You are on page 1of 41

ORACIONES AL ESPÍRITU SANTO

CONSAGRACIÓN AL ESPÍRITU SANTO

Recibe ¡Espíritu Santo!, la consagración total de todo


mi ser, que te hago en este día para que te dignes ser
en adelante, en cada uno de los instantes de mi vida,
en cada una de mis acciones, mi director, mi luz, mi
guía, mi fuerza, y todo el amor de mi corazón.

Yo me abandono sin reservas a tus divinas


operaciones, y quiero ser siempre dócil a tus santas
inspiraciones.

¡Santo Espíritu! Dígnate formarme con María y en María, según el


modelo de Jesucristo. Gloria al Padre Creador. Gloria al Hijo Redentor.
Gloria al Espíritu Santo Santificador. Amén.

VEN ESPÍRITU SANTO

Ven, Espíritu Santo, Llena los corazones de tus


fieles
y enciende en ellos el fuego de tu amor.
Envía, Señor, tu Espíritu. Que renueve la faz de la
Tierra.
Oración: Oh Dios, que llenaste los corazones de
tus fieles con la luz del Espíritu Santo;
concédenos que, guiados por el mismo Espíritu,
sintamos con rectitud y gocemos siempre de tu
consuelo. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Oración: Resplandezca sobre nosotros, Padre omnipotente, el esplendor
de tu gloria, Cristo, luz de luz, y el don de tu Espíritu Santo confirme los
corazones de tus fieles, nacidos a la vida nueva en tu amor. Por
Jesucristo, nuestro Señor, Amén.

TÚ QUE LO ACLARAS TODO


Espíritu Santo, Tu que me aclaras todo, que iluminas
todos los caminos para que yo alcance mi ideal. Tu que
me das el don Divino de perdonar y olvidar el mal que
me hacen y que en todos los instantes de mi vida estas
conmigo. Quiero en este corto diálogo agradecerte por
todo y confirmar que nunca quiero separarme de Ti, por
mayor que sea la ilusión material. Deseo estar contigo y
todos mis seres queridos en la gloria perpetua.
Gracias por tu misericordia para conmigo y los míos. Gracias Dios mío.

LETANÍAS AL ESPÍRITU SANTO

Señor, ten piedad de nosotros.


Cristo ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Cristo, Padre celestial Ten piedad de nosotros.
Dios hijo, Redentor del mundo, ten piedad de
nosotros.
Espíritu Santo que procedes del Padre y del Hijo: “Te alabamos y te
bendecimos”.
Espíritu del Señor, Dios de Israel: “Te alabamos y te bendecimos”.
Espíritu que posees todo poder: “Te alabamos y te bendecimos”.
Espíritu, fuente de todo bien: “Te alabamos y te bendecimos”.
Espíritu que embelleces los cielos: “Te alabamos y te bendecimos”.
Espíritu de sabiduría e inteligencia: “Te alabamos y te bendecimos”.
Espíritu de consejo: “Te alabamos y te bendecimos”.
Espíritu de fortaleza: “Te alabamos y te bendecimos”.
Espíritu de ciencia: “Te alabamos y te bendecimos”.
Espíritu de piedad: “Te alabamos y te bendecimos”.
Espíritu de temor del Señor: “Te alabamos y te bendecimos”.
Espíritu, inspirador de los santos: “Te alabamos y te bendecimos”.
Espíritu prometido y donado por el Padre: “Te alabamos y te
bendecimos”.
Espíritu de gracia y de misericordia: “Te alabamos y te bendecimos”.
Espíritu suave y benigno: “Te alabamos y te bendecimos”.
Espíritu de salud y de gozo: “Te alabamos y te bendecimos”.
Espíritu de fe y de fervor: “Te alabamos y te bendecimos”.
Espíritu de paz: “Te alabamos y te bendecimos”.
Espíritu de consolación: “Te alabamos y te bendecimos”.
Espíritu de santificación: “Te alabamos y te bendecimos”.
Espíritu de bondad y benignidad: “Te alabamos y te bendecimos”.
Espíritu, suma de todas las gracias: “Te alabamos y te bendecimos”.
Cordero de Dios Que quitas los pecados del mundo: Perd6nanos, Señor.
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo: Escúchanos Señor.
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo: Ten piedad de
nosotros.

¡VEN, ESPÍRITU DIVINO! (Secuencia de Pentecostés)


El himno mas antiguo al Espíritu Santo

Ven, Espíritu Divino


manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre;
don, en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma,


divina luz y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre,
si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado,
cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones,
según la fe de tus siervos;
por tu bondad y tu gracia,
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno. Amén.

ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO


Cardenal Verdier
Espíritu Santo, Amor del Padre, y del
Hijo,

Inspírame siempre lo que debo


pensar,
lo que debo decir, cómo debo decirlo,
lo que debo callar, cómo debo actuar,
lo que debo hacer, para gloria de
Dios,
bien de las almas y mi propia Santificación.

Espíritu Santo, dame agudeza para entender,


capacidad para retener, método y facultad para aprender,
sutileza para interpretar, gracia y eficacia para hablar.

Dame acierto al empezar, dirección al progresar


y perfección al acabar. Amén.

ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO


(de San Agustín)

Espíritu Santo,
inspíranos, para que
pensemos
santamente.
Espíritu Santo,
incítanos, para que
obremos santamente.
Espíritu Santo,
atráenos, para que
amemos las cosas santas.
Espíritu Santo, fortalécenos, para que defendamos las cosas santas.
Espíritu Santo, ayúdanos, para que no perdamos nunca las cosas
santas.

VEN, ESPÍRITU CREADOR


Ven, Espíritu Creador,
visita las almas de tus fíeles
y llena de la divina gracia los
corazones,
que Tú mismo creaste.
Tú eres nuestro Consolador,
don de Dios Altísimo,
fuente viva, fuego, caridad
y espiritual unción.
Tú derramas sobre nosotros los siete
dones;
Tú, el dedo de la mano de Dios;
Tú, el prometido del Padre;

Tú, que pones en nuestros labios los tesoros de tu palabra.


Enciende con tu luz nuestros sentidos;
infunde tu amor en nuestros corazones;
y, con tu perpetuo auxilio,
fortalece nuestra débil carne,
Aleja de nosotros al enemigo,
danos pronto la paz,
sé Tú mismo nuestro guía,
y puestos bajo tu dirección,
evitaremos todo lo nocivo.
Por Ti conozcamos al Padre,
y también al Hijo;
y que en Ti, Espíritu de entrambos,
creamos en todo tiempo.,
Gloria a Dios Padre,
y al Hijo que resucitó,
y al Espíritu Consolador,
por los siglos infinitos. Amén.
V. Envía tu Espíritu y serán creados.
R. Y renovarás la faz de la tierra.
Oremos: Oh Dios, que has iluminado los corazones de tus hijos con la
luz del Espíritu Santo; haznos dóciles a tu Espíritu para gustar siempre
el bien y gozar de su consuelo. Por Jesucristo Nuestro Señor. R. Amén.

CONSAGRACIÓN DE LA FAMILIA AL ESPÍRITU SANTO


¡Dios Espíritu Santo! Postrados ante Ti,
venimos a consagrarnos a Ti con todo lo
que somos y tenemos. Por un acto de la
omnipotencia del Padre hemos sido
creados, por gracia del Hijo hemos sido
redimidos, y por tu inefable amor has
venido a nuestras almas para
santificarnos, comunicándonos tu misma
vida divina. Desde el día de nuestro
bautismo has tomado posesión de cada
uno de nosotros, transformándonos en templos vivos donde Tú moras
juntamente con el Padre y el Hijo; y el día de la Confirmación fue la
Pentecostés en que descendiste a nuestros corazones con la plenitud de
tus dones, para que viviéramos una vida íntegramente cristiana.
Permanece entre nosotros para presidir nuestras reuniones; santifica
nuestras alegrías y alivia nuestros pesares; ilumina nuestras mentes con
los dones de la sabiduría, del entendimiento y de la ciencia; en horas de
confusión y de dudas asístenos con el don del consejo; para no
desmayar en la lucha y el trabajo concédenos tu fortaleza; que toda
nuestra vida religiosa y familiar esté impregnada de tu espíritu de
piedad; y que a todos nos mueva un respetuoso temor filial para no
ofenderte a Ti que eres la santidad misma. Asistidos en todo momento
por tus dones y gracias, queremos llevar una vida recta en tu presencia.
Por eso hoy te hacemos entrega de nuestra familia y de cada uno de
nosotros por el tiempo y la eternidad. Te consagramos nuestras almas y
nuestros cuerpos, nuestros bienes materiales y espirituales, para que Tú
sólo dispongas de nosotros y de lo nuestro según tu beneplácito. Sólo te
pedimos la gracia que después de haberte glorificado en la tierra, pueda
toda nuestra familia alabarte en el cielo, donde con el Padre y el Hijo
vives y reinas por los siglos de los siglos. Así sea.

ESPOSO/ESPOSA POR SU FAMILIA

Espíritu Santo, concededme para mí, para


mi esposo(a) y para mis hijos, aquellos
dones divinos con que fortalecisteis a los
Apóstoles; aquella gracia poderosa que
ilumina el entendimiento, mueve
suavemente la voluntad, y vence
gloriosamente la concupiscencia.

Concédenos el don de una clara


inteligencia, el conocimiento del bien y
buena voluntad de ejercitarlo. Toma bajo tu protección a mis hijos;
presérvalos de toda conducta vergonzosa; protégelos, líbralos de caer
en todo mal.

Hazlos humildes, obedientes, honrados y temerosos de Dios;


amantes de la verdad y de la fe. Dales gracia para vencer los vicios y
pasiones.
Y a mí concédeme la gracia y el acierto necesario para educarlos,
dirigirlos y hacerme respetar de ellos. Amén.

