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ESTUDIOS CERÁMICOS EN LA CATEDRAL METROPOLITANA,

APORTES A LA ARQUEOLOGÍA HISTÓRICA DE SANTIAGO DE CHILE.

Cristina Prieto*, Juanita Baeza**, Francisco Rivera***, Pilar Rivas****

RESUMEN
Se presenta un estudio sobre materiales cerámicos históricos provenientes de excavaciones
arqueológicas efectuadas en la Cripta de la Catedral Metropolitana de Santiago de Chile,
abordado desde la perspectiva de las tipologías cerámicas americanas. Estos materiales
corresponden a cerámica de producción local e importada de distintos continentes, en un
ámbito temporal que va desde mediados del siglo XVI hasta fines del siglo XIX. Su análisis
nos ha permitido conocer aspectos de su función, utilitaria como simbólica, al mismo
tiempo que indagar en las redes de comercio en que estuvo inmersa esta ciudad y las
connotaciones sociales que los habitantes de Santiago les pudieron haber asignado.
Palabras clave: Catedral de Santiago, cerámica histórica, redes comerciales.

ABSTRACT
We present a study of historic age ceramic material retrieved through archaeological
excavations of the Crypt of the Metropolitan Cathedral at Santiago de Chile. We analyses
the assemblage - which spans temporally from the mid 16th to the end of the 19th century -
from the perspective of American pottery typology and identify both locally-produced
wares and materials imported from other continents. Our analysis highlights aspects of their
utilitarian and symbolic function, examines the networks of exchange the city was part of,
and explores the social connotations that inhabitants of Santiago would have bestowed
upon them
Key words: Santiago Cathedral, Historic age pottery studies, Exchange networks

Presentación

Diversos tipos cerámicos históricos, de origen local y extranjero, se obtuvieron de un


rescate arqueológico dirigido por Pilar Rivas en la Cripta de la Catedral Metropolitana de
Santiago, durante el año 2005. La historia de la construcción del principal templo católico
comienza al mismo tiempo que la fundación de la ciudad, y su primera edificación se
instaló en la mitad oriente del solar poniente frente a la Plaza de Armas de la ciudad, sobre
un asentamiento indígena del período inkaico. A mediados del siglo XVIII la Iglesia
adquirió la mitad poniente del solar con la finalidad de construir una nueva Catedral, tarea
que no se vio terminada completamente hasta el año 1908, cuando se efectuaron las últimas
remodelaciones que dan forma al edificio que conocemos actualmente (De Ramón 2002).
Así, el contexto arqueológico excavado presenta una serie de etapas de construcción,

*
Centro de Investigaciones Ruinas de San Francisco. Ituzaingó 2134 (5500), Mendoza, Argentina.
cristiprieto@gmail.com
**
Universidad Bolivariana. Casilla 50969 Correo Central, Santiago de Chile. juanitabaeza@yahoo.com
***
Licenciado en Antropología con mención Arqueología, franchurivera@gmail.com
****
Arqueóloga, privas@cipres.cl

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modificaciones y rellenos, en los que se depositaron restos cerámicos correspondientes a un
largo período de tiempo que va desde Período Tardío (prehispánico) hasta la República.

Los estudios previos sobre material cerámico histórico realizados para contextos de
Santiago organizaron un material casi desconocido y se utilizaron criterios generales de
clasificación cerámica (Baudet y Urízar 2001, Botto 1989, Urízar y Baudet 2001), aunque
también se consideraron las tipologías existentes para la cerámica elaborada desde el siglo
XVI en adelante (Prado 2001, Reyes 2001). Si bien estas clasificaciones han sido útiles
para encarar la nueva problemática, no hay en nuestro país trabajos sistemáticos que
consideren los aspectos metodológicos que actualmente se desarrollan en nuestro
continente para los estudios de la cerámica histórica (Chiavazza et al. 2003, Jamieson 2001,
Puebla et al. 2005, Rice 1997, Rovira 2001, Schávelzon 2001, Therrien et al. 2002 y
FLMNH1 entre otros) los que, en términos generales, están orientados a situar la
producción cerámica, su comercio e intercambio, en el contexto de los procesos sociales y
culturales que van más allá de la región.

