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La red como concepto deconstructivista y una valoración en el

campo de la cultura colombiana

Trabajo para seminario doctoral

Profesor:
Dr. Claudio Maíz.

Zairo Anillo Martínez

Universidad de Antioquia
Facultad de Comunicaciones
Doctorado en Literatura
2016
La red como concepto deconstructivista y una valoración en el
campo de la cultura colombiana

El propósito de este texto es el de dilucidar la categoría de red como un concepto

deconstructivista que aclara y define de un modo más concreto la comprensión de la cultura

literaria y de diversos campos sociales en Colombia; asimismo, explicarlo en función en un

campo colombiano en particular, específicamente el analizado por Arturo Escobar en

Territories of difference. Place, movements, life, redes (2008). Y reflexionar en torno al

estado del estudio de redes en Colombia en la actualidad, específicamente en La historia

intelectual en América Latina (2014) a cargo del grupo de investigación GELCIL de la

Universidad de Antioquia.

Para poder avanzar, toda área del conocimiento debe estar dispuesta a poner en crisis los

fundamentos que alguna vez definieron sus marcos teóricos y metodológicos. En el caso de

las ciencias sociales y humanas, específicamente en el área de la literatura, el concepto o

categoría de red representa uno de estos avances. De acuerdo con Claudio Maíz (2016):

La cultura ha perdido el refugio de la nación junto a otras certidumbres que acompañaron a la crítica
literaria y cultural durante la modernidad. La cultura, en suma, puede ser vista inserta en un flujo de
lenguas y discursos en movimiento. Por lo dicho, la categoría de red puede ser un recurso útil para
leer esta nueva coyuntura (1).

Atento a la deconstrucción y a la crisis de los sistemas globales de pensamiento, el

concepto de red deconstruye, entonces, conceptos densos como el de cultura, identidad,

nación; a la vez que desarma las tensiones de campos tradicionalistas tales como literatura

ilustrada – literatura periférica, centro – periferia, regionalismo – cosmopolitismo, entre

otras.
Por su metodología y construcciones conceptuales no sustancialistas, la red permite

vincular instancias que, vistas a través de las comunidades imaginadas y la abstracción de

generaciones y periodos, no podrían ser valoradas en su interacción real; trazando mapas

que ayuden a la comprensión de los engranajes que definen la conformación de una cultura,

y que explican de una manera mucho más específica sus variables.

Más que el recorte nacional, y la ligera determinación de periodos cuya principal criterio es

muchas veces la delimitación cronológica, la red se enfoca en la religación como un modo

de valorar “Los dispositivos de circulación del capital simbólico, zonas de condensación y

nodos conceptuales transdisciplinarios” (Fernández, 2011: 209). De esta manera, datos

como las revistas, viajes, entrevistas, epistolarios, la revisión de conceptos como el de

influencia, patria intelectual, pseudoliteratura, entre otros, son objeto de estudio de las

redes, en el marco de algo que sobrepasa el sentido de la mera obra como producto, y que la

trasciende para insertarse en el contexto de la cultura literaria.

De acuerdo con Cano Reyes (2013):

No cabe duda de que los estudios transatlánticos constituyen una de las disciplinas más fecundas de
la reciente crítica literaria, que ha visto florecer terrenos agotados y ha descubierto nuevas
perspectivas a través del análisis de las rutas que se establecen entre las dos orillas. La multiplicación
de investigadores, proyectos, publicaciones y revistas que trabajan en esta dirección da fe de la
productividad que supone aplicar un prisma transnacional en el estudio de las literaturas (439 - 440).

Esta perspectiva, claramente ligada a la concreción y relativización propia de los estudios

posmodernos (Lo líquido en Bauman; Lo vacío en Lipovetsky; Los metarrelatos de

Lyotard), apela a un análisis del hecho literario en su conformación teleológica, pero sin

caer en el juego de abstracciones propio de la visión sustancialista de la cultura.


Cada vez más concreta, la epistemología de los estudios literarios recurre no ya solamente a

la triada “autor – obra – lector” tan reiterativa en el enfoque hermenéutico y de la poética

sociológica, por poner un ejemplo, sino que inserta a la literatura en una marco social

global que, a través de la interacción con otras dimensiones que la definen, permiten

explicarla en virtud de su condición histórica e institucional. Esto es, deconstruir para

reconstruir el sentido a través de nuevas rutas que interconecten transnacionalmente a las

literaturas de diversas latitudes.

