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UNIVERSIDAD RURAL DE GUATEMALA

SEDE 057- LA LIBERTAD, PETÉN

CÁTEDRA: MODULO AL CONOCIMIENTO

TEXTO PARALELO

ALUMNA:
HEIDY YANET NAJERA QUEVEDO

ING. CARLOS LUNA

FECHA: LA LIBERTAD, PETÉN 08 DE JUNIO DE 2018


ASPECTO DE DEGRADACION AMBIENTAL E INTERRELACION DE LOS
RECURSOS NATURALES

4.1. El debate histórico entre el crecimiento de la población y los recursos


naturales. De Malthus a la Conferencia de Río

 4.2. El estado actual del debate histórico


o 4.2.1. El crecimiento cero: una utopía deseable?
o 4.2.2. Los límites del crecimiento
o 4.2.3. La capacidad de carga
o 4.2.4. La cuantificación del impacto de las actividades humanas: la «huella
ecológica»
o 4.2.5. Algunas consideraciones finales: omisiones del pasado y líneas de
investigación futuras
 4.3. El objetivo a alcanzar: el desarrollo sostenible

La relación entre la población y medio ambiente, el impacto de la primera en este


último, ha sido una cuestión largamente estudiada a lo largo de la historia. El
continuo crecimiento de la población, especialmente intenso desde el inicio de la
Revolución Industrial, ha sido la causa que numerosos científicos teorizan sobre
los efectos de la población en el medio ambiente en general y en los recursos
naturales en particular, partiendo, eso sí, de bases conceptuales diferentes.
Por lo tanto, creemos necesario antes de proseguir en nuestra exposición,
presentar, grosso modo, como han sido tratados los dos conceptos básicos con
los que trabajamos: la población y el medio ambiente.
A pesar de ciertas excepciones, en la mayoría de las aproximaciones realizadas
en concepto de población está limitado al crecimiento demográfico, al aumento del
volumen total de la población, sin atender otras variables demográficas de gran
interés como la estructura por edad y sexo, los patrones migratorios, la distribución
espacial de la población, las pautas de movilidad o la relación de los individuos
con la actividad. Pocos autores son conscientes de esta carencia y algunos
intentos para paliar esta situación, como el foro virtual organizado por Population
and Environment Research Network a través de su página web, han resultado
decepcionantes, derivándose el debate, un vez más, a la simple visión de la
población como volumen total agregado de individuos.
Otra omisión constante es la no consideración de los demás aspectos caracterizan
las sociedades aparte de sus características estrictamente demográficas. En este
sentido, diversos autores defienden que en su relación con el medio ambiente, hay
que considerar los aspectos sociales y culturales de la población, de manera que
para reducir la presión sobre los recursos no basta con poner en marcha políticas
de control de la población (como es el caso, por ejemplo, de la actual política de
China) sino actuar sobre otros factores como los culturales, los sociales y los
económicos, destacando la importancia de elementos como la pobreza, las leyes
del mercado o las políticas gubernamentales. Así, en contraste con la relación
directa entre las demás especies y el medio ambiente, este punto de vista enfatiza
la organización social y cultural humanas, de modo que el cambio ambiental es
entendido tanto como un proceso natural como social.
Sin embargo, la idea dominante, simple pero no por ello menos cierta, de la mayor
parte de los estudios es que el aumento de la población ejerce una presión
creciente sobre el medio ambiente, por la necesidad, también creciente, de
abastecerse de las materias primas necesarias para su propia supervivencia. De
esta manera, el crecimiento de la población provoca una mayor presión sobre el
suelo por el mayor requerimiento de tierras de cultivo y por la competencia
existente entre las diferentes actividades económicas, el agotamiento de ciertos
recursos minerales y fósiles por las mayores necesidades energéticas.
El medio ambiente, por contra, ha sido definido de muchas maneras diferentes,
que incluyen tanto zonas climáticas o localizaciones urbanas o rurales como,
sobre todo, recursos naturales específicos (aire, agua, bosques y suelos
principalmente). Clarke (1995) ofrece tres posibles definiciones de medio
ambiente:

 Física / natural. El medio ambiente es entendido como las características de


los paisajes (el clima, los suelos, la geología...) que no han sido modificadas
por el impacto humano.
 Geográfica. Tiene en cuenta cambios producidos por el hombre,
acostumbrándose a distinguir entre paisaje habitado / inhabitado, urbano /
rural... En la actualidad, una de las principales líneas de investigación, como se
verá más adelante, es cuantificar la importancia relativa de los factores
humanos y naturales en los cambios medioambientales.
 Ecológica. Son las condiciones externas o ambientales en las que viven los
animales y las plantas.

