You are on page 1of 4

La crisis de la modernidad

09/01/2018
Introducción al pensamiento social y político moderno.
Mario Ortíz R.
La crisis de la Modernidad.

Muchos años han pasado desde el Renacimiento, dónde la modernidad se miraba con la
esperanza que trae consigo un nuevo descubrimiento, un gran pasó dado por la
humanidad. Sin embargo hoy en día, la figura moderna del mundo empieza a entrar en
crisis. Lo que era entusiasmo en sus comienzos se torna en desilusión por el antagonismo
que ha generado la propia modernidad. Incluso se puede llegar a pensar que la
modernidad ha dado de sí todo lo que tenía que dar.

En este texto se abordarán algunas características que por su naturaleza traen efectos
negativos para el avance de la humanidad y que en su conjunto se les conoce como la
crisis de la modernidad.

La crisis de la modernidad medioambiental.

A partir del Renacimiento el hombre no se vio a sí mismo sólo como objeto de la


naturaleza sino como su agente, adquiriendo poder sobre ella.

Al reducir el mundo a un material que debe ser dominado y transformado, las cosas dejan
de tener un sentido intrínseco, sólo adquieren el sentido que el sujeto humano les
atribuye. Pero esto no ha traído cambios positivos, porque la naturaleza ha sido reducida
a un simple instrumento para cubrir nuestras necesidades y nuestra actividad económica.

Esta forma de desarrollo ya no es sostenible, como lo ilustran los patrones de consumo


que tienen incidencia directa en el cambio climático. Por lo que se busca una
transformación estructural del actual estilo de desarrollo, una transición hacia un
desarrollo más sostenible que preserve los activos económicos, sociales y ambientales
para las generaciones futuras. Es tan preocupante esta situación que en la actualidad,
cualquier candidato a servidor público, tendrá entre sus propuestas una dirigida al cambio
climático.

Pero pesar de los esfuerzos que se hagan para revertir el mal uso que se le ha dado a la
naturaleza, la crisis seguirá arraigada en la idea de que el hombre ya no pertenece a la
naturaleza sino que él es quién le da sentido a todo.

La crisis de la modernidad económica.


La creencia en un progreso histórico, capaz de realizar los fines diseñados por el hombre,
difícilmente puede ser compartida en el siglo XX. El desarrollo del capitalismo condujo, es
cierto, a sociedades más racionales, dónde los individuos podían gozar de mayores
libertades, pero también enajenación en el intercambio de mercancías, a la explotación
del trabajo y al olvido de los valores de solidaridad, justicia e igualdad sociales. Ni siquiera
los países de gran desarrollo industrial han logrado satisfacer todas las necesidades de la
población. Persisten en ellos el desempleo permanente, la humillación de los marginados
y las desigualdades sociales.

El gran paradigma económico triunfante en la modernidad fue el liberalismo económico y


así nos va. Hoy en día las grandes corporaciones gobiernan el mundo a sus anchas. La
riqueza global aumenta, pero su distribución es cada vez más injusta y desigual. Los
poderes públicos trabajan para el capital y los errores del capital los paga el pueblo. Los
países, por su parte, tienen niveles de deuda con los bancos que jamás se podrán pagar.

La crisis de la modernidad política.

Después del trágico fracaso de los experimentos totalitarios, la sociedad más racional
tiende a identificarse con una sociedad democrática. Lamentablemente en las sociedades
más desarrolladas, la democracia existente presenta también otra faceta inquietante. La
sociedad tiende a operar como un sistema construido por los hombres al modo de
cualquier artefacto, sujeto a sus propias reglas de manejo.

En este tipo de sociedad, el individuo participa cada vez menos en las decisiones
públicas, su contribución se limita al papel de despreocupado consumidor que el sistema
le otorga. En el artefacto construido por el hombre éste se convierte en un engranaje
sustituible. La segunda naturaleza en que el hombre reconocería su imagen, toma una
forma más parecida a una maquinaria que a una obra de arte.

La crisis de la modernidad política es porque vivimos en un mundo de individuos serviles,


en un mundo en el que los individuos se han fundido para formar un rebaño, siendo más
gregarios que sociales. En el paradigma moderno se han fraguado individuos con un
autoconcepto erróneo. En general, a nivel individual está muy extendida la idea según la
cual uno está solo en el mundo, aunque esté rodeado de otros. Se piensa que lo que a
uno le pasa, los demás no lo pueden entender, pues solo uno sabe por lo que está
pasando, quién es realmente, lo que piensa, etc. La idea de fondo es que lo que yo soy
tiene una doble clara, lo que ven los demás y lo que yo solo sé de mí, lo que realmente
soy, inaccesible para los demás. De aquí al autoengaño o a huir de la realidad mediante
el alcohol, las drogas, etc. solo hay un paso. Y quienes no optan por estas vías de
escape, viven al borde de la neurosis. Esto sin contar con otros daños que sufre el
individuo como efecto de la modernidad, tales como estrés, cáncer, mala alimentación,
efectos de la contaminación, etc.
Cuestionario

1. ¿Cuál es lugar que tomo el hombre con respecto a la naturaleza en el Renacimiento?

El hombre ya no pertenece a la naturaleza sino que él es quién le da sentido a todo.

2. Menciona algunos efectos negativos del capitalismo.

Enajenación en el intercambio de mercancías explotación del trabajo y olvido de los


valores de solidaridad, justicia e igualdad sociales.

3. ¿Cómo operan las sociedades más desarrolladas, en la democracia existente?

La sociedad tiende a operar como un sistema construido por los hombres al modo de
cualquier artefacto, sujeto a sus propias reglas de manejo.

“El hombre es un animal racional, pero no un animal razonable”. - Alexander


Hubbleton

Bibliografía.
Villoro, Luis, (1992). “La crisis de la modernidad” y “¿Hacia una nueva figura del
mundo?” en El pensamiento moderno. Filosofía del Renacimiento. México, FCE/Colegio
de México, 1992.

You might also like