Debido a la gran diversidad cerámica y el potencial de información observado nos


planteamos como objetivos: identificar el origen y cronología de los tipos cerámicos locales
e importados, insertándolos en el marco de las descripciones y catalogaciones elaboradas
por diversos investigadores en América; conocer los vínculos y redes de intercambio que
conectaron a Santiago con España, otras ciudades latinoamericanas y el mercado en
general, durante la Colonia y parte de La República; explorar la función que cumplieron
estos artefactos en la sociedad santiaguina, tanto en el ámbito utilitario como en el
simbólico.

Antecedentes

Desde los comienzos del desarrollo Colonial en América, España instauró un sistema
económico mercantilista con una fuerte intervención estatal y al mismo tiempo monopólico,
estableciendo estrictas rutas comerciales, en las que Portobello (Panamá) fue el único
puerto autorizado para abastecer América del Sur (Jamieson 2001). Las dificultades de
abastecimiento y el encarecimiento de los productos debido a los costes de transporte y
aduanas internas, impulsaron el desarrollo del contrabando por parte de ingleses, franceses,
portugueses y holandeses a través del Mar Caribe y el Río de La Plata (Braudel 1979 en
Chiavazza et al. 2003) e incentivaron la producción local (Jamieson 2001, Rovira 2001).

En este contexto, Santiago de Chile uno de los puntos más periféricos del imperio español,
fue un punto clave en la ruta comercial Atlántico – Pacífico, que si bien se abrió con el
Tratado de Comercio Libre implementado en la segunda mitad del siglo XVIII (Halperin
Donghi 1972 en Chiavazza et al. 2003), funcionó con anterioridad para el ingreso de
mercancías europeas hacia América del Sur (Wentzel 1989 en Chiavazza et al. 2003), ya
que los principios mercantilistas hispanos no tuvieron uniformidad de criterios a lo largo de
historia colonial, como el intercambio comercial tampoco estuvo sujeto a las mismas reglas

1
FLMNH corresponde a la sigla para identificar en este artículo a The Florida Museum of Natural History’s y
su colección tipológica digital de cerámica histórica (véase Referencias Citadas)

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(Bravo 1990). Es de especial importancia la creación de la Ruta Continental en 1583 para el
comercio negrero, que unía Buenos Aires con Valparaíso, permitiendo también el comercio
de artefactos. La relevancia en el comercio colonial local de Santiago llevó a la instauración
de la Real Aduana en 1807, institución que funcionó en la ciudad hasta 1837 (Peña 1944 en
Botto 1989).

Los primeros habitantes extranjeros debieron portar consigo vajilla para satisfacer sus
necesidades de elaboración y servicio de alimentos, pero una vez asentada la población en
la nueva ciudad de Santiago fueron los indígenas quienes los proveyeron de vajillas,
señalándose a los habitantes de Pomaire, Talagante y Vitacura como los principales
productores de cerámica (Barros Arana 1932 y Echaíz 1975 en Botto 1989, Pereira Salas
1965 en Prado 2001). En 1595 comienza a funcionar la Ollería de los jesuitas en la ciudad,
quienes usando mano de obra indígena abastecieron a Santiago y todo el Reino (Enrich
1891 en Botto 1989) hasta su expulsión. En el siglo XVIII, la Compañía de Jesús potenció
su producción alfarera con la introducción de artesanos europeos e incluso se menciona que
las primeras “lozas” hechas en Chile fueron elaboradas por ellos en la segunda mitad del
XVIII (Echaíz 1975 en Botto 1989, Pinto 1976).