En la mayoría de los casos, la visión del medio ambiente se ve restringida al


concepto de recurso ambiental. A pesar de la disparidad de sus definiciones, la
más consensuada entre los autores, posiblemente por su amplio carácter, es la
realizada por las Naciones Unidas, por la que los recursos naturales son «todos
aquellos productos de la naturaleza que tienen una utilidad para la humanidad».
Esta definición, si bien es excesivamente general, contiene tres ideas básicas que
se repiten en la mayoría de las definiciones: a) el hecho de que son parte o se
obtienen a partir de un sistema natural, b) que satisfacen necesidades y c) que
enfatizan el carácter pasivo de la disponibilidad de los recursos naturales,
ignorando el proceso activo de apropiación y transformación de los recursos a
través de la aplicación del conocimiento científico-técnico. De esta manera, por
tanto, su consideración como tales puede variar a lo largo del tiempo y del
espacio.
Así, no se puede considerar los recursos como un stock, ya que su valor depende
de las necesidades y de la situación tecnológica de cada momento más que del
recurso en sí mismo. De hecho, lo que se da es un flujo de recursos regulado por
la dinámica de los fenómenos naturales y por la dinámica del sistema social, su
capacidad de «crear» nuevos recursos que en sustituyan otros de obsoletos.
Asimismo, el mismo autor destaca la diferencia existente entre los conceptos de
recurso y reserva, ya que este último hace referencia únicamente a los depósitos
conocidos, que pueden ser explotados con las tecnologías disponibles a precios
corrientes, mientras que, como hemos visto, los recursos es un concepto bastante
más amplio. Por otra parte, la división entre renovables y no renovables es
empleada a menudo a pesar de su cierta ambigüedad, ya que no se tratan de dos
categorías plenamente excluyentes la una de la otra.
FiFinalmente, las variables usadas para medir la degradación ambiental incluyen
tanto medidas cuantitativas (la polución, la pérdida de suelo ...) como cualitativas
(la percepción de la población).

RECURSOS NATURALES Y EL MEJORAMIENTO DE LA CALIDAD DE VIDA DE


LOS SERES VIVOS

Para comenzar, hay que dejar claro que los cambios en la economía se relacionan
en un proceso de mutua influencia con los cambios en la tecnología. Dada la
creciente integración de tecnologías para atender los problemas que presentan el
cambio y el crecimiento de la población; la dinámica de los procesos de
urbanización y, en general, la búsqueda del bienestar, entra en escena un
concepto revolucionario y con él toda una nueva gama de elementos para
entender el progreso al final del siglo XX.

Hablar de calidad de vida llanamente, suena un poco abstracto. Para


referirse a este concepto, hay que establecer claramente cuál es su interpretación
y en qué sentido se utiliza. El mismo nace a mediados de este siglo XX y con él,
un vasto número de científicos que le dan diferentes interpretaciones.

Su nacimiento obedece a la problemática del desarrollo económico que


incluye una creciente integración de tecnología derivada del avance científico. Se
pretende atender con visión sistemática los problemas que acarrean el progreso
tecnológico, el crecimiento de la población, la dinámica de los procesos de
urbanización y, en general, la búsqueda del bienestar.

Para medir la calidad de vida no se ha creado una unidad específica y con


valor universal para efectuar la correspondiente evaluación. Se han propuesto
variedad de alternativas para establecer el nivel de avance o retroceso con
respecto al progreso de una sociedad específica, así como para fundamentar
políticas de acción.