VISITA EL HOGAR DE TUS FIELES

Ven, Espíritu Dios Creador, y visita el hogar de tus


fieles,
haz un templo de gracia su pecho con el don de tu
presencia.

Tú, el amor que consuela a los hijos como eterno


regalo del Padre,
Caridad, Fuente viva de gracia Llama eterna de
amor verdadero.

Ilumine tu luz nuestros ojos, y tu amor se derrame


en el alma,
tu poder nos sostenga en la lucha y renueve las fuerzas cansadas.

Ilumine tu luz nuestros ojos y tu amor se derrame en el alma,


sé la mano que venza en sus luchas, el sendero que guíe sus pasos.

Haz que triunfen sus hijos sobre el mal y que reine la paz en sus
corazones,
fortalece la fe del creyente que ha nacido a la vida divina.

Demos gloria por siempre a Dios Padre y a Jesús triunfador de la muerte


y al Espíritu, vida del alma, alabanza y honor para siempre. Amén.

POR INTERCESIÓN DE MARÍA ENVÍA AL ESPÍRITU SANTO


Padre Eterno, en nombre de Jesucristo y por la
intercesión de la Siempre Virgen María;
envía a mi corazón al Espíritu Santo.
Espíritu Santo, Dios de infinita caridad, dame Tu
Santo Amor.
Espíritu Santo, Dios de las virtudes; conviérteme.
Espíritu Santo, Fuente de luces celestes; disipa mi
ignorancia.
Espíritu Santo, Dios de infinita pureza; santifica mi
alma.
Espíritu Santo, que habitas en mi alma, transfórmala
y hazla toda tuya.
Espíritu Santo, Amor sustancial del padre y del Hijo, permanece siempre
en mi corazón.
Tres veces……Gloria al Padre………

INVOCACIONES A MARÍA SANTÍSIMA PARA RECIBIR El ESPÍRITU


SANTO

¡Purísima Virgen María!, que en tu inmaculada concepción fuiste hecha


por el Espíritu Santo Tabernáculo escogido de la Divinidad, ¡ruega por
nosotros!
¡Y haz que el Espíritu Paráclito, venga pronto a renovar la faz de la
tierra!.
¡Purísima Virgen María, que en el misterio de la encarnación fuiste hecha
por el Espíritu Santo verdadera Madre de Dios, ruega por nosotros!.
¡Y haz que………….
¡Purísima Virgen María, que estando en oración con los Apóstoles, en el
Cenáculo fuiste inundada por el Espíritu Santo, ruega por nosotros!
¡Y haz que……………
Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos
el fuego de tu amor.
Envía Tu Espíritu y será una nueva creación.
Y renovarás la faz de la tierra.

ESPÍRITU SANTO, ALMA DE MI ALMA


P. José Kentenich
Espíritu Santo, eres el alma de mi alma, te adoro
humildemente.
Ilumíname, fortifícame, guíame, consuélame.
Y en cuanto corresponde al plan eterno, Padre Dios
revélame tus deseos.
Dame a conocer lo que el Amor eterno desea en mí.
Dame a conocer lo que debo realizar. Dame a conocer
lo que debo sufrir.
Dame a conocer lo que con silenciosa modestia y en
oración, debo aceptar, cargar y soportar.

Sí, Espíritu Santo, dame a conocer tu voluntad y la voluntad del Padre.


Pues toda mi vida no quiero ser otra cosa que un continuado perpetuo Sí
a los
deseos y al querer del eterno Padre Dios.

ORACIÓN PARA IMPLORAR EL ESPÍRITU SANTO

Divino Padre Eterno, en nombre de Jesucristo,


y por la intercesión de la Santísima Siempre Virgen
María,
envía a mi corazón El Espíritu Santo.

Ven, Espíritu Santo, a mi corazón y santifícalo.


Ven, Padre de los pobres, y alíviame.
Ven, autor de todo bien, y constélame.

Ven, luz de las mentes e ilumíname.


Ven, dulce huésped de los corazones, y no te apartes de mí.
Ven, verdadero Refrigerio de mi vida, y renuévame.

Tres veces……….Gloria al Padre…….

Espíritu Santo, eterno Amor,


Ven a nosotros con tu fuego de amor,
Ven, inflama nuestros corazones.
Ven Espíritu Santo,
Ven Potencia Divina de Amor,
Ven y llena mi pobre corazón:
Purifícalo, santifícalo, hazlo todo tuyo.
VEN ESPÍRITU DE AMOR Y DE PAZ
Compuesta por Juan Pablo II

Espíritu Santo, dulce huésped del alma,


muéstranos el sentido profundo del gran jubileo
y prepara nuestro espíritu para celebrarlo con
fe, en la esperanza que no defrauda, en la
caridad que no espera recompensa

Espíritu de verdad, que conoces las


profundidades de Dios, memoria y profecía de
la Iglesia, dirige la humanidad para que
reconozca en Jesús de Nazaret el Señor de la
gloria, el Salvador del mundo,
la culminación de la historia.

¡Ven, Espíritu de amor y de paz!

Espíritu creador, misterioso artífice del Reino, guía la Iglesia con la


fuerza de tus santos dones
para cruzar con valentía el umbral del nuevo milenio y llevar a las
generaciones venideras
la luz de la Palabra que salva.

Espíritu de santidad, aliento divino que mueve el universo, ven y


renueva la faz de la tierra.
Suscita en los cristianos el deseo de la plena unidad, para ser
verdaderamente en el mundo signo e instrumento
de la íntima unión con Dios y de la unidad del género humano.

¡Ven, Espíritu de amor y de paz!

Espíritu de comunión, alma y sostén de la Iglesia, haz que la riqueza de


los carismas y ministerios
contribuya a la unidad del Cuerpo de Cristo, y que los laicos, los
consagrados y los ministros ordenados colaboren juntos en la edificación
del único reino de Dios.

Espíritu de consuelo, fuente inagotable de gozo y de paz, suscita


solidaridad para con los necesitados,
da a los enfermos el aliento necesario, infunde confianza y esperanza en
los que sufren,
acrecienta en todos el compromiso por un mundo mejor.

¡Ven, Espíritu de amor y de paz!

Espíritu de sabiduría, que iluminas la mente y el corazón, orienta el


camino de la ciencia y de la técnica
al servicio de la vida, de la justicia y de la paz. Haz fecundo el diálogo
con los miembros de otras religiones,
y que las diversas culturas se abran a los valores del Evangelio.

Espíritu de vida, por el cual el Verbo se hizo carne en el seno de la


Virgen, mujer del silencio y de la escucha,
haznos dóciles a las muestras de tu amor y siempre dispuestos a acoger
los signos de los tiempos
que tú pones en el curso de la historia.

¡Ven, Espíritu de amor y de paz!

A ti, Espíritu de amor, junto con el Padre omnipotente


y el Hijo unigénito, alabanza, honor y gloria por los siglos de los siglos.
Amén.

ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO

Ven, oh Espíritu Santo, atiéndenos,


Espíritu del Padre, vivifícanos,
Espíritu del Hijo, sálvanos.

Oh Amor eterno, llénanos,


Con tu fuego, inflámanos,
Con tu luz, ilumínanos.

Fuente viva, sácianos,


De nuestros pecados, lávanos.
Por tu unción, fortalécenos.

Por tu consuelo, confórtanos.


Por tu gracia, guíanos.
Por tus ángeles, protégenos.
No permitas jamás que nos separemos de Ti,
Dios Espíritu Santo, escúchanos.
Con el dedo de tu gracia, tócanos.
Vierte en nosotros el torrente de la virtud.
Fortalécenos con tus dones,
Y con tus frutos, refrigéranos.

Líbranos del maligno enemigo,


En la última batalla, úngenos,
A la hora de la muerte, defiéndenos.

Entonces llámanos hacia Ti,


Para que con todos los santos
Alabemos al Padre, al Hijo y a Ti,
Consolador piadoso y eterno. Amén

ORACIONES PARA RECIBIR LOS DONES Y FRUTOS DEL ESPÍRITU


SANTO

Envía Padre los dones del Espíritu Santo


Eterno Padre, en nombre de Jesucristo
y por la intercesión de la Siempre Virgen María,
envía a mi corazón al Espíritu Santo.

Ven, Espíritu Santo, y dame el don de Sabiduría.


Ven, Espíritu Santo, y dame el don de Entendimiento.
Ven, Espíritu Santo, y dame el don de Consejo.
Ven, Espíritu Santo, y dame el don de fortaleza.
Ven, Espíritu Santo, y dame el don de Ciencia.
Ven, Espíritu Santo, y dame el don de Piedad.
Ven, Espíritu Santo, y dame el don del Santo Temor de Dios.
Tres veces……….Gloria al Padre………..

PARA PEDIR LOS DONES DEL ESPÍRITU SANTO

Ven, Espíritu Creador, visita las almas de los fieles;


e inunda con tu gracia los corazones que Tú
creaste.

Espíritu de Sabiduría, que conoces mis


pensamientos más secretos, y mis deseos más
íntimos, buenos y malos; ilumíname y hazme
conocer lo bueno para obrarlo, y lo malo para
detestarlo sinceramente.
Intensifica mi vida interior, por el don de Entendimiento.
Aconséjame en mis dudas y vacilaciones, por el don de Consejo.

Dame la energía necesaria en la lucha contra mis pasiones, por el don


de Fortaleza.

Envuelve todo mi proceder en un ambiente sobrenatural, por el don de


Ciencia.

Haz que me sienta hijo tuyo en todas las vicisitudes de la vida, y acuda
a Ti, cual niño con afecto filial, por el don de Piedad.

