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Introducción
Para quien las cosas del mundo físico terrenal tienen aún
fuerza suficiente como para retenerlo y que no cree poder
prescindir de ellas, aquel que no puede imaginarse ningún
Ya que cada uno quiere otra cosa que el otro, uno destruye
siempre la obra del otro.
Quiera que aquel que lea estas palabras, pueda hacer total
abstracción de la personalidad externa del escritor, y se
pregunte sólo en su propio corazón, si allí ha de encontrar
coincidencia con todo lo dado aquí.
No son por cierto los peores, los que por supuestos buenos
motivos, consideran a la muerte del cuerpo físico igual que al
definitivo aniquilamiento de la consciencia, ––pero difícil
será arrancarlos de su error, ya que la visión ocular los retiene
fuertemente, de modo tal que creen como excluyente, el
indiscutible reconocimiento de la terrenal perennidad, aún
dentro de una Región que responde totalmente a otras leyes...
Fin