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Grupo-Mundos Docente
simbólicos Napoleón Murcia 10 Investigador Principal Posdoctor
Grupo-Mundos Hernán
simbólicos Humberto Coinvestigador- Estudiante
Vargas 08 tesista doctorado
Grupo-Mundos Estudiante
simbólicos Sebastián Castro 05 Coinvestigador Pregrado
Grupo-Mundos Docente
simbólicos Carolina Grajales 05 Coinvestigadora Magister
Grupo Kon-moción
Educación,
ciencias sociales y
humana. U. Simón
Bolívar
Desarrollo
Humano,
Educación y
procesos sociales.
U. Simón Bolívar
U. del Tolima.
Mundos
simbólicos.
UNIVERSIDAD GRUPOS DE LIDERES DE LOS INVESTIGADORES DE
INVESTIGACIÓN GRUPOS LOS GRUPOS QUE
PARTICIPAN EN LA
INVESTIGACIÓN
Universidad de Kon-moción
Cauca
Pero, a la vez que la escuela es creada por la sociedad, ella es trasformada por la escuela
en un efecto de ida y vuelta que se reconoce en algunos círculos académicos como
efervescencia magmática, en la cual un componente se funde con el otro para originar
una entidad que influye y a la vez es influida. En esta entidad coexisten multitud de formas
ontológicas que descansan sobre una organización que contiene fragmentos de diversas
organizaciones y, por lo tanto, es irreductible a la dominancia de una de estas formas. En
Castoriadis es posible encontrar esta perspectiva al definir la naturaleza de los
imaginarios sociales y de sus entidades: las instituciones imaginarias sociales.
(Poirier,2006; Castoriadis,1983). En el sentido anterior, la institución social “Escuela” es,
además de una posibilidad para cristalizar los anhelos sociales, una clausura social en la
cual se establecen los límites pero también unas posibilidades.
Dichas soluciones y formas de acción social no son tomadas en cuenta por la escuela
convencional, toda vez que sus currículos están centrados en contenidos desifrados
desde la lógica psicologista, cognitivista y sistémica y acomodados en protocolos de
orden y secuencia que fraccionan las realidades de la vida en cuestiones ficticias y
alejadas de esos contextos de vivencia social. Los estudios precedentes definidos en
antecedentes así lo dejan ver.
.
, que permitan documentar estos casos, en otra investigación profunda, desde procesos
que expliquen niveles de relación entre las dimensiones estructurales y procesuales[2],
para ser considerados en una propuesta curricular que se abordará en otros momentos
del programa de investigación. En este caso se definirán, desde esta aproximación, las
experiencias consideradas “prácticas sociales significativas”[3].
En esta línea de consideración, las prácticas sociales serán vistas en el marco de las
lógicas del imaginario social en el cual no pueden seccionarse como meras formas de
hacer/ser y decir/representar, sino que están siempre agitadas por las significaciones
imaginarias sociales. Lo anterior, por que en todas las prácticas sociales subyace un
imaginario que las determina y una representación social que las anima. Commented [L2]: Este párrafo en la tesis de Gregorio
Castoriadis (1983), asume que las prácticas sociales no se dan aisladas de las formas de
concebir las realidades, de las convicciones y creencias que sobre este se tienen, de las
significaciones imaginarias sociales que las comunidades han configurado. Por el
contrario, son estas significaciones las que orientan la definición de las dinámicas
funcionales de lo social y en ellas, los dispositivos para que estos acuerdos funcionales
sean posible. Moscovici (1994), considera, a propósito que las representaciones sociales,
desde las cuales se generan las prácticas sociales, están ancladas en una gran base
imaginaria.