Oración: Concédeme que Te venere y Te ame como lo mereces; que


ande con cautela en el sendero del bien, guiado por el don del Temor de
Dios; que tema el pecado más que ningún otro mal; que prefiera
perderlo todo antes que tu gracia; y que llegue un día a aquella feliz
morada, donde Tú serás nuestra Luz y Consuelo, y, cual tierna madre;
enjugas “toda lágrima de nuestros ojos”, donde no hay llanto ni dolor
alguno, sino eterna felicidad. Así sea.

PARA PEDIR LOS FRUTOS DEL ESPÍRITU SANTO

Espíritu de Caridad, haznos amar a Dios y a nuestros


semejantes como Tú quieres que los amemos.
Espíritu de Gozo, otórganos la santa alegría, propia de
los que viven en tu gracia.
Espíritu de Paz, concédenos tu paz, aquella paz que el
mundo no puede dar.
Espíritu de Paciencia, enséñanos a sobrellevar las
adversidades de la vida sin indagar el por qué de ellas
y sin quejarnos.
Espíritu de Benignidad, haz que juzguemos y tratemos
a todos con benevolencia sincera y rostro sonriente, reflejo de tu infinita
suavidad.
Espíritu de Bondad, concédenos el desvivirnos por los demás, y
derramar a manos llenas, cuantas obras buenas nos inspires.
Espíritu de Longanimidad, enséñanos a soportar las molestias y
flaquezas de los demás, como deseamos soporten las nuestras.

Espíritu de Mansedumbre, haznos mansos y humildes de corazón, a


ejemplo del Divino Corazón de Jesús, obra maestra de la creación.
Espíritu de Fe, otórganos el no vacilar en nuestra fe, y vivir siempre de
acuerdo con las enseñanzas de Cristo, e iluminados por tus santas
inspiraciones.
Espíritu de Modestia, enséñanos a ser recatados con nosotros mismos, a
fin de no servir nunca de tentación a los demás.
Espíritu de Continencia, haznos puros y limpios en nuestra vida interior,
y enérgicos en rechazar cuanto pudiera manchar el vestido blanco de la
gracia.
Espíritu de Castidad, concédenos la victoria sobre nosotros mismos;
haznos prudentes y castos; sobrios y mortificados; perseverantes en la
oración y amantes de Ti, Dios del Amor hermoso. Así sea.

ENTREGA AL ESPÍRITU SANTO implorando sus dones y frutos

Espíritu Santo, Dios eterno, cuya gloria llena


los cielos y la tierra, heme aquí postrado
humildemente en tu presencia. Te ofrezco y te
hago entrega de mi cuerpo y de mi alma. Adoro
el resplandor de tu pureza, de tu justicia
inmutable y del poder de tu amor. No permitas
que te ofenda o resista a las inspiraciones de tu
gracia; antes bien dirige mi entendimiento, a
fin de que escuche dócilmente la voz de tus
inspiraciones y las siga, hallando en tu
misericordia un amparo contra mi debilidad.
Espíritu de Sabiduría, domina todos mis pensamientos, palabras y
obras.
Espíritu de Entendimiento, ilumíname e instrúyeme.
Espíritu de Consejo, guíame en mi inexperiencia.
Espíritu de Ciencia, ahuyenta mi ignorancia.
Espíritu de Fortaleza, hazme perseverante en el servicio de Dios; dame
fuerzas para proceder en todo con bondad y benevolencia, con
mansedumbre y sinceridad, con paciencia y caridad, con alegría y
longanimidad.
Espíritu de Piedad, hazme afectuoso y filial en mis relaciones con Dios.
Espíritu del Santo Temor de Dios, líbrame de todo mal.
Espíritu de Paz, dame tu paz.
Espíritu de Santidad, adorna con las celestiales virtudes de pureza y
modestia el templo que has elegido por tu morada y preserva siempre
mi alma, con tu gracia omnipotente, de la ruina del pecado. Así sea.

ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO DISTRIBUIDOR DE LOS


CARISMAS
Espíritu Santo: Concede a tu Iglesia miembros
llenos de tu gracia que con sus luces iluminen al
Pueblo de Dios;
Dale miembros orantes que atraigan sobre la
Iglesia las bendiciones de Dios y hagan frente a
los ataques del maligno; dale miembros llenos
de tu amor, que sirvan desinteresadamente al
prójimo; dale miembros santos para el progreso
de la vida espiritual; que como bautizados y confirmados sirvamos a la
Iglesia con el don que Tú nos has dado. Hay diversidad de dones, pero
un solo Espíritu. Que Tú seas el vínculo de unidad en la multiplicidad de
los ministerios. Amén.

ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO


(de Juan XXIII – adaptación)

Espíritu Santo, perfecciona la obra que Jesús comenzó


en mí.
Apura para mí el tiempo de una vida llena de tu
Espíritu.
Mortifica en mí la presunción natural.
Quiero ser sencillo, lleno de amor de Dios y
constantemente generoso.
Que ninguna fuerza humana me impida hacer honor a
mi vocación cristiana.
Que ningún interés, por descuido mío, vaya contra la
justicia.
Que ningún egoísmo reduzca en mí los espacios
infinitos del amor.
Todo sea grande en mí. También el culto a la verdad y la prontitud
en mi deber hasta la muerte.
Que la efusión de tu Espíritu de amor venga sobre mí, sobre la Iglesia
y sobre el mundo entero.

CONSAGRACIÓN Y PETICIÓN AL ESPÍRITU SANTO


- Espíritu Santo, Divino Consolador y Huésped
de mi alma, te adoro, te alabo y te bendigo.
- Me consagro hoy de nuevo a Ti, para que me
invadas con tu gracia, ordenes mis facultades y
sentidos, me ilumines, fortalezcas, serenes y
bendigas.
INUNDA MI INTELIGENCIA CON TU LUZ PARA
CONOCER:
Tu Divina Voluntad
Lo que puedo y debo hacer
Lo que debo y puedo modificar
Lo que no depende de mí cambiar
Cómo debo conducirme en los acontecimientos
de la vida
ROBUSTECE MI VOLUNTAD CON EL DON DE LA FORTALEZA:
Para cumplir constantemente con mi deber
Observar fielmente mis promesas

Conformarme con tu voluntad


Afrontar los problemas y dificultades
Luchar eficazmente contra el mal
Soportar las molestias y enfermedades
Para ser bondadoso, tolerante y paciente
GRACIAS TE DOY:
Por haberme hecho cristiano
Por posibilitarme conocerte y amarte
Por haberme infundido devoción hacia Ti
Por haberme colmado de gracias y favores
TE RUEGO ME AYUDES:
A perseverar en tu amor
Vivir y obrar en comunión contigo
Hacer fructificar en mí tus dones
Permanecer fiel a tus inspiraciones
Secundar generosamente tus deseos
Evitar lo que te contrita y ofende
Extender tu reinado en mis prójimos
Contemplarte eternamente en el cielo.

ORACIÓN BÍBLICA AL ESPÍRITU SANTO


Espíritu Santo, haznos verdaderamente
espirituales en Ti, Col 1,9
Sométenos a tu influencia y habita en
nuestras almas, Cor 2,12
anima nuestros cuerpos, 1 Cor 15,44
vivifica todas nuestras obras, 1 Cor 2,13
pronuncia Tú nuestra plegaria, Ef 5,19
para que seamos hijos del Padre Ef 4,6
y hermanos de Cristo, nuestro Salvador.
Rom 8,29
Amén.

VEN, ESPÍRITU CREADOR

Ven, Espíritu Santo Creador,


A visitar nuestro corazón,
repleta con tu gracia viva y celestial,
nuestras almas que Tú creaste por amor.
Tú que eres llamado Consolador,
don del Dios altísimo y Señor,
vertiente viva, fuego, que es la caridad,
y también espiritual y divina unción.
En cada sacramento te nos das,
dedo de la diestra paternal.

Eres Tú la promesa que el Padre nos dio,


con tu palabra enriqueces nuestro cantar.
Nuestros sentidos has de iluminar,
Los corazones enamorar,
y nuestro cuerpo, presa de la tentación,
con tu fuerza continua has de afirmar.
Lejos al enemigo rechaza,
Tu paz danos pronto, sin tardar,
Y siendo Tú nuestro buen guía y conductor,
Evitemos así toda sombra de mal.
Concédenos al Padre conocer,
A Jesús, su Hijo comprender,
Y a Ti, Espíritu de ambos por amor,
te creamos con ardiente y sólida fe.
Al Padre demos gloria, pues es Dios,
a su Hijo que resucitó,
y también al Espíritu Consolador
por todos los siglos de los siglos, honor. Amén.

AL ESPÍRITU SANTO POR VOCACIONES

¡Espíritu Santo! Jesús invita a los hombres a


seguirle. A uno invita a dejar las redes de pesca,
a otro el campo, a un tercero la mesa de
recaudaciones; a todos llama personalmente. Él
pronuncia las palabras de invitación: “Ven,
sígueme” (Mt 4,19). Y ellos siguen la llamada y
aceptan sus exigencias.
¡Espíritu Santo! Tú despiertas las vocaciones
religiosas. Tú suscitas el anhelo del perfecto
seguimiento de Jesús en los corazones de los
jóvenes.
Tú confieres a cada uno tus dones según tu
beneplácito, y nadie llega al sacerdocio o al estado religioso sin tu
moción, sin tu impulso amoroso y si tu guía.
Para que la Iglesia de hoy tenga vocaciones, es necesaria tu acción. Por
eso te pedimos hagas germinar la gracia de la vocación en el corazón de
muchas personas. Dales valor para seguir con generosidad el llamado y
vivir con alegría su vocación.
Consérvales el primer amor a Cristo, para que perseveren fieles y lleven
mucho fruto, como los sarmientos que permanecen unidos a la vid.
“Enciende en nosotros la luz de la gracia, derrama amor en el corazón
vacío, y robustece siempre con tu fuerza la debilidad de nuestro
cuerpo”. Amén.
Fuente: www.corazones.org

RESPIRA EN MI (S. Agustín)


Respira en mi Oh Espíritu Santo
Para que mis pensamientos Puedan ser todos santos.
Actúa en mí Oh Espíritu Santo
Para que mi trabajo, también Pueda ser santo.
Atrae mi corazón Oh Espíritu Santo
Para que sólo ame Lo que es santo.
Fortaléceme Oh Espíritu Santo
Para que defienda Todo lo que es Santo.
Guárdame pues Oh Espíritu Santo
Para que yo siempre Pueda ser santo.

