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Salazar Vidales Juan Carlos

Estética II
Profesor Lome Hurtado Luis
La oposición de la obra de arte ante la obra útil
Lo que se va presentar en el siguiente texto es ver cuál es la diferencia entre la obra de arte y la obra
útil, estas dos visiones desde las perspectiva de Heidegger. Para ello haré uso del libro Arte y Poesía
y del texto Metafísica de Aristóteles. Aunque no haré uso de los textos de manera completa, sí tocaré
los puntos que me parecen relevantes para llegar a concluir este ensayo. Aquí, pues, se presenta lo
que se va desarrollar en este escrito.

Lo que viene a continuación son las causas de por qué elegí este tema y además, por qué
escogí este tema entre tantos otros. Hay que decir, primero, que Heidegger es un filósofo al cual he
tratado de manera más o menos profunda, dependiendo de lo que entendamos por profundidad, pero
con ello yo quiero decir que me he detenido a entender su pensamiento, a intentar saber lo que dice
con cada palabra que expresa. Por eso, Heidegger me parece una propuesta atractiva para abordar.

Ahora, trabajar el tema de la obra de arte se me ocurrió recordando que hace tiempo expuse
sobre lo divino, sobre lo sagrado pero abordando un texto de un filósofo llamado Luis Villoro. En tal
libro, este filósofo citaba a Martín Heidegger y explicaba de manera concisa lo que era la cosa a la
mano y la cosa ante la vista. Y aunque al inicio me pareció lo mismo, leyendo más sobre el tema
entendí que nada tenían de parecidos. Aunado a ello, la cosa ante la vista dejaba de ser tan sólo una
cosa para participar de lo sagrado. Así, pues, de cosa ante la vista se transforma a lo sagrado ante la
vista. Mientras que lo que seguía a la mano continuaba siendo cosa.

Por lo anterior, cuando en un momento se discutió lo que era la obra de arte a diferencia de
la cosa por utilidad recordé aquello, y comencé a planear este ensayo. Quizá lo tenía planeado desde
mucho antes de que yo me diera cuenta de que lo estaba haciendo. Esa es una causa. Pasando ahora
a lo que sería una segunda causa, ésta tiene que ver con lo que ahora parece ser la utilidad del mundo
y el uso de todo aquello que está a la mano. Ahora las estrellas ya no son un punto central de la
contemplación y lo sagrado, ahora son objetos que requieren estudiarse y comprenderse. Queda la
razón por encima de todo aquello que tiene que ver más bien con la contemplación y la admiración
del mundo, con el levantamiento del mundo, con el significado de la realidad y de la vida.

Es posible que hasta este punto, lector, tenga duda de si lo que digo antes se puede realmente
ver en el mundo, en la situación en la que vivimos. Y yo respondería a tal cuestión… Mire tan sólo
este ensayo, que es muestra para muchos de un objeto que requiere cumplir ciertos fines, que requiere
ser útil para el mundo, que debe ser de este tamaño, a esta letra. Pero en el fondo, si usted lector, con

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su perspicacia y astucia logra vislumbrar la verdadera esencia y propósito de este brevísimo escrito,
no tardara en apreciar de que se trata no de un simple ejercicio, sino de una apuesta en la que me he
lanzado y aventurado para decir: Levantar los mundos, aquellos mundos que han quedado ocultos en
lo común, en la cotidianidad, depende tan sólo de dejar que aquello que es el mundo y lo sagrado que
se puede hallar en un breve poema, en una rica pintura, nos hable.

