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Clase 4

Bienvenidos a esta cuarta clase, en ella analizaremos:

El ECRO y Lacan
Lic. Gladys Adamson

EL ECRO Y LACAN

EL ECRO PICHONIANO

Ustedes se preguntarán ¿Por qué incluimos Lacan en la formación de los


psicólogos sociales? Porque en el ECRO pichoniano hay un polo que tiene que ver
con la Psicología Social, o sea, con todo lo que es al desarrollo del campo
interaccional, grupal, institucional; hay otro polo que es el psicoanálisis y otro polo
que es el campo de las ciencias sociales.

Entonces, cada vez que nosotros entendemos una trama vincular, en


nuestra lectura compleja de ese campo estamos utilizando conceptos
instrumentales que vienen de estos tres campos.

Ahora, esto Pichon lo construyó en la década del `60, con lo cual creo que nuestra
responsabilidad como psicólogos sociales es tomar los desarrollos que siguieron
aconteciendo en estos tres campos, para hacerlos dialogar con el ECRO pichoniano.
En el campo del psicoanálisis hubo un desarrollo fundamental que es el
psicoanálisis de Lacan. Vamos a la teoría lacaniana, con el espíritu de poder obtener
conceptos instrumentales para poder descubrir herramientas que nos permitan
comprender mejor el campo de indagación, de lectura, de comprensión y de
intervención nuestra. En este sentido es que yo siempre digo que nuestra intención
no es volvernos lacanianos, sino esta búsqueda instrumental de conceptos que nos
enriquezcan la lectura de nuestro campo. Creo que esta es la posición pichoniana,
buscar en los distintos marcos referenciales instrumentos para pensar nuestra
práctica, aquello que nos es instrumental a nuestra práctica.

Lacan empieza su producción teórica alrededor de los años 53 y 54, y él viene


de una formación filosófica hegeliana fundamentalmente y conoce la lingüística de
Saussure. Saussure fue un lingüista que revolucionó el campo de la lingüística porque
dijo que la lingüística debía abocarse a la relación entre un significado y un
significante, que éste era el objeto de la lingüística, con lo cual está rompiendo el
referente con la cosa. La lingüística no se aboca al significante y la cosa, sino que
estudia el significado (la cosa, el árbol en si) y su relación con el significante (la
palabra árbol) y esto conforma una unidad. Esto porque el lenguaje es arbitrario, lo
que dice Saussure es que no hay nada que indique que hay algo del árbol en la
palabra “árbol”. El lenguaje es arbitrario y es inútil pensar la historia de por qué la
palabra “árbol” habrá surgido como significado de esa cosa árbol.
Lacan articula y hace una relectura de la producción freudiana incluyendo estos
desarrollos de la lingüística. Él va a decir que el inconsciente está estructurado como
el lenguaje y que por lo tanto la labor del analista es la retraducción, es la
transcripción de este lenguaje en términos simbólicos, otorgándole un sentido o
significado a nivel simbólico pero que es un lenguaje. Y Miller dice que esto es el
fundamento por el cual la palabra tiene un efecto transformador del
inconsciente, porque dice si no existiera una analogía entre el lenguaje y el
inconsciente cómo se puede operar (como lo hacen los psicólogos) a través
del lenguaje y a través de la palabra a nivel inconsciente?.

Lacan en ese sentido toma los síntomas como significantes y a partir del psicoanálisis
va a decir que hay una primacía del significante por sobre el significado. El
significante tiene primacía, debajo estaría el significado que es resistido en
su significación, el síntoma como significante requiere un trabajo de retraducción,
digamos, para encontrarle el sentido, el significado que tiene ese síntoma.

Síntoma = significante que remite a un significado a traducir

Además Lacan le va a borrar esta unión entre significante y significado, y va a decir,


no hay un sentido que abroche el significante con el significado sino que es la articulación
significante lo que le da significado. Necesitamos una cadena para tener una
significación. Hay un texto que es muy accesible que se llama “Introducción a la lectura
de Lacan”, son tres autores y el primero es Carbajal y pone un ejemplo: El hombre. El
hombre bien. El hombre bien parecido. El hombre bien parecido con. Es la cadena de
significantes lo que hace que se precipite una significación. No hay un sentido abrochado
al significante y significado.