(Traducido del inglés por Chickie Ortigas)

ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO PARA ADQUIRIR EL EQUILIBRIO

Señor concédeme:
-La serenidad para aceptar las cosas que no
puedo cambiar
-El valor para cambiar aquellas que puedo
-Y la sabiduría para conocer la diferencia.
Oh Espíritu Santo, amor del Padre y del Hijo,
inspírame siempre:
- lo que debo pensar,
- lo que debo decir,
- como debo decirlo,
- lo que debo callar,
- lo que debo escribir,
- como debo de obrar.
Para procurar tu Gloria, el bien de las almas y mi
propia santificación. Espíritu Santo ilumina mi entendimiento y fortifica
mi voluntad. Señor dame equilibrio en mi vida. Gloria a ti Señor.

ORACIÓN DE JUAN XXIII AL ESPÍRITU SANTO


Espíritu Santo: perfecciona la obra que Jesús
comenzó en mí. Mortifica en mí la presunción
natural. Quiero ser sencillo, lleno de amor a
Dios y constantemente generoso. Que
ninguna fuerza humana me impida hacer
honor a mi vocación cristiana. Que ningún
interés, por descuido mío, vaya contra la
justicia. Que ningún egoísmo reduzca en mí
los espacios infinitos del amor. Que la efusión
de tu Espíritu de amor venga sobre mí, sobre
la Iglesia y sobre el mundo entero.
Letanía al Espíritu Santo
Señor, Tened piedad de nosotros.

Jesucristo, Señor,
Dios, Padre celestial,
Dios, Hijo, Redentor del mundo,

Dios, Espíritu Santo,


Trinidad Santa, que eres un solo Dios,
Amor Divino, Dios verdadero y único,
Espíritu de verdad y de sabiduría,
Espíritu de santidad y de justicia,
Espíritu de entendimiento y de consejo,
Espíritu de caridad y de gozo,
Espíritu de paz y de paciencia,
Espíritu de longanimidad y mansedumbre,
Espíritu de benignidad y de bondad,
Amor substancial del Padre y del Hijo,
Amor y vida de las almas santas,
Fuego siempre ardiendo,
Agua viva que apagas la sed de los corazones,
De todo mal, Libradnos Espíritu Santo.
De toda impureza de alma y cuerpo,
De toda gula y sensualidad,
De todo afecto a los bienes terrenos,
De todo afecto a cosas y a las criaturas,
De toda hipocresía y fingimiento,
De toda imperfección y faltas deliberadas, Del amor propio y juicio
propio,
De la murmuración,
De la doblez a nuestros prójimos,
De nuestras pasiones y apetitos desordenados,
De no estar atentos a tu inspiración, Libradnos Espíritu Santo.
Del desprecio a las cosas pequeñas,
De la glotonería y malicia,
De todo regalo y comodidad,
De querer buscar o desear algo que no seas Tú,
De todo lo que te desagrade,
De todo pecado e imperfección y de todo mal, Padre amantísimo,
Perdónanos.
Divino Verbo, Ten misericordia de nosotros.
Santo y Divino Espíritu, No nos dejes hasta ponernos en la posesión del
cielo.
Cordero de Dios, que borras los pecados del mundo, Envíanos al divino
Consolador.
Cordero de Dios, que borras los pecados del mundo, Llénanos de los
dones de tu espíritu.
Cordero de Dios, que borras los pecados del mundo, Haz que crezcan en
nosotros los frutos del Espíritu Santo.
Ven, ¡Santo Espíritu!, llena los corazones de tus fieles y enciende en
ellos el fuego de tu amor.
V. Envía tu espíritu y todo será creado.
R. Y se renovará la faz de la tierra.

Oración: ¡Oh Dios!, que habéis instruido los corazones de los fieles con
la luz del Espíritu Santo, concedednos, según el mismo Espíritu, conocer
las cosas rectas y gozar siempre de sus divinos consuelos. Por
Jesucristo, Señor nuestro. R. Amén.

DANOS TU ESPÍRITU

Danos tu Espíritu, Señor de la Vida.

El Espíritu que nos llena el corazón


para seguir tus pasos y vivir el evangelio.

El Espíritu que guió tu camino, desde la


concepción,
llenando la vida de María, tu madre y madre
nuestra.
El Espíritu que acompañó tu crecimiento
en estatura, gracia y sabiduría, en los años
sencillos de Nazaret.
El Espíritu que te orientó hacia el desierto
para meditar el llamado y salir a la predicación.

El Espíritu que te daba fuerzas, aliento y ánimo para anunciar el Reino


y construirlo con gestos de vida solidaria.
El Espíritu que te enseñó a descubrir a Dios
en los pobres y sencillos, y alabar al Padre, como María en el Magnificat.
El Espíritu que te alentó en tu hora y que pusiste en las manos del
Padre,
como signo definitivo de tu entrega.
Señor, danos tu Espíritu. Nos has prometido un compañero,
un guía, un defensor, un maestro. Envía tu Espíritu
a nuestras comunidades. Lo esperamos con ansías,
lo buscamos con alegría, queremos llenarnos
de su pasión por la Vida. Renueva nuestra esperanza,
ayúdanos a caminar en los conflictos, enséñanos la fidelidad al Evangelio
en estos tiempos difíciles. Queremos construir el Reino,
ofrecer al mundo los frutos de tu presencia.

Dios de la Vida, danos tu Espíritu,


para que nos haga nuevos, para que nos impulse a la misión,
para que seamos testigos, hermanos y mensajeros.
Para que vivamos en el Espíritu de Jesús
y él nos muestre las huellas del Reino
en la sociedad que vivimos.
Marcelo A. Murúa

ANIMADOS POR EL ESPÍRITU

Ser cristiano es seguir a Cristo. Pro-seguir su obra y


su estilo de vida
aceptar su proyecto y vivirlo según su espíritu
en la perspectiva de las Bienaventuranzas.
Per-seguir su causa: la construcción del Reino
y la Liberación de los hombres.
La gran Utopía de Dios, que los hombres sean
hermanos,
que todos puedan vivir con dignidad, justicia y paz.
Con-seguir su plenitud formar parte de su comunidad,
una comunidad fraterna, unida en el anuncio y
el servicio a los más pobres.
Seguir a Jesús es vivir animados por su Espíritu.
Ser cristiano es actualizar el camino de Jesús
(en los primeros tiempos al cristianismo se lo llamaba el camino)
Re-vivir el proceso de Jesús, mantener vivas sus opciones,
sembrar con El las semillas de su Reino, construir comunidades activas y
orantes,
dar testimonio fiel de su Palabra, vivir la propuesta del amor.
Vivir en cristiano es posible
si nos anima el Espíritu de Jesús.
Espíritu de Dios, siempre presente en la vida del Hijo,
presente desde la concepción de Jesús
en el seno de María, la virgen madre llena de Dios.
Espíritu Santo, llena nuestros corazones de tu presencia
para decir, con María, SÍ a lo que nos pida el Padre Bueno.
Danos fuerzas para responder con alegría a los proyectos de Dios en
nuestra vida.
Enséñanos la confianza de la Madre para entregar lo mejor de nosotros
al servicio de los demás.
Espíritu de Dios, presente en su crecimiento
en estatura, en sabiduría, en gracia de Dios,
en los años anónimos de Jesús-niño en Nazareth.
Espíritu Santo, acompaña nuestro crecimiento interior.
Enséñanos a rezar más y mejor, abre nuestro corazón a los demás,
haznos crecer en los valores del Reino y en las actitudes evangélicas.
Ayúdanos a madurar en la fe, a sostener la esperanza,
a obrar con amor.
Espíritu de Dios, presente junto a Jesús en el desierto.
Guiando sus pasos al proyecto del Padre. Animándolo para no caer en la
tentación,
fortaleciéndolo en la opción por un Reino construido desde la entrega,
la compasión y el servicio que libera de la opresión y del pecado.
Espíritu Santo, permanece a nuestro lado
para que no aflojemos en la diaria tarea del seguimiento de Jesús.
Ayúdanos a discernir en los momentos de desierto, de crisis.
Que no caigamos en la tentación del poder, del dinero, de la ambición.
Reafirma nuestra opción por Jesús y por su causa.
Espíritu de Dios, presente en la sinagoga de Nazareth
el día que Jesús anuncia su misión. Lleno del Espíritu proclama
que el tiempo se ha cumplido.
La Buena Noticia ha llegado, el Reino de Dios se ha hecho presente
en la historia de los hombres. Surge la vida para todos
y la esperanza es realidad que se manifiesta en los ciegos que ven,
en los sordos que oyen, en los paralíticos que caminan,
en los pobres y excluidos que Jesús revela como los preferidos de Dios.
Espíritu Santo, enséñanos a ser fieles
al anuncio de Jesús y que nuestra experiencia de fe
surja del encuentro con Dios en el servicio a los demás.
Orienta nuestras fuerzas, nuestras aptitudes, nuestros dones
a la construcción de una vida más digna para los que menos tienen.
Danos hambre y de justicia y muéstranos el camino para realizarla.
Espíritu de Dios, presente en la predicación de Jesús.
Brindándole la fuerza necesaria para curar, sanar, perdonar y dar vida.
Llenándolo de alegría para dar gracias al Padre
por los pequeños, por los más pobres, porque son los más abiertos
a los proyectos de Dios.
Espíritu Santo, danos la perseverancia y el valor
que necesitamos para seguir a Jesús. Ayúdanos a encontrar la mejor
manera
de hacer realidad su mensaje. Sorpréndenos con nuevos desafíos,
derriba nuestras falsas seguridades que muchas veces diluyen
las exigencias de la fe. Enséñanos a aprender de los más pobres
cómo vivir el Evangelio.
Espíritu de Dios, presente en los últimos momentos
de la vida de Jesús y en su muerte injusta.
Animando su voluntad de seguir adelante
hasta las últimas consecuencias para mantener la fidelidad al Padre.
Espíritu Santo, fortalece nuestro caminar
en el sufrimiento, la persecución, la incomprensión o el martirio.
Aliéntanos en todo lugar y tiempo, sostén la voluntad de seguir a Jesús
aceptando los conflictos, desafíos y consecuencias de su caminar y su
cruz.
Espíritu de Dios, presente en Pentecostés, en la Iglesia
que nace del encuentro del pueblo pobre y peregrino
con la fuerza que viene de lo Alto.
Espíritu Santo, anima nuestras comunidades en marcha,
fortalece sus relaciones humanas, acrecienta sus ganas de optar por
Jesús.
Suscita la creación de comunidades nuevas,
promueve la vocación y formación de animadores de comunidad.
Convierte nuestros corazones al afán misionero
de los primeros cristianos.
Ayúdanos a discernir y a escuchar la voz del Padre y sus propuestas.
Enséñanos a compartir la fe, a caminar en la esperanza,
a vivir el amor en gestos y obras concretas que anticipen
la Justicia y el Gozo del Reino Camina con nosotros,
y acércanos a Jesús.
Marcelo A. Murúa
¡QUE VENGA TU ESPIRITU!