Para ello, el fin de este escrito es lograr mostrar cómo la obra de arte pensada como ante la
vista le da un sentido auténtico a la existencia, pues más allá de considerar a todo como un simple
medio, ahora el mundo se puede vivir como algo alejado de toda transformación arbitraria hecha por
el ser humano y todo medio para éste mismo, y de esta manera lograr captar la verdad que se esconde
en el mundo. Por lo tanto, el camino que voy a seguir para llegar a ese punto es el siguiente. Primero
haré una breve retoma de lo que es el hombre, trayendo a colación algunos puntos mencionados por
Aristóteles, lo anterior para llegar a ver cuáles son las características de ser hombre. En segundo lugar
mostraré, qué es el mundo a partir de lo que se haya concluido en el punto anterior. Posteriormente
mostraré cómo la obra útil corresponde al deseo de conocimiento que tiene el hombre y cómo tal
visión encierra a éste en un mundo común, en un mundo útil. El siguiente paso será mostrar qué es la
obra de arte a diferencia de la obra útil, y cómo aquélla permite al hombre crear una existencia
auténtica en tanto que aquél puede mora en la obra de arte, en tanto que se permite prestar escucha
atenta a cada obra de arte.

Deseo, lector, que este escrito no sea una pretensión más grande de lo que parece, pues este
ensayo es eso, una práctica del ejercicio y del significado de las palabras para buscar un sentido más
amplio que el de simplemente escribir. También le pido, a quien lea este texto, no considere esto un
intento de razonar lógicamente sino más bien de dar significado a través de la interpretación a lo que
alguna vez se pensó que ya tenía uno dado; a la existencia del hombre. No digo lo anterior como si
yo pudiese dar la última palabra, sino como un estudiante que quiere expresar lo que ha entendido
durante la revisión de pensamientos, de filósofos, de libros y asignaturas.

No queda más que comenzar este escrito. Antes de ello, quiero advertir que me he dado el
permiso de escribir de manera genuina, ya que si quiero hablar de lo que va ser una existencia
auténtica, creo yo, debo comenzar por expresarme de esa manera en este espacio que es la hoja, a
través de estas palabras. Esta advertencia la hago para que usted, lector, sepa que aquí se va encontrar
con ejemplos o maneras de explicar que me he inventado, con una manera de escribir que va intentar
ser amplia y precisa, sin dejar de lado ninguna palabra o tópico que sea necesaria para llegar al fin de
este escrito. Pero además de ello, no permitiré que otros temas vengan a colación a este librito sin que
aporten algo que resulte relevante y/o significativo para el mismo. Sin más, deseo que disfrute este
escrito y pueda morar en él como yo mismo lo he hecho.

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¿Cómo se encuentra aquel hombre lejano?

Es posible que en cierto momento de nuestra conciencia como hombres hayamos de dejado de pensar
qué somos o quiénes somos o dónde somos y dejar de preguntarnos, es también permitir al azar y a
otras condiciones, que resuelvan lo que es tarea nuestra, la más grande labor de cada hombre. Por eso,
en este punto me atrevo a decir que aunque estudiamos la tierra, los cielos, los libros, a las personas,
al clima, etcétera, nosotros, cada hombre, somos los más alejados de nosotros mismos.

Por esta razón anterior he querido mostrar lo que posiblemente es, o mejor dicho, la manera
en la que cree que alguien es un hombre. Podría ser, en primer lugar, porque considera que es un ser
racional, esto proveniente de los griegos y posiblemente retomado por los renacentistas occidentales.
Por otro lado estaría quien se considera un hombre por ser creatura o creación de Dios (el Dios
cristiano) y al tener todas aquellas características que Dios le ha otorgado. Ahora podría pensar en
cómo se piensa un hombre, ahora, en este siglo, en esta época… Y diría que es porque se considera
como parte de una evolución biológica y que su grado de desarrollo no se iguala al de otros seres con
los cuales comparte el mundo.