Es esta dinámica la que le otorga a la red un criterio deconstructivista. La aplicación de un

revisionismo histórico que fluctúa entre varias escalas de la cultura literaria. Revisar, por

ejemplo, los epistolarios entre autores; autores y críticos; casas editoriales y críticos; y, así

mismo, los eventos, revistas, manifiestos, y demás órganos de interacción cultural en los

que confluyen la vida del hecho literario, no solo otorga nuevos datos para su explicación,

sino que obliga a reconstruir la historia bajo otros preceptos menos abstractos y, por qué no

decirlo, falsos.

Cuando Savater (2009) sostiene que “Lo cierto es que tras una fase de deconstrucción

intensa, desencadenada por el martillo de Nietzsche y proseguida por otros de diversas

formas, la filosofía misma, embargada de una intensa pasión por la técnica, se ha ido

especializando en sectores concretos” (44), acude precisamente a la transformación de los

estudios a partir de la puesta en crisis de sus principios sustanciales, y que, a través de esa

“concreción”, se afilian a las ideas heterodoxas de la llamada Teoría de la sospecha.

Esta desconfianza en los principios tradicionales de una ciencia o campo del conocimiento,

deviene de una compleja red de reflexiones gestada en el siglo XX, y cuyos máximos
cultores, Marx, Nietzsche y Freud, fueron catalogados por Paul Ricoeur como “Maestros de

la sospecha”. En palabras de Silvana Vignale:

Marx, Nietzsche y Freud, han mostrado desde diferentes puntos de vista que no hay realmente sujeto
fundador ni una conciencia propia de dicho sujeto, y han señalado cómo en la base de esta noción se
esconden una serie de elementos sociales, económicos e ideológicos (el ser del hombre son sus
procesos de vida reales; una moralidad recibida y engendrada a partir de un resentimiento contra la
vida; un inconsciente que rige los actos de la conciencia). De esta manera, el sujeto es expresión de
condicionantes históricos, sociales, morales y psíquicos. La noción de conciencia, pues, pierde su
pretendido carácter regulador, y se hace patente la necesidad de reconsiderar la noción clásica de
interpretación, entendida como relación de la conciencia con el sentido, ya que la misma noción de
sujeto debe considerarse a partir de estos elementos que lo constituyen, es decir: la historia, la moral
y la estructura psíquica inconsciente (3).

Si extrapolamos este criterio al campo de los estudios de redes, es posible afirmar que en la

base de la noción de los estudios literarios tradicionales también se esconden principios

sociales, económicos e ideológicos que determinan los modos de comprensión de los

hechos, y no lo real de los hechos mismos. No hay hechos, hay interpretaciones (Foucault).

Y si no hay hechos, sino interpretaciones ¿Dónde está la verdad? Sería ingenuo pensar

entonces que las redes dan una respuesta definitiva; evidentemente no es así, pero sus

enfoques ayudan a replantear de manera mucho más dinámica, y en una mayor amplitud,

aquellos fundamentos de los que hablo al principio, y que es necesario poner en crisis para

avanzar.

Ahora bien, vale la pena revisar cómo funcionaría, en efecto, un estudio de redes en un

campo de estudio en Colombia, a la vez que se evalúa también el estado de otro en la

actualidad. Tomo en consideración uno de los referentes trabajado en el seminario doctoral,

y que me llamó particularmente la atención por la manera como vincula diversas categorías

culturales, antropológicas y políticas en un contexto muy caro para el país: El problema de


la segregación cultural de los afrodescendientes y su voz en los escenarios culturales de

Colombia. El texto es Territories of difference. Place, Movements, Life, Redes, de Arturo

Escobar.

De acuerdo con Jeffrey Juris:

In Territories of Difference, Arturo Escobar has written one of the most theoretically ambitious and
empirically rich accounts to date of contemporary social, cultural, and biological life in the global
age. The book focuses on a specific region, the Colombian Pacific, and a particular group, Afro-
Colombians, but it speaks to issues and processes at work everywhere, although perhaps most
notably in regions experiencing the most intensive colonization by global capitalism and modernity
(2016: 171).

