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Otra prueba que podemos dar acerca de la facilidad para el hombre de ser constituido en el número

cinco, como primera forma de lograr una independencia dependiente, es decir que no necesita de
otras personas en un sentido práctico, pero que en realidad necesita de lo que está constituido, es
decir necesita utilizar todos sus miembros y que los podemos señalar como referencia en sus cinco
partes esenciales de lo que está compuesto, fuera del centro de su decisión; es la que presento a
continuación. Y son la cabeza, y las extremidades. Al ser cuatro extremidades, éstas están sumando
con la cabeza. Por qué no hemos contado el tronco dentro de una de estas partes. Porque si nos
damos cuenta, el tronco actúa como el motor para el funcionamiento de todas ellas, y ellas son
vivificadas. Podríamos decir que es una función central vital la que ejerce el tronco, y que las demás,
son sus aplicaciones prácticas para las actividades que realizará. En cambio la cabeza ya sí toma la
determinación de poder aceptar la vida y recibe, no es quien da la vida propiamente dicha, aunque
es la principal en dirigir las decisiones, encontrándole un sentido para cada cosa realizada. Y si nos
fijamos también cada miembro contado por separado, son siempre una armonía en conjunto tanto
de forma separada, como de forma conjunta en sus unidades compuestas de la totalidad de sus
componentes. Para verlo más claro, así como hay cinco partes en el cuerpo humano que son las
partes que unidas y juntas trabajan y conforman la unidad del cuerpo, así también en el caso de
cada una de ellas, es decir, de cada parte, que viene a ser una quinta parte, así podríamos también
entender cada una de ellas como la unión de cinco partes que se conforman por composición
numérica, diferenciadas en los tamaños y funciones. Vayamos desde lo más alejado de las funciones
más nobles, hacia las funciones más nobles. Empecemos con las extremidades. Las extremidades
tienen en el extremo, los dedos, sean dedos de la mano o sean dedos de los pies. Para ello estamos
contando con dos pares de brazos y dos pares de piernas, en las cuales llegamos en sus extremos a
dos pares de manos y dos pares de pies. A su vez estos pares, como nos daremos cuenta, podrían
actuar siempre independientemente para las funciones que no incluyen el movimiento de la
totalidad del cuerpo, sino únicamente de una o varias de ellas. Esto sobre todo se puede dar, cuando
estamos de pie y requerimos caminar. Utilizamos las dos piernas para mover todo el cuerpo. Los
brazos aquí están descansando y son llevados de forma inerte por el movimiento oscilante de un
pie tras otro pie. Pero por ejemplo, cuando estamos echados, y queremos ponernos de pie, será
más difícil poder hacerlo sin la ayuda de las manos. Naturalmente utilizaremos los brazos para dar
sostén al tronco que está por debajo del punto de apoyo gravitacional en el caso de haber estado
de pie, pues está en el mismo nivel de los brazos y piernas. Y como naturalmente tendemos a poner
el pie en el suelo, pues es lo más bajo, y lo más alto, lo ponemos por encima, las piernas en este
caso podrán ayudarnos para poder ponernos de pie, pero no para hacer que el tronco se yerga. Esto
en lo común de todos, porque puede haber alguien que sea dotado de elasticidad y logre alzarse de
manera rápida utilizando las piernas. Pero como estamos en términos generales, podría decirse que
estamos yendo por buen camino.

Así pues, ya nos hemos dado cuenta que las funciones de movimiento de todo el cuerpo están
cargadas de movimiento en relación al tronco. Esto me parece es como una referencia a nuestra
alma, pues la vida del hombre mientras está en riesgo, el cuerpo por medio de su instinto de
supervivencia, accede a cualquier forma inmediata que esté en el medio para lograr su objetivo.
También es importante señalar que este tronco, que no lo he contado como parte integrante del
conjunto enumerado del total del cuerpo, es pues justamente una significación de cómo mediante
la vida, todo es posible moverlo. Y sólo es para este efecto que lo tomo en consideración. No es que
diga que el tronco no es parte del cuerpo. Es para hacer una comparación con lo envolvente que es
el alma y que actúa a nivel vital, para dar sustrato a todo el cuerpo, pues a partir del tronco, donde
residen los órganos vitales, los demás miembros pueden funcionar adecuadamente.