Jesús, hermano , maestro, acércanos al Padre,


muéstranos su rostro, acompáñanos
en el camino al Reino ¡envíanos tu Espíritu!
Tu nos prometiste que estarías presente entre
nosotros,
que caminarías a nuestro lado, que tu fuerza nos
animaría,
Señor, ¡que venga tu Espíritu!

Necesitamos aprender a discernir.


Descubrir por dónde pasa el Reino
en este tiempo. Necesitamos
aprender a reconocer las señales
de Dios en medio nuestro. Necesitamos
aprender a seguir tus pasos, a vivir el Evangelio,
a comprometernos por el Proyecto del Padre.
Buscamos tu aliento, ¡Ven Espíritu Santo!
Convierte nuestras vidas ayuda a que seamos fieles.
Muéstranos el camino y danos la fuerza para seguirlo.

Anima nuestras comunidades. Alienta nuestros esfuerzos


de vida nueva. ¡Ven Espíritu Santo!
Ven a nosotros, empápanos de Reino,
enséñanos a vivir las Bienaventuranzas,
a dejar todo por el Evangelio. Anímanos,
que te necesitamos, para seguir adelante
y dar testimonio.

Buen Jesús, danos tu Espíritu, el mismo que te concibió


en el seno de María, el que te fue enseñando,
desde niño, las cosas del Padre,
el que te condujo al desierto y a las pruebas,
el que estuvo a tu lado para fortalecerte
y comenzar a anunciar la Vida Nueva,
el que llenó tus días, y te dio fuerzas
para hacer la voluntad del Padre, danos tu Espíritu Señor,
para seguir tu ejemplo.
En cada Pentecostés nos regalas
el aliento nuevo de vida generosa, de fuerza para el cambio,
de perseverante constancia para aprender a ser Iglesia,
comunidad en marcha, hacia el Reino del Padre.
¡Ven a nuestras comunidades, Espíritu de Jesús!
Enséñanos a vivir unidos, ayúdanos a zanjar diferencias,
revélanos el mejor camino para ser fieles al Padre.
Descubre nuestros errores, nuestras falencias,
nuestros orgullos y pecados, conviértenos.
Haz que vivamos para servir, sin ansías de poder,
sin "transas" con el poder.
Enséñanos a andar junto al pueblo, arrimando nuestra levadura,
que es tu vida, tus opciones, tus preferencias.
Enséñanos a prender de otros que dan su vida
para que las cosas cambien y haya más justicia en este mundo.

Espíritu de Jesús, Espíritu Santo de Dios,


fuerza de vida nueva, aliéntanos,
danos esperanza, construye
un corazón nuevo en cada uno para que hagamos juntos
la gran fraternidad soñada, vivida, ofrecida
por la entrega de Jesús y confirmada por el Padre
en la Resurrección.

Ven a nosotros, para que aprendamos


a ser comunidad, para que cambiemos de vida,
para que sigamos a Jesús, ¡Ven, Espíritu, Ven!
Marcelo A. Murúa

EL PASO DEL ESPÍRITU

Espíritu de Jesús, dador de vida,


muéstranos el camino del Evangelio.

Necesitamos tu guía, Maestro de la Esperanza.


Queremos caminar en medio de nuestra
realidad,
injusta, cruel y dura, despertando brotes
de aliento y vida nueva. Ayúdanos a animar
a todos los que nos rodean, enséñanos a
ayudar
y a sembrar semillas de cambio.

Necesitamos tu compañía, Maestro del Discernimiento.


No es fácil descubrir los caminos de Dios
en estos tiempos. Queremos escuchar su llamado,
atender sus preferencias, seguir sus opciones,
construir según su proyecto.
Ayúdanos a mirar el mundo con su mirada.
Danos entendimiento para comprender su voluntad,
y coraje para ponerla en práctica. Necesitamos tu aliento,
Maestro de la Oración. Para seguir los pasos de Jesús
hay que estar atentos a su voz. Para vivir el proyecto del Padre,
hay que estar en escucha permanente. Nuestro alimento es la Palabra,
que no olvidemos su lectura.
Ayúdanos a orar, enséñanos a orar,
muéstranos cómo decir: Padre, que se haga tu voluntad.

Sostén nuestra esperanza, nuestro discernimiento,


fortalece nuestra oración, Espíritu de Jesús,
maestro y dador de vida, aliéntanos,
ven pronto a nuestro lado, camina con nosotros,
fecunda nuestras comunidades. Necesitamos tu presencia
para dar testimonio de que otro mundo es posible y necesario.

Aceptamos el desafío, ayúdanos a construir


el Reino en medio nuestro.
Marcelo A. Murúa

ESPÍRITU SANTO, ENSÉÑANOS

Espíritu Santo, Espíritu de Jesús,


ven a nosotros, fecunda
nuestras comunidades, danos valor y coraje
para vivir el Evangelio y luchar por el Reino.
Espíritu Santo, Espíritu de Jesús,
alienta nuestras fuerzas, sostennos en las
dificultades,
ayúdanos a discernir...que los conflictos
no nos inmovilicen, ¡hay que seguir andando
en la Causa de Jesús! Enséñanos,
guía de nuestras comunidades, a vivir tras los
pasos de Jesús.
Muéstranos cómo hacer hoy presente
los valores y opciones del Reino de Jesús.

Espíritu Santo, Espíritu de Jesús,


descúbrenos el rostro del Padre,
para que, de cara a él, busquemos servir
a su Proyecto en la justicia
y la vida para todos.
Marcelo A. Murúa

Tema 8.—Oración por la efusión del Espíritu Santo

Objetivo del tema: Pedirle a Dios, en el Nombre de Jesús, Mesías, que


cumpla la promesa de enviarnos su Espíritu Santo, y, seguros de
haberlo recibido, alabarlo y bendecirlo.

Dios siempre cumple lo que promete. Él nos ha prometido su Espíritu


Santo para renovar nuestro coraz6n y ha llegado la hora en que el
cumpla su promesa. El es fiel y no puede fallarnos. Es más fácil que se
acabe el cielo y la tierra a que el deje de cumplir su promesa.

Vamos a explicar cómo disponemos a recibir el Don de Dios que Jesús


va a enviar sobre nosotros. Sin embargo, debe quedar bien claro que no
se trata de una técnica o método mágico. No. Dios hace las cosas como
Él quiere y Él ya ha planeado desde toda la eternidad cómo nos va a
enviar su Espíritu Santo en esta ocasión. Incluso, el Espíritu puede
irrumpir en nuestro corazón antes de terminar la presentación de este
tema, como le pasó a Cornelio y su casa cuando Pedro les predicó: Hech
10,44; 11,15.

La primera actitud que debemos tener es de fe: certeza de que Dios va


a cumplir lo prometido, dando su Espíritu Santo a todos los que con
corazón abierto se lo pidan. No venimos aquí para ver si Dios nos da su
Espíritu. Estamos aquí porque nos lo va a dar. El lo prometió y no puede
fallar. Es más, está garantizado. Garantizado por la misma palabra de
Jesús, por su muerte y resurrección.

Fiel es el que os llama y es el quien lo hará: 1 Tes 5,24.

Ciertamente no debes estar pensando: yo no merezco el Don del


Espíritu Santo. Ninguno de nosotros lo merece. Pero Cristo Jesús, Hijo
Amado del Padre, lo mereció por ti y quiere regalártelo. El, con su
muerte y resurrección, lo ganó para ti y ahora te lo ofrece.

Tampoco debes decir: Yo no soy nadie para pedir el Espíritu Santo. Es


cierto. Tú no eres nadie para pedirlo. Pero hoy tú no lo vas a pedir. Es
Jesús quien lo va a pedir por ti, para ti. Tú lo vas a recibir. No necesitas
pedirlo. Cristo Jesús, a quien el Padre siempre escucha y da todo cuanto
pide, es el que va a pedir Espíritu Santo para ti este día. No pienses en
ti, piensa en Cristo Jesús.