Una de las primeras producciones de Lacan tuvo que ver con el estadío del
espejo, aquí hay una consecuencia importante y que es el origen de alienación que
tiene nuestra subjetividad. El estadío del espejo, uds. saben, se comprueba poniendo
un bebé delante de un espejo, el alborozo del bebé al ver su imagen unificada, cómo
él a través de esta imagen unificada anticipa una unidad que aún no tiene, pero le
permite superar esta vivencia de cuerpo fragmentado, pero esa unidad que ve el
bebé en el espejo es una mezcla de lo que él ve pero fundamentalmente como lo ve
la madre; es el significante que la madre imprime a esa imagen que va a constituir la
subjetividad o la identidad de este bebé. Entonces la constitución de nuestra
subjetividad tiene ese origen de alienación, nos conformamos en el campo
del otro, construimos nuestra subjetividad de acuerdo a cómo nos mira el otro, qué
imagen, qué significantes nos vienen desde el otro (en principio la madre).

Lacan hace un aporte que a mí me parece interesante, que es cómo el estadío del
espejo nos permite también pensar la rivalidad humana. Lacan lo que dice es que
esa identificación con la imagen del otro, es origen de que queramos lo que el
otro tiene o podría tener y ahí comienza una lucha donde al mismo tiempo deseamos
que nos reconozca como poseyendo, como... acá habría que agregar un concepto que
es el falo, el falo es completud, es lo que nosotros elaboramos como concepto de
completud, y se busca reconocimiento en esa apropiación o en esa completud. En
general se suele poner el ejemplo: de dos chiquitos que por ahí tienen seis meses,
nueve meses, y que uno los sienta juntos, rodeados de juguetes, basta que uno
agarre un juguete para que el otro se le abalance y quiera exactamente el mismo.

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Lo que Lacan dice, la rivalidad, la agresión no es algo que pueda ser eliminable
del campo interaccional; lo cual no quiere decir que no pueda ser limitada. Aparece la
palabra como apaciguadora de esa rivalidad. La rivalidad es algo que está
fundamentalmente en un plano imaginario, en un plano fantasmático, en un
plano de indiscriminación del otro. Podemos seguir con el ejemplo: el bebé agarra un
autito azul, el otro le manotea exactamente el mismo autito, empieza la puja,
empiezan las agresiones, los gritos, los llantos, aparece la mamá o el papá y dice
bueno qué pasa acá, ve la rivalidad y aplica alguna ley; bueno, quince minutos el
autito para cada uno, busca otro autito casi idéntico, aparece la posibilidad de la
palabra, la posibilidad de ley, como la gran apaciguadora de este mecanismo de
rivalidad que es estructural de la subjetividad humana, que no es eliminable, si es
posible de intervenir sobre él, pero es esperable que siempre aparezca.

Otra producción lacaniana es el sujeto barrado, esto tiene que ver con la
concepción del sujeto como una falta en ser. Yo siempre relaciono esto de Lacan,
donde habría estructuralmente una falta en ser, yo siempre lo ligo con la frase de
Pichon del capítulo 6 de Conversaciones, donde él dice: “No hay nada en el ser
humano que no sea la resultante de su interacción con otros grupos y
clases”. No hay nada, o sea que el ser de esta nada se constituye en la interacción
con los otros, no hay nada previo, no hay nada que no sea la resultante de su
interacción con otros grupos y clases, o sea no hay nada que no sea social.

Para nosotros las conceptualizaciones de Berger y Luckmann, en ese


sentido aportan a esto, cuando ellos plantean que no hay naturaleza
humana, que no hay nada que se parezca a un paquete instintivo que nos dé
herramientas ya desde el nacimiento, de adaptación al medio. Las únicas
características humanas son la apertura al mundo y la inespecificidad de los
impulsos.

Esta apertura al mundo es lo que hace que nos constituyamos en el


campo del otro, que es el otro el que nos va a otorgar los significantes que
nos van a constituir. Por supuesto va a haber una elección, y en eso somos
enteramente responsables. No es “me hicieron”, a veces uno escucha a alguien de
cuarenta, cuarenta y cinco años que dice: no, porque mis mandatos familiares han
sido terribles, y qué sé yo, todavía, todavía. La invocación, de alguna manera,
psicoanalítica en ese sentido es, bueno, uno es responsable, si asumió esos mandatos
familiares, por algo uno los asumió, otro hermano asumió otros, hay una elección en
un contexto, en un universo sumamente amplio donde uno elige cuáles son los
significantes que van a constituir la propia identidad, o que van a pasar a definir la
propia subjetividad. Por supuesto, esto no es sencillo de lograr, pero asumir esta
responsabilidad es el único camino que conduce a la elección Es a partir de que uno
asume la responsabilidad de elección que puede decir elijo no elegir lo que el
otro me signó.

