ake, «The changing pattern of Europe’s pepper and spice imports, Capítulo II
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78 D. O rmrod, The rise o f com m ercial empires. England and th e N etherlands in 1 Cfr. J. Shovlin, The Political Economy o/ Virtue. Luxury, Patriotism, and the Ori­
the age o f m ercantilism , 1650-1770, Cambridge, Cambridge University Press, 2003, gins o f French Revolution, Ithaca-Londres, <atrnell University Press, 2006, pp. 22 y ss.
pp. 43-49. 2 V oltaire, «Observations sur MM, Jean I,ass, Melon et Dutot sur le commerce,
79 Chaudhuri, The trading w orld o f Asia, op. cit., pp. 12-13, y O rmrod, The rise le luxe, les monnaies, et les impôts», en O euvres Complètes, t. XXII, Mélanges, I,
o f com m ercial empires, op. cit., pp. 182-183. 1714-1738, Paris, s. e., 1879, p. 407.
80 Ibid, pp. 184-185. 3 J . F. M e l o n , Essai politique sur le vommrn c, Paris,s. e.,1734,p p . 107-108.Me­
81 W ilson, Anglo-Dutch com m erce and finance, op. cit., pp. 3-4; O rmrod, The rise lon desarrolla la idea a partir de I loNT, ¡râlons \ o f trade, op. cit., pp. 31-32. No obs­
o f com m ercial empires, op. cit., pp. 185-186, y J onker y Sluyterman, At h om e on the tante, Melón y su círculo no son muy estudiados a pesar de que su Essai tenga la am­
w orld markets, op. cit., pp. 93-95. bición, como Robertson escribe, de ser lili verdadero tratado de economía política:
82 C. C arrière, N égociants m arseillais au x v n f siècle. C ontribution à l ’étude J. Robertson, The case f o r the enlightenm ent; Stoilam l and Naples, Cambridge, Cam­
des écon om ies maritimes, Marsella, Institut Historique de Provence, 1979, vol. I, bridge University Press, 2005, p. 34).
pp. 310-312. 4 Melon, Essai politique, op. cit., pp, 10 11 y I H>.
83 O rmrod, The rise o f com m ercial empires, op. cit., pp. 31-36. 5 Ibid., pp. 7-8 y 132.
84 Ibid., pp. 48-58. 6 Ibid., p. 109.
85 Ibid., pp. 149-151 y 189. 7 Ibid, pp. 32-33 y 128.
86 J. M. Price, «Multilateralism and/or bilateralism: the settlement of British 8 Ibid., pp. 129-130.
trade balances with the North, c. 1700» y «Multilateralism revisited: a further 9 Cakrive, Bernard d e M andevillt, op Cit, pp 104 105.
note on the settlement of British trade balances with the North, ca. 1660-1750», en 10 Melon, Essai politique, op. cit „ p, HI,
252 Marcello Carmagnani Notas 253

11 Ibid. 37 F. V eron de F orbonnais, É léments du com merce, Paris, Briasson, 1754, vol. I,
12 V oltaire, «Observations sur MM. Jean Lass, Melon et Dutot», op c i t , pp. 7 y 47.
p. 407. 38 Ibid.
Melon, Essai politique, op. cit., pp. 137-138; T. W ahnbaeck, Luxury and pu­ 39 Ibid., pp. 1-2.
blic happiness: political econ om y in Italian enlightenm ent, Oxford, Clarendon Press, 40 Ibid., p. 4.
2004, pp. 27-37, y Carrive, Bernard d e M andeville, op. cit., pp. 104-105, subrayan el 41 Ibid., p. 9, e îd ., Principes et observations économ iques, Paris, Marc Michel Rey,
influjo de Mandeville, mientras que Robertson, The case fo r enlightenm ent, op. cit., 1767, p. 2.
refleja el de Bayle. 42 F orbonnais, É léments du com merce, op. cit., vol. I, p. 10. La existencia de un
14 M elon, Essai politique, op. cit., pp. 147-148. paralelismo entre las ideas de Forbonnais y Hume depende de la difusión de las ideas
15 Ibid, pp. 1 3 3 -1 3 4 y 1 5 0 -1 5 1 . de este último en Francia por parte de los economistas del «dulce comercio»; el r.
16 Ibid., pp. 10-11, y cfr. H orn, jealousy o f trade, op. cit., pp. 31-32. J. S hovlin , «Hume’s political discourses and the French luxury debate», en W i'.nni k
17 A. E. M urphy, «The enigmatic Monsieur Dutot», en G. Faccarello (dir.), lind y S habas (dirs.), David H um e’s political econom y, op. cit., pp. 203-222.
Studies in th e history o f French political econom y. From Bodin to Walras, Londres, 43 F orbonnais, É léments du com merce, op. at., pp. 2 7 8 -2 8 3 .
Routledge, 1998, pp. 57-77. 44 F orbonnais, Principes, op. cit., vol. I, p. 13.
18 F. D utot, R éflexions politiques sur les fin an ces e t le com m erce (1736), edición 45 Ibid., pp. 3-4, nota 1.
integral de Paul Harsin, Paris, Droz, 1935, pp. 239-240. 46 Ibid., pp. 5-6.
19 Ibid., p. 238. 47 Ibid., p. 6.
20 Ibid., p. 241. 48 Ibid., pp. 7-8 y 75.
21 C. Spector, M ontesquieu. Pouvoir, richesses et sociétés, Paris, Presses Universi­ 49 Ibid., p. 9.
taires de France (PUF), 2004, pp. 17-23. 50 Ibid., pp. 120-121.
22 Ibid., pp. 3 3 -3 4 y 6 0 -6 1. 51 Ibid., p. 6.
25 M ontesquieu, «De l’esprit des lois», libro XIX, cap. 8, en O euvres Complètes, 52 F. G aliani, Della m oneta (1751), Milán, Feltrinelli, 1963, pp. 241 -242. Véanse
Paris, Gallimard, 1951. las siguientes obras: R obertson, The case f o r the enlightenm ent, op. cit., pp, M / 'VI;
24 Ibid., libro XIX, cap. 27, pp. 575-581. K. S tapelbroek, Love, self-deceit, and m oney, com m erce and m orality in the early Na
25 Ibid., libro XX, cap. 1, p. 585! politan enlightenm ent, Toronto, University of Toronto Press, 2008, pp. 165 1 11, e It >.,
26 Ibid., libro XX, cap. 2, pp. 585-586. «L’economia civile e la società commerciale: Intieri, Genovesi, Galiani e la palei niia
27 Ibid., libro XX, cap. 4, p. 587. dell’illuminismo napoletano», en B. J o ssa , R. C atalano y E. Zagari (dits, ), ( icn occsi
Ibid., lib ro VII, cap. 1, pp. 3 3 3 -3 3 4 . W ahnbaeck, Luxury and pub lic happi­ econom ista, Nàpoles, Istituto Italiano per gli Studi Filosofici, 2007, pp. 19 30,
ness, op. cit., pp. 3 1 y ss., m uestra la relación existente entre el n u evo com ercio y la 53 F. Di B attista , «L’economia civile genovesiana e la moderna etimo
form a de gobierno.
mia politica», en J o ssa , P atalano y Z agari (dirs.), G enovesi economista, op u t ,
29 J-C. M. V. de G ournay, Considérations sur le com m erce, e t en particulier sur pp. 291-307.
les com pagnies, sociétés et maîtrises, Amsterdam, s. e., 1758, pp. 4-8. El responsable 54 U stáriz, Teòrica y práctica de com ercio y marina , op. cit., pp. 2 -1,7 y 19,
de la elaboración de este volumen es S. Clicquot de Blesvache. Existe una traducción 55 A nónimo, Réflexions sur les différents objets du commerce, et en partit tiller sur
italiana publicada en Venecia en 1769. Sobre el contexto político y cultural de Gour­ la libre fabrication des toiles peintes, Ginebra, s. e., 1759, p. 65. El aulor perienei e
nay, cfr. Shovlin, The political econom y, op. cit., pp. 44-46, y Clark, Compass o f so­ con gran probabilidad al círculo de Gournay.
ciety, op. cit., pp. 129-135. El mejor análisis sobre Gournay, C. Larrère, Idinvention 56 R. C antillon , Essai sur la nature du com m erce en général ( 1755), edition ila
de l’économ ie au x vu f siècle, Paris, PUF, 1992, pp. 144-160. liana de S. C otta y A. G iolitti, Saggio sulla natura d el commercio in generale, Turin,
30 G ournay, Considérations, op. cit., p. 6. Einaudi, 1955, pp. 12 y 23. Sobre Cantillon, véase H utchinson, Before Adam Smith,
31 G. Schelle, Vincent d e Gournay, Paris, Guillaumin, 1897, p. 207. op. cit., pp. 163-178.
32 G ournay, Considérations, op. cit., p. 11. 57 C antillon, Saggio sulla natura d el com m ercio, op. cil., p, 5.
33 A nónimo [atribuido a V. de G ournay] , Traités sur le com m erce de Josiah Child, 58 fóri., pp. 36-38 y 57-58.
a vec les rem arques inédites d e Vincent d e Gournay (1754), Tokio, Hitotsubaski Uni­ 59 Lasbèse, ILinvention d e l’économ ie, op. cit., pp. 102-104.
versity, 1983, pp. 420-421. 60 C antillon , Saggio sidla natura d el com m ercio, op. cit., pp, 12 11,
34 M. Postlethwayt, Britain com m ercial interest explained and im proved, vol. II, 61 Ibid., pp. 15-19.
Londres, D. Browne, 1757, p. 528. 62 J . J. S pengler, French predecessors o f Malthus: a study in eighteenth century
35 J. de Ustâriz, Teórica y práctica d e com ercio y marina, Madrid, Imprenta de w a ge and population theory, Durham, Duke University Proni, 1942, pp, I2N 116,
Antonio Sanz, 1757, pp. 7,33 y 391-396, y A. V. Castillo, Spanish m ercantilism. Ge­ 63 M. K wass, «Consumption and the world of ideas: consumer revolution ami
rónim o d e Ustáriz econom ist, Filadelfia, Porcupine Press, 1930, pp. 82-112. the moral economy of the Marquis de Mirabeau», Eighteenth century Studies, J,
36 Larrère, L’invention d e l’économ ie, op. cit., pp. 101-103 y 121-131. 2004, pp. 192-196, y S hovlin , The political econom y, op. cit,, pp, 63 72 y 1112 111.
254 Marcello Carmagnani Notas 255