Si bien, existen muchos estudios que asumen como objeto las prácticas sociales, incluso
asociadas con las prácticas pedagógicas (tal y como se muestra en los antecedentes), sin
embargo, vistas desde la racionalidad de las imaginarios sociales y sus representaciones,
se han elaborado muy pocas investigaciones (caso del estudio de Alfonso, 2014) en el
cual se buscan las representaciones sociales sobre las prácticas investigativas en tres
universidades Colombianas. Commented [L3]: Este párrafo en la tesis de Gregorio
Es de reconocer que los estudios considerados no tienen como propósito final reconocer
estos escenarios de práctica social que aporten a una escuela dinámica con las
características de la definida en el programa de investigación.
Cabe considerar que en el programa, la Escuela es asumida como escenario simbólico,
donde se configuran y reconfiguran significaciones sociales, pero sobre todo es el
escenario fenomenológico por naturaleza, donde se configura conciencia particular y
social desde las experiencias concretas, donde tienen asiento las practicas pedagógicas.
Es el escenario donde se generan imaginarios sociales capaces de definir las formas de
representar la vida social, razón por la cual, se hace imprescindible reconocer estas
dinámicas para proponer desde ellas nuevas formas de generarla y asumirla. Es
reconocido que los imaginarios sociales generan representaciones sociales que guían las
acciones e interacciones de las personas y por tanto son la base desde las cuales se
configuran las dinámicas mismas de formación (Moscovici y Jodelet, 1984;
Castoriadis,1983; Murcia, 2012).
Varios estudios se han desarrollado por parte de los grupos que constituyen la red, en los
que se evidencia cómo los procesos de práctica pedagógica desarrollados en la escuela
se preocupan fundamentalmente por la implementación de herramientas didácticas que
permitan el control, bajo la preocupación del aprendizaje de competencias cerradas
(Savater,1995) y que llevan al estudiante a mecanizar unas teorías, fórmulas y
procedimientos. Muestran además que, en muchos casos, tal propósito no se cumple y
que, por el contrario, las dinámicas propuestas fungen como inhibidores para el desarrollo
de valores sociales como la solidaridad, el reconcimieno, la reconciliación, la equidad o la
paz. (Jaramillo y Murcia, 2013, Murcia y Jaramillo, 2103; Betancur y Murcia, 2012; Arcila,
Guacaneme y Barboza, 2013).
Esta situación se agudiza cuando se analizan los comportamientos de la Educación
Colombiana en las pruebas estandarizadas de diferentes tipos, en las cuales el modelo
seguido, ni siquiera se está cumpliendo efectivamente con el logro de competencias
básicas.
Otros estudios realizados por los grupos, han dejado clara la importancia que tienen
algunos procesos dinamizados en la vida social (ocasionalmente generados en algunas
instituciones educativas), para potenciar no sólo la formación de competencias básicas,
técnicas y científicas, sino, y sobre todo, para desarrollar procesos efectivos de
trasformación y consolidación de valores de alteridad como el respeto, la solidaridad, la
equidad, la educación ciudadana y la paz. Otros han dejado claro el papel que juega la
capacidad de resiliencia para afrontar los problemas de la vida cotidiana, dentro de ellos
la desersión (ver programa de investigación). En un estudio realizado por Reyes (2012),
que buscaba desarrollar habilidades sociales en los estudiantes del gimnasio moderno,
basados en talleres desde la Música y literatura como estrategia didáctica en el aula, se
logró la solución efectiva de conflictos entre los niños y niñas.
Para el estudio, el habitar la ciudad será considerado como el hacer parte de la ciudad, en
una perspectiva que supera el sólo ocupar un espacio en (…). Desde estas y las
anteriores consideraciones, se formulan las siguientes preguntas que ayudarán a guiar la
investigación:
Las formas de habitar la ciudad, esas experiencias que generan hábitus positivos de
convivencia y reconciliación, esas formas de vida que posibilitan acuerdos sociales en la
solución de conflictos y que llevan al acoger a las personas, (escuela de la acogida)[5] y a
la naturaleza como parte misma y constituyente de cada uno; son vivencias que están ahí
en la universidad, en la escuela en la calle esperando ser reconocidas y validadas en una
institución que asuma la vida como posibilidad de su currículo emergente.
