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Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

1
Victimología

2
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

Serie
VICTIMOLOGÍA, 3

Principios de Justicia y
Asistencia para las Víctimas

3
Victimología

4
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

Principios de Justicia y
Asistencia para las Víctimas
Irene Melup
John P. J. Dussich
Emilio C. Viano
Elías Escaff Silva
Karla Guaita Cahue
Pamela Navarrete Bernal
Hilda Marchiori
José Daniel Cesano
Raúl Rojas Camacho
Oriana A. Ercoli Altamirano
Loreto Zaror Sánchez
Karen Quinteros Poblete
Fabiola Haro Rodríguez
Carolina Báez Hernández

5
Victimología

Dirección: Hilda Marchiori

Colaboradores: César Fortete


Elinor Shulthess Berti
Judith Biodo
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas / Irene Melup ... [et al.]; con colabora-
ción de César Fortete; Elinor Shulthess de Berti; Judith Biodo; dirigido por Hilda Marchiori.
1a ed. - Córdoba : Encuentro Grupo Editor, 2007.
200 p. ; 21x15 cm. (Victimología; 3)

ISBN 978-987-23268-4-5

1. Victimología. I. Melup, Irene II. Fortete, César, colab. III. Shulthess de Berti, Elinor,
colab. IV. Biodo, Judith, colab. V. Marchiori, Hilda, dir.
CDD 362.88

©Encuentro Grupo Editor


1° Edición.
Impreso en Argentina
ISBN: 978-987-23268-4-5

Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723.

Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de tapa,


puede ser reproducida, almacenada o transmitida por ningún
medio, ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, de
grabación o por fotocopia sin autorización previa.

Miembros de la CÁMARA
ARGENTINA DEL LIBRO

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Tel/fax: (0351) 4606044 / 4609261- Pasaje España 1485
Córdoba - Rep. Argentina.

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Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

Principios de Justicia y
Asistencia para las Víctimas

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Victimología

8
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

Contenidos

Principios Fundamentales de Justicia para las Víctimas


de Delito y del Abuso de Poder 11
Naciones Unidas

Declaración de Naciones Unidas sobre Principios de


Justicia para las Víctimas del Delito y abuso de Poder 19
Irene Melup – Naciones Unidas

La Víctima y la Justicia Restaurativa 39


John P. J. Dussich – USA

Abuso sexual de menores por el clero:


El escándalo y sus lecciones 49
Emilio C. Viano – USA

El homicidio en Chile: Aproximaciones a un perfil con


própositos comprensivos e investigativos 65
Elías Escaff Silva, Karla Guaita Cahue,
Pamela Navarrete Bernal – Chile

Asistencia a víctimas. Respuestas desde la primera línea


de atención 85
Hilda Marchiori – Argentina

9
Victimología

Reparación y resolución del conflicto penal: tratamiento


en el Código Penal Argentino y perspectivas en el proyecto
de reforma integral (2006) 109
José Daniel Cesano – Argentina

Castigar o mediar la violencia doméstica:


El dilema de las víctima 151
Raúl Rojas Camacho – México

Efectos a corto plazo del abuso sexual infantil 171


Oriana A. Ercoli Altamirano – Chile

Tortura: la búsqueda de la destrucción 193


Loreto Zaror Sánchez, Karen Quinteros Poblete,
Fabiola Haro Rodríguez, Carolina Báez Hernández – Chile

10
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

PRINCIPIOS FUNDAMENTALES DE JUSTICIA PARA LAS VÍCTIMAS DE


DELITO Y DEL ABUSO DE PODER

NACIONES UNIDAS

El Séptimo Congreso de las Naciones Unidas sobre Prevención


del Delito y Tratamiento del Delincuente.

Reconociendo la necesidad de medidas más eficaces en los pla-


nos internacional, regional y nacional a favor de las víctimas de de-litos
y de las víctimas del abuso de poder.

Resuelto a promover el progreso de todos los Estados en sus es-


fuerzos por respetar y garantizar los derechos de las víctimas de de-
lito y de las víctimas de abuso de poder.

Recomienda que la Asamblea General apruebe el siguiente pro-


yecto de resolución y el proyecto de Declaración sobre los princi-
pios fundamentales de justicia a) relativos a las víctimas de delitos y
b) relativos a las víctimas de abuso de poder:

La Asamblea General
Recordando que el Sexto Congreso de las Naciones Unidas so-
bre Prevención del Delito y Tratamiento del Delincuente reco-mendó
que las Naciones Unidas continuarán su actual labor de elaboración
de directrices y normas acerca del abuso del poder eco-nómico y
político.

11
Victimología

Conocedora de que millones de personas de todo el mundo su-


fren daños como resultado de delitos y otros actos que implican abu-
so de poder y de que los derechos de esas víctimas no han sido reco-
nocidos adecuadamente.

Reconociendo que las víctimas de delitos y las víctimas del abu-


so de poder, y frecuentemente también sus familias, los testigos y
Naciones Unidas otras personas que les presten ayuda, están expuestos
injustamente a pérdidas, daños o perjuicios, y que además pueden
sufrir dificul-tades cuando comparezcan en el enjuiciamiento de los
delincuen-tes.

1. Afirma la necesidad de que se adopten medidas nacionales e


internacionales a fin de garantizar el reconocimiento y el respeto uni-
versal y efectivos de los derechos de las víctimas de delitos y del
abuso de poder;
2. Destaca la necesidad de promover el progreso de todos los Es-
tados en sus esfuerzos con tal fin, sin perjuicio de los derechos delos
sospechosos o delincuentes;
3. Aprueba la declaración sobre los principios fundamentales de
justicia a) relativos a las víctimas de delitos b) relativos a las vícti-mas
del abuso de poder, incluida como anexo a la presente resolu-ción,
que está destinada a ayudar a los gobiernos y a la comunidad interna-
cional en sus esfuerzos por garantizar la justicia y la asisten-cia a las
víctimas de delitos y a las víctimas de abuso de poder;
4. Insta a los Estados Miembros a tomar las medidas necesarias
para poner en vigor las disposiciones contenidas en la Declaración y,
a fin de reducir la victimización a que se hace referencia más ade-
lante, a esforzarse por:
a) Aplicar políticas sociales, sanitarias (incluida la salud mental),
educativas, económicas y dirigidas específicamente a la prevención
del delito con objeto de reducir la victimización y alentar la asisten-cia
a las víctimas que la necesiten;
b) Promover los esfuerzos de la comunidad y la participación de la
población en la prevención del delito;

12
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

c) Revisar periódicamente su legislación y prácticas vigentes con


objeto de adaptarlas a las circunstancias cambiantes, y promulgar y
hacer cumplir leyes que proscriban los actos que infrinjan normas
internacionalmente reconocidas relativas a los derecho humanos, la
conducta de las empresas y otros abusos de poder; Victimología
d) Crear y fortalecer los medios para detectar, enjuiciar y con-
denar a los culpables de delitos;
e) Promover la revelación de la información pertinente, a fin de
someter la conducta oficial y corporativa a examen público, y otros
medios de aumentar la atención prestada a las preocupaciones pú-blicas;
f) Fomentar la observancia de códigos de conducta y normas éti-
cas, en particular los criterios internacionales, por los funciona-rios
públicos, inclusive el personal encargado de hacer cumplir la ley, el
correccional, el médico, el de los servicios sociales y el mili-tar, así
como por los empleados de las empresas de carácter econó-mico
g) Prohibir las prácticas y los procedimientos conducentes al abu-
so, como los lugares de detención con incomunicación;
h) Cooperar con otros Estados mediante la asistencia judicial y
administrativa mutua en asuntos tales como la detección y el enjui-
ciamiento de delincuentes, su extradición y la incautación de sus bie-
nes, para destinarlo al resarcimiento de las víctimas;
5. Recomienda que, en los planos internacional y regional, se adop-
ten todas las medidas apropiadas tendientes a:
a) Promover las actividades de formación destinadas a fomentar el
respeto de los criterios y normas de las naciones Unidas y reducir los
posibles abusos:
b) Patrocinar las investigaciones prácticas de carácter cooperati-
vo sobre los modos de reducir la victimización y ayudar a las vícti-
mas, y promover intercambios de información sobre los medios más
efectivos de alcanzar esos fines;
c) Prestar ayuda directa a los gobiernos que la soliciten con mi-ras
a ayudarlos a reducir la victimización y aliviar la situación de las víctimas;
d) Establecer formas y medios de proporcionar un recurso a las
víctimas cuando los procedimientos nacionales resultan insuficientes;
Naciones Unidas
6. Pide al Secretario General que invite a los Estados Miembros a que

13
Victimología

informen periódicamente a la Asamblea General respecto a la aplicación


de la Declaración, así como a las medidas que adopten a ese efecto;
7. También pide al Secretario General que aproveche las opor-
tunidades que ofrecen todos los organismos y órganos del sistema de
las Naciones Unidas a fin de prestar asistencia, cuando sea nece-sario,
a los Estados Miembros para mejorar las formas y medios de proteger
a las víctimas a nivel nacional y mediante la cooperación internacional;
8. Pide también al Secretario General que promueva los objeti-vos
de la Declaración, procurando especialmente que su difusión sea lo
más amplia posible;
9. Insta a los organismos especializados, a otras entidades y ór-
ganos del sistema de las Naciones Unidas, a las organizaciones in-
tergubernamentales pertinentes y a la población en general a que co-
operen en la aplicación de las disposiciones de la Declaración.

Declaración sobre los principios fundamentales de Justicia


a) Relativos a las víctimas de delitos, y
b) Relativos a las víctimas del abuso de poder.

Sección A. Relativos a las víctimas de delitos


1. Se entenderá por «víctimas», las personas que, individual o co-
lectivamente, hayan sufrido daños, incluidos lesiones físicas o menta-
les, sufrimiento emocional, pérdida financiera o menoscabo sustancial
de sus derechos fundamentales, como consecuencias de acciones u
omisiones que violen la legislación penal vigente en los Estados Miem-
bros, incluida la que proscribe el abuso de poder.
2. Podrá considerarse víctima a una persona con arreglo a la De-
claración independientemente de que se identifique, aprehenda, en-
juicie o condene al perpetrador e independientemente de la rela-ción
familiar entre el perpetrador y la víctima. En la expresión víc-tima se
incluye además, en su caso, a los familiares o dependientes Victimología
inmediatos de la víctima directa y a las personas que hayan sufrido
daños al intervenir para asistir a la víctima en peligro o para preve-nir
la victimización.
3. Las disposiciones de la presente Declaración serán aplicables a

14
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

todas las personas sin distinción alguna, ya sea de raza, color, sexo,
edad, idioma, religión, nacionalidad, opinión política, o de otra ín-dole,
creencias o prácticas culturales, situación económica, naci-miento o
situación familiar, origen étnico o social, o impedimen-tos.

Acceso a la justicia y trato justo


4. Las víctimas serán tratadas con compasión y respeto por su
dignidad. Tendrán derecho al acceso a los mecanismos de la justi-cia y
a una pronta reparación del daño que hayan sufrido, según lo dis-
puesto en la legislación nacional.
5. Se establecerán y reforzarán, cuando sea necesario, mecanis-
mos judiciales y administrativos que permitan a las victimas obte-ner
reparación mediante procedimientos oficiales u oficiosos que sean
expeditos, justos, poco costosos y accesibles.
Se informará a las víctimas de sus derechos para obtener repara-
ción mediante esos mecanismos.
6. Se facilitará la adecuación de los procedimientos judiciales y
administrativos a las necesidades de las víctimas:
a) Informando a las víctimas de su papel y del alcance, el desa-
rrollo cronológico y la marcha de las actuaciones, así como la deci-
sión de sus causas, especialmente cuando se trate de delitos graves y
cuando hayan solicitado esa información;
b) Permitiendo que las opiniones y preocupaciones de las vícti-mas
sean presentadas y examinadas en etapas apropiadas de las ac-tuaciones
siempre que estén en juego sus intereses, sin perjuicio del acusado y de
acuerdo con el sistema nacional de justicia penal per-tinente;
c) Prestando asistencia apropiada a las víctimas durante todo el
proceso judicial; Naciones Unidas
d) Adoptando medidas para minimizar las molestias causadas a las
víctimas, proteger su intimidad, en caso necesario, y garantizar su se-
guridad, así como la de sus familiares y la de los testigos en su favor,
contra todo acto de intimidación y represalia;
e) Evitando demoras innecesarias en la resolución de las causas y
en la ejecución de los mandamientos o decretos que concedan in-
demnizaciones a las víctimas.

15
Victimología

7. Se utilizarán, cuando proceda, mecanismos oficiosos de solu-


ción de las controversias, incluidos la mediación, el arbitraje y las prác-
ticas de justicia consuetudinaria o autóctonas, a fin de facilitar la con-
ciliación y la reparación a favor de las víctimas.

Resarcimiento
8. Los delincuentes o los terceros responsables de su conducta
resarcirán equitativamente, cuando proceda, a las víctimas, sus fa-miliares
o a las personas a su cargo. Ese resarcimiento comprenderá la devolu-
ción de los bienes o el pago por los daños o pérdidas sufri-dos, el reem-
bolso de los gastos realizado como consecuencia de la victimización, la
prestación de servicios y la rehabilitación de dere-chos.
9. Los gobiernos revisarán sus prácticas, reglamentaciones y le-
yes de modo que se considere el resarcimiento como una sentencia
posible de los casos penales, además de otras sanciones penales.
10. En los casos en que se causen daños considerables al medio
ambiente, el resarcimiento que se exija comprenderá, en la medida de
lo posible, la rehabilitación del medio ambiente, la reconstruc-ción de
la infraestructura, la reposición de las instalaciones comuni-tarias y el
reembolso de los gastos de reubicación cuando esos daños causen el
desplazamiento de una comunidad.
11. Cuando funcionarios públicos u otros agentes que actúen a
título oficial o cuasioficial hayan violado la legislación penal nacio-nal,
las víctimas serán resarcidas por el Estado cuyos funcionarios o agen-
tes hayan ido responsables de los daños causados. En los casos que ya
no exista el gobierno bajo cuya autoridad se produjo la ac-Victimología
ción u omisión victimizadora, el Estado o gobierno sucesor deberá
proveer al resarcimiento de las víctimas.

Indemnización
12. Cuando no sea suficiente la indemnización procedente del
delincuente o de otras fuentes, los Estados procurarán indemnizar
financieramente:
a) A las víctimas de delitos que hayan sufrido importantes lesio-

16
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

nes corporales o menoscabo de salud física o mental como conse-


cuencia de delitos graves;
b) A la familia, en particular a las personas a cargo de las vícti-mas
que hayan muerto o hayan quedado física o mentalmente in-capacita-
dos como consecuencia de la victimización.
13. Se fomentará el establecimiento, el reforzamiento y la am-
pliación de fondos nacionales para indemnizar a las víctimas.
Cuando proceda, también podrán establecerse otros fondos con ese
propósito, incluidos los casos en los que el Estado de nacionalidad de la
víctima no esté en condiciones de indemnizarla por el daño sufrido.

Asistencia social
14. Las víctimas recibirán la asistencia material, médica, psico-lógi-
ca y social que sea necesaria, por conducto de los medios gu-
bernamentales, voluntarios, comunitarios y autóctonos.
15. Se informará a las víctimas de la disponibilidad de servicios
sanitarios y sociales y demás asistencia pertinente, y se facilitará su
acceso a ellos.
16. Se capacitará al personal de la policía, de justicia, de salud, de
servicios sociales y demás personal interesado para informarlo de las
necesidades de las víctimas y proporcionarle directrices para garanti-
zar una ayuda apropiada y rápida.
17. Al prestar servicios y asistencia a las víctimas se prestará aten-
ción a las que tengan necesidades especiales por la índole de los daños
sufridos o debidos a factores como los mencionados en el Naciones
Unidas párrafo 2 supra.

Sección B. Relativos a las víctimas del abuso de poder


18. Se entenderá por víctimas las personas que, individual o co-
lectivamente, hayan sufridos daños, incluidos lesiones físicas o menta-
les, sufrimiento emocional, pérdida financiera o menoscabo sustancial
de sus derechos fundamentales, como consecuencias de acciones u
omisiones que no lleguen a constituir violaciones del de-recho penal
nacional, pero violen normas internacionalmente reco-nocidas relati-

17
Victimología

vas a los derechos humanos.


19. Los Estados considerarán la posibilidad de incorporar a la le-
gislación nacional normas que proscriban los abusos de poder y pro-
porcionen remedios a las víctimas de esos abusos. En particular, esos
remedios incluirán el resarcimiento y la indemnización, así como la
asistencia y el apoyo material, médico, psicológico y social necesario.
20. Los Estados considerarán la posibilidad de negociar tratados
internacionales multilaterales relativos a las víctimas, definidas en el
párrafo 18.
21. Los Estados revisarán periódicamente la legislación y la prácti-
ca vigente para asegurar su adaptación a las circunstancias cambian-
tes, promulgarán y aplicarán, en su caso, leyes que prohí-ban los actos
que constituyan graves abusos de poder político o económico y que
fomenten medidas y mecanismos para prevenir esos actos, y estable-
cerán derechos y recursos adecuados para las víctimas de tales actos,
facilitándoles su ejercicio.
La Declaración sobre los principios fundamentales de justicia para las
víctimas de delitos y del abuso de poder emanó de los debates del Séptimo
Congreso de la Naciones Unidas sobre Prevención del Delito y Trata-mien-
to del Delincuente, celebrado en Milán Italia, del 26 de Agosto al 6 de
Septiembre de1985. El 29 de Noviembre del mismo año la Asamblea
General aprobó el texto recomendado por el Congreso que aprobó la reso-
lución 40/34.

18
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

Declaración de Naciones Unidas sobre Principios de Justicia para


las Víctimas del Delito y abuso de Poder

Irene Melup*
Naciones Unidas
A la Declaración de las Naciones Unidas de los Principios Básicos
de Justicia para las Víctimas del Delito y del abuso de Poder se la ha
denominado la Carta Magna para las víctimas. La Declaración, adopta-
da por la Asamblea General el 27 de diciembre de 1985 por reco-
mendación del Séptimo Congreso de Naciones Unidas para la Pre-
vención del Delito y el Tratamiento del delicuente (Milán, Agosto 26
– Septiembre 6 de 1985), constituye sin lugar a dudas un hito en el
tratamiento y protección de las víctimas. Estipula que se les debe
mostrar compasión y respeto por su dignidad, darles acceso a los
mecanismos de justicia, y proveerles una pronta reparación por el
daño que hayan sufrido, incluyendo la restitución, compensación y
asistencia apropiadas. La resolución 40 / 34 de la Asamblea General,
adoptando la Declaración, la ha complementado1 mediante recomen-

* Irene Melup. Experta en Victimologia y Prevención del Delito. Naciones Unidas.Viena.


1
Incluyen la Convención sobre la Prevención y Castigo de los Crímenes de Genocidio, la
Convención Contra la Tortura y Otros Tratamientos Crueles y Degradantes o Castigo (el
cual surgió de la Declaración Contra la Tortura adoptada por el Quinto Congreso de las
Naciones Unidas sobre el Delito ), la Convención Internacional sobre la Eliminación de
todas las Formas de Discriminación Racial, la Convención y la Convención Suplementaria
sobre la Abolición de la Esclavitud, el Comercio de Esclavos y Prácticas Similares a la
Esclavitud, la Convención y el Protocolo relacionado con el Status de los Refugiados, la
Convención sobre los Derechos del Niño, y la Convención sobre la Eliminación de todas
las Formas de Discriminación contra las Mujeres

19
Victimología

daciones de medidas que deben ser tomadas a nivel nacional, regional


e internacional para detener la victimización y aliviar la condición de
las víctimas, quienes han sido abandonadas con demasiada frecuencia.
Los trágicos eventos de los años recientes y el costo humano de la
lucha civil han evidenciado el precio de la inacción y la necesidad de
dar pasos firmes a fin de impedir futuras tragedias humanas. Mediante
la inclusión de las víctimas individuales y de las colectivas, la Declara-
ción ofrece un enfoque comprensivo para la victimización masiva. Su
implementación completa es una necesidad prioritaria y es un desafío
que los países, la sociedad civil y la comunidad internacional deben
encarar en conjunto.

Abriendo nuevos horizontes


La Declaración de las víctimas abrió nuevos horizontes de varias
maneras. Mientras que la situación de las víctimas en algunos países ha
mejorado desde los comienzos de los años sesenta, con la adopción,
en algunos estados (por ej. Nueva Zelanda), de medidas para la com-
pensación de las víctimas de delitos violentos un movimiento que ha
ganado impulso, con la promulgación de las Declaraciones de Dere-
chos de las víctimas en una cantidad de jurisdicciones (especialmente
en los Estados Unidos, donde se propuso también una Enmienda
Constitucional), la acción internacional efectiva se ha retrasado. Hay
que admitir que, la Declaración Universal de los Derechos Humanos,
los Pactos Internacionales, sobre los Derechos Civiles y Políticos, Eco-
nómicos, Sociales y Culturales, las Convenciones de Ginebra sobre la
protección de los civiles en un conflicto armado, y varios otros ins-
trumentos de las Naciones Unidas,2 los mecanismos de los tratados y
los procedimientos procuran reducir la victimización y proteger a las
víctimas de delitos internacionales tales como el genocidio, la tortura
y la esclavitud, de la discriminación racial y sexual, y de prácticas de
explotación, especialmente aquellas que involucren a los niños, a las
minorías y a los trabajadores extranjeros.
2
Vease la traducción en español del Manual de Justicia sobre el Uso y Aplicación de la Declaración
de Principios Básicos de Justicia para Víctimas de delito y Abuso del Poder. Publicación.Víctimas,
Derechos y Justicia. Oficina de Derechos Humanos y Justicia. Poder Judicial de Córdoba. 2001.

20
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

Otras resoluciones de las Naciones Unidas, tales como la Declara-


ción sobre la Protección para todas las Personas contra la Desapari-
ción Forzosa, la Declaración sobre la Eliminación de la Violencia con-
tra las Mujeres, y las medidas para la protección de la tercera edad, de
los discapacitados, y de los enfermos mentales, todos procuran redu-
cir una probable victimización. De igual manera se destaca el trabajo
de la Subcomisión (de la Comisión de Derechos Humanos) sobre la
Prevención de la Discriminación y Protección de las Minorías, y de
diferentes grupos de trabajo (por ej. sobre formas de esclavitud con-
temporáneas, sobre poblaciones indígenas, sobre las minorías etc.) y
de rapporteurs especiales (por ej. sobre ejecuciones arbitrarias y su-
marias, sobre la tortura, sobre los niños en los conflictos armados,
sobre el tráfico de mujeres y de niños). Estas se describen en otra
parte en este libro, al igual que los procedimientos para demandar
bajo los tratados y mecanismos de los derechos humanos internacio-
nales que involucran a la Comisión de Derechos Humanos y los dis-
tintos cuerpos de tratados sobre los derechos humanos.
Buscando promover la observancia de los Derechos Humanos y
proteger a los miembros de la sociedad y grupos de la población es-
pecialmente vulnerables, estos esfuerzos han tratado de reducir la
frecuencia e impacto de los diferentes tipos de victimización, y de
proporcionar algunas vías de recurso. La asistencia humanitaria de las
Naciones Unidas, el mantener la paz y el construir la paz, los progra-
mas de desarrollo y otras iniciativas también han buscado aliviar el
costo humano de los desastres hechos por el hombre y de las des-
igualdades, como una misión principal de las Naciones Unidas. Sin
embargo, debido a la variedad de mandatos, la frecuente
compartamentalización (división) de los esfuerzos y otras limitacio-
nes, sus beneficios para las víctimas y para las víctimas potenciales han
sido frecuentemente limitados y su rol circunscripto.
En este contexto, la Declaración de Naciones Unidas sobre las
víctimas adquiere un potencial agregado. Su alcance comprehensivo y
su enfoque de múltiples niveles la convierten en un equivalente apropia-
do de la Declaración de los Derechos Humanos y un complemento
para los instrumentos y procedimientos de los Derechos Humanos
de las Naciones Unidas. También debería ser tenida en cuenta en

21
Victimología

otras facetas del trabajo de las Naciones Unidas cuya meta es reducir
el sufrimiento y promover la justicia y el bienestar.
El Programa de las Naciones Unidas para la Prevención del Delito
y el Sistema de Justicia Penal (Criminal Justice), bajo el cual se desa-
rrolló la Declaración de la víctima, ha procurado formular una serie
de normas y pautas con el propósito de fomentar políticas nacionales
más humanas e iluminadas y una cooperación internacional más efec-
tiva en este campo. La Declaración es un logro significativo, y es pio-
nera en su campo, que abarca distintas categorías de víctimas, y en su
enfoque, el cual considera un tema de justicia básico el tratamiento
justo, sensible y apropiado de las víctimas, el acceso de las mismas a
los servicios y la provisión de medios de apelación y reparación.
Aun cuando la asistencia psicosocial a las víctimas constituye un
aspecto esencial para su bienestar y protección, ésta se considera un
derecho fundamental de las mismas, más que un asunto de benevo-
lencia. Al expandir las resoluciones de no discriminación de la Decla-
ración de los Derechos Humanos para incluir también la edad y la
discapacidad, la Declaración de la víctima intenta asegurar la equidad
para los sujetos especialmente vulnerables y de esta manera asegurar
aún más la justicia y una vida mejor para todos.
El leitmotiv de la justicia está presente en la Declaración, comen-
zando con su preámbulo, en el cual la Asamblea General declaraba
que “está informada que millones de personas en el mundo sufren
daño como resultado del delito y del abuso de poder y que los dere-
chos de estas víctimas no han sido reconocidos en forma adecuada”;
“que las víctimas del delito y las víctimas del abuso de poder, y ade-
más con frecuencia sus familias, testigos y otros quienes los auxilian
están sometidos injustamente a pérdidas, daños, o lesiones, y que
pueden, además, sufrir privaciones cuando ayudan en el procesamiento
de los ofensores”. Por esta razón, la Asamblea General confirmó la
necesidad de implementar (sin perjuicio de los derechos de los
ofensores)3 medidas nacionales e internacionales a fin de asegurar el

3
La armonía en vez del conflicto entre los derechos de las víctimas y los derechos de los
ofensores es un principio importante que muy a menudo es ignorado por aquellos que enfatizan
los derechos de uno a expensas de los derechos del otro; también es un principio fundamen-

22
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

reconocimiento universal y efectivo del respeto por los Derechos de


las víctimas del delito y del abuso de poder, adoptando la Declaración
proyectada para asistir a los Gobiernos y a la comunidad internacional
en sus esfuerzos para asegurar la justicia y la asistencia a tales víctimas.
Resultado en gran parte de una iniciativa de una ONG, la Declara-
ción representa el resultado fructífero de la colaboración entre los
gobiernos interesados y la sociedad civil.
Una reunión internacional de expertos, que precedió al debate
del Séptimo Congreso sobre este tema, produjo un anteproyecto el
cual contenía disposiciones más detalladas, algunas de las cuales de-
bieron ser suprimidas para lograr consenso en el Congreso. La natu-
raleza pionera del documento está reflejada además en la nueva men-
talidad que requería ver a las víctimas en una perspectiva unificada
propicia para la acción coordinada y conjunta.
De hecho, el texto original del anteproyecto de la Declaración era
un documento unitario, el cual derivaba en gran medida del trabajo
realizado en el bienio precedente sobre víctimas del abuso de poder
(tipologías, patrones, provisiones legislativas y contraestrategias), una
continuación y seguimiento de las recomendaciones del Sexto Con-
greso sobre el delito y el abuso del poder. Al determinar la agenda del
Séptimo Congreso, el Comité para la Prevención y Control del Delito
también incluyó de manera destacada a las víctimas de delitos con-
vencionales, las cuales recibieron una atención más detallada en las
resoluciones finales del Congreso y de la Asamblea General. Un enfo-
que legalista impidió que algunos países, temerosos de una eventual
politización y de las consecuencias financieras, aprobaran provisiones
equivalentes para las víctimas del abuso de poder, una laguna que ha
sido deplorada (o un vacío legal que ha sido deplorado). También llevó a
la bifurcación de la Declaración en dos partes: la parte A que trataba
de las víctimas del delito y una breve parte B sobre las víctimas del
abuso de poder.
Aún así, los resultados son impresionantes, por ejemplo, en la de-
finición del concepto de víctima propiamente dicho que deriva de
una apreciación de los matices del daño infligido, incluyendo daño no
tal de la “justicia restauradora” practicada desde hace tiempo en los ambientes tradicionales
(por ej. en África) y que ahora está cobrando relieve en otras regiones. Ver también (1.2).

23
Victimología

material: “personas que, en forma individual o colectiva, han sufrido


daños incluidas lesiones físicas o mentales, sufrimiento emocional, pér-
dida económica o menoscabo sustancial de sus derechos fundamen-
tales, como consecuencia de acciones u omisiones que violen la legis-
lación penal vigente en los Estados Miembros, incluida la que proscri-
be el abuso del poder”. El término víctima se considera aplicable sea
que el perpetrador haya sido o no identificado, aprehendido, enjuicia-
do, o convicto y sin considerar el vínculo familiar entre el perpetrador
y la víctima (esto es importante en los casos de violencia familiar).
También debían ser incluídos en el término “víctima” los familiares
directos o dependientes de la víctima directa y las personas que ha-
yan sufrido daño al intervenir para auxiliar a la víctima en peligro o
para evitar la victimización.

Algunos obstáculos
Probablemente la característica más innovadora de la Declaración,
la cual dio origen a un extenso debate y delicadas negociaciones, fue la
inclusión de víctimas del abuso de poder donde las prohibiciones de
estos delitos todavía no estaban establecidas (vigentes) – una situación
de especial preocupación para los habitantes de muchos países en
vías de desarrollo que sufren abusos políticos y económicos, no sólo
nacionales sino también transnacionales. Sus víctimas se definen en la
Declaración en términos del daño sufrido de la misma manera que
sus contrapartes de la parte A, pero los actos u omisiones que lo
causan se especifican como aquellos “que aún no constituyen viola-
ciones de los derechos penales nacionales sino de normas relativas a
los Derechos Humanos internacionalmente reconocidas”. Se insta a
los estados para que incorporen a sus leyes nacionales las normas
que proscriben los abusos de poder y que proporcionen reparacio-
nes a las víctimas, incluyendo la restitución y / o compensación y el
apoyo y la necesaria asistencia social material, médica, y psicológica.
También se insta a los estados a revisar periódicamente sus legislacio-
nes y prácticas vigentes para asegurar su sensibilidad y capacidad de
respuesta ante las circunstancias cambiantes, y el promulgar y hacer
cumplir, si fuere necesario, leyes que proscriben actos que constitu-

24
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

yen abusos graves de poder político o económico, así como promo-


ver políticas y mecanismos para su prevención y derechos y repara-
ciones apropiados para las víctimas. Además se insta a los estados
para que consideren negociar tratados internacionales multilaterales
relacionados con tales víctimas.
Algunos breves comentarios sobre estas cláusulas, están quizás, en or-
den, especialmente en retrospectiva. Es de lamentar que se haya aban-
donado un tratamiento más amplio de la parte B, especialmente a la
luz de los deplorables acontecimientos subsiguientes, que han cobra-
do tantas víctimas. También agregaron una urgencia especial para la
implementación completa de las recomendaciones contenidas en la
resolución 40/34 de la Asamblea General y en resoluciones subsi-
guientes requiriendo que se tomen medidas apropiadas en los niveles
nacional, regional e internacional para reducir la victimización y aliviar
la condición de las víctimas, incluyendo “el desarrollo de vías y me-
dios para proporcionar recursos a las víctimas donde los canales na-
cionales fueran insuficientes”, como una tarea prioritaria y continua.
La definición de los abusos de poder victimizantes con referencia
a su violación de normas internacionalmente reconocidas relativas a
los Derechos Humanos, aunque oportuna ha sido cuestionada por
no cubrir totalmente el espectro de abusos de poder, especialmente
los abusos económicos y ambientales, este último destacado en un
remedio sugerido que involucra la reparación (“restauración”) del daño
ambiental infligido sobre una comunidad. Se puede argumentar, por
supuesto, que tales abusos sólo contravienen un Derecho Humano
fundamental cual es el derecho a un medio ambiente seguro, pero
también es verdad que las complejidades involucradas y las limitacio-
nes de tiempo contribuyeron para dar lugar a este atajo y a este énfa-
sis de cierta manera unilateral. Se esperaba en ese momento que un
instrumento más detallado, como una convención, podría ser elabo-
rada más adelante para el tratamiento de las víctimas o para aspectos
específicos de esto, tales como la compensación y la restitución (so-
bre las cuales un conjunto de pautas habían sido preparadas y pre-
sentadas al Comité para la Prevención y Control del Delito antes del
Séptimo Congreso).

25
Victimología

Sería gratificante, por lo tanto, poder sostener que las iniciativas


subsiguientes surgieron de ésta intención. Desafortunadamente, sin
embargo, la Rama de la Justicia Penal y para la Prevención del Delito
carecía de los recursos, por la competencia con otras prioridades,
para continuar con ésta tarea, a pesar de que buscó promover la
implementación de la Declaración de varias maneras. Pero, aunque
estaba incluido en el Compendio de la ONU sobre la prevención del
delito y los estándares y normas4 de la Justicia Penal y en la Compila-
ción de Instrumentos de Derechos Humanos de la ONU5, la resolu-
ción 40/34 de la Asamblea General y la Declaración anexada no reci-
bieron la publicidad que con derecho merecían, debido además a la
mas bien baja visibilidad de éste programa de las Naciones Unidas.
Sin embargo, persistían las necesidades relacionadas con las vícti-
mas, lo cual llevó a la designación en 1990 de un Rapporteur Especial
de la Subcomisión para la Prevención de la Discriminación y la Pro-
tección de las Minorías, con el mandato de llevar a cabo un importan-
te “estudio acerca del derecho a la restitución, compensación y reha-
bilitación para las víctimas de graves violaciones de los Derechos Hu-
manos y de las libertades fundamentales”. Estaba claro cuando se tomó
esta iniciativa (de las resoluciones y acciones pertinentes) que no to-
maba en cuenta la Declaración de las Naciones Unidas sobre las vícti-
mas ni los trabajos previos realizados en esta área sobre los cuales se
podría haber construído.6 La división de los esfuerzos emprendidos
por las distintas partes del sistema de las Naciones Unidas ha presen-
tado una tendencia a crear tales situaciones, especialmente cuando
los organismos y ministerios interesados han tenido distintos gra-
dos de influencia sobre el mismo. Destaca la necesidad de com-
partir información en forma continua y una colaboración estrecha

4
Naciones Unidas. Compendio de Normas y Estándares para la Prevención del Delito y
la Justicia Penal,1992. UN Ventas n° E.92.IV.I.
5
Naciones Unidas. Derechos Humanos: una Recopilación, 1998.
6
A pesar de una solicitud específica de ECOSOC de que en el estudio sobre el tema se
tome en cuenta el trabajo pertinente y las recomendaciones del Comité sobre la Preven-
ción del Delito (resolución 1990/22 párrafo 8 de ECOSOC). Hay que darle el crédito al
Rapporteur Especial, quien alertado, buscó hacerlo de esa manera.

26
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

en asuntos de interés mutuo, sea a través de líneas burocráticas u


otras. En efecto, la resolución 40 /34 de la Asamblea General había
requerido a los organismos y otras entidades, así como a otras
organizaciones intergubernamentales y no gubernamentales y al
público en general, para que cooperaran en la implementación de
las provisiones de la Declaración, y para ayudar a los Estados Miem-
bros, cuando fuere necesario, a mejorar las vías y los medios para
proteger a las víctimas a nivel nacional y a través de la cooperación
internacional. Es de esperar que el texto final y su continuación
puedan beneficiarse de una más amplia asociación entre las entida-
des y los programas referidos.

Desarrollos ulteriores
Debido al estilo suscinto de la Declaración y su nivel de generali-
dad, especialmente en la parte B, se notó pronto que unas indicacio-
nes o pautas más precisas ayudarían en el proceso de implementación.
Se realizó, por consiguiente, una Reunión de un Comité de Expertos
en Mayo del año 1986 en el Instituto Internacional de Estudios Supe-
riores en las Ciencias Criminales en Siracusa, Italia, en cooperación
con las Naciones Unidas. Esta reunión produjo un comentario y un
conjunto de recomendaciones para que sirvieran como medidas para
la implementación de la Declaración de la víctima.
El Consejo Económico y Social, en su resolución 1986 /10, adop-
tada por recomendación del Comité sobre la Prevención y el Control
del Delito, instó a que se dedique una atención continuada a la
implementación de la Declaración en varios niveles, promoviendo una
acción integrada en cooperación con los gobiernos, la organización
intergubernamental y no gubernamental, y el público. También solici-
tó al Secretario General que presentara al Comité informes del pro-
greso sobre las medidas tomadas para implementar la Declaración, en
base a los informes recibidos de los Estados Miembros.7 El Consejo,
por recomendación del Comité, en su resolución 1989 / 57, también
requirió la preparación, publicación y la divulgación de una guía para

7
Ver v.g. E / AC.57/1988/3 y E / AC:57/1990/3

27
Victimología

los profesionales practicantes de la justicia penal y otros comprome-


tidos con la aplicación de la Declaración, teniendo en cuenta los pro-
cedimientos propuestos y desarrollados por la reunión de expertos
de Siracusa y otra contribución pertinente.
El Csejo Económico y Social, en su resolución 1990/22, se hizo
eco de este llamado y solicitó al Secretario General que continuara
dispensando atención a las políticas e investigación sobre la situación
de las víctimas y la implementación efectiva de la Declaración de las
víctimas, para satisfacer toda la gama de necesidades y circunstancias
de los distintos países. También se reconoce la necesidad de ver más
allá de las medidas nacionales en algunos casos, especialmente cuando
se trate de víctimas de delitos y abuso de poder transnacionales. El
Consejo le solicitó al Secretario General, junto con todas las entida-
des del sistema de las Naciones Unidas y otras organizaciones apro-
piadas, emprender y coordinar las acciones necesarias, con un objeti-
vo humanitario, para prevenir y reducir la victimización grave donde
los medios nacionales de recurso son insuficientes, y para 1) monitorear
la situación; 2) desarrollar e instituir medios para la resolución de
conflictos y mediación; 3) promover el acceso a la justicia y repara-
ción para las víctimas; y 4) asistir en la provisión de asistencia material,
médica y psicológica para las víctimas y sus familias. Las agencias de
ayuda económica de las Naciones Unidas fueron invitadas para apo-
yar programas de cooperación técnicos para el establecimiento de
servicios para las víctimas; se debía proveer entrenamiento para el
personal que trabaja con las víctimas, y fortalecer el intercambio de
información y coordinación. Se le solicitó al Secretario General un
desarrollo más amplio de los medios de recurso y compensación in-
ternacional para las víctimas donde los canales nacionales fueran insu-
ficientes, e informar al Comité del Delito sobre el particular.
El Octavo Congreso de las Naciones Unidas sobre el Delito (La
Habana, 27 de Agosto-7 de Septiembre de 1990) donde fue presen-
tada la Guía sobre la Implementación de la Declaración,8 adoptó una
resolución sobre la Protección de los Derechos Humanos de la vícti-
ma del delito y del abuso de poder. Esta resolución instaba a los Esta-
8
A/CONF.144/20

28
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

dos a tener en cuenta las resoluciones de la Declaración sobre las


víctimas en sus legislaciones nacionales; proporcionar servicios de
apoyo públicos y sociales para las víctimas y programas culturalmente
apropiados para la asistencia, información y compensación a las vícti-
mas; preparar programas de entrenamiento basados en la Declara-
ción, así como otras clases de asistencia técnica e intercambio de in-
formación.9 También se debía examinar el establecimiento de un fon-
do de las Naciones Unidas para las víctimas de crímenes
transnacionales.10
Lamentablemente, la falta de recursos impidió la implementación
completa de estas recomendaciones, aunque se hicieron algunos in-
tentos en esa dirección con algunos recursos extrapresupuestarios.
Así, por ejemplo, en cumplimiento de la resolución 40/36 de la Asam-
blea General y de la resolución 1989/67 de ECOSOC, y de un infor-
me sobre violencia familiar presentado al Octavo Congreso, el cual
contenía recomendaciones detalladas11, se elaboró un Manual de Re-
cursos sobre Estrategias para Enfrentar la Violencia Familiar, con én-
fasis especial sobre la violencia contra las mujeres12. Las instituciones
de las Naciones Unidas han cooperado en estas iniciativas, por ejem-
plo El Instituto Europeo (HEUNI) con la elaboración de este Manual
y mediante la convocatoria a una reunión sobre políticas de la víctima
en Europa. UNAFRI – el Instituto Africano- organizó un Seminario de
Entrenamiento sobre las Víctimas del Delito y la Prevención de la
Victimización en Africa (Kampala, 1992), el cual subrayó la necesidad
de reformas en la justicia penal para retornar a un enfoque más sensi-
ble a las necesidades de las víctimas y de la armonía social - una pre-
ocupación tradicional del Africa (en lugar de una actitud de confron-
tación) – el cual también es fomentado por los llamamientos desde

9
A/CONF.144/17
10
El establecimiento de tal fondo o la expansión del Fondo Voluntario para las Víctimas de
Torturas han sido sugeridos previamente, al igual que lo fue la designación de un año
especial para las víctimas (el año 1999 se debe dedicar a las víctimas de la tortura, pero no
incluye a las víctimas que hayan perdido la vida y / o sus familias).
11
A/CONF.121/17
12
ST/CSDHA/20

29
Victimología

otros lugares por una “justicia reparadora” y las prácticas de media-


ción y resolución alternativa de disputas.
El Consejo Consultivo Profesional y Científico Internacional
(ISPAC) del Programa de las Naciones Unidas para la Justicia Penal y
la Prevención del Delito, establecido en 1991 para que se canalicen a
él las contribuciones de organizaciones no gubernamentales y la co-
munidad académica, estableció, inter alia, un comité de recursos para
la protección y asistencia a las víctimas. ISPAC, en cooperación con la
Rama de la Justicia Penal y Prevención del Delito de las Naciones
Unidas y las autoridades vascas, organizó en Mayo de 1993, en el
Instituto Internacional por la Sociología de la Ley, en Oñate, España,
un Taller Internacional sobre la Prevención de la Victimización, la Pro-
tección y Asistencia a las Víctimas, y la Resolución de Conflictos. La
Reunión enfatizó la necesidad para una implementación más enérgica
de la Declaración de Naciones Unidas de la víctima, aun cuando se
logró un progreso significativo en varias jurisdicciones (comenzando
con el Sur de Australia, el cual incorporó de inmediato las provisiones
principales de la Declaración en su estructura legislativa e institucional).
Mientras que no se pudo confirmar siempre otras conexiones
con la Declaración, las referencias a la misma en varias reformas dan
testimonio de su impacto a nivel nacional. Sin embargo, se acordó
que, especialmente a nivel internacional, se debía reforzar la
implementación, fomentando una acción integrada por todas las enti-
dades comprometidas. El Taller adoptó una serie comprensiva de re-
comendaciones para una acción de seguimiento.13
El Noveno Congreso sobre la Prevención del Delito y el Trata-
miento del delincuente (El Cairo, 29 de Abril-8 de Mayo de 1995)
tenía en su agenda, como uno de sus artículos (ítems), el tema “Estra-
tegias de Prevención del delito, en particular las relacionadas con el
delito en áreas urbanas y la delincuencia juvenil y violenta, incluyendo
la demanda de las víctimas: valoración y perspectivas nuevas”. En sus
recomendaciones sobre este tema, el Congreso expresó su preocu-
pación sobre la condición de las víctimas del delito; instó al uso y

13
ISPAC. Victim Issues. Milan, 1994.

30
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

aplicación de la Declaración de las Naciones Unidas de la víctima y


una acción más intensificada para la protección y asistencia a las vícti-
mas a nivel nacional e internacional, incluyendo capacitación, investi-
gación orientada hacia la acción, intercambio de la información en curso,
y otros medios de cooperación en este campo.
En Diciembre de 1995, como parte del programa de trabajo habi-
tual de control del delito, el cual había sido reestructurado para ma-
yor efectividad por la Asamblea General en la resolución 46/152, una
Junta de Expertos reunidos para considerar “Las víctimas del delito y
abuso de poder en el ámbito internacional”, formularon varias reco-
mendaciones de amplia repercusión, tales como un plan de acción
abarcativo para la implementación de la Declaración, un proyecto
modelo sobre el establecimiento de servicios para la víctima y asisten-
cia de emergencia. La Junta también analizó el primer borrador de un
Manual de entrenamiento para la implementación de la Declaración.14
La Comisión intergubernamental sobre la Prevención del Delito y
la Justicia Penal, que reemplazó al Comité sobre la Prevención y Con-
trol del Delito en la reestructuración del programa, consideró las re-
comendaciones de la reunión de expertos, al igual que los resultados
de una encuesta sobre las aplicaciones de la Declaración (basados en
las respuestas de los gobiernos a un cuestionario cuantificable, elabo-
rado como parte de una evaluación escalonada de la implementación
de las normas y estándares de las Naciones Unidas)15. Se acordó que
se debería dar prioridad a las iniciativas de entrenamiento, capacita-
ción, especialmente el desarrollo de materiales de entrenamiento apro-
piados, tales como los propuestos manuales y una base de datos que
ayudarían a mejorar las prácticas relacionadas con las víctimas.
Con este objetivo, varios grupos de trabajo fueron convocados
durante los dos años siguientes, con el apoyo de los gobiernos y orga-
nizaciones interesados. Incluyeron reuniones de expertos presenta-
dos por la Oficina de las Víctimas del Delito del Departamento de
Justicia de los Estados Unidos y la Organización Nacional para la Asis-

14
CN.15/1996/3/Add.5.7
15
CN.15/1996/3/Add.1.

31
Victimología

tencia a las Víctimas (NOVA), en Tulsa, Oklahoma (Agosto 1996), y


en Washington, D.C. (Febrero 1998), para perfeccionar aún más el
Manual sobre la aplicación de la Declaración como un Manual de en-
trenamiento abarcativo para los profesionales. Una iniciativa equiva-
lente, también tomada en cooperación con las Naciones Unidas, fue
la reunión de expertos presentada por el Ministerio de Justicia de los
Países Bajos en la Haya en Marzo de 1997. Intentaba finalizar una Guía
sobre la aplicación de la Declaración para los consejeros políticos,
para ser traducida a varios idiomas y distribuida ampliamente. El No-
veno Symposium Internacional sobre Victimología, celebrado en
Ámsterdam en Agosto de 1997, proporcionó otra ocasión para el
debate de los materiales de entrenamiento preparados. También re-
visó la metodología y los resultados de las encuestas pioneras interna-
cionales sobre victimización llevadas a cabo por el Ministerio Holan-
dés de Justicia en cooperación con el Instituto del Delito Interregional
y Justicia de las Naciones Unidas (UNICRI).16
La Comisión sobre la Prevención del Delito y la Justicia Penal, en su
sexta sesión, en 1997, advirtió el progreso logrado y aprobó un proyecto
de resolución (formulado en la Reunión de Expertos de La Haya), adop-
tada por el ECOSOC como la resolución 1997/31 la cual, inter alia, soli-
citaba comentarios y sugerencias de los gobiernos y de otras entidades
interesadas en la guía para los consejeros políticos y el Manual de Los
Principios Victimológicos para profesionales asistentes, así como propues-
tas de un plan internacional de acción para la implementación de la Decla-
ración de la víctima y el mejoramiento de la condición de las víctimas.17
En su Séptima sesión, en Abril de 1998, la Comisión aprobó un
proyecto de resolución, adoptada por el ECOSOC como la resolu-
ción 1998/21, sobre las víctimas del delito y del abuso de poder, la
cual destacaba la importancia de la Declaración de 1985 como un hito
en el tratamiento de las víctimas, y expresaba su preocupación por “la
continua victimización por causa del delito, especialmente por el cri-

16
UNICRI. Experiencias del Delito y del Control del Delito, Roma, 1992 (publicación n° 49) y
Victimización Criminal en el Mundo en Desarrollo, roma, 1995 (publicación n° 55).
17
La comisión se ha ocupado también con tipos de víctimas específicos, desarrollando
Pautas para la Prevención de la violencia contra las mujeres, además de Pautas para

32
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

men organizado, la violencia, el terrorismo y los abusos de poder,


particularmente de los grupos vulnerables e individuos, los cuales
imponen un enorme costo humano y deterioran la calidad de vida en
muchas partes del mundo.” La resolución recibía con agrado la guía
para los consejeros políticos y el Manual sobre justicia para las vícti-
mas al promocionar el uso y la aplicación de la Declaración, e insta a
su traducción1 y amplia difusión, a través de varios medios, incluyen-
do los electrónicos. También recomendaba el desarrollo continuo de
una base de datos sobre experiencias nacionales prácticas, la ley de
precedentes y legislación pertinentes, teniendo en cuenta diferentes
sistemas y tradiciones, y su aplicación en pautas para ayudar a los
Estados a delinear y redactar leyes apropiadas sobre las víctimas. Se
debe determinar la factibilidad de establecer un fondo internacional
para las víctimas del delito y del abuso de poder, para ayudar a soste-
ner proyectos técnicos de asistencia, servicios y organizaciones para
la víctima, al igual que proyectos y actividades específicos, campañas
de concientización sobre los derechos de la víctima y prevención del
delito, y derecho de la víctima a presentar demandas originadas por
delitos internacionales y transnacionales donde las vías del recurso y
/o reparación no están disponibles o son insuficientes.
Se debe fortalecer la cooperación técnica, empleando donde fuere
posible un enfoque desde la óptica de los distintos organismos asocia-
dos, tales como las Naciones Unidas, los Estados Miembros, organiza-
ciones intergubernamentales y no gubernamentales, para incorporar
módulos de asistencia para la víctima en proyectos pertinentes y ayu-
dar a los países, a aplicar la guía para los consejeros políticos y el Ma-
nual sobre Justicia para las Víctimas. Se debe instituir un programa de
entrenamiento polifacético, seminarios, visitas de estudio, servicios
de becas y de consulta, con la ayuda de los gobiernos interesados,
tales como la Oficina para las Víctimas del Delito del Departamento
de Justicia de los Estados Unidos. La resolución requiere además el

acciones sobre los niños en el sistema de justicia penal, y resoluciones sobre los niños
como víctimas y los autores del delito (perpetradores), sobre el tráfico de niños etc.
Adoptando como resolución las 1997/24 y 1997/30, respectivamente.