64 Kwass, «Consumption and the world of ideas», op. cit., p. 197. 89 T. D. C ampbell, «Francis Hutcheson: “father” of the Scottish enlightenment»,
65 A. S trugnell, «Diderot on luxury, commerce and the merchant», Studies on en R. H. Cambell y A. Skinner (dirs.), The origins and nature o f Scottish en lighten­
Voltaire and th e E ighteenth Century, 217, 1983, pp. 83-93. ment, Edimburgo, John Donald Publisher, 1982, pp. 167-185.
“ I. F. K night, The geom etric spirit. The A bbé d e C ondillac and the French en­ 90 H. G rune-Y anoff y E. F. M cClennen, «Hume framework for a natural his­
lightenm ent, New Haven, Yale University Press, 1968, pp. 232-238. tory of the passions», en W ennerlind y Schabas (dirs.), David H ume’s political eco ­
67 E. Bonnot de Condillac, h e com m erce et le gouvernem ent. C onsidérés rélati- nomy, op. cit., pp. 86-104.
vem en t l’un à l ’autre, vol. I, Paris, Jombert et Cellot 1776 d 14 91 V. M. Hope, Virtue by consensus. The m oral philosophy o f H utcheson, Hume
68 Ibid., p. 7. .......' ' and Adam Smith, Oxford, Clarendon Press, 1989, pp. 2-4.
69 Ibid., pp. 9-10 y 14. 92 Ibid., pp. 50-53.
7(1 Ibid., pp. 19 y 21. 93 D. D eleule, H ume et la naissance du libéralisme économ ique, Paris, Aubier-
71 Ibid., pp. 42-44. Montaigne, 1979, pp. 27-29, y A. S. Skinner, «David Hume: principles of political
72 Ibid., p. 60. economy», en D. Fate Norton (dir.), C ambridge com panion to Hume, Cambridge,
73 Ibid., pp. 62-63. Cambridge University Press, 1993, pp. 226-229.
74 Ibid., pp. 205-206. 94 J. R. O ttenson, Adam Sm ith’s marketplace o f life, Cambridge, Cambridge
75 Ibid., pp. 228-230. University Press, 2002, pp. 30-33.
76 Ibid., p. 263. 95 D eleule, H ume et la naissance, op. cit., pp. 30 -33.
77 G Faccarello, «An “exception culturelle”. French sensationist political eco­ % Ibid., pp. 35-42, y C. W ennerlind, «David Hume as a political economist»,
nomy and the shaping of public economy», European jou rn a l o f History o f E conomic en A. Dow y S. Dow (dirs.), A History o f Scottish econ om ic thought, Londres, Rout-
Thought, 1,2006, pp. 1-38, y T. J. Hochstrasser, «Physiocracy and the politics of lais­ ledge, 2006, pp. 46-70.
sez-faire», en G oldie y W olker (dirs.), The Cambridge history o f eighteenth-century 97 D. Hume, «O f commerce», en D. Hume, Political essays, edición de K. Haa-
p o litica l th ou gh t, op. cit., pp. 419-442. konssen, Cambridge, Cambridge University Press, 1994, p. 99. De ahora en adelante
P.-P. M ercier de la Rivière, L’ordre naturel e t essen tiel des sociétés politi­ se citará sólo el título de los ensayos de Hume.
ques, Paris Je a n Nourse Librairie, 1767, pp. IV-V. Sobre Mercier de la Rivière, véase 98 R. Boyd, «Manners and morals: David Hume on civility, commerce, and the
J. P. May, Le M ercier d e la R ivière (1719-1801). Aux origines d e la scien ce économ ique, social construction of difference», en W ennerlind y Schabas (dirs.), David Hume,
Paris, Centre National de la Recherche Scientifique (CNRS), 1975, pp. 65-78. op. cit., pp. 65-85.
79 Citado en G. W eulersse, Le m ouvem ent physiocratique en France (de 1757 à 99 H ume, «O f commerce», op. cit., p. 95.
1770), vol. II, Paris, Félix Alcan, 1910, p. 15. 100 Ibid., p. 98.
80 Mercier de la Riviere, L’ordre naturel, op. cit., pp. 336 y 341-342. 101 D eleule, H ume et la naissance, op. cit., pp. 42-45, y W ennerlind, «David
81 J. J. L. G raslin, Essai analytique sur la richesse et sur l ’im pôt (1767), Paris, Mar­ Hume», op. cit., pp. 50-51.
cel Rivière, 1911, pp. 13 y 17. Cfr. A. O rain, «Equilibre et fiscalité au siècle des Lu­ 1,12 H ume, «O f commerce», op. cit., p. 99.
mières. L’économie politique de Jean-Joseph Graslin», R evue Economique, 5, 2006, 103 Ibid., p. 102.
pp. 955-981; îd., «Graslin et les physiocrates. Les controverses sur la valeur, l’équilibre 104 Ibid., pp. 98-99.
et la fiscalité», en P. L e Pinchón y A. O rain (dirs.), Graslin. Le tem ps des lum ières à 105 Hume, «O f luxury», op. cit., p. 271, y cfr. J. Shovlin, «Hume’s political dis­
Nantes, Rennes, Presses Universitaires de Rennes, 2008, pp. 127-145, y G. Faccare­ courses and the French luxury debate», en W ennerlind y Schabas (dirs.), David
llo, «The enigmatic Mr. Graslin. A rousseaunist bedrock for classical economics?», Hume, op. cit., pp. 203-222.
European Journal o f History o f E conom ic Thought, 1, 2009, pp. 1-40. 106 A. Brewer, «Luxury and economic growth: David Hume and Adam Smith»,
82 G raslin, Essai analytique, op. cit., pp. 17-21. Scottish Journal o f Political Economy, 1, 1998, pp. 78-98.
83 N. Baudeau, Première introduction à la philosophie économ ique ou analyse des 107 H ume, «O f refinem ent in the arts», op. cit., p. 108.
états policés (1767), Paris, Librairie Paul Geuthner, 1910, p. 5, e to., Principes de k 108 Ibid., p. I l l , y cfr. C.J. Berry, «Hume and superflous value», en W ennerlind
science m orale et politique sur le luxe et les lois somptuaires (1767), Paris, Librairie Paul y Schabas (dirs.), David Hume, op. cit., pp. 49-64.
Geuthner, 1912, p. 6. Sobre este autor, fundador del periódico fisiocrático Les éphém ères 109 H ume, «O f refinem ent in the arts», op. cit., p. 113.
du citoyen, cfr. W ahnbaeck, Luxury and public happiness, op. cit., pp. 49-50. 110 Hume, «O f national caracters», op. cit., p. 85, y cfr. W ennerlind, «David
84 Baudeau, Prem ière introduction, op. cit., pp. 75 y 93. Hume», op. cit., pp. 61-63.
83 B audeau , Principes d e la science morale, op. cit., pp. 5-6 . 111 H ume, «O f commerce», op. cit., p. 10 1 .
86 Ibid., pp. 14 y 19. 112 Ibid., p. 10 2.
87 J. F. Butini, Traité du luxe, Ginebra, Isaac Bardin, 1774, pp. 8 , 11,17 -22 y 28. 113 Hume, «O f Money», op. cit., p. 124.
Sobre Butini, cfr. Shovlin, The political econom y, op. cit., pp. 122 y 133.' 114 C. W ennerlind, «An artificial virtue and the oil of commerce: a syntetic view
88 I. de P into, Essai sur le luxe, París, s. e., 1762, y Paris, Chez Marc Michel Rey of Hume theory of money», en W ennerlind y Schabas (dirs.), David Hume, op. cit .,,
1771, pp. 10 ,13-14 y 24-35 de la primera edición. pp. 105-126.
Notas 257
256 Marcello Carmagnani
147 Butel D umont, T héorie du Luxe, op. cit., pp. 48 y 103-104.
115 Hume, «O f the balance of trade», op. cit., pp. 136-139. 148 Ibid., pp. 171-175 y 179-181.
116 Deleule reproduce parcialmente la carta de Hume a Turgot en H ume et la
naissance, op. cit., p. 94.
117 Hume, «O f the jealousy of trade», op. cit., p. 150. Capitulo III
m Ibid., p. 151.
1,9 Ibid., pp. 152-153. 1 Utilizo la edición de T urgot de 1778 y la de V erri de 1772.
1211 Cfr. I. S impson R oss , «The emergence of David Hume as a political econo­ 2 A. R. J. Turgot, Réflexions sur la form ation et la distribution des richesses, Pa­
mist: a biographical sketch», y L. C harles, « “New politics” and the dissemination of ris, s. e., 1778, pp. 9-10.
David Hume’s “Political discourses” on the continent», en W ennerlind y S chabas 3 P. V erri, M editazioni sulla econ o m ia p olitica , Livorno, Stamperia
(dirs.), David Hume, op. cit., pp. 31-48 y 181-202. dell’Enciclopedia, 17 7 2 , pp. 7 y 9; E V enturi, «Le meditazioni sull’economia po­
121 F. V enturi, S ettecento riformatore. Da Muratori a Beccaria, vol. I, Turin, Ei­ litica di Pietro Verri. Edizioni, echi e discussioni», Rivista Storica Italiana, 3, 19 7 8 ,
naudi, 1969, pp. 523-644. pp. 5 3 0 -5 9 4 , me han permitido comprender las ideas económicas de Verri y el
122 A. G enovesi, Lezioni di com m ercio (1764-1769), Ñapóles, Istituto Italiano vinculo que se establece con los intelectuales y las ideas reformadoras de la politica
per gli Studi Filosofici, 2005, p. 9. Véase también E. P ii , A ntonio G enovesi dalla poli­ y la administración.
tica econom ica alla «politica civile», Florencia, Olschki, 1984, pp. 121-129; F. Di Bat­ 4 V erri, Meditazioni, op. cit., p. 9.
tista , «L’economia civile genovesiana e la moderna economia politica», en J o ssa , C a­ 5 Ibid., pp. 4 y 76.
talano y Z agari (dirs.), G enovesi economista, op. cit., pp. 291-307, y R obertson, The 6 Turgot, Réflexions, op. cit., pp. 59-60.
case o f enlightenm ent, op. cit., pp. 350-360. 7 Ibid., p. 108.
125 G enovesi, Lezioni d i com m ercio, op. cit., p. 38 7. 8 C. M orilhat, La prise d e conscience du capitalisme. É conom ie et philosophie chez
124 G enovesi, E lem enti d el com m ercio (1757-1758), Nàpoles, Istituto Italiano Turgot, Paris, Klincksiek, 1988, pp. 13-14.
per gli Studi Filosofici, 2005, p. 12. 9 Vessi, Meditazioni, op. rit., pp. 16-17.
125 Ibid., p. 9. 10 Ibid., pp. 16-17 y 221-222.
126 Ibid., pp. 14 y 18-19. 11 Ibid., p. 80.
127 Ibid., pp. 14 y 19. 12 Citado en M orilhat, La prise d e conscience, op. rit., p. 184, y cfr. P. G roenewe-
128 Ibid., p. 99. gen , E ighteenth-century econom ics: Turgot, Beccaria and Smith, Londres, Routledge,
129 G enovesi, Lezioni d i com m ercio, op. cit., p. 421. 2002, pp. 282-287.
150 G enovesi, E lem enti d el com m ercio, op. cit., p. 96. 13 V essi,Meditazioni, op. rit., p. 10.
151 G enovesi, Lezioni di com m ercio, op. cit., pp. 407-408. 14 Citado en V enturi, «Le meditazioni», op. rit., p. 578.
132 G enovesi, E lem enti d el com m ercio, op. cit., p. 98. 15 Turgot, Réflexions, op. rit., pp. 109-110.
133 G enovesi, Lezioni di com m ercio, op. cit., pp. 4 2 1-4 2 2 . 16 G roenewegen, E ighteenth-century economics, op. rit., p. 27 5.
134 Ibid., pp. 425 y 427. 17 M orilhat, La prise d e conscience, op. rit., pp. 145-146.
135 Acerca de Sempere, cfr. J. RicoJ iménez, De la ilustración al liberalismo. Elpen- 18 Turgot, Réflexions, op. rit., pp. 20 y 23.
sam iento de Sem pere y Guarinos, Alicante, Publicaciones de la Universidad, 1997. 19 Ibid., pp. 72-75.
136 J. Sempere y G uarinos, Historia d el luxo y d e las leyes suntuarias d e España 20 Ibid., pp. 77-84.
(1788), vol. I, Madrid, Atlas, 1973, pp. 10-12. 21 Ibid., p. 83.
137 Ibid., vol. II, p. 23. 22 M orilhat, La prise d e conscience, op. rit., p. 146.
138 Ibid., p. 176. 23 Ibid., pp. 108 y 146.
139 Ibid., p. 205. 24 G. F accarello , «Galiani, Necker and Turgot. A debate on economic reform
140 Sobre la importancia de Saint-Lambert, cfr. H ont, «The early», op. cit., and policy in eighteenth-century France», en F accarello (dir.), Studies in the history
pp. 3 7 9 -3 8 0 . o f Trench political econom y, op. cit., p. 163.
141 J. F. S aint-L ambert, «Luxe», en E ncyclopédie, vol. XVII, t. I, Neufchâtel, 25 Ibid., pp. 171-177.
Chez Samuel Faulche, 1751, pp. 763-771. Véase S hovlin , «Hume’s political discour* 26 Turgot, Réflexions, op. cit., pp. 30-31.
ses», op. cit. 27 G roenewegen, E ighteenth-century economics, op. cit., p. 27 8.
142 Saint-Lambert, «Luxe», op. cit., p. 765. 28 V erri, Meditazioni, op. cit., pp. 9-10.
143 Ibid. 29 Ibid., pp. 15-16.
144 Ibid., p. 767. 30 Ibid., pp. 16-17.
145 Ibid., p. 766. 31 Ibid., pp. 19-21.
146 G. M. Butel D umont, T héorie du Luxe, Paris, François Bastien, 1774* 32 Ibid., p. 29.
pp. 41-43 y 48. Cfr. W ahnbaeck, Luxury and pub lic happiness, op. cit., pp. 49-50.
258 Notas 259
Marcello Carmagnani

33 Ibid., p. 30. 61 C remaschi, II sistema, op. cit., p. 173. Cremaschi resume las ideas de Smith so­
54 Ibid., pp. 34-35. bre la naturaleza de las necesidades que se exponen en la RN y en L ecciones sobre ju ­
35 Ibid., pp. 45 -46. risprudencia.
î6 Ibid., pp. 46 -47. 62 RN, libro I, cap. 1, pp. 79-80.
37 Ibid., pp. 14 2 -14 3 . 63 RN, libro IV, cap. 1, p. 566.
38 Ibid., pp. 14 4 -14 5 . 64 RN, libro II, Introducción, p. 387.
37 Ibid. 65 Ibid., p. 388.
40 A. Smith, L ectures on jurisprudence (1762-1763), Oxford, Clarendon Press, 66 RN, lib ro I, cap. 3, p. 96, y cfr. J. D. S ach s , The End o f Poverty. E conom ic Pos­
1978, pp. 331 y 333-334. sibilities fo r Our Time, L ond res, Penguin Books, 2005, pp. 38-39.
4' Smith, La ricchezza d elle nazioni (17 7 6 ) (en adelante RN), op. cit., libro IV, 67 RN, libro I, cap. 2, p. 92.
cap. 8, p. 821. 68 S. Fiori, Ordine, mano invisibile, mercato. Una nlettura di Adam Smith, Tu­
42 Ibid. rin, UTET, 2001, p. 65.
43 A. E. Rothschild y A. Sen, «Adam Smith’s economics», en K. Haakonssen 69 O ttenson, Adam Smith’s market-place o f life, op. cit., pp. 320-324.
(dir.), The C ambridge com panion to Adam Smith, Cambridge, Cambridge University 70 RN, libro IV, cap. 2, p. 584.
Press, 2006, pp. 319-365. 71 A. E. R othschild, Sentim entieconom ici. Adam Smith, C ondorcet e I’illuminismo,
44 RN, libro IV, cap. 9, pp. 851-852. Bolonia, II Mulino, 2003, p. 183.
45 Ibid. 72 C. L. G riswold JR., Adam Smith and th e virtues o f enlightenm ent, Cambridge,
46 A. Zanini, Adam Smith. Economía, morale, diritto, Milán, Bruno Mondadori, Cambridge University Press, 1999, pp. 299-301, y O ttenson, Adam Sm ith’s market­
1997, pp. 86-91. place, op. cit., pp. 181 y ss.
47 J. H. K eppler, L’écon om ie des passions selon Adam Smith, Paris, Éditions 73 J. M. B uchanan , «Public goods and natural liberty», en T. W ilson y A. S. S kin­
Kimé, 2008, pp. 29-30: ner (dirs.), The Market and the state. Essays in H onour o f Adam Smith, Oxford, Cla­