Sin embargo, “el mejoramiento de la calidad de vida que se plantea como


principal objetivo del desarrollo social, económico y cultural, pasa por la búsqueda
necesaria de un equilibrio entre la cantidad de seres humanos y los recursos, así
como la protección del medio ambiente,…” [1] pues la evolución de la población y
sus patrones de crecimiento y de distribución están incidiendo de manera
alarmante en la disponibilidad de los recursos naturales y en los diferentes
ámbitos del bienestar humano.

El concepto de calidad de vida tiene una interpretación muy


diferente cuando lo emplean hombres cuyas necesidades vitales están
satisfechas, como en el caso de quienes viven en los países ricos y
altamente industrializados, que cuando lo emplean otros cuya principal
preocupación es cómo y dónde alimentarse el día de hoy, como sucede
en los países subdesarrollados.

Para estos últimos, el desarrollo económico es urgente y prioritario


para lograr un nivel material que logre satisfacer sus necesidades
básicas: alimentación, vivienda, vestido, salud y educación. En el caso de
los primeros, se replantea su crecimiento, intentando superar el enfoque
predominantemente económico ligado a la producción de riqueza
material y la ampliación del mercado a costa de los países pobres.

Las naciones atrasadas no deben imitar el proceso de desarrollo de


las naciones avanzadas, sino que ambas deben reorientar sus estilos.
Estas últimas, controlando su crecimiento material, buscando calidad en
lugar de cantidad; y las primeras, estableciendo una conciencia global del
problema y a la vez, una solución al mismo.

Durante la década de los 60 del siglo pasado, se tomaba como referente del
progreso al empleo y al ingreso modesto, además de los servicios de urbanización
básicos. Actualmente, estos conceptos se pierden en el espacio de los intereses
individuales propiciados por el consumismo, la pérdida de la honestidad y de otros
valores, con el afán de conseguir lo superfluo. Ahora, el grado de satisfacción
personal es el que marca la diferencia.

En este sentido, se es pobre o de bajo nivel de vida cuando no se pueden


satisfacer las necesidades más apremiantes propias o de la familia. El pobre de
los años 90 del siglo pasado, quien no necesariamente es alguien sin dinero, se
siente rezagado de una u otra forma; es alguien que quedó atrás cuando otros
lograron avanzar y disfrutan de los beneficios del progreso y del consumo
moderno.

En este sentido, la calidad de vida para los ricos, se origina en los países
elite, donde su base radica en el poder que generan la propiedad privada y el
dinero. Los méritos individuales son la médula espinal de esta concepción. Entra
también en juego todo tipo de mejoras que redundan en la vida urbana.

Es decir, la calidad de vida es medida, desde este punto de vista, como un


mayor número de personas con acceso a servicios públicos como agua potable,
energía eléctrica, comunicación a distancia, acceso a transporte, educación,
servicio médico, y una larga lista de productos de consumo que muchas veces
empobrecen más de lo que enriquecen. Tal es el caso de la telefonía celular, la
televisión por cable o por satélite, los videojuegos y la renta de películas caseras

Mediante el Producto Nacional Bruto o Producto Interno Bruto (PNB o


PIB) no se puede medir, ni mucho menos comparar satisfactoriamente,
los niveles de desarrollo económico ni las condiciones de vida, y mucho
menos jerarquizarlas correctamente entre todos los países del mundo.
La comparación sólo es posible en los grupos de países altamente
semejantes.
El Índice de Desarrollo Humano (IDH), utilizó un método de cálculo muy
sencillo: el promedio aritmético. Con él, se incrementa el sesgo entre los
países ricos y pobres a través del tiempo, creando como consecuencia,
una medición y una comparación erróneas de la calidad de vida, o del
índice de desarrollo humano. Por un lado, existe una minoría de países
con niveles elevados de ingresos por habitante y cuyos ciudadanos
tienen generalmente acceso a satisfactores suficientes en cantidad y
calidad; y por el otro, hay una abrumadora mayoría de países de bajos
ingresos en los que la mayor parte de la población no cuenta con
satisfactores adecuados ni cuantitativa ni cualitativamente; pues en
1995: [2]

· 80 % de la humanidad vivía en el tercer mundo.

· 7 de cada 10 hombres en la pobreza.

· La mitad son mujeres que realizaban el 60 % de todo el trabajo.