33
Victimología

lanzamiento de proyectos piloto o de demostración para la expansión


de los servicios para la víctima y otras actividades de funcionamiento,
así como el desarrollo de medidas para grupos de víctimas especiales,
tales como las víctimas del terrorismo, las víctimas y testigos del cri-
men organizado, víctimas de delitos de prejuicio u odio, mujeres y
niños víctimas de la violencia, y las víctimas minusválidas.
Para asegurar una acción conjunta, se establecería un panel de
coordinación u otro mecanismo, con una adecuada división de tareas
entre entidades de las Naciones Unidas y otros grupos interesados,
para promover la implementación de la Declaración. Un plan de ac-
ción para la implementación de la Declaración de la víctima está anexado
a las resoluciones del Consejo, sobre el cual se debe solicitar los pun-
tos de vista de los gobiernos. Incluye estrategias propuestas para cons-
truir la capacitación en este ámbito, para recoger información, inter-
cambio de información e investigación, y para la prevención de la
victimización, además de una acción más amplia para ser tomada en
los niveles regional e internacional, y para la coordinación de iniciati-
vas pertinentes.
La situación de las víctimas del delito fue considerada también por
el Décimo Congreso de las Naciones Unidas para la Prevención del
Delito y el Tratamiento del Delincuente (Viena, 10 - 17 de Abril, 2000)
bajo un item de la agenda que versa sobre “Los Ofensores y las vícti-
mas: responsabilidad y equidad en el proceso judicial”. Se espera que
la promoción de los principios de la “justicia restauradora” figure de
un modo destacado en los debates sobre este tema y en las reunio-
nes regionales.
Entre los aspectos que probablemente sean destacados está la
viabilidad de tal enfoque, el cual equilibraría los derechos de las vícti-
mas, de los ofensores y de la sociedad, y el uso de la conciliación y
otros métodos de resolución de conflictos. Se concentrará la aten-
ción en las maneras de incrementar la equidad y la responsabilidad de
los sistemas de la justicia penal, y de desarrollar y aplicar medidas de
justicia restaurativa en el contexto del desarrollo, democratización y
reconstrucción post- conflicto. También se pondrá énfasis en un de-
sarrollo más amplio de los recursos y reparación (compensación)

34
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

donde los canales nacionales fueran insuficientes, en particular en los


casos de delito transnacional y abuso de poder.
Los Tribunales de delitos internacionales y la Corte Penal Interna-
cional constituyen un avance importante en este aspecto, reflejando
la creciente intolerancia de la comunidad internacional hacia los
perpetradores y la solidaridad con las víctimas-aunque aún queda un
largo camino por recorrer. La Declaración de Naciones Unidas sobre
las víctimas y las contribuciones relacionadas con ella han jugado su
rol. La Reunión de Oñate, por ejemplo, efectuó una serie de propues-
tas sobre el rol de las víctimas en el Tribunal para la ex Yugoeslavia,
incluyendo el fortalecer la unidad testigo-víctima como una entidad
autónoma, y efectuó provisiones para la restitución y / o compensa-
ción para las víctimas. El funcionario del Tribunal Internacional de
Crímenes para Rwanda ha publicado una “ Nota sobre el acceso a la
Justicia con orientación hacia la Víctima”, instando a un enfoque
restaurativo o “restitutivo” hacia la víctima, en consonancia con la
Declaración de las Naciones Unidas (adjuntada a la Nota), y
específicamente, su condición de que “las víctimas deben recibir la
asistencia material, médica, psicológica y social necesaria a través de
medios gubernamentales y de voluntarios”, y que “los Estados deben
proporcionarle remedios a las dichas víctimas, incluyendo la restitu-
ción y la compensación” como una parte inherente de dispensar jus-
ticia. Este papel innovador contiene un análisis impresionante que jus-
tifica este enfoque, y una propuesta convincente para emplear parte
de las contribuciones voluntarias puestas a disposición del Tribunal
por los donantes para proporcionar asistencia a las víctimas en las
formas específicas contempladas por el programa del Tribunal (inclu-
yendo esfuerzos de auto-ayuda) en un contexto de desarrollo.
La reparación estaba entre los temas de discusión debatidos en la
finalización del Estatuto de la Corte Internacional en la Conferencia
Plenipotenciaria en Roma (Junio15-Julio 17, 1998), junto con otros
temas relacionados con las víctimas, especialmente aquellos conecta-
dos con los párrafos 68 y 73 del proyecto del Estatuto. La Reunión de
Expertos de La Haya, la Comisión del Delito (sexta sesión) y el
ECOSOC, en su resolución 1987/31, requerían que se diera una aten-

35
Victimología

ción apropiada a la justicia para las víctimas en el trabajo de la Corte.


Otras reuniones de expertos, incluyendo aquellas patrocinadas por
las ONG (Organizaciones no gubernamentales), también han propug-
nado la reparación para las víctimas como algo fundamental. Es de
esperar que se tendrá en cuenta estos llamamientos. También es de
esperar que los fondos de las Naciones Unidas y las fundaciones le
otorguen curso favorable a las propuestas de proyectos diseñadas
para asistir a las víctimas18, y que se repetirán los pasos positivos to-
mados por algunos gobiernos, con los sistemas de las Naciones Uni-
das involucrados totalmente en un emprendimiento conjunto y larga-
mente postergado.
El Estatuto de la Corte Penal Internacional contiene varias refe-
rencias a la Declaración de Naciones Unidas sobre las víctimas. Una
atención apropiada de sus necesidades es un complemento indispen-
sable de la persecución de los ofensores y el principio de la justicia
restauradora. Mientras que la probabilidad del castigo para las malas
acciones debería disuadir a los ofensores potenciales, la existencia de
medios internacionales de recurso debería acrecentar la sensación de
seguridad y confianza en la justicia de aquellos que son particularmen-
te vulnerables.
La Declaración Universal de los Derechos Humanos proporciona
un marco global de referencia en función del cual se debe juzgar la
conducta aceptable (e inaceptable) y proporcionar las protecciones
básicas. Si la Declaración de Principios Básicos de Justicia de las Na-
ciones Unidas para las víctimas del Delito y del Abuso de Poder debe
ser la Carta Magna para las víctimas, entonces debe llegar a ser cono-
cida en forma más general y aplicada en forma apropiada. Este objeti-
vo debería ser promovido mediante una amplia difusión de la Decla-
ración para los consejeros políticos, profesionales asistentes, las vícti-
mas y la población en general, especialmente aquellos que están en
mayor riesgo, de entre quienes es probable que puedan provenir las

18
Un ejemplo es la propuesta de profesionales de Argentina para evaluar el impacto de
los abusos de poder en contra personas desaparecidas y sus hijos, como una guía para
medidas preventivas. CODESEDH. Buenos Aires, 1998.

36
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

víctimas potenciales; de manera que puedan utilizarla completamen-


te. Los Manuales de entrenamiento y capacitación preparados para
que los empleen los consejeros políticos y los profesionales asisten-
tes deberían ayudar para la implementación efectiva de las provisio-
nes de la Declaración. Pero para hacer la Declaración más accesible
para las víctimas y las víctimas potenciales, se podría preparar una
Manual para facilitar su uso. Una iniciativa como esta había sido pro-
puesta en el pasado, y podía recurrir a los precedentes nacionales
con las guías o manuales para las víctimas. Un guía práctica de esta
clase podría servir como un instrumento de referencia y fuente de
alivio para aquellos que estén necesitados.
A medida que entramos a este nuevo milenio, los temas de la
seguridad humana están ocupando el centro del escenario. La regene-
ración de sociedades traumatizadas, la restauración de la fe en la justi-
cia y la movilización de la solidaridad de la gente no exigen nada menos
– reclamar a los seres humanos y evitar que otros sean presa de
malhechores es el mayor desafío que debemos afrontar ahora y en
los años por venir.

Traducción:
Prof. Miriam Zorn

37
Victimología

Referencias
M.Groenhuijsen, Los Conflictos de los Intereses de las Víctimas y de los Derechos
de los Ofensores en el Sistema Penal-Una Perspectiva Europea, Universidad Cató-
lica de Brabante, Bélgica, 1994.
P.Mc Cold, La Justicia Restauradora, Una Bibliografía Comentada, Alianza de ONGs
para la Prevención del Delito y la Justicia Penal, comisión Investigadora en
Justicia Penal, 1997; y “La Justicia Restauradora”, en Las Correcciones Hoy,
59:7, Diciembre de 1997.
M.C. Bassiouni (ed.), La Protección Internacional de las Víctimas, Nuevos estudios
Penales. Erás, París, AIDP, 1988.
A.U. Okali, el Genocidio de Ruanda: Hacia una Justicia orientada hacia la Víctima-el
Caso para una Asistencia ICTR para el Programa de las Víctimas, Oficina del Regis-
trador (Archivero) del Tribunal Internacional para Ruanda, Arusha, 5 de Di-
ciembre de 1997.

38
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

La Víctima y la Justicia Restaurativa.

John P. J. Dussich*
USA
Me complace hablar sobre la víctima, un tema que ha sido mi
foco durante gran parte de los últimos treinta y tres años. Quisiera
comenzar definiendo algunos términos claves. Víctima es la palabra
en foco de este trabajo. ¿Cuál es el significado de esta palabra? En el
Libro de Génesis del Antiguo Testamento encontramos la historia de
como Caín asesinó a su hermano menor, Abel. Entonces, el primer
asesino fue Caín y hemos leído y escuchado sobre la marca de Caín
con historias y relatos sobre Caín y sus seguidores. Sin embargo, la
primera víctima fue Abel y aun no hay historias sobre la marca de
Abel...Quizás es tiempo de crear una nueva metáfora para represen-
tar a la víctima que ha sufrido y sobrevivido, la víctima que es mas
sabia por sus experiencias, la víctima que no se siente desamparada, la
víctima que ahora esta empoderada, recuperada y restaurada. Deje-
mos que “La Marca de Abel” sea nuestro distintivo de coraje. Re-
chacemos las imágenes de personas solamente heridas, retraídas y
desamparadas. Debemos darnos cuenta de que en gran parte, estas
son condiciones temporarias como secuela inmediata de la
victimización. Abracemos y proyectemos estas nociones positivas que
las víctimas pueden lidiar con su adversidad, pueden superar sus da-
ños y en su mayoría emergen mas fortalecidos a raíz de sus padeci-
mientos. ¡Esa es la Marca de Abel!
* Presidente de World Society of Victimology.
Profesor de Victimología de Universidades de Europa, USA, Japón y Latinoamérica.
Tokiwa International Victimology Institute. California State University. USA.

39
Victimología

En la antigua cultura Hebrea la palabra para un sacrifico humano o


animal a Dios era “korban;” y en la cultura Romana, la palabra para
sacrificio a un Dios era “víctima,” de donde proviene nuestra pala-
bra en Inglés. Nuestra cultura Occidental ha adoptado una variante
de su origen para significar cualquier ser viviente que está herido. Sin
embargo en el curso del último milenio, el concepto ha evolucionado
para significar cualquier persona que ha sido dañada o muerta por:
desastres, enfermedades, guerra, crimen, accidentes, abuso de poder
y otros severos infortunios.
De la palabra víctima viene el sustantivo victimización.
Victimización es el resultado de un desbalance de fuerzas aplicadas
contra un individuo y de fuerzas utilizadas en defensa de ese indivi-
duo de manera que ese individuo es superado, no puede lidiar y es
dañado o muere - vcitimización.
Muchas palabras han evolucionado de la palabra víctima. Aplican-
do la palabra víctima a una acción contra una persona, llegamos al
verbo, victimizar. La persona que utiliza estas acciones lo llamamos el
víctimario. Además hay palabras nuevas que muchos de ustedes pro-
bablemente no hayan escuchado aun: victimidad (como todos los ras-
gos comunes a víctimas), víctimal (teniendo el carácter de una vícti-
ma), victimogénico (produciendo o formando víctimas), y
victimogénesis (el origen o causa de la victimización). Entonces, de la
palabra víctima llegamos a la palabra victimología, que es el estudio
científico de las víctimas. Esta palabra “victimología” fue inicialmente
acuñada por un abogado Rumano, Benjamín Mendelsohn en 1938.
Originalmente lo aplicaba a victimización por delito, pero luego tuvo
en cuenta que (a pesar de la causa del daño) toda persona
significativamente dañada sufre en formas similares o en el extremo
se muere; y, si sobrevive, se recupera de maneras similares. Por lo
tanto, Mendelsohn después modificó su concepto de victimología para
incluir todas las formas de victimización. El llamó a esta nueva ciencia,
victimología general. Sin embargo, hoy en día, hay victimólogos
que limitan su estudio únicamente a víctimas de actos ilegales
(victimología de delito), algunos que estudian daño causado por el
hombre (victimología humana) y aquellos que estudian todo tipo de
daños (victimología general).

40
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

El campo de estudio se ha expandido y especializado. Se usa para


describir la gama entera de sufrimiento humano y de saneamiento
humano.
Quisiera ahora contarles un poco sobre cómo la victimología sur-
gió como un movimiento. Luego del horrible Holocausto Nazi, el mundo
declaró “nunca más” e inmediatamente se puso en marcha la forma-
ción de las Naciones Unidas para que las naciones nunca más resolve-
rían sus conflictos con poder armado, para que nunca más se envia-
rían hombres y mujeres jóvenes a matarse, para mantener la paz mun-
dial, para resolver los problemas del mundo en sociedad y para que
los derechos humanos sean respetados. Tres años mas tarde esta
nueva organización crea un mandato conocido como La Declaración
Universal de Derechos Humanos que fue promulgada por la Asam-
blea General de la ONU el 10 de Diciembre de 1948. Esta fecha es
tan significativa para nosotros. Es tan significativa que su promulgación
fue llamada la “La Carta Magna para Toda la Humanidad.” Desde su
promulgación la Declaración de Derechos Humanos ha sido traduci-
da a 200 idiomas; es el documento de derechos humanos mas citado
en el mundo.
Desgraciadamente, no todas las naciones acataron su mensaje: en
ese mismo año, 1948 el Partido Nacional de Sudáfrica llegó al poder y
estableció el sistema brutal del apartheid que duró 43 años. Otros
levantamientos mayores que sucedieron fueron: La sangrienta Revo-
lución Cultural de la Republica Popular China; la violenta Guerra de
Corea; los pogromos políticos en la Rusia post Stalin; la horrifica Gue-
rra de Vietnam; la viciosa guerra civil en Nigeria; el feroz golpe de
Muammar Al-Qaddafi en Libia; y muchos otros ejemplos de sufri-
miento, violencia y muerte. Entonces, triste e irónicamente, han habi-
do conflictos mayores que han matado a cientos de miles de huma-
nos en cada década desde 1948. La paz no llegó al mundo y las
victimizaciones masivas no cesaron.
Además de la creación de las Naciones Unidas y la declaración
Universal de Derechos Humanos, otro desarrollo importante luego
del Segunda Guerra, fue la evolución de la victimología - especialmen-
te en Europa por un significativo número de estudiosos judíos que
intentaron comprender el holocausto genocida que mató aproxima-

41
Victimología

damente a unos 6 millones de judíos. en los campos de la muerte de


lugares tales como Auschwitz, Bergen-Belsen, Buchenwald, Dachau, y
Treblinka. Estos estudiosos querían saber, ¿porque su pueblo había
sido seleccionado? ¿Podrían haber prevenido semejante masacre a su
propia gente? ¿Como podían aprender de esta experiencia increíble
para poder sobrevivir en el futuro? Uno de los resultados del periodo
post-holocausto fueron las discusiones intensas y los profundos de-
bates sobre la victimización de los Judíos: cual era la causa del anti-
semitismo que había plagado a los Judíos desde la Diáspora en los
tempranos periodos clásicos de Roma y Grecia. Acompañando el
éxodo masivo desde Europa hacia el nuevo estado de Israel vinieron
muchos sobrevivientes. Entre aquellos que emigraron a Israel había
sociólogos, psiquiatras, psicólogos, filósofos y abogados – todos en-
trenados en las mejores Universidades de Europa. Muchos se sumer-
gieron en estas intensas discusiones y buscaron las respuestas que
habían eludido a su pueblo por miles de años. Entones era lógico que
Israel resulte ser la primera etapa para las discusiones sobre
victimización masiva – especialmente el genocidio.
En el año 1973 un pequeño grupo de estudiosos, practicantes y
alumnos de todo el mundo se junto por primea vez en Jerusalén,
Israel para colocar a la víctima en foco y cambiar las percepciones de
que las víctimas eran “personas olvidadas”. El evento fue el Primer
Simposio Internacional sobre Victimologia. Yo tuve la buena fortuna
de ser invitado por mi antiguo profesor Stephen Schafer, para pre-
sentar un trabajo conceptual que había escrito unos meses antes para
ayudar a víctimas de delito que finalmente se llegó a conocer como el
“el abogado de la víctima”. Tuve el honor de estar allí a la sombra
de gigantes. Este primer simposio fue un momento galvanizador para
esta nueva disciplina de victimología y para mí personalmente. Reunió
a los pioneros por primera vez y les dio un sentido de identidad,
solidaridad y compromiso como victimólogos. Ellos acordaron reunirse
cada tres años en diferentes países. y desde aquel entonces nos he-
mos reunido cada a tres años en un país diferente.
Eventualmente en 1979, solamente seis años mas tarde, en
Munster, Alemania, se llevó a cabo el tercer simposio con un grupo

42
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

de estudiosos y practicantes mas expandido. Allí se creó la Sociedad


Mundial de Victimología. Esta nueva Sociedad jugo un rol importante
en el lanzamiento de la idea que el mundo necesitaba un conjunto de
principios universales específicamente diseñados en función de las
víctimas, para enfatizar que nuevamente deberíamos colocar a la víc-
tima en el foco, para que la víctima sea reconocida y se le otorguen
derechos especiales. Entonces, seis años después, en 1985, esta nue-
va organización en su Quinto Simposio en Zagreb, Croacia, creó las
bases para que en el curso de ese mismo año, el 20 de Noviembre, se
llegue a la promulgación unánime por la Asamblea General de la ONU,
de la Declaración de Principios Básicos d Justicia para Víctimas de
Delito y Abuso de Poder. Este documento pronto pasó a conocerse
como “La Carta Magna de Derechos de la Víctima”. La esencia
de este documento fue colocar a la víctima en el foco de manera que
todos los gobiernos abracen el concepto de que “Las víctimas mere-
cen respeto por su dignidad, su privacidad y su seguridad”. Aquellos
de nosotros que habíamos sido parte de este proceso nos sentimos
exaltados, ennoblecidos y empoderados. Le habíamos dado una larga-
mente aguardada voz a los silenciados, habíamos provisto nuevas op-
ciones para los desamparados, y ¡habíamos hecho una buena acción
para la humanidad!
Poco tiempo después la Comisión de la ONU para Prevención de
Delito y Justicia Criminal fue asignada la responsabilidad de asistir a los
estados miembros a implementar esta Declaración para víctimas en
todo el mundo. Inicialmente, solamente un puñado de países tomó la
oportunidad de implementar reformas y pasar nuevas leyes, crear
programas de apoyo a víctimas y establecieron programas de com-
pensación para víctimas. Sin embargo y con mucho desaliento, la ma-
yoría de los gobiernos fueron lentos para hacer los cambios sugeridos
y entonces en 1999, para darle un soplo de vida a estos principios
abstractos, la ONU en sociedad con el Departamento de Justicia de
los Estados Unidos de Norteamérica, creó y publicó dos documen-
tos especiales para acercar las naciones a la implementación de la
Declaración. Estos documentos eran: el Manual de Justicia para Vícti-
mas; la Guía para hacedores de políticas. El impacto de estos dos do-

43
Victimología

cumentos fue significativo. Ayudaron a muchas naciones a moverse


de la teoría a la práctica. Finalmente, por primera vez las naciones
tenían las herramientas a mano para formar y operar programas de
asistencia a víctimas, cambiar leyes y políticas, establecer los derechos
de las víctimas y acercar a sus gobiernos a los ideales personificados
en la Declaración de 1985. El resultado fue que más naciones pusie-
ron en marcha importantes iniciativas por primera vez. Pero en su
mayoría, los países que aprovecharon la Declaración, el Manual y la
Guía se limitaron a países desarrollados. Muchos otros países aun se
resistían a los cambios reclamados por estos documentos innovadores.
Nuestras esperanzas para una adopción universal de los Principios
Básicos de Justicia para Víctimas de Delito y Abuso de Poder no se
habían logrado.
Queda claro que lo que se necesita es un mandato mas fuerte,
uno con dientes: supervisión y monitoreo, obligaciones legales con
sanciones. Otra vez, la Sociedad Mundial de Victimología se ha asigna-
do la función de pararse y abogar en beneficio de las víctimas a nivel
mundial. Ha decidido defender la creación y eventual promulgación
de una Convención de Naciones unidas sobre Justicia y Apo-
yo a Víctimas de Delito, Abuso de Poder y Terrorismo. Esta
convención es claramente una extensión de los cuatro documentos
previos de la ONU; pero agrega lenguaje en beneficio de las víctimas
de terrorismo. Aunque más expandida y elaborada, sigue enfocada en
el principio que “Las Víctimas merecen respeto pro su dignidad,
privacidad y seguridad.” Está compuesto por 25 artículos, y el artícu-
lo 9 se dirige a la Justicia Restaurativa. Dice así: 1) Los Estados Partíci-
pes se esmeren para establecer o mejorar los sistemas de justicia
restaurativa, que buscara como prioridad la restauración de la vícti-
ma. Los estados deben enfatizar la necesidad de aceptación por parte
del víctimario de su responsabilidad por la ofensa y el reconocimiento
de las consecuencias adversas para la víctima. 2) Los Estados Partici-
pes se aseguraran que las víctimas tengan la oportunidad de elegir
foros de justicia retorativa bajo leyes locales, que le otorgan a la vícti-
ma dignidad, compasión y derechos y servicios similares a aquellos
descritos en esta convención.”

44
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

Hacer de esta convención una realidad es uno de los proyectos


más importantes de la Sociedad Mundial de Victimología. Si alguno de
ustedes desea firmar una petición apoyando esta propuestas, la peti-
ción esta en el hall de entrada esperando sus firmas. Esta es una opor-
tunidad para que cada uno de ustedes contribuya personalmente a
este esfuerzo internacional para colocar a la víctima en foco en el
mundo entero.
El objetivo central de este movimiento de víctimas, ahora con casi
70 años, reconoció inicialmente que las víctimas habían perdido su
rol en el proceso de justicia. Las primeras dos frases en el texto de
Victimología de Doerner/Lab dicen, “Algo no muy divertido me paso
en el camino al sistema formal de justicia. La víctima fue dejada de
lado.” Yo digo, tenemos una responsabilidad de colocar a la víctima de
vuelta en el foco y de vuelta en el proceso de justicia. Si uno lee la
literatura contemporánea de Justicia Restaurativa un mensaje irritan-
te se repite; eso es que el víctimario todavía tiene todos los focos y
que la víctima es un ciudadano de segunda –aún en algunas practicas
actuales de justicia restaurativa. La selección del tema de este trabajo,
La Víctima en Foco y Justicia Restaurativa, enfatiza la continua impor-
tancia de recordar a la víctima en todos los modelos de justicia
restaurativa. Me gustaría sugerir que esto es más que un simple re-
cordatorio de mantener el balance entre víctima y victimario, es más
que un pedido por igualdad, creo que es una recomendación a
Criminólogos, Abogados y Practicantes de Justicia Penal y Justicia
Restaurativa. que ellos deberían hacer todos los esfuerzos para no
solamente estar atentos y sensibles a las necesidades de la víctima,
sino que también para asegurarse de que la víctima sea considerada
algo más que una simple herramienta para le rehabilitación del victi-
mario. La rehabilitación de la víctima debe tener un valor equivalente
a la forma en que priorizamos nuestros objetivos y nuestros recur-
sos. En realidad las víctimas aun están relegadas a un estatus de 2da
clase a lo largo y a lo ancho del Sistema de Justicia Penal y consecuen-
temente participa desde una posición de debilidad, desamparo, des-
protección y vulnerabilidad. Ese estatus debe cambiar - las víctimas
necesitan y merecen empoderamiento si van a sentir un sentido de

45
Victimología

igualdad en su participación, este proceso requiere que las víctimas


deben tener opciones, estas opciones deben incluir: la oportunidad
de tener un acompañante que los apoye durante su experiencia con
el sistema de Justicia Penal; la opción de tener una voz en la selección
del lugar donde participan; la opción de participar en sesiones de me-
diación o de reconciliación o aun de suspender su participación en
cualquier momento; la opción de decidir si van a ser los primeros
oradores o de donde sentarse en la sesión de mediación; la opción de
elegir el tiempo mas conveniente para ellos y la opción de elegir el tipo
de restitución que mejor responda a sus necesidades.
Uno de los modelos pioneros de Justicia Restaurativa es la confe-
rencia de grupo familiar – inventado en Nueva Zelanda. A mi particu-
larmente me gusta este modelo porque hace la víctima el participante
central en la respuesta al delito. En las conferencias familiares de Nue-
va Zelanda, las víctimas están invitadas a conocer a sus víctimarios y
sus familias. Se les otorga una voz significativa para relatar sobre el
impacto del delito en ellos y sus familias, además de plantear pregun-
tas directamente a los víctimarios. Debido a una intención nacional de
implementar los principios de justicia restaurativa en Nueva Zelanada
la víctima esta en el foco en su proceso de justicia penal.
He observado que los grupos más fuertes, más activos y más pro-
ductivos en la mayoría de los países donde la asistencia a la víctima se
ha convertido en una parte viable del sistema de justicia penal, son los
grupos de ex-víctimas. Se llaman a si mismos “sobrevivientes” y
mucos trabajan como incansables voluntarios por la causa de las víc-
timas. Se han convertido en una poderosa fuerza para la reforma en
esta área de políticas públicas y de preocupación humana. Han sufri-
do pero no están dispuestos a quedarse callados y ociosos. ¡Esa es la
marca de Abel! Ellos representan uno de los recursos mas significati-
vos en la implementación de la Declaración para Víctimas de las Na-
ciones Unidas. La tarea ante ustedes no es únicamente responsabili-
dad de los que están en el poder, de los que son líderes, o de los que
están en los niveles superiores de la sociedad. Es la responsabilidad de
todos quienes han tomado conciencia de estos problemas y tengan
los recursos disponibles para promover cambios. Aquellos en el po-
der deben invitar a la participación en este noble esfuerzo. Porque sin

46
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

la ayuda del puedo, los poderosos fracasaran. Esta tarea se debe rea-
lizar en una verdadera asociación con todas las partes de la sociedad,
porque es un problema de la sociedad entera. Estoy convencido
que cambiando la forma en que las cosas se hacían en el pasado es la
única forma constructiva de mejorar la condición humana. La histo-
ria nos ha demostrado que las sociedades se mejoran tomando en
cuenta las nuevas realidades que las confrontan ajustando con hones-
tidad y decisión.
Hasta ahora, he escrito sobe las definiciones de víctimas,
victimología, la historia del movimiento de víctimas, la Declaración de
la ONU en beneficio de los derechos humanos y de víctimas, sobre la
nueva convención que se esta elaborando y sobre una de las necesi-
dades mas importante, la necesidad de una justicia restaurativa – en-
focándose en la víctima. Mí último mensaje era sobre encontrar for-
mas para implementar estos principios y encontrar la voluntad de
hacer estos cambios. En conclusión, los desafío a cada uno de ustedes
a actuar con la información que han recibido. Actúen dentro de los
límites de sus realidades, de manera que sus acciones se dirijan a algu-
na parte de la solución. Háganlo con dignidad; háganlo con compasión;
háganlo con amor. Creanme cuando digo es una hermosa experiencia
que ennoblece el brindarse libremente a una causa que alivia el dolor
y sufrimiento y que mejora significativamente la condición humana.
Ante todo, mantenga a la víctima en foco. Y recuerden la marca de
Abel.

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Victimología

48
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

Abuso sexual de menores por el clero: El escándalo y sus lecciones

Emilio C. Viano*
USA
El abuso sexual del clero en la Iglesia Católica ha tenido un gran
impacto en la comprensión, el abordaje y el esfuerzo de proteger a los
niños. “Clero” aquí se refiere no solamente a los sacerdotes consa-
grados sino también a miembros de ordenes religiosas que no eran
sacerdotes, como monjes o hermanos. También monjas han sido acu-
sadas de este delito. El Informe John Jay (2004) encontró acusaciones
contra 4,392 sacerdotes, casi 4% de todos los sacerdotes en los EE.UU.
Se debe afirmar y enfatizar desde un principio que el abuso sexual de
menores no se limita a la iglesia Católica. Clero, monjas y personal
religioso de otras denominaciones, Cristianas o no Cristianas, tam-
bién han sido acusados y a veces condenados de abuso físico, emo-
cional y sexual de menores.
Además, una considerable cantidad de abuso ha sido perpetrado
por personal laico, voluntarios, maestros y auxiliares trabajando bajo
el patrocinio de organizaciones religiosas. Aunque la Iglesia Católica ha
sido la más afectada recientemente por el diluvio de revelaciones de
mal comportamiento sexual, las parroquias Católicas componen úni-
camente el 5 % del número total de iglesias Cristianas en los EE.UU. El
mayor número de iglesias pertenece a varias denominaciones protes-
tantes y el mayor número de alegaciones, un 70 % han sido asentadas
contra miembros de iglesias Protestantes y su clero. El escándalo tam-
bién involucra al clero Ortodoxo y los rabinos Judíos. Sin embargo la
Iglesia Católica atrajo la atención. Es la única mayor denominación
* American University Washington, DC

49
Victimología

Cristiana en los EE.UU. y da la impresión de ser casi una institución


monolítica, casi una corporación multinacional, visible, fácil de atacar
y reputadamente rica. En la realidad, las diócesis son bastante inde-
pendientes entre si y son gobernadas de forma autónoma por el obis-
po. Además el requisito que el clero Católico sea célibe, mientras los
otros se pueden casar, lo convierte en un tema de intensa curiosidad,
especulación y debate. Del mismo modo, el escándalo del abuso no se
ha limitado a los EE.UU. Aunque los primeros informes llegaron
mayoritariamente desde los EE.UU. e Irlanda en el caso de sacerdo-
tes, y desde Canadá en el caso de las órdenes de hermanos docentes,
no es únicamente un fenómeno Americano. Ha estado sucediendo
en todo el mundo.
No cabe duda que la historia de abuso sexual por el clero ha sido
una noticia principal en los EE.UU., Europa y otras partes del mundo
por un periodo de tiempo considerable. Ha causado debate, discu-
sión e indagación profunda sobre temas de explotación de menores
en hogares, reuniones públicas, conferencias, legislaturas, eventos re-
ligiosos y en los medios. ¿Ayudó todo esto para avanzar la toma de
conciencia y compromiso de protección al menor? La respuesta no
puede ser un inequívoco “si” o “no.” El debate ha tenido consecuen-
cias complejas, tanto positivas como negativas.

El impacto del escándalo de abuso sexual de menores


Indudablemente el escándalo ha mantenido el tema de abuso de
menores en las noticias, con frecuencia en horas de mayor audiencia.
Es ciertamente asombroso el poder largo y duradero del tema de
abuso sexual de menores. Normalmente, el interés y el rango de aten-
ción del público en la mayoría de los problemas sociales llega a un
punto de saturación, hace pico durante un periodo variable de tiem-
po y luego comienza a disminuir. Sin embargo, el tema de abuso sexual
de menores ha sido generalmente muy resiliente, ha logrado sobrevi-
vir y ocupar diferentes escenarios en diversas formas por un periodo
de muchos años, comenzando en la década del 80. Actualmente cuan-
do uno pensaría que iba a ser eclipsado por otros temas, con fre-
cuencia ha resurgido en una forma diferente. Por ejemplo, justo antes

50
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

de la aparición del escándalo del clero, la atención hacia el abuso de


menores en los EE.UU. se había vuelto casi negativa. Había una cre-
ciente repercusión negativa hacia los relatos de abuso de menores,
especialmente el abuso en gran escala en ámbitos como guarderías
infantiles debido al número de casos excesivos, cuestionables y difíci-
les de probar. La marea se tornaba negativa sobre el abuso de meno-
res y la gente y los medios lo sentían. Justo en ese momento, especial-
mente en los últimos años de la década del 90 y principios de los
2000-el aumento de historias creíbles de maltrato de menores forzó
su aparición en los medios y en la conciencia de la gente. La imagen de
investigadores súper apasionados, niños mentirosos o exagerados,
padres histéricos, investigadores agresivos y trabajadores sociales plan-
tando ideas, memorias y vocabulario en las mentes de los niños, fisca-
les políticamente ambiciosos tomando el tema para promover sus
carreras, abogados de menores víctimas exagerando la dimensión del
impacto del problema para promover sus propias causas y obtener
aportes financieros necesarios, trabajadores sociales empujando el tema
para ganar mayor influencia, poder y empleos, y un sistema de pro-
tección del menor inclinado hacia suponer lo peor y desarticular la
familia, rápidamente disminuyó y eventualmente casi desapareció.
La representación de investigadores súper apasionados, de niños
mintiendo o agrandando y exagerando sus relatos, de falsas memorias
recuperadas y de un sistema de protección del menor amenazando la
integridad de la familia básicamente ha desaparecido. Al contrario,
imágenes de predadores astutos y manipulativos, de niños arrincona-
dos hasta la sumisión y de instituciones sagradas y una vez admiradas
traicionando a los niños se han puesto muy de moda ahora.
Uno de los mensajes mas fuertes generado por el escándalo de
abuso por el clero es que el poder del estado en la protección de
menores debería expandirse hasta alcanzar rincones y ámbitos de la
sociedad, como instituciones religiosas, que hasta recientemente dis-
frutaban de una considerable autonomía, libertad de supervisión y
regulación estatal y ahora son percibidas como segmentos recalci-
trantes de nuestra sociedad. No cabe duda que esta percepción del
problema ayudó significativamente a mantener el tema de maltrato,

51
Victimología

abuso y explotación de menores muy visible ante la mirada pública.


Por cierto, ayudó a sobrepasar la cobertura negativa que el maltrato
de menores estaba recibiendo. Pero siguiendo mas allá de estos as-
pectos superficiales, los profesionales en abuso de menores deberían
ser cautos, mantener una postura crítica y ponderar qué ha sido útil
y qué ha sido dañino en la considerable toma de conciencia del públi-
co despertada por este escándalo.

Consecuencias positivas del escándalo de abuso sexual de menores


El primer aspecto positivo y útil de este escándalo es que induda-
blemente alertó a los padres de nuevo sobre la necesidad de hablar
con sus hijos sobre el abuso sexual y sobre los peligros y riesgos
potenciales presentados por gente conocida y de confianza para el
niño y sus familias. Probablemente haya pocos padres católicos que
recientemente no les hayan interrogado a sus hijos si un sacerdote
que interactuó con ellos alguno hizo o trató de hacer algo impropio
con ellos. No cabe duda el hecho de que el escándalo facilitó este tipo
de conversaciones con niños y recordó a muchos adultos, especial-
mente a los padres, sobre la importancia de informar y preparar a los
niños para la eventualidad del abuso, ha sido para bien.
El segundo aspecto útil de este escándalo es que ayudó a quitar el
estigma del abuso sexual y redujo significativamente las barreras hacia
la revelación. El escándalo mostró a muchos hombres, muchos de
ellos de clases trabajadoras revelando públicamente y discutiendo sus
experiencias de abuso cuando eran niños. Ellos fueron aplaudidos y
apoyados por su coraje y fortaleza, y esto a su vez entusiasmó a más
sobrevivientes a presentarse y contar su historia...
Esta no era la imagen de la víctima de abuso sexual que el público
tenía anteriormente. Es bastante posible que entusiasme a otros en el
futuro, especialmente hombres, a presentarse y revelar su abuso. La
posibilidad del impostor que falsamente denuncie abuso para calificar
para un arreglo financiero no se puede descartar totalmente. El ter-
cer aspecto positivo de este escándalo es que ha recordado forzosa-
mente a las organizaciones y administradores de sus responsabilida-
des afirmativas para lidiar con empleados problemáticos en una ma-

52
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

nera responsable y consistente. También los obligó a instituir refor-


mas largamente necesitadas. Las consecuencias dañinas de “pasarse la
pelota” son mas claras que nunca. La imagen de obispos católicos
reasignando sacerdotes acusados de abuso o sospechados de abuso
sexual de menores en una parroquia hacia otra parroquia para acallar
los rumores y quejas en la primera para eventualmente crear el mis-
mo problema en la segunda o tercera parroquia ha sido vituperada en
la prensa y en la opinión pública. Un ejemplo notorio de este oculta-
miento administrativo en los EE.UU., percibido para servir mas el in-
terés de la Iglesia como institución que el de los niños víctimas, fue el
del Cardenal Bernard F. Law de Boston quien se convirtió en pararra-
yos hacia la creciente ola de opinión publica en la ciudad y eventual-
mente se vió obligado a renunciar y trasladarse a Roma. Muchos otros
obispos fueron acusados de los mismos patrones de conducta. El
Estado investigó en algunos casos el patrón de reasignación adminis-
trativa por autoridades de la iglesia como un asunto criminal porque
puede representar la puesta en riesgo institucionalizado de los meno-
res. El resultado negativo de no denunciar el abuso también debe ser
evidente. Muchas organizaciones están revisando y actualizando sus
políticas, instituyendo o mejorando su filtro de selección de personal
e introduciendo otras medidas de prevención como consecuencia de
lo que sucedió en la Iglesia Católica. Indudablemente, un resultado
importante ha sido la creación de un ámbito organizativo más atento
y alerta. La gente esta más consciente, observadora, informada y dis-
puesta a denunciar maltrato de menores.
Entonces estos eventos tristes y trágicos rodeando el escándalo
han originado desarrollos notablemente positivos que a largo plazo in-
dudablemente resultarán en una mejor protección de los niños. Al mis-
mo tiempo el escándalo y la publicidad que lo rodeó pueden haber
contribuido hacia un debate nacional sobre el maltrato de menores en
formas que no necesariamente promueven el campo y la causa de pro-
tección del menor. ¿Cuales son algunos de los efectos adversos en el
campo de abuso de menores que surgen de esta controversia?

53
Victimología

Consecuencias Negativas del escándalo de abuso sexual de menores


El primer problema que se puede identificar es que el escándalo
proveyó de un empuje adicional para elevar el abuso sexual de meno-
res muy por encima de todas las otras formas de maltrato. En reali-
dad, el abuso sexual de menores abarca no mas de un 9.3% de todos
los casos de maltrato de menores elevado a la atención oficial en
EE.UU. (U.S. Department of Human Services, Administration on
Children Youth and Families, 2005). Peor aun, con frecuencia en medio
de la crisis el abuso de menores y abuso sexual fueron básicamente
igualadas siendo la primera un sinónimo de la segunda. Desafortuna-
damente, el registro demuestra que figuras religiosas de varias deno-
minaciones, no solamente Católicas, han sido involucradas en otras
formas de maltrato. Hay abundantes relatos de niños, especialmente
en colegios residenciales, golpeados, encerrados en armarios, amena-
zados con daño físico y mutilación, maldecidos con castigo eterno, y
disuadidos de pedir asistencia medica por el clero y oficiales religiosos
(Raftery & O’Sullivan, 2001). Es lamentable que por mucho tiempo el
debate y discusión sobre maltrato de menores se ha enfocado en su
mayoría sobre el abuso sexual en perjuicio de tener en cuenta e in-
tervenir sobre otras formas de maltrato de menores, igualmente o
mas perniciosas. Los profesionales del área deben hacer un gran es-
fuerzo para expandir la amplitud del dialogo nacional. Actualmente,
en los EE.UU., es muy difícil discutir otros tipos de abuso de meno-
res, a pesar del hecho que la evidencia indica que estas otras formas
de maltrato de menores son tan dañinas como la victimización sexual.
Un problema aun más grave generado por el escándalo de abuso
por el clero es que fortaleció y reforzó muchos de los estereotipos
más dañinos y perniciosos que la sociedad tiene sobre abusadores
sexuales y agresores. Los victimarios han sido reiteradamente referi-
dos como paedofilos, implicando que estos adultos están atraídos
sexualmente hacia pre púberes, con un interés parafílico, que necesa-
riamente tienen múltiples víctimas, y con una compulsión incurable
de delinquir. De hecho la mayoría de los sacerdotes victimarios no
eran paedofilos (Haywood et al., 1996). Todo esto le dificulta al publi-
co a tomar conciencia y darse cuenta del amplio espectro de

54
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

victimarios involucrados en abuso sexual de menores. Algunos casos


notorios, como los de Christopher Reardon, James Porter y John
Geoghan, sacerdotes de la Arquidiócesis de Boston, que habían teni-
do muchas víctimas, fueron prominentemente expuestos y por ende
dominaron y formaron la percepción general de abuso sexual de
menores por el clero como siempre teniendo víctimas múltiples. El
hecho de que la mayoría de los sacerdotes acusados tuvo “solamen-
te” una o un par de víctimas no fue llevado a la atención del público
ansioso y preocupado. Por cierto, aun una víctima menor es demasia-
do pero únicamente en casos limitados los abusadores resultaron ser
los predadores astutos con múltiples víctimas que reflejaban los me-
dios. La idea de que existe un amplio espectro de tipos de abusadores
estaba mas prevalente cuando el debate público se enfocaba en ins-
tancias frecuentes de padres incestuosos y abuelos abusivos. Cuando
el debate sobre la victimización de niños por sacerdotes irrumpió en
la conciencia nacional, este mensaje previamente matizado rápidamente
fue dejado de lado y una topología cruda, limitada del abusador sexual
de menores prevaleció. Los profesionales de abuso de menores de-
ben hacer un mayor esfuerzo para balancear el discurso público una
vez más en esta área tomando en cuenta el amplio espectro de abuso
y de abusadores para que políticas eficientes y balanceadas se puedan
planificar, adoptar y aplicar.
El tercer problema es que el escándalo fortaleció las impresiones
exageradas de la gente sobre la toma de riesgos y la incorregibilidad de
los abusadores sexuales. El foco principal de las noticias y la andanada
de críticas públicas fueron los casos mas conspicuos donde los
victimarios fueron detectados, llevados a la atención de las autorida-
des religiosas que muchas veces los trasladó hacia otra área geográfica
donde continuaban a abusar y explotar menores. Lo que muchas ve-
ces se pasaba por alto es que también había un apreciable número de
casos en los cuales los victimarios eran identificados y a través de
terapia u otras intervenciones fueron capaces de terminar su con-
ducta abusiva. Esto no significa un endoso a las políticas de la Iglesia
Católica para el tratamiento de abusadores. Así el escándalo fortaleció
la percepción por parte de mucha gente que todos los abusadores de
menores tienen una necesidad compulsiva de control. Remarcar la

55
Victimología

conducta de toma de riesgo de los abusadores sexuales sin duda


refuerza la necesidad de intervenir y limitar esa conducta. Sin embar-
go también distorsiona la percepción de la gente sobre donde hay
peligro y como proteger a los niños. Cuando el discurso público pasa
por alto el hecho de que hay tanto victimarios que toman riesgos
como los hay que no los toman, se producen malas políticas. Más aún,
abusadores sexuales que se comportan de forma menos riesgosa
pueden operar con mayor impunidad y éxito, generando más vícti-
mas, debido a que trabajan ¨bajo el radar¨ por describirlo de una ma-
nera, mientras que la sociedad se enfoca casi exclusivamente en aquellos
victimarios que toman mas riesgos. Consecuentemente, las políticas
e intervenciones contra el maltrato de menores y para proteger los
verdaderos intereses del niño no están bien encaminadas.
Otra consecuencia negativa de como el escándalo de sacerdotes
abusivos fue de generar muchas percepciones negativas sobre el tra-
tamiento a victimarios como un abordaje viable al manejo de
abusadores de menores. La razón se debe al hecho que en algunos
casos de alto perfil los víctimarios habían sido enviados a tratamiento.
Pero cuando regresaron y retomaron sus actividades, también
reiniciaron el abuso. Esto sucedió en parte porque no había segui-
miento de calidad o supervisión. El resultado final era que reforzaba la
creencia de mucha gente que es inútil intentar un tratamiento con
estos víctimarios y que únicamente la cárcel, preferentemente per-
petua, es una alternativa viable.
Obviamente no es positivo ni provechoso para el campo de mal-
trato de menores, para el público y los agentes de políticas públicas
percibir a los abusadores de menores como predadores compulsivos
e incorregibles que no pueden ser controlados, rehabilitados, trata-
dos o parados. Esta conclusión mayoritariamente negativa es de he-
cho incorrecta. (Hanson et al., 2002). Complica y desvía las investiga-
ciones, desalienta las confesiones y la cooperación de los victimarios,
a veces genera una considerable confusión para las víctimas, y obs-
taculiza el trabajo de aquellos que están tratando de proveer un trata-
miento efectivo para los víctimarios e introducir políticas y prácticas
correccionales razonables.
Un cuarto problema es que este escándalo confirmó y fortaleció

56
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

la creencia firmemente sostenida por muchos de que los homosexua-


les son los responsables de abuso de menores, un estereotipo que
había comenzado a desaparecer en los EE.UU. y otras partes. Para su
crédito, la Iglesia Católica no se dedicó a la caza de brujas que podría
haber hecho para estampar la culpa a los homosexuales por el mayor
debacle que estaba enfrentando. No obstante, suficiente clero de alto
rango y otros expresaron esa opinión y hay una considerable proba-
bilidad que las reacciones expresadas por la iglesia van a prevalecer
con ese punto de vista. Como consecuencia, aquellos que quieren
explotar la crisis para acusar y usar de chivo expiatorio a los homo-
sexuales tienen mas libertad de acción para hacerlo.
Aparte de la reacción de la Iglesia Católica, un problema fundacional
adicional es el tema que la homosexualidad vis-à-vis abuso sexual de
menores no ha sido bien manejada por la prensa secular y el campo
de maltrato de menores. Un considerable número de expertos en
abuso de menores, al ser entrevistados por los medios, subrayaron
que la homosexualidad no es automática ni directamente conectada
con la vejación de menores.
Pero estas afirmaciones pueden no ser suficientemente persuasi-
vas para la gente común que esta tratando de comprender cabalmen-
te estas revelaciones chocantes y dramáticas que en muchos casos
han destrozado su fe y confianza en las figuras religiosas. Esto puede
ser porque los expertos no están completamente correctos. En rea-
lidad, la homosexualidad puede estar ligada con algunos casos o tipos
de abuso por el clero en formas que reclaman una explicación y aná-
lisis más cándido y abierto. Es razonable suponer, por ejemplo, que el
requisito de que los sacerdotes sean célibes crea un estilo de vida
atractivo pata adolescentes y hombres jóvenes que están conmocio-
nados por fuertes conflictos de sentimientos homosexuales concientes
o reprimidos. Un estilo de vida supuestamente célibe vivida en un
ámbito masculino puede volver el sacerdocio atractivo especialmente
donde las relaciones homosexuales están seriamente rechazadas. Ser
un sacerdote o un monje ofrece un buen escondite para una vida sin
contacto sexual con mujeres, como se requiere, pero no necesaria-
mente con hombres a veces viviendo bajo el mismo techo. Hay por lo
menos evidencia anecdótica que la homosexualidad activa no es des-

57
Victimología

conocida entre el clero católico. Un ejemplo manifiesto fue el cierre


por el Vaticano en 2004 de un seminario mayor en la diócesis de San
Pölten, Austria, acusado de albergar mala conducta sexual generaliza-
da, incluyendo la distribución de pornografía infantil. La iglesia Austriaca
todavía tenia las cicatrices del escándalo de 1998, cuando el Cardenal
Hans Hermann Groer de Viena tuvo que resignar luego de ser acu-
sado por molestar sexualmente a varones en décadas anteriores. El
Obispo Kurt Krenn de San Pölten eventualmente también fue despe-
dido por la Santa Sede como consecuencia del escándalo del semina-
rio. Como no es fácil dirigirse abiertamente y expresar ese tipo de
sentimientos libremente y procesar la vergüenza y confusión que pro-
ducen, todo esto genera una profunda vulnerabilidad y casi una pre-
disposición para el tipo de puesta en acto y explotación que sucedió
en el caso de la Iglesia Católica. Uno pude hacer hipótesis que la ver-
güenza, rechazo social y falta de modelos y experiencias de socializa-
ción adecuados son responsables por la puesta en acto de los sacer-
dotes. La eliminación de estas situaciones opresivas debería ser una
prioridad. Sin embargo, al mismo tiempo, sería incorrecto declarar
que la homosexualidad es totalmente irrelevante. Aunque por si mis-
mo pueda no ser causa suficiente o hasta totalmente no relacionada,
visto en el contexto que nuestra sociedad percibe y trata a la homo-
sexualidad, puede terminar teniendo conexión con alguna conducta
abusiva por parte del clero. Aun excluyendo a la homosexualidad,
algunos mantienen que el requisito de celibato y la esperada ausencia
de experiencia sexual con el sexo opuesto por candidatos al sacerdocio
Católico puede llevar a una subdesarrollada y distorsionada sexuali-
dad entre el clero que a su vez puede conducir a algunos de ellos a
buscar gratificación sexual con niños y no con mujeres, visto como
amenazante y oficialmente tabú. Este enfoque se puede expandir para
incluir y un tanto explicar la misoginia que alguna gente percibe que
existe entre cierto clero Católico y aun en algunas posturas doctrinales
de la Iglesia vista como una organización patriarcal prototípica. Es muy
probable que patrones similares existan en otras denominaciones
Cristianas y otras religiones cuando el celibato es un requisito, por
ejemplo entre monjes Ortodoxos.

