Professional Documents
Culture Documents
sociopolíticas del
derrumbe del Estado
de Bienestar en la
Argentina
Consecuencias
sociopolíticas del
derrumbe del Estado
de Bienestar en la
Argentina
Patricia Berrotarán
Celina Bonini
Ernesto Villanueva
Carpeta de trabajo
© Universidad Nacional de Quilmes
Consecuencias sociopolíticas del derrumbe del Estado de
Bienestar en la Argentina
Primera edición: Agosto de 2004
Impreso en Argentina
Íconos
Lectura obligatoria
Es la bibliografía imprescindible que acompaña el desarrollo de los conteni-
dos. Se trata tanto de textos completos como de capítulos de libros, artícu-
los y "papers" que los estudiantes deben leer, en lo posible, en el momento
en que se indica en la Carpeta.
Actividades
Se trata de una amplia gama de propuestas de producción de diferentes ti-
pos. Incluye ejercicios, estudios de caso, investigaciones, encuestas, elabo-
ración de cuadros, gráficos, resolución de guías de estudio, etc.
Para reflexionar
Es una herramienta que propone al estudiante un diálogo con el material, a tra-
vés de preguntas, planteamiento de problemas, confrontaciones del tema con
la realidad, ejemplos o cuestionamientos que alienten la autorreflexión, etc.
Lectura recomendada
Es la bibliografía que no se considera obligatoria, pero a la cual el estudian-
te puede recurrir para ampliar o profundizar algún tema o contenido.
Pastilla
Se utiliza como reemplazo de la nota al pie, para incorporar informaciones
breves, complementarias o aclaratorias de algún término o frase del texto
principal. El subrayado indica los términos a propósito de los cuales se in-
cluye esa información asociada en el margen.
Índice
Introducción .........................................................................................9
Objetivos ............................................................................................13
Anexo Figuras...................................................................................185
❘❚❚ “Las explicaciones sobre el origen, ascenso y desarrollo del Estado de Bie-
nestar son abundantes. Montones de teorías compiten para explicar por qué
existe, docenas de análisis comparativos explican sus variaciones, legiones de
relatos detallan cómo ejemplos individuales confirman o refutan hipótesis gene-
rales. La industrialización, el comercio libre, el capitalismo, la modernización, el
socialismo, la clase trabajadora, los funcionarios, el corporativismo, los refor-
madores, el catolicismo, la guerra: rara es la variable que no ha sido traída a
colación para explicar algún aspecto de su desarrollo. El Estado de Bienestar
ha sido considerado como un plan conscientemente diseñado por las élites pa-
ra mantener a raya a un proletariado que de otro modo tendería a la rebelión,
como una victoria de los trabajadores sobre la burguesía en la transición pacífi-
ca hacia el socialismo, como un efecto necesario de la sociedad industrial al
margen de la política, como una vuelta a normas preindustriales, tal vez prehis-
tóricas, de reciprocidad y moralidad, como creación de administradores neutra-
les a la búsqueda de soluciones a problemas sociales de índole técnica, como
producto de la lucha de clases, y de la armonía y el consenso social. Incluso al
observador maduro puede disculpársele que en ocasiones se sienta perdido en
este Babel de paradigmas, modelos, interpretaciones y explicaciones”. (BALD-
WIN, 1990, PP. 71-72) ❚❚❘
9
Universidad Virtual de Quilmes
son también tomas de posición– lo que se entiende por Estado, por socie-
dad, por clase, por democracia, por desarrollo, por ciudadanía, por política
económica, por mercado, y lo que se puede y debe esperar de cada una de
estas dimensiones de la realidad social, así como de sus mutuas relacio-
nes.
Adicionalmente, el debate sobre el Estado de Bienestar ha tenido, y sigue
teniendo, una fundamental incidencia política en el decurso de las socieda-
des y en la vida de las personas, ya que tiene la capacidad de sancionar la
legitimidad de políticas públicas concretas tomadas por los gobiernos, de
generar o clausurar expectativas de cambio en los diversos sectores socia-
les, de impulsar o frenar políticas que afectan la calidad de vida de las per-
sonas y las familias. En pocas palabras, no hay ninguna manera neutral de
abordar su estudio.
Consecuentemente, es posible encontrar una variedad importante en las
maneras en que los distintos autores no sólo analizan, sino también definen
lo que debe entenderse por Estado de Bienestar (EB); por eso también se
pueden encontrar diferencias no menores en la periodización que se hace
de su existencia; así como algunos hablan de que actualmente el EB ha de-
jado de existir, otros entienden que sólo se ha reformado para adaptarse a
los tiempos.
Las maneras de definir el Estado de Bienestar, por parte de los muchos
estudiosos que han producido trabajos de desigual rigor sobre el tema, van
desde su simple asimilación a las políticas sociales impulsadas a nivel gu-
bernamental, cualquiera sean sus contenidos específicos, hasta su identifi-
cación con el conjunto de políticas y arreglos institucionales que predomina-
ron en la Europa Occidental entre el inicio de la segunda pos guerra y
mediados de la década de 1970. Otros autores, por el contrario, definen el
EB de este período como una modalidad particular, denominada Estado de
Bienestar Keynesiano (EBK), postulando implícitamente que es sólo una de
las formas que el EB asumió o puede asumir.