¿Alguien estaría dispuesto a conciliar esas tres perspectivas y decidir cuál de ellas es la que
vence o qué relación tienen entre sí para que no exista disputa alguna entre ellas? Me parece que esa
es una labor casi imposible, pero que no digo que no exista la posibilidad de intentarlo. Sin embargo,
ya que he señalado una problemática, me haré cargo, de alguna manera, de ella pero lo haré abordando
la consideración racional, originaria en los griegos, y más específicamente en la obra de Aristóteles.
Piense, lector, en la consideración de que el hombre es tal por tener la capacidad de razonar. ¿Esto
qué querría decir? ¿La razón es fin o la razón es medio para alcanzar lo más excelente y verdadero
que hay en el mundo? Si la razón es fin, entonces el hombre no tiene ya ningún otro propósito que el
de ser hombre. Si la razón no es fin, entonces deja al hombre sin un propósito. ¿Pero qué pasa si la
razón es medio? Si es medio, es medio para llegar a algo. ¿Qué es ese algo al cual tendría que llegar?
Sin duda, yo afirmo y posiblemente alguien más lo haga, aquello que se debe alcanzar es el
conocimiento verdadero.

Si el hombre es racional, por tanto quiere alcanzar conocimiento verdadero. Para aclarar este
punto debo decir que cualquier otro conocimiento que no sea verdadero es más bien sólo datos, sólo
memoria, quizá, de ciertos sucesos. Conocimiento es, por tanto, adquisición de las razones por las
cuales una cosa es y por qué razones no es. Un hombre que tiene razón, busca las causas de cada cosa.

“Todos los hombres por naturaleza desean saber” (Aristóteles, 2011: 71)

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Esta naturaleza adjudicada al hombre por Aristóteles, hasta este punto tiene mucho sentido,
pues al inicio de la historia del hombre, investigado en libros o documentales, se puede notar que
aquellos hombres lejanos vivan el mundo, quizá no entendían lo que era, pues no sabían sus causas,
no tenían conocimiento verdadero de los objetos. El mundo y todo lo que en él se encontraba eran
Sachën1 sacros.

Al estar en un mundo donde todo lo que en él se encuentra son asuntos sagrados, y no conocer
sus causas, los hombres comenzaron a interpretar lo que ellos vivían, pues aunque no entendían las
razones de por qué todo era de esa manera y no de otra, no omitieron el querer tener conocimiento.
Sin embargo, esto es tan sólo un preámbulo para saber cómo es que el mundo era para nosotros hace
siglos, y cómo parece serlo ahora.

Sin embargo esto no se trata sólo de una revisión del pasado o de cómo se interpretaba el
pasado sino una retoma de cómo se pensó y se vivió el mundo, a cómo se piensa y se vive el mundo
ahora. Teniendo en cuenta que el hombre es racional, y que busca las razones de por qué las cosas
son, para ello antes requiere experiencia. Ésta da lugar a la ciencia y al arte. “La experiencia da lugar
al arte…” (Aristóteles, 2011: 72)

Con lo anterior, creo yo, surge ya un problema acerca de ¿qué es el arte y qué es la ciencia?
Y en aquel momento y en la obra de Aristóteles, la Metafísica, no tenían tal cual un rasgo o algo
distinto, sino que ambas se centraban en la universalidad de una regla específica y el conocimiento
de las causas. En otras palabras, tanto arte como ciencia eran traducidas por téchné, o sea, un saber
especializado, un oficio basado en el conocimiento. Por lo anterior, tanto como al arte como a la
ciencia se les considera productivas.

Pero, ¿no es este justamente esa concepción del arte y la ciencia lo que ha causado que el
hombre deje de considerar sagrado alguna situación o cosa para convertirlo en un objeto de estudio?
Me explico. Al ser arte y ciencia estudio de la regla universal y de las causas de las cosas, todo, por
tanto se convirtió en la búsqueda de conocimiento verdadero. Ya no sirven las interpretaciones dadas,
o más bien ya no son suficientes para entender lo que es el hombre y lo que es el mundo. Para ilustrar
de mejor manera esto, usted, lector, puede imaginar la manera en la que se interpretaba y se daba
significado al mundo a través de los dioses griegos, y eran ellos quienes estaban presentes en el mundo
e interactuaban con los hombres. A eso me refiero con vivir en un asunto sagrado.