48 M. Biziou, Adam Smith, Paris, PUF, 2003, pp. 129-131, y C. G erschlager, rendon Press, 1975, pp. 272-286; A. S. S kinner, «Adam Smith: ethics and self-love»,
Adam Sm ith’s account o f self-deceit and inform al institutions, Documento de trabajo en P. J ones y A. S. S kinner (dirs.), Adam Smith. R eview ed, Edimburgo, Edin­
07-10 RS, Université Libre de Bruxelles, Bruselas, 2006, pp. 11-14. burgh University Press, 1992, pp. 142-167, y H undert, The enlightenm ent, op. cit.,
49 L. M ontes, Adam Smith in context. A critical reassessm ent o f som e central com ­ pp. 227-228.
pon en ts o f his thought, Basingstoke, MacMillan, 2004, pp. 75-96. 74 RN, libro I, cap. 4, p. 102.
50 Hope, Virtue by consensus, op. cit., pp. 1 1 2 - 1 1 3 . 75 RN, libro II, cap. 1, p. 396.
51 P. H. V erhane, Adam Smith and his legacy f o r m odern capitalism, Nueva York, 76 RN, libro I, cap. 8, p. 160.
Oxford University Press, 1991, pp. 88-89. 77 RN, libro II, Introducción, p. 387.
52 RN, libro I, cap. 2, pp. 91-92, y cap. 5, p. 111. 78 RN, libro V, cap. 1, parte I, p. 858.
53 Biziou, Adam Smith, op. cit., pp. 142-143; S. Cremaschi, II sistem a della ric­ 79 RN, libro V, cap. 1, parte II, p. 879.
chezza. Economía política e problem a d i m étodo in Adam Smith, Milán, Franco An­ 80 RN, libro III, cap. 4, pp. 544-545. Cfr. M. L. P esante, «La teoría stadiale della
gelí, 1984, pp. 138-142. storia e l ’analisi economica di Adam Smith», Annali della Fondazione Luigi Einaudi,
54 K eppler, Id écon om ie des passions, op. cit., pp. 49-56. 1995, pp. 249-285, y A. B rewer, Adam Smith’s stages o f history, Documento de de­
55 RN, libro V, cap. 1, parte II, pp. 8 7 4 -8 7 5 , y S. F leishacker, On Adam’s Smith bate 08/601, Department o f Economics, Universirsity of Bristol, Bristol, 2008.
Wealth o f Nations. A philosoph ical com panion, Princeton, Princeton University 81 W. J. S tull , «U rb a n econom ics o f A dam Sm ith», en J . C. W ood (dir.), Adam
Press, 2 0 0 4 , pp. 2 4 2 -2 4 6 . Smith. Critical assessments, vol. VI, L ondres, Routledge, 1 9 9 4 , pp. 80-99.
56 Biziou, Adam Smith, op. cit., pp. 166-169, y P. W erhane, Adam Smith and his 82 RN, libro III, cap. 1, p. 504.
legacy fo r m odern capitalism, Nueva York-Oxford, Oxford University Press, 1991, 83 Ibid., p. 503.
pp. 109-110. 84 RN, libro III, cap. 4, p. 537.
57 RN, libro IV, cap. 9, pp. 825 y 851-852. 85 Ibid.
58 P. M cNamara, Political econ om y and statesmanship. Smith, Hamilton and the 86 RN, libro III, cap. 4, pp. 537-538.
foundation o f com m ercial republic, De Kalb, Northern Illinois University Press, 1998, 87 Ibid., pp. 538-541.
pp. 34-44. 88 RN, libro III, cap. 1, p. 508.
59 RN, libro I, cap. 11, segunda parte, pp. 273 y 349. 89 D. F orbes, «Sceptical whiggism. Commerce and liberty», en A. S. S kin­
ner y T. W ilson (dirs.), Essays on Adam Smith, Oxford, Clarendon Press, 1975,
60 RN, libro I, cap. 5, p. 111. Brewer, «Luxury and economic growth», op. cit.,
pp. 94-95, aduce que la idea de Smith del trabajo productivo, el que genera un ex­ pp. 179-201.
cedente, se basa en Quesnay, si bien Smith amplía obviamente esta categoría a cual­ 90 RN, libro III, cap. 1, p. 508.
quier forma de trabajo. 91 RN, libro III, cap. 4, p. 541.
252 Marcello Carmagnani Notas 253

11 Ibid. 37 F. V eron de F orbonnais, É léments du com merce, Paris, Briasson, 1754, vol. I,
12 V oltaire, «Observations sur MM. Jean Lass, Melon et Dutot», op. cit., pp. 7 y 47.
p. 407. 38 Ibid
15 M elon, Essai politique, op. cit., pp. 137-138; T. W ahnbaeck, Luxury andpu- 39 Ibid., pp. 1-2.
blic happiness: political econ om y in Italian enlightenm ent, Oxford, Clarendon Press, 40 Ibid., p. 4.
2004, pp. 27-37, y C arrive, Bernard de M andeville, op. cit., pp. 104-105, subrayan el 41 Ibid., p. 9, e îd., Principes et observations économ iques, Paris, Marc Michel Rey,
influjo de Mandeville, mientras que R obertson, The case f o r enlightenm ent, op. cit., 1 7 6 7 , p. 2.
refleja el de Bayle. 42 F orbonnais, É léments du com merce, op. cit., vol. I, p. 10. La existencia de un
14 M elon, Essai politique, op. cit., pp. 14 7 -14 8 . paralelismo entre las ideas de Forbonnais y Hume depende de la difusión de las ideas
15 Ibid., pp. 133-134 y 150-151. de este último en Francia por parte de los economistas del «dulce comercio»; cfr.
16 Ibid., pp. 1 0 - 1 1 , y cfr. H ont , jealousy o f trade, op. cit., pp. 3 1 -3 2 . J. S hovlin , «Hume’s political discourses and the French luxury debate», en W enner-
17 A. E. M urphy , «The enigmatic Monsieur Dutot», en G. F accarello (dir.), lind y S habas (dirs.),David H um e’s political econom y, op. cit., pp. 2 0 3 -2 2 2 .
Studies in th e history o f Trench political econom y. From Bodin to Walras, Londres, 43 F orbonnais, É léments du com merce, op. cit., pp. 2 7 8 -2 8 3 .
Routledge, 1998, pp. 51-11. 44 F orbonnais, Principes, op. cit., vol. I, p. 13.
18 F. D utot, R éflexions politiques sur les fin an ces et le com m erce (1736), edición 45 Ibid., pp. 3-4, nota 1.
integral de Paul Harsin, Paris, Droz, 1935, pp. 239-240. 46 Ibid., pp. 5-6 .
19 Ibid., p. 23 8. 47 Ibid., p. 6.
20 Ibid., p. 2 4 1 . 48 Ibid., pp. 7-8 y 75.
21 C. Spector, M ontesquieu. Pouvoir, richesses et sociétés, Paris, Presses Universi­ 49 Ibid., p. 9.
taires de France (PUF), 2004, pp. 17-23. 50 Ibid., pp. 120-121.
22 Ibid., pp. 33-34 y 60-61. , 51 Ibid., p. 6.
23 M ontesquieu, «De l’esprit des lois», libro XIX, cap. 8, en O euvres Complètes, 52 F. G aliani, Della m oneta (1 7 5 1 ), Milán, Feltrinelli, 19 6 3 , pp. 2 4 1 -2 4 2 . Véanse
Paris, Gallimard, 1951. las siguientes obras: R obertson, The case fo r the enlightenm ent, op. cit., pp. 3 4 7 -3 5 0 ;
24 Ibid., libro XIX, cap. 27, pp. 575-581. K. S tapelbroek, Love, self-deceit, and m oney, com m erce and m orality in th e early Na-
25 Ibid., libro XX, cap. 1, p. 5851 politan enlightenm ent, Toronto, University of Toronto Press, 2008, pp. 165-172, e ÍD.,
26 Ibid., libro XX, cap. 2, pp. 585-586. «L’economia civile e la società commerciale: Intieri, Genovesi, Galiani e la paternità
27 Ibid., libro XX, cap. 4, p. 587. dell’illuminismo napoletano», en B. J o ssa , R. C atalano y E. Z agari (dirs.), G enovesi
28 Ibid., lib ro VII, cap. 1, pp. 3 3 3 -3 3 4 . W ahnbaeck, Luxury and pub lic happi­ econom ista, Nàpoles, Istituto Italiano per gli Studi Filosofici, 2007, pp. 39-50.
ness, op. cit., pp. 3 1 y ss., m uestra la relación existente en tre el n u evo com ercio y la 53 F. Di B attista , «L’economia civile genovesiana e la moderna econo­
form a de gobierno. mia politica», en J o ssa , P atalano y Z agari (dirs.), G enovesi econom ista, op. cit.,
29 J-C. M. V. de G ournay, C onsidérations sur le com m erce, e t en particulier sur pp. 291-307.
les com pagnies, sociétés et maîtrises, Amsterdam, s. e., 1758, pp. 4-8. El responsable 54 U stáriz, Teòrica y práctica d e com ercio y marina, op. cit., pp. 2 - 3 ,7 y 39.
de la elaboración de este volumen es S. Clicquot de Blesvache. Existe una traducción 55 A nónimo, Réflexions sur les différents objets du com m erce, et en particulier sur
italiana publicada en Venecia en 1769. Sobre el contexto político y cultural de Gour­ la libre fabrication des toiles peintes, Ginebra, s. e., 1759, p. 65. El autor pertenece
nay, cfr. S hovlin , The political econom y, op. cit., pp. 44-46, y C lark , Compass o f so­ con gran probabilidad al círculo de Gournay.
ciety, op. cit., pp. 129-135. El mejor análisis sobre Gournay, C. L arrère, Linvention 56 R. C antillon, Essai sur la nature du com m erce en général (1755), edición ita­
d e l’économ ie au XVIIIe siècle, Paris, PUF, 1992, pp. 144-160. liana de S. C otta y A. G iolitti, Saggio sulla natura d el com m ercio in generale, Turin,
3(1 G ournay, Considérations, op. cit., p. 6. Einaudi, 1955, pp. 12 y 23. Sobre Cantillon, véase H utchinson, B efore Adam Smith,
31 G. S chelle, Vincent d e Gournay, Paris, Guillaumin, 1897, p. 207. op. cit., pp. 163-178.
32 G ournay, Considérations, op. cit., p. 11. 57 C antillon, Saggio sulla natura d el com m ercio, op. cit., p. 5.
33 A nónimo [atribuido a V. de G ournay], Traités sur le com m erce d e Josiah Child.¡ 58 Ib id.,p p. 36-38 y 57-58.
a vec les rem arques inédites d e Vincent d e Gournay (1754), Tokio, Hitotsubaski Unjl 59 Lissssse,U invention d e l ’économ ie, op. cit., pp. 10 2 -10 4 .
versity, 1983, pp. 420-421. 60 C antillon, Saggio sulla natura d el com m ercio, op. cit., pp. 12 -13 .
34 M. Postlethwayt, Britain com m ercial interest explained and im proved, vol. I t 61 Ibid., pp. 15 -19 .
Londres, D. Browne, 1757, p. 528. 62 J. J. S pengler, French predecessors o f Malthus: a study in eighteen th century
35 J. de U stáriz, Teórica y práctica d e com ercio y marina, Madrid, Imprenta d f w a ge and population theory, Durham, Duke University Press, 1942, pp. 128-136.
Antonio Sanz, 1757, pp. 7,33 y 391-396, y A. V. C astillo , Spanish m ercantilism. Gdf 63 M. K w ass , «Consumption and the world of ideas: consumer revolution and
rónim o d e Ustáriz econom ist, Filadelfia, Porcupine Press, 1930, pp. 82-112. the moral economy of the Marquis de Mirabeau», E ighteenth-century Studies, 2,
36 L arrère, L’invention d e l ’économ ie, op. cit., pp. 101-103 y 121-131. 2004, pp. 192-196, y S hovlin , The political econom y, op. cit., pp. 65-72 y 102-113.
254 Marcello Carmagnani Notas 255