Si nuestro objetivo es analizar el EB en la Argentina debemos, en primer
lugar, comprender la evolución histórica de esta particular forma de Estado
allí donde tuvo lugar en su forma más acabada, los países de Europa Occi-
dental y su crisis desde fines de la década de 1970 que nos permitirá com-
parar y comprender mejor las características y el proceso particular que tuvo
en nuestro país, así como la magnitud de su crisis. Por otro lado, el análisis
de estos fenómenos, en el contexto de los países desarrollados, nos permi-
tirá, dada la influencia de estas versiones, reflexionar sobre las matrices po-
líticas e ideológicas que dan sustento a estos estudios pero también a las
políticas.
En Argentina, la conceptualización como Estado de Bienestar de la parti-
cular construcción estatal ocurrida en la posguerra se inició recién cuando
se produce su crisis; esto es, alrededor de 1989. Esto, de por sí, constituye
una particularidad con respecto a lo ocurrido en Europa en donde el fenóme-
no y la conceptualización son contemporáneos. Inicialmente, además, este
uso conceptual estuvo restringido a un grupo de investigadores en particular
nucleados alrededor del CIEPP (Centro de Investigación y Estudios de Políti-
cas Públicas), sin que el mismo obtuviera consenso suficiente en el resto de
los estudiosos en estos temas. El uso de esta manera de definir las políti-
cas sociales características de ese período, se difundirá y se harán de uso
común en fecha tan tardía como mediados de la década del noventa cuando
10
Consecuencias sociopolíticas del derrumbe del Estado de Bienestar en la Argentina
11
Universidad Virtual de Quilmes
12
Objetivos
13
1
1.
Objetivos
1. Identificar las principales corrientes de pensamiento que han abordado
esta cuestión, sus supuestos, sus argumentos, sus preocupaciones, sus
intereses.
2. Analizar las relaciones usualmente establecidas entre Estado de Bienes-
tar y democracia y derechos sociales, por un lado; y con los paradigmas
económicos de producción y políticas económicas, por el otro.
15
Universidad Virtual de Quilmes
Para la segunda mitad del siglo XIX era evidente que los Estados naciona-
les se enfrentaban a una problemática social totalmente novedosa para la
cual no se habían previsto políticas adecuadas. De hecho, las primeras medi-
das fueron por lo general de orden represivo o, en el mejor de los casos, ree-
diciones de viejas prácticas ahora asumidas a nivel estatal, en general, bajo la
forma de leyes de pobres. Veamos suscintamente algunos casos nacionales.
1.1.1. Alemania
16
Consecuencias sociopolíticas del derrumbe del Estado de Bienestar en la Argentina
17
Universidad Virtual de Quilmes
res cada vez mejor organizados y cuya presión contribuyó a una realineación
del centro de gravedad en el movimiento sindical hacia la moderación. Aun-
que la presión de los empleadores fue un factor, no hay muchas pruebas de
que el movimiento sindical haya siquiera intentado explotar la escasez de
mano de obra. Los sindicatos buscaron más bien ventajas salariales aproxi-
madamente de acuerdo con la productividad. Hasta 1958, generalmente hu-
bo una huelga importante cada año. Después de esa fecha las acciones
huelguísticas oficiales prácticamente desaparecieron hasta 1969-70.
Fue en este marco político y social que el EB alemán tomó sus notas dis-
tintivas. Desde un punto de vista institucional se basó sobre cinco pilares:
A estos pilares visibles se debe agregar uno disfrazado, que consistió en los
subsidios a varias actividades económicas que por sí solas no eran viables
en el mercado (particularmente la agricultura y la minería del carbón).
Lo anterior se traduce en que el EB en Alemania está estrechamente liga-
do al trabajo dependiente. Esta conexión con el trabajo dependiente tiene
consecuencias importantes:
18
Consecuencias sociopolíticas del derrumbe del Estado de Bienestar en la Argentina
1.1.2. Dinamarca
19
Universidad Virtual de Quilmes
20
Consecuencias sociopolíticas del derrumbe del Estado de Bienestar en la Argentina
El modelo nórdico de EB, como dijimos, tiene como uno de sus ejes centra-
les la negociación salarial paritaria. En este esquema el Estado tiene un rol
importante que cumplir. El objetivo de su intervención era, generalmente, ha-
cer aceptables las políticas de austeridad salarial en el marco de un cambio
político mayor del cual solamente el Estado llevaba las riendas. Estas políti-
cas de austeridad tenían como fundamento político y económico la doble
La información para
preocupación de salvaguardar el pleno empleo y velar por la competitividad
estos países nórdicos
de la economía. fue tomada de: GOETSCHY, J.
