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LEYENDAS DEL ECUADOR

EL INDIO CANTUÑA :

Les voy relatar una leyenda muy particular de nuestro país la leyenda del indio
Cantuña.

En el libro "Leyendas del Ecuador" hallamos las dos versiones de la leyenda la


verdadera la version falsa:

Cantuña tenia una labor que había sido asignada por los franciscanos que era
construir una Iglesia en Quito. Este acepto y puso como plazo seis meses, a cambio el
recibia una gran cantidad de dinero.

Aunque parecía una hazaña imposible lograr terminarla en seis meses, el Indio
Cantuña puso su mayor esfuerzo y empeño en terminarla, reunió un equipo
de indígenas y se propuso terminarla. Sin embargo la edificación no avanzaba como
él la esperaba. En esos momentos de angustia se presento ante el, Lucifer y le dijo:
“¡Cantuña!. Aquí estoy para ayudarte. Conozco tu angustia. Te ayudaré a construir el
atrio incompleto antes que aparezca el nuevo día. A cambio, me pagarás con tu
alma.”

Cantuña aceptó el trato, solamente pidió una condición, terminar la construcción lo


más rápido posible y que sean colocadas absolutamente todas las piedras.

Cantuña se vio desesperado debido a que vio que los diablillos avanzaban muy
rápido, tal como lo ofreciera Lucifer, la obra se culminó antes de la media noche, fue
entonces el momento indicado para cobrar el alto precio por la construcción, el
"alma de Cantuña".

El diablo al momento de ir ante Cantuña a llevarse su alma, éste lo detuvo con una
tímida voz, ¡Un momento! - dijo Cantuña. ¡El trato ha sido incumplido! Me ofreciste
colocar hasta la última piedra de la construcción y no fue así. Falta una piedra.
Cantuña había sacado una roca de la construcción y la había escondido muy
sigilosamente antes de que los demonios comenzaran su obra.

Lucifer, asombrado, vió como un simple mortal lo había engañado de la manera más
simple. Así Cantuña salvó su alma, y el diablo sintiéndose burlado, se refugió en los
infiernos sin llevarse su paga.
LA VIUDA DEL TAMARINDO :
A los tunantes, o sea las personas que andaban tras del trago, que iban solos, de camino a
casa, se les cruzaba por enfrente una bella mujer bailando con rápidos pasos, elegantemente
vestida de negro, con un espeso manto, llevaba la cabeza y casi todo el rostro cubierto. En
ese tiempo no había mucho alumbrado para distinguirla bien, así que el trasnochador, la
seguía. Ella caminaba rápidamente largos trechos, detrás de ella venia el ilusionado tunante
cansado por el ejercicio. La mujer lo llevaba siempre a un tamarindo añoso en medio de la
finca, ya casi al pie del árbol, ella se volteaba, quitándose de la cabeza el grueso manto, y
enseñando la horrible y fantasmagórica presencia de una calavera de la muerte envuelta en
ropas femeninas.

El desafortunado mirón caía echando espuma por la boca, rodando por el suelo hasta
terminar desmayado o muerto de la impresión. En cualquiera de los casos la mujer obtenía
el triunfo asustando al candidato por ella escogido.

Se le llamó la viuda por su vestimenta siempre oscura, era oriunda de Ecuador. Atrayendo
siempre a los hombres hasta los frondosos árboles de tamarindo, después de medianoche,
desapareciendo como por arte de magia a una velocidad impresionante, después de su
travesura. Nadie ha podido darle alcance y ver su cara. Únicamente se la contempla cuando
se saca el velo y se transforma en una horrible calavera.

MARÍA ANGULA :
La historia cuenta sobre una niña de una edad de 14 años, su madre vendía tripa mishqui, (es
una comida tradicional que son tripas de res y se las pone sobre un brasero con carbón
caliente para que vaya cociéndose lentamente, de los cual bota un aroma penetrante), esto
se lo vende en una de las esquina de la ciudad colonial en Quito.

En una ocasión la madre de MarÍa Angula mandó a comprar tripas, pero como esta niña era
muy inquieta se fue a jugar con sus amigos e hizo caso omiso al mandado de su madre y para
colmo se gastó el dinero para la compra de las tripas.
La niña preocupada por lo sucedido se imaginaba que su madre le iba a pegar.

Entre la preocupación de la Mariangula que caminaba por las calles paso por el cementerio,
y se le ocurrió la macabra idea de sacarle las tripas de uno de los muertos que recién lo
habían enterrado las sacó y las llevo a su mamá para que las vendiera y en efecto logro su
objetivo para no ser castigada, las tripas se vendieron muy bien cosa que a todo el que
compraba le gusto y en algunos casos se repitieron.

Ya en horas de las noche, en casa donde vivía con su familia era una casa tradicional de dos
pisos como las que hay en Quito colonial, Mariangula se acordaba de lo que había hecho.
Cuando de repente escucho la puerta que se abrió fuertemente, ero lo trágico es que ella era
la única que escuchaba aquellos ruidos y los demás seguían muy dormidos como si no
pasaba nada, a pesar de los muchos ruidos que se escuchaba en la casa.

Cuando los ruidos era muy fuertes y se podían escuchar con claridad puso mucha atención
que decían:" Marianguuula , dame mis tripas y mi pusún que te robaste de mi santa
sepultura"
Aquella voz se escuchaba cada vez más cerca de su habitación y María Angula se iba
poniendo muy asustada ya que se escuchaba los pasos que subían por las escaleras y la voz
se hacía más fuerte:"Marianguuula, dame mis tripas y mi pusún que me robaste de mi santa
sepultura".