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Objeto, cosa, materia, asunto, caso, circunstancia. Aquí entiéndase como asuntos, pues no eran banales
objetos, sino más bien eran asuntos sagrados o sacros los que se les presentaban a los hombres de ese
entonces.

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Después de que se hicieron descubrimientos en varias ciencias y que éstas florecieron por su
capacidad para hacer cognoscible el mundo y al hombre, toda interpretación fue poco a poco
disminuida hasta considerarse una burla, charlatanería y juego. Para aclarar este punto, piense, lector,
en lo que antes representaban los fragmentos de Heráclito, y lo que hoy significan. Y podría yo o
usted, lector, preguntar a algún conocido, sobre qué decidiría, si ir a una conferencia sobre un nuevo
descubrimiento del espacio o a escuchar una interpretación de los cantos de Homero y es posible que
en el mayor de los casos la persona a quien haya preguntado responderá sin dudar: A la conferencia
del espacio, claro.

Lo anterior quizá le parezca fuera de contexto o algo parecido, pero déjeme decirle que lo
antes dicho no tiene que ver realmente con sólo un interés de una persona, sino con la importancia
que le da ésta a tener conocimiento verdadero acerca del mundo, entender y saber con certeza el lugar
en donde se vive o se existe. Esto no ha sido sólo de ahora, sino que con el paso de los acontecimientos
históricos se ha enaltecido a la razón a tal grado de, por ejemplo, consolidar una corriente filosófica
como lo es la racionalista, la dualista o hasta la analítica.

El arte quedo en algún otro lado de lado y aunque en un inicio se consideró a éste tanto a la
ciencia fundamentales para entender el mundo, hoy el arte queda desplazado a la artesanía, a la
creación de objetos con uno u otro carácter artístico que se retoma de otra época o con ciertas técnicas
de elaboración. Y la ciencia, por otro lado, cultivo sus terrenos y hombres de distintos lugares y
culturas, dejaron la “habladuría” para entonces sí, tener conocimiento verdadero.

Quiero, lector, que no tome esto como una crítica a la ciencia, o como si yo estuviese diciendo
que la ciencia quito al hombre la capacidad de crear una existencia auténtica sino más bien a la actitud
de desprendimiento del hombre hacia la búsqueda de significados propios, en donde el mundo no sea
sólo una causa y una consecuencia, sino para que vuelva a vivir en lo otro, en lo sagrado, en el arte.
Para ello dice Heidegger:

“La palabra τέχνη nunca significa en general una especie de ejecución práctica, sino que
nombra, más bien, una especie de saber. Saber significa haber visto en el amplio sentido
de ver, es decir, percibir lo presente en cuanto tal. La esencia de saber, para el
pensamiento griego, descansa en la ἀλήθεια, o sea en la desocultación del ente. Es la
portadora y directora de toda conducta con respecto al ente. La τέχνη como saber
experimentado a la griega consiste en la producción de un ente en tanto que lo pone
delante como lo que se presenta en cuanto tal, sacándolo de la ocultación expresamente
a la desocultacion: no significa la actividad de un hacer.” (Heidegger, Martín. 1998: 95)

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Tomando ahora en cuenta lo que he citado de Heidegger ¿no es pues una mala interpretación
o confusión la que ha dado paso a la desacreditación del arte vista como un desocultamiento del ente
para mostrarlo expresamente ante la ciencia vista como una búsqueda de causas y conocimiento
verdadero? Piense pues en lo que ahora significan más o menos todas las cosas, si es que algo tienen
aún de significado. Las cosas son para algo, tiene un fin, y son a la vez un medio. Son una herramienta
pero ¿todo puede ser entonces una herramienta, un algo para algo?