(1994)
1.1.4. Gran Bretaña
21
Universidad Virtual de Quilmes
22
Consecuencias sociopolíticas del derrumbe del Estado de Bienestar en la Argentina
ciada por una sola contribución y otorgando idéntica prestaciones por la pér-
dida del salario, independientemente de la causa de esta pérdida. Conserva-
ba, sin embargo, el principio de la contribución tripartita, el de las contribu-
ciones fijadas independientemente de las ganancias y el de la
administración descentralizada en regiones y localidades, en estrecha coo-
peración con las comunidades. La conservación de un importe igual de las
prestaciones aunque elevadas al nivel necesario de la subsistencia y la ex-
clusión de la determinación del grado de necesidad del individuo para las
pensiones contributivas, se hacen con el objeto de dejar un vasto campo pa-
ra el seguro voluntario complementario y para el ahorro. Se afirma en los
considerandos del informe que: ”El plan en sí mismo es esencialmente un
plan de seguro que cubre al conjunto de la población activa, que cubre los
riesgos generales de pérdida de los medios de subsistencia. Sin embargo,
está explícitamente entendido que el plan será complementado por asigna-
ciones infantiles, por un servicio médico nacional y por una política estatal
de manutención de empleo.”
La preocupación era asegurar niveles de vida mínimos para toda la pobla-
ción, a partir de reunir los recursos de la sociedad en su conjunto y distribuir
los riesgos, para garantizar a todos los ciudadanos la protección “desde la
cuna hasta la tumba”, como se decía en la época.
Es un sistema generalizado, que afecta al conjunto de la población, es un
sistema unificado, centralizado y uniforme y est asociado al pleno empleo.
Los conservadores que venían gobernando el país desde hacía décadas
perdieron el consenso de la sociedad en la segunda posguerra. El Informe
Beveridge había tenido el mérito de generar un consenso nacional en torno
a la cuestión social. Sin embargo, esto no se tradujo en el apoyo popular al
gobierno conservador. Los primeros 18 meses de gobierno laborista produ-
jeron una profunda transformación de la economía británica. Las medidas
socializadoras apenas encontraron dificultades de aplicación en el ambiente
de la época, porque, además, las compensaciones que obtuvieron los pro-
pietarios afectados fueron generosas. Ese primer gobierno de posguerra la-
borista fue un caso excepcional también en cuanto a su origen social. De un
total de veinte ministros, doce procedían de la clase obrera. El panorma que
enfrentó este gobierno no era menos difícil que el del resto de los países
europeos involucrados en la guerra. Durante ésta, había perdido una cuarta
parte de su riqueza nacional y un 28% de su flota; la deuda pública se había
triplicado y los problemas de la libra esterlina alcanzaron especial gravedad.
El Partido Laborista no tenía planes sistemáticos para las nacionalizaciones
de las grandes industrias, pero sin embargo, en 1946 fueron nacionalizados
el Banco de Inglaterra y la Aviación Civil; en 1947, lo fueron la industria del
carbón, telégrafos y teléfonos, en 1948 fueron nacionalizados el transporte
y la electricidad; el gas en 1949 y en 1951 el hierro y el acero.
Pero la obra más importante de los laboristas en el poder consistió en la
difusión del Welfare State (Estado de Bienestar). La verdadera novedad, al
igual que en los otros países, fue el objetivo de llegar a la universalización
de los servicios sociales. El EB se concretó en dos medidas especialmente
importantes: el National Insurance Act, el llamado Plan Beveridge y el Natio-
nal Health Service Act o seguro de salud, ambas de 1946. Lo más controver-
tido resultó la nacionalización de los hospitales.
Particularmente interesante es destacar que el Partido Conservador no
se oponía a la política social laborista. En 1951 los Conservadores retornan
23
Universidad Virtual de Quilmes
1.1.6. Reflexiones
24
Consecuencias sociopolíticas del derrumbe del Estado de Bienestar en la Argentina
a fines del siglo XIX, en este texto se considera tal perspectiva un exceso de
extrapolación. Por el contrario, lo que se inició en Alemania en la década de
1880 fue la asunción por los Estados nacionales de los países industriales
avanzados de la cuestión social como un tema de su agenda. De la mano
del desarrollo de la organización de la clase obrera y de su mayor capacidad
de presión y del consecuente aumento de la confrontación de clase, los Es-
tados nacionales empiezan a combinar las tradicionales políticas represivas
con respuestas conciliatorias de protección social para los trabajadores ga-
rantizadas legalmente. Los desarrollos en este terreno ocurridos entre fines
del siglo XIX y la década del 30 modelaron en gran medida las formas que
tomarían los Estados de Bienestar a partir de fines de esta década y sobre
todo a partir de la posguerra.