El reducido poder de compra de los colonos hispanos relacionado con la devaluación de la


plata y el hecho de que el comercio de productos europeos estaba limitado a esa población,
hicieron que el consumo de manufacturas europeas fuera limitado, teniendo el comercio de
importación su sustento en los insumos y productos necesarios para la economía minera
regional y la producción agropecuaria interna que la complementaba (Bravo 1990). De esta
manera comprendemos que el acceso a materiales cerámicos importados fuese restringido y
por ende, sea un marcador social importante.

Antecedentes de los tipos cerámicos registrados en la Cripta de la Catedral Metropolitana.

El tipo cerámico más representado en el sitio es el que denominamos Monocromo, un


amplio grupo de material de producción local con antecedentes en las tradiciones cerámicas
prehispánicas y utilizado profusamente hasta la segunda mitad del siglo XVIII. En
contextos arqueológicos de Santiago como Plaza de Armas, Santa Lucía, Palacio de la Real
Aduana y La Caridad, es el de mayor representación (Baudet y Urízar 2001, Botto 1989,
Prado 2001, Reyes 2001). Por otra parte, el tipo Monocromo Rojo, definido por Ceruti y
Matassi en 1977 como de tradición hispano indígena para el sitio Santa Fe La Vieja
(Argentina) (Ceruti 2000), posteriormente ha sido identificado en otros lugares de América
del Sur y reportado en sitios con asentamientos jesuitas, con una expansión temporal desde
1570 a 1750 (Schávelzon 2001). Una de las variedades en discusión actualmente es el tipo
Monocromo Rojo Pulido, datado por Schávelzon (op. cit.) tentativamente entre 1650 a
1780, debido a su aparición en diversos contextos sudamericanos que ha ampliado los
límites originalmente definidos. Lo distinguimos por sus paredes delgadas, pasta fina y
superficies pulidas e incluso bruñidas. Este tipo se encuentra presente en los sitios
arqueológicos antes mencionados y en el sitio Palacio de la Real Aduana se obtuvo una
fecha TL de 1520 +/- 60 d.C., que llevó a postular una posible procedencia temprana y
europea del tipo (Botto 1989). Creemos que este tipo también se produce localmente,
imitando la forma europea original tanto en lo morfológico como en el tratamiento de la
superficie, que tiende a ser brillante, idea que se refuerza por su representatividad en los

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contextos locales (Prado 2001). Bajo los mismos parámetros de pasta, espesor de paredes y
tratamiento de superficie, en la muestra estudiada identificamos variantes en color negro y
café.

La producción de cerámica vidriada local estuvo en manos de los jesuitas, quienes a


mediados del siglo XVIII implementaron una serie de artefactos destinados a mejorar su
producción de vidriados, que incluían artefactos domésticos como las tuberías para el agua
de la ciudad (Pinto 1976). Así mismo, el análisis de materiales provenientes de un rescate
efectuado la Remodelación San Borja en 1970, en el área en que se ubicó la Ollería,
evidenció materiales cerámicos vidriados de manufactura regular y con defectos en las
capas vítreas (Prado 2001), atributo que utilizamos para distinguirlo de aquellos de clara
elaboración extranjera.

Entre los tipos cerámicos importados desde Europa, registramos el denominado Bizcocho,
producido en España entre los años 1500 a 1550. Aunque en Europa se fabricó hasta el
siglo XIX, en el área circum-Caribe sólo se ha encontrado asociado en contextos de la
primera mitad del siglo XVI (Deagan 2002 en FLMNH), y no contamos con evidencias
registradas en otros contextos locales. Dentro de las mayólicas de origen europeo, las
únicas que pudimos identificar son mayólicas españolas, siendo el más representado el tipo
Ichtuknee Azul sobre Blanco (1600-1650), seguido por Triana Blanca (1700-1800), la
variedad Triana Ramazón (1750-1830) proveniente de Andalucía y característica de finales
del siglo XVIII, como Talavera Azul sobre Blanco (1600-1650) y también Caparra Azul
(1492 – 1600), que se produjo en Sevilla (Deagan 1987, Schávelzon 2001).