¿Cuánto cuesta el Espíritu Santo?

El que tenga sed que se acerque, y el que quiera que reciba


gratuitamente el Agua de Vida: Ap. 22,17.

La recepción del Espíritu Santo no depende de nosotros ni de nuestros


méritos. Ni siquiera de nuestra preparación. Nadie puede estar
preparado para recibir al Espíritu de la Promesa. La donación del Espíritu
depende sólo de Jesús. Sólo el Mesías, que está lleno de Espíritu Santo,
puede darlo a quien se lo pida. El Espíritu Santo no viene porque
seamos santos, sino para que seamos santos. El Espíritu Santo no viene
porque nosotros seamos buenos, sino porque Dios es bueno y cumple
sus promesas.

Por otro lado, tú no debes decidir y planear cómo va a ser tu experiencia


cuando venga a ti el Espíritu Santo. A ti no te toca decidir cómo va a
suceder. Dios, desde toda la eternidad, planeó con sabiduría y amor
cómo te iba a tocar este día con su Espíritu. Tú no debes ponerle
condiciones a Dios y limitar su acción, diciéndole: yo quiero tener la
experiencia que tuvo mi hermano, mi amigo o tal persona al recibir la
efusión del Espíritu. No. Eso no depende de ti. Depende de Dios que te
conoce y sabe cómo te bendice. No le pongas tampoco ninguna barrera.
Déjalo que Él se manifieste como Él quiera. No debes promover tu
emocionalismo, pero tampoco debes reprimir tu emotividad, porque
ciertamente algo grande e importante va a suceder hoy en tu vida. No
te preocupes por la envoltura del regalo. Lo más importante es el Don
del Espíritu Santo que vas a recibir. Lo esencial no es lo que sientas o no
sientas: lo fundamental es que hoy vas a recibir una nueva efusión del
Espíritu de Dios que va a cambiar tu vida. La única prueba de que
recibiste el Espíritu Santo es el cambio de vida que comenzaras a
experimental La prueba de que recibiste el Espíritu Santo no es si
sentiste bonito, lloraste o hablaste en lenguas.

La prueba de que recibiste el Don de Dios es que desde hoy tendrás una
paz y una seguridad como nunca la habías tenido en tu vida.
Comenzaras a amar de una manera distinta. Estarás capacitado para
apartarte de todo pecado y revestido de un poder de lo Alto para
testificar a Cristo; gusto por la oración y hambre por la Palabra de Dios.
Y sobre todo, una presencia de Dios en tu vida que no se aparta de ti.
Cristo, que comienza a vivir de una manera nueva por su Espíritu en tu
vida.
La actitud primordial no debe ser la de entregarte o consagrarte a Dios.
Al contrario, la de recibir a Dios, la de recibir el Don del Espíritu. No eres
tu quien va a ir a Dios. Va a ser Dios que va a venir a ti. Más que una
actitud activa, debe ser pasiva: dejar hacer al Señor lo que Él quiera.
Todo corre por su cuenta. Abandónate en sus manos.

Tu corazón debe estar en paz y tranquilidad. Sin miedo ni ansiedad. Sin


nerviosismo o temor. Simplemente va a ser un abrazo del Dios amoroso
que es tu Padre. Sólo déjate amar y llenar por El. Lo demás corre por su
cuenta. No te vayas a distraer contigo mismo o con los demás. No te
veas a ti mismo; no pienses en ti. Ve a Jesús, piensa en el. Muchas
tentaciones podrás tener de distraerte, pero toda tu atención debe estar
centrada en el Señor Jesús. Aunque la persona que está junto a ti more
o se desmaye; aunque temblara o se cayera la pared de atrás; tú no te
distraigas. A los hermanos que lo necesiten se les atenderá. Tú no los
vas a atender. Tú atiende al Señor Jesús. Algunos pueden recibir el Don
del Espíritu de una manera suave, como una brisa; otros de una manera
más fuerte, como un viento impetuoso. Tu no preguntes porque.
Simplemente deja que el Señor haga la obra como él quiera.

Nuestra actitud central es la de fe. Estar seguros de que el Señor va a


cumplir su promesa. Va a ser el mismo Mesías quien va a pedir a su
Padre, el Espíritu Santo para cada uno de nosotros. La oración es la
oración de Jesús; en su Nombre. Por eso, estamos seguros de que
vamos a recibir el Don de Dios. Nosotros, pues, no lo vamos a pedir.
Nosotros lo vamos a agradecer. Nuestra oración será la acción de
gracias y alabanza a Dios que ha cumplido su Promesa. Esta

Oración de alabanza y acción de gracias la haremos en voz alta cada


uno, abriendo nuestro corazón, y si el Señor quiere nos dará también el
poder alabarlo con sonidos inefables que nosotros no comprendemos
pero que son la oración en el Espíritu de que nos habla el Nuevo
Testamento. Estemos, pues, también abiertos a este don de oración en
lenguas que el Señor frecuentemente da con la efusión del Espíritu.

Dios nos va a inundar con el Agua Viva de su Espíritu Santo. Nos


sumergirá en el océano de su Amor y su Poder. Pero, nos puede pasar
como a esas botellas que flotan en el mar. El agua la rodea por todas
partes pero no entra porque tienen un tapón que no permite que el agua
llegue a lo más profundo. Para que esto no nos suceda es necesario
quitarnos el tapón que impide se realice el plan de Dios. Ese tapón es el
pecado y todo rencor y resentimiento que hay en nuestro corazón.
Antes de pedir al Padre en el Nombre de Jesús que nos envié su Santo
Espíritu vamos a quitar de nuestro corazón cualquier obstáculo que
impida que el Espíritu se derrame en nuestro corazón como un rio de
Agua Viva.

El obstáculo que tenemos es la falta de amor. Cualquier odio,


resentimiento o rencor que exista para con algún hermano nuestro, es
una barrera que está deteniendo el Espíritu Santo fuera de nosotros.
Perdonemos, pues, las ofensas, como Dios nos ha perdonado a
nosotros:

Oración de perdón de ofensas

En la siguiente oración, se pueden cerrar los ojos, para ir trayendo a la


imaginación a cada una de las personas que se vaya nombrando.

— Perdono a mis padres porque no me dieron todo el amor y la atención


que yo necesitaba. Les perdono las veces que me hicieron a un lado, los
castigos injustos, los golpes y gritos con que me hirieron. Les perdono
también su silencio e indiferencia para conmigo. Les perdono las veces
en que se gritaron y pelearon delante de mí. Les perdono sus
incomprensiones o preferencia por otro de mis hermanos.

* Papa, mama, yo les perdono de todo corazón con el Mismo perdón de


Cristo. Que Dios te bendiga, papa; que Dios te bendiga, mama. Yo les
doy el abrazo de la paz y la reconciliación.

— Perdono a mis hermanos por todas las veces que no me tomaron en


cuenta. Por hacerme a un lado en sus juegos y diversiones. Porque a mí
no me tenían la misma confianza que a sus amigos, por las veces que se
aprovecharon de mí y por las veces que me acusaron delante de mis
padres.

* Hermano,... yo te perdono de todo corazón con el mismo perdón de


Cristo. Que Dios te bendiga, hermano. Yo te doy el abrazo de la paz y la
reconciliación.

— Perdono también a mis compañeros de escuela por todas las burlas


que hacían de mí y de mi familia. Los perdono completamente. Perdono
al compañero que me puso aquel apodo que no me gustaba. Perdono a
todos los que se reían y burlaban de un defecto físico o de mi manera de
ser.

* Compañeros de escuela, yo les perdono de todo corazón como Cristo


me ha perdonado a mí. Que Dios los bendiga a todos en estos
momentos. Yo les doy el abrazo de la paz y la reconciliación,
especialmente a quien más me ofendió.

— Perdono a mis profesores y maestros por las veces que me humillaron


delante de mis compañeros, por sus reprensiones o calificaciones
injustas. Por no haberme apoyado o ayudado. Por los complejos que en
mi crearon con sus actitudes. Porque me hicieron sentir que no me
querían; yo los perdono.

* Maestros y profesores, Cristo, a través de mí, los perdona de todo el


mal que consciente o inconscientemente hicieron en mi vida. Que Dios
los bendiga a cada uno de ustedes. Yo les doy el abrazo de la paz y la
reconciliación.

— Perdono igualmente a mis jefes y superiores que no reconocieron lo


que yo era y hacía. Les perdono sus favoritismos y arbitrariedades;
porque nunca me dieron un cargo de verdadera responsabilidad, por las
veces que fui víctima de sus injusticias y de sus burlas. Les perdono el
abuso de autoridad que tuvieron conmigo. Sus presiones y chantajes.

* Jefes y superiores, con la autoridad de Cristo yo los perdono de todo


corazón. Que Dios los bendiga abundantemente a todos ustedes. Yo les
doy el abrazo de la paz y la reconciliaci6n.

— Perdono al novio (a) que hirió mi corazón, dejándolo lastimado y


desconfiado. Perdono al que se burló de mí y me usó como un mero
pasatiempo en su vida. Perdono a... que no supo corresponder con amor
a mi amor.

* Yo te amo ahora con el amor de Cristo. Por eso, te perdono de todo


corazón. Que Dios te bendiga. Yo te doy el abrazo de la paz y la
reconciliaci6n.

De acuerdo a las circunstancias se puede añadir el perdón a otras


personas:

— Esposo (a), abuelos, tíos o tutores.

— Familia política y parientes cercanos.

— A quien nos ha robado, injuriado o difamado.

— A sacerdotes, monjas y clero en general.


— También hay "algunas" personas que guardan un resentimiento para
con Dios y no le han perdonado la muerte de un ser querido, un defecto
físico o la pérdida de un miembro propio o ajeno.