En segundo lugar, es importante no perder de vista que en ningún mo-
mento las políticas atribuibles al EB o al keynesianismo pueden ser con-
fundidas con algún interés por abandonar el modo de producción capitalis-
ta a favor de formas socialistas. Por el contrario, el objetivo último fue
siempre la preservación y el mayor desarrollo posible del capitalismo a ni-
vel de cada nación. Por lo tanto, los gobiernos estaban obligados “a hacer
que la rentabilidad de ‘sus’ capitalistas fuera una prioridad”. De ello se
derivaba, como una de las consecuencias más paradójicas en el período
de posguerra, que
25
Universidad Virtual de Quilmes
26
Consecuencias sociopolíticas del derrumbe del Estado de Bienestar en la Argentina
27
Universidad Virtual de Quilmes
28
Consecuencias sociopolíticas del derrumbe del Estado de Bienestar en la Argentina
❘❚❚ “Ningún texto jurídico en la historia de Estados Unidos fue tan enconada-
mente atacado por los portavoces de [el mundo de los negocios] como el pro-
yecto de la Ley de Seguridad Social. [...] la Asociación Nacional de Fabricantes
declaró que dicha ley facilitaría ‘la dominación definitiva del socialismo sobre la
vida y la industria’; [...] James L. Donnelly, de la Asociación de Fabricantes de
Illinois, proclamó que se trataba de una conspiración destinada a socavar la vi-
da nacional, ‘destruyendo la iniciativa, desalentando el ahorro y sofocando la
responsabilidad individual’; Charles Denby, Jr., miembro de la Asociación Ameri-
cana de Abogados, manifestó que ‘en un momento u otro acarreará el inevita-
ble abandono del capitalismo privado’; y George P. Chandler, de la Cámara de
Comercio de Ohio, dictaminó, de forma algo sorprendente, que la caída de Ro-
ma había sido originada por una medida de esa índole. En una paráfrasis des-
tinada a abarcar todas esas actitudes, Arthur M. Schlesinger, Jr., escribió lo si-
guiente: ‘Con el seguro de desempleo, nadie trabajaría; con el seguro de vejez
y de supervivientes, nadie ahorraría, y el resultado final sería la decadencia mo-
ral, la bancarrota financiera y el derrumbe de la República’. El representante
John Taber, del norte del estado de Nueva York, dijo en el Congreso, como por-
tavoz de la oposición: ‘Nunca en la historia del mundo se ha preconizado una
medida tan insidiosamente destinada a impedir la recuperación de los nego-
cios, a esclavizar a los trabajadores y a eliminar toda posibilidad de que la pa-
tronal cree puestos de trabajo.’ [Finalmente] fue aprobada por abrumadora ma-
yoría”. (GALBRAITH, J. K, 1994). ❚❚❘
En realidad, fue la propia guerra la que dirimió en alto grado la suerte del Es-
tado de Bienestar, ya para ese entonces, ligado estrechamente a politicas
económicas de tipo keynesiano.
La guerra influyó de dos maneras principales en lo que pasaría, una vez
finalizada ésta, con el modelo de desarrollo capitalista prevaleciente en los
tres decenios siguientes. Por un lado, en los Estados Unidos – y también
en Gran Bretaña - la propia necesidad política de responder al desafío mili-
tar de los países del Eje (Alemania, Japón e Italia) llevó pragmáticamente a
implementar de manera masiva los postulados de Keynes; básicamente la
pertinencia de la intervención del Estado para elevar el nivel de los gastos
de inversión, la emisión de deuda pública y el aumento del gasto público.
Pero también, la regulación de precios, el aumento de la presión tributaria
y, en general, y posiblemente lo más importante, la legitimidad de la inter-
vención económica y social del Estado como tal, ganada firmemente por los
éxitos obtenidos en el frente militar, pero más importantemente, por los éxi-
tos internos (sobre todo en el caso de Estados Unidos) en materia econó-
mica y social.
“Desde 1939 hasta 1944... el producto nacional bruto en dólares constantes (de
1972) aumentó de 320.000 millones a 569.000 millones de dólares, o sea, que casi
se duplicó. Mientras que se aludía constantemente a las privaciones ocasionadas
por la guerra, lo cierto es que los gastos de consumo personal, también en dólares
constantes, no disminuyeron, sino que por el contrario aumentaron de 220.000 mi-
llones a 255.000 millones de dólares. El desempleo, que en 1939 comprendía el
29
Universidad Virtual de Quilmes
17,2 por ciento de la fuerza de trabajo civil, había descendido en 1944 a sólo el 1,2
por ciento... en el último año completo de guerra los norteamericanos estaban vi-
viendo mejor que en ninguna época anterior. Nadie podía dudar seriamente de
que éste fuera el resultado de una creciente presión de la demanda pública sobre
la economía, pues las compras de bienes y servicios por parte del gobierno federal
durante esos años aumentaron de 22.800 millones de dólares en 1939 a 269.700
millones en 1944. Marte, el dios de la guerra, con su intromisión tan ineludible co-
mo imprevisible, había suministrado a Keynes una demostración más completa de
lo que nadie hubiera podido (ni debido) exigir”. (GALBRAITH,1994, pp. 270 – 271).
Por otro lado, y sobre todo en Europa, la experiencia de una guerra particu-
larmente prolongada y brutal que había implicado para la mayor parte de la
Europa continental sufrir la barbarie de la ocupación nazi, volvía imperativo
atender varios frentes a la vez, con igual prioridad: refundar unas economías
devastadas, luego de una destrucción de fuerzas productivas como no se te-
nía memoria; rearmar sentidos de ciudadanía y de pertenencia nacional lue-
go de años en que la necesidad de sobrevivir había teñido de miserabilidad
la mayoría de las conductas de los seres humanos que vivieron la humilla-
ción y el horror de esa guerra, y más grave aún quizás, la de las institucio-
nes políticas nacionales o locales que habían seguido actuando bajo la ocu-
pación nazi, sirviendo a ésta, y sumando abandono e incluso opresión a los
ciudadanos a los que deberían haber defendido; reparar hasta donde fuera
posible los daños en las vidas y en los patrimonios de las mayorías trabaja-
doras que, sin duda, habían llevado la peor parte de la guerra, tanto en su
condición de soldados como en la de civiles.