Podríamos decir que el sujeto como falta en ser, estructuralmente, aquí el


modelo es el animal, que se maneja con la certeza de sus impulsos instintivos, no
duda, si hay comida quiere comida, excepto los animales de departamento que son
capaces de desarrollar ciertas neurosis de sus dueños, o producto de la interacción
humana, pero el animal tiene los mecanismos de su paquete instintivo que le da

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respuestas automáticas y que lo adaptan a sus congéneres, a su territorio, a su
habitat, ya nace con este paquete instintivo, ya nace con estas respuestas a
estímulos. En el ser humano no hay nada que se parezca a esto, el ser
humano nace inmaduro, prematuro, en estado fetal, termina su maduración
en un útero social, y esto es lo que lo hace tan maleable a las distintas
culturas. Además los significantes son culturales un mismo gesto puede significar
cosas distintas en distintas culturas por ejemplo en las tribus de la Polinesia cuando el
bebe recién nacido llora es porque lo atacaron los espíritus malignos mientras que
para uds. que significa que el bebe llora? Que significa para la madre?

El deseo humano en principio es el deseo del otro, el bebé desea ser el deseo
de la madre, esta unidad de dos, lo que se suele llamar la madre fálica, pero no la
madre fálica en términos negativos, sino en esa necesaria completud que es
fundamental para la constitución de la subjetividad. Esa unión libidinosa de la
madre con el bebé es fundamental para su constitución y su supervivencia, si
esto no se da los bebés mueren como a veces pasa en los hospitales.

Esta carencia en ser, esta incompletud estructural hace que sea el significante,
la cultura, el otro, el gran Otro, que es sinónimo de cultura y lenguaje, lo que
divide al sujeto, y esto es sumamente importante, porque nos posibilita
entenderlo en términos de que nuestro inconsciente repite la cultura de la
cual nosotros emergemos. Esto que dice Pichon, los psicoanalistas extrañan que
además del discurso individual del paciente tienen que escuchar a un emisario, un
emisario que proviene de tramas vinculares, de culturas, o sea del portavoz, del
emergente, del emisario.

El sujeto se constituye en el campo del otro, el gran Otro que es la


cultura, es el lenguaje por eso no debemos concebir al inconsciente como
ese aspecto oscuro de las profundidades, que hay que extraer, que hay que
descarozar, sino que el inconsciente es interno externo.

Pichon, en las clase ponía énfasis en una psicología que transitaba niveles de
la cotidianidad, del discurso cotidiano. Lacan en ese sentido no tiene tanto la
concepción de un sujeto narcisista como de un sujeto transindividual, o sea que el
sujeto se comprende en relación con un otro como semejante o al gran Otro de la
cultura.

Como sucede esto? el estadío del espejo nos permite visualizar la estructura
de alienación en la cual comenzamos la constitución de nuestra subjetividad.
El Edipo tiene tres momentos.

 El primer momento es en el cual se constituye esta madre fálica, lo


que Ana ha conceptualizado como protovínculo, o sea, el primer
momento del Edipo tiene que ver con esta unidad de dos donde la
mamá se completa con el bebé, el deseo del bebé es ser el deseo de la
madre.
 El segundo momento del Edipo es la aparición de la castración, la
aparición de lo que se considera en la cultura tradicional la función
paterna, donde la castración aparece separando esta unidad de dos y

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permite, además, a la madre constituirse nuevamente en un sujeto
deseante
Ése es el período del padre como dueño de la ley, es el padre castrador, es el padre
terrorífico, es el padre como amo, es el padre como dueño de la ley, donde el padre es
la ley.

 El tercer momento, que es el padre también castrado, el padre no


como dueño de la ley sino como representante de la ley, de una
ley que también lo abarca.

Esto es estructura edípica, son pasos de reestructuración del triángulo


edípico. Imagínense Uds. estar a merced de un padre que es la ley, donde la ley
sigue los caprichos de un amo.