Entre las mayólicas americanas, la elaborada en Panamá fue la vajilla más consumida en
Sudamérica. Su amplia distribución se debería al tráfico comercial a través del Pacífico y se
manufacturó en el sitio Panamá La Vieja desde fines del siglo XVI hasta 1671. Los tipos
descritos por diversos autores corresponden a Panamá Liso, Panamá Azul sobre Blanco,
Panamá Policromo por, Panamá Azul sobre Azul y Panamá Azul (Rovira 1997, 2001). La
mayólica Panamá en Santiago habría arribado a través del puerto de Valparaíso,
reconociéndose su presencia en contextos como Santa Lucía, La Caridad, Plaza de Armas y
Palacio de la Real Aduana (Botto 1989, Prado 2001, Reyes 2001, Baudet y Urízar 2001)

En ciudades como Quito, Cuenca y Cuzco también se habría elaborado mayólica para el
consumo local. En Lima se habría manufacturado una de buena calidad y muy parecida a la
Panamá, que habría tenido gran alcance en los Andes Sudamericanos (Acevedo 1986,
Flores 1981 en Jamieson 2001). De la mayólica peruana identificamos el tipo Más Allá
Policromo (Rice 1997), Schávelzon (1998, 2001) lo ha situado tentativamente desde
principios del siglo XVII hasta mediados del XIX. En este sentido destacamos las
referencias sobre la importación de loza peruana a Chile luego de la expulsión jesuita
(Valdés 1980 en Botto 1989).

Dentro de los materiales cerámicos de origen extra americano difíciles de diferenciar están
los vidriados, ya que responden a artefactos propios de la cultura europea, pero cuya
producción fue tanto en ese continente como local. El tipo Lebrillo Verde (Green Glaze
Redware) fue definido por Goggin en 1968 y habría sido producido en España con una
distribución temporal entre 1490 y 1600; mientras que el Vidriado Verde (Green-Glazed

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Red Paste Earthenware) sería de producción más tardía (1700-1800) y también local,
generalmente asociado a manufactura jesuita (Schávelzon 2001).

Por otra parte el gres, de origen oriental, se produjo en el norte y centro Europa desde el
medioevo. Su masificación se produjo en el último cuarto del siglo XVII, pero ya hacia
1800 se exportaba a todo el mundo principalmente como contenedor de cerveza y ginebra,
además de diversos tipos de tinturas entre otros productos (Schávelzon 1991, 1998, 2001).
En Sudamérica su ingreso masivo se habría producido a fines del siglo XVIII, siendo
popular durante el siglo XIX.

Las lozas marcaron una revolución por su manufactura con molde, lo que da inicio a la
industrialización de la cerámica y desplazan la producción artesanal (Schávelzon 2000).
Los tipos más comunes en contextos sudamericanos son Creamware (desde 1743),
Pearlware (desde 1780) y Whiteware (desde 1820) (Schávelzon 1998, 2001). De origen
inglés, marcaron un hito en América hispana debido al cambio en las costumbres del
comer, la higiene y la socialización, pasando de los hábitos de mesa españoles a los
ingleses y franceses, si bien no significó el abandono total de las cerámicas de tradición
hispana (Schávelzon 1991). En Argentina se ha propuesto que el cambio de la mayólica por
la loza inglesa (fines del siglo XVIII e inicios del XIX) se debió al bajo costo y
consecuencia fue accesible a los grupos medios y bajos, especialmente a partir de la
introducción de la Pearlware (Schávelzon 2000).

Finalmente la porcelana, cuyos antecedentes están en China donde se comienza a producir


probablemente hacia el 600 d.C. Ingresa a Europa en el siglo XV, masificándose desde la
mitad del siglo XIX (Schávelzon 2001). La blancura de su pasta, de apariencia traslúcida,
liviana y rígida), revolucionó la manufactura cerámica en occidente y en América, desde el
siglo XVI, fue adquirida como símbolo de prestigio.