58
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

Desafortunadamente, el campo de investigación y modelos con-


ceptuales sobre maltrato de menores están bastante subdesarrolla-
dos sobre esto. Consecuentemente, puede ser difícil evitar que se
culpe a los homosexuales como se va a generar con esta crisis, salvo
que se ofrezca un mejor enfoque analítico, en vez de aseverar que no
se encuentra ninguna conexión.
Un quinto problema es que los medios y el área de maltrato de
menores en general han errado la marca cuando se trata de dirigirse
efectivamente al tema de las víctimas de la demanda, adolescentes
que voluntariamente participan de actividades sexuales con adultos,
ya sea del sexo opuesto o del mismo sexo. Sin duda ninguno de estos
jóvenes involucrados en actividades sexuales con sacerdotes eran
culpables o deberían considerarse responsables por su abuso. Sin
embargo, los medios no cubrieron completamente la variedad de in-
tervención sexual que se llevó a cabo. La mayoría de los medios se ha
enfocado en los varones menores manipulados y forzados a actos
sexuales por sacerdotes percibidos por los jóvenes como teniendo y
ejerciendo la autoridad total. Pero en un número de casos, adoles-
centes mayores también participaban. Es razonable pensar que pue-
den haber sabido o anticipado en lo que se estaban involucrando y
decidían involucrarse y participar sin ser necesariamente manipula-
dos o forzados. Esto no significa implicar que los víctimarios en estos
últimos tipos de situaciones sean considerados menos responsables.
El punto es que cuando los medios proveen relatos que no se dirigen
al rango completo de involucramiento y no tratan con las cuestiones
difíciles pero ineludibles relativas a la juventud y su deliberada partici-
pación, están abdicando su responsabilidad moral en el tema y des-
orientando al publico. Una de las mayores responsabilidades en el
área de maltrato de menores es educar e informar a los padres, jóve-
nes, profesionales y adultos que tratan con la juventud sobre las razo-
nes detrás de las prohibiciones de la sociedad y que hacer para
implementarlas correctamente y eficientemente. A menos que y has-
ta que el área de maltrato de menores acepte y actúe sobre esta res-
ponsabilidad moral, muchos adultos ostentarán estas prohibiciones y
muchos jóvenes serán culpados cuando estas relaciones sean descu-

59
Victimología

biertas. El área de maltrato de menores ha tropezado y perdido una


excelente oportunidad para enérgicamente dirigirse a este tema en
esta crisis.
Finalmente, surge un posible problema y una de las áreas de este
escándalo le ha dado ímpetu y debería ser ampliamente discutido en
el ámbito de maltrato de menores es el rol de los juicios y litigios.
Evidentemente, los abogados para las víctimas y sus familias han des-
empeñado un rol de líderes en exponer este tema a la luz y facilitar las
revelaciones claves que hicieron posible apreciar la magnitud del pro-
blema. Muchas de las víctimas quizás nunca hubiesen revelado su
victimización sin la percepción de que había abogados dispuestos a
apoyarlos y tomar sus casos. Sin la sostenida intervención legal, los
documentos internos de la iglesia, las comunicaciones y decepciones
no se hubiesen revelado. A los fiscales les podrían haber faltado el
coraje y la voluntad de presentar cargos. Los abogados de los
querellantes ahora son socios principales e importantes en el área de
maltrato de menores. Sin embargo, sus actividades suscitan pregun-
tas significativas y relevantes.
Ahora que el área de maltrato de menores ha llegado a la mayoría
de edad y tiene mas de 40 años, una considerable porción de la con-
ducta profesional en el área ha sido sustancialmente discutida y es-
crutada para desarrollar un sentido de buenas practicas. Al mismo
tiempo, litigar en representación de los sobrevivientes no ha sido es-
crutado en forma tan detallada y comprensiva, como por ejemplo en
el caso de investigadores policiales, investigadores de bienestar infan-
til, o trabajadores de salud mental. Por ejemplo, ¿cómo es abordado y
reclutado el querellante? ¿Que tipos de procedimientos de consenti-
miento informado rigen para proteger sus derechos y preservar sus
intereses? ¿Cuales son las partes traumáticas del proceso de litigio y
cómo se manejan estas situaciones estresantes y para amortiguar o
mitigar su impacto sobre víctimas y testigos? Dado los grandes mon-
tos de dinero obtenidos para acordar casos, ¿qué tan bien filtran los
abogados las demandas de gente que puede a veces planificar tomarse
una ventaja de este golpe de fortuna, aunque no sean demandantes
legítimos? ¿Y que hay acerca de la posible colusión de los abogados

60
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

con demandas falsas, débiles, exageradas, especialmente en casos de


¨memoria recuperada¨ ya que están colocados para beneficiarse eco-
nómicamente con un acuerdo sin una determinación judicial de los
hechos? ¿Y que hay con la generalizada predisposición de los jurados
y otros en el sistema judicial, dada la amplia publicidad otorgada al
abuso sexual de menores por el clero conduciendo hacia una pre-
sunción de culpabilidad apenas alguien es acusado de mala conducta?
Como en casi todas las disciplinas, la mayoría de los abogados en
general probablemente maneje estos desafíos con responsabilidad. Pero
mucha gente sostiene que hay distintos niveles de responsabilidad
profesional correspondiendo a abogados más o menos escrupulosos
para los querellantes. Además, muchos profesionales creen que para
algunos sobrevivientes el litigio civil a la larga agrava su trauma en vez
de aliviarlo.
El escándalo de abuso de la Iglesia Católica ciertamente va a refor-
zar el rol y la importancia del litigio y la intervención de las cortes
seculares en la respuesta de nuestra sociedad al maltrato de menores
por parte del clero. Presenciando el coraje y entendiendo el impacto
que una denuncia tiene sobre los perpetuadores de estos actos y del
encubrimiento, la publicidad, los grandes montos de dinero otorga-
dos, todos estos incentivos seguramente motivaran a abogados, so-
brevivientes y sus familias en muchas maneras a unirse a los pioneros
que han abierto este campo y que fueron algunas veces, por lo menos
al principio, despreciados y rechazados.
¿Será esto un desarrollo saludable? Probablemente dependa de
cómo evolucione. Pero definitivamente apunta a una necesidad de un
mayor escrutinio en los procesos y de realzar los estándares de mejo-
res prácticas para litigios civiles.
También demuestra la necesidad de más estudio sobre el impacto
de este proceso en los sobrevivientes, sus familias y su recuperación.
Además apunta hacia la necesidad de una valoración de las conse-
cuencias del litigio y adjudicaciones de daños civiles sobre los costos
de seguros y practicas de empleo. El rol que empresas de seguro han
desempeñado y continuaran a desempeñar en obligar a las institucio-
nes a tomar en serio los problemas anteriormente ignorados o mini-

61
Victimología

mizados es muy importante. Así como las preocupaciones de las


aseguradoras contribuyó a que los departamentos de policía tomaran
en serio al tema de violencia domestica, así también están obligando a
las instituciones religiosas de todos los credos a promulgar políticas
adecuadas relativas al abuso sexual de menores, a mejorar y actualizar
la selección de candidatos para le clero, e introducir entrenamiento
obligatorio y otras medidas de prevención. Si la sociedad desarrolla
sistemas y medidas mejores y más eficaces de protección al menor,
será un éxito mayor. Si, por otra parte, muchos juicios y abultados
costos otorgados por las cortes, llevan las instituciones y negocios a la
banca rota y alienan a aquellos cuya misión es trabajar en el sector de
la juventud, será una victoria hueca.
Aunque pueda parecer que los eventos de estos últimos años han
fortalecido la causa de protección al menor, es esencial que el ámbito
de maltrato de menores continúe siendo crítico y atento. Los exce-
sos y errores conceptuales de cualquier caza de brujas y exorcismo
público pueden volver a perseguir el ámbito de maltrato de menores
con serias consecuencias.

Conclusión
En conclusión, la explosión del escándalo de abuso sexual de me-
nores por parte del clero ha tenido consecuencias positivas y negati-
vas sobre las percepciones y reacciones del problema de la sociedad
y de los profesionales. La complejidad de la situación requiere que
investigadores, estudiosos, profesionales y activistas en el área invier-
tan los recursos necesarios, la energía y el esfuerzo para elaborar una
respuesta balanceada a la crisis de modo que verdaderamente consti-
tuya una oportunidad para que el área crezca y se desarrolle positiva-
mente, verdaderamente proteja a las víctimas, prevenga futuras
victimizaciones, impulse intervenciones eficaces para los víctimarios
respetando y honrando los derechos humanos de todos. La
victimología y especialmente el área de maltrato y abandono de me-
nores están posicionados para ganar considerablemente de una reac-
ción deliberada y una intervención bien ponderada anclada en la in-
vestigación desapasionada y el análisis. Por otra parte, el potencial de

62
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

dañó también se asoma en el caso de una respuesta desorientada


dirigida por un retrato superficial del problema presentado por los
medios, la sed de venganza, un posible anti clericalismo, y el afán de
lucro por abultadas ganancias financieras. El hecho de que problema
existe y esta generalizado es una realidad establecida. Cómo lo enca-
ramos es una tarea en ciernes que afectará la reputación y
profesionalismo en el área en los años por venir.

Traducción:
Elinor Shulthess de Berti

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63
Victimología

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64
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

El homicidio en Chile: Aproximaciones a un perfil con própositos


comprensivos e investigativos.

Elías Escaff Silva*


Karla Guaita Cahue*
Pamela Navarrete Bernal*
Chile
I. Introducción
El Perfilamiento Criminal como una técnica de análisis aplicable en
la investigación del delito fue reconocida a nivel mundial en 1980 a
partir de las investigaciones desarrolladas por el Federal Burdeou
Institute, con agresores de delitos sexuales desconocidos, no obstante,
la utilización de este procedimiento como un instrumento válido y
confiable aplicable en la investigación del delito, es escasamente utiliza-
do por el personal policial, encontrándose más vinculado al ámbito de la
ciencia ficción por carecer de una metodología de trabajo consistente y
validada desde el método científico. Para que esta técnica sea realmente
aplicable en la investigación policial de homicidios, se estima, primera-
mente, que es necesario conocer las características generales y especí-
ficas de cada uno de los tipos de homicidio ocurridos en nuestro país.
El presente estudio tiene por objetivo principal realizar una carac-
terización de los tipos de homicidios ocurridos en la Región Metro-
politana a partir de las evidencias físicas y psicológicas del Sitio del
Suceso, identificando para esto, las variables comunes a cada tipo de

* Ministerio Público Fiscal. Chile.

65
Victimología

homicidio de manera de establecer indicadores atribuibles a caracte-


rísticas físicas y psicológicas de los autores de este delito.

II. Métodos y fuentes de información


Se revisó la totalidad de los informes policiales emitidos por la
Brigada de Homicidios de la Policía de Investigaciones de Chile co-
rrespondientes a todos los casos de homicidio ocurridos en la región
Metropolitana durante el periodo de 5 años, más precisamente, entre
el 1 de Enero de 1998 y el 31 de Diciembre de 2002. Reunidos 927
informes policiales, se seleccionaron 394 que cumplieron con los cri-
terios establecidos para pertenecer a la muestra, es decir, autor iden-
tificado e Informe Científico – Técnico del Sitio del Suceso (S.S).
En forma paralela se confeccionó una “Pauta de trabajo de Homici-
dio” orientada a recolectar la información descrita en los informes policiales
respondiendo con los objetivos propuestos en la investigación.
Con los datos obtenidos se creó una base de datos en SPSS, para
luego procesar la información con el mismo. Como técnica de análi-
sis, se utilizó la multivariable, realizando un estudio de grupos por
conglomerados y aplicando un cluster de optimización sobre el total
de las variables.
Posteriormente, sobre el análisis de conglomerados se identificó
el comportamiento de las variables respecto a los grupos creados y
su incidencia en la ocurrencia de un tipo de homicidio. Se aplicó el
coeficiente de contingencia para corroborar la existencia de asocia-
ción entre las variables y el cluster al cual ingresaron con un p< 0,05.
Los resultados obtenidos se describen en las tablas y gráficos expues-
tos a continuación.

III. Resultados
De la aplicación del coeficiente de contingencia sobre el total (78)
de las variables utilizadas para el análisis de la evidencia física y psicológi-
ca del S. S. son extraídas 17 por no resultar significativas respecto a los
grupos creados. Además debido a su naturaleza algunas variables no
ingresaron al análisis cluster, limitando su descripción a la frecuencia

66
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

lograda respecto a la agrupación final y consignadas con * en el cuadro

Del total de las variables ingresadas al análisis cluster se desprende


el siguiente análisis acerca del homicidio.

67
Victimología

1. Antecedentes respecto al Sitio del Suceso


Se concluye que en un 54,6% del total los S. S. son abiertos, sien-
do descritos en un 57,9% como vía pública. Respecto a la calidad de la
iluminación, en un 56,1% es identificada como buena, observando
con frecuencia tránsito vehicular (50,3%) y peatonal (47%) (Tabla 1.1).

Tabla 1.1: Tipos de S. S. y Principales Características

* % respecto al total de los homicidios con S. S. abiertos.


** % respecto al total de los homicidios con S. S. cerrado.

En el 65,5% de los casos se constata la presencia de testigos al


momento de la ocurrencia del ilícito.
Con relación a las evidencias físicas del S. S. cerrado, en un 14,1%
de los casos no se encuentran fracturas de puertas y / o ventanas.
Respecto al desorden de los muebles por registro de terceros es
escaso, observándose en un 13,3% del total de la muestra. La presen-
cia de signos de lucha se manifiesta en un 40,6% de los S. S.

68
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

Tabla 1.2: Presencia – Ausencia de Evidencia Física en S. S.

2. Antecedentes de la Víctima
En un 93,1% de los casos se observa una víctima única, la que en
un 85,3% de los casos es hombre. La moda respecto a sus edades se
encuentra en los 31 años y la edad promedio es de 26 años. Sobre su
estado civil, en un 62,9% de los casos es soltero.
Respecto al nivel de instrucción, un 50,3% de las víctimas realizó
parte o la totalidad de la enseñanza básica y un 26,1% cursó parte o la
totalidad de la enseñanza media. De los individuos en que se logró
conocer su situación laboral, un 29,9% se encontraba desocupado,
un 17,3% se desempeñaba como obrero, un 14,7% como empleado
particular y el 14,3% restante al comercio.
Por otro lado, en un 96,4% de los casos se encuentra sangre en el
S.S., constituyéndose la región toráxico de la víctima como aquella don-
de se presentan con mayor frecuencia las lesiones. Además, las heridas
múltiples en la víctima son escasas, observándose en un 26,9% del total
y guardando estrecha relación con aquellos móviles sentimentales.
En cuanto a la exposición a riesgo, un 51,8% de las víctimas se
exponen voluntariamente a situaciones riesgosas para su integridad
física y un 52,5% ejecuta conductas de riesgo. Además, un 69,3% de
los sujetos se encontró con estado alterado de conciencia al momen-
to de su deceso.
Respecto al riesgo de ser abordado por el víctimario, según la re-
lación día y hora, en un 70,1% de los casos se observa una alta inci-
dencia de la variable.

69
Victimología

Además, en un 92,1% del total, se constató un evento directo que


incide en la interacción víctima – víctimario. De este modo, en un
82,7% de los casos estudiados la muerte se consideró promovida por
la víctima. Además, en un 80,7% de estos la víctima es una persona
conocida por el víctimario.

3. Antecedentes respecto del Autor


El sexo predominante es masculino (92,4%). La moda respecto a
sus edades se encuentra en los 19 años, constituyéndose la edad pro-
medio los 28 años. Respecto al nivel de instrucción, se observa que
un 50,3% de los autores realizó parte o la totalidad de la enseñanza
básica y un 29,7% cursó parte o la totalidad de la enseñanza media.
Además, un 41,6% de ellos presenta antecedentes delictuales y
un 9,9% antecedentes psiquiátricos. Con relación a su estado de con-
ciencia, un 60,2% de los víctimarios se encuentra bajo el efecto de
sustancias y / o alcohol al momento de delinquir. Además, en un 10,2%
actuó con cómplices.
Respecto al modo de operar del víctimario, en un 87,8% de los
casos se identifican indicadores de impulsividad, existiendo con ma-
yor frecuencia violencia instrumental que expresiva (98,5%). Gene-
ralmente, se encuentra escasa evidencia con relación a elementos
vinculantes (60,4%) y arma homicida en el S.S. (65%). No obstante, se
observa la presencia de desgarros en las ropas en un 72,8% de los
casos y evidencias de signos de lucha en un 40,6% de estos.
Con respecto al arma homicida utilizada con mayor frecuencia
son los elementos cortopunzantes, seguidas por armas de fuego,
elementos contundentes y asfixias por estrangulación manual y / o
sofocación.
Con relación al móvil observado con mayor frecuencia, es el de riña
con estado alterado de conciencia, seguido por las rencillas anteriores.

70
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

Análisis de los Conglomerados Finales


El análisis cluster dio origen a tres grupos de homicidios bien dife-
renciados:
• El grupo 1, se identificó con el nombre de RAC por in-
cluir como principales variables aquellas presentes en los
homicidios por riña con alteración de conciencia y reco-
lectó 243 casos de la muestra.
• El grupo 2 se denominó SENT, por incluir la mayor canti-
dad de homicidios denominados sentimentales recayendo
sobre éste 61 casos de la muestra.
• El grupo 3 que fue denominado DEF, por reunir la mayor can-
tidad de homicidios por acción defensiva frente a la agresión
explicita de un tercero, alcanzando los 90 casos restantes.

Cuadro. 1. Resultados significativos frente a variables del Sitio del Suceso


en cada uno de los grupos

71
Victimología

Cuadro. 1. Resultados significativos frente a variables de la Víctima en


cada uno de los grupos

72
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

Cuadro. 1. Resultados significativos frente a variables de la Víctima en


cada uno de los grupos

Conclusiones
La investigación buscó desarrollar una caracterización de los ho-
micidios en la Región Metropolitana, a partir de evidencias física y
psicológica recogidas del S. S. Además, se logró establecer asociación
entre características del S. S., móvil del homicidio y características
sociodemográficas del autor.

73
Victimología

a. Caracterización de los homicidios de la Región Metropolitana


Respecto de los homicidios ocurridos en Santiago es posible se-
ñalar que la mayor frecuencia está constituido por un S. S. abierto,
entendiendo este, principalmente, como vía pública. Con relación a lo
anterior, se observa que la calidad de la iluminación, la presencia de
terceras personas, tránsito peatonal y/o vehicular no se constituyen
como factores protectores para la víctima, frente a la ocurrencia de
un homicidio, en contraposición a la percepción social.
Respecto a la existencia de elementos vinculantes en el S. S.,
específicamente el arma homicida, lo habitual es la ausencia de ella, lo
que desde la teoría permite suponer la existencia de un víctimario
organizado (Douglas, J., 1980), no obstante, en nuestra realidad, dicha
inexistencia no se encuentra directamente asociada a la mayor capa-
cidad de víctimario por minimizar el riesgo y las consecuencias inme-
diatas de su conducta, por el contrario, se debe a un intento desespe-
rado por eximirse de la responsabilidad obtenida por agredir al otro
en un enfrentamiento casual o por simple desconocimiento que su
conducta anterior le ha provocado la muerte, advirtiéndose lo plan-
teado por Wolfgang y Ferracutti (1971) con relación a la existencia
de homicidios que en primera instancia no buscaban la muerte, sino
dañar al oponente.
En la asociación S. S. versus armas utilizadas, se verifica que lo más
frecuente, son objetos cortopunzantes en S. S. abierto y, habitualmen-
te, la víctima presenta herida única causante de la muerte. Por el con-
trario, en S. S. cerrado lo más frecuente es el uso de armas de fuego,
además, en aquellos homicidios que corresponden a un móvil senti-
mental es frecuente observar la multiplicidad de lesiones en la víctima.
En los homicidios de móvil sentimental, el 70,5% las víctimas son
mujeres y es más frecuente la sofocación o estrangulamiento manual
como mecanismo de la muerte, seguido por heridas múltiples con
elementos cortopunzantes.
En el 80,7% de los casos, existe conocimiento previo entre vícti-
ma víctimario, siendo lo habitual observar una víctima y un víctimario.
En la interacción víctima – víctimario se advierte el efecto crítico
del alcohol y / o drogas como un elemento gatillante y / o modificador

74
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

de las relaciones que se establecen entre las partes. Lo anterior con-


firma lo planteado por Cooper (2002) y Espinoza (1997), que sostie-
nen que estar bajo efectos de alcohol y / o sustancias constituye un
factor criminogénico, pues inhiben el control de la conducta frente a
la comisión de comportamientos delictuales.
Las características del S. S. permiten reconocer el modo de ope-
rar y, en consecuencia, aspectos del autor con relación al manejo de
los impulsos, observando con mayor frecuencia un mal manejo de
éstos por parte del agresor.
En la mayoría de los casos se verificó que las víctimas se expusie-
ron voluntariamente a factores que pueden evaluarse como de alto
riesgo, desarrollando un rol activo en la relación víctima – víctimario e
identificando una relación circunstancial que tendrá, habitualmente,
como resultado el deceso de una de las partes.
Siguiendo a Fattah (1997) con relación a los roles de víctima y
víctimario, frecuentemente son complementarios e intercambiables,
pues dependerá en muchos casos del azar el que uno llegue a ser
víctima y el otro víctimario, lo cual se ajusta específicamente para los
casos en que el homicidio es la resultante de una riña.
En términos generales, en lo que respecta al sexo de las víctimas,
se concluye que ser mujer es un factor protector para la ocurrencia
de este delito, al igual que un alto nivel de instrucción, siendo más
riesgoso ser hombre con un nivel de instrucción básico. Además, se
evidencia una mayor frecuencia de víctimas solteras, con una mayor
exposición a situaciones y a conductas de peligro, lo que evidente-
mente se presentan como factores de riesgo para la ocurrencia del
delito. No obstante, existen móviles en los que ser mujer se constitu-
ye como un factor de riesgo, principalmente en aquellos casos asocia-
dos a V.I.F.
En lo que respecta al autor, se reconocen los siguientes elemen-
tos relevantes:
• Rango etáreo, predominante, 19 y 28 años,
• Baja escolaridad,
• Alteración de conciencia por consumo de alcohol y / o dro-
gas al momento de ejecutar el ilícito,
• Antecedentes delictuales,

75
Victimología

• Generalmente, no presenta antecedentes psiquiátricos,


• Inexistencia de trastorno psicológico, y
• Generalmente, actúa sólo.
Es importante considerar la baja escolaridad como un factor de
riesgo, pues la educación formal funcionaría como una instancia de
socialización que no se habría desarrollado adecuadamente, facilitan-
do la adquisición de medios alternativos para la consecución de metas
y manifestando conductas socialmente sancionadas.
En resumen, los homicidios acaecidos en la Región Metropolitana
se caracterizan por:
• Evento directo gatillante de la interacción víctima – víctimario,
• Escasa o nula planificación por parte del agresor,
• Consumación del delito, debido a un mal manejo de los
impulsos.
De este modo, a partir de la investigación se verificó que los homi-
cidios seriales, en masa o itinerantes en la población nacional se cons-
tituyen como algo muy excepcional.

b. Asociación entre S. S. móvil y autor


Una vez realizada la caracterización del homicidio en la Región Metro-
politana, fue posible concluir la existencia de asociación entre el móvil del
homicidio y las evidencias físicas y psicológicas encontradas en el S. S.

b.1. La primera asociación encontrada fue relativa a los Homici-


dios en Riña con Alteración de Conciencia (R.A.C.). De acuer-
do a lo observado, se concluye que en él se presentan los casos más
representativos de la realidad metropolitana (62%).

b.2. La segunda asociación fue relativa a los Homicidios Senti-


mentales (SEN). Si bien se constituyen como un bajo porcentaje
de la muestra, se identifican características diferenciadoras (15%).

En términos generales, ocurren al interior del inmueble de la víctima,


siendo escasas o nulas la presencia de fracturas de puertas y / o ventanas
por acción violenta de terceros, ocasionalmente, se observan desórdenes

76
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

de los muebles producto del enfrentamiento entre las partes. Existen


elementos vinculantes (cartas y/o símbolos) y presencia de arma ho-
micida. Siguiendo a Douglas (1980), lo anterior aludiría a un víctimario
desorganizado, no obstante, en el contexto nacional, así como en lo
observado en los S. S., un crimen con estas características remite a la
presencia de una mayor organización por parte del víctimario, quien
suele dejar el arma homicida en el S. S., pues posterior a la perpetra-
ción del ilícito intentan suicidarse, observándose aproximadamente
en un 10% del total de los casos.
Respecto al modo de operar del víctimario, se observan indicadores
de planificación y presencia de lesiones múltiples en la víctima, quiénes
suelen ser mujeres y con un historial de violencia intrafamiliar. Lo cual
se corrobora con las investigaciones de Cerezo (1996), que sostienen
que cuando un homicidio sentimental es perpetrado por un hombre
se observa exceso de brutalidad y ensañamiento con la víctima.
Con relación a las características del autor, habitualmente, man-
tiene un vínculo parental o de pareja con la víctima. Se observa que la
mayor parte de estos homicidios se da luego de una riña o discusión
en la pareja. De acuerdo con Cerezo (1996), se constata que los hom-
bres que incurren en este acto lo hacen producto de un sentimiento
insuperable de haber perdido lo que les pertenece, mientras que las
mujeres, cuando son los sujetos activos del delito lo hacen como un
acto de defensa ante el ataque constante de sus parejas.
La presencia de Violencia Intrafamiliar (V.I.F.) se constituye como
un elemento predisponente para la ocurrencia de homicidios con estas
características, así como un factor de riesgo para la víctima.

b.3. La tercera y última asociación encontrada es la de Homici-


dios en Defensa (DEF). Si bien en este grupo se observa una hete-
rogeneidad respecto a la incidencia de un móvil, para fines de la inves-
tigación se consideran los S. S. con diferencias significativas respecto
de los tipos anteriores, siendo posible agrupar los homicidios en de-
fensa (terceros, por V.I.F. o por robo).
En términos generales, se caracterizan por ocurrir en un S. S. cerra-
do, el que puede identificarse como una casa o un centro social, siendo

77
Victimología

frecuente la presencia de fracturas de puertas y / o ventanas del inmue-


ble por acción violenta de terceros y signos de lucha. La presencia del
arma homicida hace alusión a la intención por parte del autor de asumir su
responsabilidad en el ilícito.

En relación a las características del S. S., cuando se observan algunas o


todas de las siguientes:

78
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

Discusiones
El objetivo inicial del estudio era aplicar la técnica de La Elabora-
ción de Perfiles Criminales de Autores Desconocidos sobre el Análi-
sis del Sitio del Suceso (Tapias – Saldaña, A., 2002), sin embargo, debi-
do a la escasa sistematización respecto de las características de los
homicidios ocurridos en la Región Metropolitana, se hizo necesario
realizar una detallada descripción de las características de este delito.
En base a estadísticas internacionales, con relación a los países
latinoamericanos, se observa que Chile presenta la tasa de homicidios
más baja (5 por cada 100 000 habitantes), presentándose una tasa alta
en países como El Salvador, Colombia y Brasil (117, 79 y 30, respec-
tivamente) (Informes del PNUD 1998 y 1999 e informes de la CEPAL
1998). De la misma forma, si se compara con países anglosajones como
Canadá, Alemania e Inglaterra, las cifras nacionales triplican las tasas
de dichos países.
Lo anterior puede comprenderse a partir del contexto político,
social y económico de los países subdesarrollados, pues en ellos la
población alcanza menor nivel de instrucción, menor ingreso per cápita,

79
Victimología

inferior calidad de vida y mayores índices de pobreza, entre otros, lo


que contribuiría a la implementación de estrategias sociales inadecua-
das para alcanzar sus objetivos, así como a la utilización de conductas
violentas en su diario vivir. Se advierte una representación social, po-
sible de ser entendida a partir de la Teoría de la Subcultura de la
Violencia (Wolfgang, M., y Ferracuti, F., 1971), basada en la creencia
que las conductas agresivas y violentas son válidas en su relación con
los otros.
A partir de la caracterización se advierte que la mayor frecuencia
de los homicidios ocurre en lugares abiertos, lo cual se puede asociar
a que en ellos los individuos se exponen e interactuar en un medio no
familiar, que además, es percibido como amenazante y hostil, lleván-
dolos a elaborar conductas de alerta y defensa ante las situaciones
ambientales suscitadas, presentando respuestas impulsivas y viscerales
frente a la ocurrencia de algo inesperado.
Con relación a lo observado en el grupo DEF y el arma homicida,
es posible señalar que el miedo social vinculado a la ocurrencia de un
robo al interior del domicilio ha contribuido a que la población se
provea de armas de fuego, con el objetivo de resguardar su integri-
dad. De este modo, los víctimarios ya no utilizan como principal mé-
todo de intimidación las armas cortopunzantes (Fundación Paz Ciu-
dadana, 1999), sino que se observa un mayor uso de armas de fuego,
anticipando la probable acción defensiva de las víctimas al interior de
sus hogares.
Respecto a la edad de los víctimarios, se observan diferencias aso-
ciadas al tipo de crimen. Se comprende que los delitos asociados a
mayores índices de impulsividad, frecuentemente, sean cometidos por
el grupo más joven, lo que advierte que a menos edad existiría un
menor control de los impulsos por una inmadurez en los procesos
neuronales y un desarrollo moral no logrado.
Por otro lado, tal caracterización permitió identificar la escasa exis-
tencia de homicidios seriales en el territorio metropolitano, siendo
ellos la excepción, existiendo, en la realidad nacional, evidencia judicial
y policial sólo de dos casos de homicidas seriales, los psicópatas de
Viña del Mar y el psicópata de Alto Hospicio.

80
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

De este punto de vista, la clasificación del F.B.I. respecto a las ca-


racterísticas del modo de operar de los homicidas a partir de las evi-
dencias del S. S. es inaplicable para la realidad metropolitana, propo-
niendo la siguiente clasificación:
Con respecto al modo de operar del víctimario, se distinguen aque-
llos homicidios producto de una reacción impulsiva y espontánea y
aquellos en los que se evidencian estrategias de planificación en la
comisión del ilícito.
Los primeros, homicidios producto de una reacción impulsiva y es-
pontánea, se caracterizan por la inexistencia de lógica en la génesis y
ocurrencia del delito, es decir, el actuar agresivo de víctimario es una
respuesta inmediata a una agresión o amedrentamiento por parte de
la víctima, dicho actuar se comprende a partir de las motivaciones del
agresor frente a la consumación del hecho.
De este modo, el contexto social y ambiental resulta un factor
predisponente para la ocurrencia del delito, reflejando en su modo de
operar escasa o nula planificación, presencia de una herida única y mortal,
y estado alterado de conciencia por efectos de alcohol y / o drogas, sien-
do la víctima frecuentemente un conocido. Debido a lo anterior, el agre-
sor tiene un alto riesgo de ser identificado y aprehendido.
El segundo, homicidios con estrategias de planificación, se caracteri-
zan por que en la génesis y ocurrencia del delito existe planificación,
es decir, en el actuar del víctimario existe, en los eventos previos, una
lógica en la consumación del delito.
En términos prácticos, se identifican tres elementos distintivos en
el modo de operar del autor de cada grupo. En el primer grupo se
encuentran aquellos sujetos que tienen parcial conciencia de las con-
secuencias de sus actos y una motivación intrínseca suficiente para
emprenderlo, observándose que los factores situacionales carecen
de significación respecto a la ocurrencia del homicidio. En ellos se
advierte lo planteado por Wolfgang y Ferracutti (1971), con relación
a la existencia del homicidio premeditado, alevoso e intencional. Un
ejemplo de lo anterior son los homicidios familiares, en el que la ma-
dre sumida en un estado depresivo decide suicidarse, pero antes mata
a sus hijos, pues siente que sin ella ellos no sobrevivirán.

81
Victimología

En este grupo los autores se caracterizan por tener un vínculo


con la víctima (parental o de pareja). Ocasionalmente, se observan
traslados del cuerpo y la inexistencia de conductas agresivas hacia la
víctima y el lugar.
El segundo grupo lo constituyen aquellos autores que presentan
parcial conciencia de las consecuencias de sus actos y motivación
intrínseca y extrínseca para incurrir en el delito, no obstante la
concretización de esta última se encuentra condicionada por los ele-
mentos situacionales, es decir, las oportunidades que facilitarán o di-
ficultarán la consumación del hecho. Un caso habitual es el de aque-
llos homicidios producto del abandono de hogar por la mujer maltra-
tada, donde el agresor porta el arma ante la eventual posibilidad de
enfrentarse con su ex – pareja y darle muerte.
El tercer grupo comprende aquellos autores que presentan mayor
conciencia de las consecuencias de sus actos, no existiendo la motiva-
ción suficiente para ejecutar un homicidio, por el contrario, éste se
constituye como un acto de amedrentamiento fuertemente condicio-
nado por factores situacionales. Tal evento se asocia a que el autor
tiene una representación mental sobre la posibilidad de matar, la cual es
entendida como una opción válida de sobrevivencia (Daly, M. & Wilson,
M., 2003). Un ejemplo de ellos es el robo con homicidio, en los que el
autor se provee de un arma para robar, dicho acto es un indicador de
planificación y se constituye como una herramienta para su objetivo
inicial, el robo y, su objetivo secundario, sobrevivir.
Los dos grupos anteriores, con relación al modo de operar, se
caracterizan por ausencia del arma homicida en el S. S., lo que hace
referencia a un mejor ajuste a la realidad, evidenciando intentos por
implementar estrategias que disminuyan su responsabilidad en el de-
lito y su aprehensión.
Para finalizar, el estudio entrega una técnica para abordar la inves-
tigación del S. S., además de un modelo de trabajo aplicable por perso-
nas que sólo requieren una instrucción básica de él, posibilitando una
rápida comprensión y especialización en el perfilamiento criminal.
Por otro lado, el modelo abre espacios concretos para los psicó-
logos forenses en el ámbito judicial, así como en la dinámica de la

82
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

génesis del delito, abordando aspectos relacionados con el estudio de


los procesos de ideación, desarrollo y ejecución de un acto criminal.
La utilización del perfilamiento criminal como una técnica en la
investigación de homicidios permite reconstruir algunos aspectos de
la representación mental del homicida respecto de su delito, pues
posibilita elaborar hipótesis acerca del grado de conciencia, la volun-
tad y la motivación para la ejecución del delito.
Los elementos entregados desde el análisis del S. S. pueden ser
contrastados con la información que se obtiene del autor y consti-
tuirse como una herramienta nueva en el proceso penal para orientar
la imputabilidad de un sujeto.
De esta forma, la aplicación del modelo en los juicios orales será
una herramienta válida que, además, entregará el sustento para deter-
minar si un homicidio es simple o calificado.

Implicancias, Sugerencias y Líneas de Investigación


La investigación se constituye como la primera parte de un con-
junto de estudios futuros relacionados con el perfilamiento criminal
desde el S. S. en delitos de homicidios y, eventualmente, como una
técnica aplicable y efectiva en otros tipos de delitos con autores des-
conocidos (violaciones y robos a la propiedad).
La investigación entrega información con sustento teórico y cien-
tífico para facilitar la búsqueda y la aprehensión de posibles autores
de homicidio. Es decir, la sistematización de la información revisada
permitirá que policías con menor grado de conocimiento en el área
de homicidios puedan acceder a un modelo de trabajo científico (no
intuitivo) para realizar sus procesos investigativos.
De este modo, el estudio es una herramienta que pretende au-
mentar la eficacia y la eficiencia de la investigación policial de los homi-
cidios, pues permite identificar patrones en el S. S. que orienten y
agilicen el curso de la investigación.
Se sugiere que dentro de los contenidos a revisar por los policías
abocados a investigar homicidios se contemple la información
sistematizada en el estudio.
Se propone, además, realizar una caracterización de los homici-

83
Victimología

dios con móvil sentimental, debido a que en este grupo se observa


diversidad respecto a la motivación que da origen a la conducta. En
este grupo se identifican homicidios sentimentales u homicidios
altruistas, sentimentales por celotipia, sentimentales por V.I.F., senti-
mentales en defensa a V.I.F., homicidios psiquiátricos y homicidios
sexuales, los cuales se agruparon debido a las similitudes en sus S. S.,
no obstante se considera que un estudio más exhaustivo arrojaría
diferencias significativas entre ellos.
Otro aspecto a destacar se relaciona con los aspectos jurídicos
del parricidio, fundamentalmente, en lo referido a que sólo comete
parricidio aquella persona que tiene el contrato de matrimonio, ex-
cluyendo todas aquellas que conviven. Al respecto, se considera rele-
vante una revisión de tales aspectos jurídicos, con el fin de resguardar
un sector de la población considerado vulnerable para la comisión de
este tipo de homicidio, es decir, ser mujer y víctima de V.I.F.
Por otro lado, es necesario señalar que si bien para delitos meno-
res como robo con intimidación y hurto, las políticas gubernamenta-
les de crear espacios de recreación, mejorar la calidad de la ilumina-
ción y aumentar el resguardo policial, resultan útiles para bajar los
índices de comisión de éstos delitos, frente al homicidio dichas políti-
cas sociales no se constituyen como factores protectores para las
víctimas. De este modo, se sugiere que las autoridades pertinentes
consideren los resultados entregados por la investigación para desa-
rrollar políticas más adecuadas, por ejemplo, políticas preventivas re-
lacionadas con el consumo de alcohol y/o drogas en la vía pública,
especialmente, por la población adolescente.

84
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

Asistencia a Víctimas

Respuestas desde la primera línea de atención

Hilda Marchiori*
Argentina

El Documento de Naciones Unidas Los Principios de Justicia para


Víctimas de Delitos y Víctimas de abuso de Poder, declarado en el año
1985 constituyó un documento trascendente que brindó las bases
fundamentales en la consideración de los ciudadanos víctimas de de-
litos y víctimas de abuso de poder.

Naciones Unidas manifiesta que se entenderá por vícti-


mas las personas que individual o colectivamente hayan
sufrido daños, inclusive lesiones físicas o mentales, sufri-
miento emocional, pérdida financiera o menoscabo sus-
tancial de sus derechos fundamentales como consecuen-
cia de acciones u omisiones que violen la legislación penal
vigente en los Estados Miembros incluída la que prescribe
el abuso de poder.1

Los Principios de Justicia para Víctimas de Delitos y Víctimas del


Abuso del Poder esclarecía el concepto de Víctima y se especificaban

* Profesora de Criminología.Universidad Nacional de Córdoba. Profesora de Post-Grado


de Victimología.Universidad Nacional de Córdoba.
1
Naciones Unidas. Los Principios Fundamentales de Justicia para las Víctimas del Delito y
del Abuso del Poder. 1985. Res.40/34.

85
Victimología

sus principales derechos. Años más tarde se redactó el Manual de Justi-


cia sobre el Uso y Aplicación de los Principios para Víctimas2 que repre-
sentan una guia y orientación para los profesionales que atienden a las
víctimas, los familiares y los testigos.

El Manual está integrado por cinco áreas:


1. El Impacto de la Victimización referente al impacto psicológico,
emocional y social que sufre la víctima del delito; los daños psico-
lógicos, el costo social del delito y la victimización secundaria,
esto es, los daños provocados por la segunda victimización, en
especial la errónea intervención institucional.
2. Los Programas de Asistencia a la Víctima que comprende y orien-
tada sobre el inicio de los programas victimológicos; los servicios
y ayuda que se deben contemplar; las distintas respuestas
institucionales de ayuda a la víctima; la participación de la víctima
en el proceso judicial; la participación de la víctima en la justicia en
la mediación y justicia retributiva; especialmente la compensa-
ción.
3. Las respuestas y responsabilidades de primera línea hacia la vícti-
ma, que analizaremos en este artículo.
4. Asesoría Legal, diseños de políticas y reforma legal: el rol de la
sociedad civil dirigidos a programas y cambios legislativos.
5. El trabajo en conjunto a nivel internacional que hace referencia a
las estrategias regionales y subregionales, la cooperación interna-
cional para reducir la victimización y asistir a las víctimas. El rol de
Nacionales Unidas en los Programas de Prevención del delito y
Justicia Penal; el rol de las organizaciones No-gubernamentales.

La respuesta y responsabilidad de la primera línea hacia la víctima está


referido, como las palabras lo indican, a las primeras acciones dirigidas a la
atención, respeto y protección a los ciudadanos víctimas de hechos
delictivos.
2
Manual de Justicia sobre el Uso y Aplicación de la Declaración de Principios de Justicia
para Víctimas.Naciones Unidas.

86
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

Hemos señalado que, desde una perspectiva Criminológica y


Victimológica, el delito quiebra, fractura la vida de una persona que
padece la violencia. Se produce un cambio existencial en la vida de la
víctima relacionada a sus costumbres, a sus hábitos, a su mirada hacia
las personas que afectan sus relaciones, su confianza, su seguridad
familiar, social y cultural.3
El delito es una situación de alto stress que conmueve profunda-
mente a la persona que sufre la conducta violenta cualquiera que sea
el tipo y las circunstancias delictivas. Estas situaciones se agravan en
los casos de vulnerabilidad de la víctima, por el grado de conocimien-
to autor-víctima (familiar) y en las circunstancias de impunidad del
delincuente.
La víctima es la persona que padece un sufrimiento físico, emocio-
nal y social a consecuencia de la violencia, de una conducta agresiva –
antisocial.
En la labor Victimológica se debe comprender prioritariamente
que la Víctima sufre a causa de la acción delictiva; el delito implica
daño en su persona o en sus pertenencias; el delincuente provoca
con su violencia humillación social; la víctima vivencia temor por su
vida y la de su familia; la víctima se siente vulnerable y esto provoca
sentimientos de angustia, desconfianza, inseguridad individual y social.
La víctima sufre física, emocional, familiar, económica y socialmen-
te, a consecuencia de la agresión delictiva. El sufrimiento es causado
por la conducta a que fue sometida por otra persona. La conmoción
que desencadena el delito llegan a tener, generalmente, consecuen-
cias de tal gravedad que modifican y transforman la vida de la víctima
y de su familia, en numerosos casos, de manera irreversible.

Las consecuencias pueden ser:


a. Físicas. Lesiones leves, graves, gravísimas. Perdida de la vida.
b. Emocionales. Difíciles de poder determinar, son las secuelas
del profundo stress y conmoción del delito. Por ej. el homici-

3
H.Marchiori, Criminología. La víctima del delito. Ed. Lerner Córdoba 1990.

87
Victimología

dio dentro del grupo familiar representan graves consecuen-


cias para tres generaciones.
c. Consecuencias Sociales-Culturales. Repercuten en las rela-
ciones interpersonales de la víctima con el medio social.
d. Consecuencias Económicas. Los daños ocasionados por el
delito. Por ej.Vaciamientos producidos por los robos en la
casa de la víctima.
e. Cambio del rol social y de sus funciones sociales. Por ej. la
víctima quedó discapacitada a causa de las agresiones.

Los costos sociales, culturales y económicos de la victimización, su


amplitud, aún están muy lejos de ser estimados por las investigaciones
criminológicas. Los estudios señalan dos niveles, ambos importantes:

a. el daño producido por el delito;


b. el daño producido por la incomprensión y desconocimiento
de los efectos y consecuencias delictivas.

En todos los casos en que se produce un hecho violento, un delito,


existe daño y por lo tanto tambien la familia de la víctima se verá directa,
o indirectamente afectada. La familia, de la misma manera que la víctima,
sentirá miedo, angustia, temor a la repetición de la violencia, se identifica-
rá con la víctima -en un autoconfinamiento- o en otras reacciones, recha-
zará a la víctima, la culpará por lo sucedido, negará el hecho o intentará
un comportamiento de aislamiento, de autoreproche.
La respuesta institucional, la reacción social frente al delito, de parte
de la policía, de la administración de justicia, serán importantes para tran-
quilizar a la familia y por consiguiente a la víctima. Una respuesta institucional
indiferente, de rechazo, provocarán una mayor angustia, desconfianza, y
conducirá a una fractura familiar, agravando el daño iniciado con el delito
y constituirá una nueva victimización.
Una familia consciente del sufrimiento causado por la violencia en la
personalidad de la víctima, respaldada por una actuación seria y respon-
sable de la administración de justicia, serán fundamentales en la recupera-
ción de la dignidad de la persona que ha sufrido la humillación social por

88
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

un delito. La familia también necesitará que se respeten sus derechos de


recibir información, asistencia, ayuda, justicia.
Con excesiva frecuencia, señala Naciones Unidas,4 en lugar de res-
ponder con rapidez y eficacia a las necesidades de las víctimas e impedir
una victimización mayor, las instituciones estigmatizan a las víctimas del
delito.