Así como en Gran Bretaña y sobre todo en Estados Unidos el Estado na-
cional había salido con su legitimidad particularmente fortalecida, en la Eu-
ropa continental, el Estado debía refundar una legitimidad seriamente daña-
da. La claridad sobre este escenario heredado de la experiencia de la guerra
en los elencos gubernamentales europeos de la posguerra, los inclinó casi
inevitablemente a asumir una lógica de intervención social y económica que
privilegiara el reconocimiento de los derechos políticos, sociales y económi-
cos de las mayorías, al tiempo que se las convocaba para el enorme esfuer-
zo de la reconstrucción.
30
Consecuencias sociopolíticas del derrumbe del Estado de Bienestar en la Argentina
La Gran Depresión se había debido al fracaso del mercado libre sin restriccio-
nes. A partir de entonces habría que complementar el mercado con la planifica-
ción y la gestión pública de la economía, o bien actuar dentro del marco de las
mismas. Finalmente, por razones sociales y políticas, había que impedir el re-
torno del desempleo masivo”. (HOBSBAWM, 1995, PP 274). ❚❚❘
31
Universidad Virtual de Quilmes
32
Consecuencias sociopolíticas del derrumbe del Estado de Bienestar en la Argentina
33
Universidad Virtual de Quilmes
34
Consecuencias sociopolíticas del derrumbe del Estado de Bienestar en la Argentina
35
Universidad Virtual de Quilmes
del límite de ingresos disponibles, son los elementos básicos del sistema
de Keynes.
36
Consecuencias sociopolíticas del derrumbe del Estado de Bienestar en la Argentina
Decíamos que, hacia fines de los años ’40 y principios de los ‘50, predomi-
naba un consenso extremadamente amplio sobre el Estado de Bienestar
que ninguna fuerza política significativa, ni de derecha ni de izquierda, alcan-
zó a cuestionar con legitimidad.
Esto no quiere decir que no hubiera voces disidentes, sino que éstas no
encontraban público suficiente para obtener un mínimo de legitimidad. Es lo
que pasó, señaladamente, con la producción de quien, ya en otro contexto
Friedrich A. Von Ha-
histórico, obtendría el premio Nobel de Economía (1974): Friedrich A. Hayek. yek, nació en 1899, en
Este adalid de la economía de mercado cuyas ideas obtuvieron tanta di- Austria. Estudió leyes, filosofía y
fusión a partir de mediados de la década de 1970, escribió sus principales psicología en la Universidad de
Viena. Fue simpatizante del so-
obras económicas entre 1929 y 1944. En esos años, las ideas favorables a cialismo y del nacionalismo en
la intervención estatal (política) en la regulación de los mercados iban ga- sus comienzos. Pero luego se
nando cada vez más legitimidad, fundamentalmente de la mano de Keynes, distancia de estas posiciones y
se inclina por una versión cada
y – como hemos señalado – impulsadas por las evidencias concretas que se
vez más extrema del liberalismo
desprendían de la realidad. En este escenario, las opiniones y análisis de de mercado. Fue un activo pero
Hayek no tuvieron repercursión. Sin embargo, 30 años después, cuando el poco escuchado opositor a Key-
modelo keynesiano de intervención económica mostraba sus límites y sus nes. Entre sus obras más desta-
cadas, figuran: Teoría monetaria
contradicciones, Hayek fue rescatado por los sectores neoliberales y conver-
y el ciclo económico (1929),
tido en uno de sus máximos exponentes. Precios y Producción (1931),
Este autor era un neoclásico y un liberal puro. Y como tal propugnaba la La Teoría Pura del Capital
más absoluta libertad económica y la más marginal intervención estatal po- (1941) La Planificación Econó-
mica Colectivista (1935), Cami-
sible. El mercado era la mejor garantía de libertad (no sólo económica), de no de Servidumbre (1944), La
eficiencia y de progreso. Por el contrario, un Estado que avanzara más allá Constitución de la Libertad
de las regulaciones legales generales de respeto a la propiedad y a los con- (1960).
tratos básicos, sólo podía generar autoritarismo, infelicidad, despilfarro y es-
tancamiento e, incluso, retroceso.
Hayek, en los años de la Segunda Guerra y en la inmediata posguerra,
se mostraba verdaderamente alarmado por el cariz que iban tomando las
políticas económicas y sociales en los países capitalistas democráticos.
Los avances en países como Estados Unidos y Gran Bretaña de las accio-
nes de planificación y de intervención reguladora de los mercados, le pare-
cían sólo el primer paso hacia lo que denominaba la colectivización, es de-
cir, el socialismo.