La conjunción de los conceptos colonization, global capitalism y modernity, en relación

con date of contemporary social, biológical life, global age, en un contexto de tal conflicto

racial, económico y político como el de Colombian Pacific y Afrocolombians, traza un

espacio de referencia en el que toda definición sustancial resultaría insuficiente. La visión

que Escobar emplea, pretende explorar y explicar las relaciones entre:

… the cultural politics of place; the relations between nature, technology, and culture; the play of
identity and difference; the encounter between dominant models of capitalist development and
subaltern forms of social, cultural, ecological, and economic life; networks and self-organization;
knowledge production and social movements; and alternative forms of nonmodern, nonreductive
theorizing (171).

Así, la red expuesta como principio metodológico transdisciplinar echa mano de diversas

áreas del conocimiento: la antropología, la sociología, la política, la bioética, la economía;

es esta perspectiva la que posibilita una mejor comprensión de lo real, y que nutre desde lo

inter y transdiciplinar el análisis desarrollado por el autor colombiano.


Para Fernandez Bravo, “La resistencia está en el centro del ensayo de Arturo Escobar”

(2011: 214). La búsqueda de herramientas conceptuales innovadoras lo lleva a vincular

disciplinas con el fin de cuestionar la visión etnográfica convencional que cosifica a las

comunidades como simples objetos de estudio. Una función del activismo social ligado al

afán teórico y al conocimiento académico gira en torno a seis conceptos que definen la

estructura del libro; a saber, capital, naturaleza, desarrollo, lugar, identidad y redes. La

mención explícita de redes aclara la línea de estudios a la que el autor es cercano. Y es

claro y manifiesto el vínculo con el grupo liderado por Walter Mignolo y Dussel, y, a su

vez, con conceptos como el denominado “sujeto subalterno”, “lo postcolonial”, “nación

nacionalismo, nacionalidad”, entre otros.

La discusión que plantea, más allá de los aportes teóricos en términos de actualización, trae

a colación el tema de la necesidad de otorgar voces a comunidades que han sido

sistemáticamente segregadas por condicionamientos raciales por parte del Estado y los

intereses políticos de unos pocos. Esta voz no es solo la del investigador que acude a ellos

para describir y denunciar, sino la que pugna por la necesidad de que haya en estas

comunidades la necesidad de producir conocimiento y así hacerse un lugar en el diálogo de

saberes que llevan a cabo otras comunidades.

Por otro lado, pero en relación con la utilización de los estudios de redes, el grupo de

investigación GELCIL de la Universidad de Antioquia, adelanta el proyecto Nuevos

caminos para la historia del intelectual en América latina. El manifiesto intelectual

declarado por el GELCIL, en voz de Selnich Vivas Hurtado, indica que el trabajo tiene el

propósito de “… abrir las puertas a la lectura de la Historia Intelectual en sus múltiples

facetas con el doble propósito de rememorar algunos de los debates de este campo de
investigación y de facilitar la comprensión de los proyectos culturales diseñados por las

intelectualidades latinoamericanas” (2014: 9).

Este acercamiento recurre a la exploración de diversos métodos por parte de diversos

autores que conciben la necesidad de revisar la Historia desde enfoques varios: Estos

enfoques analizan temáticas que incluyen desde la figura del intelectual (que se forjó con

cierta autonomía ante el poder y entre la sociedad urbana, la universidad y el libro)

trasplantado desde Europa y su inserción e “influencia” en la conformación del intelectual

latinoamericano. Para ello toma en consideración las redes establecidas entre los

intelectuales europeos del siglo XIX, su campo de acción ligado exclusivamente al campo

de las letras, y se pregunta si acaso esta visión es la que impide la valoración en América

Latina de otras formas del intelectual: “El intelectual que no escribe, pero canta” (10), por

ejemplo.