Asistencia en la Primera Línea


Generalmente la Asistencia Victimológica en la primera línea comprende
la atención, asistencia que la víctima recibe del personal policial, fiscales, médi-
cos, psicólogos, trabajadores sociales, de la administración de justicia, de Cen-
tros Asistenciales especializados Victimològicos.
En la Intervención en la Asistencia Victimológica en la Primera Linea,
se requiere, tener en consideración, los aspectos básicos y fundamenta-
les de la tarea Victimológica, esto es:

• El respeto a la dignidad de la víctima. La asistencia y ayuda depen-


den de ese respeto por la persona que ha sufrido la violencia.
• Los profesionales, técnicos y demás operadores que represen-
tan a las instituciones gubernamentales y no gubernamentales
que intervienen en los primeros momentos en el conocimiento,
asistencia médica, emocional, jurídica y social de la víctima, nece-
sitan estar preparados y sensibilizados sobre la problemática y las
graves consecuencias de la victimización.
• Todo el personal interviniente requiere estar preparado y capa-
citado en las respuestas, abordando la situación de grave crisis
que, generalmente, presenta la víctima, el personal que debe tra-
bajar, en una red y cooperación interdisciplinaria.
• La ayuda debe estar dirigida a cualquier persona que haya su-
frido una victimización sin discriminación de raza, color, sexo,
edad, idioma, religión, opinión política o de otra índole, creen-
cias o prácticas culturales.

4
Naciones Unidas, Documento citado.

89
Victimología

Las respuestas en la Asistencia Victimológica en la Primera Línea


son proporcionadas- institucionalmente,5 por:

• Personal Policial.
• Personal de Fiscalia Penal
• Personal profesional: médicos, psicólogos, trabajadores sociales.
• Personal de la Administración de Justicia.
La regla humanitaria que debe predominar es, precisamente, que la
que intervención policial, del personal de Fiscalia, de los profesionales de la
salud y sociales; de la administración de justicia, no deben agravar la situa-
ción y las condiciones de victimización en la que se encuentra la víctima.6 Se
trata de respetar, comprender, proteger y ayudar a los ciudadanos víctimas.
Son momentos de enorme importancia, tanto para la víctima, que ha sufrido
un daño intencional que provocará cambios en su vida, como tambien lo es
para los operadores del sistema penal que tienen el rol y función institucional
y social de impartir justicia y de prevenir la criminalidad.
La revictimización o victimización secundaria, es decir, una nueva
victimización hacia el ciudadano víctima, es este caso, por los opera-
dores del sistema penal, por el personal de hospitales, médicos, psi-
cólogos, trabajadores sociales, constituyen no sólo un nuevo daño a la
víctima del delito sino que provoca un descreimiento, de parte de la
víctima, en las instituciones, en la asistencia y en la justicia. En nume-
rosos casos, esta doble victimización, implicará que la víctima sienta
miedo, temor, y que abandone su colaboración en la investigación del
delito.
Aun no se comprende, cabalmente, las dificultades que enfrenta un
ciudadano al presentar la denuncia al sistema de justicia.7 La Criminología
ha enseñado que existen dos tipos de criminalidad: a) la Criminalidad
conocida, que la ingresa al sistema penal, generalmente a través de la
denuncia que realiza la víctima; b) la Criminalidad Desconocida o cifra
5
Se trata de la perspectiva institucional; en numerosas ocasiones, los vecinos, amigos y la
propia familia se constituyen en la primera linea asistencial.
6
El agravamiento de la situación de la víctima por las instituciones resulta una paradoja e
implica un mayor daño para la víctima.
7
H.Marchiori, ¿Conoce el Juez las consecuencias del delito? Colección de Derecho Penal
y Criminología. Córdoba. 1988.

90
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

negra-oculta de la criminalidad, que comprende los delitos que no in-


gresan a la Administración de Justicia y que quedan en la impunidad.
Paradojalmente las instituciones penales, no valoran adecuadamen-
te la cooperación de la víctima del delito y ésta recibe un trato insensi-
ble y deshumanizante y no pocas veces resulta doblemente victimizada,
por la propia Administración de Justicia.
Es evidente, a través de la observación y del rol y función de la
víctima que le otorga la Administración de Justicia, que este rol se ha
reducido, frecuentemente, a de ser testigo en la causa del estado con-
tra el acusado.

Policía y Asistencia a la Víctima


La policía suele ser la primera institución en tomar conocimiento de
la situación de la víctima y establecer contacto con las personas que
han sufrido un hecho delictivo. Por ello la policía, es la institución, que
se encuentra en una posición de evaluar las necesidades de la víctima,
de carácter urgente, por ejemplo emergencias médicas. La rapidez en la
actuación de la policía puede evitar graves sufrimientos a la víctima y
paralelamente una mayor confianza en las instituciones de justicia.
El Manual de Naciones Unidas8 destaca que la Policía es una institución
de primera línea las 24 horas del día y que por ello tiene, en casi la mayoría
de los casos, el primer contacto y atención con la víctima de delitos. Los
estudios victimològicos coinciden que este primer contacto: policía-vícti-
ma es crucial e incide en la recuperación de la víctima.
La víctima puede tomar contacto con la policía en el mismo lugar
del hecho delictivo, por llamadas de vecinos, alertas comunitarias, etc.
La víctima se siente auxiliada y esto constituye un paso importante en
el relato victimológico. En otros casos, la víctima se presenta a realizar
la denuncia, que, lamentablemente, es “seleccionada” frecuentemen-
te por la policía de acuerdo al daño, criterios personales, número de
casos atendidos, gravedad y magnitud del delito. Es decir, que en nu-
merosos casos la policía ejerce considerables poderes discrecionales
para que la víctima no presente la denuncia (exposiciones policiales

8
Naciones Unidas. Manual de Los Principios de Justicia.

91
Victimología

en casos de Violencia Conyugal).


Según Naciones Unidas estudios realizados sobre procedimien-
tos policiales éstos están vinculados a la gravedad del delito y al volu-
men del daño inflingido, y constituye un factor importante en la pre-
ferencia hacia determinada víctima y sobre el enjuiciamiento. Tam-
bién el número de personal policial, los escasos recursos humanos y
materiales con que cuenta la institución, el agravamiento de los com-
portamientos violentos, la complejidad de las organizaciones crimina-
les, han contribuído, sin ninguna duda, a esta “selección” que realiza el
sistema policial sobre la denuncia que presenta la víctima.9
Estudios e investigaciones han revelado que si bien la respuesta
inicial de la víctima a la intervención policial probablemente sea po-
sitiva, su confianza disminuye a medida que se desarrolla el proceso
penal. La policía primero y luego el juez constituyen la fuente princi-
pal de contacto de la víctima con el sistema de justicia. No obstante,
se señala que la corriente de información entre la víctima y la policía
se desarrolla en un sentido único, es decir se espera de la víctima
que proporcione toda la información necesaria a la policía y al juez
de la causa, mientras la policía y el juez no tienen obligación de man-
tener informada a la víctima.10
La policía puede cumplir una función vital no sólo para prevenir la
victimización sino para reducir las consecuencias del delito. La de-
nuncia, su recepción, es una parte importantísima en la relación vícti-
ma- institución policial.. Se trata del rompimiento del silencio de los
procesos de victimización, base esencial para el esclarecimiento del he-
cho y la recuperación de la víctima.
Las mayores dificultades en el trato policía -víctima aun subsisten
debido principalmente a que los agentes policiales no han recibido la
capacitación y entrenamiento vinculado a los derechos de las víctimas,
y a la situación en la que se encuentra, más aún cuando en la mayoría de

9
Naciones Unidas, doc.cit.
10
Ver Emilio Viano, Crime and its victims. Ed.Hemisphere Publishing.Nueva York 1989; E.
Viano,Victimología,Desar rollo de una nueva perspectiva. Pub. Victimología
nº1.Córdoba.1987.

92
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

los delitos, en un primer momento, el delincuente no ha sido detenido


y esto provoca mayor miedo y temor en la víctima y en su familia; por
ej, casos de robos con armas.
Otra de las dificultades que se advierten es que el personal policial
que acude al lugar del delito trata a la víctima solamente como una
persona que debe proporcional datos sobre el delincuente y en nume-
rosos casos la víctima no se encuentra en condiciones emocionales
para proporcionar esos datos, por su estado de grave conmoción y
shock.

Se recomienda que el personal policial debe brindarle a la víctima:


• Respeto a su dignidad como persona;
• Seguridad y tranquilidad, asegurarle que cuenta con protec-
ción policial; protección a su integridad física;
• Asegurar servicio médicos y acompañarla a los servicios mé-
dicos de emergencias;
Informar a la víctima cómo proteger la evidencia y pruebas
del delito:
Informar a la víctima sobre sus derechos;
• Informar y/o derivar a la víctima a las unidades judiciales para
la recepción de la denuncia. Importancia de la protección de
las pruebas;
• Informar a la víctima sobre los centros de asistencia/ ayuda a
las víctimas del delito.
• Evitar molestias innecesarias a la víctima y su familia;
• Brindarle, en lo posible, un folleto con direcciones sobre Cen-
tros Asistenciales a las víctimas, servicios de trabajo social,
ayuda económica de alta emergencia

Para el logro de esos objetivos de comprensión y ayuda a las vícti-


mas, el Manual de Naciones Unidas señala la importancia de la capacita-
ción policial en el trato, información y servicios que deben ser propor-
cionados a las víctimas. Recomienda que los oficiales-personal de la po-
licía deben tener entrenamiento para abordar el trauma de la
victimización, los modos de tratar a la víctima, asistirla en esos primeros

93
Victimología

momentos y diferenciar los tipos de víctimas. Ser conciente de los da-


ños producido por el delito en las víctimas, los efectos inmediatos y
posteriores del delito; el trauma causado por el delito en la víctima y en
la familia; y especialmente la importancia del rol e intervención policial
de ayuda a la víctima.
El Manual recomienda los aspectos referentes a la capacitación del
personal policial vinculados11:

• Intervención en primera línea, es decir, intervención en crisis,


comprensión y empatía con las víctimas;
• Capacitación y entrenamiento policial en el trato con catego-
rías especiales de víctimas, con el objetivo que el agente-oficial
de policía comprenda, los requerimientos especiales de los me-
nores víctimas, (maltrato infantil, abuso sexual): la situación de
mujeres (violencia conyugal) el impacto del delito y el miedo al
delito en personas mayores, los efectos del delito en personas
con discapacidad física/ o mental.
• El impacto del delito en un ciudadano extranjero, las dificulta-
des en el idioma, costumbres, cultura.
• Los efectos del delito en víctimas de la represión, víctimas del
abuso del poder;
• La atención especial de los miembros de la familia en los casos
de delitos dentro del grupo familiar, es decir autor y víctima
pertenecen al mismo grupo familiar, en especial casos de ho-
micidio.
• Capacitación de la policía en el uso de la declaración sobre el
impacto sufrido por la víctima y su familia;
• Elaboración de Protocolos con ítem para las áreas claves de la
Intervención en Primera Línea que conste: cómo llega la poli-
cía a la víctima, su situación de victimización (contacto inicial);
la entrevista del oficial o agente policial; la denuncia.
• Protocolo y recomendaciones policial para investigadores, que
tenga por objetivo, el respeto a la víctima, su seguridad, sobre
los procedimientos policiales, sobre sus derechos.
11
Naciones Unidas. Doc.cit.

94
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

Importancia del trabajo y abordajes interdisciplinarios, por ej. en


los casos de violencia familiar la labor conjunta de un policía y un
trabajador social, que acuden conjuntamente al llamado de la víctima.

Fiscales y Ayuda a las Víctimas


El Manual de Naciones Unidas puntualiza que, aunque las leyes y
procedimientos de cada jurisdicción y región proporcionan distintos
modos de iniciar una accion penal, la fiscalia requiere estar preparada
para comprender las diversas y complejas situaciones en que llega la
víctima. Las víctima, señala el Manual tienen un interés válido en el
proceso del caso y deberían ser informadas de todas las etapas del
proceso.
La víctima debe concurrir a lugares que desconoce, debe dejar
sus ropa- objetos para estudios periciales-criminalisticos, someterse
a revisaciones médicas-clínicas- ginecológicas, en los casos por ej.de
delitos sexuales. La víctima ignora sus derechos porque precisamente
nadie le ha proporcionado información legal, ignora por lo tanto si
puede acudir a un abogado, a un médico. Deberá declarar en varias
oportunidades, en situaciones y lugares distintos, con personas dife-
rentes que le preguntarán una y otra vez sobre las características del
autor, sus vestimentas, su reacción frente ante la agresión, pero tam-
bién le preguntarán, sin que sea imprescindible, sobre sus propias
costumbres, sus amistades, su familia. La víctima, después de la denun-
cia, no sabrá si el autor se encuentra detenido, procesado y posterior-
mente si fue sentenciado o si se encuentra en libertad.
La Fiscalia es también una institución que Interviene en la respuesta
de la Primera Linea y uno de sus objetivos principales es tratar a todas
las víctimas y testigos con respeto y dignidad, prevenir, especialmente
en esta etapa, la victimización secundaria.
Algunos paises Latinoamericanos han desarrollado programas de
asistencia a víctima basados en la intervención de la Fiscalia; estos pro-
gramas como los del Ministerio Publico de Chile y México, consideran
la importancia de la información a la víctima sobre sus derechos, sobre
el estado de la causa y sobre las demoras que ocurren en el curso del
proceso penal.

95
Victimología

El Manual asigna a los fiscales responsabilidades, entre ellas:


• Respeto a la situación de la víctima;
• Información y explicación en forma sencilla sobre el sistema
penal.
• Seguridad y protección a las víctimas y testigos.
• Proveer a la víctimas de servicios básicos : información, trans-
porte y notificación.
• Coordinar, en la jurisdicción donde sea aplicable, información
referente al impacto, consecuencias provocadas por el delito.
• Brindar, en lo posible, salas de espera diferentes para las vícti-
mas, familiares y testigos de las víctimas, salas que se encuen-
tren separadas del imputado del delito.
• Proveer, cuando sea necesario alojamiento y transporte para
testigos que deban trasladarse de otras ciudades y regiones.
• Informar a la víctimas familiares y testigos sobre los centros
asistenciales de ayuda a las víctimas.
• Proveer información sobre servicios relacionados a acciones
preventivas, en los casos de delitos sexuales, servicios médicos
ej.relacionados a enfermedades infecciosas.
• Asistencia para proveer la restitución de objetos de la víctima.
• Notificar a la víctima sobre la resolución de la causa, libertad
del imputado, procesamiento, decisiones de la Fiscalia, etc.

El rol de la administración de justicia para las víctimas


Para la administración de justicia la cooperación de la víctima es
esencial porque indudablemente permite:
• Conocer el delito
• Conocer al delincuente
• Conocer la comunidad, región donde se cometió el delito.
• Aplicar las medidas penales, correccionales y preventivas.
• Evitar nuevos delitos.

Es evidente, a través de la observación y del rol y función de la víctima


que le otorga la Administración de Justicia, que este rol se ha reducido al
de ser testigo en la causa del estado contra el acusado.

96
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

Generalmente, la víctima carece de toda información sobre la Admi-


nistración de Justicia, sobre el proceso penal, sobre los mecanismos jurí-
dicos, de ahí surge, como lo señalan las investigaciones victimológicas, que
con demasiada frecuencia víctimas y testigos se sienten confusos e
intimidados al no estar informado sobre las actuaciones ni sobre lo que
se espera de ellos, expuestos a la pérdida de tiempo, debido a las demo-
ras en los tribunales, los tiempos de duración de un proceso penal signi-
fican una nueva victimización para el imputado y para la víctima.
El proceso penal tiene para la víctima numerosas y diversas implicancias:
• Conocimiento público de una situación. (en cualquier delito)
• Conocimiento público de una situación personal e historia fami-
liar (delitos sexuales, conductas delictivas en el grupo familiar)
• Humillación social a través de la prensa, en muchas ocasiones
también por los defensores de los autores /imputados de los
delitos.
• Estigmatización, marginación familiar (en algunos casos) y
marginación social.
• Culpabilización de la víctima del comportamiento delictivo
responsabilizándola de la agresión.
• Temores de la víctima y de su familia de nuevos delitos.
• El proceso penal implica el relato del hecho delictivo que es un
acto traumatizante, que comprende aspectos individuales, fa-
miliares, sociales y culturales.
Se observa, por lo tanto, la necesidad de mejorar la situación de las
víctimas durante el proceso penal, pero aún no está en claro las formas de
participación de las víctimas. Las posiciones varían desde aquellos que
desean ver a la víctima como participante activo en todas las etapas
del procedimiento penal, hasta aquellos que convienen en que la víc-
tima debería estar menos marginada, pero estiman que los principales
elementos para mejorar la situación de la víctima es brindar la informa-
ción y asistencia para su recuperación y atenuación de las consecuen-
cias del delito.
Los cambios y reformas criminológicas-jurídicas tendientes a una
mayor comprensión y consideración de la víctima han puesto de mani-
fiesto los siguientes aspectos:

97
Victimología

1 Receptar debidamente la denuncia de la víctima


2. Facilitar la Información
La víctima carece, generalmente, de toda información sobre la
Administración de Justicia, sobre el proceso penal y los mecanismos
jurídicos, interrogatorios, pericias, el tiempo que demanda el proceso
y en relación al desarrollo cronológico del proceso.
La víctima tiene el derecho de esta informada acerca del progreso
de su denuncia y sobre cómo, de que manera trabaja el sistema judi-
cial en su región, el por qué es necesario que la víctima realice múlti-
ples declaraciones, que obedecen a las distintas etapas del proceso
penal.

3. Pericias Criminalísticas
Son fundamentales para el esclarecimiento del delito y la identifi-
cación del autor y esto debe ser informado a la víctima. En los casos
de exámenes médicos, es necesario acompañar a la víctima (especial-
mente su familia o personal profesional de salud) explicarles el valor
de esos estudios criminalísticos, casos de víctimas de delitos de viola-
ción, víctimas niños, personas discapacitadas, ancianos.

4. Testimonios- Interrogatorios
Constituyen nuevas victimizaciones, por ejemplo las víctimas de
violaciones sobre por qué no se resistieron o no se defendieron en
mayor grado, particularmente si no se presentan lesiones visibles, los
interrogatorios a niños víctimas de abuso sexual, a personas de bajo
recursos y nivel cultural.
La información sobre los fines del interrogatorio permite a la víc-
tima que no percibirá al sistema penal como persecutorio e inquisiti-
vo. Del mismo modo los interrogatorios a niños deben ser cuidado-
sos, en presencia de personas que los protejan y ayuden; la utilización
de juguetes, de muñecos anatómicos, para referirse a zonas sexuales;
o la utilización de la cámara Gessell, o de videos para evitar la repeti-
ción de interrogatorios al niño, son algunas de las técnicas que se
están aplicando en los sistemas penales. También sería necesario crear
y aplicar nuevas técnicas y métodos en los casos de delitos dentro del
grupo familiar.

98
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

5. Sala de espera diferente a la del imputado.


Si bien es cierto que este aspecto tiene relación con la infraes-
tructura arquitectónica en que se desenvuelve la administración de
justicia, también son notorias las amenazas permanentes que sufre la
víctima por parte del imputado del delito, de sus familias y del aboga-
do defensor, mientras se encuentran en la misma sala de espera.. Es
conveniente que tanto la víctima como el imputados o sus testigos
puedan estar en salas separadas.

6. Decisión del Tribunal


La víctima tiene derecho a ser informada sobre la decisión del
tribunal, sobre la sentencia.
Del mismo modo que el tribunal envía una copia de sentencia al
servicio penitenciario, podría enviar otra copia a la víctima o a su fami-
lia sobre la decisión que ha tomado la justicia en el caso concreto.
Los jueces tienen un rol principal en asegurar que tanto las víctimas
como los testigos sean tratados con dignidad y respeto tendientes a :
• Que las víctimas y testigos sean provistos con información
sobre sus Derechos.
• Que establezcan áreas de recepción y proveen a las víctimas
y testigos información sobre los servicios de atención comu-
nitaria, particularmente centros de ayuda a víctimas; asisten-
cia médica, revisaciones, tratamientos.
• Las víctimas puedan obtener información sobre el estado de
las causas.
• Información, especialmente en delitos graves, sobre datos de
libertad del imputado, previa y posterior al juicio.
• Salas de espera separadas para las víctimas e imputados, fami-
liares y testigos.
• Servicios de interpretes y traductor para las víctimas y testi-
gos, discapacitados y que hablen otro idioma.
• Un sistema de llamados telefónicos para evitar los viajes inne-
cesarios de las víctimas y testigos.
• En lo posible los jueces deberían ordenar la restitución de los
objetos de la víctima a menos que exista una razón fundada
para no hacerlo.

99
Victimología

• En lo posible participación de la víctima en todas las instancias


del proceso penal.
• Informar a la víctima sobre la sentencia.
• La mediación entre víctima y autor cuando sea adecuado.
• Apoyo a las personas que acompañen a la víctima a los fines
de reducir la revictimización.
• Protección a las víctimas particularmente vulnerables, niños,
víctimas de abuso sexual, familias víctimas de homicidio, per-
sonas discapacitadas, ancianos.

7. Preocupación de la víctima por la salida del autor del delito.


La víctima puede haber sido amenazada durante y después del
delito o puede haber sido considerada como responsable de la sen-
tencia.; por ello la víctima en numerosas ocasiones teme la salida de la
cárcel del delincuente. La víctima debe ser informada y debe tener
derecho a tomar las medidas necesarias para su protección.
Ante la libertad del autor del delito; ante las medidas de pre-liber-
tad, probation o medidas alternativas.
En los últimos años se ha advertido una mayor preocupación e
interés por la situación de las víctimas de delitos, de parte de la Admi-
nistración de Justicia, esta preocupación se ha manifestado en los as-
pectos asistenciales, conocimiento de tipos y características de las
víctimas y en la atención de la víctima por el sistema de justicia, sin
embargo aún existen numerosas dificultades para una comprensión
de los procesos de victimización.

Personal Profesional: Asistencia Victimológica


La Intervención en la Primera Linea de médicos, psicólogos y tra-
bajadores sociales implica una respuesta asistencial dirigida a la víctima,
a su vulnerabilidad y victimización.
El delito y sus consecuencias en la víctima es un fenómeno alta-
mente complejo que exige una intervención interdisciplinaria
Victimológica.
La Asistencia Victimológica tiene por objetivo principal atenuar las
graves consecuencias que deja el delito en la víctima, en su familia. En

100
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

un concepto amplio se entiende por Asistencia Victimológica la apli-


cación de todas las medidas tendientes al conocimiento, compren-
sión y ayuda para la recuperación de la víctima.
La Asistencia Victimológica requiere en sus pautas básicas la com-
prensión, la consideración prioritariamente de la vivencia de temor-
pánico que sufre la víctima, el miedo a la repetición del delito -hecho
traumatizante- la sensación y vivencia de encontrarse aún inmerso en
la situación agresiva, lo que provoca una desorganización,
despersonalización y desrealización; pánico, por la persistencia de es-
tar reviviendo una situación de peligro, por el desamparo individual y
familiar y una percepción de inseguridad y desprotección, de sentirse
vulnerable y expuesta ante el delincuente.
Desde los aspectos médicos la atención a los daños corporales y
en su salud que ha sufrido la víctima, la atención en una situación,
generalmente de urgencia.
La Asistencia implica respeto, credibilidad, ayuda, protección a la
víctima, respeto a sus derechos, derecho a la salud, a la recibir un
trato digno, a recibir justicia, a recibir reparación material y moral por
el daño causado por el delito.
El profesional asistencial que interviene deberá evaluar con la pru-
dencia y cuidado el grado y tipo de intervención que necesita la vícti-
ma, atento al delito, daño causado, consecuencias físicas, emociona-
les, familiares y sociales. Esta es una tarea difícil ya que se puede caer
en una selección delictiva, por el alto número de víctimas y los costos
institucionales asistenciales. Se deben contemplar todos los delitos,por
ej,. lesiones leves (causados por una violencia familiar) puede provo-
car, si no se interviene rápidamente, que esa víctima de lesiones pue-
de convertirse-si continua la violencia- en una víctima de homicidio.
Esta fase de Asistencia Victimológica comprende la recepción y valo-
ración de la víctima del delito.
El Diagnóstico Victimològico permitirá realizar las intervenciones
asistenciales que requiere la particular e individual situación en la que
se encuentra la víctima.
El Proceso de Recibimiento contempla: la víctima puede llegar al
Centro Asistencial por propia iniciativa, por la policía u otra institu-
ciones gubernamentales y no gubernamentales, también derivadas por

101
Victimología

otras víctimas o ciudadanos.


Atender a la víctima, comprender la situación en la que se en-
cuentra, su grado vulnerabidad, crear una red de apoyo para iniciar la
asistencia y tratamiento.
Se contempla:
• Determinación del motivo de la consulta. La víctima puede
acudir por muy distintas motivaciones debido a que el delito
fractura su vida personal, familiar y social.
• Determinación de las variables de riesgo Víctimal.
• Medidas de Protección Victimológicas.
• Atención e información a los familiares de las víctimas

El Recibimiento significa, en la entrevista de ingreso, una actitud


de empatía y comprensión a la situación de la víctima; escuchando
con atención y humanismo el relato. El recibimiento de la víctima, el
respeto al relato de la victimización (rompimiento del
silencio)constituyen pilares para valorar el daño provocado por el delito
y las necesidades de la víctima.
Naciones Unidas en El Manual de Los Principios de Justicia para
las víctimas del delito y abuso del poder especifica la importancia del
recibimiento a la víctima, lo que se denomina las “responsabilidades
de la primera línea”, la actitud de los operadores del sistema, los pro-
fesionales en la comprensión, respeto al ciudadano víctima, evitando
todo factor que pueda provocar una nueva victimización.
La entrevista de ingreso constará de datos donde se detallan con
un especial cuidado los datos personales de la víctima, la derivación,
descripción del delito, las características de la agresión, relación au-
tor- víctima; lugar de la victimización, tipos de armas utilizadas, si el
delito ha sido realizado por un individuo o por un grupo, organización
criminal, situación pre-delictiva y situación post-delictiva; consecuen-
cias del delito; situación legal; variables de riesgo.
Los datos obtenidos permitirán el análisis de la situación en la que
se encuentra la víctima, Diagnóstico Victimológico análisis realizado por el
equipo interdisciplinario victimológico interviniente, el análisis en con-
junto permitirá establecer objetivos concretos e individualizados a la

102
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

particular situación de victimización sufrida por la víctima, que brin-


dará las bases para el Tratamiento Victimológico, teniendo en consi-
deración los aspectos médicos, psicológicos y sociales.
En determinados casos, el equipo profesional interviniente puede
solicitar la cooperación de otros profesionales, por ej. dentistas (en
los casos de Maltrato Infantil, Violencia Familiar) ya que los odontólogos
son importantes detectadores de la violencia en los niños. También la
cooperación de arquitectos que puedan ayudar a la familia de la vícti-
ma, en los casos que el delito haya sido en el lugar donde vive la vícti-
ma y que no pueda trasladarse; en estos casos el arquitecto modifica-
rá los espacios de victimización para ayudar a la víctima en su recupe-
ración.
La indocumentación de la víctima provoca una mayor victimización
por ello es esencial que se solicite la cooperación de las Instituciones
Gubernamentales y Registros Civiles para posibilitar que la víctima
obtenga su documentación.
En los casos de víctima extranjeras informar al Consulado/Emba-
jada de la nacionalidad de la víctima y facilitarle a la víctima toda la
información, especialmente si se encuentra indocumentada. (esta si-
tuación en los casos de víctimas de la Delincuencia Transnacional,
Trata de Blanca, secuestro, traslado ilegal, etc.).
Es evidente que se ha avanzado en las alternativas de Programas
de Asistencia a las Víctimas, tanto referente a adultos como a niños
Podemos mencionar:
• Programas de asistencia directa a las víctimas (que fueron los
primeros en desarrollarse); Estos Programas trabajan en Diag-
nóstico Victimológico, Tratamiento Individual y grupal a traves
de equipos interdisciplinarios.
• Programas de Apoyo a Víctimas y sus Familias.
• Programas de Alta Crisis, dirigidos a Víctimas de Violencia Fa-
miliar; especialmente en Maltrato Infantil y Violencia Conyugal.
• Programas de detección y asistencia; a víctimas de delitos vio-
lentos;
• Asistencia a familiares de víctimas de homicidios;
• Asistencia en regiones de alta criminalidad;

103
Victimología

• Programas de asistencia a víctimas de abuso del poder.


• Programas a víctimas de terrorismo.
• Asesoramiento jurídicos a víctimas;
• Programas de Asistencia : terapias individuales, de grupo, fa-
miliar.
• Programas de Acompañamiento a Víctimas, Programa dirigi-
do a Voluntarios.

En los Avances en Asistencia a Víctimas hemos considerado aspec-


tos, a nuestro criterio esenciales, que permiten visualizar la situación
de las víctima. Estos aspectos son:
I. Mayor Conocimiento y Comprensión de las Graves Conse-
cuencias de la víctimización y sobre las características de las
víctimas.
II. Mayor comprensión sobre los sufrimientos de las familias de
las víctimas y la necesidad de asistencia a todos los miembros
del grupo familiar, en especial a Víctimas Vulnerables.(niños,
personas discapacitadas)
III. Conocimiento de las consecuencias que sufren las víctimas
de abuso del poder
IV. Comprensión de los procesos del Silencio del relato de
victimización. Numerosos delitos se conocen, cuando las víc-
timas han podido romper el silencio, recien pudieron hablar
cuando eran adultos y fueron victimizados de niños. Tener
presente que el relato de los procesos de victimización es un
acto traumatizante. El rompimiento del silencio es la posibili-
dad, para la víctima, ser sobreviviente de un hecho en la que
pudo perder la vida.
V. Hemos comprendido el valor de una mayor prudencia en las
Intervención de las instituciones.(Gubernamentales como No-
Gubernamentales).
VI. Nuevas Alternativas en los Programas de Asistencia a Vícti-
mas. Seguimientos y apoyos.
VII. Importancia de los Documentos referentes a los Derechos de
las Víctimas. Derecho a Información, Tratamiento y Reparación-

104
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

VIII.Valor de la capacitación a profesionales para ayudar a las vícti-


mas y evitar la revictimización.

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Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

Reparación y resolución del conflicto penal: tratamiento en el


Código Penal Argentino y perspectivas en el proyecto de reforma
integral (2006)

José Daniel Cesano*


Argentina

I. Introducción
En las últimas décadas, las ciencias penales vienen prestando espe-
cial consideración a la posición de la víctima dentro de la estructura del
conflicto que entraña el delito2. En el contexto del Derecho Penal Ma-

*
Miembro correspondiente de la Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de
Córdoba. Doctor en Derecho y Ciencias Sociales Universidad Nacional de Córdoba.
Profesor de postgrado en las Universidades Nacionales de Córdoba (Especialización en
Derecho Penal y Especialización en Derecho de los Negocios); Mendoza (Diplomado en
Derecho procesal penal); La Rioja (Diplomado en Ciencias Penales) y en las Universidades
Siglo 21 [Córdoba] (Especialización en Derecho Penal Económico) y Blas Pascal [Córdo-
ba] (Especialización en Derecho penal económico). Cofundador y codirector de la revista
de investigación en Ciencias Jurídicas y Sociales “Ley, razón y Justicia”.
2
En efecto, pareciera que, poco a poco, se va mitigando aquella tendencia que, por siglos,
había caracterizado al Derec
Derechoho PPenal
enal occidental y que fuera tan bien graficada con la
expresión de Hassemer como la “neutralización de la víctima” (cfr. Winfried Hassemer –
Francisco Muñoz Conde, “Introducción a la Criminología y al Derecho Penal”, Ed. Tirant
Blanch, Valencia, 1989, pág. 29). Para la evolución histórica de este proceso, Vid. Gerardo
Landrove Díaz, “Victimología”, Ed. Tirant lo Blanch, Valencia, 1990, pág. 22 y sgs. Hemos
aclarado que, la característica reseñada, es propia de nuestra cultura occidental por cuan-
to, no ocurre lo mismo, por ejemplo, en los sistemas jurídicos Africanos, en donde la

109
Victimología

terial, esta consideración asume variadas orientaciones que, forzando el


espíritu de síntesis3, podemos sistematizar en dos: a) aquellas que se
ocupan de la intervención de la víctima en el surgimiento del delito
(victimodogmática)4 y b) las que tienen en cuenta su participación para
la solución del conflicto penal generado por el ilícito ya ocurrido.
A su vez, en la última orientación (sub-b), es posible observar
que, esta atención en la víctima se reconduce en las expectativas de
reparación del daño provocado por el delito; expectativa que puede
insertarse ya en el marco de la construcción del sistema de reaccio-
nes penales ( y – en este caso - con los mas variados matices), ora
como uno de los elementos condicionantes para el ejercicio mismo
de la pretensión penal estatal.
La presente contribución intenta describir en qué medida, nues-
tro derecho penal (tanto el vigente como, de lege ferenda, a través del
reciente anteproyecto de reforma integral del año 2006), ha incorpo-
rado los conceptos de reparación (entre autor – víctima), como ele-
mento a tener en cuenta al construir la solución del conflicto que se
deriva del delito.
Para ello, hemos de comenzar por sistematizar los distintos mo-
delos legislativos que, el análisis iuscomparativo nos ofrece en esta
materia (Nº II). Luego, limitando el universo de análisis a nuestro Có-

reparación personal ha sido siempre uno de sus mas prominentes rasgos. Sobre estos
sistemas, cfr. el muy valioso trabajo de Charl Cilliers, “La reparación como alternativa al
encarcelamiento. La experiencia Africana”, “Cuadernos de Criminología” Nº 2, Enero de
1994, “Instituto de Criminología”, Santiago de Chile, pág. 95 y sgs.
3
Cfr. Jesús María Silva Sánchez, “Aproximación al Derecho Penal contemporáneo”, J.M.
Bosch Editor, Barcelona, 1992, pág. 48.
4
Expresa Jesús María Silva Sánchez (“Victimología y Derecho Penal. Introducción a la
‘Victimodogmática’”, en: “Perspectivas sobre la política criminal moderna”, Edit. Ábaco,
Bs. As., 1998, pág. 150/151) que: “La victimodogmática (...) trata de examinar hasta qué
punto (y en qué términos) el reconocimiento de la existencia - en algunos supuestos
delictivos - de víctimas que contribuyen al hecho delictivo puede conducir a afirmar que
éstas son corresponsables del mismo (por haber contribuido a él con actos dolosos o
imprudentes) y, seguidamente, influir (...) en la responsabilidad criminal del autor”.

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Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

digo Penal, procuraremos describir si, tal tendencia, ha sido receptada


y, en su caso, en qué grado (Nº III). Con esa finalidad, se expondrá la
normativa más relacionada con el tema abordado; introduciendo, tam-
bién, algunas consideraciones - sobre la base de un estudio dogmático
de los distintos institutos detectados – en orden a su concreto fun-
cionamiento. Finalmente, expondremos las innovaciones que, en esta
materia, propone el reciente Anteproyecto de reforma integral del
Código Penal (presentado al Ministerio de Justicia, en el año 2006).

II. Los Principales modelos


La incorporación de la reparación del daño dentro del marco de la
solución del conflicto (autor - víctima) derivado del delito, asume - si
se examina la legislación extranjera en perspectiva iuscomparativa –
diversas formas y modalidades5. En lo que sigue intentaremos pre-
sentar, sintéticamente, los principales modelos que se observan6:

1. La reparación como pena estatal


La composición autor – víctima puede obtenerse mediante una
pena autónoma, si el quantum fijado como reparación, se paga a la
víctima como compensación del daño en lugar de pagarse al Estado.
En el derecho comparado pueden observarse distintos sistemas
legislativos que adoptan esta modalidad.
Así, en el ámbito jurídico del “common law”, encontramos a la
“compensation order” prevista por el modelo legislativo inglés. La

5
Así lo reconoce Julio B. J. Maier, “El ingreso de la reparación como tercera vía al Derecho
penal argentino”, en: “El Derecho Penal hoy. Homenaje al Prof. David Baigún”, Editores
del Puerto, Bs. As., 1995, pág. 42. También pone en evidencia este extremo, Julio A.
Rodríguez Delgado, “La reparación como sanción jurídico penal”, Nueva Doctrina Penal,
1999/A, pág. 142.
6
Esta sistematización requiere la siguiente aclaración preliminar: no en todos los casos, el
sistema legislativo que se menciona para la ejemplificación, ha receptado un “modelo
puro”. En efecto, y como lo señalaremos cuando así corresponda, algunas legislaciones
han estructurado, en lo que a la función de la reparación se refiere, sistemas que podría-
mos calificar como mixtos.

111
Victimología

“compensation order” aparece incluida en el catálogo de sanciones


desde 1972, y gracias a un serie de modificaciones, ha mejorado su
estructura y aumentado su importancia. Según nos informa Bárbara
Huber, en “ (...) todos los casos vinculados con una muerte (impru-
dente), una lesión o daños, el tribunal debe comprobar, ante todo, si
es posible dictar una orden de reparación; si el juez opta por otra
pena, debe fundamentar su decisión. Incluso los tribunales de menor
jerarquía pueden dictar una orden de restitución de hasta 5.000 li-
bras y ésta es siempre de cumplimiento preferente a la pena de multa”7.
En cuanto al grado de utilización alcanzada en la praxis judicial, es
dable observar un proceso de crecimiento. En efecto, antes de la
“Criminal Justice Act” de 1988, tuvo una significación más bien exi-
gua8. Sin embargo a partir de tal fecha, y como consecuencia de aquél
documento legislativo, la frecuencia de aplicación de una
“compensation order” ha aumentado notablemente. Así, para ese año,
los tribunales inferiores (“magistrates courts”) la utilizaron en el 66
por 100 de las causas por daños, en el 55 por 100 de los casos en los
que la violencia había constituido un elemento integrante de la estruc-
tura del tipo y en el 43 por 100 de las causas por estafas y falsedades 9.
En la legislación penal latinoamericana, encontramos, también, un
ejemplo de previsión de la reparación como pena, en el Código Penal
Mexicano para el Distrito Federal10.
7
Cfr. Huber, “Sanciones intermedias entre la pena de multa y la pena privativa de libertad (Sobre
la discusión en torno a las penas ambulatorias y de contenido comunitario)”, Anuario de Dere-
cho Penal y Ciencias Penales, Madrid, Septiembre – Diciembre, 1994, pág. 167. Por cierto que,
además de poder ser impuesta como pena principal, también existe, en este sistema legislativo,
la posibilidad de utilizarla como sanción accesoria con el fin de complementar la pena adecuada a
la culpabilidad con un elemento de reparación (Cfme. Huber, op. cit., pág. 167).
8
Así lo afirma Albin Eser, “Acerca del renacimiento de la víctima en el procedimiento penal.
Tendencias nacionales e internacionales”, en “Nuevos horizontes en la Ciencia Penal”, Editorial
de Belgrano, Universidad de Belgrano, Bs. As., 1999, pág. 295 y, especialmente, nota nº 32 en
donde remite al trabajo de Jung (“Compensation order – Ein Modell der
Schadenswiedergutmachung?”, en: “Zeitschrift für die gesamte Strafrechtswissenschaft” 99 –
1987 – pág. 497 – 535).
9
Cfr. Huber, op. cit., pág. 167, especialmente nota nº 54.
10
Lo menciona, expresamente, como ejemplo, Hans Joachim Hirsch, “La reparación del daño
en el marco del Derecho penal material”, en: AA. VV., “De los delitos y de las víctimas”, Ed. Ad
– Hoc, Bs. As., 1992, pág. 59, nota nº 14.

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Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

En efecto, según el artículo 29, la sanción pecuniaria11 comprende


“la multa y la reparación del daño”; especificando el artículo 34 que
“La reparación (...) tiene el carácter de pena pública y será exigida de
oficio por el Ministerio Público”12.
En relación con este último carácter (“pena pública”) debe reparar-
se en una previsión normativa que, si se la analiza de manera aislada,
conduce, abiertamente, a una disfunción del sistema por colisión con la
garantía constitucional de la personalidad de la pena (cfr. artículo 22,
1er párrafo de la Constitución mexicana). Nos referimos, concreta-
mente, al artículo 32 que, al enumerar a los obligados a reparar el daño
en los términos del artículo 29, menciona: a los ascendientes, por los
delitos de sus descendientes que se hallaren bajo su patria potestad; a
los tutores y los custodios, por los delitos de los incapacitados que se
hallen bajo su autoridad; a los directores de internados o talleres, que
reciban en su establecimiento discípulos o aprendices menores de 16
años, por los delitos que ejecuten éstos durante el tiempo que se hallen
bajo el cuidado de aquellos; a los dueños, empresas o encargados de
negociaciones o establecimientos mercantiles de cualquier especie, por
los delitos que cometan sus obreros, jornaleros, empleados, domésti-
cos y artesanos, con motivo y en el desempeño de su servicio; a las
sociedades o agrupaciones, por los delitos de sus socios o gerentes
directores, en los mismos términos en los que, conforme a las leyes,
sean responsables por las demás obligaciones que los segundos con-
traigan y al Estado, solidariamente, por los delitos dolosos de sus servi-
dores públicos realizados con motivo del ejercicio de sus funciones, y
subsidiariamente cuando aquellos fuesen culposos.
¿Cómo compatibilizar esta norma con la manda Constitucional?

11
Incluida en el catálogo de “Penas y medidas de seguridad” a través del art. 24. 6 de dicho digesto.
12
Por cierto que ésta no es la única función que desempeña la reparación dentro del sistema
de reacciones frente al ilícito penal en México. En efecto, además de estar prevista como una
pena pública, la reparación tiene incidencia sobre dos aspectos: a) por una parte, como
requisito para el logro de la concesión de algunos institutos vinculados con la individualización
de la sanción; concretamente la modalidad de ejecución condicional de la pena impuesta (en tal
sentido, el art. 90, Fracción II, letra “e” supedita el goce de este beneficio a que el sentenciado
repare el daño causado); y b) para prescindir de la pena en los casos de responsabilidad por
delito de fraude, siempre que no exista oposición del ofendido (art. 399 bis).

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Victimología

El propio legislador se ha visto forzado a intervenir frente a esta


cuestión incorporando una previsión (en el mismo artículo 34) para
darle una solución: la reparación tendrá el carácter de una pena pública
sólo cuando “deba ser hecha por el delincuente”. Por el contrario, cuando
“deba exigirse a tercero, tendrá el carácter de responsabilidad civil(...)”13.

2. La reparación como “incentivo” en el marco de la teoría de las conse-


cuencias – jurídicas penales del delito
En la gran mayoría de los sistemas legislativos la reparación poste-
rior al delito, como una manifestación del autor que testimonia, así, su
arrepentimiento o su esfuerzo orientado en ese sentido, se incorpora
al Derecho Penal bajo la posibilidad de obtener consecuencias jurídico –
penales atenuadas.
La modalidad más tradicional de esta orientación se vincula con las
pautas establecidas para la determinación del quantum de la pena.
Generalmente, se tiene en cuenta a favor del autor para la medición
de ésta, la circunstancia de que haya efectuado la reparación o, al
menos, la haya procurado. Un buen ejemplo de ello lo constituye el

13
Por eso dice Roberto Reynoso Dávila, “Teoría general de las sanciones penales”, Ed. Porrúa,
México, 1996, pág. 199: “En cuanto a la responsabilidad de la reparación del daño exigible a
personas distintas del inculpado, no implica pena tr ascendental, prohibida por el ar
trascendental, tículo 22
artículo
Constitucional, supuesto que dicha responsabilidad no tiene carácter de pena pública sino
de responsabilidad ci vil”
civil”
vil”(lo destacado nos corresponde). Empero, y pese a la previsión
normativa( art. 34, párrafo 3ro), alguna doctrina se muestra igualmente crítica. Así, Ignacio
Villalobos (“Derecho Penal Mexicano”, Ed. Porrúa, México, 1975, pág. 622/623) expresaba:
“Ya en afirmar que la reparación del daño es una pena pública había un error, puesto que las
sanciones civiles y las penales tienen cada una su naturaleza propia, diversa una de otra, y no es
dado pensar en una omnipotencia legislativa que pudiera reducir una esencia a otra esencia;
pero ante la necesidad de conceder acción en contra de (...) (terceros) ( – alusión al artículo
32 - ) y experimentando seguramente la sensación del absurdo creado, se creyó resolver el
problema mediante lo que seguramente pareció un sencillo distingo, y se dijo: ‘ Cuando la
reparación deba exigirse a terceros, tendrá el carácter de responsabilidad civil’. Con esto se
incur ría en una ffalta
incurría alta ma
mayoryor
yor,, pues si er
errrado había sido af irirmar
afir mar que una cosa es lo que no es
es,,
en peores condiciones se coloca quien sostiene que la cosa es y no es, de acuerdo con sus
par ticulares con
particulares veniencias” (El énfasis y la aclaración nos pertenecen). Por fin, hay autores
conveniencias”
que se limitan a glosar la solución legal sin arriesgar opinión sobre el extremo (cfr., Gustavo
Malo Camacho, “Derecho Penal Mexicano”, Ed. Porrúa, México, 1998, pág. 637).

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Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

artículo 64 del Código Penal Suizo al disponer, como circunstancia


atenuante (“Circostanze attenuanti”), que el autor haya “(...) dimostrato
con fatti sincero pentimento” y, si “specialmente ha risarcito il danno,
per quanto si potesse pretendere da lui”. Lo mismo ocurre en la legis-
lación penal alemana vigente14.
Otra vertiente, muy frecuente en la experiencia legislativa, está
constituida por la utilización de la reparación sea ya como una de las
condiciones para que el tribunal pueda imponer la pena bajo la moda-
lidad de ejecución condicional, ora como una de las obligaciones que
debe cumplir el autor y que acompañan a tal beneficio. Esto se advier-
te, verbigracia, en los códigos penales de: México (para el Distrito
Federal)15; Alemania16; Francia17; Portugal18; Italia19 y España20.
Por fin, debe inscribirse, también, en este modelo, a aquellos sistemas
14
En efecto, en el apartado II, del parágrafo 46 de StGB, se establece que: “En la medición de
la pena el tribunal ponderará las circunstancias favorables y contrarias al autor. Con este fin
contemplarán particularmente: (...) su conducta después del hecho, especialmente sus es-
fuerzos por reparar los daños, y sus esfuerzos por acordar una compensación con el perjudi-
cado”. Para el texto del Código Penal Alemán, cfr. la traducción coordinada por Emilio Eiranova
Encinas, Ed. Marcial Pons, Madrid, 2000.
15
En efecto, el artículo 90, Fracción II, letra “e”, dispone: “Para gozar de este beneficio el
sentenciado deberá: (...) e) Reparar el daño causado”.
16
Entre las “Obligaciones” impuestas por el StGB para que el Juez pueda “remitir la ejecución
de la pena”, el parágrafo 56 b, fracción II, Nº 1, establece la de “reparar (conforme a sus
posibilidades) los daños causados por el hecho”. A través de dicha exigencia, en palabras de
Hans Heinrich Jescheck, se pretende “fortalecer la función compensatoria de la pena (...)” (cfr.
“Tratado de Derecho Penal. Parte General”, 4ª edición, Edit. Comares, Granada, 1993, pág. 764).
17
En efecto, entre las obligaciones establecidas para conceder la “sursis avec mise à l’ épreuve”,
el art. 132 – 45 del Code Pénal, prevé: “5. Réparer, en tout ou en partie, en foction de ses
facultés contributives les dommages causés par l’infraction, même en l’absence de décision
sur l’action civile” Sobre este texto legal, Cfr. Jean Larguier, “Droit Pénal General”, Dalloz,
1995, pág.174 y ss.
18
Dispone el artículo 51 del Código Penal portugués: “1. A suspensâo da execuÇâo da pena
de prisâo pode ser subordinada ao cumprimento de deveres impostos ao condenado e
destinados a reparar o mal do crime, nomeadamente: a) Pagar dentro de certo prazo, no todo
ou na parte que o tribunal considerar possível, a indemnizaÇâo devida ao lesado, ou garantir o
seu pagamento por meio de cauÇâo idónea; b) Dar ao lesado satisfaÇâo moral adequada; (...)”.
19
El artículo 165 del Códice Penale italiano establece, entre las obligaciones del condenado
para obtener la “sospensione condizionale della pena”, la del “(...) pagamento della somma
liquidata a titolo di risarcimento del danno (...)”.
20
En la legislación española a partir de la reforma de 1995, se establece como condición

115
Victimología

en los que, la reparación del daño aparece como exigencia previa para
obtener, en el caso de penas privativas de derechos, la rehabilitación.
Como ejemplo de esta tendencia puede mencionarse al Código Penal
Suizo21.