64 K wass, «Consumption and the world of ideas», op. cit., p. 197. 89 T. D. C ampbell, «Francis Hutcheson: “father” of the Scottish enlightenment»,
65 A. S trugnell, «Diderot on luxury, commerce and the merchant», Studies on en R. H. Cambell y A. S kinner (dirs.), The origins and nature o f Scottish en lighten­
Voltaire and th e E ighteenth Century, 217, 1983, pp. 83-93. ment, Edimburgo, John Donald Publisher, 1982, pp. 167-185.
66 I. F. K night , The geom etric spirit. The A bbé d e C ondillac and the French en­ 90 H. G rune-Y anoff y E. F. M cClennen, «Hume framework for a natural his­
tory of the passions», en W ennerlind y Schabas (dirs.), David H um e’s political eco ­
lightenm ent, New Haven, Yale University Press, 1968, pp. 232-238.
67 É. B onnot de C ondillac, Le com m erce et le gouvernem ent. C onsidérés rélati- nomy, op. cit., pp. 86-104.
91 V. M. H ope, Virtue by consensus. The m oral philosophy o f Hutcheson, Hume
vem en t l’un à l’autre, vol. I, Paris, Jombert et Cellot, 1776, p. 14.
68 Ibid., p. 7.
and Adam Smith, Oxford, Clarendon Press, 1989, pp. 2-4.
92 Ibid., pp. 5 0 -5 3 .
69 Ibid., pp. 9-10 y 14.
93 D. D eleule, H ume et la naissance du libéralisme économ ique, Paris, Aubier-
70 Ibid., pp. 19 y 21.
Montaigne, 1979, pp. 21-29, y A. S. Skinner, «David Hume: principles of political
71 Ibid., pp. 42-44.
economy», en D. Fate Norton (dir.), C ambridge com panion to Hume, Cambridge,
72 Ibid., p. 60.
75 Ibid., pp. 62-63. Cambridge University Press, 1993, pp. 226-229.
74 Ibid, pp. 205-206. 94 J. R. O ttenson, Adam Sm ith’s marketplace o f life, Cambridge, Cambridge
75 Ibid., pp. 228-230. University Press, 2002, pp. 30-33.
76 Ibid., p. 263. 95 Deleule, H ume et la naissance, op. cit., pp. 30 -3 3 .
77 G . F accarello , «An “exception culturelle”. French sensationist political eco­ 96 Ibid., pp. 35-42, y C. W ennerlind, «David Hume as a political economist»,
nomy and the shaping of public economy», European Journal o f History o f E conomic en A. Dow y S. Dow (dirs.), A H istory o f Scottish econ om ic thought, Londres, Rout-
Thought, 1,2006, pp. 1-38, y T. J. H ochstrasser, «Physiocracy and the politics of lais­ ledge, 2006, pp. 46-70.
97 D. Hume, «O f commerce», en D. Hume, Political essays, edición de K . Haa-
sez-faire», en G oldie y W olker (dirs.), The C ambridge history o f eighteenth-century
konssen, Cambridge, Cambridge University Press, 1994, p. 99. De ahora en adelante
political thought, op. cit., pp. 419-442.
78 P.-P. M ercier de la R ivière, L’ordre naturel et essen tiel des sociétés politi­ se citará sólo el título de los ensayos de Hume.
98 R. Boyd, «Manners and morals: David Hume on civility, commerce, and the
ques, Paris, Jean Nourse Librairie, 1767, pp. IV-V. Sobre Mercier de la Rivière, véase
J. P. M ay , Le M ercier d e la R ivière (1719-1801). Aux origines d e la scien ce économ ique, social construction of difference», en W ennerlind y Schabas (dirs.), David Hume,
Paris, Centre National de la Recherche Scientifique (CNRS), 1975, pp. 65-78. op. cit., pp. 65-85.
79 Citado en G. W eulersse, Le m ouvem ent physiocratique en France (de 1757 à 99 FIume, «O f commerce», op. cit., p. 95.
1770), vol. II, Paris, Félix Alcan, 1910, p. 15. 100 Ibid., p. 98.
80 M ercier de la R iviere, L’ordre naturel, op. cit., pp. 336 y 341-342. 101 Deleule, H ume et la naissance, op. cit., pp. 42-45, y W ennerlind, «David
81 J. J. L. G raslin , Essai analytique sur la richesse et sur l ’im pôt (1767), Paris, Mar­ Hume», op. cit., pp. 50-51.
cel Rivière, 1911, pp. 13 y 17. Cfr. A. O rain, «Equilibre et fiscalité au siècle des Lu­ 102 H ume, «O f commerce», op. cit., p. 99.
mières. L’économie politique de Jean-Joseph Graslin», R evue Economique, 5, 2006, 103 Ibid., p. 102.
pp. 955-981; îd ., «Graslin et les physiocrates. Les controverses sur la valeur, l’équilibre 104 Ibid., pp. 98-99.
et la fiscalité», en P. L e P inchón y A. O rain (dirs.), Graslin. Le tem ps des lum ières à 105 Hume, «O f luxury», op. cit., p. 271, y cfr. J. Shovlin, «Hume’s political dis­
Nantes, Rennes, Presses Universitaires de Rennes, 2008, pp. 127-145, y G. F accare­ courses and the French luxury debate», en W ennerlind y Schabas (dirs.), David
llo , «The enigmatic Mr. Graslin. A rousseaunist bedrock for classical economics?»,
Hume, op. cit., pp. 203-222.
European Journal o f History o f E conom ic Thought, 1, 2009, pp. 1-40. 106 A. Brewer, «Luxury and economic growth: David Hume and Adam Smith»,
82 G raslin , Essai analytique, op. cit., pp. 17 -2 1. Scottish Journal o f Political Economy, 1, 1998, pp. 78-98.
83 N. B audeau, Prem ière introduction à la philosophie économ ique ou analyse des 107 H ume, «O f refinem ent in th e arts», op. cit., p. 108.
états policés (1767), Paris, Librairie Paul Geuthner, 1910, p. 5, e îd., Principes de la 108 Ibid., p. lll ,y c f r . C.J. Berry, «Hume and superflous value», en W ennerlind
scien ce morale et politique sur le luxe et les lois somptuaires (1767), Paris, Librairie Paul y Schabas (dirs.), David Hume, op. cit., pp. 49-64.
Geuthner, 1912, p. 6. Sobre este autor, fundador del periódico fisiocrático Les éphém ères 109 H ume, «O f refinem ent in th e arts», op. cit., p. 113.
du citoyen, cfr. W ahnbaeck, Luxury and public happiness, op. cit., pp. 49-50. 110 H ume, «O f national caractère», op. cit., p. 85, y cfr. W ennerlind, «David
H um e», op. cit., pp. 6 1 -6 3 .
84 B audeau , P rem ière introduction, op. cit., pp. 75 y 93.
85 Baudeau , Principes d e la science morale, op. cit., pp. 5-6 . 111 H ume, «O f commerce», op. cit., p. 10 1 .
112 Ibid., p. 10 2.
86 Ibid., pp. 14 y 19.
87 J. F. B utini, Traité du luxe, Ginebra, Isaac Bardin, 1774, pp. 8 ,1 1 ,1 7 -2 2 y 28« 113 Hume, «O f Money», op. cit., p. 124.
Sobre Butini, cfr. S hovlin , The political econom y, op. cit., pp. 12 2 y 133. 114 C. W ennerlind, «An artificial virtue and the oil of commerce: a syntetic view
88 I. de P into , Essai sur le luxe, París, s. e., 1762, y Paris, Chez Marc Michel Rey;; of Hume theory of money», en W ennerlind y Schabas (dirs.), David Hume, op. cit.,
pp. 1 0 5 -12 6 .
1771, pp. 10 ,13-14 y 24-35 de la primera edición.
Notas 257
256 Marcello Carmagnani
147 B utel D umont, T héorie du Luxe, op. cit., pp. 4 8 y 1 0 3 -10 4 .
113 H ume, «O f the balance of trade», op. cit., pp. 136-139. 148 Ibid., pp. 1 7 1 -1 7 5 y 1 7 9 -1 8 1 .
116 D eleule reproduce parcialmente la carta de Hume a Turgot en H ume et la
naissance, op. cit., p. 94.
117 H ume , « O f th e jealousy o f trad e», op. cit., p. 150. Capítulo III
118 Ibid., p. 151.
119 Ibid., pp. 152-153. 1 U tilizo la edición de T urgot de 17 7 8 y la de V erri de 17 72.
120 Cfr. I. S impson R oss , «The emergence of David Hume as a political econo­ 2 A. R. J. T urgot , Réflexions sur la form ation et la distribution des richesses, P a ­
mist: a biographical sketch», y L. C harles, « “New politics” and the dissemination of ris,<s. e., 17 7 8 , pp. 9 -10 .
David Hume’s “Political discourses” on the continent», en W ennerlind y S c h a b a s 3 P. V erri, M editazioni sulla econ o m ia politica, L iv o rn o , S ta m p eria
(dirs.), David Hume, op. cit., pp. 31-48 y 181-202. d ell’E nciclopedia, 17 7 2 , pp. 7 y 9; F V enturi, «L e m editazioni sull’economia p o ­
121 F. V enturi, S ettecento riformatore. Da M uratori a Beccaria, vol. I, Turin, Ei­ litica di P ietro V erri. Edizioni, echi e discussioni», Rivista Storica Italiana, 3 , 19 7 8 ,
naudi, 1969, pp. 523-644. pp. 5 3 0 -5 9 4 , m e han p erm itido com p ren der las ideas económ icas de V erri y el
122 A. G enovesi, Lezioni d i com m ercio (1764-1769), Nàpoles, Istituto Italiano vín cu lo que se establece con los intelectuales y las ideas reform adoras de la política
per gli Studi Filosofici, 2005, p. 9. Véase también E. P ii , A ntonio G enovesi dalla poli­ y la adm inistración.
tica econom ica alla «politica civile», Florencia, Olschki, 1984, pp. 121-129; F. Di Bat­ 4 V e s s i, Meditazioni, op. ci/., p. 9.
tista , «L’economia civile genovesiana e la moderna economia politica», en J o ssa , Ca­ 3 Ibid., pp. 4 y 76.
talano y Z agari (dirs.), G enovesi economista, op. cit., pp. 291-307, y R obertson, The 6 T urgot , Réflexions, op. cit., pp. 59-60.
case o f enlightenm ent, op. cit., pp. 350-360. 7 Ibid., p. 108.
123 G enovesi, Lezioni d i com m ercio, op. cit., p. 3 8 7 . 8 C. M orilhat, La prise d e cou science du capitalisme. É conom ie et philosophie chez
124 G enovesi, E lem enti d el com m ercio (1757-1758), Nàpoles, Istituto Italiano Turgot, Paris, Klincksick, I9SN, pp. 1 1-14.
per gli Studi Filosofici, 2005, p. 12. 9 V e s s i , Meditazioni, op. cil., pp. 16-17.
125 Ibid., p. 9. 10 Ibid, pp. 16 -17 y 221 222.
126 Ibid., pp. 14 y 18-19. 11 Ibid., p. 80.
127 Ibid., pp. 14 y 19. 12 C itado en M o k i i .i IAT, La prise d e conscience, op. cit., p. 1 8 4 ,y cfr.P. G roenewe -
128 Ibid., p. 99. gen , E ighteenth-century econom ics: l'argot, Beccaria and Smith, L ondres, R outledge,
129 G enovesi, Lezioni d i com m ercio, op. cit., p. 421. 2 0 0 2 , pp. 2 8 2-28 7.
1,0 G enovesi, E lem enti d el com m ercio, op. cit., p. 96. 13 V e r b i , Meditazioni, op c i t , p. 10.
131 G enovesi, Lezioni d i com m ercio, op. cit., pp. 4 0 7 -4 0 8 . 14 C itado en V enti mi, «I ,c mediia/.ioni», op. cit., p. 57 8.
132 G enovesi, E lem enti d el com m ercio, op. cit., p. 98. 13 T urgot , Réflexions, op n i . , pp. 10 9 -11 0 .
1,3 G enovesi, Lezioni di com m ercio, op. cit., pp. 4 2 1-4 2 2 . 16 G roenewféien, Eighteenth century economics, op. cit., p. 27 5.
134 Ibid., pp. 425 y 427. 17 M o r i l h a t , La prise d c conscience, op. cit., pp. 14 5 -14 6 .
133 Acerca de Sempere, cfr. J . Rico J iménez, De la ilustración al liberalismo. El pen­ 18 T urgot, Réflexions, op at., pp. 2 0 y 23.
sam iento d e Sem pere y Guarinos, Alicante, Publicaciones de la Universidad, 1997. 19 Ibid, pp. 72-75.
136 J. S empere y G uarinos, Historia d el luxo y d e las leyes suntuarias d e España 20 Ibid., pp. 77-84.
(1788), vol. I, Madrid, Atlas, 1973, pp. 10-12. 21 Ibid., p. 83.
137 Ibid., vol. II, p. 23. 22 M orilhat, La prise de tonsurine, op. cit., p. 14 6.
138 Ibid., p. 176. 23 Ibid., pp. 108 y 146.
139 Ibid., p. 205. 24 G . F accarei.I.o , «( ìmIImiiI, Nei k rr and Turgot. A debate on econom ic reform
140 Sobre la importancia de Saint-Lambert, cfr. H ont, «The early», op. cit., and policy in eigh tecn tlvcrn iu ry h u m e», en Faccarello (dir.), Studies in the history
pp. 3 7 9 -3 8 0 . o f French political economy, op t i l , p lo i.
141 J. F. S aint-L ambert, «Luxe», en E ncyclopédie, vol. XVII, t. I, Neufchâtel, 25 Ibid.,pp. 171-177.
Chez Samuel Faulche, 1751, pp. 763-771. Véase S hovlin , «Hume’s political discour­ 26 T urgot , Réflexions, op t i t , pp. >0 1 1.
ses», op. cit. 27 G roenewegkn, Eighteenth t m in ty economics, op. cit., p. 2 7 8 .
142 S aint-L ambert, «Luxe», op. cit., p. 765. 28 V e r r i, Meditazioni, op e t t , pp. 9 10.
143 Ibid. 29 Ibid., pp. 15-16,
144 Ibid., p. 767. 30 Ibid., pp. 16-17.
143 Ibid., p. 766. 31 Ibid., pp. 19-21.
146 G. M. B utel D umont , T héorie du Luxe, Paris, François Bastien, 1774, 32 Ibid., p. 29.
pp. 41-43 y 48. Cfr. W ahnbaeck, Luxury and pub lic happiness, op. cit., pp. 49-50.
258 Marcello Carmagnani Notas 259

