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Ss a Ss Fa v = I 3 N fa 3 9 André Breton nacié en Tinchebray (Francia), el 18 de febrero de 1896. Es uno de los escritores mas representativos del surrealismo. En 1919 fund6, junto a Louis Aragon y Philippe Soupault, la revista Littérature, firme exponente del movimiento Dada. En ella aparecié en 1921 el primer texto propiamente surrealista, Los campos magnéticos, escrito en colaboracion con Soupault tres afios antes de que se publicara el primer Manifiesto del surrealismo. Se afilié al Partido Comunista, grupo con el que mantuvo unas relaciones complejas hasta su ruptura, en 1935, por su rechazo al sometimiento del ser humano a las directivas de cualquier formacion politica. En estos afios publicd sus obras mas significativas como la novela Nadja, Los vasos comunicantes, Antologia del humor negro y El amor loco. Tras la derrota de Francia en 1940, Breton se traslad6 a Estados Unidos. Alli creé la revista VVV. Tras su vuelta a Francia en 1946 se mostr6 muy activo en todas las movilizaciones por la defensa de los : la surance snes ole n 2 4 “1 amor loco coe ién espafiola y prélogo de Juan Malpartida PQ ws ano cet” Aealdo 2006 Reservados todos los derechos. El contenido de esta ‘obra estd protegido por la Ley, que establece penas de prision y/o multas, ademds de las correspondientes indemnizaciones por darios Y perjuicios, para quienes reprodujeren, plagiaren, distribuyeren ‘0 comunicaren publicamente, en todo o en parte, una obra literaria, a jentifica, 0 su trans) in, interpretaciOn o ejecucion artistica fijada cualquier tipo de soporte o comunicada a través de cualquier medio, sin la preceptiva autorizacion. © Editions Gallimard, 1937 © del prblog y la raduccién: Juan Malpartida Ortega, 2000 © FA. cast: Alianza Editorial, S. A., Madrid, 2000, 2001, 2003, 2005, 2008 Calle Juan Ignacio Luca de Tena, 15; 28027 Madrid; teléf. 913938888 ee ree Depésito legal: M. 20.064-2008 Impreso en Ferndndez, Ciudad, 8. L. Printed in Spa Prdlogo André Breton o el triunfo de Eros Elamor loco aparecié en 1937. Est formado por siete ca- pitulos redactados entre el invierno de 1933 y el verano de 1936. Junto con Nadja (1928), aunque con caracteristicas un poco distintas, es una de las obras mds significativas de Breton. Se trata de un texto fuera de género: mezcla de cré- nica, ensayo y poema en prosa. La suerte que ha corrido en espafiol es negativamente sorprendente: en 1967 se publicé en México una traduccién, de dudosa fidelidad, que no cir- culé entre nosotros. Pero esta suerte la comparte con Gérard de Nerval, Mallarmé (;dénde podemos encontrar un volu- men con su correspondencia literaria, indisociable del resto de su obra?), los escritos en prosa de Reverdy y con tantos otros escritores fundamentales. Se deberfa elaborar un ca- tdlogo de las obras realmente importantes de las lenguas eu- ropeas no traducidas al espafiol (este limite es meramente es- tratégico) aunque sdlo fuera para hacer evidente el estado moral de nuestra produccién literaria: muchos novelistas inexistentes en inglés o francés estén casi totalmente tradu- cidos al espafiol, mientras que hay cldsicos que no lo pee cardlogos editoriales. Si he men- ido de los es porque creo que, junto con avells n envilecido su oficio en el si- nda mitad del mismo; ¢l ‘sn corrompido a la mayorfa. Y creo han cor Pa amor loco, nO €s aje- fue una vanguardia, y por lo tan- | por la violencia de la ruptura, se- t desde ciertos consejos de rip ' ag bre como inspirarse en las man- i sobre ¢ a gos ar a autores poco conocidos, ol- grietas des hast c eu: ° ie aa el primer tercio del siglo xx: Rim- baud, Lautréamont, Aloysius Bertrand, Pétrus Borel, Achim dAmim, Kleist, Jean Paul, Novalis, Biichner... Al crear su canon, los surrealistas reaccionaron, a veces con gran violen- cia, contra muchos escritores aceptados. Fueron cualquier cosa menos indiferentes y apdticos. Para André Breton, la bestia negra fue Anatole France, pero no fue el unico. La his- toria del movimiento surrealista es rica, compleja y amplia, y noes este el momento de perdernos