Nº de Publicación 184
MASCULINIDADES OTRAS
Y TERNURA ANIMALISTA
“…Cada vez estamos más dispuestos a reconocer que lo típicamente humano, lo
genuinamente formativo, no es la operación fría de la inteligencia binaria, pues
las máquinas saben mejor que nosotros decir que dos más dos son cuatro. Lo que
nos caracteriza y diferencia de la inteligencia artificial es la capacidad de
emocionarnos, de reconstruir el mundo y el conocimiento a partir de los lazos
afectivos que nos impactan”
Luis Carlos Restrepo en su libro “El Derecho a la Ternura”
Muchas han sido las maneras de dominar. La explotación
capitalista centrada en la explotación del ser humano
involucra distintos dispositivos sociales, psicológicos
mediáticos y culturales, que hacen efectivos sus objetivos de
dominación. Históricamente tal dominación, se asocia a una
cultura patriarcal y hetero-normada de carácter castrador,
donde las elaboraciones sociales del género son mediadas
por el poder.
En las sociedades occidentales, especialmente aquellas que
ostentan supuestos altos niveles de desarrollo y suscriben a
plenitud tratados de igualdad y Derechos Humanos univer-
sales, no se han erradicado distintivos de poder asociados al
falocentrismo y a la maximización del hombre como centro
del universo (antropocentrismo). En ese contexto, la
prelación de los afectos y sus múltiples manifestaciones han
estado relegadas al ámbito de lo femenino, mientras que lo
masculino suele ser asociado a la rudeza, la racionalidad
instrumental, el uso de la violencia y el ejercicio del poder a
través de la fuerza física.
Dentro de esa cultura binaria se castiga y castra cualquier
expresión que rompa con lo socialmente establecido. Por
ello, muchos hombres han sido cuestionados socialmente
por hacer notorias sus sensibilidades, deseos y formas de
expresar sus sentimientos. La castración de los deseos de los
hombres es transversal a todas las esferas de su vida
cotidiana estando presente en todos los estados de su vida.
En la infancia cuando se les induce a utilizar determinados
tipos de juguetes que supuestamente deben “marcar” su
identidad, en su adolescencia cuando no se le permite
desplegar orientaciones sexuales distintas a la heterosexual o
escoger sus estudios por la vocación y en la vida adulta
cuando no cumple los roles asignados socialmente para su
vinculación con la familia, la pareja y el mundo laboral.
En Venezuela con sus singularidades culturales y sociales, el
hombre venezolano experimenta a lo largo de su vida
innumerables presiones que le obligan a demostrar su
virilidad en términos de qué tan macho/vernáculo puede
verse, cuán rudo es al no demostrar sentimientos, hasta qué
punto es un “buen” proveedor económico y no se inmiscuye
en labores domésticas, cuán mujeriego puede ser, e incluso si
tiene una mascota: hasta qué punto la misma es una
1
Este artículo se corresponde con el desarrollo de un proyecto del mismo nombre (Masculinidades otras y cultura animalista) de la Fundación Misión Nevado,
que contempla un componente de campaña comunicacional a través de una exposición de imágenes fotográficas de hombres y sus animales de compañía,
en lugares de alta circulación de usuarios como el Metro, Museos, Plazas etc.
preservación de la vida en el planeta y la salvación de la
especie humana”.
En ese contexto, es necesario hacer ruptura simbólica a
través de la producción de imaginarios otros que posicionen
distintas formas de entender las masculinidades, particular-
mente aquellas que se sustentan en el amor, protección y
ternura sin que ello signifique poner en duda la virilidad. De
esa manera, la idea es colocar en los imaginarios sociales la
existencia de esos hombres amorosos y responsables con
lo(a)s más vulnerables, capaces de cuidar y proteger a
pequeño(a)s animalitos que requieren atención por encon-
trarse en situación de abandono, especialmente la fauna
representada por perros y gatos en situación de calle, que
normalmente suele ser atendida por las mujeres. Se trata
sobre todo de hacer justicia, en cuanto a que el cuidado de
niño(a)s, personas enfermas, anciano(a)s y animales sólo lo
ejercen las mujeres a través del aporte voluntario de su
tiempo en actividades no remuneradas que – pese a no ser
medidas- también contribuyen significativamente al
Producto Interno Bruto (PIB) de la Nación.
Por otra parte, promover masculinidades otras y ternura
animalista, significa hacer visibles los sentimientos de los
varones por seres que requieren de su protección. Significa
activar la nobleza de espíritu al cuidar para toda la vida a
un(a) perrito(a) o gatico(a) que necesita de alguien a quien
extensión de su identidad como por ejemplo tener un perro amar, a un papá humano que le alimente, acicale, cuide su
grande tipo rottweiler. salud y juegue mucho con ese pequeño animalito que lo va a
necesitar por siempre.
De esa cultura machista se desprenden una serie de
consecuencias. La principal es la violencia, la cual puede ser
inter-relacionada y expresarse en múltiples manifestaciones:
violencia inter-género, en contra de las mujeres, la familia y
terriblemente en contra de los y las más vulnerables de la
sociedad: niño(a)s y animales. En ese sentido, se ha
demostrado que la violencia ejercida en contra de los
eslabones más débiles de la cadena como son los animales,
es una violencia con altos grados sociópatas y potencial-
mente peligrosa hacia la vida humana, con lo cual, aludiendo
la frase del filósofo alemán Arthur Schopenhauer: "La
conmiseración con los animales está íntimamente unida con
la bondad de carácter; de tal manera que se puede afirmar,
de seguro, que quien es cruel con los animales no puede ser
buena persona".
No obstante, es importante hacer ver que las violencias
patriarcales no son ejercidas exclusivamente por hombres,
son también protagonizadas por mujeres y reproducidas por
personas de todas las edades, incluyendo niño(a)s cuyo
entorno está signado por agresiones de toda índole. De esa
manera, la crueldad hacia los animales puede institucional-
izarse como proceso cotidiano, generando conductas que se
“normalizan” e incluso son vistas como chiste o acciones
banales sin importancia. De hecho, cuando se ejercen
acciones legales en contra de maltratadore(a)s, que implican
aplicación de multas o pocos meses de prisión, a mucha
gente le parecen exageraciones o les parece que “por un
animal” no se justifica que pongan preso a alguien.
En ese sentido, si niños y niñas observan que los animales no
son considerados seres sintientes que merecen respeto y
protección, difícilmente asimilen valores de empatía,
alteridad y respeto por la diversidad. Estamos en presencia
de una cultura del maltrato, que supone la necesidad
impostergable de intervenir con políticas públicas sustenta-
das en las pedagogías del amor y la ternura para el logro de
un mundo mejor, especialmente si desde las directrices Soc. Irama La Rosa Directora de Formación GIS XXI
emanadas en el 5to objetivo estratégico del Plan de la Patria. Soc. Ruth Mora Colectivo de Investigación Red de la Calle
Segundo Plan Socialista de desarrollo económico y social de
la Nación, 2013-2019 estamos obligados a “Contribuir con la