33 Ibid., p. 30. 61 C remaschi, IIsistema, op. cit., p. 173. Cremaschi resume las ideas de Smith so­
34 Ibid., pp. 34-35. bre la naturaleza délas necesidades que se exponen en la RN y en L ecciones sobre ju ­
35 Ibid., pp. 45-46. risprudencia.
36 Ibid., pp. 46-47. 62 RN, libro I, cap. 1, pp. 79-80.
37 Ibid., pp. 142-143. 63 RN, libro IV, cap. 1, p. 566.
38 Ibid., pp. 144-145. 64 RN, libro II, Introducción, p. 387.
39 Ibid. 65 Ibid., p. 3 8 8 .
4(1 A. S mith, L ectures on jurisprudence (1762-1763), Oxford, Clarendon Press, 66 RN, libro I, cap. 3, p. 96, y cfr. J. D. S achs , The End o f Poverty. E conom ic Pos­
1978, pp. 331 y 333-334. sibilities fo r Our Time, Londres, Penguin Books, 2005, pp. 38-39.
41 S mith , La ricchezza d elle nazioni (1776) (en adelante RN), op. cit., libro IV, 67 RN, libro I, cap. 2, p. 92.
cap. 8, p. 821. 68 S. F iori, Ordine, m ano invisibile, mercato. Una rilettura di Adam Smith, Tu­
42 Ibid. rin, UTET, 2001, p. 65.
43 A. E. R othschild y A. S en, «Adam Smith’s economics», en K. H aakonssen 69 O ttenson, Adam Smith’s market-place o f life, op. cit., pp. 320-324.
(dir.), The C ambridge com panion to Adam Smith, Cambridge, Cambridge University 70 RN, libro IV, cap. 2, p. 584.
Press, 2006, pp. 319-365. 71 A. E. R othschild, Sentim entieconom ici. Adam Smith, Condon e/ c l ’illuminismo,
44 RN, libro IV, cap. 9, pp. 851-852. Bolonia, II Mulino, 2003, p. 183.
45 Ibid. 72 C. L. G riswold jr . , Adam Smith and th e virtues o f enlightenm ent, Cambridge,
46 A. Z anini, Adam Smith. Economía, morale, diritto, Milán, Bruno Mondadori, Cambridge University Press, 1999, p p . 299-301, y O ttenson, Adam Sm ith’s market­
1997, pp. 86-91. place, op. cit., p p . 181 y ss.
47 J. H. K eppler, L’écon om ie des passions selon Adam Smith, Paris, Editions 73 J. M. B uchanan , «Public goods and natural liberty», en T. Wi i .son y A. S. S kin­
Kimé, 2008, pp. 29-30. ner (dirs.), The Market and the state. Essays in H onour o f Adam Smith, Oxford, Cla­
48 M. B iziou, Adam Smith, Paris, PUF, 2003, pp. 129-131, y C. G erschlager, rendon Press, 1975, pp. 272-286; A. S. S kinner, «Adam Smith: ethics and self-love»,
Adam Smith’s account o f self-deceit and inform al institutions, Documento de trabajo en P. J ones y A. S. S kinner (dirs.), Adam Smith. R eview ed, Edimburgo, Edin­
07-10 RS, Université Libre de Bruxelles, Bruselas, 2006, pp. 11-14. burgh University Press, 1992, pp. 142-167, y H undert, The enlightenm ent, op. cit.,
49 L. M ontes, Adam Smith in context. A critical reassessm ent o f som e central com ­ pp. 227-228.
pon ents o f his thought, Basingstoke, MacMillan, 2004, pp. 75-96. 74 RN, libro I, cap. 4, p. 102.
50 H ope , Virtue by consensus, op. cit., pp. 1 1 2 - 1 1 3 . 75 RN, libro II, cap. 1, p. 396.
51 P. H. V erhane, Adam Smith and his legacy fo r m odern capitalism, Nueva York, 76 RN, libro I, cap. 8, p. 160.
Oxford University Press, 1991, pp. 88-89. 77 RN, libro II, Introducción, p. 387.
52 RN, libro I, cap. 2, pp. 91-92, y cap. 5, p. 111. 78 RN, libro V, cap. 1, parte I, p. 858.
33 Biziou, Adam Smith, op. cit., pp. 142-143; S. C remaschi, II sistem a della ric­ 79 RN, libro V, cap. 1, parte II, p. 879.
chezza. Economía política e problem a d i m étodo in Adam Smith, Milán, Franco An­ 80 RN, libro III, cap. 4, pp. 544-545. Cfr. M. L. P esante, «La teoría stadiale della
gelí, 1984, pp. 138-142. storia e l’analisi economica di Adam Smith», Annali della Fondazione Luigi Einaudi,
54 K eppler, Id écon om ie des passions, op. cit., pp. 49-56. 1995, pp. 249-285, y A. B rewer, Adam Sm ith’s stages o f history, Documento de de­
55 RN, libro V, cap. 1, parte II, pp. 874-875, y S. F leishacker, On Adam’s Smith bate 08/601, Department o f Economics, Universirsity of Bristol, Bristol, 2008.
Wealth o f Nations. A philosoph ical com panion, Princeton, Princeton University 81 W. J. S tull , «Urban economics of Adam Smith», en J. C. W ood (dir.), Adam
Press, 2004, pp. 242-246. Smith. Critical assessments, vol. VI, Londres, Routledge, 1994, pp. 80-99.
56 Biziou, Adam Smith, op. cit., pp. 166-169, y P. W erhane, Adam Smith and his 82 RN, libro III, cap. 1, p. 504.
legacy fo r m odern capitalism, Nueva York-Oxford, Oxford University Press, 19 9 1, 83 Ibid., p.503.
pp. 109-110. 84 RN, libro III, cap. 4, p. 537.
57 RN, libro IV, cap. 9, pp. 825 y 851-852. 85 Ibid.
58 P. M c N amara , Political econom y and statesmanship. Smith, Hamilton and the 86 RN, libro III, cap. 4, pp. 537-538.
foundation o f com m ercial republic, De Kalb, Northern Illinois University Press, 1998* 87 Ibid., pp. 5 3 8 -5 4 1 .
pp. 34-44. 88 RN, libro III, cap. 1, p. 508.
59 RN, libro I, cap. 11, segunda parte, pp. 273 y 349. 89 D. F orbes, «Sceptical whiggism. Commerce and liberty», en A. S. S kin­
60 RN, libro I, cap. 5, p. 111. B rewer, «Luxury and economic growth», op. cit., ner y T. W ilson (dirs.), Essays on Adam Smith, Oxford, Clarendon Press, 1975,
pp. 94-95, aduce que la idea de Smith del trabajo productivo, el que genera un ex*1 pp. 179-201.
cedente, se basa en Quesnay, si bien Smith amplía obviamente esta categoría a cual* 90 RN, libro III, cap. 1, p. 508.
quier forma de trabajo. 91 RN, libro III, cap. 4, p. 541.
260 Marcello Carmagnani Notas 261

92 Ibid., p. 543. 134 RN, libro IV, cap. 9, p. 842.


95 RN, libro III, cap. 1, p. 504. 135 A.W. C oats, «Adam Smith and the mercantile System», en S kinner y W ilson
94 RN, libro IV, cap. 8, p. 821. (dirs.), Essays on Adam Smith, op. cit., pp. 218-236.
95 Ibid., p. 822.
* Ibid., p. 823.
97 RN, libro II, cap. 3, pp. 452-453. Capítulo IV
98 Ibid.
99 Ibid., p. 469. 1 A. M e n n i n g e r , Genuss im kulturellen wandel. Tabak, kaffee, tee und schokolade
1011 Ibid., pp. 460-461. in Europe (16.-19. ]ahrhundert), Stuttgart, Franz Steiner Verlag, 2008, pp. 237-275.
101 RN, libro V, cap. 2, parte II, art. IV, p. 1050. 2 B. S t e l l a , Il Tabacco. Opera nella quale si tratta dell’origine, historia, coltura,
102 RN, libro I, cap. 11, parte II, p. 270. preparazione, qualità, natura, virtu e uso in fum o, in polvere, in foglia, in labitivi e in
103 RN, libro V, cap. 2, parte II, art. IV, p. 1050. m edicina della pianta detta vulgarm ente tabacco, Roma, s. e., 1669.
104 RN, libro III, cap. 1, p. 504. 3 W. R u m s e y , Organon Salutis. An instrum ent to cleanse the stom ach: as also divers
105 RN, libro V, cap. 2, parte II, art. IV, pp. 1050 y 1058. n ew experim ents o f the virtue o f tobacco and coffee, Londres, R. Hodgkinsonne, 1657.
106 RN, libro I, cap. 8, pp. 168-169. 4 D. U. A n t a k i , The nature o f drink hauhi, or coffee, Oxford, Henry Hall 1,1659.
107 RN, libro I, cap. 11, parte II, p. 273. 5 A n ó n i m o , The virtues o f coffee. Set forth in the works o f The Lord Bacon his Na­
108 RN, libro II, cap. 3, p. 469. tural History, Mr. Parkinson his Herbal, Sir G eorge Sandys his Travails, James H ow elhis
109 Ibid., pp. 469-470. epistles, Londres, W. G., 1663.
110 Ibid., p. 471. 6 B. C o w a n , The social life o f coffee: th e em ergence o f the British coffee-house, N ew
111 Ibid. Haven, Yale University Press, 2 0 0 5 , pp. 27 -28.
112 Ibid., p.472. 7 S. P a u l i , A treatise on tobacco, tea, coffee, and chocolate, Londres, T . Osborne,
113 D. W inch , R iches and poverty. An intellectual history o f political econom y in 17 4 6 ; la primera edición en latín se publicó en Estrasburgo en 16 65.
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1,4 RN, libro II, cap. 1, p. 390. 1687.
115 RN, libro I, cap. 8, p. 172. 9 A. F. Na i r o n i , Discorso della salutifera bevanda Kahvve, ovvero caffè, Roma, Mi­
116 RN, libro II, cap. 1, p. 396. chele Hercoli, 1671.
117 RN, libro II, cap. 5, p. 490. 10 M . T ogni, Raccolta d elle singolari qualità d el caffè, Venecia, Gio. Francesco
118 RN, libro I, cap. 8, p. 177. Valuasenza, 1675.
119 RN, libro II, cap. 8, pp. 178-179. " Ibid., pp. 3 0 -4 8 .
1211 RN, libro V, cap. 2, parte II, art. IV, pp. 1049-1050. 12 J. S p o n , De l’usage du caphé, du th é et du chocolat, Lyon, Jean Girin, 1671, e
121 Ibid., p. 1051. ÍD., Traité nouveau et curieux du café, du th é et du chocolat, La Haya, Adrian Motjens,
122 Ibid. 1685. Existe también una edición en latín publicada en Ginebra en 1699.
123 Ibid. 13 N. d e B l e g n y , Le bon usage du thé, du café, et du chocolat pou r la préservation
124 S. H ollander, «On the role of utility and demand», en S kinner y W ilson et pou r la guérison d es maladies, Paris, Étienne Michallet, 1687. En el mismo año se
(dirs.), Essays on Adam Smith, op. cit., pp. 313-323. publica otra edición del volumen en Lyon.
125 RN, libro V, cap. 2, parte I, art. IV, p. 1051. 14 A. R a m b a l d i , Ambrosia arabica ovvero della salutare bevanda caffè Bolonia
126 RN, libro V, cap. 2, parte II, art. IV, pp. 1049-1054. s. e., 1 6 9 1 .
127 H ollander, «On the role of utility and demand», op. cit., p. 319. 15 J. L eclan t , «Le café et les cafés à Paris (1 6 4 4 -1 6 9 3 )» , Annales ESC, 1, 1 9 5 1
128 N. R osenberg , «Adam Smith, consumer tastes, and economic growth»,/oa^ pp. 1-14 .
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129 N. de M archi, «Adam Smith’s accommodation of “altogether endless” de­ m édecine, Paris, Laurent d’Houry, 1696, p. 210.
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T. A spromouros, The science o f wealth. Adam Smith and the fram in g o f political eco ■ 19 S p o n , De l’usage, op. cit., p . 2 .
nomy, Londres, Routledge, 2009, pp. 30-39. 20 C i t a t o e n C o w a n , The social life, op. cit., p . 5 3 .
1,0 RN, libro IV, cap. 3, parte II, pp. 622 y 627. 21 G. B a r u f a l l i , La Tabaccheide, Ferrara, Bernardino Pomatelli, 1714.
131 Ibid., p. 622. A n ó n i m o , Les en tretiens des cafés d e Paris et les différends qui y surviennent,