en sus vericuetos, pero si cteo necesario recordar que el surrealismo quizds ha sido la mayor propuesta moral surgida de las ideas estéticas en el si- glo xx. El surrealismo, como el romanticismo, en el que se hunden sus rafces, carece realmente de fechas: es algo vivo en la condicién humana. Breton no inventé el surrealismo: selo encontté y supo reconocerlo y comunicarlo. dl oh son esta obra es analogia, pero nO mentarios y a veces a os irdn arrojando uno de los rost, es) DORs Oa Tostros mas vivos e 10 Ja poesia de nuestro siglo. Para Breton la analogta «t tae vislumbrar y valer la verdadera vida Nand — a qusencia no designa un mundo oculto, invisible. sree ‘dad que atin no se ha descubi es a precisamente, a la vista. El Sutiods nae tura automatica no pretendia otra cosa que anular las se rencias entre un lado oscuro y un lado luminoso suspender las barreras morales y psicoldgicas que nos impiden r a nosotros mismos. Breton enfrenta la analogia a la | Sei incapaz ésta de dar el salto y ver en lo distinto el trazo ica, identifica lo aparentemente opuesto, aunque sea sélo ll instante. Basta un instante para revelar lo ausente como jh sente, ya que, una vez abiertas las puertas de la visién, podre- mos recordar, hacer despertar nuevamente la analogia perdi- da, el salto no previsto que une lo que, asistido por una légica enjuta, crefamos separado o aquello en lo que ni si- quiera sospechébamos un vinculo. Hay que sefialar que Fl amor loco es un libro de vagabundeo, de flanerie, actitud muy propia de los surrealistas. Lo mismo ocurre con el otro libro de Breton ya citado, Nadja; en ambas obras vemos a su autor vagabundear por las calles, entrar en los cafés, tomar un autobis al azar, recoger desechos y piedras en una playa, siempre en una actitud entre alerta y distraida. Esos vaga- bundeos son, en cierto sentido, un doble de la escritura au- tomatica. Pero si bien son una forma de provocar el azar, también es cierto que hay una buisqueda de algo, aunque este algo sea radicalmente lo que no se espers Ja sorpresa, la belleza, lo maravilloso, el amor. Breton cité siempre un con- cepto de Federico Engels para definir el azar: una forma manifestacién de la necesidad exterior que'se abre en el inconsciente humano. No sé st serfa licito edente del estructuralismo, aunque quic bat un antec Pa So comparacién que no resistirfa un examen a fon, seria una d | pensamiento bretoniano: esa necesidad exterior ha lo en el p Faia ecesidad interior. El azar-objetivo de de ser, - ee surrealistas supone la vision de la recon. nen siquiera sea momentdnea, entre : iar y el espi. ritu, entre la naturaleza y la cultura, entre : realidad y el de. seo. Elamor loco cuenta, en sus SIE capitulos, a pesar de que alguno fue compuesto sin relacion con los otros, varias ange. dotas imantadas a un acontecimiento axial en la vida de Bre- ton que, aunque sé dio en varias ocasiones, siempre tuvo la cualidad de ser nico. Enrique Molina, el gran poeta argen- tino, le deseaba a un amigo suerte con «su nuevo amor eter no»: creo que esta frase de quien estuvo cerca del surrealismo define el espiritu amoroso de Breton. EI descubrimiento del amor, lejos de cerrarse sobre si mismo, opera como un crisol capaz de iluminar correspondencias inéditas. Seguir a André Breton en sus vagabundeos por Paris o Tenerife es asistir al acto mismo de la creacién poética. Breton traté de fundamentar sus ideas centrales sobre estética y Poesia en Hegel. Lo admiré con pasién e hizo un eo tae de su nocién de dialéctica, a foexa end a es del movimiento». Hegel si- aN : el resto de las artes, capaz de re- ralmente, lo que ohana de la vida espiritual. Natu- ide imc ccc. eon Pretendis fue descubrir el i... a. Pottica de las artes (y de todo lo realidad eae especialmente en la escultura, la pintu- as ie dos nombres, al menos, en el oF : Slik ono ates en el desarrollo de su rier. Del primero tomé la ————— idea del potencial activo del in 5 compleja del papel de los ouchon eae ta concepcién tro mundo diurno; por otro lado, ance ae de nues- liberador y subversi ‘ Teparos, el to liberador y