Ella se ponía pensaba sobre lo que hizo y como que podía hacer para salvarse y en especial
qué es lo que le iban hacer estos seres. Cuando de repente encontró una navaja o cuchillo y
se cortó su estómago. Cuando los seres entraron a la habitación de María Angula estaba con
sus tripas regadas en la cama muriéndose lentamente y estos seres desaparecieron.

Se dice que la madre de Mariangula vende ahora"carne en palito" en lugar de tripa mishqui
el chuzo o palito le sirve a Mariangula para defenderse de los fantasmas.
LA BOA Y EL TIGRE :
Por el camino que lleva a Misahuallí, a 6 Km. de Puerto Napo, en la comunidad de Latas vivía
una familia indígena dedicada a lavar oro en las orillas del río Napo. Un día la madre lavaba
ropa de la familia, mientras la hija más pequeńa jugaba tranquilamente en la playa: tan
concentrada estaba la seńora en su duro trabajo, que no se percató que la nińa se acercaba
peligrosamente al agua, justo en el lugar donde el río era más profundo. Una súbita
corazonada la obligó a levantar su cabeza, pero ya era demasiado tarde; la nińa era
arrastrada por la fuerte correntada y sólo su cabecita aparecía por momentos en las crestas
de las agitadas aguas.

La mujer transida de dolor y desesperación, hincando sus rodillas en la arena implora a gritos
... yaya Dios! .... yaya Dios! Te lo suplico salva a mi guagua, y Oh! sorpresa, la tierna nińa
retorna en la boca de una inmensa boa de casi 14 metros de largo, que la deposita sana y
salva en la mismísima playa; la mujer abrazando a la nińa llora y sonríe agradecida. Desde
aquel día la enorme boa se convirtió en un miembro más de la familia, a tal punto que
cuando el matrimonio salía al trabajo cotidiano, el gigantesco reptil se encargaba del
cuidado de los nińos.

Pero un tormentoso día, cuando los padres fueron a la selva en busca de guatusas para la
cena, la boa no llegó a vigilar a los nińos como solía hacerlo todos los días. Este descuido fue
aprovechado por un inmenso y hambriento tigre, que se hizo presente con intenciones
malignas.

Los muchachos desesperados gritaron a todo pulmón “!yacuman amarul! (boa del agua), el
gigantesco reptil al oír las voces de los nińos salió del río y deslizándose velozmente entró a
la casa; se colocó junto a la puerta, para recibir al tigre que trataba de entrar sigilosamente
en el hogar de sus amigos; la lucha que se desató fue a muerte; la boa se enroscó en el
cuerpo de felino, pese a las dentelladas del sanguinario animal; los anillos constrictores del
reptil se cerraron con fuerza, mientras el tigre la mordía justo en la parte de la cabeza, al
final se escuchó un crujido de huesos rotos y ambos animales quedaron muertos en la
entrada de la casa.

Cuando regresaron los padres de los chicos, recogieron con dolor los restos de su boa amiga
y ceremoniosamente la velaron durante dos días, para luego enterrarla con todos los
honores y ritos que se acostumbraban utilizar para con los seres queridos.
EL CURA SIN CABEZA :
Parece que este sacerdote, que con hábil maniobra, colocaba sobre su solideo parte del
manteo, tan largo como sus deseos sensuales, para atemorizar al populacho que, tarde de la
noche transitaba por los barrios oscuros y solitarios, las mas de las veces, seguíanle los pasos
al reverendo, hasta verlo aterrizar en los amplios jardines eróticos de su “Dulcinea”.

Yo no sé porque pero asegurábase que de preferencia era el Barrio de San Roque el lugar de
sus idilios. Pero, al fin, como no hay cosa que no se descubra como decía la comadre
“Chepita” se le identifico plenamente, y, una mañana cuando las campanas tañían a
maitines, algunos feligreses que concurrieron a la misa de cinco: Elé pues, este taita curita
ahora si esta con cabeza, mamitica, ¿QUÉ MUERTE TENDRA?.Y agregaron las beatas, no se si
es por celos o de gana: “Dios nos guarde y nos ampare de este SANTO SACERDOTE”; y
nosotros también agregaremos, lo curioso del caso es que hasta ahora existen curas “sin
cabeza”: aleluya, aleluya...

La Dama Tapada :
Hace más de doscientos años en las calles apartadas de Guayaquil, los trasnochadores veían
la dama tapada .Anoche vi a la Dama Tapada, contaba en una reunión de amigos, el Fulanito.
Son puros cuentos, respondía el amigo con aires de valentón. Yo nunca he tropezado con
ella. Nunca se la ve antes de las 12 de la noche, ni después de las campanadas del alba,
opinaba otro asistente a la reunión. Según la leyenda, la dama tapada

era una dama de cuerpo esbelto y andar garboso, que asombraba en los vericuetos de la
ciudad y se hacía seguir por los hombres .Nunca se supo de dónde salía. Cubierta la cabeza
con un velo, sorpresivamente la veían caminando a dos pasos de algún transeúnte que
regresaba a la casa después de divertirse. Sus almidonadas enaguas y sus amplias polleras
sonaban al andar y un exquisito perfume dejaba a su paso. Debía ser muy linda. Tentación
daba alcanzarla y decirle una galantería. Pero la dama caminaba y caminaba. Como
hipnotizado, el perseguidor iba tras ella sin lograr alcanzarla. De repente se detenía y,
alzándose el velo se enfrentaba con el que la seguía diciéndole: Míreme como soy... Si ahora
quiere seguirme, sígame...Una calavera asomaba por el rostro y un olor a cementerio
reemplazaba el delicioso perfume. Paralizado de terror, loco o muerto quedaba el hombre
que la había perseguido. Si conservaba la facultad de hablar, podía contar luego que había
visto a la Tapada.

NOMBRE : NATHALY SUÁREZ SAMANIEGO

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