· Más del 30 % de la población mundial eran niños menores de 15 años.

· Mientras que el 10 % eran mayores de 60 años.

· El 80 % de las familias en el mundo no tenía automóvil ni teléfono.

· Otro 80 % no podía permitirse viajar al exterior.

Aquí se observan las relaciones entre el crecimiento económico y la calidad


del medio ambiente, pues las modalidades actuales de extracción, producción y
consumo de bienes y servicios han contribuido a una mayor desigualdad social y a
una explotación destructiva y despilfarradora de los recursos naturales. Además,
“el aumento de la productividad dado por el avance tecnológico, junto al explosivo
crecimiento de la población, tanto en el ámbito rural, como urbano, son las causas
que explican [la baja calidad de vida y] el deterioro del medio ambiente.” [3]

Como puede verse, el concepto en cuestión tiende a modificar las


relaciones humanas, y aún, a valorarlas. Además, se ha visto en los
últimos años, que este desarrollo económico es producto de la aplicación
tecnológica al proceso productivo, la cual tiende a mecanizar la
producción y a “ofrecer empleo” al ejército laboral de reserva, además de
que transcurre sin control ni regulación, sino que simplemente por el
deseo de elevar la productividad y la ganancia. Por ello, hoy en día bien
se sabe que el crecimiento no significa automáticamente progreso ni
conlleva calidad de vida.

RECOMENDACIONES Y ALTERNATIVAS PARA EL USO DE LOS RECURSOS


NATURALES

La humanidad cada vez acelera el momento en que debe empezar a sobrevivir a


crédito de los recursos naturales. Es por esto que es necesario modificar la
utilización de éstos para poder vivir de una manera sustentable. Desde hábitos de
comida hasta la forma de realizar ciertas actividades pueden contribuir a aplacar
los daños hacia el medio ambiente. Daniela Jácome es consciente del problema,
es por eso que desde hace un mes empezó a ir al supermercado con su “bolsa de
compras” de tela. Esto evita la utilización de las bolsas plásticas que tienen un
mayor impacto en la conservación del medio ambiente ya que tardan años en
degradarse. La reutilización de los envases también es otro hábito que se
recomienda adoptar. Utilizar botellas retornables permite aplacar los efectos del
plástico ya que su materia prima son los combustibles fósiles que son recursos no
renovables. Puede reutilizar cartones, cajas y envases de vidrio ya que si reduce
la demanda también disminuirá su producción. Apagar la luz al salir de una
habitación, aunque parezca una actividad intrascendente, es una forma de ahorrar
energía. Por cada kilovatio de electricidad que se ahorre evitará la emisión de
aproximadamente 800 gramos de CO2 según estudios de Greenpeace. La
mayoría de aparatos gasta energía si están conectados aunque no los está
utilizando. Por eso debe desconectarlos si no están en uso. Además de ayudar al
medio ambiente es una forma de ahorrar dinero ya que el consumo será menor.
También es importante usar con moderación la calefacción y el aire
acondicionado. La contaminación que produce la quema de basura afecta en gran
medida al medio ambiente y puede desencadenar en incendios forestales. Cerrar
la llave del agua mientras se cepilla los dientes o se afeita ayuda a ahorrar
alrededor de 80 litros de agua por día al igual que tomar baños más cortos. 40
litros de agua son desperdiciados solamente hasta esperar que salga agua
caliente, para evitarlo puede poner una cubeta y con el agua recolectada puede
utilizarla para otras actividades. La Organización Mundial de la Salud recomienda
el uso de 80 litros de agua diarios que cubran las necesidades de higiene
personal, aunque el consumo promedio es de 1800 litros diarios si se añada la
agricultura, ganadería e industria, según un informe de la organización española
Eroski que esta llevando a cabo una campaña para la conservación del agua. Es
necesario promover la conservación de los recursos empezando por los más
cercanos, como explica Martín Freire quien con sus compañeros de casa,
recolectan artefactos que otras personas desechan y les dan otro uso. Ahora
cuentan con floreros hechos en botellas de vidrio, una mesa en su sala fabricada
con varios pedazos de madera, que encontraron tirados en su edificio, y una silla
también hecha con productos reciclables.

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