subversivo del erotismo, pero Breto: aspec- del pesimismo freudiano en relacién a la im ms evitar la represidn y la sublimacién, pe eH idad de ala propia naturaleza cultural de la sexualidad, ree Freud te, en los suefios se libera un lenguaje que Bea Mee Par- lar a través del automatismo en el plano de la i Cc bién de las imagenes plésticas). El automatismo ances censura y la intencionalidad mostrando el verdadero curso de nuestro pensamiento, entendiendo el término «pensa- miento» en un sentido muy amplio. Esta idea, defendida hasta el final por Breton, guarda relacién con la creencia en una lengua adénica y con la critica de Rousseau a la cultura y la civilizacién como suscitadoras del mal en oposicién al mundo auténtico del «hombre natural» o el de la infancia. Pero las teorfas de Freud le Ilegaron a Breton, en un princi- pio, de manera un poco indirecta, especialmente a través del resumen de sus ideas que se encuentra en la obra del doctor Régis Précis de psychiatrie (1916). Hay que recordar que Freud comenzé a ser traducido al francés (y lentamente) a partir de 1921. Es cierto que algunos surrealistas lefan en alemdn (Hans Arp, Max Ernst) y que, en esa misma fecha, Breton visité en Viena al célebre psicdlogo, visita de la que hizo una crénica un poco burlona de la cual mds tarde se arrepentirfa; pero de cualquier forma, Breton capté tempra- namente, de manera algo intuitiva, apoyado en sus lecuies de los romdnticos alemanes, ciertas ideas freudianas que le iluminaron. Freud no se propuso cambiar el mundo (no radicalmente), tampoco al hombre, aunque si liberarlo ‘ ‘ a | punto de convert siones al menos hasta © Pp de sus represiones * iso cambiar la soc) di neurosis: Breton qui duefio de su :mbaud)- eye - econ gran rebelién que abareé lo : ealismo , e . jo pie ie ‘ Jo moral Y lo estético. Fue, sin ial Y ual, | é Fi S érica: una ética, una poét ca uda, Y ). 1926, una politica cercana con pe ment dep 2 luego ajena a él, “a cie ; os presupuestos marxistas. Freud, el gran teéri- que no a a a Rae. no podia aportar a Breton una visién co del rey w{ Fourier, de quien reivindicé sus ideas cabal del Spaite apasionada, 8 vision del erotismo sub- acerca sie todas las convenciones de las premisas de la ed burguesa y; no menos importante, su duda absolu- yaen relacién a las formas de conocimiento. No el erotismo como una idea politica, ni siquiera como un arma politica, sino como algo més: vislumbre de una armonia regida por un principio analdgico, matematico y musical. Hay que te- cordar que Breton dedicé un gran poema a Fourier: Oda a Charles Fourier, No obstante, Breton siempre vio en el ero- tismo (unido al amor) su lado de sombra, aunque no para explorar esa vertiente. No fue un Bataille, que vivio y teori- 26 el erotismo desde la vertiente sddica, tandtica y religiosa, sino que, sin ignorar el lado oscuro, exalté su aspecto lumi- noso. El Sade de Bataille no es el de Breton: ante la lava pe- trificada del Teide, en el capitulo V de El amor loco, Breton : al solitario y populoso marqués. Ambos estuvieron — rados de los minerales y de los volcanes, pero hay que t que la lectura de Breton acerca de la fascinacion sa gece una! pasién de tono muy distinto Las ctistalizaciones y petrificacio on Breton acttian como reactivos j eas tros fortuitos ent . narios, . naturaleza y una ae voluntad exe eek. " erior cior de ta samente, en el momento del hallazg que se descubre, Preci- lava son, en realidad, simbolos de re En Sade, minerales y perimenté una irrenunciable pasién oe fria. Breton ex. cuya imagen central es la del amor tini ore irreductible, toda idea o sentimiento hacia una tini cos Sade se opone a sustituibles y desalmadas bajo la fthpeglone del todas son deseo que ni siquiera ha de someterse a ag manda de un furia critica de Sade, que encuentra eco ee Pasion. La pero no como libertinaje sino como idea, a Praga. de correspondencia con el pesimismo ee — a las formas represivas de la civilizacién, en o si nee hombre natural, no tocado por la ergdstula de Ce 1a: fascinacién de Breton por lo primitivo engarza admirable- mente con