Yo siempre lo comparo con el caso María Soledad, por qué se produce la


revuelta en Catamarca, porque hay un amo, el gobierno Saadi es la ley, él dice qué
crimen debe ser penado y cuándo, y si se comete un crimen dice quién es el culpable
y quién es el inocente. Éste es un amo absoluto, es un amo que es la ley, e impone la
ley de acuerdo a sus caprichos. La democracia instala un padre castrado, un padre al
que le vale la ley también para él. Creo que el caso María Soledad es un caso que te
da esperanza y cómo se moviliza el pueblo, si ese pueblo no se hubiese movilizado,
con la monja y todo...

Podríamos preguntarnos ¿Qué pasa cuando no hay, digamos, el corte y la instalación


de la ley? - Se considera que las perturbaciones provienen de estas dificultades de
pasar de la segunda a la tercera etapa del Edipo. Hay una falla en la función paterna,
por lo cual es un sujeto que ha quedado más entrampado en un nivel fantasmático,
en un nivel imaginario, y tiene un déficit en poder ubicarse simbólicamente. Cuando
el padre castra al bebé de alguna manera le está diciendo: tu madre no, no poseerás
a tu madre. Y con esto lo dirige a la exogamia, lo dirige a la cultura, así va a poder
tener objetos de la cultura. Al dejar atrapado al niño en el campo imaginario, el
campo fantasmático puede ser causa de psicosis, es una concepción muy interesante
la psicosis, donde el psicótico es el que no ha accedido al nivel de la normatividad
simbólica. La sociedad tiene normas, tiene leyes. Cuando Pichon habla de
adaptación activa dice adaptación, dice reconocimiento de las normas, las
leyes, las lógicas que constituyen una cultura. Activa porque es para
transformarla, porque es para lograr la transformación necesaria para que mi
proyecto sea posible en ese contexto, pero yo no puedo forcluir, no puedo negar
absolutamente -aunque forclusión es más fuerte que negación- que existe este
campo simbólico. Cuando Pichon dice que en el psicótico hay una dialéctica
intrasistémica que se imprime por sobre la dialéctica intersistémica.

La adicción es lograr una completud con ese objeto de forma única


que nunca se logra con un objeto de la cultura. El nivel simbólico, entonces, es
el nivel de la cultura, de las normas, de la ley, de la cultura en la cual vivimos. Pichon
distingue en este nivel simbólico los distintos ámbitos, que a mí me parece muy rica
su manera de entender lo individual, lo grupal, lo institucional, lo comunitario,
y serían distintas discriminaciones de la dimensión simbólica.

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Pichon los llama: sociodinámico, psicosocial, institucional y comunitario.
Como Uds. ven lo individual es psicosocial, está la presencia del otro,
sociodinámico es el grupo, institucional y comunitario. Ahí estaba el “A” completo,
el gran otro completo, que sería la madre en el primer caso, o el Otro, el gran Otro,
según como lo quieran, en francés o en español.

La madre es el otro completo para el bebé, todas las respuestas, todos los
significantes, le vienen desde la madre al bebé. El padre, en el segundo momento del
Edipo también es un padre completo, un padre que no le falta nada, que todo lo sabe,
la escisión digamos, o el gran Otro barrado aparece en el tercer momento del Edipo.
El otro completo, diferente del otro barrado, el gran Otro es el código, el gran Otro,
dice Lacan, es el aval de la buena fe. ¿Qué quiere decir eso? Quiere decir que la
cultura es el gran tercero, referente de todas las interacciones humanas,
cuando uno discute con otro los argumentos que utiliza los hace referente al gran
Otro, uno busca argumentos que tiene al gran otro como referente.

Uno no discute con un psicótico porque no está el gran Otro que le pregunte,
como dice el dicho popular, a los locos hay que correrlos para donde corren, no te vas
a poner a discutir con un loco, es inútil, por que no existe el mismo código, porque no
hay un referente común que es la cultura. Bueno, lo simbólico tiene que ver con
la ley, tiene que ver con las normas sociales.

El primer objeto de la cultura para el bebé, es la madre. Y la madre


aparece como otro completo. Contiene todos los tesoros de la cultura, contiene todos
los significantes. Es producto del tercer tiempo del Edipo en que el otro va a aparecer
como castrado. El otro va a aparecer también como incompleto, como carente
y por lo tanto como ser deseante. Éste es el otro que no es el amo, que no es la
ley sino que la ley rige para el también. Él es representante de la ley pero no es la
ley. El gran otro es el aval de la buena fe. La cultura es como el gran tercero, lo que
dice Pichon, uno se comunica porque hay un código. Hay un código como tercero que
articula la relación, si el código no es el mismo hay dificultades en el encuentro con
el otro.

