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Conmigo o en mi contra; El final de la Dualidad

Por Melba Altagracia Grullón Ubiñas

“Puedes comer todo lo que quieras de los árboles del jardín, pero no
comerás del árbol de la Ciencia del Bien y del Mal. El día que comas de
él, ten la seguridad de que morirás.”

Por miles de años los humanos de la Tierra hemos estado viviendo la


experiencia de la dualidad: El bien y el mal, el Yin y el Yang, cuerpo y
alma, ego y espíritu, Luz y oscuridad. En otros escritos hemos explicado
en que consiste el libre albedrío, cualidad con la que nacemos todos
los humanos: Nuestro legítimo derecho de escoger nuestro
camino. Entonces, ¿No les parece contradictorio que el hecho de que –
supuestamente- un hombre y una mujer hayan comido una manzana de
un árbol “de la Ciencia del bien y del mal”, trajera como consecuencia el
que la raza humana se convirtiera en “pecadora por toda la eternidad”?.
¿Y las personas que elijen el camino del bien y tienen una vida santa,
entonces también son calificados de pecadores innatos?

Con el nivel de conciencia que los humanos hemos alcanzado al siglo


XXI es incomprensible que todavía hoy tantas personas acepten sin
discernir las “enseñanzas” de las religiones, de las doctrinas religiosas,
las cuales le repiten -y peor aun- inducen a los humanos a repetir
palabras tales como “soy pecador”, “Señor, no soy DIGNO de que
entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para salvarme”, etc.
¿Por qué estos señores que se hacen llaman “representantes de Dios”
hacen que la gente repita estas palabras? ¿Acaso no saben que a fuerza
de repetirlas estas palabras se internan en el subconsciente de la gente
y los hacen actuar en consecuencia a lo que se ha “programado” en
ellos?
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Y, en tal caso que tuviéramos que pagar por los errores de los primeros
humanos, hace ya más de 2000 años que “Jesús Cristo” salvó a la
humanidad de su deuda kármica acumulada hasta ese entonces, por
medio a su gran sacrificio. Así que nuestro legítimo derecho no se ha
perdido. Nuestro libre albedrío, nos faculta para NOSOTROS ELEGIR si
serviremos al bien (a la LUZ) o serviremos al mal (a la oscuridad).

Entonces, cuando –supuestamente “en nombre de Jesucristo”- nos


enseñan que ya nacimos inclinados hacia el mal, “pecadores de
nacimiento”, nos están negando –y haciendo negar- de antemano
nuestro legítimo derecho.

Cuando alguien repite “no soy digno” ¡termina verdaderamente


creyéndoselo! Miremos a nuestro alrededor, ¿Cuántas personas podemos
ver actuando como indignos? ¿Por qué?
Si le preguntamos a un psicólogo es posible que nos responda que
muchas personas suelen corresponder a las expectativas que se tiene de
ellos (Ley de las Expectativas). Las palabras ciertamente tienen un
poder creador inmenso.

Sanat Kumara, Melquisedek, Buda, Krishna, Kuthumi, Franolu,


Jesucristo, el “profeta pálido” de los indígenas, la “mujer vaca de búfalo,
Blanca” –entre otros-, hasta Sathya Say Baba, todos los grandes
maestros divinos, avatares, que han venido a la tierra se han empeñado
en enseñarnos el camino por medio del cual podemos llegar a NUESTRO
Padre, a Dios. Estudiando sus enseñanzas, sus actuaciones, nos damos
cuenta de que Ellos no vinieron a juzgar, sino que han tratado a todas
las personas como Hijos de Dios, como lo expresan, por ejemplo, las
siguientes palabras de Enmanuel: “Felices los que trabajan por la paz,
porque serán reconocidos como hijos de Dios”, “Den Gloria al Padre de
ustedes que esta en los Cielos”, “Por su parte, sean ustedes
perfectos como es perfecto el Padre de ustedes que está en el
Cielo”, “Tu padre, que ve en el Cielo, te premiará”. Jesucristo siempre se
refirió a NUESTRO Padre, así que no hablaba solo de SU Padre.

Entonces ¿Por qué el llamado “Credo” de algunas doctrinas religiosas,


que millones de personas siguen, reza “Creo en Dios Padre
todopoderoso, creador del cielo y de la tierra, Creo en Jesucristo, su
único Hijo, nuestro Señor”? No, pero si según sus propias palabras Él
NO es su único hijo. ¿Es correcto que afirmemos esto? NO, porque al
hacerlo nos estamos excluyendo a todos nosotros y ciertamente TODOS
nosotros también somos sus adorados hijos. Tenemos que hacer
mucho uso de nuestro DISCERNIMIENTO a la hora de repetir cuanta
cosa quieran otros que repitamos. ¿Con qué propósitos? Esa es una
pregunta que dejaré abierta, y que se contestarán ustedes mismos.

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Re-aprendiendo a comunicarnos con nuestro padre.

¿Cómo nos enseñó a orar Jesucristo? Veamos: “Cuando ustedes recen,


no imiten a los que dan espectáculo; les gusta orar de pie en las
sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que la gente los vea. Yo
se lo digo: ellos han recibido ya su premio. Pero tú, cuando reces,
entra en tu pieza, cierra la puerta y ora a tu Padre que está allí, a
solas contigo. Y tu Padre, que ve en lo secreto, te premiará.” (Mt
6,5-6).

Entonces, permítanme preguntarles algunas cosas ahora: De acuerdo a


esta enseñanza de Jesucristo, ¿Necesitamos categorizarnos en una
religión para hablarle a Dios, NUESTRO PADRE? ¿Necesitamos ir a un
majestuoso edificio llamado “templo” a dar limosnas a cambio de
comunicarnos con Él?