el buen salvaje roussoniano (el nifio y el hombre natural saben algo que las convenciones de la cultura han per- vertido). Rousseau cree en ese hombre natural; Freud pensé que el hombre es un ser neurdtico por naturaleza; Breton sos- pecha que la poesia, entendida como la entiende el surrealis- mo, es capaz de liberar al hombre de la oposicién enue Eros y T4natos. En una entrevista concedida en 1941 (cuando vivia en Nueva York) afirmé lo siguiente: «Como ocutte siempre en las épocas en que socialmente la vida humana casi no tiene precio, creo que es preciso saber leer y vet por medio de los ojos de Eros; de Eros, a quien incumbe restablecer, en 6 om po que esté al llegar, el equilibrio roto en pore pose ter. Liicidas palabras a las que podemos afiadir sO’ recio, relacion a nuestro presente: la vida no es que no tenga PRS ; i ; io, valor de cambio. | sino que casi no tiene otra cosa que precio, si ‘ i , a los sueny recurso, pues, al automatismo, a! 05, alg ela ante ics hallazgos, la recusacién de la még; acti. fa, etc., se organizan en sus escritos y en sus Ba » etC., con el fin de alcanzar al hombre total, en el cual se reoual lian suefio y vigilia, y, pot lo tanto, la poesia se convierteg, un acto cotidiano, en un acto socializado: la poesfa ~oe queria Lautréamont, poeta tutelar del surrealismo— h, or todos. En cuanto a su idea del amor, iar as en este libro, encontré, expresada de Mei. ra memorable en el filme de Buftuel L’Age dor, tiene sus ore genes en los trovadores de los siglos x1 al xm, en el llamady amor cortés, al que Rougemont se acercé confusamente en su célebre obra El amor y Occidente. En aquellos poetas se encuentra la idea del amor a una unica persona y varias de las caracterfsticas que podemos rastrear en Breton. Quien quiera comprender con més profundidad esta idea y sus im- plicaciones filosdficas y metafisicas encontrard en La lama do- ble, de Octavio Paz, paginas de inusitada profundidad y belle za. El propio Paz retom6 las huellas del surrealismo y llevé un poco ms lejos si cabe las ideas bretonianas de inspiracién, poesfa, revelacién, rebelién y amor. Pero sin la fuerza funda- dora de André Breton, Paz no habria podido llegar tan lejos. No por casualidad los uno al final de estas paginas: sobre ambos sélo es posible hablar con el lenguaje de la pasién. y Danzantes de lo severo, intérpretes anénimos, enlazados y brillantes de la revista de espectaculo que durante toda una vida, sin esperanza de cambio, dominard el teatro mental, han evolucionado siempre, misteriosamente para mi, estos seres tedricos que conceptiio como los portadores de Ilaves: ellos llevan las /laves de las situaciones, lo que significa que de- tentan el secreto de las actitudes mds significativas que habré de adoptar ante los extrafios acontecimientos que me ha- bran perseguido con su signo. Lo propio de esos personajes es que se me aparezcan vestidos de negro —de traje, sin duda: sus rostros se me escapan; creo que son siete o nue- ve— y, sentados los unos junto a los otros en un banco, dia- loguen con la cabeza totalmente erguida. Es as{ como habrfa querido llevarlos a la escena, al comienzo de una obra; su pa- pel serfa desvelar cinicamente los méviles de la accién. A la cafda del dia y a menudo mucho més tarde (no se me oculta i isis tendria tue decir), como si se s0- vo bet errantes, silenciosos, metieran a un rito, los vuelvo a ¢ , ala orilla de la mar, en fila india, sorteando sutilmente las ola. iu ff arte, ese silencio apenas me coarta: en real; Por su Pp han parecido sie Sus i n el banco me Pi ‘0 siempre . Pe aianals Si les buscara en la literatura ia as me detendria seguramente en el Ha = b ¥ idencia un lenguaje litigiosg Jarry, en a inmediato, un Haldemailil dl de nit . desenvuelve sobre una evocacién muy Parecida a, adem 2 el bosque triangular, después del creprisculoy, qué es necesario que a este fantasma le suceda ine. Paahlerniete otro que, de manera clara, se sittia en las anti. del primero? Tiende, en efecto, en la Construccién de la pieza ideal de la que hablaba, a dejar caer el telén del iyi. mo acto sobre un