3. La reparación como “tercera vía”


a. La reparación en la teoría de la prevención general integradora de Claus Roxin22
El concepto de prevención general alude a la prevención frente a
la colectividad. Concibe la pena como medio para evitar que surjan
delincuentes de la sociedad23. La teoría actual distingue un aspecto
negativo y uno positivo de la prevención general.

necesaria para obtener la suspensión de la ejecución de las penas privativas de libertad, la de


que “(...) se hayan satisfecho las responsabilidades civiles que se hubieren originado, salvo que
el Juez o Tribunal sentenciador, después de oír a los interesados y al Ministerio Fiscal, declare
la imposibilidad total o parcial de que el condenado haga frente a las mismas”. Glosando esta
nueva exigencia, refiere Mir Puig (Cfr. “Derecho Penal. Parte General”, 5ª edición, Tecnofoto
S.L., Barcelona, 1998, pág. 721/722) que se trata “(...) de otra manifestación de la preocupa-
ción, que alienta a la política criminal más actual, por conseguir la satisfacción de la víctima en
cuanto a su derecho a ser indemnizada por el daño causado por el delito.”.
21
Dispone el artículo 77 (texto según la Ley Federal del 18 de marzo de 1971) que: “Se il
colpevole è stato dichiarato incapace ad essere membro di un’ autoritá o funzionario e se la
sentenza è stata eseguita da almeno due anni, il giudice può, a richiesta di lui, dichiararlo di
nuovo un ufficio eleggibile, qualora tale provvedimento appaia giustificato dalla condotta del
richiedente e questi abbia risarcito il danno stabilito giudizialmente o mediante transazione”.
22
La expresión prevención general integradora fue utilizada por primera vez en la literatura
jurídico penal en un estudio que elaborara el profesor Claus Roxin para el libro homenaje a
Bockelmann (Cfr. Roxin, “La reparación en el sistema de los fines de la pena”, en AA.VV., “De
los delitos y de las víctimas”, op. cit., pág. 148 y nota nº 45). En efecto, en ese trabajo, traducido
bajo el título “Culpabilidad, prevención y responsabilidad en derecho penal” (e incluido en el
volumen “Culpabilidad y Prevención en Derecho Penal”, Reus S.A., Madrid, 1981), el autor
expresa en la pág. 183: “Se puede hacer prevención general fortaleciendo con la satisfacción
del pensamiento jurídico la conciencia jurídica general (prevención integradora); pero también
se puede hacer prevención general, intimando a los delincuentes con penas (intencionalmente
elevadas) e intentarlos así apartarlos de la comisión de delitos. El mantenimiento del principio
de culpabilidad significa una decisión de principio a favor de la prevención integradora, y sólo
dentro de sus límites permite una prevención intimidatoria”.
23
Sobre esto hay pleno acuerdo. Cfr., por todos, Mir Puig, “Derecho Penal...”, op. cit., pág. 50.

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Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

Según el aspecto negativo, la pena sirve como amenaza (intimida-


ción) dirigida a los ciudadanos por la ley para evitar que delincan. Se
trata del punto de vista que describiera Feuerbach con tanta preci-
sión en el parágrafo 13 de su “Tratado”: “Todas las contravenciones
tienen su causa psicológica en la sensualidad, en la medida en que la
concupiscencia del hombre es la que lo impulsa, por placer, a come-
ter la acción. Este impulso sensual puede ser cancelado a condición
de que cada uno sepa que a su hecho ha de seguir ineludiblemente,
un mal que será mayor que el disgusto emergente de la insatisfac-
ción de su impulso al hecho”24.
Sin embargo, la intimidación, no es la única vía de la prevención
general. Por el contrario, hoy se sostiene que, esta prevención, no
debe buscarse a través de la pura intimidación negativa (esto es,
inhibidora de la tendencia a delinquir), sino también, en palabras de
Mir Puig, “(...) mediante la afirmación positiva del Derecho Penal,
como afirmación de las convicciones jurídicas fundamentales, de la
conciencia social de la norma, o de una actitud de respeto por el
derecho”25 (prevención general positiva).
Según Roxin26, en la prevención general positiva se pueden dis-
tinguir tres fines y efectos distintos, si bien imbricados entre sí: el
efecto de aprendizaje, motivado social pedagógicamente; el ejercicio
en la confianza del Derecho que se origina en la población por la
actividad de la justicia penal y, finalmente, el efecto de satisfacción,
que aparece cuando el delincuente ha hecho tanto que la conciencia
jurídica se apacigua (por eso, también, este efecto lo denomina, in-
distintamente, como de “pacificación”) acerca de la infracción al
Derecho y da por finalizado el conflicto con el autor.

24
Cfme. Paul Johan Anselm Ritter Von Feuerbach, “Tratado de Derecho Penal común
vigente en Alemania”, Traducción al castellano de la 14ª edición alemana, por Eugenio Raúl
Zaffaroni e Irma Hagemeier, Ed. Hammurabi, Bs. As., 1989, pág. 60.
25
Cfme. Mir Puig, op. cit., pág. 51.
26
Seguimos para esta descripción dos trabajos del autor: “Derecho Penal. Parte General.
Tº I – Fundamentos. La estructura de la Teoría del Delito”, Traducción y notas de Diego
Manuel Luzón Peña – Miguel Díaz y García Conlledo – Javier de Vicente Remesal, Ed. Civitas,
Madrid, 1997, pág. 91 y 92 y “La reparación en el sistema de los fines de la pena”, en AA. VV.,
“De los delitos y de las víctimas”, op. cit., pág. 129 y ss.

117
Victimología

Sobre la base de este último efecto (de “satisfacción” o de “pacifica-


ción”), Roxin construye el significado preventivo general de la repara-
ción. Al respecto afirma: “(...) la reparación del daño es muy útil para la
prevención integradora (...), al ofrecer una contribución considerable a la
restauración de la paz jurídica. Pues sólo cuando se haya reparado el
daño, la víctima y la comunidad consideraran eliminada – a menudo inclu-
so independientemente de un castigo – la perturbación social originada
por el delito”27 28
La tesis anterior, según Roxin, encuentra sustento en investigaciones
empíricas que serían demostrativas de que, tanto el lesionado como la
comunidad otorgan nulo o escaso valor a un castigo adicional del autor
ante la reparación del daño en la forma de una composición autor –
víctima, en casos de pequeña o mediana criminalidad. En tal sentido, Roxin,
apela a distintas investigaciones de base realizadas en los E.U.A., en Japón
y, en la propia Alemania, en la Ciudad de Hamburgo (desde 1982)29.
Como dato corroborante de estas investigaciones, no podemos
dejar de mencionar lo reflejado, entre nosotros, por Norberto Barmat
en su sólida investigación intitulada “La mediación ante el delito”30.
Allí, el autor, sobre la base de una encuesta poblacio nal que realizara
en la ciudad de Córdoba, arribó a conclusiones interesantes. Así, por
ejemplo, en un número significativo de hipótesis de situación
victimológica derivada de determinados delitos, hay un neto predo-
minio de las respuestas reparatorias (puras) o que combinan la repa-
ración, la prevención y la sanción, por sobre el modelo que se cons-

27
Cfme. Roxin, “Derecho Penal (...)”, op. cit., pág. 109.
28
Es muy interesante observar cómo un documento legislativo vigente, cual es el Código Penal
(Federal) de Canadá incluye, a la reparación como uno de los fines de la pena. Así lo dispone
en el artículo 718: “The fundamental purpose of sentencing is to contribute, along with crime
prevention initiatives, to respect for the law and the maintenance of a just, peaceful and safe
society by imposing just sanctions that have one or more of the following objectives: (…) (e)
to provide reparations for harm done to victims or to the community; and (f ) to promote a
sense of responsibility in offenders, and acknowledgment of the harm done to victims and to
the community”.
29
Cfme. Roxin, “La reparación...”, op. cit., pág. 151, y la bibliografía específica que menciona en
la nota nº 53.
30
Editorial Lerner, Córdoba, 2000, pág. 80 y siguientes.

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Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

truye sobre la base exclusiva de una respuesta sancionatoria.


Ahora bien: ¿por qué se habla de la reparación como una tercera
vía?
El propio Roxin lo explica de esta manera: “La legitimación
políticojurídica de la reparación del daño como una ‘tercera vía’ de
nuestro sistema de sanciones la proporciona el principio de
subsidiariedad (...). Así como la medida sustituye o completa la pena
como ‘segunda vía’ donde ésta, a causa del principio de culpabilidad,
no puede, o sólo de forma limitada, satisfacer las necesidades preven-
tivo especiales, del mismo modo la reparación del daño sustituiría
como ‘tercera vía’ a la pena, o la atenuaría complementariamente allí
donde satisface los fines de la pena y las necesidades de la víctima igual
o mejor que una pena no atenuada.”31

b. El Proyecto Alternativo sobre reparación del daño y el modelo legislativo Alemán


Nuevas sendas en la integración de la reparación en el Derecho
Penal Material han sido abiertas por el Proyecto Alternativo sobre
reparación del daño (Alternativ – Entwurf Wierdergutmachung), que
fuera elaborado por un grupo de profesores alemanes, austriacos y
suizos en 1992. La idea fuerza del Proyecto es la de que, junto a la
pena – que se impone al autor del delito por su responsabilidad en el
hecho cometido – y las medidas de seguridad – que sirven como
prevención frente a conductas peligrosas -, aparece la reparación como
una tercera vía, destinada a cumplir un rol autónomo en el conjunto
de las consecuencias jurídico – penales en la medida que implica la
asunción voluntaria de la responsabilidad por el hecho. En esta línea,
la reparación puede aparecer de tres formas diferentes: como susti-
tución, como base de una suspensión o como atenuación de la pena.
Sin duda, la innovación mayor del Proyecto está consagrada por la
primera función asignada (esto es: sustitución de la pena). Tal función
ha sido descripta por Huber32 de la siguiente manera: “En primer
lugar, la reparación entra en consideración como posible sustituto de

31
Cfme. Roxin, “ Derecho Penal (...)”, op. cit., pág. 109/110.
32
Cfr. “Sanciones intermedias(...)”, op. cit., pág. 169/170.

119
Victimología

la pena, siempre y cuando ésta (...) no aparezca como necesaria, sea


de cara al autor o a la comunidad. Si la personalidad del autor o la
gravedad del hecho hacen necesaria la pena, no es posible aplicar la
reparación como única consecuencia jurídica. Sin embargo, sólo ca-
brá afirmar dicha necesidad en el caso de que el autor, haciendo abs-
tracción de la reparación, se hubiera hecho merecedor de una pena
privativa de libertad de más de un año. De este modo es posible partir
de que el ámbito de aplicación de la reparación estará en el contexto
de la criminalidad de bagatela y de los delitos menos graves – esto es,
en el sector de los delitos de mayor frecuencia comisiva”.
Este aspecto del Proyecto Alternativo pareciera haber ingresado
en la legislación penal alemana. El mismo Roxin reconoce que el actual
parágrafo 46.a del Código Penal, “se basa en parte en las propuestas
del Proyecto”33.
El mencionado parágrafo, introducido a este documento legislati-
vo por la Ley de lucha contra la criminalidad del 28–10–1994, prevé
que en caso de conciliación entre el autor y la víctima o de una pro-
puesta seria de reparación pueda prescindirse de la pena si se trata de
una privación de libertad inferior a un año34.

4. La reparación como factor condicionante del ejercicio de la


acción penal
A diferencia de lo que ocurre en el Proyecto Alternativo y en el
parágrafo 46 “a” del Código Penal Alemán, el análisis iuscomparativo
pone al descubierto ciertas experiencias legislativas en donde, la repa-

33
Cfme. Roxin, “La evolución de la política criminal, el derecho penal y el proceso penal”,
Ed. Tirant lo Blanch, Valencia, 2000, pág.35.
34
Dice, textualmente, la norma: “Cuando el autor: 1. se haya esforzado seriamente por
acordar una compensación con el perjudicado (compensación autor – víctima), le haya
restablecido en su mayor parte en la situación jurídica anterior, o 2. haya indemnizado a la
víctima totalmente o en su mayor parte, en una situación en la que la reparación de los
daños le exija notables prestaciones o renuncias personales, el tribunal podrá atenuar la
pena de acuerdo al (parágrafo) 49, apartado I o, cuando no se deba aplicar una pena mayor
de un año de privación de libertad o de una multa de hasta trescientos sesenta días – multa,
privar de pena”.

120
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

ración del daño, constituye una forma de detener (o no iniciar) la


persecución penal.
Obviamente, esta última perspectiva, no puede equipararse a la
que describiéramos en el acápite anterior. Y afirmamos esto por cuan-
to, tanto el Proyecto Alternativo como el parágrafo 46 “a” del StGB,
no parecen vincularse tanto a un factor que detenga el ejercicio del
ius puniendi sino que, más bien, su campo de aplicación se relaciona-
ría con una exención (o levantamiento) de pena por el comporta-
miento post delictivo (en este caso: la compensación o reparación)35.
Entre los modelos en los que, la reparación juega un papel
condicionante del ejercicio de la acción penal, encontramos la previ-
sión del parágrafo 167 del Código Penal Austriaco. En efecto, en di-
cha norma, ubicada sistemáticamente dentro de la regulación de los
delitos patrimoniales, se establece el instituto conocido como “arre-
pentimiento activo”. De acuerdo con éste, el autor puede evitar la
pena en prácticamente todos los delitos patrimoniales cometidos sin
violencia, si él, sin ser obligado a ello, realiza una reparación completa
antes de que su responsabilidad sea conocida por el órgano encarga-
do de la persecución penal36.
Las experiencias que han tenido lugar en diferentes países a través
de la implementación de programas de mediación penal, pueden, tam-
bién, ser otra fuente de ejemplos vinculados con la utilización de la
reparación como medio de evitar que se inicie el proceso37.
Tal es el caso, verbigracia, de Francia.

35
Conforme con la distinción, al analizar comparativamente el texto del Proyecto Alterna-
tivo con el parágrafo 167 del Código Penal Austríaco, Hirsch, “La reparación del daño (...)”,
op. cit., pág. 72.
36
Según Eser, op. cit., pág. 284, el instituto tiene una generosa aplicación en la praxis judicial.
37
Sin embargo, no se crea que este instituto (el de la mediación) busca solamente
obtener que la víctima encuentre una atención suficiente que, en el proceso penal con-
vencional, - por regla - no se le da. A este objetivo debe añadirse otro que, en ocasiones,
se torna prevaleciente: superar las serias dificultades de gestión del sistema judicial. Es por
eso que, un sector calificado de la doctrina, luego de reseñar las tensiones que produce,
para las garantías del imputado, la incorporación a tales programas (v. gr.: que la “volunta-
riedad” es relativa por cuanto el imputado sabe que si fracasa la mediación le espera el
proceso penal y la sanción convencional, con lo que – en rigor – acude a estos programas

121
Victimología

En efecto, la ley 93-2 del 4 de Enero de 1993, añadió un último


párrafo al artículo 41 del Código de Procedimiento Penal que señala: “el
Fiscal puede, con carácter previo a su decisión sobre la acción pública y
con el acuerdo de las partes, decidir recurrir a una mediación si estima
que tal medida es susceptible de asegurar la reparación del daño causa-
do a la víctima, de poner fin al problema resultante de la infracción y a
contribuir a la rehabilitación del autor de la infracción”.
Se trata - como se ha reconocido en la literatura especializada - de
la oficialización de la mediación penal, que pone en manos del Fiscal, y
dentro del marco de uno de los institutos tributarios del principio de
oportunidad38, una nueva opción respecto al curso a dar al ejercicio
de la acción penal 39. De esta manera, el Procurador, cuando avizora
como posibles los fines de la norma (reparación – solución del con-

bajo presión; o la colisión con la presunción de inocencia), concluye proponiendo acotar


a limitados casos su aplicación; casos en los que, efectivamente, la mediación cumpla su
rol de acer camiento conciliador con ef
acercamiento ectos positi
efectos vos sobre víctima – autor
positivos autor.. En otr as
otras
palabras: si a través de una mediación generalizada lo que pretendemos es resolver el
colapso de los sistemas procesales que responden a la legalidad, consagremos un
principio de opor tunidad yy,, dentro de ese mar
oportunidad co
co,, par
marco a los casos par
para ticulares en que
particulares
resulte provechoso el acercamiento autor – víctima, implementemos programas de me-
diación. Sobre esta crítica, cfr. Jesús María Silva Sánchez, “Medios no judiciales de reparación
a la víctima”, L.L. 1993 – B, pág. 830 y 831. También, con valiosas observaciones en este
sentido, Vid., Joan J. Queralt, “Víctimas y garantías: algunos cabos sueltos. A propósito del
Proyecto alternativo de reparación”, en: AA. VV., “Política Criminal y nuevo Derecho Penal.
Libro homenaje a Claus Roxin”, J.M. Bosch Editor, Barcelona, 1997, pág. 159 y ss.
38
En efecto, en el sistema jurídico francés existen tres institutos tributarios del principio
de oportunidad; a saber: a) el archivo simple respecto de asuntos penales de poca
importancia, y que – en su forma originaria – constituyó una práctica a la que una decisión
del Tribunal Supremo de 1826, otorgó reconocimiento jurisprudencial; b) el “archivo bajo
condición”, que surge por ley en 1970 y es incluido en una circular del Ministerio de Justicia de
1992, para ser aplicado en materia de estupefacientes y pequeña delincuencia urbana, previo
sometimiento del imputado a un tratamiento, y c) la mediación penal. Sobre el tema, cfr.
Gabriel I. Anitua – Mariano H. Borinsky, “Principios de legalidad y oportunidad en los sistemas
procesales penales europeos”, en: Edmundo S. Hendler – Director -, “Sistemas procesales
penales comparados”, Ed. Ad – Hoc, Bs. As., 1999, pág.470/471.
39
Cfme. María Begoña San Martín Larrinoa, “La mediación como respuesta a algunos proble-
mas jurídico – criminológicos. Del presente Francés al futuro Español”, Gobierno Vasco,
Departamento de Justicia, Economía, Trabajo y Seguridad Social, 1997, pág. 101/102.

122
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

flicto – rehabilitación del infractor), decide de común acuerdo con las


partes, habilitar la instancia, la que es realizada por un mediador espe-
cial, dependiente del aparato judicial. Éste notifica al Procurador del
éxito de su misión y el caso se archiva (sin que se continúe el proceso
formal). Si la mediación fracasa, en cambio, el Ministerio Público pue-
de continuar, libremente, con el ejercicio de la acción penal40.
Programas, con esos matices, también pueden observarse en Gran
Bretaña41.

III. Reparación autor – víctima y solución del conflicto en el Código


penal Argentino42
1. Observaciones generales
Antes de iniciar el tratamiento del tema en nuestro ordenamiento
jurídico, consideramos necesario realizar dos apreciaciones:

40
Cfme. Anitua – Borinsky, “Principios de legalidad(...)”, op. cit., pág. 471.
41
Así expresa Marie – Clet Desdevises, “L’évaluation des expériences de médiation entre
délinquants et victimes: l’exemple britannique”, Revue de Science Criminelle et de Droit
Pénal Comparé, nº I, Enero – Marzo, 1993, pág. 60: “L’accord sur la réparation des intérêts
civils peut avoir une incidence sur les poursuites pénales. Selon l’ étape de la procédure au
cours de laquelle est organisée la médiation, les effets sur l’action publique sont variables: un
rapport sur la médiation est transmis aux autorités chargées de la mise en oeuvre des
poursuites, qui peuvent juger inutile de les exercer (...)”.
42
Esta limitación, que – en nuestro caso - responde a una cuestión de extensión material
del aporte confiado, no desconoce que, en la legislación penal especial, existen institucio-
nes que vinculen la reparación con la solución del conflicto. Quizá, uno de los ejemplos más
conocido de ello, esté representado por el artículo 16 de la ley 24.769 (Ley penal tributaria).
Tal norma expresa: “En los casos previstos en los artículos 1º y 7º de esta ley, la acción penal
se extinguirá si el obligado acepta la liquidación o en su caso la determinación realizada por
el organismo recaudador, regulariza y paga el monto de la misma en forma incondicional y
total, antes de formularse el requerimiento fiscal de elevación a juicio. Este beneficio se
otorgará por única vez por cada persona física o de existencia ideal obligada”. Sobre dicho
texto legal, y su orientación político criminal, cfr. Marcelo Alfredo Riquert, “Cuestiones de
Derecho Penal y Procesal Penal Tributario”, Ed. Ediar, Bs. As., 1999, pág. 121 y ss. El
antecedente inmediato de esta norma debe buscarse en el artículo 14 de la ley 23.771.
Sobre él, vid. Julio B. J. Maier – Alberto Bovino, “Ensayo sobre la aplicación del art. 14 de la
ley 23.771. ¿El ingreso al derecho penal de la reparación como tercera vía?”, en: AA. VV.,
“Delitos no convencionales”, Ed. Del Puerto, Bs. As., 1994.

123
Victimología

A. La primera, se vincula con el concepto de reparación que habre-


mos de utilizar para la clasificación subsiguiente43. En tal sentido, siguien-
do a Alberto Bovino, entendemos que, esta noción no debe identificarse,
necesariamente, con el pago de una suma de dinero44. Tal concepto sería
muy estrecho. Por el contrario, a nuestro ver, la reparación “se debe
entender como cualquier solución que objetiva o simbólicamente resti-
tuya la situación al estado anterior a la comisión del hecho y satisfaga a la
víctima – v. gr., la devolución de la cosa hurtada, una disculpa pública o
privada, la reparación monetaria, trabajo gratuito, etcétera”45.
B. La segunda apreciación se orienta a ensayar un esquema de siste-
matización de las funciones que cumple la reparación dentro de las estra-
tegias para la solución del conflicto en el marco del Código Penal.
Metodológicamente, nos parece conveniente encarar esta tarea aquí,
como paso previo a su concreto abordaje en particular.
Obviamente, nuestro código penal no posee una regulación orgánica
de este tópico46. De allí que, la tarea a realizar, exigirá: a) compaginar las
disposiciones generales contenidas en su libro primero con aquellas
causas personales que obstan la perseguibilidad de algunos delitos en
particular y que, como tales, se insertan en el libro segundo del Código
y b) articular los procesos de reforma posteriores a la sanción del Có-
digo Penal, en la medida en que, dichas modificaciones han tenido inci-
dencia sobre nuestro tema.

43
Esto no significa que, este concepto, sea utilizado en todos los casos por el Código PPenal
enal
argentino. Como lo veremos, en los desarrollos siguientes, en algunos casos, la idea de
argentino
reparación puede equipararse a éste concepto amplio que proponemos en el texto; empero,
en otras hipótesis legales (las más frecuentes), aquella noción quedará limitada a un resarci-
miento estrictamente patrimonial, en los términos del derecho privado.
44
Lo que sí ocurre en los modelos en que, la reparación, conforma una pena pública, como,
por ejemplo, la ya referida “compensation order”.
45
Cfr. Bovino, “La participación de la víctima en el procedimiento penal”, en: “Problemas de
Derecho Procesal Penal contemporáneo”, Editores Del Puerto, Bs. As., 1998, pág. 95/96.
46
Lo que se justifica por lo novedoso de esta problemática. Empero, no se crea tampoco,
que los más recientes documentos legislativos así lo hacen. A título de ejemplo, el Código
Penal Francés vigente a partir del 1º-3–1994 (Ley 92-1336, del 16–12–1992), si bien contie-
ne institutos que se vincula con la reparación, tampoco lo legisla orgánicamente. Quizá, sólo
el Proyecto Alternativo sobre reparación del daño haya sido el único intento dirigido a dar
unidad legislativa al tema.

124
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

El análisis efectuado nos permite realizar la siguiente sistematización:


• Por una parte, se observan casos en los que, la reparación, ha
sido tomada en cuenta, a favor del autor, como un elemento para
poder obtener una respuesta penal más beneficiosa. Adviértase que,
en este grupo de supuestos legales, existe un pronunciamiento con-
denatorio que ha puesto fin (al menos formalmente) al conflicto.
Dentro de este grupo es posible distinguir diversas hipótesis,
según que, la consideración de la reparación, haya tenido inci-
dencia: a) sobre la determinación del quantum de la pena; b) para
la elección de la modalidad de ejecución y c) para la posible con-
cesión de institutos que suponen una detención anticipada de la
ejecución de la pena que se viene cumpliendo.
• Por otra parte, existe un nutrido elenco de casos en los que, la
reparación aparece como una exigencia que se vincula con causas
de extinción o cancelación de la persecución penal formal del Esta-
do. En estas hipótesis, se evita el pronunciamiento de una sentencia
de condena. Sin embargo, también consideramos que, estas si-
tuaciones deben integrarse en el concepto de solución del con-
flicto por cuanto, más allá que no exista una resolución juris-
diccional en el sentido de una declaración de culpabilidad, ello
ha sido así, precisamente, por cuanto, tales mecanismos han
enervado el ejercicio de esa potestad por considerar superada
la disputa47.

47
En rigor, es en estos institutos en donde se muestra, más acabadamente, una auténtica
solución del conflicto. Es cierto que, con la ejecución de la pena Estatal, se clausura la
instancia formal de control (abierta para ese caso). Pero ello no significa, en modo alguno,
que ni los protagonistas de la situación delictiva ( en particular, la víctima) ni la sociedad,
hayan encontrado una verdadera solución. Quizá, en un modelo de justicia, en donde la
ilicitud se define como el mero quebrantamiento de la voluntad del soberano materializa-
da en la norma jurídico penal, ello pueda ser así (“Justicia Punitiva”). Pero no lo es en un
modelo de “Justicia Reparatoria”. En esta última concepción (“Justicia Reparatoria”), “(...)
se incorpora a la víctima y a la comunidad en la solución del conflicto, ya que parte de la
definición del crimen como un problema de orden interrelacional. En este modelo, entre
todos debe intentarse reparar la relación quebrada; cuando alguien delinque, no sólo viola
una norma, un bien jurídico abstracto, sino que lesiona concretamente a una persona, a
una comunidad, y es por ello que en el proceso de reparación deben intervenir activa-
mente todas las partes involucradas” (cfme. César Fortete, “La diversión: una vía alterna-

125
Victimología

2. El marco normativo
A. La función de la reparación en los casos de imposición de pena
a. El ofrecimiento de reparación como atenuante en el proceso de
individualización del quantum de la pena.
A diferencia de lo que ocurriera con otros documentos en el pro-
ceso legislativo nacional, el Código Penal vigente no incluye, de mane-
ra expresa, al ofrecimiento de reparación como una circunstancia a
tener en cuenta al momento de mensurar la pena48. Ello, sin embargo,
no ha impedido que, a través de la elaboración dogmática – y siempre
dentro del tratamiento del artículo 41 -, se sostenga que, a esta cir-
cunstancia, se le debe otorgar relevancia atenuante. En este punto,
puede decirse que existe un alto grado de consenso49.
En donde no parece existir tanto acuerdo es en relación al con-
creto fundamento normativo a partir del cual se puede extraer la cir-
cunstancia; esto es: cuál de los incisos del mencionado artículo y, a su
vez, dentro de cada uno de ellos, en cuál expresión legal particular.
Así, hay quienes sostienen que, esta atenuante se “relaciona” con
la expresión legal traída por el artículo 41, inciso 1º y referida a la
“extensión del daño” causado por el delito50. Sin embargo, a nuestro
tiva para la resolución de conflictos penales”, “Ley, Razón y Justicia”, Neuquen, Año 2 –
Nº 2, Setiembre 1999 – Enero 2000, pág. 110 /111). Realiza, también, un valioso análisis
sobre estos conceptos, Alberto Bovino, “La participación de la víctima (...)”, op. cit., pág.
96.
48
La circunstancia era tenida en cuenta en forma expresa, por ejemplo, en el Código
redactado por Carlos Tejedor (adoptado, entre otras, como texto vigente, por la Provin-
cia de Buenos Aires). En efecto, el art. 188, inc. 6º establecía que: “La criminalidad
disminuye (...) 6º Cuando resulta de los antecedentes ó de su conducta durante ó
después del hecho, que su perversidad y desmoralización son todavía poco avanzadas”.
Y, en el artículo 189, se consideraba como una pauta indiciaria de la escasa “perversidad”,
a que el condenado se esforzara “real y espontáneamente, por impedir las consecuencias
del crimen ó reparar sus efectos perjudiciales” (inc. 2º). Para el texto de este documento
legislativo, cfr. Eugenio Raúl Zaffaroni – Miguel Alfredo Arnedo, “Digesto de Codificación
Penal Argentina”, Ed. A-Z, Tº I, Bs. As., 1996.
49
Así, Patricia S. Ziffer, “Lineamientos de la determinación de la pena”, Ed. Ad – Hoc, Bs.
As., 1996, pág. 166: “Existe acuerdo casi unánime en otorgar relevancia atenuante a los
esfuerzos del autor para lograr la reparación del daño (...)”.
50
Así, Jorge De la Rúa, “Código Penal Argentino. Parte General.”, 2ª edición, Ed.

126
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

ver, la argumentación es objetable, desde que, el mencionado inciso,


alude a circunstancias objetivas “que se refieren al delito en sí, con
prescindencia de la persona que lo ha cometido”51, con lo cual mal se
podría captar aquí una de las manifestaciones del comportamiento
post delictivo del autor (cual sería, el ofrecimiento reparatorio).
La cuestión, sin embargo, no resulta trascendente. Ello lo afirma-
mos así toda vez que, la enumeración traída por el artículo 41, no
resulta taxativa52, razón por la cual se ha considerado que esta norma
“no excluye uno sólo de los elementos referentes a la persona o al
hecho dignos de ser considerados”53.
Que el ofrecimiento de reparación, es un elemento muy valioso
para esta adecuación es algo de lo que no puede dudarse. Bien lo dice
Eugenio Raúl Zaffaroni en una de sus últimas elaboraciones: “Es sabi-
do que el conflicto no se agota en el momento de la realización de la
acción típica ni en el de la producción del resultado, sino que conti-
núa su dinámica envuelto en la interacción humana. La magnitud del
conflicto continúa evolucionando y, por ende, es absurdo que el juez
no tome en cuenta esta realidad en el momento de cuantificar la pena
para no caer en escándalos, tales como que la pena sea productora de
un nuevo conflicto o se erija en un obstáculo para su completa o parcial
solución. Si bien el modelo punitivo por regla no tiene capacidad para

Depalma, Bs. As., 1997, pág. 716, Nº 144: “También la regla en estudio se relaciona con
el daño del inc.1 (...). Así, es atenuante el ofrecimiento de reparar (...)”. Debe destacarse,
sin embargo, que este autor realiza una vinculación pero no una identif icación de la
identificación
circunstancia tratada con la expresión legal contenida en el mencionado inciso 1º.
51
Cfme. Ricardo C. Núñez, “Manual de Derecho Penal. Parte General”, 4ª edición actua-
lizada por Roberto E. Spinka y Félix González, Ed. Lerner, Córdoba, 1999, pág. 285.
52
Ricardo C. Núñez, “Tratado de Derecho Penal”, Tº II, Ed. Lerner. Córdoba, 1988, pág.
458. Este autor argumenta de tal modo a partir de una interpretación semántica de la
norma, haciendo hinca pié en la expresión legal : “los demás antecedentes y condiciones
personales(...)”. También, por el criterio enunciativo, De la Rúa, “Código Penal(...)”, op.
cit., pág. 699, Nº 68, quién a los motivos de Núñez, aduna el sentido de los precedentes.
En contra, sosteniendo que la enumeración del artículo 41 es taxativa, pero extensible
por analogía, Marcelo Finzi “La adaptación de la pena al delincuente según los arts. 40 y 41
del Código Penal. Atenuantes y agravantes”, Dirección general de publicidad de la Univer-
sidad Nacional de Córdoba, 1954, Nº 13, 14 y 15.
53
Cfme. Núñez, “Tratado (...)”, op. cit., Tº II, pág. 458.

127
Victimología

resolver los conflictos, la irracionalidad mínima exige que, al menos,


trate de no convertirse en un obstáculo para la solución de éste. De allí
que cuando la víctima haya sido involucrada en procesos composicionales,
la dinámica del conflicto según los resultados de éstos deba ser consi-
derada por los jueces. Cabe entender por procesos composicionales a
los diversos medios por los que el agente puede brindar considerables
satisfacciones al sujeto pasivo. Estas posibilidades son de carácter
restitutivo y reparador, entendiendo en este último sentido no sólo la
reparación pecuniaria, sino también la satisfacción moral, las excusa, las
explicaciones, la recomposición de vínculos, etc. En cualquier caso en
que la composición haya operado y la pena sea un inconveniente u
obstáculo con capacidad de perjudicar a la víctima, el juez debe tomar
en cuenta esta circunstancia para la cuantificación. De allí que sea nece-
sario considerar la conducta valiosa del agente, no sólo anterior al he-
cho sino, fundamentalmente, la posterior a éste”54.
La consideración del esfuerzo en la reparación del daño como fac-
tor atenuante no constituye una cuestión meramente académica sino
que, entre nosotros, ha encontrado recepción en la praxis judicial55.
Como último aspecto a tratar en relación al tema aquí abordado,
parece conveniente hacer una breve alusión respecto a puntuales ca-
racterísticas que, según los desarrollos dogmáticos analizados, la repa-
ración del daño (para tener un efecto atenuante) debería reunir. Vea-
mos:
• En primer lugar, la reparación debe asumir la forma de un es-
fuerzo serio, realizado por el autor, con la finalidad de enmen-
dar, en alguna medida, el daño producido, a la víctima, por el
delito.
• El rasgo anterior es importante por cuanto permite excluir

54
Cfme. Eugenio Raúl Zaffaroni – Alejandro Alagia – Alejandro Slokar, “Derecho Penal.
Parte General”, Ed. Ediar, Bs. As., 2000, pág. 1002.
55
En efecto, la jurisprudencia ha considerado, entre las circunstancias posteriores al delito
con efecto atenuante, al ofrecimiento de reparación. Así: C.C. Capital, Sala 2ª, in re
“Penela”, L.L. 1982 – B – 131, “La pena impuesta puede ser objeto de alguna disminución,
en atención al arrepentimiento que trasuntan los dichos del imputado y su intención de
reparar el perjuicio causado, habida cuenta – desde luego –de los demás índices mesurativos
que tuvo en cuenta el juez para efectuar la graduación”.

128
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

como atenuante, aquellas situaciones en las que, no obstante


producirse una recuperación de lo sustraído (v. gr.: delitos
contra la propiedad), la misma no se debe a una conducta
positiva del autor sino a otros factores extraños a la voluntad
del agente (por ejemplo: actuación policial)56.
• Por fin, se ha sostenido que la reparación es un deber “intuitu
personae”; esto es: el autor del delito es quien debe personal-
mente reparar el daño. Y así - se dice - que será irrelevante (a
los fines de la atenuación) las posibles reparaciones realizadas
por terceros. Esta última nota, empero, - y con relación a
casos muy puntuales - no deja de ser cuestionable. Piénsese,
por ejemplo, en un delito culposo (lesiones en ocasión de
un accidente de tránsito), en donde hay constitución en
actor civil. Supongamos que haya una condena civil y la ase-
guradora afronte el pago de las indemnizaciones. Obviamen-
te, aquí, no es el autor del delito quien “personalmente” re-
parará. Pero sería realmente injusto no considerar esta cir-
cunstancia como atenuante. En todo caso, la asunción de
responsabilidad por parte de la aseguradora tiene su antece-
dente en un previo contrato celebrado entre el tomador y
la empresa; contrato que es oneroso y que supuso, de su
parte, un sacrificio económico. Por otra parte, la víctima, ha
visto satisfecha sus expectativas. Entonces, nos pregunta-
mos, ¿por qué negar valor a esta situación? Quizá este argu-
mento pueda objetarse de la siguiente manera: sí admitimos
la reparación por terceros estamos convalidando la posibili-
dad de que la reparación dependa de circunstancias ajenas a
la voluntad del autor. El razonamiento, sin embargo, parece
olvidar que, para que la aseguradora (para seguir con nues-

56
Cfme. De la Rúa, “Código Penal (...)”, op. cit., pág. 702, Nº 81. En la jurisprudencia, se
trata, también, de un criterio aceptado desde antiguo. Así: C.A. San Nicolás, 7/5/57, J.A.,
1958 – I – 9, nº 87: “No reviste el carácter de atenuante la recuperación para el dueño de
lo sustraído cuando no proviene del arrepentimiento del ladrón sino de la acción policial”.
El mismo parecer, C.C. La Plata, 14/10/69, J.A., res. 1970 – 342, nº 7; C.C. Mar del Plata,
20/8/70, J.A., res. 1971 – 546, nº 10.

129
Victimología

tro ejemplo) asuma la responsabilidad, es necesario que el


tomador haya cumplido integralmente con las obligaciones
que, de su parte, debía observar. Es claro que, si esto no se
verifica, no habrá tal asunción de responsabilidad y por lo
tanto, si el autor no repara personalmente, desaparece el
posible efecto atenuante de la regla57.

b. La reparación y su incidencia en la elección de la modalidad de


ejecución de la pena privativa de libertad

Al igual que ocurre con el artículo 41, el artículo 26 del Código


Penal no menciona, de manera expresa, como pauta favorable para la
concesión de la condena de ejecución condicional, la de que, el autor,
se haya hecho cargo del daño producido por el delito58.
Empero, esto tampoco ha sido obstáculo para que, a partir del de-
sarrollo dogmático desenvuelto en derredor de dicha norma, la doctri-
na sostenga, como un elemento importante a tener en cuenta, la cir-
cunstancia de la reparación59. Ello, sobre todo, a partir de la reforma del
instituto operada por la ley 23.05760 . En efecto, desde aquella
estructuración normativa, la concesión del beneficio exige, en lo que a
las condiciones personales del autor se refiere, que la decisión a favor de la
condicionalidad se funde, bajo sanción de nulidad, “en la personalidad
moral del condenado, su actitud posterior al delito, los motivos que lo
impulsaron a delinquir, la naturaleza del hecho y las demás circunstan-
cias que demuestren la inconveniencia de aplicar efectivamente la pri-
57
Interesantes discusiones sobre estos aspectos pueden verse en Ziffer, “Lineamientos
(...)”, op. cit., pág. 167 y 168. También, volveremos sobre el tema, al analizar la reparación
como requisito previo a la rehabilitación.
58
Obsérvese, en esto, la gran diferencia con los textos extranjeros transcriptos Supra,
notas nº 14,15,16,17,18 y 19.
59
Así: Bovino, “La participación (...)”, op. cit., pág. 101; Maier, “ El ingreso de la reparación
(...)”, op. cit., pág. 50.
60
Precisamente, uno de los aspectos que llevó al legislador a incluir (en la reforma) a toda esta
serie de circunstancias que debían plasmarse en la motivación de la resolución de concesión -
y que, en el sistema original del Código, no aparecían – fue la automaticidad con que, hasta ese
momento, se otorgaba el beneficio. Al respecto, Vid. Guillermo A. C. Ledesma, “Las reformas
penal y de procedimientos”, Ed. Abeledo – Perrot, Bs. As., 1984, pág. 41.

130
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

vación de libertad”.
Y bien, ¿que debe entenderse por “actitud posterior al delito”?
Se trata de “un elemento de juicio que debe valorarse en orden a la
determinación de la personalidad moral del imputado y que puede (...)
adquirir a veces gran importancia ora para una prognosis favorable, ora
como alerta peyorativa sobre una futura posible carrera delictiva”61.
Precisamente, en el marco de esta expresión legal, según la inter-
pretación pacífica realizada por nuestra doctrina, se ha incluido, entre
otros comportamientos del autor, tanto a la restitución de lo sustraí-
do (v. gr. en los delitos contra la propiedad) como a la reparación total
o parcial del daño62.
Como podrá advertirse, en el caso de nuestro derecho positivo,
la consideración de la reparación se encuentra vinculada con uno de los
presupuestos de concesión del beneficio. Dicho en otras palabras: la re-
paración del daño, en cuanto una manifestación del comportamiento del
autor posterior al delito, constituye un dato significativo favorable, que de-
berá valorar el Juez en el contexto de las demás condiciones personales
del condenado, como sintomático en orden al pronóstico de conveniencia

61
Cfme. Isidoro De Benedetti – Carolina Mercedes Pera Martínez de De Benedetti, en:
David Baigún – Eugenio Raúl Zaffaroni (Directores), “Código Penal y normas complemen-
tarias. Análisis doctrinario y jurisprudencial”, Tº 1, Ed. Hammurabi, Bs. As., 1997, pág.
379/380. El mismo criterio, Ricardo C. Núñez, “Las disposiciones generales del Código
Penal”, Ed. Lerner, Córdoba, 1988, pág. 91/92: “La actitud del condenado posterior al
delito alude a su comportamiento respecto a su delito y a su víctima. Su jactancia o
indiferencia con motivo del primero y su indiferencia o mal querencia hacia la segunda son
actitudes reprochables que no son favorables a beneficiarlo con la condenación condicio-
nal. Por el contrario, su arrepentimiento por lo sucedido, su conmiseración o ayuda a la
víctima o a su familia, así como la confesión espontánea de su responsabilidad y la coope-
ración de la investigación de la verdad, señalan en contra de la probabilidad de que el
condenado siga el camino de la delincuencia y a favor de la probabilidad de que su libertad
no constituirá un aporte a la delincuencia”.
62
Así: Ledesma, “Las reformas (...)”, op. cit., pág. 43; De Benedetti – Pera Martínez de De
Benedetti, en Baigún – Zaffaroni, “Código Penal (...)”, op. cit., Tº 1, pág. 380; Justo Laje
Anaya – Enrique Alberto Gavier, “Notas al Código Penal Argentino”, Tº I, Ed. Lerner,
Córdoba, 1994, pág. 116, nota nº 10 ; De la Rúa, “Código Penal (...)”, op. cit., pág. 399
(especialmente, a través de la nota nº 138).

131
Victimología

en que se funda el otorgamiento de esta modalidad de cumplimiento.


c. La vinculación de la reparación con institutos destinados a posi-
bilitar una suspensión anticipada del cumplimiento de la pena.
c.1. Reparación y libertad condicional.
La ley 25.188 (B.O. 1/11/99) modificó el original artículo 29 del
Código Penal. En dicha disposición se incluía una previsión que rela-
cionaba el beneficio de la libertad condicional con la reparación del
daño. El texto original del Código, como acabamos de decir, ha sido
sustituido por otra norma, empero, nos parece conveniente mencio-
nar, al menos con carácter ilustrativo, en que consistió esta vincula-
ción. Disponía el artículo 29 en su inciso 4º, que “La sentencia conde-
natoria podrá ordenar: 4. Cuando la reparación civil no se hubiese
cumplido durante la condena o cuando se hubiese establecido a favor
del ofendido o de su familia una pena de indemnización, el juez, en
caso de insolvencia señalará la parte de los salarios del responsable
que debe ser aplicada a esas obligaciones, antes de proceder a conce-
derle la libertad condicional”.
Dos comentarios nos merece este precepto:
• El primero de ellos se refiere a una concreta expresión legal.
En efecto, el codificador utilizó en la norma el giro idiomático
“pena de indemnización”. Obviamente se trató de un error,
por cuanto, nuestro sistema positivo no reconoce, como pena
pública a la reparación. La única sanción pecuniaria prevista
por el Código como pena principal es la de multa. En suma: la
referencia normativa es incorrecta, lo que se demuestra por
cuanto, por una parte el artículo 5 no la enumera y, de otra,
porque el legislador no la utilizó como adscripta a ninguna
figura delictiva de la parte especial63.
• La segunda cuestión guarda ya relación con la vinculación que
existía entre la exigencia de reparación y la concesión de la
libertad condicional. Nuestra doctrina, luego de criticar la
ubicación del precepto64, fue categórica - salvo las primeras
63
Cfme. José Daniel Cesano, “La multa como sanción del Derecho Penal Común: realida-
des y perspectivas”, Alveroni ediciones, Córdoba, 1995, pág. 42, nota nº 2.
64
Así, Marco Antonio Terragni, en Baigún – Zaffaroni, “Código Penal (...)”, op. cit., Tº 1,
pág. 456, refiere que: “(...) tiene una ubicación metódicamente incorrecta (...)”.

132
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

dudas que generó el precepto en las elaboraciones pre-dog-


máticas65 - en el sentido de que se trataba de una norma sin
sanción. Pues – se aclaraba – en caso de no aplicarse la parte
de los salarios que le fije el auto de soltura para ser destinada
al pago de la obligación, ello no ocasionaba ninguna conse-
cuencia – como podría ser la revocación de la libertad condi-
cional o que no corra durante el período de incumplimiento
el tiempo de la condena – a semejanza de lo que ocurre con
las disposiciones del artículo 15 del Código Penal66. Como lo
puntualizara José Severo Caballero: “En realidad la cuestión
se ha planteado doctrinariamente, ya que la jurisprudencia
del país no ofrece un caso en que se haya negado le libertad
condicional porque el condenado insolvente no haya satisfe-
cho la indemnización, o por no señalarse la parte de los sala-
rios que debía ser aplicado al pago de dicha indemnización”67.

c.2. La reparación y la rehabilitación


El Código Penal argentino, en su texto original, no previó el insti-
tuto de la rehabilitación. Fue recién en 1968, a través de la ley 17.567,
en que se incorpora a nuestro sistema legislativo. El texto que hoy
nos rige viene de la ley 21.338, mantenido por la ley 23.077.
El ofrecimiento de reparación es uno de los requisitos estableci-
dos en el artículo 20 ter para que pueda cesar el cumplimiento de las
penas de inhabilitación absoluta o especial, impuestas en la sentencia
de condena. Aquí, y a diferencia de lo que ocurriera – por ejemplo -
con la condena de ejecución condicional, se trata, efectivamente, de
un requisito legal expreso que el condenado debe satisfacer sí es que
quiere beneficiarse con la aplicación del instituto.
65
Así, Octavio González Roura (“Derecho Penal”, Valerio Abeledo Editor, Bs. As., 1925, Tº
II, pág. 308) tenía el temor de que, por el carácter terminante de la expresión legal, la
exigencia del art. 29, inciso 4º, se elevara al grado de un requisito o condición sin cuyo
cumplimiento no se otorgaría el beneficio, lo que crearía una dificultad manifiesta entre el
condenado solvente y el insolvente.
66
Cfme. Terragni, en Baigún – Zaffaroni, “Código Penal (...)”, Tº 1, op. cit., pág. 456. Igual
criterio, De la Rúa, “Código Penal (...)”, op. cit., pág. 437, Nº 82.
67
Cfme. Caballero, “El significado doctrinario y jurisprudencial de la libertad condicional
regulada por el Código Penal”, Lerner Ediciones (Distribución), Córdoba, 1964, pág. 105.