— Otros, tampoco se han perdonado a sí mismos una falta, un pecado o


error.

* Yo perdono a todos los que me han ofendido. En el Nombre de Cristo


renuncio a todo odio, rencor y resentimiento que exista en mi corazón.

De una manera especial en estos momentos perdono a la persona que


más me ha ofendido, que más mal me ha hecho. La perdono de todo
corazón y para siempre con el mismo perdón que Cristo ha tenido para
conmigo. Pienso en esta persona y veo a Cristo junto a ella. Cristo la
bendice y la abraza. Yo también la abrazo y le doy el perd6n que Cristo
ha tenido para conmigo.

Ahora, seguros de que no hay ningún obstáculo en nuestro corazón nos


abandonamos a Cristo para que El haga la oración y le pida a su Padre
el Espíritu Santo prometido para cada uno de nosotros. En esta oración
está muy cerca María, como estuvo en aquel primer Pentecostés con los
discípulos de Jesús. Ella está al lado de cada uno de nosotros.

Como signo de apertura al Señor se ponen de pie los que libremente


quieran recibir hoy la Promesa del Padre. Es Jesús, y sólo Jesús, quien
da este Espíritu Santo. Pero como signo de amor y solidaridad, algunos
hermanos estarán junto a cada uno de ustedes, para unirse a la oración
de Jesús pidiendo Espíritu Santo y a la acción de gracias de cada uno de
ustedes por el Don recibido. Ellos impondrán sus manos sobre la cabeza
de cada uno de ustedes, y si el caso lo requiere, podrán ayudarlos a
abrirse al Don del Espíritu y a cualquiera de sus manifestaciones. Los
que quieran esta ayuda de los hermanos abran sus dos manos
levantándolas en alto.

[Con el signo de la imposición de las manos, el cual no quiere significar


otra cosa que la solidaridad y comunión en la oración, se ora por cada
uno de los hermanos, a los cuales se les invita a comenzar a dar gracias
a Dios por el Don recibido y que no pongan resistencia al don de
lenguas, por si el Señor quiere dárselos, ya que es frecuente recibirlo en
estos momentos.]

ORACION A JESUS MESIAS PIDIENDO ESPIRITU SANTO

(Es mejor que sea espontanea, pero más o menos con los siguientes
elementos)
Jesús, Señor de los cielos y tierra, creemos que moriste en la cruz por
nuestros pecados. Pero que Dios te resucito y estás vivo para nunca
más morir. Que el Padre te ha dado todo poder en el cielo y en la tierra.
Estamos seguros que todo lo que pides al Padre, Él te lo concede.
Permítenos tomar tu Nombre Santo que esta sobre todo nombre, y en tu
Nombre con tus méritos, pedirle al Padre que derrame abundantemente
su Espíritu sobre nuestros corazones. Padre Santo, en el Nombre de
Jesús, el Mesías, el Hijo de tus complacencias, a quien no le niegas
nada, danos tu Espíritu Santo. Él lo prometió. Danos, Padre, una nueva
efusión de tu Espíritu que transforme todo nuestro ser y nos haga
criaturas nuevas en Cristo Jesús para tu gloria.

Jesús, sabemos que tu estas lleno de Espíritu Santo. Abre tu corazón y


llena el nuestro con tu Santo Espíritu que nos santifique y nos
transforme.

Espíritu Santo, ven a cada uno de los que aquí estamos. Llénanos de ti.
Inúndanos, bananos, purifícanos, santifícanos y transfórmanos. Ven y
haz de nuestro corazón un Templo vivo donde habites por siempre. A
continuación viene la oración personal sobre cada uno de los que
manifiestan quererla. Durante esta oración sugerimos lo siguiente:

— La persona sobre la que se ora pidiendo el Espíritu Santo permanece


en alabanza, repitiendo en voz alta su oración. Esto facilita el recibir el
don de lenguas, cuando Dios lo quiere conceder. Orar con el signo de
solidaridad de imponer las manos sobre la persona.

— La oración se debe centrar en un solo motivo: que Dios derrame una


nueva efusión de su Espíritu. Sugerimos que aquellos que tienen el don
de lenguas oren en lenguas.

COMENTANDO SOBRE LA EFUSION DEL ESPIRITU

A esta efusión del Espíritu generalmente se le llama "Bautismo en el


Espíritu Santo". En otros lugares "Renovación del Espíritu" o "Release of
the Spirit". También se le llama "Renovación del Bautismo en el Espíritu
Santo" (aquí el termino Bautismo en el Espíritu Santo se entiende como
la iniciación cristiana a través de los Sacramentos de iniciación).
También se le denomina "La efusi6n del Espíritu" o simplemente, para
no absolutizar: "Efusi6n del Espíritu".

Ningún término es completo para expresar la realidad que dicha


experiencia encierra. Tampoco es mi intenci6n justificar alguno de ellos.
Yo he usado sobre todo "Efusión del Espíritu" porque es el más abierto y
acorde con la terminología tradicional de la Teología en la Iglesia
Católica.

Con "el Bautismo en el Espíritu Santo" o "Efusión del Espíritu" sucede


como con todo tipo de fenómeno espiritual o místico. Primero se vive la
experiencia del fenómeno; luego se trata de explicar con
aproximaciones, imágenes o analogías; y por último, se va precisando
en un lenguaje teológico apropiado. Así, la primera vez que el Papa
Pablo VI habló sobre la experiencia de la Renovación el 10 de octubre de
1973 se limitó más a describirla por sus frutos que a definirla.

Lo cierto y más importante de esta experiencia es que algo especial


pasa en las personas que piden a Jesús derrame en sus corazones la
Promesa del Padre. Muchos señalan este momento como definitivo en su
conversión al Señor. Otros lo describen como la puerta que les ha
abierto un mundo nuevo en su vida espiritual y todos hablan de un
encuentro con Jesús vivo. No se pueden cerrar los ojos ante la realidad
de miles de católicos que no han tenido necesidad de salir de su Iglesia
para vivir esta experiencia.

Ciertamente, ya están apareciendo algunos frutos de esta semilla que


tiene por sí misma la capacidad de darlo abundantemente. Quienes han
recibido esta Renovación de su iniciación cristiana comienzan a tener
una nueva visión de las cosas de Dios y de su Iglesia, una fuerza
poderosa para testificar a Jesús en todas las circunstancias de su vida,
un profundo sentido comunitario y responsabilidad por cada uno de los
miembros de la misma, en fin, una apertura a toda la gama de los
dones y frutos del Espíritu Santo.

Por eso, pues, la experiencia que esta Renovación Carismática está


ofreciendo a toda la Iglesia es incalculable, pues proviene de la misma
fecundidad del Padre, de la fidelidad del Hijo y del poder y amor del
Espíritu Santo a través de los instrumentos humanos que Él quiere usar.
La cizaña que pueda haber sido plantada por un enemigo no debe hacer
caer en la tentación de querer segar antes del tiempo oportuno, ya que
se pueden cortar también las espigas. Que crezca y se desarrolle; por
los frutos, cada vez más abundante, se verá que es la misma obra de
Dios que está ofreciendo una nueva etapa de evangelización al mundo
de hoy, como era proclamado proféticamente la mañana del lunes de
Pentecostés de 1975 por Ralph Martin en la misma Basílica de San
Pedro.

Ciertamente, esta experiencia de la Renovación Carismática, volviendo a


las fuentes de la evangelización primitiva, y basada más que nada en el
poder intrínseco de la Palabra y la fuerza del testimonio, animados
ambos por el amor del Espíritu Santo, están renovando la Iglesia,
construyendo el Cuerpo de Cristo, para la gloria del Padre.

REFLEXION POR GRUPOS

El día de la Efusión del Espíritu no es necesario. ¿Es necesaria otra


Efusión del Espíritu Santo?

CUESTIONARIO 8

Se deberá contestar ocho días después de la Efusión del Espíritu.

1. ¿Cuál es la señal de que recibiste el Espíritu Santo? Si No —Lo que


sentiste exteriormente

—Hablar en lenguas

—La fe en que Jesús cumplió su promesa

—El cambio de vida que experimentas

2. Con la Efusión del Espíritu

—Llegaste al culmen de la vida cristiana —Ya eres santo y perfecto —


Apenas estas comenzando a caminar —Ha sido como un nuevo
nacimiento

3. ¿Que es el Reino de Dios? Romanos 14,17.

4. Nuestro Cuerpo es.............................................................

................................................................1 Corintios 6,19.

5. ¿Qué dice San Pablo en Romanos 5,5?

6. ¿Cuál es la prueba de que somos hijos de Dios?: Gálatas 4,6:


............................................................

7. ¿Cuál ha sido tu experiencia después de la Efusión del Espíritu


Santo?...................................................................

8. ¿Tienes alguna duda sobre lo que te pasó o esta pa- sando?


.......................................................

9. ¿Estás viviendo algún problema especial?


10. ¿Qué frutos o cambios ha habido en tu vida después de la Efusión
del Espíritu?..................................................

LIBROS PARA LEER: Hechos de los Apóstoles.

Jesús está vivo. Emiliano Tardif.

MEMORIZAR:

— El amor ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu


Santo que nos ha sido dado: Romanos 5,5.

— La prueba de que somos hijos es que Dios ha enviado a nuestros


corazones el Espíritu de su Hijo que clama: Abba: Papa: Gálatas 4,6.

— Los que son guiados por el Espíritu son hijos de Dios. Romanos
8,14.

Tema 9.- Llenos del Espíritu, sus frutos y carismas

Objetivo del tema:Mostrar que la Vida Nueva se manifiesta por sus


frutos, los cuales hay que buscar y practicar.

Un árbol bueno, cuando crece, da frutos buenos. Si no, se le corta, se le


echa fuera, y se le quema. Pero si da fruto, se le cuida, poda y abona
para que dé más fruto.