episodio que se pierde tras la escena, 9 que al menos se representa sobre esta escena a una profundidad inusitada. Un deseo imperioso de equilibrio lo determina y de un dia a otro, se opone, en lo que le concierne, a todo cambio. EI resto de la pieza es un asunto de capricho, es de- cit, como me lo doy a entender en seguida, que casi no vale la pena concebirlo. Me complazco en imaginar todas las lu- ces de las que ha gozado el espectador convergiendo en este punto de sombra. Loable comprensién del problema, buena voluntad de risa y de légtimas, humano gusto de desear dar laraz6n o quitarla: jclimas templados! Pero de pronto, quizd atin en el banco de hace un Tato, no importa, o alguna ban- queta de café, la escena vuelve a ser interrumpida. En esta ps “ interrumpida por una fila de mujeres sentadas, -€0N trajes claros, los més conm : Ta simetrfa exige que sean siete o nueve. Entra un it * ¢@ una tras otra o a todas a la vez amado, que le han amado, éstas iQué oscuridad! ‘ovedores que hayan Ilevado Si no conozco nada mas ‘ ‘ Bee me est4 formalmente pichiide ana mundo es porque cunstancia, el comportamiento de cadens oe Cire tal de que no sea cobarde—, de este hombre mbre con me he puesto a menudo. Apenas es, este ‘oust Ee “ 4 que intentaria, que intenta ese restablecimiento cae ; nero trapecio del tiempo. El serfa incapaz de contar ome vido, sin la bestia feroz de cabeza de larva. El fata elol- patito de espejuelos se iba en diversas direcciones ae Queda deslizarse sin demasiada prisa entre Ase dee im sibles tribunales que se enfrentan: el de los hombres ie hubiera sido, por ejemplo, como amante, y el de las sical las que siempre evoco con trajes claros. El mismo rio se arre- molina asf, arafia, se endereza y pasa, atrafdo por las piedras suaves, las sombras y las hierbas. El agua, enloquecida en sus volutas, como una verdadera cabellera de fuego. Para deslizar- se como el agua en el centelleo puro habria sido necesario per- der la nocién del tiempo. Pero cémo protegerse de él? (Quién nos ensefiard a depurar la alegrfa del recuerdo? La historia no dice que los poetas roménticos, que sin embargo parecfan poseer del amor una concepcién menos dramatica que la nuestra, lograran mantener la cabeza en la tormenta. Los ejemplos de Shelley, de Nerval ° d’Arnim ilustran, de una manera sobrecogedora, contrariamente, dl conflicto que ird agravandose hasta nosotros: el espfritu se las ingenia para otorgar el objeto del amor a un ser tinico, a diciones sociales de pesar de que en numerosos casos las cond oi la vida enjuician implacablemente tal ilusién. i ane ne en gran parte, creo, el sentimiento de maldicién que pes hoy dfa sobre el hombre y que S° apie “a ue ma en las obras mas caracteristicas de los iltimos a extremé afios. Sin perjuicio del empleo ae i me la transfor. macién del mundo necesite - a we ae me a 7 oS excepcionales © accesorios que reviste la pecden! in la finalidad» (Aristételes), pasando por la de un BE ecimiento determinado por la combinacién ° dlen- cuentro de fendmenos que pertenecen a series independien- tes en el orden de la causalidad» (Cournot), la de un «acontecimiento rigurosamente determinado pero de tal in- dole que una diferencia extremadamente sutil en sus causas habria producido una diferencia considerable en los hechos» (Poincaré) y llegar a la de los materialistas modernos, segtin cual él azar seria la forma de manifestacin de la necesidad exterior que se abre camino en el inconsciente Aumano (para in- ‘tentar osadamente interpretar y conciliar en este punto a Engels y Freud). Es tanto como decir que nuestra pregunta s6lo tenfa sentido en la medida en que se nos pudiera atri- la intencidn de poner el acento sobre el lado ultraobje- (tespondiendo tinicamente a la admisién de la realidad del mundo exterior) que tiende a tomar, histéricamente, la n azar. + Aosottos se trataba de saber si un encuentro, elegi- todos los de nuestro recuerdo y cuyas circunstan- amente adquieren a la luz del afecto un relieve : {fa sido situado originalmente, ab ‘ - S ia

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