A esto le llamo una obra útil, ya que es creada para un fin, para un quehacer que muy bien
pudo inventarse el hombre o bien ya tenía desde siempre el deseo de cumplir tal satisfacción. Un
vaso, por ejemplo. ¿Qué intenta cumplir? Dar agua al hombre, puesto que éste desea beber agua, y
este material, el vaso, es un medio, es un objeto útil. Y puede este objeto tener decoraciones y estar
pintado de diversos colores, pero aquello es contingente a su fin. ¿Sirve para beber agua un vaso rojo
que un vaso azul? Sí. Pero llevemos estas preguntas a nosotros mismos, a lo que expresamos. ¿Es el
lenguaje sólo un medio para comunicar algo? ¿Sirve el lenguaje para todas las posibilidades de
comunicación o de expresión? ¿El idioma español tiene la misma capacidad de expresar ideas
complejas al igual que el idioma alemán? ¿Puede una obra de arte expresar lo mismo que alguna otra
obra de arte?

Con las preguntas anteriores intento mostrar que algunos objetos, sí, tienen un fin, están
hechos para ese fin. Es un fin que está ya determinado. Y que la manera en la que un objeto cumple
un fin se puede describir de manera cuantitativa, en eficacia, en resultados dados. Pero ¿cómo se
puede entender el fin de un hombre en un mundo? ¿De manera cuantitativa? ¿El fin del arte como
eficacia? ¿De qué? ¿De ventas, de espectadores, de tiempo invertido?

Bueno, con esto parece que se va perfilando hacia a dónde se dirige ya por fin, después de
tanto camino recorrido, este texto. Los hombres, nosotros los hombres, hemos estado de un tiempo
hasta acá considerando al mundo como un aspecto cuantitativo, en fines dados y cumplidos o no
cumplidos. Pero ¿qué pasa con nosotros cuando nos enfrentamos a objetos que no utilizan esos
aspectos para determinar su función, si es que la tienen? Nos hallamos en un caso de desconcierto
pues a la fecha se puede decir que el arte ahora cumple otros mandatos, cualquiera que sea, no son
los del propio arte, sino de otro aspecto de la cultura.

Hemos dejado, pues de morar, para comenzar a contar, a buscar fines, a encontrar soluciones,
a habituarnos a lo que el mundo parece que es, y eso que es debe ser certero. Debe ser un
conocimiento verdadero. Los objetos útiles están a la mano, todo está para su uso, para la
transformación misma. Sin embargo, el arte ¿en dónde se encuentra el arte?

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Ahora podría atreverme a decir que el arte no se encuentra a la mano, sino a la vista. Me
explico. El arte no tiene que ver con un aspecto de fin, o sea, no es un medio. Es un fin en sí mismo
por ser arte y por tener en sí mismo la capacidad de expresar un mundo que nunca está concluido
sino que siempre va requerir de una interpretación que vuelva a revitalizar su significado.

De esta manera, el arte convierte al hombre no en un buscado de conocimiento verdadero


como lo hace el hombre ante la ciencia, sino que el arte insta al hombre a interpretar, a levantar
mundos para volver a resignificar lo dado. Vivir, pues, de manera auténtica. ¿No es lo auténtico
aquello que sale de lo común? Lo común parece ser lo que se tiene a la mano, por tanto, la obra útil.
La contraposición a lo útil es aquello que realmente no tiene un fin, que es inservible de manera
“práctica”, que no es un medio. El arte es un fin en sí mismo en tanto que se expresa a sí mismo.

El arte es pues un ente que busca ser desocultado, que requiere ser expresado en su totalidad
aunque aquella totalidad no quede nunca expresada. De esta manera el hombre deja el mundo común,
deja a aquellos objetos que son medios para volcarse en un objeto que deja de ser tal para convertirse
en aquella situación sagrada, sacra de la que antes he hablado. En la que los hombres convivían con
los Dioses y éstos estaban presentes junto con los hombres.