¿Cuáles son los escenarios de práctica social donde se generan experiencias
significativas en educación ciudadana?
¿Qué procesos desarrollan estas comunidades de práctica social que puedan ser de
relevancia en una propuesta de Escuela dinámica; en otras palabas, por qué debe ser
considerada como una práctica relevante para una Escuela dinámica?
¿Cuáles son las dimensiones del ser humano que se potencian con mayor
preponderancia?
Definir los escenarios de práctica social en: el espacio urbano, el arte escénico, la
deserción en la Escuela secundaria, la música y artes plásticas en la Escuela, la
investigación en Educación y Pedagogía, donde se generan experiencias significativas
construcción de paz, convivencia social, reconciliación y equidad
-
Definir los niveles de objetivación y anclaje social de las prácticas sociales
consideradas como posibilidad para una escuela dinámica.
“La educación debe ser una preparación para la vida … El fin de la vida es encontrar la
felicidad, lo que significa encontrarle interés”. (Alexander Sutherland Neill)
La escuela debe ir perdiendo el aspecto de claustro que ha adquirido a lo largo de los
tiempos. Porque lo que se busca es que el estudiante tenga esa libertad de estar en los
ambientes que movilizan el conocimiento.
La escuela tradicionalmente ha sido vista como un espacio cerrado, con reglas estrictas Y
dadas desde arriba; que homogeniza y prepara individuos para implantarlos en el mundo
laboral sin sobresaltos. En esta idea, la escuela ofrece conocimientos y adecúa a los
alumnos para una vida social productiva. Los padres envían a sus hijos a que se
“eduquen”, para que sean hombres y mujeres “de bien”. La escuela cumple con su
obligación si entrega buenos resultados, si sus estudiantes “sacan” buenas calificaciones,
si tiene una disciplina rigurosa, si edifica lo que no hace la familia y la sociedad y si
alcanza al pie de la letra los designios de la autoridad educativa, en una cadena de
mando y obediencia que reproduce la estructura tradicional y burocrática de las
instituciones.
No se trata de convertir a la escuela en un lugar donde simplemente se enseña y aprenda
sin ningún nexo con las relaciones sociales de dominación, al contrario se trata de
considerar la escuela como el escenario de relaciones sociales y culturales que den
apertura a nuevas posibilidades de reconocimiento social.
“De aquí la necesidad de una escuela con enseñanza atrayente, impartida por maestros
comprensivos, en un ambiente agradable y armonioso, muy distinto de esas escuelas
sembradas de manojos de mimbre ensangrentado, en donde sólo se oyen los gritos de
los niños torturados por maestros ebrios de cólera” (UNESCO 1957).
Freire sostiene que “la educación verdadera es praxis, reflexión y acción del hombre
sobre el mundo para transformarlo” (1971: 91). La escuela tiene en el hombre y el mundo
los elementos bases del sustento de su concepción. La escuela no puede ser una isla que
cierre sus puertas a la realidad social, cultural, económica y política. Está llamada a
recoger las expectativas, experiencias, sentimientos, vivencias y problemas de la
comunidad, del ser en sociedad es decir proponiendo una escuela fundamentada en la
alteridad. La escuela del dialogo, comunicación entre los hombres, que no se da en el
vacío sino en situaciones concretas de orden social, cultural, económico y político.
Para Illich la escuela debe ser totalizante y dinámica; un proceso que supere por completo
los caracteres reducidos y estáticos de la concepción tradicional y que brinde
oportunidades de realizarse en otras instituciones, en un sistema abierto que
la transforme. (1975, p. 12).
Dadas estas consideraciones se hace evidente, en primer lugar, que la escuela es un
producto de la dinámica propia de lo social, ya que son los mismo sujetos quienes
determinan las funciones que debe cumplir en el ámbito del ser, hacer y representar, en
donde dichos aspectos lo que hacen es configurar una serie de significaciones que
determinaran aquello que es correcto e incorrecto, esas funciones que definirán las
acciones de los actores sociales que constituyen la escuela.