Resultados del análisis cerámico

La muestra analizada cuenta con un total de 10.514 fragmentos de adscripción histórica,


que luego del proceso de ensamble se redujeron a 10.380 fragmentos. El primer paso de la
clasificación fue la adscripción de los fragmentos a partir de su procedencia, distinguiendo
origen local e importado. Luego, los tipos fueron analizados en sus aspectos tecnológicos
(atributos de superficie, cocción y pasta), morfológicos (sector de la pieza representado,
forma, espesor) y decorativos (técnica, color y motivo).

Identificamos una amplia predominancia de la cerámica de manufactura local por sobre la


importada, con un porcentaje que alcanza el 86,8% de la muestra; seguido por la cerámica
importada de producción americana con 9,5% del total, mientras que la cerámica de
elaboración extra americana sólo se encuentra en un 3%. Los fragmentos de adscripción
tipológica indeterminada corresponden 0,6% del total, dentro de los cuales se encuentran
principalmente fragmentos de mayólicas y vidriados.

Los tipos identificados de producción local corresponden a Monocromo (n=5325),


Monocromo Rojo (n=1468), Monocromo Rojo Pulido (n=1230), Monocromo Café Pulido
(n=162), Monocromo Negro Pulido (n=198) y Vidriado (n=640).

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En el tipo Monocromo integramos fragmentos en tonalidades anaranjada-rojiza, café, negro
y gris, y detectamos las siguientes formas: botija (n=4), candelabro (n=3), decantador
(n=1), plato grande (n=2), jarra (n=7), olla (n=2), plato (n=4) y tinaja (n=9) además de
formas no restringidas (n=25) y restringidas (n=51). Para el tipo Monocromo Rojo se
identificaron las formas correspondientes a plato (n=8), plato grande (n=5), bacín (n=1),
jarra (n=1), taza (n=1), formas no restringidas (n=44) y restringidas (n=16). Por otra parte,
para el tipo Monocromo Rojo Pulido se puede señalar la presencia de las formas botella
(n=1), cuenco (n=1), pipa (n=1), taza (n=9), y en general, formas no restringidas (n=18) y
restringidas (n=59); mientras que para el Monocromo Café Pulido sólo se identifica jarra
(n=1), formas no restringidas (n=4) y restringidas (n=7), y en el tipo Negro Pulido, pipa
(n=1), taza (n=3), tintero (n=1), tubo (n=1), formas no restringidas (n=13) y formas
restringidas (n=12).

En el Vidriado de producción local, representado en un 7,1% de la muestra, consideramos


las tonalidades de café, negro y verde y se definieron las formas: baldosa (n=1), botija
(n=2), cuenco (n=2), candelabro-florero(n=6); gran recipiente restringido(n=1), jarra (n=4),
lebrillo(n=8), maceta(n=2), olla (n=1), plato (n=4), formas no restringidas (n=61) y
restringidas (n=24).

Dentro de los tipos importados de producción americana identificados se encuentran los


tipos Panamá Liso (n= 307), Panamá Azul sobre Blanco (n=227), Panamá Policromo
(n=214) y Más Allá Policromo (n=234). Las formas identificadas para Panamá Liso son:
lebrillo (n=1), cuenco (n=2=), plato (n=33), plato grande (n=1) y formas no restringidas
(n=39); para Panamá Azul sobre Blanco corresponden a botella (n=1), plato (n=52), plato
grande (n=3), cuenco (n=1), formas no restringidas (n=114) y restringidas (n=3); para
Panamá Policromo, plato (n=41), plato grande (n=3), taza (n=1), formas no restringidas
(n=117) y restringidas (n=8) y sobre el tipo Más Allá Policromo, las formas definidas son:
plato (n=44), plato grande (n=4), cuenco (n=1), lebrillo (n=1), además de formas no
restringidas (n=116)y restringidas (n=3).

Los tipos cerámicos identificados de origen extra americano está representados


mayormente por el tipo Vidriado Verde (n=202), para el cual definimos las siguientes
formas: botija (n=3), plato (n=2), bacín (n=2), formas no restringida (n=38) y restringidas
(n=15). Dentro de la categoría vidriados registramos el tipo Lebrillo Verde (n=6) y además
detectamos un fragmento, que por su pasta de color blanco, consideramos como importado.

