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Evolución, Genética
Y
Dobzhansky
Nací el 25 de enero de 1900 en Nermirov, Ucrania que en ese tiempo estaba bajo
el dominio del imperio Ruso. Mi madre fue Sophia Voinarsky, ella era una mujer
muy atenta conmigo y siempre se esforzó por cuidarme y hacerme sentir feliz, y mi
padre fue Grigory Dobrzhanksy, el trabajaba como profesor de matemáticas en una
escuela de secundaria y el se esforzó por educarme y que desarrollara mis
habilidades en el area de la ciencia. Era hijo único y mi familia era de la iglesia
ortodoxa, y yo aún sigo manteniendo mi fé en la iglesia, para muchos eso debe ser
raro porque por lo general los científicos no creen en Dios pero eso es un mito,
muchos de mis colegas tienen otras posiciones tanto filosóficas como religiosas, no
todos son ateos. En fin, volvamos con mi vida.
Sin embargo vinieron tiempos oscuros cuando cumplí 10 años cuando mi familia
decide irse a las afueras de Kiev en donde vivi los días oscuros de la 1era Guerra
Mundial y la Revolución Bolshevique, dado a la situación de mi país mi familia
pasó por mucho tiempo con miedo tratando de sobrevivir a esos días turbulentos, ya
no me dejaban salir tanto tiempo como antes, el cielo cada vez se volvía mas gris e
inclusive llegamos a pasar hambre en varias ocaciones. Fueron tiempos difíciles,
pero en ningún momento mi familia se rindió y juntos nos esforzabamos por seguir
adelante por mas difícil que llegara a ser.
A pesar de los tiempos duros, mi pasión por los insectos no se apagó y en cada
oportunidad que salía a coleccionar insectos me encantaba mas y mas, era una
actividad que me relajaba y animaba mucho en esos días, así que era obvio que
quería ser un reconocido biólogo cuando fuese grande y quería sentrar mis estudios
en las mariposas.
Pero como buen científico, sabía que esto no era suficiente evidencia para
demostrarlo, es mas, en ese momento yo creía que me estaba ilusionando
demasiado. Sin embargo, de lo que si estaba seguro es que si había algo detrás de
esos ojos grandes y rojos de la mosca, y tenía que demostrarlo.
En 1937, fue donde plasme todo mi conocimiento adquirido en todos esos años
con la mosca de la fruta, en mi obra: Genética y el origen de las especies. En ese
libro enfrente a los darwinistas ortodoxos y a los heterodoxos genéticos y uní ambas
visiones para formar una teoría sintetizada de la evolución, en donde no separé los
aportes de Darwin con los nuevos descubrimientos de la época.
En ese libro describí como las especies llegaron a existir al mostrar como la
mutación se daba naturalmente todo el tiempo, algunas de esas mutaciones suelen
ser dañinas en ciertos casos pero la mayoría no tenía ningún efecto, generando una
variedad génetico que nadie se habría imaginado antes. La variabilidad sería la
materia prima de las nuevas especies, las mutaciones que ocurrieran en la población
aislada haría que se volvieran mas y mas diferentes a su especie haciendo que solo
se produzcan entre ellas mismas. Y así, surgía una nueva especie.
Años mas tarde regresé a Nueva York y trabajé como profesor de zoología en la
Universidad de Columbia, pero eso no me quedó lejos de ningún reconocimiento
porque gané un premios: la Medalla Nacional de la Ciencia en 1964.
Sin embargo, mi vida no fue solo éxitos porque admito que estoy muy
agradecido por mis reconocimientos, pero aún siguen doliendo lo que he perdido. Mi
mentor Filipchenko murió en 1930 por meningitis estreptocócica, en 1968 me
diagnosticaron leucemia linfático crónico y dijeron que tendría de a pocos meses a
unos pocos años, mi amada esposa murió el 22 de febrero de 1969 por trombosis
coronaria y yo todavía sigo aquí, esperando el día en el que me termine por matar la
leucemia. A veces suele visitarme mi hija Sophia con su esposo y está bien tener
compañía de vez en cuando, aunque yo solo espero saber algún día que seré abuelo,
por lo menos antes de morirme.
A pesar de lo que me dijeron los médicos, la leucemia avanzó muy lento y jamás
sentí que era una molestia, al contrario tenía mas energía para trabajar porque en ese
momento pensé que si me iba a morir mañana entonces debía disfrutar todo lo que
Dios tenía para ofrecerme en el día de hoy. Y con esa mentalidad me mantuve por
mucho tiempo, todavía conservo esa perspectiva aunque tengo el presentimiento de
que éste ya es el tramo final, me siento cansado, con menos energía que antes, con
algunos dolores ocacionales, con menos animos, y no se si es por crisis de la tercera
edad pero a veces siento que mis logros al final no fueron de gran importancia, sigo
yendo a la misma cafetera, voy al parque para ver los insectos, sigo teniendo la
misma ruta de todos los días y nada a mi alrededor parece que haya cambiado o que
haya logrado hacer un impacto a alguna persona.
Pero bueno, quizás sea porque en verdad estoy viejo, es decir tengo 75 años,
como no voy a sentirme menos joven que antes, no puedo hacer todo lo que hacía
hace 20 años pero igual lo sigo haciendo porque amo mi trabajo, amo ser lo que soy
y mientras siga aquí seguiré siendo lo que soy hasta que llegue al final.
Es curioso como los seres humanos se aferran tanto a la vida cuando saben que
están a punto de morir y la mayoría de nosotros vivimos como si fuera otro día mas,
y terminamos muriendo en otro día que parecía mas del montón y quienes se dan
cuenta suelen vivir como unos completos paranóicos, es mas, he llegado a conocer a
personas que es esfuerzan por mantenerse lo mas aisladas del mundo externo para
no morir a causa de este. Otros en cambio quieren olvidar por completo que van a
morir y se esfuerzan toda su vida en distaciarse de ese pensamiento, y al final
terminan malgastando su vida en huir de todo, hasta de ellos mismos.
Y somos los únicos seres vivos que se preocupan así de su vida, mientras que los
animales se enfocan en sobrevivir en la naturaleza pero hasta nosotros mismos los
matamos, y algunos ni siquieran lo hacen para sobrevivir sino por pura diversión...
En verdad la vida parece no tener sentido.
Creo que, después de todo, nada tiene sentido en la biología excepto la luz de la
evolución... Oye, no es un mal título para un artículo, mejor lo escribo ahora antes
de que se me vaya la idea.
Theodosius Dobzhansky muere el 18 de diciembre de 1975