Reconocer la escuela desde su dimensión social, es considerarla como un escenario
dinámico, donde constantemente se está transformando y resignificando a partir de las
posibilidades de los sujetos y del medio que estos habitan; desde esta perspectiva, el
lugar ontológico y epistemológico desde donde abordar la escuela dinámica son los
imaginarios sociales[8] ya que se convierten en posibilidad de creación, proponiendo otras
salidas que hacen posible la escuela no desde las perspectivas hegemónica y tradicional,
sino desde la apertura de aquellos imaginarios radicales e instituyentes que se dinamizan
a partir de procesos auto-eco-organizados, con miras a resignificar y trasformar los
imaginarios instituidos, desde los cuales se generen acuerdos que reconfiguren una
nueva escuela desde la dimensión social.
Los imaginarios sociales son los que empujan a los grupos humanos a construir sus
instituciones; pero para que ello sea posible, se requieren algunas condiciones en el
imaginario para lograr su posicionamiento social: la objetivación y anclaje en las
representaciones sociales (Moscovici, 1986); la naturalización de los símbolos y
significados en el grupo social; las formas de ser corriente en los imaginarios instituidos
(Castoriadis, 1997, pp. 133-156) y la práctica cultural y permanencia temporal en las
construcciones simbólicas (Cassirer, 1971, 1976).
El lugar que ocupa la comprensión de lo social desde los imaginarios sociales se releva
en el marco del reconocimiento de las posibilidades de acción e interacción de las
personas, abandonando la idea de ubicar el sujeto en un lugar pasivo de la estructura,
limitando sus posibilidades en la mera representación de las cosas y los fenómenos que
tienen lugar fuera de él.
En cambio y como plantea Murcia “son las teorías del imaginario social las que superan
las posturas estructuralistas y post estructuralistas hacia lógicas del todo
construccionistas” (2012, p. 81), en el que las personas no hacen parte como un elemento
más de la estructura, sino que se asumen como verdaderos actores protagónicos de lo
social ; lo cual hace necesario el asumir posturas que aborden con prioridad la
construcción de realidades sociales desde las dinámicas intersubjetivas en el plano de la
vida cotidiana.
Es en esta lógica que es posible pensar diversas propuestas de formación y construcción
de paz que relevan el escenario como significativo y estratégico en la institución de una
verdadera cultura de paz y convivencia. Se asume pues la educación como:
Un proceso permanente a lo largo de toda la vida del individuo, es decir, como la
superación del concepto inicial de reciclaje profesional, para responder a una necesidad
cultural, pero, sobre todo, para responder a una exigencia nueva de autonomía dinámica
de los individuos en una sociedad en profunda transformación. Así, la educación, una vez
descompartimentada en el tiempo y en el espacio, se transformará en una dimensión de
la vida misma (Delors , 1996, p. 122).
Indiscutiblemente el espacio en donde se debería edificar la escuela sería un lugar
amplio, cálido, colmado de los elementos necesarios para ofrecer alternativas que
potencien los procesos de interacción social. Un lugar que forme parte del mundo, que de
apertura a nuevas posibilidades de ser, actuar de transitar en los escenarios sociales, un
sitio maravilloso en el cual docentes y alumnos deben poder disponer de todo el tiempo
necesario para hacer uso de estos elementos y para construir un diálogo armonioso de
transmisión y adquisición de conocimientos, habilidades y experiencias.