Las mayólicas europeas están representadas principalmente en los tipos españoles


Ichtuknee Azul sobre Blanco (n=6), para el cual se identificaron las formas: cuenco (n=1),
plato (n=3) y formas no restringidas (n=4); Caparra Azul (n=1) representado en la forma de
albarelo; Talavera Azul sobre Blanco (n=1) y que corresponde a plato; Triana Blanca
(n=8), del cual se identificó la forma plato (n=3); Triana Ramazón (n=1) que
correspondería a una forma no restringida. Se reconoció también un fragmento de mayólica
italiana, sin adscripción tipológica, y cuya forma corresponde a un plato; mientras que
dentro de la mayólica europea indeterminada se reconocieron formas no restringidas (n=7),
restringidas (n=2) y plato (n=7). También identificamos la presencia del tipo Bizcocho
(n=4), del cual no se pudo reconocer forma.

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Las lozas se encuentran representadas en los tipos Creamware (n=6), del cual se identificó
una forma no restringida y una restringida; Pearlware (n=21), reconociéndose las formas
de taza (n=1), plato (n=1) y no restringidas (n=3); y Whiteware (n=23) en el cual se
registran formas no restringidas (n=3) y restringidas (n=), además de plato (n=1) y taza
(n=1). En relación a las decoraciones, éstas sólo se observaron en algunos fragmentos de
los tipos Pearlware y Whiteware. En las lozas Pearlware destacan los motivos anulares en
azul (n=1) y multicolor (n=3), esta última característica desde fines del siglo XVIII; además
de motivos floreales (n=3) y de árboles, hojas y líneas (n=1) todos pintados a mano y
característicos de la primera mitad del siglo XIX. Entre las Whiteware destaca la aparición
de motivos moteados café (n=3), común desde el siglo XIX, pero también registramos
motivos floreales monocromos y multicolor (n=4), y de hojas y frutos multicolor (n=1),
todos ellos pintados a mano. Destacan la presencia de un borde con una imagen impresa en
azul, decoración que se comienza a aplicar en la segunda mitad del siglo XVIII y perdura
hasta el XX, y de un fragmento impreso en color café, que se produjo desde fines del siglo
XIX y todo el siglo XX.

En relación al Gres (n=5), podemos señalar que tres de ellos corresponden a botellas de
cerveza, las que provienen de Inglaterra y son características desde 1850 en adelante. De
los dos fragmentos restantes, uno corresponde a una botella de ginebra que pudo venir de
Holanda o Alemania, ya que no hay atributos que nos permita discriminarlas, y el otro
corresponde a gres sanitario.

En cuanto a la escasa cantidad de Porcelana encontrada (n=11), pudimos distinguir cinco


formas no restringidas, una de las cuales sería de procedencia oriental y probablemente
correspondería a un cuenco, además de una forma restringida.

Se efectuaron algunos fechados para el material histórico del sitio (Tabla 1), observándose
que los fechados para dos de las muestras del tipo Monocromo Rojo Pulido resultan
anteriores a la llegada de los españoles al valle del Mapocho. Esta información no puede ser
considerada como determinante, pero guarda relación con la fecha temprana obtenida para
el mismo tipo en Palacio de la Real Aduana (Botto 1989), lo que podría reafirmar la posible
procedencia europea de algunas piezas de este tipo.

MUESTRA TIPO EDAD (años AP) FECHA


UCTL 1792 Monocromo Negro Pulido 350 ± 30 1655 d.C.
UCTL 1793 Monocromo Rojo Pulido 345 ± 35 1660 d.C.
UCTL 1794 Monocromo Rojo Pulido 570 ± 55 1435 d.C.
UCTL 1795 Monocromo Rojo Pulido 615 ± 60 1390 d.C.