Pasemos ahora sí, a cada parte de los extremos de las extremidades. Están las manos y los pies en
pares. En pares es importante señalar que actúan, haciendo una aproximación a lo relacional o a lo
recíproco. Si sólo tuviésemos una sola pierna con un solo pie, habría un desbalance y habría que
tener en estos miembros, una fuerza doble para poder mantener el centro de gravedad equilibrado,
ya que no hay un contrapeso natural en el otro extremo. Aunque esto es posible también, no es lo
mejor para el cuerpo, porque origina mucha tensión y haría que el miembro que soporta todo el
peso y la inclinación por la falta contrapeso en el otro lado, se viera modificado en su postura
natural, originando a la larga, alguna dolencia a nivel muscular y quizá también ósea. Por ello en
estos casos, se ve que las personas que sufren esta ausencia de uno de sus miembros inferiores,
necesite usar una muleta, o algún apoyo.

Como vemos, para las estructuras grandes, requerimos siempre apoyo recíprocamente de ambos
miembros, para poder movernos y para poder mantenernos en equilibrio.

Pasemos ahora a ver los mismos extremos, que son las manos. Como ellos no son requeridos para
estar de forma unida, pues son independientes, la función conjunta de ellos será para dar unidad
no a ellos, sino a otros. Si se quiere dar forma a algún objeto, o si se quiere sostenerlo entre ambas
manos, tendrá que ser de un tamaño medio o mayor a la de la mano. Si es un tamaño pequeño, es
posible cogerlo sólo con una mano, pero para coger otros objetos que son grandes, se requiere el
uso de dos manos. Luego si queremos pues entrar a actuar recíprocamente de modo individual,
también es posible, pero lo usamos sin necesidad de dar sostén a otro objeto, sino para entrar en
una actitud simbólica, como cuando lo hacemos cuando estamos en una oración, y entrelazamos
las manos.

Pero cuando si nos damos cuenta, cada mano está provista de todo lo necesario para poder sostener
objetos cuya medida sea del tamaño similar a su capacidad. Y si queremos usar los objetos como
herramientas, para ello utilizamos la posición de empuñadura, o la posición del que usa la batuta,
para asegurarnos la firmeza de que no se caerá el objeto sostenido. Así, utilizamos los cuatro dedos
de la mano, para extenderlo a lo largo del objeto. En cambio en dedo pulgar o el quinto dedo lo
utilizamos a modo de globalizador, que permitirá que se asga de modo ergonómico, el objeto. Este
modo de proceder, es del modo similar pues al del cuerpo que está conformado por cinco partes,
pero todo ello unido también al otro movimiento de reciprocidad que está dado por los pares de
miembros. Allí entran pues en conjunto ambos aspectos. La estabilidad de la unidad entre los
componentes, equivaliendo a un dedo por cada extremidad, y el pulgar con la cabeza; y la
reciprocidad en el uso tanto de sostener algo, de manera abarcadora, cuando no está en
movimiento, y la reciprocidad para los objetos que requieren movimiento independiente del
miembro, en este caso para las herramientas que se necesitan para trabajar. Además también de lo
simbólico que se pueda realizar, como el ejemplo de las manos que se juntan para orar, en señal de
oración, aunque no sea siempre así, pues esto depende más del corazón, es decir, de la decisión
personal.