Para esto se deben considerar unas nuevas formas de interacción en los escenarios
escolares tales como:
1- flexibilizar los procesos de enseñanza aprendizaje para otorgar mayor libertad a los
miembros de la escuela;
2- propugnar una relación docente-alumno más abierta, fortaleciendo los lasos personales
para consolidar las relaciones grupales
La práctica social es asumida por la mayoría de los teóricos del campo social como la
actividad recurrente que los seres humanos realizan, correspondiente con los acuerdos
sociales; en consideración a lo cual, una práctica social se puede considerar como tal, en
primer lugar cuando la actividad que se desarrolla tiene una fuerza de realización tal, que
se repite por los integrantes del grupo social constantemente, y en segundo lugar, cuando
esta actividad corresponde a unas pautas definidas por los grupos sociales donde ella
tiene lugar.
Pese a que estas categorías son coincidentes en la mayoría de los teóricos e
investigadores del campo de las prácticas sociales, los desarrollos que
presentan muestran matices diferentes que vale la pena considerar.
Camacho (2006, p.133), por ejemplo asume que la práctica social “se refiere a la actividad
del ser humano, sobre el medio en que se desenvuelve. A través de las prácticas sociales
el hombre da sentido a los problemas fundamentales de la ciencia, sometiéndolos a
complejas relaciones entre ellos y su entorno”. El autor toma como referencia a Abrich,
(2001, p. 238), quien propone que en el estudio de las prácticas sociales se deben tener
en cuenta dos factores: las condiciones históricas, sociales y materiales en las que ella se
inscribe y el modo en que se apropia el individuo o grupo concerniente. Proceso en el cual
los factores cognitivos, simbólicos y representacionales desempeñan un papel
determinante.
En estos conceptos, se perfila la práctica social no sólo como el hacer, que en sí mismo
implica intervención y afectación del medio o escenario donde la práctica se desarrolla, en
el caso de Camacho, es afectación de la ciencia, la ciencia matemática dada su aplicación
en el estudio de este investigador; sino que, además desde esa afectación de la ciencia
es posible que el ser humano construya las relaciones de sentido con su entorno. De ahí
que estas relaciones se configuran como un acto que trasciende lo meramente
instrumental y mecánico de la acción y que se posan sobre las recordaciones
histórico/sociales de las cuales hacen gala las personas que actúan, pues desde ellas
acopian esas herramientas tanto que les posibilita actuar y hacerlo de una forma
determinada; la forma acopiada por lo histórico social.
En esta particularidad de actuación, coinciden filósofos como Schutz (2008), al asumir que
las realidades sociales son siempre fenomenológicas y que ellas corresponden a esas
coordenadas de
. De ahí que las razones en el marco de las cuales los sujetos justifican las
actuaciones, cobran sentido en el análisis de los contextos sociales e históricos que han
rodeado la vida de las personas que actúan, lo anterior amparado en la base central de su
teoría: la presunción o pre-suposición, fundamento sobre el cual se configura el mundo de
la vida, el mundo del sentido común.
Pero este proceso es más complejo que la sola realización de una acción que
corresponde a las coordenadas edípicas y condicionamientos de lo social, pues en
términos del autor, cuando el hombre configura ese mundo del sentido común, ese
mundo de la vida, acude también a su estado particular de formación y desarrollo, eso
que las microsociologías han determinado como de rango familiar y que Schutz reconoce
como la
. “La situación actual del actor tiene su historia; es la sedimentación de todas las
experiencias subjetivas previas, que no son experimentadas por el actor como anónimas,
sino como exclusiva y subjetivamente dadas a él y sólo a él” (Schutz, 2008, p.18). Esta
situación de vida del actor social es la que permite que se sitúe como un sujeto particular
ante las racionalidades del sentido común, en lo que le permite asumir esas
generalidades de lo histórico social, de forma particular, desde ellas se matizan las
realidades sociales con las particularidades creativas de los actores algunas de las cuales
controvierten las lógicas definidas como normales.
Sin embargo, a diferencia del planteo del grupo del Aula de sistematización de la práctica
social, el controvertir la racionalidad no es casual ni requiere que sea compartida dicha
controversia con el grupo social, para que sea una forma de habitar el mundo de la vida,
sólo se requiere la particularidad creativa del actor que engendra la duda respecto de las
condiciones pre-establecidas, y que actuando en el mundo de la vida busca modificarlo.