133
Victimología

La ley alude a que, el autor, repare “los daños en la medida de lo


posible”. Este giro lingüístico no ha estado exento de críticas. Así,
Argibay Molina, expresaba: “Se trata de una fórmula que recepta un
elemento total y absolutamente discrecional de general y casi imposi-
ble prueba, por cuanto: ¿cuál es la medida de lo posible? ¿cuál es la
pauta legal que el juez va a tener para apreciar los ‘motivos’ que el
condenado ha tenido para no cumplir con una obligación civil
indemnizatoria por la cual, incluso, puede estar demandado civilmen-
te o embargado?”. Precisamente por esto, el autor propicia una revi-
sión, en futuras reformas, de este requisito68.
Este pesimismo debe ser dejado de lado y esforzarse en encon-
trar algunas pautas seguras que permitan una interpretación razona-
ble de la exigencia legal.
Cierta calificada doctrina señala, en primer término, que no es nece-
sario que, la víctima, haya reclamado la indemnización69. No comparti-
mos este criterio. Por el contrario, una interpretación armónica de esta
disposición con la previsión contenida en el artículo 29 del Código Penal,
permitirían sostener que, la exigencia de la reparación, sólo funciona cuan-
do, el autor, ha sido condenado, previamente, a su pago, lo cuál, obvia-
mente, supone que, la víctima, haya realizado el reclamo pertinente70.
En rigor, la expresión “en la medida de lo posible” parece vincu-
larse más con las dificultades económicas del autor que le impedirían
cumplir, integralmente, con la indemnización fijada71. Por eso es co-
68
José F. Argibay Molina y colaboradores. “Derecho Penal. Parte General”, Ed. Ediar, Bs. As.,
1972, Tº II, pág. 260/261.
69
Así, Terragni, en Baigún – Zaffaroni (Directores), “Código Penal (...)”, op. cit., Tº 1, pág. 257.
70
En efecto, para que se torne operativa la posibilidad de resolución, por parte del Juez penal,
de la cuestión reparatoria, es necesario que el damnificado haya ejercido dentro del proceso
penal (en la medida en que la ley procesal local lo permita) la acción civil resarcitoria. Por el
contrario, si la víctima opta por realizar el reclamo en la jurisdicción civil, será allí en donde deba
efectuarlo. Núñez, en “Las Disposiciones generales (...)”, op. cit., pág. 70, pareciera limitar la
situación al reclamo en sede civil. Así dice: “(...) Esos daños (...) son los fijados en la sentencia
firme dictada en el fuero civil (...)”. En rigor, tanto la condena pronunciada en ese fuero como
las derivadas el ejercicio de la acción civil dentro del fuero penal, hacen nacer la obligación de
resarcir y por ende tornan exigible el requisito.
71
Cfme. Laje Anaya – Gavier, “Notas al Código Penal”, op. cit., Tº 1, pág. 92, nota nº 120:
“(...) lo cual indica que, como medida, y objeto de cantidad, la reparación no necesita que
haya sido satisfecha totalmente”.

134
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

rrecta la apreciación que sostiene que, esta regla, debe ser interpreta-
da “como (la) posibilidad relativa adecuada a la ecuación económica
del condenado y las responsabilidades de tal índole que tenga a más
de la obligación de indemnizar”72. Dicho en otros términos: a la ley le
interesa la reparación del daño. Sin embargo, si esta no es del todo
posible, en atención a la particular situación económica en que vive el
condenado, el sincero ofrecimiento que realiza en esa dirección (aún
cuando no alcance a los montos fijados en la condena) deberán ser
tomados por el juez “como síntoma revelador de la existencia de un
arrepentimiento activo”73.
Un último aspecto que ha merecido cierta controversia en la ju-
risprudencia es el siguiente: supuesto el delito de lesiones u homici-
dio culposos en ocasión de un accidente de tránsito, sí la reparación
civil es asumida por la aseguradora, ¿podrá el condenado, luego de
verificadas las otras condiciones legales previstas por el artículo 20 bis
del Código Penal, solicitar la rehabilitación?
La doctrina judicial, lo acabamos de anticipar, no es pacífica en
este punto, detectándose fallos en ambos sentidos 74.
Consideramos, por nuestra parte, que la respuesta debe ser afir-
mativa, por cuanto, como ya lo dijéramos en relación a otra cuestión,
la asunción de responsabilidad por parte de la aseguradora no es algo
gratuito sino que supone, en el contratante un sacrificio positivo que,
en principio, no pareciera justo que se ignore en estos casos.
72
Cfme. De la Rúa, “Código Penal(...)”, op. cit., pág. 296, Nº 124.
73
Cfme. Bernardo Jorge Rodríguez Palma, “La inhabilitación en el derecho penal”, Lerner
Editores Asociados, Bs. As., 1984, pág. 150.
74
Pareciera no concederle valor la Cám. Penal de Dolores ( Bs. As.), 12/9/85, L.L. 1986-
A- 641: “No corresponde interpretar como comprendido en los términos del art. 20 ter
del Cód. Penal que exige ‘reparar los daños en la medida de lo posible’, a los efectos de
otorgar la rehabilitación al penado, el hecho de que la aseguradora haya reconocido la
existencia de un seguro sin límites respecto a daños a terceros en el juicio civil que se
iniciara a quien ahora solicita dicha rehabilitación”. Por el contrario, admite el valor de esta
situación, la C.N. Crim. y Correc., Sala IV, 18/3/82, Rep. LL, 42-II-2295: “Corresponde hacer lugar
al pedido de rehabilitación del condenado, ya que surge de los dichos de la víctima que la
aseguradora del condenado trató de indemnizar el daño causado, suspendiéndose el
tratamiento de la cuestión referida al monto ofrecido por la actitud de aquélla, no siendo
procedente que la rehabilitación quede a expensas de la voluntad de la damnificada,
máxime cuando el encausado trató de reparar el daño”.

135
Victimología

B) La consideración de la reparación en los institutos vinculados


con la extinción o cancelación de la persecución penal estatal.

a. La oblación voluntaria de la multa


El texto original del Código Penal estableció el instituto de la obla-
ción voluntaria en su artículo 6475. Sin embargo, su historia legislativa
(posterior a la sanción de aquél) fue azarosa. En efecto, el artículo 64
fue derogado en tres oportunidades (por el decreto – ley 4.778/63 y
por las leyes 17.567 y 21.338) y reimplantado, con el mismo alcance
que tenía originalmente, por las leyes 16.648, 20.509 y 23.077. El
texto vigente proviene de la reforma de la ley 24.316.
Científicamente, por su naturaleza jurídica, es una causa de extin-
ción de la acción penal que, como tal, hace cesar la facultad de perse-
guir y juzgar un hecho delictuoso (amenazado, en forma exclusiva, con
pena de multa) ya ocurrido; impidiendo así que el órgano jurisdiccio-
nal concluya con un pronunciamiento condenatorio76.
Entre los requisitos que la norma establece para la operatividad
del instituto, se cuenta, precisamente, el de la “reparación de los da-
ños causados por el delito”.
Al igual que ocurriera con respecto al artículo 20 ter, considera-
mos que, para que el requisito sea exigible, es menester que la víctima
haya iniciado el reclamo pertinente77 en cualquier sede (esto es: en el
proceso penal - a través del ejercicio de la acción civil –o, directamen-
te, ante la jurisdicción civil). Ello así por cuanto no se puede reparar lo
75
Sobre los antecedentes legislativos del instituto, Cfr., Cesano, “La multa (...)”, op. cit.,
pág. 99/100.
76
Cfme. Cesano, “La multa (...)”, op. cit., pág. 102. Incluimos el instituto como un
mecanismo de “solución del conflicto” por cuanto, más allá de que, el proceso no podrá
concluir con una declaración de responsabilidad del autor, no es menos cierto que, desde
la óptica de un modelo de justicia reparatoria al que venimos adhiriendo (ver supra nota
nº 45), el ofrecimiento de reparación a la víctima, unido con el pago del mínimo o el
máximo de la multa que corresponda (según la etapa procesal en que se realiza la obla-
ción) pueden constituir un factor decisivo para la pacificación de la comunidad. Enlaza el
instituto ( a partir de la exigencia de la reparación del daño) con la moderna tendencia que
promueve la redefinición del rol de la víctima en la solución del conflicto penal, Fabian I.
Balcarce, en Carlos J. Lascano (h.) (Director), “Lecciones de Derecho Penal. Parte Gene-
ral”, Ed, Advocatus, Córdoba, 2000, Tº II, pág. 356. -
77
Cfme. Cesano, “La multa (...)”, op. cit., pág. 108. -

136
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

que no se reclama78.
Empero, la cuestión interpretativa más espinosa se vincula con el
posible disenso en orden a los montos. Una solución prudente es la
realizada por De la Rúa: “(...) tratándose de la valoración de un ele-
mento normativo de un beneficio penal, el tribunal podrá en tales
casos formular una estimación, y ésa será la que se deberá pagar (...)”79.
¿Qué ocurre, empero, si la víctima no considera suficiente el monto
estimado?
En principio, pareciera que, la disconformidad de la víctima en rela-
ción a este extremo, no impediría la concesión del beneficio. Ello por
cuanto, interpretar lo contrario supondría dejar librado a la exclusiva
voluntad de ésta la operatividad del instituto; situación que no parece
compadecerse con la estructura del beneficio en nuestro sistema80.
Claro está que, la hipótesis anterior (esto es: no aceptación de la
estimación del Juez Penal) no impide que, la víctima, que hubiese ini-
ciado su reclamo en sede civil, continúe el ejercicio de la acción ante
el órgano jurisdiccional específico por la diferencia de montos (es decir:
entre lo estimado y pagado con lo pretendido).
Por fin, y a partir del propio sentido lingüístico de la norma, no
bastará con que el autor ofrezca reparar el daño, sino que, para que
funcione la causa extintiva será menester que, efectivamente pague el
monto de reparación fijada.

b. La reparación y la suspensión del proceso a prueba


La ley 24.316 incorporó al sistema del Código el instituto de la sus-
pensión del proceso penal a prueba. Se trata de una figura que, al igual que
la oblación, ejerce su influencia sobre el ejercicio de la acción penal públi-
ca. Más concretamente: la actuación de la probation “(...) se circunscribe
exclusivamente a la punibilidad, sobre la que opera bloqueándola (provisoria
o definitivamente en caso de que se cumplan las condiciones fijadas)”81.

78
Cfme. De la Rúa, “Código Penal (...)”, op. cit., pág. 1106, Nº 9.
79
Cfme. De la Rúa, op. y loc. Cit. en nota anterior.
80
Repárese en que, el texto legal, diseña el instituto, haciéndolo depender de la voluntad
del imputado, de su propia determinación. Así lo sostiene Balcarce ( en : Lascano, “Lec-
ciones...”, op. cit., T° 2, pág. 355).
81
Cfme. Julio De Olazábal, “Suspensión del proceso a prueba”, Ed. Astrea, Bs. As., 1994, pág. 20.

137
Victimología

El artículo 76 bis (con el que se inicia la regulación del instituto)


dispone en relación a nuestro tema que: “Al presentar la solicitud, el
imputado deberá ofrecer hacerse cargo de la reparación del daño en
la medida de lo posible, sin que ello implique confesión ni reconoci-
miento de la responsabilidad civil correspondiente. El juez decidirá
sobre la razonabilidad del ofrecimiento en resolución fundada. La par-
te damnificada podrá aceptar o no la reparación ofrecida, y en este
último caso, si la realización del juicio se suspendiere, tendrá habilita-
da la acción civil correspondiente”.
Hay consenso en la doctrina respecto a que, esta exigencia, se
vincula con los nuevos fines que, en los más modernos desarrollos
político criminales, se le otorga a la reparación. Como lo reconoce
Luis M. García: “ (...) esta norma es novedosa, al hacer depender la
prosecución del juicio, entre otros extremos, de la falta de una satis-
facción o reparación razonable a quien aparecía como afectado por el
hecho delictivo. Si hay tal satisfacción (rectius, como veremos en ense-
guida, si hay un ofrecimiento de reparación) el Estado se muestra inclina-
do a prescindir del juicio penal, y como consecuencia de ello, de una
sentencia de condena, en la medida en que ello satisfaga aún la con-
ciencia de efectividad o vigencia del orden jurídico. Aquí se hacen
evidentes de modo práctico las relaciones entre el principio de
subsidiariedad, la reparación y la idea de prevención general positi-
va”82.
También existe acuerdo respecto a que, el ofrecimiento de repara-
ción, constituye uno de los requisitos para la admisibilidad del instituto83.
Ahora bien, para que este requisito pueda serle exigible al imputa-
do, será menester que: a) el comportamiento delictivo atribuido haya

82
Cfme. Luis M. García, “La suspensión del juicio a prueba según la doctrina y la jurispru-
dencia (Un ejercicio dialéctico a poco más de un año de entrada en vigencia de la ley
24.316)”, Cuadernos de Doctrina y Jurisprudencia Penal, Año II, Nº 1 – 2, Ed. Ad. – Hoc,
Bs. As., 1996, pág. 351. La aclaración nos pertenece.
83
García, op. cit., pág. 321, lo ubica como uno de los “presupuestos subjetivos”; Alberto
Bovino, “La suspensión del procedimiento penal a prueba en el Código Penal Argentino”,
Ediciones Del Puerto, Bs. As., 2001, pág. 125, como un “requisito de admisibilidad”; y
Gustavo L. Vitale, “suspensión del proceso penal a prueba”, Ediciones Del Puerto, Bs.
As., 1996, pág. 124, lo denomina “condición”.

138
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

producido un daño efectivo y b) que exista una o varias víctimas


individualizables con legitimación para ejercer la acción civil por el
daño causado84.
Se ha debatido el alcance que debe darse al concepto de repara-
ción utilizado por la norma. En este punto, la doctrina se encuentra
dividida.
Hay quienes opinan que el “(...) concepto de reparación (...) no se
debe confundir con el pago de una suma de dinero. La reparación se
debe entender como cualquier solución que objetiva o simbólicamente
restituya la situación al estado anterior a la comisión del hecho y satis-
faga a la víctima – v.gr., la devolución de la cosa hurtada, una disculpa
pública o privada, la reparación monetaria, trabajo gratuito, etc. Se
trata de abandonar un modelo de justicia punitiva para adoptar un
modelo de justicia reparatoria”85.
Por otro lado, existe una corriente de opinión distinta que limita
el concepto a “(...) la obligación de resarcir el daño causado por el
delito, la indemnización de pérdidas e intereses, y la reparación del
agravio moral causado a la víctima (C. Civil, art. 1078, y
concordantes)”86.
Nuestra postura frente a esta controversia podría sintetizarse de
la siguiente manera:
• En primer lugar, de “lege ferenda”, no existe duda que, para
que la reparación pueda cumplir con los fines que la política
criminal, hoy, le encomienda, sería recomendable adoptar un
criterio amplio como el propuesto por Bovino.
• Empero, una interpretación respetuosa de las pautas
hermenéuticas extraídas de la teoría general del derecho, no
permite sostener, en nuestra opinión, al menos de “lege lata”,

84
Cfme. Bovino, “La suspensión (...)”, op. cit., pág. 133/134.
85
Cfme. Bovino, “La suspensión (...)”, op. cit., pág. 137. El mismo criterio, Eleonora
Devoto, “Expropiación del conflicto, reparación del daño causado y probation”, Cuader-
nos de doctrina y jurisprudencia penal, Ed. Ad – Hoc, Bs. As.,1997, Año 3 – Nº 4 – 5, pág.
441. En un trabajo anterior, empero, la autora había consignado sus dudas frente a un
concepto tan amplio. Así, cfr. “Probation e institutos análogos”, Din Editora, Bs. As.,
1995, pág. 96.
86
Cfme. Laje Anaya – Gavier, “Notas al Código Penal”, op. cit., Tº 1, pág. 415, nota Nº 13.

139
Victimología

un criterio tan amplio. En efecto, creemos que, cuando el


legislador ha utilizado en la norma la expresión “reparación
del daño”, se está refiriendo – como implícitamente quedó
dicho respecto de los institutos anteriores – al concepto pro-
pio del derecho civil. De esta manera, por reparación se ha de
entender: a) la restitución de la cosa, cuando ella sea posible
(“reparación en especie o in natura” – art. 1083 C.C.)87 y b)
la indemnización pecuniaria (cuando la primera no sea posi-
ble) comprensiva del daño material, pérdidas e intereses de
los arts. 1068 y 1069 del Código Civil, más la reparación del
agravio o daño moral ocasionado a la víctima.
• De lo dicho se deduce que no consideramos compatible con
el concepto de la ley aquellas formas de reparación simbólicas
como podría ser una disculpa.
• Por fin, digamos que la interpretación propiciada encuentra
respaldo en el siguiente argumento interpretativo: a una ex-
presión en un cierto texto legal no debe dársele un significa-
do diferente en diferentes contextos, a menos que exista una
justificación suficiente para actuar de esta manera. Como lo
ha dicho Aarnio: “Detrás de este principio uno puede imagi-

87
Cuando Dalmacio Vélez Sársfield redactó el original art. 1083 del Código Civil, estable-
ció un sistema de resarcimiento exclusivamente pecuniario, salvo el caso en que hubiere
lugar a la restitución del objeto que hubiese hecho la materia del delito. No obstante ello,
con la reforma operada al Código Civil por la ley 17.711, se receptó, en nuestro medio, la
enorme influencia y trascendencia del Código Civil Alemán de 1900, que había disciplinado
un sistema de reparación in natura o en especie. La preferencia por este sistema, se ha
dicho, se explica por cuanto “el resultado ideal de una condena, es el de llegar a suprimir,
a borrar el daño causado por la culpa del demandado, en lugar de dejar subsistente ese
daño procurando a la víctima un simple equivalente” (Cfme. Luis O. Andorno, comentario
al art. 1083 del C.C., en Alberto J. Bueres (Director) - Elena I. Highton (coordinadora),
“Código Civil y normas complementarias. Análisis doctrinario y jurisprudencial”, Tº 3-A,
Ed. Hammurabi, Bs. As., 1999, pág. 242). Para este concepto (reparación “in natura”),
cfr., en la doctrina iusprivatista, Gabriel A. Stiglitz – Carlos A. Echevesti, en: Jorge Mosset
Iturraspe (Director) – Aída Kemelmajer de Carlucci (Coordinadora), “Responsabilidad
civil”, Ed. Hammurabi, Bs. As., 1997, pág. 292 y ss.

140
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

nar que se encuentra la idea de la coherencia de la regulación:


cuando ello es posible, la misma expresión es usada de la mis-
ma manera en diferentes contextos”88. Ahora bien, la expre-
sión reparación, no sólo tiene el sentido que postulamos en la
legislación privada específica (esto es: el Código Civil) sino
que, ése también es el sentido que surge del propio Código
Penal, al establecer en el artículo 29 el contenido de ese concepto.
Otro punto que ha merecido debate entre nuestros autores es el
de sí, la víctima, debe haberse constituido en actor civil, para que
surja la obligación de resarcir. En este tema la doctrina tampoco es
pacífica89.
Por nuestra parte consideramos que no es necesaria tal constitu-
ción. Una interpretación contraria cancelaría el derecho a optar (en-
tre realizar el reclamo en sede penal [para lo cual sí es necesaria la
constitución] o en el civil) que tiene la víctima y que surge de la armó-
nica interpretación entre los artículos 1096, C.C. y 29, C.P.90.
En tal sentido - y teniendo presente el principio hermenéutico de
que las leyes deben ser interpretadas de modo tal que sus diversas
disposiciones no entren en pugna recíprocamente - resulta lógico que,
lo imprescindible, sólo será la existencia de un reclamo resarcitorio;
con independencia del fuero en donde se ejerza la pretensión (civil o
penal). Obviamente, si el reclamo se efectúa en sede penal, entonces
si será indispensable la previa instancia de constitución. Por el contra-

88
Aulis Aarnio, “Lo racional como razonable”, Centro de estudios constitucionales,
Madrid, 1991, pág. 147.
89
No requieren constitución: Laje Anaya – Gavier, “Notas al Código Penal (...)”, op. cit.,
Tº I, pág. 415, nota nº 13; Bovino, “La suspensión (...)”, op. cit., pág. 148; Marcelo Sayago,
“Suspensión del juicio a prueba. Aspectos conflictivos”, Ed. Lerner, Córdoba, 1999, pág.
43 y ss. Lo exigen: Aída Tarditti, “Probation – Ley 24.316: lo bueno y lo malo”, Semanario
Jurídico Nº 994, 21/VII/1994; Carlos Edwards, “La probation en el Código Penal Argen-
tino. Ley 24.316”, Ed. Lerner, Córdoba, 1994, pág. 55 y sgs.
90
Cfr. Cesano, “Relaciones entre la acción civil y la acción penal”, en Félix A. Trigo
Represas – Marcelo J. López Mesa, Tratado de la responsabilidad civil, Ed. La Ley, Buenos
Aires,2004, pp. 613-616. Sobre la base de estos argumentos abandonamos nuestra pos-
tura anterior que explicitamos en “Reparación y resolución del conflicto: su tratamiento
en el Código Penal Argentino”, en Nuevas formulaciones en las ciencias penales. Homenaje a
Claus Roxin,, Ed. Lerner,Córdoba, 2001, p. 526.

141
Victimología

rio, si el damnificado hubiese optado por realizarlo ante el juzgado


civil, al juez penal sólo le queda ponderar el grado de razonabilidad del
ofrecimiento. En este último caso, si la víctima no estuviese de acuerdo –
de conformidad a lo que enseguida analizáremos – no regirán (a su res-
pecto) las reglas de prejudicialidad (art. 1101, CC.). Por el contrario, pue-
de ocurrir que el damnificado comparezca en sede penal y lo acepte, en
cuyo caso adquirirá el valor y los efectos de una transacción civil91.
Como viéramos, la ley deposita en manos del juez, el examen de
razonabilidad de la propuesta de reparación. En este caso es posible que
se planteen distintas alternativas:
• Puede ocurrir que el damnificado acepte el ofrecimiento realiza-
do. En ese caso, el Juez deberá limitarse a verificar la existencia de
los otros requisitos y nada podrá realizar con el recaudo analizado.
Ello así aun cuando, a criterio del órgano jurisdiccional, la propues-
ta reparatoria fuese insuficiente. Es que “(...) la aceptación
incondicionada (...) aún ante propuestas irrazonables, resulta
vinculante para el tribunal, pues si bien la exigencia (de reparación)
está en el marco de una institución penal, su contenido privatístico
excluye poder jurisdiccional decisorio sobre su efecto liberatorio,
que corresponde en exclusividad a los particulares”92.
• Sí la víctima no admite el ofrecimiento, será el juez quien deba
pronunciarse fundadamente sobre la razonabilidad del mismo. Y
en este sentido, debe tenerse presente que la norma alude a una
reparación “en la medida de lo posible”. Lo que significa que, el
Tribunal, no sólo ponderará el quantum de lo ofrecido sino, muy
especialmente, la aptitud económica del que lo hace. Si el Juez,
luego de realizar ese análisis, concluye a favor de la razonabilidad de
la propuesta, el beneficio será igualmente concedido (siempre que
se hayan cumplido con los demás recaudos legales). En tal caso la
víctima queda habilitada para realizar el reclamo correspondiente
en la sede civil, no rigiendo a su respecto las reglas de prejudicialidad
que establecen los artículos 1101 y 1102 del Código Civil93.
91
Así, De la Rúa, Código (...), op. cit., p 1172.
92
Cfme. De la Rúa, “Código Penal (...)”, op. cit., pág. 1171, Nº 14.
93
Sobre este tema, Cfr. José Daniel Cesano, “Cuestiones de prejudicialidad penal”, Alveroni
Ediciones, Córdoba, 2001.

142
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

c. La retractación en los delitos contra el honor


La retractación en los delitos contra el honor (art. 117 del Código
Penal) constituye una causa personal de cancelación de la punibilidad94
que se funda en el arrepentimiento activo del reo, al consistir en una
manifestación suya encaminada a reparar el daño del delito 95.
Sin embargo, y a diferencia de lo que ocurre con los institutos
que, hasta ahora, venimos analizando, en el caso de la retractación, la
idea de reparación es empleada en su acepción más amplia. Es decir:
lo que aquí interesa para que funcione la figura es que, el autor, haya
expresado su arrepentimiento a través de una conducta externa ob-
jetiva, sin que incida, en absoluto, el resarcimiento del daño material o
moral; los que, como efectos civiles del ilícito, permanecerán indem-
nes96. Por eso ha dicho Maier que, en este caso, el legislador ha admi-
tido, en el acotado marco de estos delitos, “el valor de la reparación
natural por sobre la pena”97.

d. El avenimiento en los delitos contra la integridad sexual


La ley 25.087, sustituyó la vieja excusa absolutoria post facto con-
sagrada en el artículo 132 del Código Penal98 – redacción original -
por la figura del avenimiento. Según el nuevo texto legal, sí la víctima
“(...) fuere mayor de dieciséis años podrá proponer un avenimiento
con el imputado. El Tribunal podrá excepcionalmente aceptar la pro-
puesta que haya sido libremente formulada y en condiciones de plena
igualdad, cuando, en consideración a la especial y comprobada rela-
ción afectiva preexistente, considere que es un modo más equitativo
de armonizar el conflicto con mejor resguardo del interés de la vícti-

94
Así la denominan Zaffaroni – Alagia – Slokar, “Derecho Penal (...)”, op. cit., pág. 842. La
doctrina prevaleciente habla de una excusa absolutoria. Por todos, cfr. Núñez, “Tratado
(...)”, op. cit., Tº III – Vol. II, pág. 197.
95
Cfme., Núñez, op. y loc. cit. en nota anterior.
96
Cfme. Carlos Creus, “Derecho Penal. Parte Especial”, Ed. Astrea, Bs. As., 1997, Tº I,
pág. 164.
97
Cfme. Maier, “La reparación (...)”, op. cit., pág. 50.
98
Esto es el instituto denominado “casamiento con la ofendida”.

143
Victimología

ma. En tal caso la acción penal quedará extinguida; o en el mismo


supuesto también podrá disponer la aplicación al caso de lo dispuesto
por los artículos 76 ter y 76 quáter del Código Penal”.
La vinculación del avenimiento con la concepción político criminal
que pretende revalorizar las funciones de la reparación a la víctima en
el marco de la solución del conflicto penal, fue una circunstancia per-
fectamente advertida en el proceso de elaboración de esa norma. En
este sentido, debe subrayarse – por lo significativo de su aporte – lo
expresado por el Diputado José I. Cafferata Nores durante la discu-
sión parlamentaria en esa Cámara. Dijo, en tal sentido, el Profesor
Cafferata: “Hay que tener en cuenta, además, que en la mayoría de los
casos el nuevo modelo de reacción frente al abuso sexual será orien-
tado hacia un sistema (...) en cierto sentido (...) composicional aun
cuando conserve la sanción penal. La sustitución del matrimonio por
el avenimiento, judicialmente controlado y aprobado, que puede dar
lugar a la extinción de la acción penal, en forma inmediata, o luego de
un período de prueba, mantienen la anterior posibilidad de un final no
punitivo, sólo que con otra base (en el caso de la nueva norma: ‘la
relación afectiva preexistente’) (...)” y, enseguida, coronaba su argu-
mentación, expresando: “Negar esta posibilidad significaría una susti-
tución autoritaria de la voluntad y el interés de la víctima, por un
presunto interés público”99. Esta es, también, la interpretación pacífi-
ca dada en nuestra doctrina100.
Pero, ¿que debe entenderse por avenimiento?; ¿cual será su con-
tenido?
Lingüísticamente, la expresión avenir significa “(...) ponerse de
acuerdo, componerse o entenderse con alguien, es decir que la ley
exige que para que funcione este instituto debe darse esta concor-

99
Cfr. “Revista La Ley. Antecedentes Parlamentarios”, Nº 5, pág. 1617.
100
Así: Víctor Felix Reinaldi, “Los delitos sexuales en el Código Penal Argentino. Ley
25.087”, Ed. Lerner, Córdoba, 1999, pág. 246 y 247 ; Edgardo Alberto Donna, “Delitos
contra la integridad sexual”, Ed. Rubinzal – Culzoni, Santa Fe, 2000, pág. 194; Ana Lombardi,
“Avenimiento de la víctima con el imputado”, “Ley, Razón y Justicia”, Año 2 – Nº 4,
Neuquen, Agosto de 2000 – Enero de 2001, Alveroni ediciones, pág. 151/153.

144
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

dancia o reconciliación”101. De allí que, un sector importante de nues-


tros autores, haya dicho que, con la consagración de la nueva fórmula
legislativa, se ha dado ingreso – en forma limitada para esta delincuen-
cia – a una modalidad de “conciliación” en el derecho penal102.
En cuanto al contenido de la propuesta, se remarca – correctamen-
te–, que puede ser muy variado. Aquí, en contraste con la gran mayo-
ría de los institutos que hemos examinado – excepción hecha de la
“retractación” – se está utilizando un concepto amplio de “repara-
ción”, que, si bien no tiene - en principio - porqué rechazar el resar-
cimiento pecuniario, en modo alguno tiene que agotarse en él103. De
esta manera la proposición puede referirse, por ejemplo: a la posibili-
dad de celebrar matrimonio entre las partes (con lo cual coincidiría
con la vieja excusa absolutoria prevista en el texto original del Códi-
go)104 ; en el establecimiento de una relación connubial estable sin
matrimonio105; o, incluso, en un acuerdo de tipo indemnizatorio106.
En donde se advierte cierta discusión, en cambio, es con respecto
a sí, el “perdón” de la víctima puede ser suficiente para que funcione
el instituto107. Destacados autores niegan, categóricamente esta posi-
bilidad108. Pareciera que esta es la solución correcta por cuanto exi-
giendo el avenimiento, cierta actitud del imputado, traducida objetiva-
mente en una propuesta (de su parte) para facilitar la reconciliación,
el perdón – por lo menos en la terminología que la utiliza la ley (bien
es verdad que limitado a los delitos de acción privada) – aparece sólo

101
Cfme. Enrique A. Gavier, “Delitos contra la integridad sexual. Análisis de la ley Nº
25.087”, Ed. Lerner, Córdoba, 1999, pág. 109.
102
Así, Donna, op. cit., pág. 194. Víctor Felix Reinaldi, por su parte, en la actualización al
“Manual de Derecho Penal. Parte Especial”, de Ricardo C. Núñez (Ed. Lerner, Córdoba,
1999, pág. 127) no duda en calificarla como la “primera admisión legislativa de conciliación
en materia penal”.
103
Cfme. Lombardi, op. cit., pág. 141; Reinaldi, op. cit., pág. 248.
104
Cfme. Lombardi, op. cit., pág. 141; Reinaldi, op. cit., pág. 248.
105
Cfme. Oscar Raúl Pandolfi, “Delitos contra la integridad sexual”, Ed. La Rocca, Bs. As.,
1999, pág. 128.
106
Cfme. Lombardi, op. cit., pág. 141.
107
Formula el interrogante, Donna, op. cit., pág. 196.
108
Así, Reinaldi, op. cit., pág. 248.

145
Victimología

condicionado a la voluntad del ofendido, por lo que se considera un


acto unilateral.

IV. Nuevas perspectivas de la reparación en el proyecto de reforma


integral (2006)
En mayo del año 2006, la comisión especial convocada durante la
gestión del ministro de Justicia y Derechos Humanos, Horacio Rosatti,
presentó su propuesta final de un Anteproyecto de reforma y actua-
lización integral del Código Penal. Pese al fervor inicial, al poco tiempo
de su presentación, desde el mismo gobierno, y más concretamente,
a través del nuevo ministro de Justicia (Alberto Iribarne), se sostuvo
“que la reforma no era una prioridad de su cartera y que no pensaba
impulsarla”109. De esta manera, hoy, dicha importante iniciativa no
sólo no es derecho vigente sino que, ni siquiera se le ha dado trata-
miento parlamentario. De cualquier forma, la jerarquía del texto ela-
borado (más allá de que no en todos los aspectos nos parezca acerta-
do) exige que formulemos algunas consideraciones en torno al mismo.
La lectura de este documento nos permite realizar dos ordenes
de precisiones:
a. Por una parte, existe una significativa cantidad de instituciones
en donde, teniendo presente lo expuesto en el acápite ante-
rior respecto del Código vigente, no se introdujeron modifica-
ciones significativas. Así, por ejemplo:
• Se mantiene la exigencia de la reparación como presupuesto
para la concesión de la: rehabilitación (artículo 17), suspen-
sión del proceso a prueba (artículo 52) y la oblación volunta-
ria de la multa (artículo 56);
• Tampoco se aprecian reformas trascendentes con respecto
a la retractación (artículo 123) y el avenimiento (artículo 162);
motivo por el cual, la reconstrucción dogmática de los textos
ya analizados (en lo que, claro está, concierne a la reparación)
resultarían aplicables al nuevo articulado.
109
Así lo recuerda Leonardo G. Filippini, en su presentación a los Comentarios sobre el
Anteproyecto de reforma y actualización integral del Código penal, Nueva doctrina penal, 2006/
B, Ediciones del puerto, Bs. As., p. 533.

146
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

b) Sin embargo, el anteproyecto introdujo tres institutos


que, indudablemente, están marcando una clara intención
con relación a la preponderancia que adquiere la reparación.
Nos referimos, concretamente, a: la previsión de la multa
reparatoria; la utilización de la reparación como parte de la
pena de cumplimiento de instrucciones y la conciliación. Se-
guidamente nos ocuparemos de estas innovaciones:
• La multa reparatoria está prevista en el artículo 25 y consiste
en la obligación del condenado “a trabajar y a pagar a la víctima
o a su familia una parte de sus ingresos mensuales”, con el
sistema previsto en el artículo 12 del mismo documento que
analizamos110. El juez deberá controlar que el trabajo sea el
más productivo posible conforme a la capacidad y perspecti-
va laborales futuras del penado.
• Por su parte, entre las reglas que pueden exigirse a título de
cumplimiento de instrucciones, el artículo 24, inciso c), esta-
blece la de “[d]ar satisfacción material y moral a la víctima en
la medida de lo posible111.
• Tanto la multa reparatoria como el cumplimiento de instruccio-
nes, constituyen penas alternativas de la privación de la
libertad (artículo 18). En el primer caso (multa reparatoria) los
jueces podrán reemplazar una pena de encierro carcelario im-
puesta, siempre que no sea superior a los tres años (artículo 26)112.
Por su parte, la pena de cumplimiento de instrucciones (sola

110
En rigor, el artículo 12 del anteproyecto, se limita a definir la pena de multa, como sanción
principal. Consideramos, entonces, que la remisión normativa se vincula, más bien, con el
artículo siguiente; precepto que establece, como sistema de cuantificación, la modalidad de
días multa.
111
El elenco de instrucciones, que no es taxativo (cfr. artículo 24, inciso i, a contrario sensu) es
mucho mayor y comprende: fijar residencia; observar las reglas de inspección o asistencia
establecidas por el juez; adecuar un trabajo adecuado a su capacidad y preferencias; asistir a
cursos o conferencias o reuniones de enseñanza; someterse a un tratamiento o control
médico o psicológico, en caso de padecimiento que dificulte las relaciones sociales; abstener-
se de concurrir a determinados lugares o de relacionarse con ciertas personas; abstenerse de
abusar del consumo de bebidas alcohólicas o tóxicos y aceptar los exámenes de control.
112
La multa reparatoria podrá ser utilizada como sustituto en forma única o conjuntamente
con las siguientes penas: detención de fin de semana, trabajos para la comunidad, limitación o
prohibición de residencia y sometimiento a instrucciones.

147
Victimología

o en forma conjunta con alguna otra de las penas sustitutivas


establecidas por el artículo 18 [con excepción de la multa
reparatoria y la detención de fin de semana]) podrá reemplazar
a una pena de prisión que, superando los tres años, no exceda
los diez o, incluso supere este quantum (diez años), siempre
que, respectivamente, se haya cumplido la mitad de la
pena privativa de la libertad (en los casos de una san-
ción superior a tres y menor de diez) o los dos tercios
(cuando se trate de una condena por diez o más años)
de esa pena (prisión).
• La otra innovación significativa está representada por la inclu-
sión, como criterio de oportunidad, de una conciliación entre
las partes y siempre que el imputado haya reparado los daños y
perjuicios causados; cuando se trate de hechos delictivos con
contenido patrimonial (cometidos sin violencia física o intimi-
dación sobre las personas) o culposos (artículo 49, inciso d)113.
En estas hipótesis, admitido el criterio de oportunidad, la ac-
ción publica se convertirá en privada. La víctima podrá ejercer-
la a través de la querella. Empero, si en un plazo de sesenta días
hábiles desde la notificación de la conversión, ésta no ejerce
aquel derecho, la acción penal quedará extinguida.

V. Conclusiones
Del análisis precedente es factible extraer las siguientes conclusiones:
1. Las funciones de la reparación en la resolución del conflicto
derivado del delito se limitan, en el marco de nuestro Código
Penal, a incidir: a) sobre la pena a imponer en la sentencia de
condena, buscando un efecto atenuante de ésta y b) como
requisito de institutos con efecto extintivo o cancelatorio de
la potestad represiva estatal.
2. El efecto vinculado con la atenuación de la reacción penal

113
La reparación del daño, además, opera como presupuesto para la aplicación de otros
criterios de oportunidad establecidos por este mismo artículo; concretamente: insignifi-
cancia y pena natural (incisos a y b, artículo 49).

148
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

impuesta por la sentencia, tiene las siguientes manifestacio-


nes: a) como circunstancia atenuante, para la determinación del
quantum de la pena; b) como pauta positiva al valorar las condi-
ciones personales del autor con motivo de la posible concesión
de la condena de ejecución condicional y c) como requisito
para hacer efectivo el beneficio de la rehabilitación.
3. De las tres manifestaciones mencionadas en la conclusión pre-
cedente, dos surgen a partir de la interpretación dogmática ( “a”
y “b” ) en tanto que, sólo una aparece como requisito expreso de
una norma legal (la rehabilitación).
4. En lo que respecta a la incidencia sobre institutos vinculados
con la extinción o cancelación de la potestad represiva, las
manifestaciones de la reparación se circunscriben a: a) la obla-
ción voluntaria de la multa (limitada a los tipos delictivos san-
cionados, exclusivamente, con esa pena); b) a la suspensión
del proceso a prueba; c) a la retractación (acotada a los deli-
tos contra el honor) y d) al avenimiento (en el ámbito de los
delitos contra la integridad sexual).
5. Las recientes reformas operadas por las leyes 24.316 y 25.087
se enrolan entre las orientaciones político criminales más
modernas que buscan incrementar el rol de la reparación en
la solución del conflicto penal. Ello así, por cuanto, en el caso
de la probation, erige en requisito subjetivo sustancial para la
procedencia del beneficio a la propuesta reparatoria. Por otro
lado, el instituto del avenimiento, introduce, directamente, un
primer modelo de programa de conciliación en el marco del Códi-
go Penal Argentino.
6. En lo que respecta al concepto de reparación que surge del
análisis de los institutos mencionados en las conclusiones 2 y
4, debemos concluir que, en la mayoría de los casos, la repara-
ción se equipara con la noción de resarcimiento propia del dere-
cho civil (sea “in natura” – esto es: como restitución – o, ante la
imposibilidad de ésta, de carácter dinerario). Sólo en dos casos,
el esfuerzo reparatorio no coincide con este concepto: en la
retractación (en forma absoluta) y en el avenimiento (de ma-

149
Victimología

nera relativa, por cuanto si bien puede coincidir con la noción


iusprivatista, no necesariamente debe ocurrir).
7. El Anteproyecto de reforma integral del Código Penal (del
año 2006) representa una intensificación en orden a las fun-
ciones de la reparación en el Derecho penal argentino. Ello se
evidencia a partir de la incorporación de tres instituciones: a)
la pena de multa reparatoria (como alternativa a la prisión); b)
la posibilidad de que conforme uno de los contenidos esta-
blecidos para la sanción de cumplimiento de instrucciones y
c) constituir, juntamente con la conciliación, un criterio de
oportunidad.

150
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

Castigar o mediar la violencia doméstica: el dilema de las Víctimas

Raúl Rojas Camacho*


México
Intervención del Estado en espacios privados de las personas
Si queremos saber, las razones por la que se criminaliza una con-
ducta, la mejor forma de hacerlo, es buscar en la exposición de moti-
vos, que no es otra cosa que, el fundamento que el legislador da, para
castigar una conducta que considera dañosa o peligrosa y que atente
contra los valores considerados como valiosos dentro de la sociedad.
En el caso de la violencia doméstica, que de inicio se pude consi-
derar como dentro del ámbito privado y de competencia de los par-
ticulares, se considera un problema de tal magnitud, por las conse-
cuencias que produce este tipo de violencia, que se hace necesaria la
intromisión del Estado en el espacio privado, para convertirlo en una
política pública dirigida a proteger la integridad y seguridad de los miem-
bros de la familia. Veamos:

“Toda agresión física, psicológica o sexual que se produce


reiteradamente por cualquiera de los individuos que con-
forman la familia en contra de otro miembro de la misma,
constituye violencia familiar. Se trata de un abuso al inte-
rior del núcleo familiar que lleva a cabo quien, por razones
económicas, físicas o culturales, tiene una posición de privi-

* Profesor de Victimología en la Maestría en Derecho Penal del Colegio Universitario del


Distrito Federal.

151
Victimología

legio y por la cual las mujeres y los niños son las principa-
les víctimas. Si no se detiene, tiende a repetirse, a incre-
mentar su intensidad y frecuencia. Este es un problema
que se manifiesta en todos los niveles y clases sociales.

La violencia familiar no puede considerarse como un asunto


que corresponda a la vida privada de las personas. Sus
consecuencias afectan al conjunto familiar, que es el gru-
po primario y fundamental de sustento a nuestra socie-
dad. Si no atacamos la agresión en el interior de la fami-
lia, formaremos mexicanos con baja autoestima y con pro-
blemas psicológicos y emocionales, que impedirán su ple-
no desarrollo humano y laboral, lo que, en última instan-
cia, frena el crecimiento de nuestro país.”1

La Violencia como una forma de ejercer poder


“… la violencia contra las mujeres es consecuencia del
orden de género que se establece en la sociedad, orden
socialmente construido que determina una jerarquía y
poder distintos para ambos sexos. Según este orden las
mujeres se encuentran en una posición subordinada fren-
te a los hombres, los que a su vez ejercen poder sobre
ellas de distintas maneras, siendo la violencia una mani-
festación de ese poder. Este orden es avalado y manteni-
do por el conjunto de la sociedad a través de las costum-
bres, las leyes, las instituciones. La discriminación y la vio-
lencia hacia las mujeres es aceptada socialmente porque
forma parte del sistema social establecido. El gran esfuer-
zo de los movimientos de mujeres y feminista ha estado
en denunciar y modificar ese orden social, buscando erra-

1
Consideraciones de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, en Ley de
Asistencia y Prevención de la Violencia Familiar, I Asamblea Legislativa del Distrito Federal,
Colección Ordenamientos Jurídicos, México, 1998, p. 15.

152
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

dicar así las distintas formas de discriminación y de vio-


lencia hacia las mujeres”.2

La Violencia Doméstica en la Agenda Internacional3


Las víctimas de violencia doméstica pueden ser mujeres y hom-
bres, jóvenes o ancianos, ricos o pobres, socialmente privilegiados o
no, con influencia política o sin ella.
En todo el mundo hay casos de niñas y niños agredidos
sexualmente por sus familiares.
La violencia doméstica es un tema del que se ocupan las Naciones
Unidas desde hace tiempo, a saber; en las deliberaciones y decisiones
de congresos de las Naciones Unidas sobre prevención del delito y
tratamiento del delincuente, en la Asamblea Mundial sobre el Enveje-
cimiento, en el Programa de Acción Mundial para los Impedidos y en
las deliberaciones que condujeron a la aprobación de la Convención
sobre los Derechos del Niño.
El tema fue abordado también en la Conferencia Mundial del De-
cenio de las Naciones Unidas para la Mujer: Igualdad, Desarrollo y Paz,
celebrada en Copenhague en 1980, y en la Conferencia Mundial para
el Examen y la Evaluación de los Logros del Decenio de las Naciones
Unidas para la Mujer: Igualdad, Desarrollo y Paz, celebrada en Nairobi
en 1985. Sin embargo, las Naciones Unidas empezaron a concretarse
realmente en el tema a partir de 1985.
El Sexto congreso de las Naciones Unidas sobre la Prevención del
delito y Tratamiento del Delincuente aprobó una resolución sobre la
violencia doméstica, que fue ratificada por la Asamblea General en 1985
en su resolución 40/36, primera resolución específica de la Asamblea

2
Guerrero Cavides, Elizabeth Consultora. Informe sobre violencia contra las mujeres en
América Latina y el Caribe Español. Balance de una década. UNIFEM 1990-2000, elaborado
por ISIS Internacional para UNIFEM Latinoamérica, Santiago de Chile, Abril, 2002, p. 5.
3
Estrategias para luchar contra la Violencia Doméstica: Un Manual de Recursos. Oficina de las
Naciones Unidas en Viena. Centro de Desarrollo Social y Asuntos Humanitarios.ONU,
Sociedad Mexicana de Criminología, Cruz Roja Mexicana, Naciones Unidas, Nueva Cork,
1997.

153
Victimología

sobre violencia doméstica. En la resolución, la Asamblea solicitaba que


se llevara a cabo una investigación desde una perspectiva criminológica
en torno al desarrollo de las estrategias para abordar el problema.
El Consejo Económico y Social, en su resolución 1989/67, pidió al
Secretario General que considerara el problema desde el punto de vis-
ta de justicia penal, tomando en cuenta las recomendaciones del Grupo
de Expertos que se reunió en Viena en 1986.
Asimismo, el Consejo pidió al Secretario General que preparara un
informe para su examen en el Octavo Congreso, que iba a celebrarse
en La Habana en 1990. En el informe (A/CONF.144/17) presentado
con arreglo a esta petición se fijaron opciones para el curso de acción
que seguiría la justicia penal y se sugirieron otras medidas para prevenir
la violencia doméstica y atenuar sus efectos.
Por recomendación del Octavo Congreso, la Asamblea General apro-
bó en 1990 la resolución 45/114, que insta a los Estados Miembros a
elaborar y aplicar criterios de acción, medidas y estrategias, dentro y
fuera del sistema de justicia penal, para abordar el problema de la vio-
lencia doméstica.
El Grupo de Expertos ha recomendado que la clave para el éxito es
la cooperación.
A corto plazo, un enfoque de justicia penal puede proteger a
la víctima de la violencia doméstica sometiendo al marido (o
pareja masculina) a la custodia policíaca.
A largo plazo, las investigaciones muestran que cuando se
acusa de haber cometido un delito al hombre que maltrata a
su esposa (la pareja femenina), se reducen las posibilidades de que
cometa otra vez el delito.
Sin embargo, un planteamiento de justicia penal sólo podrá
dar resultado si está integrado en otras estrategias. El sistema
de justicia penal ha de trabajar con los servicios de salud, educa-
ción, sociales y comunitarios. Además el público tiene que apo-
yar las estrategias para poner fin a la violencia doméstica

154
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

Tratamiento de la Violencia Doméstica


Como violación a Derechos Humanos
Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar
la Violencia contra la Mujer (Belém Do Pará, 1994).4
En esta Convención, los Estados Parte afirman que la violen-
cia contra la mujer constituye una violación de los Derechos
Humanos y las libertades fundamentales y limita total o parcial-
mente a la mujer el reconocimiento, goce y ejercicio de tales dere-
chos y libertades.
La relevancia de este instrumento jurídico, es que es vinculante, y que
exige a los gobiernos adoptar medidas necesarias y dar cuenta de ellas.

Acciones impulsadas por Naciones Unidas5


Por una parte se encuentra el reconocimiento de la violencia con-
tra las mujeres como una violación a los Derechos Humanos, aún
cuando ocurra en el ámbito privado, reconociendo que la violencia
ejercida sobre las mujeres al interior de sus hogares es tan relevante
como la ejercida en los espacios públicos. El nombramiento de la
Relatora Especial es una expresión de este reconocimiento y un paso
demostrativo en el camino de integrar los Derechos Humanos de las
mujeres a los mecanismos de Derechos Humanos.
Por otro lado, ha habido una avance significativo en términos de
conceptualización y aclaración de lo que se entiende por violencia
contra las mujeres, así como en la tipificación de los actos violentos,
dejando cada vez menos margen a la interpretación subjetiva.