Vemos pues la utilidad de los cinco miembros, de los cinco dedos. Y ambos tienen un sustrato, donde
reside su apoyo, donde yacen. En el caso de los miembros del cuerpo es el tronco. En el caso de las
manos es la palma de la mano.
Para el pie, aunque tenga la misma estructura de cinco dedos más un soporte de ellos o una base,
que es la planta del pie, no es la utilidad independiente la que le da al pie su principal función. Y digo
su principal, porque a base de esfuerzo se puede lograr una independencia del uso propio para el
pie, como lo han hecho quienes al no tener brazos y no tener manos, utilizaron el pie para poder
escribir y hacer otras muchas tareas, como por ejemplo el caso de Tony Meléndez, entre otros, que
éste es el más conocido.

En el caso del pie, tiene la misma estructura, pero al ser el hombre un ser bípedo, requiere que el
movimiento de todo su cuerpo resida en los miembros inferiores. Y para ello el pie sirve de apoyo
para el peso de todo el cuerpo. Y si es apoyo, es decir, si de allí parte el movimiento secuencial, que
no está dado por el pie, sino por la fuerza que se le brinda y que él recibe solamente para soportar
el peso, no puede a la vez sin esfuerzo, hacer otra función que no sea la de apoyo. Por ello, en este
caso, el pie tomó la forma más práctica de actuar acorde a su circunstancia y se puede decir que en
ello se ve algo de lo más primitivo, que es el caminar, o el saltar, mas no el escribir o el agarrar cosas.

Todo lo dicho es de modo analógico y simple, no es según una estructura minuciosa, pues si se va a
ello, en realidad sabremos que lo que le da firmeza a todos nuestros miembros inferiores y
superiores, son los huesos. Los de los dedos de las manos, serán los huesos del carpo y metacarpo;
los de los dedos de los pies, serán los huesos del tarso y del metatarso, que no la palma de la mano,
ni la planta del pie serán las bases para la movilidad. Y no sólo los huesos, sino los músculos, los
nervios y lo que alimenta a sus células, que son las arterias y vasos capilares; y no sólo de ellos sino
de todo el organismo.

Por último, nos falta analizar ahora lo que está en la cabeza. Y a este miembro también podemos
darle la división de cinco partes. Son los cinco sentidos. Y así como en los otros miembros, también
hay la misma relación para los pares, que se ayudan recíprocamente, como para los impares, que
son más de uso vital receptor. Tenemos los pares de ojos, los pares de orejas, los pares de las fosas
nasales, el gusto y el tacto que está en todo el rostro y cabeza; y no sólo en ellos sino en todo el
cuerpo. Estos miembros nos hacen dar una referencia para los otros miembros, de forma visual a
primera vista, pero también de todos los modos que están a nuestro alcance por los mismos
sentidos. Es decir, que con ellos podemos mirar nuestro cuerpo, podemos tocarlo, podemos olerlo,
podemos gustarlo. Por ser ellos los más nobles y superiores, en su esencia, ya que todo lo que entra
en contacto con ello, se puede reconocer lo global, sin necesidad de usar todos de modo conjunto.
Ciertamente todos damos por sentado que nuestros sentidos todos son bellos, y que según
Aristóteles, el más perfecto es el de la vista, pero no por ello querríamos perder los otros que no
son como la vista. Y aunque sean una unidad cada uno, y puedan darnos un perspectiva global de lo
que está fuera de nosotros, no por ello les quitamos su presencia conjunta en nuestra vida. Y ellos
al gobernar a otros, a la vez sólo pueden ser tocados por el tacto, pero no ser tocados por ellos
mismos. Es decir que no podemos mirarnos a nosotros mismo, porque los ojos están proyectados
hacia fuera de nuestro rostro. No podemos oler la parte externa de nuestra nariz, sino sólo lo
interno. No podemos gustar a qué gusta la lengua, ni podemos oír nuestro oído. Sólo escuchamos
los sonidos que están fuera de nosotros. Todo lo interno queda en lo interno. Así necesitamos de
otros para poder saber cómo es nuestra apariencia. Pero ello no nos da vida, sino nos hace ser
referencia para poder considerar si al entrar en contacto con alguna realidad, podremos superarla,
si está interponiéndose; o lograr armonizarnos en ella si está en consonancia con nuestra naturaleza
habitual.

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