Me gustaría detenerme en la relación entre lo imaginario, lo simbólico y lo


real.
 Lo imaginario es el nivel más narcisista, el más fantasmático, es el
nivel de la novela individual, la novela familiar. Es el nivel en el cual
nos movemos conscientemente. Hegel tiene un concepto que ese la
conciencia del alma bella. Hegel dice que en general, cuando uno
critica a alguien lo hace desde la conciencia del alma bella. Uno critica y
todo lo malo está afuera y uno está posicionado desde un alma
impecable. Este es el nivel narcisista, el nivel imaginario, fantasmático
que no tenemos otra opción más que hablar desde aquello que nos
resulta narcisisticamemte coherente a nuestro yo. Esto siempre va a
contener fantasmas, fantasías deseos, ideales. Este es el nivel
consciente donde se juegan las relaciones con el semejante, con
el otro con minúscula, que es el ser humano.
 El nivel de lo simbólico es el nivel de la cultura. Miller dice es la
biblioteca universal de Borges, es el acopio del saber de una

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determinada cultura o sociedad. Es el reservorio de lo que toda una
cultura ha logrado acumular como saber. Esto es lo simbólico, lo más
estructural, esto que dice Castoriadis, ese magma de
significaciones que una sociedad crea. Que nos dice qué es un
hombre, qué es una mujer, qué es lo sano, qué es lo enfermo, qué es
lo bueno, qué es lo malo, qué es el pecado, qué es la virtud.
 Ahora, lo simbólico es lo que marca a lo real, recuerdan que nosotros
hacíamos referencia a que los griegos pensaban el origen del universo
como el abismo. El abismo, el vacío, lo indeterminado, el caos, esto es
lo real. Es aquello que no ha podido ser simbolizado, que no ha
podido ser mordido por el significante simbólico. Lo simbólico no
ha dejado su marca, no ha podido atrapar eso real, eso es lo real.

Los síntomas son una mezcla de lo imaginario, lo simbólico y lo real. Supongamos el


síntoma de Isabel de R. que tenía una parte del muslo anestesiado. Ese síntoma tiene
una parte fantasmática. Conscientemente esta persona puede decir no se qué me pasa,
esto empezó tal día, y entonces ese día yo me había cruzado con no sé quién, y para mi
esto es un mal de ojo, es una cosa maligna que me pasó por tal razón. Aparece toda una
carga fantasmática, una mezcla de intuición y fantasía. Lo simbólico sería esos
hechos históricos que hicieron que un deseo se despertara. Por ejemplo ese
contacto de esa mano vivida como pecaminosa que se apoyó en el muslo y que despertó
un deseo erótico. Entonces cuando esta persona puede acceder a ese recuerdo y a ese
saber hay acá una verdad simbólica que hace que el síntoma desaparezca. Ahí hay algo
de producción de saber simbólico, que afecta a lo real. Y lo real es esa sensación de
anestesia, esa extrañeza, ese dolor que vine y se va, que uno no entiende, que
le da vueltas. Lo más constitucional, lo más físico, lo incontrolable desde lo simbólico.
Esto sería como las tres dimensiones si pensamos un síntoma.

Pero a nosotros nos interesa pensar que es lo que pasa con lo


imaginario y real en un grupo donde lo imaginario es el nivel más
fantasmático, el nivel más narcisísticamente coherente de la producción
grupal. Lo simbólico es la tarea, lo que ese grupo produce como saber, esos
significantes que tienen la posibilidad de desentrañar lo real. Lo real es aquello que
está como más allá de las palabras, está como en las fisuras de lo simbólico, está por
ahí en el momento del inicio, en la despedida, en el final, en la extrañeza de la
despedida, en los momentos de cambios, cuando uno viene adaptado a una cierta
estructura. Ahí emerge algo que no puede ser captado como simbólico porque es
novedoso, porque es la primera vez que aparece. Y ahí aparece la inquietud de lo
real. Lo imaginario es todo el relato, si vos tomas el relato manifiesto, de un
grupo, acá hay mucha carga de la ilusión, de la fantasía.