132 Ibid., pp. 631-632. Trévoux, Étienne Ganneau, 1702, y A. G a l l a n d , De l’origine et du progrès du ca fé
133 Ibid. (1712), Paris, Editions de la Bibliothèque, 1992,
262 Marcello Carmagnani Notas 263

23 C owan , The social life, op. cit., pp. 92 -99. 48 B u c ’ h o z , D issertation sur l'utilité, op. cit., p . 7 .
24 A nónimo, The virtue o f the co ffee drink (1670), citado en E. M arkman , The 49 G. D e l l a B o n a , D ell'uso e dell’abuso d el caffè. Dissertazione storico-fisico-me-
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25 A nónimo, « A brief description of the excellent virtues of that sober and 5,1 B u t i n i , Traité du luxe, op. cil., pp. 33-34 y 36.
wholesome drink, called Coffee» (1674), en M arkman , The Coffee-H ouse, op. cit., 51 J. E l l i s , An historical account o f coffee, Londres, Edgard y Charles Dilly, 1774.
p. 139, y parcialmente reproducido en C owan , The social life, op. cit., p. 103, quien, 52 G. E t t o r e , Notizie ¡storico-fisiche su l caffè, Roma, Salvini, 1791.
en la página 95, presenta también la publicidad de un café de 1652. 53 A . de M o ya , El café, M adrid, Imprenta de G onzález, 1792.
26 G. D. C ivicini, Della storia e natura d el caffé. Discorso accademico, Florencia, 54 A. L a v e d á n , Tratado d e los usos, abusos, propiedades y virtudes d el tabaco, café,
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27 J. H. B urn, A descriptive catalogue o fth e London traders, tavern, and coffee-hou se «Les cafés littéraires en Espagne du xviT au xxe siècle», en A. A u r e l l et al. (dir.),
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LXXVII. pp. 292-300.
28 A nónimo, Discourse o f co ffee (1699), citado en C owan , The social life, op. cit., 55 B. M o s e l e y , A treatise concerning th è properties and effects o f coffee, Londres,
pp. 28-29. J. Sewell, 1790.
25 J. L a Roque, Voyage à l ’Arabie heureuse, par l ’Océan oriental dans les années 56 D. R o c h e , H istoire des choses banales, Paris, Fayard, 1997, pp. 67-94.
1708, 1709, 1710, Amsterdam, Sleehouver et Vytwer, 1716. Utilizo la edición italiana 57 A. A. C a d e t d e V a u x , D issertation sur le café, son historique, ses propriétés, et
publicada en Venecia en 1721. le procédé pou r en obten ir u ne boisson plus agréable, la plus salutaire et la plus écon o­
30 Ibid., pp. 215-289. mique, Paris, Huzard, 1806, y J. M. A. G u b i a n , Dissertation sur le café, Paris, Impri­
31 Ibid., pp. 274-277. merie de Didot Jeune, 1814.
32 J. D ouglas , A description and history o f th e co ffee tree, Londres, Thomas 58 C a d e t d e V a u x , D issertation sur le café, op. cit., p . 3 .
Woodward, 1727. 59 G. M o r a n d o , D el lusso. Dissertazione, Turin, Michel Angelo Morano, 1797,
33 C ivicini, Della storia e natura d el caffé, op. cit., p. 43. p. 61.
34 Citado en O rmrod, The rise o f com m ercial em pire, op. cit., p. 196. 60 V erri, Meditazioni, op. cit., pp. 3-4.
35 J. E L e F evre, Tractatus d e natura, usu et abusu café, the, cocolatae et tabaci, Be­ 61 RN, libro IV, cap. 7, pp. 701-798.
sançon, Charmet, 1732, pp. 9-16. 62 RN, libro IV, cap. 6, p. 687, y cap. 7, parte III, p. 744.
36 M elon, Essai politique, op. cit., p. 1 1 0 . 63 RN, libro IV, cap. 7, parte III, p. 760.
37 Ibid., p. 157. 64 Ibid., pp. 740-741.
38 L. de P ierrel, Le progrès du com m erce, Paris, Augustin-Martin Lottin, 1760, 65 Ibid., p. 741.
pp. 222-223. 66 Ibid., pp. 741-742.
312 Ibid, p. 253. 67 RN, libro IV, cap. 3, parte II, p. 622.
40 Ibid., p. 257. 68 RN, libro IV, cap. 3, parte I, p. 605.
41 Ibid., p. 264. 69 RN, libro IV, cap. 1, p. 576.
42 Ibid., p. 261. 70 Ibid., p. 577.
43 J. S hovlin , «The cultural politics of luxury in eighteenth century France», 71 Ibid., pp. 577-578.
F rench H istorical Studies, 4, 2000, pp. 577-606, e ÍD., The political econ om y o f vir­ 72 RN, libro I, cap. 11, parte II, p. 273.
tue, op. cit., pp. 6-9. 73 Ibid., p. 270.
44 S hovlin , «The cultural politics», op. cit., pp. 588-593. 74 RN, libro I, cap. 8, p. 172.
45 L. L emery, Traité des aliments, vol. I, Paris, Durand, 17 5 5 , pp. VII y VIII. 75 S. de M e i l h a u , C onsidération sur la richesse et le luxe, Paris, La Veuve Valade,
46 Ibid., vol. I, pp. 41-42, 8 9 ,10 5 -10 6 ,11 6 y 522. 1789, pp. 2-3 y 45-48.
47 P. J. B uc ’hoz, M anuel alim entaire des plantes tant indigènes, qu’exotiques qui 76 Ibid., p. 411.
p eu ven t servir d e nourriture et d e boisson aux différents peuples d e la terre, Paris, s. e., 77 Ibid., p. 571.
1771; îd ., Dissertation sur le café, sa culture, ses différentes préparations et ses proprié" 78 Ibid., pp. 572-573.
tés tant alim entaires que médicinales, París, M. Buc’hoz, 1785; îd ., D issertation sur II 79 Ibid., p. 127.
cacao, sur sa culture, et sur les différentes préparations du chocolat, Paris, M. Buc’hoi,, 80 M. D e v è z e , L’Europe e t le m onde à la fin du xvm siècle, Paris, Albin Michel,
1787; îd ., D issertation sur le thé, sur sa récolte, et sur les bons et mauvais effets d e sott 1970, pp. 524-534, y W. R e i n h a r t , G eschichte des europäischen expansion , traducción
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G entil, D issertation sur le ca fé et sur les m oyens propres à p réven ir les effets qui résum
ten t d e sa préparation, Paris, s. e., 1787.
Notas 265
264 Marcello Carmagnani
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Marcello Carmagnani Notas 267
266