¿Necesitamos un intermediario, un autoproclamado “representante”


para pedirle su bendición? ¿Es esto lo que nos han enseñado todos estos
grandes maestros? ¿Pero, por qué es que tanta gente hace lo contrario
a lo que Jesucristo y los demás maestros han enseñado? Es
recomendable que ahora que un cambio de la consciencia ha de ser
el hecho principal de la transformación evolutiva, revisemos
nuestras creencias y la fuente de las mismas, porque quizás nos
estemos perdiendo de experiencias sumamente maravillosas y –
sobretodo- puede ser que a donde estemos siendo guiados con estas
enseñanzas no sea precisamente al camino que nuestro corazón anhela,
sino al camino contrario. Analícenlo. Es algo tan importante como su
alma la que esta en juego.

“Cuídense de los falsos profetas: se presentan ante ustedes con piel de


ovejas, pero por dentro son lobos feroces. Ustedes los reconocerán por
sus frutos. Un árbol bueno no puede dar frutos malos, como
tampoco un árbol malo puede dar frutos buenos. Por lo tanto,
ustedes los reconocerán por sus obras.” Conociendo las falsas
enseñanzas, sus obras engañosas, mentiras que nos han estado
inculcado por tantos y tantos años ¿Ya somos capaces de reconocer
cuales son estos “falsos profetas” de los que dice Jesucristo que nos
cuidemos? “Nada hay oculto que no llegue a ser descubierto, ni nada
secreto que no llegue a saberse.” (Mt. 10,26)

¿Quiénes entrarán en el tan esperado “Reino de los Cielos”?

“No bastará con decirme !Señor!, ¡Señor! Para entrar en el Reino de los
Cielos; mas bien entrará el que hace la voluntad de mi Padre del
Cielo.” Entonces, si esos autoproclamados “representantes” de Dios en
la tierra tienen verdaderamente la buena intención de conducir a los
humanos hacia el “Reino de los Cielos”, ¿Por qué en vez de señalarlos
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como pecadores innatos no les enseñan cuál es la voluntad del
Padre?

¿Por qué no enfatizan su enseñanza en el adecuado uso de su libre


albedrío y guían verdaderamente a sus seguidores por el camino del
reconocimiento de su propia Divinidad?

¿Por qué no le explican a la gente que este es el “tiempo final” en el que


tienen definitivamente que hacer la elección más trascendental de sus
vidas, que consiste en elegir si seguir el camino de la Luz o de seguir
experimentando la dualidad, pero que eso –la dualidad- no va a poder
seguir ocurriendo en este planeta, por la razón tan sencilla de que este
planeta esta EVOLUCIONANDO –junto con todo lo que hay en él- a un
reino superior donde ni el EGO, ni ninguna vibración negativa, puede
existir? ¿Cuál religión esta enseñando esto?

¿Las doctrinas religiosas nos liberan de la servidumbre del EGO, de la


ignorancia, despertando dentro de nuestros corazones la “conciencia
crística”? ¿Cómo podrían hacerlo si han estado enseñando por milenios
que Cristo es un personaje, alguien externo a nosotros, y no enseñan
que CRISTO es un ESTADO DEL SER, de BONDAD, RECTITUD Y
VIRTUOSIDAD?. ¿A cuál Dios están sirviendo esas doctrinas
religiosas, que no enseñan el camino hasta YO SOY?

“Yo Soy el camino, la verdad y la vida…no se llega al Padre si no


es a través de mí”. “Jesús el Cristo” no se refería a un personaje de la
historia. Es a través de YO SOY, la cual es la presencia crística
cósmica DENTRO de nosotros. Ese es el camino. Un camino
INTERNO de transformación y reconocimiento divino, al que
llegamos llevando a la práctica las enseñanzas de Unidad, Amor
y Compasión por todos los seres vivientes. Un camino de
Justicia, Pureza de Cuerpo y Mente, Conducta Recta, Capacidad
de Perdonar y Buena Voluntad; respetando y protegiendo La
Creación y tratando a los demás como quisiéramos nosotros ser
tratados.

¿Por qué es imperioso que estemos concientes de estas cosas AHORA?


Porque al entrar en la Era de Acuario, una era de Luz, estamos llegando
al final de la dualidad. ¿Por qué? Porque en las dimensiones superiores
a las que estamos entrando nos remontamos cada vez más alto en el
ilimitado espacio del espíritu, que esta más allá de toda dualidad.
Estamos evolucionando hacia la unión con la fuente, en donde
experimentaremos la UNICIDAD de toda la Creación y en estos reinos
superiores no hay distinciones entre religiones o entre países (así
seamos judíos o musulmanes, cristianos o hindúes, del oriente o del
occidente), el Padre es el mismo Padre para todos y sus bendiciones son
derramadas sobre todos aquellos virtuosos que eligen su camino.
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En consecuencia, es este un momento PRUDENTE para analizar las
palabras de un gran Maestro que dice: “Renuncien a su mal camino,
porque el Reino de los Cielos está ahora cerca” (Mt.4,17). ¿Cuál es el
“mal camino”? El camino del ego, con todas sus características
egoístas, por ejemplo: prejuicio, miedo, corrupción, permisividad, la
intención mezquina, orgullo, vanidad, el culto a la acumulación de cosas
materiales a toda costa, la explotación del hombre por el hombre,
pereza, lujuria, glotonería, indolencia, odio, ira, culpa, deseo, codicia,
hipocresía, mentira o engaño.

Es tiempo de elegir. ¿Evolucionas o involucionas? “El que no está


conmigo está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama.”

Que nos sea dado el entendimiento. Yo Soy Melba.

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