Asimismo, presenta la discusión en torno a grupos de intelectuales en Colombia en el siglo

XX: “La revista mito (1955 – 1962) y letras nacionales (1965 – 1985): dinámicas del

campo literario colombiano a mediados del siglo XX” (2015), de Marín Colorado. Este

trabajo, de la misma manera que “Revista Hispania: Presencia cultural colombiana en la

vida intelectual europea”, (2014) de Gildardo Duque, y “Revista Mito: Una contribución a

la historia del pensamiento en Colombia” (2014), de Rivas Polo, trae a colación las redes

intelectuales de sus respectivas épocas y su ubicación alrededor de un órgano cultural de

amplia difusión.

Esta revisión histórica (en el caso de Marín), política y bélica (en el caso del artículo de

Duque Castaño), estética y sociológica (en el caso de Rivas Polo) ofrece luces sobre el
sentido de redes que no siempre habían sido perceptibles para el campo de la cultura

literaria en Colombia. Si bien eran reconocidas como movimientos y generaciones en

algunos casos, la identificación de los nexos establecidos entre estas y otros estamentos

culturales de la época pudo haber pasado desapercibida debido a su reiterada explicación en

épocas y conciliábulos literarios cerrados.

A modo de un ejemplo macro que ilustre lo que quiero decir, tenemos un ensayo

emblemático de la crítica a la literatura colombiana: “La literatura colombiana del siglo

XX” (2012), de Rafael Gutiérrez Girardot. De su lectura es factible sustraer en cuatro

dimensiones que constantemente sustentan el contenido: Estética, Historia, Política y

Economía. Sin embargo, sin mencionarla o teorizar específicamente sobre esta, y dado el

manejo que Gutiérrez otorga a estas dimensiones, el lector identifica una sincronía en la red

que el autor explica desde su visión historiográfica.

Para Gutiérrez el hecho literario está determinado por la política y las relaciones entre el

escritor y el poder, bien sea como partidario o crítico del establecimiento de la época. De

igual forma las condiciones sociales y económicas de la época lo llevan a incluir o excluir

tal o cual poeta de determinado grupo, pero siendo consciente de que son las variaciones

estéticas y políticas las que definen las variables de determinado grupo, y que cualquier

clasificación meramente formal puede resultar ingenua, cuando no metodológicamente

acomodaticia.

En suma, y tal como lo plantea Fernández (2011), “La red es un concepto dinámico y

móvil, frágil y evanescente como la red de una tela de araña. Parte de su valor y utilidad en

el momento contemporáneo —la era de lo efímero, como ha sido definida— radica en su


misma contingencia” (215). Esto es, su misma flexibilidad y dinamismo lo convierte en un

instrumento ideal para los sistemas de pensamiento imperantes en la actualidad. Conceptos

densos como nación, identidad, cultura, no tienen cabida en explicaciones de corte

generalistas y sustanciales, a menos que sea para ponerlas en crisis a través de su

segmentación. La red traza y se deja trazar sobre lo denso a fin de hacer visibles las

relaciones que, a fin de cuentas, son las que sostienen interna y sutilmente a la cultura.
BIBLIOGRAFÍA

 Escobar Arturo. 2008. Territories of difference. Place, movements life, redes. Duke
University Press.

 Fernández Bravo. 2011. “Discusión bibliográfica: Nuevas contribuciones para una


teoría de las redes culturales”. Universidad Nacional del Cuyo Argentina:
Cuadernos del CILHA.

 Maíz, Claudio. 2016. Curso de Postgrado sobre redes intelectuales. Web Disponible
en: https://qell.wordpress.com/2011/09/15/curso-de-posgrado-sobre-redes-
intelectuales/

 Mora, Carmen de y Alfonso García Morales (eds.): Viajeros, diplomáticos y


exiliados. Escritores hispanoamericanos en España (1914-1939). Vol. I. Bruselas:
Peter Lang, 2012.

 Savater, Fernando. 2011. “Friedrich Nietzsche y la filosofía del martillo”. La


aventura del Pensamiento. Web Disponible en:
http://www.filosofia.net/materiales/sofiafilia/hf/soff_u13_1.html

 Vignale, Silvana. 2011. “Filósofos de la sospecha. Nietzsche, Marx y Freud”. Web


disponible: http://filosofiauda.blogspot.com.co/2011/05/filosofos-de-la-sospecha-
marx-nietzsche.html
 Vivas, Selnich. 2011. Utopías móviles. Bogotá: Editorial Diente de León.

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