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Notas 269
268 Marcello Carmagnani
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19 D ardel, Navires e t marchandises, op. cit., p. 566. 43 B. A. W einberg y B. K. B ealer, Caffeina. Storia, cultura e scienza della sostanza
20 R ambert, H istoire du com m erce d e Marseille, op. cit., vol. VI, pp. 389-391. più fam osa d el mondo, Roma, Donzelli, 2002, pp. 51-54, y V. H. M air y E. E. Hoh, The
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22 Ibid. 44 Ibid., pp. 84-96.
23 T arrade, Le com m erce colonial de la France, op. cit., vol. I, p. 75 4. 45 W einberg y B ealer, Caffeina..., op. cit., pp. 117-144; M air y H oh , The true
24 Ibid., p. 755. story o f tea, op. cit., pp. 165-169, y W. D. S mith, Consumption and the making o f
25 Stein, «The French sugar business», op. cit. respectability, 1600-1800, Londres, Roudedge, 2002, pp. 125-128.
26 J eannin, Marchands d ’Europe, op. cit., pp. 105-108 y 135-136.
Marcello Carmagnani Notas 271
270
75 H attox , C offee and coffee-houses, op. cit., pp. 29 -45.
46 M air y Hoh, The true story o f tea, op. cit., pp. 1 7 0 - 1 7 1 , y Smith, Consump­
76 Cfr. apartado primero del capitulo 4; M enninger, G enuss im kulturellen wan-
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d o ri, 1 9 9 7 . B ealer, B o n nie K ., 2 6 9 - 2 7 1 , 3 0 0 B usto, K a rin a, 17
B ecker, G a r y S., 2 7 4 B u tel, P au l, 2 5 1 , 2 6 8 - 2 6 9 , 2 7 2
ín dice d e nom bres 303
302 índice de nombres
D u to t, C h arles, 5 4 - 5 5 , 7 3 , 2 5 1 - 2 5 2 G ersch lag er, C a ro lin e, 2 5 8
B u tel-D u m o n t, G e o rg e s-M a rie , 7 8 , C o clan is, P e te r A ., 4 6
G io litti, A n to n io , 2 5 3
2 56 -25 7 C o lb e rt, Jea n -B ap tiste, 4 1 , 1 6 0 , 1 7 9
E adie, E m ile, 2 6 9 G la m a n n , K risto f, 1 8 1 , 2 7 1
Buri, G ilb e rt, 1 8 1 , 2 7 1 - 2 7 2 C o le , W . A ., 2 6 7 , 2 7 0
Eger, E lizab eth , 2 4 9 , 2 7 5 G o ld ie , M ark , 2 5 1 , 2 5 4
B u tin i, Jea n -F ra n c o is, 6 7 , 1 1 3 , 2 5 4 , C o n d illa c , É tie n n e B o n n o t d e,
E llis, J o h n , 2 6 3 G o ld sm ith , M a u rice M ., 2 4 8 - 2 4 9
263 6 2 - 6 4 ,6 6 ,2 5 4
E m m er, P ieter, 2 4 9 G o n z á lez E nciso, A g u stín , 2 6 6
C o n d o rc e t, M arie -Jea n -A n to in e -N i­
E ngerm an, S ta n le y L ., 2 7 2 G o o d m a n , Jo rd a n , 2 6 6 - 2 6 8
C a d et d e V au x , A n to in e -A le x is, 2 6 3 colas C a rita t de, 6 3 , 7 7 , 2 5 9
E n th o ven , V ictor, 1 5 3 , 1 8 1 G o o r, Ju rrie n van , 2 7 1
C a m p b ell, B ru ce M . S., 2 7 4 C o sm io A n g lo , H ., 1 0 6 , 2 6 1
E tto re, G iu lia n o , 1 1 4 G o u rn ay, V in c en t de, 14 , 5 6 - 5 7 , 7 4 ,
C a m p b ell, Tom D ., 2 5 5 C o stan tin i, V era, 17
C o tta, S erg io, 2 6 9 8 5 ,2 5 2 - 2 5 3
C a n tillo n , R ich ard , 6 0 - 6 1 , 8 1 , 2 5 3
F acca rello , G ilb e rt, 2 5 2 , 2 5 4 , 2 5 7 G o y, Jo se p h , 2 7 4
C a p u zzo, P a o lo , 2 6 6 C o u sq u e t, C élin e, 2 6 5
F airch ild s, C issie, 2 7 5 G ra n th a m , G e o rg e , 2 7 4
C a rre ira , E rnestina, 2 7 C o w a n , B rian, 1 8 8 , 2 6 1 - 2 6 2 , 2 7 1
F aro q h i, S u raiya, 2 7 1 G ra s lin , J e a n -J o s e p h L o u is , 6 3 ,
C a rrie re , C h a rle s , 1 9 1 , 2 4 9 - 2 5 0 , C rem asch i, Serg io, 2 5 8 - 2 5 9
F ate N o rto n , D a vid , 2 5 5 6 5 -6 6 ,2 5 4
2 6 5 ,2 6 8 - 2 6 9 ,2 7 2 C ro u z e t, F ra n c o is, 2 5 1 , 2 6 5 , 2 6 8 -
F eistein, C h arle s H ., 2 7 4 G riffith s , T revor, 2 6 5 - 2 6 6
C a rrin g to n , S e lw y n H . H ., 2 6 9 , 269
F ern án d ez D u rá n , R eyes, 2 8 5 G ris w o ld Jr., C h arles L ., 2 5 9
2 7 1-2 7 2 C u e n ca E steban, Ja vie r, 1 3 1
F ilip p in i, Je a n -P ie rre , 2 7 2 G ro e n ew eg e n , P eter, 2 5 7
C a rriv e , P au le tte , 2 4 8 - 2 4 9 ,2 5 1 - 2 5 2
F io ri, S tefan o , 2 5 9 G ru ñ e -Y an o ff, Till, 2 5 5
C ary, H e n ry C h arle s, 7 4 D a rd e l, P ie rre , 1 5 3 , 1 8 1 , 2 6 8 - 2 6 9 ,
Fischer, W o lfra m , 3 7 , 1 5 2 G u b ia n , J. M . A ., 2 6 3
C asas P a rd o , Jo sé , 2 7 0 272
Fisher, F re d e ric k J ., 14 3 G u p ta , B ish n up riya, 1 3 6 ,2 6 4 - 2 6 6
C asetta, G io v a n n i, 17 D au d in , G u illa u m e , 4 3
F leishacker, S am uel, 2 5 8
C astiglion e, D a rio , 2 4 9 D ave n an t, C h arles, 2 1 - 2 5 ,2 4 7 - 2 4 8
F letch er, A n d r e w S a lto u n de, 2 1
C a stillo , A n d ré s V illegas, 2 5 2 D avis, J o h n A ., 2 7 4 H aakonssen, K n u d , 2 5 5 , 2 5 8
F lo u d , R od eriek , 2 7 5
C avacio cch i, S im o n e tta , 2 6 6 D avis, R alp h , 3 4 , 4 3 , 1 3 0 , 1 8 9 , 2 4 9 , H arsin , P au l, 2 5 2
F lyn n , D en n is O ., 2 4 9
C avignac, Jea n , 2 6 9 2 6 4 ,2 6 7 ,2 7 1 H a tto x , R a lp h s ., 2 7 0 - 2 7 1
F ogel, R o b e rt W , 2 7 2
C elaya, Y ovan a, 17 D e Blegny, N icholas, 1 0 6 - 1 0 7 H a u d rere, P h ilip p e , 2 4 9 - 2 5 0
F o rb e s, D u n ea n , 2 5 9
C erm an , M ark u s, 2 7 4 D e Luigi, A m alia, 17 H auser, H en ri, 2 2 3 , 2 3 5 , 2 7 5
F o rb o n n ais, F ran co is V é ro n de, 14
C h ap m an , Stanley, 2 7 0 D e M arch i, N eil, 2 6 0 H eeres, W . G ., 2 5 1
5 6 -5 9 7 4 7 8 2 53
C h arles, L o ie, 2 5 6 D e M o y a, A le ja n d ro , 1 1 4 , 2 6 3 H ersh , Jo n a th a n , 2 2 7
F o rre ster, M au rice, 2 7 5
C hassagne, S erg e, 2 6 5 D e P ie rre l, L aco m b e, 1 1 1 - 1 1 2 , 2 6 2 H igm an, B a rry W , 2 6 9
F u rb er, H o ld en , 2 7 0
C h a u d h u ri, K irti N „ 1 2 7 , 1 6 8 , 1 8 1 , D e S co b i, A n to n io , 1 0 6 H o b h o u se, H enry, 2 6 8
2 2 1 , 2 4 9 - 2 5 0 , 2 6 4 - 2 6 5 ,2 7 0 - 2 7 1 , D eck er, P a u l T., 7 4 H ochstrasser, T im o th y J ., 2 5 4
G a a stra , F em m e S., 2 4 9 - 2 5 0 2 6 5
291 D e leu le, D id ier, 2 5 5 - 2 5 6 H o ffm an , P h ilip T , 2 7 4
G a lia n i, F e rd in a n d o , 5 9 , 6 2 , 7 6 ,
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D erm igny, L o uis, 1 6 8 , 2 7 0 , 2 7 2 2 5 3 ,2 5 7
C ivicin i, G io v a n n i D o m e n ic o , 1 1 0 , H o llan d er, Sam uel, 1 0 2 , 2 6 0
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262 D eveze, M ich el, 2 6 3 H o n t, Istvan, 5 3 , 2 4 7 - 2 4 8 , 2 5 1 - 2 5 2 ,
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G a rc ía F uen tes, L u tg a rd o , 14 3 H o u g h ton , T hom as, 1 1 0
C lém en t, A la in , 2 4 7 D ou g las, A u d re y W , 2 6 5
G ard ey , P h ilip p e , 2 7 2 H o u tte, Ja n A . van , 2 5 0
C lic q u o t de B lesvach e, S., 2 5 2 D ouglas, Jam es, 1 0 9 - 1 1 0 , 2 6 2
G assen d i, P ie rre , 2 7 H u b erm a n , M ich ael, 2 7 3
C lieu , G a b rie l M ath ie u de, 17 7 D ow , A le x a n d e r, 2 5 5
G e n o v e si, A n to n io , 7 4 - 7 7 , 2 5 3 , 2 5 6 H u etz D e L em p s, C h ristia n , 1 5 3 ,
C liffo rd , H elen , 2 6 0 D ow , Sh eila, 2 5 5
G e rn e t, A le x a n d e r vo n , 2 6 6 2 6 8 -2 6 9
C o ats, A lfre d W , 2 6 1 D rib e , M artin , 2 7 3 - 2 7 4
índice de nombres índice de nombres tut
304

L ave d án , A n to n io , 1 1 4 , 2 6 3 M elon , Jea n -F ra n ço is, 1 4 , 5 1 - 5 5 , 5 9 , O ra in , A rn a u d , 2 5 4


H u m e, D avid , 6 7 -7 0 , 7 2 -7 4 , 7 7 , 8 1 ,
L e F evre, Ja c o b u s E , 1 1 0 , 2 6 2 7 3 -7 5 ,7 7 ,8 1 ,1 1 1 ,1 1 3 ,2 3 7 ,2 4 1 , O tteso n , Jam es IL, 2 5 5
2 4 1 ,2 5 3 ,2 5 5 - 2 5 6
L e G e n til, A n d r é -A n to in e -P ie r re , 2 5 1 -2 5 2 ,2 6 2 O v e rto n , M ark, 2 7 4
H u m p h ries, Ja n e , 2 7 5
262 M en d els, F ra n k lin E , 2 6 6
H u n d ert, E d w a rd J ., 2 4 8 - 2 4 9 ,2 5 9
L e P in c h ó n , P h ilip p e , 2 5 4 M e n n in g e r, A n n e ro s e , 2 6 1 , 2 6 9 , P alo m o , Jo s é H ernández, 1/
H u n t, P h ilip , 2 6 5 - 2 6 6
L e R o c h efo u c au ld , F ran co is de, 2 7 271 P an zac, D aniel, 2 7 1
H u tch eso n , F ran cis, 6 8 , 2 5 5
L e R oy L a d u rie , E m m anuel, 2 7 4 M e rc ie r de la R iviere, P ierre-P a u l, P aracelso (Philippus Bomlm sliis vun
H u tch in so n , T erence, 2 4 7 ,2 5 3
L eclan t, Je a n , 2 6 1 6 4 -6 5 ,2 5 4 H ohenheim ), 107
L em ery, L ouis, 1 1 2 - 1 1 3 , 2 6 2 M eiling, Jo s e p h , 2 4 9 P ariset, F ran co is-G eo rg e, 2 6 0
le v a , F re d erie , 17
L em ire, B everly, 2 6 5 , 2 7 5 M in ch in to n , W a lte r E., 2 6 4 P atalan o , R osario, 2 5 3
Im h o ff, E vert van , 2 7 5
L eon , P ie rre , 1 3 5 , 2 6 5 , 2 7 2 M iñ o , M an u el, 17 P au li, Sim on, 1 0 6 ,2 6 1
Inalcil, H alil, 2 7 1
L evi, G io v a n n i, 17 M in tz, S id n e y W , 2 6 7 - 2 6 8 P esan te, M aria L uisa, 2 5 9
In ik o ri, Jo s e p h E., 2 7 0
L e vin , P atric ia A ., 2 7 4 M irab eau , V ic to r R iqueti, m arqués Petty, W illia m , 2 1
Israel, Jo n a th a n L ., 2 6 7
L in d e rt, P e te r H ., 2 7 3 - 2 7 4 de, 6 1 - 6 2 , 6 5 , 2 5 3 P h illip s, W illia m D ., 2 6 8
L iu , Y ong, 1 6 8 , 2 7 0 M itch e ll, B rian R., 4 7 , 1 5 8 , 1 8 9 P ii, E luggero, 2 5 6
Jack s, D a v id S., 2 7 4
L o ck e, J o h n , 6 2 , 8 1 M ok yr, J o e l, 2 7 5 P in o l, Jea n -L u c , 2 7 3
Ja c o b s , Els M ., 2 4 9 - 2 5 0 , 2 6 4 - 2 6 5 ,
M o n a rd e s, N icolás de, 1 3 9 P in to , Isaac de, 6 7 , 2 5 4
2 6 8 -2 7 1
M ah er, V anessa, 17 M o n te s, L eon id as, 2 5 8 P lu ch , N o él-A n to in e, 7 4
Jam ieso n , R oss W ., 2 7 0
M air, V ic to r H ., 2 6 9 - 2 7 0 M o n te sq u ie u , C h a rle s de, 5 2 , 5 5 , P lu m b , Jo h n H ., 2 7 3
Jan iger, O scar, 2 6 6
M alan im a, P ao lo , 2 7 4 7 3 -7 5 ,2 5 2 P o c o c k , Jo h n G re v ille A ., 2 6 , 2 47 -
Jea n n in , P ie rre , 2 5 1 , 2 6 8
M alvezin , T h éo p h ile , 1 5 3 , 2 7 2 M o ra n d o , G a sp a re , 2 6 3 248
Je u lin , P au l, 1 5 3 , 1 8 1 , 2 6 8 , 2 7 2
M a n d e v ille , B e rn a rd d e, 1 4 , 2 0 , M o re a u d e Tonnes, A le x a n d re , 15 3 , P o la n yi, K a d , 2 4 0
J o h a n s e n , H a n s C h ris tia n , 3 7 ,
2 6 - 3 1 ,3 3 ,4 8 ,5 2 - 5 3 ,5 8 ,7 9 ,1 1 0 , 1 8 2 ,2 7 2 P o lh eta, F ran cisco M alo, 1 7 8
2 6 8 - 2 6 8 ,2 7 2
2 4 0 , 2 4 8 - 2 4 9 ,2 5 1 - 2 5 2 M o rilh a t, C la u d e, 2 5 7 P o rter, Roy, 2 6 5
Jo h n so n , P au l, 2 7 5
M an e ra , Sofia, 17 M o rin e a u , M ic h e l, 1 2 7 , 2 6 4 , 2 7 2 , P oth u m u s, N icolaas W ilhelm us, 2 2 3
Jo h n s o n , Sim o n , 2 7 3
M an n , J u lia L ., 2 6 5 - 2 6 6 274 P o stleth w a yt, M alachy, 2 5 2
Jo n e s, P eter, 2 5 9
M argairaz, D o m in iq u e, 2 7 2 M o rre a le , A n to n io , 2 6 8 P ostm a, Joh a n n es, 1 5 3 , 1 8 1 , 2 6 7
Jo n k er, Jo o s t, 2 5 0 - 2 5 1
M aric h al, C a rlo s, 17 M oseley, B enjam in, 1 1 4 , 2 6 3 P ou rch asse, P ie rrick , 2 5 1
Jo ssa, B ru n o , 2 5 3 , 2 5 6
M ark m a n , E llis, 2 6 2 , 2 7 1 M o u n to u k ias, Z acarías, 17 P ra d o s d e la E scosura, L e an d ro , 43
M a rtin , H enry, 2 1 , 2 3 M u i, H o h C h eu ng , 1 6 8 , 2 7 0 P rak ash , O m , 2 6 5
K a ye, F re d e ric k B enjam in, 2 4 8
M artin ie re , G u y, 2 6 7 M u i, L o m a H ., 1 6 8 , 2 7 0 P rice, Ja c o b M ., 1 4 3 , 1 4 5 , 2 2 3 , 2 5 0 -
K e il, K a th a rin e T., 2 6 6
M asson, P au l, 2 6 8 M u rp h y, A n to in E ., 2 5 2 2 5 1 ,2 6 6 - 2 6 7
K ep p ler, Ja n H ., 2 5 8
M athias, P eter, 2 6 6 , 2 7 4 P tak , R od erick, 2 6 5 , 2 6 8
K iern an , V ic to r G ., 2 6 6 -2 6 7
M a u ro , F ré d érie , 1 7 , 2 7 1 N airo n i, A n to n io F austo, 2 6 1
K lein , H e rb e rt S., 2 4 8
M ay, L o u is-P h ilip p e, 2 5 4 N ard i, Je a n -B ap tiste, 1 4 3 , 1 4 7 , 2 6 7 Q uesnay, F ran cois, 1 5 , 6 4 - 6 5 , 8 0 - 8 1,
K lein , L a w re n c e, 2 4 8
M cC an ts, A n n e E. E., 2 7 5 N ash, R o b e rt E., 2 6 7 258
K n a p p , G e r r it J ., 2 7 1
M cC le n n e n , E d w a rd F., 2 5 5 N eal, L arry, 2 5 0
K n ig h t, Isabel E , 2 5 4
M cF arla n e, A la n , 2 7 0 N e w to n , Isaac, 6 8 R aineri, R osaría, 17
K rie d te , P eter, 2 7 4
M cF arla n e, Iris, 2 7 0 N ic o t.Je a n , 1 3 9 R am baldi, A n g elo , 2 6 1
K w ass, M ich ael, 2 5 3 - 2 5 4
M c K e n d ric k , N eil, 2 7 3 , 2 7 5 N o rth , R oger, 1 0 8 R am b ert, G asto n , 1 5 3 ,2 6 8
M cN am ara, P eter, 2 5 8 R am írez, Jaim e, 17
L a F o n ta in e , J e a n de, 2 7
M ed ick , H ans, 2 7 4 O ’B rian, P a tric k , 2 6 5 - 2 6 6 R am usio, Giam bnlliNla, 166
L a R oq u e, Je a n , 1 0 9 - 1 1 0 , 2 6 2
M eig n en , L ouis, 2 7 2 O g ilvie, Sh eilag h C ., 2 7 4 R app, R ichard T , 2 6 4
L ab ro u sse, E rn est, 1 3 5 , 2 6 4
M eilhau , Sen ac de, 1 1 8 , 2 6 3 O rm ro d , D avid , 4 3 , 2 5 0 - 2 5 1 , 2 6 2 R aym ond, A n d ré, 2 7 1
L a rre re , C a th erin e , 6 1 ,2 5 2 - 2 5 3
306 índice de nombres índice de nombres 307