Este rompimiento entre la cosa y el fin, digamos entre la causa y el mundo, lo que sería el
hombre y la tierra, da paso a la relación hombres-Dioses en donde pueden comenzar a interpretar de
una manera significativa su realidad y lograr volver a su origen de hombres. Esto pues, tiene relación
con lo siguiente dicho por Heidegger:

“Origen significa aquí aquello de donde una cosa procede y por cuyo medio es lo que
es y como es. Lo que es algo, cómo es, lo llamamos su esencia. El origen de algo es la
fuente de su esencia.” (Heidegger, Martín. 1998: 37)

¿El origen del hombre es su manera de ser auténtica en donde él no se ve como un medio
sino como una posibilidad para abrir mundos en los cuales pueda habitar y consolidarse como una
existencia auténtica? Si ese es el origen del hombre, entonces, parece que nos hemos alejado bastante
de lo que somos. De esta manera puedo proceder a dar algunas conclusiones, si es que algo se puede
concluir de esto, pues parece más bien que deja tarea por hacer y labores antes qie afirmaciones que
cierren posibilidad al hombre de volver a su origen.

La relación hombres-Dioses ahora sólo va depender de que el hombre comience a morar en


la obra de arte, y en el mismo lenguaje, que comience a habitar en sí mismo también para hallar así
nuevos mundos que se quedaron ocultos cuando éste comenzó a buscar fines y causas en todas las
demás cosas existentes. Con este ensayo se intenta regresar tanto a mí como a quien lo lea a ese
origen propio del hombre, a su existencia auténtica.

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El levantamiento de mundo

Concluir un ensayo así es más o menos una desgracia, y limitar este ensayo también lo es, pues espero
este de acuerdo lector en que quedaron temas por abarcar, que se requiere también de una mayor
profundización en lo dicho, ya que este ensayo es más bien la práctica para poder llegar un día a
morar en el mundo, a demorarse en el lenguaje, pues es ahí donde el ser habita. Pero después de estos
breves lamentos, es necesario que diga que la exploración de lo que es el hombre, como buscador de
conocimientos verdaderos, y lo que hizo con el mundo, buscando fines y causas de éste, lo alejo de
su origen.

Parece que al día de hoy habitamos en un mundo a la mano, común, en donde nada tiene
relieve y todo parece superfluo, banal, y que buscar un significado es lo suficientemente arriesgado
como para intentarlo. Por ende, el fin de este ensayo es poder hacer una señal de que el mundo y la
existencia misma requieren que alguien llegue a morar en ellas para así poder expresar su significado
que está oculto, aquel ser que se oculta en el ente. Y si alguien es buen investigador y observador, y
presta escucha atenta a lo que el mundo es y expresa, así como lo es la misma existencia, no deberá
volver al mundo de a la mano porque en ese momento el mundo y la existencia se le presentaran
como entes a la vista. Así como lo podrían ser ahora mismo las estrellas. No pido nada de ellas, sólo
que sean y que se me presenten, encontrarme con ellas y hacer un esfuerzo por hallarme en un
encuentro con el significado verdadero de lo que es.

Sin más, queda decir que es relevante volcarnos de nuevo a las interpretaciones y las
búsquedas de significado tanto de una obra de arte, como de la propia existencia y hasta del mundo
en el que habitamos. Por ello, este escrito me ha parecido más bien una propuesta de arrojarnos a
interpretar y revitalizar al arte que un ensayo para proponer una visión tan precoz y apresurada.

De antemano deseo que haya disfrutado con este escrito y que lo aborde con detenimiento y
juicio para encontrar en este escrito fallas, en caso de que los hubiera, pero también para reconocer
los aspectos más importantes de este pensamiento que se ha desarrollado en las páginas anteriores.
Espero que sea bien visto por usted, lector, y que su pensamiento tenga en cuenta lo dicho aquí, ya
sea para la discusión, crítica o retoma en sus siguientes interpretaciones del mundo.

BIBLIOGRAFÍA

Heidegger, Martín. Arte y Poesía, Argentina, 1998, Fondo de Cultura Económica

Aristóteles. Metafísica: Gredos, Madrid, 2011, España

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