Así como un manzano da manzanas y una higuera da higos, los que


hemos recibido el Espíritu Santo debemos manifestar los frutos del
Espíritu. Si en verdad el Espíritu Santo está en nuestros corazones se
deben manifestar frutos de santidad en nuestras personas.

Dios, como sembrador, plantó ya su Buena Semilla (El Espíritu Santo)


en una tierra que El mismo preparó (en nosotros). El la rego con Agua
Viva y la abono con la Sangre preciosa de su Hijo. Ahora, naturalmente
espera que de mucho fruto y un fruto que permanezca. Pero los frutos
que El espera son los frutos de la semilla que El sembró; no de ninguna
otra.

San Pablo nos dice claramente cuáles son los frutos del Espíritu:

El fruto del Espíritu es amor, alegría y paz; generosidad y comprensión


de los demás; fidelidad y bondad; mansedumbre y dominio propio: Gal
5,22-23.

Por otro lado los frutos de las cizañas plantadas por el enemigo son:
Fornicación, impureza, libertinaje, idolatría, hechicería, odios, discordias,
celos, iras, rencillas, divisiones, sectarismos, envidias, embriagueces,
orgias y cosas semejantes: Gal 5,19-21.

El árbol se conoce por sus frutos. Si estamos llenos del Espíritu vivamos
según el Espíritu y no según las tendencias de la carne y los criterios
mundanos. Lo importante ahora para nuestra vida, no es el haber
recibido una vez el Espíritu Santo, sino vivir de una vez para siempre
todos los frutos del Espíritu. ¿En verdad se están manifestando estos
nueve frutos del Espíritu? Cuando en la primitiva Iglesia se tuvo
necesidad de siete servidores, los Doce Apóstoles dijeron a la
comunidad de creyentes:

Busquen a siete varones llenos del Espíritu Santo...: Hech 6,3.

La comunidad rápidamente los encontró y les presento a los Apóstoles.


Es que a estos siete hombres se les notaba tan claramente que estaban
llenos del Espíritu Santo que fácilmente fueron identificados.

La gloria de Dios está en que demos mucho fruto. De una manera


especial deben aparecer en nosotros los frutos que Dios reclama a su
pueblo desde hace 28 siglos a través de su profeta Miqueas:

Se te ha declarado, oh hombre, lo que Dios te pide: —Practica la justicia


—Ama misericordiosamente —Camina humildemente con tu Dios: Miq
6,8.

— Practica la justicia: Otro fruto del Espíritu es el vivir la justicia en


todas nuestras relaciones económicas y sociales. La fuerza del Espíritu
Santo debe llegar a invadir el campo social y comunitario de nuestra
vida. Implantar la justicia de Dios en este mundo, en el ambiente y
estructura donde nos encontramos, es tarea de todo hombre lleno del
Espíritu. No se trata de que seamos justos nada más en el fondo del
corazón sino que practiquemos y sembremos la justicia efectivamente.

— Ama misericordiosamente: Sobre todo en este fruto se conoce a los


discípulos de Jesús: Jn 13,34.

Ámense los unos a los otros como Yo los he amado: Jn 15,13.

Antes no éramos capaces de amar como Cristo, pero ahora si podemos,


porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el
Espíritu Santo que nos ha sido dado: Rom 5,5.
— Camina humildemente con tu Dios: La presencia del Espíritu Santo en
nuestra vida nos va haciendo más y más conscientes de nuestra
debilidad y que sin El nada es posible. No somos sino siervos y nunca
mejores o superiores a los demás.

San Pablo, por su parte, llega al terreno práctico y nos muestra tres
formulas para vivir la vida del Espíritu:

A. —No extingan el Espíritu: leer 1 Tes 5,19.

B. —No entristezcan al Espíritu: leer Ef. 4,30.

C. —Permanezcan llenos del Espíritu: leer Ef. 5,18.

Nuestros primeros hermanos en la fe vivían de manera extraordinaria


todo este programa porque se podían ayudar los unos, a los otros. El
libro de los Hechos de los Apóstoles nos da testimonio de ello. Sobre
todo en Hech: 2,42, se nos dice cómo le hacían:

Perseveraban en la comunidad

En la Enseñanza de los Apóstoles La Fracción del pan

Las Oraciones.

a. —La Enseñanza de los Apóstoles

Esta enseñanza, como la de Jesús, era para vivir la fe las veinticuatro


horas del día. No era tanto una doctrina teórica, sino ante todo la forma
como un creyente se debía conducir en el mundo. Enseñanza basada en
la Palabra del Señor. Todo recién nacido debe alimentarse de la Palabra
de Dios contenida en la Sagrada Escritura. La Biblia no es un libro que
hable de Dios, sino Dios mismo hablándonos. La Biblia no es un libro, es
una Persona, la Persona misma de Dios que se revela y entrega a los
hombres. Enseñanza también del misterio de Dios y de su obra salvífica
en la historia.

b. —Las Oraciones

Una de las primeras palabras que se le ensena a decir a un niño es


"papa". Un recién nacido en el Espíritu debe igualmente aprender a decir
"Papa" a Dios. Sin esta continua relación filial con El, el Espíritu se irá
apagando y terminara por extinguirse. La oración personal es
absolutamente necesaria para continuaren el camino del Señor. Sin ella
se va enfriando el amor a Dios, no se adquiere nunca su sabiduría y se
debilita su poder en nosotros. La oración comunitaria o litúrgica es
igualmente indispensable. En ella se manifiesta la unión del pueblo de
los redimidos, que, juntos, con Cristo a la cabeza, dan todo honor y toda
gloria al Padre de los cielos. La oración personal debe promover en
nosotros el gusto y el interés por la oración comunitaria y litúrgica,
mientras que esta a su vez, debe hacer crecer las ansias de un contacto
más íntimo y personal con el Señor.

c. —La Fracción del Pan

La Eucaristía es la fuente y el culmen de la evangelización. Los


cristianos, ya marcados con el sello del Bautismo y la Confirmación
encuentran su inserción plena en el Cuerpo de Cristo al recibir la
Eucaristía. La Asamblea Eucarística es el centro de la comunidad
cristiana. Presb. Ord. 5. EI Bautismo es la fuente de la vida cristiana, la
Confirmación su fuerza y la Eucaristía su culmen. Por eso, toda iniciación
cristiana o renovación de esta iniciación debe culminar con la
celebración del Misterio de la Eucaristía, en una vivencia continuada de
la unión con Cristo, dentro del amor de la comunidad cristiana. La
celebración de la Cena del Señor debe ser realmente una manifestación
gloriosa de la muerte y resurrección del Señor, y una demostración
eficaz de lo que anuncia y proclama. Por eso, debe tener las siguientes
características:

Kerygmatica:Verdadero anuncio de la muerte libradora de Jesús y


proclamación efectiva de que está vivo en medio de su comunidad
cristiana.

Karismática:Donde se transparente con evidencia el carisma por


excelencia, que es el amor, y se manifieste el poder de Dios que actúa
entre los suyos a través de los dones espirituales.

Koinonia:Donde se participe no solo del Cuerpo del Señor, sino también


de todo lo que se es y de lo que se tiene, como ya lo proclamaba San
Ireneo a finales del siglo segundo. El Espíritu Santo, cuando viene a
nosotros, no llega solo, sino que viene con todos sus frutos. Estos frutos
son el signo evidente de su presencia, y acción entre nosotros. Pero,
aún más, viene con el rico cortejo de sus carismas para construir la
comunidad cristiana. Estos carismas, son dones gratuitos de Dios, que
reparte a quien quiere, para bien de todos. Por tanto, son más
necesarios de lo que nos pudiéramos imaginar. A través de ellos
tenemos la oportunidad de ser canales del amor y el poder del Espíritu,
para bendecir a nuestros hermanos más necesitados.
Existe un sin número de carismas que' todos tenemos. Pero Dios ha
querido regalar también carismas especiales que tienen un fin
evangelizador, manifestando la presencia poderosa de Dios en medio de
nosotros. Quien duda de los carismas de lenguas, profecías y curación
no duda del poder de Dios, sino del amor de Dios. Estos carismas son
para hoy y no sólo para el principio de la vida de la Iglesia, porque la
Iglesia hoy sigue naciendo y extendiéndose en el mundo. Tal vez nunca
han sido tan necesarios como hoy día. Y ¿quiénes somos nosotros para
decirle a Dios: no quiero este o aquel carisma?

Dios quiere construir su pueblo a través de los carismas que edifican la


comunidad. Quien se cierra a los dones del Espíritu ya se está cerrando
al Espíritu de los dones y renunciando a ser instrumento del Señor para
bendici6n de la comunidad.

A través de los carismas, experimentamos tanto el amor como el poder


de Dios. Gracias a ellos testificamos que lo que es imposible para los
hombres es posible para Dios. Ellos nos capacitan para lo que nosotros
antes no podíamos hacer con nuestras solas fuerzas.

Por el uso de los carismas, nos convertimos en cooperadores en la


construcción de la Iglesia de Jesús. Por eso no es lícito menospreciarlos
ni reducirlos a unos cuantos. Quien niega cualquiera de los carismas no
lo hace porque dude del poder de Dios. En realidad duda de su amor.

ORACION PARA ANTES DE LA LECTURA.


Ven Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende
en ellos el fuego de tu amor
V. Envia, Señor tu Espiritu y nos daras nueva vida.
R. Y se renovará la faz de la tierra
¡Oh Dios! Que iluminaste los corazones de tus fieles, con la luz del
Espiritu Santo, Haz que guiados por este mismo Espiritu saboreemos el
bien y gocemos siempre de sus consuelos inefables.
Por Cristo, nuestro Señor. Amen.

You might also like