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EL SUSTRATO PREHISTÓRICO

EL PALEOLÍTICO PENINSULAR

La etapa más prolongada en la prehistoria fue el Paleolítico, marcada por la sucesión de glaciaciones.
Dentro del Paleolítico, la etapa más larga fue el Paleolítico Inferior, que duró más de un millón de años.

El Homo Sapiens se instaló en la Península y en Europa hace 40.000 años. No tenían relación con los
neandertales, pero sí convivieron con ellos. Los Homo Sapiens se parecían físicamente al ser humano
actual, y tenían una estructura cerebral semejante. Los hallazgos del Homo Sapiens son abundantes en
la península.

Los rasgos comunes de las sociedades humanas de este período evolucionaron paralelamente al
desarrollo de las capacidades intelectivas y a las modificaciones que los cambios climáticos producían.

En el Paleolítico Inferior peninsular, surgió la cultura achelense, basada en la producción de piedras


simples, choppers y picos triéticos, y bifaces. Solo se ha conservado el utillaje en piedra. Conocían y
usaban el fuego.

En el Paleolítico Medio, el neandertal desarrolló la cultura musteriense, más compleja por la variedad y
perfección técnica de los útiles. Los asentamientos eran más largos y la organización social era rígida.
Cazaban en grupo, y se enterraba a los muertos.

En el Paleolítico Superior, el Homo Sapiens pasó por varias etapas de evolución tecnológica que le
permitió adaptarse a los cambios del clima. Lo más sobresaliente fue su capacidad artística. Destacan
las pinturas de la cueva de Altamira.

El Mesolítico supuso un cambio en la alimentación y en el utillaje, que se hizo más pequeño y preciso.
Apareció el arte rupestre levantino, que representaban figuras humanas simples. Destacan las pinturas
del yacimiento en Cogull.

LA REVOLUCIÓN NEOLÍTICA.

En el Neolítico, el ser humano pasó de una economía depredadora a una productiva. La población
aumentó, y se dieron los primeros poblados estables, lo que favoreció la división del trabajo. Apareció la
propiedad privada y la diferenciación social. Las primeras culturas neolíticas de la Península aparecieron
en las costas mediterráneas, cuyo principal centro fue la cultura de Almería. El arte rupestre levantino
continúa en esta etapa.

LA IRRUPCIÓN DE LA METALURGIA..

La Península Ibérica y las Baleares conocieron cambios ligados a la utilización de los metales, de los
cuales el primero fue el cobre. La agricultura experimentaba grandes avances y aparecieron los
primeros núcleos preurbanos. Los enterramientos se difundieron, visibles en los monumentos
megalíticos. Podían ser de diferentes formas, destacan los dólmenes y los menhires. El vaso
campaniforme alcanzó una gran difusión.
Hacia el segundo milenio a.C, apareció la cultura del bronce. Hubo intercambios comerciales a gran
escala, una gran especialización y división del trabajo, y una organización sociopolítica. La explotación
minera alcanzó un alto nivel de conocimientos metalúrgicos. Los objetos metálicos sustituyeron a la
piedra. Sus poblados fueron el primer ejemplo urbano peninsular. Tenían una organización sociopolítica
compleja.

INMIGRACIONES Y COLONIZACIONES.

LAS PRIMERAS GRANDES INMIGRACIONES

En la protohistoria se tienen por primera vez testimonios escritos, obra de autores griegos y romanos.
La interpretación es difícil ya que fueron escritos siglos después. Hacia el año 1200 a.C los pueblos
indoeuropeos invadieron la península. En el noreste peninsular apareció la cultura de los campos de
urnas, que se propagó hacia el oeste.

Hacia el 700 se difunde por la península el hierro. Esa etapa se conoce como Primera Etapa de Hierro.
En esa etapa se utilizaba el broncee y el hierro, pero a partir del siglo IV a.C se generalizó el uso del
hierro. A esta etapa se conoce como Segunda Etapa de Hierro. En las Baleares surgió la cultura
talayótica

EL FENÓMENO COLONIZADOR.

A las islas baleares y a las costas de la península llegaron unos pueblos colonizadores que ejercían una
actividad mercantil intensa en el Mediterráneo. La razón principal de la colonización fue las riquezas
mineras. A tierras hispanas llegaron fenicios, griegos y cartagineses.

Los primeros colonizadores fueron los fenicios. Fueron los fundadores de Gades y Sexi. Estaban
interesados en las minas de la región de Huelva y por el hierro del sureste peninsular. Generalizaron el
uso del hierro.

Los griegos tuvieron una colonia importante en Massalia, y por ahí penetraron en la península.
Ampurias fue fundada cerca del 575 a.C, y tuvo gran auge. Otra colonia griega fue Rhode, en la costa
catalana. La principal actividad de los griegos era el comercio.

Los cartagineses conquistaron las Islas Baleares, empezando por Ibiza. También conquistaron lugares
de la costa levantina.

Los colonizadores introdujeron nuevos cultivos, el torno de alfarero, la moneda y el alfabeto.


Impulsaron la vida urbana y el uso de esclavos como mano de obra. En cuanto al arte, destacan el
sarcófago antropoide de Cádiz y el tesoro de la Aliseda.

LOS PUEBLOS PRERROMANOS.

TARTESSOS, MITO Y REALIDAD.

Los Tartessos fueron un vasto reino de gran cultura, que se expendía desde Huelva hasta las
proximidades de Cartagena. Hubo un gran desarrollo en la zona. Impulsaron la artesanía y la extracción

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mineral. Surgió una aristocracia fuerte. Los Tartessos desaparecieron a mediados del primer milenio
a.C.

LOS PUEBLOS DEL SUR Y DEL ESTE.

Fueron una cultura ibérica que se situaban en toda la zona costera mediterránea. Tenían elementos en
común, como la lengua y la escritura. Su economía se basaba en la agricultura, la ganadería, la minería
y la actividad textil. Usaban monedas. Nacieron núcleos de carácter urbana, y su sociedad estaba muy
jerarquizada.

LOS PUEBLOS DEL CENTRO Y OESTE.

Hubo un influjo de los pueblos que procedían de Europa. La actividad económica eran la agricultura y la
ganadería. Las actividades artesanales y el comercio eran poco estables. La metalurgia del hierro
estaba bastante avanzada. Había una gran cohesión tribal, y núcleos de población fortificados. En el
arte, destaca la cultura de los verracos.

PUEBLOS DEL NORTE PENINSULAR.

Se situaban desde la costa atlántica gallega hasta el Pirineo aragonés. Había un escaso desarrollo de la
agricultura. La base de estos pueblos era la ganadería, la recolección de alimentos y en algunos casos, la
pesca. En el noroeste de la Península, se erigieron muchos castros, y estaba muy extendida prácticas
como la magia o la adivinación.

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