Otra categoría central en la consideración de las realidades de la vida cotidiana de Schutz
es el
que el actor social posee a la hora de realizar las acciones o prácticas sociales[9]. La
verdad es que la situación biográfica, esa condición que le permite al actor “ser si mismo”,
lo dota además, de un
regularmente devenidas del mundo del sentido común, desde cuyo caudal realiza las
acciones; a decir de Schutz , estas tipificaciones surgen de una “estructura social”.
La sociedad es la gran institución creada por el ser humano, dice Castoriadis, pero no
sólo crea la sociedad sino las condiciones y dispositivos para que ella funcione “ella toma
existencia según el modo de ser del para sí, y cada sociedad es un para sí (…) crea su
mundo propio y para ella nada puede tener sentido o existir, siquiera sino entra en su
mundo propio, en la forma en que este organiza y dota de sentido a lo que ingresa en él”
(Castoriadis,1998, p. 22-26).
“Tanto en lo que concierne a las partes que pone como a las relaciones que establece
entre esas partes y entre ellas, y el todo, es en cada momento una creación de la
sociedad en cuestión. Y esta creación es génesis ontológica, posición de un eidos, ya que
lo que de tal manera se pone, establece e instituye cada vez , y que por cierto es
vehiculado por la materialidad concreta de los actos y las cosas, supera esa materialidad
concreta y todo eso particular, es tipo que permite una reproducción indefinida de sus
instancias, las cuales únicamente son en general y son lo que son en tanto instancias de
ese tipo” (Ibid.1989, p31). Por ejemplo, un cuchillo es ese tipo o eidos creado, como lo es
también una palabra cualquiera. Y dependen de la articulación interna de cada sociedad y
de los dominios en los y por los cuales existe.
Por esto, la creación en la práctica social no es una casualidad ni se da ocasionalmente,
sino que es su caracterización, su esencia, la determina y se congrega como unidad
magmática que funde múltiples dimensiones y polifonías. Justamente, la figura del magma
es tomada por Castoriadis para referirse a un modo de coexistencia en fragmentos de
múltiples organizaciones lógicas pero no reductible a una organización lógica. La noción
de magma es aplicada tanto a la psique en tanto expresión de la imaginación radical,
como a la sociedad en tanto magma de significaciones sociales. Franco Yogo lo explica
desde la fusión entre la particularidad y la fuerza social; “La subjetividad asumiendo que
ella es es producto de la incorporación de significaciones imaginarias sociales creadas por
el colectivo anónimo de los sujetos a partir de su imaginario social instituyente. El sujeto
deviene dando a su pasado y a su porvenir un sentido, eligiendo un proyecto
identificatorio y una interpretación de su historia reelaborada sin cesar”. (Yogo, 2003,
p.15)
Justamente, Castoriadis (1983), asume que las prácticas sociales no se dan aisladas de
las formas de concebir las realidades, de las convicciones y creencias que sobre este se
tienen, de las significaciones imaginarias sociales que las comunidades han configurado.
Por el contrario, son estas significaciones las que orientan la definición de las dinámicas
funcionales de lo social y en ellas, los dispositivos para que estos acuerdos funcionales
sean posible. Moscovici (1994), considera, a propósito que las representaciones sociales,
desde las cuales se generan las prácticas sociales, están ancladas en una gran base
imaginaria.
- Formales (Escuela, casas de la cultura)
identificar los procesos que podrían ser considerados como prácticas sociales
significativas para la construcción de la escuela dinámica.
: la identificación de estos procesos puede hacerse por referencia de algún actor social o
líder social. Se desarrollará una entrevista semi-estructurada a los líderes de
las instituciones formales y no formales mencionadas:
Sub-momento uno.
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