4
La Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la
Mujer fue adoptada por la Asamblea General de la Organización de los Estados America-
nos, en junio de 1994 en Belém do Pará, Brasil).
5
Guerrero Cavides, Elizabeth Consultora.
Informe sobre violencia contra las mujeres en América Latina y el Caribe Español. Balance de una
década.UNIFEM 1990-2000, elaborado por ISIS Internacional para UNIFEM Latinoamérica,
Santiago de Chile, Abril, 2002, p. 18.

155
Victimología

Como delito
De 1990 a 2000 se observa un avance importante en términos de
legislación sobre violencia contra las mujeres. A fines de los años 80’s
sólo un país, Puerto Rico, había legislado sobre esta materia, a fines de
los 90’s en cambio, la mayor parte de los países (latinoamericanos)
había abordado esta temática de alguna manera, a través de una legis-
lación específica o modificando legislaciones anteriores.
En estos avances ha incidido el clima generalizado por Naciones
Unidas a partir de Conferencias realizadas y las recomendaciones ema-
nadas de ellas; la generación y ratificación de los instrumentos inter-
nacionales que versan sobre esta materia, para América Latina parti-
cularmente la CEDAW y la Convención de Belém do Pará; la existen-
cia de mujeres parlamentarias y en puestos de decisión sensibles al
tema en los diversos países y la acción y presión de las organizaciones
de mujeres en cada país que instaron a los gobiernos a suscribir di-
chos acuerdos y presionaron por la elaboración de legislaciones na-
cionales para tratar este problema.6
El ritmo y la profundidad de estos avances en los distintos países
ha sido heterogéneo.
Hay muchos países que consideran actualmente a la violencia do-
méstica como un problema que necesita una solución jurídica.7
A medida que ha aumentado la mentalización nacional e internacio-
nal acerca de los efectos de la violencia doméstica a corto y largo plazo,
comenzaron a modificarse las actitudes en lo que se refería al empleo
de la ley para luchar contra la situación.
En los países en los que la violencia doméstica está considerada
como un problema grave, hay fuertes presiones a favor de encontrar
soluciones jurídicas. Esto significa en ocasiones que hay que aplicar le-
yes ya vigentes, como las que tratan de las agresiones criminales, a las
situaciones de violencia doméstica. A veces esto obliga a cambiar la ley.
6
Informe…ob.cit. p. 20.
7
Estrategias para luchar contra la Violencia Doméstica: Un Manual de Recursos. Oficina de las
Naciones Unidas en Viena. Centro de Desarrollo Social y Asuntos Humanitarios.ONU,
Sociedad Mexicana de Criminología, Cruz Roja Mexicana, Naciones Unidas, Nueva Cork,
1997, p. 12.

156
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

Por ejemplo, algunos países han modificado la redacción de la ley sobre


la violación a fin de incluir los casos de violación que tienen lugar dentro
del matrimonio.8
Otros países poseen legislación que facilita la intervención del Esta-
do y de sus organismos en caso de violencia doméstica.
En la actualidad algunos países consideran a la violencia doméstica
como un delito. La tipificación de la violencia doméstica como
delito significa que se aplicará el derecho penal a incidentes
de violencia doméstica a fin de proteger a la víctima, castigar
al agresor y disuadirle de que vuelva a utilizar la violencia con-
tra su mujer.9

La Violencia doméstica debe considerarse un delito, porque:


1. El arresto, el proceso, la sentencia condenatoria y el castigo
transmiten un claro mensaje: la sociedad condena la conducta
del agresor. El agresor es responsable personal de sus actos;
2. El proceso penal indica que un delito cometido entre miem-
bros del hogar es tan delito como el cometido en la calle,
entre extraños;
3. El proceso penal reconoce que la víctima tiene derecho a la
protección del Estado. Sus necesidades pasan al primer lugar,
antes de la necesidad de mantener la relación con el agresor o
de mantener la unidad familiar;
4. La ley asume un papel simbólico y educativo muy importante.

8
Como es el caso de México, que partir de diciembre de 1997 (D.O. 30-12-97), se tipificó la
violencia conyugal como delito, y no como ejercicio indebido de un derecho, dentro del
matrimonio. Ahora denominado Código Penal Federal, artículo 265 bis. Si la víctima de la
violación fuera la esposa o concubina, se impondrá la pena prevista en el artículo anterior. (8 a
14 años).
9
En Polonia, el artículo 184 del código penal de1969 toçipifica a la violencia doméstica como
delito e impone como castigo el pago de una indemnización; el proyecto del código penal
de 1992 incluye una disposición análoga. Algunos países han tipificado como delito
algunas formas concretas de violencia doméstica; Bangladesh y la India han definido
como actos delicuivos la petición de una dote y la comisión de violencia para recibirla.

157
Victimología

Puede configurar y modificar las actitudes. En la denomina-


ción “violencia doméstica” hay una fuerza simbólica extraor-
dinaria, así como en denominarla delito porque, hasta ahora,
este tipo d violencia estaba minimizado o negado. La erradica-
ción de la violencia en el hogar depende del entendimiento
común de que no es aceptable y de que no será tolerada;
5. La detención, el enjuiciamiento y la sentencia pueden valer
para disuadir directamente a los agresores. Algunas investiga-
ciones indican que la participación de la policía como agentes
de cumplimiento de la ley, seguida por el proceso y la convic-
ción, no sólo constituye el mecanismo más eficaz para dete-
ner los actos de violencia a corto plazo, sino que además po-
see un efecto profundo sobre la conducta futura del agresor.
Esos estudios indican que la detención, con sus procedimien-
tos de intimidación conexos, tanto en el lugar de la agresión
como en la oficina de policía, puede reducir el riesgo de rein-
cidencia en el agresor. En efecto, los estudios sugieren que
una política de enjuiciamiento obligatorio posee efectos posi-
tivos para la gestión de la violencia doméstica;
6. La mediación no es una buena estrategia porque minimiza la
gravedad de la violencia. Procura restablecer la relación entre
la víctima y el agresor, y preservar a la familia. La mediación
resta responsabilidad por la violencia al agresor, al crear un
contexto en el que la víctima se considera que, aunque en
menor grado, comparte la responsabilidad por la violencia de
que es objeto;
7. El criterio protector no condena la violencia y no transmite el
mensaje social de que la violencia doméstica no es aceptable. La
importancia concedida a procedimientos de protección, como
el desacato al tribunal, no presta atención a las causas del pro-
blema.

158
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

Argumentos en contra de la penalización de la violencia doméstica:


1. La legislación penal se centra en el castigo, no en la rehabilita-
ción;
2. La legislación se ocupa de la conducta anterior y raramente se
ocupa de la conducta futura;
3. Durante el proceso penal se ignora por completo las necesida-
des de las víctimas;
4. Los sistemas de justicia penal muy raramente ofrecen progra-
mas de apoyo y tratamiento que, por ejemplo, podrían facilitar
apoyo a la esposa y enseñar al marido que no vuelva a utilizar la
violencia contra ella;
5. Los órganos encargados de la justicia penal (policía, ministerios
públicos y jueces) fiscalizan la eficacia de la ley. Hasta ahora,
muchos de ellos no han considerado que la violencia domésti-
ca pudiera ser una cuestión grave, e incluso penal, y se han
mostrado reacios a intervenir y detener, procesar y culpabilizar
a los autores de la violencia;
6. Cuando la policía, el ministerio público y los jueces responden,
no se sigue de ello necesariamente una condena penal; quizá no
haya pruebas suficientes para responder a los criterios jurídi-
cos necesarios para declarar culpable al acusado;
7. En los casos en que se detiene, procesa, condena y sentencia a
un marido, el castigo puede ser leve;
8. Los antecedentes penales y determinados tipos de castigo pue-
den penalizar no solamente al agresor, sino también a la víctima
y a su familia;
9. En los casos en que el proceso penal se salda con una absolu-
ción o una condena, es posible que se repita el caso del mal-
trato, sin garantía alguna para la seguridad de la víctima;
10. Si se sentencia la agresor a prisión, es posible que la víctima
disfrute de un alivio temporal, pero el agresor puede obrar
con violencia aún mayor cuando salga de la prisión;
11. Algunas investigaciones realizadas sugieren que la terapia y la
mediación constituyen medios sumamente positivos para re-
ducir la reincidencia en casos de violencia doméstica.

159
Victimología

La Violencia Doméstica en México


En 1995, se realizó la primera reunión de trabajo del Grupo Plural
Pro-Víctimas, es como comienza la carrera para concretar una ley
que tipificara penalmente la violencia familiar y que impactara no sólo
en el ámbito local sino el fuero federal.10 Se denominaba “Ley de Vio-
lencia Familiar”, pero no era en estricto sentido una ley, sino modifi-
caciones a los códigos civiles y penales, así como los códigos de pro-
cedimientos tanto para el Distrito Federal en materia común, como
para toda la República en materia federal, que señalaba como objetivo:
“prevenir y sancionar la violencia que se ejerza entre los miembros de
una familia”.
A este trabajo se unieron la Embajadora Aída González y Guadalupe
Espinosa, representante de UNIFEM en México, quienes apoyaron la
realización del Encuentro Continental sobre Violencia Intrafamiliar en
noviembre de 1996. Dicho foro logró impulsar la ratificación de la
Convención Belem Do Pará, la cual obliga a los gobiernos signatarios a
crear los instrumentos necesarios para erradicar y sancionar la vio-
lencia doméstica.
El 2 de diciembre de 1997, la Cámara de Diputados, después de
una gran polémica desatada por el artículo 265 bis del código penal
que reconoce y penaliza la violación entre cónyuges, es aprobada en
lo particular con 254 votos a favor, 90 en contra y 6 abstenciones. La
Cámara de Senadores el 13 de diciembre de ese mismo año, aprueba
la “ley” en lo general con 112 votos a favor, en lo particular: 22 votos
panistas en contra de los artículos 261 y 265 bis, el argumento es la
baja penalidad para el delito de abuso sexual y la excesiva penalidad en
la violación entre cónyuges.
A la par de este trabajo surge una iniciativa: la Ley de Asistencia y
Prevención de la Violencia Intrafamiliar, impulsada por la Asambleísta Martha
de la Lama, elaborada por Bárbara Illán, y acompañada por el Grupo Plu-
ral Pro-Víctimas.11
10
Largo camino legislativo, Acotar la Violoencia Interfamiliar, Tarea Plural, Lagunas Huerta
Lucía, Doble Jornada, año 11, número 131, 5 de enero de 1998, p. 6-7
11
Aprobada el 26 de abril de 1996 y entra en vigor el 8 de agosto del mismo año, 12
meses después de su elaboración.

160
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

Los resultados que arrojó la Encuesta de Opinión Pública sobre la


Incidencia de Violencia Intrafamiliar, realizada por la Asociación Mexicana
contra la Violencia a las Mujeres (COVAC) en octubre de 1995 en nueve
ciudades de la República y el D.F., permitieron darle sustento a la enton-
ces propuesta de ley del Grupo Plural.
Otra iniciativa legislativa sobre violencia familiar, también gestada en 1995,
fue la de la Sociedad Mexicana de Criminología, en la que a lo largo de 1996 se
realizaron más de 10 reuniones con el propósito de condensar la propuesta
y sensibilizar a los y las diputados de la LVI legislatura de Diputados.
Ante el avance de la propuesta de ley del Grupo Plural, se decide enfo-
car la atención en los estados, para sensibilizar a las autoridades sobre la
importancia de legislar en el tema, y así se realiza en noviembre de 1996, el
Foro Internacional sobre Violencia Doméstica en Guadalajara, Jalisco.
Sí bien es cierto, que después de haberse aprobado reformas penales
y civiles en los respectivos códigos federales e incorporado en algunos
estados de la República Mexicana el tipo penal de violencia familiar; es
hasta el 28 de abril de 2005 cuando en sesión plenaria la Cámara de Sena-
dores aprobó el proyecto de Ley General que crea el Sistema Nacional
de Prevención, Protección, Asistencia y erradicación de la Violencia con-
tra las mujeres y las niñas.
La Cámara de Diputados en sesión ordinaria el 2 de febrero de 2006,
se presentó la iniciativa con proyecto de decreto la Ley General de Acce-
so de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia.
En virtud de que ambas de complementaban, fueron dictaminadas en
conjunto, y el 26 de abril de 2006, fue aprobada la iniciativa denominada,
Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia. Am-
bos proyectos coincidían en el objetivo principal de prevenir, atender,
sancionar y erradicar la violencia para asegurar a las mujeres el ejercicio
pleno de sus Derechos Humanos y libertades fundamentales.12
El objetivo de esta ley respecto a la violencia familiar es:
• Proporcionar atención, asesoría jurídica y tratamiento psico-
lógico especializados y gratuitos a las víctimas, que favorezcan
su empoderamiento y reparen el daño causado por dicha vio-
lencia.
12
Finalmente se aprobó en el Senado de la República el 19 de diciembre de 2006 y se
publicó el el Diario Oficial el 1º de febrero de 2007.

161
Victimología

• Favorecer la separación y alejamiento del agresor con respec-


to a la víctima.
• Instalar y mantener refugios para las víctimas y sus hijos e
hijas, en donde la información sobre su ubicación será se-
creta.
Situación legal de la violencia doméstica en méxico

162
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

163
Victimología

Mecanismos Alternativos de Solución de Controversias


El uso de mecanismos alternativos para la solución de controver-
sias ha despertado mucho interés en todo el país, siguiendo lo que
constituye una tendencia muy acentuada en otros países; especial-
mente, Estados Unidos.
Por lo que toca a México, en casi todas las entidades existe una
predisposición favorable para su recepción. Se podría incluso decir
que, aún sin mayor profundidad en el análisis, la mera idea de los
mecanismos alternativos produce una inclinación a pronunciarse a
favor de ellos, cuando un análisis serio y detallado de su factibilidad
como parte de las instituciones jurisdiccionales en realidad presenta
tantas ventajas como desventajas.13
Dentro del derecho procesal civil, existen vías autocompositivas
y vías heterocompositivas de resolución de conflictos.
Las vías autocompositivas, suponen que la solución del conflicto
está a cargo de las partes involucradas en él. La autocomposición,
afirma Carnelutti, es la composición del litigio que efectúan las partes,
unilateral o bilateralmente, y que pueden surgir durante el desarrollo
de un juicio o fuera de él.14
Como atinadamente lo señala Azar Mansur, la mediación y la con-
ciliación, son caminos bilaterales que idealmente desembocan en al-
gunas de las siguientes figuras:

13
Caballero Juárez, José Antonio, y Concha Cantú, Hugo Alejandro, Diagnóstico sobre la
Administración de Justicia en las Entidades Federativas. Un estudio institucional sobre la Justicia
Local en México, UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas, Serie Doctrina Jurídica,
Número 61, Nacional Center for State Courts, 1ª reimpresión, México, 2001, p. 209. A
pesar de que dicho diagnóstico se realizó en poco más de un año, y que la información
quedó actualizada hasta abril de 2000, no por ello deja de ser ilustrativo sobre la percep-
ción que se tenía en ese tiempo sobre la resolución alternativa de conflictos.
14
Azar Mansur, Cecilia, Mediación y conciliación en México: dos vías alternativas de solución de
conflictos a considerar, Breviarios Jurídicos, no. 11, Ed. Porrúa, México, 2003, p. 6.

164
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

Formas Durante el proceso desistimiento


Autocompositivas (como resultado de la
Unilaterales audiencia conciliatoria
o en otra etapa del juicio) allanamiento

Fuera del proceso renuncia


reconocimiento

Formas Transacción
Autocompositivas (que puede suceder dentro-convenio
Bilaterales
judicial-o fuera proceso, antes, durante o hasta
después del mismo)

Fuente: Breviarios Jurídicos, 11, Ed. Porrúa, 2003, p. 7.

Un proceso de mediación o conciliación no sólo tiene como re-


sultado la redacción de un acuerdo transaccional sino puede tam-
bién generar un desistimiento (dentro del proceso), una renuncia
(fuera del proceso) o bien un allanamiento (dentro del proceso) o
un reconocimiento (fuera del proceso). La intervención del media-
dor o del conciliador no modifica la naturaleza autocompositiva de
estas figuras ya que los terceros no tienen facultad de imponer una
decisión, su función se limita a ayudar a las partes en su esfuerzo.15

¿Privatizar más la violencia doméstica?


“En el ámbito privado, el principal espacio es el domés-
tico, que es concebido como le lugar en el que ocurre la
violencia que se produce al interior de la familia. El con-
cepto de violencia intrafamiliar hace referencia

15
Azar Mansur, Cecilia, ob.cit., p. 8.

165
Victimología

al ámbito de relaciones en que se da, es decir,


entre conocidos, personas unidas por lazos de con-
sanguinidad o convivencia.
Este ámbito, es el que ha sido principalmente considera-
do en las medidas implementadas para erradicar la vio-
lencia contra las mujeres. Sin embargo, aún cuando se
reconoce la magnitud e importancia que tiene la violen-
cia contra las mujeres en el ámbito familiar, es claro que
circunscribirla exclusivamente a ese ámbito limita su com-
prensión, y por lo tanto, las posibilidades de incidir en
ella. Al hablar de violencia intrafamiliar se pone el énfa-
sis en la dinámica familiar y se entiende que la violencia
puede afectar a cualquiera de sus miembros, sin consi-
derar de manera explícita que la mayor parte de las
víctimas son mujeres y que la violencia se da por
las relaciones de género existentes. Tampoco se
cuestiona el modelo de familia vigente, basado en
relaciones de poder desiguales, con una fuerte
cuota de autoritarismo”.16
En el I Congreso Nacional de Mediación realizado en noviembre de
2001, se concluyó y propuso respecto de la mediación penal:17
“Como método preventivo del delito que ha de aplicarse
en todo conflicto particular o grupal que pueda conducir
a la violencia y a la manifestación de conductas
antisociales”.
También se hizo alusión a los delitos de querella y de oficio:

“En los delitos que se persiguen por reclamación de par-


te ofendida y de oficio de menor jerarquía, la mediación
representa u mecanismo que favorece la procuración y
administración de justicia, propiciando más allá de una
justicia restaurativa, una justicia transformadora”.
16
Ibidem.
17
Pesqueira Leal, Jorge, Panel: “Justicia Penal del Siglo XXI: El Reencuentro con la Víctima”,
II Congreso Nacional de Mediación, 11 septiembre de 2002, México, D.F.

166
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

Existen opiniones en el sentido, de que la mediación es el medio


adecuado para prevenir la violencia doméstica, señalando las bonda-
des que ofrece:18

“…como tal la propuesta de la mediación familiar es aún


mejor ya que la aplicación de la misma devuelve a las
partes en conflicto, la credibilidad, la capacidad de ges-
tión y facilita la toma de decisiones para buscar acuerdos
más satisfactorios que procuran proteger la integridad de
la familia”.

Pretender solucionar la violencia doméstica en el ámbito privado


a través de la mediación, es privatizar más la violencia dentro de la
familia; más bien, la violencia privada, debe ser tratada como un asun-
to público, por los efectos que produce a quien la recibe.

La Conciliación en la Violencia Doméstica


Los países que han privilegiado la conciliación entre las partes son:
Brasil, Chile, EL Salvador, Honduras, Perú y Venezuela, incluso fuera
de la instancia judicial.19
Si bien se señala que esta práctica ha permitido agilizar soluciones, en
la mayoría de los casos no son soluciones que apunten a parar la
violencia, sino que arreglos transitorios y riesgosos a los conflictos de
violencia doméstica, sin pasar a la vía jurídica, la que supone retardación
de justicia y costos económicos y psicológicos. Se corre a la vez el
riesgo de que al no tener una intervención jurídica, la reincidencia de
actos violentos se presente con mayor frecuencia, llegándose a ex-
tremos en que la vida de la mujer corre peligro.
Por otra parte, se cuestiona el hecho de que se busque una con-
ciliación entre partes que no se encuentran en igualdad de con-

18
Sallard López, Silvia, Violencia Doméstica en e l marco de la prevención, procuración y
administración de justicia, II Congreso Nacional de Mediación, del 9 al 14 de septiembre
de 2002,México, D.F.
19
Guerrero Cavides, Elizabeth Consultora. Informe … ob.cit. p. 26.

167
Victimología

diciones para llegar a un acuerdo, en tanto una claramente ejer-


ce poder sobre otra, lo que limita su posibilidad de decidir.
Tratándose de violencia, en que se “negocia” desde el miedo,
también limita la posibilidad de saber con claridad qué es lo que se
quiere. En este sentido, aparece como interesante la manera en que
se trata la conciliación en la legislación de Panamá donde se permite el
desistimiento de la víctima mayor de edad sólo cuando no sea reinci-
dencia y el acusado sea sometido a evaluación y a tratamiento. En
caso contrario, el juicio sigue adelante.
Es posible hablar de un cierto nivel de impunidad frente a la
violación de Derechos Humanos, debido a:
• La forma en que se trata la problemática de la violencia hacia
las mujeres en la ley;
• La consideración preferente de sanciones civiles, más que penales;
• La carencia de recursos para dar respuesta a las denuncias;
• La manera en que se llevan adelante los juicios.

20
Mediación y Violencia Doméstica
En los casos de violencia doméstica existe un desequilibrio de
poder entre la víctima y el acusado, lo que hace que la mediación sea
problemática. Los críticos de la mediación alegan que la mediación no
es apropiada en los casos de violencia doméstica debido a que:
1. La mediación, más bien que el proceso penal, sugiere que
la violencia doméstica no es un delito o que es un delito
menos grave
2. La mediación no brinda la seguridad de que el acusado asuma
la responsabilidad por la violencia (y las víctimas corren el
riesgo de que la violencia se repita).
3. La igualdad implícita entre le agresor y la víctima no es apropia-
da; al haberse cometido un acto de violencia, la víctima ha sido
tratada de forma poco equitativa. Es posible que las víctimas no
20
Estrategias para luchar contra la Violencia Doméstica: Un Manual de Recursos. Oficina de las
Naciones Unidas en Viena. Centro de Desarrollo Social y Asuntos Humanitarios.ONU,
Sociedad Mexicana de Criminología, Cruz Roja Mexicana, Naciones Unidas, Nueva Cork,
1997, p. 44.

168
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

sepan llevar su caso por su propia cuenta.


4. La mediación no permite determinar los hechos del caso.
5. La mediación no siempre reviste carácter confidencial y es po-
sible que las revelaciones se utilicen en el proceso.
6. La policía no puede obligar a concertar acuerdos de mediación.

Casos en que puede ser adecuada la Mediación en la Violencia Doméstica:21


• En los casos en que las lesiones de la víctima sean poco impor-
tantes,
• Cuando el acusado no repite su conducta violenta (puede muy
bien suceder que se haya tratado de un incidente único); y
• Cuando la violencia representa únicamente uno de los proble-
mas que se plantean en una relación.

Condicionante:
Si las víctimas pueden llevar consigo personas de apoyo a las re-
uniones de mediación, esta posibilidad puede fomentar la relativa igual-
dad de la pareja.

Recomendación:
Los actos de violencia no deben discutirse nunca en las reuniones
de mediación.

Resulta útil la mediación:


Cuando en las situaciones en que no hay violencia y el acusado
admite su responsabilidad por la conducta violenta anterior. En esos
casos, la mediación puede ayudar a que los participantes se reconcilien.

21
Considero que en ningún caso debe mediarse la violencia doméstica, sin embargo, es
pertinente tomar nota en aquellos casos en que puede ser posible, siempre y cuando se
cumpla con los requisitos señalados.

169
Victimología

La Violencia Doméstica no debe mediarse


No debe mediarse la violencia doméstica, porque:
• La mediación en la violencia doméstica, tiende a mantener el
vínculo familiar (o en todo caso, amoroso), no a detener la
violencia dentro del núcleo familiar.
• Existe una desigualdad de poder, entre la víctima y el víctimario.
• Debe ser tratada como un delito, y ser atendida por el siste-
ma penal tradicional, en donde el víctimario debe recibir un
castigo por la conducta violenta que cometió.
• La mediación privatizaría más la conducta violenta de uno
de los miembros de la familia, imposibilitándose a garantizar
la seguridad e integridad de las personas dentro del seno
familiar.
• Justificaría la no intervención del Estado, en un asunto que
justamente el Estado ha tenido que intervenir, en virtud de
los efectos que produce la violencia doméstica considerán-
dola un problema de salud pública.
• Sería regresiva la mediación, en cuanto a los logros del movi-
miento feminista y el activismo de las organizaciones de la so-
ciedad civil, de hacer visible la violencia doméstica, particular-
mente la violencia contra la mujer, en un espacio privado.
• Los efectos que produce, son los mismos que se presentan
en las víctimas de la guerra, es decir, presentan la misma
sintomatología del stress post-traumático.
• Debe permanecer en la sociedad, la amenaza de la pena priva-
tiva de la libertad, a quien viole el bien jurídico protegido señala-
do en el delito de violencia familiar.
• Resulta inviable en una relación de sometimiento entre el
agresor y la víctima, y se recomienda evitar la mediación o
conciliación.22

22
Ley Gral. De acceso de las mujeres a una vida libre de violencia. Diario Oficial 1º Febrero
de 2007.

170
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

Efectos a corto plazo del abuso sexual infantil

Oriana A. Ercoli Altamirano*


Chile
En la gran mayoría de los casos, el abuso sexual constituye una
experiencia traumática que repercute negativamente en el estado psi-
cológico de las víctimas. Si éstas no recibieran el tratamiento psicoló-
gico adecuado, su malestar podría continuar incluso en la edad adulta
(Jumper, 1995).
El límite temporal referido a los denominados efectos a corto pla-
zo o iniciales, se suele situar en los dos años siguientes al suceso. A
partir de ese momento, se habla de efectos a largo plazo (Echeburúa
y Guerricaechevarría, 2000).
Los efectos de los abusos sexuales son muy variables dependien-
do de factores relacionados con la víctima, con el agresor, con la rela-
ción existente entre ambos, con la reacción del entorno, etc. Estos
efectos, por otra parte, han sido mal estudiados, de ahí que en base a
las diversas publicaciones de casos clínicos aislados, la impresión haya
sido de una gran variabilidad individual, donde es muy difícil estable-
cer patrones típicos de respuesta emocional (Echeburúa y
Guerricaechevarría, 2000; Vásquez, 1995). En este sentido, algunos
estudios han encontrado que los niños que han sido víctimas de abuso
sexual no presentarían un grupo claro y definido de síntomas. Más bien
presentarían un difuso y general estado de vulnerabilidad que
incrementaría el riesgo de presentar un amplio rango de síntomas. Esto

* Unidad de Atención a Víctimas y Testigos. Fiscalía Regional de La Araucania,Temuco.


Universidad de la Frontera. Temuco. Chile.

171
Victimología

indicaría que el perfil psicológico de los niños víctimas de abuso sexual,


sería muy similar al que presentarían muchos otros niños que viven
otras situaciones adversas (Fergusson y Mullen, 1999).
Sin embargo, algunos autores han descrito un síndrome específico
que caracterizaría al abuso sexual infantil, y que se encontraría estre-
chamente vinculado al trastorno de stress postraumático ( Goodwin,
1985; Kiser et al., 1988; en Fergusson y Mullen, 1999). Es así como
Weinstein, Steffalbach y Biaggio (2000), señalan que tanto el Estrés
Postraumático como el déficit de atención con hiperactividad son los
trastornos psicológicos más diagnosticados en este tipo de niños.
Las diversas revisiones realizadas de los estudios sobre las conse-
cuencias a corto plazo del abuso sexual infantil (Beitchman et al., 1991;
Brown y Filkenhor, 1986; Kendall y Tacket et al., 1993; Trickett y Mc
Bride-Chang, 1995; en Cantón y Cortés, 1997) refieren que los niños
víctimas de abusos sexuales presentan en mayor medida que los niños
normales una serie de síntomas tales como: miedo, pesadillas, desor-
den de estrés postraumático, depresión, retraimiento social, conducta
regresiva, trastornos somáticos, conducta sexual inapropiada, conduc-
ta antisocial agresiva, delincuencia, problemas de aprendizaje,
hiperactividad, huidas de casa, así como síntomas combinados (inter-
nos y externos). Cuando la sintomatología de los niños víctimas de
abusos sexuales se compara con la del grupo control clínico, los prime-
ros sólo superan a los segundos en desorden de estrés postraumático
y conducta sexualizada (Wolfe y Birt, 1995). No obstante, como seña-
lan Kendall-Tackett, Williams y Filkenhor (1993), estos resultados hay
que interpretarlos con precaución por dos motivos. En primer lugar,
porque la mayoría de los grupos de control quizás tengan algunos casos
encubiertos de abuso sexual. En segundo lugar, porque los controles
clínicos incluyen muchos niños que han sido enviados por su conducta
sintomática y, consiguientemente, es normal que presenten más sínto-
mas que los niños objeto de abusos sexuales, que han sido enviados no
por un síntoma, sino por la experiencia sufrida.
En relación a la frecuencia con la que se presentan los diferentes
síntomas en los niños víctimas de abusos sexuales, se ha observado que
entre el 60% y 80% de las niñas se ven afectadas en diferente grado. Sólo

172
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

entre un 20% y 30% permanecen estables emocionalmente después de


la agresión. Entre el 17% y 40% sufren patologías clínicas claras. El resto
tiene síntomas de uno u otro tipo. La edad en que más se ven afectadas
está entre los 7 y 13 años, siendo, por ello, el periodo más vulnerable
(López, 1994).
El Tufts Family Crisis Program (1984; en Vásquez, 1995) estudió una
muestra de 113 niños un año después de la revelación del abuso median-
te la Lousville Behaviour Checklist. Se observó que el 17% de los niños
entre 4 y 6 años presentaban algún rasgo de patología clínica. En los me-
nores de edades comprendidas entre los 7 y los 13 años, esta propor-
ción ascendía al 40%. Los principales rasgos patológicos observados fue-
ron: agresividad 50%, conducta antisocial 45%, comportamiento sexual
desviado 36%, miedos 45%, comportamiento neurótico 38% e inmadu-
rez 40%. La observación clínica o patrón de conducta que más frecuen-
temente aparecía era el siguiente: miedo- ira-hostilidad.
Por otro lado, entre los efectos encontrados con mayor frecuencia
en las distintas investigaciones se encuentran:1) A nivel físico: problemas
de sueño (entre el 17% y 30%), cambios en los hábitos de comida (entre
5% y 20%) y embarazo (entre 1% y 11%); 2) Desde el punto de vista
emocional: miedo (entre 40% y 80%), hostilidad (entre 13% y 50%), culpa
(entre 25% y 64%), sentimientos de depresión (en torno al 25%), baja
autoestima (en torno al 58%) angustia, agresiones y conducta antisocial y,
sentimientos de estigmatización. También es relativamente frecuente que
manifiesten excesiva curiosidad sexual, inicien o aumenten las conductas
masturbatorias y exhiban sus genitales. Entre el 27% y 40% ponen de
manifiesto algún tipo de conducta sexual anormal; 3) Desde el punto de
vista social: dificultades escolares, comportamiento antisocial, discusio-
nes familiares frecuentes, abandono del hogar (entre el 33% y 50%), de-
lincuencia, matrimonio precoz y prostitución (López, 1994).
A nivel físico, una serie de investigaciones asocian también el abuso
sexual con el aumento del riesgo de padecer enfermedades físicas a largo
plazo (Chadwick, 1998).
A nivel fisiológico, también se han observado cambios tales como:
aumento de catecolaminas en la orina de las niñas abusadas, en cantida-
des similares a las observadas en individuos con trastorno de stress

173
Victimología

postraumático y depresión mayor (De Bellis, Lefter, Trickett y Putnam,


1994); elevados niveles de la hormona del crecimiento en niños
sexualmente abusados (Jensen, Pease, Ten Bensel y Garfinkel, 1991);
también hay datos que sugieren que el abuso sexual estaría relacionado
con una temprana pubertad en las niñas (Trickett y Putnam, 1993).
Asimismo, otras investigaciones han evaluado la relación existente
entre el suceso abusivo y la respuesta emocional de los niños a la
examinación médica genital. En un estudio de 43 niños víctimas de
abuso sexual y sus madres, donde se evaluó su conducta ante el exa-
men antes y después del abuso sexual, se encontró que los niños
mostraban índices de reducida ansiedad antes del evento traumático,
la que aumentaba considerablemente después del evento, aunque su
aumento también se asoció al aumento de ansiedad en las madres que
los acompañaban (Steward et al., 1995). En otro estudio realizado
con 300 niños a quienes se examinó por sospecha de abuso sexual,
se encontró que los niveles de ansiedad eran considerablemente su-
periores durante el examen anogenital que durante el examen físico
general (Gully et al., 1999).
Tras revisar 45 estudios, Kendall- Tackett, Williams y Filkenhor
(1993) concluyeron que el abuso sexual explicaba el 43% de la varianza
en el caso de la conducta sexualizada y del comportamiento agresivo,
el 32% de los problemas de conducta externa y del 35% al 38% de las
conductas internas (problemas internos, depresión, retraimiento).
Calam et al. (1998) realizaron una investigación con 144 niños
víctimas de abuso sexual a quienes se les siguió durante los 12 meses
siguientes a la ocurrencia del abuso, mediante entrevistas con los pro-
fesionales involucrados en su atención. Los resultados indicaron que
dos tercios de los niños mostraron indicadores de disturbios emo-
cionales y conductuales, siendo los más frecuentes: trastornos del
sueño, temperamento irritable y depresión. También se observó que
a lo largo del tiempo hubo un sustancial incremento de la ansiedad,
depresión, intentos de suicidio, abuso de sustancias, escasa interacción
con los pares y comportamiento sexualizado (Calam et al., 1998).
En otro estudio realizado con una muestra de 16 niños víctimas
de abuso sexual, a quienes se les administró una batería de test, se
encontró que tanto niños como niñas puntuaron muy alto en los

174
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

ítemes que reflejaban olvido de los hechos o disociación emocional.


Las niñas puntuaron más que los niños en ítemes indicadores de se-
cuelas emocionales y cognitivas, tales como pensamientos recurren-
tes o pesadillas (Garrido, Casals y Tur, 1996).
A menudo se observan también rabia, trastornos de la identidad
sexual, pérdida del control de esfínteres, conductas autolesivas o sui-
cidas, vergüenza, ansiedad, fatiga, rechazo al propio cuerpo y descon-
fianza y rencor hacia los adultos (Casas, 1996; Vásquez, 1995;
Echeburúa y Guerricaechevarría, 2000).
Lo antes mencionado se ve confirmado en la población Española,
donde López (1994) encontró que los sentimientos más frecuente-
mente producidos por los abusos, fueron los de desconfianza (70%),
asco (63%), miedo (50%), hostilidad hacia el agresor (56%), vergüenza
(49%) y ansiedad (40%). Cerca de un 27% de los varones y más de un
42% de las mujeres afirman haber comenzado a perder la confianza
en sí mismos, en el agresor o en las personas del mismo sexo del
agresor. Asimismo, más de un 2% de las mujeres y cerca de un 1% de
los hombres, han tenido ideación suicida. Dentro de las consecuen-
cias físicas, se observó un pequeño porcentaje de víctimas que sufrió
algún tipo de daño físico en los genitales o en otras partes del cuerpo,
a lo que habría que añadir el 1% de mujeres en las que se produce un
embarazo no deseado, como consecuencia del abuso sexual.

Resiliencia y Factores Mediadores del Impacto del Abuso Sexual


Para poder captar el verdadero impacto del abuso sexual habría
que evaluar el funcionamiento psicológico de las víctimas en diversos
momentos de su desarrollo posterior. Es decir, que el diseño
longitudinal resulta imprescindible para analizar la evolución de la
sintomatología y averiguar cuáles son los factores que contribuyen a
la recuperación de los niños. En general, los resultados de los estu-
dios longitudinales indican que los síntomas tienden a amainar con el
paso del tiempo. Por ejemplo, Waterman (1983; en Cantón y Cortés,
2000) encontró que dos tercios de los preescolares víctimas de abu-
sos ritualísticos mejoraron desde un rango clínico en el Child Behavior
Checklist (CBCL) a un rango normal. Por su parte, los niños de la

175
Victimología

muestra utilizada por Oates, O’ Toole, Lynch, Stern y Cooney (1994)


tendían a aproximarse a un rango normal de funcionamiento un año
después de producirse la revelación de los abusos sexuales. No obs-
tante, hay un grupo considerable de niños (entre un 10 y un 24%) que
parece empeorar, o que incluso llegan a desarrollar síntomas que no
habían aparecido en la evaluación inicial. El patrón de recuperación va-
ría de unos síntomas a otros, siendo más probable que desaparezcan
las señales de ansiedad (problemas para dormir, miedo al agresor), mien-
tras que los indicios de agresividad (como las peleas con los hermanos)
tienden a mantenerse o a empeorar (Cantón y Cortés, 2000). En un
estudio realizado con 56 niños de entre 6 y 16 años de edad que habían
sido objeto de abusos sexuales, Manion et al., (1998) encontraron que,
aunque a los tres meses de la revelación las víctimas obtuvieron unas
puntuaciones en depresión superiores a las de los controles, siendo
más probable que estuvieran en un rango clínico, en la evaluación rea-
lizada a los doce meses, disminuyeron significativamente. En problemas
externos, sin embargo, no se encontraron diferencias entre ambas eva-
luaciones. Otros síntomas, como las preocupaciones sexuales, parecen
agravarse con el tiempo, al menos en el grupo de víctimas menores de
doce años (Gomes-Schwartz et al., 1990; en Cantón y Cortés, 2000).
Otra cuestión de gran importancia, por sus implicaciones clínicas,
es la referente al importante número de víctimas que no presentan
ningún tipo de síntomas después de ocurrido el abuso. El porcentaje
estimado de niños asintomáticos oscila entre el 21% (Conte y Schuerman,
1987) y el 49% (Caffarro- Rouget, Lang y Van Santen, 1989). Entre las
posibles razones que existen para explicar este fenómeno se encuen-
tran: 1) posibles defectos en la investigación de las secuelas del abuso
en estos niños, que pueden llevar a que los investigadores no evalúen
un completo rango de síntomas o que presenten errores en la adecua-
da medición de los mismos; 2) el hecho de que algunos niños desarro-
llan los síntomas después del momento de la valoración o; 3) que sim-
plemente hay un número de niños resilientes (resistentes) a las expe-
riencias de abuso sexual y que por lo tanto no desarrollan problemas a
raíz de ellas. Las investigaciones existentes respecto a la mayor o menor
capacidad de resiliencia de los niños ante las experiencias de abuso
sexual son limitadas (Fergusson y Mullen, 1999), sin embargo, se han

176
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

identificado tres constelaciones de factores de resiliencia y que por el


momento están mostrando mayor validez transcultural que los pro-
pios factores de riesgo (Werner, 1989; en Casas 1996):
A. Atributos disposicionales del sujeto que pueden tener fuerte
base genética, como niveles de actividad, sociabilidad e inteligencia.
B. Vínculos afectivos en la familia que proporcionan apoyo en
momentos de estrés.
C. Sistemas de apoyo externo (sea en la escuela, la iglesia, el tra-
bajo) que gratifican las competencias del sujeto y le proporcionan
un sentido de vida y un foco de control interno.
Los estudios longitudinales comparativos parecen mostrar que
la presencia de factores de resiliencia de tipo constitucional (salud,
temperamento) tienen su mayor influencia en la primera infancia;
que las habilidades comunicativas y de resolución de problemas, así
como el disponer de cuidadores alternativos a la propia familia, la
tienen en la segunda infancia; y los factores intrapersonales (lugar de
control interno, autoestima) la tienen en la adolescencia.
Los factores antes expuestos y otros que se han visto que influ-
yen el hecho de que los niños no presenten síntomas o que si los
presenten, sean en mayor o menor medida, serán más detallados a
continuación:

A. Efectos según características del abuso y del abusador


Algunos estudios a corto plazo sugieren que las experiencias de
abuso sexual infantil que implican el empleo de la fuerza o un alto
grado de violación física (penetración vaginal, anal u oral) contribu-
yen a un mayor trauma en la víctima, al igual que la mayor frecuencia
y duración de la experiencia. Así mismo, existen antecedentes em-
píricos que apoyan la idea de que los abusos sexuales cometidos
por un pariente próximo le resultan más traumáticos a la víctima
que los realizados por una persona que no es de la familia (Reece,
1998; Friedrich, 1998; Fergusson y Mullen, 1999; Cantón y Cortés,
1997).
En el estudio de López (1994), se observó que las consecuen-
cias tendieron a ser más importantes en los abusos que conllevaron

177
Victimología

conductas sexuales más implicativas (masturbación, sexo oral, coito


anal y coito vaginal).
Así mismo, Fischer y Mc Donald (1998), encontraron que el
incremento de la duración de la experiencia estaba asociado con un
mayor uso de la fuerza en agresores intrafamiliares. El análisis también
mostró que el daño físico estuvo positivamente relacionado con el
nivel de intrusión y con el grado de fuerza utilizada.
En el estudio realizado por Tremblay et al. (1999) con 50 niños
que habían sido víctimas de abusos sexuales, se encontró que existía
una relación significativa entre la identidad del abusador y los trastor-
nos de internalización de los niños, sugiriendo que estos trastornos
eran más importantes si el abusador pertenecía a la familia inmediata o
extendida. Así mismo, la hipótesis de la existencia de un trauma ma-
yor cuando los responsables de los abusos sexuales son los padres
biológicos o padrastros, generalmente se ha visto confirmada por los
estudios empíricos (Mc Leer et al., 1988; Sirles, Smith y Kusama, 1989;
en Cantón y Cortés, 1997).

B. Efectos según Características de la Víctima


1 Género
Los resultados de los estudios realizados no permiten llegar a una
conclusión definitiva acerca de si niños y niñas se diferencian en el
grado o tipo de psicopatología manifestada durante la infancia, algo
inesperado si tenemos en cuenta que las niñas tienen una mayor pro-
babilidad de ser víctimas de abusos sexuales intrafamiliares (asociados
a unos efectos más graves).
En el estudio realizado por Vásquez y Calle (1997) se encontró
como secuelas del abuso sexual que el síndrome ansioso depresivo
es significativamente mayor en niñas que en niños y que los niños
tienden a presentar mayor incidencia de fracaso escolar. Por otra parte,
las niñas que sufren agresión sexual tienen una probabilidad más alta
aún que los niños de sufrir malos tratos físicos.
Los resultados del estudio realizado por Kiser et al. (1991, en Can-
tón y Cortés, 1997) con víctimas de abuso sexual extrafamiliar demos-

178
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

traron que inicialmente los niños presentaban un peor nivel de adapta-


ción que las niñas, aunque con el tiempo llegaron a constituir el grupo
que presentaba una mayor mejora.
Los resultados de los estudios dirigidos por Díaz-Aguado y Martínez
et al. (2000 y 2001) sugieren que los niños que se encuentran en situa-
ción de riesgo social presentan significativamente más conductas
antisociales y tendencia a la externalización del conflicto que las niñas,
quienes tienden a responder mayormente con trastornos de
internalización. Esto sería corroborado por el estudio de Chandy et al.
(1996), donde se encontró la misma tendencia.

2 Características Psicológicas
Recientes formulaciones teóricas han propuesto que los efectos
del abuso sexual infantil se encuentran mediatizados por la formación
de valoraciones cognitivas. Enfatizan la importancia de variables cognitivas
como las evaluaciones, atribuciones o estrategias de afrontamiento
(Celano, 1992, Feiring et al., 1996; Filkenhor, 1995; Spacarelli, 1994; en
Cantón y Cortés, 2000). Algunos estudios empíricos han estudiado las
atribuciones, percepciones y estrategias de afrontamiento del abuso
sexual y sus consecuencias para la evolución psicológica. Los resultados
de estos estudios indican que se produce un incremento de los sínto-
mas en el caso de las víctimas que tienden a autoinculparse (Celano,
1992; Chaffin, Wherry y Dykman, 1997; Feiring, Taska y lewis, 1998;
Manion et al., 1998; Mannarino y Cohen, 1996; Morrow, 1991;
Spacarrelli, 1994; en Cantón y Cortés, 2000),y que perciben el abuso
sexual como una mayor amenaza para su seguridad física o imagen cor-
poral (Feiring, Taska y Lewis, 1998; Jonson y Kendel, 1991; Spacarelli y
Fuchs, 1997; en Cantón y Cortés, 2000).
Los niños con actitudes negativas y estrategias limitadas es más pro-
bable que desarrollen dificultades de adaptación, mientras que los ni-
ños con actitudes positivas y mejores estrategias de enfrentamiento es
menos probable que desarrollen problemas (Fergusson y Mullen,
1999).
En un estudio realizado en Estados Unidos con 180 chicas que
cursaban primer año de universidad, sobrevivientes y no sobrevivien-

179
Victimología

tes de abuso sexual en su infancia, se encontró que entre las chicas que
habían sido víctimas de abuso sexual, el grupo que mostró un compor-
tamiento más adaptativo, tuvo más tendencia a abordar principalmente
cuatro tipos de estrategias cognitivas: la revelación y discusión del abu-
so sexual, la minimización del problema, el pensamiento positivo y el
rechazo a la experiencia (Himelein y McElrath, 1996).
Por otra parte, Feiring y Taska (1997; en Friedrich, 1998) encon-
traron que un estilo atribucional autoinculpativo y altos niveles de
vergüenza en relación al abuso sexual se asociaban con una más baja
autoestima y con más altos niveles de depresión, lo que también fue
encontrado por Spaccarelli (1994). Así mismo, es más probable que
las chicas experimenten más sentimientos de vergüenza que los chi-
cos, porque sus atribuciones suelen ser más internas, globales y esta-
bles que las de los chicos en relación al abuso; y porque además tie-
nen mayor riesgo de experimentar situaciones abusivas provocadoras
de vergüenza, tales como son el abuso por parte de una figura parental,
por ejemplo (Feiring, Taska y Lewis; 1996).
Ligezinska et al. (1996), en su investigación con 41 niños
sexualmente abusados y 43 niños como grupo control encontró que
la percepción de autoculpabilización en relación al abuso era un im-
portante predictor del reporte de sintomatología depresiva, tres me-
ses después de la revelación de la experiencia abusiva.
En definitiva, un estilo atribucional interno, estable y global y los
sentimientos de vergüenza parecen desempeñar un papel importante
en la presencia o no de altos niveles de estrés en las víctimas de abuso
sexual infantil. El estilo atribucional autoinculpatorio mediatizaría las
relaciones entre el número de incidentes abusivos y los síntomas de-
presivos, una menor autoestima y un comportamiento sexualizado.
Por su parte, la vergüenza por los abusos se relacionaría con una ma-
yor depresión, con los síntomas de desorden de estrés postraumático,
con una menor autoestima y con un comportamiento sexualizado.
No obstante, conviene tener en cuenta que los sentimientos de ver-
güenza pueden tener su origen en determinados procesos familiares,
como los estilos de disciplina, las atribuciones de culpabilidad realiza-
das por los padres y un ambiente familiar en el que sean frecuentes
las expresiones de cólera y disgusto (Cantón y Cortés, 2000).

180
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

Por otro lado, también existen antecedentes de que las dificulta-


des previas al abuso y el estado premórbido de la víctima son impor-
tantes predictores de problemas psicológicos posteriores, tales como
la depresión (Reece, 1998; Friedrich, 1998). Esto se ve confirmado
por Paradise et al. (1994), quien en su estudio con niñas víctimas de
abuso sexual concluyó que la preexistencia de circunstancias psico-
lógicas adversas de larga evolución contribuía de manera importante a
la persistencia de problemas conductuales en las niñas sexualmente
abusadas. Estas circunstancias, además determinarían la naturaleza de
dichos problemas.

