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LA LEY DE LA PREPARACION
La ley de la preparación es esta: El proceso de enseñanza aprendizaje será más eficaz si tanto los
estudiantes como el maestro están adecuadamente preparados. Esto resalta uno de los grandes
problemas para los maestros: Los estudiantes llegan fríos a la clase.
Un maestro competente está totalmente convencido del valor para nuestras vidas.
Un método alternativo que le permitirá invertir el tiempo de la mejor manera durante esa hora:
No piense en el principio de esa hora de clase como el punto de partida para crear interés en su
tema. En su lugar, adelante el punto de comienzo para que de esa forma, a la hora que se reúnan,
usted siga desarrollando el impulso ya creado. Y cuando lleguen al final de la clase, los estudiantes
habrán encontrado respuestas a sus preguntas y soluciones a los problemas, y estarán motivados
para seguir estudiando el pasaje por su cuenta o con otros.
TAREAS EXITOSAS
Esta Ley de la preparación provee las bases filosóficas para las tareas. Con solo mencionar la
palabra, tal vez usted sienta un poco de paranoia: Pero hermano Hendricks, usted no conoce a mis
estudiantes. Ellos no harán la tarea. Eso es una pérdida de tiempo.
Le puedo garantizar que mientras usted no les dé una tarea, los estudiantes no la harán. Pero,
¿por qué no prueba con algunas tareas? Y permítame ayudarlo un poco.
Vuelva a pensar en una situación típica de la clase: Usted está completamente preparado,
habiendo empapado bien su mente con cierto pasaje de las Escrituras. Ellos, o por lo menos la
mayoría, ni siquiera han leído el pasaje una vez durante los últimos seis meses.
Usted viene con entusiasmo porque en ese pasaje encontró respuestas a las preguntas y
soluciones a los problemas. Ellos llegan sin nada.
Suele suceder lo mismo con el sermón del domingo por la mañana, y a mi juicio esta es la mayor
debilidad en relación con la predicación: Hay muy poco que prepare a los oyentes para la misma y
aún menos que le dé seguimiento.
Así que piense brevemente respecto al valor de las tareas. Yo veo tres beneficios en particular:
1.-Provocan la reflexión. Las tareas son la preparación mental. Precalientan la mente para que
esté trabajando antes de que comience la lección.
3. Desarrollan hábitos para el estudio independiente este es el beneficio más importante de las
buenas tareas. Motivan a las personas a no solo recibir enseñanza de la Palabra de Dios, sino a
estudiarla por sí mismos. Y entonces observe qué pasa una vez que ellos hagan esto.
Su meta como maestro es desarrollar estudiantes para toda la vida. Su tiempo de enseñanza debe
ser un estímulo, no un sustituto. Y de la única manera que usted podrá entusiasmar a las personas
por la Palabra de Dios es motivándolas para que experimenten esta realidad de primera mano.
Segundo: Deben estimular el pensamiento. Deben cuestionar más respuestas que responder más
preguntas. Desafíe la mente de los estudiantes. Sé que pensar es doloroso, pero también puede
ser provechoso si está bajo la dirección del Espíritu de Dios.
Tercero: Las tareas deben ser realizables. No amontone una carga poco realista.
Pero si ha hecho todo lo posible para dar tareas que sean creativas, que provoquen el
pensamiento y que sean realizables, ¿qué hará en la clase si por cualquier razón-los estudiantes no
la hacen?
Una solución sencilla: Haga una tarea en la clase, allí y en ese mismo momento. Escriba una
pregunta estimuladora en la pizarra, y entonces pídales que lean un pasaje que ya usted
seleccionó y que sirva para iluminarla. (Asegúrese de seguir este orden –primero haga la pregunta
y entonces instrúyales a que lean el pasaje a fin de que ellos sepan qué buscar.)
Otro método: Aprovéchese de sus experiencias. Pregunte qué problemas están encarando ahora
en su hogar, en el trabajo, en la escuela. Probé esto en una clase de matrimonios acerca de la cual
me advirtieron:
-Estas personas no hablarán en la clase, ni tampoco harán tareas.
Si las personas no pueden hablar de estas cosas en nuestra clase de escuela dominical y en el
grupo de estudio bíblico, entonces ¿en dónde hablarán de ellas?
Interesantemente los estudios han demostrado que existe una correlación directa entre lo
predecible y el impacto. Mientras más fácil sea predecir lo que usted va a hacer, más bajo será el
impacto.
Por otra parte, mientras más difícil sea predecirlo, más alto será su impacto. (Por favor, note que
esto tiene que ver con su metodología, no con su comportamiento moral.)
La clave para el estudio de la Biblia: Enseñarles a las personas qué buscar, para que entonces ellos
lo pueden encontrar.
Si las personas tienen confianza en usted, su tarea es valerse de ella para transferírsela a fin de
que ahora ellos confíen en sí mismos. Y mientras más confianza tenga en usted, mayor será su
potencial para desarrollar esa autoconfianza en ellos.
No es fácil, porque algunas de estas personas han estado sentadas en esos bancos por años. Se ha
calcificado su manera de pensar.
Cuando las personas temen participar en la clase, uno de los mejores métodos es sencillamente
(1) animarlos a participar y (2) darles crédito cuando lo hacen.
Con frecuencia deben entender que la única pregunta tonta en esta clase es la que no se hace.
Tal vez usted recuerde algún maestro, quizás en la universidad, que respondiera a las preguntas de
los estudiantes con un susurro:
Bueno quién sabe por consecuencia eso podría ser la mayoría de los eruditos pensarían que...» y
así sucesivamente, y a esas alturas ya usted estaba pensando: Este no sabe la respuesta.
El mejor profesor que tuve era una de las autoridades más reconocidas en Nuevo Testamento. Un
día en la clase un estudiante le hizo una pregunta, y él contestó: «Joven, esa es la pregunta más
perspicaz que me han hecho en los treinta y seis años que llevo enseñando, y no te la puedo
responder porque mi respuesta sería muy superficial. Pero la estudiaré y volveré con una
respuesta.
Por último, durante la clase, diríjase a él y hágale una pregunta. Es posible que esa sea la primera
vez en la historia que eso suceda y le comunicará con claridad inequívoca y a la vista de todos que
usted sinceramente aprecia lo que él tenga que decir.