37
Universidad Virtual de Quilmes
❘❚❚ “Es sobre todo los efectos del avance gradual hacia el colectivismo en los
países que todavía acarician la tradición de libertad en sus instituciones socia-
les y políticas, lo que da pasto al pensamiento. La queja acerca del ’nuevo des-
potismo’ de la burocracia puede haber sido prematura y exagerada; pero quien
quiera que haya tenido una oportunidad de mirar de cerca la evolución intelec-
tual de los países que al fin sucumbieron al autoritarismo, no puede dejar de
observar un cambio muy semejante, en una etapa mucho menos avanzada, en
los países que aún son libres. Y muchos cambios que en sí mismos parecen
bien inocentes, toman un aspecto enteramente diferente si se ven en ese es-
cenario.” (HAYEK, F. S/F) ❚❚❘
❘❚❚ “¿Pero estamos ciertos de que sabemos con exactitud en dónde está el pe-
ligro que acecha a la libertad? [...] ¿Es tan evidente, como muchos creen, que
el surgimiento de los regímenes fascistas fue simplemente una reacción inte-
lectual fomentada por aquellos cuyos privilegios dañaba el progreso social? Es
verdad, sin duda, que la dirección de los asuntos en estos países se arrebató
de las manos de las clases obreras para ponerla en las de una oligarquía más
eficiente. Pero los nuevos gobernantes ¿no se han adueñado de las ideas y los
métodos fundamentales de sus opositores socialistas y comunistas transfor-
mándolos simplemente para sus propios fines?” (HAYEK, OB. CIT.) ❚❚❘
❘❚❚ “Si fuera justa la sospecha de que la dilatación del control del Estado sobre
la vida económica, que tanto se desea, llevará necesariamente a la supresión
de la libertad intelectual y cultural, esto significaría que estamos siendo testi-
gos de una de las más grandes tragedias de la historia de la raza humana: más
y más gente está siendo arrastrada por su indignación acerca de la supresión
en algunos países de la libertad política e intelectual [los países con gobiernos
fascistas], para unirse a las fuerzas mismas que hacen inevitable la supresión
final de su propia libertad [la de los intelectuales engañados con la prédica key-
nesiana]. ...Por supuesto que no es una nueva idea la de que la dirección cen-
tral de la actividad económica pudiera implicar la destrucción de la libertad y de
las instituciones democráticas”. (HAYEK, OB. CIT). ❚❚❘
38
Consecuencias sociopolíticas del derrumbe del Estado de Bienestar en la Argentina
❘❚❚ “El punto principal es muy simple. Es que la planeación económica general,
a la que se mira como necesaria para organizar la actividad económica dentro
de lineamientos más racionales y eficientes, presupone un acuerdo mucho más
completo sobre la importancia relativa de los diferentes fines sociales del que
en realidad existe, y que, en consecuencia, la autoridad planeadora, para que le
sea posible planear, debe imponer a la gente el código detallado de valores que
falta. Imponer tal detalle significa más que leer sólo un código expresado en va-
gas fórmulas generales que la gente está dispuesta a veces a aceptar con re-
lativa facilidad. Debe hacerse creer a la gente en el código particularizado de
valores, porque el éxito o el fracaso de la autoridad planeadora puede depen-
der ...de si tiene éxito en crear esa creencia. [...]
Una exposición más completa debe empezar con los problemas que surjan
cuando una democracia se embarca en la corriente de la planeación económi-
ca. Aún cuando las consecuencias políticas cabales de la planeación se reve-
lan, por lo general, sólo después de que han conducido a la destrucción de la
democracia, es durante ese proceso de transición cuando puede verse mejor
por qué la libertad personal y la dirección central de los asuntos económicos
son irreconciliables y en dónde surge el conflicto. [...]
Podemos “planear” un sistema de reglas generales, aplicables de igual mane-
ra a toda la gente y con intención de que sean permanentes..., que provee de
un marco institucional dentro del cual se deja a los individuos las decisiones de
lo que hay que hacer y cómo ganarse la vida. En otras palabras, podemos pla-
near un sistema en el cual se da a la iniciativa individual el campo más amplio
posible... O podemos “planear” en el sentido de que la acción concreta de los
diferentes individuos,... qué hará y cómo lo hará, lo decida el agente planeador.
[...] Sin embargo, puede demostrarse de una manera que nunca ha contradicho
quien haya entendido el problema, que la colaboración inconsciente de los indi-
viduos en el mercado conduce a la solución de problemas que, aún cuando nin-
guna mente individual haya formulado jamás estos problemas en una economía
de mercado, tendrían que ser resueltos de manera consciente por el mismo
principio en un sistema planeado. Dentro del sistema de precios la solución de
estos problemas es impersonal y social en el sentido estricto del término; por
eso, apenas si podemos indicar de paso el curioso salto intelectual por el cual
muchos pensadores, después de ensalzar la sociedad en su conjunto como in-
finitamente superior e insistir que en cierto sentido, es algo más que una mera
colección de individuos, todos concluyen pidiendo que no debe dejársela guiar
por sus propias fuerzas sociales impersonales, sino que debe estar sujeta al
control de una mente directriz, que es por supuesto, en último análisis, la men-
te de un individuo”. (HAYEK, OB. CIT) ❚❚❘
39
Universidad Virtual de Quilmes
❘❚❚ “La edad de oro del capitalismo habría sido imposible sin el consenso de
que la economía de la empresa privada... tenía que ser salvada de sí misma
para sobrevivir”. (HOBSBAWN, 1995, P 276) ❚❚❘
40
Consecuencias sociopolíticas del derrumbe del Estado de Bienestar en la Argentina
En ese contexto, las únicas voces críticas del EBK, antes de 1960 y con au-
diencia propia, provinieran de los sectores marxistas de cuño ortodoxo. Pero
fueron planteos más de índole política coyuntural que teórica. Estas críticas se
podían leer más en clave de las disputas entre los partidos comunistas y los
socialdemócratas por la hegemonía ideológica dentro de la clase obrera; y, por
lo tanto, estaban acentadas mas bien en cuestiones de tácticas políticas.