V erh a n e, P a tric ia H ., 2 5 8 W eb er, H enry, 1 2 9


R eddy, W illia m M ., 2 6 5 S lu y term a n , K e e tie , 2 5 0 - 2 5 1
V e rri, P ie tro , 1 5 , 8 1 - 8 3 , 8 5 -8 8 , 1 1 4 , W e in b erg , B en n et A ., 2 6 9 - 2 7 1
R ein h art, W o lfg an g , 2 6 3 Sm ith, A d a m , 15 , 1 9 -2 0 , 3 3 , 6 8 , 7 1 ,
1 1 8 ,2 5 7 ,2 6 3 W ellm an , F re d eric k L., 2 7 1
Reis, Ja im e , 2 7 4 8 1 ,8 4 - 8 6 ,8 8 - 9 1 ,9 4 - 1 0 4 ,1 1 5 - 1 1 9 ,
V iera , A lb e rto , 2 6 8 W e n n e rlin d , C a rl, 2 5 3 ,2 5 5 - 2 5 6
R ica rd o, D avid , 2 4 5 - 2 4 6 1 7 1 ,1 8 1 ,1 8 8 ,2 0 0 ,2 0 6 -2 0 7 ,2 3 7 ,
V illan u eva , L au ra, 17 W e u lersse, G e o rg es, 2 5 4
R ico Jim én ez , Ju a n , 2 5 6 2 4 1 , 2 4 3 , 2 4 6 -2 4 7 , 2 5 3 , 255,
V o lta ire (F ra n c o is-M a rie A ro u e t), W ijse n b ee k -O lth u is, T , 2 7 5
R o b ertso n , Jo h n , 2 4 8 , 2 5 1 - 2 5 3 , 2 5 6 2 5 8 -2 6 1
1 4 ,5 1 ,5 3 ,2 4 9 ,2 5 1 - 2 5 2 ,2 5 4 W illis Jr., Jo h n E., 2 6 5 - 2 7 0
R ob in son , Jam es, 2 7 3 Sm ith , Sim o n D ., 2 7 0 , 2 7 2
V o th , H an s-Joach im , 2 2 7 W ils o n , C h arles, 2 5 0 , 2 6 4
R oche, D an iel, 2 6 3 Sm ith , W o o d r u ff D ., 2 4 9 , 2 6 7 - 2 7 1
V ries, Jan de, 4 4 , 4 6 , 2 0 6 , 2 4 8 - 2 5 1 , W ilso n , T hom as, 2 5 9 - 2 6 1
R om ano, R uggiero, 4 3 , 2 6 4 - 2 6 5 S m o u th , R. C ., 2 6 9
Souza, G e o rg e B., 2 6 8 2 6 4 - 2 6 7 ,2 7 3 - 2 7 5 W in c h , D o n a ld , 2 6 0
R osen berg , N ath an , 2 6 0
S p ecto r, C élin e, 2 5 2 W o lk e r, R o b ert, 2 5 1 , 2 5 4
R o th e rm u n d , D ie tm a r, 2 6 4 - 2 6 5 ,
Spengler, Jo s e p h J ., 2 5 3 W a d sw o rth , A lfr e d R , 2 6 5 - 2 6 6 W o o d , J o h n C ., 2 5 9
268
R oth sch ild , A . E m m a, 2 5 8 - 2 5 9 S p erlin g , J „ 4 7 , 2 5 0 - 2 5 1 W a h n b a e ck , T ill, 2 5 2 , 2 5 4 , 2 5 6 W o u d e, A d van D er, 2 5 0 - 2 5 1 , 2 6 4 -
R ou rk e, K e v in H ., 4 3 S p o n , Ja c o b , 1 0 6 - 1 0 8 , 2 6 1 W a k e , C . H . H .,2 5 0 2 6 7 ,2 7 4
Rum sey, W a lte r, 1 0 6 , 2 6 1 S ta p e lb ro e k , K o e n , 2 5 3 W a ll, R ich ard , 2 7 5 W rig ley, E d w ard A n th o n y, 2 7 3
S taves, Susan, 2 4 8 W a lsh , L. S „ 2 7 5
Sachs, Je ffre y D ., 2 5 9 Steen sg aard , N iels, 2 5 1 W a lv in , Jam es, 2 6 6 - 2 6 7 Z agari, E ugenio, 2 5 3 , 2 5 6
S a in t- L a m b e r t, J e a n F ra n c o is , Stein , R o b e rt L ., 1 5 9 ,2 6 8 - 2 6 9 W a n d e n b ro k e , C h ristiaan , 2 7 4 Z an d en , Ja n L. van , 2 7 3 - 2 7 4
7 7 -7 8 ,2 5 6 S tella, B en ed etto , 2 0 1 W a tts, D avid , 2 6 8 - 2 6 9 ,2 7 1 Z anini, A d e lin o , 2 5 8
Schabas, M arg aret, 2 5 5 - 2 5 6 S tru g n e ll, A n th o n y, 2 5 4 W e a th e rh ill, L om a, 2 7 5 Z erm eñ o , G u ille rm o , 17
Scham a, Sim on, 2 6 6 S tu ll, W illia m J ., 2 5 9
S ch elle, G u sta v e , 2 5 2 Styles, Jo h n , 2 7 5
S ch iv e lb u sch , W o lfg a n g , 2 6 6 - 2 6 7 , S u llivan , R ich ard J ., 2 6 6
271
Sch m id t, Peer, 2 6 6 T arrade, Je a n , 4 3 , 1 5 3 , 1 8 2 , 2 6 8
S ch n eid er, Ju rg e n , 2 7 0 , 2 7 2 T aylor, Jam es, 1 3 7 , 2 6 2
Sch o ffer, Ivo , 2 5 0 ,2 6 5 T exeira, P e d ro , 1 6 6
S ch u m b oh m , Ju rg e n , 2 7 4 T h irsk , J o a n , 2 7 5
S c h u m p e te r, E liz a b e th B ., 1 5 3 , T h om as, P a ra k u n n e l J ., 2 6 5
1 5 7 -1 5 8 ,1 8 1 ,2 7 2 T h om son , Jam es K ., 2 6 5
Sch u m p eter, J o s e p h A ., 12 Togni, M a tte o , 2 6 1
S ch u rm a n , A ., 2 7 5 T olozan, Je a n -F ra n co is, 2 6 9 , 2 7 2
S ch w artz, S tu a rt B ., 2 6 7 - 2 6 9 T ordjm an, A n ita , 17
S crib an o , M a ria E m anuela, 2 4 8 T ordjm an, Sam uel, 17
S ek o ra , Jo h n , 2 4 7 , 2 4 9 T o rtaro lo , E d o ard o , 17
Sella, D om en ico, 2 6 4 T outain, Je a n -C la u d e , 2 7 4
S em p ere y G u a rin o s, Ju a n , 7 7 , 2 5 6 Tracy, Jam es, 2 5 1 , 2 6 8
Sen, A m a rty a , 2 5 8 T uchsherer, M ich el, 2 7 2 - 2 7 2
Sham m as, C a ro le , 2 2 1 - 2 2 2 , 2 7 5 T u rg ot, A n n e -R o b e rt-Ja c q u e s, 15 ,
S h erid a n , R ich ard B., 2 6 9 5 6 ,6 3 - 6 4 ,7 2 ,8 1 - 8 7 ,9 4 ,2 5 6 - 2 5 7
S h o vlin , Jo h n , 2 5 1 -2 5 6 T urp, N ik olas, 16 7
Sim onsen , R o b e rto C ., 1 5 2
S im p son R oss, Ian, 2 5 6 U ztâriz, Je ro n im o d e, 14
Skin n er, A n d r e w S te w a rt, 2 5 5 , 2 5 9 -
261 V e n tu ri, F ran c o , 7 4 , 8 3 ,2 5 6 - 2 5 7
E ste lib ro d e M a rce llo C arm ag n an i, Las islas d el lujo,
se im p rim ió en M a d rid en el v e ra n o d e m m x ii

« M e gusta ta n to el té qu e p o d ría esc rib ir to d a una tesis s o b re sus virtu d es.


C o n su e la y anim a, sin los riesgos asociados a los licores esp irituosos.
¡S u a v e h ie rb a ! D eja q u e el ren d im ien to de la uva flo rid a te ceda el paso.
Tu d u lce in flu en cia es el in sp ira d o r más seg uro de la felicid ad social»
(Jam es B osw ell, 17 6 3 )
Otros títulos de la colección
Ambos Mundos
Católicos y puritanos en la colonización de América
Jorge Cañizares Esguerra

Leyenda negra y leyendas doradas en la conquista


de América. Pedradas y Balboa
Bethany Aram

América Hispánica (1492-1898)


Guillermo Céspedes del Castillo

Auge ycaida del Imperio español


William S. Maltby

Un mundo en equilibrio. Jorge Juan (1713-1773)


Massimo Livi Baeci

El Dorado en el Pantano. Oro, esclavos y almas


en tre los Andes y la Amazonia
Nuria VaIverde

Próximos títulos
La aurora de la libertad. Los primeros liberalismos
en el mundo iberoamericano
Javier Fernández Sebastián

El imperio de las circunstancias.


Las independencias hispanoamericanas y la
revolución liberal española
Roberto Breña

Simón Bolívar, ayer y hoy


Antonio SáezAranee
Las islas de lujo narra cómo la notable expansión del consu­
mo de mercancías extraeuropeas -algodón, tabaco, azúcar,
café y té- dio lugar a una revolución comercial y a una
transformación cultural que influyeron en la sociedad
europea del siglo XVIII. La rapidez con la que la sociedad
europea aceptó el nuevo consumo ha sido hasta ahora poco
estudiada. La unión entre la libertad individual y la libertad
política permitió la superación de criterios morales que
regulaban anteriormente la vida económica y la sociedad
jerarquizada, permitiendo el surgimiento de la economía
política y el fin de la subordinación de los productores y
comerciantes al poder del Estado. El principal mérito del
libro es demostrar, por primera vez, el fuerte vínculo que
nació en la época de la Ilustración entre la esfera del comer­
cio y el consumo y la esfera inmaterial de la cultura y la
sociedad. El libro está dividido en siete capítulos que trazan
el escenario de la transformación material e inmaterial, el
camino del pensamiento económico para legitimar la
libertad comercial y de consumo, y las transformaciones que
el consumo de los principales productos no europeos provo­
có en la vida económica y social de la Europa del siglo XVIII.

# # # Marcial [c el co le g io
Pons M DE MÉXICO

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