C. Efectos según Ambiente Familiar


La disfunción familiar no sólo puede aumentar la probabilidad de
que se produzcan abusos sexuales, sino que también puede acentuar
los efectos del abuso sexual una vez que éste se ha producido. Los
niños objeto de abusos sexuales experimentaron un mayor nivel de
estrés cuando existió un funcionamiento familiar negativo, más con-
flictos y menos cohesión. Por ejemplo, en un estudio realizado con
39 niñas de 6 a 12 años víctimas de abuso sexual, Koverola, Pound,
Herger y Lytle (1993; en Cantón y Cortés, 2000) encontraron que
los sucesos familiares estresantes (enfermedad o accidentes graves,
muerte, conflictos o separación de los padres) el CI de las víctimas y
la falta de apoyo de la madre eran las únicas variables predictoras
estadísticamente significativas de la depresión. En esta misma línea
Sanders-Phillips et al. (1995) informaron de puntuaciones superiores
en depresión entre víctimas, de 8 y 13 años de edad, que vivían en
hogares con un alto nivel de conflictos familiares.
Por otro lado, Chandy, Blum y Resnick (1996), encontraron que
en su muestra de 3000 adolescentes víctimas de abuso sexual, los
factores que protegían a los chicos de consecuencias psicológicas más
adversas, eran una mejor relación y apego emocional a su familia, la
existencia de valores religiosos y espirituales, la presencia de ambos
padres en el hogar, menor consumo de alcohol por parte de sus ma-
dres y una mejor salud. En este sentido, Mian, Marton y Le Baron
(1996) en su examen de los efectos iniciales del abuso sexual encon-

181
Victimología

traron que existían peores efectos en aquellos niños que tenían un


ambiente familiar nocivo o poco saludable.

D. Efectos según Reacción de la Familia frente a la Revelación del Abuso


Sexual
En las familias de los niños objeto de abusos sexuales, suele ser
común una larga historia de problemas entre los padres y el niño, de
manera que no resulta extraño que muchos progenitores no reaccio-
nen adecuadamente, apoyando al niño, cuando se descubre el abuso.
La conducta de los miembros de la familia influye en el tipo e intensi-
dad de los síntomas que presentan las víctimas de abuso sexual infan-
til, de manera que, cuando los padres reaccionan mostrando una es-
casa comprensión, los niños presentan un peor nivel de adaptación
(Dubowitz et al., 1993; en Cantón y Cortés, 1997).
Se realizó una investigación con 151 familias de niños que habían
sido víctimas de abuso sexual, cuyos resultados revelaron que la sa-
tisfacción en los roles parentales, la percepción de un medio ambien-
te apoyador y la presencia de síntomas invasivos fueron significativos
predictores del funcionamiento materno inicial, seguido a la revela-
ción del abuso. Asimismo, los síntomas invasivos, los problemas de
internalización de los niños y el funcionamiento inicial de la madre
fueron significativos predictores del funcionamiento emocional a lar-
go plazo en los niños (Manion, et al., 1998). Al respecto, en un estudio
realizado por Hiebert-Murphy (1998) se encontró que las reacciones
de mayor estrés emocional en las madres después de la revelación del
abuso sexual en sus hijos, se relacionaba significativamente con su
propia historia de abuso sexual en la infancia o adolescencia.
La falta de apoyo materno también se ha relacionado con el im-
pacto de la intervención (Berliner y Elliot, 1996). La variable predictora
más importante de tener que sacar al niño de su hogar, es si la ma-
dre le cree y lo apoya (Hunter, Coulter, Runyan y Everson, 1990).
Los niños que no cuentan con el apoyo de sus madres es más pro-
bable que se retracten de sus declaraciones o que se nieguen a de-
nunciarlas, incluso cuando existen evidencias muy claras de que el
abuso sexual se ha producido (Elliot y Briere, 1994; Lawson y Chaffin,

182
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

1992). Por último, el apoyo de la madre también se ha relacionado


con el impacto que tiene en el niño el tener que prestar declaración
en el juzgado (Goodman et al., 1992; en Cantón y Cortés, 2000).
Por su parte, Mannarino y Cohen (1996) encontraron que la
intensidad y gravedad de las reacciones emocionales de los padres
ante el abuso sexual sufrido por sus hijas se relacionaban
significativamente con la depresión y ansiedad y con los problemas
internos de conducta que presentaban las víctimas doce meses des-
pués de producirse la revelación. Es posible que las niñas abusadas
sexualmente se sintieran cada vez más estresadas emocionalmente
al pensar en el trauma que había supuesto para sus padres la revela-
ción o los sucesos relacionados con el abuso sexual. Otra posibili-
dad es que los padres, al sentirse profundamente trastornados por
el abuso sexual de las hijas, estuvieran menos disponibles emocio-
nalmente y fueran menos capaces de ayudarlas a afrontar la expe-
riencia de victimización, poniéndolas en una situación de más riesgo
de desarrollar síntomas psicológicos. De cualquier forma, este re-
sultado sugiere que si los padres pueden resolver sus propios sen-
timientos sobre lo sucedido a sus hijos, esto podría ir repercutien-
do en una disminución de la sintomatología en la víctima.
Es así como diversas investigaciones han revelado que el apoyo
de los padres (especialmente de la madre) se ha relacionado con
una menor ansiedad y depresión y con unos niveles superiores de
competencia social (Everton, Hunter y Runyan, 1991, Goodman et
al., 1992, en Cantón y Cortés, 2000 y ; Feiring, Taska y Lewis, 1998).

E. Efectos según Factores Relacionados con la Intervención del Sistema


Judicial y el proceso de Juicio Oral
La investigación y consiguiente intervención de los casos de abuso
sexual conlleva la implicación de diversos sistemas sociales (SENAME,
carabineros, Investigaciones, Juzgados de menores, Juzgados de Ga-
rantía, Juzgados en lo penal), cada uno con sus objetivos específicos. Esto
supone que los niños se van a ver involucrados en varias intervenciones
simultáneamente, a pesar de que muchas veces carecen de los recursos
afectivos, cognitivos y sociales necesarios para afrontar esta situación.

183
Victimología

Además, el sistema requiere no sólo que el niño tenga que repetir duran-
te entrevistas con distintos profesionales una información que le resulta
dolorosa, sino que también se puede ver obligado a salir de su hogar y
tener que ver al agresor después de la develación. La falta de una relación
de confianza con los profesionales también puede hacer que se sienta
especialmente vulnerable: en este sentido, el aislamiento personal aumenta
el miedo a lo desconocido, la supresión de sentimientos y el retraimiento
emocional, socavando los sentimientos de autoeficacia (Cantón y Cor-
tés, 2000).
Estudiar los efectos de la intervención del sistema es una tarea com-
pleja, dada la dificultad que entraña distinguirlos de las consecuencias del
abuso en sí mismo. Sin embargo, los escasos estudios realizados sobre el
impacto de la intervención del sistema social se han centrado, fundamen-
talmente en las posibles consecuencias negativas que pueden tener para
el niño someterse a múltiples entrevistas por distintos entrevistadores y
el tener que testificar (Cantón y Cortés, 2000).
En el ordenamiento jurídico actual existente en Chile, cuando se tra-
ta de víctimas menores de edad, el procedimiento penal permite de acuer-
do al resguardo de los derechos e integridad de la víctima, solicitar al
tribunal oral en lo penal medidas Especiales de protección para la compa-
recencia a juicio oral. En el caso de los niños, además de por su condición
de víctimas, esto muchas veces se fundamenta en la Convención de los
Derechos del Niño, quedando a criterio del tribunal su aplicación. Estas
medidas, que si bien al inicio de la Reforma Procesal Penal fueron un
desafío y no fáciles de lograr implementar, ahora son cada vez más fre-
cuentes y posibles de obtener, existiendo como parte del Ministerio Pú-
blico una Unidad Especializada en la atención y protección de Víctimas y
Testigos (Unidad de Atención a Víctimas y Testigos), donde profesiona-
les abogados, asistentes sociales y psicólogos sugieren a los fiscales y tri-
bunales su aplicación, proporcionando los medios materiales y humanos
para ello. Estas medidas consisten básicamente en:
• Declaración del niño en sala anexa, con circuito cerrado de
televisión, donde los jueces letrados interrogan al menor en
una sala contigua a aquella donde se desarrolla la audiencia de
juicio oral. En este caso, los magistrados son los mediadores

184
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

entre niño y el fiscal y abogado defensor; evitando con ésto el


contacto directo entre el niño y su agresor, entre el niño y los
abogados y entre el niño y el público.
• Declaración tras un biombo, lo que permite que el niño en la
sala donde se lleva a cabo el juicio oral sólo tenga acceso visual
al tribunal y no al resto de la audiencia.
1. Fase pre-juicio: durante la fase anterior al juicio, el menor es
enfrentado con distintos adultos que le someten a interrogatorios
múltiples (policías, médicos forenses, abogados, psicólogos). No cabe
duda de que en estas intervenciones, el estar sometidos a preguntas
continuas, el volver a contar y revivir los sucesos y la sensación de
estar a prueba, contribuyen a agravar la sensación de malestar en el
menor. Berliner y Conte (1995) entrevistaron a 82 niños abusados
sexualmente y a sus familias y les preguntaron por sus experiencias
en el proceso de revelación e intervención. Los niños habían reaccio-
nado de forma muy diversa, sin embargo, las variables que resultaron
asociadas significativamente con su mayor nivel de desadaptación fue-
ron: haberse entrevistado con un abogado, el reconocimiento médi-
co, estar esperando para declarar o tener contacto con un mayor
número de profesionales del sistema. Henry (1997) también realizó
un estudio en el que encontró que existía una relación significativa y
positiva entre el número de entrevistas y el nivel de trauma que pre-
sentaban los niños y adolescentes abusados sexualmente. El 83% de
la muestra indicó que la grabación de la entrevista no le había afecta-
do, e incluso que le había parecido bien. El 84% indicó que lo que más
difícil le había resultado había sido el tener que divulgar detalles de los
abusos sexuales, señalando un 37% que la entrevista inicial fue la par-
te más difícil de todas las intervenciones del sistema. En definitiva,
exigirle al niño que repita una y otra vez los incidentes abusivos supo-
ne que tenga que recordar hechos dolorosos, lo que puede reforzar
sus sentimientos de culpa y vergüenza y consolidar la estigmatización
y disociación de los recuerdos y afectos; además esto también puede
socavar la confianza en los profesionales.
En este sentido, es que resulta de vital importancia, que previo al
juicio sólo se realice una toma de declaración de los hechos por parte

185
Victimología

del niño, y ojalá por parte de un profesional especializado que previo


al interrogatorio establezca una relación de confianza con el niño y le
explique el objetivo de la entrevista y del proceso en el que se enmarca,
generando un clima cálido, de respeto y aceptación. Para lograr esto,
deberían poder coordinarse y tener acceso a esta entrevista los dis-
tintos participantes del sistema que requieran de su contenido y ex-
presión, para lo cual las videograbadoras o salas Guessell, constituyen
valiosos instrumentos de trabajo.
Así mismo, la demora a que debe hacer frente antes de compare-
cer en el juicio oral es otro inductor de estrés. Esta demora, tiende a
producir dos efectos en el niño: a) aumenta su ansiedad y da más
oportunidad de que surjan sentimientos de culpa y, b) hace que el
niño olvide, lo que puede llevar a la familia a presionarlo para repasar
continuamente los hechos con el fin de que recuerde lo sucedido
para su declaración en el juicio. Por otra parte, la demora también
aumenta la posibilidad de retractación, pues da más tiempo y oportu-
nidad a la familia o personas cercanas e influyentes, de presionar al
niño, y someterlo a una situación de ambivalencia y de culpa de la que
finalmente decide salir, negando los hechos y postergando con esto
nuevamente sus necesidades personales de protección, seguridad y
reparación.
Otro factor de estrés, es la falta de conocimiento legal. Al tener
que enfrentarse a lo desconocido, el niño desarrolla una gran angus-
tia, así como una serie de aprensiones sobre la forma o el propósito
del juicio. Aquí nuevamente es de vital importancia la intervención de
un profesional del área psicológica o social, que conociendo el lengua-
je de los niños y la mejor manera de contactarse con ellos, le pueda
explicar en términos simples y adecuados a su realidad, lo que es el
proceso y su participación en él. Finalmente, otro problema al que
puede hacer frente el niño antes del juicio es la posibilidad de encon-
trarse con el acusado, sobre todo cuando ambos pertenecen a un
estrecho círculo social, lo cual debe con la intervención de expertos
y de la familia cercana, poder preveerse, anticiparse y/o evitarse.
2. El Juicio: la propia declaración en el juicio puede resultar ser
una experiencia sumamente estresante para el niño. En este sentido,

186
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

se ha relacionado con un incremento del estrés interno, ansiedad o


salud mental posterior del el niño, cuando éste tiene que testificar
más de una vez o cuando la sesión resulta dura y prolongada. No
obstante cuando se les prepara adecuadamente para su comparecen-
cia o disponen de una persona de confianza en la sala experimentan
menos estrés psicológico (Henry, 1997). Goodman et al. (1992; en
Cantón y Cortés, 2000) demostraron que los niños que tiene que
declarar en un proceso penal presentan un mayor nivel de estrés
sólo cuando tienen que hacerlo más de una vez y no cuentan con el
apoyo de la madre. Hay varios factores que pueden contribuir a este
efecto negativo, y para entenderlo conviene recordar cuál es su situa-
ción en la sala, donde debe permanecer rodeado por extraños que
hablan, e incluso, visten de forma extraña. A este respecto, Flin, Bull,
Boon y Knox (1992; en Diges, 1994) han señalado las condiciones de
la toma de declaración en el juicio que suponen problemas para el
niño testigo y/o víctima:
• permanecer sólo en el lugar de los testigos
• la proximidad del abogado
• la posición física elevada que ocupan los actores del proceso
• el público asistente
• las ropas de abogados y jueces
• la necesidad de hablar en voz alta

En este sentido, la declaración en sala anexa, permite al niño de-


clarar sin la presencia directa de público e imputado y con la posibili-
dad de que le acompañe una persona de su confianza y cercanía
afectiva, factores que en términos emocionales son una importante
ayuda en ese momento de gran estrés para el niño. Un problema
adicional es el vocabulario legal que les resulta difícil de comprender,
especialmente cuando son examinados por abogados, quienes pese a
la disposición y voluntad de mostrarse más cercanos y comprensibles
para el niño, no tienen la formación ni la preparación profesional para
ello. Además de lo anterior, no debe dejar de considerarse el clima
familiar de ansiedad y preocupación presente tanto antes del juicio
como ese día y durante el mismo, lo cual aun cuando no se exprese

187
Victimología

verbalmente al niño, inevitablemente se le trasmite y le afecta. Desde


este punto de vista, quizás sea mejor comunicarle directamente al
niño las preocupaciones y temores familiares, aprovechando la oca-
sión además para conocer los suyos y darle el espacio para su expre-
sión.
3. Fase post-juicio: tras el juicio la primera consecuencia negativa
que puede aparecer se produce en relación con la sentencia. Cuando
la sentencia es favorable para el acusado, el niño puede sentirse culpa-
ble de lo sucedido, frustrado en todos los esfuerzos y acciones reali-
zadas y arrepentido de la develación de los hechos. Y al respecto, es
que lo más importante para el niño en ese momento, es la reacción y
actitud que tengan sus referentes afectivos más importantes en tor-
no a esa decisión, así como también la forma en que se le comunique
el resultado obtenido. Por otra parte las sentencias condenatorias,
también suelen provocar en el niño sentimientos encontrados, sobre
todo cuando los agresores son personas de la familia o sujetos cono-
cidos, hacia los cuales en algún momento ha habido un vínculo afecti-
vo. Al respecto, sus fantasías y temores en torno a la cárcel son im-
portantes de elaborar y poder manejar adecuadamente, primero es-
cuchándolos, luego aceptándolos y validándolos y finalmente dándo-
les información correcta y adecuada al respecto y compartiendo los
propios temores y sentimientos al respecto. Esto último les permite
saber que no son los únicos que experimentan sentimientos
ambivalentes en torno al tema y les permite aceptarse y verse como
humanos que son. Al respecto, los pos-efectos emocionales que pue-
de dejar en el niño su intervención en un juicio, junto con la ansiedad
que ha ido acumulando durante la demora en la celebración del mis-
mo, pueden dar lugar a alteraciones de conducta importantes, que no
deben menospreciarse a la hora de hacer una intervención u orienta-
ción a los padres. Por ende, y sobre todo si el niño no ha tenido una
preparación e información adecuada al proceso judicial, es de vital
importancia, que cualquier intervención terapéutica realizada o que
se esté realizando, no concluya ni se espere que finalice con la audien-
cia de juicio oral, sino que se extienda incorporando también al traba-
jo terapéutico esta experiencia.

188
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

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192
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

Tortura: la búsqueda de la destrucción

Loreto Zaror Sánchez


Karen Quinteros Poblete
Fabiola Haro Rodríguez
Carolina Báez Hernández
Chile

El desarrollo de la humanidad no ha estado exento de tratos y


relaciones deshumanizantes, momentos históricos e ideologías han
otorgado los contextos necesarios para que algunos “seres huma-
nos”, hayan justificado e ideado un sin fin de vejámenes en contra de
otros. Es en estas circunstancias, en las cuáles comienza a aparecer el
concepto de “tortura” y con él un tema incomprensible en algunos
casos y sobre simplificado en otros.
Una de las dificultades de abarcar el tema de la tortura, es realmen-
te concebir una definición que exprese cómo un acto humano se ve
representado de forma inhumana.
En las siguientes páginas nos abocaremos a describir el fenómeno
de la tortura, sus definiciones, implicancias, efectos y formas de aborda-
je, siendo nuestra finalidad explorar este fenómeno y lograr cierta com-
prensión de este singular proceso de traumatización y/o victimización.

Definiciones de tortura
De la definición de tortura de la Convención de las Naciones Uni-
das contra la Tortura de 1984 citada en el Protocolo de Estambul po-
demos extraer lo siguiente:

193
Victimología

“Se entenderá por el término “tortura” todo acto por el


cual se inflija intencionalmente a una persona dolores o
sufrimientos graves, ya sean físicos o mentales, con el fin
de obtener de ella o de un tercero información o una
confesión, de castigarla por un acto que haya cometido, o
se sospeche que ha cometido, o de intimidar o coaccionar
a esa persona o a otras, o por cualquier razón basada en
cualquier tipo de discriminación, cuando dichos dolores o
sufrimientos sean infligidos por un funcionario público u
otra persona en el ejercicio de funciones públicas, a insti-
gación suya, o con su consentimiento o aquiescencia. No
se considerarán torturas los dolores o sufrimientos que
sean consecuencia únicamente de sanciones legítimas, o
que sean inherentes o incidentales a éstas” (Pache, 2006).

Según Definición del psicoanalista Daniel Gil:

“...la tortura es una práctica gradual, progresiva, científi-


camente planificada, de desmontaje de todo el complejo
mecanismo de la identificación primaria que intenta ha-
cer llegar al torturado al punto de angustias extremas,
innominadas, de destrucción de su yo y de su mundo sim-
bólico”. Se intentaba de esta manera desarticular a los
movimientos guerrilleros, a los movimientos populares y
desalentar a cualquiera de los ciudadanos de luchar con-
tra el orden establecido, mostrando que las consecuen-
cias de la “subversión”, eran la tortura, la locura y hasta
incluso la muerte o la desaparición”(Pache, 2006).

Tipos de tortura
La tortura física tiene que ver con los atentados directos al cuer-
po y sus órganos y funciones. Se utilizan los golpes sistemáticos, que-
maduras, mutilaciones, suspensiones, los “plantones” (mantener a la
persona durante horas de pie), el suministro de fármacos, la tortura
sexual, la sofocación (el famoso “submarino”), la tortura dental, la tor-
194
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

tura eléctrica (la “picana”), etcétera (Matus, 2005).


La tortura psicológica apunta directamente a la destrucción de
la personalidad de la víctima. Se utilizan como métodos: la privación y
el agotamiento, las amenazas de tortura, de incapacitación física y de
ejecución de amenazas contra miembros de la familia o amigos, la tor-
tura contra otros en presencia de la víctima, y la humillación y tortura
sexual (desnudez, vejaciones) (Pache, 2006).
Según una evaluación realizada por la RCT (Centro para la Rehabi-
litación de la Tortura), los métodos más utilizados son: golpes, venda-
jes, incomunicación (por más de 48 horas), humillación, amenazas de
ejecución, tortura eléctrica, golpes directos en la cabeza y la “falanga”
(golpes en la planta del pie con palos, cañas o alambres, descalzo o con
zapatos, etcétera) (Pache, 2006).
El espectáculo de violaciones o torturas, de asesinatos o ejecucio-
nes masivas, es casi por necesidad traumatizante. Reaccionar, ante
hechos así con angustia incontenible o con alguna forma de autismo,
tiene que ser considerado como una reacción normal ante circuns-
tancias anormales. (Martín- Baró, 1990, citado en Galvez y cols, 2004).

Definición de Trauma
Aurora Sabouraud-Séguin, define el trauma como “un acontecimien-
to terrible y repentino que amenaza nuestra vida o nuestra integridad
física. Se sitúa fuera de la experiencia humana habitual” (Martín, 2006).
Por otra parte, Judith Herman, indica que en el momento
traumático la víctima se siente indefensa, ante una fuerza que la supe-
ra y que no puede dar respuesta, destrozando los sistemas de pro-
tección normales que dan a las personas una sensación de control y
de dominio de la situación. El trauma, es un hecho violento tan ines-
perado, repentino y de tal magnitud que rompe los mecanismos de
defensa de la persona al perder el control de la situación y no poder
dar un sentido a la situación traumática. Para esta autora, los aconte-
cimientos traumáticos son extraordinarios, no porque sean raros, sino
porque superan los mecanismos de adaptación que son utilizados ha-
bitualmente por las personas para afrontar la vida. La característica
sobresaliente de un hecho traumático es su poder de provocar una

195
Victimología

sensación de indefensión y miedo (Martín, 2006)


El trauma debe quebrar los sentimientos de seguridad y producir
una sensación de pérdida del control de la situación. Además, sus
elementos claves son la pérdida de la confianza básica, la pérdida de la
integridad del propio yo y de la propia persona. (Echeburúa, 2004,
citado en Martín, 2006).
Ante dos hechos traumáticos de similar intensidad, aquellos pro-
vocados con intención, como en el caso de la tortura, generan mayo-
res consecuencias psicológicas que los accidentales o naturales, por
lo que esta variable se debe tener en cuenta en el momento de la
evaluación y en el tratamiento (Echeburúa, 2004, Baca, 2003, y Trujillo,
2002, citado en Martín, 2006).

Efectos en las Víctimas de Tortura


Esta situación límite y psicotizante, en la que un sistema político
somete a una persona a una experiencia extrema de dolor físico y
psíquico, tiene como objetivo quebrar su sistema identificatorio, su
sistema de ideales y valores, sus procesos de pensamiento, su pro-
yecto de vida individual y colectiva. Se trata primordialmente, de alte-
rar la organización de su representación psíquica. (Conte y cols, 1994).
Como se señala anteriormente, la tortura intenta provocar un
sufrimiento físico o psicológico, infringido de forma deliberada y siste-
mática, con el objeto de humillar y destruir la identidad personal. Bus-
ca el derrumbamiento psicológico y moral de la persona mediante el
dolor físico o mental (Echeburúa, 2004, citado en Martín, 2006).
La utilización sistemática del dolor, el ataque sádico dentro de un
contexto de absoluta impunidad, someten al detenido a una situación
de dependencia extrema, de degradación masiva, psíquica y psicológi-
ca. (Conte y cols, 1994).
Bettelheim plantea que se trata de someter al torturado a una situa-
ción extrema, en cuanto a la inevitabilidad, imprevisibilidad, peligrosidad
e impotencia total. Se trata de una situación que deja a la víctima en una
situación sin salida, sin tercero donde recurrir, donde su vida y su muerte
dependen absolutamente del torturador. (Conte y cols, 1994).
La tortura es una experiencia de desintegración en la que un Yo,

196
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

constantemente amenazado de disolución, no puede sostener los pro-


cesos psíquicos ligados a la autoconservación. El ataque al Ser es tan
masivo, que la muerte aparece muchas veces como algo deseado, más
que sostener el ansia de preservación de la vida, el yo fantasea la muerte
con alivio, siendo esta el equivalente a la muerte psíquica (Conte y
cols, 1994).
Las simulaciones de fusilamiento llevan a grandes extremos de an-
gustia. Ahí no hay castigos físicos. Se desarrolla todo un ritual, para
culminar en burlas humillantes sobre las reacciones del prisionero.
Caminar encapuchado hacia donde otro dice, implica que la realidad
pertenece a otro (Conte y cols, 1994).
La amenaza de tortura a los hijos de los prisioneros, el hacer escu-
char los gritos de los supuestos familiares sometidos a la tortura, el
decirle que todos sus familiares y compañeros están muertos, llevan
muchas veces al torturado a grados de resistencia psicológica. Donde
algunos sobreviven sin enloquecer, otros padecen de cortos perio-
dos de alucinaciones, y otros permanecen mucho tiempo con deli-
rios paranoides o estados psicóticos (Conte y cols, 1994).
Los trastornos y síntomas más frecuentes son el TEPT, trastor-
nos mixtos de tipo ansioso-depresivo, persistencia de dolores físicos
permanentes y crónicos, fatiga crónica, insomnio, pesadilla, cambio
en el sistema de valores, sentimientos de culpa –por haber sobrevivi-
do, por delatar a compañeros, etc.– baja autoestima, aislamiento, pér-
dida de la confianza hacia los otros, identidad alterada, alteraciones
psicosomáticas, siendo frecuente el pesimismo en su recuperación,
así como de las ideas del mundo y de las personas (Martín, 2006).
Según Trujillo, los dolores físicos son de gran variación. Los sínto-
mas psicológicos que destacan son miedo, ansiedad, depresión, pesa-
dillas, recuerdos intrusitos, flash-backs, insomnios, ideas suicidas, can-
sancio, desesperación y desesperanza. También se observa una gran
desmoralización, pesimismo y desconfianza (Martín, 2006).
Sin embargo el gran síntoma de la tortura es el “silencio”. Es algo
que enmudece adentro del sujeto, ni la negación ni la disociación, ni la
culpa, ni la vergüenza, terminan de explicar lo que encierra este silen-
cio. Aunque se hable hay una reserva que no puede ser dicha, quedó

197
Victimología

inscrita y no tiene palabras (Conte y cols, 1994).


Estos trastornos pueden agravarse ante el exilio de la persona, la
incertidumbre ante la concesión del asilo político y la incertidumbre
sobre su situación legal y de desarraigo.
El haber sido víctima de tortura y haber estado sometido a la pri-
sión prolongada, deja marcas en el cuerpo muy difíciles de borrar. Des-
de las cicatrices que hayan dejado los golpes hasta marcas menos visi-
bles que afectan al sujeto en su vida diaria. El manejo del cuerpo y del
esquema corporal se ven afectados, así como también la sexualidad
(especialmente en el caso de las mujeres que, en muchos casos, eran
sometidas a las peores formas de tortura). También el dolor se vive de
otra manera. Muchas veces, después de la experiencia de tortura, los
sobrevivientes debieron ser sometidos (una vez liberados, claro) a in-
tervenciones quirúrgicas complejas, debido a las lesiones ocasionadas
por la tortura. Y también, en muchos de estos casos, las lesiones per-
manecen, de por vida, generando impedimentos en la vida cotidiana y
en la reinserción al mundo social y laboral del sobreviviente (Pache,
2006).
Otro de los efectos psicológicos muy importantes que persis-
ten en los sobrevivientes es el terror. Terror al que se acostum-
bran y que parece no poder abandonarlos. Este terror no se limita
al sobreviviente sino que abarca a su familia y amigos, y también al
conjunto de la sociedad (Pache, 2006).
El individuo sometido a tortura en contexto de terrorismo de
estado experimentaría cambios a nivel cognitivo y comportamental
que se irían conjugando en el que Joaquín Samayoa llama: un pro-
ceso de “deshumanización” entendido como pérdida o empobre-
cimiento de tres importantes capacidades del ser humano:
• Capacidad de pensar lucidamente (posición defensiva con-
tra el mundo)
• Capacidad para comunicarse con veracidad (afectando su
libertad, flexibilidad, honestidad, tolerancia y respeto hacia
los demás).
• Sensibilidad ante el sufrimiento y su sentido solidario y fi-
nalmente su esperanza (Galvez y cols, 2004).

198
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

Por otra parte, Elizabeth Lira plantea tres características psicoló-


gicas observadas en pacientes afectados por la violencia política que
serian desencadenados por el miedo:
a. Dinámica de la angustia y la culpa: miedo un estado permanen-
te percibido como amenaza vital. El ser fiel a su proyecto social
implica ser víctima de destrucción de tortura esto puede gene-
rar angustia anticipatorio constante ante la cual la única alterna-
tiva es la renuncia a las proyecciones, experimentando un alto
nivel de culpa consigo mismo y los otros significativos.
b. Dinámica de la aniquilación: dinamismos paranoides, se pre-
sentan como una reacción ante la percepción de amenaza vi-
tal, su arbitrariedad dificulta organizar una respuesta apropia-
da por parte del sujeto amenazado, pues la fuente de la ame-
naza es difusa.
c. Dinámica de la inhibición: se observa un comportamiento si-
lencioso, inexpresivo, inhibido y autocensurado en la mayoría
de las víctimas (Gálvez y cols, 2004).
Según Trujillo, asociados a estas respuestas se dan sentimientos
de miedo, pánico, terror, impotencia, humillación. Todo ello puede
provocar el Trastorno de Estrés Post Traumático. Sin embargo para
Esbec, otro trastorno que puede aparecer al ser víctima de tortura es
el trastorno adaptativo, depresivo, ansioso o mixto (Martín, 2006)
En cuanto al desarrollo de cuadros psicopatológicos, el grado del
daño psicológico (lesiones y secuelas), está mediado por la intensidad/
duración del hecho y la percepción del suceso sufrido (significación
de hechos y atribución de intencionalidad), el carácter inesperado del
acontecimiento, el grado real de riesgo experimentado, las pérdidas
sufridas, la mayor o menor vulnerabilidad de las víctimas y las posibles
consecuencias de otros problemas actuales (a nivel familiar y laboral,
por ejemplo), y pasados (historias de victimización), así como por el
apoyo social existente y los recursos psicológicos de afrontamiento
disponibles. Todo ello, junto con las consecuencias físicas, psicológi-
cas y sociales del suceso, configura la mayor o menor resistencia al
estrés de la víctima (Echeburúa, 2004).
Bettelheim desarrolla el término de “traumatización extrema”

199
Victimología

enfatizando por un lado, el hecho de que un trauma había ocurrido y


agregando el término “extrema” para destacar la naturaleza específica
de este trauma, que ni en su manera de ocurrir, sus consecuencias a
corto y largo plazo, su sintomatología y sus implicancias socio políticas
puede ser comparado con otros eventos traumáticos (Galvez y cols,
2004). Finalmente, el carácter traumático de una tortura depende en
gran medida de las características de la reparación de las víctimas si
esta no se realiza tanto a nivel individual como social, la respuesta
traumática puede llegar a ser aún más intensa que la experiencia más
aterradora (Galvez y cols, 2004).

Reparación de la victimización ejercida por la tortura


Una de las instituciones que se ocupó y se ocupa de la rehabilita-
ción de los sobrevivientes y de sus familias en Uruguay es el SERSOC
(Servicio de Rehabilitación Social). El trabajo en SERSOC se da en va-
rios niveles: individual, grupal, familiar. Se prioriza el trabajo grupal, ya
que se ha comprobado la eficacia de los grupos en el tratamiento de
temas tan dolorosos (Pache, 2006).
En los grupos terapéuticos, se potencian los dolores individua-
les, volviéndose colectivos, y la presencia de otros funciona como es-
pejo en el cual los pacientes pueden mirarse, para obtener mayor visi-
bilidad sobre su problemática. Al encontrar otros que sufren por cosas
similares a las propias, se alejan de esa soledad en la que habitaban,
pudiendo vincularse mejor con su entorno cercano y con la sociedad
(Pache, 2006).
Es necesario un equipo multidisciplinario, compuesto por mé-
dicos, fisioterapeutas, enfermeras, asistentes sociales, psiquiatras y psi-
cólogos. De esta manera se van a poder atacar los diferentes frentes en
los que la persona está teniendo dificultades. Porque como ya vimos
anteriormente, la experiencia de la tortura puede afectar todas las áreas
de la vida del individuo: la familia, el núcleo social, el ámbito laboral, lo
afectivo, lo sexual, lo corporal, la identidad, etcétera (Pache, 2006).

200
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

Objetivos de este tratamiento


• Eliminación de la imagen que los torturadores han logrado in-
troducir en la mente de los sobrevivientes.
• Poner en palabras lo silenciado por tanto tiempo, hacer visible
lo negado. Que el paciente se comunique con otro para poder
rescatar el terror y el horror que ha internalizado (Pache, 2006).

Dificultades de las intervenciones terapéuticas son


• Para la construcción de la “alianza terapéutica”, que es la que
posibilita el trabajo, los pacientes parten de la base de que el
terapeuta comparte sus valores políticos e ideológicos. Por lo
cuál se pone en cuestionamiento la noción de “neutralidad”
tan mencionada y cuestionada en el ámbito de la psicología.
• La dificultad de reinserción social dado el temor engendrado
en los pacientes, esto depende mucho de sus redes de apoyo
y en casos determina que lo logren o no (Pache, 2006).
En cuanto a las medidas recomendadas por la Comisión Valech en
Chile, se agrupan en tres grandes categorías: medidas de reparación
individuales que van en directo beneficio de las víctimas; medidas sim-
bólicas y colectivas, y medidas institucionales, de estos tres niveles es
posible describir diversas medidas (Valech y cols, 2004):

1. Medidas de reparación individuales


Las medidas de reparación individuales persiguen ser signos con-
cretos de la voluntad de reparación de parte del Estado, al restituir a
las personas en sus derechos o compensando los perjuicios sufridos
por ellas. Para tal efecto, se propone un conjunto de medidas que
intentan responder integralmente a las necesidades de esas personas,
considerando las consecuencias de la prisión política y la tortura, y el
tiempo transcurrido desde la ocurrencia de los hechos.
a. Medidas de reparación en el ámbito jurídico: Estas medidas per-
siguen el restablecimiento de los derechos conculcados como
consecuencia de procesos judiciales, muchos de los cuales ca-
recieron de las garantías mínimas del debido proceso. La Comi-

201
Victimología

sión Valech recomienda: La eliminación de los antecedentes


prontuariales, la restitución de derechos civiles y políticos que
deriven de penas accesorias dictadas, la revisión de todas las
órdenes de arresto o de arraigo que estuvieren pendientes res-
pecto de personas calificadas por la Comisión en relación a
procesos cerrados, y dejarlas sin efecto, oficiando a los órganos
policiales respectivos y el reconocimiento de la nacionalidad a
los hijos de chilenos nacidos en el exterior.
b. Medidas de reparación en el ámbito económico: Como for-
ma de compensar el daño causado a las víctimas por actos de
agentes del Estado, la Comisión sugiere una pensión
indemnizatoria no inferior a los beneficios económicos reco-
nocidos a las víctimas de otras violaciones a los derechos hu-
manos. La Comisión propone un monto de reparación eco-
nómica común para todas las víctimas, sin considerar la dura-
ción de la prisión o la intensidad de las torturas. La masividad
de los hechos conocidos por ella y el tiempo que ha transcu-
rrido desde que ocurrieron hacen prácticamente imposible
generar el conocimiento empírico necesario para justificar una
reparación diferenciada.
c. Medidas de reparación en el ámbito de la salud: El Ministerio
de Salud ha desarrollado, desde 1991 el Programa de Repara-
ción y Atención Integral en Salud (PRAIS), que ha tenido la
misión de acoger a las víctimas de violaciones a los derechos
humanos. La aprobación reciente de la ley que institucionaliza
el PRAIS garantizará la atención de estas víctimas durante todo
el tiempo que lo requieran.
d. Medidas de reparación en el ámbito educacional: La comisión
recomienda el desarrollo de un programa que permita finali-
zar los estudios básicos, medios o universitarios que cursa-
ban en el momento de su detención, para aquellas víctimas
que acrediten que, con motivo de su detención, debieron
interrumpirlos y otorgamiento de becas de estudio para los
hijos de víctimas directas.
e. Medidas de reparación en el ámbito de la vivienda: Desde esta

202
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

área de afectación la Comisión plantea otorgar una bonifica-


ción especial a aquellas víctimas que no hayan accedido a una
vivienda a través del subsidio estatal, carezcan de ella y estén
en situación de precariedad habitacional.

2. Medidas de reparación simbólicas y colectivas


Las medidas propuestas se agrupan en cuatro subcategorías: ga-
rantías de no repetición y medidas de prevención; gestos simbóli-
cos de reconocimiento y encuentro; reconocimiento de la memo-
ria, y difusión, promoción y educación en derechos humanos.

3. Medidas institucionales
Con el objeto de cautelar y promover el respeto a los derechos de las
personas, y asegurar la materialización de éstas y de nuevas medidas de
promoción de esos derechos, la Comisión estima fundamental apoyar la
iniciativa del Ex Presidente de la República Ricardo Lagos de crear un
Instituto Nacional de Derechos Humanos. Por otra parte la información
recopilada por la Comisión, a través de los testimonios de las personas,
como a través de las indagaciones que ésta hizo para la calificación de
ellos, es parte del patrimonio cultural de la nación y debe ser sometida a
medidas de resguardo.

Realidad en Chile
En cuanto a las medidas de reparación sugeridas, se plantea que en materia
de educación y reparación, aunque se han dado algunos pasos, éstos han
sido claramente insuficientes con lo cual el Estado chileno está lejos de
cumplir con el espíritu de la Convención. De mantenerse la legislación y
jurisprudencia actuales, Chile podría convertirse incluso en un “santuario”
para torturadores (Ruy-Pérez, 2005). Algunas aspectos a destacar en
este sentido son:
• La falta de prevención de la tortura. El Estado chileno no ha
implementado campañas destinadas a informar a los ciudadanos
de sus derechos ni de los mecanismos a los cuales recurrir para
defenderlos. Tampoco se han introducido asignaturas en el sis-

203
Victimología

tema educacional, que formen a los jóvenes desde pequeños en


materias de derechos humanos.
• Falta de sanción de la tortura. Además de la mencionada falta de
severidad en las penas contempladas en la legislación chilena, la
labor del poder judicial ha sido francamente ineficaz cuando se
trata de sancionar en casos de tortura.
• Falta de reparación para las víctimas. Aunque los organismos de
salud mental que trabajan en la rehabilitación de los sobrevivien-
tes de tortura han señalado en innumerables estudios las graves
secuelas que origina esta forma de represión, los gobiernos de la
Concertación no han adoptado las medidas necesarias para una
rehabilitación integral.

La ausencia de justicia hacia las personas torturadas invalida cualquier


aspiración, a entender por reparado el daño por la vía de otras estrategias
de compensación, sean estas sanitarias, morales, pecuniarias o políticas.
No hay reparación sin que la persona afectada y la sociedad en su conjun-
to perciban que el bien social dañado se ha restablecido por la vía de la
sanción a los culpables por la norma de la sanción social (Madariaga, 2005).

Conclusiones y Reflexiones
1. La tortura como fenómeno de extrema traumatización resulta
una de las formas más severas y particulares de victimización,
donde la experiencia de desintegración del Yo originada en la
aflicción psicológica a través del apremio físico, provoca que ya
no se puedan sostener más los procesos psíquicos ligados a la
autoconservación, llegando la víctima a considerar la muerte como
un resultado deseable. Aquel proceso de abatimiento de la iden-
tidad y de desmoronamiento de los mecanismos de defensa im-
plica tal daño a nivel psicológico que se constituye en la propia
lesión psicológica y no en un efecto posterior de la agresión.
2. En función de lo anterior, y considerando las diversas formas,
intensidades y periodicidades en las que la tortura se inflige a
las víctimas, muchas de los sobrevivientes a la tortura llegan a
desarrollar trastornos psicopatológicos, con cortos periodos

204
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

de alucinaciones, delirios paranoides o estados psicóticos.


Entre los trastornos y síntomas más frecuentes son el TEPT,
trastornos mixtos de tipo ansioso-depresivo, persistencia de
dolores físicos permanentes y crónicos, fatiga crónica, insom-
nio, pesadilla, flash back, ideas suicidas, baja autoestima, aisla-
miento, pérdida de la confianza, identidad alterada, alteracio-
nes psicosomáticas, etc. Sin embargo, el gran síntoma de la
tortura es el silencio irrompible frente a la experiencia más
íntima y traumática de la víctima.
3. El haber sido víctima de tortura implica también a nivel fun-
cional la aparición de marcas muy difíciles de borrar. El mane-
jo del cuerpo y del esquema corporal se ven afectados, así
como también la sexualidad; el individuo experimentaría cam-
bios a nivel cognitivo y comportamental vinculados a un pro-
ceso de “deshumanización”, que afectará la posición que asu-
me el individuo en la relación con los demás y su capacidad de
comunicación y sensibilidad interpersonal.
4. Desde la peculiaridad con que cada víctima de tortura se de-
fine a sí misma, pues no existe un “síndrome” o “caso típico”,
el abordaje terapéutico de los casos deberá responder a las
necesidades de reparación específicas de cada persona, ello
sin perjuicio de que efectivamente existan metodologías co-
munes –como los grupos terapéuticos y los equipos
multidisciplinarios– y objetivos siempre presentes, como la
eliminación de la imagen que los torturadores han logrado
introducir en la mente de los sobrevivientes y poner en pala-
bras lo silenciado por tanto tiempo. Al margen de las conside-
raciones psicoterapéuticas necesarias de tener en el abordaje
reparatorio, es necesario considerar también que la víctima
de tortura es una víctima no sólo de quien infligió su dolor,
sino también de todas aquellas personas e instancias que falla-
ron en prestar protección a sus derechos fundamentales y
reestablecerlos luego. Por lo anterior, las víctimas de torturas
lo son también del sistema político y social en el cual desarro-
llaron las convicciones e ideales por los cuales fueron tan fe-

205
Victimología

roz e injustificadamente apremiados, condición que implica


un daño en su esfera social y cultural que usualmente escapa
al poder curativo de la psicoterapia reparatoria y ocasional-
mente también al deseo y motivación de la propia víctima a
ser reparado en este sentido.
5. Indudablemente, los largos años en que en Chile la tortura
fue una estrategia de control social y represión ideológica uti-
lizada y validada por el Estado, se han incorporado como un
elemento dolorosamente indeleble en la memoria colectiva
nacional e internacional. En nuestro país, el trauma psicosocial
manifestado por vastos sectores de la población chilena pro-
ducto de la conciencia y/o experiencia de tortura, se visualiza
a través de la expresión de lo traumático en el psiquismo co-
lectivo, en las representaciones sociales del poder del Estado,
sus agentes e instituciones y en las emociones todavía fuertes
y disruptivas que afloran en la relación de cada ciudadano con
el poder político. En alguna medida, el quiebre ocurrido en la
relación entre las personas y sus ideales, producto del cono-
cimiento y experiencia de la tortura como una posibilidad real
en nuestra sociedad, viene a determinar patrones de convi-
vencia social alterados, excluyentes, polarizados a veces, don-
de la aceptación/negación de la tortura y su validación/censu-
ra se tornan criterios de participación en los grupos y convi-
vencia social.
6. Para las víctimas de tortura en nuestro país en particular, la
falta de conocimiento acerca de los procedimientos para ac-
ceder a los programas de reparación, la rigurosidad de los
plazos y los anuncios de autoridad y simbolismo de la repara-
ción por parte del Gobierno, entre otras cosas, han generado
un desaliento al esfuerzo por recordar, el que en estas condi-
ciones resulta retraumatizante, tanto para aquellos que no se
atrevieron a hablar y que hoy están arrepentidos y culposos
de su opción de silencio, como también para aquellos otros
que removieron los recuerdos, los procesos de duelos y sus
pérdidas motivados por acceder a una medida de reparación

206
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

integral. Igualmente retraumatizante ha sido la incomprensi-


ble determinación gubernamental de ocultar al conocimiento
público el material testimonial del Informe Valech sobre la
tortura por un plazo de 50 años.

Bibliografía
Conte, L. y Cols. (1994). “Algunas Reflexiones sobre la Tortura”. Revista Gaceta
Psicología. Nº 97. 2-9. Buenos Aires. Asociación de Psicólogos de Buenos Aires.
Galvez, J y Cols. (2004). “El proceso de traumatización en personas afectadas
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Madariaga, C. (2005). “El informe Valech, otra tarea a medio terminar”. Revista
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Ruy –Pérez, S (2005). “El comité contra la tortura de las Naciones Unidas”.
Revista Reflexión Nº 31.34-37. Santiago, ediciones CINTRAS.

207
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

Serie Victimología I
La Víctima desde una Perspectiva Criminológica
Asistencia Victimológica
Principios Fundamentales de Justicia para las Víctimas del Delito y del
Abuso de Poder – Naciones Unidas

Directrices Sobre la Justicia para los Niños Víctimas y Testigos de


Delitos

La Víctima del Delito y Programas Preventivos


Prof. Dra. Irene Melup – Naciones Unidas

Enfrentando lo inimaginable. Reacciones de los Psicoterapeutas hacia


las Víctimas del Holocausto Nazi.
Prof. Dra. Yael Danieli – U.S.A.

Abuso de Poder: Victimización Organizada


Prof. Dr. John Dussich – Japón

El papel de la policía ante las Víctimas del delito


Prof. Lic. Elías Escaff Silva – Chile

El Derecho Victimal
Prof. Dra. María de la Luz Lima Malvido – México

Abuso Emocional
Prof. Dra. Danya Glaser – Inglaterra

La vida diaria y la victimización


Prof. Dr. Emilio Viano – U.S.A.

209
Victimología

Psicoterapia de niños testigos de violencia familiar


Prof. Dr. Michael Freedman – U.S.A.

¿Hay certezas en el diagnóstico de abuso sexual?


Prof. Dra. Esther Romano – Argentina

Violencia y Víctimas
Prof. Dra. María Josefina Ferrer – Venezuela

Algunos criterios para considerar la terminación del Tratamiento


Victimológico del Abuso Sexual Infantil
Prof. Lic. Mirtha O. Yocco – Argentina

La lógica ilógica del acoso moral


Prof. Lic. María Guadalupe Morales Plesent – México

La protección de la víctima y del testigo durante el proceso penal: Su


recepción legal dentro de un nuevo marco de garantías penales
Prof. Dr. César Fortete – Argentina

Implicaciones sociales de la prostitución de niños


Prof. Dra. Annette Burrhus Clay – U.S.A.

Análisis de la nota póstuma del suicida


Prof. Dr. Héctor Grijalva Tamayo – México

Conflicto armado y desplazamiento forzado en el eje cafetero: la Emer-


gencia de nuevas voces urbanas
Prof. Dra. María Cristina Palacios Valencia
Prof. Dr. Pedro Pablo Castrillón Sánchez – Colombia

Drogas, violencia y victimización


Prof. Dra. Esther Kososvki – Brasil

210
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

El sistema de vinculación afectiva


Prof. Dra. Isabel Cuadros Van der Werf – Colombia

Las crisis, el traumatismo psíquico y la atenuación del daño


Prof. Dr. Rubén Musicante – Argentina

La violencia en el ámbito educativo


Prof. Lic. Olga Puente de Camaño – Argentina

Violencia intrafamiliar en Chile


Prof. Guido Demicheli M., Prof. Carlos Clavijo L.

Victimología y Derechos Humanos: Víctimas del Abuso de Poder


Prof. Dra. Hilda Marchiori – Argentina

211
Victimología

212
Principios de Justicia y Asistencia para las Víctimas

Serie Victimología 2
Estudios sobre victimización
¿Cómo son vistas las víctimas del delito en Alemania? Sobre cuestio-
nes de una estigmatización
Helmut Kury - Alemania

Criminalidad y victimización como cotidianeidad resultados de un


estudio victimológico en Colombia
Helmut Kury, Liliana Gordon Atehortua, Michael Würger - Alemania

Víctimas y victimología: los hechos y la retórica


Ezzat Fattah - Canadá

Algunas consideraciones sobre el rol de la víctima en el sistema penal


argentino
César Fortete - Argentina

Los Procesos de Victimización en el Homicidio dentro del grupo Fa-


miliar
Hilda Marchiori - Argentina

Principios fundamentales de Justicia para las víctimas del delito y del


abuso de poder - Naciones Unidas

Justicia para los niños víctimas y testigos de delitos. Oficina Interna-


cional de los Derechos del Niño

213
Victimología

Se terminó de imprimir en Editorial Brujas


en el mes de junio del año 2007.
Córdoba - República Argentina.

214

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