La producción intelectual marxista de los veinte años posteriores a la
guerra no se interesó sino muy marginalmente por analizar el tipo de desa-
rrollo que estaba produciendo el capitalismo. Este silencio tiene complejas
causas. Perry Anderson lo expresa del siguiente modo:
❘❚❚ “La consecuencia de tal estancamiento fue el meditado silencio del marxis-
mo occidental en los campos más importantes... : el examen de las leyes eco-
nómicas del movimiento del capitalismo como modo de producción, el análisis
de la maquinaria política del Estado burgués y la estrategia de la lucha de cla-
ses necesaria para derribarlo.[...]
Las trabas institucionales representadas por los efectos del fascismo o las res-
tricciones del comunismo de posguerra, sin embargo, no fueron en modo algu-
no la única razón de la esterilidad de la teoría marxista en esos dominios en el
escenario de Europa occidental. Porque ésta fue también la época de una con-
solidación objetiva sin precedentes del capital en todo el mundo industrial
avanzado. Económicamente, el dinamismo global del prolongado auge de los
años cincuenta y sesenta fue mayor que el de cualquier período anterior en la
historia del capitalismo. El crecimiento general y masivo que se registró en es-
te período inició, en efecto, una nueva fase en el desarrollo del modo de pro-
ducción como tal, desmintiendo aparentemente las predicciones clásicas de su
inminente decadencia o crisis... [...]
[Este fenómeno] presentó un formidable desafío teórico al desarrollo del mate-
rialismo histórico: la tarea, en todas sus dimensiones, nunca fue llevada a ca-
bo dentro de la tradición del marxismo occidental. Al mismo tiempo, después
de la segunda guerra mundial se produjo el establecimiento, por primera vez en
la historia de la dominación burguesa, de la democracia representativa basada
en el sufragio universal como estructura normal y estable del Estado en todos
los principales países capitalistas... Los problemas implícitos en la elaboración
de una teoría política capaz de captar y analizar la naturaleza y los mecanismos
de la democracia representativa, como forma madura del poder burgués, no
fueron menores que los planteados por el rápido avance de la economía capita-
lista mundial, durante las dos primeras décadas siguientes a la guerra. Tam-
bién ellos constituían una laguna dentro de la corriente principal de la obra mar-
xista en Occidente”. (ANDERSON, P, 1979, PP. 35 – 63) ❚❚❘
41
Universidad Virtual de Quilmes
42
Consecuencias sociopolíticas del derrumbe del Estado de Bienestar en la Argentina
43
Universidad Virtual de Quilmes
Recordemos aquí, una vez más, que el autor está escribiendo esto en 1945,
cuando aún no está definido el curso que tomará lo que luego será conoci-
do como Estado de Bienestar Keynesiano. De allí el particular interés que re-
viste este análisis al poner en evidencia cómo era posible prever en los ini-
cios del proceso muchas de las que serían las características económicas
distintivas de las décadas posteriores a la Segunda Guerra, así como las li-
mitaciones que este proceso contenía en sí mismo y que sólo se volvieron
evidentes a fines de la década de 1960. En este último aspecto, Dobb afir-
ma que si se terminara aceptando que el Estado compita con la inversión
privada destinada a bienes de consumo y se acepta la cooperación del sec-
tor público como único medio de proporcionar un mercado adecuado a los
productos de la industria pesada, se
❘❚❚ “derribaría un fantasma sólo para levantar otro. En tal caso no puede evitar-
se por mucho tiempo que se presente de nuevo el problema de la capacidad
ociosa en las industrias de bienes de consumo, excepto si, mientras tanto, se
ha elevado la capacidad de consumo de la masa de la población: incremento
que difícilmente se producirá en escala considerable si la desigualdad de ingre-
sos, característica de la sociedad capitalista, no se reduce mediante serias dis-
minuciones en los ingresos de la clase propietaria”. Y agrega que esto, junto
con el financiamiento en gran escala de la industrialización de los países colo-
niales, le permitirían al capital una “solución temporaria, por una o dos déca-
das” (DOBB, OB. CIT) ❚❚❘
44
Consecuencias sociopolíticas del derrumbe del Estado de Bienestar en la Argentina
45
Universidad Virtual de Quilmes
tonces el término aún no había sido acuñado, sino más bien, principalmen-
te, a una diferente perspectiva de análisis en donde el hincapié está puesto
en la propia dinámica del capital en su búsqueda de reproducción ampliada
y en las contradicciones y limitaciones que encuentra para su realización.