Tabla 1. Fechados de cerámica histórica Catedral Metropolitana

Discusión
La identificación de los tipos cerámicos presentes en la Catedral nos han permitido explorar
el consumo de las cerámicas tanto locales como importadas desde mediados del siglo XVI
hasta el XIX en Santiago. La condición periférica de esta ciudad, en relación al comercio

1031
ultramarino que se desarrolló expeditamente hasta mediados del siglo XVIII entre Europa,
el Caribe y el Virreinato de Nueva España, que además fue el puente comercial entre Asia y
España, se refleja en la predominancia de cerámicas de producción local por sobre las
importadas. Se ha señalado que la población santiaguina fue gran consumidora de “barro
cocido” antes de la segunda mitad del siglo XVIII (Barros Arana 1932 en Botto 1989),
momento en coincide con la apertura comercial. El abastecimiento de la colonia local
estuvo en manos de grupos indígenas, de manera independiente o bajo el control de los
jesuitas instalados en Santiago desde fines del XVI hasta la segunda mitad del XVIII,
quienes produjeron utillaje sin vidriar y vidriado.

Así vemos que en Santiago colonial existieron al menos dos tradiciones cerámicas: la
Mestiza (Therrien et al. 2002) o también denominada Cerámicas Rojas de Tradición
Regional (Schávelzon 2001) que presenta elementos principalmente tecnológicos de
antecedentes prehispanos, pero en que la influencia europea, africana o asiática se hace más
o menos notoria (Schávelzon 2001); y la Tradición Europea, que fueron elaboradas en
dicho continente o en América (Schávelzon 2001, Therrien et al. 2002) y que en la Cripta
de la Catedral Metropolitana sólo está representado por las cerámicas vidriadas y el tipo
Monocromo Rojo Pulido y sus variantes en café y negro, cuyas formas imitan vajillas
europeas, por lo cual su uso habría estado ligado a contextos de estatus hispano criollos.

Si bien los tipos importados tienen baja representación, constituyen claros exponentes de
las redes de intercambio en que estuvo involucrada la ciudad de Santiago a lo largo de la
Colonia y en parte de la República. En distintas proporciones y momentos, como también a
través de diversos puertos arribaron mercancías cerámicas provenientes de España,
Inglaterra, Italia, China, Panamá y Perú, a partir de lo observado en el sitio en estudio.

A través de la presencia de cerámica importada, americana y extra-americano, podemos


observar la inserción de la capital chilena, primero en el desarrollo del comercio
mercantilista restringido que impuso España imperial y luego, en la apertura comercial que
se inicia en la segunda mitad del siglo XVIII con las Reformas Borbónicas, y que continua
con la Independencia, ingresando a un sistema abierto que supuso finalmente la
industrialización. Este proceso se manifestó en cambios de los distintos hábitos de
consumos, y por ende de las costumbres.

La cerámica importada en contextos locales es una entrada al conocimiento del ámbito de la


construcción de significados de quienes la usaron. La posesión de cerámica europea
imprimió un fuerte significado a sus usuarios, ya que marcaron el desarrollo de distintas
costumbres en el comer y la higiene, la moda, el estatus y la pertenencia a grupos de elite.
En un primer momento (siglos XVI y XVII) la mayólica europea, especialmente la
española, se constituyó en un importante símbolo de estatus y pertenencia a España
(Jamieson 2001).

Luego, la producción panameña posibilitó acceder a estos “beneficios” a menor costo.


Finalmente, las influencias inglesas y francesas de los siglos XVIII y XIX, se manifestaron
en el consumo de nuevos tipos, que se adoptaron para satisfacer las nuevas costumbres en
la mesa y la higiene de las familias acomodadas, aunque, al mismo tiempo, el bajo costo

1032
por la industrialización de la loza permitió que los sectores menos pudientes accedieran a
estos productos (Schávelzon 1991, 2000).