Es importante en este punto pensar que una cosa es la demanda que surge de un
Sujeto y otra cosa es el Otro cómo sanciona esta demanda. La mamá llama al
llanto hambre pero es esto lo único que significaba ese llanto? Esta diferencia entre
la demanda y lo que el otro sanciona como mensaje, queda la precipitación de un
sujeto escindido, de un sujeto incompleto, o sea de alguien que nunca se puede
completar en el otro. Esto que dice Pichon: los malos entendidos forman parte del
horizonte de la comunicación, porque hay distintos esquemas referenciales, y hay
distintos aparatos para pensar la realidad. El mensaje que yo emito no es lo que

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el otro recibe, porque son dos esquemas referenciales diferentes. Y si bien la
comunicación es poner en común algo, hay una parte que estructuralmente va a ser
diferente. Y eso nos hace sujetos incompletos, sujetos que no nos podemos completar
con el otro. Hay una diferencia en ese sentido irrenunciable o imborrable, que no se
puede explicar, en la interacción humana.

Lo que forma la subjetividad es la relación entre significante y significado. Por


ejemplo en el bebe cuando este llora elabora una demanda, y esa demanda
significante tiene tal significado que le pone la madre. Eso es lo que determina la
subjetividad, la relación entre ambos, no el significado que le ponga.

El significante es llanto, entonces acá este significado puede variar, puede ser:
es un mal chico, es un malcriado, mirá que amoroso, te extraña, te llama. Los
significados de este mismo significante pueden ser varios, no hay una relación
unívoca significante-significado, sino que es una relación con barreras.

La madre es el Otro primordial, esto ya lo vimos, hablar es de alguna


manera llamar al otro, apelar al otro, sino uno no habla. Al hablar se está
automáticamente haciendo un lazo social. Es en el otro que el decir se plantea
como verdadero. No existe la Verdad del sujeto, algo es verdadero o no de acuerdo a
las circunstancias. Se parece un poco a lo que Pichon dice cuando habla del hombre
en situación, o sea esta esencialización de todo lo humano.

El primero que trajo a Lacan es Pichon, fue Masotta el que se interesa pero a
través de Pichon, porque Masotta llega a hacerle una serie de planteos a Pichon sobre
ideologías, malestar personal, y entonces Pichon se para y saca de su biblioteca un
libro de Lacan y entonces decide abrir un grupo de estudio con Masotta como alumno
y él como profesor, y el comentario del libro es que es el primer caso que alguien
enseña lo que todavía no sabía, que era la teoría lacaniana.

Hay una revista muy vieja que es de un reportaje a Pichon de su encuentro con
Lacan. Hay mucha afinidad entre el psicoanálisis lacaniano y Pichon. Su concepción
de sujeto transindividual, la importancia de la cultura, la importancia del otro. Lo
llaman con palabras diferentes. Pichon lo llama Sujeto Social. Pero la ubicación,
inclusive Lacan le dice en un momento a Pichon “¿Por qué le llamás psicología social,
y no psicoanálisis?”, porque él no veía diferencia entre la concepción de Sujeto de
Pichon y la concepción de él desde el psicoanálisis.

Son dos campos distintos. Yo creo que no tenemos que olvidarnos que una
cosa es la práctica psicoanalítica, y otra cosa es la práctica nuestra, que tiene que ver
con los campos interaccionales, las tramas vinculares, es otra estructura. A mí me
gusta la definición de contextos de descubrimiento, contexto de práctica. Es distinto
el fenómeno, aunque sea un fenómeno humano, si uno se está basando en el
discurso individual, o si uno se está basando en una estructura grupal, donde
hay un cara a cara, donde hay discursos múltiples, donde la producción es social. Y
por lo tanto los conceptos instrumentales también son diferentes. Eso no quita que
muchos de los aportes de Lacan no nos sirvan para trabajar en nuestra especifidad de
la Psicología Social.

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Bibliografía:

Actividad de Aplicación.

Cuestionario

1 - ¿Qué diferencias puede establecer entre la noción de significante y significado


entre Saussure y Lacan?

2- ¿Cómo fundamenta Miller la aseveración “el inconsciente está


estructurado como un lenguaje”?

3 -¿A qué denomina Lacan “Estadio del Espejo”? enumere sus rasgos
fundamentales.

4 - ¿Cómo entiende la Psicología Social el concepto de “sujeto como


falta en ser”?

5 – Explique los tres tiempos del Edipo.

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