Contradicciones y limitaciones que se derivan tanto de la lucha de clases co-
mo de los cambios que se van produciendo en la composición orgánica del
capital, y las consecuencias que esto tiene en aspectos tales como la con-
centración y centralización del capital, el funcionamiento del mercado, la re-
lación entre capital productivo y financiero, y, finalmente, la evolución en la
relación entre capital y Estado. Desde esta perspectiva, podría decirse que
lo que Keynes aportó fue el análisis que otorgaría legitimidad al nuevo rol
del Estado como garante de la demanda frente a las evidentes incapacida-
des de los capitalistas en esa fase del desarrollo para garantizar la deman-
da suficiente para la expansión de los negocios. Y, por tanto, el Keynesianis-
mo no sería otra cosa, en última instancia, más que la sanción ideológica de
la necesidad que el capital tuvo de la intervención estatal para su reproduc-
ción y para mantener su tasa de ganancia (función que ya había cumplido en
los inicios históricos del desarrollo capitalista).
Asimismo, los avances en materia de Estado de Bienestar, se explicarían
tanto por la necesidad de una distribución del ingreso que sin afectar la acu-
mulación capitalista ampliara sustantivamente la demanda, como por efecto
de la lucha de clases, con una clase obrera particularmente fortalecida por
la situación de pleno empleo.
La tendencia general que presentaba el mundo capitalista era, entonces,
hacia una forma denominada capitalismo de Estado. Pero, en la medida que
esta solución dependía de procesos históricos concretos, la diferencia de-
pendió de la forma del Estado en cada nación, de la índole de las relaciones
de clase prevalecientes y de los intereses de clase a que respondía la orien-
tación del Estado en cada país.
❘❚❚ “El elemento común a estas diversas especies [de capitalismo de Estado]
es la coexistencia de propiedad y manejo capitalistas de la producción, con un
sistema de controles generalizados sobre los actos económicos, impuesto por
el Estado, que persigue metas que no son idénticas a las de una empresa indi-
vidual. [...]
Mucho había cambiado desde la guerra, tanto en el equilibrio de poder entre
las naciones como en el equilibrio de poder entre las clases. Mucho de lo que
antes se consideraba... como parte integrante de la estructura económica de la
sociedad, se encontraba ahora en ruinas. Era evidente para todos que los expe-
dientes ensayados en décadas anteriores ya no darían resultado en la situación
contemporánea y que, aún cuando pudieran resultar eficaces, los intereses que
se beneficiarían con ello a menudo carecían del poder para ponerlos en prácti-
ca. (DOBB, 1975, P 449-450) ❚❚❘
46
Consecuencias sociopolíticas del derrumbe del Estado de Bienestar en la Argentina
❘❚❚ Es cierto que tanto los salarios monetarios como los reales se incrementa-
ron; pero también lo hicieron las ganancias y no se produjo un cambio aprecia-
ble en la participación proporcional de los asalariados en el ingreso nacional.
Tampoco sobrevinieron cambios radicales en la estructura de la distribución de
ingresos personales, a pesar de ciertas alteraciones experimentadas por los
grupos de ingresos más altos, principalmente en su participación en los ingre-
sos deducidos los impuestos, como resultado del establecimiento de tasas
más progresivas... En los EE. UU., la participación en el ingreso total de los
47
Universidad Virtual de Quilmes
Brenner, R. (1998), El desa- DOBB, M. (1975), Estudios sobre el desarrollo del capitalismo,
rrollo desigual y la larga fa- Siglo XXI, Buenos Aires. Capítulo VIII y Postscriptum.
se descendente: las econo-
mías capitalistas avanzadas
desde el boom al estanca- MARSHALL, T. H. (1998), “Ciudadanía y clase social en en T.
miento, 1950-1998. Origi- H. Marshall y T. Bottomore, Ciudadanía y clase social, Alian-
nalmente publicado en la za Editorial. Madrid.
New Left Review, traducido
al español y publicado en:
www.cep.cl/XXI/XXI_14/
Brenner/EXXI_14_Brenner. 1.
html
Análisis de casos nacionales europeos
Pfaller, A, (2000), El Estado A partir de las lecturas realizadas, seleccione dos países y rea-
de Bienestar alemán des- lice un análisis comparativo, en no más de dos páginas, de
pués de la unificación, sus modelos de Estado de Bienestar, teniendo como eje prin-
Fundación Friedrich Ebert,
Bonn. cipal para esa comparación el concepto de ciudadanía presen-
te en T. H. Marshall: ¿Sobre qué conceptualizaciones de socie-
Goetschy, J (1994), ‘’El difí- dad, individuo, ciudadano, derecho y mercado entiende que
cil cambio de los ‘modelos’
han sido construidos los EB de los países que eligió?
sociales nórdicos (Suecia,
Noruega, Finlandia, Islan-
dia)”, en: Formación profe-
sional nº 4, Revista euro-
pea. UE, 7-16.
2.
Interpretaciones sobre el EBK en la primera etapa de su
Titmus, R. (1963), Essays on desarrollo
the welfares state, Allen & Seleccione dos de los siguientes autores: Galbraith, Maurice
Unwin, London;
Dobb y Friedrich von Hayek. Realice un análisis de las diferen-
cias conceptuales desde las que dichos autores encararon el
estudio del fenómeno histórico que nos ocupa y las conse-
cuencias que de ellas derivan. Adicionalmente, cuáles variables
resultan más importantes para cada autor en cuanto a su capa-
cidad de explicar el nacimiento y las características del EBK.
48