En el contexto general de la colonia hispana en América, Santiago fue una ciudad


periférica, pero al invertir el parámetro de observación hacia nuestro territorio meridional,
resulta que es una metrópoli de gran relevancia. La importancia que tuvieron la mayólicas
americanas (panameñas y peruanas) en Chile se evidencia en la diferencia entre la cantidad
de estos fragmentos en la Catedral en comparación con un contexto cercano, como las
Ruinas de San Francisco en Mendoza, donde las panameñas son 52 fragmentos y las Más
Allá Policromo sólo 2 (Chiavazza et al. 2003). Esto nos lleva a pensar en la demanda y
fácil acceso que tuvo la población acomodada de Santiago a bienes comercializados vía
Pacífico. La situación de Santiago concebida como eje del ámbito comercial, queda clara
con la instalación de la Real Aduana en el centro de la ciudad durante 30 años (1807-1837).

Hay que mencionar que nos inquieta al igual que a otros investigadores (Chiavazza et al.
2003, Schávelzon 2000) el tema del cambio y continuidad en el uso de estos productos en
nuestros contextos periféricos. En este sentido la condición marginal, a pesar de las
aperturas económicas que se desarrollaron a partir de la segunda mitad del siglo XVIII, de
ciudades como Santiago, Mendoza y Buenos Aires, habría incentivado el mantenimiento de
vajillas incompletas o “pasadas de moda” debido a la dificultad para adquirir vajillas
nuevas o reemplazar las rotas (Puebla et al. 2005, Schávelzon 2000).

Por último quisiéramos señalar que es cada vez más necesaria la realización de futuras
catalogaciones cerámicas históricas bajo los parámetros de identificación tipológicos
señalados, ya que de esta manera es factible comprender aspectos relevantes de las redes de
comercio y de la producción alfarera americana en el contexto del mercantilismo colonial y
posteriormente republicano, como también de problemáticas ligadas al tema de la identidad
de las comunidades que se conforman, y transforman, a partir de la ocupación hispana en
América.

Agradecimientos: Agradecemos la ayuda y comentarios de Horacio Chiavazza, Lorena


Puebla y Valeria Zorrilla del Centro de Investigaciones Ruinas de San Francisco
(Mendoza). A Manuel Arroyo Kalin, por sus comentarios y traducción al inglés. A Beatriz
Rovira, quien amablemente compartió sus conocimientos y contestó nuestras preguntas.

1033
REFERENCIAS CITADAS

Baudet D. y G. Urízar.
2001. Informe material cerámico unidad 11, sitio Santa Lucía. Arqueología en Santa Lucía,
Santiago de Chile. Informe de la supervisión arqueológica en la construcción de los
Estacionamientos Subterráneos Santa Lucía - José Miguel de la Barra, compilado por
Juanita Baeza. Santiago. Manuscrito.
Botto, C.
1989. Palacio de la Real Aduana: un metro de cinco siglos. Tesis para optar al título de
Licenciado en Antropología con mención en Arqueología. Facultad de Ciencias Humanas,
Universidad de Chile, Santiago.
Bravo, G.
1990. Comercio privado en el espacio chileno-peruano (1750-1760). Economía y comercio
en América Hispana. Serie Nuevo Mundo: Cinco Siglos Nº 5.Editado por Guillermo Bravo
Acevedo, pp. 133-146. Departamento de Ciencias Históricas, Facultad de Filosofía y
Humanidades, Universidad de Chile
Ceruti, C.
2000. La cerámica de Santa Fe La Vieja: una aproximación descriptiva. Santa Fe La Vieja.
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1035
Listado de tablas

1) Tabla 1. Fechados de cerámica histórica Catedral Metropolitana

Anexo

MUESTRA TIPO EDAD (años AP) FECHA


UCTL 1792 Monocromo Negro Pulido 350 ± 30 1655 d.C.
UCTL 1793 Monocromo Rojo Pulido 345 ± 35 1660 d.C.
UCTL 1794 Monocromo Rojo Pulido 570 ± 55 1435 d.C.
UCTL 1795 Monocromo Rojo Pulido 615 ± 60 1390 d.C.

Tabla 1. Fechados de cerámica histórica Catedral Metropolitana

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